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Crisis en el ciclo vital de la pareja y sus principales implicaciones en los

niños y adolescentes.

Una Crisis Vital la podríamos definir como un período de tiempo en que la


persona que la padece se encuentra inmersa en un cuestionamiento
psicológico y personal que provoca Ansiedad, desánimo, confusión y otras
tantas emociones negativas fuentes de malestar psicológico.
Esta etapa comienza con la elección de la pareja, el noviazgo, la convivencia,
el matrimonio.
1. Formación de la pareja
En esta fase empieza a existir una definición del proyecto de vida en común y
un modelo de pareja. Nos encontramos con el compromiso y consolidación de
la pareja. Es necesaria una delimitación de las fronteras con la familia de origen
de cada miembro y el establecimiento de reglas sobre la relación y negociación
de los respectivos roles de la pareja.
El noviazgo es el periodo de tiempo que dura la relación, previa al matrimonio,
y sirve para conocerse con mayor intimidad y poder buscar la conjunción de
ideales para dar el paso siguiente hacia el compromiso formal. 
El matrimonio no es meramente la unión de dos personas, sino la conjunción
de dos familias que ejercen su influencia y crean una compleja red de
subsistemas. Cuando la pareja empieza a convivir, debe elaborar una
cantidad de acuerdos, necesarios para cualquier par de personas que viven en
íntima asociación.
2. Familias con hijos pequeños.
la necesidad de integrar al hijo como nuevo miembros del sistema familiar, con
la aparición de un nuevo subsistema dentro del sistema familiar; empieza a
formarse el subsistema de la nueva generación, que con el nacimiento de los
hermanos dará lugar al subsistema fraternal, que tiene que convivir y crecer
junto al sistema conyugal y el sistema parental. Con el nacimiento de un hijo la
pareja pasa de ser dos personas a consolidar un triángulo; esto debe implicar
un cambio en las reglas de relación y comunicación ya que si no la pareja
puede empezar a tratar sus problemas “a través del hijo”.
3. Familias con adolescentes/Crisis de la mediana edad.
Las dificultades iniciales que eventualmente experimentó la pareja se han
resuelto con el paso del tiempo, y su enfoque de la vida ha madurado. Es un
período en el que la relación de pareja se profundiza, ya se han forjado
relaciones estables con la familia extensa y con el círculo de amigos. La difícil
crianza de niños pequeños ha quedado atrás, y ha sido reemplazada por el
placer compartido de presenciar cómo los hijos crecen y se desarrollan en
modos sorprendentes.
4. Emancipación de los hijos.
Un momento de crisis de las familias es cuando los “niños” comienzan a irse, y
las consecuencias son variadas. A veces, la turbulencia entre los padres
sobreviene cuando el hijo mayor deja el hogar, mientras que en otras familias la
perturbación parece empeorar progresivamente a medida que se van yendo los
hijos, y en otras cuando está por marcharse el menor.
5. Parejas en la tercera edad.
Cuando una pareja logra liberar a sus hijos de manera que estén menos
involucrados con ella, suelen llegar a un período de Psicólogo de parejas
relativa armonía que puede subsistir durante la jubilación. Algunas veces, sin
embargo, el retiro de la vida activa puede complicar la relación, pues la pareja
se halla frente a frente veinticuatro horas al día.
Es importante que en esta etapa la pareja desarrolle nuevos proyectos vitales y
de pareja. Deber darse un cambio de los roles generacionales, y empezar a
elaborar duelos.
La vida de familia y de pareja vive diferentes etapas según su ciclo evolutivo;
cada una exige un proceso de cambio para acomodarse nuevamente a la
siguiente etapa. Estos cambios generalmente vienen acompañados de crisis,
que pueden ser una oportunidad para crecer. Cuando se trata del subsistema
conyugal, se puede decir que éste logra sobreponerse a las crisis, de acuerdo
con los recursos o herramientas que tenga para enfrentarlas y minimizar su
impacto negativo.
Las crisis que se presentan en la familia son las crisis normativas y no
normativas que precipitan y/o predisponen, conductas en el ser humano. Las
primeras son utilizadas, como señala Pérez, Citado por González (2000). En un
sentido cinético y no en el sentido temporal de la palabra, una crisis es
transitoria en función de que posibilite o no el paso de una etapa a la otra del
ciclo vital y no se refiere en ninguno 7 sentidos al tiempo de duración de la
crisis. Por otro lado, las crisis no-normativas, son más que aquellos cambios o
transformaciones que experimenta la familia en cualquiera de sus etapas de
desarrollo, que no están relacionadas con los períodos del ciclo vital, sino con,
hechos situacionales o accidentales; por ejemplo, divorcio, separación,
abandono, muerte. Estas crisis suelen tener un impacto más desfavorable en la
familia y un costo mayor para la salud, se dan en determinado momento y en
ocasiones las familias los conciben como catastróficos generando una
percepción de amenaza a la supervivencia familiar y experimentan una
sensación de ambivalencia y desvalimiento (González, 2000)
Es así como estas situaciones perturban las dinámicas familiares y a los
adolescentes quienes evidencian problemáticas, como la vulneración a la
autoestima, obstaculizando su satisfacción de normas y expectativas sociales,
que impactan en el ego y en la relación con los otros. Según Casullo et al
(2001) citado por Fandiño, (2011). Las problemáticas por las que pasan los
adolescentes son desencadenadas por eventualidades en las que han estado
inmersos y no han sido resueltas de manera asertiva, puesto que se les ha
dado una concepción negativista lo cual puede llegar a causar problemas
juveniles tales como: la exclusión social, el aislamiento social, el hueco
normativo, la presencia de subculturas marginales y violentas. Seguir
conductas desadaptativas teniendo efectos negativos para sí mismos y para la
sociedad.

Ivon Anaya Fernández


6to Semestre
Trabajo Social

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