Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DOCENTE:
S1 PNP WILFREDO ROJAS ALTAMIRANO
INTEGRANTES:
• S2 PNP GUEVARA MACAHUCAHUACHI Nadya Kaola
• S2 PNP MEDINA LOPEZ Deysi
• S2 PNP SERVAN ALVAREZ Leyni
• S3 PNP DIAZ YNFANTE Gianella
• S3 PNP CHAVARRIA MARRERO Roberto
• S3 PNP SHELTON MORAN Ademyr
• S3 PNP VALDIVIEZO MARQUEZ Josue
• S3 PNP ARCE ZURITA Bryan
TUMBES – PERÚ
2022
1
INDICE
INTRODUCCIÓN.......................................................................................................................3
I. ANALISIS:..........................................................................................................................4
1.1. DEFINICION ...............................................................................................................4
1.1.1. Autoría y Participación. ..................................................................................4
1.2. BASES LEGALES: ...................................................................................................7
A. Artículo 23.-Autoría, autoría mediata y coautoría ........................................7
B. Artículo 24.- Instigación ...................................................................................10
C. Artículo 25.- Complicidad primaria y complicidad secundaria. .............12
D. Artículo 26.- Incomunicabilidad en las circunstancias de participación
14
E. Artículo 27.- Actuación en nombre de otro .....................................................16
F. Artículo 46-B. Reincidencia.................................................................................20
G. Artículo 46-C. Habitualidad .............................................................................21
1.2.2. REINCIDENCIA Y HABITUALIDAD .............................................................22
a. REINCIDENCIA: ......................................................................................................23
1.2.3. Cómplice ..........................................................................................................25
A. Condiciones de la complicidad ......................................................................26
B. Aspecto subjetivo de la complicidad............................................................30
C. La no concurrencia en el cómplice de los elementos especiales del
autor 31
D. Conductas neutrales y complicidad .............................................................34
E. Diferencia entre la complicidad y los otros tipos de autoría y
participación delictiva ..................................................................................................35
F. Punibilidad de la complicidad ............................................................................36
II. RECOMENDACIONES ..................................................................................................38
III. CONCLUSIONES ........................................................................................................39
IV. BIBLIOGRAFIA ...........................................................................................................42
2
INTRODUCCIÓN
3
I. ANALISIS:
1.1. DEFINICION
1.1.1. Autoría y Participación.
4
el autor es señalado en la norma con la fórmula “EL QUE”, para significar
con ello que cualquier persona con capacidad de culpabilidad puede ser
su protagonista principal. Así; El que mata a otro…., del Art.106, es autor
del delito de homicidio simple. No requiere el dispositivo cualidades
especiales del autor como puede fácilmente advertir el lector. Hay casos
sin embargo, en que el tipo penal exige un autor en particular, alguien
con características o cualidades especiales para quien el legislador ha
querido un tratamiento punitivo especifico, sea porque la cualidad suscita
misericordia, y criterio de política criminal impone una consecuencia
jurídica magnánima, tal el caso del infanticidio perpetrado por la madre
sufriente de un estado puerperal, en agravio de su hijo naciente o recién
nacido, sea que la cualidad, por el contrario, estimula un mayor reproche
de la sociedad pues de la cualidad surgen deberes especiales cuyo
incumplimiento son intolerables y la consecuencia jurídica ,por tanto,
debe ser severa, tal el caso del delito de peculado que perpetra el
funcionario público a cuyo cargo están los caudales públicos que se
pierden por su lenidad o se los apropia por codicia en flagrante infracción
de deber. En este punto queda claro que, en atención a los autores, los
delitos son de dos órdenes: delitos comunes y delitos especiales o de
infracción de deber como se les conoce más propiamente. En cuanto a
los partícipes, la cuestión de si estos responden como tales en los delitos
comunes no ofrece complicación. En efecto el cómplice de robo lo es del
autor que robó. La cosa se complica, sin embargo, tratándose de delitos
de infracción de deber, pues en este supuesto la obligación-el deber- no
tiene por qué afectar al cómplice extraneus, es decir a quien no tiene la
cualidad del autor obligado –intraneus-por no ser funcionario público en
el supuesto típico de peculado. Así tenemos que el reproche que merece
el intraneus no tiene por qué padecerlo el extraneus cooperador si se es
coherente con un tratamiento político criminal robusto del bien jurídico.
El legislador peruano ha optado por el rompimiento del título de la
imputación cuando en el Art.26 del CP nos dice que las cualidades del
autor no se transmiten a los partícipes. Así ocurre con la jurisprudencia
también cuando en el crimen conocido como DOÑA BELLA la víctima lo
fue de su esposa quien actuó con su amante Harry. A ella se le sentenció
5
por parricidio, a él, por asesinato se rompió pues el título de la
imputación. De un tiempo a esta parte sin embargo la jurisprudencia
nacional se ha distanciado de este parecer admitiendo la complicidad en
los delitos de infracción de deber, y en consecuencia considerar
cómplice de peculado al extraneus. Los teóricos admiten esta solución a
partir de la dogmática alemana. En efecto nos dice Maurach que “puesto
que la participación es una colaboración en un hecho ajeno, también la
participación de sujetos extraños, en delitos especiales debe ser
ilimitadamente posible” (Maurach. Tratado de Derecho Penal t.1 p.420).
Igual para Jescheck para quien “en los delitos especiales propios …la
participación carece de limitación”.
6
impecable de cara a la doctrina Alemana. Como punto final añadir que
la nota vinculante de las dos fuentes citadas obliga a los jueces, de
donde urge una rápida reforma legal en salvaguarda del orden y decoro
jurídico, lo mismo que de la conciencia jurisdiccional.
COMENTARIO:
7
se ha hecho hasta estos tiempos, interpretarse dicha fórmula
legal con base en la teoría del dominio del hecho, pues la
mayoría de autores son quienes siguen esta postura. Ello
significa, además, que, dentro de un Derecho Penal garantista,
siempre y lo más importante tendrá que respetarse el sentido
literal de la ley por imperio del principio de legalidad. El profesor
español Pérez Alonso apunta lo siguiente: “Así, por ejemplo,
teóricamente nuestro Código Penal admitiría, incluso, un
concepto unitario (funcional) de autor, por no ser compatible
con el texto de la ley, aunque debe rechazarse por razones de
otra índole”93. Es de acuerdo al avance teórico y metodológico
alcanzado por la sistemática del delito en un determinado
tiempo histórico, que va colocando límites fundamentalmente
al intérprete de la ley.
8
propósitos95. Lo relevante está dado por la voluntad del
hombre de atrás, que aprovecha su información, la mayor
inteligencia, la fuerza o el status diferente. La expresión
“autoría mediata” indica autoría mediante determinación de
otro, pero no “autor mediante otro autor”, porque
frecuentemente el interpuesto no es autor. En la autoría
mediata se invierten los papeles que por regla general
corresponden a la realización material del delito, en donde
el sujeto de delante es el autor y el de atrás el partícipe. En
la autoría mediata se invierten los papeles que por regla
general corresponden a la realización material del delito, en
donde el sujeto de delante es el autor; y el de atrás, el
partícipe.
b. Coautoría Para la definición de la coautoría tendremos que
partir del artículo 23° del Código Penal peruano que
prescribe lo siguiente: “El que realiza por sí o por medio de
otro el hecho punible y los que lo cometan conjuntamente
serán reprimidos conjuntamente serán reprimidos con la
pena establecida para esta infracción”. Por su parte, el
Código de Justicia Militar Policial (Decreto Legislativo N°
961) en el artículo 16 prescribe que: “Es autor el militar o
policía que realiza la conducta punible de función por sí
mismo, por medio de otro o si, mediante acuerdo previo, la
cometan conjuntamente, y serán reprimidos con la pena
prevista para dicha infracción”. La coautoría se ha
presentado como recurso fácil para imputar con base en su
supuesto vínculo de solidaridad, que hace que la
aportación de uno valga para todos los demás97. Resulta
claro entonces que la coautoría, radica en la participación
objetiva de una persona individual en el tener entre sus
manos el curso del acontecimiento típico por una
comunidad de personas. Para que haya coautoría el que
interviene en el hecho tenga a este como propio y como tal
lo realice. La intervención en el hecho de otro (del que otro
9
es el autor principal), dará lugar a la participación si se dan
sus presupuestos. Cada uno de los coautores puede
realizar solo parte del hecho o realizarlo completamente.
Coautor es aquel que tiene los atributos y cualidades
exigidos para configurar al autor y que concurre con otro u
otros a la comisión de un hecho delictivo común, sea que
uno lo realice en su totalidad o que cada uno lleve a cabo
una parte de la acción típica, o que del mismo modo todos
se valgan de otro u otros, que actúan como instrumento,
para cometer el hecho.
B. Artículo 24.- Instigación
COMENTARIO:
10
en otro la decisión al hecho delictivo, aunque no
necesariamente dar origen al plan”. El instigador debe carecer
del dominio del hecho, pues si lo tiene debe pensarse en la
figura de la coautoría. La responsabilidad del inductor depende
del autor principal, ya que es partícipe del delito cometido por
el autor principal. Por consecuencia, como está atado a la
suerte del principal, la pena depende de hasta dónde ha
llegado el delito.
11
C. Artículo 25.- Complicidad primaria y complicidad
secundaria.
COMENTARIO:
12
camino entre la autoría y la complicidad innecesaria, por lo
que plantea una doble problemática. La primera consiste
en fijar su límite máximo mediante la delimitación entre la
coautoría y la complicidad (necesaria o no). La segunda
cuestión que plantea esta singular figura es fijar su límite
mínimo, mediante la delimitación entre a complicidad
necesaria y la complicidad no necesaria.
2. Complicidad secundaria: Al respecto la frase del artículo
25°, segundo párrafo, del Código Penal establece, que el
aporte del cómplice secundario debe valorarse “de
cualquier otro modo”. El cómplice secundario solo es
caracterizable negativamente; es el que ha prestado una
colaboración que no es indispensable para la comisión del
delito. Las palabras cooperar de cualquier otro modo
empleadas aquí por el Código, tienen un doble significado:
por una parte, se determinan los actos de complicidad
secundaria por exclusión de los de cooperación necesaria,
para los que se fija la pena determinada en el artículo 25°;
por otra, se comprende cualquier forma de cooperación,
física o psíquica, positiva o negativa. Para Zaffaroni, la
complicidad secundaria consiste en “una cooperación que
se presta al autor de un injusto. La cooperación es la ayuda
que el autor acepta, en forma tácita o expresa, es decir, la
cooperación siempre requiere una cierta coordinación
entre autor y cómplice hacia la obtención del resultado
típico. El conocimiento de la ayuda y su aceptación por
parte del autor, son presupuestos objetivos de la tipicidad
de participación secundaria”.
3. Requisitos de la complicidad: se dividen en dos: objetivos
y subjetivos.
3.1. Requisitos objetivos Que, el acto de colaboración se
haya prestado con prescindencia del dominar (sobre
todo funcional) el hecho realizado por el autor. La
colaboración se rige por el principio de
13
accesoriedad, y que, el aporte tiene que ser
necesariamente causal e imprescindible al hecho
principal (si es cómplice primario); también el aporte
será irrelevante y totalmente reemplazable
(complicidad secundaria): el Código Penal (artículo
25°, segundo párrafo) prescribe que: “A los que, de
cualquier otro modo, (...)”.
3.2. Requisitos subjetivos: Que la complicidad debe ser
dolosa, es decir que debe haber dolo en la
contribución del cómplice. El Código Penal (artículo
25°, segundo párrafo) prescribe: “(...) hubieran
dolosamente prestado asistencia (...)”.
D. Artículo 26.- Incomunicabilidad en las circunstancias de
participación
COMENTARIO:
14
1. Por unanimidad: Los criterios mínimos que debe
considerar el juzgador para delimitar los ámbitos de
imputación de autores y partícipes, en los delitos
especiales propios e impropios, son los siguientes:
a. Diferenciar la respuesta punitiva aplicable a los
autores y partícipes, en función de su mayor o menor
cercanía con el bien jurídico protegido y de la
importancia del aporte de estos en la realización del
delito especial de que se trate.
b. Considerar que siempre la participación,
independientemente de la naturaleza del delito
(común o especial), es siempre accesoria de la
autoría.
c. Tener en cuenta, sin embargo, que dicha
accesoriedad, no es rígida o ilimitada, sino que está
circunscrita al ámbito de la descripción típica del delito
especial.
d. Considerar que la mayor punibilidad de los autores de
los delitos especiales se fundamenta en el dominio
social que tienen respecto del bien jurídico tutelado,
sin que ello signifique que los aportes a la realización
de la conducta delictiva de los extraneus no sean
desvalorados a efectos punitivos, en la medida que
coadyuvaron a la lesión del bien jurídico protegido,
por parte del sujeto cualificado.
2. Por unanimidad: En los delitos especiales propios e
impropios, solo pueden ser autores los sujetos que
reúnan las condiciones específicas establecidas en los
tipos penales, considerando su capacidad de control del
bien jurídico protegido. En consecuencia, no es admisible
la coautoría entre un intraneus y un extraneus dado que
cada uno de ellos responde de acuerdo al tipo común o
especial que le corresponde.
15
3. Por unanimidad: Es admisible que el sujeto cualificado
(intraneus) pueda ser considerado autor mediato de un
delito especial, en el que se utilice como intermediario a
un particular, en la medida que el intraneus o sujeto
calificado, tiene el dominio social respecto de la
disponibilidad del bien jurídico tutelado»
E. Artículo 27.- Actuación en nombre de otro
COMENTARIO:
16
positivo se dispusiera la responsabilidad penal directa de las
personas jurídicas seguiría existiendo la necesidad de regular
el “actuar en lugar de otro”. Por el contrario Reyna Alfaro, afirma
que la actuación en lugar de otro, surge como respuesta ante
los vacíos de punibilidad que se presentaban por la
irresponsabilidad de la persona jurídica (societas delinquere
non potest) ya que los administradores de la persona jurídica al
realizar una conducta prohibida no eran alcanzados por el tipo
penal correspondiente, porque carecían de ciertos elementos
objetivos del tipo que sí poseía su representado (la persona
jurídica), dándose una situación de impunidad. Se afirma, en
efecto, una laguna de punibilidad, porque repugna al
sentimiento de justicia material y no responde a las
necesidades político criminales del ordenamiento punitivo el
dejar impunes las conductas de determinados sujetos, quienes
no obstante haber producido el resultado que la norma penal
quería evitar, carecen de ciertos elementos personales típicos
para ser sancionados. La actuación en lugar de otro tiene como
presupuesto relevante el de solventar las situaciones de
legalidad en aquellos casos donde no sea posible imputar
penalmente a determina dos sujetos que poseen especiales
características personales, y no está diseñado para resolver
problemas que plantean la comisión de hechos punibles en
estructuras complejas y organizadas. Tampoco la fórmula no
está pensada para solucionar carencias probatorias en el
marco de delitos económicos y en los empresariales, o incluso,
a veces se les trata como contrapunto a la solución
condensada en el aforismo societas delinquere non potest.
17
responsabilidad penal en sujetos que poseen un limitado poder
de decisión, quienes son, en definitiva, sustituibles, por la que
la “aptitud criminal de grupo” puede seguirse manteniendo sin
problemas con otro representante. Por otro lado, se puede
aplicar la fórmula del “actuar en lugar de otro” al delito de
omisión impropia, todo depende si se considera a la omisión
impropia como delitos especiales, precisamente por la posición
de garantía que ostenta el sujeto omitente. Otras de las
limitaciones que pueden argumentarse a la aplicación del
“actuar en lugar de otro” en los delitos omisivos lo trazan
aquellos cuya propia naturaleza de estructura típica impide que
se pueden cometer mediante una omisión, de todas maneras,
debe analizarse la naturaleza particular cada delito. La
regulación del artículo 27° del Código Penal exige que el del
tipo penal (aquel que no reúne la calidad especial de autor)
actúe como órgano de representación autorizado de una
persona jurídica o como socio representante autorizado de una
sociedad. La regulación asume la llamada teoría de la
representación, según la cual requisito necesario para que se
presente una situación de actuación en lugar de otro es que
entre el extraneus y el intraneus exista una relación de
representación. Solamente podrá actuar en lugar de otro con
relevancia para el Derecho Penal el órgano de representación
de las personas jurídicas y el socio representante en el caso de
sociedades.
18
organización perfectamente constituida, sino que puedan
incluirse también las que adolecen de algún defecto en su
constitución.
2. Socio representante autorizado de una sociedad El artículo
estudiado refiere a los socios representantes de una
sociedad como segundo supuesto de representación, pues
parece tratarse de una especificación hasta cierto punto
innecesaria, en tanto se trata igualmente de un
representante y de una persona jurídica. La interpretación
del artículo 27° ha dado lugar a una disputa doctrinal entre
la llamada teoría de los intereses y la llamada teoría de la
función:
2.1. La teoría de los intereses Señala que el representante
debe actuar en el círculo de tareas derivado de su
relación de representación siempre en interés de su
representado. Estos intereses se determinan con base
en criterios puramente económicos, de manera tal que
no interesa si la actuación produce efectos jurídico-
negociales en el representado.
2.2. La teoría de la función, Por el contrario, indica que el
interés no juega ningún rol importante, sino solo que el
representante se encuentre en una relación funcional
con el círculo de tareas y deberes que asume mediante
la representación. Se trata, por tanto, de un criterio
objetivo que no puede verse alterado por una intención
de provecho propio o de su representado.
El artículo 27 del Código Penal peruano exige además que
el representante realice el tipo penal. Esto quiere decir que
el delito especial debe poder serle imputado objetiva y
subjetivamente al representante. Para ello, resulta de
importancia central precisar si se trata de un delito de
dominio o de un delito de infracción de un deber, pues el
fundamento de la imputación no es el mismo en ambos
casos. Si se trata de un delito de dominio, la imputación del
19
hecho al representante dependerá de la infracción de su rol
de ciudadano. Ya que en los delitos especiales de dominio
el propio el tipo penal delimita el rol general de ciudadano en
un determinado ámbito, debe determinarse si el
representado resulta competente por la organización en este
ámbito.
F. Artículo 46-B. Reincidencia
20
En los supuestos de reincidencia no se computan los
antecedentes penales cancelados o que debieren ser
cancelados, salvo en los delitos señalados en el tercer párrafo
del presente artículo.
Clases de habitualidad:
a. Habitualidad presunta: A decir de Montavoni (2015a, p. 523)
la habitualidad presunta constituye una forma de presunción
21
absoluta de peligrosidad y que recurre en caso de persona
con sentencia condenatoria definitiva anterior, lo que indica
la persistente actividad criminosa del individuo.
b. Habitualidad constatada por el Juez: Se presenta cuando el
reo hubiese sido condenado por dos delitos dolosos y
reporte otra condena por un nuevo delito doloso, siendo que
el Juez, considerando el tiempo transcurrido y género de
vida del culpable, considere que éste es proclive al delito
(Mantovani, 2015b, p. 524). Esta modalidad se encuentra
contemplada en el Código Penal Peruano, teniendo el Juez
como función la de agravar la pena a imponerse.
1.2.2. REINCIDENCIA Y HABITUALIDAD
Resulta imperativo connotar las razones principales por las que la
Comisión Revisora decidió proscribir del Proyecto de Código
Penal, los institutos penales de la reincidencia y la habitualidad.
Hoy 16 NORMAS LEGALES actualizadas no resulta válido, en
verdad, conservar en nuestro ordenamiento jurídico estas formas
aberrantes de castigar que sustentan su severidad en el modo de
vida de un individuo (derecho penal de autor). La Comisión
Revisora estima que carece de lógica, humanidad y sentido
jurídico, el incremento sustantivo de la pena correspondiente a un
nuevo delito, vía la reincidencia o habitualidad, sin otro
fundamento que la existencia de una o varias condenas
precedentes, por lo demás, debidamente ejecutadas. Dentro de
este razonamiento, castigar a una persona tomando en cuenta
sus delitos anteriores, cuyas consecuencias penales ya ha
satisfecho, conlleva una violación del principio bis non inidem
(nadie puede ser juzgado dos veces por un mismo delito), el
mismo que se encuentra consagrado en el artículo 233.
La experiencia ha demostrado que la drasticidad de las penas
impuestas en nombre de la reincidencia y habitualidad, no han
servido para atemorizar, de conformidad con criterios de
prevención general, todo lo cual ha llevado a la Comisión Revisora
a no incluir en el documento proyectado este rezago de los viejos
22
tiempos del derecho de castigar y que el positivismo peligrosito
auspició con el fin de recomendar la aplicación de medidas
eliminatorias y de segregación social.
a. REINCIDENCIA:
La reincidencia es, sin duda alguna, una institución muy
polémica. La finalidad de su inclusión responde a la necesidad
de una mayor represión penal, por razones de prevención
especial, basada en la mayor peligrosidad del sujeto. Esa
calificación, como es evidente, tiene un alto valor simbólico
social.
El Tribunal Constitucional, por lo demás reconociendo la
jerarquía constitucional del principio de culpabilidad, no
consideró que la agravante de reincidencia era compatible con
el mencionado principio. Desde una perspectiva general se
puede calificar de reincidente a quien por la repetición de
hechos delictivos revela la inclinación a cometerlos, por lo que
el plus de punición se orienta a la reforma de aquella inclinación
delictiva. Los requisitos de la reincidencia son los siguientes:
1. Haber cumplido en todo o en parte una condena a pena
privativa de libertad. No está comprendido el cumplimiento
total o parcial de otra clase de pena. Se trata de una
sentencia condenatoria ejecutoriada a pena privativa de
libertad de carácter efectiva.
2. Los delitos: -se excluyen las faltas- antecedentes y
posteriores han de ser dolosos. El delito posterior debe de
cometerse luego del cumplimiento total o parcial de la pena
privativa de libertad. Ello presupone sentencias firmes y
con principio de ejecución efectiva.
3. No hace falta que el delito posterior esté en el mismo título
del Código, mejor dicho, sea de la misma naturaleza, es
decir, que exista identidad o similitud del tipo o la identidad
del bien jurídico vulnerado; no hay un elemento relacional
entre los dos delitos. Se trata, por consiguiente, de una
reincidencia genérica.
23
4. El lapso de tiempo que debe transcurrir, luego del
cumplimiento total o parcial de la pena privativa de libertad
condición básica para calificar de reincidente a un
delincuente- es de cinco años. Para el entendimiento de
este último requisito se recurre a la regla del artículo 46° C
del Código Penal, que precisa que los hechos punibles se
han de perpetrar "(...) en un lapso que no exceda de cinco
años.
5. Es una circunstancia personal e incomunicable a los
coautores o partícipes en quienes no concurra.
Procesalmente debe tomarse en consideración dos
requisitos. El primero, el juzgador, para la calificación de
reincidente a un imputado, ha de tener a la vista el boletín
de condenas y, en su caso, la hoja carcelaria respectiva
que establece la fecha exacta de la excarcelación-, en
defecto de uno o ambos documentos regístrales, ha de
contar con la copia certificada de la sentencia y, si
correspondiere, de la resolución que dispone su
excarcelación por la concesión de un beneficio
penitenciario. El segundo, como la reincidencia es una
circunstancia agravante cualificada, por imperio del
principio acusatorio, ha de ser solicitada por el fiscal en la
acusación, a menos que el tribunal haga uso del
planteamiento de la tesis al amparo de lo dispuesto por el
artículo 285° del Código de Procedimientos Penales. Por
tanto, no puede establecerse de oficio sin el debate
procesal respectivo, pues ello importaría además un fallo
sorpresivo que vulneraría la reducción de la pena por
confesión sincera no procede en casos de reincidencia.
Si bien en autos existe una causa que puede atenuar la
pena a imponer a la acusada hasta por debajo del mínimo
legal, como es la confesión sincera, también lo es que la
acusada es reincidente en la comisión de este tipo de
ilícitos penales, constituyendo tal circunstancia una
24
agravante, en virtud de la cual se puede elevar la pena más
allá del mínimo legal, de conformidad con el artículo 46°-B
del Código Penal»
Clases de reincidencia.
a. Reincidencia genérica: La reincidencia genérica hace una
distinción entre el delito que correspondió a la primera condena
y el reciente acto delictivo cometido, por ser de distinta
naturaleza jurídica (Monge, 2008b, p. 105). Por ejemplo, esta
clase de reincidencia ocurre cuando una persona comete el
delito de homicidio, por el cual fue previamente condenado y
con posterioridad a dicha condena, decide realizar el delito de
robo.
b. Reincidencia específica: Por su parte, la reincidencia específica
existe cuando el delito que motivó la condena anterior y el
nuevo delito que se comete guardan una homogeneidad en su
naturaleza (Monge, 2008c, p. 105). Un claro ejemplo de esta
clase de reincidencia, se presenta cuando una persona comete
el delito de extorsión por el cual ha sido condenado y luego de
obtener su libertad, continúa cometiendo el mismo delito, esto
es, el de extorsión.
c. Reincidencia propia: La reincidencia es propia en cuanto el
sujeto da cumplimiento a la anterior pena que se le impuso
(Garrido, 1997b, p. 208). Esto significa que la reincidencia
propia requiere de la verificación del cumplimiento efectivo de
la pena que anteriormente se le impuso a una persona, de no
presentarse tal supuesto, estaríamos ante otro supuesto.
1.2.3. Cómplice
25
haya accedido a un hecho doloso principal, proporcionando un
aporte encaminado a lesionar el mismo bien jurídico atacado por
el autor.
A. Condiciones de la complicidad
Como hemos señalado anteriormente, la complicidad requiere
estar conectada a un hecho principal, debiéndose configurar
ciertas condiciones en este grado de participación en el delito,
las que a continuación pasamos a explicar:
1. El cómplice no es autor
26
actividad teniente a concretar el designio injusto, su actuar
está dirigido a materializar el propósito o meta que
precisamente la ley penal trata de impedir al sancionar esa
conducta[9], mientras que el cómplice lo que persigue es
auxiliar al autor para que este alcance su propósito. Veamos
un ejemplo: un individuo, con el fin de provocar un incendio,
prepara los elementos inflamables, los instala en el lugar
adecuado, coloca la mecha que producirá la combustión,
saca el fósforo para prenderla, pero es interrumpido por los
pasos de alguien que se acerca, debido a lo cual se
esconde; a su vez, el que se acerca, al encontrar todos estos
implementos preparados, decide provocar el incendio,
prende el fósforo y hace arder la mecha. En este caso no
hay complicidad, porque el primer incendiario no pretendía
colaborar, sino incendiar; sin embargo, su actividad estaría
enmarcada dentro de los actos preparatorios o tentativa
(dependiendo de si se han realizado actos de ejecución o
no), mientras que el segundo consumaría el delito de peligro
por medio de un incendio o de explosión, si creara un peligro
común para las personas o los bienes (art. 273 del CP).
27
2. Momento de la colaboración: antes o durante la
ejecución del delito
28
al funcionar la conducta del partícipe como un favorecimicnto
de la acción delictiva.
29
vigilancia y seguridad, informar sobre la combinación de la
caja fuerte. También se puede cooperar omitiendo hacer
algo a lo que se está obligado (el vigilante de la fábrica que
al ver a los ladrones actuando, se hace al desentendido y no
cumple con su deber).
30
En efecto, es cómplice quien dolosamente haya prestado
ayuda a otro para la comisión dolosa de un hecho antijurídico,
por lo que no se admite una complicidad culposa; de ahí que
en la complicidad rija el principio de accesoriedad limitada.
Para que el cómplice otorgue su soporte no se requiere un
acuerdo expreso con el autor, basta un acuerdo tácito e incluso,
en determinados casos, puede ocurrir que el cómplice otorgue
su aporte sin que el autor tenga conocimiento de ello (la
llamada complicidad oculta). El dolo del cómplice tiene en
cuenta tres aspectos: a) la conciencia y voluntad del acto que
realiza; b) la representación del acto del autor, y c) el
conocimiento de que su acto está auxiliando al del autor.
31
Como ya hemos señalado, el último párrafo del artículo 25 del
Código Penal, después de la modificación contenida en
el Decreto Legislativo 1351, indica que el cómplice siempre
responde en referencia al hecho punible cometido por el autor,
aunque los elementos especiales que fundamentan la
penalidad del tipo legal no concurran en él.
32
sin ejecutar o consumar el delito. Representa, en suma, la
colaboración a un hecho dominado por el autor o coautores.
Dicha posición enseña que la complicidad con todas sus
características y modalidades (primaria y secundaria) es por
igual aplicable a los delitos comunes y especiales; y que incluso
en los contextos normativos en los cuales los tipos penales
involucran a particulares como sujetos activos de delitos
especiales, resultan invocables las reglas de la accesoriedad
de la complicidad.
33
entendimiento tradicional de la accesoriedad limitada
(responsabilidad del partícipe cuando el autor haya cometido
dolosamente un hecho típico y antijurídico que haya llegado por
lo menos a la tentativa).
34
E. Diferencia entre la complicidad y los otros tipos de
autoría y participación delictiva
Según nuestra ley la complicidad consiste en ayudar
dolosamente a un tercero para que ejecute un hecho punible
previsto en un tipo legal. La participación del cómplice se limita
a favorecer la realización del hecho punible principal, sea de
manera material (darle la llave de la casa al ladrón o el veneno
homicida), sea psíquicamente (prometerle al delincuente ayuda
o reforzar su decisión de consumar el delito). “Ante todo, la
complicidad es participación; por tanto, acción típicamente
antijurídica y culpable”.
35
finalidad del autor, ni del plan ni de la división del trabajo; si se
cumplen en él estas condiciones, su conducta no es de
colaboración, sino de facilitar medios previo concierto,
debiéndose calificar como autor.
F. Punibilidad de la complicidad
La complicidad, al igual que la instigación, constituye una forma
de participación en el delito en sentido estricto, por lo que las
reglas que sobre esta figura jurídica establece el artículo 25 del
Código Penal configuran una ampliación del tipo que implica
una extensión de la pena.
36
circunstancias o condiciones personales que tienen por efecto
modificar la penalidad”.
37
II. RECOMENDACIONES
• Se recomienda al Congreso de la República y demás poderes del
Estado Peruano, alejarse de cualquier alienación punitiva, que
encuentre en el incremento de penas, la solución a todos los
problemas sociales. Se debe racionalizar el discurso punitivo,
identificando las causas del fenómeno delictivo al que se pretende
contrarrestar y verificar que las soluciones normativas no deben ser
simbólicas.
• Que, las autoridades competentes puedan solucionar el actual estado
de hacinamiento que presentan los establecimientos penitenciarios
del país, con la finalidad que puedan ser capaces de resocializar
adecuadamente a los internos, así como brindarle programas
sociales, educativos y labores que permitan su adecuado tratamiento.
• Se recomienda reflexionar académicamente y políticamente, acerca
de la posibilidad de imponer medidas de seguridad de internación a
los agentes reincidentes y habituales, a fin que permita lograr su
efectiva resocialización, tomando en cuenta el actual estado de las
cárceles de nuestro país y el fundamento jurídico de tales figuras.
• Que, las Facultades de Derecho puedan promover una adecuada
formación jurídica antes fenómenos delictivos como la reincidencia y
habitualidad.
38
III. CONCLUSIONES
39
• La disuasión del delito y la resocialización del agente son uno de los
fines político criminales por los que el Estado Peruano decidió
configurar los institutos de reincidencia y habitualidad, conforme se
puede advertir de los pronunciamientos emitidos por el Tribunal
Constitucional y Corte Suprema, así como por miembros del Poder
Legislativo y Ejecutivo, a través de diversos Proyectos de Ley.
• La incidencia que subsiste entre la reincidencia y habitualidad, con la
disuasión del delito es una negativa, debido a que no han logrado
evitar que sujetos determinados reiteren su comportamiento delictivo,
conforme se advierte de la práctica judicial y del contexto social
reportado, además de ello, los índices de criminalidad, a nivel nacional
y en la ciudad de Trujillo, mantienen una tendencia al aumento,
conforme indica el Instituto Nacional de Estadística e Informáticas
(INEI).
• La incidencia que existe entre la reincidencia y habitualidad, con la
resocialización del agente es una negativa, puesto que a partir de la
verificación de los informes emitidos por el Instituto Nacional
Penitenciario (INPE), incrementar la sanción punitiva a sujetos
reincidentes y habituales, solamente ha generado que se sigan
incrementando la población de los establecimientos penitenciarios,
que conforme establecen el Tribunal Constitucional y la Defensoría
del Pueblo, actualmente presentan un estado de hacinamiento y no
brindan un adecuado tratamiento a la proclividad delictiva que
presentan los sujetos reincidentes y habituales.
• El cómplice es el que coopera dolosamente a la ejecución del hecho
ajeno cuya finalidad es que el autor alcance su designio criminal.
Requiere que objetivamente se haya prestado una ayuda al autor, y
que subjetivamente se haya accedido a un hecho doloso principal,
proporcionando un aporte encaminado a lesionar el mismo bien
jurídico atacado por el autor.
• El artículo 25 del Código Penal, modificado mediante, reconoce la
responsabilidad penal del cómplice a pesar de que no concurran los
40
elementos especiales que requiere el autor para la configuración del
tipo legal.
• Toda complicidad es por naturaleza accesoria, representa la
colaboración a un hecho dominado por el autor o coautores. La
complicidad con todas sus características y modalidades (primaria y
secundaria) es por igual aplicable a los delitos comunes y especiales.
• Para la complicidad no se requiere una actividad positiva, es admisible
la complicidad por omisión, siempre que facilite la realización del
hecho. Para que el cómplice otorgue su soporte no se requiere un
acuerdo expreso con el autor, basta un acuerdo tácito e incluso, en
determinados casos, puede ocurrir que el cómplice otorgue su aporte
sin que el autor tenga conocimiento de ello (la llamada complicidad
oculta).
41
IV. BIBLIOGRAFIA
42
Véase ROXIN, Claus. Autoría y dominio del hecho en derecho
penal. Traducción de la 6° edición alemana por Joaquín Cuello
Contreras y José Luis Serrano Gonzales de Murillo Marcial Pons,
Madrid, 1998, p. 402 y ss.
43