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CAPÍTULO 6

EL DESARROLLO ADULTO Y
EL ENVEJECIMIENTO COMO
PSICOLOGÍA EVOLUTIVA

LA OPOSICIÓN ENTRE DESARROLLO Y ENVEJECIMIENTO


LA APARICIÓN Y EL IMPACTO DE LOS ENFOQUES DEL CICLO VITAL

DESARROLLO ADULTO Y ENVEJECIMIENTO DESDE UN


PUNTO DE VISTA SOCIOCONTEXTUAL

LA PSICOLOGÍA LIFESPAN
La arquitectura fundamental (e incompleta) de la ontogenia humana
Psicología del lifespan: presupuestos metateóricos

Hasta el momento hemos repasado las corrientes y perspectivas teóricas más relevantes para
el estudio del desarrollo. Sin embargo, al hablar de desarrollo, la mayoría de estas corrientes
están hablando, implícitamente, de desarrollo en la infancia y adolescencia, y es en esta etapa
de la vida a la que dirigen sus esfuerzos de investigación.

Nos podemos preguntar si, la Psicología del desarrollo se ha de restringir al estudio del cambio
sólo en ciertas fases del ciclo vital. En este sentido, en este capítulo expondremos diversos
intentos de construir teorías evolutivas que abarquen todo el ciclo vital humano y cómo estas
teorías están generando interesantes áreas de investigación. Nos centraremos especialmente,
más que en el desarrollo adulto, en el envejecimiento, ya que es este proceso, como veremos,
el que resulta especialmente problemático desde teorías tradicionales del desarrollo.

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En este sentido, es un hecho que el estudio científico del desarrollo más allá de la adolescencia
y, en especial aquel que se interesa por el proceso de envejecimiento, ha experimentado en
los últimos años un crecimientoexponencial, sólo comparable al aumento de la conciencia de la
importancia de este proceso y sus implicaciones diversas en un mundo como el nuestro, en el
que la proporción de personas mayores aumenta de manera continua.

Si observamos las aportaciones con las que la Psicología ha contribuido (y continúa


haciéndolo) a la comprensión de la adultez y, sobre todo, del envejecimiento, probablemente
comprobaríamos como la Psicología Evolutiva no haya sido la disciplina psicológica desde la
que se haya iniciado y alrededor de la que haya girado ese estudio. Dejando de lado el estudio
del adulto en abstracto (se podría argumentar gran parte de las disciplinas psicológicas no
evolutivas son, precisamente, una ‘psicología del adulto’) esta situación es sorprendente, ya
que es precisamente la disciplina evolutiva la más interesada por el estudio del cambio que
sucede en una dimensión temporal (con independencia de la naturaleza que se atribuya a esos
cambios evolutivos), y por lo tanto se podría esperar que dirigiese el estudio del
envejecimiento, precisamente un proceso de cambio que acontece en (o a partir de) cierto
periodo vital y que presenta una cierta normatividad, garantizada a partir de algunos procesos
biológicos y socioculturales que estructuran el cambio en la segunda mitad de la vida.

Pese a ello, y a diferencia lo que sucede con procesos similares que acontecen en otras fases
del ciclo vital (como, típicamente, el desarrollo en la infancia y adolescencia) el tratamiento
evolutivo del envejecimiento no ha sido el históricamente primero en abordar los cambios
psicológicos en las últimas décadas de la vida y, aún hoy, comparte su estudio con otras
perspectivas de gran tradición en este ámbito, como son las de corte psicobiológico, las
psicopatológicas o las relacionadas con la evaluación psicológica.

Evidentemente, no es nuestra intención menospreciar las aportaciones de estas


aproximaciones, que continúan aún en la actualidad generando importantes conocimientos
tanto desde un punto de vista teórico-conceptual, metodológico o aplicado. Sin embargo, por
su propia naturaleza, aportan una visión que tiende a las descripciones y explicaciones
estáticas, referidas más a una psicología de la vejez como estado o a una psicología de las
personas mayores (o de algunos subgrupos dentro de este colectivo amplio), más que a una
psicología del envejecimiento como proceso que se extendería al menos a lo largo de la
segunda mitad del ciclo vital y cuyo tratamiento pertenece a ámbito de la Psicología Evolutiva.

La oposición entre desarrollo y envejecimiento

Una de las razones fundamentales que explica tanto la tardanza en la aparición de una
psicología del desarrollo adulto y la vejez como su separación de la psicología infantil radica en
la presencia, de un concepto de desarrollo que favorece la oposición entre desarrollo y
envejecimiento.

Las raíces de este concepto de desarrollo hemos de buscarlas en la psicología que se hacía
antes de la Segunda Guerra Mundial.

En este sentido, los años 20 y 30 representan, dentro de la psicología estadounidense, la edad


de oro del conductismo, un marco teórico que por una parte ignora el estudio de estados u
procesos mentales, y por otra reduce el desarrollo a una historia de refuerzos y
condicionamientos. Desde este punto de vista, el desarrollo adulto y el envejecimiento no tiene
sentido en sí mismo, sólo en función de ser el resultado de una historia de condicionamientos
producidos en la infancia. Más allá del conductismo, y en Psicología Evolutiva, encontramos
también estudios psicométricos, que reflejan la influencia del pensamiento de Darwin y sus
ideas de adaptación y la influencia del componente genético en el desarrollo

En la Europa de los años 20 y 30, y dentro de la Psicología Evolutiva, destaca la obra de


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Piaget, que como vimos en el capítulo 4 es un autor básicamente interesado por los orígenes
de la inteligencia y sus cambios hasta llegar a mostrar su forma adulta. Sin embargo, no
concibe que haya cambios importantes una vez logrado este estado en la adolescencia.

En conjunto, podemos argumentar que la noción de desarrollo sostenida en esos momentos de


nacimiento y consolidación de la Psicología Evolutiva como disciplina científica, supone, en
líneas generales, una trasposición del modelo biológico de crecimiento a las estructuras y
funciones psicológicas del individuo. Es decir, al igual que se produce un aumento evidente en
las potencialidades biológicas de la persona durante las primeras décadas de la vida, sus
estructuras y funciones psicológicas también experimentan este crecimiento, y es precisamente
eso lo que tiene que describir y explicar la Psicología Evolutiva. En este sentido, la noción
dominante de desarrollo y de cambio evolutivo (ya sea desde modelos organicistas, como el de
Piaget o desde modelos mecanicistas, como el conductismo) presenta las siguientes
características:

• Son cambios de carácter unilateralmente positivo, es decir, sólo se entiende por


desarrollo aquellos cambios que suponen una ganancia para el organismo en el sentido de
incrementar su capacidad de adaptarse al medio, y, por ello, de incrementar la capacidad de
supervivencia del individuo.

• Son cambios en las estructuras y funciones del individuo que se dan altamente
correlacionados con la edad y paralelamente a los cambios
biológicos que experimenta ese individuo que se conceptualizan como maduración o
crecimiento físico.

• El desarrollo se contempla como un proceso de carácter universal, común a todos los


individuos y relativamente intercambiable entre ellos. Si bien existen diferencias individuales,
éstas tienen relativamente poca importancia en comparación con el proceso general común.

• El desarrollo es un proceso unidimensional, es decir, además de ignorar hasta cierto


punto las diferencias en el patrón de desarrollo entre los diferentes individuos, tampoco se
creen importantes las diferencias del patrón de desarrollo que se dan entre las diferentes
estructuras y funciones psicológicas del individuo: el desarrollo supone el progreso de todas
ellas.

• El desarrollo es un proceso de carácter ordenado y, más concretamente,


secuencialmente ordenado. El desarrollo se entiende como una serie de cambios asociados a
la edad que todos los sujetos recorren y en la que cada uno de los pasos supone un requisito
para poder dar el siguiente que, en todo caso, supondrá una optimización en comparación con
los anteriores. En esta progresión cada adquisición está relacionada con y posibilitada por la
presenciaprevia de otras adquisiciones anteriores.

• Si el desarrollo es una progresión, es una progresión hacia algo, es decir, existe una
meta específica hacia la que la persona avanza en su proceso de desarrollo. El desarrollo
puede de esta manera contemplarse como undespliegue de las potencialidades de la persona
que culmina en un momento de progresión máxima, típicamente al final de la adolescencia o
en la adultez, momento en el que la persona presenta unos parámetros de funcionamiento
óptimos. Por otra parte, esta meta a alcanzar, muchas veces prefijada deantemano, es el punto
de comparación que permite conocer si el sentido de determinado cambio evolutivo es o no
‘desarrollo’: sólo lo será si permiteacercarse a la meta.

Un modelo de desarrollo que incluya las nociones de universalidad, progresión secuencial de


cambios hacia una mayor complejidad o meta final, se ajusta de manera óptima a los cambios
que tienen lugar en la infancia, pero es muy difícil de aplicar a aquellos cambios que se dan
más allá de la adolescencia. Desde este modelo, el desarrollo se entiende que es propio de
unas ciertas fases del ciclo vital y no de otras. La consecuencia es la restricción del desarrollo
psicológico del individuo a aquellas etapas en las que se da maduración o crecimiento físico,

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es decir, a la infancia y adolescencia, y el relativo olvido del estudio de las fases vitales
posteriores desde la Psicología Evolutiva.

Esta circunstancia no sólo provocó el relativo poco interés del envejecimiento desde una
perspectiva evolutiva, sino que contribuyó a que, a medida que los estudios sobre
envejecimiento y vejez fueron menudeando, se configurase una especie de
‘compartimentación’ de la Psicología Evolutiva en función de las diferentes etapas en las que
se puede dividir el ciclo vital.
Por otra parte, esta concepción maduracionista del desarrollo que hemos venido comentando
provoca que cuando se estudia el envejecimiento desde la psicología se haga, al menos hasta
los años 70, desde un punto de vista también maduracionista asimilándolo a deterioro y
declive. En concreto, esta preeminencia de los factores biológico-involutivos en el concepto de
envejecimiento psicológico se ve favorecida por al menos dos caminos.

En primer lugar, la tardanza con que se aborda el envejecimiento desde la psicología hace
que, en un primer momento, el envejecimiento se estudie principalmente desde un punto
de vista biológico. Debido a que, desde un punto de vista biológico, el envejecimiento se
equipara a pérdida y deterioro, estos conceptos tiñen también el estudio del envejecimiento de
las estructurasy funciones psicológicas.

Aunque el aumento posterior de la investigación del envejecimiento desde la Psicología hace


que este tipo de información biológica disminuya en ulteriores revisiones, creemos que
probablemente influyera en que, también desde las ciencias del comportamiento, se asentase
una visión del envejecimiento asociado a deterioro y declive.

En segundo lugar, el propio carácter del concepto tradicional de desarrollo, paralelo al


crecimiento físico-biológico, sin duda es un factor que favorece la tendencia a conservar el
paralelismo al estudiar las últimas etapas de la vida, siendo esta vez implicados los conceptos
de envejecimiento y de deterioro físico- biológico. Así, mientras el desarrollo implica
‘maduración’, el envejecimiento, siguiendo la misma lógica, debería implicar ‘involución’.

El resultado de esta importación del concepto biológico de envejecimiento (y, en general, de


la visión biológica del ciclo vital) al estudio psicológico es una división del ciclo vital humano en
tres fases:

• Una primera fase, desde el nacimiento hasta el final de la adolescencia, caracterizada


por la aparición, mejora y progresión general en todas las funciones y estructuras psicológicas
del individuo. Estos cambios positivos se etiquetarían como ‘desarrollo’.

• Una última fase, que comprendería las décadas finales de la vida, conun punto final
claro (la muerte), pero sin un punto de inicio demasiado concreto, en la que experimentaría un
declive de todas esas estructuras y funciones que habían aparecido y progresado en las
primeras fases, declive que se acentuaría con el paso de los años. Estos cambios negativos
se etiquetarían como ‘envejecimiento’.

• Una fase intermedia, mal definida, con límites relativamente difusos, en la que esas
estructuras y funciones se mantendrían en un nivel óptimo y más o menos estables, sin
cambios demasiado significativos.

Como podemos observar, el modelo evolutivo resultante podría ser representado por una curva
en forma de U invertida
De aquí se deriva que el envejecimiento presente las mismas cualidades que antes habíamos
mencionado para la noción tradicional de desarrollo, sólo que en sentido contrario. En
concreto, el envejecimiento se concibe como un conjunto de cambios evolutivos con las
siguientes características:

• Son unilateralmente negativos. Suponen una pérdida que daña la capacidad del
individuo para adaptarse al medio y, por ello, incrementan la posibilidad de muerte.

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• Únicamente aparecen en las últimas etapas de la vida, paralelamente al deterioro
biológico.

• Es un proceso de carácter universal que sufren todos los individuos de manera similar.

• Es un proceso unidimensional: todas las funciones y estructuras psicológicas de la


persona envejecen (declinan).

• El envejecimiento sigue una secuencia prefijada de deterioro y pérdida cada vez más
acentuada.

• El envejecimiento supone alejarse de los parámetros de funcionamiento óptimo del


individuo. Todo cambio que aleje de esos parámetros y se dé en las últimas etapas de la vida
es susceptible de ser englobado en el concepto de envejecimiento.

Frente a esta visión que hacía equivaler el envejecimiento a declive se alzó en los años 70 la
voz de los psicólogos del lifespan, que, como veremos, abogan por una reconceptualización
del concepto de desarrollo para dar cabida a todaslas etapas vitales.

Sin embargo, no hemos de olvidar de que esta perspectiva no sólo se mantiene en la


actualidad, sino que ha proporcionado importantes frutos en la comprensión del proceso de
envejecimiento, especialmente por lo que se refiere al envejecimiento cognitivo, el dominio que
mejor se adapta a esta visióndeficitaria.

Por otra parte, considerar el envejecimiento psicológico como un proceso de declive paralelo al
envejecimiento biológico (y, quizá en el fondo, provocado porél) ha configurado la psicología del
envejecimiento como una psicología que yadesde su mismo nacimiento ha tenido por una parte
una vocación multidisciplinar, teniendo muy en cuenta los procesos biológicos que subyacen al
envejecimiento, y por otra una vocación de ciencia aplicada, que ha prestado especial interés a
los problemas que rodean el envejecimiento. Sin duda estas características son parte de las
razones que han impulsado la importancia que tienen en este ámbito de estudio las
perspectivas psicobiológicas, psicopatológicas y de evaluación, pero sin duda han marcado
también la perspectiva evolutiva del estudio del envejecimiento psicológico.

La aparición y el impacto de los enfoques del ciclo vital

En los últimos años de la década de los 70 una serie de manifestaron desde el ámbito de la
Psicología Evolutiva su insatisfacción con los presupuestos del modelo de desarrollo
imperante, proponiendo una nueva perspectiva que tuviera en cuenta la evolución de la
persona a lo largo de todo el ciclo vital.

En el nacimiento de esta nueva perspectiva, pronto bautizada como enfoque del ciclo vital
(lifespan) En concreto, Baltes cita tres hechos en relación con el aumento de dicho interés:

• Cambios demográficos que comportan una mayor importancia numérica relativa del
estrato de edades que habitualmente se considera como ‘vejez’ y, en consecuencia, aumento
del interés por la problemática de este colectivo de población.

• La aparición de numerosos autores que se especializan en el estudio de la vejez y el


envejecimiento y que obtienen datos y el crecimiento de las instituciones relacionadas con la
gerontología. Aunque estos primeros autores e instituciones no se sitúan precisamente desde
una perspectiva evolutiva, son un acicate para que aumente el interés por los vínculos entre el
estudio de la gerontología y las teorías desarrolladas en otros ámbitos evolutivos.

• El envejecimiento de los sujetos (e incluso de los propios investigadores) de algunos


estudios longitudinales que comenzaron en los años 20 o 30, cuando los sujetos eran niños, y
que continuaron tras la Segunda GuerraMundial, cuando esos niños eran ya adultos.

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El objetivo fundamental que se plantea desde estas perspectivas es reintegrar dentro del
campo de estudio de la Psicología Evolutiva todas las etapas del ciclo vital, reclamando la vida
entera como unidad de análisis evolutivo sin enfatizar determinadas edades por encima de
otras y con un mismo esquema explicativo común a todas ellas. Según quizá su máximo
portavoz, el enfoque life-span ‘implica el estudio de la constancia y el cambio en el
comportamientoa través de toda la vida (ontogénesis), desde la concepción hasta la muerte. La
meta es obtener conocimientos acerca de los principios generales del desarrollo vital y acerca
el grado y condiciones de la modificabilidad y plasticidad individual del desarrollo’ (Baltes,
1987; p. 611, la traducción es nuestra).

La primera tarea con la que se tienen que enfrentar este grupo de investigadores es rebatir los
supuestos relativos al desarrollo que habían dominado la Psicología Evolutiva desde su
nacimiento como disciplina científica. Por ello, encontramos junto a las investigaciones de tipo
empírico numerosos escritos de carácter teórico que pretenden consolidar las bases de una
nueva forma de contemplar el ciclo vital humano en general y el envejecimiento en particular.

Las propuestas del lifespan han tenido un eco importante en la Psicología Evolutiva y hoy en
día, por ejemplo, todos los manuales evolutivos las recogen como un marco teórico relevante y
hablan de la Psicología Evolutiva como una disciplina científica que tiene por objeto el estudio
del cambio a lo largo de todoel ciclo vital.

DESARROLLO ADULTO Y ENVEJECIMIENTO DESDE UN PUNTO DE VISTA


SOCIOCONTEXTUAL

LA PSICOLOGÍA LIFESPAN

La psicología lifespan

La psicología lifespan es quizá el prototipo de teoría centrada en la expansión del punto de


vista evolutivo a todo el ciclo vital, integrando todas las fases de la vida. Además de ser el
primero (se comienza a hablar de psicología del ciclo vital a partir de la aparición de la
psicología lifespan), es quizá también el esfuerzo que ha recibido mayor reconocimiento y que
ha generado una mayor variedad de investigaciones.

Baltes y su equipo centran sus esfuerzos en concretar los postulados de la psicología del ciclo
vital en un modelo más específico y cercano a lo empírico que pueda describir, explicar y
predecir la dinámica del cambio a lo largo de la vida, y especialmente durante el
envejecimiento. El resultado es un modelo de adaptación a lo largo de la vida que dé cuenta de
los factores que están debajo del envejecimiento satisfactorio, un modelo en el que los
conceptos clave son los de selección, optimización y compensación.

La arquitectura fundamental (e incompleta) de la ontogenia humana

El primer nivel de análisis es una consideración global del desarrollo humano a lo largo del
ciclo vital, para tener en cuenta el papel que desempeñan las influencias biológicas y culturales
a lo largo del ciclo vital humano. Biología y cultura se presentan como grandes factores que
restringen las posibilidades evolutivas del ser humano y enmarcan la dirección de nuestro
cambio evolutivo, con independencia de que, por una parte, estas restricciones tengan un
cierto grado de flexibilidad que permita la variabilidad en las trayectorias evolutivas y la
plasticidad en el desarrollo individual a lo largo de la vida y de

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que, por otra, los propios factores biológicos y especialmente los culturales no sean
inmutables, sino que presentan cierto grado de cambio a su vez.

En este sentido, Baltes defienden que:

• La dinámica y la dirección de las influencias biológicas y culturalescambia a lo largo de


la vida.

• La arquitectura de la ontogenia humana es esencialmente incompleta, siendo más


evidente esta característica a medida que aumenta la edad de la persona.

Para concretar en qué sentido cambian las influencias biológicas y culturales y en qué medida
podemos hablar de un desarrollo ontogenético ‘incompleto’, Baltes y sus colaboradores
proponen tres grandes tendencias de cambio que configuran el ciclo vital humano desde este
macro nivel:

• Los beneficios de la evolución por selección natural decrecen con la edad

Como es bien sabido, nuestro genoma es en parte producto de unos procesos de selección
natural que han escogido aquel que nos beneficia más y fomenta la adaptación a nuestro
medio.

Sin embargo, es evidente que a medida que nos hacemos mayores, las formas en las que se
expresa este genoma son cada vez menos eficientes, menos beneficiosas para nuestra
adaptación. Esto es así quizá porque los procesos de selección natural están vinculados a la
reproducción selectiva de los individuos. Es decir, serán seleccionadas aquellas características
que permiten a los individuos reproducirse más, lo que implica una mayor probabilidad de
transmitir esas características a nuestra descendencia. De esta manera, las características que
son especialmente seleccionadas son aquellas que maximizan nuestras probabilidades de
llegar a reproducirnos, de llegar a una madurez sexual.

En consecuencia, el proceso que ha seleccionado nuestro genoma ha priorizado aquellas


características que se expresan principalmente antes y durante el periodo de madurez sexual,
no beneficiándose de este proceso de selección aquellas características que se expresan
después de este periodo, es decir, aquellas que aparecen en la vejez. Así, los efectos
perniciosos asociados a la edad avanzada, como ocurren una vez el sujeto se han
reproducido, noson objeto de selección natural que pueda optimizar nuestro genoma y tender a
eliminarlos.

Un ejemplo claro de este efecto son las enfermedades con base genética asociadas a la edad,
entre las que destaca, por su frecuencia y gravedad, la enfermedad de Alzheimer. Esta
enfermedad, de muy rara aparición antes de los 60 años, aumenta exponencialmente su
incidencia con el paso de los años, hasta llegar a afectar al 25% de las personas mayores de
80 años y al 50% de las personas que superan los 90 años. Enfermedades como esta,
que seproducen cuando la capacidad reproductiva del sujeto ya hace años que se ha perdido,
es imposible que sean eliminadas a través de procesos de selección natural.

Por otra parte, la mayoría de las teorías biológicas del envejecimiento reconocen e intentan
explicar esta pérdida de eficiencia del organismo con la edad. Entre estas teorías destacan:

• Las teorías de las mutaciones y los errores catastróficos, que enfatizan el papel que
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los pequeños errores en la sinterización de proteínas pueden tener, a largo plazo, en el
funcionamiento del organismo, al provocar otros errores en cadena que afectan a la eficiencia
de este funcionamiento a todos los niveles.

• Las teorías del uso y desgaste que equiparan el organismo a una complicada máquina
biológica que va perdiendo eficiencia a medida que se utiliza. Entre estas se encuentran las
propuestas que ponen de manifiesto el papel de radicales libres en el envejecimiento. Estos
radicales libres, unas sustancias que paradójicamente son producidas en reacciones químicas
esenciales para la vida contendrían oxígeno en un estado altamente activo, por lo que
fácilmente reaccionan y se unen a otras moléculas de la célula. Esta oxidación acaba alterando
el funcionamiento normal de la célula. Estas teorías,a diferencia de las anteriores, no tienen por
qué tener una base genética.

En conjunto y desde una perspectiva del ciclo vital, estos efectos pueden ser contemplados
como parte del tributo a pagar por la conservación y el crecimiento de eficiencia en las
primeras décadas de la vida. Pueden ser vistos como una especie de ‘efecto secundario’ (o
‘colateral’, ahora que esta terminología está desgraciadamente de moda) de las ganancias que
experimentamos durante nuestro crecimiento (Baltes, Lindenberger y Staudinger, 1999; p.
1037). De hecho, quizá los mismos genes que aseguran este crecimiento son luego también
los responsables (cuando nuestra capacidad reproductiva está agotada) de provocar los daños
biológicos asociados al envejecimiento.

• La necesidad de cultura se incrementa con la edad

Una segunda característica fundamental de la arquitectura del ser humano, desde la


perspectiva de la psicología del ciclo vital, es la cada vez mayor necesidad de recursos
culturales a medida que nos hacemos mayores.

Por una parte, para que el ser humano haya alcanzado los potenciales que está mostrando en
nuestra actual época histórica, es necesario haber aprovechado y haberse apropiado de
recursos culturales que han sido generados a lo largo de miles de años de historia. Este
aprovechamiento de la cultura para llegar a nuestro máximo potencial ha de alcanzar los
niveles más elevados cuando nos adentramos en el proceso de envejecimiento. A partir de
este aprovechamiento de sofisticados artefactos culturales podemos no sólo lograr nuestro
potencial, sino vivir cada vez más años y de forma más eficiente en edades avanzadas.

Evidentemente, este aumento de la necesidad de cultura a medida que envejecemos está


íntimamente vinculado al debilitamiento biológico del que hablábamos en párrafos anteriores: la
cultura de alguna manera se utiliza para compensar unos recursos biológicos que se debilitan
con la edad, y a sólo a partir del uso extensivo de la cultura (cultura entendida desde un punto
de visto material, social, económico, psicológico, etc.) podemos concebir el mantenimiento
(o incluso la mejora en algunas facetas) de nuestro funcionamiento a medida que pasan los.
Desde este punto de vista, avances culturales como los cuidados médicos, ciertos
instrumentos tecnológicos (las gafas, los marcapasos, las dentaduras postizas) o incluso
instituciones como los mecanismos de protección social o de compensación económica etc.
cumplen este papel de sustitución y apoyo que ayuda a mantener el funcionamiento cotidiano
ante una situación de recursos biológicos debilitados. Por ello los recursos culturales son cada
vez más necesarios.

• La eficiencia de la cultura decrece con la edad

Una tercera y última proposición fundamental respecto a la arquitectura fundamental del ser
humano se refiere a la eficiencia cambiante en función de la edad de los recursos culturales.

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En concreto, se propone que, debido fundamentalmente al declive biológico, la efectividad de
los artefactos culturales (materiales, económicos, psicológicos, sociales, etc.) en el
mantenimiento o promoción de nuestro funcionamiento tiende a ser cada vez menor a medida
que envejecemos. Por ejemplo, si tomamos el caso del aprendizaje de nuevas habilidades, el
envejecimiento parece implicar una mayor necesidad de práctica, tiempo y recursos en
comparación con los necesarios para los jóvenes para llegar a unos niveles de rendimiento
similares a los de ellos e, incluso para al menos ciertas áreas, ni siquiera con esta mayor
inversión de recursos de todo tipo los mayores van a poder llegar a niveles de rendimiento que
los jóvenes sí pueden

Además de las razones de tipo biológico, Baltes, Staudinger y Lindenberger (1999; p. 476)
también mencionan la gran cantidad de beneficio acumulado a partir de la cultura como un
factor que hace que subsecuentes intervenciones culturales tengan un relativo poco efecto
(sean relativamente menos eficientes)en el funcionamiento de la persona.

Así, Baltes y sus colaboradores hablan de una ‘arquitectura humana incompleta’: es muy
eficiente al principio de la vida, pero no ha resuelto con igual eficiencia el resto, convirtiéndose
nuestro organismo en menos efectivo y capaz de generar o mantener niveles elevados de
funcionamiento a medida que pasa el tiempo La cultura, como hemos visto, es un elemento
que compensa parte de estas limitaciones, pero cuya capacidad de ‘completar’ del todo esta
arquitectura disminuye con los años.

En conjunto, las tres proposiciones forman un esqueleto general, un guión con el que, en
opinión de Baltes, toda teoría del ciclo vital (y del envejecimiento, especialmente) tendría que
tener en cuenta. Así, cualquier teoría que pretenda describir y explicar el desarrollo a lo largo
del ciclo vital debería ser consistente con estos principios. Esta necesidad de consistencia
implica, por ejemplo, que:

• Una teoría del envejecimiento que contemple únicamente ganancias (en la línea de las
teorías de la infancia de las que disponemos en la actualidad) sea probablemente falsa, al no
tener en cuenta este carácter incompleto de la ontogenia humana.

• Una teoría del envejecimiento que plantee la presencia de ciertas ganancias en el


mantenimiento de cierto funcionamiento a lo largo del proceso de envejecimiento debe
fundamentarse en cuestiones de tipo cultural, y argumentar cómo estos fenómenos culturales
son capaces de sostener ese funcionamiento a pesar del declive biológico o de la pérdida de
eficacia de la cultura con la edad.

Baltes, resumen su posición de la siguiente manera:

‘El futuro de la vejez, por lo tanto, dependerá en buena medida de nuestra capacidad para
generar y emplear la cultura y la tecnología basada en la cultura para compensar una
arquitectura biológica incompleta, un decremento en el funcionamiento biológico asociado a la
edad, una brecha cada vez mayor entre la mente y el organismo’ (Baltes, Lindenberger y
Staudinger, 1998; p. 1039-1040)

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En un intento por concretar más estos fundamentos del desarrollo y como pueden ser
aplicados a lo largo del ciclo vital, Baltes y sus colaboradores distinguen tres metas en el
desarrollo evolutivo:

• El crecimiento, entendido como comportamientos destinados a alcanzar niveles más


elevados de funcionamiento o de capacidad adaptativa.

• El mantenimiento (que incluye la recuperación o resilience), entendido como


comportamientos destinados a mantener el nivel de funcionamiento actual a pesar de la
presencia de desafíos u amenazas, o también el retorno a niveles previos de funcionamiento
tras haber experimentado una pérdida.

• La regulación de la pérdida, entendida como la reorganización del funcionamiento en


niveles inferiores tras una pérdida de recursos externos o internos que hace imposible el
mantenimiento de niveles de funcionamiento anteriores.

Una vez definidas estas metas, y en congruencia con los fundamentos de la arquitectura de la
ontogenia humana antes comentados, para Baltes y sus colaboradores a lo largo del ciclo vital
se observa una distribución cambiante de los recursos disponibles (biológicos o culturales) en
cada una de esas metas: mientras en la infancia la mayoría de los recursos se invierten en la
meta evolutiva del crecimiento, esta meta recibe menos inversiones a medida que pasan los
años. En cambio, para las otras dos metas, la trayectoria evolutiva es la contraria: pocas
inversiones de recursos en los primeros años, cada vez mayor la inversión a lo largo de la
vida hasta llegar a la vejez, en las que son las metas evolutivas fundamentales a las que se
dedican la práctica totalidadde los recursos disponibles.

Psicología del lifespan: presupuestos metateóricos

Una vez establecidos los principios fundamentales que definen ‘el campo de juego’ con el que
tenemos que trabajar al estudiar el envejecimiento, los psicólogos del lifespan se encuentran
incómodos con el concepto de desarrollo que se ha mantenido tradicionalmente desde la
Psicología Evolutiva, un concepto de desarrollo vinculado esencialmente al desarrollo infantil y
que contempla sólo ganancias hasta llegar a una meta final (la madurez) que se alcanza de
manera relativamente temprana desde una perspectiva del ciclo vital.

Al definir un nuevo concepto de desarrollo que permita estudiar desde una perspectiva
evolutiva todo el ciclo vital, los psicólogos del lifespan definen también, como veremos,
sus opciones epistemológicas. Estos principios representan una capa intermedia entre las
asunciones fundamentales que ya hemos visto y los modelos y teorías concretas que permiten
explican procesos evolutivos específicos, más cercanos a lo empírico.

¿Cuáles son los principios que definen el nuevo concepto de desarrollo de acuerdo con
los psicólogos del lifespan? Vamos a destacar cuatro de ellos

Desarrollo como un proceso de adaptación selectiva

El desarrollo deja de entenderse como un único proceso uniforme y normativo de crecimiento


que atañe sólo a la infancia. Para la psicología lifespan el desarrollo abarca la totalidad del ciclo
vital, desde el nacimiento hasta la muerte y comprende todos y cada uno de los procesos de
cambio en sentido amplio que se dan a lo largo de la vida, sin que unas etapas tengan
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preeminencia o sean más importantes que otras.

Estos procesos de cambio se entienden que no necesariamente han de seguir patrones fijos y
predeterminados, sino que pueden diferir entre ellos tanto en dirección (hay cambios que
implican crecimiento en términos psicológicos, mientras otros implican declive) como en
temporalidad (el cambio puede producirse en cualquier punto del ciclo vital, tener una duración
variable y terminar también en cualquier punto de la vida). Todos los cambios, los cortos y los
que duran gran cantidad de tiempo, los positivos y los negativos, pueden considerarse dentro
del concepto amplio de desarrollo, que no se agota sólo en el crecimiento. Desde este punto de
vista, el crecimiento es sólo una clase particular de fenómeno evolutivo, no el fenómeno
evolutivo por excelencia.

En conjunto, podemos hablar de una multidimensionalidad del desarrollo. Los procesos de


cambio no afectan necesariamente por igual a todas las dimensiones del ser humano ni en el
mismo momento. Así, mientras algunas de estas dimensiones pueden observar cambios
positivos en determinado momento evolutivo, simultáneamente en otras pueden darse
procesos de cambio negativo o pueden permanecer estables.

Esta perspectiva permite a Baltes y sus colaboradores definir el desarrollo como un


cambio relacionado con la edad y selectivo en la capacidad adaptativa de la persona. El
desarrollo se entiende no como un despliegue de potencialidades, sino como un proceso de
selección, a lo largo de la vida, de una serie de posibilidades y trayectorias evolutivas y que
experimentan un proceso de optimización una vez se eligen y la persona se implica en ellas.

Este concepto de desarrollo presenta una mayor apertura y flexibilidad que el tradicional
basado en la idea de crecimiento, maduración y meta final, reflejando una perspectiva
funcionalista. Desde este punto de vista, la multidireccionalidad de trayectorias también se
enfatiza. No existe una única trayectoria de desarrollo posible, ya que el desarrollo no se
concibe como un proceso normativo. Además de reconocer las diferencias intraindividuales
con la idea de multidimensionalidad, también se reconocen las diferencias interindividuales,
producto del intento de adaptarse a las condiciones particulares de vida que afectan al
individuo.

Desarrollo como una dinámica entre pérdidas y ganancias

El desarrollo se entiende como siempre constituido por pérdidas y ganancias. Los cambios en
la capacidad adaptativa pueden ser positivos o negativos, pero en cualquier caso un cambio en
esta capacidad siempre puede implicar diferentes consecuencias dependiendo de los criterios
que escojamos y del contexto en el que se produzca. De una manera radical, se afirma incluso
que, al contrario de lo que se afirma desde la visión clásica del desarrollo, no existen ganancias
evolutivas sin pérdidas y no existen pérdidas evolutivas sin ganancias.

El desarrollo no es un proceso monolítico de sólo ganancia o sólo pérdida, sino un sistema


cambiante y dinámico en el que interaccionan pérdida y ganancias en capacidad adaptativa.
Esta coocurrencia de pérdidas y ganancias caracteriza todo el ciclo vital, y se pone de
manifiesto tanto en las etapas que tradicionalmente han sido consideradas sólo de pérdidas (la
vejez) como en aquellas que únicamente han sido concebidas en función de las ganancias (la
infancia). Así, en el caso de la infancia se enfatizan las consecuencias secundarias negativas
que pueden tener ciertos avances (por ejemplo, al aprender a vocalizar, se mejora en la
producción de ciertos sonidos de la lengua del contexto, pero se pierde la capacidad para
captar y producir sonidos de otras lenguas). En el caso de la vejez, la psicología lifespan
enfatiza en sus estudios aspectos de mantenimiento o ganancia que se dan en las últimas
fases de la vida.

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Así, lo que podemos entender como ganancia, nunca se da en estado puro, sino asociado a
ciertas pérdidas. Por ejemplo, las ganancias que surgen del proceso de especialización en
ciertas tareas, que nos ayudan a alcanzar niveles de rendimiento muy altos en ellas, pueden
llegar a tener efectosnegativos en otros dominios de comportamiento.

Importancia de la plasticidad

Implícita en la visión que estamos comentando se encuentra la idea de que no existe una
trayectoria de desarrollo fijada de antemano para los individuos. Cada uno de nosotros dispone
de un cierto rango de maniobra, de un potencial de flexibilidad que concreta en cierta trayectoria
y ciertas elecciones y transformaciones, pero que en determinado momento puede modificar
hasta cierto punto. En cualquier momento de la vida podemos cambiar, y nuestra composición
biológica, nuestra cultura o nuestras elecciones pasadas sólo hacen más fácil o probable, pero
no determinan de manera estricta, nuestra evolución futura.

En el caso del envejecimiento, esta noción de plasticidad implica que las personas mayores
pueden también cambiar y modificar ciertos procesos evolutivos, lo que, por otra parte, es el
fundamento de cualquier programa o intervención que tenga por objeto esta etapa de la vida.

La plasticidad, sin embargo, tiene ciertos límites, y estos límites parece que se relacionan con
la edad.

La idea de plasticidad añade todavía más pluralismo y flexibilidad a la idea de desarrollo: toda
trayectoria evolutiva es una concreción entre las muchas que podrían ser posibles y que
puede, dentro de ciertos límites, cambiar en cualquier momento.

Importancia del contexto y de la historia

La psicología del lifespan plantea un marco de explicación complejo en el que los factores
relacionados con el contexto sociocultural e histórico que rodea al individuo pasan a jugar un
papel fundamental.

El individuo se desarrolla en un escenario sociocultural que le proporciona tanto oportunidades


como restricciones evolutivas, escenario que coexiste con las posibilidades y oportunidades de
carácter biológico. En concreto, consideran un modelo multicausal en el que se pueden
diferenciar tres conjuntos de factores antecedentes que influyen en el desarrollo del individuo,
en la producción de procesos de cambio evolutivo:

• Influencias normativas relacionadas con la: hacen referencia a factores biológicos o


sociales que muestran una alta correlación con la edad de los individuos. Es decir,
aparecen generalmente a una edad determinada. Dentro de este grupo caben tanto las
tradicionales influencias biológico-madurativas, como otros factores sociales (por ejemplo, el
proceso de socialización temprana) que muestran una gran homogeneidad interindividual en la
forma y momento de aparición. Son responsables de los grandes rasgos en los que se parece
el desarrollo de todas las personas.

• Influencias normativas relacionadas con la historia: hacen referencia a factores también


de tipo biológico o social que influencian de manera generalizada a todos los individuos en un
momento dado, pero que son específicos de ese momento histórico. Pueden incluir influencias
lentas o a largo plazo (como por ejemplo el proceso de cambio tecnológico), y otras más
puntuales y específicas (por ejemplo, una guerra, una epidemia o una revolución). Se suele
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hacer referencia a este tipo de determinantes como factores generacionales o de cohorte. Son
los responsables de que los miembros de una determinada generación, por el hecho de haber
vivido las mismas experiencias históricas, muestren cierto parecido.

• Influencias no-normativas: se refieren a factores biológicos o sociales que afectan a


individuos concretos, no a la generalidad, en un momento dado de sus vidas, sin seguir
patrones ni secuencias fijas. Por ejemplo, este tipo de eventos pueden afectar a la esfera
laboral (cierre de la empresa en la que se trabaja), familiar (divorcio, orfandad), o de la salud
(accidente grave). Como representantes de las experiencias vitales únicas, estos factores son
responsables de gran parte de las diferencias interindividuales, sobre todo en personas de la
misma generación.

Todos estos factores interaccionan entre ellos a la hora de producir un determinado cambio y,
a su vez, son capaces de evolucionar y cambiar. También es importante destacar como su
influencia no es exacta ni igual en todos los individuos, existiendo siempre un margen de
variabilidad individual aun en personas expuestas a los mismos factores. En suma, podemos
decir que la perspectiva del ciclo vital aspira al estudio de un individuo cambiante en un entorno
biosocial también en transformación.

La psicología del lifespan, no obstante, admite que la fuerza e importancia de cada una de las
categorías de determinantes no es la misma en todos los puntos del ciclo vital y, es más, se
encuentra relacionada con la edad. En concreto, afirman (Baltes, 1979; p. 267) que durante
la infancia los factoresmás relevantes son aquellos normativos relacionados con la edad, que
son precisamente los que enfatizan la regularidad y homogeneidad de los cambios. Esta es la
razón por la que el modelo unidireccional de desarrollo se ajusta tanto al estudio de la infancia:
es la etapa más influida por cambios generales que se dan en secuencias y patrones muy
correlacionados con la edad, además de, como vimos anteriormente, ser la etapa en la que el
balance ganancias-pérdidas es más favorable a las primeras.

Sin embargo, más allá de la adolescencia la regularidad de los factores biosociales que se da
en la infancia se perdería y se entraría en etapas más abiertas y variables, en las que las
influencias normativas relacionadas con la edad dejarían de marcar su huella y serían los
factores normativos relacionados con la historia y los no normativos los que determinarían la
gran mayoría de los cambios evolutivos que se producen. Así, si aceptamos esta relación, en la
adultez y la vejez son los factores sociales e históricos y los life- events propios de cada
persona los que nos resultan básicos para entender el desarrollo. De esta manera la vejez no
se contemplaría como una etapa homogénea marcada únicamente por el declive, sino como
una etapa en la que quizá se den más diferencias individuales, ya que en ella se manifestarían
las huellas de toda una vida de experiencias vitales particulares.

La Psicología Evolutiva ante el reto del envejecimiento

En las anteriores secciones se ha defendido el tratamiento evolutivo de los cambios


psicológicos que tienen lugar más allá de la adolescencia, pese a que históricamente, como se
ha argumentado, este interés nació de forma relativamente tardía y se ha mantenido en
numerosas ocasiones en un terreno acotado, separado del resto de estudios evolutivos.

La perspectiva evolutiva no sólo es importante debido a que el tiempo y el cambio en el tiempo


son componentes definitorios del proceso de envejecimiento. Evidentemente, los cambios más
allá de la adolescencia son fenómenos tan evolutivos como lo puede ser el crecimiento en la
infancia, y obtendríamos una visión incompleta del ser humano si restringiésemos el estudio
evolutivo a sólo uno de los fenómenos y no a los otros. En nuestra opinión, sin embargo, la
relevancia evolutiva del desarrollo más allá de la adolescencia y, más especialmente, del
envejecimiento, va más allá incluso de la mejora en la comprensión de la segunda mitad de la
vida que pueda aportar. El envejecimiento coloca a la persona en unas condiciones extremas,
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tanto desde el punto de vista biológico como cultural. Biológicamente, la persona se encuentra
con un organismo cada vez menos funcional y que resulta una barrera para realizar muchas de
las actividades que antes se llevaban a cabo. Desde un punto de vista cultural las condiciones
también son extremas: la necesidad de apoyos culturales, no sólo en forma de instrumentos
tecnológicos, sino también en forma de significados paliativos, de apoyos sociales, de
recursos económicos, etc. es cada vez mayor. En una situación como esta, la capacidad o la
falta de capacidad de la persona para adaptarse a las nuevas circunstancias y para, a pesar de
todo, superar ciertos impedimentos, nos dice mucho acerca de los límites evolutivos de la
persona y enriquece los matices de este concepto en sentidos que no se ponen en juego en
otras fases del ciclo vital. Al igual que examinar el origen y formación de las capacidades
psicológicas ha sido una estrategia fructífera para entender su estructura y funcionamiento
adulto (el método genético, que une tanto a Piaget como a Vigotski), observar cómo
evolucionan en las condiciones menos favorables del envejecimiento nos puede ofrecer
también valiosas claves sobreesta estructura y funcionamiento.

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