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LABRUNA, JOSEFINA c/ CACERES REYES, DAVID Y OTROS s/ DEMANDA

ORDINARIA

Cita: 560/22
Nº Saij:
Nº expediente:
Año de causa: 0
Nº de tomo: 20
Folio N° 177
Resolución N° 81
Fecha del fallo: 03/05/2019
Juzgado: Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial (Sala II) (Santa Fe) - Santa Fe
Jueces
Daniel Fernando ALONSO
Armando Luis DRAGO
Luciano Francisco PAGLIANO

Tesauro > RECURSO DE APELACION


Tesauro > ACCION AUTONOMA DE NULIDAD
Tesauro > NULIDAD DE LA RESOLUCION
Tesauro > RECURSO DE NULIDAD
Tesauro > BOLETO DE COMPRAVENTA
Tesauro > COSA JUZGADA

CIVIL - COMERCIAL

RECURSO APELACION Y NULIDAD. NULIDAD BOLETO DE COMPRAVENTA. INEFICACIA DE


TRANSFERENCIA DOMINIAL. ADQUISICIONES A NON DOMINO, EFECTUADAS SIN LA
INTERVENCION DEL VERDADERO TITULAR DEL DERECHO. NULIDAD DE SENTENCIA FIRME
PASADA EN AUTORIDAD DE COSA JUZGADA A TRAVES DE LA ACCION AUTONOMA DE
NULIDAD.
.

Texto del fallo

En la ciudad de Santa Fe, a los 03 días del mes de mayo del año dos mil diecinueve se reunió
en Acuerdo Ordinario la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial
integrada por los doctores ARMANDO L. DRAGO, LUCIANO F. PAGLIANO y DANIEL F.
ALONSO para resolver los recursos interpuestos por los codemandados Reyes David Cáceres
y José Luis Díaz y los deducidos por Martín Horacio Busaniche y Busaniche Construcciones
SRL contra la sentencia de fecha 26 de junio de 2017 y su aclaratoria del 05 de julio de 2017

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dictada por el señor Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la Octava
Nominación de esta ciudad, en los autos caratulados "LABRUNA, JOSEFINA contra
CACERES REYES, DAVID Y OTROS sobre DEMANDA ORDINARIA" (CUIJ N°
21-00044817-3). Acto seguido el Tribunal estableció el orden de votación conforme con el
estudio de los autos doctores: Drago, Pagliano y Alonso, y se planteó para resolver las
siguientes cuestiones:

Primera: ¿Es nula la sentencia recurrida?

Segunda: ¿Es procedente el recurso de apelación?

Tercera: ¿Qué pronunciamiento corresponde?

A la primera cuestión, el doctor Drago dijo:

Que contra el pronunciamiento mencionado el codemandado Reyes David Cáceres, pese a no


haberlo deducido expresamente (art. 361 CPCC), sostiene nulidad por haberse violado su
derecho de defensa al haberse resuelto incidentalmente tener por incontestada de su parte la
demanda (fs. 261). En tal sentido, recuerda que al recurrir dicha resolución esta Alzada
resolvió mal concedido el recurso, dejando a salvo la posibilidad de replantear cualquier
anomalía procesal en caso de recurrir la sentencia de fondo, razón por la cual reintroduce el
planteo al entender que no fueron atendidas en la sentencia las defensas que había planteado
en su conteste vinculadas a la prescripción adquisitiva y a la prejudicialidad por aquella razón,
ocasionándole el perjuicio de tratarse de un fallo sin su parte. Los restantes codemandados
pese a haberlos introducido no lo han sostenido ante este grado jurisdiccional, por lo cual
corresponde su desestimación.

Si bien reviste seriedad el planteo que reedita Cáceres (cuyos argumentos expusiera a fs.
282/283vta.), también lo es que el agravio de que se vio privado de ejercer el derecho de
defensa al impedir ser oído en el juicio, no deja de ser meramente hipotético o conjetural y por
lo tanto desechable, ya que pese a que se había resuelto tener por no contestada la demanda y
revocar el traslado de la defensa de prescripción adquisitiva (fs. 261 y vta.), tuvo oportunidad
de producir prueba en contrario de los hechos articulados por el actor (arg. art. 143 CPCC); y

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el Juez al resolver hizo mérito de la defensa de prescripción adquisitiva, con lo cual, el planteo
-que se trata a todo evento, resultando insustancial a esta altura ver si correspondía o no tener
por incontestada la demanda-, sólo muestra el mero disenso con el modo en que lo hizo, pero
sin tener suficiente entidad nulidificante. Dicho de otro modo, se desentendió de aportar
argumento valedero para que sea admitida la nulidad intentada, siendo que debía invocar y
probar la existencia de un perjuicio que no pudiese repararse sin la declaración de nulidad
(principio de trascendencia plasmado en el art. 126 CPCC.)

En cuanto a la nulidad por violación de la regla de la prejudicialidad establecida en el artículo


1101 del Código Civil del que también me ocuparé por razones de orden público (extensivo al
planteo de José Luis Díaz, pese a la insuficiencia técnica que se observa en su postulación ante
esta sede y a que a su respecto se tuvo por incontestada la demanda por decreto firme -fs.
318-), más de una razón justifican su desestimación.

Al respecto, la Corte local ha dicho que no puede pasar desapercibida la duración del proceso
y que la cuestión de la prejudicialidad penal no puede mantenerse "sine die"; y, trasladando al
caso el razonamiento argumentativo que expuso en "Lópumo", en el aquí examinado la causa
penal fue iniciada en el año 2011, en tanto ante la sede civil, la sentencia dictada en primera
instancia a revisión data del 26.06.2017, por lo que el plazo transcurrido en sede penal -en
relación con el proceso civil- y siendo que de las constancias obrantes a fs. 949/957, 966/967 y
1109 no puede avizorarse que la solución al litigio en aquélla sede sea de pronta resolución,
excede toda pauta de razonabilidad y conduce al debilitamiento de la aludida prejudicialidad.
Lo contrario conllevaría -prácticamente, tal como lo infiere el Alto Tribunal local- a la
negación del derecho a la jurisdicción entendida como "la imposibilidad de conseguir una
sentencia en tiempo razonable" (A. y S., T. 238, pág. 88; A. y S., t. 194, pág. 117; A. y S., t.
240, pág. 95; A. y S., t. 262, pág. 459; en la misma línea argumental, la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en Fallos: 246:87; 272:188; 287:248; éste último con nota favorable de
Bidart Campos, Germán, L.L. 154-85; a lo que cabe agregar que dicha excepción está
consagrada expresamente en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación aprobado por ley
26.994 en el artículo 1775, inciso b).

Pero, además y a mayor abundamiento, debe tenerse en cuenta que la causa penal en cuestión
N° 221 año 2011 del Juzgado Penal de Instrucción N° 5 por los delitos de Falsificación

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material de documento y estafa fue iniciada por denuncia de la víctima Josefina Labruna (fs.
1/5vta. del expediente reservando en copia); circunstancia que adelanto resta eficacia a la
defensa de prejudicialidad; y asimismo la naturaleza de la acción promovida, respecto a la cual
la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha admitido la procedencia de la acción de nulidad
por cosa juzgada írrita, pero subordinándola a la existencia de dolo o estafa procesal en la
causa en la que se pronunció la sentencia (Fallos: 254:320), a la ausencia de un verdadero
proceso contradictorio, en el que el vencido debió tener una adecuada y sustancial oportunidad
de audiencia y prueba -pues la seguridad jurídica no impone el respeto de los fallos judiciales
cualesquiera sean sus defectos o las condiciones en que se hayan dictado a punto de tener que
convalidar los supuestos en los que ha mediado un remedo de juicio que concluye con una
sentencia fraudulenta o dictada en virtud de cohecho, violencia, u otra maquinación (Fallos:
279:54; 281:421)-, como así también en aquellos en los que se incurrió en una grosera
injusticia en el fallo, omitiendo la adecuada valoración de aspectos relevantes de la causa
(Fallos: 318:2068; 319:2527; 323:2562; 326:678) (así, compilado en Fallos: 340:1982 y en
Fallos: 333:2197 en el cual con cita del dictamen del Procurador Fiscal se reitera que es una
vía idónea para atacar la cosa juzgada fraudulenta dictada en virtud de cohecho, violencia u
otra maquinación; connivencia dolosa de las partes dejando a terceros sin defensa o fundada en
un hecho ilícito o por derivación de una estafa procesal; inexistencia de un verdadero y
auténtico proceso judicial).

Es decir, se trata siempre de supuestos excepcionales en los que ha mediado un acto ilícito
(que puede o no ser un delito penal) o en el que no ha existido un verdadero proceso legal
(CApelCirc. Sta Fe, R° 172 F° 298 T° 17 del 22.12.2016). Para más, ver en la obra "La
impugnación de la sentencia firme", dirigida por Jorge W. Peyrano, 1ed, RC, T1, 2006, págs.
335/341, donde se concluye que el juez puede resolver la nulidad de la sentencia firme, si de
los elementos probatorios surge el hecho ilícito -contrario a la ley y que haya causado
perjuicios- que ha viciado la sentencia, sin que obste a ello la investigación que de los mismos
hechos podría desarrollarse en el fuero penal.

Lo dicho pone en crisis para el caso en examen -en atención a una prudente interpretación de
las razones que esgrimió el Juez al fallar-, el fundamento de la regla de la prejudicialidad
consistente en evitar la posibilidad de sentencias contradictorias (arg. de A. y S., T. 173, pág.
474).

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Sin perjuicio de lo dicho, que resulta suficiente para desechar el planteo nulidificante al no
advertir situación de indefensión, a todo evento las críticas que no refieren a vicios in
procedendo sino in iudicando, pueden obtener suficiente respuesta en el tratamiento del
recurso de apelación.

Voto por la negativa.

A la misma cuestión, el doctor Pagliano expresa idénticos fundamentos a los expuestos por el
Vocal preopinante y vota en igual sentido.

A la primera cuestión, el doctor Alonso dijo:

Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente concordantes de


dos jueces, de conformidad con el art. 26 de la Ley 10.160 y la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de Santa Fe, me abstengo de emitir opinión en la presente causa.

A la segunda cuestión, el doctor Drago dijo:

I.- Que la señora Josefina Labruna, por apoderados, promovió juicio ordinario tendiente a que
declare nulo de nulidad absoluta y/o inexistente y/o inoponible y/o lo que jurídicamente
corresponda del boleto de compraventa que sirvió de base para las acciones promovidas en los
autos "Cáceres, Reyes David c. Privato, Francisco Pablo s. Ordinario" (Expte. N° 878, año
2010) y su acumulado (Expte. N° 1354, 2010), tramitados ante el Juzgado de Primera
Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial de la Octava Nominación, cuya nulidad y/o
inoponibilidad de los procesos judiciales y sus sentencias respectivas también solicitó, así
como todos los actos que fueran su consecuencia; a su vez, pretendió la nulidad de la venta
judicial y de las posteriores ventas operadas a favor de Martín Horacio Busaniche, José Luis
Díaz y Busaniche Construcciones SRL sobre el terreno, cuyos datos de individualización se
tienen íntegramente reproducidos en honor a la brevedad; asimismo, que se condene a los
accionados y/o a cualquier involucrado a reintegrar a la actora el inmueble objeto del boleto,
procesos y escrituras mencionadas (fs. 22/28vta. y su ampliación de fs. 52/57).

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En cuanto a los hechos, sostuvo que el 09.06.1960 su esposo Francisco Pablo Privato adquirió
el dominio del inmueble, ejerciendo desde esa época la posesión pública, pacífica, continua e
ininterrumpida hasta su fallecimiento ocurrido el 12.11.2001, fecha a partir de la que continuó
la posesión iniciada por aquél en su carácter de única y legítima heredera según el sucesorio
tramitado en la justicia nacional con sede en Buenos Aires.

En ese contexto, tomó conocimiento que el campo había sido transferido por venta judicial a
David Reyes Cáceres como resultado de un juicio de escrituración contra Privato. Al respecto,
sostuvo que el boleto de compraventa de mayo de 1988 que sirvió de sustento es apócrifo,
acusando también que fue insincero el domicilio atribuido a Privato, permitiendo tramitar el
juicio en rebeldía, consumiendo la maniobra una estafa procesal que posibilitó eludir el fuero
de atracción del sucesorio y sirvió de engaño al Juez que suscribió la venta judicial, logrando
de esa manera la inscripción dominial del bien en favor del pretenso y falso comprador
Cáceres, que se transmitió luego en cadena causal mediante las sucesivas ventas cuestionadas.

II.- Tramitada la causa, el Juez de grado hizo lugar a la demanda (fs. 979/992 y su aclaratoria
de fs. 994 y vta.).

Para así decidir en síntesis consideró que el eslabonamiento de los actos jurídicos descriptos
no fue controvertido por las partes en cuanto a su ocurrencia fáctica, centrándose la litis en la
validez y eficacia de los mismos. Así, entendió por razones de orden lógico atender en primer
lugar la pretensión de ineficacia de la transferencia dominial operada judicialmente por efecto
de la sentencia condenatoria pasada en autoridad de cosa juzgada, para luego analizar en su
caso las restantes pretensiones de ineficacia de las posteriores transferencias dominiales, y si
bien una de las pretensiones se dirigía a obtener la declaración de inexistencia, nulidad y/o
inoponibilidad del boleto de compraventa que fundó el juicio de escrituración, sostuvo que no
podría revisar su validez sin la previa declaración de nulidad del proceso y de la cosa juzgada,
ya que las obligaciones emergentes de ese negocio fueron debatidas en un proceso judicial que
cuenta con sentencia firme.

En ese trance, valoró que la prueba pericial caligráfica producida en la causa penal concluyó
que la firma atribuida en el boleto de compraventa a Privato es apócrifa y que el domicilio
denunciado en el juicio de escrituración se probó que era uno que no correspondía, abonando

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así la tesis de la actora, sumado a la actitud posterior de Cáceres que luego de obtener la
transferencia vía judicial, sin solución de continuidad transmitió a terceras personas el
inmueble.

Dichos extremos, evidenciaron a su entender la existencia de dolo o estafa procesal, en tanto


quedó demostrado que el contrato que dio lugar a la sentencia condenatoria por escrituración
no fue firmado por el vendedor, por lo cual el proceso judicial partió de un presupuesto falso,
que luego se desarrolló en rebeldía al denunciarse un domicilio erróneo, proceso a través del
cual se buscó que sea el propio Juez el que suscriba la transferencia del dominio de inmueble,
circunstancias que no reflejan la verdad jurídica objetiva, destacando que de otra manera no
podría haberse logrado la escrituración. Agregó, que se llevó a cabo un proceso aparente,
apartándose de su función regular, por lo cual se convierte en un acto pasible de ser destruido
con la declaración de nulidad por desviar a la administración de justicia de su finalidad
específica de dirimir conflictos reales, concluyendo que aun cuando existe cosa juzgada es
procedente revisar lo resuelto, resolviendo en consecuencia la nulidad del boleto, de la
sentencias pasada en autoridad de cosa juzgada, sus actos posteriores consecuentes y,
finalmente, de la venta judicial a favor de Cáceres.

Luego de esa conclusión, se ocupó de las proyecciones que significa esa nulidad para los
restantes negocios jurídicos cuya anulación también se demandó, examinando en ello la
protección del artículo 1051 del Código Civil que invocaron los codemandados como
adquirentes de buena buena fe y a título oneroso.

Con cita de doctrina y jurisprudencia ubicó el caso en el supuesto de adquisiciones a non


domino, efectuadas sin intervención del verdadero titular del derecho, resolviendo que debía
aplicarse en el caso la regla general del efecto de la declaración de nulidad, en el sentido de
volver las cosas al estado anterior con el consiguiente efecto restitutivo. En esa línea de
razonamiento, a partir de que la venta judicial fue realizada sin intervención del Privato -titular
dominial-, utilizando un instrumento nulo y proceso judicial vicioso, no era de aplicación al
caso la protección normativa concedida a los terceros subadquirentes, quienes dijo no pueden
ampararse en su buena fe y título oneroso aun si ello fuera demostrado, pues los principios de
apariencia jurídica deben ceder frente al interés del verdadero propietario quien no tuvo
participación en el acto ilegítimo, con lo cual, resolvió también la nulidad de las ventas que

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siguieron a la judicial.

A continuación, refirió a la defensa de prescripción adquisitiva intentada por Cáceres -pese a


destacar que había sido declarado el responde extemporáneo-, considerando que resulta
impertinente y hasta contradictoria para desvirtuar la nulidad del boleto, del juicio de
escrituración y de la escritura de venta judicial, expresando que si el nombrado entendía que
había adquirido el dominio por usucapión debía iniciar la acción correspondiente y probar los
recaudos legales que de manera rigurosa exige la ley, sin que el deducirla como defensa
modifique en algo la situación -sólo se prescinde de los recaudos formales-, y sin que pueda
esgrimir que aun de estimar que habría cumplido con aquellos recaudos se encontrara en
condiciones de efectuar las ventas posteriores, en tanto no lo convierten en propietario del
inmueble sin el proceso declarativo correspondiente con la debida citación del titular registral.

Finalmente, respecto de la pretensión de restitución del inmueble, el Juez de grado


entendiendo que también aquí como consecuencia de la declaración de nulidad de un acto
jurídico las cosas deben volver al estado anterior, no cabía sino condenar a los accionados a
restituir el inmueble objeto de autos a la actora.

Las costas fueron impuestas a los vencidos.

III.- Contra esa decisión se alzan los demandados. Formularon agravios en primer término,
bajo una misma representación y en un mismo escrito, los codemandados Martín Horacio
Busaniche y Busaniche Construcciones SRL.

Tras exponer que su crítica no trasunta por el acierto o no del fallo en relación a lo resuelto
sobre el boleto y la sentencia que es su consecuencia -junto a la venta judicial-, sí cuestionan la
decisión de declarar la nulidad de los actos jurídicos posteriores, en tanto se ven agraviados al
sostener que son terceros comprendidos en la excepción del art. 1051 del Código Civil (actual
392 del CCC). Sintéticamente -y sin perjuicio de tener íntegramente reproducidos los agravios
en honor a la brevedad-, se agravian de las conclusiones del fallo sobre que: a) "...la tutela del
subadquirente no regía en supuestos en que mediaba falta de autoría del titular del derecho...";
b) "...en los casos de adquisiciones 'a non domino' corresponde aplicar la regla general del
efecto de la declaración de nulidad en el sentido de volver las cosas al estado anterior con el

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consiguiente efecto restitutivo..."; c) la demostración de la onerosidad y la buena fe de las
adquisiciones no cambia la solución del caso; d) se condene a la restitución del inmueble; e) se
le impongan las costas (fs. 1045/1056vta.).

Luego, José Luis Díaz se agravia de la valoración -errónea a su entender- de que la nulidad de
cosa juzgada írrita era la acción pertinente contra la cosa juzgada que ordena la escrituración a
favor de Cáceres, afirmando que debió intentarse la acción de reivindicación. En segundo
lugar, se agravia de que se tenga por acreditado que la firma del señor Privato era apócrifa en
virtud de una única prueba producida en sede penal, sin control de las partes y debiendo la
actora probar en esta sede dicha circunstancia. Finalmente, se agravia de que no se trató la
prescripción adquisitiva opuesta por Cáceres, que no hubo referencia a la prejudicialidad penal
y del modo en que se impusieron las costas (fs. 1057/1058vta).

Por último, expresa agravios David Cáceres, quien los enfoca en el rechazo de su defensa de
prescripción adquisitiva. Al respecto, alude que la usucapión cuando se intenta como
excepción no requiere de otra cosa que la prueba de los hechos, extremo que dice haber
acreditado -conforme los actos posesorios que detalla-, pese a lo cual no fue objeto de
valoración por el juez. A su vez, se queja que el Judicante fundamentó toda la resolución en
una pericial caligráfica producida en sede penal, sin el mínimo control de su parte, pero
aclarando que -y retomando la defensa de prescripción adquisitiva-, en nada lo compromete en
tanto no altera los hechos propios de la usucapión ya acontecida y, en todo caso, no favorece
ni los derechos ni las pretensiones de la contraria ya que la usucapión no dependió jamás de
otra cosa que la posesión. Finalmente, señala que el sentenciante perdió imparcialidad al fallar
extra petita, en tanto ordena que las cosas deben volver al estado anterior a la celebración del
acto nulo, pero sin advertir que los actos y derechos posesorios de su parte son anteriores a
cualquier acto que se anule en la sentencia, no le son oponibles sus consecuencias debiendo
para afectarlo tramitarse una acción reivindicatoria.

Los agravios fueron contestados por la actora (fs. 1068, 1070 y 1072/1085vta.), a los que me
remito.

IV.- Planteadas de tal modo las pretensiones revisoras, razones de orden lógico imponen el
análisis en primer término de las deducidas por Cáceres y Díaz, difiriendo las de Martín H.

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Busaniche y Busaniche Construcciones SRL a un segundo orden de tratamiento, en su caso.

Inicialmente serán analizados los agravios relacionados con la declaración de nulidad de la


sentencia dictada en los autos conexos, los actos que sean su consecuencia -incluido los del
incidente de ejecución de sentencia-, de la venta judicial y del boleto, ya que de su suerte
dependerá el tratamiento de los restantes pedidos de nulidad de las transferencias que le
sucedieron.

Tal lo relatado, el razonamiento seguido por el Judicante fue que debía tratarse inicialmente el
pedido de nulidad de la sentencia que había pasado en autoridad de cosa juzgada. A tal fin, se
avocó al análisis de las pruebas para determinar si la sentencia mencionada había sido el
resultado de un proceso en el cual se había producido un vicio fundamental, por cuanto ello
traería aparejado que la cosa juzgada no podría mantenerse inmutable, encuadrando el caso en
la acción autónoma de nulidad.

En prieta síntesis, para arribar a la solución cuestionada el Judicante valoró no solo el


resultado de la pericial caligráfica producida en la causa penal -único argumento que resulta
materia de agravio-, sino también -como se dijo- la denuncia de un domicilio que no
correspondía, impidiendo el ejercicio en debida forma del derecho de defensa, posibilitando el
juicio en rebeldía y evitando el fuero de atracción. Bajo estas premisas afirmó la existencia de
un entuerto al partir el proceso de un presupuesto falso, llevando adelante un proceso aparente
y desviando al Poder Judicial de su finalidad de administrar justicia, con el fin de alcanzar una
sentencia con autoridad de cosa juzgada que dé fuerza inalterable a la transferencia de dominio
del inmueble, que de otro modo no podría haber sido lograda.

Tal lo expuesto, el embate ante este grado de conocimiento judicial se centra en que el
magistrado desarrolla su línea argumental a partir del valor que atribuyó a la pericial
caligráfica producida en la causa penal (fs. 175/180), endilgando los apelantes la falta de
control de su parte. Al respecto, en materia de traslado de prueba -es decir, la que se practica
en un proceso y que es presentada en otro en copia auténtica o desglose del original-, es
aceptada su viabilidad entre procesos tramitados con las mismas partes o cuando al menos la
parte a quien se intenta oponer la prueba trasladada participó en el proceso en el que dicha
prueba se produjo, entendiéndose que la misma no puede producir efectos contra quien no fue

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parte en el proceso originario, por prohibirlo el principio de la contradicción, siendo
indispensable proceder a su ratificación dentro del proceso en el cual se invoca (cfr. Devis
Echandía, Hernando, "Teoría General de la prueba judicial", 2da. ed., Zavalía, 1972, T.I, p.
367/369; v. tb. Couture, Eduardo J., "Fundamentos del derecho procesal civil", 3ra.ed., reimp.,
1987, Depalma, p. 255/257).

Bajo estos conceptos, compulsada la causa penal (cuya copia certificada obra reservada en
Secretaría), se advierte que el agravio trasunta en meras afirmaciones sin sustento, por cuanto
Cáceres fue debidamente notificado de la realización de la pericial caligráfica realizada por
calígrafo oficial de la Corte local y de sus conclusiones (fs. 164 y 182), lo cual desacredita que
no haya podido controlar su producción y que desconozca su contenido, más cuando al ser
acompañada copia certificada de la pericia a esta sede civil no opuso reparo alguno (fs. 521 de
autos). En cuanto a Díaz, si bien efectúa similar planteo agraviante, no corre con mejor suerte
en tanto es partícipe en la causa penal y al momento en que se acompañó la copia certificada a
esta causa (y de la que tomó conocimiento vía cédula de fs. 523), ya tenía conocimiento de su
existencia (ver fs. 461/465, 493/497 de la causa penal). Si ello no fuera suficiente, no debe
obviarse que a su respecto se tuvo por incontestada la demanda (fs. 318) y la circunstancia de
no haber producido prueba en contrario de los hechos articulados por el actor en su demanda,
hace operativa a su parte la regla del artículo 143 del CPCC de tener por reconocidos los
hechos articulados por aquél.

Si bien lo dicho resulta en este sentido argumento suficiente para desestimar el agravio, aun de
colocarnos en la mejor de las hipótesis para los nombrados de considerar que esa prueba
valorada por el a quo en esta sede se pudiera tomar únicamente como una fuente de presunción
simple (Arazi, Roland, "La prueba en el proceso civil", Rubinzal, 3ra.ed. actualizada, págs.
101/103), no mejoraría su posición en el pleito porque no fue una decisión que aisladamente se
fundamentó en esa probanza, sino que el aquo construyó su argumento para tener por
configurado el "entuerto", valiéndose de otros elementos de convicción, tal como que en el
juicio de escrituración se denunció un domicilio inexacto -que valga aclararlo, es el que figura
en el boleto de compraventa anulado-, posibilitando el juicio en rebeldía y evitando el fuero de
atracción del sucesorio -imperativo y de orden público, doctrina de Fallos: 307:1674;
312:1625; 340:394, entre otros-, hechos que no han sido controvertidos. Sumado a ello, valoró
que la conducta adoptada por Cáceres de transferir de manera urgente el inmueble a terceras

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personas luego de adquirirlo vía venta judicial suma indicios de que fue pergeñada una
maniobra para usar el proceso con el fin de lograr una escrituración que de otro modo no
podría haberse producido.

Ante este escenario, la decisión de declarar la nulidad de la sentencia firme pasada en


autoridad de cosa juzgada a través de la acción autónoma de nulidad -que según el
razonamiento expuesto fue necesario para declarar la nulidad del boleto de compraventa y de
los actos consecuentes de aquél proceso hasta llegar a la ineficacia de la venta judicial-, fue
ajustada a derecho.

Confrontados, entonces, los argumentos del sentenciante para resolver con la jurisprudencia
del Máximo Tribunal de la Nación expuestos al tratar la nulidad sobre la acción de revisión de
la cosa juzgada, la solución luce acorde a los precedentes allí aludidos, en tanto las
circunstancias relatadas demuestran que se llevó adelante un proceso aparente, advirtiéndose la
ausencia de un verdadero proceso contradictorio, resultando fundada la decisión del juez de
resolver la nulidad de la sentencia firme, en tanto los elementos probatorios dan cuenta de una
maniobra que condujo al dictado de una sentencia viciada que impiden mantenerla inalterable,
debiendo dar prevalencia al valor justicia por sobre la seguridad. Ello por cuanto, las razones
antedichas demuestran que no podría haberse logrado la transferencia dominial, que así
alcanzada no refleja la verdad objetiva para el caso, tal como lo reseñó el sentenciante, sino
que se trató de una maniobra contraria a la ley y que tuvo como resultado el menoscabo
sufrido por la demandante.

En este entendimiento, al resolver la nulidad de la anterior sentencia pasada en autoridad de


cosa juzgada, de sus actos consecuentes y de la posterior venta judicial y del boleto de
compraventa, por el mérito que hizo el aquo del material probatorio, decisión que no merece
reproches al probarse que la garantía de la defensa en juicio ha sido vulnerada en la causa cuya
anulación resolvió, el efecto que ello trae aparejado es que al ser anulada la sentencia se
repondrán las cosas al estado anterior a la misma (Maurino, Alberto, "Nulidades Procesales",
Astrea, 3ed., BA, 2009, pág. 339), cuyas consecuencias serán analizadas a continuación.

V.- Sentado ello, corresponde atender los agravios expuestos por Martín H. Busaniche y
Busaniche Construcciones SRL vinculados a los efectos que tuvo esa declaración de nulidad

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sobre las compraventas sobrevinientes.

Ello por cuanto, los nombrados alegaron la calidad de adquirentes de inmuebles de buena fe y
a título oneroso invocando la protección conferida por el artículo 1051 del Código Civil (art.
392 del CCC) -excepción al principio general en materia de nulidad consagrada en el artículo
1050 del Código Civil-.

En relación al punto, el sentenciante consideró que aun durante la vigencia del Código Civil de
Vélez Sarsfield la postura dominante en doctrina era que la tutela invocada no regía cuando
mediaba falta de autoría del titular del derecho (sea por inexistencia, inoponibilidad o
invalidez absoluta). Se refirió a las llamadas transmisiones "a non domino", es decir, aquellas
en las que se crea un instrumento público falso mediante el cual se transmite un derecho por
un sujeto distinto del verdadero titular de él, participando del criterio de que en estos casos -tal
el de autos, donde la venta judicial se efectuó sin la intervención del titular dominial-, no
resulta aplicable la protección invocada por los adquirentes/subadquirentes, sin que varíe la
solución la real demostración de la onerosidad y de la buena fe, en tanto no podría lograrse el
amparo en ellas, pues los principios de apariencia jurídica deben ceder frente al interés del
verdadero propietario. Con ese entendimiento, resolvió que también corresponde declarar la
nulidad de los actos jurídicos sobrevinientes a la venta judicial -anulada-, con el efecto de
volver las cosas al estado anterior con el consiguiente efecto restitutivo.

Ante ello, Busaniche y Busaniche Construcciones SRL pese al esfuerzo desplegado en su


memorial recursivo, no logran conmover la decisión en este sentido. Es que, tal lo reseñado en
la sentencia recurrida, el artículo 1050 del Código Civil contiene la regla señera en materia de
efectos de las nulidades, tanto entre las partes como respecto de terceros de que la nulidad
pronunciada por los jueces vuelve las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes
del acto anulado -efecto regular de las nulidades: retroactividad- (Brebbia, Roberto, "Hechos y
actos jurídicos", Astrea, TII, BsAs, 1995, pág. 625; Cifuentes, Santos, "Negocio Jurídico",
Astrea, BsAs, 1986, pág. 641), previendo en las normas que le siguen las aplicaciones de tal
principio.

Precisamente, la del artículo 1051 se refiere a los efectos respecto de terceros, norma bajo
cuyo amparo buscan colocarse los nombrados; pese al intento efectuado no logran desmerecer

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la decisión del Judicante -que se comparte-, acerca de que durante la vigencia del Código
velezano predominaba en la doctrina la corriente de interpretación del 1051, según la cual en
las transmisiones de dominio de inmuebles realizados por quien no es el titular de ese derecho
real -"a non domino"- urdidos sobre la base de una falsificación de la firma del enajenante o de
la presentación el notario de documentos falsos, supuestos a los que cabe asimilar el caso de
autos conforme el entendimiento que llevó al acogimiento de la acción autónoma de revisión
de la cosa juzgada, la transferencia no puede surtir efectos ni siquiera respecto de terceros
adquirentes a título oneroso y de buena fe. Los principios de la apariencia jurídica, de la
protección a los terceros de buena fe, y de la preferencia de la seguridad dinámica frente a la
estática, deben ceder frente al interés del verdadero propietario que no tuvo ninguna autoría o
participación -siquiera viciado- en el acto, y que siendo ajeno a la maniobra es su principal
víctima (CNCiv, Sala C, 26/03/85, LL 1985-C-327, citando en conformidad a Alterini, Jorge
H., "El art. 1051 del Código Civil y el acto inoponible" J. A., t. 1971, p. 634, tomo de doctrina;
Cifuentes, Santos, en Belluscio, "Código", t. 4, p. 733, § 8; Llambías, con la colaboración de
Raffo Benegas, "Código", t. II-B, p. 241, núms. 4 y 5; "Tratado de Derecho Civil", Parte
General, t. II, p. 585, núms. 1912 y 1918; Alterini, Atilio en Llambías, "Código", t. III-A, p.
383, núm. 4 "d"; Elena I. Highton, "Solución a algunos problemas que plantea el art. 1051 del
Código Civil", nota a fallo en Rev. La Ley, t. 1980-D, p. 290; Guastavino, "La protección a
terceros adquirentes de inmuebles", J. A., doctrina 1973, p. 93, especialmente p. 106, núm. 17;
Borda, "Derechos Reales", t. II, p. 494, núm. 1054; Alsina Atienza, al menos de "lege
ferenda", en "Los derechos reales en la reforma del Código Civil", J. A., doctrina 1969, p. 457,
esp. 470 y nota 91; Cortés, Hernán, "Los efectos contra terceros de la nulidad de los actos
jurídicos y la reforma de la ley 17.711", Rev. La Ley, t. 139, p. 906; Pérez Lasala, "La fe
pública registral y las normas civiles argentinas de protección de terceros", Rev. La Ley, t.
1948, p. 1116; CNCiv. sala F, voto del doctor Yáñez, Rev. La Ley, t. 1980-D, p. 290;
sentencia de 1ª instancia del doctor Santos Cifuentes en Rev. La Ley, t. 140, p. 193;
Jurisprudencia afín: SCBuenosAires LL-1993-B, 365; LL 140-193, LL 1980-D-292, ED
106-657, ED 94-254, DJBA del 27.3.79, etc.).

Y si bien son distintos los enfoques argumentales que concluyen en la inaplicabilidad del
artículo 1051 -última parte- para estos casos (ver las opiniones de los autores sobre que es un
caso de inexistencia, o de inoponibilidad o de invalidez absoluta en, Alterini, Jorge, "Código
Civil y Comercial comentado", La Ley, TII, comentario artículo 392, págs. 1103/1120);

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Brebbia, Roberto, op. cit., pág. 641/643; Cifuentes, Santos, op. cit., 667/668; entre otros), la
elección por la que opta el magistrado de la invalidez guarda coherencia con la previa decisión
de haber declarado la nulidad de sentencia que había pasado en autoridad de cosa juzgada, con
la consiguiente anulación de las actuaciones consecuentes y de la venta judicial ordenada en el
incidente de ejecución de sentencia, que sirvió de base al encadenamiento posterior de
transmisiones de dominio a terceros cuya nulidad también se resolvió y aquí se cuestiona-,
resultando insustancial valorar la buena fe y la onerosidad por las razones precitadas. Por lo
demás, no debe olvidarse como este Tribunal ha señalado en reiteradas oportunidades, que la
segunda instancia es de revisión y contralor, no de creación (Hitters, "Técnica de los recursos
ordinarios", pág. 387/388 y 404, Ed. Platense, 1985, y De Santo "Tratado de los recursos", 3°
ed., Ed. Universidad, Buenos Aires, 2004, págs. 307 y 312; CSJN, Fallos 276:216, 310:1753,
327:634 entre otros).

Además, la solución propiciada luce acorde con el artículo 392 del Código Civil y Comercial,
norma de similar tenor al 1051 Código Civil en tanto mantiene la excepción al nemo plus iuris
para quien resulte ser adquirente de buena fe y a título oneroso, pero incorpora como principio
corrector el de la transmisión a non domino (no puede invocarse la excepción si no participó el
titular del derecho) (Bueres, Alberto, Código Civil y Comercial de la Nación, T1, Hammurabi,
pág. 326), y si bien las disposiciones de dicho digesto no rigen al caso (art. 7 del CCC), la
Corte local ha destacado que aun cuando no resulte aplicable no puede soslayarse la
importancia que tiene como herramienta interpretativa..." (A. y S., T. 276, pág. 347)...".

En este marco, el efecto restitutivo del inmueble es la consecuencia que sigue a la declaración
de nulidad de volver las cosas al mismo estado en que se hallaban antes del acto anulado
(Brebbia, Roberto, op. cit., pág. 626; arg. art. 1050, 1052 y cc del CC), con lo cual el agravio
al respecto intentado por los recurrentes -también plasmado por los restantes codemandados-
de que la vía idónea era la acción reivindicatoria queda huero de sustancia, por cuanto -en un
razonamiento que resulta trasladable al caso mutatis mutandis-, significaría obligar a un
propietario que se desprendió de una cosa por un título nulo en un acto jurídico en el que no
participó, a entablar un juicio de reivindicación debiendo acreditar su dominio anterior,
perdiendo el carácter de certeza que tenía antes del acto que se vio en necesidad de impugnar
(Dassen, Julio, "Efecto de las nulidades: artículos 1050 y 1052 del Código Civil argentino",
JA, 1956-III-106, citado por Brebbia, Roberto, op. cit., pág. 628, quien efectúa comentarios en

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el mismo tenor).

VI.- En cuanto a la defensa de prescripción adquisitiva deducida por Cáceres, que será tratada
a todo evento, debo compartir los argumentos del a quo acerca de que resulta inapropiada y
contradictoria para contrarrestar la demanda de nulidad aquí en revisión, a lo que sumo que se
revela como un ulterior intento ante el fracaso de la maniobra que intentó a través del juicio de
escrituración que le hizo a Privato.

Abundando, resulta argumento suficiente para desestimar la crítica, recordar que una solución
diferente importaría desconocer la conducta asumida en aquel juicio -más allá de su
anulación-, en el cual incluso concurrió a la firma de la escritura pública de venta judicial
aceptándola en todos sus términos (fs. 124/126 de los autos "Cáceres Reyes, David c. Privato,
Francisco Pablo s. Ordinario", Expte. 878/10; informe en la causa penal del Juez que intervino
en la escritura en el cual dice "...en dicho acto, existió aceptación, lectura y
ratificación...firmando el Sr. Reyes David Cáceres la mencionada escritura..." -fs. 460 de esos
actuados-), evidenciando con ello la ausencia del animus domini al reconocer en Privato la
titularidad del inmueble.

VII.- En cuanto a las costas, que fueron impuestas a los codemandados por aplicación del
principio objetivo del vencimiento (art. 251 CPCC), atento a las valoraciones efectuadas
precedentemente que conducen a la confirmación del fallo apelado, serán impuestas en ambas
instancias a los vencidos.

Así voto.

A la misma cuestión, el doctor Pagliano expresa idénticos fundamentos a los expuestos por el
Vocal preopinante y vota en igual sentido.

A la segunda cuestión, el doctor Alonso dijo:

Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir opinión.

A la tercera cuestión, el doctor Drago dijo:

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Por todo lo expuesto, corresponde; 1) Rechazar los recursos de nulidad y apelación
interpuestos por los codemandados, con costas en la Alzada a su cargo (art. 251 CPCC).

Así voto.

A la misma cuestión el doctor Pagliano dice que el pronunciamiento que corresponde dictar es
el propuesto por el señor Vocal preopinante y vota en igual sentido.

A la tercera cuestión, el doctor Alonso dijo:

Por similares razones a las expresadas al tratar la primera cuestión, me abstengo de emitir
opinión.

En mérito al acuerdo que antecede la SALA SEGUNDA DE LA CÁMARA DE APELACIÓN


EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE LA PRIMERA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL,
integrada, RESUELVE: 1) Rechazar los recursos de nulidad y apelación interpuestos por los
codemandados, con costas en la Alzada a su cargo.

Regístrese, notifíquese y bajen.

Con lo que concluyó el acuerdo firmando los señores jueces, por ante mí que certifico.

DRAGO

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PAGLIANO

ALONSO

(en abstención)

GUAYÁN

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