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872-2008

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las dieciocho

horas doce minutos del diecinueve de agosto del dos mil ocho.

Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida contra Minor de

Jesús Calvo Aguilar, c.c. Padre Mainor, […]; O., […]; L., c.c. “I. o P.”, […], xxxx,

[…], Xxxx, […]; Xxxx, […]; Xxxx, c.c. xxxx, […], Xxxx , […]; y contra Xxxx, […]; por

los delitos de homicidio calificado, estafa mayor y asociación ilícita, en perjuicio de

Parmenio Medina Pérez y Radioescuchas de Radio María. Intervienen en la decisión

del recurso los Magistrados José Manuel Arroyo Gutiérrez, Presidente; Alfonso Chaves

Ramírez, Ana Eugenia Sáenz Fernández, Carlos Estrada Navas y Luis Víquez Arias, los

tres últimos en su carácter de Magistrados Suplentes. Intervienen además los licenciados

William Guido Madriz, Rodrigo Araya Solano, Álvaro Retana Carmona, Marco Cambronero

Carmona, Tomas Poblador Ramírez, Primo Chacón Barquero, Marco Hernández Mora y

Mario Navarro Arias como defensores de los encartados, respectivamente. Se

apersonaron los representantes del Ministerio Público, licenciados Sebastián Mesén Arias,

José Alberto Rojas Chacón y Christian Ulate Durán.

Resultando:

1.-

Mediante sentencia N° 508-2007 de las quince horas del diecinueve de diciembre del dos
mil siete, el Tribunal Penal de Juicio de Heredia, resolvió: “POR TANTO: De conformidad
con lo expuesto y artículos 39 y 41 de la Constitución Política, 1, 30, 45, 71, 73, 74, 77,
112 inciso 8 y 216 inciso 2) del Código Penal, 1, 6, 9, 142, 239, 258, 267, 360, 361, 363
a 367 del Código Procesal Penal, se declara a O. y MINOR CALVO AGUILAR autores
responsables de un delito continuado de ESTAFA MAYOR cometido en perjuicio de
RADIOESCUCHAS DE RADIO MARÍA. Se declara a O. y A. conocido como L. autores
responsables de un delito de HOMICIDIO CALIFICADO cometido en perjuicio de
PARMENIO MEDINA PÉREZ. Por el delito de ESTAFA MAYOR se impone a MINOR
CALVO AGUILAR la pena el tanto de quince años de prisión, a O. el tanto de doce años
de prisión; así mismo por el delito de HOMICIDIO CALIFICADO se establece una
condena de TREINTA Y CINCO AÑOS contra el encartado O. y el tanto de TREINTA
AÑOS DE PRISIÓN para A. conocido como L. En total se impone a O. la pena de
CUARENTA Y SIETE AÑOS DE PRISION, por los dos delitos cometidos. Se condena a
los imputados a las costas procesales. Las penas establecidas deberán descontarlas en el
lugar y forma que dterminen los respectivos reglamentos penitenciarios previo abono de
la preventiva sufrida si la hubiere. Se ABSUELVE de toda pena y responsabilidad a los
imputados MINOR CALVO AGUILAR, xxxx , XXXX, XXXXA, XXXX, XXXX Y XXXX por
el delito de HOMICIDIO CALIFICADO que en perjuicio de PARMENIO MEDINA
PÉREZ se les venía atribuyendo. Se ABSUELVE además de toda pena y responsabilidad
a los encartados O. Y MINOR CALVO AGUILAR por el delito de ASOCIACIÓN ILÍCITA
que en perjuicio de LA TRANQUILIDAD PÚBLICA les atribuyó el Ministerio Público.
Firme la sentencia se ordena su inscripción en el Registro y archivo Judicial y el
testimonio de la misma para ante el Juzgado de Ejecución de la Pena e Instituto Nacional
de Criminología. Por haberse recaído sentencia condenatoria y a fin de garantizar el
cumplimiento de las penas impuestas y la aplicación de la ley penal sustantiva, se ordena
la prórroga de la prisión preventiva de MINOR CALVO AGUILAR Y O. y se ordena la
misma medida cautelar contra A. conocido como L. por el plazo de seis meses contados a
partir del día de hoy diecinueve de diciembre del dos mil siete y hasta el diecinueve de
junio del dos mil ocho. Se ordena el cese de cualquier medida cautelar y la inmediata
libertad si otra causa no lo impide de los imputados Xxxx, xxx y Xxxx. Por lectura
notifíquese. (sic). Fs. ALVARO ABARCA PICADO ZAIRA SEVILLA MORA
ILEANA GUILLÉN RODRÍGUEZ.”.

2.-

Contra el anterior pronunciamiento, interpusieron recursos de casación, los licenciados


Mario Navarro Arias, en su condición de codefensor del imputado O., por violación al
derecho de defensa por falta de correlación entre acusación y sentencia; falta de
correlación entre acusación y sentencia; violación a las reglas de la sana crítica;
quebranto a los principios de derivación y razón suficiente en la valoración de las
pruebas; falta de fundamentación probatoria intelectiva y preterición de pruebas;
fundamentación contradictoria; violación al principio in dubio pro reo; motivación
arbitraria de la pena; violación a las reglas de la sana crítica (con relación al delito de
estafa); violación al derecho de defensa; quebranto al principio in dubio pro reo. Como
vicios sustantivos, el impugnante reclama los siguientes motivos: inobservancia de los
artículos 77 y 216 ambos del Código Penal; inobservancia de los artículos 77 y 216
ambos del Código Penal. El licenciado Marco Antonio Cambronero Carmona, a favor de
su defendido L. y como vicios procesales reprocha: violación al principio de correlación
entre acusación y sentencia; falta de fundamentación analítica o intelectiva; falta de
fundamentación analítica o intelectiva, falta de fundamentación analítica; violación a
las reglas de la sana crítica (principios de derivación y razón suficiente); falta de
fundamentación analítica; violación a las reglas de la sana crítica (principios de
derivación y razón suficiente); violación a las reglas de la sana crítica (principios de
derivación y sana crítica). El Licenciado Rodrigo Araya Solano, defensor del imputado
Minor Calvo Aguilar, interpone recurso de casación a favor de su representado,
alegando un único motivo por vicios sustantivos, atinente a la errónea interpretación y
aplicación del artículo 216 del Código Penal. Por la forma, el impugnante reclama
cuatro vicios procesales: fundamentación insuficiente; fundamentación contradictoria;
violación al debido proceso y derecho de defensa (principio nom bis in idem); y falta de
correlación entre acusación y sentencia. El Ministerio Público interpuso siete recursos
de casación, a saber: A.- Contra la sentencia absolutoria a favor del imputado xxx :
falta de fundamentación; fundamentación incompleta; falta de fundamentación por
violación a las reglas de la sana crítica (principio de derivación); fundamentación
contradictoria e infundada. B.- Contra el fallo absolutorio a favor del acusado Minor
Calvo Aguilar, por los delitos de homicidio calificado y asociación ilícita: Recurso por la
forma: fundamentación inexistente; fundamentación incompleta y falta de
fundamentación; falta de fundamentación por violación a las reglas de la sana crítica,
recurso por el fondo: inobservancia del numeral 218 del Código Penal; inobservancia
del artículo 274 del Código Penal. C.- Contra la sentencia absolutoria a favor del
imputado Xxxx por homicidio calificado: fundamentación incompleta; fundamentación
insuficiente. D.- Contra la sentencia absolutoria a favor del justiciable Xxxx: falta de
fundamentación intelectiva; fundamentación inexistente; ausencia de fundamentación
intelectiva y violación a las reglas de la sana crítica; falta de fundamentación
probatoria descriptiva e intelectiva; ausencia de fundamentación intelectiva. E.-
Contra el fallo absolutorio a favor de Xxxx por homicidio calificado (el Ministerio Público
lo acusó como cómplice): falta de fundamentación; fundamentación incompleta;
violación a las reglas de la sana crítica. F.- Contra la sentencia que absolvió al
imputado Xxxx, a quien el Ministerio Público le atribuyó los hechos a título de cómplice
(por los seguimientos y la facilitación del vehículo desde donde se disparó a la victima:
fundamentación inexistente; falta de fundamentación intelectiva y jurídica;
fundamentación insuficiente; falta de fundamentación probatoria analítica;
fundamentación contradictoria; violación a las reglas de la sana crítica. G.- Contra la
sentencia condenatoria por estafa y homicidio calificado contra O., y el fallo absolutorio
por el delito de asociación ilícita: Como vicios sustantivos, la fiscalía reprocha dos
motivos: inobservancia del numeral 218 del Código Penal; inobservancia del numeral
274 del mismo cuerpo legal.- El icenciado Primo Chacón Barquero, en su condición de
defensor público del imputado Xxxx, interpone recurso de casación contra la sentencia
absolutoria dictada a favor de su representado, alega un único motivo por vicios
procesales, atinente a la falta de fundamentación del fallo. El licenciado William Guido
Madriz, interpone recurso de casación contra la sentencia que condenó a su
representado, O., como autor de los delitos de homicidio calificado, en daño de
Parmenio Medina Pérez, y estafa, en perjuicio de los radioescuchas de la emisora Radio
María. Con relación a la condena por homicidio calificado, reprocha diez motivos por
vicios procesales: violación al principio de debido proceso y derecho de defensa; falta
de correlación entre acusación y sentencia; fundamentación omisiva e incompleta
(quebranto a las reglas de la sana crítica); fundamentación intelectiva o fáctica omisiva
(quebranto a las reglas de la sana crítica); fundamentación ilícita, violación a las reglas
de la sana crítica con relación a las supuestas amenazas al ofendido; fundamentación
ilegal (violación a las reglas de la sana crítica con relación al móvil del homicidio;
fundamentación ilegal por quebranto a las reglas de la sana crítica, con relación a los
teléfonos celulares utilizados por el imputado L.; fundamentación ilegal y contradictoria
al separar la presunta participación de O. y Calvo en el homicidio; violación al principio
in dubio pro reo y falta de fundamentación jurídica. Recurso por el fondo: el defensor
del acusado reclama la existencia de cuatro vicios sustantivos: errónea aplicación del
numeral 112.8 del Código Penal; errónea aplicación del artículo 112.8 del Código
Penal, e inobservancia de los numerales 30 y 31 ambos del mismo cuerpo legal; falta
de fundamentación de la pena y violación a las reglas concursales. Parte segunda:
Con relación al delito de estafa: recurso por la forma: fundamentación ilegal y violación
a las reglas de la sana crítica; fundamentación ilegal y violación a las reglas de la sana
crítica; falta de fundamentación jurídica. Recurso por el fondo: Único: Errónea
aplicación de los artículos 30, 31, 50.1, 51, 71 y 216, todos del Código Penal.

3.-

Verificada la deliberación respectiva, la Sala entró a conocer del recurso.

4.-

Se llevó a cabo la audiencia oral y pública los días tres y cuatro de junio del dos mil ocho.

5.-

En los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes.

Informa el Magistrado Chaves Ramírez; y,

Considerando:

A.-

SOBRE EL DELITO DE HOMICIDIO CALIFICADO.

I.-

RECURSOS PRESENTADOS POR EL MINISTERIO PÚBLICO. 1.-


CONTRA LA SENTENCIA ABSOLUTORIA DICTADA A FAVOR DEL IMPUTADO
xxxx POR EL DELITO DE HOMICIDIO CALIFICADO EN PERJUICIO DE
PARMENIO MEDINA PÉREZ.La representación del Ministerio Público reclama en este
recurso cuatro motivos por vicios procesales, a saber: Primer motivo. Falta de
fundamentación. Los recurrentes alegan el quebranto de los artículos 142, 184, 363
inciso b) y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal omitió
valorar todos los elementos de prueba relevantes sometidos a su conocimiento,
limitándose a señalar las supuestas contradicciones entre los testimonios de xxxx , C.
y L.B., este último recibido mediante anticipo jurisdiccional de prueba, visible a folios
921 a 939, tomo III, R., N. y el anticipo jurisdiccional de prueba rendido por D. (folios
3798 a 3814, tomo III), sin examinar lo que informó cada uno de estos testigos,
remitiéndose solamente a extractos de sus deposiciones, sin abarcar la totalidad de lo
que aquellos manifestaron en debate y en los anticipos jurisdiccionales de prueba que
se mencionan, sin que se puedan extraer del fallo las razones por las que a juicio del
Tribunal, de las relacionadas pruebas, en especial de los testimonios de R., N. y D., así
como de las restantes probanzas analizadas, no se podían advertir elementos de
convicción suficientes para establecer la participación del imputado en el delito de
homicidio acusado. Reprochan también que los Juzgadores no indicaran las razones
por las que las pericias balísticas excluyen al justiciable de los hechos atribuidos, en
cuanto a que consiguió y facilitó el arma cuestionada, y que ésta no sea la misma con
la que se dio muerte al ofendido. No establecen si se decidieron por la pericia
costarricense, y las razones por las que ésta debe prevalecer sobre aquella que
realizara la Policía Científica Española. Alegan que el Tribunal tampoco explicó, en el
tema de la ubicación de la vivienda en que habitaba xxxx para la fecha del homicidio,
cuál fue la prueba para determinar, por una parte que la testigo, no habitaba en dicha
casa para la fecha mencionada, o bien que sí vivía en ese domicilio, y cuál fue el valor
otorgado a las probanzas en uno u otro sentido, o si descartó todos los elementos de
convicción. Indican los quejosos, que igual argumentación puede hacerse respecto a
las conversaciones telefónicas intervenidas, que el Tribunal, sin mayor fundamento,
señala que de ellas no puede extraerse la vinculación del encausado con el homicidio.
Segundo motivo.Fundamentación incompleta. Se reclama el quebranto de los
numerales 142, 184, 363 inciso b) y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, en
tanto, a juicio de los recurrentes, los Jueces no analizaron la totalidad de la prueba
sometida a su conocimiento, excluyendo elementos probatorios relevantes
(declaraciones de O.A. (oficial del Organismo de Investigación Judicial); los peritos
españoles F. y J.; E. y J.M. (peritos balísticos costarricenses); L.G., R.B. y J.F. (estos
tres oficiales de la policía judicial); R.V.; J.O.; G. (perito físico forense); L.M. y E.N.
(peritos químico-analíticos forenses); W.; R.S.; N.; F.S.; A.C.; R.V.; F.; R.; I.; L.F.;
A.M.; M., ofrecidos por el Ministerio Público para acreditar, entre otras cosas, el lugar
de ubicación de la vivienda del jefe del grupo (xxxx ) que conformaban los acusados,
O., Xxxx y Xxxx, así como la presencia de xxxx en ese lugar, y su relación con F.T.,
L.B., C., xxxx y el coimputado Xxxx, y darle credibilidad a los testigos anteriormente
citados y a M.M., y así determinar que el arma y el vehículo que se encontraron,
fueran los utilizados en el homicidio. Asimismo reclaman los fiscales, que la siguiente
prueba tampoco fue valorada por los Jueces para establecer la participación o no del
imputado xxxx : 1) Detalle de facturación de los meses de julio, agosto y setiembre
del año dos mil uno, correspondientes al teléfono […], Tomo I del Legajo de
Investigación, folios 463 a 466, que corresponde al teléfono ubicado en la vivienda de
xxxx . 2) Control de Reconocimiento Fotográfico, fechado trece de setiembre del dos
mil dos, donde se determina que la testigo xxxx reconoció en el álbum fotográfico al
imputado xxxxx , Tomo III del Legajo de Investigación; folio 907. 3) Acta de
Reconocimiento Fotográfico, fechada veintitrés de setiembre del año dos mil dos,
realizada por el testigo L.B. en la que reconoce a L. y xxxx , Tomo III del Legajo de
Investigación, folios 1016 y 1017. 3) Oficio Nº 1855-DRH-02 del Organismo de
Investigación Judicial, fechado veinticinco de noviembre del año dos mil dos, refiere las
relaciones telefónicas de las líneas […], propiamente los contactos del justiciable xxxx,
relevantes para este asunto, Tomo III del Legajo de Investigación, folios 1097 a 1100.
Determina esta prueba una relación entre xxxxx y Mainor Calvo Aguilar a través de R.
4) Orden de allanamiento, registro y secuestro dictada por el Juez Penal de Heredia a
las once horas cincuenta y cinco minutos del veintitrés de diciembre del dos mil dos,
en la vivienda de xxxx ubicada en Mercedes Norte de Heredia, del antiguo taller La
Suiza, cien metros al oeste y cien al norte, apartamento número dos, Tomo III del
Legajo de Investigación, folios 1197 a1199. 5) Acta de allanamiento realizada por el
señor Juez Penal de Heredia, a las quince horas veinte minutos del veintitrés de
diciembre del dos mil dos en Mercedes Norte de Heredia en el apartamento que
ocupaba xxxx , Tomo III del Legajo de Investigación, folios 1200 a 1205. Al folio 1201
está la factura de Publicidad Creativa Nazareth, correspondiente a un recibo por dinero
#1107, factura confeccionada a S., compañera en ese momento del acusado dicho, por
E.B. en noviembre del 2002, de la que se infiere la relación entre el sentenciado O. y
xxxx , aún después del homicidio del señor Medina Pérez. 6) Orden de secuestro,
fechada a las catorce horas del veinticuatro de diciembre del dos mil dos, efectos
personales portados por xxxx ese día, consistentes en: pasaporte colombiano número
[…] a nombre de éste, teléfono celular, marca Motorola número […] así como treinta
tarjetas de presentación y treinta y un documentos varios marcados del uno al sesenta
y uno, Tomo III del Legajo de Investigación, folio 1214. 7) Constancia de folio 1226,
Tomo III del Legajo de Investigación, fechada 6 de enero de 2003: “Estando presente
el Lic. Marco Cambronero, el señor imputado xxxx , por medio de su abogado solicita
hablar con el señor oficial de investigación G.M., lo cual se le concede y se le facilita
una oficina.” 8) Acta de reconocimiento previo en rueda de personas de la testigo xxxx
, fechada 6 de enero de 2003, en la que la testigo identifica a xxxx como la persona
que visitaba su casa de habitación, ubicada a un costado del redondel y en fechas
previas al homicidio del señor Parmenio Medina Pérez, Tomo IV del Legajo de
Investigación, folio 1240. 9) Acta de reconocimiento en rueda de personas, fechado 6
de enero de 2003, efectuado por la testigo xxxx . La testigo identificó al acusado xxxx
como la persona que ocupó el lugar #2 en la fila, que llegaba a su casa; dice “sin
ninguna duda” uno de los individuos que se reunía en su domicilio con su compañero
xxxx fotos; videos u otros medios y ella respondió que no. 10) Oficio del Organismo
de Investigación Judicial, fechado veintinueve de enero del año dos mil tres, remitido
por el analista Emilio López Calvo para establecer la relación telefónica entre xxxx y el
testigo R., así como con Mainor Calvo Aguilar Tomo IV del Legajo de Investigación,
folios 1307 a 1309. 11) Acta de Secuestro Nº 271062, fechada once de marzo del dos
mil tres, realizada en el Hospital de Guápiles y que corresponde a copias certificadas
del expediente clínico registrado a nombre de xxxx número 28017287 con cuarenta y
un folios, Tomo IV del Legajo de Investigación, folio 1375. 12) Copia certificada del
expediente de asegurada nº 2-80-17287 a nombre de xxxxx , para acreditar su
relación con xxxx , Tomo I V del Legajo de Investigación, folios 1376 a 1417. 13) Acta
de Secuestro Nº 334967, fechada trece de marzo del año dos mil tres, realizada en el
Archivo Criminal de Heredia en la que se decomisa expediente de reseña número 2260
a nombre de xxxx con tres hojas de información policial y física, Tomo IV del Legajo
de Investigación, folio 1427. 14) Acta de Secuestro Nº 334966, fechada doce de
marzo del año dos mil tres, realizada en las Oficinas del Registro Civil en la que se
decomisa expediente cedular de xxxx con catorce folios, Tomo IV del Legajo de
Investigación, folio 1428. 15) Dictamen Criminalístico Nº 2003-0299-STP de la Sección
de Tránsito y Planimetría del Organismo de Investigación Judicial que establece la
ubicación de la vivienda de xxxx para la época del homicidio del aquí ofendido, Tomo
IV del Legajo de Investigación, folios 1508 y 1509. 16) Acta de Secuestro Nº 318620,
fechada a las catorce horas con cuarenta minutos del dos mil tres, realizada en el
Centro Institucional San Agustín, que consiste en el decomiso de una tarjeta de
Filiación a nombre de R.U., Tomo IV del Legajo de Investigación, folio 1520. 17)
Tarjeta de Filiación de la Dirección General de Adaptación Social, a nombre de R.U.
conocido como Rajada con el que se determina que la vivienda del redondel no era su
domicilio para el día 7 de julio del 200l en que se le dio muerte al señor Medina Pérez,
Tomo IV del Legajo de Investigación, folio 1521, para el 20 de noviembre del año
2000es cuando R.U. se fue a vivir a la casa de Campo 5 en Cariari de Guápiles en la
que vivieron luego xxxx y xxxx . Con esta prueba se evidencia que el contrato de
arrendamiento entre L.F. y S.M. fechado 2 de marzo de 2001 es falso y que estas
testigos así como la abogada Iris Mora Jiménez mintieron en debate, lo que está
relacionado con la prueba 7-22. 18) Copia del expediente médico a nombre de S.D.,
con la que se acredita la ubicación del domicilio de xxxx en la época de la muerte de
Medina Pérez, y además que su ex esposo W.V. realizara llamadas al teléfono de esa
vivienda por la relación que tenía con xxxx , Tomo IV del Legajo de Investigación,
folios 1522 a 1523. 19) Nota remitida por el subdirector del Registro Público de la
Propiedad, fechada ocho de mayo del dos mil tres en el que constan los planos
catastrados […] que es sobre la ubicación de la vivienda en la que vivió xxxx en
Semillero de Cariari de Pococí, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1535 a
1539. 20) Informe Policial Nº 681-INV-01, fechado catorce de mayo del año dos mil
tres, Ampliación nº 5, en el se comunica que para los días previos al homicidio de
Parmenio Medina Pérez el imputado xxxx fue observado por diferentes personas en
compañía de xxxx en la localidad de Semillero de Cariari, Tomo IV del Legajo de
Investigación, folios 1540 a 1550. 21) Composición fotográfica de las viviendas de
xxxx y R.U., conocido como “Ra.”, con la que se documenta la cercanía de estos dos
individuos con relación a sus domicilios, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios
1555 a 1557. 22) Tomo IV del Legajo de Investigación , folios 1570 a 1571:
corresponde al Acta de allanamiento el 28 de mayo de 2003, en la oficina de la notaria
Iris Mora Jiménez, donde se revisó el computador MPC; se recuperaron archivos del
disco duro de archivos activos como borrados que tuvieran los nombres de S.M.; L.F. y
xxxx y no se encontró ningún archivo con estas características. Se revisó el
computador Ricsa, se recuperaron archivos del disco duro de archivos activos como
borrados que tuvieran los nombres de S.M.; L.F. y xxxx y no se encontró archivo
alguno con estas características. Se revisó en la vivienda de la notaria citada, ubicada
en Jiménez de Pococí otro computador MPC, se recuperaron archivos del disco duro,
de archivos activos como borrados que tuvieran los nombres de S.M.; L.F. y xxxx y no
se encontró archivo alguno con estas características. 23) Copias certificadas del
Protocolo de la Notaria Iris Mora Jiménez , Tomo número dieciséis asignatura 79055,
para acreditar que el contrato ahí documentado es post fechado, Tomo IV del Legajo
de Investigación, folios 1606 a 1607. 24) Fotografías correspondientes al arma de
fuego tipo revolver marca Rossi, modelo 31, calibre 38 Spl, serie limada, Tomo V del
Legajo de Investigación, folios 1840 y 1841. 25) Copia fotostática de Expediente
Médico de R.U. conocido como Ra., con el que se determina que él no vivía en la
vivienda de L.F. para el día 7 de julio del 2001, día del homicidio del ofendido Medina
Pérez, Tomo V del Legajo de Investigación, folios 1909 a 1921. 26) Acta de Secuestro
Nº 271009, fechada a las diez horas cincuenta minutos del doce de mayo del año dos
mil tres, realizada en el Hospital México, que corresponde al decomiso del expediente
a nombre de xxxx con un total de veintiséis folios, Tomo V del Legajo de
Investigación, folio 1884. 27) Acta de Secuestro Nº 318616, fechada a las quince
horas treinta minutos del treinta y uno de marzo del año dos mil tres, realizado en las
oficinas de la Clínica del Seguro de Cariari y que corresponde al decomiso del
expediente médico a nombre de xxxx con quince folios en fotocopias; fotocopias de
expediente médico a nombre de R.U. con trece folios; fotocopias de expediente médico
de S.D. con doce folios; seis fotocopias de ficha familiar de residencia de xxxx ; dos
fotocopias de boletas de inscripción de xxxx y S.M., Tomo V del Legajo de
Investigación, folio 1985. 28) Copia fotostática de Expediente Médico de xxxx , con el
que se determina la dirección de xxxx para la época del homicidio del ofendido Medina
Pérez, Tomo V del Legajo de Investigación, folios 1892 a 1908. La dirección es Campo
5, cincuenta metros al este de la Delegación para el 26 de febrero de 2001. 29)
Copia fotostática de Expediente Médico de R.U. conocido como “Ra.”, del que se extrae
la dirección de xxxx para la época del homicidio del ofendido Medina Pérez, Tomo V
del Legajo de Investigación, folios 1909 a 1921. 30) Contrato de Arrendamiento
fechado 10 de marzo de 2002: Entre xxxx y A.C. y supuestamente autenticado por el
Licenciado Luis Fernando Jiménez, de un apartamento en Barreal de Heredia,
afirmando dicho notario en debate que no autenticó las firmas, lo que evidencia la
forma de operar de xxxx para hacer creer que ciertas situaciones se dieron, por
ejemplo la dirección de la vivienda de xxxx . 31) Anticipo Jurisdiccional de la testigo
D., fechado a las doce horas con veinte minutos del primero de abril del dos mil
cuatro, de la que se desprenden las relaciones existentes entre los justiciables Minor
Calvo Aguilar y xxxx así como con el sentenciado O., Tomo VII del Legajo de
Investigación, folios 3001 a 3017. 32) Caja cuatro, prueba numerada cuatro-
dieciocho, Informe Pericial nº 1076B03 de la Dirección General de la Policía Científica
Española, fechado veintitrés de setiembre del año dos mil tres, donde no se descarta
que el arma marca Rossi modelo 31 fue una de las armas utilizadas por los justiciables
Xxxx y Xxxx para dar muerte al ofendido Medina Pérez. 33) Caja cuatro prueba 4-33,
documentos decomisados en la cocina de la casa de xxxx el día 23 de setiembre del
2003, entre los que se encuentran números de teléfonos y una factura a nombre de
Xxxx, evidencia de la que se desprende la relación que existía entre xxxx y el primero,
antes y después del homicidio del ofendido Parmenio Medina Pérez. 34) Caja cuatro,
prueba numerada 4-38, documentos varios, dentro de los que se ubica la factura
20699 del 4 de enero de 2001, a nombre de Xxxx decomisada en la casa de xxxx el
23 de setiembre del 2003, que acredita la relación entre estos dos individuos y que
ambos se conocían y participaron en el homicidio del ofendido Parmenio Medina Pérez.
35) Caja siete, prueba número 7-2, expediente médico a nombre de xxxx , del que se
determina que el lugar de residencia de la misma al momento de las reuniones entre
xxxx y xxx , previas al 7 de julio del 2001, era la casa ubicada a un costado del
redondel de la localidad de Semillero Campo Cinco en Cariari de Guápiles. 36) Caja
siete, prueba número 7-22, expediente de Adaptación Social 246-02 a nombre de R.U.,
del que se determina que para la fecha en la que se le dio muerte al señor Medina
Pérez, éste no habitaba en la casa ubicada a un costado del redondel de la localidad de
Semillero Campo Cinco en Cariari de Guápiles. 37) Caja diez, prueba 10-10 , legajo de
trascripción de casete de intervención telefónica del número 438-4966, casetes #6
#22 y #29, del teléfono público de Máxima Seguridad del Centro Penitenciario La
Reforma, conversaciones de las que se desprende la relación entre xxxx y L. y cómo
hablan de la manipulación de prueba en este proceso no solo de parte de ellos sino del
abogado Cambronero Carmona. 38) Caja diez, prueba número 10-14, casete
intervención telefónica del celular […] de Minor Calvo Aguilar casete #30. Lado B.
Fecha del 7 de enero de 2003 al 8 de enero de 2003, conversación de la que se
desprende que el imputado xxxx ha llamado al coimputado Minor Calvo Aguilar. 39)
Ampliación del Informe Policial Nº 681-INV-01, del Organismo de Investigación
Judicial, fechado diecinueve de mayo del dos mil tres, con setenta folios, del que se
extrae en virtud de la investigación policial realizada, tanto por entrevistas como
verificación documental, que el domicilio de xxxxx, cuando ocurrieron los hechos era
la casa ubicada al costado del redondel, lo cual fue reafirmado en debate por los
oficiales J.F.; O.A. y R.B. y ratificado por los testigos M.M.; J.O.; A.M.; W. y M.R. 40)
Ampliación Nº 9 del Informe Policial Nº 681-INV-01 del Organismo de Investigación
Judicial, fechado ocho de noviembre del dos mil cuatro, con 207 folios en el cual los
investigadores judiciales establecieron el móvil que tuvieron todos en esta causa así
como el sentenciado O.; las relaciones entre xxxx y el grupo del que formaban parte
los acusados Xxxx y Xxxx, quienes ajusticiaron al ofendido. 41) Legajo de Prueba para
mejor proveer del Ministerio Público, folio 65 que consiste en una Certificación de
Migración y Extranjería: sobre la sentencia condenatoria de M.B. en la ciudad de
Birmingham, Inglaterra por tráfico de drogas, tal como lo señaló C. en su deposición al
narrar que fue llamado por el acusado xxx quien le dijo que no declarara ya que
gente muy peligrosa lo rodeaba entre ellos su abogada quien tenía nexos con gente
ligada al narcotráfico. 42) Informe Policial número 681-INV-01 de fecha diecinueve de
diciembre del año dos mil dos, folios 67 a 79 en el que se plasma cómo se introducen
los testigos xxxx y L.B. en la investigación del homicidio del ofendido Medina Pérez, y
cómo lo dicho por ellos fue verificado a través de entrevistas a vecinos de la localidad
de Campo Cinco de Cariari de Guápiles; así como de la verificación de relaciones
telefónicas al domicilio que tenía xxxx a la fecha del homicidio del ofendido. 43)
Informe policial número 681-INV-01, en su ampliación número tres y fechado
veinticinco de marzo del año dos mil tres, visible a los folios 2114 a 2127 del Tomo VI
del Legajo de Investigación, donde se documenta como surgió el testimonio de la
señora M.M. y el conocimiento que ella tuvo de las diferentas visitas que xxxx realizó
a la vivienda de xxxx . 44) Certificación del Libro de Información Confidencial de la
Delegación del Organismo de Investigación Judicial de Heredia correspondiente al 17
de febrero del 2001, de la cual sin duda alguna se determina una relación muy cercana
entre xxxx y el coimputado Xxxx. 45) Libro de Visitas de abogados a la Unidad de
Admisión del Centro Institucional Cocorí de Cartago correspondientes al período
comprendido entre el 19 de noviembre de 1999 al 19 de setiembre del 2004 y del
período que va del 10 de setiembre del 2004 al 27 de enero del 2005, donde se logra
determinar cómo los abogados Marco Cambronero Carmona y Miriam Bedoya Zárate,
quienes conformaban la defensa del encartado xxxx , visitaban periódicamente al
sentenciado O. desde febrero del 2004, con lo que se evidencia que fue este último el
que pagaba los servicios profesionales de dichos abogados y que había una relación de
subordinación de éstos hacia O., lo que de forma indiscutible reafirma la tesis del
Ministerio Público sobre el vínculo entre xxxx y dicho sentenciado en virtud de la
contratación que le hicieran Calvo Aguilar y O. para darle muerte. A juicio de la fiscalía,
estas pruebas podían vincular a todos los acusados con el homicidio investigado.
Tercer motivo. Falta de fundamentación y violación a las reglas de la sana crítica
(principio de derivación). Los recurrentes reclaman el quebranto de los numerales 142,
184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, por cuanto a su juicio, el análisis
del Tribunal obedece a un escaso y aislado estudio de los elementos de prueba,
restando credibilidad, por contradictorias, a las declaraciones de cargo, rendidas por
xxxx , C. y L.B., sin embargo, para la representación fiscal, las aludidas
contradicciones no resultan esenciales, sino periféricas, y en su lugar se aportó gran
cantidad de elementos probatorios que permiten concluir, lejos de toda duda
razonable, sobre la participación de xxxx . Indican que el Tribunal no analizó las
declaraciones de los mencionados testigos conforme al momento histórico en que cada
uno compartió relación con el otro, obteniendo conclusiones especulativas y
desacertadas. En su criterio, los Juzgadores no analizaron las deposiciones de L.B. y
C., a la luz de la restante prueba, sobre todo cotejando la fecha en que xxxx y L.
salieron de la cárcel, por lo que las armas que se utilizaron para el homicidio no
pudieron ser compradas a mediados de febrero de 2001, pues xxxx aun estaba en
prisión egresando hasta el 24 de febrero de ese año, y L. salió de la cárcel el 22 de
marzo siguiente, circunstancias que le dan solidez a la declaración de L.B. Cuarto
motivo. Fundamentación contradictoria e infundada: Los fiscales reclaman el
quebranto del numeral 369 inciso d) del Código Procesal Penal, al valorar el Tribunal el
testimonio de M.M. y contrarrestarlo con el de L.B., a quien los Jueces le restan plena
credibilidad, y por esa razón tampoco le creen a M.M., quedando la sentencia sin
mayor fundamento, al concluir sobre un mismo hecho, con dos situaciones diferentes
que se excluyen entre sí, es decir, los Jueces no le creen a L.B., pero siempre
contraponen su testimonio con el de M.M. y desacreditan sus manifestaciones, aunque
también señalan que sí les merece credibilidad, lo que deviene contradictorio. Los
reclamos no son de recibo. Por la estrecha vinculación existente entre los cuatro
motivos relacionados en el recurso, se avoca esta Sala a su resolución conjunta. El
Tribunal de sentencia fundamenta su decisión absolutoria en favor de xxxx, en el
análisis de las declaraciones de C., xxxx , M.M, R. y N., así como en las diligencias de
anticipo jurisdiccional de prueba rendidas por los deponentes, L.B. y D., restando
credibilidad los Juzgadores, a los testimonios vertidos por C., L.B. y xxxx , dadas las
evidentes contradicciones en que incurrieron, y estimando, por otra parte, que las
restantes declaraciones carecieron de la contundencia necesaria para establecer, bajo
parámetros de certeza, la participación del encausado xxxx en los hechos acusados.
Tomó en cuenta el Tribunal, dentro de su análisis probatorio, los dictámenes
criminalísticos vertidos en torno al examen técnico del arma de fuego que, conforme a
la hipótesis acusatoria, fue utilizada por los justiciables para dar muerte al ofendido
Parmenio Medina Pérez, en tanto concluyeron las dos relacionadas pericias, una vertida
por el Laboratorio Forense, Sección de Balística del Organismo de Investigación
Judicial, y la otra por el Laboratorio Central de Balística Forense de España, adscrito a
la Comisaría General de Policía Científica, que las balas y el revestimiento enviados, al
ser comparados con las balas patrones disparadas por el arma de fuego recibida como
material cuestionado (revólver pavonado, marca Rossi, modelo 31, calibre 38 Spl,
serie limada), presentaron características de clase iguales (seis estrías y sentido de
giro hacia la derecha), pero diferentes características individualizantes, es decir, que
las balas y el revestimiento no fueron disparadas por el arma de fuego (dictamen
número 2003-0486-BAL de 3 de abril de 2003, folios 1495 a 1498), mientras que la
experticia española concluyó que las similitudes entre el material de comparación,
aparecían en calidad y cantidad insuficientes para determinar una identificación
plenamente confiable (Informe N/Ref: 1076 B 03 de fecha 23 de setiembre de 2003,
caja #4, prueba 4-18), de allí que, aun cuando los Jueces no se refirieran a las
declaraciones de los técnicos E. y J.M. y de los peritos españoles F. y J., que realizaron
cada una de las pericias, ello no reviste mayor importancia, en tanto, por una parte,
los expertos ratificaron las experticias realizadas y estos elementos de prueba sí fueron
considerados por los Juzgadores dentro del fallo, concluyendo sobre la poca utilidad de
la prueba técnica, para vincular al justiciable con el delito imputado. Pese al reclamo
de los recurrentes, las conclusiones de los expertos en balística tienen relevancia sobre
el destino de la causa incoada contra el incriminado xxxx en tanto, a este se le
atribuye, entre otras acciones, haber comprado las armas con las que se le dio muerte
a la víctima, de tal manera que, si la única arma decomisada no pudo asociarse con el
homicidio, ello se revierte en una duda más, sobre la pretendida culpabilidad del
justiciable. Por último, se refirió el Tribunal a las intervenciones telefónicas suscitadas
entre los imputados xxx y L., estimando que en ninguna de ellas se advierten
afirmaciones expresas sobre la participación de xxxx en el delito atribuido (ver folios
1863 a 1872). Si bien es cierto, tal y como lo reclama la representación fiscal, el
Tribunal no hace referencia en el fallo como sustento de sus conclusiones, a una serie
de pruebas tanto testimoniales como documentales, que en gran número transcribe el
Ministerio Público en el libelo de impugnación, y sobre las cuales esta Cámara ha
procedido a examinar de forma puntual, la decisión jurisdiccional se mantiene
inalterable, en tanto las probanzas a las que hace referencia el órgano fiscal, que en
alguna oportunidad, ni siquiera conforman un elemento de prueba de calidad, ni
siquiera indiciario, por ejemplo, los informes policiales, que no encontraron
confirmación dentro del debate, y que en todo caso, en sí mismo no constituyen
elementos probatorios, sino que forman parte de la notitia criminis de la cual inicia la
fase de investigación preparatoria, y que revisten importancia, en tanto las pesquisas
efectuadas por los entes de policía, aporten elementos de juicio que traducidas en
pruebas que serán examinadas por los Juzgadores durante el contradictorio, permitan
arribar a una determinada decisión. Asimismo, las actas de allanamiento, resultarán
relevantes, en tanto las evidencias recabadas puedan ser sometidas a valoración por
los Juzgadores, a la luz de los restantes elementos de prueba aportados, sin embargo,
en el caso de marras, pese a que la representación fiscal ofrece, por ejemplo, el acta
de allanamiento llevado a cabo en la casa de habitación del imputado xxxx , ubicada
en Mercedes Norte de Heredia, a las 11:20 horas del 23 de diciembre de 2002, y se
alude a una factura de “Publicidad Creativa Nazareth PCN, S.A.”, correspondiente a un
recibo de dinero número 1107, supuestamente a nombre de S., esposa del
mencionado justiciable, emitido por E.B., persona cercana a O. (ver folio 1201, tomo
III del expediente), documento con el cual se pretende demostrar la vinculación entre
ambos enjuiciados, no se encuentra dentro del haber documental aportado a los autos,
de allí que la sola acta de allanamiento, que en todo caso, no hace alusión a la
interpretación vertida por los fiscales como respaldo de los agravios mencionados,
carece de la fortaleza probatoria requerida, de modo que, aun cuando el Tribunal no la
tomara en consideración dentro de su ejercicio analítico, no guarda mayor incidencia
en el resultado de la causa. Iguales razonamientos deben hacerse respecto a otro de
los elementos de prueba ofrecidos por la representación del Ministerio Público, en
apoyo de sus argumentaciones, cual es la trascripción telefónica, casete #30,
intervención telefónica del teléfono 390-9506 (a nombre de Minor Calvo Aguilar), los
días 31 de diciembre de 2002 a 7 de enero de 2003 (lado A), visible a folio 349 del
legajo correspondiente, localizable en la caja 10, prueba #14, donde se indica que “no
hay conversaciones de importancia para la investigación” y en lo que se refiere al lado
B de la grabación, se alude a “conversación entre Minor y su defensor”, sin mayor
contenido, de tal manera que el vínculo que con esta prueba pretendió demostrar la
fiscalía, deviene estéril e intrascendente. Es conveniente recordar que el análisis de
indicios ha de ser conjunto, a efecto de poder arribar a conclusiones unívocas, que no
permitan diversas interpretaciones sobre el material probatorio examinado. En la causa
estudiada, pese a los reproches de la parte promovente, los elementos indiciarios
aportados, ni de manera individual ni colectiva, permiten vincular al justiciable xxxx ,
resultando inexistentes los vicios reclamados. Así, tal y como se señaló supra, los
Juzgadores analizaron las declaraciones de C. (ver folios 566 a 594, tomo II de la
sentencia)y xxxx , c.c. como “xxxx ” o “xxxx ” (folios 1307 a 1332, tomo III del fallo),
y en igual manera el anticipo jurisdiccional de prueba rendido por L.B. (folios 921 a
939, tomo III del expediente principal), pruebas que constituyeron la piedra
fundamental sobre la cual descansó la hipótesis acusatoria para vincular a todos los
acusados en esta causa por el homicidio calificado perpetrado en daño de Parmenio
Medina Pérez, concluyendo los Juzgadores, que entre C. y L.B. se apreciaron
contradicciones importantes, esenciales, que desvirtuaron sus manifestaciones,
neutralizándose uno al otro; asimismo, señalaron los Jueces, que las deposiciones de
L.B. y xxxx , se mostraron también contradictorias, e igualmente, entre L.B. y M.M.
(ver folios 442 a 446, tomo I de la sentencia – debe aclararse que al parecer, por error
material se unió la declaración de esta testigo, con la de otra persona, que no se
identifica- (folios 446 a 496, mismo tomo), siendo uno de los aspectos más
controvertidos en debate, que marcaron la imposibilidad para el Tribunal de arribar a
un juicio de certeza sobre la culpabilidad de xxxx , el hecho de que para los meses o
días previos al homicidio de Parmenio Medina Pérez, xxxx y su compañero
sentimental, xxxx , quien falleciera posteriormente (el 17 de mayo de 2002), y a quien
se le vinculó como uno de los estrategas en la planificación de los hechos que dieron
como resultado la muerte homicida del comunicador ofendido, habitaban o no una
vivienda sita en Campo Cinco, Cariari, Limón, Barrio El Semillero, detrás del redondel
de toros, donde se ubicaba el teléfono […], en tanto, conforme a las manifestaciones
de los principales testigos de la acusación, fue en esta casa donde se planificó el
mencionado delito. Sin embargo, contrario a lo que reprochan los quejosos, las
contradicciones testimoniales apuntadas, pese a que en efecto el Tribunal realizó un
análisis incompleto sobre la totalidad de la prueba aportada, lo que no reviste la
esencialidad que pretende la representación fiscal con incidencia en la validez del fallo
dictado, dentro de la comprensión integral de los acontecimientos investigados y la
prueba aportada, sí resultan relevantes, a efecto de desvirtuar la credibilidad de los
deponentes, quienes, pese a lo que se esperaba de tan importantes declaraciones,
sembraron grandes dudas sobre la real participación del encausado en los hechos que
desde el inicio del proceso le fueron atribuidos, expresando los Jueces las razones por
las cuales no le merecieron crédito los relacionados testimonios. Pero aun más,
examinada la totalidad de la prueba que como soporte de su impugnación mencionan
los recurrentes, y que a su juicio fue preterida por el Tribunal en el fallo que se
cuestiona, se advierte un efecto contrario al pretendido, en tanto coadyuvan a afirmar
con mayor solvencia, las cuestionables manifestaciones de lo referidos testigos, y
efectivamente le restan solidez a las posteriores manifestaciones de los oficiales de
policía O.A. y J.F. En este orden de ideas, se puede apreciar, tal y como se ha
informado, que uno de los elementos más importantes para amalgamar la tesis
acusatoria, y brindar credibilidad al testimonio de L.B. y xxxx , fue establecer que esta
última, y su compañero de vida, apodado “xxxx”, compartían la vivienda donde se
fraguó el homicidio de la víctima, con la participación de los coimputados L., Xxxx y
Xxxx, vivienda a la que se allegaba xxxx en compañía del testigo L.B., quien fungía
como chofer de Xxxx, siendo en ese lugar donde se probó el funcionamiento de las
armas de fuego que se compraron para perpetrar el homicidio. En sustento y
comprobación de este trascendental aspecto, el Ministerio Público, en sede de
casación, alega que el Tribunal no valoró gran cantidad de prueba, citando entre ella:
la facturación telefónica correspondiente a los meses de julio, agosto y setiembre,
todos de 2001, proveniente del teléfono 767-7833, que se encontraba ubicado en la
vivienda cuestionada; los expedientes clínicos de xxxx , tanto de los Hospitales México
como el de la ciudad de Guápiles; el expediente clínico del menor xxxx (hijo de xxxx
y de xxxxx ); planos confeccionados de la vivienda en cuestión; tarjeta de filiación a
nombre del privado de libertad R.U., quien dentro de la hipótesis acusatoria, vivió en la
mencionada vivienda con anterioridad a que la habitaran xxxx y el citado “xxxx”, pero
que no la habitaba para el 7 de julio de 2001, día en que se dio muerte al ofendido,
ubicando la fiscalía el tiempo en que R.U. vivió en ese inmueble, para noviembre de
2000; expediente médico de S.D.; expedientes médico y de Adaptación Social número
246-02, ambos a nombre de R.U. Sin embargo, pese al alegato del Ministerio Público,
las referidas pruebas, así como todas las restantes aportadas en su impugnación, no
constituyen un respaldo importante a las pretensiones de la Fiscalía. Mención especial
merece la prueba correspondiente al citado expediente de Adaptación Social, a nombre
de R.U., el cual, no solo no le da soporte a la tesis fiscal, como luego se verá, sino que
por el contrario la desvirtúa, y respalda las conclusiones de los Jueces sobre el tema en
discusión. Así, para entender mejor la discrepancia anotada, conviene señalar,
conforme a las manifestaciones de L.B. y xxxx , así como de otras personas, que sin
haber concurrido al debate o haberse recibido mediante la modalidad del anticipo
jurisdiccional de prueba, el Ministerio Público pretende introducir como pruebas, a
través de los informes policiales rendidos y las deposiciones en juicio de los oficiales de
policía O.A. y J.F., para el momento de los hechos acaecidos (7 de julio de 2001) y aun
con anterioridad, xxxx y xxxx , habitaban la vivienda ubicada detrás del redondel de
toros, en Semillero, Campo Cinco de Cariari, sitio al cual eran localizados sus
moradores mediante el teléfono número 767-7833, afirmando categóricamente esos
testigos, que R.U. y su conviviente S.M. no habitaron el inmueble durante ese lapso,
aunque aceptan que en algún momento esa pareja alquiló la referida casa, pero que
para el período temporal cuestionado, se encontraban en otro lugar, cercano al primer
inmueble señalado. A juicio de esta Sala, al margen de que sobre el tema, las pruebas
aportadas por la fiscalía no respaldan sus afirmaciones, el referido expediente a
nombre de R.U., desvirtúa en forma absoluta, como ya se anunció, los reproches de
los impugnantes y proporciona solidez argumentativa a los planteamientos de las
autoridades sentenciadoras, quienes concluyeron que la prueba analizada apoyaba la
tesis de la defensa, sustentada en pruebas testimoniales y documentales, traducida en
los contratos de alquiler redactados entre la dueña del inmueble, L.F. y S.M., y
posteriormente entre la citada L.F. y xxxx , de donde se desprende que este segundo
contrato de alquiler, tal y como lo razonaron los Jueces, con acopio en la prueba
recabada, cobró vigencia, desde los primeros días de octubre de 2001, aunque la fecha
de emisión corresponda al 12 de octubre del mismo año. Desde esta perspectiva se
advierte, de la misma prueba que ahora aporta la representación fiscal, que R.U.,
quien para las fechas cuestionadas enfrentó una causa penal por secuestro extorsivo
ante los Tribunales de Pococí y Guácimo, rindió declaración ante la Fiscalía del lugar, a
las 16:00 horas del 7 de junio de 2001, indicando, dentro de sus datos de
identificación, que se mantenía en unión libre con S.M., y que era vecino de Cariari,
Campo Cinco, frente al redondel, casa de madera celeste, alquilada, teléfono […] (ver
caja 7, prueba número 7-22, folios 115 y 116), domicilio que mantiene aun para el 7
de setiembre siguiente, según se desprende del reporte correspondiente a su situación
penitenciaria, en el Centro de Atención Institucional San Agustín (misma prueba, folios
81 a 86), información que, contrario a lo que indica el Ministerio Público en este
recurso formulado, se reafirma con la tarjeta de filiación penitenciaria, visible a folio
1521 frente y vuelto, tomo IV del expediente principal, iniciada el 17 de octubre de
2000, cuando el privado de libertad ingresa para cumplir sentencia de cinco años de
prisión por el delito de robo agravado, y para ese momento, R.U. da como dirección de
su domicilio, Limón, Cariari centro, 50 este del Ciclo Corrales, casa de madera color
azul. Posteriormente, para el 30 de octubre de 2000, proporciona una nueva dirección,
en Cariari, 500 metros antes de llegar al río, donde habita con su compañera S.M., en
la casa de un tío suyo, de nombre J.S. Seguidamente ofrece otra dirección que se
mantiene desde finales de 2000 a inicios de 2001 (100 metros antes de llegar a la
plaza de deportes, casa blanca con morado), y por último señala como nueva
dirección: Cariari, Campo 5, contiguo a la plaza o redondel de toros, casa color celeste
de madera, domicilio que se mantiene hasta inicios del mes de setiembre de 2001,
datos informativos que, incluso le dieron respaldo a la declaración rendida en debate
por la compañera sentimental de R.U., quien afirmó que la pareja vivió en esa casa,
desde fines de febrero hasta setiembre de 2001, cuando se separó de su conviviente y
se marchó a vivir con su madre, manifestando también, que desde ese tiempo, se
apreciaban en las paredes de la casa, cercanas al sitio donde se ubicaba el teléfono,
gran cantidad de números telefónicos (ver folio 1430, tomo III del fallo), relato que no
contradice la información contenida en el expediente médico de R.U., que en todo
caso, recoge la historia médica del paciente, a partir de 1980 y hasta 1999 (ver folios
1909 a 1921, tomo IV de la sentencia), ni con los historiales clínicos de xxxx
contemplados en los Hospitales México y Guápiles, en tanto, el primero de los
expedientes que corresponde a su internamiento, producto de su primer embarazo,
registra el ingreso al centro hospitalario el 29 de mayo de 1999, indicando la paciente
como domicilio: Pococí, Cariari, Bloquera La Española, 100 metros norte, teléfono […]
(ver caja 7, prueba 7-2, folios 0003 a 0024 vuelto), produciéndose el nacimiento del
niño (xxxx ) el día 30 de mayo de 1999, egresando ambos el 1 de junio siguiente; y el
segundo expediente corresponde fundamentalmente al posterior embarazo ocurrido,
donde la testigo xxxx dio a luz otro varón el 31 de julio de 2002, y aun cuando se
hace referencia al domicilio en ese momento, costado sur del redondel, Campo 5,
Cariari, con teléfono […], tales datos corresponden al momento de su ingreso al
hospital el 10 de junio de 2002, encontrándose fuera de los parámetros temporales
cuestionados -mayo a julio de 2001, aproximadamente – (ver folios 1376 a 1417,
tomo IV del expediente principal). Conforme lo razonó el Tribunal, aunque bajo otro
espectro probatorio, queda claro a esta Sala, que para junio de 2001, R.U., quien pese
a conocer a xxxx , por ser ambos de la misma localidad, no mantiene vínculos con el
homicidio de Parmenio Medina Pérez, y por ello la información domiciliaria que en su
momento otorgó, no se advierte sometida a ninguna manipulación o influencia, sin que
las pruebas ofrecidas por el Ministerio Público logren desvirtuarla, evidenciando por el
contrario el ente acusador, una ausencia de análisis correlativo y conjunto de su
mismo material aportado, pretendiendo introducir elementos de prueba, como ya se
indicó, en irrespeto a los principios que informan nuestro ordenamiento procesal penal,
relativos a la oralidad e inmediación, y por ende al debido proceso y el derecho de
defensa, pues el órgano fiscal, ofrece en esta oportunidad, sobre el referido tema del
domicilio de xxxx , los informes policiales y sus correspondientes ampliaciones, donde
se refieren diversas manifestaciones de personas, que ante la policía judicial,
supuestamente afirmaron que con anterioridad a junio de 2001, la testigo xxxx y su
compañero xxxx , convivían en la relacionada vivienda al costado del redondel de
toros; sin embargo, y sin olvidar que tales informes policiales, no constituyen prueba,
sino en tanto las investigaciones realizadas encuentren ratificación en debate, y
puedan ser sometidas al contradictorio, resulta de interés observar, cómo los relatos
de estos testigos, que de acuerdo a la policía, aseguraron que con anterioridad al 7 de
julio de 2001, las dos mencionadas personas convivían en el tantas veces mencionado
inmueble, incurren en abiertas contradicciones con la misma prueba que sí fue
valorada en autos. Así, se narra en la ampliación número 4 del informe número 681-
INV-01, rendido al Ministerio Público en fecha 19 de mayo de 2003 por los oficiales
R.Z., A.C., J.F., R.E., O.A., J.C. y R.B., bajo el refrendo del Licenciado Francisco Vargas
Chacón, Jefe de la Delegación del Organismo de Investigación Judicial de Heredia, que
la testigo C.C., señaló, que pocos días después de que “xxxx” saliera en libertad (lo
que ocurrió el 24 de febrero de 2001), se encontró con “xxxxx y su hijo, y unos dos
meses después (lo que sería aproximadamente para abril de 2001), un amigo común a
ambas, de nombre Ar., apellidos que ignora y que trabaja en el ICE, le indicó que xxxx
le había enviado un papel con el número de teléfono […] (que corresponde a la
vivienda cuestionada), para que se comunicara con ella, y que ese era el número de su
casa, y que todo esto ocurrió antes del 30 de junio, que es la fecha de su cumpleaños.
Asimismo, que para el 7 de enero de 2002, xxxx se quedó en su domicilio, y al día
siguiente tenía que ir a hacerse un ultrasonido, pero que antes de esa fecha (enero de
2002), visitó la casa de xxxx en Cariari, y esta tenía un mes de embarazo (ver folios
19 y 20 de la ampliación policial mencionada), circunstancias que a juicio de la policía
“ratifica” su madre A.Z., sin embargo se advierte que ésta afirmó, que para el 31 de
agosto de 2001 (su hija lo ubicó el 8 de enero de 2002), a xxxxx le habían hecho el
ultrasonido (con motivo del embarazo), y ya para esa fecha les había dado el número
de teléfono 767-7833 (ver folio 20 misma prueba). Pero curiosamente, la misma
prueba ofrecida por el Ministerio Público, desmiente lo referido supuestamente por
estas personas en sede policial, en tanto para junio de 2001, era R.U. quien vivía en
esa casa, y de los expedientes médicos de xxxx , se desprende que su segundo hijo, al
cual se estarían refiriendo esas testigos, nació el 31 de julio de 2002, de modo que
para el 31 de agosto de 2001 no podía estar embarazada, toda vez que los datos
médicos arrojan que la paciente dio a luz a las 39 semanas de gestación, con fecha
última de menstruación el 11 de noviembre de 2001 (ver expediente médico a folio
1388 vuelto, tomo IV del expediente principal). Asimismo, la citada ampliación de
informe policial hace referencia, a folios 25 y 26, a un testigo de nombre H. (que
tampoco fue ofrecido ni declaró en debate), quien supuestamente se comunicaba con
xxxx al teléfono […], desde el teléfono […], sin embargo, en el reporte de facturación
telefónica correspondiente al número […], que para sustentar este recurso de casación
fue ofrecido por la representación fiscal, como elemento probatorio preterido por los
Juzgadores (ver folio 463 a 466, tomo I del expediente principal), se hace mención a
otro número telefónico, […], sin que se haga referencia a la posibilidad de un error
material. Por último, la policía informó en su oportunidad, haber recibido el testimonio
de una persona llamada O.B., quien dijo ser amigo tanto de S.M. (compañera
sentimental de R.U.), como de xxxx , a quien conocía bajo el nombre de “xxxx ”, y que
esta última lo llamaba desde el teléfono […], durante el primer semestre de 2001. Pese
a ello, en juicio, “xxxx ” no ratifica tal información, y ese testigo no depone en la
audiencia oral, y aun cuando en la facturación telefónica atinente a los meses de julio,
agosto y setiembre de 2001 correspondiente al teléfono […], ofrecido por la
representación fiscal (que en todo caso no se refieren al primer semestre del año
2001), se aprecian llamadas salientes de este teléfono con destino al número […], que
se indica era el número que correspondía al abonado O.B., no surge como conclusión
unívoca, que tales llamadas fueran efectivamente realizadas por la mencionada “xxxx
”, sino que evidencian tan solo que salieron de aquella línea telefónica ubicada en la
casa cuestionada, dentro de un período de tiempo, en que existe prueba que permite
inferir que otro núcleo familiar, diferente al de xxxx , vivía en el domicilio cuestionado,
máxime que S.M., aparentemente, según se indica en el informe de la policía, era
también amiga de O.B. Pero en todo caso, no puede pretender el Ministerio Público,
como lo reclama en este recurso, que el Tribunal tomara en consideración, pruebas
que no se muestran ratificadas en debate, a la luz del contradictorio, pues no fueron
ofrecidas ni recibidas en debate, y que como bien lo concluyeron los Juzgadores,
conducían a consideraciones anfibológicas, permitiendo varias interpretaciones, que en
todo caso no vinculaban, de forma univoca al imputado Xxxx con las acciones
delictivas atribuidas, que culminaron con la muerte de Parmenio Medina Pérez. Las
restantes probanzas mencionadas por el ente fiscal en acopio de los argumentos
vertidos en el libelo de impugnación, al margen de que no puntualizan los aspectos que
permitirían desvirtuar el razonamiento de la autoridad juzgadora en lo atinente al
imputado xxxx, insisten en otorgar relevancia probatoria a las declaraciones que para
la tesis acusatoria son fundamentales, y que corresponden a L.B. y xxxx , D. y M.M.,
sin que tales pretensiones encuentren respaldo adecuado. Sobre este aspecto conviene
señalar, que el anticipo jurisdiccional de prueba rendido por la testigo D., tal y como lo
comprendió el Tribunal, en modo alguno, ni de manera individual ni dentro de un
ejercicio conjunto de valoración indiciaria, conforme lo pretenden los recurrentes,
contribuye a brindar elementos importantes que permitan vincular al referido
justiciable con los hechos delictivos acusados, en tanto la deponente, en lo que
interesa, solamente pudo señalar, que en dos ocasiones, observó a una persona, cuyo
nombre no sabía y al que tampoco conocía, pero que oyó que se llamaba “xxxx”,
cuando se encontraba en la acera del edificio ubicado en las inmediaciones de Plaza
González Víquez, a donde llegaba también O., y en una segunda oportunidad, observó
a esa misma persona cruzando la calle, rumbo a una soda que se encuentra por ese
sector, situando tales acontecimientos en el año 2000, desconociendo si O., se reunió
o no con el sujeto llamado “xxxxx”, y sin que pudiera observar a este último, ingresar
al edificio mencionado (ver folios 3011, 3012, 3014 vuelto, 3015 vuelto y 3016, tomo
III de la sentencia). Por su parte, M.M., señaló al Tribunal, haber observado a xxxx, un
sujeto colombiano, en tres ocasiones diferentes, en Campo 5 de Cariari, en compañía
de xxxx , después de que éste y xxxx se pasaran a la casa del redondel, aunque no
sabía cuando se había dado el traslado. Por otra parte afirmó que xxxx entró a esa
casa, un mes y medio o antes, de que mataran a Parmenio Medina. Sin embargo, ello
entra en contradicción con la prueba documental que recoge la declaración de R.U.,
quien indicó residir en esa vivienda para junio de 2001, omitiendo brindar la testigo,
una descripción física, racional y lógica, sobre la persona que identificaba con el
nombre de “xxxx”, señalando de forma ambigua, que ese sujeto no era ni alto ni bajo,
sino “más o menos”, ni gordo ni flaco, ni moreno ni blanco, y no podía recordar el color
del cabello ni de los ojos -el acusado los tiene verdes- (ver folio 444, tomo I de la
sentencia), razones que llevaron al Tribunal a desmerecer su testimonio como sustento
de un juicio certero de culpabilidad contra Xxxx, sin que tal planteamiento vulnere las
normas de la sana crítica y la fundamentación probatoria. Por último, considera esta
Sala, que respecto al anticipo jurisdiccional de prueba rendido por L.B. y la deposición
de xxxx , tal y como lo consideraron los Jueces, ambos declarantes incurrieron en
serias contradicciones, tanto entre sí, como en el propio discurrir de sus afirmaciones,
advirtiendo esta Cámara, que adicionalmente a las expresiones contradictorias que
rescataron los Juzgadores, se aprecian otras muchas incoherencias e incongruencias,
que definitivamente le restan credibilidad a la prueba ofrecida, y por ende, dejan sin
soporte la hipótesis de la acusación. Así, xxxx , señaló al Tribunal, que producto de las
manifestaciones que a ella le hace L., c.c. “I.”, se entera del planeamiento para
asesinar a Parmenio Medina, y que es xxxx, quien fungía como intermediario, el que le
paga a su compañero de vida, apodado “xxxx”, para que hiciera un mapa sobre la
forma en que actuarían para llevar a cabo el encargo, (ver folio 1308, tomo III de la
sentencia), sin embargo, en la misma declaración señala que la persona que le habla
sobre el particular es su concubino “xxxx” (folio 1314, mismo tomo), pero a la vez
afirma que “Xxxx” nunca le comentaba nada (folio 1308, mismo tomo), y que ella
“escuchó” que a su conviviente lo buscaron para elaborar un plan sobre la forma en
que le darían muerte a la víctima, pero que “Xxxx” nunca habló del asunto delante de
sus hijas y ni a ella se lo manifestaba (ver folio 1315, mismo tomo). Refiere también
que xxxx la recoge en el Hospital San Juan de Dios para llevarla a su casa, un día
antes de la cita médica a la que iba a asistir, pero a la vez indica, sobre el mismo
aspecto, que andaba en San José, en ese hospital, en la cita médica, pero no la
atendieron y que iba a sacar la cita (ver folios 1313 y 1314, mismo tomo). Relató por
una parte, que cuando su conviviente salió de la cárcel (el 24 de febrero de 2001),
compró un vehículo Elantra color rojo, pero a la vez informa que fue L. quien la enseñó
a manejar, cuando ya había muerto Parmenio Medina (7 de julio de 2001), y
luegocuando “Xxxx” compró el vehículo rojo, ella terminó de aprender a conducir (ver
folio 1314). Manifestó también que a xxx x solamente lo vio en una oportunidad, pero
que “Xxxx” le contaba que aquel llegó en varias oportunidades a la casa, y lo hacía a
medianoche, y en una de esas oportunidades, “Xxxx”, junto con W., R.U. y L.,
probaron unas armas en el patio de la casa, que fueron llevadas por xxxx, y todo lo
supo, porque su concubino le contó, situando la testigo tales acontecimientos, con
anterioridad al día en que L.B. y el propio xxxx, la trasladaron de las inmediaciones del
hospital San Juan de Dios hasta su casa de habitación, pero dentro de la misma
declaración señala, que la ocasión en que se probó el funcionamiento de las armas de
fuego fue después de que xxxx la pasara a recoger por el hospital, contándole “Xxxx”
que las armas tenían problemas (ver folios 1315 y 1316). También declaró que L. le
comenta que tanto él, como Xxxx, alias “F.” y Xxxx, c.c. “Xxxx”, habían perpetrado el
asesinato, para luego indicar que L. no le manifestó haber participado directamente en
el hecho (ver folio 1316). Por último, al comparar la declaración de xxxx con la
rendida por L.B., pese a que la primera había indicado que solo en una oportunidad
había visto a Xxxx, cuando la fueron a dejar a la casa, L.B. relata de por lo menos dos
oportunidades en que llevó a xxx a la casa de “Xxxx”. En una primera ocasión, con
anterioridad al viaje que hicieron con xxxx desde el hospital (aunque él se refiere al
Calderón Guardia, y xxxx al San Juan de Dios), procediendo xxxx a preguntar la
dirección de la casa, observando el testigo a la mencionada xxxx junto con su hijo,
conversando xxxx con “Xxxx”, por cerca de treinta o treinta y cinco minutos,
mientras el testigo se mantuvo en el vehículo; y la otra oportunidad se dio cuando
recogieron a xxxx en el hospital Calderón Guardia, manifestando por su parte (xxxx ),
que en esta ocasión Xxxx le pidió la dirección de la casa y esa fue la única vez en que
lo vio. Por otra parte, L.B. relató, que por xxxx pasaron al hospital Calderón Guardia,
a eso de las tres de la tarde, y que la mujer estaba con el niño, mientras que xxxx ,
refirió que los dos hombres pasaron por ella al Hospital San Juan de Dios, cerca del
mediodía, pues a la casa llegaron a eso de la una o dos de la tarde, y no recordaba
haber viajado o no con su hijo,ubicando la ocasión en que se procede a probar las
armas en otro momento. La representación del Ministerio Público ofreció también en
respaldo de su impugnación algunas otras probanzas tales como, el Libro de Visitas de
Abogados a la Unidad de Admisión del Centro Institucional Cocorí de Cartago,
correspondientes al período que se extiende entre el 19 de enero de 1999 (antes de
que se diera el homicidio investigado) al 19 de setiembre de 2004, y del 10 de
setiembre de 2004 al 27 de enero de 2005, indicando los recurrentes que defensores
de otros de los imputados en esta causa visitaban a O. cuando este se encontraba
recluido en dicho centro penitenciario, por lo que con esa prueba se demuestra que O.
pagaba los servicios profesionales de los abogados de xxxx, así como la subordinación
de tales profesionales hacia Chaves Mora; la certificación de Migración y Extranjería
sobre la sentencia condenatoria contra la abogada Miriam Bedoya Zárate, en
Birmingham, Inglaterra, por el delito de tráfico de drogas, pretendiendo con ello
demostrar que llevaba razón el testigo C., cuando señaló que Xxxx le había
manifestado que no declarara ya que gente muy peligrosa lo rodeaba, entre ellos su
abogada, que tenía nexos con el narcotráfico; el casete número 30 de intervención
telefónica, sobre el teléfono de Minor Calvo Aguilar número […], lado B, de fechas 7 y
8 ambas de enero de 2003 , de donde, a juicio de los recurrentes se desprende que
Xxxx llama a Minor Calvo Aguilar (folio 349, caja 10, prueba 14); los casetes de
intervención telefónica sobre el teléfono 438-4966, números 6, 22 y 29, que da cuenta
de las conversaciones entre Xxxx y L., derivando la representación fiscal la relación
entre ambos justiciables y la manipulación probatoria de ellos y de su abogado Marco
Cambronero Carmona; la factura número 20699 de fecha 4 de enero de 2001, a
nombre de Xxxx, decomisada en la casa de Xxxx el 23 de setiembre de 2003,
acreditando así, para la Fiscalía, la relación entre los dos individuos y que ambos se
conocían y por ende participaron en el homicidio de Medina Pérez; el contrato de
arrendamiento fechado 10 de marzo de 2002, entre xxxx y A.C., supuestamente
autenticado por el Licenciado Luis Fernando Jiménez, sobre un apartamento ubicado en
el “Barreal de Heredia”, con el que a su juicio, se demuestra la forma de operar de
Xxxx, para hacer creer sobre situaciones acaecidas, tal y como lo referente a la
vivienda de xxxx ; copias certificadas del Protocolo de la notaria Iris Mora Jiménez,
tomo 16, asignatura 79055, para acreditar que el contrato de arrendamiento entre L.F.
y xxxx es post fechado; informe policial número 681-INV-01 de 14 de mayo de 2003,
ampliación 5 (en realidad parece que se refiere a la ampliación número 3), donde se
indica que Xxxx fue observado por diferentes personas en compañía de xxxx en la
localidad de El Semillero de Cariari (folios 1540 a 1550, tomo IV del expediente
principal); oficio del Organismo de Investigación Judicial de fecha 29 de enero de
2003, remitido por el analista E.L., para establecer la relación entre Xxxx, el testigo R.
y Minor Calvo Aguilar; acta de reconocimiento de fecha 6 de enero de 2003, diligencia
realizada por xxxx quien identifica a Xxxx como la persona que llegaba a su casa
(folios 1240 a 1243, tomo IV del expediente principal); orden de secuestro sobre los
efectos personales de Xxxx (celular, pasaporte, tarjetas de presentación, documentos
varios); constancia de folios 1226, tomo III del expediente principal, fechada 6 de
enero de 2003, donde el Licenciado Marco Cambronero solicita hablar con el oficial de
investigación G.M., y se le concede la audiencia. Sin embargo, ni de forma individual
ni colectiva, estos elementos probatorios constituyen un sustento importante que
permita vincular a xxxx con los hechos atribuidos, evidenciando, tan solo que el
justiciable en algún momento conoció o se relacionó con alguno de los restantes
acusados, por ejemplo, con Xxxx, o bien con xxx , aunque tales conclusiones no
devienen unívocas, pero aun aceptando tal circunstancia, el elemento integrador que
vincule tal cercanía o conocimiento personal con estas personas, con los hechos ilícitos
acusados, no encuentra soporte probatorio para establecer la autoría del incriminado
en el homicidio del comunicador Parmenio Medina Pérez, bajo parámetros de certeza
positiva, requisito indispensable para dictar una resolución condenatoria. Es pertinente
mencionar en este momento, que la factura 20699 de fecha 4 de enero de 2001,
ofrecida por el Ministerio Público para vincular a los acusados Xxxx y xxxx , en sí
misma, no relaciona a este último con el primero, pues el documento está hecho a
nombre de C.V., por los siguientes rubros (inspección, mensualidad y seguro, para un
total de 14.400 colones, y contiene la firma de Xxxx, sin que se establezca por parte
del órgano acusador, las razones por las que luego aparece dentro de las pertenencias
de Xxxx, en tanto la factura no le pertenecía (ver caja 4 prueba 4-38). Cabe señalar
que algunas de las pruebas ofrecidas por el Ministerio Público durante el proceso y que
ahora reclama preteridas en la valoración jurisdiccional, resultan irrelevantes a los
fines pretendidos, por ejemplo el casete número 30 de intervención telefónica sobre el
aparato telefónico número 390-9506, lado B de fechas 7 y 8 de enero, ambos de 2003,
visible a folio 349 del Legajo de Intervención telefónica, prueba 14, caja 10, donde lo
único que consigna la autoridad jurisdiccional es la leyenda “Conversación entre Minor
y su defensor”, sin mayor contenido, lo que obviamente no puede en modo alguno
significar un elemento de prueba serio para vincular a los acusados Xxxx y Minor Calvo
Aguilar, e incluso, el lado A de ese mismo casete, que recoge las conversaciones
sostenidas por Calvo Aguilar durante el período anterior correspondiente al 31 de
diciembre de 2002 al 7 de enero de 2003 hasta las 14:30 horas, refiere que “no hay
conversaciones de importancia para la investigación” (misma prueba y mismo folio).
Igual suerte corren los documentos decomisados a Xxxx y otros haberes personales,
en tanto no se determina su utilidad probatoria para fortalecer la tesis de la acusación,
lo mismo que la petición de una cita con el oficial G.M., por parte del licenciado
Cambronero Carmona, lo que se acredita aún más, si se analiza la declaración de este
oficial de policía, quien deja claro que Xxxx era informante de la policía (sección de
asaltos), brindando información contra una banda de asaltantes de origen
guatemalteco (la Banda del Sol), que dio como resultado su desmantelamiento y la
imposibilidad de que cometieran actos delictivos en nuestro país, banda de asaltantes
que mantenía comunicación con Xxxx, pretendiendo este en su momento, obtener del
Ministerio Público y de la policía algún beneficio y su devolución a Colombia, por los
problemas judiciales que afrontaba. Pero en resumen, conforme lo señaló en debate el
oficial G.M., los aspectos de mayor relevancia sobre la intervención de Xxxx en esta
oportunidad, se referían a la mencionada banda delictiva (ver folios 231 a 233, tomo I
de la sentencia). La prueba aportada por los impugnantes, sobre la calidad moral del
enjuiciado, en cuanto a la forma en que actuaba en sus relaciones cotidianas (alquilar
una vivienda), tan solo evidencia ese aspecto de su personalidad, lo que tampoco se
muestra novedoso, en tanto resulta claro del expediente que Xxxx se desenvolvía en
un ambiente sórdido, cobrando dineros o deudas económicas a terceros, bajo métodos
que rayaban en delictivos (coacción o amenaza), o participando en otras actividades
que culminaron en causas penales, aspectos de pleno conocimiento de la policía
judicial. Sin embargo, esta prueba no lo vincula, ni siquiera a título de indicio que
pudiera ser analizado conjuntamente con otros elementos probatorios, como partícipe
en esta causa, y menos aun relacionar tal circunstancia aportada, con la discusión
atinente a la época en que xxxx habitó la vivienda donde, conforme a la hipótesis
fiscal, se planificó el homicidio del comunicador. Asimismo, algunas otras de las
pruebas aportadas a este recurso, responden a interpretaciones subjetivas de los
recurrentes, sin mayor sustento y sin que tales consideraciones pudieran derivarse de
los autos (libro de visitas de abogados; certificación de Migración y Extranjería
correspondiente a la licenciada Bedoya Zárate; los casetes de intervención telefónica
números 6, 22 y 29 que en realidad se detallan a folios 121 a 152 del Legajo de
Trascripción telefónica, caja 10, prueba 10); las copias certificadas del protocolo de la
notaria Zamora Jiménez; oficio de fecha 29 de enero de 2003 suscrito por el analista
E.L., para establecer la relación entre Minor Calvo Aguilar y xxxx (folios 1307 a 1309,
tomo IV del expediente principal). Conviene señalar que en lo referente a las
estrategias de defensa, mencionadas por el Ministerio Público al referirse a las
conversaciones telefónicas de Xxxx y L., y a los contratos de arrendamiento
relacionados con la notaria Zamora Jiménez, aun cuando pudiera estimarse que no
resultan éticas ni adecuadas, no constituyen indicios de relevancia, capaces de incidir
en el fallo dictado, en tanto, sobre el tema de la ubicación de la vivienda donde
supuestamente se planificaron los hechos delictivos que culminaron con la muerte del
ofendido, como de forma reiterada se ha señalado supra, al proceso se aportaron
elementos de prueba solventes, que desvirtúan tal consideración, o por lo menos,
introducen dudas importantes que impedirían un juicio de certeza sobre el particular.
Por último, resulta de importancia destacar, que el Ministerio Público, como ya se ha
informado también, pretendió en debate, y hace lo mismo ante esta sede, introducir
como pruebas, algunos elementos de juicio que no encontraron ratificación en la
audiencia oral. Así, en lo que se refiere al oficio de fecha 29 de enero de 2003,
remitido por el analista E.L., mediante el cual se trata de establecer un nexo entre
Xxxx y Calvo Aguilar, contrario a lo que pretende el Ministerio Público, el aspecto
probatorio al que estaba obligado el Tribunal, no era el oficio propiamente dicho, y por
ende la interpretación que los impugnantes pretendieron, sino la prueba que de ese
oficio podía derivarse, en este caso, la declaración rendida en debate por el testigo R.,
visible a folios 1277 a 1282, sin embargo, de ella no se deriva, como bien lo entendió
el Tribunal de juicio, los aspectos indicados por la representación fiscal, en tanto el
deponente, quien efectivamente aceptó conocer (desde antes de la muerte del
comunicador) a Xxxx y mantener con él una relación laboral por un corto tiempo, así
como por el hecho de haberle alquilado una casa de habitación en Sabanilla de Montes
de Oca. Afirmó que profesionalmente se desempeña en bienes raíces y turismo,
manteniendo cerca de 32 líneas telefónicas, al punto de que al 90% de la población de
este país, han llamado por teléfono, negando haber conocido o haberse comunicado
con Minor Calvo Aguilar, aunque sí lo hizo con un familiar del justiciable, de nombre
“Piro”, con el que mantuvo una relación de negocios (en la que no intervino el acusado
xxxx ), adjudicándose él y no Xxxx, conforme lo alegó el Ministerio Público, las
llamadas telefónicas que se hicieron al mencionado “P.”, circunstancias que a juicio de
los Jueces no fueron rebatidas, y no se aporta prueba que el Tribunal omitiera en su
análisis, que pudiera variar la situación de duda, determinada en el fallo. Por otra
parte, en lo que se refiere a los informes policiales, la ampliación número 5
(corresponde más bien a la número 3) que menciona en este recurso la representación
fiscal, visible a folios 1540 a 1550, del tomo IV del expediente principal, no constituye
un elemento de prueba, aunque sí lo es la declaración de la testigo M.M., quien depuso
en la audiencia, y a cuya deposición nos referimos con anterioridad, con el resultado
conocido, en tanto sobre los aspectos de interés (ubicación de la vivienda en Campo 5
de Cariari), otras probanzas aportadas por el mismo Ministerio Público, desvirtuaron
las circunstancias que ahora el ente fiscal alega como omitidas en su consideración,
pero que llevaron a los Jueces a manifestar un estado de duda sobre la participación y
culpabilidad del enjuiciado en los hechos atribuidos. Sobre la ambigüedad probatoria
ofrecida por el órgano acusador, tanto dentro del proceso como ante esta sede,
exhibiendo una ausencia de análisis conjunto sobre los elementos de prueba recabados
y ofrecidos en sustento de su tesis inculpatoria, se advierte que si bien es cierto, la
testigo xxxx reconoció en rueda de personas al ahora imputado Xxxx, al ofrecer la
descripción de las características físicas de la persona a reconocer, señaló que tenía un
tatuaje en uno de los brazos (ver folio 1240, folio IV del expediente principal), lo que
motivó que el Ministerio Público solicitara al Departamento de Medicina Legal que
valorara al encausado, elaborando una descripción de sus características físicas,
estableciéndose entre otros detalles, que Xxxx, no presenta tatuajes ni cicatrices en
sus miembros inferiores ni superiores, abdomen, tórax ni espalda (ver dictamen DML
número 889-2003, de fecha 3 de febrero de 2003, folios 6121 y 6122, tomo XIII del
expediente principal), circunstancias que llaman la atención y le dan soporte al estado
de duda que motivó a los Juzgadores al valorar las manifestaciones de la principal
testigo de la representación fiscal, sobre la que se fundamentó, junto con la
declaración rendida por L.B., toda la causa en contra del justiciable Xxxx, restándole
toda credibilidad como sustento de una determinación condenatoria. No cabe la menor
duda a esta Sala, que los hechos atribuidos al justiciable, que resultaron en la muerte
homicida del comunicador Parmenio Medina Pérez, son extremadamente graves, sin
embargo, pese a los reproches del Ministerio Público, las pruebas aportadas no
contribuyeron a conformar un entorno sólido que permitiera, bajo parámetros de
certeza positiva, determinar la culpabilidad del enjuiciado en la causa que se examina,
vinculándolo de manera inequívoca con las acciones delictivas desplegadas y con los
restantes acusados. De allí que, aun cuando en efecto el Tribunal no se refirió a la
totalidad de las pruebas, ello no conduce a la nulidad del fallo dictado, como lo
pretende la representación fiscal, pues la alegada prueba que fue preterida, no solo no
desvirtúa las conclusiones de la autoridad juzgadora, sino que, de haber sido
consideradas, reforzarían aun más la conclusión dubitativa que motivó la absolución
del imputado Xxxx. En consecuencia, se declara sin lugar el recurso de casación
formulado.

II.-

2.- RECURSO CONTRA LA SENTENCIA ABSOLUTORIA A FAVOR DE MINOR


CALVO AGUILAR POR LOS DELITOS DE HOMICIDIO CALIFICADO Y
ASOCIACIÓN ILÍCITA. La representación fiscal interpone tres motivos de casación
por vicios procesales a saber: Primer motivo: Fundamentación inexistente: Se
reclama el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, por cuanto el Tribunal efectuó una referencia genérica a la prueba
documental y testimonial aportadas en el fallo, sin establecer el proceso intelectivo
utilizado para arribar a la conclusión absolutoria sobre la acusada participación de
Minor Calvo Aguilar en el planeamiento y pago del homicidio de Parmenio Medina
Pérez. Segundo motivo: Fundamentación incompleta y falta de fundamentación: Se
reclama el quebranto de los numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, en tanto los Juzgadores omitieron analizar la totalidad de la prueba,
entre ella los siguientes elementos: 1) Evidencia 3-5, correspondiente al Programa La
Patada del 7 noviembre de 1999. 2) Pruebas 3-1 y 3-2, correspondientes a amenazas
y ofensas por teléfono a la casa de Parmenio Medina Pérez y a las de sus hijas xxxx .
3) Evidencia 3-2, correspondiente al casete que contiene grabación de la reunión entre
Minor Calvo Aguilar; Parmenio Medina Pérez; M.T. y Monseñor Román Arrieta en la
vivienda de este último el día 10 de noviembre del 1999. 4) Prueba 3-8, Caja 9 prueba
F-28, correspondiente a la visita de Minor Calvo a la casa de Parmenio Medina el 16 de
noviembre de 1999. 5) Prueba 3-7, documento “Radio María: un problema pastoral”,
de fecha 6 de febrero del 2000. 6) Prueba 3-8, Programa La Patada del domingo 22 de
octubre del 2000: Parmenio Medina realiza un recuento de lo sucedido con Radio
María-Calvo Aguilar-ataques-reunión de conciliación. Se cuestiona quien paga la
frecuencia de la radio, sobre los montos de dinero que ingresan y egresan de la radio,
se mencionó la auditoria de Deloitte & Touche. 7) Prueba 3-9, Programa La Patada, del
domingo 29 de octubre del 2000, se retoma el incidente de Calvo Aguilar en la
Sabana; se habla de la auditoría de Deloitte & Touche que no se ha hecho pública. 8)
Caja 9 Carpeta F-27, folio 19. 8) Evidencia 5-18, folio 12, Publicación de Diario Extra,
de fecha 4 de noviembre del 2000: “Ante el Vaticano: Denuncian a Monseñor Arrieta
por caso del padre Minor”. 9) Caja 9 Carpeta F-28, folios 38 y 40. El ofendido
documentó una conversación que sobre la publicación antes mencionada mantuvo con
Msr. Román Arrieta el 5 de noviembre del 2000. 10) Prueba 3-10, Programa La Patada,
del domingo 3 de diciembre del 2000, en este programa el ofendido indica que debido
a lo referido en La Patada con relación a Minor Calvo ha recibido ataques de éste en
sus programas en el que lo califica como “amenaza viviente” y que “la Iglesia católica,
apostólica y romana está en peligro, así también como su comunidad”. 11) Prueba 3-
11, Programa La Patada, del domingo 10 de diciembre del 2000, en este programa el
ofendido indica que debido a lo referido en La Patada con relación a Minor Calvo se les
denomina a él y al elenco de La Patada como parte del demonio y que son un
instrumento de él para hacer falsas acusaciones. 12) Prueba 3-25, Programa La
Patada, del domingo 17 de diciembre del 2000, en este programa se vuelve a reiterar
que las informaciones que se dan se realizan “por honestidad y transparencia con el
radio oyente y con la sociedad misma”. 13) Prueba 3-26, Programa La Patada, del
domingo 24 de diciembre del 2000, se retoma el tema de la omisión de Minor de no ir
a ver al señor que agonizaba. 14) Prueba 3-28, Programa La Patada, del domingo 14
de enero del 2001, a partir de este programa, Parmenio indica como cuña: “Yo no soy
un mentiroso”. 15) Caja 9 Carpeta F-28, última reunión de Parmenio con Omar y
Mainor el 20 de marzo del 2001. 16) Prueba 3-12, Programa La Patada, del domingo
22 de abril del 2001, el ofendido inicia indicándoles a los radioescuchas que en La
Patada en dos oportunidades es que se ha hecho referencia a Radio María en
noviembre de 1999 y en octubre del 2000, para señalar después: “Y a partir de hoy
vamos con el tiempo extra, de un partido que como antes lo dijimos no ha terminado”.
17) Evidencia 6-1 folio 159, Tomo I del Legajo de Investigación, folios 273 y 274,
publicación en el Diario Extra página 36 del 21 de abril del 2001: “SEÑOR PARMENIO
MEDINA DE LA PATADA: ACLARE A LA OPINIÓN PÚBLICA LO SANTO QUE ES SU
PERSONA, REFERENTE A LA FALSIFICACIÓN DE FIRMA QUE USTED LLEVÓ A CABO EN
SU PATRIA Y QUE LO DEMUESTRAN ESTOS DOCUMENTOS...”. 18) Prueba 4-39, Carta
del 24 de abril del 2001 en la que W.A. le dice a H.A. que le envía copia de la demanda
que le van a plantear a Parmenio y que en vista de la responsabilidad civil que le cabe
al medio radial en el que se transmite La Patada, por los comentarios de Parmenio que
le ocasionan un profundo daño a la imagen de aquel, esto como un medio de presión
para que Radio Monumental sacara del aire dicho programa. 19) Tomo X del Legajo de
Investigación, folio 252, Publicación en el Diario Extra del 25 de abril del 2001
denominado “A LA OPINIÓN PÚBLICA COSTARRICENSE, Parmenio, Por Favor... A sus
quehaceres!!!”. 20) PRUEBA F-24 folios 8 a 74, decomisada en la casa de Parmenio
Medina Pérez denominada fax enviados medios de comunicación Parmenio –Extra-
Minor, abril del 2001. 21) Evidencia Caja 6-1, folio 153, campo pagado, publicado en el
Diario Extra el27 de abril del 2001 por el señor Parmenio Medina, señalando que quien
pagó las informaciones contra él era F.T., ex-director de la UPD (Unidad Preventiva del
Delito) por la publicación en ese mismo diario en la que incitaba a una manifestación
pública en apoyo a Minor Calvo Aguilar: “Luego marcharemos a las instalaciones de los
patrocinadores para hacer valer nuestro sentir”. 22) Caja 9 Carpeta F-26, documentos
de Parmenio Medina Pérez “La Patada”, documentos varios, Minor-Arrieta-Omar-Actas-
Radio María- Abogados. Campo pagado por H.C., certificada por F.T. en el Diario Extra
el 21 de abril del 2001. 23) Evidencia 5-13, conversaciones de Parmenio Medina Pérez
con Monseñor Román Arrieta los días 27 de abril y 7 de mayo del 2001, en las que el
ofendido le advierte al arzobispo su temor de ser asesinado por Minor Calvo Aguilar y
O. solicitándole que hable con ambos para que eso no ocurra. 24) Prueba 6-1, folio
152, el Diario La Nación el 28 de abril del 2001, publica una carta remitida por el señor
Medina Pérez titulado “Verdad, no amenazas”, en la cual señala que en vista de los
campos pagados por personas cercanas a Minor Calvo Aguilar en contra suya, recurre
a este medio periodístico pues le preocupa que F.T., ex-director UPD, incita a una
manifestación pública contra su persona y el programa La Patada. Advierte que los
coimputados Calvo Aguilar y O. estaban previamente avisados desde el 20 de marzo,
fecha en la que se reunieron los tres en la casa de O. 25) P rueba 3-33, Programa La
Patada, del 29 de abril del 2001 (NO SE TRAMSMITIÓ), trata del seguimiento Minor
Calvo-Radio María-Msr. Arrieta-O., refiriéndose a este último como “La persona que
tiene el huevo, plata, vil metal con el que podemos comprar, adquirir casi todo en esta
efímera y choriciada vida”- Campos Pagados del abogado F.T. El ofendido le indicó a
F.T. que estaba en su derecho de apoyar al levita (Minor) siempre que se tratara de
afirmaciones veraces y no con incitación a daños a la propiedad privada y amenazas a
los patrocinadores de La Patada. Conversación que tuvo con Monseñor Arrieta el 27 de
abril del 2001, a las 2 p.m., quien fue el que lo llamó para hablar de la concentración
masiva que harían supuestamente los seguidores de Calvo Aguilar, programa que se
transmitió el 6 de mayo del 2001, identificado como Prueba 3-13. 26) Caja diez,
prueba 10-8, video casete: Se ve al ofendido Parmenio Medina con un fax que le envió
H.A., en el que le dice que al revisar el programa se determina que sigue haciendo
referencias personales a Minor, se lee carta del 26 de abril del 2001 que le envió a
Parmenio, censura previa. 27) Prueba F-31, folios 2 a 45, el 30 de abril 2001, el señor
Parmenio Medina planteó ante la Sala Constitucional, recurso de amparo por la
decisión de la Junta Directiva de Radio Monumental de no transmitir el programa La
Patada, el día 29 de abril del 2001 lo que constituía una censura previa. 28) Evidencia
6-1, folio 146, publicaciones periodísticas, dadas por Minor Calvo el 1 de mayo del
2001 refiriéndose a Parmenio Medina como una persona que necesita un psiquiatra,
que él nunca lo ha atacado, que una persona que se ensaña en perseguirlo como él lo
hizo, lo que necesita es ayuda de un especialista, además indica perdonarlo de corazón
“mi actitud es de perdón y le mando muchas bendiciones por Diario Extra”, “en cuanto
a la salida de Parmenio tengo una posición muy tranquila, esto fue una decisión de la
Junta Directiva de Monumental, yo no he ejercido ninguna presión para que él saliera”,
“…lo único que tengo que decir es que este hombre necesita ayuda de un psiquiatra…”.
Indica dicho artículo que el encartado Calvo Aguilar refirió que las acusaciones de las
cuñas de CANARA, no tenían ni pies ni cabeza ya que la Cámara Nacional de Radio
había investigado y no encontraron ninguna anomalía. 29) Evidencia 6-1, folio 144,
Tomo I del Legajo de Investigación, folios 275 a 277, publicación del Diario Extra del
3 de mayo del 2001, campo pagado titulado: “¡Gracias Monumental!”, “Gracias,
señores de la Junta Directiva de Radio Monumental, por la gran capacidad de
interpretar el concepto de Libertad de Expresión”. 30) Prueba 6-1, folio 138, artículo
fechado 5 de mayo del 2001 del Diario La República. La Sala Cuarta acoge recurso de
Parmenio Medina y ordena transmitir el programa suspendido del 29 de abril del 2001.
31) Prueba 10-8, NOTICIA PERIODISTA DE E.C., PARMENIO MEDINA DICE QUE EL NO
ES TERCO POR SERLO, SINO QUE ES INCISIVO; NOTICIA DE TELENOTICIAS EN LA
QUE SALEN LOS LLANTOS DE MINOR CALVO: LE PIDE A COSTA RICA QUE
COMPRENDAN QUE ÉL ES OBJETO DE UNA PERSECUCIÓN DE PARMENIO MEDINA. 32)
Prueba F-26, folios 22 a 37, recurso de amparo de Minor Calvo Aguilar contra La
Patada, fechado 5 de mayo del 2001. El imputado insiste en que Parmenio se
inmiscuye en su vida privada y en sus negocios y le solicita a la Sala Constitucional
que se le impida al ofendido comentar nada sobre él. 33) Tomo II del Legajo de
Investigación, folios 572 y 573. Denuncia 01-001454-059-PE planteada por I.R., por
llamada de un hombre con acento colombiano amenazando. 34) Prueba 10-8,
“PROGRAMA DIAGNÓSTICO” grabado el 8 de mayo del 2001, en el que el ofendido
indicaba de manera segura y tajante, que las amenazas que él había recibido
provenían del sicariato colombiano vinculado a Minor Calvo Aguilar y O., que el primero
tenía una doble cara y un doble discurso, engañando a la gente (Incorporada el 1 de
setiembre de 2006 14.55´). 35) Prueba 6-1, folio 86, “AMENAZAS EN CONFLICTO DE
LA PATADA”, nota periodística del Diario La República, de fecha 8 de mayo del 2001.
36) Tomo II del Legajo de Investigación, folios 568 a 571. Informe Policial número
036-INV-02, fechado 11 de febrero del 2002, remisión del sumario de Prevención
Policial sobre los disparos efectuados contra la vivienda del ofendido Parmenio Medina
Pérez, ubicada en San Miguel de Santo Domingo de Heredia, el día 9 de mayo del
2001, determinándose que de los disparos realizados ese día quedó una bala en una
de las vigas del ventanal, que fue recolectada por oficiales del Organismo de
Investigación Judicial, en la entrevista que se le realizó al ofendido éste indicó que
estaba seguro, que quien había mandado a efectuar esos disparos era el aquí
imputado O. y su clan –Mainor Calvo Aguilar-, lo que evidencia la certeza que tenía el
ofendido de que todos los ataques que le sucedían provenían de los aquí imputados.
37) Prueba 6-1, “Balean casa de Parmenio Medina” nota periodística de “Al Día” de
fecha 10 de mayo del 2001, folio 6, se hace referencia a las informaciones sobre Radio
María y Minor Calvo Aguilar; “Baleada casa de Parmenio Medina” La República nota del
11 de mayo del 2001, folio 44, en esta noticia Parmenio Medina señaló que en la
mañana del 10 de mayo del 2001 había recibido una llamada anónima que le indicaba
quien había intentado quitarle la vida; en el periódico El Heraldo el 11 de mayo del
2001: “Parmenio dice saber quién disparó a su casa”, aunque no quiso revelar el
nombre dejó claro que se trata del amigo y socio del presbítero Minor Calvo, “…yo se
de quien es la autoría de estos hechos y él sabe a quien me estoy refiriendo, es una
persona que forma parte de la gente de la radio”. 38) Prueba 3-14, Programa La
Patada, del 13 de mayo del 2001: Primer tema: atentado en la vivienda del ofendido
Medina Pérez. Segundo tema: habla sobre el joven con el que Minor Calvo mantenía
relaciones, de nombre xxxx , y con quien había sido encontrado en la Sabana. 39)
Prueba 3-15, Programa La Patada, del 20 de mayo del 2001 (incorporada el 15 de
agosto de 2006, 10.44´) el programa inicia con una referencia de una carta que le
enseñó H.A. (referencia prueba 4-39); Parmenio deja claro que el programa no ve
cuestiones personales, señala que Minor Calvo presionó para que se cerrara su
programa. 40) Tomo V del Legajo de Investigación, folios 2115 a 2123, Copia
Fotostática del texto en bruto de la entrevista dada por el ofendido Parmenio Medina
Pérez al Semanario Universidad, en fecha dos de julio del dos mil uno, se acredita el
conocimiento que tenía el ofendido de las transacciones ilegitimas que efectuaron los
acusados O. y Calvo Aguilar sobre los ingresos de Radio María, así como los
despilfarros de éste último con los dineros de esa emisora y de las persecuciones que
sufrió por parte de estos dos acusados. 41) Tomo VII del Legajo de Investigación,
folios 3001 a 3017, Anticipo Jurisdiccional de D. realizado a las doce horas con veinte
minutos del primero de abril del dos mil cuatro, acredita las relaciones existente entre
los justiciables O., Minor Calvo Aguilar y xxxx y los comentarios que hacía el primero
sobre el ofendido. 42) Caja número tres, prueba 3-3, trascripción de las amenazas que
le hizo J.A. a Parmenio Medina Pérez, por encargo de O., con el acuerdo de Minor
Calvo Aguilar, amenaza realizada el 11 de noviembre del 2000 y en la que se le dice
que deje de hablar y perjudicar a Minor Calvo pues con eso perjudica los intereses de
Radio María. 43) Evidencias 4-29, 4-30, 4-40, 7-17 y 7-27: Cartas de fechas 13 de
junio de 2001, 23 de junio de 2001, 27 de junio de 2001 y 4 de julio de 2001, con alto
contenido amenazante contra la integridad física del ofendido. En las mismas se le
trata como el demonio y que por el cierre de Radio María y la injusticia que cometió
con Calvo Aguilar, le enviaban la estampita del arcángel San Miguel quien le aplastaría
la cabeza, señalándole que le darían muerte y de las cuales remitían copias a todos los
patrocinadores de La Patada, así como a miembros del elenco de dicho programa;
magistrados y ministros entre otros. 44) Caja cinco, prueba 5-1, video casete con la
grabación correspondiente a las entrevistas dadas por Minor Calvo Aguilar, O. y L. a
Canal 6 en el mes de enero de 2004, se acredita que pertenecen a una organización y
que todos realizan esas manifestaciones como parte de un acuerdo previo para tratar
de desvirtuar la investigación que se ha realizado en su contra. 45) Caja cinco, prueba
5-4, video casete que contiene grabación de la entrevista que Canal 6 le hizo al
ofendido Medina Pérez, sobre la amenaza que le efectuara J.A. por encargo de O., con
la anuencia de Minor Calvo Aguilar, en la que se evidencia que el ofendido hizo pública
dicha amenaza a través de un medio televisivo y el temor que él sentía por su vida y la
de sus familiares por las informaciones que daba con relación a Minor Calvo y Radio
María. 46) Caja cinco, prueba número 5-7, video casete que contiene el Programa
“Siete Días”, donde aparecen entrevistas, una marcha, escenas del entierro y una
recreación de los hechos y noche de los balazos que le hicieran a la vivienda del
ofendido Medina Pérez, para acreditar la persecución de la que él fue objeto por parte
de los encartados O. y Calvo Aguilar. Los testigos G.B., J.H. y R.J. señalan cómo el
encartado Calvo Aguilar se refería al ofendido Medina Pérez, y cómo el señor G.B.
cuestionó a Calvo Aguilar. Además se observa al justiciable Calvo Aguilar diciendo que
si él hubiera querido se derrama sangre por el cierre de Radio María. 47) Caja cinco,
prueba número 5-21, entrevista en bruto del señor Parmenio Medina Pérez, fechada
dos de julio del año 2001 en Radio Universidad, en la cual el ofendido señala las
transacciones ilegítimas que se daban entre los encartados Calvo Aguilar y O. y la
denuncia pública que él hacía sobre su temor a que ellos dos le dieran muerte
pagándole a sicarios. 48) Caja cinco, prueba número 5-23, video casete que contiene
noticias fechada veintisiete de junio del año dos mil cuatro, en las cuales se observa a
los abogados Álvaro Jiménez Acuña y Perla Cheves Romero, con xxxx , hija de xxxx ,
con la que se puede constatar la relación cercana entre aquellos y el imputado Minor
Calvo Aguilar y que fue a través de xxxx que contactaron a la señora xxxx para
amenazarla y persuadirla que cambiara su versión con el único fin de beneficiar a
Minor Calvo Aguilar y a xxxx . 49) Caja nueve, prueba número F-29: Parmenio Medina
Pérez La Patada; contratos varios, Omar-Minor-E.B., Monseñor Arrieta, Radio María de
Costa Rica, Radio María de Panamá, Merquirus, otros; documentos sobre los abogados
José Hidalgo Barrantes, Walter Acuña Navarro, Ana Felicia Quirós Alvarado, Rosario
Jiménez Delgadillo, en los que documentaba el ofendido quienes eran los miembros de
la organización dirigida por O. y de la que formaba parte Calvo Aguilar así como de sus
actividades y de las acciones que ambos imputados efectuaron en torno a Radio María.
50) Caja nueve, prueba número F-30: faxes enviados por el programa La Patada, en
abril del 2001: En estos faxes remitidos a todos los directores de los medios de
comunicación de Costa Rica (prensa televisiva, escrita y radial) se denunciaba la
persecución que le estaban haciendo los imputados Calvo Aguilar y O., y cómo
señalaba su temor de que estos acusados lo mandaran a matar. 51) Caja diez, prueba
número 10-3: Video casete que contiene “entrevistas en La Reforma: caso Parmenio
Medina”, en las que se observa que el ofendido se avocó a investigar las actividades y
conductas homosexuales de Calvo Aguilar siendo este uno más de los motivos por los
que él decidió darle muerte. 52) Ampliación Nº 9 del Informe Policial Nº 681-INV-01
del Organismo de Investigación Judicial, fechado ocho de noviembre del año dos mil
cuatro, con 207 folios, del que se desprende el móvil que tuvo el acusado Minor Calvo
Aguilar y el sentenciado O. para darle muerte al ofendido, así como las personas que
forman parte de su organización y de la cual era miembro el justiciable arriba
mencionado. 53) Prueba 8-17: Movimientos de dinero cercanos a la fecha del
homicidio (del 21 de junio al 7 de julio de 2001), de la cuenta 03400000087-7, a
nombre de Minor de Jesús Calvo Aguilar; movimientos de los que se extrae que en
esas fechas el acusado Calvo Aguilar realizó retiros de dinero a través de sus
allegados, así como personalmente, y que sumados todos ascienden a la cantidad
aproximada a los OCHO MILLONES DE COLONES, según lo que se estableció en la
investigación le correspondió pagar a Calvo Aguilar. 54) Tomo VII del Legajo de
Investigación, folios 3394 a 3396. Copia fotostática de denuncia 04-009870-042-PE,
fechada veintinueve de mayo de dos mi cuatro, interpuesta por el señor G.B. en la
oficina receptora de denuncias de San José, de la que se desprende que este testigo
fue gravemente amenazado durante el proceso de investigación y en la etapa de
debate por el conocimiento que tenía de la participación de Minor Calvo Aguilar en el
homicidio del ofendido. 55) Caja 4, evidencia 4-17, agenda color verde de Minor Calvo
Aguilar, decomisada en su casa de habitación el 3 de julio del 2003, de la que se
extrae que a partir del 22 de marzo del 2001 estaba determinado a darle muerte al
ofendido Medina Pérez. 56) Caja 19, carpeta de la cuenta de ahorros 200-02-034-
503464-7 del Banco Nacional a nombre de Minor Calvo Aguilar, folios 80 a 82. 56)
Caja 5, prueba número 5-20: video casete en el que el señor Parmenio Medina Pérez
denunciaba las actuaciones irregulares y de corrupción de Minor Calvo Aguilar, de lo
que se infiere que fue precisamente ese tipo de denuncias y comentarios por parte del
ofendido uno de los motivos que tuvieron los justiciables Calvo Aguilar y O. para darle
muerte. 57) Caja 7, prueba número 7-13: carta dirigida a Calvo Aguilar de parte de
xxxx , menor con el que había sido encontrado aquel en el Parque Metropolitano La
Sabana, de fecha 14 de enero del 2001, en la que el joven le declara su amor al
imputado y sobre todo lo que han vivido, lo cual es relevante para entender que en
una de las escuchas telefónicas Calvo Aguilar le diga que no informe a la policía sobre
el dinero que le llevó a unos sujetos cuando están hablando de la investigación del
homicidio de Parmenio Medina Pérez. Cinco libros de actas con firmas de personas que
supuestamente estaban en contra del programa La Patada y que se determinó fueron
remitidos a Radio Monumental para lograr el cierre de ese programa. 58) -Caja 9,
Carpeta F-27 (incorporada el 5 de diciembre del 2006, secuencia 14.15´) Bitácora de
Parmenio de sus últimos meses de vida: folio 129: AMIGOS ÍNTIMOS DE MINOR:
(SUPUESTOS GAY) xxxx (entre otros); HECHOS DEL MARTES 20 DE MARZO DEL 2001
– REUNIÓN CASA DE O. CON MINOR Y PARMENIO. 59) Caja 10, prueba número 10-10,
Tomo V del Legajo de Investigación, folios 2224 a 2230, Legajo de Trascripción del
Casete Número Tres, Intervención de las Comunicaciones del teléfono […] lado A,
corresponde a las nueve horas treinta minutos del catorce de abril del año dos mil tres,
en el que se establece la relación existente entre L. y xxxx , y lo que hablaban de la
investigación y de los involucrados en el homicidio del ofendido Parmenio Medina
Pérez, haciendo referencia a los acusados Minor Calvo Aguilar y O. 60) Caja 10, prueba
número 10-10, Tomo V del Legajo de Investigación, folios 2231 a 2241. Trascripción
del Casete Número Seis, Intervención de las Comunicaciones del teléfono 438-4966
lado A, corresponde a las nueve horas treinta minutos del veintiuno de abril del año
dos mil tres, se establece la relación existente entre L. y xxxx y lo que hablaban de la
investigación y de los involucrados en el homicidio del ofendido Parmenio Medina
Pérez, entre ellos Minor Calvo Aguilar y O. 61) Caja 10, prueba número 10-18, Legajo
de Trascripción de casete intervención telefónica de […], casete 15 de L., acredita la
relación de este acusado con los imputados O., Minor Calvo Aguilar y las amenazas a
los testigos xxxxx y G.G. 62) Caja 10, prueba número 10-9: Casete 16 Lado B, fecha
29 de octubre del 2002, conversación de L.B.M. (allegado y amigo íntimo de Minor
Calvo Aguilar) con una mujer sobre la detención de O. Determina nexo entre O. y
Minor. Se puede establecer que L.B.M. tiene muy claro lo que se le cuestiona a Omar y
a Minor Calvo y pretende negarlo. Dicha persona fue señalada por los testigos J.C.F. y
R.J. como alguien que el encartado Calvo Aguilar utilizaba como medio de intimidación
para que los testigos no declararan en el juicio. 63) Casete 18 Lado A, fecha 30 de
octubre del 2002, conversación Ke. (amante de Minor Calvo)-L.B.M.: Éste le comenta a
ella que el encartado Calvo Aguilar está muy preocupado y ella le indica que llamen a
O. que es el que lo controla “en dos toques” y L.B.M. le advierte que no tiene que
mencionarlo por teléfono. 64) Casete 19 Lado B: Fecha 31 de octubre de 2002 a 1 de
noviembre de 2002. Minor señala que todo es un montaje y una basura: expresiones
muy usuales en esta investigación. 65) Casete 20 Lado A de fecha 01 de noviembre
del 2002, Conversación Minor-L.B.M. sobre detención de O., nuevamente. Minor refiere
que todo es una persecución. 66) Casete 24 Lado B de fecha 07 de noviembre del
2002, llamada número 6, folio 138, conversación Minor con xxxx : Es la más
importante de todas las intervenciones, en la misma Minor admite haber pagado dinero
y aquí se puede establecer sin la menor duda que fue a través de xxxx que envió
dinero para pagar por el homicidio del ofendido. “NO HABLE MÁS DE LA CUENTA... ME
ENTIENDE, Y QUE MIRE DICE QUE USTED LE LLEVÓ A UNOS TIPOS UNA PLATA ESO
NADA QUE VER, JAMÁS VA SALIR PERO POR…NO CONOZCO A NADIE, NO HE VISTO
NADIE. EL PADRE UN DÍA LE COMENTÓ QUE PARMENIO AQUÍ, Y LE CAÍA MAL, Y QUE
LE IBA A HACER ALGO, NO EL PADRE SIEMPRE… SI ALGO QUE HE ADMIRADO EN EL
PADRE QUE ES UN HOMBRE DE PAZ, PACÍFICO Y DIJO, SIEMPRE NOS HA DICHO
PRIMERO MUERTO QUE A PARMENIO LE PASE ALGO, Y YA CUANDO EN REALIDAD EL
PADRE DICE VE LO QUE LES DIJE PRIMERO MUERTO YO A QUE LE PASARA ALGO…
UNA LÍNEA ASÍ.” 67) Llamada 10 Lado B del casete 24: conversación Minor-B., folios
142 y 143. Minor le pide a B. que vaya donde Mo. para asesorarlo y que va a llamar a
W.A. para que lo asesore, ya que esa persona había sido citada para ser entrevistado
por los oficiales que realizaban la investigación del homicidio del ofendido Medina
Pérez. 68) Casete 25 Lado A: Fecha 7 de noviembre de 2002 a 8 de noviembre de
2002. -Llamada 2 Conversación Minor-K. Folios 147 a 152. Mainor le dice a K. que está
muy deprimido por lo de la detención de O. 69) -Llamada 2 Conversación Minor-K.,
Folios 152 a 157, le comenta de las citaciones de xxxx , que espera que no la citen a
ella. K. le dice que O. si va a ir a la cárcel y él atemorizado le dice “es más es una
situación que yo estoy así en espera que entren mañana y me caigan, es capaz que me
hacen un idiota escándalo, como el del gordo ese…” evidencia la convicción que iba a
ser detenido, porque internamente tenía clara su participación en el homicidio y de
cómo se aprovechó de las personas para obtener dinero. A la defensiva indica que no
tiene la policía nada contra él. 70) Caja 10, prueba número 10-11. Legajo de
trascripción de casete de intervenciones telefónicas del número 839-8943de Minor
Calvo Aguilar casete número 2, Lado A Fecha 18 de junio de 2003 al 3 de julio de
2003, llamada 69, folios 30-36, conversación entre Minor-H.Z. sobre el allanamiento
que le realizó la policía en su casa de habitación el 3 de julio de 2003: en la que él le
señala a la periodista que después del homicidio de una persona en el caso de haber
participado “veinticuatro horas después uno todavía tiene la sangre fresca ahí”. 71)
Caja 10, prueba número 10-11. Legajo de trascripción de casete de intervenciones
telefónicas del número […]de Minor Calvo Aguilar casete # 3, Lado A, Fecha 7 de julio
de 2003 al 11 de julio de 2003 Llamada 69, folios 30-36, conversación entre Minor-B.:
Le dice que no se preocupe que va encontrar todo muy ordenado, refiriéndose a la
computadora y hablan del WIN ZIP. 72) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de
Trascripción de casete intervención telefónica de […] de Mainor Calvo Aguilar casete
#6, Lado B, fecha 6 de noviembre de 2002, conversación Minor-con un hombre, folios
149 y 150. Para el Juez que realizó la intervención es evidente que no sabía quien era,
pero para esta representación resulta obvio que es A.M. 73) Caja 10, prueba número
10-14, Legajo de Trascripción de casete intervención telefónica de 390-9506 de Minor
Calvo Aguilar casete #7 Lado B. Fecha 8 de noviembre de 2002, conversación Minor
con W.A. Folios 155 y 156. El Ministerio Público puede establecer que es con esta
persona que hablaba, ya que ha de recordarse prueba número 10-9 Llamada 10 lado B
del casete 24: conversación Minor-B., folios 142 y 143, fechada 7 de noviembre de
2002 del número […]. (Minor le pide que vaya donde Mo. para asesorarlo y que va a
llamar a W.A. para que lo asesore). De esta conversación es obvio que W.A. también
aleccionó a los testigos y concretamente en la investigación a xxxx . 74) Caja 10,
prueba número 10-14, Legajo de Trascripción de casete intervención telefónica de […]
de Minor Calvo Aguilar casete #7 Lado B. Fecha 8 de noviembre de 2002 Conversación
Minor-H.V. Folios 156-157 Minor le cuenta a H.V. que llamaron a xxxx a Heredia a
declarar pero que “ya están bien afilados los maricones esos”. Aleccionamiento. 75)
Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de Trascripción de casete intervención
telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete #16 Lado B. Fecha 21 de noviembre de
2002, conversación Minor–L.B.., folio 206-207. Hablan que los policías llegaron a
buscar a L.B. para interrogarlo y Minor le dice que ya sabe como están las movidas,
dice jódalos a los policías. Le indica que diga que él es un hombre muy honesto y un
hombre de Dios. Le dice que responda nada más que sí o que no; que no ahonde. 76)
Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de Trascripción de casete intervención
telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete #19 Lado A. Fecha 27 de noviembre de
2002 al 4 de diciembre de 2002 Conversación Minor–Sujeto no identificado. Folios 232
a 234, Minor le cuenta que un nica lo llamó de un teléfono público y le dijo que la
familia había sufrido mucho con lo de los diez millones; que la abogada le dijo que eso
era un montaje para cuadrársela y que a él le parecía que un nica con el celular de él.
Minor le dice que esa llamada es una buena señal a ver que “raspan”. Le indica que si
lo vuelven a llamar él no puede ir sin abogado, que es no es que él tenga nada que
esconder sino que los pongan a decir cosas que no han dicho, por eso la presencia del
abogado es para protección de todos y dice, la ley lo permite, y es un derecho del
ciudadano. 77) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de Trascripción de casete
intervención telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete #20 Lado A. Fecha 4 de
diciembre de 2002 al 5 de diciembre de 2002 Conversación Minor–L.B., Folio 245, se
desprende de esta conversación cómo L.B. le guarda la plata y que tienen
conocimiento que están intervenidos. 78) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de
Trascripción de casete intervención telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete
#20 Lado A. Fecha 4 de diciembre de 2002 al 5 de diciembre de 2002 Conversación
Minor–K. Folio 249, Minor le vuelve a hablar a K. de una llamada de un nica e insiste
que el OIJ le pagó para hacerle la llamada. 79) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo
de Trascripción de casete intervención telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete
#20 Lado A. Fecha 4 de diciembre de 2002 al 5 de diciembre de 2002 Conversación
Minor–L.B., folio 252. De esta conversación queda más claro que la plata la maneja
L.B. 80) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de Trascripción de casete intervención
telefónica de 390-9506 de Minor Calvo Aguilar casete #26 Lado A. Fecha 13 de
diciembre de 2002 al 16 de diciembre de 2002 Conversación Minor–B. Folios 319-320
De esta conversación se revela la relación estrecha de Minor y B. Minor le dice que no
se preocupe de aquello, que registren la papelería. 81) Caja 10, prueba número 10-14,
Legajo de Trascripción de casete intervención telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar
casete #32 Lado B. Fecha 10 de enero de 2003 al 14 de enero de 2003 Conversación
Minor–L.B. Folios 371-373. En esta, Minor le dice que si llevó a que limpiaran la
computadora, y le dice de basura y L.B. le contesta, jamás, debe relacionarse con la
intervención al celular de L.B.82) Caja 10, prueba número 10-14, Legajo de
Trascripción de casete intervención telefónica de […] de Minor Calvo Aguilar casete
#61 Lado A. Fecha 8 de marzo de 2003 al 10 de marzo de 2003, Conversación L.B.–
Minor, llamada 1, folios 545-548: L.B. le comenta a Minor que N.R. lo ha estado
llamando que le urge hablar, pues lo citaron en el O.I.J., y entonces Minor le dice que
no se puede dejar ir sin “terapiarlo”. Llamada 5: L.B. le dice a Minor que N.R. quiere
plata porque no tiene; y Minor le dice que se la van a dar ¢ 10.000 para “movilizarse”,
no cómo un pago pues él no tiene que pagar para que callen. 83) Caja 10, prueba
número 10-15, Legajo de Trascripción de casete intervención telefónica de […] casete
1, fecha 10 de junio de 2003 al 13 de junio de 2003 folios 12-14. De esta conversación
se desprende claramente, que L.B. y Minor hablan de una información que borraron de
la computadora. Que es seguro que se van a meter al reciclaje de la computadora y le
cuestiona que no van a encontrar nada ni un solo documento. Minor: “De todas
maneras tenemos que esa carta sería algo delicado, de todas maneras no la cogerían,
no la podrían coger”. Así como los siguientes testimonios: 1) R.M., declaró los días 6 y
7 de febrero de 2006. 14.07´. 2) M.C., declaró el 8 de febrero de 2006. 9.22´. 3)
O.A., declaró del 9 de febrero de 2006 al 17 de febrero de 2006. 4) M.A., declaró el 8
de febrero de 2006 14.30. 5) S.M.P., declaró el 22 de febrero de 2006 9.49. 6) I.R.,
declaró del 6 de febrero de 2006 al 9 de febrero de 2006. 7) J.F., declaró del 13 de
marzo de 2006 13.58´ al 19 de abril de 2006 hasta las 10.05. 8) F.L., declaró del 21de
abril de 2006 11.07 al 24 de abril de 2006. 9) C., declaró del 4 de mayo de 2006 al 11
de mayo de 2006. 10) N.C., declaró los días 1 de junio de 2006 9.36´ y 2 de junio de
2006. 11) J.M.P., declaró los días 5 de junio de 2006 11.23´ y 6 de junio de 2006. 12)
J.L., declaró el 27 de junio de 2006 8.50´. 13) O.B., declaró los días 7 y 8 de junio de
2006 – 8.30´. 14) J.R., declaró el 8 de junio de 2006 – 13.40´. 15) O.D., declaró el 21
de junio de 2006. 16) A.C., declaró el 28 de junio de 2006- 8.45´. 17) G.B., declaró
los días 3, 4, 5, 6, 7, 10 (careo) de julio de 2006. 18) R.J., declaró del 12 de julio de
2006 a 26 de julio de 2006. 19) J.H., declaró los días 14 de agosto de 2006 y 15 de
agosto de 2006 9.35´. 20) J.L., declaró el 16 de agosto de 2006. 21) A.E., declaró el
17 de agosto de 2006. 22) I.S., declaró el 25 de agosto de 2006. 23) M.E., declaró el
28 de agosto de 2006. 24) W.A., declaró el 28 de agosto de 2006. 25) J.M.H., declaró
los días 31 de agosto de 2006 y 1 de setiembre de 2006. 26) F.S., declaró del 7 de
setiembre de 2006 9:25´ al 10 de setiembre de 2006. 27) E.G., declaro del 22 de
setiembre de 2006 al 25 de setiembre de 2006. 28) J.C., declaro el 4 de octubre de
2006. 29) xxxx , declaró del 24 de octubre de 2006 al 27 de octubre de 2006. 30)
H.M., declaró el 10 de noviembre de 2006. 31) J.S.F., del 11 de diciembre de 2006 al
13 de diciembre de 2006. 32) B., declaró del 19 de febrero de 2007 al 16 de abril de
2007. 33) F.R., el 17 de abril de 2007. 34) Anticipo jurisdiccional de L.B., dado ante el
señor Juez Penal de Heredia, el trece de setiembre del año dos mil dos, visible en los
folios 921 a 939 del tomo III del Legajo de Investigación. 35) Anticipo jurisdiccional D.,
dado ante el señor Juez Penal de Heredia, el primero de abril del año dos mil cuatro,
visible en los folios 3798 a 3814 del tomo XI del Legajo de Investigación. 36)
Declaración indagatoria de Minor Calvo Aguilar en debate el 6 de noviembre de 2006
10.32´. Tercer motivo: Falta de fundamentación por violación a las reglas de la sana
crítica: Se reclama el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d) todos del
Código Procesal Penal, por cuanto de la prueba tomada en cuenta por el Tribunal
(declaraciones de G.B., R.J. y J.H.), se derivan aspectos que contradicen las
conclusiones de los Juzgadores, sobre la ausencia de pruebas para condenar a Minor
Calvo Aguilar por los relacionados delitos. Así, indican los fiscales, el testigo G.B.
declaró, entre otras cosas, que Minor Calvo Aguilar, para noviembre del año 2000, le
solicitó consiguiera un hombre para que le diera muerte al ofendido y le desbaratara la
lengua, lo que evidencia los deseos del justiciable. Por otra parte, la deponente J.H.,
señaló que en una fiesta realizada en diciembre de 2000, con una carabina que le
obsequiaron a Calvo Aguilar, se colocaron unas botellas y globos simulando que eran la
persona del ofendido, y el acusado realizó varios disparos contra tales objetivos.
Reclaman los fiscales que durante las oraciones en Radio María, se invocaba la figura
del Arcángel San Miguel y se dirigían las plegarias hacia donde se encontraba ubicada
Radio Monumental y aparentaban tener espadas, que serían contención contra lo que
Medina Pérez decía sobre Radio María y Minor Calvo, lo que también corroboró R.J.,
quien señaló que para la conferencia de prensa, por el hecho denunciado por Parmenio
Medina en La Sabana, Minor Calvo Aguilar le hizo llegar un borrador donde se refería a
Medina Pérez como su enemigo público número uno. Se alega en este motivo, que los
tres testigos indicaron que en Radio María se vendían estampitas de San Miguel
Arcángel, similares a aquellas que se enviaban en las cartas de amenaza de muerte
que empezó a recibir el ofendido a partir del 23 de junio de 2001. Por último, señalan
los quejosos, se dejaron de analizar las declaraciones de los oficiales de policía J.F. y
O.A., que reproducen lo que algunos de los testigos manifestaron en sede policial, así
como las intervenciones telefónicas y los retiros de dinero hasta por la suma de ocho
millones de colones, que coincide con lo que algunos testigos le indicaron a la policía
que era la parte del pago que había puesto Calvo Aguilar para que asesinaran al
ofendido. Los reclamos no son de recibo: Por la estrecha relación entre los tres
motivos de casación formulados, se avoca esta Sala de mayoría a su resolución
conjunta, estimando que los vicios reclamados no encuentran asidero en la resolución
que se impugna. En primer término conviene señalar, como ha sido la constante en
este causa, en las impugnaciones presentadas ante esta sede por los fiscales del
Ministerio Público, se han limitado a citar grandes cantidades de elementos probatorios
(prácticamente toda aquella prueba que llevaron a la audiencia oral), sin mayor
discriminación, y sin determinar los aspectos específicos respecto de los cuales, esas
pruebas, en realidad apoyan el vicio procesal reclamado, compeliendo a esta Cámara a
enfrentarse a una serie de probanzas sin mayor contenido o relación con el tema a
tratar, y que responden a interpretaciones subjetivas de la representación fiscal que no
se derivan de las pruebas ofrecidas, o que en algunas oportunidades se extrae de su
contexto o de la integralidad del marco probatorio aportado al proceso. Conforme se
desprende del fallo que se cuestiona, en lo que se refiere al imputado Minor Calvo
Aguilar, el Ministerio Público le atribuyó haber pagado una determinada suma de
dinero, conjuntamente con el coimputado O., a efecto de que se contratara a unos
sujetos (los restantes acusados) que dieran muerte al comunicador Parmenio Medina
Pérez. Sin embargo, a juicio de los Juzgadores, según se advierte a folios 1872 y 1873,
del tomo IV de la sentencia, los elementos de prueba aportados no permitieron, bajo
criterios de certeza, establecer la participación ni responsabilidad penal del justiciable
en los hechos endilgados. Si bien es cierto, la fundamentación del fallo expresada por
el Tribunal, en lo que a Minor Calvo Aguilar se refiere, por el delito de homicidio
calificado, se muestra lacónica, y hace una remisión general a la restante prueba
ofrecida, a excepción de las dos declaraciones principales (anticipo jurisdiccional de
prueba de L.B. y el testimonio en debate de xxxx ), sobre las cuales se sustentó el
Ministerio Público para acusar a todos los imputados, las que analiza con mayor
profundidad, restando a ambas deposiciones absoluta credibilidad; así como al
testimonio de C. y parcialmente al de M.M., indicando también que la prueba técnica
tampoco resultó contundente, en tanto ni el arma ni el vehículo decomisados,
resultaron ser prueba concluyente que sindicara a los imputados (salvo a O. y a L.) con
el delito atribuido, constituyendo algunas de las pruebas, indicios absolutamente
anfibológicos, que impidieron un juicio de certeza, tal proceder de la autoridad
juzgadora no conduce a la nulidad del fallo, toda vez que la prueba mencionada por el
órgano acusador, no logra desvirtuar la conclusión arribada por los Jueces de instancia,
en cuanto a la inexistencia de prueba contundente, que sin margen de duda,
permitiera considerar como demostrada, bajo parámetros de certeza, la participación y
responsabilidad del acusado Minor Calvo Aguilar en la muerte homicida del
comunicador Parmenio Medina Pérez. Ciertamente, aunque de forma escueta, según lo
refirió el Tribunal, el abundante elenco de probanzas que la representación fiscal alega
como preteridas, no conduce indefectiblemente a la autoría intelectual del sacerdote
Minor Calvo Aguilar en los graves hechos endilgados. Así, aun cuando el ofendido y
algunos de sus familiares sufrieran amenazas y ofensas, de parte de personas
desconocidas, con relación a los temas referidos a la vida privada de Minor Calvo
Aguilar y sus cuestionados manejos financieros relativos al funcionamiento de Radio
María de Guadalupe, publicitados por Parmenio Medina en su programa radial “La
Patada”, ello no vincula en modo alguno al sacerdote Calvo Aguilar con la lamentable
muerte del comunicador, en tanto no se aportó prueba alguna de que esas personas
(cuya identidad, en todo caso, se ignora) fueran instigadas por el acusado Calvo
Aguilar, para que procedieran a tales desmanes. En este acápite conviene señalar, que
aun cuando el Ministerio Público reclama que el Tribunal no tomó en consideración, las
declaraciones de G.B. (ver folios 868 a 906) y R.J. (ver folios 908 a 998), ambas
deposiciones visibles en el tomo II del fallo, y el testimonio de J.H. (ver folios 1059 a
1080, del tomo III de la sentencia), tales elementos probatorios, contrario a las
pretensiones del ente fiscal no constituyen indicios importantes y contundentes que
unidos a otros, determinen la culpabilidad del enjuiciado en el relacionado hecho
delictivo. Desde esta perspectiva se advierte que el deponente G.B., aun cuando refirió
al Tribunal, que con anterioridad a la muerte de Medina Pérez, el sacerdote Calvo
Aguilar, muy ofuscado, lo mandó a llamar a su casa de habitación para que le buscara
a alguna persona que destrozara la lengua a Parmenio Medina (ver folio 871 del tomo
II del fallo), tal circunstancia carece de respaldo alguno y fue contrariada por el
imputado Calvo Aguilar en debate, cuando pidió un careo con el susodicho testigo,
circunstanciando el acusado la señalada reunión con G.B., para otros fines, atinentes al
extravío de un cable axial con el que funcionaban las torres de la emisora radial,
conversación que se dio, a juicio del justiciable, en presencia de su contador B., quien
efectivamente, en términos generales, en cuanto a los asuntos que trataron ese día el
padre Calvo Aguilar y G.B., apoyó la versión del sacerdote acusado (ver folios 1604 y
1605), de allí que las manifestaciones del testigo, aun cuando fueran ciertas, no
resultan ser un respaldo inequívoco, ni aun dentro de un análisis indiciario integral,
sobre la participación del encausado en el delito que se le atribuyó por parte del
Ministerio Público, y por ello la conclusión del Tribunal sobre su insolvencia probatoria,
no constituye vicio alguno que deba ser declarado. Iguales consideraciones pueden
hacerse sobre los referidos testimonios de R.J. e J.H., en cuanto a la instigación que le
atribuye el Ministerio Público a Minor Calvo, sobre las amenazas sufridas por el
ofendido y algunos familiares y terceros, que desembocaron luego en la muerte
homicida de la víctima, ya que la prueba ofrecida no logró acreditar tal circunstancia,
pues aun cuando el declarante R.J., refirió dos episodios sobre los cuales la
representación fiscal sustenta sus aseveraciones sobre el particular, en tanto en una
ocasión R.J., recibió una llamada anónima de una persona refiriéndole que estaba
escuchando en un Bar, en Rohrmoser, una conversación, donde un sujeto que conoce
como “T.”, y que el deponente indica que está seguro se trata de F.T., indicaba en una
mesa de tragos que sabía la forma de ponerle fin al problema con Minor y Radio María,
contratando a gente del bajo mundo para que dispararan contra la casa de Parmenio,
quien al igual que el “abogadillo” (indica el testigo que se están refiriendo a su
persona) sabrían quiénes son O. y Minor ( ver folios 915 y 916), y además, en alguna
ocasión , utilizando los micrófonos de Radio María, Calvo Aguilar, entre el 8 o 9 de
noviembre de 1999, muy enojado por uno de los programas del comunicador ofendido,
donde lo aludía, increpó a ese último, con palabras fuertes como “embaucador de la
verdad”, “vendido”, “canalla”, “guaso”, “payaso” (ver folios 923 y 924), tales
consideraciones no constituyen indicios claros y unívocos sobre la participación ilícita
del sacerdote incriminado, y por el contrario, el mismo deponente aludió en su
declaración también que no escuchó a persona alguna en Radio María, dirigirse con
palabras soeces contra el comunicador asesinado, y otorgó una explicación desde una
perspectiva religiosa, de la devoción al Arcángel San Miguel, señalando que en Radio
María la oración que se difundía era de tipo de guerra espiritual, de liberación del mal,
propia de los movimientos de renovación, de allí el uso imaginario de las espadas,
pues para esa corriente católica, el citado personaje religioso libra tales batallas contra
el mal, siendo otras personas dentro de la emisora, tanto para la Pequeña Comunidad
como a los oyentes, y no el cura Calvo Aguilar, quienes dirigían estas oraciones (ver
folio 972). Sobre el mismo tema, el deponente G.B., señaló que Calvo Aguilar hacía
oración por Parmenio, por el evento que estaba pasando (ver folio 882), y por otra
parte pese a los resentimientos y cuestionamientos personales que guardaba la testigo
Hidalgo Agüero contra el acusado Calvo Aguilar, ratificó que se pedía la protección del
mencionado Arcángel, como guerrero y defensor de las causas justas, siendo alguno
de los hermanos del sacerdote Calvo Aguilar o varios miembros de la comunidad
quienes hacían tal mención, pidiendo envolver “con luz a Parmenio Medina” y en
ocasiones al mismo Monseñor Arrieta y al Padre WL., director de Radio Fides (ver folio
1070, tomo III). Explicó también la testigo, que esta alusión, significa “…pedir a Dios
bendiga a nuestros enemigos...”, es una corriente muy modernista conocida como la
Nueva Era. “Rodear a la persona de luz era para que cambiara su posición de
enemistad hacia el Padre y que se volviera al bien” (ver folios 1077 a 1079, mismo
folio). Tales consideraciones, que encuentran también referencia en la agenda personal
de Calvo Aguilar, que el Ministerio Público ofreció como prueba para sustentar que el
sacerdote encausado deseaba la muerte de Medina Pérez (ver caja 4, prueba 4-17), no
constituyen más que una interpretación subjetiva y personal de los recurrentes, pero
en modo alguno un indicio grave, preciso y concordante para cimentar, fuera de toda
duda razonable, la culpabilidad del incriminado en los hechos delictivos acusados, en
tanto no aportó el ente fiscal, salvo las declaraciones de L.B. y xxxx , que fueron
desechadas por los Jueces al negarles credibilidad, como bien se analizó en el
Considerando anterior, prueba solvente que ligara a Calvo Aguilar con los restantes
encausados (la mayoría de ellos también absueltos) y sobre todo, con la autoría
intelectual del homicidio perpetrado. En otro orden de ideas, pese a la opinión de los
impugnantes, ni de los programas radiales efectuados por la víctima desde octubre de
1999 hasta poco antes de su muerte; ni de las reuniones propiciadas en alguna
oportunidad por la propia víctima, teniendo como asistentes al justiciable Calvo
Aguilar, a Monseñor Román Arrieta Villalobos y a la señora M.T., como una de las
propietarias de Radio Monumental; ni del impacto que dentro de las jerarquías de la
Iglesia Católica pudiera haber tenido la confrontación entre Minor Calvo Aguilar y
Parmenio Medina Pérez, que dio como resultado comunicados o manifestaciones de los
Obispos de Costa Rica, estimando que el Padre Calvo Aguilar y Radio María de
Guadalupe, constituían “un problema para la Iglesia Católica”; ni las expresiones que
en algún momento externara el acusado Calvo Aguilar, refiriendo los ataques de
Medina Pérez como “demoníacos” y “necesitados de ayuda psiquiátrica”; ni las
amenazas provenientes de los abogados de Calvo Aguilar, en específico del licenciado
Walter Acuña Navarro, sobre la posibilidad de interponer demandas contra Parmenio
Medina Pérez y Radio Monumental por su responsabilidad civil, como propietaria de la
frecuencia radial desde la cual se emitía el Programa “La Patada” (que en todo caso
tampoco se concretaron); ni la documentación localizada entre las pertenencias de la
víctima, referida a sus cuestionamientos personales contra Minor Calvo Aguilar y el
estado financiero de la radioemisora cuestionada; ni los temores expresados por el
ofendido de que sería asesinado por Calvo Aguilar y O.; ni sus publicaciones en los
medios de prensa escrita culpando a gente cercana a O. (y por ende a Minor Calvo
Aguilar, según su propia opinión), o sus acciones ante los Tribunales de Justicia
(recurso de amparo ante la Sala Constitucional), protestando por lo que en su criterio,
cercenaba su derecho de expresión y se asimilaba a una censura previa al prohibir
Radio Monumental la transmisión de su programa el 29 de abril de 2001; ni la
cobertura periodística que el grave enfrentamiento entre víctima y acusado provocó en
los medios de prensa escrita y televisiva; ni el atentado sufrido por el ofendido en su
casa de habitación, el 11 de mayo de 2001; entre algunos de los muchos elementos de
prueba, que sin mayor estudio sobre su importancia para la acreditación de sus
reclamos ante esta sede, ofreció el Ministerio Público, permiten desvirtuar las
conclusiones emitidas en el fallo y demostrar con certeza la vinculación de Minor Calvo
Aguilar en el homicidio de Parmenio Medina Pérez, evidenciando tan solo estas
pruebas, el aspecto que no encuentra discusión, cual es, el enfrentamiento entre
ambas personas, ante el disgusto del comunicador por los supuestos comportamientos
sexuales del sacerdote, inapropiados a juicio de la víctima, y sus cuestionados manejos
financieros en la radio, de corte religioso fundada por el justiciable, emisora que se
fortalecía económicamente de las donaciones, diezmos y ofrendas de las personas que
seguían al sacerdote Calvo Aguilar y sus postulados, cuestionamientos de la víctima
que levantaron opiniones diversas, a favor y en contra del acusado y de su emisora
radial, y desbordó los ánimos de los creyentes, quienes fieles a la obra del sacerdote
católico, bajo el anonimato, increpaban las cuestionadas afirmaciones del comunicador
Medina Pérez. Sin embargo, como se ha reiterado supra, tales elementos de juicio, no
constituyen pruebas válidas y contundentes o bien indicios claros y precisos, que
vinculen a Calvo Aguilar con el delito cometido y los restantes encausados, excepto con
O., dado el nexo comercial surgido entre ambos desde el inicio de Radio María, nexos
insuficientes para acreditar fuera de toda duda razonable la autoría de Calvo Aguilar en
el homicidio ejecutado. Cabe señalar también, que no bastan, como prueba relevante,
los temores de la víctima, sobre quienes podían ser sus victimarios, y así lo hiciera
saber a través de los medios de comunicación, a sus familiares y amigos, en tanto,
lejos de presiones mediáticas o sociales, en un Estado de Derecho como el nuestro, la
culpabilidad de toda persona, acusada de un delito, por más grave que éste sea, debe
ser demostrada con prueba irrefutable, que no permita dudar sobre las acciones
desplegadas por los involucrados. No puede esta Sala dejar de mencionar, que en esta
causa, cuyo proceso se extendió en el tiempo, más que cualquiera otro en la historia
de la justicia costarricense, en materia penal, con toda la erogación económica, en
recursos materiales y humanos que ello significa, para que el Ministerio Público pudiera
ejercer sus funciones, se hiciera llegar a los autos, prueba sin mayor contenido,
evidenciando una falta de análisis y valoración conjunta, dirigida a demostrar, con
solvencia y seriedad la especie fáctica acusada, y donde también, se echa de menos un
adecuado filtro jurisdiccional en la etapa intermedia, para aceptar y llevar al
contradictorio, pruebas relevantes, que permitieran al Tribunal de sentencia la
valoración de elementos importantes para arribar a su conclusión final. Y se traen a
colación tales afirmaciones, cuando se advierte, no solo en la prueba arriba descrita,
sino en las mismas intervenciones telefónicas, algunas repetidas, como lo relativo al
casete número 6, que evidencia una conversación entre L. y xxxx , visible a folio 2231
a 2241 del tomo IV del expediente principal, y en la caja 10, prueba 10 del Legajo de
trascripción telefónica, sobre el número 438 -4966, ubicado en el Centro Institucional
La Reforma, del día 21 de abril de 2003, folios 98 a 110, que en modo alguno involucra
a Minor Calvo Aguilar; o bien la caja 10, prueba 10-18, casete número 15, intervención
telefónica sobre el número […], en posesión de L., con el cual el Ministerio Público
señala la acreditación sobre los vínculos entre L., O. y Minor Calvo Aguilar, así como
las amenazas a testigos como xxxx y G.G., prueba sin contenido, donde el juez indica,
en ambos lados del casete, que no hay conversación de interés para la causa (ver
folio 81 del Legajo respectivo). Igualmente sin relevancia se estima una supuesta
“carta de amor”, que le envía el joven xxxx al imputado Calvo Aguilar ( prueba
documental 7-13, folio 2), en tanto, pese a que la inclinación sexual del sacerdote fue
tema a tratar por el ofendido en sus programas radiales, a efecto de determinar la
participación del encausado en el homicidio acusado, tal elemento probatorio carece de
importancia, y al relacionado endilgado nunca se le acusó de delitos de índole sexual
en daño de menores o mayores de edad. Las restantes intervenciones telefónicas que
los impugnantes ofrecen como prueba en respaldo de los motivos de casación que
alegan ante esta sede, no revisten mayor trascendencia como elementos probatorios,
que solos o unidos, permitan crear una plataforma certera sobre la culpabilidad del
sacerdote acusado, en lo que al homicidio de la víctima se refiere. Así, dentro del
legajo de intervención, sobre el teléfono […], utilizado por Calvo Aguilar, el casete Nº
1, lado B, instalado entre fechas 10 a 13 ambas de junio de 2003, que determina una
conversación entre Calvo Aguilar y L.B., quien era uno de sus allegados en Radio
María, donde se da cuenta de la preocupación de Calvo Aguilar sobre la limpieza de su
computadora, indicando que lo único que le interesaba era una carta, contrario a lo
que pretende el Ministerio Público, tal circunstancia no conforma ni siquiera un indicio
de culpabilidad, y menos aun, si se trae a colación, dentro del debate, una ampliación
a la declaración rendida por el justiciable ante los Juzgadores, donde señala que esa
carta estaba dirigida a su amiga K., por quien mantenía un interés amoroso, y no
quería que ello se descubriera, pero que no tenía relación con el homicidio de la
víctima, que la misiva nunca la envió, aunque sí se hallaba en el ordenador (ver folio
1336, tomo III del fallo), manifestaciones que no encuentran elementos de
contradicción dentro del proceso, para establecer, por una parte que ello no se ajuste a
la verdad, y por otra, que tal situación unida a otros elementos de juicio, constituyera
prueba relevante que permitiera vincular, aun indiciariamente al encartado con la
muerte homicida de Medina Pérez, de allí que, aun cuando el Tribunal, por razones
obvias, no lo incluyera dentro del haber probatorio, ello no incide en las conclusiones
arribadas. Por otra parte, advierte esta Sala de mayoría que el Ministerio Público, de
forma subjetiva, interpreta las conversaciones telefónicas intervenidas, sin que ello se
derive del elemento probatorio incorporado, o bien le otorga connotaciones que no
tiene, en tanto dentro de una valoración integral de las pruebas, el indicio encuentra
justificación lógica dentro del mismo proceso. Así, en la caja 10, prueba 14, que
corresponde al Legajo de trascripción telefónica sobre el número […], en uso del
imputado Calvo Aguilar, en el casete Nº 6, que recoge conversaciones suscitadas los
días 5 y 6 ambos de noviembre de 2002, visible a folios 149 a 153 del legajo
mencionado, entre Minor Calvo y un sujeto desconocido, entre Calvo Aguilar y xxxx , y
entre este y el citado L.B. Cabe mencionar que las dos conversaciones últimas carecen
de interés, y no se entiende el sentido para que fueran ofrecidas, y en lo que se refiere
a la primera intervención, el Ministerio Público interpreta, desde su perspectiva, que
Calvo Aguilar está hablando con el periodista A.M., aunque del contexto no se advierte
la identidad de esa persona, pero aun cuando así fuera, en nada vincula al acusado con
el relacionado homicidio, y la mención que se hace a O., carece de relevancia en ese
sentido, en tanto, obviamente ambos imputados mantenían un nexo, producto de sus
negociaciones en Radio María. Asimismo, en lo que se refiere al casete número 7, del
día 7 y 8 de agosto de 2002, folios 155 a 165, ubicado en el mismo legajo de
trascripción telefónica, donde Minor Calvo Aguilar conversa con una persona
masculina, de identidad ignorada, donde se hace referencia a estrategias defensivas y
asesoramiento de testigos (xxxx ), del contexto se deriva que guarda concordancia con
el delito de estafa acusado, pero no con el homicidio. El casete 16 del 21 de noviembre
de 2002, visible a folios 206 a 216, del mismo legajo, contiene una conversación entre
Calvo y L.B., de donde se desprende que el énfasis de la conversación y el temor que
manifiesta el sacerdote por las declaraciones de xxxx , radica en los cuestionamientos
de índole sexual y financiera sobre Radio María, y porque en ese momento la policía
judicial solicita a L.B. que los acompañe, sin embargo, del contenido de la conversación
no se advierte indicio alguno de participación en el homicidio, siendo el temor
presentado muy lógico, ante lo que el sospechoso, en ese tiempo, estaba enfrentando.
En cuanto al casete 61, de fechas 8 al 10 de marzo de 2003, visible a folios 545 a 547,
lado A, del legajo respectivo, referente al teléfono […], que remite a una conversación
entre el tantas veces mencionado justiciable y la persona llamada L.B., refieren la
existencia de un sujeto de nombre N.R., sobre quien los intervenidos indican que “hay
que “terapiarlo” porque va a declarar ante el Organismo de Investigación Judicial”,
pero a la vez señalan que ese sujeto (que en todo caso, al parecer no se aporta como
prueba al debate), le está pidiendo dinero al Padre, y este manifiesta que no tiene que
pagar para que calle, porque nada tiene que callar de su persona; este casete guarda
relación con el número 19, lado A, visible a folios 229 a 237, intervención realizada del
27 de noviembre de 2002 al 4 de diciembre del mismo año. Como bien se deriva, este
elemento de prueba carece de relevancia probatoria. El casete Nº 26 de los días 13 al
16 de diciembre de 2002, que se encuentra a folios 319 a 331, del mismo legajo, no
contiene información de importancia para esta causa, recogiendo la conversación entre
el sacerdote y su contador B., manifestando el imputado que no tiene miedo que
revisen nada o que lo sigan. En la caja 10, prueba 9, legajo de trascripción telefónica
sobre el número […], en el casete 16, lado B, de fecha 29 de octubre de 2002, de
folios 99 a 107, que recoge una conversación entre L.B. y una mujer desconocida, se
comenta la detención de O., y que el Padre se encuentra fuera del país. L.B. le cuenta
a la mujer que O. prestó dinero a Minor para financiar Radio María ($50000), y que ya
se le había pagado, por lo que este no perdió con el cierre de la emisora. También se
refieren a que O. no tuvo que ver con el homicidio, y que por la deuda se le cancelaron
intereses. Por último señalan que a O. lo están deteniendo por una estafa y negocios
personales. Tal prueba, ofrecida por el ente fiscal, como indicio de la participación de
Minor Calvo Aguilar en el homicidio de Parmenio Medina, como bien se colige, carece
de relevancia a los fines pretendidos y aun cuando, en efecto el Tribunal no la tomó en
consideración, por razones que no requieren mayor comentario, ello no incide en el
resultado expresado por los Juzgadores. En cuanto al casete número 18, en el mismo
legajo de trascripción, de fecha 30 de octubre de 2002, que remite, entre folios 110 y
112, a una conversación entre Calvo Aguilar, la mencionada K. y L.B., los impugnantes
destacan la manifestación entre los intervenidos, aludiendo K., que ante la actitud
nerviosa y descontrolada de Minor, a título de reproche, señala que lo que se requiere
es que “O. lo controle”, circunstancia sin mayor relevancia dentro del proceso, pese a
la importancia pretendida por el órgano fiscal. Los casetes números 19 y 20, de fechas
31 de octubre de 2002 al 1 de noviembre del mismo año, que recogen las
conversaciones entre Minor Calvo y un sujeto de nombre L., y entre el primero y otra
persona de identidad desconocida, refieren tan solo el encarcelamiento de O., por el
asunto de una finca grande y sus problemas bancarios, sin mayor trascendencia a los
fines que se pretenden en esta impugnación (ver folios 114 a 116 y 118 a 120, ambos
del legajo de trascripción telefónica aludido). El casete número 24, del Legajo de
Intervención telefónica sobre el aparato número […], llamada 06, folios 137 a 139, que
recoge una conversación entre Calvo Aguilar y el sujeto llamado “xxxx ”, no presenta
la connotación que los fiscales pretenden indicar, pues de una comprensión integral de
lo conversado allí, se advierte, que la remisión a la entrega de dinero a unos tipos, por
parte del citado xxxx , responde al recuento de las preguntas que les estaban haciendo
en la investigación llevada a cabo por el Ministerio Público y los policías, a los testigos
que entrevistaban, y por ello Calvo Aguilar le indica a xxxx “que piensa que van por
esa línea” (que si conoce a Parmenio, que si el andaba en La Sabana, que si le llevó a
unos tipos una plata). Los casetes números 6, 22 y 29, del Legajo de trascripción
telefónica sobre el aparato número 438-4966 ubicado en el Centro Penitenciario “La
Reforma”, que recoge conversaciones entre L. y xxxx, así como entre el primero y una
mujer conocida como Ka. (C.R., conviviente del imputado Xxxx), carecen de relevancia
para afectar la sentencia absolutoria a favor de Calvo Aguilar, e incluso para estos
mismos acusados, tampoco constituyen elementos importantes que, bajo parámetros
de certeza permitan, como lo indicó el Tribunal, concluir sobre su participación y
responsabilidad en el homicidio acusado (ver folios 98 a 110, 111 y 112, 132 a 136;
113 a 120, 137 a 151, del legajo de trascripción señalado). Por último, en cuanto a los
casetes de video ofrecidos como prueba, que recogen entrevistas a los imputados
Calvo Aguilar, Aguirre Jaime y O., efectuadas por un periodista de Canal 6 (caja 5,
pruebas 5-1), en modo alguno pueden ser tomadas como elementos de prueba en
perjuicio de los acusados, en tanto recogen manifestaciones de los justiciables, sin
cumplir con las garantías constitucionales y procesales que protegen a todo indiciado,
en aras del debido proceso y el derecho de defensa, y en todo caso, pese a los
reclamos del Ministerio Público, tampoco evidencian que tales implicados conformen
una organización criminal. En lo referente al video casete ubicado en la caja 5, prueba
5-4 que corresponde a una entrevista en Canal 6 realizada al ofendido, donde se
trasmite la conversación entre la víctima y un sujeto de nombre “C.V.”, que luego se
llega a identificar como J.A., pese a que el Ministerio Público lo interpreta como una
amenaza de muerte, por encargo de O. y con el acuerdo de Minor Calvo Aguilar, esto
último no se deriva de la prueba invocada. En cuanto al videocasete ubicado en caja 5,
prueba 5-23, que refiere escenas donde aparecen los abogados Perla Cheves Romero y
Álvaro Jiménez Acuña, así como xxxx , hija de xxxx , ante las cámaras de un canal
nacional, tampoco aportan elementos importantes contra el acusado Calvo Aguilar, y
en igual medida el videocasete ubicado en caja 10, prueba 10-3, que corresponde a
unas entrevistas realizadas por el ofendido Medina Pérez en el Centro Penitenciario La
Reforma, donde unos privados de libertad, homosexuales, indican haber mantenido
relaciones sexuales con el acusado Calvo Aguilar y con el ahora fallecido Monseñor
Román Arrieta Villalobos, cuando aquellos eran menores de edad, carecen de
relevancia probatoria, no solo en lo que al homicidio del comunicador se refiere, que
resulta ser el aspecto medular de esta impugnación, sino en tanto, al sacerdote
acusado, no se le juzgó, como se informó supra, por delitos de naturaleza sexual, ni ha
enfrentado denuncias por tales hechos o similares, de allí que no advierte esta Sala de
mayoría, el sentido de ofrecer prueba de tal envergadura, que no sea evidenciar, las
inclinaciones sexuales de los mencionados religiosos, elementos probatorios, que
según se aprecia en el fallo, fueron fuertemente contrariados por la defensa técnica del
imputado Calvo Aguilar (ver folios 989 a 992, tomo II de la sentencia). En lo que se
refiere a los informes policiales, ampliación Nº 09 del informe 681-INV-01, no
constituyen elementos probatorios en sí mismos, como en reiteradas oportunidades lo
ha señalado esta Sala, sino en cuanto los elementos de juicio allí señalados, guarden
constatación en debate, lo que no ha ocurrido en esta causa, a efecto de traducir tales
elementos de investigación en circunstancias de prueba certeras para vincular al
acusado Calvo Aguilar con el delito atribuido y con los restantes acusados, a excepción
del justiciable O., y en cuanto a la delincuencia de estafa por la que ambos
incriminados fueron condenados. Respecto a los movimientos de dinero de las cuentas
bancarias referidas a Calvo Aguilar, tal y como lo señaló el Tribunal en el fallo
cuestionado, pese a las pretensiones del Ministerio Público, no permiten concluir, que
correspondan al pago para que el comunicador Medina Pérez fuera asesinado, en tanto
dicha prueba no encuentra conexión con otros elementos de convicción, que aun a
título de indicios permitan arribar al convencimiento sobre la autoría del acusado en el
delito que se le atribuye. En otras consideraciones, el anticipo jurisdiccional de prueba
brindado por la testigo D. (folios 3810 vuelto a 3814, tomo VII del expediente
principal), en lo que al imputado Calvo Aguilar se refiere, la deponente lo ubica en
diversas oportunidades con O., lo que no resulta ser de trascendencia en cuanto a la
causa de homicidio se refiere, dado el vínculo comercial y personal, producto de la
negociación para adquirir Radio María, que surgió entre ambos acusados,
manifestaciones de la declarante que podían tener incidencia en cuanto a la acusación
planteada por las conductas fraudulentas invocadas por el órgano fiscal, no así en lo
que atañe a la muerte homicida del comunicador Medina Pérez (ver folio 3812, mismo
tomo). Por todo lo expuesto, por mayoría, se declaran sin lugar los motivos de
casación invocados. Los magistrados Estrada Navas y Víquez Arias salvan el voto.

III.-

3.- RECURSO CONTRA LA ABSOLUTORIA A FAVOR DE XXXX.La representación


fiscal interpone cuatro motivos por vicios procesales que se detallan a continuación:
Primer motivo: Falta de fundamentación por fundamentación insuficiente: Se
reprocha el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, por cuanto el Tribunal sólo tomó en consideración las declaraciones de
xxxx y L.B., descartándolos por contradictorios, pero no expresaron cuáles fueron las
contradicciones en que incurrieron, remitiendo al análisis realizado cuando se refirieron
a la participación de Minor Calvo Aguilar y xxxx, sin explicar los motivos por los que
esas contradicciones son “sensibles”, y los testimonios, inidóneos para fundamentar un
fallo condenatorio, cuando más bien, a su juicio, las contradicciones son periféricas y
no esenciales. Establecen los recurrentes, que el Tribunal incurrió en una falacia al
analizar los contratos de alquiler ofrecidos por la defensa, para desvirtuar que para el
momento de los hechos, xxxxx y xxxx , vivían en la casa ubicada en Campo Cinco de
Pococí, a un costado del redondel, donde xxxx se reunió con varios de los
coimputados, antes del homicidio del ofendido, argumentando que conforme a los
dictámenes criminalísticos, los documentos son verdaderos, cuando eso no quiere decir
que su contenido lo sea efectivamente. Por último, indican los promoventes, que los
Jueces no señalan la prueba que contradice el hecho de que esas dos personas
habitaban la referida vivienda, y así lo afirmaron los testigos J.O., a quien le
concedieron pleno crédito, sin embargo el Tribunal deriva de sus manifestaciones una
conclusión diversa, y A.M.C., cuya deposición no fue valorada en sentencia, al igual
que no lo fueron las declaraciones de M.M., J.F. y O.A., y los informes policiales y
registros de las llamadas telefónicas que confirman que xxxx llamaba a la casa de
xxxx en Campo Cinco de Cariari. Segundo motivo: Falta de fundamentación por
fundamentación incompleta: Se reclama el quebranto de los artículos 142, 184 y 369
inciso d), todos del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal se sustentó en la
declaración de J.O., a quien le concedieron plena credibilidad para condenar a L.A.,
pero sesgan su testimonio en lo que se refiere a Xxxx, al indicar que sobre lo de
Parmenio Medina, la testigo nunca habló con el acusado, pese a que L. le comentó que
Xxxx fue uno de los “gatilleros”, es decir, uno de los dos sujetos que materialmente le
dispararon a Medina Pérez. Reclaman que los Jueces no relacionaron este testimonio
con las declaraciones de xxxx y L.B., de los oficiales de policía J.F. y O.A., quienes
manifestaron que el señor W.M., de quien se tomó un anticipo jurisdiccional de prueba,
que desapareció del expediente, hizo mención a Xxxx, como uno de los sujetos que
disparó al ofendido y reconoció su fotografía; de C.F., que explicó lo relacionado con el
tema de las radiobases. Tercer motivo: Falta de fundamentación por fundamentación
insuficiente: Se reclama el quebranto de los numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos
del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal, sin mayor fundamento, estimó
irrelevantes para determinar la participación de Xxxx, los testimonios de A.S., M.R.,
M.V. y R.M., sin tomar en consideración que algunos de estos testigos se encontraban
amenazados por los justiciables. Cuarto Motivo: Falta de fundamentación por
fundamentación insuficiente: Los fiscales reprochan el quebranto de los artículos 142,
184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, al no analizar el Tribunal, de
manera armónica, las declaraciones de J.O., G.G., J.F. y O.A., así como los registros de
las radioescuchas, pues si esa valoración integral se hubiese llevado a cabo, la
conclusión sería diferente. El recurso de casación interpuesto no es atendible:
Dada la estrecha vinculación entre los diferentes motivos formulados, se avoca esta
Sala a su resolución conjunta. Cabe señalar que los vicios procesales apuntados por los
impugnantes carecen de sustento probatorio y no se ajustan al mérito de la sentencia.
Si bien es cierto, como se ha afirmado en los considerandos anteriores atinentes a los
reproches invocados por la representación del Ministerio Público, la fundamentación del
fallo se muestra lacónica y realiza remisiones generales a los elementos de prueba
ofrecidos; sin embargo, ello no incide en la eficacia de la resolución emitida, en tanto
las pruebas a las que aluden los impugnantes, no conforman un elenco probatorio
suficiente e idóneo para desvirtuar las conclusiones de los Jueces, que dieron como
resultado la absolutoria de algunos de los implicados en el homicidio del comunicador
Parmenio Medina Pérez, de allí que incluidas hipotéticamente, no revisten mayor
relevancia a los fines pretendidos por órgano fiscal. Así, en lo que al imputado Xxxx se
refiere, ciertamente el Tribunal remite parte de sus análisis a las consideraciones
vertidas con anterioridad al pronunciarse sobre los hechos atribuidos en la pieza
acusatoria contra los justiciables xxxx y Minor Calvo Aguilar, pero ello no constituye
un vicio procesal del que se derive la nulidad de la sentencia dictada, en tanto aun
cuando cada uno de los acusados, de acuerdo con la hipótesis de la acusación, cumplía
un rol determinado dentro del plan homicida en daño de la víctima, las pruebas,
fundamentalmente, vienen a ser comunes para todos los imputados en esta
delincuencia, de allí que resulte lógico, que en lo medular, valgan para todos ellos los
argumentos vertidos sobre algunas de las probanzas de mayor significación. Y ello se
traduce sustancialmente, en el análisis de los dos elementos probatorios sobre los
cuales la representación fiscal apoyó su acusación contra los encausados por el
homicidio de Medina Pérez, y que resultan ser las declaraciones vertidas por L.B. y
xxxx , con el soporte tangencial de otras pruebas, como los testimonios de J.O. y M.M.,
así como los informes policiales y las deposiciones rendidas en debate por los oficiales
de policía J.F. y O.A. Sin embargo, conforme se ha establecido supra los informes
policiales no constituyen elementos probatorios en sí mismos, sino que se refieren a la
notitia criminis que debe ser acreditada en la audiencia oral, de donde surgirán las
pruebas que con carácter de certeza permitan acreditar la participación y
responsabilidad penal de los incriminados, y por ende, conformen el marco que le de
respaldo al juicio de culpabilidad concomitante, pues aun cuando un informe policial
señale determinadas conductas delictivas, avaladas por la declaración correspondiente
de los agentes policiales que llevaron a cabo la investigación, si tales conductas
delictivas no encuentran demostración en debate con los elementos de prueba
pertinentes, no es factible, como lo pretende el Ministerio Público en este recurso, que
se le otorgue valor de plena prueba a tales circunstancias de investigación, máxime
que, como en este caso, producto de una ausencia de análisis conjunto de todo el
haber probatorio aportado, las manifestaciones constantes en los informes policiales,
se ven desvirtuadas por otras probanzas ofrecidas, como ya se indicó en líneas
anteriores. Desde esta perspectiva, tal y como en forma reiterada se ha señalado, los
Juzgadores restaron absoluto crédito a las declaraciones de L.B. y xxxx , dadas las
contradicciones en que incurrieron, y según se informó al resolver el recurso de
casación contra el fallo absolutorio vertido a favor de xxxx , aun aceptando la
fundamentación lacónica que sobre el particular brindaron los jueces de mérito, la
misma prueba ofrecida por los promoventes, se encargó de aportar mayores
elementos de juicio, que si se hubieran incorporado a la valoración de las pruebas, no
solo no desvirtuaban la conclusión arribada por el Tribunal, sino que la fortalecían, de
allí que sobre el tema de la ubicación de la vivienda de la testigo xxxx que compartía
con xxxx, en la que, según lo indicaron los referidos testigos principales de la
acusación se planificó por parte de todos los imputados, entre ellos Xxxx, la muerte del
ofendido, así como sobre los razonamientos atinentes a la falta de credibilidad sobre
ambos testimonios, resultan válidas las observaciones y cuestionamientos rendidos, no
solo por el Tribunal, sino por esta misma Sala, al analizar, conforme lo solicita el
Ministerio Público en su impugnación, los fundamentos de la sentencia de marras,
remitiéndose a las partes a tales consideraciones. Asimismo, contrario a lo que señala
el órgano fiscal en sus reproches, el Tribunal, valoró en el fallo que se cuestiona, en lo
referente a la participación del justiciable Xxxx (válida también para el coimputado
Xxxx), otros elementos de prueba, tales como las declaraciones de A.S., M.R. y M.V.,
prueba que se relacionaba además con los testimonios rendidos por el hijo de la
víctima, R.M., J.O. y los oficiales de policía J.F. y O.A. a la luz de los informes policiales
vertidos y sus respectivas ampliaciones, concluyendo los Jueces que en lo pertinente a
A.S. y M.R., no acreditaron lo que respecto a ellos señalaban los oficiales de policía en
sus declaraciones orales y en los informes incorporados, sin que se demostrara que se
hallaban bajo amenaza de los imputados, para rendir otras manifestaciones. Contrario
a lo que estableciera el Ministerio Público, tales testigos no aportaron elementos de
juicio importantes para determinar con certeza la participación delictiva de Xxxx (y de
Xxxx). En lo que se refiere a J.O., señalaron los Juzgadores, que si bien es cierto le
concedieron credibilidad para arribar a un juicio certero sobre la culpabilidad del
coimputado L., sus alusiones a la presunta participación de Xxxx, contrario a lo que
sucedió con L., no contaron, pese a los reclamos del ente fiscal, con otros elementos
de prueba que le dieran soporte a una conclusión de condena contra aquel acusado,
situación diferente a lo acontecido en el caso de L., donde las afirmaciones vertidas por
la deponente J.O., encontraron respaldo en otros elementos probatorios de singular
relevancia que situaron al acusado en la escena de los hechos, de allí que para los
Jueces, la alusión que sobre Xxxx profirió J.O., a lo sumo podía constituir un indicio
que no encuentra mayor sustento en otras pruebas que lo vinculen bajo parámetros de
absoluta certeza. En lo que se refiere a la declaración de M.V., el Tribunal remitió a las
razones otorgadas al resolver la situación jurídica del acusado L. (folios 1852 y 1853),
por las cuales le restó credibilidad tanto a la deposición de M.V., rendida mediante
anticipo jurisdiccional de prueba (folios 1012 a 1015, tomo III del expediente
principal), como a la que fuera vertida en debate (folios 1336 a 1341, tomo III de la
sentencia), dadas las profundas contradicciones que presentaron ambos testimonios,
sin que se pudiera, a juicio de los Juzgadores, conforme a las pretensiones del
Ministerio Público, darle mayor credibilidad a la primera declaración rendida por el
testigo, sobre aquella otorgada en la audiencia oral (ver folio 1876, tomo IV del fallo).
Por último, el Tribunal indicó en la resolución que se cuestiona, que aun cuando los
acusados L., Xxxx y Xxxx se conocían, y mantenían una relación de amistad, tal
circunstancia, sin que estuviera apoyada por otros elementos de prueba que
demostraran el nexo entre tales personas para la comisión del delito acusado, no
pasaba de ser un elemento de convicción insuficiente para darle sustento a la
declaración de certeza que incrimine a los mencionados justiciables (ver folios 1873 a
1876). A juicio de esta Sala, pese a los reproches de los impugnantes, las conclusiones
de los Juzgadores no vulneran las reglas de la sana crítica en la apreciación de las
pruebas. En efecto, tal y como lo señaló el Tribunal, los testigos A.S. y M.R. no
brindaron soporte a la tesis de la acusación, respaldada por los informes policiales y las
declaraciones de los agentes mencionados, a efecto de involucrar, en este caso
específico a Xxxx, en el homicidio del comunicador ofendido (ver declaraciones a folios
561 a 566 –declaración de A.S.-
; 557 a 561 –deposición de M.R.-). En cuanto a la testigo J.O., la única referencia a la
posible participación homicida de Xxxx, la obtiene a través de las manifestaciones de
L., sin que, contrario a lo que ocurrió con este imputado según se informó con
anterioridad, los indicios que condujeron a un juicio unívoco sobre su participación y
responsabilidad en los hechos acusados, se sustentaran en otros elementos de prueba
irrefutables. En el caso de Xxxx, aun otorgando a la citada testigo plena credibilidad,
como lo hizo el Tribunal, se carece de otros elementos de prueba contundentes para
vincularlo a los hechos acusados, de modo que el indicio obtenido de la mencionada
J.O., se torna anfibológico, sin que esta persona, como lo destacó el Tribunal en el
fallo, mencionara, que al conversar con Xxxx, en el Centro de Atención Institucional de
San Sebastián, “le hablara nada con respecto a Parmenio” (folio 618, tomo I de la
sentencia), y los otros detalles que podían involucrar a Xxxx, indicó saberlos por
intermedio de su compañero de vida A.C.M., quien no sostuvo esa versión en debate
(ver folio 1304, tomo III del fallo). El Ministerio Público conforma sus alegatos en este
recurso de casación, partiendo de la solidez probatoria de las declaraciones de L.B. y
xxxx , a las que los Jueces le restaron crédito por contradictorias, argumentos que esta
Sala estima acordes a las pruebas recibidas, sin que ello conduzca a vicio procesal
alguno, de modo que, la plataforma probatoria dispuesta por los recurrentes, carece,
como ya se ha indicado, de solidez y contundencia para sustentar un juicio
condenatorio. En lo que se refiere a la declaración de A.C.M., atinente al punto de
reproche del órgano fiscal, relativo a la ubicación de la casa en que vivía la testigo
xxxx y donde se llevó a cabo la planificación de la muerte del comunicador, no aporta
mayores elementos de precisión, al establecer ese testigo que “xxxx , vivió detrás del
redondel en el 2001 (sin efectuar mayor exactitud temporal), en tanto, se advierte de
las constancias del proceso que ciertamente la testigo xxxx y el citado “Xxxx”, en
efecto vivieron en dicho domicilio en ese año 2001, siendo el punto en discusión el
tiempo aproximado en que pudieron haber alquilado la vivienda, aportándose a la
causa elementos probatorios que establecen, su estadía con posterioridad a setiembre
de ese año. En cuanto a la supuesta declaración, mediante anticipo jurisdiccional de
prueba, rendida por una persona a la que denomina el Ministerio Público como W.M.,
como bien lo indica el Ministerio Público, no se encuentra en los autos, y los
documentos a los que se hace referencia, visibles a folios 973 a 975, tomo III del
expediente principal, se encuentran sin las firmas del compareciente ni de las
autoridades judiciales presentes. Llama la atención que en lo que se refiere a este
testigo, ninguna de las gestiones que se relacionan con esa prueba, se encuentra
firmada: la solicitud del Ministerio Público dirigida al Juez del Procedimiento
Preparatorio (folios 971 y 972, mismo tomo); la orden para que se lleve a cabo la
diligencia indicada, emanada por el Juzgado Penal a las 14:05 horas del 18 de
setiembre de 2002 (folios 973 y 974, mismo tomo) y la declaración rendida por el
testigo. Lo anterior impide, contrario a las pretensiones del Ministerio Público, que tal
declaración se introduzca al proceso a través de la declaración de los oficiales de
policía J.F. y A.A., pues ello violentaría el debido proceso y el derecho de defensa, así
como los principios de oralidad e inmediación probatoria, que caracterizan nuestro
sistema procesal penal, de allí que, la decisión del Tribunal de no incorporar esa
declaración al haber probatorio analizado, en modo alguno quebranta las normas de la
sana crítica, según lo reclaman los impugnantes. En cuanto a la declaración del testigo
C.F., técnico de la empresa telefónica Ericsson ( folios 1006 a 1051, tomo III de la
sentencia) , si bien es cierto, no es tomado en consideración dentro de los
fundamentos correspondientes a la absolutoria de Xxxx, sí lo analiza, junto con el
informe visible a folios 1476 a 1482, tomo IV del expediente principal, cuando valora
las pruebas aportadas con relación a los hechos atribuidos al imputado Xxxx (ver folios
1879 a 1881, tomo IV del fallo), concluyendo que la deposición del referido testigo y
los informes técnicos relacionados, solo podrían establecer una relación existente entre
ambos justiciables, relación que reconoció Xxxx, al final del debate, pero no que
ambos estuvieran en la escena de los hechos o tuvieran participación en el homicidio
perpetrado, en tanto en los crudos aportados por el Instituto Costarricense de
Electricidad, sobre la radiobases que captaron el día del homicidio (7 de julio de 2001)
las comunicaciones entre los teléfonos que supuestamente estaban en uso de Xxxx y
Xxxx, aparece la radiobase Prado C, la cual no fue considerada dentro de la prueba
controlada por la policía y el Ministerio Público, y conforme lo señaló en debate el
técnico ofrecido en esta impugnación, la radiobase Prado C, cubre un área totalmente
alejada de ese sitio, cual es Curridabat e inmediaciones del Centro Comercial Plaza del
Sol, argumentos válidos en lo que se refiere al imputado Xxxx, en tanto la prueba
técnica propuesta, por la variante aportada, no resulta concluyente, a los efectos
pretendidos por los impugnantes. Asimismo, cabe señalar que la afirmación de los
recurrentes en este recurso, indicando que se demostró el nexo entre Xxxx y xxxx , y
por ende la planificación de los hechos delictivos, que involucraría a los restantes
enjuiciados en el homicidio de Medina Pérez, en tanto Xxxx se comunicaba
telefónicamente con xxxx , a la casa que habitaba este sujeto, ubicada por el redondel
de toros, en Campo Cinco de Cariari, con anterioridad a la muerte de la víctima,
resulta ser un aspecto que no contó con mayor comprobación en debate, salvo la
cuestionada manifestación de xxxx , sin que su relato fuera acreditado con prueba
independiente, que permitiera determinar con certeza, no solo la real existencia de
esas llamadas telefónicas, sino su finalidad delictiva relacionada con la causa
investigada, de allí que la pretensión de los impugnantes carece de contenido
probatorio relevante, y por ello, la circunstancia de que el Tribunal no valorara ese
detalle, como elemento de convicción útil, no constituye un vicio que deba ser
declarado. Por último, en lo que se refiere al testimonio de M.V., retoma esta Sala,
las consideraciones expresadas con anterioridad, por el tribunal de sentencia, al
comparar la declaración vertida por este deponente en debate, con la que rindiera
durante el anticipo jurisdiccional de prueba llevado a cabo en la etapa investigativa de
la causa, restando credibilidad y eficacia a ambas declaraciones, al estimarlas
contradictorias y no encontrar elementos para hacer prevalecer una sobre la otra, ya
que en debate, el testigo narró una serie de incoherencias, pero con respecto al
documento incorporado, no reconoció como suyas las firmas que calzaban la
declaración, y señaló haber sido golpeado por la policía a efecto de que se manifestara
en los términos que allí constaban (folios 1852 y 1853, tomo IV del fallo). Para dar
contestación a los cuestionamientos de los impugnantes sobre la actuación del Tribunal
referente al anticipo jurisdiccional de prueba, estima esta Sala que el vicio reclamado
deviene inatendible. Es conveniente recordar, en lo que interesa, que la declaración
recibida mediante anticipo jurisdiccional de prueba es de carácter excepcional, limitado
a los supuestos que contempla el numeral 293 del Código Procesal Penal: 1) existencia
de un obstáculo difícil de superar que haga presumir que no podrá recibirse durante el
juicio; 2) por la complejidad del asunto, exista probabilidad de que el testigo olvide
circunstancias esenciales sobre lo que conoce; pero no puede ser considerada como
una alternativa a la preservación de elementos probatorios, lo que reñiría con los
postulados sobre los que se sustenta el proceso penal, en cuanto a que el debate es la
etapa de mayor relevancia y priva el principio de oralidad, salvo en los casos
permitidos normativamente. En la causa examinada, según se advierte a folios 1007 a
1009, del tomo III del expediente principal, la representación fiscal solicitó al Juez del
Procedimiento Preparatorio, que se recibiera bajo la modalidad anticipada de prueba,
el testimonio de M.V., al considerar que, a juicio del deponente, por la naturaleza de su
testimonio, su vida y la de su familia corrían peligro, circunstancias que se ajustan a
las circunstancias de procedencia de una declaración anticipada, lo que motivó
válidamente que el Juez Penal ordenara su recepción (ver folios 1010 y 1011, mismo
tomo), la que se hizo efectiva a las 15:35 horas del 23 de setiembre de 2002 (folios
1012 a 1015, mismo tomo). Sin embargo, durante el debate, se hizo presente el
referido testigo, quien rindió su declaración ante el Tribunal, incurriendo en una serie
de contradicciones fundamentales, con relación a lo depuesto anticipadamente. Cabe
señalar, que no existe problema alguno en que, pese a que con anterioridad se haya
recibido un testimonio mediante anticipo jurisdiccional de prueba, ante la presencia del
declarante en juicio, se reciban sus manifestaciones de viva voz, sin que por ello, el
anticipo diligenciado pierda su validez, pues, en el caso, como sucedió en esta causa,
de que se presenten contradicciones importantes entre ambas declaraciones, el
documento anticipado puede ser legalmente incorporado por el Tribunal procediendo a
su comparación, a efecto de que los Jueces, aplicando las reglas de la sana crítica,
puedan decidir cuál de las deposiciones ha de prevalecer sobre la otra, o como se
presentó en este caso, los Juzgadores se decantaron por eliminar ambos testimonios
rendidos como soporte probatorio idóneo, restándoles credibilidad. Esta Sala ha
señalado en anteriores pronunciamientos, que los presupuestos contenidos en el
párrafo tercero del numeral 343 del código adjetivo, que permite al Tribunal, en el
caso del imputado que se decide a declarar en debate y ha rendido también otras
manifestaciones en el proceso incurriendo en contradicciones, hacerle ver tal
circunstancia, resultan de aplicación en el caso de los testigos, siendo la regla general
a aplicar, que lo declarado en juicio, prevalece sobre las restantes deposiciones, salvo
que el justiciable (y por ende también el testigo) no otorgue explicaciones razonables
por las cuales se contradijo, debiendo los Jueces, para aplicar esta excepción, contar
con suficientes elementos de prueba adicionales, que le permitan acreditar que la
declaración incorporada por lectura se impone en credibilidad sobre la que se ha
otorgado en la etapa de debate. Por el contrario, si no existen tales elementos de
convicción suficientes para darle soporte a lo declarado por el deponente en forma
anticipada, y tampoco es factible imponer la regla general mencionada, lo que tiene
ante sí el Tribunal, son dos deposiciones que se anulan recíprocamente, y no pueden
ser tenidas como creíbles (sobre el particular, ver voto de esta Sala, número […], de
15:16 horas del 9 de junio de 2003). Aplicando las anteriores consideraciones al caso
examinado, tenemos que el testigo M.V., según se informó supra, rindió un anticipo
jurisdiccional de prueba que ciertamente vinculaba a los acusados Xxxx y Xxxx, con el
homicidio de Parmenio Medina Pérez, sin embargo, en juicio, dio un giro inesperado y
negó todos los extremos anteriormente determinados. Pese a ello, contrario a las
pretensiones del Ministerio Público, en este caso, los Juzgadores no contaron con
elementos suficientes para acreditar o confirmar como certero lo manifestado por el
declarante en la referida prueba anticipada, excepcionando la regla sobre la
prevalencia de la deposición rendida en debate, ni tampoco dotar a ésta última de
plena credibilidad, toda vez que el testigo incurrió por una parte, en graves
incoherencias, pero por otro lado, señaló haber sido presionado y golpeado por la
policía con anterioridad a rendir su declaración bajo la modalidad del anticipo
jurisdiccional de prueba, a efecto de obtener las manifestaciones incriminantes hacia
dichos imputados, e incluso mostró dudas sobre la autenticidad de su firma, sin que el
Ministerio Público demostrara, ni en aquella oportunidad ni ante esta sede, que el
nerviosismo mostrado por el testigo en debate, fuera el resultado de las amenazas de
los imputados para manipular su voluntad, de allí que la decisión del Tribunal no
violenta las normas procesales vigentes en quebranto de los intereses de la
representación fiscal. Por todo lo expuesto, se declara sin lugar el recurso formulado.

IV.-

4.- RECURSO PRESENTADO CONTRA LA SENTENCIA ABSOLUTORIA DICTADA A


FAVOR DE XXXX. Los representantes del Ministerio Público interponen su
impugnación ante esta sede, alegando cinco motivos por vicios procesales, a saber:
Primer motivo: Falta de fundamentación intelectiva: Se reclama el quebranto de los
numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, por cuanto los
Juzgadores descartaron las declaraciones de xxxx y L.B., al estimarlos contradictorios,
sin establecer en qué consistían tales contradicciones, y las razones por las que
estimaron “sensibles”, y por ende inidónea, dicha prueba para demostrar la
participación de Xxxx. Reclaman los impugnantes que no se percató el Tribunal, de las
coincidencias en que incurrieron ambos declarantes, pese a que se vieron únicamente
en dos ocasiones y no tenían mayor relación entre sí, concurriendo en aspectos
medulares de la acusación formulada por el Ministerio Público, como era la existencia
de nexos entre los acusados Xxxx, L., Xxxx, Xxxx y el fallecido xxxx , previo a la
muerte de Medina Pérez, y las reuniones celebradas por estos en Cariari de Guápiles y
Los Cuadros de Guadalupe; la entrega de armas calibre 38 e importantes sumas de
dinero, así como las manifestaciones de los acusados a ambos testigos, reconociendo
su participación en la muerte del ofendido, circunstancias que no fueron analizadas por
los Jueces. Segundo motivo: Fundamentación inexistente: Se reclama el quebranto
de los artículos 142, 184, 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, en tanto, a su
juicio, el Tribunal no indicó las razones por las que no le merecía credibilidad el
testimonio de xxxx , ya que ésta manifestó que cuando se pasaron a habitar la casa en
Semillero, ubicada detrás del redondel, su hijo xxxx tenía cerca de dos años y “resto”,
y no recordaba que se hubiera celebrado un cumpleaños en esa casa, concluyendo los
Jueces que la deponente, junto con xxxx , se pasaron a vivir a esa casa, después de la
muerte del ofendido, coincidente con la tesis defensiva de los incriminados, respaldada
en los contratos de alquiler, sin embargo, a juicio de los impugnantes, el Tribunal
olvidó que aunque materialmente los documentos pudieran ser verdaderos, su
contenido no necesariamente lo es, omitiendo analizar otros elementos de prueba,
tales como, las declaraciones de J.O., A.C.M., así como los informes policiales, donde
se indica que los agentes judiciales entrevistaron a varias personas, quienes les
manifestaron que desde el 31 de mayo de 2001, “xxxx ” xxxx ) y “xxxx vivían en la
casa cercana al redondel y la deposición de J.F.; así como las intervenciones al
teléfono […], que captó conversaciones entre L. y Xxxx, sobre ese mismo tema, y el
registro telefónico de las llamadas al número […], línea que tenía xxxx en la casa de
habitación detrás del redondel, dirigidas al teléfono número […] de O.B., efectuadas
desde el 11 de julio de 2001, quien señaló ser amigo de xxxx , por los que esta última
le efectuaba llamadas desde su domicilio en la casa del redondel (ampliación número 9
del informe del Organismo de Investigación Judicial. Tercer motivo: Ausencia de
fundamentación intelectiva y quebranto a las reglas de la sana crítica (principio de
derivación): Se reclama el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos
del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal estimó que la declaración de J.O.,
pese a que le mereció plena credibilidad, solo “aludía” al imputado Xxxx, lo que
resultaba insuficiente para establecer con certeza su posible participación en los
hechos, sin sustentar su afirmación, que en todo caso, a juicio de los reclamantes, no
responde a la realidad, en tanto la testigo no sólo se limita a mencionar a Xxxx en la
muerte de Parmenio Medina, sino que el propio imputado le confesó su participación,
junto a L. y Xxxx, realizando vigilancias a la víctima, confesión corroborada a la
deponente por el imputado L.. Cuarto motivo: Ausencia de fundamentación
probatoria descriptiva e intelectiva: Se alega el quebranto de los numerales 142, 184 y
369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal le restó
credibilidad a la declaración del testigo M.V., rendida en debate, por resultar
contradictoria con lo que dijo en el anticipo jurisdiccional de prueba, descartando lo
que dijo en esta última declaración, sin examinarla en conjunto con las deposiciones de
J.O., E.D. y xxxx , así como con los resultados de los rastreos de llamadas telefónicas
y pruebas documentales que respaldaban lo que el testigo dijo en el anticipo
jurisdiccional de prueba, por ejemplo la escritura, visible al tomo III, folio 1035,
número 293, de fecha 11 de diciembre de 2001, ante el notario Gerardo Antonio
González Salas, que corresponde a una opción de venta entre E.D. (compañera
sentimental de Xxxx) y G.G.M. (padre de este imputado), donde se acredita, tal y
como lo indicó el deponente que con el dinero recibido, como pago por el homicidio del
Medina Pérez, el acusado Xxxx compró una casa, que puso a nombre de su padre; así
como el histórico de la cuenta de ahorros […], visible al folio 4297, tomo IX, a nombre
de E.D., donde se establecen los depósitos de dinero, producto del referido pago por
asesinar al ofendido. Quinto motivo: Ausencia de fundamentación intelectiva: Se
reclama el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, con relación a las declaraciones de J.F., O.A., R.M., A.S. y M.R.,
quienes ubican a los imputados en el Bar El Rancho, en Cariari de Guápiles,
discutiendo por la repartición del dinero, con motivo del homicidio de Parmenio
Medina. No valoraron los Juzgadores, que si A.S. y M.R. variaron en debate sus
declaraciones, ello se debió a que estaban amenazados. Los reclamos no son de
recibo: Dada la estrecha relación entre los motivos de casación formulados, se avoca
esta Sala a su resolución conjunta.Por resultar similares las argumentaciones vertidas
en esta oportunidad por la representación del Ministerio Público, así como los
elementos probatorios sobre los que aduce respaldar sus afirmaciones, con aquellos
alegados con relación al fallo absolutorio de los imputados Xxxx, Calvo Aguilar y Xxxx,
en especial con este último, a efecto de no incurrir en reiteraciones innecesarias,
estése la parte recurrente a las manifestaciones expresadas por esta Sala al dar
respuesta a análogos cuestionamientos en los Considerandos anteriores. Sin embargo,
en lo que atañe a aspectos específicos relacionados con la participación del justiciable
Xxxx, conviene puntualizar algunas consideraciones para reafirmar las razones por las
que, a juicio de esta Cámara, los argumentos expresados por el Tribunal de sentencia
para concluir en un fallo absolutorio por duda a favor de Xxxx, no quebrantan las
normas atinentes a la sana crítica en la valoración de las pruebas, y los elementos de
convicción mencionados por los recurrentes, no cumplen las expectativas señaladas
como soporte contundente de la culpabilidad del justiciable. Sobre este orden de ideas,
en lo que se refiere a la declaración de J.O. (folios 613 a 646, tomo II del fallo), a la
que el Tribunal le brinda plena credibilidad, si bien es cierto la deponente vinculó a
Xxxx con el homicidio de Parmenio Medina Pérez, porque así se lo refirió personal y
telefónicamente, el coimputado L., y según su dicho, también el propio acusado Xxxx,
en tanto le manifestó que lo iban a mandar a otro país para protegerlo de lo que él
había hecho con las otras personas, que era la muerte de Parmenio Medina, y que
había realizado vigilancias al ofendido en su casa, una vez acompañado de xxxx y
otra por su esposa de nombre “xxxx ”, recibiendo ocho millones de colones para
echarse la culpa de lo ocurrido (ver folios 614, 618, 619 y 634, mismo tomo), la
situación de Xxxx se torna diferente de aquella relacionada con L., donde su
culpabilidad se cimentó, no solo en lo declarado por J.O. (quien también recibe la
información del propio imputado L.), sino sustancialmente en una serie de indicios
graves, precisos y concordantes, que de forma unívoca lo situaron durante esas
vigilancias previas al homicidio, así como el propio día del evento, junto al automotor
donde quedó sin vida la víctima, siendo reconocido pocos minutos después, como el
conductor del vehículo en que viajaban los autores materiales del ilícito y que vieron
huir del sitio de los hechos. Sin embargo, respecto a Xxxx, la única prueba indiciaria,
resulta ser la declaración de J.O., en tanto los restantes elementos de juicio aportados
al proceso, tal y como lo señaló el Tribunal, no guardan la solidez necesaria dentro de
un análisis conjunto, para concluir sin margen de duda, sobre la participación y
responsabilidad de dicho encausado, sin que resulten de recibo las reiteradas
manifestaciones de los recurrentes, sustentando sus conclusiones en los testimonios de
los oficiales de policía, los informes policiales, la introducción indirecta de prueba no
corroborada en el fallo y los testimonios de L.B. y xxxx , por las razones ampliamente
desarrolladas en líneas precedentes. Pero también, igual suerte corren los elementos
de juicio aportados por la representación fiscal. Así, en lo que se refiere, a la escritura
número 293, suscrita ante el notario Gerardo Antonio González Salas, a las 10:00
horas del 11 de diciembre de 2001, si bien es cierto, E.D. (quien fuera conviviente de
Xxxx), como propietaria de la casa de habitación número 153, situada en Sector Ocho,
Purral de Goicoechea, provincia de San José, sin inscribir, mediante opción de
compraventa a seis meses plazo, se compromete a vender dicho inmueble a G.G.M.
(padre de Xxxx) en la suma de un millón de colones, recibiendo en el acto la
vendedora dicha suma de dinero, como garantía de la compra (ver folio 1035 y 1036,
tomo III del expediente principal), negociación que es acreditada en debate por la
mencionada E.D., indicando que el precio de la venta fue en realidad de dos millones
de colones, los que le fueron cancelados, una parte en efectivo y luego el resto en
mensualidades, señalando también que el padre del justiciable le manifestó que la casa
se la iba a dar a su hijo xxxx (hermano del imputado), aunque no sabe si dicha
persona habitó o no el inmueble, pues luego de la venta se marchó a Río Frío (ver
folios 1218 a 1219, tomo III del fallo); las relacionadas pruebas, no llevan a la
conclusión unívoca, sobre el origen ilícito de los fondos utilizados para la adquisición de
tal vivienda, y que fuera ciertamente una inversión del justiciable Xxxx, amparada al
dinero supuestamente recibido como pago por haber dado muerte al comunicador
Medina Pérez, como lo pretende el Ministerio Público, de allí que, tal y como se
estableció con anterioridad, al valorar los Juzgadores la declaración rendida mediante
anticipo jurisdiccional de prueba por M.V., con relación a la compra de este inmueble
(folio 1012, mismo tomo), lo depuesto en aquella oportunidad por el testigo no
encontró respaldo probatorio eficiente, de allí que dadas las contradicciones apuntadas
entre esa deposición y el testimonio vertido en debate, ambas declaraciones se
anularon recíprocamente, resultando inútiles como elementos de convicción. Y lo
anterior se reafirma al observar la prueba a la que hace referencia el Ministerio Público
en este recurso de casación, como sustento a las afirmaciones de M.V., destacando el
histórico de la cuenta bancaria número […], del Banco de Costa Rica, visible a folio
4297 del tomo IX del expediente principal, y que los recurrentes indican le pertenece a
E.D., demostrando así, conforme a su dicho, los depósitos de dinero provenientes del
pago, sin embargo, dicha cuenta de ahorros, según se advierte del documento
ofrecido, no se encuentra a nombre de la citada E.D., sino de R.M.G., sin que los
impugnantes determinen la relación de la cuenta bancaria y de esa persona, con el
referido pago de dinero por el homicidio perpetrado, y por ende, la vinculación, fuera
de toda duda, del encausado Xxxx. Cabe señalar que las dos pruebas documentales a
las que hace referencia la representación fiscal, aun en el evento de que como se
señaló en esta impugnación, el histórico bancario de la referida cuenta de ahorros,
estuviera a nombre de E.D.C., tal elemento de juicio, por sí solo no permite concluir
unívocamente conforme a las pretensiones de los recurrentes, lo que torna estéril el
indicio aportado. Por todas estas consideraciones, se declara sin lugar el recurso de
casación invocado por el órgano acusador.

V.-

5.- RECURSO CONTRA EL FALLO ABSOLUTORIO DICTADO A FAVOR DE XXXX.


Los representantes del Ministerio Público interponen su impugnación, alegando tres
motivos por vicios procesales. Así, en el primer motivo reclaman falta de
fundamentación. Reprochan que el Tribunal sólo indicara que entre este justiciable y el
coimputado Xxxx, no se estableció vínculo alguno, pero no sustenta probatoriamente
tal afirmación. Asimismo, se señaló en la sentencia, que el acusado Xxxx no se
presentó, el día del homicidio, al Bar Las Vegas, ubicado en Tibás, sitio desde el cual
se grababa el programa radial La Patada. Reclaman los fiscales que los Jueces
aseveraron que del análisis de las declaraciones de G.C. y F.L., se desprende que ellos
no lograron identificar al acusado como uno de los sujetos que se presentó al citado
negocio comercial, cuando en realidad, tales testimonios no fueron debidamente
analizados, presentándose la misma situación, respecto a las manifestaciones del
perito C.F. Por su parte, en el segundo motivo, alegan fundamentación incompleta,
en quebranto de los numerales 142, 184, 363 inciso b) y 369 inciso d), todos del
Código Procesal Penal, por cuanto los Juzgadores no valoraron prueba testimonial y
documental importantes: declaraciones de O.A., R.B., J.F., J.M.P., N.C., J.P., sobre el
tema del seguimiento que el acusado le hizo a Parmenio Medina Pérez y su
comunicación con Xxxx. Asimismo, los fiscales reprochan que el Tribunal no analizó
otras pruebas tales comola orden del Juez Penal de Heredia, fechada veintitrés de
octubre del dos mil uno, sobre el rastreo de llamadas telefónicas entrantes y salientes
de las líneas […] (utilizada por Xxxx) y […] (ubicada en la vivienda que habitaba xxxx )
en el periodo comprendido entre el primero de junio al veintitrés de octubre del año
dos mil uno, Tomo I del Legajo de Investigación, folios 461y 462. Reclaman preterida
también la siguiente prueba: 1) Oficio del Banco Nacional fechado seis de diciembre
del año dos mil uno, remitido a la Fiscalía Adjunta de Heredia en el que se comunica
un listado de personas entre las que se encuentra Xxxx con la cuenta de ahorros Nº
200-01-000-231786-9, Tomo I del Legajo de Investigación, folios 515 a 517. 2) Oficio
de Ericsson, ERC/C2002:260, fechado primero de abril del año dos mil dos, en el que
se explica que en la prueba de campo de ubicación de las radio bases que utilizaron las
líneas celulares […] cuyo uso se acredita al encartado Xxxx, y la […] que se le endilga
a Xxxx tuvieron que ubicarse tal como estaban el día 7 de julio del 2001, Tomo II del
Legajo de Investigación, folio 622. 3) Reporte de pruebas efectuadas el once de mayo
del año dos mil dos, para acreditar técnicamente la ruta seguida por el ofendido
Parmenio Medina Pérez y los acusados L., Xxxx, Xxxx, Xxxx y Xxxx, Tomo II del
Legajo de Investigación, folios 712 al 721. 4) Acta de nombramiento de los peritos
F.C., Jo.M., C.F., fechada once de mayo del año dos mil dos, Tomo II del Legajo de
Investigación, folios 705 y 706. 5) Acta de llamadas de prueba, fechada once de mayo
del dos mil dos, en la que se establece técnicamente según las radio bases, la ruta que
se determinó en la investigación, siguieron el ofendido Parmenio Medina Pérez y los
acusados Xxxx, Xxxx, Xxxx y Xxxx, así como el sentenciado L. el día 7 de julio del
2001, previo a que los tres primeros le dieran muerte al señor Medina Pérez, Tomo II
del Legajo de Investigación, folios 707 al 711. 6) Definición de números telefónicos y
definición de celdas realizadas en las llamadas de prueba del once de mayo del año
dos mil dos, de la que se extrae técnicamente la ruta seguida por el ofendido así como
por Xxxx, Xxxx, Xxxx, Xxxx y el sentenciado L. Tomo II del Legajo de Investigación,
folios 722 al 725. 7) Oficio Nº 907-DRH-02 del Organismo de Investigación Judicial,
fechado veintiuno de junio del año dos mil dos, en el que se le comunica a la fiscalía de
Heredia a quiénes corresponden los números celulares […] a nombre de Xxxx y el […]
a nombre de R.I., Tomo II del Legajo de Investigación, folios 741 y 742. 8) Estado de
la cuenta Nº […] del Banco Nacional a nombre de Xxxx del período que cubre del
nueve de marzo al diecisiete de setiembre del año dos mil uno, Tomo I del Legajo de
Investigación, folios 519 a 525. 9) Estado de cuenta del Banco Nacional de Costa Rica
Nº 000-231786-9 E, a nombre de Xxxx, del período de agosto a octubre, ambos del
año dos mil uno, en el que constan los movimientos bancarios de esa cuenta, Tomo II
del Legajo de Investigación, folios 819 a 827. 10) Copia fotostática de compraventa de
vehículo que le efectuó Xxxx al señor J.A.M., fechada a las dieciocho horas del quince
de noviembre del dos mil uno, de la que se desprende la relación que tenía el primero
con el justiciable Xxxx, Tomo III del Legajo de Investigación, folios 1102 a 1105. 11)
Acta de entrega de estudio de flujo de llamadas, fechada a las catorce horas con
cuarenta minutos del diecisiete de diciembre del dos mil dos, Tomo III del Legajo de
Investigación, folio 1121. 12) Estudio y verificación de llamadas entrantes y salientes;
llamadas por celdas de los teléfonos […] realizado por el Ingeniero en Informática
A.V., Tomo III del Legajo de Investigación, folios 1122 a 1177. 13) Acta de recibido,
fechada diecinueve de diciembre del año dos mil dos, de la que se determina que el
estudio anterior se encuentra respaldado en disquetes que se obtuvieron de los crudos
de la información telefónica que ordenó secuestrar el Juez Penal de Heredia, Tomo III
del Legajo de Investigación, folio1178. 14) Informe 014-UII-2001 de la Sección de
Delitos Informáticos del Organismo de Investigación Judicial, fechado veintiocho de
febrero del año dos mil tres, explica cómo se obtuvo la información de las Centrales
Telefónicas Ericsson y sus respectivos crudos, para determinar las comunicaciones
celulares de los aquí imputados, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1353 a
1356. 15) Nota de la Sección de Delitos Informáticos, fechada veintiocho de febrero
del año dos mil tres que explica la forma en la que está estructurada la información en
los archivos de las centrales Ericsson; nombres de campos y códigos de las radio bases
de las centrales Ericel 1 y Ericel 2, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1357 a
1360. 16) Ampliación del Informe 014-UII-2001 de la Sección de Delitos Informáticos
del Organismo de Investigación Judicial, fechado dos de abril del año dos mil tres, que
establece cómo se procesó la información de las Centrales Telefónicas Ericsson y sus
respectivos crudos, que muestran las comunicaciones celulares de los acusados Xxxx y
Xxxx el día 7 de julio del 2001, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1499 y
1500. 17) Oficio 6331.010.2003, de la Central Celular Lucent, fechado veintiocho de
febrero del dos mil tres, del que se extrae la entrega de archivos procesados Ericsson
del primero al trece de mayo del dos mil uno y del quince al treinta de junio del mismo
año, Tomo IV del Legajo de Investigación, folio 1361. 18) Ampliación del Informe
Policial Nº 681-INV-01 del Organismo de Investigación Judicial, fechado 25 de marzo
del 2003, que explica bajo qué parámetros se realizó la prueba controlada de tráfico
celular el día 11 de mayo del 2002; cómo se activaron los teléfonos de prueba y las
radio bases de Ericsson, en las mismas condiciones de tráfico celular para el día 7 de
julio del 2001, así cómo se establecieron los patrones o medidas y manejos de crudos,
Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1464 a 1482. 19) Oficio ERC/C2003-265
de Ericsson de Costa Rica S.A., fechado veintiséis de marzo del año dos mil tres, del
que se desprenden las ubicaciones y número de las radio bases utilizadas por la línea
celular […] de uso del imputado Xxxx, así como la línea celular […] de uso del
imputado Xxxx el día 07 de julio del 2001, entre las catorce y las dieciséis horas, Tomo
IV del Legajo de Investigación, folios 1476 a 1479. 20) Detalle de rastreo de llamadas
realizadas y recibidas entre las líneas celulares […] el día 07 de julio del 2001, del que
se desprende la estrecha comunicación celular de los justiciables Xxxx y Xxxx el día del
homicidio, Tomo IV del Legajo de Investigación, folios 1480 a 1482. 21) Oficio FAH-
37-02 de la Fiscalía Adjunta de Heredia, fechado veintiocho de mayo del dos mil dos,
dirigido a las oficinas Centrales de Ericsson en el que se solicita se indique las celdas
que cubren el sector del restaurante “Doña Lela” al cruce de San Luis y zonas
aledañas, así como la ubicación en celdas de los números celulares […] y la ubicación
geográfica de los mismos del cuatro al siete de julio del dos mil uno, Tomo X del
Legajo de Investigación, folio 4591. 22) Oficio nº ERC/C-2002-260 de la compañía
Ericsson, fechado tres de junio del dos mil tres se demuestra la ubicación y cambios en
las radio bases telefónicas, Tomo X del Legajo de Investigación, folio 4592. 23) Caja
cinco, prueba número cinco-dieciséis, disquete con información de la empresa Lucent,
del que se infiere las radio bases y celdas sobre las que se dio el respectivo estudio de
las líneas telefónicas que se analizaron en el informe de la misma. 24) Caja cinco,
prueba número cinco-diecisiete, disco compacto que contiene el estudio de llamadas
entre Xxxx y Xxxx según las celdas de Ericsson, que establece las radio bases que se
tomaron en cuenta para este estudio. 25) Ampliación del Informe Policial Nº 681-INV-
01 del Organismo de Investigación Judicial, fechado 25 de marzo del 2004, con 32
folios y dos mapas de ubicación de radio bases, que explica en cuáles radio bases se
encontraban ubicados los acusados Xxxx y Xxxx en el período comprendido entre las
diez horas y las dieciséis horas con treinta minutos del día 7 de julio del 2001. 26)
Ampliación Nº 9 del Informe Policial Nº 681-INV-01 del Organismo de Investigación
Judicial, fechado ocho de noviembre del dos mil cuatro, con 207 folios, del que se
desprende el listado de teléfonos que se investigaron en esta causa, entre los que se
encuentran los números […], el primero en uso de Xxxx, en tanto que los otros
corresponden al celular en uso de Xxxx y el de la vivienda de éste; desde cuándo se
activaron esas líneas telefónicas; parámetros y registros de búsqueda de los crudos del
Instituto Costarricense de Electricidad, correspondientes a registros entrantes y
salientes por abonado; rastreos telefónicos de las líneas utilizadas por los dos
imputados referidos y cuadro de flujo y reflujo de relaciones telefónicas de los
acusados Xxxx y Xxxx; así como el nombre de las celdas según la radio base. Además
se analiza la causa penal número 01-202317-275-PE por el delito de portación ilegal
de armas permitidas contra Xxxx y otros del que se determina la estrecha vinculación
entre el imputado Xxxx y el coencartado Xxxx. Por último, como tercer motivo, los
impugnantes alegan violación a las reglas de la sana crítica, en quebranto a los
artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, en tanto el Tribunal
analizó de forma escasa y aislada la prueba aportada, de allí que las conclusiones
obtenidas no son reflejo de la realidad probatoria. En este motivo los fiscales reiteran
los argumentos vertidos supra en torno a los testimonios de G.C. y F.L., estimando que
los Jueces debieron verificar si las características físicas otorgadas por esos
deponentes coincidían o no con las de los enjuiciados. Por otra parte, los impugnantes
también reiteran, como soporte probatorio en este motivo, sus aseveraciones sobre los
informes técnicos en torno a las radio bases, indicando que pese a que en la prueba
controlada por la policía bajo la dirección funcional del Ministerio Público, no apareció
la radio base Prado C, ello no implica, como parece entenderlo el Tribunal, que el
acusado haya estado en un área alejada de la casa del ofendido, es decir, por las
inmediaciones de la Plaza del Sol en Curridabat. Los reproches no son atendibles:
Tal y como lo señaló el Tribunal al valorar la situación jurídica tanto del imputado Xxxx
como del justiciable Xxxx, la participación de ambos acusados coincide temporal y
espacialmente, conforme a la hipótesis acusatoria, en tanto para la Fiscalía, al margen
de actuaciones independientes realizadas por cada uno de estos encausados, ambos
están presentes en el Bar “Las Vegas”, ubicado en Tibás, preguntando a los testigos
G.C. y F.L., si el ofendido se encuentra en los altos de ese negocio, que era utilizado
en ese momento para grabar el programa radial “La Patada”, y posteriormente,
conforme lo sostuvo el Ministerio Público durante el proceso, Xxxx realiza constantes
comunicaciones telefónicas con el también sindicado Xxxx, a quien se relaciona como
una de las personas que ejecutó materialmente a la víctima causando su muerte. Sin
embargo, conforme lo señalaron los Jueces al analizar la participación de Xxxx,
argumentación que resulta válida en lo que se refiere a Xxxx, la prueba aportada no
logró vincularlos al homicidio perpetrado, y no los ubica en el citado negocio comercial,
siendo por otra parte anfibológico, el resultado del estudio de radiobases efectuado y
controlado por la policía y el Ministerio Público, aportado como prueba al
contradictorio, así como la declaración del técnico de la empresa Ericsson, C.F., cuyas
manifestaciones, a la luz del informe rendido, contrario a lo que indican los quejosos,
fue valorado en el fallo, sin que se pudiera arribar a una decisión concluyente, en
cuanto a que el teléfono móvil que se suponía portaba Xxxx, se ubicara en algún
momento, poco antes del evento homicida, en las inmediaciones de la casa de
habitación de Parmenio Medina Pérez, avisando así a Xxxx sobre la ubicación de la
víctima. Advierte esta Sala que tales circunstancias se establecen, partiendo de que en
efecto quienes portaban esos aparatos telefónicos eran ciertamente los dos acusados.
Cabe hacer mención, dentro de una valoración integral del fallo, y tomando en cuenta
la estrecha relación de los hechos atribuidos a los acusados Xxxx, Xxxx y Xxxx, que el
Tribunal sí valoró la prueba relevante con la finalidad de resolver la situación jurídica
de todos los implicados, analizando, en el epígrafe correspondiente a cada uno de
ellos, diferentes elementos probatorios, argumentos a los cuales remitían cuando
efectuaban la resolución pertinente, en lo que pudiera ser común a los tres
involucrados, de allí que los vicios de falta de fundamentación, fundamentación
incompleta y quebranto a las reglas de la sana crítica que alega la representación
fiscal, no encuentran respaldo en el fallo, en tanto los Jueces procedieron a valorar los
elementos de convicción de mayor relevancia aportados al proceso (declaraciones de
G.C., F.L. y C.F. y los informes sobre los estudios de las radiobases, entre otros),
concluyendo sobre su insuficiencia para arribar a un juicio de certeza sobre la
culpabilidad de los justiciables (ver folios 1876 a 1881, tomo IV de la sentencia).
Desde esta perspectiva, examinado el razonamiento que sobre tales probanzas
determina el Tribunal de juicio, estima esta Sala, que en modo alguno se ha vulnerado
la correcta aplicación de las reglas de la sana crítica con incidencia en la
fundamentación del fallo, el cual cumple los presupuestos procesales a cuya
observancia están obligados los Juzgadores al sustentar sus resoluciones. Así, tal y
como lo señalaron los Jueces, los testigos G.C. y F.L., no lograron reconocer a los
acusados Xxxx y Xxxx, como los sujetos que el día de los hechos, se hicieron
presentes en el Bar “Las Vegas”, interesándose por saber si el comunicador Medina
Pérez aun se encontraba en los altos de ese negocio grabando su programa radial. El
deponente F.L., quien rinde su declaración a folios 505 a 532, del tomo II de la
sentencia, en lo que interesa sobre la participación de ambos acusados, ciertamente da
cuenta de la presencia de dos o tres sujetos en el Bar “Las Vegas”, el día en que le
dieron muerte a la víctima, preguntando por el comunicador. No obstante ello, y aun
cuando ofrece algunas características físicas de dos de los sujetos, uno de ellos
moreno, tipo guanacasteco o nicaragüense, cara redonda, estatura media, pelo corto,
y otro con una camisa tipo guayabera, blanco, casi sin pelo, con edades entre 25 a 32
años (folios 506 y 519, mismo tomo), señala que no podía precisar el rostro de alguno
de los individuos, pues la imagen resultaba difusa. Por otro lado, G.C. (folios 496 a
505, tomos I y II del fallo), relata que aun cuando dentro de la investigación policial
realizó un retrato hablado, no pudo reconocer fotográficamente a ninguna persona
para vincularla con los sujetos que llegaron al citado Bar preguntando por Medina
Pérez. Menciona en su deposición que el retrato hablado lo hizo rápido, y da cuenta de
tres sujetos que llegaron ese día, de uno de ellos no puede proporcionar característica
física alguna, a otro solo lo señala como una persona gorda, medio pelón, con
guayabera celeste, bajito, y contrario a lo referido por F.L., ubica su edad entre 48 a
50 años (los acusados tenían edades entre 26 y 27 años). La otra persona la describió
como una persona, tipo guanacasteco, bigote pequeño, recortado, fino, y con unas
facciones muy pronunciadas, muy marcada, la piel brillosa, el peinado como escuadra,
tipo militar, con una edad entre 38 y 40 años (ver folios 497 y 500, tomo I del fallo), y
ante preguntas de una de las partes, reconoce al imputado L. como la persona que
más se le parecía a ese sujeto moreno (ver folio 503 tomo II de la sentencia), pero
para esa misma época, otros testigos describieron a L., como un sujeto de cabello
largo. Conforme a la declaración de este testigo, tal y como lo manifestaron los
Juzgadores, no se desprende elemento alguno de juicio que permitiera vincular a Xxxx,
y tampoco a Xxxx, como los sujetos que preguntaron por el ofendido ese 7 de julio de
2001, día en que fue asesinado el comunicador Parmenio Medina Pérez, horas antes de
su ejecución. No resulta de recibo, conforme a las pretensiones del Ministerio Público,
que el Tribunal, pese a que los testigos no reconocieran a los imputados, como
aquellos sujetos que se presentaron al Bar “Las Vegas”, tomaran las características
físicas aportadas por los declarantes, y verificaran si coincidían o no con las de los
enjuiciados, máxime cuando se trata de descripciones bastante comunes al fenotipo no
solo costarricense, sino de otras áreas geográficas de nuestra latitud, y aun más, con
esas características, el testigo G.C., en debate, señaló a otro de los imputados (L.), y
no a los directamente implicados (Xxxx y Xxxx). Por otra parte, en cuanto a los
reparos formulados por los impugnantes, sobre las conclusiones obtenidas por los
Jueces, sobre los registros o estudios de las radiobases, y la propia declaración del
técnico C.F., tampoco resultan atendibles, en tanto, tal y como se indicó con
anterioridad y se razonó en el Considerando atinente al recurso de casación formulado
contra la absolutoria del justiciable Xxxx, la referida prueba no resulta concluyente, al
permitir como alternativa de conclusión, situar los teléfonos móviles adjudicados en
poder de los justiciables, en horas cercanas al momento de la ejecución de la víctima,
en lugares alejados a su vivienda, sin que los argumentos de los impugnantes,
fundados en los elementos probatorios mencionados, permitan desvirtuar la conclusión
de los Jueces, facultando tan solo derivar que ambos justiciables mantenían vínculos
personales (amistad), lo que fue aceptado plenamente por Xxxx en sus
manifestaciones finales al concluir el debate, pero tal relación, con las pruebas
aportadas, no faculta para determinar, con certeza, que ese vínculo se debió a su
participación en el homicidio acusado. El resto de las pruebas, que en forma abundante
alegó el Ministerio Público fueron preteridas por el Tribunal en sentencia, y que se
relacionan fundamentalmente con el estudio de las radiobases, por las razones
apuntadas, no se muestran útiles a los fines pretendidos, pero en todo caso, los Jueces
analizaron, aunque no con el resultado deseado por el órgano acusador, los elementos
relevantes referidos a tal prueba, al tomar en consideración los informes técnicos
vertidos y la deposición del testigo C.F., quien ilustró al Tribunal y a las partes sobre la
mecánica empleada para la realización de la diligencia ordenada. En otro orden de
ideas, los estados de la cuenta número […] del Banco de Costa Rica, a nombre del
imputado Xxxx, correspondientes al período entre agosto y octubre ambos de 2001,
visibles en los tomos I, folios 519 a 525 (aunque los folios 519 y 520 no constan en el
expediente), y II, folios 819 a 827, ambos del legajo principal de investigación, no
permiten, tal y como lo entendió el Tribunal, establecer que el origen del dinero que se
movilizaba en esa cuenta (abierta desde junio de 1998, ver folio 516, tomo I del legajo
principal), fuera producto del pago por el homicidio de Parmenio Medina, en tanto no
se aportó prueba alguna que así lo determinara, y ni siquiera se precisa por parte del
ente acusador, cuál sería la cantidad de dinero, por lo menos aproximada, que pudo
recibir Xxxx por su participación en el ilícito mencionado. En cuanto a las declaraciones
de los oficiales de policía J.F., O.A., R.B. , vertidas en debate y señaladas por los
fiscales en apoyo a sus reclamos, que, lógicamente repiten en esencia lo que se
establece en los informes policiales también aportados como elementos de convicción,
solo devienen relevantes como pruebas legalmente admisibles, en tanto sus
manifestaciones, producto de la investigación realizada, hayan tenido acreditación en
juicio, situación que no se advierte en esta causa, en tanto las pruebas aportadas no
resultaron concluyentes como indicios unívocos sobre la participación de los
enjuiciados, y no es dable admitir como elementos de tal naturaleza, declaraciones u
otros elementos de juicio que no se ofrecieron en el contradictorio, a efecto de que las
partes y el Tribunal pudieran valorarlos a través de la inmediación probatoria, y se
pretenden introducir de manera indirecta mediante los testimonios policiales. Por
último conviene destacar que los impugnantes ofrecen como prueba preterida por los
Juzgadores, a efecto de demostrar la comunicación telefónica existente entre los
imputados Xxxx y Xxxx, una orden del Juez Penal de Heredia, fechada 23 de octubre
de 2001, sobre el rastreo de llamadas telefónicas entrantes y salientes de las líneas
[…] (utilizada según el Ministerio Público por Xxxx) y […] (ubicada en la vivienda que
habitaba, conforme a su hipótesis acusatoria, xxxx ), en el período comprendido entre
el 1 de junio al 23 de octubre, ambos de 2001, constante en el tomo I del Legajo de
Investigación, folios 461 y 462. Sin embargo, la prueba resulta absolutamente estéril,
en tanto no se relaciona con el resultado final obtenido de la diligencia ordenada, y aun
más, a folios 463 a 466, mismo tomo, aprecia esta Sala un detalle de llamadas
correspondientes a los meses de julio a setiembre, ambos de 2001, emitido por el
Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), con relación a la línea de telefonía fija
número […], documento que fuera ofrecido por los recurrentes, como prueba preterida
por los Jueces, al plantear el recurso correspondiente al fallo absolutorio a favor del
acusado xxxx. No obstante, de la referida prueba no se observa llamada saliente
alguna de esta línea telefónica, que tuviera como destino el cuestionado teléfono
número […], lo que reafirma aun más, la falta de interés de la prueba que se alega
preterida, y por ende, la inexistencia del vicio reclamado. Igual suerte corren los
testimonios mencionados de J.M.P., N.C. y J.P., a efecto de apoyar probatoriamente la
participación del acusado Xxxx en el seguimiento del ofendido Medina Pérez y su
comunicación con Xxxx. Así, el deponente J.M.P. (folios 723 a 742, tomo II del fallo),
en modo alguno se refiere a dichos acusados, y solamente proporciona las
características físicas de una persona que el día en que la víctima grabó su último
programa radial, estuvo en el estudio de grabación, cuya identidad se ignora y no se
relaciona con los acusados (ver folio 732 mismo tomo), pues de esta persona incluso
da cuenta F.L., quien estaba dentro del estudio al momento de grabar el programa y
se percata de la presencia de este individuo, y fue también uno de los dos testigos a
quienes los sujetos desconocidos le preguntaron si se encontraba el ofendido en los
altos del negocio comercial (folio 519 mismo tomo). Por su parte, el declarante N.C.
tampoco menciona a los acusados, ni tan siquiera se refiere al evento sobre la
presencia de dos o tres sujetos preguntando ese día por la víctima en el Bar “Las
Vegas” (ver folios 676 a 706 mismo tomo), y por último, J.P., quien depone a folios
1057 y 1058, tomo III de la sentencia, solo indicó conocer tanto a Xxxx como a Xxxx,
pero dijo ignorar si estas dos personas se conocían entre sí, pues no guardaba relación
de amistad con ninguno de ellos, siendo tan solo, respecto a Xxxx, una circunstancia
de vecindad en Calle Blancos, y con Xxxx, quien residía en Purral de Guadalupe,
compartió en una única ocasión al coincidir ambos en un partido de fútbol en Purral,
conversando en esa oportunidad. Como bien se colige, tales pruebas carecen de
relevancia y en nada afectan las conclusiones emitidas por la autoridad juzgadora. En
consecuencia, se declara sin lugar el recurso formulado.

VI.-

6.- RECURSO PRESENTADO CONTRA LA SENTENCIA ABSOLUTORIA DICTADA A


FAVOR DE XXXX. El Ministerio Público reclama la existencia de cinco motivos por
vicios procesales, a saber: Primer motivo. Fundamentación inexistente: Se reclama
el quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal,
por cuanto, a juicio de la fiscalía, el Tribunal consideró que no fue posible demostrar la
existencia de vínculos entre este acusado y xxxx, sin indicar el sustento probatorio de
su afirmación, dejando de analizar prueba que demostraba el nexo entre ambos
justiciables desde antes del mes de julio de 2001: 1) Anticipo Jurisdiccional del testigo
L.B., fechado trece de setiembre del dos mil dos, quien declaró acerca de la
participación en los hechos de los imputados L., Xxxx y xxxx (cf. Tomo III del Legajo
de Investigación, folios 921 a 939). 2) Acta de Reconocimiento Judicial fechada
veintiséis de febrero del dos mil cuatro, en la que el testigo L.B. identificó a Xxxx como
uno de los individuos que se encontraban con el coimputado xxxx, para la época en la
que le dieron muerte al ofendido Parmenio Medina Pérez, y que incluso acompañaba a
éste a recoger dinero, así mismo L.B. identifica a Xxxx como el mecánico de Xxxx (cf.
Tomo VI del Legajo de Investigación, folios 2755 y 2756). 3) Certificación del libro de
información confidencial de la delegación del OIJ de Heredia, que tiene fecha 17 de
febrero de 2001 (Cf. tomo XIII del legajo de investigación, folios 5966 a 5998), que
fuera aceptada por el Tribunal como prueba para mejor resolver, en la que los
investigadores judiciales consignan que el encartado xxxx les informó que Xxxxy otros
sujetos participaron en un asalto con un carro robado a un rent a car (en ese momento
Xxxx se presenta a la policía judicial como informante). En dicha acta se hace constar
que, al momento de que se le entrevista, xxxx conducía un vehículo Kia Sephia
propiedad de M.A.A., e incluso suministra a la policía su número de beeper. En dicha
acta se indica que el propio Xxxx se hace presente ahí también e incluso discute con
xxxx . Se consigna en el acta que al ser entrevistado, Xxxx ratificó que vivía en Calle
Blancos, y dijo a los investigadores que más bien xxxx era el líder de una banda de
traficantes. De acuerdo con el contenido del acta, estos dos imputados estaban juntos
en un bar, en estado de ebriedad, y se enfrascaron en una pelea, siendo esa la razón
por la que se dio aviso a la policía judicial y se realizó entrevista a ambos. 4)
Declaración de R.V., propietario del taller donde se decomisó el vehículo utilizado por
los encartados el día en que se dio muerte al ofendido Medina Pérez, quien confirmó
que Xxxx trabajaba para él como mecánico, e incluso trabajaba para el encartado
xxxx: “[…] yo vendía carros, incluso yo conocí a xxxx , yo le vendí un carro a xxxxx ,
el carro era un Nissan Sentra 90, dos puertas, color rojo. Xxxx trabajaba allí como
mecánico, él le daba mantenimiento a ese carro […]”. Dicho servicio de mantenimiento
mecánico por parte del encartado Xxxx, también es ratificado por los testigos M.A.A. y
J.C.A. en las declaraciones que rindieron en debate. 5) Documentos decomisados en la
cocina de la casa de xxxx, allanamiento efectuado el 23 de setiembre del 2003 lo que
demuestra que en poder de este último había documentos varios con diferentes
números de teléfono (45 folios en total), entre ellos el del aquí imputado Xxxx, e
incluso se localiza una factura extendida a nombre de Xxxx, documentos que
acreditaban la relación existente entre Xxxx y Xxxx (Cf. Caja cuatro, prueba numerada
cuatro-treinta y tres). Reprochan los impugnantes que los Juzgadores señalaron que
los testigos G.C. y F.L. no describieron a ninguna de las personas con características
físicas similares a las de Xxxx, pero omitieron expresar cuáles eran esas
características. Tampoco analizan los Jueces el retrato hablado elaborado por G.C., de
quien los fiscales “sospechan” que estaba amenazado, y por ello varió en debate su
declaración. Segundo motivo: Falta de fundamentación intelectiva y jurídica: Se
reclama el quebranto de los numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, por cuanto el Tribunal no analizó el informe policial número 681-INV-
01, de fecha 19 de diciembre de 2003 y la caja 10, prueba 6-9 y 10-16, que
corresponde al Legajo de transcripciones de intervención telefónica correspondiente al
número […] de Xxxx, y pese a que los casetes que se refieren a esta trascripción se
extraviaron y por ello los Jueces la excluyeron como prueba, a juicio de los fiscales ello
no es aceptable y atenta contra los presupuestos contenidos en el numeral 182 del
Código Procesal Penal, sobre libertad probatoria, pues aun cuando se hubiesen
extraviado los casetes de grabación, las actas transcritas por el Juez, de pleno
conocimiento para todas las partes, bien podían ser incorporadas como prueba y
valoradas. Tercer motivo: Fundamentación insuficiente: Los recurrentes reprochan el
quebranto de los artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal,
en tanto, para asegurar el Tribunal que no se podía descartar la declaración del testigo
R.V. rendida en debate, lo que hacía surgir la duda de que el vehículo que le fue
decomisado fuera aquel utilizado en el homicidio, dejó de analizar prueba esencial que
liga a Xxxx con el vehículo decomisado en el taller de R.V., para quien el imputado
laboraba: dictamen criminalístico número DCF-2004-0001-TRO, visible a folios 2422 a
2425, tomo VI, y dictamen número DCF-2004-015-QAR, constante a folios 2889 a
2897, tomo VI. Señalan los impugnantes, que en cuanto al primero de los dictámenes,
se deriva que el vehículo que tenía guardado Xxxx en el taller de R.V., no es el mismo
que fue propiedad de xxxx , presidente de la S.I.C., propietaria registral del vehículo
placas […], que vendió luego a J.A.S., y que permaneció guardado por tres años en un
patio en San Antonio de Coronado. Por otra parte, a juicio de los recurrentes, con el
segundo dictamen se demuestra que el vehículo de Xxxx nunca estuvo pintado de
color negro. Por último, reclaman los fiscales, que el Tribunal también omitió en su
análisis otros elementos de prueba importantes sobre el relacionado tema que
vinculaban al acusado, con los hechos atribuidos: a) Dictamen criminalístico Nº 1445-
02 de la Sección de Archivo Criminal fechado cinco de abril del dos mil dos, sobre el
retrato hablado de características físico cromáticas ofrecidas por el testigo G.C., que
coinciden con las características del encartado Xxxx, (ver Tomo II del Legajo de
Investigación, folios 665 a 670), con el que se refuerza la tesis de que éste participó
en el homicidio de Parmenio Medina. B) Anticipo Jurisdiccional del testigo L.B., fechado
trece de setiembre del dos mil dos, en el que el testigo señala a Xxxx (según
reconocimiento realizado en el mismo acto), como uno de los sujetos con los que tuvo
contacto xxxx para las fechas cercanas al homicidio del ofendido. (Ver tomo III del
Legajo de Investigación, folios 921 a 939). C) Ampliación del Informe Policial número
681-INV-01 del Organismo de Investigación Judicial, fechado diecinueve de diciembre
del dos mil tres, en el que se refiere la relación de Xxxx con los hechos investigados y
cuál fue su participación en los mismos, Tomo V del Legajo de Investigación, folios
2275 a 2313. D) Acta de Reconocimiento Judicial fechada veintiséis de febrero del dos
mil cuatro en la que consta que L.B. identificó a Xxxx como uno de los individuos que
se encontraban con el coimputado xxxx para la época en la que le dieron muerte al
ofendido Parmenio Medina Pérez, Tomo VI del Legajo de Investigación, folios 2755 y
2756. E) Caja cuatro, prueba numerada cuatro-veinticuatro, Expedientes del INS
171600-0730 y 99-24954, del vehículo placa […], los cuales relacionados con los
peritajes forenses que se practicaron al vehículo, permiten establecer que el automóvil
que tenía en su poder el imputado Xxxx nunca tuvo el color negro en la totalidad de la
carrocería. F) Caja cuatro, prueba numerada cuatro-treinta y tres, documentos
decomisados en la cocina de la casa de xxxx , con diferentes números de teléfono, 45
folios, de los que se puede inferir la relación que existía entre Xxxx y Xxxx. G) Caja
seis, prueba número seis-nueve, intervención telefónica del número 285-6700 del
imputado Xxxx(casetes 5, 7 y 19), en la que éste refiere como él mismo pretendió
ofrecer una negociación al Ministerio Público, así como el temor que tiene por su vida si
habla sobre los partícipes del homicidio del ofendido Parmenio Medina Pérez. H) Caja
diez, prueba número diez-dieciséis, Legajo de Trascripción de casete intervención
telefónica de […] casetes #5, # 7 y # 19 de Xxxx, del cual se extrae cómo él mismo
hace referencia a un problema que “reventó fuerte” y que relaciona con el carro gris,
además de que pretendió ofrecer una negociación al Ministerio Público, y que tiene
temor por su vida si habla sobre los partícipes del homicidio del ofendido Parmenio
Medina Pérez. Cuarto motivo: Falta de fundamentación probatoria analítica: Se
reclama el quebranto de los numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal, por cuanto a juicio de los recurrentes, el Tribunal no valoró de forma
armónica los dictámenes periciales, supra indicados: DCF-2004-015-QAR y DCF-2004-
0001- TRO. Quinto motivo: Fundamentación contradictoria: Se reprocha el
quebranto de los numerales 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal,
por cuanto el Tribunal cita los dos dictámenes anteriormente señalados (pericias
química y de troquelados) y las declaraciones de los peritos L.M. y A.N., concluyendo
que ello coincide con lo declarado por el testigo M.H., lo que no se ajusta a la realidad,
pues ese deponente manifestó que el vehículo fue pintado de negro y los peritos
señalaron que el automotor siempre fue de color gris. Sexto motivo:Violación a las
reglas de la sana crítica (principio de derivación): Se reclama el quebranto de los
artículos 142, 184 y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal, pues a juicio de los
recurrentes, lo que se deriva de la prueba pericial anterior y de las declaraciones de
M.H., J.A.S., I.J., G.S.N. y J.C.A., es que el vehículo que se encontraba en el taller de
R.V., a pesar de tener igual número de placas de circulación, no es el mismo que estos
indicaron, dado que de las pericias se estableció que el auto decomisado nunca fue
pintado de negro, y el número de chasis y de VIN fueron adheridos de una forma que
no es la original del fabricante. Los motivos invocados no son atendibles: A folios
1876 y 1877, del tomo IV de la sentencia, el Tribunal establece como parte del
sustento jurídico, que los hechos de la acusación atribuidos al imputado Xxxx, no
fueron demostrados, en tanto se le vincula como la persona que fue contactada por
xxxx, para participar en el homicidio del ofendido, y acercar a otros individuos de las
localidades de Cariari de Guápiles y Los Cuadros de Guadalupe para que le dieran
muerte al ofendido. Asimismo, señalaron los Jueces, no se logró vincular a Xxxx y
Xxxx, a quienes la acusación determinó una participación conjunta (según se analizó
en el Considerando anterior), y tampoco a criterio de los Juzgadores se acreditó el
nexo entre Xxxx y Xxxx. Para contrarrestar tales consideraciones, en lo que se refiere
a la relación entre Xxxx y Xxxx, el Ministerio Público reclama que el Tribunal no valoró
prueba importante, que en forma amplia mencionaron en apoyo a sus reproches. Sin
embargo, contrario a lo que afirman los fiscales recurrentes, el haber probatorio
ofrecido ante esta sede no permite darle soporte a sus acusaciones. Debe
establecerse, pues no parece interpretarlo así la representación fiscal, la delimitación
con respecto a los acusados, del hecho de que en algún momento, estos pudieran
haber coincidido en situaciones diversas, e incluso, que tuvieran vínculos personales
(amistad) o laborales, o bien que se movilizaran en ambientes cercanos al despliegue
de actividades ilícitas, y la circunstancia diversa atinente a una vinculación relativa al
homicidio del comunicador Parmenio Medina Pérez, bajo indicios indubitables, que
solos o en conjunto, permitieran derivar, bajo parámetros de certeza positiva, su real
participación en tal delincuencia, a efecto de determinar su culpabilidad. También debe
tomarse en consideración, dentro de un análisis racional, lógico y objetivo de las
pruebas, si los acusados pudieron haber tenido conocimiento de lo sucedido, por otras
vías que no fueran la participación en los acontecimientos delictivos, pues si los
indicios conjuntados permiten otras posibles conclusiones, dejan de tener la condición
de unívocos, indispensable para sustentar un fallo condenatorio. Desde este orden de
ideas, se advierte que el Ministerio Público alega como preterido, el testimonio rendido
mediante anticipo jurisdiccional de prueba, por L.B., sin embargo, como bien se indicó
con amplitud al resolver las diferentes impugnaciones presentadas por los fiscales
contra el fallo dictado, bajo argumentaciones que a juicio de esta Sala, no quebrantan
el ordenamiento procesal penal, los Juzgadores restaron credibilidad al relato de ese
deponente, así como a las manifestaciones de xxxx , y por ende, todos los elementos
de juicio derivados de sus narraciones. También se ofrece como inobservado dentro del
elenco de pruebas ofrecido, la certificación del Libro de Informaciones Confidenciales
de la Delegación del Organismo de Investigación Judicial de Heredia, de fecha 17 de
febrero de 2001, visible a folios 5996 (no 5966, como incorrectamente se menciona en
el recurso) a 5998, del tomo XIII del expediente principal, y que a juicio de los fiscales
determina la vinculación homicida entre Xxxx y Xxxx. Ciertamente el Tribunal no tomó
en consideración esta prueba, sin embargo, incluida hipotéticamente, no permite
desvirtuar las conclusiones arribadas por los Jueces, y solo permitiría derivar que
ambos acusados se conocían, aunque tampoco se evidencia de la prueba que
mantuvieran relaciones cordiales, y sus manifestaciones otorgadas sin mayor
formalidad no son concluyentes ni confiables, en tanto ambos se encontraban, como
bien lo aceptan los fiscales recurrentes, en estado de ebriedad, y se hacían mutuas
recriminaciones. Pero aun estimando esta prueba, la misma determina como
justificación alternativa al conocimiento y relación entre ambos imputados, el hecho de
que Xxxx laboraba como mecánico automotriz y chofer, a la orden de M.A.A., quien
también se relacionó comercialmente con xxxx, y así lo ratificó el testigo M.A.A. en
debate (ver folios 1359 a 1365, tomo III de la sentencia), indicando que Xxxx laboró
en su taller y venta de vehículos desde 1998 hasta abril o mayo de 2001, en que
cambió de lugar de trabajo, y a Xxxx lo conoció en el año 2000. Iguales
consideraciones se derivan de la declaración de R.V., quien efectivamente establece
que Xxxx fue su empleado en el taller mecánico y también conoció a xxxx , quien le
compró un vehículo y Xxxx le daba mantenimiento (ver folios 594 a 613, tomo II del
fallo). No obstante, ello no vincula a ambos acusados con el homicidio del comunicador
Medina Pérez, y si bien el Tribunal no destaca la declaración del testigo R.V. en el
punto que cuestiona el Ministerio Público, sí la valora a profundidad cuando analiza el
aspecto relacionado con el vehículo Nissan Sentra, que de acuerdo a la acusación, fue
utilizado para movilizar a los ejecutores del hecho, concluyendo los Jueces, a folios
1877 a 1879, tomo IV de la resolución, que no pudo demostrarse con certeza, que ese
vehículo decomisado al testigo R.V., quien lo adquirió en el año 2002, en mal estado,
fuera el automotor cuestionado, en tanto esa compra fue avalada testimonialmente por
los antiguos propietarios del vehículo (M.H. (folios 651 a 656, tomo II del fallo), G.S.N.
(646 a 651, mismo tomo) y J.A.S. (folios 656 a 661, mismo tomo), y otras personas a
quienes les constó la negociación (I.J. (folios 661 a 663, mismo tomo) y J.C.A. –folios
663 a 666, mismo tomo -), valorando también los dictámenes criminalísticos números
DCF-2004-0001-TRO (folios 2422 a 2425, tomo VI del expediente principal) y DCF-
2004-015-QAR (folios 2889 a 2897, mismo tomo), sobre los estudios químicos y físicos
y de troquelado, realizados por el Laboratorio de Ciencias Forenses del Organismo de
Investigación Judicial, sobre automotor decomisado a R.V., avalados por las
declaraciones del perito G. (folios 666 a 672, mismo tomo) y las peritos L.M. (folios
713 a 719, mismo tomo) y A.N. (folios 719 a 723, mismo tomo), quienes
determinaron, tal y como lo señalaron los sucesivos dueños del vehículo en cuestión
(R.V., M.H., G.S.N. y J.A.S.), que el color original del automotor fue gris, y en algún
momento fue pintado de color negro, siendo adquirido con ese color por el testigo
R.V., quien lo volvió a pintar de gris, sin que las técnicas L.M. y A.N., encontraran,
según lo afirmaron en juicio, alguna pintura similar al tono celeste o gris celeste, que
fue el color que se indicó, presentaba el vehículo involucrado en el homicidio,
determinándose que para el momento de los hechos, el automotor decomisado, estaba
en poder de G.S.N., sin que otras pruebas pudieran desvirtuar tal circunstancia y
vincular al acusado Xxxx. Por otra parte, con relación a la factura localizada en la
cocina de la vivienda de Xxxx, que estaba a nombre de Xxxx, así como otros
documentos visibles en la caja 4, prueba 4-33, y las alegaciones expresadas por los
recurrentes en torno a los testimonios de G.C. y F.L., no arrojan elementos que
vinculen al justiciable Xxxx con la causa examinada, debiendo remitirse las partes a las
consideraciones que sobre el particular se emitieron con anterioridad. En cuanto a los
Legajos de trascripciones telefónicas, visibles en caja 10, prueba 10-16 y 6-9, sobre el
teléfono intervenido número […], asignado en la investigación al imputado Xxxx, lleva
razón el Ministerio Público en cuanto a que el Tribunal de Juicio, con sustento en las
normas procesales que determinan la amplitud probatoria (artículo 182 del Código
Procesal Penal), estaba facultado para integrar dentro del elenco de pruebas, los
referidos legajos de trascripción, pese al posterior extravío de los casetes de grabación
que les dieron origen, en tanto la ausencia de tales pruebas, que si bien es cierto
guardan un carácter instrumental y de absoluta importancia probatoria, en este caso
en particular, podían ser sustituidos válidamente por los referidos legajos, elaborados
por el Juez Penal que escuchó las grabaciones, avalando con su firma el contenido
plasmado en esas actas, de pleno conocimiento de las partes, sin que se hubiese
alegado por alguno de los intervinientes, que lo plasmado por la autoridad
jurisdiccional en los legajos de trascripción de casetes, no correspondiera a lo
escuchado durante las intervenciones telefónicas. Sin embargo, aun incluyendo
hipotéticamente los relacionados legajos, no resultan suficientes como indicios
unívocos para establecer la participación de Xxxx en el delito conocido, aun cuando se
haga referencia en la conversación telefónica a la detención de una persona por el
asunto del vehículo que se decía había sido utilizado en la muerte de la víctima,
revelando el justiciable temor por lo que estaba aconteciendo (del contexto del fallo y
de las pruebas se puede establecer que se refería a la detención de su patrón R.V.), lo
que resulta lógico para cualquier persona que es tenida como sospechosa de un delito
de tanta gravedad y es buscada y detenida por la policía y el Ministerio Público, sin que
ello sea necesariamente un indicio de participación y culpabilidad en un hecho
delictivo, suficiente para cimentar una condena. Obsérvese que los fiscales realizan
una interpretación sesgada y subjetiva de las conversaciones telefónicas aludidas, en
tanto el acusado Xxxx cuenta a un sujeto que se conoce como “Tarro”, que la policía
andaba buscando un carro gris que tenían allí (en el taller donde laboraba), sobre el
cual los oficiales dicen que fue el que se utilizó para asesinar a Parmenio, y que él no
sabe qué andarían buscando (casete número 5 del 28 de noviembre de 2003, folios 48
y 49). Por último, y para dar contestación a los reclamos de los impugnantes, conviene
retomar sus alegatos en torno a la valoración del Tribunal respecto a la prueba
recabada relativa al vehículo Nissan Sentra, color celeste o gris celeste, placas […],
que a juicio de la representación fiscal, conforme a la hipótesis acusatoria, fue utilizado
en el homicidio de Parmenio Medina Pérez, indicando que el automotor encontrado en
el taller de R.V., pese a tener el mismo número de placas de circulación, no es al que
se refirieron los testigos M.H., J.A.S., I.S., G.S.N. y J.C.A., dado que de las pericias se
estableció que el automóvil decomisado nunca fue pintado de negro. Por otra parte
alegan como fundamentación contradictoria, que los Juzgadores citan los dos
dictámenes criminalísticos aportados (pericias químicas y de troquelado), así como las
declaraciones periciales de L.M. y A.N., concluyendo que ello coincide con lo depuesto
por el testigo M.H., lo que no se ajusta a la realidad, pues este último indicó que el
vehículo fue pintado de negro y los peritos señalaron que el automotor siempre fue
gris. Sin embargo los alegatos del Ministerio Público no son atendibles. La
representación fiscal parte en sus alegatos de una premisa que no encuentra respuesta
probatoria alguna, cual es, que el justiciable Xxxx guardó el vehículo utilizado en el
homicidio y que este nunca estuvo pintado de color negro. Para entender con mayor
propiedad las razones por las que los reproches de los quejosos no encuentran soporte
alguno, es necesario traer a colación los hechos que el órgano acusador le atribuyó al
imputado Xxxx y que consisten en haber sido contactado por xxx para que buscara
individuos de las localidades de Cariari de Guápiles y “Los Cuadros” de Guadalupe que
le dieran muerte al ofendido. Asimismo, lo acusaron de ser el encargado de conseguir
el vehículo donde se trasladarían los ejecutores materiales del homicidio y que Xxxx
conjuntamente con el coimputado Xxxx seguirían a la víctima el día acordado para
llevar a cabo su plan delictivo, informando telefónicamente a Xxxx sobre la ruta
seguida por Medina Pérez hasta su casa de habitación. Indicó la acusación fiscal que
Xxxx consiguió un vehículo marca Nissan Sentra, color gris, le colocó las placas
número […] que correspondían a otro vehículo de características similares, Nissan
Sentra, modelo 87, color negro, propiedad de S.I.C., en malas condiciones, adquirido
por R.V., con quien laboraba dicho imputado (ver folios 27 a 33 del tomo IV del fallo).
Durante la investigación, la policía judicial y el Ministerio Público decomisaron a R.V.
un vehículo Nissan Sentra, color gris que sometieron a análisis en el Laboratorio de
Ciencias Forenses, que dio como resultado dos dictámenes criminalísticos: el DCF-
número 2004-0001-TRO, visible a folios 2422 a 2425 y el DCF número 2004-015-QAR,
de folios 2889 a 2897. Sin embargo, tal y como lo determinó el Tribunal, aun cuando la
fundamentación emitida no recoge la totalidad de la prueba evacuada, las conclusiones
arribadas en cuanto a la insuficiencia probatoria, por una parte para ligar al justiciable
Xxxx con los hechos acusados, y en segundo lugar para establecer que el vehículo
decomisado no logra vincularse con el automotor que se supone fue utilizado el día de
la muerte del ofendido, resultan fiel reflejo de los elementos de convicción analizados
en su oportunidad, y que los Jueces estimaron de utilidad para sustentar el fallo
dictado. El Ministerio Público, pese a que reclama preterición de prueba esencial y
fundamentación insuficiente y contradictoria, incurre a su vez dentro de su discurso en
una abierta contradicción, que lo lleva a sustentar su reclamo sobre circunstancias
fácticas que no encuentran constatación, pues, tal y como se indicó supra, primero
acusan que Xxxx, aprovechando que su patrón Villalta Acuña había comprado un
Nissan Sentra, color negro, modelo 87, en malas condiciones, consigue colocar las
placas de ese vehículo en otro automotor de similar marca (situación que dentro de
una relación temporal lógica conforme al elenco de hechos acusados, tendría que
haber sido con anterioridad al 7 de julio de 2001). Pero luego, cuando la misma prueba
aportada al debate da cuenta que R.V., adquirió de G.S.N. el relacionado vehículo color
negro, a finales del año 2002, siendo que, a su vez, G.S.N. recibe el automotor de su
sobrino J.A.S. y este lo compra a M.H. en noviembre de 2000, circunstancias que se
determinaron con las deposiciones de estas mismas personas, que no fueron
desvirtuadas en el contradictorio, el Ministerio Público establece entonces en los
motivos de casación que alega ante esta sede, que el vehículo guardado por Xxxx en el
taller de su jefe R.V. (lo que, como se ha indicado carece de constatación probatoria),
no es el mismo que fuera propiedad de M.H., circunstancia que a su juicio se deriva del
informe criminalístico DCF- número 2004-0001-TRO, para luego señalar que del
dictamen número 2004-015-QAR, se desprende que el vehículo de Xxxx, nunca estuvo
pintado de color negro. Sin embargo, la derivación pretendida por el Ministerio Público
carece de asidero probatorio. Examinada la prueba que el órgano acusador estima
preterida, se tiene que de los expedientes números 1716-00-0730 y 99-24954, del
Instituto Nacional de Seguros, sobre el vehículo placa […] (prueba 4-24, caja número
4), se advierte que el Nissan Sentra, modelo 87, placas […], motor E 16957490 P,
chasis 1N4PB22s3HC876807, que originalmente era color gris, pero luego fue pintado
de color negro, cuyo propietario era S.I.C., quien registra como Apoderado
Generalísimo sin límite de suma a M.H., vehículo cubierto bajo la póliza 01 03 AUT00
1075100, sufrió un accidente de tránsito el 27 de diciembre de 1999, por lo que se le
dio pérdida total, requiriendo la reposición de una serie de piezas, entre ellas la puerta
derecha (incluyendo molduras frotadoras internas y externas, vidrios, espejos,
tapicería, cerraduras, recibidor, manillas exteriores, llavín, molduras, botaguas),
costado trasero derecho (molduras, vidrios), tapa del baúl (bisagras y cerradura),
empaques de parabrisas trasero, tapicería interna del costado trasero derecho, copas y
aros de rueda trasera derecha, debiendo también repararse el asiento trasero,
guardabarro delantero derecho, paral delantero derecho, marco del parabrisas
delantero, estribo de la puerta derecha, forros interiores y pararueda trasera derecha,
piso del baúl, cabina, techo metálico, estructura del techo, entre otros. La evidente
destrucción del vehículo obligó a su dueño, el 21 de febrero de 2000 adepositar las
placas en el Registro de la Propiedad de Bienes Muebles. Sin embargo, M.H., reparó el
vehículo, cambió su color de gris a negro y solicitó que se le entregaran de nuevo las
placas y se dejara sin efecto la anotación existente sobre la pérdida total del vehículo,
a lo que accedió el Instituto Nacional de Seguros, solicitando al ente registral lo
pertinente mediante oficio REC-2786-00 de 15 de mayo de 2000. Cabe señalar que
M.H. adquirió el relacionado vehículo el 19 de octubre de 1999, mediante escritura 85
ante el notario Luis Diego Chacón Bolaños, siendo el vendedor M.J. (quien era el dueño
registral). Las anteriores constancias documentales coinciden en lo esencial con la
narración de M.H. rendida en debate (ver folio 651, tomo II del fallo). El vehículo
mencionado, una vez que fue reparado y se le cambiaron gran cantidad de piezas,
ingresó nuevamente a la circulación vehicular, y para el 13 de setiembre de 2000,
nuevamente sufre otro accidente de tránsito, presentando daños en su costado
derecho que ameritaron una nueva reparación en el guardabarro, puerta derecha y
costado derecho. De la anterior documentación se deriva que el relacionado
automotor, tal y como lo indicaron las peritos que depusieron en debate (L.M. y A.N.),
tuvo como color original el gris, y tal cual lo indicaron todos los testigos que
depusieron sobre este tema, y lo ratifica la documentación aludida), fue en su
momento pintado de color negro, y luego pintado nuevamente de gris. No estima esta
Sala contradicción alguna en el fallo como lo alegan los recurrentes, cuando los Jueces
encuentran coincidencia entre las pericias criminalísticas y los testimonios de R.V. y
M.H., en cuanto a la secuencia de colores: gris-negro-gris, si se toma en cuenta que
ese vehículo, dados los repetidos accidentes de tránsito, vio removidas gran cantidad
de piezas (sobre todo del costado derecho), y posteriormente, según lo indicó R.V.,
una vez adquirido el automotor, le puso partes de otro carro gris, y se pintó de ese
color, y coincidentemente, conforme a la referida pericia, solo la puerta izquierda, que
parece ser de las pocas piezas originales del vehículo que luego se pintó de negro
cuando se efectuó la reparación total, presenta, entre la gradación de colores, el negro
y negro metálico (ver folio 2892, tomo VI del expediente principal). No cabe la menor
duda, como ahora lo reclama la representación fiscal, que el vehículo decomisado no
coincide con el automotor que se utilizó en la escena del crimen, y que el Ministerio
Público, sin ningún sustento, asevera que fue guardado por el acusado Xxxx, pues
precisamente ello fue parte de la insuficiencia probatoria que incidió en la absolutoria
de los imputados por parte del Tribunal, y no se logró desvirtuar la circunstancia de
que, en todo caso, ese vehículo decomisado, para el momento de los hechos, se
encontraba con desperfectos mecánicos en una propiedad de G.S.N., manteniéndose
en esa situación hasta el momento en que R.V. lo compró en noviembre de 2000, sin
que la prueba señale alguna vinculación entre el justiciable Xxxx y el mencionado
G.S.N., o su sobrino J.A.S., quienes manifestaron no conocer a ese imputado. Por otra
parte, la prueba no logró desvirtuar tampoco que el automotor decomisado en poder
de R.V., fuera diferente a aquel que perteneció a S.I.C., y si bien es cierto, el dictamen
criminalístico de la Sección de Troquelados del Organismo de Investigación Judicial,
concluyó que el número de motor era original, así como el de chasis o vin, aunque este
último estaba adherido o insertado al resto de la carrocería de una forma no autorizada
por el fabricante, y la placa metálica VIN, aunque original de fábrica, presentaba
remaches que no correspondían con los patrones originales de fábrica (ver folios 2424
y 2425, tomo VI del expediente principal), el perito que realizó el análisis, G., al
deponer en debate señaló, que en el presente caso no podía indicar que el carro
hubiese sido “gemeleado” (vehículo al que se le imprimen las mismas secuencias
alfanuméricas de motor y chasis, identificativas de cualquier otro vehículo), ni tampoco
si pudo ser “recauchado o mudado” (tener un automotor desechado y tomar las
numeraciones de chasis, motor y cualquiera otra identificación y adherirlas a otro que
se quiere poner a circular), señalando también que en el caso concreto, el hecho de
que el automotor tenga numeraciones insertadas, o trozos adheridos con soldadura, no
necesariamente el trozo de metal inserto pertenece a otro vehículo, y para tapizar el
dash de un vehículo puede removerse el vin y luego volver a introducirse, aunque no
debería hacerse. Indicó también que es común que los carros recauchados sean
vehículos que han sido declarados con pérdida total por el Instituto Nacional de
Seguros, no existiendo en este caso desgaste en el número de motor, pues si así fuera
lo hubiese hecho constar en el informe, y en los vehículos “gemeleados” se remueve el
original del chasis, introduciendo o borrando a través de desgaste, tal numeración para
luego imprimir el número del vehículo original (ver folios 666 a 672, tomo VI de la
sentencia). Tales consideraciones avalan la conclusión a la que arribó el Tribunal de
mérito, sin que resulten manifiestos los vicios que se reclaman. Por todo lo expuesto,
se declara sin lugar el recurso de casación formulado.

VII.-

RECURSO DE CASACIÓN INTERPUESTO POR EL LICENCIADO MARCO ANTONIO


CAMBRONERO CARMONA (defensor del imputado E.R. conocido como L.) .
Primer motivo.Violación al principio de correlación entre acusación y sentencia . El
recurrente reclama el quebranto de los artículos 365 y 369 inciso h) ambos del Código
Procesal Penal, lo que vulneró el derecho de defensa y debido proceso en perjuicio de
su representado, pues el Tribunal, de manera sorpresiva, varió el cuadro fáctico
acusado. Manifiesta el recurrente que en la especie existe carencia de pruebas
testimoniales, periciales o documentales, que demuestren que su defendido recibió
dinero de parte de O. para que asesinara a Parmenio Medina Pérez, o que ambos
acusados se reunieran y O. le pagara a su cliente, hechos que no contempla la
acusación fiscal. Reprocha que los hechos que el Tribunal tuvo por demostrados, nunca
fueran de conocimiento de la defensa técnica ni del imputado, y son introducidos al
momento del dictado del fallo. El reclamo no es de recibo: Si bien es cierto, el
cuadro fáctico que el Tribunal tuvo por demostrado, a efecto de sustanciar la decisión
condenatoria contra O. y L., mostró diferencias con relación al elenco de hechos
acusados por la representación fiscal, ello no conlleva un vicio procesal que lesione las
garantías constitucionales y procesales que reclama ahora la defensa técnica de L.,
pues aun con una estructura delictiva diferente, donde formarían parte otras personas,
sobre las cuales se dictó sentencia absolutoria, en tanto las pruebas no permitieron
arribar a un juicio de certeza sobre su participación y responsabilidad penal, el órgano
acusador, desde el inicio del proceso atribuyó un vínculo indirecto entre O. y L., en
tanto el primero, con el afán de que se diera muerte a Parmenio Medina Pérez, pagó
una fuerte suma de dinero para que se contratara a varias personas que ejecutaran el
referido plan homicida, siendo una de las personas el justiciable L., quien se
encargaría, no solo de ultimar a la víctima el día señalado, para lo cual utilizaría un
vehículo Nissan Sentra, color gris celeste, placas […], sino que también, previamente,
en días diferentes, vigilaría la vivienda del comunicador (ver folios 28 a 33, tomo I de
la sentencia), de modo que, aun con las variantes que experimentó el cuadro fáctico
que se tuvo por demostrado, tal aspecto de la acusación se mantuvo, con el soporte
probatorio idóneo para sustentar un fallo de condena contra ambos enjuiciados. Sobre
este orden de ideas, contrario a lo que expone la defensa del imputado L., la sentencia
no introdujo hechos ni pruebas de carácter sorpresivo, en tanto, aun con los cambios
fácticos aludidos, a L. se le condenó por haber dado muerte al comunicador Parmenio
Medina Pérez el 7 de julio de 2001, y para la ejecución de tal acto, que realizó en
compañía de otras personas de identidad desconocida, recibió en pago una cantidad de
dinero, que no se pudo precisar con exactitud, pero se determinó que había sido
cancelada por O. Se tuvo por demostrado también que para asegurar la efectiva
consecución de lo planificado, conforme al contrato acordado, L. realizó varias
vigilancias a la vivienda de Medina Pérez, en un período previo al día del homicidio (ver
folio 72, mismo tomo del fallo), es decir, la resolución dictada conservó el núcleo
esencial de los hechos acusados por la representación fiscal en lo que se refiere a los
encausados O. y L., acontecimientos y elementos de convicción de pleno conocimiento
de las partes desde el inicio del proceso. Cabe señalar, que si bien es cierto, un fallo
puede incurrir en el vicio de falta de correlación, cuando los hechos acusados no
coinciden con el marco fáctico probado, esta inconsistencia debe producirse sobre los
hechos esenciales de la pieza acusatoria, de tal manera que surjan como eventos
demostrados, nuevas circunstancias fácticas sorpresivas que no habían sido conocidas
por las partes con antelación, impidiendo el ejercicio de una eficiente defensa técnica y
material. Pero ello no es óbice para estimar razonable, que dentro del contradictorio,
con la inmediación probatoria, el marco fáctico acusado pueda sufrir variaciones
propias de esta fase procesal, pues considerar lo contrario convertiría el debate en una
etapa intrascendente, siempre y cuando, para arribar a una decisión de condena, los
acontecimientos delictivos acusados esenciales se mantengan, y no se introduzcan
elementos sorpresivos que atenten contra las garantías del proceso, situación que no
se advierte en esta causa. Por ello, se declara sin lugar el reclamo formulado.

VIII.-

Segundo motivo. Falta de fundamentación analítica o intelectiva. Reclama el


promovente el quebranto de los artículos 39 y 41 ambos de la Constitución Política;
142 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal, por cuanto se dio una arbitraria e
ilegítima discriminación de elementos probatorios, que vienen a determinar que L. no
participó en los hechos por los que se le sentenció a treinta años de prisión por el
delito de homicidio calificado, dejándose de valorar varios elementos probatorios:
Reconstrucción de hechos realizada entre julio y agosto de 2007. Indica el quejoso,
que en esta diligencia participó el doctor Luis del Valle Carazo, médico forense, quien
explica que la persona que disparó contra Parmenio Medina Pérez estaba de pie y no
dentro de un vehículo, manifestación contraria a la pieza acusatoria fiscal. Asimismo
reprocha que los Juzgadores no analizaron la trayectoria de los proyectiles, que resulta
ser de arriba hacia abajo, lo que es importante, pues el vehículo que conducía la
víctima el día de los hechos, era más alto que el automóvil supuestamente utilizado
por los ejecutores, por lo que la trayectoria de los proyectiles no puede ser de arriba
hacia abajo. Alega que tampoco se analiza el disparo en la espalda que presenta la
víctima y el tatuaje que tiene en la cara, y que implica un disparo a corta distancia, lo
que no puede producirse si se hubiera disparado de un vehículo en marcha. El
reproche no es atendible: El recurrente sustenta su reclamo sin una visión integral o
conjunta de las pruebas sobre las cuales el Tribunal de mérito fundamentó la condena
contra su representado. Por el contrario, la defensa técnica de L., toma solamente un
elemento de juicio, y lo descontextualiza del restante entorno probatorio, arribando a
conclusiones parciales que no responden a la determinación total del fallo. Así,
conforme a las pruebas que se allegaron a los autos, y que no encuentran controversia
de parte del impugnante, a su patrocinado L. se le sitúa materialmente durante las
vigilancias efectuadas con antelación al 7 de julio de 2001, en las cercanías de la
vivienda de la víctima, siendo reconocido plenamente por los testigos A.M. y A.P.,
quienes lo identifican como la persona que se encontraba en el asiento del conductor
dentro un vehículo Hyundai Excel, con vidrios polarizados, en compañía de otras
personas, que no pudieron ser reconocidas, ubicado en la calle zzal cercana a la casa
de Medina Pérez. Ello permitió que en el caso de A.M., pudiera reconocer
fotográficamente a L. el 9 de enero de 2002 (ver folio 128 agregado al Informe Policial
Número 681-INV-01, de fecha 14 de diciembre de 2001, donde se indica que el testigo
señala a L. como la persona que más se le parece al sujeto que vio en las
inmediaciones de la casa del ofendido). Por su parte A.P., efectuó el 5 de setiembre de
2001, un retrato hablado del sujeto que observó en esa oportunidad, ofreciendo como
características, que era de piel oscura, tipo guanacasteco, pelo largo, negro,
contextura delgada, cara alargada, ojos no muy grandes, hundidos, alto, nariz normal,
de unos 32 años de edad (ver folios 280 a 283, tomo I del expediente principal). Pero
aun más, meses después del homicidio de Medina Pérez y de que estos testigos
ofrecieran sus aportes a la investigación en los términos relatados, con ocasión de una
noticia periodística, que daba cuenta del asalto a una entidad bancaria en Buenos Aires
de Puntarenas, publicándose la fotografía del imputado L., como uno de los sujetos
detenidos en esa ocasión, los declarantes A.M. y A.P., reconocieron plenamente al
justiciable, como el sujeto que, una o dos semanas antes del homicidio de su vecino
Parmenio Medina Pérez, observaron en actitud sospechosa dentro de un vehículo,
cerca de la vivienda de la víctima, circunstancia fáctica que es acreditada por el oficial
de policía J.F., cuando en debate señala que el referido asalto bancario, donde se da
muerte a xxxx y se captura a varias personas, entre ellas a L., ocurrió el 17 de mayo
de 2002 (ver folios 331 a 337; 337 a 342, estos del tomo I del fallo; 1832 a 1837 del
tomo IV de la sentencia). Asimismo, a L. se le vincula probatoriamente con el
homicidio de Medina Pérez, situándolo también a la hora (aproximadamente a las
16:02 horas) y el día de los hechos (7 de julio de 2001), en la escena de la muerte de
la víctima, en tanto, una vez que se producen los disparos homicidas, el testigo D.A.,
quien se percata del ataque que sufre el vehículo donde viajaba Medina Pérez, escucha
tres golpes secos y una especie de silbido, y lo ve detenerse despaciosamente
mientras su conductor baja luego la cabeza, observa segundos después, salir del lado
izquierdo del automotor que conducía la víctima, un auto que describe como de marca
Nissan Sentra o Sunny, modelo 87 u 88, color entre gris y celeste, que se dirige sobre
la calle zzal a la autopista con dirección San José-Guápiles, describiendo físicamente al
chofer del vehículo como un sujeto de piel morena, nariz delgada, un tanto abultada,
delgado y tipo guanacasteco (lo que le permitió posteriormente realizar un retrato
hablado visible a folios 120 a 122 del informe policial de fecha 14 de diciembre de
2001), quien viajaba con dos sujetos más a los que no pudo observar con
detenimiento (ver folios 540 a 546, tomo II del fallo; 1839, 1840 y 1843 del tomo IV
de la sentencia). Esta declaración del deponente D.A., se complementa con la del
testigo G.G., rendida mediante anticipo jurisdiccional de prueba el 21 de junio de
2002, donde establece, que para el 7 de julio de 2001, en horas de la tarde, con
ocasión de haber atendido un accidente en las inmediaciones del túnel Zurquí sobre la
carretera a Guápiles, se encontraba estacionado a unos cien metros de la casa de
Parmenio Medina, sobre una calle de piedra ubicada a mano izquierda, paralela a la
pista de San José a Guápiles, más alta que la pista, en un taller mecánico, sitio al que
había hecho un servicio con su grúa número 291, ocurriendo que precisamente esta
grúa presentó un problema mecánico al que le estaba dando atención, conjuntamente
con sus ayudantes, cuando en ese momento venía sobre la calle un Nissan Sentra
color celeste, de dos puertas, con aproximadamente tres individuos ( a dos de ellos no
los reconoció), quienes se ubicaron detrás de su grúa, pitando para pasar, por lo que
se salió de su vehículo para ver quien estaba tan apurado, observando que el Nissan
pasó rápido por un pequeño espacio de la carretera, bajando por la autopista con
rumbo a San José. Señaló el deponente que el sujeto que iba manejando el Nissan
Sentra era de pelo largo, amarrado atrás, más o menos moreno, y era la segunda vez
que lo observaba, manifestando que a ese sujeto le apodaban “I.” (sobrenombre por el
que se conoce al acusado L.). Indicó que lo había visto por primera vez en Cariari de
Guápiles, cuando conjuntamente con otro individuo de la zona a quien conocía como
“Xxxx”, se presentaron a un lugar donde el se encontraba trabajando en seguridad,
llamado Salón “Surá”. Manifestó el declarante que con posterioridad a la identificación
que de ese sujeto realizó en este proceso (se refiere a la confección de un retrato
hablado que realiza el 9 de agosto de 2001, constante a folios 124 a 127 del informe
policial de fecha 14 de diciembre de 2001, y al reconocimiento personal efectuado el
17 de octubre de 2001, con resultado positivo, ver folios 450 y 451, tomo I del
expediente principal), lo volvió a ver de nuevo en compañía de “Xxxx”, y vuelve a
encontrarse con el justiciable en un restaurante de Guápiles, uno o dos meses después
de este último evento, compartiendo en una mesa de amigos, donde llegó a conocerlo
con mayor profundidad, entablando amistad, tanto con L. como con el citado “Xxxx”.
Señaló G.G., que en alguna oportunidad le preguntó a L., si había matado a Parmenio
Medina, pero le contestó negativamente, mencionando como responsable a otra
persona, un amigo que había salido de la cárcel poco tiempo antes. Indicó L. en esa
ocasión, según la referencia de G.G., que le pagaron diez millones de colones y un
carro, aunque no quiso indicar la identidad de la persona que efectuó ese pago y que
su amigo lo había llevado a la playa. Por último señaló el declarante que al momento
en que efectuó la identificación de L. (retrato hablado y el reconocimiento), supuso que
El Indio había matado a Medina Pérez (ver folios 791 a 798, tomo II del expediente
principal). Las manifestaciones de G.G. se vieron reforzadas con las deposiciones de
A.M.R., a quien G.G. le prestó el servicio de grúa hasta el taller mecánico ubicado
cerca de la casa del ofendido, quien, pese a que no pudo reconocer a persona alguna,
da cuenta de la presencia del vehículo color claro cuyos ocupantes tenían prisa porque
se apartara la grúa que obstruía el camino para poder pasar (folio 529 a 532, tomo I
del fallo); A.A., dueño del taller al que llegó G.G. con su grúa, y que en similares
circunstancias a las relatadas con anterioridad, observa llegar un vehículo Sentra color
celeste, pasadas las cuatro de la tarde del día de la muerte de Medina Pérez, pidiendo
campo para pasar por la calle, pues estaba apresurado (folios 532 a 534, mismo
tomo); A.Y., quien relata en condiciones similares y establece la presencia de un
vehículo, como blanco, tipo Sentra, que pasa pitando rápido por el lado derecho de la
grúa que estaba sobre la calle de piedra, y recuerda que el chofer de ese vehículo,
aunque no lo reconoce, sí observa que tiene el cabello largo (ver folios 534 a 536,
mismo tomo), y R.A., quien ese día, en el sitio indicado, observó pasar un vehículo
Nissan Sentra, azul o gris, dos puertas, muy rápido con tres ocupantes, uno de los
cuales llevaba el cabello largo, amarrado, era moreno, lo que le permitió realizar, junto
con G.G., un retrato hablado (folios 124 a 127, informe policial del 14 de diciembre de
2001) y un reconocimiento judicial en rueda de personas, identificando a J. como la
persona que conducía en aquella oportunidad el relacionado vehículo Nissan Sentra
(folios 452 y 453, tomo I del expediente principal), indicando el testigo que con
posterioridad al reconocimiento, conjuntamente con G.G., observaron al imputado en
la calle (ver folios 536 a 540, tomo II del fallo). Los anteriores elementos probatorios
se vieron también reafirmados, con la deposición en debate de J.O., quien indica que
durante la época en que ella visitaba a su compañero sentimental, A.C.M, quien se
encontraba detenido en la cárcel de Pérez Zeledón por la comisión de un delito en el
cual se encontraba involucrado también el ahora acusado L., y posteriormente en el
Centro Institucional de La Reforma, personalmente y por vía telefónica, dada la
relación de amistad que se constituyó entre ambos, L., a quien conocía con el
sobrenombre de “I.”, en repetidas ocasiones le confió su participación en el homicidio
de Parmenio Medina, relacionando con dicho acontecimiento a O., aunque no precisó
los alcances de la intervención de esta persona. Señala la declarante que L. le dijo que
él había sido uno de los “gatilleros” (persona que acciona el gatillo de un arma),
ayudándole económicamente a pagar las cuentas telefónicas, pues llamaba a su casa
por cobrar, dinero que le hacía llegar a través de su abogada Perla Cheves Romero,
indagando la testigo en una ocasión sobre el origen de tales fondos, recibiendo de
Aguirre la respuesta de que un empresario le había hecho un depósito, pero a través
de su abogada, pues no podía hacerlo directamente, y que el Diario Extra le ayudaba
también a pagar las cuentas telefónicas y le había dado un teléfono celular o móvil.
Relató J.O., que el imputado se interesó sentimentalmente por su sobrina, llamada
xxxx , menor de edad y a través de la misma abogada defensora, quien era la
encargada de manejar su dinero, le enviaba golosinas, regalos, cartas y dinero (cien
mil colones) para que la joven comprara un teléfono móvil, reiterándole el justiciable
que quien más le ayudaba económicamente era el empresario y que recibiría dinero
por echarse las culpas (ver folios 613 a 646, tomo II del fallo). Las manifestaciones de
la testigo J.O., pudieron ser ratificadas en debate, en lo que a L.ime se refiere, con
prueba independiente e idónea. Así, se logró establecer que efectivamente el Diario
Extra, a través de A.M., quien laboraba para ese medio como periodista, le entregó al
justiciable un teléfono móvil, cuya línea número […], se encontraba a nombre de su ex
esposa R.I.B., aparato telefónico mediante el cual el encausado L. efectuó una serie de
comunicaciones con diversas personas, quedando claro que el licenciado Álvaro
Jiménez Acuña, esposo de su abogada Cheves Romero, era para ese momento el
abogado defensor de O. (ver legajo de intervenciones telefónicas, caja 10, prueba 18,
casete 1, conversación con A.R.). Asimismo que había recibido un pago por el
homicidio del comunicador (casete número 2, de fecha 4 de junio de 2004,
conversación con una mujer de nombre Ju., mismo legajo), mostrando su enojo
porque su abogada (y otros abogados) no le hacían llegar el dinero acordado (casete
números 5, 11 y 14, conversación con xxxx, hija de xxxx ”, mismo legajo). Asimismo
se demostró que la abogada Cheves Romero y su esposo, aprovechando una visita al
centro carcelario, hicieron llegar al justiciable, en fecha 12 de enero de 2004, un
televisor marca Sony (ver caja 7, prueba 7-30 (cuaderno de control de entradas y
salidas del Centro La Reforma y acta de secuestro número 295140, visible a folio 2373,
tomo VI del expediente), y la testigo xxxx , conocida como xxxx, afirmó en juicio, que
cuando L., en las conversaciones telefónicas intervenidas, donde ella reconoció a los
Jueces que se trataba efectivamente de su voz, se refería a “un empresario”, se estaba
refiriendo a O. Cabe señalar que aun cuando en la audiencia oral solicitada por las
partes, y que fue efectuada por esta Sala, los días 3 y 4 de junio, ambos de 2008, la
testigo T.M. afirmó haber contribuido con quince mil colones para comprar un televisor
y que se le entregara a L. en el Centro Penitenciario la Reforma (ver folio 13271, tomo
XXII del expediente), y el abogado Jiménez Acuña, indicó haber sido solo el
intermediario entre varias personas que colaboraron para la compra de ese aparato
electrónico (folio 13277, mismo tomo), tales manifestaciones no logran desvirtuar la
fuerza probatoria de los elementos de convicción que vinculan a L. con O., y aun
aceptando que el origen de los fondos para adquirir el televisor fuera otro diferente al
que provenía de O., la conclusión sobre los nexos delictivos entre ambos justiciables se
mantiene inalterable. Todas las pruebas anteriormente señaladas, fueron analizadas
exhaustivamente por el Tribunal, concluyendo bajo parámetros de absoluta certeza,
sobre la clara participación de L. en el homicidio del comunicador Medina Pérez (ver
folios 1831 a 1860, tomo VI de la sentencia). Este análisis probatorio integrado,
evidencia que el impugnante, tal y como se afirmó supra, extrae de la totalidad de las
pruebas relevantes en torno a la participación de L., un elemento de juicio que si bien
formó parte de la reconstrucción de hechos llevada a cabo durante la etapa
preparatoria, y que se grabó en videocasete, el día 19 de julio de 2001, no permite
desvirtuar las restantes probanzas que se allegaron al proceso. Así, esta Sala se avocó
al examen de la referida prueba, donde en efecto, en algún momento de la diligencia
realizada, el médico patólogo, Doctor Luis del Valle Carazo, aborda la posibilidad de
que el disparo que presentó la víctima en su espalda, cerca del hombro izquierdo, cuyo
proyectil fue localizado en una vértebra, presentó una característica especial: dos
líneas equimóticas de difícil explicación, que le hacían pensar en la posibilidad de que
el cañón del arma con el que fue herido el ofendido, estuviera pegado al cuerpo, de
abajo hacia arriba, por lo que a su juicio el ofensor debió estar de pie. Sin embargo
también se advierte en la mencionada diligencia una circunstancia adicional que el
recurrente omite señalar en su reclamo, y es la referencia que hace el médico
patólogo, que no fue quien realizó la autopsia de la víctima, admitiendo que su
hipótesis debía ser complementada con el estudio de las ropas que portaba el
agredido, a efecto de determinar la presencia de partículas de pólvora. Relacionada
esta acotación del médico forense, con el dictamen criminalístico DLCF Nº 2001-1139-
PEX, elaborado por el Departamento de Laboratorios Forenses, Sección de Pericias
Físicas del Organismo de Investigación Judicial, sobre el análisis de las vestimentas
que portaba el ofendido al momento de su muerte homicida, se concluye, en cuanto a
la camisa que cubría, entre otras, la región corporal de la espalda donde recibió el
mencionado disparo, que en ninguno de los cuatro orificios presentados en dicha
prenda, se encontraron partículas de pólvora, y entre los factores a los que puede
deberse dicha situación, desde una perspectiva científica, es que el disparo fuese
efectuado a una distancia que puede ser considerada dentro del rango de larga
distancia (superior a un metro (ver folios 864 a 868, tomo I del expediente). Lo
anterior dejó sin sustento la hipótesis que en ese momento planteó el médico forense
sobre el particular y que el mismo profesional aceptó que podía variar con la pericia
sobre las ropas de la víctima. Pero en todo caso, a juicio de esta Sala, el reclamo del
impugnante deviene irrelevante, pues, aun cuando, a título de hipótesis se admitiera la
posibilidad de que el referido disparo inflingido a la víctima en su espalda, hubiese sido
de contacto, ello no releva de responsabilidad a su representado, pues no desvirtúa su
presencia en la escena de los hechos, antes y en el momento del homicidio, y no altera
de modo alguno la abundante prueba sobre dicho extremo, y la participación que a
terceras personas, el mismo acusado se encargó de manifestar. De allí que incluido
hipotéticamente el elemento de juicio que el quejoso echa de menos, no varía la
conclusión a la que arribó el Tribunal sentenciador. Reclamó también la defensa técnica
de L., que el Tribunal no tomó en consideración la trayectoria de los proyectiles, que se
dieron de arriba hacia abajo, lo que resulta imposible pues el vehículo de la víctima era
más alto que aquel en que se movilizaban los autores materiales del homicidio. Sin
embargo, su alegato no es de recibo. Es necesario distinguir, porque el quejoso parece
confundir los términos, entre la trayectoria de los proyectiles y el trayecto de las
heridas. El primer concepto se refiere a la línea que se establece o se describe por un
punto en movimiento y especialmente por el centro de gravedad de un proyectil. Por
su parte el trayecto de las heridas causadas por arma de fuego, corresponde al
recorrido del proyectil dentro de los tejidos corporales y puede ser único o múltiple, si
ese proyectil se fragmenta durante su recorrido dentro del cuerpo de la víctima. “Por
su dirección se distinguen los trayectos rectilíneos, que siguen la dirección del disparo,
y los trayectos con desviación, por choques en huesos, sobre todo, que comunican a
los proyectiles direcciones sorprendentes, indescriptibles…” (Cf. Calabuig Gisbert.
Medicina Legal y Toxicología”. Masson S.A. Sexta Edición. 2005. Barcelona. España, p
398). Desde esta perspectiva, en lo que al trayecto de las heridas se refiere, conviene
recordar, a efecto de dar contestación al cuestionamiento del recurrente, que,
conforme a la autopsia practicada a la víctima, visible a folios 18 y 19 del tomo I del
expediente principal, Parmenio Medina Pérez, presentó en su cuerpo tres heridas por
proyectil de arma de fuego, así como excoriaciones ubicadas en el tercio medio antero
lateral del brazo izquierdo y equimosis puntiformes en área de la cara lateral posterior
del hombro izquierdo. Con relación a las heridas, se evidenciaron dos de ellas en el
lado izquierdo de la cara. De la primera se obtiene un orificio de entrada con anillo de
contusión, ubicado debajo del labio inferior del lado izquierdo y orificio de salida de
forma estrellada, ubicado en la mejilla derecha. Contrario a lo que reclama el
impugnante esta herida, presenta un trayecto de izquierda a derecha, de adelante
hacia atrás y de abajo hacia arriba. Por su parte, la herida presentada en la parte
izquierda de la espalda, presentó un orificio de entrada con anillo y dos equimosis
lineales paralelas al mismo orificio, siendo recuperado el proyectil en el cuerpo
vertebral de la segunda vértebra torácica, por consiguiente, sin orificio de salida. El
trayecto de esta herida fue de izquierda a derecha, de atrás hacia delante y
ligeramente de abajo hacia arriba. Por último, la segunda herida que la víctima
presentó en su cara, determinó un orificio de entrada, rodeado por un anillo de
contusión y un tatuaje deleble, con orificio de salida en la cara lateral derecha del
cuello, con un trayecto, este sí, de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás, y de
izquierda a derecha. Sin embargo, tal y como se indicó durante la reconstrucción de
hechos, las posibles trayectorias de los proyectiles (que fueron en mayor número - un
mínimo de siete detonaciones - a las heridas localizadas), coincidieron con las lesiones
presentadas por la víctima, tomando en consideración variables importantes, tales
como: el movimiento de los vehículos y también del cuerpo de la víctima y la
posibilidad de que se dieran desvíos, es decir, que el proyectil impactara en un objeto
y luego se desviara impactando en la humanidad de la víctima, pudiendo determinarse
que uno de los proyectiles encontrados en la escena, presentaba restos de vidrio y de
hueso, toda vez que, de conformidad con las evidencias físicas, las dos heridas
recibidas por el ofendido en su rostro, con orificios de entrada y salida, fueron
producidas por proyectiles que ingresaron por la ventana de la puerta delantera
izquierda y salieron por la ventana de la puerta delantera derecha, permitiendo
establecer posibilidades de trayectorias. Si bien es cierto, una de las heridas en el
rostro de la víctima evidenció la presencia de tatuaje deleble (es decir, susceptible de
desaparecer al ser lavada) por partículas de pólvora, lo que ubica el disparo en el
rango de aquellos a corta distancia (menores a un metro), ello en modo alguno
contradice la circunstancia de que con posterioridad a los disparos, el vehículo
conducido por el imputado, conforme al testimonio del testigo D.A., se ubicó en su
recorrido, a una distancia muy corta del automotor que conducía la víctima (no mayor
a un metro). Cabe aclarar, con sustento en doctrina actualizada sobre el tema, que en
lo que se refiere al tatuaje, nombre que reciben las formaciones resultantes del disparo
que se dibujan alrededor del orificio de entrada, presenta dos componentes
sustanciales: la cintilla de contusión y el taraceado o tatuaje propiamente dicho. En lo
que interesa, el taraceado falta efectivamente en los disparos de larga distancia, en
tanto es característico de aquellos a corta distancia, pero también falta en los disparos
de contacto o a boca de jarro, que es el que se realiza con la boca del arma en
contacto con la piel (Gisbert Calabuig, misma obra, pp. 400 a 402), de allí que,
traducidos tales aspectos al caso en cuestión, conforme a lo alegado por el
impugnante, según se informó supra, se proporcionan mayores elementos de
convicción para descartar la hipótesis sobre la presencia de agresores fuera del
relacionado vehículo, conforme a la tesis policial y acusatoria. Pero en todo caso, las
anteriores consideraciones no desvirtúan tampoco la conclusión final establecida por
los Jueces en el fallo que se cuestiona, y encuentran soporte en la reconstrucción de
hechos efectuada los días 19 y 20 de julio y 6 de agosto, todos de 2001 y en los
dictámenes criminalísticos números DLCF 2001-1059-BAL de folios 884 a 898; DLCF
2001-1132-BAL, visible a folios 898 bis a 905, del tomo I del expediente principal. En
consecuencia, se declara sin lugar el reclamo formulado.

IX.-

Tercer motivo. Falta de fundamentación analítica o intelectiva. El recurrente


reprocha el quebranto de los artículos 39 y 41 ambos de la Constitución Política; 142 y
369 inciso d) del Código Procesal Penal, con relación al reconocimiento judicial de
personas, efectuado por el testigo D.A. el 17 de octubre de 2001, donde participa su
defendido, y el testigo lo reconoce como el conductor del vehículo desde el cual le
disparan a Parmenio Medina Pérez, según la acusación del Ministerio Público. Sin
embargo, indica el promovente, el mismo testigo, conforme se advierte al folio 246,
tomo I, del legajo de investigaciones, con fecha 30 de agosto de 2001, había realizado
otro reconocimiento, donde no participa su representado, y reconoce a H.G. el nombre
correcto es S., como la persona que conducía el vehículo desde el cual se efectúan los
disparos, señalando que se le parece en un 95%. Pero el Tribunal no analiza esta
última prueba ni la valora en conjunto, expresando las razones por las que no le
merece credibilidad, y solo toma en consideración la diligencia donde su representado
es reconocido. El reproche no es procedente: Sobre el particular, debe coincidirse
con el recurrente, que en efecto, en lo que se refiere al testigo D.A., este realiza
efectivamente dos reconocimientos judiciales en rueda de personas, una primera
diligencia que se efectúa el 30 de agosto de 2001, en la Fiscalía de Heredia, visible a
folios 246 y 247, tomo I del expediente principal, donde no participa el imputado L.,
señalando el testigo a la persona que ocupaba el puesto número 2 de la fila, y que
corresponde a H.G., de quien D.A. indica que iba conduciendo el vehículo (se refiere al
que vio salir al lado del que llevaba la víctima el día de los hechos luego de los
disparos). Por su parte, en fecha 17 de octubre de 2001, según se advierte a folios 454
y 455, mismo tomo, el testigo D.A., realiza un nuevo reconocimiento judicial, sobre la
persona que observó conduciendo el vehículo en aquella oportunidad, diligencia a la
que asiste el imputado L., quien se sitúa en el puesto número 3 de la fila y es señalado
por el testigo como quien presenta los rasgos físicos más parecidos a los del sujeto en
referencia. De estos dos reconocimientos, ciertamente el Tribunal solo toma en cuenta
el segundo de ellos, para sustentar o reafirmar la presencia física del justiciable en la
escena del crimen, dentro del vehículo que transportaba a los homicidas del ofendido,
sin pronunciarse sobre el valor que le merecía el primero de los reconocimientos
efectuados (ver folio 1842, tomo IV de la sentencia). Sin embargo, contrario a las
pretensiones del impugnante, tal consideración no produce un vicio esencial que se
traduzca en la nulidad del fallo dictado, ni siquiera en la afectación de la credibilidad
del testigo D.A., en cuanto a los restantes elementos de convicción aportados, y que se
refieren al momento de ocurrencia de los disparos contra el vehículo del ofendido y que
a la postre le causaron la muerte, y a la presencia de un vehículo Nissan Sentra o
Sunny, color celeste, con tres sujetos a bordo, que una vez detenido el automotor que
conducía Medina Pérez, sale del costado izquierdo de este último, sobre la calle zzal a
la autopista con dirección San José- Guápiles, toda vez que estas circunstancias
fácticas aportadas por D.A., fueron debidamente confirmadas por elementos
probatorios independientes, que conducen indefectiblemente a la identificación de L.
como el conductor de ese vehículo Nissan, color celeste que se ubica en la escena del
crimen, concomitantemente al momento de los disparos y que se dirigía inicialmente
con rumbo de San José a Guápiles por la calle paralela a la autopista en ese sector
(declaración de G.G.), y que también sitúan al justiciable con anterioridad al homicidio,
en labores de vigilancia a la casa de Medina Pérez (testimonios de A.M. y A.P., retratos
hablados y reconocimientos fotográficos), indicios unívocos que conducen a la
conclusión certera sobre su clara participación en la muerte homicida del comunicador
ofendido, participación aceptada ante la también testigo J.O., por el propio
incriminado, según se indicó con anterioridad. Las anteriores consideraciones permiten
señalar, que a lo sumo, las inconsistencias arrojadas por los reconocimientos
efectuados por el testigo D.A., incidirían sobre la confiabilidad atinente tan solo a la
identificación del imputado, pero no afectan, como se ha indicado, su credibilidad en
otros aspectos aportados, que se sustentan en otras probanzas de absoluta certeza
que no se han visto desvirtuadas, de allí que, aun cuando dentro de un ejercicio de
exclusión hipotética, se prescindiera de la diligencia de reconocimiento positivo, que
del acusado L. efectuó el testigo D.A., quedan subsistentes los restantes elementos de
prueba, que bajo parámetros de certeza sustentaron la condenatoria del imputado. Por
ello, se declara sin lugar el reproche formulado.

X.-
Cuarto motivo. Falta de fundamentación analítica o intelectiva. El recurrente
reprocha el quebranto de los numerales 39 y 41, ambos de la Constitución Política:
142 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal, pues como elemento de prueba se
ofrecieron y aceptaron las fotografías de los descartes que participaron en el
reconocimiento judicial de personas, efectuado por los testigos D.A. y G.G., por cuanto
los descartes presentaban características físicas distintas a las de su defendido, en
cuanto al cabello, color de piel, edad y rasgos físicos, pero el Tribunal omitió
pronunciarse sobre esta prueba, ni determina las razones por las que no le mereció
credibilidad. El reproche no es de recibo: Si bien es cierto, no consta en el fallo el
análisis de los elementos de prueba a que hace referencia la defensa técnica del
imputado en esta oportunidad, el alegato no reviste trascendencia, a efecto de
provocar la nulidad del fallo que se cuestiona. Así, en lo que se refiere al
reconocimiento practicado por el testigo D.A., donde señaló al justiciable L., conforme
se indicó en el Considerando anterior, aun suprimida hipotéticamente del haber
probatorio tal diligencia, el fallo se mantiene incólume en lo que a dicho encausado
resulta de importancia, dada la abundancia de elementos de convicción que
determinan su participación en los hechos acreditados. Por otra parte, en lo que atañe
al reconocimiento positivo que efectuara el testigo G.G. el 17 de octubre de 2001
(folios 450 y 451 del tomo I del expediente principal), el reproche formulado resulta de
escasa importancia, en tanto, según informó el mencionado testigo al rendir su
declaración mediante la modalidad de anticipo jurisdiccional de prueba, diligencia
realizada el 21 de junio de 2002, ya conocía al imputado, pues para el día de los
hechos, era la segunda vez que lo veía. Incluso señaló, que al venir a la diligencia de
reconocimiento, que el testigo nombra como “de identificación”, solamente indicó que
el acusado se le parecía, pero esa manifestación la hizo por miedo, pues realmente
estaba seguro del señalamiento que hacía, en aras, precisamente del conocimiento que
tenía ya de esa persona. De allí que no cabe la menor duda que la persona a la que se
refería el testigo en la diligencia que ahora se cuestiona, resultaba ser el aquí
justiciable L. Conviene aclarar que la circunstancia de que el testigo G.G. conociera al
imputado con anterioridad a la realización de la diligencia de reconocimiento
practicada, tampoco conlleva su nulidad, en tanto, la alternativa de que la persona que
va a identificar a otra, conozca de antemano al reconocido, en situaciones distintas a
las del hecho por el que es llamado a reconocer, se encuentra contemplada como
posibilidad viable, dentro de los presupuestos formales contenidos en el numeral 228
del Código Procesal Penal, y aunque lo esperable es que tal circunstancia se anote en
el acta respectiva, lo que no ocurrió en el caso de marras, la forma y el número de
ocasiones en que el testigo había visto, previo a los hechos al acusado, se incluyó
dentro de la declaración del anticipo jurisdiccional de prueba, de tal manera que el
Tribunal podía apreciar las probanzas aportadas conforme a la sana crítica a efecto de
fundamentar su fallo, como en efecto lo hizo, acordando plena credibilidad a las
manifestaciones del declarante y las diligencias en que participó (confección de retrato
hablado y reconocimiento personal). Por último, es conveniente destacar que en el
acta levantada sobre la práctica de la diligencia cuestionada, se hizo constar que tanto
al imputado como a su defensa técnica se les mostraron, de previo, las personas que
fungirían como colaboradores indicando su conformidad y anuencia a participar en el
acto dicho, documento que fue rubricado por el defensor Alfredo Arias, sin que
ejerciera oposición alguna al acto realizado dejando constancia de su inconformidad.
Por todo lo expuesto, se declara sin lugar el reclamo formulado.
XI.-

Quinto motivo. Violación a las reglas de la sana crítica (principios de derivación y


razón suficiente. Se reclama el quebranto de los artículos 39 y 41, ambos de la
Constitución Política; 142 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal, en tanto, a juicio
del impugnante, las conclusiones del Tribunal, dirigidas a evidenciar que O. y L. se
reunieron en alguna oportunidad, carecen de respaldo legal o probatorio, como
tampoco cuentan con respaldo apropiado, que a su cliente lo hayan contratado para
asesinar a Parmenio Medina, omitiendo los Juzgadores la debida circunstanciación
sobre el momento de la reunión, máxime cuando se absuelve a los restantes
imputados. El reclamo no es de recibo: El Tribunal tuvo por demostrado que en
fecha que no se precisa, pero con anterioridad al 7 de julio de 2001, el imputado O.
contrató al encartado L., conocido también como A.M.R., y apodado “I.”, para que
junto a una o más personas no identificadas y a cambio de una suma de dinero no
precisada, se encargaran de dar muerte al ofendido Parmenio Medina Pérez, y para
asegurar la efectiva consecución de la acción delictiva para la cual fue contratado, L.
realizó varias vigilancias a la vivienda del señor Medina Pérez, en el período previo al 7
de julio de 2001. Así, el día de los hechos, L., conduciendo un vehículo, interceptó el
automotor que manejaba la víctima cuando ésta procedía a ingresar sobre la calle zzal
de lastre, ubicada de forma paralela a la ruta 32 que comunica San José con Guápiles,
disparando una o más armas de fuego que impactaron en su humanidad, causando su
muerte (ver folio 72, tomo I del fallo). Conforme al marco fáctico acreditado, no se
establece, como lo reclama el impugnante, el contacto directo entre ambos encausados
a efecto de determinar la contratación de sus “servicios” tendentes a causar la muerte
del comunicador, bastando a los efectos de determinar los acontecimientos
enmarcados dentro de los presupuestos de tipicidad del numeral 112.8 del Código
Penal, la intervención de dos sujetos: el que da el precio o promete la remuneración
(en este caso O.) y el que realiza el hecho motivado por ese precio o promesa (L.), sin
que se requiera que el contacto sea directo, pudiendo utilizarse intermediarios, como
en el presente asunto, aunque no se determinen sus identidades, como también se
utilizó por parte de O. el concurso de intermediarios (la abogada Perla Cheves
Romero) para hacer llegar el pago acordado. Sobre el contrato o “convenio”, como lo
denomina en las intervenciones telefónicas obtenidas el propio acusado L., existente
entre él y el “empresario” que le proporciona dinero, se encargó de evidenciarlo el
mismo justiciable, manifestando lo pertinente a la testigo J.O., cuya declaración fue
ampliamente analizada por el Tribunal en sentencia, y a la que esta Sala se refiere en
considerandos anteriores al resolver otros cuestionamientos procesales formulados por
el quejoso; declaración que fue reafirmada con prueba independiente suministrada por
L. a diferentes personas, y como se indicó supra, no dejó duda, que ese “empresario”
era efectivamente O., quien le efectuaba depósitos de dinero, pero no directamente,
pues no podía hacerlo de esa manera, sino a través de su abogada Perla Cheves
Romero, quien era la persona que le administraba los fondos, lo que le permitía cubrir
las cuentas por las llamadas telefónicas a cobrar que realizaba a la casa de la testigo
J.O., para conversar con ella y con la sobrina menor de edad de la declarante, de
nombre xxxx , a quien en repetidas ocasiones le envió regalos y dinero para que
comprara el teléfono móvil que la joven quería, todo ello a través de su abogada
Cheves Romero (sobre el particular remitirse al legajo de intervención telefónica, sobre
la línea celular número […], caja 10, prueba 18, examinado en el considerando
anterior). Tales aspectos probatorios y otros que fueron utilizados por los Juzgadores,
le permitieron brindar un soporte sólido sobre la relación contractual existente entre O.
y L., a efecto de que este último diera muerte al comunicador Medina Pérez,
cumpliendo lo acordado, por lo cual recibió dinero y otros bienes tales como un
televisor y un teléfono celular (ver folios 1843 a 1856, tomo IV del fallo). Por todo lo
expuesto, se declara sin lugar el reclamo formulado

XII.-

Sexto motivo. Falta de fundamentación analítica o intelectiva. Se reclama el


quebranto de los numerales 39 y 41, ambos de la Constitución Política, 142 y 369
inciso d) del Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal tomó en cuenta el anticipo
jurisdiccional de prueba recibido a G.G., quien dijo haber observado a L. conduciendo
un vehículo, pero desconoce otras pruebas, sin indicar las razones por las que les resta
crédito, que establecen el momento en que su representado comenzó su aprendizaje
en el manejo de vehículos, y que son: un documento de carta venta privada de fecha
29 de marzo de 2002; las declaraciones de M.R., A.S., J.O. y xxxx , quienes indicaron
que L. no sabía conducir, que lo hacía muy mal en carreteras en mal estado, y no se
atrevía a manejar vehículos en pista, o bien que nunca le vieron conduciendo un
automotor. Asimismo, indica el quejoso, que con relación al testimonio rendido por
M.V., los Juzgadores concluyen que debido a lo declarado, se hacía necesario
incorporar la deposición recibida mediante anticipo jurisdiccional de prueba, pero el
testigo indicó que le había vendido el vehículo a su representado el 29 de marzo de
2002 (ver folios 1018 y 1019, tomo III), y que no sabía conducir, efectuándose dicha
compra ocho meses después del homicidio de Medina Pérez. El reproche no es de
recibo: Si bien es cierto el Tribunal le dio plena credibilidad al testigo G.G., en cuanto
afirmó haber reconocido a L. como el conductor del vehículo que fue ubicado en la
escena del crimen, segundos después de las detonaciones que impactaron en el
ofendido causando su muerte, y descarta como elementos de convicción suficientes
para desvirtuar tal aseveración (que L. sabía conducir vehículos) las declaraciones de
F.M. y M.V., ofrecidas con esa finalidad, por estimar que sus versiones no resultaban
veraces y solo pretendían favorecer los intereses del justiciable, incurriendo también
M.V. en contradicciones importantes que motivaron la incorporación por lectura del
anticipo jurisdiccional de prueba rendido en la etapa preparatoria, que tampoco pudo
ser estimado como prueba relevante, en tanto ni siquiera logró reconocer su firma
plasmada en el documento, y por ende su contenido, y la relación con otras pruebas,
como el documento de compra venta entre el referido testigo y el incriminado L. a
quien el primero aparece vendiendo un vehículo (ver folios 1852 y 1853, tomo IV del
fallo), omitiendo los Jueces las declaraciones sobre el particular vertidas por M.R.,
A.S., xxxx y la propia declarante J.O., ello no provoca, como pretende la defensa
técnica del enjuiciado, la nulidad de la sentencia por preterición de prueba. Así, en
cuanto a la deposición de xxxx , tal y como se ha indicado al resolver los recursos del
Ministerio Público, el Tribunal le restó credibilidad absoluta, sin que, sobre el tema de
la conducción atribuida a L., estime esta Sala que sus manifestaciones logren
desvirtuar la contundencia del testimonio de G.G., en tanto es avalado por la
deposición de su compañero de trabajo R.A. Pero aun más, la versión de G.G. se
complementa con otras pruebas irrefutables, consistentes en las declaraciones de A.M.
y A.P., quienes, tal y como se relató con anterioridad, ubicaron a L. como el conductor
del vehículo localizado en las cercanías de la casa de la víctima, una o dos semanas
antes del homicidio del comunicador, y que evidencian concluyentemente que el
justiciable, para el momento de los hechos conducía vehículos, sin que resulte de
relevancia si lo hacía con destreza o no. En cuanto al testimonio de J.O., tal y como se
deriva de los autos, el Tribunal le concedió plena credibilidad en todos aquellos
aspectos en que sus manifestaciones fueron sustentadas sobre prueba independiente,
omitiendo las situaciones en que no se contó con un adecuado soporte probatorio,
como es el caso que ahora se examina, en tanto se recibió prueba contundente que
permite aceptar, fuera de toda duda razonable que el acusado, para el momento del
homicidio del comunicador ofendido, tenía suficientes conocimientos de manejo, para
ubicarse previa y concomitantemente al hecho investigado, como conductor de
vehículo. Por último, en cuanto a las declaraciones de M.R. (folios 557 a 561, tomo IV
del fallo) y A.S. (folios 561 a 566, mismo tomo de la sentencia), aun cuando el
Tribunal no hizo mención de ellos en el fallo cuestionado, tal y como lo reclama el
impugnante, ambas declaraciones, en el tema apuntado, carecen de interés y no
aportan elementos de juicio importantes que puedan restarle apoyo probatorio idóneo
a lo declarado en su momento por G.G., R.A., A.M. y A.P., de allí que incluidos
hipotéticamente dentro del haber probatorio incorporado, no inciden en el resultado
obtenido. En ese orden de ideas se advierte que M.R., solo menciona, que en una
ocasión vio conducir a L. un carro de color rojo, que xxxx había comprado, que lo
hacía despacio, “como una mujer”, por lo que de ello “deduce” que estaba aprendiendo
(ver folio 558, mismo tomo apuntado), conclusiones subjetivas sin mayor relevancia
dentro del fallo, pero que en todo caso, contrario a lo que pretende el impugnante, dan
cuenta de la clara posibilidad de que L. pudiera conducir un automotor. Por su parte,
A.S. declaró ante los Jueces, que a L., a quien conoce como “I.”, lo conoció poco, y no
fueron muchas las veces que lo vio, y nunca lo observó manejando (folio 562 y 564,
mismo tomo), manifestaciones que en modo alguno determinan, bajo parámetros de
certeza, que L. no supiera o pudiera conducir un vehículo, pues el hecho de que a una
persona no se le aprecie realizando una determinada labor, tomando también como
referencia que quien hace tales afirmaciones le conoce y le ve muy poco, no implica
necesariamente que el sujeto en cuestión no sepa ejecutar tal acción. Por último,
retomando el tema del contrato de compraventa entre M.V. y L., cabe señalar, que aun
cuando se estimara aceptable y legítima su constitución, ello solo demostraría la
transacción comercial entre ambas partes, pero no acredita que el comprador,
previamente, no tuviera conocimientos en el manejo de vehículos, por lo que la prueba
ofrecida no cumple las expectativas para las cuales se formula. En consecuencia, se
declara sin lugar el reclamo interpuesto.

XIII.-

Sétimo motivo. Violación a las reglas de la sana crítica (principios de derivación y


razón suficiente). El impugnante reprocha el quebranto de los artículos 39 y 41,
ambos de la Constitución Política; 142 y 139 inciso d) del Código Procesal Penal (al
parecer se está refiriendo al numeral 369 del código adjetivo), en tanto, a su juicio, el
análisis probatorio fue parcial, de allí que las conclusiones obtenidas no se deriven de
las pruebas. Indica que al tomo VI, folio 2373, acta de secuestro 295140, que
corresponde al decomiso de un cuaderno de control de permisos y visitas a los
privados de libertad, consta un permiso de ingreso de un televisor marca Sony, de 21
pulgadas, a Perla Cheves Romero, destinado a L., y el Tribunal concluyó que ello
demostraba la relación existente entre O. y su defendido, a través de la intermediación
de sus abogados defensores, y por ende, el vínculo de carácter económico entre ambos
acusados, antes y después del homicidio, lo que resulta improcedente, ya que tal
elemento probatorio, no demuestra que el bien mencionado haya sido enviado por O.
El reclamo no es de recibo: La conclusión de los Juzgadores sobre la vinculación
delictiva entre los imputados O. y L., se deriva, no solo del elemento de prueba que el
impugnante destaca, sino del examen integrado de todas las probanzas, que sobre el
particular, fueron aportadas al proceso, y que el gestionante omite considerar en su
argumentación, conduciendo su reclamo a conclusiones parciales que no responden a
la totalidad de lo resuelto. Tal y como en forma amplia se ha indicado con anterioridad,
el Tribunal examinó pruebas contundentes que permitieron arribar a la conclusión
unívoca sobre el convenio existente entre O. y L. para dar muerte al comunicador,
recibiendo dinero y bienes el ejecutor por cumplir lo encargado, y concomitantemente
asumir y afrontar la absoluta responsabilidad de lo acontecido, contribuyendo así a que
O. pudiera verse exento de participación en los cargos atribuidos, lo que a la postre,
no consiguió. Por ello, se declara sin lugar el motivo invocado.

XIV.-

Octavo motivo. Violación a las reglas de la sana crítica (derivación y razón


suficiente). Se reclama el quebranto de los artículos 39 y 41, ambos de la Constitución
Política; 142 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal, en lo que se refiere al dictamen
criminalístico emitido por la sección de ingeniería forense del Organismo de
Investigación Judicial, donde se solicita, con base en el Plano Nº DCF-2002-0699-SIP,
que a partir del círculo marcado como sitio del suceso, se midiera la visibilidad desde
un vehículo en movimiento, a 40Km/hora, que circule en el carril con dirección San
José-Guápiles, hasta otro vehículo en movimiento a menos velocidad, que circule sobre
la calle de lastre, entre los conductores de ambos vehículos, a partir de ese punto del
suceso, cada 10 metros y 40 metros, tomando en cuenta dos variables, es decir, los
obstáculos materiales existentes en la actualidad en la vía, y también, sin tomar en
cuenta tales obstáculos. Señala el recurrente, que el Tribunal nunca le solicitó al
técnico que emitiera sus conclusiones, tomando en consideración que los vidrios
estuvieran subidos o no, siendo que el Dictamen número 0166-INF-2007, del 11 de
abril de 2007, realizado por el técnico M.V.R., concluyó que no era posible distinguir
las características de una persona dentro del vehículo, solamente la silueta. Pero los
Juzgadores no tomaron en cuenta la pericia, argumentando que esa conclusión podría
variar si se estimaba que los vidrios estuvieran subidos o no, cuando ellos no
solicitaron la inclusión de esas variables, por lo que su determinación no se apoya en
prueba alguna. El reproche no es atendible: Ciertamente la pericia a la que hace
referencia el impugnante se emitió en los términos en que fue solicitada por el
Tribunal, aceptando la propuesta de la defensa técnica que así lo solicitó como prueba
para mejor resolver, siendo sometida, como correspondía, a la valoración de los Jueces
conforme a la sana crítica, expresando las razones por las que dicha pericia, no
desvirtuaba la restante prueba que sobre el particular se ofreció y que le dio soporte a
la conclusión unívoca sobre la presencia de L. en la escena de los hechos, sin que
advierta esta Sala vicio alguno que deba ser declarado (ver folios 1856 y 1857, tomo
IV del fallo). Pero aun más, tal y como lo indican los mismos Juzgadores, al margen de
la pericia cuestionada, la presencia de L. en el vehículo que sale, luego de los disparos,
del costado izquierdo del automotor que conducía la víctima con rumbo San José-
Guápiles, por la calle de lastre, paralela a la ruta 32, se cimentó en otras probanzas
indubitables, no solo en el testimonio de D.A., al punto que, como se informó supra,
aun cuando se suprimiera el reconocimiento que el referido deponente realizara
identificando a L., cuando en una diligencia anterior había señalado, en iguales
circunstancias a otra persona, sus restantes manifestaciones se vieron apoyadas
probatoriamente por G.G. y R.A., quienes son, finalmente, en cuanto a la identificación
del justiciable, los testigos esenciales de mayor significación e importancia dentro del
proceso sobre el tema en particular, y sus declaraciones así como la prueba recabada
(retratos hablados y reconocimientos judiciales), no sufren alteración alguna con la
cuestionada pericia. Por ello, se declara sin lugar el motivo formulado.

XV.-

RECURSOS DE CASACIÓN INTERPUESTOS POR LOS LICENCIADOS WILLIAM


GUIDO MADRIZ Y MARIO NAVARRO ARIAS (codefensores particulares del
imputado O.). A.-
Recurso presentado por el Licenciado William Guido Madriz. Con relación al
delito de homicidio. Primer motivo. Fundamentación ilegal, violación al principio
de debido proceso legal y constitucional y al derecho de defensa. El recurrente
reclama el quebranto de los artículos 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; 14.3.b) y d) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 10 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos; 11, 39 y 41 todos de la Constitución
Política; 1, 12, 13, 81, 91 a 97, 100 a 110, 142, 175 y 178, 180 a 184, todos estos del
Código Procesal Penal; 13 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional y 8.1 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial. Reclama el quejoso que en esta causa, pese a que desde
el inicio de la investigación preparatoria ejercida por el Ministerio Público, su defendido
tenía la calidad de imputado, previo a su detención el 26 de diciembre de 2003 y a su
declaración indagatoria, se llevaron a cabo gran cantidad de diligencias sin su
participación, no obstante que, mediante oficio de fecha 18 de noviembre de 2002, el
abogado defensor de O. ofrece su colaboración al órgano acusador, según se advierte
a folios 1087 y 1088, tomo III del legajo investigativo: 1) Autorización para obtener
información confidencial, de folios 124 a 126, tomo I. 2) Solicitud de crudos sobre una
serie de teléfonos, entre ellos el número […], a nombre de O. 3) Oficio del 31 de julio
de 2002 y actas de secuestro de folios 1335 a 1339, tomo IV del legajo de
investigación donde se decomisa información bancaria y cheques en el Banco
Cuscatlán. 4) Solicitud de revisión de cheques, de fecha 12 de enero de 2003 (folios
2428 a 2430, tomo VI). Se adjuntan cheques para estudio a nombre de O. 5)
Comunicación para intervención telefónica de fecha 28 de febrero de 2002 (folio 4356,
tomo X). 6) Orden de rastreo de llamadas entrantes y salientes de fecha 27 de febrero
de 2002 (folios 4392 a 4394, tomo X). 7) Oficio de fecha 27 de febrero de 2002, donde
se comunica orden de rastreo de llamadas telefónicas (folio 4413 tomo X). 8) Solicitud
de intervenciones telefónicas de fecha 10 de enero de 2002, folios 4383 a 4387, tomo
X. (se justifica la solicitud ante la existencia de una organización criminal conformada
por O. y otros). 9) Orden de intervención telefónica de fecha 6 de junio de 2002 (folios
4434 a 4444, tomo X). 10) Solicitud de secuencia de información bancaria de fecha 17
de octubre de 2003 (folios 4666 a 4669, tomo X). 11) Informe número 918-DEF-587-
02 (folio 4684 a 4693, tomo X). 12) Oficio policial número 034-DRH-02 (folios 4348 a
4350, tomo X). El reclamo no es de recibo: El fin inmediato del proceso penal es la
búsqueda de la verdad, a efecto de reconstruir conceptualmente el evento histórico
que se investiga, siendo la prueba, recibida bajo parámetros indiscutibles de legalidad,
el medio idóneo para arribar a esa verdad. Uno de los cambios fundamentales del
proceso penal que nos rige, ha sido el traslado al Ministerio Público, de la investigación
preparatoria de un hecho acusado, la que se efectuará bajo control jurisdiccional en los
actos que así lo requieran, para lo cual el ente fiscal “ejercerá la acción penal en la
forma establecida por la ley y practicará las diligencias pertinentes y útiles para
determinar la existencia del hecho delictivo…”, según lo dispone el artículo 62 de la
ordenanza procesal penal vigente, teniendo el Ministerio Público como auxiliar y bajo
su dirección y control, a la policía judicial, que investigará los delitos de acción pública,
impedirá que se consuman o agoten, individualizará a los autores y partícipes, reunirá
los elementos de prueba útiles para fundamentar la acusación y ejercerá las demás
funciones que le asignen su ley orgánica y el código adjetivo (artículo 67 idem). Por su
parte, dentro de las facultades del órgano acusador se encuentra la práctica de las
diligencias de investigación preparatoria que no requieran autorización judicial ni
tengan contenido jurisdiccional, la posibilidad de exigir informaciones de cualquier
funcionario o empleado público, quienes están obligados a colaborar con la
investigación, según sus respectivas competencias y a cumplir las solicitudes o pedidos
de informes que se realicen conforme a la ley. Podrá también disponer las medidas
razonables y necesarias para proteger y aislar los indicios de prueba en los sitios
donde se investigue un delito, a efecto de impedir su desaparición o destrucción de
rastros, evidencias y otros elementos materiales, y asegurar así los elementos
probatorios esenciales determinando a sus autores y partícipes (artículos 290 y 291
ambos del Código Procesal Penal). Establecida la función del ente fiscal y de la policía
bajo su dirección funcional, conviene establecer el momento a partir del cual, el sujeto
a investigar se convierte en imputado y cuáles serían los alcances de su participación
en esta etapa preparatoria. El artículo 13 del Código Procesal Penal, en lo que interesa
destacar en este momento, establece como primer acto del procedimiento, cualquier
actuación judicial o policial que lo señale como imputado. Por su parte, el artículo 81
del mismo cuerpo legal denomina como imputado a quien, mediante cualquier acto de
la investigación o del procedimiento, sea señalado como posible autor de un hecho
punible o partícipe en él, manteniendo entre otros, el derecho a conocer la causa que
se investiga y se le vincula, así como presentarse al Ministerio Público o al tribunal,
para ser informado y enterarse de los hechos que se le imputan e intervenir en los
actos procesales que incorporen elementos de prueba y a formular las peticiones y
observaciones que considere oportunas. Sin embargo, en esta etapa preparatoria, la
participación del encausado no es absoluta ni irrestricta, pues la misma norma
determina sus derechos o facultades de intervención, salvo en lo que se refiere a las
excepciones previstas en el código adjetivo y sin perjuicio de que la autoridad
correspondiente ejerza el poder disciplinario, cuando se perjudique el curso normal de
los procedimientos (artículos 12 y 82 ibidem). Desde esta perspectiva se entiende el
derecho del imputado a ser escuchado y a revisar las constancias o actas recabadas
dentro del procedimiento preparatorio, cuya presencia ha de ser facilitada y permitida
por el órgano de la acusación siempre y cuando no interfieran en el normal desarrollo
de las actividades. Así, para la realización de ciertos medios de pruebas tales como
allanamientos, registros, secuestros, interceptación y secuestro de comunicaciones y
correspondencia, peritajes urgentes o en extremo simples, entre otros, de naturaleza
similar a los ahora reclamados por el impugnante, pese a que algunos de ellos puedan
ser estimados actos definitivos o irreproductibles y/o afecten derechos fundamentales,
por razones obvias, ya que la previa notificación o participación del encausado, daría al
traste con la investigación en detrimento de la búsqueda de la verdad, en aplicación de
principios de mínima lógica y racionalidad, tales actuaciones generadoras de elementos
de juicio, que solo en etapas posteriores determinarán su condición de pruebas en
sentido estricto, no requieren la anticipada citación de las partes, pues lo esencial en
tales circunstancias, para dar protección a las garantías constitucionales y procesales
que privan para el imputado, es la orden jurisdiccional (cuando así sea necesario) para
la realización del acto pretendido, requisito sustancial que en la especie no fue
incumplido, así como tampoco se vieron quebrantados los presupuestos formales
exigidos legalmente para la ejecución de los referidos medios de pruebas, y sus
resultados fueron puestos en conocimiento de las partes en el momento oportuno, a
efecto de hacer valer sus derechos, de modo tal que ninguna violación al debido
proceso y el derecho de defensa del enjuiciado O. se deriva de las actuaciones llevadas
a cabo por el órgano fiscal y la policía, bajo el control de la autoridad jurisdiccional y
que ahora cuestiona el quejoso, en tanto el justiciable y su representante legal
tuvieron acceso a todas las pruebas aquí recabadas, pudiendo ejercer eficientemente
su defensa material y técnica, para combatir, dentro de su estrategia defensiva, los
elementos de prueba derivados de las diligencias ordenadas. En consecuencia, se
declara sin lugar el reproche formulado.

XVI.-

Segundo motivo (por resultar de naturaleza similar se incluye en su


resolución los dos primeros motivos del recurso de casación por vicios
procesales alegados por el codefensor Licenciado Mario Navarro
Arias.Fundamentación ilegítima por falta de correlación entre acusación y sentencia y
violación al derecho de defensa. Se reclama el quebranto de los artículos 1, 2, 142,
180 a 184, 363, 365, 369 incisos b), c), d) y h), todos del Código Procesal Penal; 11,
39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2 ambos de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 10
de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Indica el impugnante que sobre los
hechos numerados 46 a 75 de la acusación fiscal, la Fiscalía estableció que los autores
intelectuales o contratantes para que se ejecutara el homicidio contra el ofendido
Parmenio Medina Pérez, fueron Minor Calvo Aguilar y O., siendo el grupo intermediario
los acusados Xxxx y xxxx, mientras que el grupo ejecutor estuvo integrado por los
justiciables Xxxx, Xxxx, xxxx , L., R.G.G.y Xxxx. Sin embargo, reclama el defensor, el
Tribunal no tiene por acreditada esta base fáctica y por el contrario tuvo por
demostrados los siguientes hechos: “… 48º El imputado O., a raíz de las denuncias
iniciadas por el ofendido en su programa La Patada desde noviembre de 1999, había
realizado, por medio de allegados suyos que se prestaron para ello, una campaña de
desprestigio en el Diario La Extra en perjuicio de aquel, atribuyéndole falsamente
actuaciones indebidas y hasta delictivas, todo con el propósito de hacerlo desistir de
sus denuncias radiofónicas. Esta campaña se llevó a cabo entre los años 2000 y 2001.
49º También por medio de sus allegados y durante ese mismo período, vía telefónica
le hizo llegar amenazas de muerte, siendo que el día 9 de mayo del 2001, en horas de
la noche, envió a personas no identificadas hasta la fecha, a realizar disparos en la
vivienda del ofendido, lo que en efecto esas personas realizaron. 50º Otro de los
medios utilizados, durante el período indicado, por el imputado O., para tratar de
disuadir al ofendido en su actitud delatora, fue el ofrecimiento de su parte, esto sí en
forma personal, de altas sumas de dinero de duración vitalicia, lo que el ofendido
rechazó en forma categórica. 51º Ahora, luego del traspaso simulado de la estación
radial, el ofendido continuó revelando a la opinión pública, por medio de su programa
La Patada y de entrevistas concedidas a otros medios de comunicación, el negocio que
en perjuicio del pueblo de Costa Rica y en provecho propio habían manejado los
imputados O. y Minor Calvo Aguilar utilizando la emisora Radio María de Guadalupe y
haciendo ver que “La Paz del Dial” era continuación del mismo. 52º El imputado O. se
convenció de que el ofendido no cesaría con sus investigaciones y sus denuncias y que,
en razón de ello, se llegaría a conocer que él era quien verdaderamente había
adquirido la emisora Radio María con todos sus activos y frecuencia, terminándose de
descubrir de esta forma la estafa por él cometida en conjunto con el imputado Minor
Calvo Aguilar en perjuicio del pueblo costarricense, por lo que decidió darle muerte al
ofendido. 53º Sin que se pueda precisar la fecha exacta, pero sí en el año dos mil uno,
antes del siete de julio, el imputado O. contrató al co-encartado A.R.R. conocido como
“L.” o el “I.”, para que junto a una o más personas cuyas identidades se desconocen y
a cambio de una cantidad de dinero no precisada, se encargaran de darle muerte al
ofendido Parmenio Medina Pérez…” (cfr. folios 71 y 72 de la sentencia, Tomo I).
Estima el recurrente que los Jueces variaron sustancialmente el marco fáctico acusado,
pues el Ministerio Público nunca acusó una campaña de desprestigio llevada a cabo por
O. en el Diario La Extra, en perjuicio de Parmenio Medina Pérez, introduciendo el
Tribunal un hecho que no fue demostrado: la enemistad de O. y la víctima, pese a las
diferencias de criterio entre ambos. Los Juzgadores, a juicio de la defensa técnica, no
indican en el hecho número 49, cuáles fueron las personas allegadas a O., que
amenazaron de muerte a Parmenio Medina por vía telefónica, ni dispararon contra su
vivienda, sin identificarlas y establecer cómo fueron contactadas por O. Estos hechos,
se alega, no fueron acusados, al punto de que en conclusiones, la fiscal los atribuyó a
otras personas. Asimismo, en el punto número 51 se establece que el negocio de Radio
María de Guadalupe y el traspaso de sus activos a la emisora La Paz del Dial, fue
realizado en perjuicio del pueblo de Costa Rica, cuando la acusación señaló que los
ofendidos eran los fieles de Radio María y los integrantes de la Pequeña Comunidad y
seguidores del Padre Minor Calvo Aguilar. Reclama que tampoco se acusó ni se precisa
el momento en que O. contrató a L., conocido con el sobrenombre de “El Indio”, para
que diera muerte a Medina Pérez, ni las personas que acompañaron a este sujeto para
concretar el homicidio, ni se especifica la cantidad de dinero entregada a cambio. No
se señala el modo, tiempo y lugar en que se produce el acuerdo de voluntades entre el
instigador y el ejecutor. El reclamo no es de recibo: Si bien es cierto, como una
consecuencia del derecho a ser oído, que abriga a un imputado dentro del proceso
penal incoado en su contra, se establece que la sentencia solo puede ser dictada con
fundamento en los hechos que el órgano acusador le endilgó, sobre los cuales el
justiciable fue intimado, principio de correlación entre acusación y sentencia, que
forma parte del debido proceso y es recogido en nuestro ordenamiento procesal penal,
en el artículo 365, cuando indica: “La sentencia no podrá tener por acreditados otros
hechos u otras circunstancias que los descritos en la acusación y la querella, y en su
caso, en la ampliación de la acusación, salvo cuando favorezcan al imputado. En la
sentencia, el tribunal podrá dar al hecho una calificación jurídica diferente de la de la
acusación o querella, o aplicar penas más graves o distintas de las solicitadas”. Sin
embargo, pese al reclamo del impugnante, en el fallo que cuestiona, tal y como lo
señalamos al dar contestación a un reproche de naturaleza similar interpuesto por la
defensa técnica del enjuiciado L., el vicio alegado no se encuentra presente. No puede
ser ignorado que, al decantarse el Tribunal por la absolutoria, con sustento en el
principio in dubio pro reo, de una cantidad apreciable de imputados, lo que condujo a
una variación en la estructura delictiva formulada por el ente fiscal en su hipótesis
acusatoria, de la que formaban parte los únicos justiciables que resultaron condenados
por el delito de homicidio calificado en daño de Parmenio Medina Pérez, tal
circunstancia incidió en el cuadro de hechos tenidos por demostrados, pero ello no
afectó el núcleo esencial acusado desde el inicio del proceso, de modo que las
variaciones fácticas, no son esenciales ni sorpresivas, y por ende, no afectaron la
posibilidad de una eficiente defensa material y técnica en resguardo de los intereses de
ambos involucrados. Así, el núcleo sustancial de la acusación planteada por el
Ministerio Público al imputado O., determinaba que, originada en su relación comercial
con Radio María de Guadalupe y su director Minor Calvo Aguilar, así como las
conductas sexuales y personales poco edificantes, a juicio del ofendido Medina Pérez,
llevaba a cabo el citado Calvo Aguilar, y los manejos inadecuados en su opinión, sobre
los fondos percibidos en la mencionada emisora, provenientes de las donaciones,
ofrendas y diezmos que depositaban los radioescuchas, seguidores del sacerdote Calvo
Aguilar, tales acontecimientos llevaron a la víctima a evidenciarlos en múltiples
oportunidades, durante casi dos años, en su programa radial denominado “La Patada”,
lo que motivó a ambos acusados, al ver en peligro sus intereses económicos y
reputación personal, a planificar la muerte del comunicador, para lo cual contratan a
un grupo de personas, entre los que se encontraban el imputado L., para que
ejecutaran materialmente al ofendido, a cambio de la cancelación de una suma alta de
dinero, acción delictiva que en efecto realizaron los autores materiales del hecho
contratado, entre ellos L., el 7 de julio de 2001, disparando en reiteradas
oportunidades contra el vehículo en que viajaba la víctima, impactando algunos de los
proyectiles en su humanidad, causando su muerte. Durante el contradictorio, al ser
recibida y valorada toda la prueba aportada, los Juzgadores estimaron que la
participación de los encausados en el homicidio que se acusó no había sido demostrada
a excepción de los imputados O. y L., lo que propició su condena por tal conducta
delictiva y la imposición de treinta y cinco y treinta años de prisión, respectivamente.
Contrario a lo que alega el gestionante, el Tribunal, con acopio en las pruebas
recabadas, de pleno conocimiento de todas las partes, al estimar que un segmento de
los hechos acusados no encontraron soporte probatorio suficiente para sustentar un
juicio de certeza sobre la participación y culpabilidad de algunos de los involucrados,
necesariamente debía efectuar cambios importantes en la determinación del cuadro
fáctico para adecuar las conductas acusadas a los justiciables O. y L. con las pruebas
que apoyaban los hechos acreditados, sin que ello pueda ser interpretado, como
erradamente lo estima el quejoso, un quebranto al principio de correlación entre
acusación y sentencia, en tanto los Juzgadores respetaron, en lo esencial, el elenco de
hechos acusados por la representación del Ministerio Público en lo que atañe a la
participación del enjuiciado O. (y también de L.), al señalar que originados en su
relación con la emisora Radio María y la estafa cometida conjuntamente con Calvo
Aguilar, en perjuicio del pueblo de Costa Rica, contrató a L. para que con alguna o
algunas personas, que no lograron ser identificadas, dieran muerte a la víctima,
recibiendo por ello una suma de dinero cuya cantidad no se precisó con exactitud,
encargo que en efecto lleva a cabo dicho encausado el día 7 de julio de 2001,
disparando contra el ofendido Medina Pérez hasta causarle la muerte. Como puede
observarse, el núcleo fáctico de la acusación se mantuvo en sentencia, y las
variaciones apreciadas (la campaña de desprestigio a través del Diario Extra, los
ofrecimientos de dinero al ofendido para que no siguiera tratando el tema de Radio
María en su programa radial, las amenazas de muerte y el atentado a la casa del
comunicador), que más que hechos (novedosos según el recurrente), constituyen
indicios, estaban contemplados dentro del proceso, de pleno conocimiento de los
interesados, al punto que para combatirlos incluso ofrecieron pruebas, por lo que en
nada afectan el meollo de la acusación, de tal manera que aun cuando se eliminaran
del epígrafe de hechos probados, tal y como ocurrió, podían ser retomados dentro de
los fundamentos del fallo, como parte del análisis probatorio. Las variaciones
apuntadas no son sustanciales, sino relacionadas con los hechos que le dieron origen al
enfrentamiento entre O. y Medina Pérez, pese a que el impugnante señale que nunca
se acusó ni demostró, y que desembocaron en la muerte de ese último, y por ende, no
pueden ser estimadas como sorpresivas, en quebranto del derecho de defensa del
enjuiciado. Los restantes aspectos reclamados, no son atinentes a la violación al
principio de correlación entre acusación y sentencia, sino reproches en cuanto a la
valoración de las pruebas, y que dentro de los fundamentos del fallo encuentran
respuesta. Así en lo que se refiere a la campaña de desprestigio incoada contra el
ofendido, y respecto a la cual el Tribunal relaciona a O., contrario a lo que alega la
defensa, determina las personas allegadas al justiciable que aparecen como
responsables de los campos pagados en dicho medio de prensa (L.S.C. y F.T., ver
folios 1804 a 1808, tomo IV del fallo). En cuanto a los ofrecimientos de dinero (que sí
estaban contemplados en la acusación fiscal, según consta en el punto 48 de los
hechos endilgados, folio 25, tomo I de la sentencia), para el Tribunal, encontraron
soporte probatorio en diversos testimonios recibidos en debate y a los que se hace
referencia a folios 1808 a 1810, mismo tomo mencionado. Lo relativo a las llamadas
telefónicas amenazantes, en especial una de ellas, recibida por la víctima en
noviembre del año 2000, los Juzgadores la sustentan principalmente en la deposición
de la periodista colombiana, O.B., quien dio cuenta de la identidad de la persona que
realizó la llamada de cita, y que corresponde a un ciudadano colombiano, de nombre
J.A., a quien este, pese a que abandonó el país por temor a que su vida corriera
riesgo, le confesó a la periodista O.B., que quien le había pedido que hiciera esa
llamada fue precisamente O.(ver folios 1810 a 1817, tomo IV de la sentencia), y que,
a juicio de esta Sala, se revela como el elemento probatorio de mayor relevancia que
liga a dicho imputado con la muerte del comunicador, sin que prueba alguna permita
restarle credibilidad a las manifestaciones de la periodista colombiana, que en todo
caso, se vinculan con el relato, que sobre el particular, de manera tangencial acreditó
el testigo A.C. (camarógrafo y compañero de labores de la señora O.B.), y el oficial del
Organismo de Investigación Judicial, J.F., quien señaló haber conversado con el
referido testigo J.A., refiriéndose este último, en términos similares a los expresados
por la declarante mencionada, pudiendo ser apreciada la conversación telefónica
sostenida por este sujeto J.A. y el ofendido Parmenio Medina Pérez, cuyo casete de
grabación y la correspondiente trascripción, fueron ofrecidas a los autos, pudiendo esta
Cámara, imponerse directamente del contenido de dicho elemento de convicción (ver
folios 406 a 408 (declaración de J.F.), tomo I; 742 a 760, tomo II (testimonio de
O.B.); 838 a 860, tomo II (deposición de A.C.), todos del fallo; caja 3, prueba 3-3
(trascripción de conversación amenazante por parte de J.A.); caja 5, prueba 5-4, video
1 (conversación entre Medina Pérez y J.A.). En cuanto a la llamada amenazadora de
fecha 7 de mayo de 2001 y el atentado a la casa de la víctima, el Tribunal la sustenta
también en el elenco de pruebas aportado (folios 1817 a 1821, mismo tomo del fallo),
de allí que el reclamo del impugnante, no encuentra respaldo y debe ser rechazado, en
tanto los indicios que conducen a la participación de O. en la muerte homicida del
comunicador ofendido, resultan trascendentes para establecer, dentro de una
comprensión integral, su culpabilidad en el delito acusado. Respecto a la vinculación
entre O. y L., se remite al quejoso a la argumentación, que sobre similares reproches
interpuso en su momento la defensa técnica del referido encausado. Por todo lo
expuesto, se declara sin lugar el reclamo invocado.
XVII.-

Tercer motivo. Fundamentación omisiva e incompleta (quebranto a la sana crítica.


Se reclama el quebranto de los artículos 1, 6, 9, 142, 369 inciso d), todos del Código
Procesal Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2 ambos de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Se
reprocha que el Tribunal tuviera por demostrado que O. contrató a L. para que diera
muerte a Parmenio Medina Pérez, sin embargo, no demuestra la relación contractual
entre ambos acusados, en quebranto del artículo 46 del Código Penal (instigación).
Indica que no existe un solo indicio que demuestre que O. conocía o tuvo alguna
relación con L., entre enero de 2000 a julio de 2001. No se dio una sola llamada
telefónica desde enero de 2000 a la actualidad entre estas dos personas, o bien alguna
otra forma de vinculación que contenga la oferta o el contrato. Afirma el defensor que
los indicios que tomó en consideración el Tribunal para condenar a su defendido y
vincularlo con L., resultan anfibológicos: a) Testimonio de J.O.: Señala el recurrente
que esta testigo padece trastornos mentales, e incurrió en una serie de
contradicciones, pues por una parte afirma que O. le iba a dar dinero a Xxxx, para que
se autoincriminara (“se echara las culpas”), y por otro lado manifestó también que “I.”
le contó que iba a recibir dinero de manos de Minor Calvo y O., para “que se echara las
culpas”. Asimismo, ubica a Xxxx en la cárcel de San Sebastián, cuando su compañero
sentimental A.C.M. estaba allí detenido, pero para esas fechas M.V. estaba en La
Reforma, conforme lo certificó el director del Centro de Atención Institucional de San
José. Se afirma que la testigo indicó que L. no mencionó a Minor Calvo como partícipe,
y luego manifiesta que Calvo Aguilar junto a O. le darían dinero a L. para que se
echara las culpas. La deponente, a juicio del impugnante, señaló que L. le había
indicado que recibía ayuda del Diario La Extra y de “un empresario”, y que la licenciada
Perla Cheves administraba su dinero, y al ser esta última, esposa de A.J.A., quien
fuera defensor de O., el Tribunal concluye que ese empresario necesariamente es O.,
omitiendo estimar otras consideraciones que la testigo evidenció, por ejemplo que
quien la presionó más para que cambiara su versión fue su compañero A.C.M. y no O.,
sin que los Jueces señalaran las razones por las que no creen la versión de J.O. cuando
menciona como partícipes a Calvo Aguilar, R.G.G. y Xxxx. b)Relación matrimonial
entre A.J.A. y Perla Cheves Romeroy la introducción de un televisor y un teléfono
celular ([…]) dentro del Centro Penal La Reforma, recibidos por L.. Sin embargo
reclama el quejoso que no se dio una sola llamada entrante o saliente a algún teléfono
de O. o de algún miembro de su familia, según lo acreditó la misma policía judicial en
la ampliación número 8 del Informe 681-INV-01 de 29 de abril de 2004 dirigida al
Ministerio Público. c)Llamada telefónica entre L. y xxxxx el 10 de junio de 2004.El
reclamo no es de recibo: Para dar contestación a los cuestionamientos del
impugnante en este motivo de casacón, conviene recordar los presupuestos de
tipicidad objetiva y subjetiva que rodean la conducta de homicidio calificado por precio
o promesa remuneratoria, contenidos en el numeral 112.8 del Código Penal, y que
resulta común a las acciones desplegadas, tanto por el representado del gestionante,
como por el coimputado L. Así, en cuanto al tipo objetivo de la agravante mencionada,
se requiere la intervención de dos sujetos: el que da el precio o promete la
remuneración y el que ejecuta el hecho, bajo el móvil de recibir el precio o la promesa
acordados. Este acuerdo o pacto debe ser expreso (verbal o escrito), aunque exento
de formalidades, pero nunca tácito, de tal manera “que el ejecutor debe haber
aceptado el mandato de un tercero para matar y haber actuado en cumplimiento de
él… En cuanto al contenido del pacto “no cualquier mandato integra el tipo, sino el que
tiene por objeto la comisión del homicidio y su retribución: el pacto debe contener un
precio o una promesa remuneratoria para el ejecutor. Ambos son formas distintas de
una retribución constituida por dinero o por bienes apreciables en dinero…” (Cf. Creus,
Carlos. Derecho Penal. Parte Especial. Tomo I. Sexta Edición. Editorial Astrea. Buenos
Aires. Argentina. 1997, página 26. Sobre el mismo tema ver: Llobet Rodríguez, Javier.
Delitos en contra de la vida y la integridad corporal (Derecho Penal Parte Especial I).
Primera edición. Ediciones Jurídicas ARECÉ. 1999, páginas 129 a 131; Fontán Balestra,
Carlos. Derecho Penal. Parte Especial. Décimoquinta edición. Abeledo-Perrot. Buenos
Aires. 1998, páginas 39 y 40). Trasladando las anteriores consideraciones al caso en
mención, estima esta Sala, contrario a los reclamos del recurrente, que en la especie
se demostró, fuera de toda duda razonable, la relación contractual entre O. y L., a
efecto de que este último le diera muerte, tal y como ocurrió, al comunicador Parmenio
Medina Pérez, recibiendo del primero, el pago de un precio en dinero efectivo y bienes
con valor económico en cumplimiento de lo pactado. Como bien se colige de las
anteriores manifestaciones doctrinarias, el pacto o contrato entre ambos sujetos para
llevar a cabo un delito de esta naturaleza, está exento de formalidades, requiriendo
tan solo que sea expreso, cualquiera que sea el medio que se utilice para establecerlo,
de tal manera que no requiere un contacto o conocimiento directo (personal, telefónico
o de otra índole) entre las partes contratantes (quien contrata y el ejecutor), pudiendo
actuar un tercero como enlace entre aquellos. Desde esta perspectiva, la vinculación
entre O. y L., no necesitó para su establecimiento, que ambos se hayan conocido con
anterioridad o se reunieran en una fecha y sitio específicos, bastó para la configuración
del ilícito que O. decidiera acabar con la vida del ofendido y consiguiera a una persona
(que resultó ser L.), para que ejecutara sus planes, recibiendo este último una
retribución económica por el trabajo delictivo realizado, sin que tal circunstanciación
fáctica se desvirtúe por no poder señalar el día y el lugar de la reunión, o bien la
identidad de quien pudo haber servido de intermediario, así como la cantidad de dinero
exacta que retribuyó los servicios prestados por L. En la especie, dentro del proceso se
contó con un resultado de muerte en daño del ofendido, ejecutado por L., quien recibió
dinero y bienes por la labor desplegada, determinándose finalmente que los fondos
económicos recibidos por el ejecutor provinieron de O. a través de la abogada Perla
Cheves Romero, esposa de quien era el defensor de O., lo que evidencia el pacto
expreso entre este último y el ejecutor, con una finalidad específica: la muerte
homicida del comunicador. Ciertamente la determinación probatoria del vínculo
homicida entre ambos acusados, descansa sobre la declaración de la testigo J.O.,
quien recibe de Aguirre Jaime, la aceptación de los hechos acusados, y la forma en que
participó en la muerte de Medina Pérez, indicando ser una de las personas que disparó
el arma de fuego que impactó en el ofendido, con un desenlace fatal, y que por ese
hecho percibió un pago el cual estaba recibiendo de forma indirecta, a través de su
abogada Cheves Romero, y que le depositaba un “empresario”, determinándose
mediante prueba independiente, no solo las afirmaciones de la declarante sobre el
particular, sino que ese empresario es O. El impugnante efectúa una serie de reparos a
la estabilidad emocional de la testigo J.O., sin embargo, su salud mental, pese a los
quebrantos sufridos, quedó acreditada pericialmente, según lo informó el Tribunal
estableciendo los resultados de los dictámenes psicológicos practicados durante el
proceso. Por otra parte, las contradicciones apuntadas por el quejoso referentes a la
información proporcionada por esta deponente, por ejemplo, que aquella indicó que el
acusado Xxxx le había confesado que iba a recibir un pago por asumir la culpa de lo
acontecido en perjuicio de la víctima, y luego señala que también L. le hizo un
comentario de naturaleza similar, carecen de relevancia, y no constituyen en si mismas
una manifestación contradictoria, en tanto, para ese momento ambos sujetos estaban
involucrados en la causa penal instaurada, al igual que O., por lo que la oferta podría
ser para ambos sin exclusión. Asimismo, los reparos del impugnante en cuanto a que
en lo referente a Xxxx, el Tribunal no tomó en cuenta la declaración de J.O., en tanto,
respecto a este acusado, las manifestaciones de la deponente no pudieron ser
acreditadas o afirmadas por pruebas independientes, lo que sucedió también respecto
a los justiciables Minor Calvo Aguilar y Xxxx, explicando el Tribunal de forma expresa,
al referirse a los hechos acusados a cada uno de estos implicados, las razones de su
decisión, situación diferente a lo que ocurrió con L., en tanto las manifestaciones de
esa testigo, en lo que involucraban a dicho encausado y a O., resultaron unívocamente
demostradas con elementos de convicción independientes. En cuanto a los reclamos de
la defensa técnica del imputado O., toda vez que, según lo informó J.O., recibió
presiones de dicho justiciable para que cambiara su declaración por lo cual sería
recompensada económicamente, y agregó también que quien más la presionó fue su
compañero sentimental, A.C.M., tampoco resultan relevantes, pues ambas
afirmaciones no son excluyentes, y no le restan participación a A.C.M. en su deseo de
manipular las pruebas que eventualmente podrían ser consideradas perjudiciales a sus
intereses, al margen de las acciones que sobre el mismo tema desplegara el
mencionado A.C.M. En cuanto al nexo entre Perla Cheves Romero y A.J.A., y la
introducción de un televisor y un teléfono móvil, destinado al acusado L., en el centro
penal en que éste se encontraba, contrario a lo que argumenta el recurrente, resulta
de importancia, tal y como lo estimó el Tribunal sentenciador, en tanto, se confirmó
con pruebas idóneas, que L. recibía ayuda económica, a través de la abogada Cheves
Romero, de un “empresario”, que hacía llegar a aquel tales bienes bajo la
intermediación de esta defensora, porque así lo indicó el propio justiciable a terceras
personas, personal y telefónicamente, según se informó supra al resolver los
cuestionamientos de la defensa técnica de dicho incriminado, de allí que la prueba
permitió concluir, que cuando L. se refería al “empresario”, mencionado en diversas
oportunidades y situaciones, estaba haciendo alusión a O., y así lo aceptó la testigo
xxxx en el debate, al ser confrontada con las grabaciones telefónicas aportadas al
proceso, siendo Perla Cheves Romero, persona cercana a O., por su relación tanto
matrimonial con el propio defensor de ese acusado, como profesional, visitando en
repetidas ocasiones al justiciable en los centros penitenciarios donde se hallaba
recluido, la que administraba el dinero que el “empresario” proveía a su representado,
así como otros bienes, tales como el teléfono móvil número […]. Sobre este último
tema, dentro del análisis integral del fallo, carece de esencialidad, a efecto de provocar
su nulidad, según las pretensiones del quejoso, que de este teléfono no haya salido o
entrado llamada alguna que vincule a O. con L., en tanto el nexo entre ambos
acusados, que dio como resultado la muerte del comunicador y el recibo de una
remuneración económica en beneficio del ejecutor material del homicidio, pagada por
su contratante, se demostró por otros medios probatorios, de allí que, aun eliminando
tal circunstancia, el fallo se mantiene sin discusión. Por todo lo expuesto, se declara
sin lugar el reclamo interpuesto.

XVIII.-
Cuarto motivo.Fundamentación omisiva, violación a las reglas de la sana crítica. Se
reclama el quebranto de los artículos 1, 6, 9, 142, 180, 184, 363, 365, 369 incisos b),
c) y d), todos del Código Procesal Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y
8.2 ambos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos. Reclama el defensor que en el fallo no se identifican los medios o
elementos materiales que pudieran vincularse con su representado en una relación de
causalidad: 1) inexistencia del arma (revólver calibre 38, marca Rossi, de empuñadura
de madera, modelo 31, capacidad para cinco proyectiles: pues según la sección de
balística del Departamento de Ciencias Forenses del Organismo de Investigación
Judicial, al analizar el arma decomisada por la policía, arrojó un resultado negativo, y
la policía científica española examinó, por error del Ministerio Público, un arma distinta,
pues la remitida y dictaminada es un revólver con seis recámaras en el tambor, y no
se indica que fuera el arma utilizada en el homicidio. 2) Inexistencia del vehículo
Nissan Sentra, color gris, tal y como quedó demostrado en el juicio. 3) Inexistencia
del pago del homicidio (sin que tampoco el órgano fiscal pudiera fijar una suma
específica, ya que en la acusación se refirieron a tres sumas de dinero distintas: trece
millones de colones, ocho millones de colones y nueve millones de colones): no se
logró acreditar el monto, ni el modo, tiempo y lugar donde se pudieron efectuar los
pagos, sin que ello se derive de la declaración de G.G., resultando inexacto que L. le
confesara expresa y espontáneamente ser el homicida de Parmenio Medina, a cambio
de una cantidad de dinero, cumpliendo con lo pactado con O. 4) El supuesto contrato:
no se deriva de la acusación ni de las pruebas recibidas y admitidas en el juicio, por lo
que el fallo se muestra viciado, quebrantando las reglas de la derivación y razón
suficiente. El reclamo no es procedente: Aun cuando no se pudiera localizar el
vehículo en que se transportó el imputado L. para interceptar el automotor que
conducía la víctima, facilitando la forma en que le dio muerte el día de los hechos, del
cual dieron cuenta y describieron los testigos que depusieron en el debate sobre el
particular, y tampoco se lograra decomisar el arma de fuego empleada, ello en modo
alguno, dentro del nexo causal establecido entre O. y L., atinente al pacto entre
ambos, para que el segundo, cumpliendo lo encargado por su contratante, le diera
muerte al ofendido y recibiera el pago acordado, desvirtúa la participación y
responsabilidad del enjuiciado en el ilícito demostrado, en tanto, la forma o el modo en
que se llevara a cabo la pretensión perseguida, no tiene necesariamente que estar
determinada por el contratante, así como tampoco incide, a efecto de una adecuada
circunstanciación fáctica y el concomitante juicio de culpabilidad, que no se pudiera
establecer con precisión, el precio exacto que O. pagara a L. por ejecutar lo acordado,
toda vez que se demostró el acuerdo expreso entre ambos imputados (que no
requería, como se ha señalado con anterioridad, un contacto o conocimiento directo
entre los dos sujetos de la negociación), así como la finalidad del convenio (la muerte
del ofendido) que fue cumplida por el ejecutor que recibió el pago. Sobre tales
aspectos se advierten en el fallo pruebas idóneas que le dan soporte a la conclusión
arribada y se determina que aun en el centro penal, L. seguía recibiendo dinero,
adicionando el propio acusado una circunstancia más, cual es que aceptara la totalidad
de la responsabilidad por lo sucedido, a efecto de que O., se viera exonerado de
responsabilidad, lo que no ocurrió. El asunto del dinero que debía continuar recibiendo
el ejecutor, resultaba ser su mayor fuente de intranquilidad y enojo, cuando la
comunicación con su defensora Perla Cheves Romero, que como el mismo justiciable lo
indicó a terceras personas, le administraba sus bienes económicos, se veía
interrumpida y no percibía lo acordado, que el “empresario” le depositaba de forma
indirecta a través de la abogada de cita, asignada a defender sus intereses en ese
momento. Por otra parte, ciertamente de la declaración rendida por el testigo G.G.,
mediante anticipo jurisdiccional de prueba, no se deriva que L. le confesara
expresamente ser el autor del homicidio del comunicador, como en forma errada lo
señaló el Tribunal (ver folios 1844 y 1846, tomo IV del fallo), esa sola circunstancia,
que el recurrente descontextualiza de la integralidad de la resolución dictada, no
desvirtúa la fuerza probatoria de las restantes probanzas aportadas, ni la conclusión
arribada por los Jueces sobre la participación de dicho encartado, en tanto se
determinó fehacientemente la presencia de L., antes y en el momento del crimen,
como en forma amplia expuso esta Sala al resolver los cuestionamientos del defensor
de dicho justiciable, debiendo remitirse el impugnante a los razonamientos señalados
en torno a ese tema, y en igual forma a los fundamentos otorgados con anterioridad,
sobre el contrato entre su cliente y el coimputado L., aspectos analizados también en
forma aceptable por el Tribunal en la sentencia dictada, sin que se adviertan
quebrantos trascendentes a las normas relativas a la sana crítica en la valoración de
las pruebas (ver folios 1821 a 1828, tomo IV del fallo). En consecuencia, se declara
sin lugar el reproche formulado.

XIX.-

Quinto motivo. Fundamentación ilegal y violación a las reglas de la sana crítica


respecto a las supuestas amenazas a Parmenio Medina Pérez. Se reclama el
quebranto de los artículos 1, 6, 142, 180 a 184, 363, 365, 369 incisos b), c), d) y h),
todos estos del Código Procesal Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2
ambos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos. El Tribunal tomó en consideración las siguientes circunstancias
fácticas: 1) Publicaciones en el Diario La Extra: indica el recurrente que no se
demostró la participación de su representado y tampoco el Ministerio Público las acusó,
y solo las menciona atribuyendo su autoría junto con Minor Calvo Aguilar. A su juicio
serían a lo sumo indicios anfibológicos, sustentados únicamente en la relación de O.
con las personas responsables de las publicaciones (L.S.C. y F.T.), y respecto a la
publicación realizada por parte de J.L., no existe vinculación con su defendido O. Por
otra parte señala, que respecto a la casa de habitación ubicada en Guayabos de
Curridabat, donde se encontraron unas fotocopias de una ficha correspondiente a
Parmenio Medina Pérez, conexas con uno de los campos pagados en el Diario La Extra,
se demostró que la casa no era de O. sino de F.T., quien la adquirió de la S.R.C., y el
guarda del residencial manifestó no conocer a O., indicando luego de forma
contradictoria que el inmueble había sido desocupado por O. y una muchacha, pero el
Tribunal no repara en tales contradicciones. 2) Amenazas personales de O. a Parmenio
Medina (sobre las reuniones entre ambos): Indica el recurrente que las testigos M.A.
(empleada doméstica) e S.M.P. (hermana del ofendido), manifestaron que las
reuniones fueron privadas, y que I.R. había salido para evitar el encuentro con O.,
indicando la primera que en una de las reuniones ambos estaban sonrientes, fumando
y conversando amigablemente. Asimismo, a su juicio, se advierten desfases
temporales sobre lo declarado por S.M.P., y roza con la lógica que si una persona va a
matar a otra, acuda con toda la familia a visitar a la víctima a su casa de habitación.
Por otra parte los testigos J.M.P. y N.C., y la propia I.R., señalaron lo que a su vez les
refirió Medina Pérez, en cuanto a que O. le ofreció dinero para que no siguiera
hablando de Radio María en su programa “La Patada”, o que le concediera tres meses
de prórroga para recuperar el dinero invertido en la emisora, lo que en su criterio, no
constituye una amenaza de muerte, y las manifestaciones de Parmenio, en cuanto
indicó a su familiares y allegados, en el sentido de que si le pasaba algo, serían
responsables O. y Minor Calvo, resulta ser una apreciación personal y subjetiva de la
víctima, y no producto de una amenaza concreta atribuible y demostrada a su
representado y a Minor Calvo. 3) Sobre las llamadas telefónicas: reclama el
gestionante, que una de estas llamadas, la que se atribuye a una persona denominada
J.A., éste nunca declaró en debate, y lo que supuestamente manifestó, se introduce al
contradictorio a través de las declaraciones de J.F. y O.B., sin que se cuente con otra
prueba sobre el verdadero contenido y naturaleza de las aseveraciones de J.A., e
incluso de la efectiva existencia de esta persona. Tampoco hay prueba técnica de que
lo grabado fuera ciertamente su voz. Por otra parte, indica el quejoso, que la relación
entre O. y J.A. se introduce al proceso tan solo a través de estas dos personas, y las
llamadas telefónicas, efectuadas el 7 de julio de 2001, del teléfono de J.A. ([…]) al de
O. ([…]), el Tribunal omite indicar que no fueron contestadas por su defendido,
violentando el principio de objetividad y lealtad, conforme a los artículos 6 y 127
ambos del Código Procesal Penal. 4) Sobre los disparos a la casa del ofendido: reclama
el impugnante, que sobre este aspecto, la prueba de cargo resultó contradictoria, pues
por una parte, I.R. ubicó estos hechos el 9 de mayo de 2001 a las nueve y resto de la
noche, con el único propósito de hacerlos coincidir con la transmisión de la entrevista a
Medina Pérez realizada en el programa televisivo Diagnóstico, en canal 13, conducido
por A.M.M., que se presenta a las nueve de la noche, donde Parmenio Medina se había
referido a la problemática de Radio María, haciendo referencia a que O. estaba detrás
de la emisora radial. Sin embargo, el otro testigo de cargo, R.J., que también se
encontraba en el inmueble cuando se dio el atentado, sitúa esos hechos a eso de las
seis y media a siete de la noche. Pero el Tribunal no repara en ese detalle, cuando
indica que le da plena credibilidad a este segundo testigo, pero señala que la balacera
fue la respuesta inmediata de O. por el ataque a sus intereses económicos efectuado
por el ofendido en dicho programa “Diagnóstico”, riñendo con la lógica que en ese
mismo momento O. tuviera personas armadas para, a una orden suya, ir a balear la
casa del perjudicado, eso si se le da pleno crédito a la declaración de I.R. Reprocha
que este evento nunca se pudo determinar quién lo ordenó y realizó materialmente,
pese a que se estableció una denuncia penal ante el Ministerio Público por parte de la
señora I.R., atribuyendo la fiscalía en conclusiones este evento a otras personas, sin
que tampoco haya sido acusado. Los reclamos no son de recibo: Tal y como se
señaló con anterioridad, y lo reconoce el mismo impugnante, las consideraciones
referidas a las publicaciones en el Diario Extra (campaña difamante contra Parmenio
Medina); las llamadas telefónicas amenazantes contra la víctima y el atentado con
arma de fuego contra su vivienda, más que hechos en el estricto sentido de la palabra,
que no requieren mayor interpretación (que en motivos anteriores el gestionante
estima novedosos), constituyen indicios, que analizados en forma integrada y no
individual, como lo hace el defensor de O., permiten concluir de forma unívoca en la
clara participación del imputado, procurando y consiguiendo efectivamente, la muerte
de la víctima. Como bien sabemos, los indicios son circunstancias conocidas (hecho
indiciario) que permiten inferir, lógicamente la existencia de otras (hecho indicado) que
es necesario demostrar, de tal manera que la valoración conjunta de tales indicios, en
aplicación de los principios de sana crítica y libertad probatoria, permita inferir un solo
resultado, con fuerza de plena prueba (univocidad del indicio), pues en el tanto los
indicios examinados permitan diferentes posibilidades de conclusión, no pueden ser
estimados como sustento eficiente para lograr un juicio de certeza sobre el resultado
que se pretende demostrar (indicio anfibológico). En la causa examinada, a efecto de
concluir sobre la participación de O. en la determinación de la muerte de Parmenio
Medina Pérez, contratando personas que lo ejecutaran, el Tribunal analizó una serie de
indicios importantes que unidos entre sí, aplicando máximas de lógica y experiencia, le
permitió establecer, bajo parámetros de certeza positiva, que el justiciable, en efecto,
había planificado en forma escalonada, la muerte homicida de la víctima, llevando a
cabo un plan que fue pasando por etapas hasta concluir en la decisión de ordenar y
pagar a terceras personas (una de ellas, L.), para que asesinaran al comunicador
ofendido, dado que no pudo convencer a su víctima que desistiera en su propósito de
seguir exponiendo conductas y manejos financieros indebidos (a juicio del
comunicador) en su programa radial “La Patada”, que afectaban sensiblemente los
intereses económicos de O. No queda duda a esta Sala, y lo acepta el propio
impugnante, que en cuanto a la campaña injuriosa contra Medina Pérez, a través de un
medio periodístico, fue orquestada por O., utilizando personas muy cercanas (L.S.C. y
F.T.), y si bien esa sola circunstancia no desemboca en la responsabilidad delictiva del
incriminado, como lo señala el recurrente, las otras circunstancias indiciarias, vistas de
manera integral, tal y como lo hizo el tribunal en sentencia, le otorgan contenido y
relevancia probatoria a ese primer indicio. Así, en lo referente a la llamada telefónica
del 7 de mayo de 2001, que fue recibida en la casa del comunicador por su compañera
sentimental, I.R., quien así lo refirió en debate y lo corroboró su empleada doméstica
M.A,, conocida como “R.”, donde se le deja el mensaje a Medina Pérez, “que buscara
sacerdote pues ya le tenían el hueco para enterrarlo, ya que lo iban a matar si seguía
hablando de Radio María” (ver folios 100 y 285, ambos del tomo I del fallo;1817 y
1818, estos del tomo IV de la sentencia), es analizada en conjunto con lo sucedido
dos días después, el 9 de mayo siguiente, cuando el grupo familiar del comunicador y
el testigo R.J. que se hallaba en ese momento en la casa de Medina Pérez, son
atacados a balazos, que no lograron impactar a los moradores del inmueble, pues es la
edificación la que recibe el embate del ataque perpetrado. Sobre este hecho, al
margen de la inconsistencia horaria sobre el momento en que ocurrió el atentado, y
que destaca el quejoso, entre lo manifestado por I.R., que ubica ese hecho
aproximadamente a las nueve de la noche, y R.J., que indicó que fue a eso de las siete
y media de la noche, a juicio de esta Sala, tal y como lo entendió el Tribunal, en
conjunto no guarda mayor relevancia, en tanto lo destacable viene a estar dado por las
manifestaciones del declarante R.J., quien, a propósito de este acontecimiento, dio
cuenta a los Jueces, que, antes del homicidio de Medina Pérez, y con posterioridad al
atentado contra su vivienda, recibió una llamada telefónica, de una persona que no
pudo identificar, pero que percibió bastante nerviosa, quien le afirmó que estaba en un
Bar en la zona de Rohrmoser, donde se hallaba también un sujeto que apodan “Teja”,
y que luego el testigo se percata que así llaman a F.T. (persona cercana a O. y
responsable de dos de las publicaciones en el Diario Extra a las que se hizo referencia
supra), quien manifestó que sabía la forma cómo terminar la situación de Minor y
Radio María, porque buscó gente del bajo mundo para que le dispararan a la casa de
Parmenio (como en efecto ocurrió), y que ahora este último, y el “abogadillo” (el
testigo interpretó que se trataba de su persona), sabrían quiénes eran O. y Minor (ver
folios 916, 1820 y 1821, tomos I y IV de la sentencia respectivamente), delineándose
así la presencia de O., a través de una persona muy cercana a él, como es F.T., en los
indicios atinentes a la llamada telefónica amenazante del 7 de mayo de 2001 y el
atentado a la casa del comunicador, perpetrada dos días después. Pero, en criterio de
esta Cámara, los Jueces contaron con un indicio de enorme relevancia para vincular
directamente a O. en el homicidio de Medina Pérez, y que viene a estar constituido por
la llamada telefónica, que en forma personal recibió el comunicador en noviembre del
año 2000 (y que logró ser grabada y luego trascrita documentalmente, siendo
aportada a los autos como prueba), de un sujeto de nacionalidad colombiana, que se
hizo llamar “C.”, pero que realmente responde al nombre de J.A., quien, bajo la
supuesta intención de prevenirle, le indica que deje el tema de Radio María, y que se
acordara que en su Colombia natal, matan a los periodistas, pues está tocando
intereses muy profundos. Pese a los reclamos del impugnante quien pone en tela de
duda la existencia de esta persona, la prueba recibida en el proceso, para acreditar la
existencia real de J.A., fue respaldada por el testimonio de la periodista, también de
nacionalidad colombiana, O.B., afincada en Costa Rica, para la época del homicidio de
Medina Pérez, quien narró haber reconocido la voz del sujeto que realizó dicha llamada
telefónica, identificándolo como un compatriota colombiano llamado J.A., vecino de su
residencia en Escazú, y con el cual conversó sobre el tema, aceptando J.A. ser el autor
de esa llamada, y que la persona que le había encomendado esa tarea fue O., a quien
había conocido unos meses atrás, por razones de su trabajo en bienes raíces,
indicándole O. que llamara a Parmenio y le dijera que si no dejaba de seguir el tema
de Radio María le iba a ir mal. El testimonio de O.B. no pudo ser desvirtuado, sin que
los Jueces contaran con un solo elemento de juicio para dudar sobre la veracidad de
sus manifestaciones, evento que le confió a su camarógrafo A.C., y a otro compatriota,
N.S., quien de forma anónima, en un inicio, lo puso en conocimiento de las autoridades
judiciales, estableciéndose luego su identidad. En sentido similar a lo destacado por
O.B., sobre la intervención de O. en la llamada de Aguirre J.A., se pronunció el oficial
de policía J.F., quien en el cumplimiento de sus funciones de investigación, logró
contactar y conversar con J.A., antes de que este saliera del país, mencionando que
había sido O., quien le había pedido que efectuara la llamada telefónica amenazante
contra el ofendido, acreditándose en autos la existencia del intermediario, mediante la
certificación emitida por la Dirección General de Migración y Extranjería, visible a folio
4714 del tomo X del expediente principal, que da cuenta sobre los movimientos
migratorios de esa persona, y que determina que para el 2001, estuvo efectivamente
en Costa Rica, proveniente de Colombia (ver folios 407 y 408, tomo I del fallo; 744 a
746, 750 a 752, 756, tomo II del fallo; 1811 a 1817, del tomo IV de la sentencia).
Con relación a los reparos del impugnante en lo que se refiere a los documentos
encontrados en una casa de habitación, que según se informa pertenecía a F.T., y que
se vinculaban a una de las publicaciones periodísticas injuriosas contra el comunicador
ofendido, del cual fue responsable el citado F.T., carecen de relevancia, al quedar
establecida, y aceptada por el quejoso, la incuestionable relación existente entre esta
persona y el imputado O., instaurada sobre elementos de convicción de mayor
trascendencia que la simple discusión sobre el tema de si esa casa pertenecía o no al
encausado, aunque sí se determinó, que quien habitaba el inmueble que luego resultó
quemado, y del cual adquirió F.T. su propiedad, era casualmente K.O., a la sazón,
persona relacionada sentimentalmente con O., y personera de la S.R.C., entidad que
vendió a F.T. la relacionada vivienda. Por otra parte, respecto a las amenazas
personales dirigidas en forma personal por O. a Medina Pérez, cuando el primero
visitaba su casa de habitación, ciertamente no cuentan con un respaldo probatorio
fuerte y contundente, en tanto se sustentan en manifestaciones que supuestamente
refirió el ofendido a terceras personas que así lo establecieron en debate. Pese a que,
en efecto, se dieron los eventos narrados por el quejoso y las inconsistencias
relatadas, ello no desvirtúa los restantes indicios analizados, de modo que aun cuando
se excluyeran del haber probatorio, las manifestaciones amenazantes que cuestiona el
recurrente, quedando tan solo las reiteradas visitas de O. a Medina Pérez, la decisión
de los Jueces, sobre el particular, se mantiene incólume, de tal manera que las
restantes circunstancias, analizadas de forma integrada por el Tribunal de juicio,
permitieron concluir, de forma lógica y unívoca, sobre la participación de O. en el delito
acusado, imponiéndose la declaratoria sin lugar del reclamo formulado.

XX.-

Sexto motivo. Fundamentación ilegal y violación a las reglas de la sana crítica con
relación al móvil del homicidio. Reclama el impugnante el quebranto de los artículos
1, 6, 142, 180 a 184, 363, 365, 369 incisos b), c) y d), todos del Código Procesal
Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2 ambos de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en tanto
el móvil que tuvo por demostrado el Tribunal, cual fue impedir que Parmenio Medina
Pérez llegara a conocer que él era quien verdaderamente había adquirido la emisora
con todos sus activos y frecuencia, descubriendo la estafa cometida, tanto por él como
por Minor Calvo Aguilar, no fue acusado por el Ministerio Público. Se alega que la
prueba estableció que O. no tenía vínculo con la estación La Paz del Dial, cuando se
cerró Radio María (declaraciones de J.L., W.A., B. y J.S.F.), resultando inexistente la
concordancia entre los hechos acusados, el marco fáctico probado y la prueba
admitida. El reclamo no es de recibo: Tal y como se señaló supra al referirse esta
Sala a los cuestionamientos del impugnante, referentes a la falta de correlación entre
acusación y sentencia, los reparos presentados ahora en este motivo de casación
devienen inatendibles, por las mismas circunstancias apuntadas anteriormente,
debiendo remitirse el quejoso a las argumentaciones que sobre el particular fueron
otorgadas. Pero adicionalmente, conviene señalar, que, al margen de las apreciaciones
que sobre la determinación del delito de estafa se harán posteriormente al resolver los
motivos incoados sobre tal delincuencia, se advierte de los fundamentos esgrimidos
por el recurrente, un afán por extraer o descontextualizar, de la estructura fáctica
integral establecida por los Jueces, solo un elemento, señalado en el punto 57 de la
relación de hechos demostrados en el fallo, atinente a que O. ordenó la muerte del
comunicador, convencido de que éste no cesaría en sus investigaciones y denuncias, y
que descubriría que él había sido el verdadero adquirente de Radio María y todos sus
activos y frecuencia radial, soslayando el quejoso el núcleo fáctico de lo demostrado, y
que coincide, en lo esencial con los acontecimientos que se acusaron, cual es que el
motivo por el que O. se decide a dar muerte a la víctima, contratando para ello a L., a
quien le paga una suma de dinero por su ejecución, lo que en efecto consigue, viene a
estar dado por el interés del enjuiciado de impedir que Medina Pérez siguiera
denunciando el irregular manejo de la emisora Radio María, lo que perjudicaba
severamente sus intereses, circunstancias fácticas que se derivan de la totalidad del
marco fáctico acreditado, sin perjuicio de las necesarias modificaciones a la pieza
acusatoria, al variarse la estructura delictiva señalada por el órgano fiscal, que dio
como resultado, la absolutoria de varios de los encausados inicialmente. Por ello, se
declara sin lugar el reparo.

XXI.-
Sétimo motivo. Fundamentación ilegal y violación a las reglas de la sana crítica con
relación a los teléfonos celulares utilizados por L. Se reclama el quebranto de los
numerales 1, 6, 142, 180 a 184, 363, 365, 369 incisos b), c) y d), todos del Código
Procesal Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Indica el quejoso que
la prueba determinó que el móvil número […], fue facilitado por el periodista del Diario
La Extra, A.M. (ver prueba 18, caja 10), quien no tiene relación alguna con su
representado. Por otra parte, el teléfono número 837-4616, conforme se demostró, fue
introducido al Centro Penal La Reforma por la licenciada Perla Cheves Romero, y con
dicho aparato no se efectuó llamada alguna dirigida o relacionada con O., resultando
una conclusión presuntiva de los Jueces y absolutamente carente de prueba, atinente
solo a una solución pensada en sede policial, indicando que el teléfono mencionado se
usó para que L. se comunicara con O. para que éste lo tuviera controlado, toda vez
que Cheves Romero es la esposa de A.J.A., quien era defensor de O. en esa época,
circunstancia que a juicio del defensor, deviene inexistente para fundamentar una
sentencia condenatoria. Reprocha el impugnante que en el fallo se cometieron errores
importantes en la valoración de la prueba. Así, el Tribunal indica que el 5 de junio de
2004, L. hace una llamada telefónica indagando sobre la posibilidad de ubicar a los
abogados Cheves Romero y A.J.A., pero esta llamada no se hace del teléfono […], sino
del […] (ver prueba 18, caja 10, llamada número 2, folio 18 del legajo
correspondiente). Por otra parte, la llamada efectuada por Aguirre Jaime a una mujer
llamada “Ke.”, tampoco es efectuada del teléfono […], sino que procede del aparato
número […] (ver caja 10, prueba 18, llamada número 3, casete 4, folios 38 y 39), y la
llamada que realiza L. a xxxx , tampoco se hace del teléfono […], sino del […] (ver caja
10, prueba 18, folios 51 y 52). El reclamo no es procedente: Tal y como en forma
reiterada se ha resuelto en considerandos precedentes, el pacto criminal entre O. y L.,
a efecto de que este último, recibiendo un pago en dinero y bienes con valor
económico, de parte del primero, donde tuvo clara intermediación la abogada Perla
Cheves Romero, le diera muerte a la víctima, lo que en efecto ocurrió, fue determinado
por el Tribunal de forma unívoca al analizar los elementos de convicción aportados al
proceso, de modo que deberá el quejoso remitirse a tales pronunciamientos. Sin
embargo, conviene hacer mención específica a algunas de las consideraciones del
impugnante, sobre el fundamento expresado en el fallo, con relación a los teléfonos
celulares, recibidos por el justiciable L., mientras estaba detenido en el Centro
Penitenciario La Reforma, proveniente uno de ellos, número […], del periodista del
Diario La Extra, A.M., quien se lo hizo llegar al imputado de cita, y el otro, número […],
cuya entrega al incriminado detenido, se vinculó con los abogados A.J.A., en ese
momento representante de los intereses de O., y su esposa, la mencionada Cheves
Romero, quien fungía como defensora del encausado L., y quienes, escasos 15 minutos
antes de que se pusiera en funcionamiento el referido teléfono móvil, habían estado
visitando al acusado de referencia. Cabe señalar, tal y como se alega por parte del
impugnante, que no se cuenta con elementos de juicio relevantes que liguen al
periodista A.M. con O. en la entrega del celular asignado, sin embargo no se puede
pasar por alto la improcedente manipulación mediática dentro de un proceso
investigativo judicial, y la afectación probatoria que tal actividad conlleva, con
resultados negativos para la causa en cuestión, y que esta Sala deplora, al estimar que
acciones como la emprendida por el referido periodista, no integran el cumplimiento
debido y el sano desempeño del quehacer periodístico y la acuciosidad informativa de
los medios de prensa en el ejercicio de su derecho a informar. Asimismo, con relación
al aparato móvil […], aun cuando hipotéticamente se excluyera la posibilidad de que
haya sido entregado por Cheves Romero y A.J.A. (que en todo caso no afecta el
aspecto de mayor relevancia, en cuanto a la administración e intermediación de la
citada abogada, relativa a los fondos económicos recibidos por L. de los depósitos
efectuados en su beneficio por un “empresario”, que luego se determinó que era O.),
ciertamente, no se demostró con pruebas idóneas que fuera utilizado por L. para
comunicarse con O.; pese a ello, estima esta Sala, el recurrente ha dado una
equivocada lectura al fallo, en cuanto a la asignación de las llamadas telefónicas
intervenidas, pues aun cuando dentro del texto de la resolución, en efecto, los Jueces
analizan lo referente al citado móvil, número […], para establecer el interés del
abogado A.J.A. en promover un contacto con el imputado L., pasando de inmediato los
Jueces a analizar las conversaciones telefónicas intervenidas e incorporadas al debate
de L. con otras personas, señalando que ello evidenciaba aun más la relación entre
ambos y el convenio entre el abogado y L. de proporcionarle dinero, dentro de una
visión integrada y lógica del fallo, tales conversaciones no se estiman derivadas de ese
celular […], pues no existen como elementos probatorios, sino que guardan relación
con las transcripciones obtenidas de la intervención de los teléfonos […] y del […]
(ubicado en el Centro Penitenciario La Reforma, para uso de los internos), y ello se
acredita aun más, con el fundamento otorgado por el Tribunal, sobre este mismo
tema, al concluir en la condena de L., en el homicidio calificado de Parmenio Medina
Pérez (ver folios 1824 a 1828 y 1849 a 1851, del tomo IV del fallo). En consecuencia,
se declara sin lugar el reclamo formulado.

XXII.-

Octavo motivo. Fundamentación ilegal y contradictoria al separar la presunta


participación de O. y la del Padre Minor Calvo Aguilar. Por su parte, en el noveno
motivo, y sobre temas similares, el impugnante reclama violación al principio in dubio
pro reo. En el primero de estos motivos alegados, se refiere el quejoso al quebranto
de los artículos 1, 6, 142, 180 a 184, 363, 365, 369 incisos b), c) y d), todos del
Código Procesal Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política; 8.1 y 8.2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Reclama el gestionante que el Tribunal le concedió credibilidad a la prueba para
condenar a Calvo Aguilar por el delito de estafa, pero no para el homicidio, sin analizar
los testimonios rendidos, e incurre en una incongruencia evidente entre la convicción a
la que arriba al valorar las pruebas, cuando se trata de Calvo Aguilar, de aquella que
se relaciona con O., pese a que en realidad, ni uno ni otro de los imputados tuvo
participación en el homicidio. Asimismo, en el siguiente motivo se advierte la
trasgresión a los numerales 1, 2, 6 y 9 todos del Código Procesal Penal; 11, 39 y 41 de
la Constitución Política; 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 4.2
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 11 de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, en tanto con la misma prueba se absolvió por duda a Minor
Calvo Aguilar, pero se condena a O. Los reproches no son atendibles: Por la
estrecha relación entre ambos reclamos, procede esta Cámara a su resolución
conjunta, estimando que ninguno de los alegatos es de recibo. Así, al margen de las
consideraciones sobre el delito de estafa por el que se condenó tanto al imputado O.
como al justiciable Minor Calvo Aguilar, y sobre cuya determinación se pronunciará
esta Sala en el momento oportuno, en lo que se refiere al delito de homicidio
calificado, que la representación fiscal atribuyó inicialmente a ambos encausados, tal y
como se examinó al dar contestación a los reparos del Ministerio Público contra el fallo
absolutorio emitido por los Juzgadores a favor de Calvo Aguilar, la situación probatoria
entre este endilgado y O., deviene diametralmente distinta, en tanto los elementos de
convicción aportados al proceso para vincular al sacerdote Calvo Aguilar con la muerte
homicida de Medina Pérez, no resultaron contundentes para cimentar, bajo criterios de
certeza, su participación en tal delincuencia, de allí que, como en efecto se pronunció
el Tribunal, sin que esta Sala estime improcedente su decisión, se imponía su
absolutoria por aplicación del principio in dubio pro reo. Situación diferente se obtiene
en lo que a O. se refiere, en tanto su participación se va delineando en forma unívoca,
desde los primeros estadios de la planificación del homicidio hasta su vínculo, vía de
intermediación, con el justiciable L. y el pago correspondiente por el encargo asignado,
que fue cumplido por este último en forma efectiva, aspectos sobre los que se ha
hecho amplia referencia en considerandos anteriores, a los cuales se remite a la parte
impugnante, de tal manera que la situación entre ambos justiciables, O. y Calvo
Aguilar, no resultan iguales desde una perspectiva probatoria, de allí la diferente
resolución otorgada para cada uno de ellos, sin que incurrieran los Juzgadores en una
fundamentación contradictoria en quebranto de las normas atinentes a la sana crítica,
lo que torna inexistente los reproches formulados, imponiéndose la declaratoria sin
lugar.

XXIII.-

Décimo motivo. Falta de fundamentación sobre los aspectos de antijuridicidad y


tipicidad a efecto de determinar la culpabilidad de su representado. Se reclama el
quebranto de los numerales 1, 2, 142, 180, 363, 369 incisos b) y c), todos del Código
Procesal Penal; 30, 50 y 71 del Código Penal; 11, 39 y 41 de la Constitución Política;
8.1 y 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 10 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos. El reclamo no es de recibo: Como en otras oportunidades lo ha
señalado esta Sala, si bien es cierto, conforme lo señala el artículo 142 del Código
Procesal Penal, las sentencias deben contener una fundamentación clara y precisa,
donde se expresen los razonamientos de hecho y de derecho en que la autoridad
juzgadora sustenta sus decisiones, así como el valor otorgado a los medios de prueba,
con apego a las reglas de la sana crítica, principio que deviene garantizado
constitucionalmente en el artículo 39 de nuestra Carta Magna, al indicar, “que a nadie
se le hará sufrir pena, sino por delito, cuasidelito o falta, sancionados por ley anterior y
en virtud de una sentencia firme dictada por autoridad competente, previa oportunidad
de defensa y mediante la necesaria demostración de culpabilidad”, ello con el fin de
que las partes comprendan las razones que motivaron a la autoridad sentenciadora a
arribar a una determinada conclusión, y en caso de condena, establecer con claridad
los argumentos por los que la conducta desplegada por el incriminado encuadra en la
norma penal aplicada, sujeta a sanción; tales afirmaciones deben estimarse y
entenderse dentro de una perspectiva racional, sin que resulte de obligada observancia
por parte de los Juzgadores, como requisito esencial, el despliegue de profundos
análisis dogmáticos o teóricos atinentes a la normativa sustantiva aplicada, resultando
suficiente la indicación sobre la conducta delictiva ejecutada por el sujeto activo, y las
razones por las que ésta se enmarca dentro de los presupuestos de dicha norma, a
efecto de que las partes puedan ejercer su defensa ante el contralor de casación, quien
finalmente decidirá si el análisis planteado por los Juzgadores efectivamente cumple
con los elementos normativos fijados (ver voto número 2008-0535, de las 9:00 horas
del 16 de mayo de 2008. Sala Tercera Penal). Sobre este mismo tema se ha indicado
también que “… la fundamentación de las sentencias es ciertamente esencial y un
requisito ineludible para asegurar el control ciudadano de las decisiones judiciales,
pero cumple a cabalidad su propósito cuando permite comprender, en el caso del
análisis de la tipicidad, cuál es la interpretación que los jueces dieron a la norma
punitiva y por qué consideran que la conducta examinada se adecua al tipo penal…”,
de tal forma que: “…cualquier lector, conociendo con facilidad y a través de la sola
lectura del fallo cuál es la interpretación que se dio a la norma y la descripción de los
hechos que se tuvieron por demostrados […], estará en capacidad de discutir y rebatir
los razonamientos en que se basa lo resuelto y, con ello, la exigencia de la motivación
habrá satisfecho su cometido. Dicha fundamentación jurídica no demanda que los
jueces realicen un profundo análisis dogmático, sino, se reitera, que expongan con
claridad cómo interpretan el tipo penal aplicado y por qué los hechos que se
establecieron como ciertos se adecuan a él…” (cf. Votos números 2006-00848, de las
10:15 horas del uno de setiembre de 2006, y 2006-00 39, de 9:40 horas de 5 de mayo
de 2006). Atendiendo a lo expuesto supra, en la causa examinada, los vicios que el
quejoso pretende demostrar, se tornan inexistentes, al contener la resolución que
condenó al justiciable O. como autor del delito de homicidio calificado en perjuicio del
comunicador Parmenio Medina Pérez, y le impuso la pena de treinta y cinco años de
prisión, un fundamento adecuado que no permite dudar que fue el encausado quien al
ver perjudicados sus intereses económicos por las reiteradas denuncias del citado
comunicador, en torno a los manejos financieros poco transparentes vinculados a la
emisora Radio María de Guadalupe así como las cuestionadas conductas personales
que desplegara el imputado absuelto Minor Calvo Aguilar, decidió darle muerte, para lo
cual contrató al también justiciable L., a efecto de que llevara a cabo el mencionado
encargo, por lo cual recibiría una suma de dinero en pago a sus servicios, que fueron
cumplidos en forma efectiva, provocando la muerte de Medina Pérez, mediante
disparos con arma de fuego, el 7 de julio de 2001. El marco fáctico acreditado en
sentencia, con sustento en las pruebas aportadas, tal y como lo señalaron los
Juzgadores, permite encuadrar la conducta delictiva desplegada por el imputado,
dentro de los presupuestos de tipicidad objetiva y subjetiva contenidos en el numeral
112 inciso 8) del Código Penal, siendo su accionar no solo típico, sino también
antijurídico y culpable, aspectos que se desprenden del fundamento del fallo, pese a
los reclamos del impugnante (ver folios 1802 a 1829, tomo IV del fallo), sin que se
pueda dudar que en la causa examinada, la versión de cargo resultó plenamente
demostrada, sin elemento de justificación alguna sobre el accionar delictivo del
incriminado, lo que conduce indefectiblemente al juicio de culpabilidad en su contra,
fundamento jurídico suficiente para rechazar las pretensiones del quejoso, permitiendo
a las partes, en primer lugar, conocer las razones por las que se condenó al
encausado, y que su actuar se enmarcó en una determinada norma penal, y luego a
esta Sala, poder ejercer el control de casación requerido para determinar si se está o
no en presencia de la figura delictiva aplicada, que es al final de cuentas, el objetivo
sustancial de la impugnación en esta sede. Por todo lo expuesto, se declara sin lugar
el reclamo formulado.

XXIV.-
Recurso por el fondo. En el primer motivopor vicios sustantivos, el recurrente
reclama errónea aplicación del artículo 112.8 del Código Penal. Indica que para
configurar el delito por el que se condena a su representado, se requiere la
acreditación de un pacto entre el instigador y el autor material del homicidio, y
lógicamente ese pacto debe ser previo a la comisión del delito, así como contener el
acuerdo de voluntades en cuanto al precio convenido para efectuar la realización
material del homicidio. Indica el defensor, que en los hechos probados no se describió
la naturaleza del pacto o contrato suscitado entre O. y L., por lo que la conducta
descrita en el fallo con relación a su defendido, deviene atípica. Por su parte en el
segundo motivo alega errónea aplicación del numeral 112. 8 del Código Penal e
inobservancia de los artículos 30 y 31 del mismo cuerpo legal, por cuanto en el hecho
probado número 52, el Tribunal señala que O. decidió darle muerte al ofendido,
distanciándose de lo que al efecto establece la teoría del delito, al existir falta de
identidad entre los elementos del tipo penal y la especie fáctica demostrada en la
sentencia. Señala el recurrente que la decisión de dar muerte a una persona, no
constituye un acto de ejecución y menos de consumación, de allí que la existencia del
convenio entre instigador y autor material del homicidio, representa un acto
preparatorio del delito, que no resulta punible, y el dolo debe estar vinculado con la
ejecución del hecho delictivo en un nexo de causa a efecto. Sin embargo, el artículo
112.8 del Código Penal, indica el defensor, es una acción distinta, se refiere al autor
del delito de homicidio, de allí que para imponer la sanción correspondiente, deviene
necesario que el hecho se haya ejecutado efectivamente, es decir, se haya consumado.
Los reclamos no son procedentes: Por la estrecha vinculación entre ambos vicios
reclamados, procede esta Sala a su resolución conjunta. El artículo 112 inciso 8) del
Código Penal, sanciona con pena de prisión de veinte a treinta y cinco años, a quien
mate: por precio o promesa remuneratoria. Según se informó anteriormente, al dar
contestación al tercer motivo por vicios procesales interpuesto por el impugnante, el
tipo objetivo de la agravante contenida en la mencionada norma sustantiva, requiere la
intervención de dos sujetos: el que da el precio o promete la remuneración económica
(sancionado con igual pena que al autor material, conforme lo establece el numeral 74
del Código Penal), y el que ejecuta el hecho, bajo el móvil de recibir el precio o
promesa remuneratoria acordada. Como requisitos de tal convenio, solamente se exige
que sea expreso (verbal o escrito), no tácito, sin mayores formalidades, de tal manera
que el ejecutor acepta el mandato otorgado y actúa de manera efectiva, sin que quede
duda que el contrato formulado es para la comisión de un homicidio, y que por ello se
recibirá un precio o la promesa remunerativa. Ciertamente, la doctrina sobre el tema
establece que el hecho queda consumado con la muerte de la víctima en virtud del
pacto establecido, e incluso cuando esa muerte se contrata bajo promesa
remuneratoria, su cumplimiento e incumplimiento carece de relevancia, a efecto de la
consumación del ilícito en su modalidad agravada por esa circunstancia, privando que
el ejecutor que se contrata haya actuado en virtud del pacto acordado, de tal manera
que la sola formalización del pacto, si el ejecutor no lleva a cabo o desiste de la acción
encomendada, resultaría ser un acto preparatorio impune, y no un elemento del hecho,
a título de tentativa, lo que solo se daría con relación a la agravante, cuando el
ejecutor realmente haya intentado la muerte de la víctima (sobre el particular, ver
Creus, C. op cit, páginas 26 y 27). En el caso examinado, conforme al elenco de
hechos probados, que el impugnante descontextualiza, se tuvo por demostrado, el
pacto entre el contratante (O.) y el autor material del homicidio (L.), sin que se
muestre necesario, como ya se indicó en líneas precedentes, que entre ambos
justiciables existiera un conocimiento o contacto directo, admitiendo la figura la
intermediación de otra persona, convenio que resulta, en aplicación de la mínima
lógica, otorgado con anterioridad a la fecha fijada para la muerte del comunicador
ofendido (7 de julio de 2001), y donde O. exteriorizó su deseo de que se diera muerte
a Medina Pérez por las razones ya conocidas, para lo cual pagó dinero (y bienes con
valor económico), propuesta que fue aceptada por L., quien en efecto procede a dar
muerte al comunicador, en cumplimiento de lo acordado, obteniendo la remuneración
económica indicada, que continuaría recibiendo y exigiendo, aun cuando se encontraba
en reclusión preventiva por estos hechos. Desde esta perspectiva se señala, que el
delito de homicidio calificado por precio o promesa remuneratoria, deviene
absolutamente consumado, alterando el impugnante el elenco de hechos probados, al
situar la participación de su patrocinado hasta el momento de “la decisión de dar
muerte al ofendido” (punto 52 del marco fáctico demostrado, folio 71, tomo I del
fallo), desconociendo los restantes eventos acreditados, en cuanto al contrato
efectuado, encargando al citado L., la muerte de Parmenio Medina Pérez, a cambio de
la entrega de una cantidad de dinero, cuyo monto exacto no pudo ser precisado,
cumpliendo el ejecutor en forma efectiva, el mandato otorgado (ver folio 72, mismo
tomo). Lo anterior no permite admitir los argumentos del gestionante, sobre la
existencia de un acto preparatorio impune desplegado por su cliente (decisión de dar
muerte), que no obtuvo, en su criterio efectiva concretización (delito consumado), en
tanto, por el contrario, se determinó mediante prueba idónea, el real cumplimiento del
pacto acordado entre ambos encausados, encuadrando sus actuaciones dentro de los
presupuestos de tipicidad objetiva y subjetiva que caracterizan la conducta contenida
en la norma sustantiva aplicada. Por ello, se declaran sin lugar los reproches
invocados.

XXV.-

Tercer motivo (se incluye aquí para su resolución, por ser un reproche de
naturaleza similar, el sétimo motivo por vicios procesales incoado por el
defensor Mario Navarro Arias). Falta de fundamentación de la pena. Se reclama
errónea aplicación del artículo 71 del Código Penal e inobservancia del numeral 5.2 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, pues el Tribunal se refirió
solamente a la valoración psiquiátrica hecha a su defendido (dictamen médico legal,
visible a folios 3167 a 3177, tomo VII), imponiendo el máximo de la pena prevista
para este delito (35 años de prisión), al considerarlo autor intelectual del homicidio
investigado. El motivo no es procedente: Conforme lo ha señalado esta Sala en
reiterados antecedentes jurisprudenciales, en cuanto a la imposición de la pena a un
imputado, por la comisión de un delito debidamente comprobado, no se requiere, para
estimar correctamente fundamentada una decisión sobre el particular, que la autoridad
sentenciadora se remita a todos los presupuestos contenidos en el numeral 71 del
Código Penal, en tanto, tales indicadores no son taxativos, sino enunciativos de las
razones que llevan al Tribunal a decantarse por un monto determinado de pena, sin
que esté obligado a hacer mención de todos los presupuestos señalados
normativamente, pudiendo incluso los Juzgadores, tomar en consideración otras
circunstancias que no se encuentren directamente determinadas en dicha norma, pero
que estime, dentro de criterios de racionalidad y proporcionalidad, importantes para
fundamentar su decisión en cuanto a la sanción punitiva se refiere (ver entre otros,
voto Nº 2008-0025, de las 8:53 horas del 18 de enero de 2008. Sala Tercera Penal).
En cuanto a la causa examinada, a folios 1829 a 1831, del tomo IV del fallo, el
Tribunal de sentencia expresó los fundamentos por los cuales estimó razonable y
proporcional a la conducta desplegada por el justiciable O., la aplicación de una pena
privativa de libertad en el quantum máximo permitido en la norma sustantiva
correspondiente, sea treinta y cinco años, para lo cual tomó en cuenta la gravedad del
hecho cometido, así como la personalidad del partícipe, enfatizando, según se reclama,
en los aspectos psicológicos del imputado, acreditados mediante las pericias
pertinentes. Pero no solamente estos aspectos estimó procedentes el Tribunal de
mérito: así, pese a considerar que en efecto el justiciable tenía una familia que
mantener (esposa e hijos) y que era de limpios antecedentes penales, tales
consideraciones cedían ante las implicaciones y el significado de la muerte del
comunicador Medina Pérez, en tanto su deceso homicida se produce, como corolario al
ejercicio por parte de la víctima, de un derecho constitucionalmente determinado,
atinente a la libertad de expresión, característico de un Estado de Derecho, con
incidencia profunda en la vida institucional de nuestro país, comprometido en
preservar tales principios democráticos. Por otra parte, tomaron en cuenta los Jueces,
que la conducta del imputado se tradujo, previo a la muerte del ofendido, en una
sistemática campaña de desprestigio en su perjuicio, así como la expresión de graves
amenazas y el ofrecimiento de dinero, para procurar que Medina Pérez cesara en sus
denuncias periodísticas, lesionando su honor. Las anteriores manifestaciones
expresadas por el Tribunal, se muestran suficientes a juicio de esta Sala, y permiten
derivar y comprender, para cualquiera persona que tenga acceso al fallo mencionado,
las motivaciones que llevaron a los Jueces a imponer el monto de pena indicado, sin
que se advierta vicio alguno que afecte la eficacia de la resolución dictada en
quebranto de las garantías procesales del enjuiciado. En consecuencia, se declara sin
lugar el motivo de casación interpuesto.

XXVI.-

B.-
Recurso presentado por el licenciado Mario Navarro Arias. Sobre el delito de
homicidio calificado. En el tercer motivo, el impugnante reclama violación al
principio de derivación o razón suficiente (sana crítica), en quebranto de los artículos
1, 142, 183, 363 inciso b), 369 inciso d), 443, 444 y 445 todos del Código Procesal
Penal; 39 y 41 ambos de la Constitución Política, por cuanto a juicio del quejoso, las
conclusiones del Tribunal no encuentran asidero legal en los elementos probatorios
incorporados al contradictorio. Así, se alega que los Jueces no indicaron cuál sería el
otro negocio que mantenían Minor Calvo y O., que según indicó Parmenio Medina Pérez
al Semanario Universidad, en entrevista concedida el 2 de julio de 2001, se les caería
si él seguía refiriéndose al tema de Radio María, ni hay prueba sobre ello. Señala el
defensor Navarro Arias que si Parmenio Medina manifestó que no seguiría con el
asunto de Radio María, desaparecería el peligro para los intereses económicos de O. y
Calvo Aguilar, por lo que no resulta una inferencia lógica la conclusión del Tribunal
sobre el móvil del homicidio. Asimismo, reclama el impugnante que en el fallo se
valoró brevemente el testimonio de I.R., cuando del interrogatorio al que la sometió la
defensa, se evidenciaron una serie de contradicciones en que incurrió. Por otra parte,
sobre la vinculación entre A.R.R. (L.) y O. para ejecutar la muerte de la víctima, el
Tribunal la sustentó en el hallazgo de un teléfono celular entregado a L. por la
licenciada Cheves Romero, cuando no hay prueba de que, cuando L., en una
conversación telefónica se refiere a un empresario, se está refiriendo a O. En todo
caso, el indicio, en su criterio, es anfibológico, pues en las intervenciones telefónicas
efectuadas a L., no se menciona a O., ni el pago de dinero para ejecutar al ofendido, ni
ofrecimiento de dádivas. Sobre las manifestaciones del ofendido referidas a las
amenazas de muerte y el atentado a su casa, de las que responsabilizó a O., según lo
declararon los testigos M.G.C., S.M.P., I.R., R.J. y los compañeros del programa La
Patada, constituyen, a juicio del impugnante, suposiciones, temores del ofendido y
apreciaciones subjetivas de su parte, analizando el Tribunal de manera parcial tales
declaraciones. Alega el quejoso, que para condenar a su cliente, esos temores de
Parmenio Medina Pérez resultan comprometedores, pero para absolver a Minor Calvo
Aguilar devienen en indicios anfibológicos, lo que resulta ser un razonamiento
contradictorio. Por último, en criterio del defensor Navarro Arias, el hecho de que por
los otros temas que tocó el ofendido en su programa, nunca fuera amenazado de
forma tan sistemática y grave, según lo concluyó el Tribunal, no demuestra la
participación de su cliente en esta sistemática persecución. Por su parte en el cuarto
motivo, reprocha el licenciado Navarro Arias falta de fundamentación probatoria
intelectiva y preterición de prueba, en quebranto de los artículos 142, 363 inciso b) y
c) y 369 inciso d), todos del Código Procesal Penal; 39 y 41 ambos de la Constitución
Política, por cuanto el Tribunal fragmenta la prueba testimonial, por ejemplo la
declaración de I.R., al dejar de lado el desconocimiento de la testigo sobre lo que
sucedía en torno a Radio María, lo que se traduce en conclusiones poco objetivas. Por
otra parte, en cuanto a la campaña de desprestigio (publicaciones de L.S.C. y F.T.),
ninguna de las pruebas aportadas liga a O. con estas publicaciones, salvo que conocía
a las personas responsables de ellas, lo que no resulta suficiente para presumir que
actuaban a pedido de O., y en lo que se refiere a F.T., su testimonio no puede ser
sustituido o introducido al proceso por un informe policial o las manifestaciones de
testigos de referencia. En cuanto al tema de los ofrecimientos de dinero, reclama el
quejoso, que la testigo I.R. fue el único sustento de la sentencia en ese sentido,
dejando de lado el Tribunal las manifestaciones, sobre ese aspecto, rendidas por F.S.,
R.J., N.C. y J.M.P. En cuanto a la primera llamada amenazante, estimada por el
Tribunal como elemento para vincular a O. en el homicidio de Parmenio Medina, el
defensor utiliza argumentaciones similares a las que, sobre este mismo tema, expresó
el codefensor William Guido Madriz, reiterando que en el proceso se introdujo la
declaración de J.A. a través de la declaración de un policía y de O.B., cuando nunca se
recibió en juicio la deposición de ese testigo, ni se tomó bajo la modalidad del anticipo
jurisdiccional de prueba. En cuanto a la segunda llamada amenazante, efectuada el 7
de mayo de 2001, alega el quejoso, que no existe prueba de que su autor fuera O., por
lo que la conclusión a la que arribaron los Jueces es presuntiva sin mayor respaldo
probatorio. En lo referente a los disparos efectuados contra la casa del comunicador
asesinado, los Juzgadores se sustentaron en dos elementos probatorios: las
declaraciones de I.R. y R.J., sin embargo, a juicio del recurrente, tales testimonios no
son suficientes para establecer que el autor fuera su representado, o que se actuara
por su encargo. Sobre el tema de la vinculación entre O. y L.ime, relacionada con la
entrega del teléfono celular, sobre el cual hizo también referencia el codefensor Guido
Madriz, el impugnante alega la inexistencia de prueba para concluir, como lo hizo el
Tribunal, que cuando telefónicamente L. hace mención a un empresario que le ayuda,
suministrando dinero con el propósito de acabar con la vida de Medina Pérez, se estaba
refiriendo a O. Por último, en lo que se refiere a las amenazas de muerte, reitera los
argumentos que sobre el particular, señaló el codefensor Guido Madriz, indicando que
los razonamientos expresados en sentencia devienen contradictorios, frente a la
absolutoria, por los mismos hechos, a favor de Minor Calvo Aguilar. En suquinto
motivo alega fundamentación contradictoria, en detrimento de lo establecido en los
artículos 369 incisos d) y g) del Código Procesal Penal; 39 y 41 ambos de la
Constitución Política. El impugnante reitera el tema sobre las amenazas de muerte y el
atentado contra la casa del comunicador Medina Pérez y los argumentos señalados
supra, similares a los del codefensor Guido Madriz, en cuanto a que, para los
Juzgadores, los elementos tomados en consideración no son suficientes para incriminar
a Minor Calvo Aguilar, pero sí lo son para condenar a su cliente, por los mismos
hechos. Los reclamos no son de recibo: Por su estrecha relación temática se avoca
esta Sala a su resolución conjunta. Dentro de una comprensión integral del fallo, y sin
enfatizar en aspectos descontextualizados del “todo” que significó la sentencia dictada
conforme a las pretensiones del impugnante, se advierten con claridad los hechos y las
pruebas que lo respaldaron, permitiendo a los Jueces concluir sobre la delictiva
participación de O. en el homicidio de Parmenio Medina Pérez, y que son ignorados por
el gestionante, bajo criterios especulativos sin mayor soporte. Cabe señalar, como en
forma amplia se expuso al dar respuesta a los cuestionamientos del defensor William
Guido Madriz, codefensor de O., a los cuales se remite al ahora recurrente, el fallo se
sustentó en prueba abundante, al margen de las manifestaciones de I.R., que aun
cuando el Tribunal las utiliza en parte para respaldar sus argumentos sobre las
llamadas amenazantes (específicamente la del 7 de mayo de 2001), así como sobre el
atentado a su casa de habitación ocurrido dos días después, en tanto sus declaraciones
se vieron apoyadas con otras probanzas cuya credibilidad no pudo ser desvirtuada
(R.J. y M.A.), no es ni por asomo esta testigo, el soporte esencial del fallo, como
parece entenderlo el quejoso, de tal manera que, como se afirmó anteriormente,
cuando se planteó la posibilidad de excluir hipotéticamente lo relativo a las amenazas
personales y los ofrecimientos de dinero que el comunicador ofendido confió a su
círculo familiar y laboral más cercano, el fallo se mantiene incólume, en tanto otras
probanzas de mayor trascendencia, citadas y comentadas dentro del recurso de
Casación incoado por el abogado Guido Madriz, permiten establecer el nexo causal
entre O. y L., de connotaciones diferentes a lo que fue la participación acusada de
Minor Calvo Aguilar y los restantes encausados, en el ilícito que se analiza, debiendo
remitirse el gestionante a las argumentaciones que sobre el particular, de forma
abundante expuso esta Sala en considerandos anteriores, a efecto de no incurrir en
repeticiones innecesarias.

XXVII.-

Sexto motivo.Violación al principio in dubio pro reo . Reclama el impugnante que en


sentencia se tomaron en consideración como indicios incriminantes contra su
representado, la llamada de J.A. al teléfono de O., y los teléfonos que se le
decomisaron al coimputado L. Sin embargo, reclama el quejoso que tales indicios no
son suficientes para ligar a L. con su defendido, máxime cuando en una de las
llamadas aquel indica o amenaza con hundir a cualquiera y mentir. Alega el defensor
que los Juzgadores transcribieron una serie de conversaciones intervenidas, pero no
delimitaron de cuál teléfono se infieren. Indica que si se trató de un teléfono
intervenido, la prueba es ilegítima, pues ya el proceso estaba abierto, 2004, y no había
secreto sobre el mismo, por lo que a su juicio, el indicio debe ser rechazado, y en todo
caso, contradictoriamente, el indicio fue útil para condenar a O. pero inútil para
condenar a Minor Calvo Aguilar. Los reclamos no son de recibo: Respecto al alegato
del defensor en torno a las llamadas telefónicas provenientes del teléfono asignado a
J.A., para el mes de julio de 2001, específicamente el 7 de julio de ese año, en que se
produjo la muerte homicida del ofendido (número […]), dirigidas como destino al
teléfono celular en uso de O., para esa época ([…]), realizadas una a las 14:36 horas y
la otra a las 16:14 horas, según se señala en la sentencia, con sustento en la
declaración del oficial del Organismo de Investigación Judicial, J.F., y el informe
correspondiente, visible a folios 4700 a 4714, del tomo X del expediente principal, en
realidad solo son mencionadas dentro del fallo, sin que se hayan tomado en cuenta,
contrario al reclamo del quejoso, como un indicio que incriminara a su cliente, en tanto
no se acreditó siquiera si esas llamadas fueron efectivas, en el sentido de que
produjeran una conversación entre J.A. y O., y menos aun, el contenido de tales
contactos telefónicos (ver folio 1816, tomo IV del fallo), por lo que, a juicio de esta
Sala, reafirmarían, lo que ya era de conocimiento dentro del proceso, y que se
relaciona con la vinculación, previa a los hechos investigados, existente entre J.A. y O.
Tal y como en forma reiterada se ha establecido anteriormente, argumentaciones a las
cuales ha de remitirse el impugnante, fueron otros los indicios utilizados por el Tribunal
para determinar la participación y responsabilidad penal de O. en los acontecimientos
relativos al homicidio del comunicador Medina Pérez, que permitieron sustentar el
juicio de culpabilidad en su contra, entre ellos, y aunque el recurrente, en forma
subjetiva lo rechaza, toda la información probatoria derivada de la llamada telefónica
que J.A., por mandato de O., le hiciera directamente al ofendido en noviembre de
2000, indicándole entre otras cosas, que dejara de hacer comentarios sobre el Padre
Minor y Radio María, en su programa, y que recordara que en Colombia, muchos
periodistas han caído por ponerse a hurgar donde no los han llamado, y que no
siguiera escarbando, porque de pronto eso le perjudicaría enormemente a él o a
alguien de su familia (ver folio 1811, tomo IV del fallo). Sobre estos aspectos, esta
Cámara se ha referido abundantemente al resolver los cuestionamientos similares
expresados por el codefensor William Guido Madriz. Por otra parte, ciertamente se
consideraron como parte del haber probatorio esencial, las llamadas telefónicas
intervenidas a los teléfonos celulares utilizados en el Centro Penal La Reforma, por el
coimputado L. (números […]), producto de las solicitudes de intervención que el
Ministerio Público interpuso, dentro de su investigación preparatoria, ante el Juez Penal
correspondiente, de conformidad con los artículos 9 y 10 de la Ley Nº 7425 sobre
Registro, Secuestro y Examen de Documentos Privados e Intervención de las
Comunicaciones, y que fueron acogidas por la autoridad jurisdiccional en aplicación de
los numerales 9, 10, 12, 13, 17, 18 y 19, de la citada ley especial; 62, 68, 205, 283,
288 y 289, todos estos del Código Procesal Penal (ver folios 1 a 32, del Legajo
correspondiente al número […]; y 1 a 89 del legajo de trascripción de casete sobre el
teléfono […]). Todas estas diligencias, que se encuentran facultadas dentro de la
investigación que debe realizar el órgano fiscal, producto de la comisión de un ilícito
puesto en su conocimiento, como parte del procedimiento de investigación o
preparatorio, a efecto de determinar si hay base suficiente para el juicio, conforme lo
señalan los artículos 62, 180, 181, 182, 183,201, 274 a 277, 289 a 292, todos del
código adjetivo, fueron de pleno conocimiento de las partes, entre ellas los defensores
y los acusados, a efecto de que, en un adecuado desenvolvimiento de su defensa
material y técnica, se impusieran del contenido de las grabaciones y manifestaran lo
pertinente en defensa de sus intereses, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 18
de la citada Ley 7425, de allí que no observe esta Sala quebranto alguno al debido
proceso y el derecho de defensa que pudiera promover la ilegalidad de la prueba
recabada. En cuanto a la llamada que realizara J.A. a Medina Pérez, fue el propio
afectado quien la grabó y la hizo pública, desde antes de su muerte, ingresando con
posterioridad al haber probatorio incorporado, dentro de la investigación del delito
perpetrado en su contra, relacionándose con otras probanzas que le dieron
confirmación, según lo establece el numeral 29 de la mencionada ley especial sobre la
intervención de las comunicaciones. Por otra parte, en lo que se refiere a la valoración
de las intervenciones telefónicas y la lectura que la defensa del acusado O. realiza en
cuanto a lo señalado en el fallo, al relacionar el teléfono […], decomisado al justiciable
L. el 7 de marzo de 2004, con las llamadas efectuadas por este imputado a terceras
personas (una mujer llamada Ke., a xxxx , a xxxx, a otra mujer a quien nombra como
“Ti.”), se indicó con anterioridad que dentro de una comprensión integral del fallo, se
entiende que esas llamadas no fueron hechas del aparato telefónico correspondiente a
la línea […], sino de otros dos teléfonos: uno que se refiere al teléfono móvil […], que
le fuera proporcionada al acusado por el periodista A.M., y el otro que corresponde al
[…], de uso público en el Centro Penal La Reforma, aspectos desarrollados con
amplitud por el Tribunal al pronunciarse sobre los elementos de convicción
relacionados con este último encausado, y que llevaron al dictado de un fallo
condenatorio como autor del delito de homicidio calificado . Estése el quejoso a los
argumentos vertidos también por esta Sala sobre el particular en los considerandos
precedentes. Cabe hacer mención también al contenido de la conversación telefónica
sostenida por L. con xxxx (hija de xxxx ), el 9 de junio de 2004, donde entre otras
cosas, el justiciable expresa: “… si quieren ver a un hijueputa que invente varas para
hundir al Padre Minor, para hundir a ese empresario, espere pa que vea, espere pa que
vea…” (casete 11, lado A, caja 10, prueba 18, folio 75 del Legajo de trascripción de
casete. Intervención telefónica del 374-5852), tal y como lo analizó el Tribunal, esa
expresión no puede ser tomada en beneficio de O. (que es el empresario al que se
refiere L., y así lo reconoció en debate la testigo xxxx ), en tanto, dentro de una
valoración integrada de todas las pruebas, la circunstancia de que el abogado de O. en
ese momento (A.J.A.) estuviera suministrando dinero a L. (y así lo establece el mismo
acusado en esa y otras conversaciones telefónicas intervenidas que fueron
incorporadas al haber probatorio, sostenidas con dicha testigo y con otras personas),
no podían razonablemente llevar a pensar otra cosa que no fuera la de que L. contaba
con medios o elementos para perjudicar a O. (precisamente por ser este, según lo
indican los Jueces, quien le pagó para que diera muerte al ofendido), pues en efecto,
no resulta lógico que un abogado esté constantemente dando dinero a su cliente,
cuando lo normal es que sea a la inversa, por los servicios profesionales prestados.
(ver folio 1825, tomo IV del fallo). A juicio de esta Sala, las inferencias obtenidas por
el Tribunal de la relacionada prueba, en modo alguno, pese a la opinión del quejoso,
quebranta las normas de la sana crítica, y por el contrario, son fiel reflejo de la
interpretación racional que de las llamadas telefónicas intervenidas puede hacerse. Por
último, en lo referente a la queja del defensor Navarro Arias, estimando que los
indicios utilizados para condenar a su representado no fueron de igual utilidad para
obtener un resultado similar contra Minor Calvo Aguilar, quien resultó absuelto por el
homicidio de la víctima, se reitera que la situación probatoria de ambos acusados no es
de idéntica significación, en tanto en el caso de Calvo Aguilar, no se aportaron
elementos de convicción certeros e independientes que permitieran arribar, fuera de
toda duda, a su culpabilidad, argumentos establecidos con amplitud por esta Sala, a
los cuales se remite al quejoso. Por todo lo expuesto, se declara sin lugar el reclamo
del impugnante.

XXVIII.-
RECURSO DEL LICENCIADO PRIMO CHACÓN BARQUERO (defensor público del
imputado absuelto Xxxx). ÚNICO: Falta de fundamentación de la sentencia: El
impugnante reclama el quebranto de los artículos 142, 363 b) y 369 d), todos del
Código Procesal Penal, por cuanto el Tribunal sentenciador absolvió a su representado
por el delito de homicidio calificado, cometido en perjuicio de Parmenio Medina Pérez,
que inicialmente le atribuyera el Ministerio Público, en aplicación del mandato expreso
del principio de inocencia, dada la insuficiencia de pruebas en su contra. Sin embargo,
a juicio del quejoso, Xxxx debió haber sido absuelto por plena demostración de
inocencia, y no solo indicar, luego de cuatro años de reclusión preventiva, que la
prueba ofrecida no lo incriminaba, sin valorar los indicios expuestos, para acreditar una
certeza negativa, limitándose los Juzgadores a valorar de forma aislada el material
probatorio aportado, sin hacer referencia alguna a las manifestaciones del enjuiciado
vertidas en el ejercicio de su defensa material, por más de una hora, al finalizar el
debate y concederle la palabra. Reclama el impugnante que en la especie existe una
serie de indicios graves, precisos y concordantes que permiten concluir, bajo
parámetros de certeza negativa: 1) la ausencia de contacto telefónico o cualquier otro
vínculo entre su defendido y los restantes imputados o personas relacionadas con este
caso. 2) ausencia de contacto o vínculo entre Xxxx y O., pese a que para la fecha de
detención de su cliente, su condición económica se había deteriorado (y si hubiesen
mantenido contacto previo, bien pudo acudir a O. para que le ayudara), luego de haber
tenido gran solvencia monetaria durante el tiempo en que se da el homicidio de la
víctima, y sobre esta última condición declararon los testigos M.A.M. e I.S.S.,
desacreditando que el dinero fuera el móvil (como se indica que sucedió con los otros
acusados) para participar del homicidio, pues una persona tan adinerada como Xxxx,
para el momento del suceso, no iba a participar en un delito, por una fracción de una
suma inferior a diez millones de colones. 3) No se demostró que Calvo Aguilar y O.,
conocieran, ni por asomo, a Xxxx, y el testigo del Ministerio Público, J.A.J., quien
supuestamente iba a ligar a su defendido con O., ubicando juntos a estas dos
personas, en una ocasión, en el Residencial El Marino en San Pablo de Heredia, no
declaró en debate, y en todo caso, sería una declaración falsa, pues se demostró
documentalmente que Xxxx no vivía en dicho residencial (ver expediente número 01-
001928-0370-CI en relación con el oficio DIM-07-07 de 25 de enero de 2007, del
Departamento de Ingeniería de la Municipalidad de San Pablo de Heredia, legajo de
prueba para mejor resolver de la defensa del imputado). 4) En debate, tanto la fiscal,
durante sus conclusiones, como el oficial de policía J.F., variaron la hipótesis fáctica
inicialmente acusada, y establecen que la persona encargada de contactar a los
sicarios fue F.T., quien debió ser acusada, pero no lo fue (ver grabación de las
conclusiones de la fiscal, del día 15 de junio de 2001, secuencia 1350 y 1355), sin
embargo, ello no fue valorado por el Tribunal, pese a que el testigo R.J., también
señaló tal situación (ver folios 1819 y 1820 de la sentencia), pero este testimonio
solamente fue analizado para condenar a O., pero no para desacreditar la participación
de Xxxx. Por ello, solicita se absuelva a su defendido por certeza negativa. El reclamo
es de recibo: Nuestra Constitución Política garantiza el principio de inocencia, al
establecer en su artículo 39, en lo conducente: “A nadie se hará sufrir pena sino por
delito, cuasidelito o falta, sancionados por ley anterior y en virtud de sentencia firme
dictada por autoridad competente, previa oportunidad concedida al indiciado para
ejercitar su defensa y mediante la necesaria demostración de culpabilidad...”, principio
que recoge nuestra legislación procesal penal en el numeral 9, al garantizar el estado
de inocencia de un imputado en todas las etapas del procedimiento, mientras no se
declare su culpabilidad en sentencia firme, debiendo estarse a lo más favorable para el
incriminado, en caso de duda sobre las cuestiones de hecho. En la causa examinada, al
imputado Xxxx, el Ministerio Público le atribuyó en la acusación inicial, haber actuado
de intermediario para que los justiciables O. y Minor Calvo Aguilar, contactaran al
imputado xxxx, a finales de febrero del año 2001, con la finalidad de que éste a su vez
contratara a un grupo de hombres que le dieran muerte al ofendido Parmenio Medina
Pérez (ver hecho número 56 del elenco de hechos acusados, folio 27 de la sentencia).
Sin embargo, al final del debate, el Tribunal, tuvo por no demostrada la acusación que
el órgano fiscal le atribuía a Xxxx y procedió a absolverlo, por mandato expreso del
principio de inocencia, estimando por una parte, la insuficiencia de pruebas en su
contra para acreditar un fallo condenatorio (ver folio 1881, tomo IV), y por otra, la
ausencia de elementos probatorios incriminantes que permitan afirmar con certeza, su
participación en los hechos endilgados (folio 1887, mismo tomo), lo que a todos luces
se muestra contradictorio, en lo que se refiere a los efectos que tal planteamiento
conlleva, en tanto la insuficiencia de pruebas, daría como resultado una decisión
absolutoria por duda, pero la inexistencia de elementos incriminantes, como también lo
proponen los Jueces, desplazaría la duda, permitiendo una absolución por certeza
negativa, tal y como lo reclama el impugnante. Sin embargo, la contradicción
apuntada, por la especial naturaleza del reproche y el agravio formulado, no inhibe a
esta Sala, de incursionar en el fondo de la articulación. Conviene recordar, en primer
término, que para arribar a la verdad de los hechos sometidos a conocimiento del
Tribunal de sentencia, los Juzgadores han de valorar las pruebas aportadas al proceso,
con el propósito de adquirir la certeza necesaria, ya sea para condenar a la persona
acusada por plena acreditación de su culpabilidad (certeza positiva), o bien para
absolverla, criterio este último que presenta dos alternativas diferentes, y si bien
ambas coinciden en la imposibilidad de que se haya desvirtuado la presunción de
inocencia a favor del justiciable, cada una de ellas va a evidenciar efectos distintos, ya
sea que la absolutoria se manifieste por certeza negativa, que involucra la inexistencia
del hecho denunciado o porque el acusado no lo cometió, o bien que se produzca la
duda en cuanto a que el imputado haya incurrido en la comisión de la conducta
acusada, por ser la prueba aportada y analizada, insuficiente para arribar a criterios de
certeza (positiva o negativa), lo que dará como resultado la absolución, pero con
sustento en el principio in dubio pro reo. Del estudio de la causa se advierte que el
Tribunal se avocó al análisis de una serie de elementos probatorios: declaraciones de
R.S., R., C., J.V.R. y el anticipo jurisdiccional de prueba rendido por L., visible a folios
921 a 939, tomo III del expediente, desvirtuando una a una las pruebas mencionadas,
determinando que ninguna de ellas vinculaba a Xxxx con el homicidio de Medina Pérez,
restando absoluta credibilidad al testimonio de C., sobre el cual, afirmaron los Jueces,
se vio controvertido por otras pruebas recibidas en debate, que determinaban que en
las situaciones en que ese testigo relacionaba a Xxxx, en realidad se estaba refiriendo
a otra persona de nombre J.M.C. (ver folio 1885, tomo IV). Por otra parte, en lo
referente a los testimonios de M.A.M. e I.S.S., a juicio del Tribunal, solo se refirieron a
Xxxx como un empresario futbolístico, de origen colombiano y radicado en el país, y el
testigo J.V.R., ofrecido por la representación fiscal, ni siquiera mencionó a Xxxx en su
declaración (ver folio 1886, tomo IV). Por último, en lo referente al anticipo
jurisdiccional de prueba, vertido por L.B., para el Tribunal de sentencia, no merece
mayor credibilidad, y en todo caso, aun acogiendo esta parte de su testimonio donde
menciona a una persona a quien la policía asocia como el acusado de marras, no le
atribuye mayor participación que haber conversado en alguna oportunidad, en la calle,
con xxxxx, mencionándolo bajo el nombre de ”C.R.”, sin embargo, sobre este aspecto,
la defensa técnica de Xxxx, hizo llegar a los autos, prueba documental, sobre la
existencia de otro sujeto colombiano, de nombre, J.C.C., condenado por un delito de
tráfico de drogas, y que para el momento de esa supuesta conversación entre Xxxx y
el sujeto nombrado como “C.R.”, aquel sujeto de nacionalidad colombiana, se
encontraba disfrutando de un beneficio penitenciario (ver folio 1886, mismo tomo). En
todo caso, a juicio de los Juzgadores, las pruebas analizadas en modo alguno lograron
vincular a este acusado con el homicidio de Parmenio Medina, ni con el hecho
endilgado por la representación fiscal, lo que los llevó a afirmar que, en el caso de
Xxxx, se estaba ante la ausencia de elementos probatorios incriminantes que
permitieran afirmar con certeza su participación en los hechos acusados (folios 1886 y
1887, tomo IV). Pero aun más, tal y como lo reclama el impugnante, y lo percibió esta
Sala al observar y escuchar la grabación en audio y video, de las conclusiones rendidas
por la representación del Ministerio Público durante la sesión del 15 de junio de 2007,
secuencia 13:57:30 y 14:00:05, al analizar las pruebas aportadas en acopio a la
demostración de su tesis acusatoria, en especial la declaración del oficial del
Organismo de Investigación Judicial, J.F., quien también se refirió al mismo aspecto,
en su deposición rendida en debate, según se advierte a folio 427 de la sentencia,
tomo I, la fiscal de juicio manifestó, a efecto de reafirmar la vinculación entre el
imputado O., con al abogado F.T., que había sido éste último quien había contactado a
las personas que buscarían a los sicarios que acabaran con la vida de Medina Pérez,
eliminando así, el único eslabón en la cadena delictiva que dio como resultado el
asesinato de la víctima, donde figuraba Xxxx, al trasladar su función de intermediario,
al citado F.T., lo que a la postre motivó que fuera el mismo Ministerio Público, el que
solicitara la absolución del mencionado Justiciable. Desde esta perspectiva, que para el
Tribunal resultó muy clara y que lo llevó a decantarse por el fallo absolutorio a favor de
dicho enjuiciado, se evidencia con absoluta propiedad, que al final del proceso, el
hecho denunciado contra Xxxx no existió y no lo fue por el imputado, careciendo la
hipótesis acusatoria de pruebas incriminantes sobre el particular, circunstancias que
devienen contrarias a una conclusión, que si bien es cierto, exonera al incriminado de
pena y responsabilidad, lo hace en aplicación del principio de inocencia y no por
certeza negativa. Advierte esta Sala que el razonamiento vertido en la resolución
cuestionada, contiene un error importante, con incidencia en la decisión adoptada, al
estimar inaceptable las pretensiones de la defensa material y técnica del enjuiciado,
quienes reclamaron la absolución por plena inocencia, por cuanto el hecho
“definitivamente existió, cual es la muerte del ofendido” (ver folio 1887, tomo IV),
confundiendo los Jueces, el “resultado muerte”, con el hecho denunciado al imputado,
cual fue en este caso, la atribuida intermediación de Xxxx, contactando a los acusados
O. y Calvo Aguilar, con el coimputado xxxx, para que éste, a su vez, buscara las
personas que en definitiva, darían muerte al comunicador Medina Pérez. Por todo lo
expuesto, se declara con lugar el recurso de casación interpuesto por el defensor
público, P., y resolviendo por el fondo, se modifica el fallo dictado, en cuanto absolvió
al imputado Xxxx, de toda pena y responsabilidad, en el homicidio calificado ocurrido
en perjuicio de Parmenio Medina Pérez, por mandato expreso del principio de
inocencia, y en su lugar, se mantiene la absolutoria dictada, pero bajo parámetros de
absoluta inocencia, en aplicación del principio de certeza negativa.

B.-

SOBRE EL DELITO DE ESTAFA.


XXIX.-

B.-
SOBRE EL DELITO DE ESTAFA. RECURSOS INTERPUESTOS POR LOS
LICENCIADOS RODRIGO ARAYA SOLANO (defensor particular del imputado
Minor Calvo Aguilar), WILLIAM GUIDO MADRIZ y MARIO NAVARRO ARIAS
(codefensores del encartado O.). 1. El primer tema planteado por los defensores
de Calvo Aguilar y O. se refiere a la ausencia de tipicidad del delito de estafa, errónea
interpretación del artículo 216 del Código Penal o bien inexistencia del delito de estafa
(recurso por el fondo y por la forma). Por tratarse de un mismo planteamiento con
argumentos similares, esta Sala opta por resolver los motivos interpuestos en forma
conjunta. Alegan los recurrentes, en términos generales, que el Tribunal encontró
responsable a sus defendidos por el delito de estafa y les impuso quince y doce años
de prisión, cuando los hechos atribuidos y tenidos por demostrados, no encuadran
dentro del tipo penal contemplado en el artículo 216 ibidem, por lo que debieron ser
absueltos de toda pena y responsabilidad, por atipicidad objetiva y subjetiva derivada
de ese elenco probatorio (puntos del 1 al 36 del epígrafe correspondiente). Señalan los
recurrentes que del marco fáctico demostrado no se derivan los elementos esenciales
del tipo objetivo de la estafa, a saber, ardid, error y perjuicio patrimonial, ni tampoco
el elemento subjetivo del dolo, ni la causa agravante contenida en el párrafo segundo
de dicho numeral, y no se acreditó tampoco el nexo causal entre cada uno de estos
elementos constitutivos del delito relacionado. Alegan los quejosos, que los Juzgadores
no pudieron establecer el elemento del error, en razón de que no declaró ni una sola
persona que adujera ser víctima por estafa, respecto a alguna “donación” otorgada a
Radio María, lo que imposibilitó al Tribunal, contar con este elemento psicológico,
puesto que no pudieron los Jueces saber la forma, modo o circunstancia en que alguna
persona ofendida se vio expuesta a error, producto de un ardid desplegado por los
acusados, que llevara a una disposición patrimonial que produjera perjuicio. Reiteran
que ante la ausencia de ofendidos, no se logra identificar la motivación de los
donantes, y con ello la imposibilidad de demostrar que el dinero dado por aquellos fue
utilizado en actividades distintas para las cuales se donaron, y tal imprecisión le
impediría a sus representados, llegar a algún acuerdo (medidas alternas) con los
ofendidos sobre los extremos reclamados. Asimismo, el defensor de Calvo Aguilar
señala que no se especifica en los hechos probados, cuáles fueron los programas
radiofónicos que este acusado utilizó para motivar a los fieles de Radio María, a
desprenderse de su patrimonio y entregarlo a la emisora, durante los veintiséis meses
en que ésta operó, a efecto de determinar si hubo engaño, estableciendo si el acusado
Calvo Aguilar se comprometió a destinar dichos ingresos a una específica finalidad,
para luego comprobar si la cumplió o no. En este mismo punto, a saber, si los dineros
recaudados se destinaron a fines diferentes de los propuestos, también se refieren los
defensores Guido Madriz y Navarro Arias, en lo que toca a su representado. Por otra
parte el Licenciado Araya Solano enfatiza que el Tribunal, durante el tiempo de
operación de Radio María de Guadalupe, tuvo por demostrado que ingresaron
millonarias sumas de dinero, tanto en colones como en dólares, pero, según su
criterio, no señala si todo ese dinero provenía de las donaciones de los fieles, y si fue
así, qué cantidad se utilizó para cubrir los gastos normales de operación de dicha
emisora, es decir, omitió delimitar los montos que fueron empleados en la operación
regular de la radio, de aquellos que, a juicio de los Jueces, resultaron desviados para
beneficio personal de Calvo Aguilar y O. Se reclama también por parte del mismo
profesional que no se determinaron los motivos por los cuales Calvo Aguilar realizó
reuniones o viajes, cuando los jueces se refirieron a los rubros utilizados por su
defendido en beneficio personal: comidas en restaurantes, boletos de avión para sus
hermanos y amigos íntimos, dinero percibido por O. y por familiares y allegados al
Padre Minor Calvo. No se indicó si tales egresos constituían o no actividades propias de
la emisora en las que debían participar, tanto este acusado como algunos de los
miembros de su comunidad, o si los vehículos adquiridos, fueron o no utilizados para el
normal desarrollo de la actividad radial, entre otras circunstancias, lo que deviene
importante para establecer el perjuicio patrimonial causado. Por su parte, la defensa
de O. señala que en su caso, ni siquiera se pudo comprobar la calidad de socio o
miembro del grupo que administraba la radioemisora, ni que ejerciera dirección
funcional de la misma, limitándose su intervención al préstamo de dinero para el
arriendo de la frecuencia. Reclaman los impugnantes, que se estableció como
ofendidos, a los fieles de Radio María y a la Iglesia Católica, sin embargo, con respecto
al ente religioso, no se cuenta con prueba que determine que de alguna forma resultó
perjudicada, ni se planteó denuncia; y en cuanto a los fieles de la emisora, el concepto
es equivocado, pues la radio no puede tener “fieles”, sino “radioescuchas”, siendo en
todo caso un concepto indeterminado, que impide concretar dónde estuvo el error y el
monto de la disposición patrimonial erogado, así como el perjuicio que sufrieron, y por
ende, la posibilidad de acudir a salidas alternas al conflicto, conforme lo permite el
proceso penal, reiterando que no pudieron ser identificadas las personas que
conformaban esa masa de ofendidos. En el marco del reclamo sobre la configuración
del delito de estafa, los defensores de ambos imputados acusan, finalmente, falta de
fundamentación, fundamentación contradictoria o ilegal, violación a las reglas de la
sana crítica y vicios de fundamentación jurídica. Reclaman los promoventes, que en lo
que se refiere al delito de estafa, no fueron afectados “intereses difusos”, como
erradamente lo consideró el Tribunal, pues el bien jurídico tutelado en estas conductas
fraudulentas es el patrimonio, no bienes jurídicos colectivos, sin que por otra parte, los
Juzgadores lograran definir si las donaciones fueron para el Padre Minor Calvo en su
carácter personal, o para Radio María, tal es el caso de la testigo J.H., quien afirmó
haber donado a favor del Padre Minor, y éste podía hacer con la donación lo que
quisiera, incluso, disfrutarla en forma personal. Establecen los defensores, en línea
común de argumentación, que la “donación” elimina la estafa, pues de acuerdo a
nuestra legislación civil (artículo 1404 del Código Civil), la donación es un contrato
gratuito, y opera por la liberalidad del donante, siendo un contrato sin
contraprestación, es decir, la propiedad se transfiere con solo la aceptación del
donatario, y de los hechos probados se desprende que las donaciones realizadas por
los radioescuchas de Radio María, no se hicieron con la finalidad de recibir una
contraprestación a cambio, ni concretamente producto de una promesa personal de
utilizar el dinero o bienes en determinada situación. Refiere el defensor de Calvo
Aguilar que los dineros donados a Radio María o al Padre Minor, pasaron a completo
dominio y propiedad de la emisora o del imputado, sin promesa o contraprestación de
utilizar el dinero en un asunto predeterminado. Las defensas de O. y Calvo Aguilar
alegan, también, que la sentencia se contradice cuando, por un lado, afirma que se
cumplieron los fines propuestos por medio de los mensajes radiales y, por otro,
asevera lo contrario, que tales propósitos no fueron cumplidos. De igual manera, el
Licenciado Navarro Arias, acusa violación al principio in dubio pro reo en razón de que,
según su criterio, se dio en el juicio una gran duda respecto a la calificación legal que
correspondía hacer, ya que supuestamente una gran cantidad de hechos configurarían
a lo sumo estafas menores que a su vez, obligarían a la posibilidad de dar paso a
soluciones alternas que no pudieron ser concretadas, o bien estarían prescritas.
Cuestiona asimismo este profesional que no hay suficiente fundamentación para
estimar que en la especie se dé la modalidad de delito continuado, forma en que el
Tribunal estableció la pena a imponer. Por último, en este tema, los recurrentes
reclaman el vicio de indebida aplicación del párrafo segundo del numeral 216
del Código Penal, pues a su juicio, de los hechos probados en el fallo cuestionado, no
se logra extraer la acreditación de circunstancias agravantes que faculten la elevación
de la pena, o bien que, en el caso del defensor Araya Solano, como encargado o
apoderado de Radio María, Calvo Aguilar haya obtenido, total o parcialmente, recursos
del ahorro público. Por mayoría se rechazan los reclamos interpuestos . Luego de
una discusión previa acerca del marco fáctico acusado y las posibles calificaciones
jurídicas que -en principio- hizo el Ministerio Público, el Juez Penal en su Auto de
Apertura a Juicio, la apelación que planteó la representación fiscal y la definición que
hizo el Tribunal de alzada, dejando claro que la relación de hechos acusados era lo que
importaba y no las calificaciones jurídicas provisionales que se habían anticipado, y
que, sólo en sentencia se daría la calificación definitiva, el a quo, según los tipos
penales en juego, incluyó en su fallo la tipificación del delito de Estafa en contra de O.
y Minor Calvo Aguilar. Este aspecto, reclamado por la defensa de ambos imputados,
quedó debidamente resuelto, dado que, efectivamente, tal y como lo señala el Tribunal
sentenciador, siempre y en todo momento se imputó un elenco de hechos que fueron
los mismos que llegaron a juicio y, un error de apreciación cometido por el Juez Penal,
respecto a las calificaciones legales provisionales fue debidamente corregido por el
Tribunal de apelación (ver folios 1693 a 1697). En su momento, ese Tribunal de
Apelación le aclaró a las partes interesadas que el sobreseimiento dictado por el Juez
Penal carecía de la imprescindible relación de hechos probados y que, además, la
apertura a juicio dictada contenía toda la relación fáctica inicialmente acusada por el
Ministerio Público, reduciéndose el reclamo a una cuestión de mera calificación
preliminar que no podía resolverse definitivamente sino en sentencia. Literalmente, en
esa oportunidad el Tribunal de Apelación dijo: “Es de todos conocido que el marco
fáctico que se somete a conocimiento de un tribunal de juicio se le da siempre
una calificación jurídica, que es claramente provisional y que ha fijado bien el
ente fiscal o bien el juez penal, luego de celebrada la audiencia preliminar. Se
trata simplemente de la calificación jurídica, reiteramos, provisional, que se
da a los hechos y que en modo alguno limita al tribunal. La competencia del
tribunal de juicio en este y en cualquier proceso viene dada por el marco
fáctico, no por la calificación jurídica dado al mismo. Será el tribunal el que,
luego de evacuada la prueba del contradictorio, determine si esos hechos
sometidos a su conocimiento son típicos o no de algún ilícito y de considerar
que son típicos, el establecer en cuál tipo penal encuadran, con independencia
de la calificación jurídica que el Ministerio Público o el juez penal hayan dado
a los mismos. Lo que sí no puede hacer el tribunal es rebasar el marco fáctico
que se conoce a su estudio.” (ver folios 1694 y 1695) Incluso, más adelante,
cuando la defensa presentó esta misma argumentación en debate, el Tribunal le
contestó en sentencia que: “La defensa y el ente fiscal se abocaron en el curso
del debate, a defenderse, de los hechos acusados (no de calificaciones
jurídicas que todos sabemos son provisionales), la primera y a comprobar los
hechos acusados, el ente Fiscal. Tan claro tenían esto las defensas de Minor
Calvo Aguilar y O., que ambas se refirieron en sus conclusiones a los tres
delitos acusados: estafa, homicidio calificado y asociación ilícita. Ello lo
tuvieron claro en las conclusiones, durante el debate y en toda la etapa de
investigación. Es inaudito que luego de dos años de debate y seis de
investigación, donde se han dado miles de audiencias a todas las partes se
venga a alegar a estas alturas por parte de algún profesional en derecho o de
algún acusado que no tenían claros los hechos acusados y su calificación
legal, cuando se desprende de los interrogatorios de los defensores y de la
prueba documental aportada que tenían clarísimo los hechos acusados.”(ver
folios 1695 a 1697). Ahora, la defensa de los imputados alega que los hechos tenidos
por demostrados no encuadran en la figura penal del párrafo segundo del artículo 216,
inciso 2) del Código Penal, tanto en cuanto al tipo objetivo como en cuanto al tipo
subjetivo (dolo) de esta figura. Esta Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia,
analizado el punto, debe concluir, mayoritariamente, en primer lugar, que no llevan
razón los recurrentes y que el Tribunal de sentencia ha fundamentado debidamente
por qué, en el caso bajo análisis, se perfecciona el tipo penal contenido en el artículo
216, inciso 2), párrafo segundo del Código Penal vigente. Para los Jueces de Juicio
han concurrido en la especie los elementos del tipo objetivo de estafa, a saber, (1) la
maniobra engañosa, (2) la inducción del error, (3) la disposición patrimonial y,
en consecuencia, el (4) perjuicio o lesión patrimonial propios de esta figura; de
igual manera, los juzgadores estiman que ha concurrido en el caso el tipo
subjetivo(dolo) en tanto los autores, actuaron con conocimiento y voluntad de
realizar los elementos descriptivos y normativos del tipo objetivo. La Sala de mayoría,
una vez analizados los hechos y los fundamentos del fallo, coincide con lo expuesto por
el a quo en cuanto a la adecuación típica de los hechos acusados y considera que su
decisión debe confirmarse, por las razones que de seguido se exponen. En cuanto al
punto (1) la maniobra engañosa, los jueces sentenciadores, de manera motivada,
expresan en su resolución cómo O. y Minor Calvo Aguilar entraron en negociaciones
para que el primero financiara, y el segundo dirigiera, las transmisiones de Radio
María de Guadalupe, empresa de comunicación que se presentaba al público creyente,
de fe católica, como un medio de evangelización, consejería y ayuda a los necesitados.
El engaño comenzó a evidenciarse, según se desprende del fallo bajo estudio, cuando
O. a realiza una serie de maniobras para no figurar él, personalmente, como
propietario de la empresa, utilizando a terceros o “testaferros” que disimularan la
participación suya -mero hombre de negocios-, lo cual no convenía a la apariencia de
una iniciativa religiosa, caritativa y altruista. Con esto se pretendía disimular lo que
realmente estaba detrás del negocio ilícito. He aquí, según lo aprecia la mayoría de
esta Sala y lo determina bien el Tribunal de sentencia, el primer momento del engaño
perpetrado por los acusados O. y Calvo. Pero además, hay un segundo hecho
engañoso que también ha sido perfectamente establecido en la sentencia que se
analiza: presentar a Radio María como un medio de fines espirituales y nobles, puesto
que se llamaba al público creyente a entregar dinero para financiar campañas de
evangelización, consejería a matrimonios y personas, así como ayuda alimentaria a
familias pobres, cuando, con el tiempo, fue evidente que sólo una pequeña parte –la
indispensable para mantener las apariencias y, por tanto, el error- se utilizaba en
aquellas finalidades, en tanto que O. y Calvo Aguilar, con los dineros recaudados, por
una parte, compensaban la inversión económica hecha por el primero y, además,
permitían al segundo adquirir un status de vida para sí y para un reducido núcleo de
allegados, que disfrutaban de préstamos, viajes vacacionales, cotidianas visitas a
hoteles y restaurantes, así como otras adquisiciones de bienes y servicios alejados de
las promesas ofrecidas. No le cabe duda a esta Sala de mayoría que las actuaciones
descritas constituyen maniobras que presentan hechos falsos como ciertos y que
ocultan o disimulan la verdad de otros hechos, todo lo cual perfecciona uno de los
elementos fundamentales del tipo objetivo de la figura de estafa. Un tercer hecho
engañoso, desarrollado correctamente por el Tribunal sentenciador, consistió en que
Minor Calvo Aguilar abrió varias cuentas corrientes, supuestamente propiedad de una
“sociedad” de nombre “Radio María”, que nunca llegó a existir, dado que el verdadero
cuentacorrentista era el propio Calvo Aguilar, quien tenía estos instrumentos
bancarios a su nombre y disponía libremente de los fondos recaudados. Tampoco cabe
duda alguna a esta Sala de mayoría, que se conforma aquí, otro elemento descriptivo
del tipo objetivo de la estafa, puesto que se hizo creer a la gente que depositaba su
dinero en cuentas corrientes y cajas recaudadoras de una sociedad lícita, cuando en
realidad se trataba de un negocio irregular que personalmente controlaban los
imputados. Por último, como hecho fraudulento relevante, el Tribunal analiza cómo,
una vez cuestionada la empresa ilícita montada por los acusados, se perpetró la
simulación de una venta mediante la cual O. recuperó formalmente su inversión,
apropiándose de todos los activos de “Radio María”, entre otros, de las frecuencias de
transmisión, los equipos y los edificios donde operaban. De esta suerte, se perfeccionó
el segundo de los elementos propios de la figura prevista en el numeral 216 del Código
vigente, a saber, (2) la inducción a engaño. En efecto, en el elenco de hechos
probados y en la consiguiente fundamentación de la sentencia, el a quo, analiza
correctamente cómo, todas las maniobras defraudadoras anteriormente descritas,
llevaron a una cantidad indeterminada, pero muy numerosa, de fieles católicos, a
entregar dineros que como se dijo líneas atrás sólo en una pequeña parte iban
destinados a la evangelización, asesoría espiritual y ayuda a los más necesitados; lo
que a su vez (3) concretó la disposición patrimonial en cada caso y las
consiguientes (4) lesiones patrimoniales. Lo anterior nos lleva al segundo de los
argumentos levantados por la defensa de los imputados en el sentido de que, al no
haberse contado con el testimonio de alguno de los contribuyentes a las campañas de
recaudación de fondos, el error no ha sido demostrado y, en consecuencia, la
tipificación de la conducta no es posible. Pero, contrario a esta apreciación, esta Sala
de mayoría, estima que los miembros del Tribunal juzgador han dicho, en primer lugar
y con todo acierto, que se ha aceptado doctrinaria y jurisprudencialmente que, en
casos como el que se analiza, se perfecciona la estafa con el simple hecho de que “…
el disponente conoce que a cambio de su prestación no obtiene ninguna
contraprestación que compense económicamente esa pérdida, por lo que en
términos estrictamente económicos hay una disminución patrimonial…”. (folio
1697). Tal afirmación es acompañada en sentencia por una larga lista de referencias
bibliográficas que los recurrentes no entran a desvirtuar o a contradecir. Esta
conclusión también es apoyada por un precedente de esta Sala (Voto 454-2004, de las
12:40 horas del 7 de mayo de 2004), donde ya se había dejado en claro que no puede
desconocerse el hecho de que, es autor de estafa quien, aprovechándose de las
creencias religiosas de una persona, logra inducirla en error, engañándola para obtener
beneficios patrimoniales antijurídicos. Esta es una cuestión, que va unida a otra
reflexión, universalmente estudiada y establecida, que consideramos pertinente
mencionar aquí. En el derecho anglosajón se ha desarrollado el concepto de “affinity
fraud” (fraude por afinidad) [ver dirección electrónica
htt://www.sec.gov/investor/pubs/affinity.hfm o también la siguiente dirección
http://,www.pueblo.gsa.gov/cic_text/money/spaffinityfraud/spaffinityfraud.pdf] donde
precisamente se señala que el autor del fraude se aprovecha de la comunión de
ideales, creencias o metas de las víctimas para obtener con mayor facilidad ventajas
patrimoniales de quienes le otorgan autoridad social, política o religiosa. Los
juzgadores, en este caso, y para lo que al imputado Calvo Aguilar corresponde, de
conformidad con el plan delictivo preconcebido, han evidenciado las cualidades de
oratoria que despliega, precisamente como un medio efectivo de convencimiento sobre
la base de la adhesión religiosa del público a que se dirigía, medios que resultaron
idóneos para perpetrar el fraude bajo análisis. Con un sustento probatorio también
muy amplio, el a quo, señala que debe tenerse por cierto que Radio María de
Guadalupe, comenzó a transmitir por medio de la frecuencia 100.3 Mhz. y enlace en
923.5 Mhz, dirigida por el imputado Calvo Aguilar a partir del 1° de marzo de 1999,
proponiendo como objetivos de su actividad: “evangelizar, comunicar mensajes de
paz, impartir el don de amor a los matrimonios, orientar a los jóvenes, servir a los
pobres y dar consejo a quien lo necesitara”. Agrega el Tribunal sentenciador que ligado
a estos objetivos, se exhortó a la audiencia católica a entregar dinero y hasta el
diezmo bíblico pues, según la misma propaganda radial y escrita, era la única fuente
de financiamiento para lograr aquellos propósitos supuestamente nobles. De nuevo la
sentencia da una amplia referencia de prueba testimonial y documental, -tampoco
rebatida ni contradicha por el recurrente-, que apoya esta forma de actuación por
parte de Calvo Aguilar. Y de igual manera, la sentencia subraya cómo, todas las
entregas de dinero entraron a cuentas bancarias a nombre personal de Minor Calvo
Aguilar –aunque solicitadas a favor de una inexistente “Asociación Radio María”- y a
cajas recaudadoras ubicadas en el edificio Patterson en el centro de San José, sede de
la estación radial. Es así como queda establecido fehacientemente en el fallo, que la
audiencia de esta radioemisora fue inducida a error para que entregara sumas de
dinero que supuestamente iban a ser destinadas a unos propósitos que, en la práctica
y mayoritariamente, se utilizaron en otras actividades y gastos, tanto personales de
Calvo Aguilar, de un grupo reducido de familiares y amigos suyos, así como del
coimputado O. Los jueces de sentencia basan esta conclusión esencial en las
declaraciones de los testigos G.B., R.J., I.S., M.E., D.P., J.A., J.S.F. e B. (folios 1699 a
1704), y no se ve, de los alegatos de la defensa, que puedan ser desvirtuadas o
descalificadas de manera alguna. Para esta Sala de mayoría está más que expresado
en sentencia la concurrencia del elemento objetivo del tipo penal en cuestión,
consistente en el “error” a que fue inducida una gran cantidad de personas que
dispusieron de su dinero, entregándolo a las cuentas corrientes y cajas recaudadoras
que controlaba Calvo Aguilar, con el supuesto propósito de contribuir a evangelizar,
ayudar espiritual y materialmente a personas necesitadas y que, en realidad, tales
fines sólo se cumplieron de manera mínima, siendo desviada la mayor parte de lo
recaudado al aprovechamiento personal o de terceros, totalmente distintos de los
prometidos. Queda también evidenciado en la sentencia examinada que, desde un
primer momento, O. y Calvo Aguilar planearon un negocio ilícito muy rentable,
utilizando la fe y caridad de personas, en su mayoría humildes y confiadas, para hacer
acopio de sumas millonarias que no fueron destinadas a los propósitos enunciados.
Para los magistrados que suscriben mayoritariamente esta resolución, lo fundamental,
en cuanto al alegato de la ausencia personal de las víctimas particulares, no es, en el
plano psicológico, “sentirse engañado” o denunciar personalmente el hecho; por el
contrario, lo relevante es que, en este tipo de fraude, por sus características y
naturaleza (mensaje engañoso dirigido a un indeterminado número de personas en
razón de afinidades religiosas) y ante los hechos investigados, por tratarse de delito de
acción pública, el juzgador pueda apreciar cómo una cantidad no establecida con
precisión de personas, fueron inducidas a error para, mediante engaño, hacer
disposición de su patrimonio a favor de quienes despliegan el ardid defraudatorio.
Pretender exigir que la persona directamente engañada sea siempre y en todos los
casos quien exprese ese sentimiento y presente la denuncia, nos llevaría al absurdo de
no perseguir una estafa o fraude perpetrado contra persona desaparecida o muerta,
aunque hubiera suficientes elementos de juicio para establecer la concurrencia del tipo
penal bajo investigación. Bien hicieron los juzgadores en su sentencia en recordar que,
de conformidad con los numerales 16 del Código Procesal Penal y 2 de la Ley Orgánica
del Ministerio Público, esta entidad está en la obligación de ejercer la acción penal en
delitos de acción pública, sin perjuicio de la participación directa de la víctima o
ciudadano ofendido. De igual manera, resulta pertinente recordar aquí, según una de
las voces doctrinarias más autorizadas de nuestro medio que: “Especialmente
cuando el estafador utiliza la caridad ajena como modo de defraudar
normalmente no hay acusación, porque las víctimas, la mayoría de las veces,
ignoran que han sido timadas, o porque cuando se dan cuenta de ello, la
pequeñez de los desembolsos los inhibe a involucrarse en un proceso, con la
pérdida de recursos y tiempo que ello significa. Sin embargo, en determinados
casos, tomando en cuenta el número de víctimas y la importancia de los
aportes, una estafa de contribuciones o limosnas puede alcanzar sumas
enormes.” (Ver Castillo González, F.; El delito de Estafa; Editorial Juritexto, año 2001,
p. 204). Precisamente estos son los supuestos del hecho que se ha conocido y resuelto
en la presente causa, razón de más para entender correctamente fundamentado el
fallo en cuestión. Resulta en consecuencia intrascendente -como a contrario lo
pretende la defensa de Calvo Aguilar en su tercer argumento de importancia-, que en
sentencia se pudiera identificar los programas que en específico se llamó a hacer
entregas de dineros y se utilizaron las maniobras engañosas que indujeron a error a
los seguidores que dispusieron de ellos, puesto que el Tribunal sentenciador ha
expuesto, ampliamente, que se trató de un montaje único, que desde el primer
momento y hasta su cierre, durante los veintiséis meses que señala la propia Defensa,
en Radio María se llamó a los escuchas de manera sistemática, a través de campañas
permanentes, durante todo el día, a entregar dinero para unos determinados fines que
fueron cumplidos mínimamente. Por otra parte, debe señalarse que si bien no es
técnicamente exacto que estemos ante un caso de afectación de “bienes jurídicos
difusos”, según lo apreció el Tribunal, tal inexactitud no afecta lo sustancial de lo
resuelto. Para esta Sala de mayoría, como quedó dicho, estamos más bien frente a un
asunto en que la acción defraudatoria se dirige y se facilita gracias a que un sector
indeterminado de la sociedad, en razón de afinidades, en este caso religiosas, se
convierte en un destinatario particularmente vulnerable, del que se aprovechan los
autores de la estafa. De esta manera, la imprecisión técnica en que incurre el a quo en
nada desmerece el razonamiento de fondo para estimar que ha habido un
desplazamiento patrimonial con fraude en virtud de esas condiciones particulares en
que se encontraron los sujetos activos de la conducta prohibida y los sujetos pasivos
que finalmente resultaron perjudicados en su conjunto. Por otro lado, el hecho de que
hubiera algún testigo, caso de la señora J.H., que manifestara, a posteriori, que no se
sentía perjudicada con el destino que Calvo Aguilar hubiera dado a su dinero, no
desmiente la maniobra inicial de que la solicitud de bienes, dineros y servicios fuera en
principio con una finalidad espiritual o social; así como tampoco desvirtúa que una
gran cantidad de personas tuvieran esa misma motivación que fue finalmente burlada
por los autores de la estafa aquí analizada. En un argumento de defensa más, el
cuarto, el Licenciado Rodrigo Araya Solano, señala que la sentencia debió establecer
con precisión si todos los fondos que manejó la empresa “Radio María” provenían de
las entregas hechas por el público, además, según su criterio, debió establecerse los
montos que fueron utilizados en los giros normales y administrativos de la empresa y,
por el contrario, los que, según el Tribunal, fueron indebidamente utilizados en
restaurantes, boletos de avión para el grupo de allegados a Calvo Aguilar y lo que fue
destinado a retribuir el aporte de O. El alegato no puede aceptarse dado que, conforme
la relación de hechos probados y la motivación de la sentencia lo respalda, queda claro
que la única fuente de ingresos con que contaba Radio María de Guadalupe para todas
sus actividades consistía en las recaudaciones que, por entregas de dinero, hacían los
radioescuchas. Esto fue así tanto para la fundación de la empresa, puesto que se puso
en evidencia que O. intervino como socio que aportó el capital, dado que Calvo Aguilar
no contaba con recursos propios para financiarse, como por los mensajes que
constantemente se dirigieron al público, insistiendo que aquella obra, supuestamente
religiosa, sólo era viable si los fieles contribuían con su sostenimiento. Así que resulta
una mera especulación plantear que podía haber fondos de distinto origen. Además,
también el a quo ha explicado que parte de la situación que enfrentaba Radio María era
su desorden contable, propiciado por el mismo Calvo Aguilar, para no dar cuentas
claras en el momento requerido, cuestión que se reflejó en su renuencia a fundar una
sociedad y mantener, por el contrario, el manejo de la radioemisora como un negocio
personal, junto con O., con un control absoluto de todos sus ingresos. El Tribunal de
Sentencia admite que hubo gastos dirigidos al giro normal de la empresa radiofónica, e
incluso a los fines formalmente programados, pero inmediatamente advierte que tales
erogaciones fueron las menos e ilustra cómo los fondos fueron utilizados para
despropósitos como préstamos personales a allegados de confianza de Calvo Aguilar,
boletos de avión para viajes vacacionales, compras en locales comerciales, gastos en
hoteles y restaurantes, así como pagos hechos a O. a través de intermediarios. De
todos estos extremos los jueces señalan sumas específicas e ilustran su distracción
para finalidades distintas a las propuestas. Tal como le fuera claro al Tribunal de
Sentencia, para esta Sala de mayoría esas especificaciones son suficientes para
establecer las maniobras engañosas que concretaron las disposiciones patrimoniales y
el daño patrimonial configurativos de la estafa bajo estudio (ver folios 1722 y
siguiente). Respecto del alegato de que O. no debe ser tenido por autor del delito de
Estafa, en virtud de que nunca se le demostró que fuera socio, administrador o
miembro del grupo de allegados al coencartado Calvo Aguilar en el manejo de Radio
María de Guadalupe, esta Sala de mayoría debe indicar, en primer lugar, que esas no
son las modalidades de participación acusadas a O. como constitutivas de estafa y, por
el contrario, lo que fue requerido y confirmado en el fallo, es que este autor entró en
colusión con Calvo Aguilar para montar un negocio ilícito que suponía la financiación
del alquiler de una frecuencia radial, donde O. era quien hacía el aporte financiero, en
tanto Minor Calvo Aguilar figuraría como administrador y líder religioso que llamaría a
realizar aportes económicos a una masa de personas creyentes. Esta primera
maniobra fue acompañada de otras, tendientes a que terceros “testaferros”
encubrieran la participación de O., apareciendo como quienes poseían la frecuencia
radial, los equipos y las instalaciones, así como quienes percibían las transacciones de
dinero con las que O. terminó resarciéndose de sus aportes de capital y obteniendo
ganancias del negocio ilícito, según el plan delictivo previamente trazado. Para
culminar, está demostrado, según también se acusó, que la acción delictiva fue
debidamente agotada cuando, mediante actos simulados, O. recuperó la propiedad y
control sobre todos los bienes de Radio María, recuperación que fue parte de las
ventajas patrimoniales que se obtuvieron por medio de todo el despliegue fraudulento
que fuera perpetrado. De manera que, las actuaciones de O., que lo hacen coautor del
delito de Estafa Mayor Agravada, están debidamente descritas y analizadas por los
jueces de sentencia y no resulta de recibo este alegato de la defensa. Por otra parte,
ya en sentencia (folio 1714), los juzgadores aclararon que en ningún momento se ha
dicho que la Iglesia Católica, como institución, fuera parte ofendida en esta causa. Lo
que se ha establecido por los juzgadores es que numerosas personas católicas, fueron
engañadas por Calvo Aguilar quien, utilizando sus credenciales de sacerdote, les hizo
creer que su actividad radiofónica y el producto de los dineros que les solicitaba, iban a
ser empleados en programas de evangelización y ayuda católicas, cosa que no fue
cierta. De igual manera, resulta irrelevante que la sentencia en algún momento hable
de “fieles” y no de “radioescuchas” para referirse a los destinatarios de la propaganda
de Calvo Aguilar, ya que tal uso más o menos libre del leguaje, no afecta para nada lo
esencial de lo que se discute y de la calidad de las personas que fueron defraudadas.
En este apartado del reclamo de la Defensa, es oportuno también recordar que el
Tribunal de Sentencia insiste en que estamos frente a una figura penal de acción
pública, que el artículo 18 del Código Procesal Penal no la incluye dentro de los delitos
de instancia privada y que por tanto, el hecho de que no se presentaran a demandar o
bien a declarar en juicio, no inhibe a los juzgadores de poder establecer la
concurrencia de los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal de estafa. Tómese
nota de que también los juzgadores (folio 1715) señalan que no sólo es válida la
iniciación de la investigación por parte del Ministerio Público, dada la naturaleza de los
hechos bajo análisis, sino que además, la individualización de los perjudicados ofrece
especial dificultad, entre otras razones por la complejidad de los hechos, la calidad de
las personas involucradas (adhesión personal al líder religioso en condición de
creyentes), los montos de dinero entregados relativamente bajos, entre otros aspectos
relevantes. Esta parte del fallo es respaldada, a criterio de esta Sala de mayoría, por
referencias doctrinarias contundentes, tanto del autor español Gallego Soler como del
nacional Castillo González (ver citas de folios 1721 y 1722). El primero aporta el
concepto de “frustración del fin” para casos como el presente, donde quien entrega
el dinero no tiene ninguna expectativa de contraprestación y el perjuicio se concreta
cuando esa prestación no se destina al fin propuesto, es decir, tal y como bien lo
trascribe el a quo: “…existe perjuicio patrimonial cuando se frustra la finalidad
pretendida con el acto…”. Esta referencia doctrinaria le permite al Tribunal señalar
la razón principal por la que los disponentes no se presentan a denunciar, a saber, la
inexistencia, en este tipo de fraude, de una expectativa de contraprestación desde un
inicio, a lo que hay que unir el monto y la motivación que han tenido, constituidos por
sus creencias religiosas y su afán caritativo. Resulta también de mucho peso el criterio
trascrito por los juzgadores de lo expuesto por el Doctor Francisco Castillo González
quien sobre el particular, en la obra ya citada, expresa que: “especialmente cuando
el estafador utiliza la caridad ajena como modo de defraudar normalmente no
hay acusación, porque las víctimas, la mayoría de las veces, ignora que han
sido timadas o porque cuando se dan cuenta de ello la pequeñez de los
desembolsos los inhibe a involucrarse en un proceso, con la pérdida de
recursos y tiempo que ello significa. Sin embargo, en determinados casos,
tomando en cuenta el número de víctimas y la importancia de los aportes, una
estafa de contribuciones o limosnas puede alcanzar sumas enormes.” (Castillo,
op.cit. página 204) Véase cómo, en casos como el que nos ocupa, el autor también
señala cómo en situaciones donde la caridad ajena ha sido el medio para estafar, los
perjudicados no se presentan a denunciar, dado que en innumerables casos las
víctimas ignoran que han sido timadas, o bien, percatándose de ello, estiman
insignificante el monto que han aportado. Todo lo anterior, en criterio de esta Sala de
mayoría conforma una sólida plataforma fáctica y jurídica que permite sostener la
decisión que fue tomada por el Tribunal de Heredia. En conclusión, respecto de la
alegada falta de fundamentación y de fundamentación contradictoria, con efecto en la
no-correlación entre acusación y sentencia, esta Sala de mayoría estima que los
recurrente se limitan a cuestionar y tener un criterio diverso al expresado por el a quo,
mas no demuestran que en efecto tal falta de fundamentación se dé o bien que se
haya violentado la necesaria correlación entre lo acusado y lo tenido por demostrado
en sentencia. El Tribunal sustentó adecuadamente el elenco de hechos probados, con
un acertado análisis crítico de la prueba sometida a su conocimiento. De igual manera,
con la corrección que esta Sala de mayoría estima necesario hacer, hay en nuestro
criterio una debida fundamentación jurídica en el fallo que conduce a su convalidación
en esta instancia. Asimismo, la utilización del término “donación” que hacen los
juzgadores en algún momento de su exposición, para esta Sala está claro que ha sido
utilizado en su sentido ordinario, no técnico, de manera que no puede desvirtuarse lo
que una lectura integral del fallo permite percibir, a saber, que la sentencia señala
como abiertamente ilícita la solicitud de recursos y servicios que supuestamente tenían
una motivación religiosa y caritativa, para luego ser en su mayor parte destinada al
aprovechamiento personal, familiar o de un reducido grupo de amigos. Ya se dijo,
páginas atrás, que lo determinado por el Tribunal sentenciador fue una serie de hechos
en los que los disponentes, sin esperar contraprestación alguna por la naturaleza de
este tipo de fraude, afectan sus patrimonios en virtud de motivaciones que
posteriormente se demuestran fallidas, gracias a la acción de los coautores. En este
sentido no procede afirmar que el término “donación” ha sido utilizado en sentido
estricto, técnico-jurídico, y que por tanto no ha habido estafa, cuando, todo el
desarrollo de la argumentación del fallo, apunta a señalar lo contrario. Por último, para
los Magistrados que mayoritariamente suscriben esta resolución, los jueces de
sentencia aciertan al calificar jurídicamente los hechos tenidos por demostrados como
Estafa Mayor Agravada dados los montos que ellos mismos establecen y explican
(ver folios 1747 a 1777), por supuesto superiores a los límites fijados en el inciso 2)
del artículo 216 del Código Penal, así como por la necesidad de aplicar el párrafo
segundo de esta misma figura penal; siendo que esta Sala de mayoría opta por
corregir de oficio sólo lo relacionado con la modalidad de la continuación (artículo 77
ibidem), estimando que en la especie nos encontramos frente a una única acción,
constitutiva de un delito, también único, de Estafa Mayor Agravada, ciertamente
calificado por el párrafo segundo de la misma norma, según lo ha establecido de igual
manera con acierto el a quo, puesto que nos encontramos frente a una empresa ilícita
que, fundada y administrada por los encartados, captó recursos del público que en
sentido estricto constituyen ahorros, según la primera acepción que de este vocablo
contiene el Diccionario de la Real Académica Española (Vigésima Segunda Edición,
2001, p. 52), a saber, “Reservar alguna parte del gasto ordinario” cuestión que,
en nuestro criterio, se da plenamente respecto de las personas que aportaron su
dinero, o incluso el diezmo, a la causa fraudulenta que los imputados les propusieron,
amén de que en efecto, la invitación se dirigía a constituir un fondo con el que se
realizarían actividades que, como reiteradamente se ha dicho en esta resolución, no
fueron cumplidas sino en una parte minoritaria. En consecuencia, procede ordenar el
reenvío de esta causa sólo para que el Tribunal de Heredia, con una nueva
conformación, proceda a fijar y fundamentar la pena a imponer por el delito de Estafa
Mayor Agravada contra los imputados O. y Minor Calvo Aguilar. Por otra parte, en
una interpretación parcial y sesgada, y siempre alegando la no configuración del delito
de estafa, los defensores yerran al argumentar que el Tribunal de mérito se contradice
afirmando por un lado que se cumplieron los fines para los que fue creada Radio María
de Guadalupe, para, más adelante, tener por acreditado que esos fines no se
cumplieron. Esa alegación es producto de una errónea lectura de los impugnantes,
pues el a quo lo que reconoció fue el hecho incuestionable de que algunos montos de
lo recaudado sí se gastó en los fines que se ofrecieron como señuelo para que los
creyentes dieran sus aportes, aspecto que más bien era la forma de mantenerlos en
error sobre la actividad defraudadora que estaban desplegando los acusados O. y
Calvo Aguilar, pero los juzgadores siempre enfatizan de inmediato, que gran parte de
los dineros recaudados para esos fines, fue utilizada para pagar gastos e inversiones
particulares. Así se consigna expresamente en el fallo: “Si bien es cierto no puede
negarse que el fin para el que fue creada Radio María de Guadalupe se llevó a
cabo: se evangelizó a través de la radio, que difundió su programación
católica durante toda su existencia y se generó ayuda a los pobres; también
es cierto que gran parte del dinero recaudado para esos fines y únicamente
para esos fines se malverso por parte del imputado Calvo Aguilar” (cfr folio
1722). De seguido a ese párrafo los juzgadores proceden a una amplia descripción de
situaciones que respaldan su afirmación sobre gastos ajenos a aquellos fines
propuestos, tal y como se puede observar de folio 1722 a 1744. En razón de lo
anterior, el alegato en cuestión debe ser rechazado. Con relación a la queja del
defensor licenciado Navarro Arias, en cuanto a que la duda de las calificaciones legales
generó una violación al principio in dubio pro reo, pues no le permitió acceder a
medidas alternas de solución de conflictos y en el evento de tratarse de estafas
menores pudieron estar prescritas, tampoco es de recibo. Si en un caso como el
presente se ha explicado ampliamente la imposibilidad de individualización de víctimas
particularizadas, de lógica no había contraparte con quien llegar a acuerdos
conciliatorios, para establecer montos de resarcimiento o formulación de planes
reparadores. De toda suerte es un hecho incuestionable que éste resulta ser un
planteamiento extemporáneo, pues aquella posibilidad estaría precluida, al haber
pasado la oportunidad legal para la aplicación de esos institutos y de todas maneras no
se acredita por el recurrente que oportunamente haya intentado la aplicación de
alguno de ellos. En relación a la prescripción que se insinúa, la misma pierde toda
trascendencia ante la calificación jurídica de una Estafa Mayor Agravada que esta
Sala de mayoría ha otorgado a los hechos objeto de este considerando. No sobra
señalar que el Tribunal con todo tino resolvió, que ni siquiera en la hipotética
posibilidad de haberse estado ante una Estafa Menor, lo que aquí se estableció no es
posible, tampoco se habría operado la prescripción sugerida por este defensor (ver
folio 1801 a 1802). Por último, en cuanto a la falta de fundamentación que el mismo
profesional Navarro Arias alega sobre la calificación que hizo el Tribunal de sentencia
de Estafa Mayor Agravada en modalidad de delito continuado, también deviene
intrascendente en este momento procesal ante la recalificación otorgada por esta Sala
en el presente pronunciamiento sobre los hechos, como Estafa Mayor Agravada
única, ordenándose el reenvío para la determinación de la pena a imponer contra los
acusados O. y Calvo Aguilar. 2. Un segundo tema planteado por la defensa técnica de
Calvo Aguilar y O. se refiere a que ha habido, en este caso, cosa juzgada en tanto el
Juez Penal a cargo de la apertura a juicio, en su momento estimó pertinente el
pronunciamiento de un sobreseimiento por el delito de estafa con lo cual, se deriva una
falta de correlación entre acusación y sentencia. También se puede ubicar en este
apartado el reclamo que hacen los defensores de los acusados, en el sentido de que no
hay una coincidencia absoluta entre los hechos que fueron requeridos y los que se
tuvieron por probados, básicamente, cuando el Tribunal sentenciador entra a
especificar cifras que ilustran o ejemplifican cómo fueron llevadas a cabo las acciones
defraudadoras. Sin lugar los reproches. Ya en el primer apartado de esta resolución,
quedó claro cómo, para esta Sala de mayoría fue legalmente superado el reclamo de
contradicción entre acusación y sentencia, en virtud de la discusión suscitada por las
calificaciones preliminares que el Ministerio Público, el Juez Penal y el Tribunal de
Apelaciones, hicieron durante las fases previas al debate. También ya fue debidamente
contestado que el Tribunal de Juicio solventó todas esas dudas, sobre la base de que el
elenco de hechos probados, independientemente de esas calificaciones previas, fue el
mismo que llegó a juicio y sobre el que hubo pronunciamiento definitivo, con las
calificaciones que también fueron dadas en sentencia. Esta Cámara, de forma
mayoritaria, ha emitido su criterio sobre esta temática y sólo parcialmente queda un
aspecto por definirse, a saber, la existencia de un único delito y no la modalidad de
delito continuado, según las reglas procesales vigentes. De manera que no llevan
razón los recurrentes dado que no hubo, en el ínterin, hechos sobreseídos, ya que el
Tribunal de Apelaciones corrigió el criterio preliminarmente expresado por el Juez
Penal, y por tanto tampoco existe alguna asimetría esencial entre lo acusado y lo
establecido con certeza en el fallo. Las partes interesadas, en consecuencia, deben
atenerse a lo resuelto. Por otra parte, tampoco es cierto que el Tribunal de Sentencia
haya sobrepasado, al momento de fijar el elenco de hechos probados, la plataforma
fáctica de la acusación fiscal. Basta una lectura detenida para comprobar que lo que el
Tribunal hizo, cuestión ya abordada líneas atrás, fue precisar montos y operaciones
realizados en la maquinación fraudulenta de los acusados, pero sin que con ello
excediera en lo más mínimo el núcleo esencial de los hechos acusados y
configuradores del delito de Estafa Mayor Agravada aquí analizado. En razón de lo
anterior también devienen en inatendibles estos reclamos.

XXX.-

Recurso de Ministerio Público por la omisión de condena por fraude de


simulación y otros extremos. El Ministerio Público interpuso recurso de casación
contra el fallo condenatorio dictado contra los imputados Minor Calvo Aguilar y O., por
el delito de estafa, contra la condena de este último por el delito de homicidio
calificado en perjuicio de Parmenio Medina Pérez, así como en contra del fallo
absolutorio emitido a favor de ambos encartados por el delito de asociación ilícita y en
cuanto a la omisión de imponer pena a los sentenciados, por el delito de fraude de
simulación, para lo cual alega que la sentencia recurrida tuvo por acreditada la
comisión del delito de estafa en su modalidad de delito continuado, configurado por un
número indeterminado de estafas, tanto de mayor como de menor cuantía, pero
contradictoriamente se absuelve a ambos por el delito de asociación ilícita no obstante
ser claro y estar acreditado que los justiciables conformaron una organización para
cometer delitos a partir de que concertaron la adquisición de la frecuencia radial que se
utilizaría para difundir radiofónicamente Radio María, y asimismo, se reclama que no
obstante haberse tenido por acreditado expresamente en la sentencia recurrida que
una serie de actos realizados por los encartados o al menos por uno de ellos y que
detalla el Ministerio Público en su recurso, fueron contratos todos ellos fraudulentos,
simulados y realizados en perjuicio de los agraviados, no se impuso la pena que
correspondía aplicar por tales ilícitos, que serían constitutivos del delito de fraude de
simulación, ni se fundamentó, analizó ni aplicó en este caso, consecuentemente, las
reglas de concursos que debieron aplicarse de haberse impuesto pena por el fraude de
simulación al relacionarla con las otras delincuencias sancionadas. Los reclamos no
proceden. Por estar muy cercanamente relacionados, se procede a analizar y resolver
los recursos del Ministerio Público conjuntamente como sigue: no cabe duda que lleva
razón la impugnación en cuanto a que la sentencia del a quo tuvo por acreditados, en
el elenco de hechos probados, una serie de actuaciones, escrituras y contrataciones,
que expresamente el Tribunal señaló que eran simuladas. Específicamente, los hechos
probados del treinta y siete al cincuenta y uno, dan cuenta de cómo la escritura 210
del tomo II del protocolo del notario Alberto Napoleón González otorgada a las 19
horas del 18 de junio de 2001, en la que el encartado Calvo Aguilar aparece otorgando
opción de venta del equipo de transmisión, equipo de oficina, antenas, terrenos,
vehículos y otros bienes, así como de cesión de la frecuencia de Radio María de
Guadalupe a la sociedad E.P.I.., así como la escritura número 136 del protocolo tomo
IX del notario Humberto Brenes Barahona, en la que supuestamente M.M.C. cede, en
forma gratuita a E.B., como representante de esa sociedad, las frecuencias 100.3 FM y
923.5, son simuladas. Ha quedado claro, conforme se expuso supra en el
Considerando donde se analizan los recursos planteados por la defensa de los
encartados Calvo y O. contra la condenatoria sufrida por ambos por el delito de Estafa,
que efectivamente existió entre ellos un acuerdo surgido desde el momento mismo que
se gestaba la adquisición de la frecuencia radial y que requería, el aporte económico
del encartado O. y la participación del encartado Calvo como quien se encargaría de
difundir por la radio la comunicación que atraería la recepción de fondos, ofrendas y
donaciones por parte de los radioescuchas. Sin embargo, y al contrario de la tesis del
Ministerio Público, tales acuerdos y actuaciones de los dos encartados, no configuran
la conducta prevista y sancionada en el artículo 274 del Código Penal, pues en este
caso los encartados convinieron la realización de una estafa mayor agravada y no el
conformar una organización que se dedicaría, genéricamente y con carácter de
permanencia o estabilidad, a la comisión de delitos. La interpretación dada por el
Tribunal, y por la cual se absolvió por el delito de asociación ilícita, es correcta puesto
que en toda forma de participación criminal, al haber dos o más imputados partícipes
que comparten el designio de cometer el delito, podría pensarse que automáticamente
se configura también el delito de asociación ilícita, cuando en realidad, las exigencias
subjetivas y objetivas del tipo penal de asociación ilícita son, evidentemente,
específicas de una particular forma de delinquir mediante la conformación de grupos
organizados para tal fin. En autos se ha tenido por acreditado, simplemente, que los
encartados son partícipes, ambos, del delito de estafa, pero se echan de menos las
restantes exigencias del tipo penal que reclama el Ministerio Público, y de ahí que la
absolutoria deba mantenerse. Por lo que respecta al delito de fraude de simulación,
contrario al análisis que hace el Ministerio Público, los actos realizados, bien que
efectivamente fueron fraudulentos y consistentes en simular situaciones contrarias a la
verdad de las cosas, no se erigen en autos como hechos ilícitos autónomos aparte del
delito de estafa mayor agravada sino que vienen a ser, en el caso concreto de los que
detalla el recurrente, los actos de agotamiento y aprovechamiento de la estafa, no
susceptibles, por ende, de ser analizados, declarados y menos sancionados por aparte,
pues en realidad no rebasan el marco normativo que el delito de estafa está llamado a
reprimir. Desde luego que es claro, y así se expone no solo en la sentencia recurrida
sino también en el presente pronunciamiento en el análisis de los recursos interpuestos
principalmente en tema de la estafa, que los encartados a lo largo de la puesta en
operación, durante la operación y finalmente con motivo del cierre de transmisión de
Radio María, aparentaron y simularon situaciones jurídicas inexistentes, principalmente
tratando de ocultar el papel del encartado O. como empresario que aportaba el dinero
y que participaba del negocio que realmente se realizaba, lo cual viene a ser
totalmente evidente cuando, siendo inminente el cierre de la emisora y para evitar su
traspaso a la Iglesia Católica, se realizaron las escrituras que, con buen criterio, el
tribunal a quo catalogó de fraudulentas y simuladas. Pero, estos hechos no se desligan
del delito de estafa mayor agravada que se tuvo por acreditado y por el cual se
sanciona a los encartados, sino que son parte del modo de agotar la comisión al
intentar asegurar el beneficio ilegítimo que el delito de estafa produjo. Así las cosas, no
se trata de que el tribunal de juicio omitió imponer pena por un delito que tuvo por
acreditado, tesis que sostiene el Ministerio Público en su recurso, sino que los hechos
que se tuvieron por acreditados son constitutivos, junto con otros muchos hechos
también tenidos por demostrados, de un único delito de estafa que sí fue sancionado
quedando como objeto del juicio de reenvío que esta Sala de mayoría en este
pronunciamiento dispone, la fijación de la pena correspondiente a ese único delito.
Nótese que al tratarse de un delito, tampoco son de aplicación ni pueden haberse
violado por el tribunal de juicio, las reglas de concurso dado que, en criterio de la Sala
de mayoría, no se configura en la especie el delito continuado de estafa, que es una
modalidad de concurso, sino una única delincuencia dentro de la cual las escrituras y
actos cuestionados, no obstante haber sido fraudulentamente simulados, como se
acreditó, no escapan del contenido normativo del único delito de estafa que se
sanciona. Por lo expuesto, se rechazan los reclamos del Ministerio Público. La
Magistrada Sáenz Fernández expone sus propios argumentos por los cuales estima que
no lleva razón el Ministerio Público en cuanto solicita la condena de los acusados Calvo
Aguilar y O., por los delitos de asociación ilícita y fraude de simulación.

Por Tanto:

Se declara con lugar el recurso de Casación interpuesto por el defensor público

Primo Chacón Barquero a favor de su representado Xxxx. Se modifica la sentencia en

su favor determinando que por razones de certeza negativa se le absuelve de toda

pena y responsabilidad por el delito de homicidio calificado cometido en perjuicio de

Parmenio Medina Pérez. Por mayoría se declaran sin lugar los recursos de casación que

invocaron los defensores Rodrigo Araya Solano, William Guido Madriz y Mario Navarro

Arias, a favor de sus representados Minor Calvo Aguilar y O., contra la condena

impuesta por el delito de estafa. De oficio se recalifica este delito a una estafa mayor

agravada. Se anula la sentencia en cuanto impuso a O. y Calvo Aguilar doce y quince

años de prisión respectivamente. Se reenvía la causa para que una nueva integración

del Tribunal correspondiente imponga las penas conforme la recalificación aquí

dispuesta. En virtud de lo resuelto se prorroga la prisión preventiva de Mainor Calvo

Aguilar por el término de seis meses a partir del 20 de agosto de 2008 y hasta el 19 de

febrero de 2009. Por unanimidad se declaran sin lugar los recursos de casación
interpuestos por la defensa técnica de los imputados L. y O. por el delito de homicidio

calificado en perjuicio de Parmenio Medina Pérez. Se declaran sin lugar los recursos

interpuestos por el Ministerio Público. La Magistrada Sáenz Fernández salva

parcialmente el voto y declara con lugar los recursos de casación que por vicios

sustantivos formularon los defensores Rodrigo Araya Solano y William Guido Madriz a

favor de los imputados Mainor Calvo Aguilar y O., respectivamente contra la condena

impuesta por el delito de estafa mayor en su modalidad de delito continuado. Por

innecesario se omite pronunciamiento sobre los restantes motivos de casación de los

recursos interpuestos por los defensores Araya Solano, Guido Madriz y Navarro Arias.

Por su parte, los Magistrados Estrada Navas y Víquez Arias salvan parcialmente el voto

y declaran con lugar el recurso del Ministerio Público contra la sentencia absolutoria

decretada a favor del imputado Minor Calvo Aguilar, anulando el fallo en este extremo

y ordenando el correspondiente reenvío. En los demás aspectos el fallo se mantiene

incólume.

José Manuel Arroyo G.

Alfonso Chaves R. Ana Eugenia

Sáenz F.

Mag. Suplente)

Carlos Estrada N. Luis

Víquez A.

(Mag. Suplente)

(Mag. Suplente)

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