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II UNIDAD: TEORÍA CONSTITUCIONAL

1. TEORÍA CONSTITUCIONAL I:

LA CONSTITUCIÓN MEDIEVAL:
Si la constitución de los antiguos podía concebirse como un orden político ideal, al que tender
prescriptivamente, la constitución medieval puede entenderse más bien como un orden
jurídico dado, a preservar, a defender frente a todos aquellos que pretendan introducir
alteraciones arbitrarias en los equilibrios existentes.
La Edad Media puede describirse como la edad en la que el discurso sobre la constitución deja
de pertenecer de manera exclusiva al campo político y moral, del perfeccionamiento del hombre
a través de la experiencia de la ciudadanía política común, y comienza a entrar en el mundo del
derecho, a convertirse en discurso jurídico, que nace de la práctica social. Por eso, hablar
de la constitución medieval significa hablar de reglas, de límites, de pactos y contratos, de
equilibrio.
- La supremacía de la comunidad política: se tiende a mirar de manera cada vez más
directa a la comunidad política en su conjunto, sobre la base del principio, cada
vez más fuerte en el curso del siglo XIII, según el cual el rey es superior a toda
parte singular del organismo político tomada aisladamente, así como sucede con el
corazón en el cuerpo humano respecto de cualquier otro órgano, pero es inferior al
conjunto de aquellas partes, que todas juntas, entre ellas relacionadas, constituyen Ia
universitas, la comunidad política en función de la cual existe, en definitiva, el mismo rey.
Una expresión de la totalidad de la comunidad es la supremacía de la ley, ambas
son el elemento de continuidad en la experiencia constitucional medieval.
- La constitución mixta: La constitución mixta representaba la respuesta de los antiguos
a la posibilidad, profundamente temida por ellos, de la crisis y de la disolución de la
comunidad política. Por este motivo, una de las principales características de la
constitución mixta era la del punto medio, la de su pertenencia estructural a un
campo en el que nunca se realizaban las pretensiones de una única fuerza, de un
único factor constitucional. Todas esas fuerzas y todos esos factores eran invitados
por el carácter mixto de la constitución a reconocerse recíprocamente en el plano
político, a reforzar el principio de la común pertenenciaa la misma realidad política,
de la común ciudadanía.

LA CONSTITUCIÓN DE LOS MODERNOS:


El constitucionalismo: el constitucionalismo es concebido como el conjunto de doctrinas que
aproximadamente a partir de la mitad del siglo XVII se han dedicado a recuperar en el horizonte
de la constitución de los modernos el aspecto del límite y de la garantía.
En la constitución moderna prefigurada y sostenida por Hobbes y Rousseau resultaban
absolutamente imposibles, sin lugar a dudas, dos operaciones.
 La primera consistía en la división del poder soberano, es decir, en la
individualización de una pluralidad de poderes públicos contrapesados entre ellos
y, por ello, limitados recíprocamente. Como sabemos, la primera característica del
poder soberano era precisamente la de su indivisibilidad.
 La segunda operación consistía en la posibilidad de individualizar un límite legal a la
extensión de los poderes del soberano, de poder oponer a esos poderes una norma
fundamental, quizás para garantía y tutela de los derechos de los individuos.
No obstante, en el momento decisivo de la construcción del nuevo orden constitucional reaparece
el concepto tradicional del balance, del equilibrio, es un equilibrio que debe dirigirse en primer
lugar a la misma sociedad.
Estado y constitución: la constitución estatal es así la norma de derecho público que está
llamada a imponerse sobre la tradicional estructura privada de la constitución estamental
y feudal. Pero no sólo es eso, está pensada con la finalidad de combatir todo tipo de
privatismo, y en particular el que deriva de una concepción general de la constitución que
ve en ella una pura norma de garantía de las propiedades y de los derechos de los
individuos.
En esa concepción, que conecta con la matriz individualista de la Revolución, Hegel ve casi
anulado el valor político del Estado, reducido a un conjunto de poderes encaminados,
desde el punto de vista instrumental, a la garantía de los derechos. Como afirmará en sus
Fundamentos de filosofía del derecho, de 1821, un Estado cuyo «fin último» sea cuidar los
intereses de los particulares, terminará siendo considerado por éstos como un mero instrumento
para usar y ordenar según las circunstancias.
La afirmación de la constitución estatal produce la soberanía del Estado, que hace
impensable la soberanía de cualquier sujeto político fuera de la constitución, sea el
monarca o el misino pueblo, que sólo en el Estado y en su constitución encuentra orden
y forma y, por ello, capacidad dé existir en el plano constitucional.
La constitución estatal opone la soberanía del Estado, no sólo a los antiguos derechos
estamentales, sino también al mismo monarca que en ella encuentra la disciplina de sus
prerrogativas, y al mismo pueblo al que se sustrae de esa manera el poder constituyente
y, con él, la cualidad de sujeto soberano originario de cuya voluntad depende la misma
constitución.
Democracia y constitución:
En fin, en un plano histórico aún más amplio, las constituciones representan el intento de
recomponer la gran fractura entre democracia y constitucionalismo. Sobre esta base hemos
tenido — en la segunda mitad del siglo XX— constituciones nacidas del ejercicio del poder
constituyente por parte del pueblo soberano, fundadas sobre el principio de la soberanía
popular, pero al mismo tiempo decididamente orientadas a situarse por encima de los
legisladores, de aquéllos que puedan decirse intérpretes y representantes, sobre la base
del principio de mayoría, de la voluntad del pueblo soberano. Es ésta una forma
constitucional, como se aprecia con claridad, absolutamente incomprensible a la luz de la
tradición moderna que siempre había obligado a todos a situarse de una parle o de otra: con el
pueblo soberano, y así contra la misma idea de una ley fundamental vinculante para el futuro, o
con la constitución como límite, como ideal de estabilidad y de equilibrio, y así contra la
desmedida y amenazante idea del pueblo soberano.
En la fórmula contemporánea de la democracia constitucional parece estar contenida la
aspiración a un justo equilibrio entre el principio democrático, dotado de valor
constitucional a través de las instituciones de la democracia política y el mismo papel del
legislador y del gobierno, y la idea — ínsita en toda la tradición constitucionalista— de los
límites de la política a fijar mediante la fuerza normativa de la constitución y, en particular,
a través del control de constitucionalidad siempre más determinante en el ámbito de las
democracias modernas.

LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA FUNDAMENTAL:


La Constitución debe ser concebida como un instrumento jurídico dirigido a limitar
efectivamente el ejercicio del poder, en particular del poder político. Esta finalidad puede
alcanzarse a través de dos medios. El primero es evitando la concentración del poder político
en un solo detentador y, por tanto, previendo facultades a órganos constitucionales
distintos, como pueden ser el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial (la constitucionalmente
conocida “división de poderes”). El segundo es reconociendo y garantizando a través de
una lista cerrada o abierta, los derechos de la persona en cuanto persona; a su vez, sólo
podrá considerarse que la Constitución genera efectiva vinculación a sus destinatarios si
se le concibe como norma fundamental, es decir, si se le coloca como fundamento de todo
el ordenamiento jurídico.
¿Qué es la Constitución?
La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico-estatal y, como tal, la
validez de todos los actos y normas expedidos por los poderes públicos depende de su
conformidad con ella.

EL PRINCIPIO DE SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL:


Esto significa que la ley o la norma reglamentaria deberán ajustarse a la Constitución si
pretenden ser válidas y regir efectivamente. Ninguna norma con rango de ley ni mucho
menos con rango de reglamento, podrán disponer de modo distinto a lo que dispone la
Constitución.
Solo se podrá considerar a la Constitución como norma fundamental, si es que se considera
a esta como una norma rígida, lo cual significa que el procedimiento de reforma
constitucional es distinto –más complicado- que el procedimiento legislativo. Uno es el
camino previsto para reformar el texto constitucional, y otro distinto es el mecanismo instituido
para aprobar una ley el Parlamento.

SISTEMAS DE CONTROL DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LAS NORMAS:


Se han previsto los dos principales sistemas de control de la constitucionalidad de las normas:
el llamado control difuso y el llamado control concentrado; para el caso peruano, se trata de un
modelo dual o paralelo que “es aquel que existe cuando en un mismo país, en un mismo
ordenamiento jurídico, coexisten el modelo americano y el modelo europeo, pero sin
mezclarse, deformarse ni desnaturalizarse.
EL CONTROL DIFUSO: (JUDICIAL REVIEW O MODELO AMERICANO)
→ Atribuye a todos los magistrados del sistema judicial la potestad de inaplicar, al caso
que resuelven, una ley que consideran inconstitucional. Los jueces al momento de aplicar
el derecho deben aplicar en primer lugar la Constitución, y sólo después las demás
normas.
→ Se define a partir de tres características:
 El ser difuso, es decir, se trata de una facultad atribuida a todos los jueces y
magistrados del Poder judicial (además del mismo Tribunal Constitucional).
 Es incidental, es decir, el pronunciamiento de inaplicación de la norma por
inconstitucional sólo es posible si existe previamente un caso concreto que está
siendo conocido por los mencionados juez o magistrados.
 El pronunciamiento sólo tiene efectos para el caso concreto, de modo que la norma
considerada inconstitucional mantiene su vigencia al punto que puede ser aplicada por
otro juez que no considere inconstitucional a la norma cuestionada.
El TC ha señalado que “[e]ste control es el poder-deber consubstancial a la función
jurisdiccional a efectos de garantizar que el proceso sea debido, en el sentido que sea un
proceso constitucional, es decir, que una causa ha de conducirse procesalmente y ser
resuelta, en cuanto al fondo, conforme a normas de indubitable constitucionalidad, pues
no puede reputarse como debido proceso a aquél en el que, o es resuelto conforme a
normas procesales de cuestionable constitucionalidad, o el fondo de él es resuelto en
aplicación de normas sustantivas cuya inconstitucionalidad resulta evidente(…)”.
El control difuso de la constitucionalidad de las normas está previsto para asegurar la vigencia
efectiva de la Constitución como norma suprema del ordenamiento jurídico, es decir, está
pensado “como mecanismo para preservar el principio de supremacía constitucional y, en
general, el principio de jerarquía de las normas, enunciado en el artículo 51º de nuestra
Norma Fundamental”.
EL CONTROL CONCENTRADO: (MODELO EUROPEO)
Se define a partir de tres características:
 El encargo de revisar la constitucionalidad de las leyes está fijado en un solo
órgano, en el caso peruano, en el Tribunal Constitucional. La primera característica que
define este sistema, por tanto, es el ser concentrado, en contraposición al anterior
que era difuso.
 Es principal, a diferencia del anterior sistema que era incidental. Esto significa que para
la procedencia de este sistema de control no se necesita que previamente exista
un litigio concreto que esté siendo conocido por –en este caso- el Tribunal
Constitucional, sino que el sistema mismo prevé la existencia de una acción pensada
para iniciar el proceso destinado a intentar arrojar del ordenamiento jurídico una
ley inconstitucional. Esa acción comúnmente –como en el caso peruano– se denomina
acción de inconstitucionalidad.
 Se trata de un sistema con efectos erga omnes. Quiere decir esto que si la norma con
rango de ley es encontrada inconstitucional y así lo declara el Tribunal Constitucional,
esa declaración produce sobre la ley efectos derogatorios. La ley, entonces, deja de
formar parte del ordenamiento jurídico, pierde su vigencia. En el caso peruano el control
concentrado de la constitucionalidad de las leyes está exclusivamente depositado en el
Tribunal Constitucional, el cual es definido como “el órgano de control de la Constitución”.
La acción de inconstitucionalidad se pretende la declaración, por parte del Tribunal
Constitucional, de la inconstitucionalidad de una norma jurídica, en uso del control
concentrado y con efectos erga omnes, para expulsarla definitivamente del sistema jurídico.
Pero no sólo normas con rango de ley pueden contravenir la Constitución, sino que también
normas con rango inferior a la ley pueden expedirse en contradicción con la norma constitucional.
En el caso peruano se ha previsto para ello la llamada acción popular “que procede, por
infracción de la Constitución y de la ley, contra los reglamentos, normas administrativas
y resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera sea la autoridad de la que
emanen (artículo 200.5 CP); y que se presenta ante el Poder judicial (Salas superiores, según
el CPC).
Los procesos de acción popular y de inconstitucionalidad tienen por finalidad la defensa
de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa. Esta infracción puede ser,
directa o indirecta, de carácter total o parcial, y tanto por la forma como por el fondo”.

VINCULACIÓN DEL PODER POLÍTICO A LAS NORMAS CONSTITUCIONALES:


El Congreso de la República, en el ejercicio de su función legislativa, no puede ‘suprimir o
disminuir los derechos fundamentales’, pues, en su condición de poder constituido, se
encuentra vinculado no sólo por los derechos fundamentales reconocidos en el capítulo primero
del Título I de la Constitución, sino por todos los derechos de la persona reconocidos en dicho
texto, independientemente del capítulo y título cómo éstos se hallen consagrados.
Mecanismos de control de la vinculación:
a) Antejuicio político: un procedimiento destinado a determinar la procedencia de un
juzgamiento penal de funcionarios de alto rango por ante el Poder Judicial, previa
habilitación del Congreso de la República.
b) Juicio político: supone la potestad de procesamiento y sanción de la que está investido
el Congreso, en los casos de infracción de la Constitución por funcionarios de alto rango
y en la que, en principio, no interviene en lo absoluto el Poder Judicial.
VINCULACIÓN DE LOS PARTICULARES A LA NORMA CONSTITUCIONAL:
Artículo 38 de la Constitución: "Todos los peruanos tienen el deber (...) de respetar, cumplir (...)
la Constitución (...)". Esta norma establece que la vinculatoriedad de la Constitución se proyecta
erga omnes, no sólo al ámbito de las relaciones entre los particulares y el Estado, sino también
a aquéllas establecidas entre particulares.
El TC ha señalado que “la fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y pasiva, así como
su fuerza regulatoria de relaciones jurídicas se proyecta también a las establecidas entre
particulares, aspecto denominado como la eficacia inter privatos o eficacia frente a terceros de
los derechos fundamentales. En consecuencia, cualquier acto proveniente de una persona
natural o persona jurídica de derecho privado, que pretenda conculcar o desconocerlos (...),
resulta inexorablemente inconstitucional”.
Los derechos fundamentales tienen eficacia directa en las relaciones inter privatos cuando esos
derechos subjetivos vinculan y, por tanto, deben ser respetados, en cualesquiera de las
relaciones que entre dos particulares se pueda presentar, por lo que ante la posibilidad de que
éstos resulten vulnerados, el afectado puede promover su reclamación a través de cualquiera de
los procesos constitucionales de la libertad.

APLICACIÓN INMEDIATA DE LAS NORMAS CONSTITUCIONALES QUE


RECONOCEN DERECHOS:
Si la Constitución es norma jurídica, y además fundamental, es necesario atribuirle un
carácter adicional a efectos que su finalidad de limitación al poder político no se vea
desacreditada. Tal carácter, como regla general, es el de aplicabilidad inmediata,
particularmente de las normas referidas a derechos constitucionales.
Lo contrario supondría dejar su efectividad en manos (y al arbitrio) de aquel a cuyo control y
limitación va precisamente dirigida la norma constitucional, pues se estaría supeditando el
cumplimiento de las normas constitucionales en general, y las referidas a los derechos en
particular, a una futura legislación o reglamentación, ya del órgano Legislativo, ya de la
Administración pública; pero no es tan fácil de predicar la directa aplicabilidad para cuando se
trata de ciertos tipos de normas constitucionales que reconocen derechos y que presentan
algunas particularidades que matizan la vigencia de la regla general de aplicación inmediata.
Estos tipos de normas son al menos las siguientes tres: primera, normas constitucionales que
recogen derechos y limitaciones sujetas a ley; segunda, normas constitucionales que
recogen derechos cuyo ejercicio efectivo exige de una normativa adicional; y tercero,
normas constitucionales que recogen derechos cuyo ejercicio efectivo está supeditado a
que el Estado cuente con recursos económicos suficientes.
 Normas sobre derechos y limitaciones sujetas a ley: su contenido tiene unos limites que
deben ser explicitados por ley.
 Normas sobre derechos que necesitan de desarrollo legislativo: siendo reconocidos por
la propia Constitución, necesitan de una legislación adicional, para así lograr su real y
plena efectividad. Se trata de una legislación que regulando el derecho constitucional
(normas de desarrollo constitucional), posibilita que su(s) titular(es) lo pueda(n) ejercitar
de modo pleno.
 Normas sobre derechos que suponen prestaciones estatales: se trata de derechos
constitucionales completamente identificados, y no de simples principios o declaraciones
de buenas intenciones.

¿INEFICACIA TOTAL DE LAS NORMAS CONSTITUCIONALES REFERIDAS A LOS


CASOS ESPECIALES?
La vinculación efectiva de los obligados por los derechos constitucionales no queda suspendida,
postergada y supeditada a la promulgación de la respectiva legislación o a la obtención de los
recursos correspondientes. La regla general de aplicación inmediata de las normas
constitucionales sobre derechos, en estos dos supuestos, se mantiene vigente, aunque de modo
matizado, de manera que genera un doble ámbito de vinculación.
 Vinculación negativa: una vinculación que se puede llamar “vinculación negativa”.
Esta vinculación significa que las normas constitucionales que reconocen derechos y que
necesitan de una legislación posterior o de recursos públicos suficientes para su plena
efectividad, obligan, a los detentadores del poder político –mientras se da la ley o se
consigan los recursos– a no actuar o legislar en contra de los derechos constitucionales
ahí reconocidos
 Vinculación positiva: mediante la vinculación positiva se obliga al poder político en
su función legislativa, a que apruebe lo más antes posible las correspondientes normas
de desarrollo de preceptos constitucionales que reconocen derechos, a fin de que
posibilite a su titular un pleno ejercicio de los mismo; así como el poder político asuma
como una de sus prioridades la satisfacción de las demandas generadas por los
derechos sociales a fin de que ahí vayan destinados los recursos públicos.

EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL:
Es el órgano de control de la constitucionalidad y el órgano supremo de interpretación
constitucional.
De acuerdo al artículo 202 de la Constitución, el TC tiene tres funciones.
 En primer lugar, la ya mencionada atribución de conocer, en instancia única las
acciones de inconstitucionalidad (artículo 202.1 CP), el Tribunal Constitucionalpuede
declarar inconstitucional, cualquier norma con rango de ley, provenga ésta del
Parlamento (leyes, los tratados aprobados por el Parlamento y reglamentos internos); del
Ejecutivo (decretos legislativos, los tratados aprobados por el Presidente de la república
y decretos de urgencia); de los Gobiernos regionales (normas regionales de carácter
general); o de los Gobiernos locales (ordenanzas municipales).
 La segunda competencia del Tribunal Constitucional es conocer en última y definitiva
instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas corpus, amparo y hábeas data.
Se trata de acciones de garantía previstas constitucionalmente para la defensa de
cualquier derecho con rango constitucional, pues proceden cuando éstos son vulnerados
o amenazados por cualquier hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona.
 Y la tercera competencia consiste en conocer los conflictos de competencia o de
atribuciones asignadas por la Constitución a los distintos órganos del Estado,
pudiendo incluso, como lo dispone el artículo 52 LOTC, anular las disposiciones,
resoluciones o actos viciados de incompetencia.
El Tribunal Constitucional no retiene la soberanía. El Tribunal Constitucional puede, por todo lo
dicho, controlar la actividad normativa del poder político, produciendo la derogación de
normas, e incluso inaplicándolas cuando conoce de un caso distinto a una acción de
inconstitucionalidad

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