Está en la página 1de 17

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

CENTRO UNIVERSITARIO DE LA COSTA SUR


MAESTRÍA EN DERECHO

UNIDAD V. LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN.

TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN Y DEL ESTADO.


DOCENTE: DRA. BLANCA ESTELA PAREDES HERNÁNDEZ.

ALUMNA: ABG. BÁRBARA GONZÁLEZ VELÁZQUEZ.

AUTLÁN DE NAVARRO, JALISCO, A 26 DE NOVIEMBRE DE 2021.


Tema. 1. El poder constituyente y el principio de supremacía de la
Constitución en la actualidad.

El poder constituyente es en principio, aunque no sólo, un poder político


existencial y fáctico, que brota de la comunidad, la que decide darse una
Constitución, constituir un Estado o que asume transformar o sustituir el status quo
imperante.

La teoría del poder constituyente ha tendido muy distintas explicaciones. Una de


las primeras de carácter moderno fue la contractualista. El origen del Estado y del
Derecho es un pacto: la comunidad decide organizarse institucional y
jurídicamente desde la libertad, sin vínculos sacramentales o derivados del poder
de un sólo hombre. En los Estados Unidos, el poder constituyente fue el resultado
de acuerdos y negociaciones para distribuir el poder al interior de la comunidad.
John Wise explicó que en todo proceso constituyente han de distinguirse tres
etapas: el momento de la libertad, el del pacto social y el acto constitucional.

La finalidad de la Constitución es evidente: reconocer los derechos fundamentales,


establecer la organización política del Estado, pero como un sistema de garantía
de la libertad frente al poder político.

Una segunda explicación dominante sobre el poder constituyente, es la francesa


surgida a partir de 1789, de carácter revolucionario, en donde las ideas relevantes
no son las del pacto o contrato sino las de creación del Estado por un acto
revolucionario y de la ruptura con el poder establecido, además de insistir en el
carácter ilimitado y absoluto del poder de transformación. El titular de la soberanía
y por consiguiente del poder constituyente es el pueblo, el que tiene el derecho
inalienable de modificar y alterar la estructura del Estado, puede hacerlo, “…como
quiera, sin restricciones, libre de todo respeto a organizaciones pretéritas, con una
amplia y discrecional potestad para elegir el régimen político a implantar...”. El
poder del constituyente surge de una fuerza revolucionaria que se impone a un
poder establecido, esa fuerza es absoluta e ilimitada, “…el poder constituyente
todo lo puede… no se encuentra de antemano sometido a ninguna Constitución…
y para ejercer su función ha de verse libre de toda forma y de control, salvo los
que el mismo le pluguiera adoptar”. El poder constituyente es “absolutización de
los valores políticos, es un puro deber ser, es empezar de nuevo, es elisión del
pasado y reducción de un futuro al presente, es inicialmente aceleración histórica
imprevista y sucesivamente retención del movimiento, es expresión de un solo
sujeto político, individualizado e incondicionado y por esto soberano”.

En la etapa de la restauración, las Constituciones se entienden como cartas


otorgadas cuya aprobación se debe a la graciosa aprobación del monarca, que es
un ente previo y superior a la Constitución, y a través de él se crean todos los
órganos del Estado, que se presentan como poderes sometidos. Además, el
liberalismo doctrinario europeo del siglo XIX elaboró la teoría de la soberanía
compartida, gracias a la cual, el rey junto con los representantes de la burguesía
en el Parlamento se convierten en los únicos depositarios de la soberanía del
Estado, lo que significó la casi inexistencia de una teoría democrática del
constituyente y la sustitución de la idea de soberanía democrática por la soberanía
del monarca o la afirmación de que no existe poder constituyente sino sólo
poderes constituidos y en donde el protector supremo de la Constitución era el rey.

Después de la segunda guerra mundial […] en Europa la Constitución volvió a ser


entendida como la expresión de la voluntad de un Pouvoir Constituant
democrático, […] gracias a la distinción entre Poder Constituyente y poderes
constituidos, diferenciación que introduce el principio de rigidez en la Constitución,
los mecanismos de control constitucional, el carácter de norma jurídica suprema
de la Constitución y la recuperación del sentido democrático del poder
constituyente. La lógica de la democracia que es la de ser un régimen sin
enemigos, permite a los distintos individuos y sectores de la sociedad modificar o
sustituir democráticamente la Constitución sin que soberanos, estamentos o
poderes fácticos impongan exclusivamente su visión o pensamiento único.
Una tercera explicación sobre el poder constituyente lo entiende, no sólo como el
pacto o el contrato o, exclusivamente, como el acto revolucionario de
transformación, sino como un proceso de legitimación democrática. Teorías
contemporáneas alemanas como la de Häberle o Ernest Wolfgang Böckenförde
así lo comprenden. Las Constituciones no derivan del mero factum de su
nacimiento, sino de una magnitud que la precede y que aparece como un poder o
autoridad especial que no es otra cosa que el poder constituyente. El poder
constituyente rebasa el ámbito del Derecho y tiene que ver sobre todo con la
fundamentación y la legitimación de su poder, aunque para ellos es obvio que el
fundamento del Derecho pertenece también al Derecho. El Derecho está vinculado
a datos prejurídicos que lo fundamentan y lo legitiman.

A partir de la última perspectiva, el poder constituyente está referido a la


legitimación, a la justificación de la validez normativa de la Constitución. No basta
apelar al normativismo kelseniano que formula la pregunta por la legitimación y la
deja sin respuesta.

El poder constituyente es aquella fuerza y autoridad política capaz de crear, de


sustentar y de cancelar la Constitución en su pretensión normativa de validez, no
es igual al poder establecido del Estado, sino que lo precede, pero cuando se
manifiesta, influye sobre él y opera dentro de él según la forma que le
corresponda.
Como lo dicen autores como Böckenförde, Häberle o Gomes Canotilho, el pueblo
tiene un carácter plurisubjetivo capaz de definir, proponer y defender ideas,
modelos de organización que serán la base de la Constitución. Es el pueblo una
comunidad abierta de sujetos constituyentes” que pactan para conformar el orden
político-jurídico y social. El pueblo no es sólo el de los propietarios, o los de la elite
revolucionaria –la vanguardia de la sociedad-, o el pueblo de los electores; el
pueblo en sentido político, es el de las mayorías y las minorías, es el pueblo que
presupone personas libres e iguales, con capacidad y conciencia ético-política
para determinar, mediante el consenso, pero también como apunta Negri a través
del disenso y la crítica, sus formas de convivencia y su destino.

No existe un sólo modelo de poder constituyente, éstos son diversos como lo son
las tradiciones históricas particulares y nacionales. En el modelo inglés existe un
poder constituyente evolucionista, en donde no existió la pretensión de generar un
nuevo orden político, ni tampoco la pretensión de diseñar y planificar de origen,
modelos políticos, sino de ir perfeccionando los existentes. En el modelo
norteamericano, la finalidad fue la de moderar y restringir el poder más que la de
promover y dar prevalencia a un poder democrático ilimitado. El caso francés
responde más al modelo de Negri; se buscó durante la revolución francesa, crear
una Constitución a través de la destrucción del viejo régimen, pero apuntalando a
un poder supremo –la nación- que elabora la Constitución. De lo anterior se colige
que existen vías distintas de estructuración y de organización del poder
constituyente.

Lo importante de los distintos modelos de poder constituyente, es que todos ellos,


han producido categorías jurídicas fundamentales para el propio poder
constituyente y las Constituciones resultantes, conceptos como el de soberanía
popular, derechos fundamentales o división de poderes, son herederos en sus
significados actuales de los diferentes modelos de poder constituyente.

En nuestros días, el poder constituyente que surge de legitimidades populares


democráticas obedece a una herencia cultural, es decir a modelos espirituales,
éticos y sociales que existen en la conciencia jurídica mundial, en donde el
derecho internacional de los derechos humanos o principios suprapositivos y
supralegales democráticos constituyen los límites más importantes a la libertad y
ominipotencia del poder constituyente. Un sistema nacional que pretenda ser
respetado en el concierto de las naciones, que busque ser democrático y
constitucional se encuentra necesariamente vinculado por principios democráticos
y de respeto y garantía a los derechos fundamentales.
La idea de supremacía constitucional encuentra sus orígenes casi a la par del
nacimiento del control de constitucionalidad; primero, la idea queda consagrada en
la constitución norteamericana de 1787, y posteriormente se refuerza con la
resolución del juez John Marshall para el caso Marbury versus Madison. Éste, y el
caso del doctor Bonham resuelto por el juez inglés sir Edward Coke el siglo
anterior, son considerados las bases primigenias del control de constitucionalidad,
y por ende de la consolidación de la supremacía constitucional.

La Constitución mantiene una suerte de bidimensionalidad de su supremacía: la


primera, unilateral, en la cual se ostenta como la única norma fundadora del
Estado, que dota de sustancia al sistema jurídico y sobre la cual emerge la
regularidad de las normas, y otra multilateral, que deriva de su carácter como
catálogo de derechos fundamentales, y que comparte con otros documentos de
carácter internacional o nacional que contengan normas de derechos humanos,
puesto que éstos atienden a un carácter abstracto que no puede colmarse
únicamente con lo establecido en la Constitución de un país.

Tema 2. La rigidez y los procedimientos de reforma constitucional y la


mutación constitucional.

La idea de rigidez significa que la Constitución goza de un régimen jurídico


especial, diverso del que tienen las leyes, "en el sentido de que el procedimiento
de reforma de la Constitución es distinto del procedimiento de formación de las
leyes".6 En este sentido explica Guastini: "Una Constitución es rígida si y sólo si,
en primer lugar, es escrita; en segundo lugar, está protegida (o garantizada) contra
la legislación ‘ordinaria’, en el sentido de que las normas constitucionales no
pueden ser derogadas, modificadas o abrogadas si no es mediante un
procedimiento especial de revisión constitucional (más complejo respecto del
procedimiento de formación de leyes).
Las Constituciones son hechas para perdurar, rigiendo las estructuras,
situaciones, comportamientos y conductas que la interpretación del Constituyente
tiene como afianzadas a los valores de convivencia social en la comunidad a que
se refieren.
El poder constituyente de un día no puede condicionar al poder constituyente del
mañana, lo que, en otros términos, significa que la Constitución no puede ni debe
entenderse como una ley eterna.

Las Constituciones son mutables por naturaleza, pues ya se ha desechado de la


doctrina constitucional la tesis de la inmutabilidad absoluta de las Constituciones,
"sobre todo porque -apunta Pinto Ferreira- son, en gran parte, una copia y un
traslado de condiciones socioculturales en permanente modificación dialéctica.

La modificabilidad de la Constitución implica, en sí misma, la garantía de su


permanencia y durabilidad, en la medida en que es un mecanismo de articulación
de la continuidad jurídica del Estado y un instrumento de adecuación entre la
realidad jurídica y la realidad política, realizando así la síntesis dialéctica entre la
tensión contradictoria de esas realidades.

Esta modificabilidad será mayor o menor conforme se trate de una Constitución


flexible o de una Constitución rígida. El primer tipo es maleable por naturaleza. Se
puede decir que está en constante proceso de cambio, una vez que puede ser
alterada por el proceso de formación de las leyes ordinarias, no existiendo
distinción formal entre normas Constitucionales y normas de legislación ordinaria,
ni, por tanto, relación de superioridad entre unas y otras.

De ahí que las Constituciones flexibles se caractericen por su elasticidad,


extendiéndose o adaptándose según las circunstancias, sin que su estructura se
rompa, en tanto que las Constituciones rígidas son más definidas y fijas.
La función esencial de una Constitución consiste en asegurar los derechos
fundamentales del hombre y la dignidad de la persona humana. Es el principio de
supremacía, que deriva de la Constitución rígida, la más eficiente garantía de
efectividad de aquella función de imponer limitaciones a la acción del poder
público. El documento que no cumple esa función no puede ser considerado
Constitución.

Tema 3. La Justicia constitucional.

Héctor Fix-Zamudio, concibió a la justicia constitucional:


Como el conjunto de procedimientos de carácter procesal, por medio de los cuales
se encomienda a determinados Órganos del Estado, la imposición forzosa de los
mandamientos jurídicos supremos, a aquellos otros organismos de carácter
público que han desbordado las limitaciones, que para su actividad se establecen
en la misma Carta Fundamental.

Existencia de ocho sectores o instituciones que integran a la justicia constitucional


en México, a saber: juicio de amparo; controversia constitucional; acción de
inconstitucionalidad; procedimiento investigatorio de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación; juicio político; sistema no jurisdiccional de protección a los derechos
humanos; juicio para la protección de los derechos político-electorales de los
ciudadanos, y juicio de revisión constitucional electoral.

Juicio de amparo.
Tiene un origen local a través de la Constitución yucateca de 1841 bajo el auspicio
de don Manuel Crescencio Rejón; posteriormente, en 1847, se expide el Acta de
Reformas a la Constitución Federal de 1824, en cuyo artículo 25 de estableció la
facultad de los tribunales de la federación para amparar a los habitantes de la
república en salvaguarda de sus derechos constitucionales, sin embargo, el
amparo adquiere su constitucionalización definitiva a partir de la norma
fundamental de 1857, a través de sus numerales 101 y 102. Bajo el texto de la
Constitución vigente el amparo tiene su fundamento en los numerales 103 y 107.

Controversia Constitucional.
Tiene su origen en la Constitución norteamericana en el artículo III, sección 2,
institución que fue recogida por las Constituciones mexicanas de 1824 (artículo
137, fracción I); de 1857 (artículos 97 y 98) y de 1917 (artículo 105); sin embargo,
esta institución se vio fortalecida a través de la reforma al propio artículo 105
constitucional, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre
de 1994, pues estableció la legitimación activa de los municipios y del Distrito
Federal, así como las hipótesis de los denominados conflictos de atribución, es
decir, los conflictos derivados de cuestiones competenciales entre dos o más
poderes tanto de naturaleza federal como local.

Acción de Inconstitucionalidad.
La acción de inconstitucionalidad surge en el constitucionalismo europeo con el
objeto esencial de reconocerle a las minorías parlamentarias su derecho de
someter a la decisión de un órgano jurisdiccional lo que a juicio de éstas puede ser
una norma inconstitucional, de aquí que dicha acción entraña en lo fundamental lo
siguiente:
1) Dar certeza al principio conocido como oposición política garantizada, y
2) Dado que no se requiere que la norma impugnada cause agravio al
promovente del proceso, éste constituye una acción abstracta.

En el contexto mexicano, la acción de inconstitucionalidad se introdujo al sistema


jurídico nacional con motivo de la reforma integral al artículo 105 constitucional,
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre de 1994.
Originalmente, se encontraban legitimados activamente el 33% de los integrantes
de los órganos legislativos federales (Cámara de Senadores y Diputados), así
como los correspondientes de naturaleza local (legislaturas estatales y Asamblea
Legislativa del Distrito Federal), así como el procurador general de la república; sin
embargo, por reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 22 de
agosto de 1996, se estableció la competencia de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación para resolver las acciones de inconstitucionalidad en materia electoral,
facultando a los partidos políticos para ejercitar la acción en comento, siendo ésta
la única vía para impugnar la posible inconstitucionalidad de las leyes electorales,
las cuales por sus fines tendentes a la integración de los poderes constituidos
“deberán promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que inicie
el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber
modificaciones legales fundamentales”.

Juicio político.

El antecedente inmediato del juicio político se encuentra en el impeachment de la


Constitución norteamericana (artículo I, sección III, inciso c) y fue recogido
principalmente en las Constituciones mexicanas de 1857 (artículos 103-105), y de
1917 (artículos 109-111 y 114). En virtud de que el juicio político se sigue ante las
cámaras del Congreso de la Unión, en donde la Cámara de Diputados actúa como
órgano de acusación y la Cámara de Senadores como órgano de sentencia,
resulta claro que el desarrollo y fortalecimiento del juicio político en México está
por escribirse, pues su éxito depende de la pluralidad política y de la normalidad
democrática, pues en un modelo de Estado de partido hegemónico como hasta
hace poco vivía México, resultaba impensable la instauración de este tipo de
juicios.

Sistema no jurisdiccional de protección a los Derechos Humanos.


Este sistema está inspirado en lo fundamental en la centenaria figura sueca del
ombudsman, y fue adoptada en México a nivel federal de manera primigenia como
un órgano administrativo desconcentrado, mediante el decreto del Poder Ejecutivo
del 6 de junio de 1990 por el que se crea la Comisión Nacional de Derechos
Humanos; sin embargo, el 28 de enero de 1992, se publicó en el Diario Oficial de
la Federación, la adición de un apartado B al numeral 102 constitucional, mediante
el cual se incorpora al texto fundamental el sistema de referencia; posteriormente,
por reforma al apartado en comento, del 13 de septiembre de 1999, se
establecieron nuevas prevenciones en torno al ombudsman mexicano, destacando
las siguientes: 1) La autonomía del organismo; 2) La denominación constitucional
de éste como Comisión Nacional de los Derechos Humanos; 3) La elección del
presidente del organismo y de los miembros de su Consejo Consultivo, por el voto
de las dos terceras partes de los miembros presentes en la Cámara de
Senadores, o en los recesos de ésta por la Comisión Permanente; 4) El
establecimiento del término de la gestión del presidente del organismo por un
periodo de cinco años, con la posibilidad de una reelección, y 5) El deber del
presidente del organismo de presentar cada año un informe ante los Poderes de la
Unión, debiendo comparecer ante las cámaras del Poder Legislativo.

Juicio para la protección de los derechos político-electorales de los


ciudadanos.

El juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos,


así como el correspondiente a la revisión constitucional electoral (véase supra)
son, en lo fundamental, resultado de la reforma del sistema electoral mexicano
emprendida en 1996.8 Este procedimiento se sustancia ante las salas regionales o
ante la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
dependiendo del tipo de acto de que se trate, de suerte tal que se tramitan ante la
sala regional los procedimientos mediante los cuales el ciudadano demande que
pese a haber cumplido con los trámites correspondientes no hubiera obtenido
oportunamente su credencial para votar, así como también en los casos en que no
aparezca incluido en la lista nominal de electores, o bien, que considere haber
sido indebidamente excluido de dicha lista.

Juicio de revisión constitucional electoral.


Corresponde a la Sala Superior del Tribunal Electoral conocer del juicio de revisión
constitucional de la materia, el cual procede en contra de los actos o resoluciones
de las autoridades electorales locales cuando siendo éstos definitivos y firmes
violen algún precepto constitucional, debiendo agotarse todas las instancias
previas establecidas por las leyes, y que la reparación solicitada sea factible antes
de la fecha constitucional o legal fijada para la instalación de los órganos o la toma
de posesión de los funcionarios electos. Se debe precisar que la acción en
comento tiene lugar contra actos y resoluciones de la autoridad electoral, que no
por cuanto leyes de naturaleza electoral, pues como se expresó con anterioridad,
la acción de inconstitucionalidad de la que conocerá la Suprema Corte de Justicia
de la Nación es la única vía para plantear la no conformidad de las leyes
electorales con la Constitución.

Jurisdicción Constitucional Supranacional.


“Aquellas formas especiales de recursos y de procedimientos jurisdiccionales que
tienen por objeto específico la protección judicial de los derechos fundamentales
del hombre contra actividades del Poder Público lesivas de tales derechos”.
El 8 de diciembre de 1998 se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el
decreto por el que se aprueba la declaración para el reconocimiento de la
competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. El
Decreto en cuestión contiene lo siguiente:

a) Se acepta la competencia contenciosa de la Corte, salvo en los casos


derivados de la aplicación del artículo 33 constitucional, en materia de
expulsión de extranjeros, excepción que confirma una facultad discrecional
del Poder Ejecutivo, inscrita en la conciencia nacional desde las Bases
Orgánicas de la República Mexicana de 1842 (artículo 86, fracción XXIV), y
reiterada en el numeral 33 de las Constituciones de 1857 y 1917.
b) La competencia de la Corte será sobre actos o hechos posteriores a la
fecha del depósito de la declaración correspondiente, la cual se llevó a cabo
el 16 de diciembre de 1998, y
c) La aceptación de la jurisdicción de la Corte se hace con carácter general
(salvo la excepción comentada en el numeral 1) y continuará en vigor hasta
un año después de la fecha en que se denuncie

Procedimiento investigatorio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.


Como su nombre lo indica, este instrumento de control constitucional entraña un
procedimiento, mas no un proceso, pues de acuerdo al texto constitucional (tercer
párrafo del numeral 97) los resultados de la investigación se harán llegar a los
órganos competentes. Si bien este procedimiento investigatorio de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación se revela como una institución propia del
Constituyente de 1917, el distinguido jurista Jorge Carpizo señala como probable
antecedente la investigación llevada a cabo por nuestro más alto tribunal con
motivo de los hechos sucedidos en el puerto de Veracruz los días 24 y 25 de junio
de 1879, ya que el gobernador de la entidad, General Luis Mier y Terán, ordenó la
detención y fusilamiento “sin juicio previo” de varias personas detenidas por una
sublevación.

Tema 4. Limitaciones derivadas de la Unión Europea y el Convenio Europeo


de Derechos Humanos.

Los Tratados fundacionales de las Comunidades Europeas no contemplaron


ninguna disposición específica sobre los derechos humanos, los cuales se
mencionan en el Derecho originario hasta el Tratado de la Unión Europea en
1992. Sin embargo, es cierto que la exigencia de ser un Estado democrático y
respetuoso con los derechos humanos fue un requisito imprescindible para poder
convertirse en Estado miembro, aunque tampoco apareciese como obligación
jurídica explícita en los tratados hasta tiempos recientes. Al mismo tiempo,
«ciertos principios como el de la no discriminación o el de la libre prestación de
servicios podrían, en ciertos casos, ser coincidentes con algunas disposiciones
relativas a los derechos humanos».
Una de las explicaciones que se ha dado a la no contemplación de los derechos
fundamentales en esos primeros tratados reside en que parecía difícil concebir
posibles interferencias entre las regulaciones de carácter eminentemente
económico que se establecían, y derechos fundamentales principalmente referidos
en ese momento a los derechos civiles y políticos. La experiencia, sin embargo, ha
demostrado cuán errónea era esta apreciación, dado que obviaba el hecho de que
los derechos fundamentales actúan como límite de la actividad de todo poder
público, y la Unión Europea lo es. Los riesgos de colisión entre la normativa
europea y el respeto a los derechos humanos se han visto lógicamente
acrecentados tras la asunción competencial en el ámbito de la cooperación policial
y judicial en materia penal —Tratado de la Unión Europea de 1992—; o tras la
comunitarización de la materia relativa a visados, asilo, inmigración y la
cooperación judicial en material
civil —Tratado de Ámsterdam—.

Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades


Fundamentales

Los Gobiernos signatarios, miembros del Consejo de Europa,

Considerando la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por la


Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948;

Considerando que esta Declaración tiende a asegurar el reconocimiento y la


aplicación universales y efectivos de los derechos en ella enunciados;

Considerando que la finalidad del Consejo de Europa es realizar una unión más
estrecha entre sus miembros, y que uno de los medios para alcanzar esta finalidad
es la protección y el desarrollo de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales;

Reafirmando su profunda adhesión a estas libertades fundamentales que


constituyen las bases mismas de la justicia y de la paz en el mundo, y cuyo
mantenimiento reposa esencialmente, de una parte, en un régimen político
verdaderamente democrático, y, de otra, en una concepción y un respeto comunes
de los derechos humanos de los cuales dependen;

Resueltos, en cuanto Gobiernos de Estados europeos animados por un mismo


espíritu y en posesión de un patrimonio común de ideales y de tradiciones
políticas, de respeto a la libertad y de primacía del Derecho, a tomar las primeras
medidas adecuadas para asegurar la garantía colectiva de algunos de los
derechos enunciados en la Declaración Universal;

Afirmando que las Altas Partes Contratantes, de conformidad con el principio de


subsidiariedad, tienen la responsabilidad principal de garantizar los derechos y
libertades definidos en el presente Convenio y sus Protocolos, y que al hacerlo
disfrutan de un margen de apreciación, bajo el control del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos establecido por el presente Convenio;

Han convenido lo siguiente:

ARTÍCULO 1
Obligación de respetar los derechos humanos
Las Altas Partes Contratantes reconocen a toda persona bajo su jurisdicción los
derechos y libertades definidos en el Título I del presente Convenio.

En este convenio se establecen en el Título I, los derechos y libertades, como lo


son el derecho a la vida, la prohibición de la tortura, la prohibición de la esclavitud
y del trabajo forzado, derecho a la libertad y a la seguridad, derecho a un proceso
equitativo, no hay pena sin ley, derecho al respeto a la vida privada y familiar,
libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, libertad de expresión, libertad
de reunión y de asociación, derecho de contraer matrimonio, derecho a un recurso
efectivo, prohibición de discriminación, derogación en caso de estado de
excepción, restricciones a la actividad política de los extranjeros, prohibición del
abuso de derecho, limitación de la aplicación de las restricciones de derechos. Por
otra parte, se contempla en el Título II, se contempla el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, donde se establece la Institución del Tribunal, número de
Jueces, las condiciones de ejercicio de sus funciones, la elección de jueces, la
duración del mandato y revocación, la Secretaría y relatores, el Pleno del Tribunal,
la Formación de juez único, Comités, Salas y Gran Sala, la Competencia de los
jueces únicos, acuerdos amistosos, entre otros. En el Titulo III de Disposiciones
Diversas, contiene las Indagaciones del Secretario General, la Protección de los
derechos reconocidos, la aplicación territorial, reservas, denuncia, firma y
ratificación, entre otros.

Por último, se establece un Protocolo adicional al Convenio para la Protección de


los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, donde habla sobre la
protección de la propiedad, el derecho a la educación, relación con el convenio,
entre otros.

REFERENCIAS

https://www.sitios.scjn.gob.mx/cec/blog-cec/el-nuevo-enfoque-de-supremacia-
constitucional-hacia-la-supremacia-de-los-derechos-humanos

https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-constitucionales/article/
view/5561/7207

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2897/7.pdf
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2990/13.pdf

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
97532010000200008

https://www.echr.coe.int/documents/convention_spa.pdf

También podría gustarte