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relatos reunidos de
Pedro Lemebel
Indice
La Nube 7
Irse en la volada 21
Hemanita Maconia 24
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La Nube
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Todas estábamos. tan voladas, boqueando, asesando
con los pescadores, que no falto la que hizo una acrobacia para lu-
cirse, estiró un pie y boto la vela sobre la ropa, se quebró la botella
de pisco y estalló mierda el incendio. Todo se inflamó de improviso.
Fuego! Fuego! gritaban las locas arrancando a culo pelado, trope-
zando, cayéndose, tratando de salvar al menos la ropa para vestirse;
tan borrachas que no atinaban a encontrar agua para apagar las
llamas. También los pescadores arrancaron a perderse. Y solo la Fe-
lipa corrió cerro abajo en busca de un bidón con agua. Pero cuando
llegó se había quemado media casa. Ahí nos amanecimos esperando
el día para regresar a Santiago. Sácate uno de los tuyos, poh Nube,
para pasar el mal rato, escuche que me decía la María Misterio, res-
catando la corona medio chamuscada entre los escombros.
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Irse en la volada
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Hemanita Maconia
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Había inviernos secos en que no pasaba nada con la
yerba, y algunos desperados compraban kilos de semilla del cáñamo,
alimento de canarios... y las soplaban, soplaban para juntar los capu-
llos de las semillas, que igual volaban con esfuerzo.
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dejo, años más inocente, años más disipada, vacilando con unos
chicos del barrio San Miguel de Buenos Aires. Eran tres pimpollos
que me habían recogido (levantado de la ruta), ofreciéndome hospe-
daje en su casa. Qué lindos eran, con sus ojitos llorosos al aspirar el
caramelo ácido de la mari paraguaya que fumábamos en aquella pla-
cita de barrio, tan de noche, tan entusiasmados que trepamos todos
juntos a un monumento altísimo de San Martín u otro prócer a ca-
ballo. Eran tres flacos bien porteños, rokerazos, fumones y vagonetas
en la rúa dispersa del humito azul de aquella paraguaya prensada
con miel que daba un bouquet, loco, un espesor de THC, boludo, que
te dejaba pegados los dedos, y era pegote compartir la tuca, de tan
achocolatada de pasta, viste?.
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