Problemática ontológica entre Platón y Aristóteles
Antes de empezar voy a dar una breve definición sobre la ontología: La
ontología es la parte de la filosofía que investiga en qué consiste el ser y cuáles son los ámbitos o regiones del ser fundamentales. Esta disciplina se encarga de buscar respuesta a las preguntas fundamentales y trascendentes de la existencia humana. Aunque este término se introduce en el siglo 18 para indicar la ciencia del ser en general (lo que Aristóteles llamó «filosofía primera» y luego recibió el nombre de metafísica). Ahora sí, hablemos sobre los problemas ontológicos Los “problemas ontológicos” son situaciones conceptuales que suponen un reto para la ontología, es decir, a las cuestiones que son difíciles de responder a partir de nuestra visión tradicional de lo que significa ser o lo que significa la esencia. Los problemas ontológicos de Platón y Aristóteles Platón y Aristóteles, maestro y discípulo, son dos de los pensadores más influyentes de la historia, y es cierto que buena parte de las teorías filosóficas que se han creado en los siglos posteriores beben, o directamente nacen, de sus ideas. Platón es tradicionalmente concebido como el padre de las tradiciones idealista y racionalista, mientras que Aristóteles es considerado el padre del empirismo. En ambos filósofos existen muchos puntos de unión, pero también diferencias. Entre ellas tenemos la ontología de platón y Aristóteles. Platón parte de una división de la realidad y así defenderá la existencia separada de dos mundos, el mundo sensible y el mundo inteligible. Por un lado, el mundo inteligible, el único que considera verdadero por estar formado por las llamadas ideas y el mundo sensible, que él entiende es una copia del primero. El mundo sensible tiene un carácter físico y cambiante, se basa en particularidades y es accesible mediante nuestros sentidos. En cambio, el mundo inteligible es inmutable, ya que es el mundo de la universalidad que contiene la esencia real de las cosas. Platón asume que la esencia de las cosas no se encuentra en las cosas mismas sino en este mundo de las ideas. Esta visión partida en dos de la realidad se conoce en filosofía como dualismo ontológico. Debido a su carácter abstracto, Platón ideó una metáfora conocida como el Mito de la Caverna para ejemplificar esta teoría. Para Platón, los seres humanos vivimos atrapados en una caverna donde solo podemos vislumbrar las sombras y proyecciones de las cosas, pero no las cosas en sí mismas. El conocimiento es lo que permite que los individuos logren salir de esa caverna para poder ver la realidad en sí misma, que es lo que el denomina mundo inteligible. No obstante, él consideraba que este proceso podía llegar a resultar complejo, ya que a veces la realidad puede desbordarnos y cegarnos después de mucho tiempo en la “caverna”. Aristóteles hace una dura crítica al dualismo de Platón al negar la existencia del mundo inteligible. Para Aristóteles, solo hay un mundo verdadero, el mundo sensible, considera que la realidad auténtica se encuentra en las mismas cosas y no separada de estas. Aristóteles, pone fin al dualismo ontológico de Platón. En este sentido, la filosofía de Aristóteles puede entenderse como una superación de la filosofía de Platón. El pensamiento Filosófico Medieval La filosofía medieval es todo el conjunto de corrientes de pensamiento y tratados filosóficos que se desarrollaron desde la caída del Imperio romano (530 d. de C.) hasta el Renacimiento (siglos 15 y 16). La principal búsqueda de la filosofía medieval era la cohesión de las creencias heredadas de la filosofía clásica con los dogmas del cristianismo, aunque también hubo aportes muy importantes de las creencias judías e islámicas. Al intentar conciliar diferentes creencias religiosas con la filosofía, resultó natural que se intentara buscar respuestas a interrogantes como la naturaleza de Dios, la relación entre la fe y la razón, así como la compatibilidad entre el libre albedrío y la omnisciencia de la divinidad, entre otros temas, como la causalidad y los límites del conocimiento. Sin embargo, para la filosofía medieval, fue complejo conciliar temas como la encarnación o la naturaleza de la trinidad, que son la base de la teología cristiana. La mayor parte de la filosofía medieval estaba dedicada a demostrar la existencia de Dios como un ser, entidad o verdad suprema. Para ello, se recurrió a textos sagrados, a la lógica aristotélica y al argumento ontológico como principales métodos para hallar respuestas. Características de la filosofía medieval La filosofía medieval estuvo fuertemente marcada por planteamientos de orden divino. La Biblia, entonces, se convirtió en la principal fuente de respuestas a esas inquietudes. Sin embargo, los libros sagrados del islam y el judaísmo también jugaron un papel esencial en la interpretación de cuestiones religiosas Etapas de la filosofía medieval Existen dos grandes períodos de la filosofía medieval: la patrística y la escolástica. Patrística Corresponde a la etapa primaria en la que se articuló la filosofía con el dogma religioso, principalmente cristiano. Uno de los más destacados representantes de este período fue San Agustín, que desarrolló una corriente que hoy en día se conoce como neoplatonismo, y que puede resumirse como la reinterpretación de la obra de Platón bajo la óptica cristiana. Escolástica En esta etapa, que abarca desde el siglo 11 hasta el 16, se intenta explicar la revelación cristiana a través de la razón. Surge como consecuencia de la creación de las primeras universidades y la necesidad de aplicar el método científico aristotélico para dar respuesta a planteamientos religiosos o sobrenaturales. Santo Tomás de Aquino fue uno de los principales exponentes de la etapa escolástica al introducir la lógica aristotélica en el pensamiento cristiano. Principales autores de filosofía medieval Estos son algunos de los filósofos cuyos aportes ayudaron a enriquecer el legado medieval. Anselmo de Canterbury Fue uno de los filósofos más alineados con el neoplatonismo. Consideraba la filosofía como una rama auxiliar para entender la fe, más que un área del conocimiento en sí misma. Y la fe era, por tanto, la única verdad posible y la razón estaba subordinada a ella. Tomás de Aquino Rompiendo con la tradición agustiniana (y muy característica de la filosofía medieval en general) de imponer la fe sobre la razón, Tomás de Aquino consideraba que fe y razón constituían dos campos de conocimiento diferentes. Guillermo de Ockham Fue un paso más allá que sus predecesores, al defender no solo la existencia de la filosofía y de la teología como dos áreas independientes, sino también al desvincularlas. Para Guillermo de Ockham, la razón es una facultad del hombre, mientras que la fe pertenece al campo de las revelaciones divinas, así que no solo están separadas, sino que son opuestas. Obras de la filosofía medieval Estos son algunos de los textos más destacados de la filosofía medieval, ya que intentaron responder las mayores interrogantes de este período, especialmente las de orden religioso: Proslogion (1078) Escrita por Anselmo de Canterbury, plantea la existencia de Dios a través del argumento ontológico. La guía de los perplejos (1190) Fue escrita por Maimónides, quien argumenta que no existe tal cosa como una división entre la fe y la razón, puesto que ambas provienen de la misma fuente: Dios. Suma teológica (1274) Es una de las obras más importantes de la teología y fue una influencia en el desarrollo de la filosofía medieval. Allí, Tomás de Aquino responde diversas cuestiones agrupadas en categorías: Dios, el acto humano, virtudes teologales, encarnación de Cristo, sacramentos.