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Sánchez Berrocal Lucero

SANCHEZ B.L.
FISICOQUÍMICA I. PERIODO FEB-JUL 21. FAC Q.F.B
FECHA DE ENTREGA 01/03/21
Dra. María de Lourdes Cortés Rodríguez

Aplicaciones biológicas en las leyes de los gases


Mecanismo de respiración
El sistema respiratorio esta subdividido en dos zonas: la de conducción (nariz,
nasofaringe, laringe, tráquea, bronquios, bronquiolos y bronquiolos terminales) u la
zona respiratoria (elementos que conforman los alveolos, ahí se produce el
intercambio gaseoso). La función de este sistema es el intercambio gaseoso de
oxígeno y dióxido de carbono del exterior del cuerpo a la sangre capilar y
pulmonar.
Los músculos primordiales que participan en la respiración normal son: el
diafragma (se contrae, y el volumen intratorácico aumenta facilitando la
inspiración), los músculos intercostales externos también participan cuando la
respiración y el volumen aumentan, músculos abdominales y los intercostales
internos, expulsando el aire de los pulmones hasta alcanzar un equilibrio entre la
presión pulmonar y atmosférica.
El mecanismo que permite el intercambio gaseoso se fundamenta en los principios
de las leyes de los gases: Ley general de los gases, Ley de Boyle, Ley de las
presiones parciales de Dalton, Ley de las concentraciones de los gases disueltos
de Henry y la Ley de Fick (esta última es de gran importancia ya que regula la
difusión de oxígeno y de dióxido de carbono a través de los alveolos). Además,
hay que tener en cuenta que en la respiración hay una serie de mecanismos
involucrados: ventilación, perfusión, difusión y transporte de gases.
Cuando inspiramos introducimos parte del aire de la atmósfera (nitrógeno, oxígeno
y dióxido de carbono, entre otros) en nuestro cuerpo. La mayoría de gas inspirado
es el nitrógeno, el cual no colabora en ningún proceso respiratorio salvo casos
muy extremos, el segundo es el oxígeno y el tercero el dióxido de carbono. Una
vez en los pulmones, el oxígeno (y el dióxido de carbono en una medida muy
pequeña) a través de los alveolos, pasan a los glóbulos rojos de la sangre de la
vena pulmonar. El dióxido de carbono reacciona en la sangre con el agua, gracias
a una enzima, dando lugar al bicarbonato. La sangre llega al corazón, atraviesa la
aurícula y ventrículo izquierdo y es bombeada hacia las células por las arterias
sistémicas. El oxígeno de la sangre atraviesa la membrana celular con una presión
parcial de 100 atm. A su vez, se produce un intercambio, ya que la célula expulsa
el dióxido de carbono y el oxígeno que no ha utilizado. Una vez realizado el
intercambio, la sangre es conducida por las venas sistemáticas con el oxígeno
cuya presión parcial es menor, y con un aumento en la presión parcial del dióxido
de carbono. Llega nuevamente al corazón, se conduce por la aurícula y el
ventrículo derechos y finalmente se desplaza por la arteria pulmonar hasta los
pulmones donde se expulsa el aire (espiración).

Oídos tapados.
Cuando hemos viajado en avión, cuando este esta ascendiendo nos hemos
pasado que los oídos se nos tapan provocando dolor, y bueno, sabemos que el
oído tiene tres partes diferenciadas: oído interno, oído medio y oído externo. El
oído medio, el que nos interesa a nosotros, está separado del aire exterior a través
de una membrana: el tímpano. Por el otro extremo, el oído medio se comunica con
la nariz a través de la trompa de Eustaquio. Este tubo es el que se encarga de
compensar las diferencias de presión que diariamente nos afectan.
Cuando nos sometemos a un cambio de presión de forma brusca, nuestro cuerpo
no es capaz de igualar la presión del oído medio con la presión atmosférica o
ambiental porque las trompas de Eustaquio se bloquean. Esto produce una
descompensación y la tan desagradable sensación de tener los oídos tapados.
Cuando embarcamos, la presión entre el interior y el exterior del avión es la
misma. A medida que el avión asciende, la presión atmosférica disminuye. A
grandes altitudes, donde la presión atmosférica es tan baja, si en el interior del
avión aún tuviéramos la presión que teníamos a nivel de superficie, su estructura
no podría resistir esta diferencia, ya que la presión interior sería enormemente
superior a la exterior. El metal que compone el fuselaje se expandiría hasta
reventar por algún lugar.
De esta manera, cuando el avión asciende, siempre de forma progresiva y
controlada, se va reduciendo la presión en el interior de la cabina. Nunca hasta
igualarla con la exterior, claro está. A esas altitudes la presión es demasiado baja
para el cuerpo humano, así como el suministro de oxígeno. Cuando el avión
desciende, se vuelve a aumentar la presión progresivamente. Este último paso es
el que suele provocar más problemas en los oídos de los pasajeros.

Cambio de altura
si un montañero realiza una ascensión de varios miles de metros sin el debido
tiempo de aclimatación padecerá el denominado “mal de altura”, caracterizado por
la aparición de fuertes dolores de cabeza, cansancio excesivo e incluso, en los
casos más extremos, edema pulmonar y cerebral. Estos síntomas se deben a la
deficiencia en la cantidad de oxígeno que llega al organismo como consecuencia
de la menor proporción de este gas en el aire a medida que disminuye la presión
atmosférica, o lo que es lo mismo, a medida que aumenta la altura. Este
comportamiento se recoge en una ecuación muy famosa, obtenida por Boltzmann,
denominada “ley de distribución barométrica de los gases”. Esta deficiencia de
oxígeno produce un consumo excesivo de oxihemoglobina y causa la denominada
“hipoxia”. El organismo puede compensar esta carencia produciendo más
moléculas de hemoglobina, pero este proceso es lento y requiere hasta varios
meses para que el organismo se adapte por completo a funcionar correctamente
con poca cantidad de oxígeno. Está totalmente comprobado que las personas que
viven a grandes alturas sobre el nivel del mar poseen altos niveles de
hemoglobina en sangre.

Buceo
Cuando un buzo profesional se sumerge a una profundidad superior a veinte
metros es conveniente que use una botella respiratoria que contenga una mezcla
de helio y oxígeno en lugar de aire enriquecido con oxígeno. Esta precaución debe
ser tenida muy en cuenta, porque cuando el buzo respira a esas profundidades, la
elevada presión externa debida al agua provoca que en su sangre se disuelva una
cantidad de nitrógeno (el gas más abundante en el aire) muy superior a la que se
disolvería si se encontrara fuera del agua. Este hecho puede afectar a la
transmisión de impulsos nerviosos o incluso provocar la muerte del buzo si la
ascensión a la superficie la lleva a cabo rápidamente, porque este cambio brusco
de la presión externa da lugar a que gran parte del nitrógeno disuelto en su sangre
se desprenda formando burbujas que limitan el flujo de esta. a. La Ley de Dalton
nos permite conocer cuando se efectúa una inmersión con aire, a que profundidad
cada gas contenido en el aire puede producir efectos nocivos.

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