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2020
ÍNDICE.
Módulo I
Antar, C., Gurman, H. (2002) El texto en un contexto. La clínica situacional. Congreso Argentino de
Psicoanálisis………………..pág. 4
Ministerio de salud Pública del Uruguay (2011). Plan de implementación de prestaciones en Salud
Mental en el SNIS. Ministerio de Salud Pública del
Uruguay. ………………..pág.14
Ulloa, F ……………………..pág. 21
Módulo II
Magnato Mateo, C., Ávila Espada, A (1999), El diagnóstico psicodinámico aspectos conceptuales,
recuperado …………..pág.27
Safran, J., Muran, C. (2005) La alianza terapéutica reconsiderada. En: La alianza terapéutica. Una
guía para el tratamiento relacional. …………….pág. 42
Bernardi, R., Varela, B., Miller, D., Zytner, R., de Souza, L. y Oyenard, R.
(2016). La formulación psicodinámica de caso. Su valor para la clínica……..pág. 55
Bernardi, R., Defey, D., Garbarino, A, Tutté, J.C., Villalba, L. (2004) Guías
Clínicas para la Psicoterapia……………..pág. 65
Leibovich de Duarte, A.; Rubio, M.E.; Zanotto, M, Juan, S, Roussos, A, Huerin, V, Torricelli, F.,
(2009). Inferencias Clínicas de Psicólogos y Médicos en formación en Salud Mental en el sector
publico de la Ciudad de Buenos
Aires……………………pág. 114
Juan, S., Etchebarne, I., Weisman, V., Leibovich de Duarte, A., Roussos, A.,
(2009), El proceso inferencial clínico, ……………..pág. 117
Cuando nos referimos a una clínica situacional se destaca que en el concepto de articulación no
está incluida la relación dialéctica, por lo tanto, nos acerca más a una concepción sumatoria que
de producción. Cada sujeto es producido como tal en la interrelación con otro. La intersubjetividad
implica, no sólo la repetición, sino la producción de significados inéditos. Producción no es
repetición.
La clínica es situacional porque la producción de subjetividad y sus vicisitudes transcurre dentro de
un contexto, de un devenir en situación. Por ello aquí planeamos 2 ideas:
1- La idea de situación propone una clínica diferente a la estructural. 2- No hay producción psíquica
fuera de lo contextual.
1- La teoría estructural tiende a ubicar al sujeto dentro de un modelo que dificulta considerar lo
nuevo en él. El intento de atenuar el impacto de este modo de pensar puede dar lugar a
adjetivaciones tales como estructura abierta, en situación, etc. Aunque se plantee que no existe
repetición textual, la lógica estructuralista puede dejar saturado el espacio posible de pensamiento
y como tal condicionar nuestra praxis. Despliega las ideas de: causa, origen, determinismo,
repetición, y una cierta concepción del tiempo organizado desplegado secuencialmente en un
antes, ahora y después.
Nos daría la ilusión de un conocimiento totalizante, que propone develar lo oculto y preexistente. El
desprendernos de esta lógica de pensamiento puede ubicarnos en el desconocimiento y la
incertidumbre. Por otra parte, pensar en situación no descarta lo oculto e incluye la posibilidad de
lo aún no advertido. El pasado ha dejado de ser la única clave del presente y con frecuencia, ha
sido utilizado en la clínica como un verdadero obstáculo para pensar el presente.
2- Podríamos decir que el término situación no designa un solo objeto o acontecimiento ya que
nunca experimentamos o formamos juicios sobre ellos aisladamente, sino solo en relación con un
contexto. Tiene la cualidad de unir los elementos constitutivos, dando a esta todo su carácter único,
formando una situación individual, indivisible e induplicable. Ningún problema puede plantearse o
siquiera adquirir sentido si no es en forma situacional.
Una situación en principio se define desde un punto problemático, porque este asigna la
pertenencia o no de los términos de la misma. El devenir de la subjetividad se va logrando entre los
puntos de contacto y entramados de distintas vertientes. El sujeto no es el que controla una
situación, no es el que se sustrae al contexto, sino que él también es parte del mismo. Por lo tanto,
el analista y el paciente forman parte de la situación analítica, modificando la subjetividad de ambos.
Si la novedad es siempre impensada, toda novedad se presenta y no se representa, se representa
lo que se sabe. Cuando algo insólito irrumpe, es nuevo porque perturba todo el conjunto de
representaciones pertenecientes al seno de esa situación.
Cuando se sobre determina la representación, se diluye la singularidad del otro. Un acontecimiento
es tal, si altera la dinámica de una situación dada. Esta implica la presentificación de los múltiples
elementos en juego, en donde todos ellos deben ser considerados contextualmente para su
abordaje psicoanalítico. Pensar en situación implica hacerlo desde una lógica diferente, propone
que no hay conocimientos totalizantes y nos enfrenta a la posibilidad de descubrir-producir sus
propios saberes situados.
Transferencia- el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos
objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecido con ellos y, de un modo especial,
dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida en un
marcado sentimiento de actualidad. Agregan una dimensión importante al conocimiento de la
estructura de su personalidad y el carácter de sus conflictos.
Contratransferencia- son los fenómenos que aparecen en el entrevistador, que deben ser
entendidos como emergentes del campo, del aquí y ahora, de la situación presente, son las
respuestas o los efectos que producen las manifestaciones del entrevistad, por ello es
imprescindible la revisión de su historia para no actuar los roles proyectados. No debe
desestimársela, sino que debe ser incorporada para la interpretación, pero para esto es necesario
un amplio conocimiento de uno mismo de modo que pueda ser empleada con rigor científico y
validez. Estas son parte de toda relación interpersonal, pero en el marco de la entrevista psicológica
son utilizadas como herramientas técnicas de observación y comprensión, por lo que es
imprescindible realizar una lectura científica y tener un buen manejo técnico de los mismos para su
mejor utilización.
Counseling- estimulación para obtener más datos acerca del sujeto, los recursos con los que se
cuenta son los empleados especialmente por Rogers, como repetir las últimas palabras del
entrevistado en tono interrogativo. Señalamiento: verbalización o explicitación de mensajes, que
sin ser inconscientes no aparecen verbalizados en el discurso. Puede pensarse en los
señalamientos como el paso previo a una interpretación, ya que nos darán el grado de Insight que
posee el entrevistado a través de la respuesta recibida. Interpretación- verbalización o explicitación
de la comprensión del cuándo y el cómo, el cuándo y el porqué, el sobre qué, el para qué, el con
qué, el dónde latente (inconscientes) de los emergentes o conductas del entrevistado. Toda
interpretación debe formularse cuando se considera que el entrevistado está en condiciones de
aceptarla y de poder manejar la angustia que ella genera.
Cierre- es importante evaluar la situación de separación, las fantasías que aparecen son la cura o
el abandono.
Posentrevista: es el momento de elaboración del material obtenido durante la entrevista, prestando
atención no solo al registro escrito sino al registro emocional de la experiencia con el entrevistado.
Sullivan- plantea las etapas de las entrevistas como las siguientes:
1- Comienzo formal
2- Reconocimiento
3- Investigación o interrogatorio
4- Terminación
1 incluye la recepción formal de la persona y el establecimiento del rapport, 2 procura obtener datos
sobre la historia social del consultante, edad, lugar de nacimiento, datos escolares, familiares,
ocupacionales.
3 depende exclusivamente del propósito de la entrevista, de sus objetivos 4 se observa de qué
manera el entrevistado se despide del profesional, como se produce la separación entre ambos.
CLASIFICACIÓN- 1 abierta o libre, 2- cerrada o dirigida, 3- semidirigida.
1- El entrevistador asume un rol poco participativo, en el cual la consigna consiste en que el
entrevistado exprese lo que quiera, que tenga la libertad de hablar de lo que desee. No tiene como
objetivo plantear preguntas ni recolectar datos. Lo importante es observar cuál es la historia que
tiene organizada el consultante, no tanto la historia objetiva sino la subjetiva, la que pudo construir.
2- Las preguntas han sido establecidas con anterioridad, así como el orden y la manera de
plantearlas. El rol del entrevistador, a diferencia de la modalidad anterior, es directivo, guiado a
través de preguntas al entrevistado para obtener datos sobre su historia.
3- Altera secuencias no directivas que permiten que el entrevistado se exprese libremente y
secuencias directivas en las que las intervenciones tienen como finalidad esclarecer algunos puntos
que han quedado confusos o que no fueron referidos por el entrevistado.
Estas autoras proponen comenzar con una técnica directiva en el primer momento de la entrevista
correspondiente a la presentación mutua y a la aclaración del encuadre por parte del psicólogo, y
luego operar con la técnica de entrevista libre para que se exprese libremente el motivo de consulta.
Conocido el motivo de consulta manifiesto de la consulta, interrogaremos todo lo relacionado con
él.
Podríamos distinguir diferentes “caras” del síntoma, citamos a Arzeno:
1- Aspecto fenomenológico: se refiere a su descripción
2- Aspecto dinámico: el síntoma muestra y puede ocultar a la vez un deseo o fantasía
inconscientes.
3- Beneficio secundario- alude al beneficio que se obtiene a través del síntoma, que se perdería
al abandonarlo
4- Expresión a nivel familiar- se refiere a la exploración del síntoma en relación con el entorno
familiar
5- Ruptura del equilibrio- el síntoma quiebra de alguna manera la homeostasis del grupo familiar
y puede provocar un desequilibrio en su sistema de funcionamiento.
Objetivos de la entrevista inicial- observar si la primera impresión que nos provoca el paciente en
el primer contacto se mantiene o no hasta el cierre de la entrevista, si se modifica como lo hace,
teniendo en cuenta su lenguaje verbal, gestual, corporal, los movimientos que realiza y su
vestimenta. Percibir qué, cómo, cuándo y a qué ritmo realiza las verbalizaciones, cotejándolo con
la impresión obtenida al solicitar la consulta, esto permitirá inferir como fue, como es y cómo será
el paciente. Establecer el grado de coherencia o discrepancia entre lo verbalizado y lo captado a
través de su lenguaje no verbal.
Establecer un buen rapport con el paciente para que éste no se paralice ni bloquee y se pueda
crear un clima propicio para las técnicas. Tener en cuenta qué aspectos de su vida elige para
comenzar a hablar, en cuáles hace hincapié, cuáles le provocan mayor ansiedad, bloqueo.
Planificar la batería diagnóstica más adecuada, eligiendo las técnicas a utilizar, cantidad y calidad,
secuencia y ritmo.
Captar aquello que el paciente nos transfiere y lo que esto suscita en nosotros. Distinguir entre el
motivo de consulta manifiesto y el latente. Es importante determinar si la preocupación traída a la
consulta se trata de un síntoma clínico o no. Observar si el paciente puede tomar conciencia a lo
largo de la entrevista del motivo de consulta más profundo. Esta posibilidad de insight es importante
ya que da cuenta de un mejor pronóstico terapéutico. Determinar si la problemática planteada se
debe a una alteración en alguna etapa del desarrollo o perturbaciones producidas por situaciones
de crisis evolutivas. Indagar acerca de las fantasías de salud y enfermedad que tiene sobre sí
mismo, relacionándolas con el motivo de consulta manifiesto. Poder determinar con la mayor
precisión posible el estado mental del paciente, evaluando los siguientes aspectos y procesos:
1- Apariencia y comportamiento
2- Actitudes hacia el entrevistador
3- Actividad psicomotriz
4- Estado anímico
5- Pasamiento y lenguaje
6- Posible distorsiones perceptivas (alucinaciones)
7- Atención y capacidad para la concentración
8- Memoria (inmediata y mediata)
9- Tipo y nivel de inteligencia
10- Juicio de realidad
11- Capacidad de insight
Algunos de los datos y áreas a investigar a lo largo de la primera entrevista: filiación, edad, estudios,
ocupación, logros, familia nuclear actual, familia nuclear de origen, datos sobre la infancia,
situaciones traumáticas, pareja actual, sexualidad, amistades, tiempo libre, actividad religiosa y/o
política, intervenciones quirúrgicas, enfermedades.
La entrevista y la administración de técnicas- debemos planificar la batería psicodiagnóstica a
administrar en los encuentros siguientes. En esta elección incluimos otras entrevistas, técnicas
psicométricas, proyectivas y lúdicas, ya que la combinación e integración brinda mayor y mayor
información. Se recomienda comenzar con técnicas gráficas, ya que son de rápida aplicación y
permiten abarcar los aspectos más disociados. Por lo tanto, no hay
“recetas” que den cuenta de cuál es la mejor batería a utilizar.
LABORAL- conocer y evaluar las cualidades, capacidades e intereses de los postulantes para
poder acceder a un determinado puesto de trabajo. Se intenta evaluar si las características de la
personalidad del entrevistado se adecuan a la vacante a cubrir. Se necesita determinar no solo el
perfil de la personalidad que se espera para quien cubra la tarea, sino también conocer en detalle
las características del puesto a cubrir, condiciones ambientales, el lugar de trabajo, equipos
utilizados, riesgos y el grupo de trabajo donde se va a incluir el trabajador.
A partir de los datos obtenidos a lo largo de la evaluación del candidato, se predecirá cuál va a ser
el futuro comportamiento (pronóstico) de éste, en el puesto específico de trabajo. La finalidad de la
evaluación no es el diagnóstico de la personalidad sino el diagnótico de una situación total del
individuo y de la empresa. La transferencia al asignar roles al entrevistador, nos mostrará cuál es
la posible modalidad, de interacción que va a tener el postulante, ej: puede establecer una relación
de sumisión, dependencia, rebeldía, agresiva, etc. La contratransferencia debe ser bien
instrumentada por el profesional, ya que puede cometer el error de dejarse llevar por los
sentimientos que experimenta (rechazo, deseos de ayudar) y por lo tanto perder la objetividad.
Forense- las entrevistas en el área forense son similares a las laborales ya que el sujeto evaluado
no se presenta de manera espontánea a la misma; son citados por la autoridad judicial. Actúa como
auxiliar de la justicia, asesora elevando informes conforme con las pautas o cuestionarios
suministrados, los cuales deben ser confeccionados con un lenguaje claro y entendible para el
magistrado o abogados involucrados en el caso (habida cuenta el carácter de legos en la materia).
El psicólogo en esta área puede desempeñarse de diferentes maneras: perito oficial: forma parte
del cuerpo orgánico administrativo del poder judicial, recibe el pedido de pericia de los jueces de
los distintos fueros o del juez con el que directamente trabaja. Perito de oficio- relación contractual
o de convenio, mediante la cual los psicólogos que se encuentren inscriptos en los listados son
llamados por el juez para intervenir en las pericias requeridas por las partes del proceso. Perito de
parte- cumple las funciones periciales solicitadas por la parte interesada, mediante asesoramiento
con la confección de informes que luego son presentados cómo prueba en el expediente judicial.
Una vez realizado el psicodiagnóstico se realiza el informe pericial al magistrado que con este y los
aportes de otros peritos (médicos, contadores) resolverán la cuestión planteada en el expediente.
El pedido de evaluación ya sea en lo familiar o en accidentes de tránsito o laborales, generalmente
es concreto por lo tanto en nuestra tarea debemos circunscribirnos al mismo, contestando al juez
o abogado de manera concisa acerca de los puntos periciales requeridos.
Área Clínica- los objetivos de la entrevista clínica son: obtener una perspectiva histórica de la vida
del paciente, establecer una relación y una alianza terapéutica, lograr confianza y seguridad
recíprocas, conocer el funcionamiento actual, llegar a un diagnóstico, establecer un plan de
tratamiento. Para esto podemos dividir a la entrevista clínica en dos partes: la anamnesis y el
estudio del estado mental o semiología de las funciones psíquicas.
Las áreas o comportamiento a evaluar para arribar a un diagnóstico válido son: aspecto general,
actitud y concentración, actitud durante la entrevista, sensopercepción, pensamiento, lenguaje,
orientación, inteligencia, memoria, voluntad o conducta motora, afectividad, juicio, nivel de insight.
El objetivo es elaborar un diagnóstico genético, dinámico y clínico de la vida del paciente. Una vez
finalizado el diagnóstico, los pasos a seguir son la implementación de un plan terapéutico
(psicoterapia, internación, farmacoterapia) y la valoración del pronóstico del paciente (curso y
desenlace esperado).
Algunas reglas o consejos son: no aceptar como pacientes a familiares o amigos, no considerar
como obstáculo la desconfianza del paciente al tratamiento ni sobrestimar su confianza al mismo,
ya que son las resistencias internas las que mantienen la neurosis, en relación con el tiempo, se le
asignaba a cada paciente una hora que le pertenecía por más que no la utilizara. La frecuencia
recomendada era de 6 sesiones semanales y en tratamientos avanzados, 3 sesiones semanales.
El dinero, el pago es el medio de sustento del profesional y los gratuitos incrementos la resistencia
del paciente. En relación con la duración del tratamiento Freud respondía que era imposible
predecirlo con anterioridad ya que unas alteraciones anímicas profundas solo se consuman con
lentitud, ello sin duda se debe, en última instancia, a a la atemporalidad de nuestros procesos
inconscientes. Mantenía el uso del diván para evitar la mirada del paciente y mantener la atención
flotante y prevenir la inadvertida contaminación de la transferencia con las ocurrencias del paciente,
formulaba la regla de la técnica psicoanalítica “la asociación libre”.
Consideramos de suma importancia poner el acento en la atención flotante y en la regla
fundamental ya que ambas son características de la entrevista en el contexto de la clínica
psicoanalítica. La primera de ellas supone “no querer fijarse en nada en particular y en prestar a
todo cuanto uno escucha la misma atención parejamente flotante”.
Plan Nacional de Salud Mental (2011).
Cuando hablo de clínica manejo el concepto como una metodología no restringida a ser aplicada
solamente a campos psicopatológicos. El método clínico es una forma de procesar y resolver
psicológicamente muchas otras situaciones además de las psicoterapéuticas.
Es un método de aprendizaje y en este caso el aprendizaje se refiere a esta situación clínica, son
4:
1- las condiciones materiales del campo, o sea la distribución del espacio, tiempo, número de
integrantes, etc.
2- 2- el proyecto u objetivo centrales del grupo que integra la comunidad clínica. El ajuste a
estos objetivos irá marcando lo que es pertinente o no en la conducción clínica de la experiencia.
3- 3- el esquema científico metodológico y técnico desde el cual se realiza la conducción de la
comunidad. En mi práctica son fundamentales las lecturas hechas desde una perspectiva
psicoanalítica con una metodología operativa en cuanto a la concepción dinámica del proceso
grupal. Por supuesto que también mantengo los recaudos ya señalados acerca de efectuar lecturas
clínicas del proceso de una manera pertinente a los objetivos y al momento de la experiencia.
4- se refiere a la gravitación y respeto por el estilo personal de todos los integrantes del campo.
Este punto juega como factor fundamental en el adiestramiento de un clínico y será precisado con
mayores detalles en algunos pasajes del artículo.
Aptitud clínica- una predisposición para la interpretación clínica del campo a partir de haber
internalizado un buen encuadre metodológico y que ya marcando un pasaje grupal del clásico yo
siento, al yo creo, al yo pienso y finalmente al yo sé. (Esta escala es también la escala que se va
incrementando el deseo de trascender la conexión con los propios contenidos experienciales y
afectivos, para acceder a la necesidad de recurrir a conocimientos bibliográficos. Esto, como en
toda práctica resulta de organizar una correcta simultaneidad entre práctica real y práctica teórica.
Solo a partir de un certero registro de nuestros afectos, nos será posible lograr suficiente empatía
con el nivel afectivo de nuestro clinado. La estructura de demora o a la capacidad de un clínico,
trasciendan la significación inmediata de un acontecimiento. El funcionamiento de comunidad
clínica ofrece múltiples oportunidades para la ruptura de estas situaciones aparentes permitiendo
acceder a un conocimiento más profundo de lo que acontece. Esto es lo que se conoce como
estructura de demora.
3 METAS FUNDAMENTALES EN EL APRENDIZAJE CLINICO: LA ACTITUD
CLÍNICA, LA ESTRUCTURA DE DEMORA Y LA VERACIDAD PERTINENTE
1- Primer momento en el que el adiestramiento clínico formal se inicia con la participación
personal (meter el cuerpo para mirar y ser mirado) en una experiencia encuadrada clínicamente en
donde el objetivo inmediato es el aprendizaje e internalización de un encuadre que prepare al futuro
clínico para la acción: actitud clínica.
2- El clínico va organizar lo que hemos denominado estructura útil de demora o sea una acción
que supone la primera acción clínica (aptitud o idoneidad clínica): romper la significación inmediata
de los hechos interrogándose acerca del porqué y para qué de los mismos sin dejarse
sobredeterminar por los mismos.
Encuadre terapéutico en tanto se trata de establecer el significado etiológico de una conducta todo
suceso es examinado como posible repetición de una situación anterior. En el encuadre operativo
todo comportamiento es utilizado básicamente como ensayo de una situación futura. Esto tiende a
crear condiciones para la disolución de las situaciones transferenciales regresivas y favorece la
organización de la autonomía y el delineamiento de un proyecto. Alcanzar insight en cuanto al logro
de una correcta actitud clínica. Este aprendizaje es realizado tomando en cuenta que el universo
de integrantes de la cátedra, es manipulado como un factor básico para un aprendizaje clínico en
común, para lo que iremos definiendo en el curso como comunidad clínica o aprendiendo en común,
el número de integrantes, decía, es un factor muy determinante en cuanto lo que ocurre aquí.
El insight configura no solo la conciencia que alguien tiene de sí mismo, sino la internalización de
un acontecer situacional y vincular que ha estado desarrollándose entre personas concretas. El
reconocimiento discriminativo o insight que un objeto tenga de su conflicto infantil y su incidencia
en un conflicto actual, o la conciencia que tenga acerca de sus ansiedades y defensas, determina
la existencia o no de una conducta sintomática o de una posibilidad de elaboración del problema
que enfrente. Habría que diferenciar falso o sudo-insight que ocurre cuando el yo observador se
discrimina atento y vigilante sin ningún momento de visión complementaria para negociar una
comprensión, en realidad no vivida sino solo intelectualizada y usada defensivamente.
Este falso reconocimiento no implica una internalización y por consiguiente no hay cambio
estructural en el sujeto, sino un conocimiento defensivo o para uso defensivo. La mera utilización
de conocimientos válidos para negar todo otro acceso al descubrimiento tipo insight cuyos pasos
no pueden ser validados científicamente, algo así como privilegiar el invento que se organiza en
función de la información conceptual. El falso insight o pseudo insight, se entiende por tal la
incorporación intelectualizada de conocimientos que permiten mantener reprimidos, propios
aspectos, por ej: un rasgo de carácter, a la par que se tiende a descubrir fácilmente esta
característica en otra persona. Todo lo anteriormente dicho plantea un problema central en el
quehacer clínico. ¿Nos ponemos en el lugar del otro o ponemos lo del otro en nosotros cuando
operamos clínicamente?
¿CÓMO ES REALMENTE UNA CONSULTA PSICOLÓGICA? (complemento)
Se trata de rescatar el verdadero sentido del término práctica, sin la degradación peyorativa de
practicón y donde formación no sea equivalente a deformación, sea esta deformación cientificista
o lo sea en la asunción elitista del rol, o se de, como suele suceder con más frecuencia, a través
de una interpretación parcial, distorsionada o reactiva (reaccionaria) de los acontecimientos con
que se enfrenta un clínico.
Capacitación es pues práctica organizada coherentemente, sin saltarse, en una suerte de noviciado
conventual, universitario o de otra índole, las condiciones reales facilitadoras o adversas en que
deberá ejercer su tarea el futuro clínico. Ulloa (1991) En esta nota quiero destacar la importancia
de la relación psicólogo paciente, la necesidad de realizar un diagnóstico psicológico cuando se
trabaja en clínica y una introducción a lo que Ulloa llama estructura de demora En general cuando
alguien toma la decisión de consultar a un psicólogo es porque está atravesando un momento de
angustia o preocupación importante, el sujeto hace una crisis, sus defensas no le sirven, le fallan.
Siente que no puede solo y muchas veces luego de haber acudido a distintos médicos y concluir
que no es ese el apoyo que buscaba, llega a un encuentro psicológico.
¿Qué se hace en una consulta psicológica? Teniendo en cuenta que hay muchas modalidades de
trabajo nos acotaremos a la más común, primeramente, se hace una primera entrevista con la
persona en el marco de una CONSULTA PSICOLÓGICA (Abel Fernández, 1994) para luego
abocarnos a una psicoterapia, en caso de que tanto paciente y psicólogo estén de acuerdo. Desde
la consulta psicológica, nos centramos en el motivo de consulta manifiesto, que es lo que la persona
nos puede decir acerca de lo que le está preocupando, angustiando y
tratamos de develar el motivo de consulta latente, aquello de lo que la persona no es consiente
pero que está incidiendo en su problema.
Trabajamos con la demanda del paciente, lo que este está de alguna manera pidiendo. Ocurre en
la clínica psicológica que el paciente puede llegar con una demanda clara, saber exactamente lo
que quiere y espera de la consulta psicológica o que la demanda tenga que sacarse a la luz con la
ayuda del psicólogo. (Ulloa, 1991) Podemos de todos modos establecer algunas de las claves que
deben guiar las consultas psicológicas en general, y lo vamos a sintetizar en tres palabras:
SOSTENER, ACOMPAÑAR Y ESTABLECER UN PROYECTO DE VIDA.
Encuadre flexible por definición y porque la práctica muestra que cuanto más nos aferramos con
rigidez a la teoría que nos ampara, más se deteriora la calidad de nuestro trabajo. Como dice Ulloa:
...en clínica no practicamos teorías sino conceptualizamos prácticas.
¿QUÉ ES LA ESTRUCTURA DE DEMORA? estructura de demora o capacidad para que la mirada
advierta más allá de la significación inmediata de los acontecimientos Ulloa (1991) Este es un
concepto de Ulloa, que nos proponemos tomar por la importancia clínica del mismo. Para poder
acercarnos a lo que este concepto implica, tenemos que pensarlo desde la estrecha relación que
el mismo tiene con la unidad de operación que la sintetizamos de la siguiente forma: MIRAR,
PENSAR, OPERAR (Ulloa, 1991).
Estructura de demora que sólo cobra sentido en la clínica y que es inseparable del proyecto de
quien porta el rol de clínico. Ulloa lo denomina como segundo momento clínico, el primero tiene
que ver con la actitud clínica, y un tercer momento tiene que ver con la veracidad pertinente.
Si enfatizamos más es una manera de vivir, como todo oficio no oficiado ritualmente con las rupturas
que trascienden el hábito para ser aprendizaje. Estructura de demora
paradojalmente es estructura de ruptura. Es el requisito indispensable para acceder en clínica del
acontecer al objeto científico. Ulloa (1991) PRESENTACIÓN ABREVIADA DE UNA CONSULTA
PSICOLÓGICA, PUESTA EN PRÁCTICA DE LA ESTRUCTURA DE DEMORA.
Voy a tomar trozos del material obtenido en el trabajo con una paciente, tratando a la vez, de
esclarecer estos conceptos de la intervención diagnóstica que he considerado fundamentales. La
paciente a quien llamaré R., tiene 55 años, está casada, siendo una profesional universitaria la
jubilaron por enfermedad hace pocos años. Todos sus problemas le producen enfermedades
corporales que van cambiando con el tiempo (ella se da cuenta de esto).
Coincide este hecho con la pérdida de trabajo del marido, sin posibilidad de jubilación y con la
consecuente impotencia que le sobrevino luego. R. tiene como antecedente a destacar, cuatro
intentos de suicidios en los últimos meses, todos por ingesta de medicamentos. El motivo de
consulta que puede manifestar en el primer encuentro, es que está deprimida, que no está bien,
que quisiera ser la de antes, ¿la de antes de los intentos de autoeliminación? ¿la de antes cuando
ejercía su profesión?, no queda claro.
Esta manifestación de querer ser la de antes es la que nos puede conducir al motivo de consulta
latente. Se manifiesta bastante ansiosa, su preocupación se extiende también al tema económico,
su jubilación es reducida y su esposo luego de haber tenido trabajos que le brindaban un buen
ingreso, queda sin nada. Luego de la aplicación de algunos testados queda clara la dificultad de la
paciente para controlar sus impulsos, lo que está en estrecha relación con los intentos de
autoeliminación, R. relata que, a pesar de no querer suicidarse, en esos momentos pierde total
control, como que no es ella misma.
A partir de la aplicación de esta técnica, comenzamos a tratar el tema del relacionamiento, de cómo
ella se relaciona, el motivo de consulta manifiesto depresión, no parecía coincidir con el motivo de
consulta latente, no es que esto tenga que ser así, pero en este caso se percibía una gran distancia
entre ambos, me resultaba difícil poder conectarlos, ¿qué estaba demandando la paciente?, y si
toda demanda es una demanda de amor, como dijera Lacan [2], esta tenía que ver en este caso,
con las dificultades para relacionarse con los otros y a su vez la necesidad y dependencia de los
otros.
Dificultad, que ella asocia con la muerte de su madre, ella tenía en ese momento 14 años y su
hermana 13, a la madre la vio morir y esa imagen le perturba, aunque dice haberla tenido en el
olvido durante bastante tiempo. Más adelante la paciente manifiesta tener dificultades gástricas y
esto le preocupa de forma tan desproporcionada que nos da la impresión de que cree que su vida
dependiera de su aparato digestivo, es importante aclarar que se da cuenta perfectamente de que
es algo irracional, pero no lo puede controlar, tan así de irracional que le produce vergüenza y me
lo cuenta recién en estos encuentros y no al principio como considera que debió hacer.
Es aquí donde tuve que apelar a la estructura de demora, en cuanto a lo operacional, estructura
que tiene que ver con la paciente, conmigo, con el material que va saliendo a la luz, en mi caso un
operar cauteloso ya que no cuento con la experiencia suficiente como para que la estructura de
demora se haya constituido como una instancia psíquica. Pero sí esta conceptualización me
posibilitó, fundamentalmente el ponerme a pensar, el darme un tiempo no tanto cronológico, un
tiempo alógico si se quiere, para luego operar, y entonces ¿qué hacer con esta paciente?, no
siempre es sencillo tener claridad y así como el paciente tiene sus tiempos, nosotros también.
A través de buscar el hilo al motivo de consulta latente, vamos constando la importante presencia
de las pérdidas y duelos no elaborados en su vida, desde su infancia resignificados mas
recientemente por con la pérdida de trabajo del marido, todo ello le lleva a enfermarse de distintos
males hasta que pierde su trabajo y entonces se aproxima a la pérdida de su propia vida. Es así
que R. sola tiene gran dificultad para rearmar su proyecto de vida, luego del duro golpe que fue
para ella la jubilación por enfermedad, una gran pérdida, un duelo prácticamente no transitado que
remite a un duelo anterior, la muerte de su madre.
Perdió a la madre tempranamente, antes de tiempo es como lo puede manifestar ella y perdió el
trabajo también antes de tiempo, cuando le faltaba muy poco para jubilarse, se enfermó, no pudo
optar por la jubilación como podría haber ocurrido, así como no pudo hacer nada para que su madre
no muriera. A R. le sugiero una psicoterapia de apoyo no acotada por el tiempo, ya que está en
juego su vida, es una paciente de riesgo. Como ella vino a consultar le derivo a otro psicólogo para
comenzar el proceso psicoterapéutico en sí. Igualmente, continuamos viéndonos para poder
procesar este hecho y continuamos con un seguimiento telefónico.
MÓDULO II
Magnato y Ávila- El diagnóstico Psicodinámico
Podemos afirmar que en la actualidad la teoría psicoanalítica ha permanecido fiel a sí misma en los
principios básicos, pero ha incorporado aquellos «saberes» que otras ciencias con las que convive
aportan a su propio saber. El modelo psicodinámico del diagnóstico que resulta de esta tradición,
debe entenderse desde esta perspectiva de enriquecimiento y transformación en base al diálogo
interdisciplinar. Abordaremos los siguiuentes apartados. a) Presupuestos conceptuales del modelo
psicodinámico. b) El diagnóstico desde el modelo dinámico. c) Metodología y técnicas diagnósticas.
d) Perspectivas del psicodiagnóstico dinámico PRESUPUESTOS CONCEPTUALES DEL
MODELO PSICODINÁMICO
Trazaremos aquí una síntesis de las principales bases conceptuales, necesaria por la ambigüedad
con que se usan ciertos términos. El psicoanálisis tiene un corpus teórico con entidad propia y una
técnica muy específica (el tratamiento psicoanalítico convencional), mientras que bajo la etiqueta
de modelo psicodinámico se da la convergencia de modelos teóricos explicativos de base
psicoanalítica, en los que el psicoanálisis es el marco conceptual básico, pero no la única teoría
conceptual explicativa de su quehacer clínico, ni sus técnicas se ajustan a las propias del
tratamiento psicoanalítico convencional. La distinción que estamos trazando excluye entrar en la
polémica entre lo que es propiamente psicoanalítico y lo que no, y acepta como idea de trabajo la
diferencia entre el psicoanálisis como método de autodescubrimiento y abordaje al inconsciente
que se efectúa en una relación singular y las amplias y muy variadas intervenciones clínicas y
comunitarias que desarrollan los clínicos con formación psicoanalítica, y que rotularemos como
psicodinámicas. Pero no aceptamos un uso muy amplio del término psicodinámico que incluya los
abordajes humanistas, fenomenológicos, existencialistas, rogerianos o incluso sistémicos. El
término psicodinámico queda para nosotros restringido a todo lo basado y derivado principalmente
–aunque no exclusivamente- del psicoanálisis, y que queda bien reflejado en la expresión “de
orientación psicoanalítica”. Siguiendo y desarrollando la idea de Russ (1998), las principales
diferencias entre modelo psicoanalítico y modelo psicodinámico son las siguientes:
Modelo psicoanalítico
Se define a nivel estructural por la integración de niveles de organización estructural de la
personalidad, cualitativamente más evolucionados. Más de 5 años. 3 a 5 sesiones por semana.
Formación psicoanalítica, superior a 8 años. Actitud analítica pasiva, neutra, no directiva, atención
flotante. Objetivo- Conocer los orígenes de los problemas/conflictos y explicar el funcionamiento
personal inconscientemente sobredeterminado. Exclusivamente psicoanalítico el marco conceptual
Modelo psicodinámico (o de orientación psicoanalítica)
Delimitado por el trabajo sucesivo para la obtención de logros funcionales y estructurales en torno
a uno o varios “focos” o ciertas áreas. Duración- Indeterminada, tanto en periodos breves ajustados
al foco escogido y con límites derivados del contexto de intervención, o en períodos más extensos
(2 o más años). 1 a 2 sesiones por semana. Formación psicoterapéutica de orientación
psicoanalítica: 4 años. Actitud del clínico en la relación. Según los casos, más activa, directiva o
focalizada, pero conservando los límites éticos del trabajo analítico. Objetivo- Comprender y
cambiar los síntomas incapacitantes y atender a necesidades estructurales del sujeto que son
deficitarias. Marco teórico- psicoanalítico, pero más flexible, integrando otras perspectivas teóricas
tanto del psicoanálisis como relacionadas.
Aunque aparentemente las diferencias pueden tener importancia, sin embargo los aspectos
comunes son indudablemente más relevantes como rasgos de identidad compartidos. Los
presupuestos conceptuales teóricos y técnicos comunes se han mantenido a lo largo de sus más
de 100 años de historia, y a pesar de las controversias, críticas y reformulaciones que fuera y dentro
de la comunidad psicoanalítica han existido. Estos presupuestos conceptuales son los que sirven
de base teórica y teórico-técnica al diagnóstico psicodinámico, y por ello, antes de pasar
propiamente a explicar el concepto de diagnóstico, conviene que revisemos sus presupuestos
conceptuales. Son los siguientes: a) La unión de teoría y práctica. Este es un aspecto fundamental
desde sus orígenes. El psicoanálisis es una teoría, un método y una técnica, que en todos sus
niveles implica una articulación teórico-práctica, de lo contrario se convierte en un discurso
dogmático alejado de la práctica o en una práctica ritualizada disociada de la teoría. Hasta en los
escritos más teóricos y aparentemente especulativos de Freud hay siempre una referencia explícita
o implícita a la práctica (Schutt, 1991). El modelo psicodinámico mantiene esta misma vinculación
en el trabajo clínico. b) El por qué del síntoma o la causa del malestar.
El psicoanálisis es un modelo clínico basado en la psicopatología, en el trastorno y el malestar
psíquico, es decir, fuertemente vinculado en su historia a un quehacer que busca las causas del
“trastorno” como explicación científica de los hechos clínicos. Entre sus limitaciones, aceptadas en
la actualidad como inherentes al propio modelo (Tizón, 1995) están el no ser un modelo que se
plantea la prevención. Es más, considera que puede ser inútil su esfuerzo. Sin embargo plantea
desde su constructo teórico la promoción de la salud, concepto éste que difiere del anterior en
aspectos significativos y que no vamos a abordar en esta ocasión. c) El concepto de infancia como
tiempo en el que se integra la estructura del sujeto. En el concepto de infancia se integran cuatro
aspectos claves para el psicoanálisis: estructura, sexualidad infantil, trauma y neurosis.
Consideramos de interés detenernos en este aspecto por la importancia que tiene en la teoría
psicoanalítica. En la infancia está el origen estructural de los trastornos, el desarrollo de la
sexualidad infantil y sus implicaciones, las experiencias con las figuras significativas y la matriz de
la posterior transferencia. La conceptualización de la infancia es la piedra de toque para la
aceptación o las resistencias al psicoanálisis.
La infancia es concebida desde un parámetro diferente al de otros modelos teóricos. Ésta se
entiende (Bleichmar, 1996) como el tiempo de estructuración del aparato psíquico, a través de la
construcción del vínculo intersubjetivo mediante la relación con la madre-ambiente y el espacio
potencial que ésta genera para el desarrollo (Winnicott, 1965). La infancia para el psicoanálisis no
es un concepto cronológico, en el sentido de etapas de evolución en el desarrollo, aunque haya
unos momentos de seriación temporal, sino de posiciones diferenciadoras que expresan momentos
estructurales, modos de integrar el Sí mismo y situarse ante el Otro. Para Freud las posiciones
tienen que ver con los momentos de satisfacción vinculados a zonas de desarrollo que estructuran
el significado de la relación, si bien las fases de la libido es una de las cuestiones teóricas que en
psicoanálisis requieren revisión a la luz de los conocimientos actuales sobre el desarrollo
psicológico.
El psicoanálisis no considera la infancia desde una perspectiva cronológica, pero esto no significa
que para el psicoanálisis y el modelo psicodinámico la temporalidad y secuenciación del desarrollo
no sea importante. A diferencia de los modelos esencialmente biologicistas, madurativos o
sociológicos pone su eje en completar una comprensión del sujeto que pivota sobre lo psíquico-
estructural, aunque toma las aportaciones que hacen esas otras perspectivas.
d) La sexualidad infantil. El origen de la vida y la diferencia de los sexos son cuestiones primordiales
(Grinberg, 1997). Las teorías sexuales que elabora el niño/a tienen los errores propios de una
observación incompleta y de la incomprensión de lo observado, así como de la proyección de sus
iniciales experiencias en la interpretación de los datos. La sexualidad está en la base del desarrollo
evolutivo en el psicoanálisis, entendida ésta no como genitalidad, sino ampliada al interés por todas
las zonas erógenas que articulan el binomio deseo-placer propuesto en un sentido amplio, y que
evoluciona en sus formas de definición y satisfacción a través de la conformación de la relación de
objeto. El choque de estas ideas con la cultura de su tiempo produjo un rechazo ideológico de sus
teorías. También en la actualidad existen serias resistencias a admitir la sexualidad en el origen del
desarrollo del sujeto humano, a entender ésta como un aspecto estructurante de la psicología del
sujeto, y a concebir la neurosis como constituida por un trauma de origen sexual infantil, donde el
niño pasó de ser concebido como un «angelito» a ser pensado como un «perverso polimorfo». La
idea del «polimorfismo perverso infantil» se toma de forma ingenua, para poder digerir su
significado, pero no hay duda de que existe desde la infancia la posibilidad de estructuraciones
perversas que se manifiestan de forma más evidente en la vida adulta.
Como ya expuso Freud al tratar el tema de las «Pulsiones y el destino de la pulsión» (Freud, 1915),
existen cuatro vías preferentes para dar salida a las mismas: vuelta contra la propia persona,
transformación en lo contrario, represión y sublimación. Sin embargo, que exista una «disposición
originaria y universal de la pulsión sexual a la perversión, no puede homologarse con el ejercicio
de la perversión por parte del «infantil sujeto», el cual puede devenir un perverso, siempre y cuando
las condiciones de su crianza, que lo someten al adulto, lo lleve en esa dirección» (Bleichmar, 1996,
p. 115). En realidad lo que define la perversión es la posición del sujeto frente a la misma, es la
resultante de una posición en la que lo que debería estar reprimido no lo está. Y para explicar esto
el criterio cronológico es claramente insuficiente, porque uno no puede preguntarse cuánto tiempo
es necesario para que un sujeto adquiera la función de sentir asco, repugnancia, rechazo a sus
propias heces en lugar de placer en la manipulación de las mismas, o de satisfacción y goce en
lugar de compasión o pena al infringir daño a un compañero.
En la infancia la pulsión tiene entre otros destinos la represión, y ésta se convierte en motor del
progreso psíquico, aunque a su vez la misma conlleve la instalación en el inconsciente de dicha
pulsión y de los contenidos específicos de la misma. Sólo el «après coup» hará posible el carácter
prohibido de las experiencias pulsionales infantiles. Por ello, el inconsciente es inseparable de lo
pulsional y de lo sexual, que, como anteriormente se indicó, afectan a la estructura del sujeto. En
este ejercicio de represión el modo y el cuántum, entre otros factores, afectan a la amnesia infantil.
Por ello, «la práctica analítica tratará, por una parte, de hacer consciente lo inconsciente, y por otra,
de rellenar las lagunas mnésicas. Y esto tiene su razón de ser por la importancia de considerar el
inconsciente como producto de inscripciones desde lo histórico vivencial, de origen traumático y
exógeno» (Bleichmar, 1996 pag. 119). e) El concepto de trauma y su vinculación con la neurosis.
Freud sostuvo (1926) , expresado en términos muy concisos, que algún acontecimiento de carácter
sexual en la vida del niño produjo un trauma, y que éste es el origen, la causa, de la neurosis. El
particular trauma y/o la particular manera de procesarlo (pensarlo, reprimirlo, olvidarlo,
transformarlo en lo contrario, fantasearlo, negarlo, idealizarlo, etc.) ocasiona la especificidad del
sujeto y la necesidad de su análisis (trabajo clínico) personal para elaborarlo. Este trauma se
configura como una escena, y esta escena, aunque se cuente en una simple frase, es susceptible
de ser dramatizada y representada. La forma visual de la misma ocupa un espacio en el recuerdo.
En esa escena se articula tanto el deseo inconsciente como las defensas o la represión.
El modo de abordar clínicamente el trauma infantil ha sido objeto de modificaciones e innovaciones
en función de múltiples variables. La asociación libre es la vía por excelencia, pero las técnicas
proyectivas vienen también, como veremos al hablar del diagnóstico, a cumplir esta función.
Recientemente, por ejemplo, Miller (1996) ha aplicado al ámbito infantil las ideas de Kohut que
revolucionaron la psicoterapia psicoanalítica en su momento. Demuestra, ejemplificándolo con
casos clínicos, cómo cada niño tiene en sí mismo una poderosa fuerza creativa y curativa que
empuja y tiende a la integración y maduración del yo, especialmente en su proceso de formación,
en la infancia y adolescencia. Una revisión sobre los efectos de la rememorización del trauma, las
vías de acceso al mismo, las diferencias entre ilusiones constructivas y verdaderos recuerdos, así
como algunas orientaciones para futuros psicoterapeutas, ha sido planteado recientemente por
Mollon (1998). El concepto de neurosis tiene, por consiguiente un sustrato histórico, «implica el
reconocimiento de que algo del pasado insiste en su carácter repetitivo y busca modos de ligazón
y organización transiccionales a partir de la constitución de un síntoma. Aquello del pasado que
insiste no deja lugar a dudas en la teoría freudiana: se trata de algo «fijado, del orden del
inconsciente, e inscrito en forma permanente a partir de la sexualidad infantil reprimida» (Bleichmar,
1996, pág. 113). Siguiendo a la misma autora, los síntomas que los padres definen como conflicto
«con» el colegio, conflicto «con» los compañeros, «con» el aprendizaje, deberían nombrarse como
conflictos «entre» representaciones amorosas y representaciones hostiles, «entre»
representaciones competitivas y agresivas y representaciones inhibidas, «entre» deseos
epistemofílicos y la inhibición por temor que imposibilita su ejercicio para el aprendizaje, etc. f) El
concepto de síntoma y el funcionamiento inconsciente. Aceptar la sexualidad infantil es aceptar
también un modo de hacer síntomas. El concepto de síntoma está vinculado a una situación
traumática infantil de origen sexual, y es entendido como expresión de lo reprimido. Por ello se
contempla la «comprensión» del mismo desde la asunción del inconsciente.
El síntoma expresa un deseo inconsciente que encuentra su vía de salida a través de la disfunción
en el cuerpo, el pensamiento, el aprendizaje, las relaciones sociales, los hobbies, los ideales, el
placer en las cosas, el deseo de crecer y de independizarse, etc. Al modelo picodinámico le interesa
y trabaja el doble registro de lo manifiesto y de lo latente (Szpilka, 1996), la queja manifiesta y el
deseo inconsciente que la mantiene. Lo que se dice y lo que se oculta, porque lo que se disfraza,
tapa, niega o transforma en lo contrario, al final produce el malestar que impele a pedir ayuda, a
realizar una demanda, a solicitar un tratamiento. La comprensión del síntoma no es sólo la
descripción del mismo en categorías taxonómicas, sino que incluye las dimensiones de significado
y estructura. Esto tendrá sus consecuencias a la hora de «etiquetar» una conclusión diagnóstica,
como veremos más adelante. El síntoma es un lenguaje simbólico con el que se expresa que hay
un malestar. Además cada cultura genera su propios «malestares». Ya lo apuntó Freud en el
«Malestar en la Cultura» (1930). Por ello los síntomas cambian, aparecen con expresiones distintas
e incluso desaparecen unos y aparecen otros. Los índices de prevalencia e incidencia cambian en
función de las épocas y en función de las culturas en una misma época.
Sabiendo que, como dice Sales (1995), no hay cultura sin malestar, pero no todo malestar es una
enfermedad, el diagnóstico está al servicio de conocer los malestares de la cultura que nos toca
vivir y las respuestas que en la sociedad se propugnan. Debido a que en nuestro momento
«cultural» actual el médico de atención primaria recibe las «quejas» de dicho malestar, la
medicalización de la salud mental se ha incrementado, y desde el biologicismo se da respuesta a
dicho malestar. La farmacología es la respuesta al síntoma. Y por eso es crucial no reducir el
diagnóstico a lo médico sino considerar los dos planos: biológico y psicológico, ambos expresados
socialmente. Los estudios llevados a cabo con los síntomas del malestar actual, abuso y maltrato
físico y sexual, los trastornos de alimentación, los desórdenes de la personalidad antisocial, los
problemas de violencia juvenil o racismo, las adiciones en cualquiera de sus manifestaciones, el
cáncer, el SIDA... han sido objeto de trabajos empíricos desde esta perspectiva teórica y el modo
de abordaje clínico ha demostrando ser de utilidad tanto a nivel diagnóstico como terapéutico.
Por último, el concepto de síntoma lleva implícito el de causalidad. Buscar y conocer el origen del
trastorno y promover su erradicación o modificación esencial es la motivación primigenia del corpus
teórico y el cimiento que establece la relación terapéutica. Conocer las causas de los hechos
clínicos es al diagnóstico como promover el cambio es a la psicoterapia. Así pues, tratándose de
plantear qué diagnóstico y para qué en el modelo dinámico, el primer rasgo de identidad es el de la
causalidad de los hechos, el origen del trastorno, el rastreo del por qué de los síntomas. Dejar
hablar a los síntomas y no enmudecerlos prematuramente posibilita llegar a los núcleos conflictivos
del sujeto y a las fallas por déficit en la integración de la identidad. g) La transferencia. Se considera
una herramienta de trabajo común al psicoanálisis y al modelo psicodinámico. Se entiende por tal
la repetición, por actualización, de los deseos o conflictos inconscientes y fallas en los vinculos
fundantes con las figuras significativas en el proceso de construcción e integración del Sí mismo.
Hay un consenso en considerar la transferencia como la actualización en el aquí y ahora (con el
profesional) de los vínculos intersubjetivos más significativos, a través los cuales la psicopatología
se organiza y expresa. Estudios empíricos han mostrado la importancia del trabajo clínico realizado
a partir del análisis de la transferencia y contratransferencia para la continuación del proceso de
integración del Self, reduciéndose el funcionamiento del falso Self y la producción de síntomas en
los planos cognitivo, emocional e interpersonal.
Esto es posible al trabajar procesos inconscientes a través de las actuaciones transferenciales que
ya muestran los niños en tratamiento (Cohen, 1997). En la relación con el sujeto la transferencia
mediatiza y orienta el trabajo clínico. La interpretación que de ésta realiza el profesional moviliza la
represión y posibilita la toma de conciencia del verdadero conflicto. Y el plano de la
contratransferencia (Aburto y cols, 1999) nos permite considerar tanto el valor como la interferencia
de la subjetividad del clínico en su relación con el sujeto al que diagnóstica y con el que interviene.
EL DIAGNÓSTICO DESDE EL MODELO DINÁMICO. Entre las características propias del
diagnóstico en el modelo psicodinámico están las siguientes:
a) El diagnóstico como conclusión. Gómez-Franco (1996) plantea que el diagnóstico es una
conclusión, que implica un procedimiento para llegar a ella. En el inicio existe una demanda y la
demanda es una queja. La diferencia entre el modelo psicodinámico y los demás modelos es que
para los segundos se escucha la demanda como síntoma. El sumatorio de síntomas y la
combinación de los mismos deciden la conclusión diagnóstica nosológica, de acuerdo al manual de
uso en vigor. Se pregunta por los síntomas para etiquetarlos e intervenir sobre ellos directamente.
Para el modelo dinámico el síntoma no es concluyente, aunque sí importante. Refleja tanto el
malestar de la cultura actual como el malestar particular de un sujeto. Por ello, hay que permitir que
el paciente hable del síntoma, que habla a su vez del sujeto que lo expresa. Solo cuando el síntoma
es parte central de la estructura pasa a ser foco de atención en sí mismo, como sucede en los
cuadros psicopatológicos graves que se manifiestan en las organizaciones límite y psicótica de la
personalidad.
b) Diagnóstico de estructura. El diagnóstico en la comunidad psicoanalítica y psicodinámica ha
tenido siempre una considerable importancia. Se realiza en dos momentos esenciales: el momento
inicial para orientar el trabajo clínico, donde se concluye con un diagnóstico de estructura, y un
momento procesual, diagnóstico como proceso, en el que la tarea diagnóstica es de permanente
confirmación y reelaboración mientras se trabaja terapéuticamente con el paciente. Este
diagnóstico de proceso permite precisar y concluir sobre la particularidad del sujeto en dicha
estructura. Ambos aspectos del diagnóstico tienen efectos subjetivos en el profesional. Por ejemplo,
la etiqueta «psicosis» produce alerta, inhibe o invita al trabajo clínico, pero especialmente el
diagnóstico específico tiene efectos en dicho profesional porque no sólo se concluye sobre la
estructura de la persona, como dirá Soler (1996, p. 24) “sino sobre la estructura del material clínico
que el paciente presenta”. En este caso, sí merece la pena realizar un diagnóstico» porque es una
permanente fuente de orientación sobre el consecutivo trabajo clínico.
c) Diagnóstico idiográfico. Los psicólogos orientados a la conducta suelen limitar su evaluación
a las conductas que soportan las contingencias estudiadas. Los psicólogos de orientación familiar
entienden los problemas como síntomas de un sistema familiar desestructurado. Los psicometristas
piensan en términos de medición de rasgos en tests convenientemente estandarizados, mientras
que el modelo que nos ocupa trabaja con la idea de una estructura de personalidad que sostiene
los síntomas, por lo que privilegia las entrevistas libres o semiestructuradas y las técnicas
proyectivas por su carácter idiográfico, así como otras de método y propósito similar. El diagnóstico
puede entenderse en tres sentidos. En un sentido estricto, Diagnóstico Formal, vendría a responder
a las categorías vigentes de una clasificación nosológica actual, como puede ser la ICD-10 o bien
la DSM-IV. En un sentido amplio, Formulación Diagnóstica haría relación a las conclusiones sobre
la naturaleza o las causas de un problema. En un tercer sentido, Proceso Diagnóstico, se
entendería como los procedimientos de obtener datos, las fuentes de los mismos, la manera en
que los
profesionales los combinan e integran y las inferencias que se concluyen de ellos (Achenbach,
1998). En el caso que nos ocupa, el interés prioritario estriba en el Proceso Diagnóstico, dándole
especial relieve a la Formulación Diagnóstica, es decir a las causas del problema, y utilizando,
como más adelante veremos, una taxonomía basada en la posición estructural del sujeto.
El foco de atención prioritaria es el propio sujeto, su singularidad e idiosincrasia. Los diagnósticos,
como el trabajo terapéutico, devienen en lo que se ha denominado el «uno a uno» (Escrivá, 1997;
Di Caccia, 1997). Por ello el interés es esencialmente idiográfico, para desde allí, interesarse por lo
nomotético. Las leyes que explican el funcionamiento de la psicopatología y del tratamiento
provienen del estudio de los casos clínicos, pero éstos concluyen en programas inequívocos y
homogéneos para trabajar con el nuevo paciente con similar trastorno. Ni el diagnóstico ni la
psicoterapia son paquetes de programas automáticamente aplicables a otro sujeto, como ocurre en
otros modelos teóricos, no son, podríamos decir utilizando un símil actual, «Programas Dolly». La
singularidad de cada sujeto ordena y articula la relación terapéutica. La conclusión diagnóstica a la
que nos referíamos previamente define qué tipo de estructura tiene un sujeto, y la especificidad
sintomatológica hace relación al diagnóstico psicopatológico idiográfico.
d) La vinculación diagnóstico - tratamiento. Esta es la respuesta del modelo psicoanalítico al
para qué del diagnóstico, esta es su razón de ser. El diagnóstico orienta el trabajo clínico. Incluso
las mismas técnicas instrumentales pueden ser utilizadas en ambos momentos del proceso, porque
en definitiva el proceso es único. Hay una continua interrelación entre diagnóstico e intervención.
Las entrevista iniciales y las técnicas instrumentales se plantean como un momento de intervención
terapéutico en sí mismo.
En la revisión que Ávila-Espada y colbs. realizan (1994) sobre las perspectivas de la evaluación
psicológica en España se indicaba ya este vínculo inseparable entre diagnóstico y tratamiento.
Casualmente éste ha sido un punto objetado al psicoanálisis, bien la ausencia de diagnóstico o la
falta de relación del tratamiento con el mismo, criticándolo por realizar un diagnóstico desligado del
tratamiento. Cabe pensar que el opina así opina no conoce el psicoanálisis si no a través de una
lectura parcial de los textos o que no tiene experiencia del mismo. Como dice Baldiz (1996) es
necesario si quiera el establecimiento de una hipótesis como condición necesaria para el inicio de
un tratamiento, que guíe el trabajo posterior en el que dicha hipótesis debe ser confirmada. En el
modelo psicodinámico la focalización de los problemas, la mayor directividad en el proceso de
evaluación y la brevedad de la intervención, , como ya indicamos, hace que haya un tiempo para la
definición diagnóstica y un tiempo para la intervención, pero inclusive en estos casos la evaluación
no está ausente del proceso terapéutico y el proceso diagnóstico hace señalamientos de carácter
terapéutico. Esto nos lleva a hacer explícita la idea de que el tiempo del diagnóstico no se «acaba»
en una valoración sintomática ni en una etiquetación de estructura, sino que a lo largo del trabajo
clínico sigue la confirmación de cómo un sujeto ha articulado ambos aspectos. En su devenir
histórico y en su situación actual. Por ello se habla con más frecuencia de trabajo clínico que de
trabajo diagnóstico porque el primero incluye el proceso continuo de valoración diagnóstica y de
intervención terapéutica.
e) El diagnóstico sobre la «analizabilidad». Éste es un concepto utilizado para pronosticar hasta
qué punto un paciente se beneficiará de un trabajo clínico de orientación psicodinámica. Una
concepción clásica de “analizabilidad” concebida como cumplimiento o no de criterios definidos
para aprovecharse con éxito del tratamiento, viene siendo sustituida por la idea de “Accesibilidad
al tratamiento”, que implica tanto los criterios como las vías para promover que sujetos que inicialm
ente no son accesibles a la intervención, puedan llegar a serlo.
La evaluación de la analizabilidad/accesibilidad tiene más de una dimensión. Para Zimmerman
(1982) es entendida desde dos puntos de vista complementarios: el punto de vista dinámico,
basado en los datos obtenidos en las entrevistas preliminares, y el punto de vista genético, basado
en los datos obtenidos de la primera infancia del sujeto a través del estudio de la calidad estructural
de la relación que establece con el profesional. El objeto de este último es determinar hasta qué
punto será viable promover los cambios psíquicos en el paciente. En el constructo de analizabilidad
están implícitos varios criterios clínicos que hacen referencia al sujeto. El trabajo diagnóstico (y
terapéutico) exige del sujeto que reúna todos ellos al menos en alguna medida para ser considerado
«analizable», es decir, sujeto para un encuadre psicodinámico. Éstos son: • Experiencia de malestar
psíquico, de sufrimiento, que se traduce en una demanda personal. • Preguntarse por las causas
de lo que le ocurre, incluida alguna “teoría” o “representación” sobre su malestar. • Que el sujeto
se sienta implicado o concernido por el problema. Significa la aceptación de que él o ella tiene algo
que ver, alguna participación o responsabilidad en lo que le ocurre, aunque no esté claramente
representada. • Deseo de cambio y esperanza de recibir ayuda, que hace viable el establecimiento
de un vínculo de confianza básica suficiente con el clínico.
f) Características del evaluador. Sugarman (1978) ya apuntó algunas de las características
esenciales del evaluador que tiene en cuenta la condición de persona del evaluado. A esas
carácterísticas hay que añadir como foco de interés de la indagación psicodinámica haber
construido a través de su formación una sensibilidad especial para detectar los efectos de estructura
en el vínculo que ofrece el sujeto con el que interviene, manteniendo las exigencias éticas que
caracterizan al encuadre psicodinámico: respeto a la persona y compromiso con el cambio que el
sujeto busca.
METODOLOGÍA Y TÉCNICAS DIAGNÓSTICAS
Cuando hablamos de metodología en psicoanálisis nos estamos refiriendo a un método específico,
el método de conocimiento del inconsciente, para lo cual la técnica por excelencia es la asociación
libre. En el modelo dinámico esta perspectiva se mantiene, pero se trabaja con otras técnicas que
van más allá de lo verbal y que pretenden objetivos más focales. Toda técnica que, aunque
susceptible de tratamiento psicométrico total o parcial, permite recoger respuestas subjetivas
narrativas, expresivas o gráficas, puede ser utilizada desde el punto de vista psicodinámico. Los
ejemplos clásicos son las entrevistas libres y semi-estructuradas, las muy variadas y diversas
técnicas proyectivas, la autobiografía y documentos personales, y toda técnica de recogida de datos
que utilice lenguaje natural del sujeto. Además lo clínicos de orientación psicodinámica se sirven
también de técnicas provenientes de otros modelos (p.e. cuestionarios psicométricos) para
contrastar sus hipótesis de trabajo.
Técnicas Proyectivas
Las técnicas proyectivas, aunque se usen en el marco de los avances metodológicos incorporados
en las últimas décadas, implican para el clínico de orientación psicodinámica su aprovechamiento
como “reactivos” de entrevistas instrumentalizadas aptas para propiciar la asociación libre, el
lenguaje simbólico y el conocimiento del mundo interno del sujeto. Son reactivos lo más ambiguos
e indeterminados posibles, que elicitan que el sujeto hable, dibuje, construya o recree sus
experiencias emocionales, sus conflictos, el mundo de sus relaciones, temores, sus ansiedades y
sus expectativas y deseos de cambio. Son, por tanto, un método de estudio de la personalidad a
través de un material escasamente estructurado. Se basan en un concepto de proyección derivado
de su acepción psicoanalítica, mecanismo que significa representar en el exterior contenidos del
mundo interno del sujeto, y cuyo objetivo, como en los demás mecanismos de defensa, es aliviar
la culpa, el dolor o la ansiedad. Su objetivo es explorar las áreas específicas de conflicto, la
organización afectiva, las defensas, los fenómenos de transferencia, la motivación y potencialidad
para el trabajo clínico y el cambio.
Entrevista, autobiografía y documentos personales
La entrevista es común a todos los modelos teóricos, pero el mayor grado de libertad que se otorga
al sujeto para hablar, es propio del modelo dinámico. Ésta es entendida como relación, lenguaje de
un lado y escucha del otro. En la interacción de ambas se construye el trabajo clínico. Desde un
modo específico de escucha (atención flotante), se posibilita el análisis del lenguaje, la
equivocación, el fallo, la repetición, así como el análisis del contenido. Crear el espacio para el
lenguaje libre, sin trabas, posibilita la manera propia y personal de contar el malestar, el síntoma,
la queja y el conflicto. Se considera la estrategia eje del diagnóstico de adultos (Ávila-Espada y
Rodríguez, 1997). Recordemos que el fundador del psicoanálisis se caracterizó por reconocer que
los enfermos tenían que tener un protagonismo importante en el diálogo con el profesional
(Samanes, 1996). Bleger (1977) definió las bases de la entrevista psicológica de orientación
dinámica mediante su condición de escena diádica en la que se reproducen en la escena grupal
con el clínico los vínculos significativos del sujeto
Entre las formalizaciones técnicas de la entrevista de orientación psicodinámica destaca la
Entrevista estructural (Kernberg, 1981). Se trata de una estrategia para la conducción de entrevistas
orientadas a la determinación estructural de los estados psicopatológicos, de especial interés para
la realización de las valoraciones previas a la indicación e iniciación de la psicoterapia
psicoanalítica. Este dispositivo técnico se ha mostrado especialmente útil a la hora de valorar la
accesibilidad al tratamiento de los casos con trastornos de la personalidad límites y narcisistas
graves, si bien es utilizable en una gama de supuestos mucho más amplia. Podemos afirmar que
el estilo de entrevistar semi-directivo es el eje en torno al que se organiza y articula la estrategia
indagatoria en el modelo psicodinámico y en su investigación y clarificación técnica se han
producido importantes avances en las últimas décadas (Chiland, 1983; Aguilar y cols., 1996;
Aguilar, Oliva y Marzani, 1998). Complementariamente a la entrevista, es frecuente la utilización de
escritos autobiográfícos y otros documentos personales del sujeto (Ávila-Espada, 1985) como
estrategia que facilita la implicación del sujeto en su propia exploración y permite a la vez disponer
de un material semiproyectivo útil para la intervención, particularmente cuando está dirigida focal o
estratégicamente.
Aportaciones psicodinámicas a la clasificación psicopatológica
En la actualidad dos clasificaciones nosológicas son utilizadas a nivel internacional: las ICD y las
DSM. Estas clasificación responden a criterios estadísticos de sumatorio y combinación de
síntomas, en un tiempo e intensidad determinadas. Son guías diagnósticas que se reformulan en
función de confirmaciones o refutaciones de investigaciones de intención experimental y de
estudios controlados. Es perfectamente válida y útil su utilización para los fines a los que dirige. Los
clínicos actuales, independientemente del modelo teórico al que se adscriban, pueden servirse de
ella, y de hecho lo hacen, en su trabajo cotidiano. Sin embargo, el modelo psicodinámico considera
que, además, se debe apuntar más allá: a la «comprensión» dinámica del síntoma del paciente
para no plantear un trabajo terapéutico «a los síntomas del DSM», sino a un paciente concreto,
idiosincrático, singular y único en su malestar. La crítica que desde el modelo psicoanalítico se hace
a estas guías es la de ser utilizadas como fines absolutos y no como medios para ser completadas
con otras perspectivas. Se han convertido para muchos en una especie de esperanto de la salud
mental, una lengua única que homogeneiza y que no da lugar a ningún saber más allá de la
estadística (Gómez-Franco, 1996). El problema de estas guías no es que sean exclusivamente
categorías descriptivas, sino el concepto de salud mental que tras ellas se asoma.
Ir más allá de la nosología sintomática es apuntar a la estructura. El psicoanálisis y el modelo
psicodinámico se preguntan por la estructura de funcionamiento del sujeto. Las estructuras, ya se
ha indicado, provienen de la infancia, del modo de posicionamiento ante la castración, entendida
ésta como lo que uno siente que le falta, lo que no se tiene o posee, aquello que desea tener y no
es posible o se prohibe. La castración entendida desde un sentido más amplio o riguroso siempre
apunta al reconocimiento de la incompletud y al deseo. Las posiciones tomadas en la infancia
troquelan la estructura, y ésta hace relación a los modos de funcionamiento globales de un sujeto:
cognitivo, emocional, relacional, social, sexual... todo aquello con lo que el sujeto vive y se
configura, y que va a entrar a entrar a formar parte significativa en la dirección de la cura o del
trabajo terapéutico. No obstante lo dicho anteriormente, se utilizan dichas guías diagnósticas para
finalmente hacerse la pregunta clave ¿cuál es la estructura de este sujeto? Porque en el objetivo
de la cura y en la relación terapéutica el diagnóstico de estructura guía al profesional de forma
decisoria. Las clasificaciones son necesarias porque diagnosticar es hallar la especie general
dentro de la cual se inscribe la singularidad del caso (Vicens, 1996). Por ello los psicoanalistas y
psicoterapeutas dinámicos las conocen, las utilizan, pero han solicitado que se incorpore un eje
donde codificar los factores dinámicos. Estas formulaciones enriquecerían la comprensión de los
sujetos y ayudarían a focalizar los objetivos terapéuticos. De lo contrario la sola utilización del DSM
aporta diagnósticos de homogeneidad, no de singularidad. Como Cantwell dijo en 1980 el DSM es
un libro sobre desórdenes, no un libro que describe personas (adultos o niños).
Clasificación estructural: La clasificación en la psicopatología dinámica clásica se organiza en tres
niveles cualitativamente diferentes (Psicosis, Perversión, Neurosis) según la estructura, aunque se
haya debatido la hipótesis de un continuum bajo la teoría de la enfermedad única, y deriva de los
presupuestos teóricos ya expuestos y en la investigación de los mismos a través de los casos
clínicos. Desde el punto de vista de la teoría de las relaciones de objeto internalizadas (Kernberg,
1976) se asumen tres niveles de organización de la personalidad (Neurótica, Límite y Psicótica) en
base a las características que derivan de tres criterios (nivel funcional del juicio de realidad,
operaciones defensivas predominantes, cualidad de la integración de las representaciones del sí
mismo y del objeto). Psicosis, neurosis, perversión y estado límites son “niveles estructurales” que
nos sitúan respecto de posiciones del sujeto frente al objeto dependientes del nivel de integración
y diferenciación de las representaciones de sí mismo y del otro. De esta forma «el diagnóstico
estructural nos conduce a una conclusión lógica en la que las premisas no están establecidas
previamente sino que es necesario que se construyan en el terreno de la transferencia. No se trata
de encajar el fenómeno en la quilla de la guía, sino de que el fenómeno se subjetivice en el síntoma
que, al hablar, irá desplegando la estructura» (GómezFranco, 1996, p. 50).
PERSPECTIVAS DEL PSICODIAGNÓSTICO DINÁMICO
Al finalizar el siglo es común la pregunta acerca del futuro en cualquier ámbito, también en nuestro
contexto. Es difícil, dice Etchegoyen (1993), predecir el futuro del psicoanálisis por la vitalidad que
desarrolla, por las discusiones e incluso divisiones que se generan dentro del propio movimiento
que le imprimen la capacidad de reflexión crítica necesaria para avanzar. Por otra parte, la
expansión del mismo a geografías culturales tan diversas, transidas por diversas culturas científicas
asociados a lenguajes distintos, con metodologías y técnicas diversas, explica la riqueza de
revisiones y reformulaciones que se hacen y continúan haciéndose a este modelo conceptual
(Cassini de Vázquez, 1997). Se recogen aquí algunas de las respuestas sobre el futuro o bien
algunas de los signos actuales que permiten sugerir predicciones.
Algunos aspectos han sido objeto de especiales controversias, por lo que siguen en permanente
estudio, revisión e investigación. Son temas que no están «acabados». Citamos los de mayor
discusión en la actualidad, porque presumiblemente serán objeto de reformulaciones y precisiones
en el futuro. Para Etchegoyen, a las puertas del 2005, un siglo después de la publicación de «Tres
ensayos sobre la teoría de la sexualidad», es hora de revisar la teoría sexual del psicoanálisis. Hay
que valorar cómo ésta ha influido en la cultura de
nuestro tiempo y cómo debe ser comprendida en un mundo tan diferente al que se escribió. Analizar
este constructo a la luz de las variables de nuestro momento histórico caracterizado no por la
ocultación de la sexualidad, sino por la invasión de la violencia y sexo en los medios de
comunicación, en el que el concepto de familia se ha roto y los niños sufren de «ocupación
parental», en un momento en que las diferencias entre ricos y pobres, como personas individuales
y como naciones, es cada vez mayor, y donde la irritación y la intolerancia se incrementan a todos
los niveles. Debemos, esta es una tarea de futuro, repensar y reformular los presupuestos teórico-
conceptuales a la luz del contexto social y mejorar nuestra identidad y eficiencia profesional
(Etchegoyen, 1993). Directamente relacionado con la infancia el propio concepto de sexualidad
infantil y la atribución del origen de los conflictos a la misma como causa originaria y única. Hoy se
acepta que hay que situar los conflictos, «entre otras cosas» en la sexualidad infantil y en el
inconsciente articulado a partir de todas las vivencias vinculadas en su entorno. Tyson (1996)
también plantea la necesidad de reformular algunos conceptos claves en el psicoanálisis. A lo largo
de los años, el concepto de neurosis y la neurosis de transferencia, que es una pieza clave para el
psicoanálisis, ha sido objeto de una variedad de significados en función de autores, teorías dentro
del modelo psicoanalítico, e incluso países. Actualmente las opiniones se dividen entre abandonar
definitivamente el término neurosis de transferencia o bien abandonar incluso el concepto de
neurosis en la infancia. Para Tyson, ambos conceptos refieren fenómenos clínicos significativos y
más que abandonarlos hay que redefinirlos a la luz de las teorías contemporáneas del desarrollo.
Quizá, como Tyson (1996) ilustra en un caso clínico, no siempre el complejo de Edipo ocupa una
posición central en la investigación psicoanalítica y sea necesario reformular la organización de
estructura en la evaluación sobre la neurosis. Esta redifinición de neurosis ha sido también
realizada por Grotstein (1995). El desplazamiento del foco en la patología del conflicto a la patología
del déficit (Killingmo, 1989, 1995)
Shapiro y Esman (1992) repasan los 25 últimos años de avances psicoanalíticos sobre el desarrollo
infantil y concluyen que muchas cosas han cambiado desde Freud hasta el momento actual. En los
100 años de evolución los cambios han sido significativos especialmente en los aspectos que
siguen: El concepto de relación de objeto y las consecuencias de la interacción madre-hijo en la
formación del yo, sosteniendo que el niño no es en absoluto una tabla rasa al nacer y que las
interacciones tempranas, más que los objetos en sí mismos, se internalizan formando la estructura
psíquica infantil (Loewald, 1978; Tolpin, 1986). La teoría sobre la formación de síntomas. Se ha
comprobado que otras variables forman parte de la formación de síntomas, como las interacciones
tempranas primarias (Shapiro y Esman, 1992), lo que tendrá sus consecuencias en el concepto de
transferencia y contratransferencia. En los trastornos infantiles con un componente cognitivo
importante, como el autismo, lejos de buscar una única vía de explicación causal con raíces en el
complejo de Edipo, se integran explicaciones multivariantes, incluyendo las biologicistas, pero
integrando también la manera que el sujeto tiene de resolver las situaciones triangulares que
reestructuran la mente infantil. Los estudios de Hobson (1990) y Shapiro y Hertizg (1991) enfatizan
estos resultados.
El concepto de relación de objeto y las relaciones tempranas enlazan con el concepto de
transferencia, donde el lugar del clínico viene redefiniéndose en su papel de objeto transicional del
sujeto (Winnicott, 1958) y más recientemente como objeto transformacional (Bollas, 1987) con el
que se dan planos de transferencia y relación real que también puede ser aprovechada con ciertos
límites para los objetivos terapéuticos. El concepto de «neutralidad» en la relación analítica
vinculado al concepto de contratransferencia (Gill, 1992). Parece demostrarse que la interpretación
no es ajena al profesional en el que juegan un papel indiscutible sus preferencias teóricas, su propio
proceso de formación y el análisis personal, entre otras variables. Este constructo se prevé que va
a ser reformulado a la luz de éstas y otras variables, como la redefinición del concepto de
abstinencia (Killingmo, 1997). El futuro debe contestar a la pregunta de si el concepto de empatía
juega un papel fundamental en la relación terapéutica o no es sino un instrumento al servicio de
obtención de datos como primer paso de la interpretación analítica, como sostiene Kohut (1971,
1984). La revisión y reconceptualización de este temas ha sido realizado, entre otros, por
Wasserman (1999) enlazándolo con el de neutralidad. No comparte Wasserman la idea de que los
«hechos» descubiertos por medio de la comprensión empática reflejen de modo neutro las
vivencias del paciente, sin un mínimo de contaminación por parte del clínico. En contra de las
posturas de Renik (1996) y de Hoffman (1996) la empatía viene condicionada por factores
transferenciales y contratransferenciales en los que, a su juicio, está implicado el propio profesional.
Es evidente, según Wasserman (1999) que están vinculados los conceptos de neutralidad y
empatía con el concepto de contratransferencia.
El concepto de contratransferencia ha enfrentado a la propia comunidad psicoanalítica, por lo que
es imposible exponer aquí una visión unitaria de la misma. Sin embargo, una serie de artículos van
a ser expuestos en el International Journal of Psychoanalysis a partir del año 1999 intentando
mostrar las variaciones de este concepto desde perspectivas culturales distintas. El primero de ellos
escrito por Jacobs (1999) aborda el tema de la revisión del concepto en el pasado y en el momento
presente. Desde la investigación y reformulación teórica del papel que tiene la contribución de la
subjetividad del clínico a la intervención psicoanalítica (Aburto y cols., 1999) se abre un amplio
horizonte de posibilidades.
Kumin (1996) plantea abiertamente, en la excelente revisión y exposición del concepto de relación
pre-objetal, el desarrollo del vínculo entre la madre y el bebé en la infancia temprana, y ofrece con
honestidad una crítica sobre las interpretaciones erróneas y sus consecuencias en la situación de
análisis. Estas autocríticas comienzan a ser publicadas con más asiduidad por los profesionales de
este paradigma con el fin de avanzar en el modelo psicodinámico sin la omnipotencia del que cree
que el propio análisis le garantiza que nunca yerre. En el futuro se avanzará por esta línea de
revisión y autocrítica.
Los límites epistemológicos del psicoanálisis deben ser reconocidos de forma explícita, dice Tizón
(1995). Entre otros cabe señalar el propio conocimiento que aporta y el que no aporta y esto se
hace evidente en su convivencia con otras ciencias. El psicoanálisis no aporta conocimientos
biológicos o sociológicos, dos grandes grupos de ciencias con las que se relaciona. Podrá
proporcionar apuntes, datos, hipótesis, modelos, metáforas a esas ciencias y recibirlos de ellas,
pero tales aportaciones psicoanalíticas no tendrían el carácter de datos científicos (comunicables y
verificables) hasta no haber sido procesadas por la metodología específica de esas ciencias. Un
segundo límite vendría de la consideración del psicoanálisis como una tecnología, por supuesto
una tecnología blanda y del grupo de las tecnologías psicosociales (Tizón, 1995). Los tratamientos
psicoanalíticos, por ejemplo, aunque no sea directamente el tema que nos ocupa, están siendo
objeto de investigaciones rigurosas en varios ámbitos (Kächele y Thomä, 1993; Poch y Ávila-
Espada, 1998) y se prevé que los hallazgos en este campo van a abrir una vía de
investigación/confirmación de este paradigma. No obstante, le queda un camino por recorrer a fin
de lograr la confirmación procedimental de otras ciencias.
LA CONSULTA PSICOLÓGICA UN ACONTECER CLÍNICO- SOUZA, VÁZQUEZ
Cuando se habla de psicodiagnostico, este frecuentemente se asimila a un modelo (sumatoria)
que implica entrevistas, tests, devolución, desde esta “nueva” concepción priorizamos el encuentro,
escucha, demanda y una estrategia clínica que nos permita operar en procura de la resolución de
la consulta. Hablaremos entonces de consulta psicológica y no de psicodiagnóstico. Si bien la
función diagnóstica no es abandonada, esta se integra en un nuevo contexto donde destacamos la
demanda. Pretendemos articular motivo de consulta manifiesto, motivo de consulta latente,
demanda, conflictiva. Es decir, elaboramos una estrategia clínica que nos permita comprender la
situación y acercarnos a un diagnóstico situacional, de la conflictiva y estructura con el objetivo de
poder operar sobre la misma y así tender a la resolución de la consulta.
Hacia una conceptualización- toda estrategia tiene un carácter intencional consciente, o sea que
quien la emplea sabe por qué y para qué la emplea. Tal estrategia denota una actitud propia de la
psicología clínica donde en primera instancia tenemos una mirada escucha sin otras premisas que
el afán de comprender la situación que se teje en el encuentro con la consultante. Mirada escucha
que resuena en nosotros a modo de un sentir que en una compleja dinámica integra el creer y
pensar que finalmente y como nos propone Ulloa, nos conduce a un operar. Plasticidad y
complejidad. Tarea de desciframiento de claves que emergen de la comunicación y que nos
acercará a una “verdad” única y propia de ese encuentro, y sobre todo, de esa persona que tenemos
frente a nosotros.
Motivo de consulta manifiesto, latente, demanda, el por qué y para qué de esa situación, de ese
padecer, de esa consulta. No obtuvimos de este primer encuentro con Ana respuestas más o menos
claras a estas preguntas, quedarían dudas de cómo seguir trabajando. Una alternativa sería pensar
en una o más entrevistas tratando de fomentar las asociaciones y siguiendo a la consultante
efectuar señalamientos que ayuden a Ana a ubicar en una nueva red de significación estos
síntomas que hoy la traen a la consulta. Consulta no es sinónimo de entrevista, porque esta última
es solo uno de los procedimientos con los que el técnico o profesional, psicólogo o médico, puede
atender la consulta. Seguramente una segunda entrevista nos brindará otros elementos que
facilitarán la decisión por una u otra alternativa. La noción de devolución proceso, no se trataría
pues de ofrecer resultados o respuestas concretas en un momento síntesis al final de un proceso,
sino que, mediante nuestras intervenciones propiciamos que el mismo consultante transite también
por esa espiral del sentir, creer, pensar y llegar no a un saber ajeno sino a su saber, su verdad, en
relación al motivo de consulta.
SOBRE EL ENCUADRE- desde el inicio de nuestra formación como psicólogos nos hemos
familiarizado con una definición de encuadre, aquella que lo concibe como una serie de variables
que se toman constantes para dar lugar a un proceso. Creemos que la noción de encuadre adquiere
real significación en la medida que se encama en una praxis. Concluimos pues que encuadre y
proceso analítico mantienen entre sí una relación de continente- contenido. Para Ulloa una situación
clínica se organiza desde el encuadre, este implica: las condiciones materiales del campo, el
proyecto un objetivos, el esquema científico, metodológico y técnico desde la cual trabajamos, el
estilo personal. Hablamos de situación clínica a diferencia de aquellas situaciones o relaciones
habituales de nuestra vida cotidiana.
Bleger- la consulta cosiste en la solicitud de asistencia técnica o profesional, la que puede ser
prestada o satisfecha de múltiples formas, una de las cuales puede ser la entrevista. Existiría un
primer momento donde utilizamos la técnica de entrevista como instrumento para la escucha.
Contamos con un marco inicial (espacio, tiempo, rol del psicólogo, que implica una actitud y aptitud
clínica y el objetivo de la escucha) que posibilita la emergencia de un texto en sus múltiples
dimensiones y formas.
En una primera instancia el objetivo será escuchar y así des-cubrir el motivo de consulta en lo
manifiesto y latente. A partir de las hipótesis iniciales de trabajo construimos una estrategia clínica
que pautará nuestro quehacer futuro. Es desde la actitud clínica jugada en la escucha, en ese
vínculo que establecemos con el consultante, que diseñaremos la estrategia a seguir y el encuadre
que la posibilite. Bleger- proponía que el óptimo alcance de una entrevista se lograba al tornarse
esta operativa. Toda indagación coincide con una operación. La praxis en que teoría y práctica se
integran en una fuerza operativa, instrumento de transformación del hombre y del medio, está en
la base del método.
Sobre la transferencia- casi siempre lo que los psicoanalistas denominan transferencia, es la
transferencia en la cura. La transferencia se reconoce clásicamente como el terreno en el que se
desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose esta por la instauración,
modalidades, interpretación y resolución de la transferencia. Habrá relaciones que posibilitan más
o menos el despliegue transferencial. Una de ellas es la situación analítica que al tener como
objetivo la cura promueve su instalación, constituyéndose la neurosis de transferencia.
La instancia de consulta implica el establecimiento de un vínculo diferente a los habituales en la
vida cotidiana del consultante. El psicólogo, ubicado en su rol, pasa a ser aquel a quien se dirigen
una serie de expectativas y requerimientos, tanto sea en una dimensión consiente como
preconsciente e inconsciente. Se lo ubicará y vivenciará muchas veces como el que sabe y me
indicará lo que me conviene hacer o hará que mi hijo sea el de antes o me dirá si el equivocado
soy yo, etc.
En la consulta, sería más adecuado hablar de fenómenos o manifestaciones transferenciales para
no desvirtuar su significación extendiéndola a un marco que no es el analítico. Para el psicoanálisis
la transferencia es un fenómeno esencialmente inconsciente son deseos inconscientes
actualizados en forma también inconscientes para el sujeto como un modelo de repetir en lugar de
recordar o solo pudiendo recordar de esa forma. Como decimos previamente, por ser la consulta
un proceso en que trabajamos con un tiempo limitado y done nuestro objetivo difiere de la cura. No
abriremos el campo transferencial en aras de la instalación de una neurosis de transferencia.
Esta apertura se produce por el uso de la interpretación y más precisamente de la interpretación
transferencial. Aquí surge una cuestión nodal referente a los recursos técnicos a que apelamos
para trabajar en la consulta. Reiteradamente oímos decir que la interpretación no tiene cabida en
este proceso más que en situaciones de excepción. Una de ellas sería cuando las manifestaciones
transferenciales tienen un signo tanto excesivamente positivo o negativo obstaculizando el
desarrollo de la consulta al punto de, en ocasiones, conducir a su interrupción. Atendiendo a todo
lo anterior es que se privilegia el uso de la explicitación y el señalamiento. el señalamiento puede
implicar lo anterior pero promueve un recorrido de lo preconsciente a lo consciente. Operamos
desde las hipótesis que fuimos construyendo incluyéndolas en nuestras intervenciones.
El señalamiento como también la interpretación se formula en 2 momentos: el primero en que el
psicólogo a través de la escucha infiere, deduce, el sentido latente presente en el texto verbal y
comportamental que el sujeto despliega. El segundo donde lo inferido es comunicado al sujeto con
el propósito de acercarlo a ese sentido latente. Una pregunta o también el silencio del psicólogo
pueden tener efecto de señalamiento o interpretación. Son los objetivos planteados en una
determinada situación o proceso clínico los que pautarán la orientación de nuestras intervenciones.
A diferencia del señalamiento, de la interpretación frecuentemente decimos que apunta a hacer
consciente lo inconsciente develando el deseo inconsciente, nudo del conflicto y motivo de la
defensa. A nuestro entender no existirían límites claros y precisos entre señalamiento e
interpretación. Aunque cualquiera de estas intervenciones se realiza sobre un fondo de
manifestaciones transferenciales, creemos que en la consulta no es conveniente que este fondo se
torne figura. Por lo tanto hemos de ser cautelosos en el uso de interpretaciones que se centran en
estos aspectos pues no tenemos ni el marco ni el tiempo para sostener y trabajar sus efectos. Sin
embargo, integrar elementos de este fondo transferencial a otro punto central en un señalamiento
o interpretación puede a veces ayudar a mostrar con más claridad y desde un terreno inmediato
para el sujeto un aspecto de su personalidad o comportamiento, pertinente a ser trabajado en esa
instancia.
SAFRAN- ALIANZA TEARAPÉUTICA
Todas las observaciones se deben comunicar en forma de hipótesis que estimulen al paciente para
colaborar y entender lo que está pasando. El terapeuta debe transmitir al paciente el sentimiento
de que ambos están implicados en la misma tarea. Sus intervenciones no pretenden tanto el cambio
del paciente sino estimular su curiosidad sobre su experiencia interna. El terapeuta siempre es
responsable de su contribución a la interacción por lo que su tarea es clarificar la naturaleza de esta
contribución, y el hecho de reconocerla explícitamente es una potente intervención que ayuda al
paciente, y puede ser el primer paso para solucionar rupturas en la alianza terapéutica.
2) Foco de observación- El foco se debe poner en lo sucede en el aquí y ahora de la relación
terapéutica, más que en sucesos del pasado. Esto facilita que el paciente sea consciente de sus
acciones y de los sentimientos asociados con ellas, y le permita realizar sus propios
descubrimientos y ser observador de su propia conducta.
El terapeuta debe evaluar su sentimiento de cercanía o distancia emocional respecto a los
pacientes y darse cuenta de los cambios que se producen, pues un sentimiento de alejamiento
puede ser el principio de una ruptura de la alianza.
3) Qué debe esperar el terapeuta ante los estancamientos de la terapia- La relación terapéutica
es algo que cambia constantemente. Aceptar esto permite que el terapeuta esté emocionalmente
libre para observar y utilizar las posibilidades que surgen en cada momento. Toda
metacomunicación tiene el riesgo de aumentar la brecha de la ruptura de la alianza terapéutica.
Ante los estancamientos de la terapia no se debe remitir a detenciones anteriores sino tratar cada
una como un hecho separado. También es importante no perder la esperanza, cuando el
estancamiento se prolonga. En estos casos trabajar sobre las detenciones es el trabajo de la
terapia.
Principios específicos
Darse cuenta
El terapeuta debe tratar de identificar los comportamientos de los pacientes que son significativos
o problemáticos para él.
Comunicación
Los terapeutas pueden empezar a trabajar sobre un estancamiento de la terapia compartiendo sus
sentimientos y fantasías con sus pacientes señalando que no son causadas únicamente por el
paciente.
El terapeuta puede proveer al paciente con feedback sobre algún aspecto de él, basado en su
comportamiento no verbal y los sentimientos que provocan en el terapeuta. El objetivo de este
feedback es ayudar al paciente a ser consciente de algún aspecto de sus sentimientos o acciones.
El terapeuta también puede comentar una experiencia compartida, como una forma de explorar los
sentimientos, percepciones y actitudes del paciente asociadas con la interacción, y animar al
paciente a ponerlo en palabras.
El terapeuta debe estar pendiente de la respuesta del paciente ante sus intervenciones, buscando
indicadores de que éste ha sentido la intervención como crítica o culpabilizante. Esto es todavía
más importante cuando se está trabajando sobre una detención de la terapia.
Otra técnica válida sistema muy valioso es invitar a los pacientes a hablar sobre la contribución del
terapeuta. Esto mejora la interacción y le puede proporcionar al terapeuta alguna luz sobre su
contribución a la posible ruptura. Es importante que el terapeuta considere la percepción del
paciente como verdadera.
Capítulo 5. MODELOS DE PROCEDIMIENTOS PARA RESOLVER RUPTURAS DE LA ALIANZA
TERAPÉUTICA- El proceso psicoterapéutico puede ser visto como una secuencia de estadíos, que
se dan según unos modelos, y que provocan cambios en la psicoterapia. Estos modelos ayudan a
los clínicos para desarrollar su reconocimiento de la manera de relacionarse el paciente y facilitan
las intervenciones, sobre todo en las rupturas de la alianza terapéutica.
Los autores, siguiendo a Harper (1989) clasifican las rupturas en dos subtipos: retirada y
confrontación, que representan la forma que tienen los pacientes de controlar la tensión entre sus
necesidades contrapuestas de alejamiento y cercanía. En las rupturas por retirada el paciente se
separa del terapeuta, de sus emociones o de algún aspecto del proceso terapéutico, aunque se
esfuerza en mantener la cercanía al precio de no ejercer sus necesidades de distanciamiento o
autodefinición. En las rupturas por confrontación el paciente expresa directamente su enfado,
resentimiento o insatisfacción hacia el terapeuta o hacia una parte del proceso terapéutico. Cada
ruptura empieza con un marcador específico que señala el principio. A lo largo del tratamiento
pueden surgir ambos tipos de rupturas en un mismo paciente, y en distintos momentos de la terapia.
Modelo de resolución de rupturas por retirada
Este modelo tiene cinco pasos; cada uno requiere una intervención específica.
1) Marcadores de rupturas por retirada- Es una respuesta del paciente cuando cree que el
terapeuta no atiende a su deseo. Se produce cuando el terapeuta se ve sumergido en la matriz
relacional del paciente y no reacciona ante el comportamiento pasivo o sumiso de éste.
2) Desembarazándose- Cuando el terapeuta se da cuenta del momento crítico en que está la
terapia, su tarea es no atender a su participación y dedicarse a explorar los sentimientos que el
paciente está evitando, dirigiendo su atención al aquí y ahora de la relación terapéutica.
3) Aserción cualificada- En este estadio el paciente empieza a expresar pensamiento y
sentimientos asociados con la ruptura, y a formular deseos que son autoasertivos, aunque todavía
lo hace en un tono demandante pidiendo que el terapeuta le ayude. Éste debe ser empático, curioso
y no crítico con los sentimientos negativos.
4) Evitación- Exploración de los procesos internos del paciente y de las operaciones defensivas
que interfieren o interrumpen la expresión de sentimientos y pensamientos asociados con la
ruptura.
5) Auto-aserción- Expresión de deseos y necesidades subyacentes, siendo el paciente
responsable de ellos. Es importante que el terapeuta responda de forma empática, y sin prejuicios,
las repuestas asertivas del paciente.
Modelo de resolución de rupturas por confrontación- Estas rupturas provocan sentimientos de
enfado e impotencia en los terapeutas, a la vez que despiertan su agresividad. Sin embargo su
tarea es reconocer sus sentimientos cuando se sienten objetos de la agresión de sus pacientes,
pero, a la vez, demostrar un fuerte deseo de estar con el paciente y trabajar para entender qué está
pasando entre ellos.
1) Marcadores de la confrontación- Las rupturas por confrontación empiezan con una variación
de las respuestas habituales del paciente. Éste se siente abandonado y responde agresivamente
lo que provoca que el terapeuta responde a su demanda de manera defensiva o crítica, provocando
la "profecía autocumplida" por parte del paciente.
2) Desembarazarse- Ante esta ruptura la prioridad del terapeuta es explorar la matriz
interactiva. Para ello es necesario desembarazarse de la hostilidad del paciente, metacomunicando
la lucha que hay entre ellos. Dada la hostilidad del paciente, el proceso de desembarazarse y
sobrevivir a sus agresiones será el tema central de la terapia durante un largo período. La
metacomunicación ayuda al paciente a reconocer sus sentimientos negativos hacia el terapeuta y
le ayuda a tomar distancia para ver sus acciones. También es importante hacer hincapié en la
interacción más que interpretar los procesos intrapsíquicos.
3) Exploración de los procesos internos- La tarea del terapeuta en este estadio es ayudar al
paciente a expresar sus críticas respecto a la interacción, que frecuentemente están asociadas con
sentimientos de rabia, enfado o decepción. El terapeuta debe ser consciente de su influencia en la
interacción, y animar al paciente a criticar esta influencia. En algunos casos esta habilidad del
terapeuta ayuda a los pacientes a comprender mejor sus sentimientos y constituye el final del
proceso de resolución. Otras veces hay que pasar al siguiente estadio.
4) Evitación de la agresión- Incluso los pacientes que expresan su hostilidad más abiertamente
tienen momentos de ansiedad o culpa respecto a su expresión de la agresividad e intentan
repararlo. Esto le brinda al terapeuta la oportunidad de explorar el funcionamiento normal del
paciente, siempre que no se sienta sobrepasado por su agresividad.
5) Evitación de la vulnerabilidad- En algunas situaciones los pacientes que se sienten
vulnerables cambian a una postura más segura de hostilidad y agresión. En estos casos es
necesario que el terapeuta llame la atención del paciente hacia ese cambio. Así los pacientes
pueden acostumbrarse a explorar sus procesos internos que ponen en marcha estos cambios. 6)
Vulnerabilidad- Los sentimientos de vulnerabilidad, que están por debajo de la agresividad del
paciente, pueden tardar mucho tiempo en aparecer; es necesario que el paciente confíe en el
terapeuta para compartir con él su tristeza, su desesperación, y no sentirse tan aislado. Es
importante que el terapeuta responda a estos sentimientos de vulnerabilidad de una forma empática
y valorativa, sin considerarlos infantiles, sino demandas humanas de contención y cercanía. En
algunos casos es importante que el terapeuta gratifique directamente los deseos del paciente. En
otros, no lo hará pero comprenderá empáticamente su deseo.
Capítulo 6. TERAPIA BREVE RELACIONAL- Safran y Muran desarrollan una terapia breve,
apoyada en la relación, que presenta las siguientes características:
Es una psicología bipersonal y con una epistemología constructivista.- El foco es el aquí y ahora de
la relación terapéutica.Se centra en que paciente y terapeuta colaboren para explorar su
contribución a la interacción, y sus sentimientos, pero es cauto en cuanto a interpretaciones
transferenciales.
Utiliza la metacomunicación terapéutica y la contratransferencia.- Enfatiza la subjetividad de las
percepciones del terapeuta.Considera central el significado relacional de las intervenciones.
En las terapias breves convencionales el foco se fija al principio del tratamiento (durante las tres
primeras sesiones) y supone que el terapeuta debe mantenerse lo suficientemente apartado de la
interacción y centrarse sólo en los sentimientos del paciente. Desde la perspectiva de la terapia
bipersonal esto es imposible.
Conocimiento y foco en el momento presente- En la terapia breve bipersonal se sustituye el foco
dinámico sobre el contenido por el foco sobre el proceso del conocimiento en el momento presente.
Los autores se centran en el proceso del descubrimiento más que en una formulación explícita, al
principio del tratamiento. Para reforzar la alianza terapéutica, le explicamos al paciente la
importancia de desarrollar la capacidad de observar sus procesos internos y sus actuaciones, en
su relación con otras personas. También le explicamos que la relación terapéutica es importante
para desarrollar estas capacidades y aclaramos que la terapia consiste en un proceso en el que los
dos, paciente y terapeuta, trabajamos juntos para explorar lo que va surgiendo en la relación
terapéutica, y señalamos su ayuda en este proceso de exploración en colaboración. Esto provee al
paciente con el sentimiento de que tiene algo tangible que puede llevarse del tratamiento y facilita
el acuerdo en las tareas y objetivos de la alianza terapéutica.
La tarea del terapeuta en la terapia breve relacional es darse cuenta del potencial que hay en cada
momento de la interacción metiéndose en ella de lleno. La conciencia del límite de tiempo puede
intensificarlo. Los terapeutas deben ayudar a sus pacientes a desarrollar este tipo de alerta sobre
el momento presente.
Terminación y desilusión óptima- En terapias breves paciente y terapeuta fijan un tiempo límite al
principio del tratamiento (por ej. 30 sesiones) y la terminación de la terapia es uno de los temas
centrales del tratamiento, que ponen de manifiesto el proceso de separaciónindividuación y las
pérdidas, así como la necesidad de distanciamiento y cercanía.
El hecho de recordar al paciente la terminación del tratamiento no es con el fin de que cambie más
rápidamente, sino para que se de cuenta del límite de tiempo y poder explorar su frustración,
decepción o rabia. Otra tarea es explorar las dificultades del paciente en confiarse y abrirse al
terapeuta en tan poco tiempo. Es importante que el terapeuta acepte esta resistencia del paciente
y ser empático con los sentimientos de rabia que surgen al anticipar el abandono por parte del
terapeuta, así como su decepción y resentimiento por no obtener lo que esperaba del tratamiento.
Esto forma parte de la desilusión óptima, descrita por los autores anteriormente, y permite trabajar
las relaciones del paciente en una forma más constructiva. Si el terapeuta puede reconocer como
legítimas la decepción y el resentimiento del paciente, y es empático con ellos, ayuda al paciente a
acceder a deseos y necesidades disociadas y a aceptar lar limitaciones del otro.
Capítulo 7. UN ACERCAMIENTO RELACIONAL PARA ENTRENAMIENTO Y SUPERVISIÓN- En
este capítulo los autores señalan la importancia de formarse para la terapia relacional a través de
entrenamiento y supervisión, con las siguientes condiciones:
Establecer explícitamente un foco que privilegia lo experiencial y lo no conceptual.- Utilizar
ejercicios estructurados para ayudar a los terapeutas a desarrollar la capacidad para ser
observadores de su propia experiencia y para ser observadores-participantes. Enfatizar la
autoexploración y el crecimiento personal durante el entrenamiento: la autoexploración juega un
papel importante en la supervisión y ayuda al terapeuta para encontrar una solución para un
paciente determinado, en un momento determinado, atender a su experiencia en ese momento y
utilizarla para sus intervenciones. Explorar la relación terapeuta-supervisor, que es similar a la
alianza terapéutica. Cuando la alianza es adecuada la supervisión se desarrolla normalmente. Si
surgen tensiones, la exploración de la relación asume la prioridad de la supervisión y le enseña al
terapeuta cómo trabajar cuando la alianza terapéutica se ve amenazada.
Utilizar grabaciones del tratamiento, en audio y video permite que el terapeuta se observe desde
fuera y puede darse cuenta de los sentimientos disociados o inconscientes que se transmiten en la
comunicación no verbal. Utilizar role-playing con el propósito de aumentar la toma de conciencia
de los terapeutas. Modelar las habilidades terapéuticas dándoles la oportunidad de observar al
supervisor en terapia (a través de videos, u observando sus intervenciones con otros supervisados).
El terapeuta debe ser cuidadoso para detectar rupturas o fisuras, pues se producen más a menudo
de lo que se piensa. Este tipo de terapia es útil para una gran mayoría de pacientes. Diferenciar
cuándo el terapeuta evita explorar lo que sucede aquí y ahora por tener en cuenta la sensibilidad
del paciente, o como resultado de sus propios conflictos y ansiedades. Diferentes terapeutas tienen
diferentes reacciones ante la relación terapéutica y esto puede condicionar sus intervenciones.
Cualquier intervención tiene el riesgo de que el paciente se sienta atacado. Explorar esto en
colaboración clarifica el significado de la intervención del terapeuta. Cuando la relación se vuelve
muy problemática es útil que el terapeuta dé un paso atrás y utilice una forma más indirecta de
aproximación. Esta flexibilidad ayuda al paciente y le hace más confiado para explorar lo que pasa
en la relación. Importancia del holding y la contención en este tipo de contacto. Los terapeutas
tienen que desarrollar un estado mental que les permita conectarse con su experiencia interna,
difícil y penosa, sin tratar de salir de e ella a través de la disociación; esto requiere la necesidad de
la autoexploración y poder tomar distancia y ser objetivo.
La formulación psicodinámica del caso (FPC) parte de la perspectiva psicoanalítica para formular
un caso clínico. Se refiere a las hipótesis del clínico tratante sobre los principales problemas del
paciente, los factores que lo condicionan, el tratamiento planteado y su evolución. Las preguntas
básicas a las que debe responder una formulación son los interrogantes básicos de la clínica 1-
que le pasa al paciente (dimensión diagnóstica) 2- a que se debe? ( dimensión etiopatogénica), 3-
como se trata(dimensión terapéutica), 4- con qué resultados (dimensión evolutiva).
Hablamos de formulación psicodinámica del caso (FPC) cuando se parte de una perspectiva
psicoanalítica para formular un caso clínico. Se trata pues de un caso particular de la formulación
clínica del caso (FCC) que se refiere a la hipótesis del clínico tratante sobre la situación del paciente:
los principales problemas que lo aquejan, los factores que condicionan a esos problemas, el
tratamiento planteado y su evolución. Como plantea N. Mcwilliams formular un caso
psicoanalíticamente, es un proceso subjetivo, especulativo, individualizado, y comprensivo.
También la guía clínica para la FCC de la sociedad británica de psicología recomienda prestar
atención a los aspectos transferenciales y contratransferenciales.
Las preguntas básicas a las que debe responder una formulación son los interrogantes básicos de
la clínica (ya mencionado al comienzo). Un mismo enfoque psicoterapéutico EJ. Psicoanalítico,
cognitivo-conductual, etc, puede dar cabida a distintas formulaciones del caso dado que dentro de
un mismo enfoque coexisten distintas orientaciones. En este trabajo tampoco hemos destacado las
distintas perspectivas teóricas posibles, como es el caso de las corrientes freudianas, kleinianas,
winnicottianas, lacanianas u otras, sino hemos puesto el acento en los elementos comunes a todas
ellas, aquellos que aparecen cuando nos mantenemos en un nivel de abstracción menos teórico y
más próximo a los conceptos que reflejan la experiencia clínica. Nuestro interés es responder las
preguntas más arriba, en el campo de diagnóstico la aparición reciente del manual de diagnóstico
operacional y del de diagnóstico psicodinámico permitió utilizar los conceptos clínicos clásicos del
psicoanálisis con un mayor grado de validez, confiabilidad y utilidad práctica gracias a su
operacionalización. También estos manuales (en especial el eje estructura del OPD-2) tienen una
marcada coincidencia con la escala de niveles de funcionamiento de la personalidad (LFFS) de la
sección III del dsm5. Estos convergentes son de utilidad para la FFC y han sido tomados como
base para
este trabajo, en especial los del OPD-2. La FFC lleva a una atención más personalizada en un
doble sentido: no solo busca dar un lugar a la singularidad de cada paciente, sino tomar en cuenta
la del psicoterapeuta que realiza el tratamiento. En una entrevista por ejemplo la FFC debe resumir
en dos carillas (500-1000 palabras):
1– diagnóstico- a quién (datos filiatorios salientes), le está pasando qué (motivo de consulta) y como
lo vive, con que diagnóstico (a nivel biológico, psicológico y social) y con qué nivel de
funcionamiento mental e interpersonal.
2- etiopatogenia- con qué historia personal y familiar (factores predisponentes), en que
momento y circunstancias de su vida (factores desencadenantes),
3- tratamiento (plan terapéutico)- qué abordaje (s) terapéutico (s) (sucesivos o combinados),
para atender qué focos (reformulación del motivo de consulta), con qué resultados esperables
(alianza terapéutica y fortalezas y vulnerabilidades para el cambio).
4- 4- Evolución- aspectos en los cuales hubo cambios positivos, negativos o sin cambio. Otros
tratamientos recibidos o indicados. En el documento anexo se encuentran las preguntas- guía que
resultan de utilidad para la elaboración de la formulación.
Motivo de consulta- puede describirse consignando lo manifiesto por el propio paciente, y también
lo inferido a partir de la contratransferencia, es decir, a partir del efecto que produce en el
entrevistador. La reformulación del motivo de consulta por parte del clínico forma parte de la FFC,
e incluye la observación y el análisis clínico del caso siguiendo el modelo conceptual psicoanalítico.
Es importante también que la FFC incorpore la perspectiva del paciente sobre lo que le ocurre, así
como sus teorías explicativas sobre su experiencia. Aun cuando el paciente tenga ya un diagnóstico
y lo conozca, su interpretación de la afección es importante, pues puede ser muy diferente a la
definición científica. La exploración de la vivencia subjetiva de la enfermedad, de las vías por las
cuales la persona cree que enfermó y la forma como espera curarse (tipo de tratamiento que
espera) permite formular con mayor claridad los focos del tratamiento y en qué consistirá este. En
grandes líneas, podemos decir que su actitud puede ser activa (buscando los cambios) o pasiva
(esperando que los brinde el terapeuta). La primera lo ayudaría a iniciar el tratamiento, la segunda
puede generar una actitud negadora o evitativa que dificulte su realización.
Entre estas 2 posturas extremas puede aparecer una gama de formas de afrontamiento.
Incluiremos después los distintos diagnósticos que podemos realizar en la persona que consulta.
En primer lugar si posee una enfermedad crónica o aguda junto a ello si realiza tratamientos y
medicación sobre ellas. El segundo paso será consignar los diagnósticos psicológicos y
psiquiátricos esto incluye los diagnósticos categoriales, sindromáticos y descriptivos y/o los distintos
diagnósticos diferenciales si se está en una etapa de incertidumbre diagnóstica. A continuación se
incluirán los aspectos sociales del paciente, redes sociales, si es objeto de marginación,
discriminación, bullying, etc. Y la calidad de asistencia que reciba para sus problemas. Diagnóstico
de nivel de funcionamiento- los clásicos buscaban establecer categorías de pacientes, sin
embargo sin negar el valor de las categorías clásicas, damos especial valor al nivel de
funcionamiento mental del paciente. Esta sección deberá incluir un diagnóstico de su nivel de
funcionamiento, tanto en relación consigo mismo como en relación con otros, y responder a la
pregunta de si se trata de funcionamiento saludable, neurótico, fronterizo, francamente psicótico.
Una vez hecho señalara hacia donde se orientará la psicoterapia. Diagnóstico de relaciones
interpersonales- pautas de relacionamiento en las relaciones interpersonales.
La observación de los patrones relacionales permite inferir el tipo de conflicto o conflictos presentes
en el sujeto, así como su nivel estructural. En este diagnóstico de la conducta relacional se
describirá la dinámica de los deseos y angustias activadas en la relación con los otros. Primero
intentaremos responder a la pregunta ¿Cómo son las pautas de relacionamiento en especial en los
vínculos que implican cercanía e intimidad?. ¿Cómo experimenta el paciente a los otros y cómo se
experimenta a sí mismo en la relación con los otros?, ¿Cómo experimentan los otros al paciente y
cómo se experimentan a sí mismos en relación con el paciente (ej: la contratransferencia)?. Es a
través del diagnóstico relacional que se va generando el material que nos permite visualizar tanto
los conflictos como los diferentes niveles de funcionamiento estructural. Diagnóstico de conflictos y
fantasía inconscientes y defensas:
¿cuáles son los conflictos predominante?, ¿cómo se presentan los conflictos?. La idea del conflicto
en tanto característico del psiquismo humano es una idea central en el psicoanálisis. Este conflicto
se basa en una diferenciación estructural (ello/yo/superyó) y en una diferenciación entre la
representación del sí mismo y la representación del objeto. El principal mecanismo de defensa es
la represión, otros mecanismos intervienen cuando este no ha sido suficiente. Las defensas son
activadas por el conflicto intrapsíquico provocado por las pulsiones. El modelo dimensional nos
permitirá diferenciar entre las tensiones conflictivas normales, los conflictos neuróticos relevantes
desde el punto de vista clínico y los esbozos de conflicto en estructuras psíquicas inhibidas o poco
integradas. Existen situaciones que impiden la evaluación del conflicto ej: falta de colaboración,
resistencia consciente, carencias estructurales que impiden que los conflictos pueden delimitarse,
defensas excesivas, casos en los que el paciente está viviendo una situación de crisis vital o de
gran estrés. Los conflictos pueden expresarse de un modo activo, pasivo o mixto. Defensas-
¿son predominante adecuadas y flexibles, o disfuncionales, distorsionando o restringiendo las
experiencias internas y externas?, la utilización de determinadas defensas muestra cómo está
funcionando el sujeto; estas se evalúan de acuerdo con su flexibilidad, efectividad y adaptabilidad.
No alcanzaría en este sentido con identificar la defensa sino que debemos mostrar de qué forma
esta altera el funcionamiento mental o interpersonal.
Funcionamiento mental (estructura)- junto con el diagnóstico de conflicto haremos el de nivel de
funcionamiento de las estructuras psíquicas que permiten que los conflictos tengan una
organización estable. En este nivel se deberá consignar la estabilidad de la estructura, que también
puede evaluarse en un continuo que va desde la disponibilidad de las funciones y capacidades a
las limitaciones o fallas de estas funciones o vulnerabilidades en algunas áreas. Para el FFC más
que teorizar sobre estas nociones, intenta mostrar cómo a partir de ellas se dan los problemas que
se manifiestan en la clínica a través de
la forma en que el paciente logra percibirse, regularse, simbolizar y construir vínculos, determinando
su funcionamiento en relación consigo mismo y a los demás. Los diferentes sistemas diagnósticos
pueden ser utilizados como guía para redactar la formulación. Con relación a la estructura, los 3
sistemas establecen criterios de gravedad, desde un enfoque dimensional del déficit estructural que
va desde lo normal a lo más desintegrado.
En el psicoanálisis clásico era también usual hablar de estructuras preedipicas o pregenitales. Estos
distintos conceptos no se superponen ni teórica ni clínicamente, pero todos ellos apuntan a cuadros
clínicos en los que está en primer plano el aspecto deficitario de determinadas funciones.
ASPECTOS ATIOPATOGÉNICOS- para realizar una intervención efectiva es de capital importante
tener una idea lo más clara posible de cuáles pueden ser las causas o los orígenes del padecimiento
del paciente. En una entrevista clínica el psicoanalista busca los orígenes de lo que hoy aqueja a
su paciente y de una especial importancia a la niñez, historia de su desarrollo, modelos,
experiencias traumáticas, fortalezas y debilidades, que serán en definitiva sobre las que se ha de
apoyar la intervención. El psicoanalista enmarca todo esto en la situación actual de vida del sujeto,
en las circunstancias que le rodean y en la etapa evolutiva que está cursando. La formulación
psicodinámica del caso tendrá entonces, como objeto una comprensión dinámica de la incidencia
de diferentes factores patogénicos (predisponentes, desencadenantes y mantenedores) así como
de los recursos (personales y del entorno) y de los obstáculos –internos y externos- para el cambio
(ej: los beneficios secundarios que otorga la enfermedad).
ASPECTOS TERAPÉUTICOS- una vez delimitados los distintos componentes de la Fpc descriptos
previamente el tratamiento incluye 3 aspectos: el o los abordajes terapéuticos recomendados, la
delimitación del o de los focos para la indicación del tratamiento a seguir y las hipótesis sobre los
resultados esperados. Aquí se incluye los distintos abordajes terapéuticos recomendados. El foco
terapéutico permite planificar y estructurar el tratamiento, con la elección del encuadre adecuado,
la actitud terapéutica y el estilo de las intervenciones según objetivos realistas.
De la Parra, Palacios, Plaza y Alvarado- establecen 3 pasos en la definición del foco terapéutico-
prerrequisitos. Solicitud del paciente e indicación para psicoterapia (¿qué solicita el paciente?),
conflictos inconsciente y/o vulnerabilidades estructurales. Como se expresan los conflictos y las
vulnerabilidades estructurales en las relaciones interpersonales y especialmente en la relación
terapéutica.
4- ASPECTOS EVOLUTIVOS- la fcc y la Fpc conducen a la dimensión evolutiva, con las fortalezas
y debilidades correspondientes. Es posible realizar 2 tipos de informe: informe completo del
tratamiento e informe abreviado de tratamiento. Incluye cambios objetivos y subjetivos en los
problemas que constituyeron los focos, otros cambios significativos, percepción por parte del
paciente y del terapeuta de las transformaciones y de los problemas remanentes.
La alianza terapéutica resulta fundamental para el progreso del trabajo terapéutico. Esta alianza
terapéutica resulta fundamental para el progreso del trabajo terapéutico. Implica también más que
una disposición favorable o amable hacia el paciente, por el contrario, debe generar un espacio
donde sean posibles encuentros y desencuentros, rupturas y reparaciones, que le ofrezcan al
paciente nuevas experiencias relacionales. Esto requiere tener en cuenta la singularidad tanto del
paciente como del terapeuta. Disponer de una FPC ayuda a que el terapeuta tenga una visión más
clara, reflexiva y compatible sobre las hipótesis que lo guían y el grado en que esto se confirma en
la marcha del tratamiento. Es un documento también que cuenta el paciente a la hora de realizar
un nuevo tratamiento o de las instituciones de salud siendo documentos imprescindibles para
planear, monitorear y evaluar la asistencia brindada, y ofrecen mayores garantías para la seguridad
del paciente.
✓ Dramatizaciones
✓ Juegos
Transferencia y contratransferencia:
► El orientado tiende a reproducir en su relación con el orientador sentimientos, actitudes,
esquemas inconscientes de su historia personal, transfiriéndolos al entrevistador, con deseos de
encontrar en él una figura que tome el lugar de sus padres de la infancia, por lo cual surgirán
resistencias y conflictos debidos a la angustia que suscitan las vivencias antiguas. También
encontramos disposiciones a colaborar, una transferencia positiva por afectos sublimados que
colaboran en la orientación. Todo sujeto desplaza y transfiere lo infantil inconsciente a situaciones
y objetos actuales y futuros, como ocurre en la OV.
► El orientador también se incluye con su propio inconsciente y sus conflictos. Su tarea consiste
en captar el inconsciente del consultante, con el fin de percibir sus conflictos; por proyección e
identificación con el otro. Al escuchar lo que el orientado dice, identificado con sus pensamientos,
temores y deseos, el orientador puede aceptar sus propias asociaciones, tomando en su
consciencia los pensamientos y sentimientos que “resuenan” con los mensajes del orientado,
encaminada a rastrear la manera en que el sujeto está construyendo sus proyectos de vida.
La RESISTENCIA es la coraza defensiva que opone el sujeto a la tarea. Expresa uno de los
aspectos más ambivalentes ante la OV, pues al mismo tiempo que quiere ser ayudado, hay
momentos o sectores de su personalidad, en que se percibe un rechazo a la ayuda. Es importante
entrar por el camino de la menor resistencia, a fin de no incrementar la angustia hasta los límites
intolerables, arriesgando así la continuidad de la orientación.
Algunas manifestaciones de resistencia son las siguientes:
- Crítica e insatisfacción por la tares, escepticismo sobre sus resultados.
- Repetidos y prolongados silencios.
- Faltar o llegar tarde sin aviso.
- Regatear sistemáticamente los honorarios, u olvidar abonarlos.
- Quedarse más tiempo que el estipulado.
- Asentir sumisamente ante todo.
- Desistir abruptamente de la consulta. - Hacer peticiones impropias.
Para tratar las resistencias las técnicas serían: la aceptación, la interpretación de la resistencia, la
distensión (cambiar de posición), hacer una pausa, volver más tarde a lo doloroso cambiando
momentáneamente de tema.
Dichos autores se plantearon si era adecuado apuntar al desarrollo de una guía clínica o si debían
aspirar solamente a un texto preliminar que discutiera los problemas relacionados con este tipo de
guías y los caminos posibles para su desarrollo en nuestro medio. Este texto puede considerarse
una guía clínica pues contiene recomendaciones sobre problemas sustanciales de la práctica
psicoterapéutica pero, a su vez, ha buscado dar cabida a la discusión de cuestiones conceptuales
y prácticas más generales relacionadas con la elaboración de este tipo de guías. Definición de
psicoterapia: Laplanche y Pontalis: psicoterapia es, en sentido amplio todo método de tratamiento
de los desórdenes psíquico o corporales y, de manera más precisa, la relación terapéutica-
paciente… también existen las definiciones de Wolberg LR. Lambert MJ, ETC, comprobando las
distintas definiciones de psicoterapia vemos que ellas contienen un núcleo conceptual común,
hecho señalado también por otros autores, como Poch y Ávila Spada. La psicoterapia se basa en
la relación profesional y humana de uno o varios pacientes con uno o varios especialistas. La
relación psicoterapéutica es una relación profesional que asienta sobre una relación interpersonal.
La relación profesional exige roles técnicos específicos y asimétricos, los cuales se sostienen a
partir de una relación humana entre personas que están de acuerdo en trabajar juntas.
Las psicoterapias consisten en un conjunto de procedimientos técnicos que se sustentan en
conocimientos teóricos relativos a cuestiones de orden etiológico, psicopatológico y terapéutico
sobre los problemas a los que se dirigen. La existencia de un cuerpo de hipótesis teóricas y técnicas
que fundamenta la práctica distingue las psicoterapias formales de los intentos espontáneos de
ayuda que se dan entre individuos, los cuales, si bien pueden ser de gran utilidad, no buscan
explicar teóricamente las razones de su eficacia ni transmitirse en forma de técnicas replicables y
evaluables. El cambio que se intenta lograr puede ponerse de manifiesto en las distintas áreas de
la conducta (mente, cuerpo, mundo externo). El sufrimiento puede deberse a un trastorno definible
en términos de los diagnósticos habituales, tipo DSM O CIE, o corresponder a problemas y
conflictos tanto individuales como interpersonales de naturaleza más amplia, los cuales, aunque no
entren en una clasificación nosográfica, tienen el efecto de perturbar el desarrollo o el
funcionamiento social de la persona, constituyendo para ella y para quienes la rodean una fuente
de limitación o malestar.
En un sentido más amplio toda relación de ayuda incluye una actitud psicoterapéutica en la medida
en que el profesional busca ayudar a la persona que consulta a afrontar psíquicamente la situación
por la que está pasando y, aunque no esté aplicando una técnica determinada, lo hace actuando
de forma reflexiva, informada y crítica, es decir atendiendo al efecto de sus intervenciones y
actuando de conformidad con las reglas del arte. Si bien para Freud el psicoanálisis era
inequívocamente una terapia psicológica, algunas orientaciones psicoanalíticas actuales
sostienen que el psicoanálisis no debería ser considerado una psicoterapia, pues su objetivo es
más amplio y los resultados terapéuticos surgen como efecto de la exploración del inconsciente,
que es la meta principal. Las guías clínicas ("clinical guidelines" o "practice guidelines") son, en
esencia, recomen- daciones dirigidas a las personas involucradas en el cuidado de la salud, con el
fin de mejorar la atención. Otros términos emparentados son los de "pautas" o "normas", pero nos
pareció mejor utilizar el de "guías clínicas", por ser el de uso más universal en la actualidad. El
desarrollo de las guías se enmarca dentro de la propuesta de una Medicina Basada en Evidencias
o pruebas ("Evidence-Based Medicine"), cuya práctica busca "integrar la destreza clínica individual
con la mejor evidencia clínica externa disponible, proveniente de la investigación científica". Las
guías buscan promover una mejor fundamentación científica, reduciendo las acciones terapéuticas
arbitrarias, injustificadas o basadas en razones puramente especulativas.
El proceso de desarrollo de las guías implica una serie de pasos reglados, que pueden resumirse
de la siguiente forma 7: 1) Definición del tema y redefinición del mismo a medida que se avanza en
la elaboración de la guía.
2) Identificación de las preguntas clínicas relevantes. 3) Búsqueda de la evidencia. 4.) evaluación
y síntesis de la evidencia, 5- traducción de la evidencia en recomendaciones para la práctica clínica,
6- formulación de indicadores que permitan que la guía pueda ser usada en la auditoria de servicios
clínicos. 7- revisión de la guía por ámbitos externos. Las preguntas a las que se refieren las guías
deben ser relevantes con relación al objetivo de la guía y estar bien delimitadas. Conviene que no
sean excesivamente numerosas (no más de 30 para cada guía) y pueden referirse a cuestiones
relacionadas con las intervenciones, y su efectividad, con el diagnóstico, con el pronóstico y
también con la prestación de servicios. Las guías buscan servir de apoyo para ofrecer un sistema
que dé garantía y mejore la calidad de la asistencia. Si bien los consensos logrados a nivel meta-
análisis constituyen un paso importante, es necesario avanzar aún más en la comprensión de la
significación clínica y psicopatológica de los cambios, lo que supone mayor investigación
también en el plano cualitativo y conceptual. Por eso la significación clínica de los resultados
estadísticos se ha vuelto un tema relevante . La utilidad de una guía clínica depende de que
responda a las necesidades de un determinado lugar y momento. La forma en la que trabajan los
terapeutas o en que los pacientes presentan sus problemas varía en distintos períodos y culturas,
y por lo tanto las preguntas relevantes y la forma de responderlas deben ajustarse al momento y
lugar. Para que sean realmente útiles las guías no deben apartarse del fin para el que fueron
creadas ni perder de vista el contexto al que pertenecen. Para formular recomendaciones
buscamos la evidencia más sólida existente en este momento, tanto a nivel de nuestro medio como
a nivel general.
Las recomendaciones recogidas en estas guías provienen, por tanto, de diversas fuentes: 1. Los
consensos y opiniones autorizadas, a nivel nacional. Al respecto hemos buscado apoyarnos: a.
En publicaciones nacionales. Existe una vasta producción sobre las distintas psicoterapias, pero en
general dispersa y orientada a cada enfoque específico. b. En algunos casos para describir el
estado de la cuestión en nuestro medio hemos recurrido a consultas informales, a las opiniones
recogidas por los autores de esta guía en diversas actividades científicas, tanto en el ámbito
psiquiátrico como psicológico (por ejemplo, Ateneos de Psicoterapia de la Clínica Psiquiátrica, etc.),
o en nuestra propia evaluación de las que nos parecen ser las prácticas más aceptadas. Somos
conscientes de que estas apreciaciones
pueden no ser exactas, pero esperamos que el ponerlas por escrito sirva de apoyo para una
discusión y reelaboración posterior. 2. Guías clínicas existentes en otros países. Hemos tomado
como fuentes aquellas guías clínicas de otros países dedicadas directamente a la psicoterapia,
destacándose en este aspecto las de Gran Bretaña y Canadá a las que nos referiremos a
continuación. En estados Unidos, una búsqueda por medio de Internet en la Nacional Guideline
Clearinghouse. 3. Canadá: "Estándares y Guías para las Psicoterapias" ("Standards and
Guidelines for the Psychotherapies"), editada por P. Cameron, J. Ennis & J. Deadman 1998, por
encargo de la Ontario Psychiatric Association y la Ontario Medical Association, Section of
Psychiatry. Esta extensa guía, de 499 páginas, ofrece recomendaciones generales para la
definición y práctica de la psicoterapia, conceptos nucleares sobre la eficacia y la base empírica de
las psicoterapias, así como guías específicas para distintos tipos de psicoterapia: Psicoanalíticas,
Cognitivo-comportamental, Terapias breves, Pareja y familia, Grupos, Terapias de apoyo, Niños y
adolescentes, Combinación de farmacoterapia con psicoterapia, Pacientes con trastornos severos
y persistentes. 4. Guías y documentos sobre psicoterapia promovidos por el Departamento de
Salud de Gran Bretaña. El Department of Health y otros organismos relacionados con la salud
mental han elaborado en gran Bretaña una serie de guías y documentos en los que nos hemos
apoyado: 4a. "Elección del Tratamiento en las Terapias Psicológicas y Counselling.
Guía para la Práctica Clínica Basada en Evidencias" ("Treatment Choice in
Psychological Therapies and Counselling. Evidence Based Clinical Practice Guideline" 2001)
. 4b- organización y prestación de terapias psicológicas julio 2004, es una guía para la mejor
práctica del national institute of mental health. 4c.
"Métodos para el desarrollo de
guías"(Guidelines Development Methods). Se trata de información sobre cómo proceder para los
centros colaboradores nacionales y para quienes desarrollan guías, febrero 2004. 4d- el couselling
and psychological therapies: guideline and directory, desarrollado en 1996 por el camden & islington
medical audit advisory group, fue creado para uso en la atención primara. 5) Manuales o textos
de síntesis que revisan y compendian la literatura sobre el tema. Han sido especialmente tenidos
en cuenta 2 de ellos publicados o a ser publicados en 2004. 6- publicaciones y fuentes de distinto
origen, las cuales son citadas en el texto en cada caso.
Para esta guía se tomó como tema central la psicoterapia individual. Se excluyeron otros que
hubieran requerido un desarrollo especializado, como ser la consideración de subgrupos
especiales basados en características etarias o socioeconómicas, culturales especiales (sectores
carenciados, minorías, etc). También fueron consideradas en forma particular las formas de terapia
no individual (pareja, flia, multifamiliares, grupos, institucionales, comunidades terapéuticas, etc), ni
la psicoterapia como parte de la prevención o rehabilitación, ni las terapias focales o las
intervenciones en crisis, ni la
psicología de enlace, ni las terapias madre-bebé o, en forma más amplia, bebé- cuidadores.
Tampoco se incluyeron los grupos de autoayuda, ni las intervenciones en la comunidad. Esto no
significa desconocer la importancia de estas formas de abordaje, sino reconocer los límites del
presente trabajo. La guía del nacional institute o mental health de gran Bretaña resume así la
evidencia disponible hasta el momento: las terapias psicológicas son parte esencial del cuidado de
la salud, existe abrumadora evidencia de su efectividad para tratar una amplia variedad de
problemas y enfermedades relacionadas con la salud mental. Los trastornos para los que existe
clara evidencia de eficacia son: la depresión mayor, ansiedad generalizada, las fobias, incluyendo
sociales, trastornos obsesivos-compulsivos, trastorno por estrés post- traumático, alimenticios, los
programas de intervención familiar en la esquizofrenia, trastornos de la personalidad, el abuso de
alcohol y de cocaína, las disfunciones sexuales. El efecto es claro, los primeros metaanálisis ya
mostraba que el 80% de los pacientes tratados estaba mejor que los no tratados. La psicoterapia
es también eficiente desde el punto de vista de la relación costobeneficio. El usuario tiene el
derecho a estar informado sobre la existencia de este recurso. Como todo tratamiento eficaz la
psicoterapia puede también tener efectos negativos y es necesario incluir estos aspectos en las
investigaciones.
H. Etchegoyen. La evidencia disponible a favor de la eficacia, efectividad y eficiencia de las
intervenciones psicoterapéuticas, así como el riesgo de iatrogenia, obliga: 1. a plantear la necesidad
de la inclusión de la psicoterapia en los servicios de salud que se ofrecen a la población, y 2. a
desarrollar sistemas de evaluación y mejora de calidad de las psicoterapias ofrecidas y de
capacitación y formación continua de los terapeutas. La práctica de la psicoterapia se beneficia de
una comprensión lo más amplia posible de los trastornos y características del paciente. Esto incluye
una visión en términos de las categorías psiquiátricas tradicionales (DSM, CIE, etc.), pero este
diagnóstico no es suficiente y requiere una comprensión más fina y personalizada del paciente en
términos del tratamiento que va a recibir. Como señalan Beutler y Clarkin: "La efectiva
planificación del tratamiento debe involucrar una descripción confiable y válida de las áreas
problemáticas que son el foco de la intervención".
A nivel diagnóstico es, pues, necesario: a. Una visión general de la situación y trastornos de la
persona. b. Una comprensión específica en función de los problemas o conflictos que serán
abordados en la terapia, de las vulnerabilidades y recursos existentes en la vulnerabilidades y
recursos existentes en la persona y en sus vínculos, así como una evaluación de las posibilidades
de éxito y de las razones que hace preferible ese abordaje psicoterapéutico a otro. En
consecuencia, es posible intentar responder la pregunta de "para quién" en términos de para qué
trastorno o de para qué problema. El DSM es apreciado por su confiabilidad (aunque esta resulta
menor a nivel del eje II y, como dijimos, ha servido de base a múltiples estudios confirmatorios de
la eficacia de la psicoterapia, pero como instrumento diagnóstico resulta más útil para decidir el
tratamiento farmacológico que para la formulación de un trabajo psicoterapéutico. Entre las
insuficiencias que se han formulado mencionemos las siguientes: 1) los diagnósticos
(especialmente cuando en las investigaciones se considera aisladamente el eje 1 no reflejan de
variaciones importantes a tener en cuenta a nivel de individuos, historias vitales y de complejidad
de los problemas (2 pacientes con el mismo diagnostico pueden diferir entre si, 2- el diagnostico
marca las debilidades pero no las áreas de fortaleza de la persona y las características de su
funcionamiento psíquico, 3- ignora en gran medida las cualidades del contexto interpersonal del
paciente 4- no considera muchos de los problemas por los que la gente necesita y busca ayuda,
5- presenta imperfecciones a nivel de la validez de constructo y de la validez predictiva o de criterio.
La guía clínica de Ontario distingue 4 grandes familias de psicoterapias, que creemos que a grandes
rasgos coincide con la situación en nuestro país: a. Las basadas en una mayor comprensión de
sí mismo y de los conflictos pasados y presentes (modelo: el psicoanálisis). b. En la adquisición
y aprendizaje de nuevos comportamientos (modelo: la terapia
cognitivo-comportamental). C- en la modificación de las pautas de relación interpersonal dentro del
abordaje del sistema relacional como un todo (modelo: la terapia sistémica). d. En facilitar nuevas
experiencias en el aquí y ahora (modelo: terapias experienciales y corporales).
Tal vez el psicoanálisis y la terapia cognitivo-comportamental a nivel de fundamentos teóricos y
técnicos, constituyen los extremos del espectro (sin desmedro de que existen importantes y
persistentes ensayos de aproximación de ambas formad e tratamiento). Mientras ambas tienen un
corpus teórico y técnico muy desarrollado y referido a casos muchas veces severos, el couselling
y la terapia de apoyo constituyen el otro extremo en cuanto a una menor complejidad y
especialización teórica y técnica de las intervenciones.
Desde esta perspectiva, es posible utilizar estos tres modelos de psicoterapia (psicoanálisis, terapia
cognitivo-comportamental y counselling) para triangular un espacio que permita establecer ciertos
criterios muy generales respecto a qué terapia para quién.
MODELO I - a) Problemas: - adaptación a cambios en la vida, enfermedades o pérdidas. - estrés y
ansiedad situacional. - depresión subclínica o humor descendido . - problemas maritales y
relacionales.
- dificultades en la relación interpersonal (afirmación personal, auto confianza, intimidad) . b)
Gravedad:
- baja a moderada. c) Cronicidad: - Comienzo reciente (menos de un año, excepto para
problemas interpersonales y relacionales que pueden tener más cronicidad). d) Factores del
paciente: - Preferencia por tratamientos breves
PARA ESTOS CASOS SE RECOMIENDA TRATAMIENTOS FOCALIZADOS
BREVES (6-12 SESIONES) DIRIGIDOS A AFRONTAR LA CRISIS, COMPRENDER LOS
SENTIMIENTOS, IDENTIFICAR LOS PROBLEMAS, EXPLORAR Y/O TOMAR DECISIONES Y
DISMINUIR EL ESTRÉS. MODELO: " COUNSELING".
MODELO II- a) Problemas: - Marcada ansiedad sintomática (ataques de pánico, fobias, trastorno
por estrés postraumático, ansiedad generalizada, obsesiones y compulsiones) - Depresión,
especialmente cuando está asociada a pensamientos negativos acerca de sí mismo o de los otros
- Problemas comportamentales (de la alimentación, del sueño, control del impulso o de la
rabia, trastornos de los hábitos). b) Gravedad: - Moderada a severa c) Cronicidad: -Persistencia de
los motivos en el tiempo (meses) d) Factores del paciente: - Preferencia por el cambio sintomático
u otros objetivos concretos o prácticos más que por la autoexploración
PARA ESTOS CASOS SE RECOMIENDA LOS TRATAMIENTOS
ESTRUCTURADOS FOCALIZADOS EN EL CAMBIO SINTOMÁTICO O EN OBJETIVOS
CONCRETOS Y PRÁCTICOS ESTABLECIDOS DE COMÚN ACUERDO ENTRE TERA- PEUTA Y
PACIENTE.
MODELO: TERAPIAS DE TIPO COGNITIVO-COMPORTAMENTAL
MODELO III. a) Problemas: - Problemas de personalidad o dificultades interpersonales. - Cualquier
presentación sintomática donde los problemas puedan ser entendidos en función del modo en que
el paciente vive su vida o su manera de ver el mundo b) Gravedad: - Moderada a severa. - Intenso
deseo de autoconocimiento que necesita ser explorado. c) Cronicidad: - Persistencia de los motivos
en el tiempo (meses). d) Factores del paciente: - Interés en la auto exploración. - Adecuada
capacidad para tolerar la frustración y el dolor psíquico
PARA ESTOS CASOS SE RECOMIENDA LOS TRATAMIENTOS DIRIGIDOS A LA
COMPRENSIÓN DE SÍ MISMO Y QUE PROMUEVEN EL CAMBIO INTERIOR,
USUALMENTE DE LARGA DURACIÓN, SEA EN FORMA INDIVIDUAL O
GRUPAL
MODELO: TRATAMIENTOS PSICOANALÍTICOS. El campo de la
psicoterapia está en continua transformación, pudiendo señalarse tres procesos diferentes que se
desarrollan simultáneamente: 1. Diferenciación creciente de distintos aspectos teóricos y técnicos
en el interior de cada enfoque de psicoterapia. Los ejemplos son múltiples y abarcan a todos los
enfoques. Tomando como ejemplo el tratamiento de los pacientes borderline, podemos señalar
a título de ejemplo: el surgimiento de la terapia dialéctico-conductual de M. Linehan dentro del
campo cognitivo –conductual, articulando recursos clásicos de la terapia conductual y cognitiva con
recursos tomados de otras fuentes.
2. Propuestas integradoras, en las que existe una elaboración formal teórica y metodológica
tendiente a integrar elementos de distintas psicoterapias en modelos más amplios y abarcativos.
Mencionaremos dos ejemplos tomados de nuestro medio. En un trabajo publicado en los Anales
de la Clínica Psiquiátrica en 1969, el Prof. Dr. F. Ramírez planteó la integración de concepciones
conductuales con psicoanalíticas. En dicho trabajo busca combinar el método de entrenamiento
autógeno de Shultz, como el abordaje inicial de síntomas de angustia y psicosomáticos.
Cuando la angustia se cristaliza en síntomas fóbicos u obsesivos, utiliza el procedimiento de Wolpe,
derivado de la teoría del aprendizaje. Por último, basado en la teoría psicodinámica, establece
patrones mórbidos que le permiten abordar las situaciones conflictivas teniendo en cuenta las
relaciones objetales tempranas, el tipo vivencial, los mecanismos de defensa y la actitud frente al
mundo. Más recientemente, Sylvia Gril comenzó a desarrollar en nuestro medio la psicoterapia
cognitivo analítica (CAT: Cognitive-Analytic Therapy) de Ryle en supervisión con el autor. Se trata
de una técnica breve (8- 25 sesiones), que busca combinar elementos de la terapia cognitivo-
conductual y psicoanalista en un enfoque activo, estructurado, utilizando diagramas y elementos
escritos para lograr la colaboración activa del paciente y desarrollar procedimientos que lo ayuden
a reformular y modificar sus dificultades actuales, tomando como base el modelo de secuencia
procedimientos repetitivos relacionados con pautas de relaciones objetales. 3. Enfoques eclécticos.
Esta perspectiva defiende el uso de más de un marco teórico para el tratamiento de un
determinado paciente, tomando en forma pragmática procedimientos técnicos de distintas escuelas
para adecuarse a las características individuales de cada paciente. El énfasis está puesto tanto en
los ingredientes comunes a las distintas terapias (desarrollo de la alianza terapéutica, combatir la
desmoralización, etc.) como en la utilización de recursos de distintas técnicas. Estas formas
eclécticas de tratamiento son muy difíciles de describir en forma sistemática, pues varían de
caso en caso.
Beutler y Clarkin han intentado avanzar en esta dirección, considerando que las propuestas
integradoras y eclécticas marcan un camino que, desde los trabajos de Arnold Lazarus en los años
60 y 70, ha conducido actualmente a una segunda generación de modelos eclécticos o integrativos.
Si bien este camino puede conducir a un enriquecimiento del campo de la psicoterapia, también se
ha señalado que debe ser tomado con cautela, pues si no se procede con la suficiente claridad
conceptual y técnica, el uso indiscriminado de elementos heterogéneos puede llevar a la falta de
coherencia, a conceptos borrosos y a técnicas difusas e inconsistentes que dificulten tanto el
avance teórico como la investigación de los resultados. Tanto la diferenciación y especialización
creciente de las psicoterapias, como la búsqueda de sus ingredientes comunes y la fertilización
mutua parecen ser tendencias del momento presente que tienen un efecto positivo. La
randomización plantea serias dificultades en el caso de las psicoterapias: el paciente sabe qué
tratamiento se le realiza y no pueden dejarse de lado sus preferencias, pues la motivación juega un
papel importante en los resultados y desconocerla plantea objeciones metodológicas y éticas.
Tampoco es posible constituir grupos control sin psicoterapia, pues no sería ético privar a los
pacientes de un tratamiento efectivo. La existencia de que los tratamientos deben ser manualizados
puede resultar artificial desde el punto de vista clínico (no corresponde a la forma real en la que
trabajan muchos terapeutas) y deja de lado a las psicoterapias en las que la creatividad del
terapeuta juega un papel importante. Los criterios de inclusión en la muestra basados en trastornos
frecuentemente llevan a excluir a dos tercios de los pacientes, porque presentan morbilidad o
formas de sufrimiento que no entran en los sistemas diagnósticos tradicionales. - La influencia de
la pérdida de casos se vuelve significativa a medida que la terapia se prolonga. - Las escalas
utilizadas para la evaluación de resultados suelen ser parciales y pueden no reflejar los cambios
que el paciente más valora. La significación estadística de los resultados no siempre coincide
con su significación clínica
3. - El alcance de los resultados depende del diseño de la investigación. La estrategia puede
apuntar a los resultados a- post-sesión, b- trayectoria de resultados durante el tratamiento, c-
terminación, d- trayectoria del seguimiento y e- seguimiento a largo plazo. Como resumen, parece
claro que el intento de
evaluar la eficacia, efectividad y eficiencia de los distintos tratamientos es útil y necesario, pero
exige extremada cautela cuando llega el momento de generalizar las conclusiones. En el marco de
la investigación en proceso- resultado, Orlinsky y Howard desarrollaron en 1986 el concepto de
modelo genérico de la psicoterapia, que busca encontrar elementos comunes que permitan
construir un modelo válido para las distintas psicoterapias. Señalan así seis categorías de
fenómenos que ocurren en todo proceso psicoterapéutico, cualquiera sea su orientación:
- El contrato terapéutico.
-las operaciones terapéuticas (aspectos teóricos)
-el vínculo terapéutico (aspecto interpersonal)
-impactos en las sesiones y realizaciones terapéuticas (aspecto clínico) -modelos secuenciales
(aspecto temporal del proceso).
Este modelo ha servido de apoyo a la investigación del proceso psicoterapéutico, esto es, de los
pasos secuenciales a través de los cuales transcurre una psicoterapia. Existe una alianza de trabajo
pero esta alianza de trabajo no implica que no se ha perfeccionado las técnicas estadísticas. La
investigación de proceso y resultados ha avanzado significativamente en los últimos años,
confirmando la efectividad de la psicoterapia y clarificando algunos de sus modos de
funcionamiento. Sin embargo, conviene evitar las conclusiones prematuras que cierren el campo
de investigación, promover el desarrollo y la pluralidad de los métodos de investigación y dedicar
más esfuerzos a obtener recursos económicos y humanos.
En Uruguay Cuando se han realizado estudios de resultados estos han confirmado la efectividad
de la psicoterapia. Si esta tendencia se mantiene es de esperar en el futuro el surgimiento de
publicaciones con mayor rigor metodológico y que reúnan las condiciones para su utilización en
estudios metaanalíticos. Existe consenso de que ambos la psicoterapia y los psicofármacos deben
ser complementarios cuando está justificado el uso de ambos, existen aún situaciones donde la
decisión no es clara y que está abierta a la investigación. Lo presentado hasta aquí en la
comparación entre farmacoterapia y psicoterapia en el tratamiento de la depresión se puede
resumir en indicaciones clínicas concretas, como lo ha hecho la Asociación Psiquiátrica Americana
(APA) en la última versión de su "Guía clínica para el tratamiento de pacientes con Trastorno
Depresivo Mayor. Esta guía basada en la revisión de la literatura especializada reconoce que sus
conclusiones están sustentadas preferentemente en el uso de los tricíclicos y que hay que esperar
los nuevos datos que se acumulen con el uso de los ISRS. Efectos positivos - Los medicamentos
facilitan la accesibilidad psicoterapéutica. - La medicación fomenta funciones del Yo necesarias
para la participación en psicoterapia. - Los fármacos promueven la abreacción psicoterapéutica.
Las drogas ejercen efectos positivos en expectativas, actitudes y estigmas.La psicoterapia facilita
la adhesión a la medicación. - La psicoterapia como coadyuvante rehabilitador junto al efecto
etiológico de la droga.
Efectos negativos
- Acción placebo negativa de la medicación sobre psicoterapia.
- La reducción farmacológica de síntomas disminuye motivación para psicoterapia.
- La medicación socava las defensas promoviendo síntomas que son sustitutos.
- La farmacoterapia es suficiente y necesaria (sin psicoterapia).
- La psicoterapia puede ser sintomatológicamente disruptiva al remover conflictos.
- La psicoterapia puede disminuir la adherencia a los medicamentos al considerarlos sólo
sintomáticos.
La psicoterapia psicodinámica de larga duración no está incluida en estos estudios sobre el
trastorno depresivo. Corresponde señalar el aporte de algunas investigaciones psicoanalíticas
actuales apoyadas en investigaciones empíricas, como ser el estudio sobre los mecanismos
generadores de la depresión, como la de Sydney Blatt que comparan estudios psicoanalíticos y
cognitivos. Hollon y Fawcett llegaron a la siguiente conclusión: "la farmacoterapia proporciona un
alivio rápido y fiable del sufrimiento agudo, y la psicoterapia, un cambio profundo y persistente,
albergando el tratamiento combinado las ventajas específicas de cada una de ellas".
El clínico ideal sería el capaz de integrar información relevante tanto desde el punto de vista
biológico como del psicológico para evaluar, recetar e implementar el tratamiento. Él o ella serían
un docente y un modelo a seguir significativo, no solo para los estudiantes de psiquiatría, sino
también para especialistas en otras áreas de la medicina. La decisión de usar terapia combinada
depende del diagnóstico, comorbilidad y en definitiva, en ausencia de claras guías desde los
estudios empíricos y de acuerdo con las preferencias del paciente. En el momento actual frente a
un amplio número de trastornos, el clínico debe evaluar cuidadosamente las ventajas y desventajas
de comenzar un tratamiento exclusivamente con psicoterapia o con farmacoterapia o con ambas
simultáneamente. Puede sostenerse que la psicoterapia cambia el cerebro y la farmacoterapia
cambia la mente.
Para Gabbard estamos a las puertas de demostrar que la psicoterapia es una poderosa
intervención que afecta el cerebro. En Uruguay, existen diferentes tipos de psicoterapia que, en
esquema, y con las salvedades expuestas, podrían ser consideradas dentro de los 4 grupos o
familias de psicoterapias mencionadas más arriba (psicoanalítico, cognitivo-conductual, sistémico
y experienciales). También existe el counselling y distintas formas de terapias de apoyo. El
psicoanálisis fue la primera orientación psicoterapéutica en desarrollarse en Uruguay y las
psicoterapias dinámicas o de orientación psicoanalítica han sido históricamente las más difundidas
y desarrolladas. En el Uruguay el psicoanálisis fue introducido a mediados del siglo pasado por los
fundadores de la asociación psicoanalítica del Uruguay.
Toda la diversidad de corrientes teóricas dentro del psicoanálisis, todas coinciden en el concepto
de inconsciente, conflicto psíquico y en la importancia de las experiencias infantiles y del completo
de Edipo como determinantes de la patología. La freudiana plantean EJ: varias concepciones de lo
psíquico, primer y segunda tópica. La teoría de las pulsiones, Melanie Klein en los 50 se forja una
nueva mirada sobre las relaciones objetales proponiendo un modelo de desarrollo temprano
centrado en fenómenos iniciales de escisión y proyección propios de la posición esquizo-paranoide
seguidos por movimientos de integración tanto del sujeto como del objeto propios de la posición
depresiva, y que dan paso a formas más maduras del complejo de Edipo y del funcionamiento
psíquico. Aquí la pulsión de muerte y los fenómenos de agresión son importantes. Las ideas
klenianas se aplicaron en el tratamiento de niños, psicóticos, etc. En los 70 influencias de Bion y
Winnicott y en especial Jacques Lacan influencian dentro de las asociaciones psicoanalíticas
pertenecientes a la IPA como fuera de ellas. Plantea ideas originales como estadio del espejo, los
3 registros (real, imaginario y simbólico) etc. Formas de escuchar al paciente y de intervenir que
estuvieron en el origen de su alejamiento de la IPA.
Además de un conjunto de postulados teóricos sobre el psiquismo humano, el psicoanálisis es un
método psicoterapéutico que busca investigar la conflictiva infantil inconsciente del paciente como
forma de enriquecimiento en la comprensión de sí mismo y de su historia y concomitantemente
como un camino de resolución de su patología. Este método propone una serie de reglas técnicas
que permiten la toma de conciencia de estas influencias pri- mitivas, su transformación y un manejo
más libre de las mismas por parte del paciente. Este método se basa en la asociación libre del
paciente, que facilita la regresión y permite que el paciente pueda dar la expresión más amplia a
sus emociones y sus pensamientos. Se jerarquizan también los aspectos no verba- les de la
comunicación así como los distintos comportamientos del paciente.
Como contrapartida, el analista debe adoptar una actitud: a) de atención libremente flotante que le
permita descubrir configuraciones latentes que pueden no coincidir con el contenido manifiesto del
discurso del paciente, prestando atención a los síntomas, sueños, lapsus, recuerdos, etc.; b) de
neutralidad, en la medida en que no toma partido por los distintos deseos o fuerzas en conflicto
dentro del paciente y se abstiene de participar en la vida del paciente o de buscar establecer con
él una relación social fuera de las sesiones.
La interpretación y la construcción son las herramientas que permiten procesar de una manera
mejor los conflictos perturbadores. También el analista debe observar la transferencia, que pone
de manifiesto los modos de relación primarios reeditados en el vínculo con el analista y su propia
contratransferencia, esto es, sus reacciones involuntarias ante el paciente.
El encuadre está dado por el conjunto de constantes de lugar, tiempo, frecuencia, etc., que tienden
a facilitar que se desarrolle un proceso de cambio en el paciente a través de la comprensión de
aspectos inconscientes de sí mismo (insight).
Formas principales- En sus inicios el psicoanálisis fue una terapia individual, indicada para el
tratamiento de las neurosis, con sesiones de cincuenta minu- tos con una frecuencia de cuatro
veces por semana. Posteriormente, se implementaron nuevos abordajes para distintas patologías
o situaciones, y se produjeron modificaciones técnicas de distinto tipo, haciéndose más habituales
los tratamientos de frecuencia semanal más baja.
Tradicionalmente, se distinguió el psicoanálisis clásico, en el que se buscaba un encuadre que
permitiera la mayor profundidad posible del análisis (para lo cual se favorecía la alta frecuencia de
sesiones, el máximo de neutralidad, etc.), de las psicoterapias de orientación psicoanalítica, en las
que el encuadre podía ser menos estricto en función de objetivos más limitados.
Hoy en día algunos de estos criterios están en revisión, poniéndose énfasis en el encuadre interno
del analista, más que en sus características externas y en las cualidades del proceso terapéutico,
existiendo distintas posiciones al respecto. Al mismo tiempo, existen técnicas de psicoterapia
dinámica de tipo individual, de pareja, familiar, grupal, focal, para situaciones de crisis, etc., cada
una de las cuales ha intentado establecer procedimientos de trabajo más o menos estandarizados
y también con grados variables de consenso. Instituciones relacionadas con el psicoanálisis
– La Asociación Psicoanalítica del Uruguay (APU) fundada en 1955, fue reconocida oficial-
mente en 1961 por la Asociación Psicoanalítica Internacional. La Asociación Uruguaya de
Psicoterapia Psicoanalítica (AUDEPP), fundada en 1981, está orientada a la formación de
psicoterapeutas, para lo que exige psicoterapia personal, participación en grupos de estudio y
supervisiones por psicoterapeutas reconocidos. Organiza actividad científica periódica y edita una
revista desde 1982.
– Existen dos asociaciones de orientación lacaniana (inspiradas en la obra de Jacques Lacan),
relacionadas con grupos originarios franceses: la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y la Escuela
Freudiana de Montevideo.
– Existen también institutos dirigidos exclusivamente a la formación de psicoterapeutas como
el Centro Ágora, el Instituto de Psicoterapia (Clínica Prego), la Clínica “M. y H. Garbarino” y el
Instituto “Uno” de Estudios de la Salud Mental (Clínica Uno).
– Durante la década de 1960 existió una Asociación Psicoanalítica de Psicoterapia de Grupo
que luego dejó de existir.
– En 1994 se fundó la Asociación Uruguaya de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares
(AUPCV) que forma y nuclea a terapeutas que trabajan en el campo de la familia, pareja, grupos e
instituciones, formando parte de la Federación Latinoamericana de Psicoterapia Analítica de Grupo
(FLAPAG)*.
Si bien los requisitos para acceder a la formación en psicoanálisis y en psicoterapia psicoanalítica
y los planes de estudio son diferentes según las instituciones, la necesidad del tratamiento personal
del futuro terapeuta es un criterio generalizado en todas las instituciones de orientación
psicoanalítica. Terapia cognitivo conductual- En la década del cincuenta junto con otras
orientaciones surgió el conductismo, fundándose dos asociaciones en la década de 1980: SUATEC
y SUAMOC.
a. Fundamentos teóricos- Con antecedentes en el positivismo y el empirismo, se nutre de la
teoría clásica del aprendizaje –Thorndike– y en las teorías del aprendizaje social. Se define como
“la Ciencia de la Conducta”. La conducta es el objeto de estudio y para ello utiliza el método
científico experimental.
Denomina conducta a todo cambio que ocurre en un organismo. Desde esta perspectiva, todo lo
que puede hacer un organismo es comportarse.
El ser humano, entonces, al momento de nacer tiene una determinada carga genética –que pauta
el temperamento–; a partir de allí y como resultado de la interacción bidireccional, continua y
constante con el medio en el que se desarrolla, aprende a ser como es: a comportarse, a pensar y
a emocionase. Este aprendizaje, entendido como experiencia, es un proceso que ocurre a lo largo
de la vida del sujeto. El modelo se desarrolla a partir de los trabajos de Watson, quien, a su vez,
parte de las investigaciones de Pavlov y Betcherev sobre condicionamiento. Watson le legó a esta
corriente la denominación de Conductismo, así como el método de estudio utilizado de
condicionamiento clásico. Desarrolló la desensibilización sistemática, una técnica basada en el
condicionamiento clásico, que es utilizada en situaciones clínicas.
Alrededor de la década del 50, B. Skinner, como resultado de sus investigaciones, desarrolla otro
modelo de aprendizaje: el Condicionamiento Operante o Instrumental, con el que –poniendo énfasis
en las consecuencias generadas por el ambiente– trabaja en modificación de la conducta. Hasta
ese momento el conocimiento generado no hacía posible acceder al estudio de lo interno, del
organismo, de lo que Skinner llamara “el mundo bajo la piel”: emociones, sentimientos,
pensamientos e imágenes.
A partir de la década del 60 y al influjo de los profusos trabajos de investigación que siempre
caracterizaron a este modelo, se desarrollan los llamados Modelos Mediacionales: el aprendizaje
imitativo, observacional o vicario (cuyo principal exponente es Bandura) y el aprendizaje cognitivo,
cuyos principales representantes son Ellis, Beck y Michenbaum. Estos modelos mediacionales
explican la adquisición de las conductas internas y, por lo tanto, permiten el desarrollo de técnicas
de modificación de las mismas. El modelo cognitivo es el actual desarrollo evolutivo del modelo y
ha pasado a ocupar un lugar cada vez más importante en el tratamiento de los diversos problemas
psicológicos y/o entidades clínicas.
Actualmente, estos cuatro modelos explicativos dan cuenta de todos los comportamientos abiertos
o encubiertos, voluntarios o involuntarios, observables directa o indirectamente, e interactúan en
una sinergia constante127.
b. Técnicas- Los diferentes modelos de aprendizaje han dado lugar al desarrollo de una
multiplicidad de técnicas basadas en ellos: técnicas conduc- tuales y/o cognitivas.
Entre ellas, destacamos: Técnicas de exposición. Desensiblilización sistemática, exposición en
vivo, prevención de la respuesta, detención del pensamiento, inmersión. Procedimientos operantes.
Reforzamiento, castigo, extinción, saciedad, discriminación. Técnicas conductuales. Moldeamiento,
asignación de tareas progresivas, planificación de actividades, resolución de problemas, toma de
decisiones, técnicas de aprendizaje social, juego de roles, ensayo de conducta, modelado.Técnicas
cognitivas. Re-atribución, modificación cognitiva, debate cognitivo, cuestiona-miento socrático,
autoinstrucciones. Biofeedback.
c. Indicaciones- Las psicoterapias cognitivo-conductuales buscan establecer estrategias
diferenciadas para los distintos trastornos psicológicos. Actualmente, es posible tratar con este
modelo toda la patología mental, tanto en forma individual como grupal. Según el marco
institucional, se efectúan en nuestro país tanto dentro del ejercicio liberal como a nivel institucional
en instituciones mutuales y hospitalarias. d. Formación- Se realiza en sociedades científicas
(SUAMOC y SUATEC, ambas fundadas en 1984), donde se dictan cursos para psiquiatras y
psicólogos. El curso que dicta SUAMOC tiene cuatro años de duración, con distintos tipos de
actividades y con evaluación.
3. Terapia familiar sistémica- Plantea una nueva forma de conceptualizar los problemas humanos
y, a partir de esta, un método terapéutico.
Se origina al comienzo de los cincuenta en USA a partir de dos raíces: la práctica psiquiátrica infantil
en medios margina-les (Ackerman, Minuchin, Montalvo) y la investigación en el área de la
esquizofrenia (investigación sobre comunicación humana, familias de psicóticos, etc.). A fines de
los cincuenta se inicia su enseñanza en los departamentos de psiquiatría, psicología y asistencia
social de las diversas universidades. Los pioneros fueron: N. Ackerman en Nueva York; Murray
Bowen y Lyman Wyne en Washington; I. Borszormengy Nagy, Framo y G. Zuck en Filadelfia; S.
Minuchin y Mon-talvo en Nueva York; Bateson y su grupo en California. Por la forma multipolar en
que se ha desa-rrollado, existe gran diversidad de abordajes metodológicos y técnicos. Sin
embargo, convergen en un conjunto de premisas comunes sobre la naturaleza de los problemas
humanos y la naturaleza del cambio.
En la década de los setenta se consolidan grupos de terapia familiar en todo
el mundo. En Alemania: Sterlin; en Italia: Selvini y Andolfi; en Inglaterra: Bentowin; en Francia:
Neuburger, Benoit; así como otros autores en Bélgica, Portugal, Noruega y España. En América
Latina a fines de los 60 ya existen trabajos clínicos, realizándose el primer congreso en junio de
1970 en Buenos Aires.
a. Fundamentos teóricos- Se apoya en la teoría de los sistemas abiertos, utilizada en física y en
biología. Se describe al organismo como una organización estratificada, jerarquizada, la cual trata
de mantener la homeostasis intercambiando en forma ininterrumpida materia, energía e
información. Se diferencia del pensamiento analítico tomando en cuenta la totalidad de los sistemas
y no el individuo aislado. Pone el énfasis en lo relacional. Toma de la teoría de los sistemas los
conceptos de totalidad, interacción, organización, jerarquía, equifinalidad. De la cibernética, los
conceptos de homeostasis y retroalimentación. A partir de la teoría de la comunicación el grupo de
Palo Alto planteó la teoría del “doble vínculo”. Plantea el aspecto adaptativo de los síntomas en
familias con vínculos perturbados.
4. Terapias experienciales y otros enfoques:
– Gestalt.
– Psicodrama no analítico.
– Psicología analítica (de orientación jun-giana).
– Fenomenología y análisis existencial.
– Musicoterapia.
– Hipnosis.
La mayoría de las corrientes trabajan pre-dominantemente en forma individual, aunque muchas de
ellas lo hacen también a nivel de pareja, familia, grupo o reuniones multifamiliares, y en algunas de
ellas el enfoque familiar o grupal tiene especial importancia (sistémica, psicodramática, etc.).
b. Técnica- – Reestructuración: modificación de la estructura familiar, establecimiento de
límites. – Redefinición del síntoma: se pone el énfasis en la función homeostática del problema. –
Posición del terapeuta:
coparticipación con la familia para construir el sistema terapéutico que guiará el proceso.
c. Indicaciones- Dificultades de la familia por resolver demandas de crecimiento y
diferenciación de los hijos; problemas planteados a partir del divorcio y o nuevas uniones.
– Abuso de sustancias.
– Trastornos mentales.
d. Formación- Imparten cursos y seminarios particulares, a nivel institucional y hospitalario. La
Asociación de Terapia Familiar Sistémica (de orientación psicodinámica) agrupa a los profesionales
que desarrollan esta orientación y auspicia seminarios particulares dados por sus socios.
4. Terapias experienciales y otros enfoques – Gestalt.
– Psicodrama no analítico.
– Psicología analítica (de orientación jun-giana).
– Fenomenología y análisis existencial.
– Musicoterapia.
– Hipnosis.
La mayoría de las corrientes trabajan pre-dominantemente en forma individual, aunque muchas de
ellas lo hacen también a nivel de pareja, familia, grupo o reuniones multifamiliares, y en algunas de
ellas el enfoque familiar o grupal tiene especial importancia (sistémica, psicodramática, etc.). Desde
el punto de vista del contexto laboral, predomina el ejercicio liberal de la profesión. Desde hace
unos años se han iniciado experiencias en el ámbito mutual donde se ofrece psicoterapias de corte
analítico (individuales y grupales), las cuales requieren un pago complementario a la cuota mutual.
Las empresas médicas privadas ofrecen también este servicio por medio del pago de un ticket o
por reembolso parcial del pago efectuado. Algunas empresas y bancos públicos ofrecen cobertura
de este tipo a sus funcionarios y familiares directos. El sistema de Asistencia Integral del MSP
mantiene un convenio con la Facultad de Psicología para la provisión del servicio luego de un
período en que reembolsaba el pago de honorarios a profesionales trabajando en sus consultorios
particulares. La posibilidad de obtener asistencia psicoterapéutica gratuita está parcialmente
cubierta por el MSP, tanto en los hospitales como policlínicas, pero existen insuficiencias en la
cobertura y una grave desproporción entre oferta y demanda de psicoterapia.
No existe regulación oficial de las psicoterapias en el Uruguay, como ocurre en otros países. En
1995 surgió desde la Asociación Psicoanalítica del Uruguay y algunos otros sectores el intento de
avanzar en un sistema de regulación de las psicoterapias que ofreciera garantías a la población
sobre la atención que recibía. En junio de 2004 se fundó la Federación Uruguaya de Psicoterapia.
La psicoterapia es considerada como un trabajo profesional especializado que requiere de una
formación específica de posgrado y que, en tanto servicio que se brinda a la población, tiene como
imperativo técnico y ético el deber de estar basada en conocimientos científicos y una sólida
formación personal y profesional complementada por instancias de educación continua y de
supervisión, así como por el análisis de los aspectos personales, institucionales, etc., que
atraviesan el proceso terapéutico. El panorama que ofrece el desarrollo de la psicoterapia en el
Uruguay tiene aspectos contrastantes. Por un lado, se ha diversificado y algunas corrientes tienen
ya un desarrollo continuo de más de medio siglo expresado en actividades científicas sistemáticas,
formación acreditada y publicaciones periódicas, existiendo un lento pero continuo desarrollo de la
investigación sistemática.
Existe también un fortalecimiento de la participación de las universidades e institutos universitarios,
así como la formación de una Federación entre varias de las sociedades científicas y organismos
relacionados con la psicoterapia. Sin embargo, visto desde la perspectiva del usuario, el sistema
resulta aún desorganizado, confusionante, de acceso restringido y brinda insuficientes garantías en
cuanto a la calidad de la atención brindada tanto a nivel público y privado, al no estar generalizados
los sistemas adecuados de certificación, educación continua y auditoría.
1. Sería conveniente que se estableciera normas que regularan la práctica de las psicoterapias,
en cuya elaboración participaran las sociedades científicas, las instituciones formadoras y las
autoridades oficiales.
2. Esta regulación debería establecer los requisitos que habilitan para la práctica profesional y
cuáles son las instituciones acreditadas para certificarla.
3. Las instituciones que aspiran a formar en determinada técnica deberían poder poner de
manifiesto: a) que existen estudios que demuestran la efectividad de dicha técnica, b) que la
formación que se brinda es acorde a la necesaria para practicar dicha técnica y c) que la institución
formadora mantiene un nivel de actividad científica que garantiza que el nivel de desarrollo y
actualización de la técnica en nuestro medio es el adecuado. Los principios de la bioética rigen en
el campo de la psicoterapia. Sin embargo, ciertos problemas se presentan en forma particular en la
psicoterapia y son destacados por algunas de las guías consultadas. El tema de la Ética debe
formar parte de los programas de Educación Continua en Psicoterapia y estar incluido en las
discusiones de casos clínicos cuando estos aspectos fueran relevantes.
– Sería importante contar con un Código de Ética y Ético Procesal común a todas las
psicoterapias y que se complemente con los códigos específicos que pueden existir para distintas
formas de psicoterapia. – Este Código debe ser público y estar en conocimiento de los profesionales
y también de los usuarios. La práctica clínica como requisito previo al reconocimiento como
terapeuta también sigue pautas distintas según las instituciones, pero la tendencia dominante es a
que sea incluido. Existe en Uruguay una creciente multi- plicación y diferenciación de los ámbitos
de formación en psicoterapia, tanto a nivel privado como universitario. Pese a ello es probable que
el principal pro- blema siga siendo el creciente número de personas que ejercen psicoterapia sin
capacitación adecuada y sin una reglamentación que regule su práctica. Es también necesaria una
mayor discusión entre los distintos enfoques acerca de los componentes esenciales de dicha
formación, a saber:
– Naturaleza del título de grado necesario para iniciar la formación.
– Experiencia clínica general previa o simultánea.
– Conocimiento de los diferentes recursos psicoterapéuticos y farmacológicos para poder
formular una estrategia psicoterapéutica y recurrir a otros especialistas si es necesario.
– Nivel de la formación teórica-técnica específica.
– Características de la práctica super-visada.
– Grado de manejo de los propios problemas, de modo de controlar
su influencia en el tratamiento.
– Necesidad de mantener actividades de educación continua y formas de detección del
Burnout profesional.
En resumen, es posible formular las siguientes recomendaciones:
1) La psicoterapia es efectiva y debe ser considerada como parte de los cuidados esenciales
en salud.
2) En diversos trastornos, incluyendo los de ansiedad y depresión, no debe iniciarse el
tratamiento farmacológico sin antes haber evaluado la conveniencia del uso en forma alternativa o
combinada de la psicoterapia.
3) Frente a un caso determinado deben plantearse en primer lugar aquellas terapias que tienen
estudios que muestran su efectividad en ese tipo de problemas. En situaciones complejas, o cuando
no hay suficiente evidencia comparativa disponible, debe darse prioridad a la motivación o
preferencia del paciente.
4) El paciente tiene derecho a estar informado de las razones por las que se le propone
determinada forma de terapia, de las alternativas posibles y de la capacitación del terapeuta en
dicha técnica.
5) El importante desarrollo alcanzado por distintas corrientes psicoterapéuticas en nuestro
medio, hace que sea oportuno y necesario dar al campo en su conjunto una mayor organización a
través de un diálogo entre las instituciones psicoterapéuticas entre sí y con los demás organismos
relacionados con la salud.
6) Esta mayor organización debería comenzar por el desarrollo de ámbitos comunes, como la
Federación Uruguaya de Psicoterapia, y por acuerdos básicos en materia ética, de formación, de
evaluación de proceso y resultados, y de información al usuario.
7) Sería deseable la elaboración de un Código de Ética común y complementario del que pueda
tener cada orientación psicoterapéutica.
8) Es necesario establecer criterios de certificación en psicoterapia, estableciendo el nivel de la
formación básica del psicoterapeuta como respecto a la formación específica propia de cada
orientación. Las instituciones acreditadas para otorgar la certificación deben mostrar que mantienen
un grado de actividad científica acorde con el nivel de la formación que ofrecen.
9) Es necesario tender a formas de auditoría de calidad de la asistencia psicoterapéutica, en
especial a nivel de la asistencia en instituciones, y a desarrollar la investigación de proceso y
resultados como procedimientos de rutina.
10) El usuario debe tener el más amplio acceso a la información sobre el campo de la
psicoterapia y sería deseable que participara en el desarrollo de las guías clínicas.
Eje 3- los conflictos- el OPD distingue 7 conflictos intrapsiquicos “determinantes para la vida”,
además de las categorías referentes al rechazo defensivo de la perspectiva de conflictos y
sentimientos y a los llamados conflictivos actuales (reactivos a sucesos): 1- individuación versus
dependencia , 2- sumisión versus control, 3- deseo de protección y cuidado versus autarquía
(autosuficiencia), 4- conflicto de autovaloración, 5- conflicto de culpa, 6- conflicto sexual edípico, 7
conflicto de identidad.
Los 7 son evaluados de acuerdo a descripciones de tipo ideales, según su grado de presencia
ausente, poco significativo, significativo y muy significativo. Para cada paciente se escogen 2 de
estos patrones de conflicto como los másrelevantes. (Evaluación categorial) para el diagnóstico de
este eje. A los patrones conflictivos permanentes en el tiempo pueden agregarse los llamados
conflictos actuales, producto de sobrecarga masivas de situaciones contextuales que alteran la vida
de la persona. Para la evaluación de la existencia de aquellas cargas existe una categoría adicional.
Se habla de modo pasivo cuando el paciente está emocionalmente muy fijado a otras personas,
expresa deseos de ser cuidado y de tener seguridad. Separaciones rechazos y soledad
desencadenan sentimientos depresivos y /o angustia. El paciente es muy dependiente y
demandante y muestra conductas de aferramiento a otros. En la separación de pareja la separación
parece imposible y aquella puede ser caracterizada por un apego agobiante.
EJE IV: ESTRUCTURA-
El concepto de estructura se refiere al self y sus relaciones con los objetos, a la disponibilidad sobre
funciones psíquicas en la regulación del self y su relación con los objetos internos y externos. Se
trata de lo que el sujeto puede es decir de sus capacidades. El OPD distingue 4 niveles de
integración de la estructura alta, mediana, baja y desintegrado. La operacionalización de la
estructura se da por medio de 4 dimensiones estructurales: percepción de sí mismo y del objeto, 2-
capacidad de manejo (autorregulación y regulación de la relación con el objeto); 3- comunicación
emocional (comunicación hacia adentro y hacia los otros), 4- vinculo (con objetos internos y
externos).
Se puede ver que en algunos ámbitos hay entrecruzamientos y sobreposicones en cuanto al
contenido, así como posibles interacciones. La estructura psíquica en cierto modo representa el
fondo sobre el cual ocurren los conflictos (intrapsíquicos) con sus patrones de solución, adaptativos
o no. Como epi-fenómenos, los patrones relacionales son más observables que la estructura
psíquica y los conflictos internos.
DIAGNÓSTICO DE ESTADO O DE PROCESO: POSIBILIDAD DE LA
CONSTRUCCIÓN DEL FOCO- además de ser un sistema diagnóstico y de investigación, la meta
más importante del OPD es su uso en el ámbito clínico- psicoterapéutico. Sus resultados entregan
al clínico la ayuda en su proceso reflexivo respecto a la indicación y planificación de la terapia.
Además los resultados del OPD dan orientaciones concretas respecto a los temas relacionales que
deben ser trabajados en terapia. Todos los ejes permiten la determinación del foco. Los focos
finalmente corresponden a un perfil de los resultados de la evaluación del OPD, los cuales son, en
parte, los factores que causan perpetúan el trastorno, desempeñando un papel fundamental en la
psicodinámica de la enfermedad. Asociado a ello está la presunción que se debe producir un
cambio en estos focos para poder obtener un avance terapéutico sustancial. Según el tipo de
trastorno, peso relativo de los aspecto estructurales o de conflicto es diferente y que esa relación
estructura / conflicto deberá reflejarse en la elección del mismo. En casos unívocos es posible elegir
solo focos de conflicto o solamente de estructura. En base al diagnóstico individual del OPD se le
puede dar nombre a los diferentes focos terapéuticos. Estudios han mostrado que 5 focos son
suficientes para dar cuenta de los diferentes aspectos del trastorno y características del paciente.
En la práctica clínica son los propios terapeutas quienes eligen los focos y ajustan el
tratamiento. Para diferenciar los cambios terapéuticos en los resultados del OPD de una simple
dicotomía, hay cambio /No hay cambio, se ha desarrollado la escala de cambio estructural de
Heidelberg. El uso de estos instrumentos permite especialmente una descripción diferenciada del
proceso, y los resultados terapéuticos desde una perspectiva específica del proceso psicoanalítico.
Esta lógica de la determinación del foco e indicación, se ha desarrollado especialmente en el ámbito
del eje IV, ESTRUCTURA. Con esto el OPD-2 Cumple con los requisitos actuales de la
investigación en psicoterapia, que quiere captar los efectos del cambio durante el proceso
(microcambio) para identificar los mecanismos de acción de la terapia. Este éxito no debería
medirse con cuestionarios objetivos o cualquier instrumento de observación, sino con aquellas
categorías y términos con los cuales ha sido formulado el problema clínico, de esta manera el
problema a tratar, el proceso de intervención y el resultado del tratamiento se afirman sobre una
base conceptual común.
Desde la publicación del manual del OPD en 1996, muchos psicoterapeutas lo han conocido y han
trabajado con él. También existe un manual de aplicación especial para el ámbito del tratamiento
de padres con bebés y niños pequeños.
El OPD puede- 1- aportar una orientación clínico- diagnóstica para el uso clínico, a la vez que sobre
la base de criterios diagnósticos relativamente flexibles y abiertos (directrices) le permiten al usuario
un cierto rango de libertad en el diagnóstico. El OPD aporta, por lo tanto, a una mayor transparencia
en el sentido de asegurar la calidad. 2- ser de gran utilidad para la formulación en psicoterapia
psicodinámica. Debido a que los fenómenos psíquicos operacionalizados han sido formulados lo
más cercano posible a lo observable, es posible ejercitarse en la clasificación psicodinámica y
fenomenológica. 3- ser utilizado como instrumento de investigación. Al tener criterios diagnósticos
más estrictos, permite una mayor homogenización de la muestras en los diferentes estudios. 4-
contribuir a una mejor comunicación en la comunidad científica (en el sentido amplio, otras
disciplinas y orientaciones psicológicas y restringido, dentro del psicoanálisis) de los constructos
psicodinámicos. El OPD permite esta mejor comunicación de formulación psicodinámicas, gracias
a que se ha mejorado la confiabilidad en relación a los sistemas diagnósticos anteriores.
El manual del OPD entrega una base para la discusión clínica, lo que es valorado por muchos
clínicos. Teorías psicoanalíticas más complejas y concepciones de casos psicoanalíticos detallados
pueden ser establecidas aditivamente a esta base. Las experiencias precedentes con el sistema
OPD indican
que los ejes construidos tienen utilidad clínica en ámbitos de tratamiento completamente diferentes,
así como también son variables observables de un modo confiable en el contexto de la
investigación.
Fiorini
Delimitaré el campo, para considerar no las “psicoterapias”, sino solamente las psicoterapias
psicoanalíticas, en sus relaciones con el, o tal vez, los Psicoanálisis (pluralidad destacada por
autores como Green o Wallerstein, que me parece da mejor cuenta de la diversidad de líneas
teóricas y de prácticas clínicas que se desarrollan hoy en el mundo).Una perspectiva de desarrollos
plurales aparece ya en la Comunicación de Freud al V Congreso Internacional de Budapest (1918).
Habla de “Nuevos Caminos de la Terapia Psicoanalítica”. Tomaré tres jalones de esa comunicación:
a) “…las variadas formas de enfermedad que tratamos no pueden tramitarse mediante una misma
técnica…ello implica una actividad nueva… nuevos desarrollos aguardan a nuestra terapia”.
b)”…el logro del paciente depende también de cierto número de circunstancias que forman una
constelación externa” Freud entiende que intervenir, para modificar esa constelación de una
manera apropiada, va a constituir “una clase de actividad enteramente justificada …” “ Notan
ustedes que se nos abre aquí un nuevo campo para la técnica analítica”, dice Freud.
c) Freud comprende que el futuro traerá consultas en sanatorios y hospitales. La demanda se hará
masiva. Entonces…” se nos planteará la tarea de adecuar la técnica a las nuevas condiciones”.
Vislumbra la necesidad de apelar a combinaciones de recursos, unos forjados en su practica
analítica, otros sujetos a ulterior invención. “Nos veremos precisados a buscar para nuestras
doctrinas teóricas la expresión más simple e intuitiva”. Solo pondremos en cuestión todo supuesto
de simpleza para esas futuras intervenciones, aunque podríamos convenir en la búsqueda de
expresiones que sinteticen y hagan comprensible ese saber analítico para nuevas poblaciones. (S.
Freud. Obras Completas. t.XVII, 1979, Buenos Aires, Amorrortu, pags. 157, 158, 162 )
BIFURCACIONES
Con estas aperturas se trazaron para el Psicoanálisis líneas de bifurcación:
unos analistas seguirían trabajando con la técnica llamada “clásica”, otros comenzarían a indagar,
a la par con su formación clásica, los nuevos caminos. Muchas controversias han girado sobre ese
punto de viraje. Reparemos en que ambos grupos no eran simétricos, ya que el segundo grupo de
analistas tenía una doble formación, un doble campo de experiencias. Esa asimetría, no explicitada,
ha encubierto en ocasiones, condiciones de debate equívocas. Otro problema epistemológico ha
oscurecido por mucho tiempo la condición de esos intercambios. Mientras en la teoría los conceptos
generalizan, cada práctica se realiza en su singularidad, con despliegues de condiciones clínicas y
técnicas propias de cada proceso. Badiou coincidió con Deleuze en destacar el método que explora
“los casos de un concepto”. El caso debe forzar al pensamiento, obligarlo a pensar. Una consigna
de Deleuze: “No piense Ud. para siempre, piense cada vez”.
Remito en este punto a los encuentros entre Foucault y Deleuze sobre las relaciones entre teoría y
práctica. En ellos se destaca que la práctica no se reduce a ser campo de aplicación de una teoría,
sino su puesta a prueba, lugar de problematización de esa teoría. Con la visión siguiente “Cada
teoría crece y de desarrolla hasta llegar a un punto de detención, que se levanta ante ella como un
muro infranqueable. Ese punto tendrá que ser perforado por una práctica”. Creo que también la
inversa puede ser algo interesante a considerar.
NUEVOS CAMINOS, OTRAS PRÁCTICAS
Hacia la década del 30 en el Instituto de Psicoanálisis de Chicago, Alexander y French desarrollan
variantes técnicas de psicoterapia psicoanalítica focal. Trabajan frente a frente, evitan ahondar la
regresión transferencial (que venía acentuada por la orientación kleiniana), desenvuelven un
principio de flexibilidad en el encuadre, roles e interacciones con el paciente, prestan mayor
atención al motivo de consulta manifestado como prioritario, entienden que en lapsos breves
pueden cumplirse ciclos, partes de un movimiento de la organización psíquica estimados como
beneficiosos por los consultantes.
En otra década, en el 50, en la Clínica Tavistock de Londres, Balint y Malan desarrollan experiencias
de terapia focal concordantes en muchos aspectos con la experiencia de Chicago, empleando una
teorización kleiniana en torno a conflictos básicos y el trabajo con conflictos derivados. Asignan
importancia central a un conflicto manifestado en la relación transferencial, al que consideran
“conflicto focal
“.
En la década del 60, en el Policlínico de Lanús, con Mauricio Goldenberg, desarrollamos una muy
vasta experiencia de psicoterapias psicoanalíticas focales, con poblaciones aun mayores que las
trabajadas por los autores precedentes, (hasta 2000 consultas por año) con discusiones diarias de
criterios estratégicos y de articulación de recursos técnicos. La invención y la diversificación prevista
por Freud, incluía en Lanús un trabajo en equipo, de terapeuta individual, terapeuta familiar,
terapista ocupacional, trabajador social, trabajador corporal, intervenciones grupales e
institucionales como asambleas y club de recreación con actividades culturales.
Miembros Titulares de APA, egresados y candidatos de esta institución formaron parte
preponderante de esta experiencia. Ateneos clínicos, conferencias y debates durante 15 años
intentaron pensar los alcances y límites de estas psicoterapias. Vivimos allí fecundas controversias,
con la ocasión de una elaboración grupal sobre puntos nodales de intersección entre teorías y
prácticas altamente diversificadas.
Cuando el giro político represivo interrumpió la experiencia hospitalaria, continué personalmente
interesado en la investigación de las líneas que la enseñanza de Goldenberg había lanzado, con
su notable empuje creador. Fundamos con un equipo de colegas el Centro de Estudios en
Psicoterapias, institución de asistencia y formación que ahora cumple 30 años. Conducida con el
objetivo de desplegar la investigación y la fundamentación teórica y clínica de aquellos Caminos,
que Freud anunció en 1918. Varias publicaciones documentan la línea de estudios desarrollada.
Lo que considero especial de la enseñanza de Goldenberg es su ubicación en una triple
perspectiva: psicoanalítica, social y existencial. He encontrado asimismo en Pichón Rivière y en
Bleger esa amplitud de dimensiones entrelazadas. Estas posiciones de indagación interdisciplinaria
encuentran convergencia con lo que después autores como Prigogine y Morin han extendido con
Epistemologías de Complejidad. Morin propone un sujeto bio-psico-socio-antropológico.
Las dimensiones hoy abiertas para producir una intersección elaborativa, entre esas direcciones,
son ocasión de un trabajo interminable, como el análisis mismo. Convocan a los Psicoanálisis, a
los psicoanalistas, a reformular modelos y diseños clínicos que deben enlazar varios planos,
incluyendo el grupal, el institucional y el comunitario. En los últimos años, el trabajo en redes
comunitarias, exige nuevos esfuerzos al pensamiento psicoanalítico, que debe relevar, actuando
en esas redes, dinámicas de orden inconsciente individual, grupal y colectivo.
VARIANTES TECNICAS
Uno de los puntos que he citado en la Comunicación de Freud:
diferentes patologías requeriran diferentes técnicas.
1. Freud planteaba “ya en las fobias …”. Efectivamente las psicoterapias con pacientes fóbicos
han mostrado la importancia del trabajo con un encuadre variable, según oscilaciones en
ansiedades de tipo claustrofóbico, que surgen en relación con el cierre de un contrato. Esas mismas
ansiedades conducen con frecuencia a establecer una baja frecuencia de sesiones en las primeras
etapas de un proceso, y a trabajar frente a frente. En el trabajo de las sesiones con pacientes
fóbicos encontramos cierta condición de exploración “indirecta” de sus problemas. El paciente teme
el contacto con su mundo interno, entre sus defensas evitativas cuenta también evitar el encuentro
con algo de su inconsciente. La tarea por un tiempo pasará por aceptar una modalidad exploratoria
proyectiva, él piensa en los otros, qué pasará en otro, se permite ir pensándolo lentamente, mira al
interior de otro desde el umbral. Esto supone un timing especial con las interpretaciones
transferenciales, así como con las referidas a todo lo que hace a su propio acontecer de orden
fantasmático.
2. En las psicoterapias con trastornos narcisistas, marcados por el déficit en la configuración e
investimientos del sí mismo, hemos debido también encontrar recursos técnicos especiales. Hemos
caracterizado el empleo de “intervenciones vinculares”. El analista ofrece un modo activo de
contacto, se dispone a constituir un “nosotros” antes de apresurar distinciones entre “usted” y “yo”.
Winnicott inicia así la entrevista con una madre: “Hablemos de su hija, eso quebrará el hielo”. Esas
intervenciones vinculantes ejercen una función contenedora para pacientes con una frágil
cohesividad en las representaciones del sí mismo, la que les dificulta el sostén por sí mismos de
una demanda terapéutica. Se ha destacado la importancia de la resonancia empática expresada
por el analista en fases cruciales del proceso.
3. El trabajo clínico con pacientes fronterizos nos enfrenta a menudo con ansiedades múltiples
y múltiples áreas de conflicto superpuestas. El material es caótico. Es necesario en ocasiones
“focalizar”, en el sentido de ordenar la búsqueda, localizar prioridades, dar cierta continencia en
cauces para pensar un psiquismo fragmentado. Esa tarea se nos reveló como la de seleccionar un
foco que espontáneamente no llega a delinearse en la experiencia de caos. Propuesta “activa” del
analista, que verá si puede ser aceptada por el paciente. Kernberg ha mencionado actividades de
encuadre especiales al tratar pacientes fronterizos con riesgo suicida.
También está en juego seleccionar un foco, entre varios posibles, en situaciones donde un área de
vida ofrece mayor riesgo (médico, laboral, jurídico). En tales situaciones, decía Malan, la
focalización opera con atenciones y desatenciones selectivas, se alternan asociaciones libres con
asociaciones intencionalmente guiadas. También con interrogaciones, que buscan ampliar
información sobre esas áreas.
4. En las psicoterapias de crisis se pone de relieve aquella referencia de Freud a circunstancias
que configuran una constelación de factores internos y externos en los que habrá que intervenir.
En la práctica clínica abundan consultas en las que la angustia y la depresión resuenan con una
crisis financiera de una empresa que está en quiebra, una agudización de conflictos familiares que
crecen con la crisis, la
aparición de trastornos neurovegetativos psicosomáticos, una desorganización de
la perspectiva temporal, porque el
presente es oscuro y el futuro incierto en muchos
planos de existencia. Trabajamos hace años en el desarrollo del concepto de Situación, para
pensar esa constelación de múltiples factores de descompensación y desorganización, y poder
actuar sobre la misma. La situación de crisis requiere a menudo de sesiones individuales
combinadas con entrevistas de pareja, de familia, o de un equipo de trabajo. Introduce variaciones
de encuadre y de modalidades de intervención técnica.
En una publicación reciente, Green incluye en los Psicoanálisis actuales el trabajo con un setting
clásico y el trabajo con psicoterapias psicoanalíticas, pensadas como “el Psicoanálisis con
encuadre modificado” (que proponemos pensar como encuadre variable, sujeto a reajustes según
movimientos del proceso, como lo comprendió Alexander ). Se ha citado una intervención de
Winnicott en el PreCongreso de la IPA en Roma, en 1969. Le plantearon si trabajar según consultas,
irregulares, esporádicas era psicoanálisis o psicoterapia. A lo que contestó: “Presten atención a lo
hecho con la transferencia y el inconsciente, más que a los aspectos formales del encuadre. Si es
o no psicoanálisis, por qué el caso Juanito es un clásico de la literatura psicoanalítica? “
5. En este panorama de ampliaciones del trabajo del Psicoanálisis debemos referir la terapia
psicoanalítica grupal que tuvo en Bion uno de sus iniciadores. Merecen especial atención los
estudios de Anzieu y Kaës , como los de Puget y los de Berenstein, que han ahondado en las
configuraciones vinculares. Tales configuraciones, que pueden evocarnos aquellas constelaciones
nombradas por Freud, implican zonas de un inconsciente individual y grupal. Estas indagaciones
han forjado modos de intervención que cuentan con los recursos de una trama grupal, modalidades
técnicas diferentes de las aprendidas en la formación psicoanalítica tradicional. La psicoterapia
psicoanalítica grupal con recursos psicodramáticos introduce otras intervenciones, sustentadas en
teorías de la escena y la puesta en acto emocional, con efectos actuantes como activos
disparadores de cadenas asociativas y experiencias de vincularidad.
CONTROVERSIAS
El punto puede llevar a un anecdotario muy vasto sobre líneas que discuten a otras líneas,
participantes de una misma línea que difieren entre sí, debates en coloquios y congresos cuyos
ejes van variando según continentes y según épocas.Quisiera aportar consideraciones en un
panorama lo más amplio posible que hace a modos de pensamiento. El pensamiento actúa en el
tiempo de manera pulsátil, opera contracciones y expansiones, cierra y abre. En una fase una
operación unificadora de pensamiento ha logrado arribar a un concepto, un modelo, una práctica
clara (que permite suponer un “oro puro”). Allí estamos en la perspectiva de Parménides: el
concepto de la verdad es una esfera perfecta, de superficie lisa y reluciente. El espíritu allí
descansa: esa porción del mundo se ha reunido en la unidad.
Pero algo de la experiencia no cerrará allí, hará corte, divergencia, dispersión de lo previamente
unificado. Otras líneas pensables en ese campo recuperan su poder pulsátil, entran en nuevos
movimientos. El conjunto experimenta desplazamientos, un campo de fuerzas mueve una
diversidad desplazable de elementos heterogéneos (allí se forman “aleaciones”, mezclas) Es la
visión de Heráclito. Ferrater Mora estimó que toda la historia del pensamiento en Occidente
transcurre en la tensión entre Parménides y Heráclito, entre unificar y diversificar. Estudios actuales
de Harvard, sobre tipos de inteligencia, muestran que, además de inteligencias matemáticas y
musicales, hay una inteligencia analítica conceptual, una inteligencia práctica, una inteligencia
creadora, que se combinan de modos variables en diferentes individuos. Ciertas controversias
pueden sostenerse entre esos diferentes modos de procesar información y experiencias.
Agreguemos, al problema de las controversias, narcisismo y poder. Cada uno inviste
narcisisticamente los resultados de su propia línea de investigación. Otra línea trae en principio
noticias del no-yo, tomadas con recelo y desinterés.
En muchos casos el anhelo de poder interfiere el dialogo científico e instala el desencuentro, pero,
como le gustaba decir a Cortázar, lo hace ya desde otro ángulo de tiro.
Atravesando las dificultades que crean esas condiciones de desencuentro, subrayemos la
importancia de ahondar en los problemas teóricos y técnicos que plantea una práctica que no ha
cesado de diversificarse, con una teoría que no está destinada a ser terminable
En varias décadas una controversia tomó cuerpo entre analistas norteamericanos. Unos
defendiendo un criterio de cierre en una técnica única, “la cura clásica”, como exclusiva para aspirar
a producir efectos terapéuticos significativos. Otros sosteniendo una diversidad de abordajes
técnicos fundados en la teoría psicoanalítica, con apreciables resultados y procesos evaluables.
Esta segunda línea llevó adelante durante casi 30 años el Proyecto de
Investigación de Psicoterapias de la Clínica Menninger. Robert Wallerstein en su Informe Final
destacó como conclusión que las distinciones tradicionales en la literatura analítica, entre cambio
estructural basado en la resolución interpretativa del conflicto intrapsíquico subyacente, y “meros
cambios de conducta” por el trabajo con otros enfoques técnicos, a la luz de esos estudios no se
sostienen. Encuentra procesos, con importantes efectos, en psicoterapias psicoanalíticas,
incluyendo en casos indicados la acción eficaz de intervenciones “de apoyo”. Una puntualización
sobre estas distinciones técnicas y su comprensión psicoanalítica puede leerse en un informe de
Kernberg, que tuvo tambien a su cargo por períodos el estudio de la Clínica Menninger.
El concepto de foco, empleado con frecuencia en trabajos técnicos mantiene hasta ahora un status
teórico impreciso, ya que en las referencias al mismo coexisten criterios sintomáticoa (“los síntomas
salientes que motivan la consulta” o “los puntos de urgencia”), interaccionales (“el conflicto
interpersonal que desencadena la crisis”, caracterológicos (“una zona de la problemática del
paciente que admita su delimitación de otras zonas de la personalidad”), propios de la díada
paciente- terapeuta (“los puntos de interés aceptables para ambos”) o técnicos (“la interpretación
central en la que asienta todo el tratamiento”) (1, 2, 3). En el campo de las psicoterapias estos
criterios se yuxtaponen sin establecer ligazones entre
sí. Lo que esta pluralidad de conceptos deja entreveres que foco puede aludir a una organización
compleja de la cual aquellos criterios recortarían fragmentos. Discutiremos quí la posibilidad de
trabajar sobre cierto modelo teórico de foco que encuentre para aquellos referentes un orden
unificador, proponer una estructura que organice un campo común de diagnóstico y terapéutico. En
primer lugar cabe subrayar el origen eminentemente empírico del concepto foco. El trabajo
psicoterapéutico se orienta siempre (y a menudo de modo intuitivo) hacia la delimitación de un eje
o punto nodal de la problemática del paciente. Los primeros registros sistemáticos de una
experiencia clínica con psicoterapias breves, por ejemplo muestran que la modalidad asumida por
la tarea en sesión es la de una focalización”, un diafragmado en la óptica del terapeuta que induce
la concentración selectiva del paciente en ciertos puntos de su problemática.
Más aún, los pacientes tienden naturalmente, de entrada, a mantener una focalización. La
posibilidad de organizar el relato, seguir una línea directriz, seleccionar recuerdos e imágenes,
depende de cierta fortaleza en las funciones yoicas adaptativas. Sólo en pacientes con marcada
debilidad yoica puede encontrarse espontáneamente un relato disperso, ramificado. Empíricamente
la focalización parece expresar necesidades de delimitar la búsqueda de modo de concentrar en
ella atención, percepción, memoria, todo un conjunto de funciones yoicas; tal concentración puede
ser condición de eficacia para el ejercicio de estas funciones.
Dinámicamente la focalización está guiada por la dominancia de una motivación que jerarquiza
tareas en función de resolver ciertos problemas vividos como prioritarios. En situaciones de crisis
por ejemplo, el motivo de consulta con densa síntomas, cierta conflictiva central ligada a los
síntomas, obstáculos creados para la resolución de la situación.
Por esta capacidad de condensación el motivo de consulta se transforma a menudo en el eje
motivacional organizador de la tarea, y en consecuencia facilitador de la misma. A la vez el trabajo
sobre el motivo de consulta es reforzador de la alianza terapéutica. Alexander destacaba
particularmente su importancia:
“... es importante que el terapeuta descubra primero qué es exactamente lo que desea el paciente.
Es éste quien debe suministrar el incentivo para lo que haya de lograrse en el tratamiento, y por
más celo reformador que haya por parte del terapeuta, todo será inútil a menos que pueda
aprovechar para su uso terapéutico algún fuerte motivo del paciente. Se deduce que aquél debe
hacer frente al paciente primero en su propio terreno, aceptando provisoriamente sus puntos de
vista sobre el problema y sólo con ulterioridad –después de orientarse sobre los motivos reales del
paciente- tratar de utilizar estos motivos para fomentar los objetivos terapéuticos que puedan
parecer de posible realización” Operativamente la focalización conduce a trabajar sobre
asociaciones intencionalmente guiadas, más que sobre asociaciones libres. Si en la técnica
psicoanalítica la dificultad del paciente para asociar libremente puede ser tomada como índice de
resistencias, en psicoterapias, a la inversa, la evitación de una actitud exploratoria intencionalmente
guiada puede ser considerada resistencial. (Se trata de énfasis diferentes en función de tareas
distintas, ya que en otro nivel lo resistencial estará expresado, para ambas técnicas, en una rigidez
del pensamiento que impida combinar flexiblemente los dos estilos de asociación, libre y guiada.)
Diafragmado operacional del foco sobre la base de ciertos reguladores y retorno a la totalización.
En muchos momentos del proceso la tarea no abarca la totalidad de los componentes de la
situación sino que se concentra, por una especie de diafragmado, en algunos de ellos, recortando
alguna zona de la estructura. La profundidad con que se explore cada zona y la amplitud con que
pueda comprenderse la estructura de totalidad depende de una serie de factores reguladores que
comprenden: a)Desde el paciente y su grupo familiar, un conjunto de factores: condiciones de vida,
culturales, ocupacionales, geográficos; motivación y aptitudes para el tratamiento.
b) Desde el terapeuta y la institución otros condicionantes: esquemas teóricos, recursos
técnicos que integran su arsenal terapéutico, disponibilidad de personal y espacios, estilos de
supervisión: este conjunto de factores influye en decisiones sobre tiempo, objetivos y técnica que
son a su vez reguladores del foco.
Este conjunto de factores establece la amplitud general que habrá de darse al trabajo sobre el foco.
c) En cada momento del proceso no obstante, la focalización adquirirá una amplitud particular.
Este conjunto de reguladores delimita sobre la situación total un cono de amplitud variable; cada
sesión puede ahondar selectivamente ciertas zonas del cono. Lo esencial, sin embargo, reside en
que cual quiera sea el sector de elementos explorados, éstos sean comprendidos como integrantes
estructuradosestructurantes de la situación.
El trabajo con el foco seguirá en psicoterapia esta secuencia:
1) El paciente inicia la sesión aportando un material disperso, hecho de episodios recientes,
recuerdos, observaciones sobre los otros y vivencias personales en esos episodios.
2) Transcurrido un tiempo de ese despliegue inicial, el terapeuta interviene para preguntar en
una dirección específica, o bien reformula el relato, subrayando de modo selectivo ciertos
elementos del relato significativos desde la situación- foco.
3) El paciente recibe esta reformulación y comienza a operar con ella: produce asociaciones
guiadas por la nueva dirección impresa a tarea, amplía elementos recortados por el terapeuta. 4)
Nuevas intervenciones del terapeuta tomarán ya ele mentos parciales componentes de la situación,
a los fines de ahondar en ellos, y articulaciones del conjunto, en un doble movimiento analítico-
sintético, que Sartre ha caracterizado como momentos regresivo y progresivo del análisis de la
situación. Este último apunta al encuentro de una totalización singular, a realizar “la unidad
transversal de odas las estructuras heterogéneas”. El movimiento de diafragmado entonces se
acompaña de un retorno a la totalización, en una alternancia constante desde las perspectivas entre
figura y fondo.
Un movimiento donde se trabaja a la vez sobre los detalles y sobre el conjunto. Un método que
Sartre encuentra en Marx: “Si subordina los hechos anecdóticos a la totalidad (de un movimiento,
de una actitud), quiere descubrir ésta a través de aquellos. Dicho de otra manera, a cada hecho,
además de su significado particular, le da una función reveladora; ya que el principio que dirige la
investigación es buscar el conjunto sintético; cada hecho una vez establecido, se interroga y se
descifra como parte de un todo; y es sobre él, por medio del estudio de sus faltas o de sus
sobresignificados cómo se determina a título de hipótesis la totalidad en el seno de la cual
encontrará su verdad”.
Tabó, J: Devenires en la Clínica
ENTREVISTA
La entrevista se debe pensar según el contexto: histórico, social, institucional, y/o teórico, etc.
Reflexionar críticamente en relación al encuentro con otro que nos consulta, en tiempos de
complejidad, implica interrogarnos, cómo y qué uso hacemos de nuestras herramientas, de las
estrategias metodológicas y sus enfoques.
Rediseñar críticamente implica traer lo nuevo, establecer una discontinuidad o ruptura con lo viejo,
interrogarse sobre aquello que nos complete y funciona como nexo, para no quedar fascinados por
un discurso nuevo y reincidir en viejas aunque renovadas recetas prometedoras de cambio.
“…la psicología clínica se articula con postulados interdisciplinarios y sus hipótesis se ubican en
tramas de saberes contextuados…” “La contextualización e interdisciplina requiere el dialogo
permanente con otras fuentes de saber acerca de la subjetividad asumiendo que los
“conocimientos” no poseen un carácter asertivo, sino que, al tiempo que funda y fundamenta
hipótesis reconoce los límites de sus proporciones conceptuales y metodológicas” Lubartowski, R.
Najmanovich, qué significa historiar: “La actividad de historiar es ella misma arte de la historia. Es
imposible “salir” del presente, desde su ombligo emana el tiempo. Pensamos desde el “hoy”, es
imprescindible tomar conciencia del socio-centrismo”. “Aceptar que nuestra mirada surge del
presente, está penetrada por sus categorías, sus métodos, su estilo, estos son nuestras
herramientas para construir una historia posible, siempre incompleta, y aun así pletórica de sentido.
Una historia que pueda incluir a los “otros” del pasado, como “legítimos otros”, con sus propias
categorías, narraciones y preocupaciones”. “Historiar es una función activa de una subjetividad
encarnada en el espacio-tiempo. Hablar de función historizante, para destacar la actividad y
dinamismo del proceso. Entiendo esta función historizante como la capacidad humana de dar
sentido al pasado, sumergiéndose en los meandros de la memoria, dialogando con los restos
arqueológicos que nos llegó un tiempo anterior, que no puede ser revisitado más que por
inferencias, hilando indicios y tejiendo historias, desde un hoy ineludible para el historiados.”…”La
función historizante produce narraciones sobre un pasado que no es totalmente independiente de
nosotros, ya que se instala a través de nuestra memoria, nuestros sistemas simbólicos, nuestras
preguntas”
“Historiar” el enfoque la técnica en la Entrevista:
Cuando el consultante narra su historia, el clínico entrevistador buscará analizar ese discurso
narrativo que dista de lo real vivido, pero sí tiene sentido desde lo real vivenciado en otros tiempos
y espacios, hoy “persentificados”. Es a través de la palabra, que el sujeto encuentra el nexo
sostenible de ese proceso histórico que impacta en él, buscando en la consulta nuevos significantes
y significados a sus recuerdos vivenciados.
Estos acontecimientos nos posicionan en crisis, desde su acepción creativa del término, en relación
a las técnicas psicológicas, que intentan dar respuestas al conocimiento de un sujeto dentro de un
marco contextual diferente al que fueron creados. No son obsoletos, sino que son un instrumento
que la clínica directa nos confirma a su validez, pero necesariamente deben recontextualizarse de
continuo, en el devenir histórico y para la subjetividad actual.
Desde el punto de vista del nuevo paradigma, implica aceptar el desafío de la incertidumbre y tolerar
el tiempo de espera entre la solicitud de la consulta y el primer encuentro. Ello quiere decir, no
buscar sólo en lo conocido y armar modelos de abordajes pre-establecidos, sino permitir un espacio
a la incertidumbre que nos provoca la consulta.
Considero trascendente recibir al consultante con una expectativa profesionalmente sustentada,
tener como respaldo contextual, nuestros marcos teóricos referenciales el conocimiento de las
diversas técnicas, sin que ello implique una metodología inflexible que impida la “construcción de
la consulta” con cada sujeto en particular.
¿Cómo analizamos las entrevistas? Construcción y análisis de las líneas de conflicto:
Frente a las entrevistas, los estudiantes se encuentran con las primeras ansiedades y fantasías del
contacto con el consultante, fantasías tanto de ayuda como de daño.
Partimos del discurso manifiesto, proponiéndoles despegarse de éste, pero construyendo a partir
de él, los sentidos donde se expresa lo inconsciente, lo latente, vinculándolo con los datos de la
realidad significativos.
Es importante abordar sobre la importancia del desarrollo del discurso del consultante. No tendrá
el mismo sentido inconsciente, una expresión similar o igual, en el contexto de otro discurso en otra
secuencia del discurso acompañada de otro lenguaje paraverbal, y en otro consultante. Tampoco
tendrá el mismo sentido, en el mismo consultante en otro momento de su historia, en el encuentro
con otro profesional, en la entrevista de pareja o familiar. Tenemos que tener en cuenta si consulta
por sí mismo o por otro.
Debemos pensar desde los diversos ámbitos en que se aborda la consulta: privada, institucional,
grupal, laboral, judicial.
En la medida en que vamos analizando, iremos estableciendo hipótesis sobre líneas de conflictiva,
que se irán ratificando o rectificando, con los nuevos sentidos que vayan apareciendo, y vayamos
estableciendo nexos asociativos.
Es aquí donde aparece la importancia de la aptitud clínica. Aptitud conformada con los
conocimientos teóricos, la formación técnica, la experiencia acumulada, y el conocimiento personal
del psicólogo.
En un primer contacto, escucha con el material clínico debemos despegarnos del contenido
manifiesto, construyendo sentidos, con una mirada no ingenua, no prejuiciosa, no moralista. A partir
de ello iniciaremos el planteo de hipótesis en relación a lo que le acontece al consultante.
Pero no toda hipótesis es válida; realizaremos hipótesis sin temor, pero contrastándolas en todo el
desarrollo de la entrevista y/u otros momentos del proceso de consulta.
Las hipótesis sirven para ir pensando, para ir trabajando, tanto en relación al consultante como
también a lo generado en el grupo de estudiantes.
En general, en las primeras entrevistas se pueden vislumbrar elementos indicadores de todas las
conflictivas.
Podemos ver ciertas construcción de sentidos, la mía, en este momento, con mi mirada y escucha
clínica, a partir del discurso manifiesto.
Es necesaria la ratificación y rectificación, en la medida que avanzan las entrevistas y todo el
proceso de consulta, será lo que nos hará acceder a los contenidos latentes que expresen más
precisamente lo que le sucede a el/la consultante.
Entrevista de recepción: devolución, orientación y cierre:
Introducción:
Cada situación de consulta es única y original por lo que una “escucha clínica” atenta pasar a ser
uno de los aspectos esenciales para una adecuada resolución de la consulta.
Esta modalidad de entrevista se llega adelante en ámbitos institucionales tales como las policlínicas
de la intendencia municipal de Montevideo y en la Unidad de Extensión y Atención que funciona
como un servicio de asistencia a la comunidad, a través de Áreas de Diagnóstico de la Facultad de
Psicología.
Conceptualizaciones y prácticas:
Entrevista de recepción: modalidad de intervención psicológica que integra la recepción y
resolución de la consulta en un único encuentro. La misma implica un encuentro entre dos o más
personas donde el objetivo será que el psicólogo pueda hacerse cargo de ayudar a esclarecer algo
del orden de lo psicológico que se presenta para el consultante y/o derivante a nivel manifiesto
como confuso o enredado.
Desde lo etimológico “recepcionar” está vinculado con recibir y salir al encuentro del otro y “resolver”
está emparentado con solucionar, aclarar y averiguar. En sentido cobra significación nociones tales
como esclarecer, aclarar, solucionar, dado que son objetivos que están presentes al momento de
recibir por primera vez la consulta de un sujeto.
Los tiempos de la Entrevista de Recepción incluyen la entrevista propiamente dicha y la instancia
posterior de devolución. Entre ambas se conforma un espacio breve de tiempo que permite pensar
y organizar brevemente la estrategia de devolución.
Esta intervención facilita la atención del consultante en un tiempo breve ya que una vez que el
paciente solicita la consulta se le asigna día y hora, lo que implica dar una respuesta rápida a esa
solicitud. Esto lleva a que el paciente se comprometa con la consulta.
Favorecer la comunicación es favorecer la otma de insight, es decir contribuir que el que consulta
adquiera la suficiente conciencia de sufrimiento, como para aceptar colaborar en la consulta.
También significa que pierda ciertas inhibiciones para mostrarse con mayor naturalidad. Se trata
de respetar el timing del sujeto, es decir, su tiempo, algunos establecen rapport de inmediato,
mientras que otros pueden tomarse bastante tiempo.
El psicodiagnóstico tiene un fin en sí mismo, pero también es un medio para otro fin, conocer esta
persona que llega porque necesita de nosotros. El fin es conocerla lo más a fondo possible. Para
ello el buen rapport es imprescindible.
Las entrevistas psicodiagnósticas vinculares y familiares son de gran utilidad para decidir entre la
recomendación de un tratamiento individual, vincular o familiar.
El psicodiagnóstico individual, el motivo de consulta manifiesto y latente nos dan una pauta para
recomendar o no terapia grupal. Cuando las dificultades están centradas en la relación del individuo
con los demás (pares, superiores o subalternos), lo más acertado es indicar terapia grupal. Si, en
cambio, el conflicto está centrado más en lo intrapsíquico, lo más adecuado sería terapia individual.
El test de Phillipson nos brinda una información muy útil al respecto ya que, si en adecuado de una
terapia grupal; mientras que si en ellas se desarticula, lo impactan, las niega o distorsiona la
producción, habría que pensar que, lejos de ser una ayuda, la terapia grupal aumentaría su
angustia. De manera que independientemente del motivo de consulta esto constituiría un elemento
para contraindicarla.
Objetivos y etapas del proceso psicodiagnóstico
Es un estudio profundo de la personalidad desde el punto de vista fundamentalmente clínico.
Cuando el objetivo del estudio es otro (laboral, educacional, forense, etc) el psicodiagnóstico clínico
es previo y sirve de base para las conclusiones necesarias en esas otras áreas.
La concepción de la personalidad utilizada parte de la base de que la personalidad tiene un aspecto
consciente y otro inconsciente, que hay ansiedades básicas que movilizan defensas más primitivas
y otras evolucionadas, que cada individuo tiene una configuración de personalidad única e
inconfundible, que tiene un nivel y un tipo de inteligencia que puede poner de manifiesto o no según
existan interferencias emocionales o no, que hay emociones e impulsos más intensos o más
mensurados que el sujeto puede controlar adecuada o inadecuadamente, que hay deseos, etc.
Además el contexto sociocultural y familiar debe ocupar un lugar importante ene l estudio de la
personalidad de un individuo, por tanto en realidad el estudio de tres generaciones al menos, que
se han desarrollado en un determinado contexto étnico- sociocultural.
De manera que, antes de comenzar la tarea, el psicólogo debe aclarar con el consultante cual es
el motivo manifiesto y más consciente del estudio a intuir cual sería el latente e inconsciente.
Etapas del proceso psicodiagnóstico-
El primer paso tiene lugar desde que se produce el pedido del consultante hasta el encuentro
personal con el profesional
El segundo en la o las primeras entrevistas en las que se trata de esclarecer el motivo latente y el
manifiesto de la misma, ansiedades y defensas que muestra la persona que consulta ( y sus padres
o el resto de la familia) la fantasía de enfermedad, curación y análisis que cada uno trae y la
construcción de la historia del individuo y la familia en cuestión.
El tercer momento- es el que dedicamos a reflexionar sobre el material antes recogido y sobre
nuestras hipótesis presuntivas para planificar los pasos a seguir y los instrumentos diagnósticos a
utilizar: hora de juego individual con niños y púberes, entrevistas familiares diagnósticas, test
gráficos, verbales, lúdicos, etc.
En cuarto momento, la realización de la estrategia diagnóstica planificada
El quinto momento es el dedicado al estudio de todo el material recogido para obtener un cuadro lo
más claro posible acerca del caso en cuestión. Es un trabajo arduo que a menudo despierta
resistencias. Lo mas difícil en este momento del estudio consiste en comprender el sentido de la
presencia de algunas incongruencias o contradicciones y aceptarlas como tales, es decir, renunciar
a la omnipotencia de poder entender todo.
Llegamos al sexto momento- la entrevista de devolución de información- puede ser una o varias,
se hace por separado generalmente, por un lado el individuo a quién se ha traído como principal
protagonista de la consulta y por otro sus padres o resto de la familia. Si se comenzó con la familia,
la devolución de nuestras conclusiones se hará también a toda ella.
Esta última entrevista esta impregnada por la ansiedad del sujeto, de su familia y por qué no,
muchas veces por la nuestra también, especialmente en los casos más complejos.
El profesional irá aventurando gradualmente sus conclusiones y observando la reacción que
produce en él o los entrevistados. La dinámica utilizada debe dar lugar a la emergencia de nuevos
materiales.
Séptimo paso- confecciónd el informe psicológico, si es que se nos lo ha solicitado y para ello.
El encuadre en el proceso psicodiagnóstico- varía según el enfoque teórico que
predominantemente sirva el profesional, su modalidad personal y también según las características
del consultante.
La edad del consultante también influye en el encuadre elegido, con un niño pequeño nos
sentaremos a jugar con él en el piso si nos lo solicita; no asi con el adulto. Con adolescentes
sabemos que deberemos ser más tolerantes en cuanto a su asistencia, su puntualidad y sus
resistencias a realizar ciertos tests si no les gustan.
La primera entrevista da pautas acerca del encuadre a elegir. Incluye el encuadre a: no solo la
modalidad de trabajo sino también el objetivo del mismo, las veces que nos veremos, lugar,
horarios, honorarios y por sobre todo, el rol que compete a cada uno. Ambos saben algo y ambos
desconocen muchas cosas que irán descubriendo juntos. Lo que marca la asimetría es que el
psicólogo dispone de conocimientos e instrumentos de trabajo para ayudar al otro a decifrar sus
problemas.
Encuadre fijo- transformación de cierto conjunto de variables en constantes. Funciona como una
especie de estandarización de la situación estímulo que ofrecemos al entrevistado. Si el encuadre
se modifica, tiene que ser considerada como una variable sujeta a la observación tanto como lo es
el mismo entrevistado. El encuadre sería lo constante, lo que no es proceso. El proceso es lo
variable: lo que cambia.
El encuadre en el ámbito institucional- cada institución puede y debe, fijar las pautas dentro de las
cuales se va a desarrollar la labor del psicólogo. EJ. El timpo dedicado a cada entrevistado, el tipo
de diagnóstico que se desea obtener, el modo de dejar asentado y archivado el material, el tipo de
informe final, etc. pero el tipo de batería que se utilizará y su secuencia es de exclusiva incumbencia
de los psicólogos.
El primer contacto en la consulta- primera toma de contacto- llamada del paciente, o el pedido de
un profesional para realizar el estudio de un determinado paciente. Si el terapeuta que se va a
hacer cargo del tratamiento el que nos solicita el estudio, nuesro rol va a estar casi exclusivamente
centrado en administrar los tests pertienentes. En una consulta de esta naturaleza trataremos de
reducir la entrevista inicial al minimo posible.
Si el nivel de ansiedad (persecutoria, depresiva o confusional) de los padres es tal que resulta difícil
mantener un clima óptimo resulta aconsejable citarlos nuevamente, porque lo general en la
segunda es estar tranquilos, menos tensos, menos a la defensiva, más respuestos o mejor
ubicados.
Motivo de consulta- en la primer entrevista el paciente debe exponer qué le pasa (o sus padres o
familiares) aclara por qué desea hacer esta consulta. El motivo aducido es lo que llamamos motivo
manifiesto, por cuanto por lo común él o los primeros motivos que emergen en una entrevista no
son los más auténticos. No siempre es así, y a lo largo del proceso se pueden descubrir otros
motivos subyacentes que son los latentes y a menudo inconscientes de los cuales habrá que hablar
lo más ampliamente que sea posible y recomendable.
Síntoma- aquello que el consultante trae como motivo manifiesto de la consulta. Cuando un motivo
manifiesto nos parece demasiado trivial como para justificar la consulta es cuando con mayor
seguridad sospechamos la presencia de un motivo latnete de mayor envergadura y deberemos
prolongar la entrevista inicial o realizar otra hasta tener más claro el panorama. Dentro de lo posible
debemos acercarnos al motivo latente o síntoma real de la consulta, sobre todo teniendo en cuenta
que deberemos retomar desde allí el diálogo en la entrevista final.
Para hablar de síntoma debemos tomar en cuenta la etapa del desarrollo en que se encuentra la
persona en consulta. Otro elemento a tomar en cuenta es por qué ese síntoma preocupa al paciente
o a los padres, o a ambos, o bien que sintomatología preocupa a cada uno de los interesados en
la consulta. Otra pregunta a formularnos es por qué el síntoma preocupa ahora en casos en que
hay sintomatología que puede tener bastante antigüedad. Cuanto más tiempo haya transcurrido
desde que apareció la sintomatología hasta el momento en que se concreta la consulta, más
podemos sospechar que hay otro motivo latente que ha sido al desencadenante para realizar la
consulta.
Fantasías de enfermedad y curación- en la consulta hay implícita una fantasía de enfermedad y de
curación que guarda estrecha relación con el motivo latente de consulta. Hay una fantasía de
enfermedad en cada uno de los padres en el paciente y en el profesional que esta escuchando lo
que le relatan, estas fantasías no siempre coinciden.
La fantasía de enfermedad y curación es un concepto desarrollado desde el punto de vista teórico
por Arminda Aberastury. Ella lo señala como algo muy importante a tomar en cuenta en la primera
hora de juego diagnóstica.
Desde esta perspectiva recomendamos incluir y correlacionar:
- En niños pequeños: horas de juego, dibujo libre, respuestas a las laminas del Rorschach, si
ya habla y a la N9 del CAT.
- En niños mayors de diez años, adolescents y adultos: entrevista proyectiva, dibujo libre, el
test de Rorschach y las catexias del Desiderativo Y Láminas 1, 5 y blanca del test de Phillipson.
Es importante que durante la primera entrevista, además de explicitar el síntoma que trae el
paciente y sus fantasías de enfermedad y curación, tratemos de obtener una historia o novela
familiar los datos cronológicos exactos son importantes, pero más aún lo es la versión que los
padres o el paciente traen acerca de esa historia. Esto significa rastrear la historia del síntoma
alrededor de la cual se va entretejiendo la historia del sujeto y su familia.
El síntoma presenta:
1- Un aspect fenomenológico- ej: el miedo a la oscuridad: el niño evita ir a habitaciones oscuras
y pide dormer con luz.
2- Un aspecto dinámico- muestra y oculta a la vez un deseo inconsciente que entra en oposición
con una prohibición superyoica. El yo se siente entonces ante un conflict que resuelve parcialmente
evitando fóbicamente la situación angustiante. El deseo inconsciente es el de espiar a los padres
en su escena primaria, acaparar a la mama y alejar al papa. El superyó lo prohibe, surge la fobia
como enfermedad y como solución transaccional. El niño no satisface su deseo no satisface su
deseo (que en el fondo es un deseo edìpico que provoca angustia de castración proyectada en la
oscuridad) y paga un precio por el: vive angustiado, no duerme tranquilo, está sometido a
autorrestricciones y a las burlas de los otros.
3- Pero no todo síntoma hay un beneficio secundario: a través de sus miedos exige luz y
compañia, que pueden funcionar como interferencia para intimidad de los padres.
4- Este analisis realizado a nivel individual, debe extenderse a nivel familiar. El síntoma esá
expresando algo dentro del context familiar. Este enfoque del síntoma dentro del context de la
situación familiar hace que en algunos casos se opte por una terapia vincular o familiar o por lo
menos, por una orientación psicológica a los padres, paralela al tratamiento individual del hijo para
que supere su problema.
La voz que nos llega a través del teléfono, el modo de hablar, etc, ya sucitan en nosotros cierta
reacción que tiene que ver con la relación transferencial- contratransferencial.
Si bien no en todos los casos es tan claro entender el síntoma como una palabra no dicha por los
padres, hay algunos en los que esto es muy cierto y por eso es que en el trabajo diagnóstico
debemos estar abiertos a todos los enfoques teóricos seriamente desarrollados, pues cada caso
nos resulta más inteligible si lo enfocamos desde determinada teoría.
La primer entrevista es el primer paso del proceso psicodiagnóstico y debe reunir ciertos requisitos
para cubrir sus objetivos como : al principio ser muy libre, no dirigida, tomaremos en cuenta tanto
elementos verbales como no de la entrevista, el comportamiento gestual de los padres, lapsus, etc.
Cuando conozcamos al hijo, es el paso siguiente del proceso, ya podremos cotejar esta imagen
que quedó de él con la que realmente recibimos. Hay que preguntar datos: recabar información
exhaustiva acerca de la historia del síntoma, también hay que dejar establecido un contrato para
esta etapa de trabajo diagnóstico. Es importante detectar en la primera entrevista se con los padres,
con el niño, con el adolescente o con el adulto que llegan por primera vez, el nivel de angustia, el
de preocupación que les provoca lo que les esta pasando.
En un proceso psicodiagnóstico lo fundamental es trabajar con un nivel de ansiedad instrumental o
se asaludable. Esto es importante porque el nivel de ansiedad y el modo como se las arregla el
paciente, los padres o los familiares, para contenerla o manejarla es un dato diagnóstico y
pronóstico muy significativo.
Si los padres son una pareja bien constituida sentiremos la pareja bien unida y una distancia óptima
entre ellos y nosotros. En el caso de estar ya separados deberemos atender esta situación, pero
conviene hacer todo lo posible para que asistan juntos a la entrevista final para comunicarles a
ambos los resultados y para que tomen una decisión conjunta, ya que se trata de comprender lo
que le pasa al hijo y decidir su futuro.
Si la entrevista ha cumplido su cometido, finalizaremos la misma con:
- Una imagen del conflict central y sus derivados
- Una historia de la vida del paciente y de la situación desencadenante
- Alguna hipótesis presuntiva acerca del motive profundo del conflict, la cual sera rectificada o
modificada, según el material proyectivo de los tests y la entrevista de devolución
- Una estrategia para utilizar determinados instrumentos diagnósticos en un determinado
orden de modo tal que nos sirvan para ratificar y ampliar nuestras hipótesis previas o para
rectificarlas.
El psicólogo debe controlar su curiosidad y mantener una ditancia óptima como para trabajar en un
buen clima sin fomentar falsas expectativas en cuanto a crear un vínculo que se cortará muy pronto.
Abrir una entrevista luego de las respectivas presentaciones puede ser la siguiente: ¿en qué puedo
ayudarlo?, y adecuarse a la resputa recibida para decidir la estrategia siguiente.
Motivo de consulta- motivo manifiesto de la consulta, es lo más próximo a la conciencia y lo que el
sujeto prefiere mencionar en primer término.
Motivo latente- surgirá a medida que realizamos el estudio.
Síntoma- aquello que el consultante trae como motivo manifiesto del pedido de psicodiagnóstico.
La preocupación que trae el sujeto, lo que él considera el síntoma preocupante y así lo plantea
desde el principio, podría ser considerado como conciencia de enfermedad: sabe que algo anda
mal y lo describe como puede.
Klein y Aberastury plantearon que ya en la primera hora de juego el niño dramatiza, asocia, dibuja,
modela y juega, mostrando sin saberlo cuál es su fantasía de enfermedad y de curación. Quizá no
aparezca exactamente en la primera hora de juego y sea necesario realizar otras. Esto queda a
criterio del profesional.
En niños esta actividad puede completarse con el dibujo libre y las historias del CAT, especialmente
la de la lámina 9, en adolescentes y adultos con la entrevista proyectiva, con el dibujo libre, con las
historias del TRO especialmente las de A.1., AG, y blanca, como también con el cuestionario
desiderativo. Ahora podríamos agregar que no sólo el sujeto consultante tiene su propia fantasía
inconsciente de enfermedad, sino que cada uno de los padres aporta la suya y el psicólogo otro
tanto.
La fantasía inconsciente de enfermedad tiene su correlativo en el concepto de fantasía de curación,
que implica lo que el sujeto podría imaginar como solución a sus problemas.
La fantasía inconsciente de análisis- se refiere a lo que el sujeto concibe inconscientemente como
método para obtener lo que su fantasía de curación le plantea como solución a sus conflictos. La
fantasía de análisis es la del hallazgo de alguien que aporte algo. Las fantasías iniciales de curación
tienen un marcado tinte mágico y omnipotente y van adquiriendo un carácter más realista y menos
omnipotente a medida que el sujeto madura.
La primera entrevista tiene como objetivo primordial conocer la historia del sujeto y su familia,
conocido el motivo manifiesto de la consulta, interrogaremos todo lo relacionado con él. Es esencial
interrogar todo lo que el profesional considere necesario en relación con este tema.
Más bien podríamos dirigir nuestras preguntas recordando lo siguiente:
1. El sintoma presenta un aspect fenomenológico en tal sentido debemos preguntar
minuciosamente todo lo referente al mismo sin dar nada por sentado.
2. El síntoma presenta un aspecto dinámico: muestra y oculta a la vez un dese inconsciente
que entra en oposición con una prohibición superyoica.
3. Todo síntoma ocasiona un beneficio secundario, de modo que es importante plantearse qué
obtiene ese sujeto en tal sentido y qué perdería en caso de abandoner el síntoma.
4. El síntoma está expresando algo a nivel familiar. La entrevista familiar diagnóstica nos
brindará al respect mayor información que la entrevista incial, pero de todos modos, desde el
principio debemos estar alertas para captar este aspecto de síntoma.
Mannoni dice que el síntoma está expresando algo no dicho, que ocupa el lugar de esa verdad no
dicha, que surge con otro y para otro. De ese modo resultaría inútil buscar la etiología de la
enfermedad exclusivamente dentro del individuo. Hay que explorar el contexto actual y la historia
familiar dentro de los cuales surge.
5- Todo síntoma implica el fracas o la rupture del equilibrio intrapsíquico previo y el momento en
que los padres de un niño o un adolescente, o el adulto que consulta, deciden hacerlo es cuando
el síntoma ya no mantiene el equilibrio familiar o no basta y el grupo familiar tambalea.
Recordemos el esquema freudiano y podremos utilizarlo como una guía óptima para saber qué
informaciones recabar en la entrevista inicial y en las posteriores:
1- Herencia y constitución (esto implica la historia de sus antepasados)
2- Historia previa del sujeto (real o fantaseada)
3- Situación desencadenante (individual y familiar)
Estos factores contribuyen a crear un conflicto interno que provea angustia y moviliza defensas,
entrando el sujeto en cuadro neurótico con formación de síntomas, los cuales, como decíamos
antes, serán el motivo tanto manifiesto como latente de la consulta. Con respecto a los recursos
de que dispone el psicólogo para registrar todo lo necesario desde la entrevista incial cabe resumir
lo siguiente:
1- Comunicación verbal
2- El registro de lo no verbal es también esencial y pore so el psicólogo debe ser un escucha
atento a gastos, lapsus, actuaciones, etc. que tienen un inestimable valor porque no son product
de un discurso planificado sino de un discurso del inconsciente.
3- Hay otro nivel de registro con el que cuenta el psicólogo: su registro contratransferencial.
Arminda Aberastury- llamó hora de juego diagnóstica, el niño expresa sus fantasías de enfermedad
y curación. No siempre esto se nos hace claro en una hora, a veces descubrir tales fantasías puede
llevarnos dos o tres, pero lo que es indudable es que están presentes.
El psicodiagnóstico clínico termina con una entrevista ( o las que sean necesarias) en la que el
profesional explica al entrevistado las conclusiones extraídas y se conversa acerca de ello.
De todas las razones esgrimidas en los trabajos anteriores hay 2 que marcaría como actualmente
fundamentales para mí:
1- La curiosidad del sujeto y su familia por saber lo que pensamos que pasa después de haber
efectuado tantos studios.
2- La necesidad del professional de transmitir esos resultados y el hecho de que las reacciones
que registremos en esa entrevista final puede convalidar nuestro diagnostic o modificarlo
substancialmente.
La tarea no es fácil para el psicólogo. No se trata de martillar en la cabeza del sujeto hasta obtener
su reconocimiento, sino de llegar a movilizar sus resistencias y lograr algo de Insight.
Es un juego dialéctico entre intoducir ciertos elementos y esperar que el sujeto estructure el campo
como decía Bleger.
La devolución de información es el paso que más pone de manifiesto la experiencia clínica del
profesional y el grado en que ha podido analizar sus propios contenidos inconscientes y su historia
personal.
Técnica de la devolución-
1- Una vez concluidas todas las entrevistas previas, deberemos estudiar detenidamente todo
el material diagnostico, una vez realizada la interpretación dinámica, psicoanalítica, evolutiva y
sociocultural de cada entrevista y de cada test, tratamos de hallar recurrencias y convergencias
para llegar con mayor grado de certeza a la conclusion final, es decir, al diagnostic situacional de
la familia y el de la patología del hijo por quien consultaron, si la hay, y de acuerdo con ello, a la
indicación terapéutica más adecuada.
Recurrencia- se repite la misma fantasía, conflicto o problema expresados a través de elementos
similares o equivalente significación simbólica. Ej: en todos los dibujos falta algo cuya significación
psicoanalítica es fálica.
Convergencia- por su parte, apunta a reunir material que informa acerca de fantasías, conflictos o
problemas distintos pero complementarios.
2- Una vez elaborada la hipótesis que major explica la situación de caso, es importante resumir
el o los motives de consulta aportada por el sujeto y sus familiars. Es importante ordenarlos en un
sentido de patología creciente: es decir, comenzaremos con lo más trivial y avanzaremos hacia los
más patológicos. A lo largo de las entrevistas habremos podido observer aspectos positives del
sujeto no aportados en la primera entrevista, ya que se supone que cada cual comienza a hablar
de loq ue preocupa, o de que anda bien, pero en la entrevista de devolución es muy importante
señalar primero los aspectos sanos y positives para luego ocuparnos de los que no andan bien, en
el orden antes señalado.
Muchas veces los pedidos de supervisión de psicodiagnóstico llegan para planificar la entrevista de
devoluión y discriminar con mayor objetividad lo que se puede decir y lo que no.
3- Se trabaja constantemente con la transferencia y la contratransferencia, por eso la técnica
de la devolución debe incluir este hecho integrando conocimientos y experiencias provenientes de
la clínica y de su propio análisis.
4- Generalmente con los adultos es más fácil comunicar nuestras conclusions, aunque esto no
puede ser aplicado sin hacer excepciones. Con los niños es más difícil, pues a menudo comprenden
major cuando utilizamos alguna metáfora, algún juego o directamente les mostramos sus
respuestas a los tests o a la hora de juego.
Las acciones que lleva adelante un psicoterapeuta, a lo largo de los distintos momentos que
atraviesa un tratamiento, pueden estar relacionadas ya sea con el pasado, el presente o el futuro
del paciente. En una situación clínica entran en consideración, por ejemplo, tanto las indagaciones
del psicoterapeuta sobre los antecedentes psicopatológicos del paciente (pasado), como la
evaluación de la situación actual que cristaliza en el motivo de consulta (presente); o las hipótesis
pronósticas sobre la potencial evolución del tratamiento (futuro).
Cobra importancia considerar cómo el pronóstico se relaciona con la modalidad de intervención del
psicoterapeuta, en tanto el juicio pronóstico puede funcionar como punto de partida de las
intervenciones y de la propuesta de tratamiento en general. Las inferencias pronósticas del
psicoterapeuta se relacionan, entonces, con la cuestión de las posibilidades de éxito y fracaso
terapéuticos para el paciente, preocupación central para la investigación empírica en psicología
clínica. La consideración pronóstica plantea una potencial evolución para un proceso
psicoterapéutico en un paciente determinado, lo que la incluye en un tema central en psicoterapia:
El de la problemática sobre la eficacia, la eficiencia y la efectividad de los tratamientos.
La noción de intervención puede comprenderse en forma acotada, es decir, como una acción
específica, o en forma general como al proceso completo de tratamiento (entender el tratamiento
como una intervención). En este caso, el estudio de la intervención implica considerarla como un
proceso global que va más allá del tipo y el contenido de la intervención en sí misma. De esta forma,
la intervención constituye un desarrollo de una secuencia con una lógica propia del terapeuta,
haciendo necesario que el proceso se considere como un todo (Arlow, 1987). Planteos como el de
Lichtenberg (1992) apuntan en la misma dirección, entendiendo a las intervenciones no sólo de
modo individual, sino también como una secuencia de intervenciones con un sentido terapéutico.
Roussos, Etchebarne y Waizmann (2004), en cambio, utilizan para sus investigaciones una
definición restringida de intervención, referida a todas aquellas acciones verbales realizadas por el
psicoterapeuta, que sean de carácter intencional, y que estén dirigidas hacia el paciente en un
contexto psicoterapéutico.
Las intervenciones verbales, en sus distintas modalidades, son la forma en la que el psicoterapeuta
procede en su intercambio con el paciente, y constituyen su contribución fundamental al
tratamiento. En general, toda intervención persigue un objetivo o propósito, tanto si el mismo es
explícito o no para los involucrados en el proceso (paciente y terapeuta).
Existen modelos de clasificación que intentan englobar todas las intervenciones. Un antecedente
importante en esta línea se observa en el trabajo de William Stiles. En un libro que compila el
desarrollo de sus ideas (Stiles, 1992) se plantea el estudio de los modos de respuesta verbal (verbal
response modes) como estrategia para clasificar las intervenciones en psicoterapia. Los distintos
modos de respuesta verbal describen las alternativas comunicacionales del terapeuta. Así, por
ejemplo, la pregunta, el consejo, el silencio y la afirmación, entre otros, se consideran como modos
de respuesta verbal prototípicos del psicoterapeuta.
Investigaciones basadas en este modelo (Wiser y Goldfried, 1996) exploraron las intervenciones
utilizadas por terapeutas cognitivo conductuales y psicodinámicointerpersonales durante sesiones
identificadas como significativas (en tanto juzgadas como asociadas con cambio en el paciente).
Entre otros resultados, se observó que las intervenciones verbales más frecuentemente utilizadas
por los terapeutas de ambos marcos teóricos fueron la pregunta, el espejamiento y las
interpretaciones (éstas últimas definidas en sentido amplio como la provisión, por parte del
terapeuta, de su punto de vista sobre la situación del paciente).
En el trabajo antes citado, Hill propone una clasificación para las intenciones terapéuticas, los
modos de respuestas verbales del terapeuta, y las conductas y respuestas del paciente. Dicha
clasificación de intenciones terapéuticas ha servido de antecedente para el nivel estratégico de la
clasificación de intervenciones que se utiliza en el presente estudio.
Una alternativa no demasiado explorada pero interesante resulta al estudiar las intervenciones del
psicoterapeuta en base a una descripción por parte del paciente. Un ejemplo de esto es el trabajo
llevado adelante por McCarthy y Barber (2009) en el que elaboraron un listado de intervenciones
psicoterapéuticas, multi-teórico, para que sea completado por el paciente.
El estudio del pronóstico en psicoterapia- La noción de pronóstico puede ser comprendida de dos
formas distintas aunque no excluyentes: a) el pronóstico como resultado o síntesis de los
indicadores presentados por el paciente; o b) el pronóstico como una apreciación inferencial que
tiene su centro en la figura del psicoterapeuta.
a) El pronóstico como resultado o síntesis de los indicadores presentados por el paciente
Siguiendo a Lambert, Hunt y Vermeersch (2004) en su revisión de la literatura, existen
características del paciente clásicamente relacionadas con el resultado de la psicoterapia, como
son: La severidad del problema, la motivación, la capacidad de relacionarse, la fortaleza yoica, la
mentalización, la focalización del problema, y la respuesta temprana al tratamiento. Cada una de
estas características del paciente - afirman los autores - es un aspecto de salud o enfermedad que
puede impactar en el plan de tratamiento, el proceso terapéutico y el resultado final para el paciente.
Dentro de esta postura sobre el pronóstico se ubican investigaciones que apuntan, por ejemplo, a
focalizar en el pronóstico para determinada patología, ya sean trastornos de ansiedad (Crits-
Christoph, Connolly Gibbons, Losardo, Narducci, Schamberger y Gallop; 2004); los trastornos
alimentarios (Herzog, Hartmann, Sandholz y Stammer;
1991); los trastornos antisociales (Gabbard y Coyne, 1987; Gerstley, McLellan, Alterman, Woody,
Luborsky y Prout, 1989). Dichos estudios buscan identificar variables en los pacientes que puedan
predecir el resultado de la psicoterapia para el diagnóstico específico.
Otra línea de estudio apunta a evaluar la respuesta al tratamiento mediante un monitoreo continuo
con escalas de evaluación sintomática (Lutz et al., 2006). Comparando distintos modelos de
psicoterapia (cognitivoconductual, cognitivo-conductual integracionista e interpersonal) se intenta
predecir la mejor terapéutica en base a las características preexistentes del paciente y a su posterior
desempeño en el tratamiento, a la vez que se comparan los resultados de los distintos modelos
terapéuticos. Otros trabajos (Leon, Kopta, Howard y Lutz; 1999) apuntan a interrogar las
expectativas del paciente frente al tratamiento y luego comparar con los resultados obtenidos,
intentando identificar predictores de resultados en el paciente.
b) El pronóstico como una apreciación inferencial que tiene su centro en la figura del psicoterapeuta:
Dentro de la segunda postura sugerida, el accionar inferencial del psicoterapeuta constituye el
centro de interés, considerando al pronóstico como parte de la actividad inferencial clínica. Se
entiende por inferencia clínica los pasos que un clínico sigue en la elaboración de sus hipótesis y
juicios clínicos, al proceso cognitivo afectivo por el cual un terapeuta decodifica la producción de su
paciente y elabora sus hipótesis clínicas (Leibovich de Duarte, 2000).
Los estudios pioneros sobre inferencia clínica fueron los de Strupp en 1960, citado por Leibovich
de Duarte (2000) y los de Seitz (1966), cuyo aporte fue tomar como centro de interés las
contribuciones que hace el terapeuta a la situación psicoterapéutica. Strupp se dedicó a investigar
cómo distintos terapeutas evaluaban un mismo material clínico, con especial énfasis en cómo el
marco teórico del terapeuta influía en dicha evaluación. Seitz tomó el tema del consenso entre
terapeutas.
Leibovich de Duarte, Huerín, Roussos, Rutsztein y Torricelli (2002), las inferencias pueden
clasificarse en diferentes tipos, dependiendo de la temática a la que refieran. Las inferencias de los
psicoterapeutas pueden aludir, por ejemplo, a la temática interpersonal del paciente, a sus procesos
mentales, a su estilo vincular, a consideraciones diagnósticas, entre otros. Las inferencias
pronósticas son un ejemplo de un tipo particular de inferencia, que remite específicamente a todo
aquello que el psicoterapeuta considere relevante, o que pueda parecerle significativo, en relación
con la potencial evolución del tratamiento y del paciente. Es necesario diferenciar la evolución del
tratamiento y del paciente, no siempre coincidentes.
La inferencia pronóstica incluye aquellos aspectos que a criterio del psicoterapeuta son indicios del
curso futuro del tratamiento, de la posible eficacia o fracaso del tratamiento, y de la situación del
paciente de no iniciar (o no continuar) un tratamiento (Leibovich de Duarte et al., 2001). La
inferencia pronóstica está íntimamente ligada a la elaboración de la propuesta de tratamiento a
implementar (incluidas las intervenciones) con especial atención hacia el potencial del paciente en
lo que hace a sus limitaciones o posibilidades ciertas de cambio. A diferencia de otro tipo de
inferencias, la inferencia pronóstica implica siempre una evaluación y está frecuentemente asociada
a la conceptualización diagnóstica que el psicoterapeuta tiene sobre su paciente.
En los trabajos de Leibovich de Duarte et al. (2001, 2002) se observa que, frente a la escucha de
una primera sesión psicoterapéutica audiograbada, la inferencia pronóstica sólo es
espontáneamente producida en contados casos, concentrándose la actividad inferencial de los
psicoterapeutas en temáticas de tipo interpersonal y de procesos mentales.
Teniendo en cuenta los datos antes señalados, cabe destacar que, frente a la escucha de un mismo
material clínico, los psicoterapeutas no tienden espontáneamente a producir inferencias
pronósticas en grandes proporciones, concentrándose mucho más en las temáticas vinculares y de
procesos mentales, fenómeno que se repite en todos los estudios mencionados.
Para poder generar el contexto de análisis de las inferencias clínicas pronósticas dentro de un
tratamiento psicoterapéutico, es necesario contar con instrumentos de evaluación y criterios que
vinculen estas herramientas con el material clínico.
En nuestro medio, un primer criterio ya mencionado de evaluación y clasificación inferencial se
encuentra en la elaborada por Leibovich de Duarte, presentada, por ejemplo, en Leibovich de
Duarte y otros (2001, 2002, 2004). La clasificación propone una tipología de inferencias (la
naturaleza de la hipótesis), con una clasificación del tipo de formulación (descriptiva, asociativa o
interpretativa) de la misma, los aspectos afectivos-cognitivos presentes en dicha formulación, y el
nivel de complejidad inferencial (proto-inferencia, inferencia simple o combinada). En esta
investigación también se indaga acerca de los logros terapéuticos priorizados en la práctica clínica
por los psicoterapeutas, presentando a los mismos un listado, publicado, por ejemplo, en Leibovich
de Duarte y otros (2008).
El pronóstico es estudiado, en este contexto, como parte de la formulación de caso que realiza el
psicoterapeuta, poniéndose en el centro de la atención la actividad inferencial del mismo.
La presente investigación se posiciona en la segunda de las posturas mencionadas sobre el
pronóstico. Es decir, lo considera como una apreciación inferencial que tiene su centro en la figura
del psicoterapeuta, tomando a la noción de inferencia pronóstica como eje ordenador. La
clasificación de inferencias de Leibovich de Duarte antes mencionada (Leibovich de Duarte et al.
2001, 2002) y los criterios del modelo de la formulación de caso de Eells (1997) se utilizarán como
herramientas de evaluación. Se debe tener en cuenta, sin embargo, que las dos posturas sobre el
pronóstico no son necesariamente excluyentes, desde el momento en que ninguna evaluación
pronóstica puede prescindir de la sintomatología o los indicadores presente en el paciente.
Se puede considerar tanto a la intervención como a la inferencia parte de los elementos activos
esenciales del proceso psicoterapéutico. De esta manera, se ubican en el centro de la indagación
las acciones concretas del psicoterapeuta en los tratamientos, tanto en lo que respecta a aquellas
dirigidas intencionalmente hacia el paciente (intervenciones), como en lo que respecta a los juicios
o las hipótesis que el psicoterapeuta elabora y propone sobre su paciente (inferencias)
Una posible estrategia, entonces, que permita asociar las peculiaridades teóricas de la psicoterapia
con sus elementos comunes, tal como los definieron originalmente Orlinsky y Howard (1986),
consiste en asociar los elementos característicos del proceso terapéutico con los distintos marcos
teóricos (factores específicos), para luego asociarlos a los resultados de los tratamientos (Roussos,
1999).
Dentro de esta línea de investigaciones se pueden encontrar aquellas que apuntan a vincular las
inferencias clínicas propuestas por el psicoterapeuta - considerando que la actividad inferencial es
el punto de partida para el tratamiento - con las intervenciones que conforman dicho tratamiento
(Eells, Kendjelic y Lucas, 1998; Leibovich de Duarte et al., 2002; Roussos, Boffi Lissin y Leibovich
de Duarte, 2007).
Dentro de este contexto, considerar el vínculo entre pronóstico -definido como producción
inferencial- y la modalidad de intervención, permite profundizar la investigación sobre las
contribuciones del psicoterapeuta a la situación clínica, pudiendo lograrse una mayor precisión
acerca de las acciones que se llevan a cabo en los tratamientos y cómo éstas se relacionan con la
eficacia psicoterapéutica.
A su vez, estudiar la vinculación entre la inferencia pronóstica y las intervenciones, permite ampliar
los trabajos sobre evaluación y clasificación de intervenciones, y profundizar en la investigación
sobre la actividad inferencial clínica.
Orlinsky et al. (1999) sugieren la interesante hipótesis de que el sentimiento del terapeuta de
hallarse en continuo crecimiento profesional aporta a los resultados del proceso terapéutico,
constituyendo un atributo no sólo deseable sino necesario para una labor psicoterapéutica efectiva.
También en el trabajo de Frank y Frank (1961/1991) se realiza un análisis detallado de cómo
características personales del terapeuta, tales como su historia personal, sus propios conflictos
emocionales, su nivel socio-económico, las vicisitudes de su entrenamiento y sus convicciones
sobre su formación teórica, entre otras, son variables relacionadas con las posibilidades de éxito
terapéutico.
Al vincular esta información con la que aporte la clasificación de intervenciones en distintos niveles,
se pueden establecer relaciones entre distintos tipos de pronósticos y distintos tipos de
intervenciones, o distintos grados de severidad pronosticada y su relación con el uso de
intervenciones específicas y no específicas, o la interacción de estas variables con el marco teórico
del psicoterapeuta, entre otras líneas posibles de estudio.
En los estudios antes mencionados sobre proceso inferencial clínico, el marco teórico se presenta
como uno de los ordenadores de la producción inferencial. Como explican Leibovich de Duarte y
otros (2001, 2002), la adhesión a una línea teórica no se refleja en la naturaleza de los indicios a
los que los psicoterapeutas atienden, sino en la organización y explicación de estos indicios. Las
diferencias de marco teórico muestran diferentes lenguajes utilizados y diferentes conceptos
teóricos citados al momento de analizar el material. Esto significa que la producción inferencial es
distinta, en base a los distintos marcos teóricos.
La consulta de urgencia definimos como consulta de urgencia a aquella que se realiza sin cita
previa, debido a que quien consulta, paciente o quien lo trae, considera que el padecimiento re-
quiere atención inmediata, imprimiéndole desde el psicoanálisis el estatuto de subjetiva en tanto
compromete al sujeto, quien tendría una percepción íntima de que ese sufrimiento le concierne,
más allá de la opinión del profesional acerca de la gravedad del caso. Para la medicina la urgencia
se define como la aparición fortuita (imprevista o inesperada) en cualquier lugar o actividad de un
problema de causa diversa y gravedad variable que genera la conciencia de una necesidad
inminente de atención por parte del sujeto que lo sufre o de su familia, por lo cual es necesaria la
intervención y el diagnóstico médicos.
La emergencia, en cambio, es aquella situación urgente que pone en peligro inmediato la vida del
paciente o la función de un órgano. Una emergencia médica es una situación crítica de riesgo vital
inminente en la que la vida puede estar en peligro por la importancia o gravedad de la condición, si
no se toman medidas inmediatas. Para la psiquiatría en particular, la urgencia se define como “la
situación en la que el trastorno del pensamiento, del afecto o de la conducta son en tal grado
disruptivos, que el paciente mismo, la familia o la sociedad, consideran que requiere atención
inmediata” (Sánchez, E. 2001)
Estos trastornos, manifestaciones de una alteración psicológica aguda, pueden implicar riesgo para
sí o para terceros y suelen evidenciar un comportamiento profundamente desorganizado, tal como
ocurre en algunas psicosis. (Sánchez, E. 2001)
Según el Tratado de psiquiatría de Henry Ey, la urgencia psiquiátrica suele presentarse como crisis
aguda emergente. “Las urgencias psiquiátricas vienen representadas sobre todo por crisis agudas
emergentes de situaciones psicóticas o neuróticas muy diversas.” (Ey, H., et al. 1978 [1965])
En la actualidad la psiquiatría hablará de trastorno mental, entendido como la acción o el efecto de
trastornar, invirtiéndose el orden regular de algo o perturbándose el sentido o la conducta de
alguien. Esto implica que existiría una conducta, un afecto y un pensamiento normales, a los que
se contrapondría uno trastornado, que deberá ser tratado con el objetivo que se normalice. Por lo
tanto el trastorno es una manifestación, una apreciación fenomenológica de aquello de lo que el
individuo padece. Aunque desde esta perspectiva, al tomarse en cuenta los aspectos conductuales,
es en muchos casos el otro (familia, sociedad) quien padece la conducta sin que sea considerada,
necesariamente, la implicación por parte del paciente. Desde la perspectiva del psicoanálisis, por
su parte, en el Hospital de Ste. Anne, el Dr. Jacques Lacan afirmará que la urgencia es lo imposible
de soportar para un su-jeto al que nada divierte.
Por su parte Sigmund Freud hablará de quiebre de la homeostasis con que la vida transcurría
(Sotelo, I. C. 2005) cuando se ha roto el equilibrio que sostenía la vida, las relacio-nes con los otros,
con el propio cuerpo, con el trabajo, con los lazos amorosos y familiares. Ruptura que guía al sujeto
por diversos caminos: desde la inhibición, mutismo o aislamiento a la impulsividad, que pueden
conducirlo a actos desesperados que podrían poner en riesgo su vida o la de otros. La urgencia se
manifiesta en una variada presentación sintomática: angustias, miedos, fobias, insomnio,
pesadillas, oscilaciones bruscas del estado de ánimo, irritabilidad, ausencias, amnesia, pérdida de
referencias y en casos más graves desencadenamiento o desestabilización psicótica.
Sí se arriba a definiciones que propician la consideración de una nueva clínica producto de la
ampliación del fenómeno traumático. La “urgencia generalizada” (Be-laga, G. 2005), habla de un
traumatismo, tanto en nivel de lo colectivo como en el de lo singular, donde se encuentra una
impotencia del discurso a la hora de leer el acontecimiento. Es entonces que el psicoanalista,
además de acompañar y conducir muchas veces hacia estas intervenciones de emergencia, frente
a la prisa por concluir con el sufrimiento, introduce un tiempo para comprender; pro-pone una pausa
que le permita al paciente hacer suyo este sufrimiento. (Sotelo, I. C. 2005)
Estos acontecimientos exteriores así como la irrupción sintomática que aparecen como extraños
comienzan a subjetivarse; aparecen las preguntas propias en relación a lo acontecido: el ahogo,
típico de la sintomatología de la angustia, comienza a ligarse con otras experiencias de ahogo en
la vida. La culpa aparece en cada uno con su particularidad: haber participado, no haber hecho lo
suficiente, haber salvado la propia vida... la lista es interminable y en cada sujeto surgirán sus
propios interrogantes, sus propias angustias, sus propias asociaciones en las que se enlazan las
dos dimensiones de lo traumático. Las urgencias que irrumpen en la vida de un sujeto, podrán
entonces ser alojadas en tanto haya quien acuse recibo mediante un dispositivo adecuado para
darle un tratamiento eficaz.
En este trabajo se realizará un recorrido a lo largo de la historia de la salud pública en nuestro país,
localizando los diferentes modelos de alojamiento, abordaje y tratamiento de la urgencia. Se
observará que los mismos guardan relación con la época, y con el concepto de salud, enfermedad,
subjetividad, tratamiento y cura en la urgencia
El de la guardia tradicional de resolución de la urgencia en este diseño está inspirado en el
paradigma médico que entiende que el objetivo de la guardia será alcanzar la desaparición de los
síntomas o su reducción máxima, ponderando fundamentalmente el riesgo y la peligrosidad para sí
o para terceros. Este modelo presenta algunas variantes:a- Hospital sin psiquiatra ni psicólogo de
guardia. La urgencia es atendida por el clínico de guardia, se evalúa patología orgánica y en caso
de detectarse patología psíquica se lo deriva a hospital psiquiátrico o a consultorios externos en
Salud mental. La urgencia la resuelve el profesional en un plazo máximo de 24 hs por alta o
derivación
b- Hospital con psiquiatra de guardia: La urgencia con la presentación de síntomas psíquicos es
atendida por el psiquiatra con intervenciones que apuntan a la remisión inmediata de síntomas, que
de no ocurrir se decidirá la derivación a hospital psiquiátrico o a consultorios externos en Salud
mental. La urgencia la resuelve el profesional en un plazo máximo de 24 hs por alta o derivación.c-
Hospital con psicólogo y psiquiatra de guardia: La urgencia con la presentación de síntomas
psíquicos es atendida por el psiquiatra en forma conjunta con el psicólogo. La intervención
prioritariamente farmacológica deja un espacio para la palabra. La urgencia la resuelve el
profesional en un plazo máximo de 24 hs por alta o derivación a hospital psiquiátrico o a consultorios
externos en Salud mental.
Nuevos dispositivos de resolución de la urgencia en un proceso Este dispositivo está sostenido
desde el paradigma psicoanalítico que entiende que el diagnóstico y tratamiento de la urgencia
abarca en primer lugar la peligrosidad y riesgo, a la vez que la subjetivación de la urgencia, esto es
el compromiso del sujeto con su padecer y con el tratamiento que estará dispuesto a darle.
Será un dispositivo de urgencias integrado por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales. Se
reciben las urgencias, se localizan las diversas dimensiones de la misma: social, familiar, judicial,
del paciente. Se evalúa la peligrosidad para si o para terceros, en tanto que de presentarse se
decide la internación. Se toman la cantidad de entrevistas necesarias hasta que se verifica que en
el paciente se ha producido alguna subjetivación de la urgencia, esto es: que el paciente pueda
localizar algún sentido propio a lo que le ocurre y consentir a un tratamiento en caso de que fuera
necesario. Este proceso puede incluir varias entrevistas en el día o en la semana extendiéndose
este tratamiento de la urgencia hasta 15 días
En general, se llaman así a las entrevistas que sostienen analista y consultante al comenzar su
trato profesional, entrevistas en que se realiza, según Freud (1913), un “... sondeo a fin de tomar
conocimiento del caso y decidir si es apto para el psicoanálisis” (p. 126) antes de dar inicio formal
al tratamiento psicoanalítico.Este encuentro se define por los particulares roles que ocupa cada
parte. Uno, el paciente, acude donde la otra parte, el clínico, con la expectativa de ser ayudado a
tratar con algún tipo de sufrimiento psicológico que lo aqueja y que no ha sido capaz de resolver
por otros medios.
El clínico, en virtud de su formación y cierta experticia adquirida en el tratamiento del sufrimiento
humano, lleva a cabo un procedimiento para enterarse del caso y así poder estimar las posibilidades
de ofrecer al paciente algún tipo de auxilio. Estas entrevistas reciben distintas denominaciones
según se recalque uno u otro aspecto de éstas. Algunas de estas denominaciones son: “entrevistas
preliminares” resaltando que estas entrevistas son los necesarios encuentros preliminares al inicio
del análisis, o sea, que no son el tratamiento mismo o que no siguen necesaria y estrictamente los
lineamientos técnicos de éste; “análisis de prueba” para resaltar que sí se está aplicando la técnica
propia del tratamiento analítico pero a modo de evaluar si éste tiene posibilidades de prosperar; y
“entrevistas diagnósticas” para resaltar que estas entrevistas tienen como objetivo establecer la
naturaleza y el tipo de dolencia que presenta el paciente.
La denominación “entrevistas iniciales” resalta el hecho que estas entrevistas ya son el inicio del
tratamiento. Si bien es cierto son entrevistas en las cuales evaluamos si están dadas las
condiciones necesarias para iniciar un tratamiento, y si bien es cierto que la técnica y el encuadre
no son iguales a los que rigen el tratamiento propiamente tal, en los casos en que sí iniciamos
efectivamente el tratamiento, retrospectivamente éstas ya fueron el inicio. De esta manera se
propicia el inicio inmediato del análisis, aunque como fruto preliminar de éste lleguemos a la
conclusión de que no están dadas las condiciones para iniciar un tratamiento.
Objetivos de la Entrevistas InicialesSon varios los objetivos que se pretenden cumplir a través de
estas entrevistas, objetivos que no son excluyentes entre sí, que representan los intereses tanto
del analista como del paciente y en el fondo se supeditan a un propósito mayor: determinar si es
que en cuanto analista podemos ofrecer ayuda al paciente que nos consulta. Mas específicamente,
tratamos de evaluar conjuntamente con el paciente si se dan las condiciones para iniciar un
tratamiento psicoanalítico. Digo conjuntamente pues es necesario que el paciente participe
activamente de toda esta empresa, lo que incluye la evaluación de la pertinencia de su inicio. Por
supuesto, la participación de ambas partes en esta evaluación no es igualitaria dada la diferencia
de roles; cada parte aporta desde lo suyo para resolver este asunto, pero constatar que el paciente
pueda participar activamente en el tratamiento es clave, ya que el análisis no es algo que se le haga
al paciente, sino algo que él hace, con la colaboración del analista
Como lo planteara Freud en 1913, desconsiderar esta evaluación inicial puede acarrear
consecuencias negativas tanto para el intento de cura que comienza como para el paciente mismo.
No da lo mismo percatarse de la inviabilidad de un tratamiento en la segunda entrevista que
pasados seis meses o un año. En el segundo caso hay más chances que el paciente se desilusione
de la utilidad del tratamiento analítico en general y/o de sus expectativas de mejorar su situación
de vida, y conviene ahorrarle tales penurias, en la medida de lo posible, al paciente. Esta precaución
también protege al analista –y en términos más abstractos- también a la profesión2, pues la
evaluación realista de las posibilidades de ayudar al paciente permite que éste se ahorre la
frustración y potencial merma en la seguridad de sus competencias que un fracaso en un
tratamiento, no previsto pero tal vez previsibles, pudiera acarrear.
Por un lado, es importante sondear el motivo de consulta. Tomar noticia de lo que aqueja al
paciente, intentar bosquejar las características de las problemáticas que nos presenta, tanto las
que plantea a nivel explícito como aquellas que se perfilan o deducen de sus comunicaciones pero
que no están formuladas de manera explícita. Es necesario precisar si las quejas o demandas del
paciente están formuladas en términos de que se reconozca, en cuanto sujeto, involucrado o
aproblemado por aquello que trae como motivo de consulta, o que por lo menos exista el potencial
de que se pueda preguntar qué tiene que ver con aquello que lo está aquejando. Que el paciente
nos diga que fue engañado por su mujer o que tiene un dolor crónico en la espalda no es suficiente,
distinto es si averiguamos que le sorprende su indiferencia ante el engaño de ésta, o que se siente
deprimido por tener tal dolor de espalda, en ambos casos podemos constatar la forma en que el
paciente da cuenta de cómo está involucrado en lo que le pasa o en lo que ocurre en su vida. ¿Cuál
es el grado de precisión y profundidad del conocimiento que se persigue o cuanto es necesario
sondear? Lo necesario para arribar a la conclusión de que el paciente se experimenta, explícita o
implícitamente, conflictuado por aquello que lo aqueja.
Al respecto Bleger (1964) señala “... la observación que se realiza (es) siempre en función de ciertos
supuestos y que, cuando éstos son conscientes y manejados como tales, la observación se
enriquece” “...ir formulando hipótesis mientras se observa, y en el curso de la entrevista verificar y
rectificar las hipótesis durante su transcurso mismo en función de las observaciones
subsiguientes...” “Observar, pensar e imaginar coinciden totalmente y forman parte de un solo y
único proceso dialéctico” (p. 22). El interpretar debiéramos incluir como relativo al imaginar,
comprender. Subrayaría lo que señala Bleger en términos de que estos supuestos e hipótesis están
siempre ahí en nuestra actividad investigativa, sepámoslo o no
Entonces, desde esta óptica clasificatoria, es importante el reconocimiento de ciertas pautas de
funcionamiento psíquico preponderante en el paciente, tales como la presencia de síntomas, de
angustia, de inhibiciones, de rasgos caracterológicos, dinámicas defensivas particulares, recuerdos
o elementos biográficos claves, etc., lo que nos permita establecer si estamos ante un
funcionamiento neurótico, perverso o psicótico5, y en función de tal precisión, estimar la magnitud
de la tarea a emprender o definitivamente, estimar si es que podemos ofrecer un tratamiento viable.
Aunque ya fue mencionado en el punto relativo al motivo de consulta, es necesario hacer hincapié
en la importancia del reconocimiento de la aptitud y disposición del paciente para el “trabajo
psicológico”, para la reelaboración. En términos operativos, importa conocer la disposición a
extrañarse respecto a sus propias producciones mentales y a su experiencia, a tomarse a sí mismo
y a lo que le ocurre como objeto de interrogación e indagación, a pensarse, a explorar la manera
en que está involucrado en la determinación de su experiencia. No se trata de buscar al paciente
perfecto, sino a establecer si existe un mínimo de disposición a hacerse preguntas respecto a sí
mismo, pues, como se planteó anteriormente, en definitiva quien hace el análisis es el paciente, y
si éste no está dispuesto a hacerlo, por muy brillante y laborioso que sea el analista, el análisis no
ocurre.
Un objetivo tácito de las entrevistas iniciales es permitir al futuro paciente conocer al analista y su
forma de trabajo, para que así tenga más elementos para decidirse a iniciar el tratamiento. Es un
hecho que los pacientes nos evalúan y sacan sus propias cuentas y pienso que hay buenas razones
para destacarlo. Explicitar que el paciente es partícipe de la decisión de iniciar o no el tratamiento,
subraya su rol activo y participativo en el tratamiento. Propicia que el paciente se apropie de su
análisis. Aunque al final el paciente termine resolviendo el inicio del tratamiento impulsado por las
vicisitudes de su neurosis (ej. temor a que el analista se desilusione de él) y no tanto por
consideraciones realistas, el delinear esta prerrogativa nos ubica en mejor pie para analizar
justamente del modo en que se inicia el tratamiento. Considerar la participación del paciente en la
toma de esta decisión puede propiciar la manifestación de dudas que tanto la técnica como la
persona del analista puedan despertar en éste, lo que puede constituir un auspicioso punto de inicio
del análisis de la transferencia o puede precipitar el aborto de un análisis con pies de barro.
Ligado a lo anterior está el sondear si es posible establecer una relación de afinidad básica
necesaria entre paciente y analista que permita emprender la labor analítica, unrapport operativo.
Esto tiene que ver con que el analista sienta que puede comprender al paciente, identificarse con
éste tanto en su posición de padeciente respecto a lo que lo aqueja, como también identificarse con
éste en su posición de provocante de aquello que lo aqueja. En general, esta comprensión que el
analista puede tener por el paciente se correlaciona con la sensación de parte del paciente de ser
mínimamente comprendido por el analista, lo que es indispensable para el desarrollo del
tratamiento.Aparte – pero no menos importante - hay variables prácticas que deben considerarse
pues son claves para el inicio y continuidad del tratamiento. La coincidencia y disponibilidad mutua
de horarios y el acuerdo en el valor de los honorarios y forma de pago son puntos que deben
discutirse y acordarse de la manera más franca y abierta posible.
Bleger (1964) plantea este punto en términos de “... permitir en todo lo posible que el entrevistado
configure el campo de la entrevista según su estructura psicológica particular, o –dicho de otra
manera-que el campo de la entrevista se configure al máximo posible por las variables que
dependen de la personalidad del entrevistado” (p. 10).Esto implica permitir o favorecer que el
paciente se exprese de la manera más abierta posible, que tome la delantera en cuanto a
mostrarse, a comunicarse y en general a desplegar su intento por determinar -por acción u omisión
- la relación con el analista, sea lo que sea que ponga o suponga en nosotros (me refiero a que,
por ejemplo, la locuacidad de un paciente o su inhibición ante nosotros son equivalentes en cuanto
a manifestación de una propuesta relacional).
El defenderse lo menos posible del paciente incluye tolerar el lugar idealizado en que el paciente
nos pone y que usualmente lo impulsa a consultarnos y que se corresponde a la transferencia
positiva que Freud (1912) sugiere no analizar en la medida que no haga resistencia, pues como
señalamos antes, es motor del análisis. Es lo que plantea Lacan (1967/68) cuando enfatiza la
importancia de que, para partir, el analista de soporte al lugar de “sujeto supuesto saber” en que el
paciente ubica al analista
El defenderse lo menos posible del paciente incluye tolerar el lugar idealizado en que el paciente
nos pone y que usualmente lo impulsa a consultarnos y que se corresponde a la transferencia
positiva que Freud (1912) sugiere no analizar en la medida que no haga resistencia, pues como
señalamos antes, es motor del análisis. Es lo que plantea Lacan (1967/68) cuando enfatiza la
importancia de que, para partir, el analista de soporte al lugar de “sujeto supuesto saber” en que el
paciente ubica al analista
El paciente que ya hizo los esfuerzos necesarios para ubicarse frente a nosotros en la primera
consulta lo ha hecho impulsado por la necesidad de dar cuenta de lo que le pasa, por lo que
expresiones tales como “no sé por qué vine”, “no tengo nada que decir”, el mutismo o la
incoherencia deben ser tomadas en este contexto, como comunicaciones a ser entendidas dentro
de las vicisitudes propias de la dinámica transferencial -contratransferencial.
No es parte del rol del entrevistador provocar angustia –aunque eso sea lo que el encuentro con el
entrevistador genere en el paciente- ni mitigarla por otros medios que no sean los analíticos
(principio de abstinencia). Esto es particularmente importante ante la solicitud tácita o explícita de
parte del paciente por que hagamos cosas o representemos determinados roles que aplaquen las
particulares ansiedades que se actualizan en el encuentro con el analista.
No está de más plantear que lo recién dicho también es válido en sentido inverso: el paciente no
está ahí para atenuar o aplacar la angustia que el encuentro con éste pueda provocar en el analista.
Todo esto en el entendido que nuestra actividad analítica se nutre de que ambos partícipes puedan
efectivamente tratarse con naturalidad, como personas comunes. Desafortunadamente no con
poca frecuencia esto se pierde de vista en nombre de una mal entendida neutralidad, confusión
que como lo señaló Heimann (1949[1950]) años atrás, pareciera responder a un intento por
identificarse con determinado ideal de analista (aséptico, distante emocionalmente) que pareciera
repetirse entre los analista a lo largo del tiempo: no es lo mismo prestarse a ser depositario de una
idealización con que el paciente nos inviste que efectivamente identificarse con determinada
idealización para ubicarse frente al paciente.
“En la contratransferencia se incluyen todos los fenómenos que aparecen en el entrevistador, como
emergentes del campo psicológico que se configura en la entrevista; son las respuestas del
entrevistador a las manifestaciones del entrevistado, el efecto que tienen sobre él. Dependen en
alto grado de la historia personal del entrevistador, pero si aparecen o se actualizan en un momento
dado de la entrevista es porque en ese momento hay factores que operan para que ello suceda así.
Durante mucho tiempo se los ha considerado como elementos perturbadores de la entrevista, pero
progresivamente se ha reconocido que ellos son indefectibles o ineludibles en su aparición, y el
entrevistador debe también registrarlos como emergentes de la situación presente y de las
reacciones que provoca el entrevistado”
En último término, lo importante es sostener una actitud analítica, o sea, la disposición a considerar
lo que hacemos con el paciente, lo que éste nos despierta o provoca como parte del material a
analizar.En cuanto a las intervenciones que realizamos, básicamente se orientan a escuchar y
observar lo que el paciente nos comunica de manera conciente e inconsciente (lapsus linguae,
particulares palabras o particulares articulaciones de frases que se escogen para decir algo,
gestualidad, entonación), lo que incluye clarificar las comunicaciones del paciente a través de
formularle preguntas, señalar aquellas manifestaciones que estimamos relevantes pero que hayan
sido planteadas “al pasar” o con indiferencia, y confrontar al paciente con aquellos aspectos de sus
comunicaciones que parezcan contradictorios. Estas maniobras además de permitirnos
comprender mejor lo que el paciente comunica, nos permite observar su funcionamiento mental,
plantearnos hipótesis, provocar asociaciones, sondear la disposición al trabajo psicológico.
En general, como es un estudio previo al inicio del tratamiento mismo, nos abstenemos de ofrecer
interpretaciones, o sea, aclaramos, resaltamos o reorganizamos aquello que el paciente plantea a
nivel conciente o que está a nivel preconciente, pero todavía no nos proponemos añadir mucho,
salvo que queramos evaluar su reacción a las interpretaciones o que en términos estratégicos
juzguemos necesario interpretar para provocar la adhesión del paciente al proceso analítico.En las
entrevistas iniciales no operamos de la misma manera que cuando iniciamos el análisis
propiamente tal y esto tiene su razón de ser. El tratamiento analítico es una situación bastante
extraña: uno de los partícipes –el analista- no actúa con toda las propiedades de una persona
común sino que durante la relación que mantienen se dedica casi exclusivamente a referirse al
propio paciente inclusive cuando éste lo interpela. El común de los pacientes se ubican y nos ubican
en lugares –socialmente sostenido- dentro de la serie paciente-médico/hijopadre con roles
determinados (el paciente no sabe y acude donde el analista que sí sabe lo que ocurre y sabe lo
que se debiera hacerse). Dado este estado de cosas, es recomendable introducir al paciente al
encuadre psicoanalítico, explicarle e instruirlo respecto a en qué consiste el procedimiento y cual
es su parte en éste.
Módulo III
Partiendo de la teoría psicoanalítica las autoras abren numerosas interrogantes en torno a temas
tan espinosos y discutibles como la interpretación, señalamiento y la explicitación en la entrevista
de devolución. Conocer e investigar en torno a los métodos y técnicas que utilizamos constituye
uno de los componentes esenciales de los postulados éticos.
Diagnosticar implica escuchar, percibir en el paciente lo que ha sido, lo que aún no es pero que de
alguna manera va a ser (pronóstico). No es entonces recolectar datos y saber de este ser humano,
sino sobre el proyecto, el futuro, no en tanto tiempo perdido, sino en lo que aún no es, que nos
permite tener un proyecto. En tanto percibimos el proyecto del paciente sabremos por qué se
enfermó, porque si se enferma será para que algo pase.
Es por esto que el psicodiagnóstico implica movimientos dialécticos a saber: un momento
estructural: que sería ver la reptición y la diferencia, un segundo momento que implicaría la
posibilidad de ordenar y diseminar dentro del material y un tercer momento, de evaluar entre lo sido
y lo que será el paciente. Para que todo esto sea posible importa la manera en que nos acercamos
a una escucha, a un discurso, así psicodiagnósticar es también aprender a habitar dentro de un
discurso. Entonces nos surgen estas preguntas ¿podemos hablar de entrevista de devolución como
una instancia separada?, ¿a quién se le devuelve?. En el presente trabajo ponemos en tela de
juicio el término devolución, ya que la palabra misma anula y condiciona el acto, dado que implica
la pasividad de uno de los integrantes del vínculo, el paciente, quien recibe, el psicólogo, quien da.
Pero nosotros pensamos ese movimiento constante que se produce ene l vínculo con el paciente,
implica un mutuo intercambio, donde ambos son plausibles de modificarse.
Devolución- síntesis de un proceso. Desde una seudoidentidad apoyada en la funciónde
operadores de tests, a cumplidores de demandas de otros profesionales, procurando hacer una
ruptura con esas identidades prestadas para pasar a tener un rol de psicólogos, con una identidad
definida de nuestro quehacer profesional. En un primer momento la entrevista de devolución era
manejada en términos de informe psicológico, informe que el técnico derivante debía realizar
otorgándole, por falta de una identidad clara, una función estrictamente psicológica a aquellos que
no deberían tenerla.
Así cuando logramos re-ubicarnos desde una perspectiva más madura de nuestra tarea, surge la
entrevista de devolución como ese espacio ganado, que debemos mantener y que debemos
instrumental para hacer ese momento del proceso psicodiagnóstico una instancia de síntesis.
Entendemos que hay elementos que hacen a la diferencia entre un proceso de psicodiagnóstico y
un estudio psicológico. Se observa que en este último nos encontramos con que no estaría el
proceso sin que este estaría más delimitado a un objetivo medianamente concreto, por otro lado
desde su presentación a través de la demanda de un tercero y no del deseo del paciente.
El estudio psicológico esta inserto en un marco institucional, lo que ubicaría al paciente en una
posición de pasividad y a veces de alienación en relación a lo que le pasa. La entrevista de
devolución y esta va dirigida a aclarar, explicitar aquello que se presenta como motivo de consulta.
En un proceso de psicodiagnóstico desde el comienzo, nuestra tarea es la dilucidación de aquello
que aparece donde justamente se esconde, dilucidación que no abandonaremos al planificar la
estrategia clínica, desde nuestras intervenciones en palabras, en silencios y en la devolución donde
dilucidamos y se nos dilucida aquello que estando no era escuchado, visto, ese displacer que es
convocado en palabras, en síntomas.
En el proceso psicodiagnóstico así entendido pueden presentarse algunos momentos de
ampliación de conciencia, reconexión, que dependerán del paciente, de la movilidad de sus
representaciones y del vínculo establecido, de las características de sus defensas, estrategis de
abordaje, continentación que sienta el paciente, por parte del técnico como de la situación toda.
La entrevista de devolución es parte del proceso psicodiagnóstico y la síntesis final, no es algo
alienado del sujeto, sino un entender dialéctico que se va dando en y desde el paciente y el
psicólogo. Esto es solo posible en tanto el psicólogo se sepa variable interviniente y se incluya
como constitutivo del campo articulándose en dos niveles: a nivel consciente e inconsciente.
El psicólogo- su presencia esta sustentada por una técnica y una teoría. Ulloa “trataría de
conceptualizar una práctica y no se practicar una teoría, porque, como sabemos, la teoría debe
quedar muda cuando hay una escucha hacia el paciente. Si esto no ocurre se reemplaza el drama
personal por uno impersonal, habla la teoría”.
Por tanto, el psicólogo debe estar en un movimiento dialéctico para poder ser operante. Hacemos
referencia al concepto de Bleger de disociación instrumental, en que el psicólogo permanece como
una variable, siendo sensible a la escucha, pero siendo capaz de tomar distancia con ese yo
observador para lograr la movilidad entre el siento, creo y pienso. De esta forma sería caer en una
ruptura de nuestra escucha psicológica, que intenta oír, detrás del sujeto que habla, aquél que está
presente en un deseo que por medio de la angustia se oculta y se muestra al mismo tiempo.
Así la escucha posibilitaría el re-velar lo oculto. Eso es solo posible si escuchamos atentamente y
no actuamos directamente frente al pedido del paciente en relación a lograr la desaparición o el
aplacamiento del síntoma de forma mágica.
La especificidad de la escucha va a actuar como un llamado a una verdad distinta de la que trae a
través de su síntoma el paciente. Un llamado a develar lo latente, ese discurso que está entre
líneas, del cual muchas veces el paciente poco sabe aunque convive con él, lo habla pero sólo no
tiene la posibilidad de escucharlo.
Esta escucha es un proceso psicodiagnóstico tiene que ver con la comprensión de la situación más
que con la cura, que implicaría a una segunda instancia, claramente delimitada y definida, como
sería un proceso terapéutica. Continentar y sostener a un paciente nada tiene que ver con calmar
el síntoma sino con la posibilidad de que juntos puedan re-significarlo y hablarlo sin temor
escucharlo, en un contexto diferente. Después de lograr una escucha deberemos instrumentar una
estrategia clínica específica para cada paciente. En tanto estrategia clínica tendrá que ver con este
sujeto y esta situación única e irrepetible.
En nuestro caso la actitud clínica reside en la escucha de lo que el paciente dice a través de las
palabras que tratan de esconder sus dolencias: develar, correr el velo. Escuchar lo que habla atrás
de lo que calla es lo que va a definir al psicólogo en una actitud clínica como psicodiagnosticador,
teniendo como eje su escucha.
Los 3 momentos que Ulloa plantea en relación a la estrategia: el siento, creo y pienso, que se
articularán de una forma dialéctica en nuestro trabajo. Así frente a un paciente, lo que siento , creo
y pienso corresponde a la clínica, a la vez que la estrategia se refiere a cómo instrumentamos esto.
El abordaje clínico del proceso psicodiagnóstico hace resignificar el lugar y el sentido del material
de tests.
Las técnicas dejan de tener un valor en sí mismas, no son un fin sino un medio que nos permite
comprender al paciente. Usaremos los tests también como una forma de instrumentar el vínculo
con el paciente. Una técnica que permita veh124iculizar aspectos de la transferencia. Muchas
veces las técnicas más estructuradas son a veces las más proyectivas, en tanto el sujeto se puede
sentir tranquilizado por una técnica pautada y bajar el nivel defensivo y dejar aflorar aspectos más
regresivos. También como ejemplo nos surge la situación de los gráficos, que son muy movilizantes
en los adultos, quienes en general se han distanciado del trabajo gráfico, creatividad, en el dibujo
y el ocupar con su historia un papel en blanco, los inquieta.
Ej: el TAT, es una técnica dinámica que moviliza contenidos históricos y vinculares, favorecerá la
insturmentación de una entrevista de devolución dinámica. Un Weschler, a diferencia de esto,
puede cerrar un campo secuencial.
Valorar el hecho que el paciente entienda algo, que para él es mucho, porque le da una perspectiva
distinta de un aspecto de su vida, y esto ya es importante.
Debemos entender lo que denota y motiva que el paciente hoy este acá, que seguramente tiene
que ver con su historia, pero también con lo que le pasa hoy, lo que para él hoy es un conflicto,
dándole un sentido a lo actual desde un registro histórico.
Lo histórico y lo actual se articulan, y esto no implica una situación de elaboración más profunda
sino el haberle mostrado lo sola que se sentía, hecho que le permitió re- dimensionar la situación.
Muchas veces, el poder ubicar al paciente frente a su conflictiva es tranquilizador para él, porque
de alguna forma la localiza.
La entrevista de devolución tiene una estrategia fque le es propia y merece una elaboración donde
vamos a jerarquizar aspectos supuestamente enfermos supuestamente sanod y a dejar otros de
lado. Se evalúa que la problemática del niño es una forma de expresar el conflicto de la pareja y se
plantea una segunda entrevista.
Debemos tener claro los conceptos de interpretación, construcción, implicitación o señalamiento.
La interpretación es una hipótesis que se elabora y que en general va a tener que pasar por tres
momentos, el actual, el transferencial y el histórico.
La interpretación es el instrumento en la cura en tanto saca a la luz las modalidades del conflicto
defensivo y apunta en último término al deseo que se formula en toda producción del inconsciente.
Debe tener presente para ser eficaz el timing del paciente y que haya un transfondo suficiente de
transferencia positiva que sostenga la formulación develada. También una cura debe pasar por la
interpretación de las resistencias, así podrán aparecer los impulsos instintivos reprimidos que
alimentan las resistencias.
Así la interpretación es el recurso técnico que solo tendría sentido cuando hay un proceso de
transferencia y contratransferencia que permita el decurso del tratamiento en tanto la situación
misma del tratamiento es un proceso que no termina con la interpretación sino que da lugar a la
laboración. Elaboración en términos de profundización que debe realizar el paciente después de
integrar las interpretaciones recibidas. Para que esto sea posible debe mediar el análisis de las
resistencias. En psicoanálisis lo que cura es hacer consciente lo inconsciente y para ello es
necesario la interpretación. Pero la esencia es la disolución de las resistencias a través del
conocimiento.
El insight no sería solo hacer consciente lo inconsciente, sino que el insight implica todo un
movimiento seriado y progresivo que comienza con la disminución de la resistencia, la aceptación
de las interpretaciones y la consiguiente elaboración- insight que permite cambios sustanciales en
el paciente. Insight- deben darse ciertas condiciones: suficiente transferencia positiva, ansiedades
depresivas y un encuadre que permita el margen de tiempo necesario para ahondar.
Para Racker la interpretación debe ser dada cuando el analista sabe lo que el analizado cree no
saber, necesita saber y es capaz de saber.
En una elaboración del analista más extensa y más distante del material que la interpretación y
destinada esencialmente a reconstruir en sus aspectos tanto reales como fantaseados una parte
de la historia infantial del sujeto.
Para Freud- el analista elabora verdaderas construcciones y se las propone al paciente, lo que por
lo demás en los casos favorables (cuando la construcción es precisa y es comunicada al paciente
en el momento en que este se halla preparado para recibirla) puede hacer resurgir el recuerdo o
los fragmentos de recuerdos reprimidos. Es un instrumento técnico.
Señalamiento- es un recurso técnico por el cual en la situación clínica explicitamos en palabras algo
que es dicho o sentido implícitamente. Por tanto, con el señalamiento podemos poner en palabras
aspectos o sentimientos que el paciente trae a la consulta sin poder explicitarlo. Y es el
señalamiento el que permite resignificarlo desde otro lugar. Entendemos que el mismo es la técnica
más pertinente al proceso psicodiagnóstico sin descartar el uso de la interpretación, siempre que
sea para preservar el proceso y tenga en cuenta el timing del paciente y el nivel de profundiad que
se puede abordar desde el psicodiagnóstico. El momento del cierre del proceso, no es una instancia
ajena a todo el proceso y por eso creemos que la posibilidad de resolver este vínculo va a tener
que ver con varios factores: la claridad del rol del psicólogo y cuál es su quehacer en esta instancia,
que el encuadre con el que trabajemos se mantenga claro y se ajuste a lo pensado y explicitado al
paciente.
Encuadre: consiste en un marco estable o “no proceso” (factores que se mantienen constantes), en
cuyo seno se desarrolla el proceso analítico. Se trata entonces de mantener fijas algunas variables,
entre las cuales se destacan: el rol del analista, lo espacial, lo temporal, lo económico y otros. Se
establece a través de un “contrato” explícito entre ambas partes de la díada consultante –
consultado. El clínico es el “guardián” del encuadre.
¿Derechos y obligaciones en la clínica? No hay otro modo de pensar lo humano sino en el contexto
de la cultura, y eso supone siempre al menos un mínimo de reglas que condicionan todo posible
encuentro e intercambio. De allí ese inevitables “malestar” que el clínico tomará a su cargo: “…no
puede soslayarse la medida en que la cultura edifica sobre la renuncia de lo pulsional, el alto grado
en que se basa, precisamente, en la no satisfacción (…) de poderosas pulsiones”.
Siguiendo a Bleger diremos que un proceso sólo puede ser investigado cuando se mantienen las
mismas constantes.
Entendiendo al encuadre como un conjunto de normas y actitudes a ser sostenidas, Bleger afirma
que su función es análoga a la de una institución. Si acordamos luego que las instituciones
funcionan como núcleo central de la identidad, es el encuadre donde se depositaría lo más
indiferenciado del sujeto. Por ello se torna en herramienta privilegiada para la labor en clínica, a
condición de su defensa.
Como invariable, y a modo de las instituciones, su presencia es muda, imperceptible. Sólo se
manifiesta cuando se produce una ruptura o una amenaza de ruptura, habilitándose así la
indagación analítica. El “ataque” al encuadre es un mal necesario que reservamos al paciente. Si
cedemos a la tentación de ubicarnos en el lugar de cómplices, habremos perdido la oportunidad de
trabajar con una permanencia en lo “faltante”, permitiendo visualizar y trabajar sobre lo menos
evidente del sujeto en cuestión.
TRAMA CLÍNICA:
El concepto de encuadre requiere de la noción de abstinencia para avanzar en su comprensión.
¿Abstinencia o neutralidad? El concepto de neutralidad no sería pertinente en el campo analítico,
en tanto evoca la ausencia de deseo en el analista. Por lo contrario, al hablar de una “regla de
abstinencia” permite trascender en su aplicación a la creación de un ámbito de privación, que así
habilite la emergencia de lo inconsciente y el despliegue del deseo del lado del paciente:
“…tal vez no se atiende suficientemente la necesidad de privación del lado del analista, en tanto
sus deseos, que tienen que orientarse básicamente hacia la tarea de analizar, muchas veces toman
otros caminos…”
El concepto de abstinencia, por lo tanto, involucra a ambos términos de la pareja analítica. Al no
satisfacerse los deseos de uno u otro, se apuesta al investimento del propio proceso, aquel que se
asienta en el no proceso o encuadre.
La “vigilancia” del encuadre requiere de un constante trabajo de autoanálisis.
OTROS HILOS DE LA TRAMA:
Si el clínico es el custodio del encuadre, la Encargada del Servicio es quien debe velar por el
cumplimiento del convenio en su conjunto (incluyendo el Reglamento previsto de su letra). El
Reglamento es lugar de máxima vulnerabilidad cuando se lo desconoce. Su transgresión es, desde
este punto de vista, una forma de debilitar el poder del encargado; no tanto el que efectivamente
tiene, como dato de realidad, sino el que sobre él se posita en términos de imaginario.
La clínica incomoda porque el inconsciente incomoda. Trabajan con el sufrimiento humano y cargan
sobre sus hombros el peso de múltiples demandas. Le compete sostener las complejas redes
transferenciales, e incluso intervenir para desnudarlas.