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PRÓLOGO V
Esther Wiesenfield
CAPÍTULO 1 1
EL ENFOQUE APLICADO DE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PSICOLOGÍA
SOCIAL
1.1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL APLICADA 5
1.1.1. La sensibilidad social en los orígenes de la Psicología Social 7
1.1.2. 1930-1950. La época álgida de las aplicaciones. 11
1.1.3. 1950-1969. La época oscura de las aplicaciones. 12
1.1.4. Crisis de la Psicología Social 13
1.2. CARACTERÍSTICAS ACTUALES 18
1.2.1. El desarrollo de una Psicología Social europea con señas de
identidad propia 18
1.2.2. Mayor exigencia de relevancia y aplicabilidad: la consolidación de
las intervenciones como objeto de estudio de la Psicología Social 19
1.2.3. La incorporación de la complejidad 21
1.2.4. El compromiso comunitario de la Psicología Social 23
CAPÍTULO 2 27
LA NATURALEZA CONCEPTUAL Y EPISTÉMICA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
APLICADA
2.1. EL PROBLEMA DESDE LA PROPIA DEFINICIÓN 27
2.2. LA DISCUSIÓN EPISTEMOLÓGICA 29
2.3. CONCEPCIONES ACTUALES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL APLICADA. EN BUSCA
DE UN MODELO INTEGRADOR 34
2.3.1. La Tecnología Social 34
2.3.2. Hacia una Psicología Social aplicable: el modelo de Mayo y La
France 36
2.3.3. El modelo circular de Fisher 39
2.3.4. El modelo de ciclo completo de Cialdini 41
2.4. REFLEXIONES ACERCA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL APLICADA 42
2.4.1. Acerca del concepto de Psicología Social Aplicada 43
2.4.2. A modo de conclusiones 46
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
CAPÍTULO 3 51
INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL
3.1. CONCEPTO DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 51
3.1.1. Definición 52
3.1.2. Definición figurativa 53
3.1.3. Las funciones y fases de la Intervención Psicosocial 55
3.2. RELACIÓN PSICÓLOGO, CLIENTE, POBLACIÓN 59
3.2.1. Tipos de relaciones que se establecen entre el cliente, la
población y el profesional 61
3.2.2. Aspectos éticos 63
3.3. ÁMBITOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 64
3.3.1. El grupo como escenario de Intervención Psicosocial 64
3.3.2. Psicología e intervención comunitaria 66
3.3.3. El ambiente físico 69
3.4. LA EVALUACIÓN 70
3.4.1. Evaluación de programas o evaluación clarificativa 71
3.4.2. Evaluación de los resultados o de impacto 73
CAPÍTULO 4 77
LAS NECESIDADES Y LOS PROBLEMAS SOCIALES DESDE LA INTERVENCIÓN
PSICOSOCIAL
4.1. LA NATURALEZA PSICOSOCIAL DE LAS NECESIDADES HUMANAS 78
4.1.1. La gramática de las necesidades sociales 78
4.1.2. El carácter universal de las necesidades humanas 82
4.1.3. La evaluación de necesidades 87
4.2. EL PROBLEMA SOCIAL COMO ORIGEN Y MOTIVO DE LA INTERVENCIÓN
PSICOSOCIAL 90
4.2.1. El problema de los problemas sociales 90
4.2.2. Características de los problemas sociales 91
4.2.3. El proceso de legitimación de los problemas sociales 92
4.2.4. El estudio de los problemas sociales 94
CAPÍTULO 5 94
FELICIDAD, BIENESTAR Y CALIDAD DE VIDA DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
5.1. BIENESTAR SUBJETIVO Y BIENESTAR SOCIAL 94
5.2. SATISFACCIÓN VITAL Y CALIDAD DE VIDA 94
5.3. EL REENCUENTRO CON EL CONCEPTO DE FELICIDAD 94
5.3.1. Modelos teóricos sobre la felicidad y el bienestar subjetivo 94
5.3.2. Felicidad y personalidad 94
5.3.3. Felicidad e interacción social 94
5.4. IMPLICACIONES PARA LA INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL 94
CAPÍTULO 6 94
CAJA DE HERRAMIENTAS PARA ELABORAR UNA PROPUESTA DE
INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL
César San Juan y Tomeu Vidal
ii
Índice
CAPÍTULO 7 94
LA PSICOLOGÍA SOCIAL EN SU CONTEXTO: NUEVOS ESCENARIOS,
NUEVOS RETOS
Enric Pol
7.1. PROSPECTIVA DESDE LA HISTORIA 94
7.1.1. Los ecos de las crisis 94
7.1.2. ... llegó con la democracia 94
7.2. CAMBIOS A NIVEL GLOBAL: UN NUEVO ESCENARIO SOCIAL 94
7.2.1. ¿Globalización o globalizaciones? 94
7.2.2. Implicaciones psicosociales de la sostenibilidad 94
7.3. INTERCOMUNICACIONES Y NUEVA ECONOMÍA 94
7.4. ECONOMÍA, BIENESTAR Y MEDIO AMBIENTE 94
7.5. LOS PROCESOS MIGRATORIOS, DE NUEVO UN RETO 94
7.5.1. Las migraciones en la Psicología 94
7.5.2. Tipos, causas y políticas 94
7.6. LA CAIDA DEL ESTE, DESIDEOLOGIZACIÓN Y MOVIMIENTOS SOLIDARIOS 94
7.7. IDENTIDADES Y COMUNIDADES: A MODO DE CONCLUSIÓN 94
REFERENCIAS 94
iii
Prólogo
Por dos razones es un placer para mí escribir el Prólogo de este libro. La primera
es afectiva: los autores son mis amigos; a ellos me une, en algunos casos más y en
otros menos, varios años de amistad. Además, los respeto por su trayectoria
profesional y su calidad humana. La segunda es académica: el libro Psicología
Social Aplicada e Intervención Psicosocial constituye un loable esfuerzo de
sistematización de temas importantes de la Psicología Social.
Es así como los siete capítulos que componen este texto se justifican por sí
solos, de modo que es innecesario argumentar a favor de la obra que se presenta,
tal como es costumbre hacer en otros prólogos. Precisamente, este es uno de los
méritos de este libro. Sin dejar de fijar su propia posición, a veces polémica, los
autores presentan una revisión de las concepciones, modelos y perspectivas que
orientan los temas tratados; los analizan críticamente y se posicionan al respecto,
todo lo cual constituye una invitación a el/la lector/a a arribar a sus propias
conclusiones. De lo anterior se desprende un segundo mérito del libro: la apertura
señalada ofrece un escenario propicio para el debate, entendiendo que las
conclusiones de cada lector/a no necesariamente coincidirán con las de los autores.
Por esto, y para continuar con el desarrollo del resto del Prólogo, me he preguntado,
e intentado responder ¿qué aporta la obra y a quién?
Los editores de este libro y autores de cinco de sus siete capítulos, Bernardo
Hernández y Sergi Valera, examinan con bastante detalle la evolución histórica de la
Psicología Social Aplicada. Una historia común a diferentes contextos hasta los 60,
para luego extenderla hasta nuestros días en el contexto español (Capítulo 1).
Continúan con el análisis de la naturaleza conceptual y epistemológica de la
orientación aplicada de la disciplina, que incluye un examen de las definiciones sobre
psicología social básica y Psicología Social Aplicada, sobre teoría y práctica y de los
diferentes tipos de conocimientos generados por una u otra. Ilustran las posiciones
actuales sobre la Psicología Social Aplicada a través de tres modelos, el de Varela,
el de Mayo y La France y el de Cialdini (Capítulo 2). El capítulo relativo a la
Intervención Psicosocial contempla las definiciones, fases, funciones y actores de la
intervención, así como los tipos de relaciones entre éstos, algunos ámbitos de la
Intervención Psicosocial y los modos de evaluarla (Capítulo 3). Le sigue la exposición
de diversas perspectivas acerca de la naturaleza psicosocial de las necesidades y
problemas sociales, sus definiciones, características, modos de identificación y
evaluación (Capítulo 4); y luego el reverso de las necesidades y problemas, esto es
la felicidad, el bienestar y la calidad de vida desde la óptica psicosocial, tipos,
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
sin que estos produzcan a su vez efectos sociales” Así, “cualquier científico social
que produzca conocimientos ampliamente reconocidos y que aporte efectivamente
algo a su campo de especialidad está actuando ineludiblemente como agente
político capaz de incidir sobre la realidad social, puesto que modifica nuestra forma
de entenderla” (1992: 23).
También es pertinente incorporar en la discusión otras visiones sobre el proceso
de la Intervención Psicosocial. En ese sentido concepciones que valoren las
interpretaciones de los actores respecto a la finalidad de la intervención, adaptación,
cambio, permitirán enriquecer la caja de herramientas, que como bien señalan los
autores son elementos para la reflexión.
Finalmente, el listado de los retos y escenarios que expone Pol, dan para una
agenda de conversación acerca de la psicología social que nos convoca a todos, en
tanto es exhaustiva y abarca los problemas que debido a la globalización afectan los
diversos continentes. No obstante, no debemos perder de vista que estos problemas
adquieren expresiones particulares en los diferentes contextos, las cuales exigen
lecturas, énfasis y acciones diferentes en cada uno de los entornos.
Queda entonces a consideración de el/la lector/a un texto prolijo, polémico, que
con seguridad enriquecerá sus conocimientos y estimulará otras narrativas acerca de
lo que aquí se dice y también sobre lo que no se dice.
Esther Wiesenfeld.
Caracas, marzo de 2001.
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Capítulo 1
1
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
nacimiento, que hace que todos pertenezcamos a un mismo gran grupo familiar,
heredero de un pasado compartido. En la mayoría de las ocasiones, se presenta la
identidad de la Psicología Social como una unidad y con continuidad (v.g.
Allport, 1968 en The historical background of modern social psychology), aunque en
ocasiones se escribe y discute sobre si hay dos, tres o más psicologías sociales
(House, 1977), no se cuestiona que lo común es más que lo diferente. Desde esta
perspectiva unionista se entiende que la Psicología Social tiene una historia que
viene de Durkheim y Wundt, aunque la disciplina aparece vinculada a este último
autor gracias a la Psicología de los pueblos y no al Wundt, padre de la Psicología
experimental.
Sin embargo, tal como señala Jiménez Burillo (1976), es muy difícil situar el
momento concreto de la aparición de una ciencia, ya que los factores sociales
asociados a los hechos científicos van produciendo las condiciones apropiadas para
que lentamente se vaya definiendo un objeto, y en su caso un método de
investigación, hasta llegar a ocupar un lugar dentro del campo de las disciplinas
científicas.
Territorialismo. Como se ha comentado anteriormente, la historia de una
disciplina aporta elementos de interés, en aras de delimitar su identidad disciplinar, y
ésta es importante de establecer si queremos sentar las bases de una disciplina
científica sustantiva. Sin embargo, una postura extrema en este punto puede llevar a
ignorar un aspecto fundamental: la Psicología Social surge en el seno del conjunto
de ciencias sociales, comparte un substrato común con ellas y su delimitación
territorial actual responde a un fenómeno relativamente reciente (Manicas, 1987). La
idea, por tanto, de definir una disciplina sustantiva y con identidad propia no implica,
ni mucho menos, establecer unas fronteras impermeables respecto al conjunto de
ciencias humanas y sociales, algo que en ocasiones ha sucedido, sobre todo al tratar
de ganar en identidad y cientificidad a través de la comparación de la Psicología
Social con las ciencias naturales y positivas. En definitiva, como señala Ibáñez, “las
posibilidades de acceder a la inteligencia de la Psicología Social quedarían sin duda
mermadas por el hecho de desarrollar una historia separada para esta disciplina,
perdiendo de vista el fondo común que la vincula con las restantes disciplinas que
forman parte de su contexto de conocimiento” (Ibáñez, 1990, p. 20).
Asimismo, los vínculos que todo campo del saber mantiene con sus
antecedentes hace que también resulte muy difícil señalar límites rígidos entre unas
disciplinas y otras, más allá de las justificaciones epistemológicas y de las
necesidades académicas. Los conceptos teóricos, filosóficos, metodológicos, etc.,
tienen tantos elementos comunes que resulta inútil e innecesario pretender que la
divisiones entre ciencias obedecen a separaciones reales.
Doxografía. Este término es utilizado por Rorty (1990) para analizar la historia de
la filosofía y es recogido por Crespo (1995) con relación a la Psicología Social.
Designa a un tipo de historia caracterizada por definir lo que le es propio o no a una
disciplina sentando un canon o norma a partir de la cual distinguir la orto-doxia de la
hetero-doxia. Las narraciones históricas doxográficas tienen un marcado carácter
legitimador de un determinado tipo de saber regido por cuestiones de prestigio,
reconocimiento y poder, saber marcado por la consagración normativa que ostenta el
canon.
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
La línea marca la tendencia principal en cada período. La ubicación de los hitos históricos
corresponde mayoritariamente al período en concreto, no a la tendencia.
1945. Journal of Social Issues 1946-51. Teoría del campo de Kurt Lewin
1946. Institute of Social Research (Fundación del Research Center for Group
Dynamics)
1947. Fundación de la Estación Psicológica en Midwest.
Orígen de la Psicología Ecológica
1949. The American Soldier, de Stouffer
1946. Discurso de Guthrie ante la APA
y colaboradores
1950
1954-57. Estudios de Psicología Ambiental 1965. Journal of Experimental Social
de Lee Psychology
1959. Sommer inicia sus estudios sobre
espacio personal
1965. Society for Experimental Social
Movimiento de los indicadores sociales Psychology
(Bauer, 1966)
Figura 1.1. Esquema histórico Psicología Social Básica versus Aplicada con algunos de los
hitos más destacados. Basado en Pol (1988a). Dossier Gráficos y Esquemas
PSA, Departamento de Psicología Social, Universitat de Barcelona.
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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la tropa. Pero quizás el trabajo más notable fue una serie de estudios militares que,
bajo el título genérico de The American Soldier, llevaron a cabo prestigiosos
psicólogos sociales comandados por Stouffer (Stouffer, Schuman, De Vinney, Star y
Williams, 1949).
El trabajo se centró fundamentalmente, en el estudio de la adaptación de los
soldados a la vida militar, tanto durante el período de entrenamiento como en el
frente de combate, y fue publicado en los cuatro volúmenes de The American Soldier
(Stouffer y et al., 1949). En este programa el ejército americano realizó más de
600.000 entrevistas para analizar las actitudes de los soldados -especialmente las
raciales- y los efectos de la integración en la moral de la tropa.
En 1936 se crea la Society for the Psychological Study of Social Issues (SPSSI)
cuya importancia fue tal que llegó a tener en sus filas al 90 por ciento de los
psicólogos sociales norteamericanos. Esta sociedad promueve la publicación del
Journal of Social Issues a partir de 1945, y elaboró desde ese momento una serie de
textos de Psicología Social sobre tópicos socialmente relevantes y comprometidos
como el de Perlman y Cozby de 1983. Por su parte, la Psicología Industrial vivió
momentos de efervescencia al concluir la guerra. La A.P.A. fundó la división 14 de
Psicología Industrial y aparecen las revistas Personnel Psychology y Human
Relations.
En esta misma línea de implicación aplicada de la Psicología Social, los trabajos
sobre clima y estilo de liderazgo realizados por Lewin, Lippitt y White (1939),
ejercieron una gran influencia sobre la Psicología Social, pero sobre todo, en las
prácticas educativas y la dirección organizacional de la época.
Kurt Lewin, junto a su grupo de investigadores del Iowa Child Research Station,
desarrolló una línea de intervención para mejorar la nutrición, a petición de Margaret
Mead, quien dirigía el Food Habits Committee of the National Research Council. Los
trabajos posteriores de Lewin sobre la resistencia al cambio y los equilibrios cuasi-
estacionarios, así como, la tradición de la action-research, fueron claros deudores de
sus intentos por hacer que las amas de casa incluyeran vísceras en la dieta familiar y
dieran zumo de naranja y aceite de hígado de bacalao a sus bebés.
Asimismo es destacable la formación, en 1946, del Research Center for Group
Dynamics como parte del Institute for Social Research de la Universidad de
Michigan. En él Kurt Lewin, con sus colegas y estudiantes, elaboró sus ideas acerca
de la Action-Research y su Field Theory (Lewin, 1946, 1947, 1948, 1951)
consideradas por muchos como el germen de la actual Psicología Social Aplicada.
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Antecedentes de la crisis
Ya Rosenzweig (1933) había planteado algunas dudas, Brunswik (1952) discutió
la validez ecológica de los experimentos y Moreno (1948) cuestionó la forma en que
la Psicología Social abandonaba temas sustantivos a causa de su fascinación por el
método. Método cuya ética se puso en tela de juicio (Amrine y Sanford, 1956;
Gross, 1956; Kelman, 1965, 1967), lo mismo que su validez científica. Los
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
psicólogos empezaron a ser concientes de que los estudios de laboratorio tenían una
influencia propia sobre lo que sucedía en ellos, y que había determinadas variables
situacionales como la participación voluntaria (Rosen, 1951; Riggs y Kaess, 1955;
Martin y Marcuse, 1958), las características de la demanda (Orne, 1959, 1962) o los
efectos del experimentador (Rosenthal, 1958), que no habían sido tomadas en
cuenta. Según Tomás Ibáñez (1990) el trabajo de Goffman (1959/1976) publicado
por entonces, contribuyó a sensibilizar a los psicólogos sociales de la época ante
estas cuestiones, tan ligadas al rol del experimentador y de los sujetos
experimentales.
Una de las primeras manifestaciones formales de la gestación de la crisis, se
encuentra en lo que algunos han dado en llamar la declaración de crisis de
Ring (1967). Para Ring, la Psicología Social experimental se encontraba en una
situación de profunda confusión intelectual debido a la desvinculación entre teoría,
investigación y acción social; y la experimentación se caracterizaba por intentar ser lo
más llamativa y complicada posible, por eludir los tópicos prosaicos y las
predicciones obvias. Según el propio Ring, esta situación se debe a que las
investigaciones olvidan los problemas sociales relevantes, y se realizan aisladamente
y al margen de programas de investigación.
Las afirmaciones de Ring y las de otros psicólogos sociales, como
Riecken (1968), señalando la falta de validez, la escasa acumulación de
conocimientos y la ausencia de replicaciones, generaron entre los psicólogos
sociales un considerable desencanto con su actividad profesional, así como el propio
sentir de los profesionales respecto a la existencia de dicha crisis (Nederhof y
Zwier, 1983). Como señala Hendrick (1977, pág. 49): “la existencia de una crisis es
materia de definición social. Existe porque las personas dicen que existe”; y basta
echar un vistazo a la literatura para comprobar que los psicólogos sociales y otros
muchos profesionales dicen que existe crisis.
Exceptuando la réplica de McGuire (1967), el trabajo de Ring no provocó muchas
respuestas en aquel momento. Posteriormente, en la reunión de la Asociación
Europea de Psicología Social celebrada en Bélgica en el año 1969, se hizo patente
una cierta división entre los asistentes que, de alguna manera, presagiaba lo que
sería el desarrollo posterior de dicha crisis. Según Tajfel (1972), en la reunión de
Lovaina quedó clara la diferenciación entre los que defendían los procedimientos de
investigación al uso, y aquellos que consideraban que era necesario dirigir las
investigaciones psicosociales hacia nuevas orientaciones teóricas y metodológicas, y
preocuparse menos por la respetabilidad científica.
Naturaleza de la crisis
Las discusiones planteadas, y que en alguna medida permanecen vigentes,
giraron en torno a tres bloques fundamentales que difieren en el grado que
cuestionan la naturaleza de la Psicología Social. En un primer nivel, se debate
fundamentalmente cómo investigar sin desnaturalizar el objeto y los sujetos, y habría
que señalar las críticas de tipo metodológico, unidas a otras de carácter ético. En un
segundo nivel, se discute el poder de las teorías y el ámbito de explicación que
desarrollan en torno a cuestiones sustantivas, y a los presupuestos subyacentes en
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Consecuencias de la crisis
Como consecuencia de la crisis se ha gestado una disciplina cuya característica
fundamental es, sin duda, la diversidad que presenta en todos los ámbitos que
componen una ciencia. Esta diversidad puede observarse en el ámbito teórico,
donde la crisis de la Psicología Social contribuyó a potenciar un mayor interés por los
procesos innovadores, minoritarios y creativos y a asignar más importancia al
análisis intergrupal. También en la diversificación de los campos de interés como la
Psicología de las Organizaciones, Psicología Ambiental, Psicología Jurídica,
Psicología Social de la educación, Psicología Política, etc. Respondiendo de esta
manera al desafío global de las sociedades contemporáneas a las ciencias sociales,
a su implicación y responsabilidad de cara al afrontamiento, prevención y resolución
de problemas sociales (vertiente negativa) y a la potenciación, desarrollo y
optimización de la calidad de vida (vertiente positiva), transcendiendo así los límites
de los campos de intervención tradicionales, como el clínico, el escolar y el industrial.
También se observa esta mayor diversidad en los aspectos metodológicos y
técnicos, pudiéndose constatar que la crisis contribuyó a la superación de la
polarización metodológica entre metodología experimental y correlacional.
Por otro lado, la excesiva insistencia sobre la crisis llevó a que ésta se convirtiera
en objeto de investigación en sí misma, con el consiguiente agotamiento como
fuente de investigación, ignorándose, en general, la propia existencia de la crisis
entre los psicólogos sociales, pero concomitantemente permitió la recuperación del
interés por la historia de la Psicología Social.
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
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El enfoque aplicado de la evolución histórica de la Psicología Social
La coacción del tiempo llega a ser intrínseca en las personas por efecto de la
habituación (Berger y Luckman, 1966) que llega a producirse en la reiteración de su
uso, acabando por cristalizarse en una institución (Berger y Luckman, 1966), para
luego formar parte del sentido común. Tal y como lo expone Durkheim (1889): “...
conservar y reafirmar a intervalos regulares los sentimientos e ideas colectivos que le
proporcionan su unidad y personalidad. No se puede conseguir esta reconstrucción
moral más que por medio de reuniones, congregaciones....“(pág. 397).
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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gastar/conservar, etc.) cambia con el tiempo, la cultura, las creencias, etc., y por
tanto, también cambia lo que se entiende por problema social en función de estos
mismos parámetros.
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Capítulo 2
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Sea como fuere, en todas ellas el término remite a una acción realizada sobre
algo (concreto, práctico, real) desde la Psicología Social. Sin embargo,
inmediatamente uno advierte el hecho de que la existencia de una Psicología Social
Aplicada parece implicar, consustancialmente, otro tipo de Psicología Social que no
es aplicada, siendo esta apreciación clave, en cuanto se ha mantenido la
constatación de la preponderancia de la segunda sobre la primera. Entramos pues
en el núcleo de la discusión, presente ya desde la propia definición de lo que es
Psicología Social Aplicada.
A título de ejemplo de las definiciones de Psicología Social Aplicada, se puede citar la de
Argyle, quien la concibe como la “adopción en situaciones de la vida real de prácticas
nuevas o modificadas basadas en la investigación, métodos o ideas de la Psicología Social“
(Argyle, 1980, p. 81). O la de Oskamp, según el cual la Psicología Social Aplicada puede ser
definida como: “las aplicaciones de los métodos, teorías, principios o descubrimientos de la
investigación psicológicosocial a la comprensión o la solución de los problemas sociales.“
(Oskamp, 1984, p. 12).
Este último autor destaca el carácter interdisciplinar y la implicación valorativa de
una investigación orientada a la solución de problemas sociales y, por tanto, regida
por el criterio de la utilidad social, por el énfasis en el cambio social y por la
orientación a influir en las instituciones políticas y sociales. Subraya además la mutua
implicación de lo básico y lo aplicado en Psicología Social, la centralidad temática de
los problemas sociales, el enfoque situacional y contextual de los mismos y el
carácter socialmente activo que conlleva la propia intervención. Siendo éstos
aspectos esenciales para la configuración de la Psicología Social Aplicada, hay que
hacer notar que Oskamp mantiene una relación unívoca entre Psicología Social y
Psicología Social Aplicada por la que, necesariamente, la segunda bebe de la
primera pero no a la inversa.
Morales y otros (1985) parten de una serie de presupuestos -basados
principalmente en las ideas de Eiser (1982)- para definir la Psicología Social
Aplicada:
o Es preciso tener presente que la Psicología Social tiene por objeto el
estudio de la conducta social desde una perspectiva psicológica.
o La teoría es fundamental para el conocimiento y la investigación científica,
independientemente de que ésta sea básica o aplicada. Que la Psicología
Social deba ser más aplicada no implica que haya de ser menos teórica.
o La Psicología Social posee un modelo de sujeto que parece a priori rico en
implicaciones para la aplicación a los problemas sociales.
o Existen una serie de situaciones fuera del laboratorio en las que es posible
analizar teorías psicosociales sin las restricciones y problemas derivados
de la artificialidad.
o El hecho de que las teorías se basen en investigaciones de laboratorio no
les quita validez, ya que la Psicología Social no ha tratado tanto con la
ejecución-acción en cuanto tal, como con los procesos cognitivos
subyacentes a dicha acción.
o La Psicología Social Aplicada debe estar atenta a los cambios sociales
que, al contrario que en el laboratorio, no precisan de la intervención del
investigador para que se produzcan.
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
o Existen, sobre todo, dos peligros contra los que conviene estar prevenidos:
contra la manipulación a que se puede prestar el psicólogo social que se
dedica a las aplicaciones; y por lo que respecta a la definición profesional y
su rol como aplicador.
o El interés de los autores es claro en el sentido de integrar la teoría
psicosocial (o una parte sustancial de ella) al ámbito aplicado, tanto por la
validez de ésta como por los supuestos básicos sobre los que se
fundamenta la Psicología Social. Como dice Stephenson: “Está en la
naturaleza de la Psicología Social el ser aplicable“. (Stephenson, 1991,
p. 397)
Más recientemente, Correa y Zaiter (1996) constatan que la aplicación de la
Psicología Social sugiere contradicciones en torno al significado de la relación entre
producción teórica, aplicación y práctica. En este contexto, la discusión se centra en
torno a (op. cit., p. 516):
a. Lo que significa el conocimiento elaborado en ciencias sociales, en
tanto sistematización y construcción conceptual acerca de la realidad y
las implicaciones teóricas de problematizarse la realidad social.
b. La relación entre el saber científico y otros saberes, como el saber
popular o el de la cotidianidad. El significado del dialogo de saberes en
el marco de una aplicación de los conocimientos de la Psicología
Social.
c. Las posibilidades de superación de la dicotomía ciencia básica y
ciencia aplicada.
d. La diferenciación y compartimentación entre teoría y práctica.
e. La pertinencia social y la relevancia del conocimiento científico que se
construye en, y desde, la Psicología en torno a las situaciones y
problemas que se presentan en un determinado contexto social.
f. La demanda social en cuanto a las propuestas y recomendaciones que
desde la Psicología Social se planteen con respecto a problemas
sociales.
g. La relación entre intereses dominantes y la definición de áreas de
aplicación.
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
Comparación
en relación Psicología Social Básica Psicología Social Aplicada
con
• se ocupa fundamentalmente de las • se orienta principalmente a la
Fines y relaciones teóricamente relevantes prevención y resolución de
propósitos de la entre variables, en orden a problemas sociales; eso es, a la
disciplina proporcionar un conocimiento búsqueda de resultados socialmente
significativo. relevantes.
• validez interna • validez externa
La metodología • constructo de causa • constructo de efecto
(énfasis de • único nivel de análisis • múltiple nivel de análisis
signo contrario • mono metodología • múltiple metodología
pero no • experimentación • cuasi-experimentación
contradictorio) • alta precisión • baja precisión
• nomotesis • idiografía
• Universidad
• exterior
• Laboratorio
• campo
• estudiantes de psicología
• gente corriente
• tiempo largo, ideal
Los contextos • tiempo corto, real
• monodisciplinar
• multidisciplinar
• desatención de los costos
• atención a los costos
• situación muy estable y flexible
• situación poco estable y flexible
• especialista que trabaja en solitario,
• técnico general, que trabaja en
Perfil del dependiendo del director de equipo, dependiendo de un
investigador departamento y que es evaluado financiador y que es evaluado por
por sus publicaciones. su experiencia.
• el investigador aplicado tiende más
• el investigador básico tiende a
bien a implicarse activamente en su
Compromiso distanciarse con respecto al objeto
intervención desde unas opciones
axiológico y adoptar una postura de neutralidad
más o menos declaradas de tipo
metodológica.
valorativo.
Figura 2.1. Psicología Social Aplicada en contraposición a la Psicología Social Básica.
Basado en Bickman (1980).
Por su parte, Saxe y Fine (1980) consideran que las diferencias se reducen en
realidad al rigor metodológico: mientras el campo aplicado ha prestado poca
atención a este tema, ello es uno de los principios fundamentales de la investigación
básica. Sin embargo, los propios autores reconocen que, con el desarrollo
metodológico que está experimentando la Psicología Social, esta diferencia tiende a
reducirse hasta llegar a una equiparación total en este aspecto. Por último, Kidd y
Saks (1980) adoptan una postura similar al considerar que la diferencia se reduce al
contexto donde los psicólogos sociales realizan su actividad, siendo en definitiva una
distinción artificial.
En relación con el tercer posicionamiento expuesto, aquel que considera que no
existe diferenciación entre Psicología Social básica y aplicada, la idea fundamental
que subyace es que aceptar la distinción implicaría mantener que existe una
Psicología Social básica capaz de obtener o descubrir principios generales de
carácter estable y aplicables a conjuntos de situaciones o contextos, y esto, para los
autores que se alinean en esta postura, no es posible. Para Gergen (1982; Gergen y
Basseches, 1980) no lo es porque considera que las pautas de interacción son
históricas y contingentes; además, la formulación teórica sobre la conducta de las
personas tiende a producir efectos de ilustración que, de facto, minan la capacidad
predictiva de la teoría. Subyacente a estos planteamientos se encuentra la idea de
33
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
que no es posible aplicar a la Psicología Social (y a las ciencias sociales) los mismos
parámetros que los de las ciencias físico-naturales.
Más radical quizás es la postura de Proshansky (1981) para quien lo único
posible es realizar investigaciones psicosociales aplicadas y a partir de este trabajo,
tal vez, llegar a algunos principios parcialmente aplicados a otras situaciones. El
argumento esgrimido por el autor es la irrelevancia, en el terreno aplicado, de treinta
años de investigación en el laboratorio. Así, para Proshansky, los objetivos propios
de la Psicología Social sólo se harían posibles mediante el desarrollo de la
Psicología Social Aplicada.
Sea como fuere, parece ser que la discusión acaba centrándose en la distinción
entre ciencia como modo de desarrollar conocimiento psicosocial (bien básico o
universalizable, bien aplicado o contextualizado) y aplicaciones de la ciencia o
intervenciones (Peiró, 1994; Quijano, 1993). En cualquier caso, cada vez son más
los que defienden que la dicotomía básico/aplicado carece de todo sentido en el
panorama actual de la Psicología Social. En este sentido, para Morales, la alocución
presidencial de G.A. Miller (1969) a los miembros de la A.P.A. representaba un
intento de justificación de la necesidad de tomarse en serio la aplicabilidad de la
Psicología Social. Actualmente, en cambio, “lo que necesita explicación es más bien
por qué existen perspectivas y desarrollos teóricos que no son aplicados ni
aplicables.“ (Morales 1983, p. 701).
Al hilo de este comentario, el apartado siguiente trata de exponer algunos de los
más destacados intentos de buscar modelos integradores entre los aspectos básicos
y aplicados de la Psicología Social.
34
La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
35
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Numerosas críticas han sido dedicadas a la Tecnología Social, críticas que son
recogidas y contrarrestadas por el propio Varela (1977):
o Es práctica común primero resolver problemas y, después, buscar
justificación en la literatura científica.
o Los hallazgos de las teorías en las que se basan los diseños de acción
están poco probados.
o Existen dudas acerca de la permanencia de los cambios producidos.
Pero quizás la más importante se refiere a la toma de posicionamiento político
que se desprende del modelo propuesto. La Tecnología Social encarna el prototipo
de respuesta a la crisis de relevancia desde el marco neopositivista y funcionalista,
desde la implícita asunción del sistema de los fines y valores establecidos en el
sistema social donde opera el tecnólogo (sólo competente en medios y estrategias).
Tal modelo ingenieril de la tecnología social se basa, según el propio Rodrigues,
sobre el supuesto de que “la ciencia es neutra, ni tendenciosa ni ideológica” (1983
p. 47). Ese apasionado neutralismo enlaza con el de la ingeniería de la conducta -
también éticamente neutra y, por tanto, “utilizable por un villano o por un santo”
puesto que “nada se da en una metodología que determine los valores que rigen su
uso” (Skinner 1971, p. 189)- y con el de la ingeniería cerebral, por la que Rodríguez
Delgado ofrece soluciones biológicas a los problemas surgidos en el ámbito de las
relaciones humanas desde el supuesto de que “el cuchillo no es ni bueno ni malo y
puede ser usado por un cirujano o por un asesino” (Rodríguez Delgado, 1979, p. 27).
Por su parte, Turner mantiene que:
“La Psicología Social Aplicada no debería ocupar el papel de la política sino que tendría
que estar subordinada a ella en lo que se refiere a objetivos factibles -lo que exigiría a su vez
que las metas sociales y políticas sean explícitas y aceptables-. Su función consistiría en
optimizar las instituciones y las prácticas sociales empleando expresamente la teoría
psicosocial para analizar y reconstruir las medidas sociales que aseguren la mejor
consecución de sus objetivos” (Turner, 1981, p. 31; op. cit. en Stephenson, 1991, p. 398).
El sesgo apolítico del neutralismo metodológico es una ágil forma de escamotear
el problema de los valores en la Psicología Social Aplicada (Rein, 1976;
Morales, 1983; Pelechano, 1981; Lippitt y Lippitt, 1986; Peiró, 1994) y de reducir esas
mismas aplicaciones a mero soporte técnico de filosofías cuyo marco trasciende al
de la disciplina (Sedwick, 1974). Expresiones de ese compromiso militante se hallan
también en Diliguenski, Kon, Leontiev et. al. (1977) y en Barriga (1987), quien niega
la posibilidad de una Intervención Psicosocial neutral, exclusivamente técnica; puesto
que, según él, “la técnica, desde el momento en que se pone al servicio de una
acción concreta, se convierte en acción política La Intervención Psicosocial es
necesariamente una acción política pues no puede desentenderse del contexto
ideológico que la define” (p. 45). A ese respecto, si la Psicología Social Aplicada no
se manifiesta como una ciencia con conciencia social, se reduce a una mera
apología indirecta del status quo.
36
La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
Mayo y Marianne La France (Mayo y La France, 1980). Empiezan las autoras con
una clarificación terminológica que trata de romper con la dicotómica tradición
respecto de la Psicología Social. Así relegan el término aplicada y prefieren utilizar el
de aplicable.
“Hemos preferido acuñar el término aplicable porque captura mejor el sentido de un campo
unificado. También porque evoca la imagen de una Psicología Social flexible y responsiva.”
(Mayo y La France, 1980, p. 81).
La pretensión de las autoras no es, en cualquier caso, ofrecer un modelo teórico
completo en relación con la Psicología Social:
“Este modelo se ofrece no como una declaración teórica definitiva sino como una serie de
proposiciones de trabajo para conectar lo que generalmente ha sido visto como elementos
incompatibles o no relacionados.” (op. cit., p. 82).
El modelo (Figura 2.2), que en contra de los modelos lineales, presenta una
estructura circular (y en esto se asemeja a los de Fisher o Cialdini que veremos a
continuación), se basa en cinco asunciones básicas:
1. Una Psicología Social aplicable ha de relacionarse con la mejora de la calidad de vida.
2. La construcción del conocimiento en una Psicología Social aplicable apunta hacia la
predicción, se focaliza en las consecuencias y expande el rango de las variables bajo
consideración.
3. La utilización del conocimiento y la intervención requieren una consideración activa y una
planificación deliberada.
4. Son necesarios adaptadores para enlazar los tres elementos de una Psicología Social
aplicable (mejora de la calidad de vida, construcción del conocimiento y
utilización/intervención) en un sistema coherente.
5. Los elementos de una Psicología Social aplicable se relacionan por medio de una
retroalimentación negativa.
Las tres primeras proposiciones corresponden con los tres elementos clave del
modelo mientras que la cuarta hace referencia a los distintos adaptadores que
permiten el paso de un elemento a otro y la quinta a la relación entre ellos (Figura
2.2.). En cuanto al primer elemento, la mejora de la calidad de vida es vista no
únicamente de un modo negativista (solución de problemas) sino desde una
perspectiva positiva (promoción del bienestar), más proactiva (preventiva) que
reactiva y, en cualquier caso, como un objetivo que remite inexcusablemente a la
cuestión de los valores, a lo que es socialmente deseable o indeseable.
Para pasar al segundo elemento, la construcción del conocimiento psicosocial,
son necesarios dos adaptadores: una definición adecuada del problema o la cuestión
objeto de atención y la selección de una metodología de investigación válida para la
construcción del conocimiento. Ambos pasos son decisivos porque, a partir de ahí, el
producto final adoptará una forma u otra. En cuanto al segundo elemento, la
construcción del conocimiento ha de tender a ser más predictiva que explicativa,
centrarse más sobre los efectos que sobre las causas y ampliar el rango de las
variables micro o psicológicas a variables macrosociales.
Para pasar hacia la utilización/intervención son necesarios dos adaptadores más.
Por una parte el análisis del sistema sobre el que se intervendrá y, por otra y
relacionada con la anterior, la definición del rol adoptado por el psicólogo social
37
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
38
La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
ADAPTADORES
Formulación del problema
Elección del método
ADAPTADORES
ADAPTADORES
Interpretación de los efectos
Análisis del sistema
producidos
Definición del rol
Evaluación metodológica de la
intervención
Figura 2.2. Modelo de Psicología Social Aplicable. Basado en Mayo y La France (1980, p. 83)
y adaptado de Quijano (1987).
39
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Teoría
Desarrollo
de
Hipótesis y
Desarrollo
de
Programas
Investigación
de Laboratorio
Intervención Práctica
Social
Investigación
Investigación
Acción
de Campo
Investigación
Evaluativa
Investigación
Figura 2.3. Modelo circular de Fisher (1982). Adaptado de Morales, J.F.; Blanco, A.; Huici, C.
y Fernández-Dols, J.M. (Comps.)(1985). Psicología Social Aplicada. Bilbao:
Desclée de Brouwer, p. 26.
40
La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
En este sentido, la aplicación no es el punto final del ciclo sino que es un paso
necesario para la consecución de una teoría más orientada hacia el estudio de los
fenómenos relevantes en relación con la actividad humana real, de “una teoría social
sólida que desemboque fácilmente en un servicio social” (op. cit. p. 45). En resumen:
“Yo abogo porque los investigadores en Psicología Social empiecen a trabajar, con más
frecuencia que lo hacen actualmente, desde la instancia de los fenómenos sociales que
ocurren naturalmente. Pasos progresivos han de permitir establecer el poder, generalidad y
los puntales teórico/conceptuales del fenómeno de interés. No obstante, la observación
41
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
natural no ha de restringirse a los inicios de la investigación; debe ser usada también para
completar el arco final en el círculo. Es decir, las instancias que ocurren naturalmente deben
ser empleadas no sólo para identificar los efectos convenientes para el estudio experimental
sino también para chequear la validez de los resultados de la experimentación. (...). La
Aplicación no es el paso final en el modelo de ciclo completo; es sólo un paso necesario.”
(op. cit., pp. 43 y 45).
42
La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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Psicología Social
es entendida por Psicología Social Aplicada
es algunos autores
disciplina
científica
que
cuando mejora de la calidad
tiene perspectiva particular
tiene de vida
(visión psicosocial)
objeto de
ámbitos o esferas de la
estudio aplicada a
al vida de las personas
es
su desarrollo definido como
análisis o
repercute en como con un objetivo
la interacción estudio
social
de ...
entendida fenómenos
entorno org. salud educ. ocio
humanos ...
propia
modalidad de
de
relación complementaria(s) se se se se se
denomina denomina denomina denomina denomina
otros enfoques
disciplinares psic. psic. de p.soc. p.soc. p.soc.
ambient org. salud educ. ocio.
.
le confiere(n)
Figura 2.4. Mapa conceptual de la Psicología Social Aplicada. Fuente: Valera (1995). Gráficos y
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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La naturaleza conceptual y epistémica de la Psicología Social Aplicada
como en el ideológico, político, moral o ético. La bata blanca -utilizada aquí como
metáfora de la objetividad, imparcialidad y asepticismo del psicólogo social frente a
una situación o problema social- debe quedar ya completamente arrinconada del
armario donde guarda el utillaje el psicólogo social aplicado. Esto, sin embargo, no
es incompatible con el rigor -o, si se prefiere, cientificidad- con la que debe
desarrollarse el trabajo profesional. Es más, la clave no está en obviar o minimizar la
idea de que el psicólogo social está inmerso en su propio objeto de intervención, de
que se encuentra en una encrucijada de relaciones de poder, de que las realidades
sociales son distintas según el contexto en que se ubiquen o de que el utillaje
teórico-conceptual y metodológico del que dispone ha de ser suficientemente
sensible y flexible a esas contingencias. La clave reside en concebir estos elementos
no como condicionantes restrictores de la tarea sino como elementos constituyentes
de ella, y, por tanto, igualmente estudiables y analizables desde los propios
parámetros de la Psicología Social. El rigor por tanto no reside en el asepticismo y la
neutralidad sino en reconocer que estos elementos marcan, sin lugar a dudas, el
resultado final.
49
Capítulo 3
Intervención Psicosocial
Durante el primer congreso oficial de psicólogos del Estado Español, celebrado
en 1984, se constató que los acercamientos que relacionaban problemas sociales
con variables psicológicas ofrecían posibilidades a las intervenciones psicológicas
que estaban ausentes en otros acercamientos más tradicionales. Este
convencimiento ha favorecido que desde entonces se haya desarrollado un volumen
importante de trabajos que, bajo el rótulo de Intervención Social y/o psicosocial, han
contribuido a definir un rol profesional claramente identificado en la actualidad
(Colegio Oficial de Psicólogos, 1998). Entre los hitos institucionales que demuestran
el auge de este perfil debemos destacar la existencia de una revista especializada
como es Intervención Psicosocial, las contribuciones de mesas dedicadas a estas
intervenciones en casi todos los congresos y reuniones científicas relacionadas con
la Psicología Social o con la actividad profesional y la presencia de asignaturas con
este mismo rótulo en numerosos planes de estudio de Psicología. Asimismo, es
destacable la publicación de un cierto número de monografías sobre aspectos
relevantes de la Intervención Psicosocial en el ámbito comunitario y en el de los
servicios sociales (Barriga, León y Martínez, 1987; Musitu, Berjano, Gracia y
Bueno, 1993; San Juan, 1996; López Cabanas y Chacón, 1997).
En la primera parte de este capítulo presentamos la conceptualización del término
Intervención Psicosocial. En la segunda parte se trata la relación profesional entre los
distintos roles sociales implicados en un proceso interventivo de esta naturaleza,
para terminar esta sección con una referencia a los aspectos éticos de la
intervención. En la tercera parte del capítulo se exponen los principales ámbitos en
los que tiene lugar la Intervención Psicosocial y la cuarta parte se ocupa de la
importancia de la evaluación en todo el proceso.
51
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
3.1.1. Definición
El vocablo intervención etimológicamente proviene del latín intervenire, que
significa actuar con el fin de influir, tomar parte en un asunto, mediar entre personas.
Los diccionarios y enciclopedias asocian el término intervenir a vocablos como
inducir, mediar, interponerse o ayudar. Por lo tanto, intervenir implica una situación
de partida que alguien desea cambiar, una acción planificada y un experto conocedor
de procedimientos para lograr dicho cambio. En esta misma línea, intervención
psicológica hace referencia a un proceso que supone implicación, mediación,
influencia y cambio (Peiró, 1994).
En el ámbito de la Psicología encontramos que resulta habitual considerar la
intervención educativa o clínica como ámbitos propios de la Psicología Educativa o
de la Psicología Clínica. Sin embargo, cuando nos situamos en el contexto disciplinar
de la Psicología Social encontramos términos como Intervención Social, Comunitaria
o Psicosocial para referirnos a la intervención que se vincula a la praxis psicosocial.
Debido a la interrelación entre los distintos acercamientos interventivos y a la
borrosidad de los límites entre ellos, resulta necesario precisar a que nos vamos a
referir al hablar de la Intervención Psicosocial.
Para ello es necesario comenzar precisando que Intervención Social es aquella
que se relaciona con algún tipo de cambio socioestructural, promovido desde la
acción social, con el propósito de generar mejoras en las condiciones y calidad de
vida de las personas, cuya unidad de intervención se define desde un nivel social
(grupos, comunidades, etc.). Por lo tanto, debemos plantearnos la relación entre
Intervención Social y Psicosocial, en términos del papel que desempeñan los
procesos psicosociales (Sánchez Vidal, 1990). En este sentido se podría identificar
como psicosocial a aquellas intervenciones centradas en procesos psicológicos que
suponen relaciones, interacciones, influencias y comunicaciones interpersonales y
grupales.
Un primer acercamiento a esta cuestión nos lleva a señalar que la Intervención
Social incluye la Intervención Psicosocial cuando busca cambios socioestructurales
que promueven cambios en los procesos psicosociales, que a su vez contribuyen al
incremento de la calidad de vida, a la resolución de problemas sociales, etc.; o bien a
través del cambio social se intenta solucionar problemas sociales que generan
bienestar psicológico, salud mental, etc. Es decir, se situaría la Intervención
Psicosocial entre el nivel social y el puramente psicológico ya que todos los procesos
implicados se considerarían producto de las condiciones socioestructurales.
Estaríamos ante un modelo de intervención fundamentado en una visión de arriba
hacia abajo en la comprensión de los fenómenos psicosociales.
Un segundo acercamiento a la relación entre Intervención Social e Intervención
Psicosocial nos lleva a considerar la posibilidad de situar en el primer momento de la
secuencia causal a los procesos de interacción psicosocial. Desde esta perspectiva
definiríamos la Intervención Psicosocial como un proceso cuyo propósito es inducir
cambios en ámbitos de interacción social, mediante actuaciones orientadas a influir
sobre procesos psicosociales o viceversa. Desde esta perspectiva dejaríamos de
considerar la Intervención Psicosocial como un componente de la Intervención Social
puesto que podrían generarse cambios en la estructura social pero no constituirían
un objetivo primario de la Intervención Psicosocial.
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Intervención Psicosocial
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Intervención Psicosocial
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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Intervención Psicosocial
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
EVALUACIÓN INICIAL
DEFINICIÓN DEL ÁMBITO DE
INTERVENCIÓN
HERRAMIENTAS TEÓRICO-
CONCEPTUALES Y METODOLÓGICAS
INFORME DE EVALUACIÓN
IMPLANTACIÓN DE PROGRAMAS
DE INTERVENCIÓN
OBJETIVOS
ESTRATEGIAS Y TÉCNICAS DE
INTERVENCIÓN
VALORACIÓN
RECURSOS PLANIFICACIÓN
ORGANIZACIÓN PROGRAMÁTICA
DE LA INTERVENCIÓN
CALENDARIO DE EJECUCIÓN
EVALUACIÓN FINAL/VALORACIÓN
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Intervención Psicosocial
POBLACIÓN
POBLACIÓN OBJETO DE LA
INTERVENCIÓN
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Se trata de una relación contractual, en la que el contrato obliga a las dos partes:
el profesional aborda el problema, toma decisiones y actúa sobre aquellos pacientes
que demandan ayuda para provocar cambios terapéuticos. El paciente se
compromete a seguir los criterios marcados por el profesional. En esta relación
diádica el cliente equivale al paciente.
Este modelo de funcionamiento se modifica cuando hablamos de Intervención
Psicosocial, ya que aunque el psicólogo permanece, cliente y paciente se diferencian
(Figura 3.2). La relación binomial pasa a ser multilateral, con tres componentes
diferenciados, a saber: cliente - paciente - psicólogo. El contrato aquí no se
establecería con el paciente (representado como la población), sino con el cliente
(representado en una institución, organización determinada con capacidad jurídica
para establecer esa relación). El cliente tendría poder sobre el paciente y sobre el
profesional, en el sentido de tener capacidad legal para establecer esa relación, al
margen de la opinión del paciente. El cliente, además de percibir la existencia de
problemas o necesidades, de ahí su actuación, es el encargado de orientar el
cambio, la intervención terapéutica, planteando hacia dónde quiere llegar y qué
orientación (política, ideológica...) se debe tomar.
El contrato que se establece sirve para intervenir sobre una población
determinada (paciente); esta población es la comunidad receptora primaria, pues la
actuación se dirige hacia ella, aunque puede haber beneficiarios indirectos, grupos
sociales que son receptores también, pero en menor medida. La población, a su vez,
puede contribuir activamente haciendo que se redefina el proyecto. También puede
ocurrir que el grupo social logre que el cliente se vea obligado a establecer el contrato,
orientando en mayor medida el contenido del cambio que se propone. Esta última
situación es especialmente característica de la intervención en Psicología Comunitaria
y en los casos en los que se producen movimientos sociales que demandan una
determinada acción social.
Por lo tanto, es necesario considerar quienes pueden ser los clientes, o quizás
mejor sería preguntarnos ¿de dónde provienen las demandas? En este sentido,
podemos hablar de tres categorías de solicitantes que coinciden, como no podía ser de
otra manera, con lo que interventores comunitarios como Marchioni (1999) definen
como los tres agentes de toda Intervención Psicosocial.
o Las instituciones/organizaciones. P.ej. servicios sociales, ONG's,
organismos privados/públicos que insertan a psicólogos dentro de la
organización. Estos organismos que contratan a los profesionales lo hacen
sobre la base de un conocimiento previo sobre cuál quieren que sea la
labor del profesional y lo que esperan que hagan. Los usuarios serían la
comunidad y los clientes la parte que contrata a los profesionales.
o La comunidad. La propia comunidad en la que se realiza la intervención
tiene expectativas sobre lo que quieren hacer y cómo lo quieren hacer, y
demanda para ello una serie de intervenciones.
o Los propios profesionales. Estas demandas surgen del hecho mismo de
ser unos determinados profesionales (psicólogos), considerados como
agentes de cambio.
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Intervención Psicosocial
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Intervención Psicosocial
El concepto de red social constituye la base del apoyo social, con el que a veces
se identifica, ya que en el primero se enfatiza la estructura organizativa y en el
segundo se resalta la perspectiva instrumental. Una red social se define como un
conjunto de personas, o grupos, entrelazadas por uno o varios tipos de relaciones
específicas que conforman una determinada estructura organizativa y
comunicacional que proporciona a los individuos ayuda, consejo y retroinformación.
El énfasis se sitúa en las relaciones entre miembros de la estructura y en la posición
que ocupan, quedando las características personales en un segundo plano
(Rodríguez Marín, 1995).
El concepto de apoyo social (Barrón, 1996; Rodríguez Marín, 1995) se centra en
la influencia de las relaciones sociales (familia, amigos, compañeros, …) sobre la
conducta humana, incorporando características personales (habilidades sociales,
competencias psicosociales), elementos estructurales (cantidad, densidad y
reciprocidad de las redes sociales), funcionales (naturaleza y dominio de los recursos
movilizados), contextuales (fuentes, finalidad, duración) y evaluativos (satisfacción,
disponibilidad percibida). La evaluación del apoyo social se realiza habitualmente
mediante registros objetivos y pruebas de papel y lápiz (cuestionarios
preferentemente), de forma que se incluyen indicadores de integración social
definida en términos de oportunidad de interacciones (estado civil, personas en el
hogar y en la vecindad, relaciones íntimas, ayudas recibidas en situaciones de crisis,
…) e indicadores de satisfacción y apoyo social percibido.
Las funciones que se asocian al apoyo social se pueden dividir en dos categorías,
que corresponden a dos modelos teóricos conceptualmente diferentes, aunque
complementarios, que suponen que el apoyo social se activa en contextos
psicosociales diferentes. En los modelos de efectos directos se entiende que el
apoyo social es un recurso disponible que actúa de forma prácticamente
permanente. Por lo tanto está básicamente orientado a garantizar el bienestar;
proporcionar información, modelos de identidad, influencia y autoestima, así como
recursos tangibles. En los modelos de efectos amortiguadores o protectores se
considera que el apoyo social se activa, o al menos es eficaz, cuando las demandas
de la situación realmente lo requieren. Por lo tanto el apoyo social está orientado a
servir de barrera frente al estrés, las amenazas a la salud, etc., constituyendo una
estrategia de afrontamiento ante problemas (Orford, 1992; Gracia, Herrero y
Musitu, 1995). Desde un punto de vista práctico, la movilización de recursos de
apoyo social se ha realizado a partir de los denominados grupos de apoyo y de los
grupos de autoayuda (Barrón, 1996).
Los grupos de apoyo se basan en la idea de que compartir experiencias
similares contribuyen a incrementar o mejorar la capacidad de afrontamiento. Se
forman con miembros que tienen experiencias comunes, bajo la dirección o
coordinación de un profesional. Entre los efectos beneficiosos de los grupos de
apoyo destaca el incremento de la autoestima, el sentimiento de control personal y
del sentido de comunidad.
Los grupos de autoayuda son similares a los grupos de apoyo, pero carecen de
un coordinador profesional, aunque puede haber profesionales vinculados al proceso
de gestación del grupo, que normalmente comienza ante una demanda social o
comunitaria. Persiguen satisfacer una necesidad común y para ello se centran en el
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3.4. La evaluación
Una característica definitoria de la Intervención Psicosocial es su naturaleza
instrumental, el hecho de estar orientada hacia el logro de unos determinados
objetivos que implican cambio. Desde este punto de vista el proceso interventivo
incluye la evaluación del impacto del programa en términos de valoración de los
resultados obtenidos y del grado en que se han alcanzado los objetivos planteados
(Martínez-Torvisco y Hernández, 1997; Martín y Hernández, 1999).
Sin embargo, la evaluación constituye un elemento presente a lo largo de toda la
intervención, como se ha señalado al hablar de las fases de la intervención, de forma
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Intervención Psicosocial
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
relacionados con la visibilidad o difusión del programa y sus logros, con las
contribuciones realizadas al desarrollo profesional y científico, con la evaluación
social, con la valoración u opinión de los implicados en la intervención (sujetos,
profesionales, familiares, etc.), así como con el conocimiento y opinión de las
instituciones, gestores públicos, agentes sociales, etc.
Por lo tanto, teniendo siempre presente la naturaleza y diversidad de los objetivos
de la intervención, podemos establecer una serie de objetivos generales al realizar
una evaluación de resultados:
o Valorar el nivel de éxito de la intervención
o Analizar la contribución relativa de cada componente del programa
o Determinar las características de los sujetos que puedan contribuir a
mejorar el impacto del programa
o Examinar la estabilidad de los cambios producidos
o Conocer el grado de generalización de los cambios a otros ámbitos de la
vida de los sujetos
o Valorar si se han producido efectos similares en otros sujetos no
vinculados al programa
o Analizar el porqué de los cambios (o no cambios) atribuidos a la
intervención
Las características fundamentales que definen un proceso de evaluación de
resultados pueden desarrollarse a partir de cuatro dimensiones: evaluación externa,
vinculación interna, evaluación permanente y seguimiento continuado. La idea de
evaluación externa establece que la evaluación del programa se realiza por
instituciones y personas que no pertenecen directamente al equipo que implementa
el programa, ni están vinculadas a la ejecución directa de los contenidos de dicho
programa. La defensa del vínculo interno se fundamenta en que aunque la
evaluación se realiza externamente, las personas que la llevan a cabo mantienen
contacto permanente con los responsables del desarrollo del programa para conocer
en todo momento en qué medida éste se ajusta al plan previsto. Asimismo, las
medidas y observaciones que se efectúan son llevadas a cabo por personal de la
institución y/o del programa. La evaluación debe ser permanente porque permite
corregir los errores detectados a lo largo del desarrollo del programa, ajustar el
diseño de evaluación a las características de la institución y procurar que se respeten
los requisitos para una evaluación final lo más objetiva y válida posible. El
seguimiento continuado implica, durante y después de la Intervención Social, una
observación de los casos en el programa, con el propósito de rectificar los errores
propios de las fases anteriores y sobre todo de establecer la estabilidad y
permanencia de los méritos del programa una vez finalizada la intervención.
Al realizar una evaluación de resultados debemos recurrir a procedimientos o
diseños en la obtención y análisis de datos que nos permitan responder todas las
cuestiones posible sobre la bondad de nuestros informes y sobre los méritos del
programa. Las cuestiones más frecuentes y relevantes hacen referencia a tres
temas fundamentalmente: si los resultados obtenidos son realmente buenos, al
grado en que los logros son superiores a lo que se hubiese obtenido sin la ejecución
del programa o simplemente haciendo lo que se hacía anteriormente, y qué sucede
cuando se termina el programa.
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Intervención Psicosocial
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Capítulo 4
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Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
5. Necesidades de autorealización
Necesidad de realizar la persona sus capacidades personales
Necesidad de desarrollar la persona sus posibilidades
Necesidad de hacer aquello para lo que uno está mejor capacitado
Necesidad de desarrollo y expansión de metanecesidades:
• Descubrinmiento de la verdad
• Creación de belleza
• Establecimiento de orden
• Promoción de la justicia
Necesidad de auoaceptación
4. Necesidades de estima
Necesidad de respeto
Necesidad de confianza basada en la buena opinión de los demás
Necesidad de admiración
Necesidad de autoconfianza
Necesidad de autoestima
Necesidad de auoaceptación
1. Necesidades fisiológicas
Necesidad de alivio de sed y hambre
Necesidad de sueño
Necesidad de actividad sexual
Necesidad de alivio de dolor y desequilibrios fisiológicos
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
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Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
de tipo técnico (dos barrios de una ciudad con características socio-demográficas y/o
urbanísticas similares han de tener los mismos servicios de transporte público) o bien
criterios de carácter político o moral (la población con movilidad reducida se compara con la
de movilidad completa en cuanto a barreras arquitectónicas en las calles de las ciudades).
Sin embargo, cabe la posibilidad de que, al establecer los criterios comparativos,
necesidades no cubiertas en la población definida para la comparación tampoco lo sean en
la población objeto de la comparación.
82
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
paliarla; d) cuando las acciones para cubrir una determinada necesidad producen
resultados inadecuados, es decir, no se ajustan a las expectativas creadas, la
persistencia de esa necesidad puede derivar en un problema social.
Existen dos formas principales y complementarias de legitimación de una
necesidad social: a) la adquisición de una conciencia cívica sobre ella, cuyo
resultado es la génesis de maneras informales de satisfacerla así como de control de
esa satisfacción, y b) el reconocimiento legal, como derecho positivo, que genera
procedimientos formales y servicios públicos de atención a la necesidad concreta.
Ambos procesos pueden, obviamente, ser definidos como dos momentos del
sistema de legitimación de las necesidades sociales, teniendo en cuenta que la
conciencia social de una necesidad (al igual que de un problema) es fácilmente
manipulable desde instancias de poder, especialmente a través de los sentimientos
de inseguridad. En términos generales, el término inglés debunking se refiere al
proceso de desenmascarar las pretensiones reales de los grupos sociales que
definen un problema o una necesidad social, ahondando tras la propaganda que
encubre los auténticos fines del grupo. Continuaremos tratando este tema cuando
abordemos el concepto de problema social pero, en cualquier caso, parece ser que
tanto una necesidad como un problema social existen cuando alguna condición
social es seleccionada, identificada y ampliamente reconocida como problema o
necesidad, entrando entonces a formar parte de la agenda política y social (Spector y
Kituse, 1987; Sason, 1995) y abordando su solución para conseguir una integración
plena de las personas en la sociedad:
“las políticas sociales deben ir dirigidas a garantizar a los ciudadanos de una sociedad una
gama de opciones vitales. Las opciones vitales pertinentes son aquellas que son necesarias
para proteger el estatus de los individuos como miembros plenos de la comunidad. Su
finalidad consiste en ofrecer oportunidades auténticas de participar en la forma de vida de la
sociedad. Las necesidades, en consecuencia, se definen como todo aquello que se refiere a
tal efecto. Un individuo está necesitado a efectos de política social en la medida en la que
carece de los recursos necesarios para participar como miembro pleno de la sociedad en su
forma de vida.” (Harris, 1987, p. 101)
83
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Doyal y Gough sostienen que la forma de satisfacción puede variar pero que
puede sostenerse el hecho de que se ha ido generando un consenso sobre ciertas
necesidades básicas para el desarrollo de una existencia humana digna. Así, aún
sosteniendo que las necesidades humanas son históricas (construidas socialmente)
también se reconocen como universales. Son los satisfactores de esas necesidades
básicas los que presentan enorme variabilidad a lo largo de culturas o contextos
sociales distintos. Para los autores existen pues dos necesidades que pueden ser
consideradas universales: la necesidad de salud física y la necesidad de autonomía.
Así, para desenvolverse bien en la vida cotidiana los seres humanos tienen que ir
mucho más allá de la mera supervivencia. Han de gozar de un mínimo de buena
salud física. Si una persona desea llevar una vida activa y satisfactoria a su modo, irá
en su interés objetivo satisfacer sus necesidades básicas a fin de optimizar la
esperanza de vida y de evitar enfermedades y dolencias. Esto, en opinión de los
autores vale para todos y en todas partes.
Por otra parte, la autonomía como necesidad básica se refiere a la capacidad de
la persona para formular y estrategias consistentes, de acuerdo con sus intereses, y
a sus intentos para ponerlos en práctica en las actividades que emprenden. En otros
términos, estamos hablando de la agencia o agentividad de las personas, entendidas
como seres propositivos, capaces de tomar sus propias decisiones y de asumir la
responsabilidad que se deriva de ellas. Tres son las variables clave que afectan a los
niveles de autonomía personal: 1) el grado de comprensión que una persona tiene
de sí misma, de su cultura y de lo que se espera de ella como individuo dentro
misma, 2) la capacidad psicológica que posee de formular opciones para sí misma
(salud mental), y 3) las oportunidades objetivas que le permitan actuar en
consecuencia. A su vez, la autonomía ha de ser entendida bajo dos formas,
autonomía como libertad de agencia o de acción y autonomía crítica que conlleva la
participación democrática en el proceso político a cualquier nivel. Así pues, no sólo
es necesaria la libertad de acción sino también la libertad política, en el sentido
amplio del término política.
Mientras que las necesidades individuales básicas de salud física y de autonomía
son universales, muchos de los bienes y servicios que se requieren para
satisfacerlas varían según las culturas. En general, todos los objetos, actividades y
relaciones que satisfacen nuestras necesidades básicas pueden denominarse
satisfactores. Pero entre las necesidades básicas y sus satisfactores aparecen una
serie de objetivos derivados, o de segundo orden, que es necesario cumplir con el fin
de alcanzar los objetivos primarios de salud y autonomía: son las llamadas
necesidades intermedias. Doyal y Gough proponen una lista de necesidades
84
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
85
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Educación
intercultural
SATISFACTORES ESPECÍFICOS
86
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
87
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
verse afectados por los resultados o por las acciones que se deriven de ellos. Esto
lleva a la segunda fase.
4. Evaluación de necesidades
En esta fase se trata de dar respuestas concretas a preguntas como: ¿Cuáles
son las necesidades más importantes para la población objetivo?, ¿Cuáles son las
más relevantes teniendo en cuenta los objetivos y experiencia de los servicios
existentes?, ¿Cómo integrar los múltiples indicadores de necesidad? En esta fase,
además, es necesario contemplar otros aspectos como el contexto socio político en
el que se enmarca el estudio, la voluntad política y la capacidad económica del
cliente para asumir los resultados o las múltiples fuentes de resistencia al proceso de
evaluación.
Aunque los procedimientos para la evaluación de las necesidades sociales se
derivan fundamentalmente de los objetivos y particularidades de cada plan de
intervención y de las estrategias y recursos metodológicos generales en Psicología
Social, las técnicas para medir las necesidades sociales se pueden clasificar en tres
grandes categorías.
En primer lugar, estudios basados en entrevistas, encuestas y cuestionarios que
requieren de la población analizada opiniones, percepciones, actitudes, preferencias,
etc.; estos instrumentos además de un análisis cuantitativo importante poseen un
88
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
Entrevistas a representantes de
Sentidas Indicadores psicosociales.
colectivos de ciudadanos.
(experimentadas)
89
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
90
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
91
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
1. Debe existir un consenso grande entre los miembros de una sociedad sobre la
determinación de que estamos ante un problema social.
2. Debe ser posible identificar a los grupos sociales que definen la existencia de un problema
social, ya que ellos son los que tienen interés en su solución.
3. Los valores sociales son imprescindibles para determinar el porqué la sociedad define un
problema como social, ya que los problemas sociales afectan a aspectos socialmente
valorados y significativos en la vida de los ciudadanos.
4. Los problemas sociales poseen una identificación distinta de los problemas personales, en
cuanto que son cuestiones públicas, tanto en su dimensión cuantitativa (número de
personas afectadas), como sobre todo en relación con las atribuciones de responsabilidad y
causalidad (son situaciones injustas).
5. La solución de los problemas sociales requiere intervenciones de naturaleza colectiva,
orientadas a modificar situaciones e interacciones.
6. Los problemas sociales poseen un referente objetivo, o al menos objetivable.
92
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
93
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
94
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
1. Puede ser que el grupo de presión original rechace la forma de actuación de las
instituciones oficiales.
2. Puede ser que los promotores iniciales del movimiento sean substituidos por los verdaderos
afectados.
3. Puede ser que las acciones promovidas por los organismos oficiales entren en conflicto con
los valores de otros grupos, generando así nuevas fuentes de problemas sociales. En este
sentido autores como Morgan (1983) o Seidman y Rappaport (1986) han recurrido al
término iatrogénesis, utilizado para describir los efectos negativos de la actuación médica,
para referirse a cuándo una intervención genera más problemas que soluciones.
4. La cuarta posibilidad ofrece dos caminos: o bien se produce el desarrollo de grupos más
reducidos que pretenderán a toda costa buscar soluciones eficaces para los afectados; o
bien se irán creando pequeños grupos que puedan solucionar aspectos parciales del
problema.
Sin embargo, la naturaleza de la solución está condicionada por la interpretación
del problema, de forma que un mayor nivel de preocupación por la comunidad se
relaciona positivamente con el desarrollo de acciones organizadas intentando
modificar las condiciones que generaron el problema social de referencia.
En resumen, la identificación de un problema social equivale a su aparición o
emergencia, y se producirá cuando un grupo en desventaja, a partir de valores y
criterios contrapuestos, defina colectivamente la situación como algo negativo que
debe ser corregido. Para caminar hacia su solución, una vez que el problema social
está definido, debe adquirir legitimidad conforme vaya obteniendo apoyo y
reconocimiento social. El respaldo de las instituciones sociales y de los medios de
comunicación le conferirá mayor respetabilidad (Blumer, 1971), y contribuirá a que
quienes sean responsables de resolverlo lo consideren significativo y digno de ser
atendido. Finalmente, los poderes públicos responsables deberían decidir poner en
marcha un programa de acción. Los investigadores que lo lleven a cabo habrán de
definir científicamente el problema, establecer unos objetivos, diseñar las fases de
un programa y organizar su implantación. En los últimos tiempos ha adquirido mayor
importancia la etapa posterior a la implantación del programa: la evaluación de sus
resultados y consecuencias. Dicha evaluación será la encargada de medir la eficacia
del programa ejecutado para solucionar el problema.
Sin embargo, los representantes de los poderes públicos no siempre afrontan la
solución de los problemas, hay ocasiones en que prefieren seguir estrategias de
obstaculización, confusión o freno a la evolución resolutiva de esos problemas. Entre
las estrategias que utilizan como barreras para no hacerse cargo de la solución de
los problemas se encuentra: por un lado, la tendencia a culpar a la víctima (Caplan y
Nelson, 1973), según la cual la responsabilidad del problema recaería sobre las
propias víctimas afectadas por el mismo, y por otro, el intento de oscurecer o
confundir el problema desviando la atención de sus raíces sociales y medicalizándolo
(Haines, 1979), como se hizo en ciertos casos al juzgar algunos signos de desviación
o mera disidencia como enfermedades mentales.
96
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
estos principios, especialmente los que relacionan desviación con anomalías físicas
o genéticas. También esta presente este modelo en aquellas explicaciones e
intervenciones que atribuyen la causa de los problemas a defectos internos de
naturaleza moral o espiritual (Humphreys y Rappaport, 1993).
La perspectiva de la desorganización social retoma de la anterior la idea de la
sociedad como sistema, formada por partes integradas entre sí. El problema social
aparece ante la descoordinación de partes de ese sistema. Uno de los conceptos
claves aquí es el de regla: las reglas no sólo van a definir las diferentes partes de la
sociedad, sino que también van a definir cómo se van a interrelacionar dichas partes
entre sí. El concepto de grupo primario como grupo mantenedor de las reglas
sociales de Cooley, el problema de la falta de reglas con la que se encontraron los
campesinos polacos emigrados a Estados Unidos que analizaron Thomas y
Znaniecki, así como el concepto de laguna cultural o desfase entre las distintas
partes de un sistema en evolución, especialmente entre la denominada cultura
material (tecnología) y la no material (cultura, ideas, valores) que propuso Ogburn,
son tres de las principales contribuciones teóricas a esta perspectiva.
La perspectiva de la desviación social hace su aparición paralelamente al
surgimiento de dos grandes escuelas con perspectivas distintas en el estudio de los
problemas sociales. Por un lado, la escuela de la Universidad de Harvard, con un
enfoque centrado en el análisis de la estructura social; por otro, la Escuela de
Chicago, más centrada en el análisis de los procesos sociales, enmarcados en el
contexto urbano de la ciudad de Chicago. Para los primeros, el concepto de anomia
desarrollado por Durkheim y retomado posteriormente por Merton resulta clave para
mantener la idea de que este vacío o carencia de normas que conlleva una situación
de anomia tiene una serie de manifestaciones entre las que se halla el surgimiento
de comportamientos desviados. Así, el comportamiento desviado tiene una clara
relación con las condiciones estructurales y organizacionales de la sociedad. Desde
la Escuela de Chicago, Sutherland considera que la desorganización social es un
importante factor de desviación social de forma que los sujetos aprenden a ser
delincuentes por asociación con patrones de conducta desviada, en otras palabras, a
través de la llamada asociación diferencial.
También enmarcada en la tradición teórica del Interaccionismo Simbólico se
encuentra la perspectiva del etiquetado social. El énfasis se sitúa aquí en la
definición social de la desviación considerando el carácter subjetivo y socialmente
construido de los problemas sociales. Así, la perspectiva del etiquetado se centra
más en los procesos que en la estructura social, más en lo subjetivo que en lo
objetivo, más en las relaciones que en las causas de la desviación. La obra de
Becker (1963) Outsiders, las aportaciones teóricas de Mead y la construcción social
del self así como el análisis del proceso de tipificación social de Schutz son algunos
pilares importantes para esta perspectiva.
La orientación del conflicto de valores recoge la tradición sociológica marxista y
su descripción de la Historia a partir de la lucha de clases, o la perspectiva de
Simmel con su análisis del conflicto como forma de interacción social. Por su parte,
Fuller y Myers (1941a y b) argumentan que el conflicto de valores aparece en todas
las fases de definición de los problemas sociales, ya que siempre se va a producir
una contraposición entre los valores de dos o más grupos sociales. Este conflicto no
97
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
referencia
teórico de
Marco
coste del
se concibe como sociales es el fallo evolucionado propugnan la
mantenimiento del
violación de en la socialización. desde el análisis de eugenesia. Otros
orden legítimo.
expectativas Los desviados son individuos inciden sobre la
Posteriormente,
morales, lo considerados inmorales al de las educación.
indignación ante
socialmente deseable inmorales, características Finalmente se
los defectos de la
es lo saludable. enfermos, inmorales de la abordan cambios
sociedad.
defectuosos. sociedad. en instituciones.
Desordenes, o
Las partes de un
Perspectiva organísmica o
2. Desorganización social
98
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
Perspectiva
referencia
teórico de
Marco
Definición Causas Condiciones Consecuencias Soluciones
Una inapropiada
Los problemas Malas oportunida-
socialización. Resocialización,
sociales reflejan des para aprender
Interaccionismo Simbólico
Sacrificio de
6. La teoría de la burocracia 5. Conflicto de valores
99
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
100
Las necesidades y los problemas sociales desde la Intervención Psicosocial
101
Capítulo 5
104
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
fueron que éste se basa en dos componentes: los afectos positivos y los afectos
negativos. También observó que estos dos tipos de estados emocionales
prácticamente no correlacionaban entre sí, es decir, eran independientes uno de
otro. A pesar de ello, ambos mantenían una fuerte correlación con los ítems globales
de bienestar. Bradburn hipotetizó que, en realidad, la felicidad es un sentimiento, un
juicio global que la gente realiza como resultado del balance entre afectos positivos y
afectos negativos. Una descripción muy directa de esta idea puede encontrarse en
Csikszentmihalyi (1996):
“Nuestras percepciones sobre nuestras vidas son el resultado de muchas fuerzas que
conforman nuestra experiencia, y cada una provoca un impacto que hace que nos sintamos
bien o mal” (p. 14).
105
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
que son compartidas, así como de las necesidades pluripersonales (Moix, 1980). El
bienestar es considerado como una realidad externa, referida a condiciones y
circunstancias objetivas de una realidad social concreta y definido a partir de unos
mínimos considerados indispensables e irrenunciables en cuanto a condiciones de
vida. Generalmente el concepto utilizado en este ámbito es el de nivel de vida
(aunque en ocasiones se confunda con el de calidad de vida). En esta línea, Levi y
Anderson (1980) consideran que la característica fundamental del concepto de nivel
de vida es que dirige y a la vez limita la información a los terrenos donde actúa el
mecanismo político, por medio de cierto grado de consenso, para influir sobre las
condiciones de vida mediante la política social, considerando y evaluando
cuantitativamente por separado cada uno de los aspectos supuestamente
relacionados con dicho nivel sin preocuparse por una medición unitaria ni por la
traducción individual (bienestar, satisfacción) que conllevan las condiciones de vida
estudiadas (Blanco, 1985).
Esta concepción de bienestar social como sinónimo de nivel de vida equivaldría al
término inglés de social welfare pero, como decíamos, otra línea ciertamente distinta
es la que intenta estudiar los aspectos psicosociales del bienestar subjetivo, es decir,
analizar el bienestar desde la perspectiva de la persona inserta en un determinado
contexto social y relacional social well-being . En esta línea, Keyes (1998) entiende el
bienestar social como “la valoración de las circunstancias y funcionamiento de uno
en sociedad” (p. 122). A partir de aquí plantea cinco posibles dimensiones de este
concepto:
1. Integración social. En función de la calidad de las relaciones de uno con la comunidad, la
integración social hace referencia al grado en el cual la gente siente que tiene algo en
común con aquellos que constituyen su realidad social, que pertenecen a su comunidad.
Ciertamente la identidad social, la cohesión social y el apego a la comunidad son
conceptos altamente relacionados con el de integración.
2. Aceptación social. Se refiere a la capacidad de la persona en interpretar y aceptar su
sociedad a partir de las características de la otra gente entendida como categoría global.
Sería la perspectiva social de la autoaceptación; la gente que se acepta a sí misma, tanto
en lo bueno como en lo malo, goza de mejor salud mental.
3. Contribución social. Se refiere a la evaluación del valor social de uno mismo. Incluye la
creencia de que uno es un miembro vital de la sociedad con alguna cosa que dar.
Estrechamente relacionado con este concepto está el de autoeficacia o creencia de que se
pueden llevar a cabo ciertas conductas (Bandura, 1977) y pueden alcanzarse objetivos
específicos (Gecas, 1989), así como el de responsabilidad social entendida como
designación de obligaciones personales que revierten sobre la sociedad.
4. Actualización social. Se refiere a la evaluación del potencial de la sociedad. Se basa en la
creencia en la evolución de la sociedad y el sentimiento de que la sociedad tiene un
potencial que se actualiza (desarrolla) a partir de las personas y las instituciones. La
actualización social captura las ideas de crecimiento (progreso) y desarrollo y, por tanto, se
acerca al concepto de sostenibilidad desde una perspectiva social.
5. Coherencia social. Se refiere a la percepción de la calidad, organización y funcionamiento
del mundo social e incluye el tema del conocimiento sobre este mundo. Así, la gente sana
no solo cuida el mundo en el que vive sino que siente que puede entender que es lo que
está pasando a su alrededor. La coherencia social es análoga a la idea de dar significado a
la vida (Mirowski y Ross, 1989; Seeman, 1959; 1991) e implica la apreciación de que la
sociedad es comprensible, sensata y predecible.
106
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
107
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
108
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
OPORTUNIDADES
DE CONTROL DEL
PATRÓN VITAMÍNICO C E ENTORNO
OCASIONES PARA EL
DESARROLLO DE
CAPACIDADES
DINERO
FINALIDADES
GENERADAS POR EL
MEDIO EXTERNO
SEGURIDAD BIENESTAR
FÍSICA SALUD MENTAL
VARIEDAD DE
ALTERNATIVAS
POSICIÓN
SOCIALMENTE
VALORADA CLARIDAD
AMBIENTAL
PATRÓN VITAMÍNICO A D
109
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
número de trabajos a los que se les reconoce el uso o atribución del término calidad
de vida en el sentido actual. Así, Gurin, Veroff y Feld realizan en 1960 un estudio
sobre la percepción y experiencia de la gente sobre su salud mental, mientras que,
en 1976 Campbell, Converse y Rodgers realizan el primer estudio de calidad de vida
con una muestra representativa de la población.
El término calidad de vida empieza a utilizarse profusamente en los años sesenta,
pero sobretodo a partir de los setenta, como reacción a los criterios economicistas y
cuantitativistas que regían sobre los llamados informes sociales, contabilidades
sociales o estudios del nivel de vida. Estos estudios equiparaban calidad de vida a
cantidad de recursos disponibles, y todavía hoy son frecuentemente utilizados desde
una perspectiva macrosocial.
Desde una perspectiva psicosocial, sin embargo, el concepto de calidad de vida
es abordado desde una óptica más subjetiva, entendiéndolo como “una medida
compuesta de bienestar físico, mental y social, tal y como lo percibe cada persona y
cada grupo, y de felicidad, satisfacción y recompensa (...). Las medidas pueden
referirse a la satisfacción global, así como a sus componentes, incluyendo aspectos
como salud, matrimonio, familia o trabajo” (Levi y Anderson, 1980).
Este sentimiento de satisfacción suele analizarse en diferentes dominios de la
vida de las personas. Aunque con ligeras variaciones, existe una notable
coincidencia en definir estos ámbitos o dominios vitales. Por ejemplo, la propuesta
de la O.C.D.E. en 1973 recoge los ocho siguientes:
a. Salud
b. Desarrollo individual por medio de la educación
c. Empleo y calidad de vida laboral
d. Tiempo y tiempo libre
e. Capacidad de obtención de bienes y servicios
f. Medio físico
g. Seguridad personal y administración de la justicia
h. Oportunidades y participación sociales
110
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
DOMINIOS/COMPONENTES/
CONDICIONES DE VIDA
VARIABLES
OBJETIVAS
Propiedades y características
objetivas y cuantificables
Propiedades y características
subjetivas percibidas
Nivel de aspiración
Expectativas
Evaluación/valoración de Grupos de referencia
esas propiedades Necesidades personales
VARIABLES Escala de valores
Niveles de equidad
SUBJETIVAS
CALIDAD DE VIDA
Así mismo, los propios Levi y Anderson comentan: “Este planteamiento nos sitúa
ante la posibilidad de saber en qué términos definir el constructo calidad de vida con
relación a la problemática urbana, social, ambiental, vivienda, situación financiera,
oportunidades educativas, autoestima, creatividad, competencia, sentido de
pertenencia a ciertas instituciones y confianza en los otros” (Levi y Anderson, 1980,
p. 6).
Vemos como, en la raíz de los procesos psicosociales, que subyacen a la
evaluación de la calidad de vida, se hallan las relaciones que se establecen entre
unas condiciones materiales y el grado de satisfacción subjetiva que a la persona le
producen estas condiciones. Desde esta perspectiva, y siguiendo a Blanco (1985), el
fenómeno de la calidad de vida transita a lo largo de diversas fases, tal como
muestra la figura anterior.
Así pues la percepción y evaluación personales de diferentes aspectos vitales
relevantes son los principales determinantes de la calidad de vida. En esta línea
111
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Atributo
objetivo
Satisfacción con un
ámbito de la vida
112
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
NECESIDADES,
MOTIVACIONES,
ESPECTATIVAS
GRUPOS
SOCIALES DE
REFERENCIA
CALIDAD
DE VIDA
CARACTERÍSTICAS CAPACIDADES y
FÍSICAS y SOCIALES RECURSOS
DEL ENTORNO PSICOLÓGICOS
RECURSOS PERCIBIDOS POR
EXÓGENOS LA PERSONA
Figura 5.5. La Calidad de Vida. Supuestos psicosociales III. Fuente: Valera (1995), Gráficos
y Esquemas PSA, Departamento de Psicología Social, Universitat de Barcelona.
Esto podría explicar que, cuando se trata de medir la calidad de vida a partir de
ítems globales, el resultado de la evaluación vital suele resultar siempre positivo
(aunque rara vez se sitúe en el máximo valor de la escala de medición), mientras
que, cuando la evaluación se refiere a aspectos más concretos, parciales, o ámbitos
cuya gestión no se percibe como autoatribuida, el resultado de la evaluación puede
ser más crítico o hasta negativo. Como ejemplo, obsérvense los resultados (Figura
5.6) de dos investigaciones basadas en ítems globales de satisfacción.
Por otra parte, uno de los resultados más interesantes es que los estudios de
calidad de vida muestran, en general, una sorprendente baja correlación entre
condiciones de vida objetivas y satisfacción subjetiva de estas condiciones. Como
posibles explicaciones, y recogiendo algunas de las ideas hasta aquí expuestas, en
la valoración de los resultados de una evaluación de calidad de vida hay que tener en
cuenta las siguientes consideraciones (Glatzer y Mohr, 1987):
o Las personas valoran sus mejoras individuales en contraste con el
grupo social que para ellas es relevante y con el que se comparan. No
valoran las mejoras de condiciones propias independientemente.
o Las personas están bajo presión social para suprimir los sentimientos
de insatisfacción. Las razones causantes de insatisfacción, si no
pueden ser modificadas, son negadas.
o Las expectativas personales y sociales generalmente tienden a
ajustarse a las posibilidades que ofrecen las circunstancias.
o La expresión de la insatisfacción está culturalmente aprendida y, por lo
tanto, hasta cierto punto es independiente de la experiencia que esté
viviendo la persona o la colectividad.
o Aquellos que viven bajo condiciones favorables están más inclinados
a abrirse hacia nuevos estándares de valores y, por ello, están más
inclinados a expresar críticas e insatisfacciones.
o Se dan diferentes estándares individuales de contrastación, en
situaciones sociales comparables, al variar los niveles de satisfacción.
114
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
C 27% 7 26%
6 26%
D 4% 5 20.5%
4 5.5%
E 1%
3 3%
F 2% 2 2%
1 1%
G 0%
Figura 5.6. Diversas maneras de medir la satisfacción. Fuente: Andrews y Withey
(1976).
115
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
116
DISCREPANCIAS PERCIBIDAS DISCREPANCIAS
ENTRE: PERCIBIDAS
Yo ahora – otros ahora ENTRE LO QUE SATISFACCIÓN
DISCREPANCIAS Yo ahora – yo en el mejor pasado TENGO AHORA Y NETA
OBJETIVABLES LO QUE DESEO (felicidad, bienestar ACCIÓN
MEDIBLES Yo ahora – yo esperaba
subjetivo)
Yo ahora – yo espero en el futuro (LOGROS/
Yo ahora – yo merezco ASPIRACIONES)
Yo ahora – yo necesito
EDAD RENTA
GENERO AUTOESTIMA
EDUCACIÓN INTEGRACIÓN
ETNIA SOCIAL
Figura 5.8. Teoría de las Discrepancias Múltiples (TDM). Adaptado de Michalos, 1995,
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
117
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
Así pues, Michalos defiende hasta cierto punto que “hay un mundo relativamente
independiente de esta o esa persona, que contiene cosas con propiedades más o
menos objetivamente mesurables y que son más o menos objetivamente
comparables” (Michalos, 1995, p. 108). En cuanto a la discrepancia percibida entre lo
que uno tiene y lo que desea se trata de una variable que media entre todas las
demás discrepancias y la satisfacción neta expresada.
La Teoría de las Discrepancias Múltiples se completa con los siguientes
postulados: a) la búsqueda y conservación de la satisfacción motivan la acción
humana, b) ésta, así como las satisfacciones y las discrepancias están
condicionados por variables como la edad, el género, el nivel de instrucción, el grupo
étnico, los ingresos, la autoestima y el apoyo social; c) las discrepancias
objetivamente mesurables son funciones lineales de la acción humana y los
condicionantes.
Reto elevado
ANSIEDAD FLUJO
Habilidades Habilidades
pobres elevadas
APATÍA ABURRIMIENTO
Reto pobre
Figura 5.9. Resultado de la relación entre dificultad de reto y habilidades personales para
alcanzar experiencias placenteras (Basado en Csikszentmihalyi y
Csikszentmihalyi, 1988).
Experiencias de flujo son, por ejemplo, crear una obra de arte, escalar una
montaña o practicar el sexo, aunque cualquier experiencia, con la suficiente
motivación y canalización de nuestra atención, puede convertirse en óptima, sobre
todo si la meta a alcanzar es clara y la retroalimentación es inmediata. La capacidad
para obtener estas experiencias desarrolla la creatividad de la persona,
convirtiéndola en más compleja y en más capaz de proponerse nuevas metas y
obtener más experiencias de flujo. En definitiva, personas más completas y más
felices.
119
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
120
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
121
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
122
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
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Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
124
Felicidad, bienestar y calidad de vida desde la Psicología Social
125
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
social y buenos atributos de empatía -sin que sea relevante la inteligencia-; tender a
una personalidad extrovertida y abierta a la experiencia; tender a creencias de
control interno; la autoestima y la visión positiva de la vida; los estados de ánimo
positivos y el pensamiento positivo; la presencia y calidad de lazos íntimos (amor) y
de una buena red de apoyo social; la satisfacción laboral y con el ocio; los ingresos
económicos elevados -al menos hasta un cierto umbral-; y la participación en
interacciones sociales esquistosas así como en organizaciones de voluntariado.
126
Capítulo 6
127
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
128
Caja de herramientas para elaborar una propuesta de Intervención Psicosocial
129
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
130
Caja de herramientas para elaborar una propuesta de Intervención Psicosocial
Plan
Figura 6.1. Planes, programas, proyectos (adaptado de Ander-Egg y Aguilar, 1995, p. 13).
Un plan tiene por finalidad definir el curso deseable y probable del desarrollo
nacional o de un sector (económico, social, etc.) según la política del gobierno del
cual depende. Se trata de un parámetro técnico y político en el cual se enmarcan los
programas y proyectos que lo desarrollan. Por programa entendemos el conjunto
organizado de actividades, servicios o procesos expresados en un conjunto de
proyectos relacionados o coordinados entre sí. Un programa operativiza un plan
mediante la realización de acciones orientadas a conseguir las metas y los objetivos
propuestos en un periodo determinado.
El proyecto es la ordenación de un conjunto de actividades que combinando
recursos humanos, materiales, financieros y técnicos se realizan con el propósito de
conseguir un determinado objetivo o resultado. Se diferencia del programa en la
magnitud, la diversidad y la especificidad (un programa está constituido por un
131
Psicología Social Aplicada e Intervención Psicosocial
132
Caja de herramientas para elaborar una propuesta de Intervención Psicosocial
sobre alguna cosa. Una vez que las dos partes han aceptado el anteproyecto sobre
lo que se pretende hacer, sólo cabría formalizar, si es necesario, esta propuesta en
un proyecto de investigación y realizar el estudio. El resultado del cual aún daría
lugar a otro documento: el informe de resultados o de evaluación o informe final.
Tras la evaluación inicial, el siguiente paso consiste en la elaboración del proyecto
de intervención. En esta fase se planifica lo que hay que hacer, definiendo cuales
son los objetivos, generales y específicos, las estrategias y las técnicas de
intervención, además de otros aspectos metodológicos como la identificación de las
muestras de población, la recolección de los datos y su análisis. También se
establecen cuáles van a ser los recursos humanos, materiales y financieros que
serán necesarios, además de describir la organización temporal de la intervención
mediante un calendario de ejecución. Es conveniente estipular la forma, los criterios
y los indicadores de evaluación del proyecto, tanto para permitir un seguimiento
controlado o una evaluación durante el proceso de intervención, como para
determinar su evaluación final. Un anteproyecto que se centre en esta fase de la
intervención, con o sin la anterior evaluación inicial –porque ya se haya realizado-
debería recoger, en su pretensión por explicar su propuesta, como mínimo cada uno
de estos aspectos señalados apuntando, cuando menos a grandes rasgos, como
serán abordados.
Por último, un anteproyecto puede ceñirse a la fase de evaluación final. Sin negar
la posibilidad de la evaluación durante la intervención, como acabamos de indicar,
suele suceder que se encargue al final. Incluso puede ser fundamental evaluar la
intervención, aún cierto tiempo después. El resultado de esta fase vuelve a ser -de
manera análoga a la primera- un informe final de evaluación.
Diversas son pues las posibilidades de elaboración de una propuesta o
anteproyecto según la fase de la intervención a que se atienda. Esta variedad
también se acrecienta si se tienen en cuenta los diferentes ámbitos, enfoques
teóricos y recursos metodológicos plausibles, además de los contextos sociales y los
respectivos valores que los conforman. Esta rica variedad de posibilidades y
restricciones en la cual acaba por definirse toda propuesta, pudiera parecer a
primera vista una dificultad añadida si se piensa en la estructura formal que debe
tener un anteproyecto. Ante tanta diversidad, ¿puede definirse una estructura con la
que presentar una propuesta?
Antes de dar respuesta a esta cuestión, puede ser provechoso retomar de nuevo
la pregunta inicial: ¿qué es un anteproyecto?, y puestos ya, ¿para qué sirve? Si bien,
desde cierta perspectiva se ha aludido ya a estas cuestiones, desde la vertiente más
profesional, un anteproyecto es un instrumento de presentación y de venta de un
producto (un estudio, un programa/proyecto de intervención, etc.) y, a su vez, de un
proveedor –el equipo profesional que lo presenta–. Por tanto, debe mostrar cuan
idóneo es, tanto el producto como el equipo que lo firma. El producto debería cubrir
las necesidades, tanto las manifiestas como las latentes, que propician su razón de
ser, además de demostrar la competencia profesional del equipo. Puesto que se
trata de un documento que acompaña al proceso de negociación de la demanda,
debe también servir para acotar el tema a abordar, así como los problemas que se
tengan que resolver. Por otro lado, debe asegurarse que responde a lo que el cliente
quiere encontrar de forma fácil y rápida en el documento que se le presenta.
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6.4.4. Presupuesto
Si con los anteriores puntos que aquí se proponen, y que como mínimo debe
contener un proyecto, en cuanto a su estructura formal, se ha respondido a aquellas
preguntas iniciales del ¿por qué?, ¿qué?, ¿cómo y cuándo?, tan solo resta aludir a la
cuestión del ¿cuánto va a costar? La manera de presentar el presupuesto es
posiblemente el punto en el que menos restricciones se pueden argumentar, puesto
que suele ser uno de los que más peso adquieren en la decisión final del encargo del
(ante)proyecto. Esta razón se debe, principalmente, a que de todos y cada uno de los
diferentes aspectos enumerados en el plan de trabajo, que son fruto de los objetivos
propuestos -justificados en la presentación-, se pueden traducir de forma más rápida
y sencilla al reverso de su coste económico. Cuanto más detallado es el plan de
trabajo, más sencillo será calcular el coste de todo el proyecto. Amén del
presupuesto (¿cuánto va a costar?), es esencial advertir la forma de financiación
(¿cómo se va a pagar?). Es de una importancia capital, eso sí, no confundir y, por lo
tanto, diferenciar, cuando se trate de un presupuesto referente a una evaluación
(inicial o final) o el presupuesto de la aplicación de la intervención, que a su vez,
puede desglosarse en los costes de instauración y los de funcionamiento. En
general, en el desglose del presupuesto suelen diferenciarse los recursos materiales
(infraestructura y equipamientos, medios técnicos, etc.); honorarios o gastos de
personal; viajes y dietas; mantenimiento o gastos fijos -calculado de forma
proporcional al coste de todo el año- y gastos de gestión, además de los impuestos,
si es el caso, que deban añadirse a la suma de cada apartado.
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pasos para llegar con las mejores garantías al problema que presentaremos a
continuación (sobre el bien y el mal):
a. Identificar los grupos de interés: Por un lado, los grupos sociales
afectados por la cuestión y que mantendrán una posición definida de
cara a la posibilidad de convertirse en actores sociales implicados en
las soluciones previsibles o, por el contrario, reactores que interpreten
las acciones requeridas contrarias a la inercia o a determinados
intereses grupales.
b. Determinar, en función de los intereses y otras motivaciones
hipotéticas, los fines plausibles de los grupos, tanto los declarados o
explícitos, como los implícitos. En ocasiones las metas de un
determinado grupo social pueden entrar en conflicto con los intereses
de otro grupo. Es fundamental realizar una predicción lo más fiable
posible de estas contingencias.
c. Identificar las responsabilidades o deberes del interventor hacia cada
parte, tanto las socialmente reconocibles, como aquellas que podrían
derivarse de una posible relación de transferencia entre interventor y
grupo.
igual que con los procedimientos para la medición de la respuesta, la familiaridad del
sujeto con el estímulo presentado es una fuente de sesgo que puede convertirse en
una explicación alternativa de las posibles diferencias transculturales. Se apuntan en
la tabla la definición de los sesgos descritos y las posibles formas de control.
No obstante, esta perspectiva debe ser manejada con cierta precaución, ya que
está basada en el principio de que todos los productos culturales son adaptativos y
orientados a la protección igualitaria de todos los miembros del grupo. Y,
lamentablemente, no siempre es así. Determinados fundamentalismos religiosos, el
rol de la mujer o el de la infancia dentro de la estructura social, ciertas prácticas de
salud o, por citar un ejemplo extremo: la ablación del clítoris en adolescentes de
algunas comunidades africanas, son todos ellos productos culturales que no están
orientados a la equidad y, lejos de ser adaptativos, menoscaban impunemente los
derechos de los más vulnerables dentro de un grupo cultural. La estrategia, en estos
casos, debe estar orientada al diseño de cambios sociales, sin perder de vista que,
como apuntábamos en el punto 1 de este epígrafe, aunque todos los sistemas tienen
una serie de recursos y potencialidades, todo sistema tiene un proceso evolutivo
sujeto a un ritmo determinado. Por otra parte, es difícil que nos encontremos en
condiciones morales de instar a un grupo a respetar los derechos humanos si no les
permitimos beneficiarse de ellos. En el caso de Intervención Psicosociales con
grupos inmigrantes, por ejemplo, un pleno reconocimiento de sus derechos civiles,
sería un argumento fundamental para la eliminación de ésas y otras prácticas
culturales inaceptables en una sociedad democrática.
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6.6. Epílogo
La Intervención Psicosocial debe entenderse como una estrategia, no sólo de
cambio social, sino también como un procedimiento de análisis de la realidad. Si se
limita, simplemente, a una manera de entender la acción social, se corre el riesgo de
acabar identificándola con un voluntarismo cargado de buenas intenciones, pero con
pocas herramientas de trabajo. Deben cumplirse unos objetivos de intervención y ha
de aplicarse un método, para lo cual, son precisos modelos teóricos que respalden
hipótesis de trabajo, han de formularse acciones y, en fin, deben tomarse decisiones
sobre la definición de los problemas sociales y sus soluciones. Lamentablemente, no
todos los caminos llevan a Roma, y asumir una perspectiva ecológica en la
Intervención Psicosocial supone partir de una multicausalidad de los problemas
sociales. Desde esta perspectiva, es imprescindible, por tanto, disponer de una caja
de herramientas con la que seamos capaces de orientar acciones eficaces
orientadas a ese cambio social al que aludíamos. En este capítulo se han expuesto
una serie de parámetros, con el fin de facilitar el diseño un programa de Intervención
Social exigente con la demanda del cliente, entendido este, como Administración,
como población diana y como comunidad en su conjunto.
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Capítulo 7
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la poca diversidad real de mensajes. El contacto con otras culturas propiciado por
veinte años de turismo, se incrementará. En los ochenta -hasta entrados los
noventa-, con una peseta cada vez más fuerte, los ciudadanos viajan más a otros
países y a otras culturas en busca de lo que Berlyne (1960, 1974) llama la variedad
diversiva. Ello, a pesar del paro indomable y la economía sumergida (o gracias a
ella). Pero la diversidad está también en el interior, entre comunidades autónomas,
cargada de estereotipos y prejuicios que algunos se encargarán de analizar (p. e
Javaloy, Cornejo y Bechini, 1990).
El mercado interior se transforma, se hace más dependiente (auque se exporte
más) y se uniformiza con el internacional. A pesar de las repetidas crisis económicas
y el debate inacabable sobre si son cíclicas o estructurales, de cuestionarse dónde
están los empresarios españoles que aseguren la continuidad cuando el capital
internacional se desplace a zonas más lucrativas (Pujol, 1993). Entrados en los
noventa, el país aparece en algunos rankings como uno de los lugares del planeta
en los que se vive mejor, como por ejemplo en el discutido estudio de The Economist
de 1993, o el de la OCDE del año siguiente, aunque en 1999 ha conseguido
descender al puesto número 21 del ranking, según el índice de desarrollo humano
(Pnud, 1999).
Asumir pública y rotundamente el modelo de Estado del Bienestar por parte de
las instituciones (hasta que empieza a ponerse en cuestión en los noventa) abrirá las
puertas de un modo desconocido hasta el momento en el campo de las aplicaciones
de la Psicología Social en la vida cotidiana, como había ocurrido unos años antes en
el resto de Europa. Pero se partirá de una situación de ventaja: la Psicología Social
se había flexibilizado en el campo de las aplicaciones, en la forja de las
intervenciones cotidianas en el mundo real.
En una revisión de textos de Psicología Social Aplicada de autores del Estado
Español, publicados hasta el 1996, encontré 126 títulos. Entre los ochenta y los
noventa se publica el 98’5%. Mayoritariamente se publican después de 1985 (84%) y
especialmente en los noventa (57%). Además, en 1991 aparece en Valencia la
Revista de Psicología Social Aplicada, aunque su difusión es demasiado limitada.
Los textos generales de PSA representan escasamente el 5%. Los ámbitos
dominantes, de mayor a menor número, son Ambiental (23%), Jurídica y Política
(21%), Bienestar y Comunidad (17%), seguidos de Organizaciones y Trabajo; Ocio,
Turismo y Deporte; Salud y Salud Mental; Marketing y comunicación; y Educación.
Además, a medida que avanzan los años, los textos metodológicos pierden peso
relativo, especialmente después de 1985. Esto indica un cambio de orientación o, por
lo menos de énfasis en la Psicología Social de nuestro país en este interludio de
tiempo. Ello puede conformar toda una agenda, con ámbitos claramente dominantes,
pero no siempre suficientemente reflejados en la oferta académica.
Probablemente, todo ello, con ser importante a nivel estatal, no tenga ninguna
trascendencia en la evolución de la Psicología Social como disciplina en el contexto
internacional. A pesar de que se ha incrementado la presencia de psicólogos
sociales del estado español en los foros internacionales (especialmente en los
congresos), y empieza a haber algunos representantes elegidos en los comités y
órganos de gestión de asociaciones internacionales, esta sigue siendo testimonial.
La presencia en las revistas y publicaciones periódicas es escasa. La publicación y la
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traducción de libros en editoriales internacionales aún puede contarse con los dedos
de una mano.
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es a partir de conjugarla con los otros aspectos. Solidaridad quiere decir solidaridad
poblacional, solidaridad en el uso de recursos, solidaridad entre pueblos, solidaridad
económica, etc.
El desarrollo sostenible debe encontrar un equilibrio entre el bienestar y la calidad
de vida actuales (para el mundo occidental), que no hipoteque el futuro para las
generaciones venideras; que no rompa innecesariamente equilibrios sociales (por
desconocimiento o por inconciencia). Ello requiere también repensar la calidad de
vida y el bienestar social en términos que no signifiquen la defensa del nivel
alcanzado a costa de perpetuar la desigualdad entre colectivos, entre países o entre
hemisferios. Trabajar para un desarrollo sostenible comporta una política ambiental
eficaz, pero comienza por el desarrollo sostenible a nivel social.
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caracteriza por una auténtica obsesión por la seguridad a todos los niveles
(tecnológicos, personales, de servicios etc.), lo cual puede aumentar los
desequilibrios de tipo psicológico, por lo menos en los periodos de adaptación a esta
nueva realidad.
En todo caso, la revolución de las intercomunicaciones es un hecho y sus efectos
sobre el desarrollo de cualquier ámbito científico son incalculables, igual que lo serán
en el ámbito de la cultura y las lenguas, por sus rotundos efectos uniformizadores. O
como sugerirá el filósofo Jean Baudrillard (1985) sentirse parte de una red
electrónica global es desarrollar un sentido de lugar (sense of place) que se expande
por el mundo entero, pero esto lleva a que la identidad de las personas sea
meramente superficial, pura pantalla, somentida a un cuadro de mandos que
controla toda una red de influencias (Baudrillard, 1985, pp 131-133, tomado de
Rose, 1995: 92). Quizas esta hetereidad explica también parte del resurgimiento de
movimientos identitarios radicalizados, como una necesidad psicológica de
enraizamiento, como apunta Castells (1997).
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que se aborda la crisis del Estado del bienestar. Se plantea dramáticamente la caida
de la natalidad, incluso por debajo de las tasas de reposición de población, el
envejecimiento de la población por el crecimiento de la esperanza de vida y, por
tanto, la aparición de un fenómeno de inversión de la pirámide de edad. Ello se
asocia a la imposibilidad de soportar económicamente los estándares de bienestar
de los que nos hemos dotado, la carestía de los sistemas de seguridad social para la
salud y el desempleo, los costes económicos de la preservación ambiental, y un
largo etc. como causas de un nuevo desequilibrio. A finales de los ochenta y
principios de los noventa, la solución que se presenta por parte de los políticos es la
necesidad de ganar en competividad. Para ello hay que reducir costes sociales, lo
que a veces se llama la desactivación progresiva del estado del bienestar.
Precarización del empleo, retraso de la jubilación, recortes en las prestaciones
sociales y subsidios, privatizaciones de servicios que se habían considerado
fundamentales y emblemáticos y, en definitiva, reducción del nivel de vida
(Sassen, 1988).
Desde los setenta, pero sobre todo en los ochenta y noventa, las crisis
económicas se suceden con ciclos cada vez más cortos. Desde los ochenta el paro
pasa a ser uno de los graves problemas en toda Europa (no sólo en el Estado
Español), en parte debido a la huida de la actividad productiva a terceros países más
baratos, que mencionabamos anteriormente. A finales de los noventa, parece que la
economía de occidente se recupera. Pero incluso a pesar de ello, domina la
incertidumbre, el miedo a que se acabe el ciclo positivo y por tanto la contención
social, con un efecto individual y social que Sennett (1999) describe como la
corrosión del carácter. Ello permite por lo menos dos fenómenos de profundo calado
psicológico:
a. El puesto de trabajo, que es el eje central organizador y estructurador
de la sociedad pero también del equilibrio psicologico de la persona
(Blanch 1990, 1996; Garrido, 1996; Jahoda, 1982; Warr, 1987, etc)
deviene un bien escaso hay que conservarlo al precio que sea y en las
condiciones que sea, lo cual facilita todo el proceso de precarización
laboral sin levantar grandes protestas sociales. Es lo que llamó
‘instalación en la crisis’ como forma de control social, a pesar de cortos
interlúdios de euforia económica, que nunca se sabe lo que va a durar.
b. Ello comporta paralelamente la disminución de los costes sociales de la
producción en Europa, pero tambien la disminución de la capacidad
adquisitiva (riqueza) y el deterioro de los sistemas de protección social.
Si no para los que los tienen consolidados sí para los jóvenes que se
incorporan al mercado laboral y los que desarrollan las tareas más
bajas en el escalafon social, que es la población inmigrante, legal o
ilegal, imprescindible para los momentos en que la economia va bien.
La adaptación de las nuevas generaciones a situaciones de mayor precariedad
laboral y menor capacidad adquisitiva (ya teorizadas por economistas como Max-
Neeff, 1998), junto a una cierta y encubierta desactivación del estado del bienestar,
ignoramos cómo afectará al futuro de la Psicología Social, por lo menos la aplicada.
Sin embargo, irónicamente parece abrirse un brillante futuro para los psicólogos
clínicos.
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mitad de los ochenta precedió a la caída emblemática del muro de Berlin en 1989. El
efecto cuña entre germanos, puso en aprietos a los Turcos, entre otros.
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altruistas como el impacto social de Rallies como el París-Dakar, que sólo ha sido
denunciado por impactos ecológicos y no por los desequilibrios sociales que induce.
Como comunidad receptora, la Europa de fin de siglo no tiene nada que ver con
el gran receptor de inmigración que fueron los Estados Unidos de hace cien años,
con un vasto territorio escasamente poblado por delante. Tampoco con la Europa en
reconstrucción de la postguerra y sus grandes migraciones campo-ciudad. Las
condiciones de acomodación y de asimilación (Ballis Lal, 1992; Poutignat y Streiff-
Fenart, 1995; Wieviorka, 1991) de un momento expansivo como el llamado milagro
alemán de los sesenta, no tienen nada que ver con las de momentos en que se sale
de una crisis para entrar en la siguiente. Esto agudiza las sensibilidades y las
desconfianzas entre colectivos.
Las situaciones económicas adversas (Amir, 1969) y la reclusión en barrios
étnicos, funcionales como forma de soporte social informal del endogrupo
(Berry, 1990; Baldassare 1994), funcional en el momento de la llegada, pero
dificultador de un proceso de normalización en la sociedad de recepción, resultan
estigmatizantes y radicalizadores de procesos identitarios, dentro y fuera del ghetto.
La gestión urbana de la ciudad debería tener activamente en cuenta estos
procesos La proliferación de trabajos sobre estereotipos, procesos atributivos, con
nuevos enfoques de temas tradicionales como el racismo, la convivencia de culturas,
menos centrados en los individuos y más focalizados en los procesos de grupo y las
dinámicas macrosociales, el surgimiento de nuevas identidades sociales y la
interculturalidad, como procesos dinámicos en el tiempo, están estrechamente
ligados a esta situación. No en vano algunos de los libros con el titulo de Psicología
Social Aplicada, hechos en europa en los noventa (Semin y Fiedler, 1996; Alvaro,
Garrido y Torregrosa, 1996) presentan la novedad de dedicar sendos capítulos a los
procesos migratorios y la interculturalidad.
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Psicología Social Aplicada
e
Intervención Psicosocial
Psicología Social Aplicada
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Intervención Psicosocial
Bernardo Hernández
Sergi Valera
Colaboradores
César San Juan y Tomeu Vidal
Capítulo 6
Enric Pol
Capítulo 7
Editorial Resma
Psicología Social Aplicada
e
Intervención Psicosocial
Bernardo Hernández
Catedrático de Psicología Social
Universidad de La Laguna
Sergi Valera
Profesor Titular de Psicología Social
Universitat de Barcelona
Enric Pol
Profesor Titular de Psicología Social
Universitat de Barcelona
Tomeu Vidal
Profesor Asociado de Psicología Social
Universitat de Barcelona
Editorial Resma
Psicología Social Aplicada
e
Intervención Psicosocial
Primera edición: mayo, 2001.
© Editorial Resma S.L., 2001.
© Bernardo Hernández y Sergi Valera, excepto capítulos 6 y 7.
© César San Juan y Tomeu Vidal: capítulo 6.
© Enric Pol: capítulo 7.
Tlf: + 34 922 24 65 77
Fax: + 34 922 26 11 07
E-mail: ediresma@arquired.es