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El desabasto parcial de gasolinas al inicio de este año en el país, aunado a los altos
costos económicos y ambientales asociados con la proliferación de vehículos con motores
de combustión interna, han hecho a muchas personas voltear la mirada hacia los autos
eléctricos como alternativa.
Sin embargo, varias causas frenaron la carrera del auto eléctrico. Entre ellas, las
aportaciones de los ingenieros alemanes Nicolaus Otto y Rudolph Diesel, quienes
inventaron respectivamente el primer motor de explosión de cuatro tiempos y el primero en
funcionar con diesel como combustible.
Otro factor que retardó el avance del auto eléctrico fue la escasa difusión de las redes
eléctricas en aquella época, mismas que se generalizaron hasta el siglo XX a través de las
líneas de alta tensión.
Ahora que el petróleo comienza a agotarse y se conocen los efectos de la quema de
combustibles fósiles -señaladamente la contaminación ambiental en las grandes ciudades y
el cambio climático- parece que es tiempo propicio para que el auto eléctrico recupere
al menos parte del terreno perdido.
El problema es que, si bien diversas compañías automotrices han lanzado recientemente al
mercado varios modelos eléctricos (algunos disponibles en México), el alto costo de éstos y
la precaria infraestructura existente para recargar sus baterías, constituyen una gran
limitante.
Ante este panorama, expertos del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM han apostado no
sólo por el desarrollo de tecnologías propias para vehículos eléctricos e híbridos, sino
también al diseño y construcción de sistemas de almacenamiento y generación de energía
para abastecerlos, como las celdas de combustible a base de hidrógeno.
"A nivel mundial, el auto eléctrico es lo que viene. De hecho hay países europeos como
Noruega, Suecia y Holanda que ya decretaron que hacia 2025 sólo podrán
comercializarse este tipo de vehículos en su territorio", comenta al respecto el maestro
Germán Carmona Paredes.
Una de las formas de lograrlo es mediante celdas que, a través de diversas reacciones,
transforman la energía química del combustible (en este caso hidrógeno) en electricidad.
Pero estas tecnologías aún enfrentan grandes retos técnicos como el de garantizar un
manejo seguro y eficiente.
Mientras avanzan estos estudios, afirma Carmona, lo más cercano desde el punto de vista
de aplicación y ventas es el vehículo eléctrico puro que funciona con baterías, mismas
que en su origen eran de plomo pero que se han ido remplazando paulatinamente por las
más ligeras de litio.
Combinar tecnologías
El experto afirma que la transición de los motores de combustión a los eléctricos implica
considerar una serie de cambios y beneficios que van más allá de la industria automotriz.
Por ejemplo, aun cuando se recurra a la red eléctrica convencional –alimentada con
combustibles fósiles- para recargar las baterías de los autos, el proceso para obtener esta
energía es más eficiente en comparación con el que se aplica para refinar petróleo y obtener
diesel y gasolina.
“Ahí es donde tenemos que pensar ya sea en la combinación de tecnologías con vehículos
híbridos, o en diseñar transportes adecuados a las necesidades de cada persona”, plantea el
académico, quien lideró el proyecto para electrificar el tren que opera en la Primera Sección
del Bosque de Chapultepec, en la capital del país.
Con este enfoque, los ingenieros han desarrollado no sólo diversos prototipos de vehículos
eléctricos (autos, bicicletas y un autobús), sino una infraestructura que incluye una estación
de recarga establecida en el II con apoyo de la empresa BMW, misma que está abierta a los
usuarios externos de autos eléctricos.