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Zulis Goyén*
Reseña General
suele tomarse como propio de esa persona y ahí está arrancando el problema
de salud mental. De ahí la necesidad de equipos multidisciplinarios al servicio
de padres y docentes para poder destrabar estas dificultades y así evitar que
al llegar a la adolescencia, juventud o adultez la persona presente patologías
crónicas llamadas psiquiátricas, que para quien las posee ya son parte de su
lógica, y como que ya no hay vuelta atrás, salvo la pastilla de turno y a ve-
ces la institucionalización; pasa a formar parte de la comunidad de enfermos
mentales.
Durante todo ese camino, que son unos cuantos años de vida, de haber
tenido el acompañamiento adecuado se hubiese evitado ese final tan triste;
para quien lo sufre y para toda su familia, que algunas veces por ignorancia y
otras por resistirse a esa realidad no supieron o no pudieron evitarlo.
Volviendo un poco a la lógica de la persona con problemas de Salud
Mental, ésta resulta, podríamos decir, particular para cada persona, cada uno
va construyendo su propia lógica, lo que dificulta aún más establecer paráme-
tros. Esto implica casi un terapeuta por persona o, en el mejor de los casos,
buscar semejanzas y generar grupos, lo cual tampoco es fácil, pues muchas
veces tampoco existe empatía entre ellos. Esta última observación marca lo
difícil que es generar terapias 100% eficaces. Cada jornada se presenta como
algo a innovar, siempre y cuando se haya logrado estabilizar la crisis.
Esta situación hace que los recursos necesarios se hagan voluminosos
y además la situación de paciente crónico tampoco estimula las inversiones
que deberían emplearse. El nuevo Plan de atención en Salud Mental es muy
ambicioso en cuanto a la disponibilidad que espera de los prestadores.
Hace muchos años que se está trabajando con la primera infancia en los
Planes CAIF, pero luego esa atención se diluye en el avance curricular y los
Prestadores de Salud tampoco ofrecen ese acompañamiento. Salvo INAU, que
al tratar la marginalidad tiene esos equipos y los ofrece a una población que,
además de las dificultades antes mencionadas, también sufre otros problemas
sociales que les son propios.
No existe una escuela para padres y cada cual va por la vida diseñando
un modelo a su criterio, que depende de su grado de responsabilidad cultural
y social. Cuando digo social no me refiero al status social, sino a su relacio-
namiento. Los niños por un lado imitan y por otro van captando lo que se les
ofrece y probando caminos que les permitan hacerla más fácil. La típica pul-
seada. Ahí los padres o adultos responsables del momento deben tener muy
claras sus ideas para poder ser el referente adecuado. Sólo así podría pensarse
en salir lo más airoso posible ante problemáticas que también pueden ser ine-
vitables por las condiciones propias del individuo.
En este momento la sociedad está muy ensamblada; la intimidad
que hacía que las familias fuesen como núcleos con características bien
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un lado ellos decaen en su autoestima y por otro el núcleo social también los
discrimina. Acá es cuando debemos familia y grupo multidisciplinario hacer
un gran esfuerzo para superar el gran escollo y ver de frente cuál es nuestra
realidad frente a lo que nos toca vivir y tratar de dar el mayor soporte a la
situación; es lo único que tal vez no nos haga mirar para atrás y morder nues-
tra falta de sensibilidad, porque a esa altura ya no hay marcha atrás. Tal vez
parezcan muy duras estas afirmaciones, pero cuando los síntomas se hacen
visibles a nivel biológico es porque ya se superaron las otras variables de las
condiciones de vida saludable.
¿Qué se espera de cada ser que nace? Que llegue a ser un adulto pleno,
pero el ser humano es en la escala zoológica el que más tiempo necesita para
llegar a su adultez y el que más complejidad presenta en su desarrollo. Los
demás seres en su mundo pareciera que superando los escollos de la supervi-
vencia ya no necesitan más. El hombre como especie, dícese la más avanzada,
es también el ser necesitado de más cuidados.
Todos los seres humanos necesitamos mantener nuestro potencial bio-
lógico, pero también los afectivos y sociales. Vemos cómo lamentablemente
se va desdibujando en la comunidad todo aquello que nos es tan caro: disfrutar
de una compañía, tener una oreja que nos escuche o poder escuchar si nos ne-
cesitan, ser solidarios, ver a la persona por encima de
cualquier otro interés;
esto ya cayó en desuso o son muy pocos los que lo practican. De esa forma
nos vamos replegando para no salir lastimados. Viene el aislamiento y para
muchos éste es el viaje sin retorno.
También vemos cómo el todo vale
va tomando un espacio impor-
tante tanto a nivel social como, a veces, institucional; por supuesto que esto da
lugar muchas veces al doble discurso y entonces tenemos otro factor incidente.
Cuando la manifestación se hace visible es porque se ha instalado la des-
compensación, viene después un largo camino de nunca acabar. Camino éste
que, para muchos, se hace un lastre para la familia, el entorno social o laboral.
Sería deseable que siempre hubiese un botiquín de equipo multidis-
ciplinario a la orden, en todos los niveles: prestadores de Salud, centros la-
borales, centros barriales, centros curriculares, espacios deportivos. Cuánto
evitaríamos que ese viaje se hiciese sin retorno.
La resiliencia se adquiere a medida que el desarrollo va dando recursos
y fortalezas, que cada persona va adquiriendo en la medida de sus potenciali-
dades y oportunidades; es acá donde debe estar el soporte antes mencionado.
Cada ser tiene su tiempo y de sus experiencias va adquiriendo destrezas de
vida. Cuando ya pueda hacer frente a lo que la vida le demande podemos de-
cir que llegó a la madurez. Pero el ser humano es como los árboles, cada día
crece, aunque ya no lo haga biológicamente, sí en sus capacidades afectivas,
cognitivas, sociales, etc.
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Realidad Social
casos que se entrelazan, sería muy grotesco pensar que somos una sociedad
sana.
Cada día se va deshilachando la trama de vínculos de cualquier tipo y
entonces la indiferencia nos da este resultado antes mencionado.
Lamentablemente, a grandes males grandes remedios, de verdad es ini-
maginable cómo se va a romper esa coraza materialista que nos está matando
a todos. Pareciera que primero se evalúa el resultado y después se invierte en
el riesgo, como si fuese una transacción. La salud no escapa a esta modalidad;
es lamentable ver cómo la tercera edad y los psiquiátricos pasan a ser tan vul-
nerados en sus derechos.
En cuanto a la familia y entorno del paciente con trastornos de SALUD
MENTAL, ésta se siente muy sola en su día a día; y mucho más a medida que
pasa el tiempo y comprende cuál es la situación, que se hace crónica y empie-
za a contribuir con el deterioro propio de la vida que por ser adultos mayores
ya se va dando. Entonces reconocer esa realidad y no encontrar salida digna,
muchas veces hace que se derive en otra patología psiquiátrica dentro del
núcleo considerado. Se da una simbiosis enfermiza y aislada de la comunidad
que puede llegar a ser una cadena de nunca acabar. Se observa un deterioro
tal de la dignidad humana que sólo quien lo vive puede llegar a reconocerlo;
muchas veces los propios afectados no vislumbran cuán grande es su degra-
dación; sólo una comunidad muy insensible puede ser ajena a esta realidad.
En reiteradas oportunidades de intercambio se llega a la conclusión de
que debe haber políticas más fuertes de soporte a la SALUD MENTAL, las
que no sólo asegurarían una mejor calidad de vida del afectado, sino que ade-
más harían que hubiese más responsabilidad institucional y social hacia dicha
patología.
Los primeros que debemos conjugar una suerte de cadena humana muy
fuerte en posturas de exigencia para que se cumpla con las POLÍTICAS ya
implementadas debemos ser los USUARIOS todos, Rehabilitados, Familia
y Comunidad. Existen leyes que contemplan la situación del Paciente, con
apoyo solidario de atención y de apoyo económico con una Pensión de BPS y
una Canasta de INDA si es necesario o una Jubilación si las personas trabajan
cuando hace eclosión la patología; otras también contemplan la situación la-
boral si la persona está compensada, ya sea con Talleres Protegidos o con una
cuota laboral por Institución Pública o Privada. Sabemos que éstas muchas
veces no se cumplen, porque por un lado no hay desde el sistema una fiscali-
zación para detectar las situaciones y canalizarlas a buen término y por otro
porque muchos USUARIOS ignoran tales beneficios.
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