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Hay tres refranes que recuerdo todos los días y de una u otra manera rigen mi manera de
actuar:
-“La desobediencia trae castigo” es uno de mis aprendizajes más valiosos, pues gracias a
esto he salido bien librada de varias situaciones.
-“Se le puede hablar al rey sin quitarle la corona” esto me da la oportunidad de decir todo
lo que pienso y siento, pues no es lo que digo, sino como lo digo.
-Mi mamá acostumbraba decirme “no haga algo” y complementaba con su famoso
refrán, “la desobediencia trae castigo” a mis 7 años tenía una perrita llamada campana,
recuerdo que mi papá la iba a sacar de paseo y mi mamá le dijo que no se la llevara
porque ella era muy inquieta y podía pasar algo malo, él omitió lo que ella dijo, y se la
llevo, cuando regresó lo hizo con una terrible noticia y fue que a mi perrita la habían
atropellado, porqué cuando mi papá se bajó de su carro, ella salió super rápido y venía a
mucha velocidad otra persona.
-Cuando estaba en el colegio, en el grado sexto, tenía una compañerita con la cual
compartía absolutamente todo, y eso a mi mamá no le gustaba, pues decía que ella por
querer que yo hiciera lo que quisiera podría encubrirme en cosas que no estaban bien
hechas, y me enseñó que la amistad no es dejar que la personas hagan y deshagan y uno
acolitar, es aconsejarlas para que hagan las cosas bien.
-Mi mamá desde muy chiquita (7 años) me decía que podía expresar mis ideas a cualquier
persona sin miedo alguno, la clave es decir las cosas bien y con prudencia, lo puse en
práctica en el colegio con mucha frecuencia y descubrí el poder de esto.
-Ser malgeniada es algo que adquirí con el tiempo y me impide pasar a veces ratos
agradables, por ello es algo que molesta mi día a día y el de quien me rodea.
-La impaciencia me lleva a la frustración, pues trato de que todo salga como quiero y lo
más rápido posible, cuando muchas veces me llevo una decepción porque sé que todo
tiene un proceso y no todo puede ser para ya.
-Suelo ser muy indiferente frente a las situaciones, a veces no soy empática con las
situaciones ajenas no me adolecen, supongo que cada quien sobrevive a su manera.
Los aprendizajes anteriores los desarrollé en mi adolescencia, no hubo nadie quien me los
enseñara puntualmente, mi carácter se forjó así por mi intención, fue una elección que
hice.
- El recuerdo de cuando mis padres, mis hermanos y yo nos reuníamos en las noches a
hablar de lo sucedido en el día, esto nos unía y conocíamos el uno del otro, el amor de
familia se sentía en todos, sabía que habían personas dispuestas a escúchame siempre.
-No olvidaría mi primer reconocimiento en público por ser la “niña revelación”, fue de mis
mejores momentos, sentía que solo estaba yo para brillar ahí, aprendí que el esfuerzo y la
dedicación tenían grandes recompensas.
-Mi primera relación amorosa, cada día era una nueva aventura, tenía un profesor de vida
a mi lado que me enseñaba a ver el mundo diferente, a amar sin límites.
Ojalá sigas viva en mi por mucho tiempo, pues eres mi mejor aliciente en el diario vivir,
ver esa chiquita traviesa con un sin fin de sueños por cumplir, y muchos orgullos por darles
a papá y mamá me impulsan a cada instante.
A medida que pasa el tiempo me puedo dar cuenta de la importancia de cada una de las
enseñanzas que me brindaron en su momento, cada una de ellas me hizo mejorar
aspectos de mi vida, hasta cambiar muchos otros.
Esa para mí un placer haber coincidido con ustedes, me enseñaron el valor de la verdadera
amistad y amor, me hicieron más amable, paciente, valiente, me hicieron enfrentarme con
muchos de mis miedos hasta superarlos, a ver más allá de lo que pensaba que podía, a
superarme como persona y sobre todo aprendí que el mundo tiene personas maravillosas
y el universo se encarga de ponerlas en el camino en el momento indicado.
Mi propósito es revivir una y otra vez aquellos momentos que me hicieron
extremadamente feliz, y porque no recordar aquellos días donde no estaba a mi
100%, pero ustedes estuvieron ahí para mí, por esto y más dibujaron una sonrisa eterna
en mi alma, estaré agradecida siempre.