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PAS1DŒS 01:· LLAMAS Y ALPACAS

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eJOQGt A. VIDŒ6 OCI-10\


CUZCO 1988
'

ANOTACIONES DEL CLIM.ti.. Gr\NADO Y TENENCIA DE PASTOS


EN LA PUNA DE 'I'AllMA, SIGLO XVIII

••

' Carmen Arellano Hoffmann

Hasta mediados del siglo XVIII Tarma disponía de zonas extensas de


pun! y suni,' que hacían un 40-500/0 de su territorio ( ver mapa). La mitad
decstas~nasecológicas P?~_!on a formar part.!_.,tltl_.corregiroie1~0Jl~..Hua­
rochiri a mediados del siglç -XVII, cuando se descubrieron las ~inas de
Nuevo
._ ..... -·""' Potosí
. en Yauli.''
~
Yauli se desmembró administrativamente de Tar-
ma, pe~ro-~?-s!~ ~?.~~. ~I!.?!"ª~~~e .T~rma siguió_ di~p,_?_l!i~clode los t..!i~U..!.<?-..ts
y de Ias tierras. En ese año se 1n1c16 un duelo or el der derecho de
hombres. t;;ras entre el corre idor e Huaroc iri el kuraka e Tarma
La au iencia favoreció al primero. Las consecuencias de esta decisi611fue­
ron graves pata la economía y sociedad indígena de Tarma (1).
• y
. .
_La puna de Tarma era un semicírculo que circundaba la provir1ci~
desde el nor~e, se extendía por el oeste y t.erminaba en el sur. Comprendi­
da una altiua entre los 4000-4600m., por el norte fãCI
oeste estaba rodea­
da _de una .sçrie de lagu1ias, siendo muchas de ellas s cabeceras de los ria­
cl1uelos que irrigan la puna_y bajan por las quebradas, La región cercat1a a..
las lãgunas como la de los riachuelos son espacios con vegetación d"5tinta;
la rimera con áreas antanosas /o aren s totorales cham a; la se­
g_unda, coti· lar1tas de aja estatur·a, l1ierbas arbustos. Espacios no muy
bien irrigados presentan vegetaci n trprca de ichu. Otros espacios pre­
sentan formaciones rocosas que· sirven de abrigo para el crecimiento <le
plantas, árboles pequeños y arbustos (2). Las temperaturas bajas (30-80
C de promedio) permiten ll:na· recuperación lenta de la fertilidad del terre­
no, dificultando la mineralización de la materia orgánica (3). ·

El río más importante es el Mantaro, que dividía la funa dc Tarma


~n dos. Cuando la gente de las quebradas de Tarma habla a sobre los dc
Yauli o pueblos comarcanos, los denominaban ''los de la otra banda dcl
río'' ( 4 ). Para mayor orientaci6n nuestra se llamará aquí la 'banda izquier­
da' a la puna del oeste (que incluía Yauli) y la 'banda derecha' .a la pun~
del este.· .

· En contra de la usual suposición, los pastizales de los ay~lus no s6.!9


P?dían sei· colectivos, sino también se repartían entre las familias de in­
-----
dios, miembros de los ayllus. El ganado colectivo que se mantenía en los
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p3stt>s colecrivo s servía pr imordialmer.ce para la paga ele los tributos (5). Si
bien las disposiciones de Ía RLI co ncer nicntes a las reducciones de indios
11~~ previó pastos comunalesTiólo una legua de ~jid~) ot.ro cap{tul? t "'.

dispuso qt1e todos los pastos sean comunes ( 6). Co11 esta úlrima disposi­
ci611 quedó pr ograrnado el conflicto qtte co nstanternente se creó entre los
miembros ele 1111 ayllu qt1e se consideraban los únicos co n derecho al usu­
f ruct o del pasto, y los rio miembros de unayllu .
. .
En el siglo x·v111 la ma.yoría dc !os ~_ylius (le l'a a hal>ían ~erdjdQ
el acceso o se. habf~ redûcido el pastizal t:{ttc ab ían tenido a disposición
(icsde la .r~~n ae l;oledo. Losmásafectados era_n precisamente los a:~­
llus qt~an la ba11da izgt1ierda de] r{o Mantaro , {Jn factor de pérdi­
da de tierras era el enajenarnienro constante que sufrían por parte e.le ttn
~recl(lo n(irnero de forasteros _indios_megizos y españoles qt1e se hab ían
asei:tado en la regi6n por las minas (7). Otro fas_tor. representaba las ventas
y alquileres ue el kuraka de rfarma realizaba de los astos de Yauli. El al-
qtti er èe los pastos 50 rea iza a a personàs de las quebradas de Tarma que
no ten{an acceso a la puna. Espacios grandes se vendían a censo perpetuo.
Tanto la renta de los alquileres como la ele los censos servía para cubrir la
d erna nda ele Ío s tr ibuto s (8) .

. E11 1751 se quejar~ los al,llt1s de la banda izquierda_ que casi no tie11en
tierras o las J1a11 perdido por completo (9). La mayoría de los pastizales es­
t"ãliâr1 en manos de los pocos estancieros del lugar: Nicolás de la Puente (l1i­
jo del ¡>ichqapar.l1:1ka ele la Oroya); Jertr11dis ele Castro y Pando, dueña de
t. la estancia Huar i; el Marqués dc Villari ca, d tteño dc la estancia Pu cara; Gra -
!
t z iana Sancho Dávila, dueña de la estancia Pumapampa y arrendado a Ma­
nue] de Arrieta; Manuela Orrantia, dueña de la estancia e ingenio Pornaco­
clia; sargento mayor Lorenzo Ordoñez , dueño de la estancia e ingenio Ca­
llaparnpa y Alver ro de Villanueva, dueño dc la estancia Suvtucanclra (10).
if:sta úlrirna pr op icdad había sido adquirida precisamente por venta a cen­
so que el kuraka de Tarma realizó en el siglo XVII; lo que hace presumir
q11e muchas de las otras propiedades tuvieron un orig~n parecido (11 ).
I .

Las hacic11d.is o csta11cias (le la lla11c.la derecl1a va11 pasanclo a 1nar1os


ï_to in<liã"; a través dc matrimonios con rnestizos y españoles y. ve11tas forzo--=­
sas, a las q11e e) kuraka estaba obligado l1acer de sus propiedades para ct1-
brir sus deudas. Al comenzar el siglo XVIII algunas haciendas ya estaban=
~n. manos de españoles como la de Cachi-Cachi, ct1yo dueño era Francisco
de Mendiguren Garay y Ját1regui (12). La mayoría de las estancias gra11des
èonoc.idas, como Ayas, Apaycancl1a, Apaycanchilla, Maco, Acocl1ay-Chan­
quinyac y Yurac111ayó, l1abían sido d..,.e propiedad del k~raká principal ~
'J'arr11a. Ayas Maco fueron clor1adas a Ja cofrad{a de Nuestra· Señora de
Çopacabana a finalès ·de s1g o I~, pero el kuraka segulã teniendo dere­
cho al uso de los pastos criei siglo XVIII (13). ·Apaycancha ftte vendida a
comienzos del siglo XVIII a José de Miranda y a fin_ales del siglo pertene­
cía a Diego Gocl1e (14). E:J resto de las l1a~ie11das las poseía el kt1raka en
u~, cedida~ por los ayllt1s. Reciér1 en el ~VIII !:ompt1so a su favor el
kt1raka (le ··rarma Calderón Cancl1aya la l1acicnda Yt1racmayo. Desp11és de

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su muerte compuso su viuda a si· favor la haçicnda Acochay-Chaquinyac
en 1723. Sobre la propiedad 4·~ Yuracmayo Ïundó una capellanía en bene­
ficio dc su sobr ino Juan Antonio Escudero ( 15). El k.uraka sucesor, Calde­
rón y Lara, compuso en 1723 la hacienda Apaycanchilla, En 1762 se le
embarg6 la hacienda. Aunque su hijo Feliciano Calder6n logra rescatarla,
pocos años después se ve obligado. a rematarla, adquiriéndola Angel Fer­
nández de Arrieta, minero de Pasco. Este la vende a Francisco de Collado
y en 1800 pertenece là propiedad. a L~re_nzò de Cárdenas, por rnatr irnorrio
con la hija (le Co llado (.16) .
.....
En esta11cias menos _extensas <¡, ne eran de propiedad de indios
miembros de un a u, como las de Chtt an, Quir~p11quio, Callal1ua y
J:Iuancal se observa que a_posesió11 no e~taba en 1nanos de una sola fami­
lia nuclear, .sino en varias familias nttcleares, e1nearentadas entre sí .. Este
patrón se observa aún entre Ias familias mestizas, cuya propiedad hal,ía
sido de un antepasado indio, como entre los dueños de la estancia Yana­
ma; y también entre la familia del kuraka , dueños de la esra.ncia Apaycan­
chilla ( 17 ). Uno de los miembros era elegido para: llevar adelante los liti­
gios o defender los derechos de poses.ión y portaba el título de propiedad.
Interesante es destacar que este patrón de posesión lia sido detectado e11 el
presente, aunque no en Tarma, lo que puede estar dando a conocer un ¡>a­
trón antiguo de posesión de tierras (18).

En la documentación sobre Tarma no se- observa que hayan existido


familias o ayllus es. ecializados únicamente eri el pastoreo. Aún los ayl1us
loca iza os en zonas altas, como los e a6ancla tzquierëla' t errían por lo
menos acceso a dos pisos 'ecológicos: suni -y__puna; lo q-µe les pern1itía lÏE
~ltivo de tubércttlos y pla·ntas de altura. A las familias de los ayllus se les
r epart ía as{ terrenos de puna y suni, y de quechua también, si es que el
ayllu cornprend Ïa esa zona. ecológica. Con el aumento de la propiedad de
tierras en manos no indias se detecta en el siglo XVIII que las familias dc
indios van siendo cada vez más cgnfinadÕ_s a uno o dos pisos ecológicos,·
Como P?r ejemplo, los dueños d·e Huancal, quienes en 17 39-17 54 única­
~ente tie11en terrenos en zona stini y algo dc pu11a, a pesar que su ayllu,
contaba co11 muchos terrcÍtos de zona quechua ( 19). A finales del siglo
XVIII se derecta en la banda derecha que un ayllu perdió su acceso a pas.~
tizales en la puna; otro ayllu, aunque mantuvo sus pastos ya 110 terna gana­
do (20).

::-¡ ~os trabajos antropológicos modernos l1an dado ha conocer una se_-
rie de ~ombres con las que los pastores ële una designan diversos ti os de
Rastos (:2-i¡.-Los docurner,tos coloniales e Tarma no nos revean nomen­
clatura alguna al respecto. Una referencia temprana (siglo XVI) de Polo de
O_ndegardo señala una clasificaci6n general de pastos en ''moy~~' y ''caza­
dcros" (22 ) .. Como no los define se dCducc dcl texto que e;;° los eri~el'.'~s
S!! criaba el ganado doméstico llama alpaca , mientras en los segundos se
mantenía e ganado silvestre vicuña 1uanaco . 'El uso de la palabra 'rnu­
ya' parece circunscribirse a la sierra sur el Perú; en los diccionarios del
quechua central no está registrada la palabra. 'Muya' parece significar sen-,
. /
'
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cillamente terreno irrigado y si bien el término puede haber sido descono- ·
cido en. Ja sierra central, no se descarta el uso de terrenos irrigados para la
cría elci gana,1o. Una referencia de La segunda mitad del siglo XVIII~obre
~a <:_ría de huanacos, vicuñas Y- llamas en la puna -de· Tarma y las cazas o=-­
"cf1acos,' qtte tenían lu ar en ella· l1acen resumir tte existía un manteni­
miento conc1ente e .eastos naturales ara mantener el l1ábi t de animales
silvestres, sugirie11do la idea e una continuaci611 ele la tradición e os fa­
~''cazaderos,, dc Polo. (23). Los únicos términos que aparecen cons­
tant emente en relación a la puqa. y estancias de T~rn,a son. ''cancha•' y.
"corral", Su uso es ar1:ílogo a lo que Dedenbach registra en el vocabulario
agricola quechua del siglo XVI, siendo probablemente 'corral' el significa-
do de "cancha' (24). . -

Eri los títulos d.e las hacicnclas de Tarma nunca se expresa la exis:ten­
,._.-ia o manter,ción de ca1nélidos, aún en l~s.-haciendas de indios. Todas las
l1açteÌ1das co nsignan al ganado ovejuno como la principal producción, con
excepción de la de Huancal, que sólo criaba ganado vacuno, mular f asnal,
~tî11os de anado ue también .se criaban en otras estancias al i ua ue e!
,cãJa ar.(25). Es interesante no menci6n del camélido , a pesar que sabe.
~:nos por la observación <le 11n botánico español de la segunda mitad del si­
glo XVIII y qt1e estuvo once meses en Tarma, que existía en sus pttnas
abundantes llamas, vicuñas y huanacos, El añade que las vicuñas y huana­
cos se encuentran a partir ciel grado 5 de latitud sur (26). Es de particular
Interés destacar que no menciona a la alpaca y cuando lo hace es en rela­
ció n r!il Cuzco. Esto hace suponer que la alpaca no se conocía corno prin­
cipal" productor de lana, lo que explicaría por un lado el uso. intensivo de
la lana de oveja y la mención del uso de lana de vicuña y huanaco para ac­
cesor io s de vestir. como pañuelos, medias, gorros, guantes, etc.; mezclan­
dose la fibra con algodón y/o seda. De la lana de car nero , en cambio, mez­
clada con algodón se hacïa los ponchos (27). Lo anterior abre la in.terrík_
gante ¿ f 11e la alpaca conocida y criada en la sier'1a central y extern1inada a
' râ'.h de la cría intensiva de la oveja? También se,~uede suponer que nunca
s~;. extendió (aún e11 el prehispánico) mâs allií del à tîplano sur peruano.
Las referencias sobre la llama en la sierra central siempre están en re­
laci6n altransporte y la carga (28).

Polo de Ondegardo nos informa £._{lle en el Incarto se hacïa distinción


e nt re la ''capacllama'' y la f'guacchallama'', denominadas llama del inca :Y.•
de los pobres res~ivamente · (29). Poló no especifica su informaci6n pe­
rÕ los nombres tienen que ver segura.nente con la divisi6n del ganado que
dentro de los pastos del Inca, a·s{ cot110 i10 ~!!._ e! Perú y en la ColoJ!Îa.~n
. Tarma se sigue haciendo dentro e las estancias de anado. Es interesante
q~ta distinción que se aplicaba a la llama se usa a en Tarma para dis-
tinguir a las ovejas (30). ·
. /" .

~o l1a atos concretos sobre el calendario, orga_nización y distribu-


ción del tra ajo, como Rostworowski ha detectado· para Canta, donde se
practicaba una rotación estacional de la poblaci6n de· piso. a piso ecol6gico,

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rotación unida a la pr oducción agr.:..tr~:uaria y artesanal (31). S6lo arqueo­
lógicamente se J1a_ señalado para "f~r&"fla prehispánica, una estrategia múlti­
ple de subsistencia, hallãndose los "f¿lJes asociados a los ca1npos de rasto-
. reo (32). S61o un dato Je una hacienda de indios [Quiropuquio}, a· rom­
per el siglo XVIII, sugiere que dentro de las familias extensas ciertos
miembros se dedicaban a una sola Ìab or; en el caso del pastoreo algunas
mujeres, las ql1C tenían _derecho a formar su propio ganado de las 'gu.ac­
chas' (33 }. Poco se conoce sobre la situaci6n de los pastores en las grandes
estancias de Tarma. El intendente de Tarma informa, en su visita de 17 86~
que los pastor~s eran mant enido st1jetos a. las haciendas a través de deudas.
Las deudas· se· creaban, entre otros, a raíz de las pérdidas de cabezas del ga -
nado que se Íes encomendaba, El intendente sólo indica que se les asigna­
ban "muchas" cabezas (34). Por otra relación del siglo XVIII sabemos que
un pastor solfa cuidar l1asta 1000 unidades ( 35). El intet1den~ trató de ~
regular esta situación ordenando que ningún pastor debía vigifur más de
600 cabezas ( 36). Este· número resulta toda v{a excesivo si se tiene en -­
cuenta q11elas cifras modernas agropect1arias reco rrrierrda n que una persona
no debe cuidar más de 399 unidades ( 37). · .

En cua11to _ a la calidad de los· pastos y clima ~11el siglo XVIII existen


versiones aparentemente contradictorias. De la banda izquierda refieren lo s
documentos en 1751 que los pastos son "malos y los mas llenos de mala
yerba.", más adelante se añade que los pastos no pueden mantener ganado
por ser puna "rigidissima", :y la -que hay afecta la salud del ganado (38 ).
Se señala la falta de leña y que para cocinar la gente usa champa y "taxia". )_)
~11 los nichos de zona suni b tierra es tambiétt infértil_ ''y tan malas que al j
e~ de cinco y seis años que se siembran suelen ciar algun fruto, perdién­
d(?se en las quatro o cinco la señììlla que se echa en ellas'' (39). En 1786
se iridica de un ayllu de esa banda que posee ·pastos de bûena calidad (40).
En 1786 el intendente revela que los pastos son de "suma bondad" (41).
Como para esta fecha Tarma ya 110 contaba con los terrenos de la banda
izquierda es de señalarse que la observación es válida sólo para la banda de­
recha. De las quebradas de zona quechua se conoce, a su vez, que las tierras
que se dedicaban al cultivo del maíz son sembradas de alfalfa; lo que indu­
ce a pensar qué su cultivo es una consecuencia del deterioro de la calidad
de los pastos y/o aumento de la cría.del ganado (42); Los datos de 1751 y
17.86 pueden estar sugiriendo dos cosas: a una fase de cambio climatico y
sobrepastoreo , que llevó a un deterioro de los pastos dc puna, siguió una
fase de bonanza o recuperación; o que algunas zonas presentati los estra­
gos del sobrepastoreo , mientra s en otras aún se conservan los pastos. Tosi
y otros autores consideran 'que el sobrepastoreo y el abandono del cultivo
dc tierras en campos elevados y de sistemas de irrigación han sido las cau­
sas de la erosión de los suelos y del deterioro ecológico de la puna ( 43). En
este sentido, Meyers expresa que es mis apropiado hablar de una crisis de
la. reproducción de la sociedad indígena en el $Ïg(Q XVIII, que de una cri­
sis agropecu~ria, porque Ia et1ajenaci6n de los medios de (re)producción
llevaba al ir1dígena a recurrir a elernent os vinculados con el sistema de do-
minació n y explotaciô n colonial (gat1a<lo ovino , vacuno, mular, cultivo de
cereales europeos) (44). .

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I'

Por último quiero mencionar un factor que hasta ahora no ha .sido


contemplado: el clima. Las razones se pueden ver en el hecho qt1e en las
fuentes rara vez se la menciona y segundo, la ciencia meteorológica está
. aun en pañales. El registro meteorológico sistemático remonta recién a fi­
nales del siglo XIX y los conocimientos no son todavía profundos suficien­
tes que permitan un pronóstico fiable de tres días consecutivos ( 45 ). Sin
embargo, investigaciones recientes sob-re mediciones exactas de la tierra
han· confirmado Io qtae se hab ïa observado ópticamente desde antaño y
por los astrónomos calificado como error óptico: que la tierra tiene pe 4

r{odos de rotación .lenta y räpida , Se ha observado que durante los per ï'o­
dos de rotación lenta se producen los fenómenos meteorológicos como
''El Niño'' (46). Sabemos qt1e los efectos climáticos inmediatos de ''El
Niño" en el Perú son inundaciones en la costa y sequías en la sierra. Preci­
samente estos cambios climáticos en el siglo XVIII han sido dados a cono­
cer por Febres para ex pljcar la crisis agrícola del XVIII (47). El se basa en
datos de las fuentes ele es~ siglo y repite lo q11e ese entonces se suporua ,
que los cambios climáticos eran consecuencia de los terremotos; tampoco
relaciona las inundaciones · y sequïas con las· características típicas que
acompañan a ''El Niño ", Por la referencia del texto se puede deducir que
· ·especialmente en la primera mitad del siglo XVIII. se sucedieron varios fe-
nórnenos de ''El Niño''. · ·

En cuanto a si los ·t.erremotos tienen influencia en la rotación lenta


dc la tierra. rodavfa no se descarta esta posibilidad en el estudio moderno
citado , principalmente la acumulación de la fuerza de varios 'terremotos en
unaño (48). Otra característica que se menciona sobre nuestro planeta es
«.]lle el casquete polar se desplaza alrededor de 9 cm. anualmente en direc­
ción sur a lo largo del grado 45 longitud oeste ( 49). Esto significa que hace
300 años, por ejemplo, el polo se hallaba 29 metros más atrás de. su posi­
ci6n actual, es decir más en dirección a Siberia, y no sabemos las implican­
cias climáticas de ello en el pasado. Este estudio mode~no abre una serie de
perspectivas e interrogantes sobre el clima en el pasado y lleva a preguntar 4

se hasta qué pt1nto, por ejemplo, los observatorios astronómicos de nues­


tros antepasados en el Perú· servían para observar las irregularidades de
rotación de la tierra y predecir y prevenir los estragos de ''El Niño". Gra­
cias a los estudios de .Earls·, por ejemplo, sabemos de la relación Íntima de
los observatorios astronómicos co-. !,3 producción-planificación agrícola
(SOJ.
Abreviaturas
;
AA = · Archivo Arzobispal de Lima
ADF = Archivo privado Da Fieno, T;1r.. 11a
AGN = Archivo General de la· Nación
APT Archivo parroquial Santa Ana de Tarma
BN Biblioteca Nacional de Lima
cc código del carta pacio
Cd - cuaderno
Leg. - Legajo
lib. libro

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