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LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA

Integrantes:
-Cecilia Castro Sotelo
-Martha Eugenia Reyna Pérez
-Karina García Alvarado
-Ana Lucía Esparza Pedroza
-Valeria Jovelle Esparza Martín del Campo

Según Olivares, Macià, Olivares-Olivares y Rosa-Alcázar (2012) la intervención psicológica


es un conjunto de estrategias de solución de problemas mediante las que se resuelven
interrogantes como ¿qué respuesta(s) vamos a evaluar?, ¿qué métodos, estrategias e
instrumentos de evaluación utilizaremos?, ¿qué personas deben intervenir, dónde y cuándo y
qué entrenamiento requerirán?, ¿qué tratamiento se aplicará?, ¿quiénes aplicarán el
tratamiento?, ¿dónde lo aplicarán?, etc.
El proceso de intervención está conformado por las siguientes fases: toma de contacto con el
cliente /paciente o la formulación del problema a estudiar en el caso de los grupos, proceso
de evaluación inicial o diagnóstica, análisis de la conducta, aplicación del
entrenamiento/tratamiento, evaluación/valoración intra de sus efectos a través de medidas
repetidas o en el postest, y evaluación o medida de la estabilidad y generalización de los
efectos del tratamiento/entrenamiento aplicado.
En este mismo sentido el criterio para “el alta” suele ir precedido por una fase de
desvanecimiento durante la cual se van retirando progresivamente las ayudas que
previamente se habían facilitado. El cual se inicia cuando el porcentaje de éxito en la solución
de las «tareas para casa», o aplicación de lo entrenado previamente en situaciones controladas
en el contexto clínico, alcanza el 80%-85% de acuerdo con los objetivos previamente
establecidos. El término tendrá lugar cuando las respuestas se adecuen a los requisitos de las
situaciones en porcentajes de éxito superiores al 95%. En ese momento se iniciará el
seguimiento de la estabilidad y generalización de los efectos. Si transcurridos veinticuatro
meses se mantienen los logros, la intervención habrá terminado. Cabe mencionar, que es
posible que a lo largo del seguimiento se detecten riesgos que hagan conveniente aplicar
“dosis de recuerdo” de lo entrenado.
Debido a que la gama de objetivos que se pueden cubrir con la intervención psicológica es
tan amplia, la evaluación va a depender del fin que se siga. Por ejemplo, la evaluación de
screening permite identificar y seleccionar a personas o a muestras de personas del conjunto
de la población que se esté estudiando con fines preventivos, de entrenamiento, tratamiento
o de clasificación. O bien, la evaluación para el diagnóstico con la finalidad de constatar el
cumplimiento de determinados criterios que permitan negar o demostrar la existencia de un
problema/trastorno psicológico. Mientras que la evaluación psicológica que se realiza para
clasificar o agrupar, se hace con fines preventivos o/y de entrenamiento/ tratamiento.
Finalmente, si el objetivo es evaluar para entrenar/tratar, entonces el trabajo de evaluación
realizado ha de incluir: la aplicación de la entrevista, uso de pruebas psicométricas,
confección de autorregistros y pruebas situacionales.
El análisis retrospectivo trata de reconstruir, a través de la historia del problema, el qué y
cómo se gestaron y desarrollaron las alteraciones que actualmente se presentan, teniendo en
cuenta el tiempo trascurrido entre su primera detección, y la solicitud/búsqueda de una ayuda,
siendo estos datos esenciales para tomar decisiones respecto de si se ha de considerar, o no,
la posibilidad de un diagnóstico psicopatológico.
Los datos recogidos habrán de proporcionar información necesaria para: a) contrastar
nuestras hipótesis de semejanza, de asociación predictiva y cuantitativa, b) concluir si existe,
o no, el problema por el que se nos solicita ayuda, c) conocer si es la intensidad, la frecuencia
o la duración de las respuestas estudiadas, o una combinación de las primeras, la que la
convierte en inadecuadas/desadaptativas por exceso o por defecto (análisis topográfico),
siempre teniendo en cuenta el grupo de edad de referencia para el mismo contexto
sociocultural (contraste de las hipótesis de semejanza). Además, permite conocer la secuencia
de inicio u orden temporal en el que se presentan los estímulos y las respuestas (motoras,
fisiológicas y cognitivas), quedando en unidades de estímulo- respuesta.
El análisis topográfico es el primer paso para delimitar conductual y cuantitativamente el
problema/trastorno, integrando a su vez un análisis funcional de conducta. Cuando la
ocurrencia de respuesta es muy baja en las observaciones, se acude a los autorregistros,
cuestionarios, escalas, inventarios, etc. El DSM y el CIE son para clasificar, y otórgale un
nombre a esa o esas condiciones que pudiera aparecer dentro de los indicadores patológicos.
El uso del informe psicológico funge como un medio de comunicación que resaltar aspectos
clave del sujeto a atender.
La comunicación de los resultados. El paciente, salvo excepción, ha de estar informado
desde la primera entrevista de qué vamos a hacer, por qué y cómo, así como de los resultados
obtenidos. La comunicación formal de resultados se conoce como informe psicológico, que
generalmente se da escrito, una vez concluida la primera fase de la evaluación que nos
permite constatar o negar la ocurrencia de un problema/trastorno psicológico. Puede
presentarse oralmente o por escrito, pero tiene que ser confidencial y sólo se facilitará al
paciente/cliente, tutor o autoridad legal competente. El lector no debe olvidar que la
elaboración de un informe de esta naturaleza tiene referencias concretas con las que ha de
contar, tanto de orden legal como ético y formal. Este último hace referencia al estilo, ya que
la redacción debe presentar un lenguaje científico y respetuoso con los derechos de las
personas.
Es preciso recordar que el informe psicológico, tenga la finalidad que tenga, debe cumplir
como mínimo con los requisitos de un informe experimental, con el fin de que, en caso de
réplica por cualquier otro psicólogo, ésta pueda estar garantizada. Un informe psicológico
tiene que ser neutral, honesto y riguroso con la metodología científica, con conclusiones
fundamentadas en los datos hallados.
Un informe psicológico, tenga o no carácter pericial, tiene que ser neutral, honesto y riguroso
con la metodología científica, con conclusiones fundamentadas en los datos hallados. Cuando
está en juego el sufrimiento humano, todo esfuerzo por hacer bien las cosas resultan escaso,
y la prudencia debe ser nuestra guía.

La implicación de las partes. Una vez comunicada la existencia de un trastorno o problema


psicológico, si la persona o sus tutores legales optan por solicitar nuestra ayuda para intentar
resolver el problema o reducir/eliminar el trastorno, como paso previo es necesario establecer
un contrato donde los acuerdos a los que se llegue se han de plasmar por escrito, de forma
clara y concreta. En la redacción debe evitarse a toda costa el uso de adjetivos y en la medida
de lo posible deben emplearse verbos (acciones) y cantidades que ayuden a objetivar los
compromisos. Siempre que sea posible, además de pactadas, las metas han de ser realistas,
graduadas y no entrar en contradicción con el sistema de creencias de las personas implicadas
en la recepción/aplicación del tratamiento incluido el psicólogo.
El entrenamiento/tratamiento. Si tras la presentación del informe psicológico se nos
solicita nuestra actuación profesional, entonces nuestra primera tarea será realizar el análisis
funcional con los datos que nos ha proporcionado la evaluación hasta este momento. El
análisis funcional es un proceso inductivo e hipotético-deductivo a través del cual el
psicólogo, basándose en su conocimiento del comportamiento humano, deduce predicciones
que trata de verificar en un caso concreto, para un problema/trastorno específico.
En el caso de la intervención con grupos, la referencia para la formulación de los objetivos
y las hipótesis no es el análisis funcional. En esta modalidad de intervención la referencia es
el modelo o teoría funcional que se ha elaborado para dar cuenta de la génesis, desarrollo y
mantenimiento del trastorno.
Para la realización del análisis funcional nos basaremos en el modelo conductual-cognitivo.
Seguiremos el proceso temporal que en él se recoge y analizaremos la función que, en un
determinado momento, el de la ocurrencia del problema/trastorno, desempeñan las variables
implicadas en cada uno de los sistemas de respuesta que lo integran. Este modelo analiza los
distintos elementos o grupos de variables siguiendo una ordenación temporal: se inicia el
proceso estudiando los estímulos que desencadenan las respuestas y se termina con el análisis
de las consecuencias que éstas producen en el ambiente y en la propia persona, pasando por
el estudio de la relación de contingencia entre estas últimas y las respuestas.

Las relaciones puestas de manifiesto en el análisis funcional, a partir de los datos recabados
durante el proceso de evaluación previo, serán las que nos permiten pasar a formular los
objetivos, las hipótesis y el diseño para poner a prueba estas últimas para cada respuesta o
patrón de respuestas problemáticas, en el caso que nos ocupe. La única forma que tenemos
de conocer si los efectos que está generando nuestro entrenamiento/tratamiento van en la
dirección que esperábamos, de acuerdo con las hipótesis formuladas, es evaluar las respuestas
que esperamos que cambien a instancias de lo que hacemos para ello. Las estrategias que se
utilizan con más frecuencia son las medidas de autoinforme, principalmente los
autorregistros, los registros de observación realizados por terceros y los test situacionales que
diseña el psicólogo para aplicar en situaciones muy concretas. Los efectos del tratamiento se
valoran clínica, estadística y socialmente.

Medidas de seguimiento. Por último, una vez que damos por concluido el
entrenamiento/tratamiento, se inicia la última fase de la intervención psicológica, la
evaluación de seguimiento de los efectos. Ésta se aplica generalmente al mes, a los tres, seis,
doce y veinticuatro meses. Y ésta nos permitirá 1) valorar el alcance de los cambios, sobre
todo respecto de su consolidación y generalización, y 2) realizar «intervenciones de
recuerdo» del modo en que se ha aprendido a resolver/ afrontar las situaciones problemáticas,
caso de detectarse esa necesidad.


Comentario del protocolo de intervención dirigido a población adolescente
El protocolo seleccionado corresponde a una intervención conductual en la respuesta de
ansiedad ante situaciones de tipo social en una adolescente. La manera en que
operacionalizan la unidad de estudio es muy específica, englobando aspectos fisiológicos,
conductuales, y también las verbalizaciones de la paciente. Esta variable se midió en términos
de intensidad del malestar emocional y frecuencia de conductas de evitación.
En cuanto a su metodología, es un diseño experimental de caso único A-B (la primera fase
de cinco sesiones y la del tratamiento durante 18 semanas); también se incluye una fase se
seguimiento a los dos meses de terminada la intervención. En cuanto a los instrumentos
empleados, se usaron auto registros y la Escala de Ansiedad Manifiesta en Niños CMAS-R.
Resumiendo, los resultados, el protocolo de tratamiento tuvo un efecto de disminución de la
respuesta emocional de ansiedad, con tendencia a la disminución progresiva en el tiempo. De
igual manera, los auto registros evidenciaron una disminución en el grado de malestar
percibido por la adolescente.
Tradicionalmente en programas de intervención cognitivo-conductual se utilizan estrategias
como las técnicas de relajación, el entrenamiento en habilidades sociales, la exposición y
reestructuración cognitiva, sin embargo, este protocolo se enfocó únicamente en las variables
conductuales de la paciente, considerando que “los esfuerzos de la terapia cognitiva por
eliminar o modificar estos pensamientos [de ansiedad] denominados como ‘inadecuados’ o
‘indeseados’ tiene el efecto inverso que es el incremento de la frecuencia e intensidad de los
mismos”. Esta perspectiva resulta interesante, porque utilizan la Teoría de Aceptación y
Compromiso (ACT) para favorecer los cambios conductuales, en lugar de enfocar su
metodología directamente en modificar este tipo de cogniciones irracionales, lo que resalta
su necesidad por enfocar la intervención específicamente en la chica y en su propia
experiencia, aunado a ejercicios como la respiración y relajación muscular, técnicas de
exposición y entrenamiento en habilidades sociales.
Por otro lado, considerando su efectividad, se encuentra que tiene evidencia empírica para
constatar los resultados obtenidos con dicho tratamiento, junto al hecho de que se trata de un
estudio de caso y la comparación entre los cambios conductuales en el pre-test y post-test
evidencian un grado considerable de validez interna. Además, cumple con otros criterios de
evidencia como un número fijo de sesiones, objetivos operacionalizados, y una fase de
seguimiento, aunque en este aspecto resultaría aun más valioso el realizar una evaluación de
seguimiento más prolongada como lo menciona la lectura de 24 meses para valorar que el
alcance de los cambios y el mantenimiento de los mismos sean realmente por efecto del
protocolo aplicado.
Finalmente, podría decirse que también cubre el criterio de eficiencia porque, si bien el
trabajo terapéutico se llevó a cabo en 12 sesiones, se observa que el diseño de éstas guardan
una continuidad lógica entre sí, aumentando gradualmente la complejidad de los logros
esperados, aunque la duración de las sesiones podría tomarse a consideración para futuras
mejorías por el hecho de que cada una fue de 80 minutos, lo cual podría resultar menos
favorecedor considerando que no todos lo adolescentes mantienen la misma capacidad de
atención y motivación por tiempos tan largos, y con ello también asegurarse de que se lleve
a cabo de la manera más dinámica posible para aumentar el nivel de implicación de los chicos
y chicas en el tratamiento.

Referencia del protocolo de intervención


Pedreros, A. (2013). Efecto de un protocolo de intervención conductual en la respuesta de
ansiedad ante situaciones de tipo social en una adolescente. [Tesis doctoral,
Pontificia Universidad Javeriana]. Repositorio institucional de la Pontificia
Universidad Javeriana.
https://repository.javeriana.edu.co/bitstream/handle/10554/12515/PedrerosEpiaAdri
anaConstanza2013.pdf?sequence=3&isAllowed=y

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