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Presentado por:
GLORIA STEPHANIA RAMIREZ SANCHEZ
MARIA DEL MAR RAMÍREZ SÁNCHEZ
Docente:
DIANA CATHERINE CUERVO SEGURA
Ahora bien, cuando se hace referencia a la posibilidad de abrir paso a una segunda
instancia se incluye también a la consulta, desde luego, en la medida que ese grado
jurisdiccional aplique en la situación concreta, lo cual es cada vez más reducido.
Sumado a lo anterior, cuando se trata de la ejecutoria de providencias de segundo
grado, y de no proceder más recursos, su ejecutoria se predica una vez notificado el
proveído y finiquitado el término previsto en la norma, que puede ser usado para
solicitar la corrección, la aclaración o la complementación de la decisión, caso en el
cual aplica una vez emitida la decisión correspondiente.
Esta norma traza en relación con el tema una regla general, al establecer que tiene
fuerza de cosa juzgada “la sentencia ejecutoriada proferida en proceso
contencioso”, de la cual derivan tres importantes precisiones, a saber:
(i) que se atribuye este efecto a las sentencias, que al decir del artículo 302 de la
misma obra son “las que deciden sobre las pretensiones de la demanda o las
excepciones que no tengan el carácter de previas, cualquiera que fuere la instancia
en que se pronuncien”, y no a las restantes providencias, genéricamente conocidas
como autos;
(ii) que debe tratarse de sentencias ejecutoriadas, efecto que según enseña el
artículo 331 ibídem se alcanza tres (3) días después de su notificación cuando
contra ellas no procede ningún recurso, cuando se han vencido los términos
correspondientes sin haberse interpuesto ninguno de los recursos que procedían, o
cuando se han decidido de fondo aquellos recursos que se hubieren interpuesto; y
(iii) que esas sentencias hayan sido proferidas al término de un proceso
contencioso, esto es, de los que requiere que el juez decida entre dos o más
intereses contrapuestos.
Siempre que concurran estos tres elementos es conveniente y justificable que se
genere el ya explicado efecto de cosa juzgada. Sin embargo, esa regla general
admite tanto adiciones, como las asociadas a medios alternativos de solución de
controversias o formas anormales de terminación de procesos, a las que la Ley,
bajo similares consideraciones de conveniencia social, de manera expresa les
atribuye ese mismo efecto de cosa juzgada, como excepciones, principalmente las
del Artículo 304 del Código General de Proceso:
1. Las que se dicten en procesos de jurisdicción voluntaria, salvo las que por su
naturaleza no sean susceptibles de ser modificadas.
3. Las que declaren probada una excepción de carácter temporal que no impida
iniciar otro proceso al desaparecer la causa que dio lugar a su reconocimiento.
Ahora bien, los efectos de la cosa juzgada se manifiestan bajo una doble
perspectiva: formal y material. Así, la característica o efecto de la cosa juzgada
formal es la de su inimpugnabilidad o firmeza. Producen este efecto cualquier
resolución firme o lo que es lo mismo, cuando frente a ella no exista ningún otro
recurso previsto en la ley (la excepción sólo se presenta cuando existe de por medio
una lesión al contenido esencial de un derecho fundamental), hayan transcurrido los
plazos para recurrirla o se haya desistido del mismo. En este sentido, los fallos del
Tribunal Constitucional como los de la Corte Suprema de Justicia, surten los efectos
de cosa juzgada formal (con la única excepción a esta regla antes referida), en la
medida en que no hay ningún órgano judicial que pueda revisar sus decisiones;
empero, al efecto negativo aludido se tiene otro de naturaleza positiva, que se
expresa en el deber jurídico que tiene el órgano encargado de su ejecución de hacer
efectiva la decisión contenida en el fallo en los términos establecidos en ella. Desde
su vertiente material, la cosa juzgada despliega su eficacia frente a los otros
órganos judiciales o administrativos, que lleva un mandato implícito de no conocer lo
ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros procesos nuevos sobre el
mismo asunto (este efecto sólo la producen las decisiones firmes sobre el fondo);
como único medio de alcanzar la paz jurídica, evitando, de un lado, que la contienda
se prolongue indefinidamente y de otro, que sobre la misma cuestión puedan recaer
resoluciones contradictorias, lesionando la seguridad jurídica procesal.
De lo señalado se desprende que la cosa juzgada tiene dos facetas, una formal y
otra material; la formal se refiere a la imposibilidad de reabrir el debate en el mismo
proceso donde se dictó la resolución, porque el pronunciamiento quedó firme, ya
sea porque las partes consintieron o porque se agotaron los recursos ordinarios y
extraordinarios viables al caso; no obstante ello, cabe aclarar que la cuestión puede
reabrirse en otro proceso, de ahí el carácter formal de la manifestación de la ‘cosa
juzgada’, La cosa juzgada material en cambio, además de la inimpugnabilidad de la
resolución, se agrega la inmutabilidad del fallo. Es decir, la revisión es casi absoluta
y sólo en el excepcionalísimo caso de la revisión extraordinaria de sentencia, cuyos
presupuestos y exigencias son muy difíciles de llenar, podría revertirla; dentro de
este ámbito se encuentran los procesos de cognición o de conocimiento, como es,
un proceso ordinario, porque suponen la improcedencia de todo recurso que lleva
implícita la imposibilidad de modificar la decisión. La cosa juzgada material otorga al
contenido del fallo, las características de inmutabilidad así como ejecutabilidad y
coercibilidad, con efectos hacia el pasado y al futuro, por ende, las partes están
obligadas a acatar la decisión judicial sobre el caso dirimido. Cuando el fallo
adquiere la calidad de cosa juzgada formal y material, no procede en su contra
ningún proceso ordinario ni extraordinario de impugnación, ni otra instancia
procesal, y se abre la última fase del proceso como es la de ejecución, que implica
el cumplimiento coercitivo de lo determinado en ella; y se lo hará ante la autoridad
que dictó la resolución en primer grado, dentro del mismo expediente, guardando
una unidad y continuidad procesal.
REFERENCIAS
1. LEY 1564 DE 2012; Por medio de la cual se expide el Código General del
Proceso.
2. Sentencia C-522/09