CUADRAGÉSIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE MI ABUELO PATERNO NARCISO ZAMORA MENA
DE ALPARGATERO A HACENDADO
El martes 16 de diciembre de 1879, nació en la población de Villa de
Cura, mi abuelo paterno Narciso Zamora Mena. La llegada al mundo de Narciso, hijo del matrimonio celebrado entre Rafael Zamora y Clotilde Mena, se produjo justo dos años antes de ser declarada Villa de Cura, capital del Gran Estado Guzmán Blanco (que agrupaba Aragua, Guárico, Miranda y Nueva Esparta), categoría que el pequeño poblado ostentó desde 1881 hasta 1889. Creció mi abuelo junto a sus hermanos Felipe, Carmen y María Zamora Mena, recibiendo la educación elemental de la época, antes de iniciarse en la actividad laboral necesaria para el sostén de la familia en virtud del fallecimiento de mi bisabuelo. Ya en el siglo XX, los Zamora Mena, se mudaron junto a su madre a una humilde vivienda ubicada en la calle El Comercio N°21 de Villa de Cura. Para ese tiempo, en compañía de su hermano Felipe incursionó mi abuelo en el negocio de fabricación y venta de alpargatas, prenda muy usada para la época en la mayoría de los pueblos de Venezuela. De esa forma, precedido siempre por los principios y valores hogareños, inculcados con especial atención por su madre doña Clotilde y en medio de una vida signada por la austeridad, Narciso, hizo prosperar aquel pequeño negocio y pudo reunir la cantidad de cuarenta mil bolívares, con los cuales decidió adquirir unos terrenos ubicados a 9 kilómetros al noreste de Villa de Cura en la vía hacia El Cortijo. En efecto, el miércoles 14 de abril de 1920, Narciso Zamora Mena adquirió del señor León Carabaño una posesión agrícola y pecuaria denominada “El Retiro” de 727 hectáreas, cuyo lindero norte era el río Tucutunemo, circunstancia que privilegiaba las actividades de riego y proporcionaba importante valor al inmueble. Asimismo, como resultado de una gestión propia del “buen padre de familia”, don Narciso incrementó significativamente el patrimonio particular y familiar, cuando en 1930, el viernes 16 de mayo, compró al señor Hermógenes Landa, un terreno de riego adyacente a “El Retiro”, situado en la misma Sierra del Norte del entonces Distrito Zamora, pasando a formar ambos un solo cuerpo, que bautizó con el nombre de “Los Aguacates”. Para esa época, mi padre, Rafael Cecilio Zamora, nacido el 30 de abril de 1922 de la unión no matrimonial de don Narciso y mi abuela Josefina Linero, había recibido la protección paterna, habitando la misma vivienda de la Calle El Comercio de Villa de Cura, disfrutando del amor, atenciones y crianza proporcionados por su padre, abuela y tíos. Fue el propio don Narciso, quien lo inscribió en la escuela Arístides Rojas para cursar su educación elemental y, en su tiempo libre, el niño Rafael Cecilio frecuentaba los terrenos mencionados, siendo cautivado por su belleza natural, aprendiendo a querer y proteger la flora y la fauna. A principios de la década siguiente, el sábado 12 de julio de 1933, falleció a los 53 años de edad en su pueblo natal, el hombre humilde, honrado y trabajador que fue don Narciso Zamora Mena. Por tal motivo, la administración de la hacienda “Los Aguacates” pasó a manos de su hermano Felipe, hasta que doña Clotilde Mena de Zamora, decidió, pocos meses antes de morir, proceder a la venta de la propiedad heredada de su hijo Narciso, al señor Arturo Sanz Febres, el jueves 18 de abril de 1940. No obstante, tres valiosas enseñanzas se desprenden de la vida de mi abuelo Narciso: el premio al esfuerzo en medio de una vida honorable que lo llevó “de alpargatero a hacendado” (ambos oficios dignos y encomiables); los principios y valores modelados para su hijo, mi padre Rafael Cecilio Zamora Linero y finalmente, la significación de ambas existencias para la formación familiar y ciudadana de los hermanos Zamora Hernández.