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Tabla de contenidos

Contenido Paginas

Resumen………………………………………………………………………………. Pág. 03
Introducción…………………………………………………………………………… Pág. 04
Metodología…………………………………………………………………………… Pág. 11
Resultados……………………………………………………………………………... Pág. 15
Discusión………………………………………………………………………………. Pág. 20
Conclusión……………………………………………………………………………… Pág. 24
Referencias Bibliográficas……………………………………………………………… Pág. 28

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Resumen

La Teoría de la Autoeficacia defiende el papel de los aspectos cognitivos en el proceso de

determinación de la conducta humana (Bandura, 1987). Los individuos reflexionan, ejerciendo

control sobre sus actos, y evalúan sus posibilidades de éxito ante una situación dada (Guillén,

2007). De esta forma, sólo iniciaremos una acción si consideramos que seremos capaces de

afrontarla satisfactoriamente (Rueda, Pérez y Bermúdez, 2005). Este trabajo examina el papel la

autoeficacia general (Schwarzer, 1992) en la intención de realizar práctica física por parte de

individuos no activos. La muestra estuvo compuesta por 872 adolescentes de Málaga capital,

chicos (n=232) y chicas (n=640).

Pertenecían a los niveles 3º y 4º de secundaria y 1º de bachillerato, en edades comprendidas

entre los 14 y 19 años (M= 15,78; DT=1,04). La intención de practicar y la percepción de

eficacia general se evaluaron mediante encuesta. La primera variable se midió gracias un solo

ítem, preguntando directamente sobre la intención de hacerlo, y la segunda a través de la Escala

de Autoeficacia General (AEG) de Schwarzer y Jerusalem (1995), en concreto la versión en

castellano desarrollada por Baessler y Schwarzer (1996), que tuvo una consistencia interna alta

(Alfa de Cronbach= 0,862). Los resultados hallados indican que los individuos que no pensaban

practicar tenían un nivel de autoeficacia general bajo, mientras que aquellos que estaban más

cerca de hacerlo obtuvieron resultados superiores. Esto refleja el rol mediador que tienen las

variables internas en la decisión de actuar de determinada forma a lo largo de la vida.

Palabras clave: Actividad física. Adolescencia. Autoeficacia

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Introducción

En la población de adultos mayores el deterioro del estado nutricional se ve afectado en el

mantenimiento de la funcionalidad física y/o cognitiva, por lo que, la autoeficacia para los

adultos mayores reviste una importancia tanto en sus capacidades físicas como en las soluciones;

asimismo, la búsqueda por parte del hombre de sentido de la vida constituye una fuerza primaria

de sus impulsos instintivos.

La Teoría de la Autoeficacia surge a partir de la Teoría Cognitivo Social de Bandura (1977,

1987). Este autor sostenía que el funcionamiento humano debía ser explicado mediante un

modelo que ponía de manifiesto las interacciones entre varios factores: la conducta, aspectos

personales y las condiciones ambientales. A este fenómeno lo denominó reciprocidad triádica o

determinismo recíproco, que incorporó un elemento fundamental para el estudio del

comportamiento, la mediación de la realidad personal en los efectos del ambiente sobre la

conducta.

    Este modelo no excluye ni realza la importancia de ningún vértice del triángulo, sino que

considera que en función de las circunstancias se pueden convertir en determinantes principales,

incidiendo en los demás con mayor o menor fuerza (Prieto, 2007). Pone de relieve el proceso de

reflexión personal como medio para entender y actuar en el entorno próximo, de tal forma que

los acontecimientos que van surgiendo pueden afectar poco o mucho, dependiendo de dichos

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planteamientos cognitivos (Prieto, 2007). De esta forma se dota al ser humano de la capacidad de

ejercer cierto control sobre sus pensamientos, sentimientos, motivaciones y conductas (Navarro,

Bueno, Buz y Mayoral, 2006; Guillén, 2007).

    Ciñéndonos a este planteamiento, una persona no realizará una tarea, aunque tenga las

cualidades necesarias (Casis y Zumalabe, 2008), si no percibe que es capaz de afrontarla (Rueda,

Pérez y Bermúdez, 2005). De hecho, nos podemos encontrar con casos en el que dos personas

tengan las mismas cualidades para realizar una conducta con éxito, pero su rendimiento sea

diferente. Además, las situaciones cotidianas no suelen ser totalmente estables, sino que están

sujetas a modificaciones, lo que pone a prueba la capacidad de los individuos para adaptarse a

nuevas circunstancias y teniendo en cuenta que nunca se actúa exactamente igual (Salvador,

2009).

    Frente a concepciones que plantean la necesidad de valorar la autoeficacia en situaciones

específicas (González y Tourón, 1992), Schwarzer (1992) propone un nuevo enfoque

argumentando una perspectiva denominada autoeficacia general. Sería una medida a través de la

cual una persona percibe sus capacidades en relación con cualquier tipo de situación y la

confianza con la que las afronta (Grau, Salanova y Peiró, 2000). Ambas concepciones coinciden

en la capacidad de predicción sobre la conducta, aunque difieren en el grado de generalidad en

que se examina (Martín et al., 2002).

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    Dicho constructo pondría de manifiesto una predisposición general para llevar a cabo tareas

que supongan un reto, con entusiasmo y estando preparados para afrontar un amplio abanico de

estresores asociados a ella (Sanjuán, Pérez y Bermúdez, 2000). La autoeficacia ha sido objeto de

estudio en ámbitos como la salud, a la que se asocia la elección de conductas positivas para la

misma (Vega y Garrido, 2000) o la actividad físico-deportiva (Balaguer, Escartí y Villamarín,

1995; Leiva y Videra, 2010). En ésta última, se ha estudiado desde dos puntos de vista: como

variable dependiente, la cual determina el acceso a la actividad física o deportiva y el esfuerzo

empleado en ella, o como variable independiente, observando el resultado del impacto que la

práctica física tiene sobre ella.

    Si interpretamos a Bandura (1987), entendemos que una persona con una autoeficacia baja

estará más lejos de emprender acciones que necesiten de un gran esfuerzo, dado que no poseen la

creencia de que serán satisfechas adecuadamente. Quien considere que no será capaz de

afrontarla, estará más lejos de llevarla a cabo.

    La investigación que presentamos indaga en la relación entre la autoeficacia mostrada y la

predicción de la conducta. En concreto, observamos la relación existente entre el nivel de

percepción de eficacia general y la intención de practicar de individuos no activos.

El concepto de expectativa de autoeficacia (Bandura, 1977, 1992) hace referencia al

sentimiento de confianza en las capacidades propias para manejar adecuadamente ciertos

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estresores de la vida. Se diferenciaría de las expectativas de resultado, en que estas últimas hacen

referencia a la percepción de las posibles consecuencias de una acción. Así, por ej., una persona

puede creer que saber algunos temas puede ayudar a aprobar el examen (expectativas de

resultado), sin embargo, no se considera capaz de llegar a saber dichos temas (no tendría

expectativa de autoeficacia).

La expectativa de autoeficacia puede influir tanto en sentimientos como pensamientos y

acciones. Las personas con pocas expectativas tienden a mostrar baja autoestima y sentimientos

negativos sobre su capacidad. En cuanto a los pensamientos, la percepción de autoeficacia

facilita las cogniciones referidas a las habilidades propias, actuando estos pensamientos como

motivadores de la acción. Por último, y por lo que respecta a la acción, las personas que se

sienten eficaces eligen tareas más desafiantes, se ponen metas más altas y persisten más en sus

propósitos.

Generalmente, cuando se habla de autoeficacia, se hace en un sentido concreto, es decir, se

hace referencia a la eficacia percibida en una situación específica, ya sea aprobar un examen de

matemáticas, saber estar en una reunión social o mejorar de un problema concreto de salud. Sin

embargo, algunos autores consideran la autoeficacia en un sentido amplio, entendiendo esta

autoeficacia general como un constructo global que hace referencia a la creencia estable que

tiene un individuo sobre su capacidad para manejar adecuadamente una amplia gama de

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estresores de la vida cotidiana. Dentro de esta última línea, la Escala de Autoeficacia General

(Baessler y Schwarzer, 1996) evalúa el sentimiento estable de competencia personal para

manejar de forma eficaz una gran variedad de situaciones estresantes.

El presente estudio tiene como objetivo principal informar de las características

psicométricas, fiabilidad, validez predictiva y datos normativos, de la adaptación para población

española de la Escala de Autoeficacia General (Baessler y Schwarzer, 1996). En los distintos

estudios llevados a cabo por los autores (Jerusalem y Schwarzer, 1992; Schwarzer, 1993), con

muestras de distintas nacionalidades (alemanes, costarricenses, etc.), la escala ha mostrado una

consistencia interna considerable (entre 0.79 y 0.93).

La autoeficacia se define como "los juicios de las personas acerca de sus capacidades para

alcanzar niveles determinados de rendimiento" (Bandura, 1997). Por tanto, no basta con ser

capaz de, es preciso juzgarse capaz. Capaz de utilizar las habilidades y destrezas personales ante

circunstancias muy diversas, incluso en las reacciones emocionales que se experimentan ante

situaciones difíciles (Ornelas et al., 2012; Schmidt et al., 2008). La percepción de las personas

acerca de su propia eficacia se alza como un requisito fundamental para desarrollar con éxito las

acciones conducentes al logro de los objetivos personales (Salanova et al., 2011). Dicha

autopercepción, ejerce una profunda influencia en la elección de tareas y actividades, en el

esfuerzo y perseverancia de las personas cuando se enfrentan a determinados retos e incluso en

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las reacciones emocionales que experimentan ante situaciones difíciles. En definitiva,

las creencias de autoeficacia representan un mecanismo cognitivo que media entre el

conocimiento y la acción y que determina, junto con otras variables, el éxito de las propias

acciones (Gutiérrez et al., 2011).

Al hablar de autoeficacia, en general, se hace referencia a la eficacia percibida en una situación

concreta (Bandura, 1986). Sin embargo, la autoeficacia también puede entenderse en sentido

amplio, como un constructo global referido a la creencia estable que tiene un individuo sobre su

capacidad para manejar de manera adecuada una amplia variedad de estresores de la vida

cotidiana y la Escala de Autoeficacia General (EAG) se encuentra enmarcada dentro de este

sentido amplio del constructo de autoeficacia y evalúa la percepción de competencia personal

para manejar de forma eficaz una gran variedad de situaciones estresantes. Como una muestra de

la importancia de la autoeficacia podemos decir que esta revela por qué las personas con el

mismo nivel de habilidad y conocimiento presentan conductas y/o resultados diferentes, o por

qué las personas actúan en disonancia con sus habilidades (Bandura, 1982; Pérez et al., 2011).

Lo anterior se explica porque el rendimiento académico adecuado también depende de la eficacia

percibida para manejar exitosamente demandas académicas. Por ello, la percepción

de autoeficacia es imprescindible para dominar las actividades académicas; ya que los

estudiantes que confían en sus capacidades se sienten más motivados para alcanzar sus metas (Á.

Blanco, 2010; Rodríguez, 2009).

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Desde la Teoría del Aprendizaje Social de Bandura se asume entonces que las expectativas de

autoeficacia son un importante predictor de las intenciones y acciones de los individuos frente a

diversas situaciones; ya que un elevado nivel de autoeficacia percibida se ha mostrado como un

elemento protector que hace aumentar la motivación, disminuir las alteraciones emocionales, al

tiempo que mejora las conductas saludables en el cuidado físico. De hecho, frente a lo difícil que

puede ser motivar a la adopción de conductas que promuevan la salud o detener conductas

nocivas para ésta, la autoeficacia ha mostrado consistentemente ser un factor de gran importancia

(Olivari y Urra, 2007). La autoeficacia percibida pues, desempeña un papel fundamental en el

funcionamiento humano puesto que afecta el comportamiento no sólo de manera directa, sino

también por su impacto en otros determinantes claves tales como metas y aspiraciones,

expectativas de resultados, tendencias afectivas y percepción de los impedimentos

y oportunidades que se presentan en el medio social (Bandura, 1997).

Por todo lo antes expuesto, las creencias de autoeficacia influyen en los pensamientos de las

personas, en los cursos de acción que ellas eligen para perseguir, los desafíos y metas que ellas

se plantean para sí mismas y su compromiso con los mismos, la cantidad de esfuerzo que

invierten en determinadas tareas; los resultados que esperan alcanzar por sus esfuerzos, la

magnitud de su perseverancia frente a los obstáculos, su resistencia a la adversidad, el nivel de

estrés y depresión que experimentan cuando se enfrentan con demandas exigentes del ambiente y

los logros que alcanzan (Sansinenea et al., 2008).

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Este trabajo es fundamentalmente un estudio de tipo descriptivo que intenta comparar los perfiles

de autoeficacia general percibida de hombres y mujeres universitarios mexicanos y pretende,

como investigación aplicada, aportar información para el logro de una práctica educativa de

mayor calidad en el contexto de atención a la diversidad; contribuyendo al saber pedagógico en

el esclarecimiento de los factores que conforman un modelo rendimiento escolar y desarrollo

humano integral; bajo la premisa de que, darse a la tarea de mejorar la percepción de ser capaz

en quien aprende es un objetivo educacional valioso, bajo el supuesto implícito de que su

potenciación servirá como vehículo para la mejora de otros resultados tales como el logro

académico y la autoestima.

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Método

    Este estudio se realizó sobre 872 adolescentes (chicos= 232, chicas= 640) de la ciudad de

Málaga. Pertenecían a los niveles 3º y 4º de secundaria y 1º de bachillerato, en edades

comprendidas entre los 14 y 19 años (M= 15,78; DT=1,04). La toma de datos se hizo a través de

varios cuestionarios en los que se obtuvo información sobre la intención de practicar o volver a

hacerlo, así como el nivel de autoeficacia general. Esta última variable se midió con la Escala de

Autoeficacia General (AEG) de Schwarzer y Jerusalem (1995), en concreto la versión en

castellano desarrollada por Baessler y Schwarzer (1996), que tuvo una consistencia interna alta

(Alfa de Cronbach= 0,862). A este cuestionario se respondía con una escala de respuesta tipo

Likert con 4 posibilidades, desde muy en desacuerdo hasta muy de acuerdo respecto a las

indicaciones de cada ítem.

    Nuestra investigación sigue una metodología no experimental (Ramos, Catena y Trujillo,

2004) conocida también como correlacional (Salkind, 1999) o covariacional, de tipo transversal

(Salkind, 1999), en el que se usa la encuesta como herramienta para la toma de datos, y en la que

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no se produce manipulación de las variables objeto de estudio. La selección de la muestra fue

mediante proceso aleatorio por conglomerados polietápico estratificado. La técnica estadística

usada para procesar los datos fue ANOVA de un factor, mediante la cual comparábamos los

diversos niveles de la variable intención de practicar y los resultados obtenidos en la escala de

autoeficacia.

    La hipótesis de trabajo señalaba que aquellas personas que tenían un nivel de autoeficacia

general baja manifestarían menor intención de realizar práctica física que aquellas que

obtuvieran una puntuación mayor.

Medidas

• Escala de Autoeficacia General de Baessler y Schwarzer (1996). El único cambio

introducido en el cuestionario original, que consta de 10 items con escalas tipo Likert de

4 puntos, fue el formato de respuesta a escalas de 10 puntos. Tal como se indicó

anteriormente, evalúa el sentimiento estable de competencia personal para manejar de

forma eficaz una gran variedad de situaciones estresantes.

• Escala de Locus de Control de Rotter (1966), en su adaptación española (Pérez García,

1984). La escala consta de 29 items con dos alternativas, una que refleja el Locus Interno

y otra que refleja el Externo. La percepción de contingencia entre la propia conducta y la

aparición de determinados resultados, entendida como una predisposición o tendencia

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sistemática a realizar este tipo de valoraciones, constituiría el Locus de Control Interno.

Por el contrario, la tendencia o predisposición a presentar la expectativa de que los

eventos dependen del azar o la acción de otras personas constituiría el Locus de Control

Externo.

• Escala de Reactancia Psicológica (Hong y Ostini, 1989; Hong y Page, 1989). Se utilizó

su traducción española (Pérez García, 1993). El cuestionario consta de 14 items con

formato de respuesta tipo Likert de 10 puntos. Evalúa la motivación que lleva al

individuo a restaurar, a través de cogniciones o conductas cargadas de cierta hostilidad,

una libertad amenazada o eliminada.

• Escala de Competencia Percibida de Wallston (1992) en su versión española (Fernández

Castro, Alvarez, Blasco, Doval y Sanz, 1998). Consta de 8 items con escalas de 10

puntos. Evalúa la creencia generalizada de que uno mismo es capaz de salir airoso de las

situaciones a las que se ve sometido. Este concepto conjunta dos expectativas: de

conducta o autoeficacia («soy capaz de hacer esto») y de resultado («si hago esto

obtendré aquello»).

• Escala de Personalidad Resistente (Hardiness, Bermúdez, 1997). La escala está formada

por 20 items con escalas de 10 puntos. Las personas resistentes, o también, fuertes, se

caracterizan por tener un alto grado de compromiso, experimentar las situaciones como

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desafios o retos y no como amenazas, y tender a percibir cierto control interno en las

diversas situaciones.

• Escala de Afrontamiento (CISS: Coping Inventory for Stressful Situations, Endler y

Parker, 1990). Consta de 48 items con escalas de 5 puntos. Dieciseis items evalúan las

estategias de afrontamiento centrado en la tarea, es decir, los esfuerzos por resolver el

problema mediante algún plan. Otros 16 items se centran en las estrategias centradas en

la emoción, o acciones y pensamientos que intentan paliar las consecuencias emocionales

de las situaciones. Los 16 items restantes valoran las estrategias de distracción/escape.

Tanto el Locus de Control, como la Competencia Percibida, la Personalidad Resistente y la

Reactancia, se centran en el análisis de la percepción de control o de recursos para solucionar la

tarea, conceptos recogidos, en parte, en la Escala de Autoeficacia General.

Procedimiento

Los items de la escala se incluyeron en un cuestionario más amplio que medía las distintas

variables anteriormente reseñadas (exceptuando la escala de Afrontamiento que se aplicó por

separado). La recogida de los datos se llevó a cabo de forma colectiva en dos sesiones. En la

primera se cumplimentó la batería de pruebas completa (n=196), mientras que, en la segunda, al

realizarse juntamente con otro proyecto de investigación, no se incluyó la prueba de

Afrontamiento (n= 63).

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Resultados

    Los datos hallados indican que aquellos participantes del estudio que pensaban practicar de

forma inminente tenían una autoeficacia general mayor (tabla 1). El ANOVA señala que las

variaciones mostradas por nuestro modelo fueron significativas (F [3,868]=6,453, p<0,001).

Tabla 1. Valor de AEG para cada uno de los niveles de la variable intención de practicar o

volver a practicar

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    Como podemos observar en la tabla 2, las diferencias entre el grupo de sujetos que no pensaba

practicar y los que sí mostraron esa intención fueron significativas. No obstante, la más

importante estuvo entre el grupo que dijo “no” y aquellos que respondieron “sí, dentro de poco”.

Tabla 2. Comparaciones múltiples (Scheffé). Variable dependiente: AEG

    Aunque entre los grupos que respondieron “sí”, con diferentes matices, las diferencias no

fueron estadísticamente significativas, podemos observar en la figura 1 como a medida que su

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intención se acercaba más a la de practicar dentro de poco tiempo, los valores obtenidos en la

escala AEG eran más altos.

Figura 1. Valores obtenidos en la escala AEG por los participantes del estudio en función de su

intención por practicar

Análisis de ítems

Puesto que el formato de respuesta se cambió por escalas de tipo Likert de 10 puntos, las

puntuaciones de los sujetos podían oscilar de 10 a 100. Para analizar los ítems se calcularon las

correlaciones entre las puntuaciones a cada ítem y la prueba total.

En la Tabla I, podemos ver los ítems de la escala, su media y desviación típica, así como la

correlación de cada uno de ellos con el total. Como puede observarse los coeficientes de

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correlación son elevados, superando en algunos casos los obtenidos por los autores (Baessler y

Schwarzer, 1996).

Fiabilidad

En la tabla II, se describe la fiabilidad, tanto mediante el coeficiente alfa de Cronbach (1951)

como por la división de la prueba en dos mitades. Tal como podemos ver en la tabla, se obtuvo

una consistencia interna de 0.87 (coeficiente Alfa) y una correlación entre dos mitades de 0.88.

Validez

Se calcularon correlaciones de la escala de Autoeficacia General con otras medidas como

Locus de Control, Reactancia Psicológica, Competencia Percibida, Hardiness o Fortaleza y

Afrontamiento. En la tabla III se muestran las medias y desviaciones típicas de cada una de estas

escalas, así como su correlación con la Escala de Autoeficacia General. Tal como podemos

apreciar, la mencionada escala tiene correlaciones significativas con los constructos con los que

teóricamente se relaciona, siendo más baja su correlación con la Escala de Reactancia, e

inexistente con el Afrontamiento centrado en la Evitación, que presentan mayor relación con

variables emocionales como hostilidad o ansiedad.

Basándonos en los resultados de las correlaciones previas, se analizó el valor predictivo de la

escala sobre los estilos de afrontamiento, tanto el centrado en la tarea como el centrado en la

emoción, a través de análisis de regresión. Estos resultados pueden verse en las tablas IV y V.

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Datos normativos

Por último, calculamos las puntuaciones típicas correspondientes a las puntuaciones directas

de la escala, para aportar datos normativos de la población española. Estas puntuaciones pueden

verse en la tabla VI.

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Discusión

    Los resultados que arroja nuestro trabajo ofrecen conexiones con los fundamentos teóricos

anteriormente citados. Como cabía esperar, los individuos que no pensaban practicar eran los que

tenían una autoeficacia general menor. No querer emprender esa conducta puede tener orígenes

diversos, aunque desde nuestro punto de vista, estos datos suponen un indicio que señala la

conexión entre una pobre percepción de eficacia personal y el bajo ánimo para afrontar este tipo

de retos (Rueda, Pérez y Bermúdez, 2005). Bandura (1987) ya anunciaba que aquellos que no

percibieran eficaces sus actuaciones no las iniciarían.

    De hecho, aunque los resultados sean significativos únicamente entre el primer y último nivel

de la variable intención de practicar, el gráfico resultante del análisis establecido indica que a

medida que los individuos estaban más cerca de practicar la percepción personal de eficacia era

mayor. Esto pone de manifiesto que, como señalan autores como Guillén (2007), el control

cognitivo y emocional son mecanismos fundamentales que median en la acción, siendo más

eficaces en la determinación de la misma que la propia habilidad.

    Es crucial, en la adolescencia, que tengamos en cuenta estos procesos internos para entender

mejor el comportamiento de las personas. Como indicaba Bandura (1977), postura a las que nos

unimos, entre el ambiente externo y la decisión final de actuar, las disposiciones cognitivas

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personales son fundamentales. Cuidar este aspecto es necesario para implicar a los adolescentes

y jóvenes en actividades de este tipo.

    También hemos podido comprobar que el constructo autoeficacia general (Schwarzer, 1992)

ha sido una buena herramienta de trabajo. Hemos obtenido resultados satisfactorios y, aunque

haya autores que defiendan el uso en situaciones específicas, creemos que puede ser una buena

herramienta para la investigación.

El estudio de las características psicométricas para población española de la Escala de

Autoeficacia General ha mostrado que dicha escala es muy adecuada. Por un lado, muestra una

fiabilidad muy elevada, dada la alta consistencia interna obtenida (alfa=0.87) así como la

correlación entre dos mitades (0.88). Estas correlaciones son bastante elevadas, sobre todo si

tenemos en cuenta que la Escala sólo consta de 10 ítems.

Por otro lado, también se han obtenido unas altas correlaciones entre cada ítems y el total de la

prueba, algunas incluso más elevadas que las obtenidas por los autores (Baessler y Schwarzer,

1966) con una muestra de sujetos bastante más grande.

De la misma manera, la Escala muestra una capacidad predictiva considerable, por lo que

puede ser aplicada a estudios sobre rendimiento, salud y distintas emociones, dada la relación

que mantiene con dichas variables y la necesidad que hay en el ámbito aplicado de disponer de

escalas con buenas características psicométricas pero breves.

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De todas maneras, hay que recordar que la muestra estaba sólo formada por 259 sujetos, y

aunque los datos son muy favorables, deberían replicarse los resultados en muestras más amplias

y formadas por sujetos que no sean únicamente estudiantes.

Los resultados hallados en nuestro trabajo indican, en primer lugar, que los hombres tenían

niveles más altos de autoeficacia que las mujeres. La literatura consultada refleja que no existe

un claro consenso en este sentido, pues, aunque diversos estudios han encontrado diferencias

entre sexos a favor de los chicos, en otros las chicas tuvieron resultados más favorables o no

encontraron diferencias significativas (Britner y Parajes, 2001; Smith, Sinclair y Chapman, 2002;

Reina et al., 2010). Si nos centramos en nuestros datos, diremos que coinciden con otros

desarrollados con poblaciones en edades diferentes, como adolescentes (Olivari y Barra, 2005) o

adultos (Aguirre y Vauro, 2009).

Nuestro estudio contribuye, en esta línea, a poner de manifiesto diferencias encontradas en un

tramo de edad tan interesante como es la tercera edad. Respecto a la edad de los participantes,

considerábamos que podríamos hallar diferencias significativas entre los distintos intervalos,

dado que hemos trabajado con un rango considerable y a los que asociamos, a priori, diferentes

características. Bandura (1986) advertía que la evolución de la autoeficacia tenía una fase crítica

en la tercera edad debido a la pérdida de capacidades personales y funciones sociales. En nuestro

estudio, la percepción de eficacia ha tenido una similitud notable entre los individuos

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constituyentes de la muestra en los diferentes periodos. No podemos establecer unas

conclusiones sólidas sobre este aspecto, aunque creemos que una línea de investigación probable

es la estabilidad en el tiempo que mostrarían aquellas personas que son físicamente activas.

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Conclusiones

    Este trabajo nos ha permitido comprobar el papel mediador de la percepción de eficacia en la

conducta humana. En concreto de los adolescentes no activos y su intención de acceder, de

nuevo o por primera vez, a la práctica física. Aquellos que se percibían más eficaces para superar

obstáculos manifestaban mayor entusiasmo por realizar este tipo de actividades. Los que no,

dejaban ver que las posibilidades de acceso a la misma eran muy remotas.

    Debemos indagar más en este sentido y comprobar en otras poblaciones los resultados

hallados, sobre todo para decantar las diferencias en los estadios intermedios hacia un lado u

otro. De igual forma, sería interesante añadir en futuros trabajos variables como el autoconcepto,

dado que son medidas personales que pueden orientar el curso de la investigación y hacer más

fiables las conclusiones que se pudieran reflejar.

La autoeficacia es muy importante debido a que ofrece medidas las cuales aportan cada

persona a sentir capacidades para ejecutar conductas con seguridad de que pueden llevarse a

cabo, en lugar de considerar amenazas, se consideran retos que con las capacidades que

poseemos podemos enfrentarlos y realzarlos, esto fomenta que se genere interés, un mayor grado

de involucramiento y compromiso por cumplirla, sabiendo que se puede fracasar se genera un

grado engagement donde se logra poner un mayor grado de esfuerzo para evitarlo, teniendo

mayor vigor y dedicación en las actividades y aun así concentrarse y poder disfrutarlas.

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Esta perspectiva de la eficacia conduce a logros personales, reduce el estrés y también reduce

la vulnerabilidad de las personas a la depresión. Todo esto lo relacionamos con el engagement el

cual genera un mayor grado de compromiso e involucramiento en cuanto a la realización de

labores, que nos ayuda a mentalizarnos a tener un mayor número de emociones positivas, ser

más optimista en cuanto a la realización de nuestras actividades y saber que podemos realizarlas

de manera exitosa teniendo la capacidad de tomar decisiones con mayor nivel de asertividad.

Este trabajo nos ha permitido analizar las diferencias en la percepción de eficacia general

entre hombres y mujeres activos de la tercera edad. Aunque está en consonancia con otros

trabajos consultados, es un tema controvertido que no termina de poner de acuerdo con los

investigadores en la materia. Sería interesante seguir incidiendo en este fenómeno, observando si

la práctica física afecta de manera desigual a hombres y mujeres.

Por otro lado, la evolución de la autoeficacia en la tercera edad, así como otras

autoevaluaciones, se presenta como un tema interesante dado el aumento de la esperanza de vida

en las sociedades desarrolladas. Además de seguir corroborando los efectos positivos de la

práctica física sobre ellas, una línea de investigación futura que nos plantearemos será si estas

actividades contribuyen a mantener percepciones altas de dichos constructos a lo largo de este

periodo, mejorando de esta forma el bienestar y calidad de vida.

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Son diversas las recomendaciones que se hacen desde diferentes perspectivas sobre el

régimen de participación en actividad físicas. Siguiendo las sugerencias señaladas en literatura

consultada sobre las influencias a nivel de salud psicológica, nuestro estudio ha puesto de

manifiesto que los valores más altos en la percepción de eficacia general los han obtenido

aquellos que participaban en tres o cuatro sesiones semanales, teniendo en cuenta que la llevaban

a cabo con una intensidad moderada y siendo de tipo predominantemente aeróbico.

De los resultados mostrados, de su análisis y de su discusión, se pueden obtener las siguientes

conclusiones:

1)    Las diferencias encontradas entre hombres y mujeres con respecto a su percepción de

autoeficacia sugieren que al diseñar cualquier tipo de intervención que tenga como objetivo la

mejora de la autoeficacia percibida habrá que tomar en cuenta a la variable género.

2)    Tomando en cuenta que la investigación empírica ha demostrado, de manera amplia, que la

autoeficacia resulta ser más predictiva del rendimiento académico que otras variables cognitivas

(Bandura, 1982), que logra predecir el éxito posterior (Bandura, 1997) y que es un importante

mediador cognitivo de competencia y rendimiento (Vera et al., 2011) en cuanto favorece los

procesos cognoscitivos (Carbonero y Merino, 2008; Ornelas et al., 2011) se concluye que darse a

la tarea de mejorar la percepción de ser capaz en quien aprende es un objetivo educacional

valioso, bajo el supuesto implícito de que su potenciación servirá como vehículo para la mejora

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de otros resultados tales como el logro académico y la autoestima. Tomando en cuenta que la

continua conciencia de fracaso reduce las expectativas de éxito y no favorece en ningún modo ni

el aprendizaje ni el desarrollo personal.

Se subraya además la importancia de realizar un mayor número de investigaciones sobre el tema

en nuestro país, ya que casi todos los estudios sobre el mismo han sido realizados en otros países.

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Referencias Bibliográficas

 Baessler, J. y Schwarzer, R. (1996). Evaluación de la Autoeficacia: Adaptación Española

de la Escala de Autoeficacia General. Ansiedad y Estrés, 2(1), 1-8.

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