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de la Nación
Dulio I. Liberman
Ello resulta claro y necesario, tal como lo entendieron los redactores al destacar:
“…la relevante transformación que aporta el lenguaje empleado. Es un sello propio del
CCyC el uso de un lenguaje llano, comprensible para el principal destinatario de las
normas y, por otro lado, neutral y respetuoso de las nociones de pluralismo e igualdad/no
discriminación. En este sentido, se ha puesto un esmerado cuidado en la elección de los
términos empleados; esta cuestión es importante ya que, si bien es cierto que el
lenguaje es arbitrario en cuanto a sus reglas y sus estructuras, no se reduce a una mera
función instrumental. En él se expresa un sistema de valores que subyace en las palabras;
el lenguaje no es neutro; por el contrario, tiene una faz simbólica que puede legitimar
ciertas realidades o condenarlas a la no existencia”[1].
“Nuestro Código Civil y Comercial fue sancionado luego de una década de la vigencia de
la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, pero sin embargo, no
incorporó de manera completa ni sistemática la terminología que surge de esa norma
internacional… la norma nacional debió utilizar la misma nomenclatura que la
Convención incluso aclarando en qué acepción usaba los términos en cada caso”[2].
Reflexionando sobre este pretendido cambio, su nota esencial creo debería ser la
“novedad” normativa. Al respecto recordemos que al Código Civil de Vélez Sarsfield
debemos adicionarle las modificaciones normativas y jurisprudenciales posteriores.
“tiene por objeto asegurar el derecho a la protección de la salud mental de todas las
personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental
que se encuentran en el Territorio Nacional, reconocidos en los instrumentos
internacionales de Derechos Humanos, con jerarquía constitucional, sin perjuicio de las
regulaciones más beneficiosas que para la protección de estos derechos puedan
establecer las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.
En particular sobre el “Impacto de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad”, el Dr. Seda explica con claridad este fenómeno análogo y es claro al decir
que con relación al mayor reconocimiento de los derechos de las personas con
discapacidad “esta orientación jurisprudencial viene desarrollándose de manera continua
y permanente desde mucho tiempo antes”[5].
En ese sentido, Kemelmajer de Carlucci lo expresa con suma claridad y acude a la idea
de ductilidad, y nos dice que ella:
“…es nota esencial o característica en el Código Civil y Comercial que descarta reglas
intransigentes; por el contrario, se nutre de un espíritu de permeabilidad, con espacio
suficiente para todos los proyectos y diseños de vida, en el aspecto personal, familiar y
social de la persona. Este Código, tal como se autodefine en sus Fundamentos, se
presenta como un "código de la igualdad", basado en un "paradigma no discriminatorio", y
procura soluciones adecuadas a la identidad personal, a la mismidad de la persona
humana.”[6].
En el mismo sentido,
“El cambio radical de régimen impreso por el nuevo Código avanza sustancialmente, al
establecer un sistema claro, que exige el diseño artesanal y personalizado de un régimen
de restricciones a la capacidad, eliminando la declaración de incapacidades o
inhabilitaciones por motivo de discapacidad y su automática sustitución por un
curador”[7].
La tarea no es menor, y a ella pueden y deben contribuir todos los operadores jurídicos,
toda vez que la norma es amplia y puede validar múltiples soluciones.
“En este sentido, (…) el juez debe usar sus poderes discrecionales para conciliar el
respeto del derecho en la búsqueda de una solución justa. Los principios, afirma el autor,
funcionan como topoi (lugares comunes) en los cuales los jueces pueden recurrir en la
fundamentación de sus decisiones. Se demuestra la existencia de una lógica propia del
derecho, que es la lógica de lo razonable”[8].
Tal como ha sido redactado, el Código Civil y Comercial de la Nación facilita la tarea del
abordaje en esta clase de procesos con un marco de referencia permanente a los
principios y valores que deben inspirarla y que dado el amplio margen de apreciación, se
constituye para el Juez en un terreno fecundo para lograr respuestas personalizadas no
estereotipadas que ayuden -como pretenden sus redactores- a reconocer y brindar lo que
la persona necesita para el ejercicio de su capacidad.
El Código Civil y Comercial de la Nación resume en sí y como una de las fuentes del
derecho la necesidad de que sea el juez quien, recurriendo al sistema jurídico todo,
diseñe una norma individual con sus dimensiones normativa, de valores y de la realidad
que precise la persona con discapacidad, sin olvidar que el diálogo de fuentes siempre
fue posible y que muchos jueces ya lo hacían.
El juez de primera instancia declaró demente e incapaz para administrar sus bienes y
dirigir su persona a la causante y designó como curadores definitivos en forma conjunta a
sus hermanos. La Cámara revocó la sentencia estableciendo la restricción del ejercicio de
la capacidad jurídica de la causante únicamente para los actos detallados en la sentencia
y designó como apoyo a su hermano.
En primer lugar que el Juez de grado decida declarar demente e incapaz para administrar
sus bienes y dirigir su persona a la causante, pues ello no se ajusta al ordenamiento
normativo vigente al momento de dictar la resolución en crisis, atento a que debería de
haber especificado las funciones y actos que se limitan, procurando que la afectación de
la autonomía personal sea la menor posible; en segundo lugar la calificación de
"demencia" y de la determinación de "Incapacidad para administrar sus bienes y dirigir su
persona"; la calificación impuesta resulta violatoria de los estándares internacionales de
derechos humanos, en especial, de las normas contenidas en la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad (Ley Nº 26.378) debido a que no especifica los
actos cuyo otorgamiento se limitan y el lenguaje empleado es discriminatorio y violatorio
de los derechos fundamentales básicos de la causante, al declararla "demente"; en tercer
lugar que el Tribunal, al momento de su fallo, inste a la eliminación de los términos
"demencia", "demente" y similares en la sentencia dictada y su reemplazo por el nombre
de la persona y la modificación de la calificación jurídica por la de "restricción a la
capacidad", con especificación de los actos que se limitan y por último sobre la
designación de dos curadores conjuntos al entender que se ha perjudicado el derecho de
defensa. Que si bien en el decisorio en crisis se reconoce que la causante ha expresado
de forma manifiesta no solo que quiere que A., D. sea su curador, sino que no quiere que
B., D. lo sea y, pese a ello se designa en forma conjunta a ambos hermanos como
curadores definitivos.
En tal sentido el Dr. Lorenzetti ha expresado que «El principio que prevé el art. 7° es el
de la aplicación de la ley nueva a las consecuencias de las relaciones y situaciones
existentes»”.
Respecto del sistema normativo a aplicar, la sentencia es clara en cuanto a las fuentes
que debieron ser aplicadas por el juez de grado al sentenciar. Se dice
En este punto se funda debidamente la sentencia siendo bastante claros respecto de las
limitaciones impuestas al ejercicio de la capacidad de la persona.
“Sin perjuicio de que al revocar la sentencia del Juez de grado en todos sus términos el
presente agravio ha caído en abstracto, entiendo que corresponde recomendar al Juez de
grado a fin de que en lo sucesivo evite utilizar las calificaciones empleadas en la
sentencia de fs. 216/220. Ello en razón de que la utilización de los términos «demencia»,
«demente», «incapaz» y otros utilizados por el a quo no solo resultan violatorios de la
CDPD, donde como ya exprese se consagra un nuevo paradigma de capacidad y de
igualdad de trato, sino que también la elección de los términos empleados en este tipo
de procesos resulta una cuestión importante ya que -como bien expresan Casas y López
Testa- si bien es cierto que el lenguaje es arbitrario en cuanto a sus reglas y sus
estructuras, no se reduce a una mera función instrumental…”[13].
En definitiva, de los extractos del fallo se desprende que la situación de la persona cuya
capacidad se sometió a consideración se vio atravesada en el tiempo por el cambio
legislativo.