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BOLILLA XVII

Conclusión del Proceso. La Sentencia Definitiva y Otros Modos de Conclusión

Conclusión de la causa para la Sentencia Definitiva:


Alegato: es el acto mediante el cual cada una de las partes expone al juez, por
escrito, las conclusiones que les sugieren las pruebas producidas en el proceso. No
procede, que en él los litigantes introduzcan cuestiones o defensas que no fueron
propuestas en oportunidad de la demanda, contestación o reconvención, debiendo
limitarse a destacar el mérito o poder de convicción de los elementos probatorios,
siempre en función de los hechos que fueron objeto de la litis, los cuales quedan
definitivamente fijados en aquellas oportunidades.

El plazo para presentar el alegato reviste carácter común, es decir, que vence para
todas las partes el mismo día. De allí que el actor pueda diferir su presentación hasta
que venza el plazo acordado al demandado (o sea al vencimiento de los doce días).
El plazo durante el cual cada una de las partes tiene el derecho de retener el
expediente en su poder para consultarlo corre individualmente para cada una de las
partes, y si vencido el plazo el expediente no es devuelto, la parte que lo haya
retenido perderá el derecho de alegar sobre la prueba, sin necesidad de intimación
previa.

La demora en que puede incurrir el actor en devolver el expediente, afectará, y aún


podrá absorber, el plazo que la ley acuerda al demandado para tenerlo a su vez en
su poder. Por ello se ha decidido que, en tal caso, el demandado debe solicitar la
suspensión del plazo para alegar hasta tanto el expediente sea devuelto, debiendo
correrle aquél desde que se le notifica que el expediente se encuentra en secretaría
a su disposición.
En caso de litisconsorcio, deben computarse tantos plazos de seis días cuantos sean
los litisconsortes, salvo que haya mediado unificación de personería, pues en tal caso,
como dice el art. 482, los litisconsortes se consideran como una sola parte.

Llamamiento de autos para sentencia: el juez debe dictar la providencia llamando


autos para sentencia (CPN, art. 483), después de transcurrido el plazo para la
presentación de los alegatos. El secretario, sin petición de parte, debe poner el
expediente a despacho y agregar los alegatos que se hubiesen presentado.

Efectos: una vez dictada dicha providencia queda cerrada toda discusión y no
procede la presentación de nuevos escritos ni la producción de más pruebas, salvo
aquéllas que el juez dispusiere diligenciar de acuerdo con la facultad que le acuerda
el art. 36, inc. 2o. Sin embargo, estas pruebas deben ser ordenadas en un solo acto
(CPN, art. 484).
El juez debe pronunciar sentencia en el proceso ordinario, salvo disposición en
contrario, dentro de los cuarenta días contados desde que queda firme el llamamiento
de autos (art. 34, inc. 3º), subinc. b]).
En el proceso sumarísimo no procede, la presentación de alegatos (CPN, art. 498,
inc. 5º), y el juez debe pronunciar sentencia dentro de los veinte o diez días de
quedar el expediente a despacho según se trate, respectivamente, de los supuestos
contemplados en los incs. 1º y 3º y 2º del art. 321.

Extinción del Proceso. Sentencia Definitiva:


Concepto: es aquella sentencia que recae normalmente sobre el mérito de la causa
y mediante el cual se pone fin al juicio. Mediante la sentencia el juez crea una norma
individual (lex specialis) que constituye una nueva fuente reguladora de la situación
jurídica controvertida en el proceso, y que, como manifestación trascendente que es
del ejercicio de la función jurisdiccional, debe ser acatada por las partes y respetada
por los terceros.
El efecto natural de toda sentencia consiste, en su obligatoriedad o imperatividad.

Clases: atendiendo al contenido específico de las sentencias, pueden ser


declarativas, de condena y determinativas.

Sentencia Declarativa: o de mera declaración, a aquellas que eliminan la falta de


certeza acerca de la existencia, eficacia, modalidad o interpretación de una relación
o estado jurídico. La declaración contenida en este tipo de sentencias puede ser
positiva o negativa: es positiva cuando afirma la existencia de determinado efecto
jurídico a favor del actor; es negativa cuando afirma, ya sea a favor del actor o del
demandado, la inexistencia de un determinado efecto jurídico contra ellos pretendido
por la contraparte.
La característica fundamental de esta clase de sentencias, a las cuales remite el art.
322 CPN, reside en que la actividad del juez se agota en la declaración de certeza;
por ejemplo, aquellas sentencias que declaran la inconstitucionalidad de una norma,
la nulidad o la simulación de un acto jurídico, la falsedad de un documento, el alcance
de una cláusula contractual, la adquisición de la propiedad por prescripción, etc.
Una modalidad de las sentencias declarativas se encuentra configurada por las
llamadas sentencias constitutivas, que son aquellas que, insustituiblemente,
producen los efectos precedentemente mencionados (declaración de incapacidad, de
adopción, de divorcio, de nulidad de matrimonio, etc.).

Sentencias de Condena: son aquellas que imponen el cumplimiento de una


prestación (de dar, hacer o no hacer). Es el tipo de sentencia más frecuente, y en
ella fijaron primordialmente su atención quienes, consideraban que aquélla no existía
si no mediaba la efectiva lesión de un derecho.
Además de declarar la existencia del derecho a una prestación y el incumplimiento
de ésta por parte del obligado, las sentencias de condena aplican la sanción que la
ley imputa a ese incumplimiento, y crean, por ello, a favor del titular del derecho, la
acción tendiente a obtener su ejecución coactiva.

Sentencias Determinativas o Específica: son aquellas mediante las cuales el juez


fija los requisitos o condiciones a que deberá quedar subordinado el ejercicio de un
derecho. Complementan o integran, por lo tanto, ciertas relaciones jurídicas cuyos
elementos o modalidades no se encuentran determinados por completo. Por ejemplos
las sentencias que fijan el plazo de cumplimiento de una obligación en los términos
de los arts. 618 y 751 Cód. Civ.; las que establecen la forma en que deben dividirse
bienes comunes (CPN, art. 676, párr. 2º); etc.

Cosa Juzgada: significa, la irrevocabilidad que adquieren los efectos de la sentencia


cuando contra ella no procede ningún recurso que permita modificarla. No constituye,
por lo tanto, un efecto de la sentencia, sino una cualidad que se agrega a ella para
aumentar su estabilidad y que igualmente vale para todos los posibles efectos que
produzca.

Fundamento: la cosa juzgada supone la inimpugnabilidad de la sentencia, o, lo que


es igual, la preclusión de los recursos que procedan contra ella (tanto por no haberse
deducido cuanto por haberse consumado la facultad de deducirlos). Al operarse tal
preclusión, que obsta al ataque directo de la sentencia, se dice que ésta adquiere
autoridad de cosa juzgada en sentido formal. Cuando en cambio la sentencia, aparte
de ser insusceptible de ese ataque directo mediante la interposición de un recurso,
también lo es de ataque indirecto a través de la apertura de un nuevo proceso, se
dice que aquélla goza de autoridad de cosa juzgada en sentido material.
Existe, por consiguiente, cosa juzgada en sentido formal, cuando no obstante ser
inimpugnable la sentencia dentro del proceso en el cual se dictó, existe la posibilidad
de obtener, en un proceso posterior, un resultado distinto al alcanzado en aquél.
Existe cosa juzgada en sentido material cuando, a la irrecurribilidad de la sentencia,
se agrega la imposibilidad de que en cualquier circunstancia y en cualquier otro
proceso se juzgue de un modo contrario a lo decidido por aquélla.
Entonces la cosa juzgada en sentido material presupone la cosa juzgada formal; y
ésta última, por consiguiente, puede existir con independencia de la primera.
La existencia de cosa juzgada puede ser declarada de oficio en cualquier estado de
la causa (CPN, art. 347, in fine).
Para que una decisión judicial adquiera autoridad de cosa juzgada, es necesario que
se haya dictado en un proceso contradictorio y con carácter final.
No adquieren autoridad de cosa juzgada las sentencias interlocutorias, pues éstas
sólo producen preclusión acerca de las cuestiones procesales sobre que versan, y
carecen de efectos extraprocesales.
El derecho reconocido por una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada
constituye un bien que queda incorporado al patrimonio del interesado, y del cual no
puede ser privado sin mengua del precepto constitucional que consagra la
inviolabilidad de la propiedad.

Límites:
• Objetivos: dos puntos de vista:
1. Atiende a la parte o partes de la sentencia que adquieren
fuerza de cosa juzgada.
El problema consistente en determinar si la autoridad de la cosa juzgada comprende
a la sentencia considerada como una unidad jurídica
La doctrina ha asumido generalmente frente a este problema una actitud
conciliadora. Se entiende que cuando la parte dispositiva no se basta a sí misma,
procede examinar los motivos a fin de precisar o interpretar su alcance, se agrega
que tal recurso es incluso válido para rectificar algún error material del dispositivo,
cuando con ello no se altere la sustancia de la decisión.

2. Se refiere a la determinación de las cuestiones litigiosas que


se hallan amparadas por esa fuerza.
Rige el principio de que la autoridad de la cosa juzgada se extiende a todas aquellas
cuestiones que han sido debatidas en el proceso y decididas por la sentencia.
La cosa juzgada cubre incluso aquellas cuestiones que, pudiendo haber sido objeto
de debate entre las partes, no lo fueron.

• Subjetivos: es regla, que la cosa juzgada afecta solamente a quienes fueron


partes del proceso
en que se dictó la sentencia investida de aquella autoridad. Ésta, por consiguiente,
no puede beneficiar ni perjudicar a los terceros que han sido ajenos al proceso.
Éste principio admite, algunas excepciones fundadas en las vinculaciones jurídicas
existentes entre las partes y terceros.
Tratándose de obligaciones solidarias, v. r., la cosa juzgada es invocable por los
coacreedores que no participaron en el proceso, así como por los codeudores contra
el coacreedor que fue parte en el juicio (Cód. Civ., art. 715, párr. 2o); la sentencia
obtenida por el usufructuario tanto en el juicio petitorio como en el posesorio
beneficia al nudo propietario para la conservación de los derechos sobre los cuales
debe velar (Cód. Civ., art. 2877), etc.

La Revisión de la Cosa Juzgada en la Justicia Nacional:


Tanto la jurisprudencia como la doctrina aceptan generalmente la regla de que las
sentencias dictadas en cuestiones de estado, cualquiera que sea su naturaleza,
adquieren autoridad de cosa juzgada no sólo respecto de quienes han intervenido en
el respectivo proceso, sino erga omnes.
No se trata, de un principio absoluto. Es indiscutible la autoridad de cosa juzgada
erga omnes que reviste la sentencia de estado dictada frente a los legítimos
contradictores primarios, o sea, a los sujetos directos de la relación jurídica
controvertida. Pero no ocurre lo mismo cuando el juicio se ha sustanciado con la
intervención de legítimos contradictores secundarios.
Si la sentencia fue pronunciada frente a un legítimo contradictor secundario, la cosa
juzgada es oponible a todos los terceros, menos a los otros legítimos contradictores
secundarios, porque éstos tienen, en comparación con quien fue parte en el juicio,
un interés y un derecho igual.

Modos Anormales de Terminación del Proceso:


Frente a la sentencia definitiva que constituye, como se destacó oportunamente, el
modo normal de terminación de todo proceso, existen diversos actos y situaciones
que producen el mismo resultado, aunque algunos de ellos no afectan al derecho
sustancial que puede asistir a las partes y posibilitan, pollo tanto, la reproducción de
la pretensión en un proceso posterior.

• Caducidad de Instancia: constituye un modo de extinción del proceso que


tiene lugar cuando en él no se, cumple acto de impulso alguno durante los
plazos establecidos por la ley.
La parte que da vida al proceso (o a una de sus etapas o instancias incidentales),
contrae la carga de urgir su sustanciación y resolución.
Debe entenderse por instancia el conjunto de actos procesales que se suceden desde
la interposición de una demanda, la petición que abre una etapa incidental del
proceso o la concesión de un recurso, hasta el dictado de la sentencia o resolución
que se persigue mediante tales actos.
La inactividad procesal que es presupuesto de la caducidad significa la paralización
total del trámite judicial útil, o sea, el no cumplimiento de acto idóneo alguno por
ambas partes, por el juez o tribunal, o por los auxiliares de unos y otros.
La inactividad debe ser continuada durante los lapsos que la ley determina. Por
consiguiente, cualquier petición de las partes o actuación del tribunal o de los
mencionados funcionarios que sea adecuada para impulsar el desarrollo del proceso
y que se verifique antes del vencimiento de los plazos pertinentes, tiene por efecto
la interrupción de la caducidad y determina la iniciación del curso de un nuevo plazo,
resultando neutralizado el tiempo transcurrido con anterioridad.
En el caso de litisconsorcio, el impulso del procedimiento por uno de los litisconsortes
beneficia a los restantes (CPN, art. 312).
Dice el art. 316 CPN: "La caducidad será declarada de oficio, sin otro trámite que la
comprobación del vencimiento de los plazos señalados en el artículo 310, pero antes
de que cualquiera de las partes impulsare el procedimiento".
De ello se sigue que el CPN admite que la caducidad de la instancia se declare de
oficio por los jueces o tribunales, pero no que aquélla se produzca de pleno derecho.
"La caducidad —dice el art. 314 CPN— se operará también contra el Estado, los
establecimientos públicos, los menores y cualquier otra persona que no tuviere la
libre administración de sus bienes, sin perjuicio de la responsabilidad de sus
administradores y representantes. Esta disposición no se aplicará a los incapaces o
ausentes que carecieren de representación legal en el juicio".

Efectos: dispone el art. 318 CPN que: "la caducidad operada en primera o única
instancia no extingue la acción, la que podrá ejercitarse en un nuevo juicio, ni
perjudica las pruebas producidas, las que podrán hacerse valer en aquél".
Agrega el citado art. 318 que "la caducidad operada en instancias ulteriores acuerda
fuerza de cosa juzgada a la resolución recurrida".
Finalmente, el art. 318 dispone en su segundo apartado que la caducidad de la
instancia principal comprende la reconvención y los incidentes; pero la de éstos no
afecta la instancia principal.

• Transacción: constituye uno de los modos de extinción de las obligaciones,


al que el art. 832 Cód. Civ. define como "un acto jurídico bilateral, por el cual
las partes, haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones
litigiosas o dudosas".

Efectos: según el art. 850 Cód. Civ.: "La transacción extingue los derechos y
obligaciones que las partes hubiesen renunciado, y tiene para con ellas la autoridad
de la cosa juzgada".

• Desistimiento: existen, dos clases de desistimiento: de la pretensión (o del


proceso) y del derecho (o de la acción).

El desistimiento del Proceso: es el acto mediante el cual el actor manifiesta su
voluntad de poner fin al proceso sin que se dicte una sentencia de fondo respecto del
derecho material invocado como fundamento de aquélla. Esta clase de desistimiento
sólo comporta, el expreso abandono del proceso y la consecuente desaparición de su
objeto (pretensión), pero no afecta al derecho material que pudiere corresponder al
actor. De allí que no impide el planteamiento de la misma pretensión en otro proceso
ulterior.
Como consecuencia del desistimiento de la pretensión (que el art. 304 CPN denomina
desistimiento del "proceso") quedan sin efecto los actos procesales cumplidos; pero
las pruebas incorporadas al proceso que mediante él se extingue pueden ser
utilizadas en el proceso posterior que se promueva.
Formulado el desistimiento de la pretensión, y cumplidos los requisitos, el juez debe
disponer la extinción del proceso y el archivo de las actuaciones, imponer las costas
en la forma que corresponda y practicar las regulaciones de honorarios de los
profesionales intervinientes.

El desistimiento de la Acción: es el acto en cuya virtud el actor abdica del derecho


material invocado como fundamento de la pretensión. Consiste, en la declaración
formulada por el actor de que su pretensión es infundada. El desistimiento del
derecho trae aparejado, asimismo, el desistimiento de la pretensión, pues no cabe
concebir la subsistencia de una pretensión despojada de su fundamento sustantivo
(art. 305 CPN)
El efecto de esta clase de desistimiento consiste, según el art. 305, en que "en lo
sucesivo no podrá promoverse otro proceso por el mismo objeto y causa". Por
consiguiente, produce efectos equivalentes a los de la cosa juzgada.
El desistimiento del derecho no vincula necesariamente al juez, pues éste tiene la
facultad de desestimarlo, no dictando la correspondiente resolución homologatoria,
en el supuesto de que aquél versare sobre derechos indisponibles.
Por ello el art. 305 CPN dispone que "el juez debe limitarse a examinar si el acto
procede por la naturaleza del derecho en litigio". En el caso de homologarse el
desistimiento, la resolución que da por terminado el juicio debe contener
pronunciamiento sobre las costas y en ella se deben, también, practicar las
regulaciones de honorarios que correspondan.

Dice el art. 304 CPN: "En cualquier estado de la causa anterior a la sentencia las
partes, de común acuerdo, podrán desistir del proceso manifestándolo por escrito al
juez, quien, sin más trámite, lo declarará extinguido y ordenará el archivo de las
actuaciones".
Esta norma se refiere al desistimiento de la pretensión por acto bilateral de las partes,
el que configura un verdadero convenio procesal.
El segundo apartado del mismo precepto contempla, en cambio, la hipótesis del
desistimiento unilateral en los siguientes términos: "Cuando el actor desistiera del
proceso después de notificada la demanda, deberá requerirse la conformidad del
demandado, a quien se dará traslado notificándosele personalmente o por cédula,
bajo apercibimiento de tenerlo por conforme en caso de silencio. Si mediare
oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa".
El art. 304 CPN prescribe asimismo que si media oposición (del demandado), el
desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el trámite de la causa.
A diferencia de lo que ocurre con el desistimiento de la pretensión, el desistimiento
del derecho no requiere la conformidad de la contraparte.
Cabe agregar que el desistimiento del derecho puede revocarse hasta tanto recaiga
sobre él pronunciamiento judicial (CPN, art. 306).

• Conciliación: la doctrina no ha logrado aún enunciar un concepto inequívoco


acerca de la conciliación como modo anormal autónomo de terminación de los
procesos.
Corresponde concluir, no obstante, que si cabe hablar de la conciliación como de un
medio anormal autónomo de terminación de los procesos, sólo puede serlo en el
sentido de que ella supone la iniciativa y la intervención del juez en la celebración
de! acto. En lo que concierne a su contenido, debe estimarse que la conciliación es
susceptible de participar, eventualmente, de las características de los restantes
modos anormales de conclusión del juicio, pues mediante ella las partes pueden
concretar un desistimiento, una transacción o un allanamiento, o una figura compleja
que presente, al mismo tiempo, notas comunes a esas instituciones.
Entre las facultades ordenatorias que el CPN acuerda a los jueces figura la de
"disponer, en cualquier momento, la comparecencia personal de las partes para
intentar una conciliación..." (art. 36, inc. 2o).
Presupuesto de la conciliación es, en todo caso, y sin perjuicio de lo dispuesto en el
art. 360 CPN, la citación de las partes a la audiencia que el juez fije a tal efecto.
Fuera del supuesto previsto en el art. 640, la incomparecencia al acto no autoriza la
aplicación de sanciones de ninguna naturaleza.

Efectos: concretado el avenimiento el juez debe, como regla general, verificar la


capacidad de los intervinientes en el acto o la suficiencia del mandato de sus
representantes, así como la disponibilidad de los derechos sobre los que aquél versó,
y dictar, en caso afirmativo, la correspondiente resolución homologatoria, la cual
debe contener, además, la regulación de honorarios por los trabajos realizados por
los profesionales. Dispone el art. 309 CPN que "los acuerdos conciliatorios celebrados
por las partes ante el juez, y homologados por éste, tendrán autoridad de cosa
juzgada".
En relación con la audiencia preliminar prevista en el art. 360 y 360 bis del CPN, tras
disponer que en ella "el juez y las partes podrán proponer fórmulas conciliatorias",
agrega, incurriendo en cierta redundancia, que "si se arribase a un acuerdo
conciliatorio, se labrará acta en la que conste su contenido y la homologación por el
juez interviniente.
Tendrá efecto de cosa juzgada y se ejecutará mediante el procedimiento previsto
para la ejecución de la sentencia. Si no hubiera acuerdo entre las partes, en el acta
se hará constar esa circunstancia, sin expresión de causas. Los intervinientes no
podrán ser interrogados acerca de lo acontecido en la audiencia".

Condena en Costas: denomínase costas a las erogaciones o desembolsos que las


partes se ven obligadas a efectuar como consecuencia directa de la tramitación del
pro ceso, y dentro de él, como son el sellado de actuación, el impuesto de justicia,
los honorarios de los abogados y procuradores o de los peritos, etcétera.
Durante el curso del proceso cada parte soporta los gastos que de él derivan, siendo
en la sentencia donde corresponde determinar cuál es el litigante que, en definitiva,
debe hacerse cargo de ellos. El CPN ha adherido al sistema en cuya virtud las costas
deben ser pagadas, como regla, por la parte que ha resultado vencida en el pleito.

Régimen Legal: dispone el art. 68, párr. 1º CPN que "la parte vencida en el juicio
deberá pagar todos los gastos de la contraria, aun cuando ésta no lo hubiese
solicitado".
El CPN admite, en materia de imposición de costas, el principio derivado del "hecho
objetivo de la derrota", con prescindencia de la buena o mala fe del litigante vencido.
El CPN asimismo adhiere, con carácter general, al sistema en cuya virtud las costas
deben imponerse de oficio, es decir, aun en el caso de que la condena a su pago no
haya sido solicitada por las partes.
La segunda parte del art. 68 prescribe que "sin embargo, el juez podrá eximir total
o parcialmente de esta responsabilidad al litigante vencido, siempre que encontrare
mérito para ello, expresándolo en su pronunciamiento bajo pena de nulidad".
Idéntico principio rige en materia de incidentes, pero con la variante de que no se
sustanciarán nuevos por quien hubiere sido condenado al pago de las costas en otro
anterior mientras no satisfaga su importe o, en su caso, lo dé a embargo, salvo que
se trate de incidencias promovidas en el curso de las audiencias (CPN, art. 69).
En el juicio ejecutivo rige un sistema distinto: las costas son a cargo de la parte
vencida, con excepción de las correspondientes a las pretensiones de la otra parte
que hayan sido desestimadas (art. 558).
Existen casos, asimismo, en que la eximición del pago de las costas se funda en
actitudes de la parte vencida que revelan el propósito de facilitar la solución del
conflicto y de evitar erogaciones innecesarias. Se hallan contempladas en el art. 70
CPN, según el cual no cabe imponer costas al vencido:
1º) Cuando hubiese reconocido oportunamente como justas las pretensiones de su
adversario, allanándose a satisfacerlas, a menos que hubiere incurrido en mora o que
por su culpa hubiere dado lugar a la reclamación,
2º) Cuando se allanare dentro del quinto día de tener conocimiento de los títulos o
instrumentos tardíamente presentados. Para que proceda la exención de costas, el
allanamiento debe ser real, incondicionado, oportuno, total y efectivo.
Excepcionalmente las costas pueden imponerse al vencedor cuando las constancias
del proceso demuestren la total inutilidad de la pretensión o su planteamiento en
términos notoriamente exagerados.
El CPN contiene asimismo en materia de costas las siguientes reglas particulares:
A) Si el juicio concluye por transacción o conciliación, las costas deben ser impuestas
en el orden causado (art. 73).
En caso de desistimiento las costas son a cargo de quien desiste, salvo cuando el
acto se deba exclusivamente a cambios de legislación o jurisprudencia y se lleve a
cabo sin demora injustificada.
En caso de declararse la caducidad de la primera instancia, las costas del juicio deben
imponerse al actor.
B) Si el procedimiento se anula por causa imputable a una de las partes, deben ser
a su cargo las costas producidas desde el acto o la omisión que dio origen a la nulidad
(art. 74).
C) En los casos de litisconsorcio, las costas deben distribuirse entre los litisconsortes,
salvo que por la naturaleza de la obligación correspondiere la condena solidaria.

Se hallan por lo tanto comprendidos dentro de la condena en costas, entre otros, el


importe del impuesto de justicia y sellado de actuación; los gastos correspondientes
a las fotocopias de los documentos originales presentados, hechas a fin de reservar
a éstos en el juzgado; los gastos desembolsados para el otorgamiento de un poder
especial; los gastos de diligenciamiento de exhortos; los honorarios de los
profesionales intervinientes, etcétera. Asimismo, de acuerdo con el texto del art. 77,
las erogaciones producidas para procurar que el deudor cumpla con su obligación (v.
gr. la ocasionada con motivo de la emisión de un telegrama intimatorio).

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