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s u M A R 1 o
Poemas de J u t I o Supervlel1e AlejaRd ro Laurelro
Fernando Pereda Gonzalez c. rbalbo Ro • • mel del
Valle y Cerardo Oieeo La - Persona y la obra de
Coetbe, por Alfonso Reyes Madera de Castellano.
Balparda El Vuelo de Don Quiiote, por Vicente
Ba •• o M_Cllo
Ar • • re1.o Madera
Julio
de
M enditaha,._u
Lanau El
Raúl
A. r t e de
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Propa-

canda en la Guerra Español., por Juvenal Ortiz
SaraleCui Dibujos de CJav'l y Zalbidea Gorki y
la Madre, Cipriano S. Vitu,.eira Dibulo. de Barrad ••
Humberto Díaz. CasaDuev., por Carlos Alberto Ca-
rlbaldl Reproducciones de M_ruja Mallo Estudio
de Pablo Rojas Paz Dlbulo de J. Torre. Careía
L i b r o s : · Notal de R. BrUlhett Jesu.ldo, Francisco
Romero, Dardo Regules, Mario l'arancot, Luis. Lulsl,
EmilIo Oribe, Eduardo COllture E Diez Canedo,
Enrique Amorim, Ortlz Saraleeul y Julio J. Ca.al
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AÑO xv

D R E C T O R

J U L 10 J e A S A L

ORNAMENTAC O N R E D A e e O N

RAFAEL BARRADAS B. MITRE Y VEDIA 2621

el DOLOR o
ataca de I• s u M A R

Mate U de el dolor Portada de Barradas.


Espacio, l{osallleJ Del YaIle.
con Cafiaspirina! La CAFIASPIRINA es un arma Hum'berto Diaz Casanueva, por Carlos Alberto Ga·
La Maison, .Jules Supervielle.
que no falla nunca, por muy feroz que sea el
dolor de cabeza, la neuralgia. la jaqueca, u otros La Persona y la obra ele Coethe, por .-Uion'l) He}'es. ribaldi.
quebrantos similares. Al mismo tiempo, la Madera, de Castellanos Balparda. Maruja Mallo, Estudio .1e Pablo Hojas Paz.
Cafiaspirina calma la excitación nerviosa, levanta
Poemas, Fernando 1)ereda. Reproducciones, de ::\era ruja ::\lallo.
las fuerzas físicas y mentales, reanima el espíritu.
El Vuelo de Don Quijote, Yicente Basso 'Maglio.
Defeunamos el Pan, por González Carhalho.
JUlio Raúl Mendilaharsu, por Sofía ArzareIlo.
Por si acaso, tenga Vd. siem.. Descielo, Gerardo Diego.
pre Cafiaspirina a mano! Madera, de Lanau.
Libros: Xotas de HOlllUalclü Bl'ughetti, .Jesualdü,
El Arte de Propaganda en la Guerra Española,
Franefsco Romero, Dardo Itegules, Mario Yarangot,

FIASPIRIII1
el pa-odllclo de confianza
por .Juvenal Ol'tiz Saralegui.
Siesta entre los Pinos, Alejandro LaureÍl'o.

Gork,i y la Madre, Cipriano S. VitUl''lira. Dibujo:"

de Barradas.
Luisa Luisi, Emilio Orihe, Eduardo Couture, Enri·

que Amorim. .~uve'nal Ortiz Saralegui,

Diez Canedo y Julio' .J. Casal.


Enrique

contra DOLORES y MALISTA.RES


LA CAJITA DE 8 TABLETAS 30 CTS. La dirección dé esta revista no devuelve los originales ni sostiene correspon-
dencia acerca de éllos, publicando solamente trabajos rigurosamente inéditos.
L A s
M A I o N
1A PERSONA y LA OBRA DE GOETHE
DallS cette gl'1:1llele maison quc' pe1'SOlllle 11(' conllait, (NOTAS D E U N LIBRO EN PREPARACION
Avee 8a fac:aele, ses mUl'S (tni me l'essemblent antan
Que le peut la pier1'e a l'homme,
"Yo siempre he considerado mi
Avec cet air (lui l'entou1't>, et tonjou1's snr le poillt ele palpite1', obra simbólicamenre. y. en el fondo_
Avec S1:1 sene'·te vü~ qni fait battl'e une fenet1'e me era lo mismo hacer cucharas que
On bifll le tCHu'ne ele 11:11'l11('s, cucharillas. "
Dans eette gTande ,maisoll
........, .-
...
' (Eckermann. 2- V -1824).
Nuit et .ionr luit lIll(' lmnpe,
Elle ne lnit TlOUt' personne
Según Brachfelc1, José Ortega y Gas:,;et, en espeeies de dos o tres allOS atrá.'S, habría (1 ue
Comme s 'iJ n 'y ¿iyait pas eneol' el 'hOllll11eS SUT tonte -la ten'e
cierta eonversación dc 1929, dijo más o me- esperar a que el mismo Ortega y Gasset los
Ou si le m?nelp était elp.ia elistaneé par 1'E8penmee. '
nos lo siguiente: Goethe, cubierto con el gran refrendara.
Et qUUllel Je veux a1]e1' t1'('8 vitC' ponr s1lTI)1'(>mlrC' la lumicl'C'
sombrel'o romancesco, enyuelto en su albor- En todo caw, algunos han insinuado y
.Mes jambes s'ega1't'nt sons moi
noz blanco y tenc1ido comD Tischhein lo re- otros han dicho expresamente que, en Goethe,
Et rnon coenr, nn con1't instant, presenta, contempla la campiña romana y las el úrbol vale más que lns frutos, la persona
COlmait les affl'es 6teme]]es. . ruinas clásieas. Entre tanta cosa delicada y mú¡.; que la ohra. Esto nada quitaría al valor'
j\rais peut - etre qu 'un jOU1' la lampe ligEra, Goethe aparece e(jmo el germánico pe- de' la olJl'a en sí, ~- es nna manera de l'econo-
Prise enfill elC' mouvpment eomme la glaee au eléo'e1 saelo y diticil. apto para dominar la materia cer que, además de tener las perlas, tenemos
Yielld1'a lui1'C' d'd1p - mel11E' tout P1'(;8 ele moi POl~' ;l1ontrer
A
(cieneia) al igual ele las ele su raza, y al igual el hilo para rehaeer la sarta. Pel'o es que
A 1110n ame sa cou1eu1', de ellos, torpe en el dominio de la forma muchos se empeiian en demostrar que las Fer-
A 111011 esprit son al'deUl' (arte _ La forma, la forma pura -la ambro- Ias mismas sólo yalen en la sarta, y que sepa-
Et leul's formes vél'itab1C.'s. sía- es el alimento de los dioses, pero los raciamente no resisten la comparación con
mortale:,; no lo r<'sisten y siempre lo entur- ..tras joyas: que Ulla gTan parte de la obra
En attendant i1 me fant vivl'E' sans pl'enell'e ombl'age ele tant
bian ele materia. GoetlJe, eomo alguna yez ele Goethe no eo; de primer orden: en la poe-
[cl'Olnbl'e. sintió Barres (¡ pero fué bajo la 'deformación .' ía no se equipara a Shakespeare.: en la eien-
Ce qu'on appelle bl'uit ailleurs de la guerra~), sería, en el pai:,;aje latino, el cia no se equipara a Darwin; en la crítica no
lei n 'est plus qUE' elu si1enee. elefante blanco, casi C'l buey en cristalería. acaba de satisfacer (¡ a pesar de la opinión
Ce qu'on nppelle mOllvement El esfuerzo de Goethe por ¡:erfeccionar:,;e a de Saiiüe-Beuve qne 8<1 hía mu~- bien lo que
N'E'st qUE' la patienee el 'un eoem', sí mismo le interesaría más a Ortega y Gasset decía!); en la técnica elramátiea, él mismo
Ce qn ~on appelJe vél'ité - que los resultados obtenidos por el poeta. léeonoce que su eSlórúpulo ele motivación de-
y tal punto de vista -.~iempre según el tes-
Un homme a
son eol'ps enehainé.
timonio de Brachfeld- seria el punto de yis-
Lilita sus obras y, aun teniendo un teatro a
sm: órdenes, no pudo nunca ir muy allá; sn
Et ee qU'Oll appelle eloncC'Ul' ah que
voulez - vous que ee soit. ta de los latinos. Xo es el de Sainte-Beuve, prosa laboriosa no admite comparación con
no es el de Croce; en rigor, no es el de Ba- la de I-Ieine o la de Xietzsche; y sólo conserya
Jules Supervielle. rres. Antes de recoger definitivamente estos el pl'Íncipado en aqnella forma de poesía, «la
Pal'Ís lP37. ,juicios, donde Brachfeld puede haber puesto primera y mfts genuina», que cultivó hasta
inccnscientemente de su minerya al eyocar sus últimos aúos y en que realizó maravillas:
la poesía de ocasión, la cual no debe ser con- mas de yer al autor tan cen-a de sus libros
fundida con el L'ers de cil'collstnnce, sino que nos hace susrirar por el conodmiento imper-
es, como lo explica Fairley, «la poesía _,que fecto a que estábamos habituados. Como el
acude cuando la llama la ocasión privada, la autor no es autor a toda hora, ni nos da una
ocasión' interior»; en suma: la poesía que da tmneión poética a eada segundo, el contem-
la .-ida de cada momento, por oposición a la plarlo en los instantes neutros que forman
poesía del «gran c;otilo» y del alto coturno. la trcuna ordinaria de Hl vida lo hace, por 10
Como nuestro fin no es hacer el panegírico visto, desmerecer a los ojos de tales '.'ríticos,
literario de Goethe, sino recoger más bien de tales críticos anormales sin saberlo ellos
~us enseüanzas totales, no nos preocupa dejar mismos, pe¡'verticios románticamente sin <.'-on-
la objeción- en este punto. Pero nos conviene ciencia de su peryersión. i: De modo que la.
insi~tir (porque es otra lección que recibi- poesía es, por esencia, ('osa a parte de la viela
mos al paso), en cierta torsión romántica que de los poetas 7 ¡ Y nosotros que teníamos por
ha venido imprimiéndose en el pensamiento una flaqueza del conocimiento esta obligato-
literario, y qne el encuentro con Goethe viene ria mutilación a que nos vemos condenados
a denunciar y a poner de bulto. en la mayol'ía de los casos! Goethe nos entre-
I\u es frecuente conocer a un autor tan de ga el inmenso dun de su Yiela, y no sabemos
cerca eomo conocemos a Ooethe, graeias a su
propio emperlu de expresarse. Tampoco es
apreciarlo: qnisiénmios s(,lo los primores del
virtuoso pElé1 i('o, Como cometió el pecado de p o E M A s
frecuel;te qne las obras revelen con tanta fi- no morir joven, tampo('o podemos resignar-
delidad las fases de una .-ida. POI' último,' nos a (Iue sU pensamiento se ahonde y serene,
es extraurdinario que una vida, en sus diver- a que su temperamento eamine del patetismo
MADRUGADA LA ESPADA NECESARIA
sas fases, ofrezca ejemplo de tal integridad, hacia la, serenidaci, a que su poesía se salga
de tan armonioso desarrollo dialéctico de ne.- del cauce de los versos y se disuelva en la
ce,~idades internas que se eom¡Jementan en- fang1'(~ misma de su vida. Decididamente, la
¡ Qué cicatriz! Estrella devorada,
-Vive v brilla en 10 oseuro,
tre sí para ¡eYill1tar el ecIificio de un hombre. \'Crdadera eritiea debiera arrenderse en Sain- dirán O}Tenelo alerta.
Goethe registra la palpitación, la reacción te-Beuve: quien lee los Lllnes, no sabe si lee quebrado el aire oscuro.
-Fué un manjar ele la luna,
de su pemamiento todos los días (entiendo una biografía del autor o un estudio sobre ¿ (~ué peligro se ha ido de esta calle? dirán de mí algún día,
que todas las maüanas: lo que él llama la sus obras. El propio- Goethe. a quien Sainte- Retrocede la noche y sus costumbres -Su euel'po. cera peTClic1a.
crema del día, no importándole que lo clem;ls Beuve llama «el más grande crítico moderno de linte1'llas y dados moribundos. ¿ Se va? ¿Se va? No toceulo.
se torciera en queso). Después, aquel primer ;-' de todo;.; tiempos», había dado ya, tratando
Llega la madrugada, eaballista, Peua este viaje sin brazos
diseño, redibujado más a fundo, se iba repar- de Voss, el mejor precepto: «Comentar la
tiendo en libros; de donde se expliea la can- obra por el autor, y al autor por la obra».
tibia, eon sus sentic10s naturales, los fantasmas lknm mi espada.
tidad de bocetos y fragmentos que nos ha de- PCl' lo demás. hacía tanto caso del hombre trayendo los seis toros que no vuelven. Va elel sueltO a la mano.
jado, y hasta una gran masa de labor que mismo, oculto o leyelado en las obras, que
Va ele la mano al sueiío. -
bien merer-e llamarse de cróniea y de comen- creía siempre traslnciL más allá del suelo Seuilla. madrugada cl.cl domingo de
tario periodístico. Al lado de esta ohra, el estético, una im'isible raíz mOl·al. «En gene- Resurrección, 1925. - (Del libro iné-
autor se expliea a sí 111 ismo, dá la historia de ral, lo que pl'ocnra al eseritor la estimación
dito: «Die: poemas esp(1I1olcs»). METAMORFOSIS
sns reqJnestas ante la realidad de cada día: del púhl ieo son sus cualidades de carácter
hasta los .-einticineo años, pn su Poesía !J .\' no su talento artístico, -se atreye un día a
r el'd'ld: ;-' en adelante, en sus analeetas, sus explicarle a Eekennann-. I\apoleón decía de LA MUERTE ENTREABIERTA Subte1'1'áneo, un león,
diarios, sus conversaciones registradas por Col'lJeilk: ",' il vi/'ait, .ir le ferais princc, y l)arecido al verano,
los testigus habituales de su vejez. i: Qué di- no lo leía! I\o lo dijo nunca de Hacine, a
Erizac1as ¿ qué manos ;lfila el lnl1'aeán
cen ante esto algunos críticos? 1, Bendi('en la quien sí leía». (1) .\ tl'a.-és de la valla de lImv cerca ele mi cuello.
snerte que nos j)nm ite a~istir a todos los as- una centuria de estetismo que nos diYide, In
van a eubrir mis ojos? Si ;'espiro se encienden
pectos de un homhre extraordinario y pre- e:;cuchanlDs ho;-' con atención, porque la ea- 2.. Qué celTeuán los dedos? bujías en la selva.
sencial' la gestación misma de su obra '? No: tegcría moral es el lH'lTio ele las otras vÍl·tu- ¿Un rey entre columnas? Si hablo
en yez de esto, nada mejor se les OCUlTe que (1es. Y si esta figura platóniea no se realiza .J esús, quédate inmóvil hay una vasta alarma de eaníbales.
lament<1l>- tan rara fortuna: porque -asegu- estl'ietamente. es porque de la perfección sólo sustituyendo al día, (~te ven? Sólo mis botas,
ran- apreciaríamos mueho mejor la obra sí recihimtls la.s sombras aquí abajo.
l'ehacienc1o en torno mío sólo ven su vacío;
c:mcciéramos menos al hombre. Por un errcr no mi boca que bebe
de ¡wl'.spee1iva, la poca costumbre que 1ene- (1) >lO - III - 1824.
el arco ele los vivos. eon bocas entenaelas
1!J85. nn vino sin espacio.

A L F o N s o R E y E s A N D o p E R E D
F E R N
.JULIO RAUL MENDII~AHARSU

ALFXR e\"()ca a ,Tulio Haúl l\leuc1ilahal'su en «cantos augurales» de Yísperas rebeldes y


en otro aniyersm'io de Hl muelte. ele victorias. I1Iendilaharsu alcanzaría a de-
Solo, entre las pa recle:-; de su cnarto, con jar unos cuantos roemas, en que el «mo-
un libro entre las manos, cuando despertó dernismo» librándolo ele la inyálid11 ma-
en una grayidez de piedra, ciego y muelo ~. nera romántica le permite aproximarse más
para siempre. a la plastieidad viYiente -ésta habría sido
Sin alcanza¡' la madnrez se iría. mozo y seguramente su rnta- del 1irismo de la fra-
colmado el pecho. ternidHd.
Los que le vieron H\'lr, no olvidarán sn HHbí11 andado mucho, y siempre, en toda
entusiasmo por la justiei11. Color de sn verso tierra. el mi."mo horror ante los ojos:
y jinete en su palabra. Ebrio y total en 111 el pueblo sacrificado. Por eso daba el
amplitud ele sn palabra, más qne en el aire del oro que yenía a sus manos de herede-
verso. ro terrateniente, eon la prisa del que
Fugitiyo, delTa mando en S1\ deseo ele eom- sabe que, esa vez, dar es restituir. Triste
prenclt'r el misterio del dolor, no se negaba a quedaba detrás elel gesto. Viendo que el nú-
las eont!'11elicciones, las sufría todas. El aete.. mero de los hombres Illortifieados en la mi-
sí. era sn pasión; pero, antes hahía que haeel' seria y humillados en la opresión, era un in-
el camino ele la vida. Vivir. sin ello la indus- menso mar. donde él echa ba una gota de
tria del arte será oscura o imperdonablemente miel. i: Qué es una gota de miel en el mar'?
vací11. Su.,; preferidos eran los artistas y la y condenaba la Íll.sensibilidad de la bllrgue-
gpnte del pneblo. rnicos seres doude el acto sía, embrutecida en el polo de la saciedad JO
de exi~:tir ~e cumplp como experiencia humana: el egoísmo. Y enrojecía de desprecio ante los
Tleroica. aristóera taso tan vieiosos tomo estultos.
No enlll aún los tiempos de la espada, eran :\[uchas veces auegaha su desesperaeión
aún los tiempos en que se esppraba que las en el "ino. Bebía, bebía hasta a-hogarse. El
libertades se lograrían sin este correr ele san- "ino realiza la yerclacl. j Verla, aunque fuere
gre ... Verhaeren ,Valt ,Vhitman, sus men- ,r
allí, en la puerilidad de la í¡pariencia! j erla
sajes encendidos, Hega ban de Europa y elel o entorpeeerse de olvido! Ya que si no eran
Norte. inYitando a América a la renoyación. estos tiempos de ]a espada, tampoco eran és-
)- fué qne en la ensimismilda l\lonteYic1eo tes de definida esperanza en el triunfo de Jos
de entonees, tres poetas reeogería 11 las eon- hombres de huena voluntad.
signas. Sabat Ercasty las tradujo en yerso Si no estu"iera muerto, entre los muertos,
:fuerte y lenyatado, donde el hombre era 1111 ahora lo yeríamos, con el pnuo en alto.
netor loco de sed y trágico. Vasseur, estalla

Madera de Lanau
Julio Raúl Mendilaharsu
s o F J A A R z A R E L L o
alista en sus últimas anécdotas de la reali- gius o no, terminan ya. Y a la luz de la Yer-
dad. Y sonrió como un ángel. (~ué sonrisa dad indemostrahle.
la de Don Quijote!:'\o era una parte, era todo. -Déjelo e d. coneluir, maestro, le advertí.
Como' si me dijera: AL PRINCIPIO ERA -:'\0 conviene, hijo mío. Porque con esto
EL VERBO. Flor de la sabiduría, misterio l:e los ,1tribntos egregios se pl'lwha casi siem-
y verdad, eternidad y vida; así era la sou- pre que la red la hace la IJobrecilla mosca
risa de Don Quijote, creada y creadora, coma para morir en ella y no la araña sutil que
l¡! cara y el corazón juntos, luz de sí misma, Sl' la come ...
toda humanidad, Pero como parecía que cada uno estaha en
un monólogo, que es lo que acune hoy J'eliz-
y decía la voz 'de mi receptor de raélio: 1ll1'nte en el mU1lllo, el receptor de radio,
-«Creer! Cada día pronunciamos esta pa- siguió.
» labra y muchas veees y easi nunca nos da- -« ... Cuando la razón y el pensamiento.
lJ atributo¡; egÍ'egios de mi e¡;pecie llUm~ll1a
»mos euenta en su .~entido sagrado. «Creo
» que sí», decimos cuando precisamente no »me dicen que ésto es aSÍ, mi fe sutil, invi-
»estamos en absoluto segm'os de una cosa. »sihle, humilde, igual en el g';nio que en el
»Pero creer es lo más solemne que pueda »rohre de espíritu, pone una muralla mis-
»ocurrir en el alma de los hombres. Creer » teriosa en torno de mi alma y aquello que
E L VUELO D E D O N QUIJOTE »es sentir dentro de lmo la luz de una ver- >.' creo resiste a la razón ;.' a la realidad como

» dad indemostrable, ajena a la razón, o¡:ues- »un héroe milagro¡;o ... »


»ta a eJlIl quizá, una luz. ,.» -Basta, señor duque. Basta, os digo. 13as
Don Quijote despel"tó antes de la hora. ~ill comiera bajo su tienda desgarrada. Estamos -No! Digo que no, señor duque! Ahí hay tu, decimos todos los hombres, basta, hasta ...
€mbargo había llegado mu;v fatigado. Tuvo hartos de historia, seiior coude de Keiserling; mucho circunloquio, mucha redundancia. Esto no es ni siquiera yuestro; es mío, lo
que entrar por el fondo de! mundo. Había y de cultura, señor l\Iax Scheler y de lo sub- Porque si es la luz de una Yerdad indemos- que yo traje al mundo, al mundo que nace.
andado a pié ;.' desc<llzo eomo Jnan de la consciente, señal' Yung, de todos vosotros, hable, ya >:e demuestra, Es decir, ya está E>=ta vez sí que creí que a1'l'emeterÍa con-
Cruz cuanclo huyó de la pl'isión, como todos reconstructores del imperio. demostrada por la luz, Que más demostra- tra la caja parlante. Pero no. COllW en un
los que pueden escapar de las cárceles del Don Quijote quedó escuchando al aparato. ción que la luz'? Y que más demostración que camIJo bañado en sangre y sudor, como sobre
ClIma, de los campos de concentración, de las Creyó que, ¡ finalmente 1, 10)'0: objetos habla- aquello que no la necesita'? Esto es tan úni- l" cal'a de la tiel'l'a, sobre el rostl'o de Don
Guayanas, de Lípari, Había dejado a Roci- ban y no había porque destruirlos; y, que co, de tanta unidad, como el ser. Y, sobre Qnijote se scntó el~ ángel a sonreir.
nante desde que cambiando los libros de era como en la apocalipsis del progreso? R:i todo, señor duque, si como decís, «ereer e~·
caballería por los de la metafísica, había vis- posible, porque ésto lo puede creer Don Qui- sentir» y si es(úis dispuesto a dejaros llevar y el nceptor de radio siguió:
to que la muerte il~'l siempre a caballo. Se jote y ninguno más. por este sentir, el verdadero sentimiento, la -«Cuando el hombre dice: creo. sabiendo
había convencido de que la vida tiene un .Ah, si ... ! Las cosas, que tanto habían ~eiJ>=ibilidad del hombre. Seréis más inteli-
h qne dice es, en verdad, el rey de la crea-
pié real, un pié de reina y rey, eterno y mu- hecho sufrir a Sóerates, tenían ya un len- l,;ón. , ,)~,
gt'llte que sensible quizá, seiior duque '?
sical, por adentro de la el'cación 1 guaje sobrehumano. Se empezaba a oír una y Don (~uijote sonreía como un ángel: fi- Don Quijote se puso de pie e inte1'l'llm pió:
}[jró con un poco de desconfianza mi l'e- gran fábula desconocida. gura ele un retallo que vendrá! -Cuánta rcserya, cuánto escrúpulo. euán-
eeptor de radio. ¿ Se lanzaría contra él'? No Y qué? No hay en el pue'blo ·fábulas del ta reticencia, seiior duque. "\ntes dijisteis
SC' lo pl'C'gunté, Y, aunque se lo hubiera 1)1",'- amor, todo eonocililÍenfó, y sobre todo, ¡ de y el a parata continuó: que era solo «creer, luz de una verdad inde-
guntado! :'\inguna pregunta detuvo jamás una moral1, superiores a las reformas de la. mostrahle, sentir».
-«. , . una luz que no ha brotado de nues-
a Don Quijote. Fué el único hombre a quieJl inteligencia? y ahora decís,. o" contradeeís: «cuando dice
»tra meclitaeión áspera y trak¡josa como la
no detuvieron las preguntas, Trágico de ver- y qué'? La libertad no empieza por los neo, SABIE:'\DO LO QCE DICE».
»chispa que el hombre primitivo hacía sal
dad! l\Ias puro que Segismundo, aunque srntielos: «tienen oíelos y no oyen, tienen ojos y señor duque: hay que saber para creel'
»tar del choque de las piec}¡oas, sino que vino
Bergson pudiera oponc'rse a ésto, Ademá:", ;.' no ven» '? Y cuanelo los sentidos sean libres o hay que creer para saher '1
»ele la elaridad de los espacios sin que la
Fii por algo se caracteriza esta época es, pre- no hablará el hombre ('on él y toclas las eosas? y cómo habláis! Cómo habláis si no es
»esperásemos sin que la llamásemos desde el
cisamente, ¡HH' que el hombre ya no tiene' Por qué no? Sólo aquí, estamos de a('uerdo prosopopeya; si es trascendencia. Cuidado 1
»manantial remoto de lo sobrehumano en el
necesidad de preguntar. Dije: se earacteri- con l'd. Sr. Rousseau, cuando Fd. dice: «Por- Teneos! Porque decís: «es EN YERDAD
»que unos descubren y otros presienten la
211; perdón, pequeño hurgu\~s! :'\0 queremos
que el hombre tiene sentidos, tiene ideas». »huella de Dios, Cuando la realidad hecha el re;.- de la creación».
ya aquel mundo del carácter, jerarquía del Y cuando uo haya miseria, explotación o fas- »hecha de fuerza material y viva me dice Hay dos maneras de decir: pero, no SO',l
pensamiento. alegoría de la razón. Por cismo, no se libertarán los sentidos del hom- »que é."to es así, cuando la razón y el pen- i!2:uales: una es sólo manera y la otra. no
eso, este momento no es una época; estamos bre, no respirará la vida, no hablará eterna- »samiento, atributos egregios de mi especie parece tan hábil. Se suPle decir tanto: «en
fuera del tiempo: hablamos de l'spacio purOl, mente con sus ideas? Que sabemos todavía. » humana. , .» verdad» como «en realiclad». Enl'Ci'dad os
cClmo hahlan los profetas, como habló Isaias de la vida eomo de un mundo moral? -Atributos egregios, señor duque '? subra- digo, decía .Jesús. .:'\unca dijo: «en realidad».
cuando vió que los ricos de Babilonia empu- Entre tanto, Don Quijote, frente a mi re- yó Don Quijote con arIueHa ironía. Pues eso «En verdad» es de la fe del hombre, de su
jaron afuera al ára he para que durmiera y
ceptor de radio, gozaba más que el superre- al' los atributos, cualesquiera que sean, egT;- llllmanidacl, de ese creer que es todo sentir
y que se basta a sí mismo, el héroe milagros), tao Pues digo que ese creer a que alude el
española y que sólo en ella puede hablarse de todo el pueblo espaii.ol. .A tí no te
hijo de la justicia y de la paz. stiior duqne de Marañón es el que yo estuve
con entera propiedad y con concepto total de te dicen como a otros: país o patria: no te'
Pero, «en realidad», es solo de la razón, creando ~. en el que creo. Porque en mí creer
el (Irte barroco. Los invasores nunca vencie- cunocen por los nombres que se corrompen
¿ qué digo 1, de la fuerza de la razón, del fas": es crear; ese creer que invoca como suyo es
ron la fé creadora y humana del pueblo. es- universalmente, porque en la corrupción de
eiwlO. Gracias, señor duque. Y bienaventu- nada menos que aquella «mi razón de la
.paiiol. Allí cedieron todos. i Y cederán! los nombres por las reformas falsas, los más
rados los pobres de espíritu porque todos sinrazón». Ya me parecía a mí que lo conoz-
En España encontrarás, más que. en otro sagrado.\' son los que se conompen primero
e.~tamos ~'a en e~ reino de los cielos. ea. Y, vamos ·a ver, ¿ con quién está el seii.or
país, que la casa del hombre tiene el arte de y los que parecen más puros son los que re-
Y qué luz, el sonreir ele Don Quijote: luz duque?
las graIldes catedrales singulares, únicas. pugnan más que los más bajos y por eso en-
del principio! --Con ellos maestro. tendieron a Cristo más los laetrones y las pros-
Más que el genio estético como el resto del
-¿ Cómo con ellos, hijo mío? titutas que los príncipes y los ricos, que el
.lllunelu, en mi puehlo, el arte es su experien-
Las últimas palabras .semioscuras ya del -Si con ellos. «Ellos y nosotros», dice mismo :'\icodemo el sabio. A tí España mía
cia moral, la tragedia dichosa y terrible de
aparato fueron así: Goü:i. te dicen como a I;inguno: pueblo, Fueblo es-
los carpintero.'>, herreros, pintores y albañiles
-« ... Creer es una capacidad superior de qué sonrisa la de Don (~uijote! pafiol; t;'erra, tien;a espafiola, pueblo y tie-
que hicieron más Cristos que nadie, Cristos
las almas ~. no la realidad que en nuestra na, lo más humilde, lo más desnudo, lo más
qUf~ luchan, Cristos que labran, Cristos que
¡!lma puede crear una determinada fe. Sonriendo era él aquel héroe milagroso. senc.illo, lo más humano, lo más eterno. Kin-
sufren, CristlJs de oro, Cristos de plata, Cris-
rn poco inquieto ahora apuntó Don Qui- Al volver traía Don Qui.jote una armadura guna civilización te perdió; ninguna cultura
tos de madera, Cristos de piedra, negros o
jote: interior, más ele ,T uan de la Cruz que de Bal- te destrozó; pura sensibilidad, experiencia
policromados, de tiniebla o de fuego, y, no vi-
-O el señor duque no se expresa de acuel' tasar Gracián. Y repitió lentamente. dejan- trágica, conciencia humana, España, ladrillo
vió nunca como los otros pueblos perdidos
do con lo.,> atributos egregios de su espeeia, do caer las palabras como las pesas eu el pla- rojo, corazón mudéjar, que si la humanidad
casi ya, la comedia inteligente y política de
-y ~'a no digo de su espeeie humana, eomo tillo de una balanza: es el pan, tú, tú eres la levadura!
la cultura, y, por eso no hay pueblo que haya
el señor duque acaha de <lfirmar-, o pal'il -Está. " con... ellos. ¿ Y es abogado el aprendido menos y sepa más, crea más, sien- y a Don Quijote le pareció haber eantado
p([ra entenderno,> mejor, el seilor duque no SC1101' duque? la más amorosa y heroica canción!
ta más que el pleblo español. Por esa moral
se expresa de aeuerdo con los atributos egre- -No; es médico, maestro. de la unidad del hombre, de tan profunda
gios de Sil clase, o yo no lo capto. Está acaso, -Cáspita! No es espaiiol d se110r duque, expresión plástica puede conservarse tan pu-
verdad '? Pero el receptor de radio continuó. Daba
bien die ho: capto? Porq ue el idioma ha ra conciencia humana, toda expel'iencia. Y
camhiado mucho ~. no para hacerse un len- --Sí que lo ('s. m:le'>tro. ahora noticias de la gnerra:
lo mismo, Espaíia mía y pueblo de España,
guajl' c-Iaro, desgraciadamente, ~', como acabo --Cáspita! -~Ia(hid - Del frente de Andújar co-
yo, Don quijote, soy un campesino inmortal 1
de oír. Pues, con que «creer es una capacidad -No lo cree, maestro? munican que lo.s leales se apoderaron del san-
y me extraíia muchísimo que el señor du-
.~l1perior de las almas ~. no la realidad qUE' -Ah, sino fuera porque él cliee que hay <Iue tuario de la Virgen de la Cabeza en el que
que ...
('n 11l1l'stra alma pueda erear una determina- ti'eer. francamente, no 1 Porque, hijo mío, se habían refugiado varios contingentes re-
-(~ue el doctor Marañón, corregí.
da t'é». Vaya el empleo hiperbólico, señor nada hay tan español COUlO esa té que el se- heldes de guardiaciviles.
-Para mi ya es: el señor duque ... Y me
duque. ele palabras como: ereer ~. crear, nada lIor duque exalta por encima de la razón y -,Cómo ¿ La VÍl'gen ele la Cabeza rodeada
extraña muchísimo que el señor duque esté
menos 1 Volvemos 11 aquello de: hay que sa- del pensamiento, y que es, como te dije, nada. (le !!uardiaciviles? ~Iagnífico cuadl'o, el que
con ellos, tan lejos de aquel creer, de aquel
lwr pill',l eree'r o hay que cree1' parll sabed más o nada menos. que aquella «mi razón de nadie había pintado aún en Espaüa. Porque
sentir, de aquel crear.
HIl~' que ereer pllra erear o hay que crear la sinrazón», por lu cual el sefior duque debió la Virgen aparece en Greco rodeada de los
-¿ y Sancho'! Le pregunté para darle un
pa1'1l creer? Y ésto prueba que su Excelell- elecir de donde la había sacado. :'\ada hay apóstoles, y, en otros, de ángeles, de lll,úsi~os,
reposo al maestro. (y Sancho '?
cin. anda con rodeos. Muy mal parada que- tan espa11ol, como esa té, ese ereer y ese sen- l;e peregrinos; pero, nunca, nunca habIa sIdo
-:'\0 me hables de ese... requeté! Fué
da aqnenil eaplcidad '>uperior de las almas, tir, humano y creador. Recuerda que en Es- rodeada de gunrúiaciviles. Cómo, la Vi rgen de
primero secretario de la Junta de Burgos y
tanto como si fuera una maravillosa incapa- raila -aunque en España no se necesita re- la Caheza rodeada de guardia civiles '? quien
ahora es rector de la Universidad de Sala-
cidad. Pero, con todo, lo que tenéis de anfi- cr¡nlar- está todo vivo y si Sl' reclll'l'da, es la podría pintar'? Goya, Goya que pintó «Los
manca. P'ero, no se conforma; aspira a la
bología y Ha de apologista, vuestro es; lo aquello De lVIanric¡ue: recuerde el alma, avive fusilamientos» y «Los monstruos de la razón».
dictadura. Y somió el antiguo caballero co-
mejor y lo más humano de lo que dijisteis, el seso y despierte: fíjate digo, que el impe- La Virgen de la Cabeza rodeada de guardia-
mo si el Checo hiciera sonreír por una sola
es míu. Y lo he reconocido a pesar de que rio romano no pudo 11<:cer entrar eomo quisn civiles '? Ah Espula, Virgen de la Cabeza y
vez a una ele sus criaturas.
trae la conTusión del aula. Y, a todo esto, Hl estilo sin que P1 pueblo espaüol lo adobm'll elel Corazón. rodeada de guardiaciviles, Ga-
¿,quién es el seiior duque'? antes con algo únicilmente suyo, eálido )' ya, Goya 11!
Pero, con El poderoso aliento de su corazún,
'1- yu respondí en nombre del aparato: l'uerte, ele su tierrll )' de su corazón: el ladri- Y. eomo si Cristo hubiera deseado hombres
Don Quijote siuió:
-Ka e:-: «el spriOl' duqw'». Es don Grego- llo rojo del mudejarismo: que el gótico no alaelos cuando dijo: «En verdad os digo que
riu Jlaraiión el .~¡¡ biu, l'n el prólogü de una -Aquel creer tan plástico y tan lnunano
pudo calcarse como lJrl'ciosamen te quería sin tenéis que nacer de llllevo», Don Quijote voló
conTerencia sobre el Faelte l"ei.ioó. de nuestra alma ... 1 España mía, cn tí sí, en
que el isabelino estallara en aquella extraüa, con sns pies.
-Pero, vive Dios! Ese ereer a que alude tí sola casi, en toda tú, 110 se pueden nombrar,
apasionada sinfonía ele la naturaleza, tan
como en el resto de Europa, a unos cuantos - ( Dónde va, maestro '?
el señor duque de' JlarallÓn ... popular tan ... original, -pueblo y ori~iua­
-:'\0 es duque, maestro, don Gregario J[a- artistas, decir algunos nombres., sino que -..,\ Alemania, me respondió, levemtándo'Se
lidilel son la Ini.'>ma cosa 1-, que el reHaci-
raíión. hay que hablar siempre e intemporal- directamente del s11elo. (Has visto? Yo no
miento dejó fuera de Espaii.a su columna;
-Lo hago yo 1 Bien se lo tiene merecido. mente como de una entidad eterna, como neeesito decol1age; y perdón por el galicismo 1
que si el barroco es pobre y simple en todas
A mi me hizo caballero el dueño de una ven- de una humanidad que permanece como Yo no soy la filosofía que precisa arrastrarse
partes, es rico de cuerpo y alma en la tiena
de la virginidad moral, de la tierra, para subir. Abur, hijo mío. Y muy arriba.
lllUY arriba, tenía el cuerpo :' el alma ele la cabeza al primer gol¡::e. Como Goebbels lllUl-
alondra ... ca había fallado, le pareció que era un caso
de sabotage al imperio. El verdugo probó el
y ho:' recibo esta carta de Don Quijote: filo del hacha con otro ajusticiado, porque
allí hay gente para probar el filo y otra gen-
Berlín, Aln'il ele 1917:
te para ejecutar, y se esforzó más dándome
Hijo mío:
el segundo hachazo 'Sobre el cuello. Y no pu-
. Llegué a Berlín. Allí el señor Goehbels di- do hacer saltar mi cabeza! Y repitió seis,
ce: los pueblos pien'San primitivamente. Por diez y hasta quince veces el hachazo. Y no
esa mala interpretación del primitivismo que pudo! Relevaron el verdugo; entró el otro
quiere decir barbarie para él, me confundie- turno. Y menos aún! Eso no parecía ya un
ron con un judío. Esta barbilla! Claro, te- acto de ejecución, ni menos, un acto de la
nía yo todo el aspecto de. un Trostky,de un justicia; parecía un acto de p{'estidigitación,
ortodoxo de la cuarta internacional o de la una burla al poder del imperio. Y héme aquí,
tercera bis, como quiere 'l'rostky. Y me en- en el espacio puro, siempre vivo, como el hom-
tregarolJ al verdugo. Ya en el patio de la bre. No busques nada de ésto en los diario'S,
cárcel, me pusieron la cabeza sobre el pica- rorque tú sabes que los censuran. Te abraza
dero. Pero el hacha no pudo cortarme la tu padre, Don Qllijote.

v I e E N T E B A s s o M ·A L 1 o

Madera Castellanos Balparda


Ser polvo gris fino y tTansparente
Ser codo azul de un río cierta noche.
Ser tus llamas sin hogar pureza VIva
Ser tu clamor sereno presentido
Orden forma ¿ quién sabe '?
Cual el niño dormido entre las venas
Un día poder ser
Un día poder ser

Espada circular o esfera como espada


VeJ1
Ven sonando ese clarín cristal de hielo
S"en como el árbol o el pájaro o la gruta
Esculpiéndote y cantando entTe mis poros
Ven

No soy el luchador que se defiende


N o soy mi carne ni estas manos ni esos oJos
Ni esa caliente resistencia ciega
Que oponen, ahí adentro
SIESTA E N T R E L O S P I N O S Laberintos oscuros de recuerdos
Ven ven

a Cipriano Santiago Vitureira N o soy mi piel te1'1'estre


N o soy el cuero duro que se ofusca
Oh Sol Pinar Sol Pinares ll('gros Con su cal de miseria encll11'ecida
El mal' es la fragancia de la tie1'1'a Con su amor de este día y aquel otro
Que canta Con su color hediondo entre los pelos
. O es mi corazón y el día pl'evisto No soy la piedra negra sin sentido
En que líquidamente desvastará sus venas Que duerme en tu calor como en la hiedra
No sé No sé.
Ven yen
Oh Luz Pinar Luz Pinares verdes Te aguardo aún
.Agudo crepitar de lanzas en mi frente Entre los pinos o en la infancia.
Metal azul purísimo del ai]'e
Gaviotas o pañuelos Alejandro Laureiro.
La tierra huele en mis manos
La tierra huele a mis manos
T' •
..ua 11erra negra en m1S manos
I\Jis manos rojas de venas henchidas de tierra negra
Ved al cUl1,ericano COlllO duerllw
Entl'e pinos fragantes a la orilla
Del mar.

Oh Luz desierto mío


Pureza palpitante. Totalidad sm fOl'lna
Que me buscas
Húncleme socáyame espárceme.
lluevas fuerzas del pueblo en armas, defensor pueblos, las ciudades y aldeas con la palabra
de 10 inmediato y de lo porvenir, fuerza, firme y el mensaje amigo; en fin, una resu-
ritmo y marcha que s610 darte puede llevar lTeeción de 10 que parecían formas secunda-
como una ola, al corazón de todos. rias de la expresión plástica y que, a raíz de
Tenemos los trenes blindados, viboreando la guerra, se eolocan en primer plano. La
entre el enemigo y donde los decoradores han gueITa tiene la virtud de la revelación.
trazado figuras épicas, leyendas que llaman, "fueren y nacen los hombres y los conceptos
c1arinadas de formas y colores de esta nueva bajo sus fnrias, y el arte decorativo, affichis-
lucha. Y muros mue¡·tos que gracias a los ta, externo, sorprende con el desborde de sn
pintores, levantan de las ruinas una plástica intimidad, de su contenido humano, ante la
efectiva de propaganda social y política. implaeable presencia del torrente guerrero.
Affir:hes que vuelan como pújar{)s por los c\purar políticamente el proceso del cU'tis-

Decorac o n e s d e ti 11 t r e n b 1 n dad o

E L A R T E D E PROPAGANDA
L A GUERRA ESPAÑOLA

Era eYidente que los artistas españoles, La tarea dl'sde entonces, no ha sido peque-
desde los mús grandes a los más pequeños, no se ña. En Bareelona y Valencia, l'n el frente
seutían conformistas ni cuanclo la monarquía madrileño y d país vasco, junto al fuego
ni en los primeros pasos de la Hepública, has- íntimo de la cuenca asturiana, sobre la boea
ta el estallido de la rebelión militar. En ellos febril de la mina o en la lllontaña del preci-
anidaba el l'spíritu del Quijote, mal' inagota- picio lleyado. han estado los artistas eon las
ble del alma española. Habían aprendido cid fuerzas leales, entregados a la apasionada ta-
Arciprl'ste, el rino humor; dl' Ceryantes, la rea de las arnÍas o en la constl'uctiva reta-
sútira: de Lo¡w, lo estrañalJle; de Teresa :le guardia organizando los avances y los de-
•JesÚs, la pasión. La guerra de las fuerzas fcnsas .
reaccionarias no los tom6, pUl'S, de sorpresa. Bstos affiehes y fotos son una pequeña
Ellos iban adelante de la época que vivían: mll('stra de la labor del llamado frente de la'
republicano.,; cuando la monarquía, liberales cultura. La propaganda ha adquirido eon-
cuando la república estaba agobiada por el tornos sensacionales: por la efieacia, por la
peso eh' la.,; derechas, siempre dentro de la técnica y por la belleza. Parecería que esto
realidad Pl'('iil'¡lte e impulsados hacia la rea- último estuviera dcmás, porque bajo el fuego
lidad :t'utura. {'nánime fueron al pueblo, de las granadas, el alma no está para los
cuando el ejército de Sanjurjo y de Franco goces de la creación artística; pero hay
se leY1l1ltó a pisotear la república. una armonía, un ritmo de elemcntos en las Affiche Zalbidea
mayor aliento humano, el goce de la inteli- nugo. .. 'en arte nacido en este clinu se¡'{¡
gencia, la ex,l!taeién e.x:tl'ema del individua- ,,:n fiel reflejo, para ser verdadero. Pel'o la
lismo, en fin. mi,ma experiencia que obtenga el pueblo de
Puede que este movimiento rictórico y es- la gllena la obtendrán los artistas: todo ser-
cultórico adolezca de expresiones fáciles y yir á IJara maclura l' las verdades próximas.
dema~iado fugaees: no olvidemos que el am-
~éloque' hoy podemos exelamar: Goya, tus
biente de la gucl'l'a es nervioso, sacudÍdo,
improvisado. La vietoria se deseubre en un hennanos de arte de este tiempo son dignos
instante, se nace y ~:e muere casi sin concien- de tí. :\"0 han tl'a ¡ciollado tu soplo etemo,
cia. Lo heroico y lo profundo del ser tienen el alma de tus criaturas. En ellos yjye 110 lo
el ananque de un ataque, la distancia de una. propiamente tuyo, sino lo [JoiJcseo de toda
bala de eallón, el asoml)l'() de un avión ene- España.

JUVENAL o R T J Z SARALEGUJ

Mujer y Niño Saenz de Morales

ta en tiempos de paz, suele ser falso casi tos. lV[ás importante que ellos hahrá de SC-l'
siempre. La revolución no entra rOl' decretos la posieión de lucha de los dibujantes. pin-
de intelectuales, y si entra, pronto se vá. Eso tores y escultores, que beben hoy en la inago-
nos ha enseñado la contienda española y el ta ble veta del pueblo la ideología firme que
ejemplo de los artistas que, por ser leales a se asentará en el mañana. De los talleres so-
sí mismos, en un noventa y cinco por ciento, litarios y de las peñas de minorías han sali-
luchan con el pueblo español contra los inva- do los artistas a respirar el aire social, a pul-
sares de dentro y de fuera. mones llenos, abandonando transitoria o de-
Este nuevo renacer de la plástica española, finitivamente todo sentido de abstracción,
similar al ronlantrero de la guerra, (el nuevo todo complejo de soledad, aquello que tenni-
poema del Cid) ha dado sus bellos fru- na siendo la aislada experiencia mental, sin
Affiche Clavé
HUMBERTO DIAZ CASANUEVA
«El aYentm'cro de Sab<D>, primcr ensayo ..\1i honda lisia los pájaros un monte se desinfla
artístieo de Díaz Casanueva, publicado en De la lentitud movida mi alma se guarece
1!J:26 por las l'lliciolles «Panorama», de San- Sin cerrar el viiJjc sin aeortar su sed de lejos
tiago de Chile, señalaba alegremente el aclYe- Digo qne el regocijo me daña como la tristeza
nimi(,l1to de un poeta ele personalidad origi- [inmensa
nal ';/ poderosu empuje lírico. Belli"imo libro Uescicndell las eal'l'C'tas Hlwnas con el cido a
escrito en la adolcscencia casi, con rara maes- [cuestas.
tI-ía y dominio de los secreto" del Arte poéti- jJlOllelarlo está ya, pues, en su obra prime-
co, ponía ya de manifiesto su maravillosa ra, cn las sonoras interioridades ele su yo más
sLm:ibilidad y sn calidad de poeta, del cual íntimo. trasladando al \'('rso la realidad con-
lcgítimamentc se puede afirmar el origen di- suh."tanciada eOl1 sn realidad absoluta, ori-
vino de su don de cantal' la Belleza, natural- ginal, auténticamcnte personal. Ya se da en
mnete, fatalmente. él· ln poesía como una aventura luminosa por
Leamos uno de los más bellos poemas ele las regiones de su alma, inagotables en pano-
«El aventm'ero de Saba»: ramas de helleza, ctlmara oseura transl'igura-
Aquí e"tá mi ¡¡]cgTía bLmdida como las ban- dora del espeetáculo terrcstre, reyeladora del
[deras milagro del nardo derramado del vaso he-
1-11a YE'Z siquicra pude contarle un cuento breo, que rué salmo devoto de exaltación di-
Reclinada mi eaheza comO "obre una estrella vina, ('n casa de Simón el Leproso. Ya se
La luna Lquivoeada huscó sitio en su vestido acJyierte la inevitable zona de penumbl'a 1'0-
[de luto cleando el Yl'l'SO con halo de misterio, de eiúa
La tl'isteza ahatía mi frente de pájaro l'e\'e!adora de secretos finales, ele ocnltas po-
Era en los potreros donde brinea el ganado tc'nei as e innominados augures.
La leche de las eabras sirve para tejer lino De «El aYenturero de Saba» llegaron a
. Ahí el mantel non'ce alC'gres frutas domés- :\ron t evic1eo pocos ejemplares. Xo obstante
[ticas Hndu\'() entre lt)S manos devotas y ejerció su
I~itan las chimeneas descuidadas, la aurora infl11l'ncia, en un momento en que la p(,esía
[sale de los huevos de las gallinas uruguaya de esa generación rarecía anclar
A .J uana HWia se le vuelan los ojos semejan- peligrosamente en un arte limitado, en una
[tes a los tordos poesía de imágenes fáciles, tono aprendido
Cono c:omo las ventoleras ahora diviso el y estridencias verbales que, felizmente, dnró
[paisaje decaído poco. Sus cultores, que obtuvieron' ruidosa
Arte Constructivo J. Torres Carcia
Adonde me rodeo solo amedrentado mi tra" publicidad y aplausos inmediatos, han des-
[bajo de súbito aparecido.
Bnlcanc10 a Yeats, inicia «Vigilia por c1f'n- Desde «EIevaeión de la sima», poema que
camrite:tdores hacen desaparecer sin huella L<l vida de este poeta OCUlTé, en doloroso
tro» IIumherto Díaz Casanueva, que publicó abre el libro, nos partieipa el poeta de sus
visible los pesados limos de la vida. Y un tl'imsito, entre altos muros sin salidas posi-
",:\ascimp¡1to» en HJ:31. Son estos yersos: angustias nocturnas cuando, eon paso sigiloso
más allá: en concentrada angustia, buscan los b1l's, con secretas puertas cerradas a cal \"
Oh! .nl querría romper esta red y mirada insome, persigue entre las sombras
m isteriosos sonidos y las quejas prolongadas eanto. En yano sus doradas abejas dulcc:-
que los c1ioses han tejido que lo cerCím en estrecho cí¡:culo, sus rostros'
de su "ieja «flauta de sombras». Hay una mente henchidas, se instalan en las celdas
(' on Hlces y con sueños! pel'didos ('n los repetidos sueños, el rastro de constI-uídas antaíio en elcvadas oquedades.
tremenda aspiración hacia la soledad abso-
Hallazgo feliz es este del poema de Yeats su pie c'n las movedizas superficies del re- luta, una tentativa desesperada de estar a En va'no sus dal'Clos poderosos atacan vale-
]Jara el po('ta andino, que le trae ocultamente cuerdo. Este poeÍna significa en la obra de solas con un «gran espectro», de flotar en rosan1l'nte los pspesos muros, y el eanto gra-
"ns deseos inefables y le aelara su estética, al Díaz Casanuenl. la conú'sión poética. el si~­ h01'l'01'OSOS vacíos, y de llegar. finalmente. a "e, de profundas sonoridades, acrecido en re-
ticm po que para el lector es un guía seguru no segnro que no hay que olvidar, el santo los desengaiios últimos " a 1<;s crueles c~m­ petidos ('eos tortura el oído de dormidas es-
para andar por el fuego secreto de su poesÍ<¡, y sci1a que nQs abril'á los pÓl'ticos de los otros probaciones, al cneuentro de una zona donde tatuas con su formidable polifonía. Sólo fan-
E! poet a se sumerge ya por en tero en su (anto:;. el ejel'cieio más constante de su alma. transite, entre heladas ráfagas, la YOZ inmen- tasmas de lejanas fuerzas huyen con las '1'0-
claustro "olec1oso y prorieio, para descifrar Si el poeta contenta en las figm'as de los sa de sus pesadas somhras. Y esto, a manera ees de su alma melancólica, y diáfanos esre-
los elifíci les mensajes dd subcollSeiente, sueños sus inr¡uietudes más delicadas: si su de cancÍC'nte cilicio, rodea su cuerpo lloctur- jo,~ multiplican su obsesil'a imagen. .
eseafanch'a de lmeeac10r es límpida ~. trans, no, y se oyen los lamentos de la carne, en
Call1partienc10 con Pablo Neruc1a y Vicente "\.caso la I'OZ de un poeta no pueda rel'elar-
par'ente eUll10 fino cristal: si el ojo se mueve fuga hacia un desprendimiento total, hacia
1111ic1.obro el momento de renovación poética se con tanta fineza, con tan delicada música,
libremente en las más vertiginosas rroflmdi- un jubiloso anegamiento en los círculos gi-
que prestigian estos creadores, Díaz Casanue- como se revelan en «Vigilia por dentro» sus
dndes; si. sus piedras de hondero incansable rantes de un intuído de\'Cnir.
va enriqueee la lírica chileiw con sus vo(es eoros interiores en las fugas armoniosas.
tienen en el vnelo Un eco familiar a su finí- En «Libertad doliente», acontecen las ex-
ardientE's y su sensibilic1ad (.xquisita, bajo un Característica saliente de la obra de Díaz.
simo oído, todo esto posee l1llH finalidad se- peril'ncias trilgieas de su alma que busca
signo Jwrsonalísimo e irguiendo sU propia Casanuel'a, es una sen.sibilidad extraordina-
~.mra e inalterable: a1'l'ancarle a la "ida su,;
handera ele combate. inútiles solneione,s cognoscitivas, abandonán- riH, que se levanta de su libro en músicas pu-
secretos ~' aspirCll> el aire del misterio. de la dose me]¡1I1cólicamente a las dudas finales:
El trifmguJo vivo que furman los grandes ras, en sinfonías maravillosas que rodean sn
callada esfinge que freeuenta sus "igilias . . .Es
poetas Gabriela :.\listral, TIl1idobro y Nerl1da,
'-- ,

mundo de altas ideas ~' .su frente de exeep-


un canto doloroso y alucinado por el temblor LIBERTAD DOLIENTE
lo ilumina Casanueva con reflejos 'l1lH'VOS, (:ÍOlHll in teli genci a.
de ~u" destellos oní¡·icos. La frente del poeta, A mi eurazón lo sostienen las columnas del
cuya pot¡'neia lírica afirma la presencia de [sueño, Es ]'{'almente acímirable ,Y conl110l'edOl' el
nlcllantl·, ('nseguecida por el resplandor de
lUla ]wrsonalidad e-readOl'(l de asombrosa ri- heeho de que este poeta, sin tanteos ni I'aei-
sus fanta,-;mas, busca refugio en la claridad este h el Sl'creto (lue traicionan rojas hachas
queza y madurez, y elevadísimo vuelo. [del día, laci01ws, dé al Arte esencias tan puras, re-
del día, y obtiene la terca negativa de la
Penetrar en «Vigilia por dentro» significa vde tal madurez. en una obra esnita antes
pálida mariana, del mediodía encendido y de lIadie puede decir por qué repliega sus alas
para nosotros, aprisionar en las manos gran- [mundanas, de lus I'einticineo añus, en una jUl'entud de
la alta tarde. :\os da este verso de h:'mda
des carbones encendidos, ele un dulce fuego clesespel'aci6n: m:omhrosa riqueza, disponiendo de elementos
un poco de fuego lo eonllla que dedos queri-
qw, emerge de sus vagos contornos en gran- [dos atizan. técnicos y expresil'os que, generalmente, son
«Veo que el día brota en mí sólo por el limo resultado de las continuadas experien('ias y
de", alas de silencio y ('n un aire de inolvida- Tan privado de luz, solamente sufre las que-
bles claridades. Un inmenso jadear anímico
rque el sueño deja por mi cuerpo» disciplinas de una edad más madura.
[maduras
E", que el poeta anda entre tinieblas y son
conmneH' la atmósfera ele sus cantos: den- que la ~0ll1Jn'a Il~ va haciendo hasta rroducir JIu'y pucas voces en la poesía chilena como
ineficaees los espadones de luz que e.sg~'imen
sidad nocturna oculta las lí¡was de su arCJui- [su carbón; la de este roeta, de tan pura resonaneia, de
sus manos clesl'elada.s. Cna hondÍsima triste-
tectura, ;; su arte es de una esencial aristo- de euanto ,',111é su l'c¡íz Cl'uel más sed pl'ofun- expresión tan firme y clestino poético tan f'le-
za fa tiga ('¡1 lágrima", :;us ojo:; brumosos, que
eracia, al('j;ldo del mundo e indiferente al [da alienta, Yacio ('n los planos estéticos, en nna jU\'l'lltucl
s610 renUel'ill1 sus energías bebiendo sin
aplauso eallejero, Sólo .se iluminará, segura- "Ull poco de fI·ío lo een·a que lanzas humanas como la suya. No COllOC'l'mOS los pounas pos-
límites los quemantps vinos nocturnos, pia-
nwnt('. en la comprensión de algunos espíri- [extienden. teriores allihro que comentamos. Es¡:enllnos
doso néctar de olvido. i, Qué pesimismo más
tus de selección, eÍl yerdad los únieos eapa- Despegado de mÍ, lleno de vidrios y de al- rpeibir cxtl'ílordilla ria y helJísim<! sorprelia.
prnrundo que l'l qúe jadea en esta imagen?:
ces de gusta!' sus eseneias poétieas y de adl.'n- [coholes :'\0'" decía :\.1\'<1]'0 "\rmando Vassl'ur una
«y está temblando la blanda cera que inút¡l-
trarse ('n las altas ideas escondida.s en su al- como una l'lwda so!tánch)",e de una carroza Í<ll'de, que los poemas de DÍ,\z Casanuenl ",e
[mente junto al fuego lmsea forma»_
ma prufunda. Temerosa del estupro de los [nocturna, dispersaban en el ('spacio en haces de lumi-
fariseus su lírica se defiende, orgullosa mente, E"ta etel'l1<l persecueión del espíritu detr'ils n0",OS cohetes, abriendo en la noche anehas
toda la noehe gira h,hta que temblando se
('n una oscuridad natural. en un hermetismo de lo inasible, de los finísimos .sera fines. de claridades: que eada wrso de SUIi poemas
[desploma,
a siete sello:;, que asrira a ser penetrado por los números inexorables, ]¡aee temhlar las sie- pesda un destino propio, una potencia yir-
ay, si J;¡ mai'íana lo hinchara como la gargan-
muy sutiles;; amorosas miradas, ejercitadas nes elel poeta, y ll11H'l'e el alma en un sentido tnal inconfundible. :.\Iny próximas a ciertos.
[ta de un pájaro.
desesperado:
en la contemplación de la Belleza, catadoras J\.di"ino que él se empaña euando mis párpa- a~pcctos ele su poesía esto que nos dijo el
refinadas dc los nobles vinos de la Poesía. «mis r{!T'pados descienden hasta más abajo [do:; se abren creador ele «El '-ino de la Sombra». Por
De la «madera de los sueños» está hecho del alma para que siga gozada mi frente por ejemplo:
porque (']1 el día la boca 1I('\'a su sabor funes-
este espíritu, y su verdadera liberaC'Íón con- ~:l',s abiunos tenaces».
[to y noble, ¿ <<!¿nién manda saltar mIs si('nes como sellos
siste, no en la escapatoria a las aéreas pre- Su intelig('ncia, lúcida l' exacta. segUl'a ,-i- con gol]Jls penetrantes a alguna parte del [pálidos rotos!
sencias, sino en el deseubrimiento de sus ig- dente de su destino. ent¡:eyé en las ;lparien- [mundo me emjJuja, ,: Cuál es la leíia que hizo de mi corazón un
noradas leyes, que presiden, en orden mate- cias de los SUeltOS, sólo un piadoso engaüo y cuando abandone mi frente &conoceré su vida [fuego negro '?
mático, el transcurso de su vida. un ingenioso escotillón por donde hábiles es- [cierta ') }Ie visitan pIes "iolentos, alas seel'etean en
mi redoma, un dedo azul arranca mi frente No obstante los subsuelos estremecidos, la
rcomo una cáscara Yellla.» poesía de Casanueva se entrega c)n una pu-
Enci'~nde sus cantos este lírico americano, reza formal y de gran artista. Es que el poeta
I'n ritos de finalidades puras. Sus pies·' ca- posee los difíciles secretos y en su interior no
lTen el riesgo, a cada instante, de precipitar- hay eombate posible entre fondo y forma, un
se en os~uros abismos irremediahles: sus con- solo ente fundamental para todo, cr¡;ador de
',ieciones de explorador metafísico rehusan capacidades geniales. La poesía le nace así,
utiliza l' los límites como obstáculos serios a en límpidas perfecciülles y aclarados con-
sU seguro tránsito. Se piensa que el cOTazón taTUaS.
del ¡-oeta, prisionero entre paredes de hie:o, Los graneles enigmas y la sangre de sus
mllenaza estallar por momentos, y que la san· cenizas, suenan en el canto tan 'lévemente co-
gre hirviente correrá por nuestro rostro, en mo el armonioso volar ele una ¡-aloma en
recompensa final de l1l1l'stl'as devociones. torno a su blanco nido.

e A R L o S A L B E R T O GARIBALDI

Maruja Mallo Arquitectura ,Humana. 1937

M A R u J A M A L L o
:\laruja }Ia]]u es uno de Ius acontcclml"JJ- hl ,ínte,.;is de ,su !J<'rsonalidaeL ena de sus
tos más felices ele la pintlll'a adual. l'icasso prcccupaciones fundamentales es el problema
le profesa una plol'und:l aelminlción y c\n- de lo popular en el ¡¡I'tt>, Por ella inicia una
drés Bretón dijo de ellu la,s cosas más elo- jira pO!' "\mérica; quiere eonoeer ampliamen-
E s p A e 1 o giosas. En las tres expo.siciones que reali- te las culturas americanas para iníenr los
zara, dos en :\fadrid y una en París se con- elementos que de ellas puedan extraerse.
fIrllló ¡:rogresinlmentc el prestigio de su pero Dentro de la modc1'1la e\'olución de la pin-
Del tiempo de los sueños vienes saliendo con las manos heladas sonalidad. tura, JIaruja :\Iallo se coloca así junto a
.Al paso del co~'azón rumoroso, invencible en sus hojas , El sentido plástieo de :\1 aruja :\la110 e~ Hi\'el'a, Picasso, c los grandes representatiyos
elal'o y preciso: no e,stii all:¡nderada en una ele los momentos actuales.
Apenas protegida por mi pecho, por mi pensamiento, a la apari-
tendenciH o en una esenela, tiene una fir- :\0 recnerda desde cuando pinta; pinta
[ción de las cosas.
meza teet<Ínica para la expresión, Ella e011- desde que ve, Le pal'ecc que naeió pintando.
Se trata de la caída de las mallOS y de las bocas y de las cabelleras
sidel'a la pintura como un medio, el más pl'i- :\ o ha tenido lllllica maestro: no pertenece
~n desorden. d~ incendio, en el más próximo 'punto
mitivo, de comunicación hnmana, Y como si ¡¡ ninguna tendencia; no concibe al mundo de
1: ele los mOVlll1lentos del cuerpo apacible, ajeno a los azules pl'e-
no ha::;ta la ampliH t¡'¡lScendencia del arte, la forma sino como una amplia libertad de
" [cipieios JIaruja :\f allo busca liga l' su obra lo más eXl)]'esarse. ITa realizado tres exposiciones de
y de las angustias' que suelen crecer no lejos de tu frente.
llllllematamellte posible con lo hUlllalHI. CaCl,_ sus oln'as: la primera en 1D28, en el local de
Porque eres la hermana de la cabeza ele las ag'uas la re\'ista de «Occidente», en :\Iadl'id; ol'ga-
ar'te tiene un lenguHje distinto para una mis-
En la edad profunda que iguala los viajes cm; la muerte. ma cosa: el mundo. En el lrábil manejo del llizac1a por O..José Ortega Gasset; la segun-
lenguaje la obra scrá así el retrato del num- da en la Galería Piel're: en París, en 19:32,
Rosamel del Valle. do. Por eso se considera la última obra de y la tercera en el local de «Los Amigos de
Santiago de Chile. :Maruja :\la11o «La sorp¡'esa del trigo», como l¡¡s Artes .'\nevas», en 3Iadrid, del 16 de
.:Hayo al :) de Junio del auo pasado, cuyo La lpctlna cie cierto episodio de «Don Qui-
local se inauguró con Picasso, .Abril 19:36, jote» Suscita en :\faruja Mallo una originalí-
siguiendo ]\1. .:Hallo. sima visión plástica de aquel famoso curtejo
«La sorpresa del trigo» es una pintura de la pl'incesa 'l'rifaldi. Si al contemrlar
real con una construcción sólida por dentro. estos extraiios monstruos teatrales habhunos o
'c::s
Es la sorpresa del homhre ante la naturale-
za. es la síntesis de la fertilidad de la tierra
a la pintora de sus l'ecientes muñec'os, recha-
zará instantáneamente psa denominación. A -
con el trahajo del hombre en que aparece el sus monstruos no quiüe ]\laruja ]\1ano lla-
trigo como Yeg'etal uniyersaJ. El trigo es el mal'les llluuecos. Estos muuecos quevesti-
símbolo r{lllico del mundo. reín hombres teatral del claYileüo son en rea-
En cuanto al conjunto de ohras que ha lidad máscams o arquitecturas escultóricas
denominado «Verbenas», son ellas una repre- rlispuestas a bnscar como esqneleto el cuerpo
sentación de fiestas populares. Los «Espan- humano, encargado de mover constrncciones
tapájaros» constituyen una pintura dramá- de esp1ll·to, madera, paja, lana ~- trigo. Tengo
tica y realista que constrasta con el optimis- el concepto del escenario en tres dimensio-
mo de las «Yerhenas». Las «Verhenas» es nes: f-:e trata, por lo tanto, de un mundo que
la expresión de una llintura alegre, barroca, hay que hacer ha hitar con COSaS reales y no
infantil, si se quien', heeha con un colorido con Jicciones. La eseenografía del Yiejo tea-
netamente popular en que J\Taruja .:Hallo ex- tro estaba hecha eon telas pintadas que vie-
presa su sorpresa ante lo popular. Es la mi- nen a ser como cuaélros u relieve. Entonce"
rada ingenua de una muchacha sorprendida dcbe haher allí matetíalidad, realidad some-
ante el mundr l y la integración infantil que tida a los mejores efeetos de luz, y agrupa-
de las cosas pudo hacer un espíritu aún no ciones escénicas ordenadas. Hay que crear
suficien temente profundizado. el lllUllClo de la e'Ocena y no la ficción de la
En la segunda époea, jlaruja:Uallo brinda ef-:CelUl. Toelas las artes deben ser creación;
«Los E.spantarájaros». l-n mundo de cosas la ficción ha~· que dejarla para aquellas ma-
agradables -dice Enrique Azocoaga- se ha nifestaciones que no han alcanzado aún ciu-
conyertido en la segunda etapa ele la pintora, dadanía constI-uetiva. Denis dijo, refirién-
en desagradables elementos. En su nueyO dose a la pintura, que no había que ohidar
momento enermtramos cal, azufre, légamos, que el cuadro tiene solo dos dimensiones; del
supc:rficies quemadas. tel'l'aplenes, lagartos, mismo lllodo, no hay que olvidar que el esce-
sa pos, culebnls, arañas, cardos, setas, zarzas, nario tiene tres dimensiones.
hojas seeas. Tenninado el grupo de plústica escenográ-
Celehra su segunda exposición en la Ga- fiea, :\farnja Mallo logra la colección de ce-
]¡'ría Piel'l'e, de Pa ds, en el año 1932. La rúmicas popnlares, r('sueltas formalmente a
pintonl se eni'l'enta con la pintura actual y base del trigo, del olivo, de la vida. del toro.
eterna mils importante. No va a desoír una En ellas, por nna parte. Y retorna de este
serie de Yoces, ni Y11 a desatender un yenero modo a lo ornamental, a lo característico de
de preguntas. sino a trazarse después de aco- toda pintura: el espíritu l~opular gravitando
pio dl' experiencias, las normas precisas para sn]¡re el color y los temas. Para :\faruja Mallo
continuar su t1n·ea. •\1 yolyer de Pal'Ís co- como para todos los grandes pintores, la pin-
mienza para nuestra pintora la époea de mús tura es el equi1ihrio de formas ~. una armo-
dudas, de más Yelcilaciones. nía de colores. '-a hacia la pintura docu-
1.1os afios 19:3:3, 79:34 ~- l~):3J son afias de ll:entada que es la tendencia de 10:-: grandes
gran preocuplC'ión, míos en que la pintora se maestros de hoy; huye de los abstracto don-
encuentra dominada fundamentalmente por de naufragaron los pintores puramente in-
la urgente nec('sidad de huir de lo abstracto, teleetualistas. El subrealismo es el último
por In idea de lo docnmental ~- por el deseo scbresalto de una época de agonía, piensa
de lograr en :-:u pintura resultados que res- Marujll Malio. El arte abstracto surge ele
pondan a nn pel'fecto orden interno. Puede la discrepancia que existe entre el artista y
parecpr en tales c'ircunstancias que Maruja el medio que lo rodea. Cuando sucede todo
Mallo f-:e oh-ida por completo de dos impor- h contrario, cuando hay estrecho vínculo en-
tantes casos anteriores. Existe solamente tre el artista y el medio, surge una obra pro-
junto a una eomplicación íntima grave. un fnndamente documentada y humana. Y a
deseo profundo de no ea el' en lo falso. Desea ésto debe tender todo artista, a ser una con-
llegar a una pintura popular y dramática por testaeión que la humanidad da al mundo.
1Ul camino coni:it.ruído, seguro y ordenado. Pablo Rojas Paz_
u
'"c;
o
..

tv!áximo Gorki Dibujo de Suarez

o R K 1 y A M A D R
Conferencia pronunciada por ,su autor en el Areneo de
Montevideo. durante la celebración de "La Semana de Gor-
ki". que organizara el Comité Roman Rolland, en ocasión
del bllecimiento del vigoroso novelista eslavo.

"\lúximo Gorki es, en nuestro concepto, el do allí en la niew muchos mártires y había
('sC'ritor más fuerte y representativo del pe- pla;>mado muchas ob¡'as relacionadas con el
ríodo revolucionar'io en que vivió. Así como nnor a los humildes. De esa históriea pirá-
pensamos que debemos a Romain Rolland en mide de sacrifieios, de almas perseguidas y
su «.Juan Cristóbal», la pintura más humana humilladas por los déspotas, surge al fin
a la YeZ que estética del individualismo sico- Máximo Gorki ). en n11 esfuerzo tremendo
lógico y moral de la lH'e-gl1elTa. creemos quC' deseiende desde la cúspide de las conquistas
f'n «La :\ladrC'», eomo C'n casi toda la ohra de técnicas y las purezas sentimentales y las
Gorl,i, puede verse la (,],cllleya del nacimiento lTciaduml}l'es sicológicas, que son TurguenC'ff,
y lucha, del amargo, jlromisor y de~ol'denado Tdstoy y Dostoyewski, para recoger de las
sc'nt;miento colectivo sohl'e el mundo. lH1l'1las paisanas, como un sencillo viento
GOl'ki es, pues, ademús de un noble espíritu Hmigo, el sentido popular revolucionario.
artístico, 1m reeio Ic'íiadOl'. un l'udo c,!m[)('~i­ Lu va a arrancar primero en la incon!3cien-
no eslavo que entró a saeo en los bosques ('it:, en el _profundo cenagal luminoso, donde
eeíiudos para alTimCar la materia primiti':Cl lo más c1esgraeiado, los ex-hombres, son testi-
de l~ll(l nueva civilización y eontrihuir a echar moni u iliniente de la descomposición de la
sns hases. sociedad; y les presta entonces el IwnsamiC'n-
Claro que su obra no naee ni ,~e desalTolla to alto de su espíritu solidario y poderoso,
aisladnncnte. Tenía que "el' ruso quien tal porque él piensa, con la piedad de la poesía,
dijera .v representara con ta I vi rginida d ). que el orden se deshace a veees inocentemente;
tesón, atravesando las e~tel)(lS del tiempo; te- A veces el destino se accidenta en nosotros
nía que serlo, porque el amplio movimiento y los míseros huesos se vuelven imporr1ntes
de los hombres del espíritu hacia la lucha ;. arrojan en la noche resplandores extraños.
en la noche poblada con las preguntas grandes.
social en favor de las reivindieaeiones -cuan-
to más negadas, más crecidas- )'a había da-~ Allí aprende a soñar y el sueíio es un man-
cilla y ap;lrC'ntementc torpe pero seguro en Hemos dicho lIna vez que toda obra de arte errantes de la [il'imel'a Rusia, herederos ho-
sus instintos mesiánicos, trocaba su dolor en es el edificio de un sueli.o o de una sensación, méricos, poblaba el corazón épico' de Gorki.
una marcha extraiia hacia la lucha y hacia el monumento plástico de un estado de espí· «De las encarnaciones mitológicas de las fuer-
J:¡ e'"IJeranz~l, con los puiios en alto y la tierra ritu'. Así la poesía, decíamos, se ye 'más que zas naturales -dice Kropotkin- nacieron
interior toc1J inundada ... se oye, se siente constrnirse en el espacio. paulatinamente, en el Oriente, los héroes llU-
.:\osotrcs ya 11f~mos logrado unir nuestro Frente a «La l\Iadre» de hoy, podem05 co- manos». En parecida núll1era, de las enearna-
mentar sencillamente que culmina, como un cio~les idealistas de las fuerzas históricas na-
reclamo a la despedida coral con que la tierra
misnw le brindó -sonoro árbol caído- en castillo soñado, -mejor aún- como un hos- ce «La Madre» que es una novela ete héroes y
estos días en que se encienden fuegos en la pital de la justicia, la montaiia de dolor del tiene su creador en un «bilini», en un aeda
marclu hacia la felicidad humana. ¡ Más aún! pueblo sojuzgado y deja ver, en amplios ven- poderoso. Por eso es un libro profético que
.:\o.'iotros hemos saludado en la muerte de tanales de heroísmo, de tel'llura, de sacrifi- anuncia a través de sus héroes toda. la histo-
Gorki, la poderosamente serena voz del Des- cios, de fe colectiva, de secretos como presa- l'ia de Rusia, donde se produjo el pa rto dolo-
tino, D('l Destino, camaradas seriol>, que no gios, -como vientos- de verdades eomo can- roso J' oscuro de un nuevo cuerpo social. Y
es una palabra religiosa, ,que es el mejor ros- ciones en la distancia, el horizonte mayor ele por ella, la historia próxima del mundo.
tro de la historia en la imaginación del hom- una época, la línea más cerc,ma de la verdad Siempre hemos creído que los caminos cie-
bre, que es la unidad de 101> fenómenos, que futnra, allá donde la fe ~. la concien<'Ía se gos del conocimiento artístico, tan distinto
es el dichoso corazón de la dialéctica con sus aúnan para sostener el p~isaje de los hom- de los científicos, son recorridos, y en ésto
movimientos sanguíneos, determinando la vi- bl'es. " la perspectiva histórica. Por eso está esa diferencia, por una permanente exal-
t~a de los seres y lal> noches y los días. , . queremos decir que esta noyela es una obra tación. Así en Gorki que, como todos sus
Por eso mismo ahol'él, sobre la vieja estam- l)¡,o/ética.
gl'andes predecesores {'n la prosa eseIava,
pa silenciada, hallamos otra vez la vida y la Pareciendo ser, pudiendo ser este edificio Cfluilibró el realismo pasajero con la ancestral
dulzura de «La l\Iadre» YÍctoriosa, de e~a ma- moderno lleno de claridades humanas, de Yir- forma universalizac1ora, con la embriaguez to-
d1'e ante la cual cada una de las otras que tuLles, una nniversidad ele la acción, re5ulta tal de la forma, con la fuerza que atraviesa
a ndan por el mundo, es una suave imitación eso y lllás; resulta, rOl' el espíritu vigoroso la estera, agita el corazón del bosque, y des-
dato. Por eso Gorki, yerdadero héroe de su del artista, por esa alta presencia de la ma-
del alma; de esa mac11'e suya proclamando pués entra en la melodía de la canción eosaca,
cultura, es la figura de mayor relieye sobre d re que higieniza el alma de los hombres y
otra vez ante toda la pérdida, la augusta paz siendo recién entonces un verdadero saludo
los camIJos arados de la revolución obrera :Y sus hogares, por esta redivi\'a Palas Athenea
ele la gratitud, la augusta el>tatuaria del de la tierra, hecho con etistancias humanas
campeo,;ina. Y rOl' eso su muerte nos conmue- puesta en el corazón del caos social, el sereno
amor, sin llantos, con sólo una detención del desde su superficie ...
ve y nos conyoca unánimemente, a todos los templo de una ereeida esperanza, donde se
pensamiento sobre el camino, con sólo un ade-
que sentimos la dificultad de sus obras y su puede depositar la angustia para dulcificarse Como en el «Anunciador de la Ten1pestad»
mán de afecto más hondo al día que llega, a
üiunfo-la dureza de su gesto y su am:n'- ;, recoger la belleza de la Yida, la sintética que «reía y lloraha de gloria», así en esta no-
la vecina naturaleza, a la claridad del traba-
la talla de su efigie simbólica y la ausencia vida, «el resplandor de la verdad», que diría yela. su arte duele ~. canta el seutido de la
jo en la solidaridad humana, ..
que esa muerte acuesta, sobre la ancha som- el gl'iego, el artl", para seguir creyendo. l'ebelión y de' In libertad . .:\0 puede limitar-
La vida de Gorki -su obra- es una pará-
bra del mundo. Profecía pues, que en un viejo sentido es
bola cumplida a imagen de las e~feras que
Ya hemos sentido pues, su muerte minu- poesía, es decir, religión y realismo, marcha
nos aprietan y nos levantan, a iuwgen de las
('iosa, con la figura de «La Madre», que él hacia el más allá que está en d tiempo con
copas y de los campos que nos sostienen, .0: ace
creara, inclinada sobre su lecho, cerrándole 'el más allú que hay en el hombre.
en los bajos' fondos y los ama; se afirma" en
las viejas y grandes puertas de su corazón. Cuando la niadre augusta asiste en alto al
viajes largos; sueiía en el mundo con el ardor
Ya hemos pensado I:'n Gorki moribundo y entierro de .Jorge, -el más estoico-, todo el
del Volga; culmina en sus profecías e5téticas,
en los escritores soviéticos allanando en su sentido de aqnellas grandes horas del entierro
en «La l\Iacire», que es el mayor símbolo 10-
derredor toda la nieve de la antigua Rusia de Patroclo. el de la Ilíac1a -la moral con
g"l'ado por su corazón; y vuelve al ritmo con-
para aclimatarle su primer silencio grande. , . angustia, C'1 despertar de Aquiles, la vengan-
yulso del proletariado para aeompallarJo en
y hemos pensado en el pueblo elegido que la eonstrucción de la justiciera vida que za, la fe, la deseo,;peración- se mezclan, mien-
le rodea besando w memoria,. humildemeute , eomienza. tras se sobrecoge Palas Athenea, ahora la
misteriosamente. y eU sus desterrados, en .\ la muerte de Gorki, pues, estas palabras madre, la más amiga ete los hombres y la más
sus vagabundos, en los cachalTos rotos de la nuestras, porque «La l\Iadre» lo reclama yivo. divina a un tiempo, y aprende la grandeza
vida cambiados de destino, que no adiYinan heroica de sus hijos queridos. Con este miedo
cuánto los amó y con qué esfuerzo les entregó «La l\fadre» es la nOYela de la lucha social humano y esta esperanza mística,. tiernameute
su salud y su palabra ... realizada ,"obre una amplísima ba'ie de suce- se besan las épocas y los símbolos. Y el cora-
.:\o'Sotros no podemos decir frente a su sos y ele angustias; con un sentido humano zón de La madre, llama votiva, oscilando,
muerte que hoy en otro albergue de pobres ele fe o de esperanzas levantando esos hechos, temblando, ilumina una nueva noche de la
se embriaga y se enternece; ni que enciende dánd o!P.~ tonalidades finas, iniciándoles co- Humanidad .. ,
en la mon taiia su seereta tristeza ... Pero po- mo una música en el corazón del hombre;' y El vozarrón de Gorki sobre Oriente, crece
demos proclamar que la Humanidad estaba comtruída con un firme sentido al'tístico de en «La Madre», para vol verse la trofecía de
presente en su muerte, segura de su memoria; masa'i grandes ordenando las épocas y las sn pueblo sobl'e el mundo.
y que el proletariado del mundo, siempre seu- filas ... Fn eco polal' de los «bilini», los bardos
moral. en texto pCll'a adultos, la obra más
f;e, pues, este exaltado realismo profético, al cio y el tiempo, ]a soledad y el silencio, la mOl'al de la literatura "iva.
que Turgueneff veía en Riechotnicow guau- cultma y la ignorancia. Todo se puebla de
do clasificaba «la serena vei:dad de Riéchot- Gorki se había preguntadu ya por boea del
hombres, de vida, ele verdad en camino, ele
nicow», puesto que la voz de Gorki cs preci- «Lector» euál era PI fin del homlH'c en su
claridades fraternas ... Romain Rolland di-
so vivirla minuto a. minuto cuando se la lee, tránsito a tropezones por este peü¡¡sco de la
ría: Es el alba, seüores! ...
en la angustia y en la alegría, porque «La é1tmósfera. Y se había respondido:
Xo queremos detenernos en la lectura por-
Madre» es la novela de la agitada verdad, «j Oh si viniese un hombre severo y vib1'<lll-
que basta el sentido para poblar la atmósfera,
]a odisea de nuestra verdad! te de amor. ('on un corazón ardiente -;.- un es-
pero oigamos un punto a Gorki ahora .Y con- '!
Cuando Shakespeare halló en el cOl'azón de tinuemos: píritu poderoso. capaz ele abrasar todo en Sl;
un príncipe la humana duda metafísica, no En la sofocante atm(¡sfent del ignominioso
«Es estúpido que me calle, .Abuela. ¿ Qué
podía saber que Dostoyewski la iba a repetir silencio, sus pa la bras proféticas resana ría n
iría ganando '? Algunos minutos de agonía
y a transformar en plástica, con la carne como los taüidos de una eam¡:ana qne tocara
más y Ferdería el placer de hablar con una
misma, crudamente, a través de un paisaje a rebato y posiblemente hasta h,s míseras al-
mujer de corazón... Yo no creo que haya
ele humildades. Y no podía saber quc Gorki mas dl' los mUl'rtos vi"ientl's Sl' estr('mee'2-
en el otro mundo tan buena gente como hay
iba a descenderla más, iba a hundirla en el rían 1»
en éste ... »
fango, allá entl'(' los vagabundos pensativos Otro l'pisodio: Después de esta eSpl'1'<111Za que ya te:1ía en .
y filósofos, allá donde la carne de los hom- su conciencia la l'espllesta aún ·oscura, ha de
«Se acercó al muerto, se inclinó y le besó
bres está viviendo pero ya es la tierra ... la mano. haber sentido dibujarse la Humanidad como
Con Gorki en sus relatos muere Hamlet y las -.:'IJí querido compaí'iero, mi amado compa- una figura talar en el ha rizan tI', porque logró
lamentaciones, para dejarle paso a esta no- í'íl'ro -dijo en voz baja y desolaéia- te doy dolerse hasta alcanzarla y nos ditÍ «La ma-
Hla donde está el militante y la consigna. las gracias de todo corazón... ¡ Adiós! y [} dre», qlle ahtiría te las puertas de su siglo y
j Bello y profundo sentido de las cosas! Re- trllbnj[lré como tú, sin desmayos, sin vaci- ('un él la gloria. " L\OS dió «Ln madre», dulce
petición de imágenes, diría más tarde Pilniak lar " toda mi vida, por los que sufren ... l'elagia ¡'ímida, quebrantacia -;.' renacida, en
en Hl «Valga desemboca en el Mar Caspio». ¡ Adiós! ... » tun)' delTedor lus hér()('s ,'an a la ('ruzada
Con Gorki muere IIamlet entre una grande Y d CI mentario de GOl-ki llega pronto. r"~-(llucionaria. a l¡l conquista del sepulcro lo que tienen de mejor, formando un corazón
ol'([ue>.taci.'ln de yjcios y miserias, con una ¡ ngTado, &,"te que ahora "emos sostenien- inmenso, fuerte, profunelo, sensible como una
«Sus labios están muertos, pero sus pala- campana ele plata ... y he aquí lo qUl' nos
melodía de sueüos puros. " .Y enseguida con
bras "inn en el cOl'azón de los vivos ... » cl¿ la llama del soldado desconocido, elonde
Gorki renace la firmeza .Y vuel ve «Don qui- dice esa campana: «('nías, homhres de todos
Este es el sentido de la canción, el idealis- hace tiempo ya quc se saerir'ieó el e:opíritu.
jote libertado» a dirigir de Sancho la senci- los países ¡ no forméis más que una sola fa-
mo estético sobre la realidad. y que es ]"l'eciso redimir.
llez y a desfaeer entuertos. La Humanidad, milia! El afecto es la madre de la "ida y no
Dijimos ya que esta novela es una obra. "\quí nos habla un hél'oe y hallú otro, al- el odio». Hermanos, -;"0 oigo esta eampana.
La :\ladre, está asombrada y le surge alegría
profética en lo literario y en lo social. Agre- ternando la paja bra -;.' el heeho eon una grau
pOl' la carne y por las venas una yjda y yn también, -dijo Pablo.
gUl'mos qUl~, por consiguiente, es un obJ'([ lH:eesidael de espaeio:
nUeva ...
«j Toelo ha eambiado, sí ... y así es eOlllO ¡ Qué simple es la mora 1, señUl'es míos,
Ya no conviene aquí llamar locura o idea- cuanelo se le da el tamaño lll1in'l'sa] qne elebe
debe ."el'! -deelaró Andrés- Esto es por-
li:mlO a éste que lllle los hechos con una fuer- tener ... ! ¡ Qué simple ~. qué mara "illo'ia !
que en la vida se. desen"ud re uu nuevo co-
,za simbólica, profética. E.s la «Condición ¿ Dónde queda el eoncepto ele patria en un
razón. madrecita. Los corazoncs están todos
humana» rediviva, es el sentimiento carnal sentido ele rivalidad, dtÍnde el ele familia en
destrozados por la eli"ersidad de intereses,
de la fratemidad, es lo concreto descendiendo el miuno sentido; dónde el del illllividuo aún
roídos por la ciega avarieia. mordidos por la
o sosteniendo a la idea liberadora como un como un toelo '? Gorki se lo había preguntado
en delia. euhiertos de llagas y de heridas pu-
apacible manto -tal el juego de la noche y rulent¡]s ... de mentira, de eobardía ... Los en su desvelado «Lector» -;.- él mismo se .res-
el sol- es la dulzura de la amistad en el bien hombres están toelos enfermos, tienen miedo ponde haeiendo sonar bajo los ámbitos el gi-
J' en la belleza, es ésto que hemos ido dicien- de "ivir: se dil'ía que andan errantes por gantesco badajo ele su amargura frente a la
do en la literatura: Lunachartsky, Pilniak, l'l1T1'e l;¡ niebla... qne ('aela lUlO no conoce in:oondable atencitÍn amorosa de la .:\ladre ...
Mah'aux, Gladkow; es el realismo socialista! más que su propio dolor ... Pero he aquí que Cuando ésta,Pelagia, ante el claro silen-
En «La madre», que lo reanim,ti todo, de don- sobreviene un hombre que ilumina la "ida cio prcducido por la desaparición de los rigo-
de todos provienen, llega a la muerte misma con el fuego de la razón y que grita y llama: res del (SPOSO, ante la paz inesperada en que
esta dulzura artística plural. Para Tolstoy ¡ Eh, pobres insectos extra"iados! ¡Tiempo tiembla el corazón y arenas vuela... ve a
la muerte fué una tmgedia del conocimiento, ('S ya de comrrendl'r que tenéi.s todos Jos mis- Pablo, su hijo: y a los otros hijos que luchan
una angustia. Para Rieschotnivov el realista, mos intereses, que cada cual tiene derecho a su lado y siente que la aman y que son
lÍna liberaeión, un descanso. Para Dosto- a "ivir. a desen"olverse!» Este hombre que nií'íos y que sueí'íall y que sufren .. , y, sobre
yenski nada: no existía la muerte, tanto ama- gTita está a islaelo y por eso dama en alta todo. que están tensos ante los hechos que
ba la vida, tan a fondo la penetraba, tanto ]a ;'oz: le hacen falta amigos::oe siente triste pasan -tal instrumentos donde la vida ciega
lloró. .. Para Gorki ]'1 muerte se nos trans- tan solo, tiene frío. Y, a su llamamiento, to- pulsa su sentido--; cuando la Madre se aS?lll-
forma en canto... Realismo socialista, se- dos los corazones :,;C' juutan en uno sólo, p::'2' bra de la renovada ternura de su pensanllen-
flores. "[na nueva manera ele sentir el espa-
quedaba hasta hace roca un testimonio vivü. hJ RU::iia jo\"(.'n fuera por e1mundo, como
Fatigado volcán es su sepulcro. e"pantado caballo blanco sin ciueüo, cuando
l\O es extraño, pues, que el pueblo 'Sovié--' perdió a este campesino máximo.,.
tico ante la tumba de Gorki reviviera enton y tampoco es extl'aüo que sintieran dolor
ces, por boca ele la é.~posa -el alma palide- todos los ¡llH.'iJlos y que en la tierra toda, al
cida de sU tiel'l'a- aquel olvidado ya, ances- lmmillar ill.~ignias, fueran ríos de sangre las
tral sentido de lamentación. ]w nc1era" !
:\0 es extraño que repitienl ante la tumh<L Pero extraño ::iería, que al c1escender c1e bru-
de Gorki, la queja de la esposa del príncip'~ ces la conciencia, La mac1re no nos "iera 1, La
Igor en el viejo canto épico eslavo, ante los nuc1re no nos levantara ~. La mac1re no nos
elementos desencadenados: reritiera el disemso qU(; el hijo le dejara
«¡ Oh "iento, Yiento tel'l'ible! t Pm qué para elevar las almas de la tiel'l'a ...
soplas, señor mío, con tanta fuerza? .. «A nosotl'os no hay nada que nos impiáa
¿:\o te basta con soplar entre las nubes y 'el' intel'ionnente libres ...
mecer en el mar las naves sobre las olas azu- La masa de nuestros obreros ~. c1e nuestros
les'? Í: Por qué, Señor, has' abatido mi alegría ciJlupesinos sení libre y ereará un mundo
sobre las hierbas de las estepas '1 ••• » libre también, al'monio"o e inmenso. ¡ Y esto
l\0 es extraño pues, que el alma alegl'e de ~'crá 1»

D E F E N D A M o s E L p A N

(DilJ¡ljos de Barradas para «Los }J((jos Fondr)s» de JI. Uor1."i) a Maruja Mallo.

I:I.a.v quienes se des,\'elan eon la hormiga


en labor de sepulel'o,
el PR I A N o s. VI T V R E IRA
porque entre los ofieios de los hombres
también los hay de muerte.
El pan que es la primera bendieión,
transfigurada espiga y amistad de la tierra,
no será en esas manos eántieo y eeremonia,
soledad y preseneia del mundo,
sinó eorteza y ~niga.
El pan es un hermano terrenal del Yerbo.
Con paeieneia miope,
.eon voluntadseereta de gusano,
hay quienes se desvelan en el ado
de destruir la religión del pan,
de roer los eimientos de lo que el hombre erea.
Tan sólo el pueblo sabe del paso de los bueyes,
de la red peseadora que tamiza las aguas
y de las hoces, eurvas,
porque no quieren pareeer espadas.
Qué orden es este de lutos ;" de azufres 7
que afrenta la esperanza,
que eon su prevenida vara de mercader
limita los destinos, altos eomo las aguas.
Los sapos de las chareas invadieron la tierra,
templo y horno del pan.
¡ Qué nube funeral vestida de e1emeneia
descarga sobre el nllmdo estas lhlvias de pestes!
¡ Qué será de la tiel'l'a -cuando estériles manos
tronchEm el cereal y sequen las cOl'l'ientes!
Hay quienes colaboran con la hormiga
v vuelan sobre escobas con la cruz en la mano.
La tierra quiere la semilla, el mal'
pide la red en una función rítmica,
el buey avanza siempre como arando.
Regocijo elel campo y el hombre en la labor.
Fervor de fuerza del verano.
Lumbre de invierno con el pan cortado.
El hombre ama la muerte de símbolo sagrado,
pero hay quienes se abrevan en la fuente
de la sangre, cambiándonos la alondra
por un cuervo de sordo graznido encapuchado;
quienes dicen el odio en forma de alabanza.
Padre, no me olvidaré nunca de tu España.
y o n~ veré, sombría 'de florecida piedra,
D E s e • E L o
tu casa humilde, ametrallada.
Padre, tu me iniciaste en el misterio Las estrellas de esta noche y tu amor y el mío, el nuestro
de existir y eantar, ---la hoja de mi almanaque mueren, ~~ al nacer son otro,
al darme el pan, de niño, a la hora de yantar, marca elIde Setiembre- ..,- otra vez otro., son una
al santiguar tu frente con el signo cristiano, las estrellas de esta noche cadena eterna de amores.
al balbucir rezando las palabras que digo: nos están mirando, mira. Porque tú no eres tu sola.
-Yo trabajé la tiel'l'a y aventé el trigo. 'Como están lejos, tan lejos, Eres tú, y tú, y tú. Eres muchas
en la mesa, al cortar el pan con tu mano, a un tiempo mismo nos ven. y siempre que te contemplo,
Han llegado las horas sagradas de mis días. Para ellas estamos juntos, lumbre estrenada y distinta.
Padre, yo quiero hacer lo que tú harías: como estábamos, y entonces Pero no temas. Conozco
defender el pan fué milagrosa verdad tu fulgor, aunque se mude.
con el cual parecías un dios en nuestra infancia. para las de aquellas noches Te quise ya tantas veces
«Al pl'Íncipio era el Verbo', nos enseña San ,Iuan. cuando se moría Julio desde que nos conocemos.
y Ag'osto resucitaba. Levanta, pues, la cabeza
De ese Verbo divino el pan es la Substancia. •. 1....-

.y en esas estrellas únicas


González Carbalho. Porque los meses se muerc'n ele cada noche, tan breves,
:Mayo 28 de 1937. y las estrellas también, tan puras, tan bellas, hunde
que «si un día - ay - es el tu luminosa mirada.
de las flores, una noche orbe celeste perdido
es la edad de las estrellas». para mis ojos de tierra.
<> y éstas no son, nunca han sido
()
las que ludan anoche, Mis ojos, sanos y abiertos,
$"~::'n
,,);_.b las que lucirán mañana. no ven. ¡ No ven! Aunque os miran
f' \\ mis compasivas estrellas.
I~-)
Pero no ven. Sufren pena
_..;:j)i
Cuando tú ¿ soñando ce duermes de descielo, descelados.
-ritmo ele olvido y de. espuma- Si el desterrado se queja
se nos mueren las estrellas. ¿ qué haréis vosotros, mis ojos '?

E R A R D o D J E G o
sión, operante pOl' su sacrificio», en su con- eaptadora de la secreta materia, del misterio
cepción universal y verdadera desde «el es- de la ereación.
tado de tormento pUl·O». Eduardo Mallea, saliendo de su austeridad
contemplativa por un deseo de liberación, .ha
rll nocturno «desagradable abarrotado de reanudado ahora su comunión con nosotros,
confusión ~. de apuro. Eso era lo que ~·o justamente cnando los hombres de sn edad
. había escrito». declara Bduardo :Jlallea. BYÍ- han caIIado en un agotamiento de pasiones .r
dentemente su .\drián percibe las estruendo- egobmus personales, de odios sin fertilidad.
sas notas y apagados sonidos de esta noche Su emoc-ión auténtica de escritor YÍno cuan-
sin alba. con su drama de intimidad, que lo do el momento espiritual lo exigía. Es que
e; de soledad. Es el drama de una ,'ida cons- :Jlallea 110 ignora «que millones y miIIones de
eiente, que por la coneiencia se pone de pie, hombres amerieanos se están buscando, los
buscando polarizar su salvación por la ruta ojos eargados, taciturnos, la hoca dramática-
etema del esríritu. En este «Noetnrno Eu- mente plegada, en ese obstinado silencio, la
rcpeo», el libro americano IllflS denso de es- yol untad tensa, la concienc-ia soportando el
tos últimos alIOS, hay verdad y poesía en el obsenro trabajo subtel'l'áneo de la gestación,
retrato cabal de un hombre (tal como lo que- todo el ser un poco sombrío y a la expectati-
ría Goethe en el título de su autohiografÍa) : Ya, ecmo esas muehaehas hurañas que llenm
un hcmbrf' que ha despertado en la historia en las vísceras el hijo». .. Ese .A vesquÍn, esa
con inveneiones de su inteligencia. Documen- .\na 13·oreL ese .Juan Sebastián SolYes, Cris-

L 1 B R o s to de este tiempo. tienc la calidad ~. la hon-


dura de las obras perdnra bIes. En sus pági-
nas, junto a la maestría de un estilo, está la
tiana Ruíz, ·Jacobo 1'ber, Adrián Aguilar y
Tota Aguilar, Mur ~. DurcaL habitantes de
Buenos Aires, lo atestiguan en la entrega de
época en manos de un ¡ú·tista que penetra en la carne Yiva de sn insatisfacción, en su des-
el eshldo de pasión de sus criaturas con la nudez sin hipocresía ni atuendo, en este tiem-
~'eguridad del gozo logrado: un artista ~. un po lacerado,
<cYoetUJ'lIO Europeo» y «La Vivimos un siglo de tragedia. El caos so-
hombre que sabe con Soren Kierkegaa nI que
CiHdad .hlnto al Río {nmóvil», cial aYiya el desorden espiritual. Pero el
«la angustia es una expresión de la perfec-
de Eduardo J1Iallea. Ed.8ui'. hombrc moderno aspira a salir del caos, ir «¡ Gritemos lo que somos, declaremos nues-
ción de la naturaleza», «porque aun el orden
(Buenos Aires). a uu «n /le uo orden» construido. Ortega y tro eontrabando delictuoso. nuestra carga
yiene a un espíritu de la extensión y profun-
Gasset se refería cierta vez, a la necesidad clandestina de ineertidmnbl'e e inhibición y
didad con que ha sido llmnado por el descon-
Bduardo Mallea, escritor, vive el clima de de «estar entrenados»: una especie de entre- :falta de simplicidad! Gritemos nuestro con-
cierto original. ~\sÍ corno sea de complejo el
los creadores. Un creador se apodera de la namiento para erguirse sobre el caos es la tra bando. Si no, ¿ cómo ayudtll'nos'? l Si no,
(·aes de un espíritu, así será de rieo su orden».
realidad y la expresa con lirismo, con el acen- lección qne '\'<unos a aprender. 1, cómo concurriremos a sal yar este terrible
to encendido de un poema. Bn el «caso :\Ia- En «La Ciudad ,Junto al Río Inmóyil». hma. este minuto sin yentanas, este desastro-
Los caminos son múltiples, las desviaciones
llea», el novelista de excepeional calidad está cstamos en otra latitud: el que habla «es ese so arrisionamiento del homhre en su peor
que conducen a la esterilidad se multiplican.
junto al hombre: he aquí lo extraordinario 11l1e\"C) hombre de ~\.mérica. intaeto, no con- celda, la de la ciega sOl'llera ante el yecino
Razén tenía Gertrucie Stein al decir: «Sois
de nuestro tiempo. taminado», «preparaudo sn canto, su ex- a pri~áonado?» Eduard011alIea cuenta en su
una generación perdida». Eduardo :Jlallea,
Bl hecho de que «la persona es una catego- presión». «Nocturno Europeo» que vió a un grupo cie
con la firmeza de su yocación de escritor en
ría espiritual y religiosa, nos prueba que el sus dudas de hombre -hombres moradores Largos años de muti:;mo, le yalieron a campesinos en Fiésole, reunidos en una dis-
hcmbre no pertenece sólo al orden natural y de etapas contl'adictorias del mundo- ve el Ecluardo ?llallea su maduración. El escritor cusión. Distinguió esta frase: «No se podrá
social, sino tamhién a otra dimensión del ser, caos. Europa le ofreee la intensidad de sus ha madurado en la soledad. en un silencio producir de otro modo. Será por la sangre
al mundo espiritual», escribió Nicolás Ber- sombras en «.\' octw'/lO Europeo» (19:35), construetcr que baja hasta la;.; profundidades que choneen algunos como se salvarán los
diaeff. De ahí que, así como el escritor ar- ~-\mérica Buenos Aires, hace que compa- del ser, rara eleyarse con su pureza, con su otros. Pierdan cuidado, no dejaré de matar
gentino se angustia frente a las incógnitas rezcan ante sus ojos, seres que «nevan a un integridad: para expresa rse desde sí mismo. cuando una muerte sahe del hambre a lllis
actuales, los personajes de sus novelas vibran tiempo, esa efusividad eridérmica y esa taci- De mil novecientos yeinte ~. sei" son sus hijos». .. y esta otra: «Será necesario ...
con la verdad pascaliana: «le silence eternel turnidad profunda», en «La Cilldad .] unto «Cuento;.: para una Ing1f'sa Desesperada». j Claro que será necesario!» Y luego una YOZ
des ces espaces infinis m' effraye», pudiendo III Río f¡ul/ól'il» (lD:36). .\mbos panoramas Nueye años tranSCUITcn hasta «Nocturno Eu- que comenzaha otra frase más, imposible de
a tales homhres arlicarles para testimonio, esenciales, elaboran su sensibilidad, y su sen- ropeo»: diez, hasta «'La Ciudad .Junto al Río asir, con el nombre de Lenín. Y un obrero
estas palabras de Ramuz: «se sienten perdi- ;:ibilidad lo acerca al conocimiento de su pro- Inmóvil». Los escritores de su generación de mameluco azul: «Sí -dijo- claro que
das en el espacio, al mismo tiempo que han pia misión de creador que como hombre quie- agitáronse en una demagogia literaria que quiero mezclarme en ello. i Lo quiero hacer!
perdido la fe; o -mejor dicho- la visión l't' deeirnos su verdad. l Y de qué manera 1 hoy volvióse desaliento y esterilidad, cn esa j Lo quiero hacer! 'rodo sea por octubre,
de esos espacios le han hecho perder la fe, Teniendo en cuenta qne la «función del es- algarada dispersa de político;.; y yanguardis- «nuestro octubrc». La noche ardía ... , anota
de manera que están eomo perdidos dos ve. critor pueda ;.;er hoy una acción, operante, tas sin penetración en tierra de la yerdad el escritor. HahÍa que prestar oídos a las
ces de toda talla humana». por su cOJlcurso», cunsidera que es «una pa-
obscuras voces galopando sobre la tierra, mas- censurados y quemados entonces han resis- ~jón. i Y como «Fábula» le ha parecido poco
DE LA «REFISTASOCJALI8TA.» DE
tica su Adrián. tido la acción de todas las llamas. Cabe re· a su generosidüd, que es mucha, han surgido
BUENOS ,AIRES. - Ed. «La. Yangnardia»
«Las obscuras voces galopando sobre la cordal' aquello de ,Vells: «Ningún libro ha. los «Recados de Fábula», envíos poéticos, el
tierra.» sido suprimido por las llamas. Pueden su- primero a cargo de Elena Duncan, nna poe-
«Un hermoso estudio ~~_ el que contiene el
Romualclo Brughetti. frir los hombres y pueden morir pero el peno tisa platense cuyo verso vibra de ml1.'íica in.
terior y de exaltado amor a la palabra.' fascículo que trata el hlteresante y deb~ticlo
smniento humano sigue avapzando».
La razón es el arma de Zweig, tamhiér;. De esta parte del continente «Fábula» es tema sobre el socialismo y la cuestión religio-
UNA CONCIENCIA CONTRA LA TI-
perseguido par la Alemania hitlerista y cu- lo más joven e inquieto. Aquilatamos el enor- sa. ::\0 vamos a reiniciar la discusión. Lo
HANIA, por Stefan Zweig. - Ediciones Er- importante es enfocar el problema en erudi-
yos libros, como los de los libre pensadore- me y desinteresado esfnerzo de i\1arcos Fin-
cilla. - Santiago de Chile. del 1500, conocen las Jlamas de la hoguera. gerit y recomendamos a los amigos de «Alfar» ción y seriedad. Y hemos de conycnir que
Sus páginas son de análisis ele razonamiento, el apoyo, en colaboración literaria y en sus. el autor lo hace acabadaÍi1ente. El conte-
Clasificar a Zweig como biógrafo l'esult':l .de polémica y la historia entonces resulta eripciones, a tan altruista causa . nido de este estudio es un esbozo para un
limitar una magnífica personalidad literaria. viva y agitante, como si nosotros mismo." ensayo político. De su leetnra nos parece en-
Zweig no es el biógrafo que, tras el paciente ,los.
fuéramos sus protagonistas. trever una discriminación entre la religión.
estudio de las bibliotecas, revive el personaje Para los libre pensadores, los humanistas, y «lo religioso» en su relación con el socia-
histórico; la misión que se ha impuesto y que los tolerantes, Zweig dice su verdad recon- lismo. El autor acepta la incorporación al
cumple brillantemente es la del pensador. SOBRE CUESTION RELIGIOSA' Y ElJ
iortante. Porque cree en el espíritu inago- socialismo de ciertos religiosos y de otros no,
En él una biografía quiere decir una época; SOCIALISl\JO, de Hugo Pernández Artu-
table del hombre. Y lo cree con fervor, exai lmes «de los miembros de las comunidades
con todos sus problemas, ideas y hombres, y tado, dirigiéndose no solamente al ayer, sino- cio. - Editorial «Ensayos». religiosas, pueden hacer parte del movimiento
más todavía, con su proyección sobre el fu al presente y al porvenir. socialista los que no pertenezcan a aquellas
turo. Además, Zweig es un apasionado, vil'· «Todas las tiranías envejecen o se adorme· « ... He leído con mucho interés su trabajo que, por principios u orientaciones, se halla-
tud que puede no ser necesaria al- simple cen, a corto plazo, todas las ideologías y sus «La cuestión religiosa y el socialismo», apa- ren en pugna con la conciencia revolucionaria
biógrafo. Yictorias temrorales fenecen con su época; recido en «Ensayos», que ha tenido la genti- de los trabajadores socialistas». 1- con ello
En «Una conciencia contra la tiranía» el tan sólo la idea de la libertad espiritual, b leza de dedicarme. Me pa reee que Ud. ha plantea otra suerte de problema, saber cuáles
biografiado no es solamente Sebastián Ca;:;· idea de todas las ideas, que por eso solo nu desarrollado la cuestión con profundidad v son las corrientes religiosas más aceptables,
tiello, a quien dedica el libro, sino también sucumbe ante ninguna, tiene un eterno re- {1elicadeza, con certero sentido de lo esenci~l ya que cada una tiene sus detractores y sus
Calvino, Servet, Ochino, y paralelamente Gi- torno, porque es eterna como el espíritu mis- :' una fina comprensión de los matices. Se ~:deptos. Sería 11cyar al socialismo a un terre-
nebra, la capital calvinista y en especial modo mo». advierte una larga, completa meditación del no más peligroso que el actual en csa mate-
la intolerancia del calvinismo, con todos su;; complejo asunto. Es lo primero que conozco
ajustados resortes de dictadura ideológic,: ria. Porque hemos de admitir quc cualquier
REVrrSL\S y TRIBUNA CTL'lTRAL. de Ud.; me agradaría leer otras eosas. Deseo ciudadano honesto que comulgue con una re-
degenerada en la más feroz tiranía._
- Organo Cultural del Comité Contra el así mismo remitirle algo mío ... » ligión lo hace sincera y lealmente. Pero no
Vivos y apasionados son los capítulos de
~\ntisenmitismo. - i\1ontevideo. Pmllcisco Rornero. deseamos entrar en el debate. Basta saber que
Zweig. Del dato histórico, del libro olvidad J,
de las cartas de la época, las fechas muertas, se trata en el presente estudio de un merito-
desentraña el documento más perfecto e in- Bella obra realiza el Comité contra el An- rio esfuerzo, proyeniente de un culto cOllten-
teresante. A través de la obra una época na- ti.'íemitismo al publicar esta revista, rcb()zante « ... He l'eeibido de Ud., el ejemplar de Hl dor en la Yieja )' no finiquitada rolémica».
ce, se eleva hasta su mayor esplendor, y luc;- de un material literario de extraordinari" ensayo sobre «La euestión religiosa y el so-
go, previa descomposición, muere. Zceig no ',alor. Los más interesantes espíritus de In cialismo». El tema es apasionante; ): Ud., le EL PADRE 8.et.11UEL, DE JfANUEL DE
.sabe de neutralidades cuando escribe; su'> raza judía reflejan a través de sus páginas ha dedicado un poderoso esfuerzo de iuvesti. CASTRO. - Edit. Ei"cilla
ideas y su sensibilidad pesan demasiado P,11:,l, el aporte Yalioso que las altas mentalidades gación ). de reflexión. Deseo leer, sin embargo,
ele la misma han allegado a la humanidad, el ('nsayo, de lluevo; pues la primer lectura Manuel de Castro acaba de novelar sus
que él intente eliminarlas, razón por la cu.,..l
tanto en el arte como en la eicncia. Esta voz recuerdos de adolescente sorprendiendo al
sus simpatías hacia Castiello se traducen a no me ha dejado llegar hasta el punto central
cada momento. Porque él cree, como su h3- serena y seria hace un gran bien en esta hora. lllllhiente literario rioplatense con un libro
de su pensamiento. Algunos Jluntos de par-
roe, que «la inWlerancia produce inevitable. c1rámatica, cuando intereses y odios políticos recio y de una profunda intensidad dramá-
tida, -que Ud. da por eyidentes-, condicio-
mente la guerra y sólo de la tolerancia nace agitan en todo el mundo, la odiosa bandera tica.
nan, desde luego, todo el proeeso del análi-
el establecimiento de la paz». Y Calvino, del antisemitismo, que también ha sido enar- Es tema serio y grande para un escritor
sis. Por ejemplo; que lo religioso-auténtico
hermético y siniestro, frío y calculadoi' es la bolada en nuestro medio. el tratar su propia vida, pues resulta para
está en el alma indiyiduaL sin ningún ele-
el artista faena más difíeil expresar 10 real
intolerancia que sojuzga, domina y mata la mento de verclad objetiva 1, y que ~l hecho
conciencia humana, mientras su rival en es- CUADERNOS REC..ADOS DE «FABU- que 10 imaginario, lo vivido que lo soñado,
más hondo y deeisivo de la historia humana
píritu, rival y víctima, escribe; «Buscar la L_~». - Director i\1arcos Fingerit. - TJ11 ya que, más variado el vuelo de la fantasía
e.s la lueha de c:last·s. Le agradezco el cnvío.
verdad y propagarla, tal como uno la con- Plata. - R. A. posa y reposa a voluntad en lo ameno y
y es para yolver sobre el tema tan pronto
cibe, jamás puede ser un hecho delictuos". novelesco, mientras que la vida real no tiene
como pueda darle una imrresión más mecli-
A nadie se le puede imponer una conciencia, Marcos Fingerit, noble e.'ícritor argentin~' más dirección que esa de la flecha en que
tada, y que, aún en lo que diverja de sn pun-
La conciencia es libre». Bella bandera que tiene un concepto tan hondo de la cordiali- la arroja el destino hasta embotarse en blanco
to de vista, no altel'ará la consideración in-
viene de tan lejos hasta nuestros días, y que dad que se comunica con los artistas de tod:t telectual y personal ... » de la muerte. Es a esa flecha en su rápida y
tantos sacrificios ha costado a los hombres ~~mérica por intermedio de los Cuadernos de- rauda parábola a quien ha seguido con fide-
que la levantaron. Los libros de Castellio «Fábula», densos de una excelente colaboTa Dardo Regules. lidad el escritor urugua)'o 'al describirnos
la enjundiosa vida del Padre Samuel, en- donde la personalidad íntima se sonroja con el hombre. Vid su pena y angustia eco-
cuando son contados están narrados sin in- 1110 pedía Rolland a Gladkov y Selvinsky:
carnando en tan vario y enjundioso perso- n6micas, colaboré en la lueha rOl' la mesa \' «Elle)s van a Feb. Acogedlos 1» '
naje las características primordiales de la' tenciones ni reservas bastardas, despoj ando el lecho de. H1S hijos. re\'iyí las horas ele l;s' ?'io he podido entender, cn estos inl,;tc~ntes,
fuerte raza gallega. al pecado de la hojarasea vulgar y guardan- martirizados -:r- allí aprendí -sobre todo- a la situaeión moral de los «puristas». No he
Soplado el polvillo literario con que el do para el hecho en sí toda la fuerza artís- trazarme un plan de recto camino para andar poc1ido entender cómo erios no han ahogado
relato está adornado aparece la extructura tica de la Yerdad, Por eso opino que quie- por él, ('n adelante, Duro ejel'cicio de <.lIta pOI' un instante siquienl, a' ese su superho1h-
de bronce de la novela, el andamiaje invisi- ües busquen en el subtítulo de la novela, l'a z611 , qne no pesa tanto sin duda, como me bre que le está gritando sus pasiones menu-
ble y firme que soporta el peso de la forma, donde se anuncia que se trata de una obra pesaba la sin razón de aquel ejercicio duro das (y que en su exprei:iión se toman homé-
donde se coneentra y mueve el mundo de de carácter picaresco americano, más que de la realidad de mis hermanos de la piedl'a, rica:; confideneias), para dejar paso a ese
los dos principales actores que animan el li- las andanzas dolorosas de un hombre por .v la arena y el campo. Porque la Yerdad es otro hel'lnano de los hombrrs para que gl'ite
bro. el mundo, deben abandonar el propósito de qlle, no se [)lude cono('(l' y ('omprender la su l'lipenmZa, o alcance al menos, la alegría
Obra de cerebración lenta, con suaves dDsis leerlo y perseguir en otra. clase de libros el rida más 'lile oCllpando II/U! posición ele/er- de su fe en la lucha, ;ya que el no quiere aban-
de patetismo que atrae las finas lágrimas, solaz espiritual que apetecen. minada en ella, como asegura ese mismo es- clona1' sus pies de plata para el camino. Eso
será un libro que el alma femenina asimi- En la forma de expresión y en la manera critor proletario que citáramos y cuyo pensa- me parece mezquino": me parece eonsr:irm'
lará en forma integral, adivinando y sufrien- de (,YOcar los hechos, sobre todo los de ca- miento completal'é, mús pOl' lealtad que por contra el mismo purismo pOH¡Ue eso no es
do, con tel'nura natural del sexo, las vicisi- rúcter humorístico sentimental, la novela neeesidad, tal vez: no se pnede dec/ir la ('(}'_ IIÚS que la ju,.,tificación de una có¡noda si-
tudes del nii'io abandonado ante la desapa- ele de Cal.,tro tiene ciertas semejanzas con dad sobre el 111111/(10. no se pllede crear 11'11 tlweión personal o la ineptitud parn confesar
rición de la madre, a esa edad en que l'ü- el Buscón y el Lazarillo, si bien es cierto sin al'le que es un al'ma en la lucha de clase del su \'Crdadera cobardía moral. ¿:\'o bastan,
mienzan a grabarse y abrirse espacio en el ostentar el yolumen secular de los dos clá- proletariado sin oCllpar IIna posición activa. acaso, en el mundo, no bastan y sobran, los
pequeño corazón los lagos inmensos y per- sicos pilluelos, pero en cambio la obra apa- al"diente, en esta gran lucha c(;ntemporáner;, ejemplos admirables que se multiplican en
manentes de la mirada maternal. rece más descarnada, más nuestra y hasta El arte es el ({rllla de la transformación del lo,., eampos espaiioles? ¿ No ba,.,ta y i:iobra,
~\llí comienza el libro; la orfandad frente podría decirse más ü\'ida. Elogio grande es Iílundo ,/f no IIn(( mera contemplación estéti- aeasu, el ejemplo del propio Homain Rolland,
al mundo, el desamparo prematuro frente al ya para nuestro autor el asoeiar a nuestra ca . . , (V. Kirpotin «El realismo socialista»). el magní tico viejo que ha preferido en su
viento trágico de la vida, la adivinación en mente lllonumentos tan inderrumbables de las :--~olalllente allí, frente a la menuda eHeena de madurez, antes que el logro de una ealidad
la mente infantil de lo recia y desolada que letras, pero esto lo decimos no COn el ánimo una relación con,.,tan te en qm' la necesidad total en obra ele amplia arquitectura o pro-
,",erá la lucha contra el mundo, ese SEntimien- ele comparar sino en el deseo de ilustrar al por un lado y la miseI'ia por el otro equili- rumIo cauce más allá cIe la tierra misma, ha
to de absorver en el alma la predestinación lector en la elección de un bUt'Il libro para i)laban la balanza del vivir, pude reintegI'ar- pre ¡'erido gritarle con sus pulmones deshechos
de la tristeza futura; así comienza y así ter- deleite espiritual de muchas horas de gratí- nle a la espantosa realidad -qne des~ono­ n las juventudes del mundo, cuál es el sen-
mina el libro, un largo e inoible sollozo que sima compañía, cÍa- ,'- q UC U1H1 «etprnidac1 presentida» me tido que debe imprimirle a su mareha, cuá-
arranca desde la muerte de la madre hasta .lIario l"'arangot. \'elaba ele su esencia. Quién 110 hava vivido les son los enemigos de la Humanidad, y qué
la desaparición del padre, el gran compmiero, una hora en la entraña misma d~'l pueblo significa la piratería de la ¡;az y la verdade-
1'11 paz que anhela el hombre sobre la tiel'1'a?
hacia quien vuelca el autor con nobleza y EN GAR:'iE VIY,.:\. :--;eratín J. García, - So- lacerado, no sabe del sentido verc1ade1'o de
desinterés la vida y emotividad de la novela. pste ilnhelo de no ser ~-Il mil,; nunUl solitario! ¿.?'io basta el grito profundo a pesar de
ledad y ~\ctividad del Escritor. - Edito- HU oracidad misteriosa y sutil, elel magnífico
En el tiempo que dura ese sollozo está en- Ni podrá explicar,.,e -así mismo- que «jUll-
rial Libro Río Platense. Tagore, de,.,de la India misma?
garzada la pedrería de los recuerdos que han to a esc' testimonio :;c'lls¡:eiona1 que incumbe
permanecido ocultos. pero francos en la me- -1¡ los escritores, subsistel:t tél'lnula el{¡sica: Tampoco se puede aceptar ya, con esa tran-
Soledad, y no sólo para vivir sino para pen- quilidad easi paradisíaca, el desdoblamiento
mOJ'ia drl autor y así es como c1esfib la ,,«- Cllcontrar el hombre eterno iI trilvés de una
sar, es el primer l'eproche que hago al escri- g"llero,.,o de los hombres en tales y poetas.
riada caravana de los personajes secunda- époea c1etenninild¡¡», como se le explic6 1\ar-
tor que permanece indiferente cn la hora Por un lacIo, el poeta que está sirviendo a su
rios, la descripción de los paisajes exóticos, busse. autor de estas palabras, en la propia
actual, ;; "'e lo hago porque ya me lo hice luc'ha l'tc~rlla, soledosa y altiva, y por el otro
la vida árida y larga del pupilaje escolar, el trinchera en lo que vi\'ió atel'l'adu. )' si el
antes, ;; no porque descargando iras en otros, d hombre accionando o dejando de hacerlo
cansancio y traqueteo de los viajes, ya a drama del hombl'e es en :;í grande, el1ánto
alivie el peso de mi conciencia. Soledad, mez- en un mcc1io~ que l'S quien elebe ide elando
lomo de mula al través de los Andes, o cru- mayor no' lo será nhora, en esto,,; momentos
quina soledad! Cómodo situarse en el mundo las hebras para el tejido de ensuerlO o l'eafi-
zando las campiñas chilenas en vagones de en «que el [nÍverso vacila y se inelina hacia
de los llamados problemas eternos donde le dad ele su vicIa, Por un lado la «aIta caliJad
ferrocarril o bien como pasajeros en estre- lUlO c1e los polos (h' su destino!» Por e,.,o.
parece que ha de encontrar la esencia verda- poét ica» ~- por otro, la ignorancia casi eru-
chos vapores que se deslizan en la i'luencia precisamente. ,.,e hace l11'gc'nte l'eclamar (lel
dera de la "ida y donde no tendrá que tocar dita -ignorancia más por rehuir el medio y
irizada del mar y así también nos relata las esu'itol', el profundo conocimiento de ese (ha-
«lo santo de lo santo» en el régimen burgués, su conocimiento actÍ\'o, que por saber que
graciosas aventuras paternas, la picardía del lita social y exigir de su eOllüibuciólI el lIIáxi-
es decir, la cuestión del poder y de la pro- existe, , , haciencIo escudo de su propia ca-
hombre exhuberante e ingenioso cuya perso- DW ilj'ül'te para llegar a hacer que «esos dio-
piedad. , .» afirmación de Kirpotin en su licIad. Y en tales easos -que tampoco enten-
nalidad expande y rechaza las ataduras del Conferencia, que hago mía, ahora. Y todo, se,., de] Viejo :\lundo la liber/((d y la hu})¡((-
demos ,.,ufieientementc- o el hombre tiene
hábito religoso pero superficial; nada ha sido nielad» -scJne todo (]¡o este últim~) que tanto
las más veces, sino siempre, «por salvar su en su vida ~- en su obra el equilibrio cIe la
olvidado y cada página adqlúere la frescura independencia~), triste salvación!
disgmJa a P. :\'izan porque «se aislaba de
no!', la unidad de una composición que da
antigua que, sólo guardan los recuerdos, ci- Por eso nunca agradeceré lo suficiente, el los hombres eOllereto,., y hablabcl de un hom- siempre el sabio espectáeulo cll' ,.,u eonoci-
catrices del alma. hecho de mi voluntario destierro a la aldehue- bre imagillario»- dioses que son siempre la miento de dondl' quiera que se le mire, o el
l'na de las gTandes cualidades del libro la de Canteras del Riachuelo, en Colonia. esperanza de todos los escritores, lleguen a hombre ha perdido necesariamente la razón
es la de ser sincero en forma cabal; episodios Allí lile puse en contacto vivo y estremecido abandollar el eampo clr vue,.,üos enemigo,., co- de su seriedad para vivir, y hace de sus ideas
mezCjuina bandera para un escaparate, en ~inUllel1te para capitalizar y apoderarse de l, Cuándo e! 111110 - ¡ entendéis bien?- el lJi- (O que tiene una honda preocupación huma-

donde una clase expondrá su vanidad ante toda la materia del mundo, precisamente '1 Jio está vigilante con el arma en el brazo en lJa, y qUL' se ha planteado la vida con toda
1(J1'; enturbiados ojos de la otra, desampaí:ada. ¿, Quién es más ideali::;ta en ese sentido: el
las aVilllzadas, en el puesto que dejó su pa :lre ",eriedad. l\0 haría ni cuestión de calidad, de
Pero en este caso, hay que decirlo también, que sueiia con la desposesión material para al caer '1 ¿ Cuándo la mnjer está defendiéndo- la tan pretenciida calid.ad, porque aún así
:m obra no adquirirá nunca en la gran masa, que el hombre alcance su perfección, y vive se y matando, cuerpo a cuerpo, trizada su 'Solo, tendría el respaldq de ese conocimiento
jerarquía' de conocimiento y lealtad de pro- carne tanto COlllO su alma? ¿ Cuándo el ham- \' i"ido en un espectáculo duro y amargo. Por-
dsí en constante lucha contra la materia mis-
pósito. .:\i será, fuera de toda insignia, lite- ma, o aquel que sin nombrarla nunca sueña bre millonaria desfila trúgica e incesante en que eso «de la calidad» no podría ser duda
rrttura libre, !"ecundada por la última palabrn con un mun60 hipotétic:o acumulándola a tra- la Inciia, en la China, en la "\mérica y la en mí, existiendo este tan fundamental pro-
del pensamiento revolucionario de la Huma- yés. del tiemFo? l\i estas dudas, puede dete- barbarie se enseiiora «con paso de civilizador» blema dL' por medio. ¿ Hasta cuándo estare-
nidad. " como afirma Lenin, «esa que no de continente.;; enteros, al preciu ele una matan- mos, rOl' lo demás, espel'ando que tales «cali-
ner el espíritu constructinl del hombre a
estará al servicio de una heroina hastiada, o través del conoeimiellto social. Por eso es za constante'? ¡ Cómo? ¡ Si masacran a toda la dades» contribuyan a solueiones inmediatas
al» de «los diez mil de alta sociedad», abu- que no se puede ni debe quitar a las artes, Humanidad; si queman ideas y libros porque en esa lueha de constante esperanza y atiza-
'110 pueden quemar a sus autores: si fusilan mientas constantes, si ellas por no desmere-
rridos y sufriendo de obesidad, sino a millo- en gencrál, y en especial a este modo de ex-
nes, a decenas de millones de trabajadore.~ pl'csión, el valor de conocimiento que puede estatuas de la Libeltad y de la República eerse en \;'1 objetivismo a que en parte deben
que forman lo eseneial de los países, su fuer- da l' a los hombre.~. porque ninguna de las dos e"tán personaliza- ajustarse, prefieren su yana artificiosidad '?
za y su porvelllr». das en hombres: si matan la propia Poes·ía .:\1 uchas yeces, como reacción a esta situación
«Según la opinión de Chernisl1C'vsky -di- cuando ella es el Hombre ;.' el él tiene del al·te, estuye tentado de publicar diez o
l\o es que niegue en ese reproche a h so- ce Plejanov en su 1ibro sobre «El arte y la ideas de justieia y reparación? Por un deber lluince cartas de hombres del campo, para
hdad en que vive y actúa, por lo general, el videl social»- el sentido de las artes y en de lealtad con sus sl'mejantes, y por sobre dar la yerdad de la esencia misma del campo,
artista -y si no él personalmente, su arte- particular de la poesía se determina por todas las cosas,. el hombrL' debL' tratar de ex- Gritos que nadie sofocaría nunca porque eran
que la preocupación por los problemas del aquel conjunto de conocimientos que propa- presaJ' la angustia que vive en su hora y la el heeho mismo! Esta sería de seguro, la má:-.
hombre más allá de sus primeras relaciones, gan en la sociedad». Y esto se hace extensivo, experiencia aleccionac!ura que ele ella recoge. irrefutable (·omprobación que los dueños de
llO interesan o no sean necesarios. l\0 nega- y si no, vivirá en nmo, YiYil'á la mezquina «la calidad», están viviendo al borde de la
y 1Il11;" en particular a este género de la lite-
IllOS ni nos oponemos -eso sería absurdo ... - tragedia d esu yo, in"ignii"ieante punto en el Yida, mientras se consumen las criaturas hu-
ratura, qw', por otra parte, ha cumplido en
a todas las preocupaciones del hombre, sean la historia del mundo, su ciclo bien definido: bárbaro tOl'bell i!lO qu(' Yi Y(' la sceiec!ad entera. manas eon el cuerpo :-- L'l alma agusanada,
eIla.~ las que fueren. Creemos que todos sus Si, hay algo qUL' deci r, eompaüeros. Hay en los cuatro puntos cardinales. Es en yano
El arte no ha .sido nunca despreocupadamen-
problemas son sumamente imp,(Jrtantes, tanto te inútil, ni en la época de los Gautiel', defen- <lIgo que IWl'l'ar a gritos, con palabras senci- y hasta ingenuo, que en nombre de «proble-
más, cuanto más profundo ellos sean. R has- sor del «arte por el arte». Pero también llas, con notas planas o colores simples, con mas eternos», o «calidades literarias», pre-
ta pensamos en ese sentido, al igual que R. es eierto que nunea tuvo la inquietud de pro- bocas sin d('ntadura postiza. Hay algo qUL' tendidas sin ese aspecto funcional, tl'atemos
González Tmión, en «La rosa blindada», que pagar que tiene ahora, en que trata ele en- 110 es vallO y que hay qUL' c!ecil' o cantar aho- de l'"cmnotear la esencia misma de los proble-
d hecho de no saber o no poder expresarse cauzar sus ideales en forma concreta. Pero ra, cruzando, o andando, o viviendo, Si, hay mas que nos están ahogando ahora y nos aho-
l'eYolucionariamente, no inhibe el de ser poe- L's de pensar realmente ¡ si podría seguir exis- ¡¡]go que ekcir en este tiempo! Dej(,llIos por garon siempre. ¿ O es que desconocéis esta
ta. l\0 de tan limitados serían nuestros tiendo ese divorcio ent re la pl'opagaeión de un rato las pequeüas huslerí¡¡s, las cositas calidad entonces? :\0 pretendemos desconocer
conceptos. l\o. Es que existen' relacio- un eonocimiento útil que debe hacer la lite- tl'istes, las reneillas domésticas eon nuestro.s el sentido, las causas y sus proyección, de
nes inmediatas, problemas urgentes de ratura y la elL'spreocupación del creador por yo, aunflue míls no sea por «este tiempo de nuestras relaciones, como ha sido la actitud que
solución que nos están Jlamando. y que llevarlo a cabo '1 Ya no Yivimos aquel tiempo destruir y de edi l"iear», que ;.-a vendrán luego adoptaron todos los filósofos que SL' han pa-
no se oponen en ningún instante al tan en que se podía decir como Pushkin decía: los que todos eSp(·l'amos... «el tiem¡:o de sado la vida dando vuelta a la manzana. Para
rretendido idealismo. Es que debemos dar «no vivo para las agitaciones de la yida ... ,endechar y de rei l'!» Y digamos o cantemos, nosotros, el planteamiento in t('ncionado de to-
prioridad a la Sohlción de todos estos proble- si para la inspiración» que apunta Plejanov. . aun, en d nombre de Cristo: «Bienaventura- dos los fundamentos éticos del hombre que
mas para que el hombre llegue más pronto a Purque una agitación al margen de la vida do>:; los que padecen persecución por causa se han hecho, así como la turbamulta de sis-
su .situación orgánica sobre la faz de la tierra. que encadena por igual a todos los creadores de la justicia» ... o en el ele Omar el Khayam : tematizaciones que se han planteado para
«.:\o se trata (como r d. dice) de «i'elicidad tanto eomo a los obreros mismos, ya no es ni «Oh! qué dolor que en este horno candente, tranquilizarlo, no han sen-ido más que como
lejana», de «paraíso hipotético»; escribe el posible pensar. Por eso hemos tratado de dunde s(' ha de fundir la masa humana, sean máscaras de adormidera para impedir la
mismo Rolland en carta a Sergio Radin so- hablar clara y cordialmente a través de este los crudos los más favOl'ecidos con el pan más fOl'llweión de la eoneiencia de los es-
bre «el materialismo» comunista. Se trata lJrólogo a nuestros compaüeros los escritores. Gocido de la hornada!» clayos, a trm'és del tiempo. l\O han senido
de realizar inmediatamente el principio de Si esta Era es tal HZ única en la Historia Si estos relatos campesinos de ~'erafín J. más que para detenel' y confundir al hombre
de que quien trabaja come .lJ quien no trabajn del .JI undo, y toca al hombre vivir en un con- Gal'cía, autor d(' «TaelHuses», versos gau- caído clentl'o de esa red que tejiera una clase
(si no es inválido) no tiene derecho a comer. ei('l,to de altísimas y graves notas, toda la chescos que llIUest},¡lll ;.'a de tanto en tanto ('1 prepotente lW ra sn predominio, Aun en el
Se trata de repartir y distribuir igualmente tragedia del hombre y de su espíritu rara la filo cíe los dientes, no fueran míls que trozos caso de Cjue estos relatos de García fueran
el trabajo humano, y por el solo hecho de formación de una conciencia uniyersal ¿ cómo documentarios de nuestra tierra, doeumento tales documentos solamente, me alegraría dE
esta equitativa repartición, de dar a los mi- es posible que nos detengamos a escudrina!: ~ráfico, objetivo puramente, aun así yo no poder colaborar eli trance tan importante.
llones de seres humanos el derecho al descan- el lloro pequeüito de una ahna romántica cendría ningún illcOllvelüente en prologar Este ('sta do de lueha no le he rehuído n Ll'11Ca ,
so y a la posibilidad del desenvolvimiento in- que ha perdido por nn instante a su Julicta, .3ste libro. Es más, me alegraría de acompa- ni lo rehuiré en el tiempo de vida que me
dividual.» ¿ l\0 es este un verdadero ideal, () que se ha embargando en el deleite de una ñar a García en su imposición de deeir lo reste a vivir. Por(tue, eorta e5 nuestra vida
mucho más sano que ese otro que no habla caída de tarde naranja y oro? ¿ Cómo? que vivió, sintió y sufrió. Por que sé que para ello y alta la esperanza de los que con-
de la materia pero que ha vivido casi exclu- ¡ Cuándo está rojo el horizonte del l\fundo '? ~staría entonces al lado de un hombre hones- fían y esperan.
Pero la verdad es que estos relatos no tie- campo como de alnu."'. En algunos, hasta los ción con ellos, su significación substantiva. Conciertos Brandeburgueses dc Bach. En
nen esa sola característica. Tanto que hasta actores no fueron mús que pretextos para po- AdmirablL's, recios, auténticos romances eru- determinado momento, la ondulación'y repe-
estimo que ellos no hubieran necesitado pro- der hacer largos dise:ursos sobre las cuchilhis, ditos, que pueden parangonarse con los me- tición foi'mal de la fuga tomaba un giro
logo ni mío ni de nadie, porque ellos viyen o los cerros. o los campo:; anchos. En un jores del idioma. Intrínseeamente esta pro- insospeehado. Rápidamente,. sentí que eso va
su propia significación dentro de un severo próximo estudio que haremos sobre la contri- ducción es tan valiosa como la de Villal()j] lo había «leído», así; literariamente, algU~la
111111'CO de verdad. Y si lo llevan es porque se bución de nuestros escl"Ítores al conoeiInien'to o García Larca. \'ez. BUSCIUé y hallé aquello: . ~
pretende, al mismo tiempo, colaborar en el dc 1mesÜ'0 campesino y :;u problema i:iocial, Emilio Oribc.
ánimo de los indeeisos que forman legiones, lWl'cmos las excepciones del caso, si es que «Ya se Ya la zagalilla
todavía. existen, como seiíalaremos los quc han hecho Libro admil·able. ,Juntas sus piezas, dej'lll por el sendero del agua
Todos estos re1atos son ejei:i de dramas que pr('n¡]ecer lo pintoresco o artificioso por sa- ver un poeta hecho. con el gozo de la palabra sueños devanando, azules,
se han trenzado en el campo dentro de una Ine el dnl1lw íntimo de un luchador estra-n- justa y el ritmo certero. :Más que pareei 10 devana que te devana.»
severa realidad y más severa expresión. Tie- guIado, la casi totalidad dc la:; veces. eon algunas cosas recientes, encuentro en sns
nen l'aíces amargas y dicen de un dolor, una ..\lás que un juego dc personajes simbólicos romances tradición. Tradición ya barroca, Ese jugueteo del devanar sueños azules
culpa y un hombre que son, sin duda, bien entunces, sobre un vasto escenario, o un con- en torno al sendero de la zagalilla es, en lo
con todo el refinamiento scnsual que encielTa
distintos a ese hombre, a que nos tenían y aún junto de .sombras tercas que se mueven guia- formal y pn la pureza infinita de la sustan-'
cada pda bra. :'\0 el romanee primitivo. in-
nos tienen -por que no decirlo...- tan acos- das pUl' un fatali:;mo absurdo e inexplicable, eia poética, un tema de Hach.
genuo ¡.' rudo. sino el qne reconcentra expe-
tumbrados muchos de los literatos costumbris- más quc esas tinieblas, que eomo dientes, tra- rimentos y aventuras, con un arte continuo. Pero hay algo más grave. Casi todo el
tas. Estos hombres que se mueven sencillamen- tan de desganar el día, la luz, más que todo lihro es ét.~í. Breve, ceñido, aprisionado en
Enriquc Diez Caneelo.
te dentro de los relatos de García, sin petulan- eso, porque, SOH muchos menos, en verdad, lúcidas formas perfectas. Líneas sinuosas,
cia ni pretensiones, que se mueven como él estos carho\\C'\"os, leiíadores, peones de estan- casi eantadas: un amoroso apacentar de sue-
«l~cmances de ..\lar ¡.' TiclTa»: síntesis de
en la vida, así lleno de humildad, son bien cia u de anozales de García, rompen en su perfección ¡.' de pet'icia técnica. ños y de pulir ricas gemas de imúgenes.
distintos, desde luego, de todo ese gauchii:imo fatigosa \"ida, la cauta :;imetria de los pensa- Bien se comprende que si el recuerdo de
El matizado gongorismo de la expresión
altanel'o y hueeo, chafalonía humana, salpi- mi¡'lltos del escl'itor. Son la masa viva y dolo- sus rcmanees surge así, en función de Bach,
no aleanza ,\ da \' a sus I'Cmances la forma
cado de bnwatas de «tiempos heroicos», pin- rOe:l ele nuestra tiena que he palpado y sen- es difícil hallar mejores palal)}'as en su elo~
laberíntiea de tanto poema de vanguardia:
t'Jl'esco y parlachín del que ha hecho uso y tido siempre, Los .Juan sin :'\ada, denotadas g10.
usado con prudencia este elemento es de
(lbw"o la literatura costUlnln'ista y dialectal earnes que espe1'an sólu de su humana reden- Eduardo .1. Coutw'c,
gran vig'or estético.
del Río de la Plata. Estamos acostumbnt=1os ején, rumiando su ignori.llH"ia, la esperan aun-
Este Romancero, m{¡s culto aún que los del
a ese tipo de hombre del campo, paisanos y que no la saben! Esos sÍ. los que sufren y Nunca es demasiado tarde -aunque lo
malogrado García Larca, coloca a su autor
matl'eros, que siempre estarán bien en los e."'peran, los quc he \'isto y he tratado y he parezca- decirle a un poeta toda la emoción
a la cabeza de los líriros de América.
circos y tablados, pero que nunca llegarán a é¡prendido él querel' en todos los rinconci:i de altamente estética. la delectación espiritual .
dar del campo su verdad, ni de su.s \'idas el .A. Torres Rolsero.
nuestro país. La misma miseria, el mismo ante pcemas como sus «Romances de :Mar ~'
\'erdadero drama. El dnnna de su callada dolor, la misma lejana promesa, el mismo de- Tierra» .
émgustia, de sus soledades hechas con ham- A resar dI-' eonocer su especialísimo sen-
lntirse entre la cml1ipoteHeia del patrón y En ocasión de los primeros romances que
bl'e y lucha sin cuartel. Con de [rauda dos tido poético ¡.' de no ignorar la gracia y
la nH'zquindad de sus vidas! dc r d. tuve la oportunidad de leer, creo
dím! de labor continuo y silenciosas noches hondura de su poesía, sOl'prenden sns «Ro-
C'urrecto en su lenguaje, fresco en la p'e- haberle dieho la profunda impresión que me
de rumiar en nada y de espel'ar en todo, has- manees de ..\lar y Tierra».
sentación (le su tema, sin alambicamiento, produjera su refinada hispanidad cuyos ele-
ta en Dios, nuestro seiíor, sembrador de pe· ensi dicho de pl'imera, y haeiendo que el pai- Se anmza haeia el mar, por una montaií.a,
cuando de pronto se oye el rumor de las mentos de t1'adición ~. Illodel'llidad se alían
ces en los a1'1'0Yos y aves en los bo;,ques .. , saje no tenga más que a(lUl"lIa participación
olas; todo pareee naeer de nuevo. Cuando. de tan feliz manera, que es el caso de deeir
De ese campo y de ese hombre y de esa mez- abolutamente necesaria para situar al hom-
en alta mar, se llega a entrever la tierra. que en viejos odres, perfumados de antiquí-
quina y apretada lucha social, no se había dado bre y su drama, cstos relatos entran, decidi-
nos imaginamos que la han hecho para sor. simos néctares, se ha vertido la esencia misma
ca"i nada, empero, de la copiosa producción damente, en la lucha social.
prendernos. Así son estos romanees. tan de la poesía de hoy, con sus sabias motiva-
literal'ia en ese sentido, tal como se debía ha- .:\.uguramos a Serafín J. García un serio
nuevos dentro de lo nuevo: tan viejos,' en el ciones líricas qne oscilan en un clima d~ en-
ber dado, Así, desnuda, viva, dolorosa y trá- po\'Venir en la l'xpresión, siempre que él siga
mar de lo clásico. Los releo, quédanme ver- sueño, fucra de la objetiva realidad: o mejor
gica, en breves trazos. Con poca literatura eonociendo y ahondando todos estos proble-
sos en los oídos y los labios: porque releídos dicho, de una realidad subjetiva que la ava-
y mucha seguridad emotiva para no caer en mas, quc le sitúan claramente como un hom-
la sensiblería corriente del gauchismo apo- son m'ás generosos aún: lora de elementos de una riqueza exüaOl'-
l:re del pueblo que dice a sus hermanos y de
diuaria.
rriado y quejumbroso de payadas y retru- ellos, le que ellos no pueden decir de sus l\lira eomo se la llev'\I\.
ques. Así, sin escarapelas palabrescas o fra- :\[e eneanta, en su poesía, ese sahor ar-
vidas. madre de silencio y l{¡grima,
seología altisonante. En todos los escritores .J esuClldo. caico en que gusta envolverse su gongoris-
conrpañera dp mi sino,
de tendencia costumbrista siempre campeó mo modernísimo; sus cxpresiones de un cas-
morena sin esperanza,
ese otro problema del individuo en sí que en «B.'O:MX"CES DE l\L\R Y TIERRA», de ticismo tan clásico que la lengua revive en
Enrique Amorlm. ella sus desleídos esplendores, y la riqueza
algunos alcanza hallazgos psicológicos serios Angel . :\.lIer.
y en otros, apenas, si esbozos de auto-intimi- del léxico, a que tan poco estamos acostum-
Guardo con verdadera devoción este con- rna sutil asoeiacwn espiritual, me trajo brados en nuestras harto empobrecidas tie-
dades fracasadas. Pero eso mismo, sin una
junto de romances. Los he leído muchas ve- el recuerdo de los «Homances de l\Iar y Tie. rras líricas, linda con el derroche del lujo
preocupación de serio análisis, sino más bien
como una intención de paisajistas tanto de ces, y he confirmado en cada nueva rela- na»; oía haee pocos momentos uno de los ¡.' se armoniza acabadamente con la sintáxis
<ü «mundo perelido ~' sin dueño», a la Inter- de lo ajenü desfigurados sones, y el soplo de
de un alarde idiomátieo de verdadero señor de la indiYidualidad y el amor al puehlo, ex- nacional, coro ele abajo o a un solitario pá- sus eantos nace en su propia voz.
de las letras. tremos todos que se tccan en la labor poétie<l jal'o en el camposanto; y en todos los poemas Esta es la hora de la fiebre de la recitación
Tra~l'csiciones y elipsis, hipérbaton y co;:- o crítica (exaltación, más que erític<l), de de este euac1el'llo está la misma actitud poé- poética. ¿ Qué son esos mástiles, esos veleros,
tracciones, lejos de cansar con una rebuscada este escritor. tica. El ereador de la obl'a artístiea, e'ual- esas anclas y toda la jerga marina ele los nue~
imitación de lo antiguo, florecen con savia y si la enumeramos, yeIllOS cuán cierto es quiera 8ea sU génel'o, será siempre aquel que vos, sino una reretición ya más que asen;:le-
esto: desde «La Siega del Musgo», temblor pueda ser 11110 sólo o un rueblo, hI brizna ele reada ele los poetas primeros que iniciaron, y
rica de una sensibilidad tan humana y tan
juvenil de su alma, hasta «Libro de Pausas», aire más pequeña, muel;o menos que una bri- si se quiere, levantaron a la altura de la crea-
,actual, que bien puede decirse que si sus
ya firme el poeta; desde «El Aire Unánime» sa, o la tempestad más honda.
raíces son hondamente hispanas y clásicas, ción esa manera de decir '? Por eso, bien ve-
ha,sta las páginas c]'íticas o glosadoras de El iwsado y el porvenil' no son en Yitu-
su follaje es viviente y cálido de modernidad. nido aquél que llega sostenido en su origina-
«.\rte Simple», sus nuevas obras editadas en reira un horizonte muerto y otro vivo: son
Nada tiene que yer su romance con el ya lidad, y no sufl'e un instante la preocupaeión
el correr de los presentes día.s. la etel'nidael sin vida ni llluerte, sin rostl'os,
tan imitado de García Larca: al contrario, de la moda. Así puede ,wanzar por entre la
Vitlll'eira jamás ha eOllocido las clelicias pero eon un mismo semblante donde el hom-
su gala más rica es, precisamente su origi- vel'dad dolorosa de sus campos, A ésto llama-
elel juego poético. Este poeta serio y apasio- l)1'e puede reeostar su eontelllplación, ilumi:
nalidad envidiable, que ni aún de Góngora mos nosotros, l'ebeldía ~. 1Jonestidac1.
lIado, hermano nuestro len tantos encuentros nándose y eneendiéndose. De ahí esa fe que
mismo se reclama, a pesar del innegable pa- hay en estos poemas, en cuyo regazo amplio Dossetti tuvo que entrar en la vida, 11' por
y desencuentros de ideas y de aetas. ha teniclo
rentesco de su procedencia. c,¡]:en la nube solitaria y la comunillad ele los ella, pal'a sentir la angustia de esta pobre
;iempre un mismo horizonte frente a sus.
Acepte, pues, mis cálidas felici taciones, y hombres vibrando en toelos los nervios ele sus gente, abandonada a un sueño de redención,
ojos, y es incapaz de una voltereta, de un jue-
mis expresiones de pura admiración por sus lnchas. ¿ i\ueva místiea popular'; Acaso, del que tarda demasiado en reeol'darse.
go, del más menudo entretenerse, de nna po-
romances, entre los cuales, «:\lar y Tierra» ;:ición estética fugaz por lo ingeniosa o intras- Identifica este auto]' el sueño soeial eon la Desde la primera página del libro, el ne-
tiene para mí no se qué turbadora sugeren- cendente. El mismo horizonte lo al'l'astra siem- música innata del poeta. La síntesis de sus grcl nos da el temblor cOl'dial de sus manos
cia; acaso la de aquélla poética tierra de pre con sus imanes de luz y de músic.a, eon versos irrumpe lo diseursiyo y sabe ])I'ocla- grandes y justicieras. Y nos acompaña du-
Gal ieh que inspira ra senti mientos en el fon- su contagiante ;:ej'iedad conmovedora y SIL mal' y cOllluniear su fe sin caer en fáeiles rante todo el viaje por campos de «Lo:"
do -ya que no en la forma- de extraña uniwrsal sentido del aJ·te. eoneesiones. Diríase que las consignas polí~ Molles».
semejanza en la dulce y melancólic.a Rosalía. Por lllomentos hunos creído verlo encena- ticas tan en boga en esta época tumultuosa, )ilú ¡¡ega el negrito Sobeo, husmeando úa-
Lllis((; Lllisi. do en los abismos de nlS dudas; hubieron 110 lo arrastran porque su fuel'za poétiea sahe temidatl. Se acel'ea al euadrado de ('asas de
l!Ur,lS en que ni fatalidad nos asaltm'a, lW sostenerlo y levantarlo por en('illla dei ·silllplp los labriegos. Yino a la estancia «hecho un
EL Al HE UNANlJIE, fJOCiIl:/S por Cipriano ] esignándonos a que así fuera. Chocó su me- ademán de la acción eotidiana, rara llevarlo i,íadito hambriento, sobre la eaetera de una
8antiagoFitllrcil'a. «Brigadas Líricas. - t"física con nuectro juego en la embriaguez ,illí elonde la poesía es esencia pura. morena, jown». Sufrió en silencio los fríos
San Rafaacl. - .1lenrloza. - R. A.rgcJltina». del amor y de la naturaleza, al cantal' o en ~\elaremos que si esta poesía no es la po-
de la viela. Su úniea protesta fué eeharse en
" . medio de la lucha soeial. Pero todos los eer- pular, en eambio reboza de calor de pueblo.
C. S. Vitureira nos prueba con estos nuevos ,tierra cuando sintió aquel golpe seco y «de-
eos que pudieron eneenal'1o, todas las nubes y para dejarse llevar por su emoeión sólo es
poemas de «El aire unánime» su armónieo filjtivll» en la espalda. Pero él euraba su
que intentaron enyolyerlo en sns sombras, él preciso tener erara y firme la espenlnza.
proceso, sin improvisaciones ni ligerezas. «Li· fiebre y el p.ritll de su earne rota, metiendo
I'ümpe: y nacen sus eantos afirmativos, be-- Tal conio en un clima de guerra nace una
bro de Pausas» en su última parte, sobre todo los ojos desmesurados por el paüo del eielo.
biendu en el mar de sus pa mns íntimas y literatura y un arte heroieos, elpl alto eje¡'-
en el canto «El Clamor», indicó este camino, Hasta que asomó una llaehe «ceñida por una
;everas, caudalos:!s de sabiduría. eicio ele vivir ele un poeta (donele ha~- un
nes llevó a este aire nueyo y de todos, soli eincha blaneuzea, pnjoyada de moneditas de
«~,i en un enorme esfuerzo giras sobre tí mi~mo ereador se revela una lueha) surge el eanto
dario y hermoso, como para surtir el peeho rlnta». Entonces desapareeió. 1"n lueero le
y en medio de la vida te detienes, que ha ele transportar a sus semejantes hacia
del hombre nuevo, edificado sobre las ruina;.; clió una luz «grande y azulada»: para que
eseucharás el ritmo de los tiempos que pasan, .~u misma esperanza.
de este siglo. ¡mciiera huir, vengativo, por los eaminos us-
cantando. eomo el Yiento, entre tus sienes». Yo ereo que en Vitureira se eneuentra ese
Adviértese en ellos la ca I'rera de la sensi- cmos y di fíciles.
"\sí ha ido haeia «El Aire Un'ánime», con- poeh ~- en «El Aire l-¡ünime» el primer paso
bilidad del hombre total, en la inyocaeión del .)- i\ieves ... , siempre atadll a «soga ('orta»,
gTegando en su eanto la palabra de todos, de ese eanto total.
pm:ado o en la seguridad de su porvenir,
cllmplienúo la misión del pueta: decir lo que 19:37. con su pierna enfel'Jna, que el patroneito Sl;-
lieno de tormentas y a la vez de una espe-
todcs sienten, en lo mágico del canto. .ful'el/al Ol'tiz Sal'alegui. naba, aplieándo1e el viejo ungüento: el anea-
ranza fresca. Poesía que a resar de su inti-,
«Esto~' en el refugio de la ig'ualc1ad», cla- dor de trenza. Rodando entre bichos e impre-
midad honda, al'l'astra; que no se quiebra en Los ;'[olles. Santiago Dossetti. caeiones: «Ahora tas eompleto: negro y ren-
la soledad ni en el vuelo comunicativo hacia 1111l luego. "\ Ullque,

los demás hombres, sino que, por el contra- «En una nube poderosa, go». Siempre mirando sn pierna. «tenaz v
Ediciones de la Sociedad
rio, adquiere mayor fiuneza, como si dijera cumo en los ]müos del viento, amclcsalnente, eomo si fuera un camino o un
.i1miyos del Libro Uíoplatensc.
la palabra de todes a la vez. ~GY una piedra, soy un hieno, pero que so- pozo profundo». El eamino que habría de
Pocos poetas; como Vitureira, viven la ma- plaza». En esta tierra en qne easi todos los escl,i- salYarlo. Un día llegó solo el caballo manso,
jestuosa armonía que debe existir entre el teres se mueYl'1l eon di ficnltad dentro de la aquerenciado en la estaneia. Las pilehas no
Lo popular, 10 que tiene sentido y entraña
hombre y la obra. La pureza, el desinterés, ele pueblo purificado, el friso, la columna, el «última» esenela y dejan al (leseubierto, pese pedían eonfllndirse. Eran del negTO Nie\·es.
la elevación moral, la generosidad, el sentid~ inagotable mal' humano, se expresa en la gar- al disfraz de tanta palabra, los donaires y Los pequeiíoS «personajes», todas las som-
,'-J.lidario, se miran en 'el espejo de cada uno ganta de su verso, en el lenguaje desnudo y trazas de los maestros, reconforta encontrar- hras doloridas de «Los Molles», los sin desti-
de sus libros, hijos de las virtude,s esenciales salobre, por lUomentos dura palabra de in- "se eon un hombre, cnya luz no es ceñida por no, 8e han refugiado en el sueño atm'mpntado
del artista: la sobriedad y la embriaguez del temperie, de «El AÍl'e Cllánime», Invoca al la luz de los otros. Santiago Dossetti no trae de este poeta.
tOl'l'ente; la serenidad y la pasión; el cultivo sol naciente o a la nube que pasa, a la luz (}
Luis Cané - «EmIn'11(:ero elel Río de la Plata». <: 1'oémes parmi les hommes», Ilarie \Torongel.
Sólo un poeta puede acercarse a la Yida, tiones hechas». La fidelidad así mismo, que «Luis Cané», \ isto por Arturo Torres - Rio- «Canciones en Flauta Blanca», Car'men _\li.
para recoger el estremecimiento angustioso exigía el artista de «Críticas eoncéntricas», seco. cia Cadilla Puerto Rico.
de aquellos para quienes las rutas no son na- hace diáfano este libro. «:'\i\'Cl ele lmtoria». U. Canal Feijóo. Miguel Víetol' Martínez - «Santa teresa de
da más que ceniza o pobreza. Dossetti entra en «lo popular» y el am- «Espectáculo ele Combates», «Tango», «El Rocha» (:\al'raciones).
Dossetti, casi sin palabra(, nos dá la vibra- biente de sus cuadros es decididamente revo- Hijo Ajeno», Cmmen Pitia. «.-\pex», VíCtOl' .\. Hocca.
ción de la hondonada ciega de los que apenas lucionario. en clamor vivo, angustioso, se «Desvío de la Estrella», .\IYal'O Figuel'eel) «El Per'icón», Ricardo Escudel'.
pueden disimular «entre el pellejo escamoso», !cvanta de su drama íntimo, iluminado de Editorial «l\Iásti b -- -'Ionte¡·ideo. «.\L,'·ellce», Alfredo Gangotena - Parí".
la cicatriz de la tragedia. Siempre en la lu- renovación. «Cantos a Espaiía», .\dulfo H.orhíguez Malb- «Canil[ui», ,José "\ntonio HilInos - Habana.
eha ... «Si el negro aflojaba se lo comía la :\Iira a la tierra, pero también contempla rini. «Fantlelo 5:3 SUl'», ·Iuan Marín - Edit. :'\as·
vida feroz». al cielo. Sil mirada n'une las eosas comunes, «La Serpiente y el Tiempo». Emilio Oribe. cimento Sgo. de Chile.
Sin torturarse con retóricas inútiles, el es- para dárnoslas después con un matiz lluevo, «Arandú», Juan l\I. Filal'tig-as - Editorial ~El Silencio». ,hum Felipe To!'llüO - S,m
Albatro.s -:\luntevideu. Sal \"(ldor.
<'ritor va por la inquietud eon un aliento original, suyo.
«Cantos ele la Palabl'a ilmnillac!a» (segunc1': «El Estaelo Toblital'io», por Luis 8tm'zo,
nuevo, que aún no habíamos sentido. Su con- Es porque él siempre está buscando el clo-
volumen), Estrella Gentil. Fel'llando de los Ríos ...
tacto con la injusticia ~. la miseria, lo han 1m' de lo,s demás, en su propio dolor.
«El Ser», Cal'lo~ Scano. «Cl'ipta».•Jaime Torres Bodet - :Jléxieo.
hecho creador de una obra de penetrante sin- 'Todo es nombrado exactamente, rero con
«E Ul'opa», l\lax Dickmalln. «Poe,.Ía de la Guerra» - Madrid.
ceridad, de caliente fervor humano. !-'u aeento. Penet1'<l en los conflictos que aeer-
<dIadre Amél'iea», l\laxDicbnann. «Las Fogatas de San .Juan», Ana .\n1<!Iia
:'\uestros novelistas. o se embarcan en fá- hm su palabl'a. Y la realidad no pel'judica «Proyecciones», ~:(lI'a He.,' "-\lnlrez - Casa Clulo\\".
ciles interpretaciones líricas, o caen en la ese juego sagrado del estilo de su prosa, me- .-\. Darreiro. «Feera de los. límite.,;», Urlando Airaldi.
anécdota de un realismo crudo ~. trillado. En dida eOll justa luminosidad. «l'mbral Girante». Amanda "\munategui «El Ail'e Cnánime», Cipriano S. Vitureil'a.
el autor de «Los :\Iolles», la poesía tiene un Lo humano adquiere en e.sta ubl'a uno de Edil. Naseimento - Santiago ele Chile. «BalTio», :'\o¡"ela de Montiel. BalIeste.l'os.
alcance eonmovedor. Y va junto a la reali- sus más pUl'OS intérpretes. Y el poeta está «Luis Ahal'ez Petl'eiia». por l\lax Auh. «El Pcema de Mi Soledad», Hómnlo :\ano
dad, compaíieras que no se estorban nunca, presente en todo, con su emoción sin senti- «lAI Venganza del Poeta». Pech'o Erasmo Lottero.
sosteniéndose al contra l'io, la una en la otra. mental ismes, libre, por su senelero inédito. Ca llorda. <d Cuadernos de Poesía», «El Guardián Os-
Prosa amarga y segura. :'\ada de «eonfec- ./. .J. C. «Destierro», FennÍn Estl'ella Gutiérrez. e111'0, J. Cunha Dotti.
«Vida», lVIal'ía Agni la r de Bill icich. «La MacIre Esclava». ,J. Alvaro Scrl.
«Cl'esival», Enrique Labrac!or Ruiz.
<,El Domador de Pulgas», lVIax tTimél1ez. LIBROS DE LA «BJBLIOTEC"\ Ri(lD(l» _
«Sel'enades Inc!ienne.,;», H. :\lic-haeJ. EDITORES: CLAUDIO GARCL\: DIHEC-
«\Ya ve1», Roberto Fa brega t Cuneo. TOH: ()VIDIO FER:\ A:'\DEZ HIOS
«Voces de b Siel'l'a». Luis Alberto ZeballC's -'I()NTE\-IDEO
«El Vino ~' el Pan c!e] 1I1'mbl'e».F'ederic', <:. \riel». .Iosé E. Rodó.
GeranIo Ru ffinelli.
d8Hh y «El Milagro», Yamanelú Rodríguez.
<<Intuic-ión y Plástic.l ele la E\"()luciÓn». Cle-
«Versos C\iollos», Elías Regules.
mente Estable «Ell.~ayos» - :\[onteYi·
«Fraile Aldao», :Renacentista», «El Demo-
deo.
ljo de los Andes», YamancIú HodrÍgllez.
<,Les Chansoll;; c!'l'ltheb>, Je.1n Groffier
«Parábolas y otras leduras», José E. Hodó.
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'KLa Alimentación Popular de Sgu. del Este-
<>Crónicas, discursos y tonrerelleias», Edu:lr-
do Ace\"edo Díaz.
1'0», (lre"tes Di Lulio.
dIoti\"os <le Proteo», .José E. RocIó.
«El "\lba Lograda y otras permanencia,;», Al· «Eleusis~', .Juan Ilaria - Edit. «Decauliól~».
<;CajiLl d,' Cristah" __\na "\malia Clulow «Ensayo,; sobre Marxismo>." Emilio Fnl!.WJl i.
fon¡:,o Llambías de AceVC'do. . «Cantos del Viajero». Julio Gal'et MilS. «Teatl'(»>. Ii'lol'cncic) Sánchez.
l\Iontevieleo.
d~resentación de Buenos ..-\ir'e"», Enrique «Espigas de Cristales». Guzmán Parlini.
«!lcmances del Sur», l\Ial'Ía Teresa ]1oell de «Tabaré», «La Leyenda Patria», Juan Zoni-
Amorim. «Humalli.,:mo y Humanitari!-'mo», Domingo lla de San :JI;ll'tÍn.
Togares.
«Las Islas», Clises PLtit ele:\Iurat. Delmonte.
«La Vidente», Laura Cortinas. «elínic:l de :,\iíiC';».Luis Morquio.
«Para las criaturas sin ojos», Elena Duncan, «,Juegos de AmOl'», Juan Carlos Gómez Broln. <;E"la bone,;», Constancio Vigil.
«Filosofía E"otérica de la India», .1. C. Chat-
- «Recados ele Fábula» - La PÜIÜl - «Cantas», Alberto Anelo Torre - Alba: «Abrojos», ·Ja\"ier de Vi'llltl.
terji.
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dIotivus di; la Pampa», ,Julio :\el'Y Rubio.
seur. Silveira.
«Viejo Eeloj de Cuco», Selva Marque:;,
<,Don Miguel A. Vilardebó y su Epoca», Jor- «La Poesía Brasileiia», Fermín Estrella Ou-
«\VádlÍngton Bal'bot», Rómulo Nano Lottero. UI..iTDIOS LIBROS DE [lAS «EDICIO\"ES
ge lVL Soler Vilarciebó. tiérrez.
«'/clero de tréboles», __\manch Amunategui. ERCILLA» - SA\"TL\GO DE (TULE
d)el Amor Violento», T. ,Seral y Casa". «El Arte Deshumanizado», Enl'ique Benítez
<:Bosque sin Horas», ,Jules Supervielle--
"Voz y Silencio», Haquel Saenz. - «P'oe- de Aldama.
Editorial Hipeyión - Imp. Gaceta Comer- José Gabriel - ' «España en la Cruz.
nlas», Marí« "]'ere"a Saenz. cial - Montevideo. «El Surco Vivo», Héc-tor Cuenca. - l\Iaracai- V. R. Haya de la Torre - «Ex - Cmnhatieu-
«Alas Cantan», René :JI. Santos. - Editorial (dlargal'a que YenÍa de la lluvia», Augusto bo - Venezuela. tes y Desocupldos».
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sía Contemporánea Argentina», Freclenic LéfclTe - «Aquel Vagabundo».
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\Vilhelm :Uann - «Chile luchando por nue-
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loux».
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EDICIO::\ES DE L.\ SOCIEDAD Al\IIGOS
DEL LIEmO RI() PL"-\TE.'\SE - l\IO::\TE-
VIDEO m-E::\()S AIRES
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perguer». rosoli.
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« La Gruta "\rtiYieial». Luisa Solovich.
J. L. Homahín - «(.\t1as de Política :Hun·
(,Ciclo en lo~ Chal'eos»..J uan l\Iario l\Iaga-
dial».
llanes.
Luis Alberto Sánehez - «Don }fanuel».
«Gente». l\Iax Dickm<1l1l1.
Germán Areiniegas «El estudiante de la
d.úl VieL! GIOJiosa cIe Sarmiento», .Juan León
mesa redonda»,
Bengo<l.
Blanca Luz, por Blanca Luz,
«.\.ntaiim'. "\1'turo CapcIe,·ila.
Luis Rodríguez Embil - «El SuiiaJ' de Se·
gi~mundo».
Alcides "\rguedas - «Pueblo Enfermo».
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