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22/02/2017

La literatura nos sirve para interpretar los textos. Hay diferentes factores que nos sirven para
dar diferentes interpretaciones a los textos, y dar diferentes lecturas. Pueden ser
connotaciones históricas, temporales, ideológicas… tenemos que hacer un esfuerzo
hermenéutico, e interpretativo para saber cuáles son esas interpretaciones. Hay por parte del
lector algo que va más allá de la simple lectura, de la simple donación del texto porque
estamos inmersos en la comunicación cotidiana. En esta comunicación cotidiana buscamos la
sencillez, ser directos, buscamos al final la utilidad. Pero en la comunicación literaria, tenemos
esa necesidad de llevar a cabo el proceso de interpretación de toda comunicación, pero luego
tenemos que pasar a ese segundo sistema semiótico, en el que los signos ya no son
únicamente signos lingüísticos sino que apuntan a otras cosas. Esto está en la línea de lo que
decía Hjelmslev (lo planteaba en la lingüística) de que un signo está formado por significante y
significado. En la literatura el signo funciona en su totalidad como significante al que se le
puede asociar perfectamente otro significado (aplicado a la literatura por R. Barthes). En la
literatura cogemos un signo que tiene significante y significado y lo utilizamos en la literatura
dándole otra aplicación, solo se le da un significante, y es el lector quien le da el significado
connotativo. Es la capacidad de dar a los signos más significados de los que estos plantean
habitualmente en su relación totalmente arbitraria. Se revela todo, de forma más o menos
hermética, pero se revela.

Por ello el estudio de la literatura no se conforma solo con el estudio de los textos. En la
primera mitad del s.XX, existió ese textocentrismo, en corrientes como el formalismo ruso, la
nueva crítica norteamericana, o la estilística española. Todas ellas centradas en el análisis de
texto, que es lo que el texto propone… que es en definitiva lo que se podía encontrar en el
texto, independientemente de sus condiciones de creación, lectura… Posteriormente
disciplinas como la semiótica o la estética de la recepción, nos habla de la que la interpretación
no se agota en el texto, sino que no hay una interpretación que solo se centrase en el texto. El
signo no incluye no solo signo y significado sino que también incluye el interpretante
(semiótica de Peirce). Afirma que el signo es un esquema tripartito: significante, significado e
interpretante, que es la intervención de una persona que vincula ambos elementos
(significante y significado), sin ese interpretante no se puede constituir un signo. Puede haber
interpretaciones incorrectas como por ejemplo, la que se dio durante mucho tiempo en la
Celestina, donde se pensaba que era un amor más puro, pero luego era puramente carnal.

Por eso, la teoría literaria ya deja un poco de lado esto del textocentrismo a partir de la
segunda mitad, considera el hecho literario como una práctica intersubjetiva, entendida en
término de comunicación, donde intervienen todos los factores ya nombrados. Además
tenemos las características que señala R. Senabre para la comunicación literaria: carácter
unidireccional, recepción diferida e inmodificabilidad. Esto es lo que caracteriza la
comunicación literaria. El carácter unidireccional, quiere decir que va en un único sentido, del
autor al lector, el lector no puede responder al autor como se hace en la comunicación
cotidiana. Recepción diferida, donde el autor emite el mensaje en un momento pero no se lee
hasta que ha pasado un tiempo (hay excepciones). La inmodificabilidad, los mensajes no se
modifican, sin embargo la literatura de carácter popular se va modificando con el texto. Solo es

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inmodificable cuando se transcriben, pero puede ser que no todos los manuscritos sean
iguales.

Estas características no solo son propias de la literatura sino que la encontramos también en la
cultura libresca y otros textos, como los científicos o jurídicos. En todos estos casos el emisor
actúa como autor, nos da un mensaje cerrado, y somos nosotros quienes lo desciframos con
un cierto retraso temporal (semanas, meses…)

Volvemos a lo señalado anteriormente, la diferencia entre la comunicación literaria y otra


comunicación que reside en el desinterés por la información que plantea siempre la literatura,
cualquier otra forma de comunicación está planteada para que el receptor reciba algún tipo de
información con respecto a la realidad, tanto si se trata de una información casual (parece que
va a llover), o de una fórmula matemática. En la literatura la información tiene un carácter
secundario, sin embargo no se puede hablar de total desinterés, porque el texto literario nos
informa de algo, y a veces lo que se nos dice es real. Pero esa capacidad de información que
pueda tener la literatura, está en un segundo plano con respecto a otras cosas que quiera
realizar el autor con ese mensaje. Aquí entramos en la órbita del texto, porque aunque en la
comunicación literaria el texto no es lo único que importa, sí que es lo que nos da las normas
para establecer en que clase de comunicación nos hallamos. R. Senabre, dice que “el mensaje
se ficcionaliza, pasa a formar parte de un universo cuyos referentes no están ya en el exterior,
en otra realidad, sino en la misma obra, en el contexto. La literatura es el dominio de la ficción,
incluso cuando da entrada a hechos, personajes o situaciones que tuvieron existencia real.” Al
información que nos da cualquier mensaje en otro aspecto comunicativo, es una información
acerca del contexto en el que se produce la comunicación, es una información acerca del
mundo p.ej: “Mañana lloverá”, estamos hablando del contexto, del mundo… Está fuera del
mensaje, hay una serie de factores que nos llevan hacia eso. Me puedo equivocar, pero la
información que doy es siempre acerca del mundo real. En la literatura la información que se
da es sobre algo que está en el mensaje, en el propio texto. No hay nada fuera de ese texto
que nos permita decir que esa información no tienen ningún valor. Cuando Cervantes nos
habla del Quijote, nos habla de una ficción, solo existe dentro del texto que le da su ser. Esto
no excluye la novela histórica, puesto que toma el mundo real, pero le dota de ficción puesto
que hay personajes que no existen, y solo tiene sentido dentro del mensaje. Es el dominio de la
ficción incluso cuando da cabida a personajes o situaciones que tuvieron existencia real. El
mundo de la literatura, la información que nos provee el mundo de la literatura solo se da en
el texto. Aunque solo tenga existencia dentro del texto, la literatura produce un efecto real en
nosotros, nos puede conmover como por ejemplo Oliver Twist, o nos puedes hacer reflexionar
como Kafka, o Camus. Pero claro, esa es la paradoja de la literatura, que aun cuando remite a
algo que es puramente, algo que solo podemos encerrar dentro de los límites de la
textualidad, rebasa esos límites y nos afecta, la literatura siempre debe afectarnos de alguna
manera, sino no cumple su función, no nos puede dejar fríos. Hay obras que puede que no nos
afecten por la lejanía en el tiempo, o por no haber comprendido lo que el autor nos decía. Esa
capacidad de la literatura existe aunque sea en potencia, aspira a afectarnos en alguna
manera. Aspira a hacernos reír, a entristecernos, a hacernos reflexionar sobre lo real, acerca
de nuestras condiciones de vida del pasado. Para que esto se produzca tiene que haber ese
proceso de recepción, la literatura solo alcanza su objetivo en el momento en el que la obra es
leída, interpretada, en el momento en el que la obra es recibida (estética de la recepción),

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entiendo esto como el simple descubrimiento de los signos hasta la emoción que nos
producen los diferentes episodios.

Hans-Georg Gadamer, es uno de los grandes teóricos de la hermenéutica, defiende que toda
lectura comprensiva es una forma de reproducción e interpretación. No podemos escapar a la
interpretación, en el momento en el que estamos descubriendo el código de la obra, ya la
estamos interpretando, le estamos dando un sentido a esa obra. En ese sentido podemos decir
que la lectura forma parte de la obra literaria. Aquí se da la parte de signo de interpretante,
una obra que no se lee, es una obra que no existe. En el momento en el que nosotros
comprendemos o pensamos que la comprendemos, lo que estamos haciendo es interpretarla.
No hay un sentido final para el texto literario. En todo el caso el sentido sería la suma de todos
las lecturas e interpretaciones que se han dado y se darán en el futuro, pero esto no agotaría
las posibilidades de interpretación del texto. Aunque puede haber un consenso, por ejemplo
Sancho es el modelo del pragmatismo, esto puede ser por el peso de una tradición histórica.
También podemos añadir. Nunca podremos agotar el sentido del Quijote. No podremos decir
que ese sentido sea el definitivo. Cada uno de nosotros como lectores individuales aportamos
algo a ese sentido que se constituye de forma consensuada. Aportamos cosas que en la
interpretación general no tienen por qué estar, esto es debido a que tenemos nuestro propio
horizonte de expectativas, diferente cultura… Todo esto hace que sean interpretaciones
diferentes. Como cada lectura es persona y difícil de compartir, ahí ya tenemos algo que
escapa a esa posibilidad de consenso en una interpretación definitiva y válida para todos. Lo
que el texto nos pueda decir de forma personal a cada uno es más difícil de poner en común
para todos, a veces se queda de forma privada, además puede no ser válida para los demás
lectores puesto que no lo interpretan así debido a que el texto no ha actuado de esa manera
sobre el lector.

Por lo tanto, la literatura hay que entenderla no solo como un objeto de estudio en el que lo
que cuenta es el texto o la intención del autor al escribir el texto, sino que hay que tener en
cuenta la recepción del texto porque supone la actualización del texto. Un texto que no se lee
no es texto. Sin nuestra lectura el texto no dice nada, es solo un objeto lingüístico que solo es
una cadena de signos. Es una construcción meramente mental, a pesar de que esté en un
objeto físico. Es en la actualización (lectura) cuando se constituye la existencia de la obra
literaria. En lo que es la creación también hay una constitución de la obra literaria, pero hay
que recordar que el autor no es más que el primer lector de la obra.

A partir de ahí, hay otras circunstancias que se puedan dar en ese acto de comunicación que es
la literatura. La interpretación es relativamente libre, pero hay unos cauces dados por la obra
literaria y la institución literaria. U. Ecco, escribió un ensayo: Obra abierta, donde decía que las
obras literarias modernas no tienen una interpretación definitiva sino que están abiertas a una
variedad de significaciones, por lo que algunas personas pensaban que la interpretación era
libre. U. Ecco en Los límites de la interpretación, decía que la literatura no es el campo donde
todo el mundo puede decir lo que quiera sin tener consecuencias, decía que las convenciones
que ofrece el mundo, la institución literaria nos da pistas, nos da mayor o menor libertad, la
interpretación no explota en una multiplicidad de sentidos. Los textos tienen unos derechos y
se tiene que atender a sus circunstancias. No se puede decir que El quijote, es una profecía
sobre la conquista de Marte en el s.XXIII, la obra no nos induce a hacer semejante

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interpretación. Se pone unos límites. Se puede interpretar lo que se deduce de sus
características. No más. En definitiva no toda interpretación es válida, tenemos que dar
argumentos para que esa interpretación sea estable y que haya un consenso generalizado,
donde se pueda interpretar esa obra. El Quijote, ha recibido numerosas interpretaciones:
como una obra de burlas, se ve también como un relato complejo, como la primera novela
moderna debido a que dos personajes cambian a lo largo de la obra… Autores como
Richardson van siguiendo ese camino. Pero en el romanticismo se da otra interpretación
donde se dice que El quijote, es un idealismo, donde el realismo derrota al idealismo, es una
concepción trágica. Esta concepción no se puede dar en el s.XVII. En el s.XX tiene una
interpretación vitalista, donde se ve a Quijote como una persona que es capaz de tomar las
riendas de su vida y renovarse. Con todo esto se señala que las interpretaciones van
cambiando y el consenso con respecto a las interpretaciones también. Esas interpretaciones se
consensuan en unas comunidades de lectores que aceptan y rechazan las opciones. Las
interpretaciones van atendiendo a lo que el texto propone y a las circunstancias en las que se
recibe, por ejemplo el fondo trágico que se ve en el romanticismo. Esas interpretaciones son
las que nos permiten decir que el sentido de la obra va cambiando. Ese sentido tiene que ir
cambiando según unas coordenadas que están en el propio texto o que están en unas
circunstancias de la lectura. Si la interpretación no se argumenta por medio del texto o por
medio de esas circunstancias, si no se atiende a esto las interpretaciones carecen de sentido.
La interpretación de la lecutra del yo y de mi circunstancia.

Nietzsche, decía que no hay hechos solo interpretaciones, esto tuvo sentido en su momento,
donde solo se hablaba de hechos (momento de la filosofía positivista) donde solo había hechos
objetivos. Podemos decir que el mundo tal y como nosotros lo concebimos surge de nuestra
capacidad de interpretar las cosas y por lo tanto no es una imagen real, sino que es subjeiva
del mundo. Lo mismo sucede con la lectura, si pensamos que somos lecotres individuales, y
que establece una interpretación personal de la obra, solo podemos aspirar a pensar que la
obra literaria es solo la suma de las diversas interpretaciones, y al ser individual, cada una
estará aislada de las demás. Será la suma de cada una de las partes, hasta agotar todas las
lecturas posibles. Podemos pensarlo así, pero no nos interesa porque la literatura se da en
ámbito comunicativo, debemos entenderla no como experiencia personal o radicalmente
individual, debe ser entendida como una experiencia colectiva. Pueo piensa que solo tiene
sentido como experiencia colectiva, puede y debe movernos, afectarnos personalmente, pero
ese efecto tiene valor como individuos pertenecientes a una comunidad y que tienden a poner
en común lo que la literatura plantea. Si solo pensamos cómo nos afecta individualmente la
literatura, seremos esas islas individuales. Con esto no decimos que no tenga ese valor. La
literatura nos afecta de forma distinta, pero ese no es el valor, o al menos el más importante,
ese efecto solo tiene valor en el momento en el que cómo nos afecta podemos poner el
común, y dejar también que nos afecte la experiencia de los lectores, y no solo compartir la
nuestra. Lo importante es lo que los demás puedan decir sobre el sentido de la obra literaria y
cómo puede afectarnos, no lo que nosotros digamos.

Las interpretaciones deben estar argumentadas (trabajo), referirse a ciertos autores, dar
datos. Hay un cierto margen de libertad, no nos va a exigir que sea una única respuesta, no
hay un sentido definitivo. Hay varios sentidos posibles que nos da el texto. Y la que nuestra
propia situación de lectura aporta, pero siempre que nos permita aportar algo, o que estén

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en un segundo plano, como por ejemplo la lectura trágica del Quijote, que no se pudo dar
hasta el Romanticismo. Este es uno de los posibles sentidos de la obra: tiene que estar
aceptado, con mayor o menos margen, puesto que algunas lecturas puede producir debates
o polémicas. Los argumentos están o bien el texto o bien en la situación de lectura que nos
permiten acudir a las convenciones que hay con respecto a determinados elementos del
texto.

23/02/2017

La literatura comparada parte de las posibilidades que hemos hablado anteriormente. Hay que
tener en cuenta el hecho de que los diversos paradigmas que han tenido la literatura
comparada a lo largo de la historia tiene que ver con la idea de literatura. Si partimos solo del
texto (textocentrismo) nuestro trabajo de comparación se limitara a las relaciones entre
textos. Entonces las relaciones serán solo genéticas, textos que inspiran a otros textos. Si la
idea de literatura atiende a otras ideas como las de la recepción, la comparación atenderá a
procesos de recepción de las obras literarias. Si atendemos a una idea de literatura más
amplia, donde se entiende como un sistema comunicativo más complejo, el objeto de la
literatura será la interdependencia de todos esos factores. Es imprescindible tener en cuenta l
nación de la literatura como un proceso dinámico donde intervienen receptor, emisor,
mensaje... Así se podrá atender a una idea de literatura comparada donde se interrelacion
todos los factores, ya no solo se comparan textos o actos, sino que se comparan también como
influye el canal en la recepción de los textos, como sucede la emisión, como es el código, tanto
por parte de los lectores y del autor.

A partir de los 60, tras la conferencia de Welleck, el concepto de literatura comparada se ha


ido ampliando para incluir en las posibilidades de comparación otras opciones de carácter
interdisciplinar que atienden a los contextos en los que la literatura es producida y es recibida.
Este concepto es lo que establece lo que deben ser los polos de la comparación, teniendo en
cuenta que uno de los polos debe ser siempre la literatura, y el otro será o bien la literatura o
bien otra cosa, para que sea interdisciplinar o intercultural. Esto no impide por otra parte que
nosotros podamos ceñirnos a una comparación puramente textual. Pero si nosotros entramos
ya en el campo de la hermenéutica entrará ya todo lo que contribuya ese trabajo
interpretativo.

En el momento en el que nosotros aceptamos que la lite es un sistema comnicativo complejo


entran en juego otros elementos que no son solo literarios, son extratextuales, pero que se
relacionan con el proceso comunicativo, ya no tenemos únicamente una focalización en un
aspecto puramente literario, se amplía la mirada. Nosotros atendemos a una idea de literatrua
centrada en esos dos aspectos: ficción y dicción. Todo lo que se refiere a historias ficticias, y
todo el uso del lenguaje en un uso diferente al cotidiano. Esto es lo que marca nuestra idea de
literatura y que integramos dentro de un proceso comunicativo complejo. Ese proceso de
comunicación no excluye otras cosas que no son ficción o dicción. La literatrua comparada
debe establecer como se estbalcen las relaciones entre los elementos de la comunicación
literaria. Hay muchas posibilidades. Que van desdelas relaciones entre elementos culturales
específicos (como por ejemplo antropología y como se ve en la literatura) hasta las realciones

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entre categorías teóricas que se producen en espacios y tiempos determinados (como se
practica un subgénero en distintas épocas o países).

Si nosotros planteamos la literatura comparada desde un punto de vista, se convierte en una


disciplina muy compleja imposible de conocer en su totalidad: es imposible abarcar toda la
literatura universal. No solo hay que leer los textos literarios, sino que también hay que tener
en cuenta todos los factores que intervendrían en la creación y transmisión literaria.

La literatura adopta por lo general un enfoque profundamente histórico, y en la literatura


comparada atendemos muchas veces a cómo se relaciona los objetos de la comunicación
literaria entre sí históricamente. Sin embargo, en ese sentido cualquier forma de atender a esa
evolución histórica se establecerá siempre en relación con los demás objetos que forman parte
del conjunto. Es decir, es necesario tener en cuenta la historia de todos los elementos que
toman partido en esta creación y transmisión literaria.

Pero además, si entendemos la literatura como un proceso comunicativo, debemos tener en


cuenta que hay un estudio de las formas de recepción, de las formas de emisión, de los
contextos históricos, la historia de los códigos poéticos, etc. Esto forma una estructura en la
cada elemento esta en relación con todos los demás.

Determinar las diferencias entre los objetos de estudio no es tarea fácil, pues hay mucha
factores y muy complejos y tienen que estar al tanto de muchas cosas. Cuando los positivistas
entendían que la literatura comparada era una disciplina subordinada a la historia de la
literatura, todo eran estudios genéticos. Literatura es historia de los textos, la literatura
comparada tenía que ayudar a esa historia de los textos y sobre todo esa historia siendo
historia nacional de la literatura, se pensaba que la literatura comparada servía para rellenar
un capítulo de las relaciones entre las literaturas.

Posteriormente se ha visto que la literatura comparada ya no está subordinada a la historia de


la literatura sino que intenta convertirse en una disciplina histórica, debido a que desde la tª
de la literatura se ha dejado de entender desde el punto de vista linguistico-historico, y se ha
pensado en otros términos como el semiótico. La literatura comparada se ha emancipado de la
historia literaria pero se considera que está subordinada a la teoría literaria.

Lo que plantea la teoría de la literatura es la necesidad de entender lo literario en todas sus


manifestaciones, no solo en lo textual sino en lo global, lo que es la literatura como proceso
comunicativo.

En la literatura se producen siempre unos hechos que pueden ser analizados desde un punto
de vista teórico, todo hecho literario puede ser reducido a un concepto teórico que vaya más
allá de lo que es el texto. Sin embargo, no es la única forma de entender el texto. Si intentamos
ir un poco más allá nos damos cuenta de que un texto forma parte de un conjunto más amplio
de textos, es decir de un género literario. Que tiene unas ciertas peculiaridades lingüísticas,
estilísticas… que son típicos de ciertos textos… Esto nos lleva al concepto de personaje,
caracterización, descripción… todo son conceptos teóricos que tratan de ir más allá del texto.

La literatura comparada se plantea el análisis de los textos en cuanto que hay en ellos esos
elementos teóricos, que nos permiten establecer relaciones entre un texto y otros más o

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menos cerca o lejos de ese texto. Un ejemplo paradigmático sería La Regenta, que tiene una
temática propia del XIX, como el adulterio, que aparece en diferentes países: Francia,
Alemania…

Saber que hay varias novelas de adulterio que pertenecen a países distintos, es un hecho que
nos permite analizar desde un punto de vista más teórico, puesto que hay algo que no es
individual, sino colectivo. Y ahí está la literatura comparada dispuesta a hacerse cargo de esa
tarea. Si llevamos esto a lo concreto, para poder decir que eso no es algo individual, y que
pertenece a varios textos, tenemos que hacer un análisis comparativo y podremos decir que el
tema del adulterio está presente en diferentes novelas.

Así pues, Darío Villanueva dice que siempre que en dos literaturas distintas, o en una literatura
y otro orden artístico, ya sea plástico o musical, sin que haya mediado una relación de
dependencia de una de las partes hacia la otra, aparezca un mismo fenómenos en cualquier
plano en el que nos situemos, entonces siempre asomara un elemento teórico fundamental, es
decir una invariante de la literatura. La inmediata consecuencia de tal enfoque es la
vinculación, si no exclusiva al menos preferente, de la literatura comparada con la teoría
literaria…

Se trata de ver de diferentes formas la literatura, por un lado tenemos una teoría que se
centra en las invariantes, en conceptos que no cambian y que están casi por encima de las
manifestaciones concretas, y luego tenemos la literatura comparada que estudia las
manifestaciones concretas. En cambio en la literatura comparada lo que tenemos es esa
atención a lo concreto, a las obras que forman el género novela. Ahí tenemos ese trabajo de
exégesis, que es un trabajo que consiste en la indagación del sentido de la obra literaria y
como se concierta todo eso dentro de la comunicación literaria.

En efecto, la literatura comparada funcionaría como puente entre la historia literaria y la teoría
literaria. No podemos olvidar el hecho de que la literatura transcurre en el tiempo, no es lo
mismo leer el Quijote, que Ulises. La literatura no sirve solo de auxilio para la historia y teoría
literaria. La literatura comparada es una disciplina que plantea sus propios retos y objetivos,
tienen una metodología, y que además obtiene unos resultados distintos a la teoría y a la
historia. Casi se podía decir que la literatura comparada nos provee una conciencia de que los
estudios de literatura pueden verse desde otras perspectivas distintas que no se excluyen unas
a otras.

La historia de la literatura nos ofrece una perspectiva diacrónica, histórica. Dentro de esa
perspectiva trabajamos con conceptos teóricos, críticos… los juzgamos desde un punto de vista
comparatista puesto que podemos relacionar distintas obras.

La crítica literaria juzga las obras en su individualidad. No puede dejar de tener en cuenta lo
histórico, lo teórico y lo comparatista.

La literatura comparada contribuye también al estudio de la teoría la historia y la crítica, y es


una relación bidireccional pues usa conceptos provenientes de las tres disciplinas.

El nuevo paradigma comparatista establece la comparación en un sentido interdisciplinar o


intercultural. H. H. H Remak no solo se refiere a las relaciones entre diferentes literaturas o

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entre las literaturas y otras áreas artísticas sino que abarca también áreas de conocimiento y
creencias como la filosofía etc…

Estamos muy cerca de los estudios culturales, Culler dice que han de considerarse un campo
práctico donde se aplican las tesis surgidas en este paradigma. Llevan más o menos el mismo
camino que la literatura comparada, y tiene más prestigio por ser más antiguo. Además pone
la literatura siempre en uno de los polos de la comparación, mientras que los estudios
culturales no tienen ni ese prestigio, ni ponen la literatura siempre en uno de sus polos.

Lo que plantean los estudios culturales es superar la literatura comparada, y convertirse en la


teoría de las prácticas significativas.

Desde la orilla de los estudios literarios, podríamos decir que también se estudian las practicas
significativas, pero aceptado que lo literario como modelo para otras prácticas significativas.
Los estudios culturales pretenden ser un nuevo modelo de análisis de esas nuevas
representaciones culturales.

Seguimos en el campo de la política en cuanto que las estructuras académicas se configuran


como parcelas de poder. El comparatismo tiende a invadir los distintos campos de estudio. Los
comparatistas no se define por su objeto de estudio, sino que se define por las relaciones que
se establecen entre los diferentes objetos, y la forma de estudio. Se trata de establecer unas
pautas de teoría de la literatura, que amplíe el estudio de lo literario y no literario, y que se
abra el círculo de lo comparatista.

Manfred Schmeling, propone cinco tipos de comparación, con los que podemos estudiar las
relaciones entre dos objetos literarios o entre literatura y otro.

1. Comparación monocausal: que atiende a las relaciones genéticas entre los textos.
Cuando un texto es fuente de otro texto, o cuando un texto es fruto de otro texto. Por
ejemplo Las cartas marruecas, que es imitación de Montesquieu de la obra Cartas
persas. Como compara Cadalso a Montesquieu, en que se parece, en que se diferencia,
porque escoge Marruecos y no Persa.
2. Comparación a partir del proceso histórico en el que se insertan los miembros de la
comparación. Se compara teniendo en cuenta la historia. Ejemplo: Las novelas de
adulterio del s.XIX. La regenta y Ana Karenina, se comparan porque se escriben en un
mismo momento. Esto nos permite compararlo en términos temáticos, por qué usan
ese mismo género. ¿Por qué triunfan? ¿Tema crítico?
3. Comparación de contextos históricos donde no se hace referencia al proceso histórico,
sino al momento histórico en que se sitúan los textos, entendidos como cosmovisión
particular de su autor que, a pesar de sus afinidades con otros textos contemporáneos
puede no tener ninguna relación genética con ellos. Se puede hacer entre dos autores
de distinta época. Lo importante es la cosmovisión (la visión del mundo, como se ve la
realidad). Se compara como se refleja la visión del mundo de los autores, no es muy
común que suceda la comparación de la cosmovisión de los personajes de una obra, si
se hace deben ser personajes redondos, complejos.
4. Comparación desde un punto de vista ahistórico en el que ya no nos centraríamos en
aspectos temáticos como en aspectos formales. Se comparan los elementos

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puramente literarios, en el sentido de que forman parte de cómo actúan en la obra. Se
puede comparar la métrica, la retórica, un recurso… Es algo muy objetivo.
5. Comparación de métodos críticos, o crítica literaria comparada, donde ya no se
comparan los textos, sino los resultados de distintas corrientes de crítica literaria. La
crítica feminista, el nuevo historicismo… Formas de entender la literatura que dan
lugar a diferentes interpretaciones, desde un punto de vista feminista por ejemplo.

Pierre Brunel establece tres relaciones que establecen los textos entre sí:

1. Ley de emersión: un texto adopta, citándolos de forma directa o indirecta, uno o varios
elementos procedentes de otros textos, apropiándose así de ellos (intertextualidad).
2. Ley de flexibilidad: donde de lo que se trata es de hacer una reflexión crítica acerca de
lo que se ha dicho en algún texto. Así por ejemplo, cualquier poeta que se remite a
algo que se ha dicho previamente, a cualquier narrador, ensayista… Una reflexión
crítica acerca de lo que alguien ha hecho previamente. Ejemplo:Las novelas de Baroja
o de Azorín, en el árbol de la ciencia cuando se reflexiona sobre la filosofía de
Nietzsche.
3. Ley de irradiación: donde un texto adopta elementos de otros textos, no para citarlos,
no para reflexionar sobre ellos, sino para establecer su propio discurso. Ejemplo:
novelas de adulterio, Clarín trata el tema del adulterio según lo hizo Flaubert.

Estas tipologías deben o no deben restringirse a lo que se ha entendido siempre como


literatura comparada. En literatura comparada se ha hablado siempre como relaciones
internacionales o interdisciplinares. Si se establecen entre textos de la misma literatura,
difícilmente vamos a decir que esto sea literatura comparada, más bien será historia de la
literatura nacional que se trate. Aunque el método no dejaría de ser comparatista. Se piensa
que la literatura comparada es una disciplina que tiene un objeto, entonces nos quedaríamos
solo con interdisciplinar e internacional, pero si es un método puede llevarse también a otras
disciplinas.

En todo caso habrá que señalar que la sistematización de las relaciones que se establecen
entre los textos es algo que pertenece al campo de la literatura, quizá el libro más completo es
Palimpsestos de Gerard Genette. Se explican las diversas formas de transtextualidad, que son
las formas de reescritura que se da entre los textos, es decir que un texto puede aludir a textos
previos, o bien para repetir, para criticar, o continuar.

La literatura comparada tiene que determinar su especificidad de alguna manera entendiendo


la literatura como un proceso complejo de comunicación, ya no se trata de unos textos que
puedan compararse entre sí, la especificidad de la literatura comparada estará en el método.
Se piensa que los textos literarios no están solos y por tanto deben considerarse desde el
punto de vista de la relación con el resto de factores de la comunicación, de establecer dos
polos. Habrá que tener en cuenta los textos en su condición de elementos de un proceso
comunicativo mayor.

1. Podremos establecer comparaciones a partir de cualquier elemento que encontremos


en otras tradiciones nacionales.

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2. Podremos establecer una comparación cada vez que encontremos elementos que no
se consideren específicamente literarios.

La literatura comparada recibe esa especificidad de su condición de literatura, de la propia


literatura, por el hecho de ser literatura, pero en el segundo polo queda siempre
indeterminado. Extendiéndose a un conjunto un poco impreciso que nos puede servir para
abarcarlo todo, todo lo que podamos denominar lo “diferente”, lo “extranjero”, o lo “otro”.

Schmeling: “el efecto analítico-crítico de la actividad comparatista se muestra tan solo en el


recurso simultaneo a la cualidad de diferencia, a la distancia experimentable, perceptible en lo
estético, en lo social, en lo ideológico y cosmovisiónario, en lo lingüístico; a la distancia pues
entre las literaturas o entre la literatura y otros artes o saberes”.

Apuntes propios de Pueo, no hay una razón precisa para justificar el estudio de la literatura
comparada, al igual que no hay un razón pragmática para justificar el estudio de la
humanidades. Esto es debido a que las humanidades tienen un carácter más abstracto, más
idealista. Aun así, desde el momento en el que consideramos que la literatura forma parte de
los saberes acerca del ser humano que nos afectan de a alguna manera, tenemos todo el
derecho a relacionar las literaturas nacionales, con las extranjeras y con aquello que escapa a
lo específicamente literario. Lo importante es esta intención de objetivar, nuestras ideas y
nuestras impresiones. Decir esto es lo que hay respecto a estas ideas, estas impresiones, no es
algo que venga solo de mí, las relacionamos con otras ideas y saberes procedentes de distintos
campos, y una vez que hemos hecho esto, nos permite construirnos como sujetos. Esto es de
lo que se basa en definitiva. Así estudiamos, no lo hacemos igual que las ciencias, lo hacemos
para construirnos a nosotros mismos y para situarnos, y para saber qué es lo que tenemos.

Así pues la literatura comparada no es solo el objeto de un saber sino que también debemos
entenderlo como el método de un saber. Un saber que forma parte de nosotros mismos, una
búsqueda para saber que sabemos sobre nosotros mismos. Nos da una dirección, un método,
una forma de entender nuestra propia identidad por medio de objetos culturales que nos
afecta a veces hasta lo más hondo.

No estudiamos la literatura solo porque sea un objeto histórico. Nos interesa en cuanto que es
testimonio de épocas pasadas y de la actual. Esa mirada sobre lo histórico es también una
forma de evitar el olvido, aquello de lo que nos acordamos es lo que nos conforma como seres
humanos. Aquello que sabemos no podemos olvidarlo, tenemos que memorizarlo, tiene que
formar parte de nuestra memoria porque si no lo recordamos no lo sabemos. En la medida en
la que la literatura evita el olvido de las cosas, nos permite saber de dónde venimos, nos
permite situarnos en el presente y nos permite saber porque el presente es lo que es. También
nos afecta de forma directa.

En este sentido la literatura comparada tendría también la ventaja de abrirnos hacia otras
perspectivas, toda la literatura en general nos abre hacia otras perspectivas. Nos hace acercar
nuestra subjetividad a la subjetividad de otra u otras personas. Esto no lo hace ningún tipo de
comunicación. Pero la literatura comparada tiene la ventaja de abrirnos a otras perspectivas
todavía mayores, al establecer relaciones entre dos textos se establecen relaciones entre otros

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textos. La literatura comparada nos abre perspectivas para enriquecer el conocimiento, lo que
la hace valioso.

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