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En la filosofía medieval, el problema de los universales heredó los puntos de vista de Aristóteles sobre el
tema de los universales, y creía que los universales (abstracto, el mundo del pensamiento) existen, pero no
están separados de los particulares (concreto, cosas, individuos), también conocido como "realismo
moderado". Durante el período escolástico, sin embargo, la solución a este problema volvió al frente del
nominalismo, que postula que los universales no existen en absoluto.
La existencia de Dios como la mayor parte de la filosofía medieval se dedicó a probar la existencia de Dios
como un ser supremo, una entidad o una verdad. Para ello, se utilizan las Sagradas Escrituras, la lógica
aristotélica y la argumentación ontológica como principales métodos para encontrar respuestas.
Dado que Aristóteles era un defensor de la lógica como una forma de abordar la ciencia y la filosofía, era
natural que los filósofos medievales imaginaran la lógica aristotélica clásica como una forma legítima de
responder a los problemas apremiantes de la época.
Según este método, dominar el silogismo será una herramienta útil para la formación del conocimiento, ya que
te permitirá conectar correctamente sujetos y objetos.
Una de las características de la filosofía medieval estuvo fuertemente marcada por planteamientos de orden
divino. La Biblia, entonces, se convirtió en la principal fuente de respuestas a esas inquietudes. Sin embargo,
los libros sagrados del Islam y el judaísmo también jugaron un papel esencial en la interpretación de cuestiones
religiosas.
Más que la generación de conocimiento nuevo, la filosofía medieval se encargó de rescatar, reinterpretar y
aplicar planteamientos filosóficos clásicos. El surgimiento del neoplatonismo, que plantea la existencia del Uno
o Dios sobre todas las cosas, y la introducción de la lógica aristotélica en las entonces nacientes universidades,
dan cuenta de ello.
Estos son algunos de los filósofos cuyos aportes ayudaron a enriquecer el legado
medieval:
Fue uno de los filósofos más alineados con el neoplatonismo. Consideraba la filosofía
como una rama auxiliar para entender la fe, más que un área del conocimiento en sí
misma. Y la fe era, por tanto, la única verdad posible y la razón estaba subordinada a
ella.
Fue un paso más allá que sus predecesores, al defender no solo la existencia de la
filosofía y de la teología como dos áreas independientes, sino también al desvincularlas.
Para Guillermo de Ockham, la razón es una facultad del hombre, mientras que la fe
pertenece al campo de las revelaciones divinas, así que no solo están separadas, sino que
son opuestas.
Estos son algunos de los textos más destacados de la filosofía medieval, ya que intentaron responder las
mayores interrogantes de este período, especialmente las de orden religioso:
Proslogion (1078)
Escrita por Anselmo de Canterbury, plantea la existencia de Dios a través del argumento ontológico. Es un
resumen del Monologion, su obra antecesora, en la cual intentó demostrar la existencia de Dios a través de la
razón.
Suma teológica (1274)
Es una de las obras más importantes de la teología y fue una influencia en el desarrollo de la filosofía
medieval. Allí, Tomás de Aquino responde diversas cuestiones agrupadas en categorías: Dios, el acto
humano, virtudes teologales, encarnación de Cristo, sacramentos. La obra contiene otras interrogantes que
son respondidas por sus discípulos, ya que el autor murió antes de terminar su obra.