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EFECTOS.
Requisitos generales:
El artículo refiere a la relación de poder adquirida en forma singular. Para que eso
ocurra, se necesita el mínimo elemento volitivo que saque a la relación del mero ámbito
de la yuxtaposición local y la toma del corpus. Para ello, necesita la voluntariedad de la
persona que pretende establecer dicha relación.
Para unir a la persona y la cosa en la relación fáctica se requiere:
a. capacidad de la persona: El titular debe ser capaz. El CCyC siguiendo al C de
Velez, considera los menores desde los diez años con la capacidad volitiva
suficiente para adquirir la posesión, ahora, ampliando a todas las relaciones
fácticas de poder.
b. Corpus. Se hace mención a los tres medios para obtener el corpus:
*un contacto con la cosa
*la posibilidad física de establecerlo
*o cuando ella ingresa en el ámbito de custodia del adquirente.
En primer lugar aparece el típico supuesto por el que el titular toma la contacto
físico con la cosa objeto de la relación real y se apodera de la misma. Pero no es
estrictamente necesario el contacto, dado que basta la posibilidad física de
establecerlo aunque no se haga en el momento. Y por último se prevé también el
caso en que la cosa entra dentro del ámbito de custodia del adquirente. Ej: se la
deja en un depósito perteneciente al titular o en su casa.
c. Animus. La norma no se refiere al animus en cuanto a todas las relaciones de
poder en general. Ya que, depende de la manera de conducirse de su titular para
que se juzgue que existe posesión o simple tenencia. La ley presume, en este
caso (salvo prueba en contrario), que existe posesión y el art. 1928 establece qué
actos son considerados actos posesorios, por lo que de los mismos se deducirá
que existe posesión.
Art. 1923 CCyC. Modos de adquisición. “Las relaciones de poder se adquieren por la
tradición. No es necesaria la tradición, cuando la cosa es tenida a nombre del
propietario, y éste pasa la posesión a quien la tenía a su nombre, o cuando el que la
poseía a nombre del propietario, principia a poseerla a nombre de otro, quien la
adquiere desde que el tenedor queda notificado de la identidad del nuevo poseedor.
Tampoco es necesaria cuando el poseedor la transfiere a otro, reservándose la tenencia
y constituyéndose en representante del nuevo poseedor. La posesión se adquiere
asimismo por el apoderamiento de la cosa”.
Los modos de adquisición pueden ser bilaterales o unilaterales. El artículo enumera los
mismos y describe los institutos de traditio brevi manu y constituto de posesorio.
2. Adquisición unilateral.
La última parte del artículo 1923, establece que la posesión se adquiere por el
apoderamiento de la cosa (adquisición unilateral). La legislación anterior hablaba de
“aprehensión” u “ocupación”, entendiendo que el primero de los vocablos era más
apropiado para las cosas muebles y el segundo para los inmuebles.
Cuando se habla de apoderamiento se está refiriendo a obtener una relación real de
poder sobre la cosa. Siendo más apropiada, ya que la palabra aprehensión puede
referirse también a la adquisición del corpus sea unilateral o bilateral de muebles.
Ante la falta de norma específica (a diferencia del C de Vélez) debe considerarse
incluidos dentro del apoderamiento los casos de toma de posesión de la cosa
mueble o inmueble sin el consentimiento del actual titular de la relación real.
La conducta de quien unilateralmente realiza un acto de apoderamiento de la cosa puede
ser:
*lícita cuando se trata de cosas susceptibles de apropiación del art. 1947 inc. A
*ilícita cuando la persona se apodera de la misma en contra de la voluntad de quien
viene detentando la relación real.
La palabra tradición viene del verbo romano tradere: Poner en manos de otro, entregar,
y equivale a entrega o trasmisión de la cosa por cualquier título.
Más simplemente, puede decirse que es la entrega de la cosa con el objeto de transmitir
una relación real sobre la misma.
Es un acto voluntario lícito (acto jurídico) y bilateral ya que requiere la voluntad
coincidente del tradens y accipiens.
Como acto voluntario, deben concurrir los siguientes requisitos:
*Ser ejecutado con discernimiento, intención y libertad (elemento subjetivo) que se
manifiestan por un hecho exterior (elemento objetivo)
*Se requiere también la capacidad necesaria para el tipo de relación de poder que se
pretenda establecer.
*El hecho exterior se configura por el cumplimiento de los actos materiales exigidos en
el art. 1924 del CCyC
*Es un acto que no goza de libertad de formas sino que debe hacerse de la manera que
indica el Código en los arts. 1924 y 1925 del CCyC.
Naturaleza jurídica.
1) Acto jurídico bilateral patrimonial. El CCyC no clasifica a los actos jurídicos
en unilaterales y bilaterales como lo hacía el C de Vélez. No obstante, esta
diferenciación subyace en su régimen y de allí que no sea dudoso que la
tradición es en esencia un acto jurídico bilateral, ya que para su conformación es
menester que confluyan las voluntades de dos partes: tradens y accipiens.
2) Revestido de las formas establecidas por la ley. De la lectura del art. 284 con
relación a la forma, se infiere que un acto es formal cuando la ley “designa una
forma determinada para la exteriorización de la voluntad”. En la tradición, debe
consistir en la realización de actos materiales de, por lo menos, una de las partes.
3) Tiene por finalidad transmitir un derecho real y extinguir una obligación.
La finalidad de la tradición traslativa de derecho real es precisamente la
transmisión del derecho real respectivo, y paralelamente la de extinguir una
obligación al importar el cumplimiento de ella, o sea, su pago.
Entrega de documentos.
Una norma similar se encontraba en el C de Vélez pero haciendo referencia a las cosas
muebles que no estaban presentes. La nueva redacción del CCyC elimina la necesidad
de que las cosas no estén presentes.
Se trata, en definitiva, de una manera de concretar la tradición para las cosas
muebles. Ya que:
* Los conocimientos, remiten al transporte marítimo.
*Las cartas de porte, al terrestre.
*La factura es la nota o detalle que el vendedor remite al comprador con la indicación
de especie, calidad, cantidad y precio de las mercaderías. El art. 1145 del CCyC dispone
que el vendedor debe entregar al comprador una factura que describa la cosa vendida, su
precio o la parte de éste que ha sido pagada y los demás términos de la venta.
SUSTITUCIÓN DE LA TRADICIÓN.
1. Traditio brevi manu.
En los dos casos que plantea la norma habla de “propietario” o de “tenedor” y de quien
posee a nombre de otro, es decir, el tenedor. Pero el supuesto no sólo es aplicable a los
extremos de poseedor a título de dueño- tenedor, sino que puede incluir también toda la
gama de derechos reales sobre cosa ajena que se ejercen por la posesión en alguno de
los extremos. Se contemplan dos casos que es posible la figura:
a. Ascenso en la relación real. En el primer caso, dice el art. 1923 del CCyC, es aquel
en el cual la cosa es tenida a nombre de propietario, y éste pasa la posesión a quien la
tenía a su nombre. Es el caso típico del locatario que pasa a ser poseedor al adquirir la
cosa.
Puede ocurrir que la cosa esté poseída, por alguien pero a título no de dueño, sino de
usufructuario, usuario, acreedor anticresista, por ejemplo, y adquiere el dominio,
pasando a ser poseedor a título de dueño y no a uno de menor calidad. También es
posible que quien es tenedor a nombre de dueño pase a ser usufructuario dado que aquél
le constituye un usufructo. O que el locatario del usufructuario adquiera el usufructo.
La circunstancia que en estos casos no se exija la tradición es que no tendría un
propósito práctico. Ya que sino, el tenedor debería entregar la cosa al dueño para que
éste a su vez, cumpliendo con el contrato, se la volviera a entregar inmediatamente. La
función principal es simplificar las formalidades superfluas por la disposición legal.
b. Desplazamiento de la posesión manteniéndose el tercero ocupante. En el segundo
caso previsto por la norma, el que la poseía a nombre del propietario, principia a
poseerla a nombre de otro, quien la adquiere desde que el tenedor queda notificado de la
identidad del nuevo poseedor.
El tenedor que poseía a nombre de una persona (propietario inicial) pasa a poseer en
nombre de otra (nuevo propietario) una vez que el tenedor ha sido notificado. Es el caso
aquel donde el dueño enajena la cosa que estaba ocupada por un tercero tenedor y éste
comienza a tenerla por el nuevo dueño.
Al igual que en el caso anterior, no sólo se aplica al tenedor, sino también al poseedor
usufructuario.
En todos los casos bastará con la notificación a quien detenta la cosa para tener por
sucedido el nacimiento de la nueva relación de poder como si hubiere habido tradición.
2. Constituto posesorio:
Tampoco es necesaria la tradición, afirma el artículo, cuando el poseedor transfiere a
otro, reservándose la tenencia y constituyéndose en representante del nuevo poseedor.
Es el caso inverso de la traditio brevi manu. El poseedor transfiere a otro, pero queda
detentando la cosa como tenedor. El caso típico es el del dueño que enajena la cosa,
pero permanece en la misma como locatario o comodatario.
La exigencia del nuevo contrato que no aparecía expresamente en el C de Vélez como
así tampoco se presenta en el actual, se explica únicamente en que es un elemento para
juzgar la seriedad de la operación y que tanto la enajenación como la persistencia del
corpus del antiguo poseedor no respondan a una simulación sino a la realidad.
Adquisición de la posesión
Unilateral Bilateral
(Contra la voluntad (Con consentimiento
del poseedor) del poseedor)
Art. 2239 CCyC. Acción para adquirir la posesión o la tenencia. “Un título válido
no da la posesión o tenencia misma, sino un derecho a requerir el poder sobre la cosa.
El que no tiene sino un derecho a la posesión o a la tenencia no puede tomarla; debe
demandarla por las vías legales”
El ordenamiento jurídico procura erradicar la violencia y entre otras medidas
conducentes a ese efecto, proscribe la justicia por mano propia y encauza, por vía
judicial, el reclamo para mantener o recuperar la posesión o la tenencia. No obstante el
artículo solo refiere a la acción “para adquirir” la posesión o la tenencia, la finalidad de
erradicar la violencia hace que deba extenderse la obligatoriedad de recurrir a las “vías
legales” también para recuperarlas, en este caso, a través de la acción posesoria de
despojo y la acción reivindicatoria.
Al igual que su antecedente (art. 2468 del C de Vélez), la norma en comentario sostiene
que por más que exista un título válido que otorgue derecho a la posesión, y no la
posesión misma, esta no se puede tomar de propia autoridad, sino que debe reclamarse
por las correspondientes vías legales. Es decir, que quien tiene un derecho a la posesión
o a la tenencia no puede tomarlas por sí mismo en caso de oposición, sino que debe
reclamarlas a través de los remedios que el ordenamiento legal le pone a disposición, los
cuales deben distinguirse, según la cosa se encuentre en poder del obligado a la
transmisión o en manos de un tercero. Es así que para adquirir la posesión o la tenencia
pueden intentarse las siguientes vías legales:
a. Acción por cumplimiento de contrato. La acción personal derivada del acto o
contrato por el cual se deba entregar la cosa en posesión o tenencia. Esta acción
por cumplimiento de contrato, tramitirá por juicio ordinario o sumario, según lo
dispongan las leyes de procedimiento.
b. Acción real reivindicatoria. Si la cosa inmueble adquirida por una persona
mediante un contrato de compraventa pasado por escritura pública (título
suficiente) está en poder de un tercero, el adquirente podrá hacer uso de la
acción reivindicatoria para hacerse de la posesión, pese a no ser aún dueño de la
cosa, siempre que el título del vendedor sea de fecha anterior a la posesión del
demandado, pues la compraventa implica la cesión tácita de todas las acciones al
comprador, entre ellas, la reivindicatoria, si no hubo manifestación contractual
en contrario
c. Interdicto de adquirir. Si bien las leyes procesales indican como opción o
remedio para estos casos iniciar el interdicto de adquirir, dicha alternativa es de
imposible aplicación en el medio, por las exigencias que se disponen en la
materia. En efecto, se requiere:
* que nadie tenga título sobre la cosa que constituye el objeto del interdicto
(en rigor, si es inmueble, ante la falta de dueño conocido, corresponde al Estado;
si es mueble, por carecer de dueño o haber sido abandonada por éste, se obtiene
por su sola aprehensión sin necesidad de acudir a vía procesal alguna)
* que nadie se encuentre en la posesión o tenencia efectivas de ella (por lo
antes indicado, si es un inmueble, siempre habrá poseedor; si es mueble, ante su
ausencia, se adquiere por apropiación).
Art. 607. Código Procesal Civil. “Para que proceda el interdicto de adquirir se
requerirá:
a. que quien lo intente presente título suficiente para adquirir la posesión o la
tenencia con arreglo a derecho
b. que nadie tenga título de dueño o de usufructuario de la cosa que constituye el
objeto del interdicto
c. que nadie sea poseedor o tenedor de la misma cosa”
Este interdicto no participa de la naturaleza de los restantes interdictos o
acciones posesorias pues tiene por objeto una posesión nunca habida. No se trata
de un poseedor que ha sido turbado o ha perdido la posesión por lo que es un
interdicto que protege a quien todavía no es poseedor.
El proceso puede convertirse en ordinario o sumario o debe iniciarse otro
proceso de conocimiento cuando
* el interdicto queda sin objeto legal posible
* si algún contradictor invocase a su vez título de propietario, usufructuario o
poseedor.
En cambio, si el objetante sólo alega la tenencia el juicio tramitará por vía
sumarísima.
En el interdicto se resuelve con carácter provisorio. La sentencia se dicta sin
perjuicio de mejor derecho.
Art. 1931. Extinción. “La posesión y la tenencia se extinguen cuando se pierde el poder
de hecho sobre la cosa. En particular, hay extinción cuando:
a. se extingue la cosa
b. otro priva al sujeto de la cosa
c. el sujeto se encuentra en la imposibilidad física perdurable de ejercer la posesión o
la tenencia
d. desaparece la probabilidad razonable de hallar la cosa perdida
e. el sujeto hace abandono expreso y voluntario de la cosa”
El artículo comienza con una disposición de carácter general de la que luego los incisos
son aplicaciones particulares. Casos particulares:
a. Extinción de la cosa. Si la cosa se extingue o se destruye evidentemente cesa toda
posibilidad de relación de poder sobre la misma. Como decía el C de Vélez “El objeto
que se posee deja de existir, sea por la muerte, si fuese cosa animada, sea por la
destrucción total, o si fuese de otra naturaleza”. El ejemplo del primer caso es la muerte
de un animal, en el segundo, podría ser la destrucción de un cuadro reducido a cenizas.
b. Privación al sujeto de la cosa. Estos casos eran contemplados en el C de Vélez,
cuando se producía la pérdida de la posesión con violencia, por la usurpación como
también por la interversión del título. El inc b del actual CCyC simplifica todos los
casos que por el actuar de un tercero se prive al titular de la relación real de su poder de
hecho sobre la cosa. Ello extingue de forma inmediata la posesión, independientemente
que, dados los extremos pueda llegar a recuperarla mediante las acciones posesorias o
reales según sea el caso. La relación, por lo tanto, puede extinguirse tanto por robo con
violencia como por hurto u ocupación clandestina del inmueble ajeno a la vista de
todos.
c. Imposibilidad física perdurable de ejercer la posesión o tenencia. La
imposibilidad debe ser perdurable en el tiempo (y por perdurable debe entenderse
prácticamente definitivo).
d. Desaparición de la posibilidad razonable de hallar la cosa perdida. Mientras haya
posibilidad razonable de hallarla se conserva la posesión. La probabilidad razonable de
encontrar la cosa es una cuestión de hecho. Por supuesto que el transcurso del tiempo va
tornando la probabilidad cada vez menos razonable, hasta que no cabe más que concluir
que se ha perdido la cosa.
e. Abandono expreso y voluntario de la cosa. El caso más usual es el de las cosas
muebles que se arrojan por ya no precisarse, por haberse tornado inservibles, por estar
en malas condiciones o por su obsolescencia. La norma comprende tanto muebles como
inmuebles. El abandono del inmueble sin embargo será poco común y habrá que llenar
los requisitos correspondientes.
Art. 1932 CCyC. Derechos inherentes a la posesión. “El poseedor y el tenedor tienen
derecho a ejercer las servidumbres reales que corresponden a la cosa que constituye su
objeto. También tienen derecho a exigir el respeto de los límites impuestos en el
Capítulo 4 Título 3”.
En nuestro derecho los efectos de la posesión y la tenencia se han acercado cada vez
más. Savigny trató de establecer cuales eran los efectos propios de la posesión.
Concluyó que solo eran:
*los interdictos
*la usucapion
Ya que, la ocupación, la tradición, la acción publiciana, la percepción de frutos, la
posición del detentador en la reivindicatoria que generalmente son reputados como
efectos de la posesión, no tienen ese carácter según Savigny.
Las acciones posesorias en la actualidad son dadas en su totalidad no solo al poseedor
sino también al tenedor, cualquiera sea el carácter de éste.
Se ha criticado al título del artículo ya que pese a decir “derechos inherentes a la
posesión” luego en su contenido habla tanto de la posesión como de la tenencia.
Alterini considera que no solo se trata de derechos inherentes a la posesión
exclusivamente, o si se quiere, a las relaciones de poder, sino que también son derechos
relativos a todas las relaciones reales.
El art. 1932 lista dos derechos inherentes a la relación de poder del poseedor y el
tenedor:
A. Ejercer servidumbres reales. Tanto el poseedor como el tenedor pueden ejercer las
servidumbres reales que benefician al inmueble que constituye su objeto. Las
servidumbres reales son inherentes al fundo y benefician a éste por lo que es lógico que
el poseedor y el tenedor puedan gozar de las mismas en tanto y en cuanto su relación se
establece con el fundo. Las servidumbres personales en cambio son constituidas a favor
de persona determinada, sin inherencia al inmueble dominante, siendo lógico que el
poseedor o tenedor no puedan valerse de las mismas.
B. Exigir el respeto a los límites del dominio. También tienen derecho el poseedor y el
tenedor a exigir el respeto a los límites que el código establece en referencia al derecho
real de dominio, y los poseedores y tenedores tienen derecho a exigir a que se observen
esos límites en cuanto pueden resultar perjudicados por su falta de observancia.
Art. 1933 CCyC. Deberes inherentes a la posesión. “El poseedor y el tenedor tienen el
deber de restituir la cosa a quien tenga derecho de reclamarla, aunque no se haya
contraído obligación al efecto”.
Los deberes del poseedor y tenedor son:
A. Deber de restituir la cosa. Por el mero hecho de ser poseedor o tenedor de la cosa el
sujeto de la relación real tiene el deber de restituirla a quien tiene derecho a reclamarla.
La obligación es independiente de la existencia de una obligación (en sentido técnico)
que constriña a esa conducta como contenido de la prestación.
B. Deber de respetar las cargas reales. La denominación “cargas reales” tiene un
sentido técnico, las cargas o gravámenes reales son “con relación al dueño de la cosa,
los derechos reales sobre cosa ajena” (art. 1888 CCyC) por ende lo que esta norma está
consagrando es el deber (correlativo al ius persequendi que gozan los titulares de tales
derechos sobre cosa ajena) del poseedor y tenedor de respetar los mismos.
C. Deber de respetar las medidas judiciales inherentes a la cosa.
D. Deber de respetar los límites de dominio. Tanto el poseedor como el tenedor están
obligados a respetar los límites impuestos en el capítulo 4 título 3 al derecho real de
dominio.
Art. 233 CCyC. Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien produce, de
modo renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
*Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
*Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la cultura de
la tierra.
*Frutos civiles son las rentas que la cosa produce. Las remuneraciones del trabajo se
asimilan a los frutos civiles.
*Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa alteran o
disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales e industriales y los productos forman un todo con la cosa si no
son separados.
Art. 1935 CCyC. Adquisición de frutos o productos según la buena o mala fe.
“La buena fe del poseedor debe existir en cada hecho de percepción de frutos; y la buena o mala
fe del que sucede en la posesión de la cosa se juzga sólo con relación al sucesor y no por la
buena o mala fe de su antecesor, sea sucesión universal o particular.
*El poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los naturales devengados
no percibidos.
*El de mala fe debe restituir los percibidos y los que por su culpa deja de percibir.
*Sea de buena o mala fe, debe restituir los productos que haya obtenido de la cosa.
*Los frutos pendientes corresponden a quien tiene derecho a la restitución de la cosa”
Art. 1936 CCyC. Responsabilidad por destrucción según buena o mala fe.
“El poseedor de buena fe no responde por la destrucción total o parcial de la cosa, sino
hasta la concurrencia del provecho subsistente.
El de mala fe responde de la destrucción total o parcial de la cosa, excepto que se
hubiera producido igualmente de estar la cosa en poder de quien tiene derecho a su
restitución.
Si la posesión es viciosa, responde por la destrucción total o parcial de la cosa, aunque
se hubiera producido igualmente de estar la cosa en poder de quien tiene derecho a su
restitución”
Art. 1938 CCyC. Indemnización y pago de mejoras. “Ningún sujeto de relación de
poder puede reclamar la indemnización por las mejoras de mero mantenimiento ni por
las suntuarias. Éstas últimas pueden ser retiradas si al hacerlo no se daña la cosa.
Todo sujeto de una relación de poder puede reclamar el costo de las mejoras necesarias,
excepto que se haya originado por su culpa si es de mala fe. Puede asimismo reclamar el
pago de las mejoras útiles pero sólo hasta el mayor valor adquirido por la cosa. Los
acrecentamientos originados por hechos de la naturaleza en ningún caso son
indemnizables”.