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BLOQUE 5.

LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833): LIBERALISMO


FRENTE A ABSOLUTISMO

El absolutismo se mantenía intacto bajo el formato de despotismo ilustrado cuando


Carlos IV accede al trono en 1788. En 1789 estalla la Revolución Francesa que se
extendería por Europa derrocando el Antiguo Régimen a principios del siglo XIX mediante
las guerras napoleónicas.

Paradójicamente, la guerra contra el invasor francés estuvo animada por muchas de


las ideas revolucionarias originadas en Francia. Un ejemplo es España, cuyo pueblo luchó
en nombre de la soberanía nacional y que recogió dichas ideas en la Constitución de 1812.

La derrota de Napoleón en 1815 significó en principio la vuelta al viejo orden, pero


en realidad abrió paso a una lucha entre absolutismo y liberalismo durante el primer tercio
del siglo XIX.

5.1. La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto y


fases de la guerra

Se denomina Guerra de Independencia (1812-1814) al conflicto bélico que enfrentó


a parte de los españoles contra los ejércitos napoleónicos.

Los antecedentes se remontan a los inicios del reinado de Carlos IV. Un año
después de acceder al trono, estalla la Revolución Francesa en 1789 que supuso el
inmediato cierre de fronteras. La ejecución de Luis XVI motivó la declaración de guerra a
Francia (1793-95) en coalición con otras potencias. Tras sucesivas derrotas, el valido
Manuel Godoy firma la paz de Basilea con Francia a la vez que inicia una política
colaboracionista que le lleva al enfrentamiento con Portugal e Inglaterra (derrota de
Trafalgar en 1805). El descontento generalizado de los españoles hacia Godoy culmina con
la firma del Tratado de Fontainebleau (1807) que autoriza el paso de las tropas
napoleónicas por España para la invasión de Portugal.

Las causas directas las encontramos en la crisis de 1808. En marzo estallaba un


motín en Aranjuez que perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en
su hijo Fernando. Carlos IV pidió entonces ayuda a Napoleón que convocó a padre e hijo
en Bayona y donde ambos abdicaron en el emperador que nombró a su hermano Jose
Bonaparte rey de España.

El 2 de mayo el pueblo de Madrid se levantó contra el invasor francés. Murat


reprimió la rebelión pero esta se extendió por toda España dando lugar a la Guerra de
Independencia. La población reclamó la defensa contra la invasión francesa y surgieron las
Juntas de Armamento y Defensa que primero locales se organizaron a nivel provincial hasta
su reunión en una Junta Central que coordinase la acción contra los franceses.

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Los dos bandos enfrentados fueron: el ejército napoleónico en apoyo a José I, que
contó con la simpatía de los llamados afrancesados – españoles que veían en Bonaparte una
oportunidad de cambio para España -; y los llamados patriotas, españoles que en nombre de
Fernando VII lucharon combinando el Ejército (general Palafox) con la táctica de guerrillas
(el Empecinado) y el apoyo de portugueses e ingleses (duque de Wellington). En cualquier
caso, los patriotas sólo estaban unidos por su deseo de derrocar al que consideraban un rey
ilegítimo, pero estaban divididos en el devenir absolutista o liberal del país.

El desarrollo de la guerra pasó por tres fases:

 Hasta noviembre de 1808: resistencia de alunas ciudades que culmina cuando el


ejército patriota derrota al ejército francés en Bailén liberando Andalucía y
obligando a José I a replegarse a Vitoria.

 Noviembre 1808-enero 1812: Napoleón se pone al frente de las operaciones y


aumenta sus tropas a la vez que el pueblo resiste mediante la organización en
guerrillas populares, cuya mejor arma era el conocimiento del terreno y el ataque
indirecto. Inglaterra entra en el conflicto

 La coalición anglo-española consigue la victoria de Arapiles que precipita el fin del


conflicto. Napoleón decide abandonar el frente español.

En diciembre de 1813 por el Tratado de Valençay Napoleón devuelve el trono a


Fernando VII a la vez que las tropas francesas abandonan España.

5.2. Las Cortes de Cádiz. La Constitución de 1812

De forma paralela al desarrollo del conflicto bélico, la Junta Central Suprema


asumía la soberanía y autoridad del país, a la vez que reconocía a Fernando VII como
legítimo rey de España. El curso de la guerra obligó a la Junta a traspasar sus poderes a un
Consejo de Regencia en enero de 1810 que se estableció en Cádiz desde donde dirigió la
guerra y, pese a los recelos iniciales, convocó Cortes inauguradas en septiembre de ese
mismo año.

Los representantes fueron elegidos por sufragio universal masculino si bien la


mayoría de los diputados fueron sustitutos gaditanos en representación de las provincias
ocupadas con una fuerte presencia tanto del clero y como de la ideología liberal. Los
diputados no se encontraban agrupados por partidos políticos, pero se distinguían tres
grupos: liberales (liderados por Argüelles), ilustrados jovellanistas y absolutistas.

En su primera sesión proclamaron la soberanía nacional, la división de poderes y el

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objetivo prioritario de crear una Constitución para lo que se congregaron en Asamblea
Constituyente.

Desde 1811 las Cortes aprobaron unos decretos previos a la propia Constitución
entre los que destacan:

 Abolición de las instituciones feudales, destacando la desaparición de los


señoríos jurisdiccionales y los privilegios
 Supresión de los gremios y la Mesta
 Libertad de venta, arredramiento y cercamientos de la propiedad.
 Abolición de la Inquisición
 Libertades individuales, destacando la libertad de imprenta

La Constitución fue promulgada el 19 de marzo de 1812 (La Pepa) y es la primera


Constitución española. Fue el resultado del consenso entre liberales y absolutistas si bien se
impusieron en mayor medida las ideas de los primeros a la vez que se reconocían todos los
derechos de la religión católica.

Desde el punto de vista formal, su contenido se distribuye en 384 artículos que


incluyen una declaración de derechos del ciudadano y los principios básicos de
organización de un estado liberal.

Se establece el principio de soberanía nacional. La autoridad suprema residía en las


nación española representada en las cortes, entendiendo la nación como el conjunto de
todos los ciudadanos de ambos hemisferios, es decir, se colocan en pie de igualdad los
territorios peninsulares y las colonias americanas.

El Estado se define como una monarquía constitución con división de poderes: el


poder legislativo reside en Cortes unicamerales elegidas por sufragio universal masculino e
indirecto encargadas de la elaboración de leyes, aprobación de presupuestos y la política
exterior con el veto suspensivo del monarca; el poder ejecutivo corresponde al rey y al
consejo de ministros; y el poder judicial reside en tribunales de justicia independientes y
con un código civil, penal y comercial único (a excepción del clero y ejército).

Destaca además una amplia declaración de derechos en cuanto a propiedad y


libertades.

Otros artículos contemplan la reorganización de la administración provincias y


local, la reforma fiscal, la creación de un ejército nacional y la implantación de una
enseñanza primaria pública y obligatoria.

A pesar de la trascendencia de su obra, las Cortes no tuvieron gran incidencia

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práctica en el contexto de la guerra. Sirvió de fuente de inspiración para posteriores
constituciones europeas y americanas, tras su derogación por Fernando VII en 1814, llegó a
ser promulgada en dos ocasiones más (1820 y 1836).

5.3. El reinado de Fernando VII: liberalismo frente a absolutismo. El proceso de


independencia de las colonias americanas.

El Tratado de Valençay de 1813 devolvía el trono a Fernando VII. Los liberales


recelaban del rey e intentaron su rá pida ruta a Madrid, mientras los absolutistas y la
mayoría del clero veían en su vuelta la mejor oportunidad de restaurar el Antiguo
Régimen. Estos ú ltimos presentaron a Fernando el Manifiesto de los Persas en el que
le animaban a volver al absolutismo y le manifestaban su apoyo incondicional.
Así, mediante un golpe de Estado y el Real Decreto de 4 de mayo de 1814 –
también conocido como Decreto de Valencia - declaró nulos y sin ningú n valor ni
efecto la Constitució n y los decretos de Cá diz a la vez que ordenaba la detenció n y
ejecució n de la mayoría de los dirigentes liberales, los cuales protagonizaron un
importante exilio político mientras otros pasaban a la clandestinidad formando
sociedades secretas que intentaron derrocar al monarca mediante pronunciamientos
(Mina, Lacy, Porlier…). La situació n internacional respaldó las acciones de Fernando
VII pues tras la derrota de Napoleó n, las potencias absolutistas de Europa habían
conseguido restauran el viejo orden en el Congreso de Viena (1815) a la vez que
creaban la Santa Alianza, alianza militar que garantizaba el absolutismo gracias al
derecho de intervenció n.
El 1 de enero de 1820 el coronel Riego se sublevó en Cabezas de San Juan
cuando debía embarcar hacia la represió n de las colonias americanas y obligó a
Fernando VII a jurar la Constitució n de 1812 ante la pasividad del ejército y los
campesinos. Comenzaba el Trienio Liberal (1820-1823). El 10 de marzo Fernando
VII nombró un nuevo gobierno que proclamó la amnistía y convocó elecciones. El
gobierno de mayoría liberal restauró parte de las reformas de Cá diz, profundizó en la
medidas de liberalizació n econó mica y creó la Milicia Nacional, un cuerpo armado de
voluntarios para garantizar el orden liberal. Fernando VII recurrió al derecho a veto
que le otorgaba la Constitució n a la vez que conspiraba de forma secreta con la Santa
Alianza.
Por otra parte, el campesinado comenzó a oponerse al liberalismo ante la
monetarizació n de la economía que les hacía imposible pagar sus rentas y fueron
animados por la nobleza tradicional y sobre todo por la Iglesia que animaron las
revueltas contra los gobernantes del Trienio llegando incluso a la organizació n de
guerrillas y la creació n de la Regencia de Urgel que pretendía actuar como el legítimo

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gobierno durante la “cautividad” del rey. Estas dificultades llevó a enfrentamientos
entre los propios liberales, dividiéndolos en moderados y exaltados.
En abril de 1823 la Santa Alianza mandaba a un ejército francés liderado por el
duque de Angulema (los Cien Mil Hijos de San Luis) que apoyado por realistas
españ oles restauraba a Fernando VII por segunda vez como monarca absoluto.
Comenzaba la Década Ominosa (1823-1833) caracterizada por una fortísima
represió n liberal (Mariana Pineda) y una importante crisis econó mica ante la pérdida
de las colonias americanas. La crisis motivó que desde 1825 el rey se mostrase
partidario de aproximarse a la burguesía moderada financiera e industrial que
despertó los recelos del sector má s conservador de la Corte que empezó a agruparse
alrededor de Carlos María Isidro, hermano del rey y posible sucesor ante la falta de
descendencia de Fernando VII.
En 1830 el nacimiento de su hija Isabel daba lugar un grave conflicto en la
sucesió n al trono. La Ley Sá lica impedía el acceso al trono de su primogénita pero
Fernando VII, animado por la reina María Cristina firmaba la Pragmá tica Sanció n que
derogaba la Ley Sá lica. Las fuerzas má s partidarias del Antiguo Régimen se agruparon
en torno a Carlos María Isidoro a la vez que la reina comprendía que si quería
asegurar el trono para su hija debía acercarse a los liberales. Nombrada regente
durante la enfermedad del rey, decretó una amnistía que supuso la vuelta de 10.000
exiliados liberales. En 1833, Fernando VII murió a la vez que Carlos se proclama rey.
Se iniciaba la Primera Guerra Carlista.
Durante el reinado de Fernando VII se desató también el proceso de
independencia de las colonias americanas. Entre sus causas destacan: el control
ejercido por los Borbones, la marginació n del poder de los criollos influidos por el
pensamiento ilustrado y el ejemplo de los EEUU y el aislamiento de la península
durante la Guerra de Independencia.
Entre 1808 y 1814, como en la península, las colonias se habían organizado en
Juntas que se declararon autó nomas con la excepció n de Paraguay que ya en 1811
declaró su independencia. El regreso de Fernando VII y la derogació n de la
Constitució n sumada a su total intransigencia frente a las aspiraciones de autonomía
no hizo sino animar las ansias de independencia. Destacan como libertadores José de
San Martín (Chile), Hidalgo y Morelos (México), y Simó n Bolívar que intentó fomentar
un nuevo estado panamericano que fue imposible tras su muerte. En 1824 tras la
derrota de Ayacucho la presencia españ ola desaparecía de la América continental
reducida a las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y Filipinas.
Las consecuencias para Españ a fueron evidentes, perdía su mejor mercado y
confirmaba su papel de potencia de segundo orden. Para América, la fragmentació n
territorial, la aparició n de la figura del caudillo, la marginació n de la no blanca y la
entrada en la ó rbita de EEUU (Doctrina Monroe de 1824) marcaban el inicio de una
agitada historia de América Latina cuyas consecuencias perduran en la actualidad.

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