Está en la página 1de 22

LOS REGÍMENES MATRIMONIALES CONTRACTUALES

I. Introducción
II. Concepto y clasificación
III. El régimen matrimonial de separación de bienes
a) Concepto
b) Características
c) Administración de los bienes

IV. Los bienes parafernales


a) Definición y origen
b) Régimen Legal

V. La comunidad matrimonial
a) Concepto
b) Características
c) Bienes que lo conforman
d) Inclusión y exclusión de bienes
e) Administración de los bienes
f) Cláusulas de separación de deudas
g) Comunidad Reducida a los gananciales

VI. Naturaleza y rango de la hipoteca legal de la mujer cascada en los


diferentes regímenes matrimoniales

VII. Conclusión
I.- INTRODUCCIÓN
REGÍMENES MATRIMONIALES CONTRACTUALES

II.- CONCEPTO Y CLASIFICACION:

El Régimen Matrimonial puede definirse como la institución jurídica


cuyas normas tienen por objeto fijar la condición jurídica que regirá los
bienes de los cónyuges, tanto en sus relaciones entre sí como respecto a
terceros, ya sea durante el matrimonio o a la disolución del mismo.

Este se clasifica en:


1ero. La comunidad convencional, es decir, los regímenes de comunidad
regulados por un contrato de matrimonio.
2do. El régimen sin comunidad.
3ero. La separación de bienes.
4to. El régimen dotal.

III EL RÉGIMEN MATRIMONIAL DE SEPARACIÓN DE BIENES


Todos los regímenes contractuales se basan en el principio de los
cónyuges son libres de adoptar el régimen económico matrimonial.

En cuanto al régimen económico matrimonial de separación de bienes,


su característica fundamental es, como señala el art. 1347 del Código Civil, es
que los bienes se tuvieran en el momento inicial del mismo y los que se
adquieran después por cualquier título, pertenecerán a cada cónyuge, es
decir, que cada cónyuge conserva la propiedad de todos sus bienes obtenidos
antes y durante el matrimonio.
De esta forma el cónyuge que genera los rendimiento se entiende que
es el único titular, al igual que lo será de los frutos que se obtengan,
independientemente de que exista matrimonio.

El artículo 1441 del Código Civil, indica que en el caso que no sea
posible acreditar a cuál de los cónyuges pertenece algún bien o derecho,
corresponderá a ambos por mitad.

b) Características

 Con el régimen de separación de bienes, al contrario que con el de


gananciales, cada cónyuge es propietario de sus bienes. Puede actuar con
total independencia, administrarlos y disponer de ellos con libertad, dentro
de los límites establecidos por la Ley. La única obligación es contribuir a
los gastos comunes del matrimonio en proporción a su poder adquisitivo o
a lo pactado en las capitulaciones matrimoniales.

 En caso de divorcio, cada cónyuge dispone de sus bienes, tanto los


considerados como bienes privativos en el régimen de gananciales, como
los adquiridos. Solo los bienes que han sido comunes se deben repartir
entre ambos.

 La separación de bienes no obliga a que todo sea de propiedad


individual. Este régimen puede ser de carácter absoluto o parcial. En este
último caso, los bienes no adscritos a este tipo de régimen pertenecerán a
los dos miembros por igual.

 Este régimen no exime del pago de la manutención u otras obligaciones


que establezca el juez respecto a los hijos. Además, al estar la vivienda
familiar vinculada a los hijos, estos tienen derecho a su uso y disfrute y,
por extensión, el progenitor que se queda con su guardia y custodia.

c) Administración de los bienes

a. Administración por la mujer.

1º Por lo que respecta a las obligaciones, la mujer separada de bienes


podría asumirlas libremente, contratando sola y sin autorización, y esto sin
distinguir en que su compromiso tuviera el valor de un acto de administración
o revistiera significación más grave.

2º En lo que concierne a las adquisición, inversiones o colocaciones, se


imponía la misma solución liberal y por las mismas razones: capacidad
general de la mujer casada, espíritu del régimen, ausencia de toda restricción
formulada por un texto de ley.

3º En cuanto a las enajenaciones, había una dificultad, sin embargo, no


en cuanto a los muebles, ya que es cierto que la mujer separada de bienes
podría enajenarlos libremente.

Ingerencia del marido. Aunque el marido no tenga que intervenir en la


administración de la fórmula de la mujer separada de bienes, ocurre con
frecuencia que se mezcla, más o menos correctamente, más o menos
oficialmente, en esta administración.
Ingerencia en los actos de enajenación. La ley ha temido que el
marido íncitase a la mujer a vender sus bienes para apropiarse él del precio en
provecho suyo; por esta razón le ha impuesto la obligación de velar por velar
nuevo empleo del bien enajenado.

Fin del régimen de separación de bienes


La separación de bienes cesa normalmente por la disolución del
matrimonio: fallecimiento de uno de los esposos o divorcio.

Excepcionalmente: 1º Los esposos pueden, después de la separación de


bienes judiciales, restablecer su régimen primitivo. 2º Se duda si la separación
de bienes contractual puede tener fin por la separación judicial de bienes: se
concibe que la mujer, separada de bienes en virtud del contrato del
matrimonio, tenga interés en demandar al tribunal de superación de bienes,
puesto que galanía quizá en dicha separación un aligeramiento de su parte
contributiva a las cargas del matrimonio.
IV.-LOS BIENES PARAFERNALES.

a) Definición y Origen

Según el artículo 1474 “todos los bienes de la mujer que no han sido
constituidos en dote, son parafernales” esta definición negativa es
rigurosamente exacta, por ser la parafernalidad el principio y la totalidad la
excepción. Es también posible que no haya bienes dotales en absoluto y
entonces el régimen solo es dotal nominalmente prácticamente se reduce a
una separación de bienes.

A la inversa se puede imaginar y la eventualidad es menos rara, que la


mujer le haya constituido en dote todos sus bienes presentes y futuros; pero
aun en este caso, no es imposible que ese ven surgir parafernales
provenientes:
1. De las disposiciones donaciones, o legados consentidas a la mujer con
cláusula de parafernalidad: la dote puede ser disminuida durante el
matrimonio, por lo menos por el hecho de un tercero.
2. Del empleo del dinero dotal sin la observación de las formalidades.
3. De la profesión distinta ejercida por la mujer.

Bienes propios de la mujer casada que no están comprendidos en su


dote. Aunque la etimología del término es griega (pará, cerca y phérne,
dote), su concepto actual deriva históricamente del Derecho romano, si bien
no faltan antecedentes en la antigua legislación egipcia. No es probable que
esta clase de bienes existiera en tiempos más remotos porque el matrimonio
engendraba la superioridad del varón, que absorbía todos los poderes
personales y patrimoniales dentro de la institución familiar; no es, pues,
concebible la existencia de bienes fuera de su potestad. Su razón de ser entre
los romanos puede buscarse en los matrimonios sine manu, que, además de
no reconocer al marido la potestad tradicional sobre la mujer, no fundían sus
patrimonios; bienes parafernales eran lo que conservaba la mujer en plena
propiedad, como una persona cualquiera titular del dominio, sin que al
marido le correspondiese potestad alguna, activa o pasiva. De hecho las
mujeres entregaban o podían entregar dichos bienes al marido para que los
administrase; el esposo tenia la consideración de mandatario y debía
formalizar un libellus cautio depositionis en garantía de su recepción.

Los códigos alemán, suizo y turco recogen una institución parecida en


los llamados " bienes reservados ", que, sin embargo, difieren notablemente
de los parafernales, pues aquella denominación se refiere a los adquiridos
por la mujer con su trabajo. El Código civil italiano define este tipo de bienes
como aquellos que no integran el patrimonio familiar, dote o comunidad.
Algunos códigos americanos no los regulan y estiman los bienes dotales
como propios de la mujer; otros ( Brasil, Guatemala ) denominan " bienes
propios " a los extradotales, pero sólo consideran su existencia cuando en el
matrimonio impera el régimen dotal y no el de comunidad.

Dos categorías de parafernales. El Código Civil no había previsto más


que una sola categoría de parafernales: pero la jurisprudencia ha imaginado
y ordenado respecto al particular otra categoría, que es particular compleja.
Parafernales ordinarios
La situación de los parafernales ordinarios, reglamentados por el
Código Civil, es decir, de los bienes puramente parafernales, libres de toda
totalidad, se define en pocas palabras; son tratados como los bienes de la
mujer separada de bienes; es la mujer quien los administra y quien tiene su
goce.

Parafernales de totalidad incluida


Se admite la existencia de bienes que ocupan una posición intermedia
entre los parafernales ordinarios y los bienes dotales: son éstos los que,
extradítales por si mismos encierran en si un valor dotal y tienen de ese
modo una especie de filiación dotal; ocultan una dote mobiliaria incluida en
ellos mismos y que surgirá de ellos en la primera ocasión; el bien mismo, el
continente, es parafernal, pero el contenido es dotal.

Los principales casos de totalidad incluída en los parafernales nos son


conocidos por adelante; ocurre con bastante frecuencia que un bien, aun
teniendo un origen, una afiliación dotal, sigue siendo, sin embargo,
extradotal; tal es el caso, por ejemplo, del inmueble adquirido con el dinero
dotal no sujeto a empleo; o también el del inmueble que el marido cede a su
mujer en el momento de la separación de bienes en pago de las restituciones
dotales. Tomando en consideración el origen de estos bienes, los somete a un
estatuto intermedio entre el de la parafernalidad y el de la totalidad, siendo
el primero atenuado por el segundo.
Condición jurídica de los parafernales de totalidad incluida. Se
resume en las dos proporciones siguientes: por una parte, el bien, en sí
mismo es parafernal, pero por otra parte, el valor que oculta es dotal.

a. El bien en si mismo es parafernal. Como consecuencia, es alienable


susceptible de hipoteca y embargable: la mujer puede alienarlo: sola si se
trata un mueble con la autorización marital si el bien es inmobiliario.

b. Pero, por otra parte, este bien recobra un valor dotal que en él está
incluido, valor intangible, que no puede comprometerse y que surgirá en la
primera ocasión.

1º Venta, o más generalmente, enajenación voluntaria. El bien


regularmente enajenado, no llega al adquiriente sino gravado con el crédito
dotal, de suerte que este adquirente se convierte, respecto a la mujer, en
responsable de la dote incluida.

2º Realización de la garantía hipotecaria. El inmueble ha podido ser


válidamente hipotecado, como bien parafernal, pero no el valor dotal que
ocultaba; el día en que la garantía hipotecaria se realice en una forma
cualquiera, la mujer se presentará y recibirá el precio, con preferencia hasta
el límite del valor dotal incluido; sin por ejemplo, un adquiriente procede a
la purga de las hipotecas, debe comenzar por pagar a la mujer, y solamente
después de ella a los acreedores hipotecarios.

3º Los parafernales de totalidad incluida, a diferencia de los bienes


dotales, pueden ser embargados válidamente por los acreedores de la mujer,
pero estos acreedores no tienen derecho a pagarse sobre la dote incluida; la
mujer puede pues deducirla del precio de adjudicación aun contra los
acreedores hipotecarios; únicamente el del excedente del precio sobre la
dote incluida cae bajo el imperio de los acreedores, de suerte que éstos no
tienen ningún interés en practicar el embargo de bienes que ocultando un
valor dotal, no tienen un valor superior a ella.

b) Régimen Legal

Art. 1574.- Todos los bienes que, perteneciendo a la mujer, no se han


constituido en dote, son parafernales.
 
Art. 1575.- Si todos los bienes de la mujer son parafernales, y si no hay
convenio en el contrato para hacerla soportar una parte de las cargas del
matrimonio, contribuye a ellas la mujer hasta llegar al tercio de sus  rentas.
 
Art. 1576.- La mujer tiene el goce y administración de sus bienes
parafernales. Pero no puede enajenarlos ni comparecer en juicio por razón
de dichos bienes, sin la autorización del marido; y si éste la rehusase, sin el
permiso judicial.
 
Art. 1577.- Si la mujer da al marido poder para administrar sus bienes
parafernales, con obligación de darle cuenta de los frutos, se le considerará
respecto de ella como cualquier otro mandatario.
 
Art. 1578.- Si hubiera el marido disfrutado los bienes parafernales de la
mujer sin mandato, pero sin oposición de ésta, no se le considerará a la
disolución del matrimonio, o a la primera demanda de la mujer, como
obligado a presentar más de los frutos existentes, sin exigirle cuenta
respecto a los que hasta entonces se han consumido.
 
Art. 1579.- Si el marido ha disfrutado los bienes parafernales, a pesar de la
formal oposición de la mujer, su responsabilidad para con ella es, no sólo de
los frutos existentes, sino también de los consumidos.
 
Art. 1580.- El marido que disfruta de los bienes parafernales, estará obligado
en el mismo concepto que un usufructuario.

V.- LA COMUNIDAD CONTRACTUAL.

a) Concepto
Es unánime la opinión con respecto a la influencia de lo «económico»
en las relaciones sexuales, y se dice que ha sido nefasta. La pureza natural y
original de las relaciones sexuales ha sido empañada por consideraciones
económicas que se han mezclado a ellas. En ningún campo de la vida humana
han sido más perjudiciales la influencia del progreso cultural y sobre todo el
crecimiento de la riqueza.

Los hombres de los más remotos tiempos se acogían al amor más puro,
y antes de la era capitalista el matrimonio y la vida familiar eran tan
sencillos como naturales. Estaba reservado al capitalismo traer como
consecuencia los matrimonios de interés y de razón, por una parte, y por la
otra la prostitución y el libertinaje sexual.
b) Características

1.- La comunidad de bienes o comunidad conyugal; Es régimen supletorio a


la voluntad de los contrayentes. 

Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes,


de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el
matrimonio.

Es la sociedad que por disposición de la ley existe entre el hombre y la mujer


desde el momento de la celebración del matrimonio hasta su disolución, o
sea que por la celebración del matrimonio se constituye entre marido y
mujer una sociedad en que puede haber: 

A.- Bienes Propios de cada cónyuge y;


B.-Bienes de la Comunidad.

c) Bienes que lo conforman


De todo el mobiliario que la pareja de esposos poseía al momento de contraer
matrimonio, de todos los bienes igualmente muebles recibidos en sucesión o
donación, salvo que el donante no hubiese expresado lo contrario, y de todos
los inmuebles que uno y otro hubiesen adquirido durante el matrimonio. Los
inmuebles poseídos antes de la celebración del matrimonio, no los
adquiridos durante su curso por sucesión, no entran en la comunidad según
el artículo 1404 del Código Civil. Tampoco forman parte de la comunidad los
inmuebles donados, a menos que el donante exprese su voluntad en sentido
contrario.
d) Inclusión y Exclusión de Bienes
La comunidad legal de bienes y ganancias es el régimen supletorio legal
establecido para aquellos contrayentes que no acuerdan ningún sistema para
regir sus relaciones económicas durante el matrimonio.

Conforme a este régimen, entran al patrimonio común de los esposos: 1)


Todos los objetos muebles que ambos cónyuges poseían el día de la
celebración del matrimonio, todo lo que les correspondió durante el
matrimonio por sucesión o donación, siempre que el donante no especifique
en su acto de donación la exclusión de uno de los esposos del beneficio de su
donación; 2) Los frutos, rentas, interés y atrasos de cualquier naturaleza
relativos a los bienes de los esposos; 3) Todos los inmuebles que adquieran
durante el matrimonio.

Como se ve, quedan excluidos de la comunidad los bienes inmuebles


adquiridos antes del matrimonio y los mobiliarios objeto de donación,
cuando ésta se haga en exclusivo interés de uno de los cónyuges.

Un inmueble adquirido durante el matrimonio como consecuencia de haber


sido cambiado por otro propio de uno de los cónyuges, pasa a ser propiedad
del cónyuge propietario del bien que dio lugar al cambio.

El momento de terminación o disolución de la comunidad, cuando es


consecuencia del divorcio de los cónyuges, es motivo de discusión y
confusión.
La Suprema Corte de Justicia ha establecido en innúmeras decisiones que la
comunidad se disuelve al momento en que se publica la sentencia.

Sin embargo, la publicación de la sentencia, en este caso, deberá entenderse


como la transcripción de ésta en el Registro del Estado Civil y no como la
publicación en el periódico como erróneamente se ha alegado en ocasiones.
Este detalle es significativo al momento de definir la pertenencia o no de un
bien a la comunidad matrimonial.

e) Administración de los bienes

1.- La comunidad de bienes o comunidad conyugal; Es régimen supletorio a


la voluntad de los contrayentes. 

Entre marido y mujer, si no hubiere convención en contrario, son comunes,


de por mitad, las ganancias o beneficios que se obtengan durante el
matrimonio.

Es la sociedad que por disposición de la ley existe entre el hombre y la mujer


desde el momento de la celebración del matrimonio hasta su disolución, o
sea que por la celebración del matrimonio se constituye entre marido y
mujer una sociedad en que puede haber: 

A.- Bienes Propios de cada cónyuge y;


B.-Bienes de la Comunidad.
f) Cláusulas de separación de deudas

La cláusula por la que los esposos estipulan pagar separadamente sus deudas
personales, los obliga, desde la disolución de la comunidad, a darse
respectivamente cuenta de las deudas que conste han sido pagadas por la
comunidad, y en descargo de aquel de los esposos que era deudor. Esta
obligación es la misma, haya o no inventario; pero si el mobiliario aportado
por los esposos no se ha hecho constar por inventario o estado auténtico
anterior al matrimonio, pueden los acreedores de cualquiera de los esposos
apremiar el pago sobre el mobiliario no inventariado, y sobre cualquier otro
valor de la comunidad, sin tener en cuenta ninguna de las excepciones que
puedan reclamarse. Los acreedores tienen el mismo derecho sobre el
mobiliario que haya recaído en los cónyuges durante la comunidad, si éste
no hubiere hecho constar también por inventario o estado auténtico.

Art. 1511.- Cuando los esposos aportan a la comunidad una suma o un objeto
determinado, supone semejante acto el convenio tácito de que esto no puede
gravarse con las deudas anteriores al matrimonio; el esposo deudor, debe dar
al otro cuenta de todas las deudas que disminuyan el importe de lo que
prometió aportar.

Art. 1512.- La cláusula de separación de deudas, no impide que la comunidad


se grave con los intereses y rentas vencidas desde el matrimonio.

g) Comunidad Reducida a los gananciales


Cuando estipulen los esposos que no habrá entre ellos sino una comunidad
de gananciales, se reputa que excluyen de ella las deudas respectivas
actuales y futuras, y su mobiliario respectivo, presente y futuro. En este caso,
y después que cada uno de los esposos ha tomado lo que aportó debidamente
justificado, se limita la partición a los gananciales hechos por los esposos,
juntos o separados, durante el matrimonio, y procedentes tanto de la
industria común, como de las economías hechas con los frutos y rentas de los
bienes de los dos esposos. Art. 1499.- Si el mobiliario existente en el
momento del matrimonio o heredado luego, no se ha hecho constar por
inventario o relación en buena forma, entrará en los gananciales.

VI.- NATURALEZA Y RANGO DE LA HIPOTECA LEGAL DE LA MUJER


CASADA EN LOS DIFERENTES REGIMENES MATRIMONIALES.

El funcionamiento de un régimen de comunidad puede tener el efecto


de favorecer a uno de los esposos en detrimento del otro o de sus herederos,
bien como consecuencia de una cláusula inserta en el contrato de
matrimonio y tendente a derogar el principio de la partición igual o a
constituir a uno de los esposos una situación privilegiada, bien por razón de
la misma partición igual.

Estas ventajas matrimoniales que pueden realizarse también bajo el


régimen legal, por el hecho de la confusión del activo y el pasivo que se
produce entonces en vastas escalas.

Ausencia de hijos procedentes de un matrimonio anterior

Cuando no hay hijos procedentes de un anterior matrimonio. Las


ventajas matrimoniales no son donaciones, sino que es preciso interpretarlas
como convenciones de matrimonio y entre asociados por consiguiente, como
provechos realizados a título oneroso.

Motivos de la regla que ve en las ventajas matrimoniales simples


arreglos entre asociados; su base jurídica.

Los motivos que han inducido a dictar la regla tradicional son


numerosos, y en conjunto, pertinentes.

1º Las ventajas matrimoniales no deben examinarse separadamente las


unas de las otras, ni aisladas de la unión de personas con relación a la cual no
tienen más que una importancia secundaria; la cláusula de préciput; o de
partición desigual y aún de atribución exclusiva.

2º Para saber si en el caso particular hay verdaderamente liberalidad


sería preciso pues examinar y pesar todas las ventajas, de diversas
naturaleza, obtenidas por cada esposo; y sobre todo, convendría sondear las
intenciones, averiguar si la intención liberal, base de toda liberalidad, existía
de hecho y en el caso concreto, en ambos esposos o en uno de ellos.

3º Por lo demás, en general por lo menos está presunción no perjudica


a nadie, sobre todo si los esposos dejan hijos comunes, poco importa a éstos
que las ventajas matrimoniales sean tratadas o no como liberalidades:
porque los bienes que no reciben en la herencia del premoriente, están casi
seguros de recibirlos en la del sobreviviente. .
Soluciones dadas por el artículo 2135-29. Este texto distingue diversas
categorías de créditos.

1º En la primera categoría figuran los créditos referentes a la dote y a


las convenciones matrimoniales, la hipoteca, en cuando los garantiza, toma
rango en el día del matrimonio, y no en el día de contrato de matrimonio,
como parece decirlo inexactamente el artículo 2194 en efecto, es un
principio general el de que el contrato de matrimonio no produce efectos
sino a partir del matrimonio.

2º La segunda categoría comprende los créditos en restitución de


bienes dotales recaídos en la mujer durante el matrimonio por vía de
sucesión o de donación; la hipoteca legal, en cuanto garantiza el recobro, no
toma rango sino en el día de la apertura de la sucesión o bien en el día en que
la donación ha producido su efecto.

3º En una tercera categoría figuran el crédito de indemnización de las


deudas que la mujer ha contraído con su marido y el crédito en nuevo
empleo de un nuevo empleo propio enajenado.

Principio General.

Créditos no previstos en el artículo 2135-29. este texto no prevee todos


los créditos que pueden pertenecer a la mujer contra su marido y que van
acompañados de la hipoteca legal, se plantea entonces la cuestión de saber
cuál será, en cuanto a los créditos a que no hace referencia el texto, el rango
de esta hipoteca lo equivale a preguntarse cuál es la directiva general en
semejante materia.

Rango de la hipoteca legal de la mujer.

La hipoteca legal de la mujer, ha sido estudiada con las garantías


reales, pero nos hemos limitado, en lo que concierne a su rango, a nociones
muy sumarios que han completarse en función de los regímenes
matrimoniales que acabamos de describir.

Sabido es que, en nuestro antiguo derecho, la hipoteca de la mujer, lo


mismo que la del menor comportaba un rango único, determinado por el
contrato de matrimonio, ya que no, por el matrimonio mismo; podía pues
remontarse a una época muy lejanas y preexistía, aún respecto de los
terceros, a los créditos cuya ejecución aseguraba.

Pero la jurisprudencia se ha fijado netamente en el sentido contrario;


para ella las disposiciones contenidas en los apartados 2do y 3ero del artículo
2135 – 2do, tienen un carácter excepcional, derogatorio del derecho común
según el cual la hipoteca de la mujer toma rango en el día del matrimonio.

Interés de la cuestión.

La controversia suscitada entre la doctrina, y la jurisprudencia


presenta diversos aspectos interesantes, porque son bastante numerosos los
créditos no contemplados especialmente por el artículo 2135- 2º.
VII.- CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

1. Derecho Civil, Tomo III, Vol. I de Louis Josserant.


2. Código Civil de la República Dominicana
3. Ley 390-1940
4. Ley 189-01
5. Ley 855-1978

También podría gustarte