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Sócrates (470–399 a.C.) consideraba que el alma es la sede de las facultades racionales
humanas; se trata de una concepción puramente intelectual del alma, que se caracteriza
como reflexión para unir aquello que parece diverso y separado. El alma es la que permite
distinguir el bien y no solo de una forma de comprensión sino, esencialmente, de acción.
El alma es lo que el hombre “es” cuando se niega a dejarse guiar por las opiniones
corrientes y mira hacia dentro de sí, en su propia capacidad para distinguir. Esto resulta
innovador en la medida que exige al hombre “mirarse dentro de sí‟.
Su principal discípulo, Platón (428-347 a.C.), es quien avanzará en la concepción socrática
del alma, creando un sistema que retoma desde los aspectos individuales y éticos, hasta lo
colectivo y político, las artes, la educación, el trabajo, etc. El alma es el lugar de
manifestación de la idealidad, de la verdad que no cambia, en contraste con la
mutabilidad de las opiniones. El hombre es esencialmente alma y esta es el camino a la
salvación, la vía para superar los límites de la existencia, a través de un trayecto de
ascenso hacia la verdad, hacia el reino de las ideas. A diferencia de Sócrates, para Platón la
verdad se la piensa, mientras que para su maestro, la verdad se la actúa, se la realiza en el
accionar, a través del bien. El alma, para Platón, es un ente incorpóreo pero caído en el
cuerpo; ella es el origen del movimiento del cuerpo. El alma racional es aquella que puede
acceder a la verdad que se encuentra en el interior del hombre y reside en el campo de las
ideas. Por tal motivo, a este sistema filosófico se lo denomina idealismo y de este se
derivarán concepciones racionalistas en la época moderna. Platón se basó en mitos y
alegorías que condujeran al hombre hacia el bien supremo, a la verdad.
Aristóteles (384-322 a.C.) realiza una sistematización y a la vez una revisión crítica de las
doctrinas platónicas. Lo que cambia con este filósofo es la relación del alma con lo
corpóreo. El alma es en todo ser vivo el principio motor y de causalidad y, al mismo
tiempo, la finalidad y la perfección final. Su ser consta de un cuerpo que tiene la vida en
potencia; la configura no como una sustancia independiente, sino como intrínsecamente
asociada a la corporeidad. La concepción aristotélica del alma es funcionalista, como
capacidad del cuerpo de actuar, percibir y pensar. El alma permite además la unificación
de las funciones corporales. Desde esta interpretación es que se puede decir que esta
concepción es esencialmente biológica. Frente a Platón que concibe alma y cuerpo como
opuestos (dualismo), Aristóteles intenta una síntesis que supere los reduccionismos.
Entre los siglos XIV y XVI muchos cambios transformaron la sociedad occidental: el
desarrollo de las ciudades, el comercio, entre otros, y distintos filósofos comenzaron a poner en
entredicho muchas de las creencias tradicionales, dando lugar a un largo período que, más tarde,
recibiría el nombre de Modernidad.
En el ámbito del arte y la cultura, surgió en Italia un movimiento denominado
Renacimiento (siglos XV y XVI) que produjo no solo transformaciones en el arte, sino también una
profunda renovación en las ciencias tanto naturales como humanas. Se caracterizó por retomar
ciertos elementos de la cultura clásica, griega. El término “renacimiento” simboliza la reactivación
del conocimiento, tras siglos de predominio del pensamiento dogmático propio de la Edad Media.
Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por
las artes, la política y las ciencias, concepción que sustituyó el teocentrismo medieval por una
postura antropocentrista. También en Francia y en Inglaterra surgió otro importante movimiento
cultural e intelectual que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta los primeros años del siglo
XIX, llamado Ilustración, por su declarada finalidad de disipar el oscurantismo medieval mediante
las luces de la razón. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía
combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. Por estas razones,
el siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces.
La Modernidad podemos entenderla como un proceso histórico que incluye cambios en
diversas esferas: en la cultural, en los valores y en las creencias, en la economía y en la política
(capitalismo y caída de los imperios absolutistas), siendo uno de los rasgos que la distinguen, la
secularización. Este término alude al proceso por el cual cierto orden de representaciones que
encontraban su legitimidad y su valor en un ordenamiento religioso (en el cual Dios era el punto
máximo de verdad), son reemplazados por valores y representaciones seculares, es decir, que no
tienen raíz religiosa, sino que se sustentan en las verdades y las instituciones que los hombres
construyen. Dicho proceso no se produce sin luchas ni conflictos.
Es posible considerar que las afirmaciones de estos filósofos, a pesar de sus puntos de
partida tan disímiles, contribuyen a configurar un marco conceptual que dará origen, no solo a la
primera escuela de Psicología Científica, sino a una cantidad de escuelas que se desarrollaron a
partir del siglo XX. Por esta razón, se vuelve sumamente importante que comprendan estos
planteos –muy esquemáticos– del campo de la Filosofía, ya que a su vez les permitirá comprender
las distintas escuelas de psicología que recorreremos a lo largo del programa.
De la filosofía a la ciencia.
Hemos observado que los hechos humanos tales como la psique, el alma, el conocimiento,
eran fenómenos abordados por la filosofía. Como se describió recientemente, con Descartes se
inicia el proceso de secularización, propio de la Modernidad, el cual no surgió de un momento a
otro. El pensamiento medieval se afirmaba en la idea de que la Teología constituía la madre de
todas las ciencias. La ciencia moderna se opone a la concepción oficial de ciencia de aquella época,
en la que el dogma se impone por sobre la razón. Galileo, Kepler, Newton, son representantes
centrales en la defensa de esta nueva ciencia y, así, la cuestión central Recomiendo ver el
en el campo del conocimiento pasa a ser la cuestión del método, por filme Tiempos
cuanto lo que define la cientificidad de un estudio no es el objeto que modernos de Charles
Chaplin. Son
se estudia sino el método con el cual se lo aborda y, por tanto, los interesantes algunos
resultados que arroja dicho estudio. pasajes para conocer
el clima de la
De esta manera, se fueron consolidando como ciencias
modernidad.
experimentales la física, astronomía, geometría, química, biología y
anatomía. Sin embargo, a las ciencias sociales le faltaría un poco de tiempo aún para desprenderse
de la filosofía.
La ciencia busca observar los hechos y sus causas, registrar los datos, generalizar
resultados y llegar a descubrir las leyes generales que rigen los fenómenos de la realidad. Una de
las formas que adoptó la ciencia moderna, especialmente las naturales, fue la de provocar los
fenómenos a voluntad, es decir, experimentar, efectuando experimentos muy controlados en
laboratorios creados para tales fines. A partir de allí, el laboratorio será el espacio para producir
conocimiento y para el debate científico.
En el siglo XIX, las ciencias naturales obtuvieron a través de la aplicación del método
experimental en el laboratorio, un gran éxito y pasaron a ser el modelo de cientificidad. Las
ciencias sociales la tomaron como modelos a imitar.
El método científico válido para el avance del conocimiento científico en este contexto, era
el inductivo: a partir de la observación experimental en el marco del laboratorio, los científicos
comenzaran a reproducir, observar, medir, cuantificar, los fenómenos de la naturaleza para
generar leyes universales que permitieran explicar las regularidades de la naturaleza. Este método
se opone al tipo de razonamiento deductivo, que fue el modo fundamental de construir
conocimiento en el ámbito de la filosofía: partiendo de ciertos postulados que se toman como
verdaderos se deducen, por la vía del razonamiento, los casos particulares.
El paradigma positivista.
August Comte (1798-1857) fue el primer pensador que hizo extensivos los principios de las
ciencias naturales a las ciencias sociales. Utilizó el término Positivismo para denominar su teoría.
Su concepción sobre el conocimiento no acepta otra realidad que la de los hechos y no investiga
otra cosa que las relaciones entre ellos.
Para Comte, la ciencia consistía en un método preciso y seguro, cuyas leyes teóricas se
basaban en una sólida observación empírica. Para él, las ciencias sociales eran afines a las ciencias
naturales. Rechazó la idea de que el conocimiento puede derivar exclusivamente del pensamiento
(a través del razonamiento deductivo) y afirmó, en cambio, que el conocimiento solo procede de
la evidencia empírica.
Según este sociólogo, el pensamiento humano fue atravesando distintas etapas en su
desarrollo. Luego de alejarse de un primer estado teológico –caracterizado por la búsqueda de
causas primeras–, como así también de un segundo estado, el metafísico –que busca las causas
abstractas–, llegaría al estado positivo, donde se buscan las leyes que relacionan los hechos.
La construcción del conocimiento positivo se basa en la lógica inductiva, cuyos saberes
buscan generalizarse a partir de proposiciones particulares. Comte concibió la idea de que las
disciplinas sociales o humanísticas, o como solían llamarse también, del espíritu, para generar
conocimiento objetivo y verdadero, debían asemejarse en sus planteos y métodos a las ciencias
naturales.
El desarrollo de las ciencias vuelve necesario establecer criterios de validez y confiabilidad
de los resultados que las mismas arrojan. Con el objeto de establecer y mantener la distinción
entre conocimiento de base empírica y la simple especulación, se necesitan algunas normas de
demarcación. Estos criterios de demarcación los aporta la reflexión epistemológica.
El término epistemología (del griego episteme: "conocimiento" y logos: “estudio”) es la
rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento. Dicho término, a lo largo de la
historia de la Filosofía, tuvo distintas acepciones. Por ejemplo, en Grecia, Platón efectuó
reflexiones respecto de los tipos de conocimiento existentes y qué validez tiene cada uno. Opuso
el tipo de conocimiento llamado episteme al conocimiento denominado doxa. Mientras que este
último era el conocimiento vulgar u ordinario del ser humano, no sometido a una rigurosa
reflexión crítica, la episteme era el conocimiento reflexivo elaborado con rigor.
Entonces, el Positivismo constituye una epistemología en tanto establece los criterios de
cientificidad para demarcar el conocimiento positivo o verdadero del que no lo es. Reconoce solo
dos formas de conocimiento científico: el empírico (basado en la observación experimental) y el
lógico (basado en la deducción). El que privilegia esta corriente es el primero, basado en la
tradición filosófica empirista por la cual todas nuestras ideas nos llegan a partir de la experiencia
sensorial del mundo. Las ideas solo merecen llamarse conocimiento si se las puede someter a la
prueba de la experiencia empírica.
Los aspectos que caracterizan la epistemología positivista son:
La realidad consiste en lo que está al alcance de los sentidos; es decir, que aborda
hechos, sistemáticamente descubiertos y rigurosamente establecidos.
La psicología de fines del siglo XIX se funda sobre los principio de esta epistemología
positivista, tomando a las ciencias naturales como modelo. De esta manera, se hace necesario
definir un objeto de estudio equiparable a un objeto natural del mundo. Así, el recorte del objeto
de estudio que propone Wilhem Wundt, su fundador, es la conciencia (en tanto sede de las
facultades mentales) reducida a sus componentes psico-fisiológicos.
Otra de las influencias de la época que marcaron el destino de la psicología, fue la Teoría
de la evolución de Charles Darwin. El impacto de esta teoría contribuyó a afianzar la idea del
hombre como un ser natural. Anteriormente se comentó que para que una disciplina social
pudiera ser considerada ciencia, debía tomar el modelo y el método experimental de las ciencias
naturales. A partir de esto, se desprende que el objeto de investigación, el ser humano, la
sociedad o aquello de lo que se trate, debe ser de algún modo asimilado a un objeto natural.
La Teoría de la evolución dio el marco específico para que esto sucediera. Es decir, la
concepción darwiniana contribuye a destituir al ser humano de un lugar de privilegio en la
creación, pasando a ser considerado un producto de la evolución biológica. El hombre está más
desarrollado que el chimpancé, pero no posee un origen distinto; hay un tronco común entre las
distintas especies y el ser humano no es ajeno a ello. Hay una continuidad en la cadena evolutiva
que culmina con el ser humano.
A mediados del siglo XIX, la Psicología Experimental comenzó a delinearse como ciencia.
Los factores que contribuyeron a su creación tuvieron que ver con la intención por diferenciarse
de la vieja filosofía del alma y con la aspiración a convertirse en una ciencia. El siglo XIX fue una
época propicia para el florecimiento de una psicología que reivindicase sus derechos a pertenecer
al mundo científico, al igual que la química o la biología.
Las preocupaciones respecto de cómo medir, cuantificar, los procesos mentales como las
percepciones constituyen los problemas de los que se encargará la Psicología Experimental en
Alemania. Se trataba de someter a experimentación no a la materia sino al espíritu mismo, a la
conciencia y sus facultades.
Como se describió, anteriormente, el método experimental se había mostrado muy
fructífero en varias otras ramas de la ciencia y los científicos dedicados al estudio de la psicología,
consideraban que si se lograba aplicarlo a esta disciplina con éxito, le permitiría alcanzar su
estatuto de ciencia autónoma.
En tanto el ideal de ciencia era la ciencia natural, experimental y de laboratorio, aquellos
fisiólogos o filósofos interesados en el desarrollo de conocimientos psicológicos comienzan a
pensar que la psicología también podría utilizar el método experimental para sus estudios.
Se le atribuye a Wundt, la paternidad de la primera escuela de Psicología Científica en
1879. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que otros científicos, previamente, intentaron aplicar
la metodología experimental a sus estudios psicológicos. Las técnicas empíricas fueron aplicadas a
problemas psicológicos muy extensamente en el siglo XIX por filósofos, naturalistas y médicos.
Por su parte, Wundt era graduado en medicina, con formación básica en fisiología, aunque
siempre se interesó por cuestiones filosóficas y mentales. Inició sus estudios de fisiología,
particularmente de fisiología sensorial y, mucho antes de 1879, comienza a hablar de psicología
fisiológica. Fue docente en la Universidad de Heidelberg y sus intereses fueron cambiando poco a
poco desde la fisiología hacia la psicología.
La creación de un
Cuando se traslada a enseñar desde esa ciudad a la Universidad de laboratorio en la
Leipzig es que va consolidando sus avances en el campo de la Psicología Universidad de Leipzig
es el hito que marca el
Experimental. A pesar de su formación como fisiólogo, ocupa, en esa nacimiento de la
universidad, una de las tres cátedras de filosofía. Esto se debe a que las Psicología Científica
autoridades consideraron que una de las tres cátedras debía ser ocupada
por alguien con formación en ciencias naturales, dato que nos permite identificar el clima
intelectual de Europa hacia fines del siglo XIX: el avance y consolidación del Positivismo como
concepción epistemológica, el impacto del evolucionismo y la intención de avanzar en el ámbito
de la Psicología Experimental, que aún formaba parte de la filosofía.
De esta manera, aquello que inaugura la Universidad de Leipzig es la idea de un centro de
indagación, de investigación y centralización de los temas que se van a investigar: el resultado es
una cuantiosa producción de investigaciones empíricas. Y lo que resulta fundamental, y a partir de
lo cual se ubica a Wundt como padre de la psicología moderna, fue la fundación del laboratorio,
junto a una revista llamada Estudios filosóficos en la que se difunden las investigaciones
desarrolladas en el laboratorio de Psicología Experimental.
Hablamos anteriormente de lo importante que pasa a ser la creación de laboratorios como
espacios que sintetizan un modo de pensar la ciencia y un lugar de encuentro entre los científicos,
regulados por sus propias normas y roles.
En primer lugar, es importante remarcar aquí que la psicología aparece como ciencia
natural. Pero, ¿no es la Psicología una ciencia humanística o social? Este es un tema de debate
histórico; en tanto que las ciencias modernas en sus orígenes –bajo el imperio de la epistemología
positivista, experimental- brindó el modelo para toda ciencia, la psicología al tratar de constituirse
como tal, se propone como ciencia natural. De allí su influencia no solo del Positivismo, sino del
evolucionismo: el ser humano es, incluso en sus facultades mentales, producto de una evolución
biológica y se rige por las mismas leyes que todo ser vivo, por leyes de la Las ciencias sociales se
naturaleza. Es bajo esta concepción que se puede aplicar, según los constituyen como
primeros científicos, la metodología experimental a los fenómenos de la ciencias modernas a
partir de adoptar el
conciencia. paradigma positivista
En las ciencias físicas, las mediciones se efectuaban por medio de de las ciencias
naturales.
una serie de instrumentos intercalados entre el fenómeno y el observador.
Lo que caracteriza a un experimento científico es que constituye un medio de recolección de
información apropiada que debe ser registrada en circunstancias controladas, para excluir al
máximo posible los factores accidentales y, sobre todo, la subjetividad del investigador.
El primer requisito es la existencia de un organismo, que sirva de sujeto para responder a
los estímulos. En un momento del experimento, el organismo da una respuesta que depende del
estímulo que actúa sobre él. ¿Cómo puede esto trasladarse al estudio de hechos de la conciencia
(ideas, pensamientos, imágenes, sentimientos)? Para lograr esto, se reducirán las actividades
humanas que no parezcan ser de naturaleza material (las mentales) a fenómenos de una
naturaleza fisiológica, química, biológica o conductual. Así, podrá preguntarse: ¿qué hay en el
mundo humano que corresponda a los hechos duros de la naturaleza?
Bajo el criterio analítico propio de las ciencias naturales, por el cual las unidades complejas
deben ser descompuestas en unidades simples, en elementos para ser estudiados, los psicólogos
comienzan a buscar las unidades mínimas o elementales de la conciencia: si en la conciencia hay
pensamientos complejos o si están conformados por materiales heterogéneos
(imágenes+palabras+sentimientos). Si se descomponen los pensamientos en sus partes
constitutivas, se encuentran, entonces, con conceptos, imágenes, afectos; si se descompone más
todo esto, se encuentran (bajo una concepción empirista) con percepciones y, paralelamente, si
estas últimas se descomponen, hallarán sensaciones e imágenes.
Por eso, de lo que se va a ocupar esta escuela es de estudiar la correlación entre los
estímulos externos y las sensaciones, que –asociadas entre sí- dan cuenta de la formación de la
experiencia consciente total. Tales elementos tienen cualidad e intensidad. La cualidad es lo que
nos permite distinguir una sensación auditiva de una visual, por ejemplo. La intensidad es la
energía que hace que un estímulo pueda ser percibido o caiga bajo la línea del umbral de la
percepción y, por lo tanto, no lo percibamos.
Esta configuración permite que se estudien en el laboratorio, con la asistencia de
instrumental técnico, los hechos de la conciencia reducidos a sus elementos últimos, con el fin de
cuantificarlos, medirlos. En estas ideas pueden observar la posición elementalista y asociacionista
de esta primera escuela que sostiene que el pensamiento está conformado por asociación de
ideas. Esta psicología adjudica un papel central al mecanismo de la asociación, piensa la
conformación de un espacio mental constituido por representaciones (percepciones e
impresiones) relacionadas entre sí por ser semejantes, por haberse presentado en el tiempo en
forma contigua o por haberse presentado en los hechos como una causante de la otra. De este
modo, la psicología se gana su pasaporte al mundo de las ciencias.
Esta orientación es la que se privilegia en los relatos de la historia de *Los modos en que
la Psicología
la Psicología Científica, pero hay que tener presente que Wundt Científica recorta su
mismo sostuvo que esta manera de investigar lo psicológico no daría objeto de estudio y
cuenta de las características propiamente humanas. La conciencia el modo en que
lleva adelante sus
humana se caracteriza por constituirse gracias al lenguaje, al investigaciones,
pensamiento, la voluntad, los sentimientos. Todo esto no puede ser están determinados
por los criterios
abordado con el método experimental, de cuño positivista, por lo filosóficos y
cual este científico desarrolla otra psicología llamada Psicología de epistemológicos
los Pueblos donde propone utilizar los métodos de la etnografía, la sobre los que se
fundamenta.
observación, la comparación.
A partir de esta primera Escuela Experimental del siglo XIX podremos ir ubicando y
comprendiendo las escuelas que, durante el siglo XX, se fundan en oposición a algunos de los
rasgos propios de la misma. El Conductismo, por ejemplo, en oposición a su objeto de estudio y su
método; la Gestalt, a su concepción elementalista, por ejemplo.
Hacia fines del siglo XIX, también en los Estados Unidos tuvieron un amplio desarrollo las
investigaciones experimentales de la escuela alemana. William James (1842-1910) fundó un
laboratorio en la Universidad de Harvard en 1875 pero no tuvo mucha producción ni difusión
hasta haber quedado a cargo de un discípulo de Wundt: Edward Titchener (1867-1927), quien
nace en Inglaterra y estudio en Leipzig con Wundt, radicándose luego en los Estados Unidos en
1892, fue quien produjo mayor desarrollo de la psicología alemana en ese país. Luego, en 1912,
John Watson se pronunció contra los fundamentos de la escuela alemana en los Estados Unidos a
través de su Manifiesto conductista.
En nuestro país, también hubo una implantación de esta corriente de la Psicología
Experimental hacia fines de siglo XIX. Víctor Mercante fundó en San Juan, en 1891, el primer
laboratorio. Por su parte, Horacio Piñero organizó un laboratorio en el Colegio Nacional Buenos
Aires en 1899 y, en 1901, otro en la Facultad de Filosofía.