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TEMA 14: Las relaciones patrimoniales entre cónyuges

14.1 Régimen tradicional del patrimonio familiar


En el antiguo derecho romano el patrimonio familiar era regido por el paterfamilias.
Por la conventio in manum la mujer pasaba a formar parte de la familia de su marido y
se sometía a su potestad. Al entrar en el domicilio del marido, la mujer aporta un
patrimonio constituido por la dote que su paterfamilias entrega al nuevo cabeza de
familia, o, en caso de que la mujer fuera sui iuris, el patrimonio se encontraba
constituido por todos sus bienes.
Estos bienes se hacen propiedad del titular de la manus, integrando el patrimonio
familiar. De éste dispone libremente el paterfamilias, que suele atribuir a la mujer
determinados bienes para su uso. En las costumbres romanas se solía dejar el uso y
cuidado de su ajuar, que llevaba al matrimonio a titulo de peculio, y que era
incrementado durante el matrimonio por los regalos que el marido le hacía o por los
esclavos o útiles que ponía a su servicio. La actuación de la mujer recaía en el cuidado
de los enseres y bienes de la casa y de las labores domésticas.
Una antigua costumbre hacía que el marido atendiese en su testamento a su mujer,
legándole la dote y el peculio.

14.2 Régimen antiguo tradicional y régimen clásico de separación de


bienes
Sin embargo, el cambio en las antiguas costumbres y la frecuencia de los divorcios
hicieron necesarias medidas precisas para la protección del patrimonio de la mujer,
imponiéndose normas especiales de separación de bienes.
Así, la dote se sigue considerando como una aportación definitiva al marido, de la que
éste dispone como propietario. Del mismo modo, el marido sigue siendo quien
atiende en su testamento a la subsistencia de la viuda, por ello le lega la dote y
asegura la permanencia de la viuda en la familia a través del usufructo o del
fideicomiso de la herencia. Estas normas integran un tradicional derecho de la mujer
casada, que algunos juristas niegan a la concubina.
La coexistencia del régimen tradicional y de las nuevas normas de protección del
patrimonio de la mujer imponen normas de transición, como el edictum de alterutro,
por el que se obliga a la mujer a elegir entre las liberalidades del testamento del
marido o el ejercicio de la actio rei uxoriae.

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En referencia con el patrimonio conyugal, los juristas consideran los siguientes tipos de
bienes:
1) LA DOTE: La dote es una masa particular de bienes destinada al matrimonio, en cuya
virtud, tanto el hombre como la mujer se encuentran sujetos a derechos y
obligaciones, asumiendo el hombre una clara función como propietario y
administrador de los bienes patrimoniales y manteniendo la mujer una posición
secundaria sobre los mismos.
Los cambios sociales hacen necesaria la protección de la dote, limitando las facultades
que el marido tiene sobre ella.
La dote se constituye por las siguientes formas:
a) Dotis datio: entrega efectiva de los bienes que la integran al marido. Obligación de
entregar los bienes dotales mediante los siguientes actos:
- Dictio dotis: declaración solemne del que constituye la dote, que puede ser la
mujer si es sui iuris o
- el padre o el abuelo paterno o alguien que intervenga por mandato de la mujer.
b) Promisio dotis: es la promesa de dote que puede hacer cualquier persona en forma
de estipulación. El acto de constitución de la dote se entiende sometido a la condición
de que se celebre el matrimonio.
La dote durante el matrimonio: Aunque la dote se encuentre a disposición del marido,
que es el titular de ella, como gestor de los bienes matrimoniales, existen en la
regulación clásica algunos principios que permiten deducir ciertas facultades de la
mujer sobre la dote. De otra parte, es deber del marido proporcionar a su mujer todo
lo que necesite.
En cuanto a la administración compete al marido, quien está obligado a responder por
culpa, pero la mujer debe prestar su consentimiento para la enajenación de los fundos
dotales itálicos y de los esclavos dotales. Todos estos ejemplos consideran el derecho
de expectativa de la mujer sobre la dote que está dirigido a asegurarle a ella la
restitución, más que limitar la gestión del marido.
Restitución de la dote: Es un derecho de la mujer sobre su dote, para cuyo fin la mujer
acciona la actio ex ex stipulatu o con la actio rei uxoriae en cualquier caso. Existe una
obligación del marido de restituir no pudiendo la mujer renunciar a ello.
Si el matrimonio se disuelve por la muerte de la mujer, el marido conserva la dote
adventicia, salvo que haya pactado su restitución al constituyente, en el caso de la
dote recepticia. Si se disuelve por divorcio o por muerte del marido, la mujer puede
solicitar la devolución de su dote si es sui iuris o el padre de ella. Si ésta muere después
del divorcio, la acción de restitución puede ser ejecutada por sus herederos o los del
padre, si el marido a incurrido en retraso culpable o mora.

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2) BIENES EXTRADOTALES O PARAFERNALES: Son los bienes no entregados en dote.
Estos comprenden:
a) Bienes de uso o ajuar que la mujer lleva al domicilio conyugal: introducción de
bienes propios introducidos en la casa del marido.
b) Bienes propios (predios créditos, etc.) que la mujer entrega al marido (traditio) o
que administraba ella misma o confía a él su administración.
c) La mujer administradora y empresaria: la mujer podía negociar e incluso intervenir
en importantes empresas edilicias y conceder préstamos. Si era hija de familia, la
mujer podía ser titular de un peculio. También existen referencias de mujeres que
están al frente de fábricas de tejas, materiales de construcción y que se sirve de
numerosos esclavos gestores y de vicarios de estos así como de libertos.
3) DONACIONES NUPCIALES: La dote y los bienes extradotales presuponen la
existencia de la separación de bienes, que sólo podía ser efectiva si se excluía la
posibilidad de recíprocas liberalidades entre el matrimonio, que conllevarían la fusión
de ambos patrimonios, siendo esta una de las causas de la prohibición de las
donaciones nupciales (donaciones entre cónyuges). Otra de las razones de esta
prohibición consistía en la protección de la dote de la mujer, que no debía disminuir
por las donaciones hechas al matrimonio.
Ni el peculio de la hija casada debía disminuir por las donaciones de ésta al marido, ni
mucho menos la mujer podía desprenderse de sus bienes dotales o extradotales en
beneficio exclusivo del mismo.
El fundamento de esta restricción era de interés público salvaguardar a la mujer su
dote y también evitar que la entrega y la confianza de los cónyuges condujeran al
engaño o la confusión de patrimonios, siendo explicable que la prohibición se
justifique en que “movidos por el amor conyugal, no se expoliasen recíprocamente”.
Sí se admiten las donaciones previstas para que el esposo destinase a su futura mujer
un cierto capital que le asegurara, en caso de que él falleciera, medios más abundantes
y seguros que los que tenía con la restitución de la dote o con los legados
testamentarios, siempre sujetos a revocación. Estas donaciones fueron denominadas
donatio propter nupcias.

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