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21 de septiembre de 2022

PROCEDIMIENTO
ACUSATORIO

Felipe Javier Cruz Zaragoza

lic. Hernandez Javier Ivan Emmanuel


URSE, facultad de derecho y
ciencias sociales
Introduccion
Los cambios en la vida y en lo cotidiano es sumamente normal,
por lo que los dogmáticos penalistas han elaborado diferentes
sistemas de la teoría del delito ordenando diferentemente sus
diversos elementos, para asi irse adaptando a las necesidades

Actualmente, coexisten los dos sistemas básicos, el finalista y el


causalista. Estos dos sistemas se configuran de forma similar a la
hora de conceptuar el delito como conducta típica, antijurídica y
culpable, como una concatenación de elementos, en los que
existiendo ausencia de alguno de ellos, ya no puede hablarse de
la existencia de los siguientes. Así ocurre en el caso de que una
conducta determinada no resulte ser una conducta típica, ya
que si no lo es, difícilmente nos hallamos ante la existencia de un
delito. Es decir, ya no resulta necesario verificar si se trata de una
conducta antijurídica y culpable.
Sistema Causalista
Su origen a finales del siglo XIX, donde surgen las ciencias
experimentales y se trata de adaptar la teoría del delito al
método a las mismas, si bien ha ido perfilando su propia
evolución. Sus precursores son Franz Von Liszt y Ernst Von
Beling .

Este sistema cataloga la acción humana como el hito causal que


desencadena un resultado. Así, se determina que una conducta
es típica y antijurídica cuando la acción y el resultado se hallan
contenidos en un tipo penal, por ejemplo la acción de matar y el
resultado causado de muerte. Dicha conducta se encuentra
recogida en un precepto penal y por tal motivo, dicha conducta
es típica y antijurídica.

El resultado causado de la muerte, determina una vulneración


del bien jurídico protegido en el homicidio, que es la vida
humana, encontrándose regulado penalmente el atentado
contra dicho bien jurídico. En este sistema, el examen de la
conducta del sujeto activo no se determina hasta alcanzar el
elemento de la culpabilidad, en el que se analizará si aquel
quería y sabía lo que hacía (encuadrándolo dentro del ámbito
del dolo o de la imprudencia, según casos) así como si el sujeto
se hallaba en pleno estado psíquico de conciencia o no (grado
de imputabilidad) siendo consciente o no de la ilicitud de la
acción (conocimiento de la antijuricidad) encontraba en una
situación psíquica normal (imputabilidad), si era consciente de
que su comportamiento es ilícito (conocimiento de la
antijuricidad del hecho) y si el ordenamiento le podía exigir que
se comportara de un modo ilícito (exigibilidad).
Sistema Causalista
Es una teoría que explica al delito en función de las leyes de la
naturaleza, todo lo encuadra como una relación de causa efecto,
dicho de otra forma la acción es un fenómeno causal y/o natural
que trae como consecuencia un resultado que puede consistir
en un delito. Se caracteriza por su sencillez para ubicar la
culpabilidad, ya que para atribuir la responsabilidad a la persona
solo se requiere la comprobación de la causa, tomándose al
efecto como consecuencia que una persona siempre será
culpable cuando se acredite su acción como causa del resultado.
Esta doctrina ha recibido críticas en el sentido de imputarle que
solo se fija en la materialidad del acto realizado representada por
el elemento objetivo del tipo sin importarle el ánimo (dolo o
culpa) ni la finalidad o destino de la acción, que pudiera haber
motivado al sujeto que realiza la acción. Estudia a la voluntad en
la culpabilidad, a diferencia de la finalista que estudia la voluntad
en la acción.
Sistema Finalista
El precursor del sistema finalista es Hans Welze y esta corriente
surge de la concepción de los elementos que maneja la corriente
causalista, claro está que con enfoques completamente distintos.
“La teoría finalista de la acción surgió para superar la teoría causal
de la acción, dominante en la ciencia alemana penal desde
principios de siglo.

El sistema finalista surge con posterioridad a mediados del siglo XX


como consecuencia de la teoría de la "acción final" elaborada por
Welzel3 : la conducta humana no se configura como una simple
premisa del resultado, ya que las personas actúan con una
específica finalidad en sus hechos, y esa finalidad es precisamente
la que debe ser examinada tanto a la hora de encuadrar la
conducta en el contenido del tipo, es decir en la tipicidad (por
ejemplo, a la hora de determinar si el sujeto realizó una conducta
típica de homicidio, debe averiguarse si actuó con dolo -tipo de
homicidio doloso, o al menos con imprudencia tipo de homicidio
imprudente, tanto si su comportamiento no fue ni doloso ni
imprudente, en cuyo caso deberá afirmarse que no fue típico, y por
tanto ya no será necesario plantearse si es antijurídico y culpable).

por otro lado, los diversos fines que orientan la conducta del sujeto
diferencia al que lo realiza de forma consciente y dolosa (que sabe
lo que hace y decide hacerlo) frente al que actúa imprudentemente
(no quiere producir el resultado e incluso puede no saber lo que
hace). Ello debe suponer una distinta valoración de la conducta y
por ello, los elementos de la antijuricidad son también diferentes en
el tipo doloso y en el tipo imprudente. En los dos existe un desvalor
de resultado que es la muerte, pero el dolo supone un desvalor
mayor que la imprudencia.
Sistema Finalista
En este sistema, la culpabilidad consiste en determinar si el
comportamiento típico y antijurídico es atribuible y reprochable
al sujeto, porque en el momento de actuar era plenamente
capaz de entender la ilicitud de dicho comportamiento
(imputabilidad), actuó conociendo dicha ilicitud (conocimiento
de la antijuricidad del hecho) ya que cabe la posibilidad de
realizar la acción en legítima defensa, y el sistema legal le podía
exigir que actuara de otro modo (exigibilidad).
Sistema Funcionalista
Para hablar de los precursores del sistema funcionalista, es toda
una odisea ya que se encuentran muchos antecedentes a lo
largo del tiempo de los cuales podemos decir que el
funcionalismo, como se conoce hoy, surge alrededor de los años
60, bajo lo que ahora se denominaría «funcionalismo clásico». La
realidad es que esta postura entra en crisis más bien pronto, y
acaba siendo sustituida. De esto ya se hablará más adelante.

Aunque quizás uno de los primeros antecedentes se encuentre


mucho más atrás, en el pensamiento de Auguste Comte y,
posteriormente, en el de Émile Durkheim. La consolidación del
funcionalismo, sin embargo, solo tiene lugar con la obra de
Talcott Parsons. Esta obra es continuada por, principalmente,
Niklas Luhmann (Busquet, J., Medina, A. y Sort, J., 2006).

Günther Jakobs, finalmente, se basaría en los estudios de


Luhmann para desenvolver el funcionalismo penal. Claus Roxin
procede de forma semejante, aunque se dice que su
funcionalismo es más bien moderado (en comparación con el de
Jakobs, considerado radical).

El funcionalismo jurídico-penal se concibe como aquella teoría


según la cual el derecho penal está orientado a garantizar la
identidad normativa, la constitución y la sociedad.
El funcionalismo penal es una tendencia dogmática que orienta
al Derecho Penal al mantenimiento de las expectativas. La pena
entonces cumple finalidades preventivo-generales y su
imposición depende del rol de cada persona dentro de la
sociedad.
Sistema Funcionalista
Una de las consideraciones que ha caracterizado a la teoría
jurídico-penal del maestro Jakobs es sin duda su peculiar
adaptación respecto de las tendencias o construcciones
funcionales, y más allá de la coincidencia o no con los postulados
o enfoques previos derivados de la teoría de los sistemas de
Luhmann y la forma de concebir la sociedad desde el punto de
vista de la filosofía de carácter individualista, su estructura
sistemática de imputación y su concepto mismo de persona
coexisten en un andamiaje o configuración basada en la
disciplina y coherencia de los sistemas en sí mismos, partiendo
así de una conformación que se fundamenta y fortalece en la
necesaria sistematización de una sociedad que encuentra en el
derecho penal una función o prestación primordial de
contradicción respecto de aquellas contradicciones que atentan
contra la identidad normativa de la sociedad.
Sistema imputacion
objetiva
El concepto de imputación objetiva nace en este clima, en 1927,
aunque por obra de un civilista hegeliano, larenz, y ya en 1930
Honing lo propuso para el derecho penal.

La teoría de la imputación objetiva surge de la evolución de las


teorías causales que intentaban restringir el amplísimo concepto
de causa de la teoría de la equivalencia de condiciones,
aportando argumentos para explicar por qué determinadas
acciones que desde el punto de vista natural eran causa no
podían, sin embargo, ser consideradas típicas, sin necesidad de
acudir al correctivo de la culpabilidad que quedaba demasiado
lejos.3 La concepción mayoritaria actual de la teoría de la
imputación objetiva ha abandonado las iniciales
fundamentaciones ontológicas de Larenz, y se basa en
consideraciones teleológiconormativas derivadas del fin que se
atribuye al derecho penal y a las normas penales. Siendo que el
sistema del cual se deriva esta concepción es, pues, un sistema
funcional o teleológico-racional.

La imputación objetiva del resultado es un requisito implícito del


tipo (en su parte objetiva) en los delitos de resultado para que se
atribuya jurídicamente el resultado y haya por tanto
consumación.
La teoría de la imputación objetiva procura confirmar la
causalidad jurídica, mediante una serie de criterios normativos.
Referencias

González Quintanilla José Arturo, (1991). Derecho Penal


01 Mexicano. Novena edición. Editorial Porrúa.

López Bentancourt Eduardo, (1994) Teoría del Delito.


02 Vigésima edición. Editorial Porrúa.

Capítulo primero Origen histórico de la


03 imputación obj etiva, acervo de la Biblioteca
Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM
http://biblio.juridicas.unam.mx

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