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Dificultades matrimoniales del período intermedio

En la mayoría de las especies animales la unidad familiar compuesta por padres e hijos es de
breve duración. Lo típico es que los padres produzcan anualmente su descendencia y que los
jóvenes salgan al mundo a reproducir su especie, mientras los padres inician una nueva
carnada. Los progenitores humanos deben seguir siendo responsables de sus hijos durante
muchos años y continuar su vínculo con ellos mientras hacen la transición de tratarlos como
niños a tratarlos más como pares. Por último, a medida que los padres envejecen, los hijos
empiezan a cuidar de ellos. Este ordenamiento es único, y obliga a los miembros de la familia
adaptarse a extraordinarios cambios en su relación mutua a lo largo de los años

Hablar de un problema matrimonial es crear la entidad del «matrimonio», que pasa por alto
todas las fuerzas exteriores que influyen en este. El límite que trazamos en torno de una pareja
casada, de una familia nuclear o de un sistema de parentesco es arbitrario y sólo sirve a los
fines de la exposición. Si un hombre carece de trabajo y su esposa recibe fondos del sistema de
bienestar social, el «problema matrimonial» incluye el modo en que el gobierno ha intervenido
en el matrimonio. Asimismo, la principal fuente de dificultades de este puede ser la intrusión
de una suegra. la conducta de los niños o cualesquiera otros factores. Es importante tener
siempre presente que una familia es un grupo en marcha, sujeto a cambiantes influencias
externas, con una historia y un futuro compartidos y con etapas de desarrollo tanto como con
pautas habituales entre sus miembros.

La difícil crianza de niños pequeños ha quedado atrás, y ha sido reemplazada por el placer
compartido de presenciar cómo los hijos crecen y se desarrollan en modos sorprendentes. En
esta etapa, el psicólogo clínico no ve a las familias cuando la vida marcha bien, sino sólo
cuando marcha mal. Para muchas familias es una época difícil. Con frecuencia el marido ha
alcanzado un punto de su carrera en que comprende que no va a cumplir con las ambiciones
de su juventud. Su desilusión tal vez afecte a toda la familia y particularmente a su situación
respecto de su mujer. O, a la inversa, el marido puede tener un éxito superior al que previó, y
mientras goza de gran respeto fuera del hogar su esposa sigue vinculándose con él como lo
hacía cuando él era menos importante, con los consiguientes resentimientos y conflictos. Uno
de los inevitables dilemas humanos es que si un hombre alcanza la mitad de la vida y ha
progresado en status y en posición se vuelve más atractivo para las mujeres jóvenes, mientras
que su mujer, más dependiente de su apariencia física, se siente menos atractiva para los
hombres. Los años medios quizás obliguen a una pareja a decidir si seguirán juntos o tomarán
caminos separados. Este período, en que los niños están menos en casa, también obliga a los
padres a comprender que los hijos terminarán por irse del todo.

En estos años medios pueden sobrevenir graves tensiones y también el divorcio, aun cuando la
pareja haya superado muchas crisis previas. La mayor parte de los otros períodos de tensión
familiar aparecen cuando alguien ingresa en la familia o la abandona. En los años medios no
hay cambios en el reparto; sin embargo, en cierto sentido los hay, porque es la época en que
los hijos pasan de la niñez a la juventud. La llamada turbulencia adolescente puede ser vista
como una lucha dentro del sistema familiar por mantener el ordenamiento jerárquico previo.
Por ejemplo, una madre puede haber desarrollado modos de tratar con su hija en tanto niña y
modos de tratar con las mujeres con, relativas, pero cuando su hija madura y se convierte en
una mujer competidora, a la madre no le es posible vincularse con ella de ninguna manera
coherente. El padre, atrapado entre ambas, puede encontrar que la experiencia es
desconcertante. Un cambio similar ocurre cuando los hijos se trasforman en jóvenes y el padre
debe tratar a su hijo como a un niño pero también como a un hombre adulto.

El destete de los padres

En muchas culturas, el destete de niños y padres recibe la Asistencia de una ceremonia que
define al niño como un flamante adulto. Estos ritos de iniciación otorgan al niño un nuevo
status y requieren de los padres que de en más lo traten de otro periodo. En la clase media
norteamericana no existe democracia tan clara; la cultura no tiene medios para anunciar que
el adolescente es ahora un, adulto individualizado. Las ceremonias de graduación sirven
parcialmente a este propósito, pero la graduación de la escuela secundaría suele no ser más
que un paso en el caminó hacia la universidad, donde el apoyo parental continúa. Incluso el
matrimonio, en los casos en que los padres siguen apoyando a la pareja, no define claramente
la separación ni ofrece un completamiento ceremonial del destete. Cuando el joven abandona
el hogar y comienza a establecer una familia propia, sus padres deben transitar ese cambio
fundamental de la vida al que se llama "convertirse en abuelos". A veces tienen poca o ninguna
preparación para dar este paso, si los hijos no han pasado por los rituales matrimoniales
adecuados. Deben aprender cómo llegar a ser buenos abuelos, elaborar reglas a fin de
participar en la vida de sus hijos, y arreglárselas para funcionar solos en su propio hogar. A
menudo, en este período tienen que enfrentar la pérdida de sus propios padres y el dolor
consiguiente. Un aspecto de la familia sobre el cual estamos aprendiendo es el proceso natural
por el que las dificultades se van remediando a medida que surgen. Un ejemplo de ello es la
llegada de un nieto. Una madre dijo a una vez, bromeando, que seguía teniendo hijos para no
consentir demasiado al más pequeño. Con frecuencia, las madres se sobreinvolucran con el
hijo menor y les es difícil desengancharse de él cuando pasa a tener una vida más
independiente. Si en ese momento un hijo mayor produce un nieto, la llegada de este puede
liberar a la madre de su hijo menor e involucrarla en la nueva etapa de convertirse en abuela.
Si se piensa que el proceso natural es así, se comprende la importancia de conservar la
involucración mutua de las generaciones

El retiro de la vida activa y la vejez

Aunque los problemas efectivos individuales de la gente mayor pueden tener causas diversas,
una primera posibilidad es la protección de alguna otra persona. Por ejemplo, una esposa
desarrolló una incapacidad para abrir los ojos y el problema se diagnosticó como histérico. El
énfasis se puso sobre ella y su etapa vital. Desde un punto de vista familiar, su incapacidad
podría verse como una manera de apoyar al marido durante una crisis. El problema sur joven
la época en que el marido se jubiló, y se vio degradado de una vida activa y útil a lo que para él
equivalía a ser puesto en un estante sin ninguna función. Cuando la esposa desarrolló su
síntoma, él tuvo algo importante que hacer: ayudarla a recobrarse. La llevó de médico en
médico, organizo la situación vital de ambos de manera que ella lograrse funcionar aunque no
pudiera ver, y se volvió extremadamente protector. Su involucración en el problema se hizo
evidente cuando la esposa mejoró y entonces él empezó a deprimirse, reanimándose
solamente en las épocas en que ella sufría alguna recaída. La función utilitaria de los
problemas, evidente a lo largo de toda la vida familiar, es igualmente importante en los años
de declinación, cuando dos personas sólo se tienen la una a la otra.
En esta etapa la familia debe enfrentar el difícil problema de cuidar a la persona mayor e
enviarla a un hogar de ancianos donde otros cuidan de ella. Este también es un punto crítico,
que no suele ser de fácil manejo. Pero del modo como los jóvenes cuidan de los viejos deviene
el modelo de cómo se cuidará de ellos cuado, a su vez, envejezcan, pues el ciclo familiar se
renueva sin fin.

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