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Tribunal de Casación Penal de San Ramón

Resolución Nº 00175 - 2008

Fecha de la Resolución: 25 de Abril del 2008 a las 11:00 a. m.


Expediente: 07-000614-0065-PE
Redactado por: Jorge Arturo Camacho Morales
Clase de asunto: Recurso de casación
Analizado por: CENTRO DE INFORMACIÓN JURISPRUDENCIAL

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Derecho Procesal Penal
Tema: Reparación integral del daño
Subtemas:
Análisis sobre la aplicación del efecto extensivo a los coimputados.
Tema: Extorsión simple
Subtemas:
Momento a partir del cual se consuma.

“II.- […] Tanto la acusación como la sentencia califican los hechos acusados y tenidos por demostrados respectivamente, como
configurativos de un delito de extorsión simple. En la audiencia preliminar la licenciada Ángela Robles Sibaja, representante del
Ministerio Público, señaló que los hechos contra Garro Álvarez eran constitutivos del delito de extorsión simple en grado de
tentativa (cfr. folio 121), calificación legal sobre la cual se realizó la negociación del procedimiento especial abreviado, e incluso al
cierre de la audiencia preliminar la defensa solicitó al Tribunal de Juicio que por encontrarse ante un hecho tentado se rebaje la
pena impuesta, evidenciándose con ello que existía claridad respecto de la calificación legal sobre la que se negoció el
procedimiento especial abreviado (cfr. folio 122). Unido a lo anterior se tiene que la descripción fáctica acusada y la que se tuvo
por demostrada, siendo ambas idénticas (cfr. folios 138 a 141), describen un delito de extorsión en estado de tentativa. El tipo
penal de extorsión se encuentra descrito en el numeral 214 del Código Penal que establece: “ Será reprimido con prisión de dos a
seis años, el que para procurar un lucro injusto obligare a otro con intimidación o con amenazas graves a tomar una disposición
patrimonial perjuidicial para sí o para un tercero.” El delito de extorsión se consuma cuando el sujeto pasivo toma la disposición
patrimonial, independientemente de que el sujeto activo obtenga el lucro que pretende. Al respecto se ha dicho respecto de la
consumación del delito de extorsión: “...Como delito de intención (de resultado cortado) ... permite distinguir entre consumación
formal y material. La consumación formal ocurre cuando, de manera dolosa y con la intención requerida por la ley, se realiza el tipo
objetivo. La consumación material -o el agotamiento del delito- se da cuando el agente alcanza la finalidad perseguida al realizar
el hecho. En la extorsión la consumación (refiriéndose a la material) ocurre cuando el agente obtiene el lucro injusto que se
proponía, aún en el caso de que obtenga una suma menor que la exigida ...” (Castillo González (Francisco), EL DELITO DE
EXTORSIÓN, Seletex, editores. San José. 1ª edición, 1991, páginas 94 y 95). Basta la consumación formal para que el delito de
extorsión se considere consumado. Al respecto ha señalado la Sala Tercera de Casación Penal que: “ Varios autores - incluso
costarricenses- señalan que la disposición patrimonial debe verificarse para que pueda estimarse consumado el delito. Así, por
ejemplo, el Dr. Francisco Castillo González, citado por el recurrente, señala que la Extorsión es un delito de resultado que
condiciona su consumación al acaecimiento de un perjuicio o daño patrimonial (cfr. su obra El Delito de Extorsión, San José, Seletex
Editores, 1991, págs. 93 a 99). Otros autores, particularmente los argentinos, también exigen la realización de la disposición
patrimonial como condición para que se consume el delito, esto es, que el delito se consuma cuando el sujeto pasivo se ha
desapoderado de la cosa (cfr. CREUS, Carlos: Derecho Penal Parte Especial, t. I, Buenos Aires, Editorial Astrea, 1988, págs. 472 a
473)” (Resolución número 88-97 de las 10:15 horas del 7 de febrero de 1997). Los hechos tenidos por demostrados en el caso
concreto son los siguientes: “ Se acreditan los hechos acusados que señalan que el día siete de junio del año en curso, en Ciudad
Quesada de San Carlos, en la segunda planta del edificio Chalet, sito 50 metros oeste de la Panadería Panchjto, oficiales del
Organismo de Investigación de San Carlos se presentaron en la oficina del ofendido VÍCTOR HUGO CORDERO PORTUGUÉS y
procedieron a decomisarle un CPU que días antes le había vendido el imputado CRISTIN GARRO VÁSQUEZ, debido a que dicho
aparato se denunció como sustraído al Colegio María Inmaculada. Ese mismo día, horas después de haberle realizado el
decomiso, el agraviado CORDERO PORTUGUÉS empezó a recibir llamadas a su teléfono celular de parte de personas
desconocidas, pero que posteriormente fue identificado como el aquí imputado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ y otro sujeto también
identificado, quienes actuando de común acuerdo y con la finalidad de intimidar y amenazar a CORDERO PORTUGUÉS para que
les entregara dinero, procedieron a decirle que él los había vendido con la policía, haciendo alusión al hecho de que sabían que le
habían decomisado el aparato, y que por esa razón ahora él debía darles la suma de cincuenta mil colones, de lo contrario se
atuviera a las consecuencias, a la vez lo amenazaron indicándole que se presentarían a su oficina y le iban a romper todo lo que
tenía, que ellos sabían donde vivía y que su familia corría peligro, además dijeron que podían quemarle la casa o hacerle daño a su
carro si no cumplía con sus exigencias, también le indicaron que le daban tiempo hasta las ocho de la noche del día 08 de junio de
2007 para que les entregara el dinero y que sino lo hacia que se atuviera a las consecuencias porque ellos tenían contactos y
podría hacerle todos los daños descritos. También fue acreditado y así fue acusado que el día 08 de junio los imputados GARRO
VÁSQUEZ y BLANCO SOLÍS, se presentaron en la vivienda del agraviado sita en Barrio San Roque, de Ciudad Quesada, de las
oficinas del Valle Dorada, 50 metros este, 25 norte, con la finalidad de atemorizar al agraviado CORDERO PORTUGUÉS, le dijeron
dicho con su cuñada Yadira Rodríguez Piedra que había llegado el muchacho del carro azul, ya que sabían que el agraviado
conocía que ellos se transportaban en dicho vehículo, esta situación alarmó al agraviado, quien se convenció que estas amenazas
que le hacían los acusados eran reales, por lo cual procedió a denunciar los hechos ante el OIJ de San Carlos, donde dichos
oficiales en coordinación con la Fiscalía de esta localidad pusieron en marcha un operativo policial, con el fin de detener a los
encartados. Se tiene por acreditado conforme fue acusado, que el día 09 de junio de 2006, a eso de las 11:30 horas el encartado
GARRO VÁSQUEZ y otro sujeto debidamente identificado, a bordo del vehículo placas 475871, marca Hyundai, Elantra, color azul,
se presentaron en las afueras de la oficina del agraviado CORDERO PORTUGUÉS en la dirección antes indicada, seguidamente el
indiciado GARRO VÁSQUEZ ingresó a la oficina y le manifestó a CORDERO PORTUGUÉS que le deban hasta las cuatro de la
tarde para que les entregara el dinero, de lo contrario vería de lo que ellos eran capaz (sic) de hacerle, además le dijo que no se le
ocurriera llamar a la policía, porque sería hombre muerto. Todo con la finalidad de presionar a CORDERO PORTUGUÉS, para que
les entregara 50.000.00 colones, en perjuicio de su patrimonio; mientras esto ocurría, en las afueras aguardaba el toro (sic) sujeto
en su vehículo. Este mismo día, a eso de las 16:32 horas, en las oficinas del OIJ de San Carlos, la juez penal, luego de haber
requisado a CORDERO PORTUGUÉS, en presencia de la Defensa pública, le entregó la suma de 50.000.00 colones en billetes de
diez mil colones, dinero que había sido previamente marcado y que correspondía a las series: A27514867, A33079995,
A36180513, A24462255 y A25308784, posteriormente los tres se trasladan hasta el edificio Chalet donde se ubica la oficina del
ofendido CORDERO PORTUGUÉS, esto en compañía de la fiscal de turno y varios oficiales del OIJ. Minutos después, el imputado
GARRO VÁSQUEZ se presenta a las oficinas del agraviado con la finalidad de que el ofendido le entregue el dinero que le habían
exigido vía telefónica, sin embargo el denunciante le dijo que no se lo daba hasta que le dijera quien era la otra persona que la
había estado amenazando, ante la insistencia del agraviado GARRO VÁSQUEZ dijo que se trataba del otro sujeto que fue
identificado debidamente y que éste era violento, así que lo mejor era que le entregara los 50.000.0. Ante esta situación el ofendido
le indica a GARRO VÁSQUEZ que le entregaría personalmente el dinero al otro sujeto debidamente identificado, por lo cual
GARRO VÁSQUEZ va en su búsqueda. Posteriormente GARRO VÁSQUEZ y el otro sujeto ingresan a la oficina de CORDERO
PORTUGUÉS, donde el encartado el segundo sujeto ya referido procedió a amenazar al ofendido y a la vez exigía que le entregara
el dinero, de lo contrario su vida corría peligro, ante esta situación el denunciante entrega el dinero al segundo sujeto dicho quien
seguidamente salió de la oficina en compañía del encartado GARRO VÁSQUEZ. Una vez que los imputados estaban en las afueras
de dicho local, ambos son detenidos por oficiales del OIJ y durante el arresto logran decomisarle al sujeto que actuaba en
compañía del impuado GARRO VÁSQUEZ, el arma de fuego, marca Kora, serie 409398, calibre 38, la cual era portada por el
justiciable dentro de la pretina del pantalón, lo anterior sin contar con el respectivo permiso de portación de armas, además se le
decomisó el dinero marcado” (cfr. folios 138 a 141).”

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Citas de Legislación y Doctrina Sentencias Relacionadas

Contenido de Interés:
Tipo de contenido: Voto de mayoría
Rama del Derecho: Derecho Penal
Tema: Extorsión simple
Subtemas:
Momento a partir del cual se consuma.

“II.- […] De acuerdo con el elenco de hechos que se tuvieron por demostrados en la sentencia impugnada, si bien el ofendido
realizó una disposición patrimonial al entregar a los acusados la suma de cincuenta mil colones que era el dinero que exigían a
cambio de no cumplir sus amenazas, dicha disposición patrimonial no permite tener por consumado el delito de extorsión en el tanto
surge en el contexto de un operativo policial tendiente a identificar plenamente y detener a los autores del delito, siendo que la
policía se encontraba presente en el lugar de los hechos y tenía controlada la situación, por lo que GARRO VÁSQUEZ y el otro
sujeto que actuaba en asocio con él, no tenían posibilidad de huir con el dinero, de modo que la entrega del mismo no tenía la
potencialidad de afectar el patrimonio de la víctima que es el bien jurídico tutelado por el delito de extorsión porque estaba prevista
su la segura recuperación del dinero. Por otro lado, la entrega de dinero que hace la víctima a Blanco Solís, no está motivada en la
amenaza que los acusados le formularon, sino que la motivación para la entrega del dinero está constituida por el afán de
identificar y detener a los sujetos que le estaban exigiendo la entrega del dinero mediante amenazas, siendo que la única
disposición patrimonial que consuma el delito de extorsión lo es la que surge como consecuencia de la amenaza grave, de modo
que la entrega de dinero que realiza la víctima tampoco cumple con las exigencias del tipo penal de extorsión. Así las cosas, no
habiéndose consumado el delito de extorsión, se determina que el mismo quedó en estado de tentativa porque los justiciables
iniciaron la ejecución del delito por actos directamente encaminados a su consumación (se tuvo por demostrado que mediante
amenazas graves y procurando un lucro injusto, puesto que no tenían derecho alguno, exigieron a la víctima que dispusiera en su
favor de la suma de cincuenta mil colones), disposición que no se llega a producir en los términos que lo exige el tipo penal de
extorsión, ello por causas ajenas a la voluntad de los acusados, al decidirse la víctima a solicitar la intervención de la Policía Judicial
logrando la captura de los agentes del delito (art. 24 del Código Penal). Por las razones dichas, esta Cámara de Casación
oficiosamente recalifica el delito por el que se ha condenado al acusado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ al de TENTATIVA DE
EXTORSIÓN, por ser esa la calificación correcta que debe darse a los hechos tenidos por demostrados en la sentencia impugnada
que erróneamente los tiene como configurativos de un delito de extorsión consumado. Recalificados los hechos, corresponde
analizar el reclamo del recurrente, quien considera que la fundamentación de la pena no resulta adecuada porque el Tribunal de
Juicio no analizó que se estaba en presencia de un delito tentado y que existía la posibilidad de que se rebajara la pena, ello al
tenor de lo establecido en el numeral 73 del Código Penal, según el cual “ La tentativa será reprimida con la pena prevista para el
delito consumado disminuida o no a juicio del juez”. En principio es deber del juez de sentencia siempre que se está en presencia
de un delito tentado, tener presente para efectos de proporcionalidad lo dispuesto en la norma ante trascrita, debiendo
fundamentar debidamente el rebajo de la pena o el no ejercicio de dicha facultad . Sobre este tema, en el voto 5205-97 de las
15:45 horas del 2 de septiembre de 1997, la Sala Constitucional determinó lo siguiente: "… la falta de motivación de no imponer la
pena disminuida en los delitos tentados, constituye violación a la garantía constitucional del debido proceso." No obstante lo
anterior, no debe perderse de vista que la sentencia impugnada se produce en un procedimiento especial abreviado, imponiendo el
Tribunal de Juicio la pena negociada y acordada de un año y cuatro meses de prisión (cfr. acta de folios 120 a 122), que
corresponde al extremo menor de la pena establecida para el delito de extorsión menos un tercio. En relación con la fijación de la
pena por parte del Tribunal de sentencia en los procedimientos especiales abreviados, el Tribunal de Casación del Segundo
Circuito Judicial de San José, jurisprudencia que se comparte, ha dicho lo siguiente: "... La reducción de la pena que reclama el
imputado no fue solicitada en la audiencia preliminar. En dicho acto procesal, el imputado y su defensor consideraron que los siete
años que habían convenido era la sanción que consideraban adecuada, sin expresar su pretensión de que se redujese el tercio, tal
como lo prevé el artículo 374 del c.p.p.. La norma recién citada prevé la posibilidad de que se reduzca en un tercio el extremo
menor del tipo penal aplicable, en este caso los ocho años que prevé el artículo 58 de la Ley de Estupefacientes (número 8204),
reduciéndolo en un tercio, pero tal límite señala la frontera legal del convenio entre las partes, lo que no significa que el Tribunal
deba aplicar, unilateralmente, tal reducción, pues en este caso, no existe ningún motivo para que frente a un tipo delictivo que tiene
una pena mínima de ocho años, el juez pueda imponer una sanción inferior al mínimo que prevé el tipo penal; la situación sería
diferente, si la pena convenida fuese superior al mínimo previsto por la figura delictiva, pues en esta hipótesis el juez conserva,
plenamente, su capacidad de apreciar los hechos e individualizar la pena conforme los criterios que prevé el artículo 71 del código
penal, pero sin sobrepasar, por exceso o por defecto, el extremo menor y mayor de la pena prevista para la figura delictiva aplicada.
La reducción de un tercio del mínimo sólo es aplicable si se incluye en el convenio entre las partes o también cuando una de ellas,
en este caso, la Defensa, lo solicita. En este caso, no se cumple ninguna de estas hipótesis, pues la pena convenida, aunque
reduce el extremo mínimo legal en un año, no incluye el tercio y tampoco el defensor o el imputado, solicitaron al juez la reducción
del tercio, expresando en la audiencia preliminar o posteriormente, los motivos por los que consideraban pertinente tal solicitud. Si
no se conviene la reducción en un tercio o no los solicita el imputado, la autoridad debe reducir el ejercicio de sus potestades
represivas a los límites ordinarios, que en este caso, sería la aplicación de una pena que no sea superior a la convenida y que
tampoco puede reducir, unilateralmente, una sanción que conforme a sus potestades ordinarias y constitucionales, debe atenerse a
los límites que le impone el principio de legalidad, que en estas condiciones no le permitiría imponer una sanción inferior a los siete
años, pues conforme a lo expuesto, ni se convino ni el imputado o su defensor, lo solicitaron. No puede el juez aplicar
unilateralmente un extremo que no se discutió, que no se solicitó previamente, pues tal decisión conculcaría los principios de
igualdad de armas, el contradictorio y la lealtad procesal. ..." (Tribunal de Casación Penal, voto Nº 2003-0471 de las 10:20 horas
del 29 de mayo de 2003). En el presente asunto se tiene que se negoció la aplicación de un procedimiento especial abreviado
sobre la base de la calificación legal del delito de extorsión en grado de tentativa, porque consta en el acta de folios 120 a 122 que
la Fiscal recalificó los hechos a dicha delincuencia en vez de la calificación de extorsión consumada que se había dado en la
acusación, de modo que la pena impuesta al justiciable en la sentencia impugnada de un año y cuatro meses de prisión, es la
negociada y corresponde al extremo menor de la pena para el delito de extorsión simple menos un tercio, sin que en el acuerdo se
planteara la posibilidad de un rebajo adicional en razón de estarse en presencia de un delito tentado. De acuerdo con la
jurisprudencia antes citada, el Tribunal de sentencia debió en principio respetar el acuerdo sobre la pena, sin embargo, en el caso
concreto existen circunstancias adicionales a tomar en cuenta que exigían de parte del Tribunal de Juicio una fundamentación
adicional de la pena en relación con el rebajo de la misma. Ello es así porque en el acta donde constan los términos de la
negociación (folios 120 a 122), al final se consigna una solicitud expresa de la defensa técnica en la que indica lo siguiente: “Por
otro lado solicito al Tribunal de Juicio que por encontrarnos ante un hecho tentado, se analice el mismo a la luz del artículo 73 del
Código Penal y se le rebaje la pena impuesta a mi defendido”. Dicha manifestación de la defensa técnica no fue adversada en
modo alguno por la representación fiscal, ni el juez penal que dirigía la audiencia preliminar se pronunció al respecto,
evidenciándose por un lado una aceptación tácita de la representación del Ministerio Público de la posibilidad de un rebajo
adicional de la pena acordada por estarse en presencia de un delito tentado y por lado que la defensa técnica del imputado no
estuvo realmente conforme con la pena pactada. En tales circunstancias, y siendo que es claro que el numeral 73 del Código Penal
establece la posibilidad de una disminución de la pena, pues le otorga al juez de sentencia la facultad de disminuirla, para lo cual no
le impone límite alguno, por lo que en abstracto podría disminuirse la pena hasta la unidad mínima, que lo es de un día de prisión.
Al haberse solicitado expresamente por la defensa un rebajo adicional de la pena acordada en el procedimiento especial abreviado,
debe el Tribunal de Juicio pronunciarse al respecto, lo que no hizo, según se desprende de la fundamentación de la pena
consignada en la sentencia impugnada, de la que no se desprende razonamiento alguno del a quo contestando la solicitud de la
defensa. En circunstancias como las que se plantean en el presente asunto que se tramita como abreviado, donde a pesar del
acuerdo sobre la pena media una solicitud adicional de rebajo de la pena por la defensa, este Tribunal igualmente ha resuelto que
el Tribunal de sentencia tiene la obligación de pronunciarse al respecto. En la resolución número 2007-280 de las 10:25 del 18 de
mayo de 2007 dijo lo siguiente: “ En casos como el presente, donde la defensa plantea una solicitud que desborda los términos del
pacto al que se llegó con el Ministerio Público para decidir la aplicación del abreviado (con lo cual da a entender que no está de
acuerdo con el monto acordado), debe mediar un pronunciamiento directo, claro y expreso por parte del tribunal que dicta
sentencia a fin de justificar el por qué no se accede a aquella, todo lo cual se echa de menos en la especie”. Así las cosas, al no
haberse pronunciado el Tribunal de Juicio sobre la solicitud de la defensa técnica para que se rebajara la pena acordada en el
procedimiento especial abreviado, existe una evidente falta de fundamentación que torna en ineficaz lo resuelto con respecto a la
pena, ello al tenor de lo establecido en el numeral 142 del Código Procesal Penal, por lo que se debe anular la sentencia
impugnada únicamente en cuanto a la pena impuesta y ordenar el reenvío para nueva sustanción de dicho extremo.”

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Texto de la Resolución

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PODER JUDICIAL CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DEL TERCER CIRCUITO JUDICIAL DE ALAJUELA, SAN RAMÓN Tel:
2456-9069 tcasación-sra@poder-judicial.go.cr Fax: 2445-5193
_______________________________________________________________________________________
Exp: 07-000614-065-PE
Res: 2008-00175
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DEL TERCER CIRCUITO JUDICIAL DE ALAJUELA, SECCIÓN SEGUNDA, San Ramón, a
las once horas del veinticinco de abril de dos mil ocho.
RECURSO DE CASACIÓN interpuesto en la presente causa seguida contra CRISTHIAN STEVEN GARRO VÁSQUEZ, c.c
tarjetín, hijo de María Garro Vásquez por el delito de EXTORSIÓN SIMPLE en perjuicio de VÍCTOR HUGO CORDERO
PORTUGUEZ . Intervienen en la decisión del recurso, los Jueces Jorge Arturo Camacho Morales, Martín Alfonso Rodríguez
Miranda y Jorge Steve Fernández Rodríguez. Se apersonan en casación la licenciada Blanca Iris Salas Mora, defensora
pública del imputado Cristhian Garro Vásquez y el representante del Ministerio Público, licenciado Gustavo Tojas Gutiérrez.
RESULTANDO:
I.- Que mediante sentencia número 283-2007 de las dieciséis horas del once de octubre de dos mil siete, del Tribunal del
Segundo Circuito Judicial de Alajuela, Ciudad Quesada resolvió: POR TANTO: " De conformidad con lo expuesto y normas legales
citadas se acoge la solicitud del proceso abreviado, por lo que se declara al encartado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ autor
responsable de haber cometido el delito de EXTORSIÓN SIMPLE en perjuicio de VÍCTOR CORDERO PORTUGUEZ y en tal carácter
se le impide al encartado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ como sanción la pena UN AÑO Y CUATRO MESES DE PRISION (sic), que
deberá descontar en el establecimiento carcelario respectivo, previo abono de la preventiva que hubiere sufrido. En virtud de que
el encartado Garro Vásquez reúne los requisitos establecidos por ley, se le concede el beneficio de ejecución condicional de la
pena, por un período de prueba de tres años, bajo el apercibimiento de que en caso de cometer un nuevo delito doloso
sancionado, con pena de prisión superior a los seis meses le será revocada dicha gracia y deberá descontar las penas. Firme este
fallo, inscríbase en el Registro Judicial de Delincuentes y remítanse el testimonio de sentencia a las autoridades respectivas.
Licenciado Francisco Bolaños Montero, juez".
2.- Que contra el anterior pronunciamiento interpuso recurso de casación la licenciada Blanca Iris Salas Mora, defensora
pública del imputado Cristhian Garro Vásquez.
3.- Que verificada la deliberación respectiva de conformidad con lo dispuesto por el artículo 450 del Código de Procesal
Penal, el Tribunal se planteó las cuestiones formuladas en el recurso de casación.
4- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes.
Redacta el Juez de Casación Camacho Morales; y,
CONSIDERNADO:
I.- PRIMER MOTIVO DE CASACIÓN. Recurso por la forma. Violación al debido proceso. Artículos 39 y 41 de la
Constitución Política, 178 inciso b) y 30 inciso j) del Código Procesal Penal. La licenciada Blanca Iris Salas Mora en su
condición de defensora pública del imputado Cristian Garro Vásquez interpone recurso de casación por la forma aduciendo la
violación al debido proceso con fundamento en los siguientes argumentos: (1) Se señala que el Tribunal de mérito denegó la
aplicación extensiva de la reparación integral del daño a favor del imputado Garro Vásquez pese a cumplir con los requisitos
legales. (2) Según consta en el proceso, el imputado Garro Vásquez fue acusado de modo conjunto con otro imputado Frank
Marconi Blanco Solís, siendo que el primero, y al cual se refiere este recurso de casación, se acogió a un procedimiento abreviado.
En la audiencia preliminar celebrada el 24 de setiembre de 2004 se pactó una pena de un año y cuatro meses por el delito de
extorsión simple en grado de tentativa. (3) Respecto del otro imputado Blanco Solís, al cual no se le llevó a cabo la audiencia
preliminar inicialmente señalada, y por lo tanto su causa se tramitó de modo separado, siendo que mediante resolución de las 10:30
horas del 10 de octubre de 2007 el Juzgado Penal le dictó una sentencia de sobreseimiento por haberse acogido al instituto de la
reparación integral del daño. (4) Ante ello, y teniendo en cuenta que la recurrente tuvo conocimiento de la aplicación de esa salida
alterna, solicitó que la misma le fuera aplicada extensivamente al imputado Garro Vásquez, gestión que le fue denegada por el
Tribunal de Juicio aduciendo que ya se había dictado la sentencia acogiendo el abreviado. A criterio de la recurrente considerando
que el fallo (en el que se acepta el abreviado) no había adquirido firmeza era posible aun en ese supuesto (es decir ya dictado el
fallo) la aplicación del efecto extensivo de la reparación integral del daño. El reclamo no procede. Es cierto que la reparación
integral del daño puede llegar a tener efecto extensivo hacia otros imputados, pero la aplicación del efecto extensivo de la
reparación integral debe tener en cuenta una serie de supuestos en los que ello no es posible. La jurisprudencia de la Sala de
Casación Penal – que comparte este Tribunal – voto número 172-2007 de las 10:30 horas del 28 de febrero de 1007, ha
desarrollado el tema del efecto extensivo del instituto de la reparación integral del daño, analizando particularmente el supuesto en
que hay pluralidad de partícipes en el delito, situación que el legislador no previo en el numeral 30 inciso j) del Código Procesal
Penal. La Sala Tercera, en la resolución arriba citada, tiene como punto de partida que el efecto extintivo de la acción penal que se
produce por la aplicación de la reparación integral del daño no es personalísimo y que por lo tanto puede extenderse a otros
partícipes del delito que no hayan concurrido con su voluntad a la formación del acuerdo necesario para que se aplique, reparación
que por su naturaleza sólo puede realizarse una sola vez dentro del proceso, señalando además con acierto la Sala Tercera que el
efecto extensivo de la reparación integral del daño no depende de la voluntad de la víctima. En ese sentido ha dicho la Sala
Tercera: “VIII.- La reparación integral del daño causado con el hecho punible es una forma de extinguir la acción penal que reviste
particularidades propias y amerita, por ende, singular y expreso análisis. Se inscribe dentro de las medidas inspiradas en el
principio de solución del conflicto, al igual que la conciliación (las otras causales extintivas se basan en principios diversos, razón de
más que impide limitarse a un estudio genérico y comprensivo de todas ellas), pero se diferencia de la última en que, por su propia
naturaleza, puede realizarse una única vez, mientras que sí es posible conciliar en diversas oportunidades, dentro del mismo
proceso, y cada una con los distintos acusados. En efecto, es inherente al concepto de “reparación integral del daño” el que solo
pueda efectuarse una vez, desde que resulta inconcebible que un daño se repare “integralmente” en repetidas ocasiones. (…) Es
en este punto donde surgen los problemas cuando, en los casos de delitos con pluralidad de autores o partícipes, uno de ellos
decide efectuar una reparación integral; problemas que se acentúan cuando no todos los eventuales responsables son enjuiciados
conjuntamente. Así, puede ocurrir que se inicie el proceso contra uno solo de los individuos, mientras que el segundo se encuentra
ausente, rebelde o no ha sido identificado. El primer sujeto puede optar por reparar integralmente el daño, logrando así extinguir la
acción penal. Ahora bien, negar, sin más, el efecto extensivo de la medida al segundo sujeto, implicaría cerrarle la posibilidad de
que, una vez que se le tenga como justiciable, opte por acogerse a la medida de reparación integral del daño. Es obvio, como se
dijo, que no podría hacerlo, pues el daño ya fue enteramente reparado y el ofendido no puede aspirar a un enriquecimiento injusto
y aunque es cierto que sería posible acudir a otras medidas (v. gr.: la conciliación o la suspensión del proceso a prueba, en los
casos que la ley lo autoriza), también lo es que para aplicarlas se requiere ineludiblemente la aquiescencia de la víctima, en cuyas
manos quedaría decidir si se extingue o no la acción penal o se continúa hasta una eventual condena. Salta a la vista que en esas
condiciones se coloca al segundo imputado en una situación de completa desigualdad, pues a pesar de que se cumplan todos los
presupuestos para aplicar la medida alterna de la reparación integral, la propia naturaleza del instituto hace imposible acudir a él
por segunda vez. Frente a esa desigualdad en que se coloca al justiciable, es asimismo evidente que a la víctima se le reconocería
una ventaja y un poder desmedidos, muy alejados de la idea del legislador de rescatarla del olvido y del plano secundario en que se
hallaba, pues dicho rescate no significa otorgarle posibilidades exorbitantes de actuar ni introducir alteraciones sustanciales en el
equilibrio de poder dentro del proceso, en perjuicio de la parte más débil: el imputado. Es imperativo recordar aquí por qué el
legislador, inspirado en las ideas de diversas corrientes criminológicas y tendencias internacionales de política criminal, estableció
la posibilidad de extinguir la acción penal a través de la reparación del daño: lo fue tras considerar que en ciertos casos el interés
de la víctima puede verse adecuadamente satisfecho con esa medida, en vez de la imposición al acusado de una pena. Se trata,
según se apuntó líneas atrás, de introducir el principio de solución del conflicto como uno de los parámetros básicos del proceso
penal. Ahora bien, si es ese el principio inspirador de la norma y el que ha de regir su interpretación, resulta obviamente
contradictorio que la víctima, luego de ver satisfecho el interés en cuya virtud se creó el instituto –es decir, se le reparó el daño
causado–, pueda, sin embargo y haciendo depender esto de su exclusiva voluntad, continuar o propiciar que se continúe el proceso
contra otro justiciable que no hizo reparación alguna. Dicho con otras palabras: si la medida se basa en la idea de que la víctima,
en ciertos delitos, puede verse completamente satisfecha (y solucionado el conflicto) con la mencionada reparación integral,
resultaría una incoherencia que el proceso subsista persiguiendo a otros copartícipes del hecho punible, pues aquí ya no se
estaría propiciando ninguna solución del conflicto ni tutelando ningún interés legítimo de la víctima, sino, a lo sumo, cohonestando
un afán vindicativo personal. Ciertamente, la reparación del daño no hace desaparecer la lesividad del delito ni sus restantes
elementos sustantivos (de allí que la existencia de la reparación, por sí sola, no justifica el efecto extensivo de la medida), pero si el
legislador la recogió como una causa que pone fin a la acción penal porque soluciona el conflicto, porque la víctima de forma
expresa señaló su acuerdo (haciendo así evidente que ese era su interés) y solo puede llevarse a cabo una única vez, ha de
concluirse que tanto el análisis de la naturaleza misma del instituto, del principio que lo inspira y de las consecuencias que propicia,
impone reconocer que, cuando se realiza la reparación integral, los efectos extintivos de la acción punitiva pueden extenderse a
todos los imputados (con las excepciones que luego se apuntarán), aunque no hayan participado en ella y siempre y cuando,
desde luego, se encuentre pendiente la acción penal (lo que implica negar cualquier efecto extensivo a personas que ya fueron
condenadas por el mismo delito). Lo anterior no significa coartar o menguar ningún derecho de la víctima, sino valorarlo en su justa
dimensión, dentro de un proceso penal con aspiraciones sistemáticas. Tanto la figura de la reparación integral como la conciliación
y la suspensión del proceso a prueba, conllevan el reconocimiento de un poder con eficacia jurídica a la víctima, al extremo de que
puede poner fin al ejercicio de la acción penal por el Ministerio Público. En el caso de la reparación integral, ese poder se
manifiesta en aceptar que se le repare el daño sufrido, “a entera satisfacción” suya, en vez de tener que esperar a una sentencia
que puede no serle favorable; pero hasta allí llega dicho poder. Pretender que, a pesar de que uno de los acusados reparó
integralmente el daño, pueda la víctima reservarse la facultad de continuar la persecución contra otros encartados o propiciarla,
implica desnaturalizar por completo el instituto y avalar un abuso. De allí que resulte inaceptable el alegato del querellante de que el
ofendido debe consentir en cuanto al efecto extensivo de la extinción de la acción penal. Ese efecto se produce o no, con arreglo a
los principios que rigen el instituto, pero de ningún modo depende del consentimiento de la víctima, pues tal extremo se halla fuera
de su ámbito de disponibilidad. Por otra parte, si bien la reparación integral y las demás medidas alternas no constituyen un
derecho del imputado que pueda aplicarse de forma automática, con su sola voluntad (todas ellas demandan varios requisitos); lo
cierto es que, cuando concurran los presupuestos establecidos en la ley, la negativa a permitir que el justiciable tenga acceso a
ellas es un acto arbitrario que quebranta de forma grosera el principio de legalidad procesal. En la hipótesis de la reparación, ya se
indicó que, puesto que solo puede llevarse a cabo una vez, el consentimiento que se espera de la víctima se restringe al hecho
puro y simple de aceptar o rechazar dicha reparación de cualquiera de los imputados, pero no a que se aplique un eventual efecto
extensivo a los restantes, ya que el conflicto al que se refiere la ley y que se pretende resolver en la vía penal a través de este
instituto específico, es el que surge como producto del delito y no el que, por razones personales, pueda tener la víctima con
alguno de los acusados. Argumentar que esos otros justiciables (los que no repararon), podrían plantear otro tipo de reparación
integral (v. gr.: una de carácter simbólico), significa desconocer el concepto mismo del instituto y desnaturalizarlo, acudiendo a lo
que en realidad no sería más que una conciliación, que, por otra parte, no procede en todos los casos en los que sí se encuentra
autorizada la reparación integral. Amén de ello, cualquier traslado patrimonial, aunque fuere simbólico, a favor de la víctima que ya
fue íntegramente reparada, implicaría un enriquecimiento injusto que el derecho no puede propiciar” (Cfr. Voto 2007-000172 de las
10:30 horas del 28 de febrero de 2007). Si bien la Sala Tercera parte del principio del efecto extensivo de la reparación integral,
señala una serie de limitaciones para la aplicación de dicho efecto que se extraen de la naturaleza del instituto y de la misma
regulación legal. Dichas limitaciones se fundamentan en aspectos de índole subjetiva como objetiva que deben concurrir en la
aplicación del instituto de la reparación integral del daño y cuya ausencia impide que sus efectos puedan extenderse a copartícipes
que no toman parte en el acuerdo. Las limitaciones a la aplicación del efecto extensivo de la reparación integral del daño los
resume la Sala Tercera de la siguiente manera: “ En resumen, y recapitulando lo dicho, la reparación integral posee un sustrato
objetivo (el daño social o particular causado por el delito) que impone reconocer efectos a la extinción de la acción penal que
cobijan o se extienden a los coimputados que no efectuaron la reparación, siempre y cuando estos últimos: a) satisfagan los
requisitos de carácter personal establecidos en la ley, es decir, que en los cinco años anteriores no se hayan beneficiado de esa
misma medida o de la suspensión del proceso a prueba; b) se encuentre pendiente en cuanto a ellos la acción punitiva; c) se halle
la causa en un estadio procesal en que ellos, por sí mismos, podrían en abstracto hacer la reparación –antes del juicio oral–; y, d)
soliciten de forma expresa o manifiesten su entera conformidad con la aplicación del efecto extensivo, a sabiendas y previamente
informados de que se les inscribirá en el Registro Judicial y no podrán hacer nuevo uso del mismo instituto ni de la suspensión del
proceso a prueba durante los próximos cinco años”. (Voto 2007-000172 citado). En el caso concreto es lo cierto que la sentencia
que se recurre número 283-2007 dictada por el Tribunal del Segundo Circuito Judicial de Alajuela del 11 de octubre de 2007, fue
dictada por aplicación de un procedimiento abreviado (artículos 373 y siguientes del C.P.P.), siendo la propia defensora pública del
justiciable Garro Vásquez la que gestionó y estuvo de acuerdo con dicho procedimiento y con una pena de un año y cuatro meses
de prisión ya rebajado el tercio, de tal modo que no existe una violación al debido proceso como se aduce (sobre las condiciones
en que se pactó ese procedimiento abreviado véase al respecto el acta de folios 120 a 122 del principal). Ahora bien, si con
respecto al otro imputado Frank Marconi Blanco Solís, se separaron los procedimientos y se le dictó un sobreseimiento por
reparación integral del daño, esa solución del conflicto no puede alcanzar a quien debidamente advertido y asesorado sobre las
consecuencias de aceptar el procedimiento abreviado estuvo de acuerdo con el mismo, negociando una pena con el Ministerio
Público y que en su momento fue avalado por el Juzgado Penal y el propio Tribunal de Juicio al dictar el fallo. Por otra parte,
cuando la defensa gestiona que al imputado Garro Vásquez se le dicte un sobreseimiento por reparación integral del daño, esto
porque interpreta que es posible el efecto extensivo de lo resuelto a favor del coimputado Frank Marconi Blanco Solís, ya la
sentencia numero 283-2007 de las 16:00 horas del 11 de octubre de 2007 que ahora se recurre había sido dictada, por lo que
precluyó la posibilidad que tenía GARRO ÁLVAREZ de que se aplicara en su caso el instituto de la reparación integral del daño, a
lo que renunció, prefiriendo acogerse a un procedimiento especial abreviado, decisión que implicó también la renuncia a someterse
a un juicio oral y público, por lo que no es de recibo el alegato de que el efecto extensivo de la reparación integral del daño se le
debe aplicar porque aún la sentencia dictada en su contra no se encuentra firme, porque precisamente al haberse dictado en su
contra la citada sentencia, había precluído la posibilidad de que pudiera verse beneficiado con dicho efecto. El numeral 30 inciso j)
del Código Procesal Penal que regula el instituto de la reparación integral, fija como límite temporal para su aplicación “antes del
juicio oral”. Si bien en el caso concreto el juicio oral no existió por la aplicación del procedimiento especial abreviado, lo cierto es
que cuando se pide que se haga extensiva la reparación integral efectuada por Blanco Solís a Garro Álvarez, ya se había dictado
sentencia, por lo que se estaba en una etapa procesal que de acuerdo con el procedimiento ordinario implicaba haberse realizado
y culminado el juicio oral más la respectiva etapa de deliberación, habiéndose superado (precluído) por lo tanto, cualquier
posibilidad de que se aplicara la reparación integral del daño. La renuncia a la realización del juicio oral que implica la adopción del
procedimiento especial abreviado, constituye desde todo punto de vista, la superación de la etapa de juicio, por lo que con la
adopción del procedimiento especial abreviado precluye la posibilidad de aplicar la reparación integral del daño, quedando en ese
momento el asunto listo para dictar sentencia, al igual que cuando se ha celebrado el debate. Tal y como lo resolvió el Tribunal de
Juicio a folio 149, la sentencia del procedimiento abreviado había sido dictada desde el 11 de octubre de 2007, de tal modo que la
solicitud que presentó la defensora del imputado Garro Vásquez y que rola a folios 146 y 147 del principal para que se le aplicara
el efecto extensivo de la reparación que se acordó a favor del otro imputado Blanco Solís, fue presentada el 13 del mismo mes y
año, es decir cuando el fallo acogiendo dicho procedimiento abreviado había sido ya dictado. De ahí que el reclamo deba
denegarse.
II.- SEGUNDO MOTIVO DE CASACIÓN. Recurso por la forma. Falta de fundamentación en cuanto a la fijación de la
pena. Artículos 39 y 41 de la Constitución Política, 142, 369 inciso d) del Código Procesal Penal y 71 del Código Penal.
Alega la licenciada Blanca Iris Salas Mora que el fallo no tiene una debida fundamentación de la fijación de la pena que se impuso a
su representado porque si bien se le impuso un año y cuatro meses de prisión que corresponde al extremo menor de la pena con
que se sanciona el delito de extorsión simple menos un tercio, lo cierto es que el Tribunal no tomó en consideración que se está en
presencia de un delito tentado y conforme al numeral 73 del Código Penal tenía la facultad de reducir la pena, lo que no sólo no
hizo, sino que tampoco expuso las razones de ello. Se acoge el motivo. Tanto la acusación como la sentencia califican los hechos
acusados y tenidos por demostrados respectivamente, como configurativos de un delito de extorsión simple. En la audiencia
preliminar la licenciada Ángela Robles Sibaja, representante del Ministerio Público, señaló que los hechos contra Garro Álvarez
eran constitutivos del delito de extorsión simple en grado de tentativa (cfr. folio 121), calificación legal sobre la cual se realizó la
negociación del procedimiento especial abreviado, e incluso al cierre de la audiencia preliminar la defensa solicitó al Tribunal de
Juicio que por encontrarse ante un hecho tentado se rebaje la pena impuesta, evidenciándose con ello que existía claridad
respecto de la calificación legal sobre la que se negoció el procedimiento especial abreviado (cfr. folio 122). Unido a lo anterior se
tiene que la descripción fáctica acusada y la que se tuvo por demostrada, siendo ambas idénticas (cfr. folios 138 a 141), describen
un delito de extorsión en estado de tentativa. El tipo penal de extorsión se encuentra descrito en el numeral 214 del Código Penal
que establece: “ Será reprimido con prisión de dos a seis años, el que para procurar un lucro injusto obligare a otro con intimidación
o con amenazas graves a tomar una disposición patrimonial perjuidicial para sí o para un tercero.” El delito de extorsión se consuma
cuando el sujeto pasivo toma la disposición patrimonial, independientemente de que el sujeto activo obtenga el lucro que pretende.
Al respecto se ha dicho respecto de la consumación del delito de extorsión: “...Como delito de intención (de resultado cortado) ...
permite distinguir entre consumación formal y material. La consumación formal ocurre cuando, de manera dolosa y con la intención
requerida por la ley, se realiza el tipo objetivo. La consumación material -o el agotamiento del delito- se da cuando el agente
alcanza la finalidad perseguida al realizar el hecho. En la extorsión la consumación (refiriéndose a la material) ocurre cuando el
agente obtiene el lucro injusto que se proponía, aún en el caso de que obtenga una suma menor que la exigida ...” (Castillo
González (Francisco), EL DELITO DE EXTORSIÓN, Seletex, editores. San José. 1ª edición, 1991, páginas 94 y 95). Basta la
consumación formal para que el delito de extorsión se considere consumado. Al respecto ha señalado la Sala Tercera de Casación
Penal que: “ Varios autores - incluso costarricenses- señalan que la disposición patrimonial debe verificarse para que pueda
estimarse consumado el delito. Así, por ejemplo, el Dr. Francisco Castillo González, citado por el recurrente, señala que la
Extorsión es un delito de resultado que condiciona su consumación al acaecimiento de un perjuicio o daño patrimonial (cfr. su obra
El Delito de Extorsión, San José, Seletex Editores, 1991, págs. 93 a 99). Otros autores, particularmente los argentinos, también
exigen la realización de la disposición patrimonial como condición para que se consume el delito, esto es, que el delito se consuma
cuando el sujeto pasivo se ha desapoderado de la cosa (cfr. CREUS, Carlos: Derecho Penal Parte Especial, t. I, Buenos Aires,
Editorial Astrea, 1988, págs. 472 a 473)” (Resolución número 88-97 de las 10:15 horas del 7 de febrero de 1997). Los hechos
tenidos por demostrados en el caso concreto son los siguientes: “ Se acreditan los hechos acusados que señalan que el día siete
de junio del año en curso, en Ciudad Quesada de San Carlos, en la segunda planta del edificio Chalet, sito 50 metros oeste de la
Panadería Panchjto, oficiales del Organismo de Investigación de San Carlos se presentaron en la oficina del ofendido VÍCTOR
HUGO CORDERO PORTUGUÉS y procedieron a decomisarle un CPU que días antes le había vendido el imputado CRISTIN
GARRO VÁSQUEZ, debido a que dicho aparato se denunció como sustraído al Colegio María Inmaculada. Ese mismo día, horas
después de haberle realizado el decomiso, el agraviado CORDERO PORTUGUÉS empezó a recibir llamadas a su teléfono celular
de parte de personas desconocidas, pero que posteriormente fue identificado como el aquí imputado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ
y otro sujeto también identificado, quienes actuando de común acuerdo y con la finalidad de intimidar y amenazar a CORDERO
PORTUGUÉS para que les entregara dinero, procedieron a decirle que él los había vendido con la policía, haciendo alusión al
hecho de que sabían que le habían decomisado el aparato, y que por esa razón ahora él debía darles la suma de cincuenta mil
colones, de lo contrario se atuviera a las consecuencias, a la vez lo amenazaron indicándole que se presentarían a su oficina y le
iban a romper todo lo que tenía, que ellos sabían donde vivía y que su familia corría peligro, además dijeron que podían quemarle
la casa o hacerle daño a su carro si no cumplía con sus exigencias, también le indicaron que le daban tiempo hasta las ocho de la
noche del día 08 de junio de 2007 para que les entregara el dinero y que sino lo hacia que se atuviera a las consecuencias porque
ellos tenían contactos y podría hacerle todos los daños descritos. También fue acreditado y así fue acusado que el día 08 de junio
los imputados GARRO VÁSQUEZ y BLANCO SOLÍS, se presentaron en la vivienda del agraviado sita en Barrio San Roque, de
Ciudad Quesada, de las oficinas del Valle Dorada, 50 metros este, 25 norte, con la finalidad de atemorizar al agraviado CORDERO
PORTUGUÉS, le dijeron dicho con su cuñada Yadira Rodríguez Piedra que había llegado el muchacho del carro azul, ya que
sabían que el agraviado conocía que ellos se transportaban en dicho vehículo, esta situación alarmó al agraviado, quien se
convenció que estas amenazas que le hacían los acusados eran reales, por lo cual procedió a denunciar los hechos ante el OIJ de
San Carlos, donde dichos oficiales en coordinación con la Fiscalía de esta localidad pusieron en marcha un operativo policial, con el
fin de detener a los encartados. Se tiene por acreditado conforme fue acusado, que el día 09 de junio de 2006, a eso de las 11:30
horas el encartado GARRO VÁSQUEZ y otro sujeto debidamente identificado, a bordo del vehículo placas 475871, marca Hyundai,
Elantra, color azul, se presentaron en las afueras de la oficina del agraviado CORDERO PORTUGUÉS en la dirección antes
indicada, seguidamente el indiciado GARRO VÁSQUEZ ingresó a la oficina y le manifestó a CORDERO PORTUGUÉS que le deban
hasta las cuatro de la tarde para que les entregara el dinero, de lo contrario vería de lo que ellos eran capaz (sic) de hacerle,
además le dijo que no se le ocurriera llamar a la policía, porque sería hombre muerto. Todo con la finalidad de presionar a
CORDERO PORTUGUÉS, para que les entregara 50.000.00 colones, en perjuicio de su patrimonio; mientras esto ocurría, en las
afueras aguardaba el toro (sic) sujeto en su vehículo. Este mismo día, a eso de las 16:32 horas, en las oficinas del OIJ de San
Carlos, la juez penal, luego de haber requisado a CORDERO PORTUGUÉS, en presencia de la Defensa pública, le entregó la
suma de 50.000.00 colones en billetes de diez mil colones, dinero que había sido previamente marcado y que correspondía a las
series: A27514867, A33079995, A36180513, A24462255 y A25308784, posteriormente los tres se trasladan hasta el edificio Chalet
donde se ubica la oficina del ofendido CORDERO PORTUGUÉS, esto en compañía de la fiscal de turno y varios oficiales del OIJ.
Minutos después, el imputado GARRO VÁSQUEZ se presenta a las oficinas del agraviado con la finalidad de que el ofendido le
entregue el dinero que le habían exigido vía telefónica, sin embargo el denunciante le dijo que no se lo daba hasta que le dijera
quien era la otra persona que la había estado amenazando, ante la insistencia del agraviado GARRO VÁSQUEZ dijo que se trataba
del otro sujeto que fue identificado debidamente y que éste era violento, así que lo mejor era que le entregara los 50.000.0. Ante
esta situación el ofendido le indica a GARRO VÁSQUEZ que le entregaría personalmente el dinero al otro sujeto debidamente
identificado, por lo cual GARRO VÁSQUEZ va en su búsqueda. Posteriormente GARRO VÁSQUEZ y el otro sujeto ingresan a la
oficina de CORDERO PORTUGUÉS, donde el encartado el segundo sujeto ya referido procedió a amenazar al ofendido y a la vez
exigía que le entregara el dinero, de lo contrario su vida corría peligro, ante esta situación el denunciante entrega el dinero al
segundo sujeto dicho quien seguidamente salió de la oficina en compañía del encartado GARRO VÁSQUEZ. Una vez que los
imputados estaban en las afueras de dicho local, ambos son detenidos por oficiales del OIJ y durante el arresto logran decomisarle
al sujeto que actuaba en compañía del impuado GARRO VÁSQUEZ, el arma de fuego, marca Kora, serie 409398, calibre 38, la cual
era portada por el justiciable dentro de la pretina del pantalón, lo anterior sin contar con el respectivo permiso de portación de
armas, además se le decomisó el dinero marcado” (cfr. folios 138 a 141). De acuerdo con el elenco de hechos que se tuvieron por
demostrados en la sentencia impugnada, si bien el ofendido realizó una disposición patrimonial al entregar a los acusados la suma
de cincuenta mil colones que era el dinero que exigían a cambio de no cumplir sus amenazas, dicha disposición patrimonial no
permite tener por consumado el delito de extorsión en el tanto surge en el contexto de un operativo policial tendiente a identificar
plenamente y detener a los autores del delito, siendo que la policía se encontraba presente en el lugar de los hechos y tenía
controlada la situación, por lo que GARRO VÁSQUEZ y el otro sujeto que actuaba en asocio con él, no tenían posibilidad de huir
con el dinero, de modo que la entrega del mismo no tenía la potencialidad de afectar el patrimonio de la víctima que es el bien
jurídico tutelado por el delito de extorsión porque estaba prevista su la segura recuperación del dinero. Por otro lado, la entrega de
dinero que hace la víctima a Blanco Solís, no está motivada en la amenaza que los acusados le formularon, sino que la motivación
para la entrega del dinero está constituida por el afán de identificar y detener a los sujetos que le estaban exigiendo la entrega del
dinero mediante amenazas, siendo que la única disposición patrimonial que consuma el delito de extorsión lo es la que surge como
consecuencia de la amenaza grave, de modo que la entrega de dinero que realiza la víctima tampoco cumple con las exigencias del
tipo penal de extorsión. Así las cosas, no habiéndose consumado el delito de extorsión, se determina que el mismo quedó en
estado de tentativa porque los justiciables iniciaron la ejecución del delito por actos directamente encaminados a su consumación
(se tuvo por demostrado que mediante amenazas graves y procurando un lucro injusto, puesto que no tenían derecho alguno,
exigieron a la víctima que dispusiera en su favor de la suma de cincuenta mil colones), disposición que no se llega a producir en los
términos que lo exige el tipo penal de extorsión, ello por causas ajenas a la voluntad de los acusados, al decidirse la víctima a
solicitar la intervención de la Policía Judicial logrando la captura de los agentes del delito (art. 24 del Código Penal). Por las
razones dichas, esta Cámara de Casación oficiosamente recalifica el delito por el que se ha condenado al acusado CRISTIAN
GARRO VÁSQUEZ al de TENTATIVA DE EXTORSIÓN, por ser esa la calificación correcta que debe darse a los hechos tenidos por
demostrados en la sentencia impugnada que erróneamente los tiene como configurativos de un delito de extorsión consumado.
Recalificados los hechos, corresponde analizar el reclamo del recurrente, quien considera que la fundamentación de la pena no
resulta adecuada porque el Tribunal de Juicio no analizó que se estaba en presencia de un delito tentado y que existía la
posibilidad de que se rebajara la pena, ello al tenor de lo establecido en el numeral 73 del Código Penal, según el cual “ La tentativa
será reprimida con la pena prevista para el delito consumado disminuida o no a juicio del juez”. En principio es deber del juez de
sentencia siempre que se está en presencia de un delito tentado, tener presente para efectos de proporcionalidad lo dispuesto en
la norma ante trascrita, debiendo fundamentar debidamente el rebajo de la pena o el no ejercicio de dicha facultad . Sobre este
tema, en el voto 5205-97 de las 15:45 horas del 2 de septiembre de 1997, la Sala Constitucional determinó lo siguiente: "… la falta
de motivación de no imponer la pena disminuida en los delitos tentados, constituye violación a la garantía constitucional del debido
proceso." No obstante lo anterior, no debe perderse de vista que la sentencia impugnada se produce en un procedimiento especial
abreviado, imponiendo el Tribunal de Juicio la pena negociada y acordada de un año y cuatro meses de prisión (cfr. acta de folios
120 a 122), que corresponde al extremo menor de la pena establecida para el delito de extorsión menos un tercio. En relación con
la fijación de la pena por parte del Tribunal de sentencia en los procedimientos especiales abreviados, el Tribunal de Casación del
Segundo Circuito Judicial de San José, jurisprudencia que se comparte, ha dicho lo siguiente: "... La reducción de la pena que
reclama el imputado no fue solicitada en la audiencia preliminar. En dicho acto procesal, el imputado y su defensor consideraron
que los siete años que habían convenido era la sanción que consideraban adecuada, sin expresar su pretensión de que se
redujese el tercio, tal como lo prevé el artículo 374 del c.p.p.. La norma recién citada prevé la posibilidad de que se reduzca en un
tercio el extremo menor del tipo penal aplicable, en este caso los ocho años que prevé el artículo 58 de la Ley de Estupefacientes
(número 8204), reduciéndolo en un tercio, pero tal límite señala la frontera legal del convenio entre las partes, lo que no significa
que el Tribunal deba aplicar, unilateralmente, tal reducción, pues en este caso, no existe ningún motivo para que frente a un tipo
delictivo que tiene una pena mínima de ocho años, el juez pueda imponer una sanción inferior al mínimo que prevé el tipo penal; la
situación sería diferente, si la pena convenida fuese superior al mínimo previsto por la figura delictiva, pues en esta hipótesis el juez
conserva, plenamente, su capacidad de apreciar los hechos e individualizar la pena conforme los criterios que prevé el artículo 71
del código penal, pero sin sobrepasar, por exceso o por defecto, el extremo menor y mayor de la pena prevista para la figura
delictiva aplicada. La reducción de un tercio del mínimo sólo es aplicable si se incluye en el convenio entre las partes o también
cuando una de ellas, en este caso, la Defensa, lo solicita. En este caso, no se cumple ninguna de estas hipótesis, pues la pena
convenida, aunque reduce el extremo mínimo legal en un año, no incluye el tercio y tampoco el defensor o el imputado, solicitaron al
juez la reducción del tercio, expresando en la audiencia preliminar o posteriormente, los motivos por los que consideraban
pertinente tal solicitud. Si no se conviene la reducción en un tercio o no los solicita el imputado, la autoridad debe reducir el ejercicio
de sus potestades represivas a los límites ordinarios, que en este caso, sería la aplicación de una pena que no sea superior a la
convenida y que tampoco puede reducir, unilateralmente, una sanción que conforme a sus potestades ordinarias y constitucionales,
debe atenerse a los límites que le impone el principio de legalidad, que en estas condiciones no le permitiría imponer una sanción
inferior a los siete años, pues conforme a lo expuesto, ni se convino ni el imputado o su defensor, lo solicitaron. No puede el juez
aplicar unilateralmente un extremo que no se discutió, que no se solicitó previamente, pues tal decisión conculcaría los principios de
igualdad de armas, el contradictorio y la lealtad procesal. ..." (Tribunal de Casación Penal, voto Nº 2003-0471 de las 10:20 horas
del 29 de mayo de 2003). En el presente asunto se tiene que se negoció la aplicación de un procedimiento especial abreviado
sobre la base de la calificación legal del delito de extorsión en grado de tentativa, porque consta en el acta de folios 120 a 122 que
la Fiscal recalificó los hechos a dicha delincuencia en vez de la calificación de extorsión consumada que se había dado en la
acusación, de modo que la pena impuesta al justiciable en la sentencia impugnada de un año y cuatro meses de prisión, es la
negociada y corresponde al extremo menor de la pena para el delito de extorsión simple menos un tercio, sin que en el acuerdo se
planteara la posibilidad de un rebajo adicional en razón de estarse en presencia de un delito tentado. De acuerdo con la
jurisprudencia antes citada, el Tribunal de sentencia debió en principio respetar el acuerdo sobre la pena, sin embargo, en el caso
concreto existen circunstancias adicionales a tomar en cuenta que exigían de parte del Tribunal de Juicio una fundamentación
adicional de la pena en relación con el rebajo de la misma. Ello es así porque en el acta donde constan los términos de la
negociación (folios 120 a 122), al final se consigna una solicitud expresa de la defensa técnica en la que indica lo siguiente: “Por
otro lado solicito al Tribunal de Juicio que por encontrarnos ante un hecho tentado, se analice el mismo a la luz del artículo 73 del
Código Penal y se le rebaje la pena impuesta a mi defendido”. Dicha manifestación de la defensa técnica no fue adversada en
modo alguno por la representación fiscal, ni el juez penal que dirigía la audiencia preliminar se pronunció al respecto,
evidenciándose por un lado una aceptación tácita de la representación del Ministerio Público de la posibilidad de un rebajo
adicional de la pena acordada por estarse en presencia de un delito tentado y por lado que la defensa técnica del imputado no
estuvo realmente conforme con la pena pactada. En tales circunstancias, y siendo que es claro que el numeral 73 del Código Penal
establece la posibilidad de una disminución de la pena, pues le otorga al juez de sentencia la facultad de disminuirla, para lo cual no
le impone límite alguno, por lo que en abstracto podría disminuirse la pena hasta la unidad mínima, que lo es de un día de prisión.
Al haberse solicitado expresamente por la defensa un rebajo adicional de la pena acordada en el procedimiento especial abreviado,
debe el Tribunal de Juicio pronunciarse al respecto, lo que no hizo, según se desprende de la fundamentación de la pena
consignada en la sentencia impugnada, de la que no se desprende razonamiento alguno del a quo contestando la solicitud de la
defensa. En circunstancias como las que se plantean en el presente asunto que se tramita como abreviado, donde a pesar del
acuerdo sobre la pena media una solicitud adicional de rebajo de la pena por la defensa, este Tribunal igualmente ha resuelto que
el Tribunal de sentencia tiene la obligación de pronunciarse al respecto. En la resolución número 2007-280 de las 10:25 del 18 de
mayo de 2007 dijo lo siguiente: “ En casos como el presente, donde la defensa plantea una solicitud que desborda los términos del
pacto al que se llegó con el Ministerio Público para decidir la aplicación del abreviado (con lo cual da a entender que no está de
acuerdo con el monto acordado), debe mediar un pronunciamiento directo, claro y expreso por parte del tribunal que dicta
sentencia a fin de justificar el por qué no se accede a aquella, todo lo cual se echa de menos en la especie”. Así las cosas, al no
haberse pronunciado el Tribunal de Juicio sobre la solicitud de la defensa técnica para que se rebajara la pena acordada en el
procedimiento especial abreviado, existe una evidente falta de fundamentación que torna en ineficaz lo resuelto con respecto a la
pena, ello al tenor de lo establecido en el numeral 142 del Código Procesal Penal, por lo que se debe anular la sentencia
impugnada únicamente en cuanto a la pena impuesta y ordenar el reenvío para nueva sustanción de dicho extremo.
POR TANTO:
De oficio se recalifican los hechos por los que ha sido condenado CRISTIAN GARRO VÁSQUEZ al delito de extorsión en
grado de tentativa. Se declara con lugar el segundo motivo del recurso de casación y se anula la sentencia impugnada únicamente
en cuanto al extremo de la pena y se ordena el reenvío para nueva sustanciación de dicho extremo. Se declara sin lugar el primer
motivo del recurso. El Juez Camacho Morales formula nota en cuanto a este primer motivo. En lo demás, la sentencia permanece
incólume. NOTIFÍQUESE.

Jorge Arturo Camacho Morales

Martín Alfonso Rodríguez Miranda Jorge Steve Fernández Rodríguez


Jueces de Casación Penal

Exp: 07-000614-065-PE
Delito: Extorsión simple
Imputado: Cristhian Garro Vásquez
Ofendido: Víctor Cordero Portuguez
Dilig/lore*

Clasificación elaborada por CENTRO DE INFORMACIÓN JURISPRUDENCIAL del Poder Judicial. Prohibida su reproducción y/o
distribución en forma onerosa.

Es copia fiel del original - Tomado del Nexus PJ el: 26-04-2022 18:16:48.

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