En 1985, con 22 años de edad, como estudiante de educación física del
Instituto Universitario Pedagógico de Maracay, era beneficiario de una beca- trabajo, cumpliendo funciones de instructor de la Sala de Musculación, con una asignación mensual de 430 bolívares (equivalentes a uno 33 dólares americanos). Al respecto, recuerdo, que el cobro (a final del mes) me permitía adquirir uno que otro libro para mi biblioteca, sacar copias y pagar pasajes internos en Maracay y hacia San Juan de los Morros los fines de semana. Sin embargo, siempre “quedaba algo para las frías” y los sábados generalmente, al reunirme con los amigos de la calle Sendrea de San Juan, siendo uno de los pocos del grupo que contaba con un ingreso de dinero, “me manifestaba” con cuarenta bolívares (Bs.40) para comprar una caja de “polarcita” bien fría en la licorería más cercana. En ocasiones, cuando alguno de los amigos disponía de un vehículo, hacíamos lo posible por reunir 100 bolívares, “un marrón”. Con ese dinero íbamos al depósito de POLAR ubicado frente a la conocida Tasca “Mama Mía” y comprábamos dos cajas de cervezas (cada una por 36 bolívares) una bolsa de hielo grande por 10 bolívares y los 18 bolívares restantes en una caja de cigarros para los fumadores y papas fritas. Tal cual, con 36 bolívares, usted compraba su caja de cervezas Polar. Así eran las cosas en la mal llamada “Cuarta República” en 1985. Por esas razones, no puede menos que hacerme ruido ensordecedor (así como imagino les causa a mis contemporáneos), escuchar que una caja de la misma “polarcita” el 15 de diciembre 2019 en mi país, “tenía” un precio (temporal porque puede subir en cuestión de horas, pero jamás bajar) de un millón dieciocho mil soberanos (1.018.000 S.). Pero resulta, que para quienes nacimos en los sesenta, es imposible no sacar las cuentas para una comparación objetiva y por lo tanto a ese millón (para redondear) de “soberanos” que antes se llamaron “fuertes” y primero (hasta 2007) fueron los únicos “bolívares” que había conocido Venezuela en su historia, debemos inicialmente sumarle los cinco ceros que quitó Maduro, con lo que nos queda 100.000.000.000 que se lee “CIEN MILLARDOS DE BOLÍVARES”. En términos similares, al añadir los tres ceros que suprimió el “más grande traidor de la historia de la humanidad, solo superable por Judas Iscariote”, tendríamos la siguiente cifra: “100.000.000.000.000”, es decir, “CIEN BILLONES DE BOLÍVARES”. Así pues, amigo mío, como a mí, tal vez le cueste asimilar, que aquella cajita de polarcitas de fin de semana que yo compraba con mis amigos por tan solo 36 bolívares hace treinta y cuatro años, hoy tiene un “precio solidario y revolucionario” de CIEN BILLONES DE BOLÍVARES. Como decía el ilustre periodista y político Óscar Yanes, “Así son las cosas”.