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Guía básica y personal para estimular la imaginación

En tiempos de cuarentena resultará relevante poder mantener nuestra salud mental en óptimas
condiciones. Un factor importantísimo para mantenernos sanos (y cuerdos) es mantenernos
ocupados haciendo cosas que requieran gran parte de nuestra atención. Pareciera una instrucción
bastante simple, pero ¿cómo evitamos sentirnos fatigados si llevamos más de cinco días rebotando
entre los mismos estímulos? Luego de haber visto medio Netflix, haberse puesto al día con todas las
series y películas que nos han recomendado, haber hecho scroll infinito veinte veces durante el día
en el inicio de Facebook, twitter o Instagram, de haber pasado horas absortos en un mismo juego,
entre muchas otras cosas, ¿en qué punto se nos perdió la cordura que nos llevó a sentimientos de
distancia del sí mismo, de angustia, de ansiedad, de sentirse poco productivo y fatigados hasta el
aburrimiento de hacer día tras día lo mismo? Considero que este tiempo de cuarentena resulta una
oportunidad única para que volvamos a interactuar con nosotros mismos, a estimular la imaginación
(*insertar imagen de bob esponja*) y visitar aquel mundo interior que muchos hemos abandonado
más que sólo para reflexionar una que otra solución de problemas afectivo-emocionales.

Somos seres poseedores de un espacio pseudo infinito en nuestras mentes que no estamos
ocupando activamente y a la larga pareciera que lo hemos olvidado. Existen varios cuentos y teorías
de que nuestra capacidad de pensar nos ha permitido evolucionar hasta el punto en que el estamos
hoy… bueno, pues hagámoslo de una forma no mecánica ni productiva como lo hacemos todos los
días de trabajo normal ¿o es que sólo somos capaces de pensar para producir? Necesitaremos en
primer lugar soltar nuestras imágenes mentales (de ahí “imaginación”) más recurrentes para poder
tener un plano o lienzo medianamente limpio, para esto idealmente deberemos alejarnos un tanto
de los estímulos excesivos de pantallas y luces artificiales. Queremos encontrar un espacio dentro
de nuestra mente en donde poder crear formas a nuestro antojo y al interactuar tanto con juegos,
series, videos y todo el material visual digital terminamos por adoptar los patrones de imágenes que
vemos y nos cuesta más poder crear los propios.

1* Un primer consejo sería entonces el resistir la tentación de mirar pantallas, dejar que nuestra
mente descanse de toda esa infinita gama de colores y formas.

Cualquier soñador admitirá que se puede entrar al mundo del ensueño y la fantasía sin siquiera
cerrar los ojos, pero eso requerirá a su vez un nivel de concentración en lo que estamos pensando
considerablemente alto (a pesar de que nos pase mucho) y más aún para lograrlo voluntariamente.
Recomiendo tratar de descansar de la luz exterior y comenzar cerrando los ojos. Una vez lo hacemos
dejamos de ver directamente lo que está frente a nosotros, pero aún seguimos viendo colores y
formas, puesto que, si es de día seguiremos recibiendo luz en nuestros parpados cerrados que hará
que en nuestra visión aparezcan colores rosas, rojizos, amarillos y naranjas principalmente. Si
podemos soportar aún todas estas formas y colores sin necesitar abrir los ojos, ya estamos en un
buen lugar para trabajar la imaginación, sino aún hay algo que podemos hacer. El lienzo de nuestra
imaginación, como dije, no necesita estar del todo limpio y uniforme para jugar en él, más bien debe
agradarnos para sentirnos tranquilos ahí por un rato. Es por esto que una forma rápida de limpiarlo
es tapando nuestros ojos con alguna cinta, pañoleta o antifaz para dormir (ojo, esto no se trata de
dormir, no se vayan con el impulso). En este punto lo que veremos variará hacia tonos oscuros y
negros, con una que otra imagen residual de la luz que estábamos percibiendo antes.
2*Un segundo consejo será obtener un lienzo para imaginar que esté medianamente limpio, cerrar
los ojos o tapárnoslos con un antifaz es una manera fácil de lograrlo, a menos claro de que sean
hábiles en la ensoñación mientras están despiertos.

Una vez ya estamos frente a frente con este lienzo, ya podemos decir que dimos el primer gran paso
dentro de nuestra imaginación: ver lo que estamos viendo sin mirar nada del mundo, sino lo que
está “dentro nuestro”. No nos apresuremos, aún queda parte del camino para decir que somos
hábiles imaginadores. Lo siguiente que haremos es un paso tal vez difícil para muchas personas, que
es comenzar a distinguir cosas en este lienzo que tenemos enfrente, pero ¿cómo que distinguir si
no veo nada? Aquí está la piedra angular de la imaginación: debemos crear estas cosas para verlas.
La manera más rápida y eficaz de hacer esto es pensar activamente en algo que conozcamos bien,
puede ser el rostro de nuestra madre, nuestro compañero animal, algún objeto favorito, un cuadro,
incluso una habitación o un lugar más grande, como el camino que recorremos de nuestra casa al
trabajo. La memoria será la clave de todo nuestro poder imaginativo (hasta ahora), puesto que de
ella extraeremos todas las formas y colores de todo aquello que queramos ver en nuestro lienzo
personal. Podemos partir entonces pensando en cómo es la habitación en la que estamos y tratar
de ubicarnos espacialmente en ella: ¿Estamos acostados, sentados o parados? ¿Qué tenemos arriba
y abajo nuestro? Si estiro la mano derecha o la rodilla izquierda, ¿qué es lo que alcanzaría a tocar?
¿Qué muebles hay en esta habitación y qué objetos tengo en cada uno de ellos? ¿Recuerdo tal vez
qué hay en cada cajón? Bienvenidos, han creado su primera habitación en su imaginación.

3* Un tercer consejo será entonces crear algo dentro de este lienzo que tenga forma y color. La
forma más fácil y efectiva es traerlo desde la memoria por completo, pensando en algún objeto que
conozcamos bien o un lugar que frecuentemos mucho. No descuidar: en nuestra imaginación lo que
vemos es lo que hemos creado, ese es el sentido de este ejercicio.

Ahora, si quieren irse a otro lugar, el umbral de la puerta no tiene porqué llevarnos al pasillo o a la
otra habitación de siempre, tal vez podríamos cambiarlo por la entrada a una cafetería o a una plaza
o a la punta de una montaña (estilo Monster Inc.). O si nos imaginamos un objeto, una almohada
con la que siempre dormimos, por ejemplo, podemos tratar de pensar que es de un color diferente
al que recordamos o tal vez de ser rectangular la hacemos redonda o incrementamos su tamaño al
porte de la cama. Modificar las cosas en nuestro lienzo resultará a veces un poco difícil, por eso es
que debemos partir con cosas que ya conozcamos bien y que podamos cambiar uno que otro detalle
de ellos para ir acostumbrándonos a la “jugabilidad” de la imaginación. Recuerden que están en un
lugar casi infinito en donde todo aquello que puedan querer ver lo deben crear ustedes mismos, en
un principio tomando prestados elementos de su propia realidad a través de la memoria y los
recuerdos para luego aventurarse a llevar su imaginación hasta límites insospechados.

4* Un cuarto consejo será que vayamos modificando pequeñas cosas de los objetos o entornos que
ya creamos en nuestro lienzo, ya sea sumando, restando o transformando otros elementos o
detalles de lo que ya tienen. Háganse de su lienzo, es suyo.

Las infinitas cosas que han visto durante toda su vida están guardadas en estructuras mentales
simples que hemos ido recogiendo desde que somos pequeños y las transformamos en
conocimiento a través de la asociación y otras formas de actividad mental. Es por esto que, de tener
suficientes ganas y energía, podríamos reconstruir gran parte de las cosas que hemos vivido en
nuestra imaginación (esto necesita un alcance antes de que se arranquen a velocidad a pensar todo
aquello cuanto han hecho: nuestros recuerdos siempre se ven afectados por nuestros estados
mentales y emocionales, por lo que los recuerdos no son una copia fidedigna de la realidad, sólo
una impresión subjetiva de lo que fue para nosotros vivir aquel momento). Podemos hacer el
ejercicio para exigirle un poco más a esta nueva habilidad que estamos desarrollando: recrear el
camino completo desde nuestra casa a nuestro trabajo y viceversa o algún camino que recordemos
muy bien en nuestra ciudad o, incluso, tratar de recordar a una persona por completo, desde sus
facciones faciales hasta la distribución de su cuerpo y extremidades. Ya en este punto deberíamos
haber hecho un gran esfuerzo mental para re-crear todas estas imágenes en nuestro lienzo y no
haría nada de mal descansar volviendo a abrir los ojos, tomar un poco de agua fría o caliente, elongar
la espalda y el cuello o cualquier cosa que nos haga activar nuestro cuerpo.

5* Un quinto consejo, ya finalizando el tramo básico de esta guía, es tratar de imaginar cada vez
elementos más complejos y extensos en donde podamos ver una gran cantidad de detalles. Además
de esto, siempre ir descansando cuando sintamos que lo necesitemos (esta última parte es un
consejo para toda nuestra vida, descansar cuando lo necesitemos).

Luego de haber hecho este ejercicio, habremos estimulado muchísimo una parte de la imaginación
que refiere a la remembranza y lo visual, en donde podemos empujar cada vez que queramos las
paredes que tenemos alrededor y hallarnos en lugares tan amplios como podamos imaginar. Aún
quedan, por lo pronto, muchas más formas de la imaginación y que se vinculan a los otros sentidos
y otras actividades mentales. Este es su lugar propio, absolutamente propio y, a pesar de que no
podamos invitar a nadie dentro, no quiere decir que no podamos interactuar con otros gracias a él
o a través de él.

Aquí finaliza la guía básica para estimular nuestra imaginación, aquella posibilidad de nuestra mente
de otorgarnos un lienzo inmensamente grande para poder jugar, crear, soñar o simplemente estar,
donde no hay que temer perder la llave de entrada, pues está a la vuelta de la esquina, doblando
entre pensamiento y pensamiento.

Solaris Bhel Ninti.

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