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El hecho clínico
Psicología Clínica
Definición
Instituto de Psicología Clínica
“La Psicología Clínica se ocupa de la investigación, comprensión e intervención de las
condiciones que pueden generar malestar o sufrimiento a las personas en los distintos y
variados contextos en los que puedan tener lugar; y, en las dimensiones, individual, grupal,
familiar, institucional y comunitaria.“ (2010 Documento de creación del Instituto de Psicología
Clínica. Facultad de Psicología. Universidad de la República)
En el campo clínico,
LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA ESTÁ VINCULADA A:
● DIAGNÓSTICO
● PSICOTERAPIA
● ASESORAMIENTO EN DIFERENTES ÁMBITOS: hospitalaría, jurídico, educativos, etc.
(2010 Documento de creación del Instituto de Psicología Clínica. Facultad de Psicología.
Universidad de la República)
“La intervención psicológica implica realizar acciones que inciden o influyen en otros con
determinada intención transformadora de los sistemas o dispositivos subjetivos e
intersubjetivos de relación interpersonal. En otras palabras, implica el intento de ejercer cierta
influencia sobre otros y promover así determinados efectos. Intervenir en psicología es
entonces tomar parte en un asunto, problema o conflicto. Interponer un criterio asociado a un
conjunto de acciones dirigidas a mediar o interceder desde la psicología en determinada
situación de carácter problemático para los sujetos involucrados. De esta manera, la
intervención psicológica es de hecho una “intro-misión” en los asuntos internos de la persona.
Si seguimos el juego de palabras, es posible pensar que en psicología, intervenir significa
internarse en los asuntos, problemas o conflictos de la persona con el objetivo de cumplir una
misión” (García R.; Raventos C. 2011, p.24).
El deseo del paciente es fundamental para que haya intervención (hay algunas excepciones:
psicóticos, niños, etc.).
De la historia
Tres momentos:
1) Comienzos del siglo XX hasta década del 40. Primeras inquietudes clinicas.
Autodidactas en medicina y psiquiatría.
2) Desde la década del 40 hasta la del 80. Pedro Vizca: clínica médico-psicológica en
donde los psicólogos trabajan con niños y se dictan cursos. Facultad de humanidades:
Licenciatura en Psicología.
3) Después de la década del 80. Escuela Universitaria de Psicología.
En América Latina:
-Psicología experimental: psicometría
-Psicología Clínica (2da mitad de la década del 40)
-Psicología comunitaria
Década del 60, Licenciatura de Psicología en Facultad de Humanidades y Ciencias.
Entrecruzamiento con otras Facultades – Cursos, Tareas de Extensión Universitaria
Ejercicio profesional y perfil del psicólogo clínico.
Teorías que sustentaban la clínica –Psicoanálisis (W Baranger, m. Langer, grupo “Izquierda
Freudiana“, Movimiento de la psiquiatría francesa (H. Ey) y norteamericana (Erikson, M. Mead)
y la antipsiquiatría (Laing, Cooper, Bassaglia)
Dictadura – Cierre de la licenciatura
Sigue la formación de Psicólogos en:
Escuela de Tecnología Médica (Fac. de Medicina)
Formación privada en psicología.
EUP – dictadura 1978
EUP – democracia 1985
IPUR - 1987
Facultad de Psicología 1994
1999 Reglamentación de la carrera
Asimilación del psicólogo con psicoterapeuta.
Por su particular historia en el Uruguay la Psicología Clínica ha adquirido un perfil peculiar que se
caracteriza por tener una perspectiva social de la clínica (influencia de la Psicología Social y el
Psicoanálisis). Por esta razón no se adecuan las definiciones que habitualmente se hacen de esta área.
Trabajamos con procesos complejos y dinámicos que abordan no sólo el componente individual y/o
grupal sino también las estructuras sociales, políticas, económicas, etc., que los envuelven y le dan
sentido.
Base epistemológica.
Enunciados básicos.
● Constructivismo epistemológico.
● La realidad es una construcción.
● La dicotomía sujeto-objeto queda abolida. La realidad no existe sin el sujeto .
Aproximación a la verdad.
● Pensamiento Complejo.
● Morin E. (2001) “El mayor aporte de conocimiento del siglo XX fue el conocimiento de
los límites del conocimiento. La mayor certidumbre que nos ha dado es la imposibilidad
de eliminar lo incierto, no sólo en la acción, sino en el conocimiento“ (p.59)
● Morin E. (2001) La cabeza bien puesta. Buenos Aires: Nueva Visión.
Pluralismo en Psicoanálisis
Bernardi R. (1994) plantea las distintas posiciones en el psicoanálisis actual como paradigmas
o matrices disciplinarias ordenadoras de la experiencia. Existen coincidencias, contradicciones
y complementariedad pero no se puede sistematizar en una matriz general y ordenadora
dichas relaciones.
“La mejor aproximación al problema parece ser la de comparar estos paradigmas a distintos
lenguajes entre los cuales la traducción sólo es posible en forma parcial.
¿Significa esta pluralidad de lenguajes que debamos aceptar el subjetivismo, el relativismo
escéptico o el caos y la irracionalidad? Soy conciente de estos riesgos, pero también los riesgos
de signo opuesto a los que se exponen las soluciones dogmáticas uniformizadoras”. (p.445)
Bernardi R. (1994) Sobre el pluralismo en Psicoanálisis. Revista Psicoanálisis ApdeBA, 16 ( 3).
433- 455
● Inconciente.
● Pulsión
● Conflicto – Defensa.
● Yo – Ello – Superyo
● Realidad psíquica.
● Narcisismo.
● Transferencia – Contratransferencia. Repetición
La noción de Situación
El Método Clínico
El hecho clínico
REALIDAD
(lo que sucede, existe, pertenece a lo real)
ACONTECIMIENTO
HECHO CIENTÍFICO
(lo que es establecido y reconocido por observación)
Dicen como es el mundo pero también están condicionados por nuestra especie, lengua,
teoría, etc.
Deben someterse a verificación.
MEDICINA – cama –
Hecho científico
Hecho clínico
Hecho clínico psicoanalítico
Hecho clínico psicoanalítico fuera de la situación psicoanalítica
Del síntoma a la neurosis de transferencia, del hecho clínico al hecho clínico psicoanalítico
Hechos clínicos psicoanalíticos propiamente dichos (en la situación analítica)
Características de los hechos clínicos
● Objetivarlos para hacerlos comunicables.
● Conexión con la estructura psíquica del paciente (aspecto estable).
● Se repiten pero nunca de la misma forma (aspecto cambiante).
● Grado de predictibilidad.
● Carácter intersubjetivo de los hechos clínicos.
Presentación de una situación clínica que permita trabajar los hechos clínicos psicoanalíticos
Podemos decir que la Psic. Clínica se ocupa de la investigación, comprensión e intervención de las
condiciones que pueden generar malestar o sufrimiento a las personas en los distintos y variados
contextos en los que puedan tener lugar; y en las dimensiones: individual, grupal, familiar, institucional y
comunitaria.
Bibliografía
El texto en un contexto: La clínica situacional
Dr. Carlos Emilio Antar
Remarcar la articulación entre el individuo y su contexto, puede ser considerada “obvia”, sin
embargo, como dice Laing: "Lo obvio literalmente hablando, es lo que se levanta en el camino
de uno enfrente de uno contra uno".
Cuando nos referimos a una clínica situacional, vamos más allá de la idea recién
mencionada, porque: “en el concepto de articulación no está incluida la relación dialéctica...”;
por lo tanto nos acerca más a una concepción sumatoria que de producción.
Cada sujeto es “producido” como tal en la interrelación con otro. La intersubjetividad implica, no
sólo la repetición, sino la producción de significados inéditos. Producción no es repetición.
1- La teoría estructural tiende a ubicar al sujeto dentro de un modelo que dificulta considerar
lo nuevo en él. Despliega las ideas de: causa, origen, determinismo, repetición, y una cierta
concepción del tiempo organizado-desplegado secuencialmente en un antes, ahora y después.
Nos daría la ilusión de un conocimiento totalizante, que propone develar lo oculto y
preexistente. El desprendernos de esta lógica de pensamiento puede ubicarnos en el
desconocimiento y la incertidumbre.
Por otra parte, pensar en situación no descarta lo oculto e incluye la posibilidad de lo aún no
advenido.
Sería compatible a la antinomia Parménides-Heráclito, donde el primero decía “todo lo que hay
existe desde siempre”; en tanto que el segundo despliega la idea de un permanente devenir,
permitiendo la emergencia de lo nuevo. Se conecta en la actualidad con las ideas de Prigogine,
que en su desarrollo sobre el caos y las estructuras disipativas, da lugar al azar. Éste
posibilitaría el establecimiento de un nuevo orden, de manera que la indeterminación no puede
dejar de ser incluida.
2- Podríamos decir que el término situación no designa un solo objeto o acontecimiento ya que
nunca experimentamos o formamos juicios sobre ellos aisladamente, sino sólo en relación con
un contexto. Tiene la cualidad de unir los elementos constitutivos, dando a ésta todo su
carácter único, formando una situación individual, indivisible e induplicable. Ningún
problema puede plantearse o siquiera adquirir sentido, si no es en forma situacional. Una
situación en principio se define desde un punto problemático, porque éste asigna la pertenencia
o no de los términos de la misma.
El sujeto no es el que controla una situación, no es el que se sustrae al contexto, sino que él
también es parte del mismo. Por lo tanto, el analista y el paciente forman parte de la situación
analítica, modificando la subjetividad de ambos.
Lo que otorga un sesgo particular a una consulta clínica, más allá del factor histórico de cada
uno de los integrantes y del conjunto, es la singularidad presente en cada situación; ésta es
efecto y causa al mismo tiempo. Propuesta que nos independiza de aquello predeterminado.
Pensar en situación implica hacerlo desde una lógica diferente, propone que no hay
conocimientos totalizantes y nos enfrenta a la posibilidad de descubrir-producir sus propios
saberes situados.
Horacio Etchegoyen
1. Intento de definición
Según el Diccionario de la Real Academia, “situación” quiere decir acción y efecto de situar y
“situar”, del latín situs, es poner a una persona o cosa en determinado sitio o lugar. De esta
forma podríamos decir, en principio, que cuando hablamos de situación analítica con los
términos del lenguaje ordinario lo que queremos decir es que el tratamiento analítico tiene un
sitio, un lugar. Podemos decir en términos muy generales, entonces, que el análisis (o la cura)
tiene “lugar” en la situación analítica.
La situación analítica se ha definido como una particular relación entre dos personas que se
atienen a ciertas reglas de comportamiento para realizar una tarea determinada que destaca
dos papeles bien definidos, de analizado y analista. La tarea que estas dos personas se
proponen consiste en la exploración del inconsciente de una de ellas con la participación
técnica del otro.
2. Situación y campo
La diferencia entre situación y proceso reside fundamentalmente en que la primera tiene una
referencia espacial y el segundo incluye necesariamente el tiempo.
Ahora bien, si dejamos de lado el tiempo y definimos la situación analítica como el conjunto de
transacciones entre analizado y analista en función de los roles que cada uno cumple y de la
tarea que los reúne, decimos que la situación analítica es un campo.
Entendemos aquí por campo la zona de interacción entre el organismo y su medio, ya que
estos dos factores no pueden separarse: las cualidades del organismo derivan siempre de su
relación con el conjunto de las condiciones en que se encuentra. Así como el campo
psicológico se define por la interacción del organismo y su ambiente, del mismo modo, “el
campo analítico resulta de la interacción del paciente y el ambiente, que incluye la persona y el
rol del analista”.
Los dos miembros de la pareja analítica están ligados complementariamente y ninguno de los
dos puede ser entendido sin el otro.
Lo que distingue al campo psicoanalítico, dicen los Baranger, es que se configura como una
fantasía inconsciente. Estas dos teorías, el campo y la fantasía inconsciente, quedan
conectadas cuando se afirma que la fantasía inconsciente que aparece en el campo es siempre
una fantasía en la cual participan sus dos integrantes.
El tratamiento psicoanalítico es una estructura, porque sus elementos tienen que ver los unos
con los otros y cada uno define a los demás. Por esto los Baranger afirman que la reacción del
analizado sólo puede entenderse teniendo en cuenta que se da en función del analista, que en
esa estructura hay un compromiso de ambas partes, de donde surge una fantasía que les es
común.
“Lo que estructura el campo bipersonal de la situación analítica es esencialmente una fantasía
inconsciente. Pero sería equivocado entenderlo como una fantasía inconsciente del analizado
solo”. El analista, afirman, no puede ser espejo porque un espejo no interpreta. Por lo tanto no
podemos concebir la fantasía básica de la sesión sino como una fantasía de pareja. En
resumen, la fantasía de campo se crea entre los dos miembros de la pareja analítica, “algo
radicalmente distinto de los que son separadamente cada uno de ellos”. Esta fantasía
inconsciente bipersonal, objeto de la interpretación del analista, “es una estructura constituida
por el interjuego de los procesos de identificación proyectiva e introyectiva y de las
contraidentificaciones que actúan con sus límites, funciones y características distintas dentro
del analizado y del analista”.
El mérito de los Baranger es haber entendido la situación analítica como un campo, un campo
de interacción y de observación, un campo en que no está solamente el analizado sino
también el analista, un campo en que el analizado no está sólo ya que lo acompaña el analista
como observador participante, según decía Pichon siguiendo a Sullivan.
Otros autores piensan que la situación analítica configura efectivamente un campo de
interacción y observación, pero sostienen que lo distintivo del campo psicoanalítico es que los
datos de observación provienen del paciente, mientras que el analista –que observa y participa
– se abstiene rigurosamente de aportarlos. El objetivo de la situación analítica es crear un
campo de observación donde los datos son proporcionados exclusivamente por el analizado
(Zac, 1968).
Lo mismo que Zac piensa Bleger cuando habla de la entrevista y dice que “la primera regla
fundamental a este respecto es tratar de obtener que el campo se configure especialmente y
en su mayor grado por las variables que dependen del entrevistado”.
A diferencia de lo que dicen Bleger y Zac, los Baranger no creen que el analista pueda
mantenerse en ese plano.
Utilizando este modelo, entonces, Zetzel dice que la situación analítica tiene su base en la
alianza terapéutica, donde existen cambios pero son muy lentos; el proceso analítico, por su
parte, mucho más rápido y móvil, corresponde a la modalidad energética del inconsciente, del
ellos, que se plasma en la neurosis de transferencia. Se puede decir, también, que, desde el
punto de vista de esta autora, el tratamiento analítico consiste en que, gradualmente, a
medida que son analizadas, ciertas áreas que originariamente pertenecían a la neurosis de
transferencia se integren a la estructura yoica pasando a pertenecer a la alianza terapéutica.
En este cambio, en realidad, estriba la esencia de la terapia analítica, lo que significa tanto
como decir que, en la medida que se analiza determinado conflicto en la neurosis de
transferencia y se lo puede hacer consciente, pasa a ser patrimonio del yo, una nueva faceta
del yo que establece una relación real con el analista, dado que si en alguna forma se puede
definir la alianza terapéutica es como un tipo real de relación con el analista.
Béla Grunberger ofrece una visión original de la forma en que se constituye la situación
analítica y se desarrolla el proceso. Su punto de partida es que la situación analítica debe
separarse de la transferencia que recorre el proceso analítico en toda su extensión. Deslinda,
siguiendo a Baudouin, la transferencia analítica del rapport analítico. La fórmula que propone
Grunberger, una vez que ha definido estos dos conceptos, es analizar la transferencia, esto es
la resistencia, y dejar que el rapport opere por su cuenta.
De esta forma, el papel del analista como espejo cobra un nuevo sentido. El analista debe
constituirse estrictamente en el alter ego del paciente, espejo cuya única función es la de dejar
que el paciente se vea allí reflejado. Para cumplir su misión, el analista debe ser sólo una
función, sin soporte material, invisible y siempre detrás del analizado, ya que de otra manera
expulsa al analizado de la posición narcisista que le es propia.
La posición (o estado) narcisista que se acaba de describir aparece desde el comienzo del
análisis, mientras que la transferencia se establecerá lentamente y mucho más tarde; y opera,
en realidad, en sentido contrario: mientras la transferencia es fuente de resistencias (la
resistencia de transferencia), el estado narcisista se revela como el primun movens del proceso
analítico.
El placer narcisístico que el paciente deriva del hecho de estar en análisis es precisamente la
condición necesaria para que la situación analítica se establezca firmemente y la terapia tenga
buen éxito.
Cuando expone sus conclusiones al final de este original estudio, Grunberger vuelve a señalar
que el elemento narcisista (por difícil que sea precisar el concepto) es el factor dinámico que
proporciona su fuerza propulsora al proceso psicoanalítico.
En la situación analítica el analizado se encuentra frente a sí mismo por intermedio del analista
y en circunstancias especiales que estimulan una regresión narcisística controlada que brinda
la posibilidad de un desarrollo específico, el proceso analítico. La libido narcisística liberada es
la que provee a la situación analítica de la energía dinámica que va a operar a lo largo de todo
el proceso.
1. Repaso breve
2. Situación y proceso
Otros autores argentinos, como Bleger y Zac, proponen que la situación analítica se defina a
partir del proceso. Bleger estableció que el proceso psicoanalítico, como todo proceso,
necesita un no-proceso para poder realizarse y dijo que esa parte fija o estable es el encuadre
(setting). El encuadre queda así definido como un conjunto de constantes gracias a las cuales
puede tener lugar el proceso psicoanalítico.
Continuando la línea de pensamiento iniciada por Bleger, Joel Zac estudia justamente esas
constantes del psicoanálisis y las define en principio como factores variables que Freud
estableció (o fijó) de acuerdo con ciertas hipótesis previas.
La idea directriz de Freud al fijar las constantes del encuadre -sigue Zac- es la de sentar las
condiciones más favorables para el desarrollo de la cura- De esta forma, el encuadre consiste
en el conjunto de estipulaciones que aseguran el mínimo de interferencias a la tarea analítica,
al par que ofrecen el máximo de información que el analista puede recibir.
Zac sostiene que en el tratamiento analítico existen tres tipos de constantes. Las primeras
derivan de las teorías del psicoanálisis y son de las que acabamos de ocuparnos. A estas
constantes Zac las llama absolutas, porque aparecen en todo tratamiento psicoanalítico ya que
guardan relación directa con las hipótesis definitorias de nuestra disciplina. Frente a estas
constantes absolutas están las relativas, que son de dos tipos, las que dependen de cada
analista y las que derivan de la pareja particular que forman ese analista y ese analizado. Si
bien estas constantes son relativas, no dejan de ser fijas una vez que se han establecido.
Entre las constantes relativas que dependen del analista podemos mencionar algunos rasgos
de su personalidad, su ideología científica y otras más concretas como el lugar en que tiene su
consultorio, el tipo y estilo de sus muebles, así como también las regulaciones de sus
honorarios, feriados, etcétera. La época y la extensión de sus vacaciones son constantes que
dependen básicamente del analista. La estabilidad del ritmo del trabajo, en cambio, pertenece
a las constantes absolutas, de modo que el psicoanalista no podrá cambiar a su arbitrio el
tiempo ya fijado de sus vacaciones o de sus feriados, por ejemplo.
Zac distingue, por último, un tercer tipo de constantes, también relativas, que dependen de la
pareja, no ya del psicoanálisis ni del psicoanalista, es decir de la pareja que forman
concretamente un determinado analista y su analizado.
Las constantes del encuadre son, pues, normas empíricas dictadas por Freud a partir de su
experiencia clínica, que lo llevó a poner un marco definido y estricto a su relación con el
paciente para que el tratamiento se desarrollara en la mejor forma posible, con la menor
perturbación posible. Algunas de estas normas son las que rigen cualquier tipo de tarea entre
dos personas, como el intercambio de tiempo y dinero, el lugar y el tiempo del encuentro,
etcétera, porque ninguna tarea puede realizarse si no se estipulan algunas reglas para llevarla
a cabo; pero no son estas las que màs nos interesan sino otras, las que derivan
específicamente del tratamiento analítico, desea singular relación que se establece entre el
analista y su paciente.
La frecuencia y la duración de las sesiones son constantes absolutas más bien que relativas. La
mayoría de los analistas piensan que el ritmo más conveniente para el análisis es el de cinco
sesiones por semana.
En cuanto a la extensión de las sesiones, pocos analistas cuestionan que su duración debe ser
poco más o menos que los clásicos cincuenta minutos.
6. De la actitud analítica
Los consejos de Freud no sólo se refieren a las constantes del encuadre sino también a la
actitud mental del analista que, en última instancia, les da a aquellas su sentido y valor. Se
entiende por actitud mental del analista su disposición a trabajar con el paciente realizando en
la mejor forma posible la tarea a la que se ha comprometido y que consiste en explorar sus
procesos mentales inconscientes y hacérselos comprender.
Freud tipificó la actitud mental del analista en dos normas, la regla de abstinencia y la reserva
analítica, condensada en la famosa metáfora del analista espejo. En sus “Consejos” de 1912
dice Freud estas palabras memorables “El médico no debe ser transparente para el analizado,
sino, como la luna de un espejo, mostrar sólo lo que es mostrado”. La reserva analítica es
necesaria, pues, para que la situación analítica se pueda establecer.
La regla de abstinencia se refiere a que el analista no debe gratificar los deseos del paciente en
general y desde luego particularmente sus deseos sexuales.
Hay dos formas pues de entender el encuadre, como hecho de conducta o como actitud
mental.
1. Discusión general
En los tres capítulos anteriores estudiamos especialmente la situación analítica y, luego de
pasar revista a diferentes formas de entenderla, nos inclinamos por conceptuarla como un
lugar, un sitio, un espacio sin tiempo, donde se establece la singular relación que involucra al
analizado y al analista con papeles bien definidos y objetivos formalmente compartidos en
cuanto al cumplimiento de una determinada tarea.
Vimos también que la situación analítica requiere un marco para establecerse, que es el
encuadre (setting), donde yacen las normas que la hacen posible. Estas normas tienen su razón
de ser en las teorías del psicoanálisis y del psicoanalista y surgen de un acuerdo de partes que
constituye el contrato analítico.
A partir de la situación analítica así concebida se desarrolla la tarea analítica a través del
tiempo configurando el proceso psicoanalítico, al cual dirigiremos ahora nuestra atención.
2. El concepto de proceso
Quizás la acepción más amplia más amplia y general de proceso es la que lo define en función
del tiempo, es decir, para cada valor de la variable tiempo se fija un cierto estado en el sistema
en estudio. Cuando nosotros disponemos ciertos acontecimientos de la vida del analizado en
un orden temporal estamos definiendo un proceso en cuanto ordenamos los acontecimientos
en función del tiempo.
En una segunda acepción de la palabra proceso todo lo que va sucediendo en el tiempo cobra
unidad en cuanto a un estado final determinado. El proceso marcha hacia un objetivo y
termina cuando lo alcanza.
La tercera acepción de “proceso” tiene que ver con un encadenamiento causal. Es decir, los
estados posteriores están de alguna manera determinados por los anteriores, sea en forma
continua o discreta.
Hay todavía una cuarta forma de usar la palabra proceso y es como una “sucesión de eventos
con sus conexiones causales más las acciones que el terapeuta va imprimiendo en ciertos
momentos para que la secuencia sea esa y no otra”. Es comprensible que si nosotros
pensamos que cada estado depende de lo anterior, entonces trataremos de hacer algo para
lograr un cambio en la secuencia. Este modelo me parece que es el que más se adapta al
proceso psicoanalítico y nos ofrece una convincente explicación de lo que hacemos.
El proceso terapéutico para ser tal tiene que provocar cambios, porque si así no fuera no sería
un proceso en el sentido de la segunda y tercera acepción; y esos cambios son los que
nosotros tratamos de propiciar con la interpretación.
Cuando tratamos de indagar cuál es la naturaleza del proceso psicoanalítico, esto es, cuál es su
esencia o su raíz, llegamos a un punto donde aparecen dos concepciones opuestas y al parecer
irreconciliables. Para una de ellas, el proceso psicoanalítico surge espontánea y naturalmente
de la situación analítica en que analizado y analista quedan ubicados; para la otra, en cambio,
el proceso es un artificio, por no decir un artefacto, de las rigurosas condiciones en que se
desarrolla el análisis y a las cuales el paciente se tiene que adaptar (o “someter”).
Cuando se sostiene que el proceso psicoanalítico es natural y se le niega todo tipo de artificio,
se está pensando en que la transferencia es un proceso básicamente espontáneo, que hay en
todos nosotros una tendencia natural a repetir en el presente las viejas pautas de nuestro
remoto pasado infantil, que no es para nada necesario presionar o inducir al analizado para
que esto suceda. Se pasa por alto, ciertamente, que todo proceso donde interviene la mano
del hombre es artificial.
Para salir de estas ubicaciones extremas, que no resultan las mejores para discutir, digamos
mejor que ciertos autores sostienen que el proceso analítico es natural en cuanto busca poner
en marcha el crecimiento mental detenido por la enfermedad.
Los que no se resignan con esta labor tan poco estimulante, sostienen al contrario que el
proceso analítico es por definición creativo, original, irrepetible. Lo que el analista diga o no
diga, lo que el analista seleccione para interpretar, la forma como interpreta… todo le da al
proceso analítico su sello; y de ahí que no haya dos análisis iguales ni ningún analizado sea el
mismo para dos analistas.
Podríamos definir ahora el proceso psicoanalítico como un devenir temporal de sucesos que se
encadenan y tienden a un estado final con la intervención del analista. Digamos para ser más
precisos que estos sucesos se relacionan entre sí por fenómenos de regresión y progresión,
que el estado al que tienden es la cura (sea esta lo que fuere) y que la intervención del analista
consiste básicamente (o exclusivamente) en el acto de interpretar.
Hay varias teorías que tratan de explicar el desarrollo del proceso analítico y de ellas las que a
mi juicio goza de mayor predicamento es la teoría de la regresión terapéutica.
La propuesta de la escuela kleniana para dar cuenta de la dinámica del proceso analítico debe
buscarse, a mi juicio, en la angustia de separación.
Dentro de los autores poskleinianos, pienso que quien más se ocupó del tema ha sido
Winnicott, cuyas ideas transitas por un camino distinto y original. Para este autor, el setting
analítico facilita y permite un proceso de regresión que es indispensable para desandar un
camino equivocado, para restañar las heridas del desarrollo emocional primitivo.
Weinshel va a tomar como punto de partida la clara posición de Freud, en cuanto a que el
proceso analítico consiste en levantar las represiones existentes, lo que equivale a decir que
nuestro trabajo consiste en resolver la resistencia del analizado. De esta forma, el proceso
psicoanalítico es algo que se da entre dos personas, analizado y analista, que trabaja
conjuntamente y donde habrá relaciones de objeto, identificaciones y transferencias.
El psicoanálisis es, para Bernfeld, una conversación especial, donde el paciente tiene que
asociar libremente. En un momento dado de esta sofisticada conversación va a aparecer un
obstáculo, que es lo que nosotros conceptuamos como resistencia y Bernfeld llama ocular un
secreto, que puede ceder y seguirse de una confesión, facilitada por una intervención del otro,
que en nuestra práctica es la interpretación del analista. Luego de la confesión de su secreto,
el analizado puede continuar su conversación. Esto se repite muchas veces, y en esta dialéctica
entre secreto y confesión influida por la interpretación del analista consiste para Bernfeld el
proceso analítico.
Como tuve oportunidad de decirle a Weinshel en Buenos Aires, coincido con su concepción del
proceso analítico como un trabajo que realizan juntos el analizado y el analista para vencer las
resistencias pero no con el esquema metodológico de Bernfeld.
Por otra parte, dejando de lado el esquema de Bernfeld, y yendo a la misma concepción de
Weinshel, el énfasis de las resistencias no siempre parece hacer justicia a la complejidad del
proceso analítico, donde la resistencia y lo reprimido configuran un inextrincable par dialéctico
y no deben separarse tajantemente.
Vale la pena recordar aquí lo que ha dicho Giovacchini sobre las resistencias. Analizar las
resistencias no es lo mismo que vencerlas o superarlas, ya que esta actitud puede crear una
atmósfera restrictiva y moralizante que no es buena para el proceso analítico y menos en los
pacientes más graves.
Las ideas de Weinshel, en fin, parecen ser más aplicables para el caso neurótico que para los
más severos.
Digamos desde ya que, dentro del pensamiento freudiano, los conceptos de fijación y
regresión son la clave explicativa de la psicopatología; pero no fueron nunca transportados a la
situación analítica.
1. La regresión terapéutica
Es bien sabido que muchos psicólogos del yo afirman rotundamente, que el proceso analítico
es de naturaleza regresiva, que tal regresión se produce como respuesta al setting y es la
condición necesaria para que se constituya una neurosis de transferencia analizable.
Como he procurado mostrar al hablar de alianza terapéutica y también en las lecciones sobre
interpretación, las interpretaciones que tanto teme Rapaport no son en realidad tales sino
maniobras descalificatorias del analista por ignorancia o por conflictos muy fuertes de
contratransferencia. Otras veces se trata de una reacción terapéutica negativa del analizado
que busca dejar en falta al analista.
En la misma línea de pensamiento se coloca Elizabeth R. Zetzel cuando dice que la neurosis de
transferencia se desarrolla después de que las defensas del yo han sido suficientemente
socavadas para que se movilicen los conflictos instintivos ocultos hasta entonces.
Los psicólogos del yo piensan que el encuadre fue diseñado por Freud justamente para
provocar la regresión del paciente y para que puede ser regulada por el analista.
Dejando a salvo diferencias personales, todos ellos piensan que el encuadre implica privación
sensorial, frustración afectiva, limitación del mundo objetal y ambiente infantil.
La privación sensorial no sólo se refiere a lo auditivo, sino también a lo visual, de ahí que “el
silencio del analista, lo mismo que su temporaria invisibilidad, siguen siendo para muchos
analistas un rasgo indispensable del proceso analítico”.
Entienden además estos autores que la atmósfera de privación en que necesariamente tiene
que realizarse el análisis, la reserva del analista, la asimetría de la relación, etc., son factores
que condicionan el proceso regresivo, en cuanto limitan o anulan la relación de objeto.
Por fin, muchos sino todos los autores que estamos considerando piensan que la regresión se
debe a que el encuadre infantiliza al paciente.
También Lacan acepta plenamente la teoría de la regresión terapéutica; sólo difiere en que no
es la falta de relación de objeto sino la demanda lo que crea la regresión. El analista se calla y
con esto frustra al hablante, ya que lo que este le pide es, justamente, que le responda.
Quiero mencionar el acuerdo de David Liberman con Ida Macalpine en cuanto a la importancia
de la atmósfera analítica en la producción de la regresión transferencial.
2. Discusión
Examinemos con más detenimiento los factores del encuadre que condicionarían la regresión,
empezando por la privación sensorial. Toda tarea que requiere esfuerzo y concentración
mental trata de evitar los estímulos que la perturben. Son las condiciones que nos procuramos
cuando queremos leer, escuchar música o mantener una conversación seria. Si en estos casos
se produce una regresión no la vamos a atribuir a la atmósfera de recogimiento sino a la
psicopatología del sujeto.
De la mano con la sensorial, va la privación del mundo objetal, que comprende dos casos,
cuando el analista está en silencio o cuando habla. El analista está siempre presente en la
sesión, ya que aunque esté callado está escuchando. El analizado puede considerar ese silencio
como privación si decide que la atención del analista no le basta; pero esto ya es un
rendimiento de su fantasía.
En el otro caso, cuando el analista habla e interpreta la neurosis transferencial está claro que
no hay más privación del mundo objetal que la surgida de los deseos edípicos y pregenitales.
Se insiste también mucho que el diván analítico, el diálogo asimétrico y la reserva del analista
no pueden sino fomentar la regresión. Se vuelve a confundir también aquí la realidad objetiva
con las fantasías y los deseos infantiles del paciente.
3. Comentario
Como los procesos vitales que se estudian en biología, psicología y sociología, el análisis se
desarrolla siempre con avances y retrocesos que se alternan y se contraponen. Este curso le es
propio, no lo crea el encuadre. En términos generales podemos considerar que este opera
como conflicto actual, mientras que la disposición del paciente dará cuenta de los fenómenos
regresivos que van apareciendo, según la serie complementaria. En cambio, la actividad
interpretativa del analista, si es acertada, lleva en general el proceso hacia adelante en
términos de crecimiento, integración o cura. Es esto lo específico del análisis, porque el
conflicto actual con el encuadre no es más significativo que cualquier otro de la vida real.
La diferencia radical entre la experiencia del análisis y otras de la vida cotidiana reside en que
la conducta patológica del paciente recibe un trato distinto. El paciente repite, el analista no.
Podemos diferir, y mucho, en el grado y tipo de participación del analista; pero todos
consideramos que la relación es asimétrica. Ningún analista pone en duda la necesidad de ser
reservado y de no participar con opiniones, consejos, admoniciones y referencias personales.
En franca oposición a los que creen que el encuadre tiene por finalidad promover la regresión,
yo pienso como muchos otros autores, que el encuadre detecta y denuncia, a la par que
contiene la regresión.
Hasta donde le es posible, el encuadre lejos de fomentar evita los fenómenos regresivos.
En conclusión, el encuadre no fue diseñado para promover la regresión, sino, al contrario, para
descubrirla y contenerla. No es que la neurosis de transferencia sea una respuesta al encuadre
sino que el encuadre es la respuesta más válida y racional de nuestra técnica frente a los
fenómenos de transferencia.
Estos autores piensan, por de pronto, que la situación analítica ha sido diseñada con la
intención de alcanzar los objetivos de la terapia analítica, esto es, ayudar al paciente a lograr
una solución de sus conflictos intrapsíquicos a través de la comprensión, que le permitirá
manearlos en forma más madura.
Para entendernos en la compleja discusión que sigue, conviene replantear el concepto mismo
de regresión, tal como Freud lo introdujo, donde distingue tres tipos de regresión: a) regresión
topográfica, que tiene que ver con un recorrido de adelante hacia atrás en el área de los
sistemas; b) regresión temporal, que revierte el camino del tiempo y nos lleva hacia el pasado,
y c) regresión formal, donde se vuelve desde los métodos de expresión más maduros a los más
primitivos.
El concepto de regresión, pues, debe usarse en forma más rigurosa, debe ser más restrictivo,
porque a veces puede configurarse una regresión tópica que no sea simultáneamente formal o
cronológica; se pueden dar muchas combinaciones, aunque en la práctica lo más frecuente es
que los tres tipos de regresión marchen juntos.
"Singularidad e Interdisciplina"
PSICOLOGÍA CLÍNICA
Para abrir el campo conceptual subyacente en estas interrogantes que a su vez enuncian un
territorio académico condicionante de un rol profesional, propongo reflexionar sobre dos
tópicos: singularidad e interdisciplina.
Asimismo L. Witmer dirigía y editaba una revista la Psychological Clinical” (1)El "caso" de
referencia aparecía en una compleja articulación neurológico-social (condiciones neurológicas
y problemas de conducta, se trataba de un adolescente "Antisocial") lo cual planteaba, por su
irreductibilidad neurológica y/o social, la necesidad de recurrir a métodos de entrevista de
reconstrucción biográfica, o sea a un abordaje psicológico. Estos métodos que luego devienen
en entrevistas psicológicas propiamente dichas, hicieron emerger la figura del psicólogo
significativamente demarcada del laboratorio psicofísico y experimental –característicos de la
“psicología científica” de la época- situándole en el campo de la palabra y el relato. Este
movimiento inaugural de la clínica psicológica propicia el surgimiento del enfoque investigativo
"ideográfico”, que funda y es fundado por la psicología clínica; éste método se articula en el
estudio sistemático de lo singular, sin producir leyes generales sino postulados y apuntala lo
que posteriormente F.Ulloa nominó "veracidades pertinentes".
ENTRE DOS GUERRAS. En el marco de lo que podríamos irónicamente llamar el siglo de las
guerras y el exterminio, las dos guerras mundiales produjeron desafíos profundos a los
conocimientos psicológicos y demandaron a las producciones teórico-clínicas de "gabinete", su
salida al “campo de batalla” .Esta “salida” enfrenta a los contingentes de psicólogos a
situaciones clínicas impensadas desde las teorías y requiere de abordajes en cierta forma
“subversivos” en la medida que el “sujeto clinado” portador de padecimientos subjetivos
cuestiona y en el mejor de los casos desplaza las teorizaciones vigentes.
En éste punto me interesa señalar que si bien la psicología clínica comparte con la medicina el
significante "Clínico" sus orígenes y construcciones son diferentes.
La Psicología Clínica desde sus orígenes se articula en relación a postulados interdisciplinarios y
asimismo, sus conocimientos se ubican en tramas de saberes contextualizados es decir
impregnados por lo que la cultura el arte y las sociedades poseen como acervo antropológico –
que no es exclusivamente académico- ya que éste reside y se guarda en la memoria colectiva
de la diversidad de momentos histórico-sociales. Desde ésta perspectiva la producción de
científica del psicólogo clínico, es siempre crítica de sí misma, sabe de sus límites e
incompletud. Esta contextualización e interdisciplina requiere por tanto, el diálogo
permanente con otras fuentes de saber acerca de la subjetividad asumiendo que sus
“conocimientos” no poseen un carácter de asertividad sino, por el contrario se funda y
reconoce los límites de sus proposiciones conceptuales y metodológicas.
La Psicología Clínica, por tanto, intenta aprehender el “sujeto clinado” – persona/s grupo/s
libro/s-en la variabilidad de los contextos socioeconómico-culturales particulares y su vigencia
como abordaje situado en el paradigma salud-enfermedad, se acentúa en el marco de nuestras
sociedades contemporáneas. La psicología clínica junto a algunas filosofías y literaturas
,intentan destituir las ilusiones ominosas creadas por el pensamiento único, uniforme y
“acabado” que desgarró la modernidad e impuso métodos de investigación desligados del
deseo, exclusivamente apegados a métodos la uniformidad cuyo emblema parecería residir en
la “curva de Gauss”.
El término hecho clínico es de origen médico y denota un fenómeno observado por un médico
con un paciente –más exacto, por etimología “a la cabecera del paciente”: la palabra clínico
viene de la palabra griega para cama (kline). Por ejemplo, si un paciente está afiebrado y tiene
el cuello rígido, el médico verá esto como un hecho clínico característico de la meningitis.
La palabra francesa fait (hecho) tiene varios significados diferentes en el diccionario. El primer
sentido de la palabra y el más general es “lo que ha sucedido, lo que ha tenido lugar”, sin
ninguna especificación de su localización o forma. El segundo sentido y el más limitado tiene
que ver con la relación entre el hecho y la realidad: un hecho es “lo que en efecto existe, lo
que pertenece al dominio de lo real”. El primer sentido amplifica el campo en el cual el
fenómeno tiene lugar, el cual no necesariamente pertenece a la realidad concreta: por
ejemplo, un hecho puede haber sucedido o tenido lugar en el camp de la subjetividad – o sea
en la realidad psíquica – que es el campo del psicoanálisis. Sin embargo, hasta en psicoanálisis
encontramos que el término hecho es utilizado a menudo en su sentido restricto, en relación
con lo real, en detrimento de su sentido general, el cual, sin embargo, me parece ser el más
apropiado a la naturaleza de los fenómenos de la realidad psíquica.
Por esta razón deseo enfatizar que la yuxtaposición de los dos términos clínico y hecho implica
algo diferente del concepto de hecho tomado aisladamente: no es simplemente una cuestión
de observación del fenómeno real en la forma en que lo hace la concepción establecida de los
“hechos científicos”. En mi opinión, la asociación de las dos palabras clínico y hecho amplia el
concepto de hecho, añadiendo a los hechos clínicos no solo una dimensión humana –porque
los fenómenos concernientes son observados en seres humanos – sino también un aspecto
relacional y subjetivo.
Colocando los hechos clínicos en su campo específico se deduce d elo anterior que el concepto
de un hecho clínico es inseparable del de un campo, ya que este último hace posible
especificar el escenario de los hechos clínicos relevantes. El mismo hecho clínico puede tener
un significado en un campo pero no en otro.
También el psicoanalista debe comenzar colocando los hechos clínicos en su campo específico.
Con cada descubrimiento sucesivo Freud distinguió gradualmente las características de los
fenómenos propios del campo psicoanalítico: el inconsciente, el complejo de Edipo, la
repetición de la neurosis infantil en la vida adulta y la reproducción de dicha neurosis en la
relación de transferencia y contratransferencia.
Considero que la clase de hechos psicoanalíticos se puede subdividir en aquellos que caen
fuera de la situación psicoanalítica y aquellos que se dan dentro de la situación psicoanalítica.
Hay muchas circunstancias en las cuales un psicoanalista puede observar eventos psíquicos
que son significativos desde su punto de vista. Los puede observar no sólo en las consultas o
entrevistas de evaluación inicial, sino también en las psicoterapias de orientación
psicoanalítica, o simplemente en los lapsus típicos y actos fallidos de la vida diaria.
Sin embargo, desde mi punto de vista, creo que lo que hace falta en todas estas situaciones es
el potencial para que los eventos psíquicos significativos se desenvuelvan, de manera que
puedan ser elaborados en el contexto esencial de la relación de transferencia-
contratransferencia, una condición que el tratamiento psicoanalítico satisface.
Si definimos el concepto de un hecho clínico dentro del campo del psicoanálisis, debemos
entonces relacionar este concepto con el de un síntoma psicoanalítico, porque como Freud
mostró, el síntoma debe ser tomado en la neurosis de transferencia para que sea resuelto.
A este respecto, los hechos clínicos psicoanalíticos difieren fundamentalmente de los hechos
clínicos como tales, porque en el caso de los hechos clínicos, el psicoanalista permanece como
observador fuera de la situación y el paciente como el observado. Lo inverso ocurre en la
situación psicoanalítica propiamente dicha, en la cual el analista busca que el paciente
desempeñe un papel activo y descubra tanto como le sea posible los eventos psíquicos
significativos que fluyen de sus palabras: la función del psicoanalista es la de revelar.
A través del concepto de hecho clínico buscamos, en primer lugar, comprender los elementos
de lo que observamos en el psicoanálisis, de manera que sea más fácil asignarles un lugar, y
por ende, hasta cierto punto “objetivarlos” para así hacerlos comunicables. Esto nos permite
compartir nuestra experiencia y construir teorías. En primer lugar, compartir las experiencias
psicoanalíticas con el paciente para darle la capacidad de beneficiarse con los hechos clínicos
que él puede observar en su propia vida psíquica. En segundo lugar, compartir nuestra
experiencia con nuestros colegas.
Otro aspecto de los hechos clínicos es su conexión con la estructura psíquica del paciente, una
de cuyas características es un grado de permanencia, aún cuando la organización psíquica se
está rehaciendo constantemente. Un paciente con cierto tipo de organización puede entonces
tender a expresar su realidad psíquica a través de hechos clínicos característicos, tales como
síntomas, rasgos de carácter o patrones de conducta apropiados para cierto tipo de relación
objetal implicado por tal organización.
Mientras que la estructura psíquica de un individuo dado puede exhibir alguna permanencia
en su organización deberá notarse que las características de dicha organización pueden
manifestarse a través de una amplia variedad de hechos clínicos.
Nuestra conclusión deberá ser entonces que en psicoanálisis, los hechos clínicos
psicoanalíticos –ya sean observables repetidamente o sólo en ocasiones aisladas –son el reflejo
de una organización que tiene cierta permanencia en un paciente en particular –o sea, su
estructura psíquica. Se deriva de lo anterior que cada tipo de organización psíquica será
manifestado a través de fenómenos de transferencia específicos, para los cuales pueden
corresponder fenómenos contratransferenciales específicos.
Los hechos clínicos psicoanalíticos seguramente son eventos que se repiten constantemente,
pero nunca son el mismo dos veces, construyéndose y destruyéndose nuevamente para
reaparecer en una multitud de formas efímeras diferentes, pero sin embargo, reteniendo una
cierta constancia.
Esto nos habilita para estar más atentos a las reacciones del paciente, para permitirle
concientizarse de sus reacciones inconscientes.
Dada la naturaleza de la realidad psíquica, los hechos clínicos en psicoanálisis poseed dos
aspectos característicos: en primer ligar tienen un significado manifiesto, y en segundo lugar,
un significado latente, o sea, inconsciente – siendo el segundo inseparable del primero.
El examen del aspecto latente de las palabras dichas y el despertar de la realidad psíquica del
paciente resalta no sólo el carácter subjetivo sino también el intersubjetivo de los hechos
psicoanalíticos: porque no sólo es una cuestión de la subjetividad del observador sino también
la del paciente y de la relación entre ambas subjetividades.
El punto de vista intersubjetivo coloca más énfasis en la creación común de los dos
protagonistas en la relación analítica, relegando la realidad psíquica de cada uno para un
segundo plano, mientras que el concepto de identificación proyectiva como un medio de
comunicación enfatiza más la interrelación de dos realidades psíquicas en sus
transformaciones mutuas, sin descartar, por esto, los momentos en los que el analizando y el
analista comparten la misma experiencia emocional con el sentimiento de ser uno.
Resumen
Un hecho clínico queda definido por el campo en el que se sitúa. En el campo del psicoanálisis
el autor distingue entre hechos clínicos psicoanalíticos que proceden de fuera de la situación
analítica, por ejemplo en entrevistas o en el psicoanálisis aplicado, y hechos clínicos
psicoanalíticos procedentes de dentro de la situación psicoanalítica, donde encuentran su
valor pleno en la relación de transferencia y de contratransferencia. Son características de los
hechos clínicos psicoanalíticos el ser observables y comunicables, y el tener a la vez un aspecto
fijo uno transformativo.
Intervención Psicológica
Muniz A. (2005)
● "Intervenir proviene del venir-entre. Esto involucra al menos dos sujetos, los
que inauguran una novedosa forma de encuentro para subjetivarse. ..todo
encuentro produce algo del nivel de lo nuevo, no previsto, sin marca previa que
no es simple repetición. Esto jaquea la clásica noción de transferencia
entendida como pura actualización de algo histórico.
● ...Esta novedad del encuentro es lo que produce y habilita un espacio para
pensar desde una óptica diferente lo que se des-cubre con otro. ..salva aquella
discusión sobre la condición de terapéutico o no del Psicodiagnóstico. Es
terapéutico pero no el Psicodiagnóstico, sino el encuentro y lo que allí se
produce
Muniz A. (2005) menciona la otra acepción de intervenir que tiene relación con el
operar.
● "Hacer-con implica no ser mera pantalla, sino operar en la búsqueda,
develando a manera de explorador curioso los caminos ocultos del sufrimiento.
● La intervención es una modalidad de práctica psicológica que favorece cambios
en el consultante a partir del uso de una estrategia que se va construyendo en
un tiempo acotado" (p18)
Señala como estrategias posibles:
- Psicodiagnóstico
- Evaluación Psicológica
- Orientación.
Alianza terapéutica
Transferencia y Contratransferencia
Otras consideraciones....
● Henry y Strupp (1994) plantean que dentro del vínculo se diluyen los
límites entre lo que corresponde a la relación real, al efecto de la
transferencia y al de otros componentes inconscientes de la alianza que
pueden ser entendidos como patrimonio de la sugestión.
● Hougaard (1994) diferencia la "relación personal" (que incluye los
sentimientos de confianza, esperanza, etc.) de la "relación
colaborativa", señalando que la primera determinará la calidad de la
alianza por encima de los aspectos más racionales.
● Hartley (1985) divide la alianza en "relación real" (que incluye
distorsiones y también confianza y respeto auténtico) y la "alianza de
trabajo" como capacidad de trabajar juntos en pos de un objetivo.
● Bordin (1979) organiza conceptualmente la noción de alianza
terapéutica, incluyendo tres aspectos:
a) establecimiento y desarrollo de vínculo,
b) acuerdo sobre metas u objetivos del proceso terapéutico,
c) acuerdos sobre tareas y responsabilidades para alcanzar esas metas.
● Estos tres niveles están hoy en día jerarquizados en los estudios sobre
alianza terapéutica e inclusive fueron operacionalizados en escalas
(Pinsoff, 1986; Bernal et al., 1995).
Safran y Muran (1998) enfatizan el valor del vínculo: "De hecho, se puede afirmar que
el desarrollo y resolución de problemas a través de la alianza no es un simple requisito
para el cambio sino más bien la esencia del proceso de cambio".
Binder (1998) remarca que la interiorización de la experiencia que se da en el vínculo
funciona como agente directo de cambio, junto con otros elementos que surgen a partir
del mismo.
Jessica Benjamín (1990) fue pionera al manifestar que el proceso de negociación entre
dos subjetividades diferentes se halla en el núcleo del proceso de cambio.
Frank (1982) describe los llamados factores comunes a toda psicoterapia que incluyen
decisivamente la fuerza del vínculo y del encuadre para promover el cambio.
Problemas planteados...
Carece de sentido distinguir entre alianza y transferencia porque todos los aspectos de
la relación están determinados por las experiencias pasadas. (Charles Brenner,1979).
Peligro del concepto de alianza: podría llevar a los terapeutas a dejar sin analizar
algunos aspectos de la transferencia y promover un mayor énfasis en el cambio a través
de la sugestión en lugar de hacerlo mediante la comprensión. (Charles Brenner,1979).
Jacques Lacan (1973) consideraba que la idea de la alianza entre el terapeuta y una
parte racional de la psique del paciente como algo que promueve un tipo de
conformidad con el deseo del otro.
Charles Hanly (1992) planteaba que el concepto de alianza podría conducir a una
sobreevaluación del rol desempeñado por los procesos conscientes, racionales y a pasar
por alto la importancia de los procesos inconscientes.
Las rupturas están constituidas o por desacuerdos sobre las tareas y objetivos de la
terapia o por problemas en la dimensión del vínculo (si bien los desacuerdos sobre las
tareas u objetivos terapéuticos reflejan, a menudo, tensiones en la dimensión del
vínculo, y vice versa).
Transferencia
Sigmund Freud
● Pilar del tratamiento psicoanalítico.
● Fenómeno constante y regular en la terapia
● Relación entre médico-paciente. Falso enlace.
● Coerción asociativa, fracaso del método. Resistencia Externa.
● Desplazamiento del afecto de una representación a otra.
Paciente: no recuerdo / deseo en relación al terapeuta en tiempo presente.
● La transferencia y el proceso de elaboración onírica: similitudes y conexiones.
● Teoría más amplia y comprensiva de la transferencia, donde define la
transferencia.
“…Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el
análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes, pero lo
característico... es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico...
toda una serie de vivencias psíquicas anteriores no es revivida como algo pasado, sino
como vínculo actual con la persona del médico. (Freud, 1905, p. 101).
Transferencia y resistencia.
● Señala cercanía al conflicto inconsciente.
● Terminación prematura / falla en la interpretación de la transferencia.
● Herramienta fundamental para la cura y obstáculo.
● Existe fuera y dentro del tratamiento.
● En el tratamiento se la hace consciente.
● Origen y función de la transferencia: fenómeno erótico (influencia del
descubrimiento del Complejo de Edipo).
● Modelos, estereotipos o clisés. Surgen de la disposición innata y las
experiencias de los primeros años, que se repiten en el curso de la vida.
● Libido insatisfecha (consciente e inconsciente) se dirigirá hacia al analista u
otra persona. Continua actitud de búsqueda.
● Neurosis de transferencia reemplaza a la neurosis corriente.
● Tratamiento psicoanalítico: libido-proceso regresivo (imagos infantiles)-
acceso a la conciencia-análisis de la resistencia.
● Transferencia positiva y transferencia negativa.
● Fenómeno repetitivo.
● Estrategia del paciente para resistirse (no recordar). Transformar el recuerdo en
algo actual, presente.
● Transferencia: gobernada por la repetición (principio explicativo y genético) y la
pulsión de muerte.
● Impulso-repetición de situaciones del pasado más allá del principio de placer.
● Resistencia a la transferencia- movilizada por el principio de placer.
● Luego de 1920 no hay más modificaciones a su teoría de la transferencia.
Otros aportes....
● Elemento inherente al hombre en relación con otros.
● En la cura: neurosis de transferencia, neurosis artificial o nueva edición
de la neurosis clínica.
● Neurosis de transferencia, Transferencia psicótica (regresión a la
dependencia)
● En la consulta o intervención psicológica: Se trabaja en transferencia. Es
un instrumento de diagnóstico.
Contratransferencia
Sigmund Freud (1910):
● “Respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente,
como el resultado de la influencia del analizado sobre los sentimientos
inconscientes del médico”.
● La introduce como concepto técnico, por primera vez en 1910, y la menciona
expresamente sólo tres veces en su obra, aunque hay indicios de que la sigue
pensando. No elaboró una teoría de la contratransferencia.
La define en función del analizado y la conceptualiza como obstáculo: es un riesgo;
algo a “dominar”, “reducir”, “eliminar”.
● Si bien la plantea como un obstáculo que debe ser removido, dice que la
experiencia prueba claramente que nadie puede ir más allá de sus puntos ciegos,
por lo cual, se halla inclinado a exigir al analista, como norma general, el
conocimiento de su contratransferencia y su vencimiento como un requisito
indispensable para ser analista.
● Advierte que cada analista llega sólo hasta donde le permiten sus propios
complejos y resistencias interiores y, por lo tanto enfatiza la importancia del
análisis propio (primero, en 1910, del autoanálisis y luego, en 1912, del análisis
didáctico), y que éste se profundice de manera ininterrumpida a medida que
trabaje con los pacientes.
● Jerarquiza la función del analista como espejo: “El médico no debe ser transparente
para el analizado, sino como la luna de un espejo mostrar sólo lo que le es mostrado”.
● Introduce la metáfora del teléfono, donde “...(el analista) debe volver hacia el
inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor,
acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda al
micrófono. “...lo inconsciente del médico se habilita para reestablecer, desde los
retoños a él comunicados de lo inconsciente, este inconsciente mismo que ha
determinado las ocurrencias del enfermo...” “ha de” (...) “servirse así de su
inconsciente como instrumento del análisis...”.
Paula Heimann (1950).
● Abarca todos los sentimientos que “experimenta” el analista hacia su
paciente. Su tesis es que la respuesta emocional del analista hacia su paciente,
dentro de la situación analítica, representa uno de los instrumentos más
importantes para su trabajo. Es un instrumento de investigación acerca del
inconsciente de su paciente.
● Intenta erradicar la idea de un analista “sin sentimientos”, inhumano, y
mostrar el significado operacional de la contratransferencia.
● Hace hincapié en que la situación analítica es una relación entre dos personas,
que la diferencia de otros no por la presencia de sentimientos en uno y la
ausencia en el otro, sino por la intensidad de sentimientos que experimenta el
analista y el uso que hace de ellos, siendo factores interdependientes. Lo crucial
es el aspecto cuantitativo.
● La respuesta emocional inmediata del analista hacia su paciente es una
indicación significativa de los procesos inconscientes del paciente, y le llevan a
una mayor comprensión.
● La exigencia freudiana de que el analista “reconozca y controle” su
contratransferencia no lleva a la conclusión de que esta es un factor molesto y
que el analista debe volverse insensible y distante, sino que debe usar su
respuesta emocional como clave de acceso al inconsciente del paciente.
● La contratransferencia incluye las reacciones del analista hacia:
- las transferencias del paciente,
- el material que trae el paciente,
- las reacciones del paciente hacia el analista como persona.
● La sensibilidad del analista debe ser extensiva, más que intensiva, móvil y con
capacidad de diferenciación.
Algunas consideraciones....
● El prefijo “contra” puede entenderse con dos significados distintos, acepciones
que operan continuamente y a veces contradictoriamente en las definiciones.
Parecerían apuntar a dos procesos psíquicos distintos, si no a dos teorías acerca
de la contratransferencia:
- opuesto, lo que se opone, por ej., dicho y contradicho; ataque y
contraataque.
- paralelo, se emplea como lo que hace balance en busca de equilibrio; por
ej., punto y contrapunto.
En el primer sentido, contratransferencia significa que así como el analizado
tiene su transferencia, el analista tiene también la suya; de esta forma la
contratransferencia se define por la dirección, de aquí para allá. La otra acepción
establece un balance, un contrapunto, que surge del comprender que la reacción
de uno no es independiente de lo que viene del otro.
● Aquí comienza una gran controversia para definir la contratransferencia y
delimitarla de la transferencia.
● La mayoría de los analistas piensa, como Freud, que los sentimientos y las
pulsiones de la contratransferencia surgen en el inconsciente del analista como
resultado de la transferencia del paciente. Para Lacan está planteado como lo
contrario.
● Para resolver el dilema hay que fijar una arbitraria dirección del proceso, pero
deja de ser arbitrario, cuando se funda por entero en las constantes del encuadre.
El encuadre, y dentro de él la reserva analítica justifican que llamemos por
definición transferencia a lo que proviene del paciente y contratransferencia a la
respuesta del analista y no al revés. Esta decisión define el campo, el área del
trabajo analítico.
● El encuadre opera como una referencia contextual que permite que se de este
juego de transferencia y contratransferencia; es la estructura sintáctica donde
los significados de ambos conceptos van a adquirir su significación. Ordena una
relación distinta y particular, no convencional y asimétrica, entre el analista y
el paciente.
● Llamar a un fenómeno transferencia y al otro contratransferencia denota que el
proceso analítico se inicia con la transferencia, como el contrapunto musical,
donde hay primero un canto al que responde el contracanto. El término
contratransferencia implica, pues, que el punto de partida es la transferencia del
paciente.
● A la transferencia, desencadenada pero no creada por la situación de la cura,
responderá el analista con su contratransferencia, ambas motores y obstáculos
del proceso analítico.
Intervención
El psicólogo cuando interviene estará atento a las respuestas, a la escenificación y
lenguaje corporal del paciente y a su propia contratransferencia.
Competente:
El psicólogo clínico tiene que ser competente de impartir una nueva mirada,
ampliación de conciencia o facilitar el insight
Dependerá de su capacidad de expresar con palabras los pensamientos, fantasías
y sentimientos de los que el paciente no tiene cabal conciencia y presentárselos
de tal modo que le sea útil para la comprensión del conflicto y/ o motivo de
consulta
Tenemos que traducir sobre la marcha de nuestro propio vocabulario al lenguaje
vivo del paciente.
Las intervenciones del psicólogo como instrumentos técnicos
Modalidades de intervención verbal
Modalidades de intervención no verbal
La escucha
Es la capacidad que presenta el psicólogo clínico para escuchar lo manifiesto y
lo latente del discurso del paciente.
La escucha activa también implica la observación de la escenificación, la
corporeidad, emocionalidad y tono de comunicación del paciente.
Ritmo verbal y tono
Es un elemento a tener en cuenta el ritmo verbal y el tono de las comunicaciones
que realiza el psicólogo.
Para ello es muy importante manejar la empatía y sintonizar con el estilo
comunicacional del consultante.
Regular que nuestro tono de voz no sea imperativo o irruptivo, o autoritario.
Un ritmo pausado y con un tono adecuado favorecerá la alianza terapéutica.
El lenguaje corporal
La presencia, entendida como el estar en disposición de escucha y ayuda,
implica la coherencia entre las manifestaciones verbales del psicólogo y su
propio lenguaje corporal
El silencio
La destreza en la comunicación verbal depende también en el clínico de su
empleo del silencio.
Es imperativo que el psicólogo sea capaz de tener paciencia.
El paciente necesita nuestro silencio para seguir en detalle sus propios
pensamientos, fantasías y sentimientos.
Explorar
Confrontar
Aclaración
Interpretar
Son típicas: ¿Por qué consulta? ¿Cuáles son sus problemas?, pero también las preguntas
introductorias están durante toda la intervención, por ejemplo cuando iniciamos la exploración
de otros aspectos del paciente (vínculos, estilos vinculares, emocionalidad, regulación
afectiva, etc.)
¿Cuánto le limita esto que le pasa? ¿Cómo vive ciertos acontecimientos, etc.)
Confrontar
Por ejemplo, antes de poder interpretar la razón que pueda tener un paciente para
evitar cierto tema en la consulta tenemos que ponerlo frente al hecho de que está
evitando algo.
Pero antes de pasar a otra cosa, debe quedar asentado que el paciente discierne
dentro de sí el fenómenos psíquico que estamos tratando de analizar.
Aclaración
Interpretación
Resistencia
Tenemos que distinguir entre el hecho de que el paciente esté resistiendo, cómo se
resiste, a qué
un peligro
La práctica
Es necesario tener estos conceptos teóricos presentes a la hora del trabajo en
consultas psicológicas, intervenciones y psicoterapias.
De la superficie a la profundidad.
Definición de Psicoterapia
Se basa en una relación entre personas que están de acuerdo en trabajar juntas.
Se exige que quién la practica tenga un entrenamiento específico en las técnicas que
va a emplear además de una formación básica a nivel clínico y psicopatológico.
El cambio que se intenta lograr puede ponerse de manifiesto en las distintas áreas de
la conducta: mente, cuerpo, mundo externo.
Definición de Psicoterapia
En un sentido más amplio, toda relación de ayude incluye una actitud psicoterapéutica en la
medida en que el profesional busca ayudar a la persona que consulta a afrontar psíquicamente
la situación por la que está pasando y, aunque no esté aplicando una técnica determinada, lo
hace actuando de forma reflexiva, informada y crítica, es decir, atendiendo al efecto de sus
intervenciones y actuando de conformidad con las reglas del arte.
Interrogantes
4) Investigación en psicoterapia.
6) Aspectos éticos.
7) Evaluación.
8) La psicoterapia en el Uruguay.
“Las terapias psicológicas son parte esencial del cuidado de la salud. Existe abrumadora
evidencia de su efectividad para tratar una amplia variedad de problemas y enfermedades
relacionadas con la salud mental”.
Efectividad: Cuando no se cumple con los objetivos pero el paciente se beneficia, el programa
de psicoterapia no es eficaz pero si efectivo.
“Qué tratamiento, por quién, es más efectivo para este individuo con este problema específico,
bajo qué estado de circunstancias y cuál es el modo de llevarlo a cabo”.
Nivel diagnóstico
a) Una comprensión de: los problemas o conflictos, las vulnerabilidades y recursos existentes
en la persona y en sus vínculos, las posibilidades de éxito y de las razones que hacen preferible
ese abordaje psicoterapéutico a otro.
Para responder la pregunta de “para quién” en términos de para qué trastorno o de para qué
problema.
TIPOS DE PSICOTERAPIA
a.- Las basadas en una mayor comprensión de sí mismo y de los conflictos pasados y presentes.
modelo : el psicoanálisis
c.- En la modificación de las pautas de relación interpersonal dentro del abordaje del sistema
relacional como un todo.
modelo: la terapia sistémica
Modelos de psicoterapia
a) el tipo de problemas
c) la cronicidad
Modelo 1: «Counseling»
a) Problemas:
- adaptación a cambios en la vida, enfermedades, pérdidas
- estrés y ansiedad situacional
- depresión subclínica o humor descendido
- problemas relacionales
- dificultades en la relación interpersonal (afirmación personal, auto confianza, intimidad)
b) Gravedad: baja a moderada
c) Cronicidad: comienzo reciente (menos de un año, excepto problemas relacionales)
d) Factores del paciente: preferencia de tratamientos breves
SE RECOMIENDA TRATAMIENTOS FOCALIZADOS BREVES (6-12 SESIONES) DIRIGIDOS A
AFRONTAR LA CRISIS, COMPRENDER SENTIMIENTOS, IDENTIFICAR LOS PROBLEMAS,
EXPLORAR Y/O TOMAR DECISIONES, DISMINUIR EL ESTRÉS
Psicoterapia Psicoanalítica
Psicoterapia Psicodinámica
PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA
- Narcisismo
Método Psicoanalítico:
Re - edición o edición
Psicoterapia psicodinámica
Modalidad manualizada para pacientes con trastorno límite, está basada en los siguientes
puntos
● 6. Los acting out deber ser bloqueados a través del establecimiento de límites sobre
acciones potencialmente peligrosas para el paciente, otros y el tratamiento.
Encuadre:
- Espacio y tiempo
Dispositivo:
Psicoterapia:
Intervenciones verbales
1) Señalamiento
2) Interpretación
3) Construcción
4) Escansión
5) Indicación
Oferta-demanda
Cartografía
Corrientes fundamentales en psicoterapia:
• Psicoanalítica
• Dinámica
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