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pecado
La pandemia inició la tercera ola de contagios y muertes más importante en nuestro país,
no se completó la vacunación y el salario docente se encuentra en jaque nuevamente. En
este contexto, algunos sectores con claras intenciones de desestabilizar aún más al actual
gobierno, sumado a un minúsculo grupo de padres desesperados se manifiestan a favor
del regreso a clases. ¿Alguien quiere pensar en las y los alumnos por favor?.
Hay una campaña política utilizando el tema presencialidad como caballito de batalla. El
presidente decide cerrar nuevamente las escuelas, la oposición se para frente a esto,
arrancan las marchas y los discursos en contra por todos los programas de comunicación.
En el medio se encuentra la comunidad educativa sin condición alguna para el regreso.
Partamos de la base que no se dice “el regreso a clases”, porque clases hubo siempre, en
todo caso es el regreso para muchos alumnos/as de todo el país que no tienen ningún
tipo de conectividad, y los cuadernillos sin previa explicación no pudieron hacer un gran
logro en el aprendizaje.
Pero en este reclamo por el regreso a la escuela se olvidan que docentes, directivos y
ordenanzas de la mayoría de todos los establecimientos educativos de la nación no han
sido vacunados, no están protegidos, entonces es muy difícil que estén predispuestos a
dar clases en estas circunstancias.
Faltan vacunas, no hay recursos mínimos para vivir dignamente en muchos barrios,
algunos ni siquiera cuentan con agua potable, ¿cómo se les pide que tomen medidas de
prevención en ese contexto? Además, la escuela puede hacer mucho para la prevención,
pero las y los alumnos vuelven a sus casas donde no hay cuidados ya sea por falta de
recursos o por negligencia o descreimiento.
¿Podemos decir entonces que estamos listos para que regresen las clases presenciales?
No, quizás sí para llenar los shoping, bares, restoranes, plazas, y paseos. Porque los que
van a esos lugares, asisten bajo su entera responsabilidad, a la escuela en cambio, se
asisten bajo la responsabilidad del estado y si el estado no puede garantizar la salud, es
menester que se mantengan cerradas.
Existen muchas posibilidades de educación, sobre todo si hay buenos salarios para
quienes educan. Un docente bien pago, puede tener herramientas para que su
conocimiento llegue a lugares impensados, en situaciones extremas, lo hace contento, lo
hace por la patria, y a fin de mes su salario se lo retribuye. Pero no es el caso.
El cierre total de escuelas sucedió hasta en las grandes potencias mundiales, por el
mismo motivo, prevención y frenar la curva de contagios, ¿qué nos hace pensar que en
Argentina sería diferente?. Sobre todo en esta tierra donde el covid-19 es un problema
más de los tantos que primero deben resolverse antes de regresar a clases. No seamos
necios.