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B
B) Autocomposición
Al igual que en la autodefensa, son las propias partes las que ponen fin al
conflicto intersubjetivo, pero se diferencia de ella en que dicha solución no
se impone por la fuerza, sino a través del acuerdo de voluntades o del
voluntario sacrificio o resignación de una de ellas.
A B
La autocomposición constituye un método lícito para la solución por las partes
de los conflictos intersubjetivos, en los que, dada su naturaleza disponible y
la vigencia del principio dispositivo, a nadie se le obliga a acudir a los
Tribunales para la defensa de su derecho. Tales métodos autocompositivos vienen
integrados por:
La renuncia del actor a su derecho subjetivo o el desistimiento del
proceso (la condonación de un derecho de crédito).
El allanamiento del demandado a la pretensión del actor (reconocer la
valides de la deuda y decidir pagar al acreedor).
La transacción entre ambos.
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La mediación o conciliación de un tercero a fin de que solucionen las
partes el conflicto a través de un acuerdo o de la resignación de una de
ellas.
La mediación y la conciliación se distinguen de las demás fórmulas
autocompositivas por la aparición en ellas de un tercero y, entre ellas mismas,
exclusivamente por la forma en la que dicho tercero es llamado a contribuir a
la solución del conflicto:
En la mediación interviene de manera espontánea.
En la conciliación actúa de una manera provocada o institucionalizada.
No obstante, en cualquier caso, en la mediación y en la conciliación el tercero
no impone la solución del conflicto, sino que ejercita sus buenos oficios en
punto a obtener la autocomposición del litigio. Es decir, el tercero actúa
inter partes y no supra partes.
A T B
C) Heterocomposición
El tercero, a la que las partes previamente han acudido, es el encargado de
poner fin al conflicto mediante una resolución definitiva.
Aquí el tercero se encuentra situado supra partes, configurando una relación
triangular.
T
A B
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A este respecto han surgido distintas tesis:
A) La justicia popular
En el Estado liberal los sistemas de designación popular fueron los primeros
que intentaron dotar de legitimidad al oficio judicial. El pensamiento liberal
uso la participación popular, directa o a través de representantes, en el Poder
Judicial.
Dos sistemas conocidos de participación popular:
a) El jurado:
Constituye la fórmula más perfecta de participación popular en la
justicia, pues a través de él, los ciudadanos asumen directamente la
función jurisdiccional. Sustituyó el injusto régimen de la prueba tasada
por el de la libre valoración.
b) La justicia popular:
La entrada del pueblo en la justicia se efectúa a través del instituto de
la representación. Los integrantes del Poder Judicial han de ser elegidos
por el único ente que en una democracia ostenta la soberanía, esto es, el
pueblo.
En USA, en determinados cantones suizos e incluso en la extinta URSS, la
judicatura se recluta a través de elecciones periódicas.
En España tuvimos una lamentable experiencia con la actuación de los
Tribunales populares, instaurados en la España republicana, que eran
nombrados por los partidos y centrales sindicales, predominando en sus
veredictos un claro interés partidista.
En Europa la justicia popular otorga una gran legitimación democrática en
el momento inicial del desempeño del oficio judicial, pero es
insuficiente para demostrar dicha legitimación en su continuidad, se le
reprocha la falta de independencia del juez electo frente al partido o
máquina electoral que lo situó en el poder.
B) La designación ministerial
Se podría conseguir también una cierta legitimación democrática confiando al
Ministro de Justicia la selección y promoción de los jueces, toda vez que, en
un sistema democrático, el Ministros es responsable de sus actos ante el
Parlamento.
En nuestro país este modelo permaneció vigente hasta la promulgación de la
Constitución de 1978.
Pero, como consecuencia de la presión que el Ejecutivo ejerció sobre la
Magistratura con la implantación de los Estados totalitarios, surgió un
movimiento asociativo de la Magistratura (“Justicia democrática”, antecesora de
la asociación “Jueces para la Democracia”), una de cuyas aspiraciones
fundamentales consistió en la instauración del autogobierno de la Magistratura,
sistema que se implantó en la práctica totalidad de los países europeos.
La referida tesis, más que una teoría, en realidad pretende encubrir la
justificación de un privilegio del privilegio del Poder Ejecutivo, pues, la
independencia del Juez no sólo ha de ser predecible frente a la sociedad y las
partes, sino también respecto de los demás Poderes del Estado, incluido el
Ejecutivo.
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C) La legitimación a través del proceso
Luhmann: cuando surge un conflicto, el particular está obligado a acudir al
proceso. Si su pretensión no triunfa, el proceso le quita la razón, el proceso
cumple con una función de desmembración social y de absorción de las protestas.
El proceso constituye la institución mediante la cual la Jurisdicción misma se
legitima.
La crítica a la tesis de Luhmann pronto se dejó sentir, así, se pregunta
Zippelius “¿cabría admitir, como aconteció con el nacionalsocialismo, que la
decisión de exterminar a todo el pueblo judío pueda justificarse en sí misma
por el solo hecho de haber emanado del proceso establecido?”.
Concurren en el proceso determinados elementos legitimadores, tales como la
imparcialidad del juzgador y, en general, todas las garantías que integran el
derecho al proceso debido. El proceso no constituye, pues, la causa o fin en sí
mismo de la Jurisdicción, sino el instrumento para la correcta aplicación del
Derecho objetivo a los conflictos concretos.
A) La independencia
Ha de ser total, no sólo frente a la sociedad y las partes, sino también con
respecto al Gobierno y a los órganos jurisdiccionales superiores.
La independencia judicial constituye, por consiguiente, una nota esencial de la
jurisdicción, sin la cual no podrían los Juzgados y Tribunales aplicar
correctamente el Derecho a los casos concretos.
La actividad judicial es, ante todo, una actuación desinteresada.
B) La sumisión a la Ley
El artículo 117.1 CE, establece la necesidad de que los órganos
jurisdiccionales estén “sometidos únicamente al imperio de la ley”.
En realidad, a lo que los Tribunales están expresamente sometidos es “a la ley
y al Derecho”, sumisión que ostenta carácter excluyente, ya que los Jueces no
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pueden efectuar otras funciones, estándoles en particular vedadas las de
carácter político o ejecutivo. No obstante, la Jurisdicción puede ejercitar
funciones que no son estrictamente jurisdiccionales y que la Ley le puede
confiar en garantía de algún derecho, como son las competencias del Registro
Civil, la jurisdicción voluntaria y los actos de investigación sumarial.
Principio de jerarquía normativa
La sumisión de los órganos jurisdiccionales a la Ley y al Derecho no es
indiferenciada, sino que está sometida al principio de jerarquía normativa. De
este modo, Jueces y Magistrados están sometidos:
En primer lugar, a la Constitución, que es la primera Ley a la que están
sometidos todos los poderes públicos.
En segundo lugar, a las Leyes emanadas de los Parlamentos, nacional o
autonómicos, así como a las disposiciones con fuerza de Ley (Decretos
leyes y legislativos).
En tercer lugar, a los Reglamentos del Poder Ejecutivo y del órgano de
gobierno del Poder Judicial (el Consejo General del Poder Judicial).
Control de vigencia del principio de jerarquía normativa
El control de la vigencia del principio de jerarquía normativa queda
encomendado:
Al Tribunal Constitucional en todo lo referente a las disposiciones
normativas con rango de ley que infrinjan la Ley Fundamental.
A los Tribunales de lo Contencioso-administrativo, el de los Reglamentos,
actos o disposiciones normativas con rango inferior a la ley, emanadas
del Ejecutivo que pudieran vulnerar las Leyes.
Examen de legitimidad
La constitucionalización de los principios de seguridad jurídica y de jerarquía
normativa han de imponer al órgano jurisdiccional, con carácter previo a la
aplicación de la norma, un doble examen de su legitimidad:
Jurídico formal. Ha de revisar que la norma haya sido promulgada conforme
al procedimiento adecuado y por el órgano competente.
Jurídico material. Debe constatar la legitimidad de la norma, es decir,
si se conforma o contradice con otras de rango superior.
Quiebra
Si observara la quiebra de alguno de los dos exámenes anteriores, el órgano
jurisdiccional habrá de determinar su naturaleza:
Bien para dejarla inaplicada (caso de los Reglamentos ilegales o de Leyes
inconstitucionales anteriores a la Constitución).
Bien para promover de oficio la “cuestión de inconstitucionalidad”
(cuando se trata de disposiciones con rango de ley contrarias y
posteriores a la Constitución).
Lo que en modo alguno le está permitido al Juez es aplicar una norma
anticonstitucional o manifiestamente ilegal o dejar de aplicar Leyes por
estimarlas inconstitucionales, sin promover la oportuna cuestión de
inconstitucionalidad ante el TC. Lo que debe efectuar el juez es promover esta
cuestión a fin de que sea el TC el que declare la nulidad o validez de la
norma.
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Capítulo 2 - La Jurisdicción: concepto y funciones
1. Concepto y notas esenciales.
La jurisdicción puede ser definida como el Poder Judicial, integrado por jueces
y magistrados, a quienes, por su independencia y sumisión a la Ley y al
Derecho, la soberanía nacional ha otorgado en exclusiva la potestad
jurisdiccional y, en consecuencia, expresamente les ha legitimado para:
La resolución jurídica, motivada, definitiva e irrevocable de los
conflictos intersubjetivos y sociales.
La protección de los derechos subjetivos.
El control de la legalidad.
La complementación del ordenamiento jurídico.
De lo referido se extraen las siguientes notas esenciales:
B) La potestad jurisdiccional
Del mismo modo que al Poder Legislativo le asiste la potestad legislativa y al
Ejecutivo la potestad reglamentaria y ejecutiva, la Constitución Española
otorga a Juzgados y Tribunales “el ejercicio de la potestad jurisdiccional en
todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado.” (117.3 CE).
Poder Legislativo: Potestad legislativa
Poder Ejecutivo: Potestad reglamentaria y ejecutiva
Poder Judicial: Potestad jurisdiccional
Dicha potestad, posee determinadas notas que la diferencian de las demás
facultades y derechos subjetivos, públicos y privados:
Su generalidad. La potestad jurisdiccional crea un estado de deber
general de sujeción por parte de todos los justiciables, que se resume en
la exigencia de colaboración y de obediencia de todos los ciudadanos y
poderes públicos a las resoluciones judiciales.
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Límites de actuación. Vienen determinados por los límites de la soberanía
misma, esto es, por el territorio y las personas a ella sometidas.
Contenido. Se concreta en una fuerza de mando jurídicamente vinculante
para las partes y terceros, que se encuentra respaldada no sólo por la
policía judicial, sino por todo el aparato coactivo del Estado.
Objeto. El objeto de la potestad jurisdiccional se resume en la frase
utilizada por el art. 117.3 CE de “juzgar y hacer ejecutar lo juzgado”.
Potestad ordenatoria. Con anterioridad al juicio jurisdiccional por
excelencia, que es la Sentencia, existe una potestad ordenatoria que
tiene por objeto llamar a las partes y terceros al proceso; obtener la
efectiva sujeción de aquellas a los fines del proceso o simplemente
impulsar el curso del procedimiento.
Potestad de instrumentación o documentación. El Juez ostenta esta
potestad con la intervención del Secretario y su finalidad estriba en
otorgar a determinados actos el carácter de prueba. De este modo, las
“actas” en las que quedarán plasmadas las oportunas declaraciones,
gozarán de una fehaciencia indiscutible.
Potestad decisoria. La potestad jurisdiccional es, ante todo, una
potestad decisoria, en la que el Juez o Tribunal resuelve, interina o
definitivamente, el conflicto, satisfaciendo el derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva. Esta última resolución se denomina Sentencia,
decisión que constituye la más genuina expresión de la potestad
jurisdiccional.
Potestad de ejecución. Para hacer efectivo el cumplimiento de la
sentencia, los jueces ostentan finalmente la potestad de ejecución, la
cual se ejercita a través de los diversos procedimientos de ejecución de
sentencias, cuya finalidad consiste en realizar o llevar a cabo en sus
propios términos lo dispuesto en el fallo o parte dispositiva de la
sentencia.
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el artículo 117.5 CE y su utilidad primordial consiste en declarar
ilegítimas las denominadas jurisdicciones especiales.
Exclusividad. El principio de la exclusividad jurisdiccional está
proclamado en el artículo 117.3 CE, en virtud del cual el ejercicio de la
potestad jurisdiccional constituye un auténtico monopolio de los
integrantes del Poder Judicial.
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A) Protección de los derechos subjetivos
El artículo 24.1 CE dispone que “todas las personas tienen derecho a obtener la
tutela efectiva de los jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e
intereses legítimos, sin que en ningún caso pueda producirse indefensión”.
El precepto viene a consagrar el derecho al libre acceso a la Jurisdicción, que
constituye un auténtico derecho fundamental y que asiste a todo ciudadano para
obtener la protección jurisdiccional de su derecho subjetivo vulnerado por la
actuación de un particular o de la Administración Pública. No obstante, esta no
es la única misión de la Jurisdicción, ni tampoco siempre es exclusivamente
ejercida por ella, puesto que también la Administración pública resuelve
conflictos. Por ejemplo, cuando a un estudiante se le vulnera un derecho
relacionado con dicha cualidad, puede suscitar el correspondiente procedimiento
administrativo y obtener su protección de la autoridad académica competente,
pero, si las fórmulas autocompositivas no tutelan su derecho, siempre tiene
abierto el camino ante los Tribunales. De este modo, podría interponer el
correspondiente recurso contencioso-administrativo.
Tutela de los derechos privados. De ella se ocupan fundamentalmente los
Juzgados de Primera Instancia y demás órganos jurisdiccionales civiles,
los Juzgados de lo Social y los Juzgados y Tribunales de lo Contencioso-
Administrativo.
Tutela de los derechos subjetivos públicos y libertades públicas. La
protección de estos derechos ocupa un lugar preferente por parte de los
Tribunales ordinarios. En el supuesto de que los Tribunales ordinarios no
restablecieran el derecho o libertad pública vulnerada, todavía puede el
particular acudir al Tribunal Constitucional y obtener dicha protección a
través del recurso de amparo.
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preestablecido y a que sus disposiciones normativas se adecuen con las
de rango superior. Todo ello, tendente a garantizar la actuación de la
Administración pública, estatal y autonómica al impero del Derecho.
Manifestaciones específicas de esta función son la obligación de todos
los Juzgados y Tribunales de inaplicar los Reglamentos ilegales.
Por el Tribunal Constitucional. También le corresponde al Tribunal
Constitucional, a través de los procedimientos abstractos de
declaración de inconstitucionalidad, controlar y, en su caso, anular
aquellas disposiciones normativas con rango de ley que infrinjan la
Constitución.
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De modo reiterado
El carácter jurídico vinculante de la jurisprudencia del TS tan sólo es
reclamable cuando se efectúa “de modo reiterado”, es decir, una sola
Sentencia no crea jurisprudencia, sino que se exige la publicación de dos
o más Sentencias que mantengan el mismo criterio interpretativo. La
jurisprudencia del TS debe adaptarse a las nuevas exigencias sociales.
Por esta razón, también el TS puede modificar su doctrina legal, con la
exigencia formal de motivar expresamente en la nueva sentencia el
abandono de la doctrina legal hasta el momento sustentada y de explicar
en dicha sentencia los nuevos criterios interpretativos, susceptibles de
generar la nueva doctrina legal.
Función de complementación en el proceso civil
La función de complementación normativa es reclamable, sobre todo, en el
proceso civil y demás manifestaciones de la jurisdicción distintas a la
penal, pero no en el proceso penal, porque en el Derecho penal ha de
regir, en su más estricto sentido, el principio constitucional de
legalidad.
A) El antiguo régimen
En el Estado Feudal y en el Absoluto, los Jueces eran funcionarios (alcaides)
dependientes del poder real.
En el antiguo régimen existía una confusión de poderes (legislativo, ejecutivo
y judicial) en la persona del Monarca.
Los jueces carecían de independencia y formaban parte de diversas
"jurisdicciones especiales".
Características más sobresalientes de la Jurisdicción de aquella época:
No existía un Poder Judicial, sino una función judicial encomendada a
funcionarios.
Tales funcionarios carecían de independencia judicial.
Inexistencia de los principios de unidad y exclusividad judicial.
Ausencia de control judicial de los actos dimanantes del Poder Ejecutivo.
B) El estado liberal
Tras la Revolución francesa de 1789, la Jurisdicción pasará a convertirse en el
Tercer Poder dentro del Estado.
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Se dotó a los Jueces de independencia. Sin embargo, en materia de
ingreso, promoción o ascenso y responsabilidad disciplinaria de Jueces y
Magistrados, la LOPJ (Ley Orgánica del Poder Judicial) de 1870 secundó el
modelo bonapartista (trazado por la Ley francesa de 1810), conforme al
cual todo este régimen jurídico descansaba, en última instancia, en la
decisión del “Ministre de la Justice”.
Fue necesaria la abolición de las jurisdicciones especiales y la
instauración de los principios de unidad y exclusividad jurisdiccional.
La Jurisdicción pasa a asumir el monopolio de juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado. Se crearon las Salas de lo Contencioso-administrativo del
Tribunal Supremo.
Se prohibió al Poder Ejecutivo inmiscuirse en la constitución y
organización de los Tribunales, mediante la consagración, en esta
materia, de una reserva de Ley.
El establecimiento del Juez legal “natural”, el principio de jerarquía
normativa y la obligación de los Jueces de inaplicar los Reglamentos
ilegales, permiten afirmar que, tras la promulgación de dicha LOPJ de
1870, nace en España el Poder Judicial.
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La abolición del sistema bonapartista de designación, promoción y régimen
disciplinario por el Poder Ejecutivo.
La instauración del régimen del autogobierno de la Magistratura.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), según el artículo 122 de la
Constitución Española, es el órgano de gobierno del Poder Judicial de España.
Su principal función es velar por la garantía de la independencia de los jueces
y magistrados frente a los demás poderes del Estado.
A) El Consejo General del Poder Judicial
Es el máximo órgano de autogobierno de nuestra Magistratura, al que le
corresponde realizar la totalidad de actos administrativos referentes al
ingreso, formación, promoción o ascenso y régimen disciplinario de Jueces y
Magistrados, así como la inspección de Juzgados y Tribunales.
Atribuciones:
Nombramiento de su Presidente y de los dos Magistrados del TC.
Ingreso, formación y ascenso de Jueces y Magistrados.
Gestionar las bases de datos de jurisprudencia y realizar publicaciones.
Ostenta la Inspección de los Juzgados y Tribunales, y ejercita la
potestad disciplinaria sobre Jueces y Magistrados.
En su relación con las cortes ha de informar acerca de los Anteproyectos
y Proposiciones de Ley de reforma del Poder Judicial.
Ostenta la potestad reglamentaria en materia de personal, organización y
funcionamiento de Juzgados y Tribunales.
Composición:
De conformidad con lo establecido en el artículo 122.3 CE, el Consejo General
del Poder Judicial estará integrado por el Presidente del Tribunal Supremo, que
lo presidirá, y por veinte miembros nombrados por el Rey por un período de
cinco años. De éstos, doce entre Jueces y Magistrados de todas las categorías
judiciales, en los términos que establezca la Ley Orgánica; cuatro a propuesta
del Congreso de los Diputados y cuatro a propuesta del Senado, elegidos por
mayoría de tres quintos de sus miembros, entre abogados y juristas de
reconocida competencia y con más de quince años en el ejercicio de su
profesión.
Estructura y competencias:
El Consejo General del Poder Judicial está integrado por el Presidente y veinte
Vocales, todos ellos elegidos por el Parlamento, designados por el Rey y
nombrados por un período de cinco años.
Presidente y Vicepresidente (art. 123 a 126 LOPJ).
El Presidente y el Vicepresidente son nombrados por el Rey a propuesta
del Pleno del Consejo General del Poder Judicial.
El Presidente del CGPJ, como el de cualquier órgano deliberante, es la
Autoridad encargada de su representación, de dirigir los debates del
Pleno y de proponer los asuntos de su competencia. El Vicepresidente
sustituye al Presidente en dichas funciones por razones de ausencia,
vacante o enfermedad.
Pleno (art. 127 a 129 LOPJ)
El Pleno se reúne, previa convocatoria de su Presidente o Vicepresidente,
en sesiones ordinarias o extraordinarias para tratar de los asuntos de
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autogobierno más relevantes. Ha de constituirse, al menos, con catorce
miembros.
Comisiones
Las Comisiones previstas en la LOPJ son de carácter anual y están
formadas por cinco miembros, todos ellos Vocales del Consejo, elegidos
por el Pleno y por mayoría de tres quintos.
Comisión Permanente (131)
Comisión Disciplinaria (132, 133)
Comisión de Calificación (134, 135)
Comisión de igualdad (136 bis)
Comisiones Reglamentarias (de estudios, informes y presupuestario)
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4. La inspección de los Tribunales [HOT]
Corresponde al CGPJ la superior inspección y vigilancia de todos los Juzgados y
Tribunales, sin perjuicio de la inspección ordinaria que han de efectuar
permanentemente los demás órganos gubernativos de carácter ejecutivo, es decir,
el Presidente del TS, los Presidentes de los TSJ y de las AP (Audiencia
Provincial), los Presidentes de Sala y de Sección e incluso los Jueces sobre su
Juzgado.
Todo el personal jurisdiccional y colaborador ha de prestar su auxilio al
Inspector, quien podrá examinar cuanto estime pertinente para obtener la
información precisa sobre el funcionamiento del órgano judicial.
El Inspector redactará un informe y levantará acta de la inspección efectuada,
la que se comunicará al Juez o Presidente del órgano inspeccionado, quien podrá
formular las observaciones que estime precisas.
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El principio de unidad jurisdiccional es, en general, consustancial a todo
sistema democrático.
B) Evolución histórica
El principio de unidad jurisdiccional no fue instaurado hasta la publicación en
1868 del Decreto de unificación de fueros.
El referido principio experimentó sus primeras grietas como consecuencia de la
expansión de las jurisdicciones especiales más emprendedoras.
Cuando el principio de unidad sufrió las mayores agresiones fue con el nuevo
Estado, surgido tras la sublevación militar de 1936.
El Tribunal de Orden Público, junto con la "jurisdicción militar", compartió la
función de represión de los delitos políticos; la "jurisdicción eclesiástica"
el derecho de familia.
En el estado franquista se optó por la vía de extraer de la Jurisdicción
determinadas materias con respecto a las cuales el Ejecutivo desconfiaba de la
actuación imparcial de los Tribunales.
Con el advenimiento de la Monarquía parlamentaria afortunadamente se produce
una política legislativa de signo inverso, tendente a la abolición de las
jurisdicciones especiales.
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Nuestra Constitución permite en el artículo 117.5 la subsistencia de la
jurisdicción militar, siempre y cuando, en tiempos de paz:
Se ciña al ámbito estrictamente castrense.
Sea respetuosa con los principios de la Constitución.
El “ámbito estrictamente castrense”
Este ámbito o fuero militar desde siempre se ha configurado mediante la
simultánea concurrencia de tres criterios:
Por razón de la materia, la jurisdicción castrense ha de ceñirse a los
delitos que atenten a la disciplina castrense.
Por razón del lugar, a los cometidos dentro de los cuarteles y en actos
de servicio.
Por razón de las personas, tan sólo a los militares y nunca a los
civiles.
Su adecuación a los “principios de la Constitución”
Estos principios son el de independencia y sumisión a la ley y al Derecho, de
conformidad con la jerarquía normativa y el sistema de fuentes preestablecido.
2. El monopolio de la Jurisdicción.
El monopolio jurisdiccional se encuentra proclamado en el artículo 117.3 CE,
cuyo tenor literal establece que “El ejercicio de la potestad jurisdiccional en
todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde
exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinad os por las Leyes...”
Lo que viene a establecer el principio de exclusividad jurisdiccional es que,
en un Estado de Derecho, no sólo es necesario que la función jurisdiccional sea
encomendada a un único orden de Jueces y Magistrados integrantes del Poder
Judicial, sino que, además, también resulta imprescindible que esa potestad
jurisdiccional sea otorgada con exclusividad o en régimen de monopolio a los
Juzgados y Tribunales que integran dicho Poder del Estado, con expresa
exclusión de que, ni los particulares, ni ningún otro orden de funcionarios,
pueda ostentar esa potestad de decidir, con efectos de “cosa juzgada”, de una
manera definitiva e irrevocable los conflictos intersubjetivos o sociales.
El arbitraje
Al principio de exclusividad o monopolio de la Jurisdicción, consagrado en el
artículo 117.3 CE, no se opone la posibilidad de que determinados conflictos
intersubjetivos puedan solucionarse extramuros de la Jurisdicción a través de
los denominados equivalentes jurisdiccionales, como así se ha calificado al
arbitraje.
En la actualidad el arbitraje de Derecho Privado se encuentra regulado por la
Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje.
La causa o legitimación del arbitraje y de la intervención de los árbitros
estriba en la previa suscripción por las partes de un convenio arbitral o
contrato preliminar de arbitraje, en cuya virtud las partes libremente
estipulan el someter a los árbitros los litigios que puedan surgir en relación
con determinadas relaciones jurídicas. Este convenio, que ha de plasmarse por
escrito, bien como cláusula adicional a un determinado contrato o como contrato
independiente, es el que legitima a la parte interesada a reclamar la
intervención de los árbitros.
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Por lo tanto, la legitimación de los árbitros proviene de ese convenio, a
diferencia de la del Juez, cuya causa deriva de la relación de Derecho Público
que le liga con el Estado y que le confiere en exclusiva la potestad
jurisdiccional.
Las decisiones definitivas de los árbitros se llaman laudos arbitrales y
equivalen a una Sentencia. No obstante, los árbitros sólo ostentan la potestad
de juzgar, pero no la de hacer ejecutar lo juzgado.
Una vez firme el laudo, puede la parte interesada instar su ejecución ante el
Juez de 1ª Instancia de la demarcación en donde se dictó el laudo y a través
del procedimiento de ejecución de Sentencias.
En principio, los laudos sólo pueden ser anulados por la Audiencia Provincial
mediante un recurso extraordinario de nulidad.
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La autotutela administrativa
A la Administración Pública le corresponde dictar actos y Reglamentos
administrativos, a través de un procedimiento regulado en la Ley 30/1992, de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común.
Mediante este procedimiento administrativo, la Administración Pública ejercita
de algún modo funciones juzgadoras declarativas y ejecutivas. El acto
administrativo, no sólo ha de ser congruente, motivado y fundado en Derecho,
sino que es directamente ejecutivo, sin necesidad de acudir al proceso judicial
de ejecución: la Administración puede, a través de los distintos medios de
ejecución, contemplados en el artículo 96 de la Ley 30/1992, realizar sus actos
administrativos, limitando o sacrificando los derechos subjetivos de los
particulares.
Sin embargo, esta facultad de autotutela administrativa, no supone una
excepción al principio de exclusividad jurisdiccional, pues, si el administrado
estima que el acto administrativo no resulta acorde a Derecho, siempre tiene, a
través del recurso contencioso-administrativo, el camino abierto a los
Tribunales administrativos para obtener su revisión jurisdiccional. De este
modo, cuando, una vez interpuestos los recursos administrativos, la resolución
cause estado o se agote la vía administrativa, el administrado podrá interponer
el recurso contencioso-administrativo y obtener la nulidad del acto con el
restablecimiento de su derecho.
La potestad sancionadora
Asimismo, la Administración ostenta la potestad sancionadora, con dos
limitaciones:
Le está vedado a la Administración imponer penas privativas de libertad,
pudiendo sólo irrogar al ciudadano sanciones privativas de derechos
(multas, suspensión del funcionario, etc.).
Al igual que cualquier acto administrativo, también puede el administrado
recurrir su sanción mediante la interposición del recurso contencioso-
administrativo.
El procedimiento administrativo sancionador es respetuoso con la Constitución y
no infringe el principio de exclusividad jurisdiccional, pues las sanciones
administrativas son interinas, pudiendo ser revisadas por los tribunales. En
materia de autotutela administrativa puede afirmarse que, si bien el Poder
Ejecutivo ostenta la primera palabra, la última corresponde siempre
pronunciarla, mediante el ejercicio del derecho de acción, al Poder Judicial.
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A) El Registro Civil
Los Registros Civiles estarán a cargo de los Juzgados de 1ª Instancia y, por
delegación de éstos, de los de Paz.
El Registro Civil se rige por la Ley de 8 de junio de 1957 (LRC –Ley del
Registro Civil-) y tiene como función inscribir los hechos relativos al estado
civil de las personas (nacimientos, filiaciones, estados civil, incapacidades
de obrar, etc.). Se divide en cuatro Secciones, denominadas:
La primera, Nacimientos y general.
La segunda, Matrimonios.
La tercera, Defunciones.
La cuarta, Tutelas y representaciones legales.
Tipos de Registros
Registro Municipal. Integrado por las Secciones anteriores.
Registros Consulares. En ellos se efectúan las inscripciones de los
españoles residentes en el extranjero.
Registro Central. Por encima de los Registros Municipales y de Consulares
se sitúa el Registro Central, que es un órgano dependiente de la
Dirección General de Registros y del Notariado del Ministerio de
Justicia.
B) La investigación penal
Esta actividad, dirigida a la investigación del delito y a la del presunto
autor, que asumen los Jueces de Instrucción, en realidad, no es procesal, sino
policial o administrativa y de aquí que, en determinados procedimientos, tales
actos de investigación sean asumidos por el Ministerio Fiscal o por la policía.
C) La jurisdicción voluntaria
Por actos de jurisdicción voluntaria cabe entender aquellos de mera
comprobación, en donde el Juez, en tanto autoridad imparcial, es convocado a
fin de dotar de fehaciencia y autenticidad a determinados actos de voluntad de
los particulares (así, la comprobación de la declaración de heredero o de una
adopción).
D) Otras funciones
Debido a la independencia e imparcialidad de los Jueces y magistrados, el
legislador ordinario delega, en ellos, determinadas funciones relevantes que no
son estrictamente jurisdiccionales, pero que, en base a lo dispuesto en el art.
117.4 CE, dicha delegación se efectúa “en garantía de cualquier derecho”.
a) Criterio objetivo
A fin de proteger adecuadamente el derecho al sufragio activo y pasivo
las Juntas Electorales resuelven las reclamaciones administrativas de
electores y elegidos, como órganos mixtos, judiciales y administrativos,
con manifiesta hegemonía de los miembros procedentes del Poder Judicial.
Los “Jurados de Expropiación” se constituyen bajo la Presidencia de un
Magistrado.
b) Criterio subjetivo
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Intervención del Juez encargado del Registro Civil en la prestación de
consentimiento de un donante vivo. El Juez de Instrucción asume la
difícil decisión de si no hubiere oposición y con las debidas garantías
del fallecimiento, autorizar el transplante de órganos de personas
fallecidas.
A fin de tutelar el derecho a la libertad, solo el Juez puede decretar el
internamiento en un centro de un extranjero con expediente de expulsión.
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B) Independencia frente a la Sociedad
La independencia del Juez frente a la sociedad se asegura mediante un conjunto
de medidas, que podemos sistematizar en preventivas y represivas.
a) Preventivas
Las medidas preventivas están dirigidas a preservar la imparcialidad objetiva y
autoridad o prestigio de Jueces y Magistrados. Esta imparcialidad o supremacía
se obtiene a través del estatuto jurídico de los Jueces y Magistrados.
Conocimiento en Derecho. Es necesario que quienes accedan a la
Magistratura posean un elevado nivel de conocimientos en Derecho, que se
obtiene mediante ingreso a través del sistema de oposición libre, común
para Jueces y Fiscales. Un cupo no superior al 5% de las plazas han de
reservarse a personas discapacitadas. Todo ello sin perjuicio del ingreso
de “juristas de reconocida competencia” a las categorías de Magistrado
del TS, o de Magistrado. Una vez superada la oposición, los aspirantes
han de superar también el Curso práctico en el Centro de Estudios
Judiciales. El acceso de Juez a Magistrado se efectúa mediante concurso
de méritos.
Incapacidades, incompatibilidades, prohibiciones. Junto al régimen común
de incapacidades para el acceso a toda función pública, la LOPJ establece
un severo régimen de incompatibilidades de la función de Juez con la
ejecutiva o legislativa, con la Abogacía o con la gestión de sociedades
mercantiles. El incumplimiento a estas medidas puede engendrar
responsabilidad disciplinaria. La finalidad de esta serie de
incompatibilidades es la de asegurar la división de poderes, afianzar la
imparcialidad del Juez frente a la sociedad y las partes y asegurar el
correcto funcionamiento de la justicia.
Independencia económica. El Estado también se compromete a garantizar una
independencia económica y una retribución adecuada a la dignidad de la
función jurisdiccional de los Jueces y Magistrados.
b) Represivas
La independencia judicial también conlleva la exigencia de que la sociedad la
respete, sin ejercitar presiones directas o indirectas sobre los Jueces y
Magistrados.
El artículo 13 LOPJ establece que “todos están obligados a respetar la
independencia de los jueces y magistrados”.
El artículo 14 LOPJ faculta al Juez que se considere inquietado o
perturbado en su independencia a poner los hechos en conocimiento del
CGPJ, sin perjuicio de adoptar las medidas necesarias para asegurar la
acción de la justicia o restaurar el orden jurídico.
El MF (Ministerio Fiscal) está obligado a ejercitar las acciones
oportunas en defensa de la independencia judicial, pues la Constitución
le confía la función de velar por la independencia de los tribunales.
24
De un lado, la independencia del Juez frente a todos los órganos
judiciales, incluidos los de gobierno del Poder Judicial.
De otro, prohibir que los órganos superiores dirijan a los inferiores
mediante instrucciones, órdenes o censuras sobre la aplicación o
interpretación del Derecho.
El incumplimiento de tales prohibiciones engendra la oportuna responsabilidad
disciplinaria.
b) La inamovilidad
La inamovilidad judicial integra la principal garantía de la independencia
judicial del juez individual frente a sus superiores, porque, sin ella, podrían
los órganos de gobierno del Poder judicial desembarazarse de aquellos Jueces
que no secundaran sus directrices y colocar en su lugar a los más sumisos.
El artículo 117 CE establece que “los Jueces y Magistrados no podrán ser
separados, suspendidos, trasladados ni jubilados sino por alguna de las causas
y con las garantías previstas en la Ley”. Aquí por Ley no cabe entender
cualquier disposición con dicho rango, sino la Ley Orgánica del Poder Judicial.
25
incoarán dos procedimientos paralelos: penal y administrativo sancionador. No
obstante, cuando en el procedimiento administrativo sancionador se llegue a la
propuesta de sanción, a fin de evitar la vulneración del principio
constitucional del “ne bis in ídem” (que no haya dos condenas sobre el mismo
hecho) y garantizar el principio de supremacía de la jurisdicción penal sobre
la administrativa, se debe suspender el procedimiento administrativo hasta que
recaiga sanción penal, la cual vinculará al órgano de gobierno del Poder
Judicial.
Fuera de estos casos, las faltas administrativas están dirigidas a asegurar el
cumplimiento de las obligaciones del Juez a fin de asegurar el imparcial y
correcto funcionamiento de la Justicia.
26
Capítulo 6 - El derecho al juez legal
1. Concepto y regulación.
Puede definirse el derecho al Juez legal como el derecho fundamental que asiste
a todos los sujetos de derecho a plantear sus pretensiones o a ser juzgados por
auténticos órganos jurisdiccionales, creados mediante Ley Orgánica,
pertenecientes al Poder Judicial, respetuosos con los principios
constitucionales de igualdad, independencia y sumisión a la Ley, y constituidos
con arreglo a las normas comunes de competencia preestablecidas.
El derecho al Juez legal o natural se encuentra previsto en nuestra
Constitución, en dos preceptos diferenciados:
Positivamente se consagra en el artículo 24.2, en cuya virtud “todos
tienen derecho al juez ordinario predeterminado por la ley”.
Negativamente en el artículo 117.6, que declara la “prohibición de los
Tribunales de excepción”.
C) Igualdad
Si la igualdad es un valor superior del ordenamiento jurídico y todos los
ciudadanos son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna, la Constitución no puede permitir la hipotética creación de Tribunales
instituidos por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier
otra condición o circunstancia personal o social.
La creación de tales pseudotribunales, tristemente famosos en la Dictadura del
General Franco, constituiría hoy un auténtico supuesto de “tribunal de
excepción”, proscrito por los artículos 117.6 y 24.2 CE.
27
D) Independencia
Nuestra Ley Fundamental exige que los titulares de la potestad jurisdiccional
sean Jueces y Magistrados “independientes, inamovibles, responsables y
sometidos únicamente al imperio de la ley”.
El órgano jurisdiccional ante el cual acuden las partes a fin de que dirima el
conflicto ha de revestir todas las garantías de la independencia judicial, ya
que todos tienen derecho a ser juzgados por un tribunal independiente e
imparcial.
En materia de eventuales vulneraciones al Juez legal, cobra una singular
relevancia la imparcialidad del órgano jurisdiccional, que es garantizada en la
esfera del proceso a través de la abstención y de la recusación.
Cualquier parte procesal que pueda tener dudas fundadas sobre la imparcialidad
del Juez puede sugerir su abstención o provocar la recusación a través de las
causas y del incidente previsto en las Leyes procesales, ya que tales garantías
integran el concepto del Juez legal y, por tanto, su infracción posibilita la
interposición del recurso de amparo por vulneración de los derechos
fundamentales al Juez legal o a un proceso con todas las garantías.
E) Juez ordinario y sumisión al Derecho
La Constitución exige que el Juez ordinario ejercite la potestad jurisdiccional
mediante la aplicación del Derecho a los casos concretos.
Deben los Jueces y Magistrados huir de impresiones subjetivas o de plasmar sus
opiniones personales en las sentencias. En particular, no pueden los jueces
ejercer funciones “políticas” a través de sus sentencias, lo que no significa
que los Jueces deban ser “apolíticos”, sino sencillamente que, a la hora de
solucionar un conflicto, no pueden tener otro norte que la aplicación del
Derecho reclamable al caso concreto, con arreglo al sistema de fuentes
preestablecido y, dentro de él, con estricta observancia del principio de
jerarquía normativa.
Lo que nuestra Ley Fundamental prohíbe únicamente es la figura del “Juez
político”, del hipotético Juez que, a la hora de solucionar el conflicto, no
duda en violentar el espíritu y la letra de la Ley en aras de una ideología
determinada.
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LA ORGANIZACIÓN DEL PODER JUDICIAL
Capítulo 7 - La organización del Poder Judicial
1. La organización del Poder Judicial: Concepto [HOT]
Dispone el art. 117.1 CE que los Jueces y Magistrados integran el Poder
Judicial, formando parte de los Juzgados y Tribunales, a quienes el art. 117.3
les otorga en exclusiva el ejercicio de la “potestad jurisdiccional”. Pero, por
otra parte, el art. 122 crea el CGPJ, al que la CE le confía el gobierno de los
Jueces y todo lo relativo a su estatuto jurídico.
De lo dicho se desprende que hay dos organizaciones del Poder Judicial: la
jurisdiccional y la gubernativa.
A) Organización jurisdiccional
El Poder judicial actúa como jurisdicción cuando, dictando actos "ad extra",
“juzga y hace ejecutar lo juzgado”. Para ello, se constituye en: Juzgado,
Tribunal o Salas de Justicia. Sus resoluciones son actos procesales.
El Poder Judicial se asemeja a una pirámide, en cuya cúspide se sitúa el
Tribunal Supremo, que es definido por la Constitución como Tribunal superior de
todos los órdenes y órganos jurisdiccionales y a quien las Leyes de
Enjuiciamiento le confieren la función de emitir su doctrina legal, vinculante
para todos los Juzgados y Tribunales.
TS (5 salas)
TSJ (con Salas Civil y Penal,
Social y Cont.-Admvo.)
AP (con Salas de lo Civil y de lo Penal)
y AN (con competencia Penal y Cont.-Admva.)
Juzgados de 1ª Instancia (civil) y/o de Instrucción, de lo
Mercantil, de lo Penal, de lo Social, de lo Cont.-Admvo., deMenores, de
Vigilancia Penitenciaria y Juzgados de Violencia sobre la Mujer
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B) Organización gubernativa
Los Jueces y Magistrados son también funcionarios, dependientes, en último
término del Consejo General del Poder Judicial. La relación funcionarial que
les vincula con los órganos de gobierno del Poder Judicial ocasiona el
surgimiento de actos administrativos, en los que dichos órganos de gobierno no
ejercitan potestad jurisdiccional alguna, sino la potestad administrativa de
autotutela.
También la organización gubernativa del Poder Judicial se asemeja formalmente a
una pirámide, en cuya cúspide se sitúa, en lugar del Tribunal Supremo, el
Consejo General del Poder Judicial, que es quien ostenta todas las potestades
gubernativas, incluida la disciplinaria. Así, el CGPJ tiene competencia para la
designación, formación, promoción y régimen disciplinario de los Jueces y
Magistrados, así como para dirigir la alta inspección de Juzgados y Tribunales.
Como esta potestad se extiende sobre todo el territorio nacional, un principio
de división del trabajo aconsejó al legislador de la LOPJ delegar determinadas
facultades gubernativas y disciplinarias en órganos gubernativos inferiores,
reservándose el CGPJ las más importantes. En materia gubernativa sobre Jueces y
Magistrados la competencia plena la ostenta el CGPJ, si bien sobre determinadas
materias pueden conocer, con subordinación a dicho órgano, las Salas de
Gobierno del TS, de los TSJ y de la AN (Audiencia Nacional).
En la base de esta pirámide se encuentran los Jueces Decanos, con escasas
funciones gubernativas, pues se limitan a presidir las Juntas de Jueces.
La pirámide:
CGPJ
Salas de Gobierno del TS y de los TSJ y AN
Presidentes del TS, de los TSJ de las Audiencia Provincial y de Sala
Jueces Decanos
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Suelen dictar sus actos a través de Leyes procesales diferentes a las de
Enjuiciamiento (sin perjuicio de la supletoriedad de ellas y, en
especial, de la LEC).
No obstante, la legitimidad de estos órganos jurisdiccionales también deriva de
la propia Constitución, si bien no se encuentran expresamente contemplados en
su Título VI, referente al Poder Judicial. Si así no sucediera y carecieran de
fundamento constitucional alguno, nos encontraríamos ante un supuesto de
Tribunal de excepción, expresamente proscrito por el artículo 117.6 CE.
Estos órganos jurisdiccionales, que no integran el Poder Judicial, pero que
forman parte de la Jurisdicción (pues ejercitan, con independencia, la potestad
jurisdiccional) están integrados por las Jurisdicciones especiales, los
Tribunales Especiales y los Tribunales Supranacionales, de tal suerte que el
concepto de Jurisdicción puede ser resumido con arreglo a la siguiente
ecuación:
JURISDICCIÓN = Poder Judicial + Tribunales Especiales + Jurisdicciones
Especiales + Tribunales Supranacionales
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Jurisdicción de tales Tribunales Internacionales. Sin embargo, la ejecución de
lo juzgado sigue residenciada en los órganos del Poder Judicial del Estado.
Merecen destacarse:
Los Tribunales de Justicia y de 1ª Instancia de las Comunidades Europeas
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos
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Administración de Justicia = Jurisdicción (potestad jurisdiccional) +
Autogobierno + Estatuto de Jueces y Magistrados) + Ministerio Fiscal +
Legislación sobre personal al servicio de la Administración de Justicia +
órganos colaboradores supraautonómicos
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constitucional de que los demás órganos jurisdiccionales no situados en
la demarcación del TSJ puedan conocer de dicho recurso de apelación.
El establecimiento de órdenes jurisdiccionales y la competencia objetiva
de los Juzgados y Tribunales es competencia exclusiva del Estado, a
través de la LOPJ, así como también lo es la fijación del número de
órganos, sus clases y naturaleza. Sin embargo, las CCAA ostentan
competencia para:
Emitir informe sobre los Anteproyectos de Demarcación Judicial y
sobre los Proyectos de creación y modificación de los órganos
judiciales de su demarcación
Nombramiento de la terna de juristas de las Salas Civil y Penal de
los TSJ
Determinación de la sede y edificios del TSJ, de las AP, de los
Juzgados con competencia provincial y de los Juzgados de Vigilancia
Penitenciaria, así como la capitalidad de los partidos judiciales
Provisión de los recursos de los Juzgados y Tribunales.
34
Capítulo 8 - El Tribunal Constitucional
1. Concepto y naturaleza jurídica [HOT]
El Tribunal Constitucional está previsto en el Título IX de la Constitución,
comprendiendo los artículos 159 a 165 y fue instaurado mediante la promulgación
de su Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, únicas disposiciones normativas por
las que se rige. Art. 1.1 de la LOTC: "el Tribunal Constitucional, como
intérprete supremo de la Constitución, es independiente de los demás órganos
constitucionales y está sometido sólo a la Constitución y a la presente Ley
Orgánica. Puede ser conceptuado como el más alto órgano jurisdiccional,
encargado de la defensa de la Constitución".
El TC puede ser conceptuado como el más alto órgano jurisdiccional, encargado
de la defensa e interpretación de la Constitución. Del referido concepto pueden
extraerse las siguientes notas esenciales:
35
ejercicio profesional (cuatro a propuesta del Congreso y cuatro a
propuesta del Senado con mayoría reforzada de 3/5, dos por el Gobierno y
dos por el CGPJ). Poseen un mandato temporalmente limitado, pero con
absoluta inamovilidad e imparcialidad dentro del mismo y con un régimen
de incompatibilidades, prohibiciones e incapacidades propio.
2. Organización.
El TC se compone de doce Magistrados, independientes, inamovibles, responsables
y solamente sometidos al imperio de la Constitución.
36
recursos de amparo que supongan una innovación esencial o cambio
sustancial de la doctrina legal del Tribunal.
El Tribunal se divide en dos Salas, compuestas por seis Magistrados cada
una de las cuales se denomina Sala 1ª y 2ª, estando dirigidas por el
Presidente y Vicepresidente del Tribunal respectivamente, quienes
ostentan voto de calidad. La competencia de las Salas se enuncia de
manera negativa por el art.11 (les corresponde conocer de los asuntos
que, atribuidos a la justicia constitucional, no sean de la competencia
del Pleno).
Cada Sala, a su vez, se subdivide en dos Secciones, integradas por tres
Magistrados cada una y presididas dos de ellas por el Presidente y
Vicepresidente y las otros dos por los Magistrados designados por el
Pleno (normalmente los más antiguos). La función esencial de las
Secciones es pronunciarse sobre la admisión de los recursos de amparo,
contribuyendo a cribar tales recursos.
D) El secretario general
La figura del Secretario General es diferente a la del Secretario de Justicia.
El Secretario General es elegido por el Pleno y nombrado por el Presidente de
entre los letrados del Tribunal.
El Secretario General asiste a los Plenos gubernativos, con voz, pero sin voto.
Es depositario de la fe pública del Tribunal, dirige la publicación de la
doctrina del TC, organiza los distintos servicios jurídicos y administrativos,
ostenta la jefatura de todos los funcionarios del Tribunal, autoriza el gasto y
ordena los pagos.
E) Los Letrados
Constituyen un prestigioso Cuerpo de funcionarios y de técnicos contratados en
función de su especialización en todos los campos del Derecho. Su función
primordial consiste en auxiliar en las funciones jurisdiccionales de todos los
órganos deliberantes del TC, mediante la elaboración de informes y de
propuestas de resolución.
Son los técnicos de confianza de los Magistrados adscritos a las Salas.
3. Funciones.
El TC, en tanto órgano jurisdiccional, ejerce todas y cada una de las funciones
propias de la Jurisdicción, esto es, la genérica de resolución definitiva e
irrevocable, mediante la aplicación de la Constitución, de los especiales
conflictos que ante él se le plantean, y las específicas, consistentes en la
protección de los derechos subjetivos (fundamentales), el control
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(constitucional) normativo y la creación judicial del Derecho o complementación
del ordenamiento.
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Los reglamentos inconstitucionales, los cuales son controlados
difusamente por todos los tribunales ordinarios y, en especial, pueden
ser impugnados ante los tribunales de lo Contencioso-administrativo.
Los actos administrativos. Dichos procedimientos, como su nombre indica,
tienen por objeto declarar la nulidad de las normas que infrinjan la
Constitución.
Los procedimientos de control de la constitucionalidad son dos: el recurso de
inconstitucionalidad y la cuestión de inconstitucionalidad.
Recurso de inconstitucionalidad
El objeto de este recurso lo constituyen las disposiciones normativas con rango
de Ley, debidamente promulgadas, de lo que se infiere que es un recurso de
control posterior a la publicación de la ley.
Están legitimados para la interposición de este recurso el Presidente del
Gobierno, el Defensor del Pueblo, cincuenta diputados o senadores, todos ellos
en cualquier caso, y los Consejos de Gobierno o Asambleas legislativas de las
CCAA, tan sólo cuando se trate de disposiciones con fuerza de ley que puedan
afectar al ámbito de su autonomía.
Dicho recurso ha de interponerse dentro del plazo de tres meses a partir de la
publicación de la disposición impugnada, cuya vigencia puede ser suspendida por
el TC.
Cuestión o “duda” de inconstitucionalidad
Su campo de aplicación son las normas con rango de ley supuestamente
inconstitucionales, y que el juez ha de aplicar en un proceso determinado. Como
quiera que los Jueces no pueden dejar inaplicadas las leyes promulgadas por el
Poder Legislativo, ni tienen potestad para anularlas (a diferencia de los
reglamentos), cuando el Juez tiene una fundada duda sobre la constitucionalidad
de la norma, puede plantear la cuestión de inconstitucionalidad ante el TC,
quedando mientras tanto el proceso en suspenso, pendiente de que el intérprete
supremo de la Constitución despeje dicha duda mediante la confirmación o
anulación de la disposición objeto de dicha cuestión.
b) Los conflictos de competencia entre el Estado y las CCAA
De todos los hipotéticos conflictos que pueden surgir entre los distintos
poderes del Estado, los más importantes suelen ser los que enfrentan al Estado
con las Autonomías.
Las CCAA ostentan las competencias legislativas y de ejecución derivadas del
denominado “bloque autonómico de la constitucionalidad”, es decir, de la
asignación de competencias que efectúa la Constitución en los arts. 148 y 149,
los respectivos Estatutos de Autonomía o determinadas Leyes Orgánicas.
Como consecuencia de este reparto competencial, puede suceder que el Estado
promulgue alguna disposición o acto que invada materias de la competencia
exclusiva de las CCAA, o viceversa, en cuyo caso la parte gravada puede
solicitar del TC que declare a quién corresponde la titularidad de la
competencia controvertida y, si invadiere dicha distribución constitucional de
competencias, proceda a la anulación de la disposición impugnada.
c) Los conflictos en defensa de la Autonomía Local
Los Municipios y Provincias, previa la obtención del informe del Consejo de
Estado o del órgano consultivo competente de la Comunidad Autónoma, pueden
plantear ante el TC un conflicto a fin de que dicho Tribunal declare si la
39
disposición impugnada invade o no la autonomía local. Para ello, es necesario
que la Corporación solicite, dentro de los tres meses posteriores a la
promulgación de la Disposición con fuerza de Ley que supuestamente infringe la
autonomía local, el referido informe del órgano consultivo competente (que,
aunque no es vinculante, es preceptivo) e interponga su recurso dentro del mes
siguiente a la recepción de dicho dictamen.
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contencioso-administrativo, de Menores, de Vigilancia Penitenciaria y de
Violencia sobre la Mujer.
Órganos jurisdiccionales colegiados:
Audiencias: Provinciales y Nacional.
Tribunales: Superior y Supremo.
• El término Audiencia proviene de nuestro Derecho histórico y hace alusión a
que tradicionalmente las apelaciones eran orales, por lo que la misión de estos
Tribunales se circunscribía a escuchar las alegaciones o informaciones orales
de las partes. En sentido técnico, las Audiencias son también Tribunales.
• Así pues, los órganos jurisdiccionales unipersonales se denominan Juzgados y
los colegiados Tribunales, si bien la LEC 1/2000, de 7 de enero, ha complicado
innecesariamente las cosas al utilizar el término “tribunal” como
omnicomprensivo de órgano unipersonal y colegiado.
• Los Juzgados son órganos de instancia y, en cuanto tales, tienen como misión
recabar los hechos, verificar su prueba y aplicar el Derecho mediante la
Sentencia, en tanto que los Tribunales son órganos de segundo grado, bien de
apelación o de casación.
• La existencia de Juzgados (órganos de primera instancia) y de Tribunales (de
apelación o de casación) es una exigencia derivada, en último término, del
derecho fundamental “a un proceso con todas las garantías” y del derecho a los
recursos que el TC ha declarado implícito en el derecho a la tutela judicial
efectiva del artículo 24.1 CE.
41
Orden jurisdiccional social. Es competente para el conocimiento de todos los
conflictos, individuales y colectivos, de trabajo y de las pretensiones en
materia de Seguridad Social. Pertenecen a este orden jurisdiccional los
Juzgados de lo Social, la Sala de lo Social del TSJ y de la AN y la Sala 4ª o
de lo Social del TS.
D) Juzgados de Partido
Integran esta categoría los Juzgados de 1ª Instancia y de Instrucción y los
Juzgados de Violencia sobre la Mujer, que extienden su demarcación a un Partido
Judicial. Tienen su sede en la capital del partido. Cuando existan una
pluralidad de Juzgados de 1ª Instancia en un determinado Partido, se denominan
mediante un número cardinal (Juzgado de 1ª Instancia nº. 1, nº. 2, etc.).
El Partido Judicial es unidad territorial para la administración de justicia,
integrada por uno o varios municipios limítrofes y pertenecientes a una misma
provincia. Esta circunscripción puede coincidir con la de la comarca, pero no
necesariamente, pues, a diferencia del Municipio y de la Diputación Provincial,
las comarcas no fueron tomadas en consideración por el constituyente.
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• La Audiencia Nacional tiene tres Salas: Penal, Contencioso-Administrativo y
Social.
• Los Tribunales Superiores de Justicia tienen tres Salas: Civil y Penal,
Contencioso-Administrativo y Social, si bien algunos TSJ pueden tener más Salas
de esta índole. Las Salas pueden aparecer divididas en Secciones.
Las Secciones son conjuntos de tres o más Magistrados que, por razones de
división del trabajo, se constituyen en tribunales para el concreto
conocimiento de los asuntos que se les asignen.
• Las Audiencias Provinciales. Carecen de Salas, se dividen en Secciones,
normalmente de naturaleza permanente, que se denominan por un determinado
ordinal (Sección 1ª, 2ª, etc.). Pero, en otros Tribunales, como es el caso, por
ejemplo, del Tribunal Supremo, se constituyen aleatoriamente para el
conocimiento en concreto de cada asunto.
6. Órganos Colegiados
A) El Tribunal Supremo
Concebido en art. 123 de la CE como "Tribunal superior en todos los órdenes
jurisdiccionales", es el más alto grado de la jurisdicción (no en lo referente
a la CE cuya última palabra es del TC) y nuestro Tribunal de Casación. Mediante
la creación de su doctrina legal, asegura la interpretación uniforme del
Derecho.
Tiene su sede en Madrid, y extiende su jurisdicción a todo el territorio
español. Está integrado por 5+1 Salas:
a) La Sala 1ª, o Sala de lo Civil:
Conoce de los siguientes temas: de los recursos de casación, revisión y otros
extraordinarios en materia civil que establezca la ley; de las demandas de
responsabilidad civil por hechos realizados en el ejercicio de su cargo por los
altos dignatarios de la nación; de las demandas de responsabilidad civil por
hechos realizados en el ejercicio de sus cargos por Magistrados de la A.N. o de
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los TSJ; del reconocimiento y ejecución delas sentencias dictadas por los
tribunales extranjeros y de las que se pretenda su eficacia en España.
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B) La Audiencia Nacional
Al igual que el TS, la Audiencia Nacional tiene Jurisdicción para toda España y
su sede en la ciudad de Madrid. Se diferencia radicalmente del Tribunal Supremo
en que no es un órgano de casación, sino un Tribunal de Apelación o de
instancia sobre las tasadas materias que la LOPJ le ha confiado.
Está integrada por 4 Salas:
a) La Sala de Apelación:
Creada para posibilitar la instauración del derecho fundamental a la segunda
instancia penal, es competente para el conocimiento de los recursos devolutivos
contra las resoluciones de la Sala de lo Penal que la LECrim determine (art. 64
bis), la cual habrá de ser, en este extremo, reformada.
b) La Sala de lo Penal:
• Conoce del enjuiciamiento, salvo que corresponda en primera instancia a los
Juzgados Centrales de lo Penal, de las causas por los siguientes delitos:
• De las causas por delitos contra el titular de la Corona, su Consorte, su
Sucesor, Altos Organismos de la Nación y forma de Gobierno.
• Falsificación de la moneda, delitos monetarios, y relativos al control de
cambios.
• Defraudaciones y maquinaciones para alterar el precio de las cosas que
produzcan o puedan producir grave repercusión en la seguridad del tráfico
mercantil, en la economía nacional o perjuicio patrimonial en una generalidad
de personas en el territorio de más de una audiencia.
• Tráfico de drogas o estupefacientes, fraudes alimentarios y de sustancias
farmacéuticas o medicinales, siempre que sean cometidos por bandas o grupos
organizados y produzcan efectos en lugares pertenecientes a distintas
audiencias.
• Delitos cometidos fuera del territorio nacional.
• De los procedimientos penales iniciados en el extranjero o de la ejecución de
sentencias dictadas por Tribunales Extranjeros.
• De las cuestiones de cesión de jurisdicción en materia penal derivadas del
cumplimiento de Tratados Internacionales en los que España sea parte.
• De los procedimientos judiciales de extradición pasiva sea cual fuese el
lugar de residencia o en que se hubiere producido la detención del presunto
extradito.
• De los recursos establecidos en la Ley contra las sentencias y resoluciones
dictadas por los Juzgados Centrales de lo Penal y los Juzgados Centrales de
Instrucción y del Juzgado Central de Menores.
• De cualquier asunto que le atribuyan las Leyes (art. 65), de entre los que se
encuentra el conocimiento de los delitos de terrorismo.
c) La Sala de lo Contencioso-Administrativo:
• De los recursos contencioso-administrativo contra disposiciones y actos de
los Ministerios y Secretarios de Estado.
• De los recursos contencioso-administrativo contra los actos dictados por la
Comisión de Vigilancia de Actividades de Financiación del Terrorismo.
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También conoce de los recursos devolutivos que la ley establezca contra las
resoluciones de los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo.
d) La Sala de lo Social:
• De los procesos especiales de impugnación de convenios colectivos cuyo ámbito
territorial de aplicación sea superior al territorio de una Comunidad Autónoma.
• De los procesos sobre conflictos colectivos cuya resolución haya de surtir
efecto en un ámbito territorial superior al de una Comunidad Autónoma.
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otro órganos judiciales; de los recursos contencioso-administrativos que se
formulen contra los actos y disposiciones administrativas del Consejo de
Gobierno, de su Presidente o de los Consejeros; de los recursos contra las
disposiciones y actos de los órganos de gobierno de la Asamblea Legislativa en
materia de personal y actos de administración; del recurso contencioso
electoral contra los acuerdos de las Juntas Electorales sobre proclamación de
electos y sobre elección y proclamación de los Presidentes de las Corporaciones
Locales.
c) La Sala de lo Social:
El TSJ supone el último eslabón jurisdiccional dentro del orden social; en
efecto, conoce en única instancia de los procesos sobre controversias que
afecten a los intereses de los trabajadores y empresarios en un ámbito superior
al del territorio de un Juzgado de lo Social y no superior al de la Comunidad
Autónoma.
7. Órganos unipersonales
Los órganos jurisdiccionales unipersonales son los siguientes:
Juzgados de Paz.
Juzgados de Proximidad (si es aprobado el proyecto de ley de modificación
de la LOPJ).
Los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción, de lo Mercantil, de lo
Penal, de lo Social, de lo contencioso-administrativo, de Menores, de
Vigilancia Penitenciaria y de Violencia sobre la.
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Todos ellos son órganos de primera instancia, cuya función primordial consiste
en recabar, a través del proceso, todo el material de hecho y de Derecho
necesario para dictar la Sentencia, la que, a través del recurso de apelación,
podrá ser revisada por la Audiencia Provincial, tanto en la valoración de la
prueba, como en todo lo referente a la aplicación e interpretación del Derecho.
A) Juzgados de Paz
Tienen su sede en aquellos municipios en donde no exista Juzgado de 1ª
Instancia e Instrucción y limitan su demarcación a la del propio municipio.
Están administrados por jueces legos o no necesariamente Licenciados en Derecho
y con una competencia limitada a asuntos de pequeña cuantía y ciertas faltas
muy leves.
Tienen jurisdicción civil y penal, conociendo de los asuntos de ínfima cuantía
en primera instancia. Se trata de órganos jurisdiccionales con los que se
pretende solucionar los pequeños problemas que los vecinos de un municipio
puedan tener diariamente, sin tener que acudir a la jurisdicción del juez de
carrera.
C) Juzgados de lo Mercantil
Con carácter general, en cada provincia, con jurisdicción en toda ella, habrá
uno o varios Juzgados de lo Mercantil, que serán competentes para conocer de
cuantas cuestiones se susciten en materia concursal, en los términos previsto
en su Ley reguladora.
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Con carácter general, los Juzgados de Violencia sobre la Mujer tienen su sede
en la capital del partido judicial y su jurisdicción abarca dicho partido.
Excepcionalmente podrán extender su ámbito a dos o más partidos dentro de la
misma provincia. No obstante, la Ley prevé que en aquellas circunscripciones
donde sea conveniente, en función de la carga de trabajo, las competencias
propias de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer puedan ser asumidas por uno
de los Juzgados de Primera Instancia e Instrucción.
G) Juzgados de lo Social
Son órganos unipersonales de primera instancia de ámbito provincial o
interprovincial y con sede en la capital de provincia. Asimismo, pueden crearse
en determinados partidos cuando la proximidad a determinados núcleos de trabajo
lo aconseje.
Tienen competencia universal para el conocimiento de todos los conflictos
individuales y colectivos de trabajo no reservados en la primera instancia a la
Sala de lo Social del TSJ o de la AN.
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I) Juzgados de Menores y Juzgado Central de Menores
Tienen, por lo general, ámbito provincial, si bien la LO 7/2000 creó el Juzgado
Central de Menores con ámbito nacional para el conocimiento de delitos de
terrorismo cometidos por menores. Asimismo, la LOPJ permite la creación tanto
de Juzgados de Menores interprovinciales como intraprovinciales.
Tales Juzgados entienden de las causas por delito y de su responsabilidad civil
cometidos por menores de 14 a 18 años.
2. Evolución histórica.
A) El Jurado Español
De la evolución histórica del jurado español se pueden extraer las siguientes
conclusiones:
• Desde el punto de vista participativo, su carácter “burgués” (estaban
excluidos del oficio de jurado “los pobres de solemnidad”), “machista” (también
lo estaban las mujeres) y, en general, con un fuerte “absentismo” de las clases
medias (que solían excusarse mediante la aportación de certificaciones de
enfermedades imaginarias, lo que provocó que la Ley de 1933 impusiera fuertes
sanciones).
• Su carácter selectivo en la represión de los delitos: del jurado español se
decía que era galante y propietario, pues en los delitos pasionales (sobre
todo, si la acusada era una mujer) hacía gala de lenidad (falta de severidad),
en tanto que en los delitos contra la propiedad era extremadamente severo.
B) El Jurado Europeo
50
La historia del jurado europeo viene marcada por las siguientes etapas:
a) El jurado anglosajón:
El jurado es una institución inglesa, que fue importada a la Europa continental
tras la Revolución francesa, mediante la Ley 16-26 de septiembre de 1791. En su
primera manifestación, el jurado francés aparece concebido a imagen y semejanza
del inglés.
b) El jurado mixto:
La Ley francesa de 5 de marzo de 1932 significó un paso más en la esfera de
conocimiento del jurado, pues, aun manteniendo la estructura formal del jurado
anglosajón, posibilitó que, una vez pronunciado el veredicto y siempre que éste
fuera inculpatorio, se reunieran Jueces legos y Magistrados en un mismo
colegio, a fin de adoptar por mayoría la determinación cuantitativa de la pena.
El referido sistema mixto permaneció vigente en Francia hasta la promulgación
de la Ley de 25 de noviembre de 1941, que culminó dicha evolución,
transformando el jurado en un escabinado.
c) El escabinado:
El escabinado se caracteriza por la reunión de Jueces técnicos y legos en un
solo colegio, a quienes se les encomienda la función de deliberar y resolver la
totalidad del objeto procesal penal, decidiendo mediante el sistema de
mayorías, los hechos, la aplicación del Derecho y la individualización de la
pena.
Debido a que el escabinado se ha mostrado en su funcionamiento práctico como
muy superior al jurado anglosajón, con posterioridad a la 2ª Guerra mundial ha
acabado instaurándose en la práctica totalidad de los países europeos. El
modelo anglosajón o histórico español tan sólo permanece vigente en la Hig
Court inglesa, en USA, en Rusia y, ahora, en nuestro país, habiendo instaurado
los demás países europeos, bien el sistema mixto, bien el escabinado.
A) Modelo de Jurado
La Ley Orgánica 5/1995 ha zanjado toda especulación sobre el modelo de jurado
que se implanta en España. El legislador ha optado por establecer un jurado de
tipo anglosajón compuesto por nueve ciudadanos extraídos por sorteo del censo
electoral de cada provincia, a quienes se atribuye la función de dictar el
veredicto.
El Tribunal del Jurado está presidido por un Magistrado, que será de la
Audiencia Provincial, salvo que, por razón de aforamiento, el juicio del Jurado
deba realizarse ante el TS o el TSJ. El juicio del jurado tiene lugar sólo en
51
el ámbito de los órganos jurisdiccionales colegiados citados y se celebra con
mayor frecuencia en las Audiencias Provinciales.
52
Los requisitos y la capacidad para ser jurado se han regulado marginando
absolutamente cualquier sombra de discriminación por razón de sexo o de
posición económica, criterios que estuvieron presentes, sin embargo, en nuestra
legislación histórica. Los únicos requisitos que establece la Ley para ser
jurado son:
Ser español mayor de edad.
Encontrarse en el pleno ejercicio de los derechos políticos.
Saber leer y escribir.
Ser vecino, al tiempo de designación, de cualquiera de los municipios de
la provincia en que el delito se hubiera cometido.
No estar afectado por discapacidad física o psíquica que impida el
desempeño de la función de jurado.
Por otro lado, el Tribunal del Jurado:
Se asegura que dicha función será retribuida e indemnizada.
Se dispone que ser jurado se considera una función, cuyo cumplimiento
representa un deber inexcusable de carácter público y personal.
Se establecen una serie de medidas coercitivas para asegurar el
cumplimiento de la obligación.
53
Que no quede atribuido el conocimiento de dicho objeto a otra
Jurisdicción especial, a otro Tribunal especial o a otro orden
jurisdiccional.
2. Los límites de la Jurisdicción española: Principios generales y fueros
exclusivos [HOT]
El Poder Judicial forma parte del Estado y sus límites vienen determinados
fundamentalmente por el territorio y la ciudadanía española. El artículo 21.1
LOPJ, conjuga el criterio de la territorialidad con el de la personalidad, en
orden a determinar los límites de la Jurisdicción española y establece que “Los
juzgados y tribunales españoles conocerán de los juicios que se susciten en
territorio español entre españoles, entre extranjeros y entre españoles y
extranjeros con arreglo a lo establecido en la presente Ley y en los Tratados y
Convenios Internacionales en los que España sea parte.”
Existen determinadas excepciones a los referidos criterios de la
territorialidad y de la personalidad:
La inmunidad internacional o diplomática, establecida en diversos
convenios.
La inmunidad constitucional: Inviolabilidad del Rey y de Diputados y
Senadores por el ejercicio de su libertad de expresión.
Las contenidas en los artículos 22 y ss. LOPJ, que se denominan fueros.
Los fueros exclusivos de la Jurisdicción española se contemplan en los
siguientes artículos:
22: civil
23: penal
24: contencioso-administrativo
25: social
Al hablar de los fueros debemos tener en cuenta dos sentidos:
• Positivo. En este caso, los fueros son exclusivos, es decir, si se cumple el
presupuesto fáctico de las normas anteriores (artículos 22 a 25 LOPJ). Por
ejemplo, la de un litigio acerca de un derecho real sobre un inmueble sito en
España (art. 22.1) o la comisión de un delito en territorio español (art.
23.1). En este caso será siempre competente la Jurisdicción española.
• Negativo. Si no se cumple el anterior presupuesto, serán competentes para el
conocimiento del conflicto los tribunales de otro Estado, debiendo abstenerse
de conocer los tribunales españoles (art. 36.2 LEC). Por ejemplo, si el
inmueble anterior no está ubicado en España o se ha cometido el delito en un
país vecino.
54
orden público (así, p.e., no es válida la sumisión sobre cuestiones de estado
civil).
55
superior, mediante una decisión declarativa, afirmar a cuál de ellos le
corresponde su conocimiento. De este concepto se infiere que todos los
conflictos pueden ser positivos (cuando reclaman el conocimiento) o negativos
(cuando ninguno de ellos quiere conocer del asunto).
Atendiendo a la naturaleza de los órganos que intervienen en el conflicto,
distinguimos los siguientes:
57
3. Magistrados de los TSJ. Un jurista de reconocido prestigio con más de
diez años de ejercicio profesional.
58
D) Incompatibilidades y prohibiciones
Incompatibilidades
Incompatibilidades absolutas. Se prevén en el artículo 389 LOPJ, en cuya
virtud el cargo de Juez o Magistrado es incompatible con determinadas
actividades.
Incompatibilidades específicas o relativas. A ellas se refieren los
artículos 391 a 394 LOPJ. Se erigen en causas de abstención y son de dos
tipos: por razón de parentesco y de carácter profesional.
Prohibiciones
Prohibición constitucional. El artículo 127.1 CE contempla expresamente
como prohibición el desempeño por el Juez o Magistrado de cargos públicos
o su pertenencia a partidos o sindicatos. Esta prohibición la reitera el
artículo 395 LOPJ, precepto que amplía además las prohibiciones del
personal jurisdiccional a participar en cualquier tipo de campaña
electoral (fuera de emitir su voto), dirigir felicitaciones o censuras a
miembros del Poder Ejecutivo o asistir a manifestaciones o actos que nada
tengan que ver con la actividad judicial.
Asociacionismo judicial (no es prohibición). El artículo 127.1 CE
permite, a su vez, el asociacionismo judicial. Sólo pueden formar parte
de estas asociaciones los Jueces y Magistrados, sin que puedan afiliarse
a más de una.
61
Lo más correcto es configurar al MF como un órgano imparcial, promotor y
colaborador de la Jurisdicción, perteneciente “latu sensu” (en sentido amplio)
al Poder Judicial, aunque no se encuentre orgánicamente ubicado en él.
B) Órganos
La Fiscalía aparece configurada como una pirámide, en cuya cúspide se sitúa el
Fiscal General del Estado, asistido por determinados órganos.
Por debajo del FGE (Fiscal General del Estado) se encuentran:
Las Fiscalías del TC, TS, AN.
Las Fiscalías especializadas para la prevención y represión del tráfico
ilegal de drogas y para la represión de los delitos económicos
relacionados con la corrupción.
La Fiscalía de los TSJ.
Las Fiscalías de las AP.
En la Fiscalía de la Audiencia Nacional y en cada Fiscalía de los Tribunales
Superiores de Justicia y de las Audiencias Provinciales, existirá:
Una Sección de Menores.
Otra Sección contra la Violencia sobre la Mujer.
Las Secciones de Medio Ambiente.
C) Estatuto
Se caracteriza esencialmente por su similitud con el estatuto establecido
para los jueces y magistrados.
La carrera fiscal está formada por las diversas categorías de fiscales
que forman un Cuerpo único, organizado jerárquicamente. Consta de tres
categorías: Fiscal de Sala del TS, Fiscal y Abogado-Fiscal. El ingreso en
la carrera judicial tiene lugar a través de la oposición libre en todo
caso.
No podrán los fiscales en activo pertenecer a partidos políticos o
sindicatos. Les impide dirigir felicitaciones o censuras a los poderes
públicos o a Corporaciones Oficiales.
Régimen de responsabilidad personal.
62
En cuanto a la responsabilidad disciplinaria, régimen similar al previsto
para jueces y magistrados.
B) Imparcialidad
Por el principio de imparcialidad, el Ministerio Fiscal actuará con plena
objetividad e independencia en defensa de los intereses que le estén
encomendados.
Debido a que el MF no defiende derechos o intereses propios, sino ajenos (de
las víctimas, menores, personas desvalidas, etc.), así como los bienes e
intereses públicos socialmente relevantes, su actuación en el proceso es la
propia de una parte imparcial. El MF, al ser parte y no órgano jurisdiccional,
no puede ser recusado; pero, debiendo ser imparcial, está obligado a abstenerse
por las mismas causas de abstención que rigen para los jueces y Magistrados,
todo ello sin perjuicio de que el interesado ponga dicha causa en conocimiento
del superior jerárquico a fin de que sea debidamente apartado de la causa.
63
B) Función subjetiva
• Responsabilidad penal de menores. Ejercer las funciones que le encomienda la
legislación específica, debiendo orientar su actuación a la satisfacción del
interés superior del menor.
• Procesos civiles. En los procesos civiles que determine la ley:
Intervenir cuando esté comprometido el interés social o cuando puedan
afectar a personas menores, incapaces o desvalidas.
Velar por la protección procesal de las víctimas, promoviendo los
mecanismos previstos para que reciban la ayuda y asistencia efectivas.
Prevenir la comisión de detenciones ilegales, pudiendo visitar todos los
centros de detenidos.
Promover el “habeas corpus”.
2. La Policía Judicial
El artículo 126 CE dispone que “la policía judicial depende de los Jueces, de
los Tribunales y del Ministerio Fiscal en sus funciones de averiguación del
delito y descubrimiento y aseguramiento del delincuente, en los términos que la
Ley establezca.”
En desarrollo de este precepto constitucional, la LOPJ define y determina los
funcionarios que componen dicha policía judicial. La policía judicial hoy viene
integrada:
Por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: Policía Nacional y
Guardia Civil (dependientes del Gobierno Central).
Por las Policías de las Comunidades Autónomas: “ertzanza”, “mosos de
escuadra”, etc.
Por la Policía Local de los Ayuntamientos.
Junto a la anterior policía judicial genérica, se adscriben también a los
Juzgados, Tribunales y MF determinadas “unidades orgánicas de la policía
judicial” que proceden de las referidas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado.
No obstante, la dependencia de la policía judicial de los órganos
jurisdiccionales es sólo funcional y no orgánica (no existe una policía del
CGPJ), dependiendo en este último aspecto de sus mandos naturales (Ministerio o
Consejería del Interior, Ayuntamientos, etc.), quienes les pueden encomendar
otros cometidos de prevención y seguridad ciudadana.
65
3. Los médicos forenses
Son funcionarios de carrera que integran un Cuerpo Nacional de Titulados
superiores al servicio de la Administración de Justicia. Para su ingreso se
requiere ser Licenciado en Medicina.
Los Médicos Forenses asisten a los Juzgados y Tribunales, Fiscalías y oficinas
del Registro Civil, prestando sus conocimientos en la patología forense y
prácticas tanatológicas y asistiendo a los lesionados, detenidos sospechosos de
haber sido sometidos a tortura o enfermos relacionados con la justicia. A tal
efecto, emiten informes o dictámenes sobre el estado de salud de los lesionados
y la valoración de los daños corporales, así como las funciones de
investigación relacionadas con la Medicina legal.
66
Cuando el litigante, por carecer de recursos para satisfacer los
honorarios y derechos de tales profesionales, ha de requerir la
asistencia de un Abogado o Procurador del turno de oficio.
El imputado en un proceso penal que, siendo pobre o rico, no haga uso de
su derecho a la designación de un Abogado de su confianza, en cuyo caso
el Juez le proveerá también de un Abogado del turno de oficio.
Tanto la LOPJ como nuestras Leyes de Enjuiciamiento, desde siempre optaron por
un sistema dual en el ejercicio de la capacidad procesal, de manera que los
ciudadanos han de comparecer en el proceso representados por Procurador y
defendidos por un Abogado.
68
la del arrendamiento de obra y a la del arrendamiento de servicios que, en la
actualidad, es la tesis dominante.
A) En el proceso civil
No es preceptiva la intervención de procurador: a) En los juicios verbales cuya
cuantía no exceda de 900 euros y para la petición inicial de los procedimientos
monitorios, conforme a lo previsto en esta Ley; b) En los juicios universales,
cuando se limite la comparecencia a la presentación de títulos de crédito o
derechos, o para concurrir a Juntas, y c) En los incidentes relativos a
impugnación de resoluciones en materia de asistencia jurídica gratuita y cuando
se soliciten medidas urgentes con anterioridad al juicio (art. 23.2 LEC).
No es preceptiva la intervención de abogado en: a) los juicios verbales cuya
cuantía no exceda de 900 euros y la petición inicial de los procedimientos
monitorios, conforme a lo previsto en esta Ley, y b) Los escritos que tengan
por objeto personarse en juicio, solicitar medidas urgentes con anterioridad al
juicio o pedir la suspensión urgente de vistas o actuaciones. Cuando la
suspensión de vistas o actuaciones que se pretenda se funde en causas que se
refieran especialmente al abogado también deberá éste firmar el escrito, si
fuera posible (art. 31.2).
B) En el proceso penal
Como consecuencia de la vigencia del derecho del imputado a defenderse por sí
mismo o a contar con un abogado de su elección del art. 6 del Convenio Europeo
de Derechos Humanos, ha de reconocerse, en principio, la validez, tanto de la
defensa privada del imputado, como de la pública de su abogado defensor. Por
esta razón, la LECrim (Ley de Enjuiciamiento Criminal) otorga plena validez a
determinados actos procesales que, en el curso de una instrucción, puede el
imputado realizar sin la asistencia de su abogado o procurador.
Tales actos son los siguientes: el derecho de «habeas corpus», el auto del Juez
elevando la detención a prisión provisional, la recusación de los peritos y el
juicio de faltas, en donde no es preceptiva, ni la intervención del abogado, ni
la del procurador.
Por otra parte, en la instrucción del proceso penal abreviado, el abogado puede
asumir también simultáneamente la representación procesal.
Salvedad hecha de estas excepciones y especialidades, la intervención del
abogado y del procurador es siempre necesaria en todas las instancias del
proceso penal.
69
C) En el proceso contencioso-administrativo
En el proceso contencioso-administrativo es preceptiva la intervención de
abogado y de procurador ante todos los órganos colegiados con las siguientes
especialidades: a) en el proceso abreviado y, en general, ante todas las
actuaciones que transcurran ante los Juzgados de lo contencioso-administrativo,
puede el abogado asumir también la representación procesal; b) en los asuntos
de personal o que promuevan los funcionarios y demás empleados sobre su
relación funcionarial pueden comparecer personalmente sin la asistencia del
abogado y del procurador (art. 23.3).
D) En el proceso de trabajo
En la primera instancia no es preceptiva la intervención del abogado, ni del
procurador, pero pueden las partes otorgar la representación procesal, a un
procurador, a un abogado, a un graduado social o a cualquier persona que esté
en el pleno goce de sus derechos civiles. Ello no obstante, si una de las
partes compareciera mediante abogado, habrá de comunicárselo al Juez de lo
Social para que se le traslade a la contraparte el ejercicio de aquél derecho
en punto a poder comparecer también asistida de Letrado; en actuaciones
distintas a la del juicio, está obligado el Juez a garantizar la igualdad de
armas.
En las demás instancias, es preceptiva la intervención del abogado.
70
comprendidos los organismos autónomos e incluso las sociedades mercantiles
estatales y fundaciones con participación estatal. Asimismo pueden prestar su
colaboración a las Comunidades Autónomas y a los entes de la Administración
Local que requieran de sus servicios. Se exceptúan el Ministerio de Defensa y
de la Administración de la Seguridad Social, que tienen su Cuerpo especial de
Letrados.
71
A) Derecho de acceso a la Justicia
a) Titularidad [HOT]
La titularidad del derecho a la tutela corresponde a todos, es decir, a todos
los sujetos del Derecho:
A personas las físicas (nasciturus incluido, para todo lo que le sea
favorable).
A las personas jurídicas (privadas y públicas, tengan o no plena
capacidad jurídica).
Pueden ser nacionales, residentes de la Unión Europea o extranjeros,
legalizados o no en España.
b) El derecho de acción y las partes
El derecho de acción asiste a las siguientes partes:
A quien desee acceder al proceso para interponer una pretensión, esto es,
al actor en el proceso civil y al querellante o acusador en el penal.
A quien tenga que comparecer en el proceso como parte demandada o
imputada, si bien el artículo 24 CE denomina también a este derecho del
imputado como derecho de defensa.
73
El demandante ha de ser escrupuloso con el cumplimiento de los presupuestos
procesales (competencia, capacidad, depósitos, etc.). Si el incumplimiento de
tales requisitos procesales obedece a la actitud negligente de la parte, la
resolución definitiva será absolutoria o inadmisoria, pero fundada y
proporcionada, en cuyo caso no se habrá infringido el derecho a la tutela.
Pero, si los órganos judiciales, rehúyen de su obligación de solucionar
definitivamente el conflicto mediante la aplicación del Derecho material, se
habrá vulnerado el derecho a la tutela. Como señala el Tribunal Constitucional.
Las decisiones de inadmisión de los recursos que efectúen los órganos
judiciales sólo pueden ser objeto de revisión por parte del TC. Nuestro
ordenamiento procesal intenta prevenir o evitar estas resoluciones formales,
denegatorias del derecho de acción, mediante e examen por el Secretario y por
Juez, y al inicio del proceso, del cumplimiento de los presupuesto procesales,
debiendo otorgar a la parte interesada la facultad de subsanar sus posible
incumplimientos, los cuales, de estimarse a su término, provocarían una
sentencia absolutoria en la instancia, con lo que el demandante habría de
volver, previa la subsanación del defecto, a iniciar todo el proceso.
b) El derecho a la obtención de una resolución motivada, razonada y fundada en
Derecho
Debido al mandato constitucional, contenido en el art. 120.3 CE, conforme al
cual “las sentencias serán siempre motivadas”, el TC ha considerado incluido en
el derecho a la tutela la obligación de los Juzgados y Tribunales de motivar
las Sentencias. No obstante, este deber constitucional de motivación de las
Sentencias no puede ser meramente formal (por ejemplo, mediante la utilización
de fórmulas impresas), sino que ha de dar respuesta al objeto procesal trazado
por las partes. De esta forma, la Sentencia ha de ser:
Motivada en los hechos, lo que implica la determinación de los hechos
probados y la expresión del razonamiento por el cual el Tribunal obtiene
su conclusión.
Motivada en los Fundamentos de Derecho, en el que se ha de invocar el
Derecho aplicable e interpretarlo adecuadamente.
c) El derecho a la obtención de una sentencia congruente
Art. 218.1 LEC, «las sentencias deben ser... congruentes con las demandas y con
las demás pretensiones de las partes... harán las declaraciones que aquéllas
exijan, condenando o absolviendo al demandado y decidiendo todos los puntos que
hayan sido objeto de debate».
De todas las modalidades de incongruencia, el derecho a la tutela judicial tan
solo ampara las siguientes modalidades:
Incongruencia omisiva o “ex silentio”, que se producirá cuando el órgano
judicial deje sin contestar alguna de las pretensiones sometidas a su
consideración por las partes.
Incongruencia mixta o por error, que se daría cuando el Tribunal razona
sobre otra pretensión ajena al objeto del proceso.
74
dispositiva de las sentencias, pues la satisfacción, que ha de otorgar el
proceso, ha de ser plena y práctica y no meramente platónica o irreal.
El artículo 18.2 LOPJ establece que las sentencias se ejecutarán en sus propios
términos. La inejecución de una sentencia abre también las puertas al recurso
de amparo, pues la tutela judicial efectiva ha de impedir que las Sentencias y
los derechos en ellas reconocidos se conviertan en meras declaraciones de
intenciones sin alcance práctico ni efectividad alguna.
B) Personas jurídicas
La LAJG (Ley de Asistencia Jurídica Gratuita), de Asistencia Jurídica Gratuita,
extiende el reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita, previa
acreditación de insuficiencia de recursos para litigar, a determinadas personas
jurídicas, tales como:
• Las Fundaciones inscritas en el Registro administrativo correspondiente.
• Las Asociaciones de utilidad pública, dentro de las que están incluidas:
Las Entidades Gestoras y Servicios Comunes de la Seguridad Social.
La Cruz Roja Española.
Las Asociaciones de Consumidores y Usuarios.
Las asociaciones que tengan como finalidad la protección de personas con
discapacidad.
75
La Ley de Asistencia Jurídica Gratuita reconoce el derecho a la asistencia
jurídica gratuita únicamente a las personas jurídicas de “interés general”,
excluyendo, en cambio, a las sociedades, dado su marcado fin de interés
particular.
76
el Impuesto de Sociedades fuese inferior a la cantidad equivalente al triple
del salario mínimo interprofesional.
Con el fin de evitar una utilización fraudulenta del derecho a la asistencia
jurídica gratuita, sólo podrán gozar de dicho derecho quienes litiguen o vayan
a defender en juicio derechos o intereses propios. Obviamente, este requisito
no puede operar en relación con quien es imputado o acusado en un proceso
penal, pues, dada la naturaleza del proceso penal, la legitimación se concede
formalmente a priori, siendo la sentencia firme la que la confirma o niega
materialmente, no existiendo posibilidad alguna de transmisión fraudulenta del
derecho.
77
Tributaria cuantos datos obren en su poder, así como oír a la parte o
partes contrarias en el proceso o contra las que se pretenda ejercitar la
acción, siempre y cuando sean conocidas y se estime pueden aportar datos
sobre la real situación económica del solicitante.
La naturaleza administrativa del procedimiento no significa que los órganos
jurisdiccionales estén ausentes en el reconocimiento, ya que la Ley garantiza
el control judicial sobre la aplicación efectiva del derecho, otorgando al Juez
o Tribunal que esté conociendo del proceso principal la competencia para el
conocimiento de las impugnaciones que se promuevan contra las resoluciones
adoptadas por las Comisiones. Contra el auto dictado por el Juez o Tribunal no
cabe la interposición de recurso alguno.
EL PROCESO
Capítulo 18 - El proceso
1. Concepto
El proceso es el instrumento que tiene el Poder Judicial para resolver los
conflictos que se planteen ante sus órganos (Juzgados y Tribunales).
Dentro de los distintos medios de solución de los conflictos el proceso
pertenece a la heterocomposición, por cuanto, al igual que acontece con el
arbitraje, la resolución del conflicto se encomienda a un tercero imparcial,
situado supra partes.
El proceso se diferencia del arbitraje, en lo siguiente:
Por la causa del encargo que recibe este tercero. En el arbitraje
proviene de un negocio jurídico o contrato suscrito entre las partes,
mientras que en el proceso procede del oficio de Derecho público que liga
al Juez con el Estado.
Por su estatuto jurídico. Árbitro puede ser cualquier sujeto de derecho,
en tanto que los Jueces poseen un peculiar régimen jurídico.
Por su objeto. Al arbitraje tan sólo cabe acudir para dirimir conflictos
intersubjetivos de naturaleza disponible, en tanto que el objeto procesal
puede recaer sobre derechos subjetivos públicos, sobre conflictos
sociales y sobre derechos subjetivos privados. En el proceso el objeto es
mucho más amplio.
2. Notas esenciales
El proceso se caracteriza por una relación triangular. Se destaca, de un lado,
la supremacía del tercero-juez, en tanto titular de la potestad jurisdiccional
y de otro, la situación de enfrentamiento o contradicción en la que se
encuentran las partes. A las partes se les denomina:
Actor o demandante y demandado en el proceso civil, laboral y
administrativo.
Parte acusadora y defensa en el proceso penal.
J
A D
78
A) La acción y demás derechos constitucionales de incidencia procesal
La relación triangular surge como consecuencia del ejercicio del derecho de
acción o de tutela (art. 24.1 CE), que es el primer derecho constitucional de
incidencia procesal que ha de ser ejercitado para que pueda nacer el proceso.
La acción es el motor del proceso, sin cuyo ejercicio, mediante el pertinente
acto procesal, no se puede acceder a la Jurisdicción, ni puede nacer el
proceso.
El acto procesal mediante el cual se inicia el proceso, se denomina:
Demanda en el proceso civil y laboral.
Querella en el penal.
Escrito de interposición del recurso en el proceso contencioso-
administrativo.
Este derecho de acceso no asiste exclusivamente al actor o acusador, sino que
también se le ha de otorgar al demandado o al imputado. Este derecho de acceso
en la parte pasiva al proceso se le denomina derecho de defensa, que también se
encuentra protegido por el artículo 24.2 CE.
Una vez dentro del proceso, ambas partes han de gozar de todo un conjunto de
derechos y garantías de incidencia procesal, que se resumen en el derecho al
proceso justo o debido.
De este modo, con independencia de los derechos de tutela y de defensa, del
art. 24.2 CE podemos citar los siguientes derechos constitucionales de
incidencia procesal:
Derecho al Juez legal imparcial.
Principios de contradicción, de igualdad de armas y acusatorio.
Derecho del imputado al silencio y a no declarar contra sí mismo.
A ser defendido por un Abogado y al conocimiento previo de la imputación.
Derecho a utilizar la prueba pertinente.
A no ser condenado sin actividad probatoria.
Derecho a los recursos preestablecidos en el ordenamiento.
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C) Las posibilidades y cargas procesales
• Las posibilidades procesales pueden conceptuarse como oportunidades
procesales que se les ofrecen a las partes en el curso del proceso y mediante
cuyo ejercicio obtienen determinadas ventajas o acrecientan sus expectativas a
una sentencia favorable (así, una vez presentada la demanda o concluida la fase
de alegaciones, se le ofrece al demandante la posibilidad de solicitar o no la
apertura de la fase probatoria).
• Las cargas procesales son los actos procesales que debe realizar la parte
interesada a fin de que pueda prevenir una desventaja procesal o, en último
término, evitar una sentencia desfavorable (por ejemplo, el demandado ha de
comparecer a fin de evitar los desfavorables efectos de la “rebeldía”; el actor
tiene la carga de la prueba de los hechos constitutivos de su pretensión y el
demandado la de los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes, etc.).
3. Los presupuestos procesales
Es preciso que las partes, en el momento de ejercitar su derecho de acción o de
defensa, cumplan con determinados requisitos, sin cuya concurrencia el Juez no
puede entrar a conocer sobre el objeto del proceso o fondo del asunto. Los
presupuestos procesales condicionan la admisibilidad o válida emisión de la
Sentencia, que ha de resolver el conflicto jurídico material planteado, pero
han de concurrir en el momento del acceso de las partes al proceso.
Presupuestos del órgano jurisdiccional. Los presupuestos del Juez son la
jurisdicción y la competencia en cada una de sus manifestaciones
(objetiva, territorial y funcional).
Presupuestos de las partes. La capacidad para ser parte y de actuación
procesal, la postulación y el derecho o capacidad de conducción procesal.
Presupuestos del objeto procesal. El procedimiento adecuado, la
litispendencia (litigio pendiente) y la cosa juzgada.
A) Elementos
a) Subjetivo: la legitimación
La pretensión, en primer lugar, tan sólo puede ser deducida por quien ostenta
la legitimación activa (demandante) y tan sólo puede ser dirigida contra quien
tiene la legitimación pasiva (demandado).
La legitimación es una relación jurídica, trazada por una norma de carácter
material, que ha de ligar a la parte demandante y demandada con el derecho,
bien o interés que se discute en el proceso.
La legitimación puede ser activa y pasiva, según haya de observarla el
demandante o el demandado. La carga procesal de determinar la legitimación
80
incumbe exclusivamente al actor. Si viniera a faltar alguna de ellas será el
demandado quien podrá obtener una sentencia desestimatoria de la pretensión.
b) Objetivos
La petición
La petición es la declaración de voluntad a la que se contrae la pretensión.
Dicha declaración se suele plasmar en el suplico o solicito de los escritos de
alegaciones de las partes y en él se individualiza la pretensión, permitiendo
inferir su naturaleza (declarativa, de condena, constitutiva), a la vez que se
determina también el objeto del proceso sobre el que versará la actividad
decisoria del Juez. Por esta razón, la petición establece los límites de la
obligación de congruencia judicial, de tal modo que el órgano jurisdiccional no
podrá otorgar, en su sentencia, más de lo pedido por el actor, menos de lo
resistido por el demandado, ni cosa distinta a lo solicitado por ambas partes
en sus respectivas peticiones.
Fundamentación fáctica
La petición, por sí sola, no constituye el objeto del proceso, sino que precisa
de una fundamentación fáctica, con las propias peculiaridades de las distintas
tipologías de procesos.
B) Clases de pretensiones
Atendiendo a su naturaleza, las pretensiones pueden clasificarse en
declarativas, de condena y constitutivas.
Pretensiones declarativas. De lo que se trata es de obtener del juez el
reconocimiento o la declaración de preexistencia jurídica de un
determinado derecho subjetivo o situación jurídica individualizada. Por
ejemplo, que el Juez declare la existencia de una determinada servidumbre
o la nulidad radical de un contrato por falta de concurrencia de sus
elementos constitutivos.
Pretensiones de condena. Están dirigidas a obtener la condena judicial
del deudor al cumplimiento de una determinada prestación de dar, hacer o
no hacer. Así, todas las reclamaciones de cantidad en las que se solicita
la condena al pago de una suma dineraria, la petición de condena a la
demolición de una obra o a abstenerse de efectuar una determinada
prestación, etc.
Pretensiones constitutivas. Tienen por objeto conseguir la creación,
modificación o anulación de un derecho o de una situación jurídica. En la
práctica forense y dentro de las relaciones del Derecho privado son muy
escasas, alcanzando una mayor virtualidad en la esfera del Derecho
público.
En el proceso civil tienen cabida todas y cada una de las referidas
pretensiones, en tanto que en el proceso penal las pretensiones son siempre de
condena.
C) Requisitos formales
La pretensión ha de reflejarse en el escrito de alegaciones de las partes
destinado al efecto.
En la inmensa generalidad de los casos dicha declaración de voluntad es
planteada por el actor en su escrito de demanda, pero excepcionalmente puede
81
ocurrir que, frente a la demanda, el demandado no se limite a contestarla, sino
que formule, a su vez, una nueva pretensión contra el actor. Dicha pretensión,
que ha de formalizarse en el escrito de contestación a la demanda, se denomina
reconvención y, mediante ella, pasa el demandado a asumir el rol de actor. Por
ejemplo, A demanda a B en reclamación de cantidad; B contesta a la demanda y
afirma que no sólo no debe nada a A, sino que además pide al Juez que condene a
A al pago de otra cantidad por otra causa distinta.
Ahora bien, salvedad hecha de la posibilidad procesal del demandado de formular
reconvención, el acto procesal en el que se interpone la pretensión es la
demanda, y en ella se confunden el ejercicio del derecho de acción (pues la
demanda es el acto de iniciación del proceso) y la formalización de la
pretensión.
En la demanda y en la reconvención han de concurrir todos los requisitos o
elementos de la pretensión. Sin embargo, en otros procesos, el momento de
ejercicio de la acción y el de la interposición de la pretensión aparecen
distanciados procedimentalmente:
En el proceso contencioso-administrativo el derecho de acción se ejercita
en el escrito de interposición del recurso contencioso-administrativo, en
el que además se anticipa la “petición”, pero la pretensión se interpone
más tarde, en el escrito de demanda.
En el proceso penal la acción se ejercita en la querella y demás actos de
iniciación del proceso y la pretensión se deduce en los escritos de
calificación provisional o acta de acusación.
A) Jurídica
La satisfacción procesal que ha de otorgar la sentencia se caracteriza por
estar necesariamente fundada en Derecho. Así se encarga de establecerlo el art.
248.3 LOPJ, en cuya virtud las sentencias contendrán una declaración de hechos
probados, “los fundamentos de derecho y, por último, el fallo”.
B) Razonada
La aplicación del Derecho no puede efectuarse de una manera arbitraria. A
diferencia del Antiguo Régimen, en el que les estaba prohibido a los jueces
motivar las sentencias, en el actual Estado de Derecho no sólo hay que cumplir
con dicho deber de motivación, sino que se debe aplicar la norma reclamable al
caso concreto. La Sentencia no sólo ha de estar formalmente, sino también
materialmente motivada o, dicho en otras palabras, la satisfacción jurídica ha
de ser razonada y razonable.
C) Completa
El ordenamiento garantiza al actor la posibilidad de obtener una satisfacción
completa de su pretensión. Para conseguir dicho objetivo se establece la
obligación de los Jueces de ser congruentes en las Sentencias con las
82
pretensiones que se les planteen. El órgano judicial no podrá otorgar en su
sentencia más de lo pedido por el actor, menos de lo resistido por el
demandado, ni cosa distinta a lo solicitado por ambas partes en sus respectivas
peticiones. Si otorgaran una satisfacción parcial o incompleta, la parte
afectada estará legitimada para la interposición del correspondiente recurso.
D) Estable
La satisfacción jurídica debe ser permanente e irrevocable. De lo contrario, la
sentencia no tendría otro valor que el de un consejo y la insatisfacción podría
reproducirse inmediatamente.
Para garantizar el principio constitucional de seguridad jurídica surge la
institución de la cosa juzgada, uno de cuyos efectos primordiales consiste en
evitar que pueda reproducirse el conflicto en un ulterior proceso entre las
mismas partes y siempre y cuando la causa de pedir sea la misma.
E) Práctica
La satisfacción jurídica debe ser real o práctica. Por esta razón, otro de los
efectos positivos de la cosa juzgada es su ejecutoriedad.
Mediante la ejecutoriedad se llevan a cabo los fallos de los Tribunales, para
lo que existe el proceso de ejecución, ejecución forzosa o vía de apremio que
también se residencia en los órganos jurisdiccionales. No podemos olvidarnos
que el artículo 117.3 CE indica que la potestad jurisdiccional no sólo consiste
en “juzgar”, sino también en “hacer ejecutar lo juzgado”.
A) Contradicción
Nota esencial de todo proceso es la existencia de dos posiciones enfrentadas:
la del actor que interpone su pretensión y la del demandado oponiéndose a la
misma. En el proceso moderno, se ha reafirmado la idea de que la evidencia no
puede lograrse sino mediante la oposición entre dos ideas contrapuestas, el
choque entre la pretensión o acusación y la defensa o resistencia.
Comparecida formalmente la parte activa, es necesario que la parte pasiva pueda
conocer la pretensión a fin de poder contestar con eficacia. A partir de aquí,
todos los actos procesales están también presididos por el principio de
contradicción, de tal manera que, tanto en los sucesivos escritos de
alegaciones, como en la ejecución de la prueba, habrá de respetarse el mismo
83
orden: en primer lugar, realizará el acto la parte demandante y posteriormente
la demandada.
Del principio de contradicción pueden destacarse las siguientes notas:
a) El derecho de acceso al proceso
Debe garantizarse el “libre acceso a los Tribunales” a fin de que, tanto el
actor/acusador, como el demandado/imputado, puedan libremente ejercitar sus
respectivos derechos de acción y de defensa y acceder al proceso, tanto a su
fase declarativa como a cualquiera de sus instancias. Dicho libre acceso ha de
ser efectivo, tal como señala el artículo 24.1 CE.
b) La adquisición del "status" de parte
No deben producirse en el proceso situaciones materiales de indefensión como
consecuencia de la escasez de recursos económicos para litigar, a cuyo fin se
establece la asistencia jurídica gratuita y, en el ámbito del proceso penal, el
Juez habrá de designar Abogado de oficio al imputado (sea pobre o rico) que no
quiera designar un Abogado de su elección desde el mismo momento que resulte
imputado en un determinado procedimiento.
c) El derecho a la "última palabra"
El derecho a la “última palabra” adquiere una significación especial en el
proceso penal. Así lo consagra el art. 739 LECrim, como última manifestación
del principio de contradicción en la primera instancia penal.
La observancia de este trámite es la principal manifestación del principio
general de derecho de que “nadie puede ser condenado sin ser previamente oído”
y es de inexcusable cumplimiento, no sólo en el proceso penal, sino también en
cualquier procedimiento administrativo de carácter sancionador. No obstante, el
acusado puede renunciar a él y ejercitar su no menor derecho constitucional al
silencio.
B) Igualdad de armas
Para que la contradicción sea efectiva, es necesario que ambas partes
procesales, actor y demandado, acusación y defensa, ostenten los mismos medios
de ataque y de defensa o, lo que es lo mismo, tengan idénticas posibilidades y
cargas de alegación, prueba e impugnación.
Al principio de igualdad se atenta cuando dentro del proceso y sin fundamento
alguno, se le concede a alguna de las partes determinadas posibilidades de
alegación, prueba o impugnación, que se le niegan a la contraria.
El principio de igualdad se encuentra proclamado en el principio constitucional
del artículo 14 CE y en el derecho a un “proceso con todas las garantías” y ha
de estar presente en todas y cada una de sus instancias, hasta la obtención de
una resolución definitiva y firme.
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A) El principio dispositivo
El principio dispositivo entraña un poder de disposición por las partes del
derecho de acción y del objeto del proceso. Puede afirmarse que un proceso está
regido por el principio dispositivo cuando en él concurren las siguientes notas
esenciales:
a) Poder de disposición sobre el derecho material
En un proceso regido por el principio dispositivo, no puede el Juez de oficio
entablar un proceso entre las partes. Ante el nacimiento de un conflicto, las
partes son enteramente dueñas de acudir al proceso o de solucionarlo fuera de
él, acudiendo a fórmulas autocompositivas o al arbitraje. Como excepción están
los procesos civiles inquisitorios, esto es, los relativos al estado civil de
las personas (procesos de familia, filiación e incapacitación).
b) Poder de disposición sobre la pretensión
En los procesos civiles informados por el dispositivo, las partes, no sólo son
dueñas del ejercicio de la acción o de la incoación (comenzar los primeros
trámites de un proceso, un pleito o un expediente) del proceso, sino también de
la pretensión y del proceso mismo, pudiendo disponer de él a través de toda una
serie de actos que, con la fuerza de la cosa juzgada o sin ella, ocasionan la
terminación anormal, sin sentencia y con anterioridad a ella, del
procedimiento.
Pero naturalmente, y al igual que acontece con la disponibilidad del derecho de
acción, es necesario que las partes ostenten la titularidad de la pretensión,
ya que, cuando ello no acontezca, la renuncia a la pretensión podrá declararse
nula y reconocerse legitimación al MF o a terceros para poder obtener la
declaración judicial de dicha nulidad. Por la misma razón, en los procesos
civiles inquisitorios, en los que las partes no ostentan poder de disposición
alguno sobre la pretensión, tampoco pueden ocasionar la finalización anormal
del procedimiento.
c) Vinculación del Juez a la pretensión
Las partes vinculan mediante sus pretensiones la actividad decisoria del Juez.
Una sentencia será incongruente cuando el fallo o su parte dispositiva otorgue
más de lo solicitado por el actor, menos de lo resistido por el demandado,
omita pronunciarse sobre alguna de las pretensiones u otorgue cosa distinta a
la solicitada por las partes.
B) El principio acusatorio
Si el principio dispositivo informa el objeto del proceso civil, el acusatorio
cumple con similar función en el proceso penal.
Un proceso penal está presidido por el principio acusatorio cuando:
Las fases de instrucción, y de enjuiciamiento y decisión se encomiendan a
dos distintos órganos jurisdiccionales.
La acusación es encomendada a un sujeto distinto al órgano
jurisdiccional, que ha de dictar su sentencia con absoluto respeto al
principio de congruencia con la pretensión penal.
a) Desdoblamiento de la función instructora y decisoria
En el moderno proceso penal una nota definitoria es que las funciones de
instrucción, de un lado, y las de enjuiciamiento y decisión, de otro, han de
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estar encomendadas a dos órganos distintos: al Juez de Instrucción o Ministerio
Público la primera, y al Jurado, Tribunal o Juez de lo Penal, la segunda.
Funciones de instrucción: Juez de Instrucción o Ministerio Público. Fase
de instrucción, dirigida a la investigación del hecho punible y la de su
presunto autor (mediante la incoación del sumario o de las diligencias
previas).
Funciones de enjuiciamiento y decisión: Jurado, Tribunal o Juez de lo
Penal. Fase oral y Sentencia.
A) El proceso de declaración
El proceso o fase declarativa está compuesto por un conjunto de actos
procesales que tienden a lograr del tribunal la satisfacción de la pretensión,
hecha valer en el proceso, mediante una resolución judicial de contenido
determinado.
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El proceso declarativo se estructura, a su vez, en las siguientes fases
esenciales: alegaciones, prueba, conclusiones, Sentencia e impugnación.
a) Fase de alegaciones
La fase de alegaciones tiene por finalidad introducir el objeto procesal con
todos sus elementos esenciales. Dicho objeto está integrado por la pretensión,
de cuyos elementos hay que destacar: a) subjetivos: la determinación del órgano
jurisdiccional competente, de un lado, y la de las partes procesales, de otro y
b) la petición y los hechos con relevancia jurídica que la fundamentan.
Los actos de alegación pueden configurarse como actos de postulación en los que
se introducen la pretensión y sus hechos que la fundamentan y que, si son
controvertidos, se erigen en el tema de la prueba. Durante esta fase deben las
partes, de conformidad con el principio de aportación, introducir los hechos
que sustancian sus pretensiones y proponer la prueba pertinente en relación a
tales hechos.
En el proceso civil, el acto de postulación más importante es la demanda,
que supone el ejercicio simultáneo del derecho de acción y de la
pretensión.
En el proceso penal y en el contencioso-administrativo, dichos actos
procesales aparecen distanciados temporal y procedimentalmente:
Proceso penal. La acción se ejercita en el acto de iniciación
(denuncia, querella, iniciación de oficio). Sin embargo, la
pretensión sigue un procedimiento escalonado: instrucción, escrito
de acusación y conclusiones definitivas.
Proceso contencioso-administrativo. La acción se ejercita en el
acto de interposición del recurso contencioso-administrativo. La
interposición de la pretensión se realiza, una vez superada la fase
de admisión del recurso y recibido el expediente de la
Administración mediante el escrito de demanda.
b) Fase de prueba
Como regla general, la actividad probatoria incumbe a los sujetos procesales y,
de entre ellos, fundamentalmente a las partes.
A las partes les corresponde también la proposición y práctica de la prueba,
mediante la instauración del contradictorio, en un juicio público en el que las
partes con igualdad de armas han de convencer al tribunal Sentenciador. También
los jueces pueden disponer de oficio de la práctica de medios de prueba e
intervenir en la misma, formulando preguntas a las partes, testigos y peritos.
c) Fase de conclusiones y sentencia
El término “conclusiones” admite distintos significados en función del orden
jurisdiccional ante el que nos encontremos:
Proceso civil. Consisten en un resumen de los hechos relevantes y en una
valoración del resultado de las pruebas practicadas sobre tales hechos.
Proceso penal. Son actos de postulación mediante los cuales las partes
deducen definitivamente sus respectivas pretensiones con arreglo al
resultado de la prueba y sin que puedan modificar su contenido esencial.
Estas pretensiones ya habían sido formalizadas, si bien con carácter
provisional, en los escritos de calificación o de acusación.
El órgano judicial, en el ejercicio de su potestad jurisdiccional, pone fin al
proceso de manera definitiva, mediante la oportuna Sentencia, resolución
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judicial en la que, si concurren los presupuestos procesales, resolverá el
fondo del asunto, ya sea estimando o desestimando las pretensiones de las
partes.
d) Los recursos
Frente a la resolución judicial, que pone fin al proceso de declaración, la
parte que se sienta perjudicada dispone de un conjunto de actos de postulación
(recursos) a través de los cuales puede obtener su revisión, ya sea por el
mismo órgano judicial que la dictó, ya sea por otro superior.
B) El proceso de ejecución
Para que la tutela judicial merezca el calificativo de «efectiva» precisa, con
frecuencia, de la intervención de los órganos judiciales tras la resolución del
conflicto a fin de dar adecuado cumplimiento a lo declarado en los títulos de
ejecución, cuyo principal exponente es la Sentencia, impidiendo que ésta se
convierta en una mera declaración de intenciones carente de eficacia práctica.
La actividad jurisdiccional puede no agotarse con la mera declaración contenida
en la Sentencia, siendo necesaria una actividad posterior de acomodación de la
realidad a la Sentencia, que conforma lo que se denomina proceso de ejecución,
esto es, actuaciones que tienen como finalidad realizar por la fuerza lo
ordenado en un título definitivo e irrevocable (Sentencia).
En el proceso de ejecución, a diferencia del proceso de declaración, el Estado
adquiere, a través de los órganos jurisdiccionales, un indiscutible
protagonismo, en la medida en que es el sujeto principal y el único legitimado
para realizar las actuaciones, constricciones, apercibimientos y actos de
expropiación que lo integran.
C) El proceso cautelar
El proceso o tutela cautelar, que también reconoce el art. 5 LEC es la justa
respuesta a una necesidad creada por el propio proceso de declaración.
El proceso de declaración está estructurado en una serie de actos procesales, a
través de los cuales y en contradicción entre las partes, se aportan los
hechos, se produce la prueba de las alegaciones y se introducen las
argumentaciones jurídicas, con todo lo cual el órgano jurisdiccional dispone de
los elementos necesarios para dictar una Sentencia, resolviendo sobre el fondo
del asunto. Además, es posible que la pretensión pueda reiterarse, con mayor o
menor extensión, ante otros órganos jurisdiccionales, con anterioridad a que el
Derecho reconozca a la Sentencia la eficacia necesaria para incidir en la
esfera jurídica de las partes.
Toda esta actividad, que indudablemente requiere tiempo, resulta justificada
para que la potestad jurisdiccional se ejercite con garantías de acierto.
Pero, al mismo tiempo, desde la perspectiva de la parte activa del proceso esta
demora puede constituir un inconveniente, en la medida en que puede ser
aprovechada por la contraparte para llevar a cabo determinadas actuaciones
(así, un alzamiento de bienes) que impidan o dificulten gravemente la
efectividad de la tutela que pueda ser concedida en la resolución judicial que
pone término al proceso de declaración.
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Por ello, y con el fin de garantizar el derecho a la ejecución de las
resoluciones judiciales en sus propios términos, ha de regir también el derecho
a la tutela cautelar, el cual, en términos generales, es el que asiste a las
partes procesales a obtener del Juez o Tribunal la adopción de las medidas que,
en cada caso, resulten necesarias para asegurar la total efectividad del futuro
pronunciamiento de fondo, adopción lógicamente subordinada a la concurrencia de
los requisitos y presupuestos que tradicionalmente condicionan la tutela
cautelar, esto es, el peligro por la mora o retraso procesal y la apariencia de
buen derecho.
Dicho concepto es plenamente válido para las medidas cautelares que se adoptan
en los órdenes jurisdiccionales civil, contencioso-administrativo y laboral o
social. En relación con el proceso penal, junto a la finalidad de garantizar la
ejecución de una posible Sentencia condenatoria o garantizar la presencia del
imputado en el momento de realización del juicio oral, las medidas cautelares
cumplen también otros objetivos, tales como el de evitar la destrucción o
desaparición de las fuentes de pruebas relevantes para el enjuiciamiento, e
incluso, aun cuando pueda resultar discutible, por su naturaleza extracautelar
o de medida de seguridad, eludir el riesgo de que el imputado pueda cometer
otros hechos delictivos.
90
aquellas materias que hayan de ser ventiladas a través de un
procedimiento especial.
Cognición. Se caracterizan por la plenitud de su cognición. En ellos ha
de plantearse la totalidad de la relación jurídica material debatida, a
diferencia de los sumarios, en donde tan sólo cabe formalizar
determinados aspectos de dicha relación.
Sentencias. Gozan de la totalidad de los efectos materiales de la cosa
juzgada y, de modo particular, el efecto negativo o excluyente,
consistente en la imposibilidad de volver a reproducir el conflicto en un
proceso ulterior cuando haya recaído una sentencia firme en un proceso
ordinario y naturalmente se cumplan las tres identidades de la cosa
juzgada (de sujetos, cosas y títulos de pedir).
Garantías de las partes. El proceso ordinario se distingue también de los
especiales y sumarios por el mayor incremento de las garantías de las
partes y de las posibilidades de alegación, prueba e impugnación.
Todos los órdenes jurisdiccionales cuentan, al menos, con dos procesos
declarativos ordinarios, con la sola excepción del proceso penal que mantiene
tres:
El común para delitos graves.
El abreviado para los delitos menos graves y leves.
El de faltas para el conocimiento de tales contravenciones.
B) Procesos especiales
Son procedimientos sustancialmente acelerados creados por el legislador al
observar la lentitud, carestía e ineficacia de los procesos ordinarios.
Destino. La característica primordial de tales procesos reside en la
especialidad de su objeto. A diferencia de los ordinarios, en los que se
puede deducir cualquier género de objeto procesal, en los procedimientos
especiales tan sólo puede debatirse la relación jurídico material para
cuya protección fue creado un determinado procedimiento especial. Tales
relaciones jurídicas pueden ser de cualquier naturaleza:
Dispositivas. P.e., procesos en materia de arrendamientos,
retracto, impugnación de acuerdos, seguridad social, personal,
injurias y calumnias, etc.
No dispositivas. P.e. procesos de familia, paternidad y filiación,
procesos penales contra “aforados”.
Cognición. Los procesos especiales se asemejan con los procesos
ordinarios en que la cognición es amplia.
Garantías de las partes. Son amplios los medios de ataque y defensa.
Sentencia. Gozan, al igual que en los procesos ordinarios, de la plenitud
de los efectos materiales de la cosa juzgada.
C) Procesos sumarios
La causa de la creación de los procesos sumarios es la misma que la de los
especiales: la lentitud y demás defectos de los procesos declarativos.
Destino. Determinadas características del derecho de crédito y a las
tasadas excepciones que posibilita una letra de cambio o una escritura de
hipoteca.
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Cognición. El proceso sumario se caracteriza por tener una cognición
limitada a un solo aspecto o parte de la relación material debatida.
Garantías de las partes. Tienen también las partes limitados sus medios
de ataque y, sobre todo, de defensa.
Sentencia. Como consecuencia de dicha limitación de la cognición, las
sentencias recaídas en los procesos sumarios, no producen los efectos
materiales de la cosa juzgada o, para ser más exactos, los limitan a la
relación jurídica debatida en el proceso sumario.
A) El proceso penal
El proceso penal se encuentra regulado por la Ley de Enjuiciamiento Criminal de
1882 y disposiciones de reforma posteriores.
El objeto del proceso penal es la pretensión punitiva, que consiste en la
petición de aplicación de una pena al acusado, fundamentada en la presunta
comisión de un hecho punible.
Las pretensiones penales son siempre de condena y su elemento esencial lo
constituye el hecho punible y la identidad de su autor.
Frente a la pretensión penal que es ejercitada por las partes acusadoras
(Ministerio Fiscal, ofendido-acusador privado y acusador popular) se opone la
defensa (parte dual, integrada por dos sujetos procesales: el imputado y su
abogado defensor, cuya misión consiste en hacer valer dentro del proceso el
derecho fundamental a “la libertad” que ha de asistir a todo ciudadano que, por
no haber sido condenado, se presume inocente). El proceso penal se rige por el
principio acusatorio.
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El proceso penal aparece dividido en dos fases: la instructora y la del juicio
oral.
Fase instructora
Esta fase recibe el nombre de sumario en el proceso ordinario o diligencias
previas en el abreviado. Transcurre ante el juez de instrucción y su función
consiste en preparar el juicio oral, mediante la determinación del hecho
punible y de su presunto autor, denominado imputado o procesado. Para el logro
de tales funciones el juez instructor ha de practicar actos de investigación y
medidas de aseguramiento o cautelares. Cuando se han cumplido estos dos
objetivos, se abrirá la del juicio oral; pero, si no se determinara alguno de
aquellos elementos (hecho punible o autor), el proceso finalizará mediante
“auto de sobreseimiento”.
La fase instructora está regida por el principio “de la escritura” y del
secreto de las actuaciones.
Fase de juicio oral
A diferencia de la fase instructora, que está regida por el principio “de la
escritura” y del secreto de las actuaciones, la del juicio oral está presidida
por los principios de oralidad, inmediación y publicidad.
La fase de juicio oral está destinada a formalizar la pretensión penal o
acusación y a probar los hechos que la fundamentan. Tras esta fase el Juez o
Tribunal pronunciará su sentencia, contra la cual siempre podrán las partes
interponer bien el recurso de apelación (delitos leves), bien el de casación
(delitos graves).
En el proceso penal, y de conformidad con la gravedad del hecho punible,
subsisten tres procesos ordinarios y ciertos procesos especiales.
B) El proceso administrativo
La Ley de 1956 residenció en las Salas de lo Contencioso de los actuales
Tribunales Superiores de Justicia, en la Audiencia Nacional y en el TS el
conocimiento de todas las pretensiones contra actos y disposiciones emanados de
la Administración. La Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985, por su parte,
anunció la creación de los Juzgados de lo Contencioso, que fueron instaurados
por la Ley 29/1998.
Los Juzgados y Tribunales de lo Contencioso-administrativo son órganos
jurisdiccionales ordinarios especializados en la aplicación del Derecho
administrativo y les corresponde conocer del denominado recurso “contencioso-
administrativo”. Dicho recurso puede ser interpuesto tanto contra actos
administrativos, como contra Reglamentos y demás disposiciones con rango
inferior a la ley y, en ellos, puede pedirse la anulación del acto o
disposición impugnada y, en su caso, la condena de la Administración a los
siguientes supuestos:
Al reconocimiento de una situación jurídica individualizada: por ejemplo,
la de servicio activo de un funcionario.
A un determinado derecho subjetivo: por ejemplo, una licencia de obra.
Al pago de una indemnización por daños y de perjuicios.
Las pretensiones administrativas son siempre o declarativas puras o mixtas:
Declarativas de nulidad o constitutivas de anulación del acto o
disposición impugnada.
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De condena al cumplimiento por la Administración de una determinada
prestación.
En los procesos administrativos el actor es por regla general el administrado,
quien ha de interponer el recurso contencioso-administrativo y reclamar el
expediente de la Administración, la cual asume normalmente el papel de
demandada, siendo defendida por la Abogacía del Estado (o letrados de las CCAA
o de las corporaciones locales).
Asimismo, en virtud del principio de “autotutela administrativa”, la regla
general estriba en la no suspensión de los efectos del acto impugnado, salvo
que pueda producirse un perjuicio irreparable, en cuyo caso puede el demandante
solicitar del Tribunal la suspensión del acto. La fase de ejecución hoy es
confiada a los Juzgados y Tribunales administrativos.
C) El proceso constitucional
Los procesos que pueden plantearse ante el Tribunal Constitucional se regulan
por la Constitución y la Ley Orgánica 2/1979, del Tribunal Constitucional.
Pueden clasificarse en dos grandes grupos:
De protección de derechos fundamentales.
De control constitucional de la legalidad.
a) Protección de derechos fundamentales
La función de protección de los derechos fundamentales la efectúa el TC
mediante el recurso de amparo, a través del cual pueden hacerse valer los
auténticos derechos fundamentales, esto es, los contemplados en los artículos
14 a 29 y 30.2 CE.
Para obtener dicha protección es necesario plantear, antes de acudir ante el
TC, el amparo ante los tribunales ordinarios a fin de que se otorgue al Poder
Judicial la posibilidad de restablecer rápidamente el derecho vulnerado. Si
ello no ocurriera, una vez agotados todos los medios de impugnación ordinarios,
es cuando se puede interponer, en el plazo de veinte días, contra la última
sentencia recaída, el recurso constitucional de amparo.
A través del amparo, el TC no sólo efectúa una labor subjetiva de protección de
tales derechos constitucionales, sino que también asume otra objetiva de
creación de doctrina legal, vinculante para los tribunales ordinarios y para el
Poder Legislativo, quien se ve obligado a reformar la legalidad ordinaria para
cohonestarla con nuestra Ley Fundamental.
b) Control constitucional de la legalidad
La función de control constitucional de la legalidad, a fin de obtener la
sumisión efectiva de todos los Poderes del Estado a la Constitución, la efectúa
el TC a través de tres procedimientos:
Conflictos de competencia
Los conflictos constitucionales de competencia los puede plantear, tanto el
Estado, como las CCAA y las Corporaciones Locales en defensa de su autonomía.
Mediante ellos, se pueden trasladar al TC disposiciones o actos que puedan
vulnerar el reparto de competencias efectuado por la Constitución y los
respectivos Estatutos de Autonomía. Tras las alegaciones de las partes, el TC
decide a quién le corresponde ejercitar la competencia.
Control abstracto de la constitucionalidad
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Esta función se ejercita mediante el recurso de inconstitucionalidad, que
pueden plantear, dentro del plazo de tres meses, posteriores a la publicación
de una ley, cincuenta diputados, cincuenta senadores, el Defensor del Pueblo,
el Ministerio Fiscal, el Presidente del Gobierno y los órganos ejecutivos y
legislativos de las CCAA, contra las leyes y disposiciones con rango de ley que
puedan infringir la CE. Las disposiciones inferiores se impugnan a través del
recurso contencioso-administrativo.
Mediante el recurso de inconstitucionalidad, el TC anula aquellas leyes que
vulneren nuestra Ley Suprema, asegurando el principio de supremacía y jerarquía
constitucional.
D) El proceso laboral
El proceso de trabajo se regula en la Ley de Procedimiento Laboral de 1995, que
contempla un proceso ordinario y diversos procesos especiales (seguridad
social, conflictos colectivos, despido, etc.).
El proceso laboral transcurre ante:
E) El proceso civil
El proceso civil se regula por la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento
Civil, así como por una multiplicidad de leyes materiales (Código Civil, Ley
Hipotecaria, de Propiedad Horizontal, Industrial, Intelectual, etc.).
Los procesos civiles transcurren ante los jueces de Primera Instancia e
Instrucción, que, como su nombre indica, conocen de la fase declarativa y de
ejecución. La apelación se confía a las Audiencias Provinciales y la Sala de lo
Civil del TS conoce del recurso de casación.
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Juzgados de Primera Instancia e Instrucción Primera instancia
Audiencia Provincial Segunda instancia – Apelación
Sala de lo Civil del TS Casación
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También son inhábiles, por no estar comprendido dentro del período ordinario,
los días del mes de agosto, excepto para aquellas actuaciones judiciales que se
declaren urgentes por las leyes procesales. Ello no obstante, el Consejo
General del Poder Judicial, mediante reglamento, podrá habilitarlos a efectos
de otras actuaciones.
• Horas hábiles. Con carácter general, son las que median desde las ocho de la
mañana a las ocho de la tarde. Todo ello sin perjuicio de la posibilidad que se
conceda a los Jueces y Tribunales de habilitar días y horas que, originalmente,
son inhábiles, con sujeción a lo dispuesto en las leyes procesales.
• Plazo. Consiste en la determinación de un período de tiempo, dentro del cual
puede realizarse el acto procesal, lo que exige la concreción de un plazo
inicial (dies a quo) y otro final (diez ad quem). De conformidad con lo
dispuesto en el artículo 5 CC, el artículo 133 LEC establece que los plazos
comenzarán a correr desde el día siguiente a aquél en el que se hubiere
efectuado el acto de comunicación del que la Ley haga depender el inicio del
plazo y se contará en ellos el día del vencimiento, que expirará a las
veinticuatro horas.
En el cómputo de los plazos señalados por días se excluirán los
inhábiles.
Tratándose de plazos señalados por meses, se computarán de fecha a fecha,
si bien, cuando en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente al
inicial del cómputo, se entenderá que el plazo expira el último del mes.
• Término. Es un momento en el tiempo, determinado por un día e, incluso, un
día y una hora, en el que precisamente tiene que realizarse el acto procesal.
Atendiendo al sujeto destinatario del plazo o término establecido, podemos
distinguir entre:
Actos propios, que son los dirigidos a las partes procesales o a los
terceros que intervienen en el proceso.
Actos impropios o judiciales, fijados para la realización de actos por
los órganos jurisdiccionales o por el personal judicial en el
cumplimiento de sus atribuciones en el proceso.
Los plazos son improrrogables. No obstante, podrán ser interrumpidos y
demorados en caso de fuerza mayor que impida cumplirlos, lo que deberá ser
apreciado por el Tribunal, de oficio o a instancia de parte, reanudándose su
cómputo en el momento en que hubiera cesado la causa determinante de la
interrupción.
Según la jurisprudencia, fuerza mayor son los “hechos, que aun siendo
previsibles, sean sin embargo inevitables, insuperables e irresistibles,
siempre que las causas que los motivan sean independientes y extrañas a la
voluntad del sujeto obligado”.
97
proceso penal, nos da cuenta la propia CE al erigirlo en norma fundamental en
su artículo 120.2.
El principio de escritura informa un proceso en el que la Sentencia se
fundamenta exclusivamente en los datos deducidos o alegados por las partes en
forma escrita.
b) La lengua
La LOPJ parte del principio general de que la lengua que se usa en las
actuaciones judiciales es el castellano, por su condición de lengua oficial del
Estado, pero, al mismo tiempo, admite que, tanto los Jueces, Secretarios y
demás funcionarios de la Administración de Justicia (órganos judiciales), como
las partes, sus Abogados y Procuradores puedan utilizar en el proceso la lengua
oficial propia de la Comunidad Autónoma en cuyo territorio tengan lugar las
actuaciones judiciales.
Ahora bien, el régimen del uso de las lenguas es distinto cuando se trata de
las partes, sus Abogados y Procuradores que cuando se trata de los órganos
judiciales:
Los órganos judiciales pueden utilizar la lengua oficial de cada
Comunidad Autónoma, siempre y cuando no se alegue indefensión por alguna
de las partes.
A las partes y sus representantes no se les puede negar el uso de la
lengua oficial propia de la CCAA, debiendo acudir, en su caso, a los
mecanismos de utilización de intérprete.
c) La publicidad
El principio de publicidad es un derecho fundamental que asiste a todo
ciudadano, viniendo consagrado en el art. 24.2 CE y quedando reflejado
igualmente en el art. 120 CE. Tan sólo queda restringido por razones de
moralidad, orden público, seguridad nacional, protección de la vida privada de
las partes, interés de la justicia y respeto debido a la persona del ofendido o
de su familia.
Podemos distinguir entre publicidad absoluta y publicidad relativa:
• La publicidad absoluta, cuando puede asistir al proceso el conjunto de la
sociedad. Puede ser:
Inmediata. Asistencia personal o física del público a las actuaciones
judiciales.
Mediata. Se puede obtener mediante la interposición de algún medio de
comunicación entre el juicio oral y el público perceptor.
• La publicidad relativa, cuando únicamente puede asistir al proceso las partes
intervinientes. Puede ser:
Directa o activa. Si las partes están autorizadas a intervenir en la
producción del acto procesal.
Indirecta o pasiva. Cuando, una vez realizado el acto, se les da cuenta
de su contenido con posterioridad.
98
A) Supuestos
El artículo 238 LOPJ dispone que serán nulas de pleno derecho las actuaciones
judiciales (Actuaciones judiciales: término comprensivo tanto de las
actuaciones del órgano judicial, como de las partes) en los casos que se
relacionan:
Cuando se produzcan con manifiesta falta de jurisdicción o de competencia
objetiva o funcional, o se vulnere el derecho al Juez legal, consagrado
en el artículo 24.2 CE.
Cuando se realicen bajo violencia o intimidación.
Cuando se prescinda de normas esenciales del procedimiento, siempre que,
por esa causa, haya podido producirse indefensión.
Cuando se realicen sin intervención de Abogado, en los casos en que la
Ley la establezca como preceptiva.
Cuando se celebren vistas sin la preceptiva intervención del Secretario
judicial.
En los demás casos en los que las Leyes procesales así lo establezcan.
99
La competencia para conocer de este incidente viene atribuida al Tribunal que
dictó la sentencia que hubiere adquirido firmeza, y ello, con independencia del
momento e instancia en el que se produjo el defecto formal causante de
indefensión.
Legitimadas activamente para plantear el incidente lo están «quienes sean parte
legítima o hubieran debido serlo». Por lo que se refiere a la legitimación
pasiva, la ostentan los restantes litigantes que fueron parte en el proceso,
con independencia de la posición procesal que ocuparon.
El plazo para el ejercicio de la acción de nulidad por medio de este incidente
será de veinte días, desde que se produjo la notificación de la sentencia, o,
en todo caso, desde que se tuvo conocimiento del defecto causante de
indefensión, sin que, en este último caso, pueda solicitarse la nulidad de
actuaciones después de transcurridos cinco años desde la notificación de la
sentencia.
Por último, en relación con el procedimiento, admitido a trámite el escrito,
que no provocará la suspensión de la ejecución y eficacia de la sentencia
firme, salvo que se acuerde de forma expresa para evitar que el incidente
pudiera perder su finalidad, se dará traslado de dicho escrito, junto con copia
de los documentos que se acompañasen, a las demás partes para que, en el plazo
común de cinco días, formulen por escrito las alegaciones que a su derecho
convengan, acompañando los documentos que estimen pertinentes.
Si se estimara la nulidad, se repondrán las actuaciones al estado
inmediatamente anterior al defecto que la haya originado y se seguirá el
procedimiento legalmente establecido. Si se desestimara la solicitud de
nulidad, se condenará, por medio de auto, al solicitante en todas las costas
del incidente y, en caso de que el tribunal entienda que se promovió con
temeridad, le impondrá, además, una multa de 90 a 600 euros. La resolución que
resuelve el incidente no será susceptible de recurso alguno.
A) Actos de postulación
Los actos de postulación son actos de las partes, por los que se solicita del
órgano jurisdiccional una resolución de contenido determinado. Pueden ser de
tres tipos:
Actos de petición. A través de ellos se postula del órgano judicial la
obtención de una resolución de contenido específico. Los actos de
petición más importantes vienen integrados por los de formalización de la
pretensión, que en el proceso civil tiene lugar con el escrito de demanda
y de contestación, mientras que en el proceso penal siguen un orden
escalonado.
Actos de alegación. Constituyen las manifestaciones de hecho y de Derecho
que se exponen al órgano jurisdiccional durante el desarrollo del
100
proceso, encaminadas a proporcionarle los elementos necesarios para la
emisión de la resolución favorable a los intereses de la parte
proponente.
Actos de prueba. Tienen como finalidad lograr la convicción del órgano
judicial acerca de la veracidad de las afirmaciones de hecho introducidas
por las partes.
B) Actos dispositivos
Los actos dispositivos actúan directamente creando, modificando o extinguiendo
alguna de las situaciones jurídicas e, incluso, el proceso. A diferencia de los
actos de postulación, no van dirigidos a obtener una resolución judicial
determinada.
A este tipo de actos pertenecen los de finalización anormal del proceso y los
negocios jurídicos-procesales: desistimiento, allanamiento, renuncia,
transacción judicial y sumisión expresa.
101
fallo. Además, incluirán el lugar y fecha en que se adoptan e indicarán el
Tribunal que lo dicta, expresando el Juez o Magistrado que lo integren, que
deberán firmar la resolución.
Sentencia
La Sentencia puede definirse como la resolución judicial por la que, en el
ejercicio de la función jurisdiccional, se pone fin al proceso.
Las Sentencias pueden adoptar dos formas:
Aquellas en que el juzgador entra a resolver sobre el fondo del asunto,
estimando o desestimando la pretensión ejercitada.
Aquellas en que el juzgador, por la falta de algún presupuesto procesal,
procede finalizar éste, dejando imprejuzgando su objeto (sentencia
absolutoria en la instancia). Este supuesto no puede darse en el proceso
penal, en donde la sentencia tiene que decidir necesariamente sobre la
cuestión criminal.
Contenido
Mención del lugar y fecha en que se adopten e indicación del tribunal que
las dicte, con expresión del Juez o Magistrados que lo integren y su
firma.
Serán siempre motivadas, conteniendo en párrafos separados y numerados:
Los antecedentes de hecho, en donde aparecerán consignadas las
pretensiones de las partes, los hechos en que las funden y, en su
caso, los hechos probados.
Los fundamentos de derecho, que contienen la argumentación jurídica
esgrimida por las partes, con indicación de la que se ha servido el
Tribunal para motivar su sentencia, todo ello en relación con las
normas y doctrina jurisprudencial aplicable.
La parte dispositiva o fallo, en la que el tribunal se pronunciará
en relación con las pretensiones ejercitadas por las partes,
estimándolas o desestimándolas, en todo o en parte, condenando o
absolviendo a las partes acusadas.
Motivación de autos y sentencias
Existe un claro deber de motivación de las resoluciones judiciales que adoptan
la forma de auto y de sentencia, exigencia que encuentra su fundamento legal e
incluso constitucional en varios preceptos de nuestro ordenamiento positivo. Se
trata de una garantía constitucional que ha sido elevada al rango de derecho
fundamental, al entenderse, por nuestra jurisprudencia constitucional, que la
motivación forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva consagrada en
el artículo 24.1 CE.
Deber de información
El artículo 248.4 LOPJ consagra el deber de información sobre los recursos
procedentes frente a la resolución judicial, disponiendo que, al notificarse la
resolución a las partes, se indicará si la misma es o no firme y, en el caso de
que no lo sea, el recurso que proceda, el plazo para su interposición y el
órgano ante el que debe interponerse.
Tal y como se infiere de lo dispuesto en el citado precepto, podemos
distinguir, atendiendo a su impugnabilidad, entre:
102
Sentencias definitivas. Son las que ponen fin a la instancia y las que
decidan los recursos interpuestos frente a ellas, pudiendo ser objeto de
impugnación.
Sentencias firmes. Son aquellas contra las que no cabe recurso alguno,
bien por no preverlo la Ley, bien porque, estando previsto, ha
trascurrido el plazo legalmente fijado sin que ninguna de las partes lo
haya presentado.
B) Citaciones
La citación es la modalidad de comunicación consistente en el llamamiento a las
partes o a terceros para que comparezcan ante el órgano jurisdiccional en un
día y hora determinados (término) con el fin de realizar una concreta actuación
procesal.
La forma de llevar a cabo la citación de una persona en el proceso consiste, al
igual que sucede con el emplazamiento, en la entrega al destinatario de la
cédula, que ha de contener los siguientes requisitos:
El Tribunal que hubiese dictado la resolución y el asunto en que haya
recaído.
Nombre y apellidos de la persona a quien se haga.
Determinación de su objeto.
El lugar, día y hora para acudir al llamamiento.
Prevención de los efectos que, en cada caso, la Ley establezca para el
caso de incomparecencia.
En el proceso penal se contempla la «citación para ser oído» (arts. 486-487
LECrim), que consiste en una resolución coercitiva del Juez de Instrucción por
la que se ordena la comparecencia inmediata del imputado a fin de ponerle en
conocimiento la imputación sobre él existente y prestarle declaración a fin de
que pueda ejercitar su derecho de defensa con anterioridad al cierre de la
instrucción.
C) Emplazamientos
El emplazamiento es el acto procesal a través del cual se comunica a las partes
una resolución judicial que establece un período de tiempo (plazo) dentro del
cual las partes han de comparecer para la realización de una determinada
actuación procesal.
La forma de practicarse el emplazamiento es idéntica a la citación, esto es,
mediante la entrega de cédula en la que se harán constar los mismos datos que
104
en la citación, salvedad hecha de que, en vez de establecerse un día y hora
concretos, se concederá a las partes un período de tiempo dentro del cual deba
realizarse la actuación a que se refiera el emplazamiento.
La LJCA (Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa) presenta
algunas especialidades respecto de esta modalidad de acto de comunicación, por
cuanto el emplazamiento de la Administración se entenderá efectuado por la
reclamación del expediente (art. 50.1 LJCA).
D) Requerimientos
El objeto del requerimiento consiste en poner en conocimiento de las partes o
de terceras personas una resolución judicial para que realicen una conducta o
inactividad, de contenido distinto a la mera comparecencia ante el órgano
judicial.
Como rasgo específico del requerimiento, que lo diferencia de las
notificaciones, citaciones y emplazamientos, destaca el erigirse en el único
acto de comunicación que admite respuesta del interesado, la cual habrá de
consignarse sucintamente en la diligencia.
A) Por Procurador
Con carácter general, cuando las partes comparezcan en el proceso por medio de
Procurador legalmente habilitado, las comunicaciones se realizarán por medio de
dicho representante técnico.
En estos casos, el Procurador, mientras se halle vigente el poder, firmará las
notificaciones, emplazamientos, citaciones y requerimientos de todas clases,
incluso las de sentencias que se refieran a su parte, durante el curso del
asunto y hasta que sea ejecutada, así como las que tengan por objeto alguna
actuación que deba realizar personalmente la parte material, teniendo estas
actuaciones la misma fuerza que si interviniere en ellas directamente el
poderdante. También recibirá el Procurador, a efectos de notificación y plazos
o términos, las copias de escritos y documentos que los Procuradores de las
demás partes le entreguen.
Excepcionalmente, no se notificarán al Procurador, las comunicaciones que la
Ley disponga que se practiquen personalmente a los litigantes en persona.
La Ley 13/2009 ha establecido la carga del Procurador de efectuar las
notificaciones en la persona o en el domicilio del interesado. «A estos efectos
–dispone el art. 152.1.2°.I1-, el procurador acreditará, bajo su
responsabilidad, la identidad y condición del receptor del acto de
comunicación, cuidando de que en la copia quede constancia de su firma y de la
fecha en que se realice.»
105
B) La remisión por correo, telegrama o medios semejantes
Independientemente de que las partes actúen representadas por Procurador, la
comunicación de las actuaciones, tanto a las partes, como a los testigos,
peritos y otras personas que, sin ser parte en el proceso, deban intervenir en
él, se realizarán mediante correo, telegrama o cualquier otro medio técnico que
permita dejar constancia fehaciente de la recepción, de su fecha y del
contenido de lo comunicado. En estos casos, el Secretario judicial dará fe del
contenido de lo remitido, y unirá a aquéllos, en su caso, el acuse de recibo o
el medio a través del cual quede constancia de la recepción.
Para la práctica de los actos de comunicación por este medio, es un elemento
esencial la determinación del domicilio de la persona a la que se haya de
efectuar. A estos efectos, hemos de distinguir entre el domicilio del
demandante y el del demandado:
Domicilio del demandante. No se plantea problema alguno, en la medida en
que el actor tiene la carga de hacer constar, en la demanda o en la
petición o solicitud con que se inicia el proceso, su domicilio a efectos
de notificaciones.
Domicilio del demandado. Corresponde también al actor designar en su
escrito de demanda, a los efectos del primer emplazamiento o citación del
demandado, uno o varios lugares en donde, por su orden, entienda pueda
practicarse con éxito la comunicación, así como cuantos datos conozca del
demandado y que puedan ser de utilidad para su localización (números de
teléfono, fax o similares).
Indagación por el demandante
Entre los lugares que pueden ser objeto de designación, la LEC contempla como
domicilio el que aparezca en el padrón municipal o el que conste oficialmente a
otros efectos, así como el que aparezca en registro oficial o en publicaciones
de colegios profesionales.
También podrá designarse como domicilio el lugar en el que se desarrolle la
actividad profesional o laboral no ocasional. Cuando en la demanda se ejercite
una acción por impago de la renta o cantidades debidas por el arrendatario,
podrá designarse como domicilio del demandado la vivienda o local arrendado.
Indagación por el órgano judicial
Pudiera suceder que el demandante manifestara que le es imposible designar un
domicilio o residencia del demandado, en cuyo caso se utilizarán los medios
oportunos para averiguar estas circunstancias, pudiendo dirigirse el Tribunal,
en su caso, a los registros, organismos, colegios profesionales, empresas y
otras entidades.
Si tales investigaciones hubieren resultado infructuosas, el tribunal
comunicará el nombre del demandado y los demás datos de identidad que le
consten al denominado “Registro central de rebeldes civiles”. Naturalmente, el
demandado inscrito en el Registro podrá, en cualquier momento, solicitar la
cancelación de la inscripción, comunicando el domicilio al que se le pueden
dirigir las comunicaciones judiciales.
106
La comunicación tendrá lugar mediante la entrega directa al destinatario
cuando, tratándose de la personación del demandado en el juicio o de la
intervención personal de la partes en determinadas actuaciones procesales, no
conste la recepción por el interesado de lo remitido a su domicilio por correo,
telegrama u otros medios semejantes (art. 158 LEC).
a) Fundamento
Ha de tenerse en cuenta que Debido a la circunstancia de que el derecho de
defensa, al igual que el de la tutela judicial del actor, es un derecho
fundamental «de configuración legal», las normas de nuestra Ley de
Enjuiciamiento Civil, que regulan los actos de comunicación del órgano
jurisdiccional con las partes y, de modo especial, los que contemplan los
emplazamientos, integran el contenido del derecho de defensa, razón por la cual
su infracción no ocasiona una mera vulneración de la legalidad ordinaria, sino
también del propio art. 24.1 CE.
b) El emplazamiento personal
La LEC 1/2000 obliga a utilizar la fórmula del emplazamiento para los actos de
primera personación de las partes en el proceso.
El emplazamiento se notificará al domicilio actual de los litigantes, previa
indagación del mismo por el órgano jurisdiccional y debe ser practicado
mediante entrega de cédula a su destinatario (o, en su caso, al familiar,
conserje, vecino o al lugar de trabajo), en el que, entre otros extremos, se
hará constar “el nombre de la persona que recibe la copia de la resolución o
cédula y la relación de dicha persona con el destinatario”.
Por tanto, el primer acto procesal de comunicación de la existencia del proceso
al demandado ha de efectuarse mediante emplazamiento personal, sin que pueda el
órgano judicial sustituirlo por otros medios de comunicación (correo
certificado, telegrama, teléfono, emplazamiento edictal…), que, en todo caso,
han de ser siempre supletorios del emplazamiento personal.
c) La obligación del tribunal de indagación del domicilio real
El emplazamiento personal no puede efectuarse en cualquier domicilio del
demandado, sino en el actual o real, en el que se desarrolla su vida privada,
familiar o laboral si fuera persona física, o en la sede en la que transcurra
el ejercicio de sus derechos o se efectúe la imputación de sus obligaciones, si
se tratara de una persona jurídica.
El órgano judicial está constitucionalmente obligado a indagar cuál sea dicho
domicilio real del demandado.
Lógicamente, y teniendo cuenta de que los jueces no son infalibles, esta
obligación judicial de diligencia no es absoluta, sino que tiene como límites
la posibilidad de conocimiento por parte del Juez del domicilio del demandado,
bien a través del examen de las actuaciones, bien acudiendo a los archivos o
Registro públicos. Si, a través de tales medios, el domicilio real del
demandado puede ser acreditado en un proceso determinado y no pudo el demandado
conocer de su existencia, se le habrá ocasionado una vulneración de su derecho
de defensa.
d) La negativa a la recepción de la cédula
En el momento de efectuarse la entrega podría suceder que el interesado, siendo
hallado en su domicilio, se niegue a recibir la copia de la resolución o no
107
quiera firmar la diligencia acreditativa de la entrega, o que no fuera
encontrado.
Se niegue a recibir o no quiera firmar
Se le advertirá de su obligación de hacerse cargo de la comunicación y, si
insistiese en su negativa, el funcionario correspondiente le hará saber que la
copia de la resolución o la cédula quedan a su disposición en la Secretaría del
Juzgado, produciéndose los efectos de la comunicación, de todo lo cual quedará
constancia en la diligencia.
No fuera encontrado.
Cuando el destinatario no fuere hallado en el domicilio, y éste fuera el
que consta en el padrón municipal o a efectos fiscales, podrá efectuarse
la entrega a cualquier empleado o familiar, mayor de catorce años, que se
encuentre en ese lugar, así como al conserje de la finca, si lo tuviere,
advirtiéndoles de su obligación de entregar la copia de la resolución o
la cédula al destinatario de la misma, o de darle aviso, si conocieran su
paradero.
Si la comunicación se dirige al lugar de trabajo no ocasional del
destinatario, en ausencia de éste, la entrega se efectuará a persona que
manifieste conocerle o, si existiese dependencia encargada de recibir
documentos u objetos, a quien estuviera a su cargo.
En ambos casos de ausencia del interesado, en la diligencia se hará constar el
nombre de la persona destinataria de la comunicación y la fecha y hora en la
que fue buscada y no encontrada en su domicilio, así como el nombre de la
persona que recibe la copia de la resolución o la cédula y la relación de dicha
persona con el destinatario, produciendo todos sus efectos la comunicación así
realizada.
D) Los edictos
Esta modalidad de comunicación tan sólo es procedente en los siguientes
supuestos:
Cuando no conste, ab initio, el domicilio o paradero del destinatario y
las averiguaciones efectuadas por el tribunal resulten infructuosas.
Cuando se practique la notificación en el domicilio designado por el
demandante, siempre y cuando no sea hallado nadie en el mismo, ni pudiera
conocerse por cualquier otro medio el domicilio actual del demandado.
Cuando el demandado conste en el registro central de rebeldes civiles.
En este contexto, la citación por edictos ha de operar como una modalidad de
carácter supletorio y excepcional, de tal modo que sólo será admisible cuando,
una vez intentado el emplazamiento personal, utilizando los medios
razonablemente exigibles, no conste el domicilio del interesado o se ignore su
paradero. De no ser así, habrá de entenderse que la falta de citación personal
entraña la vulneración del artículo 24.1 CE, a menos que se constate que el
solicitante de amparo llegó a adquirir en momento hábil un conocimiento
extraprocesal del litigio, pues en vano puede alegar indefensión quien
contribuye a la misma con su actitud pasiva, negligente o maliciosa.
Cuando resulte plenamente acreditado que es desconocido el domicilio del
destinatario por carecer del mismo, no ser hallado y haber resultado totalmente
infructuosas las pesquisas o averiguaciones domiciliarias, el tribunal,
108
mediante providencia, consignadas estas circunstancias, mandará que se efectúe
la comunicación fijando la copia de la resolución o la cédula en el tablón de
anuncios del juzgado o tribunal. También se publicará en los Boletines
Oficiales, si bien, el artículo 164 LEC ha restringido este medio de publicidad
a los casos en que una parte lo solicite y corra con los gastos.
109
desinterés, la negligencia, el error técnico o impericia de la parte o
profesionales que le representen, ni que éstos hayan adquirido un conocimiento
extraprocesal de la existencia del litigio a pesar de la defectuosa
notificación.
4. El auxilio judicial
Por auxilio judicial se entiende el conjunto de actos de comunicación entre
órganos jurisdiccionales o poderes públicos, nacionales o extranjeros,
tendentes a la realización de actos procesales necesarios para el ejercicio de
la potestad jurisdiccional en un proceso determinado.
En ocasiones, tener que practicar una determinada actuación procesal fuera de
la sede o de la circunscripción del órgano jurisdiccional, debe el Juez
requerir el auxilio de los demás órganos jurisdiccionales o autoridades
administrativas, nacionales o extranjeras, quienes, en virtud de lo dispuesto
en el artículo 118 CE, habrán de prestar su colaboración mediante la
realización del acto procesal y su traslación al proceso.
110
Internacional, integrada en las Redes Judiciales Europeas e Iberoamericanas,
para prestar a los órganos judiciales la asistencia necesaria en punto a
obtener la correcta remisión y cumplimiento de las solicitudes de cooperación
jurisdiccional.
A) Mandamientos
Se denominan mandamientos los actos de comunicación, por los que el Secretario
judicial de un Juzgado o Tribunal ordena el libramiento de certificaciones o
testimonios y la práctica de cualquier actuación cuya ejecución corresponda a
los registradores de la propiedad, mercantiles, de buques, de ventas a plazos
de bienes muebles, notarios, corredores colegiados de comercio o agentes de
Juzgado o Tribunal (arts. 149.5 y 167 LEC).
B) Oficios
El oficio es el acto de comunicación del órgano judicial con los funcionarios
no pertenecientes a la categoría anterior, es decir, que no ostentan la fe
pública. A este respecto, todos los funcionarios vienen obligados a prestar su
asesoramiento y colaboración con los Juzgados y Tribunales.
C) Exposiciones
Se denominan exposiciones a los actos de comunicación de los órganos judiciales
con las Cámaras Legislativas o los Ministros del Gobierno, las cuales han de
realizarse por conducto del Ministerio de Justicia.
111
Por tanto, la inmensa mayoría de los preceptos del Derecho Procesal contienen
normas “imperativas”, por lo que su infracción puede entrañar una nulidad
radical o de pleno Derecho, si bien podemos precisar que, como regla general,
los actos irregulares pueden ser convalidados o subsanados, reservándose los
efectos de la nulidad para las infracciones más graves de dichas normas
imperativas.
B) La Jurisdicción
Pertenece al estudio del Derecho Procesal todo lo relativo a la Jurisdicción,
en su aspecto subjetivo, orgánico o estático, es decir, el estudio del Poder
Judicial y de su régimen de gobierno, así como el del estatuto de los Jueces y
Magistrados y del personal auxiliar y colaborador. A este sector del Derecho
Procesal se le conoce como «Derecho Judicial Orgánico» y está también regido
por normas del «ius cogens».
C) El proceso
En tercer lugar, corresponde al Derecho Procesal el estudio del proceso: de los
sujetos procesales que en él intervienen, de los presupuestos y actos
procesales, la pretensión y su contestación, los actos de alegación, prueba e
impugnación, las resoluciones judiciales y sus efectos, la cosa juzgada, las
medidas cautelares y de ejecución, los medios de impugnación, las diversas
clases de procedimientos con sus distintas fases y los actos de la jurisdicción
voluntaria.
112
todos los Juzgados y Tribunales, pudiéndose recabar su tutela mediante el
recurso de amparo.
Leyes orgánicas y ordinarias. Como regla general, es suficiente que las Leyes
procesales gocen del rango de ordinarias, sin perjuicio de que, cuando puedan
afectar a derechos fundamentales, hayan de revestir la forma de Ley Orgánica.
Normas comunes o especiales
Son normas comunes las contempladas en la LEC, ya que resultan de
aplicación supletoria en todos los órdenes jurisdiccionales. También son
normas comunes las contempladas en la LOPJ, relativas a presupuestos
procesales. Lo mismo cabe predicar de la regulación que la LECrim efectúa
en sus artículos 3-7 de las cuestiones prejudiciales.
Aun cuando la LEC constituya un auténtico Código Procesal Civil, sus
normas procesales coexisten con otras contenidas en las Leyes Especiales,
tales como Patentes y Marcas, Sociedades Mercantiles, Propiedad
Horizontal, Condiciones Generales de la Contratación, etc…
Costumbre. No es fuente del Derecho Procesal, sin perjuicio de que los
profesionales hayan de conocer los usos y prácticas forenses, pero nunca pueden
llegar a derogar al Derecho legislado. Se exceptúan los Tribunales
consuetudinarios y tradicionales.
Principios generales del Derecho y jurisprudencia. Son fuentes de Derecho. En
relación a los Principios Generales del Derecho, aunque no gocen de la misma
relevancia que en el Derecho Privado, son fuentes de derecho, estando la
inmensa mayoría de ellos recogidos en la propia Constitución. Igualmente se
considera a la jurisprudencia como fuente de Derecho procesal.
113
Tanto el artículo 1 LEC como el artículo 1 LECrim, consagran el principio de
legalidad procesal, es decir, el de que, en todos los procesos y hasta llegar a
la Sentencia definitiva, han de observarse las normas contenidas en los
respectivos Códigos Procesales. Este principio afecta a las normas procesales y
se extiende a todos los sujetos del proceso (órganos jurisdiccionales, partes
principales o accesorias e intervinientes en la prueba (testigos y peritos)).
114
B) Eficacia de la norma procesal en el espacio
a) Concepto y fundamento
El art. 3 LEC establece el principio de territorialidad de la Ley procesal,
conforme al cual todos los procesos civiles que se sigan en el territorio
nacional se regirán únicamente por las normas procesales españolas y ello con
independencia de que alguna o ambas partes ostenten una nacionalidad distinta o
de que las resoluciones judiciales o incluso el Derecho material que deba
aplicar el Tribunal pueda ser extranjero.
b) Excepciones
Derecho internacional
El artículo 3 LEC exceptúa del principio de territorialidad lo que dispongan al
respecto los Tratados y los Convenios Internacionales. Existen Convenios
Internacionales o Tratados que contienen normas que pueden alcanzar
determinados efectos procesales en nuestro país en materias diversas.
Derecho interno
El art. 149.1.6ª CE, si bien reserva la legislación procesal al Estado, permite
cierta regulación complementaria a las CCAA. Con base en esta declaración, los
Estatutos de Autonomía de Cataluña, Baleares, País Vasco, Galicia, Valencia y
Murcia, entre otros, autorizan a sus Parlamentos autonómicos a dictar “normas
procesales”.
No obstante la existencia de estos trabajos sobre supuestos de Derecho Procesal
autonómico, lo cierto es que, hoy por hoy, no alcanzan entidad legal suficiente
como para predicar la autonomía de esta disciplina. En relación a ello, el TC
ha reafirmado la competencia del Estado en todo lo referente a la legislación
procesal.
B) Especializadas
Ley de Enjuiciamiento Criminal, de 14 de septiembre de 1882.
Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, de 13 de julio de
1998.
Ley de Procedimiento Laboral, cuyo texto refundido fue aprobado mediante
Real Decreto Legislativo 2/1995, de 7 de abril. Es la más avanzada de
115
todas, hasta el punto de que muchas de sus innovaciones (por ejemplo, la
introducción de la oralidad, de las obligaciones procesales, etc.) han
inspirado a la actual LEC de 2000.
Glosario IDP
A
Abogados: «quienes, incorporados a un Colegio español de Abogados en
calidad de ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello,
se dedican de forma profesional al asesoramiento, concordia y defensa de
los intereses jurídicos ajenos, públicos o privados.»
Abstención: es una obligación de todo Juez o Magistrado que se realiza
mediante un acto procesal, declarativo de un Magistrado o Juez o por el
que, con suspensión del proceso principal, ha de poner inmediatamente en
conocimiento, respectivamente, de la Sección o Sala de la que forme parte
o del órgano judicial «ad quem» la obligación que tiene de separarse del
proceso.
Asistencia jurídica gratuita: consagra un derecho constitucional de
configuración legal y de carácter instrumental respecto del derecho a la
tutela judicial efectiva reconocido en el art. 24.1 CE, pues su finalidad
inmediata radica en permitir el acceso a la justicia, para interponer
pretensiones u oponerse a ellas, a quienes carezcan de medios económicos
suficientes para ello y, más ampliamente, trata de asegurar que ninguna
persona quede procesalmente indefensa por carecer de recursos para
litigar.
C
Cargas procesales: son los actos procesales que incumbe o debe realizar
la parte interesada a fin de que pueda prevenir una desventaja procesal
o, en último término, evitar una sentencia desfavorable.
Citación: es la modalidad de comunicación consistente en el llamamiento a
las partes o a terceros para que comparezcan ante el órgano
jurisdiccional en un día y hora determinados («término») con el fin de
realizar una concreta actuación procesal.
Conflictos de competencia: son los que puedan suscitarse entre Juzgados y
Tribunales de distintos órdenes jurisdiccionales, pero pertenecientes
todos ellos al Poder Judicial.
Conflicto jurisdiccional: es el surgido entre dos órganos del Estado como
consecuencia de que ambos deciden o rehúsan simultáneamente conocer de
una determinada materia, por lo que debe un órgano superior, mediante una
decisión declarativa, afirmar a cuál de ellos le corresponde su
conocimiento.
116
Consejo General del Poder Judicial: es el máximo órgano de autogobierno
de nuestra Magistratura, correspondiéndole realizar la totalidad de actos
administrativos referentes al ingreso, formación, promoción o ascenso y
régimen disciplinario de Jueces y Magistrados, así como la inspección de
Juzgados y Tribunales.
Cuestiones de competencia: son conflictos que pueden surgir entre órganos
jurisdiccionales del mismo grado y pertenecientes a un mismo orden
jurisdiccional.
E
Emplazamiento: es el acto procesal a través del cual se comunica a las
partes una resolución judicial que establece un período de tiempo
(«plazo») dentro del cual las partes han de comparecer para la
realización de una determinada actuación procesal.
I
Inamovilidad judicial: integra la principal garantía de la independencia
judicial frente a los superiores del Juez, que, por su relevancia, los
Jueces y Magistrados no podrán ser separados, suspendidos, trasladados ni
jubilados sino por alguna de las causas y con las garantías previstas en
la Ley.
J
Juez legal: el predeterminado con arreglo a las normas de competencia
preestablecidas, y por su infracción, la instauración de un órgano
judicial «ad hoc» o «ad personam» y «ex post facto» con el objeto de
conocer de especiales conflictos ratione personae o materiae.
Jurisdicción: el Poder Judicial, integrado por Jueces y Magistrados, a
quienes, por su independencia y sumisión a la Ley y al Derecho, ejercen
en exclusiva la potestad jurisdiccional y, en consecuencia, expresamente
están legitimados para la resolución jurídica, motivada, definitiva e
irrevocable de los conflictos intersubjetivos y sociales, para la
protección de los derechos subjetivos, el control de la legalidad y la
complementación del ordenamiento jurídico.
Juzgados: órganos jurisdiccionales unipersonales de instancia que, en
cuanto tales, tienen como misión recabar los hechos, verificar su prueba
y aplicar el Derecho mediante la Sentencia.
L
Legitimación: es una relación jurídica, trazada por una norma de carácter
material, que ha de ligar a la parte demandante y demandada con el
derecho, bien o interés que se discute en el proceso.
M
Ministerio Fiscal: órgano que «tiene por misión promover la acción de la
justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y
del interés público tutelado por la Ley, de oficio o a petición de los
interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales, y
procurar ante éstos la satisfacción del interés social».
Monopolio de la Jurisdicción: el ejercicio de la potestad jurisdiccional
en todo tipo de procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado,
corresponde exclusivamente a los Juzgados y Tribunales determinados por
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las Leyes, según las normas de competencia y procedimiento que las mismas
establezcan.
N
Notificaciones: en sentido estricto, son los actos por los que se
comunican las resoluciones dictadas, tanto por Jueces y Tribunales
(providencia, auto o sentencia), como por los Secretarios Judiciales en
el ejercicio de las funciones que le son propias (270 LOPJ), sin que de
dicha comunicación se derive la realización de actividad procesal alguna,
por cuanto se trata de una mera puesta en conocimiento.
O
Órdenes jurisdiccionales: manifestaciones de la Jurisdicción atendiendo a
un criterio de especialización jurídica, derivada de la complejidad del
ordenamiento material (civil, penal, contencioso-administrativo y social)
y que disciplinan los arts. 22 a 25 de la LOPJ.
P
Plazo: consiste en la determinación de un período de tiempo, dentro del
cual tiene que realizarse el acto procesal, lo que exige la concreción de
un plazo inicial (dies a quo) y otro final (dies ad quem).
Posibilidades procesales: pueden conceptuarse como ocasiones u
oportunidades procesales (en el sentido de la palabra francesa «chance»)
que se les ofrecen a las partes en el curso del proceso, y mediante cuyo
ejercicio a través de los correspondientes actos procesales obtienen
determinadas ventajas o acrecientan sus expectativas de una sentencia
favorable.
Presupuestos Procesales: determinados requisitos que es preciso que las
partes, en el momento de ejercitar su derecho de acción o de defensa,
cumplan para que puedan válidamente surgir las posibilidades, cargas y
situaciones procesales y, sin cuya concurrencia, el Juez no puede entrar
a conocer sobre el objeto del proceso o fondo del asunto.
Proceso: puede ser conceptuado como el instrumento que ostenta la
Jurisdicción para la resolución definitiva e irrevocable de los
conflictos intersubjetivos y sociales.
Procurador: es el representante procesal de la parte material (art. 543.1
LOPJ) que actúa en el proceso como consecuencia de la suscripción con su
cliente de un mandato procuratorio o «poder para pleitos», que ha de ser
intervenido por un Notario o expedido por el Secretario judicial, en cuyo
caso a la designación del Procurador se le denomina «apud acta» (art. 24
LEC).
R
Recusación: es un acto de postulación, por el que alguna de las partes
interesadas le comunica a un determinado Juez o Magistrado, que se
encuentra incurso en alguna de las causas de recusación contempladas en
el art. 219 LOPJ y, por lo tanto, le solicita su abandono del proceso.
Requerimiento: consiste en poner en conocimiento de las partes o de
terceras personas una resolución judicial para que realicen una conducta
o inactividad, de contenido distinto a la mera comparecencia ante el
órgano judicial.
T
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Término: es un momento en el tiempo, determinado por un día e, incluso,
un día y una hora, en el que precisamente tiene que realizarse el acto
procesal.
Tribunales: son órganos jurisdiccionales colegiados de segundo grado,
bien de apelación o de casación.
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