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El primer proyecto que presentó la nueva administración en cabezada por

Gustavo Petro fue la reforma tributaria, con la que se pretende recaudar 25,9
billones de pesos para financiar programas socioeconómicos y de infraestructura.
la idea del Gobierno Petro de hacer una reforma tributaria, tanto para financiar en forma
permanente un mayor gasto social como para frenar los altos niveles de deuda pública, que
amenazan el acceso que el país ha tenido a los mercados privados de capitales.

La iniciativa propone limitar los beneficios tributarios para las personas que tengan ingresos
superiores a los diez millones de pesos mensuales (unos diez salarios mínimos), que
representan el dos por ciento de la población.

También se quiere gravar de manera permanente a aquellos ciudadanos con


patrimonios superiores a los 3.000 millones de pesos (unos 691.000 dólares a
precio de hoy). Con este mayor recaudo de impuestos a personas naturales y la
reducción de beneficios fiscales a empresas, el Gobierno pretende recaudar el
dinero suficiente para reducir la deuda social.

De la iniciativa hacen parte, entre otros, la tributación de las bebidas


azucaradas y los alimentos ultraprocesados, una propuesta que ha recibido
todo tipo de críticas de quienes argumentan que encarecerá la canasta de
consumo de aquellos con más bajos recursos.

Los plásticos de un solo uso también serían objeto de tributación, así como las
exportaciones de petróleo, carbón y oro, cuando los precios de estas materias
primas superen determinado umbral. La medida implicaría establecer un impuesto
del 10% sobre el excedente que generen esas ventas externas sobre un precio
base.

Es decir, si el precio de referencia que fija la autoridad petrolera es de 48 dólares


por barril de petróleo y el barril se cotiza a 90 dólares por barril, el impuesto se
generaría con base en esos excedentes que se obtengan a partir de ese umbral,
algo que el Ejecutivo ve como una manera de resarcir con dinero el impacto
ambiental de la explotación de recursos.

Las consecuencias de la reforma las debe pagar la clase media, que ha crecido
lentamente y que se ve amenazada con esta reforma. Por ejemplo, si una tienda
de barrio tiene ingresos brutos mensuales de 2 millones deberá pagar 480 mil de
impuestos al año. Un daño a las 450.000 tiendas de barrio que tienen
caracterizadas Fenalco a nivel nacional y que tienen cómo único ingreso su
tienda, además el efecto en cadena haría subir los precios de los productos.
Expertos han señalado que este aumento solo aplicará para supermercados de
barrio, pero no a las grandes cadenas ya que las cobija otro régimen.

Los pensionados también están incluidos en la propuesta, se pretende reducir las


rentas exentas por pensiones, quienes tengan una pensión superior a $5.668.000
pesos declararán renta y en la actualidad solo declaran quienes tienen pensiones
superiores a $38.000.000 de pesos mensuales.

Sobre el Impuesto a las bebidas azucaradas, solo deja por fuera el agua, el texto
incluye bebidas a base de frutas y café, energizantes, néctares de fruta, mezclas
en polvo como el Frutiño, gaseosas y “en general, cualquier bebida que contenga
azúcares añadidos o edulcorantes” como reza el Proyecto de Ley.

El impuesto adicional del 10 % a los alimentos ultraprocesados incluye harinas


procesadas, carnes procesadas, embutidos, conservas, papas fritas, patacones,
cualquier pasabocas empacado, galletas, barquillos, obleas, ponqués, tortas,
pastel de arequipe, merengón, confites, helados, postres, salsas y hasta fresas con
chocolate. Ya ni sopa se puede tomar porque también serían gravadas con este
impuesto.

Preocupa que el impuesto nacional al consumo de bebidas ultraprocesados


azucaradas no es descontable en el IVA que de seguir en el 19% pasará a ser
realmente un IVA del 29% cobrado a los colombianos en general. La reforma
tributaria afectará a los pobres, a la clase media y poco toca a los más ricos, algo
contradictorio a los discursos de campaña.

El Gobierno Nacional y los congresistas tienen en sus manos la posibilidad de


repensar los puntos de la reforma tributaria, hago el llamado al Presidente
Gustavo Petro a que se ponga en los zapatos de la gente. Pues esta reforma
generaría precariedad en las condiciones de vida de las personas de clase media y
baja.

estoy en desacuerdo con crear hábitos saludables, pero no debe ir acompañados


de una reforma tributaria que le dé un golpe al bolsillo de los más vulnerables,
sin un acompañamiento de concientización de estos hábitos de lo cual no se ha
hablado. ¿La reforma se necesita? Si, tal vez si sea necesario una restructuración
económica en el país, pero sin que se vaya a generar un caos económico para el
país, pues recordemos que, el informe de la Comisión ha hecho claro, una vez
más, que los niveles efectivos de tributación de Colombia son bajos: 19,3 por
ciento del PIB vs. el promedio de 33,8 por ciento en la Ocde. La gran disparidad es
en el impuesto de renta a las personas naturales, donde en el país se paga el 1,2
por ciento del PIB, contra 8,1 por ciento en la Ocde.

Allí están los principales beneficios tributarios, no en el IVA, donde el Gobierno


Nacional ha afirmado una y otra vez. Más aún, el gráfico de la Comisión que más
se ha reproducido en los debates públicos es el que muestra que la tasa efectiva
de tributación tiende a disminuir para el 5 por ciento y aún más en el 1 por ciento
más rico de la población.

Por este motivo, cualquier reforma tributaria debe prestar especial atención al
impuesto de renta a las personas naturales de altos ingresos. Aquí el problema
principal, como lo señala la Comisión, son los beneficios que reciben las rentas de
capital (o no laborales en general) y ganancias de capital.

Esas rentas deben ser gravadas, por lo tanto, como las rentas de trabajo, o al
menos establecer una deducción máxima (por ejemplo, el 25 por ciento del total
de rentas). Se debe elevar, también, el impuesto a los dividendos (incluso cuando
se pagan entre sociedades), sin perder de vista el conjunto de la tributación al
capital, y gravar las pensiones altas, eliminando así el doble beneficio tributario
que tienen (cuando se contribuye al sistema pensional y cuando se recibe la
pensión).

Pero, además, debe establecerse una norma fuerte que impida que se paguen
gastos de consumo a través de ASA u otro tipo de empresas, una práctica muy
común en los estratos de elevados ingresos, así como el pago de gastos de
consumo por parte de las empresas a sus altos ejecutivos. Más aún, estas
prácticas deben ser consideradas evasión tributaria.

En el caso de la renta a las personas jurídicas, la reforma más conveniente es


eliminar o reducir beneficios sectoriales. También se debe eliminar el descuento
del ICA del impuesto de renta que se estableció hace dos años. Y debe haber una
norma que establezca que todos los beneficios son temporales y deben ser
sujetos a una evaluación regular. Y en vez de una tasa más baja para pequeñas
empresas, lo mejor sería cubrir las contribuciones a pensiones de sus trabajadores
de bajos ingresos.

No menos importante es revertir la cantidad de beneficios que se les dieron a las


zonas francas y la facilidad de crearlas que se decretó recientemente. De hecho,
la derogatoria del decreto 278 de 2021 debe ser la medida inicial de la reforma
tributaria. Y se deben adoptar las recomendaciones de la Comisión de aplicar el
régimen general de IVA a las zonas francas y prohibir la constitución de nuevas
zonas uniempresariales.

En IVA se pueden reclasificar algunos productos, pero ciertamente no pasar los


productos agropecuarios de la canasta familiar de excluidos a exentos, porque eso
los pondría en desventaja frente a productos importados. Una alternativa es
establecer un IVA bajo para esos productos, que les permita deducir lo que
pagaron por sus insumos.

Finalmente, se deben elevar y ampliar el impuesto al patrimonio y los impuestos a


las emisiones de carbono, y crear otros impuestos ambientales, aunque solo
cuando haya alternativas orgánicas (no es el caso de los plaguicidas).

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