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TEMA 3: TRASTORNOS DE ANSIEDAD

1. Introducción

La ansiedad se define como un estado de ánimo negativo caracterizado por síntomas corporales de tensión física y
aprensión respecto al futuro. Es probablemente la emoción más común y universal a lo largo de nuestra vida, forma
parte de la experiencia humana y no es mala en sí misma, ya que nos impulsa y mejora el rendimiento físico e
intelectual (es productiva, proporciona fuerza).
Tener alguna ansiedad en un nivel óptimo motiva a una persona a hacer cualquier actividad lo mejor posible. Sin
ella, no llevaríamos a cabo gran parte de las actividades que realizamos.

Liddell propuso llamar a la ansiedad “sombra de la inteligencia”. Pensaba que la capacidad humana de planear con
cierto detalle el futuro se relaciona con esa sensación persistente de que las cosas pueden salir mal y que debemos
prepararnos para ello. Por tanto, podemos considerar a la ansiedad un estado de ánimo orientado hacia el futuro.

La ansiedad es una emoción adaptativa, no podríamos vivir sin ella porque cumple una función esencial de
protección ante amenazas reales presentes o que podrían ocurrir en cualquier momento. Nos ayuda en la
transición hacia un estado de “lucha o huida” (reacción natural ante un peligro inminente).

Una de sus propiedades principales es su naturaleza anticipatoria, permitiéndonos estar alerta; sensible al
ambiente, aportando un nivel óptimo de motivación para afrontar las diferentes situaciones, y facilitando un mejor
afrontamiento y adaptación a la situación.
Esta utilidad se convierte en desadaptativa cuando se anticipa un peligro irreal en situaciones de escaso o nulo
peligro objetivo, produciendo malestar, insufrimiento e incluso incapacitación.

¿Diferencia entre ansiedad y miedo?

El miedo es la respuesta que ocurre ante algún estímulo externo amenazante identificable. Sería la respuesta que
ocurre cuando la amenaza/peligro está presente, aquí y ahora; es una reacción de alarma inmediata ante el peligro.

La ansiedad es un estado emocional más difuso y sin fuente externa de amenaza reconocible. Nos prepara para
afrontar peligros que podrían ocurrir en el futuro.

En definitiva, podemos decir que la experiencia de amenaza es la vivencia central de los trastornos de ansiedad.
Ante ella (real o imaginaria), la persona reacciona con miedo/ansiedad ya que el miedo prepara para la lucha o
escape en ese preciso momento, y la ansiedad mantiene a la persona vigilante y alerta ante el peligro de cara al
futuro.

Otro concepto importante es el afecto negativo, un componente de vulnerabilidad relacionado con el neuroticismo
y ansiedad rasgo. Es una predisposición a emitir respuestas emocionales negativas ante situaciones difíciles o
valoradas como estresantes.

¿Diferencia entre la ansiedad patológica de la ansiedad adaptativa?

Si adoptamos un modelo dimensional sobre los trastornos mentales, sería una mera cuestión de grado. A veces el
límite entre ambas resulta problemático, por tanto, es un tanto artificial. La ansiedad se convierte en patológica
cuando se presenta ante estímulos insignificantes, es de una intensidad exagerada y persiste más allá de lo
necesario. Por ejemplo, cuando las reacciones psicofisiológicas (tasa cardiaca, sudoración, respiración acelerada) se
presentan ante amenazas psicológicas más o menos triviales. Hay 4 aspectos que ayudan a distinguir una de otra:

 Intensidad, frecuencia y duración de la ansiedad.


 Proporción entre la gravedad de la situación objetiva y la intensidad de la respuesta de ansiedad.
 Grado de sufrimiento subjetivo determinado por la ansiedad.
 Grado de interferencia en la vida cotidiana de la persona (funcionamiento laboral, relaciones sociales,
actividades de ocio…)
Diferencias entre ansiedad normal y patológica:

Debemos señalar la alta comorbilidad o co-ocurrencia en trastornos de ansiedad, lo que indica que todos los
trastornos comparten las mismas características de ansiedad, diferenciándose en el foco de la misma (la causa).
Podría resultar algo absurdo distinguir tantos tipos de trastornos de ansiedad entonces, pero no debemos olvidar
que el diagnóstico de varios trastornos tiene enormes implicaciones terapéuticas, y relacionadas con el origen, curso
y pronóstico.

2. Síndromes clínicos de ansiedad

2.1 Trastornos fóbicos

El miedo es muy común y adaptativo para la especie humana, siempre que sea ante un peligro real. Sin embargo,
cuando una persona percibe que carece de recursos para enfrentarse a una situación o que no son eficaces, huiría
como forma de defensa.

La palabra fobia se refiere a reacciones de miedo intenso inducidas por situaciones reales (presentes o anticipadas)
acompañadas de conductas de evitación, que objetivamente no justifican tales respuestas (aunque clínicamente no
es totalmente imprescindible, basta con que haya un fuerte deseo de evitación).

Una fobia se caracteriza por un miedo intenso, persistente, excesivo e irracional a estímulos concretos (personas,
objetos sensaciones…) y marcada tendencia a evitarlos. Conviene distinguir los 2 componentes de la fobia:

o La ansiedad fóbica aparece ante la presencia actual o imaginada del estímulo temido, e incluye un conjunto
amplio de síntomas subjetivos, fisiológicos y motores (intensa aprensión, sentimientos de inseguridad e
incapacidad, pérdida de control, taquicardia, respiración rápida, tensión muscular, temblores, paralización).

o La evitación fóbica se refiere a la tendencia del individuo a rehuir del contacto con la situación, objeto o
estímulo temido.

En resumen, las fobias deben cumplir los siguientes requisitos para ser conceptualizadas como tal:

I. Existe un miedo desproporcionado en relación con el carácter amenazante de la situación. No se


corresponde con un peligro o amenaza para la persona.
II. El miedo conduce a la evitación de la situación temida.
III. No existe una explicación lógica del fenómeno, lo que demuestra el carácter irracional de las fobias (la
persona es consciente de su irracionalidad).
IV. El miedo sobrepasa el posible control voluntario (es difícil de controlar).
V. Produce cierto grado de malestar y sufrimiento, y es desadaptativo.
VI. Es persistente a lo largo del tiempo.
VII. No es específico de una edad o fase determinada.

Para que una fobia sea clínicamente relevante tiene que producir una interferencia en la actividad cotidiana.
Además, hay muchos miedos bastante comunes en la población.

Una de las posibles clasificaciones de las fobias distingue 3 tipos. La diferencia entre ellos reside, en definitiva, en lo
que desencadena temor en el individuo.

 Fobia simple o específica (el objeto fóbico es específico y claramente circunscrito).


 Fobia social (el objeto fóbico tiene que ver con situaciones sociales en las que participa el individuo).
 Agorafobia (el objeto fóbico es un espacio público o síntomas incapacitantes como mareos, desmayos…).

Sin embargo, algunos expertos cuestionan si este criterio es el mejor para clasificar las fobias, y algunos estudios
empíricos demuestran que no porque no es suficientemente preciso y quizás no el más relevante.

2.1.1 Fobia específica

En la fobia específica el miedo intenso está claramente focalizado en un objeto/situación concreta (presente o
anticipado por la persona). Este miedo produce ansiedad de forma inmediata y es desproporcionado al peligro real
del objeto fóbico. Para entender que estamos ante una fobia, los síntomas deben prolongarse durante 6 meses al
menos.

En la reacción ante un estímulo fóbico existen 3 niveles:

i. A nivel fisiológico: se incrementa la activación del SNA (aumento de la tasa cardíaca y respiratoria,
sudoración, náuseas…), aunque existen grandes diferencias individuales en la reacción somática.

ii. A nivel cognitivo o subjetivo: puede presentar una serie de pensamientos sobre la situación temida y su
capacidad para afrontarla, interpretaciones subjetivas sobre las consecuencias negativas que le esperan…

iii. A nivel motor: respuestas de escape (abandonar la situación) y conductas de evitación en el futuro.

Existen muchas diferencias individuales en el patrón de reacción: mientras unas personas son capaces de soportar la
situación temida, aunque sientan un intenso malestar subjetivo y fisiológico, otras evitan la situación temida al ser
incapaces de soportar el estímulo fóbico.

Generalmente, las fobias específicas son las que producen menor grado de incapacitación o perturbación entre
todas las fobias. Por tanto, muchas de esta categoría no son clínicamente relevantes ya que la persona puede evitar
los estímulos elicitadores y así no interferir en su actividad (trabajo, relaciones personales…) ni experimentar el
elevado malestar.
Además, muchas fobias específicas que se inician en la infancia desaparecen espontáneamente a lo largo del tiempo,
y si permanecen en la edad adulta deben tratarse si el estímulo es afrontado frecuentemente.

La mayoría de personas que buscan ayuda psicológica para superar su fobia lo hacen por alguno de estos 3
determinantes:

-La persona está cansada de vivir con ese miedo.

-Un acontecimiento brusco ha provocado que aparezca un miedo que antes no existía y ahora condiciona y limita su
vida actual (por ejemplo, un accidente de tráfico le deja como secuela el miedo a subir en coche).

-Ha cambiado algo en la vida de la persona que hace que el estímulo fóbico adquiera mayor presencia o relevancia
(por ejemplo, un nuevo trabajo le obliga a viajar continuamente, pero tienes miedo a viajar en avión).

El DSM-5 propone 5 tipos de fobias específicas:

TIPO ANIMAL: Miedos aislados a animales concretos, que alcanzan su punto máximo cuando éste se
encuentra en movimiento. Son comunes, pero solo podemos considerarlos fobias si producen grandes
interferencias en el funcionamiento. Aunque algunas personas temen el daño que pueda causarles el animal,
la mayoría teme el pánico que puede experimentar ante la presencia del mismo y las consecuencias
negativas que esto puede tener.

TIPO ENTORNO NATURAL: Temor a las alturas, tormentas, agua… es probable que estemos preparados
(preparación biológica) de algún modo para tener estas situaciones.

TIPO SANGRE, INYECCIONES Y HERIDAS: Temor a las agujas, procedimientos médicos invasivos, visión de la
sangre… La persona responde a estos estímulos con mareos y/o desmayos (síncope vasovagal) precedido por
un aumento muy intenso de la presión sanguínea. Para compensarlo se produce una hiperreacción de un
mecanismo llamado arco barorreflejo sinoaórtico, que disminuye la presión sanguínea. Es decir, una
respuesta inicial del sistema nervioso simpático va seguida repentinamente de una respuesta parasimpática
(y esto es lo que produce mareos y desmayos). En este tipo de fobias parece que la ansiedad se relaciona
más con la anticipación de un posible desvanecimiento que con la presencia del estímulo en sí, y esta
tendencia de sobrecompensación parece ser hereditaria.

TIPO SITUACIONAL: Temor a los transportes públicos, aviones, espacios cerrados…

TIPO OTRA: Temor a enfermedades (evitan lugares y personar por miedo a contagiarse), sonidos, personas
disfrazadas, situaciones que pueden derivar en vómitos y ahogo (casi siempre la causa es una experiencia
traumática, y puede derivar en imposibilidad de ingerir alimentos sólidos, pérdida de peso y grandes
problemas nutricionales y dentales).

Algunos estudios proponen que determinadas fobias a animales están más motivadas por el asco que por el miedo,
y la sensibilidad al asco y la contaminación están asociadas más a animales que provocan aversión y evitación pero
que raramente atacan a las personas. Page (2003) ha encontrado que el asco es tan relevante como el miedo en
individuos con fobia a la sangre.

Los miedos de nivel moderado son muy comunes en la infancia y se consideran fenómenos evolutivos transitorios
que tienden a desaparecer con el tiempo. Las fobias y miedos más intensos son menos comunes en la infancia y
algunos persisten hasta la edad adulta, posiblemente por una predisposición genética presente desde una edad
temprana.

2.1.2 Trastorno de ansiedad social (fobia social)

Somos seres sociales y estamos en continua interacción con otras personas, lo que generalmente resulta gratificante
excepto para personas con fobia social.

La fobia social es un temor duradero a diversas situaciones sociales en las que la persona se siente observada
críticamente por el grupo y experimenta un temor desproporcionado a que su conducta sea objeto de rechazo o
crítica. Tiene miedo en situaciones en las que es expuesta a personas desconocidas o de las que no conoce la
evaluación del grupo (teme ser enjuiciada), teme ponerse nervioso o ser humillado, así como teme actuar de alguna
manera humillante o embarazosa y mostrar síntomas de ansiedad.

En definitiva, teme el rechazo. La conducta solo se deteriora cuando la gente les está observando, no cuando están
solos.

Amies, Gelder y Shaw (1983) definieron la fobia social como una ansiedad poco razonable experimentada por una
persona cuando está en compañía de otras, que aumenta normalmente con el nivel de formalidad de la situación y
el grado en que la persona se siente bajo escrutinio, acompañándose de un deseo de evitar o huir de la situación. En
casos extremos, la evitación puede llevar al aislamiento social.

Algunas personas con fobia social puede que no eviten situaciones sociales en sí mismas, sino que se comporten de
modo que eviten ser el centro de atención y críticas, pasar desapercibidos.

Entre las características clínicas de este trastorno podemos citar:

→Inhibición y déficits conductuales en situaciones de interacción social (son personas inhibidas, con pocas
habilidades sociales).

→Conductas de escape y evitación de las situaciones sociales.

→Ansiedad (manifestaciones conductuales y fisiológicas) por la posibilidad de recibir una evaluación negativa.

→A nivel cognitivo, la persona se valora negativamente y tiene miedo al rechazo; son muy sensibles a la crítica.
Mattick y Clarke (1988) han estudiado 2 aspectos de la fobia social:

 El temor al escrutinio se refiere al temor ante la perspectiva de ser observado por los demás, especialmente
cuando el individuo manifiesta ansiedad al llevar a cabo ciertas actividades en presencia de terceros. La
preocupación es que la gente vea que está nervioso.

 La ansiedad ante la interacción social es la que se experimenta cuando conoce y habla con otras personas
(del sexo opuesto, desconocidas…). La preocupación incluye el temor a ser incapaz de expresarse, ser
aburrido, parecer estúpido, no saber qué decir o cómo responder, ser ignorado…

El DSM-5 propone especificar que la fobia social se limita al miedo a la actuación. Para quienes su vida profesional
se desarrolla ante un público esta forma de ansiedad social resulta muy incapacitante.

Es interesante observar que los distintos trastornos de ansiedad tienen síntomas somáticos más prominentes
propios: por ejemplo, en el caso de la ansiedad social destacan la sudoración, ruborización y sequedad de boca, y en
una crisis de angustia es frecuente el dolor u opresión en el pecho y las palpitaciones.

Habitualmente el inicio del trastorno se da en la adolescencia, desarrollándose miedo a la evaluación negativa. No


es tan incapacitante como otros trastornos, pero si interfiere notablemente a nivel personal, académico o
profesional debe tratarse.

Caballo y cols. (2014) plantean 5 dimensiones o factores básicos que constituyen la estructura fundamental de la
fobia social:

a) Hablar en público o interacción con personas de autoridad.

b) Interacción con desconocidos.

c) Interacción con el sexo opuesto.

d) Quedar en evidencia o ridículo.

e) Expresión asertiva de molestias, desagrado o enfado.

En la fobia social no se observan diferencias sexuales, fundamentalmente entre quienes buscan ayuda para su
problema.

Una característica clínica de la fobia social no muy habitual en nuestra cultura pero que recoge el DSM-5 es el temor
a ofender a otras personas. En algunos países como Japón o Corea se observa el síndrome taijin kyofusho (trastorno
del temor interpersonal), caracterizado por la evitación de relaciones sociales y temor intenso a que su apariencia o
acciones molesten o sean desagradables a otra persona; en lo que va implícito un miedo a la evaluación negativa.

 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL:

El trastorno de personalidad evitativa se parece bastante a la fobia social de tipo generalizado, los límites entre
ambos no están muy claros. Este trastorno de personalidad se caracteriza por un patrón general de inhibición social,
introversión, sentimientos de inferioridad, hipersensibilidad a la crítica y rechazo, baja autoestima y temor a hacer el
ridículo.

Para encajar en él, la persona debe ser adulta y este patrón se debe dar en distintos contextos. Son personas
vergonzosas, tímidas, solitarias, aisladas… podríamos decir que presentan un patrón de evitación más amplio que las
personas con ansiedad social.

Se define la timidez como malestar e inhibición en presencia de otras personas, o como estado de incomodidad
causado por expectativas de posibles consecuencias negativas en relaciones interpersonales. Es una predisposición
duradera que no depende del momento o situación. Entendida como rasgo de personalidad, la timidez se refiere a
la tendencia a responder con elevada ansiedad, alta conciencia de sí mismo y retraimiento en diversos contextos
sociales.
La ansiedad social, el trastorno de personalidad evitativa y la timidez podrían entenderse como partes de un
continuo, pero existen diferencias importantes:

→El grado de deterioro social y laboral en personas con fobia social es mucho mayor que en personas tímidas.

→La timidez comienza antes que la ansiedad social.

→La fobia social es más crónica que la timidez (ésta última tiende a desaparecer con el desarrollo de la persona).

→Las conductas de evitación son más relevantes y graves en la fobia social.

La evitación de situaciones sociales también puede aparecer en otros trastornos, veamos la diferencia de la fobia
social:

→En el trastorno de la personalidad paranoide la persona cree que la gente puede o quiere perjudicarle.

→En el trastorno de la personalidad esquizoide la persona carece de interés por las relaciones sociales (mientras en
la fobia social sí se desea sentirse cómodo en esos contextos).

→En el trastorno de agorafobia evitan situaciones sociales cuando perciben que podría ser difícil escapar o tener
ayuda en caso de necesitarla (por el malestar emocional).

→En los trastornos depresivos el aislamiento social se asocia a la falta de interés o incapacidad para disfrutar de la
compañía, más que por temor a la evaluación negativa.

2.1.3 Agorafobia

La agorafobia se define como el temor a la aparición de una reacción descontrolada de ansiedad y angustia cuando
la persona está en lugares abiertos, lejos de alguien o un lugar que le dé seguridad. Puede acompañarse de
ataques de pánico cuando se expone a los estímulos temidos o piensa detenidamente en ellos.

Una característica esencial es la aparición de una intensa ansiedad cuando el individuo se encuentra en un lugar o
situación donde resulte difícil escapar, o donde puede no encontrar ayuda en caso de un ataque de pánico, mareo,
desmayo o síntomas incapacitantes.

Le resulta más fácil estar acompañado de alguien que le infunde seguridad, generando una dependencia a él. En
casos graves, el agorafóbico es totalmente prisionero de su casa, y tiene miedo a abandonarla si no está
acompañada o incluso a quedarse sola en casa.

Son situaciones típicamente agorafóbicas las siguientes:

o Estar lejos de casa


o Quedarse solo en casa
o Lugares concurridos
o Teatros, restaurantes, centros comerciales…
o Espacios cerrados
o Desplazarse en coche
o Viajar en transporte público
o Conducir en autopistas
o Cruzar un puente
o Hacer cola
o Estar sentado en el sillón de una clínica, peluquería…

En muchos casos, las personas con agorafobia manifiestan una evitación interoceptiva o evitación de sensaciones
físicas internas, lo que conduce al individuo a alejarse de situaciones o actividades que puedan producirles
activación fisiológica, que se parece de algún modo a un ataque de pánico. Algunas actividades serían caminar fuera
de casa con mucho calor o mucho frío, levantar objetos pesados, bailar, relaciones sexuales…

La agorafobia deteriora notablemente la calidad de vida de quien la padece (incapacitación laboral, deterioro de
la relación de pareja, no viaja…), pero muchos agorafóbicos desarrollan estrategias de afrontamiento personales a
las situaciones amenazantes, como:
 Evitación de lugares públicos.
 Estrategias tranquilizadoras: siempre realizan el mismo trayecto al desplazarse, siempre se desplazan en
coche en lugar de caminando, estar cerca de la salida o un teléfono en sitios cerrados…
 Búsqueda de compañía, sea un familiar o incluso algún animal doméstico.
 Uso de objetos contrafóbicos que le susciten seguridad (ansiolíticos, un bastón, un bolso, el móvil…)

Al igual que en trastorno de pánico, en la agorafobia se siente miedo al miedo, en lo que se distinguen 2
componentes

-Miedo a las reacciones somáticas o a la activación fisiológica asociada a la ansiedad, que puede surgir en las
situaciones externas temidas, pero también en otras situaciones por calor, hambre, u otros factores.

-Cogniciones, pensamientos y creencias de que experimentar sensaciones somáticas de ansiedad tendrá


consecuencias catastróficas físicas (ataque cardíaco-desmayo) o sociales/conductuales (pérdida de control, gritos,
volverse loco).

2.2 Trastorno de pánico

El ataque de pánico no siempre conduce al trastorno de pánico, sino que el diagnóstico del trastorno de pánico se
establece a partir de la presencia de ataques de pánico.

El concepto de ataque de pánico (o crisis de angustia) se refiere a la experiencia de una aparición brusca de miedo
intenso acompañado de síntomas fisiológicos. Alcanza su máxima intensidad con rapidez (unos minutos) y suele
acompañarse de una sensación de peligro o muerte inminente y una urgente necesidad de escapar. La persona
muestra un rostro aterrorizado, con el habla entrecortada, y tras la crisis queda muy agotada.

Se trata de una espiral de síntomas somáticos y psicológicos que se van intensificando hasta que la persona llega a
un estado muy alto de conmoción y angustia, y se desborda.

A partir de la primera crisis (que suele terminar en un hospital) la persona desarrolla miedo anticipatorio a otro
ataque. Esta ansiedad anticipatoria sería equivalente al concepto de miedo al miedo ya visto: temen nuevas crisis y
se preocupan por ellas en los intervalos intercrisis. Suelen asociarla a estímulos externos que pueden ser
amenazantes o donde no pueda conseguirse ayuda en caso de que sea necesaria, y en consecuencia se evitarán
lugares agorafóbicos. La persona se muestra “ciega” a reconocer su naturaleza emocional.

Siguiendo la propuesta del DSM-5, durante el ataque de pánico se producen 4 o más de los síntomas siguientes:

 Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.


 Sudoración.
 Temblores o sacudidas.
 Sensación de dificultad para respirar o asfixia, sensación de ahogo.
 Dolor o molestias en el tórax.
 Náuseas o malestar abdominal.
 Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
 Escalofríos o sensación de calor.
 Parestesia (sensación de entumecimiento u hormigueo).
 Desrealización o despersonalización.
 Miedo a perder el control o “volverse loco”.
 Miedo a morir.

El pánico es una forma de ansiedad cuyas manifestaciones son básicamente físicas. El primer ataque suele ocurrir en
contextos de alta tensión emocional, y un fenómeno característico de ellos es su omnipresencia (presentes en la
mayoría de trastornos de ansiedad).
El ataque de pánico puede producirse tanto en población clínica como no clínica. Se asemejan en la sintomatología
fisiológica, ocurren en períodos de estrés y similar historia familiar de ataques de pánico. Se diferencian en que la
población clínica los experimenta más inesperadamente, y tienen más pensamientos catastrofistas durante ellos.

El DSM-5 distingue 2 tipos de ataques de pánico:

 Ataque de pánico inesperado (no señalado): no hay estímulos disparadores, es espontáneo y sin razón
aparente. Este es el tipo de ataque que se requiere para el diagnóstico de trastorno de pánico.
 Ataque de pánico esperado (señalado): hay una señal obvia o desencadenante (por ejemplo, una persona
que tiene fobia a volar en avión al notar las turbulencias).

En contra de lo que tradicionalmente se ha pensado, solo el primer ataque es realmente espontáneo; los siguientes
pueden estar asociados a algo de lo que la persona es más/menos consciente, o no lo es. Por tanto, se trata de
ataques supuestamente inesperados, ya que la persona los vive como tal, pero realmente no es así.

El ejemplo más puro de pánico espontáneo son los ataques de pánico nocturnos (mientras la persona duerme), que
suelen ocurrir fuera de la fase del sueño REM. Parece razonable suponer que, al igual que mientras dormimos
controlamos los estímulos personalmente significativos del mundo externo, también controlamos nuestro mundo
interno. De esta forma, una persona preocupada por su corazón puede tener un ataque nocturno inducido por
palpitaciones que fueron erróneamente interpretadas o percibidas durante el sueño. Otra alternativa propone que
respondemos con miedo a ciertas sensaciones corporales porque sufrimos un incremento de la activación. Barlow
sugiere que los ataques durante el sueño surgen por la interacción entre la sobreactivación fisiológica + estar
vigilantes a sensaciones somáticas + miedo a esas sensaciones.

¿Qué es un ataque de pánico?

Generalmente un trastorno de angustia suele surgir así: una persona está ocupada en cualquier actividad cotidiana,
y de repente le invade un miedo sobrecogedor, terror, aprensión, y sensación de inminencia de algo terrible.
Experimenta síntomas mayoritariamente físicos (palpitaciones, sensación de ahogo y mareo, inestabilidad, creencia
de que se va a volver loca).

Normalmente la primera crisis aparece en el contexto de una enfermedad que amenaza la vida, de un accidente,
pérdida de una relación interpersonal estrecha, separación de la familia… y durante ellas el paciente cree que está
sufriendo un infarto de miocardio o que están volviéndose locas.

Para diagnosticar este trastorno la persona tiene que experimentar ataques de pánico inesperados repetidamente
en el tiempo, y desarrollar (durante al menos 1 mes) gran ansiedad ante la posibilidad de tener otro ataque o por
sus consecuencias y complicaciones. Entonces, modificará su conducta evitando ciertos lugares, actividades o
sensaciones que puedan dispararle otro ataque, así como una mayor autoobservación.

Características clínicas del trastorno de pánico:

 Características conductuales: hipervigilancia de sensaciones físicas (pulso, respiración…), evitación de


situaciones agorafóbicas y sensaciones intensificadoras de la actividad fisiológica, conductas de seguridad…

 Características cognitivas: interpretación catastrofista de ciertas sensaciones físicas y pensamientos de


ineficacia personal respecto al pánico.

 Características emocionales: ansiedad y miedo, mucha sensibilidad a la ansiedad, baja tolerancia a


experimentar emociones desagradables o intensas.

 Características físicas: alta actividad fisiológica y alto número de síntomas de ansiedad (taquicardia, falta de
aire, mareos, sudor, temblor, visión borrosa o en túnel, dolores intestinales…).

Las crisis suelen durar entre 5 y 20 minutos. Si alguien se queja de que las crisis le duran todo el día podría entrar en
alguna de estas categorías:

 La persona continúa agitada y cansada un tiempo después del final de la parte más intensa de la crisis.
 A veces las crisis cesan y vuelven a presentarse, como oleadas.
 Pueden ser crisis de angustia prolongadas, o que experimente otra patología ansiosa.
 Puede que desarrolle un estado de ansiedad anticipatorio tan grave que la persona ya no sabe distinguir
entre la crisis de ansiedad de la anticipación de la misma.

 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Las personas con depresión suelen presentar síntomas de ansiedad e incluso crisis de angustia. Sin embargo, en el
trastorno de pánico no suele aparecer todo el correlato de síntomas vegetativos que se observan en la depresión (ej:
despertar precoz, falta de apetito). Además, en el trastorno de angustia los síntomas de ansiedad suelen preceder a
la alteración del estado del ánimo (disforia, estar abatido); pero en la depresión es al revés.

Una diferencia entre la crisis de angustia y los trastornos de somatización es que en éstos últimos las molestias
físicas son constantes en el tiempo y no episódicas.

Los ataques de pánico pueden acompañarse de despersonalización y desrealización, Tenemos en cuenta que en el
trastorno de despersonalización las experiencias no van asociadas a otros síntomas de crisis de angustia.

Podría confundirse también con el trastorno de ansiedad generalizada, ya que en ambos casos la persona presenta
preocupaciones. Pero en el trastorno de pánico las preocupaciones se deben a la anticipación de nuevos ataques, y
en la ansiedad generalizada la preocupación gira en torno a diversos temas del día a día.

La presencia de síntomas de ansiedad puede dar lugar a hipertiroidismo e hipotiroidismo, por ello los pacientes con
síntomas de ansiedad deben realizarse un análisis del funcionamiento del tiroides y del nivel de hormona
estimulante del mismo. No obstante, la enfermedad de tiroides puede ser un desencadenante del trastorno de
pánico, pero cuando ésta se corrige las crisis de angustia continúan hasta que se trata el trastorno de pánico
específicamente.

También diversas patologías cardíacas pueden presentarse inicialmente como síntomas de ansiedad, aunque en la
mayoría de casos las principales quejas son el dolor, las palpitaciones…

Los ataques de pánico pueden ser producidos por:

-Problemas médicos: hipertiroidismo, hipoglucemia, arritmias cardíacas, asma… algunos problemas médicos pueden
ser consecuencia de la agorafobia y contribuir a su mantenimiento.

-Factores biológicos: cambios hormonales.

-Otros factores: uso excesivo de cafeína, nicotina, drogas, fatiga, falta de sueño, ejercicio, calor, comida copiosa,
luces fluorescentes…

2.3 Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)

La preocupación es normal y útil para planear el futuro. El problema viene cuando la persona se preocupa por
cualquier cosa, y su preocupación es improductiva e inevitable (aun cuando sepa que le trae malas consecuencias).

En el trastorno de ansiedad generalizada las respuestas de ansiedad son continuas y surgen ante cualquier estímulo.
Los hechos menores de la vida cotidiana generan una preocupación desproporcionada y los pacientes no son
capaces de hacerles frente.

En este trastorno, la ansiedad es crónica y la persona no es capaz de discriminar qué situaciones la generan (por eso
se le llama a veces “ansiedad difusa”), viven constantemente amenazadas. Cualquier cambio en sus vidas, señales
internas cognitivas y/o somáticas, señales de amenaza muy sutiles… les provocan preocupación, aunque los temas
centrales suelen ser asuntos económicos, salud personal y familiar, trabajo, organización…

Además de la sintomatología somática (tensión, temblor, fatiga…) las dificultades para concentrarse, la inquietud y la
irritabilidad son motivo habitual de queja. Reaccionan con ideas negativas ante novedades o situaciones
mínimamente adversas. Los síntomas se agrupan en 4 grupos:

i. Tensión motora.
ii. Hiperactivación vegetativa.
iii. Expectación aprensiva (anticipación ansiosa).
iv. Vigilancia y alerta.

El estado de aprensión (temor) de la persona incrementa el estado de vigilancia de los estímulos que considera
peligrosos, lo que puede aumentar las sensaciones de ansiedad percibidas.
La expectativa ansiosa supone una orientación de prevención hacia el futuro (incertidumbre) e incita a conductas
de evitación, además de favorecer la preocupación (como un intento de manejar el malestar que produce una
amenaza potencial). Los síntomas depresivos también son frecuentes, al menos el 80% de personas con este
trastorno presentan algún otro diagnóstico (depresión, distimia, trastorno de pánico, fobia social, consumo de
alcohol, ansiolíticos…).

La preocupación (crónica) sería una sintomatología primaria del TAG, definida como una cadena de pensamientos e
imágenes negativas y relativamente incontrolables que representa un intento de la persona por resolver
mentalmente un problema cuyo resultado es incierto pero que contiene la posibilidad de uno o más resultados.

Aunque la preocupación es considerada adaptativa desde un punto de vista evolutivo (porque ayuda a anticipar
amenazas), el proceso de preocupación no es adaptativo ya que es excesivo en proporción a la amenaza y se vuelve
incontrolable. Suele comenzar con preguntas como “¿qué pasaría si…?”, de forma lingüístico-verbal (no tanto con
imágenes.

La preocupación propia del TAG se diferencia de la propia de otros trastornos de ansiedad en que es bastante
inespecífica y no es controlable.

El trastorno de ansiedad generalizada es un diagnóstico que frecuentemente lleva a error, quizás porque no se
distingue bien entre la ansiedad patológica de la no patológica (que todos tenemos). La preocupación patológica:

1. Es difícil de controlar e infiere significativamente en la actividad general del individuo.

2. Es más intensa, perturbadora y duradera, apareciendo incluso en ausencia de factores desencadenantes.

3. Se acompaña de síntomas físicos (inquietud motora, fatiga, irritabilidad…).

Es uno de los trastornos de ansiedad más comunes. Aproximadamente 2/3 de ellos son mujeres, y es frecuente en
personas de edad avanzada porque aparece temprano y de forma gradual.

2.4 Trastorno de ansiedad por separación

Tradicionalmente ha sido considerado propio de la infancia, niñez y adolescencia, pero el DSM-5 afirma que puede
darse también en adultos.

La característica fundamental del trastorno de ansiedad por separación es la presencia de miedo o ansiedad
excesiva e inapropiada para el nivel de desarrollo del individuo ante la separación de aquellas personas por las que
siente apego.

Siente malestar excesivo cuando prevé una separación o se separa de su hogar, está continuamente preocupada por
la ocurrencia de un acontecimiento adverso (perderse, sufrir un secuestro, tener un accidente…), y también muestra
preocupación por la posibilidad de que sus figuras de apego sufran un daño, enfermedad o muerte. Rechaza o se
resiste a alejarse de casa, a dormir fuera, e incluso manifiesta quejas repetidas de síntomas (dolor de cabeza, dolor
de estómago, náuseas…) cuando se produce o prevé una separación.

2.5 Mutismo selectivo (MS)

Tradicionalmente ha sido considerado propio de la infancia, niñez y adolescencia, pero el DSM-5 afirma que puede
darse también en adultos.

La persona con MS siente una ansiedad tan intensa que realmente presenta una ausencia constante de habla en
situaciones socialmente específicas en las que existe la expectativa de tener que hablar, a pesar de poder hacerlo
cómodamente en otras situaciones (por ejemplo, en casa).
Esta dificultad interfiere en los logros educativos, laborales o sociales. Para diagnosticar MS, la alteración debe estar
presente como mínimo un mes.

En el caso de la infancia, el trastorno no se descubre normalmente hasta que el niño comienza a ir a la escuela y su
maestro se da cuenta de que algo va mal (no responden en clase, no piden ayuda ni inician conversaciones…),
porque en situaciones donde está cómodo (como en casa) habla con normalidad. No debe confundirse con timidez,
la ansiedad para hablar con otras personas es realmente incapacitante.

Entre las señales de mutismo selectivo en la infancia, destacamos:

o Ser verbalmente libre e incluso sociable en el hogar, pero mayormente no verbal en la escuela o con
extraños.
o Parecer paralizado por el miedo, o apagado cuando no puede hablar.
o Usar gestos y expresiones faciales para comunicarse (algunos niños con MS tienen dificultades en
comunicación no verbal).

¿Qué NO es mutismo selectivo?

El MS puede confundirse con otros trastornos o problemas, como los siguientes:

COMPORTAMIENTO DE OPOSICIÓN, porque parece que el niño se niega a responder a las preguntas, pero
en realidad se trata de niveles extremadamente altos de ansiedad y una incapacidad para hablar incluso
cuando lo desean. Es decir, no es que no quiera hablar, sino que no puede.

SEGUNDO IDIOMA. A veces, el niño que habla en su hogar un idioma distinto al de otro entorno, y puede
tener dificultad al entender o utilizar un segundo idioma. Además, es frecuente que los bilingües
experimenten un “período de silencio” mientras adquieren un nuevo idioma.

TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL (fobia social). Estos niños tienen miedo a ser juzgados negativamente por
el resto del grupo, por lo que hablar les puede provocar ansiedad (al igual que comer y actuar en su
presencia). La fobia social suele ocurrir junto al mutismo selectivo (comorbilidad).

AUTISMO. Aunque tanto en MS como en autismo hay dificultades de socialización, en el MS pueden captar
señales no verbales y sutilezas emocionales (en autismo no, incluso en entornos cómodos).

TRAUMA. Existe la creencia errónea de que los niños con MS han sido traumatizados. Aunque es posible que
tras una experiencia traumática se pueda perder el habla, generalmente lo que ocurre es que la persona
evita hablar de aspectos relacionados con el trauma. El trastorno de estrés postraumático (TEPT) tiene otros
síntomas no propios del MS (dificultad para dormir, pesadillas, reexperimentación del evento traumático
durante el juego…).

2.6 Otros trastornos de ansiedad

→TRASTORNO DE ANSIEDAD INDUCIDO POR SUSTANCIAS/MEDICAMENTOS. La presencia de síntomas de

ansiedad clínicamente significativos se debe al consumo de una sustancia (intoxicación o abstinencia) o


medicamento.

→TRASTORNO DE ANSEIDAD DEBIDO A OTRA AFECCIÓN MÉDICA. Los síntomas se deben a otra afección médica. El
trastorno es la consecuencia fisiopatológica directa de una afección médica (por ej, algunas enfermedades
endocrinas presentan manifestaciones sintomáticas de ansiedad). Se puede especificar la enfermedad causante de
los síntomas.

→OTRO TRASTORNO DE ANSIEDAD ESPECIFICADO. Hay síntomas clínicamente significativos, pero no cumplen todos
los criterios de ningún trastorno de la categoría de ansiedad. Esto viene a ser un cajón desastre. Ejemplos:

→OTRO TRASTORNO DE ANSIEDAD NO ESPECIFICADO. Se opta por él cuando no existe suficiente información para
especificar el diagnóstico. Sería el segundo cajón desastre

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