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El documento presenta una discusión sobre la filosofía medieval y sus representantes más importantes. 1) Los neoplatónicos buscaban proporcionar felicidad a través de la existencia y certeza sobre las cosas. 2) El mayor representante del neoplatonismo fue Plotino. 3) La filosofía medieval buscaba conciliar las creencias filosóficas clásicas con los dogmas cristianos y demostrar la existencia de Dios. Sus principales representantes fueron Tomás de Aquino, Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
El documento presenta una discusión sobre la filosofía medieval y sus representantes más importantes. 1) Los neoplatónicos buscaban proporcionar felicidad a través de la existencia y certeza sobre las cosas. 2) El mayor representante del neoplatonismo fue Plotino. 3) La filosofía medieval buscaba conciliar las creencias filosóficas clásicas con los dogmas cristianos y demostrar la existencia de Dios. Sus principales representantes fueron Tomás de Aquino, Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
El documento presenta una discusión sobre la filosofía medieval y sus representantes más importantes. 1) Los neoplatónicos buscaban proporcionar felicidad a través de la existencia y certeza sobre las cosas. 2) El mayor representante del neoplatonismo fue Plotino. 3) La filosofía medieval buscaba conciliar las creencias filosóficas clásicas con los dogmas cristianos y demostrar la existencia de Dios. Sus principales representantes fueron Tomás de Aquino, Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
Tema: La filosofía medieval, sus representantes y otro
temas relevantes de la filosofía.
Fecha: miércoles 16 de marzo del año 2022.
INTRODUCCION.
Cada persona tiene sus propias ideologías, creencias
y opiniones. Mediante ellas hacen las diferentes aportaciones, como lo podemos ver en la filosofía con grandes representantes de esta.
Este trabajo trata sobre la filosofía medieval y sus
representantes, así como de los representantes de otras filosofías. El cual nos permite ampliar más nuestros conocimientos a través de las aportaciones que cada uno le hicieron a la filosofía. Y podemos ver como nos identificamos con algunos cuando indagamos sobre sus pensamientos. TAREA DE LA SEMANA 8.
1 ¿Quiénes eran los Neoplatónicos?
Neoplatonismo: Es una escuela filosófica del helenismo,
que tuvo como fin, realizar una síntesis entre las ideas platónicas, aristotélicas, las pitagóricas y las que emanaban de las religiones orientales.
Su primer exponente, fue Filón de Alejandría, de origen
judío. En los albores del siglo I proponiendo una interpretación platónica del texto bíblico, y amonio saccas. Considerado el verdadero creador del neoplatonismo, intento amalgamar las ideas platónicas, las aristotélicas, las cristianas y las paganas.
2 ¿Qué plantean los neoplatónicos sobre la felicidad?
El objetivo del Neoplatonismo era proporcionar la felicidad
existencia y la certeza sobre las cosas. Ellos tenían un pensamiento muy diferente sobre el cristianismo ya que tenían en parte una filosofía oriental, ellos pensaban que nuestra luz estaba en el interior. 3 ¿Quién fue el mayor representante del neoplatonismo?
El neoplatonismo nació en Alejandría, Egipto, en el siglo II.
Su fundador y principal representante fue el filósofo Plotino, que nació en Egipto, estudió en Alejandría con el filósofo Ammono Saccas y, hacia el año 224, llevó la doctrina neoplatónica a Roma, donde creó una escuela.
4 ¿Qué es la filosofía medieval y cuál fue su función a lo
largo de la edad media?
La filosofía medieval es el conjunto de corrientes de
pensamiento y tratados filosóficos que se desarrollaron desde la caída del Imperio romano (530 d. de C.) hasta el Renacimiento (siglos XV y XVI).
La principal búsqueda de la filosofía medieval era la
cohesión de las creencias heredadas de la filosofía clásica con los dogmas del cristianismo, aunque también hubo aportes muy importantes de las creencias judías e islámicas.
La mayor parte de la filosofía medieval estaba dedicada a
demostrar la existencia de Dios como un ser, entidad o verdad suprema. Para ello, se recurrió a textos sagrados, a la lógica aristotélica y al argumento ontológico como principales métodos para hallar respuestas. Estuvo fuertemente marcada por planteamientos de orden divino. La Biblia, entonces, se convirtió en la principal fuente de respuestas a esas inquietudes. Sin embargo, los libros sagrados del islam y el judaísmo también jugaron un papel esencial en la interpretación de cuestiones religiosas.
Más que la generación de conocimiento nuevo, la filosofía
medieval se encargó de rescatar, reinterpretar y aplicar planteamientos filosóficos clásicos. El surgimiento del neoplatonismo, que plantea la existencia del Uno o Dios sobre todas las cosas, y la introducción de la lógica aristotélica en las entonces nacientes universidades, dan cuenta de ello.
5 ¿Quiénes son sus principales representantes? Los
representantes más simbólicos de la filosofía medieval son Tomás de Aquino, Duns Escoto y Guillermo de Ockham.
Anselmo de Canterbury (1033-1109)
Fue uno de los filósofos más alineados con el
neoplatonismo. Consideraba la filosofía como una rama auxiliar para entender la fe, más que un área del conocimiento en sí misma. Y la fe era, por tanto, la única verdad posible y la razón estaba subordinada a ella. Además, a Anselmo de Canterbury se le atribuye la creación del argumento ontológico, que plantea la existencia de Dios como aquel del que nada más grande puede ser pensado. Si Dios existe en el plano mental, también existe en la realidad.
Tomás de Aquino (1225-1274)
Rompiendo con la tradición agustiniana (y muy característica de la filosofía medieval en general) de imponer la fe sobre la razón, Tomás de Aquino consideraba que fe y razón constituían dos campos de conocimiento diferentes. Sin embargo, deja lugar para un espacio común en el que la fe y la razón se interrelacionan.
Guillermo de Ockham (1285-1349)
Fue un paso más allá que sus predecesores, al defender no solo la existencia de la filosofía y de la teología como dos áreas independientes, sino también al desvincularlas. Para Guillermo de Ockham, la razón es una facultad del hombre, mientras que la fe pertenece al campo de las revelaciones divinas, así que no solo están separadas, sino que son opuestas.
6 ¿En qué consistió la filosofía de San Agustín?
San Agustín decía comprender para creer, creer para
comprender en cuanto al conocimiento de la verdad subraya que esta se encuentra en el interior del alma y no en el mundo exterior. Para la época había dos concepciones por las cuales se podía percibir la filosofía. La primera se inclinaba a objetivar a la filosofía como una enemiga para la fe. La segunda y la apoyada por San Agustín establecía que la misma podía ser una herramienta útil para defender al cristianismo. Es por esto por lo que se puede afirmar que no hay una brecha entre la razón y la fe bajo las creencias de este santo, sino que, son cuestiones que van de la mano y se confabulan para beneficio de todos. Dentro del discurso de San Agustín y su filosofía hay una gran inclinación hacia la Interiorización, la cual, explica que la purificación del alma es la única forma de alcanzar la felicidad. Además, aquí se menciona que solo mediante esta práctica se puede llegar a la certeza. Un hombre no podía saber la verdad ni alcanzar la felicidad plena a menos que fuese un hombre de fe. San Agustín y su filosofía postran a Dios como el principal dador de amor en el universo. Dios no solo es la verdad aspirada, sino que además es la meta final para la vida del ser humano. Todo empieza y termina en Dios. Considera que la creación y el universo son creados por Dios. Habla, incluso de cómo la evolución sucede según las manos de Dios. Su filosofía a pesar de estar fuertemente influida por el cristianismo también toma aspectos del Platonismo y el Estoicionismo y los adapta al modelo de vida de la fe. Es San Agustín un filósofo de la historia porque su legado y su pensamiento aún son fenómenos de estudio que han perdurado tras el paso de tiempo.
Tomás de Aquino continua las líneas fundamentales del
pensamiento de Aristóteles. Las personas están constituidas por una unidad de alma y cuerpo, en la que la primera es la forma esencia (creada por Dios) y el segundo el elemento material. Como filósofo y teólogo cristiano necesita modificar esta teoría para dar cabida a la inmortalidad del alma y a la posibilidad de que esta exista temporalmente de forma independiente mientras el cuerpo muere, hasta la resurrección de los cuerpos. Por ello afirma que el alma es también una sustancia que por tanto puede existir sin el cuerpo. Pero su destino definitivo es completarse con él y existir unidos.
El alma, como en Aristóteles, es única y en ella residen las
tres funciones: vegetativa, sensitiva y racional. La racionalidad es el rasgo definitorio de la vida humana y por ello debe ser el criterio de la vida para alcanzar la felicidad y la dignidad humana. El comportamiento humano (ética y moral): entendimiento, voluntad y libertad. Dimensión social de la vida humana. 7 ¿En qué consistía la filosofía de Tomás de Aquino y diga en qué consisten las 5 vías? estas vías consisten en el movimiento, la eficiencia, la contingencia, en los grados de perfección y en la finalidad.
Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino que demuestran
la existencia de Dios son: 1) la simplicidad de la divina esencial, 2) la perfección de la divina esencial, 3) la infinidad de Dios, 4) la inmutabilidad de Dios y 5) la unidad de Dios. Estas vías han sido explicadas de una forma más propia para nuestra época, de la siguiente manera:
1. Por la observación del movimiento de todas las cosas en
el universo.
2.Por la necesidad de una causa para todo lo que existe,
porque nada puede darse (el ser) sin haber sido.
3. Por el orden que maravillosamente rige a todos los seres
del universo.
4. La vida, que no puede brotar de la materia muestra
primitiva, necesita forzosamente de un vivificador. A partir de esto, se desprende la ley moral. Esta actúa dentro de la conciencia de cada individuo, y no se puede evadir. Además, está el hecho de la contingencia, o la necesidad de todos los seres. Así, para demostrar la existencia de Dios se dice que es:
1) por efecto a la causa;
2) porque el universo no pudo hacerse a sí mismo;
3) porque el universo no tuvo principio, ya que todo indica
que no existió siempre;
4) porque existe un motor primero que lo impulsa; y
5) porque el movimiento, el orden y la vida que hay en el
universo, exige la presencia de un primer motor. De esto se colige que las cualidades de los seres están en relación con un ser primigenio que da origen a dichas cualidades. Así, la cualidad de los seres creados tiene por origen a un Creador (Motor inmóvil) que posee esas mismas cualidades, pero, en grado superior. En suma: las criaturas reciben las perfecciones que poseen. Ahora bien, el ser que da origen a tales cualidades es el que tiene la suma (totalidad) de ellas. Y ese ser necesario es Dios, Causa de todo lo que existe; anterior a cuanto existe; infinito en tamaño, poder, bondad y sabiduría; capaz de poner en movimiento el universo entero; de darle orden y destino. Es, pues, autor de la vida y donador de toda cualidad y bondad a sus criaturas. Hay que considerar que Dios es persona, en tanto tiene características que lo definen en un sentido propio. Ese Ser, distinto y superior a sus criaturas, tiene que ser inteligente y libre, poseedor de entendimiento y voluntad. Así, Santo Tomás de Aquino, a través de sus cinco vías, no sólo va a demostrar a Dios, sino inclusive traza las líneas que permiten conocerlo y, por consecuencia, admirar, valorar y agradecer sus obras.
Nuestra posición ante Dios es, en buena medida, producto
de conocer las cinco vías tomistas para demostrar la existencia de Dios. Es por ello que, no siendo autónomos en nuestra existencia, tanto en un sentido material como cognoscente, nos posiciona como sujetos de Dios; es decir, sujetados a Él, a su creación y a la posibilidad de conocernos en la medida en que lo conozcamos a Él (antropología teológica). Así, no podemos pretender ser lo que somos sólo desde nuestra propia conducta, pues ello nos llevaría a un solipsismo que sólo alcanzaría a denotar nuestro interés o necesidad de justificar racionalmente el límite de nuestra existencia.
. No hay que olvidar entonces que Dios es nuestro creador.
Habría que comprender en todo caso los planes de Dios. Él
no nos deja a nuestras limitadas fuerzas intelectuales respecto del conocimiento de Él. Las vías que pone a nuestro intelecto Tomás de Aquino son, en ese sentido, una forma de ejercer la posibilidad de ser creaturas de Dios a su imagen (racionalidad o inteligencia, libertad o libre albedrío y voluntad) y a su semejanza (ser interlocutores de Dios), pues aunque no podemos conocerlo en su substancia, lo que es, al menos sí podemos conocerlo en su esencia, modo de ser. Es por ello por lo que en la medida en que conozcamos los planes de Dios, estaremos en mejores condiciones de comprender el sentido de nuestra vida, su origen, y, sobre todo, su propósito, para encontrarnos a nosotros mismos.
8 ¿Cuál es el punto de partida de la filosofía moderna?
Al entrar en la Edad Moderna, el hombre empieza a convertirse en el centro del universo y, por ello, comienzan a aflorar diferentes corrientes filosóficas encabezadas por pensadores que se han convertido en personalidades dignas de estudio ya que renovaron la concepción del mundo y la de humanidad. Dicho esto, vamos a reunir las principales características de la filosofía moderna para que entiendas qué ocurrió en el campo del pensamiento y el razonamiento humano. Para entender qué ocurrió en este periodo histórico, a continuación, vamos a darte un listado de todo aquello que tuvo lugar en la filosofía:
Supremacía del ser humano frente a la religión
En la Edad Moderna el hombre las cuestiones humanas y naturales empiezan a adquirir una gran importancia dentro del debate filosófico; esto hace que los aspectos religiosos empiecen a formar un segundo plano, pero sin llegar a desaparecer del todo. Este cambio viene dado por la nueva ciencia promovida por Galileo que aboga por una interpretación mecanicista de la realidad aportando datos seguros e indudables. Esta nueva concepción científica influye a las corrientes filosóficas que empiezan a replantearse aspectos de sí mismos y de la realidad que puedan ser verificables y comprobados científicamente.
Aparece la teoría del conocimiento o gnoseología.
Esto significa que la realidad primitiva y medieval de la ontología deja paso a una nueva corriente en la que se reflexiona sobre la realidad, no se da por hecho ni se acepta como tal, sino que se convierte en un objeto filosófico abierto al debate y al intercambio de opiniones. Este es el motivo por el cual muchos filósofos de la filosofía moderna empezarán a cuestionarse nuestras capacidades sensoriales y cognoscitivas que nos permiten comprender realmente nuestro entorno. Anteriormente, la verdad era todo aquello que era real: la naturaleza, el ser humano, etc. Pero en la Edad Moderna, esta concepción cambia porque la verdad ya no es lo que hay en nuestro exterior, sino que, ahora, la verdad se encuentra en nuestra mente, en nuestro intelecto. Nosotros somos los que tenemos la propiedad del conocimiento y, por tanto, tenemos la capacidad de alcanzar la realidad suprema.
9 ¿Qué es el empirismo? El empirismo es la corriente
filosófica que afirma que la vía para alcanzar el conocimiento es la experiencia. Para el empirismo, la experiencia es lo que determina si algo es válido o no. A través de la percepción sensorial obtenemos el conocimiento, y no a través de la razón como propone el racionalismo.
10 ¿Qué es el fideísmo?
El fideísmo consiste en aquella posición que respecto la
existencia de Dios y las doctrinas esenciales de la religión afirma que no es posible obtener, ni sería necesario, una demostración racional; por el contrario, es suficiente su aceptación mediante un acto de fe. El fideísmo sería en este sentido una consecuencia de un análisis agnóstico de la creencia religiosa y, al mismo tiempo, una posición contraria tanto al ateísmo como al teísmo. Ahora bien, dentro de la historia de la filosofía, el fideísmo se ha movido siempre entre dos extremos: el agustiniano credo ut intelligam y el tertuliano credo quia impossibile. En el primer caso, la razón jugaría un papel auxiliar a la fe aclarando cuál debe ser su objeto, siendo además la fe aquella instancia que da satisfacción a la propia razón: este sería el caso, por ejemplo, del fideísmo de Agustín de Hipona, Guillermo de Ockham, Michel de Montaigne, Blaise Pascal o Immanuel Kant. Por el contrario, dentro de la segunda opción, razón y fe se encontrarían en una relación antitética: el caso posiblemente más representativo es el de Sören Kierkegaard y su proto-existencialismo cristiano.
Para Kierkegaard, el caballero de la fe, ejemplificado por
Abraham, a diferencia del hombre estético (Don Juan) o el hombre ético (Sócrates), consigue en grado máximo la realización individual la vida auténtica en tanto que se encuentra en relación con lo absoluto e infinito (Dios). El precio, sin embargo, ha de ser la aceptación arriesgada del absurdo y, por ello, la angustia. Abraham tiene que apostar, mediante la fe, por lo más absurdo: la existencia indemostrable de Dios y la aceptación de sus designios sacrificar a Isaac, su único hijo, nacido ya cuando Abraham es viejo, sólo porque Dios así se lo ha ordenado. Y he aquí la angustia: tener que elegir lo máximamente absurdo. Abraham no es un héroe trágico, como Sócrates, que sacrifica sus impulsos el apego a la vida en defensa de la ley moral, sino alguien que pretende sacrificar a su hijo por un mandamiento del todo arbitrario y absurdo. Y así, mientras Sócrates podría ser entendido y admirado, Abraham sólo puede ser tratado como un loco que, de llevar a cabo su acción con éxito, será despreciado desde la indignación y la repulsa o, en el mejor de los casos, sería objeto de lástima. Ahora bien, Kierkegaard no pretende afirmar que la vida religiosa signifique la negación de la moralidad, sino que la fe tiene que estar por encima de la racionalidad. Y eso crea incerteza y angustia. Por ello, la respuesta de Abraham la respuesta del caballero de la fe- sólo puede ser la aceptación ciega de un riesgo absoluto no explicable por la razón, y una absoluta responsabilidad individual ante lo absurdo e incomprensible.
A pesar de que el fideísmo, como hemos dicho, se opone al
teísmo y al ateísmo, no obstante, tiene con estos, y también con el agnosticismo, una tesis en común: que el enunciado Dios existe es significativo. Pero significativo ¿en qué sentido? Si, como se ha hecho tantas veces, intentamos analizarlo como un enunciado descriptivo, es decir, como un enunciado que pretende atribuir la existencia a un determinado objeto-, entonces parece que tendrá razón el verificacionismo al argüir que, como otros enunciados de la metafísica, "Dios existe", al ser inverificable, no describe ninguna situación posible, carece de significación cognitiva y, por ende, ni siquiera es un enunciado. O en el mejor de los casos, y apelando a la benevolencia del positivista, sólo podríamos decir que la significación del enunciado Dios existe consiste en la emotividad que acompaña a su uso.
Ahora bien, el creyente no tiene por qué depender de la
benevolencia del positivista; por contra, es posible intentar un análisis positivo de la creencia religiosa. Y en este sentido la mejor dirección es distinguir, como en nuestro siglo han hecho por ejemplo L. Wittgenstein o G. Marcel, entre dos tipos irreductibles de creencias: creer que y creer en. Así, mientras creer que sería una actitud epistémica y proposicional creer que p es verdadera, creer en solo sería una actitud, la actitud de confianza hacia alguien o algo. Este último caso de creencia no se vería afectada por la ausencia de significado cognitivo o por la verificabilidad del enunciado Dios existe, ya que aquí creer que Dios existe o, mejor, creer en Dios no equivale a la creencia en la existencia de un objeto determinado. Por el contrario, "creer en Dios" significa comportarse de cierta manera, participar en ciertos rituales, esperar una recompensa final, confiar en que la justicia y el amor acabarán por imperar, creer que alguien nos escucha, protege y perdona o, como dijera F. Schleiermacher, vivir en el sentimiento de una absoluta dependencia.
Así las cosas, el error tanto del fideísmo y del agnosticismo,
como del teísmo y del ateísmo sería considerar que la creencia en Dios, su suspensión o su negación están dirigidas a un posible estado de cosas, cuando en realidad serían casos de creer en o de no creer en. Ahora bien, a pesar de este error compartido, quien parece que podrá entender mejor la creencia religiosa será el fideísta: por una parte, en la medida que circunscribe la creencia al ámbito de la fe está más cerca de categorizarla como un caso de creer en; y, por otra, en tanto que podría negarse a caracterizar su creencia de hecho, no necesita caracterizarla más allá de la existencia del misterio del ser y de un impreciso sentimiento místico inefable de la dependencia de lo finito respecto lo infinito. O de que tiene que haber algo, un algo que, claro está, no cuenta como una nada ya que orienta la actitud vital de quien lo cree.
Esta dilucidación de la creencia en Dios, o de la fe, como
un caso de creer en puede iluminar igualmente la discusión sobre el ateísmo. A veces se ha dicho que el ateísmo es una posición imposible, ya que la negación de Dios presupone a la vez la aceptación de su existencia, o porque negando a Dios el ateo necesitará creer en alguna otra cosa que lo sustituya, por ejemplo, la materia, la historia o la humanidad. Ahora bien, por dos motivos esto no tiene por qué ser así. En primer lugar, porque, aceptando que la creencia en Dios fuese un caso de creer que, como haría aquel ateo que quiere demostrar la no existencia de Dios, afirmar creo que Dios no existe no equivale a creer que exista alguna otra cosa que tenga las características de la divinidad, sino que simplemente puede significar no creo que Dios exista, y la negación de una creencia, al igual que la ausencia de creencia, no obliga a creer alguna otra cosa. Efectivamente, la negación de una creencia puede significar sólo la ausencia de creencia, y la ausencia de creencia ni equivale ni implica que se mantenga otra creencia.
Y, en segundo lugar: porque a la misma conclusión se
llegaría si el ateo aceptase que estamos ante un caso de creer en. Aquí de nuevo la ausencia de una creencia en no implica que se mantenga alguna otra creencia en. Con otras palabras: el ateo puede simplemente desentenderse del problema de Dios. Este, digamos, ateo pasota sería el que sencillamente vive sin Dios. Y aquí la falta de fe no sería primariamente un posicionamiento epistémico, sino una forma de vida que, como las formas de vida religiosa, podría tener causas sociales e históricas. De hecho, lo que podemos llamar el descrédito de la religión o la crisis de fe, tanto en el ámbito social como individual, se explican mejor de esta manera, es decir, como un desentenderse de Dios o un vivir sin Dios, que como una actitud proposicional.
CONCLUSION.
A diferencia de la filosofía griega, que centró su reflexión en
torno a la determinación del objeto, la filosofía medieval centra su interés en Dios. La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que habían colocado a la ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas va provocando la aparición de otros modelos de felicidad o salvación individual, que competirán con los modelos filosóficos. San Agustín, tenía como ideología que mediante la sensación y la razón podemos llegar a percibir cosas concretas y a conocer algunas verdades necesarias y universales, pero referidas a fenómenos concretos, temporales y que solo gracias a una iluminación o poder suplementario que Dios concede al alma, a la razón, podemos llegar al conocimiento racional superior, a la sabiduría. Por otra parte, un discurso racional correcto necesariamente ha de conducir a las verdades reveladas.
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