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Contratos informáticos

Los contratos informáticos son aquellos que transmiten derechos de propiedad o de


uso sobre bienes que realizan funciones de tratamiento automático de la
información como el equipo (hardware) o los programas (software); o bien acuerdan
la prestación de diversos servicios sobre dichos bienes de tipo informático.

El objeto de los contratos informáticos debe recaer, siempre sobre bienes y/o


servicios informáticos.

Así ha sucedido con la externalización de servicios informáticos de software,


servicios de tratamientos de datos, venta de equipos informáticos y licencias de uso
de software, o actividades como el juego on-line, contratos civiles celebrados on-
line, incluso de trabajo, por ello los contratos informáticos, deben definirse con
carácter negativo, es decir, en contraposición o diferenciándolos de otros tipos
afines, como los llamados contratos electrónicos.

Constitución Nacional

Artículo. 135.- Toda persona puede acceder a la información y a los datos que sobre
si mismo o sobre sus bienes, obren en registros oficiales o privados de carácter
público, así como conocer el uso que se haga de los mismos y su finalidad. Podrá
solicitar ante el Magistrado competente la actualización, la rectificación o la
destrucción de aquellos, si fuesen erróneos o afectaran ilegítimamente sus
derechos.

Tipos de contratos informáticos

Contrato de hosting

Este tipo de contratos, de carácter mercantil, es aquel que se celebra entre la


empresa de alojamiento de la página Web y la empresa particular propietaria de
dicha página Web.

Con carácter general, no suele realizarse contrato escrito, aunque también con
carácter general del contratante, en muchos casos, online, se tiene que adherir a las
condiciones generales que figuran en la propia Web de alojamiento.
Contrato de outsourcing

Este contrato consiste en la cesión de la gestión de los sistemas de información de


una entidad su finalidad es la optimizar los resultados de la misma, así como
permitir a la entidad el acceso a nuevas tecnologías y la utilización
de recursos especializados de los que no dispone.

Contratos sobre el software

Se puede definir el software como esos programas que cuando se conjugan con el


sistema, son capaces de procesar información al objeto de ejecutar o alcanzar una
determinada función o resultado.

Contratos de desarrollo de programas

Un programa de ordenador puede ser una obra creada por encargo, donde el autor
se compromete a entregar un software específico, para una determinada aplicación.

Contrato de mantenimiento informático

Se trata de uno de los contratos informáticos que más se desarrolla en la práctica.


La paralización de una empresa por un defectuoso funcionamiento de su sistema
informático, produciría enormes pérdidas que, llegado el caso, podrían ser
irreparables. De ahí que el empresario ha de contar con un servicio que prevenga
este evento o lo corrija en caso que se produzca.

La complejidad de todo un sistema exigirá que este mantenimiento se extienda tanto


al hardware como al software; por lo que este contrato presenta múltiples facetas y
posibilidades. Lo que se pacta es asegurar la perfecta utilización del bien adquirido,
realizar las adaptaciones que sean precisas según las circunstancias e introducir
cuantas mejores se estimen por oportunas.

Contrato de escrow

Surge como respuesta a los posibles conflictos que pudieran surgir entre el usuario


de un programa y sus creadores o empresas de software, en relación con la
posesión del código fuente (código fuente es el núcleo formal del programa y
constituye la primera expresión independiente del proceso de creación que alcanza
una protección directa del derecho de autor).

Contrato de auditoria informática

Consiste en la revisión de la propia informática y de su entorno. La auditoría


informática investiga las instalaciones y los sistemas de tratamiento de la
información del empresario o profesional analizando las posibilidades de mejora,
detectando fallos en los sistemas, corrigiendo duplicidades, etc.

Contrato de consultoría y estudio

La consultoría consiste en dar asesoramiento o consejo sobre lo que se ha de hacer


o cómo llevar adecuadamente una determinada actividad para obtener los fines
deseados.

Contratos electrónicos

El Contrato Electrónico es un sistema electrónico que permite otorgar validez legal a


través de la firma digital a aquellos contratos celebrados entre las partes. Al ser por
vía electrónica brinda rapidez, ahorros, confidencialidad y facilidad de administración
desde cualquier dispositivo y lugar.

Dependiendo del tipo de contrato se puede usar una firma digital electrónica
avanzada, mediante la utilización de un certificado digital, o bien, firma electrónica
simple, que utiliza reconocimiento biométrico de la persona para validar la identidad
y realizar la firma.

La Ley de Comercio Electrónico al referirse a una de las cuestiones conflictivas en


materia de contratación electrónica: la determinación de la ley aplicable y la
jurisdicción competente en casos de litigio, ensaya una ficción jurídica y con claro
espíritu proteccionista, prescribe que se tendrá como lugar de celebración del
contrato, el del domicilio del usuario o consumidor cuando se tratare de una
transacción comercial, haciendo la salvedad que las partes pueden estar en
cualquier parte, tal como ocurre en el mundo virtual, que a priori, rompe con el
principio de la lex fori pero que finalmente termina aplicándose en virtud de la
referencia física del domicilio, tal como se señala en nuestra legislación de
Comercio Electrónico.
Por su parte, el Código Civil Paraguayo, en el capítulo de los contratos –
interpretamos que hace alusión a los contratos entre ausentes–, establece que el
lugar de celebración del contrato es donde se formula la oferta, regla que sería
aplicable a los contratos convencionales, cuando las partes actúan en igualdad de
condiciones, no en el caso de las transacciones comerciales electrónicas, donde no
existe paridad de “fuerzas” entre las partes, en cuyo caso, se debería aplicar el
precepto incorporado en la ley de comercio electrónico.

La situación que se plantea en el mundo virtual es que las partes pueden estar en
cualquier lugar geográfico, por lo que es complejo determinar dónde se formuló la
oferta, y en consecuencia del lugar de celebración del contrato; a ese efecto la ley
de Comercio Electrónico hace una presunción estableciendo como referencia el
domicilio de usuario o consumidor para fijar el lugar de celebración del acto jurídico,
que permitirá a su vez, dilucidar la jurisdicción competente en caso de litigio.

Podemos concluir que la regla a aplicar para determinar el lugar de celebración,


cuando se tratare de contratos electrónicos de carácter comercial en una relación
proveedor –usuario/consumidor, es la prescripta en la ley de comercio electrónico
en sustitución de la norma del código civil, sin embargo, esta seguirá vigente para
los demás tipos de contratos.

Si bien la ley hace una presunción del lugar de celebración del contrato, nada obsta
que las partes voluntariamente puedan prorrogarlo, pero siempre apuntando que en
caso de encontrarse en una situación desventajosa procesalmente hablando, el
consumidor o usuario podrá optar por la regla indicada en la norma.

Otra situación se da cuando la transacción es entre proveedor a proveedor, en cuyo


caso no es aplicable la regla proteccionista sino la de carácter general establecida
en el Código Civil, en cuya situación, deberá determinarse el lugar de la oferta que
en el mundo virtual no es sencillo, ¿la oferta se hace en el lugar donde se encuentra
el servidor de web del proveedor? ¿En el lugar donde se encuentra el prestador de
servicios de Internet? ¿el lugar donde el usuario o consumidor navega en el
catálogo de productos o servicios? ¿En el lugar donde se encuentra la tienda física
del proveedor? en fin, la oferta puede formularse desde múltiples ubicaciones, más
siempre habrá una referencia física que nos permita determinarlo.

La virtualidad del lugar donde las partes se encuentran es una de las


complicaciones del contrato electrónico, más no es impedimento para su práctica,
ya que las mismas partes pueden señalar la referencia física para determinar el
lugar de celebración, salvo, reiteramos, ello implique una desventaja para la parte
más débil, ante cuya eventualidad, se presumirá celebrado en el domicilio de éste.

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