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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNlCA RUOOLF BAEHR

Fl.'¡.;DAÜA POR DÁMA50 A..LONSO

lll. "'IANUALES, 25 MANUAL DE


VERSIFICACIÓN ESPAÑOLA

TR.>,[)UCCJOt' t ,\U,\PT·\ClO'" DI
K 1,l,' ..\G'\ER Y r, LOl'EZ ESTRADA

h
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISpANICA
EDITORIAL GREDOS
MADRID
l'O:Tc)[{[.'I.! C¡REI1()S, s '\, S.wcl\a 1',lLilC",c', SI. \l,\,',~:,j. \')".1, r,'.!' !} "',,j"1\
PRóLOGO A LA VERSIóN ESPAl'lOLA
dpJI:"IOl

Tiiulr, 'Jri~",ú SPj,\'/SCIi[ I'LHSLUiPf 11-'1' IIlSTO}dSCliFfI (i,~',\L'LiC¡:;.


M.'.x ~"·ML\'LV VU<l.\[', Tllhill~cn. :':i¡:'~
La versión alemana de este manual de versificación española
F: Ic'.ur, de b c·dlCi'.\1) ,-,r¡:;¡n~1 '11~r:,an" ItI" rC"'>é"ir, y c,-,nlrl~IJcJr's 1(1', J~1['-< bibll[,-· ha tenido un eco positivo en las revistas científicas 1. En 1963 re­
~r:Lf,;:u' rol' d J<Jlr,r ;,r,l", de iJ :r~dll':c:i¡)1I cibió el premio Dr. Ludwig Gebhard de la fundación Ober·
franken.
Los profesores de la Universidad de Sevilla, doctor Fran·
cisco López Estrada, titular de la Cátedra de Literatura Espa­
ñola, y doctor Klaus Wagner, lector de alemán, han reunido sus
esfuerzos para verter esta obra al español; la traducción cuida·
PK]MLltl>. ]D]CJC,N, 1970 dosa de la obra fue hecha por el profesor Wagner y el profesor
:)' ltUMl'ltl:SJI',:-; López Estrada la revisó y matizó en algunas partes para adap­
tarla a las necesidades pedagógicas de los estudiantes españoles.
Este trabajo de traducción y revisión se realizó dentro de los
BIBLIOTECA planes de ayuda a la investigación de la Cátedra mencionada,
y el prof.esor don Pedro Manuel Piñero Ramírez cuidó de ca.
rregir la edición y preparó los índices de esta versión española.
Alberto Paredes Téngase en cuenta que la obra fue en su origen destinada a
la enseñanza universitaria en A.lemania, y puede que por esto
se encuentren formuladas en ella cuestiones que al lector espa­
ñol parezcan obvias. Pero esto mismo favoreció la claridad de

1 Véase Hans Rheinfelder, «Die Neueren Spracben_, XII, 1%3, págí­


nas 94-96. Erika Lorenz, RoJb, XIII, 1962, págs. 349·353. Gonzalo Sobejano,
Dc:)o:;iw Legal: ~vL 13718-1 ')97, RF, LXXV. 1963, págs. 432-434; «Germanisch-Romaniscbe Monatsschrift_,
Neue Folge. XIII, 1963, págs, 338-340; Contestación y palabra fiual; tdem,
bBJ\ S,~-.J.4c)~11 :5~X.
XIV, 1964. págs, 431-434. M. de Paiva Bolco, «Revista Portuguesa de Fiio­
logia~, vol. XII, II, 1962-19b3, págs. 755-756. O. T, Myers, .. Erasmus», XVII,
Impreso ~n España. Prinkd III Spmn,

col. 147·J48. Gáldi László, ~Helikon», 1966, págs. 200-202. OUo Iarder,
Gráf¡cns Condor. S- A.
ASTNS, CCIV, 1967, págs. 151·153.
ESleban TerTndas, 12. Polígono j nuu,;trl¿ll. Leg:Hl~' (\-lndriJ), j 'yn.

8 Manual de versificación espafioTa

su p]antc3mi~nto, y no ha parecido necesaria una modificación


radical de la obra, sino sólo revisar y matizar partes y ejem­
plos que los traductores han estimado con.. . eniente para que
el libro se ajuste en español a su condición de manual univer"
sitario. Por otra parte, el autor ha aceptado con agradecimiento
las sugc:rencias y propuestas aparecidas en reseñas críticas en
lo qlle le fue posible, y creyó necesario. También procuró com­
pletar la bibliografía. En una futura edición se tendrá más en PROLOGO
cuenta la poesía contemporánea, y las investigaciones más re·
cientes de musicología, extremos deseados con raZÓn en dos
reseñas.
Esta obra fue concebida como un manual desthJado a la
enseñanza universitaria; un libro de esta clase se echaba de
menoS en Alemania. Este fín primordial determina tanto el ca·
rácter general de la exposición como la ordenación, método y
extensión temática.
En la parte general se trata primero de los fundamentos de
)a métrica española, la medida de las sílabas y m<lnera de con~
tarJas. En especial ofrecemos un nuevo sistema de notación
(fundamentado en las págs. 17 y 18). que modifico de raiz la
terminología m<Ís en uso, para facilitar así una concepción y
comprensión ffiá~ eXZlcta y esencial del ritmo.
La segunda parte contiene llna descripción sistemática de
las diferentes c1<Jses de versos regulares y una selección de las
principales formas de versos irregulares.
Una mayor importancia se ha dado a la tercera p<lrte, que
contiene las combinaciones métric8s. No han podido tenerse en
cuenta todas [as formas, aunque en la selección se ha querido
abarcar el mayor número posible.
La exposición pormenorizada de ver.<;os y formas se inicia
con un párrafo que describe y explica las variantes rítmicas y
su valor expresivo y estilístico; y con relación a las formas, se
dan no licias sobre su empleo temáLico preferente. Sigue un
apartado histórico acerca dd origen y procedencia de las fonnas
del verso y estrofa, su prim~F<I o más temprana aparición y su
posterior destino. Abundan los problemas en lo que respecta
al origen y procedencia. En ellos se evita el seguir una opinión
10 Mar;ual de versificación espai10la Prólogo
11
detenninada, y se indka, t;:I la forma más uuj.::ti"'3 posible, el Por necesirl;1rles prácticas, se- ha tomado COmo m3.teria~ bá­
estado actual de la ínvestír::¡ción con uiIJ crítica de las diversas sico para el estudio de la Edad Media h poesía en verso, sin
cuestiones, o. veces mdY em;"rol1adas. por esto se intenta dar al limitacÍ'Ón de asunto; a partir del Renacimiento, me re!lero sola­
ledo; una orientació:1, basada en el eSludio de la misma ma· mente ~ 1n poesía artística en verso isosHabico, pues a partir
teria. de esta época el estudio especial del verso irregular es menos
Partiendo de que ]a versificación espafiola debe considerarse importame-; Pec.ro H('nrlquez Urefia ha dedicado a e~te o.specto
como un sector dcurro del ~rca de la métrica románica, aunque un libro ya clásico, La vcrsíficació>¡. irregular en la poe5ia CQS­
con evidentes r?ls['o<; indivi:::luaks, se h~n establecido paralelos te[{a¡w. Sobre los \'e-rsos libres siguientes al Modernismo se
con las de Francia, T~a1ia y Portugal, siempre que esto haya pa­ dan 1i:ln só10 breves indicaciones .Y notas bíbliográiic~s. Sin
recido útil para un mejor conocimiento histórico. En relación em~argo, me ba pa.recido una e"igenda indispensClble incluir
con la e.,<posiclón de la m3teria, se <tspirú a mantener un equi­ la poe_~I~ hispanoamer:e:ma en d marco de la métric,a e"pañoh
librio entre anállsh; y sin tesis, para que, por una parte, el con­ y así lo he hecl~o en la medida de mi alcance.
junto no re,,¡J!le demasiado y;:¡go e i'1concreto, y por otra, que Por .q:puesio, el presente manual se basa en los trabajos
la invcstigación del pormenor, en cierto modo microscópico, no científicus lJevacos a cabo hasta hoy. Sin la espléndida síntesis
altere las proporciones del con.junto. No se han .:scatimado las que es la obra de Tomás Navarro, Métrica espaúola, mi tratado
c.itas para ponC'r as.í alleClul" e.1 l·l.lIItitcto con los mismos textos. de versificacfón, empezado en 19.')2, no huhiE'r;} podido aparecer
Se supone que la "Biblioteca de Autores Españoles"', la d\uevo. en la forma presente, sobre todo en S11 parte documental. En
Biblioteca de Autores Españole~", y la AlIlología. de Poetl1s Lí­ algunos aspectos de los problemas de verso y forma en la poesía
ricos Castellanos de Marcelino Menéndez Pelayo son obras de de Can¡,;iUntTu, uebernus mucho a la obra de Pierre Le Gentil
consulta accesible en los centros uni"ersitarios; por e.<;ta razón La poesie lyriqu.e espagnole el portu'gatse a la [ir:. du mo)'!'.n ág:'.
se han utilizado ¡';OIl preferencia para las cit~s. Un manual no tOIT.o II, dedicado al estudio de las formas.
puede r:1 debe sustituir las investigaciones especializadas, y por Quieru eXpre~ar el más sincero agradecimiento a mi querido
e'ito se ha procurado citarlas en notas. Cuando san de carácter maestro, el profesor doctor Gerhard Rohlfs, que me animó a
monográfico o cuand(f exponen de manera exhaustiva aspectos emprendcr este trabaju, lu ~igUíó con gran interés )-" publicó
muy concreto:>, se las consigna en la bibliografía al final óe cada la edición ale.mana en la Coleccióu que él dirige. Doy también
párrafo, a fin ue LKilitar en estos casos concretos un estll(lio más las gracías al «Bayrisches Staatsministerium für Unterricht llnd
profundo. Me ha p:uecido má." oportuno consignar la bibliografía KU]fus», a la «Detltsche Forschungsgemeinschafh por la ayuda
especial en relación con cada tema lratado, en vez de establecer de sus becas de viaje. y finalmente a las bibliotecas de i\1adrid
al fin del libro un excesivo índice albhétieo de obras utilizadas. y Mllnjch, en especial a b. Bib¡¡olecd Kddunal, Real AcademIa
La bibliografía general (págs. 409 y sigs.) se limita, pues, a la Española. Bayeri;;che Staatsbibliothek y Biblioteca Universit:"l_
mención JI:: trabajos bibLiogr:ificos y obras ge-nerale<;;. El ín¿¡ce- úe ria de MU:lic6, por la ayuda facilitada en mi labor.
la Métrica. Española de Alfredo Carballo Picaza, y los de autores
'! materias establecidos en mi libro (que no pretenden ni pueden
RUDOLF BlEHP.
ser completos '¡ facílitan la consulta de investigaciones en cada
caso especial. Las obras citadas con más fwcuencia aparecen
en abre\'iaturas que se recogen en una tabla generaJ (pági­
nas 12-16).
Abreviaturas 13
Burger, Recherches Michd Burger, Recherches sur )'1 s!n/dure
el l'ori~ine des ven Tomans ISociété des
PubJic¡¡tions Romanes et Fran.;aíses, ta­
mo LIX), Geneve·l'arís, 1957.
Conc. de Boena El cancionero de Juan .4.<,/cmso de Baeno
(siglo XV), a}¡"ra por ,'c;: primera dado a
Ir~z:, ed. E. de OCiW;l y P. J ridal, Madrid,
1851; f¡¡csímil ro~ H. R, Lwg, New York,
1926.
Canco Genufll Cancio/lero Genera! de Hernondo áel Cas·
tNDICE DE ABREVIATURAS
tillo SeR:.ln la ediciór¡ de 1511, con tU! Apén­
dice de lo a~ladido en 105 de 1527, 15.w j'
1557. Socied:H1 de Bibliófilos Españoles,
XXI, 2 vols., Madrid, 1882.
A) OBRAS Y REVISTAS Cane. Huberoy [e c}¡or¡,;on.'lia espagn.oi d'Herberay de.~
E.~sarH (.n·' slec!e). Edición de Charle"

M. Menénde'l Pelayo, Al1fDrug{a de poetas V. Aubnm, Bardeaux, 1951.


Allt. líricos ca.'>tellanos, edición nadonal, 10 vo­ Conc. musical Cancionero mrdical de los siglos XV y XVI,
lúmenes, Santander, 1944-45. lnmscrito y comC>/'ot¡¡dQ por Francisco
cArchiv íür da:;; Studium der Neuercn Spra· Asenjo Barbieri, Madrid, 1890.
ASTNS Canco de Paracío El candon.ero de Palacio r::nanu,crito n. 594).
chen~, Br;)UD5Chl.'i~ig.
"Anales de la Universidad de Chile:t, San­ Edición crítica de Frandsrn. V<'rdrell de
Al.:Ch MiJiás, Barcelona, 1945,
tiago de Chile.
«Boletín de la. Academia Argentina de 'Le­ C¡¡nc. siglo XV Cancionero castel/an.o riel siglo XV. Ordena.
BAAL do por R. Foulché-DeIhosc, 2 \'ols" :\1adrid,
tras~, Buenos Aires.
Biblioteca de Autores Españolt:S (Rivade­ 1912 y 1915 (KBAE, XIX Y XXTT).
BAE ce "Clá~kQS CcJ',lc\l¡¡nQs" Madríd-B:ucelona.
neiro).
Joaquin Balaguer, Apuntes para una ñistoria Clarke, Sketch D. C. Clarkc:, A d:rol101ogica[ skelch of Cas­
Balaguer, Apunte.'!
proslÍtlica de la métrica cl15telfaM. (Anf> /ilion '·"'.<"r,catiol1 /ugether wilh a lis! of
jo XIII de la RdL.) Madrid, 1952. Its me/ri;: l<!n1l5. l!:l:versit~, of California
cBalet/o de la Biblioteca Menéndez Pelayo~, l'ublic;J.lion~ in \{Lldan Phi]ology, 'vol.
BBMP
Santander. XXXIV, l ' \ P;jgs, r Q-382, Berke1el,Los

Andrés BeUo, Obras completas, Ediciones Ángeks, 1952.


9d10, O. C. del Ministerio de Educación, Caracas, 1951 Correas. Arte grande Gonzalo Cor~eas, Arte de la /t"nCIW i:'.'ro"o!a.
ss. [Los escritos de métrica están reunidos cas/cUona. Edición y pró1o~o d~ E,nili8
A!arc~os Garcia, Anejo LVI [le ;,1 RrE,
en el tomo VL1
"BuHetin Hispaniqu:,~. Bordeaux, :;bddd, 1954. (LO! ab,nialun. ,lr!~ :;r,md~
BHi. proc",dE' de la edic:íón Viii.'lza.)
«Boletín del Instituto Caro y Cuervo., Bo­
BrCe Díez Echarri. Teorlas Emilbno D:ez Echarri, T~orias JIIét.~icas del
gotá.
eBoletb de la Real Academia Española de S;~¡o de Oro, Anejo XLvn de la RFE,
BRAE Madrid, 1949.
la LeniUa., Madrid.
14 ~~~--~~~~~'---'
MUr!ual de versificacíón espa¡'lO!f'. Abreviaturas 15
_._--_.~--~~~~~~~~~-

GG Graben Gnmdriss ¡JeT romanische11 PIJiio­ Morley.Bruerton, Chronology S. G. Morley and Courtney Bruerton, [he
loo;il', Z.' ed .• Estr;;l.5hllrgo, 1904 y ~ig~. chmnology cl Lope de Vega's Comerlia.s
Hisp. .Hispania~, Sl;l.nford Univer~ily. California wirh a discussion 01 doubtful Qrlr¡!w.t:ons,
y Baltirnore, Maryland. the whole based 01'1 a study 01 his strophic
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cional, 7 vals., Santander, 1941-42. IlÍ:;chcr I.. nd mitlci!alcl'lischer Lyrik mit
M. Pidal, Rom[lncero R. Menéndez Pidal, Romancero HÍCipdnko b,:sonrJn,.,. Ea;¡ckoldlfl"gllnr. a~r .\!cirik
(lli5pano-poTtugués, americal10 y sefardí). rm.] .-\ll;_;j~ . .\bh<llld!un¡,cn der Gesel!$cllaft
Teoria e hiSloria. 2 vals., Madrid, 1952. de", Wi~s('llscl;aft('ll III Gültir.gell, Fl1il.-hist.
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a Mcnéndel Fidab, Madrid, 1925, tomo 1, eJ.. reyj~ada PUl" Rudolf 8aehr, TübiDgen,
págínas 505-531. 19ó3.
16 MaY):J.al de vi'rsificación española

Wolf, Sludim Ferd\ll:lnd \Volf, Sll~die" zur Geschió¡le der


splmischen w1d pUTII<gie.'isc/lc" Nati'Jn¡l!1!­
leralur, Berlín, 1859.
ZFSL "Zeitschrift fü, fra"0.zosis,he Spr;o.che llild
Lileratur~, lena y Tübingen.
ZRPh "Z",:lschrifl [ur ro:naniscJlc" Phjjo]ü¡:k,.,
Halle y Tübingcn.

E) SISTEMA DE NOTACI(JN DE VERSOS Y FORMAS ESTRO riCAS

000 Representación de las sílabas rítmicas.


óoo O~, 6v El signo dd aCEonto agudo ó ic.dlCa la SI;<lb.l
ponadora de una vocal tónica (o klu,¡
neceSf'l'I;1 para un lipo dctc;r¡nÍDad,1 de
v~¡su. El signo del acento grave 0, mel'ü5
llüdo, ~cñala la sílaba que, aunque toni,_:J.
¡lUr su condidór. denno dl' la palahra, no
c~ indispensable para b can,:ituc.:ón del
v~rso. '=' ' ¡O pu::dc fOllT'.ar ,,',ri.ld¡e3 cid
mismo.
s¡gniti~a cll!aCI.' (,in~resis sln.llefa, sina­
fia, cnc;lh.llgamlcllloi. f sigr'.itic.l separa­
ción (hiato. cone s'I¡,bic(J. C~$~r.l intensa).
'::.lrlto: llanto Los dos PUIltos :;ib'"Tliii(:;\~ qu~ la, pabbras
ql-le est8.n ,mtL"S y ct[~"lI<:s <:!~ e~t~ signD
riman en liT sÍ.
ABAB Las Ie!ras ma\u<cl!:as se empk~1'. g~r,eral·
mente PJl'.l 5eil~lil, n~t<;u~ l.llg0S.
AA bbba AA Las j~lrilS ,,¡,,','uscu!:lS 5cilalan ~'ersos COltD5
sólo Cl:aI'UD reprcse.H,ln el estribillo, En
caso de cDnfnsión se señala éste expresa·
m~n[<'.

abab L~~ !ctr:b minúsculas rcpreseman los verSDS


~(Jn(J.'(con excepción del eSlribiHo) .
.lab aab L::.~ :C~I.lS minÚ~C\lJ"s
en cursiva seÍlalan los
Y<'róo~ quebrados en relación eon versos
conos ¡¡¡mediatos (por ejemplo, tetrasíla­
bes ero estrofas do:: octosilabos).
t:J
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CAPíTULO 1

EL VERSO ESPAÑOL Y SUS ELEMENTOS

NOTAS PREL1MINARES

La lengua española pertenece al grupo de las románica~, y


la métrica que desarrolla ha de estudiarse en relación con el
conjunto. El punto de partida y el proceso de lus e1cmentos
históricos, fonéticos y rítmicos de la métrica española eviden­
cian esta relación, aun contando con la originalidad que pueda
señalarse.
Pueden, por lanto, aplicarse al verso españo! las te orlas e
hipótesis, siempre en discusión, sobre el orígen, procedencia,
derivaeión y caráctúr rítmico del sistema del verso románico,
en particular en cuanto a la métrica provenzal y [rances;,,-- Hay
-que apartar, desde luego, la ereencia de que la poesía espaiiola
no existe hasta que aparece una tr<1Dsmisión continua de textos l.

1 Pierre Le Gentil, Le virelai el le villancico. Le probteme. des origi­


n~s l1rab~s, Paris, 1954, ofrece un re.~um~n infonnalivo 'i crítico acerca del
estado acmaI de las cuesdones sobre el origen de las formas románicas,
con esp'-'cbl refereJ':lcia a las tcsi.'> árabe y iitúrgica; contiene, además,
una valiosa bibliografía. Sobre la poesía rítmica latina de la An riglicdm:!
tardía y de la Edad Media, compárese con Dag Norberg, L'ori.~iw2 de. la
versification latine rylhmíque. "Eranos», L, 1952, págs. 83-90, que orienta
~obre. el hexámetro corrompido en la Espaila de la época visigoda; La
po¿si~ latine rythmique du llaul Moyen Age, Stock1101m, 1954, ~Studi.)
la!iY'a Holmi,-,nsia», Ir: Introdllction a l'étllde de la versíficalim¡ ll/hlle
médí¿nlif'. Sto¡:kholm, 1958, ~Acta Univ. Stockholmicnsis. Studia 1J.lir.a
Stockholmitnsia•. V. Burger, Rechcrches, estudia, con buena bibiiogL';¡[i'l.
22 Manual de )'cr.\iíicaciótl espaiioía Elementos del verso español 23
-------
[,i qLl= ~b; ]u
crea, corno en su tiempo i'bilipp Augu.st Beckerl, roaJ d n~rso de terroinacíón paroxÍtona, confonne al ritmo acen­
.~l' L:;lLl:,~;,rraen el caso de entend.er que el verso español [:le tual de SIl léxico, en gran parte (o al menos, en la más caracte­
lln~1 "imptH'LJ.ción cultural>', y esto ciertamente no concuerda con. ristica de su evolución histórica) paroxítono. Por tanto, para
i<.i l'e3I;(!;lL~,
meoir el \'crso español hay que contar desde la primera sílaba
De(umina d c3)"ácter del \'cr~·o L'spafiol el hecho de que per­ del mismo hasta la sílaba siguiente a la tónica fina1 3 • En este
tenece al SiqCIEl de la métric¿e ro:c],micc.; sus cierne.nlos consti­ ver.s() de terminaóón llana, el número de silabas fonéticas coin­
tutivos son: Clc..:'ntü rk ¡'IH:nsi(lad, pa;j~a métrica (final de verso cide con el númerc' dc sílabas o.::: la medida métrica que da
\. de hemistiquio), ct'sura (en los vc:rsos cuya naturaleza así nombre al \.'erso; así ocurre en:
[o requiere!, y' finalnwrde, con cierta limitación, número fijo
de sílabas. !',1a/ dml" (as! ti.! 110," faj m61 so
Los demás medio:. fonérico~, c;i."1t:kriL.:'Y; y estilísticos que
pueden hacer mús pat<?nlc la cstrllCll¡ra dc! \"éT;,ü, tienen <;ólo que tiene ocho silab,ls fonétic¡ls :y m¿tricas (ocwsílab(). !-os
función sccunc1zlri<l, y, pl,r tanIO, no son esencÍal,~s en su constí~ versos que terminan con palabras oxÍtonas y proparoxítonas
tución. Otro tanto puede decirse de la nma, aunque en la poesía están fuera del oroen normal que representa la terminación
espaüo]a cs un adorno dd vcrso que apcnas faIt,,~ llana; para contar es LoS versos hay que acomodarlos al término
medio de la normalidad métrica añadiendo una síl?ba en. el ca·
so de los agudo'j, y restando üna en el caso de los esdrujulos:
!l.lonos DE CONT,\R y DENOMINACIÓN PE LOS VERSOS 1) CU.J.l/ f1c/ chal se,! disj pa/ ró {+ 1)
Z) 001 ri/ da! de! los! al pós/ tol les (-1) 4
En b métric:1 de composición regular, las clases de versos
se dellC>,nin:lr: SL'gÚJ1 el número de sus sílabas rítmicas: tetra·
sílabo. oc1o~i!'lbo, endecasílabo, etc. ACENTOS, PIES DE VERSO, PERioDOS 'RÍTMIcoS
También hay otras ciL'nolOinacionc'j para algunos versos,
como luego se verá; así verso «alej~mdrino", \'ersó de «arte ma­ El examen de las discusiones teóricas sobre la métrica ro­
yor", ...-lTSO "sálico», etc,; estas denominaciones indican a veces mánic3 (y, por tanto, de la espanola) queda fuera de la finalidad
sólo una variante rítmica de un ddt'nnin3GO verso, En la R~ de este manllal s. Como es sat>ido, ~obre la teoría de la métrica
rn,wia, el francés, provenzal y catélLin ~on 1cngl!a~ oxítonas, y hay una gran discrepanciZl de o¡:-·iniones, acaso como en ninglin
en Id mcJieb de sus ·..-ersos se cuenta :;1-1:) hasta b. ultima acen­ otro campo de la filología románica; una postura intransigente,
tUeda, y por bnto d final oxítom1 es el normal: frente a este
critaio. el espaiiol (y t.ambién el i131i,mo) considera como nor- .\ Esta diferencia hay qlle tenerla ('1' l:UCnIU en comparaciones con el
Cór¡ltluto ele las len~"Uas o:dtonas, Se duplica en versos compl1ci'IOS con
b d~rí\'.lcíón dc' lus principales verso.> románicos partÜ.'ndo de su funda,
ce5l1r:t intens:t; al alejand1'ino francés (6 + 6) le corresponde en e.<¡:lañol
rnt:nto cl:ísico, Hiram Peri, La "'ó'rsifi,_'ation ¿, ccci'n/s fixes dans la ;'~o­ un verso de <.::fltorCe sílabas (7 + i),
sl)die rDma>l .. , "Actes d1J X' C<Jr,grts intemational de Linguislique et Phi. 4 Sobre el alcauce- de las tre.) tenninaciones di~tinta~ en la :¡:'[l(".'.ia
lulogie romane~o. [[, P<irís. 1%5, l':lgs. 77S-i.S2, e~ttlelia las d¡ficul!adl"s csp3ñ,)1:t, véase pags, 63-67.
teóricZl.S que se Uj"'Df,e'l <i la derlv)clón del sistema del verso románico del
s P"Hl info':TIlación gcner¡¡l y bibliográfica, véanse Gerbard Rohlfs, Ro.
sisté'ma gl'CCO-laIino
manisc/le Philolog!'e [ (Winters Stu,1ienführer), Hddelberg, 1950, págs. 95
2 Die Anfi!.'!.!;!' ,iu r,~,·¡,¡t¡~5d,"'" t'<'rSkUl!.\t, ZFSL, LVI, 1932, págs. 257·
y sigs,; Suchier. Vpnlellre, y el libro de Ricardo Jaimes Freyre, ÚyfS
323, en espeCial po.'i.gs 3~()-)Z1
de versificación ras/dIana, 13uen05 Aires, 1912.
24 Manrlal de versificación -española Elementos del verso español 25
en este discutido dominio, no resulta justificable desde un puo. En todos los ti('OlPOS se ha reconocido y observado como
to de vista científico, y mucho menos, desde el pedagógico. precepto obligatorio que el final del verso debe marcarse con
De entre las diferentes teorías, me parece que la más apro­ un acento fuerte. La necesidad de un acento ritmico al prin­
piada es la de T. Navarro; ampliando ideas y sugerencias de cipio del vcrso, que aún hoy varios investigadores ponen en
Andrés Bello, Maurice Grarnmont, Ricardo Jaimes Freyre y de duda, se da no s610 por analogía con sistemas de música que
otros, y con la contribución de la fonética experimental, este ,nO$ son familiares, sino que también ha sido comprobada por
investigador desarrolló un sistema completo que ofrece un co­ mediciones experimentales, al menos en la pronunciaClón de!
nocimiento esencial y matizado de la estluctnra rítmica de los verso. Según sea la extensión del verso o según las caracterís­
versos españoles 6. La exposición contenida en este libro tiene ticas quc dctcnnínau un tipo autónomo, se precisan otros acen­
como base en sus puntos esenciales el sistema métrico de Tomás tos rítmicos~.
Navarro.
De acuerdo con las características fonéticas de la lengua. 9 Mientras se desconozCó.>.n las melodías correspondientes. en especial
los acentos con su relieve acústico determinan claramente el en lo que se refiere a su disposKíón rílmica. nada puede ahrmarse sohre
j;:¡ dispüsición en deuilles rítmicos de 'os ver~os eanlatlos lalino-medil:­
verso español 7, aún más de lo que ocurre, por ejemplo, con el vales, aparte dd aCl:nto al final de snie o de verso. T¡J! como hoy se
verso francés. Con el cultivo y aprovechamiento de las combi. hall¡¡ id inn,slig;;ción sobre cuestiones mU5icale.~, puede adoplar~c la
naciones que ofrece la aceutuación de la lengua, el verso espa­ posición agnóslica de que uada puedl: afirmarse Sütl~e (kt,,-Iles de la dis­
ñol alcanzó una definida originalidad frente a los de las otras posición rílmic.l de los versos camadas, qUl: son lo~ más deillro de la
lenguas románicas. tr.'dición medicval. No obstante, DilY que consideru qu~ taJl)bi~li en la
poc~ía c:mlacla. aunque luviem todavía rasgos primi¡ivo" serí(ln e'\cep­
El acento de palabra ("prosódico» y "etimológico») es el que ciomi.les ¡~\~ mfracciones contra cl acento prLlsóciico. por lO regular el
existe en la pronunciación común, tal como tambi~n 10 tiene la rilmo r!~J canto coincidiría. lal como ocurrc hoy, con el ritmo de la lelra
palabra en el uso habitual de la prosa. Salvo unas pocas licen­ rJUc~,o a la mc]odb Por [aEIO, no está injustificado cn cuan!o al ritmo

cias, muy raras además, este acento no cambia en la pronun­ el supueslO de quc :os versos anti¡p..Jos dl:stinados p<lra el canto Sé' jrner­
preu;n~!l eO:11O si luesl.'n ~'er~os hélb~a(~os. CCJr,:) l-br~'iso'l H"ihes Arnold.
ciación del verso en el español moderno. De otra parte, por RI¡yrimuc parli:n¡s ill Old Spanish verse. en «E~tudio~ dcdica::!os a J.....lenl~n­
acento de ....erso se entienden los golpes tónicos que exigc el da Pidal", V. !.. .1 adrid. ¡95~, págs. 15J-163. La gran impona(lcia dcl acento
ritmo del verso, y que en determinados caso,> constituycn clases de palabra (que por su pane es un rCCllno para ltar nlmu a IJS IIlc·lol!ias)
del mismo. En la declamación cada ....erso autónomo (esto es, que la define claramenle FrÍl:drich Ccnnrich, ¡sr der mittc1drai".:I¡¿ Li,',I\,p,r,
arl/Yrilm,s(ll? "Cullurá N-éülatina',. XV. 1955, págs [1)9-131 ícun bibiio­
posea un ritmo propio 8) tiene, por lo menos, dos acentos rítmi­ ¡¡raf:;:¡) Comr, re~:ienlcmenle 11. Peri. aIJ. cil., pág~ 7iS-782. G~orgcs
cos: uno de ellos '\'a siempre en la parte fina! del verso, y el Lot:c, ¡{¡st(Jire du ¡'en frarll;aiS. París, 1949. lorrlU l. rá~ 7'1. ;:Idicnd,' Llna
otro es variable, y recae en uua de las cuatro primeras sílabas k~i~ cOlllr:-Iria ~n b qu~ cita !a ~jguic~lle fr[\se de PieHe llélic (hacia 1150):
«Accenlu,¡ esl mOlluJalio vDci, ín commun) 5Cr¡Tlone u<¡\lquc' loqu~ndl. H()c
autelTl c1ieiull propkr '-"lIllikl~~I~. ubi acc"ntum 1](J11 SCI"'1111l;'." Siu <,In­
6 Algunas límil:aciones que más addante sc hacen respecto al período bilrgo. estil obs~n';¡clólJ se hiLO p,Jsj~!<,mentc en vi~tJ. de ca~0S bi.en delCl'~
de enlace y a si la duración de éste se iguala con el período illleri.or mir.;;¡do., v no prele:lde valida gen:cml. Allem'ás. hay que tener cn cuenta
afectan a la cohesión del sistcma teórico, pero nü pueden poner en dllda que la situación fraI'Cé~:l. dond" cl uCent0 es. en efecto. d~ m~n()r ím·
su utilidad práctica. portancia, no pued~ traspa:<lr,c al csp:1iiul En la s~¡:?est:' d. crillca qUé'
7 Comp. Juan Cano. La importancia re!atil'a del ac.'nta y de la silaba dedicó a c:sta ilota de Ja edÍi:Hin ürigin:J1. de mi libro, Erika Lort'nz IRoJb,
en la versificación española, RR. XXII, 193[, págs. 223-233, y T. Navarro, XII!, 1962, págs. 350 y SJgs,) e:c!Ím:-I con m:i~ optimismo los connC-'t"J)lcnlOS
El ace/¡to casteJlano, Hisp., XVIII. 1935, págs. 375.380. de h musicología. Según elb. la cOl'lcilknd:; de melodía y IdrJ. pucde
a Estos ~on todos los ....ersos desde el tetrasílabo. 511pon~rse ~ó;o pJra el período modal (dE'spw~s dl: 1180).
26 Malllwl de versificación espafiola Elementos del verso español 27
-------------

Lo expuesto hasta aquÍ refiriéndonos al verso simple, \'a1c: dos o tres sílabas, de las cuales una, realzada por el acento,
también para el compucslo, si consideramos que cada l~emis­ sine de apoyo a las otras, átonas. Ocasionalmente, una sola
tiquio es un verso simple independiente. sílaba puede formar también pie de versO, y en algunos tipos
Por regla general, los acenios ritmicos caen en sílabas que de verso se reúnen hasta cuatro de ellos 12. Estos pies de verso,
están acentuadas por la misma naturaleza de la p~labr" y, casi desde Nebrija y aún hoy. fundándose en la terminología de la
sin excepción, uno de ellos corresponde siempre a la última mtitriea clásica, reciben el nombre dc: yambo (oó); troquco (óo);
sílaba cou acento en el verso w, En el interior del verso ocurre dáctilo (óoo); anfíbraco (oóo) y anapesto (ooó). Hay que consi­
que los accntos rítmicos pueden <l menudo recaer también sobre derar que estos diferentes pies se basan en [as condiciones de
sílabas cuyo acento propio es dC-bil, sobre todo en el caso de la pronunciación espaiiola y en su acento de intensidad, sin
versos que requieren varios acentos rítmicos; entonces estas que tengan que ver con la5 características de la cantidad clásica.
sílabas quedan res<lltadas flor dicho acento rítmico. Con -imcuen· Este sistema de denominación no resulta decisivo para tma cla·
cia, estos acentos rítmicos se apoyan en el acenlo secundario sificación, porque raras veces un verso o una serie de ellos
existente en una misma palabra (agildaménte), y también en está compuesto de manera sistemática por pies claramente iden·
palabras encliticas: tificables, puesto que en la poesía románica no es el metro la
descójolós, y de~un dolor tamañol1 unidad básica del ritmo, como en la métrica de los anti~os,
sino el verso entero lJ.
El acento 6tmico, al princlplO de verso, inicia el período rít­ En realidad, de todos los pies de verso mencionados soto se
mico interior. Éste [lega hasta la sílaba átona inmediatamente consideran comO existentes de I~echo el troqueo y el dáctilo I~,

-_
anterior al último acento del verso: porque, según los resultados de la fonética experimen tal, la
unidad rítmica debe iniciarse, como en el compás de la música.
Periodü litmico
.. ~-----­
por un acento más o menos fuerte para que el oído español la
Vu¿]veme, vuélveme, moro

12 Estos casos especiales, qlll." se presentan 0;610 después de mediados


Lél':' sílabas que preceden al primer acento de un verso quedan del siglo XIX, ~e omiten aquí. La cláusula de cuatro silabas se tiene en
fuera del período interior, y forman anacrusis (antecompás): cuenla en el tratado de fonética e-r.perimenta1 de María Josefa C¡mellada
AnaL-rusis

El a-
---
período rítmico
. ...---..
róma de su nombre
de Zamora, Notas de métrica, 1/: La cJri=u/a rirmica., «Filología», ll, 1950,
páginas 189·206, en especial págs. 199 y sigs.
13 Sobre las cuestiones dI." Id diferencia entre la poesía clásica cuantita­
tiva y la románica rítmica, véase Mario PenTIa, Notas sobre el endeca.sílabo
en los sonefOS del Marql,és de Snntillana" en ~Estudios dedicados a Me­
Por su p~rte. el período rítmico interior se subdivide luego en néndez Pida!», V, Madrid, t954, págs. 253 y sigs., y Joaquín Balaguer,
pequeñas unidadc'i rítmicas llamadas pies de verso o, sigLlien­ Apuntes para una. historia prosódica de la métrica castell,ma; Madrid,
do a Bello, cláusulas rítmicas. Este pie de verso comprende 1954, págs. II y si:¡;~. (!\oejo XIII de RdL).
14 'Troqueo' y 'dáctilo' Y sus adjctivos correspondientes se usan en
normél]mente, como ya lo había reconocido Antonio de Nebrija,
este P.'.é\O'..n! ,,610 ror ~'-'r té~nos más familiares al kr:tor Que las expre­
sionl's ~rilmo binariu o ternario coo acento inicial», como e:,,:ige nuestro
10 Las excepciones se limitan en lo fundameutal a los ca~os de tmesi~ sisll'ma de cadencia. Si bien hay que conceder a E. Lorenz (RoJb, IX, 1953,
y rima que comprenden más de una palabra (p. e .. con qlle: ronqll~i. pa¡¡:in3 3111 que renunciar a estos dos términos «clásicos» dentro del
1\ En este verso de GarcilllSO se trata de un l."ndl."casíJ¡¡Uo del lipa B] marco del sistema musícal hubiera sido más claro respecto al método,
que tiene los acentos fijos en CUarta, octava y d'<cima silabas. }la cs de ((mer que :iU conservacíón confunda al lector.
28 Mam~al de 'f,'crsificación espaiíola Eleme~tos del verso español 29
sie:1ta como 1a1 1'. De e:~,la manera el verso yarnbico se siente Al período rítmico interior sigue, según T. Navarro, el pe­
como uu;) suc€ s ión de troqueos, que empieza por anacrusis mo­ dado de enlace. .este comprende la última sílaba acentuada del
nosilábica: verso, las silabas átonas que le siguen, y 1<1 pau~a del .final de
Á rl6r.d", ~'as perdida versa y, por ultimo, sólo si existen, las. silabas atonas Que
(01 00 óo óo forman unacrusi~ eH el verso siguiente, La teoría de T. I\avarro
se basa sobre todo en los resultados de la fonético e,;perullelllal,
Los versos anapésticos y anf¡bracos aparecen en lU1a consiut:I"a· aplicada a la medición de los 'versos; con ellos parece uemos­
ciór. rítmica como dactílicos, que empiezan con anacrusis de trarse que el período rítmico interior y el período rítmico de
dos o de llna sílaba, respectivamente: enlace presentan casi 13. misma duración de_ tiempo l<i.
Las objeciofles al sistema expuesto pueden resumirse en
En el nido desierto de misera tórtola
tres puntos:
[o o] ÓQO 600 600 ÓOO
l.0 La 3.rutClusis en el primer verso de la poesía ~y segul'a­
l::::l nido dcs¡e~to
de mj&ef3 tórt::¡1a
[o] 600 Ó(l() 600 600 mente dentro de la estrofa tambi¿n) forma W1 resto suelro.
Nido desierto de mísc!ra tórtola Si fuese así cabrí<'J esperar que se evitase pel'U eSlQ no ocurre.
600 600 600 600 2,° Un factor que, a mi parecer, crea inseguridad en el cóm~
pUlO cs la paus<l final del verso, Por di:erentes razones, también

Este ejemplu clásico, tomado de Bello, deja ver en primer lugar sude atribuirse a la pausa la facultad de ujustar d equilibrio
que :0 que delermina el tipo d:mico del versu no es el número de los diferentes finales de verso 11. T. Navarro, ;Jor su parte.
de silabas, .sino el período rítmico. la entiende corno meuitJle en cenksirnas de segundo, como si
El periodo rítmico depe>lde en su amplitud de la extensión en cada (:;)so su duración fue.~e la suficiente p:<ru igualar en
del verso y de la naturaleza de la anacrusis; en los vt':rsos más forma ;:m1l)mátíca este periodo de enbce con el interior, aun
usados se compone casi siempre de dos pies de verse, de los cU3ndo ~u número de si1ab3.~ fue~e mucho menor. No se sabe
cualce; el primero tiene UlI acento más marcad9 que el segundo, si esta dlll'ación obedece o bien al sentido y ;1 1;1 condición del
Esta manera de alternar pies de tono fllerte y de tono débil se ~intagmn o bien a razones del ritmo.

n:pite tambiéu cuando el período ritmico está compuesto de 3.0 Por norma general (y sobre touo en los primeros tiem­
varios gnlpos Of' pies. Si el pcríuuo rítmico se compone unifor­ pos de 1n literatura) se mantiefle que el verso constituye unidad,
memente de troqueos o de dáctilos o de su mezcla, se distiuguen que :0 t:"s ut:' sentido, sintaxis y ritmo. señalada en su lIn por
incluso l-lt:ntro de cada clase, tipos de \'erso: trocaicos (óo 00), el acento, la rima y la p:lU";1; sclo en dctcrmiuadas condiciones
dactílicos (óoo 000) o tipos de verso mi,;tos (60 000, Óüo 00). El
empleo preferido de determin¿tdos tipos puede ser consecnencia 1'; Vcan:>e, para más dctall(!s, las expric<lciones y e! paradigma en T.
de un,). intcncióu artística, y hay que interpretarlo en cada caso Navar:-o, Ml'lrica, pág, 12, Y La canti:1.ld silábica el! lInr:~ V"'.~O$ de Rubél~
D.ria, RFE, I.x, l<¡~!, p:lgs. 1·2'1 Comp. recíemerr.ente G. E. McSpadden,
en relación con el signific;:¡do y con la formé!. expresiva del New lighr Ool Sl'et[h rr.)'lms from JcJre~ GIÚ'IéI1'S r<'ading of r,i5 ¡'unr.
verso. ...Gran ~i[l:l1c1fh ! fJ~-s<,d on mUL'lIrCnlents of sOlll1d spn:rrograms), HR
XXX, 19t2, pag;;. 116·2J{) (con l'ererencia~ '>ihlio¡;¡raficas),
15 Comp, T, Navarro, El grupo fónico como unidad melddica RFH, J, 11 Comp. n:spec'.o a este problema, el estudio h;Hór:eo, critico y
19W, págs. 319; Manllal de entonación española, New York, 1943, 2,' ed., foné¡iCo) de Ma~ueJ Gr'ur'3 E:cheverry, 1.•1 <qUi"il!c .. ci" d~ u_dIUrlUS, pMl>­
páginas 37-51. S~muel Gili Gaya. Observaciones sobre el ritmo en la prosa ;o;ílOn05 y proparoxílonos a fin de verso, GRe... ¡sta ¡jo livro_, n, S, 1957,
¡'spúiol,~, cr. ~l-.hdrid~, Barceiolla, 1938, págs: S<t-63. páginas 9-53.
30 A1anual de versificación española Elementos del verso espMíúl 3[

se aceptan la sinafía, la compensación y el encabalgamiento 11. la estrofa. También coincide con el final del verso y requiere
Por esto no me convence del todo que por principio haya de un evidente corte del sentido.
agregarse la anacrusis del \'erso siguiente al final rítmico del e) La mas importan Le de todas las pausas es la menor. Se­
verso anterior, y se sacrifique así la unidad del verso en favor ñala el final del ,'erSQ o del hemistiquio en lo) versos compuestos;
,de una detenninada concepción del período de enlace, que por y separa de esta manera un verso de otro, :lo' un hemistiquio,
otra parte, es algo insegura 19. Por ello, de ahora en adelante, del otro. Por eso esta pau'::ia va preccdid:1, por lo general, del
mantendremos el principio básieo de la unidad del verso. En aeento más fuerle del ...'et"so o del hemistiquio, y pide una cierta
Jugar de período de enlace us;:¡remos el término habitual de detención, incluso entre dos hemistiquios. Por ella se logra el
final de verso. En él se comprende la última sílaba acentuada, las cquilibrio de las finales agudas, Jl<.lnas .Y esdrújulas de verso o
sílabas atonas que puedan seguir, y'la pausa. Como los hemis­ de hemistiquio. Importa mucho, para notar la unidad del verso
tiquios de versos compuestos se comportan como los autónomos y de qué manera la serie de los versos forma una estructura
correspondientes, el final de verso aparece al término de cada ritmica, que el final de verso coincida con detención en el sintag­
hemistiquio. ma y con un tlnal de palabra. Aun cuando en el caso de los he­
mistiquios esta suspensión es menor, hay que evitar, sin em­
bargo, que se violente el curso sintáctico separando elementos
LAS PAüSAS MtTRICAS gramaticales que van unidos.
La variante m<Ís importante en relación eon lo expuesto res.
En la versificación española se distinguen tres clases de pecto del fin de verso es el encabalgamiento. El encabalgamiento
pausa. Como principio general se pide que las pausas métricas une, por razón del curso del sintagma, el fin de' un verso y el
coincidan con 'las gramaticales. Cada pausa exige, por lo tanto, principio del siguiente, y por tanto bace desJparecer la pausa
en principio, una detención. menor, al merlOS en cuanto él la audición, .sin que esto afecte a
a) La pausa mayor marca el final de la estrofa. Coincide las dermis partkularidades.
siempre con el final del verso, y easi siempre con el final del
sintagma o de un marcado período del mismo. El encabalga­ Elisa, ya el preciado~

miento de estrofas se encuentra generalmente en el caso de las cabello que del oro escarnio hacía

cortas.
(Luis de León)
b) La pausa media se halla solo en las estrofas simétricas,
como en la octava. Según indica su nombre, señala el medio de
Oigo que me ha parecido
tan bien, Clara hermosa, que 11
18 Véase Paul Zurnthor. Le ver5 CQmme ll.niU d'exprf:$Siof1 dans la ha de p~5arte algún día
poésre romane archeiique, "Actes du X' Congres international de Linguis­ que me parezca tan bien.
tique et de Philologie romanes.., n, París, 1965, págs. 763-774.
l~ La unión en lo fundamental del fin de verso con la anacrosis del (Calde!'Ón)
siguiente, estimo que sélo se justifica en estrofas de dos o tres versos,
pues como versoS aislados no $on independientes en el ritmo y no mueSlrJ.r:
la unidad de los versos normales. Si se suceden inmediatamente varios El encabalgamiento sirve sobre LOdo para poner de manifiesto
bisílabos o trisílabos, éstos se consideran, según la extensión. como hexa­ un curso estilístico que propenda al uso de la lengua dialogJda;
sílabos, octosl!abos, etc., que s610 por la disposieión grifica y las rimas y en la poesía culta se emplea ocasionalmente para lograr deter­
se apartan de las formas habituales.
32 Manual de versificación española Elementos del -verso español 33
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minados efectos rítmicos y para evítar la nlonotonÍa.'lJ. Otros Quiero con tu consejo prender fonna de vida
casos, con el carácter de licencias métrieas, son menos frecuen· (Berceo)
tes: la slnafía Y la compensación l v. págs. 51-53) y la tmesís
En consejar la pas, faga a su poder
(véase pág. 45). (Lúpel; de AyaJa)

Si el hu~rfaJ]O guardárcdes e \'iuda defcndéretles


CLASES DE CESURA. (López de Ayala)

2) La marcada detención de esta clase de ccsura ínten.'ia


Con el ténnino cesura, adoptado con dudosa justificación pudo debilitarse y tlun desaparecer, al tiempo que se daba otra
de la métrica clásica, se señalan en la versificación española especie de cesura con el 11.n de marcar un señalado acento cn
dos fenómcnos rítmicos situados en el interior de los versos el interior de un verso largo, que en este: caso no podía conside­
largos, y que, si bien por su procedencia son idénticos, sin em­ ranie como compuesto. Desde el punto de vista grama tí cal
bargo, por su efecto y tratamiento, resultan scr muy dis­ (véanse los ejemplos a continuación), esta cesura aparecc en
tintoS. el límite de una palabra aguda, inmediatamente después de la
1) El que primero apareció se encuentra en los versoS es­ tónica; o si es llana, después dc la átona sigu ¡ente; o si es
pañoles que claramente se consideraron compuestos por dos esdrújula, después de las dos átonas siguientes. Esta cesura,
panes, como el alejandrino. En casos así. esta cesura va acom~ a diferencia de la intensa, esTablece el equilibrio de las sílabas
pañada, en la mayor parte de las veces, de un corte en el sumando las dos partes del verso, y también. cu,mdo el caso SC'
sintagma, de tal manera que el final del primer hemistiquio en presenta, verifica el enlace corrC'spondiente de [as vocales (véase
el interior del verso se camparta en relación al ritmo como si sinalefa), como lo demuestran estos versos:
fuese final. Erns t Stengel denominó por eso esta cesura Reihen­
5chluss (que traducimos por cesura intensa) 21. En algunos ver· 1) Ves el furor / dd animoso vielllO I cndecJ..';llabo5
sos alejandrinos (7 + 7) encontraremos condiciones idénticas 2) embravecic10 -.!- en la fra~D~a sierra
entre el final del verso y esta cesura intensa en relación con 3) Aquel es el DávaJos I mal (orlunado dodeeasjl:lbo
el acento final, el corte del sintagma y el equilibrio de la pausa
menor: Cuando se trate de los distinTos versOs largos, se indicará
el empleo de ambas clases de cesura, 1,) intensa, y esta olra,
2G Véase ~ntonio Quilis, Estructura del encabalgamiento en la metrica más general. Co1lviene indicar algunas particularídades:
española, ~nejo LXXVII de RFE, .o,tadrid, 1964 (AnáliSis for.ético-exptOd­
mental]; El encabalgamiento desde las oríg",nes de la poesic. e s pmloIn 1. La ceil~ra épica, - El término procede de FC'dcrico Dicz;
ñCl5ta el siglo XVI, «~c¡rs du X' Congr~~ intematíonal de LinguisJique ~I se refiere a versos franccses y provenzales, y con él seü"la esta
Philolagie romanes~, 1I, París, 1965, p.igs. 791-8B. Aunque el encabalga· cesura intensa producida por la termÍnacicin paruxítona (o
miento puede documentarse desde el principio d~ la literatura e\pariola.
femenina~ en el decasílabo y dodecasílabo (que es el (;Z¿j,mdrí·
sólo en el siglo XVI y en el uso de los poetas hü~aeianos se (;ol1\ic~tc en
un recurso eslilistico empleado de manera eonscier.te. no de dichas metricc¡s) cuando se presenta sobre todo en la
21 Slengel omitió el termino «hem'lsliquio~ acaso porque la eesnra no épica antigua francesa; estz, terminación se halla en cOlllpClC'n·
siempre divide el verso en dos partes igualeS, sino también en senes cía con la oxítona, más general '--l.
rflmÍ<:as desiguales; as': en el deeasilabo francés de la disposiriúll 4 T Ií.
Comp. Stengel, Versleñre, págs. 48 y sigs. l2 Comp Sucbi~l'. Verslehr¿, págs. 120 y sigs.

'VER.S1FICA(:ró", I!SI'. _ 2
34 Manual de versificación española Elementos del verso espanol 35
2 34(-)
puis ad es¡:ole
5 6 7 8 9 10
li boos pedre le mist
-
Con ·esto se excluye la cesura épica, en tanto no aparece per­
ceptible mediante una sflaba postónica enteramente articulada.
(Vie de Saine .4.lexi5, v. 33)
2. La cesura llrica. -- También la denominación procede
de Diez, en su estudio de la poesía Hrica; consiste en que el
Como el español, conforme al carácter parox~tono de la mayoda
ritmo métrico como manifestación musical se sobrepone al
de su léxico, aplica [a terminación llana como forma nonnal de
acento de la entonación normal, y realza la sílaba destacada
final de verso y de final del marcado hemistiquio de esta ce­ por la cesura, aunque ella no tenga, por su naturaleza, fuerza
sura intensa, sólo se puede hablar-en la versificación española
tónica. As1 en el endecasílabo con la disposición 4 + 7, a pesar
de cesura épica cuando en cerrada imitación del decasílabo fran·
de que esta sílaba es prosódicamente átona postónica, como lo
cés o provenzal-catalan, se mantien~ sistemáticamente el juego
demuestra la contraposición siguiente de dos versos (endecasí­
de las terminaciones oxHonas y paroxítonas, mientras que las
labos hipotéticos) lit de la cantiga del Arcipreste de Hita:
formas habituales del endecasílabo que continua el decasílabo
lírico, tienen solamente la otra cesura, y ya no la intensa. La Porma notmal:

cesura épica se da, por tanto, como una posible formación del . Quiero ~eguir I .. ti, flor de las flores.

llamado endecasílabo a la francesa: (est. 1678)

Con cesura llnca:


Lo por venir - siempre me fue peor,
Gran fiamá / he yo en ti, Sennora, [ ... ]
y sé DlUY cierto - que he de dar en sus manos n
[ ... ] sin tardanzá. / ",fnme librar agora
(est. 16791 ~
Sin embargo, si en estos versos se establece la cesura épica sin
excepción, el resultado no se considera ya como endeeasilabo, Más que una forma especial de la eesura o final de hemisti­
sino como dodecasilabo, con la disposición 5 + 7. quio esta cesura lírica es una modalidad de la acentuación. Como
Como los diferentes tipos del alejandrino español mantienen queda indicado, tiene su origen en la superposición del carácter
la partición habitual en dos hemistiquios, resulta que pueden musical sobre el métrico, y también sobre el prosódico. Ya hay
aplicarse a es~e verso los principios de 1a cesura intensa con las noticias de ella en la poesía medieval latina 11>, y en la literatura
diversas posibilidades en el juego de sus terminaciones. Sola· en lengua vulgar se encuentra por primera vez en provenzal,
mente el alejandrino a la francesa requiere, por principio, la donde se registra en el siglo xnr. Desde allí penetró, a través
terminación aguda del primer hemistiquio. y por tanto ]a sílaba de ]a poesía gallego-portuguesa, en Castilla, donde influye oca·
átona final del mismo forma sinalefa COI). la primera del se­ sionalmente en la lírica de la Edad Media.
gundo hemistiquio, cuando la palabra final es llana y esto es
posible: 3.La ley de Mussafia. - Recibe el nombre de su descubridor,
En cierta catedral una campana había el romanista vienés Adolt Mussafia (1835-1905), y con ella se
Que sólo se tocaba~algtin solemne día
)4 No Jo'> admite como tales J. Corominas en su ed. del Lih·Q de But't:
(lriarte, Fáb. VII) Amor, Madrid, 1967, pág. 62{}, que prefiere n:s¡itwr en este c;uo «Grande
fianc;a .... y «sin detardanc;a...
~ Comp. '"rOOIé, arbolé, seco y verdé' en las Anda/U~LU de F. Garcla
1J Baltasar de RomanJ, en la traducción de las obras de Ausias March; Lorca (Obras completas, Ed. Agui1ar, pág..309).
citado según Riquer, Resumen, pác. Sr. 1Il. Comp. Suchier. Verslehre, págs. ID y :¡igs.
Manual de versifuación española Elementos del verso espaFzol 3;
quiere mostrar, como él dedujo, que en la poesia gallego-portu.
guesa y en la castellana de la Edad Media influida por ella,
se corresponden los versos según el numera de sílabas, sin EL lSQSILABISMO
considerar el carácter acentual de·sus tenninaciones. Así se equi~
para el octosílabo con final agudo (con siete sílabas en cuanto al Los versos, definidos por los elementos rítmícos que se han
número) con un heptasílabo llano (también ne siete sílabas)27. citado, adoptan una forma pstrictamente regular cuando están
El becho registrado en la ley de Mussafia es, como la cesura compuestos de un número fijo de sílabas. El isosilabismo, sin
lírica, una modalidad de la acentuación cou la diferencia, sin embargo, no es condición previa ni necesaria para que exista
embargo, de que el cambio de acento, debido también a la un "'erSO completo desde el punto ::le ....ista rítmico.
musicalidad del ritmo, no tiene lugar en medio del . . erso, en la Mientras Francia e Itnlia adoptan muy pronto desde el co­
cesura, sino al final del mísmo. Si se entienden, tal vez con más mienzO de su época literaria el sistema isosilábico, Jos versos de
razón, los endecasílabos del Arcipreste antes citados, como una las lenguas vulgares de E.spaña pueden divid:rse en dos grandes
combinación de pentasílabos)' de heptasílabos, las partieulari­ grupos o sistemas. Uno abarca. como en Francia e Italia, los
dades ;'Jcentuales al final del verso se explican por la ley de Mus­ . . el'sO~ mélriL:os (rtgulares, isosilábicos), mientras que el otro
safia: comprende los versos amétricos (irregulares, anisosilábicos, asi·
lábicos, acentuales, fluctuantes). Observando el conjunto de la
Forma normal: métrica española resulta que una considerable po:lrte de la poe·
QUlero seguir sÍa (sobre todo en sus manifestaciones más importantes desde
Ley de Mussafia: un punto de vista artístico) sigue el princípio de los versos con
Gran (iam.á medida silábica. Sin embargo, el anisosílabismo fue muy frecuen­
sin tardanzá te en la Edad Media, )' su eliminación de la poesía artístio acon·
teció sólo durante los siglos xv y XVI. Y además, perdura hasta
En la seguidilla este caso perduró más allá de la Edo:ld hoy en la poesía popular, y en la poesía artística que se inspira
Media. Sin embargo, a fines del siglo XVIII ya no se entendía, en las formas y temas de ella.
como lo deja ver el Arte poetica fácil de Juan Francisco de Expondremos .. on hre:"l:cdad en el lugar conveniente las más
Masdeu lB. importantes Clases de ':ersos de la versificación irregular (véa­
se más abajo, págs. 177-197).
2' Ado!f Mussafia, Sull'antiea metrica portoghese, «Sitzungsbertchle
der Kaiserlichen Ak"demie del' Wi~"'clls(;haften Wien», CXXXIlI, 1895,
Abhandlung X. Véase, ademá~, H. Ureni'., t'crsifi.:ación, pág~. 27 y si&~.
y 47 y sigs. (con ejemplos); H. Ur<:ña. Esltldiú5, págs. JJ y 45 v sigs. Le
Gentil, Formes, pág. 339, nota 33. M. Rodrigl1.es Lapa, Das origens da
pOe~ii;¡ Ilrica cm Portugal na ldade Média. Lis:'oa, 1929. Vágs 317 y sigs.
Fr. G~nnrjch, Grundriss einer Formenlehre des mitte1a!ferliehcn Liedcs,
Halle, 1932, págs. 138 y ."igs. (con ejemplos de melodías).
li Coromil1as senal;>. que en la misma cantiga existel1 daros pentasí­
labes: ~nunci'. perece» (1S82). y que estos versos puedt;.>TI también serlo;
pero aplica esta ley por ejemplo en las esto 1O~ 1058 (véast nuta pág~, 405­
4L\6), La me¡,ción decisiva de Masd~u, en Clarke, Sketch, págs. 345-346.
Medici6rt de 'as sílabas 39

¡Tledición (que en principio se llaman licencias métricas), el nú­


mero de sílabas que forma una palabra puede ser modificado,
sobre todo, por la ~¡né.resis, aplicada en el interior. Por tanto,
la palabra <lsílaba» en este Tratado, si no se dice algo en espe­
cial, se entenderá como silaba rítmica,
Cada sIlaba contiene, por lo menos, una vocal; una o más
consonantes colocadas entre dos vocales, separan a estas en dos
silabas. Las consonante::> situadas entre dos vocales se agrupan
CAPÍTULO II
de. di\'ersa manera, con una u otra vocal: pá-ja-ro; que-bra-do;
ar_dien_te; ms-cri·to. En ningún caso do~ vocales ~t"paladas por
MEDICIóN DE LAS SILABAS
uIill consonante pueden pertenecer a una misma sílaba, Con
¡gual efecto que las consonantes. cuent,an ll'ls semiconsonantes
[j-w) (hierro, huésped) y las semivocales U-IJ-J (aire, aura); ley!
eterna: ley;:::::: 1ft: ley etema = lé-ye-t~m.a. Un caso esp~eia1 es
NOJAS PRELIMINARES
la b, que en espanol moderno sólo tiene valor ortográfico, y no
La palabra sílaba es término a la vez de la fonética y de la se pronuncia (ahogar es como aogur J.
rara medir [as sílauas, pues, hay que tener en cuenta las
métrica; gin embargo, no siempre signifila lo mismo en uno y
condiciones posibles en el encuentro de dos vocales. En cuanto
otro sentido. Conviene, pues, distinguir las sílabas fonéticas, com­
al español antigllo, es necesario considerar los casus en que se
ponentes de una palabra aislada, y las síl8bas rítmicas, que 10
son del verso. El verso como entid.ad o cuerpo rítmico no con­ encuentra la h: si es Urla 11 de carácter etimológico o sólo grá.
fico. de influencia erudita, no cuenta (hl'lbitar, humano); si es
siste en palabras sueltas. sino en las unidades rítmicas que estas
una h que puede ser indicio de la pronunciación de una con·
forman. La métrica no tiene en Cuenta las sílabas que constituyen
sonante aspirada (procedente de. f J. desaparecida en condicione"
una palabra, sino que mide las ritmicas. Véase la diferencia:
modernas, entonces sí cuenta como tal consonante.. En cuanto
1, Jamá\ el peso rle la nube flarda al español antiguo, h- procedente de f- tiene un proceso com·
2, cllando"amanece~en ¡a"elevada cumbre. plejo que difiere según lus tiempos y lugares. En castellano f­
tiende desde antiguo a pronunciarse como una aspirada; la
Ambos versos son endecasílabos. En el primero cada sílaba
aspiración se encu':"ntra tot1:J:da en el siglo xv, .Y en el XVI está
de las que se compone cada llna de las pulabms, es también
desapareciendo. Garcilaso ~' Fny Luis consideran h- como una
al mismo tiempo una sílaba rítmica. En el segundo, contando
consonante, pero algunas veces Boscán la da como inexistcnk.
palabra tras palabra, se hallan catorce sílabas, y sólo once
A fines del siglo XVI está en trance de desaparecer la aspiración.
sílabas rítmicas, porque la sinalefa, que aparece tres veces. en­
Ramón Menéndez Pida] alega el e3emplo de Ercilla (1578) y
laza cada vez dos vocales formando una sílaba rítmica en el
escribe: «Quevedo y Calderón apenas tienen en cuenta la h·~ l~
verso. En opo:;iciúIL a la sílaba tonética, la sílaba rítmica no
está sujeta al límite de la entidad morfológica de la palabra
En una parte del verso, como eH: .. sometió_a~Europa". ióaeu 1 Ramón M¡onéndez Pidal, M~71ual .1e gramática hj~tóri<:a C5pmlola,

forman una sola sílaba rítmica, aunc;.ue las vocales pertenezcan 6,' ed., Madrid, 1941, § 38, Z. T. Navarro. GarcilG:io, CC, 3, Madrid, 1924, pá­
(finA 10, nola 157.
a tres palabras diferentes. Por acuel'dos que se adoptan en la

40 Manual de vArsi/icación española Medición de las sílabas 41


Por tanto, la medición de h.- en los autores de estas épocas varía o articulatoria con respecto a las olrdS: buey (bw~il. limpiáis
segun los casos; el modo de tratar h- aspirada sirve de ayuda (ljm_pjá!sJ l.
para doccnnentar :a cronología y en problemas r1e <1tribución l. Las vocales iguales, Lu~lesquiera que sean, no .se juntan en
Hay dificullade5 en medir las sílabas cuando dos o más VQ.. prommeiación cuidada, dando plenitud articulatoria a las dos:
cales quedan juntas: a) dentro de la misma palabra; b) si están alcohol lal.ko-~I], piísimo [pi-í-si·mo].
unas al fin de palabra junto a orras, que son el comienzo de la
palabra sigutente. DislinY.lliendo ambos casos por requeriJ: di.~ CASOS ESPECIALES. - Las normas cxpuestas para la medición se
tintos criterios en la medición, los examinaremos aquí. encuentran a veces alteradas; y así en ocasiones el diptongo se
deshace si ambos sonidos vocálicos se separan en la pronun­
ciación y la i o u adquieren una plenitud articulatoria que da
a \UlO y a otro de los sonidos entidad de yocal entera. Esto no
MUDICIÓN DE LAS SiLAB..\S DENTRO DE LA pALABRA ocurre siempre, pues depende de factores personales y de a:.u-­
daciones con otras palabras, no siempre operantes. Si, crí-o es
lB primera pers¡ma de la serie crí-o - crí-as - ¡;rí-¡j, puede ocu­
VOCALES J:-.lMEDI.<\TAS. ­ Las vocales se ordenan en dos series:
rrir que al pasar al plural se mantenga la separación cri-a-mos,
Serie palatal Vocal media Serie ~elar cri-áis. Si na-vÍ-o tiene trcs sílabas, pueLie ocurrir que naviero
¡ , se pronuncie na-vI-e·ro o nOl-vie-ro, como es lo frecuente. Algunos
a o " prefijo'> con una significadón clara pueden mantener su entidad
y la i y la H ucupan los lugares extremos de cada una de ellas. sin mezclarse con la palabra: re-in-ci-dir. pero también es posi­
Las vocales que se hallan juntas dentro de una palabra man­ ble y muy In:cuente la pronunciación rein-ci-dir.
ticn~n cada una su valor silábico en el caso de que sean a, e, o;
pero si una de ellas es i o a, entonces las dos o Ires vocales
cuentan como una sílaba, y la combinación se llama dipton­ LAS LLAMAIlAS unmcus MtTRrCA5
go o triptongo. El diptongo se fonna cuando una de las \lO­
cales i, u se reúne con cualquiera de las otras que tenga plenitud A) sINÉRESIS_ - En cada u_~o del habla puede habcr factore!>
acentual o articulatoria con respecto a la i o la u. En el sistelUa de diverso orden que maticen y alteren la articulación de las
fonético de T, Navarro se llaman semiconsonantes [j, w] si vocales reunidas, A lo~ efectos de la medición de las sílabas
las vocales i. o u ocupan el primer lugar del grupo; vien-to en el verso, la s;nercsis y la diéresis se llarr,an licencias métri­
[bjéI;HO], sa-bio [sá-1'ijo], es-ene-la [es-kwé-la], a-hue-car [a-we­ GIS. si ~ien tamb~c:n se encuentran en d~lerruinadas situaciones
kárJ; y semivocales, si la i o u ocupau el segundo lugar: ai-re de la pronunciación. La sinéresis es la unión de dos vocales
[á!-re~, pai-sa-jt [pai-s,$.-xe), El tri;:>tongo se fonna cuando estas que por su natc:ra!cza no forman diptongo: le-alotad sería la
vocales extremas i, u están l:1L principio y tin de un grvpo de pronunciacltm cddada de cada vocal; leal-tad es con sinéresis,
tres vocales. y la de en medio es a o e, con plenitud acentual que ocurre en ,,-~uallto la pronunciación se hace viva y se relaja

1 Ccmp'. J. H, Arjona, Did Lope de i/egll wTire .El /IlCIl,,'() fingirlo",', J Los lriptongo. idi, it!i )" udi se encuentran en espanol moderno y
.$tUl.lit's in Philülogy~, LI. 1954, pág.~. 42 Y sigs. Vialter Poesse, The in· existen s6].:. en el c~qnema de la conjugación. El español antiguo tuvo en
terna/ fine struCIl.lTe of thir(,' autograph pla)'s 01 Lape de Vega, Indiana estos ca~os lIT diptJIl¡':O, ~~gt1Ído <.le una "jlaba que ~lJ1nenzaba por con­
Univ. Ptlbl (Hum. series XVl1I), D1uunJillgtoD. 1949. ~onaDte (p. e., limp'ades) Sálo u¿i es también español a.. tiguo (buey).
42 J,fedicídn de las silabas 43
Manual de verSificación españolq
la condición articulatoria de las vQC.ales. Por tanto, cuanto más
-

del estilo culto. y, por sítuar la palabra fuera de su pronuneia­


ción usual, queda así señalada en la conciencia del lector u
cerca de la pronunciación común se halle una poesía, más podrá
ocurrir esto. oyente coa la plenü".ld de su significación. También favorece las
En la poesía culta, desde el Renacimiento, aparecen general. tendencia... humaníslica... de carácter erudito por las implicacio­
mente lo~ siguientes criterios: nes que tiene con la fonética clásica; y resulta adecuada para
1) La sinéresis se da casi como caso normal en las pala. la onomatopeya.
bras esdrújulas en las que la combinación de vocales sigue al De estas observaciones se infiere que su campo de empleo e~
acento principal de la palabra: más restringido que el de la sinéresis. En algunos textos de
impresión moderna la diéresis se reconoce fácilmente, porque
Dá-nao, hé-roe, pur-pú-reo está señalada por un signo diacrítico llamado crema (.) que
lleva la vocal que pasa a ser considerada como silaba. El empleo
2) Es menos frecuente si una de las tres vocales a, e, o de la diéresis depende del caracter de los diptongos, según se
tiene un acento tónico pleno: cre-é-mos, ca-n6-as. La palabra considere el grado de la unión entre las vocales. Así resulta:
ahora suele pronunciarse [<;tó-ra], si bien también es posible 1) No se suele usar en diptongos considerados insepara­
hacerlo [a-6-ra]. Menos frecuente es la sinéresis cuando la vo­ ble~, como ·ié- Y -ué- que proceden etimológicamente de -l!- "J
cal e precede a la tónica: leal, león, real; en palabras de mucho ~_ (f? Y r abiertas del latín vulgar): tie-era, puen-te; tampoco

u:.u esta e pasa a i [fjál). en desinencias verbales -ieron, -ieodo, etc. Si el diptongo está
3) Cuando en el grupo de vocales la segunda sca la i o la' en sílaba postónica, la diéresis es más usada; cambio (caro-bio y
u tónicas, la sinéresis poética se considera:> como forzada: cah1-bi-o); iujuria (in-ju-ria e in-ju-ri·a); estatua ~es-ta-tua y es-t¡¡.­
raíz, saúco. Es rarísimo el encuentro ~ij· o -uú-, y no parece so. tu-a). Pero si e$ palabra que deriva o está en relación con otra
portar la sinéresis 4. en que el diptongo suele considerarse inseparable, enlonces
es más violento: quieto (quie-to) en relación con quietud (quie­
B) DItRE5IS. - l a diéresb, por el contrario, consiste en la tud, qui-e-tud).
separación de las vocales de un diplOngO. y así cada vocal 2) Los diptongos que se deshacen fácilmente por díéresis
cuenta con valor silábico; glo-ri-o·so en vez de glo-rio-so. La son: ui (ruina, ruido), ·áis, -éis en las desineneias verbales de
diéresis puede tener varias funciones. Considerándula en cuanto la segunda persona del plural, que en español antiguo constaban
a la técnica del verso, es un recurso para conseguir el número de dos sílabas (-acles, ·edes J.
de sílabas en una medición que resulte defectuosa según los 3) En bs demás diptongos la diéresis es posible, si bien
principios generales. ocurre, corno se ha dicho, raras veees. La eompenetracion del
Por otra parte, como la diétesis está en oposición con la poeta con el genio de la lengua y también oca~iona]mente ciertas
tendencia común de la lengua hablada, puede ser un recurso intenciones estilisticas, determinan el empleo de la diáesis.
de clara intención artística; por su condición artificial es propia
C) 01R.~S U("E~C1As.-J\mtoa la sinéresis y a la diéresis hay
~ Sr¡brc la historia y modalidades de la sineresis, comp. J. BaJaguer, que añadir otras peculiaridades en la medición de las silabas
En lorno II Ill't pretend:do vicio prosódico de los Doeta.• hi.~T'(U1()a",,<,Tica­ en el interior de la palabra.
nos, BIeC. IV, 1948, págs. 321-34t; impreso también en sus ADuntes para 1} Reduccíón del número de sílabas de una palabra por
u/'Ia historia rrosddlca de la mitrica ccutellana, ob. cit., págs. 243-266
supresión de una vocal o una silaba:
(con bibliografía).

44 Manual de versificación espaPlOla Medición de las sllabas 4S


a) al principio de palabra (aféresis): hora en lugar de por razÓn del ritmo o de la rima, el acento de una palabra
allora. puede cambiar de sitio:
b) en el interior de la palabra (sincopa): redor en lu­ a} pasando a la sílaba anterior (sístole): ímpio en lugar
gar de rededor y alrededor.
de impío.
e) al final de la palabra (apócope): hi en lugar de hijo, b) pasando a la sílaba siguiente (diástole): oceáno en
sauz en lugar de sauce.
lugar de océano.
2) Aumento del número de silabas de una palabra por adi~ La cuestión del lugar del acento es difícil de precisar en
ción de una vocal: los casOS alternantes. Unas veces hubo una pronunciación an­
a) al principio de la palabra (prÓtesis): arremeda en lu. tigua (Ddrio, en la Edad Mcdia y siglo XVI) que fue sustituida
gar de remeda. por otra (Daría, posteriormente). La Academia qui.so poner
Delante de s la prótesis resulta usual en poetas orden en esto, y admite a veces dobles pronunciacíone.s (me­
antiguos y modernos, que la cuentan como sílaba dula, médula, pabilo, pábilo, etc.), y se rechazan otras (ópimo
aunque no aparezca gráficamente: por opimo J. La mención de licencia para estos cascs se ha de
establecer teniendo en cuenta las circunstancias históricas del
e~t anirnus sapicntissimus
uso y las normas que puedan haber sido eomunes, y cuando
5plcndor siccus; de forma
exista, el criterio académico,
que la falta de mi cuerpo
4) La tmesis o hipermctría consiste en la separación de
:lo mi espíritu le sobra.
una palabra generalmente compuesta en posición final de verso,
(Tirso de Malina) de modo que la segunda parte pase al principio del verso si~
Sólo por la prótesis de esplendor, el segundo ver. guiente. Esta licencia. en general poco usada, se emplea más
so se convierte en octosílabo correcto. Entre los do­ que nada como recurso artístico, para evitar una rima trivial,
dec3.sílabos (6 + 6) de Era un aire suave de Rubén formada con los adverbios en -m.ente:
Daría aparece el verso "con los stac~ati de una bai­ y mientrJs miserabk·
larina». El primer hemistiquio de este verso sólo es mente se esUin los otros abrasando.
correcto por la i protética (is(acco.(i)~. (Luis. de León)
b) en el interior de la palabra (epéntesis): corlJnista en
o, a veces, para lograr un efecto córnico 8.
lugar de cronista.
el af final de la palabra (paragoge); virtuJe en lugar de tuación se encuenlra en Rutino José Cuervo, Apllnll1¡:ione5 c:riric:as so/¡re
virtud 6, el lenguaje bogotallO. 9.' ed., Bogotá, 1955, «Voces de y:;rb a(;entLlac:ióll".
páginas 151·173, con numerosos ejemplos procedentes de versos. Comp.
Felipe Rohlc:s Dég:lrlo. Ortología ciásica de la lengua casldll1nl1, Madrid,
3) Dos licen~ias se refieren a la acentuaciÓn 7. 1905, §§ 320 Y sigs. Sobre los tiempos modernos, Silvanus Griswold Morky.
Ac:cenl1.ation 01 f'illt participles in -uido, Hisp., IV, págs. 181.191.
I V¿:lse A. Coester, The inllU<!lIce of prontlr:tialion in Rubén Dario's ~ Comp. S. G. Morie...., Oua wz el oc/osi/abo casteJl~no, RfE, XIll.
verse, Hisp., XV. 1932, pág. 258. 1926, págs. 2B7·¡~S. r. Navarro, [-a división de 'esca/parmc·. ídem. pág).
6 Comp. Vladimir Homa, Old Spc.nish paragogic ,c, Hisp., XLV, 1962, nas 287290. A. QllHis, Los ellcaba!gamientos léxicos e" ·mente de Fray
páginas 242-246. Luis de UÓ" y Sil.> comc:ntarislas, HR, XXXI, 1963, págs. 21·39, en Que
7 Una H,;ta comentada de estas voc~s que han tenido una doble accn­ trata la historia y fuerza de este fenómeno.
....

:r
46 Manual de versificaci6n española 47
Medición de las silabas
~

-La sinalefa ráme en una sílaba ritmica dos o más vocales


MEDICIÓN DE LAS SiLAB.'S EN GRUPOS DE PAUt..BJU.S ,
pertenecientes <t. palabras distintas: venerable_asilo.
El hiato (o di::.Jefa) es el caso contrario de la sinalefa. Se
NOTAS PRELIMINARES. - El verso contiene una :;ucesión mas da donde, debiendo yerificarse la sinalefa, esta no se realiza
o menos amplia de varias palabras. En esto participa de las o se la evita por algún motivo. El hiato hace que dos o más
condiciones generales de la pronunciación, en la que las pala. vocales contiguas, pertenecientes a diferentes palabras, no se
bras se reÚDen en deteniliuauas unidades o grupos fónicos. Por fusionen, sino que mante]1~an su valor silábico propio: lafhora,
tanto, en el l,'erso las condiciones en que se verifica el encuentro su/amo. Para mayor claridad, en lo que si¡;J;l.lc se tratará por
de las palabras, intervienen en la medición de las s:Iabas; los separado de la sl]1alefa y del hiato, y se expondrán solamente
sonidos frnaks dt: una palabra se relacionan con los iniciales de las ]1urrnas que, desde la segunda mitad del siglo xv, pueden
la inmediata. Así puede ocurrir que: coJ1sidera rse como más ampliamente reconocidas m.
1) Las vocales contenidas en las sl1abas del comienzo y nn U. SINo\LEFA. - En lo que respecta a la pronunciación de la
de palabra no se reúnen porque de una manera ti otra existe
consonante por medio: sinalefa, hay que obsenar que, por 10 general, se tiende hoy
a articular plenamente cada una de las vocales. Esto ocurrió
Hora~ alegres que pasáis volando. también con gran probabilidad en la poesía anti~a. La fusión
(Gutierre de (etina) de las vocales no debe confundirse, por otra parte, con la elí­
sión. Se exceptúa el ca~o en que se encuentren dos o más vocales
2) El sonido final de una palabra forma con el inidal de la iguales: va a América. En estos casos las vocales idéntica ..
otra un grupo de vocales: parecen pronunciarse como un sonido alargado.
Con relación a h véase arriba, pág~. 39-40. Los caries de
De:;¡de~d V1:ulto~)' venen.ble~asilo,
sentido, signos de puntuación (inclusive el punto) y la cesura
(Jovellanos)
métrica (no en el caso de la que llamamos cesura intensa) nO
impiden la sinalefa:
En el (;3S0 primero no se necesita explicación. En lo' que res.
pecla al segundo conviene notar lo siguiente:
Para medir las sílabas en los grupos de vocales que pertene­
Cen a palabras distintas hay que valerse de la sinalefa y el hiato y hiato frente a :Iquellos Que no muestran el encuentro de voc~Jes en ~l
(o dialcfa)~. orden de las palabr:l$ El estndio de la Epislnla de Fabio a Anfriso (Des­
cripci6n del paular) de Jovelbno<; mu~stra el siguiente cuadro: d~ los
2t~ ver~o~, ~ólo 69 no ofrecen cl encuentro de vocnles en In sucesión de
~ Sinalefa y hiato son poco frecuentes en b poesla c1asica latina, y palabra~: 146 verS(\$ pre¡entnn en repetidas ocasionrs las condicionrs de
-esto justifica que ambos fenómenos se considerell como licencias. La abun_ sina]ef:l Y hiato. Sólo en el siglo XV algunos poetas de Cancionero, acaso
dancia del latin en consonantt:s finales facilita limitar sin dificultaues a por infl:ljo fran:és, má~ o mrnCS consecuentemente, perO en todo caso
1Jn3 proporción mínim:l el encuentro de vu~ales finales e iniciales. El con intención. evibron el !"llcuenlro de \'ocales finales e inidales dentro
material léxico dd español es distinto en la fonéúca; el encuentro de YO­ del ver~n, si el hi3to no se .iu~ljficó oor razones eslillsticas o la "inaJefa
cales finales e iniciales resulta enlonces dentro del "erso UJ1 fenómeno 1\0 se acmítió a modo de licencia auténtica, como ~n L6pe'l de Ayala. para
habitual cuya regulación medi~,nte la sinalefa y el hiato no p"ede eomi_ más detolles, comp. D. C. C]3r1<~, ForftmD. rlal hio,o " rI~ la sinalrlo el1
derarse como licencia propiamente dicha. Eu efecto, en la poeS.;a esp:lñola la poesíll l/rica ca.~tP1lmla del siefo quince, BHi, LVn, 1955, págs, 129-132.
prevalecen can mucho los versos que ofrecen las condiciones de sinalefa lO Sobre la Edad Media, véase más adehmte el reSUmen histórico.

4B Manual de t'ersificación española Medición de las sílabas 49


trajo el torcido nervjo._ y cuando tu~o
Si se reúnen vocales tónicas con vocales átonas, el empleo de
(J. Gomez Hermo~ma)
la sinalefa se regula así:
1) Es obligatoria· cuando la vocal tónica precede a la átona:
En cuanto a la poesía dramática, ocurre que a veces la sinalefa
se prcscnta aun cuando ¡as palabras en cuestión se repartan El divino poder c,lló~el cimienlu.
entre diferentes personajes:
(Luís de León)
-Dame una scña,~-Esta mano.
-¡Ay, Aurora herm()sa!~-Adiós. 1) Es habitual cuando la \'ocal átona precede a la tónica:
(Tirso de Molina)
Subido~he por tu per.a.
Por razones de eufonía, se evita en la pocsía la fusión de más (Luis de León)
de tres vocales, y también la acumulaci6n ue sinalefas en un
verso JJ. La relación sintactica impide a veces esta sinalefa. Sín em­
El empleo de sinalefa o hiato se determina: bargo, se prefiere establecer hiato cuando en esta vocal tónica
a) 'por el modo de encontrarse las vocales. recae un acentO de intensidad obligatorio, en especial al fmal de
b) por la situación de Jos acentos. verso:
Un papel discreto / es.
e) por razones sintácticas.
(Calderón)
He aquí los casos:
a)Entre dos vocales iguales ocurre siempre la sinalefa: 3) Se da en general la sinalefa cuando se encuentran dos
la~amada patria, gallardo hombre. Los accnlos sólo se tienen vocales que tienen ambas condicíón de tónicas (v¿ase más ade·
en cuenta si la segunda de las dos vocales iguales lleva un acento lante: híato, n.~ 4).
principal; en tal caso se prefiere el hiato:
EL HIATO. - Las reglas para el empleo del hiato completan
En brazos lie mi esposa y de ml / hija. las de la sinalefa.
(J. J. de Mora) n La i y la 11, las conjunciones )-' y o (con las formas equi­
b) La sinalefa es obligatoria cu,mdo se encuentran dos \'()­ valentes e y u) que queuan situadas entre vocales, para el dec­
cales átonas: to de la medición de las sílabas se han de considerar como
Dichoso~e¡ humilt.lc~estado.
sonidos consonantes, y establecer con las vocales extremas los
(Luis de León)
enlaces sibbicos correspondientes 3. 13 condición de semiconso­
nante o semivocal y aun de consonante plena que toman en
Las conjunciones y y o (y sus formas equivalentes e y ti) no esta posición; la letra h no impide esta conexión:
están consiueradas cn este sentido como \'ocales, y requiercn
el hiato (véase más adelante). 1. Estaban ll~ll- y~Jt'ntas los amores [mu y~J

(Garcilaso)
II d.z sinalefa no es lID .. licencia, es tina necesidad [k] idioma, pero
muchas sinalefas en un mismo verso lo loman duro y pesado.» R. J:ümes 2. El pobre - huerfanilo sllspiraba [-bre wér-]
Freyre, Leyes de venijicación castellana, Buenos Aire~, 1912, pago 1Q3, (Luis de León)
11"""'

50 Manual de versificación españo/tI. Medición de las ~ilabas 51


J. Y su principio propio-y ascondióo [-pjo yas- J - b)Cuando vocales idénticas se encuentran en las condl·
(Lllis de León) dones mencíonadas:
de~él, e5Ia~a1ma, gallardo_nombre, su_uña.
4-. Fueron un tiempo Francía e-hIglatcrra [·Oja c~In-]

(Lope de Vega)
En castellano antiguo esta sinalefa se refleja en la grafía:
de + él = dél; de + ellos::::: deBas IJ. Cuando las vocales idénticas
2) Ocurrt" el hi;;¡to cuando el acento de int<:lIlSidad obligato­
se eneuentran delante o en el últim.o lugar tónieo del verso con
rio de fin de verso va precedido por una vocal, incluso si es la
intensidad obligatoria, el hiato se mantiene.
misma:
4) El empleo de hiato y sinalefa es vacilante, cuando son
L Y tan verdes como / él. tónicas las vocales que se encuentran. En estos casos el hiato
fTino de Molina) suele usarse como norma, si bien sólo se da por regla general
cuando el acenlo de la segunda vocal queda más mamfiesto por
2. En brazos di: mi espo~a y de mi I hjja, el acento rítmico de verso, Por lo demás, la sinalefa es muy
(J. J. de Moro) frec~ente:
Qué~á$pera condición de fiero pecno.
No obstante, algunas \'eces no ocurre así, sobre todo si la (Herrera)
vocal anterior es -e:

que a Júpiter miniqra el g:lrlon de~Ida.

(Góngora) PARTICULARIDADES EN LA MEOIDl DE


LAS SíLABAS DE VERSOS SEGUIDOS
3) En d ·curso del sintagma, en el caso de palabras que
están en estrecha relación morfológica. si la siguiente empieza SINAFfA y COMPENSACIÓN. - En la medición de sílabas que per­
por vocal tónica y la anterior es palabra de condición átona o tenecen a versos distintos pueden darse en raros casos dos
secundaria, se ~iende al hiato; esto ocurre con art. + susto (la I hechos extraorrlin<lrios: b sinafia y la cornpensa;:iófl.
hora, la / urna): prep. + palabra seguida (contra I ellos, re­ La sinafia cs la sinalefa que se establece entre un fin de
sueltos a ,1 ir); los adjetivos, incluso loo:; posesi\'oo:; átonos + sus­ verso ce condición llana y el comienzo de otro, en el que hay
tantivos: amado / hijo; su / amo: una sílaba vocáliC2 que está de más en esTe segundo verso.
Sírvanos de ejemplo un VL:rso de pie quebrado (octosílabo +
Es su / amo un caballero. tetrasílabo):
(Calderón) luego la tengo cobrada
y socorrida.
Sin embargo, esta tendencia tiene numerosas excepciones. En (l. Manrique)
especial, se facilita en estos casos la sinalefa:
Q) Cuando la vocal que precede a la tónica es una -e:
II H:sta qu~ punto la ~inalefa 5e manifiesta grJ.ficJment~ lo mues Ira
este_hombre, grande~urna; incluso se da al final de verso (véase la reunión d2 tajes c.':,sos (d{jr'lOrt'.I. mechar = dI! .. ,.wre-" f¡¡Ó: ,:char. <:IC.)
antes n.O 2). en el Ca'1-C, de PalIJcio, pág. 102.
!'"

52 Manual de ver5i¡icación española Medición de las sílabas 53


~

La compensación crea, de modo semejante a la sinafia, un. - ; sólo en casOS singulares. Algunos poetas, como Rubén
enlace silábico equilibrador entre dos versos. L.:t diferencia ~ario, emplean sólo la sinaría; otros, como Valle Inclán, ambas u,
consiste en que en este caso el equilibrio no se logra mediante No sin motivo se ha puesto en duda ID existencia de la sina­
la sinalefa, sino añadiendo al primer verso, terminado en agu. fía y la compensación 14, cUDnto más que no influyen en el
da, una sílaba completa (con consonante inidal), que está de ritmO ll. Son un aprovechamiento artístico y artificioso de la
más al comienzo del verso siguiente; el verso agudo, como se oscilaeión silábica de la poesía popular, de que se valieron poetas
sabe, se cuenta siempre añadiéndole una sílaba. cultOS de la corte de Juan II que, siguiendo modelos extran~
Ejemplos: jeras, intentaban un isosilabismo riguroso. En parte, además
Cual nunca tuvo amador de esta !'azón de orden general, esto es posible porque los versos
ni menos la ,",o!untad .... muy cortos no han logrado sll autonomía como tales, y se los
de I tal manera. trata como versos largos, aparentemeute fmccionados l~. Mien­
(1. Manrique) tras en los primeros ejemplos, el empleo de la sinafi~ y la com­
pensación puede considerarse casual, los poetas eruditos del
De quien siempre la bondad~ siglo xv usan los versos quebrados con sobra de sílabas sólo
quie I re s~guir. en el casO de que su medida pueda corregirse por una u otra
(P. de Veragüe) licencia. El trato de la compensación en Nebrija 11 y la per'fecta
comprensión teórica de ambas licencias en Juan Díaz Rengifo 13
por quererme cautivar ~ demuestran que los dos hechos fueron entendidos y empleados
de ~u I na dODcella. en forma intencionada.
(J. de linares)

La sinafía y la compensación, cuyas historias son paralelas, Ll Respecto a detalles y citas hay que eonsultar los estudios funda.
Illentales de Aureljo Macedonio Espinosa: La sino.lefa entre 'VffSOS en la
se encuentran casi exclusivamente en versos cortos de tres, venificación española, RR, XVI, 1925, págs-, 1Q3-121; La comperuación
cuatro y cinco sHabas, o en poesías compuestas de versos coro el'llre versos en la versitic[l.C:ión española, ídem, 3Cki-329; La sinalefa y la
tos y largos, especialmente en la combinación de octosflabos compensación en la versifi,-acidn española, RR, XIX, 1928, págs. 289-301, y
y tetrasílabos (verso de pie quebrado), Los primeros testi· RR, XX, 1919, págs. 44-53. Sobre la sinafía en el francés antiguo, comp.
Suchier, VersJehre, pág. 101. Demuestra su dependencia de la rnusica
monios de la sinafía aparecen en el Arcipreste de Hita; los
fr. Gennrich, Musikwissenschaft und rOrT/anische Philologie, Halle, 1918,
de compensación, en Pedro de Veragüe. Ambos fenómenos pá¡lnas 47-50.
alcanzan su mayor difusión en el siglo xv, sobre todo en las 14 1, Cano, La impor/aneia relativa del acenlo y de la sílaba eFl. la

coplas de pie quebrado, con cuya historia están unidos hasta versificación española, ob cit., pág" 22.3-233, Y sobre todo, Juljo Saavcdra
ho~;. El Marqués de Santillana, J. Manrique, F, pérez de Guz·
Molina, El octosílabo castellano, AUCh, CH, 1944, págs. 65-229; en especial,
páginas 154 y sigs.
móÍn, Juan del Encina y otros ofrecen numerosos ejemplos. 15 Comp. María Josefa Canellada de Zamora,.Notas de métrica: Sina~
Mientras en los siglos XVI Y XVII no escasean (Castillejo, Fran· leja y compemac-ión entre versos, «Filología", 1, Buenos Aires, '1949, pá­
cisco de Figueroa, Quevedo Góngora y otros), en el siglo XVIll ¡inas 18J.186. T. Navarro, Métrica, págs. 114-tl6.
J& Véase más adelante el tetrasilabo.
sólo se dan excepcionalmente. Debido a los esfuerzos de los
románticos por renni.mar la copla de pie quebrado, han vuelto
17 Grolmálica caslellanrI, n:'Cap. VII, edición de Paseual Galindo Rcr
I¡OO y Luis Ortiz Muñoz, Madr,id, 1946, en especial pág. 50".
a usarse durante algún tiempo; y desde el Modernismo apare- la Arte poética española, Salamanca, 1592, cap. XVI.
,...'

S4 Manual (le versificación españolo.


Medición de las silabas 55
- de Alexandre el isosilabismo se logra parcialmente; casi la
bro ta parte de Jos alejandrinos tienen hemistiquios de ocho
H IS10RIA DE LA MEDICIÓN DE SlLABAS
c~as en vez de siete, como era de esperar. A ello hay que
sl_~ir otras irregularidades. debidas al insuficiente dominio de
rSOSlLABISMO ES LA ED.W A:lEDL~. - El ejemplo más antiguo de an 21
una poesía que aspira consciente y expresamente al isosilabismo la técnica del metro .
Finalmente por esta razón nO se sigue atribuyendo el Libro
se r~monta hacia el año 1240. E:.te testimonio, fundamental para
de Al¿.wndre a Gonzalo de Berceo, como hacía en su tiempo
la historia de ]a métrica española, se encuentra al principio del
Libro de Alexandre, y dice así: Baist.
En Berceo (primera mitad del siglo XIII) la poesía isosilábica
Me~lcr trago fermoso, non es de ioglalia,
de la Edad Media española alcanza su primera culminación.
mf~lcres sen peceado, ca es de c!erezía, Con todo, el isosilabismo de Berceo causa la impresión de ser
fabLu curso rimado per 13 quaderna uia muy rebuscado v artiftcial, porque sólo lo c:onsigue con un
a sillauas cunladas, ca es gran[ rnacstria. em~leo excesivo de licencias en la separación de silabas. Hoy se
sigue afirmando la procedencia francesa de la cuaderna \¡ía, una
(Copla 2, BAE, LVII, 147)
estrofa formada por cuatro versos monorrimos de catorce si­
labas. empleada en el Libro de Alexa11dre y en las obra.!> de Ber­
Estos versos no sólo presentan el primer casn de isosilabis­
ceo. Con esta opinión se corresponde el testimonio explícito
JPo en la literatura espai'iola, sino que permiten deducir al
de Argote de Molina, del año 1575: "Creo lo tomaron nuestros
mismo tiempo la existencia de una poesía popular (rncster de
poefas de la poesía francesa ... » 21. De esta manera, el influjo
juglaria), de carácter anjsosilábico. G. Baist 1', interpretando este
francés que se manifiesta tanto en la elección de la forma de
pasaje, ha indICado que a ningún poeta fr,mcés de entonces se
estrofa como en el \"l!rso, contribuyó al esfnerzo del mes ter
le hubiera ocurrido \'anagloriarse de escribir \ersos isosilábicos
de clerecía por lograr versos con una medida silábica correcta.
como si esto fuese una "gran maestría» Zl>, pues en Francia en
La continuaciL1n de la tradición isosilábica, iniciada por el
contraste con España no existía má~ principio que el iso:.ihi.·
Libro de Alexandre y por Berceo, esta vinculada hasta el fin del
bico. Por consiguiente, esta estrofa es muy importante, tanta
siglo XIV con la cuaderna \:ía, y por consiguiente eon el mester
para la poesía anisosilábica como para la isosilábica. Si Jas \'3'
de clerecía. De sus obras y autores mencionaremos el Libro de
cilaciones silibicas de la poesía medieval en Espana fue~en
Apolonio. de principios del siglo XIII, que de cada cinco versos
debidas, como han supuesto alglJIlos im'estigadores, a impericia
tiene uno irregular. En el Poerna de Fe11látl González (hacia 12.50)
dc unos poetas que no lograban alcanzar el isosilablsmo, no se
la irregularidad es todavía mayor, pues en él se i.ntroduce en
comprendería esta ponderación de un arte o mcster nuen),
mayor escala el verso épico de dieeiséi~ sílabas. En los Disticha
que se apartaba de la trad ición anisosilábica. En el mismo H
Catonis (~iglo XIV?) Jos hcmi~tiquios oscilan entre cinco y diez
sílabas. También el Poema de YÚl;uf, perteneciente a la litera­
19 GG I1, 2. pág. 30ü. tura aljamiada, y otms obras menos importantes, como la Vida
20 Antonio R~sl(lri. O~ser"aúon¡ sul metro, sulle assorr..arli::e e sul resto
del Poema del Cid, en di PrOpU¡!"nOlton',. XX, 1, 1887, pág. 118, remite por
lo menos a lilla cita de conciencia imli\·idl.1;,! al principio del Poéme dt 21 Comp. H. LTrcña. rcnilica,;,jrl, pág. '19. Y la bibliografía que ofrece;
la Croi,yade, "Romanla», V. pags. ¡¡·9, de rm<nera qm: tales teslimonios H. Vreña, Estudios, pags. 26 ~. sigs.
han de l!leerpl't'!:ll"se con cierta rCS~niOl. 21 Discurso hccha por Gonzalo Argol~ d~ Molin.a, en Ant., IV, pág. 69,
.J'"

56 Manual de versificación española Medición de las sílabas 57


de San ltdefonso, y finalmente el Libro de miseria de omne
(finales del siglo XIV), logran el isosilabi~mo sólo parcialmente.
M. Pidal ha dicho que el Libro de buen amor de Juan Ruiz,
:áS
-rso s cortos, desde comienzos del s1glo xv, pierden cada vez
su irregularidad primitiva. Solamente los romances con­
servan todavía un cierto carácter irregular hasta entrado el
Arcipreste de Hita (aproximadamente hada 1283-1350), está siglo XVI, Después del mencionado Libro de Alexandre, el Mar·
.. exento de toda preocupación erudita de las sílabas etmtadasl> 23. qué s de Santillana, uno de los poetas seguidores de Dante, vuelve
Más que por una defectuosa transmisión manuscrita, el sistema a formular uu programa con la teoría del isosíiabismo, esta vez
variable del Arcipreste en la medida silábica de sus ...'asos se bajo el influjo italiano 25, Puso esta teoría en práctica en sus
c..xplica mejor si entendemos que en su obra se mezclan el cri. cuarenta y dos sonetos fechos al itálico modo, pertecta realiza­
terio juglaresco y el clerical. Donde mejor logrado está el ¡so­ ción del isosilabismo en la España de la Edad Media. La afor·
silabismo de la cuaderna vía es, junto con Berceo, en el Rimado tunada implantación de versos y estrofas italianas que en el
de Palacio, de Pero López de Ayala (1332-1407). A pesar de que a :siglo XVI realizaron Boseán y Garcilaso, supuso la \'ictoria defi­
partir de la copla 296 prevalece el verso de dieciséis sílabas, nitiva del isosilabismo en la poesía culta española, sín que
podemos suponer, con H. Ureña u, que originariamente toda su esto significase la desaparición de la poesía amétríca:lb,
obra fue escrita en alejandrinos correctos, puesto que sólo a
partir de esta copla la transmisión del texto manuserito es
defectuosa. SOBRE LA. MUTU¡\ REL¡\CIÓN:
También los versos no pertenecientes al mes ter de clerecía ENTRE SINALEFA Y HIATO
tienen una evolución semejante, si bien menos rigurosa y más
natural, hacia el isosilabismo. En la poesía del siglo xv esta ten~ En tanto que en España la poesía, sobre todo la medieval,
dencia. conduce a un predominio de los versos correctos en el DO alcanza un criterío firme en la medición silábíca, no hay
número, Frente a los anisosilábkos, reglas para el empleo de la sinalefa y el hiato n.
El verso de arte mayor se generaliza en Castilla a fines del Es natural, pues, que los investigadores (en especial, Fede-­
siglo XIV, y sigue estando de moda durante el sigio xv, y aún .rico Hanssen) se hayan dedicado en primer lugar al estudío de
penetra hasta mediados del siglo XVL Tras de varias fluctuacio­ la sinalefa y el hiato en la. obra de Gonzalo de Berceo, el más
nes, hacia la mitad del siglo xv se convirtió por ObD de Juan antiguo poeta español de la poesía isosilábka. Es'te punto de
de Mena (1411-1456) y, sobre todo, por el Marqués de Santi. partida pareció el más adecuado en lo que respecta al método.
llana (1398-1458), en un dodecasílabo fundamentalmente isosilá. E. Stengel 2B se adhírió con todo el peso de su autoridad al cri~
bieo. En contraste con el verso épico de los primeros tiempos, terio de Hanssen. Las conclusiones generales requirieron, sin
las oscilaciones del verso de arte mayor se limitan a unas pocas
sílabas. En el Laberinto de Juan de Mena, el endecasílabo, que 2S En la carta proemio al Condestable D. Pedro de Portugal (1449),
es la variante más ccrcana al verso de doce silabas, constituye Ant., IV, págs. 2G-29, § 111.
211 H. Drena, Versificaciótl, ofrece un cuadro impresionante del alcance
]a tercera parte aproximadamente del número total de versos,
de la poesía amétlica en los tiempos antíguos y modernos; véase también
mientras que el porcentaje de otras variantes, como el verso de 5US Estudios, págs. 19-250,
diez, trece y catorce sílabas, es mínimo en la obra. También los n Con acieno dice Iules Horrent sobre el hiato: .Chaque éditeur
d'anciens tedes a rlu. se faire une religion a ce sujet_ (Roncesvalles, ¿lude
SI.Ir le fragment de CI1tJlar de gesta conservé a l'Archivo de Navarra
23 Comp. M. Pidill, POt'.sía juglaresca y juglares, Madrid, 1924, pág. 266, (Pampelune), Par[s, 195(, pág, 68, nota 3).
24 Versificación, pág, 21, Y Estw:1ios, pág, 27. u lOB, IV,.2, pág, 3&0.
.-'

"

58 Manuaf de versificación españolrt

embargo, rectificaciones esenciales Ile\'adas a cabo por la inves­


tigación más moderna.
- Medición de las stlabas
;do de manera convincente que la sinalefa es muy anterior
59

a la obra de Juan Ruiz, e incluso hay testimonios en Berceo.


Hanssen no había tenido en cuenta qUe Berceo ocupa una En el Misterio de los Reyes Magos se dan noventa y nueve casos
posición aislada en el empleo casi exclusivo y poco natural en que se encuentran palabras de tenninación Vocálica con otras
del hiato 29; entre los 7290 hemistiquios de Los Milagros de
Nuestra Sefíora examinados por él, descubrió solamente dieci.
ocho casos de sinalefa, frente a innumerables de hiato. Los
iue empiezan con voeal; de ellos sesenta y tres tienen hiato,
treinta y seis, sinalefa. Puede que este resultado de Espinosa
sea discutible en algún caso concreto; sin embal go, se puede
atribuyó a la defectuosa transmisión de la ob,a. con más razón precisar que sinalefa y hiato están en proporción de uno a dos
en cuanto que eran fáciles de corregir con ligeras enmiendas. tercios. El número relativamente alto de sinalefas es tanto más
Por ello llegó a la conclusión: "En cuanto a Berceo a mí me notable, porque consta que el Misterio fue compuesto sego.ln
consta con toda seguridad que no hacía uso de la siIl.alefa~ JO, modelos latinos y franceses que no podían sen ir como ejemplos
Los primeros ejemplos claros del u ..o de la sinalefa pretendía para ]a sinalefa. Esto significa que las sinalefas en el Misterio
Hansseu haberlos encontrado sólo en Juan Ruiz (muerto antes testimonian el infiujo de una tradición no cuila, sino popular,
de 1.351), y seguía manteniendo el criterio de la aparición rela­ en la cual su uso es frecuente. Se puede considerar La sinalefa
tivamente tardía de la sinalefa, aun cuando en escritos poste. com'o la fonna normal de las obras literarias mas antiguas, fun~
riores 31 cambiase en varios puntos sus primeras ideas sobre dándose en que coincide con la pronunciación media y común
el empleo de la misma. Basándose en las exposiciones, bastan_ del español; lo prueba su presencia temprana en el Misterio,
te confusas, de Nebrija sobre la sinalefa J2, explicó las encono perteneciente al mes ter de clerecía, y también su empleo con­
tradas en la obra del Arcipreste como elisiones ]J. secuente en la ¡x>esía popular a través de los siglos :l5. La exis·
Frente a esto, investigaciones más recientes 34 han compro­ lencía preponderante del hiato en el mester de clerecía l6 se ha
de consider<lr como una moda ajena y pasajera debida al
29 .A menudo el poeta ohtiene la regularidad median le el empleo dd
empeño de los poetas españoles en imitar los versos silábíeos
hiato en forma artificial, qne no se halla, a mi juicio, en ningún otro
pocla." H. Ureña, Venificación, pág. 17. franceses y latino-medievales, Y así su presencia en Berceo re·
.'0 Miscelánea de venijicación española, Chile, J897, p~~. 67, Comp. presenta un caso único. Con la desaparición de la inr1uencia
~obrt· ('sta cuestic:\n tamhién John l'il7.-Gerald. Venification of thc cua· del me:.ler de elereda a fines del siglo XIV, la sinalefa vuelve
dema "ía as fOl/nd in Berceo's Vida de Sama Domm¡:o de Silos, New cada vez más a :;u primera condición que le corresponde por
York. 101:15. ~. los arlículos de H. H. Amold. IrrelJular hemistichs in Ihe
Milar:m_~ of GlJn;:,¡lo de Be~ceo. PMLA, L, 1935. pags. 33535J, y S-.¡nalt'pha
in uld ."-pan;,<I¡ r',od'-": ROTC,O HR. IV. 1936. págs. 141.158. .\5 las jarchas, que hoy son conocidas mediante transcripcioncs, mues­
'1 .<,'p¡'rc d lIia/c' en la ml/i~ua l'<'r5ificación castellana, AUCh, XCIV, tran una manifiesta conección silábica; no obslanre, segun la sitlIaclon
IR96, P:l¡:~. 9JJ_O~1. ~. Grrmrá/ic</ ¡¡isCórica de la len¡:ua cas/el/ana, Halle, actual de b in.. esli~ac:iÓn no pueden considerane como teSlÍmonio deci
19),. § J02. sívo de un temprano isosilabismo de la poesía autóctona en Espai'ia. Por
!l Nebrija. Gramática caste![rJna, 1I, cap. VII. un lado es muy dlIíu! y no siempre se Jogra descifrar esta estrofa final de
)J Frorl'Í('o Hamsrn, r_fl eli~irjn Ji la sinalefa en el LibTo de AlejandTO, una poesía escrita en letra árabe o hebraica; por otro lado. se discute lo
RFE, 111, 1916, p:í~~.Wi-151j Véa~e también A. M Espinosa, SYl!alepha que en las jarcha., pueda considerarse como espaüol o románico y lo ql:e
in o!d Spanish IJOCln: 4. ~rr}ly In ,\fr. úmg. RR, VIII, 1917, págs. 88·98. es árabe, (Comp. más adelante, págs. 318·320).
J4 M. Pida!. rtl ~\l <:dición de Elena y María, hacia 1280 (RFE, 1. 1914, J6 Incluso en la poesía octosilaba del mes ter de c1crocía el hi¡¡,to pre\a­
p~~in:lS 5~-Q6, en e~pe(;ial pi~. 9~ 1. Y A. M. Espinosa. mediante el estudio Ieee con mucho Comp. D. C. Clarhe. Hialus, ~'ynalepha, ar¡d llne /en;]/h
m~ll"ko del Misl<!rio de [05 Uevrs Magos, finales del siglo XII (RR, VI in I.ópez de A}'a!a's o..-tosyriab/e.>. • Romanc-e PhiJologp, 1. 1947-48, pi·
Igl5, pig". 378-401. en esp,-,cial 395,3991, ginas 347-356.
r'

60 Manual de versificación español4


-~

razón de la fonética de la lengua. En Juan del Encina, Espinosa


encontró sólo un hiato por nueve sinalefas. En el vrrso modetnQ
se dan 96-99 casos de sinalefa por 14 de hiato. La introducción.
de formas métricas italianas en los s1g1os xv y >"""V1 sólo POdía
favorecer la vl:dta al uso de la stnalefa. pues en la poesla
italiana es Wl hecho normal 17.

CAPtTULO 111
Br.llUCCRAF'ÍA: Sobre la medición de las sflabas eIl la E.dad Media, )1,
se dJQ Ínlormación en las notas, asi como diferentes indicaciones biblia­ LA RIMA
grállcas. Una breve bibJiognlofía 1>obre la métrica del me~:er de elereCIa
ofrece H_ Ureña, ~'.'rsijic=ión. pág." 17 Y sjg~.; .E5tudius, págs. 15 y sig.s.
Para la poesla n::edieval ea conjunto, en una selección critica, véase
A. Carb:JJLo Picaza, La situación tU:tual de 1m estudios de métrica eSINJ. NOTAS PREUMINARES
RaÚl, «C13vileño~, año VII (1956), n.o 40, págs. 54 y sigs. Un detenido es­
tudio monográfico del -nl(;s~er de clerecía se encuentra en J. Saavedn Como en los demás países románicos, también en España
Malina. El vel'so de cleru:ífl, aparecido póstumnmer.te en el «:BoletJn de la rima (en sus dos formas de asonante y consonante) es el
Filologla~ {Chile}. tomo VI, 1950).51, pogs. 25:l-34tí. Indu)'e la bibliograrla medio ornamental del verso más importante y difundido en
más completa de Federico Hanssen ((dem, págs. 3-17·355), cuyas investj. todo~ 105 tiempos. Su origt:ll es inseguro. La poesía clásica latina
gaciünes <.le m~trtca med:eval española fUeron fundamentales en muchos la conoció en ocasiones como ornamento, pero no la conside­
sentidos en su tiempo, y aun hoy. usándolas con discernimiento, son
nl.ba como recurso de uso general. La figura retórica del hom~o­
(¡tiles.
teleuton J, empleada en la prosa artística de la Antigüedad,
5410 con dificultad puede eonsiderarse corno Wl posible origen,
31 D. c. Clarke (RemllTks on the early Tt'mUJI!CeS L/nd cantaTcS, HR, y más por ser su función por completo distinta. La necesidad de
XVII, 1949, pógs. 101-112) rnues:ra cómo la sinalefa ':1 el hiato pueden la rima nació probablemt;nte en la poesía cantada, en la que
servir de recurso para la cronolOgía de la poesía octo~Jlaba (especial·
mente en lo" rOIJ1;lnees). Un breve n:sumea ue sn historia eO la Edad
la equisonancia reiteradura debía marcar el final de verso (y
Media, en T. NaVa!TO, MÜTica, págs. SO y sigs. Sobre el valor e~resivo también el de hemistiquio) y hacer así más patente la disposi­
dI: la sinalefa, comp. Dámaso Alonso. P<Jes!a española. El1sayo de mélodoJ ción rítmica ele la f'_strofa_ La igualdad de sonídos, fácil de
y límites estilísticos, M>l.urid, 1951, 3." ed., págs. 76-n, y en el índice: sí­ retener en la memoria, podía servir también como ayuda nemo­
nalefa.
técnica, y esto era de importancia, sobre todo para el canto en
comunidad. En todo caso la poesía hímnica cristiana es pro­
bable que haya sido decisiva en el desarrollo y difusión de la
rima en Ocddente, inspirándose acaso en modelos hebraicos.
No es necesario 5-uponer la procedencia árabe de la rima, pues
fue cultivada antcs dd siglo VIII en fu poesía latina medieval,
1 En ;atfn. similiter cade'l1S; así: "cum minus indigTlalUr, ibi magfs
insidiatur•. V~a"e l--\einri,h Lausbe-rg, Manual dI! Retórica Lileraria, n,
Madrid, 1966, pág. 170, § 725.
~
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, '

64 Manual de 'versificación española... . .",~ -.:::6S


~
distinguen tres clases de rima: esdníjula, llana y aguda. lEUa1.
que se dijo en la medida de las silabas, la terminación llana
----­ 'a en las rimas. Ya en Jos Ü'mcioneros del siglo xv los versos
d enc!
drujulo
. .
s JJegaron a ser....Ir para dectos analogos a los de la
es también en la rima la más común y normal, mientras que l~ e~ma, y esto se hizo más sistemático en el Romanticismo. A pesar
rimas esdr'újulas y agudas se consideran menos frecuentes. En ~e que ~.'tistieron yo;¡ e-n el Canciunero de Baena (especialmente
una poesía suele emplearse la misma clase de rima, si bien hay n villasandino), los versos sueltos y rimados acabados L.on
numerosas excepciones con respecto a la esdrújula (sobre tOdo ealabras esdrújulas fueron descubiertos como recurso artístico
en la literatura antigua) y a la asonante; y también existen uso¡ ~teoejonado sólo en el Renacimiento por influencia italiana, y
que permiten pasar de una clase a otra. empleados sobre todo en ca~os como la poesía pastoril italiana,
a) La rima consonante esdrújula (válido: cálido) es rnellOS en tercetos Y en versos sin rima. Slguiendo el ejemplo del csdru­
frecuente por diversas razones. Palabras esdrújulas no se dan julista más importante, Bartolomé Cairasco de Figueroa, las
en cantidad; sin embargo, se dispone de un número suficiente, rimas esdníjulas se pusieron de moda por algún tiempo en
como Jo demuestran entre otros muchos, los Ter(;os esdrucciolos otras formas de poesia itaJianizante: a fine.s del siglo XVI y prin.
de la Diana enamorada de Gaspar Gil Polo.l, los sonetos esdtú. cipios del xvn alcanzó esta modJ su culminación. En tiempos'
Julos ~e Lope de Vega 6 o la Fábula XLII de Iriarte '. Pres­ posteriores las rimas esdrújulas desap'U"ecen casi por completo,
cindiendo de las palabras esdrújulas obtenidas por añadidura sal...o en algunos casos especiales donde se mantienen por razo­
de enclíticos en las [armas verbales (resén'ame, guStándola, nes de estilo. Sin embargo, siguen usándose generalmente sin
posibles, pera evitadas en una poesía de tono elevado), se con. rima y esparcidas, por sus efectos rítmicos. La poesía Il duque
siguen en un cierto número palabras proparoxítonas; hay que maggio de Manzoni, imitada en todo el mundo, da lugar a una
contar con algunas que en otro tiempo teníau una pronuncia. ola del uso del esdrújulo en el Romanticismo español e hispa­
ción llana, o por 10 menos su empleo era indeterminado, espe­ noamericano 8.
cialmente en el caso de los nombres propios de la Antigüedad: b) La rima consonante llana o gnwe (llanto: santo) es la
Penelope y Penélope. La razón de que, cou todo, la rima con. forma más común y normal de todas, conforme al predominio
sonante esdrújula se emplee poco (salvo en casos de poesía de las terminacione!': paroxítonas en el español. Por sinéreSis
humorística o satírica y circunstancial), hay que buscarla más y diástole puede absorber también palabras esdrúj.ulas, y por
bien en que las palabras esdrújulas por su significación son
en su mayor parte de procedencia erudita. Por otro lado, esta
clase de rima se rechaza por razOnes de gusto, pues alarga el ~ P¡¡r.l más detalbda orienl:Kj<.in, indicamos: Elías Zerolo, ,\'olicias
verso una sílaba, pudiendo cambiar de esta manera su rítmo. de Cairasco de Figueroll " el empleo rid verso esdrújulo en el siglo XV!,
En especial, la repetición regular de la rima esdrújula se sÍntió en Legalo de Vanos, Paris, 1897, pa[':s. l·J04. Era';mo Bllceta, Una eSlrofa
eviden temen te como forzada, y por eso desagradable. En c,am. de rima inlcrlOr o'sdrújula el1 el ~P(I;;¡or de Filida". RR, XI. 1920, pags. 61­
bio se consideraba favorable en flexibilidad rítmica, y por esTO 64: Proptirl)xÍ{onismo y rhna encado!,..da, RR, XII, 1921, págs 187 Y sigs.
JÓTder, Formen, ¡Jig,. 83·9i, John T. Reict, Nares un the hL~tory of ¡he
se la empleaba en los primeros hemistiquios (así, en el verso verw esdrüjl-,h'. HR. VII, 1939, págs. 277':'.94. D. C. C]arke, El wrso es­
de arte mayor), o en versos sueltos que no tenían correspon. druiulo Imles del siglo de Oro, RFH. TrI, 19.\1, págs. 372.374: Agudos arld
esdni.iulo!i in 11,-¡liana¡e wrse in IJ:~ Golderl Ag~, P.\-lLA. LIV, 1939, pá.
ginas 6;8--{i84; El esdrújulo nI d h¿llústiQ14io dd arle '!!'¡rOr, RfH. V,
5 NBAE, VII, págs. 440-441.
1943, págs. 263·275. Emilio Cari!l;"!, El verso esdrújulo en América, «FlÍolo·
~ Comp. Jarder, Formen, ¡::ágs. 83.97.
gía., 1, 1949, págs. 165-180, Los .lrtículos citados ofr~.;:en más indicaciones
7 El gato, el lagarto y el grillo, BAE, LXIII, pág. 14.
bibliográficas.
VIlRS!FIC\CIÓS ESP, - J
11"",.

;;,

66 Manual de versificación espaijo~


paragoge, palabras agudas: purpureo en lugar de purpúl'ej¡
oceano en lugar de océano, virtude en lugar de virtud, Cte. '
e) La rima consonante aguda (amor: ruiseñor) ocupa en!rJ
que respecta a la frecuencia un lugar intermedio entre las d~
-----­ --
u~
. convenientes que se señalaron con respecto a la consonancia
~ju1a. Por esto se permite la rima asonante de esdníjulos
palabras llanas al fin de verso. Las esdníjulas se tratan en
~

~ caso como si por enmudecimiento de la vocal postónica


clases anteriores. Las terminaciones oxítonas en palabras de
es hubieran convertido en palabras llanas. Para la igualación
uso común existen en el español en gran número. Por apócoPe
: la asonancia se tiene en euenta, por tanto, sólo La vocal
se puede convertir una palabra paroxítona en aguda: di en lugar
que lleva el acento principal y la de la sílaba final: cántico:
de día. Durante la Edad Media se empleó como forma normal al
]llano; pecado: relámpago J2. La forma más corriente es la
lado dc la terminación llana. Sólo cuando entran en contacl~ aSOnancia llana: blancas: amenazan. La asonancia aguda (lugar:
con la versificación italiana, el verso y la rima ah'lldos se con. xnoraI ) se usó en particular en los tiempos más antiguos, en
vierten en un problema artístico. En la obra del Marqués de el Poerfl4 de"! Cíd, por ejemplo, y en los romances viejos.
Santillana y en Boscán se dan con notable frecuencia', tal Vez
por coincidencia con el modelo italiano elegido, y acaso también
basándose en la tradición de la lengua. En Garcilaso, en cambia
U CALIDAD DEL SONIDO
se encuentran sólo en casos aislados. Algunos teóricos de lo;
Siglos de Oro rechazan estas rimas en forma estricta, e incluS()
La consonancia y la asonancia se clasifican fonéticamente por
fueron consideradas todavía menos convenientes que las esdrú.
el grado de la com::or¡:1aneia o igualación de sonidos.
julas. Esto no impidió ni a Lope de Vega 9 ni a Calderón l0, POr
citar algunos ejemplos, usarlas, aunque na con frecuencia. El
A) :u. CONSONANCIA.
ejemplo de Garcilaso y la oposición de Herrera, que las rechaza,
moti\'aron la aversión al verso agudo, que no se perderá en 1. Consonancia perfecta. - Exige la exacta coincidencia fo­
parte hasta hoy. En los siglos XVIII y XIX las rimas agudas se nética, no necesariamente gráfica, de todos los sonidos de la
pusieron nuevamente en boga bajo influencia italiana en algu. rima: cariño: nírlo. Algunos teórieos de los Siglos de Oro, ba­
nas formas de estrofa, como en la octava y la octavilla agudas 11. sándose en la gran abundancia que ofrece el español para la
La misma .clasificación es aplicable en principio también a rima, la recomiendan de manera exclusiva para todos lo~ que
la rima asonante. Las asonancias proparoxítonas perfectas (bÓ: no quieren que se les considere como poetas pobres 13. No obs­
veda. lóbrega) son posibles en el léxico, si bien se encuentran lante, tan rigurosas prescripciones no fueron cumplidas ni aun
generalmente cstablecidas entre palabras eruditas. En la poesía por Jos poetas más cuidadosos, ya que el valor de la rima no
seria, sin embargo, no se emplean con frecuencia por los mismos se reduce sólo a su aspecto fonético, sino que se la ha de
juzgar muy especialmente por su sustancial fuerza expresiva.
9 Jarder. Formen. págs. 97-98.
A pesar de su perfección fonética, las rimas homónimas (de
lO H. Warren Hilbom, Calderón's agudos in /tatianate verse, HR, X,
1942. págs. J57-159.
11 Más adelante se tratará de las modalidades fonéticas de la asonante
¡¡ Para más detallada orientación. véase Am.. X, págs. 192 y sigs. esdniju]a. En textos muy tempranos o populares de la Edad Media,
Francisco Rodríguez Marin, Luis narahona de Soto, h~adrid, 19m. págs. 414 existe, dentro del marco de condiciones muy limitadas, la rima asonante
y sigs. Jürder, Formen, págs. 97-129 (sonetos en versos ':lJUdos). D. C. CJar. entre palabras agudas y palabras llanas: así, en Fáñez; ha; ayades: mal:
ke, Agudos and esdrújulos..., ob. cit., págs. 6i8-{J84 (con indícacíones bi.
ganar; vengar: fazen (C,:d, J. 2863-69). Sobre pormenores, véase M. Pidal,
bliográficas). William James Enl'wistle, Garci!aso's FOurlh Canzon ami
Cid, 1, 1944, págs. 113-124 y bibliografía.
other matters, MLR, XLV, 1950, págs. 225-228, en especial págs. 217 y sigs, 13 Más por extenso en Díez Echarri, Teorlas, págs. 121 ). sig~.
W!!!'''<
\r':<~"/""

.'
,.e
68 Manu.al de versiticació~l espaiúl14"­ lA rimtl
palabras iguales:
-----. .
canto-canto) y parónimas (o muy parecidas' -:;e en el Sur de España y en Hispanoamérica, ni tampoco
69

hombre·hambre), especiaJmen~e apreciadas por los provenzalea' COllTeistnO (caballo: rayo), ampliamente divulgado también en
desaparecen por esta razón al final de la Edad Media o adoPt~ . · •España,
y .
como no sea que se mtente dar a I · un co jon
a poesla · do
un carácter de licencia, admitida con la consideración de con. opular o dialeclal .16

sonantes pobres. P Como [arma especial de la consonante perfecta hay que


El paso a la pronunciación moderna {k~ espanol que, en mencionar finalmente una especie de rima intensa, en la que
la mayoría de sus aspectos fonéticos, se realiza en el siglo XV¡ demás de la coincidencia de los sonidos posteriores al acento,
o al menos se inicia en él de manera decish"a, dio lugar a una •
se exige también la 19'.laldad en uno o mas sonidos anteriores

reducción y unificación de las consonantes del español antiguo, . al mismo, p. e. aborrida: corrida: gentileza: nobleza. Esta rima
La -b- intenrocálica (b] en el caso de que remonte a la -p. latina, nunca tuVO en España la importancia que había tenido en Fran­
coincidía después de perder la oclusión con la fricativa bilq, cia a .fines de la Edad Media 19.
bial -b- [o]. Desaparecieron también los sonidos sonoros [zl,
[z] y [2]14 en fovor de las cOflsunanlcs sordas [s]. [sJ y [~)l\ 2. consonancia ímperfl'cta.- Por tal se entiende la rima
y de éstas, ],lS dos últimas pasan a ser, respectivamente, [8] 11 entre los diptongos ié, ué con la vocal é: cierro: perro; dllume:
Y [x]. merme. La razón de esta distinción consiste en que la calidad
Estos cambios fonéticos proporcionaron, aun en contra de de la é en los diptongos est;'¡ ligeramente cambiada frente al
poéLicas conservadoras, grupos enteros de rimas que en tiempos sonido vocálico único é, y puede que esto acaso en un estado
más antiguos no hubieran sido posibles ni permitidos. Garcilaso, más antiguo de la lengua fu~se más perceptible que hoy.
por ejemplo, todavia no rima esclava con acaba, progreso [s]
con preso [z], bcllcza [2J (:U1l cabe¡;a [s) o hija [i] con 3. Consonancia sirr!l1lada. - eun estl:: térro'ino se denominan
fixa [~]. las rimas que tienen algunas leves d¡ferencias en vocales y
En la Edad Media sc dan con frecuencia' fenómenos dialec­ consonantes. Esto aparece más en la grafía que en la pronun­
tales en la rima. Desdc el Renacimiento, sin embargo. aparecen ciación. En esta clase de rimas entran, en especial las que se
cada yez ml'nos, si no se emplc¡m con una dctenninada intención establecen entre diptongos decrecientes y las correspondientes
estilística. En la poesía castellana no se dcbe recur:r:ir en la rima vocales solas: veinte: lente; también se da aquí la sustitución
a la pronuncbción de (l1} cama [s] (casa con caza) 17 que e$ de una consonante por otra que suene parecida: árbol: mármol 20.

1951, págs. 11]·200; Cronología de la igualación c-z en español, HR, XIX,


l-tEn español an¡jguo Sil, grafbs gener.11es slJn -S", Z y i (con SU¡ 1951, págs. 31-58 y 143-164; De la pronunciación med!~va,' a la moderna en
\'arianle~ grMH_'a,; i )' g ante e c i. 1:'1 últim:J.). espaiío!, Madrid, 1955, vol. 1. en donde eX3mha históricamente b, v, d, r
15 En e~p;:¡ñol antiguo. con las siguientes ;rraFia_~: .~. o _H_, r.:.:. Sobre y z, con amplía bjbliografí¡l.. Véase; también G. Ruhlh, MarlUill de tito­
bs ¡]¡fcreT1le~ grafía5 y 1.1 procec1c[lcia etimológica de los sonidlJs aquJ logía hispánica, Bogotá, ]);7. págs. L44 y slgs.
citados \'(,asr A. Zalmer, AllSpr.nisc/,es ElemelHarouch, 2.' ro., Heidelberg, l' Sobre d uso de ekmmlOS d¡~.lectaks en la poesía modem]. comp.
1921, pags. 11) y sigs. Estudio de su establccimiento cn M. Pidal, Origenes Alfred Coesler, The influence ot pronunciation on Ruoén Dario's verse,
del español, 4.' ed., Madrid, 1956, págs. 46-70. Sobre la pronundadón pnr Hiso., XV, 1932. pá~s. 2~7.2tiO; y M.mlle! A.h'ar, Los diale,·talismo" en la
ble",úlka Li~ la época d¡:, transición, ..éase D. Linct)]n C~nfield. Spllni5f1 poesía e.spaT1olrz jl"l siglo XX, RFE, XLIii. J96O. págs. 5/-7').
r aJtd 5 in liJ,; sixtcl'-uth CCn!¡.,y: a ¡,iss and a sofí whisUe, Hisp., XXXHI, ¡~ Comp. Le Gentil, Formes, p;Í.gs. 111 y ,igs.. y la bibliografía men­
1950, págs, 233"236, con bibli()grafía. eionada.
16 Sunido c:l~Lenanu mod~mo de ce, ci, .:a, 1:0. zu; ejemplo: dda. ZIJ Sobre las diferentes clases de con~onante imperfecta info:"ITla con
r; Amado Alonso. His/aria del Ln'eo y ¡le! seseo espailoles, B1CC, VIl, abundantes testi;nonios D, C. Clarke, ImperfecI con$onance and aCOl~stic
r.f
70
Mamwl de versificación 71
espaFt;
.
E) LA ASONANCIA. Esta forma d ' . ----..;~
mente constituye el paso a la as e e:m a mencIOnada úlQr¡ 4 Asonante esdrújula. ­ Se trató de ella ya en las págs. 66­
de manera parecida a la conso~na~Cla. que puede clasifica¡
Uela.
En
lo que se refiere a su aspecto fonético, hay que añadir
67. esta rima pued · d e 1as COn d·lClones
. . d as
e sentIrse menClOna
1. Asonante perfecta o corriente. _ Exige la corresponde ;~e 2 (b Y e) y 3: asi murciélago: feudo; menos; metrópoli;
cia exacta de todas las vocales, diptongos o triptongoS CI: bronce.
forman parte de la asonancia: llegó: salón; mentira: marav¡~ En los comienzos de la poesía estrófica en España era [re·
bóveda: lóbrega. ente mezclar consonancias y asonancias en la misma obra.
~~ro a medida que los poetas progresaron en el uso de la rima,
2. Asonante diptongada o atenuada. a en la Edad Media iban apartando la asonancia de la con·
a) ~onancia 21. Para no enturbiar el efecto de la rima, se ha de evitar
Cuando un diptongo o triptongo Jima en asona~ uc se mezclen, como no sea que se busquen determinados
con la correspondiente vocal sola: C4iga: rana; !in ~fectos estilísticos. En el siglo XVI se encuentran ocasionalmente
piáis: cantar.
b) series de versoS con ríma consonante, que además presentan
Cuando forman aSonancia diptongos o triptongoS d asonancia; asi en Boscán, Garcilaso y Luis de león 22; más tarde.
idénticas vocales tónicas, pero Con grupos distimlll sin embargo, fueron crítica dos como defectuosos. La asonancia,
piano: cuatro; viento: puesto; bueyes: tiene. como arte de la versificación menos sometida a reglas, admitió
e)
Cuando riman en asonante diptongos crecientes 0;1¡ en todos los tiempos la presencia esporádica de la consonancia.
decrecientes; p. e. tierra: deuda; diosa: oiga. En 11) Según sea la forma poética, en poesías aconsonantadas .y aso­
diptongos y triptongos sólo la vocal que funciolli nantadas pueden aparecer a veces en forma regular o arbitraria
como plena determina la foonación de la asonancia versOS sin rima.
mientras que las otras vocales en función de semi
vocal o semiconsonante no cuentan a efectos de b JI Esto no excluye Que en las mismas formas cultas y en los Siglos
rima. Así quisierais es asoname de licencia, pues ~ de Oro aparezcan ocasionalmente rimas asonantes entre las eonsonantes.
En el Canco de Balma se han comprobado setenta casos de esta índole:
esquema de la rima es toa: é..a. contando cou lo exteuso de eSTa colección. no son muchos. Sobre porme·
nores. véase Le Gentil, Formes, págs. 116 y sigs. Respeclo a Lope. h¡,y
3. Asonante simulada o equivalente. _ Con este término se Que remitir al mencionado artículo de J. H. Arjona (HR, XXIII, 1955,
págillas 108128). El mismo autor discute las faltas contra las reglas de
denominan las asonancias bisílabas que en la sílaba postónica la rima corno criterio en cuestiones de alribución, en Did Lope de Vega
se consideran equivalentes: la i y la e, en unos casos, y la wrile .El lacayo .fingido.?, «Studies in Ph¡¡ology~, Ll, 1954, págs. ·n·53;
u y o en otros: nace: cáliz; Venus: templo. y en F<J./se Anda/u.lian r/¡ymes in Lope de Vega and fheir beanng on fIJe
autllorship 01 dOllbrful Comedias, HR, XXIV. J956, págs. 290-305.
Z2 Por ejemplo:
que el más seguro tema eon recelo
eQuivalence in Cancionera verse, PMLA, LXIV, 1949, págs. 1114-1122. Le perder lo que eSluviere poseyendo.
Gentil, Formes. págs. 115 y sigs. J. H. Arjona, Detective Rl1)lmes ami Salid fuera sin duelo,
Rhyming Uclm.iques in ÚJpe de Yega'S autograph Cómedias, HR, XXIII. s~lid sin duelo, lágrimD.s, corriendo.
1955, págs. 10&-128. T. Navarro ofrece una serie de ejemplos de Garcilaso (Garcilaso, Egl. 1, cst. ll, BAE. XXXlI, pág, 4)
en W3].edición de e$te poeta, nota del verso 997 de la Seguruio. Eg/oga
{CC,
En la tercera estrofa de la Ocran,¡ Rima de Boscán a1Lernan rimas en
-ata con -.ada.
72 Manu.al de versificación espahol4'
-"

--,
.

2f'. .
.

La rima,
;.-----­
---'73
3, La rima cruzada o allerna: abab cdcd, etc. - Las rimas
TIPOS F,[;NDM.IE~lAlES ~~
rrespondientes se separan por otras que se interponen entre
l.A DISPOSICH)r.; DE LA CQI\.
~as. Acerca de su histori~ como ~orma autónoma, véasc loego
la redondilla. Por lo dernas, las nmas cruzadas se emplean a
50~""NClA y LA ASON"ANcU
enudo como elemento de composición en estroias largas. Los
ID, uáStrofo s que tienen esta di~posición de las rImas Se llaman
1\) LA RIMA FINAL. - El lugar de la asonancia y la consonancia e .
taIIl bien serventesIOS.
es el fin del verso. De las múltiples posibilidades de combina.
ciones de la rima, que indicaremos al tratar de las distintas
4. La rima abrazada o chiusa: abba cddc, etc. - En ella hay
formas de estrofa, mostramos ahora los siguientes tipos funda.
dos parejas de rimas, una de las cuales encierra la otra. Es ]01
mentales:
forma más frecuente de la redondilla, por 10 cual se emplea
el término redondilla también para esta disposición de las nmas.
1. La rima condnua: aaaaa, etc. - Esta fonna muy sencilla
por lo menos, es un elemento frecuente de composición para
conocida ya en la poesía laüna de los siglos IV y v. es la prop~
otras estrofas (copla de arte mayor, soneto, etc.).
de series de versos largos (laisses) del poema épico que emplea
De entre los juegos posibles en la rima ;'4, citaremos sólo la
]a asonancia. Manteniendo el esquema de la asonancia, por se­
rima en eco 25, mediante un ejemplo de Baltasar del Alcázar:
paración del verso largo en dos, nace la forma del romance
(ab cll db eh ... , etc.) con enlace en los verso:'! pares por asonan. GAúN: En este lugar me vide
cia, mientras que los imparcs no tienen correspondencia. Este ~lla(jdo de mi amor parli;
esquema, aplicado a la poesía estrófica, representa hasto hoy quisiera saber de mí,
la forma más frecuente de poesía asonantada. La rima continua, si la suerte no lo impide:
reunida en grupos de cuatro versos aconsonantados, alcanza Eco: Pide.
pasajera importancia literaria en la cuaderna vía. en la estrofa GMÁ.'i: Temo novedad o troeeo,
que se suele llamar tetrástrofo monorrimo. que es fruto de Ulla partida;
mas,. ¿quién me dijo que ¡¡ida
2. La rima pareada: Ola bb ce dd, etc. - Procede probable. ~on un término tau seco?

mcnte de la poesía latino-medicval, donde quizá se originó de Eco: Eco.


la separación de los versos largos, mediante la rima leonina IJ.
Por lo que respecta a su empleo autónomo de estrofa o serie, B) LA RIMA INTER.....~. - Las rimas que regularmente se pre­
'vease luego el pareade. La rima pareada aparece además como sentan en el interior del verso, se llaman rimas intcrnas o in­
elemento de composición de varías formas de estrofas (rectan· teriores, y formaron parte de los artificios o galas del trovar.
dilla, octa\'a, etc.).
1~ Aunque la mayoria de tos juegos de rima proventaks se documen­
tan En Caucioueros del siglo xv. eabe decir que los cspaf¡o:c~ los usan
:B En latín ·ver:>u.s leoninus es un hexámetro en que riman la milad wn bastante discreción. Comp. Le Gentil. Formes, págs. 111 \f,(J.
y el final de verso: Limus ut hic durescif, el haec ut cera ¡iquescil, Vir­ l~ Marcel Gauthier, De quelqul:.1 j<:1J..!; d'esprít. IL Lf5 eche,', RHi,
gilio, Bucólica VIII, 81. Comp. L Kastner" Des dif,fércnrs sens de I'ex­ XXXV, 1915, págs. j·76, Emilio Gan'J<\ Ge'lmez, [Ina mu¡\'a...<~,¡ha Ollda!I1z.a.
pression 'rime léonine' au mo)·en-.:1g.e, ~ReVú.e de philologie fran~aise et 'eon eco', .Sludia philologica, Homenaje a Dámaso Alonso», II, Madrid.
proven~ale~, XVII, 1903, págs. liSoleS. 1961, págs. 73-78.

74 Manual de versificación españolq
-----...;
Según el enlace de la palabra rimáda en el interior del verso
se distinguen varias clases de rimas internas, de las cuales men:
cionaremos con brevedad las dos más frecuentes.
---
La rlnU'
Con muy gn¡.nt desseQ; ml. cuyta es tal
Que pOr ningunt tienpo non lomo alegria;
Con esta porlia a guis de leal
75

1. Siguiendo el modelo de los rims empeuta1'4 o mullip/i. [ ... )


(Canc. de Baen.a. n.O 145)
catills de los trovadores, la rima interna fUe empleada en la
Edad Media espanola como adorno adicionaJ para aumentar la
También en este caso la rima interna sólo tiene la función
sonoridad de los versos, enlazados ya por la rima final. Las rinlas
de un adorno incidental. Más tarde este tipo de rima interna,
internas del hemistiquio y las finales eran, por 10 general, inde­
pendientes unas de otras: taIDbién de procedencia provenzal, fue empleado ocasionalmen­
te; asi en la poesía. A Matilde de Espronceda (1832) n.
Muy ahu sseñor, non visto aduay, 2. Más frecuente es el otro tipo de rima interna que en el
Nin visto color de buen verdegay, Renacimiento Y Siglos de Oro tuvo por 11lodelo la obra de los
Nin trabo discor nin fago deslay, italianos. En este caso la rima interior, que también está en el
pues tanto dolor yo veo que ay; bemistiquio. sustituye la rima final, y entonces la combinación
[ .. ]
de rtma sólo existe entre el fin de un verso y el fin del hemis·
(Canc. de Baer1a, n,· 452) tiquio del siguiente'- mientras los finales de verso entre s1 que~
dan sÍIl rima:
El ejemplo demuestra que esta elase de rima interna pOne
en peligro la unidad del verso. En estos casos se podría di,s. Ya sabes Que el objeto desea.do
cutir si todavía se puede hablar de versos largos o ya de suele hacer al cuidado sabio Apeles,
combinaciones de versos cortos 1Il, Dltimamente E. de Chasca que con varios pinceles, con distinta
defiende la existencía de una rima interna de esta naturaleza COIOT, esmalta y pínla ( ..,]

en gran número de los hemistiquios de la primera parte de (Tirso. El prete"diente al revés, 11, 1)
los versos del Poema del Cid:

Dixo Rey don Alfons: «mucho me av".des enbargado.


El tipo italiano de la rima interior aparece por primera vez
Rc.;ibo este don Que me avedes mandado;
en España en la ~gloga II de Garcilaso, que siguió probable.
plega al Criador con todos Jos' sos santos
mente el modelo de Sannazaro.
[ ... ]

(Vel1'los 2147.9)
LA RAREZA DE LA. RIMA
Menos frecuente, y generalmente limitada a unas pocas líneas
de la estrofa, también se encuentra en la Edad Media la rima
entre fin dd verso y fin del hemistiquio siguiente: El caudal de rimas que admite la fonética del español es
muy rico y variado. La Edad Media se sirvió ampliamente de
Oydme. varones, qué cuyla e qué mal ellas demostrando, como ya mencionamos, alguna predilecci6n
SurTOpenssando de noche e de dia por las rimas homónimas. y parónimas, Sin embargo, a ca­

• Comp. Lang, Formas, Jlágs. 512 y sigs, (EncadatQda, Arte de). :1 BAE, LXXII, pág. 37.
re

76 Man.ual de versificación española' lA rima 77


mlt'nz()~del Renacimiento el gusto literario cada vez más eXi_
~
~ A. Bello, De las rimas rOl'l50>1ante y asorlQ!1te, Obras com­
let~, vI, págs. 187-201- F. Robles ~égan.a' Ortología dI! Ir;¡ lengua caste-
gente estimulaba la renuncia cOnsciente a las consonanci<ls qUe
P, Madrid. 1905. E. Benot, DJCclOnarw de asonantes y consonantes,
eran fáciles de encontrar. Desde entonces, además del aspectQ lana, T_ Ob serva~oes
• . do Cancroner.o
. d e Baena.
Madrid. HI9J. H. R. .Ldng, as rimas
fonético de la rima, se daba importancia también a la cal¡.
(MiscdJnea de e.>tudos cm .honra de ~.' ~aro1ina Mic/¡ae1is de vascor:­
dad de las combinaciones, y se buscaba la rareza en la mis. el/os), Coimbm, 1933, ~RC\1sta da Umvcrsldade de COlmbra», Xl, pág¡­
ma, que según Bello es definible así: d..a consonancia tanto ~as 476492. Le Gentil, Formes, págs. 111·160 (<<5impljcité, négligence .. t
más ag:rada, cuanto menos obvia parece" 211. De estas exigencias recherch e . Rime~ int¿rieures et allitérations. Riml'5 rares~). R. de Balbín
se deducen las siguientes restricciones en el empleo de las rimas­ Lucas, Acerca de la rima, RdL, 1955, págs. 103.1[[. A. Rabunales, Obser­
en la poesía moderna española: \facilities aEerca de la rima, RoJb, VII, 1955.56, págs. 315-329. Subre la
rima inlerior en el Poema del Cid, cap. XI, ",Rima intema», de Edmund
1) Por regla general no debe rimar la misma palabra (rima.
de Chasca, El arte jugl(lJ'esco en el .Cantar de Mio Cid., Madrid, 1967,
idéntica) ni siquiera cuando una vez es empleada en sentido
páginas 217-235,
figllradú 29. No obstante, la misma palabra rima a veces en su!
distintos usos morfológieos (el cielo; del cielo). Esta licenCia
de rima, que se da, por ejemplo, en Lope de Vega, debe de dedu.
cir su justificación Jrtística del poliptoton de la retórica.
2) Como consonante débil o pobre se señala la rima de dos
palabras fonéticamente idénticas de significadus distintos (rima
homónima): amo: amo (Sustantivo y verbo).
3) Se debe evitar también la rima entre palabra simple y
forma compuesta (rima parónima), a no ser que no se sienta
ya la correlación, como, por ejemplo, en el caso de precio y
menosprecio.
4) Tienen también poco valor las rimas entre formas
morfológicas (desinencias de la conjugación, sufijos, etc.: dor­
mid21 : vivida, sentimiento : pensamiento) porque carecen de
fucr1'3 expresiva y son fáeiles de encontrar.
5) Finalmente se debe renunciar a toda cIase de rimas glU­
tadas por su frecliente empleo: gloria : victoria.

2S Obras completr;¡s, tomo VI, ~Estudios filológicos., 1, Caracas, 1954,


págin3 188.
~ En el sentido estricto de la p3labra, la rima identica parece haber
sido t:imbir;'n en la Edad Media sólo una 5O]ución de compromiso; en los
Siglos ue Oro son tan poco frecuentes, que algunos entienden que sih'en
de c.rilcrio negativo en cuestiones de atribuóón cuando se presenta repe.
lid;¡,; ",eces en una obra. ComP. J. H. Arjona. The use al autorhymes ill
rhe XVII" century comedio., HR, XXI, 1953, págs. 273-3lJl.
r'"

-----.. ~5~~5c¡n~~ri:rn~a~~~;;;:;;;~;-;::::-
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80 Manual de versifrcación españolo.' 81


8
afectación vacía. La traducción de la [Uada de Gómez Henno. que es la tic:rra el camino

silla y la poesía de L. F. de Moralín Elegía a las Musas 6 sirVet¡ del cuerpo,

de ejemplo representativo. En la época modernista (Sah'adót que la L1ar es el l:amino

del alma.

Rueda, Rubén Darío y otros) se reanimó el empleo del verso


suelto después del desuso en que lo habían tenido los rom~¡\. (Juan Ramóu liméncz:, Noctu.rno son.ado)
ticos. También citaremos los tres mil endecasílabos sin ri!tla
del Cristo de Vefázqu.ez de Unamuno. En menor proporción k. Ejemplo II:
cultivaron F. García Lorca, V, Huidobro y algunos poetas COn.
La espera sosegada,

temporáneos, en tanto que otros, como A. Machado y E. Gonzá.


esa esperanza siempre verde,

lez Martínez, lo evitan. pajaru, paraíso, [asto de plumas no tocal1as,

inverlta lo, ramajes más altos,

donde los colmillos de mtisica,

LOS VERSOS LIBREs donde las g~rras poderosas, el amor que se clava,

la sangre ardiente que brota de la herjda,

Hay que distinguir, tanto por su asunto como por la tenni. no 'alcanzará, por más que el surtidor se prolongue,

nologia, los versos sueltos clásicos, de los versos libres en el por m<'ts que los pechos entreabiertos en tierra

proyeeteu su dolor o su avidez: a los cielos azuks,

sentido del verslibrisme francés, según se introdujo a finales del


siglo XIX en la poesía hispánica. Para distinguir este nuevo sen­ (Vicente A!eixandre, La selva y el mar)
tido de la libertad en el verso del antes indicado, no hay que
fijarse tanto en la ausencia de la rima como en la variedad mé­
trica de los versos, y también en el aprecio superior en que se BIBU((;RAFh: a) Verso suelto: Am., X, págs. 206-208 (erróneament<: se
tiene a la asonancia frente a la consonancia. El uso de verso~ atribuye a Boscán la introducción de los verSOs suello,). E. Mde, Las
de medida diferente tiene varios grados en su manifestación poesías latinas de Garcilaso de la Vega y ,ni permanencia en Italia, BHi,
que van desde la adopción de determinados versos y estrofas XXV, 1923, especialmente pi". 367, E. L. Rivers, The Hora!ian Epistle
and its inlrodr..ction in/O Spanish /ilera/me, HR, XXII, 1954, págs. 175
poéticas ya existentes (en especial de la silva) hasta el sintagma
y sigs., especialmente págs. 184 y sigo T. Navarro, Mitrira; en el índice:
rítmico del poema enteramente libre, que se adapta sin limi.
«endecasílabo suelto».
taciones a la voluntad de expresión del poeta, como lo hace la b) Verso libre: P. Benito Gamdo, El Modernismo literario e.spañol.
prosa. El verso libre, "La Ciudad de Dios,', XCVI, 1914, pags, 34-46. Roger D.
Ejemplo 1: Bassagoda, D-:¡ olfiurulrino o/ lNrso libre, BAAL, XVI, 1947, pág~, 65·113.
T. Na1,'arro, Métrica, p,\"s . .g3--445 y 478--481, con m,1s indkaciones biblio­
La tierra lleva por la tierra:

gráficas. Francisco LÓlJe7, Estrada, Aférrica española del siglo XX, Ma­
mas tú, mar,

drid, 1969, libro (]llt com:-'~tmenlCl el presente estudio en lo refere:lte


llevas por el cielo.

a las cuestiones de la métrica uueva.


i Con qu~ SeliUridad de luz de plata y oro

c) Poema c:n prosa: GuilIerm'J Dial:·Plaja, El pO:'1rl11 en pl"O.la en Es·


nos marcan las estrellas

paña, Estudio crítico y anto1ogia. Barcc:lona, 1956.


la ruta! -Se diría

6 BAE, 11, pág. 611.


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80 Manual de versificación española VersOS sin rim,a=-- _ 81

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silla y la poesía de L. F. de Müratín Elegía a las Musas 6 sir\'e~
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de ejemplo representativo. En la época modernista (SalvadOt que- la l~ar es el ,amino

del alma.

Rueda, Rubén Daría y otros) se reanimó el empleo de! \'ersQ


suelto después del desuso en que lo habían tenido los rornáf\. _ (Jnan Ramón Jiménez, NQctaolO sOllado)
ticos. También citaremos los tres mil endecasílabos sin n.l1'1!
del Cristo de Vehl.~q[wZ de Unamuno. En menor pmporción le Ejemplo 11:
cultivaron F. Gareia Larca, V. Huidobro y algunos poetas COn.
~ espera sosegada,

temporáneos, en tanto que otros, como A, Machado y E, Gonzá.


es:! esperanza siempre ,;erdlO',

lez Martínez, lo evitan. pájaro, paraíso, fasto de piLlmas no tocadas,

in\'f_nn ]u, ramajes más altos,

donde los colmillos de mrisica,

LOS VERSOS LIBRES dondlO' las g,1;:;1;; pode~o,as, IO'¡ amor que se clava,

la sangrlO' arJiemc que brot:! dIO' la herida,

Hay que distinguir, tanto por su asunto como por la temi. no 'alcanlará. por más que el sunidor SlO' prolongulO',

nologla, los versos sueltos clásicos, de los versos libres en el por más qnc Jo~ pechos erHreabicrtos IO'n ¡ilO'rra

proyeclen su drlor o su :.vilkz a los cielos azules,

sentido del verslibrisme francés, según se introdujo a finales del


siglo XIX en la poesía hispánica, Para distinguir este nuevo sen. (Vicente Akixandre, La. sel....a y el mar)
tido de la libertad en el verso del antes indicado, no ha" que
fijarse tanto en la ausencia de la rima como en la variedad mé,
frica de los "'ersos, y también en el aprecio superior en que se BIBLlOGRAFh: a) Vcrso slllO'lto: Anf., X, págs. 2['1('.-208 (errón~:!mentlO' se
tiene a la asonancia frente a la consonancia. El uso de versos atribuye a B05Cán [a lnrrodl-lccion de Jos vers~s ~ueJt01>l. E ~1ele, ÚlS
de medida diferente tiene varios grados en su manifestación poesías latinas de G,¡',~i!d50 de la Vega ).' 5U pernliH!Ulda en Itali.~. FlHi.
que van desde la adopción de determinados versos y estrofas XXV, 1923, especH¡]IlJ"'n[~. pág. 367. E. L. Rivers, The Horarian Eri.<'!c
atld itl> introducfion inl() Spanish /ileratwc, HR, XXII, 1954, págs. liS
poéticas va existentes (en especial de la silva) hasta el sintngma
y sigs., espcci:..lmcnte pág~. 18~ ~ Slg T. N:ivarro, Marica; en el índi,IO':
rítmico del poema enteramente libre, que se adapt3 sin limi.
.endecasílabo sucllo~,
taciones a la voluntad de expresión del poetn, como lo hace la b) Verso libre: p, Benito G~lmt-h-" El .Heodernismo literario españrA.
prosa. El ~'erso libre, ~La c;m!~,d de Dio," XCVI, IQI4, pigs. 34-46, Roger D_
Ejemplo ]: Ba~sagoda, Del (ileiamirirlO (I[ veno !;!Jr/', B-\..A.L, XVI, 19~7, págs_ 65-113,
T. N:!\:!rro, .'t1étrica, pigs, 443-44::; '\o 47¿----lS-1. C'Jn rn6.s indkacioncs bjblia­
La tierra lleva por la tierra:

gratica~. F'ranci,cQ l.Ó[1~? Es\ral~a. Alctrica espaiiolrl del $ir;!') XX, !>fll­
mas tú, mar,

drid, 1909, libro que compIcm~]ltfl el presente estudio ell [(J rL~·':rt'nte
nevas por el cielo.

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88 Manual de versificació'l eSf')(J;¡,d ,
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dos pies, y cumple con este requisito mínimo para es~;:--, ~sos 1 Y 3 SDil silábicamente incorrectos, en cuanto al
un ritmo propio en el conjunto del verso, Sin embargo~( I.A;'s ero de sHabas, porque si los consideramos como autónomos
emplea conscientemente como verso autónomo tan sólo a~' JJúBl n tetras[labos sino pentasílabos 10; sin embargo, juntán­
del siglo XVIII" ;~oS: con los verso;. que ~es, si~en, resultan octosilabos pero
~s acentos de verso están en la primera y tercera sílabas.' fectas del tipo dactílIco asnnetnco:
El ntmo es, por tanto, trocaico:
600 600 óo
A una Mona 60 60 Ay qué grand mal pasa- redes
Mny taimada 60 óo
Dijo un día [ ... ] Esto demuestra que los tetrasílabos de esta clase no son más
Cierta Urraca: que octosílabos, meramente separados por la rima y la dispo­
..
[, ]
sición gráfica.
(Inane, Fáb. XLVII) Hasta el Neoclasicismo, los tetrasílabos se han de considerar
como versOS carentes de autonomía; y a partir de esta época,
Resf.lmen histórico: El tetrasílabo se da en casos aisJado¡ tamPOCO la tienen los que presentan sinafía y compensación o
por primera vez en el Misterio de los Reyes Magos (hacia 1200, que se emplean evidentemente como versos de combinación.
polimétrico y silábicamente fluctuante), Es el verso que mis Desde el siglo XlV la variante dependiente tiene gran importan­
abunda en las coplas caudatas i de la profecía de Casandra en cia en las múltiples formas de la copla de pie quebrado, cuyo
la Historia troyana polimétrica (hacia 1270), Sigue siéndolo en destino comparte lI.
esta clase de estrofa y en el discor 9 de los Cancioneros del Los neoclásicos convierten por primera vez el tetrasílabo
Siglo xv. No obstante aún no puede considerarse como autó­ en un verso autónomo al darle un ritmo rigurosamente trocaico,
nomo, según lo demuestra el siguiente ejemplo: y evitan consecuentemente sinafia y compensación. Como ejem­
plo, citaremos las fábulas XXXI y XLVII de Iriarte 12, las tona­
1 ¡Ay qué grand mal
dillas polimétricas E/lorito y Los gustos e5traglldos n, y además,
2 pasaredes!
los tetrasílabos en las coplas caudatas al final del Diálogo mé·
,
3 i ay qué mortal!
¿non veedes trico de Paris y Ele11a de Gerardo Lobo H, y los pasajes cn
5 como vos está tan presto? tetrasílabos de La Venus·de Melilfa de Sánchez Barbero ll.
El tetrasílabo autónomo tiene su auge artístico y su mayor
(Historia troyana Cedo Menéndez Pidan difusión en el Romanticismo, especialmente en G. Gómez de
IJ, v. 106 y sig.)
10 En otros textos tambi~.n aparecen, en lugar del tetrasílabo, tris!,
i .,Estrofa en versos tetrasnabos repartidos en dos partes simétri­ labos e inclwiO bisílabos y heJlasilabos. Comp. H. Ureña, Versificllción,
cas, cada una de las cuales telTIlina en un octosílabo que rima con el de páginas 3~ y sigs,; H. Ureña. E,wdios, págs. 34 'f sigs.
la otra mitad.» T. Navarro, MetTica, pág. 525. En la Historia lroylll1a el 11 Comp. D. C. CJarke. The fifteenth cenlUry copla d~ pie quebrado,
esquema de esta clase de estrofa es ababC: dedeC (C:= oct05nabo). HR, X. 1942, pág'i. 340 Y sigs.
9 .,Discor. Canción breve de queja amorosa en versos cortos y fluc­ 12 EAE. LXIII. rágs. 11 y 16.
tuantes y con rimas predominantemente agudas en CQmbinaciones varia. 13 BAE, LXIII. pág. 64.
das.~ T. Navarro, Métrica, pág. 527. Su empleo se lim[ta a la poesía de 14 EAE. LXI, pág 3D.
los Cancioneros del siglo xv. l' EAE. LXIII, pág. 584.
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90 Manual de versificación e~;'

-
Clases de "er~OS: el pentasílabo 91
Avellaneda. Así se encuentra, por ejemplo, en Bermudez ~ o 60 60
Castro (El harem), Avellaneda (Paseo pOr el Betis y A un 'Ui&e; Alguna vez,
ñor J, J. de Espronceda (Canción del Pirata y El mendigo, atn~ otro pensamiento,
poesías con una gran proporción de tetrasílabos; y en el ,E'sllI. se~ contento.
dimite de Salamanca J, Se da además en numerosas partes de
(Castillejo)
las poesías de Echeverría y Zonilla (por ejemplo, en La Carrera,
Ja Leyenda de AI-Ramar y en Recuerdo del tiempo viejo, IV) 16,
Después del Romanticismo el tetrasílabo tiene poca impor. El empleo exclusivo de uno u otro tipo en una serie larga
tancia. Rubén Daría lo emplea como verso autónomo en ~Una de pentasílabos se da muy raras veces, y generalmente se mez­
noche - tuve sueño .. de Otoñales (Rimas J; M. Machado, alg¡¡ clan ambos.
más frecuentemente en las poesías polimétricas (Otoño, Encll'
jes, El viento, Mi Phriné, Rai-Kais y. otras), Resumen histórico: El pentasílabo es, sobre todo, verso usa­
do en combinación con otros. En esta función se encuentra
formando el pie quebrado del heptasílabo, como verso auxiliar
EL PENTAs1UlIO
del'endecasílabO, en especial en la estrofa sáfiea, y libremente
Por distinta posición del acento del verso, resultan dos tiPQ3 combinado con otros versos. Desde Lope de Vega forina parte
rítmicos en el pentasílabo. de la seguidilla regularízada (7·5a -7·5a; 5b -7-5b).
Su historia como verso autónomo empieza a mediados del
1. El tipo dactílico. Se caracter~za por los acentos rltmi­ síglo xv. Hasta entonces se le encuentra tan sólo como hemis­
cos en la prjmera y cuarta sílabas: tiquio del verso de arte mayor fluctuante, y como pie que­
brado silábicamente eJlcedente del octosilabo (en lugar del te­
600 60 trasihbo corree lo). Como verso autónomo se presenta por
Nada te tnrbe,
primera vez, en su variante trocaica, en la endecha anóni.ma 11
nada re espante,
a la muerte del sevillano Guillén Peraza (1443) la, y se le sigue
rodo se pasa.
empleando en endechas eomo el verso más corto posible, aunque
(Santa Teresa) generalmente con poca frecuencia. Una serie de pentasílabos,
impresionante por su eJl tensión , ofrece por vez primera Jeró­
Como este tipo tiene correspondencia de acentos con el verso nimo Bermúdez en su tragedia Nise laureada, I, 2, en la que se
adónico (- - ~ - ~). puede emplearse para reproducir el verso encuentran setenta y dos dc ellos sin rima, casi eJlciusivamente
final de la estrofa sáfica; por esto se le denomina también en del ritmo dactílico. El ejemplo de Bermt1dez quedó eclipsado
castellano verso adónico.
por Lorenzo Matheu y Sanz, que traduce en 1665 el Spill, de
Jaume Roig, al castellano en dieciséis mil pentasilabos, atenién­
2. El tipo trocaico. Acentúa la segunda y cuarta sílabas.; dose en cuanto al metro al original catalán. Por lo demás, sin
la primera sílaba se considera como anacrusis. embargo, el pentasílabo autónomo apenas está representado en
los Siglos de Oro.
I~ Espronceda y Zorrilla vuelven a \a sinaf/a y compensaeión, y eslo
mue~tra Que también en el Romanticismo el tetrasílabo se usa a veces eD
;<;u antigua variante. 11 Véase, más adelante, el romaneilto.

18 Publicada e~ Ant., IX, págs. 331 'j sigs_

'.'

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92 Manual de versificación españolci


El pentasílabo tuvo su mayor difusión en la lorma métrica
del romancillo, propia de las poesías anacreónticas, letrillas,
himnos, cantatas y diálogos de los neoclásicos. Así, por ejemplo,
- Clases de versoS: el 17e.xa'iílabo
=--­
93

EL H EXAs1uBO

en Jos dos Moratm 19, Meléndez Valdés llJ, Iglesias de la Casa 21 El versa hexasílabo, llamado también verso de redondilla
Iriartc n, Arjona ¡:I, Sánchez Barbero M y en otros. En conjunto: menor, se presenta en dos variantes rítmicas.
el empleo isométrico del pentasílabo predomina; así ocurre, Por
ejemplo, en todos los autores antes mencionados. No obstante, 1) :En el tipo troc aico los acentos rítmicos caen en las
también se da ocasionalmente en poesías polimétricas; Por sílabas im pares.
ejemplo, en el juego dramático La fortuna justa, de Arjona 25 , en 60 60 óo
¿Vuelve el poh'o .11 polvo?
la cantata La Venus de MelilZa, de Sánchez Barbero, y en el
¿Vud¡:¡ el alma ¡:¡] cielo?
diálogo satírico Brujas U , de este autor; y muchas veces en los ¿Todo es \"¡¡ materia,
intennedios de los textos de las óperas. Las variantes trocaicas podredumbre y cieno?
y dactílicas se presentan generalmente mezcladas con predomi. (Bccquer, Rima LXXlll)
nio del tipo dactílico.
En el Romanticismo el empleo continuo del pentasílabo dis­
2) El tipo dactilico se caracteriza por un acento rítmico
minuye mucho. Constituye series cortas unifonnes insertadas en
en la segunda sílaba, y la primera se considera como ana-
poesías largas; por cjemplo, en la leyenda La azucena milagrosa,
cros is .
del Duque de Rivas n, y en Eh'ira o la rlOvia del Plata, de Eche­ o 600 óo
verría. Es más frecuente como verso de combinación en «escalas La luz. que en un vaso
métricas» y en las demás formas polimétricas; Bécquer muestra ardía en el suelo,
en 1ales usos predilección por este verso 28. al muro arrojaba
En el Modernismo y en la poesía contemporánea tampoco la sombra del lecho.
alcanza gran importancia, si bien no faltan ejemplos ais.lados, (Bécquer, ídem)
como en M. Machado (Es la mañana; Mutis), Á. Nena (Sane­
tino) y F. Garcia Larca (Canción ch':na en Europa). En estos En series largas de Jlexasílabos aparecen por lo general
casos, como ya ocurría en el Romanticismo, es común la mezcla las dos variantes en disposición arbitraria (empleo polirrítmico).
arbitraria de los dos tipos. En estos casos predomina (sah'o en los siglos XVI y XVII) el tipo
dactílico, llamado también popular, frente al trocaico que re·
19 BAE. II. págs. 2·5 en varios lugMes, y pág~. 605 Y sigo
presenta la variante culta. Aunque no es un verso importante,
20 A~I la letrilla V y XL BAE. LXIII. págs. 122 y [24. se encuentra, sin embargo, con bastante frecuencia,
21 Lelrilla XXXIII, BAE, LXI, pág. 420.
:': En las fábulas El natura.lista y las Ia;:artiias y La verroga, el ¡oua. Re'iUmen hif.iórico: El hexasílabo de la poesía medieva1
nillo y la corcova, BAE, LXIII, p;igs_ 18 y 23. latina consta de 1res troqueos. En la poesia francesa, donde
1] Así en el himno A Jesús en el sepulcro, bAE. LXIII, pág. 543. acaso se ,tesarrolló por primera VCl. ~iguiendo el modelo latino,
14 A_~í en la l~trilla A mi MUsa, BAE. LXIII. pág. 591.
25 BAE, LXIII. pág, 542, tiene un carácter estrictamente trocaico. En la antigua poesia
26 BAE, LXIII, págs. 593 y sigo provcnzal la \·'<lriante trocaica que predomina, se encuentra
27 BAE, e, pág. 436. mezclada con la dactilica. Es considerable la gran proporción
2!1 Rimas xn, XV. XVI, XXV, XXIX y otras. de versos hexasílabos der tipo dactílico que se hallan en la
'F
'-¡~!',
•"

96 Manual de versifica.ción espaiiolt¡

ejemplos, citaremos Mis ....otos de Sánchez Barbero 31> y La de.


claración de Juan Bautista Arriaza 31, CU}'"O estudio rítmico es de
­ Clases de versOS: el heptasílabo
~
De menos importancia son los tipos mixtos, en los que re­
cae el acento en la primera sílaba. Así se inicia un período
97

interés; en forma muy popular se presenta la poesía .'iatirk.a en rltTO ico de cinca sílabas que puede tener la disposición de un
las llamadas Pasmarotas de Torres Villarroel~. dáctilo más un troqueo (variante Al o al revés h'ariante B):
En el Romanticismo el uso del hexasílabo disminuye, pero
A Dórida ingrata mía, óoo óo 60
aún sigue siendo un verso bastante frecuente, como lo demues­
tran, entre otros, Zorrilla, Avellaneda y Bécquer. La forma nor.
Hizo el ."'mol'" ia cuerda. ÚDO oc ÓO

[ ,,1
mal es la polirrítmica, Con frecuencia en la variante dactílica, (GuLitTre de Ce tina, Anacreóntica:
A pesar de la predilección del Modernismo y de la poesia .De tus rubios cabellos")
de época m<'ís reciente por los versos largos. el hexasílabo .ha
logrado mantenerse firme en su uso como versO de combina. B Islas blancas v \'('rd"s óo 000 Do
ción, al lado del heptasílabo, reanimado otra ve! por la panición flotan sohre la, niebIo.. ÓO 000 tlo

del verso alejandrino. Sirvan de ejemplo: Rubén Daría (La dan. (Frandsco Vigbi, Amaneeída en Peña-lA,',ra)
za macabra y Ra:.a), Valle Inclán (Rosa de Belia{. Viera/es y
otras), Villaespesa (La ru.eca); de la poesía contemporánea, hay La variante B sólo se usa en forma carente de autonomía,
que citar a Pedro Salinas y a Jorge Guillén. dentro del heptasílabo de uso polimétrico, condicionado por
encabalgamiento. La variante A tiene, por lo general, la misma
EL HEPTASflABO función, pero por su acento claro en la cuarta sílaba obtuvo en
el Modernismo limitada autonomía rítmica 39.
El verso heptasílabo se presenta en dos tipos principales,
denominados según la terminología tradicional yambico c-) Resu.men histórico: Documentado desde San Ambrosio de
y anapéshco (~ _ -). Desde el punto de vista del ritmo, se clas¡' Milán como una forma del dlmetro yámbico, especialmente en
ficarían mejor como trocaico (con una sílaba en anacrusis) y la poesía hímoica latína, en España, como en Provenza, Fran­
dactUico (con dos sílabas en anacrusis): cia e Italia, el heptasílabo es uno de los versos más antiguos.
En España aparece, sin embargo, desde el principio, bajo influen­
El sabio con corona o 60 00 60 trocaico da extranjera. Tanto el heptasílabo español como su correspon­
como león semeja, o 00 60 60 Irocaico diente francés, el hexasílabo, son de origen discutido, y no se
la verdad es leúna. 00 600 60 dactílico
explican ,>atisfactoriamente partiendo de una procedencia Única.­
la mentira es gulpcja. 00 óoo 00 dactílico
AlIado del posible origen latino, hay que tener en cuenta según
(Sem Tob de Carrión) sea el género literario. época y tipo de verso, una posible proce­
dencia desde el alejandrino (por emancipación de los hemisti­
Cada una rle las variantes puede continuarse en larga serie quios), y también desde los deca ... ílabos francés y proveozCll
de versos, pero, por lo general. las dos aparecen combinadas, (correspondientes con el endecasilabo italiano), que tienen la
con predominio de uno u otro tipo. disposición 4 +6.\0.
JO BAE. LXIII, pág, 587. 39 Comp. el ejemplo de Salvador Rueda, ~Qué viejecita eres», cHado
J7 BAE, LXVII, pág. 47. por T. Navarro, /r.1r'fric'J. pág. 497,
)lI BAE, LXI, págs. 82-86. <lO Comp. Surhier. Vers[enre, p:ig~. 72 Y sigo El verso de seguidilla es,

Vl!RslF1CACIÓN ESP. - 4
,t~,':"\';
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'~'N-;¡

,~"

98 Manual de versificación eSZJaJl.../:' de versos: el heptasílabo 99


~.
. 1. El hepta~il~bo se enc~entra por prime:a vez en .-:' ~
,_o del siglo XIU
..
el heptasilabo ceda o bien por extenderse
Jarchas que se sItuan en los SIglos XI y XII; y, SIn deducir~.
clusiones del testimonio, resulta una clase de verso qUe p~
tete: vez
más la tendencia al uso del octosílabo en el hemistiquio
ca. ndri no de la poesía del mester de clerecia, o bien porque
domina en estas composiciones. El hemistiquio de siete Sílaba¡, pleJa cada vez menos dicho heptasílabo y el verso alejandrino.
se
más claramente definido, se halla como la forma fundamenta¡ ~ UejemplO característico nos ofrece la Historia troyana poli­
en los cantares de gesta de Jos siglos XII y XIII. El Poema del ~trica, en la cual sólo dos pasajes relativamente cortos" están
Cid Y el de RotlcesvalIes muestran, según los cálculos de Metléo; mcritas en heptasílabos Y alejandrinos respectivamente, de ma·
dez PidaL un 39 % de heptasílabos frente a 24 % Y 26 % res. esera que en [Oda la extensión de la obra se encuentran sola­
pectivamente de octosílabos, que es el verso que más Cerca ~te ciento ochenta heptasílabos frente a más de mil octo­
le sigue en competencia. En el siglo siguiente se produce en..
sílabos.
este género de poesía un cambio paulatino en favor del OCIQ. El auge del heptasílabo como verso corto autónomo se halla
sílabo 11. '
en las seiscientas ochenta y seis redondillas de los Proverbios
Un desarrollo paralelo puede observarse también en las de morales de Sem Tob, hacia la mitad del siglo XIV e. Casi al
más poesías juglarescas. Hasta el último tercio del siglo XIn mismo tiempo aparece~ sin alcanzar gran importancia, en las
el heptasílabo y el eneasílabo son las fonnas fundamentales ~ máXimas del Conde LrKanor (1342) de don Juan Manuel y en el
los versos aun fluctuantes; aSÍ, por ejemplo, en el Misterio de Libro de buen amor del Arcipreste de Hita. Juan Ruiz lo emplea
los Reyes Magos, Maria Egipciaca, Libre dels tres Reys dt como hemistiquio del alejandrino (en una relación de 1. a 5
Orient y en la Disputa del alma y el cuerpo. El Debate lit con respecto al octosilabo); y como verso de combinación apa­
Elena y Maria (hacia 1280) marca la evolución hacia el predo­ rece 'también, de manera autónoma, en Los que. la ley avemos
minio del actos Haba (29 %) sobre el heptasilabo (27 %)(2. (1059-1066).
El heptasílabo alcanza su mayor corrección silábica y su más A fines del siglo XIV tennina el primer período en la historia
amplia difusión en la Edad Media como hemistiquio del verso del heptasílabo, Y como verso corto cae en desuso; ni el Can­
alejandrino en la cuaderna vía del mester de clerecía 0. Sin donero de BaerJa ni los demás Cancioneros del siglo xv y de
embargo, salvo en Berceo, está expuesto, unas veces más y otras principios del XVI 10 emplean; de la misma .manera pierde su
menos, a la competencia del octosílabo, que resulta ser eviden. importancia como hemistiquio del alejandrino, ya anticuado,
temente una forma de más arraigo. De ahí que desde el último del mester de clerecía.
Según M. Pidal 46 la pérdida del uso del heptasflabo antiguo
es debida a dos razones fundamentales: 1) A pesar de :o;U anti­
por su carácter. amétrico; bajo el influjo del heptasílabo italiano, desdr güedad, el heptasílabo no ha sido un verso tradicional, sino
Calderóu se regula estrictamente como una combinación de heptasflabos que estnvo siempre condicionado por la influencia francesa; por
y pentasflabos. Aquí no se tiene en cuenta, puesto que 00 representa un
esto se le tuvo eomo un verso extraño y no logró mantenerse
tipo de heptasllabo, sino una fonna descompuesta de un ',¡eno larao
fluctuante. Véase más adelante la se~jdilla. junto al ocrosílabo popular. 2) A esto' hay que añadir los efectos
41 La proporción de octosflabos y heptasflabos es en Los Infantes iÚ de un proceso lingüístico; desde fines del siglo XIII desaparece
Lara el 32 % ; 28 %. Y en el Cantar de Rodrigo el 31'lfJ : 30 1M.
42 Sólo en Razdn de Amor (hacia 1205) el octosllabo prevaleció llDte­
rionnente al hept¡l,sí[abo. 401La.s partes IV y V en la edición de M. Pida!.
4J Para más detalles, véase más adelante el tetradeca.sflabo (alejan­ 4~ BAE, LVII, págs. 331-371.
drino) y la cuaderna "o'ía. 46 Romancero 1, Madrid, 1~S3, cap. IV, § 3.
l.,t'g.'''-''
-.,!'\,,>:'\

102 Manual de versificación es~':. e verSOS: el octosílabo lol


CfiLS es d
cion~~ aguda.s; ~iguiendo illo~elos italianos, también se USat ~inación !lana cae, corno es bien sabido, en la penúl­
esdru]ulos (sw nrua) en Zorrilla y e n - o t r o s . ­ e~ sílaba:" El verso de rcdondilla mayor se compone de ocho
a
E! Modernismo renovó el cultivo del alejandrino p0lirri 'abaS de las cuales 1
ulfl '·
a septlma ' slempre
sera ·1 1
arga, y a octava
mico, )' esto trajo que se volvieran a usar los heptasílabos i:It ~~e:ve"~- Partiendo de esta definicíón, la restante disposición
usos polirrítmicos, que desde el Neoclasicismo habían quedad¡¡ , IIlica es muy libre y variada. Corno un \'erso de esta exten­
arrinconados. Algunos ejemplos se encuentran en casi todo( ~['n tiene normalmenLe, por 10 mcnos, otra silaba tónica, apa­
los poetas de la epoca (Martí, Unamuno, A. Machado, Lugonq¡ :en eiI'lco forma" fundamentales, según en cuaL de las cincO
Darío, Valencia), sin que, sin embargo, el heptasilabo pUeda prilUeras sílabas caiga este clilro acento de palabra:
considerarse como verso de uso frecuente. en la 1.' sílaba; mira por los capitanes
En el siglo xx el heptasílabo l"ccihe un nueVo impulSO en la 2." silaba; las huestes de Don Rodrigo
comparable al del período neoclásico, convirtiéndose, en euan~ en la 3." sl\aca: el caballo de cansado
a la frecuencia de su uso, en el verso más importante de la m~ en la 4.' sílaba: sus enemigos ~·encian
triea regular. Salinas y Guillén vienen a ser los repre:;~ntant~ en la .'l." silaba: que te Jo demande el diablo
más notables; y también García Larca y muchos ot1"OS lo em­
plean bastante en valÍ.adas fonnas de estrofa, algunas nuevas" También cabe una scxta fonna con un solo acento al final de
verso;
BIBUINAA1'1A: Maree} Bataillon, Ave.nemetH ae la po¿sle lI.eptas)'J!a.biqq y ~in conmiseraciones Sol
modenze en Espagne, «Mélangcs d histoire Httéraire de la ReD~
aUerts a H~nri Chamard., r ... [Ú, 1951, páiS. 311-325. Estas son las fonuas fundamentales, que a su 'liez por el efecto
de otros acentos pueden ofrecer una extensa variación, En su
estudio El octosílabo .Y sus modalidades 31 T. Navarro ha demos­
E.L OCTOS{Ui~
trado que existen sesenta y cu¡:¡tro variantes prosódicas del
octosílabo, que reduce a tres tipos rítmicos .fundarr:.entales.
El octosHabo (llamado también \'erso de arte real, verso de
1) F.l tipo trncO'lico tiene el acento característico en la ter­
arte nlenor, y \'erso de redondilla mayor) es el verso ·más apre­
cera sílaba; empieza, por tanto, con anacrusis de dos silabas y
ciado y más extendido en la literatura española, en la que se
el período rítmico que sigue comprende dos troqueos 5!l:
considera como el verso nacional 'J', consecuentemente, también
en la hispánica. Cualquier osunto le convieut:. y por esto se le 55 Rengifo. Arte po';¡ic,~ española, cap. IX. En este sentido se expresa
emplea en todos los géneros, en la- poesía lírica, dramática y deddidarnente S. -e. 1,,1orky, 11 I1Ule 011 U¡e Span:sh oclo~yllabl{', MLN,

didáctica. Por la libertad de SLl reducida oscilación silábica y en XLI, 1926, págs. 182·184.
50 E~la~ ej,;mrl,,~. cscogLdos pe)" E. M,utíllez TUrlll:'r (El rimlO imemo
la fonna doble (8 + 8), pasa también al campo de la poesia el! el verso de T:imanee, ,Blllletin uf lhe Juan lui~ Vives Scbolarsbip
épica como verso del romance (pie de romance). Los hepta5i­ Trust_, 11, Londre~, :ihri! 19%, págs. 14 y sigs.), se citan según M. Pidal,
labos y eneasílabos, nuevamente reanimados desde el Moderni~ RomGI1c"etO I. P3g <JI. hIlO Saavedta Malina (El oCfOsílaoo castd/allO,
mo, han rebasado algo al octosílabo en la poesía artística de los AUCh, cn, 1944, pá,.:s. 65-n9; y tambi¿n como libro, Santiago de Chile,
1\145) ofr~ce ablln:lcn:e material documenl:l.\ en ~u estudio de con:'llnlo.
ultimas setenta años; pero en la poesia popular de España t 51 «Estudios Hi,pankos. Homenaje a ATener M. Hunlingtorl», Wdtes·
Hispanoamérica ha conservado hasta hoy su firme vigor. ley, Muss., 1952, pag~. 435---455.
Según el concepto tradicional, el octosílabo, como los derná~ la Como opusimo, ::L<;t~s en h pág_ 28. el segundo pie no tiene que
'versos cortos, tiene UD solo acento realmente indispensable, que iniciarse por un manifiesto aeentn en ..1 periodo rítmico.
104 Manual de versificación eSPQ;Jl ClaS.eJ de versos: el octosílabo 105
~ ..
00 óo 00 ÓO ;.i,
..Tipo mixto B: dáctilo + troqueo:
El aroma de su nombre,

el recuerdo de sw ojos,
o 600 ÓO 60

[ ... ] y dándole su caballo


(M. Machado, La lluvia) (Zorrilla)

Si se. tien~n en c.uenta los posi.bles acentos de palabra, el ti~. tipos mixtos (A Y B) conocen diecinueve variantes prosó­
trocaICO tIene tremta y una varIantes. l.?s _ en total. Los mencionados tipos fundamentales y sus va·
Como fonna especial de este tipo mencionaremos los oc~ dlC8S
. _tes pueden emp ¡earse ¡·b . .
1 remente en una mIsma poesla, y
sílabos con cesura. En general suelen ser muy raros, y se iolrb. r:nse logra una gran variedad rítmica y de matización expre­
dujeron tras el ejemplo de la poesía A Matilde, de Espronceda' a. a' y pocas veces se dan poesías escritas enteramente en un
Para resaltar la intención de esta disposición del verso, Esp~ SIl! , "
Jo tipo ntmlCO. L a 1arma norma¡ es, pues, el octosllabo
. . poh­
ceda los adorna con rima interior: ~tmiCo, con la combinación libre de los distintos tipos funda­
mentales, dentro de la serie de estos versos. Esta libertad
Amorosa blanca viola
pura y sola en el pensil, resulta posible por el hecho de que los períodos rítmicos en
embalsama regalada cada uno de esto.s tipos fundamentales tienen aproxim~damente
la alborada del abril. la misma duración IJJ, Y esto ha quedado comprobado con expe­
riencias realizadas midiendo estos versos.
2) El tipo dactílico se caracteriza por su acento rítmico en Demostraremos la disposición polirrítmica de los tres tipos
la primera sílaba, y la tercera resulta entonces átona. El períodc fundamentales con ejemplos de un romance de Góngora:
rítmico, que comprende seis sílabas, consta de dos dáctilos:
Cuatro o seis desnudos hombros 00 60 60 óo = trocaico
600 600 óo De dos escollos o tres o 60 600 ó _ mixto A
Vuélveme, vuélveme, moro Hurtan poco sitio al mar, 00 60 60 6 trocaico
(Zorrilla) y mucho agradable en él. o 600 60 6 = mixto B
Cuánto 10 sienten las ondas 600 600 óo = 'dactílico
Son posibles doce variantes prosódicas. Batido 10 dice el pie, o 600 60 ó __ mixto B
3) Es característico de los dos tipos mixtos el acento rito Que pólvora de las piedras o 600 00 60 mixto B
mico en la segunda sílaba; este aeento relega la primera sílaba La agua rep~tida es. 00 00 60 6 = trocaico
a anacrusis e inicia, al mismo tiempo, un período rítmico de [ ... ]
cinco sílabas. Las diferencias entre ambos tipos se dan por la (Góngora, BAE, XXXII, pág. :510)
sucesión de los pies de verso en el interior del período rilo
mico: Cada uno de los tres tipos fundamentales tiene una facultad
Tipo mixto A: troqueo + dáctilo: e'qJresiva propia, y esto hace que resulte adecuado para deter­
minadas funciones. El octosílabo trocaico presenta una dispo­
o 60 óoo óo sición simétrica; su período rítmico comprende sólo cuatro
Allí la altiva palmera
sílabas, y es, por tanto, el más corto; su ritmo es lento y equi-
(Zorrilla)
l'iO M. J. canel1ada de Zamora, Naras de me!trica.' Ritmo e-11 urws ver·
59 En relación con otro asunto, S. G. Morley, ob. cit., págs. tB2.1M, s()s de rom/mee, NRFH, VII, 1953, págs. 88-94.
'P"'"

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106 Manual de versificación espQ~ (;1JJ.Se5 de versos: el octosílabo 107


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librado. Por eso sin.:e para las narraciones, con tal que no sean =------ pasando est~ v~rso de la estructura cuantitati~
-""a-; ritmica, y usado en la recitación musical, s~ caracteriza
v _ .... );

relaciones emotivas, y para los temas líricos. El tipo dactiUCl;l


en cambio. empieza con un acento rítmico en la primera sílaba" ya un .ac~nto fijo en la séptima sílaba de cada hemistiquio. En
y en su período rítmico se acumulan seis sílabas; da la impr~_ po~ caso es poco importante si se parte de la forma cataléctica tl
sión de energía e inquietud y se emplea para situaciones a~ eS ac.ataléctica M, porque el paso de la una a la otra se realiza
tOldas. exclamaciones enfáticas, gradaciones emotivas, expresar ~e xnanera natural, ~spedalmente en el eanto, acentuando en
órdenes y en circunstancias similares. Los tipos mixtos Sllll. oUia caSO las sílabas de las palabras proparoxítonas al término
más flexibles, y sirven, sobre todo, para el diálogo; así aC1lIlt del yerso:
con las series de largos parlamentos en octosílabos del teatI'rl. a) o)
Apparebit repentina dies magna dómini [o dominíl
nacional. Claro que Lo dicho son solo orientaciones generales
y los estudios sistemáticos que relacionan la disposición rítmi~ (Monumenta Gerrnaniae Historica, Poelrle aev¡
y el contenido están todavía en sus comienzos 6), Carolini, IV, fase. n, pág. 507)
El empleo de los distintos tipos, sin embargo, no siempre
está determinado por la tendencia hacia la variedad, ni tampoOJ De ésta manera, el s~gundo hemistiquiD d~ [a variante cata­
por el contenido; como demostraremos en el resumen hisUl. léctica, que en un principio, según la manera de contar las
rico, el octosílabo tiene una historia larga y variada, en cUyO silabas en español, pudo ser (a) un h~xasilabo con terminación
transcurso cada época prefiere una u otra forma como fun. esdrújula, se convierte (b) en octosílabo agudo. Esta particula­
damental. ridad acentual de la variante earaLéctica parece persistir en la
En lo que respecta a .la freeuencia de uso, el tipo trocaico predilección de los romances más antiguos por la asonanda aguo
ocupa casi siempre el primer lugar dentro del empleo polirril. da; aun en el caso de que no hubiera existido en latín la varian­
mico, desde finales del siglo XlII hasta el Renacimiento. A bas­ te plena o acataléctica, prefiguradora del oetosílabo llano, la
tante distancia le sigue, en primer lugar, el tipo mixto (con SU1, forma paroxítona del octosílabo hubiera podido desarrollarse
dos variantes); luego, el dactilico, que en conjunto no alcama de manera directa de la forma aguda.
el porcentaje del tipo trocaico en las poesías polirrítmkas en El empleo del tetrámetro trocaico en canciones satíricas de
octosílabos. Debido a este predominio, el tipo trocaico recibe los soldados romanos demuestra que este verso era popuLar
además Jos nombres de octosílabo trocaico, trovadoresco e ya en los tiempos clásicos. Desde San Agustín aparece en la
italiano; las dos últimas denominaciones aluden al influjo de poesía litúrgica, y está abundanlem~nte documentado en In li­
modelos extranjeros. En Alemania se conoce este tipo bajo el teratura medieval latina 64, también en España 63. Hay, por tnnto,
nombre de spanische Trochaen y Romanzenvers. razones para entender que este verso influyó en la poesía en
Resumen histórico: Como fundamento latino del octosilabo lengua vulgar.
e.;pañol se considera el tetrámelro trocaico {_ ~ _ ~ __. _ ~ //

61 Resultados de inveslígJciones. referencias y mg~5ticH;CS en Frank 0, Q EM0 es, incompleto en el último pie de verso; Pange lingua glorio.<1

Reed, The Calderonian octosyUablt', ~Univ. of Wisconsin Smdies in Lan· ¡;orpolis mysterium.
guage and Lite,ature», Madi~on. Wisc., 1924. págs. 73098. T. Navarro, El M Esto es, comr-Jeto en el wtimo pie de verso: Abr.mdanlia pecmlarlllll
ocro~i1abo y sus modalidadl's. oh . .:it., págs. 441 y sig~.; .«érrica, pág. 47 solet ira/res cemlurtwre (San Agustín. Psa/rfWS contra pwtem DúlUlli)
Y en varios lugares. Comp. l¡lmbíén E. Manine:z Torner, ob. cí\., págs. 14 M Véase An/., VI. págs. 109 y sígs.

y sigs. lí5 Comp. M. Pi.:iJl, Romancero 1, p<Íg. 106.


·r
,.:,J\ :-,
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"~.,,.

110 Ma~lllal de \'ersi/icación eSPaiiJ)


e versos: el octosílabo 111
~.; Clases d
su ~xtraordin.aria resisteo.cia frente a toda~ las i~, ~ del ver~ y la disposición claramente estrófica indu­
vaClOnes hasta fines deL sIglo XIX, y su reVltaliza~" coITec M Pidal a ver en esta estrofa de cuatro versos el testi·
en el actual.
jero~ ade' una poesic: llrica en octosílabos, desarrollada y di­
",e;
III.

.e .
Su organizaci6n rítmica, distinta de la disposici(,¡
~l~a a fines del siglo Xl y comienzos del XII, que se basaría
rigurosamente trocaica de su paralelo, el heptasH¡'
, gol octosílabo como verso autóctono ya popular en tiempos
ba francés-provenzal. :~'::
-'iterarios ; y en el desarrollo de esta teona, se remonta hasta
'<, p1r:.l • 11
He aquí ahora el eXamen detenido de los tres puntos; los tiempos latmos .
Dos hechos apoyan, además, el carácter autóctono del oc­
L El octosílabo es de los versos más antiguos de la PúesIa­
liaba. VarioS investigadores han comprobado antes)' ahora
española. En las jarchas de fines del siglo XI y primera miía(j'
del siglo 'Xu, aparece ya como el rival más fuerte del heptasl.'
:~tendencia de ta prosa española hacia el ritmo del octosílabo,
esto permite ver en este verso .. el metro más connatural al
labo, sometido éste a influjos ajenos; y más importante t~
~dioma" 72. Finalmente, la admisión, por principio, de la sína­
vía que su documentación en los testimonios más antiguos'!!I.
la manifestación de su carácter autóctono entre el pueblo esp&._
~efa en el octosílabo, incluso en el del mester de clerecía, puede
servir para afirmar su carácter popular Jl.
ñol. En las jarchas se encuentran dos estrofas de cuatro verso,
II. La extraordinaria vitalidad que el octosílabo español
cnyo número de sílabas parece ser enteramente correcto; Una
demuestra en todas las épocas de su historia, es igualmente
de ellas es una evidente manifestación de poesía artística por"
indido de su procedencia autóctona. Ni el fuerte influjo fran­
el empleo del eneasílabo y de las rimas consonantes; la otra,
cés que sufrieron los cantares de gesta en los siglos XII y XIII,
en cambio, está escrita en octosílabos, y no tiene rima conso­
ni la entrada de formas italianas en la época deJ Renacimiento,
nante sino asonante, sólo en las lineas pares. El texto, segiuí'
Menéndez Pida!, dice así: han podido dejarlo de lado en el aprecio del pueblo español.
A pesar de que en el Poema del Cid.y en el Roncesvalles
Garid vos, ay yennaniellas, predominan los hemislíquios en heptasílabos sobre los octosí­
corn' contener a mieu mali, labos (]9 % : 24 % Y 39 % : 26 %, respectivamente), en Los
sin el habib non vivreyu Infantes de Lara y en el Cantar de Rodrigo '(siglo XIV) los he­
advolanH demandari 69.
11 Cantos romónicos anda/mies (continuadores de ¡,cna !frica lalina
Por el asunto y la disposición métrica no cabe duda de que VII/gar), BRAE, xXXI, 1951, págs. ]87-270. Sin embargo, respecto a esta
esta estrofa de cuatro versos tiene carácter popular 7U. El uso argumenHlción no puede ocultarse que las jarcllas, en lo que se refiere
a la métrica, no son testimonios seguros, porque de un lado no sabemos
si los pactas árabes y judíos adoptaron realmente inalteradas estas par·
fiJ Romancero 1, pág. 86.
tes románicas de la poesía (incluso en el caso de que ellos fueran los
70 C@ffiP, en cambio H. Lausberg, ASTNS, 192. 1956, págs. 2tm-209, J
auto~s); por otra parle, se cone el peligro de altenr el número de sí­
W. Ro.lOs, Sind die Hargeu Reste einer fmhen romanischen Lyrik?, ASTNS, Jaba5 en la tran~l;Iipción de los alfabetos extral1os, aparte de las dificul·
193, 1957, págs. 129---138. Medianle una diferenC"iación más rnati;r;ada, Waltrr lades del desciframiento. Los oclosilabos muy correctos en las jarchas
Mettmann. en Zu; Diskussion über di" literargeschichlliche BedeWlJlIi tienen que parrc"r sospechosos, si se tiene en cuenta la f"cha tardía en
der mozarabischen ¡archas, RF, 70, 1958, págs. 1·29, ocupa una posidOll que este verso se hi'l~ estrictamente métrico.
mediadora. Comp. sobre el conjunto de las cuestiones: Klaus Heger, Di! 72 Comp. M. Pillal, Romancero l, pág. 84, nota 6; T. Navarro, El grupo
bish"r veroffentlichten Hargas u"d ihre Deutungen. Anejo el de la ZRPh, /ánico como unidad melódica, RFH, 1, 1939, págs. 3-1~.
Tübingen, 1960. Véase tambí~: estribote. 13 Cornp, J. Cano, La importancia rela/i¡;11 del acento y de la silaba
en la versificación española, RR, XXIl. 1931, pág. 231.
'~',

112 Mánual de versificación 6SPa~;~'


---"'::h ctases ;..
,d~e'...',,~e:r:'o~':.~· ~e:l_o:c:t:o:':¡:la:b:o=-- ~l":13
mistiquios en octosílabos ya vencen el predominio de los h -<;:1­ ~las distintas épocas de la literatura española, que Tomás

t~sílabos, (~2 % : 28. % Y 31.% : 30 %, respect~\'amente). A ~. labO ofrece en su Métrica, parecen adecuados para d¡s{ln·

varro
tu d~l ultlmo terel? ~el SIglo XIII, el octo~l1abo se propa~:: sa: entre los componentes autl'cLonos y lo~ aJenl'~.
también por la poe~la Juglare~ca de asunto dIferente del ép~:' jWl'En los primeros tiempos de la poesía española, el (ictosilabo
después de haber sIdo ya haCia 1205 el verso predominante ~_'­ versO principal de la lmc<l Huctuante. Se le emplea en
la Razón de Amor. El mismo mester de clerecía abandona.: es eI ritmiCOs, y nmguna
. d e Ias tres fornl<ls fundamentales pte­
después de la mitad del siglo XIII la corrección silábica~." :Snuna sobre las otras. Frente al desarr~llo pl'~(erior, resul,~~
Jos versos alejandrinos de Berceo, y cede al avance del h~ , q,Íendente la gran propOrGH.m de h's tlpOS mIxtos y dacllll'
mistíquio de octosílabos. La Historia troyana polimétrica (~'_ SO Estas formas parecen haber sido en E.~p<lila las primimas
hacia 1270) contiene más de mil octosílabos, frente a ta" ' :'octosílabo estrictamente <lUll'ctono, que se continúa tambléu
sólo dento ochenta heptasílabos. El Libro de buen amor (l33Q., r bajo del tipo trocaico, en una proporción distinta en cada
1343) Y el Rimado de Palacio (1385.1404) en el estado actuaj :cea. El tipo trocaico, que, por lo general, es más tarde la
de su transmisión manuscrita muestran la infiltración del he,.. variante que predomina, fue dt:scubierto y eulti\'ado consLÍen­
mistiquio de octosílabos en el verso alejandrino de la cuader.' teID ente por el mester de clerecía. El primer testimonio no" lo
na vía 74. El Poema de Alfonso XI, de fines del siglo XlV ' ofrece la Historia Iyo.wma; de sus más de mil octosibbos, un
ofrece, a pesar de su contenido épico, estrofas dc cuatro ve-rs~ , 60 % es trocaico. Algo parecido, e incluso más 1avor<:¡ble para
octosílabos de carácter lírico (abab) con irregularidades sílá., el tipo trocaico, se encuentra en la cantiga Em un llempo eogi
bicas, y ocasionalmente con asonancias. El octosílabo en la ' f[ores~, de AIf?IlSO ~I (65 %), y en las poesías liricéis del Ri­
obra del Arcipreste de Hita se acerca a la corrección silábica; mado de Pa/aef() (mas del 60 % l. El que la forma trocaica se
en López de Ayala y en el Cancionero de Baena las f1uctua. convirtiera, de pronto, en el tipo fundamcntal del mes ter de
ciones silábicas son bastante escasas. El Marqués de Santillana derecia (que como escucla poética se abre a intlujos venidos
lo perfeccionó, y en el siglo xv inunda verdaderamente [a lirica de fuera en otras cuestiones), confirma la suposición dc (]ue
española eliminando casi por completo a su antiguo rival. el en este caso se recibier<:l la inOuencia e1el verso análogo de
heptasílabo. Con esto consigue convertirse en el verso nacional los trovadores por mcdio dc la pocsía gallego-pm;:tugucsa; y
de los españoles. Hemos visto que el octosílabo se incrcmenLa hay que tener en cuenta, además, que el mester de clerccía
de modo continuo hasta el siglo xv, y llega hasta nuestras nO logra aún la fusión del octosílabo autóctono con el octo­
días, y (]ue los versos venidos de fuera (el heptasiLlbo, el sílabo trovadoresco de carácter trocaico, pues ambos lipos se
eneasílabo del mester de clerecía, el alejandrino y el de arte tenían por octosílabo:> csencialmcnte diferenles. En el Poema
mayor, etc.) acusan una existencia bre\-e. Por tanto, la razán de Alfonso Xl se mezcLm, pero no se fundcn, cl mes ter de
de vitalidad del octosílabo puede explicarse por su procedencia juglaría y el de clerecía; con un 48 % de octosílabos trocaicos,
autóctona, no alcanza el promedio dc la poesía del mcstcr de clerecía.
nI. Esto no significa que el octosílabo haya dejado de recio De forma parecida ocurre en la obra de Juan Ruiz; cn las
bir influjos ajenos en el transcurso de su desarrollo. Los resul· Cantigas de escolares, de ciegos y de scrranas vuelve a encono
tados experimentales sobre las tendencias rLtmicas del octosj· trarse la variedad de los tipos quc cs propia dc la torma es­
trictamente autóctona; en las cantigas religiosas, sin embargo,
74 H. H. ArnoJd, Tlle Oclosy/labic 'cuaderna \"la' of }u;m Rui:, HR. \,[1[,
]940, págs. 125-138. Sobre el Ril7UJdo úe Palacio, véa~e- también m:i, ;:¡rrib.1,
página St>. ,s Anr., IV, :pág. 113.
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114 Man.ual de versificación e~'; ClllSes ·ad:.e_>~'e~'~S~Q:s::_e:l~o~C~I:o:"~·I=a~b=o


_ --'-1.::15
se registra un fuerte predominio del tipo trocaico, de tal~'
que en la Cantiga del Ave María constituyen el 79 I}ó del CQn;.
---;bo alcanza una mayar divulgación por diversas razoneS,
OCtOS fueron el r:omienzo de.! teatro en verso de Gil Vi.cente,
coJJlo.
junto; en la Cantiga de loores «Santa Virgen escogida), e( s Naharra, l,moneda y Lope de Rueda, y el empleo del
77 %; Y en «Miraglos muchos faze», el 91 %. En el siglo l'i fo"" an ce para asltnto~ re l'IglOSoS, . h"lstancos
. y l'Incas.
, F'ma1mente,
el octosílabo autóctono asimila por completo al trovador~ rolP versa contribuyó tambien a la reacción en favor de las
La fluc1uación en el número de sílabas se hace menos frt!;' este . 1
fo)1I\3S tradicloua es Y en contra
d e as I " ·Ita l'lanas.
lllIlovaClOnes
cuente, y los distintos tipos se hacen más patentes y se empltall,. manifestada, por ejemplo, en la traducción de las Odas de Ha­
intencionadamente para determinados temas y situaciones, 4 rado hecha por Castillejo, y en la que de los Trionti de Petrarca
partir de entonCes, empieza el desarrollo del octosílabo, 8UiadO hiZO Antonio de Obregón, ambas en octosílabos. En relación con
por una conciencia artística. el siglo xv, la historia de los diversos tipos del octoslbbo no
Los tres Cancioneros del siglo xv (Baen.a, Stúñiga Y.. Palacio) , ofreCe en el siglo XVI cambio:; importantes. En Bo~c.in, Encina
ofrecen un variado cuadro. No es posible una separación estri~ y Castillejo la producción del tipo trocaico corresponde a la
ta según los géneros literarios. No obstante, en el Cancionero sU1l1a de las otras dos formas. En las poesías de Santa Teresa
de Baena, el tipo trocaico predomina eon más de un 80 % en se ha. registrado el predominio del tipo trocaico en las composi­
las poesías puramente líricas (así en los nÚlns. 295, 357, 457 ciones Iidcas, pero en las poesias de carácter muy personal y
514); en los Decires 76 baja la cifra a un 50 %·70 l7ó en favor d~ afectivo predominan los tipos mbito y dZlctílico; el estudio
tipo mixto. En algunos casos, el tipo dactílico desaparece por cOlnparativo de los octosilabos de la poesía "Vuestra soy, para
completo (en Baena, n.O 5, Pala~~io, n.O J, Stúfziga, págs. 302, 3lI9, vOS nací.. eon Jos del "Vivo, sin vivir en mi .. , lo demuestra,
312). En otros casos como en el Plamo de las Virludes de Góo Según las estudíos de T. Navarro 78, se registra en lo.., Siglos de
mez Manríque, en la Vita Christí de lñigo de Mendoza n, los Oro una ligera disminución (hasta un 40 (I,(¡-45 %) del tipo tro­
tipos mixto y dactílico predominan sobre el trocaico. El aumen. caico dentro de los octosílabos polirrítmicos. En segundo lugar.
to de los tipos mixto y dactílico, que alcanzan hasta un SO % sigue el tipo mixto, con un 35 %, Y finalmente el daclílico, con
de la totalidad, significa la vuelta al uw de las formas más ant~ un 20 % más o menos. De estos datos se deduce, pLtes, la vita·
guas del octosílabo autóctono. lidad de los tipos rítmicos autóctonos en la epoca más brillante
La introducción de formas italianas en el siglo XVI no produ. de las letras espDño(as, en proporción que pasa ya del SO %; la
jo una disminución de la poesía en octosílabos. Al contrario, el preferencia en el empleo de los diferentes tipos depende del Ci\·
mcter del asunto, Esto explica el considerable aumento del tipo
ió "El dez.¡,. (tamb¡én decir) es una composición más extensa que la
dactílico, que en el siglo xv estaba a punto de desaparecer; y
canción Y. desde luego, menos dotada de condiciones de musiCilJidad; también, por fin, hay que contar con el teatro en verso, con su
constiluido casi siempre por estrofas de ocho versos, de rimas indepen­ Jlecesaria creación de dj,¡ilogos y escenas de gradación dramática,
dít:n1es deutro de cada estrofa, mu.y pocas veces encadenadas. A veces que requerían un octosílabo fluido y expresivo por la diversidad
las estrofas largas altermlll con estrofas mas bn:~'es, de dos a cuaHú ver­
sos, cu.yas rimas depend~n, a modu de estribillo. de la estrofa precedente,
de ritmos.
aunq'.Je a veces también son independientes. El deúr, a mas del tema &t el siglo XVIII la historia dd ot:tosílabo ofrece un dOble
amoroso, <Idmite Jos lemas político, didáctico, alegórico, etc.• F. Vendrell aspecto; por un lado continúa el desi\rrollo, patente ya en los
de Millas, Canco de Pu./acio, pag, 97; Y ,di] también esquemas de rima Siglos de Oro, que tendía a un equilibrio de los tres tipos rít.
y cilas. Comp. también Le Genlil, Formes, págs. 181).)86 (Cantigas el
Decires) , y también en el índice: decir.
TI Canco .siglo XV, NBAE, XXII, pág. 68, y NBAE, XIX, pág. 1. 18 Mér,¡Ctl, pág. 257.
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116 Manual de versificación eSNiiofi. ~'" de versos: el oetosilabo ll7


------.:;' clas~
micos. Así la Fiesta de toros ni Madrid de Nicolás Fernández deo"~ ~redilecci6n del Modernismo por los versos largos pone
Mor.:Hln contiene un 38 % de octosílabos trocaicos, un 41 %-c$i.:­ tosílabo en el cuarto lugar, después del alejandrino, ende­
tipo mixto y un 21 % del dactílico. Esta evolución puede co~": JI ~BbO y eneasílabo. Sólo antes de 1888, en que apareció Azul,
der<1rse cuma característic(i., aunque algunos poetas (cUnto , : ~oc:tosílabo se encuentra con bastante freenencia en Rubén
lénde1. V<11dés, en sus romances) ofreccn nn mayor porcentaje/ pario; algo parecido vale para Guillermo Valencia, Amado Ner·
del octosílabo trocaico (40 %-45 %). Independientemente 440; " Enrique González Martínez y Juan Ramón Jiménez. Antonio
esta situación, se introduce, por otro lado, de manera conscien~, :Chado y Unamuno tienden menos al eneasílabo, y por esto
el octosílabo trocaico de Italia, El motivo fue el éxito obtenido el oc:tosllabo se encuentra con más frecuencia en sus obras.
por las obras líricas y melodramáticas de Metastasio 79 EloctO· Antonio Machado ~refiere el tipo mixto; e~. los demás poetas
sílabo italiano tiene una disposición cstrictamente trocaica;_ redomina el trocaICO, como en el RomantICismo.
puesto que se destina para el canto. Para mejor entenderlo cj. P También en la poesía- más reciente, dejando aparte (os ro­
taremos un ejemplo de Ciego Amor de {darte: JDllDces. el octosllabo es un verso de poco uso. En los romances
lfricos de Garcfa Larca predomina el tipo trocaico; en su Ro­
Ciego Amor, en tus cadenas
mancero gitano, en cambio, el mixto.
nunca más me quiero ver:
qne eres pródígo en dar penas,
En resumen, diremos para terminar que, en cuanto a su
muy avaro en dar placer. procedencia, existen muchas opiniones en favor de la teoría de
que el octosílabo antiguo (de caracter polirrítmico con predo­
(CC. CXXXVI, pág. 130) minio del tipo mixto y dactílico) sea de procedencia autóctona;
razón de más es que su peculiar forma rítmica no tiene corres­
No obstante, algunos poetas. como lriarte, Moratín, Sáncbez pondencia ni en la poesía gallego-portuguesa, ni en la provenzal
Barbero, usaron poco esta clase de octosílabo. ni en la francesa. Por mediación de la poesía gallego-portnguesa,
El Romanticismo se acerca aun más al cquilibrio entre los sin embargo, se halla, desde pronto, bajo el influjo del heptasí­
tipos rítmicos, y al mismo tiempo también cuida de manera s¡~ labo rigurosamente trocaico de los trovadores, al que debe :o.u
temática la relacíón entre forma y asunlo, amoldando las dile-' disposición rítmica, sin perder el carácter polirrítmico que tU\'O
rentes especies rítmicas a la situación y ambiente de la poesía; de antiguo. Después que el tipo trocaLco del octosílabo, y junto
en las obras poéticas de carácter lírico predomina el tipo tro­ con él, el influjo ajeno sobre el mismo alcanzó su mayor difu­
caico; en li1s narrativas, el tipo mixto; en las obras dramáticas sión en la poesía de los Cancioneros del siglo xv, se puede regis­
o en situaciones de urden dramático, el tipo dactílico se sobre trar un avance continuo de los tipos mixto y dactílico, esto es del
pone al trocaico. Espronceda, el Padre Arolas y Zorrilla han de tipo autóctono del octosílabo. Est" evolución conduce finalmen­
considerarse como los poetas que representan esta tendencia te a que en el Romanticismo se logre un equilibrio aproximado
al equilibrio de los tipos, y que buscan la acomodación al con· en la proporción de los tres fundamentales tipos rítmicos. La
tenido; <:o este grupo pertenece también Bécql'er, en cuya obra. vitalidad que el antiguo octosílabo polirrítmico demostró a lo
sin embargo, se registra el predominio del tipo trocaico (t)"l) largo de este proceso, lngrando asimilar el octosílabo trovado­
caico 38.5 %, mixto 34,4 %, dactílico 2e,1 %). resco y manteniendo, al mismo tiempo, su modalidad propia,
puede considerarse como un argumento más de que este verso,
,9 Subre el influjo de Metasl"sio en la poesía eSíJañola, véame la¡ españolísimo entre todos los versos españoles -«propio y natu­
indicaciont:3 bibliográficas del párrafo :relativo a la ocla\'" ag~\da.
118 Manllal de ver$ijicaL"ián
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119
etsJe5 de versos: el eneasítabo
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ral de Es pana,. como dijo Argote de Molina-, es ver~':; ~ Sus bodas fatídica te(l,
mente de proce dencia autóctona. ~s brinde deleites y ~ea
La LUmba su lecho nupcial.
EL ENEASlU.{' (Espr-om:eda, El Est..dial'lte de Salamanca.
Parte IV, final)
SegUn J. Saavedra Malina 80, el eneasílabo cueIlta con ~e~,
Hacho variantes, si se considenm sus pasibles acentos prosóliL $D la terminologia tradicional esta forma se denomina anfj·
coso Estas variantes pueden red:lcirse, según la posición de 1(1¡¡,
acentos constituti\"os en d interior del yerso, a lo:; siguienteS bJa<O'
tipos fundamentales: 3. Los tipos mixtos. - Se les llama así, porqut: a dift:rencia
de los antes menciorlados, estos tipos combinan diferentes pies
1. El ripo trocaico. ~ El acento con~,:ituti\'o en el interior de verso en el periodo rítmico. E7I.i~tt:Il tres variantes:
del ""erso l;ae en la cuarta sílaba; este tipo deja las prime~ ,
a) Los acentos que se con<;;ideran constitutivos caen en
tres sílabas en anacrusis, y luego inicia el periodo rítmico, que
l;unsta de dos troqueos: la tercera, quinta y octal,la silabas. El período rÜffiico
consta de un troqueo, seguido de un dáctilo:
oQO Óü 00 ou
Mas a ;Jesar del tiempo lerco. 00 óo 600 60

mi sed de dmUI llo tiene fin; Juventud, divino lesoro.


n,n el c:abello gris ¡;le acerco (RlIhén D¡'r1o, Ca"ción de otolío
a lo.;; Nsa1cs del jn<.lill. al printavtra)
(Ruhell Dano. Canción dI'
b) Los acentos constitutivos caen en tercera, sexta y oc­
oroño en printavera)
tal,la sílabas. Este tipo se distingue del antcrior sólo
Con frecuencia este tipo de eneasílabo se apoya eIJ un acenm por la inversión del orden del período rítmico, pues
dispone primero el dáctilo, y a este sigue d 1wqueo:
secundario situado en la sexta sílaba; en ]a tenninología tradj.
dona! es el eneasílabo yámbico. 00 ÓOO 60 60
Ya te. vas para no volve.r.
2. El tipo dactílico. - Sus acentos constitutivos caen en la (tdcm)
segunda, quinta y Dctava sílabas; la primera forma anacrusis
y el período rítmico consta de dos dáctilos: Con otro aeento en la primera silaba este tipo t:S
o ÓOO 600 óo
idéntico al eneasílabo de gaita gallega, muy divulga­
[ .. ] do. Henríquez Ureña, que lo subdivide de manera
Por siempre descansen eu paz: distinta en lo que respecta al ritmo, la define así: ,Dos
y en fúnebre luz ilumine cl6.usu\as disilábica~ con el acento en la primera sí­
laba, una cláusula trisiJábica con acento en la segunda,
BO Tres grandes metros: El tl1easllabo. _, AUCh, CIV. 1946, ~gs. U-23, y una cláusula disilábica tinal semejante a las dos
1'flmbi¿n wmo libro: ~antiag:o de Chile, 1~ primeras. Por ejemplo:
~:;l;\>'
~ ','.

if­

120 Manual de versificación española, e versos: el eneasílabo 121


-'-'-----'------.;: Clas tS d
Cuando I laño)' I repico al I alba ..
~a entrado el siglo XVIII los distintos tipos no se diferen·
Nora / buenJ ¡ veng~is, a- / briL..~ 81.
. ban Y las series de eneasílabos fueron empleadas libremente
c¡,s. un 'uso poUrrítmico. Sólo el Neoclasicismo y el Romanticis·
El esquema, por tanto, quedaría constituido ash en distinguieron conscientemente las diferentes clases y las
60 60 000 60 mO learo n en series uniformes. Desde la época neoclásica se
emp . que preten d en amol d
g¡strnn tendenCias ar i
e asunto al empleo
Muchas veces falta el acento facultativo en la pn,' re fere nte de un determinado tipo rítmico. El tipo trocaico, con
mera sílaba, y entonces el ritmo del anfíbraco no es preperiodo rítmico tranquilo y fluido, de dos troqueos, se usa
perceptible. Por esto se dividiría mejor así: :pedalmente para situaciones líricas. El énfasis se expresa
mejor con el tipo dactjlico. que en su período rítmico abarca
Cuando I taño y re I pico al I alba
00 600 ÓO 60
.seis sílabas Y tiene acentuación esdrújula. La fluidez del tipo
mixto es propia paro. diálogos, narraciones y relaciones cou
De esta manera se haee patente sn identidad con ' gradual desarrollo emotivo.
el tipo mixto B.
Resumen histórico: Es difícil dar un resumen histórico del
e) Este tipo mixto tiene los acentos constitutivos en ­ eneasílabo. La cuestión de su procedencia en las distintas épocas,
la segunda, sexta y oetava sílabas. El período se d~ y en parte en 10 que se refiere a los diferentes tipos, ha sido
vide en un pie de verso de cuatro sílabas, caracte­ explicada de manera di,'ersa. a pcsar de que s(. está de acuado
rístico por su singularidad, al que sigue un troqueo: en que, por vía directa o indirecta, remonta al octosílabo pro­
o 6000 60 60
venzal-francés aJ. En lo que se refiere al tipo mixto R, HenTÍ·
¿No ves en la estación de amores, quez Ureña deja abierta la posibilidad de que el eneasílabo
pintada mariposa breve de gaita gallega pudiera ser una variante cataJéctica del deca·
sIlabo, de la misma m,'nera que el endecasilabo de gaita gallega
(Gumersindo Laverde, Madrigal)
fuese una variante cataléctica del verso de arte mayor. Al
principio de sU mencionado estudio, Saavedra Malina ha seña·
Este verso fue cultivado especialmente por G. La·
verde; M. Pelayo 82 le dio por esto el nombre de lado ya que el eneasíl",bo trocaico de los modernistas deriva
del decasílabo bipartito en los diferentes grados.
verso laverdaico. Laverde lo obtuvo probablemente
El desarrollo histórico del eneasílabo acontece en dos pla·
dejando aparte las dos primeras sílabas de un ende­
nos: uno estrictamente popular, -y otro artístico; asi en el
casílabo sáfico. De todos modos el tipo c) es idén·
teatro de los Siglos de Oro ocurre la fluctuaci6n de las dos
tico a un endecasílabo sáfico, al que faltan las do,
sílabas iniciales: clases. Hasta la mitad del siglo XVIII, el eneasílabo es más
importante como verso de la poesía popular, con su earaete·
(Dulce) vecino de la verde selva rlstica fluctuación silábica, que como verso de la poesía artÍs­
(00) o 60eo 60 60
al Sobre b procedencia y alcance de esle verso, mny importante en
Francia, veasc Suchier, Verslehre, págs. 55 y sigs. (con bibliografía, pá­
81 Versificación, pá¡rs. 188·189; Estudios. págs. 143 y 51g$. gina 691. v Di!! Anfiing!! des franz.. achtsilbigen Verses, RF, 65, 1954, págl'
!I.Z M. Pela}'o, Est,~dios, pág. 423. 1W 145-359.
r

' ."
·i\é'i.' -¡
"~

122 Manual de versificación espaiiol,¡ "",,(es de versOS: el eneasílabo 123


-------.: ~
tica. En la poesia popular la historia del eneasílabo no tiene octosilabos en la Razón de Amor y en los Denuestos del
interrupción dcsde el siglo XIII, como ha podido comprobar c;::a y del vitW, de manera que no se trata de una combinación
Henríquez Ureña a base de muchos testimonios. Hay qUe acu­ ~e 1D5 dos clases de verso. En la y'ida de Santa María Eg~peiaca
dir a una jarcha para encontrar en el plano artístico el t~stj. en el Libre deis tres Reys de OneNf es el verso predomIllante.
monio más antiguo del eneasílabo, y en el mester de elerecia, ~OIJlO en estos casos se trata también de imitaciones de modelos
ya tiene una importancia secundaria por ser ~l resultado ca. fraDceses en lo que respecta al contenido, no se puede dudar
sual de los versos fluctuantes o de la imitación directa d~ de que es un préstamo de la poesía francesa. Es digno de no­
modelos franceses, como, por ejemplo, en la Vida de Santa tarse que falta en la Historia troyana.
María Egipciaca. En la poesía artística de los siglos XVI y XVI¡ Antes de que el eneasílabo pudiera evolucionar, a principios
existe sólo como forma marginal, y alcanza cierta impOrtancia del siglo XIV, hacia un verso estrictamente métrico, desaparece
en el teatro, de Lope hasta Calderón, como verso. que se paulatinamente de la poesía artística. En la obra de Juan Rui¿
adapta, de manera consciente, de la poesía popular. La histo­ eS escaso en relación con las dClilas clases de verso, y sigue
ria de este verso en la poesía artistica empieza sólo en el si­ siendo fluctuante. Desde el siglo xv hasta el XVIII se le tiene
glo XVIII, cuando se diferencian y cultivan los distintos tipot po'( un característico verso popular; cn esta moJalídaJ algunos
rítmicos. Alcanza su máximo florecimiento con Rubén Darlo y poetas cultos lo emplean ocasionalmente, sobre roda en el
sus seguidores, y se extiende su uso unos veinte años más,
leatro.
hasta la Priméra Guerra Mundial; luego cae en desuso, hasta Algunos ejemplos ofrece el Cancionero de Baena en el si­
que se reanima de nuevo hada. 1945. glo xv3\'; en la mayoría de los casos se trata de canciones po-­
Despues de esta orientación general daremos una detenida pulares . De las 460 poesías del Cancionero musical de los si­
exposición histórica. glos XV ,v XVI, unas 100 tienen todavía una organizacion
El primer testimonio del eneasílabo en la literatura espa­ anisosilábica. y en su mayor parte son eneasílabos. En la poe.<;ía
ñola aparece en la jarcha n.O 9 'de Judá Levf, que puede fechar. artística de esta época. el eneasílabo se da sobre todo en b.
se en los primeros años del siglo XII; consta de cuatro eneas}. obra de Alvarez Gato (muerto en 1496), que 10 usa de manera
labas, en lo fundamental correctos 114, con rimas consonantes casi correeta en el número de sílabas.
(abab). por 10 ·que esta poesía se tiene por artística. En lo que En la poesía artística del siglo XVI el eneasíla1:'>o tiene impor­
se refiere a la clase de verso, no puede considerarse ni autóc· tancia secundaria. Es significativo que Gil Vicente (h. 1470.1539),
tono, ni popular. En mayor proporción, el eneasílabo se en· poeta bilingüe, 10 cul tive y lo combine con decasílabos. Sirve
cuentra en el Misterio de los Reyes Magos, de condición poli· esto de punto de apoyO para la teoría de que el eneasílabo de
métrica, obra de un clérigo que pertenece también al siglo XII. gaita gallega se ha de considerar como variante catalectica del
Predomina la variante trocaica; sin embargo, el tipo dactílico decasílabo. También Castillejo, defensor de las formas -autóc­
tam1:'>iéll está bastante repre!'ientado. En el mes ter de juglaría tonas frente a las innovaciones italianizantes. vuelve a emplear­
del siglo XIII, que lo usa en su variedad polirrítmica con predo­ lo. Escasa resulta, sin embargo. la presencia del eneasílabo en
minio de la variante trocaica, el eneasíl"l)o es un verso fluc· las obras humanísticas de los poetas italianizantes del siglo 'XV1&\.
tuante. Aunque no fue empleaJo sistemáticamente, se mezcla

114 Las distintas transcripciones muestrtln algunas dudas. Comp. ~t 55 Números 19, 43, 314, 566.

coniunto de K. Heger, Die bisher veroiferlllichten Hargas und ilm &\ Citas en H. Vrena, Versificación, págs. 191 y sigs.; Estudios, pá·

Deufl.mgen, ob. cit., pág. 84. ginas 145 y sigs.


1:',

]26 Manual de versificación es~r ", de versos: el decasílabo 127

del francés, por ejemplo, las de A. Lista. A pesar de ~:::-:~l¡l


.tiI&"""befi.i (Abril), García Larca (Baca, Suicidio, Corazón
rosos testimoniD~ no se ha de olvidar que, eu comparación~;:r ~ 'J. Gúnza lo Sobejano ~I ha observado que, después del año
los demás versos, en el siglo XIX el eneasílabo es de orden.·1?~ '~en que G. Mistral recibió el Premio Nobel, experimenta
sólo secundario. T"tl ,l?4~nsiderable renacimiento, seguramente por el ejemplo de la
El eneasílabo alcanza su mayor florecimiento y divuIg~¡'! l!P, escritora; ofrecen ejemplos Carlos Bousoño con nueve
a principios del siglo actual con el Modernismo; en cuanto atto ~ de la Primal/era de la muerte (1946), José Luis Hidalgo
frecuencia de su uso, ocupa el tercer lugar después del vtij); ~ochü poesías en Los muertos (1947), José Hierro con once
alejandrino y d.e! endecasílabo. La tl<idición popular y la i.mita.~­ ;::SíaS en Alegria, Eugenio de Nora y Julio Maruri.
ción francesa se jun.tan en el eneasílabo modernista, que tm.d;.'i
empleo polirrílmico de los tipos muestra, sin embargo, un maYOr' BdUi:JG1W'Í.': Julio Saavedra Malina, Tre!> grande!> metro!>: er eTIea.sj·
f41w.•., AUCh, CIV, 19%, págs, 5·23; también como librO, Santiago de
influjo de la poesía francesa. El tipo trocaico, desarrollado ~­
QUle, 1946. MilJUel Antonio Caro, Del l-'e1S0 de nueve .rilaba!>. Sus varieda­
primera vez por Fray Juan de la Anunciación, alcanza nu~ leS. SU origen, .Revista de Madrid~, V, lSS3, págs. 271-284; también
esplendor en El clavicordio de la abuela (1891) de Rubén Darí~V bUcado en Obras Completas, Bogotá, 1928, V, pags. 297-306; Manuel
seguido por Salvador Rueda (Los insectos), Santos Chocan( ~lez Prada, El wr!>Q de nueve silabas, en la miscelánea Nuevas pJÍ­
Valencia, Gonzálcz Prada, A. Nervo, G. Mistral y otros. MeilOl ~ libres, Santiago ~e ChiLe, 1937, págs. 149-192. H. Ureña, Ver!>ificación,
importancia tienen los tipos dactílico y mixto. Ejemplos del ~ ~ 91).91, 187-!99, 24iJ-24S, 284, nota 1. Le Gentil, Forme!>, págs. 452_
pleo autónomo del tipo dactílico se encuentran ocasionalmenlt 454. T. Navarro, Métrica, véase en el índice: eneasílabo.
en Salvador Rueda (La Paralítica), Unamuno (Al pie der II\G.',~
lino de viento), Lugones (Serenidad) y G. Mistral; y ejemp~; EL DEC¡\,s1L\BO
del mixto se hallan en González Prada (Vivir y morir) y Alfonso'
En el decasílabo se distinguen dos gnIpos que, a su vez, se
Reyes (Las hijas del rey de amor j. El eneasílabo de los modero
súbdrviden por sus respectivos tipos rítmicos: el decasílabo
nistas, siguiendo el modelo del octosílabo francés, se emplea,',
cOmpuesto o bipartito y el decasílabo simple.
por tanto, mucho más en su fonna polirrítmica que en el uso'
L El decasílabo compuesto o bipartito se comporta como
exclusivo de los distintos tipos rítmicos. También en este sentidO'
la combinación de dos pentasílabos; por esto sus acentos inva­
señala el camino Rubén Dario en sus poesías CanciÓn de otoño
riables caen en la cuarta y novena sílabas, y la cesura intensa
en primavera y Santa Elena de Montenegro, y otras; le siguen
separa los dos hemistiquios. Igual que el pentasílabo, el deca­
Jacinto Benavente fTodos somos uno, 1907), Valle Indán, Lugo.
sflabo compuesto conoce una variante dactílíca y otra trocaica;
nes, A. Nena, González Martínez, Juan Ramón Jiménez, Alfan.'
existe, además, el tipo polirrftmico.
so Reyes, Unamuno (Avila, Segovia, Burgos, etc.) y A. Machado,
a) El decasílabo compuesto en su variante dactílica se com­
en El sol e,o; un globo de fuego (Del camino, V). El influjo fran­
pone de dos pentasílabos dactilicos con los aceutos en la pri­
cés se hace más notorio en el Responso a Verlaine de Rubén
mera y la cuarta sílabas;
Daría (incluido en Prosas profanas) donde, síguiendo el modelo
óao óo 11 óoo 60
de las Orjerltales y de las Feuilles d'automne de Víctor Hugo, Puedo brindarte dichas sin fin.
combina el eneasílabo con el verso alejandrino.
(Bécquer, Rima Xl)
En la poesía contemporánea el eneasílabo se documenta al
principio sólo en algunos escasos ejemplos, así en J. Guillén 91 Resella de la edición alemana, publicada en "Gennanisch·Roma.
(La Florida, Estación del Norte, Familia, A la intemperie), b nische Monatss;;;hríitn. XIII, 1963, pág. 339.
128 Mcnua! de versificación
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~,:' :,'.'"
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es de versOs: el decasílabo 129
~- .
El decasílabo compuesto en su variante trocaica CG~~':'
b) pello señala este tipo como decasílabo anapéstico
de dos pentasila::,os trocaicos con los acentos en la seguIll!a (..... ~ - ,1 ~ ~ - / ~ ~ - / ~).
y cuarta sílabas:
o ÓO 60 // o 60 60 Vna fonna especial del decasílabo dactílico, desarrollado
Con vuestros pechos abrís las sendas lus Siglos de OTO, es el ev1rújuLo; fue cultivado también
que arriba indican Jos Dioscuros. enr el Modermsmo.
. S e caractenza
. por empczar con una pa~
(R. Dario, Los Cisnes, IV) -"; :'rfl esdrújula; sus acentos constitutivos caen en la primera.
se~a y nOvena sílabas, y tiene a menudo también un acento
e) El deeasilabo compuesto en Sil variante polirritmica ~I
la combinación de los tipos daclílico y trocaíco. Se realiza de en la cuarta:
600 00 600 60
dos maneras: a) combinando hemistiquios de distinto ritnx. Calamo~ fonne el sol de :;us luces.
en un mismo verso, b) alternando versos que tienen cada Uf\¡¡ ...fóluas l<l~ e~(n:l1as ;ompollgan.
el mismo ritmo en los hemistiquios: (Sor Ju¡:ma [nés de ~a Cruz, Loo
De orgullo olímpico sois el resumen, o ÓO 60 (_): 600 60 (troc./dacr..j dr la Condesa de Paredes)
¡oh. bll'l.m;as urnas de la armonía! o óo 60 : o 60 00 (troc./tro~l
Ebtlrneas joyas que anima un numen o 60 60 : o 60 60 (lroc./troc,j e) El tipo mixto tiene los acentos rítmicos en la segunda,
con Sil celeste melancolía. óoo 60 : ÓOO 60 (da:::t./daet.l sexta y novena sílabas. Se da <l veces en la obra de Juan
(R. Darío ídem) MMuel, y fue desarrollado como una modalidad, empleada cons­
cientemenlt, pur Sinibaldu de II,·1;1S, que es el autor que más
II. El decasílabo simple tiene un acento invariable en la usa esta forma.
novena sílaba; requiere, además, par lo menos otro acento in. o 6000 600 60
terior. Según la posición de los aceutos interiores se distinguen Destru~ie "na tormenta b calma,
tres tipos rítmicos: ,,1 sol roba la no¡;h" su brillo
a) El tipo arcaico tiene al menos un acento, y en la ma. 'y pierde ¡;on el fuego de julio
yoría de los casos, otros más en el interior del verso, que caeo sus rosas rubicundo el abril.
siempl-e en lds !:iílabas impares: ISinibal¡Jo de Mas)
60 óo 60 60 60
Resumen. histórico: Acerca de la procedencia del decasílabo
Qui por caballero se toviere
e~pañol, i¡mal que de su paralelo, el enea~ibbo francés, no se
(I'illóll ud Ejemplo III del Conde Lucrmor) conoce nada seguro. A pesar de que hav testimonios de decas:í~
Este tipo de decasílabo se da raras veces. labos latinos en el siglo VIII, y de un d['.casílabo latino-provemal n,
estos precedentes resultan demasiado escasos para ser tenidos
b) El tipo dactílico es la variante más habítual del decasi· OJmo el origen del Lorrespondiente verso métrico románico.
Iaba. Sus acentos rítmicos caen en la tercera, sexta y novena Como el empleo del eneasílabo francés antiguo estuvo lim:tada
sílabas; las dos primeras sílabas quedan. por esto, en ana· aderná.s a los estribillos, esto lw.ce poco probable el influjo
crusis, y el período rítmico se compone de dos dáctilos: !nru:és subre el decasílabo castellano. Por otra parte, es casi
00 600 600 óo
No creáj>; inveílcibles ni bra~·os. III Comp. Sn¡;hi~r, Ver,lehn, pág. 78: L'a/ba part J urr:et mar j aira
(Jovenanos) so,'.

~CAC1Ó~ ESP. - 5
,
i 'P"i!i'
130 Manual de versificación es"". '?~T.
~"ori de versos: el decasílabo 131
cfps<S
seguro que el decasílabo no fue verso autóctono en cas~" ~ncia a Judá Leví, Henriquez Ureña indica que sus
tenemos en cuenta el hecho de que el decasílabo se consolida ' re
Castilla sólo en el siglo XIV, cuando al mismo tiempo el "e:::. Co1l- corresponden ((con singular exaetitud al decasílabo de
versos en la cuarta de los poetas gallegos» De los seis deca·
95,
de arte ~ayor pen:traba desde Galici~,. se podría suponer q~ acen~ que registra Menéndez Pidal en el Poema del Cid, uno
el decasIlabo espanol procede de Gabela y Portugal. Si O1D.itt.' sflá en todo caso, compuesto de dos hemistiquios (5 + 5) es
mas la sílaba inicial, la variante más frecuente de decasílabo CIlI" ~~te para la historia del decasílabo bipartito 96, si no se
acentos en tercera" sexta y no:,ena sílabas, puede derivarse fácil., 111 uiere considerar más bieu corno un resultado casual.
mente del endecasllabo de galta gallega (con acentos en cuarta:·
séptima y décima sílabas), que tiene gran importancia col¡¡ '.
leios primeros testimonios del decasílabo en Castilla se en·
ntraIl en el siglo XIV; se trata de un cuarteto en decasílabos
verso auxiliar del de arte mayor. La ligera fluctuación en el n~'
mero de sílabas (de manera que se encuentran mezclados enea.
::e final del ejemplo In del Conde Lucanor (1335) de Juan
Manuel. Debido a la mala transmisión manuscrita, este testimo-­
sílabos con decasílabos), el fuerte ritmo, y su empleo en estri. 010 no es muy seguro. Aparte de este cuarteto, el decasílabo se
billos y canciones de baile, todo indica también la procedencia da en la mencionada obra de manera aislada y como verso de
gallego-portuguesa, como sostiene Henríquez Ureña 9l • No obs­ combinación. A fines del siglo XIV se fechan decasílabos espo-­
tante, da que pensar el hecho de que, entre los 2376 versos de rádí cos en el cosaute de Diego Hurtado de Mendoza, almirante
arte mayor auténticos del Laberinto de Juan de Mena, sólo se', de Castilla (muerto en 1404)91. A finales del XIV o principios
encuentren 39 decasílabos. Por adición de una sílaba al Prin­ del XV pertenece también la Pregunta de Fray Lope del Monte
cipio del verso, el dccasílabo bipartito pucde derivarse de una que consta de tres estrofas en octosilabos con una tornada, es­
forma del eneasílabo, bien documentado en la poesía gallego. crita enteramente en decasílabos \18.
portuguesa, sin perder su organización rítmica: En los versos de arte mayor del Laberinto de Mena, el deca·
Mi gallego está so la rama; 00 60 600 óo sílabo tiene un papel secundario, pues se dan tan sólo treinta
su carrilleja Menga le llama. 000 60 600 60 y nueve ejemplos.
En los tiempos más antiguos, el decasílabo se emplea prin·
El testimonio más antiguo del decasílabo español es de pJin. eipalmente en la poesía popular. Algunos ejemplos ofrecen las
cipios del siglo XIII. Se trata de la jarcha n." S de Judá Leví: E!!dechas de Canarias que Pisador cita en su Libro de vihuela
(1552), y los Cantos de molino, que emplean el decasílabo corno
Venit, la fesca iuvencenni\lo.

Quem conde meu coragión feryllo?1l4

verso de comhinación; un ejemplo muy conocido es la canción


«Molinito que mueles amores», en el primer acto de San Isidro
El verso final, decasílabo, del zéjel n." 82 del poeta cordobés labrador de Madrid de Lope de Vega. Al género ·popular pertene­
Abén Guzmán se ha de fechar antes del año 1160: cen también los diferenles tipos de baile, como la españoleta,
capuchino, catalineta, marizápalos, minué, tárraga y otros 99 de
alba, -alba es de luz en nuevo dla,
95 Versificación, pág. 50, nota 1; Estudios, pág. 45, nota 1.

9l Versificación, págs. 190 y sigs.; Estudios, págs. 144 y sigs. 96 Cid 1, págs. 90-91

94 Comp. M. PeIayo, De las influencias semíticas en la literatura tJ· 'R .. Aqud árbol que buelbe la foxa», Canco de Palacio, n," 16.

pañola, Esrudios 1, págs. 19]·217. Las transcripciones reunidas en K. Heger, \18 .. El sol ec!ipsi, la luna llena», Canco de Buena, n." 345.

ob. cit.. págs. 69 y sigs., difieren considerablemente en el texto y la inter· 'fJ Sobre los tipos de los distintos bailes, comp. E. Cotarelo y Mari,

pretación. pero no en 10 que se refiere al número de sQabas. ob. cit., Introducción.


~~

.~

132 Manual de versificación espaiiolQ, e versoS: el decasilabo 133


C¡"ses d
------...:
moda del siglo XVI al XVIII, que emplean el decasílabo c0lllo' ~lásica. El decasílabo compuesto pareció a Bello y
verso de combinación. Algunos tipos despertaron el interés de' :e . Pelayo el verso que mejOl- reproducía el asclepiadeo la­
poetas importantes; así Sor Juana Inés de {a Cmz (1651- 1691)" M
Y Lope de Vega (en el auto Los cantares) emplean la españo,'"
tiDo 100:
Mecenas ínc/(to. de antiguos reyes
Jeta; Valdivielso, la tárraga en el auto de El peregrino. clara rrosapía, oh, mi refugio.
Como mencionamos al tratar de las demás clases de versos (Juan Guulberto Gom:ález)
también el teatro es el que enlaza los "¡erSOS y las formas Pop~ ,
lares del decasílabo con la poesía artística del mismo. Las PIi. En el Romanticismo emplean el decasílabo compuesto, en su
meras comedias emplean el dec3sílabo en J<lS canciones óe' Pl8yor parte en forma polirrítmica, Zorrilla en la Introducción
bailes completas que mencionamos antes, y también como Ver., a la Leyenda del Cid Y en diversas Serenatas moriscas; Echeve~
so libre, en combinaciones; así lo hace Lape en El Cardenal de m a, en la Guitarra (con 'pies quebrados); Avellaneda, ~n la sere·
Belén; Tirso de Malina, en El invierno y el verano, Los gorrOnej nata dirigida a la duquesa de rvIontpensier; Bécquer, en las
y otras. Con Calderón el empleo de los versos de gaita gallega. Rimas (como en las n."· XI y XV).
disminnye; este autor reduce la libertad existente en Cllanto a El Modernismo adopta la forma polirrítmica del decasílabo
posibilidad de combinaciones en favor del uso ele las regtllares bipartito tal como lo desarrolló el Romanticismo. Así lo de·
:v fijas; y de esta manera en lu['ar de combin<lr, como er<l h. muestran Gutiérrez Nájera (La duquesa lob, El hada verde),
bitual hasta entonces, versos de 9, 10, 11 Y 12 sílabas con otrO! Salvador Rueda (Las serpientes, El adiós de las a\'Cs), Rubén
de 5 .Y 6 sílabas, sólo las realiza entre versos, silábicamente Daría (Palimpsesto, Montevidq.o, ",¡Antes de todo, gloria a ti,
mrrectas, de 10 y 12 sílabas, con los de 6 sílabas. A partir de Leda!»), Valle Inclán (Rosa hiperbólica, El crimen de Medinica,
mediados del siglo xnI desaparecen cada vez mas las comb~ La tienda del herbolario), los numerosos ejemplos en las obras
naciones irregulares de la poesía culta y también del team, de Nervo, Jaimes Freyre, Santos Chocano, Unamuno (Adiós,
Desde 1725 aproJl:imadamentc casÍ no se encuentra el decasllabo España del Romancero del destierro, 1922), y también algunos
tal como lo emplearon Lope, Timoncda, Góngora, Tirso, Calde­ autores contemporáneos. En Hacia tierra baja A. Machado lo
rón y Oncvedo. Una eJl:cepción es Ramón de la Cruz. (1731.­ combina con el pentasílabo.
1794), que lo emplea no en combinación, sino puro, corno verso De más alcance todavía fue el aumento que experimentó el
silábico en el Aire de \'endimiadores del sainete La meSOne. decasílabo simple desde el siglo XVIII. La variante daetilica Jill,
rilla: empleada por primera vez por Sor Juana Inés de la Cruz como
Al pasar por un campo de flores verso autónomO, prcdomina casi exclusivamente en el siglo XVII.
encontré una zagala dI:! perlas. Tuvo luego un apoyo en el amplio influjo de Meiastasio. Idarte
lo emplea en la fábula La avutarda un, y combinado con hexa­
En los períodos neoclásico, romántico y modernista el de­ sílabos dactílicos, en El sapo y el mochuelo lro. Jovellanos
casílabo alcanza su máximo esplendor. Sc cultivaron 3mpliamen. (1744-1811) lo convirtió en verso modelo para los himnos pa·
te los dos tipos fundamentales, el decasílabo compuesto y el trióticos en España e Hispanoamérica; en esto se basa aím hoy
simp1e, diferenciand\), a menlldo, su forma rítmica; si Se vuel,e
a emplear el decasílabo bipartito, esto puede deberse a la oda 1;1,1 Véase :\1. Pebyo, Horado en Espai1a, JI, pág. 147.

dirigida a Jovc]]¡mos por Moratín, «Id en las alas del raudo céfi. IQl Según la terminología Ir::tdidonal, el tipo anapéstj;.:a.

lo¡ BAE, LXUJ, pág. 8.

ro», y también favareciel"On mucho su empleo las traducciones 10) Jdcm, pág. 19.

134 Manual de ,'ersijicación esp«~~' . de verSos: el endecasílabo 135


C/lJ'es
su renombre general. Sin embargo, lo encontramo~;;t ~alabra esdrújula de tres sílabas). Con el Modernismo
aplicado en l.a lí~ica; asi, por. ejemplo, en La pastorcilla e~,~ ,coP ,reciJnien to del üecasílabo se agota.
rada J()4 de Nlcaslu Alvarel. ClCnfuegos (muerto en 1809), en íi"% ~,:,':'n tiernp~s más recientes se usa p~o. Eje~plos ais.l~dos
ausente Jú5 de Lista, y en Vuelta al Sur de Heredi;;..~:.; '-- Garcla Larca (Balada de SanlUlgo, EspIgas, Idtlws),
El Romanticismo ha amp.iiado considerablemente el uso ~allejO
J.:;' (Redoble fúnebre a los escombros de Durango J.
decasíla~o, que ~asta entonces se habi~ .utilizado más qUe liadl" ~n comparación con el tipo fundamental dactílico, las otras
~tes rítmicas del decasílabo simple tienen poca importancia.
en canciones. ASl se encuentra. en .la hnc;a filosófica de Berrllq.'
del. de Castro (La duda, La m~dll¡¡ClÓn, Tnstezas de.l crepúsculo.}", -¡ii- tipo trocaico se encuentra combinado con tetrasílabos en
Espronceda ofrece algunos ejemplos en El Estudtante de .sar;¡¡.. A,[)ios de C. G. de Ave~l~eda; posiblement~ el Conde Lucanor
manca y en El Diablo mWldo; Zorri!la, en algunas partes de U', ~-5jrvió de modelo metnco. En el Modermsmo fue adoptado
testigo de bronce, La azucena silvestre y en sus Leyendas; A~" . iadaIUente por González Prada en Ternarios y en Los pájaros
llancda, en La Cruz, El beduino, A la estatua de Colón; Mármlli, \ :us; y por Díez-Canedo, en El juguete roto.
en La aurora, La tarde y Al Plata. La monotonía del decasilabJ,' Sinibaldo de Mas realizó un interesante intento con el tipo
~to del decasílabo, que quedó reducido a su obra (Pot-pou.
dactHico hiz.o que los poetas deL Romanticismo lo emple~ .
como verso continuo tan sólo en composiciones cortas, COIDq.: Ir! 1, 54).
habían hecho ya algunos neoclásicos. En poesías más largas, ~ .
'BmuOGIl4FÚ: Milá y Fontanals, Del decasílabo y endeca.silabo ano.pé~
usa sólo en determinadas ocasiones; Bécquer lo combin,¿¡ COll

,k&. Obras com.pletas, Barcelona, 1893, págs. 324-344. J. Saavedra Malina,


dodecasílabos (Rima I) y con hexasílabos (Rima V// y V/I1¡.
Ttés grandes metros: El eneasílabo ... , AUCh, CIV, 1946: págs. 11 y sigs.
Favorecido por la predilección teórica que algunos simbo.
G, Díaz Plaja, Modernismo frente a 98, Madrid, 1951, 2." ed., 1966, pági­
listas franceses sintieron por el vers impair (eneasílabo francés}, ll&lI 270295, en varios lugares. L. Amarante de Azevedo Filho, O verso de..
el decasílabo sigue siendo un verso estimado en el Modernismo; /;tJsiJlabe> em porlugues. Tese apresentada 11. Faculdade de Filosofia, Ci~n­
así 10 demuestran abundantemente los poetas españoles e hispa. . daS e Letras da Univ. do Estado da Guanabara, Río de Janeiro, 1962, 113
noamericanos, desde Rueda hasta G. Mistral. En la poesía hímni­ (citado según _Rev. porlug. de Fjlologia», \'01. XlI, lOmo Il (1%2/63),
ca mantiene el prestigio que le aseguró Jovellanos;, así en el página 755. Trata de cuestiones de origen, técnica ·del decilsíJilbo en los
tiempos antiguos y modemos; bibliografía).
Himno de Guerra de Rubén Daría; en A la raza de G. Valencia, '
y otros, También continúan en el Modernismo las combinaciones
fijas, como las que había empleado Bécquer; la combinación EL ENDECASfUBO
alterna de decasílabos y dodecasílabos es menos frecuente (Díaz
Mirón, Ritmos; Unamuno en varias poesías de la colección Te­ En español se da el nombre de endecasílabo a todo verso que,
resa; González Martínez, El forastero); lo es más la de decasi. con terminación llana, cuenta con once sílabas. Bajo este nom­
labos y hexasílabos (Rubén Darío, Salmo //1; Unamuno, El bre se reúnen versos de muy distinta organización rítmicfl y pro­
coco; Díaz Mirón, Idilio; Nervo, Rincón florido, en donde, tras cedencia. Para diferenciar unos de otros, se les ha distinguido
el ejemplo de Sor Juana Inés de la Cruz, cada verso empieza por medio de adjetivos: comú", enfático, heroico, meLódico y
otros 106. Menos acertados son los ténninos empleados en las

JI)I BAE, LXVII, pág. TI.


1D6 Un amplio ccmjunlo de las numeros3.S denominaciones de tipos del
las 1dem, pág. 354.
endecasílabo. en Clarke, Sketch, págs. 135·336.
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136 Manu.al de versificación espa""t:r .
ClaSes de versoS:
_c el e~ldecasílabo
_ 137
--~,
métricas del siglo XIX, y en parte, también en las del X)(,-' ~ la terminación del primer hemistiquio (agudo,
características radican en los pies de verso, tales eomo e~
sílabo yámbico, anapéstico, etc., pues ]a interpretación del ri~ nano, esdrújulo) la sexta, septima u octava sílabas forman el

y. por consiguien.te,. la c1asih~a~i,ón del verso puede resUlta¡

lfinite de palabra.
3.0 A. este final de palabra sigue una pausa justificada por
diferente segun dlstmta apreClaClOn loJl.

1 curso sintáctico. La pausa no lll:.'cesita ser percepriblc al oído,


Para conseguir que las denominaciones de los endecasílabos . eues to que se sabe que la ce:;ura admite la sinalct3.; sin embargo,
resulten unívocas, señalaremos de aquí en adelante los distir¡. ~cesura no debe separar palabras muy unidas.
tos tipos rítmicos (en cuanto no representan un tipo eS~l' ejemploS;
con siglas. La letra común indicará la condición análoga, y loe _
1. Flérida para mí i dulce y ~abros;l
índices numéricos, la diferenciación rítmica. Henríquez Urefla. .
2. «,....lañana le abriremos», / rcsr>úndía
er'lpleó esta clase de notacion por vez primera en su trabajo 3. y la cáIldiiJa vlctima I levanTO
fundamental sobre el endecasílabo lOe. Hemos ampliado el grup;¡,
del tipo A, cuidando que las siglas empleadas no sean distintas , Conclusiones análogas se dan para el gmpo del tipo a mi­
de las, de Henríquez Ureña. Las denominaciones tradicionalés
nore, que, a partir de ahor;), señalaremos por B, can la dife­
más comunes quedan mencionadas cuando tratamos de los dis. rencia, sin embargo, de que el acento decisl\'o en el interior del
tintos tipos.
'\IerSO cae en la cuarta sílaba; el límite de palabra y el corte
En el endecasílabo español se distinguen en primer lugar justificado en el curso de la sintaxis en la terminación llana
dos grupos, que Pio Rajna señaló como endecasillabo a maiore del primer hemistiquio, se realizan después de la quinta sílab",
y endecasillabo a minore (o también maiori o minori). El fu¡¡. Ejemplos:
damento de esta división es ]a cesura. Si tomamos por base la
L ~neño cruel, / llO turbes más mi pecho
terminación llana en el primer hemistiquio, la cesura divide el
2. cOIlsuelo sólo J de: mi advers:l suerte.
endecasílabo en 7 + 4 sílabas (a maiore); o en 5+6 sílab:u
(a minore). Según ]a definición de Suchier, la cesura es cla
Para evitar falsas conclusiones y por necesidad analítica,
cuspide rítmica en el interior del verso, que consiste en un
Mal de palabra acentuada con fuerza seguida por una pausa indicamos ya ahora que si bien un determinado tipo rÍtmico
sintácticamente justificada» ¡(l¡. Por esto en el grupo del tipo a puede emplearse de manera exclusiva en una poesía o estrofa,
el uso normal del endecasílabo en la poe~ía es el poJirrítmieo,
maiore, que de aqUÍ en adelante señalaremos por A, resulta.
que: Los tipos más empleados en las combinaciones potirrítmicas
son los de los g01pOS A en sus variantes y B l .
1." La sexta sílaba tiene que llevar siemprc un fuerte acento
rítmico, ENDECASfL\BOS DEL GRllpO A. - La canlckrística de los tres
tipos de endecasílabo qlle pertenecen a este grupo es el acento
constitutivo en la sexta ;:.;íl3.ba y la cesura que le sigue 110. Algu­
¡OC Véase antes, pág. n. nos teóricos, y entre ellos Henríquez Ureila, renuncian a esta­
lOO RFE, VI, 1919, págs. 132·157; artÍCulo revisado y ampliado bajo el blecer más subdivisiones, Si se tiene en cuenta sólo el acento
títn!o El endeclllílabo caste/l'mo, en BAAL, XIII, 1944, págs. 725-824, y
H. Ureña, Estudios, págs. 271·347. 110 Para más facilidad en la exr>0sic"ión omitimos ~J acento fijo en
l(l',l I' em'ehre, pág. 115.
la décíma sílaba, que siempre sobreente-ndemos,
'-.r~".
".~.".".:-.'

;,:t. --,

138 Manual de versificación espaRril~",i es de ver~os: el endecasílabo 139


--..:::: . ~
la sigla B 1, que mantendremos por las razones ya dichas.
decisivo en la sexta sílaba, este tipo de endecasílabo se deru¡..
mina endecasílabo común, propio. real o italiano. ~ntjpo B I puede definirse así: un a\.:ento constitutivo en la
El tipo A puro (o sea con sólu el acento en sexta Sílaba}
cus-r ta
sílaba, Y cinco silabas átonas entre la cuarta y décima:
tan sólo resulta posible desde el punto de vista de la prosodia:' Al dtsempeño / de su pwfecía.

y sobre la muralla coronada.


(Lope, Judit) Igual que el tipo A puro el tipo B I puro no existe en teoría en
lo que se refiere al ri~mo. Por el earácter de la ~cenlu"ación
Si se dijo que no puede haber más de tres sílabas en anacrusis ' española, otro acento tlene que caer en una de las cmco sllabas
resulta que este verso no seria posible rítmicamentc, y. al r~ : comprendidas entre la cuarta y la décima, aunque por su con­
citarlo, habría de tener otro acento, en este caso, en la segunda dición morfológica resulten, en teoría, átonas; este acento ve­
sílaba. rifica la íuncíón de acento de verso. Como por su proximidad
Según la posición del primer acento rítmico en la primen a los acentos cuarto y décimo, definitorios de este tipo, el otro
segunda o tercera silaba, se distinguen tres váriantes: ' BCen to de verso no puede recaer en la quínta y novena silabas,
entonces resulta que lo hace en -la sexta, séptima u octava
Tipo A 1: Acentos en la primera y sexta sílabas. sílabas. En el ejemplo citado, el acento secundario en profecía
servirá para que en el ritmo del verso se sitúe en la octava
600 00 60 00 óo sílaba. Por este criterio el verso alegado pertencce por su ritmo
Flérida para mí / dulce y ¡¡abrosa
al tipo B 2.
Denominación: endecasílabo enfático.
Tipo B 2: Acentos en la cuarta y octava sílabas.
Tipo A 2: Acentos en la segunda y sexta sílabas.
000 60 00 60 60
06000600060 Cuelga sangrienlo I de la canta al suelo
Revuelto con el ansia I el rojo veJo el hombro diestro I del fero1. tirano.
Denominación: endecasílabo heroico. Denominación: endecasílabo sáfico, por su afinidad con la dis­
posición acentual del verso sáfico; endecasílabo yámbico, por~
Tipo A 3: Acentos en la tercera y sexta sílabas. que los acentos constitutivos caen en las sílabas pares.
00 600 60 00 60
de.spidió contra sí I ra}'o~ al cielo FORMAS ESPECIALES. - El tipo B 2 ha desarrollado dos formas
especiales que entran en su clasificación g~neral, pero exige'n
Denominación: endecasílabo melódico.
la observación de prescripciones adieionales. Son:
ENDECASflABOS DEL GRUPO B. _ La caracteristica común de los
1) El endecasílabo sáfico en la estrofa sáfiea.- para este
endecasílabos pertenecientes a este grupo es el acento constitu­
verso, Bello ha estableci~o las siguientes reglas: .. El safico es
tivo en la cuarta sílaba, y la cesura que le sigue. El tipo puro de
un endecasílabo, que [ ... ] debe acentuarse en la cuarta, octava
este grupo sólo existe desde un punto de vista prosódico, pero
y décima, pero en que se apetece además:
no en lo que respecta al ritmo. Henríquez Ureña lo señala
140 Manual de versificación esptlll.<.:
r i
.

C/JJSes d
e versOS: el endecasílabo 141
~. ~sta
l.' Un acento sobre la primera s(laba. ,;> cuarta sílaba es la tónica de una palabra aguda;
2.' Que las sílabas segunda y tercera sean breves l~": y en el caso excepcional de que esta tónica sea la de
átonas). ',',;. una palabra !Jana, la s(Jaba postónica no cuenta en
3.' Que sean también breves la sexta, séptima y nov~; la medición de las sílabas del verso (cesura épica).
sílabas. b) El acento obligatorio en la octava sílaba del tipo
4 o Que el primer hemistiquio termine en dicción gt'a,vt normal B 1 cabe pasarlo también a la sexta, pudiendo
[= palabra llana], quedar átona la octava.
5.' Que no haya sinalefa en la cesura.
Ejemplo:

Los requisitos 3." y 4.° son de necesidad absoluta; todos lcii ' copia gentll, irnage'l de mi amada,

otros pueden dispensarse al poeta, pero es menester que use prenda de. amor. pu~s amor la adquirió.

sobriamente de esta licencia, y sobre todo de la que consiste (A. Lista, El retrato)
en juntar por medio de la sinalefa los dos hemistiquios.IlJ, ,
Un ejemplo que cumple todos estos requisitos es el primeJ Con la llamada cesura épica:
verso de la oda Al Céfho, de VilIegas:
¡Vivan las rosas, I las rosas del amor,
Dulce vecino de la verde sel va ..
[. )
(Juan RamÓn Jimén.ez, Mañana
La necesidad de esta reglamentación severa se da porque este de la Cm~J
tipo de endecasílabo intenta imitar el pretendido verso sáfioJ Tipo B J: Se caracteriza en grado suficiente por requerir
c1a:;ico, que en realidad, por su ritmo, es el latino-medievallj¡, acenlos necesarios en la euarta y séptima silabas. En Jo que res­
No obstante. los poetas, antes y después de Bello, se han guiado pecta a la procedencia e historia conviene distinguir dos varian­
en el uso del sáfico más por sus propias intuiciones ritmicas tes del tipo B J, aunque en la práctica no siempre se diferencien
que por reglas teóricas. En realidad, los que han querido usa¡
claramente:
en forma más estricta sáficos perfectos sólo han llegado a lo. 1) La variante pura italiana del tipo B), que tiene los
grar un predominio de estos versos frente a los de estructlUll acentos sóld en la cuarta, séptima y décima sílabas, y que
más libre lL1.
consta, por tanto, de tres pies:

2) El endecasílabo a la francesa. -~ Valen para este veno Tus claros ojos / ¿a quién. los volviste?
las siguientes reglas: (Garcilaso, Egloga IJ

a) Se le· trata como verso compuesto con una fuerte Denominaciones: endecasílabo dactílico (así en Bello y T. Na­
cesura después de la cuarta sílaba. Por lo general, varro), endecasílabo anapéstico (Milá), Y otras.
2) El tipo B J. gallego-portugués, con los acentos en la pri­
111 Obr{]!> completa.s, VI, pág. 153 (De los versos sdfit:o y adónit:o). mera, cuarta, séptima y décima sílabas, de cuatro pies:
112 El sáfico clásico Inreger ~'itae scelerisql-l.e purus (.1.. _ --I ~~.I..~..L~I
L __
Pues otra vez de la bárbara guerra
se reprodujo en la baja latinidad como {nteger vItae st:elerlsque pdl'lll
(óoo ó%o óo óo) conforme a la prosodia natural. lejos retumba el prof>..u:óo lalir.
llJ V¿J.se: estrofa sáficli. (J. M. Heredia, Himno de la guerra)
, jo~~
142 Manual de versificación esp ~ ' c:'F ~ de versas: el endecasílabo 143
~,
Denominaciones: como antes se dijo y además, para~'i' ~y tienen, por tanto, importancia muy limitada. Sólo en
ferenciación también, endecasílabo gallego-portugués, endeC: ¡ siOJlendecasílabos de Juan Manuel, cuya transmisión manuscri­
labo de gaita gallega, endecasílabo de arte mayor y otras ,,' 105 por lo demás, muy mala. y que siguen el modelo de Al·
El endecasílabo gallego antiguo ticn~ una ~osición ~ant.:I ta ~ el S3bio, parece predominar el tipo A J frente a los tipos
cular. Parece que fue empleado como tipo autonomo sólo /J ~ grupo B. En la cantiga .. Quiero seguir a ti, flor de las
la Balada laJ.J.da:oria a Vall~ Incl,án de Ruben DarÍo. Tiene :.;; ~res~ de Juan Ruiz, de doce supuestos endecasílabos, siete
acento constitutivo en la qUInta stlaba, y corresponde a la agn¡,'" ~túaD la cuarta y sexta o la cuarta y octava sílabas; los
pación de un hexasílabo y un pentasílabo, de los cuales caqa taD tes son del tipo A~. Desde luego resulta muy discutible si
uno puede ser libremente o trocaico o d n c t í l i c o . ' : : -versos del Arcipreste de Hita pueden considerarse como
Ejemplo: endecasílabos (véase adelante págs. 147·148). En las cincuenta
Del país del 5uefiu I tiniehlas, brillos, y ocho coplas de arte mayor del Decir de las siete. virtudes de
donde crecen pl<lnl<l5. / flores extraiías. Francisco Imperial JU, los tipos del grupo A siguen en tercer
(Rubén Darlu, Dalada laudatoria lugar, después del sáfico y dactílico; es notable el predominio
a "'alle Jnclán) del tipo A 1 frente a los demás tipos del grupo A. En los cua­
renta y dos Sonetos fechos al itálico modo del Marqués de San­
SOBRE LA MUTUA RELACIÓN EN LOS DISTINTOS TIPOS. , - El gran tilJana (1398-1458), los diferentes tipos del grupo A ocupan tam­
número de los "tipos rítmicos, que se aumentaria en el caso de bién el tercer, cuarto y quinto lugares, después del sáfico y del
que tuviéramos en cuenta los acentos prosódicos 114, sugiere la daCtílico; sin embargo, el tipo B 1 predomina tanto, que los otras
cuestión de la importancia que esta diversidad haya tenido en la sólo están representados en menor proporción.. La preferencia
historia del endecasílabo español. A pesar de que en todos ICli: e,aSi exclusiva del tipo B 2, que no es propio del italiano, ha
tiempos el empleo polirrítmico fue el 0'>0 nonnal, esta variedad suscitado la duda de si los sonetos de Santillana están hechos
de ritmos se reduce, dejando aparte algunas particülaridades dt verdaderamente al .. itálico modal>, o si 'en lo que respecta a
la Edad Media y de los tiempos recientes, a la predilección pa- o la métrica están influidos por el decasílabo catalán de Ausias
tente de dos tipos: el sálico (B:¡) y el heroico (A 2). Al lado d~ March, Sin embargo, el que las cuatro variantes propias del
estos, los demás tipos tienen menos importancia, y s'ólo la ~d. endecasílabo italiana se empleen de manera patente en com­
quieren en determinadas fonnas poéticas o en alguna" époeas, binaciones, hace más probable que SantHlana siga modelos ita­
y ocasionalmente también en algunos poetas. y adquieren ma­ lianos.
yor importancia por lo general en su uso autónomo. POT tanto, Dentro del grupo A, en- los mencionados sonetos, puede esta·
el endecasílabo español tiene un carácter ritmico más fijo que blecerseel siguiente orden: 1.") A 2 (heroico); 2.") Al (melódico);
su modelo italiano. 3.0) A 1 (enfático). Es notable que en Santillana el tipo A 2, como
Al lado del tipo A 2 (heroico), los otros tipos del grupo A se más tarde en el Renacimiento. va en cabeza del grupo A.
encuentran casi únicamente corno versos de combinaciones oca· A partir del Renacimiento se produce paulatinamente un
equilibrio con el tipo B l a favor del A 2, de manera que ambos
representan con igual derecho los tipos fundamentales del en­
114 T. Navarro encontró enlre los tre~Clentos setenta y seis endecalÍ­
Jabas de la €¡(lo¡(a III de Garcilaso sólo cnarenta y cinco diferenlrs ¡J
decasílabo español. Los demás tipos del grupo A son, desde
riantes prosódicas. Véase T. Navarro. El endecasflabo en la tercera E¡;logl
de Garcilaso, .Romance Phi1ology~, V, 1951 52. págs. 205-2.11. 115 Canco de Baena. n.o 250.
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144 Manual de versificación eSPajl.ott{:;~ /OSes ,d~e:-:v~e~rs~o~s~;_e~l,-,e~"=d~ec~a=s=i_la=b=o,--- --,1--,45
entonces, tan sólo tipos de- cOmbinaciones del
--.
endecasílabo PQ..
S-
Resumen histórico:. Es muy discutido que el decasílabo ro­
lirrítmico. Como estos tipos basan su carácter en el pntnet ¡pánico, base del endecasílabo español, se derh'e de versos la­
acento del verso,· y el comienzo de este verso admite cierta:¡ . OS, No se ha de considerar la cuestión de manera tan directa
libertades rfunicas, aceptadas por las Poéticas, no llegaron' tuls encilla como pretende Menéndez Pelayo 117 y, siguiendo su
considerarse como variantes autónomas; no tuvieron, por ~ Y'eJllP10, T, Navarro m, que ven en el sáfico clásico la base
to, un cultivo independiente, y su empleo fue sólo como V~ el
del decasf l a b ·'
o romamco con acentos en 1a cuarta y octava
riantes. Con más fuerza todavía que el tipo A 2 en el grupo A ..nabas; y en el senario yámbíco, la del decasílabo románico
el endecasílabo sáfico (B J ocupa, ya en la Edad Media, ~ t:On acento en la sexta silaba 119.
lugar relevante dentro del grupo del tipo B. Única excepciÓq' En cuanto al endecasílabo español, hay razón para omitjr
forman los endecasHabos inseguros del Conde Lucanor, en 105 .la cuestión de los orígenes, pues por ninguna parte en la Penín·
que prevalecen por su proporción los del tipo A. En el Atti. sula Ibérica este ....erso se ha desarrollado partiendo de una base
preste de Hita, Imperial, y muy especialmente el Marqués de latina; en Castilla procede de Francia y Provenza, por mediación
Santillana, y aun Boscán y Garcilaso, el sáfico es la base ftm;. de Cataluña, Galicia y Portugal. con la sahedad del endecasí­
damental del endecasilabo español; sólo a partir de la segtmda labo gallego-portu~'l..1é;;> verso auxiUar del arte mayor.
mitad· del siglo XVI el tipo A 2 alcanza en el promedio del USO La historia del endecasílabo español se didde por tradición
la misma proporción que el B l. en dos grandes períodos, que se separan por la memorable
La importancia de los ptros tipos del grupo B varía según conversación de Boscán con el embajador veneciano Andrés
las épocas. Los tipos B 1 Y B ~ tienen mayor importancia como Navagero en 1526. Cierto que con esto se realza acaso demasiado
versos usados en combinación con 10.s dos tipos fundamentales a Boscán, pues, en lo que se refiere al metro, apenas supera a
desde los comienzbs del endecasílabo español hasta Garcilaso; Santillana. Si además Garcilaso no hubiese apoyado a Boscán
este poeta, por último, combina, siguiendo el modelo italiano, en su nuevo camino dando a sus innovaciones eco y repuLación
todos los tipos de A y B. Bajo la influencia de las Poéticas que, por medio de la gran calidad de su obra poética, los intentos
en su empeño de regularización, admiten por endecasílabos C(). de Boscán puede que hubieran quedado cortados, como ocurrió
rrectos exclusivamente los A z Y B 1, los tipos B 1 Y B J qu€':dan en el siglo xv con los de los imitadores dc D'lJlte;, y hay que
reducidos en la poesía culta a soluciones de recurso ocasional, contar también como factor decisivo las ideas y formas del
y, por consiguiente, son muy escasos. No obstante, el tipo B], Renacimiento italiano, ya triunfante por toda Eurupa. Además,
cuya autonomia rítmica se había reconocido ya antes del arraigo el verso de arte mayor, que era la modalidad autócton3. más en
del endecasílabo italiano. tiene su historia propia, fuera de las competencia con el endecasílabo, y que en su florecimiento hahía
imitaciones italianizan tes, y alcanza incluso su autonomía en el impedido la victoria de este, en el siglo XVI pierde importancia
siglo XVIn y en el Modernismo.
La variante del endecasílabo sáfico en la estrofa sáfica, des.
117 Anl., X, págs. 141 y sigs.
arrollado sobre la base del tipo B 2, se constituye en su forma \I~ Mdric..l, P:l.g. 175.
más perfecta en la obra de Villegas, en el siglo XVII 116. 1J9 Un COr.jUl'.1O dt las distintas teorías (ha,ta 19(4) del ori:::<:n _e ( : l '
cue-ntra en W, Thomas. Le decasyllabe roman el sa f{)rt~me e'1 E,",?;'<',
.Trov, el m¿m. de I'UníversIté de Lítle», nueva serie, fase ..4, Lilk. J9()..l,
IJ6 Sobre el endecasHabo a la francesa, véase más adelante. Lo que DO pá~s. 21 y ¡"igs, P'lra orientací6n 'iobre el es lado actual de la im.eslipcl.-m.
se Irate de la historia de los distintos tipos en el sigt.Jiente resumen hiY v~as6 Sur:hier, Verskilre, págs. 58--63 (r:on bibliografía, págs. ~9-70), y M.
t6rico general, se añade luego en los lugares co~spondientes. Burger, Recherches, en e!ipecial págs. lOí-121.
.1:4::..-6
'~"

M:::.a_"eue:::.a1cdc''-'vc'e'eScilci_c.:::ae::::'·ón eSI:/Qij,,;:;"~ .~ de verSOS.


, ,1 ,"d,ca.>ilabo
,
147

y- estimación. El clásico poeta del verso de arte maYor Jll~=1t:·l. ,-,;,1. uans mlS1
---':"':::"";,i ~
"6TI. manuscrita
) de su de tío los textos.
Alfonso eL Parece
Sabio. que Juan
'
Mena (muerto en 1456), no habla encontrado seguidores ¿j,"/)' .' -'litd" JJ-
,,-<,"ud Si'gue el eJemp
b" o
la arte que tUYO Juan Rlliz en el arr:l.\go .
' 1 ,.' D I ' 1 d'
19ua conulClOn. e esta manera e nuevo mten o e mCOl"nn-//i:5e I ,
.~<,.IfI-" d"seute tam len p
")'b-ca Los versos en cuestión se encuen­
') b " E - ... d B
el endecasl a o ltaltano en spana, ImCla o por ascán 1'lI "i'1
'OIf- . ,
dI-19 poe 513 endecaSl
. al.
Q' "guir a ti flor de las flores" l.,
'4
.
Imponerse
d
sobre el uso del verso de arte mayor qUe e.sf~L : , - " -
u1in 'en la cantIga
. <t uJera
de las seis estrofas: ,
en ~auencla.
,. ' Sa b·len d o que aS1' ~e. ~~a 1za e 1. ~ento
.. . re al conuenzo
........ \,
.sieJllP
del Poer.'
catalan, se pucde mantener la dlVJSIOn tradIcIOnal en, la hiá;'i
toria del endec~ls.ílabo: antes y. de~pués de ~s~an, justílitada;',' Quiero seguir a ti, flor de las flort:~; ( 11)
no ya por el mento de su poesla, smo por el eXIto qUe obtu~. Siempre decir, cantar a tus loores; ( 11)
puesto que s610 a partir de él tiene el endecasílabo en EsPafll NDn me partir de te ser.ir, (')
una historia ininterrumpii:la. , Mejor de las mejores. (7)

1. Si se compara la importancia que el endecasílabo tu~


(esL 1678-1683-)

desde el Renacimiento en la poesía española,' con el modesto


papel qnf' jugó en la Edad Media, se comprenderá que en SUs Bay Illuchas dificultades!l.'l para considerar, siguiendo a Tomás
principios fue un verso pocu importante. Navarra, los primeros versos de las di':::tintas estrofas como
Los testimonios más antiguos de la existencia del en~
endecasílabos. No es costumbre en este tiempo que haya rima
sílabo se encuentran en la poesía fluctuante (Poema del Cj¡}.
inierior en el endecasílabo, y tampoco que se combinen dos
Poema de RoncEsvalles, etc,). Si.n embargo, en estos poemas ~
endecasílabos con un eneasílabo y un heptasílabo cada vez. La
hubo un uso consciente de este verso, que en ellos se ha de COJlo
tfuposición interna de ¡os endecasílabos supuestos ofrece tam·
siderar como resultado casual dentro de la oscilación métrica
. bién problemas. Podría tratarse de un tipo de decasílabo fran·
de la poesía anisosilábica. Según M. Pidal el tipo B 2 l2lI esté:
tés, que hasta entonces sólo se había ducumentado en casos
representado con un 6,07 % entre las cincuenta y dos diferel)o
aislados en la épica, y que tenía la disposición 4 + 6, con cesura
tes clases de versos del Poema del Cid; el tipo A Se da tan,
intensa después de la cuarta sílaba. De esta manera tendríamos
sólo dos veces m. la cesura, pues Juan Ruiz, cn efecto, emplea esta cesura feme­
En la poesía diversa. de la épica en Castilla, el endecasílabo nina (según la terminología francesa):
se introduce relativamente tarde, a pesar de que Alfonso el
Virgen muy s¡mla, yo paso atribulado
Sabio (1223·1284) lo había empleado en proporción eonsiderable
en sus poesías gallegas m. Los primeros testimonios del ende­ (est. 1680)
casílabo en Castilla se eneuentran en el Conde Lucanor (1342)
de Juan Mannel JlJ. Hay que decir, desde luego, que estos ejem. lBs dificultades métricas de la mencionada cantiga disminuyen
plos no pueden considerarse eomo testimonios seguros por la mucho si se supone que en lugar de endecasílabos, difíciles de
documentar, es una simple combinación de pentasílabos y hep­

12/) Por ejemplo, .-En Ca~tejon todos se levantavan_, verso 458. 114 Así en la ed. Alfonso Reyes, Madrid, 1917, pág 269.
m Versos 1014 y 35.19 de In edición paleográfica. 125 Manuel de Sandoval (Los entendidos endecasílabos del Arcipreste
122 Comp. D. C. Clarke, Versification in Alforuo el Sabio's Cantigas, ta Hita, BRAE, xvn, 1930, págs. 659-663) infl.Hma sobre la procedencia,
HR, XXIII, 1955, págs. 83·98, en especial pág. 88 (con bibliografía). antigüedad y divulgación de la opinión de que Juan Ruiz escribiera en
IlJ Véase el conjunto en Ant., X, pág. 172. Clite caso endecasllabos.
-','

_:~l
148 ManUi11 de versijicacwn es~-,l' 'es de versos: el endecasílabo 149
--":::"í
tasílabos, como lo hacen Hanssen y Ureña 11:i, Sandova! (en' ~
'w,forma del endecasílabo, pues el decasílabo lírico tuvo gran
lugar citado) y Félix Lecoy 111: ~, - rtancÍa en la poesía franccsa de los siglos XIV y xv, al lado
Quiero seguir :r'octoSílabo,1J1, El decasílabo lírico s.ól0 o~asionalmente mues­
a ti, i flor de las flores!;
siempre dezir,
Cilnlilr, de tus loores;
:nci,en FranCIa la llamada cesura épICa; sm embargo, la fre­
a con que se da en Pérez de Guzmán puede explicarse
cOUW la imitación de un verso procedente de una lengua de
[... ] m.
caráCter oxítono, verificada en ul1a lengua paroxítona. Como
En el siglo xv, por su posible importancia en el desarrollo dti. .poyo a esta hipótesis puede servir la traducción al castellano
arte mayor, hay que mencionar los endecasílabos del tipo B de las obras del valenciano Ausias March, hecha por Baltasar
(gallego-portugués); así, en el cosaute El árbol de amor w. 1 de Jomanl (1539). En un intento por mantener en la traducción
En el siglo xv el endecasílabo ofrece tres aspectos: el dec:asUabo provenzal de Ausias, Roman! se vale en ~na medida
a) Los endecasílabos, en Fernán Pérez de Guzmán !.lO, Pan. considerable de la cesura épica. En la cita que Martin de Ri­
ceo por su cesura epIca representar el decasílabo francés: qlJCI' w ofrece de la traducción de Romaní, aparece cineo veces
¡o sacril esposa dd Espírilu Santo, la cesura épica en ocho versos.
de quien nasció el sol de la juslicia, tT) En la poesJa de la época alcanza mayor proporción el
o respiandor, o grandiosa leti...ia endecasílabo gallego-portugués (B 1); está representado en las
del parayse; e del ynfierno espanto! pOesfas populares, anónimas, del Calláonero de. Herberay,' y se
(A NueslrlJ Señora¡ _tiene vivo hoy día en canciones populares:
Puede que Pérez de Guzmán adoptase directamente de Francia1.ll Tanlo bailé con la moza del (;tIT:l,
Tanto bailé que me dio cil¡entura.
11:i Los metros de los c(J1J(ares de Iwm Ruiz, AUCh, .CX, 1902, pági­ Es muy importante su empleo (aunque no autónomo) como va·
nas 200-201; y El endecasílabo castellano, RFE, VI, 1919, pall:. 138; E~¡1lo
dios, pág. 288, respeetivamenle, riante cataléctica del verso de arte mayor, que en el siglo xv
121 Recherches sur le Libro de buen amor de luan Ruiz, París, 1933, aleaJl2a su más alto florecimiento.
páginas 93 %. e) En el mismo siglo xv el endecasílabo italiano entra por
lJ.!! V así lo publican los más recientes editores críticos, como Chi~rinl primera vez en España mediante los ensayos de los seguidores
11964, pág. 332) Y Coraminas (1967. pág, 620, de donde procede esla versión). de Dante. En Francisco Imperial, genovés de nacimiento, estos
lo!> Por ejemplo, en los versos 18.19:
intentos son aún tímidos e imprecisos 13". Ent.re los tipos de ende­
Ya se demuestra sallidlas a ver
vengan las damas la frula coxer casílabos de las cincuenta y ocho coplas del Decir de las siete
[ ... ] (Canc. de Palacia, n." 16) virtudes, emplea en primer lugar el sáfico (B 1); luego el ende­
casOabo galIego-portugués (E 3), afín al de arte mayor, y final­
no En algunos pasajes de los Vicias y virtudes, en el himno A '''''UeIlt~
Señora y en la Oración a Nuestra Señora, en fin. de toda la obra ¡ t'jrg¿n mente los del tipo A, con preferencia por el enfático (A ¡). Para
'Preciosa), Canc, siglo XV, NSAE. XIX, págs. sn y sigs., en vario, [u~a· el examen del endecasílabo en Imperial, cuentan de manera
res, pái?:ina 704 (n." JOS) y pág. 705.
m Esta opinión la defiende en especial Le ~ntil (Form¿s, págs. 401 III Suchier, Verslehre, pág. 60.

y sigs.). Surger se indina hacia la suposición de que GlUmán adüplci es\.( ID Resumen, pág. 51.

tipo de Galicia y Portugal, dond~ puede documentarse ya desd~ Alfon~o Bol Véase R. Lapesa, Notas sobre MIcer Franc!sco Imperial, NRFH. VII.

el Sabio (Recherches, páll:. 130 y pág. 59). 1953, págs.-337-35I, en especial págs. 350 y si¡¡.
P"

i
150 Manual de 'versificación españolo: ­ 151
erases de versos: el endecasllabo
decisiva dos hechos: 1.0 Como forma de estrofa emplea la C().­
pIa ABAB:BCCB, característica del arte mayor. 2:' En euanto ----­ ~abOs de Santillana quedaron sin sucesión en la. época
al número de sílabas. sus endecasílabos no son exactos,
del 11láXimo florecimiento del verso de arte mayor.
están muy mezclados COIl el arte mayor B5. Por esta razón ¡¿. 11. Sólo unos setenta años después de la muerte de Santi·
nana, el endecasílabo se naturaliza definitivamente en España,
más Navarro supone que Imperial no ha pretendido imitar €\
endecasilabo italiano eu su aspecto silábico, sino que ha qUe. se convierte en el verso clásico de la poesía culta. Este nueva
rido más ?ien demostrar que el endl:casilabo Italiano no es ~riodo de su historia se inicia con la conversación que tuvO
menos flexible que el verso de arte mayor, por lo que lo empleó eoscáo con Navllgero en Granada en el año 1526, cuya relación
valiéndose de las coplas de esle arte 2'16, se conserva en la carta de Boscán a 1J Duquesa de Soma lJ'l;
Boscán recuerda en ella expre~amente el papel decisivo de Gar­
El Marqués de Santillana es, con mas razón que Imperial.
cilaso. OtrOS poetas como 5a de Miranda, Diego Hurtado de
el padre del género italiano en Espaiia. Los progresos q~
Mendoza y Hemando de Acuña se uni~ron a la nueva moda, y
obtuvo en el uso del endecasílabo, frente a Imperial, Son COn,.
contribuyeron a su victoria definitiva. Los partidarios. del verso
~iderables. Santillana busca sus modelos métricos entre las
de arte mayor, representantes de la tradición, hicieron, sin
mismos petrarquistas italianos. Siguiendo su ejemplo, combina
embargo, una seria resistencia, Los más importantes fueron
las variantes del endecasílabo italiano, con predominio del ti.
Cristóbal de Castillejo, que en tono polémico disputó con los
po B 2· Por primera vez introduce en Espafia el tipo B 3, que en
innovadores italianizantes en Contra los que dejan los metros
su fonna italiana reduce los acentos sólo a la cuarta, séptima
castellanos y siguen los italianos; y Gregario Silvestre. que pa­
y décima sílabas, y por esto se distingue del verso auxiliar de
rodió la moda de manera burlesca en la Visita de amor. Acos·
arte mayor, que tiene cuatro pies de verso. SantilIana 10 usa por
tumbrados al ritmo definido del arte mayor, muchos, y no sin
vez pnmera en España en una proporción considerable, y al.
rB%ón, encontraron poco satisfactorio el de los primeros ende·
mismo tiempo, con las sílabas bien contadas m. No se sabe Con
casílabos de Boscán. Esto lo pone de manifiesto Alfonso García:
seguridad si los tres versos de arte mayor que se encueutran
Matamoros en su tratado pro adserenda Hispanorum eruditione
en sus sonetos, son atribuibles al propio autor o a la transmi.
cuando escribe: «A otros les suenan mejor Juan de Mena, Bar~
sión manuscrita. Por 10 demás, también se cncuentraq en Garci.
tolomé Naharro, Jorge Manrique, Cartagena y el ilustrísimo
laso nI! oscilaciones silábicas en reducido número. Santillana
Marqués migo López de Mendoza, o bien las antiguas canciones
finalmente dio a sus endecasílabos «al itálico modo» la forma
que con cierto desaliño y agradable sabor de antigüedad cnen·
poética más italiana: el soneto. No obstante estos logros, los en­
tan los amores. grandes empresas y triunfales victorias de
hombres esclarecidos" 140. Encuentra a los «italianos, más arti·
115 Véase Edwin E. Place, Preserzt sl~t¡¡.> 01 the conlroversy O'l.'er Frllll­ ticiosos que Suaves y musicales" 141,
cisco Imperial, ~Specul\.l.m". XXXI, 19~, pags. 478-484, en especial pa¡¡:. 4U También Lope parece deplora'r la pérdida de algunos medios
136 Métrica, pág. 133. de expresión, propios de los antiguos metros, cuando escribe
ll~ Cf. M. Penna, Notas sobre el endecasilabo en los sonetos de! Mar.
qués de Santillafla, en «Estudios dedicados a Mem'ndez Pidal-, V, Madrid,
1954, págs. 253·282.
l:lll Comp. H. Keniston, Garci!aso de la Vega. A crilical sludy of his 1J'l El pasaje en euestión está publicado en Ant., X, pág. 6B.
life a"d works, New York, 1922, pigs. 277·349. Angel Valbuena Prat, flis!o­ 140 Alfonso Garcla Matamoros, Apolo~ia pro adsererzda Risprlrlorum
ría de la literatura española, 1, S.' ed., Barcelona, 1957. pág. 517, nota 1, tmditiorze, ed. y trad. de José López de Toro, Madrid, 1943, pág. 22S.
ofrece sugerencias para la eliminaciÓn de estas irregularidades silábicu.
m Idero, pág. m.
152 Matlual de versificación espaFiolt:

esto, refiriéndose en general a los versas que se usaron me~­


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na desarrollado daramente, pues el tono secundarla
[53

con la e~pansíón de las formas italianas:


o J, por a [ guna parte en 1a sexta, octava o tamb'
,parece Len en la
aiéP sílabas. Este tipo existe desde los comienzos del ende­
Después que con los versos extranjeros,
tiIWl
_cas'J8bo y se da también después de Boscán, aunque cada vez
En quien Lasso y B05cán fueron primeros,

Perdimos la agudela. gracia y gala

Con tpenos frecuencia, y al comienzo del siglo XIX desaparece


COtppleto. A pesar de que también aparece en la poesía
TillO propia de españoles...

~a nUlguna poética española (ni siquiera la de Maury,


(Filomena, 11 parte (1621), BAE, XXXVIII,
página 49())
~8Z6) l~ admite como forma posible del endecasílabo. Rengifo
yel Pinciano no lo mencionan, y otros preceptistas lo rechazan
El endecasílabo se impuso en el siglo XVI y, después, aun con expresamente como deficiente. Sólo Rubén Daría. y siguiendo
todos los intentos de otras innovaciones, ha seguido siendo SU ejemplo Unamuno, Juan Ramón Jiménez, los dos Machado
hasta hoy el verso clásico de la poesia culta española. "1 ,otros, usan como verso de combinación el lipo B I teniendo
éo cuenta su indefinido carácter rítmico,
SOBRE ALGUNOS TIPOS Y VARIANTES. - En páginas anteriores
dijimos que, desde la segunda mitad del siglo XVI, se equilibrn­ El tipo B l Y sus formas especiales.
Ton Jos tipos B 1 Y A 1, Y que ambos forman la base de la mayl). Después de haber tratado antes del tipo B 2, sólo queda dar
ría de los endecasílabos españoles, pero esto no significa que los - ­ aquí alguna referencia sobre sus dos formas especiales.
demás tipos desapareciesen, ni excluye que, en algún caso con­ '" a) El endecasílabo sáfico en la estrofa sáfica está tan uni­
creto, un tipo distinto de los dos fundamentales pueda pre~ d(, a esta fonna poética, que de él se tratará en el estudio de la
minar en una poesía. Y aún puede ,dccirse mas: el empleo de 'bd estrofa.
un tipo o una detenninada combinación de ellos es en los b) El endecasílabo a la francesa. Sus antecedentes poco
buenos poetas, además de una función de la variedad rítmica,­ seguros remontan hasta el período amétrico. Sobre su existen­
un medio para lograr consciente o inconscientemente la más 'cia ocasional, en los siglos xv Y XVI, véanse págs. 148"149. Lista
plena efectividad creadora de la expresión. Aún queda mucho (l775-1848), sin contar con la tradición de este verso en España.
por hacer en la investigacion métrica, y esto impide dar un re­ lo recoge nuevamente por imitación directa de modelos fran­
sumen sintético del asunto I~¡. ceses, limitándose exclusivamente a la cesura masculina, En
La vergüenz.a lo combina con eneasílabos agudos, y en El re·
Los tipos A: trato 143 lo usa como metro único. Juan Ramón Jiménez en
En lo que respecta al grupo del tipo, basta la orientación Mañana de la Cruz lo emplea nuevamente, apro\'echando la po­
expuesta en las págs. 142-144. sible cesura épica, como a finales de la Edad Media.

Los ripos B: El tipo B J.


El tipo B 1 (con acento en la cuarta sílaba y cinco sílabas 1. En el resumen histórico general ya nos referimos a la
átonas hasta la décima) resulta un endecasílabo del tipo Bl existencia del tipo B 3 en la Edad Media, Por intlujo de la poe­

14l Ambas poesías se encuenlran en sus Poesías ú1ftdilas, ed. de José


14.2 D. Alomo, Poesía espa,'jola, ob. cit., pág~. 60 Y sigs .. 94 y si¡ss., 11)5
y sig., 279 y sigs., ofrece sugerencias sobre el valor expresivo de algunos
Maria de Cossío, Madrid, 1927, págs. 245 y 250. Véase también D C. Clarke,
tipos acentuales del endecasílabo en los siglos XVI y XVII. On the ',-'ersifi,;ati..m 01 ..H berlo Lista, RR, XLII!. 1952, págs. 109-110.
;~r"

.... ,..... ~.

154 Manual de versificación esPaiiofi J


~ de "er50S: el endecasilabo 155
---.....;
s~a popular del. tip~ de la gaita g~l1eg~, repres.entada en esJle,. ~ntido, tal vez son obra de dos hispanoamericanos; el
cml en las mwnhetras 144, se constituyo por pnmera vez en ~" en:ao Peralta Barnuevo, en su comedia TriulJfo de Qmor y
península ibérica su variante característica de cuatro pies. Pur r d, escribe algunas series cortas de versos enteramente en
su procedencia se le llama también endecasílabo gaHegQ-Po~ ~ec:asíIabos del tipo gallego-portugués. El mejicano Fray Juan
gués. En los tiempos antiguos tenía su mayor Importancia CQtllq -: la Anunciación lo emplea en las poesías «Al rayar la aurora»
variante cataléctica del verso de arte mayor; y con él cae en ...AI pasearse una dama por el jardín». Sólo muy entrado el si­
desuso después de mediados del siglo XVI. Lás Poéticas de lr.s ~o XVIII arraiga tambíén en la poesía culta en España, acaso
Siglos de Oro la destierran expresamente de la poesía culta, P.n r primera. vez H7 en las fábulas La criada)' la escoba y Ei ri­
esta época se encuentra, generalmente fluctuante, en la J)OesÍlj ~ melído a arquitecto de Iriarte 148, en vados pasaJC:s de Ic,s
popular cantada de gaita gallega en diversos tipos de la can. ¡;OrOs de Padres del Limbo de Moratín y en el Himno de la gu.e­
ción de baile, y especialmente en el minué. En la comedia dt rra (1826) de J. M. Heredia 149.
los Siglos de Oro estas cancionci~las se incluyeron Ocasional,;. En el Romanticismo cae otra vez en desuso; parece que en
mente como intermedios; así en el primer acto de San Isidro esta época se encuentra un solo ejemplo en Pot-pourrí (1, 59) de
labrador de Madrid 143 de Lope de Vega y en el Don Gil de la¡ Sii'U'baldo de Mas, inclinado siempre a nuevos experimentos mé­
calzas verdes 146 de Tirso de Malina. En el marco de la canciI~1l ~s, En el Modernismo ocurre el mayor, aunque breve, flore­
popular, poco a poco, se constituye a finales del siglo XVII UD. cimiento de este endecasílabo gallego-portugués. Empieza en la
tipo de endecasílabo autónomo, correeto en cuanto al númtlQ pOesía pórtico de Rubén Dario, que antepuso a la colección En
de sílabas. Entonces, muy a principios del siglo XVIIT, entra tropel (1892) de Salvador Rueda. La aparición de esta poesía
nuevamente en la poesía culta. Esto se produce, desde luego, krvo una gran repercusión, y dio lugar a una violenta discusión
muy despacio y en proporeión reducida, Los primeros intentos sobre si Rubén fue el inventor de este verso. El mismo Daría
dio la razón a Menéndez Pelayo, que identificó el verso dactí­
144 «Cuando te vexo d'o monte n'altunh. Sobre el endecasllabo en Ga.
licia y en Portugal, véase M. Milá Y Fontanals, De la poesía populll1 lico del americano con el endecasilabo de gaita gallega (que
gallega y Del decasllabo y endecllSiJabo anaPf!sticos, en Obras COPftpl5­ corresponde al endecasílabo gallego-portugués). El ejemplo de
ras, V. H. R. Lang, Das Liederbuch des Konigs Derris von PortuglÚ, Halle, Daría fue imitado muchas veces; así por Salvador Rueda en
18g.f, págs. CXIV y CXVI-CXVII. Theophilo Braga y Carolina Michaeiis varios pasajes de Familia sublime, González Prada (Minúscu.las J,
de Vasconcellos; Geschichte der portugiesischen Literatur, en GG, 11, 2,
§ lO, 26. F. Hanssen, Zur spanischen W1d portugiesfschen Metrik, Valp¡. G. Mistral (Palabras serenas, Ausencia, Rulh), Alfonso Reyes
rafso, 1900, y Los versos de las cantigas de Santa Maria del rey Al10rlSCI X, (Balada de los amígos muertos J, y por otros
AUCh, CVIU, 1901, págs. 337-373, 501-546. Isabel Pope, Mediaevll/ fAti/¡ 11. El tipo B J, fonna pura dd c:ndc:casilabo de tres pies que
background o( the thirteenth-century Galician lyric, cSpeculurn_, JI, I~, Santillana introdujo por primera vez en España, resultó de
páginas 3-25. D. C. Clarke, Versification in Alfonso el Sabio's Carrtiras,
HR, XXIII. 1955. págs. 83-98 (con indicaciones bibliográficas). G. Tpvalli,
poca importancia en la poesía española. Dentro del uso polirrit.
Rrpertorio Metrieo della liriea galego-porloghese, Roma, 1%7. Sobre cueJ. mico del endecasilabo, se encuentra ocasIOnalmente como verso
tiones. de origen, véase también 10 que se dice en el estudio del arte mayor. de combj~ación en las obras de los petrarquistas de [a primera
145 cMo'inito que mueles amores•.
146 cMolinico, ¿por qué no mndes? I Porque me beben el agua 101 147 En el caso del villanCICO Lo. gaita V¡lnvrana, de Torres Villarroel
bueyes•. Comp. H. t 1 reña, Los versos de gaita gallega en las dantllS, ED (BAE, LXI, págs. 69 Y sigs.), no puede hablarse aun de! lISO mdependiente
Versificación, págs. 221 y sigs.; Estudios, págs. 172 y sigs. M. Garefa Blan­ de este tipo de ef'.decasílab9, porqne aparece solo en eitas de canciones.
co. Afgunos elemenTOS populares en el teatro de Tirso de Molina, BRAE, .. BAE, LXIII, pá¡¡s. 18 y 21
XXIX, 19.f9, págs. 413-453, en especial págs. 443 y sigs. If} H Ureña, Lo. versificación de Heredia.. RFH, IV, 1942, págs. 111·112
156 Manual de versificación.
mitad del siglo XVI (Boscán, GarcHaso, 5a de Miranda~'.~
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es~:'f'-~
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~bO' AUCh,
de verSOS: el dodecasílabo 157
CIV, 1946, págs. 63-122,; también como libro, Santiago
En esta ~poca, acostumbrados aún Jos poetas al endecasila~~:J ~e, 1946. Dámaso :U0DSO, Elogio del endecaSí/~bo, en De los sIglos
cuatro pIes del verso de arte mayor, pusieron en el ital' 114"" ~ al de oro, Madnd, 1958, págs. 178-182. (También en Eruayos sobre
tipo B 3 un aeento más fuerte en la primera o segunda o dr¡'-­::m ~., española, Madrid, 1944.) A. Carballo Picaza, Situ.ación a.cluaI de los
las tres átonas del principio de verso: s aba,. ;JtlPP05 de métrica esp~;¡Ola; El endecasíl~bo, ~,CJavileiio•• año VII, 1956,
37, págs. 10 Y SlgS., con breve blbllOgraf¡a ramnada,
cuando quisiéres, cual póbre pastÓr.
~eUo, Del ver.'lO yámbico endecasílabo. De tos versos sdfico 'j adJ­
. al Obras "ompletas, VI, págs. 174-187. M. Milá Fontanals, Del de-.
(H. de Mendoza, Cómo podré cantar) -:~bO 'j endecasflabo anapésticos, en ObrllS completas, Barcelona, 1893,
~ 324-344. A. Morel·Fatio, L'«rfe mayor el I'hendteasyllabe dans la
En este proceso el endecasílabo de tipo italiano que se quel"/e. PoiSIe ca.;1j/{alfe du XV" siecle er du commence"ment du XVl" srede,
obtener se acercaba demasiado al gallego-portugués de cuatro dDJna1Ua~, XXIII, 1894, págs. 209-231. M. Menénd~ Pelayo, El efl.decasí·

pies, que es el verso auxiliar del de arte mayor. Sm embargo' rIbO en la poesía clls/ellana, en; Estudios, Il, págs. 111-118' (sólo hasta
los poetas, conscientes de un nuevo arte, querían evitar Pre4 l.i5l1J; APlt., X, CIlPS, XLIII y XLIV, en el índice vé~se: endecasílabo. ]oa­
ql.Úl1 BalllgLler, El endecasilabo de arte mayor y el endecasilabo italiano,
samente tal semejanza. También los preceptistas desde CascaJe¡
(Tablas poéticas, 1617) hasta Maury rechazan el tipo B 1 en SUl ;
cD Apuntes para una historia prosódica de la métrica cas/ellana, Anejo 13
de RdL, Madrid, 1954, págs. 161-188.
formas de tres y cuatro pies. De ahí resulta que la variante ita. j Dámaso Alonso, La sime/ria ePI el endeca.sllabo de Góngora, RFE, XIV,
liana del tipo B 1 desap8rece de la poesía española a fines del 191T, págs. 329·346; lambien en Estu.dioJ y ensayos gongorinos, Madrid,
siglo XVI. Los ejemplos aislados que se encuentran en Cenan. . ¡jS5', págs. 117 y sigs. T. Navarro, El etldecasílabo en 1.. tercera Egloga de
tes, Góngora y algunos poetas posteriores han de 'Considerane GtrfCi/.aso, «Romance Philolo~'~, V, 1951-52, págs. 20S-211. Mario Penna,
como descuidos en el uso del endecasílabo, más bien que CQIlllJ. : Nalas sobre el endecasílabo en los sonetos del Marqués de Santillana, en
testimonios de la continuación de esta variante italiana. ~Elludios dedicados a Menénde:l Pidab, V, Madrid, 1954, págs. 253-282.
Sólo en Rub~n Daría, que, como Santillana y Boscán, comb~ ,
na constantemente todos los endecasílabos, aparece nuevamel}
te la variante italiana del tipo B 3 como verso de combinación. EL DODECAStUBO
La poesía contemporánea ha abandonado casi por completo.
el tipo B J en sus dos variantes. Jorge GuilIén es acaso el único En el estudio de este verso hay que distinguir, en primer
que lo usa en una proporción notable, generalmente combinado lugar, entre el dodecasílabo regular y el verso de arte mayor, que
con versos más cortos; así en la tercera parte de Anillo, en . en la mayoría de los casos t<lmbién consta de doce sílabas, y
Noche encendida, El cisne, Interior; en Alberti se encuentra en que por su procedencia y carácter ha de considerarse como
Madrid por Cataluña; en Miguel l-Iernández, en Etema sombra; verso anisosilábico (vease: verso de arte mayor). La diferencia
no obstante, se trata en estos casos de ejemplos aislados. que existe entre ambos metros no siempre puede establecerse en
un verso aislado en concreto; y en caso de duda hay. que exa­
minar la poesía entera. Si los dodecasílabos presentan fluctua·
BJBLIOG&\Fr.~: P. Henríquez Ureña, El elfdecasílabo castellano, RFE, VI, ­
1919, págs. 132-L57; articulo alUpliado y revisado en HAAL, XIII, 19oW, pi- ' ción silábica y paLente preferencia por el ritmo dactílico, pueden
ginas 725·828; Estudios, págs. 27l·347. Ruben del Rosario, El endecasflabo considerarse como versos de arte mayor. Si, eu caso contrario,
español, San Juan de Puerto Ril::o. Monografi",s de la Universidad (estilo 6e cumple rigurosamente la igualdad del número de sílabas,
días hispánicos, 4), t944. Julio Saavedra Malina, Tres grandes metros: ... tl ~ trata de una poesía escrita en dodecasílabos. Con este cnte·
158
=:::~-------_-=:::::::::::"=--=..::.:'.:::::~~~'] ~---,
--
Manual de versificación es ~')l,r' ;"~'ces de versos: el dodecasílabo
'
159

río hay que considerar las imitaciones posteriores del v~so-.,¡ -- De: frase extr~Je.ra el mal pegadizo. dact./dact.
. ,,!tt', nuestro IdIOma guvcmcnte aqueja; troc./troc.
arte mayor en la obra de Inarte, Moratm, Espronceda y Ob-';\ bOya.. h bl' Jd
, _~: : 'ero habrá qUlen plcn.se que no a a cashzo troc. act.
como . tales dodecasl1abos
. '.' regulares, puesto que se trata, ',":
lll.,,: P " d 1 u',d no d' [ ]
si por lo al. lQ1a o o > o eJa. o., t
roc. Jd ac.
t
realidad, de versos lsosilablcos. El verso de arte mayor COnt;....,; ¡ (1 ' E l d lill
, 1b ' , , h' -.. -', narte, retrato e go ai
las tres varlanles del dodecasí a o srrnelnco, que lstÓriC<Unenh,;':
se harl desarrollado aparte de éste; no obstante, las posiblti-'
formas silábicas y rítmicas del verso de arte 'mayor no Se ll&!J. B) LOS TIPOS ASIMÉTRICOS:
tan en el examen de las formas del dodecasílabo regular. 1) El dodecasílabo tonario. - No queda rasgo de cesura in­
Se distinguen dos clases de dodecasílabos, según donde Il:l stnsa o normal después de la sexta sílaba. En lugar de dos hemis­
encuentre la pausa en el interior del verso: ~ios de la misma extensión tiene la disposición de tres tetra~
A) 'los tipos simétricos, con la disposición de dos hemi~ silabas, necesariamente de ritmo trocaico. Los acentos caen en
quíos de una misma extensión de seis sílabas cada uno. la tercera, séptima y undécima sílabas.
-B) los tipos asimétricos. con la disposición de 4+4+4 00 óo
7 + 5, 5 + 7 y 8 + 4 sílabas.
00 00 00 60

• Voy, señores, a contarles un suceso.

(5inibaldo de Mas)
A) LOS TIPOS SIM:éTRICOS:

1) El tipo trocaico consta de dos hexasílabos de ritmo tro. 2) El dodecasílabo con la disposición 7 + 5. - Tiene la ce·
caico, con acentos rítmieos en las sílabas impares. sora después de la séptima sílaba, y los acentQs en la sexta
y ~décima. Por lo demás, la organización rítmica es libre y
óoóoóo:óoóoóo sigue las posibilidades rítmicas del hept~ílabo y pentasílabo.
Antes que la luna delatamos pueda
Ocasionalmente se le denomina también dodecasílabo de segui­
todos a los tlotes y a emban:arnos ya.
dilla, porque une en un dodecasílabo la combinación camcte·
(García Gutiénez, El capitdn negre­
ristica de heptasílabo y pentasflabo autónomos de la segui­
ro, 1, 1)
dilla.
Metro mágico y rico que al alma expre~;l.~
2) El tipo dactílieo consta de dos hexasílabos dactílicos, de
Ilameantes alegóas, penas arcanas.
los cuales cada uno empieza con una sílaba en anacrusis. Cada
(Dario, Elogio de la segl'jdil1~)
período contiene un dáetilo. Los acentos se encuentran en la
segunda y quinta sílabas de cada hemistiquio.
3) El dodecasilabú con la disposición 5 + 7. - Es la inver­
o ÓOOÓO;O óooóo sión del tipo anterior. Probablemente es de proeedencia fran­
El metro de doce son cuatro donceles., cesa Tiene los acentos en la cuarta y undécima sílabas. El
dom:eles latinoli de rítmica tropa. primer hemistiquio posee a menudo un ritmo dactílico, y el
(A. Nerva, El metro rh doc~) segundo, por lo general, trocaico.

3). El tipo polirrítmico. Es la combinación libre de hemisti­ Momia que duermes tu inamovible sueño

quios y de versos 'completos con los ritmos trocaico y dacti­ desdc hace: siglos, debes oir mi voz.
lico. ' (Santos Chocano, Momia. incaica)
160 Manual de versificación' es~: cJlSBS de wrsOS: el dodecasílabo 161
~.
4) El dodecasílabo con la disposición 8 + 4. ~ Sólo ~ :;;:,.---:
~ de Ios P¡~os),
" Unamuno, A. Machado y A. Nervo, el
un testimonio contenido en la Gramática Castellana (n, 8l'~. coJoIcelebr6 el mismo verso dodecasílabo en una poesía a él
Nebrija. ~da: El metro de doce; después cayó en desuso.
~esumen histórico: El dodecasílabo simétrico con sus ',j;~) 2. El tipo polirrítmico está igualmente bien represen­
variantes está unido al verso de arte mavor en tanto ~ _Anen el verso de arte mayor. Su forma claramente desarro­
, -' queesti!,~, .
consta de doce sIlabas; en los comienzos, su historia es la ": ~'-se da p~r pnmera ~ez en la C:0medreta de POnl;a del Mar­
ma del de arte mayor. A partir de la mitad del si,..,.lo XVI 1 mis. , ~ de Santlllana. Santlllana aspLraba a tula estricta regulari­
e~ ~ d " "
irJi:ión del v~rso e arte mayor, y no encontro contmuadores.
. b
de arte mayor, arnnconado por el endecasílabo italiano j

olvido por más de dos siglos, y con él, el dodecasílabo si~: en!s6kdriarte presenta nuevame~te el tipo polirrítmico (El lobo
que es su elemento principal. Sólo a fines del siglo XVIU ~, (ti pastor, El :etrato de goltl1a) m. Igual que Moratín, pen·
dodecasílabo se constituye otra vez dentro de la corriente ~; salia baber escnto versos de arte mayor, con refer~ncias al
intenta reanimar el verso de arte mayor como verso isosiláb~1le Jliódel0 de Santillana. En el Romanticismo, el tipo polirrítmico
~utón?mo. En el Romanticismo y en el Modernismo alea:; @t'gran importancia, junto a la variante dactílica, como lo
.lUnl~ al do?ecasílabo asimétrico, cierto florecimiento. En b iJCt!l.uestran las coplas de arte ma~or de Los ama~tes de Teruel
poes13 que slgue después del Modernismo, ha perdido de n dt,Hartzenbusch, y extensos pasajes de El es1udtante de Sala~
. uevo ;,.' f 1""" d E
Importancia y estimación de tal manera que hoyes un vers de trtIitca, poes a po lrntmlca e spronceda. En la poesía en dode·
poco uso. o asiJábos del Modernismo este tipo ocupa el primer lugar; lo
Sobre los diferentes tipos del dodecasílabo simétrico: !~:Van en espeeial Rubén Daría (Era un aire suave, El faisdn)
A) 1. El tipo dactílico era ya la variante principal del i y Valle lndán (repetidas veces en Lo. pipa de Kif, y otras). Ru­
verso de arte mayor. Lo emplearon por primera vez, como verso! libI, Dano enriqueció el tipo polirrítmico cuando por primera
autónomo y único en poesías enteras, L. Fernández de MoratÚl. ¡ vez en Los motivos del lobo termina varias veces el primer he·
(Al príncipe de la Paz) 130, Arriaza y Lista (El amor y otras)lll r miStiquio con tula palabra aguda; esta innovación se convirtió
Moratín, por cierto, no se daba cuenta de haber ereado un dod; \ enDOnna en su poesía Libranos, Señor. En Viñas paganas, de
casílabo autónomo; él mismo tomaba sus dodecasílabos COJ'T'eC.: Alfonso Reyes, la terminación aguda se aplica a los .dos hemis·
tos ~n el número de silabas como versos de arte mayor, y los: tiqlÜÓS. Los dodecasílabos en la poesía contemporánea son
escnbió en un lenguaje arcaizante denominándolos «versos an- versos de poco uso; entre ellos el tipo polirrítmico es el más
tiguos». La variante más frecuente del dodecasílabo en el Ro-: frecuente. En mayor proporción lo cultiva García Lorca (Elegla,
manticismo es el tipo dactílico. Algunos ejemplos ofrecen Ber. Invocación al laurel, Gacela de la terrible presencia).
múdez de Castro (Dios), Zorrilla (El nUlo y la luna, A Venecia), A) 3. El tipo trocaico que, como variante del verso de
Mármol (Sol de mayo), Avellaneda (Las siete palabras, Serenata arte mayor, se da con bastante frecuencia, fue el último en
de Cuba). En el Modernismo disminuye su estimación en favOl' alcanzar autonomía. Se encuentra por primera vez en una can­
del tipo polirrítmico; sin embargo, está todavía representado, ción del drama romántico El capitán negrero (1, 1) de Garda
en abundancia en Gutiérrez Nájera, Rubén Daría (así en La Gutiérrez. Sin embargo, en fonna consciente sólo se fe emplea
en el Modernismo: Rubén Daría (Flirt, El canto errante), Sal­
130 «A vos. el apuesto complido garzón_, BAE, 11, pág. 583.
151 BAE, LXVII, pág. 361.
m BAE, LXIII, págs. 10 y t3.
1!R5IFICACION ESP. ­ 6
162 Manual de ....ersificación. eSP4~~:r ~ de versos: el dodecasílabo 163
vador Rueda (Las arañas y las escrelfas), Santos Ch~:':I ~s rimas se explicaría (de manera análoga al caso del
do Nervo. .,'C ~ ~"'hce), suponiendo que la forma originaria de la seguidilla
. Los distintos tipos del .dodecasíla,bo asirnetrico son de o~~:'; ~pareadas de versos largos. Incluyendo el dodecasílabo de
diverso; a~canzan mayor lmpo~tancJa en el Rom~nticismo y':
el Modernismo, esto es, en las epocas en que se divulgó tamb;;
Zkl:ill
taO
a , el verso
basta las
de doce sílabas con la disposición 7 + 5 re­
jarchas de los siglos XI y XII; su historia
a
el dodecasílabo simétrico. Sobre los tipos de este asimétti1.,: ::adiOa con la de la seguidilla y sus primeras formas. T. Na·
B) 1. El dodecasílabo ternario parece ser de origen ~, 1ItÍO 1!5 alega como ejemplo más temprano del uso correcto,
p~lar. S~s ~r~m.eros usos se e~cuentran ~n los ant.igu05 estll.. ...,<mto al número de sílabas del verso en cuestión, algunos
bIllos amsostlabJCos de las can~lOnc:s de baile. El testimonio ~ tIt·".....­
e5f:ribillOS de los Noctumos de Sor Juana Inés de la Cruz, Su
antiguo de su empleo consciente es una tonadilla anónima del ~'aDlplia divulgación, a partír de la miLad del siglo XIX, se
siglo XVIII, El chasco del perra 15\ En el siglo XIX ha}: test~ dfbCa Zorrilla. En este poeta se encuentra por primera vez en
nios sólo en dos autores: en la octava aguda Voy seriores, dt iJI)ll serenata del libro La flor de los recuerdos (1859), en donde
Sinibaldo de Mas, y, como verso de combinación, en la Poes:ta., qUeda patente la relación con la seguidilla, puesto que los dode·
El otoño (1883) de Ventura Ruiz Aguilera; tiene su máximo tki·' t:áSflabos de la serenata rematan en una seguidilla compuesta:
recimiento en el Modernismo. Como verso único lo usaron Una. ~. tarde Zorrilla lo convirtió en su verso favorito, y su ejem­
muna (No eres tuya, Credo poético, las dos en Poesías, 1907ly pI9. influyó en Avellaneda (A las cubanas, 1860), Bécquer, Rosalia
Salvador Rueda (Torre de las rimas). Con otros tipos y versos' dCCas tro y otros. En el Modernismo se sigue usando este verso,
lo mezclan Rubén Dario (La callción de los osos), Jaimes Freyre : y'asi,ocurre en muchos de los poetas más conocidos (M. Macha·
(El camin.o de los cisnes) y Santos Chocano (ArLoram::a); J do), en especial hispanoamericanos, tales como Rubén Daría,
después se presenta en Mariana Pineda de García Larca (pn. : ']; Asunción Silva, S. Díaz Mirón. Jaimes Freyre, A. Nervo y
mera escena: «Parecía el hilo rojo entre sus dedos,,). A.'Reyes. Daría mueSTra predilección por este verso, como se
B) 2. El más importante, por su amplia divulgación, de ve en sus sonetos a Walt Whitman y Díaz Mirón, y también
los tipos asimétricos, es el dodecasílabo con la disposición 7 +S. en la poesía A Corón y en el Elogio de la seguidilla. Salvador
Su paralelo más c~rcano es tá en la seguidilla, que en su forma Rueda Jo usa en poesías extensas, como en la Cadena de las
habitual consta de una estrofa de cuatro versos con el esquema : rimas, El mantón de Manila y otras l~. En la poesía posterior
7a 5b 7c 5b. Varios investigadores afirman la relación entre el . eSte verso ha pe:rdido su importancia.
verso de seguidilla y el de arte mayor; T. Navarro lo refuta por . B) 3, Como verso autónomo el dodecasílabo con la dis­
razones del ritmo ISol. En los tiempos antiguos y aún en los pri· posición 5 + 7 tíene menos alcance. Los primeros ensayos con
meros d~~enios del siglo XVII, las seguidillas se escribían en dOl este metro remontan a Sinibalc!0 de Ma"i. En mayor proporción
versos largos de doce sílabas cada uno, y entonces el número lo emplearon Santos Chocano en los noventa versos de su Mo­
de sílabas podía oscilar dentro de límites. Por el lugar de las mw incail:a, y Unamuno en Cantos sin. hilo de mi niñez dorada,
rimas consonantes o asonantes, se deduce que los sonidos sólo' Puede que se trate de una imitación directa del decasílabo
se igualan en (as terminaciones de los pentasílabos. Tal dispos~ . francés con la disposición 4 + 6. con la particularidad de que

lfl Mttrica, pág 262.


m J. Subirá, La tonadilla. escénica, II, Madrid, 1928, pág, 287, dtadll 1~ Comp. Juan Antonio Tamayo, Salva.dor Rueda. o el ritmo, «Cua­
según T, NavaITo, Métrica, pág. 312. dtmos de Literatura contemporánea_, VII. 1943, págs. 3-35, en especial
I~ Mérrica, pág. 161, nota 47. pátinas ]9 y sigs.
-:;<"
~ . ,.
166 Ma"ual de versificadó" es~~'¡ '~s de versOS: el tetradecasílabo 167
Si se unen hemistiquios de fonna ritmica diferen~,
verso largo, se obtienen otras seis variantes ritmkas. :~-.j
.r'i
. ¡ ~de
~~
ninguna otra en su medida), o bien, la tónica de una
.
b'ra llana, cuya ."o~al final se une por smalefa a la \'ocal
~ de la sílaba SiguIente:
SOBRE LA RH¡\CIÓN ENTRE ESTOS TIPOS. - Desde los COmi~¡
p~evalece en el. ~lejandrino esp~ñol la .variante polirri~ : En ciena catedral una campana había
que sólo se tocaba algún solemue día.
$010 el RomantlclSmo (en especJal Zornlla y sus seguidol'tl'~
constituye una excepción en la que durante unos cuarenta~; (Iriarlc. Fábula VII)
se prefiere, como característica del grupo, la variante tro~-)
a la que se da autonomía. Por influjo i:l.e la obra de Ros alia,.'i 1 Vtcufia
Cifuentes lóJ y T. Navarro 16J niegan que el alejandrino
Castro (1837-1885), se independiza la variante dactílica. El Mo,', ·la francesa sea realmente una innovación frente al alejandri­
dernismo, que afíade innovaciones proccdentes del alejandl'i:Q) i ~ tradicional, pues nada impide leer el alejandrino a la fran­
romántico y simbolista de la poesía francesa, vuelve a la 3lJ.lj;. ce$;laplic.ándole la cesura intensa, como no sean razones de
gua polimetría. SiJÜax-is. De esta manera se obtiene un alejandrino nonnal de
Los diferentes tipos del alejandrino se comrierten sólo mlly'! .~ sílabas, añadiéndole una sílaba al primer hemistiquio
tarde y por poco tiempo en verso autónomo, y por esto resúlla , itf:rmina en palabra aguda; o bien, colocando en la tennina­
poco importante para la mé.trica. No obstante, es casi se~ ~ ciÓ6-11ana un· hialo entre los dos hemistiquios. A pesar de que
que desde el mester de clerecía esta variedad métrica sirve a I~;" Q.:nolbl recomienda la modalidad trocaica J/>!, el alejandrino a
buenos poelas como recurso estilístico: "Respecto a la variedai,j,; IJ;1r.wcesa en realidad es polirrítmico, y no se distingue !am­
dactílica importa' advertir que, contra la ordinaria impres~: '~:en este sen~ido del alejandrino trad~cionat N~ ~bstante,
de rnpidez y energía de esta clase de ritmo, el alejandrino dr; !
sC\kpuede conSiderar con Bello y Bennquez Drena·<16 como
tal tipo, al equilibrar la duración de su período trisílabo alII : uPat:fonna especial. puesto que en la conciencia de los poetas
]a que presentan los de cuatro y cinco sílabas en los demáS , ¡pi: lo cultivaban era una innovación; y lo demuestra el que
tipos, adquiere carácter especialmente lento, suave .v musical:" . se.e'Yite consecuentemente la terminación esdrújula en el primer
La expresión reforzada y rápida corresponde en el metro ale. bUQistiquio. El alejandrino tradicional no está sometido a reglas
jandrino a las variedades mixtas:> INI. restrictivas de esta clase,

FORMAS ESPECIALES DEL ALEJANDRINO.


.2. El alejandrino ter"ario. - El alejandrino tripartito es un
verso simple de trece sílabas (sin cesura intensa ni cesura co­
L El alejandri"o t.l la francesa. - Según la intención de Su , QJÚD), con los ac.enros en la cuarta, octa....a y duodécima sílabas.
inventor, lriarte, el alejandrino a la francesa es un verso simple. : En lugar de la cesura intensa originaria se encuentran tres cor­
de trece sílabas 161, que ha convertido la cesura intensa traJicio. tts que disponen el verso en tres grupos de cuatro sílabas, más
nal en eomún. Entonces la sexta sílaba del primer hemistiquio,
o bien, tiene que ser la tónica de una palabra aguda (a la que -,W' SDbre el imaginario verso ydmbic:o de trece sí/ablU, en Estudios de
mé/rica española, Santiago de Chite, 1929, págs. 13 75.
~ Métrica, n." 256 y nota 2l.
160 T. Navarro. MÜ,ica, ¡Jág. 61, donde hay ejemplos de la relacido ... Arte métrica, en Obra, mmpletaS, VI. pág. 158.
entre asunto y fonna rillhica en Berceo y el Arcipreste de Hita. 1«1 .Yambico". según la rerminología de Bello.
1'1 Sinibaldo de Mas cultivó este tipo con el nombre de etrideeasl­ MIl Sobre la historia del alejandrina: RFH, VIII. 1946, pág. 9: también
Jaba., H. Ureña, Estudios. págs. 358·359.
168

otra aislada que queda al final. Debido a esto, el ace~


terística del alejandrino tradicional en la sexta sílaba ha '
~ ..
Manual de versificación espa..~:':::'- ~.s de versos: el tetradecasilabo
~n alejandrinos en el caso de 10$ versos de quince
~ sílabas Y que, por la insuficiente técnica o tal vez por
169

dido su importancia. ~ 1'¿ec;to tardío de la tradición amétrica popular, no se hubiese


~del todo.
Hace sonar' un :ruiseñor' en Jo in~'jsi' ble. LiJ8parición temprana del alejandrino en España plantea la
(Dano) ~tión de si hay que suponer nece,'?ariamente un préstamo de

Este tipo que desde Rubén se en-euentra ocasionalmente COJn~ . poesía francesa lJI. Ta~poco se ~ebe .olvidar que la epopey~
nado con alejandrinos tradicionales, apenas tiene más que-ij ~a más representatIva, cuyo mflu,lo por razones cronolo­
nombre de tal. Por la circunstancia de que la sexta sílaba, {lo¡: Ji'&' ",jenc al caso, está escrita en decasílabos m. ,r..'1enéndez
lo eomuo, es prosódicamente átona, no hay que buscar su JllÓ, l'idal techa el Poema del Cid hacia 1140. Sin embargo, eomo
delo francés en el alexandrin rernaire de Víctor Hugo, qUe lIla¡. Verso épico, el alejandrino no alcanza realmente gran importan­
tiene regularmente el acenlo prosódico en la sexta sílaba 167, s~ cillhasta después de mediados del siglo XII. SU alcance es es­
en los alejandrinos de los simbolistas franceses 168, •
¡::aBtl,en la lírica medieval francesa m. Si por las muchas dudas
qiJtse presentan en las fechas, no se puede confiar en criterios
Resumen histórico: El alejandrino ·deriva el nombre de su. '.·orden cronológico m, no debe, sin embargo, descartarse la
empleo en las adaptaciones francesas de la Edad Media que , ~sición de que el alejandrino antiguo español se haya des­
tratan de la historia de Alejandro Magno ¡!'l. ' ..,-ollado en forma autónOma desde los mismos fundamentos
En España el alejandrino, caracterizado por su gran f1uclua. Jatinos In, lo mismo que en Francia; cuestión que siempre se
ción en el nümero de silabas, se encuentra ya en los monumentós disCUtió. Aparte de la fluctuación en el número de sílabas que
literarios más antiguos del período amétrico; así, por ejemplo, I!:$característica en todos los versos autóetonos, cuenta en fa­
en el Misterio de los Reyes Magos, La Disputa del alma 'J el ~ de un desarrollo de esta naturaleza el patente carácter po­
eaerpo y, en gran proporción, en el Poema del Cid. En el Cid .liÍdtmico del alejandrino antiguo español, frente a la condición,
este verso aparece como el de mayor frecuencia en los porceu. p. ,la mayoría de los casos, trocai<;-a del alejandrino medieval
tajes, y en torno de él se agrupan los demás tomándolo C<JIl\O /\- ­

"verso de eje». De los 987 versos del Cid que Menéndez Pida! ".11J Comp. respecto a este problema Karl Vorelzsch, Spanische und
ha estudiado 270 son alejandrinos; a estos siguen inmediata. JjaIIZosisehe Heldendiehtung, «Modern Philology~, XXVII, 1930, págs. 397­
~ (con bibliografía). M. de Riquer, Los cantares de gesta franceses. Sus
mente los versos que por su número de sílabas se acercan más
#ablema.s. Sil relaCÍón. con España, Madrid, 1952,
al alejandrino, o sea, los de quince (21b versos) y de trece sí. In Segtin el modo de contar las sílabas en español. dodecasí1abos.
labas (187 versos); y los demás versos siguen a gran distancia 111. • J7J Véase Snchier, Ven/ehr!!, pág, 64.
Este hecho pudiera hacer sospechar que se hubiese intentado ,,. Comp. Paul M. Lloyd. More on I/¡e dare of the eomposilion o( fhe
'Cll1Itar de Mz"o Cid', Hisp., XLII, 1959, págs. 48&-491. En est~ artículo sr>
l.1 Malheur a vous! Mal/¡eur a moi! Malheur a tous' G1cuentra un resumen de los diferentes intentos modernos de fechar la
l~ A me peigner 'nonehalamment' dalls un miroir (Mallarmé). OImp, obra (con indicaciones bibliográficas); Lloyd se declara en favor de una
Suc:hier. Verslehre, págs. 66-é7. fecha temprana.
1... En Francia, el llamado alt:jandrino aparece por primera vez en el IrI Sobre la derivación del alejandrino de versos latinos, véase A. Bello,
lranscurso del siglo XU, en Le p¿Jerinage de Charlemagne. Comp. S¡eng~l. Sobre el origen de las varias especies de 1'ersos U.ladas en. Id po<'Sia
VerslehTe. § 60. M. E. Porter, The genesis af aIe;tQ1tdrir¡ a.s a me/mi moderna, en Obras completas. VI, págs. 421443. en especial págs. 438
terrn., MLN, LI, 1936, págs. 528-535. '15ÍgS.; Suchier, Verslehre, págs. 63-64; BUf'II:er. Reeherehes, págs. 134 y
170 Véase M. Pidal, Cid 1, p~. 87. Biruienle. ,
"t

· el telradecasílabu 173
In Manual de versificación t.>' ',." de '¡Je r50 S.
. . . ':.;: "" ,'~adores hay que mencionar en ~rime~ lugar
alepodnnos a la francesa en palabra aguda, tambIén al"l'l '>~.. tre los 1 El SI' d 'en 1882 empieza a imitar slstema-
M,; ,.;-,,~ . 'a de a .. a u r . . '
de verSIJ. . .:~l%i',:{_ . •r~.,oavJdi , alejandrino romántico frances, p~ocur~ndo co~se-
Por, efectos otl:a ~ez de, la mfluencIa francesa, el alej~l; ,~te elibertad en el curso sintáctico del a~eJandnno espanol,
alcanzo un ~oreClIm~nt~ lmportante .dmanle ~l RO,maJ'l.' Ii!trfYO! 1ue a esto respecta, se había atenido h~sta ent~nces
y el Modermsmo. En la epoca. román.trca, el aleJand~o tieíif~<1' <~i'_F I,O'¿n en dos hemistiquios. En este sentIdo habla. ya
mayor r~p:esenlant~ en ,zornlla, qUl~n en 1838 ,publica '\1~f "'. diV1SIS su erencias Sinibaldo de Mas, en su, SIstema musIcal
me~'a. poesIa en aleJandnnos. (A Mana): y conYlerte en ~-t: _~ an t: la c:stellana (1832), obra muy conocIda entre los .~~
artlstlca el empleo de la vanante trocatca, que Alberto ~~ ~ í4:fa leng ' r import<ll1cia tm'jeron los ensayos de Gavld13,
ha~ia re.animad~. El típo rígurosamente trocaico,. deno~~1 ~'tas't::l~'ieron para establecer. el encabalgamiento e~tre
a1eJandnno_ zornllesco ,por ca~sa dc su o?ra, ~omma por __ :_P!"-~ ti uios en los Catltos de vIda y espe~am:.~ (l90~) .de
cuarenta anos la poesm espanola en alepndnnos; y Sóloff¡.;ICS: beIIU5 ario mantiene en plincipio la orgarnzoclOn rnetnca
n::wpht:lauo paulatinamente a partlr de 1880 por las formasliliii¡ ~n.. 1) . • en no pocas ocasiones elimina, sin embargo,
rr¡tmicas, y más libres en su aspecto sintáctico, del alejandrieQ,( -del' aleJaodnnO~culTe en 13 cesura intensa con la conveniente
de FrancÍsco Gavídía y R. Darío. Representantes típicos de_tlll::'paus~.que. táctic<l, y establece la cesura rompiendo rela·
, . di' Z ill G '., ··~·,:",;,U'aClon SIn . d' t'
alejandrino tro.calco ~on, apart~ e HHsmo un: a, . Gardl',:, ',"""" mo las del artícu)O y sustantivo. sústantlVo.y a !e 1VO,
Tassara, V. Ruu Agullera. J. Marmol y S. Bermudez de ~~ ~ ~

(1817-1883), quíen, por cierto, en algunas ocasiones da al pn;t ,~era. De los magnates. de l,os : felices de esta vida,

mer hemistiquio una forma d a c t í l i c a . "

Junto a este tipo de alejandrino, las demás variantes SÓk ¡ d.,k. pasa al interior de la palabra, y en este caso puede re-
tienen importancia seCU:::ldari3. Así la variante dactllica apar~-i ~irse también la dholúciól1 del acento prosódico:
ad
Al. \
por primera vez en función autónoma en una poesía de la del ruiseñor priIllll-veral y matinlll
lección Et¡ las orillas del Sar (1884) de R. de Castro. El alejal:lo ~ (Nocrurno, .. Quiero expresar ml angus­
drino a la francesa se continuó en Simbaldo d~ Mas. tia», 4." estrofa)
poetas que emplean mucho el tipo trocaico, ensayan tambiéntli'{
y en tanto el Medhe-rráneo me a~rida
algunas poesías la combinación polirrítmica; así lo hacen: (Valldemosa)
Echeverría, Avellaneda, Gutíérrez Nájera y otros. 1
En el Modernismo el alejandrino se convierte en uno de lbS ¡ Pt:. esta manera se consigue una gran flexibilidad en el alejan­
versos más importantes. Esta época se caracteriza por el elljo i, 4&0, aunque se logre a costa del acento que es propio y
pleo consciente de las distint3s variantes, en especial por re¡. ¡ D/l.tura} de la lengua, y con ello se ponga en pdigro la forma
nimar el uso polirrítmico, que en el Romanticismo habla sido ¡ IPisma de este versa 181.
n~legado a segundo término. Añádase también que, siguiendo; In Sobre el tratamiento de la ceSl:Ta intensa en el a\ejandrino modet­
modelos del alejandrino romántico y simbolista de la poesía ¡ dista, véase T. Navarro, Ln división de esca I parme, RFE, XIII, 1926,
francesa, el verso relaciona de manera distinta metro y sin­ pá¡f.nas 289.290. J. Saavedra Molina. Tres gratldes metros..., ADeb, CIV,
r.axis. 1946, págs. 26 y sigs. Roger D. Bassagoda, Del alejarldrit10 al verso liore,
BAAL, XVI. 19~7, ~ágs. 92·101 (con 11umerosos ejemplos). D. Alonso. Poe­
tllJ tsputlok¡; cOlllanpordneos, Madrid, 1952. rágs, 6lJ..65 (con interesante
~íía estética de este fenóUl~no en la nota 14 de las pá~s. 61 y sigs.).
181 El deseo (lBU), BAR, LXVII, pág. 362.
're:

174 Malll4ar de versificación es


._,;:::"> _ dlee_v~er,:s~o:s~:_~de_::::mas:·:...:d:e:...:c=a=t:oCr:c:e_C'¡Cl_ab_a_' 175
. .
Como en el RomantiCismo, .
la vanante -----;~j
trocaica pred .->;, ¡¡,: -~ , : , (IGKAFfA: A. Marasso R oc, a Ensa . yo U sobre _ el S bversola historia
alejandrino,
del
tambt'é TI en los comienzos
. del , ' . ~::/:
Modernismo, se da eXcl.,·,i" "'~;'.l.' vII 1939, P
.:-0\81BlJ ágs. 63-127. P. Hennquez rena, o Te
. 11 ( b" ee Estudios págs. 349.
.\"'§¡·i:~':l" 'po.""
'~':"'"fino,'RFH' VIII
G "
mente en utlerrez ajera, S .
N" R
ueda y otros. También USiij:.'ié. .' T
1946, pags. l·
d
tam leo ,
t os El tredecasilabo .., AUCh,
filO Machado emplea casI exclUSivamente ("sta vanante t~.-,),,:::,-;i;;o\,:1. Saave ra • L1 S b
• ' . - - ",Ji,' ,,' .,' ' d MolIna, res gran es me T o." • _
I Jel"andrino medieval: H. Ureña, VerSIfICa­
d . ..'..., ~V" ••,,¿ págs 2..-u_. o re e a
en, too a su obr~. n ca,mblO patente a favor de la fonna-'<Y ,:CW;/,l't." 6 '5igs" eon rica bibliografia en las notas. A.. C~rban~ lcazo,
U . p.

rntmlca lo reahza Ruben e~ la.s Pro~as prof~nas (1896), ~;.~" ;~r.~gs:6~ :e los estudios de mélr~ca es:año~a: «Clavlkno., \ n, l~~~:
entonces es la modaHdad ntmlea mas eomun dd alejanr1¿;i y, $ltuaCI á 54 y sigs. (con bib!lograf¡a cnhca). C. Barrera. : '
modernista; así lo pnlcba Daría en $U obra posterior, y L-ij:jQ, !;qt"l. ~.. ';., "ero 40 p gs. , BHi, XX, 1918, págs. 126
:astell
ano - . P . Henríquez Urena '¡ere La
ganes, R. Jaimes Freyre, J. R. Jiménez, G. Mistral v otros. El,:i'~j iiiit drma vía RFH, VII, 1945, págs. 4547. G. Cirot, S~r le mester dedo l­
.
nombre de la vanante ."
dactihca "~""
se lllO d a en la Sonatina de ba..i¡':"" I . tJlii4enUl'. 'BHí XLIV, 1942, pags. . 5-16', In v en/aire estima!!f"].
du meslerEl e eo ede e­

que slrvI6 • de modelo metnco
, • ' poeSlas
en van2;; . 'tI¡¡: ':~J
a algunos poef.Í;!, t:kJ,. BHi. XLVI, 'gs 193-209. J' Saavedra
II 1946 ,pa. m19Sl ;YIO. \na,253-346v rsH H
, """Q, . de Filología» (Chile), VI,
'
(S. Rueda, J. Santos Cnocano, A, N ervo), E alejandrInO
l" '<OJ':'
telTlarii:¡' .........CÍ/:l, «Boletm , . h 19.N""se ,pags
E-tudios dedicados. . .a
¡;¡r,~.'" h '/hmíc pa/lems m Old SpaTI!S ver , ~ >
.
aparece por pnmcra ,
vez ocaSIona l
mente como verso de combini.'' '~old, R Y. 'd 1954 ii s. 1511~. Véanse también referen­
ció~ en la Elegía pagana !' en el Nocturno.J de r::ario; .esto~' "fflDdel ~::~~~'V~,a~~b~e el 'al~j=ndrino moderno y el M~demismo:
pOSible por haber estableCIdo el encabalgamIento sm!::'ctIco en""';;': dá! B la c R 1 . • ,ntre la poesía frarzcesa y la esparlOla desde
los dos hemistiquios 180; sin embargo, nunca aleanzó autonomía. i a;,.~"'~· . , ' e Revista
.... - ' n i ".... Canedo acwneJ de Libros» (Madrid), VIH, 1914, págs. 55~-J.
.
El aleJandnno. ,
a la francesa fue cultlvado en el Modemisnv. , d". RomantICIsmo,
K M «
s L'influeru:e fraru;aise darzs l'oeuvre d e R u b¿rz Dario, Pa .• _
por Daría en el soneto Los piratas (en el Canto erranre, 1907}, '..... ',' '1925· p"s. 126 Y sigs. Francisco Maldonado de G~evara,. La funclOn
ErW1D ape ,
I
Unamuno en a gunos sonetos dI e R osarIO . de sonett's líricos I ' í
ns alejal'ldrirzo frands en el aif:¡rm . d' -IdeRub¿nDano
rmo. espa.rzo , . 386RdL,IV,
Ro er
(1910), y por otros. La popularidad del alejandrino ha ido d~ I~' págs. 9-S5: L'namuno y el "'''''''''0 aleJa~drmo, ¡dcm, pags. 13984~ 'ecfal­
. •
pués dIsmmuvendo notablemente. De algunas formas poetlca~ ,. D'.l-',Bpssagoda. Do;.1 a [,'~l,m d'nno al verso . lIbre " BAAL, f XVI,
' 98, esp
Madrid
- . . .
como el soneto, ha Sido elimmado por completo, El uso POli· , menl-e las pagmas 9~- . ,~
. . ' . , 101 G O'az Plaja Modernismo ren e a
' ] . d C- st-w pags 281 , y sigs.).,
' .
rntmIco d
el I '
a eJandnno , pre d '
omma, aunque a veces se nota . (e5peoa
1951 . lm enle el alejandnno
" en Rosa . .la ersoe a jambico
, . trece sila­
de
. . . .
la vuelta al tIpO trocareo del RomantiCismo. Los poetas se , V'
JuliO ¡cuna - Cifuentcs,
, . Sobre e lmaglrlano v
_ 1 Santiago de Chile 1929, págs. 13-75;
' . . , . . Esrudio. de m trlca esparzo a, ' ,
apartan de las mno.. . acIOnes del ModernIsmo, demn"IZldo atre­ ' '." d trece silabllS ídem págs. 151.156. P. Hennquez
vidas y poco favorecedoras, especialmente en lo que respecta .El verso
_ , .. /Cade los
anape5 e poeta.:¡ mexicanos
" erz la ¿poca de laI d nepe nd en-
al trato de la cesura intensa, cuidando, como ya en su tIempo . 'c~oktin de la Sociedad Me;o;icana de Geografía y Esta I~tlca", VII ,
Urell~ La m (nla d"
hizo V. Rugo en sus alexandrins tema{res, que el acento fijo ~~4, pags. 19 2~, Y Rubérz Dario y el siglo x~, RH,i. L, 1920, pags. 324-327,
del verso caiga en la sexta sílaba, y que esta pose:) un claro V¿ase también la referencia del sOlleto en ale]andnnos.
acento prosódico, Los alejandrinos de los Tetrástrofos a nues/m
señor Sal1tiago de Dictinio de! Castillo Elejabeytia, que recuer.
dan la antigua cuaderna vía, están escritos enteramente en la VERSOS DE MÁS DE CATORCE SfUBAS
variante dactílica.
Con el tetradecasilabo se acaba la serie de los habituales
versos regulares. Algunos versos ísosilábicos más largos que
lA] Comp. las lisias ae venas ternarios de Rubén y otros poetas en tienen hasta veintidós sílabas, se dan en casos aislados en el
1, Saavedrn Molina, ob. cif" piigs. 26 y sigs. Romanticismo y, durante algún tiempo y con más frecuencia,
. I !"

':" "';','1+'
;7:,):~r-,':
176 Manual de v'ersificación esp~
--..;
en los poetas del Modernismo (espeeialmente en Hispa.n.~
rica). En Su constitución pueden distinguirse dos tipos: ,
1) Versos largos eompuestos, fannados mediante la COtl¡.
binación de dos versos autÓnomos; por ejemplo, de un vetlQ.
de siete sílabas unido a uno de ocho resulta otro de quince.
2) Versos largos unifonnes, que por su ritmo resultan set
la repetición de un mismo pie de verso, como el siguiente dac.
CAP!TULO II
tílico de diecioeho sílabas:
o 600 600 óoo 600 600 60
LA POESIA ANISOSILABlCA EN LA EDAD MEDIA

el nido amoroso de granzas )' plumas del árbol colgado.


Y EN LA POESIA TRADICIONAL

Estos metros se distinguen de los versos libres en que tnaQ.


tienen fijo el número de silabas. Los ejemplos correspondiente:¡
'Se puede suponer con seguridad que un período amétrico 1
no pasaron de ensayos esporádicos; por eso basta con enviar
al libro de T. Navarro ¡M, para una orientación en esta materia precedió en Francia e Italia 2 al isosilabismo riguroso. Sin em­
y a la bibliografía de Carballo Picazo. ' l)argO, esta fase de ametría termina en estos países al comien·

1 La limitación que se elCpresa en el tíLulo de este capítulo excluye


184 Métrica, págs. 510-514. )os' versos libres, también anisosilábicos, y los intentos de poesía entdita
Qi:a¡¡lilativa, que siguen modelos de la Antigüedad. Sobre el verso liole
~se las indicaciones dadas el! págs, 78-80, Sobre los versos cuantitativos
iDforma T. Navarro, HiSlOria de algl.lrJas opiniones sobre la canll(}ad si­
Idbiea española, RFE, VIII, 1921, págs, 30-57 (con bibliografía).
2 D. Norberg (en La poésie latine rythmique al.l haut moyen-ágc, Llb
cit, e l"troduClion ií I'élude de la versification larine médiévale, Stockholm,
19581 señala versos silabicamente irregulares en la poesía latina :-ilmlca.
Colno ejemplo conocido d~ una poesia temprana de oscilacion sl1ábica;
la Séquence de Sainle Euldie. Mtls dClalles en M. Pidal. Lro Challo'on de
Rofa"d " el neotradrdonafi.<mo (Orig~'¡e5 de la épica roman;cal, Madrid,
1959, pá~s. 23 y 421. J Horren! (en Le pderi,wge dt: Cliarlt:magne. ,.Bibho.
IMque de la Fae. de Phi]osophie et LellTes de l'Vniver. de Líege', (LVIII,
París, 1961, págs. 12B y Slg'.) ,lboga pur una opinión conlraria. Rcspc:;to a
Italia, véase Giulio Bertoni, La piü an/iea ",'ersifica;:)on~ iralialla, «GiornaJe
atorico dcHa Jetteratura IlaJianab, CXlII, 1939, ptlgs, 256·261. dondt." 5t." dict."
ent~ otras cosas: "Prima, in Ilalia, la poesia vol¡;ar~ era ametrica, il
che non vuol dire senz¡, ritmo, ma bcnsi senza slllabismo fis'jo.» Comp.
también el valioso e interes¡,nle articulo de (1. .l,,1argueron Note .;ur
fOJcillal;on syllablQue dalE /a poesie ilalicnne du X!J' siecle, e !'\~ophilo­
logus», XXXV, 1951, págs. 80·91 (c:on ¡,bundanlísirna bibliografia). A, MOI1­
leverdi, Regolarita e ¡rrego/arifa sillabicll del ~'~rso epico, «Mélan¡>;<:s de
lillguistique rOIT'ane el de philologie mediévaL: ~lfferts a M. M. Delboul!k.,
II, Gembloux, 1964, págs. 53J·544, previene contra la estimación elCagerada
de la importancia de los versos anisosilábkos.
~Ji

178 Manual de versifictU:ión


zo de la época literaria, al menos en el marco de la Poes1a
culta. De esta manera s610 unos testimonios aislados en Jl
transmisión manuscrita y algunos vestigios documentan o Pero
---
esPGiiola ' t:fsMS de

.--
ndstiquio
verSOS: el verso épico 179
tiene al final un fuerte acento fijo de verso, pero
osto8 hechos pueden ihterpretarse de varias maneras.
Antes de proseguir en su examen, hay que plantear la cues·
miten una consideración sobre el estado anterior a la métrica dóP de la autenticidad del texto poético en relación con Jos
silábica. En la España medieval, por el contrario, el anisos~' stctOS de la tl1Ulsmisión manuscrita. La respuesta de la im'es.­
bism~ llega hasta .muy entrada la época litera.ria y ~e documenta tilBci6n DO ha sido siempre afi~ativa; sin embarg~, se, ha
amphamente en Importantes monumentos nteranos. El aniso. iatPue:5to por lo general, y espeCIalmente desde las mvestlga­
silabismo ha planteado los problemas de la transmisión rnaJJ.us. dones de M. Pidal (1908), la tesis de que la ametria en el
crita y -de sus comienzos, así como la cuestión de esta clase poema épico medieval se debe a los autores, y no a descuidos
de verso, y ha despertade;> un especial interés en los domi.nios r~rrores de los copistas. Un argumento importante en esta
de la investigación, sin que se haya logrado un acuerdo con. cUestión es que los versos que en el Cid se dan más de una vez,
vincente en las soluciones. vuelven a aparecer siempre en forma amétrica; y esto significa
Como existen investigaciones detenidas y amplias sobre el uD8- repetición poco probable si la suponemos debida a faltas
verso épico y las clases de versos liricos fluctuantes, nos COn- originadas en la copia del texto. Por esto no parecen hallar
tentamos con algunas referencias de orientación que se limitan J05tíficación enmiendas establecidas en gran escala sólo con
al antiguo verso épico y lírico y al verso de arte mayor 1. la -finalidad de restablecer una presunta regularidad métrica,
Dístínto seria el caso de los poetas que aspirasen a un verso
EL VBRSO UICl) Dittrlco regular, pero que no lo lograran por falta de habilidad.
JtesPeCto a esto se había pensado en si este pudiera ser el ale­
El verso épico juglaresco es un verso largo, compuesto, jandrino (7 + 7), que en el Cid es, como dijimos, el verso que
.dividido por la cesura intensa. Estudiándolo con los mismos ñrve de eje en las cifras de oscilación. Por otra parte, hay que
métodos que el verso silábico, resulta que oscila entre I3.!l OXIsiderar que los poemas representativos de la épica france­
cifras extremas de diez y de vcinte sílabas; en la mayoría de. lit que han podido por razones de cronología influir en los
los casos, sin embargo, tiene una extensión de catorce, quince españoles, se escribieron en decasilabos franceses con la dis­
y trece síJabas~ dispuesta en combinaciones de hemistiquios de posición 4 + 6, y a ellos habría de corresponder el dodecasílabo
7 + 7, 7 + 8 y 6 + 7 sílabas (ordenadas según la frecuencia de espadol, en la disposición 5 + 7 5 • Además, no es probable que
su uso) -. A estos criterios objetivos hay' que añadir que cada be. poetas y juglares con un sentido artístico como el que muestra
el texto del Poema del Cid, tuvieran tan poca habilidad en
J Mas adelante trnta~mos de otros versos también anisosi1abicos por
su pre~unta procrdrm:ia, y Juego convertidos prácticamente en silabictls;
Clle50tiones fonnales, y que, de habérselo propuesto, no hubieran
a~í el "erso de romance con respecto al octosílabo, y el verso de se¡IJi. logrado mejor fortuna con el verso medido. En todo easo
dilla con el dodrcasUabo. habrlan sabido evitar un tan gran número de versos irregulares
.. Según M, Pídal, la proporción de los hemistiquios entre 6 y 9 sllaba.i, como aparece en el Poema, cualquiera que hubiese sido la su­
en el Poema del Cid y en RoncnvaJles, se presenta asl: puesta nonna que quisieran seguir.
Cid ,." ,..,.
78'
39% 24% 18%
9
,,, Ch. V. Aubrun intenta con mayor ponnenor reducir el ver·
so del Cid al endecasílabo, alejandrino y otro verso también de
R011c~svallu ,..... 39% 26% 13% 10"
(Tres poetas primitivos, Col. Austral, n.o 800, Buenos

Aires, 1948. pág. 54) ! Veánse págs. 163-164,

~,

;),
;.'
180 Manut¡i de versificación espa~;: de versos: el. verso épico 181
------...;; C/(J$ es
catorce sílabas con la disposición 6' + 8 (contando siempre '~ y determinadas combinaciones de hemisti­
gún la manera española); sin embargo, esto sólo resultó ~ .. e
d ·os No obstante, el resultado no aportaría nada para el
ble mediante una gran alteración del texto e. Convencen toda~ c¡w ~iroiento del verso del Cantar de 105 Nibelungos, ni con­
menos !as soluciones de comproJ~'li,s~ que toman por base ú. ~uiría fundamentalmente al conocimiento de su carácter.
incapacIdad de los poetas, tan dIfIcIl de comprobar: quietek¡ tn si. renunciamos a la medición de las sílabas, se nos presenta
ver en el verso del Cid o una mezcla malograda del end~ 'tra clase de perspectivas y distintos problemas. En primer
Iabo francés y el alejandrino o hemistiquios de ocho silabas­ ~gar hay que plantear la siguiente cuestión: ¿De qué otro
todavía no logrados o, finalmente, un cruce áel verso largo ger.. , '¡ilOdo podria asegurarse el ritmo imprescindible en toda clase
mánico y el alejandrino francés. ck: metrn si el verso español autóctono no observaba un nú­
La poca probabilidad del influjo francés en la métrica dei. lDero fijo de sílabas? La respuesta depende, en forma decisiva,
Poema del Cid conduce a suponer la procedencia española de ck: si consideramos el yerso del Cid o como para ser interpre­
este verso. Si ponemos de relieve CQn Menéndez Pidal la grao .tado en recitación hablada (yen todo caso con un 'acompaña­
importancia de los versos de catorce, quince y trece sílaba.t xniento instrumental) o como cantado. Cousiderándolo eomo
el verso del Cid puede considerarse como un alejandrino Pro: nrso hablado, los acentos de la cesura intensa y de final de
cedente de los mismos fundamentos latinos que en el resto de 'vérso por sí solos no bastan para su organización rítmiea, sino
la Romania, y desarrollado de manera autóctona. Parecen de­ que hacen falta otras silabas prosódicamente tónicas, cuyo nú­
mostrarlo su condición polirritmica y amétrica a la vez, conse. mero desde Delius se ha precisado de diversa manera 7; estas
cuencia de su carácter autóctono español; y el h.echo de que sílabas llevarían únicamente el ritmo, de modo parecido a los
ambas modalidades persisten en la poesía del romancero,,. ¡c/lls del verso germánico que tiene bastante libertad en lo que
también en algunos géneros líricos. respecta al número de sílabas átonas (Freiheit in der Senkung),
La última tesis antes citada parece la más probable entre De ahí que se dedujese la posible procedencia visigoda de este
las que se fundan en la base silábica del verso, pues explica verso 8. En cambio, el ritmo se señala de manera suficiente me­
la particularidad de la métrica del Cid sin alterar el texto OOQ. diante la cesura intensa y el final de verso, por la recitación
servado ni el sentido: además está conforme con modalidade$ entonada, al modo del salmo latino, sin que se hubiese de res­
análogas de la poesía española. Aun así, claro está, el problelll& petar número de silabas. Los únicos eriterios del verso del Cid
queda en pie, pues como en realidad se desconoce la esencia
del verso del Cid, hay que contar con la eventualidad de que
medir sus sílabas no sea método apropiado para el mismo; yel 7 Tomás Navarro (en Métrica, pág. 35, nota 16) mueStra cómo es.
ta5 cifras divergentes pucden cOI1col'darse; el ex.1;nen fonéLico experi­
resultado, por consiguiente, sería entonces casual e inadecuado merlt¡¡l de los primeros cinco HTSOS del Cid arrojó el siguiente resultado:
para explicar el carácter de este verso. Algunas pruebas veri­ .aJ dos tiempos marcados en cada hemistiquio; b) periodos de dUTaciÓll
ficadas en el Cantar de 105 Nibelungos me han demostrado que análOga, aunque de distinlo m'Jmcro de sílabas; c) pausas elJlre los he­
eon la medición de las sílabas pueden deducirse también ver· mistiquios y entre los ver>o~, má~ breves las primeras que las segundas;
'd) penod" de eT1lace de herni"liquios y de -,,'enos, de extemión semejante
sos de detenninada extensión <¡incluso el número de sHabas
a la de lo~ pn-iodos ordinarios. La ill:lyor o menOT rapidl.'l d.. la lectura
afecta al \'alor de las cifras, pero no altera sus proporcione~».
B W. E. Leonard trata de dcfend"r cou ar!l11menlosfilológicos la pro­
6 Véase Ch. V. Aubrun, De la m~sure des ver.'!' aTlisosy!labü¡ues ~ cedencia vjsigDd¡¡ ,-lel verso dc la épico. jl~g1are,ca ;Jpovandose en R. A. Hall;
di¿vaux. Le ,,(',::lnlar de ROTlcesvalles», BHi. UII, 1951, págs. 351·374, en OId Spa"i.¡h str-">sed time -verse and Germani, noperslratum, "Romanee
especial pág, 355. Philology», XIX, 1%5, págs. 217·234 (con r.C:l bibliografia).
182 Manual de versificación es~n'> ~ de versoS: el lírico am¿trico (s. XIII) 183
que no se discuten, corresponden precisamente a estas ----......:;¡":
CQ '''',<;r ;:;--­
'~' de Guevara, KnilJe1vers 'verso nudoso', RFE. XLVIII, 1965, pOol,
ciones, sin ne~esidad de alterarlos. Por esto, la te~is de H. ea15j "",1}S.
es m~y plausible porque b~sca. el r:node~o y ongen del ver¡{!!
del Ctd en los salmos de La IglesIa, aUn mas en cuanto que'« EL VERSO DEL ROMANCEB.O
ten las condiciones históricas y temáticas del influjo del ~,·l
eclesiástico~. "'.¡ "'1'rataJ]lOS
~,-
del verso del Romancero en el estudio del octos{·
y para más referencias, véase también el párrafo sobre
El verso épico en Jo fundamental se encuentra con las mij,'-,¡
et~ce cuando se expongan las fonnas de estrofa.
mas características en el Poema del Cid y en el fragmento'
del de ROllcesvaUes. En Los Infantes de Lara y Las MoCedadi!i'
de Rodrigo, de transmisión fragmentaria, se hace patente fa' EL VERSO LíRICO AMl1­
penetración del octosflabo en 105 hemistiquios, sin perder JlÓt TRlCO DEL SIc:LO XlYI
esto la ametría antigua. El verso épico antiguo desaparece
cuando el cantar de gesta tiende hacia formas más co~ 'El verso lírico juglaresco, tal corno se encuentra en poesías
como se anuncia en Las Mocedades de Rodrigo de la segunda eOr~ del siglo XIII, especialmente en los debates, muestra en
mitad del siglo XIV. la roedición de las sílabas una disposición semejante a la del
antiguo épico; no obstante, y aunque los versos tienen a menu~
BIBLIOGRAFÍA; R. Menéndez: Pida], Cantar de Mio Cid, 1,' ed., 1\Q. do'una extensión considerable, se distingue de este por tener
2,' ed., Madrid, 194-4-1946, 1, págs. 76--103 (con adiciones biblio~rálkaa; (:01110 base el eneasílabo 10 o el octosílabo 11. Cuando se trata de
breves rcsei'ias de las recientes tcsis más imporlantes en el \01. In, ~ inJitacíones de modelos franceses, los que son octosílabos ¡so­
ginas 1174·1176); Roncesvalles, un I1W~VO cal1tar de gesta español dtl Ji. siUbicos medidos a la francesa, se ajustan a la ametrfa aut6c~
g/o XTlI, RFE, IV, 1917, págs. 105-204, en espl'cial págs. 123-138, Romanaro tODa española. Las imitaciones, escritas sobre todo en eneas(­
Hispánico. Teoría e historia, 1, Madrid, 1953. cap. IV; lA Chal1SDft lit 111005, se atienen más a los modelos, mientras que el predominio
Roland y el neotradicí01!alismo. (Orígenes de la épica romdnica/, Jda.
de los octosílabos en poesías de esta da.se se debe a usos
drid, 1959. 1ndice de temas: verso épico. Amplia reseña critica de la! rDo"
dentes hipóte.'iis en S. G. Morley, Recenr lheories about 'he meter of 1M
locales o a la circunstancia de que el modelo inmediato de la
Cid, PMLA, XLVIII, 193], págs. 965·980, J. Horrent, Ro1tcen'alles. tlllllt
obra. ya no es el original francés, sino una refundiciÓn espa~
sur le fragment de cantar de gesta conservé a l'Archivo de Ncn;arra (Pa".. ñola ll . En el verso lírico de esta época los metros más cercanos
pelune), París, 1951, págs. 66-86 (con bibliografía en 11ls notas) Ch. V. a estos, se agrupan, como en el caso del Cid, alrededor de un
Aubrun. La métrique de Mio Cid es! rigr¡liere, BHí, XLIX, 1947, págs. 311­ ver.;o que sirve de eje: en Elena y Maria se da para una base
J.72; De la mesure de~ veTS anisosyllabíqrles médi¿v<ltH: Le «C':/1lar /l! de octosílabo, según Menéndez Pidal, la serie de 8, 7, 9, 6,
Ronr:esl'alles_. BHi, LIn. 1951, págs. 351·.174, H. H. Amold. Rhythmic pa~ 10,11, Y en el Libre dels Tres Reys de Orient: 8, 9, lO, 7, 6,
t,!ms in 01d Spurú.<h verse. QESlUdios d¡;dicildos a Mcnéndez Pidal~, V, 11,4, 12, 13, 5; Y para la base de eneasilabos en Santa Maria
Madrid, ]954. págs. l5]·163. A MOllteverdi, Regolanla 1'- irregolaritd sillabico Egipciaca, la serie 9, lO, 8, 11, 7 13•
del verso epico, ftMélallges de \illguistique romane et de philoJogie médlf¡.
vale ofkrts a M. M Delbouille_, Ir, Gembloux, 1964, págs. 531-544. F. Mal­ 10 Asl en la Vidlt de Sanla MarÚl Egipciaca y en cEya velar_ del
Duelo de la Virgen de Berceo.

y
11 Así en la Ratón de amor en Elena y Maria.

~ De coro, decorar, en «Homenaje a R, Menéndez Pidah, l, Madrid, l2 Comp. M. Pida1, Elena y Maria, RFE,'I, 1914, págs. 95-96.

1925, pág, 148', cola 1. 15 Ob. cit., págs. 94 y 95.

'f:

184 Manual de versificación es -'::~';,-~::-: es ¡.fe versoS; el de arte mayor 185


---..:::;::: -,
El verso lírico del siglo XIII que, como en el caso de ",:':;,:-j
.. ~
', .... S.mple y compuesto, y como silábico y como anisosilibico,
na y M.aria, .os~ila entre cinco y quince sí~~bas,. ~e con~~:r , '~do por pies de verso. Las, definiciones. de este verso
en el siglo SigUiente en otro, cuya fluctuaClOn sllabica es ­ _[Iluy diferentes; dependen de como se conSidere su ongen
nima, y que puede equilibrarse mediante anacrusis. En n:. ':eará cter, y de los poetas en que se estudie.
poesía popular conserva este carácter fluctuante a través de-~ 'f . ,La definición, ne~tral y c,on menos prejuicios, de Michel
siglos l •. En cambio, la poesía culta del siglo xv, sobre tOdo li­ ~r 15 puede explIcarse as!: se trata en sus orígenes I~ de
trovadoresca, ofrece ya un verso rigurosamente silábico. " - "i'erSO largo, dispuesto para la cesura intensa, cuyos hemis·
Para más amplia orientación, véase el estudio de los dik. ~~os son fluctuantes en el número de sílabas y se influyen
rentes versos silábicos, donde en los párrafos relativos a ,\l': ~tuaJ1lente con la finalidad de lograr un equilibrio aproximado
historia de cada uno se hacen referencias a este aspecto de tlt' : la extensión del verso entero. Debido a la oscilación del
desarrollo. {¡¡neTO de sílabas, los acentos obligatorios al final de c,)da he~
~istjquio no pueden caer siempre en una sílaba determinada,

BIBLIOGIUFÜ: R. Menéndez Pidal, Elena y Maria, RFE, 1, 1914, páU. n, SiDo que se encuentran, por orden de frecuencia, en la quinta

96 (Irata lambién de Santa Maria Egipciaca); Algunos cara.:ler-es pri~:


. ~cuarta, y raras veces en la sexta sílaba. Esto significa que

diales de·la literatura .española, BHi, XX, 1918, págs. 205-232, y como Int~"
ducc!ón de la Historia Getleral de las Literaturas Hi~ptúlicas, 1, Barce!o:
los hemistiquios pueden formarse con un hexasílabo, un penta­
na, 1949, págs. XIJI-LIX (Ob:>erv¡¡ciones métricas sobr~ Elena y María, - sUabo o un hcptasílabo, los cuales a su vez, pueden tener las
Ra~ón de llmor, María Egipciaca. Libre deIs rres R~ys de Orient, Cánliq, :cÍes terminaciones posibles en el verso español.
del velador); Romanc~ro, 1, cap. IV. H. Ureña, Versificación, en especial '"Antes de Juan de :\'1ena se dan en casos aislados algunas
páginas 25 y sigs.; Estudios, pags. 29 y sig~.; Problemas del verso espaMl: excepciones en este arte mayor, acaso muy importantes en la
ÚJ' versificación fluctuatlte en la poesía de la. Edad Media (IlOO-J4fJO), «Cur­ chestión dc los orígenes: en ellas el primer hemistiquio tiene
sos y Conferencias", IX, BUelloS Aires, 19.16, págs. 49[·505. Un estudio ~ acento fijo en la tercera sílaba en lugar de la cuarta;
detenido de la métrica del Libre de1s eres Reys de Orient, en la edicióo \
y comentarios de Mannel Alvar. Libro de la Injal'l-cia y Muerte de JeSliJ Porque cl'sen tan grandes dolores 17.
(nuevo tílulo de la obra, propuesto pDr el edilor), Madrid, 1956, p!Ki. Quanto somos más dignos. de peua 1&.
nas 45-{j6. Ha el Dmne asoiuto poder I~.

EL VERSO DE SEGUlDILU Si tenemos presente que este caso se reduce exclusivamente


al primer hemistiquio, que la tercera sílaba es siempre la tó­
Véase el estudio sobre: «El dodecasílabo» y "La seguidilla nica de una palabra llana y que los versos de esta clase cons~
y sus fonnaslO.
1~Recherch.e.s. pág. 35.
EL VERSO DE ARTE MAYOR 16.La originaria separación completa o independeucia de los hemi§·
'rquias eu este verse. [de arte mayor], como en el alejandrino. se ve cla·
Junto al metro de la épica juglaresca, el verso de arte ma· ramente en la poesía de los primeros poetas del arte mayor, en Ja cual
yor es el más discutido de la métrica española. Por su gran dDs aeenlos r¡¡mico" aparecen a vc,es seóparados solamente por 13 c",ura:
variedad se le llama el Proteo de los versos españoles; se pre­ "A donde bivio cinco mili años" (Cane. de Baena, pág. 388h. D. C. Clarke,
El esdrújulo etl el hemistiquio de arte mayor, RFH, V, 1943. p¡íg. 273.
14 La exposición clásica de la métrica irregular se halla en H. Ureñ¡, 11 Rimado do' Palacio, 813, BA.E, LVII, pago 452.

l'enífica.ciótl; y con el cítulo La poesta castellana de versos flucru.aTtlu, 18 Pérel de GUlmán, Canco siglo XV, n." 271, estrofa 122.

en Estudios. 19 Caneo de Balma, n.O 522, estrofa 20.

-"

;~;"~.-'.'::'~'­
"'<,:;::'."

186

tan numéricamente siempre de diez sílabas, esta excepción de


la nOrnla explica la cesura lírica tal como se presenta en el
decasílabo provenzal de la disposIción 4 + 6, cuyo influjo Jla;
--­ ­
Manual de versificación eS.PañolQ tfilSU de versos: el de arte mayor
Ji. teOría. el verso de arte mayor oscila. por consiguiente, entre
ocbD y
)15
dieciséis sílabas contadas. En· la práctiC3 no se agotaron
posibilidades de cesura intensa y final del verso. pero el
187

rece Dotarse también aquí por la disposiciÓn y el número de ~ de las variantes que en realidad existe es considerable,
sílabas JD. El tercero de los ejemplos corresponde exactamente ~ente antes de Juan de Mena; además, C3da autor pre­
por Su ritmo al decasílabo provenzal con cesura lírica; los f¡eI'e uoa u otra combinación. Juan de Mena se limita a treinta
otros dos corresponden al mismo, aplicándoles la ley de Mus. 1- seis combinaciones de hemistiquios, de las cuales sólo dos
safia. de ellas constituyen el 80 % de la totalidad. El siguiente cuadro
Prescindiendo de este caso especial y aislado, se dan nueve 6lt T. Navarro lo demuestra claramente 1:l.
posibilidades en el número de sílabas, de acuerdo con las va. A-A Suplieo roe digas de dónde ~iste 54 %
riaciones admitidas antes. y después del último acento de cada D - A Fiz de mi duda cOIJI'Plida palabra 26 %
hemistiquio. Estas posibilidades, que T. Navarro 21 ha' reuniQo A - B Sus pocos plazeres 'según su dolor 5%
y dOcumentado con material de obras de Foulché-Deibosc y D - B Desq~ sentida la su proporción 3,.
Saavedra Molina, son: (Mena, Laberinto J

a) El hemistiquio es un hexasilabo: 'El paradigma pOne de manifiesto que en ·el Laberinto la


forma dodeC3sflaba del verso de arte mayor de la disposición
A e vi ·despojados 6_ 6 (con terminación llana) va en primer lugar. Es digno de
B o flor de saber IIOtarSC que t::n segundo Jugar, pero a gran di5tancia, sigue el
e de Dueuro retórico
'Verso de arte mayor de once sílabas en forma de endecasílabo
'gallegcrportugués con la diSpOsición 5 + 6 (con terminación
b) El hemistiquio es un pentasílabo:
Jl¡ma)D. La proporción de los dos restantes tipos de combina­
D dlidiva santa ción es considerablemente iDferior. Las treinta y dos variantes
E ovo logar que quedan, constituyen el 12 % (alrededor de 285 versos), y
F no governándoIJIe representan sólo posibill~des oC3sionales.
- En lo que respecta a la separación de los hemistiquios, casi
c) El hemistiquio es un heptasílabo: todos los teóricos desde Antonio de Nebrija (1492) hasta nuestros.
G Aristóteles cerca dJas, consideran la cesura intensa corno la forma originaria,
H en aquellos que son que conesponde además a las reglas. De los teóricos antiguos
1 e non veo lo~ pdncípes sólo Francisco de Salinas 1ll considera que el verso de arte mayor
no es compuesto, fundándose en la melodía del primer verso
A excepción del hemistiquio de cuatro sílabas (antes dt3do), del Laberinto, que cita de memoria. Independientemente de él,
que sólo se encuentra como :primer hemistiquio, los demás y en todo caso por camino distinto, Bello y, siguiéndole, Caro
pueden combinarse lIbremen te en primer o ')egundo lugar. En Mitrictl, pág. 93.
1:1
Véase el endeeasílabo del tipo B].
2.l
2ll Véase, sobre los problemas de tales versos, Le Gentil, Formes, pá· 111 De musica, Salamanca. 15n. Reproducción fa¡;;sirriil. ed. de Macario
giJlas 387 y sigs., 'i Burger, Rl!i::herches, 'Pág. 37, Dota 1. Santiago Kastner, .Documenta muskologlca., la serie, XIlb, Kassel-Basel,
21 Métrica, pág. 92. 19.58, pág. 329.
188 Manual de "",ificación
' 1ff#''
,,~jh';"",

de "",o" el de a,.te mayo, 189
llegan a la misma conclusión; consideran en principio~-;-r ~ e la compensación entre el octosílabo
50 de arte mayor COmo dodecasílabo simple, ordenado POr vq. De la 'e quebrado no altera la independencia del primero. el
cesura ("verso anfibráquico dodecasílabo»), y que admi1t~ ,~'S;e~ de este principio de equilibrio no afecta a la división
cesura intensa tan solo como licencia ocasional1.5. La tesis ~- . -_:~ dos partes, c<lracLeristica del verso de arte mayor; por lo
Bello parte del verso, de arte mayor estricta~e.nte do~! dineral los hem~stiquios, al modo del octosílabo y su pie q~.e-
labo de fine~ de los sIglos. XVIII Y XIX, Y se legitima aparen:tf:,' seradO, no se intluyen UTIQ en otro. En caso de compensaclOn
~ente con eJemplos seleccIonados de Juan de Mena u • En q",: ~bica en el arte mayor, esta se produce a base del recurso
forma .la teSIS de Bello no pued,e ~ostenerse porque no apreQ(':' ¡mmcionado . Desde luego hay que te~:r e~ cuenta que lo~ he­
',;; , en lo Justo el aspecto caractenstlco del verso de arte ~. nUSriquios pueden ser de una extenslOn diferente. La tesIs de
que es la íluctuaci6n permitida en el número de sílabas. La 'saJ,aguer, que na podemos tratar aquí en todos los detalles, nos
ce.'iura con sinalefa y compensación puede comprobarse SÓlD 'estra nuevas perspectivas para enfocar el probl~ma de la
en el caso de que el verso quiera obser\'ar un número fijo de :ación entre las cesuras normal e intensa.
sílabas. La tesis que pretende la cesura simple en el verSQ de Otro problema discutido es también la disposición acen·
arte mayor sólo es posible si estas condiciones ex.isten, segUn' bS91 del verso de arte mayor y el alcance que se le ha de dar
la época y los poetas. En todo caso la cesura normal habria ra conocerlo. L3. contradicci6n de las opiniones que, entre
de considerarse como fase de desarrollo posterior, bajo el m.
flujo de la tendencia hacia el isosilabismo. Joaqufn Balaguera
:US casos, lo equiparan a un verso regulado sólo por unos
'ptes28 o a un dodecasílabo puro de líbre disposiei6n acentual,
ha emprendido un nuevo intento de ordenar sistemáticamente 'se'basa en los siguientes hecllos. Enlre las variantes acentuales
la patente arbitrariedad de Juan de Mena en el uso de la cesui¡! ,deJ árte mayor hay que señalar en primer lugar (como R. Foul·
intensa y de la normal. Su punto de partida es la dh'isi6n del 'ché.Delbosc demostró en su fundamental estudio)li la que di5-­
arte mayor, señalada expresamente en las Poéticas antiguas' ....
,.,. _
que atribuyen a los hemistiquios un carácl~r casi independre; ',:al Asl, por ejemplo, en R t'reña. Versificación, págs, .~.24.,Y 66-71;
t D t BIt· 1 .' 'f.jtudios r:Higs 27·19 y ,'56-58. G. J. Geers, Algo sobre veTslflCf1f:IDn espa.
e. e. ,es.a manera a aguer es lma que a ten?enCla hada ';¡9:¡a, .N~OPhil~Jogu5», XV, 1930, págs. liS.1B); He! vÍI!r.heffingsvers in tet
el eqUl.l~bno de este verso sc correspo.nde con Ia smana y com. Spaans, Amsterdam, !95~, oMededel. der Kon. Ned. Ak. van Wetemch.,
pen~aclOn que pretende análoga funCión entre el octosílabo y I aEdo Leltcrk.», 11. Nicuwe Recks. Deei 17, t954, págs. 325-370. Reseñas en
su pie quebrado h i p e r r n é t r i c o : . R o m a n i a » , LXXVI, 1955, pág. 550 (Lecoy), .Romance PhiJoJogv», IX,
1955-S6, págs. 93 y ~igs (Clarke). ~Neophilologus~. XL, 1956, págs. 1.53 y sigo
1. Los infantes de Aragón J. Cano. La importancia relativa del acento .. " ob. cit., págs 123·233.
-.Jqué I se fizieron? ~- 19 Elude srlr le Lañ.. rinro de hum de Mena, RHi. IX, 1901, págs. 75-138.
(J. Mamique, Coplas) Con su 1csis, Fouicht-Delbosc sigue la tradición iniciada por Nebríja. a la
que luego st' unieron Reugifo, Cascales y ~l P. Sann¡"nto. Al comknzo
2, Que quiere subir e i se falla en el aire del cap. IX dEl libro II de SI1 Gramática castellana, Nebrlja define el arte
(Juan de Mena, Úl.beri,llo) mayor como .adÓnico doblado", esto es, como la unión de un dác¡jlo y
un t'~poodeo (~~~ __ o, en el sentido ritmico, ÓOO Óo). Sobrt' la función
de Nebrija en la in\'esl¡~acióu del arte maror, véa~e Balaguer, Apuntes,
~ A. BeUo, Arte mérrica, en Obras completas, VI, págs'. 168 Y &lgs
l6 Por ejemplo: . páginas 25 y sigs" y O. C. Clarke, NrbTija on veTsificalion, PML,\, LXXII,
19~1, págs, 27-42: sobre el arte mayor, en especial págs. 36 y sigs. A. More]·.
Ni sale la fiilica de la marinlt (compensación). htjo (L'art!' mayor cr l'hendéCllsyl/abe ..., .Romania~, XXIII, 1894, pá,
con mucha gran gente en la mar anegado (sinalefa).
~ glnas 209 y -sigs.) Y Diez Echani (Teorías, págs. 186 y sigs.) ofrecen un
11 Apuntes para 1Ina hisloria pTosddica..., ob. cit., págs. 90 y sigs, resumen sobre el tratamirnto del arte mayo;· en las poéticas.
190 Manual de versificación e~:,_ "'. de versoS: el de arte mayor 191
.~
tribuye los cuatro acentos- en partes iguales en los hemistiqll.ii... ~dO JIluy diverso, hay tambi~ variantes en poetas que
de manera que el período rítmico (interior) se forma cada~:' '.", el acento al fin de Ja cesura mteDsa y en el del verso.
de un dáctilo: "l. ~to de la disposición rítmica es muy libre, pudiendo
óoo 60 dádiva santa .~otro acento en cualquier sílaba o prescindiendo de él.
o 600 60 e vi despojados ':>:sobre
el carácter y el empleo estilístico de este verso, véase
00 600 óo Arisróteles cen::a '··<•..nnla de arte mayor.

IJ'~
El núcleo rítmico de este tipo ideal puede representarse Po: ' :'_~:-:':Resumen histórico: Las múltiples fonnas del verso de arte
la disposición ..... ó006-. Al pri,"?er y al ,último. acentos putdfb< ..~ permiten comprobar o rechazar todas las hipótesis so­
preceder o seguir dos, una o mtlguna sIlaba, sm que Se aliert· ,bte'SU orig~n a base d.e ~mplio material. A pesar de que estas
su carácter rítmico fijo lO. El gran predominio de este tiPo rft. .téi:sis co~plicadas: y dlstmtas un~s de otras, debe~ ser ob~eto
mico, especialmente en la obra de Juan de Mena, la más cstl¡. '.:sspeelal estudiO, daremos aqUl algunas referenCIaS de onen­
diada, no puede interpretarse en el sentido de· que cuatro :.;~ geDera~2reSeñando las más importantes sobre el origen
acentos fuertes y el ritmo dactílico sean imprescindible~ ','~~este verso .
necesarios para la formación de eada verso de arte mayor, ~ .;::>M.
Burger, en el capítulo De l'asc1épiade mineur au vers
innumerables ejemplos demuestran lo conlrario. Estos verS!JS. .ltJrlr: mayor 13, otorga al arte mayor una extensa y ponnenori­
no pueden clasificarse, en contra de su acentuación natural,~' _ historia primitiva. El verso latino menciOnado en su for~
el esquema rítmico de un presunto tipo id~ Y exclusivo, tal _cuantitativa se conoce sobre todo en Horado:
como propuso Morel·Fatio ll. Una tal clasificación, en todo caso . i
.., "'_ I _v v ........ )

seda posible para la poesía cantada, pero no en la poesfa eul~ i Maecenas atavis edite regibus (
hablada, en la que se emplea sobre todo el verso de arte maYOr,' t
a no ser que se trate de la acentuación admitida de síIab89 0lIl lit ~rso, como se ve, queda dividido en dos hemistiquios de
.~siIabas contadas eada uno; en el paso del sistema cuanti­
acento secundaría o enclíticas,
::ÍfI,tÍvo al acentual, propio de la Edad Media,-cada hemistiquio
El tipo trocaico del hemistiquio en hexasílabos obtuvo cier.
~ta con su acento fundamental en la quinta sílaba:
ta individualidad:
Pres¡;:rutaOOnt, úbi nasct:retur Christus
fablan las estorlas 60 00 óo
.menos en la lid 60 00 6
genle babilónica 60 00 óoo
salw que la palabra final venga a tener ritmo esdrújulo. en
ClI)'Q caso el acento pasa a la cuarta:
Sed mox decipitur per elegántiam)t
JO Procediendo de una manera descriptiva, cabe decir que en el arte
mayor el juego silábico de fin de verso (agudo, llano, esdrújulo) pu~de
valer también para el principio. Sin embargo, tal indicación no pllflill
intel'J'retarse que estuviera presente en la génesi!. del verso. ']2 Ya T'O se discut!!I1 hoy hipótesi' como la de Amador de los Ríos,
JI .Je ne vois donc d'autre moyen. pour rétablir I'unité rytbmiQIE, quien SUPWiO el p<trenlesco del arle m~yor con la poesia hebraica. Le
que de faire porter le frappt sur la cinquieme 5yllabe atene, comme dan, Gentil (Formes, págs. 408 y sigs.) infonna sobre el estado de las roe:;.
la pQésie Iyrique francaise oi!. le frappi porte sur la quatrieme atOlle ¡se Iiones de origen.
trata del caso de la cesura intensa}. On scanden donc: "Una donctlli :D Recherches. págs. 122-130.

tan mucho fermosa"., ob. cit., pág. 218. :M Ejemplos citados según Burger, Recherches, págs. 123-124.

:1~9~2_ _-:--:- A~1~a~n~U~a~¡~d~e:...:v~e~r~S<~·f~ic:a::~·


~~ ':"fr¿iH::?,;;'!~;~T:;!d ver <os: el de arte mayor 193
q ,"'''i¡¡;!:,t'~'" e -'
~n ver~2'i;;_:'1~dO
. Vil

A base de fenómenos ?aralelos ?t:as clases de de allí), dej,amos el juicio al criterio, d.el estud.ioso,
ger demuestra como ~chaque hemlstlche de 4 syUab ~~.;jT,;"~ d una base autoctona, sorprende la apanclón tardla de
c~olo (4',') peut deve?ir piano. (4'), et chaque hémisti~~~!~i";<;,~,Opues se manifiesta d~,mane~a segura .s~lo a fmes del
plano (S ) peu.t deven~r sdrucCtolo (5' ')~', Como los hernis ' ~~f;' ,,)~tan1bi~n e,n esta cuestlOn vanan las, opl~lOnes. .,
pueden combmarse libremente. se antIcIpan la~ Cuatro ~<1', ":~'~ácter mdlg~na del arte mayor" esta dedlcad,o ta.mblen
fun~amentalcs del verso de arte mayor. Renunciando a las--~'"::) ;·rt~ 'tulo del estudlO de Balagucr sobre este verso 'o, Sm em­
nacIones variables de los' hemistiquios. estos tipos fundame~;:d: "P!I¡~lel concepto de indígena parece comprenderse tan sólo
se presentan con acentos en las sílabas S~ + 5',5· + 4., 4.~t} ':'~~,' ieión a Ira~spi::-naic~, .puesto que: c,ontrariamen!e a lo
4~ + 4·'i~'L¡ -'_'~t~en la investIgaclOn metnca, no se dlstlOgue entre gallego,
Fuera de E~?aña. versos ~e esta estructura como fo~':~;J:'::, ,-':~ és 'j castellano; por u~ lado, :Se acepta exp~esamente, con
pujar se mamtiestan tambien en todas las variantes en~'~' -',:~ia a SantHlana, el ongen gallego~portugues, y por otl"O,
laude d.e la poesía medieval italiana 11, y limitados a det~:-; - Cda
el caráete~ indígena bien. e~ particul¡¡rülades carae­
nad?s tipos, en la francesa, provenzal y portuguesa. Esto ~;_:_ '~bas de los ongenes de la. metnca ~alle~o.port~gu~S.'l,. o
segun.Burger, que nna base fundamental ha de considerarse"';~~¡ ,.;-eo la ley de MussafIa, o bien en el mfluJo de Ll tecOLca
~ún a to~as la.~ versificaciones romanicas. En su forma ,.fj\~b;éma del Cid Y de los r~~ances pate.ntemenle castellanos
OriJ? :,
na, todav13 no regulada por esquemas aeentuales comunes y "":'~
un núm~ro determin~do ~e síla.b~s, aparece en Jacopone da r: ' :-,eI
caso de la -e paragoglc·a). La teSIS de Balagucr sobr~
viilifía
y la compensación, que él desarrolla precisamente en
e Impcnal. En cambIO, SIgue dICIendo Burger, Santillana lo .·.·~ión con estos problemas, no puede .'llegarse para compro­
virtió en un dodecasílabo puro con la disposición 6 + 6, eX: b'~--d carácter inuígena del arte mayor; esta re~la.rización
yendo, al modo de los provenzales, todas las variantes quellll~~ia métrica de la poesía culta, creada a postenon y que
a~entúan ,la ~uinta sÍ,laba de cada hemistiquio; por lo demás, Sa~-; ~fsu floreci.mi,e~to en el siglo "A:V, nad~ tiene ~ue ver con las
tlllana dIstnbuye libremente los acentos secundarios en'd. ~iciones pnmJtlvas de este verso (segun se VIO antes). Como
interior del hemistiquio. La coincidencia efectiva de varios tÍ- ~jas represent:m un recurso para acomodar el verso fluc~
pos de este verso multiforme con determinadas formas dé! ft:pjrteaJ isosilabismo que, con gran probabilidad, no.es de ori~
trímelro yám?ico y del hexá.metro dactílico, ambos de carácter ,o.
autóctono. En f~Yür de la procedencia aut~ct~?a d:l, ~rte
acentual, hubIera hecho posible que estos dos tipos influyeran íi)lyor, podría aduclrse, en todo caso, la oscllaclOn sl1ablca,
en la forma del futuro yerso de arte mayor, tal como se indicaptrO no el intento y el método de eliminarla o de regularizada,
en la tcsis de Burger. ..al.inenos.
La ventaja de esta tesis consiste en que permite derivar dt Apoyjndo~e cn los trabajO'i de John Schmitt, Isabel Pope se
manera clara el verso de arte mayor español dc fundamenta! ioclina a considenr como base latina del arte mayor, el sático
románicos comunes (y al mismo tiempo de una base autóctona 0, en todo caso, la reduplicación del segundo hemistiquio del
española), Sin embargo, en vista' del testimonio expreso del JIili¡mo; sin embargo, sostiene para el arte mayor castellano la
Marqués de Santillana de qne el yerso de 'arte mayor se culo adopción de formas de la poesía gallego-portuguesa l7.
tivó primero en Portugal y Galicia (y esto sin duda implica que
,JI Apuntes, págs. 8[-104.
~5 John Schmill, La rndrÍC"a di Fra !acopone, «Studi medievalb, l, J:l l. Pope, Mediae.'lll Lalu1 background of the thirteenrh·centur>' Ga­
19lJ5, p;lgS. 513·560, lJri¡¡1f Lyric, «Speculum~, IX, 1934, págs. 3-25, en especial págs. 11-12.

'IIlRS1FICACI6N: ESP, - 7
,'","';;
"

194 Manual de versificación .. ~~~f1j;;';~:~n:,:'~ ,.te verSOS: el de arte ma....or 195


-""....'v~·
M. P~layo38, F:. Hanssen J9 , C. Míchae!is de va~iT \,~S poetas castellanos en los siglos XIV y xv,, Su base
P. Hennquez Urena 41 se valen del testimonio de Santi~~t:';. ;~dUda el dodecasílabo compuesto del latín medieval. Un
los acent.os característicos y ~el ritmo dáctílica del arte,::~:,; ';~ide SUS h~mistiqui~.s responde al originario rit~o. tro~ai.
para denvarlo de los endecasllabos fluctuantes de gaita ~;'!' _.~acentuaclón dactl1lca de los restantes y la ehmmactón
(tipo B J). tal C?~O aparece, por .ejemplo, en las mUinhei~:;j' ~~:~actuSiS en algunos de eUos ~ebe obedecer 3. la asocia­
pulares de GalleIa y Portugal. SUV3 la comparación de l',~, j_ ,~:i'-d.e tal dodecasílabo con los ntmos y cadencIas de las
versos siguientes para demostrar la afinidad de ambos ti::,,~,' 1'~s gallegas. Los dos componentes indicados habían sido se·
endecasílabo del tipo B l ;
... "¡ ~ente previstos en las hipótesis anteriores. A lo largo
Soy garndilla e ~lerdo sawn .,:,}·,·t '~'deSarrollo, el nuevo producto acentuó la preponderancia
arte mayor 6 - 6 (Yol soy garndiHa e pIerda sazón. "<, ',~,~lell1eoto
u;¡./,i!'- . 1 d actl'1"ICO, sm pl'escm
' di r d e1 se11o corres·

mUSlca,
~ente a su base románica" 46.

Esta teoría no explica. corno señaló T, Navarro 42, la 'Pr~


,.¿y#nte a esta opinión, Le Gentil defiende su tesis ya an­

de numerosos hemistiquios trocaicos, que parecen requerir~' ,


~~ente expuesta. con amp~itud.fJ: torna ~o~ b~se el decasí·

base. Los adónicos doblados de Nebrija (óoo óo; véase el pei; !


'.provenzal fIances, y remite a los hemIstIqUIOS con acen­

~ ,
tasílabo) y las tesis que se basan en ellos, abarcan tambicJ :~~'Ja tercera sílaba en el Rimado de Palacio y a los authen~

sólo la variante dactilica del arle mayor. Por el conttaiiri 1


la base predominantemente dactilica se opone a la derivaciQ¡¡"I,
-Ps décasyIlabes a césure épique de Pérez de Guzmán, y a

~al y Juan de Padilla. Llama la atención sobre .. qu'on pou­


del endecasílabo latino (trocaico) medieval (Noctis sub sileit :
~[...1 en jouant des diverses césures épique, lyrique et enjam.
tio tempore brumali) o del décasyUabe césuré a cinq respi,·¡
,~, scander les vers de 10ao Bolseyro comme des décasy·
,',c
tivamente. Clair Tísseur 4l , E. Stengel 44 y Morel·Fatio se Uil¡. :
nan, en grado diferente. a esta suposición. T.. Navarro propo¡íe ¡
:;Mksw-; y pone de relieve expresamente que, al lado de la fonna
. • conocida del decasílabo 4 + 6 provenzal francés (procedente
una solución de compromiso, que aprecia tanto las con~ 1­
.;~1a poesía culta. del cual toma origen el endecasílabo italiano
históricas como las rítmicas. Con referencia a SantUlana, busQ i
.i'~¡triíol), existe también un decasílabo popular con disposición
el precursor inmediato ~el arte mayor en Galicia y PortugaÍ, :1
'i~i;?, que en terminación femenina es idéntico con la forma
donde ya en el siglo XIII las variantes características se en. :
~l del arte mayor~. Y en cuanto al ritmo dice que: «cha·
cuentran reunidas en una cantiga de luliao Bolseyro c: «ti :
i.tí'sait que le décasyllabe lyrique était partout chanté aussi
cantiga de Bolseyro anticipa el modelo de la copla y metro di ! bien sur une mélodie en mode dactylique que sur une mélodie
arte mayor que habían de recoger y cultivar con sorprendente l eIÍ mode trodza·ique ...• 30•
Ant., X, págs. 173-179.
!
.l! '1 ..,. Métrica. págs. 9S-99.
W El arte milyor di'. JUiln de Mena, AUCh, CXVIII, 1906, págs. 179-D, ,'f( Formes, págs. 408-439 (Les origines de l'arte mayor).
:: 4(1 Canc. dil Ajuda, n, Halle, 1904. págs. 89-94 y 927.
41 Versificilción, págs. 21-24 y 66-71; ESiudjos, págs. 27-'19 y 56-58.
~2 ."'fétrica, pág. 97.
I ,:tI Comp. Suchier. Verslehre, pág. 62.
',íg Sirvan de ejemplo los do~ siguientes versos que Morel-Fatio (ob.
tit~ pág. 2(9) coloca uno debajo de otro:
~J ModesleS obsen'aticms sur l'art de versifier, Lyon, 1893, pág!. /4 I
Arrils este escole I de lous biem cntendre (siglo XlII)
Y sigs. :
.. Ven/eMe, pág. 34, y KJB, 111. pág. 11. \
Al muy pr"epoteme ! Don Juan el Segundo (Juan de Mena)
4S Canco da Vaticana, n' 668: publicado en D. C. Clarke, The copladt I 91 Le Gentil, D¡scussiOl1s sur la versífication espagno/e médiévale - .¡
arle mayor, HR, VIII, I~, págs. 21J.212, que fue la primera- en ieñabr : fIRlPOS d'un livre rüent, «Romance Phi1ology~, XII, 1958, donde se en­
esta poesia en relación con el presente aSWlto. i Wl:nln expuesta esta tesis, y en la pág_ 21 las 'dos citas del párrafo.

I
,0,
l,
'j

¡96 Manual de versificación es~:: '.j , . de versos: el de arte ma)'or 197

La discusión, que se inicia con Nebrija, no se ~' ~


. remento del uso de este verso que, abundante en el Can­
aún en nuestros días porque no se ha podido pOner enc~ ' ~ lJ]~O de BaenlJ, alcanza su auge hacia la mitad del siglo xv
e~ta cu~stión de una manera unáuime. Esto n.o ha de extrafia{ ,~ Laberinto de Juan de Mena, y ~u mayor corrección silá­
SI consIderamos que el arte mayor, por el numero de SíLa~:'; .~ en Santillana. En la primera mitad del siglo XVI sigue
comprende varias clases de versos largos, que este arte'~" '::I/ía muy d!vulgado: lo c~J¡ivan los poetas de segunda fila,
manifiesta tardíamente, y que en Castilla se pone de moda en ~ . parte opomendolo mtenclonadamente a las nue'vas formas
tiempo en que la técnica poética aspiraba en sus Principios'': ~¡i.~as. A partir de la mitad del siglo xvr se usa cada vez
i~osilabismo, y al mismo, tiempo muestra todaviél ?r.an insegu. ita ~os y desde comienzos del siglo XVJI hasta su reaparición
rldad en menudas cuestIOnes en cuanto a la medICión de lis . ."'~l XVIII, como verso es t netamente
. SI'¡'b'
a lCO, se da so.¡ o oca·
sílabas, el tratamiento de las cesuras normal e intensa y ~ ~nalmente. Y con intención arcaizante, Para más información
anacrusis.. ~éase la copla de arte 'mayor y el dodecasílabo,
Incluso en la cuestión de los primeros testimonios easteUa, I
nos de este verso difieren Jas opiniones. Desde Hanssen ~1 aI8UDos"
8fBLIOGR_F!A: A. Morel·Fatio, L'arte mayor CI I'IlCndécasyllabe dalU ía
investigadores (y entre ellos T, Navarro) en los úHImos tiemPos ',otsre castillane du XV: sf¿d.. (;f du cOl~mencerltent du X¡Jl~ siee/e, "R~
han creído encontrar los testimonios más tempranos del arte .,'¡pilrtia», XXIIJ, 1B94, pags. 209-231 Menendez Pclayo, EstudIOS, II, págl.
mayor en los ensiemplos del Conde LllcatWr 52, y en dive~ ~1l1.118; Ant., X, págs. 173·179. R. Foulché·Delbosc, Elude sur le La­
cantigas del Arc-ipreste de Hita. Sin embargo, el mal estado de ~rVuD de Juml d~ Mena, RHi, IX, 19C'2, páfr.', 75-138, en especial págs. 81
la transmisión manuscrita del Conde Lucanor hace que todas isigs. 101m Schmill, Sul verso da arlo: mayor, ~Rendicon!i della R. Acca·
las conclusiones sobre la métrica seán muy inseguras, si no ~ja dei Lincd. CJasse [1i scienze moral!», XIV, 1905, págs. 109·133, y

ilusorias, En el caso de la cantiga «Cerca la Tablada", (es1. 10-2t lA metrica di Fra Jacoporle, "Sludi Mcdievali~, I. 1905, págs. 5}3·56O. F.
1042) Y de «Omíllom, Reina» (est. 1046-1058, en particular, DÚ: }Jans,<;en, El arte ml1yvr d~ h¡all de Mena, AliCh, LXVHJ, 1906, p¡i¡:s. 179­
'~, J. Saal/edra Molina, El ,·"no de arte ml1yor, AUCh, CIII, 1945, pági­
meros 1049, 1050, 1052 Y 1055), citadas por T, Navarro, se trati
.~ 5-127 (eomo libro, Santiago de Chile, 1946). Ch. V. Aubrun, De la
más bien de poesias c~ntadas sobre la base de versos cortosSl, int5ure des vers ani50s)'lI¡¡bique.~ médió'aux. Le ~Carllar de ROI1<:esvaJles»,
Como primer testimonio seguro de la copla de' arte Jn:;lyor, en "BID, un, 1951. págs. 351·374, en especial págs, 355 y sies. Le Gentll, For·
el que al mismo tiempo este verso se une.a su forma de estrofa
caracteristica, ha de considerarse todavía el. Deytado sobre el
"'$,
págs. 363439, Y DisCU5sionr 5!l.r la versificalion espagno/e médiévale
.AprapOS d'url lfvre rCéTnt, .Romance PhiloIogy", Xn, 1958, págs. 19 y sigs.
cisma de Occidente perteneciente al Rimado d~ Palacio del Joaquln BalagueI', APWl1f5, págs. 25·188. T. NaV,lITO, Métrica, en especial
Canciller López de Ayala 54. Este autor inicia al mismo tiempo página, 91·99. Michel BUl'ger, Recherehes, p¡',g~ ..w..46 Y 122-130, D. r. Clil-rke,
rilecopta de arte nJ<lYOf, HR, VIII, 1940, págs. 202-212; El e5drújUfo. en el
51 arte rrwyor d¿ hl.an de Mena, AUCh, LXVIII, 1906, p~gs. L79-200,
El lIemistiquio d~ arte mayor, RFH, V, 1943, págs. 263-275; Notes 071 Fm.lsan·
y Los metros de [os cantares de Juan Ruit., AUCh, 1902, CX, págs, 161·22lJ. 'tlIIID's venificalion, HR, XIII, 1945, págs. 185-1%. Edwin J. Webber, Arte
52 «Son mas de una dotena los dísticos del,Conde Lucanor que repre· mayor in file e<:¡r[-y Sppnish drama, .Roman;;e Phi101ogy~, V, 1951-1952, pá·
sentan el arte' mayor, sin confusión alguna con el endecasilabo ni con el
alejandrino," T, Navarro, Métrica, pág. 71, con referencias de citas en
rmas 49-$.

1il- !lota 11 de esta página y siguiente.


l.l Comp, las ponderaciones análogas sobre la cuestión del emlecasi·
Jaba en «Quiero seguir ...", más aniba, págs. [47·148, y F. Lecoy, Recher·
ches sur le Libro do! buen amor de Juan Ruiz., ob, cit., págs. 67088.
54 «La nao de Sant Pedro pasa grant tormenta», Ant" IV, pág. 119,
'~

CAPiTULO 1

COMBINACIONES DE SERIES NO ESTRúFICAS

NOTAS PRELIMINARES

.', Entendemos por combinación métrica la reunión de varios


ver.;os que, enlazados entre ~i, constituyen una organizdción
rítmica con unidad autónoma. Este término general su~tituye
al habituaL de "formas de estrofa", y abarca a la vez la poesía
de estrofas cerraJas y abiertas, de formas libres y fijas.
Desde l~l pumo de vista de la evolución, la combinación mé­
trica es fundamental frente al verso aislado que él solo, por sí
m'ismo, representa una unidad rítmica, pero que no tiene, por
lo. general, autonomía de contenido 1. «La composición de poe­
sías en un pueblo no se inicia con el verso, sino con la estrofa,
f,no con la métrica, sino con la música;, 2. El alcance de la mú­
sica debe apl-cciarse, [Jor tanto, cu un justo valor para el cono­
cimiento dc 1,ls ccnnLJinacioncs métricas. En muchos casos
sirve para poner en eviJencia de manera decish'(¡ cuestion~s
de origen de léls formas p('éticélS; no obstante, bs desacuerdos
de los musicólogos en problemas fundamentales dc purmenor
confunden ue t:lj mancra, que apenas ;,.c puede decidir la adop­
ción ele los li[Jos music<lles básico" (tales como el himno, Sl~·
mencia, rondel, ete.) corno [Jrinci[Jio de lllla c1asíJicaciá)-, en
I SuJo (,:'. '.'-stO>~..lSQS e.\:ccp~io!l¡~lcs el wrso ai . d ,dn pW"Ul-' ~~Dr<OSC\1I;¡r
¡loa unidad i¡¡G¡;pcnji.::nLe de ~cnlido; asi en ¡cf~-anes. 1'.nl1,15, est.r~lJi¡¡os y
semejanles. No ohstante, l~ks locuciones ,,-, ~.lcan con ir,~cueñcia ¿~ una
unidad de scnlido más extensa. conll'¡¡ida en Du~ combinación T"fJLtri.;:a.
1 Willlc!m !'.l~;Tr, Ge~'¡;¡"lmeltc IbJ¡attdhlllgen lur -'lIitlell¡¡rcinisc!Je>1
Rhythmi/.:, 1, BerlirJ, 1905, pág. .51.

""'­
~\ '

202 Manual de versiticación<12;)~:i';:;::;:';"""'b._"C;"l1es métricas 203


eS~':}>M Ir... ~ _
un estudio de la métrica española. Esto no significa i~ -'::~mbjnarSe
'f con un tipo métrico. Lo mu­

go, quc se pueda prescindir de la música. Todo u~ s n tlllbir. : _--~~/ sólo está en primer lugar cuando determina la forma mé­

c?~bin~~iones métricas, el de las Uamadas formas ~:U~ .'~_:~~ '.

slclón fIJa, como villancico, canción y otras, se com dlS¡lt,.: ~laro está que, dr-J número inmenso de combinaciones me­

en su ~structura y modalidades formales tan sólo ¡rend:e.: ,,~,,-, desarrolladas en la historia de la poesía española, sólo

punto de vista musical. Por otra parte, no puede desco


escle
el, ::~ oS ofrecer una sdecciól'l de las más importantes, pero
que al lado de testimonios de coincidencia estricta entr~ ':'~jtaremos tampoco su número en exceso para correspon­
y música, hay también tempranas ejemplo~ opuestos meti;Q '.~tasí a la intención informativa de este manuaL unhrersitario.
m~estran 1.0 con,trario, y dentro de los cuales el esq~: ~:,:) :'¿,',:En Jo que respecta a la ordenación de la materi.a, se me
tnco mantlen.e clert~ independencia frente a la músicaJ. YalfJ$:. '~ían \'arias posibilid~~("s, cada una. co.n sus ,\'~ntajas e ~n-
la Edad MedIa hay meluso testimonios aislados en quE:. en ionllenientes. Me he decIdIdo por el cnteno genetIco de C<lrac­
obsen:ars: que l~ m.ú~ica cede. al esquema métrico, com:: _~; bistóri~ Y el formal. de orden práctico. En Fonética. un

mIsmas combmaClones metncas se encuentren con varias


1:
Ge,nn.nch . Otro mdlclO de la Illdependencia de la disposic"~O sonIdo puede clasificarse por el punto, modo y calidad
m~tnca frent~ a l~ music~l, ?uede ser el que muchas veces \lfl'articulación, etc. De modo a.nálogo una misma c~mbinación
<iD4rica puede ordenarse de dlferente manera, segun se con­
lodías, lIJe. ':$,idere su origen, disposición musical, eondición de las ri·
~n un prineipio la poesía está estrechamente unida COn la JlU~, número de \'ersus, clase de versos de un mismo o de
m~sl~a; en su proceso hacia la poesía hablada, la disposición .distinto número de sílabas, cIase y función del estribi.llo, etc.
metnca :;e vuelve cada vez más independiente e importante. . QiZ características se consideren decisivas, depende muchas ve­
y entonce: ya no resulta un criterio exterior a la poesía, 8~' ~ -de criterios subjetivos, y también de las categorias esta·
que constItuye la norma formal de la estrofa. Este proeeso oc:u­ ·lik:cidas.
rre en distintos tiempos, según los géneros; más pronto ea ,:':,,:En un primer grupo trataremos las combinaciones que no
p~esía. ,teológica y didáctica, y más tarde en la lirica. En la ,~tituyen estrofa y resultan formas a modo de serie, la laisse,
dlscuslon sobre qué importa más: si músiea o métrica, me- Pi­ ~posibles derivaciones, el romance y sus formas especiales.
rece apropiado -el punto de vista equilibrado y orientador de .Siguen las estrofas abiertas en grupos de dos a doce versos, en
Hans Spanke, cuando escribe: «La esencia de la forma hay tlnto que en ellos pueda reconocerse una unidad. Un tercer
que buscarla en la métrica siempre que varias formas rnusica. grupo lo constituyen las formas de combinación fija. En este
, Para mayor claridad, la confrontación de dos ejemplos. Las letras
caso parece indicada una exposición de sn desal.Tollo histórico;
así se encuentran fonnas derivadas de la norma fundamental
griegas indican la esttuctura musical, y las latinas, la métrica;
del estribote, junt-o a las formas medievales que le son seme­
o~ a ;a nO nO jantes. Sigue la exposición de la canción renacentista, sus deri­
Rondeau ... ...... AS a :A 'b AB ~aciones, formas resultantes de su descomposición y formas
00 y:y nO nO $elílejantes. En algunos casos la clasificación en un determinado
Virelai AB c :c eb AB grupo puede di:;cutirse~ sin embargo, las referencias adecuadas
Comp. F. Gennrich, Gr¡,¡.ndri.B einer Formenlehre des mittelallerJicht1l
evitarán confusiones al lector.
Vedes als Gr¡,¡.ndlage einer musikalischen Formenlehre des Li¿des, Halle,

1931, pógs. 64 y 70 Y sigo

~ ldtm, págs. 6&-69.


5 Spank.e, Be~ehungen, pág. 142.
204
MarLua 1 (c .espaiiolil
1 , vcrsific(lf:iórL ~ ;~::~trorttal1ce 205
~ ud influjo literario indi3cuLido de la chanson de
,,",'te en deternünados períodos de la poe<.;ía épica española,
LA~~rss¡¡, ~'.t.ae suponerse que la laisse en España se originú de unos
'~os fundamentos prerrománicos o románicos, porque se
Si OlL'n no. exístc: <::11 ~spañol el tér~!?o técnico, se entiel1dc
'f¡2a'coroprobad~ que el ve~so ép~co anisosl1ábic.o que .con.s:it~ye
por la¡ssc 6 (t¡r<lda o serIe) la composluon de versos épicos de
Jji¡Sseri~s e.'-~anolas, es. mas antlgu(~ que la charr50n lsosllabKa.
url<\ misma cb~c, enlazaJos meJiante rima asonante confin
':La hlstona de la /msse en Espana es muy breve. En contra
cn pC'"ríodos de linre extensión. El cambio dc la asonancia mar:
el pa~o ;1 una nUe\'3 ,serie. :tte Jo que ocurre en Francia, en España está unid3 exclusiva·
,:~te al poema épico, y dcsaparece junto con él a (lnes del
1.' laisse: 3<laaaZl<laaaaa, e·te.
sIglO XIV. El testimonio más importante para el empleo de la
2," l<li~se; bbbbbbbbbbb, eH;.
laisse es el Poema del Cid (1l40). y el fragmento del d,e Ronces·
'"aJ1es (hacia 1220). En el Cid la extensión de las series es desde
Por analogía de las laisse.s francesas, pueJe inferirse '13 C()ITes. ~ (n,"" 71, 73) hasta ciento ochenta y cinco versos (n.~ HI).
ponclientc Jisposición musical: ')UO to a éstas se encuentran también muchas series que tienen
aaaCICIoa, Oc.
lIPtoximadamente un mismo número de versos. La extensión
\le cada una se regula por el curso del contenido poético. Cuan­
La ITh,'loel¡" d" cada verso lermina en .semifinal, y la última de "¡to' más movida y dramatiu\ es la situación, tanto más corta
cada serie L'n final o en todo caso en una cadenc)a propia. La ::eS, la serie; por el contrario, en descripciones y relaciones na­
interpretación ek l<l~ series puede in1<1ginarse scmej<lnte a la '[l1lfivas, el número de sus versos se aumenta. El r3mbio de la
salll~uJja eclesi:ística. rima asonante (y por tanto de la serie) se produce: a) antes
,'después de oraciones directas; b) en el interiox de oraciones
ResulJlt'l1 histórico: De la muy primitj,-,) t.'struetura métrica directas. cuando cambia la persona que habla; e) el1 las des­
y ml1siC~j¡ de la serie se deduce su gran antigJ-iedad. Gennnch cnpciones, cuaudo \'¡)J'¡a el canicter del relato o el lugar del
l::l cOllslLlera un resto ele la norma di! [a letanía que remonta a "suceso. Las series SL' organizan, pues, según su peculiar con­
l()~ tiempos CTl que ,da cultura mu~iLaL toda\'ía SL". encontraba .didón estilíst,ica.
en el ni\cl de los pueblos cuya cultura <.;e hallaha en el grado i=!IDLIOGRAI-1A: R, Menéndez -Pidal, Carrlar d~, Mio Cid, J, 2.~ ed,. Ma_
medlo,,", Según \V. Suchier, que la considera junto con Spanke (i;d, 1944, págs. 7ó--13ti, en esp"cial pags. 107 y sigs.; RDn('~5n¡[les, un
de ()ri~c-n más reciente, procede e1c b ampll,1Ción de la estrofa 'nuevo c:anwr de gi'_'ra rspaño!a del siglo Xlll. RFE, IV, 19]7, págs. 123·
líriL<l monorrinm, t,,] Como se enCJJt'ntra cn las cTuJI1.sotzs ti. toilel, UB. J. Horrent, Ronc<!Sl'alles. ~lU¡}e ."Ir le. fragment de üln!úr de gesta
in.~pir{¡ndosc po~iblemente en la m.Hlera de recilar los salmos'. ¡;Onsen'é ií l'Al"cJ,ú'o de Nal'llrra IPa.n¡pdllne), Pa"¡b. 1951, págs ~1'-86.
Ll sulución de esta cuestión continúa !Siendo objeto de debate. E. de Ch:lSC;l, El arte j¡¡glare5eo en el ~Cantar d~ Mio Ci¡h, M;¡drid,
1%7, págs. t6~·Ii2.
6 LI:{'l'c está [omOldo del francés antiguo ,,' significa 'traílla'; lirade ~ EL RO\{ANCE
(ranc<'s m(Juanü; en esp.,flOl se usa d IcnniIlD serie 'Ji t .. mbit'n tirada.
7 (;rull,!riIS. p,'¡g, .'i0. "'<.';)~e tambil'n p::igs. ~I} _,' sig., " f. Gennrich, Der «El romanee eS el género po¿tico más genernJ, más constante
1.'llIsi/.:{J!;sche ¡'ortr,,? da altfranzosi.'cI!i'H CJ¡aIlSO/'I.: de G~sle, Halle, 1923,
y mas característico de la literatura espanoIa" 10. Las numero-
8 S~g/m SpJr'k", ~slJ. "~~trof;\ de romance» sena prcrrománica.
9 S~lChicr, t'erslelire, pág. 180. IQ R¡qu~r. ReSlImerr, pág. 24.
,
,
~,

,
i ,

206 Manual de versifica:!..,6n es~ '_ance


¡¡t fu,,"
207
sas v~rjaciones temá.ticas. y formales qu~ el roman~'­ -,,,::::'--- como hubo 0;;; . r1U'''';'';'''~
--- - "--,--­
'-""'-lOO ,
mento durante su fustona de muchos slglos no permite la mañana de San JWln! a
una definición única que abarque todas las modalidades en dar Con un falcón en la mauo a
hasta nuestros días en el mundo hispánico. De manera sim: _ la c;,za iba a cazar, a
.Y remontándose a las supuestas formas de origen pueden sel4. vio ~'erdr una galera a
que a tierra quiere lleg¡¡r.
larse las siguientes características esenciales;
]." EL empleo del verso octosílabo!l, Las vehs traía de seda, , "
la ejarcia de un cend3!, a
2.° La asonancia habitualmente continua en todo el romane' marinero que la manda a
"
situada en I Os versos pares, JJllentras .
que- ,os IlTlpares e
quedan_ diciendo viene un cantar a
sin correspondencia en las rimas 12, que I¡¡ mar [¡¡cía en (¡¡lma, a
3.° La libre extensión, A veces .'je encuentra el romance dis­
pn<,:sto en unidades expresivas de cuatro versos (cuarteta), pero
los \'ientos h3ce 3main3r,
los peces qu!: and3n n'cl hondo a

esto no 1urrna parte esencial de su condici6n; aUn en este caso arriba los hace andar, a
la asonancía tiene que mantener la rima sin respetar esta disPJ­ las aves que 3ndan volando a
sición, pues, si cambia después de cada cUClrteta, ya no se trata n'el mástel las faz posar; a
entonces de un romance, sino de cuartetas asunantadas. al!i fabló el conde Amaldos, a
bien OiréIs lo que dirá: a
Ejemplo:
-«Por Dios te ruegD, marinero, a
digasme ora l:se c¡¡ntar.» a
i Quién hubiese tal 'ventura
Esquema:
, Respondióle el marinero, ,
sobre las aguas del mar t¡¡1 respuesta le fue a d3r: a
" -~ Yo no digo esta caneión a
sino a quien conmigo va.» a

11 En estt' caso sc parte también de la dispnsiciLin en \'ersos COflo!. (Versión del Cancionero de ,omances,
Recordemos qtlC el verso de romance p"Tlenece a los metros fluelnanlt5. Amberes, s. a., h3cia l.54S)
Son frecuentes ligeras oscilaciones en el ))l,mero de silabas, e~pecialmeme
en la Edad .M€dia y en Jos romances popLtlares. Si se usan on'ls(lar.es
de vasos distintas del oCl<Jsilabo, se trata enlOllces de variedadc> qne tie­ Las melodías más antiguas c;e disponen en unidades de
nen denominaciunes propias. como rom¿lnciJIo, endecha v romance he­ dieciséis notas; así en F. Salinas 13. Existen también períodos
roico
,'musicales de treinta y dos notas, sobre todo en el Cancionero
11 En esta definición se parte del u<o más comun de publicar Jos ro­
mances en "crsos COrtos, aun cnando pudi,'nl ser más correcto, atenién. de Palacio, pet·o no ~e da el caso de ocho notas; e~to comprueba
dose a la pr0cedenda de los mismos, escribir1<Js en 'Hnos largoc" como que la unida,d de composición y contenido en el romance no
lo hi['ieron l\'ebrijél, Salina", ,,. en ¡i~mTJos mud<'rllos. désd~ JakolJ Grimm, ,es el octosílabo, sino que se constituye por uno o dos versos
varios editores eruditos. L<l. "dición En \FrSOS ¡ar:;ros mnc~tra más cbra. de dieciséis sílabas. En este último ca.~o se hablaría con más
mente la re]¡¡ción con la ¡',;¡iss~ épica, ~. m::mificsla mejor el eSljncma ue
1... ason,lf'leia del rom"n-::e. El hl'cl1o de gl1~ SÓ"lo los vers().~ :r:'res tensan
razones de pareado que de cuartetas. El hecho de que en las
aSonancia. [i{'ne su mUlivo en Que se partí,.., d verso largo de romance glosas de un romance se reúnen dos octo~ílabos juntos favo-
(de ;6 síbbas cen f1ucluación) en dos hf'rllisliqnios, j! entonces la aso­
nancia pasó. como es nalmal, tan solo al finZll del segundo, mientras que
los primeros quedan sin ninguna clase de rima.
Il De mmica, 1577, ed. cil3da, págs. 342 y 411.
208

Manual de t'ersificQcu:ln "<p
arrolti" " ':'j'tpro",
• - <-~
~,¡:\::r\:\,_, _once 209
rece la mterpretac"lOn d I , ~
e que os '\ersos del romanc~ prirnir:: ~
.:0,,'
"
diferentes. En la acepción que aqUl se.
estudia se encucn­
fuesen largos 14
_ . . _ '.
¡\'Q:- thU'I . '
":. ",.: eIÍ los Vla]es de Pero Tafur (1437), y poco despues en la
,
Desde f~nes. del slglo xv se h.allan tamblen a menudo rom,/' :_~ proemio de Santillana (hacia 1445). Desde mediados del
ces con anachdos e mtcrpolaclOllcs líricas' éstas ¡JUeu'" an-,' }}.i.rtil,nt adopta cada vez más sólo el significado de esta forma
d' d . dI' ' . . n Ser:' ,.~ ",.
es e palea os lasta poeSlas cornrlctas, y están ell relaci' : ~:-'ca que es el cOlllún actual 17.
con las rimas del rom¡¡ncc, En el resumen h" t " " Ol:I, rnttrJ.' , .
;:~ d e es' 't d .. ' '. 15 Ol h.. o traLárernOS"-':'("l examen de los comphcados problemas del orIgen del ro­
a v e otras partIculandades . "",P " •• • ..' , ,
. . ~',' :oce es asunto de la CIenCia lIterarIa (estlhsllca, 11lstona de
"¡éinas," ,
cuestlO.n~~ ' ) ~,tc. , y no e~t~a en eJ m;l.rco
Resumen histórico: La palabra romance remonta al ad~et_, comparatn:as,
'1:'
bio latino romanice «(en románico,;), e indica originariamerrl~' ~4i';esta eXposlc.lOn: La :o~tnb~clOn de la metnca es bCl-s1ante
,'.' iDJOesta; el CrIteno metnco sIrve a veces para fundamentar
la lengua vulgar, a diferencia del latín de los cicligos j;; rnuy
pronto, sin embargo, significa también cualquier trauucción a' te8ri as de los origenes de las formas pero por sí solo no puede
la lengua vulgar, procedcnte de textos latinos; y finalmente­ 'IDear un camino tenninante. Esta situación se comprende si
',."
, cualquier obra cscrita en lengua \'u!gar..De.sde Chrcll;.'n llc Tr~ :nsideramos que la transmisión textual de Jos romances, que
,
.ves 16 <en' Francia se llamó así al género literario de la nOVela' 'representa la Liniea base segura de la mélrÍ<.:a. empieza sólo en
,:1 cn España, en cambio, el significado queda por muLllu tiem~ ti ~jgJo xv, cuando influjos de diversa dase acaso hayan re~8do
indcterminado, puesto que sc aplica a modalidades dc crcación l:i:i'1a disposición de las formas transmitidas. Por ¿,sto la m¿trica
df:Ptnde en est¡¡s cuestiones siempre de las teorías literarias que
J~ Una se!ccción de melodías se CJlCUentra al final del \'01. T del Ro­ !ltsigan para e~p1ic<'lr el origen del romance; y <'Iun más cuando,
mancero de M, Pida!, establecida por Gom:aJo Mc:néndez l'id:.~. ClInlJ), :Por la variedad de! cuadro métrico, los romances pueden ioter­
E. !l.lartínc:;: Torner, Indicaciones prdctiC(]s sobre la notacI011 I);;¡sic",' de -prelarse de distintas maneras en I;l. transmisión manuscrita. Aun
los romances, RFE. X. 1923, pÍlgs. 389-394, :y Ensayo de c!a.\i/icuci,j,: de Iu.¡
ocluyendo con algún fundamento de nuestras consideraciones
me/odias de romance, en "Homenaj:o a Mcnéndez Pidah, lT, Maurid, 1925.
lJ¡ígjnas 391---402. Sobre la rdación de música y métrica cn el rúmalJ(t los romanccs con rimas conson¡¡ntes por ser una evolución
\'éas~ Daniel D~voto, que respl'eto al problema de la dispúsición ,'n euar. tardía, quedan formas que mantienen la asonancia (mica, y otras
lelas opina ;tsí: «I\ous nous trouvons en prfscnce d'ufI r.lül-'·"I"rr'~'I'( 'lUJ. que la cambi;l.n con más o menos frecuencia. Según .el punto de
krn:tirl' qui, san s C¡re ~trophiqu(O, a une n:elle bJs( InU,iL'a:t'H, 1'o,',-!,' <'/ visla que se adopte en lo que respecta al problema del origen,
mlf.'iquc dans l'oeuvrc des vi/melis/es, «Annales Jnu~icologitlL;l:';", IV, [950.
p¡,gin:t 92, se dará import;l.nci<'! a una 1I otra clase de romances.
II En esl~ !'>ignificado per.~isk en nuestros dias p:!ra b (!c-n0m i nación Los representantes del origen épieo del romance (como Bello,
del relUITül111'1UU (~()mO>¡fsril. row",,"II,¡'ei v tambi¿n en E,paiJa L:1 lli,:,'i<J­ Milá y Fontanals, Menéndez Pelayo. Morf y Menéndez Pid;l.l, por
Mo,io d~ la AcaJc:mia Jo recoge en tl siiiilifieado de "icjj:Jma es¡¡a¡io!", y
I:"n p:trlicular I:"n el senlido de l'''',lcjidno, claro, qu'~ todos cnti,,¡¡clen' (a;;í.
oombrar sólo los más importantes) se fundan en que Jos roman­
"I:"Jl bn~n rom:tn,,,~), A l'ste doble 5ignificnclo se rehc,e Juan de Valdés ees épicos mue~tran gran semejanza con la técnica de las laisses
en 1:"1 Diálo~o (Je la IOI{2llo cnando dice: "lJienso tlue los llilITlan romances 'del poema épico medieval, no sólo en J;l. temática sino también
porque sün mllY c:tslos en !'>I\ romance". Comp, t:t:llbicn la (~sis doclúral
de P. V()~lker, Die Bcdew¡.¡r¡{2serul'v·icklrmg des Wortes ROlllan, ZRPh, X,
en la métrica.
lS36, p;lg~. ~85·525. Ll\dwig l'landJ, Das spanisclJe Worl HO!¡WIlú'». l,nmd­ Estas coincidencias son:
tú¡;e se;n,., BL'Brit!5{2eKf¡ichtc, .. Iflvestigaciones lingijísliea~", I1. ".kjko,
p¡tginas 2'¡'1 y sig<;. Leo SDi(zer, Pe lite rfeliticatioJl, ídem, IIl, p:i¡;. 203.
Wern.;:r Krauss, ,\'o<'ela-Novcll'>Roman, ZRPh, LX, 19~O, págs, 16-28. /1 Más indicaciones. en M, Pidal, Romancero I, págs. 3 y sigs.
16 eliges (hacia 1170), verso 2.1,
210 Manual de versificación .e.s~._" ';Z,."...,... III
1.- La asonancia continua en los versos pares del ro~:­ -~rado, ya en romances de transmisión muy antigua. La
que corresponden con el final del verso épico largo; al ~-, , ;~ usa casi exclusivamente la misma clase de verso que
tiempo falta la rima asonante en los versos impares 1 1 , > , ' ,c ",de la composición a la que se añade.
2.a La·e paragógica, muy antigua en la terminación a~ ~,.;o La existencia de esquemas de rima asonante o canso­
de la asonancia. ,:;-. te respectivamente en la antigua poesía lírica portuguesa
3.a La mezcla arbitraria de rimas consonantes y asonanl ~ei"'o da Vaticana)lO.
4. a La fluctuación, poco frecuente, en el número de Sílabas:' { S." Los romances novelescos, cuyo criterio característico es
los versos. et'caD1biO frecuente de: asonancias en series muy cortas. M. Pi·
S.a La coincidencia en el desarrollo sintáctico y la disPosi­ .('I8Í considera que acaso puedan serla forma estrófica originaria.
ción métrica, que forma unidades expresivas de dos a cuatrti 'Aunque las teorías literi1rias del origen del romance resultan
hemistiquios (eslo es, de .uno o dos versos largos), sin que esto iDCOmpatibles unas con otras, en el campo de la métrica puede
diera lugar a una formación regular de estrofas. ' babel" un compromiso suponiendo la doble procedencia de la
6.a La extensión indeterminada de los rom~mces. WJ1Ila del romance de fundamentos épicos y también líricos;
Los adversarios de la teoría épica (Cejador, Rajna, Geen, Y'~sto no contradice su carácter épico-lírieo. Por inf1ujo mutuo,
Vossler y otros) defienden ci1di1 uno su propia hipótesis sobred laS que, en su origen, serían formas líricas, podrian haberse
"
origcn del romance; sólo tres de ellos (Lang, Morley y Clarke) jUDOldado a la laisse, mientras que las épicas habrían adoptado
insisten en apoyarse también en criterios métricos. IndiciOl tl--verSü lírico regulado.
de una procedencia diferentc de la épica en los romances SOn: QUeda abierta la cuestión sobre a cuál de las dos fonnas
1." La distinta condición dé! verso del romancero que difí. uriginarias pertenece la prioridad. Según los pareeeres que hasta
cilmente puede originarse en forma directa del verso amétrieB .hoY se han fundado en los casos análogos de otras lenguas
, del cantar de gesta. románicas, hay que considerar el verso de tendeneia regular
2. 0 El hecho de que en las poéticas antiguas se considere {tal como lo demuestran los romances) eomo una fase tardía
casi únicamente el verso del romancero como octosílabo autél­ -aE-la evolución con respecto al anisosilabismo del cantar de
nomo (con la notable cxcepción de Nebrija), y la manera de gesta. No obstante, la tesis sobre la antigüedad del anisosilabis·
_,'o escribirlo en 1;1 transmisión, que lo copia en versos cortos. roo parece entrar en crisis. Ec:;tudiando el material de las jarehas
3.0 El empleo de desfechas en octosílabos 19, también COD recientemente descubiertas, Garcia Gómez 11 ha sentado la tesis
de que la norma isosilábica de las muguasajas se debe a las jar­
l~ También en Jos romances épicos lH\\' cambio en largas seri~ tIf chas; como estas parece que fueron tomadas, por lo menos en
asonancias. No conlradlcc la derivación de la técnica de la lais.5e, si se parte, de la lírica dc la población autóctona románica, ésta
efectúa según Jas normas del cantar épico (oradón directa, etc.) o si el babía dispuesto ya a fines del siglo IX y comienzos del x de
romance comprende '1¡arias la;SWl de 1\n poema l'pico. Donde estas rall> una poesía popular de orden isosilábico. Le Gentil12 ha señalado
nes no bastan, hay que examinar si existe una contaminación, esto es. Si
....arios romanceS de origc:n di51iulo se combinaron luego en otro. Lo fun­
damental radica en que en todos 105 casos menciunados la asonaucia cam· 2D Referencias de citas en D. C. Clarke. Remarks on the early roman·
bie en espacios irregulares. y no de cuartela en cm:neta. Comp. M. Pidal, ees and canlares, HR, XVII, 1949, pjgs. 90 y sigs.
Romancero J, págs. 136-137. 21 La ¡irica ili~pano-árabe y la aparición de la lírica románica. "Al.
I~ Desfecha (deshecha o desfeyla) es un3 breve composición 'q~ Alldalus~, XXI, J95f.. p:i~5. ".303 y sigs.
ofrecia una ....ersión cond~nsada y lirka de algún rQmance o decir al 11 Discussíons sur la versificatiotl espagnole médié\'a1e _ a propos d'LlI1
que servía de terminación» (T. Navarro, Métrica, pág. 527). 1;'" récent, artJculo citado, pág. 9.
-,,'

::: ronsecuenci., ,eYOlUciOn,::"::' : :::::f~l¡~~~ln~e~.,-e-s-ta-'-n-",-p-",-s-e-n-'-a-d-a-S-p-o-'-C-e-j-a-d-O-,-,-q-u-e-an-t-e-p-o-n-e~2:1;:': :


de este problema fundamental de la métnca espaf¡ola,~;;! "~ ces a los cantares de gesta, y Foulché-Delbosc, que sltua
demuestra de manera fundamentada (y todavía hay que es/:~;\:r.,~ en lo más cerca que puede del comienzo de los textos
la o.pini.ón ~e los arabls~as~,.entonees,el roma~ce se. acerc~:;;::j;,~;~. Esta cuestión no ~i~~e solu~ión de una ~anera g:neral;
4i
un IsosllabJsmo muy pnm1tJvo, y sena de mas antigüedad ct -:¡ '~que suponer una antlguedad dIferente segun la calIdad y
el pocma épico, por lo menos desde el punto de vista de la,~,'''¡ .~ de romance que se trata. Los romances pueden fecharse
trica; por razones completamente dIstintas, Cejador había',"'! :,'~¡;Pen como argumento o aluden a un heeho del tiempo en
puesto en su tiem~o. lo mismo. En este caso sería prObable~; ,;-~:<'Se escribieron, ~ues entonces cabe suponer que ha~~n apa­
precedencl~ d~ ~a lInca, ' . ->r,' )-~~ con este motIVo; a. base de estos romances trad-l~IOnales
La teona epIca es, c~n mucho, I~ mejor 'Y la mas amplia;' I , __~ 'noticias, Menéndez Pldal llega hasta l.a segunda Imtad del
mente fundada de las tesIs sobre el ongen de los romances. ~-,,~ó xnI. Los otros rOfIl~nc~s d.eben exammar~e, en 10 que ~es­
se debe en gran parte a que fue desarrollada y se aseguró so~t:ta a su fecha, pur cnterIOS mtemos y medlan~e su relaCión
u.na ~ocumentacio.n. muy rica, reunida por criticos ~e un ~_ ~ los noticie~s 11, •
clentlfico como MJia y Fontanals, M. Pelayo y M. PIdal. Fnhite,"-»esde medIados del SIglo xv los romances aparecen en las
a esta, las otras teorías, aparte de su diversidad, aparecen ~ . ~as de los cancioneros, La inlroducción del arte tipogrA·
má~ o men.os. sólo corno esbozadas. El objeto de ~as con~_ ':Jito
(1474) tiene c~mo re.sultado una rápi~a divulgación eserita
raetones metncas expuestas antes es mantener desplerto el ~ -:aeesta forma poétlea, pnmero por los «pbcgos sue~tos», y luego
tido crítico frente al sistema cerrado de la teoría épica, a.PIetiat ';~-los mismos cancioneros; en el Callcione~o musIcal ~ el Can­
razones y argumentos en lavor y en contra, y tener abierto el. 'ildnero General de 1511 apatecen ya en numero consIderable.
camino para nuevos conocimientos que acaso vendrán de.ii.'! ,:1Umismo ~iempo aumenta el interés de los poetas cultos hacia
investigación de las jarchas. ~te género. Una modalidad, que acaso se explica por influjo
La trall6misión manuscrita de los romances comienza en d I de 'la poesía culta, es la sustitución sistemática de la rima as()-.
siglo xv. El más amiguo en este sentido es el. romance Getlld Dante por la consonante a fines del siglo xv 26. Se usa hasta
2J
dUrla, gen/i/ dOrla del catalán Jaume de Olesa del año 1421,IDediados del siglo X\-1 (en Encina, Gil Vicente, Torres Naharro,
que por su parte es una refundición. El texto conservado ofrece 'J,l(¡ntemayor, Timoneda y San Juan de la Cruz); en la segunda
todos los rasgos señalados It, Se supone, con acuerdo general" tnitad del siglo cede paulatinamente a favor de la asonancia
ql,l~ un período de tradición oral precede a la fijación del texlo' lÍadicional, de manera que en el Romancero General de 1600,
de los romances y su adopción pOr la poesía culta, Las teoIÍ&las rimas a la vez asonantes y consonantes sólo se dan en casos
aislados', El episodio de la rima consonante produjo un adelanto
mrmal en el sentirlo de que se apartaba de la descuidada mezcla
13 Publicación y esludio de Ezio Levi, El romance florenti/W de JQII~
de O/esa, RFE, XIV, 1927, pags. 134-160, Véase también L Spitzt:r, NalllJ
de rimas consonantes y asonantes, propia de los cantares de
sobre rom ,mees espaiíoles: /. Observacio,lCS sob,,' el romance florertliM
de Imane de Olesa ... , RFE, XXII. 1935, págs. 153-174. 15 M.PIdal, Romane¿ro 1. caps. V y sigs.
,4 Un conjunto de los diecisiete romances mas tempranos de tradi­ 26 Romances que origln.rtrdmeute tuvieron rima asonante, pasaron a
~:'
ción m,\nuscrita se encuentr:J. en S. G. Morley, Chronologirul lis! of I~ rima consonante, como lo muestran Jos númerOs 4Ji y 463 del Ca.ncionero
early Spanish bal1ads, HR, XIII, 1945, págs. 273-287. Véase también W. G. Gel1eral, La tendencia a preferir la rima consonante puede notarse, sin
Atkinson, The ehronology 01 Spu/'lish bailad origirr.s, MLR, XXXII, 1937, embargo, ya en romances de principios del siglo xv'; véase D. C. Clarke,
páginas 44-61. Re7l'lJlrks, ob. cit., págs. 89 y sigs.
214 Mamw! de versifIcación esp,~-"}:- t, ,- --'--mlC. 21S
'<>4 . sr."".-,
gesta y de tus antiguos romances y se aspiró consec~ ~media, y antes de mediados del siglo xvu babia de
!lla asonancia correcta. n". pJJJ a el predominio de la redondilla.
A fines del siglo xv se manifiestan también otras dos parr _ ~SU aspecto formal. el romance se establece definitiv~en~
laridades: 1.0 La tendeneia hacia la diSposición en euarte: la poesla culta del siglo XVI como un verso octosfiabo IS0S..
que se explica por el creciente carácter líricc del romance ,',
esta época 27; 2.~ El añadido de cortas cumpüsiciones
(villancicos, canciones) como remate de la pieza (desfecha).,
!in:
dI.. : Y se reduce considerablemente la asonancia aguda en
~,rco de la llana bisfiaba. Desde Gabriel Lobo Lasso de ~ Vega

C:9) se asegura la disposic~6n en cuartetas como umdad de

El Renacimiento representa para la hi_~tl)ria del romance.' ~po'ición, y a ella se aspIra en fon'na consecuente".

período de consolidación, preparador del máximo noreeim~ 'rara enriquecer el romance con intennedios líricos se re-

to de este género en los Siglos de O!'o. La nu~\'a merHalidadSe Cofre también, junto a las fonnas tradicionales, a los endeca.

manifiesta también en el romance, y conduce a la cOIlClenciade !labas y heptasílabos introducidos de Italia en fonna de parea~

un .:trte personal en la concepc-ión poética, y también a una ~ (1 + 11; 11 + 11) que van interealados o añadidos dentro
ampliación de los asuntos. Siguiendo esta evolución, aU11'en.ta del romance en lugares regulares, y con el cual se unen también
también la creación de romances, sobre todo en el último tercio . if' la rima,
del s~glo. Poco anles de, 1550 aparece :~ Amberes, el .p~ POEl romance alcanzó su mayor perfección formal y su más
H
Cancwnero de rCI'1!(WceS- .. DC,sde el DIWOgO del ,"YasclmleruiJ aitl'lia divulgación sobre todo gracias a su uso en el teatro
(¿1505 a I507?, -"egun J. E. Glllet) de .T(),~es ~dharro, el ~,d~e fines del siglo XVI hasta mediados del XVII. Los grandes
manee aparece en el teatro como un mteImedlO cantado, SIll:"stros son Lope de Vega31, Góngora y Quevedo; apenas hay
'~aeta conocido de los Siglos de Oro que no haya cultivado
función dramática, Otros autores disohieron los rom,ances tra.
die-ionales en r~dondjll¡)s. Aún han de pasar, ~ños ,hasta que
el rom~ncc se mtroduzca ~om.o metro dramatlc~, Junt~ a la
r
~mance. Los adelantos métricos se deben a su regularización
(tlosecuente; ya no se admiten las rimas consonantes o sólo en
redondIlla _y a ~as formas, ltallanas: Acaso. el pnmer ejemplo el caso de que estén muy distantes; la asonancia aguda se to­
aparece (SIete anos despu~s de- la~ mnOV<1ClOneS de Ju~n d~ la Jera tan sólo en romances satíricos o religiosos, en el prim~to
Cueva) <'o la Farsa del obl.lpo Don Gon"alo (1587) dt: ~ranClSm' "mo recurso de efecto cómico, y en el segundo por la mÚSIca,
de la CuC'va y Silva~, autor por lo demás poco conocIdo, E~ta CO en las otras elases de romance desaparece. La organización
fecha es tanto más decisiva para la fulura evolución, cuanto
que en los Siglos de Oro la historia del romance está muy lí· :s
y~ táctica con la disposición obligatoria en cuartetas, se vuelve
fluida. En cada cuarteta sólo entra una frase con unidad
oracional. simple o compleja; o bien dos, con la extensión de
,1 "N. J Entwl;;rl", (La chanson p(Jr-'idairr: frcln.;:aise en Espagne, BHi. dos octosílabos cada una. Esta última manera resulta sobre
LI, 1949, pigs. l5.5-2.51) ¡¡¡lcnlil explicar, ml:ciic<nte [a hhtoria de la musiCil, todo adecuada 'para el diálogo dramático.
la dISposición l:n cuartclas como illliuju :.1.; b c::mei.jn popnlar francesll.
:~ S~gún 1\..1, Pidal (CUIlClOnfno ¡'/l' romances iu¡prcsO en Amberes ,i~
La interpolación de largas poesías líricas cae en desuso.
añIJ, 2,' ed" Madrid, 1945. p;¡g. V), hay que fecharlo entre 1547 v JS41
Blbl¡cJgmfía y lista de 1as ¡¡nli~uas coleccioncs lie rOITl¡¡nceS, en Jase Sim<Jn lO Comp. S. G. Morley, A,e tlle Spanish rom.an&u writlen i" q@­
D¡;\z, Bibliografía de la Ulf!r(l!lIr(~ f{:YpáIJ:CCI, In. r.,'ladrid, 1965, r';Jg,. 1-130. tmim?, RR, VII, 1916, págs, 4248.

N Comp. Diego Catalán r..lellcmlC:l·Pidal, Don Francisco de la Clleva


~1 Hasta 1618 la r'rOpo,ción de los romances en las comedias de Lope
y Silva )' los orígenes del te.¡¡ro nacional, NRFH, III, 1949, págs. 13().I~. Be reduplicó (del 21}% antes de 1604, al 40,7%). Véase H. Ureña, Los
en especial pág. 13S. ;ueces de Casrüla, RFH, VI, 1944, pág. 286.
216 Manual de ",'ersificación espaíioUr­ EJrontance 217
------.::
Con bastante frecuencia se encuentra todavía el
que es casi siempre un pareado de endecasílabos 12.
estribillo ca

En lo que respecta al contenido. ~1 rOmance de los Sig¡'


na, :-ea
: . ; ; : de Rivas (recordemos El moro expósito), Bermúuez
stro, Zorrilla y la AveHaneda favorecen este refloreci­
....'0.
de Oro abarca todos los géneros literarios. Su predomi ~ por otro lado, se vuelve a la riqueza de fonnas del teatro
en el teatro se ha señalado ya. El romance épico se renue: ~onal, y se tiende á crear nuevas modalidades métricas, y
sobre todo por efecto de Lope de Vega. Mencionaremos breve­ 'esto tiene como consecuencia que se use meno,'; el romance en
mente las otras clases de romances por el asunto; r0tnancti '-tealro. No obstante, Bretón de los Herreros, autor que con­
amorosos, moriscos, pastoriles. satíricos, viLLanescos, caballeres­ -~a un criterio neoclásico, escribe sus primeras obras ente­
cos, religiosos, picarescos, rufianescos, etc. De especial mérilo ramente en romance (por ejemplo, Los dos sobrinos, 1825; A
son en los Siglos de Oro los romances personales, que Pfandl Madrid me \.. uelvo, 1828, en las que emplea en cada acto una
califica como "patente poesía individual y autobiográfica efectiva iJsonanda distinta) 35,
de la personalidad y del yo~ ¡l. Aunque no está en relación di. , La tradicional disposición rigurosa en cuartetas no se cum­
recta con el tema, hay que mencionar también el gran alcance ple siempre, Y se halla a veces la forma continua, más antigua;
que tuyieron Jos romances históricos, inagotable fuente de ins­ -y los romances con estribillo siguen empleándose.
piración del teatro nacional. ... A pesar del poco interés patente en Rubén Dario, el romance
Mediado el siglo XVII se inicia la decadencia, y en el XVIn ~mo forma de poesía lírica se estimó mucho entre los moder~
el romance llega a su índice de creación más bajo. La dege< ».islas del mundo hispá.nico y los poetas del 98. Se tienen por
neración de algunos de Jos populares llega al punto de que el obras maestras de la poesía en romance: La tierra de Alvargon­
Gobierno prohibe imprimirlos (1767 y otras veces)}\ Los me. táIet. de A. Machado, Romancero del destierro de Unamuno y
dios literarios cultos se inclinan por Francia, atraídos por el los romances de Río de Ertero de Alfonso Reyes. De otros poetas
prestigio de su teatro clásico y por la novedad de la Ilustración, ci'taremos: Salvador Rueda (Romartcero), Lugones (Romances
que favorecen los Barbones reinantes en España. El espíritu 'de Río Seco) y González Prada (Baladas peruanas).
del Boileau preceptista domina la literatura de la Corte desde La innovación más esendal del Modernismo en el campo
la Poética de Luzán (l737) hasta el Arle de hablar de J. Gómez 'del romance, intentada por primera vez por Rubén Daría, resultó
Hermosilla (l82j), que Fernando vn declara texto oficial para perturbadora. En los cmcuenta y un versOS de Por -el influjo de
España. En este ambiente el romance se considera fonna de lQ primavera (poesía de Carttos de vida y esperartza) de Rubén
escaso valor, aunque en ocasiones algunos poetas vuelvan a Dano cambia la asonancia cada vez que lo hace el curso de
él como signo de reacción castiza. Así en Huerta, E. G. Lobo, 18s ideas, y esto resultó algo semejante a la estrofa; cada uno
Meléndez Valdés, Cienfucgos, Quintana, Lista, y sobre todo ro .de los períodos termina con un pie quebrado, cuyo numero
N. F. de Moratín, autores que son en esto puente para la época de sílabas es fluctuante. Daría fue imitado en este sentido sólo
siguiente. ocasionalmente por G. Mistral (La espera inútil) y M. Machado
El gusto por la lírica y el renovado interés hacia los temas (Don Carnaval J. donde, por influjo de la CUárteta asonantada
históricos y legendarios ofreCen al romance en el Romanticismo popular, se cambia la asonancia de cuartela en cuarteta, mano
amplio cauce, y le aseguran un intenso cuHivo; poetas como teniéndose el ritmo y las eondiciones del romr.nce.

32 Por ejemplo, Qu.ijote, n, cap. LVII.


3' L. Pfandl. SpaniSC/1C Roman~er!, Halle, 1933. pág. 16. 15 Los dos 50britlOS; 1: i·o; 11: a·:;.; III: loa; IV: e-a: V: e-o; A "'"drjd
34 M. Pidal, Romancero 11, pág. 249. "'eyuelvo: 1: a-e; fI: e-a: III: e-o.
~.
-"',:;~r';9;~~::
218 Man.ual de versificación es~ ­ . .-Ilftce 219
#"""-~
También en la poesía actual el romance mantiene su vi
--..;
~ances. BHi. XXI, 1919, páp, liB-141. B. F. Swedeliu.s. Is the
y P. Salinas lo testimonia en estos términos: <tEntende: ~ Romance ahi.>ays qUiJ/ernary? MLN, XXXIX, 1934, págs. 443-444.
~ [)evoto. poésie et musiqu.e dans l'oeuwe des vihuelisres, § 1, .Anna·
que el siglo xx es un ex.traordinario siglo romancista... 1." Por
"UlusicoJogiq~s". IV, 1956, págs. 89-96, Les romances (estudia especial­
el gran número de poetas que usan el romance. 2." Porta
.~ la parte musical del romance; con bibliograIfa), G. CLrot, Cantares
calidad de estos pDe1as, ya que ninguno de los buenos falta f¡fOIJlIDU es• simple aper,u, BHi, XLVII, 1945, págs. )-25 y lt:l9IM. D. C.
en la lista de romancistas. 3." Por el valor de la poesía que PI\); '.~. Remarks on the ear!y romances and can/ares, HR, XVII, 1949,
dujeron empleando esta forma; no es que la usaron para ternit ~ 1lJ-12.3; ]detriC problenu in t~e Cancionera de romances, HR. XXIII•
menores, es que les sirvió para lo mejor de su obra, en tepe. . • páp. 183-199. Ludwig Pfandl, Spanische Romanz.en• .. Sammlung ro­
tidos casos" l6. La obra maestra es al Roman.cero gitano de Gat. ~er ~b~gstexte,., 21, Hal:le/Saale, 1933 (c.oo introduc::ión e indica­
cía Larca, y gozan también de mucho aprecio los Roma.ru:e: ftis-s bibIIO¡rafieas). Pedro. Salinas, El romanClsmo y el SIglo XX, .. Ro­
del 800 de Fernando Villalón (1929). Hay que citar"adelllás. .~e ¡ti' Archer M. Hunungwn., Wellesley, Mass.¡ 1952, págs. 499-527_

Cántico de GuiLlén, cuya última parte está escrita enleramen.~ UduJa BOhmer. Die Romanz.e in der Spanuchen Díchtung der Gegenwar'f,
en romances. ¡¡"., 1"'·
En el aspecto formal vuelve el empleo de la antigua agru.
pación de dos versos en lugar de la cuarteta; así en Garel¡
,011.15 ESPECIALES DEL ROMANCE
Larca (El lagarto está llorando J. El uso de pies quebrados 51­
guiendo el modelo de Rubén Daría se encuentra en algunas 0Qt.
'A) ROMANCE PAREADO. - Véase el estudio del pareado.
siones en Guillen (Alborada. Tarde muy clara y otras), )' l'l>
mánces con estribillo se dan con frecuencia en García Larca. S) ROMANCILLO. - Con el término de romancillo se deno­
mina el romance cuyos versos tienen menos de ocho sílabas; y
BIBLIOGRAFtA: R. Menéndez Pida!. Romancero Híspdnico. 2 vols., •
;-'n::aracteriza por:
drid. 1953 (estudio geoeral que reseña de manera critica w teonas lllú
"1.° La asonancia continua en los versos pares, en tanto que
importantes). P. Rajna, Osservazioni e du.bbi c01'lcernenti la storÍQ. ~&
romanze spag'llwle, RR, VI, 1915, págs. 141. 1. Saroíhandy, Origine 'rIlA­ íos impares quedan sin correspondencia en la rima.
{:aise des ...'ers de romances espagnoles, «Mélanges de philol. offeru ~ "2.° El empleo habitual de la disposición en cuartetas.
F. Bruno!», Parl'>, 1904, págs. 311·312. R. Foulché·Delbost, Essai sur la é'. '3.° El uso de versos, todos con el mismo número de sílabas
origines du romanci!ro, París, 1912. W. 1. Entwistle, La c~anson populaire '(tetrasílabos, hexasílabos o heptasUabos).
fran{:aíse en Espagne, BHi, LI, 1949, págs. 253-268. G. 1. Geers, El probfem,g
de los romr]l'fces, • Neophilologus,., V, 1920, págs. 193-199. J. F. Cim,.El 4.0 L\ extensión libre de la composición.
romance t'n la poesía espario/a, .Revista de Indias", VI, Bogotli, ·1940, Ejemplo;

paginas 89·123. S. Griswold Morley, Are t~e Spanish Romanas writlen bI Esquema

quarrains?, RR, VII, '1916, págs. 4248. G. Cirot, Le mouvement qu.atenlain Hennana Marica, x

mañana, Que es fiesta, a

36 Pedro Salinas, El romancismo y er siglo XX, en .Estudios hisp'. nc irás tü a la amiga x

niLos. Homenaje a A. M, HUntinglon~, Welle~ley, Mass., 1952, pág. 525. En ni yo iré a la escuela. a

e"le estudio se reseñan brevemerJle: R. Dario, 1. R, liménez, A. Ma¡;hado, Pondráste el corpiño,


x
Unanwno. J. Guillén, Garcia Lorca, Alberti, E. Prados, F. ViIlalÓIl f y la saya buena, a
P. Bc,roja. Un gran número de estos poetas romancistas del siglo XX x
/ cabel;ón labrado,
se citan en la pág. 525. Véase también M. Pida!, Romancero 11, págs. 436
toca y albanega; a
y sigs.
220 Manual de ,'ersificació" eSDQQ..,. ~ ",,'(:' ;¡,a nce 221
~, .~
y a mi me pondrán , ;,';i-bi el R~mancero,
General de 1.600,. ~a est~ representado con
, •
mi camisa nueva, ,':-" ,de tremta poesIas de denommaClon vana.
sayo de palmilla, ~u, desarrollo y divulgación se efectúa en el siglo XVII. En
media· de eSl:lJneña;
[ ... ]
• ,,';',', OS de poetas cultos se regulariza el número de silabas; de
~rjmera fonna oscilante se origina el romancillo hexaSI13bo
(Gón¡on)
~~'beptasílabo, llamado también endccha. Usado con prefe­
En 10 que. respecta a. I~ term~nología, hay que rnenci~
1:: cia en la forma hexasllaba, se emplea primero en la poesia
que algunos libros de métrIca entlenden por romancillos es ~ia anacreóntica y en las endechas melancólicas, y también
cialmente los compuestos con versos hexasílabos; y denomU:' ~ para tratar temas satíricos e incluso religiosos. Las clases
$:.''poesía m~s importantcs que usan el rom.ancillo son, j.unto
a los compuestos con heptasílabos, romance endecha o endecha_
por su empleo característico en esta clase de poesía. Los ~ . , ,"'la menCIOnada cndecha, las letras, letnllas y barqutllas;
,j;(IOtIS últimas derivan su nombre del famoso romancillo Pobre
mances en tetrasílabos no se dan con frecuencia y son de orige¡¡
reciente. ~lli1la mí~ de Lope de Ve~a >10. Lo~e, Góngora, Ouevedo y
~ros lo cultIvaron en proporcJón conSiderable ~l. Desde Lope 41
Resu.men histórico: Como derivación del romance, el ramal). airaig an en el teatro de los Siglos de Oro como intermedios
cilla podría suponerse que participa en las discusiones de SU uncos, por lo general camadas.
origen. Sin embargo, su carácter ajeno a la poesía épica, el em­ 'En el siglo XVIII fue ignorado por largo tiempo; en el último
pleo de versos todavía más cortos que el octosílabo y del estri­ terCio, sin embargo, experimentó un reflorecimiento como conse­
billo distribuido regularmente en su extensión, que se da Con (:IIf:Dcia del nuevo auge del género anacreóntieo, impulsado
bastante frecuencia, explicarían más bien su procedencia de por Meléndez Valdes r por Cadalso, y entonces se convierte
una forma originaria lírica y estrófica; manteniendo los \"e1"SQl 1:11'121 forma básica d~ numerosas odas anacreónticas, letrillas,
cortos, habría adoptado sólo más tarde la forma .del romance, idilios, cantilenas y romances menores en los indicados Melén­
semejante al tipo de los novelescos. da Valdés y Cad<llso, y en poetas de la misma época como
El romancillo aparece por primera vez en la Serranilla de Igl~sias de la Casa. Forner, Sánchez Barbero y otros 43. Una
la Zarzuela, «Yo me yva, mi madre, / a Villa Reale ...• (aca!lO pile5la en romancillos de extensión verdaderamente épica es la
de principios del siglo xv) con carácter de poesía popular. La Himnodia o fastos del CrisHarLÍsmo de José María Vaca de
fluctuación en el número de sílabas (hexasilabos y heptasílabos) Gtnmán 44.
también viene al caso; y por esto H. Ureña supone que su fonna En el Romanticismo disminuye su importancia; ofrecen ejem.
primili\'a fue la seguidilla 3a. Sólo en el último tercio del si. plos Zorrilla (Inconsecuencia) y Avellaneda (A lma mariposa),
glo xV] fue acogido poco a poco en los Cancioneros de la poesía Otro tanto cabe decir de la siguiente época; es digno de notarse
culta 39. el romancillo tetrasílabo "Una noche-tuve un sueño .. » d~
~ubén y el Canto nocturno de los marineros andaluces de
)7 La endecha e~ una poes(a elegíaca; generalmente el nombre se re·
fiere al asunto. Prevalece el uso del romancillo heptasílabo o lambién 40 BAE, XVI, no< 1781-1784, Véase ¡mtes, pág. tOl.
hell~sílabo, y es menos frecuente el empleo de redondillas y ver~o; 41 Comp. BAE, XVI, págs. 601 y si¡¡s.

sueltos. 41 Morley.Bruerton, Chronology. págs. 101-102.

1II H. Ureña. Versificación, pág. 31; y Estudios, pág. 33. 4l Comp. RAE, LXI, p:lgS. 268-275, 307-31B, 415 Y sigs.; BAE, LXIII, pá..

)9 Por primera vez en el C!mcion.erilIo de la 'Biblioteca Ambrosiana, ginas 93-131, 320-322.


1589. 44 BAE, LXI, págs. 319-353.
~<
)~ !':

:2=2=2 M~a~n~u~a~l~d~e=_'versifictU:iól1 e.s:~;?1 e 223


García Larca, que recurre a la antigua
romancillo con estribillo.
f:':'~C;\ diferentes innovaciones del Modernismo sobre la dis·
y la mezcla de distintas clases de versos se señalarán
·<:·:·L­
e) ROMANCE HEROICO.-Se llama romance he .-'·:t\J: ;umen histórico.
d rolCO a1'" j ,
ma o por versos endecasílabos. El título de herOico alu .~>_f:'- ;lRq . _. . .
todo a .su empleo en romances de alta poesía (tra e ~ ~- [-<hli5umen hl~tOTlCO: El roman~e heroico es .un~ creaCIón de
y s~eJLaanteS)4~. El, romance heroico se caracteriza ;o~:a, ~:- _¡:~s ~el SIglo. x;vn, y com~Jna el verso ItaIrano con ,una
,0 asonanCIa continua en los versos ~ ,',-', .¡. ~ poética tradiCIonal y autoctona. Representa un testlmo­
que los impares no tienen correspondencia e rar~s. en ~_ f :,><j.otable de la vitalidad del romance, que puede renovarse
2o L ' . n a nma. ,',.;."> 1 *
.' a tendencIa a la disposición en cuarteta . iY.;·' -, _""-eD el dec 1"lve que se InICIa
. . . 1 . b
en e romance octoslla o; y a
1
VIene al canicle& de la obra, que en el caso que. s~ s~rasl ~ -z,o tiemp~, atesti~a tambié~ la definitiva ~si~i1ación d,el
j.
se a:omoda a las necesidades del diálogo. ~ 1~sílabo m~roducldo. de Itaha en el Rena~lmIe~to: Segun
3. El empleo del verso endecasílabo. l':f::;~ávarro la IntroduccIón del romance heroIco sIgmfica ..el
4.~ La libre extensión de la obra, que si es dramática
cubnr actos enteros.
".'; I
:~más definitivo del metro italiano para compenetrarse con
' pueae, _"jittadición castellana_ 46.
He aqUÍ un ejemplo: 1;;::,:·~.ipoema encomiástico A San Juan de Dios e de Fernando
Esquema ¡>~uela representa un temprano testimonio, quizás el más
i Cuán sosegada, cuán lranquilamente ¡
Los dIas pasarán en el sccrelo
Retiro que prevengo por asilo

x A
A
.
l>j¡igtío del romance heroico, Caramuel es el primer teórico
:p,alega ~iemplos en la segunda parte del Prirnus calarnus de
.YRhythmtca (1665)-41.

A Jos recios naufragios que padezco!


¡ Cuánto. ay de mí, retarda a mi espemnza x ¡';,:m florecimiento del romance heroicp dura desde el Neocla~
El Todopoderoso, este consuelo, A
, peisIDO hasta el Modernismo. En las obras de los poetas neo­
y entre cuántas zozobras f1l\l;:Cuando x dúicos es la forma predominante en la tragedia y el poema
El alma está con dudas y deseos! A ~o. De los muchos ejemplos qtle ofrecen V. Garda de la
Apresura tu curso, oh nueva vida, x puerta, Jovellanos, Cienfuegos, Lista, Quintana, etc., resalta el
Pues que nacer de nuevo me contemplo A poema épico Granada rendida de J. M. Vaca de Guzmán, que
Aquel día que a ml me restituya, x eti"1779 obtuvo el premio de la Real Academia de la Lengua, y
Rotos de la ambición los duros hip.rros. A
r ..] Jll tragedia La viuda de Padilla (1814) de Martínez de la Rosa.
(García de la Hucrta, Propómos y deseos juiciosos..., eScrita sólo en romances heroicos, y en la que cada acto se
BAE, LXI, pág. 225) ttes.arrona: en una soja asonancia C9.
El romance heroico aún goza de gran estimaciÓn en el Ro­
45 Véase el endecasilabo heroico. No uiste un término que abarque

los romances de veJ:'SOS largos. Según la clase de veeso usada, se habla

de romances endecasílabos, decasílabos, dodecasílabos y alejandrino!.


4Il T. Navarro. Métrica, pág. 24t.
Estos últimos los ensayó prim~ro Zonilla en Colón; fueron imitados eu
cierta proporción por el Modernismo, muy dado al verso aJejandrioo (por
(f BAE, XLII, pág. 448.
ejemplo, Los pájaros de Cl4ba, de Salvador Rueda; La canción del clltl'lillQ,
q Véanse las citas y más detalles, en E. Diez Echarri, Teorias, pá­
de Santos Chocano, y OlroS). SOlo el romance endecasflabo, por su el gina 205.
más habitual e importante de ellos, recibió un nombre especial. fiI 1: e'o~ 11: a-o; III: a-a; IV: e-a; V: e-<J.
".1'
r¡j
::r

224 Manual de versificacidn es~:<


manticismo, especialmente en el teatro·'i! y en ~ } " .
aunque no es ya el verso que predomina. TambIén Se ene l!:(¡~.,'
en la lírica, con frecuencia en Zorrilla. En el Modernis ~
canza gran florecimiento y dhulgación sobre todo en ~~­
noamérica, donde 10 había usado por primera vez hacia :
Sor Juana Ines de la Cruz. Arraiga a principios del siglo
(Bello) y en la época romántica. El argentino Lugones osi"
] 938) escribió tres mil quinientos versos de su poema A loj' .~ CAPíTULO II
nadas y las mieses en romance heroico, y usa la misma fonna'rg,.
los can los Al Plata y A los Andes. Con frecuencia variable'~ LAS FORMAS DE ESTROFA ABiERTA
encuentra en Daría, Salvador Rueda, Nervo y otros. Siguien~
los ejemplos aislados que se hallan en Bécquer, algunos Inod
nistas cultivan el romance heroico variando la medida, con:
nando, por lo general, heptasílabos y endecasílabos, pero 1aiJ}, LA ESTROFA DE DOS VERSOS
bien se presentan otras combinaciones, tales como los de 9,5­
] 1 Y 7 silabas. Se encuentran también casos que se apa~ PAREADO. - El pareado cont iene dos versos con la rima
de la forma habitual de cuarlem, y así se halla la di.}posidón' IIlrJbb ce, elc.) sin que resulte obligatorio el uso de una deter·
en sextetos, por ejemplo, en A Emilio Ferran' de Daría (abcbDlI:) ~ clase pues pueden tener la misma o distinta medida.
y tercetos, en Música de Unamuno (Abe Dec: Fgc). ' Ú,riIIla habitua.l es la conSon<mle; la asonante (en series largas
En la época que sigue al Modernismo, el romance herOICO, ~!leneralmente mezclada con la consonante) se limita a unos
es poco frecuente y en su empleo se nola la vuelta a la fonna ~s textos muy tempranos y a refranes papilla res.
fundamental; así ocurre en varios pasajes de M,lriana Pineda
Sólo en casos excepcionales los pareados de \'ersos cortos
"C
de García Larca y en la Antígona de José María Pemán. be
.:escribían seguidos, como lar¿:os; así los pare.".dos heptasílabos
las combinaciones de versos distintos parece continuar sólo
deja Disputa del alma y el CIlerpo (siglo XII) en forma de ale­
la de endecasilabos y heptasíl<lbos (García Larca, Balada triire
jliD:.cirinos con rima en la cesura l.
y otras). Hay muchos ejemplos de cuartetas asonantadas con
versos de 11 y 14 sílabas en J. R. Jiménez, A. y M. Machado, , :En 10 que respecta a los asuntos, el pareado se usa casi
E. Marquina, Leopoldo Panero, E, de Nora y J. L. Hidalgoil, .siempre en la poesía que no es lírica (narrativa, didáctica, epi.
,\ gramática y dramática).
'>l P'Jr ejemplo, ell La copa de marfil de Zorrilla; Munio Alfo~o, dE
Avcll<lucda: La mUUfe de Cesar de Ventura de la Vega. Resumell histórico: El adjetivo sustantivado pareado se usa
.'\ Asi en el duquc de Ri~as, El moro expÓ.lito,' Espronceda, Despedidg en lugar de la expresión completa verso pareado. La cuestión
del palrioco. griego: Bermúdez de Castro, El pensamiento,
~l Vease la T(:scila de Gonzalo Sobejano, RF, LXXV, 1963, pág. 4lJ.
de sí el parc3do constituye una forma estrófica es teórica :v de
importancia secundaria, Se le define como la estrofa mínima,
si bien poca" vec~s lkga a formar estrofa única.

I M, Pida1. en .Re,jota de Archivos, Bibhotecas y Museos_, 3.' tl.pOCd,

IV, 19DO, págs. 451 Y ~igs,

I'!ISlPlCAeló¡'¡ ES!'. - B
~c

f~-;'.:, '.

. 226 Manual de versificación. D~- <~'¡;Y:"f_""t':;;;:'_ d do' ve"05 227


-~<' c,'c~a e '
El pareado, forma primitiva de la poesía, puede h~:;; ':~I t XI de Ia Historia troyana (hacia 1270) J. El hecho
se """k-ftIV'S a
ginado de manera espontánea, y en e caso de pareados sue,i -'t:;' f -';~;~'r-I-a rima pareada penetre en el romance hace. d e d "
1 M tlCl;
(estribillos. refranes, etc.) no hay que buscar ('n otras lite~, 1 _::,,:~istencia del pareado en la poesía narrativa del siglo xv .
el origen; no obstante, cuando los pareados van en serie y"".': ¡ \;~ areado narrativo, dejando aparte unas pocas eXcep­
"
canzan nnportancJa " 'Iterarla,
" " en t ooces eXls,.e n
. l" lln •In'lujo -,,~
exttiij;_:!~'$'t"
,,,,i:Z'''''te_P I
tuvo influjo alguno en a 'poeS13 )".
Inca d e 1os Can _
jera 2. El florec~miento del pareado en las serie.s de la ~.:. ¡ ;,~!, .n~jn embargo, en l~ lírica se encu~ntra. el pareado
jugla.resca es diferente del que se ~sa. en. ,el slglo XVtu "~ ';~como estribillo. especialmente en los v¡Jlancl;o~; en uso
m~dernismo, que se explica por l~_ ImltaClOn de modelos !f.t-;, _,~ aparece en el cosaule. En los decires afonstlcos y en
trICOS franceses, y en parte tamblen de ~os. temas. El in~~ 1. "'~rmas poéticas más largas se reanuda el u:o del pareado
italiano se halla. en el empleo de versos IlaJla~os en pa~ l:~ do ocasionalmente para la poesía sentencIOsa.. tal como
isumétricos y plurimétricos de versos .endeca511ab~s Y, hep~ 1- :r
la en el Conde Lucanor, y .el Libro de los ejemplos de
labos, tal como aparecen en las comedIas de los SIglos de Ol:í;... i _~ te Sánchez de Vercial (hacla 140().142l)~.
Según las clases de .ve,rsos empleados en su hjstor~a, el ¡lt.',! ::~Modemismo sacó al parea?o octosílabo de .~u completo
rcado se presenta de dIstintas maneras. Por esto conslde~ I )"':'0. asilo demuestran J. R. Junénez (La. creac:on), G. Mar­
necesario tratar por separado las formas más importantes cij _"'~ Sierra (Bendiciones), y después especialmente Jorge Gui.
mismo. :~(Sdbado de gluria, Noche del. ~ran esti~, Aquel jardín). Los
1. El pareado de versos cortos. - Fue adoptado de la Poesfb. :I:'~ostrisílabos en Otoño, pencLa ~e
Gl1lllén representan ~na
cortesana francesa narrativa y 'didáctica; al modo de la poeSl! ~sante innovación. Por la extensIón regular de sus seneS--,

france~a. se <>mplea en series que no conslituyell estrofas.-FJ ~'constan en cada ocasión de cin~o part:ados, Y el empleo con­

la forma métrica en que se presenta en el siglo xn el Mistirio "~ de sólo dos elementos de rIma (aa bb. aa bb aa) ~sta
de los Reyes _J\kgos y la Disputa del alma y el caerpo. Las dos _~1idad represen1a una forma de compromIso entre sene y
obras pertenecen al meste'r de c1erecb, pero manifiestan UlI l-'~fa. ! ,.
fuerte influiD del arte de la juglaría. Mientr¡¡s el mester lit .
clerecía arrjnc~ma más tarde el pareado en favor de la cuadelll& -'
j':'L
El pareado de 11 + 11 o de lJ + 7. -Los pareados. de
Iiídros italianos corr.binados en tre,~ o cuatro parej~s no tenHtn
vía, el arte de la juglaría del siglo )CUI lo !levó o- su más a1t.a
_~,principio uso autónomo; eran la forma predIlecta de la
florecimiento en la Razón de amor, Santa María Egipciaro,
Elena .v María y en el Libre dds tres ReY5 de Oriento Los dife. -
- J Véase M. Pidal, Tus poetas prímitivos, Col. Austral. n.' 800, págs. 103·
rentes versos, que aCllsan una fuerte !1uctll;lc:ión siLibica, tienrn IltreX!ractD de Historia troyrma en prosa y verso, Anejo XV1II de la
por principal base el heptasílabo y el eneasilabo; en la Raron m,'Madrid, 19)4).
de amor se encuentra también en mayor proporción el oclD­ -, Agustin Dudo l:cdic:J- a <esta clase de romallce un apllrtado propio
m' el RomarlCero general, BAE, XVI, 11, Ap~ndice JII. b~jo el titrlo dé
sílabo. En esta obra predomina la rima asonantt>, frPllte rl NÁrflmrces de varias clases, hechos en versos pareados. Véase Oarkc,
Atlto de tos Reyes Ma?,os \' la DisPlI/(I, d('nde se cmpkó la riffi1 Sterclt, p¡Íg 289, n." 28: Tite Sf'a:1ish octos../l,:¡b/e, HR, X. 1942, págs. 1-11:
consonante con un;:¡s poc;;s ex::epcioncs. Lo" primcros pnreados Rcmarks on the earfy romances Il11d cantares, HR, XVII, 1949, pags. 9J y
octosilabos que originariamen1e sc suponen regubres. se hall!n si(uienles.
, Por ejemplo, Cltnc. siglo XV, n,"" 563, %4; CanCo de Palacio. n." !54 (a
! Vé[l~e Pnul Meycr, Le co¡¡pler de de¡,¡;r. \icrs, .Romllnía», XXIII, lill,
partir elel verso 32).
páginas 1-3). " Comp Le Genlil. Formes, pág. 21, :on referencias de citas en las
nolas.
228 Manual de versificación l!$~ '~;;tStrf)fa de dos versos 229
sirima o estrofa final en la canción petrarqUist~ ~rnistas, que se corresponde con su predilección por el
siglo XVI y del XVII, y aparecen a menudo también insertoa ' ~; drino. Ejemplos ofrecen G. Valencia (Leyendo a Silva),
norma alguna en la silva. De manera aislada se usan en. .:: ~chado (A orillas del Duero), González Martínez (La can­
tencias, epitafios, epigramas, etc. Dispuestos en series se encutn; ~{de las sirenas), Pérez de Ayala (en Coloquios, en La paz
tran en poesías didácticas y morales; así en los Ejercicios de. .lifúmdero, 1903). R~mon de Basterra (Los grandes ritmos del
votos del mejicano Juan de Palafox y Mendoza 0600-1659), BlI' ¡¡iírfeo ) y otros- En la forma asonantada el pareado se encuen·
la denominación de silva de consonantes con la disposición fif "-<-par primera vcz en RosaHa de Cas1ro (En las orillas del Sar J.
de aA bB cC dD, etc., o con la libre disposición de endecas~ IpuéS del Modernismo disminuyó su empleo.
y heptasílabos alcanzan alguna ímportancia en las comedias de
Alarcón, Mareta y otros. En Lope, sin embargo,. son muy es. EL PERQ{IÉ. - En su forma auténtica el perqué consta de una

casos '. (¡,dondilla o uua cstro~a de cinco versos seguida de una seríe
Las rimes pIates de la tragedia clásica francesa sirviemo ¡ilinitada de pareados octosJ1abos; en algunas ocasiOnes la es-­
de modelo para el uso de los pareados en el teatro del siglo XVnx. @fa inicial se n:pi tc al h~. La serie de pa!-,e~dos com~enza y
~na con un verso que tIene correspondencIa en la runa. El
que se estimaron propios, sobre todo, para las partes dialogada!.
El primer teslimonio en Hispanoamérica lo ofrece el peruano p@ler pareado es(á en relación con la rima de la redondilla. La
P. dc Peralta Bamuevo en La RodogUl1il (¿J70S?), que imita la plirticularidad de los pareados en el perqué consiste en que las
obra de CorneiHe del mismo titulo; el primero que lo empleó rimas parejas (aa bb ce, etc.) unidas por el metro, se separan
en Esparta fue Cadalso en su tragedia Sancho Carcía Onl). -j;ada vez por corLes sintácticos; cada pareja quc se origina de
Fuera de las imitaciones directas del francés (Racine, Voltaire), esta manera sc inicia con "por qué.. , "porque" u otro elemento
la serie de parcados con versos isométricos o plurimétricos se eD. uso anafórico.
mantiene en el teatro neoclásico; así en Agamenón \'C1Jgado de ., Ejemplo:
Esquema
García de la Huerta, que tuvo por modelo una traducción de
'. Pues no quiero andar en corte a,
F. Pérez de Oliva en prosa de la Electra de Sófocles. La sátira
también se sirvió en algunas ocasiones del pareado; así en Ca­
nin lo tengo por deseo, b I
Quiero fer un devaneo b \ estrofa de cinco versos
dalso y en Arriaza. ron que baya algún deporte a
En el Romanticismo pierde su importancia como fonna d~ 1 Qualque consolación: c
mática; se encuentra, sin embargo, con frecuencia en poeslll! ¿Por qué en el lugar de Arcos sin rime.
de carácter narrath'o, como la leyenda El abad Duncario del IlO usan de confesión?
¿Por qué la dis(putación)
c
c
I
enlace con la estrofa de cinco
versos por la rima
Pad re Arolas y en algunas partes del Angel de Echevertia,
feze pro a las devegada~? d
.1. El pareado de alejandrinos. - Siguiendo modelos fran. ¿Por qué malas peñoJadas d
ceses fuc empleado, aca:;o por primera vez, en forma de series fazen falsos los notarios? ,
por Idarte (La campana y d esquilón). Reanimado nuevamente [... hasta el fin~l:] [, .. ]
por B:1ude];:-,irc. Verlaine y otros, se convierte dcsde Rubén (Co­ ¿Por qué pide gran mantón
,r
loquios de 105 Centauros) en una forma bastante apreciada por el que liene chico cuerpo?
¿Por qué parece huerco , \ fin~
7 En lO[1~ aparecen sólo desDué~ de lb20, y no sobrepasan nUllca
el qlle anda despojado? sin rima
~J
6 %. Véasc Morloty-Brucrton. C/!ron%gy. pág. 99. (El Almirnnte Diego Hurtado de Mendoza, Curse. de Palacio, n.- 1)

1
~<"_:_ i;!:0!:~a
230
=====- "~ . •.~
Manual de versificación
sUf~<' ';:~éD
En el transcurso de su historia el perqué ,
de tres versos
en el Cancionero de romances de Amberes, donde Garcí
231

bias; que en el Siglo XVII condujeron a su completavanos ~_/, ~-::~ de Badajoz ofrece los primeros ejemplos de estribillos
sició.n. E~ .10 q~e :es.pecta a sus temas, el antagoni:~~_- -::~os en el perqué 13. ,
la ~l~poslclón smta,clIca y la secue~cia métrica que es en.~, . : ,'\)¿Míentras en Cervantes el perque se da una vez más e~. su
tenstIc.a de~ pcrque, lo hacen proPiO para la sátira, a~ " ~ forma, e.o ~ope de Vega aparece !,a. en descomposIcIón
r~~resentacIÓ~ de asuntos en que se plantea alguna CO:t1'a:,'-", :~tiva; presc!n~~endo de las. caractenstIcas de esta fonna
ClOn y en quejas de amor contrario, y sirve también ~~ -~, se convlrtlO en una sene normal de pareados Que, co­
tos alegóricos y enigmáticos. para ~ . _.'~do y tenni~and~ ?or ~n ve~so sin correspondencia en
-'~,jna, opone la diSposIción smtáctIca a la secuencia métrica 14.
Resumen. histórico: El primer testimonio de la palabra "';~isroa forma emplearon Alonso ?e Barros y Cristóbal, Pérez
la disposición métrica del perqué lo ofrece la poesía de Die' -,~:Herrera en los ext~nsos PrDverb.tos morale~.
Hurtado de Mendoza, Almirante de Castilla (muerto hacia 140~' ;;,~;J)eSpués de largo tIempo de OlVido, el antIf!UO perqué, com·
que con el título Perqué inicia el Cancionero de Palacio. El~ . _~to en endecasílabos, vuelve en la obra de la mcjicana con­
pecto fonético de la palabra no es castellano, e indica. su Proce. ~ránea Guadalupe Amor 15.
dencia catalano-provenzal o, con menos probabilidad, italiana;
no obstante, no ha podido comprobarse hasta ahora que exista
una fonna poética correspondiente en estas literaturas. La
forma castellana por qué como denominación de la poesía se
encuentra sólo en el siglo XVI 8• En Cervantes el perqué aparet~
en su forma pura con el nombre de aquelindo ~ (acaso el dc
una canción de baile que comenzase: ¡ah, qué lindo.' J. LA ESTROFA DE TRES VERSOS­
En Juan Torres el perqué cambia la interrogativa por"
afinnativa 10. Los parcados del perqué inscrtados en pareados "1a
estrofa de tres versos (terceto) muestro en el transcurso
normales del Razonamiento de Alfonso Enríquez 11 y de la Me. de. su historia, desde la Edad Media hasta nuestros días, una
táfora en metros de Diego Núñez de Quirós 12 conservan del pero p.n variedad de formas. No obstante, sólo el terceto dantesco,
qué tan sólo el característieo tratamiento sintáctico de las ti­ irltJ'Oducido en la poesía cspañola por Boscán, alcanzó realmen~
mas pareadas. le importancia. y es, por lo general, la forma originaria de las
El perqué encontró más amplia divulgación en el siglo XVI, v,ariantes más recientes.
dispuesto en forma de pregunta y respuesta, como en las quejas 'EL TERCETO EN. L4. E04.0 MEoa. - En España la estrofa de
amorosas dialogada~ de Juan del Encina, Ximénez de Urrea y tres versos (por lo general cortos, octosílabos y hexasfiabos)
Alonso Núñez de Reinoso. En esta forma se da ocasionalmente que se presenta en la Edad Media con una misma medida de

IS Referendas de dtas en T Navarro, Métrica, § 122, pá>ls. 195 y sigs.


8 Véase T. Navarro, Métrica, pág. 195, 001:' 17.
Il AsI en El Argd fin:¿ido lIr (monólogo de Leónido: «¿Loco me decís
9 El rufidn dialOSO, Primera jornada, «Escucha, la Que vioiste~,
que eSfoyJ n ); Amor con ..i$fa Ir (monólogo de la dama Fenis: .Ya 00
10 Canco de Palario, o.· 73; los primeros seis pareados r~cuerdan I~
tiene mi fortuna.) y otras.
sily;) por su mezcla de '. . ersos sin rima.
11 Idem. n.O 154. 15 Poesías completas. Méjico, 1951. pág. 4;· citado según T. Navarro,
M~trü:a, pág. 468, nafa 8.
IZ Canc. General, n." 950.
,}'¡[¡:~\!:;, <é I
234 Manual de ver.'iitIcación es "':J~i¡" 't.<~~
de tres versos
,235n
='"- ---C -----~~ í ~ __,,'" dos elegías dmgidas al Dnque de Alba y a Boscan
Muera, pues, quien de vos está apartado, y ~.\ 1 "ii:<d1\8 en sus de su s~gunda Egloga. En las obras de Hurtado
A áb ~'J~ 1 Pr.....-an pllrte
l
.·d l ·
c: ese en a \11 a a meIllona;
QUe a un pIO]¡JO dolor desesperado . y
Z .~.'
_,i:\
", ¡
tJl ~-
~ J{eJl'daza GutJeiTe
t::
' de ee t m a , Herrera , Barabona de Soto y
¡.d l · 1 XVI eomo estrofa pll~'
. bien
Mal puede verllf . que le de glona.
. Z ". ,
¿" '~ eI 1e reeto se cúnso
a en e SIg o .
I t'ene esta
' . I ~7. ' a los mencionados asuntos y generas, y man I
(Herrera, libro 11, EI"gía IV) e~~ pahr ta Ralmundo LullO (1875) y La JeIl!a osrr.cra (l8i9)
'C!Óll aS c:. ,
pef'1 .ez d Arce 28 que se consideran como les timamos ¡lIla,es
lo:_
~"" \,~,
El terceto así encadenado se emplea sobre todo en la ¡1ff ,Núií e ~
ran poesia en tercetos en Espana. e e~cn lcron .en
_ S b.
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didáctica, Hasta el Modermsmo e<; una de las pnncipales f~ ¡ ~~o~ la famosa Epístola moral a FablOZ'J, la Eplslo/a Saf¡r~Cí~
~~1
~J:~ de la estrofa en las epístolas poetlcas V en la sátIra elev~ i.~ soria dirigida al Conde Duq:,e ~e OlIvares 3D, las el,eglas
?>'.,-:r:'" Se usa también mucho e',l la elegía y en la poesía bucólica. POr. 'f~'~leite y la virtud y De las mISerIaS .hum~llas de ~elendez
1~ su carácter es fonna propia de la poesía culta, y en 'esto ,. .:1dés JI y otras obras importantes. Testlmomo ya tardlo ~e I~
de acuerdo las Poéticas de los ,Siglos de O~,:, que tratan ~~ición puramente didá~tica del terceto son ÚB regla:; dd
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.r¡l',.. terceto~4. E$to no excluye que Gongora, por ejemplo, e"CIibiera 'd~ (1791) de M. J. QumtanaJ'. .
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,. tercetos burlescos 25 porque el contraste ,e~t~e el co.n1enido Ij;
gero y la forma refinada es un recurso eslIhstIco corriente entre
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Bermúdez lo introdujo en la .l!teratura dra~át¡ca e~ 1.<i77,
de Lope de Vega perteneclO al repertonü de verl;;OS de
poetas cultos. Italia proporcionó los modelos decisivo~ tan'~ y,ante:d,·a JJ El l{'atro nacional mantiene esta tradIción, aunque
de la forma como de los asuntos y estilo de los tercetos. Dante i . declive (Cervantes, Gui1Lén de Castro, Lope de Vega, ~Irso oe
" "'. 1lIcorn... . . . ,
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iniei~ la trad~ci.ón did.áctica; Lor.enzo el .Magnlfico y FranceSCA) en !ina, }' otros). El uso del terceto suele ~rB.er consIgo una
Berm, la parodlca; Anosto ]0 uso por prImera vez como fonna: ato reial intencíón estilística:l4; por esto la Cifra de su uso ~n
de la sátira. En España, no obstante, el terceto se limita casi ~P aración con otros metros es baja; así en Cervantes osc¡]~
exclusivamente a la poesía seria y culta. Se usó también en el ~~ el 16,6 % (El trato de Argel) y el 0,7 % (La entretem.
teatro nacional, especialmente en monólogos y en otros pasajes en
destacados.

Resumen histórico: El terceto encadenado fue introducido; 11 BAE, XXXII, págs. 23-27.
de Italia por Boscán. Aun cuando Dante no lo había inventado I 111 Véa~c M. Pelavo, Eswdios, IV, pág. 344.
la Divina Comedia fue la base de su notoria fama, Boscan I~ ¡ l'l ~ Fabio, las e~peranzas cortesanas 0, BAE, XXXII, págs. 387-389._ Sobre

presenta en una proporción considerable en dos extensas epl~ 12 cueslion del autor (Francisca de Rioja, Fernández de Anclrada, Rodriga
Caro). v~a~e A. Valbuena Prat, Historia de la literatura española. n, 5."
tobe; y en otras dos poesías que tituló capitulos, siguiendo ell., Baf¡:clor¡a. L9Sí. pág. 265, Y la bibliografía que allí se cita. D_ Alonso,
también en esto modelos italianos l6. Garcilaso usa la nueva' El Fabio de la ~Erístola moral,., en Dos ESpañoles del Siglo dO' Oro, Ma·
drid, 1960, p:ig,. 1Oj,239.
_ l~ «Na he de cilllar,., BAE, LXIX, págs. 37-39,
JI B.A.E, LXnT, págs. 249-252.
14 Vl'anse los tp.~ljmoni(), reunidos en fdprn, pág, 233.
~ BAE, XXXlI, pág. 4~S.
J2 B.A.E, XIX, págs. 75-at.
JJ Vé:Jse el cuadra sinóptico de S. G. Morley, en .Homenaje a Me­
:!f, Ell el Terreor Libro de las Obras (ed. de W. l. Knapp. Madrid, 1875, néndez Pida\», 1, Madrid, 1925, págs. 350-351.
rál!inas 3n y ~illS J. Capilolum fue el título de las Canti en los códicel J4 _San los tercetos ¡J3ra casas graves_, dice tope de Vega en su
:;nti¡::uo, de la Divina Com"dia .. luego fue ampliada hada el significado Arte nuel'p (BAE, XXXVIII. pág. 232).
general de Poe~ia en tercetos. Comp. con las Capitoli de Berni.
236 Manual de vers.ificación es~~" \.;:~:'estrofa de cuatro vers.os 237
da) ,Jo, :Y en Lope entre el 21,9 % (Los hechos de ~_ ',:~eval; en el Modernismo son muy frecuentes (así en
l,l % (El rústIco del cielo):I6. y ti ";;~ Mirón, Daría, Gorualez Martínez, y otros) y acaso pro­
En el ¡vlüdernismo el cultivo del terceto disminuye co'
derablcmenle en favor de variantes antiguas y nuevas.
tante, Rubén Daría lo empleó hasta Visión (del CanJo eTtlJllr
No:­ :i' del influjo francés .
.~ Un estado intermedio entre el terceto independiente y el
<;'tes co lo forman las estrofas de tres versos de la Corrida
1907) y ol.:asionalmente se halla en Valencia y González ~' . miaras (1929) de Alberti. Su esquema (ABA eBC DED FEF,
ncz, y luego sobre todo en Hispanoamérica se dan tCdav' ~tera) muestra que la rima del verso interior enlaza cada
ejemplos que demuestran la vitalidad de esta forma de estrofa~ "".i# dos te:~~tos,. aU,nq~e esto no se manifiesta en el curso de
iitoDlPoSlclOn smtactlca.
arRAS FORMAS DEL rERcETo ITALIANO. - La ter.;:a rima no fut: " c) El argentino J. M. Gutiérrez emplea acaso por primera
la única estrofa de tres versos, :Y así encontramos en EspaJia. ~en su poesía El av/? en la mar tercetos independientes aso­
también otras clases de terceto >3. Como fueron cultivados tan "jfátJtados :Y variables de medida con el esquema ABá CDc EFe.
sólo en casos aislados y por poco tiempo, baste aquí alglU¡a álcontr6 algunos seguidores entre los modemistas, que variaron
referencia breve. ':iI6fi más su esquema introduciendo nuevas clases de versos
a) Ya anterior a la introducción del terceto dantesco se. TimdeeasíJabos, heptasílabos y pentasílabos) y otras series de
encuentra una iOI-ma de terceto de versos largos que prescinde­ )itrias asonantes y consonantes.
del encadenanüento de las rimas enlre las estrofas (terceto .( d) Los poetas españoles se empeñaron en transponer los
índependiente). El esquema normal es ABA CDC EFE, etc. Esta ~temas de las formas estrÓficas y poéticas italianas a la poesía
forma se muestra por primera vez en Gómez Manrique, y fue .etl'Octosilabos autóctono<¡. Siguiendo esta eorriente Lope de Vega
cu] tivada luego en cierta proporción por Timoneda, Lope de "«-ro el terceto octosílabo en su comedia La inocente Laura. El
Vega w, Juan María Gutiérrez (1809-1878) y por Lugones. También terceto octosilabo se distingue del encadenado tan sólo por la
se dan otras disposiciones en las rimas, como la de ABB CDO clase de ver50 empleado. En el Neoclasicismo volvió a ec;ta for­
EFF (Lope). tria Iriarte en El caminante y la mula de alquiler (Fáb. XVIII);
A este grupo pertenecen también los tercefos monorrimos "en el Romanticismo Harlzenbusch en la fábula El murciélago. y
AAA BBB cee, etc. Su aparición en los Siglos de Oro 4Q ha de en tiempos recientes R. de Basterra en Las cimas. Entre los
considerarse que continúa una disposición de la rima del ter. . poetas modernistas tuvo alg{m éxito, :Y obtuvo muchas variantes
con la introducción de eneasílabos :Y hexac:;ílahos. rimas agudas,
asonancia con v siu encadenamiento de las rimas, Esta rica
JS Vease el cuadro sín6ptico en R. Schevill y A. Bonilla y San Martúi, variedad cayó en desuso después del Modernismo.
Obras complerrH de Cervanres, VI, Comedias y entremeus (Inrroduccilín),
Madrid. 1912, d~~de la pág. 163. BrBLlOGR\FÍA: Le GentiL forl7leI, págs. 1[·23 (con algunas indicaciones
Jó Veo.se en Murlcy-Bruerlon. Chronology, págs. 405406. bibliográficas). T. Navarro, Mi/rica, indice de e~trofas: terceto.
J7 Referencias d~lalJadas en T. Navarro, Métrica, pág. 465, a las cuales
habría qU¡; aüadir la Elegia a Ramón Sij¿ de Miguel Hcrnández. que
muestra una palente tend~nda hacia el uso estrófico del tercelO dantesco. LA ESTRO F." DE CU..\TRO VERSOS
lB Aqu.í no se liene en {:ODsideración el terceto como elemento de
composición en e! soneto.
D Vease MorleY-Bruerton, Chronology, pág. 103. LA R¡J:lOKDILLA. - En ..su forma normal la redondilla es una
40 CClncio71uú d~ Evora, n.O' .56.59. cstrof", de cuatro versos cortos, por lo general, octosílabos,
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todos Respecto a la disposición de Iaa ;<'Ia cesura 41, sin que se ponga
en duda la redondilla como
:(, rimas
~d estr~fic.a. . .
1." La redondilla de rimas abrazadas: abba. - Existe cas¡
:,:-No hay hmltaclón de asuntos en la redondlUa, a no ser la
~ procede de! uso de versos cortos en lo que esto pueda
exclusivamente desde los Siglos de Oro; algunos teóricos mOd,
nos la cónsíderan por esto como la única y verdadera forma de
,. ~tar a la condición del estilo. En SU mayor florecimiento
la redondilla. siJ'Vi6 sobre todo, como dice Rengifo, mpara componer comedias
y-Ji-álogos». Lope de Vega la recomienda en ~I Arle nuevo espe­
2,0 La redm!dilla de rimas cnl.?adas: abab. - Este tipo es el. ,;¡¡i8Imente para «cosas de amor» 42. En e! SIglo XVIII y en el
más antiguo. Los teórieos que no la consideran como forrI'.a de '-j.órnanticismo se estimaba corn.o fonna eslr-ófie.a de la poesfa
la redondilla, la denominan de manera diferente. linos usan ~arrativa.
el término general para todas las estrofas de <.:uatro versos coro Resumen histórico: Semejante al francés rondel. rondeau y el
tos, o sea cuarteta; o en analogía eún la forma de estrofa. en­ Íbtliano ritmtdetlo, la palabra redondilla se deriva del latín
decasílaba (ABAB), serventesio, porque este esquema de rimas _ ~Igar retundus (redondo) con el sufijo diminutivo; y significó
es el habitual de las estrofas decasílabas del antiguo serventesio (al menoS en SU uso en la poesía popular) un baile en corro o
provenzaL -una forma de canción que acompañaba a esta danza. No obs·
Las rimas cambian de estrofa en estrofa; se da rambién en lante, la palabra española acaso no se relacionó con e5ta evo­
la forma de pie quebrado, sin que esto alcance gran importancia; ~ci6n semántica válida para el francés e italiano, sino que se
la variante abab se presta enejor al quebrado, que sólo abarca P'!':ó probablemente en el siglo XVI apoyándose tal vez en el
los versos parcs (a 8 b 4 aS b 4 ). El.primer ejemplo lo ofrece italiano rirOrlde1!o. Esta suposición me parece aflnnar5e por lo
acaso el Marqnis de Santjilana: que dice Rengifo, el que primero buseó una interpretación de
la palabra. Según él las redondillas se denominan así «por la
RecufrJate de mi vida
pues que ...· bte
a' uniformidad que lleva en el canto, porque como se canta la
b4 primera, Se cantan las demás [ ... 1 o [ .. ·1 porque 5e canta en
mi por¡ir c: despedida
ser_ tan triste.
"
b 4
, los conos donde bailan, como dice Tempo de sns redondillas
italianas» 41. Si, en efecto, la redondilla hubiera sido una antigua
[ ... )
forma española de baHe, el nombre hubiese aparecido antes.
.!,:, (Olra canción, Canco siglo XV, 1, n.' 240) En e,,-te caso Rengifo en sus explicaciones no hubiera tenido
ij<
'/­ que recurrir expresamente a Antonio da Tempo y referirse a
El ejemy]o del tipo abba en pies quebrados es menos frecuente, las redondillas italianas. Por lo visto conoció la redondilla en
Acaso un primer ejemplo con Jo fonna a 4 b a b g a 4 10 ofrece función de canciones de baile tan sólo en Italia y no en España,
~, Gil Vicente en el Auto de la Sibila Casandra. y esto le hizo referirse en primer lugar, entre otras explica.
:;:­
., Hay que mencionar que en textos antiguos la redorIdilla se
41 Las ejemplos de Sem Tob en los Proverbios mora1e~. edición de
escribe reuniendo en una línea cada dos versos, con lo que Jg. Gom:í.\ez L1ubera, Cambridge. 1947.
resulta una aparente estrofa de dos versos largos. Así aparecen 42 «Y para las [cosas] de amor las redondmas~ (BAE, XXXVIII, pá·
las redondillas heptasílabas de los Proverbios morales de Sem gina L'2).
Tob, escritas en un manuscrito como lllejandrinos con rimas o Rp~¡.tifo, Arte poética española, Salamanca, lSn, cap. XXII, pá.­
ginas 23·24.
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242 ,';-' 'J¿J tstfoja de cuatro venas 243
Manual de \.'ersificación ts_­
~ ~ otras pruebas, un testimonio favorable a la tesis de
La variante abba no aparece hasta el siglo XIV", Y entra.
competeucia con el tipo abab en los siglos xv y XVI; sobre tO:II.
darke e1> la poesía ~Ya \a gran noche passava" ce! Marqués de
'~tilra.na ss. Esta composición muestra coplas de arte menor
como pieza para otras composiciones, en csta época no aIca~'
tod.:::vía un predominio fren'.e a la variante más antigtla. Parett tc.on treS rimas) que alternan con redondillas del tipo abba, y
a.cepl.aiJle considerarla c~mo modificación sin ,im~ortancia del'
p.trece presen~ar así la fase originaria de la redondilla;
tamo
~ podrá dejarse por entero de lado que, en casos aislados. la
tipo abab, como lo hace r. Navarro, cuanto mas SI se tiene
~ODdilla proceda de la copla de arte menor, aunque no parece
cuenta la tendencia por la rima abrazada (abba) en ]a Paes~
española de fines de la Edad fI.'ledia l~. ,;qDvenientt: que St I.krivt por elllero de ella por razones ero­
~6gicas y de su organización. Desde mediados del siglo XV la
Existen, 5in embargo, inconvenientes fundamentales qUe se
~Ia de arte menor pierde su importaneia y se asimila a la
oponen a la derivación de ]01 variante abab del dístico Oeto.
nario, pues habría que 'suponer que, según el mudelo latino eDPIa
castellana, que entoncf''> se pone de mod~. Sólo cuando
ésra, en el último cuarto del siglo XVI, se descompone en dos
alternan rigurosamente las terminaciones masculinas (agudas)
y femeninas (llanas) (al b no a f b In). Este fenómeno falta ~ta estrofas autónomas de euatro versos cada una, se produce el
Gil Vicente. Otra dificultad se presenta por el hecho de que se 'repeJ!.uno incremento de la redondilla. Por su organización de
éUR tro rimas. la copla castellana ofreció condiciones incompa­
emplearon también tetrasÍlaoos, hexasílabos y eneasílabos, que
rablemente más favorables para la formación de la redondilla,
difícilmente pueden entonces derivarse del dístico oetonarlo.
pues bastaba un corte de sentido después del cuarto verso
II. La redondilla más moderna se produjo por el desdoble
d~ la estrofa de odio versos·; es posible que la estrofa de
para dar autonomía a cada parte de estrofa, ya independiente
cuatro versos que acabamos de tratar, haya favorccido tal par. ro la métrica.
. El máximo florecimiento de la redoodilla (abba) corno es­
tición. Se discute si la estrofa de ocho versos, que en último tér_
trofa autónoma en la lírica y el teatro se inicia después de 1575.
mino es proven7.~l. introducida en Castilla en diferentes tiempos
Ya había aparecido en algunas ocasione...<;, muy a principios del
y por varios caminos, ha de considerarse como la copla de arte
menor, esto es, corno una forma gallego-portuguesa, según
m, en la poesía dramática, como en Gil Vicente, que escribió
de 1502 a 1536 S'I; en el Co!OqtÚO de las damas valencianas (1524)
quiere Cfarke 56, o como copla castellana, llamada también l:opla
de Juan Fernández de Heredia 00; el anónimo Auto de la Assump­
míxta 51, que son dos tardías fonnas provenzales, según opina
T. Navarro. rjon de Nuestra Señora ~\; )' en panes de Lucas Fernández. En
este tiempo su alcance en la lírica es aún insignificante. Cristóbal
54 Acaso por primera ve' en U~o dep"ndicnte en el Libro dI' bl.ll" de Castille,io y l:Iu'>cán ni siquiera usan la redondilla; Garcilaso
amor, ~n las Cdrltic¡¡.~ de loores, estrs. 1(;(:8 y sig., :lo' :6i3 y sigo LU~go, por
ejemplo, en cLa tu noble esperan~a", en el Rimado de Palacio, BAE, LVII.
página 454. Ane., IV, pág. 312.
.'ilI
~ En (iil Vicente: «!he ,in,i\e rer1onr1illfl ;~ ,,~ ..r1 for f'nlire ph~'s~,
55 Le Genli1, en rdaciÓll co'! h e~trof:l de ocho n'f~US opina lo li.
Morley, Strop1tes, pág. 513.
guiente: «étant donné que le quatl'ain embras~é a été pilrticuliercmn!
/(! La a:ribución no es se{¡ura. Según Paz,! Mclla, el autor scria Luis
gauté au Sud d~s Pyréné\'s, on pOutTait penser que ¡O{."1.11 ¡o1>l1b a dOIUlé
MIJJ'6arit Véase D, McPheetee.', en .SympDsjwn~, X. ~956, pág. 15& (Re­
naíssance ~ a/1/N aaba». (Formes, p1Íg. 39).
seña a T. Navarro, Métrica).
.5(\ Redondilla and copla de artl:! Mienor, HR, IX, 1:>,",1, págs. 489-493. 6t L. Rouanet, Colección de autos, farsas y coloquios del siglo XVI, IV,
:i7 (:opla mí1:ta es el tt'rmiuo cok;:;¡¡\,o de estrofa ~e oclosíJabDs ¿e
Barcelona-Madrid, 1901. p;\gs. 437-46:!; en la rars¡o o cuasi comedia ce
extensíón variable (i·lI venos), can dos, tres o cualro rima~, dispnestas
tucas Fcrnández (en Farsas y Eg/ogas,." Madrid, 1867, págs. 85, 89, 91.
en semiestrofas asimétricas (4 + 3: 4 + S: S + 6). Véase T. Navarro, Mé.
trica. et¡ el !ndice de eslrofas, pil!. :'25. ekétera).
244 Manual de versificación es: fa de cuatro versos 245

tan sólo en cuatro poesías; ocasionalmente :le


~t~:~;¡/':,:~JIispanoamellca,
eneuentra;~>;:;-:::t'::&¡::::~:;;in , .' d de la redondílla como fanna de
0°1 é d la Cruz, se mantenia más
Sa de Miranda y Jo.r,ge de Montemayor; y el único qUe la eru '-.
en mayor proporclOU es DIego Hurtado de Meodoza. en
to
"-;{<'':'--~;~:~I;':;''~;''~,j-'-a lirica, des~
Pfi~:'n:t:<i-:--"'tBnte que en sp d f
J::;aa
~r~ce eaún con bastante frecuencia
Modernismo, tales como los eu-
C I
6'
arS as -.
,~J_'''_''7
>J;:.,.. , ':,'JfAi:jos pn
-,'- 'meros poetas e
,,- ,_,
. e 1 1 meJ'icanos D¡az , M"
Iron y
Gu­
'f
u trmn o en e
1
teat~o
se lmcl~
' , , J
con uan e la Cueva:
d
eJ3/""':""';:\};'~~':s Ma,~tI
>"."-".,'-' ' d., 'y Juhán del asa, os
Timeras obras de R. Darío; su uso lS­
d'
tutor (1579) las redúndtllas constituyen ei ':J2 % de las fOhi;.!\:'~ NaJera, y en las p , , de este último, y en Nena,
de estrofa ' empleadas; en la Isla Barbara
9~
' . de Miguel Sán...I.;'_\¡' :S~ye
-....,.'... '''::'!N'':,~.-..
.•.__~ .
en 1as, obras posterIores V 1 da A. Machado y Juan R a­
asc~en en a ,),,) /~, 19ue sl~n o a. p~mclpal forma <Ie~:. f Ó~l~Z
' d 1 - o' S' ' d 1 . ' -aq', .. <..
J Martmez ' Lugones, a en ,
trota en las obras de Lope '", Tirso, GUillen de Castro y Mo~'::' ::Y"')ón Jlménez. , .' 1 Modernismo parece de nuevo ga­
bán, y tambicn se cultiva ampliamente en Ja lírica COmo en~' /,}W:"f:n la poes la postellor: 1 propósitos de Guillén que
caso de Balrasar del Alcázar JI de Juana Inés de la Cruz; en r'../, . \;~ estimación, ~on nota. 1es] , os formas olvidad;)s' de la re­
derón cede su predominIO . .
al romance. ""l¡lo ,_1,..,."
-ti$tablece mn • ovaciones' 1 o '\'ttc \e
d a varíantes en su forma aso­
En el Neoclasicismo la redondilla se limita sobre todo a JI$. ';':iiondilla; este poeta usa :s 7 ~S4 (Tu realid~d).
tonadillas, epigramas y poesías ocasionales, y Su uso si~ ,::j¡míe con quebrados a 7 b a
bien poco, al menos en España, ' ."b' , r HR
Se reamma . nuevamente en el teatro y en las leyendas lid, , "':Zon ':.;C' UOGRAFfil.: D. C. Clarke, Redon d'U t a an d copla
,HR J~ ,1rtc.XVI,
m,no , pá­ ,
1948,
Romanticismo. En los dramas de Zorrílla, García Gutiérrez j : -i·~~1.
Ilágs. 489-493; MiScer:a.neo~5 5lr~phe ::tL~ÉstUd¡os,págs. 39--40,
Hartzenbusch, y en las comedias de Bretón de los Herreros v ':;"':.s 146-148. H. Urefia, VcrslfICaC!ÓI1, P~I"F' "pá'~ 24-26 339, 380.
Ventura de la Vega vuelve a una ' . comparable a la de
ImportancIa I 'PO'
'Morley SIrophc5, págs. 50,.,11 ~... Le G~nlJ,f' ormc~.
dondilla
__ • ,
la ultima
' parte de los Slglos
. de Oro; la redondllla
. es la única ;,:' Navarro,
,' Mé InC4J.
' 1nd'l e (' de estro aS. re '

forma estrófica en las poesías El cerco de Zamora y La favorita. ~


del Sultán del Padre Arolas; con mucha frecuencia se da en las
¡I'¡, f".-',
; .':~
"
Leyendas de Zordlla. En la poesía subjetiva, si~ embargo, tiene
lA CUARTETA ASONANTAD.'!"
<.C'. menos alcance: Espronceda la usa muy poco Y Bécquer nunca.
'-'~;' Al lado de la forma fundamental abba, se presenta también la
La cuarteta asommtad<l (l\amad<l también copla o cantar) es
~f redondilla cruzada; Avellaneda usa las dos variantes en forma
una estrofa isométrica de versOs de ocho o menos sílabas, que
l~ consciente y Con entera intención artística empleando el tipo
,¡" abab sólo cn las poesías (por ejemplo, en A mi jilguero, La
.en los pares tiene <I.<ion<lncia, quedando los impares sin corres­
~;, pondencia en la rima. Sólo se distingue claramente del romance
'"
":t,',:
q, _,
serenata del poeta y otras), y el tipo abba en sus obras drama.
ticas (asi en Recaredo, Catalina y otras) 6.\. cuando se d<l aiS'<ld<l M o cuando la asonancia cambia en cada
estrofa. En otros C3S0S se halla con frecuencia la asonancia
W.
li;i,' continuada, y en,onces se diferencia del romance tan s610 por
i!Q- 62 Véase D. C. Clarke, ob, cit., págs. 492-493. el riguroso cierre de b estrofa y por el asunto, que es· distinto

i;; -' 63 Vense el cuadro sinóptico de '\1orley, Strophes, págs, 530-5.;1.
:-~:, 61 La proporción de la redondilla en las comedias de Lopt has la 1MB
il~_ se presenta así; antes de 1604, l:I.el 7,7%, hasta ~J 99,6%; de J(1)4 a J6OS, trudij Góm~;: d~ .4.t!~n:lI1~du, Philadelphía,
1924, "Public.ations of the Univ.
:;¡~;
entre 41,6 % yel 90,6 %; de 1609 a 161B, entre el 263 % yel 75,61\.6. (Según of Pennsylnnia~,
páils. 110'v sigs.
't,' MorlcY-Bruerton, Chron%gy, PfÍgs. 49 y sigs., 385 y sigs.) 66 Por ej<'nlplo, <,n <,pigrimas, como cabeza de villancic.os y glosas, en
"',
','",,
\~ 65 Véase Edwi., Bucher Williams, Thc life and drama/lc works 01 Ger. la poesía sent<'nciosa Y $cm<'bnt~~.
,m'
J.
J:
1::
D"
fi~:1';
:i~i,':;
.,:)J'1'; <:-,'
\';'!; , ._):{ ,
;.' ~").­
f",·,'
248
-----------~.
Manual de versificación es....",'·:::!'­ ,)~.u_::.a::.t'::.o_v::.e::.'.:.s.:.os=-­ ~2-::,49
:t';
fJ " dere todas las modalidades de su larga historia. Partiendo ~:, ," Esquem::!
,:!k',;::· la f.onna que. tiene verS<Js d~ ~n ~ismD nú~ero de sílabas ~: i" Por la;,; cierras de Soria a 7
temdo con rIgor, pueden dIstIngUirse dos tIpOS fundamentaleS:" va mi ¡:>astor, b5
¡ Si yo fuera una eodna 07
1. La seguidilla simple. - Es UIJa estrofa de CUatro ver¿¡ sobre un alcorl b'
en que alternan heptasílabos y' pentasílabos; sólo el semmc.¡; Para la siesta, d5
f1
y cuarto versos se enlazan por )a rima asonante (o también ~ si yo ~uera una encina, e7=c7
sonante). La rima c.ambia de estrofa en estrofa, somhra le diera. d 5
Ejemplo: (A. Machado)
Esquema
Lavan!me en el T~jo ,7
muerta de risa,
Tanto la seguidilla antigua como la popular moderna muestra
b 5
que el arena en los dedos frecuentemente una ligera oscilación en el número de sIlabas
me hace tosquilhs. " b5
~sus versos; los heptasílabos pueden suplirse por hexasílabos
:;~':tlCtosí1abos, y en lugar de pentasílabos se encuentran a menudo
(Lope de Vega) ~sítabos. No son posibles mayores fluctuaciones porque en­
.~ces la segtlidilla coincidiria con la copla de pie quebrado
En lugar del primer heptasílabo se encuentra tamhién a menudo­
un hexasftabo. ,,(1 +4) o con el romancillo, La forma rigurosamente isométrica
,~,la segtlidilla (he?tasilabo - pentasílabo - heptasílabo - pen­
2. La seguidilla compuesta. _ En lo que respecta a los cua. 'ta;sílabo) sólo se impone definitivamente en Calderón y los
tro primeros ver.cm.";, es idéntica a la simple, pero nñade Una 'we tas posteriores. La seguidilla compuesta, aún poco frecuente
segunda parte Con tres \'ersos que son: pentasllabo _ hepta~í. ' -ea el siglo ),:vU, es [a forma caraeterística del XVIII.
labo-pentasílabo. Estos dos pentasílabos han de hallarse La rima asonante prevalece frente a la consonante. Varios
enlazados por rima asom.nte (o consonante), pero sin corres­ investigadores la consideran como originaria y esencial en la
pondencia COn las rimas de la estrofa de cuatro versos; el hep. ,',seguidilla, de modo que excluyen de su historia las formas de la
tasUabo del sexto verso no rima Con ningún otro de la composi. ',rima consonante. Frente a esta opinión, T. Navarro destacó
ción, a no ser que se trate de una repetición tld tercer ven!) "que lo fundament~l de esta forma poética es el empleo del
de la estrofa propiamente dicha. Esta otra parte se separa 'verso característico de seguidilla; según T. Navarro el verso
siemprc de la estrofa por un manifiesto corte sintáctico. de seguidilla es un dodecasílabo de estructura ternaria fluctnan­
Ejemplo: te en el número de sílabas y que se dispone en dos hemistiquios
Esquema de extensión diferente; dos de los tres acentos de verso recaen
Hablaré en se1Uidillas, , 7 en el primer hemistiquio más largo, y uno en el segundo, que
verso de moda,
que con eso me excuso , 7
b 5 es siempre el hemistiquio más corto. Esta disposición rítmica
de gastar prosa;
distingue el verso de seguidilla del de arte mayor de cuatro
b5 pies, del cual se solla derivar hasta ahora, y de las demás clase~
y así comíene d5
porque salga el suce~o ,; lk dodecasjlabos H. Por consiguiente, concluye 1'. Navarro, la
claro y corriente, d 5
[Torres VilIarroel, BAE, LXI, pág. 7l) 74 T. Nav3rro, Métrica. T'lá,,~. 159-1"7

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~'i' 250 Manual de versificaci6n es~: 251


de cuatro versos
~,'.

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seguidilla no puede denvarse de mnguna otra fonna----.:::
COUClei,¿'
f)l"_v,
':,"":<..-nI4

,;,,~por
'f~::':>
Correas 'IlI, hay que partir de que sería en último
y hay que Suponer que es autóctona, de procedencia Po~
Desde este nuevo ~unt~ de vista, la ri~ na es importante,,:<
, 'ti!' una- derivación del latin csequi_; no obstante, se discute
"1 ~ se pudiese referir este cseguir_. Hanssen, que deriva
~t_, por tanto las combmaclones en algunas Jarchas de heptas~
~ del portugués antiguo a:seguir'l a través de un ... se­
-t; y pentasílabos de rima consonante pueden considerarse talnbi6l
..
como formas de la seguidilla. , '-'~. más antiguo ( canción con melodía prestada'), relaciona
':;f-<'
. En la que. r~specta a la disposición gráfica, la segu¡diU.;' ~gnifiew:t0 de. se~~ co~ I.a m.úsica llO. Lang, _en ~ambio, o~ina
'tr' . _. . Seguidilla SignifiCO ongmanamente un anadldo que SIgue
-~' SImple se es~nbló en. dos versos largos h.asta entrados los ~,
~ ; meros decentos del Siglo XVII 75; esta es, Sin duda, la fol'lI12i od. .,..~ remat~ a la poesía prop~arnente di~ha, semejante a la
.
.')'­ ginaria, porque sin atender al orden gráfico, el verso de se~
-~, finída y otras. Las dos mterpretaClones pueden apoyar­
:t diUa se reconoce, por la unidad sintáctica contenida en ,la disJll). te en hecbos: por un lado hay muchas seguidillas que se can·
sición 7 + 5, como si fuera un verso largo. De esta maner¡ lÍiIJIlD con melodías ya existentes y conocidas, y por otro gusta
el heptasílabo y el pentasílabo se presentan como parejas unidas ' eIíJplearlas desde el síglo XVI como remate de una poesía de
-,:­
por ,el sentido, cuando la seguidilla se escribe disponiéndola ea. ~tta clase de verso a modo de estribillo Il.
versos cortos 7~. i..t.a fonna de segUidilla (fluctuante) se encuentra por primera
,,

vez:'en algunas jarchas de los siglos XI Y XII $%. Hasta fines del
La seguidiJla no tiene túnites en el asunto 71'; sirve, sobre.
todo, para la poesfa ligera de inspiración popular. No obstante .sijId 1CV aparece en la poesía gallego-portuguesa (Meendinho,
se encuentra también en obras elevadas, como en los CQ~ -ifartim Codax, Alfonso el Sabio, Don Pedro de Portugal). El
neros espirituales de Lope y de Valdivielso. Al lado de su USO primer ejemplo de una seguidilla castellana está en Alvarez
estrófico en poesías largas, se presenta también como estrofa Gato (1430-1496) 8]. La seguidilla falta en el Cancionero de Baena;
aislada de cuatro versos, y como estribi110 de endechas y villan. _sio embargo, se encuentra en los de Herberay, Barbieri y otros.
dcos. -'En el transcurso del siglo XVI es algo más frccuente: Timo­
_ . Horü7.co, Montesino, Sa de Miranda, Santa Teresa, San
La seguidilla es por su procedencia una canciÓn de baile.
La melodía má antigua que Conocemos de una seguidilla es 11lSn de la Cruz y otros la usan ocasionalmente, con preferencia
la píeza n." 132 del Cancionero musical. Parece que de la p¡U'3 temas de víllancico M. Aun después de la victoria del iso­
música no puede sacarse información para la seguidilla como Jilabismo a mediados del siglo XVI, la seguidilla mantiene su
forma de estrofa 78. canicter fluctuante durante unos cien afias, y esto es un indicio
de su procedencia popular y de su gran antigüedad. En la poesía
Resumen histórico: La palabra seguidllla se documenta por
primera vez en 1599. En 10 que se refiere al significado, exariú. 'l9 Arte grande, ed. cit., pág. 447,
10 F. Hanssen, La seguidilla, AUCh, CXXV. 1909, págs. 697-1598.
11 Lang, RR, 1, 1910, págs. 34o.3~t. y formas, págs. 520-521­
7~ Comp. por ejemple>, con las seguidillas de Rinconete y CdTladillo 11 larchas, n."" 3, 13, JS y 33 (tipo de la seguidilla inversa, poce> fre­
de Cervantes (ed. 1613). cuenle), en K. Heger, Die blsher verOffl!rtrlichten Hartas un.d ihre Deu­
7~ Véanse Jos ejemplos mencionados. tiIrlgen, ob. cit. Véase también T. Nayarro, Métrica, pá~s. 30-31.
n Gonza!o Correas, Arte grande de la lmgua Ca.stetIaMa (626), ed. de 8] .Quita allá, que no quiero_o Canco sig1rJ XV, n. 115.
G

Emilio AJarcos García. Madrid, 1954, págs. 447-448. M Referenci¡¡s de citas 'J publicación de algunos textos en T. Navarro,
78 Véase Le GentiL formes. pág. 444. T. Na\larro, Métrica, pág. 162, Métrica, págs. 157-159 y 212-123. Abundantlsimo material e indicadones bi~
-nota 48. bliográficas, en H. Ureñá, Versificación, págs. 163 y sigs.; y del mismo.
Estli.dios, págs. 123 y sipo
252 Manual de versificación. es '"t¡i.5~i-:':-'#trofa de cUiltro versos 253
oral de la Edad Media se divulgaría por tOdas~' \~¡-:e 't , parece poesía nueva~
IIJ. Correas afirma por un lado

Península Ibérica; la poesía culta aún nb la había a es ~'~_ -:i,,~ ~tigüedad de la seguidilla, y por otro su incremento des·
y de ahí que se valiera de ella sólo en algunas ocasioPrec~-:·;:-l·-.~ que ha de atribuirse acaso a una nueva estructura musi-
nes
A fines del siglo XVI y principio5 del XVII se p'od : ""::6:, ,-~~" ~na afortunada fonna de baile, unida a fines del siglo "'"VI
· 1 E 1 uJo,~,·' "1.,-
~am b 10 comp eto. TI e Guzman de A1tar-ache de Mateo Al '~, : -,~';Ia antígua forma de la segUldIlla.

..
Impreso e.o .t599, se d~c~menta .su nombre por primera~ .:'1' ,·r'Co
n este aug: Y su mayor ~ivulgación en lu_poesía culta, se

El t~xto dIce. ",Las seguIdIllas ~rnnconaron a la zarabanda.. ';:': ~ 1"''''', .'lió la seg~Jld¡lla en .los anos de 1600 ~ 1615. Con .Lope de
HaCia. 15~0 la z:rabanda empIeza a conocerse en Espaiia,-:'::::; ¡,~,adquiere unportancla en el teatro nac~~nal, espeCIalmente
expenencIa ensena que un nue\'o baile que se pone deJ~· ¡~s entreme5es. En contra de la observaclOn de Correas refe­
suele a~j.nconar a otro m~s antiguo, y as! Sbarbi 86 dedu~ ! ::te
a su regularidad ~ ,en oposición a los ejemplos ~sosilábicos,
la seguIdIlla es una creaCIón de fines del siglo XVI P"~ ,qIi: ¡'¡'PO fluctuante tambLen prevalece de manera marnfiesta en la
'd I ' .....~s6Io\eJI ' .
sIen o n~a mente una novedad hubiera tenido ocasión y fueD,á ¡~¡a. culta hasta mediados del siglo xvn. Asi. en Lope, Tlrs~,
para desplazar la zarabanda, que tampoco era antigua. UUií, i ;~~ielso, Quiñones de Benavente y la mayona de los demas
~azón en favor de la ?~inión de Sbarbi parece ser el Slibfkj', ¡ <',' taS que escribieron antes del año 1650; sólo Ca!d~rón repre­
y
mcremel~to de la S:,!l1ldIlJa, final~.ente, un pasaje de la se- ¡ =:'a
una. notable excepción, y en su, obra la se~U1dllla alcanz~
g~nda purte ~el QWlo~e, que Sbarbl mterp~eta en este sentidq;'! .i::4efinitlva ~orrna COITect~ en el numer~ de silabas (heptas!­
Dice el texto .."'Pues (qué cuando se humIllan [los poetas]; i J1bQ,,....-penlas¡\abo-heptasIlabo-pentasIlabo), que hasta el
comp.oner un genero de verso que en Candaya se usaba enton Il" l' .'Jiíbdernismo se mantendrá en. la poesía culta y, en gran propor·
a. qUien ellos. ~lamaban 'seguidillas'?» (JI, XXXVHIl. Con:: I Ció~ también, en la popular.

dICen esta oprlllón n~ sólo los testimonios de las seguidillas en.! ,Jlacia los años treinta del siglo XVII es probable que apare­

contrados, aUnque SIn nombre para este género poético, : ~ la seguidilla compuesta. Correas (1626), que alega muchos

toda la Edad Media, sino también la expresa afirmación:'


Gonz~lo Correas, que en su Arte gran.de de 1626 se ocupe Il
~j$nplm; de diferentes cIases de seguidillas, no. la mencio~a.

tódavía; el primer ejemplo se encuentra en. RUlz de .Alarcon


detemdamente de esta estrofa, como su primer teórico. La ' (muerto en 1639) 88, Y esta forma tiene poca lmportancIa en el
llama ~poesía muy antigua .. popular y conocida hace mucho ¡ siglo xvrI.
bajo otros nombres .(foHas, cabezas de cantares), antes de que I :'.,.la estimación y la amplia divulgación de la seguidilla en
4lnuevamente se les ha pegado el nombre a las seguidillaslP. Se el ~¡glo XVIII se funda en gran parte en el hecho de que fue
extraña de no encontrarlas en las poéticas anteriores. y busca la ,'empleada especialmente en las tonadillas, una especie de en·
siguiente explicZlción: «quizá corno tan triviales, y qu~ no pasan tremés musical que se había puesto de moda ~g; es notable
de llna copla, no repararon [las poéticas] o no hicieron caso el gran predQminio de la forma de siete versos. Fuera de la
de ellas, por donde en mi opinión cayeron en muy gran culpa, tonadilla, la segui.dilla queda arrinconada casi por completo.
y. ans! parece que quedaban olvidadas [en las poéticas]lP. Y
slgue: «Desde el año 1600 a esta parte han revivido [ ... ] y se fl Arte grande, ed, de Viiiaza: con algunas diferencias ortográficas en

las ha dado tanta perfección, siguiendo siempre una confor. la. edición dc E, Al:trco;¡ Garcia, pág, 447 Los pasaJ~s esenciales se Pll­
blican tambíén en Diez Echarri, Teorías, págs. 212 y sig,
811 ~Vcnta de Vívcros, ", eh el segundo acto de Las paredes oyen.
85 Primera parte, Libro IIl, cap. VII, ce, 83, P!lol. 142. 11 Hasta que punto estuvieron de moda lo muestran lo~ versos de
86 El Refranero genera! español, IV, Madrid, 1875, pág~, VIII y ~J¡:s.
torres Villarroel que se cítaron como ejemplo de la seguidilla cOlllpuesta.

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"
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254 Manual de versificación ",iX'r!~~c~c::uat~~ro:....:v:e:r:so:s=-- 255


_
~l ,'< pto'.
El primer. testimonio ex~nso de la seguidi~a compuesta¡ ,'::: :or- ))1f13j~ Esquema
acaso la Vida de San Bentto de Palermo (¿1146?) de J~:J,,1,:::!;,,\ Soy efl~aIzo a Cristóbal
negasi. Torres Villarroel, el poeta más fecundo en $egui.t."Ii.t'''} ',~~V>-' - ro es tan alto ,7 (
OS
del siglo XVIII, al ~ado de la forma de cuatro. vC>sos Qd~ -!'
'.;>:' ::e m¡ plum... no puede Seguidilla ~írnple

sobre todo la de sIete, que es la forma que Lista emplea": 1 ,};:rt ' lIIáS levantarlo,
cJusivamente. Bello en su Métrica (1835) trata sólo esta iQn:;'! :':',
qüe el hombee
"
OS
d 3 \
En e~ ~omanticismo la~ circunstanci3:<; .síguen las IlliSlJIas._- ¡ es de p,'endas mayore~,
;oí
,
La seguIdIlla. con el manifiesto predonumo de la fo
siete versos, se usa con frecuencia (Duque de Rivas, Es~ i
rma
"/ r le veIJ10S '.
para todo dhpuesto,
. "1
" Pareados

ceda, Zorrilla, Avellaneda, Bécquer y otros); en Hispanrul..... i-- por ¡-ran,de no aleance ;; l'
hay avor que . f7
nca, en cambio, se emplea menos.
' . - ­ i /lO , .
Los poetas modernistas de Hispanoamérica y de Espaib, ¡ :.
Jllenciona esta forma en el capítulo LlI del ~rte poet.IClJ
c.~Itivan :~s dos formas principales de la seguidilla; ól3í Cu: 1- ~lada del Rengif?, deL cual se ~a tomado el ejemplo Clta~
'J lIerrez NaJera en La cena de Nochebuena, y M. Machado '1.:.." - <' es fonna de poesla popular, poco frecuente en la culta.
,c¡
]05 nombres de «sevillanasll, «senanas~, «alegrías:l, la _.:
'~J·I· . _,:
lo" .. E 'd']] d uatro versoS
' " -6"" I .. La segUIdIlla. real. - '1 bo
s una segUl 1 a e c
d lila de cuatro versos; el JOven Dano, Nervo y A, Mach.... ~ ,.. _~ . . h ,·tab de",oilabo _ h..
(Canciones del Alto Duero), la seguidilla compuesta. De innova.-u I ,'" " la d'ISPOS 1c Ión decasl a.
'COJ!. - 'exas 0 -te ........

.
Cl6n ,
pueden calJficarse ...
las segUIdIllas sImples (arrDmanzadas) 1~·niliLosve~oscortostlenenrlmaasoMn.
'¡¡a.-. o. , .
con asonancia continua según el modelo de los romances; el ¡ . Ejemplo. Esquema
cubano J. Martí las empleó quizá el primero en mayor pro""". I > f 1 I '>ueñ.a a lO
I 'Sm aro se vena una u
ClOn (Pn.~clpe. enano, B~az.os tragantes y otras )'. El colombiano ~
-, ,. r-"
guardando el semblante, b6
J. AsunclOn Stlva (MarIposas), S. Rueda (HOJas rodal1doJ, I porque dice que es muy conocida c 10
Juego García Larca (Balada de un día de Julio) continuaron. ¡::or las navidades. b6
esta innovación. La antigua forma fluctuante de la seguidilla se ! (Juana Inés de la Cruz)
reanima en El abuelo y Venecia, de Alfonso Reyes; en su obra '
aparecen ocasionalmente hexasílabos en lugar de los pent:a,ñ. Sor ¡uana inventó esta forma y le dio el nombre.
labos habituales.
3. Úl seguidilla gitana. -Según Le Gentil '10, tienc en común
B) OTRAS FORMAS DE LA SEGUIllILLA. - Al lado de los tipos p)D la seguidilla tan sólo el nombre. Según él, es una estrofa de
fundamentales de la seguidilla, las demás formas son de impor. einco verSOS, y según T. Navarra, de cuatro, de los cuales el
tancia secundaria, y su uso, limitado en el tiempo. Unas pero primero, segundo y cuano son hexasílabos, y el tercero por lo
tenecen a los Siglos de Oro, y otras se ban desarrollado en gt:oeral es endecasílabo, y ocasionalmente también un decasílabo
época moderna. o dodecasílabo; esta descripción se basa en una sección de
coplas de M. Machado. La estrofa de cinco versos puede haberse
1. La seguidilla chamberga. - Se compone de una seguidilla
originado por la descomposición del verso largo. Hennqutl
~imple, a la cual se añaden tres pareados cada uno de diferente
rima asonante. Cada pareado se fonna de un trisílabo y un hep­ 'lO formes. pago 442, nota 189; sólo dice que el tercero es más corto, y
tasílabo. lo, otros se aproximan 11 la endecha.
258 Manual de versificación eSDai;ft'
-~ .'Ps estrofa de cuatro versos 259
BIBLlOGRAFU.: J. M. Sbarbi, El refranero general español, IV, M .
1875, págs. VII-XV. f. H¡¡nssen, La seguidilla, Santiago de Chile, 1909idrid, ~rte 904, desde M. Pida1 95 ya no se puede poner en duda;
bién en AUCh, CXXV. 1909, p¡igs. 697-796. H. Urefia, Versificación' lIl:Q;. apoyarla pueden aducirse los siguientes hechos:
tudios. índice de urnas: seguidilla. D. C. Clarke, The early Ser~~" ~." La combinación monorrima de cuatro alejandrinos, ano
HR, XII, 1944, págs. 211-22:.' [~ün abnndante bibliografía). Le Gentil F" .~ a la cuaderna v(a sólo existe en Francia y Provenza, y no
mes, págs. 440449. T. Navarro, Mttr¡,;a, en especial págs. 157·t62 l' S~· .'., la poesía medieval latina, que conoce esta forma de estrofa
. . an.
chez Romero, La copla 'mda/ul.a (Can/ares, Flor de AndaluCía), Sevilla;
,~ sólo como combinación dc dodecasílabos!'e.
1%2. A. González Cbrucol, Anrologfa de la pocIía fl¡¡lllelle,. M'ldrid. 1%[.
ídem, Flamencologí.'l. Toros, cante y baile, Milodrid, 1964, 2" cd. R. Mol' '
2." El lipa de estrofa en cuestión se da en Franeia desde
Misterios del arre flamenco (Ensayo de una infHprt;ración anlropo/óg:::;
,.fines del siglo XI1, con la suficiente frecuencia como para poder
Barcelona, 1967. A. Gomález criment, Bibliografla flammca, Madrid, 1965: ílIDuir en la poesía española 'TI.
3," Como luego en el mestcr de clerecía, esta estrofa se
j¡abía usado también en Francia en la poesía seria, moral o
LA rVADERNA vÍA
hagiográfica.
La cuaderna vía, que algunos teóricos llaman también te. 4." Se ha comprobado que varios poemas del mester de
trástrofo monorrimo alejandrino, es una estrofa de cuatro ver. dere¡:ía dependen, por el asunto, de modelos franceses, y esto
sos alejandrinos de una sola rima consonante. haCe suponer que con el asunto tambil~n se adoptaron las ca­
Ejemplo: iacterísticas fonnales de la estrofa.
Esquema 5." Otros indicios de la procedencia extranjera de la cua­
Gonzalvo fue su nomne, qui fízo est tractado, A 14 demavia son su breve existencia, su vinculación con la poesía
en Sant MilIan de Suso [ne de ninncz criado, A 14 erudila y su completa desaparición desde principios del si­
natur~l de Berceo, ond Sant Millan fue nado: A 14 "gIo xv.
¡ Dios guarde la su alma del poder del pecado! AH La cuaderna vía es la estrofa más importante y caraclerís­
(Berceo, Vida de San Mil/án, eopla 489) 'tica del mester de clerecía de los siglos XlII y XIV; en ella se
'escribieron las obras de Bercco que la hieieron famosa, y el
Resumen histórico: El nombre de cuaderna 'vía aparece por Liuro de Alexandre, el Libro de Apolonio, la Vida de San I1de­
primera ,'~~z como «guadernería», que se interpreta como errata f('nso, el Poema de Fernán Gonzrilez, una cuarta parte del Libro
por «quaderna vía" (Libro de Alexandre, est. 2); el Libro de de buen amor del Arcipreste de Hita; y a fines del siglo XIV,
Apolonio la califica de «roman¡;e de nueua maestría" (esL 1). la mayor parte del Rimado de Palacio de Pero López de Ayala
Según CJa,ke, es la primera forma estrófica empleada en Cas, y el Libro de miseria de omne!il6.
tilla «con una consciente continuidad para lograr estableCer
un módulo métrico .. n. 9t A. Reston, Osserva¡ioni sul metTO. del Poema del Cid, "Propu­
Su procedencia de la poesía francesa y provenzal, que la lP'laIOre~,XX (1887), págs. 125-130. M. Pelayo, Ant., 1, pág.~. 158-161.
J5 Poesía ;uglaresca y orígenes de las literaturas Tomdnicas, 6.' ed.,
investigación anterior sólo había apuntado unas vcces 93 y recha. rorregida y aU~l':ntada, Madrid, 1957, págs. 277·278.
!lli Comp. los ejemplos rcprod~cidos por M. PeIayo, Am., 1, pági­
'1.! Clarke, Sketch, págs. 279 y 5ígs. nas 158-160.
9) M. Milá Y Fontanals, De.fa puesía heroico-popui:.zr, F.IarC'elona, 187~, 111 Véase M, Pida!. (,b. cit., pág. 354, nota 1. Comp., adem5~, G. Naete·
página 4~5. A. Morel-Fatio, Recherchl'S sur le le;r;te et les sources du Libro bus, Die nícht-lyri5ch~n SfTop}¡e~llormen des Altfranz.Osischen, Leipzig,
de Ale;r;andre, ~Romanía~, IV, 1875, pág. 53. 1891, págs. 56 y sig., } Suchier, ~'e's!<'iue, pág, 181.
98 A excepción de Ji! Historia troya.na y del Libro de mi.•eria de omne,
=2~60,-- M~an.:c:'~UÚ=-~d~e_v~e='~s~if~ic~ac",=i~Ó~~ ~?tr:/>~\>B'~\:'~a de cuatro versos 261
" es~ '~P'ov,
Después de tal florecimiento llegó a perderse casi -~';(~}J:;;; r'i~:e.Ae. La distinción entre :cuarteto. (A.BBA) y _serven­
pleto a fines del sig~o XIV. . Por ~(':" ,;i~\~BAB), introducid~ por pnmera vez por. Rengifo (1592,
Ent.e Jas coleccIones del SiglO xv sólo el Can,..;~i<:~' _ "~~"":' LVII!) que también fue adoptada ocasIonalmente por
Buena ofrece en el n.O 518 b unas pocas estrofas ...o.uPlero"
de ) ' : _ ''. '..'..,_ o teóricos' modernos, por lo genera. l no 'se unpuso.

derna vía; pertenecen todavía al siglo ante,rior, pues no so~~. - '~pIO:

que las coplas 1291-1296 y 1298 del Rtmado de P lfl4f.- .:_,~,J Esquema

aJaQo
Ayala w. La copla de arte mayor adopta est<1 función dedt Ya Mitata no existe: derrocadas A

cuaderna vía en la poesía erudita. la: Sus. casas, templos y su muro hennoso, B

Sólo el ModemisITlo sacó a la cuaderna ..."fa del comPleto, Sólo roinas se ven, piedras gastadas, A

Y un des.ierto extendido y pavoroso. B


olvido :n que se hallaba desd~ hacía unos quiniento! aJios Oc

la reanImó, sobre todo en Hispanoamérica. La iniciativa' (Noroña, Al desierto de Mirara).

debe a R. Jaimes Freyre (1870-1933), teórico del Moderni~


Esquema
y cofundador de la «Revista de América". Siguieron su ejemplo
Un pastorcico solo esta -penado, A
González Martínez'(en la poesía A una estrella ignorada), AlfOn­ ajeno de placer y de conlenLO, B
so Reyes (en algunas partes de su Cuento alemdn), Pérez de. y en su pastora puesto el pensamiento, B

Ayala (La paz del sendero) y otros. Entre la actual poesia 'es. y el pecho del amor muy lastimado. A

pañola_ hay que mencionar los Tetrdstrofos a nuestro señor (San Juan de la Croz, El pastorcico)
Santiago de D. del Castillo Elejabeytia.
y como eslrofa de versos plurimétricos (endecasHabos
BmUOGRAFíA: Ant., l, págs.. 155-Hil. R. Menéndez Pida}. Poesfa ;1lf/4.
)i,~~ptasH~bos) de I~bre disposici~n, que en la m~tri~ moderna
resca)' juglares, Madrid, 1957, págs 277 y sipo (Sobre los problema.! mi se' denomma tamblén cuarteto-hra. Formas espeCIales de la
-tricos de la cuaderna vía, véas.e el alejandrino.)
Misma son la estrofa sálica y la estrofa de la Torre. Como
todas estas fonnas de versos plurimétricos pertenecen hist6­
EL CUARTETO ri'camente al grupo de las canciones aliradas, se estudiarán
_Ji#Ito con éstas.
En el sentido más amplio se denomina cuarteto toda estrofa
de cuatro 'iersos largos, en espeeial si son endecasilabos. Resumen histórico: El cuarteto de versos isometricos (en­
Dos tipos aparecen como formas fundamentales desde un decasílabos) usado en fonna autónoma 100 sólo tiene una his·
punto de vista histórico según sea: la clase de rima empleada lona ininterrumpida a partir del último cuarto del siglo XVIII.
(a 'ieces, versos sueltos), las dos maneras de combinarse la SU anterior empleo se limita a casos aislados, cada uno de
misma y su m("zda con heptasílabos. los cuales requiere por sí una explicación de los problemas de
1) Se pre~enta como estrofa isométrica de endecasílabos su origen y uso. Acaso el primer testimonio se encuentre en
consonantes ABAB y ABBA, o como estrofa aguda según el t$- Luis de León, que en toda su obra lo emplea dos veces, corno
estrofa aislada de cuatro versos, en el Epitafio al túmLllo del
todos los textos mencionados están reunidos en BAE, LVn, aunque en

edición que no es rigurosa desde un punto de Yista e.strictamente filo­ 1m No se tienen en consideración aquí los casos en que el cuarteto e~

lógico,
sólo un elemento de composición, como en el soneto, o al final de la serie
W Comp. Lang, Formas, pá¡. 509. de tercetos, etc.
~ ...
""¡.,,, ,-,<;;- . .'.;.
~,

-~r

262 Manual de versificaci6n es..... ~ ..: ,strofa de cuatro versos 263

príncipe Don Carlos 101 y como estrofa continua e~


"'''''014
':'-~pués de este. último testimonio, que acaso muestre in­
,
;-,
castellana del 9almo Coeli enarrant J02. Podria pensarse en sÍÓQ áv."o. italiano,
se pIerde el rastro de los cuartetos hast.a que
f:,. adopción de Italia, que precedió no sólo a la imitación de': -_ '.~n de nuevo, y por primera vez en notable proporción,
,
formas métricas de la Antigüedad, sino también a las tracl " ,Jas Poesías asiáticas del Conde de Noroña (1760-1815). En
ciones poéticas de los Salmos; y así el poeta disponía de ~ "~AdverlencialOS que antepone a su colección, el poeta mani­
estrofa de cuatro versos endecasílabos, que ha de considerane je5ta que comenzá a escribir la traducción en versos sueltos,
comO una de las fonnas desarrolladas desde el antiguo selY sdoptando luego. a petición ajena, las rimas consonante y aso­
tesio provenzal (serventesio tetrástico). No obstante. lal su: :~te; en 10 que respecta a la fOnTIa de estrofa. no se expresa

sici6n no es irrefutable, porque por un lado este tipo de estruta ~ de su opinión. Es difícil enjui.ciar hasta Qué punto hayan

de cuatro versos apenas tenía importancia en la Italia de aquel ~uido en él las formas orientales en que se inspiraba la tra·
tiempo, y por esto no sería adoptada por Boscán y Garcilaso djiceión inglesa que siguió, y las estrofas alternas de cuatro
Por otra parte los eX[Jerirnentas sobre la fonna estrófiea era; ~rsos- alejandrinos de la poesía francesa, lo menoS probable
tan sistemáticos y numerosos, especialmente en las traQue. 'seria la vuelta a la débil tradición autóctona de esta forma.
ciones de los españoles de esta epoca, que una forma, sobre Al nUevo incremento de los cuartetos, además de Noroña, con­
todo tan sencilla como la del cuarteto isométrico, puede ha. "tribuyen entre otros Arriaza, Lista, Martine~ de la Rosa y Bello;
berse reinventado, independientemente de Italia 103. Luis de León y-:allad~ de la fo:ma p:edominante ABAB ~ la varian~e ~BBA,
no prosiguió con estos ensayos, y escribió las demás tradue. i¡líe le sigue con distanCIa, aparece la mayo na de las mas Impor­
ciones de los salmos en las formas de lira o en tercetos dan­ taPtes innovaciones de la época posterior. Así Noroña mismo
tescos. De autor anónimo son los ~uatro cuartetos intitulados (¡frece acaso el primer ejemplo del tipo de cuarteto arromanzado
Redondillas, con la disposición ABBA, ACCA, ADDA, AEBA, que tiene rima asonante continua sólo en los versos pares u~. Mar­
que representau una poesía profana, vuelta a lo divino (<<UD :t:fnez de la Rosa en su Híml1.o epitalámico deja los versos pri­
pastorcico solo está penado,.) por San Juan de la Cruz, que mero y tercero sin correspondencia en la rima, estableciendo
la amplió con una estrofa más, manteniendo la misma dispo. ia· consonante en el segundo y cuarto. Arriaza introduce la :rima
sición métrica 104. La rima continua en los versos. primero y ¡jguda en 'los versos pares (AEAI!) 107, Y esto'recuerda la alter­
cuarto y el enlace que produce entre las estrofas (aun eon­ nancia regular de estos finales de versos en la poesía francesa.
tanda con la clase de verso usado) hacen supOner no tanto En el Romanticismo el cuarteto endecasílabo alcam.a su
un influjo italiano como la tradición cancioneril de carácter mayor difusión. En la temática uo se limita a ningún género,
provenzal. Aunque escritos mucho autes, hasta 1632 no se pu­ yen esta época acaso por influjo francés se pone a la cabeza
blicaron los cinco cuartetos alternos eu endecasilabos falecios de todas. las foimas líricas de estrofa. El tipo ABAB pre­
del Coro de venganza que forman el final del cuarto acto de valece frente a la variante ABBA; entre las demás variantes
lB Dorotea de Lope. la forma aguda (AEAE) tiene especial estimación en Espran­
ceda y sus contemporáneos.
lOI BAE., XXXVII, pág. 17.

Illl tdem, pág. 48.

¡tu D. Alomo, Vida y obra de Medrano. Madrid, 191&, r, págs. '2J7 )l 5igs.,

bace ver los intentos )l métodos de la reproducción de formas de la Anti­ Il!l BAE, LXIII, págs. 470 )l sigo
güedad en España a fines del siglo XVI. II1l Por ejemplo, Al sepulcro de Zl.'1yde, BAB. LXIII, pág. 472.
1Gt J. M. Blecua, Notas ~obre pOl!rntl5 del ~¡glo XVI, RFE, XXXIII, 101 El propósito inútil (con rima aguda continua); El ciprés (con rimas

1949, pág. 379, reproduce ambos textos con un comentario. alternas), BAE. lXVII, págs. 49 )l BI.
;7-~:'::'

264

En. la poesía modernista el cuarteto se mantiene como una


de las Ionnas de estrofa más importantes, si bien no es la más
frecuente. Adquirieron fama los cuartetos (ABAB) de la poe.
--- ---
Manual d~ versificación C:SPt1fío!.4 1JZ estrofa de cinco versoS

Bjemplo:
Madrid, castillo famoso
que al rey moro alivia el miedo,
Esquema

h
a
265

sla A Gloria de Díaz MiTÓn, q,ue Dano celebró en el veno arde en fiestas en su coso, a
eTu cuarteto es cuadriga de águilas bravas» 1(1ij. Más intensa. por ser el natal dichoso a
mente que en el Romanticismo se manifiesta la variante ABBIi de Alimen6n de Toledo. b
en González Mardnez, Neno y G. Mistral, sin romper tI predo­ (N. F. de Moratín, FieJta de loros' en Madrid)
minio del tipo ABAR La variante aguda cae en desuso casi por
completo; el cuarteto arromanzado, en cambio, se da con bas.. La quintilla no tiene límItes en cuanto al asunto; al modo
tante frecuencia. También en la poesía conlemporánea el cuar. de la redondilla y en forma semejante a ella, se encuentra en
teto es de las estrofas más usadas, casi siempre en la, foro la poesía Ilrica y en la narrativa, y sobre toco, en la dramá.tica,
ma ABAR donde se usa especialmente en las p::lrte<;; líricas y narrativas.
Resumen histórico: El nombre de quintilla aparece por pri­
LA. ESTROFA. DH CINCO VERSOS tllera vez en las Tabla.s poéticas (16t7) de Cascales. Su primera
descripción detallada la ofrece Rengifo bajo la denominación
Se denomina quintilla la estrofa de cinca
lA QUINTILLA.. - de redondilla en su Arte poética (1592), cap. XXII.
versos octosílabos con rimas consonantes. En su forma autó­ En 10 que respecta al origen, se supone que la quintilla
noma y definitiva. que se alcanza a fip.es del xv, tiene dos rimas nació en el siglo xv medianre el desdoblamiento de la estrofa
cuya disposición ha de atenerse siempre a estas normas: 1) más de nueve Y diez versos con la disposición 4 + 5 y 5 + 5 (Yéase
de dos rimas iguales no deben estar inmediatas; 2) se evita copla real). Dio ocasiÓn a esto (o (11 menos 10 favoreció) el
la rima pareada al final de la estrofa 11»; 3) ningún verso debe álcance que tuvo la estrofa de cinco versos cC'mo lema o flnida
quedar sin correspondencia en la rima. De las posibles como en la canciÓn trovadoresca (véase esta clase de canción). De
binaciones sobre esta base, se impusieron las cuatro siguientes esta manera podía desarroIlane de IT!.odo natural lD conciencia
variantes como más habituales: de que la estrofa de cinco versos era una forma estrófica inde­
pendiente. En la primera fase de la evolución se desarrollan
1. ahaba 3. ¡,.baab
paulatinamente esquemas fijos de rimas en e.'ilas partes de
2. abbab 4. aabba
la canción (tema, flnida} y en las estrofas d.e nueve y diez
versos; estos esquemas se repiten luego en la quintilla autó­
Según las épocas y poelas, se prefiere uno u otro esquema
noma. Un paso decisi.vo hacia la independencia de la quintilla
en las poesías largas en quintillas; y los tipos se emplean o
se realiza hacia mediados del siglo xv, cuando se introdujo un
bien como forma única de estrofa, o bien mezclando las va·
cuarto elemento de rima en la copla r~al (5 - 5), De esta ma­
riantes. De esto se tratará en el resumen histórico.
nera no se precisaba del enlace mediante la rima entre la
primera y la segunda parte de la estrofa, puesto que entonces
1011 Primer verso del soneto Salvador Dla1. MirÓ" (AvJ./, ed. 189)). Véase cada una de las partes tenía independientemente dos series
A. Coester, Díaz Mirón'J famouJ qualrain, Hisp., XI, 1928, págs. 320-322, de rimas propias. Situando además un corte de sentido al
109 Sin embargo, como base de una e9tl"9fa más larga, la de cinco final del quinto verso, este tipo de copla real se presenta como
vers01j no está som.::tida a esta re¡la, una doble estrofa de cineo versos,
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....... ~.

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J,JJ estrofa de cinco versos 267
266 Manual de versificaci671 esPaño
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terio estilístico, pues María y los ángeles hablan en qumtillas
Los pocos ejemplos aislados de la estrofa de cinco versOS
.105 pastores, en cambio, lo hacen en redondillas. ESLd di5'­
como entidad estrófica, que se encuentran en los Canc¡one~ ,1 'jdón fue también. imitada: en los Siglos de Oro, aunque
gallego-portugueses antes del sigla xv 1l0, no deben de haber
: :tan consecuentemente. A partir de 1530 la divulgación de la
influido en el dcsalTollo de la quintilla castellana. Con resI>ecío
qUintilla va en aumento paulatinamente ll4 y alcanza su auge
al alcance de la copla real y a su tardía importancia como __:-fines de siglo. Así, en lo que respecta a la frecuencia de su
estrofa autónoma en la poesia castellana, D. C. Clarke considera
.U50 baSta 1600, en Lope de Vega la quintilla sigue inmediata·
la quintilla como un "producto entera y genuinamente ca~l().
¡pcnte a la redondilla.
llano» 111. Esto puede decirse especialmente de las fonnas de:
Con el avance de la décima espinela y del romance, las
quintilla abab + a y abba + b, muy cercanas a los dos tiPos ¿rras de su uso entre las formas estrÓficas del teatro experi­
de redondilla. En lo que respecta a la variante abaab, que no
all:I1taLl una disminución desde principio del siglo XVII; no
.se presenta como tipo de redondilla, sino como estrofa defec.
obstante• .sigue siendo una de las formas estróficas más esti·
tiva de seis versos ([a]ab aab), Le Gentil supone la 'probable
¡nadas en el teatro español de lo.s Siglos de Oro, aunque
procedencia francesa de esta estrofa 1I1. En electo, el esquema tuegú se muestre en baja siguiendo, siempre a bastante dis­
abaab es en Francia, desde mediados del siglo xv, la fonna pre­
tancia. a la redondilla.
dilecta del quinlil. Lamartine, lIugo y Baudelaire lo reanima.
Hasta mediados del siglo XVI no solían mezclarse los dife·
ron y esta es probablemente una de las razones por las que el rentes tipos en series de quintillas; por orden de frecuencia
Romanticismo español y el Modernismo prefirieron precisa.
fueron usadas las variantes abaab, abbab, ababa. Hacia 1570,
mente este tipo.
la mezcla de los tipos de una misma poesía en quintillas se
Los primeras ejemplos del uso de la quintiHa eomo forma
convierte en norma general. En los Siglos de Oro el tipo abaab
de estrofa autónoma se encuentran probablemente en el Can.
cede en favor de las variantes ababa y abbab, más cercanas a
cion.ero (1496) de Jllan del Encina; así ocurre con la Egloga
la redondilla.
tercera lB. En el siglo XVI experimenta un amplio incremento:
En el Neoclasicismo la quintilla comparte la suerte de la
Hurtado de Mendoza, Lope de Rueda, Castillejo, Torres Naha.
redondilla, con la cual estuvo siempre muy unida.
rro y otros ofrecen numerosos ejemplos de esta estrofa. Su.
A pesar de su empleo ocasional en Villarroel, Arriaza y
historia esta especialmente unida a la poesia dramática. Du·
Usta, hubiera caido en un desuso casi completo, semejante a
rante el primer período del teatro del que conocemos el nomo
la redondilla, si N. F. dé Moratín no la hubiese convertido en
bre del autor, que se inicia con Gómez Manrique (muerto hacia
UD impresionante monumento estr6fico mediante las setenta
1490) y llega hasta 1530 aproximadamente, sólo Gil Vicente y
y dos quintillas de su famosa Fiesta de toros et! Madrid.
Sánchez de Badajoz cultivan la quintilla en proporción con­
Moratín mezcla los tipos ababa y abaab. De las variantes
siderable, El último escribió tres piezas enteras en esta forina
abbab y aabab ofrece tan s610 un ejemplo en cada caso, en
de estrofa. Siguiendo el modelo de Gómez Manrique (Repre.
las estrofas 51 y 53.
sentación del NascimieT1to), Sánchez de Badajoz en la Farsa
Junto a la redondill.a, la quintilla vuelve a aparecer en el
de la Salu.tación diferencia las fonnas estróficas según un eri·
teatro, las leyendas y la lírica del Romanticismo. Así en Zorrilla
(El zapatero y el rey), García Gutiérrez. (El trovador), Ave-
llO Referencias de citas en Le Gentil, Formes, pág, 26, nota 47.

IU Sobre la quintilla, RFE, XX, t933, págs. 288-295,

111 Formes, págs 76-78; véáse también más adelante, pág. 302.
JI. Véanse los pormenores en Morley, Strophes, págs. SU-SU
m Ant., V. pág. 281.

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<~':',t",~~,_ " ,

268 Manual de versificación es~


llaneda (Recarcdo), Bretón de los Herreros (Maree/a o
cf.. dl de tos tres? J. En la poesfa lírica es inclu~o mós freeuen~
que la redondilla (Duque de Rivas, Bermúdez de Castra, Es.
pronceda, Avellaneda, Echeverría) Hasta el libro de Pros
-­ lid estrofa
--­
~ IV Y VIll
de seis versos
r Cadalso en A un héroe m, y por Meléndez Valdés en las
269

ll8 • St: usó también más tarde; así aparece en la

poesla En Nochebuena de Ouerol. En el Romanticismo el quin


¡]:fa ísométdco alcanza su mayor importancia relativa; en lo
M

profanas (1896), de Darío, la quintilla fue una fanna es~ '¡re respecta a la disposición de las rimas se considera como
en la lírica modernista en Hispanoamérica; pero luego cayó ~ variante, sólo que en versos largos, de la quintilla; y a me­
en desuso. Como en Zorrilla, y también así en el siglo XIX nudo adopta la disposición de la estrofa aguda. Hay ejemplos
francés, el tipo abaab fue la variante más estimada. éil ZorriIla (repetidas veces en María) y el Duque de Rivas; y
'mmbién cn Nuñcz de Arce, Campoamor y diversos poetas his-­
IJIBLIOGRAf'ÍA; D. C. Clarke, Sobre la tjl.lil1tilla, RFE, XX, 1933, págs.28&. panoamericanos. Junto al habitual endecasílabo, Zorrilla usa
295. Le Gentil, Formes, págs. 26-18 y 76-78. H. W Hilbom, CaI~!'OII'~
tiuubién el alejandrino. (El cantar del romero); en esto le SiM
qlli,¡ti/;'as, HR, XVI, 1943, pll¡¡:s. 301-310.
peron los poetas del Modernismo, que emplearon los quin M

EL QUIKTETO. - El quinteto es una estrofa de cinco verSOS tetaS menos veces que los románticos; G. Valencia (La tristeza
largos (en la mayorla de los casos, endecasílabos), que en SU de Coethe), Gonzále.z Martínez (Lazo et8r11o), Nena, Santos
forma definitiva sigue las mismas normas que la quintilla en Chocano y Valle lndán escribieron quintetos en endecasílabos.
lo que respecta a la disposición de las rimas. LA UR~ G~RcíI.ASlAN~. - Por su procedencia e historia la
Ejemplo: lira garcilasiana es un quinteto de versos plurimétricos y per­
Esqu~ml1 tenece a las canciones aliradas; se tratará junto con éstas.
H'.!fH.\(a el sol su disco refulgente A
tras la llanura azul del mar tranquilo, B
dando sitio a la noche, que imprudente A LA. ESTROFA. DE SEIS VERSOS
pre.sta con sus ¡Inieblas igualmente A
al crimen manto y al dolor asUo. B D~:'itle
la Historia troyana (hacia 1270) hasta nuestros días,
(Zorri!la. Marg(Jrita la Tornera) la estrofa de seis versos se presenta en multiples tipos. Na
obstante, tan sólo WlOS pocos lograran ser importantes, en la
Resumen histórico; El quinteto isométrico es forma de es­ mayoría de los casos en detenTlinadas épocas y poetas.
trofa reciente y poco usada. Se encuentra por primera V'e2
en la poesía A mi eabaUo de J. M. Heredia (1803-1839), Por LA SEXTILLA. - Semejante a lás estrofas de tres, cuatro y cinco
los endecasflabos empleados y el esquema de las rimas ABCDD, versos, la de seis en la Edad Media a.lcanzó sólo en proporción
con el característico pareado final de la srant.a it<lliana, apa­ muy reducida autonomfa estrnfica; incluso en la canción me­
rece corno derivación acortada de la octava real o de la dieval se da solamente en casos excepcionales. De manera clara
sexta rima. Unos cincuenta años más antiguo y mucho mis ningún tipo consigue un predominio absoluto, de modo que
rreclH>nte es el quinteto que usa versos de diferente medida: hay gran numero de variantes, y cada una se basa sólo en unos
el esr¡lIE"ma más común es el ABBAb, Fue empleado en varias pocos testímonios. La característica común de todas las estro­
ocasiones por Iglesias de la Casa en los Idilios lIS, en la Oda lV 1\f¡, fas medievales de seis versos es el empleo uniforme de metros
-----
m BAE, LXI, págs. 464 Y sigs. 117 BAE. ídem. pág. 251.

1\0 BAE, ldem, pál(. 468. lit BI\E, LXIII, págs. tM , 186.

.......

-:-:!::~if/'
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2:C70'-- =--=M"'"CnCUC"='=--=dCe=--=VCec'cs,,;fek:":c::iÓI1 esPa- _


-~ ".:j;., estrofa de seis versos 271
, cortos, por 10 general octosílabos, aunque los hay también de
.' '
medidas menores. Por analogía con otras estrofas octosüaba¡ ,.~n tres rimas apare~e, ~r ejemplo, en la le.t~i~la XI
tales como la redondilla y quintilla, se denomina también • :~';GÓllgora123. En estos testunon1Os tardíos la poslClon de
el término general de sextilla. De este modo se dIstingue tam.b~ '.'-tlJ5- pies quebrados al fin de la estrofa de tres versos no
en la terminología de tipos posteriores que, por lo generaJ° -¡¡tret;e ning:tin probléma, puesto que se hicierOIl comunes eon
usan metros italianos (endecasílabos, o endecasHah.os y heptas.¿ J$ introducción de la estrofa manriqueña, hacia mediados del
~,
lab?s).. y entonces se llaman de ot~as m.~~ras: sextinas, sestinaa ¡¡gto xv.
y slxtmas, sextetos o sextas. La dlSposlclon de la sextilla pUede ",:,En la sextilla paralela, el tercer y sexto versos pLJeden ser
ser isométrica o plunmétrica, aunque predomina la ultima 'lgud0s; es variante mUf antigua en la' forma plurimétrica l24.
forma. Menciorutremos algunas de sus djferentes variantes: 'J,DS versos agudos en la sextilla isométrica parece que se re·
1) La sextilla paralela de dos o tres rimas aab aab o aab
'aWntan sólo a Sánchez Btlrbero, que usa esta forma en al­
gnnas estrofas hexasílabas y eneasílabas de la Venus de Me·
ccb. La ,"'ariante plurimétriea es más frecuente que la iSDrné­
JllIa (1816) m. En el Romanticismo esta forma de sextilla alcanza
trica, y tiene pies quebrados en el tercer y sexto verso. Los
cierta estimación 126. En varías formas. la antigua sextilla pa­
ejemplos de su uso esporádico llegan desde fines del siglo -:Un
:~lela vuelve a usarse desde el Neoclasicismo Y el Romanticismo,
hasta el Modernismo. He aqui algunos de eUos:
en metros italianos.
El más 1emprano testimonio de la sextilla lo constituYen En vista del nacimiento tardío de la sextilla paralela en
las veinticinco estrofas isométrícas del duelo de Aquiles POr Espaiia, la cuestión de su origen es dificil de resolver. Es po­
la muerte de Pafroclo en la Historia troyana 119. El esquema es .síble que se haya tornado directamente de la poesía medieval,
aab ccb. En la Edad Media esta di~posicio!l isornétrica se re­ en la cual esta fonna estrófica estaba muy divulgada. Sin em­
pite relativamente, según creo, sólo en la cantiga <l; Ventura bargo, hay testimonios en la poesía francesa, provenzal, gallego­
astrosa ... » (Es1. 1685-1689) del Libro de Buen Amor; preSenta portuguesa e italiana, antes de que aparezcan en España lI7.
dos rimas tan sólo, y el hexasílabo es fluctuante; también se Los elementos de su composición (sobre todo en el caso de la
encuentra en los Gozos de Santa María (es1. 33-43), el primer estrofa l'lurimétrica) mLJestran gran semejanz!l con el rhylhmus
testimonio notable de la sextilla ue versos plurimétficos (aab triperritus caudalf.LS. y la combinación se remonta así a los co­
aab) con casi todos los pies quebrados acabados en aguda. mienzos de la estrofa románica \le. El influjo italiano no es pro­
Es sorprendente qué. los pies quebrados se hallen al fin de bable. Sin embargo, la estrofa de seis versos, que es la forma
los tercetos simétricos \20_ Por lo demás, el mismo esquema
de dos rimas se encuentra muy posteriormente en Diego Hur­
'más divulgada de la poesia gallego-portuguesa, procede de una
tado de Mendoza l11 y en Francisco de Trino y Figueroa (¿ lól5. 1Z2 BAf., XLII, pág. 95 (Burlesco).
123 BAE, XXXII, pág. 4g3 (con eslribiUos alternantes: .. Bien puede
ll9 Poesfa 1, en M. Pidal, Historia troyana en prosa. :v verso, Anejo sen y .. No puede seu).
XVIII de la RFE, Madrid, 1934, págs. 52-57; también en Tres poetas pri­ 1::4 Comp. los ejemplos citados de Jnan Ruiz y de GÓngora.
mitivos, ob. cit., págs. 112 y sigs. 115 BAE, LXIII. pág_ 584.
120 La esto 1684 parece que es sólo un comienzo interrumpido, y 1011 126 Por ej~mplo. en Fch~verria. La cautiva, séptimJ. parte.
tres últimos 'iersos fluctúan bacia el heptasílabo (véase la ed. crJlica de m Veanse las lndicaeiones 'j ejempiD.s de M. Pidnl. ob. dt., págs. XII­
J. Corominas, en las notas correspondientes). Sobre el alcance de esta XIV. Más sistemálirD y detallado, en Jeanro'j, Origines, p~gs. 364-377.
forma en el origen de la estrofa manriqueña, véase aquí, pág. 309. tl.~ Véase Jcanroy. Ori¡5itles, p~gs. 364-377, donde se discuten las dis­

m BAE, XXXII, pág. 89 (Su.fro y cal/o!. tintas hipÓlC.'SlS de origen de esta estrofa (strophe coule), COI! indica­
ciones bibliográncas. Véase l;¡mbién Stengcl, Verslehre, pág. 79.
__ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
271 Manual
___ de_versificació .
_-"'=::::.:n..::esPa~,,-' ,- '~:i'S trofa de seis versos
,:¿',.- j;,"''',iL';': .
273

estrofa de cUfltro \'ersos más UD estnbillo. . de forma ~-~


par' _",«~trofas . den t rQ d e ~. na poes,'a lJl La sextilla abe abe con­ 'c
(~bab o abba + Ce) ~~, y esto mu,¡¡:,stra un probable . ~_ - ' ' ' 'da
hasta el ModcI"msmo como fo~a. de la copla. de. Pi,
f ranees . 130· i ~ UúL~'$l,_ -', d o. Su esquema se emplea tamb¡cn en metros ltaham­
2) La sextilla alterna (ababab) pertene~ a las formas O"
.
Tm;~.
;~-
. . 1d
glarescas. En Juan RUlZ se da.ocasIOnaimente en el C - ' JU. li'"4 ' ) Hay que meno'onar fina'mente , un .tLpO espccla e sexo
.
ciegos (est. 1710-1719) y en la cantIga de los Gozos de S" CJ1llar l i t . :
,;iln;" representa o d d ' .
e manera c a s ] . . exc1USfll<l por la
.. fOTma es­
Marta , (est. 1642-1649). En esta última
. ' . poesta consta de hexa a'U4'it@,ca .lU-'
del poema epI,co,. n3'ional
~, argentino ' Martm
." Frerro (L.
labos, que además tienen un séptimo verso de pie queb
,
"s: . .
ra'l1l}"~,:","
;r;. I1, )S79) de Jos~ Hernandez. Usa octo~llabos } tIene dl.S
• ' tnca,
' El pIr'me r verso queda Sin. correspondencla
mas tarde aparece mezclada con otras formas por ejemplo '. ';W¡¡ción lsome
' . . "
el CanclOn.ero SIglo XV, n.o 425. En el Siglo XVI ya había ,tli­ 'Jr"'~. 1 d .-
.,.,' Jas nmas; os eroas, enlazados
estfin . por nmas consonantes
sado de moda y desapareció por completo..Amado Nervo (l8~ ;&sónantes, como muestra el sigUIente esquema:
1919) recurrió a este esquema en los sextetos endecasílabos de Esquema
Extasis (ABABAB), aunque con más probabilidad puede haber Aquí me pOllgo a cantar x (suelto)
lograd? este esquema desde la octava real suprimiendo el pa. Al cDmpás de la vigüe!a, ,
reada final. Que el hombre que jo desvela ,
La sextilla alterna puede considerarse como famIa proce­ l!r¡a pena estrordinaria b
dente de la descomposición de la estrofa medieval monorrima Como la ave solitaria b
de versos largos. No obst.ante, también en este caso los testi. Con el C<JJltar S~ cOl15uela, ,
monios franceses tienen prioridad frente a los españoles lll. (Comienzo de! Martín Fierroj
3) La sextilla correlativa (abe abe) casi siempre liene pies
quebrados en el tercer verso y en el sexto. Como elemento de 'José Hernandez puede considerarse como el inventor de
composición es de gran importancia para la estrofa manriqueña ~ tipo de sextilla. Sin ser imitación llJ, su fin es dar un vivo
y, partiendo de esta, adquiere autonomía a fines del siglo xv. wnbiente )' tono a la poesía gauchesca.
Algunos ejemplos tempranos, en parte extensos, nos ofrecen
los n.~ 8S8, lOSO y 1121 del Cancionero siglo XV. En lo funda. EL SEXTETO. - La estrofa de seis versos italianos (cuyas de·
mental, su historia poo;;terior es idéntica a la de la estrofa manri. nominaciones sexteto, sextina, sexta, etC., señalamos anterior­
qucña, de la que no siempre puede distinguirse, puesto que' mente) se presenta también en numerosas ,'ariantes de distinta
esta estrofa de doce versos se considerÓ, desde poco después procedencia y alcance. Estas pueden dividirse en tres grupos:
de su aparición, como sextilla doble y esto favoreció su des. A) la estrofa plurimétrica de seis versos endecasilabos y
doblamiento en dos ~strofas independientes de seis l,iersos. En
heptasílabos.
los Siglos de Oro la primitiva unidad de la estrob manriqueña B) la estrofa isométrica de seis \,ersos endecasílabos.
se mantiene en el recuerdo de [os poetas sólo si el tipo de
sextilla correlativa se emplea regularmente en un número par
132 Véase, por ejemplo. Tri~lo y Figucraa. En ccr!llmw pDinro, BAE,
XUI, págs. 93 y sigs.
ID Véase Spanke, BezieJIlJ.l'lgel'l, pág. 132. III «For \0 menos, no tiene antecedentes en ¡¡lo poesía ¡;:aucheSC<l-'. Jos~
l:lO Le Gentil. Formes, págs. 29-3l. Hernández. ManEn Fierro. comentado ~' anotado por Ekuterio F. Tiscornja,
131 Chatelam, Recherches, ab. cit" pág. 90. Buenos Aires, 1951. ~ág. 633.
'~""r:;'

274 es..,~'o~t~a~d_e_s~e_¡s_Y_e_'~so,--s 275


Manual de versificación espa,;ol
-..¿ ~
,eJ. al comienzo de El festín de AlejQttdro lJi. Se repite en Zo­
la estrofa de seis versos agudos, unas veces íso mé
e) )'
trica tfÜ1a (A roln águila), Avellaneda (El árbol de Guemica), y en
otras plurimétrica.
'NliñeL de Arce (La pesca, Idilio y otras) se convierte en una
En el Modernismo estos tipos se dan lambíén en otras cJa,. "trota tan popular y característica, que se llamó estrofa o lira
ses de versa.
: N"úñez de Arce; o después de su máximo .fioreeimiento en el
1t(J11\anticismo, se denominó también sextina romántica. Junto
A) TlPOS PLURlM~TRICOS. .'e:Ila se encuentran de manera aislada cMi todas las variantes
'bIes U,l.
1. La líra-sestina. - Por orden de importancia enl:(e los fIOSlr.as estrofas de seis versos desaparecieron casi por completo
tipos plurimétrieos ocupa el primer lugar la lira de seis veI'Sol poco después de 1900;- son poco frecuentes en los poetas mo­
denominada tambi¿n sc;deto-lira o lira.sestina, que es la varía~ derJ1Ístas, pero muy variadas. Según se apuntaba en un princi­
te más 'importante hasta 'el Romanticismo. Por su procedencia pio en el Romanticismo, se usan otras clases de versos, libre­
e historia pertenece al grupo de .las canciones aliradas y se D1f1lte mezclados, y con esto .lie logra una mayor variedad, pues
tratará junto con ellas. junto con estas numerosas formas nuevas subsisten las ante­
2. La estrofa correlativa de seis versos: abe abe. - Siguien. riores. Viene al caso el sexteto simétrico que en su forma iso­
uo et orden cronológico hay que mencionar en primer lugar las métrica se presenta en Medallones de Julján del Casal, Venite
es trotas correlativas de seis versos que San Juan de la Cruz odoremas de Ner\'o (AAB CCB), y en la fonna de la sextina
antepuso a su tratado Llama ~e amor viva llamándolas "can. _romántica en la poesía La nube de verano (AaB CcB), obra
eiones» 1:14. Según sus propias declaraciones llegó a obtener esta juvenil de Dano.
torma independizando el comienzo de las estancias en la Can­
B) TIPOS ISOM~TRICOS.
ción segunda de Garcilaso, de modo que los sextetos de San
Juan son análogos en disposición a los seis primeros versos de Los tipos del se1[teto que se establecieron eon versos ele
la canción. En último lugar remontan a Petrarca cuya candón igual medida no lograron imponerse en ninguna época frente
Chiare fresche e doló acque (abe abC cdeeDfF) dio el modelo a .las formas plurirnétrica.<; citadas antes. Fueron muy poco
métrico a Garcilaso m. frecuentes los tipos de estrofas de esta cla~c, excepto la Iir¡¡­
sestina, excluida por definición. Antes enviamos ya a algunos
3. La estrofa paralela de seis versos y la sextina románti. ejemplos característicos. Otros pudieran ·añadirse sin alterar
ca (AaB CcB). - La mayoría de las innovaciones surgen a fines el cuadro general.
del siglo XVIII y en el xnL La más ímportante fue trasladar la La sexra rima {sextina real J. ,- No obstante, hay un tipo cuya
antigua sextilla paralela a los versos italianos (sexteto simétrico). modalidad característicZl. fue la disposición isométrica, ai me­
Se da cn diferentes variantes. La ¡somarica AAB CCB, y con más nos al principio; sin embargo, a veces bZl.jo el influjo de las
frecuencia en variantes plurimétricas, AAb CCb 136 o con un hep­ formas plurírnétricas mezcla los endecasílabos con heptasílabos.
tasílabo en medio de cada semiestrofa: AaB CcB; esta variante Se trata de la imit<lci6n de la sestina narrativa, divulgada en
adquirió un fuerte carácter propio. Maury la usa por primera Italia. En España fUe introducida en los Siglos de Oro con el
m BAE. XXVII, pág. 217_ nombre de sexta rima o sextina real (bas~ndose en la cercana
m Véase 10 Que se dice en la canción petrarquista. lJ7 BAE. LXVII, pág. 173.

Por ejemplo. en Arriaza. La. rempe.ttad y la gueffa. BAE, LXVIl,


iJó IJII Véase Chrke, Skf'tch, pág. 305.

págínas 66-fJ7.
276

octava real) acaso por Pedro \ienegas . ~ '. i~~


de Saavccra (RenttA~_
'.'

.' ;',,-
"

,~

-\:"~~f4 _l{;,¡f:'~
\', "" ,'"',':;,
Manual de versificación <!!S~~. :,-;\:'_~'estrofa de ocho versos.

_"Junto a los tradicionales endecasílabos "' d y ' hcptasI1abos


,

o otros versos
277

taro­
de amor) o Quevedo. El paradIgma c1aslco e~ ABABCC
. , . --.q - 'jY"
--:¿;¡'n se emplean, s r ob e todo en el
_ -. ;~ o ernlsm
'1 bas
,
deCir ' cuatro endecaSllabos '1 .
a ternos en las nmas, es
seguidos" .l:. -~
:;¡';',catorce, - djez ' nueve , seIS .y n'
d o...e, ctncad SI 1a estrofa .
aguda
-~- '.,. cn acaso por el lO uJo
' "1:_
un p<lrcado endecasIlabo con un nuevo elemento de ritna 1 ' l . ' TuvO su ont- . d i ' 1 XVIII siguiendo,
e a
esta manera la estrofa aparece como una octava real a la .q""':::;', ~ ":~ !';e puso d e md'l o desde
., medIadosR e Slgt' o, rno el sexteto
se hublesen .
recortado los dos prrmeros.
versos'~taeiones l\e:<i"'- '
de .L" ~t. t ' lü En el
etasaslo. . _ _. oman üf IClSejemplos el Pa-
El más amplio testimonio de su empleo en los Siglos de O.... ":;"lIdO sólo \uvo modesta lmpolt~lla. r:cen La e "Iiva y El
son las ochenta estrofas ' de .la Neme< de Manuel de Faria~ ... .... Arolas en El a
<!:l- . ,1
l ldel e · , Echeverna .en Z a..
g SerlO-r 'na en Un
Sousa U9. Algo mas • frecuente es la sexta nma . '1
en el Neoclas¡'i"gel 'J.L'~ Caldo, • ~1.'
.L" <1rmo
I c n El car/to del peregrl11o, ( ornleJ'andrinos).
chmo, donde aparece, por ejemplo, . en la poes13 " didácti....;',"estigo ,~. de b ronce> Y La leyende< .' _ AI-Hamar1 en recursores
de a del
. .. - .
AnllgllCdad, origen y t'XcelencLas de la caza 140 de N. F. de MOratín - - ....
:V·olvió como mo( u, '- n j. au que pasajera '."entre os p d'e versos'
Y en la fabula . La rana y la galllna " de Inarte.. Con nma' ABB. ,:'--'"
:iiodermsmo, que'1 o cm pJearan con . , vanas U cases S Rueda y
,
en los cuatro pnmeros versos se encuentra en el Ep!la1amiJJ>Glltiérrez NaJera,
. . ti .JI' " D ~
ano, D'az
1<.. MIran , namuno, .

real de Arriaza HI. En el ,Romanticismo el Duque de Riyas en -¡~[ros.


La u::'~cena milagrosa 142, y Zorril1a en su leyenda El caballero - O ' p"g" 364 -:;1. Le Gentil, forme!!, v ­
' . . ' .• • • GR.-Il'ü: Jeal'.roy. ngmn, ~~. ­ A
de la buena menwna recurren <l la tonna ongInana, ffilent""'ftBJBUO . . J R '1 'n'nda Pidal Historia troyana en prosa y
29-31 (Le SIt¡I<'l. . " ¡; ~
. :~a~
.... . • ,
que Avellaneda, José Joaquín Pesado, Ntiñcz de Arce y otros se . ' XVIll ,1<: la RPE. Madrid, 1934, págs. Xll.XIV. CJarke, Sketch,
'
Slrven ' parece que e I M o.d emlsmo,
d e d'¡versas vanantes. . a,. ¡lUso,'nasAneJo"
JiJ5 v 3M. T. N.narru. M¿:rica. ll\ 'd'Ice d e es lroÍl1s .
pesar de la gran \ariedad de sus lipos estróficos de seis versos pas:' .
no ofrece ningún ejemplo de la sexta rima. '
En el tercer centenario de Góngora, Gerardo Diego reanimó LA ESTROFA DE OCHO VERSOS
la forma pura de la sexta rima en la Fábula de Equis y Zeda 141,
y también Rafael Alberti en dos poesías que celebran el arte LA COI'L..\ DD ARTE M,\YOR. - J;-n su forma común la copla de
de Zurbarán y Tiziano de su libro A la pintura (J945 y 1948)1'4. arte mayor e::, una estrofa de ocho versos con rimas consonan~
1es; p<lra diferenciarla de las variantes de siete, nueve y diez
versos, se la conoce por «antigua octava castellana:> y «octava
e) f.[, SEXTETO ACUDO.
de arte ITlayor», y también, par el poeta que le dio más renOID'
El sextcto agudo se constituye casi sin excepción por dos 'bre, cama «octava o copl<:l dc Juan de Mena:>. Normalmente
scmiestrofas, cada una de ellas terminada en versa agudo, La tiene tres (raras veces dos) rimas, y se compone de dos cuar­
disposición puede ser isometrica o plurimétrica: ARE ABE.; Aal! 1eloS que ambüs tienen la misma disposición de rimas o las
Aal:, etc. combinan cn dos series diferentes. Resulta característico de
esta estrofa el enlace dd cuarto y quinto versos me~iante la
lJY Reproducidas en RHi. XXXV. 1915, págs. 27-43

160 BAE, JI. págs. 49 y ~jg. rima, que así une estrechamente las dos p"",rtes de la estrofa.
14t BAE. LXVlI, pags 70-71. Los esquemas de rima más comunes son:
Il~ BAE, C, págs. 451 y sigo 1. ABBA ACCA
14J P\Jbjjcada en Po~mas adrede, Colección Adonaís, Madrid. 1943. 2. ABAB BCCB
144 L~ f()rrna y organización de estas dos poesías se i:"tcrprct:m en
D_ Alonso, Estl.ldios }' ensayos gongorinos, M..drid, 1955, pág3. 163-165. 145 Véase en oct<lvilla aguda. y l:l bibliogr~fb allí menóonada.

;i0"';".
r~r

278 Manuald'ce_'_e_'c'~it_i'_'accC'CóCn~esPQiio 279


" ~ j.sesffota de ocho versbS"
Las demás variantes siguen a gran distancia, muchas vece '-~
reducidas a casos aislados. I CióD miis frecuente de la copla de arte mayor (ASBA ACCA).
Ejemplo: JiílYáO Bolsl:yra [49 ofrel:e incluso un ejemplo ya desarrollado
EsquernJ.
por completo. en lo 'que respecta al ritmo y a la rima, de la
lus casos f<llal;-es, FO!tu¡¡:l, c;?ntJ.mos, A
Ctlpla de arte mayor del segundo tipo (ABAB BCCB).
EstaJos de ¡¡:~nks (¡ue girab e lnJcus, B _En los testimonios más antiguos de esta clase de estrofa,
,, Tu~ grandes discordi3s, tus fim,ezJ;; poca~, B da. el Deytado sobre el cisma de Occidente l~ del CanciUer
E los que en tu IUt"da que;>;lJso~ f:¡Jlamos, A pero López de Ayala (1332·1407) se repite como forma predo­
Fa~la que al tiempo de agora vCllg.'lrnüS; A arinante, y en la anónima Danza de la. muerte 131, acaso algo
De fechos pa'isados cubdi..,ia mi ¡¡fnma e Posterior, como forma .:)tclusiva de la copla de arte mayor~
E ce 10$ pre,cnks. f:l2er breve suma; e En ]0 que respecta a la procedencia de las propias estrofas
Dé fin Apolo, pues nos corocn<;:amos. A
@1lego-portuguesas de siete y ocho versos, no puede ponerse
(Juan d~ !'Ikna, El La.bennlo, es!. 2) en duda que, en último lugar, son de origen provenzaL No
obstatlte, el que el número de rimas queda limitado a tres, hace
Debido a la clase de verso empk<.tdo, la copla de arte mayor suPoner el influjo del francés del Norte. Los trovadores pro­
tiene un carácter solemne y muy elevado. Fue la forma carac­ venzales también conocieron tres rimas en las estrofas de siete
terística de la poesía culta llétnaLÍva, didáctica, moralizadora, !iQcho versus, e incluso pueden documentarse en ellos los mis­
alegórica e intelectual de fines de la Edad Media. ¡Dos esquemas de rimas que en la escuela gallego-portuguesa I~;
sin embargo, se trata de sólo unos pocos ejemplos aislados,
ReS¡lrnel1 hisfórico: Sobre el origen de la copla dl~ arte ma. tang m ha señalado el inconveniente de que las formas de
yor, M. Pelayo se limitó a señalar que estaba envuelto en OSCU.' cuatro rimas predominan con mucho en la poesía provenzal. Así,
ridad impenetrable 1%, y la consideró invención de los poetas. por ejemplo, en el Répertoire de Fratlk se .encuentran nueve tes·
castellanos a fines del siglo XIV 147. Graci~s a las investig<'.ciones timonios de la estrofa de ocho versos con tres rimas ABAB
de Clarke J4a, conocemos hoy la proeedencia de esta forma es­ _BCCB (renlt: a trescientos seis de la forma de cuatrO rimas
trófica, al menos en lo esencial. Sus mCllklos inmedi21fos están ABBA CCDD 15\ En cambio, las tres rimas son en estos versoS
en la poesía gallego-portuguesa. En J05 Cancioneros Vaticana y características de la poesía francesa del Norte desde el siglo XII
Colocci-Drancuti se encuentra él menudo un tipo de estrofa hasta principios del XIV 155. Mientras el Cmuionero de A;l~da re­
de siete 'versos, en su mayoría endecasílabos, cuyo esqueIT!a fleja, al menos en cierta medida, la situación provenzal, los Can·
de rimas ABBA CCA muestra gran semejanza con la disposi.
}09 CaMe:. Var., n. M8; reprodudda m Clarke, Skerch, págs. 211·212.
6

¡.., _Torio "'~ OSCUro la historia de esta Iorma ritmic:I: el origen


"U ¡:lO Anr., IV, p;l.gs. 119--11.5; también en BAE, LVII, pág. 450, n.OO 794

del metro mismo, el de la estrofa y el riem;¡o de su introducción en y sigs. '


Castilla.• Anr., 1. p<ig. 419. m Anl., VI, pávs. 2.~4·2.62.; también en BAE, LVII, págs. 379 y sigs.
U7 "Cuando el Marqués de Santillana afirmu [cn tanta gelleralidad que l~ Véanse las rcferenciJ.s en Istwan Frank, Répertoire metrique de la
el arte mayor había Venido de (;alicü, ¡Jodcm,-,g cJ.kndcr que se I"eferiil. pobic dcs rrouóaJours, P.l.' ¡s, 1953, J, n." 5~ (ABBA CCA), y n.6 31.5
al verso. no :l. la octava, de que no hay ningin ejer,lDlo en los Cancio­ {ABAB BCCBj.
neros del Noroestr, y parece inllefttada en Ca~lilIa a fines dd siglo XIII.• 13J Formas, p1gs. 48S-52J.'La cita alegada se encuemn en págs, 508·509,
Ant., X. pág. 175; v con palabras parecidas en E5Ir~di()'i, II, p.:íg. 112. Ut Véase I. Frank, ob. cit., n.O! 325 'i m.
1"-1 The copla de arte mayor, HR, Vllt \94ú. pág~_ 202-212. m ~_ M(Y{'T, OH n'pprlrls ri~ 1" po~.ie d¡ts t7'ou'l'~rl!.ll ,wcc celle de~
troubadours, ",Romania», XIX, 1890, pág. D.
280
;¡'"

'Y:,:11lt:f:.:
-,f ...... ,­

Manual de versificación es~ -1 ,,'estrofa de ocho versos


281

cioneros posteriores muestran en la disposición de ~


I ~
. .
representatIvoS que 1a usan es C·
ns.tób a 1 d e eastl·1]·
eJO
de siete y ocho versos, paralelos tan maniúeslos con la ~ ,-_:-~to en 1550). «A fines del siglo XVI, la copla de arte mayor
de los tWlIvéres, que difícilmente puede pmsarse en una ~. _<'ya sólo un recuerdo», escribe T. Navarro m. En esta fun­
génesis. Con decisión y con el cuidado del caso, Le Gentil ha . i ,¡~ 'de reminiscencia literaria y estilística, de intención arcai·
demostrado de qué manera puede pensarse en un probable ' DJD.te,se la halla en el libro III de La Galalea de Cervantes l()l
influjo del Norte de Francia, bien en la tardía poesía gallego. el segundo acto de la comedia Porfiar h~sta morir de Lope
'eJ}

portuguesa o bien en la escuela gallego-castellana, conf0llne._ . ~Vega, donde se evoca a Juan de Mena Ip,). Las estro~as de La
los hechos históricos 156. -!t ~éa'ra fllstina 164, aunque denominadas «octavas de arte mayor
En el transcurso del siglo xv la copla de arte maYor va­ árttigUa» l60S, son por su esquema octavas reales.
poco a poco fijándose en unas \'arialHes predIlectas. Antes \Desd e tI úHilllO l:ual"lo ud :;iglu XVlll y ell el Rumanticismo,
de 1514 aparece la forma ABBA ACCA en la Egloga de Filello \8' copla de arte mayor sale del olvido junto eon el verso de
'[J;. arté mayor nuevamente reanimado (en la mayoría de los easos
Zambardo JI Cardonio de Jnan del Encina IS7; y ya en 1420 s~
encnentra en la anóuima Revelación de un ermitaño 1.'8 COmo en'forma del dodecasílabo isosilábico). En una reducida pro­
forma .única. Scguída dl: cerca por la variO:lnte ABAB BCCB porción se la emplea con intenciones artLsticas semejantes
(38 %), va en cabeza (48 %) de las múltiples l,~ variantes del Can. alas de los Siglos de Oro; así acaso por primera \ez en El
Gimlero de Baena (hacia 1445). Alcanza rango clásico Con la ob i .~'trato de golilla (ABAB BCCB) de Idarte ]66, en Al Príncipe de
del Marqnés de Santillana, y sobre todo gracias a las dmcieo..
rrt la pa~, en lenguaje y verso mztigtw (ABBA ACCA) de L f. Mora­
tus ochenLa y siete coplas del Laberinto de Fortuna (1444) de . tin 167; Y en Los amantes de Teruel (lI, 4) de Hartzenbusch para
Juan de Mena. Al lado de estos dos principajes tipos, [os demás citar un ejemplo del Romanticismo y de su uso en fur,ción dra­
'o'
;;.; tienen sólo interés en el marco de investigaciones especiale,<,. Útática.
'. Con la mencionada Egloga de Juan del Encina, la copla de
~ BIBlJOGRAF1A: D. C. Clarke, The copla de arte may<Yf, HR, VIII, 1940,
arte mayor se introduce en la literatura dramática, donde se
p¡lginas 202"212. Le Gelltil, Formes, 'Pág5. 34-51.
la tiene en buen O:lprecio hasta mediados del siglo XVI y se halla
en diversas farsas anónimas, autos y en las piezas de Pedro
Altamira (o Altamirando). Gil Vicente y olros. Después lit: 1550 u COPLA nF. ~RTf MfNOR y L" COPLA C"STRT.TANA . .::...-L¡;¡ corla
desapareció del teatro JaJ. de arle menor y la copla castellana representan dos fases de
Curso semejante sigue su historia en los demás géneros. 161 Métrica, pág. 260. AlU fi&ufa un conjunto de los pocos ejemp:DS
Después de mediados del siglo XVI queda en seguida arrinwna. de los Siglos de Oro y la critica de los mismos.
da por las formas de estrofas italianas. Unu de los últimos 162 «Salid de lo hondo del pecho cuhado". RAE, 1. pág. ~:
16] En la escena lO: «Al muy poderoso seiior de Castilla» 'i «Amores
me dieron corona de arnore;.~, proce.:lente5 de las coplas 1 'j 106 .:Iel
156 Le Gentil, Formes, págs. 34-51. lAberinto.
m Véa~e Cancimlero de Ju.an del Enó'w:, ed. f;J(~. de h Re:;!1 Ac:ldc. 1..... BAR XXX nI, l1~Il- 1~2.
mi" E~pa"jola, Madrid, 15I~8. ed. E. eolardo. pá,g". 2: y ~Iil~. del P:ú)ogo 1M Scbre las diferentes formas mi:ttas, realizadas con la copla de arte­
JS~ Am.. IV, págs_ 263"267; también BAE, LVII. págs. 387"388. mayor, por un lado, y con la octava rea: y ollas r!ase~ de cs:rofa~. por
15~ Sólo Víllasandino emplea no menos de siete ...arian(es dI>til1J.1s de olro, véase Julio Caillet·Bois, Dos notas sobre Pedro de Oña, RFH, IV,
la copla de art~ mayor. Véase D. C Clarke, Notes On VillaHmdillo's vcni­ 1942, págs. 269·2i4.
ficarion, HR. XIII. 1945. pi'ig'i. 185196; en especial pág. 194. I~ BAE, LXIII, p;1g. 13.
160 Véase Mor]ey, Strophes, págs. 505.-529. 161 BAE, U, 'Pág. 583.
282
Manual de versífkas:ión U~, )j#tstrofa de ocho versos 283
evolución, procedentes en último lugar de la misma ~ -:;.¡;;..-- .
':jw.~iJltSUmen históriCO: En lo que re.s~ecta a la procedencia de
forma provenzal. Se distinguen en las formas tan SÓlo Pul .
"-:ff'copla de arte menor hay que antICipar que las estrofas pro­
número de las rimas: La diferencia en la terminología r~
:'ifizales de siete y ocho versos, origen de la copla de arte
sólo a T. Navarro, el cual, según creo, basándose en Ullos die!­
-i-Jor, a.parecen también en versos cortos, y vienen al caso
siglo xvI.propuso el término de copla castellana para la. ~
'dJ1.Do fundamento de la copla de arte menor. Se dan dos posi­
de cuatro rimas; en todo caso la distinción es práctica.
-"t,iídades para derivar la copla de arte menor: t." remontando
1. La. copla de arte menor. - Esta copla de arte menor e¡ í;:.Qnil, .estrofa provenzal de octosílabos ya existente lO'! con evo­
en pocas palabras, la de arte mayor compuesta en OCtosGa~ ~n análoga en la poesía gallego-portuguesa a la de la forma
Como ella, es habitualmente una estrofa de ocho versos, aunqlle :~~aria 'de la copla de arte mayor; 2." según la teoría de
puede ser de otro númer;o, en especial de siete (abba cea), Se '_ p~ oC; crarke, se creó en Castilla sólo con transponer la copla
caracteriza por tener dos 0, en la mayoría de los caSos, tlts "'¡k-arte mayor ya desarrollada, a la poesía octosílaba autóctona,
rimas. El esquema de rimas predominante (en ~l Cancionero 14 Aunque no puede tomarse una decisión clara y convincente, la
Baena, el SO % de la totalidad) es abba acca, como el de la , jlrimera opi~ión es la más probable. En su favo. puede alegarse
copla de arte mayor. Por lo demás hay gran libertad en la dispos¡. , que. mucho antes de los más tempranos testimonios de la
ción de las rimas 168, mayor aún que en la copla de Juan de -':q:ipla' de arte mayor (Ayala) aparecen, aunque aislados, tipos
Mena. "~ estrofas de siete y ocho versos octosílabos en el Arcipreste
Ejemplo: " Hita. Estos son, sin género de duda, de procedencia gallego­
Esquema ~guesa, y su construcción (ababccb 170, abababb l7l, ababb­
AJ Hempo que va trent;ando a id> 112) anticipa la copla de arte menor. Además, como destacó
Apolo MIS crines d'oro b ~:Gentill1l, la gran facultad de variar la copla de arte menor
e recoxe su tesoro, b "~tá en notable oposición con la estabilidad de la copla de arte
taza el oriente andando, a 'mayor. Esta oposición no queda explicada satisfactoriamente
Diana va demostrando a oon la indicación de Clarke d~ que si el metro fuera autónomo,
su cara resplandezicnte, e
bubiera conducido hacia una mayor flexibilidad de la estrofa,
me fallé cabo una fuente, e
do vi tres duenyas llorando. a
,Por el contrario, su origen parece basarse en cie.ta independen­
ocia de la copla de arte menor con .especto a la de versos largos.
(MarquéS de SantillMa, Can.c. de aunque no se puede negar que la copla de arte mayor ejerció
Palacio, n.~ 94)
sobre ella en su esplendor un notable influjo, sobre {(¡do regu­
larizador. De ahí se explicaría la manifiesta predilección del
El uso de la copla de arte menor no está tan claramente Cancionero de Baena por el esquema de rimas abba aeca.
definido como la de arte mayor. De manera general puede carac­
terizarse como forma de poesía ligera, lítica o didáerica: Es la
estrofa que se prefiere en los decires, especialmente en el Can. lo!!! Según el modo de contar las s¡¡¡¡bas en español; en prov~m:al seria
cionero de Baena. una estrofa de heptasi[;¡bos.
m Cantiga de serrana: _Passando una mañana,. (ests. 95~'11'l).
171 Otra cantiga de serrana: -So la casa del Cornejo,. (ests 997-1(05).
163 Un cuadro de los más importantes esquemas de rima por el orden In Cantiga de loores: _Santa Virgen esco~da,. (ests. 1673·1677); se
de su frecuencia en el Cancionero de Baena se encuentra en D. C. Clarke,
inicia abba; y siguen las coplas acaccddc, con rimas capfinidas.
Redondilla and copla de arte- menor, HR, IX, 1941. pág. 490.
173 Formes, pág. 51, nota 175.
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284 _ Ma!,ll~~=-~ación • •
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-".:'¡ .. ,' d e och o versos
_ . , 285
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La copla de arte menor tuvo su mayor alcance y su'-" ~.--- "~
-_\};tr~se ~parten do . s a . dos
. end cadaI semlestrofa.
' . De ah! resuJ·
n;..
¡'. );<,
¡j}:J amplia divulgacíón en la primera mitad del siglo xv. En el 1<:~sigu1entes dIsposIcIOnes e as nmas.
'1 '
~~' ciOl:ero de Baena. es la f0r:?a estrófica más importante de~ '1.:1\,·,
1. IIbba : cddc (las dos abrazadas)
W""
~:i;;~:,:
declres. Con 1.a, Inl!;ma fU,nClon que la d~ la copla de arte~. r
;j~~?:i~-" 2. abab edcd (las dos alternas)
aparece tamblen :0 poesiUs ~xte~sas; aSI en lo~ L~OTes de cla~
p
i¡(~,i '
. }:c:'" 3. abba : cdcd ¡ (combinación de las dos anteriores)
varones. de Espana de Fernan Perez de Guzman 114, en El sUtfiD:~;>- 4. ahBb : cddc \
de Santrllana l15_'y en las. Coplas c~¡¡tra los p.ecados mortales de "~~>:'";
~f--' Juan de Mena JIO. Despucs de mediados de slglo retrocede cana:"
vez más ante la copla castellana de cuatro rimas. En el C~"
;.'k~:eJemplo:
.~~~< Esquema
'.,'~
ciOllE)ro de Palacio (hacia 1470) mantiene todavía un rnanifi~ Quando la Fortuna quiso, a
predominio frente a la copla castellana, pero en el Canciol'ltro senara, que \'05 amasse, b
General de 1511, está representada par la mitad del uso de la. ordenÓ que va acabasse b
otra forma. como el triste Nan;iso; a
A principios del siglo XVI los poetas cambhlll uno o dos ve.... non de mí mesmo pagado, e
,

sos par pies quebrados en la segunda mitad de la estrofa, En "¡


mas de vuestra catadura d
·v· fermosa, neta crialura d
esta forma ¡" cultiva en notable proporción tan sólo Juan del I
Encin::" li7; luego la copla castellana la absorbe par completo,
El J)echo de que Cervantes, ~ principios del siglo xvu, usase
I
¡
por Quien vivo y soy penado. e

(Santillana, Canco siglo XV, n.· 232)


para el epitafio de Grisóstomo 178 la ya olvidada copla de arte ! "<;:
menar, se debe a intención arcaizante: el fuerte corte sintác. 1I ~f'ia variante primera, citada en el e.iemplo, es la más frecuen·
I ~,Este hecho puede explicarse por la misma predilección de Jos
,.
,~'
tieo después del cuarto verso mnestra, sin embargo, el influjo
de la redondilla; par esto queda falsificada la primitiva unidad
de la copla de arte menar, y la fonna arcaica no se logró del
I Ctlíltro
'~s catalanes. que transfirieron la estrofa de ocho verSOS y
rimas de Provenza a Castilla. Así, Ausias March emplea
todo. I tr'"~uema abba cddc en 90 de sus 128 poesías.
, "'-'Sin desarrollarse hacia tipos de carácter autónomo, las coplas
2. La copla castellana. - La copla CClstellana es una estro­ casteiJanas se presentan ocasionalmente también con uno o dos
fa de ocho versos octosílabos con la disposición 4 _ 4. A difo. '~ de pie quebrado.
;;:
rencia de la copla de arte menor tiene cuatro rimas, de las '; Mediante la introducción de una cuarta rima, la copla cas­
tenana es técnicamente más sencilla y tiene carácter menos
17~ Cane Siglo X¡". n." 3011; una prueba má5 extensa, en Anl., IV, pil. arcaico que la copla de arte menor, con la que presenta co­
ginas 201·229.

JIlunidad de asuntos. Además se usa en el teatro (Juan del En·


m CarIe. Siglo XV, n' 212.

m tdem, n.· 11
ciDa, Castillejo y otros).
177 Cancionero de Jmm del Encina. ed cit~dél: Al erudfiio: «Arbor de
fruto precioso» (fol. xiiíj); En alabanrll .Y loor d" lt.. gloriosa r<'''na d'i Of
i Resumen hisrdrico: La forma de cuatro rimas de la estro­
cidos; ",Q,lien navega por !'l mar» (fol. xxij); Aue Mari,; stella, e/e' _Dios
te salve, clara e,~lrella» y aIras. y además la .egloga 1 Ifols. xxxiij )' Sigl,
I, evolución de las coplas de arte menar y mayor, procedentes de
fa de ocho versos (copla castellana) no participó de la larga

y también en Arlt., V, págs. 270 y sigs.).


m Quijote, 1, final del cap. XIV, I los mismos fundamentos provenzales que esta. Corno variante
de la forma más antigua de dos y tres rimas se desarrolló en la
r. ".,

;ti "

~;
oc
., ,-',:'.

'j;f 286 Manual de versificación es ;;':-:'T


. -~
mis.ma Provenza, ,Y .ganó el pnmer lugar e~tre los tipOs . -_~_

antIguos, en los u1tunos trovadores, )' se dIVUlgó también~-_

'," ._.- !a de ocho versos


287

Ii..",',:., Anl.gón y Catalufia y hasta Castilla.


El primer te~timonio en ViUasandino m (muerto en ¿¡~­
._

t!~

,,
"-'~'".,
l'-'
abarca tan s610 dos estrofa~ y representa un caSo compJ
mente aislado; en ningún otro poeta del CatleiOrleTo de B _

en la primera mitad del siglo, sc encuentra un caso seme'=­

"
"c"
El 11<;0 sistemático de la forma de cuatro rimas se inicia s610 ..

~t);; el Marqués de S<:Inti(lana 111I acaso por inDujo del catalán A~

if" March, a quien apreció mucho \&1. Se encuentra también en casos

aislados en Juan de Mena 182, Su creciente divulgación en la


segunda mitad del siglo xv OCUrre cuando son más intensas las:
relaciones políticas y dinásticas y, por consiguiente, tattlhiftl'
culturales. entre los castellanos y Arag6n y Cataluña. En el ella.
cionero de Palacio (hacia 1470) tales coplas son un tercio del
conjunto; en el Cancionero General (1511 l, la mitad de las es.
trofas son de ocho versos cortos. PQCQ después arnncona a la
copla de arte meno. más antigua, y alcanza su mlb:ima divul­
gación en la forma habitual abba cddc. La unidad de la COPia
castellana acaba por ser s510 de carncter gráfico, cuando se
Esquema

establece, cada vez más, un fuerte corte sintáctico después del ",,:-.,
Aún parece, 'Teresll, que te veo A

cuarto Vt':l'SO, unido a la falta de enlace de rimas entre las do, B


partes. Y así, en el uso métrico la copla castellana se descom: "fTP~ ('0::110 rlor~il:\ ml'ripma,
,.:< ' A
pone hacia fines del siglo XVI en dos redondillas autónomas, en sueño delicioso del deHo,
sobre ta.:lo gentil temprana rosa, B
contribuyendo de esta manera a la difusión de estas. En función A
del. ,,:mOT ...entu::oso de~"neo.
autónoma se mantuvo por más tiempo: así, en los doscientos 'IT\Rélica, J'u:isima V dichosa. B
epigramas (abba cddc) de Miguel Moreno l8J (primera mitad y oigo tu l/al dulcísima, y respiro e
t\1 aliento perfumado en tu suspiro. e
J7!I Canc. -'igro xv, n.' 637. Comp. D. C. CJarke, Note5 cm ViI//UaII.
dino's ,,'ersificarion, ob. cit., tl'á¡r.¡. TIlQ96.
(EsP~onceda, El DiAblo MI.mdo, n. Canjo
l&i) CanCo -'iglo XV, n.o 1/>6 (Coplas: comienzan por el es~rihiJIo pa. a Teresa)
reado .De tu Te~plan¿oT, o LUlJa,~); n,' 232 (Deúr; .. Quando la fortuna
quiso,_): con pie quebrado en el sexto verso, n.~ 1&4 (Didlogo de Bias 1&4 Este último t~rmino lo emplea M. pelayu. En la terminologfa mo.­
contra Furtr.mal; n.~ 2(7 (Lo:! gO{o~ de Nwe:!rra Se!Íorll: .GÓl;ate, 1I0000J.:l Ikrna se denomina. a~t alta forma de la e~trora de oc110 versos; véase
Madre,~J. mAs adelar.le la octa..llo llo¡uda.
181 "G:mn trovado. y lJombre de asaz el..vado espíritu•. Curta P~_
IP La organiT.ación de la octava Y sus posibilidades lIrt15ticllS las
mio, XIII, A.nt., IV, pág. 25. inleryretó D..fl.louso W pue}!a 'e5paiW/.a, ob. cit., pligs, n y slg~., Y en
182 Cllnc. General, 1511, n."" 61 y 6) Estudios y ensayos gongorinos: ub. cit.. es'tlecialmente páiS· m-21)1.
UJ BAR, XLII, págs. U5-1?3.
'#iIllC

288 Manual de versificación. espa~ -'f;:?~ _-estrofa de ocho versos 289


Por su carácter ,la oetava real es una forma de~ '~irnO Bermúdel b introduce en la literatura dramá.tica m
vada y ,noble, especIalmente propia para la épica y la lírica.~ ~ cultivada sobre todo por Góngora 194; en ~asos éuslados
gran alll~nto. Su empleo en asuntos de orden inferior tie' ~:' .wnbien por Lope de Vega, Quevedo, Jaur~gU1, Calderon y
intención de lograr un contraste artístico. !le l a . 19S. Alcanza su auge como la forma más adecuada para el
otros
.} a épico culto entre los años 1585 y 1625. Miles de ejemplos
Resumen histórico: La ocfava rima se desarrolló en Ita¡­ .::::en Virués (1587), Castellanos (1589). Hojed<l (l611), V¡lla­
en el siglo XIII sobre una base latino-medieval o popular. ~' iiciosa (1615), Balbuena (1624) y otros l~. En la poesía dra~á.
su forma característica se introdujo en la poesía culta mediant­ -ti~ desde Jmlll de la Cueva (en cuya Llberrad de Roma, bB1,
el F'ilostrato de Boccaccio (hacia 1338). ' e ~ la proporción máxima de ó8 % ),_ es una de las for­
Desde Pulci pasando por Poliziano, Ariosto y Tasso fue 1 aJas estróficas predilectas. En el teatro naCIOnal no se emplea en
forma exclusiva de la poesía narrativa hasta Marini y Tassol:u~ tan gran proporción, aunque SI se usa con notable constancia.
No obstante, se usó también en la poesía bucólica, lírica Sirve con frecuencia para rea]z¡¡r al.gunas partes de la obra;
didáctica. y .~ todo su función no se distingue de iJ. de los romances, y
Con Boscán pasó a España [&6; una poesía alegórica sobre d. ui ocurre en Lope de Vega que escribe cn su Arte lluevO:
amor que este poeta tituló sencillamente Octava rima, com.
prende ciento treinta y cinco estrofas de este tipo. Este primer Las relaciones pillen los romances,
intento puede considerarse logrado; Pietro Bembo le sirvió de aunque en octavas b;,;,¡;n por extremo,
modelo inmediato 187. En lo que respecta a la fonna, la perfl!lj. (BAE, XXXVIlJ, pág. 232)
cionó Garcilaso (Egloga lll) las. Diego Hurtado de Mendoza la
usó con ligeras modificaciones para asuntos mitológicosl&9 b SU obra, la octava no falta en ninguna comcdia 1'Ii.
y ofreció en las Estancias "izcaínas 1>(1 el primer ejemplo de s~ La fonna clásica y el carácter solemne hallaron también
empleo en la poesía burlesca y satírica. Le sigue entre otros SU correspondencia con los ideales estilísticos de la época neo­
Quevedo en el Poema heroico de las necedades y locuras dt ,~sica. Como en el siglo XVII, es la octava sigue siendo la (arma
Orlando el Enamorado 191. Ercilla en la Araucana (Parte 1, 15M)
funda la notable tradición épica de la oclava real en España 191,
IoIiró imponerse, y Pedro de Oña vuelvtl en sus -poesías posteriores a la
l!llS H. Keniston (Garciliuo de la Vega, New York, 1921, p;1ll_ 331) atri. octava real comun. Vease J. CajlJct Boís, Dos no!as, ob. cil., págs. 2~9­
buye a Garcilaso la prioridad en el uso de la octava. 274; y G. Cirot, Coup d'oeil sur la poesie épique du siü'/e d'or, BHi,
187 Véa~e Ant., X. págs. 206 y 27&-292. XLVIII, 1I14ó,' págs. 294·329.
Isa Véase R. upesa, La trayectoria poética de GarciJeHo, Madrid, 194&. JI3 Nise /aurciJ.Ja (l57i), 11, l.
página liI. 1!14 BAE, XXXlI, págs. 456 y sig.; 459 y sigs.; 777 ,,' sigs.
1!9 Fdbula de Adonis, Hipómenes y Ata/anta, BAE, XXXII, -pág~. ~g.7J.
1" Véanse las rderencias de citas en BAE, L"XXI (Indlces generales).
JW BAE, XXXII, 99.
página 7 (octavas reaks).
191 BAE, LXIX, páll~. 287-'197. Véase la ed. y esto de María E, Malfatti.
1'1l; Lns vols. IV, XVII Y XXIX (casi ellclusivamente formados por
Barcelona, 1964. orUivas reales) de la BAE ofteccn una impresión de la frecuencia de
J92 En el Arauco domado (prtmera parte, 1596), el chileno Pedro df - esta fonna estrófica en el gén,¡;ro é[1ico. La únIca ellcepción es el Arauco
Olla usa una forma mixta de octava real y copla de arte mayor con el domado de Pedro de Oña (BAE, XXIX, págs. 353455), donde se usa la
e~quema ABBA :ABCC; e~ta forma se distingue de la italiana por la ill­ forma especial de octava que acabamos de explicar. Véase el estudio de
versión del tercer y cuarto versos. Antes hizo un intento semejante Die¡rJ conjwlto de Fra¡¡k Píerce, La poe~ia épica del Siglo de Oro, Madrid, 196L
Hurtado de Mendoza (en las mencionadas Estancias). Este tipo mixto no 191 Véase Morl~y·Bruerton, Chron%gy. pjgs. 7~7i.

Y\!RjlIFICACIÓN ESP. -10


290 ~
Manu.al de versificación D.
291
-PaRo¡¡, l' ,;: '..~trofa de ocho versos
habitual para poemas eplCOS cortos, los llamados ca~' JI:'"'" t

cos o épicos 198. Sirve además para poesías filosóficas, didácr r){~vulgadaS' se refieren a su procedencia de Italia, pero
y mitológicas 11>9, Y en la obra de Cadalso admite rasgos bU:_ ,j .,,;-i'::éstablecen ninguna distinción frente a la octava real, tam­
rísticos y satíricos lOO,
En la poesía del Romanticismo la octava real está ¡',?:Y:J.a
¡

!
JI- italiana.
~fas
y
elección del metro la disposición de las rimas en estas
de ocho versos dependen del gusto del poeta, De ahí
divulgada para las modalidades nobles. Hay que citar enrn:
'~ta que existe un gran número de variantes que tienen por
pecial al Duque de Rivas 2ll1, Espronceda 2lT.:¡ Zorrilla, Caro
amor y Núñez de Arce. En Hispanoamérica gozó de la In~ ~terística comúu las terminaciones agudas en las rimas del
estimación. ,-~o y octavo \'ersos. Uu corte del sentido que, por lo gene­
Cuando nace el Modernismo, su ininterrumpida historia. Se
id,:. se presenta después del cuarto verso, divide la estrofa en
~,serniestrufas simétricas. En una de las variantes más ha­
acaba. Los poetas modernistas. que prefieren ill);;pirarse en la
poesía francesa, y en algunós casos en las formas medievaIea
:¡¡wates, el primer y quiuto versos quedan sin correspondencia
Ii.la rinla (ABB:b. CDD:b. o abbé cddé). No obstante, hay tam·
autóctonas, usan la octava- real tan sólo en casos aislados,
Ejemplos de su empleo en tiempos más recientes ofrec~n ka.
'J;ién formas que no dejan ningún verso sin correspondencia;
roón "de Basterra en Vínrlo, mocedades (1924), y Miguel Rer. 'J5fabbé acce.
nández en Perito en Lunas (1933), de cuyas 42 octavas, 22 son
",La octava aguda isométrica de endecasílabos con el men­
reales. .~o esquema ABB~ CDD~ se denomina bermudina por
'S¡dvado r Bermudez de Castro, que La puso de moda desde 1835.
B1BLIOGR.\F1A: Dámaso Alonso, poes{a española. Ensayo de rrtl!/odoJ J ,En el caso de que se usen versos plurimétricos, un heptasílabo
limites es/ilis/lcos, 3.' ed., Madrid, 1957, págs. 72 y !>igs.; EslwdioJ )' al­ '.:iiiJudD sustituye al endecasílabo en el cuarto y octavo verso.
sayos gongorinos, Madrid, 1955, págs. 200·207; véase también en el fIldice: Ejemplo de la octava aguda (bermudina):
octava.
Esquema.
Tu aliento es el aliento de las flores; A
'LA OCTAVA Y LA OCTAVILLA AGUDAS. _ Estas dos formas esf.ró. Tu voz es ue los cisnes la arlTlonía; B
ficas, octava y octavilla agudas, se diferencian formalmente Es tu mirada el esplendor del día, B
sólo por el uso unas veces de versos largos (al menos, enea­ y el color de la rosa es tu color. E
sílabos) y otras veces de \'ersos cortos (a lo más, octosílabos). Tú prestas nueva vida y eSperan1.a e
A un corazón para el amor ya muerto; D
Las denominaciones octava }' octavilla italianas, que aún hoy D
Tú creces de mi vida en el deskrto
Como crece en un páramo la flor. E
1'IIi Picrce, The canto épico ot (he 17'· and 18'" cen.turies, HR, XV, 1947,
páginas 148. (G. A. Bécquer, A Casta)
\>19 Ejemplos en N. F. de Moratln, Va.ca de Guzmán, Lista, ReinGlso, en
BAE. XXIX.
UlI BAE, LXI, págs. 261.267. Ejemplo de la oetavilla aguda:

l!ll Por ejemplo, ~gloga, BAE, C, págs. 6-9; El paso honroso, ldem, Esquema

páginas 69·94: Florinda, {den;¡, págs. 273·310; Maldonado, VI (La !Id), ldetD, Baj~ otra vez ~I mundo, a
páginas 47.;.478. '
¡baja otra vet, \1eslas! b
202 Por ejemplo, en El Pe/ayo, BAE, .LXXII, págs. 3 y s¡gs., y El
diablo mundo, 1dem, págs. 99 y sigs. De nuevo son !05 dias b
de tu alta voc:ación: é
292 Manual de l'ersificació.n es~­ 'F ,liJesirofa de' ocho veTSOS 293
----.;:: i·:~
E~quema "r6ci1es de recordar y cantar, de los melodramas de Metastasio
y en tu dolor profundo a ., :JP9&1782) 20S, muy de moda entonces en España; y por otro,
la hUfl]<l.nida.,j elllera ,
, ,f:,'jas imitaciones al tísticas de algunas de sus poesías líricas
el nuevo oriente espera
de un sol de redcnci6n. , ~;"tóCtonas, realizadas por conocidos poetas españoles, y en
~ial por Meléndez Valdés 2011, que según J. G. Fucilla ha de
(G. Garci3. T3.ssara, Himno al Mesilu)
.ióJlsiderarse cama «el verdadero iniciador de la moda de las
La octa'\,'a aguda, especialmente en la forma bermudina, , 'ías líricas de Metastasio en España y el primer poeta que
se acerca mucho a 1" octava reaL en lo que respecta al efecto ':~blece de una manera definitiva la tradición de la octavilla
estético, sin poseer su solemnidad clásica que se manifiesta e .'taliana en su suelo patrio» 207. En varias clases de versos cortos
el pareado finaL de endecasílabos. Así se emplea en la Poesí~ '~en múltiples variaciones de los esquemas de rimas, aparece
de carácter culto, pero no necesariamente en la épica elevada; 'en los dos Moratín, Iriarte, Arjona, Cienfuegos, An.:iaza, Quin­
es deCIr, es adecuada para los géneros narrati\'OS y líricos: tana, Lista; y en mayor cantidad en Sánchez Barbero y en el
Mucho más divulgada y popular es la octaviUa aguda ligera, ~bano J. M. Heredia, que escribió más de un tercio de su obra
que se presta tan bien para el canto. Junto a su uso en series Poética en esta forma de estrofa. En composieiones que se de­
continuas de estrofas, se emplea también en poesías polimé­ lloroinan canción, himno, cantilena, cantata, aria y otras, la
tricas. Este caso se da siempre que se utilicen versos cortos ~rofa de vcrsos agudos ocupa el primer lugar en el primer
(por ejemplo, tetrasílabos). No está limitada a detenninados ~to del siglo XIX. En Arriaza y Sánchez Barbero puede no­
asuntos, pero se usa a menudo en canciones de carácter ar. tkse la predilección por el empleo del octosílabo y el esquema
cádico, y también en himnos patrióticos. En el teatro se emplea de rimas abbé accé, fonna que en el siglo XIX tuvo gran di­
sólo en las partes cantadas. wlgacíón en España y América .

,
~"
Resumen histórico: Las dos formas estróficas son de pre­
cedencia italiana, y se adoptaron en la poesía ,española en el
. El cultÍ\'o eficiente de esta forma estrófica en versos largos
(ix:tava aguda) parte de Arjona, en su Diosa del bosque 2D8, obra
/.,' transcurso del siglo XvIII. en la que dispuso con gnlO arte el desarrollo rítmico, e intentó
La historia de la octavilla aguda es más antigua, y se re­ dos innovaciones importantes para el futuro escoJ;iendo el en­
monta hasta principios del siglo XVIII. Los primeros testime­ Mcasílabo como verso largo y el heptasilabo en el cuarto y
nios, aunque todavía muy escasos, se presentan casi al mismo octavo venas agudos (ABBé CDDé).
tiempo en La Rodogurra, versión adaptada de la obra de (Dr· 1m Los melodnmas de Mclastasio se introdujeron en España a partir
neille (estrenada entre 1710 y 1712), del peruano Pedro de Peralta de 1716 Sus I~Xto~ a;.arecicnm en traducciOnes espaflOlas y en edicio­
Barnuevo, en el Diálogo ,métrico de Paris y Elena y en el Ora· n~ biling'je~. Más il1dicacione~ en Sleding Sto SlOudemire, Metrlstasio

torio místico y a!egón:co 2CJ de Eugenio Gerardo Lobo. El me­ ¡n Spain, HR, IX, 1941, págs. 184-191 A. Coester se ocupa en espeeial del
alcanre Que tuvieron ;.a,a la divulgación de la octavilla aguda, en 111.­
delo de estos primeros testimonios lo dieron acaso Gabriello jluences of lhe l¡ric drama o, Merastasio O" Ihe Spllnish Romml/ic Mo­
Chiabrera o sus imitadores italianos 204. ~e.".,t'nl, HR, Vr. 1938, págs 1()..20.
El incremento en su uso, que se imcia sólo después de me· :!lIlI As! en La. libertad a Lice, .Traducción del Metastasio», BAE,
diados de siglo, se debe por un lado a las estrofas agudas, LXm, pág. 12t.
'f!I Poeslas liricas de ,HNos/asio en la España del SirIo XV/lI y la
M BAE, LXI, págs. 29-33.
oc/al'illa iraliana, en Reladont!s hL~p<l1to..italianas, Anejo LIX de la RFE,
200lPeralta conoció el italiano: véase Luis Alberto Sánchez, El Doctol
Madrid. 1953, pág. 213.
Deeano. Es/udios sobre don P. de P. B., Lima, 1967, págs, 97·98. 3'lot BA.E, LXIIl, pág. 507.
"

f
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:,-1ft', 294
. )/ ._ r',:j:Ptfot4 de diez versos
Man.ual de v€rsificaciót/.
es 295
;t"'~;t
,o·i' _
.~';i
Tal. disposición logró desarmllarse de
feren d I ' una mune.
~ . .' 1,.,:
t '_:~
!!'fi,: CJa a ~n e Romanricismo, favorecida acaso DI" ,a Jllás- §:. ¡ :::~;; LA ESTROFA DE DIEZ VERSOS
de Manzom w .. Entre 1835 y 1840 Bermúd P el I1lOdi:li);' l ,},:",, _

la octava aguda isométriea de ende ez de Castro .. ! -;:~:;'" . .

.casl~abos> y de él ~ ¡ ::,.\-}rIorAS PRELIMINARES. - Para las diferentes estrofas de diez

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su nombre 210. Zorrilla sobre tod
das En La maripos
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mayor divulgación a l '
p o reeurnó a ella en SUs J ; "'l¡"u's se emplea en España desde los tiempos antiguos el
a negra aslOT Diaz di.
. o nuevo renOmbre'
de_ ArJoDa ' que usa en la } l" ;1;'
e:Ye1i. ; w~ , .
i,.rtiosílabo o el octosilabo de ple quebrado; y solo a partir
. '

trofa versos pluc,'m 't a' vanante len otras cI ases d e versos.
se pre.sen t an tamb"
:'ll'::< Qfi.:1 Jleoclaslclsmo
• .
¡¡¡C,; e ncos
(B
ermudez de e ea. ¡ .- ., .
t,;:'1' Mármol y otros). astro, AveI~ ¡f'!l en los siglos xV.Y XVI se encuentran un smnumero ~e hpos
"'~"'"
t-w:,:, No oh t t i ' ' !i,,''la estrofa de diez versos, aunque representados solo por
,;¡:< ­ s an e. a ocf;:¡vllla a"""d f ..< ' {,II> • •• , •
~t~" Roma"t,'c' D d "'- a uc m"s frecuente en '_-"'- pocos ejemplos. Se diferenCian por el numero y dlSpo­
>"S:. '" emplea excI ismo.. es e la Canc"10/; d e1 p' lrata de Espronceda-d. i', ~ón . de las rimas, por la manera y orden en los cortes de
¡it~·'
~;i¡,:;0; la fanTIa USlVamente
t 6fi d el oetosJlabo
. S ' T
,egun. Navarro 211 S e . ,
~tido y por a
Id"ISposlclon
., smtactlca.
, "1 as como tam b'é 1 n por
es r ca e la poeSla en o, '1 bo e s , . . . 1 ' " E n Io que
1 en esta é o c OSl a s qUe más se ~ . ~.". -empleo de versos lsometncos o p unmetncos.
;rij:" D .p ca, . ! reSpecta a la tenninología hay dificultades, pues las denomina·
ir'
"f;~'
<,'Plldes de este apogeo,
es , ro as e ocho verso s t cnnma
la
.
hístoria de estos
rapulamente. El Mode'
dos " . clones antiguas son imprecisas, y las modernas demasiado li·
IpOS ele 'i: Jíl¡fadas, -,
porque .sólo comprenden determinados grupos de tI' •
~~-~ ,
ya no ..< usa la Octava agud a, y l ' nuslllJ;) I ,'., " . .
a octav111a aguda que f"<' i nns1l1. Solo en el Cancwnuo stglo Xv se encuentran Juntas
f pre maS popular , sólo se da en casos aIslados . ' ... Slet¡¡. ¡, Jr:' .
1 lirtas sesenta formas diferentes de la estrofa de diez versos,

~~-',
,,,,; V.; C. Clarh llegó por esto a la conclusión de que los poetas
"",,' BlBLIOGRA.F1A.; A. Coester, Octavas y octavillas italiaMas, "Homenatge I
de- la época del Cancionero no distinguieron conscientemente
t" .mtre
~,
t':'i A. Rubi6 i L1uch~, lII, Barcelona. 1935. pág~, 451462. Con algunas modio las estrofas de diez versos y las coplas de arte menor,
tka.::ioncs .Y ~n iIlIl"[t'~: lnlluences 01 rhe Iyric drama 01 lletaslasía 011 Ih~ láS coplas castellanas y ni siquiera las redondillas. En su men·
i.'~t"
.::,­
Spanish ROl1lantic Movemen.t HR. VI, 1938, págs. ]0.20. Jo<¡eph G FuciJIa,
Metastasio's /)'rics in t}u 18" centu') Spain and the OCtavilla r'ta/ial1lJ,
t1ÓD no se fijaron en la extensión de las mismas, y es signi.
ficativo que aún Vicente Espinel publicase en 1591 las décimas
iy MLQ, 1, 1940. JJáll".~, 311..122; ligeramente modificado eu Rdu¡;iones hispana. _espinelas que luego llevarían su nombre, bajo la denominación
F
¡,j, ita/iaMILS, Anejo LIX de la RFE, Madrid, 1953, págs. 202-2lJ: pan. [a m~ de redondillas. Esta décima espinela fue la forma más regular
frica véase en especial págs, 211..213
ji." y earacterizadora que la estrofa de diez \'ersos logró alcanzar,
1" y la única que perduró hasta nuestros dias.
t,:
~. Las múltiples fonnas de la estrofa de diez versos m pueden
> 1!9 Así en La pasSr'one (InMi sacri) y en la oda Mar~o IBlI, las dos ni dividirse en tres grupos:
")' decasílabos.
2ID "Bermúdez USa principalmente la octa\'a de endecasflabos en agu,
----
Véase D. C. Clarke, The copla real, HR, X, J942. p:1gs, l63-..
%12 1~.
dos, con abnmadora mayoria, dt'ntro de su~ ;m:,ffTt'ncias del sistc:ll;¡, de 21J Un resumen .~islem¿lÍco
de las treinta esrro(:\S (aprOl';imad~mente)
la oclava ita:iana, un;~ersalizado por Manzoni. " cuyO galope sonaba con diferentes de diez versos de Espine! lo ofrece José María de Co~~ío, lA.
deleeta,;jón en el oído de nU"'-"lros rCrnanlicos», Jose!Ín;¡, Garch Aráez, d<f.oima aMtes de EspiMd, RFF.. XXVTIL 1944, págs. 4ZB4S<t en e~pedal
Don Salvador Bermúdez de CaSTro, RdL, IV, 195J, pág,;. 115.. 116. pág. 451. Algunas lor.nas de la estroh de dicl venias, par 10 general
III Métrica, pág. 349. posteriores. en M. Méndez Bejarano, !Al ciencia del verso, ob. cit., pá­
tinas 23s.2n.
296 Manual de versificaciótl es oó"-::?{'\'.;':: diez versos 297
1.0 Estrofa~ de diez versos ~s¡métric~s +~?~;:._
(4 Esquema
llamaremos umformemente décimas antiguas. ~_: _ por memoria del más fiel d
2.° Estrofas simétricas (S-5) de diez versos. las ~."_ amador que bien amó, e
remos uniformemente coplas reales. _ ':i,- la señora má.s croel d
3.° La ,décima espinela, que en cierto modo representa''' qu'entre mujeres nació. e
fusíón de ambos tipos. En el Neoclasicismo experimentó di.~
(Esparsa de Pedro Torrena, (¡.me.
sas roo d1"fi caClOnes,
" que pue den reumrse
" ajO e 1 ténnino.:"".
b" '_/,_ Herberay, n," XCI),
neral de décima r n o d e r n a . ~
,
LA Dl~crMA ANTIGUA. - La décima antigua es una estrofa de décima 6 + 4: Esquema
!~.
diez versos de rima consonante con la disposición 4 + 6 Ó 6 +'4' Si le plaze que mis dlas ,
El número de rimas oscila entre dos y cinco, Co~o en la ti yo fenesea mal logrado b
trofa de ocho versos, las fonnas con dos y tres rimas desapa. Lan en breue c
';,
recen por completo después de 1450. En su lugar se emplearon plé¡¡ale que con Ma<;;(as ,
primero la variante de cuatro y especialmente la de cinco rimas seer meresea sepultado b
que es la forma normal de la décima de los Cancioneros ~ e por breue C"

do la sepultura sea d
teriores. La disposición de las rimas es libre, pero en la mayotfa -:_~-

de los casos la estrofa de cuatro versos muestra la fonna de la una tierra los crió, •
redondilla (abba, abab). La disposición de las rimas en la es.
una muerte los leuó
una ¡¡Ioria los posea.

d
trofa de seis versos, en cambio, es mucho menos unifonne, Un
gran número ,de estas series de rimas pueden expliearse por lo (Rodriguez del Padrón, Canc, de Palacio,
que dice T. Navarro de que la estrofa de seis versos en la décima número 360, Fmida).
ha de considerarse corno una redondilla, que puede completarse
hasta los seis versos añadiendo en cualqui~r parte otros dos; Se ve claramente que la estrofa de seis versos es idéntica a
así abab: baab(bb); abab:acc(cc)a; abba:cddc(dd), etc Otras la. scmiestrofa de la estrofa manriqueña en lo que respecta a la
series, en cambio, pueden considerarse como semiestrofas de -,eñe de rimas y disposición de los pies quebrados.
la estrofa de doce vcnos; así la forma abba cde cde que preva­
lece en los Cancioneros tardíos. LA CoPLA REAL. _ La definición que tomamos por base de
Ejemplos: la copla real, en algunos easos también denominada décima
falsa, estancia real y quintilla doble, corresponde a la de Ren­
a) déCima 4 + 6: gifo (1592); «La copla real se cDmpone de dos redondillas de a
Esquema ,cinco versos, las euales pueden llevar unas mismas consonan­
Ved que me veedes vivir, a cias; o la una unas, y la otra otras, y esto es mejor" m. El
no so aquel que vivo, b criterio distintivo de la copla real frent~ a las demás fOnDas
que el triste de mi, eativo, b dé estrofa de diez versos es, por consiguiente, la disposición
amor lo tizo morir; a; simétrica. En c.:-ambio, resulta indiferente si las semiestrofas
en la fin del qual dexó c
a mI la sombra d'aquel, d
214 Arte pof!licf!, cap. XXIII.
~

,,"r' 'r,-,'
:'-'~;:t:_:::};~nf.< '
"ji"

298 ,fJl estrofa de diez. versos 299


Manual de versificación esPaJio'_ :;..-- Esqnema
tit:m:n dos veces la misma seri.e de rimas (2 X S) ll~ o si CQ _
'~
Callando muero dichoso,
,
binan en diferentes disposiciones las mismas (5 + 5). In. Sin descubrir mi herida, d
,1
En el Cancionero de BaenlJ el número de rimas es, con una El habhn L'5 peligroso, ,
sola excepción, de tres. Esta fonna se encuentra a mediadas Aun pedir muerte 110 oso, ,
¿Cómo demandaré vida' d
de siglo tambien fuera del mism() Cancionero; así en Santill
y Juan rle Mena, y luego tambi~u en Juan del Encina. Enana el. (Ca~tillcjo, Siendo preguntado, CC 79, pág. 89)
caso de tres rimas, la segunda parte de la estrofa no repite
nunca las de la primera. No obstante, en su fonna earacter͡.
tica y casi e:xdusiva de~de 1450, la copla real tiene cuatro rimas 11) Copla real S + 5:
(dos en cada semiestrofa), y así su disposición queda manifies­ Esqu¡:ma
tamente definida. Si falta el enlace mediante la rima entre las Amo, Jul~e y podcros v , •
No le puedo resisdr b
dos semiestrofas, entonces esta estrofa aparece como la COtn­
y 3.cueldO de me r.,ndir. b
binación de dos quintillas independientes. De ahí se explica. el
Que ddender no ¡-pe oso:>
,
ténnino crquintilIa dohle... En efecto, la copla real es una de las b.
Sin obliganne a morlr.
formas originarias importantes para la quintilla, como Se dice
y pues de nuestra pasión ,
en el lugar conveniente. La libertad en la disposición de la rima Eres abso:u\ú H:Y, d
es muy grande m. Sólu muy entrado el siglo XVI se manifiesta, Mi pellado eora¡;Ó:"J, ,
tal vez bajo el influjo de la quintilla autónoma, una tendencia Torna.do ya de tu ley, d
por la regularización, especialmente en el teatro; ocupan el Reniega ue la l;u.VlI. o.
primer Jugar las variantes ababa ccdde y abbab ccdde, entre (Castillejo, Al Amor, CC 79. pág. O)
las combinadas 217. En el caso de que las dos partes de la t5­
trofa tengan la mi!'JIla serie ele rimas, la forma abaab cdccd
prevalece desde Juan de Mena 118. En segundo lugar sigue el
LA DÉCIMA ESPINl::U. ­ En su forma clásica la décima esr inda
esquema abbab cddcd.
es una cst.ofa de diez versos con cuatro rimas cuyo esquema es
Ejemplo:
invariablemente abbaaccddc. Los elementos de composición son
a) Copla real 2 X 5: dos 'l:uuurlilla:s L:(¡ü rimas abn:u.:adas (abba, cddc) con dos ver­
Esquema sos de enlace en el interior (ac), el primero de los cuales rcy)ite
De tan secreto cimiento
Nace mi pena de amar;

b
la última rima de la primera redondilla, mientras el segundo
Que, aunque llagado me siento,
antic:pa la primera de la redonáilla siguiente: abbaf-<,<c~cddc.
a
Un corte de sentido después del cuarto vcrso es obliga~orio.
A mi propio penSamiento
No de~clJbro mi dolor.

b En lo que respecta a la sintaxis, la décima espinela recuerda
a la décima antigua (4 + 6), mientras por lu disposición mé­
trica mue!Ura ~cr una copla real {S + S), porque los elcm~ntos
lIS Por ejemplo, abaab edecd. La denominación de déeima falsa (.Y.
Pela yo) se refiere en especial a esta fonna. de rima cambian cada vez después del quinto verso. Lope de
zi6 Vl'Iase el conjunto de fonn;ls en Le Gentil, Formes, págs. 72-74. Vega reconoció y celebró ya la importancia del quinto versO,
m Véa~e Morley, Strophes, pág. 507. nota 3. perteneciente por la rima a la primera parte de la estrofa,
218 Rderencias de citas en Le Gentil, Formes, pig. 71, notas 243 y sigs_
~

l'
.
,~,
.'¡,,
300
,-
Manual de versificación es,.".
-_____. ",..n0!4
.¡:--::,;.'estrofa de die!. versos 301
f.'""-'
:i.­ ,
'" , ll1ientrns G.ue, por el sentido, lo es a la segunda parte de el\a1lt --. l'.:;:~ versa y disposición de las riL~as. Su alcance es bastante
fd Juan MI11é y Giménez resume su alcance así: «Este verso ,', hlfdtt0' y las rimas se señalarán en el reswnen histórico.

p'
~-," to [ ... ] es el eje, ,la clave ~e toda [a d~dma. Si por el SQ~U:_ ,':;f',J;.a estrofa de djez versos na está limitada a determinados

\1
;i\~t lo debemos consIderar umclo a la pnmera qUIntilla, POr '~'jsiíntos, Y representa una forma de poesía didáctica y dramática.

~1,: sentido corresponde a la segunda. La composición queda e:. "jhpe de Vega. en el Arte n~evo opina de. la ~spinela: .. Las dé,

,1:,
!;(;. simétrica en cuanto a los consonantes, pero con una especie d itbnas son buenas para, quejas" lll, pero el mismo no se atuvo
, encaball:':arnlento. por razón del sentido, que suelda indisolubl e :>'>es ta limitación. Varios pDelaS de hnes del XVlll las usan en
~~,;

mente una a otra quintilla, formando de ambas una. nuev:' J '''plJesías de carácter burksco. Su ~oncisjón es adecuada para la
"
unldad de versifi.cacióo.~ Ul. i ",~deza del epigrama, y estO permite su empleo autonomo (como
Ejemplo: ":'t~oneto), junto con el uso como unidad estrófica en conjuntos
;f,', ;
.,.e Esquema "tensos. El empleo de la estrofa ue diez versos en la glosa se
;X
Suele decirme la gente , ~tará con esta.
que en lJane s<lbe mi mal, b
IX 'llle la causa prineipiil
:f:\ se me ve e~ri!a en la frente;
b
a
Resumen histórico: En comparación con la larga historia de
.~,',; )Lcstrofa de ocho versos, la de diez versos resulta en España
';{'
\:;
,
y aunque hago de valiente,
lucgo mi lengua desliZa ,

a
, bastante breve. No hay prácticamente precedentes en la poesía
'~'"
"".,,
~,' por lo ql.le dora y mati¡:a; , gallego-portuguesa m, y con dos formas francesas tiene tan sólo

i
1-/:
Ql.le lo que el pecho no gasta
{j¡n~ún disimulo basta
d
d
paraletos pero no antecedentes inmediatos y co¡'¡cretos w. POl'
.vez primera se encuentran unos pocos ejemplos en el Can­
f!i a cubrirlo con ceniza. , cionero de BacnG.22~ (h.acia 1445) con diversos esquemas de rimas
':
t

,;f, (Espinel, Diversa.s rima.s, 15:91)


fdispoúdonc:s (6 +4,4 + 6, S-S).
La cuestión del origen no puede explicarse de manera uni­
,;t; 'fOime,- sinO que es diferente según los tipos.
El ejemplo citado muestra la gran particularidad de la espi_
"i'
l:'
<:
nela, cuamlu está perfectamente construida. Hasta el corte de
¡ . 1) De \a copla de arte menor (4 - 4) se derivan tal vez

: "iÓdos los tipos de la copla real (5 - 5) Y de la décima antigua


i":'
·¡
sentido después del cuarto verso, el asunto ha de disponerse
(6 + 4¡ 4 + 6), cuyas partes de .ci~eo y seis 'ocrsos respt:ctiv3­
ti" en la progresión de su desarrollo, y así presentar el tema. Los
'mente se muestran como ampliaCiones de estrofas de cuatro
}r seis versos siguientes no deben introducir ninguna idea nueva,
1,:1 sino ampliar el precedente planteamiento de la primera redan.
di;la. Por el rigor en la disposición, forma y desarrotlo, la dé­
l versos, esto es, de la semiestrofa de la copla de arte menor,
tales como abba + b, abab -:- b, abab + a, abba + ab, abab + abo
cima espinela ocupa un digno lugar al lado del soneto.
Desde la segunda miud de! siglo xrx, la espinela sirve tamo
I A este grupo pertenece también la más importante forma de la
estrofa española de diez vcrso.~, la décima espinela, con la dis­
:,' bién de base p¡¡ra diversas modificaciones que se refieren a la I posición abba + a c + cddc.

lJ~ responde quinto!_ (Laurel de


I lZl BAE, XXXVIII, p~g.
132.
(~egún
'¡Qué bien el consonante al vena 2ll Véa~e Le G~ntil. Formes, pág. 65 Y nota 211 eHo, hay tan
Apo!o. DAE, XXXViI], pág. 221).
~o Sobre la techa de la inv/!l1ción de la décima o npinela, HR, V,
I
,
sólo dos ejemplOS válidos).
:w Véase ídem, págs. 65-84.
1937, pJg. 41. 114 Vea~e el con.iunLO en ídem, pág. 66.
304 Manual de vmificaciO" ,,~;¡: ,fa de diez versos 30'
nero de Stúñiga, General, Herberay) 2:12. Sin grandes~(.:
,cía vino con el Neoclasicismo. Su ongmaria tradición
sobrevive la introducción de las formas italianas. PoetasJlU.~,,:,:
,e en olvido, y G. Lobo, Iriarte y N. F. de Moratín la
Castillejo, Montemayor, Horozco y otros la cultivan COn ~::':'i
poesías humorísticas, Arriaza para obras epistolares,
dal estima. Hacia mediados del siglo XVI se introdujo c:~:,
,,__ ,o tiempo que se pierde el aprecio de su fonna única
disposición 5 + 5 en la poesía dramática de Lope de R.ue~~
.:~te. lriarte la reproduce e.n endecasílabos l.J8; Lis.ta mez­
Pedro de Naharro. En este género tuvo gran estimación"".
\!a:7'~as clases de vers~s .y nmas de~tro de la espmela 219.
pecialmente en el último cuarto del siglo XVI y aún a Prln:'­
:<~'<Maria . Maury la escnbló en ~e~asllabos y la ~nrepuso
pios del XVII (Cervantes, Artieda, Lasso de la Vega y otrOS)lD:
'~.estríbI1lo a su romance La ttmldez. En esta epoca en
Por su gran perduración la décima espinela es la fonJ. "~oamérica se conservó mejor el esquema primitivo.
más afortunada de las estrofas de diez versos. Lope de Veg¡¡ 'X;i'-Qb' gropo de poetas románticos reanima la espinela para
le dio el nombre en La Circe (1624). Una estrofa de diez verso, -'-ti;~a. y el teatro (Duque de Rivas, Z?rrilla, Núñe: de Arce.
que escribió en esta obra <¡Los Dioses para su guarda" la deno;­ _~bl, Rafael Pamba y otros). GracIas a la elegm herOlC2,
mina espinela, y añade la explicación: "No parezca nOVedad ¡ :.'!i{de Mayo! de Bernardo López García obtU"o gran popu·
llamar espinelas a las décimas, que este es su verdadero norn:,
bre, derivado del maestro Espinel, su primer inventor, comO'
,.
::i'~. Otros poetas, como Espronceda y Bécquer, en cambio,
~~,:.usan, o solamente en casos aislados, como el padre Arolas,
los versos sáficos de Safol> 2:>4. Lope destacó repetidas Veces. :~erría, Avellaneda, Mármol, José Hernández (una sola vez
la invención de Vicente Espinel (1550-1624), el cual usó, COIllQ~ :~':}lártin Pierro). La décima aguda (aabbé ccddé), creada por
dijimos, varias veces este tipo de estrofas bajo el nombre de ,~ogía con la octava aguda, remonta al Duque de Rivas (La
redondilIa en sus Diversas rimas (1591), y celebró sus Venta, aiW;ena milagrosa) 2'0. Zonilla, Mármol y Echeverría la cultiva­
jas m. No obstante, y si no hay en ello fraude, la espinela se
_~(cepet~das veces; . . , . ,
encuentra ya antes de 1571 en la Mística pasionaria del sevi. ,:<\En Hlspanoaroenca se estImó con mas constancia, y as:
llano Juan de Mal Lara (muerto en 1571) 136. :taan'bién encontramos el tipo puro de la espinela en los poeta:"
Su gran éxito en la lírica y en el teatro nacional se debió. ni(ldernistas (Salvador Rueda, Daría, Valencia, Santos Choca.nc
de manera decisiva a Lope oe Vega. En sus comedias de i~tros). Con la disposición de la espinela se recogen y desarro­
entre 1623 y 1634 es tan frecuente como la redondilla1J7. En llan asuntos que ya le eran propios en el Neoclasicismo y Ro·
tercer lugar, después de la redondjlJa y el romance, figura en manticismo, especialmente en Daría, en sus últimos tiempos, ~.
el teatro de Tirso de Malina, Alarcón, Mareta y Calderón. Su en Unamuno. Así la décima de eneasílabos se encuentra junto "
la de endecasíla.bos (lriarte), por ejemplo, en la Balada de le
m Véase Lang, Formas, pág. 493, Y Le Gemil, Formes, págs. 71-72, klla niña del Brasil de Rubén. La décima a.guda del Romanti·
1Jl Comp. Morley, Strophes, pág. 529,
cismo aparece ea Quejas de la esposa de Unamnno, con pies
13~ Lope de Vega, La Circe con Olras rimas y prosas, Madrid. 1624, quebrados pentasílabos en el cuarto y noveno versos (ababc
folio 149 v. Aquí se ha modernizado la ortografía.
l l i Acerca de las observaciones de Lope sobre la espinela, consúJtense
a:lcdé). Endecasílahos y pentasílabos alternos a los cuales se
las cilas y reFerencias en Juan Mille y Giméncz, HR, V. 1937, págs, 40.51, añade un heptasílabo como quinto y décimo versos .(AbAbé
en especial págs. 42 y sigs., y nOta 7; J. M. de Cossíú. ob. cit., págs. 428 y
siguiente.
2:l6 Véase F. Sánchez y Escribano, Un ejemplo de la espinela anterior 1J8 BAE, LXI!!, pág. 55.

a 1571, HR, VITI, 1940. págs. 349-351. m Véase, por ejemplo, El escarmiento, BAE, LXVIII, pág. J62.

217 Comp. Morley-Bruenon, ChTliJttoiogy, págs. 57-60. 1«1 BAE, C, pág. 448.

·,~,

307
306 Manuo.Z de versificaddr".,
,ndo tratemos de sus comienzos, haremos las refe­
CdCdé) fonnan la estrofa de diez versos en ~
rias a los demás tipos de esta estrofa.
del Romancero del destierro de Unamuno, etc ,~~'
,fa manriqceña pertenece al grupo de las coplas de
En la poesía pos modernista de Hispanoamérica, ~'
lo 1U~ está dispuesta en dos semiestrofas rigurosamen­
espinela no desapareció. Como ejemplo de su persis'
Espana citaremos las décimas del Cántico de Jorge
teas de seis versos. Debido a que no hay enlace de rimas
¿os partes de la estrofa total, la unidad de la misma se
pájaro e~ la mano),. de las cuales la mit~d sigue el tiPo.1
el cursa sintáctico, y el sentido cuenta con una pausa
y las espmelas de ngurosa forma del V¡.a crucis (1924),:,
rardo Diego. . ,ada regulannente al final del sexto verso, en tanto
,fa misma termina con una pausa mayor. Por su
semiestrofa de seis versos se dispone en dos ter·
BIBLIOGRAFÍA.; Le Gentil, Formes, págs. 65-84 (Le dizain). D. C.d
The copla real, HR, X, 19~2, págs. 163-165. José M. de Cossío, -4 rosamente simétricos, y el último verso es siempre
antes de Espinel, RFE, XXVIII, 190M, págs. 428-454. F. RodriiUez'lii:""};'''; luebrado. Dentro de las semiestrofas los tercetos tamo
La. espinela un/es de Espinel, en Ensaladilla, Madrid, 1923, pá¡s;,:B', separan mediante una ligera pausa, menor que la pausa
D. C. CJarke, Sobre la espinela, RFE, XXIII, 1936, págs. 293-304: AY;',;[e'­
lespués del sexto verso. El verso de pie quebrado puede
on the dltcirtUl or eSPinela" HR, ~~, 1938, pá¡¡:~. 155-158.. Juan Millé"¡:t­
'pentasílabo, y entonces hay que reducírio a cuatro sÍ­
ménez, Sobre la techa de la ¡nvenclOn de la déCIma o espme/u, HR,v;::~~,_
¡ediante sinafía y compensación.
;Jáginas 40--51. F. Sánchez y Escribano, Un ejemplo de la espÍfU14 ~
¡~número de rimas es de seis, tres en cada semiestrofa.
a 1571, HR, VIII, 1940. págs. 349.351. _

, de los tercetos las rimas no se enlazan entre sí, sino


hacen con los versos correspondientes del terceto si·
, ~, en fonna que quedan en disposición correlativa en
LA ESTROFA DE DOCE ~';
miestrofa.
Y LA ESTROFA MANRIIJIJI!Rt
plo: Esquema
La estrofa de doce versos es una forma poética en octosílaOOs Nuestras vidas son los r.:os , 8
siempre con varias consonantes; con la salvedad de unas a: que van a dar en la mar b 8
que es el morir: c4 (compensací6n)
cepciones aisladas en el siglo xv y poco importantes para su.
allí van los señoríos • 8
historia posterior, está dispuesta en dos sextillas que a su 'Vt'l
derechos a se acabar b 8
constan -de <los tercetos, generalmente también simétricos. Den. y consumir; e 4; (compcnsací6n)
tro de este marco hay numerosas posibilidades de variación; allí los nos caudales, d 8
por un lado mediante el número y posición de las rimas y pies al\i los otros, medianos e 8
quebrados, y por otro mediante la libertad de conservar la y más chicos. f4
misma serie de rimas en las dos partes de la estrofa (2 X 6) o allegados son iguales: d 8
variar la misma (6 + 6)24l. los quc vh'~n por sus manos
La variante más importante y afortunada, de mayor difusión, y los ricos. "f4
~s la llamada estrofa manriqueña. Nace a mediados del si. (Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre, estrofa .'1)

glo xv e inicia una nueva fase en la historia de la estrofa de doce I.. '¡
Véase D. C. Clarke The ti teent
.2C2
h _,
ce,,,ury
co la dl p'e qUlbrado
p ! ,
2-61 Un resumen extenso sobre los tipos de estrofa de doce versos fll
DR, X, 1942, págs. 340-343.
el siglo xv, en Le Gentil, Formes, págs. 93-96.
,
308 Manual de 'l!ersificación , -:
sPaiiOl4.
:trota de doce verso...
~
309
Resumen histórico; Los más tempranos testim.o~
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-1',
estrofa de doce versos en España se encuentran en el C}l:
.estrofa manriqueña se distingue de las estrofas de doce
del Ca~¡cionero de Baena. por dos innovaciones esen­
;j ;'

r:""'"

" '

l~
cionero de Baena, que o f rece qUlllce
241
. .
eJemp 1 ...
os en nueve,";
riantes • Cuatro de ellas desde su principIo no tienen
tanda en la historia de su origen, ,por s.u composición RlI:
Un'" '1'
1/~~:j:~'
A,llmenta el número de rimas a seis.
t:f;,~ Coloca el. ver~~ de .pie q~ebrado al final de 'cada t~rceto.
.i: trica (5,+ 7, 7 + 5,3 X 4!, La~ ~ema.s v~r:antes tampoco tienen ¡"":">Óln ]a combmaclOn slmultanea de estas dos modalidades
~..,: :

en comuo mas que la dISposIcIón 5lmetnca con la forma 1lQ$. !:;~ta una estrof~ nueva y de. efeetos originale~. N? ~ay
,iJ terior y afortunada de la estrof~ de doce versos. Con Una ~ .."",,'10 cor res pOndler1,te dentro nI fuera d Espana, .Sl bIen
excepción, que muestra tres T1~as, todas las demás tienen
1.5·:·
~ >.,:'en formas semejantes que acaso pudIeran .conslderarse
7
~,;:t .:
dos, y ninguna los versos de pIe quebrado que al final d r-;"",;,'. antecedentes.
\(! cada terceto son característicos de la estrofa manriqueña.-E~ j':e/r;
Navarro aboga por considerar que fue resultado de una
ft~ :, tipo aab aab bba bba 244 que con seis ejemplos prevalece en el l'~,ución pnramente e",pariola, y tiene a la estrofa inanriqueña
!\'Ij"­
tit' Cancionero de Baena, muestra un manifiesto carácter arcail:Q ¡po
illla «reelaboraci6n» de las sextillas (autónomas) aab aab,
~¡ Dejando aparte el cambio del orden de las rimas en la segun~ j'i4xccd, etc., de .los Gozos de Santa María del Arcipreste de
.~l, mi Lad de la estrofa, es idéntico a una de las formas más pri. 'ja (33_43)llB. Sl se considera que en principio bastaba con
~·L
[,/-.
mitivas de la lÍricil románica, la copla caudata a rhythmlóS tri. t~ugerencia que para el poeta ofrecía esta modalidad, la
1,"
1)' '."
pertitus cCllldatlls 14;. Con la disposición 448 448, etc. foro ~tesis de T. Navarro sZltisface porque explica la colocación
, rf,"
, ma una modalidad inver"3 de la copla de pie quebrado en Ja ,iliJos versos de pie quebrado, nueva en la estrofa manriqueiia
es1rufa manriqu~ña (884 884, etc.), El tlpO más desarrollado ,~ es su principal problema. El cambio de aab en abe no

;~

que coloca el verso de pie quebrado cn medía de los terceto!' ~tea ningún problema especial en una época en que el
(aab aab ,aab aab), se realiza consecuentemente sólo en trtl alimento de las rimas es un criterio propio de la poesía espa­
ejemplos 146. D9la. La debilidad de esta tesis estriba en que se funda en una
'1

,~ El origen de tos tipos de las estrofils de doce versos re­ r'édtJcida ba~e, pues el tipo de sextilla en cu~stión se documentó,
r sulta diJící.l de cxplicar, porque, d principio de la copla caudata ~n mis noticias, una ~ola vez élntes de mediadas del siglo xv,
~( ,
~f: cstá divulgado en ladas las literaturas románicas de la Edad tilla cit;) alegada por T. Nayarro.
, ~,
~,,;
'1 Media. Sorprenden, no obstante, algunas correspondencias en Le Gentil, en cambio, que supone el innujo francés como
'A pormenores con la poesía francesa m. drcisivo en el desarrollo de la estrofa manriqueña, puede refe­
¡:K'...:"
;, rirse a un material notablemente más rico y m6s cercano a los
"'.,'
,.~; .'
hechos 14", El tipo dé' estrofa de doce versos aab aab aab aab
r~' ~ue él toma por la forma r(imitiva, como T. Navarro, no es un
;) m Véase el conjunto de: los distintos lipo~ (en referencias de cilasl
; ~.
caSD aisbdo en Fnmcia, s:\lo que es la estrofa característica del
en Le Gentil. Formo. pág. 93.
H-l N,oS 99, 100. 101. 506. 510, 513, lai en el siglo xv, y por consiguiente de gran uso. Esta t~sis,
245 Sobre el .:oncepto y proc<:d..:ncia de la estrofa caudola (slrop~ ~mplíamef1tc fundamentada, rccibe además un importante apoyo
couee). en Jl"anroy, Origines, págs. 364 y Sig5, m paralelos de carácter temático. Por mezcla con la complainte,
2.w; Canco de Barn¡¡, n,US 3li, 328, 463, Los t<"xtos L'1rre:sp"ndienres a ¡al
c..ifras mencionadas aparecen en b edición Lk Ochoa y Pidal (18)1,) cúmo
eSTrOfaS de ocho ,,'eHus, y hay que dividirlas en la forma COllvcniénlt m Comp. Mi/rice., pág 113, nota 19,

2.7 Comp. Le Gentil, Formes, pago 93, 1'9 Formes, 9ágs. 95-100,

" ",.

1
~.

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_ "':"'.;--­ 310 Manual de versificu"w"n .: ::':¡i~~t:
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IÍ'­ e$~L

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~~' ;
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-~
la estrof~ de doce. versos se habia c.onverl~do en Francia r:,~~
t;;:\t~D:
trofa de doce versos
,. .
fonna ,mas ~on.veme~:lte para ~a poesl3 elegIaca y de que'as~~ ¡.':""'::iratados ~e metnca de los ~lglos ~e Oro es el ~Jemplo de
Sena comcldencta demasIado c3.':.ual qUt: el prim(!~ :.-:',:__ j:::~a de pIe quebrado que mas se clta m . La cultivan poetas
. 311

¡,
",,' manio español de un nuevo tipo de e5trofJ de doce versos ~ '}:'~o orden, tales como Jerónimo de Cáncer, Francisco de
Mi:,~
¡;¡¡;¡, . una eomplainte d'antour (la de f\lena, que se cita en s ~ j'¡~y}'jgueroa, Juan de Horozco y otTOS.
y que la, poesía que hizo famosa la estrofa manriqUeñ:~~ i\f?~r e.fectos de la Poética O?37) ~e Luzán, la poesía con ver­
.'","~, ';

~,
1"'",' una elegla.. :~ .l:-;i,de
pl~ quebrado desapareclO caSI po: ~ompleto hacia media­
'.\ ­ , -,
~:'i!' : Se consIdera a Juan de Mena 0411-1456) como invent '-. ','jlidel sIglo XVIII. Luego, en el RomantIcIsmo (Espronceda, Zo­
l~ nueva fonoa de estrofa .de doce versos. Hacia mediad:,~ ,:'.~"AvellaneJa, Ar~Ja~, Echeverria, .Mármol y otros) .exp~d­
7
~:
'~

siglo .xv ofre:e acaso el pnmer eJe:nplo en la poesía n.o 34: ¡':eto
un nuevo florecImIento, en especIal, la estrofa mannquena.
CancLO/Tero Siglo XV (<<El fuego mas eng3flO~o»). El nuevo' .,C L.j(:J¡ldo de la fonna normal se encuentran otras variantes, en
~~t
se divulgó rápidamente convirtiéndost: en la forma pre~: j:,~ antigua~ 2IJ.
I~} , .

~:f+­
nante de la copla ~e pie quebr~do. como lo muestran A1varez, J:'-iIE
~oderrllsmo no adopto la estrofa mandqueña, y hoy está
~-r Gato, Guevara, Tapla y otros, sm que por eso se arrinconasen.!'f:OIVIdO.
"...,
't~·:,

'l~"" por completo la~ formas más antiguas de las estrofas de doai ,;/f:',
~'J¡0',,'­
versos de~ CanclOnero. de ,~aena, qu~ Juan del, Enelna (l46g. 1,:~lOCRAF1A; Le Gentil. Formes, p;igs. 92-100 y 195 Y sigs. T. Navarro,
r 1529), debIdo a su predllecClOfl por las formas arcalzantes, aÚn u,. ::fi!it, págs. 67, 113, 348; Métrica de lar Coplas de Jorge Manriq¡'¡'l!,

1" coge,; sólo el ti~o 448 44 8, e~e. desapareció por completo hacia l:-i~' xv, 1961. págs. 169·179. O. C. Clarke, The fifteenth eentury copla
':,,-,
i b.
! '.~ , mediados de slglo. El nuevo tipo debe su fama y su larga per~ ¡.-.f:pitljuebrado, HR, X, 1942, pág<J.. 340-343.

sistencia al hecho de que Jorge Manrique (1440-1479) lo UsÓ I}t::'"
';1' :
"'~: en .las conocidas . Coplas
.. por la muerte de . su_ f de
padre, lr dondeS ':~Jj,o bre eJ tratamlcnto - de 1a copla d e pie
- quebrado en las poétIcas ­
,~ ,
denva la denommacJOn
, ••• de estrofa mannquena.
• .k. '
JIIi'_ _ . Siglos de Oro ' véase Díez Echarri , Teo" , -
r¡a~, p gs. ¿.v, - (
y Slg. con
1
;,; . Muy ~ prInCIpiOS del SIglo XVI el Callcwllero COleral COn Iaa~cias de cita,),
",-.,

~ ,
CIento clllcuenta estrofas manriqueiia~ del Diálogo entre la mi. .:;$ Véase sobre los pOlTIlenores T. Navarro, Métrica, pág. 348 y Dota 12
seria hunuma y el consuelo de Francisco de Castilla ~ v una ';';,

poesía de dimensiones semejantes de Ximéncz de Urrea 25J -mues- .-~'

tran el uso más amplio de esta fOrma de estrofa. Mientras la

poesía autóctona de pies quebrados disminuyó por el uso de las 1

combinaciones de endecasílabos y hep,<\sílabos procedentes de

I1alia, la estrofa manriqueña logró mantenerse mejor. No o1Js. 1 1

tante, el sentido de su unidad estrófic<\ va perdiéndose paulali. 1

namente en favor de las semiesrroias, quc ganan autonomía, y I

pasan a ~er.e,strofa~ simétricas de seis \/,crsos, y sólo en recuerdo l'

de la prurnhva UnIdad se presentan siempre emparejadas. En

%50 n, págs. 389 y sigs. (Apéndice n.~119). 1

251 Cancionero (ed. Villar, Zaragoza, 1878. págs. 58-77), ,!

314
=-cC- -.:M"a~lual de versificació
315
. ~ te
Clones, Estos nombres se daban sobre todo en ~
asunto y la modalidad de su exposición pOét. re!aci,' empleará de ahora en adelante el nombre de forma
p~cta a la constitución métrica sólo el estrib~~' En lo ,te, sólo en el sentido métrico ~.
fijado ya en fecha temprana por lo parece:
B" f , q u e en el CI.I.I1 . DE ESTRlBO',·E, - Entendemos por tal, según expusi­
Qc;tla ue usado ocasIOnalmente para la defi .
elO¡ _
m~ melnca (<<desfecha por arte de estnbote,,~12cl~~ de ~i,
:riorrnente, el siguiente esquema métrico:
mmo, sm embargo, no se impuso, porque en la
uso lij¡:,,~ AA ddda AA, etc. (AA:::: estribillo).

los poetas presentaba demasiadas afirltdades Con etOnClent:ia,~

sero de., la copla satínca . E n 1as d '


enommacIOnes catác\et
de v~~ -, }."".
;~o puede verse, la poesía se imcia con un estribillo, que
O ca
,e IDnClDn l' que apare cen so'1 o d espues de mediados del s' ~ l.:n""te
~~ después de cada e:;trofa v que mdlca al mlsmo tIempo

asunto ezc an tamblen slgmficac1ones re] '


atlVas a la métnca Ig16lfi.'
\',i~~~ ""'~..,. que se trata o se glosa en las estrofas. La estrofa se
.t . ':)'~':':f~i;;,' eriza por tener los tres primeros verSOs monorrimos y el
" F ren e a esta confUSIón la ¡nvest·19aelOn . , 10....
moderna ' >h' ,
':":</-" :"~ - iverso
lJf quel ·nma en forma constante en toda ]a extenslOn ..
b] ...cer una mavor clar'd d ] d' . '. e,<O'lliéii<\ :\~.".: •.
·ó].1 1 a en a ¡stmclOn entre el v,'11 ~, '-'-)1':-<I.:·,''I''iOesía, con el estnbl!tO.
Yolat' canCl n·' da fa rn~a p.nmlttva
.. " an;.,;.:.-, 'tal'-r-­
comun de ambos todaVÍ-~ ':;lf-~' organización de elementos métricos puede interpre­
n ulene una enomlOaC¡ón
de ' . unifo nne. S egun' la interpre a-J . -'.';-.,
~~'en lo fundamenta ] de dos maneras.

"obr n, es~uema, b¡~slCo, algunos estudiosos, en sus t,..,~ :';f-' Los defensores de la llamada teoría árabe, apoyándose en

"
()tros e al eona d'
v tecnlca .. se refieren al'-JOS'~'

,_,..de la'lllve~ t'Ig.aclon, ~,;~uema métrico, afirman la identidad de la forma de estribo­


ada " ~on I.bQu-vtrdat: y su cnteno obedece a una det~" ,'::~Ia caracteristica del zéjel árabe. En efecto, el zéjel comien·
n
neutr ]eona so re , el oncren
<:>
de la •f arma. eamo dcnominac'~::' -'_"'l'.' '~~-
.iIDn un tema •Imclal . • '
(malla) que se correspondena con el es-
a, y apovandose
.' en la terml 1 . d
no ogm el Cancionero'"dt ,~o. Verdad es que no se puede compro ar que la malla se
.1<1\1 .. "",.. b
"-,,:jitiera después de cada ~strofa .al modo de~ e~tribillo ro~á­
1 Cunc. de Baena, n.o Z. Sobr~ la dimo]ogía y semántica de «estribOlt>
iikP, parque faltan melod¡as antiguas y autenticas del ze]el.
véansl': H R. Lang, T!ze original meanin;< of the metrical fomlS esirabur ~ la misma razón se discute la articulaeión musical de la
strambollo, estrihote, strambote, «Miscellanea Reni~r~, TurÍn, 19J2, Pí~ iStrofa zejelesca. En vista de que en la poesía cantada era 10
nas I'ilJ-6~7; Le (,entil, formes, págs, 224 y sigs. (con bibliografía en JI! • frecuente coordinar simétricamente el esquema métrico y
notas); y loan Comlninas, Diccionario etimológico de la lengLla castdw1IIl, _kal, puede suponerse que los tres versos monorrimos (simt)
Ir, Madrid, 19-'4, en "r?strambote~. También San tillana parece asociar lJ idel
de una determinada lorm¡¡ métrica con estribOle (y serr~na), cuando!,
~lirticulaban entre sí en lo que respecta a la música y por con·
su conocida Carta. proemio r?scribe: ~U~Ó una manera de dtlir cantare;, ~giIjente también en cuanto a su entidad poética, mientras que
así como ¡;énicos, plautinos e terencianos, también en e.~lrjbOtes CO!F\D el cuarto verso (kufl) recogería la melodía del tema inicial. La
en serranas~ C,-,mp, E. J. Wr?bber, fur¡}¡¿>r observations O" SI.I1l/ill<l1la'¡ CÜ5posición del zéjel se presenta, por tanto, de esta manera:
«deúr can(ure,,~, HR, XXX, 1962, págs. 87·93. También en Italj¡¡ slrabaro sI! ,
niflcab;l una manera dr? cantar, pues. el más antiguo strambotlo (1268) !t I matla sirnt kufl (¿mada?)
introduce de r?ste modo: .,Se canta supra sonum de straboto,» Comp,
,
P. Toschi, La ql<esljone dello strambotlo a.11¡;¡ luce J: reCem¡ scoperte,
cures», XVII, 195]. pág. 87. Alberto M. Cirese, Note per W1a nLlOYa i~
dagine sugli slrambol!Í delle origini romanZe, del/¡;¡ societiJ quattro-cjnqu~
~
AA
estribiHo
-----,-­
bbb

mudan2.as

vuelta
(AA) ceca, etc,

cenlesca e del/a fradi~iol1e orale moderna, -Giornale StúIlCO delIa 1.e'11~


ratura Italiana., LXXXIV, 1967, págs: 1-54.
J Comp. ung, formas, pág. 514.
316 Man.ual de versificación es~:'\-' . ote

b) Otros investigadores que no. parten de la tesis ""U::'


especialmente los musicólogos, explIcan la supuesta .fo ~' Esquema
z¿jel en la poesía románica medieval, como un tipo de ;na"ViI. Dicen Que me case yo: A
l.'irelai. De este tipo, que puede derivarse de fundame~~~ no Quiero marido, no. A
'-.I;\;~,. mánicos, se conserv~n .melo~ías antigu~s, y de Su disPo~~ ,J:'tt. Más Quiero vivir segura b
t;;
r.;u~ica¡ resulta la slgulente mterpretaClón: Cíót
\i~I'

n'esla sierra a mi soltullI. b


Estribillo
Que no estar en ventura b
1.· mudo 2.~ mudo Vuelta E!tribi1!o 5i casaré bien o no. a
~

~' ',~,' ; AA b b b.
'<:+ '.
AA
1','
r":,
a~ y y
a' "
Dicen Que me case yo,
no quiero marido. no.
A
A

I1"",~: La r-epetición del estribillo se documenta expresarnen'


diferencia de lo que ocurre con el zéjel árabe. De esta mate, a "~~i~'
ji
&:,¡:, (Gil Vicente)

j~~,,:' const~ con se~ri.dad ~ue la vue:ta tiene aquí la funciónne: t}tt~'- . , . .
an~n:Iar el ~qnblllo. Esto se reali.za de dos ma,neras: a) eij la LgJ;t4 forma de estrIbote no e.stá hmttada a det~rmmados asun­
~Íif''.:
l!¡,,', n:.etnca mediante el. enlace de la f1ma entre el ultimo verso ~>IJijse encuentra en las CantIgas de ~an.ta Mana de Alfonso el
i"'W··'­ la vuelta con el ~stnbillo; b) en_l~ música porque la vueltCl;~,:~, y también se emplea en ~astIl~a: de donde se ad.opta
"~"j,'. p.Lüduce la mclodl~ t~tal de! ~s~nbtllo. Del es~uema puede d~ !;pmodelo para formas d~ poesta religiOsa. En la mayona de
'1" Clrse que la contmUldad metnca bbb del tIpo rondeau-virel.,liiiaso s , sin embargo, contiene asuntos amorosos. Con el nomo
:¡ ~,
se enlaza musicalmente (y por tanto cn su estructura) en ~jtjLae cestribote- trata de asuntos satírico-populares hasta me­

;".
>
,
,'.
;, partes en oposición: primera y segunda mudanza. Una está foJl.',_S del siglo xv. Hasta su confluencia posterior con el vi·
¡ ,f, mada por los dos primeros .versos (b:b); y la otra, por el ter. ',JI\I:ico (como se dirá en su estudio) se consideraba sobre todo
¡

¡;
:¡ot~¡
"
cCLO de estos versos monorrJmos, que pertenece a la conclusiól\ ~ forma popular. En las obras de los poetas cultos de los
de la estrofa o sirimn (bn). En lo que respecta a la musi6l Jié,ioneros sólo aparece, por tanto, aisladamente; en el Can­
este verso tercerO tiene la melodía dc la primera parte deí j;rero musical, en cambio, se presenta en notable número.
l' cstribillo (a) y cn cuanto a la métrica realiza el enlace con la1 ,",[,'
~i
~~i' mudanzas (o dos versos primeros) mediante el llSO del mismo ,Rtsumen histórico; Las cuestiones de origen plantean muchos
:hi,'
~:~, elemento de rima (b). De esta manera se origin<l una asimetría pmblemas aún no resueltos y que están en plena discusión,
entre la disposición métrica y la musical, característica de la &te manual puede ofrecer tan sólo el acceso a la bibliografía
formn de est ribote y del villancico. Estas diferencias en la es­ 10rientar en lo que es una cuestión de muchos matices y
t,-uctura poético-musical frente al zéjcl hacen parecer dudo!.ll dempre hipotética. La discusión más detenida ha de reservarse
de:--ivar IDs formas románicas de las árabes. alas investigaciones especiales.
Las formas cspañolas son libres en cuo.-rlto al uso de cua~ La parte árabe del problema tiene que partir de la muguasaja.
qllkr clase de verso. Prevalecen los octosílabos y Jos hexnsiJabm, La inventó, según el testimonio uniforme de varios escritores
pero se encuentran también eneasílabos, decasílabos y el ale­ árabes, en la segunda mitad del siglo tX un poeta de Cabra,
jandrino. No es raro hallar fluctuaciones silábicas, especialmente Uamado unas veces Muhammad ibn Malmud, otras Muqaddam
en los estribillos. 1hu Muafa. Las más antiguas muguasajas encontradas hasta
':l.
\,
r~o(.
¡~:,.

318 _
M-=a~":u:a~¡~d~e~v~,,~s~·I.!'·
1 Icaci6n
~~ribOte 319

~ r-'~ánicas,
. tS!ltl~.
que en su mayoría aparecen en
ahora proceden del siglo x y principios del x r, y su fO!lll3.,_~
sica es;
AA bbbaa cccaa. etc.
¡
~ semejantes a la seguidilla y la redondilla, y las estrofas
:~risticas de la muguasaja y el zéjel. Por otro lado existen
¡)';-t"~én posibi!idades de derivar la muguasaja de formas elá·
'.Qi
!: I"'árabes, que son también hipótesis, aunque más naturales '.
El número de estrofas se limita entre 5 y 7. El idioma de \a.
muguasaja es normalmente· el árabe clásieo; no obstante ~~ que se expuso sobre la muguasaja, vale también en ana­
;;'5
l"emate final de toda la poesía, la llamada jarcha, aparece ~el ::'. para su variante más reciente, el zéjel. En gran número

¡
forma regular en un árabe vulgar, sin flexión, o en una len Q \f,,tnClLentran por primera vez en el Diwan (hacia I L52) de Ibn
~n. El zéjel se dislingue esenclalmente de la muguasaja
mixta arábigo-románica o en un habla totalmente rom~
~Jos siguientes punlos:

Cabe, por tanto, que el inventor de la muguasaja haya ya usado


-jarchas románicas. .;14." Se escnbe enteramente en árabe vulgar.

SegÓn el testimonio unifonne, aunque posterior, de Ibn Boas. -';~,i,jj Su más primitiva forma estrófica apareC'e frente a la
':~fa de la muguasaja redueida a un verso de vuelta: AA bbba,
'1 ' sam de Santarem en Portugal y del egipcio Ibn Sana al-Mult
(ambos del siglo xn) la jarcha debe e')(Tibirse antes que la­ ~"jera (estrofa zejelesea),
_muguasaja. puesto que el conjunto de la poesía se crea sobre .?<3f~:;, El número de las estrofas no se limita a siete.
ella~. Los escritores árabes no hacen referencia exacta de como
'--~t!:i,jj
': .,~. :., '
No tiene, por lo general, jarcha.
hay que imaginarse e!'ita existencia anterior de las jarchas fren­
::~~(frente a la teoria árabe, bastan fe cohesiva y defendida es­
te a las muguas<l.ias: la práctica, en cambio, muestra que ,ea
rmente por ¡" ;nve>t;gae;ón .,pañola. e,;,te un gran nÚ·
muchos casos la jarcha se adaptó de otro poeta, a modo de-w.
. ",., de intentos por derivar esta estrofa desde formas medie·
cita, e incluso hubo una especie de jarchas vagabundas que
-~ litúrgicas o profanas de primitivas formas románicas 6. Aun
aparecen en nno y otro poema. En otros casos el autor de \lI¡a
I:;~iderando, de acuerdo con la teoría árabe, la prioridad tem._
muguasaja compondria él mismo una jarcha para determina&.
ocasión o bastaría una ya existente para acomodarla al caso de
p;a1 de las formas árabes, y que a su e:lpansión se puede hallar
"t6:damento histórico, no debe olvidarse que la forma en cuesM
su poesía. Las jarcha,; resuHan extrañas en el marco de la
;'~;' en tanto que se usa en poesías romanicas <lse laisse ratta­
líríca árabe por ser canciones de amigo, y pueden considenirse
en último término como restos, o refiejos al menos, de una poe.
k sans effort aux formes les plus primitives de la poésie lati­
-':religieuse ou profane» 7. Sobre todo, aún no se ha comprobado
sía románica autóctona. Si ocurrió que fue una lírica romA.
nÍCa autóctona lo que indujo a los árabes a inventar la mu­
i las formas árabes y románicas en cuestión, además de la
fll!Iriencia l"xkrior de su esquema, sean idénticas en su configu·
guasaja, es aún una hipótesis de trabajo, si bien es notable taclón estruCfuraL
el hecho de que la nueva forma árabe apareció precisamente
~'+:
en Andalucía. En especial, no existe ninguna relación evidente
r~ V~a~e E. García Góml'l, La lírica hispano-árabe y la apariciÓn de la
4 La importante cita de Ibn Bassam se menciona jlmto eon las iJl.
*a Una
TO",!,¡,!lca,
':'~
«AI-Andalus~, XXI, 1956, págs. 303-338.
imeslÍg:lción critica y compendLlda sobre este complejo de
terorel;}("ioncs dadas hasta nuestros días (en el texto ori¡::jnal, ro'! traduc· iBeStiemes y problemas ofrece, con rica hihliografía, Le Gentil, Le vireIai
ción alemana), en la cuidadosa investigación de K. H~¡!er, Die bíshe,r !fi~ l'iIl~ncico. Le probli!me des origines arabes, París, llf54.
verdffent/ichten H~rg(js..., ob. cit., págs. 179 y si¡!s. T:lmbién trae lal I A. Jeanroy, La po¿sie Iyriq~e del lroubadours, 1, Paris, 1934, pág. 47
jmcrprctaciones de Ribera '1 Nykl, R. Menéndez Pidal, Cantos romtfl'uF'l fRase también Je¡¡nroy, Origines, 3 .. parte, cap. lI).
"nd,,/usíes, BRAE, XXXI, 1951, pág. 196, nota l.
- ,;.
;'·;t

:i,
320 Mal1ual de \'ersificación ~
~", 32l
deo
.. ~""101¡;,
.
Antes se hIcIeron a.lgunas referencias a la diVU!-' ~;::_: -
.. ln~
la forma del estribote en España. En la poesía románie~:~-"
por primera vez en la Pení~suJa Ibérica en las Ca/Jligas ¿_j~:~ ,
Esquema
(suelto;
María. de Alfonso el Sabio, y en la poesía castellaná ~X:~ ~ cabeza 3
A.rcipreste de Hit~. Después de ob~ener. desde IrJedia~~~;tl; , 3
s~g10 xv hasta el. s.l~lo XVI álguna eshmacl6n LUmo forrna,.#i;;'~:­ ,
clOnal y de condlclOn popular. se la encuentra luego sólo
timonios muy esporá.dicos l. ,'.__
e;i:;" es gradecido
morir; I 1.' mudanza d
,
olvido I
\ 2.' mudanza
d'

B!BUOGR~Ft~: Sobre las distintas teorías de o:igen (árabe, J'O!'l'l';;';:" ;',~~ sufrir j verso de enlace d (que eSlablece el enlacl"
li:.úrgica,' rr.usical y de danza) v~ase .la orientadón. en Conjunto COiJ' ""ro
It'~n Y dolores, " vuelta b con la ~abeU)
blIografJa en P. Le GentIl, Le VIre/al el le vll1anClco, Le probltlli,o,'d'­ ["':'(j;J~tar sin amores. \ represa B
origifles ar~bes• • Collection f'ortu¡pis.:o. IX. París. 1954 (Bibliografia~::Il,.

IL1f'~:it
ginas 251·26S); Formes, págs. 209243. Sobre el estado aclua; de Ia'¡~' 'T~;r1 (Juan ¡;el Encina, Anl" V, 252)
ligación acerca de las jarchas informa en conjunto Klaus Heger,$¡i :;~V",:,
':·:>'··.<f

bishu verJ,lfe'1t1ichlen Hartas liMa ¡hre D"LHungen, An~jo CI d~ ~Pb;' el villancico de rigurosa (:onsLmcción. la cabeza consta
Túbingcn, 1960. D~ la bibliogr~f¡a especial indicada en esta obra titátli ffi't4b 5, tres o cuatro versos, q'c1e suelen tornarse de la poesía
mos los dos artículos fllfldamentales: Dámaso Alonso, CanciQf!cillQS,:dt :iiJlar. o la imitan. Su repetición después de cada estrofa al
arni-go' IIW!,írrrvf5, RFE, XXXIiI, 1949, r>ágs. 297·349, y R_ Menfndezp¡.,
dal. Cantos rorndnicos andalusi~s, COl'llirll-l.adores de una lírica t.iiiJ:i:¡
vulg,lr', BRAE, XXXl, 195/, págs. 187-270. Emilio García GÓmez. Úli i'at~
IjlJp de un estribillo auténtico. dependia en primer lugClr de
;,~Thh:anera dI:': inkI-prdadón, La repetición pucde consi~erarse
;~ poco probable en el caso de que la vuelta rec.ogl'e'se ya
chas rOrllf.ltlceS de la ~H¡e urato .. en su marco, l\1Gdrid, 1965 (Edidóti:'1:JJ.
;iJ~~ ese,nciales de la cabez~ (represa, corno ocurre ~~ el
ca~ac!eres latinos, venión espa!'J.ola en caico rítmico y estudio de cuarén¡¡
y tres muguasajas andaluzas.) ;':trenor eJemplo). En los demas easos puede que se repl tlest',
';~ sólo pa.rece seguro en los \-'illaneicos destnados al canto
:~o de coro y cantor (como los litúrgicos), pues si el ca,nto

EL VILLANCICO. ~ El villancico es un<l poesía estrófica de 'uit'único (tanto en la polironía como en la interpretación d..
composición fija, pero de variable forma métrica, de manen :~)olista) el dcl.'tu producido sería molesto. En los poeras
."itas la cabeza les sirve de indicación inicial que brevemente
que autores, épocas y las colecciones de poesía prefieren tlr1¡
u otra, Los elementos de su composición (tal como ocurre toD ¡,.t unta e,l asunto y la condici?n ,de toda la poes:a, yq~e luego
,:~'ampha en las estrofas Slgulentes en forma semepnte ;'JI
el estribote y la caneión) son un estribillo inicial (llamado
cabeza, villancico, letra de invención o terna) y [a estrofa divi. , ~ktéxto~ de [a glosa~.
dida en tres partes, dispuesta en DOS mudanzas rigurosameolt ,'M' Las dos mudanzas forman casi sin excepción una redondilla
simétricas y una vuelta. 't~dcd o cddc), con rimas independientes de la cabeza, y se
stparan de la ",udra mediante un corte de sentido.

, Comp Canallo en e: Ci~ne de Apol0 (16021 ~ «Estos [pies = estro·


I Referen~ias de citas en T. Navarro, Mrltrica, 'Págs. 146 y ~igs, 1I5) son como comen lo aella. [d~ las cabezas), 'PorQue les sirven ae eJ:·
planación, o de dilatación O interpretación." Dídlogo 11, § IX.·

lIliI5mOCIÓN ESP. - 11
322 Marlual de ,:ersificadó" espafJ
._-~~ f~ 323
La vuelta se corresponde en extensión con la cabeza. El ' ¡ ,...,t.con la estricta forma del \'iIlancico JI. Corno termino mé­
·d1
:ner verSll recoge l a nma e as mu d aozas que mrnediatatnen
. Prt· i:itfco aún no se conoce en los Cancioneros de Baerla y de Palacio,
le preceden en tanto que lo~ r\cm<.is versos, por lo menas It i "-'- usan las denominaciones de cantigas y canción para la
último, se enlazan mediante la rima con la cabeza. El en~ ) i~a forma, Sólo en el ~an~ianera General (1511), se impuso
;Juede ocurrir mectiante la rima usual, pero ~ veces se repiten 1, c'''/. lízandose con este slgmficado 11.
',ma o dos palabras enteras de las que constItuyen la rima d ~ lo que respecta a la cuestión de origen existe confor­
la cabeza. y otras muchas veces se recogen íntegros o COn lev~ ~ en la investigación actual en cuanto que se considera
variaciones el último o los dos últimos versos de ella. il- villancico casi unánimemente como evolución métrica de la
El villancico se distingue de la forma de estribote pOr la re. ,Jáma de estribote (zéjel) El siguiente esquema sin;e para
dondilla de sus mudanzas; y de 1" canción, por renunciar a la :,!btstrarl o :
completa correspondencia entre las rimas de la vuelta y La Eslribi!!o 11,- mud.!?' mlld,! Vuelta ESTribillo
cabeza.
i fc¡rroa de estribote AA
Las clases de verso habituales del villancico son el octosj.
labo o el hexasílabo. En el caso de que la cabe7.a tenga tres
I "
í,~·tura mwical. a
AA
B
b
v
b

v a
bo
B
~-.-
a ,
--
,'ersos, el dc en medio es muchas veces un verso de pic quebrado. ~~lanC~CO 1 ... BB ,d ,d d bb A BE'
En las cabeza~ aparecen ocasionalmente otras clases de versos
1
r ,flHanc1cO JI
A
AB AB ,d ,ct d,
--
,d
-AB -­,f,R','­
"

a veces fluctuantes. ' ! "i'n:, (* Cabcza de tre'i \'cr,~Q~)


En cuanto al asunto de la poesía, en el 'Villancico no existe (U Cabela de cnalro ver!'o!')
!imitación estrecha, aunque puede decirse que los más comu. ,,.'
nes pertenecen a la poesía amorosa tradicional o popular, y a El modo e influjo de este desarrollo representa un complejo
las canciones religiosas, en especial sohre la fiesta de la Nativi. flI'oblema en discusión, que por ser en gran parte hipotético
dad (villancicos de Navidad). fIl} resulta adecuado para este manual, y del mismo se hallará
:iDfonnación en la bibliografía.
Resumen histórico: Al modo de carltiga de dlhrüJ, pastourel1e, Siguiendo la cronología de los testimonios se encuentran pri­
villanelle y serranilla, la palabra villancico pudo ser de origen mero los villancicos con cabeza de cuatro versos y vuelta de
<::astellano, y destinada a señalar )a condición popular y rústica k_iTIisma extensión. A este tipo pertenecen unos veinte ejem­
(auténtica o fingida) de la poesía de este nombre. Según el tes­ 'plos del Cancionero de Baena y los ejemplos poco numerosos
~imonio de los primeros ejemplos, con la palabra villancico
de las demás colecciones antiguas, tales como el Cancionero
iJarece haberse designado al principio solamente el estribillo lO, de 5lúñiga y el de Palacio D.
-/ sólo hacia fines del siglo xv se aplicó a toda la poesía como
11 Villancico a un/u tres fijas suyas, Canco siglo XV, n,o 255. Se des­
denominación de la forma en coníunto. La palabra aparece por conoce en qué fecha se dio el nombre de villancico a esta poesía.
(Jrimera vez en el Marqués de Santillana (1398-1458) como título - 11 Sobre la historia de la palabra "'vi1lancico~, véllse Le Gentil, For­
·je una poesía con varios estribillos, sin que tuviese nada que págs. 245-247. Un breve resum~n de las diferenfes definiciones dd
lI'IeJ,
villancico de'!!de Juan del Encina lo o~rece Mary Paulina Sto Amour, A
Jrud'1 of the villr:1I'IciCO up to ÚJpe de ...·ega, Washington, D. C. (tesis
doctoral), 1940, pá~s. 1-4.
10 Así en ]Ufln del Encinfl, Arte de poesía castellana, J496 (Ca7lcj¡). 1J Ponneuores y referenci~ de citas en r. Navarro, Métrica, págl'
:rcro, ed, cit., cap. VIl); Ant., IV, pág, 42. nas 15().15~.
324 M<1lJ1w/ de versificación o
, ...SPQñoU¡ , .:~ villancico 325
M. Pidal defiende la procedencia y desarrollo ca~ : ;:';:~ condie:ón musical frente a la disposición metrica;
villancico; aunque la teori<l no puede comp':obarse PQ~~ .del ',~s razón para cLusiderm el villancico más en relación con
mente, tampoco puede rl'chazarse por principio. Con tod ti~ ,~;"tiPO musical del vire1ai procedente de Franda, que con el
afinidad de este tipo con la candó n gallego-portugucsa (can~.la '~'.i~d árabe o con primitivas formas románicas de carácter hí­
de refram) en notables coincidencias de constitución as 19a :"""JtéticO.
y nombre, sugiere la idea, fundamentada en la historia
to
iiter: ~ El villancico tuvo su época de fiorecimiento y su más amplia
de que el villancico recibió un decisivo innujo de la poesía da, diVulgación en el siglo XVI. En lugar de muchos nombres cj·
esta parte occidental 14. e ':kremos sólo dos representativos, los de Juan dcl Encina 17 y de
El tipo, en cierto modo cL1sico, del villancico con tres ve ~nta Teresa. Gil Viceute lo introdujo en la poesía dramática
sos en caheza, cL:tramente distinto de la forma de estribote r.. t.oiTIO int.ermedio lírico. 1-1ontemayor y G. Gil Polo 10 usaron
de la canción, ocupa el primer lugar en el Cancionero Gen.? en sus libros pastoriles. En el siglo XVIJ sigue siendo estimado,
r,d (151U, y en especial en el Cancionero siglo XV, sin arrin. ¡¡.unque el llamado tipo clásico, tal como lo cultivaton ocasio­
conar al otro tipo de cuatro versos. Otra particularidad de nalmente Cervantes lS, Lope de Vega 19 entre otros, cede ante
tipo más reciente cs la represa, que en el Cmlcionero de las múltiples variantes de que Góngora y Juana Inés de b
Baena falta aún por completo, y que en los poetas cultos 'CIlll ofrecen \?jemplos. El frecuente cambio en la proporción
del Cancionero musical, como Santillana y Juan de Mena, se entre las distintas partes de la poesía (fuerte reducción o am­
cultivó y di\ulgó desde mediados del siglo xv. De modelo sirvió pliación de la cabeza, renuncia del característico verso de en·
acaso la dansa am refranh de los provenzales tardíos (tal vez Jace) Lündueen a la descomposición de la forma del víllancieü.
a través de la mediación catalana) 15. Son poco frecuentes los Los viJJ;:¡ncico~ rdi~iosos, e~pecialmente los de Navidad favo­
;, villancicos con una cabeza de dos versos (p. e., AA Ix:cb ba),
!'
recidos po. la música, quedaron en uso hasta entrado el si­
", mientras que cabezas de siete y más versos se emplearon en el glo ;\"IIJ. Desde principios del siglo XVIII aproximadameute el
¡, siglo xvn.
A pesar del carácter popular de la cabeza y del estilo 113l1O
villancico prof<1no perdió importancia, si bien se encuentra aún
aisladamente en forma más o menos rigurosa en Arriaza, Ar·
de la poesía, el villancico es por su procedencia un género aris­
jOll", E~proJlct',]a. J. R Jim¿nc7" García Lorea, Alberti y otros.
tocrático, «un pastiche littéraire,. como dice Le Gentil. y por
Dc~d<: el siglo X\I, el villancico, que acaso recordase el an­
, esto parece que hay que suponer influjos de fuera de Castilla.
tiguo "esTrih'ltc» (muchas veces sin cabeza o con cabeza redu\?>
El que fuese poesía destinada al canto le justifica que se rero.
da), es UllCi. de la" formas má"i habituales de las letrillas, género,
14 Un breve resumen sobre las más importantes OpinIOneS de los in·
ca,i siempre::, 'iatirico y burlesco. Ejemplos famosos son «Ande
vestigadores hasta 1940 1M, Pelayo. Ribera, M. Pida!, Rodrigues lapa), en yo C1licnte";~ d\? (j.rjngora y "Poderoso caballero" 21 de Qneveoo;
M. P. Sto Amour. ob. cit., págs. 4 y sigs. las dos si:;'!:uen el t:;<;qucma A,A" bccb baA (A).
;c, 15 Sobre las r~laciones d~ ~5te tipo más importante del villancico con
las formas de canción d~ baile de la antigua poesía francesa y proven21!, B¡nrW(;R.'.F1A: A Gei¡;er, Bar.,reine Z¡j,- GeschicF;fe des ibetisd!en 1'111­
L'-· en especial del v/relai, h:lv información en los estudios wmparativos de gar/!f/ t'i1!ancico, ~Ztil~chrift für Musikwissensrhaft". 4.· afio. 1921, pági·
Le Gentil, Formes, págs. 244-262 (Le vi1!ancico du XV- si~c1I!), y Ú ~';re'a¡
er le vi11ancico. ob. cit. 11 V¿:I:;'; 411/., V, págs 238 y sigs.

16 ~ El villancico es un género de copla que solamente se compant !~ Lo. Ca/aJea, libro Ir: ,En los estados del aman (CC, 1, pág, 911.

pJra 5er cantado: los demás metros sirven para representar, para en· 19 Filen//! Ove)!ma, \s. 1193-9'; y 1313-29; 1687 Y sigs.

srñar. para drsrribir, para historia :.. pJra otros propÓsitos, pero este In R.~F, XXXII, pág. 494

sólo para lB músicB_, Rengifo, Arte poélír::a, ed. 1592, cap, XXIX. 21 R-'l.E, LXIX, págs, 93-94

r
r
¡. ~I
f, JI
';,l;¡.' :. 326 Manual de versificación eSPdiio14'
'f~\.;··~
t[tli:-,&anción medieval 327
t
f_c,.;' ,
nas 65-93 (informa en un conjunto histÓrico, e5pe~ i:,;:~a inicial se farma, por lo general, eon una redondiH8
pecto musical). P. Le Gentil, Le virelai el le villancico. Le problc"Lr. lIS­ ¡\;~'),B o abab). También puede ser más corto o más largo (tres,
f; origines arabes, París, 1954. A, Zamor¡¡ VIcente, Villancicos TI'I
Otdr
l1bu der
.. La Nación_, Bu~'nos Aires, 21 oct. 1951. Le Gentil, FOrmf?5' Le Vil~'tQ,
L'¡'~ o seis versos 'l. En la mayoría de los casos contiene un
).-~co del amor cortesano que se interpreta en los versOS si-
t,!
"',,.'>
du XV~ sU'cI". págs. 244·262. Isabel Pope, MI1Sicll/ ana me.1rieal fonr¡ ICo
(he VUlancíco. Note~' 071 ils deve/opment and its role in music GlIa lile ot i ',..."es.
~i:;'. ture in che 15lh cent/./Ty, ~An~ales mU5icologi~ue~~: II, París, 1954, v;;
; .. "LaS dos mudanzas se forman casi sin excepción de una re­
]~t,:
nas 189-214 (se ocupa en r,pecla! del aspec!Q lUSlorll..:o de la música' ¡"}~djIla eon rimas propias, las cuales son diferentes de las
:!1lL
§t';
i(~
b¡bliog~af¡a). Daniel Devoto. Poisie et musique daTll I'oeuvre des ~:::. j.'!,¡:;1a cabeza. El fmal de las m~danl.as se m¡¡rca mediante una
~T listes: Le~' villancicos, «Ann;lks m\lsicologique~", IV, P;lris, 1956, pago;, 96 l:~l1sa interll a ~ue corta ~l sentido. .. .
,
':,c'
y sigs M, Rodrigues Lap~, O vilancicrJ ISa/ego nos séculos xy 11 ~ XVfII ',::'i:1-.a vuelta tIene la misma extenslün, los rnlsmos elementos
~,
'Lisboa, 1936. Mary Paulina SL Amuur, A sflldy 01 rile villan~ico IIp r; 1 _}::~disposición de las rimas que el tema iniciaL y esto es la
f:" , Lope de VegyJ: its e;'úllltiort frOrll profane 10 5acred thC'ltlf!'S, una specifi. J:iái<lCterística básica de la canción. Las excepcione'>, en espedal
(.~,
"~."
~4','
, '.
.. ca1ly to the CJiTislt!ldS Carol, tesis doctoral, W;lshington, 1940.
lteXistencia de un verso de enlace que ocasionalmente se
tii;
f·:
LA CANCIÓN MEDIEVAL. - La eanción medieval (canción tm.
~entra, se explican por el influjo dd "illandco. Además de

f vadoresca en la terminología moderna) tiene en común eon las .j¡¡l1abituai correspondencia en las rimas, la vuelta puede adap­
poesías de combinación fija, anteriormente explieadas, la es­ :iP:rtambién palabras de la rima ü ver"os del tema inicial, como
tructura music¡¡l y, por consiguiente, la disposición en un lema "lii.:tJrre en el ejemplo citado anteriormente. El verso de la can­
,1o. inicial y una estrofa dividida en tres parles, que consta de dos ;~IJ es octosílabo o hexasílabo. 11uy " menmto, especialmente
~:,'
H;: mudanzas simétriC<ls y una vuelta, Su característIca formal se 'ea su época de florecimiento, consta solamente de la cabeza
';f"una sola estrofa; cuando b cabeza tiene cuatro versos, su
i~:r, fundamenta en un perfecto paralelismo entre el desarrollo mu­
'~ión se presenta como una serie de tres redondillas, de 13-s
~;:
sical y el esquema de rimas. Ejcmplo de su constitución pa.
ralela: )~ales se corresponden en las rimas, según se vio, la primera
;j,
!;o". y)~ última, mientras que la de en medio queda independiente.
;~ Esquem;l M.:lodía
ciando se constnlye como poe~ía de varias estrofas, las mu­
t { S,be Di" """"0 p"'1io a
t\.a(Izas cambian mda va sus elementos de rima, mientras que
iih
:t,;,
;j'
i
Tema por va" poder desamar;
mas no me puedo tirar
dc scr mds l'llestro que mío.
b
b
a
} a llIdas las vueltas tienen el enlace obli8atorio de las rimas eon
la cabeza: abba: cdcd: abha 11 def: abba 11 ghgh: abba, etc.
PUl' vos fall;lr tan ingr;lla , La mayoría de las canciones trata de los temas má" comunes
}.' mudanz~
y conlra de mi plazer. d } ~
del amor cortesano; sirve t<lmbién para los temas religiow:i y
se adorna con elementos populares cuando se usa como fonna
~ querría non VrJ,~ querer, d métrica de las serranillas l~.
2.' mudanZ;l
nlles esto solo me mata, e I ~

{ P'ce 'ay 'om,do "', , II La ~err;lna o st'Tn>nilla puede eonsideT>lISe como \a pareja caste­

", }
Vuelta que no me puedo lomar hn::l, de la paslOurel/l' (vÉase la tesis doctoral de J. Dn'id Danielson,
Z'unque qnieru, nin tirar
a l'auorelas and serranillas 1I30-1I5fr: A genre sludy, Miehigan, 1960, que
b
de su vr¡esuo mas que mío. no me 1'.;1 sido ¡H;o:cesiblc). En una y otra se describe en estrofas dia­
i-' logadas el en~llenlro de dos pcrsonas de desigual estado social (ca·
(Gómez Manrique, Cane. siglo XV, n." 332) ballero-hija de cJ.mpc~jnos o montañeses, y casos semejantes). Como
af¡
L¡ "\ ./
~1 ",U;,:
,, ~;, '
1,"
i,'
330 "_'_"_"_"C"CI_"_'_'_"_'_"CiCI'C'cacióll espa ~ ¡ <Í4-
\. "

glosa 331
,~ , ~
EIBl.lOGRAflA: Le Gen [ji, Formes, p:i:?s ;263-290 (La canción dl.l XV.
J'
,;.;:..----­
,

La clase de verso usual es el octosílabo. Otros metros, como


:~j "
ele). T. N avarro" IJ aflca, 1"
lluJCe de estro [ <lS: canClon
., trovadoresca. Il­ el endecasílabo, se dan sólo aisladamente. La glosa es noonal­
JiIeIlte isométrica; la combinación de versos plurimétricos se,
lA GLOSA. - La historia Iiter~ria de la glosa como forma Poé, :Usa sólo cuando el texto o la clase de foona elegida lo exige.
", . tica <,1larca en Espafia dhele mediados elel siglo xv hasta fines " ~:n la disposición estrófica la glosa usa siempre la rima eon­
, ce
del XVII. Desde el punto de 'vista de la métrica no puede defi­ ·1iQnante .
, \'
nirse ele una manera uniforme porque no quedó establecida ni , . La forma que prevalece es en los tiempos antiguos la copla
en su extensión tolal ni en un uso de d<?"terminadas clases de ;~teJlana, Y a mediados del siglo XVI, la copla real )' la décima
'!' espinela. Además se encuentran, generalmente por el inl1ujo del
'~ versos y estrofas. Su función consiste, como dice el nombre
en glosar en estrofas, un texto ajeno ya existente, mediante s~ ,~to, otras formas, como, por ejemplo, la octava italiana y la
intel'pretación, p3ráfrasi.<, o amplifIcación, por lo general, VersQ lira garcilasiana. Corno innovación que ya no pudo imponerse,
por verso. calderón introdujo la glosa en foona de romance (con rimas
Caela glosa consta, por tanto, de un tema, al que se llama, POt 'aSOnantes) ~.
h 10 general. '< texto» y en algunas ocasiones también cabeza, letra , Cada estrofa de la glosa tiene que reproducir en su exten­
".
o retruécano, y de las distintas estrofas de la interpretación, que sión un mismo número de versos del texto; por lo general. la
i. '
;" '
constituyen la glosa propiamente dicha ~~. El número de estro­ glosa contiene uno o dos de ellos y, en casO de que el texto sea
fas se rige por el de versos del texto, que se glosan en cada largo, tres o cuatro. Estos versos del texto se sitúan al final
estrofa. La glosa más corta consta, por tanto, de un texto, de de la estrofa, raras veces al comienzO y sólo ocasiunalmente en
un solo verso (<<mote"). El tipo clásico de la glosa explica un medio de la estrofa; a veces ~e reparten en p;:uejas en medio
,
'~ ,
texto de cuatro versos en otras t:'mtas estrofas. No obstante, o al fmaL Cuando se glosa un romance, los versos del texto siem­
hubo también tipos de glosas más extensas especialment~ en pre se citan en parejas. La disposición adoptada para las cita',;
los siglos xv y XVI, en que se interpretaron como tema can. tiene que mantenerse por igual, de manera que pueda obtenerse
ciones de doce versos. sonetos, romances largos y otras poesías una lectura completa del texto reuniendo sucesivamente los ver·
de semejante extensión, Las famosas Coplas de Jorge Manrique sos citados en todas las estrofas.
se glosaron repetidas veces Jl, Y un ejemplo de esta glosa de Finalmente hay que hacer una advertencia sobre las leyes
gran extensión nos lo ofrece Montem<.>yor con 160 estrofas. internas que dan a la glosa una particularidad especial. En
la glosa, la cita del texto tiene que pasar a formar parte del
cuerpo estrófico mismo, tanto en Jo que respecta al sentido,
.le Si el te:'<to es un" poesía larga o conocida. con frecuencia no S~ como a la sintaxis y a la rima, de una manera. más perfecta y
alllqJOne errt~ro, sino sólo mectiante una breve alusión. Claro está qu~ orgánica que en las demás poesías de estribillo y cita. El con­
tambi~n en ~stüs casos es parte imcgra de la glow.
tenido de cada estrofa de la glosa viene detenninado por la
J.' V¿ilse Nl"1!ie E. S<inch~l Arel", Las glosas a las 'Coplas' de Jorge
cita del texto, y tiene· la exclusiva función de interpretar el
Manrique. "Cbvilcñoo, VII, 1'.'56, n.O 40, págs. 45-50; tambien Glosas <l las
Coplas dt' Júrgl! Mrlrlriqllf'. ed. facsímil de A. Pérez Gómez, I (l!,.. de Cer·
sentidD abierto u OCUltD, objetivo o tan solo subjetivo de la
"ante~. R. lie V::J]de:-Jeñ<ls '1 J. de ~ontem;\yorl, Cieza, 1961; JI (D. Ba. parte de la cita del texto o del conjunto. La glosa no tiene
..a11on:1, F. de Guzrr.¡'m, J. de Montenw~'or), ¡dero, 1961; lB (L. Pérell.
idcnI, 1962; IV (L dI'" Ar"nd~). ídem. 1962; V (G. R'.liz de Castro, anónimo,
G. D. F. N, de C). idem, 1962: VI (G. Silvestre y noticias bibliográficas).
idem, 1963. ~ Véase BAE, XIV, pAIl'. 74.
J'~
,
y.~

332 _M_a_"_U_aCr--,-d_e--'-"CeC'C"""t~ic:a:C~;~d~"'-."e~'~.
pt2ntlla ~.
glo,,':a:.-
·""

'T\~;,;

1 :,:':"

~ue v~r. con el. moderno sentido de l~ interpretación críti--,atfaídos espe~ialmentepor las dificultades que de esto resultan 37,
=
'33

h~erana,. se (1 at~ :0 ella de la. recreación poética de


aJenas, Sin prescmdlr de las propIas y originales. Esto se ~
y i:
.::;,_ 2." L::1S rimas del textD han de ser ~c tal ~anera que. per­
',~kütllP al poeta encontrar luego el suficiente numero de rlJTI3S
~ca de una maner~ despreocupd.da pero consciente del ef~e~ , :,pra la glos~~, ~ lo rná~ común .es que sean cuatro. De ahí que
y Jo ~rueb~, ,ad~mas de las glosas burl:scas, las que se ha lo, ./liS rimas dlf¡c¡je~ sirvan de piedra de toque para probar la
con 1lXtü'; hturglcos que quedan convertIdos en poesía amo ceu técnica consumé!c1a del glosador.
Si el texto contiene una imagen o una comparació:osa. 3," Como dice la denomlnació~ de «retruécano», el texto
glosa perfecta ha de de~arrollarse<dentro del sentido ' la gebe contener preferentem~nte un .luego de palabms o de asun·
de las mismas. Cuanto más aguda y artificiosa se hi~u~ emane ~s (en el sentido más amplio); es decir, que ha de prestarse
en el transcurso fle su desarrollo, tanto más numero'" a glosa .' las interpretaciones artificiosas, aun en textos populares que
h ' , .,as v estre. '., .
e a<¡ se hlCleron las prescripciones para su creación e" ¡ "se glosaron repetidas veces.
- ervantes" , '
enumera <tlgunas: .. las leyes de la glOSé! eran demé!~iada De entre el gran numero de formas de la glosa, se Impone
C
,;'t rcc ) lCl:S: que no su fnan' '
mterrogantes, ni di;o ni diré ni m h en
¡ t e · (e
a partIr \ 1 u'1 timo
' cuarto d e ISIg
' 1o XVI un tLpO
' con f arma caSl'
nomhrf's de wrbos, ni muflar el sentido, con otras' atadacer ;' infle:'i:íble, que es el resultado de una evolución de más de cien
y estrcc11C7."-S con que van atados los que glosan, como ~ras . afios Y que se puede considerar como el tipo clásico y más co­
merced debe de saber"~. vtl.esa ¡
rriente. Como texto ~iene una redondilla, que se in~erpreta en
No obstante tal ca<;uística dictada 610 h ' cuatro estrofas de diez versos (coplas reales o espmelas) eon
para acer más
; la cita del texto al final de cada estrofa. La dlSpm;¡ClOn d~ las
, . . ' '- , '- s l ' ' . . ..
",rtdlclOsa la composición se observa' . t ' ,
., .., na en JU$ as poetlcas o en 1" .' . , ' , • .
sltuaC!Ones semejantes pero no en lo' ca'o o E I tImas se flge segun las pOSibilIdades de la estrofa de diez versos
• . . ' ., .:> S C munes. n cam­
bIO, In, mcluslón. , . '
total de las citas fue en todo'.:> lo'.:> t'Iempos una I' ,que sc usa.
prescnpclOn r,hhgatoria, y lo mismo vale decir de la rima Lo I Ejemplo:
N ac~ en el nácar la perla,
1
c_ementos d e ai rIma
' del texto se incluyen en forma perfecta . ,
En AI4slria /lnll Margarita,
en, el cuerpo. de la estrofa. y por su frecuente repetición deter. y w¡ io_~eJ hay de infinita
mm,:m esenC"lalmente la disposición de las rim<ls de cada es­ Estimll donde ponerla.
trofa!-6.
Cuando el cielo, que el sol dora,
De nllf la importancia decisiva del texto. Además de re­ Para Formar perlas l1ue\'e
sul (<Ir propio como tema, tiene qne poseer las siguientes par- LIS Que en el norte atesora.
ticlll3.rió:'tdes: Abrese el nácar y bebe
1" CCl:d<'. verso aislado ha de constituir una idea en sí con­
cluida. Esto no excluye que se glosen también versos encabal·
J¡ Iriarte ofrece en este sentido otra demostraclón, aunque burlesca,
gados; antes, por el contrario, los virtuosos de la glosa se sienten
cuando ·glosa el siguiente le;o;tO:
Dos [¡nos amautes, y
car>aces entrambos de
J'. Orúiote, JI, cap. XVIII. c~'municarse. ¿por qué
~ Sin.-·a de ejemplo la frcl'uenle disposición de 135 rimas en el tipo han de estarse sirmpre as!?
norn'~,! de b gIQ~a: ababa ('dcdC (C es el verso de cita, que se corres­
(RH,i, ll, 1895, pág. 75)
poncle en ia rima con el se:tto y octavo versos).
"'~'
.'f:> :".,.,¡i'
. ',':,~'.'

-
334 Manual de versificación eSPWiol "'~'dosa 335
q
;...--­
Las lágrimas del aurora. , ·'En el resumen his..6rico se tratará de cómo cambiaron los
Desta ~uerte, para hacerla pSUlltOS y de su progresiva ampliación, que convirtió a la
A Margarita precios'l, . ~ en for,ma apropiada para cualquier asunto. En el sentido
Quiso el cielo componed,)
~eral, la glosa se caracteriza corno poesía de la vida soci.al
De la manera que herma"J.
Nace en el nácar /a perla...
de la época; no es inmediata, lírica y espontánea, sino reflexiva
e intelectual. y no ]0 es solamente porque tiene siempre dos
Para un joyel rico y solo au wres (el del texto y el glosador), sino también porql1e cumple
Buscaba perlas España, 5U función y finalidad sólo cuando la recibe un tercero, el
y piedras de polo a polo .pÍlblico•. Este público lo forma unas veces la dama que re­
O en nácares que el mar bafia. ,cibe la declaración de amor de parte del que glosa; otras, los
O en minas que engendra Apolo, creyentes para los que se interpretan verdades y hecbos reli·
La fama, que en todo habita, giosos; otras, los contemporáneos para los cuales se recuerdan
Le dijo, viendo el joyel, o sugieren hechos gloriosos de la historia nacional; otras, los
Que al ~ol en belleza imita,
jueces de las justas poéticas que han de galardonear y celebrar
Que hallalia para él
En AU5tria une;¡ Margarita.
el arte del glosador. Sólo en casos excepcionales la glosa tiene
un inmediato carácter lírico; así en Santa Teresa, cuya glosa
Austria también pn'lendla, , es un diálogo interno con Dios, que se consume en sí mismo
Dudosa, inforrnars.. della, y no necesita el público 38.
y certificóle un día
Que Margarita tan bella, Resumen histórico: Varias posibilidades se ofrecen sobre el
Sólo en Felipe cabía. origen de la glosa. Unas u otras han de wsultar más probables
Luego Espafia solicita según la manera de enfocar en principio el problema de origen
Con tal tercero a tal dama, de las formas poéticas europeas. La idea fundamental en que
y con su pecho la incita,
se basa la glosa, que es la explicación y paráfrasis de un texto
Donde hay oro de gran fama,
y un joyel hay de infinita.
ajeno, es bien común en la Edad Media. El método deductivo
de la teología y la filosofía escolástica, de la jurisprudencia
Este joyel español y de las artes liberales se basa en las normas de la exégesis
Se hiw a todos distinto, que tan características son del pensamiento medieval en el
y tan sólo como el 50) occidcnte cristiano 39, sin que sea necesario recurrir a los árabes
Del oro de Carlos Quinto. y los judíos.
Siendo F~lipe el crisol.
Desle, para engrar1decerla,
Se engasta, adama y esmalta; 38 La antología de glosas de Hans Janner, La glosa en el Siglo de Oro.
:f.ste pudo meroxerla, Madrid, 1946, con breves comenlarios y referencias, permite tener una
idea clara de la multiplicidad temática y formal de la glOsa.
Que ninguna hay de tan alla 311 Sobre el origen religioso de la glosa en Occidcnte y sus relaciones
Estima donde ponerla. con ideas platónicas. véase L. 5,pitzer, The prologue ro Ihe .Lais. of
Marie de France ami medieval poetics, .Modero Philology., XU, 1S143r
(Lope de Vega, BAE, XXXVIII, pág, 238) 1944, págs. 96-102; en especial pág1. 'J6.97, nota 2
rl
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336 Manual de versificación española
Algo semejante puede valer también para la
formal de la glosa, Pertenece a la familia de las canciones ~
eslribiHo y cita, aunque como variación culta. Dentro y fuera
---------::
organizació ----
/Jl gto sa
~cia y en el Romanticismo alemán tol. Cuando se buscaron
-¡;izones para este desarrollo especial de la glosa limitado a
J!sPaña, se pudo pensar en la poesía arábigo-andaluza. Las razo­
337

de España tiene precursores y paralelos más o menos empa.. nesde Le Gentil 43 me parecen más adecuadas: parte de que la
rejados en formas, como las cllansons de la mal mariée, las glOsa en su aparición literaria no se presenta aisladamente en
pasturelas. las dansas provenzales, el antiguo rO~ldel francés dsiglo xv, sino que tiene precursores y paralelos en la poesía
la canción antigua virefai, el «estribote lO y el villancico. La g¡o~ catalana, provenzal y francesa del Norte, que no dejarían de
corta, que parafrasea un mote de un solo verso, puede cOincidir j:n1luir a España. Por consiguiente, la posición especial de la
perfectamente en la forma con determinados tipos de la Can_ glosa española dentro de las literaturas románicas ocurre sólo
ción antigua del vill;mcico tardío. Por cierto, la poesia árabe al Jos siglos XVI y XVII, cuando fuera de España había desapa­
también conoce formas de la glosa, así el rnllSatrlmat y la muo ,iecido el sentido poético de la glosa por influjo del Humanismo
guasaja (que de este se deriva) con su \'ariante, el zéjel, que es y del Renacimiento. El carácter tradicional que es propio del
de gran importancia, como vimos, para la llamada teoría árabe. desarrollo de la literatura española conservó la glosa con otras
Sin embargo, estas formas poéticas preceden tanto al origen de 'formas poéticas medievales hasta más allá del Renacimiento,
la glosa española que apenas puede pensarse en un influjo y dio el desarrollo señalado hada una fonna fija fundamental,
directo. El influjo indirecto a través de la estrofa del zéjel ni ~forme a los progresos de la técnica poética. La indiscutida
puede e:<cluirse ni comprobarse. Formas emparejadas se encuen_ condición española de la glosa no estriba en sus orígenes, sino
tran también en la lírica religiosa de los judíos españoles que ,en -su peculiar desarrollo, característíco de España.
parafrasearon citas de la Biblia.\l), y una composición semejante ,En el Cancionero de Baena (1445) la glosa no está aún repre­
tampoco es extraña a la poesía cristiana (tropos, secuencias). sentada como forma poética de empleo consecuente, y con su
En vista del nacimiento tardío de la glosa, puede defenderse con propio nombre aparece poco después de mediados del siglo xv 44.
razón que procede del desarrollo orgánico de fonnas simples La glosa a la poesía «Nunca fue pena mayar» del Duque de Alba,
del estribillo y la rima de estribillo que acaban por contener una escrita por el Comendador Román a petición de la reína Juana,
cita completa del texto que cambia de estrofa en estrofa en lo esposa de Enrique IV (reinó de 14j4 a 1474), se considera como
que respecta al sentido, sintaxis y técnica de la rima. el testímonio más antiguo que se conserva 45; tres poesías co­
Estrechamente unido a la cnestión del origen de la glosa, locadas bajo el título de glosas se encuentran en el Cancionero
es el problema de si es representativa de la condición española (l. de Stúñiga 46. En los Cancioneros posteriores la glosa aparece
En efecto, la glosa, a pesar del común afán de la Edad Media con ereciente frecuencia. Por primera vez se trata teóricamente
por la exégesis y el comentario divulgatorio, no alcanzó en nin. en el Arte pof/ka de Rengifo.n.
guna literatura moderna nna fonna tan desarrollada y de tanta
importancia como en España. Fuera de España se considero
también como una fonna decisivamente española, junto con ooU Referencias de citas en H. Jflnner, ob. cit" pág, 221.
el romance, y con este sentido fue imitada en el siglo XVII en () Forme5, págs. 296-304
4( T. Navarro, Metric.a, págs. 125-126, señala fonn"s primitivas y
transitadas, como la Q!laella de a.mor del marqués de Santillana.
40 J. M. MíIlás Vallicrosll, Poesía. .fdgra.da. hebraico--e.fpañola, 2.' ed., t5 Canco General, J. pág. 452.
Madrid, t948, en especial págs. 30-37. f6 E.d. m"rqués de Fuensant.. del V..Ue y Sancho Rayón, Madrid, 1&72.
(1 Véase H. launer, Lo. glosa. española, RFE, XXVII, 1943, págs. 221 páginas 221, 356 y sig., 385 y sig.
y siguir:utetl. ~ Ed. 1592, caps. XXXVI·XXXVIII.
,~ ,

"
,
'e!,:
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~, 338 Man.ual de versificación es~ , s:>~:sa:- _ ""
).' /

Desde lO$ comi.enzos existen juntos un t ~ L~ por otros de menos rcnombre. El ma <lmo y má;:, fecundo
corto. La forma queda variable durante mucho tiempo. lf.otrj L.: ,;. tra es Lope de Vega. que elevó a un alto nivel artístico
principios del siglo XVI, su principal asunto es el amor co~ -f,j~osa burlesca, hasta entonces popular y grosera Pncisa­
de carácter ideal y petrarquista. Este tema se trata Unas • Ki~~te est~ modalidad de la glosa en Lope se imitó en repL'­
en largas quejas amorosa<; valiéndose el poeta de esquemas~ t:,~ ocaSIones, aunque pocas vece',; de manera lograda, La glos.,
téticos y casuLsticos, otras veces en forma breve, ingeniosa,~ H~ca fue a dar .a menud~ en ~itira ~usca ~ calumniadora;
humorística. Conforme con las tendencias y modas de ~. 1:\,:~o y el cansan~lo de la f~n.na condu 10 h~c¡a mCdl~\(.h~:-; .del
época, en tiempos de Carlos V se ocnpa con preferencia_'cle bjílo xvn a la rápIda des:J.panCIGn de la poesIa glosada. uOIca­
a$untos religiosos y filosóficos; bajo Felipe JI palian a un pJi,. ¡:0~te en el teatro, donde alcanza un ullimo auge por obra de
~i{t:; mer Iérmino asuntos nacionales (glosas de romances), Esta,., ¡:rtlWderón, se mantuvo aú?, hasta fi?es del si.glo XVII y prínci­

~1; dos orientaciones lemáticas acuñaron para la glosa su carác~


edificante y culto. A causa de las dificultades de los textos G
!,';i-~ del XVIII, Y luego deJO de Luitr','J.rse casI por completo en
L,".ItUteratura peninsular española. Las pocas glosas de Lobo,
,
,;:j, ..'
. '.f.'! de su extensión, se necesitó una progresiva ampliación de la i<:forres Villarroe1 'l), García de la Huerta 51 e Iriarte no pretenden
;
forma métrica, y esto condujo hacia 1580 a la decadencia. y J';i~,obra de consideración litewria. Las Déómlls de Lobo .,>ohn:'
luego a la completa desaparición del tipo largo de la glosa. l--ruha larga serie de títulos de comedias .'~ y las Décimrl\ ,lfs­
,W,
,.'
La glosa corta se mostró más vigorosa. Fiel a los asunlOl
antiguos persistió especialmente en los libros pastoriles (por
¡,!tatadas de ~ri~rte ~.1 son impro\'.isacionés divertidas. r,acidas
¡ ':~ entretelllmlento en las tertulms.
'\ primera vez en la Dian.a de Montemayor, ¿1559?). En la segunda t"f'En Hispanoamérica, en c3mbio, 1.1 glosa persistió en 10$
{.
;';~ mitad del siglo, en las justas poéticas las glosas fueron la poesÍa ¡::~~os XVIII y XIX, Y esta perduración no sc ha estudiado aun
;
preferida, en tiempos en que los pastores de los libros las usa. l,-!;&¡n detenimiento"'. Un e.i,emplo, po(·ticamente impresionante,
.•.¡ ban en la ficción 48; como un juego de sociedad, fueron muy ¡,.-'~e en nuestros días eJ.mejic:J.~G Alfonso R(':-~s en Amapo/ira
,-'í' estimadas y obtuvieron gran divulgación. Al mÍsmo tiempo que ''1#Prada (1926)51; usa el tlpD d;,>-'co de la glosa tomando como
J: ,~ se rejlUlarizó de manera estricta, amplió su forma métrica en pm. !"fOi,na. de la eshofa de d;ez verSGS ::.", 3utentica espinela,
!' porción moderada, y se redujo a partir de 1575 esencialmente

rí,
t,f", a la organización que anteriormente hemos llamado tipo noma!.
A
Esta nueva forma no está limitada a determinados asuntos: la _BIBUO(¡IHFÍiI.: Hans J;mrltr, l'xl glosc; espanola, Estudio lústórico de su
d
'
!i glosa de los Siglos de Oro continúa unas veces la tradición de :~trica )1 d[ sus remas, RFE, xxvrr. 1;143, págs. 1~1-2J2: La glosa en el
::SiJl1o de Oro. Vrta (HllologiCl, i\1cdric, 1<146. Le Ger.;iJ. Formes, págs. 291­
r!.'­C,
;J'
la glosa. amorosa de los Cancioneros; y otras, es poesía oca.
'J)!. E. Garda Góma Sobre el or,'f,ell ,), la 10m!!! pudica 1111mada glosa,
sional, en el sentido bueno y malo, adecuada para fiestas reli. .Al-Andalus~, VI, 1941, págs. 401-410.
,; .''. giosas y profanas, y sirve cama demostración de una técrrlca
.' consumada en justas poéticas de Academias. Desde el siglo XV
hasta ~ntrado el,~VIJ fue usada tanto por poetas muy conoeidos lIiI
~!
.8 Véase R, Janner, ob. cit., pág. 206 Y nota 1.
~ BAE. LXI, p;i.g-_
51 BAE, LXI, pág. 238

64.

s:I BAE, LXI, pa,¡;s. 44 y ~ig~.


:5" ~9 Asl en Jorge Manrique, 1. del Encina, Cas1illejo, Bosdn, Monteros. S.J BAE, LXIII, ¡:>ags. 59 y sjg~.

:-: yor, Teresa de Jesus. Espine!. GÓngora. Calderón y muchos más. EjemploS >l [ndicaciones, ton H, JanneT. ob. cit., pág. 220; Y T, Navarro, ML'1rica,

':i referencias de citas de éstos y otros poetas, en la mencionada. antolo¡¡ta P'ginas 305-306. 35]-352.

de glosas de H, Janner. s:! Reproducida en la anlo]ogia de glosas de H Janner. pág, 66.

342
.
MarlUaI de versificación es
.
-.:
'

""-,~.-;~. -'.
'\;i'::\? ,.,.,];

DllIiAI_, "'M:e::--­
~, ':l~ .. ,_ ~,
; :' ,.,:}
;
;'-,:"

r:;![fr._dón
petrarqfl.ista·
. tintas coleCCIones.
. 6(]
343

A1'"...... ,~ "U maYal: di­


~ '" .
.

aun cuando los ejemplos conservados se estiman como' .. l'~''''' ón en laS ~ l' XV! Y es sigwfi.cauvo que se
"
ClOnes de Ia poesIa
" cu
1 fa, El cen 'ro de su ¡rra " dlactan '" al ~Ullit¡. i
i :'~
· ·ón a ·c'plOS
P"Ul" . de SlglO b; ",.,a-ii..
, el cual sIguIendo la
. ' --~_ ". " "VIcente poela u~~, '
en la Península Ibérica, fuc GalicÍ<1 y Portugal, aunque "'" ¡:;~ntre en GIl ' 1 ' "aoo le dio forma en este
cuentran varios pamlelos en cuanto al asunto y la diSpos;,.;.l.
.... en. "~..'.
j '~iteCClOn cas e
t Hana por e oc oSu
. madre.
,
, ~ . -.nJQ,;'., 1 rosal vengo, na •
\f,'
de su des~.rrol1o con la poesl3.de la Europa OccrdentaLSn ¡".~; as1 eU dJe o XVI en el. xvU el cosaute se presen~
gran antlguedad y la procedeucla popular (al menos en .. ¡ "~'.i.' fines del Slg,l Y b de villancicos glosas, etc., SI
al
J)'

~t
"
, rot-, .'?';,'"
tuga!, pues en Castilla no es seguro) se ponen de manifies;tft . ,";00" en fragmen
tOS como ca eza •
ene)"o de su técllica en el caso
:;)
en el carácter aun" patente de canClOn " " d e b"1 a! e y de amigo ~'-8.", "~r"ue no se r
ata de un nuevod r 1 '"po"
~¡ . . .. ·d ' en ).. f
J el dcsarrollo arcaICO y prImitIvo de las leas y en el uso de'iJas estrO as de dos versOs e l . . :<.'"

versos anisosilabieos. Unese a esto el que el cosaute falta ' >,: póntela tú, la gorra del fralle, bo"
".! " en 'tlatúqueanunomeca.

l
!',',-,-
ro~ ca[ll~ioneros cortesanos de Castilla (asI en el de Baena) ":; poo e ,
" ";~, . . , '"" . . do en. su rOIUla com­
mientras que aparece en los canCIOneros musicales, que CO.... ~ í' ," . o el cosaute no fue reannna
~i;';i\
• ,;t
1 '.',
. "
sabemos recogieron piezas de tradlclon oral y popular. A ""SO" : ~
de las dudas de E Asensio sobre la procedencia portu~ ,,/~
..", ,'if"lo suceslv
".~. I':¡jfp.ta Y ca
raclen"Slica aunque algunos poetas usa
' "
l ·s,",co del cosaute, SIn estrIbIllo, COffi?
¡ ~.. cara.c eu. Pablo piferrer en CancwrI
.
., d 1 P lmavera
ron elle:tapren·
.
recurso es-­
G
on­
del cosaute, no puede negarse que en los poetas gallego..portq. (,~"" e.a, r ,
\~:t"", " 1 t' . ."
gueses se encuentran no solo os estunomus mas <lntlguos, sino ",,~ M ," ez en La Vieja canclOn
también con mucho los más numerosos. Parece que el cosaute \~~-, L
,,';;;1~stlCO, aSI
"'l.:ln
l . . ., de 105 cU'I.itllos del hada, y
ar In n Las tres ho¡'as y Los cuatro mul eros (las dos en
~1 , '::Ga!Cta orca e
1'; no arraigó en Castilla, y se hallaría más di'\'1l1gado en la poesfa J .~;' s popu.lares J.
¡fe
~-:~,
""
oral de Io que 1os testimOnIOS escfl",os mues t rano S"l cans!"denr j '",
. , : \.
t;4tltare 1 ""';'" de 10$ Crvt-­
Figueras, El t:oscmte ¡:n ~ I, ....U '
mas lo que 10gI"aron ser las formas de reCIa ra17. popular en la 1,', $Ulul}CRAf1A; Jose Romeu . XV XVI .Ju¡uario musto;¡¡,l..,
l,j1\,' . .
poesía culta, como el romance y la segUIdilla, es de suponer ¡ '¡:Umeros muslCllles espa .
' ';-' , lÍol"s de los sIglos
" P 't·
Y ,
"realidad en el Cancionero
l""i.: ' l ' i - ó l Eugl:nlil A,,';:¡¡"IO, oe 'ca ~
~it';';' . . •
q ue los escasos testimonios del ensaute pueden utnbUlrse a la l' v l~jO, P gs. . .
I ".
' M d"' 1957 pá,s. 181·224; contlcoe a
" 1
kl.';·' . • , " , d i Edad Medra, a n , , E
".~" P oca lmportallCla de esta forma en la poesla popular de Cas­
ar
\ -;::.ptI'l,ru-ul " e.a . l ,~ ...nl1tares pafa!elí~tkof clUteUal10S, RF ,
~r," d del arbCU o ....-5 ~4
tilla. I ,tdi ci611 lJ()..16~
't
:;~(
• .
El cosaute aparece en los pnmeros tIempos de la poeSla !~,.'
,
¡-ev¡sa a .
j """"vIl 195J, pags.
,
'. y
cntre otrOS el de C05aure y cantares pa-
"282
225-240. Le Gentil, Formes, pa2s. 21!{). •
" 1 I Ji¡lc/lsiICOS, pags.
i castellana tan ~610 de manera f ragIllentana o somerQ, as en· '
,'.\:': la Ra'{.ón de amor (versos 130-133), en Santa Maria Egipciaca FORMAS Y DlJtUVl\CIQNES tJE
¡':' (versos 152-155); más claramente en el muy discutido Eya velar
;;, LA. CANCIÓN PEIRAROUISTA
del Duelo de la Virgen de Berceo, y por fin, claramente des­
)i
arrollado (aunque de manen'l aislada, «casi el ave fénix ... ) 31lI, en u. CANelóN pE,nI.ARQT.:1STA. - La canción petrarquista [llamada
r.',
la citada poesía de Diego Hurtado de Mendoza, padre del Mar· también canción (;:1 la) italiana, por su pais de origen] consta
qués de Santillan;:1, de fines del siglo Xl\'.
,ji';" El cosaute se' encuentra en Jos cancianeros musicales de los !1/1 ED el estudio citado de J. Romeu Figueras se encuentra un e:I:­
tCllSO conjunto de cosautes" E. Asensio, en su U'abajo sobre Las cantares
siglos xv y XVI, aunque muy esparcido y con escasa rep.... pllralelísticos caslelhnoi", pag. 205, nota 1, reduce su numero al de se­
'lenta 'j tres t~sti1Jlonios. En la relación entre estrola y r,:stn'¡)i11o, Asens10
los clasiftca como de dos, tres 'f cuatro versOs (págs, 210-216).
61 Algullos ouos ejemplOS en T. Navarro, MétriC4, pág. 2f,9.
" E. Asensio, ob. cit., pág. 186.
;r 1
. . !;: .~
fJi) ,
!l ¡;;';~"
"il:
'l; 344 Manual de versificación. es~ l":\:"""ción petrarqv.ista
.-~~.
345
'
de un número indeterminado de estrofas (estanci~
"

} L:E;;""libertad en la disposición de los pormenores se arti­


1 . mente simétricas entre sí, seguidas al fin por el envío (I'e.J:na ;;;,¡. sin embargo, con unas normas de ordeuación estableddas,
l'
',' .. , comrniato). El número mínimo de estancias es de tres te,. I·~tado de un repetido proceso de selección en la historia
k mayor lo constituye la Canción 1 de Boscán ("Quiero ha.~~ .;j1:;esta estrofa. Se inicia con Dante que, en su De vulgari
l'". un poco») con treinta y una estrofas. Por lo común Oscila eut J¡bquen tia 64, dio normas fijas para la canción provenzal e ita­
~ " cuatro y doce estancias; y en comparación con las canciotl.re .p, basta entonces muy libre, y fijó la variedad de las es­
de Italia, las españolas tienden hacia una mayor extensjón. es , ~ de la cancíón en tres tipas determinados. En la teoria
,, , .
~

En España, como versos de esta canción se usan sólo ende. ~ ;~rca no sobrepasa a su antecesor, pero dio el modelo para
casílabos y heptasílabos; y su mezcla es obligatoria. Una Pro­ jQs.,dempOS posteriores por la manifiesta preferencía hacia un
porción alta de endecasílabos confiere a la canción un carácter jp1Otipo, aunque no por esa dejó el cultiva de las otras formas,
grave y solemne (canción grave) 6l; por el contrario, el Predo­ ~ parte provenzales. Sus imitadores españoles, ppr su parte,
minio del heptasílabo expresa una intención estilística menos ,:~eron al maestro en su preferencia por un tipo, y lo con­
elevada, propia para evocar ambientes elegiacos y bUCÓlicos <~eron en la forma exclusiva. De esta ,manera la estancia
(candó:!? ligera) 63. ::ttgular muestra el siguiente esquema:
La unidad estrófica más importante y característica de la (I1). nI.
l.
canciÓn es la estancia. Si se compone en la forma más .regular . frOflte (dividble) + verso de enlace .. s¡,ima (indivisible)
abarca por lo íllenos nueve versos, aunque hay también excep: ~ ~
~._-------- ~-
l0 pie + lIo pie + eslabón, llave + sirimaós (sirrrJa, codo.)
ciones. pues teóricamente no hay límite para su aumento; sin
(chiaveJ
embargo, estancias de veinte y más versos son excepcionales.
La extensión media es de unos quince versos, y el número más
frecuente de los mismos es el de trece. l. Como indica el nombre, la canción fue destinada origi­
JllIlmente para el canto 6ó • El desarrollo de la melocHa deter­
Usa rimas consonantes; y en la disposición de las mismas
mina la disposición del texto. La repetición de un periodo
existe gran libertad, con tal de que cada parte de las dos de
la estrofa tenga las suyas propias. El encabalgamiento de uno
M Libro 11, caps. V y VIII-XIV.
o varios elementos de rima de la primera parte de la estrofa ~s Del griego oúpp.a, 'cola'.
con la segunda es excepción rarísima; úsase, sin embaigo, por !ti El episodio de Casella (cn Divinrl Comedia, Purg., n, 106-119) mues­
lo normal un ",verso de enlace» entre las dos partes de la es. tra que en tiempos de Dante no habia caído aún en desuso el cantar las
trofa a modo de eslabón para unir mediante las rimas una tandones; no obstante, era poco frel·uente. La falta de melodías antiguas
de canciones en It"lia hace suponer a W, Thomas Marrocco (T!le l'nigma
parte c;on la otra. Las rimas cambian de estrofa en estrofa. of the c;¡n~one, .,Speculum~, XXXI, 1956, págs. 704-713) que la canción
italiana no esluVO destinada, desde un principio y a pesar de su nombre,
para el canto, sinO para la recitación. Aunque fuera acertada tal suposi·
62 SíI'Van de ejemplo las canciones de HeITo;.ra Por fa p¿rdida del re, dón, qneda indiscutido que la canción. con su rigurosa división en tres
don Sebas¡idn (BAE. XXXII, pago 3JS¡ y Al santo rey don Fernando (BAE, partes y la exacta uniformidad de tod<l.s las estrofas, tu..·o por ejemplo
XXXII, pago 329), que muestran sólo un heptasílabo en la mitad de cada obligado la norma de estructura music,,¡ tal como apareee en su forma
e:;trofa. més sencilla, en la de estribote; y en esto es de importancia secundaria
b3 Comp. Danle, De vulgari eloqucnlia, 11, 12. En la canción XIV (poe­ s! en efecto se cant"ra o no. En todo caso (y dejando aparte eJl:cepciones
sia CXXV de Le Rime) de Petrarca (Chiare, tresche e dolci atque) hay posteriores) se compuso siempre de tal manera Que, conforme a las reglas
nueve h"ptasilabos frente a tan sólo Cuatro endecasílabos. de la música de entonces, también ho.biem podido cantarse,
..••
;:.',.>..c:.:·<
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" ;': -,.:,:.

346 Manual de versificación espaliola.. ~ f¡lJcancidr! petrarquista 347


musical, por lo menos, era obligatoria en detennina~ : ~6n del verso eslabón). La canción española no conoce
de estrofa de la canción; en tales casos, esta ingemirzatio ca~~ '" disposición en ¡.;ies en la coda; por consiguiente, las rimas
(como la llama Dante) cayó siempre en la trame. De ah¡-,kf dos clases de ~-'ersos pueden disponerse Hbremente. La
explica ~u dis~osi.ción en dos. pies simétr!cos, porque el.
gundo pIe debla cantarse segun la melodIa del primero.EIl
=IJ
IaS
~ se forma a, menudo con el eslabón ~ tres o cuatro pa·
~. Dante habla recomendado ya tenmnar la estrofa con
caso de que se usen 'versos plurimétricos en la composicióQ ! óPJ&pareada; y esto en España es lo más divulgado. Por regla
del primer pie, los endecasílabos y heptasílabos del .se~ 1'31, la sirima debe ser más larga que la fronte.
tienen que aparecer en el mismo orden, por ejemplo aBe al3c~S ímportante insistir otra vez, por ser esto fundamental,
En el siglo XVI ya no se cantaba \a canción, de maneta ~ ~ (¡ue la forma de la primera estancia tiene que conservarse
algunos po~tas españoles (en parte por descuido y en parte ~ en todas las demás.
conscÍente tendencia hacia la variación) no se atuVIeron rjPQ!:'El asunto del envío es, como ocurre en los provenzales. un
rosamente a esta regla, necesaria desde el punto de vista ~ ! .,óstrofe que el poeta dirige a la propia canción. Su fonna
la melodía. ; piéttica es muy diversa; puede ser otra estancia completa, o
_Cada pie tiene entre dos y seis versos, y en la canción es. ¡ pírte. de ella, o constituir un nue~o esquema m~trico. Por lo
panola los de tres .versos san, con :nucho, los más frecuentes. ¡general, es .más ~~rta que la ~s~ancla, y suele repetIr con n~evas
El orden de las nmas parece varIar en el segundo pie, as! . limas la dlSposlclón de la smma, o de parte de ella; aSI fue
ABe BAC, etc., pero ambos han de enlazarse por la rima. taInbién la forma habitual del commiaro en Pelrarca. No obs-
n. El verso de enlace, que en Dante se lIama diesis o IJIIte, parece que no todos los poe,tas españoles reconocieron
volra 67, tuvo en la melodía de la canción la función de servir e.~ta n~r:rna., d~ ~anerd. que el em'¡o pr~senta a menudo una
de transición entre el período musical de la frome y la sirima; j dl~Slclón metnca fuera de estas reglas.
una función análoga desempeña también en el texto. Por SIl I _. Ejemplo;
origen y en razón de la sintaxis pertenece al cuerpo de la
sirima y. al mismo tiempo, rima con el último verso de la (...1
fraY/le. Este verso, de enlace por su función, se llama por la
general chiave, llave o eslabón (desde Cascales, 161b)l>ll, y casi
:. Danubio, tia divino.

Que por fieras nadones


IroPi')
siempre es un heptasílabo. El enlace entre las dos partes de Vas con tus claras ondas discurriendo,
) ¡ fron.te.
la estrofa por este verso es habitual, aunque no se halla
Pues no hay otro tamino

prescrito obligatoriamente y pueda, por lo tanto, faltar. Por donde mis razone...
( Uo pi, \
lII. En la composición musical de la canción la sirimll tuvo Vayan fuera de aqu1. sino corriendo
,'," , su melodía propia. Esta independencia con respecto a la frame
se manifiesta en el texto por el uso de rimas propias (COIl Por tus aguas Y siendo chiave o verso de enlace
,, En ellas anegadas;
Si en tierra tan ajena
67 _Et diesim dicimus deductionem vergentem de una oda in aliam En la desierta arena sirima
(hallc valtam vocamus cum vulgus alloQu¡mur)~. De vulgari eloq/JeJ'IUJI,
n, 10. Fueren de algur'lo acaso en fin halladas,
M Por vofta se entiende por lo general en nuestros días el pie de 1I Enliérnlas. siqwera.
sirima que Dante llamaba versus. Porque su error se acabe en tu ribera.
-.x¡¡l
';~fl>

,tik¡
345

Aunque en el mueras,
i).gua
C¡Ulc,ón, .1U 1J.ill; de queJarte,
Que }o he Irllrado blell lo que ti: tQCa,

I
Manual de versificación esPaño
~
;'ii.'.'caftCión petrarqu,ista
.~'~
tk)~'FPoca
"''-,-
,

;'!f'Pdigmas de Pctrarca, y otros mtentan vanaClOnes ongmales_


1-.1'3 darse cuenta del juego óe las diversas tendencias es útil
349
dc tanteos y cxpcricnc.ias; se ensa:'a~ los d~e:entes

Me:lOS vida tuvieras, envío"" fr01lte + .tI~


¡:~ntar las canci~nes de Bosrán y C.etin<l.
¡,'l....,. .
,>toe las once canclOneS óe Boscán, SIete (entre eUas vana~
'r:¡1' :" I¡ SI hubkI as de 19ualarte
Coa otras que se me hall muerto en la boca,
Qmén tIene culpa dc~[o,
\ 'ID,"

iJ;j.ducciones) representan perfectas reproducciones de sei.s can­


~ -';jlnes d~ PetrarcJ.. El esquema Je la canció~ XX de Petra.rca
&,:¡,..I Allá ]0 entenderás de mf muy presto. ) -~~n mI cl'edea"; ABC BAe: cDdEeFF) se repite dos veces (can­
;;:~''':J
-'son IV y VII: ",Ya yo viv( y auduve ya entre vivos" y "Anda
r- ": '1
f¡ (Garcilaso, C"nción UI, última estrofa y envio, BAE, XXXII, p,& 211)
f¡~:
:,
'~ ,:~ revueltas el amor conmigo~); y las cuatro restantes cando­
:' ! " la canción, fonna. lírica per!>onal por antonomasia, adopta '~ na tienen correspondencia en Petrarca., y pueden consi­
~ 4­
como principal aSWlto el amor, la e:'lpresión del sentimiento, es­ ,~rse, al menos con rcserva, como logros independientes 'Tl.
pecialmente con caráctl:r degíaco y bucólico. Como forma de <>Tambiéu sigueu fielUlente a Petrarca tres de las diez can~
·f
la poesía elevada 69, trata también de a~mntos heroicos de la :;~ones de Gutierre de Cctina, y otr:\s dos, con modificaciones
histona española y religiosa. Semejante a la glosa sirve además )¡éSignificmtes. Cada una de estas dncQ canciones tie.ne por
,, :',$odclo el esquema de una canción distinta ¿e Petrarca; y de
como pied ra de toque de ]a habilidad formal en las justas
poéticas; y, finalmente, es la fonna preferida por la poesía p... '~fttre ellas dos de estos ejemplos los usaron ya Boscan y Gar­
negiri<;a. ,,-:~sn. Los paradigmas de las cinco restan les canciones de
-(;etina parecen ser creaciones propias n.
Resumen histórico: La canción es de origen provenzal; en Los nUIIlerosos poetitS ue caucione:> de este primer perlado
Españo. esta forma se recibió fundamentalmente de Italia por pueden dividirse en dos grupos: 1. Los petrarquistas propia~
Q

medio de la obra de Dante, y en especial, de Petrarca; y par mente dichos, tales como Boscán, Garcilaso, Acuña y Cetina.
esta razón se la llamó también canción petrarquista'70. 1,0 Los poetas de la escudo. autóctono. y tr:¡dicional, que se
Roscán la introdUjO en España, y Garcilaso por vez primera ,unieron, por lo menos en cierta proporción, al petrarquismo.
, le dio importancia poética en la poesía castellana. Su incolJlO­ ,A este gmpo pertenecen entre otros: Diego Hurtado de Men­
ración a la poesía española se produjo en dos períodos; Enrique doza, Gregario Silvesfr~, Montemayor, Gil Polo y Barahona de
Segura Covarsí JI eJ<;tieode el primero hasta los alrededores Soto. Estos ¡x>etas se sintieron iltraidos, en especial, por el
de J 550. Este período de Lniciación se ca.racteriza en lo e<.enciaJ. doble cani.cter de la canción, que une en sí tanto elementos
por st:guir muy de cerca el modelo de Petrarca en cuanto a tro,'adorescos cono de la AntigÜecl2d claska: incorpora así
la fonna y también, con frecuencia, en cuanto al asunto, siendo a la antigua tradición óe la poesía de los cancioneros, las
tt:ndendas dáskas y humallísticas de la época.
1,~ e ,djámu5 vulgarjl.Lffi pocmatum unum e~se ~uppreDlum, quod per El más importante de los cultiva¿ores de la canción en la
5u;¡crexcellenti¡¡m cantionem vocarnU5., Oaute, oh, cit.• n, 11. V¿ase lo príme;;) mitad del sigto es Garcilaso. Aun cuando en, el asunto
:mismo "n n, 3.
IPuestra mayor independencia, en la composición métrica se
i~ Sobre el Jlroblema en conjunto de la imitaciól:. de Pr.trarca en &.
Jlañu, vca~e JO~<:I-Jll G. Fucilla, estudios sobre el peirdrO;l..Iismo en Espaiía,
Anejo LXXII de la RFE, Maérid, 1960.
72 Vbse E Segun Covarsl, ob, dI .. pál!s. 1{))-1()l

1J L<J. w!lcidn petrarqui5ca en la lírica española del Siglo de OrlJ.


Anejo V de .Cuaderuos de Lileratl.U"a., Madrid, l~i), pág. 8~. n V¿ase hlt:m, pá¡,:-;, tlo.111.

,'1'"

(,:. ...

-'
350 Man.z:al de ",'ersificaciún espanola La canción petrarquista 351
atuvo estrechamente aL modelo de Petrarca 74, y renuncia por
completo al ensayo de variantes ¡'i. Es, por tanto, notable qUe
----­ C01Ppleta asimilación de la forma extranjera; por esto Segura
f,OVars' califica esta época como "'período de nadonalizaciÓn~.
elija un modelo, y también la tendcncia por seguir un para. Los criterios esenciales de este desarrollo son:
digma característico, requerido por el asunto y el COnte.nido 1.0 Disminuye la estrecha e inmediat:l imitación de Petrar·
emocioual. De seis poesías en que Garcilaso usó la estanciJ ca. Herrera es uu caso característico lB, pues de sus veintidós
al menos eu tres sigue el esquema de la canción XIV ck cancione~ sólo dos reproducen paradigmas de Petrarca, y uno
Petrarca (Oliare, fresche e dolci acquc: abC abC: cdeeDfF), .de ellos lo usaron ya con seguridad poetas españoles, el otro
y su instinto selectivo dio la norma. Así el esquema de esta ¡, probablemente 19.
(:aución XIV de Petrarca, que él prefirió, es a<~aso la forma 2.0 Dentro del marco de la imitación, se fijan unos pocos
de la canción petrarquista más frecuente hasta el siglo XIX' esquemas seleccionados que con preferencia no proceden de
-sr además es la normal en las canciones de carácter bucólico'. retrarca, sino de sus imitadorcs espafloles, en especial de Gar­
El esquema de la quinta canción de Petrarca (Ne la stagicltl), cilaso. El ejemplo modélico es la Canción XIV de petrarca que,
seleccionado por Garcilaso, también se imitó con frecuencia. aprobado por Garcilaso, se convicrte en la forma preferida de
y por fin, él abrió un nue\'o empleo para la canción: la pOesía la canción bucólica y de la égloga.
de las églogas, fuudando una tradición que encontró brillante 3.0 La cr<'ación de los poetas españoles aumenta. Se amplía
continuación no sólo en el campo más limitado de la linea, el 9-5uotO por vez prímera a materias religiosas y nacionales.
sino también en los libros pastoriles (Montemayor, Gil Polo, Los que comienzan esta tendenda son Luis de León y Herrera.
Cervantes). Como innovación es digno de notarse que también Con la obra de este último se inicia también la caneión lauda·
usó la estancia fuera del marco propio de la canción como toria, que tendrá una larga persistencia. En lo que se refiere
forma de estrofa independiente, y la combinó con otras 76. Este a la forma, se tiende hacia una mayor libertad e independencia;
uso tuvo especial alcance en la polimetría teatral, donde la la idea que domina es exigir la completa armonía de asunto
estancia aparece como forma de estrofa junto a las demás, y forma tal como surgió de una mejor comprensión de la Anti­
desde Juan de la Cueva y Virués (hacia 15BO) TI. güedad. Las complicadas regla-s, impuestas por el origen musical
El segundo período (1550·1600) coincide en lo fundamental de la estrofa, teni:m que aparecer como supuestas trabas que
con el reinado de Felipe 1I, y su desarrollo queda detenninado embarazaban el libre desarrollo de los motivos y la intención
por innovaciones independientes unas, y aseguradas otras en formal, y el poeta se sentía con legítimo derecho para rom­
la Antigüedad. Se alcanzó el pleno dominio de los modelos perlas. Para lograr un tipo solemne de canción, Herrera aumen·
italianos, y los nuevo~ propósitos creadores tienden hacia la ta el número dc endecasílabos en una proporción nunca vista lij).

7B Lo.~ paradigmas de sns canciones se encuentran reu.nidos en E. Se·


74 Vease ídem, pág. 105. gura Covarsí, t'b. cit., págs. 269·273.
7'i La Canción V no se tiene en eOnsideración aqui, porque está escrita 7~ Se trata de las car.cioncs V; • Esparce en estas nores~ y eA Diana.
en liras. La sustiluci6n del hEptasílabo del modelo por un endecasílabo de J-[ene¡;l En la prin',,-"ra se usa el esquema de la Canción XIV d., Pe..
en la s¡rimrJ de la Canci6n I1 no tiene importancia ante la identidad de trarca, frecuent~ desde GarciJ<lso: en la segunda, el de la Canción XVII
los demás con el esquema de la Canción XIV de Petrarea. Lo mismo vale (Di pensier en pensier, di monte in monlt:), que se encuentra, acaso con
para la E.g,loga 1, en donde en la sirima se sustiluyen dos heptasilabos priorid<ld, dos 'ie;:es en Lomas Cantoral (<<1'aslo1' dichoso. 'j .Oye del
del modelo (Canción V de petrarca) por endecasílabos. Cielo»).
7~ Véase la E.gloga 11, polimétrica, en la que se insertan ocho estancia~.
."Il Véanse las canciones mencionadas anteriormente, BAE, XXXU,
TI Vease MorJey, Strophes, pág. 529, nota l. y págs. 530--511.
paginas 319 y 329.
r.
1;'; [.
"
\1 .,
",,;
354 Manual de versificación .
esPtllioCQ: t~,',;e.ttina 355
d Diego GonzáJez 88, García de la Huerta B9, Vaca de ~
; ~.
""o- I
/- ,~, I el Conde de Norofia 91 y Meléndez Valdés 9l• Se trata, no ~
t:i~l endecasílabo. Según esto, l,a ,sextina es isornétrica
¡ '. , :>-"'5U desarrollo 95; dentro de las dIstmtas estrofas no hay
··t tan te. de casos lnarginales, como ocurre luego en el Rom'"
1'f cio:,lTIO con Espronceda 9.1, el Duque de Rivas 94 y Avellaneda &ntl­
Lo;~pondenci~ el: ~as rimas (.AB.CDEF), pero el final ~e cada
1
i ; ..
!<;~ofa y el prmcIplO de la SIguIente ~e. enlazan mediante la
Jo recurren en casos alS ·ld
a os a l "
a canClOn petrarquista. E.l,qtle
Mo­
'.'f,'. :
I

' ¡:'~a final (cob1as capcaudadas). Las ultImas palabras de los


dernio;mo ya no la usa.
¡'i~eros seis versos constituyen todas enteras las rimas que
.BTm,IOGRAFIA: E. H. W¡lldn,>, Th: _den,varian o{ ~i:f'_ cal'll.lJtte, cMOderh
¡,>~)nantien~n constantes, en el conju.nto ~e. la poe,sía, y suelen
Pllllology~, XII, 1914-1915, pags. 52,·J5S (\I1forme, hlbhografla y estadist¡. 1"•. sustantlvos de dos sl~abas. La dlSposl~lón va,na de. es~rofa
eas de la temprana canción ilalianól). E. Segura Cov;.Jr~i. La Cancid", p¿ !¡estrofa, comenzando SIempre desde abaJO, segun el SIguIente
trarquisla en la lírica española dd Si,,10 de: Oro_ Conl~ibliC¡dn
al <'.$ .....
J.,.'...;." .
:'~uema:
'-00
de la mécrica renacentista, Ant'Ío V de ~Cu;¡tll?mo~ de Uteralurb ••
o ,~.
¡, :>'-;:.
drid, 1949 (con bibliografía, págs, 3!5-322: en ["inco apéndices preSenta va.
liosos paradigmas de candones, no Jibr(,5 eh.- algunas erral~5 de imprenta). 2

3 ­
~
I
l '
u smnu.
4~ e lb h
El término de sextina significa en la pOi."'iía española. por ,
,
un lado, una determinada clase de estrofa de seis versos (tal
como se estudió), y por otro, la forma de la antigua canción
jo ,
provenzal, de composición rigurosamente fija. En España ha
de considerarse como una canción de carácter renacentista De ahí resulta la siguiente serie de las palabras de rima en
pues aparece sólo en el siglo XvI por efectos del influjo italiano; I3s distintas estrofas:
en italiano .se llama sestina (en Dante y Trissíno canzone a 5.' 6.'
-"E
2,' 3.'
sta¡lza cGrltinua), .,.'. Estrofas: l.'
- ­
- -
La sextina' consta de seis estrofas de seis versos y un envio, A F r D B
al fin. de tres (envoi, tornada, en español contera). Dejando B A F r E D
aparte los testimonios más antiguos, se emplea siempre como e E D B A F
D B A F e E
81 B E, Lxr. págs. 189-19t: 192·194.
E D B A F e
~~ S E , Lxr. págs. 217,2t':l.
F e E D B A
90 B, E, Lxr, pág. 280.

91 BAE, LXI[[, [1á!l~. 4.30-434, en varios lugares.

c, 1..7 l';,ior¡ de amor y Entr¿ ,wbo', de nácar, BAE, LXIII, págs. 182
En el envío del final las seis palabras de la rima tienen
v sig, y 193, que repetírse también, dos en cada verso, eon libertad en el
~,l 1-<:1 fI~t"1(!a dd I,a'i<'rno e~¡ Londres, RHi, XVII, 1917, págs. 714
y sigs.
orden de su disposición.
o~ Lam.:nlo noclur110 (Cf>fI. el [Jar:tdigma conocido de la Canción XIV
de P~tT<'Irca) B..... E, C, p;ig. 52; Y Al lIrrntl¡'¡o'J1.10 JI'. las provincias españoliJs, 95 El empleo de \'ersos de diferentes medidas se encuentra, el' cambio,
fdem. p:"g, ]8, en la más ar.ligua se.ttina conocida, Lo ferm voler qr~'el cor m'in/m, de
Amaut Daniel (7. 10, 10, 10, 10, 10).
356 --.:M=a~"~":a:l ~d~e__.:v:e~,,~i:f'=·c:a:":ó~":..::e.spaiiO.la. ::;~:Se.xtirU1 357
-
Ejemplo:
----....:: .;..--­ Yo espero ya, flor de oro y pura Lumbre,
Tocar la tierna mano; y vueslra boca,
Dejo la más norida planta de oro,
Que deshiele en mi fuego vuestra njeve.
y lloro ausen!c y solo aquella Lumbre
Que sig,), y sit>nto el pecho arder en fuego; (Herrera. Se.l'tina IV, BAE, XXXII, pág. 269)
Mas el estrechD lazo d", la mano
l.le alienta, ~' la dulzura de la tJ(]ca, -._'.~:,La sextina es una forma de la canción propia de la alta
Que plled<' regalar la intensa nieve.
~ía culta; por lo general, se trata de poesía amNosa de
Yo [<,:[;<::';' la fuena de b nieve-, --~eter cortesano y petrarquista. En el juicio estético de esta
Cuando no pude ver el :'Irbol ue oro fót'Jfla las opiniones de los estudiosos varían mucho. Mientras
y perdí las pn13bra, de S\I boca; qoe los teóricos de los Siglos de Oro la pusieron, como veremos,
Pero volvió al paTlir la alegre lumbre, liDIas nubes. Menéndez Pela)'o \lO la rechazaba bruscaq1.ente como
y con el blanco \1i,-lo dt" la mJno ',torobinadón ingrata»; en estos últimos tiempos Díez Echani 'J7
Todo me destempló en aTcliente fuego.
,~tiene esta opinión contraria, mientras que Martín de Ri­
Ardió conmigo jUnto en duke fuego, q1Jer9S intenta rehabilitar los pocos ejemplos logrados, no sólo
y el rigor dc<ató de fria nieve, 'respecto a la forma. sino también en cuanta al asunto. Con
y el corillón me puso de su mano lodo. la impresión de artificio y convencionalismo que se des­
En la mía, y tendió j,Js ramos de oro; prende en el desarrollo del asunto y en la expresión, se mani·
y vibnmdo en mis ojos con su lumbre, fiesta hasta en las mejores sextinas, aunque hava diferencias
h
~!
Ambrosía y néct~r I'spírJ en su boca.
' :de grado según los poetas.
Sí oyc~e el bhntlo acento <l~ ~u boca,
y fl1ese de mi pecho al suyo d hlego Resumen histórico: La invención de la sextina se atribuye
Que pro,ed'.-'j :\ mi alma de 5U Inmbre, al trovador provenzal Arnaut Daniel (fines del siglo XII) 99, La
Yo jam~s l ..nlerÚ¡ ingrata nieve: 5flttina provenzal representa el desarrollo artístico de un de­
y tf;ogiendo J:'5 tersas hoia, de oro, terminado tipo de la canción provennl (CatUÓ redonda encade.
Crinaria mi frente con Slt mano.
nada), cuyas estrofa~ no pueden di....idirse (camone a stanze
M:lS ya m(" hallo lejos de la mano indivisibili' )' han de mantener las elementos de rima de la
y no esc'lcno el SOnido de su boca primera estrofa a lo largo de toda la poesía (unissonans).
Ni veo la r2fz lucicn te de oro: Dante la introdujo en Italia (Al poco giorno), )' Petrarca
i.Y no me a"raso tocio y vuelvo en ftlego? impulsó un nuevo florecimiento con los nueve ejemplos de su
Pl~CS crect' siempre en mi dolor la !lic;'e, Cal1zonie,e. Ya con un propósito de emulación, los petrarqui.~-
y no ofendl'!l mis lástimas mi J.umbre.

Abre, clulce, suave, l"];>.ra Lumbre, '16 Arll., III, pág. 405.

LI', .¡,-ula" v mitiga con tu mano 'fI Tl!orltlS, págs. 241 244.

'la Resumen, págs, 73·14.

Mi ~ecl, y la dnreza dt' tu nie\"e


'I'iI Véanse J. Anglade, Les troubadoun, París. 1908, pág. 137: F, J. A.

Dt>"'-'n;::""e v T1"suelve, pues 1\1 boca Davidson, The ori¡ún of lht sestina, MLN. XXV, 1910, págs. 18·20; A. Jean­
Fue la última cilusa de mi fuego, royo lA 'sestina do:,pia' de Danfe er les origines de la se,,;/ine, .Romanía_,
y contigo me (,nre-ja el lronco de 01"0. XLII, 1913, págs. 431-489,
358 Manu.al de versificación es a-
e, canción ali,oda
1'::..-----------­
_

- - ~ 1, b as de oro" J~J. atribuida a Francisco de Rioja (1583-1659),


tas la cultiyaron en repetidas ocasiones hasta entrado el.
-------

"Jae fre,..",;lroente obra de este poeta. En cambio, se dice que el


359

glo XVI (a~i Sannaz~ro y ~embo); Ju~go cayó. e? complf'to Olvi: ":'oclpe
de Esquila..:-he (1581-1658) escribió sextina.s. Poco, deg..
hasta que Carduc"Cl le diO nueva vIda cuItIVandola COn cierta :< '5 de principio;; de~ siglo xvn había desaparecIdo eaSl por
intensidad. j~~pleto de la literatura esp<\ñola; al menos había perdido
En España la sextina se debe a la imitación italiana. El "~~J(1portancia literaria en esta época. En contra de lo aeon-
testimonio rn~s antiguo, :scrito en versos de arte mayor, per.:Odo en Italia, la sextina no voldó a ser usa~a en España.
tenecc a la epoca antenor a la memorable conversación de petrarca ofreció el modelo de la doble sextIlla, poco he-
Boscán con Navagero; son sus autores el desconocido Trillas ,':'nte, en Afia benigna !ortulla e'l vivir ¡jefa; en España esta
Masen Crespí de Valldaura, y se encu~ntra en el Cancioner~ .;~ se encuentra en el quinto libro de la Diana de Monte-
General de 1511 (n.~ 916): es una queja sobre la muerte de iJ¡3yor y en Gutierre de Celina (<<Tanta5 estrellas no nos muestra
l"sabel la ~atólica (1504). ' ._ .::e1'.cielo,,) 104.
La sextIlla tuvo su auge y mayor dlvulgaclOn (escrita siem. '.:,
pre en endecasílabos) en la segunda mitad del siglo XVI. Se:X.BIBLT("(;R-~I:!A: DíEl E.ch~1Hi. Teorías, págs. 241-244. F. J. A. Davjdson,
considera a Herrera, que la usó cuatro veces 100, como su cul. :pe origirl of Ihe seslina, MLN, X:X:V, 1910, p¡í¡;~. ,18.20. A. Je~rJroy, lA
,
tivador más importante. De los demás poetas conocidos de 1 '$/JSrina doppia' de Dante el le .. OYl~Jnf"S de la snlme, .Romanla~, XLII,
época ofrecen cada uno un ejemplo: Montemayor en el segund~ 1913, pags 481~B9, A, J.<:nni, La se.I.!ina lirica, tesi: do~lo~aL Ber"n~, 19.15.
libro de la Diana (15597), Gil Polo en la Diana enamorada (1564) I:On;:e de Sena, A Se.xlma ~ 11 ~e:tl;~(: d." B<:rlll¡rdlffl Rlbel~Q, ".RL\',sta de
y
Cervantes al final del cuarto libro de la Galalea (1585). Jeró-:!pras., ,
. de FJlosof¡a , Clenclas e L~lras de ASS1S, pa&s, 137.176.
IV , J963 ,Fac
nimo Berrnúdez la introdujo en la poesía dro.mática (Nise las.
timosa, acto IV, 1577). wpe sigue usando la sextina en tns
de sus comedias aparecidas antes de 1604 (El remedio en la LA CANCIÓN AtlRADA
desdicha, El Marqu.és de Matltu.a y El honrado hermano),
Mayor alcance que en la literatura, tuvo la seJt:tina en las NOTAS PREt.IMINARES.- En la terminología de la métrica mo­
Poéticas desde Sánchez de Lima (1580) hasta Caramuel (1665), ,(lema, canción alirada es el término coleetivo de todas tas
Rengifo se ocupó de ella en su Arte poétlca 101, fonnas prácticas qoe SI" deri\'an de la canción petrarquista.
Los preceptistas la llamaron «la más noble de todas las 'Sus estrofas (liras), que, por lo general, son cortas y de dispo­
estrofas" por su dificultad y rareza, y le adjudicaron la 'lpri­ Sición simétrica entre sí, prescinden de la ordf'nación riguro­
macÍa sobre todas las otras clases de la crlnción" Hl2. PerO estos sa de estancia petrarquista, y combinan libremente endecasíla·
elogios ya no convencían en el siglo XVII. Cervantes no escribió bos y heptasílabos al modo de la lira gardla!iiana. El nombre
ninguna sextina más despues de la Galatea, ni Lopf' df'spués se deriva, como indIcamos, de la lira de Garcilaso de la VeRa.
de 1604. Góngora y Quevedo no intentaron el uso de esta forma Las antiguas denomirlaciones de la canción alirada son muy
poética. No es seguro que la sextina «Crespas, dulces, ardientes diversas: liras (según la clase de estrofa usada), canción clá·

100 BAE, XXXII, págs, 260, 264. 2&5 Y 269. V¿"~e el comentario de
Ores te Macn, Femando de Herrera, Maurid, ]9'i9, págs. SU-51;, con res­ 10) BAE, xxxn. pá.g. 389,

pecto a la seJC:tin3 IV, antes citada. t04 Según la s<,stina VII de Pctl":lrca: Nor¡ ha lar!l! anima/i il mar fra·

101 Ed. 1592, cap. LV. Vé¡¡se Díez E.charri Teorías, págs. Z41·2+t. rD"de.
1D.2 Caramuel; citado por Diez Echarri, Teorlas, pág. 244.
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360 Manual de versifIcación esp •
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{,:p"co:nción aliTada 361
sita (atendiendo a sus asuntos clásicos y antiguos, al ro ' /-:;,..;.,,--­
.'11'a;
14
'
originariamente, y también por la imitación de 1<>'5 odas hora~S
nas), canción pindárica (por el alcance que tiene el model Cla,.
Píndaro en su desarrollo), y odas y elegías (por su uso en ~
¡:~Ii,puede ase~rarse que en España. las demás formas, esp~
r~ente
t:~se
las lIras de cuatro y de seis versos, hayan de conSl"
sólo como va~iantes de la lira garcilasiana. según mu­
¡'jos entienden. Más blen es de suponer que los poetas españoles
~I'1 ¡;
géneros poéticos).
Con la canción petrarquista existe relación tan sólo en el se :~n cada uno por su parte la fonna de la lira, regularizando
,¡ tido histórico y genético, si no es que la canción alirada se ~ J-iilí SUS poesias la extensión de las estrofas, la proporción de

i~L ginó como forma de compromIso , entre 1a oda h oraciana y pindá­


On- L~ílabos .y heptasí,lab~s ~ la dis~osición de las rim~s, según
rica, y la canción petrarquista. A este compromiso Carducei llaInó y",:¡pterios proplOs;. Y. aSl, aSlmüaron librem~~te a la vane~a~ de
i ;.'- ;:¡s. modelos la ImltaC¡Ón de fonnas poetlcas de la Biblia y
-, contaminatio. Al principio de su desarrollo está Bernardo Tas
:¡ : (1493-1569), cuyas «liras .. fueron importantes para Espana, i~ i,\Ii.c·cas
i,~1 '
,t-l.-- to a Benedetto Garret (Cariteo), Angelo di Costanzo y Otros. Ber. _;,7i,El incremento de la canción alirada se inicia en España
l'
,,~;
nardo Tasso pensó en crear un tipo de estrofa corta, expresiva ¡~ Luis de León, en la segunda mitad del siglo XVI, y alcanza

;~"-L
l.' y propia para la poesía elevada, buscando sobre el oyente de l ;':j:,auge con los poetas neoclásicos. El númerO de fonnas, va­
:r.;., su tiempo un efecto semejante al de Jas odas antiguas sobre r~tes y derivaciones es inmenso. Los tipos más importantes
griegos y romanos. Claudia Tolomei, con sus seguidores, qUe de. ¡.';~ los siguientes:
:.[,':!, fendían cl criterio cuantitativo, quiso introducir por fuerza en el ¡.,:
:t'0,:-­ idioma vulgar los metros y formas antiguas, sin respetar las
,;¡¡.,,
modalidades naturales del italiano. Cariteo, A. di Cos1anzo, Ber: ;~;:'A) EL CUARTETO-LIRA.
#,
... , -
~,.<,,;-
nardo Tasso y otros, en cambio, tomaron el camino contrario y 1'"
, ti+ El cuarteto-lira es una estrofa de cuatro versos plurimétri­
procuraron asimilar las clases de versos y formas ya existentes
f]':1:::,' y comunes de la poesía vulgar a los modelos clásicos dentro del ;"-;;S: endecasílabos y heptasílabos, de libre proporción y dispo­
~t;· , marco de sus posibilidades _naturales. 1.,iión. Hasta el Neoclasicismo la rima consonante es la exclu­
~" o;'
':;',
U~, que se dispone o alterna (p. e. AbAb) o abrazada (AbBa),
.
Para crear la lira, B. Tasso partió de la canciÓn establecida
[·t:',:,' y prescindió de todo lo que pudiera aparecer como herencia 1 'Dentro de estos esquemas fijos de la rima, la mezcla de las dos
~:;~:;< . -$ses de verso ofrece muchas posibilidades de variación. Junto
medieval: envío, disposición de los pies y la prolija extensión
f; ;.
¡J., que de esto resulta. Reduce sus dimensiones a las de una breve ,-.'la creciente frecuencia de esta estrofa en el último cwrto del
~i' .:
fronte y siTima, acercándose así a la extensión de la oda ~glo XVIII, se presentan también innovaciones en la disposi­
clásica (en especial a la horaciana), por lo general, poco ex. j &0 de la rima (p. e. ABcC, fonoas asonantes, etc.).
tensa. Los endecasílabos y heptasílabos pueden disponerse li· Ejemplos:

bremente, porque ya no se necesitaba la simetría cuaternaria Esquema

':\i dentro de la estrofa, pOr haberse suprimido la disposición en


Del céfiro en las alas conducida. A
pies. En cambio, mantuvo las habituales clases de versos y 1:I
Por la radiante esfera b
característica disposición de las rimas de la estrofa de la can· Baja. de rosas mil la sien ceñida, A
ción (con excepción de la disposición correlativa ABC ABC). u alegre primavera. b
Garcilaso adoptó de B. Tasso el paradigma para su Can­
ción V, y con esto introdujo la canción alirada en Espaiia. (Meléndez Valdés, OlÚl !l. BAI!, LXIII, pág. 183)
~,{,

.,:~"~cidn alirada 363


362 ~_~
Manual de versificacíótt eS1JQi¡...,_ r: .'
lI~(SóIO en las Odas y Odas filosóficas y sagradas de Meléndez
Esquema l~dés alcanza mayor importancia como forma de estrofa de
¿Ves, oh dichoso Ucidas, el delo
Brillar <'n pura lumbre.
A !';~ía índependiente, ~ es m~s frecuente ~ue el cua.rteto iso­
¡
b _~CO que nace al rnlsmo tIempo 10'1. MeJendez Valdés la usa
y el ~ol sublime en la :::eleste cumbre B
Animar todo el suelo? , j:;íO diversas variantes: la mayoría las inventó él mismo, como
r~. esquemas AbAb, A.Bce, abBA y aBcC. El Conde de Noroña
(Meléndez Valdés, Oda Vl. BAE. Unll, pá¡, 185) j;~cialrnente en sus gacelas) y otros siguieron su ejemplo.
f;\~&:;-Esta cstrofa ~lc~nza su mayor divulgación. en el Romanti~
Se usa principalmente en traducciones (Salmos, Odas de. H;~o, y sus pnnClpales asuntos son traduccIones de salmos
Horacio, etc.) y ~n las odas, r~rpoesía lírica. Desde entonces, tiene la variante que Bécquer
};~lRosalía de Castro prefirieron eutre tantísimas otras, y que
Resumen lIistórico: El cuarteto-lira se aproximó más a los :,i,;e
limita a rimar en asonante los \'ersos pares. Los modernista. s
tipos principales de la estrofa de la oda horaciana que la -lira h~:itfieren esta forma a las variantes de rimas conSOnantes. Luego
de Garcilaso y la Iira-sestina, debido a que Consm de e:uatro t~~nuy6 mucho el uso del cuaneto-lira.
verso~. y sigue más de cerca los modelos de la Antigüedad. El). ,¡:.fj.,
-'
lo que respecta al origen, se puede suponer s610 el resultaao F.,~~~,:: FORMAS ESPECIALES DEL CUARTETO-HRA. - Las estrofas sáfica y
de la técnica italiana, familiarizada con la reproducción de g:"4~Ia Torre pertenecen, por el carácter e bistoria de su origen,
estrofas clásicas mediante endecasílabos y heptasílabos; sin. 1,':""la familia de las canciones vliradas, y se destacan de entre
embargo, debieron ser decisivos para su composición no sólo L;~las por imitar aún más rigurosamente las fonnas de !::strofa
paradigmas italianos, síno las mismas foonas horacianas y, en. :>;~.:b9racianas, y esto se manifiesta (por 10 menos en su origen) en
algunos tipos, la imitación de estos modelos de la Antigüedad ;,:~l becho de que prescinden de la rima. En el trano;.curso de
es manifiesta. As! los cuartetos: 11-11-11·7 y 11·11·7-7 son hui. ; ,:/~ desarrollo la estrofa sática pretende además reproducir
taciones librcs 105, pero inmediatas a la estrofa sáfica y alcaica. J.;':;4e la manera más exacta posible el ritmo de tos versos de
Otras foonas horaCianas, corno el asc1epiadeum tertiu.m y qUflr. k:~':1a Antigüedad. Por su disposición, la estrofa de la Torre se
t/.lm o las estrofas arquilóquicas, pudieron servir de orientación ¡ \lícerca más al cuarteto-tira; la estrofa sáfica es anterior. Nos
para la disposición de los versos largos y conos. "atendremos, pues, al orden cronológico, aunque las dos formas
El cuarteto-lira aparece en la poesía española por primera :;~se influyeron mutuamente en el transcurso de su historia.. Su
vez en la segunda mitad del siglo XVI. Es la forma preferida "diferencia más notable es que la estrofa sáfica tennina en un
de estrofa para traducciones de salmos y odas de Horaeio en -pentasílabo, y la estrofa de la Torre en un beptasílabo.
Luis de León 1lli'i, Francisco de -la Torre, Francisco de Medra­
na 0570-1607) y otros, I. La estrofa sáfka. - En su forma más rigurosamente dá­
'sica, tal como se usó por primera vez en España, la compuso
103 Se han de considerar como imitaciones libres. porque no pretendie­
ron lograr una reproduccíón fiel del melro ni del ritmo, ni tampoco l'!:o
nunciaron a la rima. Véase, en cambio, la estrofa sálica y la estrofa de a Fran("\~co de la Torre, véase M. R. Vda, Horada en la lileratura mlm­
la Torre. dinl, RFH, 11. 1940, pág~. 376]n.
llli'i Luis de León usa esta forma eslrófica en una de sus más famosal \(11 El tipo de combinación 11·11-11-7, qUe akamó individualidad

traducciones de Horado (.. B-!'atus iIIe.: .. Dichoso el QUe de pleitos ale. propia, se e:lplicará por ~eparado bajo el nombre de estrofa de la Torre
jado_. BAE, XXXVII, pág. 35). Sobre la cuestión de la prioridad freDte
1, T,

+'
t
364 Manual de versificación esPQiiola

Esteban Manuel de Villegas (1589-1669). La estrofa sáfica COnsta


de cuatro versos sueltos, de los cuales los tres primeros SOn
endecasílabos SáflCOS (en su mayoria, de la fonna especial 1 del
tipo B 1), Y el cuarto verso (en latín adonius) es un pentasílabo
--­ LiJ canción alirada
~

fuera de Italia; en relación eon este certamen poético se coro·


"pusieron también las primeras imitaciones de la estrofa sálica,
CUyo autor fue Leonardo Daril en ellas se transponen al ita·
: "¡;3nO las reglas cuantitativas clásicas de un3 manera mecá·
365

dactílico (adónico). nica y arbitraria desde el punto de vista de 13 prosodia. Esta


Ejemplo: tecnica de versiF.cación se mantuvo casi exclusivamente dentro
Esquema del influjo de la escuel3 de Claudio Tolomei hasta fines del
Dulce vecino de la verde selva, A siglo xv. Posterior a esta fecha, sólo probablemente con Angelo
huésped etemo del abril florido, B -'di Costanzo ( 1507-1591) se empezaron a sustituir los endecasíla·
vital aliento de la madre Venus, e bos cuamitativos, poco naturales e insuficientes en su efecto rít­
céfiro blando; d
mico, por los endeca~-il1Qbi, familiares y fáciles 110. A<;í se creó
(VilIegas, Al céfiro) 'la estrofa sáfica rítmica en lengua vulgar, fundamento de las
imitaciones españolas.
Sobre la disposición métrica de los versos, 'véase lo dicho El primer testimonio de su existencia en España se encuen­
para el endec:lsílabo y el resumen histórico; allí mismo hay 'ua en una C3rta del que fue más tarde arzobispo de Tarragona,
referencias sobre las fonnas aconsonantadas y asonantadas de Antonio Agustín, escrita en 1540 desde Bolonia a su amigo Diego
la estrofa sáfica. ';de Rojas 111; el lugar de origen y el escrito adjunto ("Mitto ad
Esta forma se emplea para traducciones de poesía de la 'te quaedam epigrammata novi cuiusdam generis .. ) no admiten
Antigüedad, odas, y desde un uso puramente Hrico hasta la . dud<ls de que Agustín recibió las sugerencias en Italia. Con razÓn
sátira humorística. No tuvo importancia en el teatro, donde ,~,:destaca la novedad de esta forma de estrofa. porque en esta
Jerónimo Bermúdez (577) lOS la introdujo en partes líricas (co­ :'época es también reciente en Italia la reproducción titmica de
ro) y Lope de Vega la utilizó en escasa proporción en La Dorotea fa estrofa sáfiC3.
(primer acto). Anterior a Villegas, que en cierto sentido representa el
'Jilomento decisivO en su historia, se encuentra ya en círculos
Resumen histórico: Los primeros intentos de imitar metros eruditos de España y se divulgó sobre todo en traducciones;
y formas de estrofas clásicas en lengua vulgar, remontan en así lo demuestran El Brocense, Jerónimo Bennúdez, Baltasar
Italia al siglo xv 109. Las inspiraciones partieron de Leon Bat. , del Alcázar y otros 1Il
tista Alberti, que en 1441 organizó en Florencia el famoso cero
tame coronario, en el que se premiarian las mejores imitaciones 11<) Sobre la estrofa sáfica en Italia G. Carducci, ÚJ poesia br:rrb¡¡Ta
de form3.!; poéticas clásicas en lengua vulgar. No hubo premios "ei 5f!.Coli XV e Xl'l, Bologna, t881 (con rica documentaci6n): P E. GU<lr
porque ninguna de las soluciones propuestas Dbtuvo aprobación '- 'nelia, ManUlllc di versiticllzione itlllinna, Miláo, 1913, págs, 117 y sigs., y
124 y sigs. (con iudicadone.~ bibljográficas); V Dall'Osso, 1I wrso e l'ar­
unánime; no obstante, los propósitos sugeridos por Alberti monia che lo go ..ana, Milán, 1946, págs 132 y sig.... , y 142·143
quedaron en pie como tarea para los poetas de dentro y de m Antonio Agustín, Obras complr.!as, Lncca. 1m, VII, pág. 178 Véa5e
M. PeJ<tyo, Estudios. VI, p1g~. 410 Y 5ig., Y Obras completas. XLIX, pág 312
u:! A a\~os otros poelas los nombra Narciso Alonso Cortés, Villeglls,
I(ll!Ni~e lastimosa, actos n y nI; Nise laureada, acto III.
,ce, 21, Madrid, 191.\ Introducó6n, pág 28, nota 1. tdem, referencias sobre
101 Véase Arthur H. Baxter. The introducfion of classieal m.etTI!5 Ülta
imitadores postt"riorcs, La tradllcdón de la oda Rectiu., vives por el Sro­
llalían poerry, BaHimo.re, 1901. cznse se encuentra en M, Pelayo. Obr/lJ completas. XLVIII, pág 67 los
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366 Manual de versificación español
----~ IJJ canción alirada 367
En lo que se refiere al ritmo todas estfl.<; pnJebas templanas
tienen en común el libre uso de diferentes tipos de endeca~¡. En el Neoclasicismo y el Romanticismo. la estrofa sáfica
Jabo, tal como en Italia. Entre los propiamente s¿ficos (ti. experimentó su máximo florecimiento y la más amplia dh'ulga­
po B 2) se mezclaban a menlldo e'ndccasilabos ita!:anos (tipOi . "'ció n . Casi todos los poetas conocidos de esta época ofrecen
del grupo A) con el acento fijo en la seJita silaba; fue frecuente . ejemplos. y de cntre ellos se destacan en especial: Jovellanos,
también el "'ceoto en la primera sílaba, aunque no regular. Para M,eléndez Valdés, C3dalso, Noroña. Arjona, Vaca de Guzmán,
comprenrler es1:;¡ variedad rítmica, hay que tener presente que los dos Moratín. ZorriHa, Femánrle7. de Castro, el Duque de
en España (como también en Italia) los versos de la Antigiiedad Rivas y Ecbeverría m.
, no se leyeron según la cantidad, sino confonne a sus aCentos poca variación pudo haber en el ritmo, porque se siguió el
_o<lturales de palo.bra 11'. De esta manera resultó una gran va. esquema dado por Ville~as como solución óptima. aunque no
riedad, en lugar del ritmo estrictamente uniforme de la estrofa Con el rigor que Bello en su definición del sáfico exigió de
sál1.ca, y así poco queda en COmún con el modelo de la An­ esta estrofa In. En especial, la sexta y séptima sílabas no se tra·
tigücdLld. taban 51empre coma átonas. En cambio, junto al predomillio
j, Con las odas Al céfiro y La paloma 114 de VilIegas se inicia del cultiyO de la forma establecida, se intentaron diversas innova­
un n\levo período en la historia de la estrofa sáfica. Desde ciones y desarrollos en la disposición de los finales de verso.
Mtnémlt:z Pelayo se sabe que no corresponde a Villegas el mé­ Una modalidad española característica. que en principio se da
rito de haber introducido la esrrofa sáfica en España; sin em. ya en Villegas. es la rima asonante en los versos pares (ABCb).
bargo, es, sin duda alguna, su primer maestro reconocido. Claro De modo cons~cuente,ya manera de romance a lo largo de toda
e~tá que Villegas también parte de la estrofa s:fica leida según la poesía (o-e), Vaca de Guzmán compuso A la nll~erte de Ca·
la prosodia común, pero al menos se aproxima más que sus dalso m. La misma variante aparece algo modificada en Ay de
anteeesores ll5 al carácter rHmico propio del modelo antigua, mi Alhama de Zorrilla, donde el pentasilabo, que es e1 mismo
limitándose a una sola. variante en lo fumlamenta) (endeGlSf_ t1tulo de la poesía, aparece invariable al final de cada estrofa,
labo del tipo B 2. forma especial 1). La perfección formal y el al modo de estribillo l19. Una variante eereana muestra la rim3
ligero ritmo alado coO':irtieron sobre todo !>ti "da Al céfiro 'con'5onante en vez de la asonante en los versos pares (ABCb

en el modelo obligatorio por siglos. La otra. La paloma, no DEFe, etc.), acaso por primera vez en !\kl.éndez Vatdés 110, luego

obtuvo la misma difusión, pero contiene en ~ermen dos particu. en A la luna y otras de Avellaneda. De procedencia italiana,

laridades que se desarrollarán más tarde: la rima interna (en en cambio, es la rima intenm nl fin3\ del segundo y a la mi·

las e"trofas 3, 7 Y 11) Y la asonancia en los versos pares (en las , ta'd del tercer verso, que ya aparece esporádicamente (pero de

estrofas 7 y 8), que en Villegas puede que fuese casual.

ejem~los de Jerónimo Bermúdez se reproducen ~n el ParrlQso ~'spa':¡ol de 116 Véase el rt'.sumen hil-Sta nuestros dias, en Diez Eeha:Ti, Tl!Of¡(IS, pá·
J. J. López de Sed¡inD, Madrid. lTIl, Vi. págs. 16, ~J Y 152 ¡inas 286-188. nota 24.
llJ Hay un testimonio expreso de esta manen de realización prosó­ 117 A. Bello, O~ra! c01"lpfet(l.5, VI. pág. ¡gJ. Con esto Bello sobrepasa
dica documentada en Caramuel (1665). Véase Diez Echarrl, Tr.'~,ia.s, Dá­ incluso a Vi\lega.>. Si se tiene en considecac%n la exigenc::a de Bello por
gina 284. un acento fiJ'o en la primera silaba, un tercio de los endecasílabos en
m ..Ya Dar el cieno, lloreal pegaso., ViIlcgas, ob. dI., Dá¡í5. 3~D-35Z. Al c¿firo son inCOn"CCto5.
llS Aguslln Garcla Calvo, Ur:a-~ notas 50b,.. le adaplac!'<1n de los me/fos 118 BAE, LXI, pág. 291.

cldsicos por Don Esteban ViIlegas, BBMP, XXIV. ]950, p;igs. n.J05. H~ ABCb DBEb FBGb. de.: b = estribillo.

120 A la fortuna, BAE, LXIIl, pág. 186.

368 Manual de versificación española


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'J)l canción alirada 369


modo consciente) en ViIlegas 121.
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Se exigía como nonna genera¡
y así se encuentra por primera vez en Cadalso en A Cupido 'aJ'
----
,JjliC3. (Castilla,
~,a voz: de la camp~n(1, La JlOr~ de Dios y otros).
,,-rarece que el fin que se propuDla era preclsamente evit;:;,r el

luego en Juan Nicasio Gallego (El rizo de Corina) m y segUn ei ,';t.ipo cláslCO 1lI.

modelo de Cadalso en A Luperco de Ventura de la Vega. La


estrofa sáfica (ABAb o ABBa) con rimas consonantes en todos "{~:'BIRLIOJRAF!A; M. Menénde.t Pc!ayo, Estl~dios, VI, págs. 410 y sig-s. DiE:z
los versos también tuvo precursores en Italia, que pueden ,'.:EJ;harri, TCe>rias, pag,. 17';-286 (espe'~ialmente la nota 24),
remontarse hasta A. di Costanzo. Sin embargo, Ja tardía aPa.
rición de este tipo en España (usado por primera vez. en Jo­ --t1, La estrofa de la Torre. - En su forma uriginaria la es­
venanos A POr/cia, Epitalamio a F. Rivera), haee suponer el -.iota de la Torre tiene cualro versos siu rimas, y está fonnada
influjo de la cercana estrofa de la Torre, que desde Francisco .¡;or tres endecasílabos J' un heptasílabo I/nal.
Medrano (1570-160í) aparece ya con varias eonsonantes, Noroña ',' Ejemplu;
(A 1m pajarillú) 124, Arjona (La gratitud) 115, Francisco Bena. Esquema
vÍdes y otros siguieron el ejemplo de Jovellanos. Tirsis, ah, Tirsjs, vuelve y endereza A
Las formas ,aconsonantadas y asonantadas desaparecen casi tu Jlal'edlla contrastada y frágil B
por completo después del Romanticismo. Quedaron sin reper. a la ~cgnrid;¡ú dcl puerto; mira e
cusión las innovacioucs en la forma exterior como la que qu.e se te cier:ra el cielo. d
intentó Rubén en Clelia Sol (1907), introduciendo un verso de (Francisco de la Torre, Pe>esias, II,
cierre final heptasílabo en lugar del adónico 116. En la misma Oda IV, CC, pág. 60)
época disminuye su divulgación. En ejemplos aislados cultiva..
ron, sobre todo, el tipo clásico Menéndez Pelayo, Alfonso Reyes Se distinguc de la estrofa sáfica por mezclar libremente
(Himno de las cigarras), el colombiano Rafael Pombo, Marquina j. diferentes clases de elH~ecasíIabos con el heptasílabo fina!. Con
(1879-1946, A Esprol1ceda, poeta civil), y actualmente José Maria - frecuencia se preferían los accntuados en la se'\t:: sílaba (tipos
Pemán. Unamuno mostró especial predileceión por esta fonna del grupo A), cspecialmente en el caso del tercer verso que
estrófica empleándola con gran iibertad en la disposición nt. representa el p;;;.so rítmico al heptasílabo, Por hallarse entre
. ;~ estrcb safica y el. cuarteto lira eulllun, recibió intlujo de los
121 En Italia se atribuye l.. introduccí6n de la rima inlema en la es­
trofa s.ifica al humanista Tommaso CampaneIla (1568-1639). He aquí un
.dos, y perdi(:' considerablemenle su originario c<'.rádcr propiu.
ejemplo de Villegas; .Ya en Francj:;:co de Medrana se adornaba con rimas concso­
Más vale, esclava de tan alto dueño, nantes curno una estrofa corriente ele cuatro versos. ;\-1;is tarde
cumplir honrada, liberal, su mande>, se dieron diversas ten'mas asonantadas, En d Neoclasicismo
y entre su blando y apacible seno muestra con frecw::ncia una gran pruporción de 1>áficos riguro­
dar mil arrullos.
¡¡amente construidos. En cuanto a sus asuntos, estos son los
(Ú¡ paloma, estrofa It).
l22 BAR, LXI, pág, 266, mismos de los de la estrof8 sáGca, No he: podtdo hallar ejem.
m BAE, LXVII, pág, 404. plos de su uso en poesías dramáticas y satíricas.
J2Io BAE, LXIII, pág. 436,
,;'; lli BAE, LXIII, P'-'g. 525. Resumen lJistórico: La estrofa de: la Torre se denomina asi
126 JunIo a las innovaciones de Rubén Darlo, las crecientes libertalkl lJOr el que Quevedo llamó el B.1.chiller Francisco de la Torre
ritmicas pudieron favorecer, por cierto, la fusión con la estrofa de la
Torre.
111 V~asc el pormenor en T. Navarro, M¿lrica, págs. ~96-397.
· " c a n c i ó n "H'adil 371
370 ~
Manual dr! versificación es
---~--~
,~'1l-- " .
~i!">,-, _ estrofa de la Torre tuvo su epoca de floreClllllcnt ü en el
(segunda mítad del sIglo XVI), quien usó esta forma de estrofa tt~a5icismo Y Romanticismo. junto con la estrofa sáfica, mas­
p~r pnmera ~ez en Espaiia en dos de sus ,o.das; se concibió, ~~>- do el influjo de esta por el uso prep()n~er;\ntc ~e cndec,,-­
sm duda, segun el esquema Ut> \<1 estrofa sahca (de ahí to' ¡,rbOS sáficos, mientras que por su parle (sIendo mas cercana
también el nombr~ de sáfico de la Torre), Tero. no .preten:~ t'cuarteto-lira) debe de haber favoreddo la introducción de
ser su reproducclOll exacta. El autor penso, mas blCO, en la '.'4' consonantes y asonantes en la estrofa sáfica. En su forma
creación Je un tipo de estrofa prupio para imitar las fonnas~~aria.sin rimas, aparece en Me[¿ndez Valdés]Jj y en L. F. de
horacian::ls, que. sin re::.ultar extraüo. en J~ poes~~ de lengua 1;~tín Alcanza su auge arli.<.lieü en Manuel Ca~any~~ (111­
m.
\ulgar, pr?pOrClOnase, no o~staut.e, ~lert<l 100~reslOn CQmo de tl;nden::-ia de /11 poesía y otras) D:I y el Duque de R¡vas . Las
oda horaelaua. Se ve que dJO mas lmportancm a las TDodali. j;"'. ntes se divulgaron más. L.1. rima consonante (ABAb o ABBa)
dades 10rmaJes de la poesía en lengua vulgar que a la obser_ ~;;~an No roña l3S, List<lIJ.ó, Zorrilla (",Venid a mí, brillantes
\'aeión de p~rmenores. de los .m~Jelos an.li~uos, porque, en j~iones,.), Avellaneda (A N. Pastor Díaz) y ot.ros. Bécquer ador­
caso contrano, no hubtese sustILUldo el adomeo por el hepta_ j',.''- 1.1. estrofa de la Torre con asonancia contmua en los versos
sílabo; y en su citada oda l'irsis no hubiese reproducido el ase/e_ i~ a modo de romance (por ejemplo, "Volverán las oscuras
piadeum tenium l1S de Horacio por medio de la estrofa que 1Ie­ 'j:'r:drinas»), tal como lo hizo antcriufT,Knte el cubano Manuel
vo el nombre,de la !orre • No h~ pod~do comprob~r si la
1lY
fll:ZeqUeira (1760-1846). Esta forma se continúa en el Moder­
estrofa de la ~orre tIe~e modLlos mmedlatos ,en _Itaha, y en i;;¡¡S:mo con el cubano José Martí (Desde la CUI1~), y Unamu~o (A
caso de que aSI fuera, SI este poeta los conocena 130. "",-libertad y otras). A modo de cuarteta cambm la ~sonaneJa, d~
Con rimas consonantes en todos los versos (ABBa) la usa !"¡;trofa en estrofa, en la poesía En un campo {landa de Martl.
Francisco de Medrano (1570-1607) en \'<lTias ocasiones para la ,¡.¡
forma aconsonantada se encuentra de nuevo en Viernes
reproducción de la es.trofa sáfic~ (asJ len ~ecrius vives). A este Ji:$ánto de G, Mistral, usándose como versos cortos alternos los
poeta remonta la vílna~te amplIada ue Cinco versos (ABAba). i}~ptasnabos y ~e?ta~ílabos: . . '
No es seguro que conOCIera la obra de la Torre. cj/ la forma ongmana, olVIdada en el ModernIsmo, se reammo

!",~ tiempos recientc<; en Cementerio de $ol1e.r del eatalán 19na­


ile :lOs,a es la estrofa en cuestión:
, do Agustí.
O navis, rcferent in mare te novi I
fluctus. o quid agis? !ortiter otcupa
BIBllOCRAI·1A: Diel Ecbarri, T~orías, págs. 279-298. T. Navarro, Métrica,
POrtum. noune vides, ut
Dudum remigio ]atus. ,tnllice de estrofas: estrofa de la Torre.
(earm. J, l~)

Conlando las silabas resultan Jos dodecasílabos, un hepta.'>fJabo y un :131 En la muerte de Filis, BAE, LXIII, pág. 189.
octO.<-ilabo. ll2 A la Virgen de Lendinara, BAE, JI, págs. 586·537. Esta oda es al
J;l9 Comp, otras versiones de la misma oda, en la citada eJ. ue la ; mismo tic:mpo un ejemplo para el fUerte a.ance del sáfico esrricto en esta
Torre, CC, por A. Zamora (qul:' reproduce la de QueVedo, 1631), pági­ , Jorma estrófica.
nas 197·201. ID ,Estrofa [... 1 ekva¡\a a inconmensurable altura Dor Manuel Ca­
b8.llyes,- Díez Echarri, Teorías, pág. 297.
130 CIar" está Que de manera general se puede ver el nacimiento de la
l.lol El taro de Malla: Vn padre; El OlOriO, BAE, C, págs, 5D3. 510 y 512.
estrofa de la Torre en relación ,(Jn la inIciativa Qn" partió de Italia de 1J! Por ejemplo, en las gacelas d': Hafiz; I v IJI, BAE, LXIII. p~gs. 4R5
imitar forrnas estróficas de la Anü6'Üedad; no obslante, ejemplos conod­ y 488,
llos para el heptasílabo como remate de la estrofa sáflca los ofrecen en 136 Por ejemplo. A. Da/miro, BAE. LXViI, pág, 2S2, D.' XlII.
Italia sólo MontL y Manzoni (por ejemplo, II nome di Maria).
,
L
'; ,
A
,i
372 Manual de versificación esPaiiolo. .~j~,~canci6n alifada 373
~ , ¡;--­
t:,:]SI nombre de la lira procede de la última palabra del pri~
Bl LA LIR-\ (GARCILASI~NA). ~'-¡¡iverso de la citada Canción V (A la tlo, de Gnido) de (jar­
Lp. Se documenta por pnmera vez, y preCIsamente en el
La lira es una estrofa de cinco versos endecasílabos y ~ ~:'~dO exaeto de la lira garcilasiana, en el Arte poética de
tasllabos con la disposición aBabB. enlazados ¡,:on dOs timIu
consonantes. ;,:~fOU8.
h1W~ diferenci~ de Italia, donde el paradigma del modelo apeo
Ejemplo: ; ~.tuVO ,co~slderadón, en Es.raña la lira se eonvirtió en un~
Esquema. ¡:~.]as mas Imponantes Y estimadas formas de estrofa del Sl­
Si de m: baja lira a
Tilnlo pl:uicse el son, que en unmom~nto B
\",st9 :KV1, apesar de que Garcilaso la usó una sola vez. Hernando
)-&;:'Acuña, Monte01ayor, Francisco de la Torre y Herrera la ero·
Aplo.case: la ira a
Del ¡IfilmOSO vie:n~o b
1~roil alguna que otra vez. Luis de León la convirtió en la
y la furia de:l mor y el movimiento B l'~ de estrofa exclmiva de sus grandes Odas, dándole así
[ ... ] f ~~a importancia; San Juan de la Cruz le siguió en su Cánlico
(Garcilaso, C¡ll1c!ón V) \-'ifWrituaI y en la Noche oseara. Dámaso Alonso resume el
,(~rrollo interior y temático en el siglo XVI así: «la lira, pues,
Este. es et tipo clásico de la lira que lleva el nombre de L~ por es~ columna. ve~tebral forma~a por los treS may'?res
Gllrcilaso, y en ocasiones también el de Luis de León (estrofa f.~taS del sIglo XVI, GarCilaso, Fray LUIS, San Juan de la Cruz,
lira, quintilla de Fray Luis de León) para distinguirla as1 m: h.,t~Sos tres hitos señalaban SU subida gradual de profanidad a
variantes posteriores, de formas emparejadas, que difieren en t~iritualidad, de espiritualidad a divinización" \)9.
el orden de: las rimas y en el número de versos. Estas fannas !':W~::EI1 la poesía dramática la lira tuvo, por lo general, poca
se conocen t¡:¡mbién con el nombre de liras. y en los estudios :j;'~rtancin. Jerónimo Berm~de1. 11.0 la introdu.io en 1577; le si­
modernos de métrica se reúnen bajo el ténnino colectivo de ~,:@ieron, aunque en proporclones muy modestas, Juan de la
canciones alirados. r.tueva. A-rgensola. Re", de A.rtieda, Guillen de Castro, Cervantes
Por su carácter la lira es una forma de la lírica culta, profana !:'~,;Tirso de MO,lina. .
y religiosa, de condición elevada; y también se usó en la poesía j.:':{'
1 0', ..•
En f>\ siglo X\;u y hasta el último cuarto del XVIII quedó 01­
dram8.tic<l. ¡:~ada casi por completo co:no rorma lírica, reanudándose en
,:~>poesía neoclásica, especialmente en las odas. Meléndez Valdés,
Resumen histórico: GarcilDso introdujo en España la foma
Lfad<llso. Forner. L. F. de Moratín, y luego Bello y otros, ofrecen
de estrofa que más tarde se llamó lira. Sl1 moneJo métrico fue
una e.strofa de una poesía (O pa5(ori fe~id) de los Amod de l >numerosos ejemplos.
Bernardo Tasso (1534), que tiene exactamente la misma compo­ 'j
sición. Su origen se debe a los esfUerzos del Renacimiento Ed. \591, Cl!J LX[Il. Sobre el concepto terminológ icCl de: es[~ toro
\3&
italiano por transformar con 1..1n sentido de compromiso la tra· Ola de eslfofa Y sobre los diferentes signifiwdos de Uro. en los pre("CP­
dicional estrofa de la canci6n petrarquista, según el modelo ti5lllS de jos sil'los X\'l 'i XVII ¡¡¡forman con más pormeuor: DieZ' Echarri,

de la conocida estrofa líriea de Horacio JJ7. .. ir~orias, p~~s. 1:'!o-l"5, y n. ¡l..\"noo, La poe;ia de SOI"l- llla'f de la CTm,
Madrid, 1942, pág. 48.
1'7 \'¿:lse 'r.'I1bien d e~tudio de la ~andón alirada y de lJ. estroÍ3 $:l.. Il'l Poesía española, úb. cit.. rág. 616.
fica. Véose D, Alonso, Poe.~fa espllñ.ora, ob. cit" págs. 12&.130. 11:1 Nise laurel)da, lIt. ~.
¡I
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374 Manual de versificación española


FJt
,1 ' j,a callciÓn alirada 375
': ¡
~

'r'" En las odas wmánticas 141 alcam.a ntK'\'a estima y divulgació ,-­
especíalmente en Hispanoamérica. Com', siempr<: ocurre cuan:' La lira-sestil,a es, por su earácter, una forma de la poesía
1
., ,o, ,.,
1-1 ,:; una forma de estrofa se siente como realmente viva, se er~ ~ta con rasgos eruditos. Se presenta por primera vez en tra­
"
~"jH~
f!i¡L,
numerosas variantes nuevas (por ejemplo, aBaab, aBAaB, AbaBA ducciones de Horado, y luego se usa sobre todo en las odas.
y otras). Así ocurrió ya en fray Luis y en les n~ocLjsícos. ¡:n el teatro nacional aparece en las partes lírieas. Samaniego
Mienlra~ que en el Modernbmo la lira gare;)a<'i3.na se Can. (J745-1801) extendió su campo por asuntos más modestos, como
'¡ ;,
¡!
servó sólo en ejemplos aisl<ldos, T. Navarro observa en la ':C:n.- su Fábala de la lecheru, que obtuvo gran popularidad.
i,~~,;~;': pocsía contemporánea de España e Hl~~mnoamé¡-ica indicios
Resumetl histórico: El origen de la lira-sestina ha de con­
t Fi
':y'J?
de un nuevo aprecio de esta eslroL. I~¡.
'·,Jiderarse en relación con las mismas tendeneias del Renaci·
,;"it: 8lBLIOGRAFÜ.: Dámasü Alonso, Sobre 1(!~ oiUl1cs de la lira, m Poesia -tniento italiano y esp3ñol, que condujeron también a las de­
f~f"/ españDla, Ensayo de rn';lO¡Jo~ y limiles e,':;Iísncos, _~,' d .. Madrid, 1957 i1;.ás [onnas de liras. Aún más elaramente que en las canciones
?p;;{ páginas 611618 (con indicaciones biblíügráflcas). Díel Eellarri, Tearias;' 'iliradas más breves, esta estrofa manifiesta de un lado por
~'j~;';
páginas 254-255. T. Navarro, MétriC<J, lndie.:: de eslrcf;:~, lira. ' :.:}ú disposición la relación con la canción petrarquista, de otro,
P~¡:
J~~,~'¡
'Por el asunto, la tendencia hacia la imitatio clásk.a.
~~>::fi C) LA LIRA-.'>ESTINA.

",1;<'
,,\l!~:'
1':. En la sinta'tis no aparece el desarrollo propio de la canción,
~[~d: La lira-ses tina, llamada también sexle:ú-lIra y con frecuen_ ~Per0 sí los rasgos característicos en el esquema de rimas: la
," ,,;;;.',
,'!t""' cia sencillamente lira, es una estrob de .'>eis versos heptasí_ ~trofa de cuatro versos alternos está dispuesta simétricamen­
j ,.,"" ~
~~cL~' ;,tr como si fuera la fTOtlte de una canción (aB: aB), y la coda,
'1'1: "~': labos y endecasílabos altcrnos según el esquema aBaBcC, En
I ~. J, A!oudda a dos versos, muestra el pareado característico del

¡U,

su forma clásica remont3. a Luis d..:' León. Constituye el esque­

ma de rima t;a,-acteI"ístico una estrofa de cuatro 'versos COD ~ :final de la estancia. Me parece que Luis de León da una
dos rimas alternas y un pare~¡jo h,,:j c:on un nuevo elemento ]:,inreba decisiva en favor de esta opinión; así en la lira de siete
'[
i']:.! ~""
" ' ,'1",
'j, de rima. En el resumen histórico se h;.~ri rden:ncia de las
'\'ariahtes posteriores.
¡:'Versos que usa, por ejemplo, en la Oda IV a Don Pedro Porto­
l)$rrero 14.1, que comienza: «No siempre es poderosa». Tiene
,'' '1.
i, '~0h Ejemplo:
.:?~ esquema aBaBbcC, y se distingue de la forma de seis
l::~rsos tan sólo por su introducción de un heptasilabo des­
k'l ~~ r
¡:d;,:'i El hombre justo y bueno,

Esquema
a ;.pués del cuarto verso. El jugar que ocupa este verso es muy
,1 ,j"
El que de culpa es la }' m;'_n~i,L-, puro, B <importante, por ser como el eslabón en la canción, En efecto,
'1":ir:';".'
¡ll
:!', ,¡:a.:' L<ls manos en d seno, a 'Fray Luis dispuso este quinto verso como eslabón, rimán­
"ú;i!::; Sin lIardn ni Z2.gajU \'~¡ s'cg'J.rc. B dolo, igual qlle en la canción, con el último verso de la fronte,
!\ ¡rv,

y' y¡:~¡, y sin lle.~r carga~1;¡ e

;:;;;<¡: y usando el heptasílabo como medida del verso. No cabe


¡l";;1i' La alJaba lI~ ~¡¡eta cnht"rbobda. e :duda, me parece, de que fray Luis pensó también en primer
titX:L (Luis lit" León, Odas de Horado, 1. XXII,
Integer vitae)
,;::hi:gar en las formas de la canción cuando escribió sus liras
i!l!i): -;'Ae seis versos. La identidad que existe (dejando aparte la
;:::¡r::U: 141 Por ejemplo. España triunfante ("Quien podrá dignél-mt"nle.j del
"composición sobre la base de versos p!UlimétricosJ entre el
¡:'Li:;!!' -esquema de la lira-sestina y la scstina narrativa italiana, es
Duque de Rivas, BAE. e, pág_ 43: Profecía dd Plata de Echt"verria; A
;f:';::¡: Roma de Zorrilla. casual l44 •
¡~m:i
.,"
.}'.','
l~2 Métrica, pág. 464. ....."
---_.­
BAE, XXXVIl, pág. 9.
- ~",,, 1tl ABABCC; véase en la estrofa de seis versos bajo sexta rima.
!' "
:~¡r;;'
:'.' ,'.
"~'
",', P',
'::T' .~:)
',"

,";',
t~lJt canción alirada 377
376 Manual de versificación española ."-­
O) LA CANCI6N PINDARICl..
Fray Luis intentó reproducir formas clásicas de estr;­
adaptándolas precisamente mediante la lira-sestina, aunque ~. ~"'::; De la canción pindárica se trató yaanterionnente, en cuan­
manera consciente y libre; lo manifiesta usando la lira d: :j:::áb norepresenta más que otro nombre de la canción alirada 119.
seis versos sobre todo en sus traducciones de Baracio, mien. ><'", En especial se entiende por canción pindárica una canción
tras que en sus poesías originales convirtió la lira garcilasiana : :t:~rada, dispuesta según el modelo de Píndaro en dos estrofas
en su estrofa preferida. .-~étricas (estrofa y antiestrofa) y una tercera (epodo) de
En los Siglos de Oro la lira-sestina tuvo amplia d¡~'UIgación : : diferente extensíón y orden de rimas. La serie de estas tres
en la lírica y en el teatro, y sobrepasó a la lira garcilasiana ¡·,;partes puede repetirse; en este caso todas las estrofas, anti­
En la poesía dramática fue introducida por Virués (La grl1~ ';e~trofas y epodos tienen que adoptar la misma forma métrica.
Semiramís. antes de 1581); Cervantes, Lope de Vega, Monta]. ;,:81 ejemplo modelo es la Canción pindárica de Quevedo, diri­
bán y otros siguieron este ejemplo. Se usaba sobre todo en ,';,:~da al Duque de Lenna 150. Las cuatro estrofas y antiestrofas
partes líricas. El frecuente empleo condujo a varias modifi. i~\penen cada una dieciséis versos, y los dos epodos, veintiuno
caciones (p. e. aBaBCC, AbAbcC, etc.), pero que no cambiaron [','t(cndecasílabos y heptasílabos).
su organización fundamental (una estrofa de cuatro versos + ;;;':':- Resumen histórico: Los primeros intentos de imitar con
un p<lreado). Los poetas neoclásicos prefirieron la lira-sestina :, ·ijgor en lengua \-\.llgar las odas pindárícas se hicieron en
a las otras clases de lira !oll. Al lado de muchas variantes se '.',itaBa en el siglo XVI. La prioridad se adjudicó a Bemardino
cultiva también ampliamente el tipo clásico; as} en VillalToel LiJata 0509·1575), o a Luigi Alamanni (1495,1556). La Canzone
Cadalso, García de la Huerta. La fábula La lec}lera H6 de Sama:
t'fipindarica surge dentro de las mismas tendencias que la can­
niego le dio gran popularidad. Alberto Lista se muestra espe­ ¡i';-d6n alirada. Ronsard recogió las sugerencias de Alamanni y
cialmente ingenioso en la creación de nuevas 'Variantes 14'7.
V;cfiscribió quince odas pindáricas (1550). que, por su parte, no
En el Romanticismo las estrofas de seis versos plurimé­ r'~jlejarían de influir en Gabrie1Jo Chiabrera (1552-1619; que se con­
tricos siguen siendo casi tan frecuentes eomo en el Neoclasi. \ .,~dera como el principal representante de esta fonna poética
cisma. Sin embargo, las variante~ semejantes y otros tipos di. '¡::en Italia.
ferenteS de estrofas de seis versos arrinconan cada vez más fK Franci<;co de Quevedo lli introduío en España. Su profun­
la forma clásica de la lira-sestina, de manera que desaparece ~,,¡:1la fonnación humanística le capacító para orientarse con el
por completo. Algunos de los últimos ejemplos los ofrece el \;,'dlodelo del mismo Píndaro, con probable índependencia de
Duque de Rivas en las poesías Al conde de Noroña y A '!':·'Ronsard y Chiahrera. La oda pindárica, según yo veo, no tuvo
Amira 148. , mayor divulgación en España. Parece que quedó limitada en
lo fundamental a Ouevedo y sus seguidores.
145 Clarke, Sketch, pig. 305, con indicaciones de variantes y Tderen· ., BIBLtOCRU1~; No me ha sic'\o posible· conocer e~tudios detallados sobre
das de citas. '.la canción alirada en su [otal manifestación ni sobre la candón pindárica
146 RAE. LXI, pág, 362. m España. Algunas incicaciones en E. Segura Covarsí. La canciótl pe­
147 Véase D. C. Clarke, 011 the versification ot A~berlo Lista, RR, XLIH. trt:"Qrlista etl la lírica española del Siglo de Oro, Anejo V de .Cuaderno5
1952, págs. 109-116.
14d RAE, C, págs. 21·24. 110 Así]a Oda pil1ddrica de Cadalso, BAE, LXI, p1gs, 264 y sígs,
l\tl BAE, LXIX. pá.g. 12.


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'j"14 silva
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~I,i
de Liter,1tura», Madrid, 1949, pá.-:~. 59 y s¡g~. (con indicaciones bibliográ.
ficas sobre las formas correspondientes en Italia). "'- Al lado de las habituales formas mi;Jttas se encuentran tamo
"Irién en menor número silvas que usan tan sólo una de las
I i',~
U. SILV" ,:.:~ clases de versos.
"~"
,tt~1¡
::-W'l;!
La silva es una forma poética de series continuadas de
versos, sin constituir estrofas; y de considerable extensión; se
, Ejemplo, según la divisiÓn establ.ecida por Dámaso Alonso:
,
,,'1:"
, ,#,' originó de la canción petrarquisla eomo resultado de tenden.
Esquema

1'~';o
, .'1"",­ Era del año la est"ción florida A

f:
l' .y, cias contrarias al sistema de la estrofa. en que el mentido robador de Europa B
:. ,~ Los diferentes tipos pueden dividirse en dos grandes grupos: -media luna las annas de su frente, e
,¡, ~+;,
•,;;¡lill":· l. Los clásicos, que remontan a los Siglos de Oro. y el Sol lodo$ los rayos de su pelo-, D
'Jfi;~
2. Los modernistas. luciente honor del cielo. d
J.'lf;
V-i'c,
Los tipos clásicos sólo usan la rima consonante, y como en camp(ls de zafiro pace estreUas; E
lp
::)l~~
cuando el que ministrar podía la copa B
'1"'
Jf§~'
versos, el endecasílabo y el heptasílabo (octosflabo y hepta.
a Júpiter mejor que el garzón de Ida A
,i ~¡~J; ,,' sílabo en el caso de la silva octosílaba). Los tipos modernistas
-ntlufrago y desdeñado, sobre ausenle­ e
)j'~1 en cambio, muestran innovaciones fundamentales con el usa ~
A~~T lagrimosas de amor dulces querellas E
la rima asonante y con una mayor libertad en la mezcla de
~~~i:; versos; el endecasHabo y heptasílabo se juntan con versos de
da 3.1 mar; que condolido
fue a las ondas, fue III viento
f
g
1',1'"
i)'¡;j~;' 3, 5, 9 Y 14 sílabas. el mísero gemido. f
f,'~~{"
,,'' ' ~': 1, Los tipos clásicos de la silva. -a) Como tipo n0nnal segundo de Arión dulec instrumento. G
'1" " de la silva clásica se considera la combinación de endecasila. Del sIempre en la moutafta opuesto pino H
~.tt,~'
¡':i'~F has y heptasflabos eon rimas consonantes, que aparecen en al enemigo Noto,
!§J:'
~wl'"
l¡',í~
serie de extensión indetenninada 15\ con rimas enlazadas libre.
mente, y aun sin ellas. Las coincidencias con pareados, tercetos,
piadoso miembro roto
-breve tabla- delfín no fue pequeño K
!;t"', al iuconsiderado peregrino H
¡r'~< cuartetos, etc., que ocasionalmente se presenten, han de consi.
;~,~~" qne a una Libia de ondas su camino H
{a,li'-' derarse casuales; no tienen que ver con el carácter de la silva,
~t~r:
fió, y su vida a un leño. k
puesto que esta se originó por una tendencia a eliminar la es.
[ ... )
,d,." 'o, trofa. Respecto ala disposición de las rimas, existe tan sólo
(GÓngora. Soledad Primera, versos 121)
<::~:;r;, la regla general de que no se separen demasiado los enlaces,
aunque esto se aplicó de manera muy liberal 152.
_. ---­
';~} m El limit~ inferior es de unos veinte versos; superior no tiene. En una forma peculiar que T. Na"arro llamó «silva dem" '! grave_ (Métrica,
,,~5;'
".,.
~;,
la prcsentaci'Jn tipográfica los períodos de sentido pueden aparc[er sepa. 'página 236). y cuy" particularidad c;)l]siste en que varía la parte que se
i. nlllos J modo de l.'~trofas. En tanto q~le e~to no es tan sólo un;} fonna 'correspondería (si fuese una cancióu) con la vuelta. permaneciendo fija
,;} , tipográfica. hay algún contaclo estrecho y r~rcano con la canción, que :1a parte primera, como de cabeza. Un ejemplo lo eoustituye la Canción
:h~~:¡ es la forma originaria de la silva y que. en un sentido estricto, POdri1 ',8 una noticia de la muerte de. Conde de Lemas, de Góngora: "Moriste.
\f'­ llamarse canción libre. No ob'tante. estos períodos nunca tienen ¡;acác. tri plumas no, en prudencia cano~ (1614); BAE. XXXII. pal!o 453. L" pri·
,Ti,
:! ter estrictamente c~(rófico. Entre sI .se diferencian, tanto en la exten. mera serie ffi'.:<:5tra el siguiente esquema: ABCBAC DDeFFeGG. Obsér·
s!cn como en la di~:;>osición de los end,'=así]~bo, y heptasílabos. vese la estrech" relación con la canción petrarquista. Como ejempl') de
J.S2 La observa"ión estricta de esta regla condujo al desarrollo de lo contrario (o sea (le [a libert"d en la disposición) sirva la mueslra in·
mediata de 13 Soledad l, cuyas rimas varían en 13.9 sucesh'as serieS.

,
380 Manual de versificación española
Corno en la silva no hay l1mite en la combinaci~'------.
'"

:."',:,

f
,:'

'
_j~~IVa
-rt~strictas de esta. Si hubiese que buscar modelos en la
381

implica un asunto detenninado, resulta un sistema métr' nca, 111 t : " "edad, se pensarla en primer lugar en 105 epactas de Ho­
"
ta bl e a eua 1qUler ,0
tono poetlco. Su contenido e' m ICOada"'-~,~ , que tampoco f onnan estrof a y' tIenen metros diversos,
., uy van "'
desde las Soledades de Góngora hasta la Garomaquia de Lo o~ _ ,,' todo caso en las e.legias romanas. Sin embargo, ocurre
puede desarrollar un tema didáctico o servir para un pe'iffes general la tendenCia de no fonnar estrofas. y lo muestra
triunfal; se usa para cantar tanto los temas tristes comcanto J~;~olución del madrigal hacia una forma libre en virtud de
<'llegres. para el idilio. para obras de inspiración personal oo los '¡'jjivos métodos en la música. En efecto, el madrigal del si­
otras de imitación clásica. para ¡íi:XVl
se distingue de la silva respecto a la métrica tan sólo
" " ¡'lir
el hecho de que su extensión es, por lo general, más corta.
b) La SIlva octosllaba es como la sJ!va cornente, pero p ).~. bargo A F Grazzini creó en esta época una fOnTIa lar·
1 '1 b b' '6 re- ~. ero ,.,
senta e verso actos] a o en cam maCI TI con tetrasílabos. :ii';.del [I1adr~gal (n:oorigalofle" madrigalessa), en, la que se
c) La silva de consonantes, muy divulgada en el tealrO n .I'~' , · en las diferenCIas con la. sIlva. En cuanto al asunto,
. tam-
cionaI,. figu~a entr: las formas de silva tan sólo a causa de su f.~.', .puede haber grandes. dIficultades, pu~s en e.l SIglo XV el
denommaclOn erronea. En realidad se tr<'lta de una sucesión de ~gal empezó a co~verl~rse. en una poeSlEl propIa para asun­
pareados con rima consonante de heptasílabos y endecasllaoos, ~~.divetsos. Los te~ncos I~hanos que desconocen el nombr 7
según el esquema aAbBcC, etc. Por esto se estudia junto ¡'Iij,":silva como ténnmo métnco, llaman, por 10 general, madrt­
el pareado. COn •., a 1a f onna correspond'lente, y no parece que h aya d e
JJfe
¡~uirse este influjo.
Resumen histórico: El tipo nonnal de la sih'a clásica no ~~No se ha aclarado el nombre mismo de la silva. Vossler,
aparece en España antes de principios del siglo XVII. El primer ti'!";'se ocupó detenidamente de esta cuestión, expone en con­
ejemplo important~ para la historia de la literatura que puede f~:.o los muchos aspectos del significado literario de la palabra
fecharse con segundad, lo ofrece Góngora en la primera de sus ~" ,. e la Antigiiedad 1'16, a través de Italia, hasta España m. El
~oledades ~16B). No obstante. él no fue el prime'r poeta espa.' l~ líA'l (materia prima), el título del libro Silvar- de Estacio
nol que uso esta forma. Lope de Vega en los Pastores de BeJbl,~ mediación italiana, influyeron sin duda en la elección de
y ac:\sa también Jáuregui llJ, le precedieron en poesías más bien ~ nombre en España. No obstante, queda inexplicada la
cortas I~. Góngora, sin embargo, decidió su carácter y aseguro ~t!ón de ~or qué razón la pa~abra silva se co~vertiría en
su forma. \ftnino métnca de una, aunque lIbre, muy detennmada forma
~.l orige~ de lo que en España se llama silva, está en 'f~tica, mientras que en la Antigüedad y en Italia significaba
Haba 155. Alh se desarrolló en el transcurso del siglo XVI, par_ :1~ negación de la forma., según el parecer de Vossler. Faltan
tiendo de la canción petrarquista como reacción contra las liidicios seguros, corno en el caso de la lira. El primer uso de

l.<j BAE. XLII, pág'S. 115 Y llS.


lfk como ténnino métrico no aparece tampOco claro. Según
t~ cuidadosas suposiciones de Vossler, el término pudiera re­
19- Para más det~lles véase Karl Vosskr, Lo. soledad en la potrla
espl1lio/a. MRdrid. 1941. págs, 97·101. No corre~pondel1 a esta cI:tsíficad6n.
:pljOntarse a Jáureguí y tal vez a lllla época anterior a 1618 1~8. El
dos pocs(as enum¡;-radas como silvas En los !ndices generales de la BAR
(LXXI. pág. 5. col. 1): la de HerrEra (XXXlI. pág. 339, col 1) y la dE Luís
de Le6n (XXxvrr. pág. 19, col. 1).
1~' T. Navarro (MNrica, pág. 236) ~mite en este caniunto ;J la poe,/!
sobre los ;Jrtistas florentinos, de A. Francesco Grazzini, n Lasca (1503-1584).

I,

''IlI:

~'~~;i;~Ji
t¡¡¡ Fr
382 Manual de versificación espaiiol
l!~ silva
.;;-------­
383
a
rÍstoS no aparecen hasta principios del siglo xx. y apartaron el
1)4l primer testimonio seguro en el sentido métrico se enCuentra ­
gliD yo Veo, en la Rhythmica de Caramuel, que es, por lo d~
r4iso de las fonnas clásicas de la silva de tal manera que yól
¡ ",,1· ; :;~Io se presentan en ejemplos aislados.
el único entre los preceptistas de los Siglos de Oro que •

II!
:'t
¡': ·'r.,. ocupó de esta forma poética; es significativo que la mencio:
en relación con el madrigal 159.
1 b) La silva octosílaba logra independencia y mayor al·
:'¡jaDce tan sólo en el Modernismo, en el que la usaron Martí, Gu·
" ,l:.

:.', ',il
'í ¡, 1 a) Góngora elevó el prestígio de la silva; fue fonna poé..

:: tiérTez Nájera y otros. En especial fue favorecida por Antonio


,SJlachado (Las encinas, Los olivos, Poema de un día y otras).
rica estimada en los Siglos de Oro, como 10 muestra el fre­ ;iJp. historia, no obstante, remonta a tiempos más antiguos. Es
i. cuente uso que de ella hizo Lepe de Vega (así en el Laurel de
j'~,' ;';'Pi>c0 probable, sin e~bargo, que pu~da comenzarse ya con ~as

{
,

~
~
,. Apolo, Gatomaquia, Selva sin amor, El siglo de Oro y otIas), LddS poesías de! Cancwnero de PalacIO (n.os lOS y liS), que cita
"!!­
J~~i:
rrancisco de Rioja l81, Quevedo 161, Polo de Medina 16J.. En espe­ ,"lomás Navarro 161; su origen se debe más bien a la sencilla
':~,-,v;~,
cial es la forma preferida de la llamada poesía de la soledad. ~ni"ansposición de la forma clásica (con versos de 11 y 7 sílabas)
W \j;"' Después de un nuevo incremento en la segunda mitad del si. ;1)'la poesía octosílaba, como se hizo también con el soneto. De

"1
lf; "¡ .¿-
¡¡ , l,;,":,,:
\.,
¡ ~',
glo XVIII, alcanza en los primeros decenios del siguiente su
máxima divulgación como foona métrica predominante de las
odas neoclásicas (Quintana, Juan Nicasio Gallego, Martínez de
1
\-:~ta manera, tomó un aire popular y logró divulgarse. En esta
':kndencia se presenta uno de los primeros ejemplos de esta
¡. ,- "
"
'; :turma, en las silV"d.s octosílabas que Góngora insertó en el diá·
,11 -..} la Rosa, Bello, J. M. Heredia y otros); cuanto más grave sea
;',~,;¡,( UJi?go pastoril Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor (1615).
l· <fj~~, su estilo, más crece la proporción de endecasílabos. ;':; Tal como se usó en los Siglos de Oro, se encuentra, de vez
1~r¡J Los poetas del Romanticismo perseveran en el cultivo de :"Jo, cuando, en poesías polimétricas del Romanticismo; así en
"ll
\IC
la silva, que es la forma corriente de la lírica de carácter filo­
sófico. Armornzando hasta el fin la variación de la foona con
r:;~ introducción de El diablo mundo de Espronceda, y ocasio­
ir,Ir la condición del asunto, se alcanza su más extrema expresi.
Hiíatmente en Zorrilla.
{:;p,
l' (-t'
l' 1I vidad estilística. Así aparecen con predominio los endecasíla. j?'f', 2. Los ripos modernistas. ­ Les tipos modernistas amplIan
r, bos y en series de rimas sucesivas en la oda solemne A la vic­ ~t:fa: fonoa normal clásica con el uso de otras clases de versos
:'
, 511 I¡
l· 1 toria de Baílin y Napoleón destronado del Duque de Rivas 16"
y en el tipo ligero, caracterizado por el predominío de hepta­
Lt la introducción de la rima asonante. Así se originan los
;,~entes:
: , :n;l; sílabos, en el Himno al sol de Espronceda y en A la luz de Caro·
~~;i,~ Lo El tipo normal de rimas consonantes a cuyos versos
,¡,.I,
; ¡
poamor. J,:.lie 11 Y 7 sílabas se unen versos de otras medidas, pero de
j]~, '
.
:; ;(',j~;:'
,in:,
", ~. ,

~., ~,'
','
La persistencia de la silva clásica en el Modernismo tem­

prano (Gutiérrez Nájera y Dario), donde se usa para los fines

de la canción, poco frecuente en estos poetas, fue la condición

L:ntmo parecido (3, S, 9, 14 con disposición 7 + 7).


;:'" 2.° La silva aconsonantada, que aparece ya en la forma
):_~ormal clásica o ya en el mencionado tipo ampliado, usando
¡ti
Lv
previa para la ereación de los tipos modernistas de la silva. f1.an sólo la rima asonante.
'1-.-¡'
'." j¡;¡'. 3.° Una forma especial de la silva asonantada es la 'Silva
'
'~'

~r 159 Libro n, cap. V, 18, pág. 331. Véase DIe;: Echllrri, Teorías, pág. 25&.
,,llITOmanzada. En este caso, todos los \lersos pares muestran
~:W':~,::,
',.~,q
1M BAE, XXXII, págs. 381~85.
161 Por ej~mplo, BAE, LXIX, págs. 302·320.
¡la misma asonancia, eomo en los romances.

~¡l;~::'
161 BAE, XLll, págs. 176113, en diversos lugares. 164 Métrica. t'ág. 128.
1/1) BAE, e, págs. 19 y 25.
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;;..---,-~;:~;;;;~:;:;::=--=---:-
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384 ¡" ...

-
L~¿tr¡cOS
Manual de versificación español¡¡
':'~I sorteto
Ejemplo de la silva arrornanzada:
28
con rima consonante se conserva en Jorge Guillén
385
t Esquema
\ ¡Las figuras del campo sobre el cielol A ;~:.otros m
f Dos lentos bueyes aran b
EL SONETO
f en un akar, euando el otoño empieza, C
El soneto fue, sin duda, la forma poética de más éxito en
y entre las negras testas doblegadas B
bajo el pesado yugo, d
~.'-ks literaturas modernas. Desde hace siglos está divulgado por
pende un cestO de juucos y retama, "i(,do el ámbito cultural europeo, Y Cllenta todavía en la poesía
B
:,~ntemporánea como una de las formas más vivas de la crea-
que es la euna de un nir.o;
y Iras la yunta marcha

b Ción poética lfa. Si dejamos aparte el soneto de Shakespeare,
un hombre que se indina hacia la tierra, F iipuede decirse que conservó inalterado. su as~ec~o caracte:ís­
y uno mujer que en las abiertas zanjas B 'jico desde Petrarca, que aseguró su trmnfo, SI bIen cada lIte­
¡¡naja ia ""milla. g jiatura Y época dieron la preferencia a llna u otra de las posibles
B:<jo una nube de c¡¡rmlo y llama, B
en el oro fluido y verdinoso ifariantes.
H El soneto clásico o común es en España la. forma casi ex­
del poniente, 1.:Is sombras se agjgantan, B
'.clusiva desde Garcilaso hasta el Modernismo, 'f también en
(A. Machado, CampOS de Soria, IV) ",buestfCls días; consta de catorce endecasílabos que van dispues­
Resu.men histórico: Las innovaciones esenciales de la silva . ,toS en el orden sucesivo de dos cuartetos v dos tercetos, con
remontan a Rubén Darío en sus últimas obras. Su libro Can_ ;ifun a índependiente. El desarrollo sintácLico se atiene, por lo
tos de vida y esperan ..a (1905) muestra en Helios versos de .:::geJleral, a esta di\'isión, aunque no en forma estricta. En cuanto
11, 7. 14, 9 Y S de rima consonante, en combinación libre. ::', este punto de vista. los cuartetos se consideran con fre·
La silva arromanzada sobre la base de endecasílabos y hepta. ; ,'cuencia como una estrofa de ocho versos, Y los tercetos como
iUla de seis. Se usa exclusivamente la rima consonante. sin
sílabos aparece acaso por primera vez en Rubén en Lo que
5011 los poetas y en otras poesías. No obstante, Bécquer ya dio
.<que ningún verso quede sin correspondencia. Los cuartctos
los primeros pasos hacia esta afortunada innovación del Mo­ :,tiencn dos rimas en común, que en el tipo normal se abrazan:
).BBA ABBA. El orden de las rimas en los tercetos 1$ es más
dernismo. En las rimas usó repetidas veces endecasílabos y
heptasílabos libremente ordenados y asonanlados a modo de "libre, y las combinaciones más habituales son:
romance, pero dispuestos en forma de estrofas de cuatro ver. al con dos rimas:

sos 1b5. Para llegar de esta base a la silva anomanzaua. Rubén CDC Dcn

sólo tuvo que abandonar la disposición estrófica. A. Machado eDe CDC

mostró especial preferencia por esta forma en Campos de Cas­ CDD DCC

tilla (1912) 1M. -----


ló7 lJna serk de cita~ de "ari¡,nles de la silva moderna se encu~ntra
En la poesía contemporánea, los tipos asonantados de la tU T, NavalTo, Marica, pá.,;s. 388-389 ;" 463.
silva no parecen persistir. En cambio, la forma de versos poli· 168 V';~~e R. Fernámlez AlmunlTa. Villl/idad del 50neto, ~Razón Y Fe",
CXXVI. Madrid, 1942, pág5 281·291.
1~5 Por eiemnl0, Rimas, L1IJ. LV. Esta última tiene el Siguiente t'1' 169 Sobre las cl¡¡~es e inlen,idad del llSO de los diferentes tipos de ter­
quema: AbCB DBEb FbGB (b, B = rima asonante i· o). ceto en los siglos XV! Y xvn uan Inrormadon D. C. darke (Tieraf ri­
1M Véase Poe5ías comple/as, 7.' ed., Madrid, 1955, n.'" eXIJ, CXIll. me.': (Jf the Golrlerl .4.ge 50rlner, HR, IV, 193ó, págs. 378·383). y con especial
exxv, eXXIX y otroa. con<;,ideración de Lopc de Vega y su tiempO, Jorder (Fonnerl, págs. 1--66).
VERSIFICACIÓN Esp.-13
""
,"
1:"
, '

386

b) con tres rimas:


CDE
eDE
Manual de versificación española

CDE
DCE
--­ -
El soneto
l.D La clase de verso. En este aspecto se desarrollaron,
bSCia tipos independientes. el sonetíllo (de versos corloS) y el
soneto alejandrino.
387

eDE DEC 2!' La disposición de las rimas en los cuartetos, Aparte


CDE EDC de algunos casos especiales que se tratarán en el resumen
bístórico, s6lo se usó el orden alterno ABAB ABAB en la pri­
" JJle ra época de! soneto español y en el soneto alejandrino del
Los tipos principales en competencia son ene DeD y eDE
Modernismo (segUn el modelo francés).
eDE.
3.0 El número de versos. En Italia se intercalaron hepta­
Ejemplo de un soneto con nn gran artificio formal:
sílabos en los cuartetos y tercetos. Este soneto ampliado sólo
¡¡j Esquema tuvO una pobre existencia en España. Si Rengifo m dedica

~
~:;, Mientras por competir eon tu cabello A una atención poco merecida a estos tipos especiales, se debe
::f oro bruñido al sol relumbra en vano, B a que sin duda se atiene más a lo que diceu las poéticas
:~ ualia.nas que al uso real de esta forma de soneto en Españ<l.
,,
mientras con menosprecio en medio el llano B
~t mira tu blanca frente el lilio bello; A En todo caso, ninguno de los poetas de renombre usó estos
t.,;.' mientras a cada labio, por cogello, A sonetos doblados y terciadas y con cola.
f' siguen más ojos que al clan:-l temprano, B
En cambio. en los Siglos de Oro se 'estimó bastante otra

!~
y mientras trÍnnfa con desdén lozano B
del luciente m<lrfil tu gentil cuello; A
{arma ampliada, el soneto con estrambote l12, que consta de
goza cuello, cabello, labio y frente, e un soneto nonnal, al cual se añade como coda o final (en

II,\"'f
1 antes que Jo que fue en tu edad dorada
oro, lilia. clavel, criSlal lueiente,
D
e
i1aliano sonetto caudato) una o más estrofas de tres versOS
(por lo general, de composición de 7, 11 Y 11 sílabas). El hep­
1", no s610 en plata o víoJa truncada O
tasílabo recoge la rima que le precede inmediatamente, mien­
e
tras que los dos endecasílabos forman un pareado con elemen~
¡jI se vuelva, mas tú y ello juntamente

!,"
en tierra, en hlllTIO, en polvo, en sombra, en nada. D tos propios de rima:
¡, (Góngora 170) ABBA ABBA eDe Den dEE eFF fGG, etc.
el:
H'
, , t,

i
;15;' Las alter;Jciones con respecto al tipo común pueden refe­
Otras fonnas de estrambotes, como EE (sin heptasílabo), DeE
y DE E, se usan mucho menos. En oposición al carácter cxclu­
¡;~r rirse a:
si\'amente satírieo o burlesco que el sanetto caudIllo tiene en
tWir
!
,I 170 Un análisis de este sOneto lo ofrece Walter Monch en GÓP'l~ora
;.,·.1 Urld Gryphius, RF. l.XV, 19~4, págs, 31)}-316. Véase' también M. de Mem­
ti toliu, El sentido arquircctótlÍCo, decorativo y musical en la obm de 111 Arte poética. 11592), cap5l. XLIV-tIlo
i'~'!
Górlgom (RRA.E, XXVIII. JlJ4B, págs. 72-73). que lO tiene por soneto-r.l­ In E. Buceta ha reunido nnos doscientos cincu<,'lla teslir.¡f)"ios, Vé'ln­
;T"
rnillete o sonEto paralelistico, Para D, Alonso ES un soneto de correla­ se sus artículos en RHi. LXXII. 1928, págs. 460-474; ídem. LXXV, 1'1:9.
ción reiterativa cuatrimembre en tres pluralidades (Ensayos y estudios páginas 58].595; RFE. XVIII, 1931. pá¡;s. 239·251; ídem, XXI. 1934, p.\gs. 3.::1·
gongorinos, Madrid, HS5, págs. 225226 y 24>246). 376. Además, Jarder, Formen, págs. 67-82.

3'-. "
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---,
", i.+'
)89

;i"r4<
388 Manual de versificación e spl1iiol
-----..:..::: :61 soneto
a ":;...-------

~
Ilustre y J'oderüso,
Italia, el soneto con estrambote se usa en España también Guerrero insigne,
prudente;

~
Laureado d" Dafne por
para la poesía seria 173, Eminente,
Onar del orbe, Ulises
De entre Jos sonetos «de ingenio_ artificiosos, en Que triunfó Animoso,
~,,;,
los qUe Romano César,
S~ crean gr'mdes dificultades en la composición o en el enla.
Famosa,

~"
ce de rimas, citaremos solamente dos 174: Iris de Flandes. Vencedor
Alejandro sin par, Eclor Valiente,
Refulgente

1n,, L El soneto acróslico.-En el caso más sencillo su par­


ticularidad consiste en que las letras iniciales de cada verso
leídas de arriba hacia abajo, componen una palabra, una di:
De cuya farna,
Está el imperio
Atlante en fuerz:a.
Ra)'o en la guerra,
Dulce y
Elerno y
Aquiles
Mar!e en ser

Victorioso;
Aplaudido,
Soldado,

r, visa o en la mayoría de [os casos el nombre de la perSona a


la que se destina la poesía m:
Anibal de Carrago, ~ón Temido,

"'"l
rt' ' Gloria de Siena, Lauro Venerado,
H
Ouor de: Flandes, donde sois Querido,
ti!1! m De ]05 cuarenta y nueve. sonetos con estrambote que E. BUcela

Norte de Italia, donde sois -\mado.

~ GWRIA llE ARM"l(hl, I DL'QUE Dr A\IALFI; en la p¡,rle derecha,

examina en el referido articulo de la RFE, XVIII, 1931. veintiuno des.


arrollan temas serios.
las calidat1es dd celebrado, (Vida y h~chos de Es!~barlillo

~ 11< Rengifo menciona ejemplos de un gran número de estos SOnelos


r~ Gon~ález, BAE, XXXIII, pág. 332)
lle ingenio en su Arte poética, C:lpS, XLlV·UII; asi el soneto continuo
¡$" que conserva los dos elementos de rima de los cuartetos también en lo~

2: El soneto nm eco.- En la terminología hay que distin·

!I krcdos (AEEA ABBA ABA BAB)', el sooeto enéadenado, en que a partir


del segundo verso la palabr¡:¡ inicial de. cada verso recoge la rima final del ,_guirlo de los ven couronnés, Se presenta en numeros.as va·

,~
anterior; con repetición, en que la última palabra de cada ven¡o es prin.
-riantes, ya en forma de diá!ogo, ya en la forma corriente \7<1,
:t cipio del otro: d soneto retr6grado, que .leído al dere¡:ho y al revés, por
¡ abajo o por arrib:>. saltando o :Inca, haga sentido y COnvcnga con los Su particularidad consis.te en que la palabra de rima repite
la que pre{:.:de inm~diatamente o como verdadero eco que
,t, demás, y ~icmpre se: guard~.n l:>s consonancias y número de !.Oneto»;el
soneto bilillgUe escrilo en dos lenguas. ~neralHlente en latín y e~pañol,
y otros. Los ha,' también lk ver~os ¡,gudos y esdrújulos y los sonetos
contesta, o 3. modo eh; eco que repite sólo partes de esta pa­
en VC['i;OS de (:abo rolo. una ",arianle bUrle~¡:a del SOllelo agudo. en el
labra.
t cual se comiguen los agudos por el uso regular de la apócope: O) Leóniclo, Crislo:

r
,, Hermano Lope, borrame el sonr-.
De versos de Ariosto y Garcilá-,
[ "J
y prejendicndo dcshonralla
L-- )

Honl'al 1a

.'
A la Biblia no tomes en l¡, má-, y aunque de mar lan afan:ldo A naclo
Pues nun.::a de la Biblia dices lé­ HE d~ \'olvcr al rcgalado Ada
[. 1 Por defend~r a quien me acalla Calla.
(Góngora, A Lope de Vega. h, 1604-1609)
(Del soneto con eco de Lope, «Ingrato cielo·,
Sobre las cli\se~ e historia d~ los diferentes salle tOS de ingenio informa
con 'lmplilud lrjr:J['~, Furmcrl, p¡\gs_ 83-267. Subre el manjerismo en el
en La jianla satisfecha)
sonel0. en cspeciC1l sobre el soneto correlativo, vease D, Alonso, Poesía

e3p(iJioill, ob, Cll., p;ígs, ·Bl ~. sigs. (con bibliografía en las notas).

pI, Véase M. Gautbier, De qu~lques ;eu.t tI'espri :


t [..RS ichos, RHi,
1'\ Véase M. Pelavo, E~'IIH¡¡(}S J, pág. 399. Irving A, Leonard. Sorne
cllriusillcS 01 Sprmi5h colonial poerry, Hisp" XV, 1932, págs. 39-54~ X:XXV, 1915. págs_ 2743, Y lardero Formen, págs. 161·209_
.-'¡

fl~
!: ,
,<.C

391
390 ••• .. _, ....-1~ versificación espu'lol4
~,,«""
u~._ L

b) Amc~ qlw al pobre yo despida, pida,

- - !,,­
~~:\;. Todo lo que se puede expresar entera y artísticamente en
Dios mio, h:Lrin<l a ~u molino, lino
1'¡,,tÍltorce versos. es motivo para componer un soneto. Por su
A su mesa Rea! [ .. 1
Jtprocedencia y principal uso, es una forma de la lírica. Sin
(Lope, Sl1n Isidro I-abmdor de Madrid) \',~bargo, abarca también el ámbito de la poesía didáctica, sa·
~drica y panegírica. Tal variedad corresponde a las diversas
Además de las norm,lS para la composición formal del so.
""--Situaciones espirituales que pueden expresarse en el soneto:
neto, conviene añadir otras prescripciones menos estrictas
. ;'.)lega desde la elevación mística llasla la frivolidad y aun
rigurosas que 1 1
as reg as "metncas, qLle b '
uscao onentar criterioY
para el logro dc un soneto perfecto:
Vd libelo grosero y ofensivo. Como pieza lírica se encuentra con
¡:fiecuencia en las comedias y novelas de los Siglos de Oro; en
Por lo general, se obsena la exigencia de que el SOneto :>tambio , es poco frecuente su uso dramático como soneto dia·
1:l.esarrolle un solo a1'uoto, y esto obliga a una intensa Concen.
tración que no pel'mite divagaciones. El ritmo interno en el ;'logado.
desarrollo de las ideas es una prueba más para el ingenio del i;':· Resumen hist6rico: El nombre español para el soneto se
poeta; por lo general, el asunto dehe levantarse en los cuar. ¡'idoptó de Italia junto con la forma. Un diminutivo de sonu.s.
tetas, y descender en los tercetos. Los cuartetos sirven como 'tono, sonido, sirve de base para la etimología; primero dio por
exposición. En ellos se describen con frecuencia asuntos reales, ;\resultado .sanet en provenzal antiguo, que significa melodía
ficticios o alegóricos que luego se interprelan en los tercetos I)&orta y ligera. cancioncilla. En el sentido general de canción
que siguen, bien sea deduciendo una lección o una consecuen_ r<ta palabra sonetto se usa en algún caso en la antigua litera­
cia, o bien sea estableciendo una reflexión sobre el asunto o t-'t~ra italiana 118. En Italia, .sonetto significa. en especial, una
presentando un efecto inesperado. Ji::peesfa de composición fija que, a pesar de su nombre pro­
Un buen soneto requiere un claro orden en el de.~arrono de L'~:Venzal, ha de considerarse como una invención italiana ¡nde­
las ideas, pero tampoco es necesario que obedezca al criterio ex­ ¡'pendiente.
puesto pues cad.. uno posee su peculiar sentido creador. ,.... El soneto aparece plenamente desarrollado con sus rnsgos
En sonetos que buscan sorprender con intensos efectos ines. ,"Característicos entre los primeros testimonios de la poesfa cul·
perados. el poeta extiende la función habitual de los euarletos ~ ta italiana de la corte de Federico II (1194-1250). Las reglas
llasta el primer terceto, para crear de este modo una fuerte 'para su composición ya las expusieron los primeros teóricos
presión sobre el último terceto que es el final ~orprendente -:italianos Franccsco da Barberino y Antonio da Tempo.
de la poesía. En el soneto lIamado enumerativo la enumeración i" La discutida cuestión del origen puede mencionarse como
sigue ascendiendo hasta el décimotereer verso. y el desenlace un asunto marginal, porque no es de alcance directo para la
de la tensión ocurre en e! décimocuarto mediante una con­ historia del soneto en España, que comienza sólo en el si­
clusión que da sentido a toda la enumeración 177.
- - - - _ ..
.glo xv. Con todo. he aquí algunas indicaciones:
'" ~obre la disposición del soneto, W. Manch, Das Sone/f, seine Frente a la opinión antigua de L. Biadene 179, que consideró
3"raclllichen Aufbaufonnen /md Milistischen Eigel1lümlichkeiten, en «Syn­ el soneto como la unión de un strambotto de ocho '1,'ersos con
tactica und S¡i]i~tica. F"'~ISthrift fül' E. Gamill~thegp, Tübingen, 1957. pá­
f!inas 387-409, y L. Spitzer, Interpretarionen tur Geschichte der franzo.q­ l18 Un testimonio mb extenso, en K. Vossler, Formas poéticas d~ lo'
se/len Lyrik. Heidelherg, 1961, págs. 10 '\. s¡g~. La disposición 13 + 1 se en­ pueblos romdnieos, Buenos Aires, 1%0, págs. 201-208, con una breve :re­
cuentra en la Villl nova de Dante, ed .• BlbJiotheca Romanica», XL, pá­ seña de las dos principales teorlas de origen.
~ina 73; está ll!iJizada en el soneto humorlstico A Galicia: ~P¡í¡¡do ~ol 179 La morfologia del soneHo nei secoli XIII e XIV, en .5tudii di
en cielo encapotado,., atribuido a Góngora, filologia romanza~, IV, 1888, págs. 1-234.
Y'
f'
,

392 ManULll de versificación española El soneto 393

otro de seis 180, la investigación de nuestras días se inclina, Por ­ primeros y de la que los segundos se valieron para su expre­
lo general, a suponer que el soneto no es sino una forma espe­ ., sión por ser de su gusto.
cial de una estrofa de cancíón independizada, como la cobla En efecto, los dos cuartetos pueden considerarse como el
esparsa provenzal. Como solución de compromiso se conside­ primero y segundo pies de la frante de la estrofa de canción,
ró también la posible disposición en un sI rambotto de ocho 1/ los dos terct'.tos, como vueltas de la coda.. Parece que Anto­
versos o en una canz;wla popular de ocho versos, más una coda nio da Tempo se hizo las mismas reflexiones cuando calificó de
¡f:
de seis versos, como la estrofa de canción. --~oIle Jos dos tercetos. La mencionada cobla esparsa había dado
" El principal argumento de la teoria basada f:n el strambo/to _ya el modelo para el uso aislado de la estrofa de canción.
radica en el hecho de que en el siglo XIII prevalece la divi. Con esto nu se pretende negar de ningún modo la originalidad
sión en tres partes de los dos tercetos (CD CD CD), frente a italiana en la creación dd soneto, peru se puede incorporar de
la exclusiva en dos (CDC DCD), que es la disposición a partir manera orgánica en el ámbito formal y artístico de los poetas
!;j', del siglo XIV. No obstante, desde el principio existe también - cultos de 1<1 corte de 5icilia. El asunto de amores cortesanos,
la disposición en dos partes de los tercetos, de manera que no de ninguna manera popular, que el soneto temprano tiene en
puede ~aberse con seguridad cuál de estas maneras de com_ _camón con la canción, me parece que es otro apoyo para supo­
binar los tercetos ha de considerarse como la realmente ori­ ner que el soneto es, por su procedencia, una variante acortada
ginada. En este punto la teoría de Biadene no puede compro­ _de la canción, más modesta en el nivel de estilo 181.
barse ni negarse en redondo. Sin embargo, cabe pensar que Los testimonios más tempranos del soneto en España re­
la fusión de dos formas poéticas diferentes e independientes montan a mediados del siglo xv. En primer lugar, se halla la
en una nueva poesía uniforme sería un hecho insólito. Además, -potable colección de los cuarenta y dus soY/eros fecftos al
los poetas de la escuela siciliana que han de considerarse como ,itálico modo JB2 del Marqués de Santillana (1398-1458) escrilLls
los inventores del soneto, no cultivaron precisamente el stram_ 'en endecasílabos. Los euartetos se constituyen en su may·oria
bol too El strambotto es, originariamente, una forma popular, con rimas alternas (ABAB ABAB) contrastando con la dispo~i­
mientras que el soneto desde su primera aparición pertenece a - ción de rimas abrazadas (ABBA ABBA) normales en ltalia, desde
la poesía culta por el asunto y el estilo. los poetas del stíl nuovO, :lo' en especial desde Petrarca lB). Esta
Si se tiene en cuenta que ya los provenzales determinaron

~.
el asunto, lengua y formas poétícas de los sicilianos, resulta l~l Una exposición detallada y crítica de las difereutcos teorias de
origen, con bibliografía cronológica, en E. H. Wilkiris, [111' invention of ¡he
que el soneto fue una especie poética culta, acuñada por los
1. sannel and al/la s/UJies in Ita/ian /ilerawre. Roma, 1959, págs. 1139.
, ,Este autor defIende que la octava procede de una Cantt4TI<l popular siciliaua,
1M Las formas del 5trambollO de la Italia del Sur que Biadene tuvo mientras consü:kra la estrofa de seis versos como una creaci6n nueva.
.,n consideración, muestran los siguientes esquemas fundamentales: ABAB 182 Véase A. Vegue Goldoni, WS sanctuS «al itálico modo" de Drm
ABAB Y AB AB AB. Sin embargo, estas formas del 5trambotlo son. seRún lfiigo López. de Mendoza, marqués de Santa/ana. Estudio CritilO y nueva
edición de los mismos, Ma¡Jrid, 1911; y Rafael Lapesa, La obra Ir/eraria
!I'
: f,
: j,
"i,;
,h,
parece, más recientes que el soneto. El slrambolto Ítaliano más antiguo
Que actualmente se conoce remonta al año 1268, y procede de Génova;
también el segundo procede del norte de Italia. Véase P. Toscbi, La
del Marqu.és de Santillana, .\ladrid, 1957, cap. V: «Los sonelos", p:i"i­
nas 119-1Q2.
f: ' qu.estioPle de/lo strambofto atta luce de! recePlti 500perte, .. Lares», XVII, 18l De los trescientos diecisiete souetos del Canzoniere de PClrnlca
ti~ 1951, págs. 79-91. Gianfranco d'Aronco, Guida bibIiografica alIo studio del/o (ed. Chiorboli), trescientos tn's usan el esquema de cuartelos ABBA ABDA;

¡'¡í strambolw. Modena, 1951. Alberto M. Cirese, Note per una nuova inda­
giPle sug/i srrambotti, aGiornale Storico della Letteratura ltalíana»,
LXXXIV, 1967. pags. 1-54.
sólo die7- casos muestran ]a disposlción alterna ABAB ABAB; dos ¡ienen
eSQuem3s asimélricos: ABAB BAAB y ABAB BABA. Cuartetos con tres
rimas faltan por ('.QIDpleto en Petrarca.
1;
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(¡, 394 Ma.nual de versificació"n española 61 soneto 395


~--

~ Santillana ofrece una sola vez (en el soneto XVI) el tipo


predilección de SantilJana (que aparece lambiéu en los POCO
. I .
sonetos del Slg o XV) por un e"quema de runas ya anticuado en
s ':4c soneto clásico, que luego prevaleció, con rimas abrazaelas
Italia desde hacía mucho, nada tiene que ver con una tcr.uencia .en
los cuartetos.

,"
[,
ij arcaizante o con un propÓSito estético en el orden de las rimas Los cuatro sonetos de Mosén Juan de Villalpando mereccn
~1
~:
La preferencia se explica, a mi entender, por la tendencia a di: PleIlcionarse también como testimonios tempranos 1B6. Se cons­
trUyen según el esquema mencionado ABAB ABAB CDC DCD,
ferencjar con meridIana claridad los dos cuartetos del SOneto

11,
de la copla de arte mayor, que entonces estaba en su máximo pero se escribieron en versos de arte mayor. Este intento de
, "
::compromiso entre la forma poética italiana y un verso autóc­
florecimieoro, y cuyos principales tipos se caracterizaron por el
, ,
uso de la rima abrazada. Los poetas españoles que primero es­ tono, no tuvo éxito. ConozcO sólo otros dos ejemplos del so­
:' neto de arte mayor; uno, de principios del siglo XVI, es la
:¡¡ cribieron sonetos, tenían que luchar contra el poderoso inilujo
de la copla de arte mayor. Así lo demuestra el que ~l menor .. traducción del soneto CXXXIl de Petrarca, hecha por Remando
descuido en la composición ele los cuartetos condujera automá_ Díaz ISé. Como singular anacronismo se presenta un soneto de
ticamente a la tan común copla ele arte mayor. Las pocas faltas arte mayor en Gutierre de Cetina lS7.
de Santillana en el esquema de los euartetos (ABBA ACCA y Los intentos del siglo xv no fueron sustanciales. Boscán y
ABAB BCCB) siempre tienen por resultado los dos tipos prin­ Garcilaso, que arraigaron verdaderamente el soneto en Espana
cipales ele la copla de arte mayor, en cuyo desarroLlo clásico él y crearon el fundamento de su desarrollo trilmfal, no recurric­
también participó esencialmente. El medio más seguro para ron a sus antecesores, sino de manera directa al mismo Pe­
mantenerse firme ante este influjo, fue sin duela la composieión trarca, Y reprodujeron por primera vez perfectamente la forma
alterna de los cuartetos para que así el soneto elistase, lo más característica del soneto del maestro italiano en lengua espa­
posible)' de manera clara, de la copla ele arte mayor. Estas ten. ñola. A partir de 1525, las poesías de arte mayor son cada vez
dencias de diferenciación, necesarias entonces frente a las for­ menos frecuentes y ya no representan un impedimento serio
mas autóctonas, hicieron que Santillana sc alejara de Petrarca, para el uso de la rima abrazada en los cuartetoS del soneto,
su modelo, en el orden ele los cuartetos lB,; en cambio, le sigue según el modelo de Petrarca. Y así se creó el tipo clásico o
estrechamente en la disposición de las rimas de los tercetos, común del soneto español, que prevaleció hasta nuestros días.
puesto que no hubo formas espanolas en competencia que se
11 lo impidieran. Con una sola excepción usa exclusivamente los
'¡'
¡'; dos tipos principales de Petrarca lBS: CDC DCD ·(en 27 sonetos) paréntesis) ofrecemos aquí los tipos de terceto de los trescientos dieci-
y CDE CDE (en 14 sonetos). skte del C/lnzoniere:
!~
",~ eDe DeD (117) eDe eDe (8)

, 11>' De manera diferente hay que considerar el caso de Diego Hurtado


eDE eDE
eDE DeE
(120)
(66)
eDD
eDE
Dee
EDe
(4)

(1)

"'-~.¡., de ~1endoza (1503-1575), aislado en 5U época. Quince de sus cuarenta y un


sonetos (ed. Knapp) dificren de la forma nO!'l:lal (ABBA ABBA) que es la
eDE DEe (1)

1&\ Barto1omé losé Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de


~ , más frecueme en él. Aquí sc trata, en cambie; del intento de amoldar libros raTOS y curiosos, Madrid. 1863-1889, 1, col. 535·536. El úl timo d",

,
la forma fija de la Cuartela italiana a las formJs autóctonas mediante VllIalpando (Maldicho yo sea) es defectivo, El de Hemando Diaz co­
'í'
.' ;
variaciones en la disposición de las rímas. No obstante, no tuvo conti­ mienza: .Si amor no es aquesto... » (11, col. 774).
nuadores notables. Véase larder. FormeM, págs. 86 y sig., y pág. 87,
187 .¿Cómo es posible poderse sufrir», soneto XXXVIII, Obms de
¡' nOla l.
Gurierre de Cetina, ed. J, Hazañas -y la Rlia, 1, Sevilla, 1895, pág. 40.
", 18S Para que puedan compararse las cifras de su uso {que van entre
,
!i

~;.'
396 Manual de versijic.acióu española.
~

E:.ita definitiva introdueci.ón del soneto tomó gran ineremen.


.
-_.
El soneto-
Jle taS de Quevedo, Víllamediana y Calderón puede remontarse
397

to, sobre todo gracias a la autoridad de Garcí,aso; ya adoptada también al inHujo d;;" Lope.
El alc;:mce del soneto cndecasílabo en el teatro se inicia con
en el ;'1:;10 X\ 1 Se cultivó en consiclcnhle proporción. en Parti:
cular por los poetas que seguian la tcndencia italianizante 138 la Ni5e hlUreada (acto tI, 3) de Jerónimo Bermúdez (1577).
De cnlre ello<, <,e destacan por la calidad, cantidad e influjo: sa: Antes de Lope no tuvo importancia Hl; él lo puso de moda y lo
]l1a ntLIvo en el teatro hasta fines del siglo XVII. Solo en casos
de jI.·lír3mb, Guuerre de Cetina, Baltasar del Alcá'lar y en es.
pccíal Fernando de Herrera. excepcionales se convierte en una forma dramática mediante el
El! el siglo XVII d soneto inunda la poesía española. Sólo ; _diálogo In. Por norma general ~e atiene a la función que le asig­
Lope de Vega c<,cribió éJ.proximadamenle unos tres mil, de los ;:- .n Lope en el Arle nuevo: "el soneto está bien en los que
a
(uak'~ Lonsen'3mos acaso la mitad 1.9. En la obra de los buenos
- ;:¡guardan» j~-" o sea que lo estima propio para los soliloquios.
poetas aparece aún más reglllariz~do que en el siglo XVI y, en Las Poeticas de los Siglos de Oro, cuando se refieren al
los terceh'". sc sitúa un tipo de dos y otro de tres rimas, de soneto, se apoyan ~obre todo eu sus modelos italianoS Y apenas
¡­ tal modo que los demás pierden su importancia, Cenan tes y se ocupan de la creación cspañola. En lo fundamental se des­
Góngora comen'éJ.n el tipo normal de tres rima!> CDE CDE que atan en elogios panegiricos por esta forma italiana, y algunos
( prefirieron Garcilaso y Herrera; Cervantes parece que en su tratan con mucho pormenor las diferentes formas ingeniosas
totalidad, y Góngora, en su mayoría. En Lopc puede notarse del soneto 194.
u'm1O sc 3parta de repente hacia 1605, del tipo principal de tres En el siglo XVIII el soneto pierde su importancia entre las
1'1ma" que h;)sta entonces había prevalecido 1:\1 su obra, y pre­ formas endecas¡labas líricas. La primera generación del Siglo
f fierc el tlpo de dos rimas CDC DCD, corno lo hicieron antes lo usa toda\·'Ía con bastante frecuencia, asi especialmente E. Ge­
Boscán ;. Gutierre de Cetina, aunque e:;tos no de manera tan .rardo Lobo y Torres Villarroel. Pero en la segunda mitad del
exclusiva. 1.3S razoncs de este cambio en Lope no se explican siglo disminuye mucho frente a las formas más libres que se P(}o
c1anmcnte, Como ¡;e produce primero en 13s comedias (donde _ nen de moda; según los juicios de la época, estas otras se rela·
se encuentran la mayoría de sus sonetos), puede suponerse que j' cionan más íntimamente con el espíritu y el gusto formal de la
sc realízó por necesidades de la escena. La rima alterna y el Anligüedad. Junto a las anacreónticas, idilios, silvas y roman­
; ce'>, ocupa un lugar TIlode<;to en la obra de Meléndez Valdés.
'o,, onkn inmedialo de las rimas es más fácil de recordar que el
En García de la Huerta, JO\:ellanos, Cadalso y Forner los so­
" tipo COE eDE cuyos elementos están separados en cada paso
netos son también poco frecuentes. Algún incremento experi­
por d()~ \crsos. Ademas, el tipo alterno del terceto acaso le
p<'lrecic'>c (puede que por influjo de los petrarquistas italianos) mentó a principios del siglo XIX con Arriaza, Nkasio Gallc­
COJTH) el más correetu. hecho eou m.-ls rigor y de mas fuerza,
go, J. M. Heredia y Lista. En cuanto a la (arma, se atiene a la
como pULOde deducirsc de una alusión en la Cuestión sobre el tradición del siglo ):\1I. El esquema de rima de los cuartetos
honur debido a la poesía 190. SiÉ'l¿ieron el modelo de Lope en ABBA ABDA no varía; \os tercctos se limitan a los dos tipos
primer lugar, los autores de comedias, y el más consecuente princip<t-le:> CDC DCD y COE CDE.
i''.l(' ro.,·Iontalbán_ La importancia del tipo CDC DCO en los s(}o
--- n \'~-2.~C: d cu~dro sin6pllCO de Mork~, Stropl¡cs, pág. 530_
H.\ Ik GllliCITE' d~ Celina se conservan doscienlos clncu~nta sonetos,
I~? Soble el soneto l!:::rlogado, véase J;jrde~, formen, págs. 161-2()1l
de HCIIU;J, lrL'$~ien!o~_ 19' V¿::IS~ Lucí\': K D~lano, T/¡e 501111,'t ¡'I rhe Golden Agc drama of
E, L~ liwl en lordcr, Formfn, pags. U7.372. Spllin, Hisp., Xl, 192~, pigs. 25-2B.
I"} La el¡" !.~ reproduce en lardee, FOrmen, pág 12, nota 3. 194 Ampliado!"] "n D1<:]. Echaui, Teorias, p¡\g~. 24+249_
, , l
1
• I
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fff ,; 398 Manu.al de versificaciQM. española
j
_El SOl/eto 399

,r La forma rigurosa, que ejerció especia! atracción en los


Siglos de Oro, fue menospreciada por Jos críticos neoclásicos.
Muy instructiva es en relación con esto la extraña rehabilita.
ción del soneto realizada, de pasada, por J. GÓme7. HermosilIa
que dice de esta forma: "bien desempeñada, no es tan de~
, sobre todo para el soneto alejandrino y los esquemas alternos
- de los cuartetos ABAB ABAB, que tuvieron nuevo cultivo no
como reanudación de la técnica de Santillana, sino como imi·
tación de la disposición propia de los quatrains, muy estima­
dos en Francia en el siglo XIX. Estas modalidades, por otra


·I
¡J, ;
preciable corno algunos han asegurado» 1~.
En la tendencia de los- románticos hacia formas más libres
e ingeniosas hubo poco lugar para el soneto. Echcverría, Mar_
mol, Aratas, Bécquer y Rosalía de Castro lo evitaron; en el
Duque de Rivas, Espronceda y Zorrilla es poco frecuente. En
mayor proporción lo cultivaron Bennúdez de Castro, A\"ellane­
parte, son consecuencia de la tendencia general del Modernismo
haeia la novedad, y se dan tambi.én por la necesidad de variar
una forma muy usada,
No hace falta pormenorizar en cuan10 a los esquemas varia·
b1es de rimas, que condujeron a combinaciones completamente
nue\'''-s, en especiaL en I.os tercetos (CCD CCD, CDC EFE y
I da y el mejicano J. J. Pesado. El Uso del soneto en series con. otras), t1ás importante y característico resulta para el soneto

l:¡ tinuas con un mismo asunto ocurre en Roma y Cristo (ocho


sonetos) de Zonilla, y En el crepúscu.lo vespertino y El último
día del Paraíso (trece sonetos tada una) de Núñez de Arce, y
en el Modernismo el que puede componerse con otras elases
de versos. Los dos tipos principales, el soneto alejandrino y
el sonetillo, se tratarán inmediatamente.
~;
f' se continua en varios poetas del Modernismo. la forma del Ouedan por referir las formas que combinan versos pluri·
•~ '
soneto es el invariado tipo clásico. métricos y polimétricos. En A Cervantes, Rubén Darlo presenta
•" : un soneto de endecasílabos y heptasllabos. Varias clases de
; , Después de dos siglos de retroceso, el soneto entra de nuevo
en un gran florecimiento entre los poetas modernistns de His­ vcrsos (de 7, 9. 11. y 14 sílabas) se encuentran mezclados en
panoamérica y España. El impulso decisivo partió de los pama. Madrigal de madrigales de M. Machado y en. el sone10 de Ores·
sianos y simbolistas franceses, en especial de BaudeJaire y Ver~ tes en La lfigen;a cruel de A, Reyes (endecasílabos de diferente
laine. condición, dodecasílabos y alejandrinos).
El soneto dodecasílabo logró individualidad aunque se usó
Merece mencionarse la predilección de vario,> modernistas
por el uso del soneto en series uniformes en cuanto al asunto. poco. Los primeros eiemplos son los sonetos dirígidos a Walt
Ofrecen ejemplos S. Rueda (El fTiso del Parfenón), Nervo (El Whi1man y a DÍaz MirÓn en Azul (ed. de 1890) de Dano. Se usa
en ellos el dodecasílabo asimétrico de la disposición 7 + S
prisma roto), L. Lugones (Los doce .~ozos), A. Machado (Los
su.eños dialogados), A. Reyes (Jornada ell sonetos), J. R. Ji­ (dodecasílabo de seguidilla). Adaptaron la innovación de Rubén,
J. del Casal en tres sonetos de Nieve (1892), (Una maja, Un to­
ménez (Sonetos espirifuales) y otros. Aparte de Zonilla y Nú.
ñez de Arce, Verlaine también podía servir de modelo, espe. rero, Un fraile), Díaz Mirón en cinco sonetos de Lascas, Sal·
cialmente en Sagesse. vador Rucda en tres del Poema de la mlljer, y en tres de Ca­
mafeos. Salvador Rueda escribió, además, scis sonetos en dode­
En el Modernismo prevalece en lo fundamental el tipo clá. casílabos polirrítmicos (La musa del Trópico, El libro de poesías
sico. No obstante, junto a él hay un gran número de tipos irre­
y los cuatro sonetos de la Canción primaveral J,
gulares en la disposición de las rimas ~' el número de versos.
Se explica en parte por el directo influjr> francés; esto vale El nuevo florecimiento del soneto que se inició con el Mo­
dernismo, contímía cn la poesía contemporánea; apenas hay
un poeta español e hispanoamericano del siglo xx que no haya
1~5 Arte de 1uJ.blar en prosa y verso, Madrid, 1826, JI, p.1g-. 187.
usado es1a forma poética: no hay que citar ejemplos. Las dife­
li :¡
_ <;
,:J


400
Manual de '-'ers/jicación l~elo
i~: f,l solleto pent2.!'iLabo Sonetino de Nervo y el trisílabo l/c·
'~ de M, Machado no son más que alardes métricos.
Mll

·:1
It~"'2. El SOr/eto alejandrino. ~ SeLneja ntc al sonetillo, el. soneto
!liejan drino se usó en los Siglos de Oro, pero sólo fidquiere
¡'~rtaJlCia con el Modernismo.
~-f1\'-:el :más temprano testimoni.o conocido se encuentra en la
~,;;tfOducción de la Comedia Doleria o del Sueño del Mundo
¡i'~,~jS72) de Pedro Hurtado de la Vera, cuyo nombre era Pemo
4 .:::iraria 1\19. Repartidos a tr;l1,'és de ,-'arios siglos, pueden añadirse
,~
FORMAS ESPECIALES DEL SONEro. t;~gWlos ejemplos muy aislados; así los Dos sonetos en loor de

',,1' L El sonerillo. - El sonetillo es un soneto de versos cortos,


:/'l5t(1. obr4 en Dos tratados del Papa y de la misa (1588) de Ci­
~)mano de Valera (ed. Usoz, 1851), el Soneto en alejandrinos de
,1r1I en especial, octosJ1abos; resulta de 18 transposición ud SOneto
a la poesía OCtosílaba.
t:-<feclro Espinos8 X:O; y el soneto en tredecasüabas (1832) de Si.n¡·
:,;~'b&.ldo de Mas, dirigido a doña Josefa Masanes. Con excepción
(i
~ , Los primeros ejemplos se encuentran en la Píca.ra Ju.nina, !{del soneto de Espinosa, que se publicó por primera vez en
1: publicada en 1605, pero escrita en 1582; dos de ellos mUestran :~,/j895 201,
Ruben Dario pudo conocer la obra de estos precurso­
i,''oJ:
,-,:
el esquema clásico de las rimas, el otro tiene rimas alternas l'l!). ;' '~s e.<;pañoles, porque aparecieron en ediciones ill1pre sa s en el
,.,> La fábula LXIl de Iriarte es un sonetillo con estrambote 191.
'¡~',~o del siglo XIX, antes de que él escribiera sus sonetos en
>
>
Sólo en el Modernismo es algo más frecuente, deSPués l:k ~::akjandrinos (1888):1112. Con gran probabilidad conoció por lo me­
que Daría lo uso una vez en el Canto épico (1887) y dos veces DOS el soneto de Sinibaldo de Mas. No obstante esto, ua es
en Prosas profmUls (1896). Así aparece ocasionalmente en Nervo, del todo probable que Rubén se inspirase en estos antecesore!';
M.Machado, Vj/Jal::~pesa, Díez-Canedo y otros. ,: ,más bien adoptaría el soneto en alejandrinos dirt:ct¡lInt:I1tt: de
El soneto eneasílabo puede eonsiderarse como una varia_ Francia, donde obtuvo un gran florecimiento alrededor de
ción del sonetillo; se eucuentra ocaSionalmente en J. A. Si~va, 1880. En su soneto Cal1policán hace nutar que, por lo que d
Valle Inclán, M. Machado y G. Mistral. Su origen se debe, POr sabía, esta poesía ",inició la entrada del SOlll~\O a la francesa en
Ur¡ lado, a la moda de cultivar el soneto en diferentes clases W1estra lengua». De esto [lO ~I:: deduce que desconociera los
de versos y, por otro, a la extraordinaria estimación del enea­
sílabo en el Modernismo. Un singular soneto de trece versos l~ se repro¡1u<;<; en M. relayo. Orígenes de la noveln, ITT (NBAE. XIV),
en Cantos de vida y esperml~a (1905) de Rubén, está escrito página 313. Véase ~ Alonso Cortés, El aWor de la "Com~d¡a Doleria~,
en eneasílabos j~. RFE, \'111, 1921, pilgs. 291-295.
--- 2lll Apareció por primera vez en ltlll. Se reprOdujo rep",üdd~ "'ico;;e~;
as; en F. Rodrigue"l MOl.rin, Pedro 'E.~pit1osa, Madrid, 190<1, pág. 206. A, Ma­
1% En el segundo cuarteto faltan los dos últimos ver~C)s. Lo, tres so. rd~SU Roca en BAAL, VII, 19W, pá~. 122. Véase también P. Henrique2
n"t'l1os en la edición oc J. Puyot y Alonso (Sociedad de Biblí6fi1os Ma. Ureña. Nolas sobre Pedro Espinosa, RFE., IV, 1917, págs. 289-292.
dnleños, IX), Madrid, 1912. Dos de ellos Se reproducen en BAE, XXXlIl, 201 En el prólogo a h.s Obras de Culierre de Cetiru; de J. Hll2añas 'i
páginas 115 y 118.
117 ~:I bUrro dd aceitero, BAE, LXIII, pág. 19. la. Rúa, 1, Sevilla, 1895. -¡lAg. 1--XXn, nota 1.
202 Más pormenores en-A. Mara.sso Roca, BAAL, 1, 1933, págs. 177-181
liS El Soneto de trece versos. Véase A. Torres Riose<'.o, Rub¿n n"rio, ilambié.n en A. Mar;'l.~so Roca, Rubén Daría y su creación poérica, Buenos
CambridllP, 1931, pág. 142.
Aires, 1954, págs. 328-330), y en BAAl, VII, 1939, págs. 121-123.
-,.
fí'i'
402

anteriores súnetos, sino que se indica que la historia del so­


neto en versos alejandrinos se lIlícÍa con Caupolicán; con la
denominación de soudO a la [rance.';¡l, puede verse más bie
------­
Manual de versificación española t;:Sl madrigal
;-"'-
Jight topie» ~_ Semejante a la sih,'3, combina libremente ende..
j'('Psílabos y heptasílabos; con frecuencia se apo)'a en estro­
F¿'{as de tres y seis versos, y termina eon rimas pareadas. El
403

un<1- referencia consciente a los verdaderos modelos de Rube: lJladrigal conoce tal: sólo la rima consonante, que se dispone
En Rubén el soneto alejandrino Se halla en la segunda edi. ::Iibremente, pudiendo quedar algunos versos sin correspondencia
"i'~ las rimas (versos sueltos). La extensión es muy diversa,
ción eh: A¡:rd (1890)20.1, y lueg:o se hace muy frecuente. J. del
Casa!, Diaz Mirón )" S. Rueda siguieron inmediatamente su /,desde cuatro versos lOS hasta más de treinta 206; pOl" lo normal
, pS(:ila entre ocho y doce versoS. El madrigal se caracteriza sobre
inióativa. Después del Modernismo desapareció en favor del
tipo común. -todo por el asunto amorosO, por la expresión sencilla y ocasio­
nalmente también por referenCIas al campo y pastores. Rengifo
BIBLI(l:ilUFU: A. Cal'hallo Picaza, Mé/rica esponola, Madrid, 1956, ofrece (1592, cap. LXII) escribe: "Pero)'a no solo se hacen madrigales
llna primera iniormación sobre la abundante bibliografía crllica ('litase: en estilo pastoril, sino en lenguaje poL¡tico y de cosas graves",
sanclll. en el in dice). En las notas h~mos remitido a algunos e~tudios SQb~ pudiendo referirse, segUn entiendo, más bien a las circunstap­
el soneto. A continuari6n se señ"lan Olr".'> investigaciones de carácter ge­ cias italianas que a las españolas de su época. La tendencit;1
neral. E. F"rnándcz AJmuzara, ~ritalid<ld dd sonelo, _Razón y Fe~, eXXVI, por buscar efectos inesp~rados, que se manifiesta por primera
Madrid. \942, pág~. 281-291. Walter Mbnch, Das Sonetl. Gestalt «fui Ge­
vez a fines del siglo XV! en Baltasar del Alcázar (1530-1606)1'J7,
schicllle, Heidelberg, 1955. U. Amáj.. . Sordo, El _,m'leto espaltol, México, 1954.
UrsuJa Burchardt. Die Formen des Sonelts i'l Spanien van' den Anfiingen acerca poco a poco el madrigal al epigrama.
t>is !um EMde des Siglo de oro, tesis donoral inédita, Universidad Hum­ Ejemplo:
boldt, Bcrlin, 1948. LucHe K. Delano, The SOnnet in the Golden Age drama Esquema

. ;'
o
of Spai". Hisp., Xl. 1928, págs. 25-29: An Anal)'sis uf the sonnets in Lope Iba cogiendo flores,
de Vegu's comedias, Hisp" XII, 1929, págs. 119-140. Otto Jéirder, Die For_ Y guardando en la falda,
b
Mi ninfa, para hacer una guirnalda:
B;
me" des Sonetts bei Lope de Vega, Anejo LXXXVI de ZRPh, Halle, 1936.
E. Brockhaus, Góngoras Sonetlendichl¡¡ng, Bochüm-Langendreer, 1935, Ores­ M~ primero las toca

,
te Frallani, Ensayo pura l/m!;. hi.>tvriú del Soneto en Góngora, Buenos Aires, A los rosados la bias de su boca,
e
1948. ManIlel de Monloliu, El smrido arquitecIÓnico y musical de las obras y les d" de su aliento los ajores; A'
y estaba, por su bien, entre una rosa D
de Góngora, BME. XXVlIl, \948, págs. 69-88. T. Na\'arro, Métrica, tndice
dc estrofas: sancto; y del mismo, Repertorio de eSrrofrli cespañolas, Una abeja escondida.

,
New York, 1968, págs. ¡81·204, con ejemplos de gran variedad de sane LOS. Su dulce humor hurtando,
f
y como en la hennosa d
Flor de Jos labios se halló, atrevida E
EL M.o\DRIGAL La picó, saeó miel, fuese volando. F

El madrigal español no encaja en una definición exacta (Luh Manin [siglo XVII], BAE, XLII, pág. 6)
porque su forma métrica e::: muy variable. La descripción ge­
neral de D. C. Clarke es breve y precisa: «a short silva 0/1 a
~ Sketch, pág. ~7_

203 Juan Nicasio Gallego, BAE, LXVIl, pág. 424 (en franeés Y en ale·

:rol Véase E. K. Mapes, Los primeros lonelol alejandrinos de RlAbbt


Darlo, .Revista Hispánica Moderna», 1, 1'H5, págs. 241-159; \'c!anse las jandrinos AABB).
:¡ox, Por ejemplo, Gutierre de Cetina, BAE. XXXII, pág. SO.
fechas de pnblicación en Rubén Daría, Poesíru Completas, ed. A. Méndez.
Plancarte y A. Oliver Belmás, Madrid, 1967, págs, 117&-1181. NI BAE, XXXIl, pág. 412.
l'

1".
404 Manual de versificación eSpañola
l. El madrigal 405

Resumen histórico: Desde Antonio da Tempo (1332) hasta ­ , de un lenguaje muy sencillo y rústico 1l1. El nombre de madrigal
hoy se han dado las más diferentes explicaciones a la palabra nO parece referirse a la música ni a la forma métrica, sino al
<lmadrigah>. En un artículo de G. Rohlfs DIl. se encuentra reunida USO idiomático y al estilo. El testimonio de A. da Tempo es tanto
y tratado de manera metódica el conjunto de (as cuestiones eti. snás preciado por ser anterior a los primeros madrigales de la
mológicas y semánticas de la palabra. Los teóricos de las cues­ poesía culta, de los cuales no se sabe hasta qué punto cam·
, tiones de los Siglos de Oro 200, que no se puntualizan en el artícu. .. biaron el carácter originario de perdidos madrigales populares.
J lo citado, extractan las Poéticas italianas, y no alegan nuevos
puntos de vista, prescindiendo, en todo C3S0, de la propuesta
En oposición a la canción y al soneto, el madrigal es de ori·
gen popular, Esto se nota considerando, en parte al menos, el
,
;1
inútil de Sánchez de Lima para derivar la palabra <rmadrigah lenguaje y el asunto humilde. Los más tempranos testimonios de
del nombre de un poeta que usó esta fDlma 210. En tiempos más esta fonna poética proceden de cuatro madrigales del Canzo­
1 recientes se acepta, por 10 general. el étimo materialis, que niere de Petrarca m . En el siglo XIV los madrigal~s se cons­
Ijl Pietro Bembo en sus Prase delta valgar lingua (1525) había pro­ trUyen sin excepción de manera isométrica (endecasílabos) y
puesto junto con otras interpretaciones. El estado lingüístico constan (a excepción de Petrarca) de dos o tres estrofas de
'1 muestra una evolución propia de la Italia septentrional. tres versos independientes en las rimas, a los que siguen como
'~1' Más discutida es la cuestión de cuál sea el significado exacto remate uno o dos pareados, así ABB CDD BE, y semejantes,
fl de materialis para servir de base en la denominación del ma­ Este tipo de madrigal es el clásico.
I drigal. Más conveniente parcce la interpretación que dio Rohlfs Duró poco porque ya en el transcurso del siglo xv, el caric·
!II::1 frente a la de Leo Spit:zer l1t • Este propone: Ilegítimo, bas­ ter del madrigal varió profundamente al tratar asuntos ml>­
¡I tardo> poesía bastarda (~colocada entre música y poesía») > raJes y políticos, y también por el influjo de una nueva técnica
de composición que se divulga partiendo de Francia (escuela
'1I poesía de composición especialmente libre> poesía inferior. La
propuesta de Rohlfs es: sempUce, rozzo, grossolano; «e si dice de Cambrai); de su organización fonnan parte elementos de la
':1 di tuHe le cose che non sano raggentilite e ripulite» (Tommaseo ballata 214 y de la canción; los endecasílabos se mezclan con
il
1:1 Bellini) > «di stile umile". La explicación de Rohlfs no sólo pue­ heptasHabos. A principios del siglo XVI el madrigal acabó por
.,,
,~ ¡
de apoyarse en el uso general del idioma, "(va aún en nuestros. convertírse en la fonna completamente libre que Pietro Bembo
, días, sino que tiene de su parte la autoridad de Antonio da describe así: <l:Libere poi sono queIle altre (rime), che non
1 Tempo. que destaca como característíco del madrigal el uso banno alcuna legge o nel numero dei versi, o nella maniera di
rimargli: ma ciascuno sí come a esso piace, cosí le fonna; e
queste universalmente sano tutte madriaJi chiamate ( ...] quantun­
2011 7um Ursprurlg des Madrigals; nueva versión en G. Rohlfs, .411
der romarlischen Sprachen, Halle, 1952, pág'. 251·259.
del'! Quellel'!
209 Rengifo y Caramuel; véase Die7- Echarri, Teorías, págs. 257·258. 111 «Mandrialis (= madrigale) namque in rithmis debet constare ex
flO «Vamos a las (sic) madrigales, que son llam¡¡da~ por este nombre verbis valde vulgaribus et inlellegibilibus et rodibus quasi cum prolatio­
entre los poetas, por causa de Que algUno que se lJamaua assÍ, las deui6 nibus et idiomatibus rusticalibus", De rithmis vulgaribus, ed. G. Grion,
,,~ de \'SaL. El arte poétic.a erl romarlce castellano (ed. de R. de Balbln pá~ina 139. Antes de manera semejante, aunque sólo alusivamente, ya se
Madrid, 1944, pág. 75). Esta inferpretadón aparece también en W K halla en France~co da Barberino en el capítulo De variis irlvenierldi er
Pnntz, Hístorüche Beschreibung, cap. XII, § 8 (1690), donde se cita a ur rimandi modij de las GlosSt' latine (entre 1318 y 1325), donde dice: «volun­
tal Madrigal1us como inventor, Es(e pa~aje se menciona en A, Einstein tarium esl rudium inordiuatum concinium, ut matricale et simi1ia~,
The 1taJian madrigal, Princeton, 1949, 1, pág. 116, 213 N,"" 52, 54, 106, 157.
21l ZRPh, LIV, 1935, pág. 168. 11~ Lydia Meierhans, Dio' BaIla/a, Zurich, 1956 (tesis doctoral).
-........r

.":',,:r:
,; '.

407
406 Mú,fl/lUl dI::. vasificación española
que alcuna qualita di madriali pUf si IruV:l, che non cosi tUtta
-~

sciolta e libera e, come iD dico .. 11.', Este encuentro entre comple­


ta libertad por un lado, y ciertas nor:uas por otro, puede con.
lO
--
81
I lces
madrigal
Francisca de Quevedo ll9 (unas diez J:'loesias). Otros, c'orno
'.'Q1.1irós, Espinosa, Jáuregui, Miguel de Barrios, Soto de Ro­
'JaS, etc., también 10 cultivaron aunque mllY aisladamente~,
frente a la tendenci<l general hacia el epigrama de gran efecto,
s~derarse como una referencia de Bembo al contraste entre
-)tedr<lno Y L. Martin dc la Plaza consideraron preferible la
el nuevo y el antiguo madrigal. que: en lo fundurnental no tienen
en común más que el nombre. sencillez Y el ambiente atcténtico del madrigal.
En 1<1 st:gunda mitad del siglo XVIII Y a prirlCipios del XIX,
El madrigal español se basa en e.,las tardías formas libres. Ga de la Huerta m, Fomer :12 , Francisco Gregario de Sa·
ll\srlJ, Somoza~4 y otros cultivaron, por último, el madrigal
de Italia, que acaso introdujo Gulierre de Ce tina C¿ 15201-1557). rcía
Entre los cuatro ejemplos llG que ofrece, se encuentra quizá el
más famoso madrigal de la líteratura csr.s.ilola: en UfJa cierta proporción.
Ojos claros, ~rerH.ls.
BnJLIOGlUFÍA; Karl Vossler, Das deutsche Madrigal. Geschic/¡te seirter
Ú de un dulce mirar sois a,abados, emwick!¡Wg bis i" die UiU", des 1/l Jh., Weimar, 1898. en especi¡11 págs. 1­
,:pU¡ qué, si me miráis. rnirái~ ¡lirados? 12; Die Dil:h!14l1gs;'ormen der RQmarren, Stuttga11, 1951, págs. 10n14 (trad.
Si cuanto más piadosos, esp.. 1960) G~et3no Cesari, Die EntslehW1g des ,\fadrig~¡s
ün [6 [ahr­
más bello'> parccé¡" ;1 d4Ut:1 que os mira "un rierl
, tesis doctoral. Cremona, 19~8 (en especial, los a~pectc>s
IlIuska.es).
no me miréis con ira, Gerhard Roh1fs, Zum VrsprW1.g des Madrigals, ASTNS, CLXXXII1. 19U,
porql1e nO pareze:i-is menos hcrU1V~US.
páginas 38-44; ampliado en AI1. del! Ql4elll'-11. der rom anisehel1. Sprachen,
Ralle, 1951, pág5. 251.2...~.
Alfred Einstein, The ltaliart madrigar, 3 v:lls.,
~949.
;Ay, tormentos rabioso;.!
Ojos daros, serenos, rrinceton Univ. press, Dedicado en espeCial al ¡ibi-'ec\O musical y :l1
ya que Hí me minús, mír;ldme ¡jI menos, madrigal m.:.e-vo, Que desde 1535 se había cor;vertido sobre todo en un
térmir;o de la musica. Indkaclunt's sobre el m:ldrigal ;u:lügno, en 1, pá­
En el transcurso del siglo XVI la nueva forma poética apa­ pnas 116 y sigs.
rece tan sólo en casos aislados; así en Luis Barahona de
Soto fl54d-1595) m y en Baltasar del Alc<izar 2IS • llQ B¡\E, LXIX, págs. 48, 60, 63, 64. !\2, 83, 146; están reunidos en la
En la primera mitad del siglo xnr alcanza la mayor divul­ ed. de Obras Complefltl, de ). M. Blema., Madrid, 1963, n.'" 403-.411, pa.
gación, que, no obstante, no puede compararse con su impor. pilas
z:o 43544l.
Respecto a las referendas d.e citas f"l1 la BAf.. véall5e lndices ge­
tancia en Italia. El poeta más fecundo en el madrigal fue en­
n,rules, LXXI, págs. 6-7.

I21 BAE. LXI, pág. 226.

lIS Cir"dn según K. Vossler, Formas pot',iUJ.5 de los ~eblos románicos, ~ B¡\E. uon, pá¡¡. ~t6.

ID Madfigales JOCOSOS yo seTio5, BAE, LXVIl, págs. 5:.&538.


ob. cit., págs. 226 ~' sig Sobre el desarrollo del madrigal a principios del
siglo XVI en Italia (con espedal consideradón de b m\J~;ell), véase G. Ce· Xl" BAE, LXVH, pág. 473.

san, Die l;ntstehung des Madriguls im /ó, Jahrhlmdal, Cremana, 1908


{tesis doctoral).
216 BA.E, XXXII, plÍgs. 42 y 49. El te.uo se recoge de ]a~ Obras de
Gutierre de Cetma, ed. de J. Hazañas citada, 1, pág. 3, que die<: que
esta pieza "es el verdaderD fundamento de l:t ¡(C>':"ia de Cctina wm<J
poeta•.
111 BAE, XLII, págs. 14 y 18.
m DAE, XXXII, pág. 412.
--,
, '.' J:
'~i
t~,:
.•

~,~:>
."''}-.

BIBLlOGRAFIA GENERAL

A) BIBUiXRAF'fA SOBRE lA VERSIFlCI.ClÓIi llSPAfrou

D. C. Clarke, Una bibliografía de ver-siticaci6rr española, University 01


California Publications In Modero Philology, XX. núm. 2, Berkeley,
California. University of California Press, 1937. Primera bibliogrll.fla
fundamental sobre la métrica española. Un suplemento de esta biblio.­
grafía, para ponerla al corriente, en Clarte, Sketch.
1:1. Serís, Manual de bil'lUogra/ía de la literatura española, 5yraeuse,
194~!. Corresponden a las cuestiones de métrica las referencias biblio.­
gráficas núms. 2049-2155 a Y 7662·nI6, además de las espareidas en
otr~ epígrafes, que tratan de aspectos parciales.
J. Simón Díaz, Bibliografía de la lireralura hispdl1ica, 1, 2.· ed., Madrid,
1960; idem, nnID!>. 3164-3304.
E. Díe1 Echarri. Teorfas.
P. Le Gentil, Le vírelai et le villancico. Le proMi!~ des oflgtnes arabes,
París. 19S4 Contiene ~J final varios apéndices con rica bibliografia:
1) sobre la tesis árabe y las formas de la muguasaja; Ir) sobre tra­
bajos relativos a las fonnas romi1nkas, aparte de las árabes; III)
Y sobre la música y la danza (págs. 251-265). Como complemento de
la 1, véase Klaus Heger, Die bisher veri5flenllichten Hargas und ihre
Deuturzgen. Anejo CI de la ZRPh. Tübingen, 1960, págs. XI·XVIII; y
de la n. Burger. R~herches, págs. lllG-l84.
A. CarbaJlo Picazo, Los estudios de preceptiva)" de métrica espaiío/1l5
en los siglos XIX)" XX, «R",vista de Literatura~, 1955, ph;s 13-56,
_ Situación actual de los estudios de métrica espafiola, «Clavilefi.o n , VII,
1956, págs, 8-12, m'lm. 40, págs. 54-60.
---...

·····;"'1·:;
..:,~:
' 41l
tt:
~~~i~af¡a general
410 Manual de ver sijicación es _
panola
¡teper Sjn'~
de estrf}fas d'pal101a.5. New York. l%B. como ampEa"
al
torio
- Mbrica. bibliográfi~as, V-VI, InsÜtulo de­

.l\lomJ irralias
npa.ii()/r;¡, ¡;;ión de la parte referente 3 las estrofas del libro Ilener de Metrica
tudios Madrileños, Madril1, 1956. Con 1203 lítu10s, es la bihlio¡¡:raria ~
~5pafioJa
antes citado, Y trae ejemplos de 548 varieaades.
,,'\h~lI~d :>obre el a>unto, con indicación de resei'ias sobre los rn~

. Dlas
}~:
....de Balbln, sisteTl'lll de R¡tmica CasteUmw. Madrid, 1962. Nuevo enfoque
Importantes Y resumen d e cooteOldo. , " desde el punto de ..ista de la Acústica, relativo en parú;u,lar a la
G. Rohlfs, Mamll1/ de Bibliografía Hispánica, Publicaciones del Instituto ¡;anudad e inteTlsíd¡¡.d y calidad SODora de las rimas. Si\úa en primer
Caro y Cuervo, XII, Bogotá, 1957, n¡i¡>:~. 117-2n. Indic~cjón bibliográf,ca, téJIXlino la consideración de la estrofa.
y crí:lc<l. de algunas cuestiones furdam~ntales.

El TRABIlIOS DE ("ONJUNTO SOBRE MérRlCA ESPAfioU


,..•
R. Jaimes Freyre, Leyes de versificación caslellanJl, Buenos Aires, 1912.

El alitúr es un poeta modernista, que gusta ensayar nnev~ formas.

La ohra es importante p<lra el conodmienlo de la historia ne lalO

teOllaS méllicas, de las cuales el autor expone algunas.

P. Lemus y Rubio, Manual de Preceptiva literaria, con notas hi"tóricas


sobre las cómbinaciones métricas, Murcia, ln!. Trata sobre lodu de
¡as e~tr~)fas, co~ rico. pero irr.preciso material.
J. Vicuña c;fuenles, Epítome de versificación castellana, Sa:ltiago de
Chile: 1929, Breve rcsum~n con obsen':<ciones sobre Id 11istona del
verso y de la estrofa.
H. Ureila, Versificación. Clási.<:". exposición sobre la métrica ilTeF;Ular
española. C011 algunos cambios y adicioneS en H. Dreña, Estudios,
paginas 19-250.
M. de Riquer, Rt>sumen de yersilicación espaijola, Barcelona, 1950, E>:po_
,icIó" rt:sumida y esencial.
Cla,ke, Sket":l. De manera cronoió¡¡:ica se eX¡'lnne .. 1 desarrollo del art",
de la versÓcación. Contiene una minuciosa lista de términos métricos,
T. NavarrO, Métrica, La mejor y más complela obra <1", COlljUIltU, expone
funcl_amentalmente sus pr.)pias teoría:> ~obre el asunto, sin referirse
a opi:liones div~r"ent..s en cuestiones problcm<i.Li<.-as. Rt:s<óñaS: Ll C.
Clarkc. HR, XXV, 1957, pa¡;¡s. 126-119; D, W. McPheeters, .S}'mpOsiunh
X. 1956, pá¡¡:s_ 1<;¡'·\SIi; P. Le Gentil, "Rolllanct: Pllilo\()gy», .\ll, 1'J5E,
págilJ<ls 19-32, E. Lorenz, RoJb, IX, 1958, p':gs. 3ó'J--362; R. Brumm:r.
ZRPh. LXXVI. 191í0, pags. 567570; r. Garcia torca, «Revista Hisp<í:.Iica
Moderna», XXVII, 1961, págs. 31-33 .
.1"-'" ,le! .'er...:>, M<':ji~u, 1'.159. Es UIl
res:lmen del anterior, é1cstin,do
a la divulgación de la ensen<lllla dr- la ;nélri;a
-.'
"",

INDlCE DE NOMBRES

Amador de los Ríos, José, 191, 341.

Abén Guzmán, 130.


Amarante de Azevedo Filho, L., 135.

A,euña. Remando de, 151, 349, 373.

Ambrosio de Milán, San, 97.

MUsti, Ignacio, 371.

Amor, Guadalupe, 231.

MUstln, Antonio, 365.

Agustín, San. 107,


Anacreonte, 10i.

.,.- Alamanni, Luigi, 79, 377.


Anglade, J .. 357.

1 Marcos García, Emilio, 124.

Anunciación, Fray Juan de la, 125,

126, 155.

':). Alba, Duque de, 235.

Aranda, L de, 330.

t
AIberti, Leon Battista, 364.

Alberti, Rafael, lZ7, 156,218,237,256.

Arcipreste de Hita (véase Ruiz,

Juan).
216, 325.

Art"ensola, Lupercio Leonardo de,


Alcázar. Baltasar del, 244, 365, 396.

403, 406.
373.

Argote de Molina, Gonzalo, 55, 118,

Alemán, Mate-o, 252.

Alfonso el Sabio, 143, i46. 147, 148,


240

Ariosto, Ludovico, 234, 288.

241,251. 317, 320, 328.

Arjona, J. R, 40, 70, n. 76.

Alfonso Xl, 113, 246, 328.

Arjona. Juan de, 79.

AlonsO, Amado. 68,

A¡-jona, M. M. de, 92. 101. 293, 294,

Alonso, Dámaso. 60, 152, 157, 173,

235,262, 276, 287, 2'90, 320, 372, 373,


325, 367, 368.

Amáiz Sordo, U., 402,

374, 379, 386, 3118.

Amold, Harrison Heikes, 25, 58, 112,

Alonso Cortés, Narciso, 365, 401.

Altamira, Pedro. 280.


175. 182

Molas, Padre Juan, 116, 228, 244, ·271,

Alvar, Manuel, 69, 1&4.

Alvaret Cienfuegos, Nicasio, 134, 216,


305, 31 t. 398.

Amala, Juan Bautista 96, t01, 160,

223, 29J.

221!. 263. 267, Z74, 276, 293,.305, 32't,

Alva-rez GalO, Juan. 95. 123, 251, 310.

Alvarez Quintero, Joaquín Y Serafín,


397.

Ascasubi. HUano. 305.

247.

Alvarez de Villas:tl\dino, Alfonso. 65,


Asenjo Barbieri. Francisco, 13.

Asensio, Eugenio, 341. 342, 343.

94. :wJ, 286, 328.

414 MCa~"~U:::a~i~d~e=- :'~'e~'.:'.'~if~i~ca~ 'Ó'c:. ~, :,


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'_'."P-
.;~
de tlorTl b res
Ca'lt(J.f de los Nibe/W1g0S, 180, 4181.
\5
ALkinson, W. G" 212.
Bem,t, E., Ti, - ~';tanlct-Boi<;, Julio, 2F.L 2!H. Cantar '!le Rodrigo, 93, ni.
Aubmll, Charles v., 13, 119,
lOO, ItI, Berceo, Gonzalo de 55 5 ;;:Ó.. irasCO
de FigUeroa, Bartoiomé, 65, C¡¡ramue'. Juan, lB, 353, 358, 366,
59 98' "
197.
34; ,112, 166. 170, 17l, 6,183'
57 58
259' y; o¡-- ón
rf""lder de la Barca, Pedro. 39 , fJ,.- 382, 404.
AU5011il>, 247,

, . • '1:., 9'3, 122, }24, 125. 132, 244, 249, 25.1, CarbaHv Pkat.0, Alfredo. lO 60, 157,
Auto de la Assurnption de NueStfll Bennúde-z, Jer6nimo, 9[ 100 }{'_2S9, 304, 331, 338, )39, 397. 175, 176. 402. 409.410.
Setinra, 143. 289, ,358, 364, 365, 366, 373, U5, Jr1. :;:~pmpanc:\;l., To:nm;so. 368 Carducci. Giosué. 35i'., :>60, 365.
Bennude1. de Castro, Sah'ador
.'lUlo de 105 Reyes Magos (véase Mis­ ¡<carnpoamor, RamaU de, 269, 21:)),­ Carilla. Emilío, 65.

terio de [os Reyes Magos). 134. 160, 172,217,224,268 291' 2:' ,:::,,38
2. Caríteu (véase Garrel, BeneÓeltoj.

398. ' , , :t~;C3ncer. JefÚniJno de, 3t1. CHO. M~guel .\fllOnio, 125, 127, 187.

Bemi. Franc.. ~co, 234, Li Canóoncira da Aju.da, 194, r,9. Caro, RodrigO, 135.

Baena, Juan Alfonso de, J3, 94. BerLoni, GinJio, 117. :'Ó;nciolleiro ("olo..-:r:i·Braru:u:i, 278. Carnllo. 1I.'¡onso, rn

-Baist, G" 54, 55. Biadeu~, L., 391, 392. 'C"ncioruiro da Vali:aM, 194, 211, Canillo, Luis, 171.

Bul::lgucr, Joaqulll, 12, n, 42, 157, Biblia, 3306, 246, m. 219. C¡¡rtagena, 151.

lBB, 1&9, 193, 191. Bleeua, Jo~é Manuel, 261, 401, Cam:ionrril/o de, la Biblioteca Am­ (,,¡-vallo. L_ A, de, 171. 240,321.

B"lbín Lueas, Rafael de, n, 411. Bm;calXio, G" lU.


brOsiam¡, 220. Casal, Jlllián del, 245, 275. 31]9, 401·

Balbuena, Bernardo de, 289. Bohmer, Unula, 219,


C,melOnerO de BaenQ. 13, 65, 71. 94, Cascale~, Fr¡¡ncis~o óc, 156, 189. 265.

Barahona, Diego de, 33Q_ BoikllU, Nicolás, 2(6,


95. 99, 1!2, 114. 123. 131. 143, 197, Castellanos. Juan de, 289.

Barahona de Soto, Luis, 235, 34-9, Bolseyro, Juliao, 194, 195,279.


251, 2/10, 2'eo0, 2n, m, 284, 186,298. C~slil1a, Frilncisco de, 310.

406. Bor,illa y Sal) Martin, Ado1fo 2J6 301. 302, 303, 308, 309, 310, ~14, 315, Castillei o , Cristóbal de, 51, 11~, 12\,

Barojd, Pio, 21a. Borja y Arag6n, Francisco de, 'Prill~ In, 31:4, 328, 337, 342. 151, 243, 26f:, m, 185, ~()4, 329, :n8,
BaITera, Carlos, 175, eipe de E5quilache, 359, Canéiontro de Barbieri, 246, 251, C:,>stilia, H~m¡¡nÓu ód. U.
llarrio~. Miguel de, 407. Boscán, Juan, 57, 66, 71, 100. 115, 144, Carlciollero de f\,ora, 236, Castillo Elei¡¡beytia, Dictinio de\.
BaITos, Alonso de, 231. 145, 146, 151, 152, 153, 156, 211, 234, CancionUO G~tleral, 13. 213, 230, 184. 174,2&0.
Ba'5.sagoda, Roger D., 171. 175. 215,24J,262,2~,3~.J3a,~,~, 286,~,310,3n,314.319.337,35~. C:.lstro. Guilléfl de, 235, 244, 373.
EasteITa, Ramón de, m, 237, 290. 349,358,395, 3%, CanciOlJ~ro d~ Herbef(l;'I, 13, 94, .149, Castro, Inés de, 100.

EatailJen, Maree\' 102. Castrú, Ros¡¡li:.l ue, 1(13,·,166. 171, 175.

BOU50ño. Ca;\os, 111. lí\. 304.


Eaude1aire, Charles, 228, 266, 398. Braga, Theophilo, 154. Catlciorlero ~7w5jca¡, 13, 94, lB, ln, 1'19,247,363, 398.
B;uter, Arthur R, 364. Bretón de los Herreros, Manuel, 217. 1:.0,3\1,314,329. Catal;in MenéndE'7 Pidal. Die,-:o, 214_

Bccker, Philipp AUg\l"t, 22, 62. 244, 268. Catlcicmero de Pala.clO, 13, 51, 114, Cejador y Frauca, Julio, 210, ;!.12. Zl3~

Béequer, Gustavo Adolfo, 92, 96, 1I6, Brocense, el (véase Sánehel de las 131,;rIl, 2r, no, 131, 2S¡, 2B1i, 313, Cerc~mon, lQ9.

133, 134, 163, Z24, 244, 147. 2S4, lOS, Broza~, F-rilnci~o) 383. CervO-Cltes, Alonso ::k, 330.

363, m, 384, 398. BrocHaus, E" 402.


CatlclOl1erO de rorrumas . 114, 131. Cen'~ntes, Miguel :te, 71.', 81, 156, 216,

Bmmmer, R., 411.


Ca"cio"e.ro dd s[glo XV, 13, 114, 148. 130,131. 235. 150,251, 281, 284, 304,
Bellini Tommaseo, 404.
Bello, Andrés, 12, 24. 26, 28, 62, 76, 87, Bueela, Erasmo, 65, 387. 3B8.
227,232, 251, 271, 2B4, 2~6, 2<)5, 303, 325, 332, 350, 352, 358, 373, 316, 396.
125, 129, 133,139, 140, 141, 157, 167, Burchardt, U~nla, 402.
~\l), 3B, 324. Ct<s~li, Ga"tano, 4)6, 4117

169, la7, 188, W, 22-4-, 154, 2óJ, 369, Surger. Michel, (3,21, 145, 148. 16\1,
Cancionero de Stúihga, ]\4, 303, 32-3, Cetina, Gutierre de, 10), 235, 349,

m, 382. 185, 186, 1\11-, 192, 1\17, 409. 337. 3S9, 395. 3%, 41)3, 406.
Canc\lalla de 7.amo,,,, María Josefa, Cid (véase poema del Cid).
Bembo, Pietro, 238, )SS, 404, 405, .r,06.

Benavenle, Jacinto, 126_


Cabanyes, Manuel, 371.
27, 53, 105,
Cire se , Alberto M., 31~, 392
Benavides, Fr2.nclsco, 368.

C::I-nfidd, D. Linco1n. h8
nrot, Gcorges, 175, l18, l19, lB9.
Cadalso, José, 221, 228, 269, 290, J.:í7,
Benegasi, José, 254.
Cano, JuaD, 24, 53, 111, t89,

368, ID, 376, 3Tl, 397.


--,

417
416 Manual de versificación española tndiu de nombres
Cirre, José Frandsco, 218. Dante, 57, 145, 149,232, VA.!#, :M5,
-
f,che"eda, Eueban, 90, 92, 125, 133,

Fitz:"Gerald, Joh:J D., 58,

Fomer, Juan Pablo, 2n, 373. 397, 4fJ7.

Clarke, D. e., 13.36,47.59,60,65,66, J46, 347, 348, 354, 357, 3S'O. 112,228, Z68, Z71, 277, 305, 311, 367.

Foulché.Delbosc, Rayrnond, 13, 108,

69.87,89,108,135, 146, 153,154, 185, DanZa de la muerte, 2/6. 398. i1l6, 189, 197, 113, lIS
189,194,197,210. 211, ¡n. 219, 2-'7, Darlo, Rubén. 53, 80, 'n, 90, 96, 102 . Einstein, Alfred, 404, 407.
241, 242, 243, 244, 245, 246, 258, 266,
2M. 275, 277, 278, 279, 2110, 1ST, 282,
ll7, 122, 12f>, 133, 134, 142, 153,
156, 160, 161. 162, 163,16&, 172,
m:
m,
E/eria y María (véase Debate de Ele·
Frank, Is1wan, Z79.
Frattoni, Or(;stc, 402,
na " Maria). Fucitl~. Joseph C., 293, 294, :;48.
283,286,287,295. 306, 307, 311, 340, 174,217, 218; 221, 224, 228, 236, m, Encina. Juan del. 52. 60, 95, 115, 213,
376, 385, 402. 409, 410, 411. 245, 254, 264, 268, 275. 277, 305. 329, 230. 2M, 280, 264-, 185, 298, 310, 322,
Coda:l:, Mutim, 251.
360, 382, 384, 399. 400, 401, 4ü2. 323, 325, 338. Callardo, Bartolomé José, 395,

Coester, Alfred, 44. 69, 264, 293, 294.


D'Aronco, Cianfranco, 392. EnriqUel, AlfonsO, 230.
Gane~o, Juan Nicasio, 368, 382, Yfl,

Corneille, Pierre, 228, 292.


Da Tempo. Antonio, 239. 39l, 393. f,ntwistle, v;rillja,-n James, 66. 214,

403.

Corominas, loan, 35, 36, 148, liD,


404, 405. 218. Garda Aráe"l, Josefina, i94.

314. Dati, Leonardo, 365. Epf!/ol/l moral a Fabla. 235.


Carda BlanCO, Manuel, i24, t54.

Correas. Gonzalo, 13. 124, 2-40, ~. Davidson, F. J. A., 357, 359. Epístola salifica .Y censorirI, 235.

Garda Calvo, Agustín, 3~6.

251. 252, 253. Debate de Elma y Maria, 98, 183, Ercilla, Alonso d~, 39. 288.
García Góm"z, Emilio, 73, 21l. 319,

Co~~ío. Jos~ Mari.. de, zqS. J(I4, 306. 184. 226. Espinel. Vicente, 295, 304, 33~.

Espinosa, AureJio Macedonio, 53, 5B,


320, 339.
Cotarelo y Mori, Emilio, 124, 131. Delano, Lucile K., 397, 402. Garda Gutiérrez:, ,~ntonio, 125, 161,
280. Delim. N., 181. 59, 60. 244. 267.
Cre~ri de Valldaura, Mos~n, 358. DenueslOs dd aRua )' del vino, '23. E~pino!a, Pedro, 171, 401. 407 Garda de la Huerta, ,·jeen!.e, 216,
Cmz, Ramón de la, 132. DevolO, Daniel, 208, 219, 326. Espronceda, José de, 75, 87, 90, 104,
223,228.339,354,376,397,407.
Cm"., San Juan de la, 213, 251, 262, D(az:. Hemando. 395. 116, 125, B4. ¡58, 161. m, 244, 247. Garda LarCa, Federico, 35, !!{l, n,
274. 329, 373. Diaz: Miróu, Salvador. 134, 163, 137, 254, 263, 268, 290, 294, 305, 311, 32':, 102,117, 127,135,.161, [62, 218. 222,
CnJ". Sor Juana Inés de la, 132, 133, 245. 264, 2n, 399, 402. 354. 382, 383, 3~8. 224,254,256,257,325,343.
134, ló3, 171, 224. 244. 245, 325. Dla:r.·Plaja, Guillenno, 81. 135, 164, Esquilache, Prineipe de (véase Bar­
G¡¡rda Larca, Francisco, 411.
Cuervo, Rufino José, 45. 175. ia y Aragón, FranciSCO de). Car cÍ1 MMamoro~, Alfo;lso, 151.
Cue~a. Juan de la, 214, 244, 289. 350, D1aZ: Rem!:ifo. Juan (vé~'''.· Ren¡¡:i{o, E~tadu, ~u. Carcia Tassara, Gabriel, 172.
37]. Juan Dfaz). Garcilaso de la Vega, 25, 39, 57, 66,
Cueva y Silva, Francisco de la, 214. Di Costanz:o, Angelo. 360, 365, 368. 68,70,71,75.79,1;\4.145, ISO, 151,
Diego, Cerardo, TT6. 306, Faria y Sousa, Manuel. TT6,
152, 156, 234, 243, 262. 274, 288, 329,
DIez:, Federico, 33, 3!i. Fernandt'Z:, Lucas, 95, 243.
348. 349, 3~0, 351, 352, ~53, 359, 360,
Chasca, Edmund de, 74, n, 205.

D(ez: Canedo, Enrio\-le. 135. 175, .01 Femllndez Almuzara, Eugenio, 385.
C)rusco del perra, El, lf>2.
362, 372. 3i3, 385, 395. 396.
Chatelain, R, 232, 272.
Díez: Echarri. Erniliano, 13, 62, 67, 402. Gamelo, -p 'Benito, Rl.

189. 223. 2J1, 240. 253. 311, 353. 3'i7, fernál'u"z do;< Andrada, Andrés, 235
Chianrera, CabrieIlo, 10\, 292, 377.
G~rret, Benedctlo (Canteo). 300,

358.359, 3M, 367, 368, 371, 373, 374, fern:l.ndez: de Castro, 367.
Chiarin:, 148,
GauthieL Marce!, 73, 389.

382, 397, 404, 409. Femández: de Heredia, Juan, 243.


Chrétien de Troyes, 208.

Di~puta del alma y el CioItrpo, 98, 1fl8, Fem!lTldez: de Moratíu, Le:~ndro, W, Gavel, R, 182­
Gavidia, Franci~co, 172, 173,
225, 226. 92, 101, lI6, 125, 13:>:. 155, 158, 160,
Geels. G. J, :89. 210, 218,
Da Barberlno, Francesco, 391, 405.
Distic'ui Cat,,"is, 55. 161. 171, 28!, 193, 30, 371, 373,
Femá:ldez: de Moratln, Nicol:is. 92, Geiger, A, 325.
DaU'Osso, V., 365.
Dreps. Joseph ,\ntone, 86. Cennrich, Friedrich, 25, 36, 5J, 202,
Daniel, Arnaut, 355, 357.
Du t1ellay, Joaehirn. 100. 116. 216, 267, 276, ?'lO, 293, 305, 357.
l()1.
Dauielson, J. David, 327.
Durán, Agustin. m. Figueroa, 'Francisco de, 52.

VERsmCAClóN ESP. - 14
'i
fIi,.f'~,

4_18
_ C M-:"_n_"_a_'_de---e versificación
~
Gil Polo, GllSpar. 601. (70, 171, 325, Hilrt-..enbusch, JUan Eugenio 161
329, 349, 350, 358. 137, 244, 281.
eSnn~

"
t
--------
:,Jn4ice de nombres
'ilbn saaa al-Mulk, 318.
;:,.]slesia de la Casa, José, 91, 221
,,; 208. S
:' Im¡K:ri , Francisco, 14J, ¡44, 14<)
L:1ver de , GUJl'\ersinda, 120. 125.
Le,.oy. Felu, 148, 189, 196.
l...cde5W3, Alonso de, 95, 329.
L<: GeotiJ, P:erre. 11, 14. 11, ]6,
4j9

69,
Gili Gaya, 51lmuel, 28, HazaJ1as y la Rúa, Joaquín, 4ll1. 406.
aJ 195, 232.

ISO, 192, 70,71, 73, {7, 114, 127, 148, 186, 191,
Gómez de Avellaneda Gertl"udis, 86, JIcgt:r, Klaus. 110, 122, Ba, 2j1, 318 o

87. 89, 9lJ, 96, 125, m, 134, 135, IOC; 320, 409. ' /rrf.¡rlU:s de Lora. Los, 98, 1l1, 182 195,197, 211, 117, 232, 2Ji, 241. 242,

J63, 172, 2~7, m, 224, 244" 247, 2';4, -Hélie, Pierre, 25. -lriute, Tomás de, 64. 87.89,92,116, 245, 25ü, 255, 258, zit6, 268. 272, 277,

267, 268, 275, 276. 2)\4. 105, m, 354, 1~.JD.]55.J58.161.1~.J71,m. ~.~1.2~,287,~,301.m,~.


367,371, J98.
BenriqueL Drena, Pedro, 11, 14, 36,
55, 56, 57, 58, 60, 8~, 94, JM, m, ~7.V6,281.~3.W5,333.339,~. 3~.3~.3re,300,3l1.312.314,319,
~20. ]2], ]24, ~2~. 1~9. 330. 337, 339.
Gómez HernlOsílla, José M., so, 216, 12l, 111, 123, 124, 127, 130, 131. 136,
398.
.141,343,400.411.
137,138,148,154,155,156,167,175,
Lem us y Rubio. Peoro, 410.
Góngora, Luis de, S2, 95, lOO, 105. m, 184, 189, 194, m, Z!O, 245, 251, Ja¡Opone da Todi 192. Lc~m, Luis de, 39, 71. 261, 262. ]51,
132,156,215, nI, 2J4, 271, 289, 325, 255,256,258,329,401,410 Jaimes ~re, Rícardo, 23, 24, 48, 352, 361. la, 372, 373, 374, 375, 316,
338, 353, 358, 379, 380, 382, ~83, 390, HCIT,di... JQS~ Maria de, 125, 134, 155,
133, 162, 163, 174, 260, 410.
396. 268,293, 382, 397. 380.
Janner, Hans, 335, 336, 337, 33(1, 339. Lconur d , W. E , 181,

González, Diego, 354. Hemández, Jo.<;~. m, JOS. Jbrell: u1 , Juan de, 79, 289, 3SO, 381,
LeonharJ. Irving A., 388,
González Climenr. A., 258. Hcmández, Miguel, 156, 136, 290.
<r/. Le\'i, Ezin, 2\2.
González Martinez, Enrique, 80, 117, Herrera, Fernaudo de, 66, 135, 344, lcanro~', A" 14, 109, 232, 271, 277, 300. ¡,,"re dd< Ir<'< R"~, de Orient, 'JS,
126, 134,229,236,237, 245, 2~O, 264, 351,352, 353,358, 373, 380, 3%,
j19, 357, 359. 123, 183. 1M, 216.
269, 343. Hidalgo, José Luis, 127,224.
Jenni, A., 359, Libro de A:exarrdn' 54. 55, 57, ¡70,
GonzáJez Prada, Manuel, 126, 127, Hierro, José, In Jilllénez, l11an Ram<m, 117, 126, 153,
135. 155, 164,217, J29, Hilbom, H. Warren, f>S, 268. 2M, 259.
:74,218,224,227,245,325 ]98. Libro de APolorrio, 55. 258, 259,
Grammont, Maurice. 24. Hisfodtl froyar!4 polirflt!rrica, ss, 99,
Gr,U1a Etcneverry, Manuel, 29. 112, 113, 113,217, 141, 259, 269,270.
Jórder, Qtto, 7.'14,64,65,66,385,387, Libro de ra Infancia y Muerte de
388,389,394, 396, 397, 402, I~s"s, 184
Graz'zini, A. Francesco, 11 Lasca, 380, Hoieda, Diego de, 289. Jovellanos, G3~par Mclchor de, 47, Libro de miseria de. omn<', 56, 170
3B/. Honsa, VI"dimir, 44. 132, m, 134, 213,367,368,391,
Green, Otís H., 287.
Horacio, 115, J9l, J62, J70, 372, J75, 2\9
Jud<Í Levi, 122. 130, J]I, 241. Lid~, Maria Ro<;~, 79, ]63,
Grimm, Jakob. 206.

Guamerio, P. E., 365.

376, 381.
Horozco, Juan dc. 251, JQ4, 311.
List~. Alberto, 126,134, 153,160, 172,
216, 223. :~7, 2~, 263, 267,290, 2'J3,
Guevara, Antonio de, 310.
Horrent, lules, 57, In, 182,205.
K~stner, L., 72, 30$, 371. l76, 397.

Guillén, Jorge, 87, %, 102, 116, 156,


Hu'!o, Victor, 86, 87, 125, 126. 168,
Keni~lOn, II., 150,288. Lobo, EUól'enio Gerardo, 89,216, 2'J2,

218.227,245,257,306.385, 400. 174, 2M.


Krauss , Wemer, 2ü/l.
305, 339, 397,
Gu;Ucn Peraza, 91­ Huidohro, Vicente, 80.
Lobo Las,(J de la VeO!a, Gabriel, 1[5,
Glli1lenno IX, 108. Burtado de Mendoza, DiejZo, 95, 151,
Guti~rrez, Juan Maria, 236, 237. 135, 244, 2M, 270, 288, 329, 349. 394.
Gutiérrez Nájera. Manuel. 133, lbC, Burtado de Mendoza, Diego (Almic
rante), 131. 230, 342.
LJmartin e , Al)Jhonse de, 125, 266.
l:Jng, Henl'Y R" !4, "'1'4, 77. 154 210, '"
Loma< Canlor"i, Icr(\r¡im,' de, 351
L6?cz d,. Avala. Pero, 47, 56, 112, 113,
172, 174 245,254,271,382,383.
~41, 251, 260, 279, 31}1, 314, 315, 340. 170, 195, 1%, 24:, 259, 260, 279, 2~j,
GuzllJán, Francísco de, 330.
Burtado de 1:1 Vera, Pedro (Pedro úpes a Melgar, Rafael, 63, lOO, ]49,
Faria), 171, 401. 328.
Hall, R. A., 181. 288, 393. L6pl"z F~!r1\d~L Franchco, 7, 81.
u:,,¿Jó, Cáldi, 7. Lópel Guda, Ben;~rdo, 305,
Hanssl."n. Federico, 57, 58, 60, 148, lhn Ba~sam dI" S:ll']tarem, 318.

lJusbcrg, Heinrich, 61, 1\0.


154, 194, 196, 197, 25{, 258. lbn QUlman, 319,

';ERSlflCACl(1N E5P.··- 14"


-..,:
':';

422

Núñez de me, Gaspar, DS, W, 275,


276,290, 305,398.
Núnez de Quiros, DieIlO, 230.

-
Manual de versificaciót;t. española.
Pbnlll, Lullv.'ig, 208, 216, 219.
Pícara ]ustiM, J.n, 281, 400.
Pierce, Frank, 289, 290.

-­ lndict::- de nombres

Raban"-\cs, A"
:Ra"i",:, han,
n

ne.

J:.!.onjard, Pierre de, lOO, 101, 377.


Rosario. Rubén de-l, lS6.
"3

NÚñe;t de Rcinoso, Alon $1:l, 230.


Piferrer, Pablo, 343.
~aina. PiJ, 136, :10, 218.
ROS5, W., 110.
Nykl, A. R., 3l&.
P:indar-o, 360, 3n,
.Ra¿ó~l de o.m'JJ", 98, 112, 123, 183. 22li,
Hota, 8ernardinü, 377.
342. ROLlanet, Uo, 243.
Piñero Ramirez, Pel1To Manuel. 7.
Reed, Fr~n"l< 0, l(11í Rueda, Lope de, 115, 266, 3Q4,
Pisador, 13\..

Obre!iÓn, Antrml() de, 115.


Reid, J ohn T .• 65 Rueda, Salv¡l.1or, 80, 97, t26, 133, \34,
Pl"ce, Edwln E., 150.

Olesa, hume de, 2l2.


Reinosu, Fé\iJ> Jesé, 29(l. 155. 16l, 163, ]]4, 217, Ul, z,24, 247,
Pléyade, 100, 101, m.

Olivares, Conde Duque de, 2.35.


Reug:¡o, Ju.m DúlZ, 53, 103, 124, 153, 254, n~, 30S, 398, X~9, 1,l)1.
Oliver Bclmás. A., 402.
Poema de Aljo!tSo XI, 112, 113, 241.
)&9,139, 14Q. 255, 261. 265, 297, 324, Ruiz, JLlan, Arcipreste de Hita, 35,
Oña, Pedro de, Z8S, 289.
Poema de! Cid, 67, 74, %, 109, 111, 337, 35~,:m m, 338 . .:1)3, ~G4. 30, 52, 56, 58, 59, 94, 99, 112, ID,
Owen, Juan, 247. 131, 146, 1611, 169, 178, 179, 18~, lSi, Kestori, AntOnio. 54, 25,~.
181., lO, lB, 105. 123, 143, 144, 147, 166, 196,242,246,
.Rf"~;{lciétl d~, tul ef1rdtaño. 280. 259, no, 271, 272, 21tl, 309, 1n, 1Z0.
Poema de fem~n Gon:~lez, 55, 259. Rey le Artieda, i\n¿r¿s, 304, 373.
Ruiz AglCllera. Ventura, 1li2, 172, 247.
Padilla, JUan de, 19S.
Poema de Roncesvalles, 98, 111, 146, Reyes, AlfonsQ, 126. 155,161,163,217,
118, 182, 205. Ruiz de Alarcón, Juan, U8, 253, 3D4,
Padilla, Pedro de, 329.
25-4 2&G, 339, 3,,8. 398, 399, 353.
Paiva Boleo, M. de, 7.
Poema de YÚ~, 55. Rheinfelder, Hans, 7. Rl1il- de Ca~lro, G., 330.
PMafox 'j Mendo1.a, Juan dt, 228.
Poess e, Walter, .w. Ribe~a, JulJá:1, 318, 324.
Panero, Leopoldo, 224.
l'olizi:mo, 2~3. Rioja, francis<.:<.! tk, 235, 35'J, 382,
Pe.$tor DIal:, :-l:kome:des. 294.
Polo de Medina, Salvador Ja"llIto, Riqut'r. Martín de, 15, 34, 149, 169,
Paz y Melia, 243.

Pedro de POrtugal, don. 251.

"'.
Pombo, Rafael, 305, 3li8.

205, 357, 410.


Riva;;, Dllque de Irea>e Saavedra
Sa de l'oünlllda, 151, 156, 244, 251, 39li.
Saa\edr3. Molina, l.llio, 53, 60, 103,
PelIlcer, Carlos, 257.
Pope, lsobd, 154. 193, 32ti,
R"mira de Baquedano, AnO!e1). 1l8, l2l. 117, 135, 156, 173, 174, 175,
Pemán Jo~é M3rla, 224, 368.
Porcel, Jos~ AntDnio. 353_
Rivers. Elías L" 81. 186, 197.
Penna. Mario, 27, ISO, 157.
Porter, M. E., lli!.
Robles Dégano, Felipe, 45, TI. 5aa,'<:ura R;:lIUlr,,;¡; de B"qLled¡l.llo,
Pern1ta Bamuevo, Pedro de, 155, 228,
Prauul), Emilio, inl.
Rod~lgu~~ La]_M, M., :\ti, 2M, 324, 32é. Ángd. DLlque de Rivas. 92. 217, 22:,
292. Prlntl. W. K., 404.
Rodrír;nel Marb, FranCÍsw, 66, 256, 247, 254, 268, 2li9, 27li. 29(l, 305, 1">4,
P~rez, L., 330.
Pulci, L., 288.
306, 4[\' 3lil, 371, 374, 376, 3t12, 3911.
P~TC"l de Ayala, RamÓn, 129, 260.
Rohlfs, Gerhard, 11, 23 69, ~, 407, Salnt A:nou., Mary Paulina, 323, 324,
Pérez Lie Guzmán, f~rná.', 52, 148,
410. 326.
m, 164, 195, 2U, 284 OUero!. Vicente, ~69. Roigo, Jaumc, 91. Salas, Ftar.cisco Gtegorio de, 247,
Perez de Herrera, Cristóbal, 231. Rojas, Diego de, 3b5. 4l'7.
Qnevedo y Villegas, Francisco d..,

Pérez de Monlalbán, Juan, 244, 376. Ruj¡¡~ Zon-ilJa, Francbw d.., 125. S"1a1_,,r, Ar:tbrosio dI!', 17t.
396 39, 52, m, 215, 221, 215, 288, 189,

Romin, CO'Tlend.ldélr, 337. Salinas Francisco, 124. 187, Z06, 207.


325, 353, 358, 369, 370, 3Tl, 382, 397,

Pénz de Oliva, Hemán, 228. "7. .Romatlcero Genf!To:, 2B, 221. Sarnas, Pedro, 96, 102, 218, 21~.
Peri, Hiram, 22, 25. R(Jffi:,\ni. E~l\as~r ¡\to, 34. H9, 164. Samanicgo. Félix M"ri" de, 375, 3,6.
Quilis, Antonio, 32, 45.
Pesado, Jusé Jvaquln, 176, 398. RODle-rc, y W11\nJhe. JO~QUi:Il, 257. Sánchez. L.1ls i\lberto, 292.
Petrarca, E. 115. 174, 344, _'4,'\, 147,
Qulntana, MaJ.Juel José, 21li, ro, 235,
2'13, 381. Romeu FígUl"ras, Jo~, 341 343. Sánchez, Miguel, 244.
348,349, 350, 351, 353, 354, 357, 359, Roncaglia, Aurelio, 62. Sánchv, 1um::'s Antunio, 171.
385, 393, 3~, 395, 405. Qujilones de BenaVI'l'llp, LUis, 253.
ROr¡CC5';afJc~ .(vé"se porma di' FDrl' SfmchE"l ArCe, NeUie, J3ú.
QU;r6s, Pedro de, 95, 417.
ce5\1ulles). Sánchet de Badajoz, Garó, 231, 1.66.
~

J',;
f:
424
--------.----~-- versificación espa- t
Manual de-~ Indice de nombres 415
Sánchez Barbero, FrancIsco, 87, 89, Stoudemire. Stcrling St., 2m.
Trillo y Figueroa, Francisco de, no, Vicente, José. l24.

92, 96, 116, 125, 221, 2%, 247, 2')1. 'subir¡Í, Jo.<é, B7, 162,
m, 311. Vicuña Cifuentes, Julio, 62, 164, 167,

293. Suchicr, Wallcr, 15, 23, 33 35 53 Trissino, G. G., 79. 354. 175, 410.
Sánchez de las Brozas. Francisco, 62, rn, 109, 121, 129, 136, '145 '149'
el Bro¡;ense, ~S. 168, 169, 195, '204, 259. '.
Trueba, AntOnio de, 247, Vida de Son l!defortSo, 55, 56, 259.
Sánchez y Escr.bano. F., 304, 306. Swedelius. B. F., 219. Vida de Santa Maria Egip.;:Ulro, 98,
Sán<.;hez ,le Urna, 233, 240, 358, oW4. 122, 123, 183, 226. 342.
Sánchez Romero, J., 157, 258,
Un¡lmutlQ, Miguel de, ro, 102. 117,­ Vien3, Ju¡ln d¡;, 302.
Sánchr:7. dI' Vf'f"("illl, Clemente, 227.
126, m, 134, lS3, 161. 162, 16), 174, Villaespe-P, Francisco, 96, 400.
Ta.fur, Pero, 209.

SandavaL Manuel de, 147, \48.


2\7, 2líl, 21-4, 2TI, 305, 306, 368, 371. Vmalón, femalldu, 218.

Tamayo, Juau Antonio, 163,


Sannazaro, lacopo. 75, 247, 358. Tapia, 310.
Víllalpando, Mosén Juan de, 395.

SantiHana. Marqués d!.' (véase L6pez


V;Uarnedi:ma, Cnnnp ele (véase Tas.

Tassis y PeralM, Juan de, Conde de Vaca de Guzmin, José Maria, 101,
de Mendoza, 1ñigo). sis y Peralta, JU3n de).
Villarnediana. 95, 397.
221, m, 290, 3!A, 367.
Santos Chocano, José, 126 133, 162,
Tasso, .Bernardo, 79, 288, 360, 372. Villasandino (véa.se Alvara dr Vi·
ValbUl:na Prat, Angel, ISO, 235.
m. 174, 222, 269, 30S. Tassoni, A.• ! 258.

Valdepeñas, R. de, 330.


UasaIldino, 4.lfonso),
Sannientú, P. Manín (Pedro José T:lvtlni, G., 154.
ViI1avidosa, José de, 1,89.

Valdé~, Ju"" oh:, 2011.


García Balboa), 189.
Téllez, Gabriel (Tirso de M01ina), Valdivielso. José de, 95, 132.250,253-. Villega>, Esl¡;ban Manuel de, 101.

Sarvíbandy, 1., 218. 124, 132, 154, 215, 244, 253, 301, 353, Valencia, Dif'po. 94. 140, 144, 3M, 365. 366. 367, 368.
Sbarbi, José Maria, 252, 258. m. Valenci.a, Guit\enno, t02, lt7. 126, Virués, Cristóbal de, 2B9, 350, 3/6.
Schevl1l. R., 2.16_ Terelia de lC5\is, Santa, 115,251,315 134,229,236,245,269,305, Voelker, P., 10B.
Schmitt, JOhl'l, W2, 193, 197.
335, 338. Yo\t3ire, 228.
Valenzuela, Fernando, 223.
Segura Covar5J, Enrique, 348. 349, Thcmas, W., 145.
Vollmer, Friedrkh, 381.
Valera, Cipriano de, 401.
35], 35Z, 353, 354, 3n. Timof1cda. luan de. 95, 115, 132, 213, Valle Ineláu, Ramón Maria del, 53, VoretTsch, K3rl. 169.
236, 251.
Sem Tob, 99, 23~, 239, 241. 96, 116, m. 161, 269, 400. Vossler, Karl, 210, 380, 381, 391, 406.
Sena. Jorge de, 359. Tirso de Molina (v~asp Téllez, Ga- Vallejn. Cp_~ar. 135. 0l7.
briel).
Ser1s, Homero, 4(Jl}.
Vázqua, Jua:J, 124.
Sarrani/1a da la Zarz:uda, 220. Tiscornia. E.leuterio ~., T13.
Vega, tope de, 64, 66, 71, 76, 91, 95,
Shakespeare. 385,
Tisseur, Clair, 194. 101. 122, 124, 131, 13Z. 151, \~. 2\5. Wagner, K13US. 7.

Silv3, José Asunción, 163, 254. 400


Tolomei, ClaUl;l:o, 360, 365,
216, m, m, 23L 23~, 236. 237, 239. Webb¡;r, Edwin J, 197, 31~.

Silvestre, Gregorio, 151. 330, 349.


TOTTC. Funo;:isco de h, 95, lOO, 247, 244,250, 253, 257, 262, 267, 281, 289, Wilkins, E. H, 1.'\4, 193

Simón DJ3:/;, Jost:, 114, 1.09.


362, 363, 368, 369, 370, 373.
299, 301, 304. 325, ~39, 352, m, 358, Wnliams, Ed",'in Bueher. 244.

Sobeajno, Gonzalo, 7, IV, ZZ4. Torno Fañán, Fern;mdo de J~, 247.


364.376. 3RO. 382. 385, 396, 397. Withe~, A. M., lOO.

Sófocles, 228.
Torres, JlIan, 230. Wolf, ferdinand, 16.

Vega, Ventura de la, 214, 244, 3M.


Soli", Dionisia, 101. 125. Torres Naharro, Banolomé, 115, 213,
Vegu~ Goldoni, ,(ngeL 232, 393.
214, 266.
Soma, Duquesa de, 151.
VendreU de Mitlás, Francisca, 13.
Solo de Rojas, Pedro, 407. TOrres Rioseco, Anuro, 400.
114. Ximénez de Urrea, Pedro Manuel,
Spanke, Hans, 15, ZOZ. 203. 204, Z72, Torres Vil1arrOt'I, Di"go de. 96, 155. Venegas <.le Saavedra, Pedro, 't/6,
no. 310,
253, 254, 267, 339, 376, 3n Veragü¡;, !'edro de, 52, TI2.

Spitzer, Leo, lOS, ZIZ, 335, 390, 404.


Tosehi, Po. 314. 392. Vedaine, P(llll, 225, 398.

Stenllel, Edmund, 15, 32. 57, 62, 108,


168. 194, Z71. Trigueros, Cándido María, 171. Viceute, Gí-I, 95, 1l5, 123, 213, Z3A,
Zamora Vicente, 4.lonso, 326.

Trillas. 355. lautler, A., 68.

242, 243, ¡f6, 2&0, 325, 343.


-,

426

Z~ql.leira. Mauud de, 371.


Zerolo, EJías, 65.
ZorrilIo, José, 86, 87, 90, 96, 102, 116,
Manual de versificación es­

---
pañoh;.
221, :222, 224. 244, m. 254. 267, 265.
269, 275,276, 277, 290, 294, 305. 311,
367, :m, 373, 383, 398.
125. l33. 134, lOO, 163, 166, li2, 217,
Zumthor. Paul. 30.

INDlCE DE MATERIAS

Acenlo, 23. Asdepi;tdeum tertium (Quartum),


- erim<ológico (véase acento de pa· 362, 370 Y n.
labra). Asonancia, 63.
- de palabra, 24.
- prosódico (véa~e aeento de pa­
labra). Ballala, 405.
- rítmico, 24, 26. BarQuina, 101, 221.
- de verso, 24. Rsíl:lbo, 85-&.
Adónico doblado, 189 n., 194.
Afén'~is. 44.
Alelirias, 254. Cabeza, 232, 320, 330, 343.
Alejandrino. 32, 98, 99, 102, 111, 117, - de cantar, 25l.
126, 164-175, 179.258, 259, 269, 401. Cadenas, D3.
Canción, l14, 293, 313, 314, 3U, 32.3,
- a la francesa, 34, 166-167, 171, 172,
324, m n., 393, 405.
174. - alirada, 261, 274. 352, 359-17~.
- español, 34.
- de amigo, 318, 34l.
_ lerIl3rio, 167-168, 174.
- clásica, 359.
- :z:orrillesco, 172.
- gI"aV<:, 344.
Aleundrin "remaire. 168, 174. - italiana, 343, 345.
Anacreóntica, 92. - laudatoria, 351.
Ana:msis, 26, 29, 30 Y n. - libre, 378 n.
Anapeslo español, 27, 28. - ligera, 344.
Anf¡'braco ~_~fJalÍoJ, 71, 28. - medieval, 94 n., 313, .n6-330.
Anisosilohismo, 37. In-I97, 21l. - panegirica, 353.
Antecompás, 26. - paraldística, 340, 34t n.
Anliestrofa,3n. - pelnlrquista 100, 228, 313, 143-354.
Apócope, #, 66, lOO. 359, 360, 372, 375, m. 379 n., 380.
AQueJindo. DO. - pindárica (oda ptndárica), 360,
Aria, 293. m-.flIJ.
,

428
Manual de l/ersificaciú'l española !ndice de materia,s 429
provenzal, 345.
- pro\'enzaJ anli\llla. 1';4, -de arte mayo~, 73, 260. m.2&1, Dccasílabo, 121, 123, 117-/35, 25S.
293, 3OS, 331, 344, 146, m, 359, 360,
- trovadore~". 265, 326. 282, 283, 284, 285, 288 n., 39-1. - 2.Ilapé~Ü"o, 128.
361,369, 312, 374. J77, 378, 380, 3M,
- de aTle menor, HO. 242, 243, 1 81, - bipartito, 121, 127-128, 130, m,
385, 403.
Cmlsó redonda encadeuada, 357.
Can tar, 245.

282-2R4. 2~~. 2&6, 295, 301. . m, IR - anapéstico, 136, 141.

Cantata, 87 y n., 92, 293,

- castellana, 242, 243, 281, 284-287, - catalán, 143.


- de arte mayor, 142, 149,

295 331. - compuesto, 127-128, 132, 133.


- comúll, 13S, 138.

Cántica, 3D.

- caudata, 88 y n" 308. - dactílico, 129.


_ dactllico, 141, 143.

C¡¡ntiga, 31), 3~,', ]28, 329.

~ de JUan de Mer.a, 277, 281. - esdníjulo, 129.


_ ellfático. ]35, \la, 143, 149,

- - de l"'fram, 324,

- mh!a. 242 y n. _ provem:al frances, 147, 14&, liU,


- hIedo, 262.

- de vi/hao, 312.

- de pje qt:ebrado, 52, 89, 249, 273, 186, 195 - Il. la francesa, 34, 140-J41, 153, 164.

C"lIllJena, 211, 293,


307, 31Q, 311. _ ürnplc, 127, 128-129, 132, 133, 135.
_. de g~ha gi)l1e¡a, 12\. HO. 142, 194.

Canto ép:co. 290.

- real, 240, 265, 2M, 296, 197·29'), 301, Decasyl'ia:>C césllre " <:inq, 194,
- gi)Uego ar.tiguo, 142.

- heroico, 2.90.
302. N3, m. B3
D&ima ailuda. 3OS.
_ gallego-portugUés, 141.J42, \45, 141,

Canzone a ~tanw. continua, 354. Corrida, 257.


- antigua, 296-297, 299, 301. 3Gl, 303.
\49,153-155, 187.
C"nzolle a stanze índivisib]i, 357.
COsan te, 340. 341 y n.
- espinela, 2fJ7. 29S, 296, 299-306, 331, - heroi<:o, m, 138, 142, 143, 2n.
Canzuna, 392.
Cosaute, 227. 3[3, 340-343.
- italiano, 13~, 141, j44., /5H3d, 366.
333,339
Capítulo.2J4 y n.
Coursault, 341.
- :alsa, 297. - melódico, 13S, 138, 143.
Capuchino, 124, 131.

CU3d~ma via, 55. 56, 72, 98. H2, 17Q,


- moderna, 296. - propio, 138.
Catllineta. (3I,
171. 174, 226, 258--260, - real, D8.
Decir, 114 y n., 111, 1&1, 1&4-.
C::.ud", 312.

Cuartel.., 206, 207, 214 Y :J., 215. 217, Dcsfcch¡¡, 210 y n., 211. 214. 25t, J14. - dfico. 120, 1J9-/40, 142, 143, 144,
('.e~·JT3, 32,36, 47, 136.,196.
219, 222, 238.
De.'l:aprende, 340 ll· 153. 364, ~. 369. 17l.
- común. 33, 166, 188, IRQ.
- ~sonantada. 206, 224, 245·2".,.
Dialefa (~éase hialo) - yárobico, 136, 139.
~ épica, 31-35, 141, 149, 153, 164.
Endeci)sillabo a maiorl (o múore),
Cuarteto, 233 140, 260-264, 163. 378, Diálogo, 92,
- intensa, 32-33, 34, 4/, 166,173, 187,
385.
DiáMole, 45, 65. 06.
m,189.
- a minon (o minore), 136.
- ¡HTOmanzajo, 263, 264.
Diéresis, ,4243.
- lírica, 35, 186.
Endecha, 95, 101, 206 1'1., :uo y n.,
- lira. 261, 361-371.
Diesis, 346 y ll,
Cláusula ritmica, 26. D11I1etro yámbico, '17, 221. 250.
Cuartilla, 240.

Cobla capcaudada, 355.


Diptongo, 40. - culta, 95.
-- capfinida, 340 n.
Discor,8!l y n., <)5. Eneasllabo, 98. 102, 110 117. 1/8-Il7,
- esparsa, 392, 393.
DiHico octúnario, 24t, 24Z. 130, 183, 2SQ, 30S.
Chacona, 124.

Coil<, 345. 347.


Chanso n de lIeste, lOS
Dode<:asilabo, ]34, /5;'-164, 119, \%%, - fnmcés, 129, 134.
Co:nmiato. 344, 347.
- de la mal mariée, 336.
255. _ de gaita i!al1eg~, 119-110, 121, 123.
Com;¡ensaci6n, 30, 32, 51.5.1, 89, 90,
- ~ toile, 2M.
- de seguidilla, 159, /62-163, 249. Enlremés. 125.
188, 189, 193. ~ temario, Jó2 Envfo, 344, }48, 31"il.
Chiave, 34S, 346, 347.

Com;llainte, 309, 310. Envoi, 354.


Con~onanda, ól. Epéntesis, 44.
Con taminalio, !60. Elegía, 360, 381.
Epigrama, 244, 40l
Dáctilo español, 27, 28.

Contern, 354. En"abalgamiento. JO, 3/-J2, 173.


Epodo, 377, 3Bl.
Dansa (provenzal), 328, 3~, 3~.

Contracci6n, 100. End~cas;\abo. 56, 9\, 100, 117, J2fJ,


Escala métrica, 86 n .. 92. 101,
Copla, 245. - am refranh 324.

135--157, 179, 21S. 212, 233, 255, 260, Eslabón, ]44, 345, 346, J~7.
Debate, 183.

261, 268, 270. 21). 215, 276, ro, 2111, Españoleta. 124. Ul, 132.
VUi.&IFlC!crÓN: ESP. -IS
432 Manual de versificación española lndice de nulterias 433
Pastorela, 336. Rima, 61-n. Romance. 57, 72. 78, 94 n., 101, 108, - flamenca, 256,
Pastaurelle, 322, 327 n.
- ahrazada o chiusa, 73.
115, 117, 205-219, 244, 245, 246, 247, - gitana, 255-256,
Pausa final del verso, 29.
- aguda. 63, 26J.
2J,7. 289, 3M, 328 n., 336. _ inversa, 164.

- métriea, 30-32.
- alterna (véase rima cruzada o al­ _ alejandrino, 222 n. - real, 255.

- métrica mayor, 30.


terna). _ amoroso, 216. - simple, 248,

- métrica media, 30-31.


- asonante, 63. 66fil, 70-71. 213 Y n. _ caballeresco, 2:6. _ simple anumanzada, 254.

- métrica menor, 3I.


- asonante diptongada o atenuada. _ con estribillo, 217. Se2Uiriya gitana, 256. 257.
Pentámetro, 171.
70. _ disposición en cuartetas, 215, 217, - de plañir, 256,
PentasOabo, 90-92, 133, 185, 248, 305.
- asonante esdnijula, 71. 219, 222. _ playera, 256.
363, 364. - asonante perfecta o corriente, 70. _ endecha (véase endecha). Semiconsonante, 4C.
P~IÍodo de enlace, 29-30. - asonante simulada o equivalente, _ épico, 216. Semivocal, 40.
- rítmico, 23, 26-28. 70. _ heroico, 206 n., 222-224.
Senario yámbico, 145.
Perqué, 229-231.
- capfinida, 283 n.
_ histórieo 216.
Serie, 204-205.
Pie de romallce, 102, 106.
- con1ionante aguda, 63. 64, 66.
_ menor, 221.
Serrana, 94 y n., 95, 254, 314 n., 327 n.
- de verso, 23, 26-28.
- consonante esdnijula, 64-65.
_ morisco, 216.
Serranilla, 95, 322, 327 ~' n.

Poliptoton, 76.
- consonante imperfecta, 69.
_ not-iciero (tradicional), 213.
Serventesio, 73, 238. 261.

Prótesis, 44.
- consonante llana o grave, 64, 65­ _ novelesco, 211, 220.
- provenzal, 262,

ó6. _ pareado, 219.


_ tetrástico, 262.

- consonante perfe.::ta, 63, 67.fJ9, 213 _ pastoril, 2'6.


Seseo, 68.

Qualrain, 399.
Y n. _ picaresco, 216.
Ses tina, 270, 354.

Quinteto, 268-269.
_ narrativa, 375.

- consonante simulada, 69.


- religioso, 216.

Quintil. 266.
- continua. 72.
_ rufianesco, 216.
Settenario. 101.

Quintilla, ZMUlJ, 269, 770, 298.


Sevillana, 254.

- cruzada o alterna, 73.


- satlrico. 216.

- doble, 2m. 298.


- en eco, 73.
Sexta. 270, 273.

- viejo. 67.

- de Fray Luh de León, 372.


_ villanesco 216.
_ rima, 268, 175-276.

- 6nal, 72-73.

- homónima, 67, 75, 76.


Romancillo. 92, 95, 100, 101, 206 n.,
Sexteto, 224, 270, 17~m .

• - idéntica, 76 y o.
219-22l, 249. - agudo, 176-2'n.

Redondilla, 72, 73, 214, 215, 229, m· - imperfecta, 63 y n.


RomanzenveTS, 106.
_ lira. 274, 374.

245, 265. 266. 267. 268, 270, 2M, 286, _ simétrico, 274. 275

- intensa, 69.
Rondeau, 239

2~7, 295, 296, 297, 299, 304, 319, 321, Se:l;til1a, 269·n3, 306, 309.

- interior, 1(14.
Rondeau-virelai, 314, 316.

327, JJJ. - alterna, 172.

- interna, 73-75.
•Ronde!, 239, 336.
- menor, 9S.
_ correlativa, n2-n3.

- de rimas abrazadas, 238.


- leonina, 72 y n.

_ de Martín Fierro. 173.

- de rimas cruzadas, 238. - pareada, 72.


_ paralela, 270-n2. 274­

Sáfico clásico, 145.

Refrán, 225. - parÓnima, 68, 75, 76.


Se:l;tina, 270, 273, 354...]59.

_ de la Torre, 370.

Reihenschlws, 32. - perfecta, 63 y n.


- real. 275.

Sainete. 125.

Remate, 344. - rareza de la rima, 75-76.


_ romántica, Tlf.-175.

Sarabanda (véase zarabanda).

Represa, 312, 321, 324. Rimes plates, 228.


Seguidilla, 36, 91, 162, 163, 220, 2.41'
Sílaba. historia dc la mediciÓn, 54­
Retruécano, 330, 333. Rims empeulatz, 74.
57.
258, 319.

Rh:vthmus tripertitus caudatus, 271, Rims multiplicatius, 74.


_ medición dentro de la palahra.
_ compuesta, 248-249.

308. Ritondetlo, 239.


40-45.
_ chamberga, 254-255.

434 Manual de ,'ersificaci6n española lndice de materias 435


_ medición en grupos de palabras, ...... a la francesa, 401, 402. Trisílabo, 86-87, 1I1.
...... isosilábiros, 31, 85-116.

46-51. - de inaenio. 388 y D.


Trochaen: spanische -, 106.
- laverdaico, 120, llS.

_ medición en versos seguidos, 51­ - paral~lJstko, 386 n.


Troqueo español, n,28.
- libres, 18, 80-81, 1T1 D.

53. - pentasílabo, 401.


...... lírico juglaresco, 118, 181-184.

- métrica, J8..4Q. ...... ramillete, 386 n.


- de mis de catorce sílabas. n5-116.

Silva, 228, 318-385. 403. ...... retrógrado, 388 n.


Unissonan!.. 351. - métricos, 37.

_ arromanzada, 383, 384. - terciado, 381.


- mixto, 28.

_ asonantada, 383, 384. - de trece versos, 400.


_ modos de contar los versos. 21.

_ de consonantes (silva aconsonan­ ...... trisílabo, 401.


Vers cO'Uronn~, 389.
23.
tada), 228, 380, 383. Sonetlo, 391.
- impair, 134.
_ de pie quebrado. 91, 238, 170, ni,
_ densa, 379 n. - caudato. 387.
Versi scioHi, 18.
ro, 284, 285, 322.
_ modernista, 383-385. Stanza, 268.
- Verslibri.o¡me, 80. _ de redondilla mayor, 102. 103, 240.

_ octosilaba, 378, 380. 383. Strabufo, 314 n.


Verso(s): sus dases (ver las medi­ _ de redondilla menor, 93.

Simililer cadens, 61 n. Strambotlo. 314 n., 391, 392 y D.


das correspon~tes).
_ regulares, 31.

Simt. 315. ...... acentuales, 31.


_ del Romancero. t<la, 109, 183.

Sinafia, JO, 32. 51...sJ, 87, 89, 90, 188, - adónico. 90.
...... sálico, 139, 140.

193. Tárraga, m, 132.


- améfricOll, TI.
...... de seguidilla, t¡7 n., 184, 249.

Sinalefa, 46 Y n., 4149, SO, 51, 57.(1), Tema, 265, 320.


_ anfíbraco dodecasnabo, J88.
_ sistema de notación de los ~T·

1lI. Terceto, 224, 231-217, 306, 318, 385_


_ anisosilibicos, 31.
sos, n-lS.

Sincopa, 44.
- dantesco, 231, 21J.-2J6, 262.
- antiguos, 160. - S\Ielto.~, 64, 78-8D, 260.

Sinén::sb, 4J42, 65.


- encadenado, 233.
_ de arte mayor. 56, 64. !H. 112, 121, - Lrorako, 28.

Sirim\J. 312, ]16, 345, 346, 347, 150 n.,·


- independiente, 2J6, '131.
130, 145, 146, 149. 150, 151, ]54, Venus leoninus, 12 n.
3!'2, 360. - monorrimo. 236-237.
156, 151, 158, 160, 161. 162, 118, Villantico, 18, 94 n., 95, 214, m, 132,
Slstole, 45. - octosílabo, 217.
184-197, 281, 358, 395. 246, 250, 2'i1, 313, 314, 316, 320-326,
Sonet, 391. Tercia rima, 233.
- de arte menor, 102.
321, 328 y n., 329, 336.
Sonetillo, 387, 399, 400401. Terza rima, 132, 233, 236.
- de arte real. 102.

Villanelle, 322.

_ con estrambote, 400. Tetradecasnabo (verso alejandrino),


- asilábitos, 31.

Virelai, 324 n., 325. 328. 329, 336.

Soneto, 73, 150 m, 174. 385-402. 164-115. - blancos, 18.

Vocales en la medida poética. 40­


- acróstico, 3S~389. Tetrimetro trocaico, 106, 101, lOS Y _ de cabo roto, 38& D.

41.

_ "Iejandrino, 387, 399, .fOJ-402. n., 109. - cantados, 25.

Volta, 346 y D.

_ bilingüe, 388 n. Tetrasílabo, gN}(J, 219. 220. 380. _ cuantitativos, lTl n.

Vuelta, 312. 313, 315, 316.

_ ton cola, 387. Tetrástrofo monorrimo, 12, 2'i8. ...... dactllico, 28.

_ continuo, 388 n. Texto. 330, 331·333. _ denominación de los versos, 22_


_ correl;¡tivo, 38B TI Tirad~, 204--5lJ5. 23.
- doblado. 387. Tmesis, 26 n., 32. 45.
_ de eje, 168, 179, 18.3. Yambo español, 1:7, 28.

- dodecasílabo, 399. Tonadilla polimétrica, 1!1 y n., 89,


_ de enlace, 344, 345, 341. Yelsmo, 69.

_ con eco, 389-390, 244, 241, 253. _ épico juglaresco. 178-183, 205.
_ encadenado, 388 n. Tornada. 354. _ fluctuantes, 31, 340.

- eneasllabo. 400. Tridecasllabo. 166 n. - franceses, 111.


Zarabanda, 124. 252.
_ enumerativo, 390. Tnmetro yimbico. 192. _ de gaita gallega, 132.
Zéjel, l30, 232 n., 314, 315, 316, 319,
_ con estrambote. 387, 388 y n. Triptongo, «J. _ irregulares, 31. 323, 325, 336.
lNDICE GENERAL

P4gs.

PRÓLOGO A LA VERSIÓN ESPAÑOLA 1·8

PRÓLOGO
9·11

lNDIeE DE ABREVIATURAS ., 12·18

A) Obras y revistas .. ' 12·16


B) Sistema de notación de versos y formas estr6­
ficas ..... ' 11·18

PRIMERA PARTE

FUNDAMENTOS DE LA M:HRICA ESPAFl'OLA

Capítulo T.-EL VERSO ESPAÑOL Y sus ELEMENTOS.. o.. 21-37

Notas preliminares ... ... 21-22


Modos de contar y denominación de los versos. . ... 22-23
Acentos, pies de verso, periodos rítmicos. 23-30
Las pausas métricas O'"." 30-32
Clases de cesura o •••• O" 32·36
El isosilabismo .' 37

Capítulo TI.-MEDICIÓN DE LAS SfLABAS 38-60


Notas preliminares .". 38-40
438 Manual de versificación española 1ndice general 439

Págs. Pdgs.

Medición de las silabas dentro de la palabra .. , 4<l-41 Capítnlo IV.-VERSOS SIN RIMA ' . 78-81

Las llamadas licencias métricas ... ... ... ... ... ... 4l-4S
78

Notas preliminares ' .


A) Sinéresis ".. o,, ." ",. o •• '" ••• ". 4142
Los versos sueltos ..' ...
78-80

H) Diéresis............................ ..
42-43
Los versos libres ." .. .. " .
80-81

e) Otras licencias ... ... ." ... ... ... .,. 4345
Bibliografía ... ... ." ... ... ..' ... 81

Medición de las sílabas en grupos de palabras ... 46-51

Notas preliminares.", " .". o ••••••• ,


4647

La sinalefa ... ..' ." . 4749


SEGUNDA PARTE
El hiato '" ." " ." . 49-51

CLASES DE VERSOS
Particularidades en la medida de las sílabas de ver­
sos seguidos ... ... ... ... ..' '" ... 51-53

Capítulo 1.-CLASES DE VERSOS ISOSIV{BICOS 85-176

Sinafia y compensación "O,


51-53

El bisnabo " .
85-86

Historia de la medición de sílabas . 54-57


El trisílabo , ' ' .
86-87

lsosilabismo en la Edad Media .


54-57
El tetrasílabo '" .. ' .
87-90

El pentasflabo ' ' .. '


90-92

Sobre la mutua relación entre sinalefa y hiato 57-60


El hexasnabo ' oO " '
93-96

Bibliografía .... " . ,.....o •••••• " ••••••••••••• " •••• " 60
El heptasnabo ' ." ' , '
96-102

Bibliograffa .oO ..' oO'


102

El octosf!abo ..'
102-118

Capítulo lll.-u RIMA ...••... , .. ' , . 61-77

El eneasílabo ' ..' ' .


118-127

Notas preliminares ' 61-63


127

Bibliografía ..

Clases de rima . " . 63-67


127-135

El decasílabo 'oO .. ' ..' ••• .

La calidad del sonido ... 67-71


Bibliografía ... ... 135

A) La CWlsonancia . 67-69
El endecasílabo " ..
135-156

B) La asonancia... .. .. ' 0 '


." ••• 70-71
Bibliografía . 156-157

El dodecasílabo ."
157-164

Tipos fundamentales en la disposición de la conso­


Bibliografía .
164

nancia y la asonancia .. , ... ... .., ." ... 72-75

El tetradecasílabo (verso alejandrino) 164-175

A) La rima final ... 72-73

Fonnas especiales del alejandrino 166-174

B) La rima interna ... ... ... ... ." ... 73-75

oO' .

El alejandrino a la francesa o" .. 166-167

La rareza de la rima .. 75-76


El alejandrino ternario . . 167-168

Bibliografía , . 77
Resumen " . 169-174

440 Manual de versificaci6n española lndice general 441

Págs. Pdgs.

Bibliografía ... ... ..' ... ... ... ... '" 175 Capítulo IL-U.s FORMAS DB ESTROFA ABIERTA .. ' ...... 225·311
Versos de más de catorce sllabas o o ••
175·176 La es trota de dos versos . . . . . . . . . . . . . oO . . ,
225·231
El pareado oO' oO '
225·229
Capítulo n.-LA POEsIA ANISOSIL,(BICA EN LA EDAD ME­ El perqué ' ." ' 229·231
DIA Y EN LA POEsIA TRADICIONAL o., ••• o., O" ." 177-197 Bibliografía " " oO' .oO
231
El verso épico o •• o,, ••• 178-182
Bibliografía '" o••• ,' ':' • '. o La estrofa de tres versos ' 231·237
o., •• , .... " 182-183 oO' .

El verso del romancero ... o" o •• o ••••• 183 El terceto en la Edad Media " . 231·233
El verso lírico amétrico del siglo XIIT, o ••••• 183-184 El terceto dantesco ..... ' .. ' ' '" . 233·236
Bibliografía ." ..... ' o o,. o •• o,. o,. o, • • • • 184 Otras formas del terceto italiano 236·237
El verso de seguidilla o •• o" o •• o,, ••• 184 Bibliografía . 237
El verso de arte mayor 184-197
Bibliografía o ....... ' o •• o ...... " ... o ••• " ......
197 La estrofa de cu:'\tro versos ' .oO "
237·264
La redondilla ' " 237·245
Biblíografía " . 245
La cuarteta asonantada '" . 245·247
TERCERA PARTB 247-258
La seguidilla y SllS formas .
Bibliografía ' oO '
258
LAS COMBINACIONES METRICAS 258-260
La cuaderna vía ' .
Bíbliogr8fía ' " 260
El cuarteto . 26().264
Capítulo l.-COMBINACIONEs DE SERIES NO ESTROFICAS ... 201-224
Notas preliminares '". o •• o - " o ••••• o •• ", 201-203
La estrofa de cinco versos 264-269
Lala¡~e . 204-205
Bibliografía " . 205 La quintilla 264-268
El romance 205-218 Bibliogr:'\fía 268
Bibliografía 218-219 El quinteto 268·269
Formas especiales del romance.. .. ....... 219·224 La lira garcilasiana 269
A) Romance pareado ...... oO. 219
B) Romancillo.... .. 219-222 La estrofa -de seis versos 269·277
C) Romance heroico ... oO' 222-22-1 L:'\ sextilla ... 269·273
El sexteto .. _ 273·277
Bibliografía 277
442 Manual de versificación española Indice general 443

Pdgs. Pdgs.

La estrofa de ocho versos o ..... o" 0_' ... o •• .,. o •••• ' 277-294 Fonnas y derivaciones de la canción petrarquista. 343-359
La copla de arte mayor 0'_ o •• o •• 277-281o •• o ••••••••••• l.a canción petrarquista . .. 343·354
Bibliografía .... ... ... ... o.. •.• 0'_ . , . ••• ••• O" ••• 281 Bibliografía .. ' ' . 354
La copla de arte menor y la copla castellana 281·287 o •• La sextina ." " 354-359
Bibliogr~fía ,., o • • • • ,­ o •• ,_, •••• " 287 Bibliografía ... ..' ... 359
La octava real ... ... ... ... ... ... ... ... 287·290
La canción alirada 359-378 o ••

Bibliografía o •• o" o •• 290


O" •.•• '" ••.•••••••

Notas preliminares " . 359-361


La octava y la octavilla agudas .. '_ ...­ "', ... ,'..... 290-294
Bibliograffa ... ." ... '" o.. ... o.. o.. o.. o.. o.. ... 294 A) El cuarteto-lira . 361·363
Formas especiales del cuarteto-Hra (estrofa sá­
La estrofa de diez versos o., 0'_ ••• o., , . 295-306 fica; estrofa de la Torre) .......•.... 361-371
~otas preliminares o •• o •• o., •••• o • • • ". o ••••• 295-296 Bibliografía ... ... ... ..' 369.371
La décima antígua ..' ... .. .... 'O" ••• • .•• 296-297 B) La lira garcilasiana . 372·374
La copla real." o., ••• o., o •• o •• o •• • . 297-299 Bibliogrnfía ... ... ... 374
La décima espinela o •• 0_' o.' o •• , ' " o ••••• 299-306 e) La lira-sestina ' . 374-376
Bibliografía " ." . 306 D) La canción pindárica . 377
Bibliografía ..' . .. 377·378
La estrofa de doce versos y la estrofa manriqueña. 306-311
Bibliografía ... ... ." ... ... ... ... ... ... ... ... 311 La silva o'· •••••••••• " ••••••••• , ••••• 378-385
El soneto " oO ••••••••••••••• 385-402
Bibliografía . . 402
Capítulo IIl.-FoRMAS DE COMPOSICIÓN P1J'A . 312-407 Et madrigal ..' ." 402-407
Notas preliminares . 312-313 Bibliograffa ..' ... ... . .. 407
FOITIlas medievales ... 313-343
Nota"l previas sobre terminología _ . 313-315 BIBLI-OGRAF1A GENERAL ." ... ..' ... •.• ... ... ... ... ... . .. 409-411
Forma de estribote ... _'" ... 315-3l0
A) Bibliografía sobre la versificación española ... 409-410
Bibliografía " . 320
El villancico '" , . 3l0-325 B) Trabajos de conjunto sobre métrica española. 410-411
Bibliografía '" . 325-326
La canción medieval ... 326-329 INDICE DE NOMBRES 413-4l6
Bibliografía " 'oO •••••• 330
La glosa oO • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • ' 330-339 INDIca DE MATERIAS . 427-435
Bibliografía " '" 'oO •••••• 339
Elcosaute . 340-343
Bibliografía ..' . .. 343

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