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Gustavo Petro fue la reforma tributaria, con la que se pretende recaudar 25,9
billones de pesos para financiar programas socioeconómicos y de infraestructura.
la idea del Gobierno Petro de hacer una reforma tributaria, tanto para financiar en forma
permanente un mayor gasto social como para frenar los altos niveles de deuda pública, que
amenazan el acceso que el país ha tenido a los mercados privados de capitales.
La iniciativa propone limitar los beneficios tributarios para las personas que tengan ingresos
superiores a los diez millones de pesos mensuales (unos diez salarios mínimos), que
representan el dos por ciento de la población.
Los plásticos de un solo uso también serían objeto de tributación, así como las
exportaciones de petróleo, carbón y oro, cuando los precios de estas materias
primas superen determinado umbral. La medida implicaría establecer un impuesto
del 10% sobre el excedente que generen esas ventas externas sobre un precio
base.
Las consecuencias de la reforma las debe pagar la clase media, que ha crecido
lentamente y que se ve amenazada con esta reforma. Por ejemplo, si una tienda
de barrio tiene ingresos brutos mensuales de 2 millones deberá pagar 480 mil de
impuestos al año. Un daño a las 450.000 tiendas de barrio que tienen
caracterizadas Fenalco a nivel nacional y que tienen cómo único ingreso su
tienda, además el efecto en cadena haría subir los precios de los productos.
Expertos han señalado que este aumento solo aplicará para supermercados de
barrio, pero no a las grandes cadenas ya que las cobija otro régimen.
Sobre el Impuesto a las bebidas azucaradas, solo deja por fuera el agua, el texto
incluye bebidas a base de frutas y café, energizantes, néctares de fruta, mezclas
en polvo como el Frutiño, gaseosas y “en general, cualquier bebida que contenga
azúcares añadidos o edulcorantes” como reza el Proyecto de Ley.
Por este motivo, cualquier reforma tributaria debe prestar especial atención al
impuesto de renta a las personas naturales de altos ingresos. Aquí el problema
principal, como lo señala la Comisión, son los beneficios que reciben las rentas de
capital (o no laborales en general) y ganancias de capital.
Esas rentas deben ser gravadas, por lo tanto, como las rentas de trabajo, o al
menos establecer una deducción máxima (por ejemplo, el 25 por ciento del total
de rentas). Se debe elevar, también, el impuesto a los dividendos (incluso cuando
se pagan entre sociedades), sin perder de vista el conjunto de la tributación al
capital, y gravar las pensiones altas, eliminando así el doble beneficio tributario
que tienen (cuando se contribuye al sistema pensional y cuando se recibe la
pensión).
Pero, además, debe establecerse una norma fuerte que impida que se paguen
gastos de consumo a través de ASA u otro tipo de empresas, una práctica muy
común en los estratos de elevados ingresos, así como el pago de gastos de
consumo por parte de las empresas a sus altos ejecutivos. Más aún, estas
prácticas deben ser consideradas evasión tributaria.