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SALA PENAL - TRIBUNAL SUPERIOR

Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 354
Año: 2021 Tomo: 12 Folio: 3495-3507

EXPEDIENTE SAC: 1818045 - - VALLE DE ZAZU, MARIA ALEJANDRA - CAUSA CON IMPUTADOS

SENTENCIA NÚMERO: TRESCIENTOS CINCUENTA Y CUATRO

En la ciudad de Córdoba, a los veintitrés días del mes agosto de dos mil veintiuno, se

constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, presidida por

la señora Vocal doctora Aída Tarditti, con asistencia de los señores Vocales doctores

Sebastián Cruz López Peña y María Marta Cáceres de Bollati, a los fines de dictar sentencia

en los autos “VALLE DE ZAZU, María Alejandra p.s.a. estafa procesal en grado de

tentativa –Recurso de Casación-” (SAC 1818045), con motivo del recurso de casación

interpuesto por los doctores Claudia Oddone y Luis Alberto Quiroga Amuchástegui, en

representación del querellante particular y actor civil Enrique Guillermo Reimers, en contra

de la Sentencia número noventa y dos, dictada en fecha primero de octubre de dos mil

diecinueve, por la Cámara en lo Criminal y Correccional de la ciudad de Villa Dolores.

Seguidamente la señora Presidente informa que las cuestiones a resolver son las siguientes:

1) ¿Se ha aplicado incorrectamente la ley sustantiva al imponerse las costas al querellante

particular con relación al hecho primero?

2) ¿Se encuentra indebidamente fundada la sentencia en cuanto resolvió la procedencia

parcial de la demanda civil?

3) ¿Se han impuesto indebidamente las costas en un cincuenta por ciento al actor civil en

consideración de la procedencia parcial de su demanda?

4) ¿Qué solución corresponde dictar?

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Los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Doctores Aída Tarditti,

Sebastián López Peña y María Marta Cáceres de Bollati.

A LA PRIMERA CUESTION

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I. Por Sentencia nº 92, de fecha 1/10/2019, la Cámara en lo Criminal y Correccional de la

ciudad de Villa Dolores, en lo que aquí interesa, resolvió: “…II. Absolver parcialmente a

María Alejandra Valle De Zazú, ya filiada, por el hecho nominado primero, calificado como

tentativa de estafa procesal que como autora se le atribuía (arts. 45, 172 y 42 del CP), con

costas a cargo del querellante particular (arts. 550 y 551 del CPP)… IV. Hacer lugar

parcialmente a la acción civil interpuesta y en consecuencia condenar a la señora María

Alejandra Valle De Zazú, a pagar, en concepto de daño moral, en el término de quince días

de quedar firme la presente resolución, la suma de ciento cincuenta mil pesos ($ 150.000),

suma que devengará un interés, a partir del día de la fecha y hasta su efectivo pago,

equivalente a la tasa pasiva promedio mensual que publica el Banco Central de la República

Argentina más el dos por ciento (2%) nominal mensual, imponiendo las costas, atento el

resultado obtenido, en un porcentaje del cincuenta por ciento a cargo del actor civil y en

igual proporción a la demandada civil (arts. 130 y 132 del CPCC)…”(f. 779 y vta.).

II.Contra dicha resolución interponen recurso de casación los doctores Claudia Oddone y

Luis Alberto Quiroga Amuchástegui, en representación del querellante particular y actor civil

Enrique Guillermo Reimers (ff. 785/803).

Señalan que la impugnación se dirige con relación al hecho nominado primero, calificado

como tentativa de estafa procesal, con relación al cual se dispuso la absolución parcial de

María Alejandra Valle de Zazú, como asimismo, en relación a lo resuelto respecto del daño

moral (ff. 785 vta./786).

A continuación, exponen argumentos para sostener que se encuentran dadas las condiciones

de impugnabilidad subjetiva y objetiva e ingresan al desarrollo de los agravios que se reseñan

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a continuación (f. 786 y vta.).

a) Como primer agravio, afirman que en la resolución se han aplicado incorrectamente los

arts. 94, 550 y 551 del CPP, en relación al art. 130 CPC, al imponerse las costas al

querellante particular con relación al primer hecho (f. 787).

Encuadran dicho planteo en el motivo sustancial de casación, señalando que así corresponde

de acuerdo a la doctrina de esta Sala sentada, entre otros precedentes, en “López”, S. nº 395

del 2/8/2017 (f. 787 y vta.).

Exponen que el tribunal ha efectuado una indebida aplicación de las costas al querellante, en

cuanto no ha valorado que han existido motivos para litigar, sin realizar al respecto una

correcta aplicación de las normas citadas al caso concreto (f. 787 vta.).

Indican que tales motivos quedan evidenciados cuando el Ministerio Público imputó a la

acusada por el primer hecho, y se elevó la causa a juicio por ese hecho, habiendo el fiscal de

cámara mantenido esa acusación en sus alegatos, entendiendo suficientes las pruebas en

contra de la imputada (ff. 787 vta./788).

En ese sentido, destaca que incluso el querellante particular realizó una acusación menor que

el Ministerio Público, en tanto lo hizo por un solo delito continuado y no por dos hechos en

concurso real, como lo hizo el fiscal (f. 788 y vta.).

Asimismo, resalta que el querellante no generó costas de modo independiente a las generadas

por la actuación del Ministerio Público (f. 788).

Indican que la circunstancia de que el querellante sostuviera que se encontraba acreditado el

hecho no es razón suficiente para imponerle las costas, siendo que se terminó condenando a la

imputada por una parte de esa trama delictiva que el fiscal acusó por separado y que el

querellante consideró conjuntamente como un delito continuado (f. 788 vta.).

En esa dirección, resaltan que habiendo sido la imputada condenada por una parte de esa

trama delictiva, resulta innegable que el querellante tuvo razones para litigar, en cuanto el

plan de la encartada de hacerse ilícitamente del loteo de lago azul, quedó comprobado tal

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como lo declaró la sentencia, siendo irrelevante en orden a la cuestión que se discute cuál fue

el momento en que se terminó acreditando que comenzó a ejecutarse ese plan delictivo (f. 788

vta.).

En orden a ello, exponen que no puede hacerse responsable a la querellante particular de una

división de la trama delictiva que dicha parte no efectuó, aplicándosele costas, en base a la

división que efectuó el Ministerio Público Fiscal, por un primer tramo del hecho en que se

decidió absolver a la imputada, siendo que se entendió acreditada su responsabilidad penal

por el segundo tramo (ff. 788 vta./789).

A ello añade, que no puede obviarse que la absolución por ese primer tramo del mismo hecho

por el que formuló acusación la querellante, fue dictada por el beneficio de la duda, lo cual se

agrega como otra razón más que sustenta que dicha parte tuvo razones para litigar (f. 789).

Sostienen al respecto que no cabe imponer las costas al querellante particular, cuando el

imputado es absuelto por aplicación del principio in dubio pro reo, recordando los recurrentes

que, en este sentido, en el caso el tribunal ha afirmado que los elementos probatorios

incorporados no son suficientes para superar el estado de duda y generar la certeza positiva

sobre la existencia de uno de los extremos requeridos por el tipo penal, cual es el dolo en su

conducta delictiva (f. 789 vta.).

Exponen que no puede obviarse así que quedó acreditado que el hecho existió (interposición

de demanda de escrituración presentando al efecto un boleto de compraventa dejado sin

efecto por ser simulado) y fue cometido por la imputada (quien interpuso la demanda y

realizó todos los actos jurídicos a tal fin), absolviéndosela solo por la posibilidad de ausencia

de dolo, dado que existe duda sobre que pudo haber creído, como ella expresó en su defensa,

en lo que su padre le había dicho (f. 789 vta.).

Sostienen que en ese escenario resulta totalmente razonable la convicción del querellante

acerca de la existencia del delito y la responsabilidad de la acusada (f. 790).

Afirman así que en la presenta causa y con relación al hecho primero –según acusación fiscal-

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el querellante tuvo razones objetivas y plausibles para litigar (arts. 550, 551 del CPP y 130 del

CPC), que debieron conducir a la aplicación de la excepción al principio del art. 94 del CPP y,

en consecuencia, a la distribución de las costas por su orden (f. 790).

Al respecto, señalan que el tribunal aplica indebidamente la norma precitada, en cuanto ésta,

al expresar que “en caso de sobreseimiento o absolución podrá ser condenado por las costas

que su intervención hubiere causado”, presenta un evidente carácter potencial, al disponer que

el querellante “podrá” y no que “deberá” ser condenado en costas en esos casos (ff. 790

vta./791).

A su vez, recuerdan que el art. 551 del CPP dispone que el tribunal podrá ordenar la

eximición total o parcial de costas cuando hubieren existido razones plausibles para litigar (f.

791).

A ello añaden, que no se ha observado a lo largo del proceso ningún tipo de conducta de

abuso procesal por parte del querellante particular, como tampoco signos de algún interés de

su parte por perjudicar indebidamente a la imputada Valle de Zazú, ni menos aun que esta

parte haya generado gastos extraordinarios para la defensa de la imputada, ya que el

Ministerio Público Fiscal también formuló acusación sobre la misma base fáctica, haciéndolo

incluso por dos hechos en concurso real, y no por un solo delito continuado como lo hizo el

acusador privado (f. 790 vta.).

A su vez, ponen de relieve que la presente causa se ha caracterizado por una complejidad

fáctica y jurídica evidente, que permite observar, una vez más, que el querellante tuvo razones

plausibles para litigar, por cuanto tenía serias expectativas para considerar que tenía derecho a

buscar y reclamar la condena de la imputada por el hecho primero (f. 792).

Citan jurisprudencia de la Sala que entienden que avala la posición antes sostenida (“López”,

S. nº 395, del 2/8/2017; “Allasia” S. nº 32, del 12/3/2014; “Marcantonio”, S. n° 214, del

13/8/2013 y “Tamain”, S. nº 11, del 24/2/2005 -ff. 791 vta./792-).

En suma, exponen que el tribunal ha inobservado lo dispuesto por el art. 94 de CPP, al

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efectuar la subsunción de la causa en la norma genérica de vencimiento, sin valorar las

específicas circunstancias del caso, que ameritaban imponerlas por su orden, con relación al

hecho primero, en virtud de la normativa referida (f. 792).

b) En forma subsidiaria al planteo precedente, e invocando el motivo formal de casación

previsto en el inc. 2º del art. 468 del CPP, los recurrentes plantean que en la sentencia se han

violado también los principios de razón suficiente al imponerse las costas al querellante

particular con relación al primer hecho (f. 786 vta.).

En este sentido, afirman, en primer lugar, que es contrario al principio de razón suficiente y

violatorio del principio de congruencia y de toda lógica, condenar al querellante por la

consideración del evento –tanto por el fiscal como por el tribunal, como si se tratara de dos

hechos separados en concurso real, cuando dicha parte no denunció esa separación sino un

único delito continuado que formó parte de un mismo y único plan delictivo. Afirman que, de

ese modo, se está cargando al querellante con una actividad jurisdiccional que no solicitó y,

por ende, con costas que no generó (f. 794 y vta.).

En ese sentido, destacan que no es lógico, ni legal, hacer cargar al querellante por las costas

ocasionadas por la actividad procesal del fiscal, al dividir el hecho denunciado como un solo

delito continuado en dos hechos en concurso real (f. 795).

A ello agregan, que se ha omitido considerar que el querellante, en ese contexto, ha tenido

evidentes motivos fundados para litigar, tal como lo demuestra la condena dictada con

relación al hecho denunciado (ff. 794 vta./795).

Resaltan, además, que no se han valorado integralmente las actuaciones, señalando que esa es

la única manera de realizar una justa calificación legal de la parte vencida en el conflicto,

afirmando que en el caso se han impuesto las costas al querellante particular sin una

valoración del contexto del proceso, ni de los múltiples vencimientos de la imputada a lo

largo de su desarrollo (ff. 794 y 795 vta.).

En ese sentido, destacan que previo al dictado de la sentencia condenatoria se desarrollaron

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múltiples incidencias en las que resultó exitosa la querellante y perdidosa la imputada (citan al

respecto un pedido de absolución por prescripción de la imputada, con apelación y casación

en la que finalmente resultó exitosa la parte querellante, a lo que se suma un recurso de

casación de la encartada por denegatoria de la probation que fue rechazada, y el rechazo de

las excepciones de falta de legitimación en contra del querellante y actor civil, también

rechazadas), que no han sido tenidas en cuenta al momento de calificar la parte vencida en el

proceso, atribuyéndose esa calidad al querellante particular de manera automática, por el solo

dictado de la absolución parcial con relación al hecho nominado primero (ff. 795 vta./796).

Citan jurisprudencia de esta Sala (“Querella presentada por Zambrana”, S. nº 453, del

10/10/2017) que afirman que avala lo previamente expuesto, al indicar que la condición de

vencido no sólo se relaciona con el resultado final del pleito, sino también con las diversas

incidencias que pueden suscitarse durante el proceso (f. 796).

En suma, afirman que un análisis del derrotero integral del presente juicio muestra claramente

a la imputada como la parte vencida, análisis que afirman que ha sido omitido por el tribunal a

la hora de imponer automáticamente las costas a la parte querellante por el hecho primero (f.

796 y vta.).

III. Por dictamen “P” n° 486, de fecha 9 de septiembre de 2020, el Fiscal Adjunto de la

Provincia de Córdoba, doctor Pablo Bustos Fierro, se notifica del recurso de casación

impetrado por los apoderados del querellante particular y actor civil, Enrique Reimers,

doctores Claudia Oddone y Luis Alberto Quiroga Amuchástegui, manifestando que no

resultan de aplicación al caso las normas que imponen al Ministerio Público mantener o no el

recurso deducido –arts. 464 y 471 del CPP- desde que las agravios casatorios giran

exclusivamente en torno a cuestiones netamente patrimoniales, relativas a la imposición de

costas y al resarcimiento civil por el daño padecido (ff. 829/832 vta.).

IV.1.Esta Sala tiene dicho que la potestad de distribuir las costas configura en principio una

facultad privativa del tribunal de juicio, que solo puede ser controlada por el tribunal de

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casación en los supuestos de arbitrariedad de la sentencia (TSJ, S. nº 12, 4/9/1987, “Díaz”; S.

nº 26, 18/10/1995, “Mercado”; S. nº 59, 18/12/1996, “Frioni”, entre otros). Ahora bien, para

que no se configure un supuesto de ejercicio arbitrario de la potestad, ella debe ejercerse

dentro del marco normativo constituido por disposiciones cuya naturaleza no es

exclusivamente adjetiva, aunque estén ubicadas dentro de ordenamientos procesales

(“Bertoldi”, S. nº 3, del 14/2/2001, entre muchos otros).

En ese orden, se ha señalado que integran el marco normativo las siguientes reglas:

a) La disposición que define el contenido de las costas (art. 553, CPP), incluyendo la

reposición del papel sellado o reintegro del empleado, impuestos, honorarios y otros gastos

que se hubieren originado durante la tramitación del proceso. En la medida que la regla citada

establece el contenido y extensión de una obligación, constituye una norma sustantiva.

b) Las disposiciones que regulan la imposición y exención de costas (arts. 551 y 552, CPP), en

la medida que individualizan obligados y exentos al pago de las costas, también deben ser

consideradas normas sustantivas.

c) Las disposiciones que establecen el modo de actuación del tribunal, tal como la que

prescribe que la eximición de costas deberá ser fundada (art. 130, in fine, y al que remite el

art. 551, CPP) y las que establecen la obligación de motivar lógicamente las sentencias (art.

142 y c.c., CPP), que constituyen normas procesales (TSJ, Sala Penal, S. n° 44, 20/4/1999,

“Cover”).

Se ha explicado al respecto, que a los fines del encuadre casatorio del agravio traído en

materia de costas, por ley sustantiva no sólo se debe entender la ley penal o civil, por

oposición a la ley procesal contenida en el CPP, ni de la ubicación del precepto en el contexto

de una ley sustantiva o de una ley procesal, sino que depende del efecto sustancial o de fondo

de su aplicación en el caso o cuestión justiciable (Cfr. Núñez, Ricardo, “Código Procesal

Penal” -Anotado- ed. Córdoba, 1986, 464, nota 2 al art. 490 del C.P.P., Ley 5.154 idem CPP,

Ley 8.123, art. 468; TSJ, Sala Penal, S. n° 66, 7/11/1997, “Garrido”; S. n° 3, 13/2/1998,

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“Magri”, entre otros).

En tal inteligencia, el artículo 130 del CPC -aplicable por remisión del artículo 551, segundo

párrafo, del CPP- en tanto define al sujeto obligado al pago de las costas, en base al principio

objetivo de la derrota, constituye ley sustantiva, y su inobservancia debe ser cuestionada a

través de la vía del primer inciso del artículo 468 del rito penal.

Del mismo modo, el artículo 94 del CPP, al regular en forma especial la materia cuando

interviene un acusador privado, también debe ser considerada una norma sustantiva y por ello,

bajo dicho motivo (art. 468 inc. 1°, CPP) será analizado el reproche traído por los quejosos,

tal como se ha requerido (punto II.a).

IV.2.Esta Sala ha sostenido que el principio general que emana de los artículos 551 del CPP y

130 del CPCC, es que las costas se imponen al vencido, esto es, a quien obtiene un

pronunciamiento adverso a su pretensión. Ambos códigos rituales, empero, autorizan al

tribunal a eximir total o parcialmente de las costas al condenado a su pago, debiendo, en ese

supuesto, motivar su decisión para apartarse del principio objetivo de la derrota, en criterios

objetivos de apreciación suficientemente explicitados, pues por tratarse de una excepción

debe ser admitida restrictivamente (arts. 551, 1° párrafo, in fine del CPP; 130, in fine del

CPCC).

En tal sentido, de modo mayoritario la doctrina ha interpretado que tal eximición no significa

imponer las costas al vencedor, ni que el vencido quede totalmente exento del pago de la

totalidad de las costas, sino sólo que éste no debe hacerse cargo de las que correspondan al

vencedor. En este punto, se ha dicho que “resultan expresiones equivalentes 'costas por su

orden', 'costas en el orden causado' o 'sin costas' y que todas ellas llevan idénticos efectos” (

Loutayf, Ranea Roberto, “Condena en costas en el proceso civil”, Astrea, Bs. As., 1998, pp.

74/77; Fassi, Yañez y Maurino, “Código Procesal Civil y Comercial”, t. I, pág. 416; Zavala de

González, Matilde, “Doctrina Judicial- pág. 76, Cafferata Nores, José I. y Tarditti, Aída,

“Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba Comentado, Mediterránea, 2003, T. II

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págs. 607/608, nota 208), esto es, que cada parte deberá soportar las costas que ha causado y

la mitad de las comunes que son aquellas ocasionadas por la actividad conjunta de las partes o

por la oficiosa del órgano jurisdiccional (TSJ, Sala Penal, “Adamo”, S. n° 128, 7/12/2004;

“Tamaín”, supra cit.; y “Querella Torres c/ García”, S. n° 13, 28/2/2007, “Meza”, S. n° 38,

17/3/2008 -entre otros).

IV.3.En el caso, el tribunal a quo resolvió que las costas deben ser impuestas de la siguiente

forma: a la imputada Valle de Zazú, al no hacerse lugar a la excepción de falta de

legitimación para actuar como querellante particular (arts. 550 y 551 del CPP); y al

declarársela autora penalmente responsable del delito de tentativa de estafa procesal (arts. 172

y 42 del CP), hecho nominado segundo (arts. 5, 9, 26, 27 bis, 29 inc. 3°, 40 y 41 del CP; 412,

550, 551 y cc. del CPP). Al querellante particular Enrique Guillermo Reimers, al absolverse

parcialmente a la imputada María Alejandra Valle De Zazú del hecho nominado primero (arts.

550 y 551 del CPP). En este punto, destacó que si bien es cierto que la letrada patrocinante del

querellante entendió que se trató de un delito continuado y no de un concurso real, también lo

es que sostuvo acreditada la “porción del hecho” (según su criterio) por la que fue absuelta la

imputada (f. 778 vta.).

IV.4.Si bien la cuestión traída a estudio de la Sala ha sido vehiculizada a través de ambos

motivos de casación (art. 468 incisos 1º y 2º del CPP) surge claro a partir de los fundamentos

esgrimidos -como se anticipó- que en realidad se recurre por el motivo sustancial de dicha vía

impugnativa bajo el cual se reencauzaran sus quejas y se le brindará respuesta.

El art. 94 in fine del CPP establece que: “En caso de sobreseimiento o absolución (el

querellante particular) podrá ser condenado por las costas que su intervención hubiere

causado”. De ese modo se consagra la regla de la obligación del querellante particular de

cargar con las costas de su intervención pero solo en los casos de sobreseimiento o absolución

(Cafferata Nores, José I.; Tarditti, Aída, “Código Procesal Penal de la Provincia de

Córdoba, Comentado”, Mediterránea, Córdoba, 2003, p. 304).

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Sin embargo, esa regla admite excepciones que habrán de establecerse siguiendo la regla

general del art. 551 del CPP que autoriza a eximir a la parte, total o parcialmente de las

costas, cuando hubiera tenido razón plausible para litigar. Es decir que en materia de

imposición de costas al querellante particular -en este caso también actor civil-, el legislador

no ha receptado a rajatabla el principio objetivo de la derrota, sin admitir eximente alguna al

respecto.

En efecto, en caso de absolución del acusado -como ha ocurrido en autos con relación al

hecho nominado primero-, el sentenciante no necesariamente cargará con las costas al

querellante particular; sino que deberá analizar si tuvo razones plausibles para litigar y

entonces decidir acerca de la distribución de las mismas, estando obligado a fundar su

solución en caso de apartarse del principio general (TSJ, Sala Penal, S. n° 214, de 13/8/2013,

“Marcantonio”, entre otros).

IV.5.Ingresando en el marco previamente expuesto al análisis de las constancias de la causa,

cabe adelantar que asiste razón al planteo de los recurrentes.

Pues se observa que el Ministerio Público imputó y requirió la elevación de la causa a juicio

en contra de la acusada por toda la trama fáctica denunciada por el querellante, incluyendo

aquel tramo al que nominó primer hecho, habiendo también el fiscal de cámara mantenido esa

acusación en sus alegatos, por entender suficientes las pruebas en contra de la imputada, tal

como lo han resaltado los recurrentes.

Al respecto, tras el desarrollo del debate, el tribunal entendió que aquel tramo de la denuncia

que luego fuera nominado como primer hecho existió (interposición de demanda de

escrituración presentando al efecto un boleto de compraventa dejado sin efecto por ser

simulado) y fue cometido por la imputada (quien interpuso la demanda y realizó todos los

actos jurídicos a tal fin). No obstante ello, concluyó que los elementos probatorios

incorporados no eran suficientes para superar el estado de duda y generar la certeza positiva

sobre la existencia de uno de los extremos requeridos por el tipo penal cual es el dolo en su

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conducta delictiva, el ardid o engaño tendiente a defraudar a otro (f. 763).

Este detalle de lo sucedido en el proceso y de su resolución final, demuestra a las claras la

existencia de evidentes y razonables motivos para que la parte querellante (acusadora privada)

actuara del modo en que lo hizo, intentando acreditar toda la trama fáctica denunciada y la

responsabilidad penal de la imputada.

En ese sentido, si bien es cierto que se terminó absolviendo a Valle de Zazú por el primer

tramo de la maniobra denunciada por el querellante, ello no se debió a la inexistencia de ese

hecho, o a la falta de acreditación de la participación de la imputada en el mismo, lo cual

quedó plenamente acreditado, como tampoco a la certeza negativa en orden a la ausencia de

dolo, sino meramente a la subsistencia de dudas acerca de este último extremo, que se

hicieron operar, como corresponde, en beneficio de la acusada.

Este resultado del proceso muestra claramente que existieron razones objetivas que generaron

razonables expectativas al querellante particular para creerse con derecho a buscar y reclamar

la condena de Valle de Zazú por toda la maniobra denunciada con relación al mismo

inmueble, máxime considerando que la presente causa se ha caracterizado por su complejidad

fáctica y jurídica, y que puntualmente el aspecto subjetivo respecto del cual subsistieron

dudas y por el cual se absolvió a la acusada por ese primer tramo de la maniobra suele ser uno

de los extremos más difíciles de demostrar en todo delito y particularmente con relación al

delito de estafa.

En efecto, si bien la absolución de la imputada por la primera parte de la maniobra, que fuera

nominada por el fiscal y el tribunal como hecho primero, convirtió objetivamente al

querellante particular en parte vencida al respecto; y como tal, por regla, debería cargar con

las costas del proceso, ello no permite obviar que de las constancias de autos surge

indudablemente que esta parte tuvo razones plausibles para litigar con relación a toda la

maniobra, comprensiva tanto de ese primer hecho como de aquel otro por el que resultó

condenada la imputada.

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Así pues, al haber optado el tribunal a quo por aplicar el principio objetivo de la derrota a

rajatablas e imponer las costas al querellante particular por ese hecho primero como vencida,

no ha aplicado correctamente lo establecido por los arts. 94 y 551 del CPP.

En función de lo expuesto, se estima justo y prudente imponer las costas por el hecho primero

por el orden causado, en función de lo dispuesto por las normas precitadas.

Así, voto.

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal doctora Aída Tarditti, por lo que, adhiero a

la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA SEGUNDA CUESTIÓN

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I. Por su parte, el doctor Luis Alberto Quiroga Amuchástegui interpone recurso de casación

en su carácter de apoderado del actor civil, Enrique Guillermo Reimers (ff. 796 vta. y ss.).

Al respecto, invocando tanto el motivo formal como sustancial de casación (incs. 1º y 2º del

art. 468 del CPP), afirma que se ha resuelto incorrectamente la procedencia parcial de la

demanda por el daño moral causado por el accionar delictivo de la acusada María Alejandra

Valle de Zazú investigado en este proceso (ff. 786 vta., 796 vta.).

Comienza el escrito recursivo brindando un marco basado en la jurisprudencia de esta Sala en

orden al daño moral y su acreditación, señalando que de ello se deriva que la denegatoria

parcial de la demanda por ese rubro en el caso ha sido arbitraria (ff. 796 vta./797).

Al respecto, cuestiona que el tribunal hizo lugar solo parcialmente a la acción civil

interpuesta, en atención a la falta de acreditación del daño psicológico, siendo que jamás se

reclamó ese rubro, sino que solo se demandó daño moral (f. 797 vta.).

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Señala que ello puede constatarse del escrito de constitución de actor civil de ff. 119/121, de

donde se desprende una descripción y afirmación de típicos daños morales (f. 797 vta.).

Asimismo, destaca que del acta de audiencia, pág. 2, punto 2, surge que se promovió acción

civil demandado daños y perjuicios de tipo moral, extrapatrimonial, que surgen de las

situaciones subjetivas que se relatan (f. 797 vta.).

Asevera que no se ha planteado así daño psicológico ni en la constitución en actor civil, ni al

concretarse la demanda, sino que se ha descripto solo el contenido del daño moral reclamado.

En efecto, cuestiona que la demanda se haya rechazado parcialmente por falta de acreditación

de un rubro que jamás fue reclamado (f. 797 vta.).

En ese sentido, aclara que el tribunal ha destacado la ausencia de prueba pericial, en atención

a un daño psicológico que no fue reclamado, cuando el daño moral, que es lo reclamado, de

acuerdo a la jurisprudencia de esta Sala (cita al respecto “Ledesma”, S. nº 493, del 5/11/2015,

entre otros precedentes), no requiere prueba de su producción, ya que se lo tiene por

acreditado con la sola producción del ilícito, pudiendo ser inferido in re ipsa de una

determinada situación objetiva, que permita deducir un menoscabo en las afectaciones

legítimas de la víctima, mientras que, respecto del quantum, debe tenerse en cuenta que

constituye una pauta objetiva básica atender a lo que es habitual en circunstancias análogas a

las demostradas optando por la más moderada (ff. 797/vta. y 799).

En efecto, expone que requerir una pericia psicológica no se compadece con la naturaleza y

esencia de los daños morales descriptos y reclamados, ni aparece como una exigencia para su

acreditación, reiterando que a pesar que puede existir alguna vinculación entre un rubro y el

otro, solo se peticionó la reparación del daño moral (f. 798 vta.).

Señala que se presenta así un error de hecho por parte del juzgador en su apreciación de las

constancias de la causa. Cita jurisprudencia de este Tribunal Superior con relación a la

posibilidad de revisar este tipo de vicios en casación (TSJ, Sala Penal, A. nº 299, del

15/10/2013, “Ulanosky”; S. nº 130/02,“Hormiblock Srl”; Sala Civil, A. nº 574, del

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12/12/1986 -f. 798 y vta.-).

Por ello, solicita que este tribunal anule la sentencia en este punto, y ordene la reparación del

daño moral en forma integral, de acuerdo lo prescripto en el art. 1078 del CC, como se

solicitara, en la suma de pesos trescientos mil, con más intereses, desde el dictado de la

sentencia y hasta su efectivo pago, y costas, conforme corresponde de una adecuada

aplicación del derecho (ff. 799 y vta. y 802 vta.).

II. Al resolver la cuestión civil, el tribunal ha destacado que el nominado segundo hecho tuvo

su extensión temporal, pues se inició allá por el año 2001 (26/12/2001), y se extendió por casi

dieciocho años hasta el dictado de la resolución impugnada, lapso en el cual reconoce que,

evidentemente, el denunciante Reimers tuvo que atravesar situaciones estresantes que

cualquier proceso judicial puede ocasionar y donde corre riesgo de perder gran parte del

acervo hereditario al cual tiene derecho; más aún si su domicilio es en una ciudad alejada,

donde puede creerse desamparado en sus derechos. No obstante ello, señala que Reimers, si

bien es un ignoto en el derecho como lo refirió en su testimonio, tomó los recaudos para

asistirse jurídicamente al contar con abogados locales; entre ellos al doctor Oscar Ernesto

Castro a quien le concedió poder especial y designarlo administrador judicial de la sucesión

Reimers (ff. 12/14). También por el doctor Enrique Gragera, doctora Claudia Oddone y

doctor Luis Alberto Quiroga (f. 776).

El a quo resalta, a su vez, que la circunstancia de tener que viajar desde su domicilio en

Buenos Aires a la localidad de Villa Cura Brochero y a la ciudad de Villa Dolores por algún

trámite procesal personal (recuerda que al momento del hecho no existían los avances

tecnológicos actuales incorporados a la administración de justicia, para facilitar la realización

de actos procesales, comunicación entre tribunales de distinta jurisdicción, etc.),

evidentemente le causaba desgastes económico, físico y moral, pues debía abandonar su

centro de vida, su familia, trabajo, etc., destinando recursos económicos y tiempo para atender

el conflicto judicial, poniendo en riesgo la integridad en esos aspectos (f. 776).

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El juzgador admite, además, que la extensión en el tiempo del juicio civil, que atravesó

distintas instancias, genera en los justiciables ansiedad, intranquilidad, desazón e

incertidumbre al no saber la suerte del mismo, ni si las resoluciones que se dictan son

favorables o no. Más aun en el caso, destaca, teniendo en cuenta que la imputada guardaba

cierta relación de amistad y profesional con la que posteriormente fue juez del Juzgado Civil

de Villa Cura Brochero, donde solicitó las medidas preparatorias para la usucapión, extremo

que pudo generar en la conciencia de Guillermo Reimers la idea de estar desamparado

judicialmente y que la balanza de la justicia se inclinaría a su desfavor (f. 776 y vta.).

El sentenciante también ha valorado la indisponibilidad patrimonial dispuesta por la Juez

Guiñazú de Nagle a través del proveído de fecha 27/12/2001, que ordenó la cautelar de no

innovar sobre los inmuebles pretendidos por la imputada, lo que reconoce que también lo

afectó moralmente: “…es algo que tiene 30 años de sufrimiento (…) la imputada debe estar

conforme que si su objetivo era arruinarle la vida a alguien, lo logró (…) No puedo vender,

porque la Sra. lo tiene anotado como cautelar…”, dijo el denunciante Reimers (f. 776 vta.).

Habiendo tenido así por acreditados todos los diferentes padecimientos invocados por la

actora, luego, no obstante, el juzgador interpreta que al decirse que Guillermo Reimers sintió

depresión a causa del hecho y el derrotero judicial por el que atravesó, ello ha significado

necesariamente la invocación de una enfermedad o trastorno mental, derivando ante ello que

tanto en la instancia como en la concreción de la demanda civil se ha encuadrado ese

padecimiento en el rubro daño psicológico (f. 776 vta.).

III. Tal como se desprende de la reseña previamente efectuada, el tribunal ha interpretado que

el actor civil Guillermo Reimers concretó su demanda por dos rubros diferentes, daño moral,

por un lado, y daño psicológico, por el otro.

En ese marco, el tribunal, con exclusivo basamento en la ausencia de una pericia psicológica

que determine a ciencia cierta ese estado patológico que ha entendido que integraba el

reclamo resarcitorio de la actora, dispuso hacer lugar solo parcialmente a la acción civil

Expediente SAC 1818045 - Pág. 16 / 26 - Nº Res. 354


interpuesta (f. 776 vta.).

Sin embargo, tal como se advierte de la reseña del recurso bajo análisis, la parte actora niega

que su pretensión resarcitoria haya incluido el mentado rubro.

Lo dirimente para resolver esta cuestión reposa así, centralmente, en delimitar cuál es la

naturaleza, contenido y alcance del reclamo civil efectuado por la actora, y –por ende- bajo la

consideración de qué rubros calculó el monto resarcitorio reclamado en su demanda.

En orden a lo primero, cabe recordar que esta Sala tiene dicho que en la instancia de

constitución en actor civil se debe individualizar el corpus del daño, bajo pena de

inadmisibilidad (“Lucero”, S. nº 39, 18/5/2005), mientras que en el debate se completará la

demanda, debiendo especificarse allí concretamente los rubros y montos que se reclaman, a

fin de satisfacer el derecho de defensa y el principio de congruencia (“Francescutti”, S. nº 23,

16/4/2003).

Analizadas al respecto las constancias de la causa, se aprecia que el actor civil, en todo

momento, esto es, tanto al instar la acción civil como al concretar la demanda (ff. 119/121;

731/732 vta.), hizo referencia expresa y exclusiva al rubro “daño moral”, no surgiendo -ni

explícita, ni implícitamente- que a ello haya añadido otro reclamo autónomo por “daño

psicológico”.

En ese sentido, se observa que expresamente aludiendo a estados subjetivos -f. 119 vta.- y

circunstancias personales -f. 120- (y no a una enfermedad o patología diagnosticada

médicamente) se ocupó de detallar diferentes sentimientos sufridos a causa de este litigio, con

la pretensión unívoca de fundamentar exclusivamente un reclamo por daño moral.

Es con ese claro propósito que se advierten efectuadas sus referencias a sensaciones de

imprevisibilidad e inseguridad jurídica, descreimiento, ansiedad, intranquilidad, desazón y

“depresión”, señalando que todos estos padecimientos le generaron a la víctima diferentes

conflictos familiares y laborales, verificándose un deterioro en la relación con su esposa,

habiendo desatendido a su familia a causa de todo este litigio (ff. 119 y vta.; 731 y vta. y 775).

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Así pues, en el caso concreto, una adecuada interpretación del contexto argumentativo

permite notar que con todas esas referencias antes citadas, incluida la depresión, el actor solo

ha intentado describir genéricamente los diferentes sentimientos que le generó a la víctima el

transitar por este litigio, no surgiendo de ninguna de las constancias de la causa que ello haya

sido relacionado de algún modo a patologías diagnosticadas médicamente.

En ese sentido, aun cuando fuere posible establecer en esa esfera (médicamente) alguna

conexión entre los sentimientos invocados y un daño psicológico, lo cierto es que la parte

actora no ha incluido este tipo de daño en su pretensión resarcitoria, siendo claro que los

padecimientos referidos han sido alegados exclusivamente como signos demostrativos de

aquel otro daño que categóricamente ha nominado como “moral” y –por ende-

extrapatrimonial, siendo sólo por éste rubro que debió, entonces, analizarse si procedía o no la

demanda y cuantificarse, en su caso, la reparación correspondiente (ff. 119/121; 731 y 775).

Una evidencia de que es esa la interpretación razonable de los alcances del reclamo efectuado,

es que el actor no sólo no hizo referencia en ningún momento a un diagnóstico médico, ni a

un tratamiento psicológico del cual derive erogaciones concretas por las que pretenda ser

recompensado, sino que al mencionar el monto total de resarcimiento civil reclamado

tampoco ha especificado que ello se componga de dos rubros, ni mucho menos se ha ocupado,

por ende, de explicitar los porcentajes calculados al respecto de manera diferenciada, como

correspondería en tal caso.

En el marco expuesto, corresponde señalar que, no apareciendo la realización de una pericia

psicológica como una exigencia para tener por acreditado el daño moral, cobra relevancia

considerar que en orden a este rubro el juzgador ha reconocido su derivación natural de todas

aquellas circunstancias que fueron descriptas al respecto por el actor y que se encuentran

acreditadas en esta causa, no debiendo variar esa conclusión por la falta de determinación

médica de la existencia de un cuadro de depresión como patología o enfermedad mental.

En consecuencia, cabe concluir que al disponer el rechazo parcial de la demanda civil por el

Expediente SAC 1818045 - Pág. 18 / 26 - Nº Res. 354


rubro daño psicológico, el tribunal ha dictado una resolución extra petita, que debe por ello

ser anulada, correspondiendo que se disponga, en su lugar, la procedencia total de la demanda

civil entablada por el rubro daño moral.

Siendo ello así, cabe tener en cuenta, además, que al momento de efectuar la cuantificación

del resarcimiento civil, el juzgador asumió que el monto total reclamado por el actor luce

razonable en atención a los distintos padecimientos descriptos y acreditados, no obstante lo

cual, arbitrariamente adjudicó la mitad de ese monto al supuesto reclamo por daño

psicológico, y, con base en ello, ante la ausencia de una pericia psicológica, redujo sin más la

pretensión de la actora a la mitad.

En efecto, considerando la desvalorización del dinero por el transcurso del tiempo, el tribunal

se ocupó, en primer lugar, de actualizar la suma total de veinticinco mil pesos ($ 25.000) por

la que se instó originariamente la acción civil (f. 120 vta.), en la suma de trescientos mil pesos

($ 300.000), tal como lo solicitara la parte actora al concretar la demanda (f. 732 vta.), para

luego, ante la errada consideración de que ese monto abarcaba un reclamo por daño

psicológico no probado, deducir automáticamente de ese monto un cincuenta por ciento (50

%), mandando a pagar por el rubro daño moral solo la suma de pesos ciento cincuenta mil -$

150.000- (f. 776 vta.).

Así las cosas, no caben dudas que asiste interés al actor civil en orden a la cuestión planteada,

en cuanto el tribunal, no obstante entender procedente plenamente el reclamo por daño moral,

y habiendo considerado, además, que todos los padecimientos descriptos y acreditados al

respecto permiten apreciar razonable la suma reclamada por la parte actora, luego redujo

arbitrariamente del monto respectivo un cincuenta por ciento (50 %), no en función de

ponderaciones discrecionales, por las que haya fundamentado que corresponda en el caso

morigerar la suma pretendida por la parte actora, sino exclusivamente a raíz del indebido

rechazo de un rubro adicional que no formaba parte del reclamo, como ya se explicó.

Ante ello, corresponde anular la resolución dictada, en cuanto solo admitió parcialmente la

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demanda civil, debiendo, en su lugar, disponerse que la misma resulta procedente en su

totalidad, por el único rubro reclamado en ella, que es el daño moral, sin que quepa deducir

porcentaje alguno del monto por el que se concretó esta pretensión, en cuanto el mismo se

aprecia razonable para el resarcimiento de los padecimientos acreditados.

Así voto.

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal doctora Aída Tarditti, por lo que, adhiero a

la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA TERCERA CUESTION

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

I.Por su parte, invocando tanto el motivo formal como sustancial de casación, los recurrentes

plantean que en la sentencia se han impuesto indebidamente las costas en un cincuenta por

ciento (50 %) al actor civil con relación a la indemnización por daño moral, por aplicación del

art. 132 del CPC (f. 786 vta.).

Señalan que, con ello, se ha desvirtuado la institución de “costas al vencido” del art. 130 del

CPC, en tanto no ha existido ningún vencimiento recíproco en torno al resarcimiento del daño

moral reclamado, puesto que no ha mediado reconvención, ni se ha planteado excepción

alguna que prosperara por parte de la demandada, sino que, por el contrario, las mismas

fueron rechazadas por el tribunal (f. 799 vta.).

Afirman que el reparto de costas que efectúa el tribunal aparece como una consecuencia

directa de aquel error denunciado en la cuestión anterior, por el que se entendió que el actor

reclamó reparación de daño psicológico, que luego no acreditó mediante una pericia de esa

naturaleza (ff. 799 vta./800).

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En efecto, los recurrentes plantean que la distribución de las costas por su orden en el caso, al

basarse en un error sobre la apreciación de las constancias de la causa, deviene arbitraria y no

ajustada a derecho (f. 800).

En ese sentido, resaltan que debe tenerse en cuenta que la imputada Valle de Zazú ha sido

derrotada total y absolutamente en el segundo hecho de la acusación (usucapión), por el que

no sólo prosperó la condena penal sino también el resarcimiento civil por daño moral

derivado de ese ilícito (f. 800).

Afirman así que se ha aplicado erróneamente el derecho, más concretamente del art. 132 del

CPC, dado que en el caso no se verifican vencimientos recíprocos, al tiempo que tampoco se

ha fundamentado de manera precisa y circunstanciada cuáles serían esos vencimientos

recíprocos que, a criterio del tribunal, hacen procedente la aplicación de dicha excepción a la

regla general que sienta el art. 130 del mismo cuerpo legal (f. 800).

En mérito de lo antes expuesto, los recurrentes afirman que la sentencia impugnada presenta

un doble vicio en la cuestión que se discute, por cuanto el tribunal no solo omite aplicar la

norma correspondiente al caso, que es el art. 130 del CPC, sino que, al mismo tiempo, soslaya

exponer la fundamentación que resulta necesaria para la procedencia de la aplicación del art.

132 de ese mismo cuerpo legal (f. 800 vta,).

Al respecto, cita jurisprudencia de la Sala (“Marcantonio”, S. n° 214, del 13/8/2013,

“Querella Zambrana”, S. nº 453, del 10/10/2017) por la que se indica que es necesario que el

tribunal fundamente la decisión de apartarse de la regla general de costas al vencido del art.

130 del CPC, con base a pautas objetivas suficientemente explicitadas, por cuanto la

excepción prevista en el art. 132 del mismo cuerpo normativo debe ser admitida

restrictivamente (f. 801 y vta.).

En suma, solicitan la nulidad de la resolución en cuanto impone erróneamente las costas por

su orden con relación a la acción civil, por aplicación del art. 132 del CPC, como si existieran

vencimientos recíprocos, y, en consecuencia, se disponga la imposición de costas a la

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demandada como única vencida, por aplicación de la regla establecida en el art. 130 del CPC,

que es la norma que se sostiene que se adecua al caso (ff. 800 vta./801 vta.).

Culminan la impugnación planteando que la resolución impugnada vulnera sorpresivamente

las garantías constitucionales del debido proceso, fundado en ley, y la defensa en juicode

Enrique Reimers, tanto en su calidad de querellante particular como de actor civil (f. 802).

Hacen reserva del caso federal respecto de todas las cuestiones planteadas en el recurso (f.

803).

II. El tribunal a quo, tras hacer lugar sólo parcialmente a la acción civil interpuesta, impuso

las costas en un porcentaje del cincuenta por ciento a cargo del actor civil y en igual

proporción a la demandada civil, en virtud de lo dispuesto por los arts. 130 y 132 del CPCC

(f. 777).

Al respecto, atendiendo a lo resuelto en la cuestión precedente, en donde se concluyó que la

demanda civil se entabló por un solo rubro resarcitorio, por el que resultó totalmente exitosa

la parte actora, corresponde, en consecuencia, anular la distribución de costas efectuada “en

un porcentaje del cincuenta por ciento a cargo del actor civil y en igual proporción a la

demandada civil (arts. 130 y 132 del C.P.C.C.)”, debiendo éstas quedar completamente a

cargo de la demanda, como parte vencida (arts. 550 y 551 del CPP).

Así voto.

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal doctora Aída Tarditti, por lo que, adhiero a

la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

A LA CUARTA CUESTION

La señora Vocal doctora Aída Tarditti dijo:

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Atento al resultado de la votación que antecede, corresponde:

I.1. Hacer lugar al recurso de casación deducido por los doctores Claudia Oddone y Luis

Alberto Quiroga Amuchástegui, en representación del querellante particular Enrique

Guillermo Reimers, y, en consecuencia, casar parcialmente la sentencia número noventa y

dos, dictada en fecha primero de octubre de dos mil diecinueve por la Cámara en lo Criminal

y Correccional de la ciudad de Villa Dolores, en cuanto dispuso imponer las costas procesales

por el hecho nominado primero al querellante particular.

2. En su lugar, imponer las costas derivadas del ejercicio de la acción penal con relación al

hecho nominado primero por el orden causado (arts. 550, 551 y 94 CPP).

3. Sin costas por lo actuado en esta sede (arts. 550 y 551 CPP).

II.1. Hacer lugar al recurso de casación deducido por el doctor Luis Alberto Quiroga

Amuchástegui, a favor del actor civil Enrique Guillermo Reimers, y, en consecuencia, anular

la Sentencia número noventa y dos, dictada en fecha primero de octubre de dos mil

diecinueve por la Cámara en lo Criminal y Correccional de la ciudad de Villa Dolores en

cuanto resolvió: “…IV. Hacer lugar parcialmente a la acción civil interpuesta y en

consecuencia condenar a la señora María Alejandra Valle De Zazú, a pagar, en concepto de

daño moral, en el término de quince días de quedar firme la presente resolución, la suma de

ciento cincuenta mil pesos ($ 150.000), suma que devengará un interés, a partir del día de la

fecha y hasta su efectivo pago, equivalente a la tasa pasiva promedio mensual que publica el

Banco Central de la República Argentina más el dos por ciento (2%) nominal mensual,

imponiendo las costas, atento el resultado obtenido, en un porcentaje del cincuenta por

ciento a cargo del actor civil y en igual proporción a la demandada civil (arts. 130 y 132 del

C.P.C.C.)…”.

2. En su lugar, corresponde, sin reenvío, por razones de economía procesal, y teniendo en

cuenta todo lo expuesto en el tratamiento de la segunda cuestión, hacer lugar totalmente a la

acción civil interpuesta y, en consecuencia, condenar a la señora María Alejandra Valle De

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Zazú, a pagar, en concepto de daño moral, en el término de quince días de quedar firme la

presente resolución, la suma de trescientos mil pesos ($ 300.000), a la que cabe adicionar un

interés equivalente a la tasa pasiva promedio mensual que publica el Banco Central de la

República Argentina más el dos por ciento (2 %) nominal mensual desde el día 1/10/2019 y

hasta su efectivo pago, imponiendo las costas derivadas del ejercicio de la acción civil a la

demandada, como parte vencida (arts. 550 y 551, CPP).

3. Sin costas por lo actuado en esta sede (arts. 550 y 551, CPP).

Así voto.

El señor Vocal doctor Sebastián López Peña dijo:

La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden

correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual sentido.

La señora Vocal doctora María Marta Cáceres de Bollati dijo:

Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por lo que, adhiero a la

misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.

En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala Penal;

RESUELVE:

I.1.Hacer lugar al recurso de casación deducido por los doctores Claudia Oddone y Luis

Alberto Quiroga Amuchástegui, en representación del querellante particular Enrique

Guillermo Reimers, y, en consecuencia, casar parcialmente la Sentencia número noventa y

dos, dictada en fecha primero de octubre de dos mil diecinueve por la Cámara en lo Criminal

y Correccional de la ciudad de Villa Dolores, en cuanto dispuso imponer las costas procesales

por el hecho nominado primero al querellante particular.

2. En su lugar, imponer las costas derivadas del ejercicio de la acción penal con relación al

hecho nominado primero por el orden causado (arts. 550, 551 y 94 CPP).

3. Sin costas por lo actuado en esta sede (arts. 550 y 551 CPP).

II.1. Hacer lugar al recurso de casación deducido por el doctor Luis Alberto Quiroga

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Amuchástegui, en favor del actor civil Enrique Guillermo Reimers, y, en consecuencia, anular

la sentencia número noventa y dos, dictada en fecha primero de octubre de dos mil diecinueve

por la Cámara en lo Criminal y Correccional de la ciudad de Villa Dolores, en cuanto

resolvió: “…IV. Hacer lugar parcialmente a la acción civil interpuesta y en consecuencia

condenar a la señora María Alejandra Valle De Zazú, a pagar, en concepto de daño moral,

en el término de quince días de quedar firme la presente resolución, la suma de ciento

cincuenta mil pesos ($ 150.000), suma que devengará un interés, a partir del día de la fecha y

hasta su efectivo pago, equivalente a la tasa pasiva promedio mensual que publica el Banco

Central de la República Argentina más el dos por ciento (2 %) nominal mensual, imponiendo

las costas, atento el resultado obtenido, en un porcentaje del cincuenta por ciento a cargo del

actor civil y en igual proporción a la demandada civil (arts. 130 y 132 del C.P.C.C.)…”.

2. En su lugar, corresponde, sin reenvío, por razones de economía procesal, hacer lugar

totalmente a la acción civil interpuesta y en consecuencia condenar a la señora María

Alejandra Valle De Zazú, a pagar, en concepto de daño moral, en el término de quince días de

quedar firme la presente resolución, la suma de trescientos mil pesos ($ 300.000), a la que

cabe adicionar un interés equivalente a la tasa pasiva promedio mensual que publica el Banco

Central de la República Argentina más el dos por ciento (2 %) nominal mensual desde el día

1/10/2019 y hasta su efectivo pago, imponiendo las costas derivadas del ejercicio de la acción

civil a la demandada, como parte vencida (arts. 550 y 551 del CPP).

3. Sin costas por lo actuado en esta sede (arts. 550 y 551 CPP).

Protocolícese, hágase saber y oportunamente bajen.

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Texto Firmado digitalmente por:
TARDITTI Aida Lucia Teresa
VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

Fecha: 2021.08.23

LOPEZ PEÑA Sebastian Cruz


VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

Fecha: 2021.08.23

CACERES Maria Marta


VOCAL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

Fecha: 2021.08.23

SOSA LANZA CASTELLI Luis Maria


SECRETARIO/A GENERAL DEL T.S.J

Fecha: 2021.08.23

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