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TEMA 3: La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus

3.1.- Evolución política de Al-Ándalus: conquista, emirato y califato de Córdoba.


En 711 los musulmanes procedentes del norte de África (Tarik enviado por el gobernador de Ifrikiya,
Muza), aprovechando la crisis interna del reino visigodo (con la complacencia del obispo Don Opas y el
Conde D. Julián, partidarios de Witiza y enemigos del rey godo D. Rodrigo) invadieron la península y en
poco más de cinco años conquista el territorio peninsular gracias a su superioridad militar.
Desde el 716 Al-Ándalus se integra en el imperio árabe como Emirato dependiente del Califato Omeya
de Damasco. Se ordena el territorio en provincias o coras, dominadas por gobernadores árabes, con
imposición de tributos sobre la población hispano-goda y los colonos bereberes, reparto de tierras entre
los guerreros y estableciendo la capital central en Córdoba sobre las marcas de las áreas defensivas de
Mérida Toledo y Zaragoza.
Esta situación cambió cuando, tras la revolución abasí, el último Omeya se refugió en Al-Ándalus y se
proclamó emir bajo el nombre de Abd-al-Rahman I en el año 756. Al-Ándalus se independizó
políticamente del imperio musulmán, aunque religiosamente siguió dependiendo de Bagdad.
El Emirato Independiente (756-929) fue una etapa de gran inestabilidad por las continuas rebeliones
internas y por el lento pero progresivo avance de los reinos cristianos del norte.
En el año 929 Abd-al-Rahman III se desligó completamente del resto del imperio musulmán al
proclamarse califa. El Califato de Córdoba (929-1031) fue la época de mayor esplendor económico
(tributos impuestos a los reinos cristianos), político (estabilidad interna), cultural (reinado de Al-Hakam I)
y militar (victorias de Almanzor, que intervino dictatorialmente en nombre de Hixam II contra los
cristianos hasta su muerte en el 1002).

3.2.- Al-Ándalus: La crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos.
A la muerte de Almanzor sus hijos trataron de mantener la dictadura, pero se sucedieron rebeliones de
gobernadores provinciales que independizaron sus territorios. Ante esta situación una asamblea de
notables declaró extinguido el Califato en el año 1031.
El territorio de Al-Ándalus quedó dividido en pequeños reinos independientes, denominados reinos de
taifas. Algunos de ellos como Valencia, Sevilla, Zaragoza o Toledo alcanzaron cierta prosperidad
económica y cultural (construcción de palacios y alcazabas, promoción de las letras y las ciencias), pero
su debilidad militar y las continuas querellas entre ellos les impedían resistir los ataques de los reinos
cristianos. Para evitar estos ataques, los taifas pagaban a los reinos cristianos tributos anuales llamados
parias.
Cuando los reinos en su continuo avance hacia el sur peninsular tomaron Toledo, la primera gran ciudad
andalusí (1085), los reinos de taifas buscaron el apoyo de almorávides y almohades (ortodoxos e
intransigentes), pueblos del norte de África, que trataron de unificarlos. Los primeros taifas buscaron el
apoyo de los almorávides, quienes derrotaron a Alfonso VI (batalla de Sagrajas, 1086)). Los segundos
taifas reclamaron el apoyo de los almohades, derrotando a los cristianos en Alarcos (1195).
La victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) cambió la relación de fuerzas y marcó el
fin del dominio almohade en la península.

3.3.- Al-Ándalus: la organización político y social.


Al-Ándalus prosperó económicamente en sectores y aspectos clave como:
- Agricultura: Introducción de nuevas técnicas de regadío (norias, acequias, azudes) y nuevos
cultivos (arroz, naranja, caña de azúcar y algodón) en los fértiles valles del Ebro, Guadalquivir y
Segura.
- Artesanado: En las grandes ciudades como Córdoba o Toledo florecieron talleres de productos
textiles, alfarería y artículos de lujo (seda, vidrio, orfebrería, etc.).

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- Comercio: Tuvo gran importancia gracias a la situación geográfica de la península (puente entre
Oriente y Occidente) que permitía controlar la llegada a Europa de productos africanos (oro y
esclavos) y asiáticos (seda y especias).
La sociedad era muy compleja y estaba estructurada de la siguiente manera:
- La religión era el principal elemento diferenciador.
- La minoría aristocrática árabe controlaba la riqueza (tierras) y los cargos políticos y militares.
- La población campesina estaba compuesta por bereberes (musulmanes norteafricanos) y
muladíes (hispano-visigodos convertidos al Islam).
- Judíos y mozárabes (cristianos en Al-Ándalus), que vivían preferentemente en las ciudades
debían pagar impuestos por no ser musulmanes.
- Los esclavos ocupaban el último escalón social, siendo muchos de ellos de origen europeo
(eslavos).
La sociedad de Al-Ándalus consiguió un alto grado de urbanización con ciudades levantadas sobre
antiguas urbes romanas conectándolas entre sí utilizando también las antiguas calzadas romanas y
abriendo nuevas vías de comunicación.
La ciudad andalusí cumplía una triple función: centro administrativo, político y judicial; centro de
intercambio e información y centro de atracción de rentas y excedentes agrarios.
La estructura urbana se disponía en torno a una zona central o medina amurallada que incluí la
mezquita mayor y el zoco o mercado. A esta zona la rodeaban en círculos más o menos concéntricos una
zona intermedia residencial con calles estrechas y sinuosas y un extrarradio, arrabales, donde se solían
concentrar los barrios segregados de las minorías mozárabes y judíos.

3.4.- Al-Ándalus: el legado cultural.


La cultura andalusí fue producto de la fusión de tradiciones orientales e hispanas.
Al-Ándalus actuó como puente entre la cultura musulmana de Oriente Medio y la cristiana de Europa
occidental. La cultura fue especialmente floreciente durante el Califato de Córdoba, bajo el reinado de Al-
Hakam II, siendo esta ciudad un gran centro cultural, referente para todo el Islam.
Los reinos de taifas mantuvieron el apoyo a las letras y las ciencias para cimentar su prestigio personal
ante sus súbditos y rivales.
El árabe se impuso como la lengua oficial (minoría culta) y ello permitió a Al-Ándalus mantener
relaciones intelectuales con los centros culturales de Fez (Marruecos), Cairuán (Túnez), El Cairo,
Damasco y Bagdad. El árabe ha dejado una profunda huella tanto en la literatura romance (jarchas) como
en el vocabulario y toponimia españoles. Con el árabe convivieron otras lenguas habladas: latín, romance,
aljamía, bereber y hebreo.
La producción intelectual tuvo autores destacados en muchas disciplinas:
- Filosofía: Averroes, Avempace, Maimónides intentaron aunar la filosofía aristotélica con el
Islam.
- Poesía y Lírica: Ibn Hazn e Ibn Zaydun.
- Mística: Ibn Arabi.
- Astronomía: Azarquiel, autor de las Tablas toledanas.
- Medicina: Más avanzada que en los reinos cristianos. Los médicos gozaban de gran prestigio
social. Profundizaron en el conocimiento de la cirugía, oftalmología y la farmacología,
destacando Al-Zabribi, autor de Tasril.
- Matemáticas: Destacaron los estudios de álgebra, trigonometría y la difusión por Europa de la
numeración india.
- Geografía: Al-Idrisi desde el reino normando de Palermo consiguió fama mundial por la
precisión de sus mapas.

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3.5.- La mezquita y el palacio en el arte hispanomusulmán.
La principal manifestación del arte hispano-musulmán es la arquitectura, que integra elementos de las
tradiciones romana, visigoda y bizantina. Destacan dos tipos de edificios:
- Mezquita: el principal ejemplo es la Mezquita de Córdoba. Las obras comenzaron con Abd-al-
Rahman I, pero fueron ampliadas hasta cuatro veces, la última por orden de Almanzor. Se trata
de un recinto de gran tamaño en el que la techumbre está sostenida por una doble arquería de
arcos de medio punto y herradura superpuestos para hacer más alto el techo y dispuestos
sobre columnas recicladas de otros monumentos. De planta cuadrada dividida en dos mitades,
contiene en su interior la maqsura (espacio reservado a las autoridades) que está recubierta con
varias cúpulas de gran riqueza ornamental, así como el mihrab. Destacan en las mezquitas en su
parte exterior los minaretes o alminares para llamar a la oración, y que posteriormente fueron
reutilizadas muchas de ellas como torres de iglesias y catedrales para albergar el campanario
(Giralda de Sevilla).
- Palacios: destruido el de Medina Zahara de Abd-al-Rahman III en Córdoba, el más importante
que se conserva es el de la Alhambra en Granada. Sus pabellones se hallan dispuestos en torno
a diversos patios (Patio de los leones) y jardines (Jardín del Generalife), cuya decoración está
realizada sobre yeso y madera. Destacado es igualmente el Palacio de la Aljafería, construido
en la taifa de Zaragoza

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