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PAPELES DEL EXILIO 2021 N° 75

HOY, 16 DE DICIEMBRE DE 2021, EN EL CENTÉSIMO


CUADRAGÉSIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE MI
ABUELO PATERNO NARCISO ZAMORA MENA

DE ALPARGATERO A HACENDADO

El martes 16 de diciembre de 1879, nació en la población de Villa de


Cura, mi abuelo paterno Narciso Zamora Mena.
La llegada al mundo de Narciso, hijo del matrimonio celebrado entre
Rafael Zamora y Clotilde Mena, se produjo justo dos años antes de ser declarada
Villa de Cura, capital del Gran Estado Guzmán Blanco (que agrupaba Aragua,
Guárico, Miranda y Nueva Esparta), categoría que el pequeño poblado ostentó
desde 1881 hasta 1889.
Creció mi abuelo junto a sus hermanos Felipe, Carmen y María Zamora
Mena, recibiendo la educación elemental de la época, antes de iniciarse en la
actividad laboral necesaria para el sostén de la familia en virtud del
fallecimiento de mi bisabuelo.
Ya en el siglo XX, los Zamora Mena, se mudaron junto a su madre a una
humilde vivienda ubicada en la calle El Comercio N°21 de Villa de Cura. Para
ese tiempo, en compañía de su hermano Felipe incursionó mi abuelo en el
negocio de fabricación y venta de alpargatas, prenda muy usada para la época
en la mayoría de los pueblos de Venezuela.
De esa forma, precedido siempre por los principios y valores hogareños,
inculcados con especial atención por su madre doña Clotilde y en medio de una
vida signada por la austeridad, Narciso, hizo prosperar aquel pequeño negocio
y pudo reunir la cantidad de cuarenta mil bolívares, con los cuales decidió
adquirir unos terrenos ubicados a 9 kilómetros al noreste de Villa de Cura en la
vía hacia El Cortijo.
En efecto, el miércoles 14 de abril de 1920, Narciso Zamora Mena
adquirió del señor León Carabaño una posesión agrícola y pecuaria denominada
“El Retiro” de 727 hectáreas, cuyo lindero norte era el río Tucutunemo,
circunstancia que privilegiaba las actividades de riego y proporcionaba
importante valor al inmueble.
Asimismo, como resultado de una gestión propia del “buen padre de
familia”, don Narciso incrementó significativamente el patrimonio particular y
familiar, cuando en 1930, el viernes 16 de mayo, compró al señor Hermógenes
Landa, un terreno de riego adyacente a “El Retiro”, situado en la misma Sierra
del Norte del entonces Distrito Zamora, pasando a formar ambos un solo
cuerpo, que bautizó con el nombre de “Los Aguacates”.
Para esa época, mi padre, Rafael Cecilio Zamora, nacido el 30 de abril de
1922 de la unión no matrimonial de don Narciso y mi abuela Josefina Linero,
había recibido la protección paterna, habitando la misma vivienda de la Calle
El Comercio de Villa de Cura, disfrutando del amor, atenciones y crianza
proporcionados por su padre, abuela y tíos.
Fue el propio don Narciso, quien lo inscribió en la escuela Arístides Rojas
para cursar su educación elemental y, en su tiempo libre, el niño Rafael Cecilio
frecuentaba los terrenos mencionados, siendo cautivado por su belleza natural,
aprendiendo a querer y proteger la flora y la fauna.
A principios de la década siguiente, el sábado 12 de julio de 1933, falleció
a los 53 años de edad en su pueblo natal, el hombre humilde, honrado y
trabajador que fue don Narciso Zamora Mena.
Por tal motivo, la administración de la hacienda “Los Aguacates” pasó a
manos de su hermano Felipe, hasta que doña Clotilde Mena de Zamora, decidió,
pocos meses antes de morir, proceder a la venta de la propiedad heredada de su
hijo Narciso, al señor Arturo Sanz Febres, el jueves 18 de abril de 1940.
No obstante, tres valiosas enseñanzas se desprenden de la vida de mi
abuelo Narciso: el premio al esfuerzo en medio de una vida honorable que lo
llevó “de alpargatero a hacendado” (ambos oficios dignos y encomiables); los
principios y valores modelados para su hijo, mi padre Rafael Cecilio Zamora
Linero y finalmente, la significación de ambas existencias para la formación
familiar y ciudadana de los hermanos Zamora Hernández.

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