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s u M A R 1 o
Poemas de J u t I o Supervlel1e AlejaRd ro Laurelro
Fernando Pereda Gonzalez c. rbalbo Ro • • mel del
Valle y Cerardo Oieeo La - Persona y la obra de
Coetbe, por Alfonso Reyes Madera de Castellano.
Balparda El Vuelo de Don Quiiote, por Vicente
Ba •• o M_Cllo
Ar • • re1.o Madera
Julio
de
M enditaha,._u
Lanau El
Raúl
A. r t e de
o r
Propa-
•
canda en la Guerra Español., por Juvenal Ortiz
SaraleCui Dibujos de CJav'l y Zalbidea Gorki y
la Madre, Cipriano S. Vitu,.eira Dibulo. de Barrad ••
Humberto Díaz. CasaDuev., por Carlos Alberto Ca-
rlbaldl Reproducciones de M_ruja Mallo Estudio
de Pablo Rojas Paz Dlbulo de J. Torre. Careía
L i b r o s : · Notal de R. BrUlhett Jesu.ldo, Francisco
Romero, Dardo Regules, Mario l'arancot, Luis. Lulsl,
EmilIo Oribe, Eduardo COllture E Diez Canedo,
Enrique Amorim, Ortlz Saraleeul y Julio J. Ca.al
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MONTEVIDEO 9 3 7 No 7 7
AÑO xv
D R E C T O R
J U L 10 J e A S A L
ORNAMENTAC O N R E D A e e O N
el DOLOR o
ataca de I• s u M A R
FIASPIRIII1
el pa-odllclo de confianza
por .Juvenal Ol'tiz Saralegui.
Siesta entre los Pinos, Alejandro LaureÍl'o.
de Barradas.
Luisa Luisi, Emilio Orihe, Eduardo Couture, Enri·
A L F o N s o R E y E s A N D o p E R E D
F E R N
.JULIO RAUL MENDII~AHARSU
Madera de Lanau
Julio Raúl Mendilaharsu
s o F J A A R z A R E L L o
alista en sus últimas anécdotas de la reali- gius o no, terminan ya. Y a la luz de la Yer-
dad. Y sonrió como un ángel. (~ué sonrisa dad indemostrahle.
la de Don Quijote!:'\o era una parte, era todo. -Déjelo e d. coneluir, maestro, le advertí.
Como' si me dijera: AL PRINCIPIO ERA -:'\0 conviene, hijo mío. Porque con esto
EL VERBO. Flor de la sabiduría, misterio l:e los ,1tribntos egregios se pl'lwha casi siem-
y verdad, eternidad y vida; así era la sou- pre que la red la hace la IJobrecilla mosca
risa de Don Quijote, creada y creadora, coma para morir en ella y no la araña sutil que
l¡! cara y el corazón juntos, luz de sí misma, Sl' la come ...
toda humanidad, Pero como parecía que cada uno estaha en
un monólogo, que es lo que acune hoy J'eliz-
y decía la voz 'de mi receptor de raélio: 1ll1'nte en el mU1lllo, el receptor de radio,
-«Creer! Cada día pronunciamos esta pa- siguió.
» labra y muchas veees y easi nunca nos da- -« ... Cuando la razón y el pensamiento.
lJ atributo¡; egÍ'egios de mi e¡;pecie llUm~ll1a
»mos euenta en su .~entido sagrado. «Creo
» que sí», decimos cuando precisamente no »me dicen que ésto es aSÍ, mi fe sutil, invi-
»estamos en absoluto segm'os de una cosa. »sihle, humilde, igual en el g';nio que en el
»Pero creer es lo más solemne que pueda »rohre de espíritu, pone una muralla mis-
»ocurrir en el alma de los hombres. Creer » teriosa en torno de mi alma y aquello que
E L VUELO D E D O N QUIJOTE »es sentir dentro de lmo la luz de una ver- >.' creo resiste a la razón ;.' a la realidad como
v I e E N T E B A s s o M ·A L 1 o
Decorac o n e s d e ti 11 t r e n b 1 n dad o
E L A R T E D E PROPAGANDA
L A GUERRA ESPAÑOLA
Era eYidente que los artistas españoles, La tarea dl'sde entonces, no ha sido peque-
desde los mús grandes a los más pequeños, no se ña. En Bareelona y Valencia, l'n el frente
seutían conformistas ni cuanclo la monarquía madrileño y d país vasco, junto al fuego
ni en los primeros pasos de la Hepública, has- íntimo de la cuenca asturiana, sobre la boea
ta el estallido de la rebelión militar. En ellos febril de la mina o en la lllontaña del preci-
anidaba el l'spíritu del Quijote, mal' inagota- picio lleyado. han estado los artistas eon las
ble del alma española. Habían aprendido cid fuerzas leales, entregados a la apasionada ta-
Arciprl'ste, el rino humor; dl' Ceryantes, la rea de las arnÍas o en la constl'uctiva reta-
sútira: de Lo¡w, lo estrañalJle; de Teresa :le guardia organizando los avances y los de-
•JesÚs, la pasión. La guerra de las fuerzas fcnsas .
reaccionarias no los tom6, pUl'S, de sorpresa. Bstos affiehes y fotos son una pequeña
Ellos iban adelante de la época que vivían: mll('stra de la labor del llamado frente de la'
republicano.,; cuando la monarquía, liberales cultura. La propaganda ha adquirido eon-
cuando la república estaba agobiada por el tornos sensacionales: por la efieacia, por la
peso eh' la.,; derechas, siempre dentro de la técnica y por la belleza. Parecería que esto
realidad Pl'('iil'¡lte e impulsados hacia la rea- último estuviera dcmás, porque bajo el fuego
lidad :t'utura. {'nánime fueron al pueblo, de las granadas, el alma no está para los
cuando el ejército de Sanjurjo y de Franco goces de la creación artística; pero hay
se leY1l1ltó a pisotear la república. una armonía, un ritmo de elemcntos en las Affiche Zalbidea
mayor aliento humano, el goce de la inteli- nugo. .. 'en arte nacido en este clinu se¡'{¡
gencia, la ex,l!taeién e.x:tl'ema del individua- ,,:n fiel reflejo, para ser verdadero. Pel'o la
lismo, en fin. mi,ma experiencia que obtenga el pueblo de
Puede que este movimiento rictórico y es- la gllena la obtendrán los artistas: todo ser-
cultórico adolezca de expresiones fáciles y yir á IJara maclura l' las verdades próximas.
dema~iado fugaees: no olvidemos que el am-
~éloque' hoy podemos exelamar: Goya, tus
biente de la gucl'l'a es nervioso, sacudÍdo,
improvisado. La vietoria se deseubre en un hennanos de arte de este tiempo son dignos
instante, se nace y ~:e muere casi sin concien- de tí. :\"0 han tl'a ¡ciollado tu soplo etemo,
cia. Lo heroico y lo profundo del ser tienen el alma de tus criaturas. En ellos yjye 110 lo
el ananque de un ataque, la distancia de una. propiamente tuyo, sino lo [JoiJcseo de toda
bala de eallón, el asoml)l'() de un avión ene- España.
JUVENAL o R T J Z SARALEGUJ
ta en tiempos de paz, suele ser falso casi tos. lV[ás importante que ellos hahrá de SC-l'
siempre. La revolución no entra rOl' decretos la posieión de lucha de los dibujantes. pin-
de intelectuales, y si entra, pronto se vá. Eso tores y escultores, que beben hoy en la inago-
nos ha enseñado la contienda española y el ta ble veta del pueblo la ideología firme que
ejemplo de los artistas que, por ser leales a se asentará en el mañana. De los talleres so-
sí mismos, en un noventa y cinco por ciento, litarios y de las peñas de minorías han sali-
luchan con el pueblo español contra los inva- do los artistas a respirar el aire social, a pul-
sares de dentro y de fuera. mones llenos, abandonando transitoria o de-
Este nuevo renacer de la plástica española, finitivamente todo sentido de abstracción,
similar al ronlantrero de la guerra, (el nuevo todo complejo de soledad, aquello que tenni-
poema del Cid) ha dado sus bellos fru- na siendo la aislada experiencia mental, sin
Affiche Clavé
HUMBERTO DIAZ CASANUEVA
«El aYentm'cro de Sab<D>, primcr ensayo ..\1i honda lisia los pájaros un monte se desinfla
artístieo de Díaz Casanueva, publicado en De la lentitud movida mi alma se guarece
1!J:26 por las l'lliciolles «Panorama», de San- Sin cerrar el viiJjc sin aeortar su sed de lejos
tiago de Chile, señalaba alegremente el aclYe- Digo qne el regocijo me daña como la tristeza
nimi(,l1to de un poeta ele personalidad origi- [inmensa
nal ';/ poderosu empuje lírico. Belli"imo libro Uescicndell las eal'l'C'tas Hlwnas con el cido a
escrito en la adolcscencia casi, con rara maes- [cuestas.
tI-ía y dominio de los secreto" del Arte poéti- jJlOllelarlo está ya, pues, en su obra prime-
co, ponía ya de manifiesto su maravillosa ra, cn las sonoras interioridades ele su yo más
sLm:ibilidad y sn calidad de poeta, del cual íntimo. trasladando al \'('rso la realidad con-
lcgítimamentc se puede afirmar el origen di- suh."tanciada eOl1 sn realidad absoluta, ori-
vino de su don de cantal' la Belleza, natural- ginal, auténticamcnte personal. Ya se da en
mnete, fatalmente. él· ln poesía como una aventura luminosa por
Leamos uno de los más bellos poemas ele las regiones de su alma, inagotables en pano-
«El aventm'ero de Saba»: ramas de helleza, ctlmara oseura transl'igura-
Aquí e"tá mi ¡¡]cgTía bLmdida como las ban- dora del espeetáculo terrcstre, reyeladora del
[deras milagro del nardo derramado del vaso he-
1-11a YE'Z siquicra pude contarle un cuento breo, que rué salmo devoto de exaltación di-
Reclinada mi eaheza comO "obre una estrella vina, ('n casa de Simón el Leproso. Ya se
La luna Lquivoeada huscó sitio en su vestido acJyierte la inevitable zona de penumbl'a 1'0-
[de luto cleando el Yl'l'SO con halo de misterio, de eiúa
La tl'isteza ahatía mi frente de pájaro l'e\'e!adora de secretos finales, ele ocnltas po-
Era en los potreros donde brinea el ganado tc'nei as e innominados augures.
La leche de las eabras sirve para tejer lino De «El aYenturero de Saba» llegaron a
. Ahí el mantel non'ce alC'gres frutas domés- :\ron t evic1eo pocos ejemplares. Xo obstante
[ticas Hndu\'() entre lt)S manos devotas y ejerció su
I~itan las chimeneas descuidadas, la aurora infl11l'ncia, en un momento en que la p(,esía
[sale de los huevos de las gallinas uruguaya de esa generación rarecía anclar
A .J uana HWia se le vuelan los ojos semejan- peligrosamente en un arte limitado, en una
[tes a los tordos poesía de imágenes fáciles, tono aprendido
Cono c:omo las ventoleras ahora diviso el y estridencias verbales que, felizmente, dnró
[paisaje decaído poco. Sus cultores, que obtuvieron' ruidosa
Arte Constructivo J. Torres Carcia
Adonde me rodeo solo amedrentado mi tra" publicidad y aplausos inmediatos, han des-
[bajo de súbito aparecido.
Bnlcanc10 a Yeats, inicia «Vigilia por c1f'n- Desde «EIevaeión de la sima», poema que
camrite:tdores hacen desaparecer sin huella L<l vida de este poeta OCUlTé, en doloroso
tro» IIumherto Díaz Casanueva, que publicó abre el libro, nos partieipa el poeta de sus
visible los pesados limos de la vida. Y un tl'imsito, entre altos muros sin salidas posi-
",:\ascimp¡1to» en HJ:31. Son estos yersos: angustias nocturnas cuando, eon paso sigiloso
más allá: en concentrada angustia, buscan los b1l's, con secretas puertas cerradas a cal \"
Oh! .nl querría romper esta red y mirada insome, persigue entre las sombras
m isteriosos sonidos y las quejas prolongadas eanto. En yano sus doradas abejas dulcc:-
que los c1ioses han tejido que lo cerCím en estrecho cí¡:culo, sus rostros'
de su "ieja «flauta de sombras». Hay una mente henchidas, se instalan en las celdas
(' on Hlces y con sueños! pel'didos ('n los repetidos sueños, el rastro de constI-uídas antaíio en elcvadas oquedades.
tremenda aspiración hacia la soledad abso-
Hallazgo feliz es este del poema de Yeats su pie c'n las movedizas superficies del re- luta, una tentativa desesperada de estar a En va'no sus dal'Clos poderosos atacan vale-
]Jara el po('ta andino, que le trae ocultamente cuerdo. Este poeÍna significa en la obra de solas con un «gran espectro», de flotar en rosan1l'nte los pspesos muros, y el eanto gra-
"ns deseos inefables y le aelara su estética, al Díaz Casanuenl. la conú'sión poética. el si~ h01'l'01'OSOS vacíos, y de llegar. finalmente. a "e, de profundas sonoridades, acrecido en re-
ticm po que para el lector es un guía seguru no segnro que no hay que olvidar, el santo los desengaiios últimos " a 1<;s crueles c~m petidos ('eos tortura el oído de dormidas es-
para andar por el fuego secreto de su poesÍ<¡, y sci1a que nQs abril'á los pÓl'ticos de los otros probaciones, al cneuentro de una zona donde tatuas con su formidable polifonía. Sólo fan-
E! poet a se sumerge ya por en tero en su (anto:;. el ejel'cieio más constante de su alma. transite, entre heladas ráfagas, la YOZ inmen- tasmas de lejanas fuerzas huyen con las '1'0-
claustro "olec1oso y prorieio, para descifrar Si el poeta contenta en las figm'as de los sa de sus pesadas somhras. Y esto, a manera ees de su alma melancólica, y diáfanos esre-
los elifíci les mensajes dd subcollSeiente, sueños sus inr¡uietudes más delicadas: si su de cancÍC'nte cilicio, rodea su cuerpo lloctur- jo,~ multiplican su obsesil'a imagen. .
eseafanch'a de lmeeac10r es límpida ~. trans, no, y se oyen los lamentos de la carne, en
Call1partienc10 con Pablo Neruc1a y Vicente "\.caso la I'OZ de un poeta no pueda rel'elar-
par'ente eUll10 fino cristal: si el ojo se mueve fuga hacia un desprendimiento total, hacia
1111ic1.obro el momento de renovación poética se con tanta fineza, con tan delicada música,
libremente en las más vertiginosas rroflmdi- un jubiloso anegamiento en los círculos gi-
que prestigian estos creadores, Díaz Casanue- como se revelan en «Vigilia por dentro» sus
dndes; si. sus piedras de hondero incansable rantes de un intuído de\'Cnir.
va enriqueee la lírica chileiw con sus vo(es eoros interiores en las fugas armoniosas.
tienen en el vnelo Un eco familiar a su finí- En «Libertad doliente», acontecen las ex-
ardientE's y su sensibilic1ad (.xquisita, bajo un Característica saliente de la obra de Díaz.
simo oído, todo esto posee l1llH finalidad se- peril'ncias trilgieas de su alma que busca
signo Jwrsonalísimo e irguiendo sU propia Casanuel'a, es una sen.sibilidad extraordina-
~.mra e inalterable: a1'l'ancarle a la "ida su,;
handera ele combate. inútiles solneione,s cognoscitivas, abandonán- riH, que se levanta de su libro en músicas pu-
secretos ~' aspirCll> el aire del misterio. de la dose me]¡1I1cólicamente a las dudas finales:
El trifmguJo vivo que furman los grandes ras, en sinfonías maravillosas que rodean sn
callada esfinge que freeuenta sus "igilias . . .Es
poetas Gabriela :.\listral, TIl1idobro y Nerl1da,
'-- ,
e A R L o S A L B E R T O GARIBALDI
M A R u J A M A L L o
:\laruja }Ia]]u es uno de Ius acontcclml"JJ- hl ,ínte,.;is de ,su !J<'rsonalidaeL ena de sus
tos más felices ele la pintlll'a adual. l'icasso prcccupaciones fundamentales es el problema
le profesa una plol'und:l aelminlción y c\n- de lo popular en el ¡¡I'tt>, Por ella inicia una
drés Bretón dijo de ellu la,s cosas más elo- jira pO!' "\mérica; quiere eonoeer ampliamen-
E s p A e 1 o giosas. En las tres expo.siciones que reali- te las culturas americanas para iníenr los
zara, dos en :\fadrid y una en París se con- elementos que de ellas puedan extraerse.
fIrllló ¡:rogresinlmentc el prestigio de su pero Dentro de la modc1'1la e\'olución de la pin-
Del tiempo de los sueños vienes saliendo con las manos heladas sonalidad. tura, JIaruja :\Iallo se coloca así junto a
.Al paso del co~'azón rumoroso, invencible en sus hojas , El sentido plástieo de :\1 aruja :\la110 e~ Hi\'el'a, Picasso, c los grandes representatiyos
elal'o y preciso: no e,stii all:¡nderada en una ele los momentos actuales.
Apenas protegida por mi pecho, por mi pensamiento, a la apari-
tendenciH o en una esenela, tiene una fir- :\0 recnerda desde cuando pinta; pinta
[ción de las cosas.
meza teet<Ínica para la expresión, Ella e011- desde que ve, Le pal'ecc que naeió pintando.
Se trata de la caída de las mallOS y de las bocas y de las cabelleras
sidel'a la pintura como un medio, el más pl'i- :\ o ha tenido lllllica maestro: no pertenece
~n desorden. d~ incendio, en el más próximo 'punto
mitivo, de comunicación hnmana, Y como si ¡¡ ninguna tendencia; no concibe al mundo de
1: ele los mOVlll1lentos del cuerpo apacible, ajeno a los azules pl'e-
no ha::;ta la ampliH t¡'¡lScendencia del arte, la forma sino como una amplia libertad de
" [cipieios JIaruja :\f allo busca liga l' su obra lo más eXl)]'esarse. ITa realizado tres exposiciones de
y de las angustias' que suelen crecer no lejos de tu frente.
llllllematamellte posible con lo hUlllalHI. CaCl,_ sus oln'as: la primera en 1D28, en el local de
Porque eres la hermana de la cabeza ele las ag'uas la re\'ista de «Occidente», en :\Iadl'id; ol'ga-
ar'te tiene un lenguHje distinto para una mis-
En la edad profunda que iguala los viajes cm; la muerte. ma cosa: el mundo. En el lrábil manejo del llizac1a por O..José Ortega Gasset; la segun-
lenguaje la obra scrá así el retrato del num- da en la Galería Piel're: en París, en 19:32,
Rosamel del Valle. do. Por eso se considera la última obra de y la tercera en el local de «Los Amigos de
Santiago de Chile. :Maruja :\la11o «La sorp¡'esa del trigo», como l¡¡s Artes .'\nevas», en 3Iadrid, del 16 de
.:Hayo al :) de Junio del auo pasado, cuyo La lpctlna cie cierto episodio de «Don Qui-
local se inauguró con Picasso, .Abril 19:36, jote» Suscita en :\faruja Mallo una originalí-
siguiendo ]\1. .:Hallo. sima visión plástica de aquel famoso curtejo
«La sorpresa del trigo» es una pintura de la pl'incesa 'l'rifaldi. Si al contemrlar
real con una construcción sólida por dentro. estos extraiios monstruos teatrales habhunos o
'c::s
Es la sorpresa del homhre ante la naturale-
za. es la síntesis de la fertilidad de la tierra
a la pintora de sus l'ecientes muñec'os, recha-
zará instantáneamente psa denominación. A -
con el trahajo del hombre en que aparece el sus monstruos no quiüe ]\laruja ]\1ano lla-
trigo como Yeg'etal uniyersaJ. El trigo es el mal'les llluuecos. Estos muuecos quevesti-
símbolo r{lllico del mundo. reín hombres teatral del claYileüo son en rea-
En cuanto al conjunto de ohras que ha lidad máscams o arquitecturas escultóricas
denominado «Verbenas», son ellas una repre- rlispuestas a bnscar como esqneleto el cuerpo
sentación de fiestas populares. Los «Espan- humano, encargado de mover constrncciones
tapájaros» constituyen una pintura dramá- de esp1ll·to, madera, paja, lana ~- trigo. Tengo
tica y realista que constrasta con el optimis- el concepto del escenario en tres dimensio-
mo de las «Yerhenas». Las «Verhenas» es nes: f-:e trata, por lo tanto, de un mundo que
la expresión de una llintura alegre, barroca, hay que hacer ha hitar con COSaS reales y no
infantil, si se quien', heeha con un colorido con Jicciones. La eseenografía del Yiejo tea-
netamente popular en que J\Taruja .:Hallo ex- tro estaba hecha eon telas pintadas que vie-
presa su sorpresa ante lo popular. Es la mi- nen a ser como cuaélros u relieve. Entonce"
rada ingenua de una muchacha sorprendida dcbe haher allí matetíalidad, realidad some-
ante el mundr l y la integración infantil que tida a los mejores efeetos de luz, y agrupa-
de las cosas pudo hacer un espíritu aún no ciones escénicas ordenadas. Hay que crear
suficien temente profundizado. el lllUllClo de la e'Ocena y no la ficción de la
En la segunda époea, jlaruja:Uallo brinda ef-:CelUl. Toelas las artes deben ser creación;
«Los E.spantarájaros». l-n mundo de cosas la ficción ha~· que dejarla para aquellas ma-
agradables -dice Enrique Azocoaga- se ha nifestaciones que no han alcanzado aún ciu-
conyertido en la segunda etapa ele la pintora, dadanía constI-uetiva. Denis dijo, refirién-
en desagradables elementos. En su nueyO dose a la pintura, que no había que ohidar
momento enermtramos cal, azufre, légamos, que el cuadro tiene solo dos dimensiones; del
supc:rficies quemadas. tel'l'aplenes, lagartos, mismo lllodo, no hay que olvidar que el esce-
sa pos, culebnls, arañas, cardos, setas, zarzas, nario tiene tres dimensiones.
hojas seeas. Tenninado el grupo de plústica escenográ-
Celehra su segunda exposición en la Ga- fiea, :\farnja Mallo logra la colección de ce-
]¡'ría Piel'l'e, de Pa ds, en el año 1932. La rúmicas popnlares, r('sueltas formalmente a
pintonl se eni'l'enta con la pintura actual y base del trigo, del olivo, de la vida. del toro.
eterna mils importante. No va a desoír una En ellas, por nna parte. Y retorna de este
serie de Yoces, ni Y11 a desatender un yenero modo a lo ornamental, a lo característico de
de preguntas. sino a trazarse después de aco- toda pintura: el espíritu l~opular gravitando
pio dl' experiencias, las normas precisas para sn]¡re el color y los temas. Para :\faruja Mallo
continuar su t1n·ea. •\1 yolyer de Pal'Ís co- como para todos los grandes pintores, la pin-
mienza para nuestra pintora la époea de mús tura es el equi1ihrio de formas ~. una armo-
dudas, de más Yelcilaciones. nía de colores. '-a hacia la pintura docu-
1.1os afios 19:3:3, 79:34 ~- l~):3J son afias de ll:entada que es la tendencia de 10:-: grandes
gran preocuplC'ión, míos en que la pintora se maestros de hoy; huye de los abstracto don-
encuentra dominada fundamentalmente por de naufragaron los pintores puramente in-
la urgente nec('sidad de huir de lo abstracto, teleetualistas. El subrealismo es el último
por In idea de lo docnmental ~- por el deseo scbresalto de una época de agonía, piensa
de lograr en :-:u pintura resultados que res- Marujll Malio. El arte abstracto surge ele
pondan a nn pel'fecto orden interno. Puede la discrepancia que existe entre el artista y
parecpr en tales c'ircunstancias que Maruja el medio que lo rodea. Cuando sucede todo
Mallo f-:e oh-ida por completo de dos impor- h contrario, cuando hay estrecho vínculo en-
tantes casos anteriores. Existe solamente tre el artista y el medio, surge una obra pro-
junto a una eomplicación íntima grave. un fnndamente documentada y humana. Y a
deseo profundo de no ea el' en lo falso. Desea ésto debe tender todo artista, a ser una con-
llegar a una pintura popular y dramática por testaeión que la humanidad da al mundo.
1Ul camino coni:it.ruído, seguro y ordenado. Pablo Rojas Paz_
u
'"c;
o
..
o R K 1 y A M A D R
Conferencia pronunciada por ,su autor en el Areneo de
Montevideo. durante la celebración de "La Semana de Gor-
ki". que organizara el Comité Roman Rolland, en ocasión
del bllecimiento del vigoroso novelista eslavo.
"\lúximo Gorki es, en nuestro concepto, el do allí en la niew muchos mártires y había
('sC'ritor más fuerte y representativo del pe- pla;>mado muchas ob¡'as relacionadas con el
ríodo revolucionar'io en que vivió. Así como nnor a los humildes. De esa históriea pirá-
pensamos que debemos a Romain Rolland en mide de sacrifieios, de almas perseguidas y
su «.Juan Cristóbal», la pintura más humana humilladas por los déspotas, surge al fin
a la YeZ que estética del individualismo sico- Máximo Gorki ). en n11 esfuerzo tremendo
lógico y moral de la lH'e-gl1elTa. creemos quC' deseiende desde la cúspide de las conquistas
f'n «La :\ladrC'», eomo C'n casi toda la ohra de técnicas y las purezas sentimentales y las
Gorl,i, puede verse la (,],cllleya del nacimiento lTciaduml}l'es sicológicas, que son TurguenC'ff,
y lucha, del amargo, jlromisor y de~ol'denado Tdstoy y Dostoyewski, para recoger de las
sc'nt;miento colectivo sohl'e el mundo. lH1l'1las paisanas, como un sencillo viento
GOl'ki es, pues, ademús de un noble espíritu Hmigo, el sentido popular revolucionario.
artístico, 1m reeio Ic'íiadOl'. un l'udo c,!m[)('~i Lu va a arrancar primero en la incon!3cien-
no eslavo que entró a saeo en los bosques ('it:, en el _profundo cenagal luminoso, donde
eeíiudos para alTimCar la materia primiti':Cl lo más c1esgraeiado, los ex-hombres, son testi-
de l~ll(l nueva civilización y eontrihuir a echar moni u iliniente de la descomposición de la
sns hases. sociedad; y les presta entonces el IwnsamiC'n-
Claro que su obra no naee ni ,~e desalTolla to alto de su espíritu solidario y poderoso,
aisladnncnte. Tenía que "el' ruso quien tal porque él piensa, con la piedad de la poesía,
dijera .v representara con ta I vi rginida d ). que el orden se deshace a veees inocentemente;
tesón, atravesando las e~tel)(lS del tiempo; te- A veces el destino se accidenta en nosotros
nía que serlo, porque el amplio movimiento y los míseros huesos se vuelven imporr1ntes
de los hombres del espíritu hacia la lucha ;. arrojan en la noche resplandores extraños.
en la noche poblada con las preguntas grandes.
social en favor de las reivindieaeiones -cuan-
to más negadas, más crecidas- )'a había da-~ Allí aprende a soñar y el sueíio es un man-
cilla y ap;lrC'ntementc torpe pero seguro en Hemos dicho lIna vez que toda obra de arte errantes de la [il'imel'a Rusia, herederos ho-
sus instintos mesiánicos, trocaba su dolor en es el edificio de un sueli.o o de una sensación, méricos, poblaba el corazón épico' de Gorki.
una marcha extraiia hacia la lucha y hacia el monumento plástico de un estado de espí· «De las encarnaciones mitológicas de las fuer-
J:¡ e'"IJeranz~l, con los puiios en alto y la tierra ritu'. Así la poesía, decíamos, se ye 'más que zas naturales -dice Kropotkin- nacieron
interior toc1J inundada ... se oye, se siente constrnirse en el espacio. paulatinamente, en el Oriente, los héroes llU-
.:\osotrcs ya 11f~mos logrado unir nuestro Frente a «La l\Iadre» de hoy, podem05 co- manos». En parecida núll1era, de las enearna-
mentar sencillamente que culmina, como un cio~les idealistas de las fuerzas históricas na-
reclamo a la despedida coral con que la tierra
misnw le brindó -sonoro árbol caído- en castillo soñado, -mejor aún- como un hos- ce «La Madre» que es una novela ete héroes y
estos días en que se encienden fuegos en la pital de la justicia, la montaiia de dolor del tiene su creador en un «bilini», en un aeda
marclu hacia la felicidad humana. ¡ Más aún! pueblo sojuzgado y deja ver, en amplios ven- poderoso. Por eso es un libro profético que
.:\o.'iotros hemos saludado en la muerte de tanales de heroísmo, de tel'llura, de sacrifi- anuncia a través de sus héroes toda. la histo-
Gorki, la poderosamente serena voz del Des- cios, de fe colectiva, de secretos como presa- l'ia de Rusia, donde se produjo el pa rto dolo-
tino, D('l Destino, camaradas seriol>, que no gios, -como vientos- de verdades eomo can- roso J' oscuro de un nuevo cuerpo social. Y
es una palabra religiosa, ,que es el mejor ros- ciones en la distancia, el horizonte mayor ele por ella, la historia próxima del mundo.
tro de la historia en la imaginación del hom- una época, la línea más cerc,ma de la verdad Siempre hemos creído que los caminos cie-
bre, que es la unidad de 101> fenómenos, que futnra, allá donde la fe ~. la concien<'Ía se gos del conocimiento artístico, tan distinto
es el dichoso corazón de la dialéctica con sus aúnan para sostener el p~isaje de los hom- de los científicos, son recorridos, y en ésto
movimientos sanguíneos, determinando la vi- bl'es. " la perspectiva histórica. Por eso está esa diferencia, por una permanente exal-
t~a de los seres y lal> noches y los días. , . queremos decir que esta noyela es una obra tación. Así en Gorki que, como todos sus
Por eso mismo ahol'él, sobre la vieja estam- l)¡,o/ética.
gl'andes predecesores {'n la prosa eseIava,
pa silenciada, hallamos otra vez la vida y la Pareciendo ser, pudiendo ser este edificio Cfluilibró el realismo pasajero con la ancestral
dulzura de «La l\Iadre» YÍctoriosa, de e~a ma- moderno lleno de claridades humanas, de Yir- forma universalizac1ora, con la embriaguez to-
d1'e ante la cual cada una de las otras que tuLles, una nniversidad ele la acción, re5ulta tal de la forma, con la fuerza que atraviesa
a ndan por el mundo, es una suave imitación eso y lllás; resulta, rOl' el espíritu vigoroso la estera, agita el corazón del bosque, y des-
dato. Por eso Gorki, yerdadero héroe de su del artista, por esa alta presencia de la ma-
del alma; de esa mac11'e suya proclamando pués entra en la melodía de la canción eosaca,
cultura, es la figura de mayor relieye sobre d re que higieniza el alma de los hombres y
otra vez ante toda la pérdida, la augusta paz siendo recién entonces un verdadero saludo
los camIJos arados de la revolución obrera :Y sus hogares, por esta redivi\'a Palas Athenea
ele la gratitud, la augusta el>tatuaria del de la tierra, hecho con etistancias humanas
campeo,;ina. Y rOl' eso su muerte nos conmue- puesta en el corazón del caos social, el sereno
amor, sin llantos, con sólo una detención del desde su superficie ...
ve y nos conyoca unánimemente, a todos los templo de una ereeida esperanza, donde se
pensamiento sobre el camino, con sólo un ade-
que sentimos la dificultad de sus obras y su puede depositar la angustia para dulcificarse Como en el «Anunciador de la Ten1pestad»
mán de afecto más hondo al día que llega, a
üiunfo-la dureza de su gesto y su am:n'- ;, recoger la belleza de la Yida, la sintética que «reía y lloraha de gloria», así en esta no-
la vecina naturaleza, a la claridad del traba-
la talla de su efigie simbólica y la ausencia vida, «el resplandor de la verdad», que diría yela. su arte duele ~. canta el seutido de la
jo en la solidaridad humana, ..
que esa muerte acuesta, sobre la ancha som- el gl'iego, el artl", para seguir creyendo. l'ebelión y de' In libertad . .:\0 puede limitar-
La vida de Gorki -su obra- es una pará-
bra del mundo. Profecía pues, que en un viejo sentido es
bola cumplida a imagen de las e~feras que
Ya hemos sentido pues, su muerte minu- poesía, es decir, religión y realismo, marcha
nos aprietan y nos levantan, a iuwgen de las
('iosa, con la figura de «La Madre», que él hacia el más allá que está en d tiempo con
copas y de los campos que nos sostienen, .0: ace
creara, inclinada sobre su lecho, cerrándole 'el más allú que hay en el hombre.
en los bajos' fondos y los ama; se afirma" en
las viejas y grandes puertas de su corazón. Cuando la niadre augusta asiste en alto al
viajes largos; sueiía en el mundo con el ardor
Ya hemos pensado I:'n Gorki moribundo y entierro de .Jorge, -el más estoico-, todo el
del Volga; culmina en sus profecías e5téticas,
en los escritores soviéticos allanando en su sentido de aqnellas grandes horas del entierro
en «La l\Iacire», que es el mayor símbolo 10-
derredor toda la nieve de la antigua Rusia de Patroclo. el de la Ilíac1a -la moral con
g"l'ado por su corazón; y vuelve al ritmo con-
para aclimatarle su primer silencio grande. , . angustia, C'1 despertar de Aquiles, la vengan-
yulso del proletariado para aeompallarJo en
y hemos pensado en el pueblo elegido que la eonstrucción de la justiciera vida que za, la fe, la deseo,;peración- se mezclan, mien-
le rodea besando w memoria,. humildemeute , eomienza. tras se sobrecoge Palas Athenea, ahora la
misteriosamente. y eU sus desterrados, en .\ la muerte de Gorki, pues, estas palabras madre, la más amiga ete los hombres y la más
sus vagabundos, en los cachalTos rotos de la nuestras, porque «La l\Iadre» lo reclama yivo. divina a un tiempo, y aprende la grandeza
vida cambiados de destino, que no adiYinan heroica de sus hijos queridos. Con este miedo
cuánto los amó y con qué esfuerzo les entregó «La l\fadre» es la nOYela de la lucha social humano y esta esperanza mística,. tiernameute
su salud y su palabra ... realizada ,"obre una amplísima ba'ie de suce- se besan las épocas y los símbolos. Y el cora-
.:\o'Sotros no podemos decir frente a su sos y ele angustias; con un sentido humano zón de La madre, llama votiva, oscilando,
muerte que hoy en otro albergue de pobres ele fe o de esperanzas levantando esos hechos, temblando, ilumina una nueva noche de la
se embriaga y se enternece; ni que enciende dánd o!P.~ tonalidades finas, iniciándoles co- Humanidad .. ,
en la mon taiia su seereta tristeza ... Pero po- mo una música en el corazón del hombre;' y El vozarrón de Gorki sobre Oriente, crece
demos proclamar que la Humanidad estaba comtruída con un firme sentido al'tístico de en «La Madre», para vol verse la trofecía de
presente en su muerte, segura de su memoria; masa'i grandes ordenando las épocas y las sn pueblo sobl'e el mundo.
y que el proletariado del mundo, siempre seu- filas ... Fn eco polal' de los «bilini», los bardos
moral. en texto pCll'a adultos, la obra más
f;e, pues, este exaltado realismo profético, al cio y el tiempo, ]a soledad y el silencio, la mOl'al de la literatura "iva.
que Turgueneff veía en Riechotnicow guau- cultma y la ignorancia. Todo se puebla de
do clasificaba «la serena vei:dad de Riéchot- Gorki se había preguntadu ya por boea del
hombres, de vida, ele verdad en camino, ele
nicow», puesto que la voz de Gorki cs preci- «Lector» euál era PI fin del homlH'c en su
claridades fraternas ... Romain Rolland di-
so vivirla minuto a. minuto cuando se la lee, tránsito a tropezones por este peü¡¡sco de la
ría: Es el alba, seüores! ...
en la angustia y en la alegría, porque «La é1tmósfera. Y se había respondido:
Xo queremos detenernos en la lectura por-
Madre» es la novela de la agitada verdad, «j Oh si viniese un hombre severo y vib1'<lll-
que basta el sentido para poblar la atmósfera,
]a odisea de nuestra verdad! te de amor. ('on un corazón ardiente -;.- un es-
pero oigamos un punto a Gorki ahora .Y con- '!
Cuando Shakespeare halló en el cOl'azón de tinuemos: píritu poderoso. capaz ele abrasar todo en Sl;
un príncipe la humana duda metafísica, no En la sofocante atm(¡sfent del ignominioso
«Es estúpido que me calle, .Abuela. ¿ Qué
podía saber que Dostoyewski la iba a repetir silencio, sus pa la bras proféticas resana ría n
iría ganando '? Algunos minutos de agonía
y a transformar en plástica, con la carne como los taüidos de una eam¡:ana qne tocara
más y Ferdería el placer de hablar con una
misma, crudamente, a través de un paisaje a rebato y posiblemente hasta h,s míseras al-
mujer de corazón... Yo no creo que haya
ele humildades. Y no podía saber quc Gorki mas dl' los mUl'rtos vi"ientl's Sl' estr('mee'2-
en el otro mundo tan buena gente como hay
iba a descenderla más, iba a hundirla en el rían 1»
en éste ... »
fango, allá entl'(' los vagabundos pensativos Otro l'pisodio: Después de esta eSpl'1'<111Za que ya te:1ía en .
y filósofos, allá donde la carne de los hom- su conciencia la l'espllesta aún ·oscura, ha de
«Se acercó al muerto, se inclinó y le besó
bres está viviendo pero ya es la tierra ... la mano. haber sentido dibujarse la Humanidad como
Con Gorki en sus relatos muere Hamlet y las -.:'IJí querido compaí'iero, mi amado compa- una figura talar en el ha rizan tI', porque logró
lamentaciones, para dejarle paso a esta no- í'íl'ro -dijo en voz baja y desolaéia- te doy dolerse hasta alcanzarla y nos ditÍ «La ma-
Hla donde está el militante y la consigna. las gracias de todo corazón... ¡ Adiós! y [} dre», qlle ahtiría te las puertas de su siglo y
j Bello y profundo sentido de las cosas! Re- trllbnj[lré como tú, sin desmayos, sin vaci- ('un él la gloria. " L\OS dió «Ln madre», dulce
petición de imágenes, diría más tarde Pilniak lar " toda mi vida, por los que sufren ... l'elagia ¡'ímida, quebrantacia -;.' renacida, en
en Hl «Valga desemboca en el Mar Caspio». ¡ Adiós! ... » tun)' delTedor lus hér()('s ,'an a la ('ruzada
Con Gorki muere IIamlet entre una grande Y d CI mentario de GOl-ki llega pronto. r"~-(llucionaria. a l¡l conquista del sepulcro lo que tienen de mejor, formando un corazón
ol'([ue>.taci.'ln de yjcios y miserias, con una ¡ ngTado, &,"te que ahora "emos sostenien- inmenso, fuerte, profunelo, sensible como una
«Sus labios están muertos, pero sus pala- campana ele plata ... y he aquí lo qUl' nos
melodía de sueüos puros. " .Y enseguida con
bras "inn en el cOl'azón de los vivos ... » cl¿ la llama del soldado desconocido, elonde
Gorki renace la firmeza .Y vuel ve «Don qui- dice esa campana: «('nías, homhres de todos
Este es el sentido de la canción, el idealis- hace tiempo ya quc se saerir'ieó el e:opíritu.
jote libertado» a dirigir de Sancho la senci- los países ¡ no forméis más que una sola fa-
mo estético sobre la realidad. y que es ]"l'eciso redimir.
llez y a desfaeer entuertos. La Humanidad, milia! El afecto es la madre de la "ida y no
Dijimos ya que esta novela es una obra. "\quí nos habla un hél'oe y hallú otro, al- el odio». Hermanos, -;"0 oigo esta eampana.
La :\ladre, está asombrada y le surge alegría
profética en lo literario y en lo social. Agre- ternando la paja bra -;.' el heeho eon una grau
pOl' la carne y por las venas una yjda y yn también, -dijo Pablo.
gUl'mos qUl~, por consiguiente, es un obJ'([ lH:eesidael de espaeio:
nUeva ...
«j Toelo ha eambiado, sí ... y así es eOlllO ¡ Qué simple es la mora 1, señUl'es míos,
Ya no conviene aquí llamar locura o idea- cuanelo se le da el tamaño lll1in'l'sa] qne elebe
debe ."el'! -deelaró Andrés- Esto es por-
li:mlO a éste que lllle los hechos con una fuer- tener ... ! ¡ Qué simple ~. qué mara "illo'ia !
que en la vida se. desen"ud re uu nuevo co-
,za simbólica, profética. E.s la «Condición ¿ Dónde queda el eoncepto ele patria en un
razón. madrecita. Los corazoncs están todos
humana» rediviva, es el sentimiento carnal sentido ele rivalidad, dtÍnde el ele familia en
destrozados por la eli"ersidad de intereses,
de la fratemidad, es lo concreto descendiendo el miuno sentido; dónde el del illllividuo aún
roídos por la ciega avarieia. mordidos por la
o sosteniendo a la idea liberadora como un como un toelo '? Gorki se lo había preguntado
en delia. euhiertos de llagas y de heridas pu-
apacible manto -tal el juego de la noche y rulent¡]s ... de mentira, de eobardía ... Los en su desvelado «Lector» -;.- él mismo se .res-
el sol- es la dulzura de la amistad en el bien hombres están toelos enfermos, tienen miedo ponde haeiendo sonar bajo los ámbitos el gi-
J' en la belleza, es ésto que hemos ido dicien- de "ivir: se dil'ía que andan errantes por gantesco badajo ele su amargura frente a la
do en la literatura: Lunachartsky, Pilniak, l'l1T1'e l;¡ niebla... qne ('aela lUlO no conoce in:oondable atencitÍn amorosa de la .:\ladre ...
Mah'aux, Gladkow; es el realismo socialista! más que su propio dolor ... Pero he aquí que Cuando ésta,Pelagia, ante el claro silen-
En «La madre», que lo reanim,ti todo, de don- sobreviene un hombre que ilumina la "ida cio prcducido por la desaparición de los rigo-
de todos provienen, llega a la muerte misma con el fuego de la razón y que grita y llama: res del (SPOSO, ante la paz inesperada en que
esta dulzura artística plural. Para Tolstoy ¡ Eh, pobres insectos extra"iados! ¡Tiempo tiembla el corazón y arenas vuela... ve a
la muerte fué una tmgedia del conocimiento, ('S ya de comrrendl'r que tenéi.s todos Jos mis- Pablo, su hijo: y a los otros hijos que luchan
una angustia. Para Rieschotnivov el realista, mos intereses, que cada cual tiene derecho a su lado y siente que la aman y que son
lÍna liberaeión, un descanso. Para Dosto- a "ivir. a desen"olverse!» Este hombre que nií'íos y que sueí'íall y que sufren .. , y, sobre
yenski nada: no existía la muerte, tanto ama- gTita está a islaelo y por eso dama en alta todo. que están tensos ante los hechos que
ba la vida, tan a fondo la penetraba, tanto ]a ;'oz: le hacen falta amigos::oe siente triste pasan -tal instrumentos donde la vida ciega
lloró. .. Para Gorki ]'1 muerte se nos trans- tan solo, tiene frío. Y, a su llamamiento, to- pulsa su sentido--; cuando la Madre se aS?lll-
forma en canto... Realismo socialista, se- dos los corazones :,;C' juutan en uno sólo, p::'2' bra de la renovada ternura de su pensanllen-
flores. "[na nueva manera ele sentir el espa-
quedaba hasta hace roca un testimonio vivü. hJ RU::iia jo\"(.'n fuera por e1mundo, como
Fatigado volcán es su sepulcro. e"pantado caballo blanco sin ciueüo, cuando
l\O es extraño, pues, que el pueblo 'Sovié--' perdió a este campesino máximo.,.
tico ante la tumba de Gorki reviviera enton y tampoco es extl'aüo que sintieran dolor
ces, por boca ele la é.~posa -el alma palide- todos los ¡llH.'iJlos y que en la tierra toda, al
cida de sU tiel'l'a- aquel olvidado ya, ances- lmmillar ill.~ignias, fueran ríos de sangre las
tral sentido de lamentación. ]w nc1era" !
:\0 es extraño que repitienl ante la tumh<L Pero extraño ::iería, que al c1escender c1e bru-
de Gorki, la queja de la esposa del príncip'~ ces la conciencia, La mac1re no nos "iera 1, La
Igor en el viejo canto épico eslavo, ante los nuc1re no nos levantara ~. La mac1re no nos
elementos desencadenados: reritiera el disemso qU(; el hijo le dejara
«¡ Oh "iento, Yiento tel'l'ible! t Pm qué para elevar las almas de la tiel'l'a ...
soplas, señor mío, con tanta fuerza? .. «A nosotl'os no hay nada que nos impiáa
¿:\o te basta con soplar entre las nubes y 'el' intel'ionnente libres ...
mecer en el mar las naves sobre las olas azu- La masa de nuestros obreros ~. c1e nuestros
les'? Í: Por qué, Señor, has' abatido mi alegría ciJlupesinos sení libre y ereará un mundo
sobre las hierbas de las estepas '1 ••• » libre también, al'monio"o e inmenso. ¡ Y esto
l\0 es extraño pues, que el alma alegl'e de ~'crá 1»
D E F E N D A M o s E L p A N
(DilJ¡ljos de Barradas para «Los }J((jos Fondr)s» de JI. Uor1."i) a Maruja Mallo.
E R A R D o D J E G o
sión, operante pOl' su sacrificio», en su con- eaptadora de la secreta materia, del misterio
cepción universal y verdadera desde «el es- de la ereación.
tado de tormento pUl·O». Eduardo Mallea, saliendo de su austeridad
contemplativa por un deseo de liberación, .ha
rll nocturno «desagradable abarrotado de reanudado ahora su comunión con nosotros,
confusión ~. de apuro. Eso era lo que ~·o justamente cnando los hombres de sn edad
. había escrito». declara Bduardo :Jlallea. BYÍ- han caIIado en un agotamiento de pasiones .r
dentemente su .\drián percibe las estruendo- egobmus personales, de odios sin fertilidad.
sas notas y apagados sonidos de esta noche Su emoc-ión auténtica de escritor YÍno cuan-
sin alba. con su drama de intimidad, que lo do el momento espiritual lo exigía. Es que
e; de soledad. Es el drama de una ,'ida cons- :Jlallea 110 ignora «que millones y miIIones de
eiente, que por la coneiencia se pone de pie, hombres amerieanos se están buscando, los
buscando polarizar su salvación por la ruta ojos eargados, taciturnos, la hoca dramática-
etema del esríritu. En este «Noetnrno Eu- mente plegada, en ese obstinado silencio, la
rcpeo», el libro americano IllflS denso de es- yol untad tensa, la concienc-ia soportando el
tos últimos alIOS, hay verdad y poesía en el obsenro trabajo subtel'l'áneo de la gestación,
retrato cabal de un hombre (tal como lo que- todo el ser un poco sombrío y a la expectati-
ría Goethe en el título de su autohiografÍa) : Ya, ecmo esas muehaehas hurañas que llenm
un hcmbrf' que ha despertado en la historia en las vísceras el hijo». .. Ese .A vesquÍn, esa
con inveneiones de su inteligencia. Documen- .\na 13·oreL ese .Juan Sebastián SolYes, Cris-
donde una clase expondrá su vanidad ante toda la materia del mundo, precisamente '1 Jio está vigilante con el arma en el brazo en lJa, y qUL' se ha planteado la vida con toda
1(J1'; enturbiados ojos de la otra, desampaí:ada. ¿, Quién es más ideali::;ta en ese sentido: el
las aVilllzadas, en el puesto que dejó su pa :lre ",eriedad. l\0 haría ni cuestión de calidad, de
Pero en este caso, hay que decirlo también, que sueiia con la desposesión material para al caer '1 ¿ Cuándo la mnjer está defendiéndo- la tan pretenciida calid.ad, porque aún así
:m obra no adquirirá nunca en la gran masa, que el hombre alcance su perfección, y vive se y matando, cuerpo a cuerpo, trizada su 'Solo, tendría el respaldq de ese conocimiento
jerarquía' de conocimiento y lealtad de pro- carne tanto COlllO su alma? ¿ Cuándo el ham- \' i"ido en un espectáculo duro y amargo. Por-
dsí en constante lucha contra la materia mis-
pósito. .:\i será, fuera de toda insignia, lite- ma, o aquel que sin nombrarla nunca sueña bre millonaria desfila trúgica e incesante en que eso «de la calidad» no podría ser duda
rrttura libre, !"ecundada por la última palabrn con un mun60 hipotétic:o acumulándola a tra- la Inciia, en la China, en la "\mérica y la en mí, existiendo este tan fundamental pro-
del pensamiento revolucionario de la Huma- yés. del tiemFo? l\i estas dudas, puede dete- barbarie se enseiiora «con paso de civilizador» blema dL' por medio. ¿ Hasta cuándo estare-
nidad. " como afirma Lenin, «esa que no de continente.;; enteros, al preciu ele una matan- mos, rOl' lo demás, espel'ando que tales «cali-
ner el espíritu constructinl del hombre a
estará al servicio de una heroina hastiada, o través del conoeimiellto social. Por eso es za constante'? ¡ Cómo? ¡ Si masacran a toda la dades» contribuyan a solueiones inmediatas
al» de «los diez mil de alta sociedad», abu- que no se puede ni debe quitar a las artes, Humanidad; si queman ideas y libros porque en esa lueha de constante esperanza y atiza-
'110 pueden quemar a sus autores: si fusilan mientas constantes, si ellas por no desmere-
rridos y sufriendo de obesidad, sino a millo- en gencrál, y en especial a este modo de ex-
nes, a decenas de millones de trabajadore.~ pl'csión, el valor de conocimiento que puede estatuas de la Libeltad y de la República eerse en \;'1 objetivismo a que en parte deben
que forman lo eseneial de los países, su fuer- da l' a los hombre.~. porque ninguna de las dos e"tán personaliza- ajustarse, prefieren su yana artificiosidad '?
za y su porvelllr». das en hombres: si matan la propia Poes·ía .:\1 uchas yeces, como reacción a esta situación
«Según la opinión de Chernisl1C'vsky -di- cuando ella es el Hombre ;.' el él tiene del al·te, estuye tentado de publicar diez o
l\o es que niegue en ese reproche a h so- ce Plejanov en su 1ibro sobre «El arte y la ideas de justieia y reparación? Por un deber lluince cartas de hombres del campo, para
hdad en que vive y actúa, por lo general, el videl social»- el sentido de las artes y en de lealtad con sus sl'mejantes, y por sobre dar la yerdad de la esencia misma del campo,
artista -y si no él personalmente, su arte- particular de la poesía se determina por todas las cosas,. el hombrL' debL' tratar de ex- Gritos que nadie sofocaría nunca porque eran
que la preocupación por los problemas del aquel conjunto de conocimientos que propa- presaJ' la angustia que vive en su hora y la el heeho mismo! Esta sería de seguro, la má:-.
hombre más allá de sus primeras relaciones, gan en la sociedad». Y esto se hace extensivo, experiencia aleccionac!ura que ele ella recoge. irrefutable (·omprobación que los dueños de
llO interesan o no sean necesarios. l\0 nega- y si no, vivirá en nmo, YiYil'á la mezquina «la calidad», están viviendo al borde de la
y 1Il11;" en particular a este género de la lite-
IllOS ni nos oponemos -eso sería absurdo ... - tragedia d esu yo, in"ignii"ieante punto en el Yida, mientras se consumen las criaturas hu-
ratura, qw', por otra parte, ha cumplido en
a todas las preocupaciones del hombre, sean la historia del mundo, su ciclo bien definido: bárbaro tOl'bell i!lO qu(' Yi Y(' la sceiec!ad entera. manas eon el cuerpo :-- L'l alma agusanada,
eIla.~ las que fueren. Creemos que todos sus Si, hay algo qUL' deci r, eompaüeros. Hay en los cuatro puntos cardinales. Es en yano
El arte no ha .sido nunca despreocupadamen-
problemas son sumamente imp,(Jrtantes, tanto te inútil, ni en la época de los Gautiel', defen- <lIgo que IWl'l'ar a gritos, con palabras senci- y hasta ingenuo, que en nombre de «proble-
más, cuanto más profundo ellos sean. R has- sor del «arte por el arte». Pero también llas, con notas planas o colores simples, con mas eternos», o «calidades literarias», pre-
ta pensamos en ese sentido, al igual que R. es eierto que nunea tuvo la inquietud de pro- bocas sin d('ntadura postiza. Hay algo qUL' tendidas sin ese aspecto funcional, tl'atemos
González Tmión, en «La rosa blindada», que pagar que tiene ahora, en que trata ele en- 110 es vallO y que hay qUL' c!ecil' o cantar aho- de l'"cmnotear la esencia misma de los proble-
d hecho de no saber o no poder expresarse cauzar sus ideales en forma concreta. Pero ra, cruzando, o andando, o viviendo, Si, hay mas que nos están ahogando ahora y nos aho-
l'eYolucionariamente, no inhibe el de ser poe- L's de pensar realmente ¡ si podría seguir exis- ¡¡]go que ekcir en este tiempo! Dej(,llIos por garon siempre. ¿ O es que desconocéis esta
ta. l\0 de tan limitados serían nuestros tiendo ese divorcio ent re la pl'opagaeión de un rato las pequeüas huslerí¡¡s, las cositas calidad entonces? :\0 pretendemos desconocer
conceptos. l\o. Es que existen' relacio- un eonocimiento útil que debe hacer la lite- tl'istes, las reneillas domésticas eon nuestro.s el sentido, las causas y sus proyección, de
nes inmediatas, problemas urgentes de ratura y la elL'spreocupación del creador por yo, aunflue míls no sea por «este tiempo de nuestras relaciones, como ha sido la actitud que
solución que nos están Jlamando. y que llevarlo a cabo '1 Ya no Yivimos aquel tiempo destruir y de edi l"iear», que ;.-a vendrán luego adoptaron todos los filósofos que SL' han pa-
no se oponen en ningún instante al tan en que se podía decir como Pushkin decía: los que todos eSp(·l'amos... «el tiem¡:o de sado la vida dando vuelta a la manzana. Para
rretendido idealismo. Es que debemos dar «no vivo para las agitaciones de la yida ... ,endechar y de rei l'!» Y digamos o cantemos, nosotros, el planteamiento in t('ncionado de to-
prioridad a la Sohlción de todos estos proble- si para la inspiración» que apunta Plejanov. . aun, en d nombre de Cristo: «Bienaventura- dos los fundamentos éticos del hombre que
mas para que el hombre llegue más pronto a Purque una agitación al margen de la vida do>:; los que padecen persecución por causa se han hecho, así como la turbamulta de sis-
su .situación orgánica sobre la faz de la tierra. que encadena por igual a todos los creadores de la justicia» ... o en el ele Omar el Khayam : tematizaciones que se han planteado para
«.:\o se trata (como r d. dice) de «i'elicidad tanto eomo a los obreros mismos, ya no es ni «Oh! qué dolor que en este horno candente, tranquilizarlo, no han sen-ido más que como
lejana», de «paraíso hipotético»; escribe el posible pensar. Por eso hemos tratado de dunde s(' ha de fundir la masa humana, sean máscaras de adormidera para impedir la
mismo Rolland en carta a Sergio Radin so- hablar clara y cordialmente a través de este los crudos los más favOl'ecidos con el pan más fOl'llweión de la eoneiencia de los es-
bre «el materialismo» comunista. Se trata lJrólogo a nuestros compaüeros los escritores. Gocido de la hornada!» clayos, a trm'és del tiempo. l\O han senido
de realizar inmediatamente el principio de Si esta Era es tal HZ única en la Historia Si estos relatos campesinos de ~'erafín J. más que para detenel' y confundir al hombre
de que quien trabaja come .lJ quien no trabajn del .JI undo, y toca al hombre vivir en un con- Gal'cía, autor d(' «TaelHuses», versos gau- caído clentl'o de esa red que tejiera una clase
(si no es inválido) no tiene derecho a comer. ei('l,to de altísimas y graves notas, toda la chescos que llIUest},¡lll ;.'a de tanto en tanto ('1 prepotente lW ra sn predominio, Aun en el
Se trata de repartir y distribuir igualmente tragedia del hombre y de su espíritu rara la filo cíe los dientes, no fueran míls que trozos caso de Cjue estos relatos de García fueran
el trabajo humano, y por el solo hecho de formación de una conciencia uniyersal ¿ cómo documentarios de nuestra tierra, doeumento tales documentos solamente, me alegraría dE
esta equitativa repartición, de dar a los mi- es posible que nos detengamos a escudrina!: ~ráfico, objetivo puramente, aun así yo no poder colaborar eli trance tan importante.
llones de seres humanos el derecho al descan- el lloro pequeüito de una ahna romántica cendría ningún illcOllvelüente en prologar Este ('sta do de lueha no le he rehuído n Ll'11Ca ,
so y a la posibilidad del desenvolvimiento in- que ha perdido por nn instante a su Julicta, .3ste libro. Es más, me alegraría de acompa- ni lo rehuiré en el tiempo de vida que me
dividual.» ¿ l\0 es este un verdadero ideal, () que se ha embargando en el deleite de una ñar a García en su imposición de deeir lo reste a vivir. Por(tue, eorta e5 nuestra vida
mucho más sano que ese otro que no habla caída de tarde naranja y oro? ¿ Cómo? que vivió, sintió y sufrió. Por que sé que para ello y alta la esperanza de los que con-
de la materia pero que ha vivido casi exclu- ¡ Cuándo está rojo el horizonte del l\fundo '? ~staría entonces al lado de un hombre hones- fían y esperan.
Pero la verdad es que estos relatos no tie- campo como de alnu."'. En algunos, hasta los ción con ellos, su significación substantiva. Conciertos Brandeburgueses dc Bach. En
nen esa sola característica. Tanto que hasta actores no fueron mús que pretextos para po- AdmirablL's, recios, auténticos romances eru- determinado momento, la ondulación'y repe-
estimo que ellos no hubieran necesitado pro- der hacer largos dise:ursos sobre las cuchilhis, ditos, que pueden parangonarse con los me- tición foi'mal de la fuga tomaba un giro
logo ni mío ni de nadie, porque ellos viyen o los cerros. o los campo:; anchos. En un jores del idioma. Intrínseeamente esta pro- insospeehado. Rápidamente,. sentí que eso va
su propia significación dentro de un severo próximo estudio que haremos sobre la contri- ducción es tan valiosa como la de Villal()j] lo había «leído», así; literariamente, algU~la
111111'CO de verdad. Y si lo llevan es porque se bución de nuestros escl"Ítores al conoeiInien'to o García Larca. \'ez. BUSCIUé y hallé aquello: . ~
pretende, al mismo tiempo, colaborar en el dc 1mesÜ'0 campesino y :;u problema i:iocial, Emilio Oribc.
ánimo de los indeeisos que forman legiones, lWl'cmos las excepciones del caso, si es que «Ya se Ya la zagalilla
todavía. existen, como seiíalaremos los quc han hecho Libro admil·able. ,Juntas sus piezas, dej'lll por el sendero del agua
Todos estos re1atos son ejei:i de dramas que pr('n¡]ecer lo pintoresco o artificioso por sa- ver un poeta hecho. con el gozo de la palabra sueños devanando, azules,
se han trenzado en el campo dentro de una Ine el dnl1lw íntimo de un luchador estra-n- justa y el ritmo certero. :Más que pareei 10 devana que te devana.»
severa realidad y más severa expresión. Tie- guIado, la casi totalidad dc la:; veces. eon algunas cosas recientes, encuentro en sns
nen l'aíces amargas y dicen de un dolor, una ..\lás que un juego dc personajes simbólicos romances tradición. Tradición ya barroca, Ese jugueteo del devanar sueños azules
culpa y un hombre que son, sin duda, bien entunces, sobre un vasto escenario, o un con- en torno al sendero de la zagalilla es, en lo
con todo el refinamiento scnsual que encielTa
distintos a ese hombre, a que nos tenían y aún junto de .sombras tercas que se mueven guia- formal y pn la pureza infinita de la sustan-'
cada pda bra. :'\0 el romanee primitivo. in-
nos tienen -por que no decirlo...- tan acos- das pUl' un fatali:;mo absurdo e inexplicable, eia poética, un tema de Hach.
genuo ¡.' rudo. sino el qne reconcentra expe-
tumbrados muchos de los literatos costumbris- más quc esas tinieblas, que eomo dientes, tra- rimentos y aventuras, con un arte continuo. Pero hay algo más grave. Casi todo el
tas. Estos hombres que se mueven sencillamen- tan de desganar el día, la luz, más que todo lihro es ét.~í. Breve, ceñido, aprisionado en
Enriquc Diez Caneelo.
te dentro de los relatos de García, sin petulan- eso, porque, SOH muchos menos, en verdad, lúcidas formas perfectas. Líneas sinuosas,
cia ni pretensiones, que se mueven como él estos carho\\C'\"os, leiíadores, peones de estan- casi eantadas: un amoroso apacentar de sue-
«l~cmances de ..\lar ¡.' TiclTa»: síntesis de
en la vida, así lleno de humildad, son bien cia u de anozales de García, rompen en su perfección ¡.' de pet'icia técnica. ños y de pulir ricas gemas de imúgenes.
distintos, desde luego, de todo ese gauchii:imo fatigosa \"ida, la cauta :;imetria de los pensa- Bien se comprende que si el recuerdo de
El matizado gongorismo de la expresión
altanel'o y hueeo, chafalonía humana, salpi- mi¡'lltos del escl'itor. Son la masa viva y dolo- sus rcmanees surge así, en función de Bach,
no aleanza ,\ da \' a sus I'Cmances la forma
cado de bnwatas de «tiempos heroicos», pin- rOe:l ele nuestra tiena que he palpado y sen- es difícil hallar mejores palal)}'as en su elo~
laberíntiea de tanto poema de vanguardia:
t'Jl'esco y parlachín del que ha hecho uso y tido siempre, Los .Juan sin :'\ada, denotadas g10.
usado con prudencia este elemento es de
(lbw"o la literatura costUlnln'ista y dialectal earnes que espe1'an sólu de su humana reden- Eduardo .1. Coutw'c,
gran vig'or estético.
del Río de la Plata. Estamos acostumbnt=1os ején, rumiando su ignori.llH"ia, la esperan aun-
Este Romancero, m{¡s culto aún que los del
a ese tipo de hombre del campo, paisanos y que no la saben! Esos sÍ. los que sufren y Nunca es demasiado tarde -aunque lo
malogrado García Larca, coloca a su autor
matl'eros, que siempre estarán bien en los e."'peran, los quc he \'isto y he tratado y he parezca- decirle a un poeta toda la emoción
a la cabeza de los líriros de América.
circos y tablados, pero que nunca llegarán a é¡prendido él querel' en todos los rinconci:i de altamente estética. la delectación espiritual .
dar del campo su verdad, ni de su.s \'idas el .A. Torres Rolsero.
nuestro país. La misma miseria, el mismo ante pcemas como sus «Romances de :Mar ~'
\'erdadero drama. El dnnna de su callada dolor, la misma lejana promesa, el mismo de- Tierra» .
émgustia, de sus soledades hechas con ham- A resar dI-' eonocer su especialísimo sen-
lntirse entre la cml1ipoteHeia del patrón y En ocasión de los primeros romances que
bl'e y lucha sin cuartel. Con de [rauda dos tido poético ¡.' de no ignorar la gracia y
la nH'zquindad de sus vidas! dc r d. tuve la oportunidad de leer, creo
dím! de labor continuo y silenciosas noches hondura de su poesía, sOl'prenden sns «Ro-
C'urrecto en su lenguaje, fresco en la p'e- haberle dieho la profunda impresión que me
de rumiar en nada y de espel'ar en todo, has- manees de ..\lar y Tierra».
sentación (le su tema, sin alambicamiento, produjera su refinada hispanidad cuyos ele-
ta en Dios, nuestro seiíor, sembrador de pe· ensi dicho de pl'imera, y haeiendo que el pai- Se anmza haeia el mar, por una montaií.a,
cuando de pronto se oye el rumor de las mentos de t1'adición ~. Illodel'llidad se alían
ces en los a1'1'0Yos y aves en los bo;,ques .. , saje no tenga más que a(lUl"lIa participación
olas; todo pareee naeer de nuevo. Cuando. de tan feliz manera, que es el caso de deeir
De ese campo y de ese hombre y de esa mez- abolutamente necesaria para situar al hom-
en alta mar, se llega a entrever la tierra. que en viejos odres, perfumados de antiquí-
quina y apretada lucha social, no se había dado bre y su drama, cstos relatos entran, decidi-
nos imaginamos que la han hecho para sor. simos néctares, se ha vertido la esencia misma
ca"i nada, empero, de la copiosa producción damente, en la lucha social.
prendernos. Así son estos romanees. tan de la poesía de hoy, con sus sabias motiva-
literal'ia en ese sentido, tal como se debía ha- .:\.uguramos a Serafín J. García un serio
nuevos dentro de lo nuevo: tan viejos,' en el ciones líricas qne oscilan en un clima d~ en-
ber dado, Así, desnuda, viva, dolorosa y trá- po\'Venir en la l'xpresión, siempre que él siga
mar de lo clásico. Los releo, quédanme ver- sueño, fucra de la objetiva realidad: o mejor
gica, en breves trazos. Con poca literatura eonociendo y ahondando todos estos proble-
sos en los oídos y los labios: porque releídos dicho, de una realidad subjetiva que la ava-
y mucha seguridad emotiva para no caer en mas, quc le sitúan claramente como un hom-
la sensiblería corriente del gauchismo apo- son m'ás generosos aún: lora de elementos de una riqueza exüaOl'-
l:re del pueblo que dice a sus hermanos y de
diuaria.
rriado y quejumbroso de payadas y retru- ellos, le que ellos no pueden decir de sus l\lira eomo se la llev'\I\.
ques. Así, sin escarapelas palabrescas o fra- :\[e eneanta, en su poesía, ese sahor ar-
vidas. madre de silencio y l{¡grima,
seología altisonante. En todos los escritores .J esuClldo. caico en que gusta envolverse su gongoris-
conrpañera dp mi sino,
de tendencia costumbrista siempre campeó mo modernísimo; sus cxpresiones de un cas-
morena sin esperanza,
ese otro problema del individuo en sí que en «B.'O:MX"CES DE l\L\R Y TIERRA», de ticismo tan clásico que la lengua revive en
Enrique Amorlm. ella sus desleídos esplendores, y la riqueza
algunos alcanza hallazgos psicológicos serios Angel . :\.lIer.
y en otros, apenas, si esbozos de auto-intimi- del léxico, a que tan poco estamos acostum-
Guardo con verdadera devoción este con- rna sutil asoeiacwn espiritual, me trajo brados en nuestras harto empobrecidas tie-
dades fracasadas. Pero eso mismo, sin una
junto de romances. Los he leído muchas ve- el recuerdo de los «Homances de l\Iar y Tie. rras líricas, linda con el derroche del lujo
preocupación de serio análisis, sino más bien
como una intención de paisajistas tanto de ces, y he confirmado en cada nueva rela- na»; oía haee pocos momentos uno de los ¡.' se armoniza acabadamente con la sintáxis
<ü «mundo perelido ~' sin dueño», a la Inter- de lo ajenü desfigurados sones, y el soplo de
de un alarde idiomátieo de verdadero señor de la indiYidualidad y el amor al puehlo, ex- nacional, coro ele abajo o a un solitario pá- sus eantos nace en su propia voz.
de las letras. tremos todos que se tccan en la labor poétie<l jal'o en el camposanto; y en todos los poemas Esta es la hora de la fiebre de la recitación
Tra~l'csiciones y elipsis, hipérbaton y co;:- o crítica (exaltación, más que erític<l), de de este euac1el'llo está la misma actitud poé- poética. ¿ Qué son esos mástiles, esos veleros,
tracciones, lejos de cansar con una rebuscada este escritor. tica. El ereador de la obl'a artístiea, e'ual- esas anclas y toda la jerga marina ele los nue~
imitación de lo antiguo, florecen con savia y si la enumeramos, yeIllOS cuán cierto es quiera 8ea sU génel'o, será siempre aquel que vos, sino una reretición ya más que asen;:le-
esto: desde «La Siega del Musgo», temblor pueda ser 11110 sólo o un rueblo, hI brizna ele reada ele los poetas primeros que iniciaron, y
rica de una sensibilidad tan humana y tan
juvenil de su alma, hasta «Libro de Pausas», aire más pequeña, muel;o menos que una bri- si se quiere, levantaron a la altura de la crea-
,actual, que bien puede decirse que si sus
ya firme el poeta; desde «El Aire Unánime» sa, o la tempestad más honda.
raíces son hondamente hispanas y clásicas, ción esa manera de decir '? Por eso, bien ve-
ha,sta las páginas c]'íticas o glosadoras de El iwsado y el porvenil' no son en Yitu-
su follaje es viviente y cálido de modernidad. nido aquél que llega sostenido en su origina-
«.\rte Simple», sus nuevas obras editadas en reira un horizonte muerto y otro vivo: son
Nada tiene que yer su romance con el ya lidad, y no sufl'e un instante la preocupaeión
el correr de los presentes día.s. la etel'nidael sin vida ni llluerte, sin rostl'os,
tan imitado de García Larca: al contrario, de la moda. Así puede ,wanzar por entre la
Vitlll'eira jamás ha eOllocido las clelicias pero eon un mismo semblante donde el hom-
su gala más rica es, precisamente su origi- vel'dad dolorosa de sus campos, A ésto llama-
elel juego poético. Este poeta serio y apasio- l)1'e puede reeostar su eontelllplación, ilumi:
nalidad envidiable, que ni aún de Góngora mos nosotros, l'ebeldía ~. 1Jonestidac1.
lIado, hermano nuestro len tantos encuentros nándose y eneendiéndose. De ahí esa fe que
mismo se reclama, a pesar del innegable pa- hay en estos poemas, en cuyo regazo amplio Dossetti tuvo que entrar en la vida, 11' por
y desencuentros de ideas y de aetas. ha teniclo
rentesco de su procedencia. c,¡]:en la nube solitaria y la comunillad ele los ella, pal'a sentir la angustia de esta pobre
;iempre un mismo horizonte frente a sus.
Acepte, pues, mis cálidas felici taciones, y hombres vibrando en toelos los nervios ele sus gente, abandonada a un sueño de redención,
ojos, y es incapaz de una voltereta, de un jue-
mis expresiones de pura admiración por sus lnchas. ¿ i\ueva místiea popular'; Acaso, del que tarda demasiado en reeol'darse.
go, del más menudo entretenerse, de nna po-
romances, entre los cuales, «:\lar y Tierra» ;:ición estética fugaz por lo ingeniosa o intras- Identifica este auto]' el sueño soeial eon la Desde la primera página del libro, el ne-
tiene para mí no se qué turbadora sugeren- cendente. El mismo horizonte lo al'l'astra siem- música innata del poeta. La síntesis de sus grcl nos da el temblor cOl'dial de sus manos
cia; acaso la de aquélla poética tierra de pre con sus imanes de luz y de músic.a, eon versos irrumpe lo diseursiyo y sabe ])I'ocla- grandes y justicieras. Y nos acompaña du-
Gal ieh que inspira ra senti mientos en el fon- su contagiante ;:ej'iedad conmovedora y SIL mal' y cOllluniear su fe sin caer en fáeiles rante todo el viaje por campos de «Lo:"
do -ya que no en la forma- de extraña uniwrsal sentido del aJ·te. eoneesiones. Diríase que las consignas polí~ Molles».
semejanza en la dulce y melancólic.a Rosalía. Por lllomentos hunos creído verlo encena- ticas tan en boga en esta época tumultuosa, )ilú ¡¡ega el negrito Sobeo, husmeando úa-
Lllis((; Lllisi. do en los abismos de nlS dudas; hubieron 110 lo arrastran porque su fuel'za poétiea sahe temidatl. Se acel'ea al euadrado de ('asas de
l!Ur,lS en que ni fatalidad nos asaltm'a, lW sostenerlo y levantarlo por en('illla dei ·silllplp los labriegos. Yino a la estancia «hecho un
EL Al HE UNANlJIE, fJOCiIl:/S por Cipriano ] esignándonos a que así fuera. Chocó su me- ademán de la acción eotidiana, rara llevarlo i,íadito hambriento, sobre la eaetera de una
8antiagoFitllrcil'a. «Brigadas Líricas. - t"física con nuectro juego en la embriaguez ,illí elonde la poesía es esencia pura. morena, jown». Sufrió en silencio los fríos
San Rafaacl. - .1lenrloza. - R. A.rgcJltina». del amor y de la naturaleza, al cantal' o en ~\elaremos que si esta poesía no es la po-
de la viela. Su úniea protesta fué eeharse en
" . medio de la lucha soeial. Pero todos los eer- pular, en eambio reboza de calor de pueblo.
C. S. Vitureira nos prueba con estos nuevos ,tierra cuando sintió aquel golpe seco y «de-
eos que pudieron eneenal'1o, todas las nubes y para dejarse llevar por su emoeión sólo es
poemas de «El aire unánime» su armónieo filjtivll» en la espalda. Pero él euraba su
que intentaron enyolyerlo en sns sombras, él preciso tener erara y firme la espenlnza.
proceso, sin improvisaciones ni ligerezas. «Li· fiebre y el p.ritll de su earne rota, metiendo
I'ümpe: y nacen sus eantos afirmativos, be-- Tal conio en un clima de guerra nace una
bro de Pausas» en su última parte, sobre todo los ojos desmesurados por el paüo del eielo.
biendu en el mar de sus pa mns íntimas y literatura y un arte heroieos, elpl alto eje¡'-
en el canto «El Clamor», indicó este camino, Hasta que asomó una llaehe «ceñida por una
;everas, caudalos:!s de sabiduría. eicio ele vivir ele un poeta (donele ha~- un
nes llevó a este aire nueyo y de todos, soli eincha blaneuzea, pnjoyada de moneditas de
«~,i en un enorme esfuerzo giras sobre tí mi~mo ereador se revela una lueha) surge el eanto
dario y hermoso, como para surtir el peeho rlnta». Entonces desapareeió. 1"n lueero le
y en medio de la vida te detienes, que ha ele transportar a sus semejantes hacia
del hombre nuevo, edificado sobre las ruina;.; clió una luz «grande y azulada»: para que
eseucharás el ritmo de los tiempos que pasan, .~u misma esperanza.
de este siglo. ¡mciiera huir, vengativo, por los eaminos us-
cantando. eomo el Yiento, entre tus sienes». Yo ereo que en Vitureira se eneuentra ese
Adviértese en ellos la ca I'rera de la sensi- cmos y di fíciles.
"\sí ha ido haeia «El Aire Un'ánime», con- poeh ~- en «El Aire l-¡ünime» el primer paso
bilidad del hombre total, en la inyocaeión del .)- i\ieves ... , siempre atadll a «soga ('orta»,
gTegando en su eanto la palabra de todos, de ese eanto total.
pm:ado o en la seguridad de su porvenir,
cllmplienúo la misión del pueta: decir lo que 19:37. con su pierna enfel'Jna, que el patroneito Sl;-
lieno de tormentas y a la vez de una espe-
todcs sienten, en lo mágico del canto. .ful'el/al Ol'tiz Sal'alegui. naba, aplieándo1e el viejo ungüento: el anea-
ranza fresca. Poesía que a resar de su inti-,
«Esto~' en el refugio de la ig'ualc1ad», cla- dor de trenza. Rodando entre bichos e impre-
midad honda, al'l'astra; que no se quiebra en Los ;'[olles. Santiago Dossetti. caeiones: «Ahora tas eompleto: negro y ren-
la soledad ni en el vuelo comunicativo hacia 1111l luego. "\ Ullque,
los demás hombres, sino que, por el contra- «En una nube poderosa, go». Siempre mirando sn pierna. «tenaz v
Ediciones de la Sociedad
rio, adquiere mayor fiuneza, como si dijera cumo en los ]müos del viento, amclcsalnente, eomo si fuera un camino o un
.i1miyos del Libro Uíoplatensc.
la palabra de todes a la vez. ~GY una piedra, soy un hieno, pero que so- pozo profundo». El eamino que habría de
Pocos poetas; como Vitureira, viven la ma- plaza». En esta tierra en qne easi todos los escl,i- salYarlo. Un día llegó solo el caballo manso,
jestuosa armonía que debe existir entre el teres se mueYl'1l eon di ficnltad dentro de la aquerenciado en la estaneia. Las pilehas no
Lo popular, 10 que tiene sentido y entraña
hombre y la obra. La pureza, el desinterés, ele pueblo purificado, el friso, la columna, el «última» esenela y dejan al (leseubierto, pese pedían eonfllndirse. Eran del negTO Nie\·es.
la elevación moral, la generosidad, el sentid~ inagotable mal' humano, se expresa en la gar- al disfraz de tanta palabra, los donaires y Los pequeiíoS «personajes», todas las som-
,'-J.lidario, se miran en 'el espejo de cada uno ganta de su verso, en el lenguaje desnudo y trazas de los maestros, reconforta encontrar- hras doloridas de «Los Molles», los sin desti-
de sus libros, hijos de las virtude,s esenciales salobre, por lUomentos dura palabra de in- "se eon un hombre, cnya luz no es ceñida por no, 8e han refugiado en el sueño atm'mpntado
del artista: la sobriedad y la embriaguez del temperie, de «El AÍl'e Cllánime», Invoca al la luz de los otros. Santiago Dossetti no trae de este poeta.
tOl'l'ente; la serenidad y la pasión; el cultivo sol naciente o a la nube que pasa, a la luz (}
Luis Cané - «EmIn'11(:ero elel Río de la Plata». <: 1'oémes parmi les hommes», Ilarie \Torongel.
Sólo un poeta puede acercarse a la Yida, tiones hechas». La fidelidad así mismo, que «Luis Cané», \ isto por Arturo Torres - Rio- «Canciones en Flauta Blanca», Car'men _\li.
para recoger el estremecimiento angustioso exigía el artista de «Críticas eoncéntricas», seco. cia Cadilla Puerto Rico.
de aquellos para quienes las rutas no son na- hace diáfano este libro. «:'\i\'Cl ele lmtoria». U. Canal Feijóo. Miguel Víetol' Martínez - «Santa teresa de
da más que ceniza o pobreza. Dossetti entra en «lo popular» y el am- «Espectáculo ele Combates», «Tango», «El Rocha» (:\al'raciones).
Dossetti, casi sin palabra(, nos dá la vibra- biente de sus cuadros es decididamente revo- Hijo Ajeno», Cmmen Pitia. «.-\pex», VíCtOl' .\. Hocca.
ción de la hondonada ciega de los que apenas lucionario. en clamor vivo, angustioso, se «Desvío de la Estrella», .\IYal'O Figuel'eel) «El Per'icón», Ricardo Escudel'.
pueden disimular «entre el pellejo escamoso», !cvanta de su drama íntimo, iluminado de Editorial «l\Iásti b -- -'Ionte¡·ideo. «.\L,'·ellce», Alfredo Gangotena - Parí".
la cicatriz de la tragedia. Siempre en la lu- renovación. «Cantos a Espaiía», .\dulfo H.orhíguez Malb- «Canil[ui», ,José "\ntonio HilInos - Habana.
eha ... «Si el negro aflojaba se lo comía la :\Iira a la tierra, pero también contempla rini. «Fantlelo 5:3 SUl'», ·Iuan Marín - Edit. :'\as·
vida feroz». al cielo. Sil mirada n'une las eosas comunes, «La Serpiente y el Tiempo». Emilio Oribe. cimento Sgo. de Chile.
Sin torturarse con retóricas inútiles, el es- para dárnoslas después con un matiz lluevo, «Arandú», Juan l\I. Filal'tig-as - Editorial ~El Silencio». ,hum Felipe To!'llüO - S,m
Albatro.s -:\luntevideu. Sal \"(ldor.
<'ritor va por la inquietud eon un aliento original, suyo.
«Cantos ele la Palabl'a ilmnillac!a» (segunc1': «El Estaelo Toblital'io», por Luis 8tm'zo,
nuevo, que aún no habíamos sentido. Su con- Es porque él siempre está buscando el clo-
volumen), Estrella Gentil. Fel'llando de los Ríos ...
tacto con la injusticia ~. la miseria, lo han 1m' de lo,s demás, en su propio dolor.
«El Ser», Cal'lo~ Scano. «Cl'ipta».•Jaime Torres Bodet - :Jléxieo.
hecho creador de una obra de penetrante sin- 'Todo es nombrado exactamente, rero con
«E Ul'opa», l\lax Dickmalln. «Poe,.Ía de la Guerra» - Madrid.
ceridad, de caliente fervor humano. !-'u aeento. Penet1'<l en los conflictos que aeer-
<dIadre Amél'iea», l\laxDicbnann. «Las Fogatas de San .Juan», Ana .\n1<!Iia
:'\uestros novelistas. o se embarcan en fá- hm su palabl'a. Y la realidad no pel'judica «Proyecciones», ~:(lI'a He.,' "-\lnlrez - Casa Clulo\\".
ciles interpretaciones líricas, o caen en la ese juego sagrado del estilo de su prosa, me- .-\. Darreiro. «Feera de los. límite.,;», Urlando Airaldi.
anécdota de un realismo crudo ~. trillado. En dida eOll justa luminosidad. «l'mbral Girante». Amanda "\munategui «El Ail'e Cnánime», Cipriano S. Vitureil'a.
el autor de «Los :\Iolles», la poesía tiene un Lo humano adquiere en e.sta ubl'a uno de Edil. Naseimento - Santiago ele Chile. «BalTio», :'\o¡"ela de Montiel. BalIeste.l'os.
alcance eonmovedor. Y va junto a la reali- sus más pUl'OS intérpretes. Y el poeta está «Luis Ahal'ez Petl'eiia». por l\lax Auh. «El Pcema de Mi Soledad», Hómnlo :\ano
dad, compaíieras que no se estorban nunca, presente en todo, con su emoción sin senti- «lAI Venganza del Poeta». Pech'o Erasmo Lottero.
sosteniéndose al contra l'io, la una en la otra. mental ismes, libre, por su senelero inédito. Ca llorda. <d Cuadernos de Poesía», «El Guardián Os-
Prosa amarga y segura. :'\ada de «eonfec- ./. .J. C. «Destierro», FennÍn Estl'ella Gutiérrez. e111'0, J. Cunha Dotti.
«Vida», lVIal'ía Agni la r de Bill icich. «La MacIre Esclava». ,J. Alvaro Scrl.
«Cl'esival», Enrique Labrac!or Ruiz.
<,El Domador de Pulgas», lVIax tTimél1ez. LIBROS DE LA «BJBLIOTEC"\ Ri(lD(l» _
«Sel'enades Inc!ienne.,;», H. :\lic-haeJ. EDITORES: CLAUDIO GARCL\: DIHEC-
«\Ya ve1», Roberto Fa brega t Cuneo. TOH: ()VIDIO FER:\ A:'\DEZ HIOS
«Voces de b Siel'l'a». Luis Alberto ZeballC's -'I()NTE\-IDEO
«El Vino ~' el Pan c!e] 1I1'mbl'e».F'ederic', <:. \riel». .Iosé E. Rodó.
GeranIo Ru ffinelli.
d8Hh y «El Milagro», Yamanelú Rodríguez.
<<Intuic-ión y Plástic.l ele la E\"()luciÓn». Cle-
«Versos C\iollos», Elías Regules.
mente Estable «Ell.~ayos» - :\[onteYi·
«Fraile Aldao», :Renacentista», «El Demo-
deo.
ljo de los Andes», YamancIú HodrÍgllez.
<,Les Chansoll;; c!'l'ltheb>, Je.1n Groffier
«Parábolas y otras leduras», José E. Hodó.
L 1 B R o s R E e I B I D o s Bruxelles.
'KLa Alimentación Popular de Sgu. del Este-
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Togares.
«Las Islas», Clises PLtit ele:\Iurat. Delmonte.
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«Para las criaturas sin ojos», Elena Duncan, «,Juegos de AmOl'», Juan Carlos Gómez Broln. <;E"la bone,;», Constancio Vigil.
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