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ASIGNATURA: ANTROPOLOGÍA
HORAS SEMANALES: 4
DOCENTE: P. GILBERTO BAUTISTA USEDA
JUSTIFICACIÓN
La antropología ocupa un lugar central en la filosofía, pues por ser la reflexión que
el hombre se ha venido haciendo sobre su situación concreta de hombre
especialmente en aquellos aspectos de la vida del hombre que la ciencia no puede
llegar a resolver tales como el amor, la libertad, el dolor, el sufrimiento, la relación
con el mundo, con sigo mismo, con el Otro, con el Absoluto , la muerte y la
trascendencia de la persona, Etc., y que dentro de la vida del hombre son
fundamentales.
OBJETIVO GENERAL
Que los alumnos encuentren en este tratado la mejor ocasión para hacer una
reflexión profunda, seria y sistemática del hombre de tal modo que descubran en
él toda la riqueza que lo caracteriza y lo distingue de los demás seres del mundo.
OBJETIVOS ESPECIFICOS
Que a través del estudio del hombre les llegue a valorar a la persona humana y se
le dé el puesto que merece en el mundo y en nuestra propia relación con los
demás.
Que el alumno sea capaz de dar respuesta a las cuestiones esenciales sobre el
sujeto humano: su naturaleza, su conducta y su fin.
INTRODUCCIÓN
GENERALIDADES
1 ¿QUÉ ES EL HOMBRE?
1.3 PLATON
1.4 ARISTOTELES
1.5 EL CRISTIANISMO
2.3.2.1 Racionalismo
2.3.2.2 Empirismo
2.3.2.3 Colectivista
2.3.4 La afectividad
2.5.4.1 Temporalidad
2.5.4.2 Tiempo empírico
2.6.3 La muerte
3. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
Entrar en nosotros mismos, esto es, en la esencia propia del hombre para
descubrir el núcleo fundamental de la persona humana, es algo verdaderamente
complejo, más aún después de dos guerras mundiales que no solamente dejaron
destrucción y dolor, sino una profunda crisis cultural sin precedentes.
Hoy parece que el hombre, con todos los adelantos de la ciencia y de la técnica
que ha logrado puede dar respuesta a estos interrogantes. Pero si vamos a ver las
respuestas están divididas: unos afirman que ciertamente con la ciencia y la
técnica todos los interrogantes sobre el sentido y la razón de ser de la existencia
humana quedan total y definitivamente solucionados.
Otros consideran que existen ciertos problemas que jamás podrán comprenderse
y menos resolverse mediante unos cambios externos y materiales, que es lo que
logra la ciencia y la técnica. La verdad es que no es fácil frente a esta
problemática estar de acuerdo. Pues aunque se piense que la ciencia le ha
resuelto los grandes interrogantes del sentido último de la existencia del hombre la
verdad es que aún queda mucho que responder. Martín Heidegger al respecto
afirma que ninguna época ha sabido conquistar tantos y tan variados
conocimientos sobre el hombre como la nuestra, sin embargo ninguna época ha
conocido tan escasamente al hombre como la nuestra.
Son varios los elementos que contribuyen a esa inquietud del hombre por sí
mismo: La admiración ante el genio artístico, ante la realidad del amor, del
sufrimiento y la muerte, la admiración por la misma experiencia religiosa; (¿“qué
es el hombre Señor para que te acuerdes de él?”)
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es otro aspecto que nos permite cuestionarnos seriamente si vale la pena la
existencia del hombre.
Todos estos problemas que se plantean provienen del hecho que el hombre es un
sujeto personal, que se diferencia de las cosas y los animales, que reflexiona, que
puede tomar distancia frente a la realidad que lo rodea.
Se podría decir que la antropología nace de una libertad inquieta y necesaria que
el hombre lleva en sí mismo.
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No hay ningún hombre que exista sin tener que comprender. La necesidad de
saber no es ajena al hombre, lo constituye. La subjetividad humana es una
subjetividad que interpreta, lo cual implica una toma de posición respecto de sí y
de los otros.
A partir del siglo XIX y en lo que va del nuestro asistimos a una multiplicación de
las ciencias que estudian al hombre. La consolidación de las ciencias humanas y
el surgimiento de una serie de antropologías (cultural, física, social, médica,
psicológica, religiosa) puso de manifiesto un interrogante: ¿cómo hablar del
hombre en medio de tantos discursos sobre él? ¿Cómo se articula la antropología
filosófica con las otras antropologías y con las ciencias que hablan acerca del
hombre?
El hombre, a partir de lo que es, se proyecta hacia lo que no es aún y desea ser.
Estando determinado, viviendo en una situación concreta, es un aquí y un ahora,
está impulsado a construirse así mismo, a ser él mismo con los otros, dándose
libertad para hablar, para desear dándole sentido a sus vínculos, siendo libre para
amar, trabajando en la construcción del mundo como un espacio habitable y digno.
Sin embargo, no todo es tan claro como parece. Es necesario advertir que el
debate en torno del objeto de la antropología, hoy se ha vuelto problemático.
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La multiplicidad de discursos que hablan acerca del hombre ha aportado nuevos
conocimientos acerca de éste, pero a su vez han producido su fragmentación. Hoy
hablamos de antropologías filosófica, cultural, religiosa, médica. Lo que queremos
señalar es que poseemos discursos acerca del hombre pero no una idea
integradora y unitaria de él. Lo que es el hombre se ha tornado oscuro y
problemático. ¿Por qué ha ocurrido esto?
Para responder esta pregunta resulta interesante tener en cuenta la diferencia que
señala Miguel Morey es su obra el hombre como argumento entre tema y
problema. Durante la antigüedad y el Medioevo, el hombre ha sido un tema de
reflexión pero, a partir de la modernidad, se devela como problema. De aquí que el
surgimiento de la antropología filosófica junto con las otras antropologías e incluso
con el de las llamadas ciencias humanas se remonte al siglo XIX.
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unidad, no lograrían ofrecen una "idea del hombre" unificada capaz de alumbrar su
puesto en el universo y dar el sentido que su esencia y existencia tienen.
Para poder entender con mayor seguridad qué es o de qué trata la Antropología
Filosófica es bueno recordar que existen diversas antropologías que desde luego
tienen su método y objeto propios distinto al de la Antropología Filosófica, veamos:
Existe una Antropología Física que tiene como objeto la evolución del hombre, la
biología humana y el estudio de otros primates, aplicando métodos de trabajo
utilizados en las ciencias naturales.
Hay también una Antropología Psicológica que tiene por objeto la conducta
humana en su perspectiva psíquica, sea en sujetos normales, sea en sujetos
afectados por desequilibrios y por eso cabe en ella el psicoanálisis.
Existe también la antropología social que tiene como objeto el estudio de las
sociedades actuales, razón por la cual no siempre se distingue claramente de la
sociología.
Está también la antropología teológica, ella estudia y explica qué es lo que Dios ha
revelado a los hombres sobre la realidad humana. Más concretamente expone de
manera actualizada lo que en la teología católica clásica enseñaban los tratados
sobre Dios creador, sobre el pecado original y sobre la elevación del hombre al
estado de gracia y su justificación ante Dios.
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busca dar una respuesta al por qué y al para qué del hombre. Así pues las
ciencias humanas para su fundamentación necesitan de la antropología filosófica,
que explica con profundidad y objetividad, lo que es y para lo que es la persona
en cuanto tal.
Para tener precisión acerca del método que debe seguir la antropología filosófica
vamos a formular la siguiente pregunta:
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método hermenéutico y del estructural. Según Mondin la antropología filosófica
exige un método muy complejo en el que se pueden distinguir dos fases o
estadios: el fenomenológico y el trascendental. El método fenomenológico permite
recoger todos los datos del ser del hombre y con la ayuda del método
trascendental se busca develar el significado último de los datos y el significado
que le da a los mismos.
El ser está siempre y donde quiera luminoso y misterioso a la vez; con su luz da
actualidad, consistencia, realidad a las cosas, ellas viven y subsisten todas en la
luz del ser; cuando la luz del ser disminuye cada ente cae en las tinieblas de la
nada, pero el ser en sí mismo permanece siempre oculto detrás de la luz; sus
manifestaciones son siempre simbólicas, pues ningún ente se manifiesta tal cual
es en toda su riqueza y en todo su ser.
Esto vale igualmente para el ser del hombre, él se expresa también a través del
actuar, y también el actuar humano no logra jamás revelar clara y enteramente el
ser del hombre, pero su quehacer es la única vía que nos permite resolver el ser
del hombre. (MONDIN Batista. Antropologia filosofica. Pp. 15-21)
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OBJETO DE LA ANTROPOLOGÍA FILOSOFICA
Investigar, hasta donde sea posible cuál y cómo es el sujeto humano, es decir
llegar a tener claridad suficiente sobre la dimensión ontológica del hombre, ("yo
ontológico"). Sin embargo no basta investigar y describir la constitución ontológica
del hombre, es decir su ser, es necesario atender también su quehacer, es decir,
el trabajo, su relación con los demás y con el mundo, su dimensión histórica el
poder, el progreso, el dolor, la muerte etc.
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1 ¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Antes de aparecer la filosofía como tal, los poetas griegos y de manera especial
Homero a quien ubicamos entre los siglos VIII - VII a.C. ya habían entendido que
el primer motivo de interrogantes en el mundo era el hombre y él concretamente
trata de responder con lo que en ese momento había para dar explicaciones
fundamentales, el mito. Encontramos que falta la conciencia de la unidad y la
autonomía de la vida psíquica del hombre. Las decisiones humanas se relacionan
inmediatamente con decisiones de los dioses. En los relatos trágicos griegos el
hombre se debate entre sus pasiones y acaba en la muerte siempre misteriosa.
Del elemento líquido bajo la acción del sol, debieron nacer los primeros animales
de estructura elemental de los cuales poco a poco se fueron estructurando los
animales más complejos. Surgieron monstruos marinos con un caparazón dentro
del cual estaba el hombre, cuando se secaron las aguas el sol hizo estallar la
concha y salieron los hombres. El alma de estos es el aire.
Y como el fin último, del alma humana, era aquel de tornar a vivir entre los dioses,
los pitagóricos introdujeron el concepto del recto actuar humano como un hacerse
seguidor de dios, como un vivir en comunión con la divinidad. Los pitagóricos
fueron los iniciadores de aquel tipo de vida que fue llamada “vida contemplativa” o
sea una vida caracterizada por la búsqueda de la verdad que es la más alta
purificación.
Hacia la mitad del siglo V a.C Sócrates y los Sofistas colocan toda la atención
filosófica en el tema del hombre hasta el punto que Protágoras llega a definirlo
como “la medida de todas las cosas”, Sócrates con su enseñanza centró el
pensamiento griego en el hombre y eso queda manifestado con toda claridad en
su clásica afirmación: “Conócete a ti mismo” lo mismo que en su afán por hacer
del hombre el buscador por excelencia de la verdad y la virtud.
1.3 PLATÓN
Digamos primero que Platón fue el primer filósofo en hacer un estudio detallado y
amplio sobre el hombre. El definió al hombre como una dualidad. Se piensa que
esta doctrina la tomó de Pitágoras quien a su vez la había tomado de Orfeo, la
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cual presentaba una clara distinción y oposición entre alma considerada como una
realidad supra - sensible y cuerpo como realidad sensible.
El cuerpo es entendido no como una tumba o cárcel del alma, lugar de expiación
del alma. En el Fedón afirma Platón “el alma se vale del cuerpo como instrumento,
cuando ésta lo usa para considerar algo, bien sea mediante la vista, el oído o
algún otro sentido.”
Ya en el Fedón, Platón afirma con seguridad y certeza que los vivos no tienen
otro origen que los muertos, y no solo se debe considerar en el caso de los
hombres, sino también en el de toda la especie animal y más aún, en la vegetal;
en una palabra se tiene que ver, con respecto a todo lo que posee un origen.
El origen del hombre es explicado en el Fedro, con el mito del carro alado. El alma
representada por un carro alado, tirado por dos corceles; uno blanco y otro negro
(el ánimo y el apetito), guiados por un auriga (la razón); Llega un momento de su
carrera que el carro se despeña, el alma cae en este mundo sensible,
encarnándose en un cuerpo. Al respecto se profundizará más específicamente
cuando se aborde el problema sobre el origen del alma.
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Por otra parte, en cuestión de la procedencia u origen del hombre, es importante
que se profundice lo que tiene que ver con respecto a la divinidad. Platón concibe
un supremo autor de todo y unos dioses secundarios, encargados de generar lo
material.
El alma debe aspirar siempre al bien y a la verdad, ello solo lo alcanza mediante la
reflexión y la contemplación porque, "el momento en que reflexiona, es cuando no
la perturba ni el oído, ni la vista, ni el dolor, ni placer alguno; sino, que mandando a
paseo al cuerpo, se queda en lo posible sola consigo misma y sin tener en lo que
puede comercio alguno, ni contacto con él, aspira el alma a alcanzar la realidad"
lógicamente requiere de perseverancia y meditación, ya que el poder reflexionar
de manera plena no es fácil.
En el alma Platón afirma que en el alma hay dos partes bien interesantes: “Hay en
el alma del hombre dos partes: una superior y otra inferior. Cuando la parte
superior manda sobre la inferior se dice que el hombre es dueño de sí mismo y es
un elogio. Pero cuando por falta de educación de acuerdo o por cualquier mal
hábito la parte inferior impera sobre la superior, se dice del hombre que es un
desarreglado, y esclavo de sí mismo, la cual se tiene por vituperable”.
En su obra El Timeo afirma Platón que el Demiurgo, o artífice (dios) es el autor del
alma humana, la cual no fue deducida del alma del mundo sino que cada alma es
plasmada por el Demiurgo y éste las entrega a los dioses creados, que son los
astros, la tierra para que ellos den cuerpo y alimento y la recojan al partir de esta
vida.
A la luz de la razón, dios comprendió que le era imposible hacer salir de las cosas
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visibles por su naturaleza, una obra, que considerada en su conjunto fuera más
bella a cualquier otra obra; consecuente con esto puso la inteligencia en el alma y
el alma en el cuerpo, y de esta manera efectúa una obra de naturaleza excelente y
perfectamente bella apunta en el Timeo, el mismo Platón.
En el Fedro, en cuanto al origen, Platón aclara que las almas están con los dioses
donde han sido creadas, pero cuando éstas no son capaces de mantener el ritmo
solicitado, "estas se entorpecen y pierden sus alas, entonces caen en esta tierra;
una ley quiere que en esta primera generación y aparición sobre la tierra no anime
el cuerpo de ningún animal". El querer es que anime una clase de hombre, así "el
alma que ha visto lo mejor posible, las esencias y la verdad deberá constituir un
hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza y al amor; la que ocupa el
segundo lugar, será un rey justo; la de tercer lugar, un político; la de cuarto lugar,
un atleta; el quinto un adivino; el sexto, un poeta; el séptimo, un obrero; el octavo,
un sofista; el noveno, un tirano". Este es el orden que se presenta desde el más
alto, hasta el más bajo de los estados o tipos de personas en la cual puede caer y
habitar el alma según el terreno perdido.
Inmortalidad del alma. "Llegadas de este mundo (ideas) al otro (sensible), las
almas existen allí y de nuevo vuelven acá". Esta idea corona la doctrina sobre el
hombre y completa la teoría de la preexistencia que de hecho es bien conocida en
Platón. El alma es inmortal, trascendente, es peregrinante hacia el infinito camina
hacia el Hades señala Platón. El alma como parte inmortal del hombre existe
antes del cuerpo y perdurará infinitamente después de la muerte del cuerpo afirma
Platón. Se aclara así la inmortalidad del alma, ya que después de la muerte, el
alma existe, lo mismo que existió antes de la vida terrena.
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Justo es pensar en que, si el alma es inmortal requiere cuidado no solo para la
vida terrena sino para todo tiempo; haciéndose así lo más sensata posible. "Pues
el alma se va al Hades sin llevar consigo otro equipaje que su educación y
crianza"
Principios constitutivos del alma: el Alma es tripartita. Esto quiere decir que existen
tres clases de almas, estas son: racional, irascible y concupiscible. Ubicadas
respectivamente, en la cabeza, en el corazón y el vientre; al respecto en la
república se afirma: La primera de estas partes es aquella por la que el hombre
conoce, la segunda es aquella por la que el hombre se irrita; la tercera, tiene
demasiadas formas para que pueda ser comprendida bajo un nombre particular,
pero ya la hemos designado por lo más notable y por lo que más predomina en
ella. La hemos llamado apetito concupiscible a causa de la violencia, de los
deseos que nos arrastran a comer, beber, al amor y a los demás placeres de los
sentidos
Ahora, teniendo en cuenta la diferencia de caracteres que hay entre los hombres,
podemos decir que: unos sin duda, se dejan llevar o dominar por la parte racional,
otros por la irascible y otros por la parte concupiscible; teniendo en cuanta el
carácter Platón clasifica tres clases de hombres que son: el filósofo, el ambicioso
y el interesado; de esta manera quienes no cultivan la parte racional no poseen ni
la sabiduría, ni la virtud.
La visión tripartita del alma, también aparece en el Timeo donde Platón, hace
referencia a las partes del alma y su respectivo lugar de ubicación en el hombre.
El alma racional formada por el Demiurgo se ubica en el cerebro, tiene por misión
dirigir las operaciones superiores; el alma irascible, formada por los dioses
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inferiores, reside en el pecho y es fuente de pasiones nobles y generosas, por
último, el alma concupiscible o apetitiva, localizada en el abdomen, es la causa de
apetitos groseros y pasiones bajas. Las dos últimas son mortales como lo hace
entrever Platón, siendo de esta manera el alma racional inmortal.
El cuerpo es considerado por Platón en el Timeo, como raíz de todo mal, origen de
amores alocados, pasiones, enemistades, ignorancia y demencia. Esta
concepción negativa sobre el cuerpo se atenúa en cierta medida en las últimas
obras de Platón.
En el Timeo, Platón narra la conformación como tal del cuerpo "en efecto como el
cuerpo está formado de cuatro géneros de sustancias, la tierra, el fuego, el agua,
el aire". Sólo así el modelador pudo realizar una obra tan maravillosa y perfecta
compuesta por las anteriores sustancias y cada una de ellas tiene su razón de ser
por ejemplo "el fuego divide los alimentos, sube en el interior del cuerpo con el
mismo movimiento que el aire y llena las venas, al elevarse fuera del vientre
donde recoge los alimentos descompuestos en pequeñísimas partes y de aquí
proceden estas corrientes de alimentación y surcan el cuerpo y lo riegan".
El cuerpo por estar formado y compuesto por elementos materiales tiende siempre
al placer sensitivo y para que no sean estos los principios que orienten o
gobiernen el actuar del hombre, Platón propone: que las dos partes, alma y
cuerpo, han de ser educadas e instruidas en su deber, gobernaran el apetito
sensitivo que ocupa la mayor parte del alma y que es insaciable por naturaleza, el
cual corresponde al alma mandar puesto que es en ella donde reside la prudencia
y la sabiduría, cuenta Platón en la República.
Huir del cuerpo significa para Platón huir del mal y esto se logrará mediante la
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virtud y el conocimiento. Seguir o buscar la virtud y el conocimiento significa
hacerse semejante a dios quien es medida de todas las cosas. El alma alcanza su
purificación, es decir, se convierte y se eleva “conociendo”, en esto consiste la
verdadera virtud.
La primera forma es aquella que nos viene presentada de modo más detallado en
el Fedón: Allí se dice que las almas que han vivido una vida ligada excesivamente
a los cuerpos, a las pasiones, a los amores y a los gozos no alcanzan a separarse
enteramente con la muerte del cuerpo, llegando a ser connatural a ellas. Estas
almas vagan por un cierto tiempo, en torno a los sepulcros como fantasmas hasta
que atraídas por el deseo de lo corpóreo se unen nuevamente a cuerpos y no sólo
de hombres sino también de animales, según lo bajo de la vida moral tenida en la
vida anterior. Mientras que aquellas almas que han vivido según la virtud se
reencarnarán en animales mansos y sociables o incluso en hombres probos.
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En la República Platón habla de un segundo género de reencarnaciones del alma
notablemente diverso del anterior. Las almas existen en número limitado, así que
si todas tuviesen en el más allá un premio o un castigo eterno en un momento
determinado no quedarían más sobre la tierra; por este motivo Platón afirma que
el premio o el castigo terreno deben tener una duración limitada y un término fijo y
como una vida terrena dura al máximo cien años, Platón evidentemente
influenciado por la mística Pitagórica del número diez (número perfecto), retiene
que la vida ultraterrena debe tener una duración de diez veces cien años, o sea de
mil años de premio o mil años de Castigo, transcurrido este ciclo las almas deben
reencarnarse.
1.4 ARISTOTELES
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1.5 EL CRISTIANISMO
Según esta antropología el hombre es una unidad constituida por tres realidades
que no pueden ser por si solas, ellas son: Basar, que traduce carne, a veces
cuerpo (“y el Verbo de Dios se hizo Carne”). La carne no significa el cuerpo en
oposición al alma espiritual; significa a todo el hombre, corpóreo y espiritual, es
decir, unidad psicofísica, bajo el aspecto de ser débil y frágil. Por eso el término
carne puede indicar también el aspecto de parentela y más genéricamente la
relación social, (“esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne”),
“Nuestra carne” significa nuestro hermano, “toda carne”, significa todos los
hombres
Esta visión del hombre como unidad, se mantendrá hasta la llegada de la filosofía
platónica en el Cristianismo, especialmente con el Neoplatonismo, que terminará
por imponernos el dualismo en el hombre, dualismo que se ha prolongado hasta
nuestros días.
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verdades sobre el hombre con un alcance insospechado y definitivo para el
hombre en toda la humanidad.
Para el Cristianismo todo el ser humano es obra de Dios, es más, todo el ser
humano es “Imagen y semejanza de Dios”, no porque Dios sea materia o cuerpo,
sino porque, el hombre, es persona capaz de conocer y de amar, de ser conocido
y de ser amado.
Desde la teología San Agustín toma otros elementos para afirmar que en el
hombre existe una estructura tridimensional, ya que siendo creado a imagen y
semejanza de Dios uno y trino su imagen será una unidad tridimensional. Por el
método reflexivo San Agustín comienza a mostrar la tridimensionalidad del hombre
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hasta llegar a la conclusión que el hombre está constituido por: memoria,
Inteligencia y Voluntad, como la unidad de Dios está constituido por el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo.
El alma, por su naturaleza simple y espiritual, no puede ser originada por ninguna
potencia material sino únicamente creada en su mismo ser por Dios. Ella no
preexiste al cuerpo. El alma humana es substancia incompleta destinada a formar
con el cuerpo una única naturaleza o principio de acción. Por eso, en cierto
sentido, el hombre es más digno que el alma en cuanto que es más completo.
Sólo el hombre es persona, no lo es el alma de por sí, aunque pueda subsistir
independiente del cuerpo. El alma es forma substancial y forma única y total del
cuerpo, por eso está toda en todo el cuerpo y toda en cada una de sus partes.
Vamos a detenernos para con mayor profundidad conocer la manera como Santo
Tomás concibe al hombre en su constitución esencial. Partamos del hecho
religioso en el que vive y se mueve este gran autor. El hombre venía recibiendo
por parte de los teólogos una categoría particularmente elevada entre las criaturas
de Dios, se trata de un ser racional llamado por la gracia a participar de la vida
divina. No cabe duda que el hombre de la fe cristiana pone a la filosofía frente a
un problema casi insoluble.
Podemos decir entonces que esta concepción teológica del hombre presenta a la
filosofía dos problemas bien interesantes que Santo Tomás buscará clarificarnos:
primero el hombre es concebido dotado de un alma personal, inmortal. Y segundo
la creencia cristiana en la resurrección.
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Pero más tarde es Aristóteles, como ya dijimos, quien va a suministrar una buena
explicación de la unidad sustancial del hombre. Si el alma es la forma de un
cuerpo que tiene vida, en potencia, todos y cada hombre individual, son una
sustancia hecha de la unión de una materia y una forma, tan sólidamente
enlazadas como lo son en otras sustancias físicas observables por la experiencia
sensible. Sólo que según esta concepción el hombre se convierte en una
sustancia material similar a las demás. Algunos padres notan esta dificultad,
buscar dar alguna solución, pero no se logra satisfacer del todo la inquietud.
De otra parte Santo Tomás pudo encontrar en su propia metafísica otro principio
para sustituir a la materia en la composición de las sustancias espirituales, y así
separarlas radicalmente en su misma inmaterialidad del acto de ser perfecto y
absolutamente simple. Digamos que el alma es una sustancia porque está
compuesta de su esencia, que es la de una forma espiritual y se su acto de ser.
En tal sustancia intelectual, la esencia está con su ser en relación de potencia a
acto. Para concluir, estamos a la vista de dos elementos: un elemento actual y otro
potencial. Este modo de composición es característico de las sustancias finitas, y
puesto que se aplica al alma, el alma humana es por su propia razón una
sustancia.
Volvamos a decir que el alma humana es una forma pura, no mezclada con
materia, que debe su privilegio a su natural inmaterialidad, como efecto de su
semejanza y proximidad a Dios en la jerarquía universal de los seres. Por esta
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razón el alma humana tiene una existencia propia, lo cual no es cierto de otras
formas de seres corpóreos.
El alma humana, dice Santo Tomás, tiene el ser de una substancia que no
obstante, participa en su ser con el cuerpo; más exactamente recibe el cuerpo en
la comunión de su propia existencia. Si no fuera así, el total ser del hombre no
sería uno y la unidad del hombre no sería sustancial, en cambio sabemos que sí lo
es. Sólo hay una existencia, que es la del alma, pero el conjunto de la sustancia
humana individual, incluida la forma, la materia y todos los accidentes
individuantes.
Inmortalidad del alma humana. Santo Tomás advierte que las “sustancias
intelectuales” son incorruptibles, por tanto si las sustancias intelectuales son
incorruptibles, puesto que el alma humana es una sustancia intelectual, es
incorruptible.
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alma; esto es, no a través de un intermediario, sino primero y por su ser, o por sí.
Ahora bien, lo que pertenece a algo por sí mismo, y como la propia perfección de
su naturaleza, le pertenece necesariamente, siempre y como una propiedad
inseparable.
Algunos objetan que como el alma está compuesta de esencia y existencia, como
es el caso ciertamente, no es simple y no hay razón para que este compuesto no
esté expuesto a desintegración de la misma forma que el compuesto de cuerpo y
alma. Pero esta objeción no tiene en cuenta el hecho de que lo que se discute es
la inmortalidad del alma misma. En el caso del hombre, alma y cuerpo entran en la
constitución de su esencia, tanto es así que, como se dice con frecuencia, el
hombre no es ni su alma, ni su cuerpo, sino la unión de ambos.
Esta es la razón por la que, cuando el cuerpo humano deja de ser actuado por su
alma se desintegra y el hombre mismo igualmente deja de existir. Pero la
existencia no entra en la composición de la esencia del alma, como si su función
fuera hacerla ser un alma, sino causar a la esencia del alma ser un ser. Por ello el
alma es un compuesto, en tanto que es una sustancia, porque, de no tener su
propio ser, no sería un ser; pero dentro de esta sustancia, la esencia misma es
simple, porque, al ser inmaterial y no tener partes, no puede desintegrarse.
Santo Tomás prueba que puesto que el alma tiene una existencia propia, no
puede corromperse como consecuencia de la corrupción de otra sustancia, incluso
el hombre: lo que por sí mismo tiene el ser no puede ser producido, ni destruido
sino en razón de su propia naturaleza. Por la misma razón, un alma no puede ser
producida por vía de generación (porque ninguna criatura puede causal existencia
actual), sólo puede ser creada por Dios. A la inversa, tampoco puede un alma
cesar de existir por vía de corrupción natural. Para perder su existencia debe ser
aniquilada por Dios, pues sólo él que dio existencia al alma, puede quitársela.
(Tomado de GILSON, Etienne. Elementos de filosofía cristiana. 3ed. Rialp:
Madrid, 1981. P 261-279)
Con él se derrumban los muros de la mansión del hombre, penetra por todas
partes lo ilimitado y en un mundo que él hombre ya no puede sentir como casa el
hombre se siente inseguro, pero muy entusiasta por su grandiosidad, el hombre
poco a poco se va mostrando más fuerte que la nueva realidad del universo.
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Experimenta bajo el cielo no solo la sublimidad, sino con más fuerza su carácter
inquietante. “El silencio de estos espacios me sorprende”, afirma Pascal haciendo
referencia a esa inmensidad del mundo donde el hombre en su pequeñez habita.
Afirma Pascal que el hombre rastreando los dos infinitos: lo infinitamente pequeño
y lo infinitamente grande llega a darse cuenta de la insuficiencia y de la
provisionalidad del hombre.
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hombre ha de recogerse dentro de sí mismo en cuanto que esto signifique
apartarse de la inconsecuencia e incertidumbre mundanas, del relativismo de los
principios y de las supuestas seguridades humanas siempre cambiables y sin
fundamento sólido. Pero al propio tiempo, el hombre ha de trascenderse. Ha de
salir de sí mismo y contemplarse en su estado real de decadencia.
Verse como una diminuta partícula oscilante entre el infinito y la nada. En este
abismo sólo se dibuja, inequívoca una seguridad: la de que ha de morir. En este
estado miserable puede alumbrarse su propia grandeza. Ya es una señal de
grandeza el reconocimiento de la propia miseria, pues por ello puede llegar a
elevarse. Está lleno de bajezas, pero hay en él una capacidad y una aspiración
constantes hacia el bien. Esta contrariedad de su propia naturaleza debe
impulsarle a buscar la verdad. Ante él están su estado, la muerte, la eternidad
como motores que pueden impulsarle a la búsqueda de la verdad. Esta verdad es
Dios. En él está la clave de la explicación de nuestro estado de decadencia y de
los débiles restos de grandeza que manifiestan un estado anterior más perfecto.
Para Pascal hay tres órdenes de hombre; los que buscaron a Dios y le han
encontrado, los que le buscan y aun no le han hallado, y los que ni le buscan ni le
hallan. Los hombres que no buscan a Dios, afirma Pascal, no ven o no quieren ver
que su miseria, débilmente oculta a las veces por una trivial exterioridad, estriba
en la ausencia de Dios, en la pérdida de Dios, y que para remediarla no hay otro
medio que buscar a Dios.
Para buscar a Dios hay que recurrir a la ciencia del corazón, capaz de alumbrar
razones que son inaccesibles a nuestro dispositivo lógico. Esta ciencia comprende
un campo más extenso que la pura ciencia racional, tan limitada y que nos deja
indiferentes cuando se trata de estas cuestiones, máximas para nosotros. Por ello
las pruebas de la existencia de dios que puede suministrarnos la razón son
insuficientes. Carecen de fuerza para convencer a los ateos o a los indiferentes. A
nosotros, seres limitados, nos es imposible llegar a conocer por nuestros pobres
medios racionales la existencia y la esencia de Dios. Hemos de enfrentarnos con
lo incomprensible, con aquello que supera infinitamente nuestra capacidad. Para
ello tenemos que renunciar a nuestra lógica. Y al obrar así nos elevamos a una
más alta razón. Pues, al someterse, la razón cumple su más elevado acto racional:
el reconocimiento de sus propios límites.
Planteada así la situación del hombre, se perfila claramente la línea seguida por
Pascal. En primer lugar, una declaración del estado actual del hombre. Tras la
caída original, el hombre es un ser ciego que tantea vanamente en un mundo de
sombras, suspendido entre la nada y el infinito. No tiene en sí mismo sino la
seguridad de su propia muerte, una constante insatisfacción y un anhelo
insaciable de felicidad. Todo ello, en segundo lugar, es suficiente para que el que
se decida a buscar una realidad verdadera con sinceridad se dé cuenta de que el
estado actual del hombre es un estado paradójico en que se combinan lo
33
miserable y lo grande. Y ello ha de bastar para que se lance a la búsqueda de esa
grandeza de donde provienen los jirones de elevación que aún pueden
descubrirse en nuestra naturaleza. Tras esto nos queda sólo examinar si se nos
ha revelado de alguna manera la fuente de la grandeza, Dios. (PASCAL, Blaise.
Pensamientos. Orbis: Barcelona. 1985. P 9-12)
El hombre moderno que a partir de Copérnico se sentía invadido por el terror del
infinito podrá encontrar ahora sosiego y si el cosmos no se hace familiar a su
razón por su inmensidad infinita y por su pequeñez infinita, el orden seguro de la
historia lo acogerá hogareñamente, pues ella no es más que la realización del
espíritu, pero esta mansión según Martín Buber resulta inhabitable para el hombre.
34
La muerte del hombre se justifica como holocausto necesario de la persona a
favor de la sobrevivencia del género humano y frente al cual el individuo no tiene
importancia. Lo caduco de la persona humana es exigido por la permanencia
imperecedera de la humanidad. Frente a esta forma de concebir la muerte del
hombre surge inmediatamente una pregunta: ¿qué es más importante y
fundamental, la persona humana o la sociedad? Reconoce Feuerbach que el
deseo supremo de la persona es vivir para siempre, pero lejos de buscar este
deseo radical, afirma que el hombre encuentra ya sobre la tierra su propia
satisfacción, en una vida destinada a su desaparición definitiva en la muerte.
Considero muy importante que hagamos un paréntesis aquí para hacer suficiente
claridad sobre el concepto dialéctica. La palabra dialéctica tiene su origen en la
antigua Grecia. Se utilizó para caracterizar el arte de defender y rebatir, el arte de
disputar. Más tarde, especialmente a partir de la Escolástica, se identificó con la
“lógica” o ciencia de pensar con rectitud. En fondo ambos significados eran casi
idénticos, ambos se referían al arte de la disputa. En ambos casos se anuncia el
procedimiento de afirmar y contraafirmar entre dos adversarios que se enfrentan,
cada uno de ellos trata de rebatir la prueba en que su rival asienta la
correspondiente afirmación. La dialéctica, por la oposición intelectual y recíproca
que entraña, puede presentar a primera vista un carácter puramente destructivo.
Pero analizada más de cerca, resulta evidente que el choque de opiniones
contradictorias posee un doble valor: da gran relieve a dos puntos de vista
contradictorios sobre un solo tema; como resultado da a ambos contendientes una
35
más acabada comprensión de la verdad.
Hegel advirtió ese doble valor y quedó fascinado por él. Mediante un análisis más
profundo de la práctica de la dialéctica llegó muy pronto a una interesante
observación: la dialéctica produce siempre una idea más desarrollada, más rica en
su contenido de verdad. Defiende, pues, que la idea final se obtiene por medio de
una serie de tres estadios o momentos.
36
hombre, pues éste no es sino una parte del universo, una parte de la
exteriorización de la idea absoluta, que es el universo.
Una consecuencia importante del análisis que Hegel hace de la realidad es que
toda la naturaleza es un proceso. Toda la realidad está correlacionada y en cuanto
unidad se halla en estado de evolución. Tal consecuencia se deriva lógicamente
del supuesto: la idea absoluta, única y activa, es la esencia de toda realidad; todo
acaecimiento en el universo es la exteriorización de la actividad de la idea
absoluta. “en el sistema Hegeliano. todo el mundo natural histórico y espiritual se
presenta como un proceso, es decir, como un movimiento, cambio, transformación
y evolución constante. Se trata de mostrar la interconexión íntima que rige ese
movimiento y proceso”.
37
ulterior por medio de dicho proceso dialéctico.
Marx parte del aspecto revolucionario del método dialéctico hegeliano. La forma
hegeliana de ese método era impracticable, puesto que según Hegel, la dialéctica
es el autodesenvolvimiento del concepto (explicación de esa verdad absoluta).
Marx, hace una inversión ideológica colocando los conceptos dentro de nuestra
cabeza en forma materialista, como imágenes de cosas reales, en lugar de ver las
cosas como imágenes de éste o del otro estadio de desarrollo del concepto
absoluto.
38
De Feuerbach toma Marx la crítica de la religión, la cual la considera como una
creación del hombre alienado, que proyecta sus necesidades y aspiraciones en la
idea de un Dios y así se despoja de los propios atributos para colocárselos a Dios.
Marx rechaza de Feuerbach el concepto sobre el hombre como realidad ya
constituida, lo específico del hombre es el hacerse en la historia y por eso no se
puede conocer más que en su realidad histórica concreta. Marx pretende con su
estilo nuevo de filosofía superar ese mundo alienado y buscar por la praxis un
mundo digno del hombre, por eso su reflexión tiene muchos elementos
Antropológicos.
1.12.1 Relación hombre naturaleza. Esta relación es considerada por Marx como
mutua y diversa; el hombre no puede existir si no es vinculado con la naturaleza y
la naturaleza no es pensable sino como referida al hombre, esta relación se da
con toda la realidad.
La relación hombre naturaleza es una relación Sujeto Objeto, por esa capacidad
de inclinación el hombre está dirigido a la naturaleza para transformarla. La
naturaleza está dirigida al hombre en cuanto le ofrece la posibilidad de satisfacer
sus necesidades y de actuar su subjetividad. El aspecto básico de la relación
hombre naturaleza está constituido por las necesidades que el hombre tiene para
su supervivencia y de la capacidad de la naturaleza para satisfacer estas
necesidades.
39
A diferencia del trabajo de los animales que transforman la naturaleza regidos por
esquemas fijos, el trabajo humano progresa sin límites en formas nuevas de
transformar la naturaleza, creando instrumentos de trabajo y medios de
producción. La historia de la humanidad es en el fondo la historia del progreso
humano de los utensilios nuevos y mejores de trabajo.
40
costo del salario. Por tanto el valor que la fuerza trabajo posee (concretizada en
salario) y el valor que de hecho la fuerza trabajo crea en la mercancía producida
difieren de grandeza. Esta diferencia en el Plus-valor es lo que se denomina
Plusvalía, que equivale más concretamente a la diferencia entre el salario que el
capitalista paga al obrero a cambio de su trabajo y el valor que de hecho su
trabajo tiene en la mercancía producida, todo esto logrado por la prolongación del
tiempo en el trabajo, tiempo que el patrón se roba.
Pero además él; propietario capitalista también es alienado en sus relaciones con
la naturaleza, el trabajo, el producto, con el obrero, con sigo mismo y con la
sociedad. El propietario no participa de esa relación activa con la naturaleza por
no trabajar, él sólo se interesa por el producto ganancia. Como el trabajador no ve
en el trabajo más que un medio de subsistencia, el capitalista no ve en el trabajo
más que un medio de ganancia. Como el obrero no ve en el propietario más que
una fuerza enemiga de dominio, el propietario sólo ve en el obrero una mercancía,
es decir, un instrumento para aprovechar.
41
como única vía para transformarla. Afirma Marx que los filósofos idealistas forman
una casta al servicio de la clase dominante.
Por último unido unida a la cadena de las alienaciones nos encontramos con la
alienación religiosa, considerada como la expresión de la miseria real, la religión
dice Marx es el suspiro de la persona oprimida por la gracia, es el alma de un
mundo sin corazón, es espíritu de una época sin espíritu, ella es opio para el
pueblo, alienación para el obrero en cuanto lo invita a la resignación, a que
transfiera su situación de miseria en el mundo, en un más allá trascendente.
Alienación aún para la clase capitalista porque la religión sirve para justificar la
situación del estado como un orden querido por Dios.
Para él “el hombre es un embrión del porvenir, del hombre genuino, de la genuina
especie humana, el hombre es algo blando y plástico se puede hacer de él lo que
se quiera”. Y sigue diciendo, el hombre el animal hombre no ha tenido hasta ahora
ningún sentido, su existencia en la tierra hasta el momento no contaba con
ninguna meta. Para Nietzsche la vida es “voluntad de poderío”, todo gran hombre,
toda gran cultura ha logrado su meta gracias a esa voluntad de poderío
consciente.
42
Para Nietzsche las ideas ascéticas han reprimido en el hombre esa voluntad de
poderío. El hombre genuino será aquel que tenga buena consciencia de la
voluntad de poderío, este es el hombre que debemos crear y por quien tenemos
que superar eso que se llama hombre.
El hombre de hoy no es una meta, sino una encrucijada, un puente, una gran
promesa, esto es lo que distingue al hombre de los animales. “El hombre es un
animal que puede prometer ningún animal puede hacer otro tanto”. Con todo esto
vemos que Nietzsche tiene profunda consciencia de la problemática humana y
quiere comprender estas problemática diciendo que el hombre salió fuera del
mundo animal y perdió sus instintos.
Es bueno advertir que Husserl sufrió los rigores y las consecuencias de la guerra
lo mismo que la persecución de su raza. Digamos también que en la obra filosófica
de Edmundo Husserl la antropología no fue su punto central sin embargo es el
primer pensador en esta época en colocarse la pregunta sobre el hombre. En su
último e inacabado trabajo, en el que trata sobre la crisis de las ciencias de las
ciencias Europeas presenta una contribución al problema Antropológico.
43
socialmente. Aquí se está diciendo que no es posible encontrar la esencia del
hombre en los individuos aislados porque la unión de la persona humana con su
sociedad es esencial y por lo tanto debemos conocer la naturaleza de esta
vinculación si queremos llegar a conocer la esencia del hombre. Con esto se está
afirmando que una antropología individualista le roba la esencia genuina del
hombre
El hombre es una síntesis de cuerpo y Alma, de finitud e infinitud, esa síntesis está
proyectada hacia el espíritu. El hombre, dice Kierkegaard, es como una casa que
tiene un sótano y sobre él otro piso en donde puede habitar el hombre, pero él
prefiere habitar en el sótano, o sea, en las categorías de lo sensible, lo agradable,
lo desagradable, convencido que allí está la felicidad sin darse cuenta el hombre
eso es justamente lo que hace desgraciado al hombre y él ni se lo imagina.
44
El paso de un estadio a otro, dice Kierkegaard es un salto cualitativo, un riesgo,
una alternativa que tomar, en este salto está vinculada efectivamente la fe, sin ella
no tiene sentido el riesgo. La fe se expresa en la religión. La angustia es el estado
que precede a este salto de un estadio a otro y es la posibilidad de libertad, no es
miedo. Esta angustia es la misma desesperación a la que Kierkegaard define
como una enfermedad, dice él que estar curado de esta enfermedad es la felicidad
del cristiano.
1.15.1 El estadio Estético. Kierkegaard compara al hombre con una casa que
tiene un sótano. Este estadio es el sótano ya mencionado de la casa, en él están
las categorías de lo sensible, lo agradable, lo desagradable. En él el hombre está
dominado por la sensibilidad, el impulso, la emoción. Este estadio se caracteriza
por: la ausencia de principios morales universales, de una determinada fe religiosa
y el deseo de gozar toda experiencia emotiva y sensual.
La vida del hombre que vivió engañado por las alegrías o los cuidados mundanos
es una vida desperdiciada, pues es una vida en la que el hombre no cae en cuenta
del hecho de la existencia de Dios y de que él mismo existía delante de Dios, esta
es la gran ganancia que se alcanza por la desesperación. La desesperación forma
la antítesis de lo estético y sólo podrá resolverse pasando al estadio ético y aquí
se presenta la gran situación de elección o rechazo del punto de vista de la fe.
Sólo el acto de fe puede superar esa antítesis al relacionar al hombre con Dios
que es el gran salto.
45
y al relacionarse el hombre con sigo mismo aparece la desesperación, la cual es
una categoría propia al espíritu y por eso es relativa a lo eterno del hombre, y el
hombre no puede deshacerse de lo eterno.
La desesperación no es cosa de jóvenes o algo que se deja con los años, por lo
general en los mayores es pura inmediatez cubierta de una pequeña dosis de
reflexión. El joven desespera por el porvenir como si fuera un presente en futuro y
el viejo por el pasado como si fuera un presente en acaecido, pero los dos son la
misma desesperación. Aquí se presenta la batalla entre dos posibilidades:
desesperar más profundamente o terminar abrazando la fe.
Todos los hombres tenemos algo o mucho de desesperados, todos sentimos una
cierta inquietud, desasosiego, desarmonía, angustia de algo desconocido, de algo
que no deseo o de sí mismo. El único que puede liberarse de esta enfermedad es
el cristiano auténtico, dice Kierkegaard.
Dice Kierkegaard que toda esta realidad de la desesperación sirve de fondo a los
tres estadios, pues, es la que permite e impulsa el paso de un estadio a otro en la
medida de que se concientice. Afirma que la situó antes del estadio religioso ya
que a él se llega por ella como ya lo mostraba anteriormente donde se presentan
las dos posibilidades: la de desesperar aun más y la de abrazar la fe, y para
Kierkegaard el paso al estadio religioso es el definitivo, es la única salida de la
desesperación.
La raza humana difiere de la animal por esa capacidad que tiene para establecer
una relación especial con Dios. Lo temporal no es y nuca será el elemento del
espíritu, sino que en cierto sentido debe ser su sufrimiento. En el orden religioso,
afirma Kierkegaard, no hay público ni masa, sólo individuos, pues lo religioso es lo
serio y lo serio es el individuo, y el hombre se convertirá en individuo es ante Dios.
46
A mayor idea de Dios mayor conciencia de mí mismo poseo, es decir, mayor yo
poseo y viceversa. Nuestro yo individual y concreto sólo llega a ser un yo infinito
mediante la conciencia de que existe delante de Dios. La antropología de
Kierkegaard resulta entonces una antropología teológica que hace posible la
aparición de una antropología filosófica de nuestra época. Un poco más adelante
volveremos a retomar el tema de Kierkegaard.
La relación con el otro para Heidegger tiene una característica especial, no es una
relación esencial, sino de solicitud, es decir, de interés; aunque no se descarta que
esta pueda llevar al nacimiento de una relación esencial. Lo negativo de esta
relación de solicitud es que la persona permanece encerrada en sí, no abre su
mismidad, solo presta una ayuda como funcionario, no opera reciprocidad.
Heidegger no logró llegar hasta donde llegó Feuerbach, es decir, a afirmar y
comprender que el hombre individual no lleva en sí la esencia del hombre; que la
esencia del hombre se encuentra en la relación intersubjetiva. En Heidegger el
hombre individual lleva en sí la esencia del hombre. El “mismo” del que habla
Heidegger es un sí un sistema cerrado.
Resulta interesante establecer una relación entre estos dos últimos pensadores.
47
Partamos del hecho que el hombre posee la capacidad especial de entrar en
relación con: el mundo, los hombres, el Misterio o Dios y consigo mismo.
Analicemos la forma como se refieren a estas formas de relación del hombre cada
uno de estos pensadores.
Relación con los otros. Kierkegaard tiene sus reservas en contra de su relación
con los otros porque una relación esencial con los otros, pues en ella se pierde el
yo individual, se masifica y generaliza y esto impide que el hombre alcance una
relación esencial con Dios. En Heidegger la relación con los demás no es más que
de solicitud, es decir, de interés, pero afirma él que esta puede llegar a convertirse
en esencial cuando se entre con ese otro a un nivel de intimidad. La relación con
la pluralidad para ambos aparece como algo de lo cual hay que salir para llegar al
ser propio.
48
común con ellos. El hombre es más que el animal quien no posee más que una
inteligencia técnica que el hombre comparte con los animales pero que es
superada por la peculiaridad del espíritu.
Para elaborar una verdadera escala de valores es preciso tener presente algunos
principios básicos; veamos según Max Scheler cuáles son:
La durabilidad. Un valor es tanto más alto o importante cuanto más duradero sea
en el sentido de permanente, es decir, no depende del tiempo sino que lo
trasciende. Ej. La educación.
La relatividad. Un valor es tanto más alto cuanto menos relativo es, es decir, en
cuanto dependa menos de las condiciones concretas del individuo. Ej. El valor de
un jugador de fútbol es absoluto por ser persona y se relativiza este valor por el
enfoque o interés con que se mire: goleador, disciplinado. Conciliador, buen
manejador del balón etc.
Valores intelectuales: son los que tienen relación con el espíritu y el conocimiento.
Valores estéticos: son aquellos que tienen relación con la belleza y con el arte.
Valores éticos: son aquellos que tienen que ver con los procedimientos y los
deberes.
Valores morales: tienen que ver con la conducta en lo que se refiere a lo bueno y a
lo malo.
Valores religiosos: Aquellos que tienen que ver con el alma, sus creencias y las
prácticas piadosas.
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CONCLUSIÓN
Hay que decir que para responder a la cuestión antropológica no podemos optar ni
por el individualismo, que no abarca sino una parte del hombre, desfigurando de
esta manera el verdadero rostro del hombre; tampoco podemos optar por el
colectivismo que tampoco busca la integridad del hombre; el colectivismo no ve al
hombre individual sino a la sociedad, quedando de esta manera oculto el rostro del
hombre individual. Ambas corrientes son resultado de una situación humana de
soledad y angustia.
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2. DIMENSIONES FUNDAMENTALES DE LA EXISTENCIA HUMANA
La corporeidad humana
La relación del hombre con el mundo
Las relaciones intersubjetivas
La dimensión afectiva
La dimensión histórica
Las situaciones límite
La trascendencia de la persona humana
La inmortalidad personal
El cuerpo por medio del cual el hombre participa del mundo visible es un cuerpo
que lo hace diverso de los otros cuerpos que encontramos en el mundo es un
cuerpo humano. Para hacer más notoria esta peculiaridad del cuerpo humano,
resulta de gran valor hacer una clara distinción entre cuerpo y corporeidad. Hablar
de cuerpo es hacer relación al cuerpo-objeto, es decir, a todo aquello externo al
hombre que se conoce como objetos, cosas. El hombre pertenece, como el
mineral, al género cuerpo y como él ocupa un lugar en el espacio, tiene forma y
color, es visible y medible; pero el hombre no es cuerpo en el mismo sentido que
un cuerpo mineral. El cuerpo del hombre aunque pertenezca al género cuerpo y
ocupe en el mundo un espacio como un mineral difiere de él como una especie de
otra.
Hablar de corporeidad es hace alusión a la realidad humana corpórea considerada
como un sujeto espiritual-corpóreo. Como podemos apreciar la corporeidad es una
noción que se refiere a la entera subjetividad humana y no simplemente a su
componente físico-químico. El cuerpo sujeto difiere del cuerpo-objeto no por su
estructura orgánica, no por su composición química, sino porque el cuerpo no-
humano es simplemente exterioridad, mientras el cuerpo humano es además
exteriorización de algo esencialmente interior.
52
cuerpo y no del mismo modo que estos zapatos son míos, sino de modo tal que mi
cuerpo me encarna. Tengo que admitir que mi cuerpo es la encarnación de mi yo
consciente y que este yo es un yo corporeizado. Gracias a mi cuerpo yo estoy en
el mundo y encuentro al otro en mi mundo, es decir, que el cuerpo viene a ser
intermediario en mi encuentro con el Otro.
Para una concepción antropológica que ve al hombre como una unidad, las cosas
son muy diversas. Esta interioridad no existe sin el cuerpo, por esto jamás existe
una interioridad cerrada y aislada, pensamientos, deseos, interrogantes,
53
sentimientos de gozo o de dolor etc., no existen sin su expresión corporal. El
cuerpo se constituye entonces en el lugar donde la persona se realiza y se
expresa.
¿Qué cosa implica más en concreto esta condición corporal del hombre? Implica
que todo ser humano por el hecho de ser corporal es frágil y necesitado, siente
hambre, sed, sufre el frío y el calor, tiene enfermedades, tiene necesidad de
protección y ayuda, de afecto y de amor. Todo encuentro con el otro incluirá este
carácter de necesidad del otro y de necesidad de mí, cuando ese Otro aparece
como el pobre, el extranjero, como aquel que tiene necesidad de ser tratado como
persona y no como cosa.
Hemos dicho que a través del cuerpo el hombre se expresa; aclaremos un poco
esta afirmación. El cuerpo no realiza automáticamente la expresión humana, se
trata de un cuerpo que puede y debe ser humanizado a fin que permita
verdaderamente la expresión y la realización del hombre, pero no deberá ser
despreciado o rechazado.
54
El cuerpo es en primer lugar expresión de la persona y presencia de la persona.
La presencia es propia de los seres humanos. Las cosas no se hacen presentes
ante nadie, ellas simplemente están ahí, ya que lo que caracteriza la presencia es
estar orientado hacia los demás seres humanos. Hablar de presencia es hacer
relación del Otro que me está muy cerca de mí. La presencia, dice Gabriel Marcel,
no es simplemente mostrarme exteriormente, sino hacerme sentir con el Otro y
sentir que el Otro está conmigo. Una verdadera presencia no es únicamente el
hecho de estar ocupando un lugar, sino que fundamentalmente es un encuentro
donde la comunicación pone de manifiesto una comunión entre personas. Esta
presencia tiene su máxima amenaza en la muerte que es la forma más radical de
ausencia del mundo humano. El homicidio se presenta de otra parte como el
rechazo fundamental del Otro en el mundo humano. Con la muerte que es la
ausencia fundamental la persona singular deja de ser en el mundo y se encuentra
radicalmente separada de la comunicación y de la relación interpersonal en el
mundo.
Entre todas estas formas, la palabra tiene el primado porque ella expresa mejor
los diversos significados de la inagotable riqueza del hombre. El lenguaje
expresado en las caricias y otros gestos de amor sensible es fundamental como
lenguaje de amor. Según muchos psicólogos esta forma de lenguaje es
determinante en la primera infancia para la formación de una personalidad
equilibrada. La falta de este amor sensible en la primera infancia puede
convertirse en origen de muchos disturbios psíquicos en la vida posterior de la
persona.
Para todos los pueblos el rostro humano desarrolla un papel privilegiado. Los ojos,
la boca, las expresiones faciales, la desnudez del rostro, la palabra articulada, el
55
gesto etc., hacen parte del lenguaje facial. Recordemos que para Levinas el rostro
es la verdadera presencia y manifestación del Otro, es la identidad misma de un
ser humano. Un rostro es un mensaje.
Entre las diversas formas de expresión del cuerpo merecen atención la danza. En
todas las culturas la danza hace parte de un lenguaje muy primario. La danza
sencillamente expresa la participación en un sentimiento común. Fácilmente se
hace portadora de tradiciones y evocadora de arquetipos culturales. Puede
convertirse en un medio de liberación, de invitación a la esperanza y al cambio. La
danza es sagrada por naturaleza.
Otra forma de expresión fundamental del hombre como ser encarnado es el tacto.
La estructura del cuerpo del hombre se explica ante todo a través de la energía
vital de los sentidos. El sentir humano en su significado radical es deseo original
de vivir. La sensibilidad, es pues, en el hombre energía vital primaria y fecunda
56
que alimenta tanto el proceso de conocimiento como el proceso afectivo.
El sentido del tacto y todos los órganos de percepción son distribuidos sobre toda
la superficie epidérmica. Hablando del tacto como de aquel sentido que percibe la
presencia de cualquier cosa en el cuerpo, debemos referirnos a aquella
sensitividad humana que es el origen de los otros sentidos, que para su
funcionamiento exigen la presencia del cuerpo.
57
una parte de la persona humana sino simplemente un objeto más, un instrumento
que pierde en mayor o menor sentido su sensibilidad. Sujetar es
fundamentalmente deseo de poder. Es una acción que queda en lo exterior.
Privilegiar la acción del sujetar provoca consecuencias que no van en bien del
verdadero hombre, pues sería igualar nuestra función a la de muchas máquinas
que cumplen a la perfección con esa tarea de sujetar, de agarrar y de manipular.
A pesar de la riqueza del lenguaje, éste siempre será incompleto e imperfecto; esa
es la razón por la que se deberá discutir para esclarecer recíprocamente los
propios lenguajes a fin de no caer en malos entendidos.
Que exista una relación del hombre con la naturaleza es una experiencia que
tenemos todos vivimos a cada momento. Esta experiencia nos permite de una
parte ser conscientes de nuestra relación con el mundo, y de otra experimentar las
diferencias profundas que se dan entre el hombre y la naturaleza. Solamente el
hombre está en la capacidad de plantear esta diferenciación y de vivir esta
experiencia de distinción. Por tanto la cuestión de la relación hombre mundo se da
solamente en el hombre y solamente en él se puede encontrar su diferenciación.
58
propio cuerpo, el hombre, porta la presencia de la naturaleza. La dependencia del
hombre frente al mundo tiene lugar, no sólo en el campo de sus necesidades
somáticas, es decir, de sobrevivencia, sino en todas sus actividades, incluso en
aquellas específicamente humanas. Esto permite afirmar que no existe ningún
acto humano que no sea de algún modo condicionado por la naturaleza.
Si se quiere llegar hasta la raíz de esta diversidad es necesario decir que mientras
que el hombre es consciente de sí, el mundo no es consciente de sí, he aquí la
frontera definitiva entre el hombre y el mundo y el origen de la existencia humana
como ser de frente al mundo. El hombre se expresa y se muestra como
desvinculado del mundo gracias a aquella realidad que lo hace diverso
radicalmente, esta realidad es la consciencia. Gracias a que él es consciente de
su propia realidad, él percibe la realidad del mundo como diversa de la suya. El
hombre gracias a su racionalidad, es consciente de cambiar el curso del cosmos
según proyectos forjados y actuados libremente por él sirviéndose de las
constantes de la naturaleza.
59
1.2.3 Compromiso del hombre con el mundo. En virtud de su vinculación con
el mundo mediante su corporalidad y de su diversidad del mundo gracias a su
consciencia y libertad, el hombre está llamado a actuar, es decir, a realizar una
función exclusivamente suya, ella es exactamente la de transformar la naturaleza
más allá de sus procesos naturales inmanentes. La presencia del hombre en el
mundo representa una actuación de las posibilidades escondidas de la naturaleza,
que lleva a resultados que la naturaleza por sí sola no podría alcanzar. A la
ilimitada potencialidad objetiva de la naturaleza corresponde la potencialidad
proyectiva ilimitada del hombre y viceversa: a la posibilidad ilimitada de crear
novedad propia del hombre corresponde la posibilidad ilimitada de la naturaleza de
ser transformada.
60
Finalmente en este análisis no podemos callarnos ante los abusos que el hombre
ha cometido y sigue cometiendo contra la naturaleza, convirtiéndose en una
verdadera amenaza para la armonía, la belleza y el orden de la naturaleza. Este
análisis nos ofrece una nueva oportunidad para volver a colocarnos la pregunta
fundamental que nos está ocupando en este curso, ¿Qué es el hombre?
61
subjetividad humana es esencialmente intersubjetividad, es decir, subjetividad
dialogal.
En esta realidad propia del hombre que exige ser tratado como lo que es, persona
humana, se funda el valor y el respeto por el “otro”, y tiene su manifestación
fundamental en el “no matarás”, por esto será siempre perverso engañar, seducir,
explotar, violentar, despreciar al otro, someterlo a mis ventajas etc. El valor del
otro es tal, de justificar en todo caso la decisión de perder la propia vida por el
otro.
Me parece muy importante que antes de seguir con el tema de las relaciones
interpersonales hablemos un poco de lo que significa ser persona. La idea de
persona va ligada primero que todo a la unicidad de todo ser humano. Esto quiere
decir que la persona es un ser singular, inconfundible e insustituible y único, es
decir irrepetible; esto lo hace definitivamente diferente a los objetos que si pueden
ser repetidos o hechos en serie según el gusto o del que los idea o de quien los
necesita. Pero la persona humana por naturaleza es única.
62
exigencia de reconocimiento y de amor. Frente a la personan humana que como
ya dijimos, con su sola presencia me interroga no podemos dejar de responder; no
olvidemos que lo único que no responde a la invocación o al llamado de la
persona son los objetos, es decir las cosas, y no responden no porque no quieran
sino porque no pueden, mientras que la personas si no responden ante el llamado
y la necesidad del Otro no es porque no puedan, sino porque no quieren.
63
sagrada con la que nos encontramos en el mundo. Es la criatura más débil y la
más grande al mismo tiempo.
64
absolutización del yo terminó negando el yo concreto y singular que no solamente
se expresa a través del intelecto, sino también a través del todo lo que el cuerpo
sin el cual el hombre sencillamente no podría existir.
Afirman los entendidos en la materia que Descartes para poder explicar con lujo
de detalles el problema del conocimiento se plantea primero el problema
antropológico. La nueva física había planteado la cuestión sobre la naturaleza de
la materia, es decir, sobre qué es lo que decide los procesos físicos de la
naturaleza, así cada vez más se defendía una interpretación mecánica de la
naturaleza.
Esto hacía urgente la cuestión sobre la relación entre alma y cuerpo, problema
que Descartes se había planteado seriamente. Antes del S. XVII el alma era
considerada como una especie de “respiración vital” que dinamiza todos los seres
vivos. Recordemos que para Aristóteles el alma era algo que estaba presente en
todo organismo como principio de vida, algo que no se podía imaginar
desprendido del cuerpo. Pero a partir del S. XVII gracias a Descartes y después a
Augusto Comte todos los objetos físicos, los cuerpos de los animales y los
cuerpos humanos, van a ser explicados como un proceso mecánico. Pero el alma
no podía formar parte de esa máquina corporal. ¿Qué pasaba entonces con el
alma?
Surge, entonces, una pregunta muy importante: ¿cómo algo espiritual puede
generar un proceso mecánico? Se necesita una misteriosa relación entre alma y
cuerpo. Este problema pone en marcha y funcionamiento los pensamientos de
Descartes.
En el “discurso del método” Descartes plantea la cuestión sobre qué método debe
emplear el filósofo, pues las ciencias naturales ya tenían su nuevo método.
Descartes constata primero que no podemos considerar nada como verdad si no
reconocemos claramente que lo es y para esto es necesario buscar total claridad
partiendo de las ideas más sencillas; para ello cada idea tenía que pensarse y casi
medirse, al estilo de Galileo que decía que todo tenía que medirse y lo que no se
podía medir tenía que hacerse medible.
65
Así Descartes afirma que el punto de partida para lograr estos conocimientos
certeros es dudar de todo, pues según él es imposible edificar un sistema filosófico
sobre unas bases de arena, porque si fallan los cimientos puede derrumbarse todo
el edificio. Descartes llega a la conclusión que es necesario dudar de todo y que
eso era lo único de lo que podía estar seguro. Pero si duda también tiene que
estar seguro que piensa y si piensa es porque existe. Así Descartes concibe al
hombre esencialmente como un yo pensante.
Pero no sólo capta que es un yo pensante, sino que al mismo tiempo entiende que
este yo pensante es más real que ese mundo físico que captamos con los
sentidos. Ciertamente se trata de un racionalismo marcado. En cuanto a todas las
ideas que tenemos de la realidad exterior, podría ser que fueran simplemente
imaginaciones o imágenes de sueños. Sin embargo, Descartes descubre algo
muy interesante de la realidad exterior y es que ésta tiene algunas cualidades que
podemos reconocer con la razón; estas cualidades tienen que ver exactamente
con lo cuantitativo, esto es con la longitud, la anchura, la profundidad etc.,
cualidades que son claras y evidentes para la razón. Descartes llega a otra
conclusión muy importante y es que la realidad exterior (rex extensa) es
esencialmente distinta de la realidad del pensamiento rex cogitans). Así Descartes
ya puede constatar que hay dos formas distintas de sustancia: el pensamiento o
alma (consciencia) y la extensión o materia.
66
Descartes se encuentra en el así llamado “giro antropocéntrico”. Esto se traduce
en el hecho que el hombre se convierte en el centro de la tierra, haciendo que todo
gire a su alrededor, esto es justamente lo que originará un exagerado
antropocentrismo.
Descartes que se encontraba muy impresionado de una parte por el caos del
pensamiento filosófico, y por otra del éxito de las ciencias físicas y queriendo
buscar una base sólida para sacar a la filosofía de ese estado, concluyó que
únicamente el tipo de conocimiento científico podía tener pretensión de ser
objetivo.
Como elemento para su crítica tomará la duda metódica. Descartes cree que hay
que dudar de todo, hasta del propio cuerpo, sin embargo hay algo cierto para él: le
resulta imposible dudar de su propia duda, de su propio pensamiento, esto lo lleva
a concluir: es cierto que dudo, por consiguiente soy, pues si no fuera no podría
dudar. Y ¿por qué no es dudoso éste “pienso luego existo”? sencillamente porque
lo comprendo en forma clara y distinta. Estoy ya seguro que soy porque pienso.
Pero ¿qué soy? De acuerdo con el pensamiento de Descartes no puedo
responder diciendo: soy un cuerpo, ni un ser en el mundo, ni soy una orientación
hacia Dios pues tanto el cuerpo, como el mundo, como Dios son objeto de duda;
entonces la respuesta sería: “estoy pensando”, pero surge otra pregunta, ¿y en
qué pienso? No puedo responder que en algo concreto; simplemente pienso mi
propio pensamiento, es decir, tengo consciencia de mi propia consciencia.
Aquí está el problema, según Descartes no soy nada concreto, porque eso es
motivo de duda, soy simplemente pensamiento puro, consciencia pura.
Los filósofos posteriores sobre todo los contemporáneos no han dejado de criticar
este razonamiento. Sartre, por ejemplo, afirma que por esa vía es imposible llegar
a afirmar con certeza la existencia del otro. Esta concepción Cartesiana se hará
presente en el solipsismo Post - Kantiano. El yo del Racionalismo y del Idealismo
se convierte así en un ego absoluto, en un espíritu absoluto y objetivo.
El hombre concreto que existe con los demás en el mundo, queda completamente
ignorada. No hay lugar para la trascendencia del otro, se olvida un sin número de
elementos esenciales de la existencia humana como: el trabajo, las relaciones
sociales, los sentimientos, la afectividad, la capacidad del amar etc.
67
cuerpo, minimizando el valor de la consciencia. El empirismo orientado hacia el
mundo material llega a privar el yo de su propia autonomía respecto al cuerpo y al
mundo. Los intentos de antropología de este tipo acaban con la pérdida misma del
hombre; el ser del hombre se manifiesta inexistente cuando se le niega la
posibilidad de comunión con el otro.
Los seres humanos vistos como simples individuos se ven inmersos en una
profunda soledad que se acentúa a medida que se va aumentando la
industrialización con sus estructuras despersonalizantes y es justamente esta
situación la que el colectivismo aprovecha para hacer una nueva propuesta,
buscando librar al hombre de esa soledad en que se encuentra.
El colectivismo, parte del fracaso del individualismo; según ellos esa soledad
logrará ser vencida cuando todos participen en todo y la colectividad dé una
respuesta a todas las necesidades del hombre. Uno de los grandes
representantes de este nuevo intento de antropología es Carlos Marx. Él afirma
que con el colectivismo antes de buscar intereses sociales o políticos lo que se
busca es la realización de la esencia auténtica del hombre.
Esta visión del hombre que nace como reacción al individualismo se va al otro
extremo, queriendo desconocer totalmente el valor de la persona individual para
darle toda la importancia a la colectividad. En esta nueva propuesta antropológica
encontramos varios inconvenientes, por ejemplo se encuentran rasgos de un
cierto individualismo, en cuanto el hombre en definitiva se orienta hacia la materia,
el trabajo y la transformación de la materia toma el lugar de primacía, el valor de
las relaciones interpersonales se mide también por la capacidad de transformar el
mundo, esto trae como consecuencia que la dimensión intersubjetiva, que es una
realidad típicamente humana, se pierde.
68
hombre como ser en relación, estas visiones terminan aislando al hombre bien
porque lo pierden en la colectividad o porque convirtiéndolo en una abstracción
imposibilitan que pueda ser un ser encarnado capaz de donarse a los demás y
necesitado del “tu” que siempre será un regalo para mí.
Un poco más tarde dentro de este proceso de la historia nos encontramos como
una escuela filosófica muy típica que aborda a plenitud la existencia del hombre,
se trata del existencialismo. Detengámonos un momento para ver cómo presenta
esta corriente de pensamiento al hombre.
De otra parte el Otro ante mi yo es el que me roba el mundo, sin embargo, el Otro
es también un objeto para mí; ahora, esa objetivación mutua se logra, dice Sartre,
a través de la mirada. De aquí nace la angustia. Yo siento continuamente que mis
posibilidades están constantemente amenazadas por el Otro cuya mirada me
objetiviza y amenaza mi libertad. Mi mirada le sitúa a él mismo bajo la misma
amenaza para su libertad. Él y yo somos dos libertades que se enfrentan y tratan
de paralizarse mutuamente con la mirada. Todo esto nos indica que el Otro, como
tal, surge como mirada sobre mí. El Otro es constantemente y en todas partes
presente como “aquello por lo que yo me hago objeto” y la única defensa que
tengo es trascender su mirada y convertirlo en objeto con mi mirada.
69
Sartre llega a afirmar: “Mi pecado original es la existencia del Otro, o simplemente
“el infierno son los Otros”.
El campo de conciencia del Otro invade, por así decirlo, el mío, reduciéndome a
un objeto. Yo experimento al Otro como a un sujeto consciente y libre a través de
su mirada, con la que me convierte en un objeto para Otro. La razón por la que el
sentido común opone una inquebrantable resistencia al solipsismo es que el Otro
me es dado como una presencia evidente que yo no puedo derivar de mí mismo y
que no puede ser puesta seriamente en duda. La consciencia del otro no me es
dada, naturalmente, en el sentido de que sea mía; pero el hecho del Otro es dado
de un modo incuestionable en la reducción de sí mismo a un objeto para una
trascendencia que no es la mía.
Visto como trata Sartre el tema del encuentro de uno mismo con el Otro, no es de
extrañar que diga que “el conflicto es el sentido originario del ser - para- otro”. Si la
mirada del Otro me reduce a mí a un objeto, yo puedo tratar o bien de absorber la
libertad del Otro dejándole a la vez intacto, o bien de reducir al Otro también a un
objeto. El primer proyecto puede verse manifestado en el amor, que expresa un
deseo de poseer una libertad, mientras que el segundo puede verse, por ejemplo
en la indiferencia, en el deseo sexual y, en un extremo, en el sadismo. Pero
ambos proyectos están ordenados al fracaso, pues el otro yo trasciende
70
necesariamente al mío, y la mirada que me reduce a objetividad renace siempre.
En cuanto a la reducción del Otro a un objeto parecería que pudiera lograrse
plenamente mediante la destrucción, matándole; pero esto equivaldría a una
frustración, pues sería fracasar en el proyecto de reducir el sujeto como tal a la
condición de objeto. Mientras haya otro para sí, la reducción total es imposible, y
si se la lleva a cabo del todo, ya no hay un para sí.
Albert Camus. (1913 - 1960) Es muy conocida la afirmación de Camus: “no hay
más que un problema verdaderamente importante: El suicidio. Juzgar que la vida
vale o no vale la pena de ser vivida es responder a la cuestión fundamental de la
filosofía”.
Con esta declaración Camus quiere poner de manifiesto que el hombre está
buscando un sentido en que cimentar sus ideales y valores. El hombre necesita
estar seguro si la realidad es un proceso teleológico inteligible que comprende un
orden moral objetivo. Es decir, el hombre desea alcanzar la seguridad metafísica
que le garantice que su vida forma parte de un proceso inteligible dirigido hacia
una meta ideal, y que al esforzarse por lograr sus ideales personales cuenta con el
respaldo del universo, esto es, de la realidad en todo su conjunto. Los grandes
dirigentes religiosos y los creadores de sistemas metafísicos y de concepciones
del mundo han procurado satisfacer esta necesidad.
El hombre del absurdo puede adoptar varias formas. Una es la de don Juan, que
goza al máximo, mientras es capaz de gozar cierto tipo de experiencias, aún
71
sabiendo que ninguna de ellas tiene una significación última. Otra es la del que,
reconociendo el sin sentido de la historia y la absoluta insuficiencia de la acción
humana, se dedica en pleno, en su situación histórica a una causa social política.
Otra forma es la del artista creador, que sabe de sobra que tanto él como sus
creaciones están condenadas a la extinción y que, no obstante, consagra su vida
a la producción artística. (Fenomenología Existencial. W. Luypen p.189 - 198)
El yo para Buber no es una sustancia, sino una relación. Puede existir como el que
se interesa por un tú o también como quien se aferra a un “esto”. La esfera del
“esto” coincide con todo aquello que el yo encuentra en su experiencia objetiva y
práctica. Para Buber la utilización, refiriéndose al “esto”, es decir, a las cosas es la
relación más superficial que el hombre pueda establecer. Los seres humanos de
los que hablamos en tercera persona “El - Ella”, “esos - esas” dice Buber,
pertenecen al reino del “esto”. El “esto” es todo aquello de lo cual se puede
disponer. En este tipo de relación el yo no se encuentra, es por esto por lo que la
verdadera intención del conocer no se realiza aquí, el ser viene asimilado en su
anonimato de mercancía.
72
relación por excelencia de la persona humana, esta está contenida en la esencia
del Yo. El Tú viene a ser aquella dimensión en la cual el Yo busca o mejor ya ha
encontrado un ser Otro.
La relación “yo tú” no tiene otra función que aquella de dar cumplimiento al
encuentro. Cada encuentro es un evento único que no puede ser narrado, que no
puede ser puesto en serie con otros para formar una historia.
A Martín Buber, Levinas le critica que su planteamiento sobre la relación “Yo Tú”
es muy limitado pues hace referencia solamente a un nivel íntimo, pero Buber
responde lo siguiente: “Levinas se engaña singularmente cuando supone que para
mi la relación “Yo -Tú” culmina en la amistad puramente espiritual, al contrario,
esta relación alcanza, a mi manera de ver, la grandeza de su energía auténtica,
cuando dos personas humanas que no están fuertemente ligadas por parentesco
espiritual, que pertenecen más bien a familias espirituales diferentes o incluso
opuestas, están la una de frente a la otra, aquí es la solidaridad de la creatura
humana la que se cumple con plenitud.
Otros lo han llegado a calificar como empirista, sin embargo aunque él ciertamente
basa sus reflexiones en la experiencia y no en lo abstracto no creamos que se le
pueda tener como tal, ya que su estilo no está anclado en aspectos simplemente
inmanentes o empíricos.
Del mismo modo a pesar de que Marcel hace mucho uso de lo que podríamos
llamar análisis fenomenológico no por ello debemos concluir que es discípulo de
Husserl. Gabriel Marcel ha seguido su propio camino y no se le puede tratar como
73
miembro de ninguna escuela. Ese estilo, o mejor, ese camino que él quiere seguir
tiene como elemento primordial el dialogo. Considera que de ese modo se destaca
mejor no solamente el carácter de búsqueda que distingue a Marcel, sino también
y más especialmente, el hecho de dirigirse no a una inteligencia abstracta y
anónima, sino a seres individuales en los que trata de despertar cierta vía
profunda de reflexión en el sentido socrático.
En su obra filosófica deja un espacio muy importante para referirse a un tema que
él llama “la metafísica de la esperanza”. Considero que vale la pera recojer este
fragmento: “Juan ama a María, pero esta ha muerto y la ciencia no proporciona
ninguna seguridad de que María siga existiendo, ni de que vuelva a reunirse con
Juan. En cambio para el amor y la esperanza, en la unión sigue habiendo un
“nosotros”, una comunión que permite a Juan trascender el nivel de la evidencia
empírica y confiar en que María continúa existiendo y que en el futuro los dos
volverán a reunirse”.
Desde el punto de vista del sentido común esto es simplemente hacerse ilusiones,
sin embargo para Gabriel Marcel en experiencias como estas se pone de
manifiesto una dimensión típicamente humana que es la esperanza.
74
metafísico persiste en virtud de la fidelidad creadora, definida por Marcel como el
empeño que se hace a no abandonar al otro aunque surjan los motivos para
hacerlo, esta fidelidad creadora es la activa perpetuación de la presencia,
capacidad de hacerme sentir que yo estoy con el otro y el otro está conmigo.
Para comprender mejor esta diferencia entre objeto y persona él entra a hacer
ciertas aclaraciones. Objeto es aquello que no tiene en absoluto cuenta de mí,
mejor dicho es aquello para quien yo no cuento, por tanto no es posible que haya
una comunicación entre un sujeto y un objeto. Hablar de persona es hablar de
alguien que está en capacidad de responder a mi llamado y de entrar en comunión
conmigo. Agrega que hablar de persona exige no tratarla como individuo, pues
hablar de individuo es hablar como de cualquier objeto del conjunto de la
naturaleza que no tiene que dar cuenta a nadie de lo que es, mientras que la
persona está llamada a afrontar cualquier situación. Yo me afirmo como persona
en la medida en que asumo la responsabilidad de lo que hago, de frente a mí y de
frente a los otros.
Marcel refiriéndose a esta diferencia entre objeto y persona afirma que es muy
importante diferenciar entre ser y tener, él considera que entre ser y tener hay una
verdadera oposición ya que tener está referido a las cosas y ser va referido al
hombre y a Dios. Marcel advierte que es necesario distinguir entre “sentimiento
que tengo” y “sentimiento que soy”.
75
se añade a mí. Dicho de otra manera, no tengo sino aquello de lo cual en cierto
modo puedo disponer, todo objeto del cual yo logro posesionarme esencialmente
es distinto del sujeto que lo posee. El tener hace parte ya del deseo y la codicia,
por eso quien se centra en el plano del haber o del tener se centra sobre sí mismo.
Ser es el modo esencial que hace al hombre distinto de las cosas, es decir, de los
objetos, Marcel aprovecha esta exposición para hacer otra aclaración muy
interesante. Para él el hombre se hace dos tipos de reflexiones: una reflexión
primera que permanece en campo del tener y se refiere a una relación externa,
por ejemplo, la relación que yo tengo con mi dinero. Y una reflexión segunda que
pasa al campo del ser y nos lleva a una relación interna que me permite decir: yo
soy esto.
Para Marcel el “yo” es ante todo un don para el otro, esto quiere decir que se debe
llegar a la convicción de que lo mejor de mí no me pertenece; no soy dueño de
eso que soy yo, simplemente soy un administrador de mi mismo.
Quien es el “Otro” para Marcel? Como seres que por esencia necesitamos de los
demás es apenas natural que en mí haya un espacio para el “otro”, solamente en
la medida en que yo me salga de mí mismo estoy dando la posibilidad de que el
otro en cuanto “Otro” exista. El “Otro” más que una idea es una realidad que hasta
cierto punto podemos decir espera de nuestra capacidad de apertura para el
realizarse como ser. Si consideramos al otro como una especie de mecanismo
exterior a mí de quien puedo llegar a conocer solamente en su forma exterior,
sencillamente lo estamos negando como ser real. Un conocimiento así del otro
sencillamente es “sacrílego y demoledor” en cuanto destruye su valor único y al
mismo tiempo lo degrada; esto significa que el conocimiento de un ser individual
no se puede separar del acto de amor y caridad mediante el cual el Otro se
constituye en creatura única o si se prefiere en imagen de Dios.
76
Según Marcel existen ciertas actitudes o modos de proceder en las personas que
en vez de manifestar apertura a los otros denotan egoísmo, indiferencia, es el
caso del suicidio, calificado por Marcel como la expresión más concreta del no
preocuparse por permanecer disponible para el otro. Al disponer de sí mismo se
hace indisponible para los otros, esto es, obra como alguien a quien no le importa
el estar disponible para el otro. No estar disponible, para Marcel, es aquel para
quien yo no existo. Son también situaciones que crean barreras y que entorpecen
el acercamiento al otro la traición y la desilusión.
Gabriel Marcel refiriéndose a esa relación con el otro afirma que ella es fruto de un
proceso, un proceso que arranca con una relación irregular pues el yo se acerca al
otro con cierta distancia. A ese otro que me aparece por primera vez, Marcel lo
llama, “tercera persona” es decir, un “él”. Para Marcel hablar de alguien en tercera
persona es tratarlo como separado de mí, es definirlo como alguien exterior a un
dialogo conmigo mismo. Hablar en tercera persona es hablar de las cosas del
universo. Marcel advierte que cuando me dejo invadir por el fatalismo y el
pesimismo termino convirtiéndome en un “El”. En síntesis, según Gabriel Marcel la
relación en tercera persona es impropia para la persona humana, pues esta
relación es para los entes quienes no me responden.
La relación verdadera del “Yo” con el “Otro” es una relación con un “tú” quien está
siempre pronto a contestar aunque esta respuesta sea un silencio inteligente.
Frente a un “tú” necesito llegar en una actitud de fe y en una actitud de humildad,
es decir, en una actitud de manos abiertas, convencido que es el “tú” el que me
construye y quien me conoce mejor de lo que me conozco a mí mismo.
Detengámonos un poco más en el análisis de unos elementos que para Marcel
son los que no sólo caracterizan, sino que se constituyen los elementos que
identifican el verdadero “tú”, ellos son: la presencia, la comunión, la fidelidad, la
esperanza y el amor.
77
decirle a ese “tú” con una palabra, con una mirada, con una sonrisa, con un
apretón de manos o con un detalle de solidaridad que estoy con él más que
físicamente, que estoy sencillamente en comunión con él.
La comunión, es llegar a una intimidad con la otra persona, es llegar a unirme con
un tú; la comunión es una característica fundamental que enriquece y caracteriza
la relación “yo - tú”.
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ninguna condición y abandonándose a una confianza absoluta superará así toda
desilusión posible y conocerá una seguridad del ser que se opone a la seguridad
del haber. Hablar de esperanza es hablar de una gracia de otro ser, es hablar de
generosidad, pero de verdadera generosidad no de formalismo, no de
obligaciones que se deben llevar a cabo. No podemos hablar de esperanza si no
existe amor, y un amor que se encarna en una realidad. La esperanza va siempre
unida a la comunión. Marcel afirma que la expresión más adecuada y más
elaborada de esperar es: “yo espero en ti por nosotros”.
Marcel encuentra aquí el lenguaje más apropiado para referirse a otro aspecto
interesantísimo del hombre: el valor, la trascendencia y la inmortalidad de la
persona humana. El hombre es lugar de valores, es como el espejo en el cual se
nos permite ver, aunque imperfectamente, el rostro auténtico de nuestro destino,
por tanto si la muerte fuera nuestra realidad última el valor perdería todo su
sentido.
Según Marcel en la medida que la vida del hombre tenga un valor y esté regida o
guiada por valores auténticos es una vida que trasciende, esto quiere decir que si
la vida tiene un valor, la muerte no debe ser la destrucción de todo.
79
La muerte. Es un tema que ocupa un lugar muy importante en la reflexión de
Marcel. Veamos algunas afirmaciones que hace a este respecto: “Desde el
momento en que he sido admitido a participar de esta lotería de la vida, y esta
participación tiene comienzo el día en que soy concebido, me ha sido entregada
una “ficha” sobre la cual figura una sentencia de muerte: el lugar, la fecha, la
modalidad de la ejecución están en blanco”. “A pesar de todo lo que puede ocultar
mi porvenir hay algo que es invariablemente seguro: que he de morir”.
Ya dijimos que la fidelidad tiene como gran desafío la muerte y que el problema de
la muerte se hace sentir con todo su rigor frente al ser amado. Es verdad que yo
puedo habituarme a la muerte, mejor dicho, a mi muerte, pero todo cambia cuando
la muerte arrebata a nuestros seres queridos. Pero si bien es cierto que la muerte
se convierte en amenaza, también es verdad que la esperanza y la fidelidad se
constituyen en las mejores prendas de garantía de que nuestros seres queridos
por el amor siguen con nosotros en una comunión que nada ni nadie puede
romper.
80
Marcel. Expone un pensamiento personal y sugestivo que tendrá como objetivo
fundamental resactar y colocar muy en alto el discurso de la alteridad; esto es, de
la intersubjetividad. Conoció también a Jean Wahl uno de los grandes precursores
y estudiosos del existencialismo a quien dedicó su obra “Totalidad e Infinito”.
Detengámonos por un momento para analizar su planteamiento novedoso sobre la
intersubjetividad.
Levinas afirma que sólo la relación con el “otro” introduce una dimensión de la
trascendencia y nos conduce hacia una relación totalmente diferente de la
experiencia. El “otro” según Levinas se impone como una exigencia. El “otro” es el
lugar mismo de la verdad metafísica e indispensable en mi relación con Dios, el
“Otro” por su rostro es la manifestación de la altura en la que Dios se revela.
Ser para “otro” es ser bueno, el ser para el otro no es una relación entre conceptos
cuya comprensión coincidiría, sino mi bondad. El existir para el “otro” es la
moralidad misma. Según Levinas el “otro” no puede ser contenido por mí
cualquiera que sea la extensión de mis pensamientos, es impensable, es infinito y
reconocido como tal.
81
relación con el otro no es sólo discurso o cuestionamiento de mi libertad, sino
también exhortación, palabra profética, palabra profética que responde
esencialmente a la epifanía del rostro.
Para Levinas el rostro significa por sí mismo. Ahora, esa significación se traduce
en la exterioridad, significar no equivale a presentarse como signo, sino a
expresar, es decir, a presentarse como persona. En el rostro se presenta el ente
como persona. Volvamos a decir que para Levinas el rostro se niega a la
posesión, en la epifanía lo sensible se trasforma en resistencia total a la
aprehensión, el rostro me habla y por eso me invita a una relación sin paralelo.
Levinas afirma que no sabe si se pueda hablar de una fenomenología del rostro,
pues la fenomenología describe aquello que aparece y el rostro como ya se ha
dicho es mucho más de lo que manifiesta, el rostro es lenguaje, y no olvidemos el
lenguaje para que se haga verdaderamente significativo es necesario interpretarlo.
Igualmente se pregunta si se puede hablar de una mirada dirigida al rostro, en
efecto la mirada es conocimiento. Levinas piensa que el acceso al rostro debe ser
fundamentalmente ético y no simplemente estético la verdadera riqueza del rostro,
según Levinas, está en lo ético no en lo estético, lo que no significa que lo estético
no tenga valor.
Algo que llama la atención es que el rostro siempre lo encontramos sin defensa,
esto es, expuesto directamente a los demás; por lo general la piel del rostro
permanece siempre desnuda, y su desnudez jamás se llegará a decir es indigna.
Según Levinas lo que hace indino el rostro no es su desnudez sino las poses y las
máscaras con las que algunas veces pretendemos presentarnos escondernos de
los demás.
82
responsabilidad como responsabilidad para otros, como responsabilidad por aquel
que se me ha acercado como rostro. Se trata de una responsabilidad que va más
allá de lo que hago. Frecuentemente se es responsable de aquello que hago, la
responsabilidad es inicialmente por otro, para otro, esto significa que soy
responsable de su misma responsabilidad.
La presencia del rostro que viene más allá del mundo, pero que me compromete
con la fraternidad humana no abruma como esencia luminosa que hace temblar.
Ser en relación es hablar. El rostro me recuerda mis obligaciones y me juzga. El
ser que se presenta en el rostro tiene una dimensión trascendente y ese que me
domina en su trascendencia, es el extranjero, el huérfano, la viuda, con los cuales
estoy obligado.
83
inteligencia más grande habría podido sobrepasar. El carácter imprevisible de la
muerte, viene de que no está en ningún horizonte y me toca sin dejarme la
oportunidad que me deja la lucha, porque en la lucha recíproca me agarro de lo
que me aferra. En la muerte estoy expuesto a la violencia absoluta, es una lucha
contra lo invencible.
La hora insólita de su venida se aproxima, como la hora del destino fijado por
alguien. Potencias hostiles y malévolas, más astutas, más sabias que yo
absolutamente otras y sólo por eso hostiles guardan su secreto. La muerte
amenaza desde el más allá. La soledad de la muerte no hace desaparecer al Otro
por eso ante esa hostilidad hace aún más posible una llamada al Otro, a su
amistad.
La muerte es como una amenaza que se acerca a mí, como un misterio se acerca
sin que pueda asumirla, de suerte que el tiempo que me separa de mi muerte a la
vez disminuye y no acaba de disminuir, implica un último intervalo que mi
conciencia no puede franquear y en que se produciría de algún modo un salto,
desde la muerte hacia mí. Ser temporal es ser a la vez para la muerte y tener aún
tiempo, ser contra la muerte.
84
revelador de la auto-trascendencia de la libertad, porque hace posible que la
libertad no termine en sí misma sino que en lo más profundo de sí misma esté
orientada hacia más allá de sí misma.
Tal vez donde se puede decir que la esfera de la afectividad fue asumida por
Aristóteles es en el capítulo de las pasiones; en lo que él precisamente más insiste
es en el carácter irracional no espiritual de la afectividad.
Es muy importante subrayar que existe una diferencia fundamental entre el grado
de intensidad de una experiencia afectiva y el carácter irracional inconsistente de
varios estados emocionales. La persona envuelta en estos estados, manifiesta sus
sentimientos no sólo de modo inadecuado, sino también con una conducta que
falsifica y contradice la verdadera naturaleza de los sentimientos.
Es muy importante que desde ya tengamos la suficiente claridad que cuando
85
hablamos de sentimiento para nada estamos hablando de sentimentalismo. El
sentimentalismo es un sentimiento pervertido y mediocre. Calificar de sentimental
una afectividad intensa y profunda es absolutamente erróneo. Precisamente el
sentimiento auténtico de un corazón noble se constituye en la verdadera antítesis
del sentimentalismo.
86
entre sentimientos físicos y sentimientos psíquicos. Ejemplo, un dolor de cabeza,
la experiencia de descansar cuando estamos cansados, la fatiga física. En cada
uno de estos casos el sentimiento se caracteriza por ser una experiencia
totalmente relacionada con nuestro cuerpo. Todos estos sentimientos son
experiencias conscientes separadas de los procesos fisiológicos aunque guarden
con ellos estrecha relación casual.
Es importante aclarar que sería un error pensar que los sentimientos corpóreos de
los hombres son los mismos que los de los animales, pues no cabe la menor duda
que el dolor corporal, el placer y los impulsos fisiológicos o instintos que
experimenta una persona posee un carácter radicalmente diferente a los de un
animal. Los sentimientos corporales y los impulsos en el hombre no son
experiencias espirituales, pero si son experiencias personales, es decir,
experiencias de las que tengo consciencia por el hecho de estar insertados en el
mundo misteriosamente profundo de la persona, es decir, de un yo.
87
están más radicados en el sujeto que en los sentimientos corporales. Por ejemplo
podemos estar alegres aún estando padeciendo un dolor físico. El estado de
ánimo positivo se manifiesta en el ámbito de nuestras experiencias psíquicas.
Es muy importante tener claro que los estados psíquicos están causados por
procesos corporales o psíquicos, mientras que las respuestas afectivas están
“motivadas”. Una respuesta afectiva no puede surgir por una causación, sino por
una motivación. La verdadera alegría implica necesariamente no sólo la
conciencia de un objeto sobre el que nos alegramos, sino también la conciencia de
que este objeto es la razón de la alegría.
88
damos cuenta de su origen, es decir, cuando nos desenmascaramos.
Se puede decir que existen cuatro tipos de experiencia afectiva que tienen un
dinamismo instintivo (no racional) que se pueden denominar pasiones:
En primer lugar tenemos las pasiones en el sentido más estricto del término como:
la ambición, el deseo de poder, la codicia y la avaricia.
En segundo lugar están las actitudes que poseen un carácter explosivo como la
ira. Nos referimos a la ira generada o provocada por un daño objetivo hecho a
alguien. Pensamos en la ira que responde al mal moral objetivo. Por ejemplo, la ira
que surge cuando somos testigos de una injusticia. Lo que da a ese tipo de ira el
carácter de pasión es precisamente su modo de ser incontrolable y explosivo.
En tercer lugar, hay impulsos que son pasiones a causa del dinamismo con el que
se esclaviza a la persona. Pensamos en el borracho, el drogadicto o el jugador.
Estos impulsos son como una camisa de fuerza, son como un desagradable
dinamismo irracional e ininteligible.
Mientras que los tres tipos anteriores de pasión llevan el veneno en sí mismos, en
el cuarto, la causa de que este tipo de amor pueda ejercer una tiranía peligrosa
depende sólo de elementos ajenos.
89
incluyen siempre una cooperación del intelecto con el corazón. El intelecto
coopera en la medida en que se trata de un acto cognitivo en el que captamos el
objeto de nuestra alegría, pena o amor.
1.4.2 Afectividad tierna. Después de la primera guerra mundial surge una fuerte
tendencia anti afectiva, esta actitud se manifiesta ante todo en el arte y en las
devociones religiosas.
Resulta significativo que esta tendencia anti afectiva se dirija sólo contra un tipo de
afectividad a la que podríamos llamar afectividad tierna. Existe una corriente que
lucha contra el sentimentalismo denominada funcionalismo. Sin embargo, se debe
estar atento para no permitir que ellos condenen la afectividad tierna porque a
ellos les parezca subjetiva, blanda y ridícula.
Al distinguir estos dos tipos de afectividad no nos referimos a una distinción moral,
ni a una diferencia de valor ya que en ambos reinos de la afectividad existen tanto
90
actitudes legítimas como deformaciones y aberraciones morales. La afectividad
propia del reino de la vitalidad está lejos de encarnar un valor negativo. Es claro
que la vitalidad que se experimenta en los deportes, es en sí algo bueno, la
diversión que se experimenta en una relación social entretenida, en sí misma es
algo positivo. La satisfacción al mostrar los dones y talentos personales es
ciertamente algo positivo.
Existe una dimensión del sentimiento que implica la tematicidad del corazón que
se actualiza fundamentalmente en la afectividad tomada en sentido propio.
Aunque todos los tipos de amor incluyan esta afectividad hay diferentes grados
según la naturaleza del que ama y del amor. Cuanto más el amante desea
permanecer en su amor, cuanto más aspira a la experiencia de la plena
profundidad de su amor, cuanto más desea recogerse y permitir a su amor que se
desarrolle en un profundo ritmo contemplativo, cuanto más desea la interpretación
de su alma con el alma de su amado, más poseerá esa verdadera afectividad.
Pero en la medida en que su amor tiene un carácter meramente dinámico y rehúye
un desarrollo plenamente contemplativo, posee solamente una afectividad
temperamental.
Hay personas que son incapaces de mostrar sus sentimientos o les da vergüenza
hacerlo. Estos esconden su afectividad tierna. No se avergüenzan de mostrar su
ira, su irritación, su mal humor, su antipatía, su desprecio. Y aquí no hacemos
referencia a los indiferentes, sino a esas personas que se avergüenzan de admitir
que algo les conmueve, de expresar su amor, o de revelar su arrepentimiento.
De todas maneras así como existen personas que son incapaces de mostrar sus
sentimientos, existen otras que en ciertas ocasiones las esconden a causa de la
verdadera naturaleza de la afectividad. Y es que precisamente pertenece a la
naturaleza de la verdadera afectividad el que algunos sentimientos profundos sólo
se comprendan en un ambiente de intimidad; en este caso esos sentimientos
profundos se esconden porque no se quieren profanar pues son muy íntimos. Su
valor, su carácter íntimo y su profundidad exigen que no se muestren delante de
los espectadores, mientras en el otro caso la persona esconde o se avergüenza
porque esos sentimientos los considera como un motivo de achante y vergüenza.
91
puede comparar con una llamarada.
Uno de los puntos más importante en el estudio del papel del corazón y de la
dimensión de la afectividad tierna consiste en exponer el error de construir una
oposición entre objetividad y afectividad.
92
precisamente cuando se toma en serio la situación objetiva es cuando tienen lugar
las experiencias afectivas sobreabundantemente espirituales.
La verdad es que intelecto, voluntad y corazón deberían cooperar entre sí, claro
respetando el papel y la tarea de cada uno. El intelecto o la voluntad no deberían
intentar dar lo que solamente el corazón puede dar . A su vez éste no debería
asumir el papel del intelecto o de la voluntad. Cuando el corazón ve más allá de su
dominio y usurpa papeles que no le cometen, desacredita a la afectividad y causa
una desconfianza general sobre sí mismo.
No se puede negar que existe el riesgo de una hipertrofia** del corazón, es decir,
de un uso excesivo de la afectividad, o mejor todavía, de un uso incorrecto. El
desorden se produce porque el corazón en vez de cooperar con el intelecto y con
PASCAL Blas. “Le Coeur a ses raisons que la raison ne connait pas”
** Hipertrofia: Aumento de tamaño de una estructura
93
la voluntad o pretende hacer los que sólo el intelecto puede llevar a cabo, o se
niega reconocerle a la voluntad su misión específica.
Atrofia: disminución de tamaño de una estructura.
94
sólo conoce la afectividad enérgica, toda la afectividad tierna se encuentra
frustrada.
La falta de corazón supone defecto moral e implica también una voluntad inmoral,
sin embargo, esto no quiere decir que en las personas que tienen un corazón
cálido no se puede anidar el mal.
95
En primer lugar, el corazón se halla reducido al silencio en todo hombre que esté
dominado por el orgullo. De esas personas se podría decir que no tienen corazón;
por ejemplo Caín. Son personas cuya actitud ante la vida está dominada por el
orgullo y la concupiscencia, personas a las que sólo les importa la gratificación de
su orgullo y de su concupiscencia.
Estas personas son incapaces de sentir auténtica tristeza, tienen todo tipo de
sentimientos negativos, se pueden consumir de ira, pueden estar destrozados por
la falta de armonía o torturados por el temor, pero no pueden sentir un verdadero
pesar porque la auténtica tristeza implica la desaparición del orgullo.
Pero no sólo cierra y silencia el corazón la inmoralidad, hay otras pasiones como:
la ambición, el deseo de poder, la codicia o la avaricia también pueden silenciar o
endurecer el corazón. Estamos entonces ante una segunda posible influencia de
la esfera moral en la cerrazón del corazón. No se trata de un silenciamiento
completo del corazón, sino de una influencia que produce ciertas pasiones tan
pronto como uno se abandona a ellas.
Parece que algunas pasiones que tienen raíces en la concupiscencia son más
desastrosas para el corazón que las otras. La avaricia cierra el corazón más que la
lujuria ya que el vividor, aún siendo voraz e impuro puede tener más corazón que
la persona avarienta. Un borracho que es víctima de su vicio, puede poseer un
corazón sensible, puede sentir compasión, amor o tristeza. Un irascible tampoco
tiene por qué ser un hombre sin corazón.
La falta de corazón en cuanto tal es algo que marca de modo habitual el carácter
de un hombre, por tanto aunque los arrebatos de cólera silencien a ratos el
corazón el hombre irascible no tiene por qué carecer del mismo.
96
cualquiera de las demás pasiones siempre que se realicen con cinismo. En
cualquiera de los casos el efecto es el mismo: el silenciamiento del corazón.
1.4.6 El corazón tiránico. Este corazón tiránico aparece cada vez que el
corazón se niega a permitir que el intelecto decida lo que sólo puede decidir el
intelecto, o cuando se niega a que la voluntad ejerza su tarea. Nos dejamos
arrastrar por los impulsos de nuestro corazón en vez de obedecer a Dios y de
adecuarnos con nuestra voluntad a los valores moralmente relevantes que están
en juego.
97
fuertemente nos atrae.
1.4.7 El corazón “yo real de las personas”. Aunque parezca extraño el corazón
constituye en muchos casos el yo real de la persona más que su intelecto o su
voluntad.
98
En la dimensión moral, la voluntad es quien posee la última palabra; sin embargo,
en muchos otros campos el corazón más que el intelecto y la voluntad es el que
constituye el núcleo de la persona, es decir, el yo real. Esto sucede concretamente
en el ámbito del amor humano: el amor conyugal, la amistad, el amor filial o
paterno. Aquí, el corazón es el verdadero yo, no sólo porque el amor es
esencialmente una voz del corazón; además cuando amamos a una persona y
deseamos que nos corresponda, lo que deseamos es que sea su corazón el que
nos llame.
1.5.2 Nociones. Iniciemos haciendo claridad sobre los dos conceptos muy
importantes: historia e historicidad.
99
No es posible hablar de historicidad sin hablar de historia, ni tampoco es posible
expresar a fondo la idea de historia sin referirse a la existencia histórica del
hombre. Es importante agregar, además, que si el hombre no existiera no existiría
tampoco la historia. La historicidad, se refiere a la historia activa y está en acto de
constituirse hacia el futuro. Hay una forma de historicidad que se refiere a todo
aquello que puede documentarse. La historicidad es el modo característico de
existir del hombre que da origen al fenómeno de la historia. Podría decirse que el
concepto de historicidad implica:
1.4.3 Tiempo histórico. La historia se puede definir también como “la aventura
común del devenir humano a través del tiempo. Y aquí devenir se entiende como
el paso de un ente de la potencia al acto, es decir, como el paso de un ente que
aún no es completamente sí mismo y que poco a poco busca la plenitud de sí
mismo. El hombre como ente que es, ciertamente especial, en cuanto como nos
dice Heidegger de una parte es el único ente capaz de tener consciencia no sólo
de las cosas y de sí mismo sino también del Ser, y de otra por esencia hace de su
100
existencia un continuo devenir.
Encontramos en esta corta definición otro concepto muy interesante, se trata del
término tiempo. Detengámonos a analizar esta realidad que es el telón de fondo
sobre el que se realiza o se teje la historia.
En esta estructura de tiempo solamente el presente puedo decir que es, pero este
es un continuo “perderse” ya que el presente es algo que nadie puede detener, el
presente llega y pasa. Del presente debo decir que es, pero es tan débil que debo
decir al momento que ya no es, porque en el mismo memento que llega, en ese
mismo momento desaparece y de esta manera estaríamos viviendo en un
continuo no ser. Así en esta estructura de tiempo nos encontramos entre dos
abismos: el abismo de aquello que ya no existe más y el abismo de aquello que no
es todavía, en este modelo de tiempo siempre estaremos lanzados al no ser. El
tiempo empírico no es más que una abstracción en la cual se excluye el hombre.
101
cuanto no determina la existencia propia del hombre y es solamente cuantitativo y
no tiene nada que ver con lo cualitativo ya que todos sus momentos
cronométricamente son iguales.
102
que podemos hacer en la vida.
103
En conclusión la idea fundamental que se desea expresar con el concepto de
historicidad es que el hombre es constitutivamente un ser de cultura y que la
creación de un mundo más humano en colaboración con todas las generaciones
es una tarea de la existencia histórica; por eso la historicidad significa también la
responsabilidad profunda ante las condiciones que vive el hombre sin una
significación fatalista frente a las fuerzas de la naturaleza
Hay que hacer notar que la expansión de la cultura de una sociedad concreta está
profundamente determinada por las posibilidades de trabajo y por el nivel
tecnológico alcanzado; por tanto el trabajo es la base de la cultura y al mismo
tiempo está en profunda dependencia del nivel cultural en cuanto a las
modalidades y formas en que se realiza ese trabajo. Podemos decir que
fundamentalmente el trabajo se realiza tanto en la actividad manual como en la
actividad intelectual; estos son los dos lados inseparables de la creación cultural y
de la misma historia humana.
104
1.4.5.2 Ambigüedad del trabajo. La ambigüedad del trabajo consiste en que por
una parte, el trabajo es instrumento y camino de humanización y por otra es el
lugar donde se cristalizan la mayor parte de las injusticias que existen en la
sociedad. La historia muestra como los hombres han intentado siempre
aprovecharse de sus semejantes que necesitados de un trabajo para con él
conseguir el pan diario se tienen que someter a depender de otras personas que
de una manera descarada se hacen ricos robando del trabajo de sus obreros. El
hombre que no tiene nada propio tiene que vender su trabajo. Como tiene
necesidad de cosas absolutamente esenciales para vivir y habitar tiene que
soportar toda clase de explotaciones con tal de poder tener esas cosas
esenciales.
Para hacernos la pregunta sobre el sentido de la historia hay que partir del hecho
que la historia es una tarea confiada al hombre. La pregunta sobre el sentido se
refiere entonces a la meta que hay que conseguir a través del compromiso
histórico. No se trata de buscar el sentido de los acontecimientos
independientemente del hombre, sino de buscar el sentido que el hombre tiene
que dar a través de los acontecimientos, se trata del sentido que el hombre da a
las cosas y a su actividad histórica.
105
humano en el que todos los seres puedan vivir más auténticamente su existencia
humana. Volvemos a decir que la historia es una tarea por el hecho que la
existencia de cada persona es una tarea y porque esa tarea del hombre no puede
llevarse a cabo sin los demás y sin una inserción en una cultura humana. De otra
parte si en cada persona se revela también una dimensión trascendente, no puede
negarse que la historia tiene mucho que ver con esa dimensión trascendente.
Hay que advertir que la historia humana no recoge solamente los hechos y
acontecimientos que contribuyen positivamente a la construcción de un mundo
más humano. La historia concreta es también el testimonio de las repulsas, de los
intentos de opresión y de otros aspectos que atentan contra la dignidad y
humanización del hombre. Esto quiere decir que la historia humana muestra
también la debilidad, los fracasos, la impotencia del hombre para dominar los
hechos concretos y realizar ese mundo humano y fraterno que se desea, que se
anhela y que no se logra realizar.
Si la historia es sobre todo una tarea confiada a la libertad humana cuyo sentido
es la realización del hombre, no se entiende como aún hay personas que les
parece digna de aplauso una interpretación determinista de la historia. Hay que
notar que el determinismo parece estar ligado a una especie de ilusión
retrospectiva al afirmar que los hechos y las situaciones que pertenecen al pasado
no pueden ya cambiarse en cuanto tales; de ahí la tendencia a juzgar que los
hechos tenían que suceder necesariamente y que estos obedecen a una
necesidad intrínseca o extrínseca.
Finalmente hay una cuarta preocupación que conduce a veces a ciertas formas de
determinismo histórico. La actitud de algunos creyentes que afirman que muchas
cosas están determinadas por la providencia divina.
106
las dimensiones esenciales del hombre pueden desarrollarse mejor.
Nuestro intento de dibujar algunos rasgos que hacen parte de la persona humana
nos han permitido insistir en temas tales como: el aspecto intersubjetivo del
hombre; el hombre como buscador de la verdad y de los valores que lo llevan a
construir una historia más humana; la existencia humana como tarea, como
llamada. Todos estos elementos le dan un sabor de esperanza a la existencia
humana.
Pero todo esto no expresa de forma suficiente el misterio del hombre. Existe otra
realidad y es el carácter limitado de la existencia humana, amenazada muchas
veces por el fracaso y sobre todo por la prueba de la muerte. Esta situación hace
107
que sigan surgiendo grandes interrogantes que hacen más intensa la búsqueda de
aquella gran cuestión: ¿qué es el hombre?
¿Qué quiere decir fracaso? Cualquier intento de asumir un valor que se hunde y
acaba de hecho en la nada. Se habla de mal en general, siempre que se realiza la
experiencia de situaciones que parecen estar en contraste con las justas
exigencias del hombre o que frustran los ideales que él intenta realizar en la
historia.
Las causas del sufrimiento pueden estar en las relaciones con los demás, en las
situaciones materiales del mundo, en los defectos corporales, en las
enfermedades en los dolores físicos que impiden obrar humanamente, trabajar,
participar en la vida de los demás.
108
concreta más justificable. Comprender el mal es racionalizarlo para hacerlo menos
ofensivo y al mismo tiempo para encontrar la forma de esperarlo.
Por otro lado están los pensadores que reconocen las dimensiones
específicamente antropológicas del problema sin reducirlo a ellas, y afirman que el
problema del mal no podrá comprenderse fuera de la dimensión metafísica del
hombre. Así el mal dejará de ser un problema puramente intelectual, para
manifestarse como misterio en el que está envuelto todo el significado de la
existencia.
A estas situaciones Karl Jaspers las llamó situaciones límites. Ante estas
situaciones el hombre tiene que tomar una actitud distinta de la que adopta el
científico. Estas realidades se logran aclarar mediante la reflexión filosófica pero
esta aclaración no es ni explicación ni solución. La única salida tiene que consistir
en un salto realizado gracias a la fe religiosa.
Jaspers insiste en algunas de estas situaciones límite: las culpas morales que
surgen del abuso voluntario de la propia libertad, del rechazo voluntario del
llamado del Otro. Nadie consigue liberarse por sí mismo completamente de la
culpa moral; necesita del perdón y de la reparación que está en el misterio sincero
de las otras personas. ¿Por qué se falla? ¿Por qué muchas veces se vuelve a
caer en las mismas situaciones? Además todo hombre se encuentra con
situaciones de sufrimiento de las que es muy difícil salir; por situaciones físicas o
psicológicas o por abuso de libertad de parte de los demás.
109
salvación puramente histórica, política y económica. Los mismos sufrimientos
están desenmascarando el carácter inhumano que dominan las relaciones
sociales (guerra, explotación, etc.).
3.4.2 La muerte. Esta entra a formar parte del ciclo de todo ser vivo y en el
hombre es considerada como una experiencia netamente humana pues es el
único ser que es consciente de ella y sabe que tiene que morir, ya que como dice
Heidegger “ella es la suprema necesidad del hombre”.
110
posibilidades de existencia ilimitada sobre la tierra.
Para los creyentes la muerte es vista como un paso a una nueva existencia sin
término, afirmando que el fin último de la persona es Dios y la muerte condición
biológica para llegar a él. La muerte lleva a la vida que no termina, por lo tanto la
muerte para el creyente no es término sino conclusión de una etapa limitada y
pasajera del hombre.
111
La muerte puede ser considerada como un fenómeno biológico, en cuanto es una
cesación integral de las operaciones vitales de las células que componen el
organismo y en este caso la muerte sería natural. La muerte como fenómeno
biológico puede presentarse por desgaste general, por desequilibrio funcional
causado por la enfermedad. La muerte violenta es el corte arrebatado de la vida,
algo así como el fruto que cae del árbol a consecuencia de una pedrada.
La fenomenología afirma que otro ángulo desde el cual puede verse la muerte es
desde la metafísica. La muerte desde el plano metafísico es la revelación más
clara de la contingencia del hombre. Desde una visión de esperanza, con la
muerte no dejamos de ser, sino que dejamos de ser en este mundo para empezar
a ser de manera desconocida y de manera definitiva, es por esto que decimos que
la muerte da sentido a la vida.
Heidegger afirma que la suprema posibilidad del hombre es la muerte. Tan pronto
112
como el hombre viene a la vida, ya es bastante viejo para morir. Según Heidegger
la muerte no es algo externo, sino algo intrínseco en relación a su vida, por lo
tanto el ser del hombre se debe llamar ser para la muerte. La muerte revela otra
característica del ser del hombre: El derrumbamiento. A pesar de todo Heidegger
no llega a afirmar que la vida sea un absurdo, ni está de acuerdo con el suicidio.
Albert Camus. “Al tener que morir todos los hombres se convierten en extranjeros
en el mundo”. La muerte acaba con todas las ilusiones, por esto para él no existe
mañana ni porvenir. Como los anteriores rechaza el suicidio porque sería una
huida; rechaza también el salto religioso porque sería la búsqueda de una excusa
para no comprometerse y porque además es algo inexistente.
La muerte nos enseña la absoluta igualdad de todos los seres humanos, pues
todos volvemos al polvo de la tierra; todos los hombres somos pobres ante la
muerte. La muerte nos invita a no ser egoístas, a dejar sitio para todos, ya que
ninguno es indispensable en la comunidad humana. El hecho irreversible de la
muerte le confiere un límite al tiempo existencial y por esto se confiere una gran
seriedad a cada uno de los momentos limitados que están disponibles.
113
3.4.2.3 La muerte y la perspectiva de esperanza. La muerte debe considerarse
como la derrota definitiva de la persona humana, ¿o hay que decir más bien que la
esperanza ya viva en el hombre es más grande que la muerte? Este contraste
surge del contraste entre la grandeza y la nobleza de la vida y la amenaza de la
muerte.
El hombre parece ser algo más que su pura dimensión humana, esto quiere decir
que el hombre es más que la muerte. Hoy existe un escepticismo en cuanto a la
inmortalidad del alma y se ataca también la realidad misma de la superación
personal de la muerte, limitando la existencia humana al momento histórico en que
vive. Esta es una afirmación simple y sin sentido por no basarse en análisis
profundos. Decir que la muerte es la última palabra de la existencia es hacer un
enjuiciamiento al orden metafísico y religioso. Decir que la muerte es la
aniquilación radical y definitiva de la vida personal equivale a decir que en la
muerte la persona humana queda totalmente y en todas sus dimensiones
sometida y dominada por las leyes biológicas y físicas que la determinan desde
fuera como una cosa entre las cosas.
114
alma constituye una prueba clara y evidente de la existencia personal eterna más
allá de la muerte. Esto porque el alma espiritual al no estar formada por materia y
forma no se corrompe, es decir, no se acaba con la muerte. Este planteamiento
tiene sus raíces en la filosofía, e incluso un poco antes en los poetas griegos. Sin
embargo esto no es exacto, ya que se le da al alma espiritual todos los elementos
constitutivos de la persona, hasta el punto de que se le hace subsistir por si sola,
es decir, sin el cuerpo y esto es difícil de aceptar, no podemos aceptar una
concepción que busca darnos a conocer a un hombre dividido y por tanto falso, el
hombre es una unidad constituida por un elemento espiritual que se encarna en un
cuerpo, sin el cual la persona no podría existir, no podría hacerse presente en el
mundo ante los demás.
115
La realidad del lenguaje como elemento limitado que es del hombre sometido a un
aquí y un ahora resulta corto, insuficiente, e inexacto para referirse y describir
realidades que escapan o superan las categorías espaciotemporales, sin
embargo, a pesar de la insuficiencia del lenguaje, gracias a él es que logramos
llegar a un cierto conocimiento de estas realidades.
La inmortalidad del hombre tampoco es una especie de fuga del mundo, esto sería
nuevamente dualismo, desprecio por el mundo, por la materia. La auténtica idea
de inmortalidad humana implica la comunidad humana. La afirmación de la
inmortalidad personal, lo mismo que la afirmación de la existencia de Dios son
realidades que van más allá de lo sensible y que superan esas dimensiones de
espacio y tiempo; esto quiere decir que para acercarnos a estas realidades la
antropología filosófica se ve obligada a convertirse en metafísica, precisamente
porque el núcleo más profundo de los cuestionamientos sobre estas realidades del
hombre están en el orden del campo metafísico religioso.
Esta base nos permite intentar decir algo sobre la inmortalidad personal,
suponiendo ya resuelto el problema de la existencia de Dios, esto quiere decir que
acá se unen dos aspectos fundamentales en uno solo, hombre y Dios.
Recordemos cómo es en ese cuestionamiento fundamental sobre el sentido último
de la existencia del hombre donde él encuentra también la cuestión de Dios, y
desde allí el hombre descubre que no solamente él está en capacidad de
relacionarse con el mundo, con los demás y consigo mismo sino también con Dios
y desde Dios es desde donde se descubre la razón de ser de la inmortalidad del
hombre.
No podemos decir que meter a Dios en este problema sea introducir un elemento
extraño, pues El es sencillamente el fundamento de la trascendencia del hombre
en cuanto es un Dios creador, origen, centro y destino de la existencia del hombre,
que se manifiesta también como el fin último hacia el cual el hombre tiende. Algo
interesante que vale la pena que tengamos en cuenta es lo siguiente: la obra
creadora de Dios es ante todo un acto extremo de Dios y no una necesidad suya,
ni mucho menos un acto de ira, repito, es ante todo la gran manifestación de su
amor que quiere compartirlo con sus creaturas y entre ellas de una manera
preferencial con el hombre a quien lo creó con la capacita de entrar en relación
netamente personal no solo con los demás sino también con Dios.
116
Ahora si Dios quiere a cada persona no la quiere simplemente como un eslabón
en el desarrollo de un conjunto o de un todo; quererla simplemente por un tiempo
significaría quererla como función, para abandonarla luego una vez cumplida su
función. Querer a alguien como persona es quererla para siempre.
Estos apuntes no son más que una pequeña ayuda que quieren dejar un sin
número de inquietudes y de temas abiertos con miras a una profundización
persona.
117
BIBLIOGRAFIA
LAIN ENTRALGO, Pedro. Teoría y realidad del Otro. Madrid: Alianza, 1983
STEIN, Edith. La struttura Della persona umana. Roma: Città Nuova, 2000
FORMACIÓN DE CAMPEONES
Características de un campeón.
119
otros ganadores como nosotros. Bien dice alguien: “la única responsabilidad de
un jefe consiste en ayudar a la gente que dirige a tener éxito”. La única
responsabilidad de nosotros es ayudar a otras personas a que también se
conviertan en ganadores para que de esa forma podamos dar una auténtica y
verdadera transformación al mundo. No podemos dejar que otras personas con
capacidades queden atrás. Nuestro compromiso, impulsarlos, impulsarlos para
que también sean auténticos hombres que contribuyen al desarrollo y al mejor
estar del país.
10. Autoproyección. Es hacer que a los demás les haya dado gusto haber
hablado conmigo, miren que belleza de autoproyección, hacer que las personas
cuando hablen conmigo se sientan mejor porque las trato con amor, las trato con
cariño, porque las ayudo a crecer, porque les doy su valor, porque les doy su
recompensa psicológica, porque les entiendo, porque los escucho. Que bueno
que cuando yo hable con mis hijos los haga sentir mejor, los haga sentir
personas, los haga sentir seres humanos en proceso de desarrollo. Que bueno
que cuando el jefe hable con sus colaboradores queden energizados porque ese
jefe los respeta, los trata como seres humanos y los ayuda a crecer.
Amigos, hagamos que cada día que hablemos con una persona
independientemente de su nivel social, de su nivel político, de su nivel económico,
esa persona por el sólo hecho de haber hablado con nosotros quede energizada,
quede comprometida porque la hacemos sentir ser humano, porque le damos
valor, porque le comprendemos, porque lo escuchamos, porque lo estimamos,
porque lo invitamos a seguir adelante y le trasmitimos la energía del triunfador.
120
hay una energía que los une los pícaros se tienen que juntar con los pícaros, los
buenos con los buenos , es la selección natural que lleva al campeón a rodearse
de campeones y se distingue en la universidad, en el aeropuerto, en el club
social, en su medio político porque por esa actitud siempre arrastra a los hombres
que sean ellos mismos para que sean mejores, el campeón se distingue porque
siempre tiene objetivos concretos en su trabajo y en su vida y no vota corriente, ni
dispersa sus acciones, siempre va en pos de un objetivo, mantiene un sano
equilibrio entre el trabajo, el descanso y la vida familiar, disfruta de su trabajo y
ese disfrutar de lo que hace le carga de energía sus vidas para invitar a otros a
que hagan lo mismo por eso la mayor cualidad del campeón es la capacidad de
contagio para arrastrar a los otros.
Uno ve a los demás como uno está, si yo estoy bien emocionalmente, si yo estoy
bien anímicamente, si tengo paz espiritual eso mismo veo en los demás porque
existe en psicología un fenómeno que se llama proyección que consiste en ver el
defecto o la cualidad de uno en los demás. Cuando yo estoy bien veo bien a los
demás, por eso se dice: “lo que yo veo en ti es lo que tengo en mí”. Eso es lo que
tengo en mí, lo que veo en él. El campeón ve a los demás en su proyección
humana también de campeones y entiende que cuando uno tiene la disposición
de ser eso se logra, cuando yo me quiero a mí mismo eso me lleva a querer y
aceptar a los demás , cuando yo me convierto en el arquitecto de mi propio
destino también estoy ayudando a otros para que sean los arquitectos de su
propio desarrollo, difícilmente uno puede hacer algo por los demás, lo máximo
que yo puedo hacer por los demás es ayudar a que se descubran, a que hagan
algo por sí mismos, es el nuevo concepto de la ayuda, cómo yo le ayudo a los
demás a ayudarse?
Uno hace que las cosas sucedan para bien o para mal, entienda que uno es su
propio producto y le ayuda a los demás también que sean su propio producto y el
responsable de su propia vida; el campeón tiene fe y proyecta y ve también la fe
en los demás, como cree en sí puede creer también en los demás, como tiene
confianza en sí también ve y contagia seguridad a los demás. El campeón hace
frente a los temores y también ayuda a que los demás hagan frente a los temores,
jamás pierde la fe, porque quien ha perdido la fe lo ha perdido todo. Muchas
veces entiende que el quererse nunca abandona, el que abandona nunca vence,
que el éxito se logra en el último intento por eso recuerda al campeón muy bien y
lo proyecta a los demás aquello de Alejandro Magno cuando dice: “Conquisto el
mundo evitando demoras”.
Todo lo que yo le deseo a una persona bueno o malo rebota hacia mí con una
fuerza tres veces superior a la fuerza con que la lance. Esto transformó mi vida,
tengo que confesar públicamente que antes de conocer esto seguramente a
muchas personas no les deseaba lo mejor en su desarrollo y en su paso por la
vida, pero cuando descubrí la dimensión del enfoque del Bumerán, a partir de ese
momento tomé la decisión absoluta inquebrantable de siempre desearle a todo
mundo lo mejor porque en la medida en que yo se lo deseo también lo estoy
sembrando para mí, para las personas que dependen de mí.
121
Amigos, deseémosle siempre lo mejor a los demás y en esa forma lo estamos
construyendo para nosotros, todo el mal que yo le deseo al otro, rebotas hacia mí
con una fuerza tres veces superior y esa es la ley de la vida, inmodificable,
inviolable, e intrasformable, es una ley a la cual los hombres estamos sujetos, si
no podemos modificar esa ley, entonces deseémosle a todo el mundo el mejor de
los éxitos, démosle siempre la mejor proyección y nuestra mejor energía y con
seguridad que la vida nos la rebota con una fuerza tres veces superior.
Hay dos clases de personas que no valen mucho, que no valen la pena.
¿Cuáles? En la vida hay muchas personas que valen la pena y hay otras que no
valen mucho. Dentro de esos dos tipos de personas que no valen mucho hay dos
en particular.
Aquel que no es capaz de hacer lo que se le dice. Hay personas que ni siquiera
son capaces de hacer lo que se les dice, por más que se les diga, por más que se
les ilustre, por más que se les capacite, no dan, tal vez porque les falta espíritu de
lucha tal vez porque ya se entregaron a la vida; por eso yo creo que lo más
importante no es en un momento determinado hacer las cosas que se nos dicen,
sino hacer mucho más.
Haga cosas, actúe, produzca hechos, haga los goles o si no se los hacen; el
mayor error es entonces estar temeroso de cometer errores; el campeón conoce
lo que está haciendo, ama lo que está haciendo, cree en lo que está haciendo,
hace un poco más de lo que hacen los demás; el campeón también entiende que
comerse el orgullo de vez en cuando no indigesta a nadie.
122
LECTURA COMPLEMENTARIA
Para percibir la belleza que lo rodea es necesario que el hombre esté dispuesto a
hacerlo, tenga la actitud adecuada para ello, porque la belleza lo trae, es decir lo
provoca, lo exalta por que le recuerda que está llamado para algo grande.
Ser hombre es estar siempre necesitado de razones, es decir, es ser buscador del
sentido de las cosas. Pero cuando está "preocupado" ( pre-ocupado) por otras
cosas, entonces no puede entender que su vida no puede ahogarse en la
superficialidad, sino que él está llamado a ser un buscador y a su vez un
constructor de justicia, de verdad y de belleza.
Ser hombre es tener un rostro propio. El rostro humano es la propia historia. Éste
está formado por rasgos que sólo se pueden captar al observar y escuchar al
hombre. Estos rasgos proporcionan la individualidad de cada humano, pero
también lo marcan como parte de una comunidad que tiene los mismos rasgos.
Cuando el hombre desnuda su rostro se re-descubre a sí mismo y se manifiesta a
los demás,
Los hombres no tenemos patria, por eso es necesario estudiar la filosofía. Ella es
una nostalgia que nos impulsa hacia delante. El hombre no puede permitir que
esta nostalgia se adormezca porque por ella él está buscando siempre la verdad.
Además no le permite conformarse con poco, sino lo lleva a buscar todo.
123
PAUL RICOEUR UN FILÓSOFO EN DEFENSA DE LA PERSONA
En realidad, hoy el tema de la persona está en el centro del debate filosófico: todo
parece manipulable en la persona humana, desde su dimensión física a la
psicológica y espiritual. Pensemos en las nuevas fronteras de la genética; en las
nuevas terapias farmacológicas, en el campo neurológico, o en las ligadas a la
124
ciencia quirurgo-estética. ¿Cuál es su parecer a este respecto?
Por otra parte, en el terreno práctico, creo que los verdaderos nudos que hay que
desatar no son tanto los temas generales, sobre los cuales todos están de
acuerdo, sino aquellos que podríamos definir intermedios, grises, o sea de
frontera. Pongamos un ejemplo.
Pero ¿cómo hacer para llegar a soluciones en este ámbito? No hay otro modo que
ampliar el debate, sensibilizar a la opinión pública para que participe, renovar la
relación entre crítica y convicción. La escuela debería enseñar no sólo a saber y
hacer, sino también a vivir entre los demás y sobre todo a ser.
Por tanto, ¿hay que renovar principalmente la conciencia crítica del hombre
contemporáneo?
125
del mundo y de la vida. Para esto, insisto en el principio de la corresponsabilidad.
Del resto, los temas son complejos porque es compleja la sociedad actual y sobre
todo la occidental.
Se trata en sustancia de volver a dar sentido al actuar mismo del hombre. Por
ejemplo, revalorizando el significado mismo del trabajo y también de la diversión.
El trabajo no es una mercancía sino antes que nada una dimensión humana. Es
en fondo la gran herencia de la cultura occidental, tanto del cristianismo como de
la filosofía de la Ilustración, del marxismo y los socialismos modernos, una
herencia que hay que hacer valer para una revalorización de los derechos del
trabajo, en una real economía de mercado.
Hoy todo, también el tiempo libre, es un negocio. Hay que volver a dar valor ético
tanto al trabajo como al tiempo libre, desenganchándolos de la directa
correspondencia económica. Entonces, en consecuencia, podrán cambiar las
mismas lógicas de la economía mercantil porque será el hombre mismo el que las
modificará.
126