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EL DESARROLLO ADULTO Y
EL ENVEJECIMIENTO COMO
PSICOLOGÍA EVOLUTIVA
LA PSICOLOGÍA LIFESPAN
La arquitectura fundamental (e incompleta) de la ontogenia humana
Psicología del lifespan: presupuestos metateóricos
Hasta el momento hemos repasado las corrientes y perspectivas teóricas más relevantes para
el estudio del desarrollo. Sin embargo, al hablar de desarrollo, la mayoría de estas corrientes
están hablando, implícitamente, de desarrollo en la infancia y adolescencia, y es en esta etapa
de la vida a la que dirigen sus esfuerzos de investigación.
Nos podemos preguntar si, la Psicología del desarrollo se ha de restringir al estudio del cambio
sólo en ciertas fases del ciclo vital. En este sentido, en este capítulo expondremos diversos
intentos de construir teorías evolutivas que abarquen todo el ciclo vital humano y cómo estas
teorías están generando interesantes áreas de investigación. Nos centraremos especialmente,
más que en el desarrollo adulto, en el envejecimiento, ya que es este proceso, como veremos,
el que resulta especialmente problemático desde teorías tradicionales del desarrollo.
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En este sentido, es un hecho que el estudio científico del desarrollo más allá de la adolescencia
y, en especial aquel que se interesa por el proceso de envejecimiento, ha experimentado en
los últimos años un crecimientoexponencial, sólo comparable al aumento de la conciencia de la
importancia de este proceso y sus implicaciones diversas en un mundo como el nuestro, en el
que la proporción de personas mayores aumenta de manera continua.
Pese a ello, y a diferencia lo que sucede con procesos similares que acontecen en otras fases
del ciclo vital (como, típicamente, el desarrollo en la infancia y adolescencia) el tratamiento
evolutivo del envejecimiento no ha sido el históricamente primero en abordar los cambios
psicológicos en las últimas décadas de la vida y, aún hoy, comparte su estudio con otras
perspectivas de gran tradición en este ámbito, como son las de corte psicobiológico, las
psicopatológicas o las relacionadas con la evaluación psicológica.
Una de las razones fundamentales que explica tanto la tardanza en la aparición de una
psicología del desarrollo adulto y la vejez como su separación de la psicología infantil radica en
la presencia, de un concepto de desarrollo que favorece la oposición entre desarrollo y
envejecimiento.
Las raíces de este concepto de desarrollo hemos de buscarlas en la psicología que se hacía
antes de la Segunda Guerra Mundial.
• Son cambios en las estructuras y funciones del individuo que se dan altamente
correlacionados con la edad y paralelamente a los cambios
biológicos que experimenta ese individuo que se conceptualizan como maduración o
crecimiento físico.
• Si el desarrollo es una progresión, es una progresión hacia algo, es decir, existe una
meta específica hacia la que la persona avanza en su proceso de desarrollo. El desarrollo
puede de esta manera contemplarse como undespliegue de las potencialidades de la persona
que culmina en un momento de progresión máxima, típicamente al final de la adolescencia o
en la adultez, momento en el que la persona presenta unos parámetros de funcionamiento
óptimos. Por otra parte, esta meta a alcanzar, muchas veces prefijada deantemano, es el punto
de comparación que permite conocer si el sentido de determinado cambio evolutivo es o no
‘desarrollo’: sólo lo será si permiteacercarse a la meta.
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es decir, a la infancia y adolescencia, y el relativo olvido del estudio de las fases vitales
posteriores desde la Psicología Evolutiva.
Esta circunstancia no sólo provocó el relativo poco interés del envejecimiento desde una
perspectiva evolutiva, sino que contribuyó a que, a medida que los estudios sobre
envejecimiento y vejez fueron menudeando, se configurase una especie de
‘compartimentación’ de la Psicología Evolutiva en función de las diferentes etapas en las que
se puede dividir el ciclo vital.
Por otra parte, esta concepción maduracionista del desarrollo que hemos venido comentando
provoca que cuando se estudia el envejecimiento desde la psicología se haga, al menos hasta
los años 70, desde un punto de vista también maduracionista asimilándolo a deterioro y
declive. En concreto, esta preeminencia de los factores biológico-involutivos en el concepto de
envejecimiento psicológico se ve favorecida por al menos dos caminos.
En primer lugar, la tardanza con que se aborda el envejecimiento desde la psicología hace
que, en un primer momento, el envejecimiento se estudie principalmente desde un punto
de vista biológico. Debido a que, desde un punto de vista biológico, el envejecimiento se
equipara a pérdida y deterioro, estos conceptos tiñen también el estudio del envejecimiento de
las estructurasy funciones psicológicas.
• Una última fase, que comprendería las décadas finales de la vida, conun punto final
claro (la muerte), pero sin un punto de inicio demasiado concreto, en la que experimentaría un
declive de todas esas estructuras y funciones que habían aparecido y progresado en las
primeras fases, declive que se acentuaría con el paso de los años. Estos cambios negativos
se etiquetarían como ‘envejecimiento’.
• Una fase intermedia, mal definida, con límites relativamente difusos, en la que esas
estructuras y funciones se mantendrían en un nivel óptimo y más o menos estables, sin
cambios demasiado significativos.
Como podemos observar, el modelo evolutivo resultante podría ser representado por una curva
en forma de U invertida
De aquí se deriva que el envejecimiento presente las mismas cualidades que antes habíamos
mencionado para la noción tradicional de desarrollo, sólo que en sentido contrario. En
concreto, el envejecimiento se concibe como un conjunto de cambios evolutivos con las
siguientes características:
• Son unilateralmente negativos. Suponen una pérdida que daña la capacidad del
individuo para adaptarse al medio y, por ello, incrementan la posibilidad de muerte.
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• Únicamente aparecen en las últimas etapas de la vida, paralelamente al deterioro
biológico.
• Es un proceso de carácter universal que sufren todos los individuos de manera similar.
• El envejecimiento sigue una secuencia prefijada de deterioro y pérdida cada vez más
acentuada.
Frente a esta visión que hacía equivaler el envejecimiento a declive se alzó en los años 70 la
voz de los psicólogos del lifespan, que, como veremos, abogan por una reconceptualización
del concepto de desarrollo para dar cabida a todaslas etapas vitales.
Por otra parte, considerar el envejecimiento psicológico como un proceso de declive paralelo al
envejecimiento biológico (y, quizá en el fondo, provocado porél) ha configurado la psicología del
envejecimiento como una psicología que yadesde su mismo nacimiento ha tenido por una parte
una vocación multidisciplinar, teniendo muy en cuenta los procesos biológicos que subyacen al
envejecimiento, y por otra una vocación de ciencia aplicada, que ha prestado especial interés a
los problemas que rodean el envejecimiento. Sin duda estas características son parte de las
razones que han impulsado la importancia que tienen en este ámbito de estudio las
perspectivas psicobiológicas, psicopatológicas y de evaluación, pero sin duda han marcado
también la perspectiva evolutiva del estudio del envejecimiento psicológico.
En los últimos años de la década de los 70 una serie de manifestaron desde el ámbito de la
Psicología Evolutiva su insatisfacción con los presupuestos del modelo de desarrollo
imperante, proponiendo una nueva perspectiva que tuviera en cuenta la evolución de la
persona a lo largo de todo el ciclo vital.
En el nacimiento de esta nueva perspectiva, pronto bautizada como enfoque del ciclo vital
(lifespan) En concreto, Baltes cita tres hechos en relación con el aumento de dicho interés:
• Cambios demográficos que comportan una mayor importancia numérica relativa del
estrato de edades que habitualmente se considera como ‘vejez’ y, en consecuencia, aumento
del interés por la problemática de este colectivo de población.
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El objetivo fundamental que se plantea desde estas perspectivas es reintegrar dentro del
campo de estudio de la Psicología Evolutiva todas las etapas del ciclo vital, reclamando la vida
entera como unidad de análisis evolutivo sin enfatizar determinadas edades por encima de
otras y con un mismo esquema explicativo común a todas ellas. Según quizá su máximo
portavoz, el enfoque life-span ‘implica el estudio de la constancia y el cambio en el
comportamientoa través de toda la vida (ontogénesis), desde la concepción hasta la muerte. La
meta es obtener conocimientos acerca de los principios generales del desarrollo vital y acerca
el grado y condiciones de la modificabilidad y plasticidad individual del desarrollo’ (Baltes,
1987; p. 611, la traducción es nuestra).
La primera tarea con la que se tienen que enfrentar este grupo de investigadores es rebatir los
supuestos relativos al desarrollo que habían dominado la Psicología Evolutiva desde su
nacimiento como disciplina científica. Por ello, encontramos junto a las investigaciones de tipo
empírico numerosos escritos de carácter teórico que pretenden consolidar las bases de una
nueva forma de contemplar el ciclo vital humano en general y el envejecimiento en particular.
Las propuestas del lifespan han tenido un eco importante en la Psicología Evolutiva y hoy en
día, por ejemplo, todos los manuales evolutivos las recogen como un marco teórico relevante y
hablan de la Psicología Evolutiva como una disciplina científica que tiene por objeto el estudio
del cambio a lo largo de todoel ciclo vital.
LA PSICOLOGÍA LIFESPAN
La psicología lifespan
Baltes y su equipo centran sus esfuerzos en concretar los postulados de la psicología del ciclo
vital en un modelo más específico y cercano a lo empírico que pueda describir, explicar y
predecir la dinámica del cambio a lo largo de la vida, y especialmente durante el
envejecimiento. El resultado es un modelo de adaptación a lo largo de la vida que dé cuenta de
los factores que están debajo del envejecimiento satisfactorio, un modelo en el que los
conceptos clave son los de selección, optimización y compensación.
El primer nivel de análisis es una consideración global del desarrollo humano a lo largo del
ciclo vital, para tener en cuenta el papel que desempeñan las influencias biológicas y culturales
a lo largo del ciclo vital humano. Biología y cultura se presentan como grandes factores que
restringen las posibilidades evolutivas del ser humano y enmarcan la dirección de nuestro
cambio evolutivo, con independencia de que, por una parte, estas restricciones tengan un
cierto grado de flexibilidad que permita la variabilidad en las trayectorias evolutivas y la
plasticidad en el desarrollo individual a lo largo de la vida y de
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que, por otra, los propios factores biológicos y especialmente los culturales no sean
inmutables, sino que presentan cierto grado de cambio a su vez.
Para concretar en qué sentido cambian las influencias biológicas y culturales y en qué medida
podemos hablar de un desarrollo ontogenético ‘incompleto’, Baltes y sus colaboradores
proponen tres grandes tendencias de cambio que configuran el ciclo vital humano desde este
macro nivel:
Como es bien sabido, nuestro genoma es en parte producto de unos procesos de selección
natural que han escogido aquel que nos beneficia más y fomenta la adaptación a nuestro
medio.
Sin embargo, es evidente que a medida que nos hacemos mayores, las formas en las que se
expresa este genoma son cada vez menos eficientes, menos beneficiosas para nuestra
adaptación. Esto es así quizá porque los procesos de selección natural están vinculados a la
reproducción selectiva de los individuos. Es decir, serán seleccionadas aquellas características
que permiten a los individuos reproducirse más, lo que implica una mayor probabilidad de
transmitir esas características a nuestra descendencia. De esta manera, las características que
son especialmente seleccionadas son aquellas que maximizan nuestras probabilidades de
llegar a reproducirnos, de llegar a una madurez sexual.
Un ejemplo claro de este efecto son las enfermedades con base genética asociadas a la edad,
entre las que destaca, por su frecuencia y gravedad, la enfermedad de Alzheimer. Esta
enfermedad, de muy rara aparición antes de los 60 años, aumenta exponencialmente su
incidencia con el paso de los años, hasta llegar a afectar al 25% de las personas mayores de
80 años y al 50% de las personas que superan los 90 años. Enfermedades como esta,
que seproducen cuando la capacidad reproductiva del sujeto ya hace años que se ha perdido,
es imposible que sean eliminadas a través de procesos de selección natural.
Por otra parte, la mayoría de las teorías biológicas del envejecimiento reconocen e intentan
explicar esta pérdida de eficiencia del organismo con la edad. Entre estas teorías destacan:
• Las teorías de las mutaciones y los errores catastróficos, que enfatizan el papel que
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los pequeños errores en la sinterización de proteínas pueden tener, a largo plazo, en el
funcionamiento del organismo, al provocar otros errores en cadena que afectan a la eficiencia
de este funcionamiento a todos los niveles.
• Las teorías del uso y desgaste que equiparan el organismo a una complicada máquina
biológica que va perdiendo eficiencia a medida que se utiliza. Entre estas se encuentran las
propuestas que ponen de manifiesto el papel de radicales libres en el envejecimiento. Estos
radicales libres, unas sustancias que paradójicamente son producidas en reacciones químicas
esenciales para la vida contendrían oxígeno en un estado altamente activo, por lo que
fácilmente reaccionan y se unen a otras moléculas de la célula. Esta oxidación acaba alterando
el funcionamiento normal de la célula. Estas teorías,a diferencia de las anteriores, no tienen por
qué tener una base genética.
En conjunto y desde una perspectiva del ciclo vital, estos efectos pueden ser contemplados
como parte del tributo a pagar por la conservación y el crecimiento de eficiencia en las
primeras décadas de la vida. Pueden ser vistos como una especie de ‘efecto secundario’ (o
‘colateral’, ahora que esta terminología está desgraciadamente de moda) de las ganancias que
experimentamos durante nuestro crecimiento (Baltes, Lindenberger y Staudinger, 1999; p.
1037). De hecho, quizá los mismos genes que aseguran este crecimiento son luego también
los responsables (cuando nuestra capacidad reproductiva está agotada) de provocar los daños
biológicos asociados al envejecimiento.
Por una parte, para que el ser humano haya alcanzado los potenciales que está mostrando en
nuestra actual época histórica, es necesario haber aprovechado y haberse apropiado de
recursos culturales que han sido generados a lo largo de miles de años de historia. Este
aprovechamiento de la cultura para llegar a nuestro máximo potencial ha de alcanzar los
niveles más elevados cuando nos adentramos en el proceso de envejecimiento. A partir de
este aprovechamiento de sofisticados artefactos culturales podemos no sólo lograr nuestro
potencial, sino vivir cada vez más años y de forma más eficiente en edades avanzadas.
Una tercera y última proposición fundamental respecto a la arquitectura fundamental del ser
humano se refiere a la eficiencia cambiante en función de la edad de los recursos culturales.
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En concreto, se propone que, debido fundamentalmente al declive biológico, la efectividad de
los artefactos culturales (materiales, económicos, psicológicos, sociales, etc.) en el
mantenimiento o promoción de nuestro funcionamiento tiende a ser cada vez menor a medida
que envejecemos. Por ejemplo, si tomamos el caso del aprendizaje de nuevas habilidades, el
envejecimiento parece implicar una mayor necesidad de práctica, tiempo y recursos en
comparación con los necesarios para los jóvenes para llegar a unos niveles de rendimiento
similares a los de ellos e, incluso para al menos ciertas áreas, ni siquiera con esta mayor
inversión de recursos de todo tipo los mayores van a poder llegar a niveles de rendimiento que
los jóvenes sí pueden
Además de las razones de tipo biológico, Baltes, Staudinger y Lindenberger (1999; p. 476)
también mencionan la gran cantidad de beneficio acumulado a partir de la cultura como un
factor que hace que subsecuentes intervenciones culturales tengan un relativo poco efecto
(sean relativamente menos eficientes)en el funcionamiento de la persona.
Así, Baltes y sus colaboradores hablan de una ‘arquitectura humana incompleta’: es muy
eficiente al principio de la vida, pero no ha resuelto con igual eficiencia el resto, convirtiéndose
nuestro organismo en menos efectivo y capaz de generar o mantener niveles elevados de
funcionamiento a medida que pasa el tiempo La cultura, como hemos visto, es un elemento
que compensa parte de estas limitaciones, pero cuya capacidad de ‘completar’ del todo esta
arquitectura disminuye con los años.
En conjunto, las tres proposiciones forman un esqueleto general, un guión con el que, en
opinión de Baltes, toda teoría del ciclo vital (y del envejecimiento, especialmente) tendría que
tener en cuenta. Así, cualquier teoría que pretenda describir y explicar el desarrollo a lo largo
del ciclo vital debería ser consistente con estos principios. Esta necesidad de consistencia
implica, por ejemplo, que:
• Una teoría del envejecimiento que contemple únicamente ganancias (en la línea de las
teorías de la infancia de las que disponemos en la actualidad) sea probablemente falsa, al no
tener en cuenta este carácter incompleto de la ontogenia humana.
‘El futuro de la vejez, por lo tanto, dependerá en buena medida de nuestra capacidad para
generar y emplear la cultura y la tecnología basada en la cultura para compensar una
arquitectura biológica incompleta, un decremento en el funcionamiento biológico asociado a la
edad, una brecha cada vez mayor entre la mente y el organismo’ (Baltes, Lindenberger y
Staudinger, 1998; p. 1039-1040)
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En un intento por concretar más estos fundamentos del desarrollo y como pueden ser
aplicados a lo largo del ciclo vital, Baltes y sus colaboradores distinguen tres metas en el
desarrollo evolutivo:
Una vez definidas estas metas, y en congruencia con los fundamentos de la arquitectura de la
ontogenia humana antes comentados, para Baltes y sus colaboradores a lo largo del ciclo vital
se observa una distribución cambiante de los recursos disponibles (biológicos o culturales) en
cada una de esas metas: mientras en la infancia la mayoría de los recursos se invierten en la
meta evolutiva del crecimiento, esta meta recibe menos inversiones a medida que pasan los
años. En cambio, para las otras dos metas, la trayectoria evolutiva es la contraria: pocas
inversiones de recursos en los primeros años, cada vez mayor la inversión a lo largo de la
vida hasta llegar a la vejez, en las que son las metas evolutivas fundamentales a las que se
dedican la práctica totalidadde los recursos disponibles.
Una vez establecidos los principios fundamentales que definen ‘el campo de juego’ con el que
tenemos que trabajar al estudiar el envejecimiento, los psicólogos del lifespan se encuentran
incómodos con el concepto de desarrollo que se ha mantenido tradicionalmente desde la
Psicología Evolutiva, un concepto de desarrollo vinculado esencialmente al desarrollo infantil y
que contempla sólo ganancias hasta llegar a una meta final (la madurez) que se alcanza de
manera relativamente temprana desde una perspectiva del ciclo vital.
Al definir un nuevo concepto de desarrollo que permita estudiar desde una perspectiva
evolutiva todo el ciclo vital, los psicólogos del lifespan definen también, como veremos,
sus opciones epistemológicas. Estos principios representan una capa intermedia entre las
asunciones fundamentales que ya hemos visto y los modelos y teorías concretas que permiten
explican procesos evolutivos específicos, más cercanos a lo empírico.
¿Cuáles son los principios que definen el nuevo concepto de desarrollo de acuerdo con
los psicólogos del lifespan? Vamos a destacar cuatro de ellos
Estos procesos de cambio se entienden que no necesariamente han de seguir patrones fijos y
predeterminados, sino que pueden diferir entre ellos tanto en dirección (hay cambios que
implican crecimiento en términos psicológicos, mientras otros implican declive) como en
temporalidad (el cambio puede producirse en cualquier punto del ciclo vital, tener una duración
variable y terminar también en cualquier punto de la vida). Todos los cambios, los cortos y los
que duran gran cantidad de tiempo, los positivos y los negativos, pueden considerarse dentro
del concepto amplio de desarrollo, que no se agota sólo en el crecimiento. Desde este punto de
vista, el crecimiento es sólo una clase particular de fenómeno evolutivo, no el fenómeno
evolutivo por excelencia.
Este concepto de desarrollo presenta una mayor apertura y flexibilidad que el tradicional
basado en la idea de crecimiento, maduración y meta final, reflejando una perspectiva
funcionalista. Desde este punto de vista, la multidireccionalidad de trayectorias también se
enfatiza. No existe una única trayectoria de desarrollo posible, ya que el desarrollo no se
concibe como un proceso normativo. Además de reconocer las diferencias intraindividuales
con la idea de multidimensionalidad, también se reconocen las diferencias interindividuales,
producto del intento de adaptarse a las condiciones particulares de vida que afectan al
individuo.
El desarrollo se entiende como siempre constituido por pérdidas y ganancias. Los cambios en
la capacidad adaptativa pueden ser positivos o negativos, pero en cualquier caso un cambio en
esta capacidad siempre puede implicar diferentes consecuencias dependiendo de los criterios
que escojamos y del contexto en el que se produzca. De una manera radical, se afirma incluso
que, al contrario de lo que se afirma desde la visión clásica del desarrollo, no existen ganancias
evolutivas sin pérdidas y no existen pérdidas evolutivas sin ganancias.
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Así, lo que podemos entender como ganancia, nunca se da en estado puro, sino asociado a
ciertas pérdidas. Por ejemplo, las ganancias que surgen del proceso de especialización en
ciertas tareas, que nos ayudan a alcanzar niveles de rendimiento muy altos en ellas, pueden
llegar a tener efectosnegativos en otros dominios de comportamiento.
Importancia de la plasticidad
Implícita en la visión que estamos comentando se encuentra la idea de que no existe una
trayectoria de desarrollo fijada de antemano para los individuos. Cada uno de nosotros dispone
de un cierto rango de maniobra, de un potencial de flexibilidad que concreta en cierta trayectoria
y ciertas elecciones y transformaciones, pero que en determinado momento puede modificar
hasta cierto punto. En cualquier momento de la vida podemos cambiar, y nuestra composición
biológica, nuestra cultura o nuestras elecciones pasadas sólo hacen más fácil o probable, pero
no determinan de manera estricta, nuestra evolución futura.
En el caso del envejecimiento, esta noción de plasticidad implica que las personas mayores
pueden también cambiar y modificar ciertos procesos evolutivos, lo que, por otra parte, es el
fundamento de cualquier programa o intervención que tenga por objeto esta etapa de la vida.
La plasticidad, sin embargo, tiene ciertos límites, y estos límites parece que se relacionan con
la edad.
La idea de plasticidad añade todavía más pluralismo y flexibilidad a la idea de desarrollo: toda
trayectoria evolutiva es una concreción entre las muchas que podrían ser posibles y que
puede, dentro de ciertos límites, cambiar en cualquier momento.
La psicología del lifespan plantea un marco de explicación complejo en el que los factores
relacionados con el contexto sociocultural e histórico que rodea al individuo pasan a jugar un
papel fundamental.
Todos estos factores interaccionan entre ellos a la hora de producir un determinado cambio y,
a su vez, son capaces de evolucionar y cambiar. También es importante destacar como su
influencia no es exacta ni igual en todos los individuos, existiendo siempre un margen de
variabilidad individual aun en personas expuestas a los mismos factores. En suma, podemos
decir que la perspectiva del ciclo vital aspira al estudio de un individuo cambiante en un entorno
biosocial también en transformación.
La psicología del lifespan, no obstante, admite que la fuerza e importancia de cada una de las
categorías de determinantes no es la misma en todos los puntos del ciclo vital y, es más, se
encuentra relacionada con la edad. En concreto, afirman (Baltes, 1979; p. 267) que durante
la infancia los factoresmás relevantes son aquellos normativos relacionados con la edad, que
son precisamente los que enfatizan la regularidad y homogeneidad de los cambios. Esta es la
razón por la que el modelo unidireccional de desarrollo se ajusta tanto al estudio de la infancia:
es la etapa más influida por cambios generales que se dan en secuencias y patrones muy
correlacionados con la edad, además de, como vimos anteriormente, ser la etapa en la que el
balance ganancias-pérdidas es más favorable a las primeras.
Sin embargo, más allá de la adolescencia la regularidad de los factores biosociales que se da
en la infancia se perdería y se entraría en etapas más abiertas y variables, en las que las
influencias normativas relacionadas con la edad dejarían de marcar su huella y serían los
factores normativos relacionados con la historia y los no normativos los que determinarían la
gran mayoría de los cambios evolutivos que se producen. Así, si aceptamos esta relación, en la
adultez y la vejez son los factores sociales e históricos y los life- events propios de cada
persona los que nos resultan básicos para entender el desarrollo. De esta manera la vejez no
se contemplaría como una etapa homogénea marcada únicamente por el declive, sino como
una etapa en la que quizá se den más diferencias individuales, ya que en ella se manifestarían
las huellas de toda una vida de experiencias vitales particulares.
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