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Literatura Iberoamericana II
16 de febrero de 2022
Reflexión Unidad 1
opresiones en cualquier aspecto que volteemos a ver: raza, sexo, condición económica,
orientaciones sexuales, etc. Aquellos que resultan con la suerte de contar con el privilegio
opresor y normativo son los que reciben la hegemonía en las expresiones culturales. La
(durante muchos años de manera casi exclusiva) por hombres en la cual abundan los
nombres de sus iguales y algunas contadas excepciones recogidas por la crítica; éstas
excepcional a las normas de escritura en la época; sin embargo, las mujeres han tenido una
gran labor en la letras latinoamericanas, son actores fundamentales sin las cuales no se
pluma femenina no está ausente, sino está invisibilizada en la historia de las literaturas y es
Celia Correas de Zapata dice: “Lo difícil es recibir el mismo reconocimiento sin la
lucha inevitable que acompaña a todo esfuerzo femenino por ser aceptada en un medio
dominado por hombres” (815). No hay mujeres escritoras que no hayan tenido que luchar
contra el sistema para poder escribir, bien lo dice Virginia Woolf : “para escribir novelas,
una mujer debe tener dinero y un cuarto propio” (8). En general, para ser leídas las mujeres
deben romper las expectativas que la sociedad tiene sobre ellas: Sor Juana Inés de la Cruz y
Catalina de Erauso, rompieron los esquemas del sistema sexo-género sobre lo que debía
hacer una mujer en el siglo XVII, por eso son retomadas y leídas. El gran conflicto de la
poder explicarla ¿Por qué existe una literatura femenina y una masculina? ¿En qué se basa
esa etiqueta para afirmar que todas las mujeres del mundo occidental escriben sobre los
mismos temas, apelando a exactamente los mismos motivos y con los mismos recursos?
Por eso persisten, aún hoy, las ideas preconcebidas de la literatura femenina en la
cual el tono íntimo es algo que se les tiene reservado que se concluye que en el siglo XIX:
“Leer y escribir poemas era una posibilidad concedida al concepto de feminidad imperante,
pero ser novelista o ensayista era un desafío a los modelos sociales vigentes” (Regazzoni).
que su reclusión, dada por las extrapolaciones sociales de la definición patriarcal de mujer,
patriarcal está más inserta en la sociedad de lo que podemos percibir a simple vista.
Cristina Rivera Garza menciona que “nadie tiene un cuarto propio si no existe una
casa y, alrededor y dentro de la casa, una comunidad que la constituye y la afecta” (164). El
cambio que se tiene que dar para la independencia de la mujer de la opresión inicia con el
discurso, con las palabras que emitimos y escribimos. Es labor de la investigación literaria
femenina latinoamericana, que dista mucho del de otras realidades femeninas. Ese paso es
nombrar a las disidencias más allá de eso, poder nombrarlas como iguales y construir en la
literatura la pluralidad a la que tanto se anhela en el mundo. El poder de la literatura de
crear mundos posibles es nuestra puerta y nuestros primeros pasos hacia los cambios
estructurales.
no hay ser humano que deba taparnos la vista; si encarnamos el hecho (porque es un
hecho) de que no hay brazo en qué apoyarnos y de que andamos solas y de que
estamos en el mundo de la realidad y no sólo en el mundo de los hombres y las
mujeres, entonces la oportunidad surgirá y el poeta muerto que fue la hermana de
Shakespeare se pondrá en el cuerpo que tantas veces ha depuesto (146-147).
En el momento que podamos leernos como iguales en todos los aspectos, el poeta no
necesitará marcar el género, el canón literario depende de las estructuras de poder que
Referencias
Regazzoni, Susana. “La escritura de las mujeres latinoamericanas del siglo XIX como
Caribe en los siglos XIX y XX, editado por Milano: Ledizioni, 2013, pp. 253-262.
Rivera Garza, Cristina. “La primera persona del plural”. Tsunami, edición y recopilación de
Woolf, Virginia. Un cuarto propio. Traducido por Jorge Luis Borges, 2 a edición, Colofón,
2012.