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1) En su texto “Mas allá del principio de placer” (1920), Freud comienza planteando que es
incorrecto pensar al aparato psíquico como regido por el principio de placer, ya que bastas
manifestaciones demuestran no estar acompañadas por el mismo.
Desarrolla así las neurosis traumáticas y su relación con el sueño traumático (pesadillas), el
cual reconduce una y otra vez al soñante a la escena traumática despertando cada vez con
renovado terror, pareciendo así el sujeto estar fijado al trauma, a lo displacentero. Este hecho
contradice el hecho de pensar al aparato psíquico como tendiente a la búsqueda de placer, y el
hecho de que los sueños son cumplimientos de deseos.
Luego Freud al observar el juego de un niño, se percata de que el mismo no es más que una
repetición de la renuncia pulsional que es vivenciada cuando su madre se aleja de él. Esta
repetición de lo displacentero no se concilia tampoco con el imperio del principio de placer.
Asimismo, Freud observa en los sujetos una compulsión a la repetición de aquello reprimido
inconsciente. Plantea que las resistencias a hacer consciente eso reprimido no provienen de lo
inconsciente propiamente dicho, sino del yo del paciente, el cual está al servicio del principio de
placer y quiere ahorrarle el displacer que supondría la liberación de lo reprimido inconsciente.
Esa compulsión de repetición aparece como un intento muchas veces fallido de ligar la
cantidad de energía libre a ciertas representaciones. Lo desagradable se repite para así poder ser
tramitado y brindar una ganancia de placer de otra índole.
A partir de estas observaciones en donde el sujeto repite aquello displacentero, Freud plantea un
cambio en su concepción del aparato psíquico ya no como ligado a la lógica de la búsqueda del
placer. Aparece así un sujeto que no siempre busca el placer y se aleja del displacer, sino que a
partir de los medios que disponen los distintos sistemas harán lo posible por satisfacerse no
siendo esto siempre garantía de la ganancia de placer. Lo que para un sistema conlleva una
satisfacción puede ser sentido como displacentero para otro.
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2) El padecimiento actual del neurótico que acude a una consulta se encuentra ligado a algo de
su pasado. La principales metas del psicoanálisis serán las de establecer una transferencia
analítica operativa, rastrear el origen de los síntomas mediante interpretaciones y construcciones
que permitan levantar las resistencias y hacer consciente algo de eso inconsciente reprimido que
se manifiesta como malestar, para que el paciente pueda elaborar aquellas represiones de su
desarrollo temprano de una forma más madura y sana que por las vías del síntoma y las
inhibiciones (Freud, 1937).
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3) Haydeé Heinrich (1993) describe a los pacientes borderline como sujetos en quienes
coexisten modos de funcionamientos tanto neuróticos como psicóticos, pero no los ubica en el
entre de esas dos estructuras, sino que los ubica en los Bordes de la neurosis presentando
características propias.
Estos sujetos, a pesar de haber inscripto la metáfora paterna y por lo cual se consideran dentro
de la estructura neurótica, parecieran no poder disponer de ciertos recursos de lo simbólico,
dificultándose la producción de formaciones del inconsciente. Esto, seria causado por un
descuido del Otro en un tiempo instituyente.
La dificultad que presentan en cuanto a lo simbólico se traduce en una falta de represión del
trauma, y por esto el mismo no retorna como síntoma, producción del icc, sino que es mostrado al
Otro mediante el acting out, es un llamado a la significación del mismo, que desde el sujeto no se
puede lograr.
Por otro lado, Ulanosky describe este tipo de fenómenos border desde otra perspectiva, que
confluye a la vez que difiere a lo planteado por Heinrich.
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Sin embargo ambas confluyen en cuanto a pensar como fundamental en la constitución del
psiquismo la mirada del otro, lo relacional, mostrando cómo la falta de significación, la falla en la
subjetivación del infante por aquellos que le brindaron cuidados, y la relación que allí se
conformó puede devenir en complicaciones para el posterior desarrollo saludable del sujeto,
dando lugar a los fenómenos border. En estos casos el otro, al significar precariamente las
demandas del niño y solo satisfacer sus necesidades, instauró en el infante un modo de
relacionarse a partir no del deseo ni la palabra, sino a partir de las necesidades y lo real.
Es por esto que la función del analista, en principio para Heinrich será la de brindar una escucha
que signifique y brinde representaciones que permitan la entrada a lo simbólico de aquel
desborde pulsional que el sujeto manifiesta desde lo real. Para Ulanosky lo principal para el
abordaje de estos trastornos será la reorganización del psiquismo del sujeto y el fortalecimiento
de ese yo frágilmente constituido.
Bibliografía:
-Freud, S. (1920). Más allá del principio de placer. Buenos Aires: Amorrortu editores.
-Henrich, H. (1993). Bordes de la neurosis. [Capítulos I al IV] .Buenos Aires: Homo Sapiens.