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p3stt>s colecrivo s servía pr imordialmer.ce para la paga ele los tributos (5). Si
bien las disposiciones de Ía RLI co ncer nicntes a las reducciones de indios
11~~ previó pastos comunalesTiólo una legua de ~jid~) ot.ro cap{tul? t "'.
dispuso qt1e todos los pastos sean comunes ( 6). Co11 esta úlrima disposi
ci611 quedó pr ograrnado el conflicto qtte co nstanternente se creó entre los
miembros ele 1111 ayllu qt1e se consideraban los únicos co n derecho al usu
f ruct o del pasto, y los rio miembros de unayllu .
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En el siglo x·v111 la ma.yoría dc !os ~_ylius (le l'a a hal>ían ~erdjdQ
el acceso o se. habf~ redûcido el pastizal t:{ttc ab ían tenido a disposición
(icsde la .r~~n ae l;oledo. Losmásafectados era_n precisamente los a:~
llus qt~an la ba11da izgt1ierda de] r{o Mantaro , {Jn factor de pérdi
da de tierras era el enajenarnienro constante que sufrían por parte e.le ttn
~recl(lo n(irnero de forasteros _indios_megizos y españoles qt1e se hab ían
asei:tado en la regi6n por las minas (7). Otro fas_tor. representaba las ventas
y alquileres ue el kuraka de rfarma realizaba de los astos de Yauli. El al-
qtti er èe los pastos 50 rea iza a a personàs de las quebradas de Tarma que
no ten{an acceso a la puna. Espacios grandes se vendían a censo perpetuo.
Tanto la renta de los alquileres como la ele los censos servía para cubrir la
d erna nda ele Ío s tr ibuto s (8) .
. E11 1751 se quejar~ los al,llt1s de la banda izquierda_ que casi no tie11en
tierras o las J1a11 perdido por completo (9). La mayoría de los pastizales es
t"ãliâr1 en manos de los pocos estancieros del lugar: Nicolás de la Puente (l1i
jo del ¡>ichqapar.l1:1ka ele la Oroya); Jertr11dis ele Castro y Pando, dueña de
t. la estancia Huar i; el Marqués dc Villari ca, d tteño dc la estancia Pu cara; Gra -
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t z iana Sancho Dávila, dueña de la estancia Pumapampa y arrendado a Ma
nue] de Arrieta; Manuela Orrantia, dueña de la estancia e ingenio Pornaco
clia; sargento mayor Lorenzo Ordoñez , dueño de la estancia e ingenio Ca
llaparnpa y Alver ro de Villanueva, dueño dc la estancia Suvtucanclra (10).
if:sta úlrirna pr op icdad había sido adquirida precisamente por venta a cen
so que el kuraka de Tarma realizó en el siglo XVII; lo que hace presumir
q11e muchas de las otras propiedades tuvieron un orig~n parecido (11 ).
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su muerte compuso su viuda a si· favor la haçicnda Acochay-Chaquinyac
en 1723. Sobre la propiedad 4·~ Yuracmayo Ïundó una capellanía en bene
ficio dc su sobr ino Juan Antonio Escudero ( 15). El k.uraka sucesor, Calde
rón y Lara, compuso en 1723 la hacienda Apaycanchilla, En 1762 se le
embarg6 la hacienda. Aunque su hijo Feliciano Calder6n logra rescatarla,
pocos años después se ve obligado. a rematarla, adquiriéndola Angel Fer
nández de Arrieta, minero de Pasco. Este la vende a Francisco de Collado
y en 1800 pertenece là propiedad. a L~re_nzò de Cárdenas, por rnatr irnorrio
con la hija (le Co llado (.16) .
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En esta11cias menos _extensas <¡, ne eran de propiedad de indios
miembros de un a u, como las de Chtt an, Quir~p11quio, Callal1ua y
J:Iuancal se observa que a_posesió11 no e~taba en 1nanos de una sola fami
lia nuclear, .sino en varias familias nttcleares, e1nearentadas entre sí .. Este
patrón se observa aún entre Ias familias mestizas, cuya propiedad hal,ía
sido de un antepasado indio, como entre los dueños de la estancia Yana
ma; y también entre la familia del kuraka , dueños de la esra.ncia Apaycan
chilla ( 17 ). Uno de los miembros era elegido para: llevar adelante los liti
gios o defender los derechos de poses.ión y portaba el título de propiedad.
Interesante es destacar que este patrón de posesión lia sido detectado e11 el
presente, aunque no en Tarma, lo que puede estar dando a conocer un ¡>a
trón antiguo de posesión de tierras (18).
::-¡ ~os trabajos antropológicos modernos l1an dado ha conocer una se_-
rie de ~ombres con las que los pastores ële una designan diversos ti os de
Rastos (:2-i¡.-Los docurner,tos coloniales e Tarma no nos revean nomen
clatura alguna al respecto. Una referencia temprana (siglo XVI) de Polo de
O_ndegardo señala una clasificaci6n general de pastos en ''moy~~' y ''caza
dcros" (22 ) .. Como no los define se dCducc dcl texto que e;;° los eri~el'.'~s
S!! criaba el ganado doméstico llama alpaca , mientras en los segundos se
mantenía e ganado silvestre vicuña 1uanaco . 'El uso de la palabra 'rnu
ya' parece circunscribirse a la sierra sur el Perú; en los diccionarios del
quechua central no está registrada la palabra. 'Muya' parece significar sen-,
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cillamente terreno irrigado y si bien el término puede haber sido descono- ·
cido en. Ja sierra central, no se descarta el uso de terrenos irrigados para la
cría elci gana,1o. Una referencia de La segunda mitad del siglo XVIII~obre
~a <:_ría de huanacos, vicuñas Y- llamas en la puna -de· Tarma y las cazas o=-
"cf1acos,' qtte tenían lu ar en ella· l1acen resumir tte existía un manteni
miento conc1ente e .eastos naturales ara mantener el l1ábi t de animales
silvestres, sugirie11do la idea e una continuaci611 ele la tradición e os fa
~''cazaderos,, dc Polo. (23). Los únicos términos que aparecen cons
tant emente en relación a la puqa. y estancias de T~rn,a son. ''cancha•' y.
"corral", Su uso es ar1:ílogo a lo que Dedenbach registra en el vocabulario
agricola quechua del siglo XVI, siendo probablemente 'corral' el significa-
do de "cancha' (24). . -
Eri los títulos d.e las hacicnclas de Tarma nunca se expresa la exis:ten
,._.-ia o manter,ción de ca1nélidos, aún en l~s.-haciendas de indios. Todas las
l1açteÌ1das co nsignan al ganado ovejuno como la principal producción, con
excepción de la de Huancal, que sólo criaba ganado vacuno, mular f asnal,
~tî11os de anado ue también .se criaban en otras estancias al i ua ue e!
,cãJa ar.(25). Es interesante no menci6n del camélido , a pesar que sabe.
~:nos por la observación <le 11n botánico español de la segunda mitad del si
glo XVIII y qt1e estuvo once meses en Tarma, que existía en sus pttnas
abundantes llamas, vicuñas y huanacos, El añade que las vicuñas y huana
cos se encuentran a partir ciel grado 5 de latitud sur (26). Es de particular
Interés destacar que no menciona a la alpaca y cuando lo hace es en rela
ció n r!il Cuzco. Esto hace suponer que la alpaca no se conocía corno prin
cipal" productor de lana, lo que explicaría por un lado el uso. intensivo de
la lana de oveja y la mención del uso de lana de vicuña y huanaco para ac
cesor io s de vestir. como pañuelos, medias, gorros, guantes, etc.; mezclan
dose la fibra con algodón y/o seda. De la lana de car nero , en cambio, mez
clada con algodón se hacïa los ponchos (27). Lo anterior abre la in.terrík_
gante ¿ f 11e la alpaca conocida y criada en la sier'1a central y extern1inada a
' râ'.h de la cría intensiva de la oveja? También se,~uede suponer que nunca
s~;. extendió (aún e11 el prehispánico) mâs allií del à tîplano sur peruano.
Las referencias sobre la llama en la sierra central siempre están en re
laci6n altransporte y la carga (28).
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rotación unida a la pr oducción agr.:..tr~:uaria y artesanal (31). S6lo arqueo
lógicamente se J1a_ señalado para "f~r&"fla prehispánica, una estrategia múlti
ple de subsistencia, hallãndose los "f¿lJes asociados a los ca1npos de rasto-
. reo (32). S61o un dato Je una hacienda de indios [Quiropuquio}, a· rom
per el siglo XVIII, sugiere que dentro de las familias extensas ciertos
miembros se dedicaban a una sola Ìab or; en el caso del pastoreo algunas
mujeres, las ql1C tenían _derecho a formar su propio ganado de las 'gu.ac
chas' (33 }. Poco se conoce sobre la situaci6n de los pastores en las grandes
estancias de Tarma. El intendente de Tarma informa, en su visita de 17 86~
que los pastor~s eran mant enido st1jetos a. las haciendas a través de deudas.
Las deudas· se· creaban, entre otros, a raíz de las pérdidas de cabezas del ga -
nado que se Íes encomendaba, El intendente sólo indica que se les asigna
ban "muchas" cabezas (34). Por otra relación del siglo XVIII sabemos que
un pastor solfa cuidar l1asta 1000 unidades ( 35). El intet1den~ trató de ~
regular esta situación ordenando que ningún pastor debía vigifur más de
600 cabezas ( 36). Este· número resulta toda v{a excesivo si se tiene en -
cuenta q11elas cifras modernas agropect1arias reco rrrierrda n que una persona
no debe cuidar más de 399 unidades ( 37). · .
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r{odos de rotación .lenta y räpida , Se ha observado que durante los per ï'o
dos de rotación lenta se producen los fenómenos meteorológicos como
''El Niño'' (46). Sabemos qt1e los efectos climáticos inmediatos de ''El
Niño" en el Perú son inundaciones en la costa y sequías en la sierra. Preci
samente estos cambios climáticos en el siglo XVIII han sido dados a cono
cer por Febres para ex pljcar la crisis agrícola del XVIII (47). El se basa en
datos de las fuentes ele es~ siglo y repite lo q11e ese entonces se suporua ,
que los cambios climáticos eran consecuencia de los terremotos; tampoco
relaciona las inundaciones · y sequïas con las· características típicas que
acompañan a ''El Niño ", Por la referencia del texto se puede deducir que
· ·especialmente en la primera mitad del siglo XVIII. se sucedieron varios fe-
nórnenos de ''El Niño''. · ·
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