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Introducción de la Comunidad
Los sesgos cognitivos, son reglas de juicio de las cuales dependen los encargados de
tomar decisiones, que les ayudan a simplificar las situaciones complejas y así poder
definir los modelos de decisiones y las acciones más convenientes. (Zapata & Canet,
2009). Estos investigadores resumen, una vez abordada una serie de referencias con
respecto al tema, lo siguiente:
Urra Medina & Acosta (2011) afirman que los sesgos cognitivos parecen ser
interculturales y resistentes al conocimiento. Los definen como aquellos procesos
normativos simplificadores de selección, procesamiento y ajuste de la información que
conducen a sesgos de valoración y predicción, entendiéndose estos desde su
connotación negativa o de desviación. Esta visión de los sesgos cognitivos como
causantes de decisiones más ajustadas al pensamiento de los decisores que a las
condiciones reales que las motiva, les confieren la propiedad de ser potencialmente
distorsionantes y ocasionar efectos negativos en la organización.
Entre otras de las definiciones encontramos que son considerados como reglas mentales
que involuntariamente todo sujeto utiliza en el proceso de codificar la información que
percibe de su entorno, lo que le permite reducir las tareas complejas de predicción de
juicios de simples a más complejos (Muñoz, 2011).
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Una distinción entre sesgos difíciles y sesgos fáciles de corregir. Afirman que los sesgos
difíciles son resistentes a la lógica, a la descomposición y al uso de herramientas de
entrenamiento. Entre estos sesgos mencionan el exceso de confianza y el anclaje. Entre
los sesgos que los autores consideran fáciles de corregir, a través de herramientas como
el uso de datos estadísticos, la probabilidad y la lógica, está la correlación ilusoria.
(Montibeller & VonWinterfeldt, 2015).
Dentro estos sesgos podemos encontrar el El sesgo "optimismo ilusorio" implica que las
personas tendrían expectativas optimistas sobre el futuro, las cuales se han relacionado
positivamente con menores indicadores de depresión y estrés postoperatorio (Carver y
Gaines, 1987; Fitzgerald, Tennen, Affleck y Pransky, 1993) y con una menor frecuencia
de conductas de riesgo para la salud (Shepperd, Maroto y Pbert, 1996). Por su parte, "la
ilusión de invulnerabilidad" se refiere a la tendencia de las personas a percibir que
tienen menos probabilidades que la persona media de que le ocurran eventos negativos
(Rodin y Salovey, 1989). Aquellas personas que manifiestan este sesgo tienden a
minimizar las consecuencias de ciertos fenómenos riesgosos para ellos mismos,
especialmente si se percibe que hay control sobre aquellos. Por ejemplo, reducir el
impacto percibido de enfermedades que considera que dependen fuertemente del
estilo de vida y de las conductas saludables (e.g., infarto de miocardio), mientras que no
ocurre lo mismo con enfermedades percibidas como menos controlables, como el
cáncer (Sánchez, Rubio, Páez y Blanco, 1998).
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El sesgo “optimismo ilusorio” implica que las personas tendrían expectativas optimistas
sobre el futuro, las cuales se han relacionado positivamente con menores
indicadores de depresión y estrés post-operatorio (Carver y Gaines, 1987;
Fitzgerald, Tennen, Affleck y Pransky, 1993) y con una menor frecuencia de
conductas de riesgo para la salud (Shepperd, Maroto y Pbert, 1996).
Según Sarafino (1994) agrupa las definiciones, en consonancia con el concepto de salud
de la lengua española, considera la salud como algo discontinuo; es decir, se trata de
afirmar que un determinado individuo se halla o bien sano o bien enfermo. Se hace
énfasis en que un individuo se puede encontrar ya bien en un estado sano o enfermo,
siendo las alternativas mutuamente exclusivas.
Otro grupo de definiciones considera la salud como algo continuo (o dinámico), lo que
lleva a considerarla como el aspecto final de un cambio progresivo; es decir, la ausencia
de patología constituye un extremo y el estar sano el otro. Y un sujeto puede pasar de
un estado de enfermedad a otro de salud a través de un proceso que va de enfermo a
sano. San Martín (1983), “el paso de un estado de salud al de enfermedad y viceversa se
produce de una forma gradual y continua”.
Un tercer grupo, considera la salud como algo utópico; es decir, como un estado de
bienestar y autorrealización que es prácticamente imposible de alcanzar. Dentro de este
apartado se incluye la definición de la Organización Mundial de la Salud, en la que se
conceptualiza la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y
no meramente la ausencia de invalidez o enfermedad (Sarafino, 1994).
Hernán San Martín (1981).En otra parte se define como “un estado variable fisiológico-
ecológico de equilibrio y adaptación de todas las potencialidades humanas (biológicas,
psicológicas y sociales) frente a su ambiente”.
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b) Se dice que la mayoría de las enfermedades están relacionadas con nuestra conducta
y que son previsibles.
Entonces las conductas saludables se van modificando con el tiempo para que cada día
generan mayor beneficio al individuo.
En cuanto a la motivación, Ajello (2003) señala que la motivación debe ser entendida
como la trama que sostiene el desarrollo de aquellas actividades que son significativas
para la persona y en las que esta toma parte.
Trechera (2005) explica que, etimológicamente, el término motivación procede del latín
motus, que se relaciona con aquello que moviliza a la persona para ejecutar una
actividad. De esta manera, se puede definir la motivación como el proceso por el cual el
sujeto se plantea un objetivo, utiliza los recursos adecuados y mantiene una
determinada conducta, con el propósito de lograr una meta.
Herrera, Ramírez, Roa y Herrera (2004) indican que la motivación podríamos entenderla
como proceso que explica el inicio, dirección, intensidad y perseverancia de la conducta
encaminada hacia el logro de una meta, modulado por las percepciones que los sujetos
tienen de sí mismos y por las tareas a las que se tienen que enfrentar (p. 5).
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En la perspectiva conductual señala que las recompensas externas y los castigos son
centrales en la determinación de la motivación de las personas. Las recompensas son
eventos positivos o negativos que pueden motivar el comportamiento (Santrock, 2002).
Trechera (2005) explica que las teorías que se basan en el empleo de incentivos parten
del supuesto de que: Las personas suelen realizar comportamientos con el objetivo de
obtener algún beneficio y evitan o dejan de hacer aquellas conductas que conllevan un
daño. Para este enfoque toda modificación de conducta se realiza básicamente a través
de refuerzos, recompensas o mediante la evitación u omisión de aquello que sea
desagradable (p. 3).
Naranjo (2004) señala que existen diversos factores que se deben tomar en cuenta para
hacer un uso efectivo del reforzamiento positivo. En primer lugar, debe identificarse de
forma específica el o los comportamientos que van a reforzarse. En segundo lugar,
deben seleccionarse los motivadores apropiados. En tercer lugar, deben tomarse en
cuenta otros aspectos como la inmediatez en la presentación del refuerzo, la privación y
la saciedad, la cantidad de reforzamiento y la novedad del refuerzo.
Es una forma de que la persona aprenda lo que no tiene que hacer, en lugar de lo que
tiene que hacer. Azaroff y Mayer (citados por Naranjo, 2004) señalan que: El castigo es
un procedimiento que por lo general deberá reservarse para las conductas inadaptadas
serias, como la destructividad extrema hacia uno mismo u otras personas, y las
conductas inadaptadas que interfieren persistentemente con el funcionamiento
adaptado de clientes y compañeros (p. 52).
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Las teorías cognitivas enfatizan que lo que la persona piensa sobre lo que puede ocurrir
es importante para determinar lo que efectivamente sucede (Ajello, 2003).
El sistema cognitivo es el que recibe y envía información a los otros sistemas: afectivo,
comportamental y fisiológico, y regula el comportamiento de estos poniendo en marcha
o inhibiendo ciertas respuestas en función del significado que le da a la información de
que dispone. De esta forma, las ideas, creencias y opiniones que tenga la persona sobre
sí y sobre sus habilidades determinan el tipo y la duración del esfuerzo que realiza y, por
tanto, el resultado de sus acciones. (Ajello, 2003).
Análisis crítico
A partir del análisis se debe considerar en primer lugar que las entrevistas realizadas a
cada una de las personas dentro del estudio variaban dependiendo de la realidad de
cada sujeto, recordando el punto, que los seres humanos somos mundos diferentes en
donde las percepciones son subjetivas.
Es en este punto donde se reflejan los diferentes tipos de sesgos como el optimismo
ilusorio, ilusión de vulnerabilidad y optimismo disposicional. Las circunstancias
manifestadas que pueden influir en las percepciones de cada sujeto son: las aulas,
recursos didácticos y visuales; calidad de educación por parte de docentes, entre otros.
Conclusiones
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Referencias
Psicothema, 582-589.