Está en la página 1de 305

Sumar al amor

Habilidades para mejorar las relaciones en presencia de


emociones intensas

PAULA S. JOSÉ QUINTERO


PABLO GAGLIESI
(editores)

1
José Quintero, Paula S.
Sumar al amor : habilidades para mejorar las
relaciones en presencia de emociones intensas /
Paula José Quintero ; Pablo Gagliesi. - 1a ed. - La
Plata : EDULP, 2021.
Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-8348-86-5

1. Psicología. I. Gagliesi, Pablo. II. Título.


CDD 158.2

Sumar al Amor
Habilidades para mejorar las relaciones en presencia de emociones intensas

PAULA S. JOSÉ QUINTERO Y PABLO GAGLIESI (editores)

EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA (EDULP)


47 N.º 380 / La Plata B1900AJP / Buenos Aires, Argentina
+54 221 427 3992 / 427 4898
edulp.editorial@gmail.com
www.editorial.unlp.edu.ar

Edulp integra la Red de Editoriales de las Universidades Nacionales (REUN)

© 2021 - Edulp
Primera edición, 2021
Edición en formato digital: enero de 2021
Conversión a formato digital: Libresque

2
EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIAS O LO DISTRIBUYES
DIGITALMENTE
Amigo lector:
La obra que usted tiene en sus manos posee un gran valor. En ella, su autor ha vertido
conocimientos, experiencia y mucho trabajo. El editor ha procurado una presentación
digna de su contenido y está poniendo todo su empeño y recursos para que sea
ampliamente difundida, a través de su red de comercialización.
Al fotocopiar o distribuir digitalmente este libro, el autor y el editor dejan de percibir lo
que corresponde a la inversión que han realizado y se desalienta la creación de nuevas
obras. Rechace cualquier ejemplar “pirata” o fotocopia ilegal de este libro, pues de lo
contrario estará contribuyendo al lucro de quienes se aprovechan ilegítimamente del
esfuerzo del autor y del editor.
La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor no solo es
un delito, sino que atenta contra la creatividad y la difusión de la lectura.

3
¡Forma parte de nuestra comunidad!

Facebook: @tresolasediciones
Instagram: @tresolasediciones
Web: www.tresolasediciones.com

4
Sobre los autores

Acerca de los editores

Paula S. José Quintero


Doctora en psicología. Miembro del Equipo de Terapia Dialéctico
Conductual (DBT) de Fundación Foro, Buenos Aires. Coordinadora de
Talleres de entrenamiento en Habilidades para consultantes y sus
familias. Entrenadora en DBT Latinoamérica, afiliada a Behavioral
Tech/Linehan Institute, Seattle. Directora y docente de la formación en
Terapia de Aceptación y Compromiso para graduados en Fundación
Foro. Coautora de los libros Tratamiento Breve de Activación
Conductual para Depresión: Protocolo y guía clínica, Terapia de
Aceptación y Compromiso con Adolescentes y Tratamiento breve de
Activación Conductual para Depresión (BATD): Manual para
Participantes editados por Editorial Akadia.

Pablo Gagliesi
Médico psiquiatra. Es docente y supervisor de los postgrados de Terapias
Cognitivo-conductuales contemporáneas, de Terapia Dialéctico
Conductual (DBT) en la Fundación Foro y otras organizaciones como
universidades, hospitales y centros de estudio. Cofundador de la
Fundación Foro y es coordinador del programa, psicoterapeuta y
psiquiatra de DBT de la institución. Tiene entrenamiento con Behavioral
Tech y es ex Visiting Scholar en la Universidad de Washington/BRTC,
Seattle. Entrenador de DBT para Behavioral Tech, la organización de

5
divulgación de DBT de la Dra. Marsha Linehan. Coordinador de DBT
Latinoamérica, organización asociada a Behavioral Tech para la
diseminación y ha organizado los primeros entrenamientos en castellano
en DBT en América Latina y España. Entre otros escritos e
investigaciones, es coautor del libro de Terapia Dialéctico Conductual:
Introducción al Tratamiento con Consultantes con Desregulación
Emocional.

Acerca de los colaboradores

Anthony DuBose
Doctor en Psicología. Jefe Ejecutivo de Entrenamiento y Director de
CE/CME en Behavioral Tech, LLC., la compañía fundada por Marsha
Linehan, Ph.D., ABPP, para el entrenamiento de profesionales de la
salud mental en Terapia Dialéctico Conductual (DBT). Está certificado
como terapeuta DBT por el DBT- Linehan Board of Certification. Es un
experto reconocido internacionalmente en la aplicación de DBT para
tratar problemas relacionados con suicidio y conductas autolesivas en
adultos y adolescentes, trastorno límite de la personalidad y trastornos
relacionados con el uso de sustancias. Tiene particular interés en la
implementación de tratamientos basados en la evidencia y uno de sus
grandes placeres en la vida es poder trabajar codo a codo con expertos en
salud mental de variados países para traer DBT a Latinoamérica.

Carola Pechon
Psicóloga clínica de adultos especializada en Terapia Cognitivo
Comportamental (TCC). Entrenada en Terapia Dialéctico Conductual
(DBT) en el Instituto Behavioral Tech (EE.UU). Formó parte del primer
equipo de DBT en Argentina, de la Fundación Foro (Bs. As) desde el
año 2005 al 2012, donde se desempeñó como terapeuta individual,

6
coordinadora de grupos de consultantes y familiares. En 2013 se trasladó
a la ciudad de Bariloche. Actualmente desarrolla su propio proyecto
TÁNDEM donde coordina un equipo interdisciplinario.

Carolina Principi
Psicóloga clínica especializada en Terapia de Aceptación y Compromiso
(ACT) y Terapia Dialéctico Conductual (DBT). Integrante del equipo de
Terapia Dialéctico Conductual de Fundación Foro y Coordinadora del
equipo de DBT para adolescentes y Familias en Fundación Foro.
Miembro de la Association for Contextual Behavioral Science (ACBS).
Exdocente de la Universidad de Buenos Aires y actual docente en
diversos posgrados en Terapia Cognitivo-Conductual de segunda y
tercera generación. Supervisora de profesionales y equipos de atención a
adolescentes y familias.

Corrine Rhesa Stoewsand


Doctora en Filosofía de la Universidad de Columbia en Nueva York. Se
radicó a Buenos Aires en 2005 para difundir la Terapia Dialéctico
Conductual en Argentina. Enseña un programa para familiares y
allegados de personas con un diagnóstico de TLP desarrollado junto a
Carola Pechon en Fundación Foro. Autora del libro Validación Genuina:
La comunicación compasiva enfocado en mejorar las relaciones difíciles
en el trabajo y en la casa –próximamente disponible también en
castellano–.

Florencia Duthu
Psicóloga clínica. Coordinadora del Equipo de DBT-TCA (Trastornos
Alimentarios) de la Fundación Foro. Maestría y formación en el
Maudsley Hospital, Institute of Psychiatry, Londres. Miembro de la
International Academy of Eating Disorders. Docente de posgrado en

7
Trastornos Alimentarios en distintas instituciones y en la Universidad
Favaloro.

Gabriela Rodríguez Rey


Psicóloga clínica. Especialista en trastornos de la conducta alimentaria.
Especialista en gestión del sistema de salud. Excoordinadora Área
psicología Clínica Cormillot. Coordinadora psicológica del Equipo de
Trastornos de la Alimentación del Hospital Pirovano. Integrante del
Equipo de trastornos de la conducta alimentaria DBT Fundación Foro.
Orientadora familiar.

Soledad Álvarez Rivera


Psicóloga clínica. Especialista en el trabajo con consultantes con
desregulación emocional. Fue miembro del equipo de Terapia Dialéctico
Conductual de Fundación Foro en donde además de terapeuta individual
se desempeñó como coordinadora de grupo de entrenamiento en
habilidades para consultantes y también para sus familiares y allegados.
Realizó y realiza actividad docente en estas áreas en instituciones
privadas de la ciudad de Buenos Aires.

8
Agradecimientos

Gracias a todas las familias y amigos de personas que padecen


desregulación emocional y que concurrieron a nuestros talleres de
entrenamiento en habilidades. Nos enseñaron a enseñar, a escuchar, a
entender, a corregirnos, a bajar a tierra, a esperar y tener paciencia, a
conocer mejor las dificultades, a tener esperanza. En definitiva, nos
enseñaron a ayudar mejor. Nos sentimos personas afortunadas.

9
Índice

Cubierta
Portada
Créditos
Sobre los autores
Acerca de los editores
Acerca de los colaboradores
Agradecimientos
Prólogo, por Anthony P. DuBose, PsyD
Introducción, por Dra. Paula S. José Quintero y Dr. Pablo Gagliesi
Capítulo 1. ¿Qué es DBT?, por Dra. Paula S. José Quintero
Referencias
Capítulo 2. ¡¿Alguien que nos explique qué nos pasa?!:
Comprendiendo la desregulación emocional, por Dr. Pablo Gagliesi
Vamos palabra por palabra: ¿Qué son las emociones?
¿Qué quiere decir la parte “bio” del modelo biosocial?
¿Cuál es la parte social del modelo biosocial?
Algunos puntos extra
Referencias
Capítulo 3. Mindfulness: experimentando la realidad tal cual es, por
Dra. Corrine Rhesa Stoewsa
Las Habilidades “Qué”

10
Las Habilidades “Cómo”
La sabiduría
Resumen
Referencias
Capítulo 4. Siento luego existo: las emociones como experiencias
ubicuas, por Dra. Paula S. José Quintero
¿Qué son las emociones?
Las emociones son ubicuas e impermanentes
Las emociones no son buenas ni malas
Todas las emociones tienen una función
Las emociones son útiles para cada persona
Si hablamos de respuestas “típicas” ¿significa que hay otras
maneras de responder?
Las emociones nos ahorran tiempo
Las emociones nos comunican cosas importantes
Las emociones son útiles para nuestras relaciones
Las emociones son útiles para la vida en sociedad
Modelo para describir emociones
Sugerencia de práctica
¿Cuándo es el mejor momento para practicar?
Referencias
Capítulo 5. Validación: la comunicación compasiva, por Dra. Corrine
Rhesa Stoewsand
¿Qué validamos exactamente?
Respuestas inválidas
V. Ver y escuchar al otro
A. Aceptar con mente abierta todo lo que siente el otro
L. Limitar reacciones defensivas de uno mismo
I. Identificar las emociones del otro
D. Dar una respuesta empática, sin aconsejar
A. Acompañar al otro

11
R. Reflejar lo que dice el otro
Referencias
Capítulo 6. Describir vs Interpretar: los hechos como soberano, por
Dra. Paula S. José Quintero
Sesgos y heurísticos del juicio
¿Qué hacemos con todo esto?
La diferencia entre Describir y Evaluar
La diferencia entre Describir e Interpretar
Distinguir como práctica
Sugerencia de práctica
Describir como práctica
Sugerencia de práctica
Referencias
Capítulo 7. ¿Somos capaces de mejorar la forma en que nos
comunicamos?, por Lic. Carola Pechon
¿Cómo lograr ser efectivos en nuestra meta?
¿Cómo ser efectivos en cuidar las relaciones?
¿Cómo ser efectivos en mantener o aumentar el autorrespeto?
¡A convertirnos en guionistas de nuestra propia vida!
Pasos para lograr nuestra meta: ¿De qué se tratan estas cuatro
frases?
¿Cómo quedarían estas cuatro frases integradas?
Pasos para cuidar la relación durante la conversación
Pasos para cuidar el autorrespeto
Diferentes intensidades para pedir o decir no
Referencias
Capítulo 8. Comprendiendo las conductas para poder cambiarlas, por
Dra. Paula S. José Quintero
Lo que hacemos. Lo que las personas hacen
Todas las conductas son causadas
Los antecedentes importan

12
Las consecuencias importan
Tipos de consecuencias
Las conductas tienen una función
¿Podemos modificar la conducta?
Sugerencia de práctica
¿Cómo podemos modificar conductas?
Podemos cambiar los antecedentes
Podemos cambiar las consecuencias
Cambiando las consecuencias para aumentar conductas deseadas
Moldeamiento
Economía de fichas
Contrato de contingencias
Últimas consideraciones
Cambiando las consecuencias para disminuir conductas
indeseadas
Extinción
Ejemplo 1
Ejemplo 2
Administrando consecuencias aversivas
Corrección y sobrecorrección
Seis grandes enemigos de la modificación conductual
Cuando hacemos las cosas al revés
Sugerencia de práctica
Referencias
Capítulo 9. Cómo ayudar a alguien querido en su peor momento, por
Dr. Pablo Gagliesi
¿Por qué la gente piensa en quitarse la vida?
¿Qué son los factores de riesgo?
Factores de riesgo
¿Qué conductas se consideran suicidas?

13
¿Qué hacer cuando alguien comunica directa o indirectamente
ideas de suicidio?
¿Qué hacer cuando un familiar o alguien significativo comunica
con frecuencia en ciertos contextos que quiere matarse?
¿Qué hacer si alguien está efectivamente haciendo una tentativa o
la ha hecho?
Referencias
Capítulo 10. Curar y ser curados: habilidades para sobrevivir a las
crisis, por Lic. Soledad Álvarez Rivera
Olfato
Visión
Audición
Gusto
Tacto
Sugerencias de práctica
Referencias
Capítulo 11. Resolución de problemas o cómo hacernos la vida más
fácil cuando se puede, por Dra. Paula S. José Quintero
¿Qué es un problema?
¿Por qué es importante aprender y practicar Resolución de
Problemas?
¿Cómo distinguir aquellos problemas que podemos resolver de
los que no?
Pequeña digresión
Vayamos al grano
Ayudando a otras personas en resolución de problemas
Sugerencia de práctica
Referencias
Capítulo 12. ¿Qué son los límites personales?, por Lic. Carola Pechon
y Dra. Corrine Rhesa Stoewsand
Las pautas no son límites personales

14
Práctica del cumplimiento de límites
Cómo aplicar límites personales
Referencias
Capítulo 13. Acompañando adolescentes con desregulación
emocional: una misión posible, por Lic. Carolina Principi
Introducción
SOS: ¡hay un adolescente en la familia!
Cuando creímos que teníamos todas las respuestas, de pronto
cambiaron todas las preguntas
La desregulación emocional en la adolescencia: subiendo la
montaña rusa
¿Qué es típico en los adolescentes y qué es motivo de
preocupación?
Acompañar una adolescencia con emociones intensas:
convirtiéndose en equilibrista
Tener los hijos que siempre se soñó tener vs. ser los padres que
siempre se soñó ser
Sugerencias de práctica
Referencias
Capítulo 14. Desregulación emocional y problemas de la conducta
alimentaria, por Mg. Florencia Duthu y Lic. Gabriela Rodríguez
Rey
¿Qué son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)?
Estar atentos y observar
Psicoeducación: ¿Cómo comenzó todo esto?
¿Cómo ayudo a que mi ser querido cambie?
Sugerencias de práctica
¿Qué puedo hacer?
Sugerencias de práctica
Sugerencia de práctica: Poniéndose en los zapatos del otro sin
pisar el palito del TCA

15
Ejemplos y generalización de habilidades
Sugerencias de práctica
Últimas reflexiones
Referencias
Cierre

16
PRÓLOGO

17
PRÓLOGO

Me da mucha satisfacción ver publicado este importante recurso


destinado a personas que sufren por dificultades relacionadas con la
regulación emocional. Sabemos que alrededor de 135 millones de
personas en el mundo experimentarán tal malestar emocional extremo en
algún momento que sus vidas estarán en riesgo de muerte por suicidio.
Soy muy afortunado al conocer tantas personas que han aprendido
habilidades para lidiar con estas dificultades, manejar efectivamente sus
emociones y vivir vidas que son satisfactorias para ellas.
Sean sus metas en la vida construir relaciones cercanas, tener una
carrera satisfactoria o encontrar un modo de contribuir con otros, o las de
alcanzar aquellas cosas que sean importantes para ustedes, creo que
encontraran útil este libro. Los autores y editores de este libro han
dedicado sus carreras profesionales a ayudar a resolver el problema del
sufrimiento emocional humano. Y su enfoque incluye un conocimiento
exhaustivo de los métodos que mejor funcionan para el dolor y malestar
emocional. También están interesados en que estos métodos sean
entendibles y útiles en la práctica.
Este libro está significativamente influenciado por la Terapia
Dialéctico Conductual (DBT por sus siglas en inglés), un tratamiento que
ha sido estudiado e implementado alrededor del mundo para ayudar con
problemas severos para regular las emociones. Desde 2014 más de 100
equipos de profesionales fueron entrenados en DBT en Latinoamérica y,
aun así, somos concientes de que eso aún no es suficiente para cubrir las

18
necesidades de todas las personas. Este libro fue creado, en parte, como
un recurso para alcanzar a los muchos familiares, amigos y allegados de
personas con desregulación emocional que no cuentan con un acceso
directo a los recursos de DBT.
Podría ser que ustedes o sus seres queridos sean personas sensibles
que sienten las cosas con profundidad. Esta profundidad en el sentir
puede ser una fuente de gran fortaleza. Muchos artistas, inventores y
buenos terapeutas comparten esta característica. Al mismo tiempo,
sabemos que tal nivel de sensibilidad puede ser profundamente
abrumador, doloroso y resultar en sentimientos de desesperanza. Sepan
que las ideas y habilidades compartidas en este libro han ayudado a
muchas personas a encontrar esperanza. No sólo han encontrado
esperanza, sino que han aprendido a balancear sabiamente la aceptación
de las dificultades de la vida y los cambios efectivos necesarios para
mejorar las situaciones.
El corazón de DBT es ayudarnos a balancear cambio y aceptación.
Este libro les ofrecerá estrategias específicas para mejorar las relaciones
y la comunicación. Les enseñará a entender las emociones de modo que
ganen poder sobre ellas, en lugar de estar a su merced. Para aquellas
situaciones que simplemente no pueden cambiarse en el momento,
proveerá tácticas para atravesar esos momentos difíciles de manera de
minimizar las consecuencias negativas a largo plazo. Más importante
aún, este libro les guiará para practicar formas de incrementar la
felicidad, la alegría y la libertad en la vida.
Extiendo mis mejores deseos a todas las personas que lean este libro; y
que ustedes y sus seres queridos encuentren libertad y alegría. La Dra.
Marsha Linehan, desarrolladora de DBT, publicó recientemente sus
memorias en las cuales ella describe su experiencia de “salir del
infierno”. Ella expresa con mucha claridad que, dado el extremo
sufrimiento que experimentó cuando adolescente en un hospital
psiquiátrico, si ella pudo construir una vida que vale la pena de ser

19
vivida, también pueden hacerlo los demás. En mi propia experiencia,
durante mi entrenamiento como terapeuta en los 80 me dijeron que no
debía trabajar con personas que experimentan extremo sufrimiento
emocional y descontrol conductual porque esos problemas eran
“intratables”. Muchas años más tarde estoy feliz de decir que esa no ha
sido mi experiencia. Tuve la gran fortuna de trabajar con mucha gente
que fue capaz de superar ese sufrimiento y moverse hacia una vida en
donde pudieron experimentar disfrute y libertad. Estamos en un punto en
el tiempo donde es claro que los problemas de sufrimiento emocional y
descontrol conductual son, de hecho, “tratables”.
Si están experimentando malestar y dificultades para mejorar la
relación con un ser querido con desregulación emocional, sepan que las
habilidades incluidas en este libro, junto con un trabajo duro, pueden
ayudar a mejorar sus vidas. En su fiesta de despedida en la universidad,
la Dra. Linehan dejó muy en claro que una de las declaraciones más
importantes de su legado es “si yo pude hacerlo, tú puedes hacerlo. ¡Sé
que puedes hacerlo!”
Les deseo lo mejor en su empeño por crear una vida que incluya las
metas y valores más cercanos a su corazón.

ANTHONY P. DUBOSE, PSYD1


Enero de 2020

1 Traducción por Paula José Quintero.

20
INTRODUCCIÓN

21
INTRODUCCIÓN

Ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado


– Una de las Cuatro Leyes de la Espiritualidad de origen
hindú

Bienvenidas todas aquellas personas que se encuentren con este libro. La


intención principal de las autoras y autores consiste en compartir algunos
contenidos que, creemos, pueden llegar a ser de utilidad para mejorar las
relaciones interpersonales con personas que padecen de desregulación
emocional y encontrar mejores formas de ayudar a tener una vida que
valga la pena ser vivida.
Una vida que valga la pena ser vivida incluye, estamos convencidos,
poder conectar con las personas queridas y que esa conexión potencie el
amor y cuidado que nos permite cambiar aquello que necesita ser
cambiado y aceptar aquello que necesita ser aceptado. En definitiva,
crecer como personas.
Este es un libro para adquirir nuevas habilidades. Y queremos advertir
lo antes posible que eso implica bastante trabajo. Lo que tienen de bueno
las cosas que dan trabajo es que los cambios que ese trabajo ofrece en
general son más estables y duraderos.

22
Lo que llamamos habilidades, son, en su nivel más básico, conductas.
Adquirir habilidades implica desarrollar conductas nuevas. Y toda
conducta nueva necesita ser practicada para ser incorporada a nuestro
repertorio. Es como tocar en el piano una nueva pieza. Necesitamos
mucha práctica para que luego podamos tocarla en el momento y lugar
que deseemos. Entonces el trabajo al que nos referimos es practicar,
practicar y practicar un poco más aún.
A través de los distintos capítulos de este libro encontrarán, eso
esperamos, una explicación útil sobre la desregulación emocional que
permita aumentar la comprensión y la empatía hacia los seres queridos
que la padecen y también hacia ustedes mismos. También vamos a
compartirles información sobre la teoría en la que se basan los
contenidos principales de este libro para entender un poco más porqué
nos parecen relevantes las habilidades que compartiremos y no otras. Por
último, pero principalmente, encontrarán capítulos que proponen nuevas
conductas que vienen con la yapa de incluir, la mayoría, sugerencias de
práctica. Recomendamos enfáticamente –porque somos entusiastas– que
realicen las prácticas propuestas.
Este libro no es tanto un libro para ser leído sino para ser practicado.
Y nos gusta mucho esa idea. Porque consideramos que el cambio es
gradual e intencional y que, con una buena guía, todas las personas
somos capaces de llevarlo a cabo.
Esperamos ser una buena guía para ustedes.

PAULA S. JOSÉ QUINTERO Y PABLO GAGLIESI


(editores)

23
CAPÍTULO 1
¿QUÉ ES DBT?

24
CAPÍTULO 1
¿Qué es DBT?

Dra. Paula S. José Quintero

La nieve de la cima
piensa que es eterna,
mas sólo es
el sueño del volcán.
– Matsuo Basho

DBT son las siglas de Dialectical Behavior Therapy, en castellano:


Terapia Dialéctico Conductual.
La mayoría de las habilidades que encontrarán en este libro están
basadas en DBT y eso tiene una buena explicación.
La Dra. Marsha Linehan –desarrolladora del modelo– y sus
colaboradores estuvieron muy interesados desde el comienzo de sus
investigaciones en poder ayudar a personas que presentaban ideación e
intentos suicidas y conductas autolesivas, es decir conductas de daño al
propio cuerpo. Intentaron, de esta forma, utilizar la mejor terapia que
estaba disponible en ese momento para esta población, la Terapia
Cognitivo-Conductual. Lo que encontraron no fue muy alentador: las
pacientes abandonaban prematuramente los tratamientos y las terapeutas
se sentían agotadas.

25
Marsha Linehan y equipo decidieron entonces comenzar a aplicar
cambios al tratamiento para mejorar los resultados que hasta el momento
venían encontrando. Una de las primeras cosas que notaron, en estos
primeros momentos del desarrollo de DBT, fue que parte de los fracasos
se explicaban por una tendencia demasiado marcada del tratamiento
disponible hacia el cambio.
Si se están preguntando qué otra cosa debería lograr una psicoterapia
si no es cambiar para mejor las cosas, tiene sentido y llegaremos a ese
punto en breve. Claro está, la mayoría de las terapias se orientan al
cambio, exclusivamente al cambio.
La clave aquí estaba en el exclusivamente. Y la experiencia personal
de Marsha Linehan en la práctica del budismo aportó la primera pista
para considerar los cambios que debían hacerse para tratar a este grupo
de personas que no encontraban buena respuesta en las psicoterapias
disponibles hasta el momento. Fue entonces que se comenzaron a
incorporar al tratamiento de estas personas estrategias de validación y
aceptación sumándolas a las estrategias de cambio y los resultados
obtenidos con este nuevo modelo de trabajo se volvieron significativos.
DBT (Linehan, 1993) se trata entonces de una terapia en donde
terapeuta y paciente trabajan tanto para lograr cambio como para lograr
aceptación, transitando juntos lo que solemos llamar el Sendero del
Medio. Hablamos, así, de terapia dialéctica porque promueve una
síntesis entre los polos de aceptación y cambio, y lo hace a través de la
inclusión tanto de estrategias de cambio conductual como de estrategias
de validación y aceptación, como lo son el aumentar habilidades de
aceptación radical, tolerancia al malestar y habilidades de conciencia
plena.
Conciencia plena o mindfulness consiste en practicar prestar atención
al momento presente sin juzgar y DBT fue el primer modelo de
psicoterapia en incluirla de manera formal y estructurada dentro del
tratamiento.

26
La dialéctica en DBT también incluye actuar con el supuesto de que la
naturaleza de la realidad es el cambio constante y que ese cambio sucede
como consecuencia de la interconexión de todas las cosas. Cambio,
como impermanencia de los fenómenos. Cambio como consecuencia de
que vivimos en un contexto cambiante que nos influye y al cual
influimos. Cambio que a veces es tan sutil que sólo la práctica de
mindfulness nos permitirá experimentarlo. Y que a veces es tan
impactante que nos deja con la impresión de no tener recursos.
Aceptación del cambio es parte de la dialéctica en DBT.
Cuando hablamos de DBT no estamos hablando de una psicoterapia
de una hora a la semana. Decimos que DBT constituye un programa de
tratamiento porque involucra otros espacios que son relevantes para la
mejoría. Forman parte del programa DBT sesiones de psicoterapia
individual y de farmacoterapia, y también clases grupales de
entrenamiento en habilidades, entrenamiento para familiares y allegados,
asistencia telefónica y reuniones semanales de las terapeutas. Estos
diferentes espacios del programa DBT sirven en conjunto al logro de los
objetivos del tratamiento que, resumidamente, incluyen: 1) que las
personas se vuelvan más habilidosas en regular sus emociones, estando
presentes aquí y ahora, aumentando su efectividad interpersonal y
logrando tolerar los momentos difíciles sin empeorarlos, 2) que las
personas se encuentren motivadas para reducir sus problemas y para
aumentar las conductas que las llevan a una vida con sentido, 3) que las
y los terapeutas se mantengan también motivadas/os a ayudar y que se
comprometan a dar el mejor tratamiento posible y 4) que el ambiente que
rodea a la persona (aquí entramos terapeutas y familiares) sepa cómo
colaborar con el cambio para que este se potencie.
Para lograr el primer objetivo, las personas involucradas en desarrollar
el modelo DBT investigaron en principio qué habilidades estaban en
déficit dentro del repertorio de conductas de las personas que
presentaban desregulación emocional para poder actuar de manera más

27
efectiva. DBT sostiene que hacemos lo mejor que podemos y que si no
logramos hacerlo mejor esto se debe a que nos faltan las habilidades para
hacerlo. De esta manera, se seleccionaron algunas habilidades
particulares cuyo incremento podría beneficiar a las personas con
dificultades para regular sus emociones. Este conjunto de habilidades son
las que se enseñan en los grupos de pacientes. Algunas de ellas se
enseñan también a familiares y todas ellas son practicadas también por
las y los terapeutas. Varios capítulos de este libro consisten en presentar
y ayudarles a practicar algunas de estas habilidades. Porque el secreto, ya
bastante evidente a estas alturas, es que se trata de habilidades que no
sólo son útiles para personas con desregulación emocional y que no sólo
se aplican a contextos de crisis o altos niveles de malestar, sino que
pueden utilizarse en múltiples contextos y con diferentes personas.
Quienes las practicamos notamos que nuestras relaciones y nuestra
calidad de vida en general mejoran significativamente.
DBT se trata, entonces, de una terapia en donde terapeuta y paciente –
¡y sus familiares!– trabajan tanto para lograr cambio como para lograr
aceptación. Notarán esta dialéctica también en este libro. Desde la
perspectiva de DBT, también terapeutas y familiares necesitamos
practicar habilidades para responder con mayor efectividad a los eventos
de la vida en general y a los relacionados con la desregulación emocional
en particular. Estamos en el mismo barco. Y el barco se dirige a
acompañar y ayudar a las personas con desregulación emocional a
construir una vida que valga la pena ser vivida. Ese es el objetivo último
de DBT.

Referencias

Basho, M. (2013). Haiku de las Cuatro Estaciones. 3ra. Edición. España:


Ed. Miraguano.

28
Linehan, M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline
personality disorder. New York: NY: Guilford Press.

29
CAPÍTULO 2
¡¿ALGUIEN QUE NOS EXPLIQUE QUÉ NOS PASA?!:
COMPRENDIENDO LA DESREGULACIÓN
EMOCIONAL

30
CAPÍTULO 2
¡¿Alguien que nos explique qué nos pasa?!:
Comprendiendo la desregulación emocional

Dr. Pablo Gagliesi

A veces, cuando sufrimos o alguien querido sufre, necesitamos una


explicación razonable, comprensible, amable, descriptiva, del
sufrimiento. Nos preguntamos “¿por qué?”.
Los humanos estamos cableados para buscar, solicitar, contarnos
historias y razones que den cuenta de las cosas que ocurren en nuestras
vidas. Muchas veces creamos explicaciones nosotros mismos. Otras
veces tomamos explicaciones de profesionales de la salud, de médicos,
religiones, creencias u otras personas a las que les atribuimos experiencia
o sabiduría. A veces esas explicaciones nos ayudan, otras veces no tanto.
Hay explicaciones que nos alejan de la compasión, nos dividen en
acusaciones y la culpa es una pelota que va y viene produciendo más
dolor.
Las explicaciones que más nos funcionan son las que nos permiten
acercarnos al problema más compasivamente y que sean tan prácticas
que nos permitan pensar cómo lidiar con él. Por ejemplo, a falta de
conocimientos sobre cómo funcionaba la tierra, durante milenios en
occidente suponíamos que la tierra era plana, y como es difícil imaginar
un plato sin que esté apoyado en algún lado, el concepto de vacío y el

31
espacio era inverosímil, tuvimos una idea un poco más verosímil: cuatro
elefantes lo sostienen. Era una explicación que nos inhibía de
aventurarnos más allá del borde del plato. Algunas cosas empezaron a
cuestionar esa explicación entendida como verdad absoluta y los viajes
de algunos intrépidos requerían de una teoría que funcione mejor,
especialmente si querían volver a casa.
En los últimos tres siglos, las ciencias surgieron como una forma de
explicar el mundo. La idea no sé sumada a quiero entender cómo
funciona se naturalizaron como formas de pensar.
La ciencia también nos provee de explicaciones un poco más
compasivas, un terremoto, inundaciones y demás desastres naturales no
están relacionadas por conductas humanas como sacrificar carneros, sino
a eventos que no están completamente bajo nuestro control. También
puede mostrarnos que algunas de esas cosas están en relación con lo que
los humanos hacemos ecológicamente.
Hasta hace relativamente poco no teníamos una explicación razonable
del sufrimiento de personas con ideas crónicas de suicidio, las conductas
de hacerse daño, otras conductas problemáticas como la relación con la
comida o el consumo de sustancias, la impulsividad, los problemas con
la ira. Solíamos atribuirlas a defectos de personalidad o a teorías un poco
complicadas para ser comprendidas por todo el mundo.
En los últimos años extensas investigaciones han ido cambiando la
forma en que pensamos estos problemas. La hipótesis que está ganando
más evidencia y por lo tanto más adeptos en la psicología contemporánea
lo definen como un problema generalizado de la regulación emocional.
La mejor manera de explicarlo es a través del modelo biosocial
desarrollado por el equipo de la Dra. Marsha Linehan (1993). Este
equipo se basó en la observación clínica y en varios estudios que han
confirmado las alteraciones en el sistema de procesamiento de las
emociones en los consultantes con estas dificultades y los problemas
asociados del contexto.

32
Se trata de una larga historia, diaria, constante, donde la
vulnerabilidad biológica en la regulación de las emociones se encuentra
en transacción con las experiencias de aprendizaje del ambiente. Pero
para poder entender esta frase necesitamos desandar algunos conceptos
en los párrafos siguientes.

Vamos palabra por palabra: ¿Qué son las emociones?

Las emociones son reacciones que se pueden representar como una


curva. Son reacciones a eventos externos –que suceden en el entorno, o
privados, como los recuerdos o los pensamientos–. Tienen un patrón
complejo y nos proveen de información rápida con una interpretación
casi instantánea y un impulso de acción preciso. Por ejemplo, el miedo
nos ayuda a salir corriendo muy rápidamente de las situaciones que nos
amenazan, y además comunica algo, nos pone en la cara un gesto en
forma de cartel que dice a los demás: corran también. O la tristeza, que le
avisa a los demás que necesitamos un abrazo o ser cuidados.
Todas las emociones cumplen una función vital en nuestras vidas y las
vidas de nuestras comunidades. Por ejemplo, a veces no hacemos ciertas
cosas por vergüenza y eso protege las relaciones dentro de nuestra
comunidad.
Las razones evolutivas de las emociones es que están ahí para algo,
cumplen una función rápida y efectiva sin que esa información tenga que
llegar al cerebro primero: debo empezar a correr casi antes que mi
cerebro se tome el tiempo de decir frente a una serpiente: “¡Oh, parece
que corro peligro! ¿Será venenosa?”. Quizás en la maratón que acabo de
iniciar esa evaluación tenga lugar, mientras tanto, ya estoy lejos de ella.
Las emociones son un procedimiento que viene con una perilla de
encendido y simultáneamente un sistema de apagado, una curva de
activación y desactivación. Sería poco útil estar siempre subidos a una

33
emoción intensa todo el tiempo. Hacen lo que vienen a hacer y dejan
luego al resto del cerebro tomar cartas en el asunto un poco más en frío.
Cansado, unos minutos más tarde, me siento en una piedra a evaluar si el
camino por dónde está la serpiente es el más acertado para llegar a la
cima o aquel otro más escarpado.
Las emociones son como reacciones en cadena que incluyen todos los
sistemas, fisiológicos, neuroquímicos incluso involucra los músculos, la
piel, los órganos como los pulmones o el corazón. Por eso podemos
pensar que es una curva, se activa, sube y luego desciende. En una
reacción de miedo podemos observar la frecuencia cardíaca dispararse
para después de unos instantes reducirse a una línea basal. Si
estuviéramos siempre con la perilla en On no habría corazón que
aguante. Y por cierto, no podría detenerme a pensar cuál es el camino
más adecuado para llegar a la cima…
Una vez que se activa el patrón fisiológico de una emoción, empieza
en paralelo también a desactivarse. Cómo se desactiva, es todo un tema.
Es un proceso complejo, una parte del proceso viene con nosotros, otra,
la aprendemos durante el desarrollo (Gross, 1998). Algunas estrategias
que tenemos son:

1. Podemos identificar y etiquetar emociones y de ese modo


reconocerlas y experimentarlas
2. Desarrollar la capacidad de inhibir conductas inapropiadas según el
contexto
3. Regular la activación fisiológica asociada
4. Refocalizar la atención en presencia de emociones intensas
5. Utilizar estrategias para realizar acciones al servicio de una meta
que no dependa de nuestro estado del ánimo

¿Cómo aprendemos a regular emociones? Por ejemplo, un padre lleva


a su hijo pequeño por primera vez a cortarse el pelo a una peluquería de

34
hombres. Le avisa a su niño el plan con unos días u horas para evitar
sorpresas, le cuenta que es un buen plan para hacer juntos, le dice que
será divertido. ¿Elige un lugar de barbería? Posiblemente elija un lugar
donde su hijo tenga menos estrés, controla el estímulo que activa las
emociones. Al llegar selecciona el peluquero con la mirada, uno amable
y bonachón. Este le muestra la máquina rasuradora y le dice que es como
un Transformer (un juego de autos que se transforman en robots). Lo
enciende para mostrarle el ruido, es decir lo expone a ese estímulo sólo
un instante y le da información. El padre enciende el televisor de la sala
para distraerlo. Le dice que respire hondo. Si su niño amenaza con llorar
le dice: “¡No llores, no va a pasarte nada malo!”.
El niño mira las caras de los adultos para buscar seguridad.
El peluquero arguye: “Tenemos en la barbería unos caramelos
deliciosos para los niños que se portan bien”, ofreciendo una
consecuencia deseable para el niño.
El padre se acerca al niño y le toma la mano a su altura y dice en voz
alta: “¡Es la primera vez que salimos para cortarte el pelo, toda una
novedad!”, “vas a quedar hecho un galán de cine”.
Aprendemos así, en nuestra relación con los otros a regular nuestras
emociones desde pequeños.
El procesar las emociones incluye elementos automáticos e
intencionales, que influyen la ocurrencia, intensidad, duración y
expresión de las emociones.
Desde que nacemos empezamos a tener emociones y la activación y
desactivación de esa curva es algo que comenzamos a domesticar, a
surfear, desde ese momento.
Las emociones nos dan información básica sobre el contexto y sobre
nosotros mismos. De tal modo que podamos adaptarnos rápidamente y
tener una respuesta efectiva. A lo largo de la vida vamos aprendiendo en
la relación con el ambiente y especialmente con los otros a regular esas
emociones.

35
¿Qué quiere decir la parte “bio” del modelo biosocial?

Las personas con intensa vulnerabilidad que deviene en desregulación


emocional tienen una región cerebral llamada sistema límbico, que tiene
hiperactividad, y otra llamada corteza prefrontal –relacionada con el
control de las emociones– que tiene un descenso de su funcionamiento lo
que contribuye a la inestabilidad emocional.
El circuito de regulación emocional es sensible a variaciones genéticas
asociadas a un aumento del riesgo de aparición de problemas afectivos, a
genes que se afectan en el desarrollo de la personalidad y la forma en que
los humanos nos relacionamos con los eventos traumáticos en la
infancia.
Muchos estudios muestran una actividad aumentada en las regiones
límbicas, como la amígdala. Esta reactividad no es sólo a los estímulos
de emociones negativos sino a estímulos neutros. Por otra parte, la
ínsula, una región implicada en el procesamiento de señales
interoceptivas del cuerpo, como emociones negativas y dolor, también
tiene hiperactividad cuando se presenta un estímulo negativo.
Además de las alteraciones de las regiones límbicas, hay una baja
activación de las regiones prefrontales en personas con desregulación
emocional.
Un grupo de estudios concluyen que la reducción de la activación de
ciertas áreas durante un evento de estrés emocional corresponde a una
deficiente modulación de las emociones principalmente negativas en las
personas con desregulación emocional.
Es bueno recordar aquí que el cerebro no es un órgano fijo, sino
plástico, que cambia con el desarrollo y está sujeto también a la relación
que tenemos con el ambiente. Por ejemplo, las personas que padecieron
eventos traumáticos severos en una temprana edad tienen también
regiones como la amígdala afectadas. A veces es sorprendente cómo
eventos en la vida pueden tener efectos que incluso se pueden observar.

36
Desde otra perspectiva, el cerebro se transforma y cambia, por ejemplo,
tenemos evidencia de que el problema de la hiperactividad de la región
límbica se modifica notablemente con algunas psicoterapias (Niedtfeld y
Bohus, 2017).
En el modelo biosocial la vulnerabilidad emocional se observa del
siguiente modo:

1. Las personas son más sensibles al “encendido” de las emociones.


Sucesos que para otros no son relevantes para la activación
emocional pueden serlo para ellos.
2. Esa sensibilidad hace que se activen también frente a eventos
neutros –casi preventivamente– o detecten con más sensibilidad
cierta información que otras personas no perciben. Se pueden
autopercibir o ser percibidos por los otros como de reacciones
emocionales impredecibles, especialmente por estas últimas dos
razones.
3. Las emociones pueden tener un nivel de activación fisiológica (la
frecuencia cardíaca, la respiración, las activación de ideas y
pensamientos acordes con la emoción, la tensión muscular) más
extrema que en la población general. Este nivel intenso de
activación puede acentuar la sensación de descontrol o el miedo
mismo al descontrol.
4. El “apagado” es un proceso más lento y volver a la línea de base de,
por ejemplo, la frecuencia cardíaca, o la rumiación mental de
algunas emociones, les lleva más tiempo. Este apagado lento tiene
consecuencias, como dejar a las personas con una vulnerabilidad
aumentada a tener una nueva activación de otra emoción
secundaria, un nuevo ciclo, por ejemplo, vergüenza después de un
episodio de miedo intenso.

37
Muchas personas con desregulación emocional refieren que en su
historia han sido sensibles o han tenido problemas para controlar
berrinches o intenso malestar. Por ejemplo: María, una consultante con
desregulación emocional, y sus padres, cuentan que de pequeña tenía
muchas dificultades para dormir, con despertares de pesadillas y llanto.
Afirman que le fue muy difícil poder quedarse en la adaptación en el
preescolar sin sus padres.
Andrés tenía crisis de llanto con apneas respiratorias prolongadas que
ameritaron una consulta con el pediatra, los ruidos de la aspiradora para
limpiar la casa lo ponían inquieto.
Felipe cuenta que en su escuela tenía tanta vergüenza de pedir ir al
baño que a veces manchaba sus pantalones, y que quedarse en casa con
otro cuidador que no sea un familiar le era muy difícil.

38
Es muy complicado vivir con esta sensibilidad. La sensación de
impredecibilidad es razonable frente a esta alta sensibilidad.
Es bueno recordar aquí que ser sensibles emocionalmente no es
necesariamente algo negativo. Enriquece la visión del mundo, un artista
plástico necesita de esta exquisita percepción, las personas que ayudan a
otros tienen que tener esta sensibilidad especial para sintonizar, pero por
el otro lado puede traer complicaciones. Recordemos que las emociones
están ahí para algo, hacen muchas cosas por nosotros.
Pero, al mismo tiempo, muchas personas con desregulación emocional
terminan percibiendo el mundo como amenazante o malo, o se sienten
como si estuvieran sin piel –como si tuvieran una quemadura de primer
grado, una brisita los roza y duele–.
En ocasiones algunas personas lo describen como estar subido
permanentemente a una montaña rusa, agobia y uno pierde control de la
velocidad o desorienta, no se sabe si la cabeza está arriba o abajo.
Es razonable pensar que con tanto pasando las personas intenten evitar
sentir emociones. Es mejor estar en cama debajo de las cobijas que estar
en la montaña rusa. Y a veces, evitar no funciona si me impide conseguir
cosas que son importantes. Encerrarme en casa podría evitar que tenga
vergüenza, pero si quiero estudiar en la universidad, quizás encerrarme
no sea lo que funcione. Las personas con desregulación emocional han
aprendido esta estrategia de supervivencia y pueden pasar por etapas de
evitación, que funcionan para no estar expuestos a sentir emociones que
perciben como incontrolables, pero que no funcionan en el largo plazo.
Es arduo aprender a regular emociones cuando todo esto pasa con
tanta rapidez e intensidad. ¿Qué posibilidades hay de aprender a
etiquetar, nombrar lo que va pasando? Es suficiente razón para sufrir de
una especie de analfabetismo de las emociones.

¿Cuál es la parte social del modelo biosocial?

39
Para que haya desregulación emocional, las personas con esta
vulnerabilidad transaccionan con un contexto que responde emitiendo
conductas que llamamos invalidantes. Es decir que trata la conducta del
otro como inválida diciendo o mostrando de algún modo, implícito o
explícito, que sus experiencias (pensamientos, percepciones, emociones)
son poco importantes, incorrectas o inapropiadas, o no tienen sentido.
El modelo biosocial se trata de una forma particular de aprendizaje
que se da en la relación entre esta vulnerabilidad emocional y la
invalidación.
Es un largo proceso de relación en el que estas experiencias moldean
las conductas a lo largo del desarrollo y donde el contexto cambia
también a través del tiempo.
La expresión y regulación de las emociones ocurre en un contexto
social que tiene ciertas expectativas culturales vinculadas con cuál,
cómo, cuándo, durante cuánto tiempo las personas deben sentir ciertas
emociones. Pero esas expectativas las hemos construido con el tiempo y
el aprendizaje.
Si tienes un amigo que se ha separado de su pareja y te encuentras con
él a tomar un café, es natural que se le caigan algunas lágrimas, tenga
expresión de tristeza o enojo –depende de la situación– pero si de pronto
empieza a llorar demasiado, posiblemente sientas que hay algo
inadecuado en esa expresión y le digas que se detenga, o sientas que tu
vergüenza se activa y mires hacia las otras mesas. Parece que todos
tenemos una regla para medir cómo las personas deben o no deben
expresar sus emociones, cuánto y dónde es apropiado y cuál es la
emoción que corresponde a cada situación, y esa expectativa es
relativamente compartida con la comunidad en la que vivimos. Decir qué
está bien y qué está mal también forma parte de un modelo social
imperante, y esto es parte del problema.
En la siguiente historia quiero que estemos atentos a cómo
aprendemos conductas relacionadas a la regulación de las emociones:

40
Laura, mi vecina, tiene dos niños uno de unos 8 meses y Pedro de 2
años y medio. Sale con ambos de paseo una mañana en la que estoy
despidiendo unos amigos en la puerta de casa. Ella pasa con el coche con
la bebé y Pedro caminando por la acera y nos saluda con una sonrisa.
Pedro se cae sobre las baldosas, y hay un instante de suspenso, mi vecina
se acuclilla y dice: “¡Corazón mío, no es nada, ven, párate!” Nosotros
desde la puerta de casa vemos la escena y sonreímos con ternura a una
escena de Instagram. Pedro comienza a llorar y la vecina acaricia su
cabeza e intenta ponerlo de pie, luego dice: “Pobrecito; sana, sana, colita
de rana, y si no pasa hoy, pasará mañana” con una sonrisa cálida, pero el
llanto recrudece. Nosotros desde el jardín, ya dejamos de hacer lo que
hacíamos para mirar directamente hacia ellos, he pensado que debería
arreglar las baldosas de la acera, ¿estarán desportilladas? Mi vecina se da
cuenta de nuestra presencia congelada, y se pone de pie con las manos en
jarra y dice: “¡Pedro, párate!, tenemos que llegar a la despensa y tu
hermana está dormida” para luego prometer “¡Te compraré un chocolate
si lo haces!”, mientras nos observa por el rabillo del ojo. Sospecho que
Laura empieza a pensar que no quisiera que asistiésemos a esta escena,
no quiere incomodarnos. Pedro llora ahora un poco más que lo esperado,
y digo esperado porque su madre y nosotros hacemos una evaluación de
la situación, una interpretación si se quiere, de lo que debería
exactamente sentir de dolor Pedro en ese momento. Con exactitud
pensamos cuánto debería durar y cuál debería ser la intensidad del llanto
de Pedro.
Mi vecina luce hasta despeinada para una foto en este momento, sólo
unos segundos después de la caída de Pedro y esa ternura de Instagram
se ha disuelto. Ella podría estar pensando con cierta frustración que no
puede manejar al niño, o está francamente enojada: “¡Pedro basta ya
mismo, me voy a enojar mucho!, no hay ningún chocolate, ¡volvemos a
casa y te dejaré con la abuela!” mientras lo levanta forzando su brazo
hacia arriba. Nosotros nos miramos entre nosotros, a alguno se le ha

41
pasado por la cabeza, quizás “esta señora no es una buena madre”, o
“porqué hacen ruido en la calle”, o simplemente: “me molesta el ruido de
niños llorando, que lo apaguen ya mismo”, o “este niño simplemente está
cansado, si lo hubiera hecho dormir más no estaría haciendo esta
escena”. Alguien podría mirarla con rechazo, después de todo es una
forma de no dejar entrar algo que no deseamos, otros simplemente
seguiríamos nuestra conversación aumentando el tono de voz intentando
ignorar, otros, dependiendo del contexto, podríamos acercarnos a la
escena para ofrecer ayuda a la vecina. Se me ocurre una larga posibilidad
de reacciones en segundos, ninguna de ellas arreglaría esta escena para
volverla nuevamente una escena de Instagram, muchas empeorarían un
poco la foto siguiente. Por ejemplo, mi vecina abatida por la situación
sospechando que pienso que es una mala madre, ahora lo piensa ella
sobre sí misma, “no puedo sola”. Pedro quizás haya aprendido que nadie
puede con él, o que nadie puede ponerse en sus zapatitos para sentir el
dolor que él siente, cualquiera de esas o todas las opciones.
Pedro camina unos pasos, en silencio con el labio inferior extendido
por encima del superior. La escena arranca nuevamente, mi vecina
empuja con una mano el coche y con la otra arrastra un poco a Pedro.
Quizás este clima mejore cuando doblen por la esquina.
Pero podemos ir un poco más lejos: si Pedro nuevamente se tropieza
en la acera, esta vez se ha doblado su pie y el dolor es intenso, su madre
aprendió que debe ponerse firme, no agacharse a su altura para correrle
las lágrimas de su cara, ni hacer “colita de rana”, sólo debe decir:
“¡Pedro basta!” y levantarlo del piso. Laura mira a su alrededor y ve una
señora con su carrito de mercado acercándose con cierta indiferencia, no
hay otros monos en la costa, puede hacerlo sin sentir que se pone muy
imperativa y poco tolerante en lugar de dulce y cariñosa.
Quizás, imaginemos, Pedro se cae por una tercera vez. Este nuevo
tropezón es porque su tobillo ha quedado adolorido, mi vecina comienza

42
a pensar, “me está haciendo esto a propósito, porque no quiere caminar,
él es haragán”.
Mi vecina, una adorable mujer en sus 30, ha aprendido una lección:
Ser firme, levantarlo del piso contra su voluntad, funciona con Pedro. No
es una decisión consciente, simplemente cuando lo hace consigue
extinguir más rápidamente el llanto de Pedro y esto refuerza sus
acciones, avanza más rápidamente hacia la despensa del barrio y además
ahora que controla mejor la situación se rectifica un poco la idea, quizás
no sea tan mala madre después de todo. Podríamos pensar también, que
las posibilidades de que Pedro salga nuevamente a este paseo hasta la
despensa decaigan un poco, dependen de la determinación de Laura en
hacer de este paseo una rutina, enseñar a Pedro que no tiene el control,
ya que piensa que Pedro la maneja un poco, o para que no sea un haragán
como ahora piensa de él. Pero Pedro tiene ahora menos chances de que
lo saquen a dar una vuelta, y aprender todas las cosas que ofrece el
mundo a esa edad, qué hacer cuando duele el pie, cómo pedir ayuda para
detener la marcha, incluso cómo hacer que su madre esté contenta.
Laura y yo, su vecino, también podríamos haber cambiado nuestro
modo de relación. Laura podría aparecer con una torta de regalo, o
volverse más reservada. Yo mismo podría cambiar mi relación con ella,
intentar ser más condescendiente o evitar tener contacto con ella y Pedro,
después de todo el llanto de los niños no tiene precisamente la función de
tranquilizarnos.
En esa historia vemos cómo las conductas de Pedro, Ana y el mismo
observador están allí por alguna razón. Vemos cómo todos aprendemos
algo de esas interacciones y cómo, a veces conductas invalidantes son
aprendidas. En la escena de Pedro, Ana y el vecino, todos aprenden algo
juntos.
Muchas veces, algunas conductas que fueron intermitentemente
efectivas o adaptativas en estadios tempranos del desarrollo, se vuelven
menos efectivas en nuevos contextos de aprendizaje. Cuando esas

43
conductas invalidantes se vuelven un patrón aumentan la vulnerabilidad
y favorecen la desregulación emocional.
Linehan define como ambientes que emiten conductas invalidantes a
aquellos que regularmente rechazan o ignoran la expresión de
emociones, mientras que ocasionalmente responden a la expresión
intensa y molesta alta en forma de estallidos con calidez, soporte o dando
lo que se pide, como veremos en detalle más adelante.
Estos contextos simultáneamente castigan la expresión normal de una
emoción y refuerzan la aparición de las expresiones extremas.
Estas transacciones sociales entre cuidadores primarios y otras
personas del medio aumentan la frecuencia e intensidad de emociones
negativas –crean desregulación en alguien vulnerable–. En el desarrollo,
este tipo de aprendizaje temprano a su vez, aumenta el riesgo de que
ocurra la invalidación en otros contextos como por ejemplo con pares en
la escuela.
Para que ocurra la desregulación emocional hace falta algo más que un
niño vulnerable o una cierta forma de crianza. Primero debemos pensar
que la vulnerabilidad es ya un factor importante para ser invalidado.
Todos tenemos alguna vulnerabilidad, unos para tener miedos, otros para
prestar atención, otros no tienen habilidades motoras para ser deportistas
–o como refieren Boggiano y Gagliesi (2017)– quizás tenemos alguna
dislexia que hace imposible que aprendamos ortografía.
Una persona puede tener faltas graves de ortografía a pesar de haber
leído toda su vida, mientras otra, que apenas leyó un libro, no comente
ninguna. Es difícil para aquel que no comete faltas ortográficas
comprender porque el otro tiene ese problema, es fácil que lo juzgue, que
suponga mala voluntad, o que sobresimplifique la dificultad de la tarea al
ofrecerle soluciones.
Otro ejemplo interesante es ponerse en los zapatos de las personas
zurdas, hasta hace unos años, eran contrariados y se los obligaba a

44
escribir con la mano derecha y eran criticados en la escuela por mala
caligrafía.
A veces es directo (¡Deja de llorar o vas a ver, te voy a dar una buena
razón para hacerlo!), a veces más encubierto los demás no reconocen o
consideran la respuesta del otro.
Este modelo biosocial nos instruye a pensar que no hay culpables en
este proceso: La conducta invalidante aparece porque ha sido aprendida,
por ejemplo, porque funciona consiguiendo que una conducta que no
queremos que tenga otro se extinga. La invalidación genera más
desregulación emocional y la desregulación genera más invalidación.
Es un proceso de aprendizaje compartido, mutuo, donde todas las
partes involucradas se vuelven vulnerables y terminan teniendo
conductas invalidantes.
Es importante destacar que el modelo biosocial reconoce que la
desregulación no es debida solamente a un niño sensible o un cuidador
determinado. Sino que ambos, el niño y las variables contextuales
interactúan para crear ese ambiente donde aparecen con frecuencia
conductas invalidantes y que afecta a todos y que a su vez está
influenciado por fuerzas externas como estresores ambientales como la
pobreza, la migración, las crisis financieras o el desempleo, el acceso a la
salud o la educación.
Hay 3 patrones de conducta invalidantes:

1. Rechazar o desestimar la comunicación de experiencias y


manifestaciones de emociones, pensamientos o acciones.
Ana sale de su clase de danza al borde de las lágrimas porque la
maestra la sacó del grupo que hará una presentación la semana entrante.
Su madre en el auto está realmente preocupada por un tema laboral y
piensa que esas clases no son tan importantes, después de todo es una
buena alumna en la escuela. Responde sin prestar mucha atención o
simplemente diciéndole a Ana que no le de importancia.

45
Es probable que Ana no cuente tanto como se siente de ahora en
adelante, puede aprender que hay algo malo en sentirse de ese modo, o
intentar no sentir esa emoción en el futuro.
Por otro lado, la madre de Ana, a quien el malestar de su hija la
preocupa mucho, está tan atareada con el auto y su apuro para resolver
temas, aprende que restarle importancia a la cara de Ana, puede hacer
que cambie sin mucha atención y de ese modo su preocupación
disminuye. Es decir, Ana y su mamá aprendieron juntas algo.
En este caso ambas perdieron las chances de aprender otras cosas: a.
que la mamá comunique que es una respuesta válida lo que ocurrió en
clase: sentirse frustrada o quizás vergüenza, y b. ponerle un nombre a la
emoción. Sentirlas como válidas en ese contexto es parte importante de
la regulación emocional.
Es posible que este patrón impida que las personas aprendan a
etiquetar las experiencias internas de forma más normativa, poner
nombre a las expresiones, aprender que es normal sentirlas y que están
comunicando algo. Podría suceder también, que las personas que reciben
esta invalidación dejen de confiar, empiecen a dudar de sus propias
reacciones emocionales, eviten comunicarlas, o incluso comiencen a
tener conductas de invalidación consigo mismas.

2. Si alguien no es tenido en cuenta cuando expresa emociones en


intensidades normales, es posible que pruebe aumentando el nivel de
expresión de esa emoción para conseguir ser escuchado. Y si,
aleatoriamente, sólo al aumentar la intensidad de por ejemplo el llanto en
la tristeza, o el tono de la voz en el enojo, se consigue que algo cambie,
es posible que estemos en problemas.
Ese refuerzo, llamado intermitente o aleatorio, refuerza las
manifestaciones más extremas y, a veces, más inapropiadas. Si
combinamos esto con no atender, rechazar o desestimar las reacciones
emocionales que se expresan con más normalidad, hemos creado un

46
sistema donde escalar en la intensidad se vuelve un patrón de ambas
partes.
La persona con desregulación emocional, sin percibirlo, aprende que
debe aumentar el volumen, y el contexto aprende a ceder a veces y otras
no tanto sólo cuando esto pasa.
Es muy importante el a veces sí y el a veces no. Hay pocas cosas tan
efectivas para que una conducta se manifieste regularmente como esto,
que los especialistas llaman refuerzo intermitente. Es decir que nunca se
sabe cuándo se conseguirá lo que se busca o desea. Es la regla que hace
que un tragamonedas sea tan adictivo, uno deposita monedas y la regla
de qué hace que caigan fichas cuando uno baja la palanca es tan aleatoria
que uno podría quedarse depositando más monedas de las que caen largo
rato. Si eso funciona en el mundo como un gran negocio, ¿por qué no
funcionaríamos del mismo modo fuera de los casinos?
Si alguien aprende que tiene que apostar alto, escalar para conseguir
frenar un pedido, o algo deseado, ese aprendizaje no quedará en el
ámbito de una familia, estos procesos se generalizarán en otros contextos
como la escuela, el trabajo, la pareja y resultarán en problemas
conductuales como la agresión con pares.
Veamos primero un ejemplo de refuerzo intermitente. Un papá
consultaba con la maestra porque pasaba un mal rato con sus dos niñas
frente a los quioscos de golosinas. Le decía que ambas niñas subían el
tono del pedido de golosinas tanto que él estaba evitando las calles que
tenían quioscos abiertos. Al pasar por uno de estos escaparates ambas
pedían que se les compre alguna cosa, frente a la negativa y el intento de
seguir tomándolas de las manos para avanzar por la acera, la intensidad
del pedido subía y podían llegar a llorar o a quedarse sentadas en medio
de la acera, incluso vestidas, con sus vestidos limpios ya, para el colegio.
La maestra le preguntó si les compraba esas golosinas. El padre contestó
que nunca lo hacía, que dañaría el almuerzo o el desayuno, que les
traerían caries dentales. La maestra incrédula volvió a preguntar si

47
siempre era no. El padre admitió que esporádicamente él compraba
alguna golosina especialmente si estaban muy apurados y quería evitar
esas pataletas –cosa que ocurría al menos una vez a la semana–. La
maestra le dijo que era muy posible que esas pataletas estén bajo el
control de él, de una acción llamada refuerzo intermitente. Que había una
noticia buena y una mala. Que si él quería podría dejar completa y
claramente de comprar golosinas en el quiosco –que era una medida
definitiva, pero que, ahora la noticia mala,– era probable que las
pataletas crezcan, empeoren si se quiere, por un tiempo y que él debía
estar dispuesto a soportarlas cariñosamente hasta que desaparezcan.
Muchas de nuestras conductas en la vida cotidiana se mantienen por
este refuerzo intermitente. Son tantas que nos sorprende que cuando a
veces nos observamos haciendo algo que no nos agrada mucho de
nosotros mismos, pero hacemos de todos modos, nos preguntamos por
qué lo seguimos haciendo. Podemos vernos atrapados por un juego
online como Candy Crush, o teniendo una discusión desagradable por
teléfono con el servicio de asistencia de un banco, en el que sólo
conseguimos ser tenidos en cuenta cuando pedimos firmemente hablar
con el gerente, y vemos cómo nuestras conversaciones con ese banco –y
después en otras con servicios similares– conseguimos algo cuando el
tono aumenta mientras nuestra paz se reduce. Alguna de esas compañías
han descubierto este fenómeno y es posible que sólo consigas que te
dejen esperando un rato muy largo o simplemente terminen
aleatoriamente la llamada.
Si bien este aprendizaje lleva cierto tiempo, el refuerzo intermitente no
ocurre en una ocasión, sino que es una sucesión de eventos similares, ese
aprendizaje se cristaliza y se fija.
En ocasiones, hay conductas muy problemáticas que están sostenidas
de este modo en el tiempo sin que las partes involucradas puedan estar
muy concientes que, de hecho, lo están haciendo nuevamente. Vamos a
ver un ejemplo de este patrón. Alejandro, el papá de Marcelo hace una

48
consulta porque quiere resolver un problema que tiene con él y que
motivó que estén en tratamiento. Marcelo, un adolescente de 14 años,
tiene bastantes problemas en su escuela, académicos y sociales. Las
cosas no parecen mejorar mucho, sumando a que la adolescencia no es
para muchas personas el mejor momento de sus vidas, especialmente
cuando nada parece anda bien. Su papá, Alejandro, está preocupado,
atento e intenta empujar a Marcelo a mejorar sus notas. Marcelo vuelve
de la escuela cabizbajo porque sus compañeros no lo han invitado a una
salida al cine grupal a la que él ansiaba ir. Ese viernes el fin de semana
que se venía no era el más feliz del mundo. Su padre preguntó en la cena
por la nota del examen del día y Marcelo, aún con mirada en otro lado,
dijo que había estado bien. Alejandro dijo que entonces no había una
razón para estar con esa cara y que por favor no arruine la cena de ese
modo. Entonces Marcelo contestó que era la cara que tenía. Su padre lo
miró enojado, él se levantó de la mesa, Alejandro lo siguió por el pasillo
y comenzó a decirle que regrese. Marcelo cerró con fuerza la puerta que
su padre comenzó a golpear con intensidad y con un tono de voz
elevado. La situación escaló y escaló, y Marcelo trabó su puerta desde
adentro del cuarto, y esto desesperó a su padre. No es la primera vez que
ocurre, de hecho, está empeorando, tanto que Alejandro está pidiendo
ayuda. Se repite, mientras el resto de la familia queda congelada en la
sala. Su madre interviene, pero el enojo del padre suele interferir para
que medie en la situación. Se escucha a Marcelo llorar del otro lado de la
puerta y Alejandro, que reconoce que se sale de sus cabales, consigue
entrar, le propone que le cuente qué pasó para que esté de ese modo,
Marcelo le cuenta cuánto lo afectó lo del cine. Marcelo y Alejandro
aprenden juntos algunas cosas. Marcelo aprende a conseguir ayuda
cuando la situación se desmadra, y Alejandro aprende a que la puerta se
abre con gritos.
Con el paso del tiempo esta dinámica moldea la desregulación
emocional y, obviamente, las conductas de invalidación ambiental, por

49
ambas partes. Tal es así, que Alejandro viene a entrevista porque se
siente que a veces no puede controlar su enojo o su miedo a que su hijo
haga algo como lastimarse. Y Marcelo quiere poder manejar mejor su
vergüenza y tristeza, estudiar para terminar la escuela y tener amigos.
Las personas dentro de este patrón aprenden algo como hemos visto,
pero no aprenden otras cosas que son necesarias para regular más
efectivamente emociones. No creo que Marcelo y Alejandro hayan
aprendido a expresar y comunicar más efectivamente sus emociones. A
veces se encuentran atrapados entre inhibir completamente la expresión
de las emociones para que no haya líos, o tener explosiones emocionales
que han sido reforzadas por el contexto.

3. En una clase de gimnasia, el profesor grita frases que parecen hechas:


“¡Hazlo!, ¡Pon energía!, ¡Otra flexión de brazos más!” y hasta puede
dejar deslizar un “¡Tú puedes!”. O, si te estás comiendo las uñas alguien
podría decir “¡Detente!, ¡No lo hagas más!”.
Es muy difícil discriminar cuándo alentamos a alguien y cuándo
simplemente damos una instrucción. Pero más difícil es a veces
discriminar si cuando le decimos a alguien que haga o deje de hacer
efectivamente algo, realmente pueda cumplirlo. Requiere estar muy
sintonizados y en ocasiones no tenemos tiempo para usar ese dial y
simplemente decimos: “¡Hazlo!, ¡Lógralo!, ¡Ya!”, incluso mostrando
impaciencia.
Tenemos una serie de problemas con esto, el primero es que en
muchas ocasiones esas instrucciones funcionan: el otro hace lo que
pedimos, por ejemplo, una flexión de brazos más. Entonces, como casi
siempre en la vida, usamos eso que funciona en muchos ámbitos (en el
trabajo, en casa, en una salida al cine o en un gimnasio) y con diversas
personas (un amigo, un colega, un alumno, un profesor, nuestra pareja),
y en distintos ámbitos (la salida al cine, en casa, en una clase de tango).

50
Alentar a las personas, creer en ellas, motivarlas, indicarles que hagan
algo o dejen inmediatamente de hacerlo muchas, pero muchas veces,
hace que el mundo funcione, un poco como queremos que funcione, aun
cuando estamos intentando hacer que funcione en beneficio del otro, no
me cabe dudas que, al menos el profesor de gimnasia, espera que logre
estar más saludable para mi propio beneficio, o que cuando te dice que
no comas tus uñas tiene las mejores intenciones.
El problema ocurre cuando decimos “¡Hazlo!” o “¡Detente!” y el
destinatario no lo hace, aun sabiendo a veces que es lo mejor para él:
hacer más flexiones, estudiar más, ser más sociable, dejar de comer
comida chatarra, no comernos las uñas, o no tener vergüenza o miedo en
ciertas circunstancias.
Decimos esto porque ha funcionado en otras ocasiones. Mi profesor de
gimnasia logra sin duda que haga más flexiones casi siempre y se
molesta un poco si no las hago, me castiga con su mirada. A veces para
evitar esa cara de desaprobación suelo agregar alguna más al repertorio.
Él aprendió que debe darme la instrucción, y yo soy el responsable de
ese aprendizaje. Pero a veces, simplemente no puedo hacer ni una más.
¿Qué es lo primero que él intentará? Insistir con más firmeza. Pero si
efectivamente no puedo más, el aumento en la intensidad de su pedido
no va a hacer que yo lo haga. Podemos los dos quedarnos muy molestos,
sin ir muy lejos.
Uno de los inconvenientes que se generan cuando “¡Hazlo!” o
“¡Detente!” no funcionan y se vuelven un patrón, es que nos perdemos
de la oportunidad de aprender a evaluar mejor qué hace que alguien no
pueda detenerse o hacer algo, qué problemas son los que se vuelven un
escollo y si realmente existe alguna solución o habilidad. Evidentemente
tendemos a sobresimplificar.
Podemos incluso llegar a expresar: “Si en otros momentos lo has
hecho, ¿por qué ahora no puedes?, ¡No es difícil!, ¡es muy simple!, ¡es
sólo ponerle empeño!, ¡Si quisieras lo harías (o lo dejarías de hacer)!”.

51
Sobre simplificar, paradójicamente causa, muchas, pero muchas
complicaciones. Nadie aprende a evaluar qué se interpone en el camino,
desarrollar recursos para resolverlo, mostrar y ejemplificar cómo se
podría lograr y obviamente a tolerar la frustración de no poder. Y, por el
otro lado, aprendemos a responder con más activación emocional (“¡No
te das cuenta de que no puedo!” Con un tono de voz elevado), a esperar
cosas poco realistas de nosotros o de los otros en determinado contexto,
e incluso aprendemos a tener estándares perfeccionistas, y, por último, a
veces nos convence que somos buenos para nada.

Varias investigaciones refieren que las personas con desregulación


emocional y conductas problemáticas como cortarse, vomitar, intentar
matarse, consumir sustancias o que tienen conductas temerarias tienen
una notable falta de habilidades en la resolución de problemas. Se
encuentran con problemas difíciles y rápidamente aparecen estas
conductas como una solución en la vida cotidiana.
No aprender habilidades para afrontar los problemas es un déficit
central de la desregulación emocional. Por un lado, en el contexto no
aparecieron oportunidades de aprender qué hacer y cómo en ciertas
circunstancias, pero por el otro las conductas más problemáticas han sido
reforzadas en el contexto o sostenidas en el tiempo.
Se agrega a esto que esas personas vulnerables interactúan con el
contexto de tal manera que, el contexto y la persona aprenden a aplicar
castigos. Estas consecuencias indeseadas o premios que se me quitan
pueden ser, por ejemplo, la cara de desaprobación del profesor de
gimnasia, que el otro se vuelva insistente, que diga algo ofensivo o
desesperanzador como que uno es bueno para nada, subir el tono de voz,
o no darme algo que se me había prometido si terminaba la tarea o me
detenía en una acción determinada –si haces una flexión de brazos más
terminamos y descansas, o si dejas de comerte las uñas nos vamos de
compras–.

52
A veces para aprender cosas necesitamos también que nos refuercen
hacer cosas pequeñas o parciales o se aproxima a hacer algo más
efectivo. En ese momento se ha perdido la oportunidad de intentar
resolver el problema y la falta de habilidades se vuelve una bola de
nieve.
Un niño de 12 tenía problemas con la vista al comienzo de año, no
había podido prestar atención y entender los cálculos de matemática que
la profesora dio al iniciar el ciclo. Obviamente no podría alcanzar el
curso tan rápidamente porque los cálculos que estaban viendo a mitad de
año dependían de haber aprendido los cálculos previos. Intentaba poner
la mejor de sus energías, algunas cosas podía hacer y eso le permitía
seguir a medias el curso, casi como si realmente comprendiese por dónde
estaban. Pero en algún momento, pretender saber, poner empeño, o los
rudimentos que tenía no alcanzaron. Ya lejos del problema de la vista, a
fin de curso, falló en el examen estrepitosamente. Nadie recordaba ese
problema de comienzo de año, porque había habido un rendimiento
intermedio. Nadie se detuvo para evaluar cómo y dónde retomó los
cálculos con precisión para poder ofrecer la ayuda precisa. No hizo falta
que sus padres lo regañaran, una serie de conductas invalidantes emitidas
por todos los que forman ese contexto, él mismo volvió a casa
haciéndose duros reproches sobre sí mismo. No pudo observar con
claridad cuál fue el problema –y menos aún– resolverlo o aprender para
el futuro cómo hacerlo. Pero aún peor, no consiguió refuerzos, por
ejemplo, el reconocimiento de la voluntad que tuvo cuando intentaba
acercarse a su meta, y no tener refuerzos de las pequeñas partes que
forman parte de una meta grande como aprobar un examen de
matemática, podría terminar tirando todo por la borda: “nada sirve” es
una conclusión lapidaria.
Este patrón impide que las personas aprendan a tolerar el malestar y
solucionar problemas vitales. Por otra parte, enseña a responder al
fracaso con emociones intensas, establecer metas o expectativas poco

53
realistas, ser exigentes y perfeccionistas en un sentido que puede generar
más evitación.

Algunos puntos extra

Hay ambientes que tienen mayor vulnerabilidad a emitir conductas


invalidantes. Ambientes muy sobreprotectores o sobrecontroladores
pueden contribuir a la invalidación. Algunos estudios se han focalizado
en esas contingencias que moldean la conducta de los niños. Estas
contingencias son problemáticas porque, por un lado, pueden servir para
controlar la conducta al comienzo, tempranamente en el desarrollo, pero,
por otro, pueden inhibir el desarrollo emocional más adelante y tensar la
relación entre padres e hijos en el largo plazo.
El maltrato y el abuso son otros predictores importantes de
desregulación emocional. Es una forma extrema de invalidación porque
evoca respuestas emocionales intensas y muchas veces se acompaña de
otras conductas invalidantes (no creerle, responsabilizar a la víctima,
decir que es una reacción exagerada). Cuando esto ocurre las habilidades
de procesar emociones se interrumpen, lo que afecta la posibilidad de
identificar y modular emociones intensas. Aún más, los niños que con
historia de maltrato o abusado se vuelven hipervigilantes a las amenazas
y aprenden conductas evitativas para evadir más riesgo.
Actualmente se habla de invalidación sociocultural para referirse a la
experiencia social de estrés crónico relacionado con la discriminación, el
aislamiento, el estigma y el prejuicio. Hoy nadie duda de que todas esas
cosas enferman por sí solas. Se trata de una comunidad que emite
conductas invalidantes en base a su sistema de creencias y cultura. Puede
ocurrir a nivel macro o micro social.
En el nivel más macro se involucran valores sociales o normas que
comunican que las acciones, emociones o creencias, o lo que el sujeto es

54
o se define, son equivocadas o inapropiadas. Por ejemplo, esta
invalidación se puede observar en el debate público sobre temas de
género o la sexualidad en los medios de comunicación, o en lugares
como comunidades religiosas, educativas y políticas.
La invalidación más micro es una experiencia a nivel personal, por
ejemplo, el matoneo en el aula de un colegio o un comentario racista que
puede ser sumamente invalidante.
Las conductas invalidantes de la comunidad también se relacionan con
un incremento de la vulnerabilidad a tener desregulación emocional
(Grove & Crowell, 2017).
Para resumir, la desregulación emocional es el resultado de la relación
entre la vulnerabilidad emocional y la invalidación a lo largo del tiempo.
Lo interesante de este modelo es que no culpabiliza a nadie, pero nos
hace a todos responsables del cambio. Nos ayuda a pensar que aprender
a resolver problemas, aprender de regulación emocional, reducir nuestras
conductas invalidantes, podrían ser la salida del sufrimiento.

Referencias

Boggiano, J.P., & Gagliesi, P. (2017). Terapia Dialéctico Conductual,


Buenos Aires: Tres Olas.
Gross, J. J. (1998). “The emerging field of emotion regulation: An
integrative review”. Review of General Psychology, 2, pp. 271–299
Grove & Crowell (2019). “Invalidating Environments and the
Development of Borderline Personality Disorder. Chapter 3” en
Swales, M. (ed.) The Oxford Handbook of Dialectical Behaviour
Therapy. Oxford: Oxford Library of Psychology.
Linehan M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline
Personality Disorder. New York: The Guilford Press.

55
Niedtfeld & Bohus (2019). “Understanding the Bio in the Biosocial
Theory of BPD Recent Developments and Implications for Treatment.
Chapter 2” en Swales, M. (ed.). The Oxford Handbook of Dialectical
Behaviour Therapy. Oxford: Oxford Library of Psychology.

56
CAPÍTULO 3
MINDFULNESS: EXPERIMENTANDO LA REALIDAD
TAL CUAL ES

57
CAPÍTULO 3
Mindfulness: experimentando la realidad tal cual
es

Dra. Corrine Rhesa Stoewsand

No hacemos nada especial; intentamos estar en el


momento y convertirnos en uno con lo que sea que estemos
haciendo en ese momento.
– Willigis Jager

Mindfulness es una habilidad fundamental. Sin mindfulness, no hay


aprendizaje. No hay comunicaciones sanas, no hay relaciones íntimas, no
hay manejo de contingencias efectivas, no hay consciencia de la
conducta propia. La mente está desconectada del cuerpo presente.
Mindfulness está en el núcleo de todas las habilidades de la Terapia
Dialéctico Conductual y de las estrategias de aceptación radical, al igual
que las estrategias de exposición y cambio conductual. Es una práctica
esencial para los pacientes, los terapeutas y las familias.
Siguiendo a Marsha Linehan (1993), “Mindfulness es experimentar
exactamente lo que está pasando en el momento presente sin rechazar la
experiencia ni aferrarse a ella. Es tomar un paso atrás, alejándose de los
juicios, incluso los juicios sobre la conducta propia (…) la idea es dejar
que los pensamientos vengan y vayan, surjan y pasen, sin intentar
controlarlos.”

58
Mindfulness es a la vez simple y complejo, concreto y elusivo, una
fuerza sin fuerza. Por ejemplo, si pausas para leer estas palabras y
escuchas los sonidos que ocurren donde estás en este momento, ¿cuánto
esfuerzo requiere? ¿Puede ser que haya sonidos presentes que no notaste
antes? Si sigues escuchando con el cuerpo quieto, ¿cuánto tiempo se
sostiene la atención hasta que otra cosa aparece y dejas de enfocarte en
los sonidos? ¿Es posible escuchar sonidos aún más sutiles? ¿Escuchas el
silencio entre los sonidos? ¿Escuchas los latidos del corazón o el flujo de
la sangre? Seguimos escuchando conscientemente y experimentamos
plenamente el misterio maravilloso que es nuestra capacidad para “oír”
cuando ondas sonoras entran en los oídos.

Las Habilidades “Qué”

Hay tres habilidades en DBT que practicamos para desarrollar


mindfulness: Observar, Describir o Participar en la experiencia presente.
También hay tres intenciones que traemos a la práctica: habilidades de
“cómo practicamos” mindfulness: con la mente en una cosa a la vez, sin
juzgar, y con el propósito de ser efectivo (Linehan, 2015)

Observar

Observar incluye reconocer, notar, ver, oír o sentir. Mindfulness es


observar a través de todos los sentidos. Observamos a través de los ojos,
los oídos, el tacto, el olfato y el gusto. Mindfulness es observar los
pensamientos y reconocer que, cuando surgen, son pensamientos. No
confundimos pensamientos, creencias u opiniones con hechos reales.
Observamos qué está pasando en nuestro mundo, en el interior de
nuestro cuerpo, como las sensaciones interiores y los pensamientos.
También observamos qué está pasando fuera del cuerpo a través de

59
nuestros ojos, oídos, nariz. Con la habilidad de observar, practicamos
tocando el mundo con todos los sentidos.
Por ejemplo, observamos cuando comemos. Miramos a la comida, sus
colores y el tamaño de las porciones en el plato. Sentimos el peso del
tenedor cuando lo cargamos con comida. Olemos lo que estamos
comiendo. Y saboreamos los gustos, texturas y la temperatura. Cuando
masticamos, experimentamos lo que está pasando en la boca. Notamos
que podemos escuchar la masticación y el tragar. Después de tragar,
observamos el gusto que persiste.
Cuando estamos caminando, estamos presentes con cada paso, cuando
las plantas de los pies tocan la tierra y sostienen el peso del cuerpo.
Sentimos cada movimiento de las piernas o los brazos. Podemos dirigir
la atención para ser conscientes de lo que vemos o lo que escuchamos.
Mindfulness es lo opuesto a actuar con el piloto automático o rumiar
en la mente vagando sin tener en cuenta dónde estamos o qué hacemos.
Si estamos en el “simulador mental”, estamos viviendo nuestros
pensamientos como si fueran realidad. Mindfulness une la mente con el
cuerpo y nos conecta con la realidad del momento presente observando
con los cinco sentidos.

Describir

Si deseamos anclarnos fuertemente al momento presente, podemos


observar y describir. Podemos describir mentalmente lo que estamos
haciendo y podemos hacerlo en voz alta. Observar y describir pueden ser
una práctica muy efectiva para permanecer en contacto con la realidad
del momento presente.
Por ejemplo, unas de las cosas que me gusta hacer es ducharme. Es
una experiencia muy placentera. Puedo ajustar la temperatura del agua
exactamente como me gusta. Es agradable sentir la lluvia en mi espalda
y mi cara. Tengo champú que compro por su fragancia fresca y

60
agradable. En verdad, toda la experiencia de ducharme es grata. Sin
embargo, por más agradable que resulte esta experiencia, es posible que,
al salir de la ducha, ¡ni recuerde haberme lavado la cabeza! Puedo,
entonces, practicar la habilidad de Describir. ¿Cómo sería? Cuando estoy
ajustando la temperatura del agua, puedo pensar, “Ajusto el agua más
caliente. Ahora agrego más agua fría. Así me agrada.” Cuando entro la
ducha, pienso, “Pongo un pie, pongo el otro pie. Ahora siento la ducha
en la espalda.” Al girarme y levantar la cara, “Siento el agua en la cara”.
Puedo seguir describiendo todo lo que hago, cuando lo hago y en la
ducha ¡puedo hacerlo en voz alta! “Estoy buscando mi champú. Agarro
mi champú. Pongo un poco en la mano y vuelvo la botella. Ahora estoy
frotando las manos. Veo las burbujas. Pongo las manos en mi cabeza.
¡Ajjj! ¡Siento las uñas en el cuero cabelludo!”.
Realmente es imposible observar y describir en voz alta con la mente
vagando. Es muy efectivo para anclar la atención al momento presente.
Es posible, sin embargo, que en la práctica de observar y describir
eventualmente nos sintamos molestos por mucho ruido mental. Podemos,
entonces regresar simplemente a observar. Cuando necesitamos
fortalecer nuestra práctica, nuevamente practicamos observando y
describiendo.

Participar

Al adquirir más experiencia observando y describiendo, eventualmente


entraremos plenamente en la experiencia. Participar es estar con el flujo
del momento presente. Es muy placentero. A menudo es algo que pasa
cuando hacemos algo agradable o divertido. Por ejemplo, bailar, cantar o
tocar música. Podemos entrar en la experiencia olvidándonos de nuestras
preocupaciones por completo. A menudo surge naturalmente haciendo
deportes o actividades que tuvimos que practicar durante muchos años
para llegar a ser habilidosos. Puede suceder en el trabajo cuando nos

61
sumergimos en algo y las horas pasan sin darnos cuenta. Al entrar
plenamente en la experiencia, nos olvidamos del Sí mismo y la
experiencia convierte en nada más que “el acto de comer” o “el acto de
duchar”.

Las Habilidades “Cómo”

No juiciosamente

Los juicios nos vuelven ciegos a la realidad. Si emito juicios de valor o,


mejor dicho, prejuicios, no observo cómo son las cosas exactamente. Por
ejemplo, si salgo por la noche y veo que llueve, pueden surgir
pensamientos como, “¡No puede ser! No quiero salir con lluvia. No me
puedo mojar. Voy a enfermarme. Detesto cuando tengo que salir en la
lluvia.” Tales juicios, impiden ver la belleza de las gotas lluvia, los
reflejos de luces de colores intensos en la oscuridad, ni como el agua
salpica la calle. Además, los juicios tienden a aumentar o sostener
reacciones emocionales como la frustración o desilusión.
La intención es cultivar una actitud de no juzgar, no criticar, ni reprochar
en forma automática. Mindfulness es un acto de aceptación. Es
importante separar evaluaciones e interpretaciones de los hechos o de
una descripción de los mismos. Es una habilidad que requiere de una
práctica consciente para desarrollarse. Comenzamos por evitar palabras
como nunca/siempre, bueno/malo y las generalizaciones o
exageraciones. “Tu pieza es un desastre” es un juicio. “La cama no está
hecha y hay ropa, zapatos y papeles en el piso” es más descriptivo. Es
probable que debamos dejar ir juicios una y otra vez. Y como Marsha
Linehan nos avisa, “No juzgues los enjuiciamientos.” (Linehan, 2015.)

Con la mente en una cosa por vez

62
La mente es indivisible. No podemos activamente sostener dos
conversaciones telefónicas en cada oreja. Es imposible. Escuchamos a
uno O al otro O hablamos. Si dos hablan al mismo tiempo, perderemos
algo. ¿Cuántas veces estamos medio-presente mientras un ser querido
habla?
Traemos la intención de sostener atención en una cosa por vez.
Hacemos algo con toda la atención en sola una cosa. Cuando comemos
algo, solamente comemos, sin ver el televisor, la computadora o el
periódico. Ponemos toda la atención en lo que estamos haciendo. Pero si
estamos comiendo y leyendo el periódico, dejamos los cubiertos en la
mesa y paramos de comer para leer un artículo. Luego continuamos
comiendo con toda atención.

Efectivamente

Esencialmente, mindfulness es estar presente. Pero existe una paradoja.


Prestar atención a lo que sucede momento a momento requiere de una
intención. La intención acerca de lo que haré (futuro) y para qué voy a
hacerlo. Practicar mindfulness es recordar continuamente la intención de
estar presente (intención que pusimos en el pasado). El momento en que
nos percatamos de que la atención no está presente es un momento de –
me doy cuenta de que estoy en el “simulador mental”, recuerdo mi
intención (pasado) y puedo decidir regresar la atención de nuevo donde
lo deseo (futuro)–.
¿Cómo practicamos mindfulness? Efectivamente. Ser efectivo requiere
sostener nuestras intenciones y tenerlas en cuenta. Presentes y atentos a
lo que hacemos, estamos conscientes de los antecedentes y las
consecuencias de nuestra conducta. Nuestras decisiones y acciones serán
más efectivas. Elegimos respuestas eficaces por sobre reacciones
automáticas. Somos conscientes de fines saludables, como acciones que

63
resultan en congeniar bien con los demás, cuidar nuestra salud o tener
una vida con sentido.

La sabiduría

El objetivo de mindfulness en DBT es cultivar y conectar con la


sabiduría interna que todos poseemos. La sabiduría de reconocer las
consecuencias a largo plazo, recordar las metas y valores propios; y
conocer la integración y conexión que tenemos con otros seres cercanos,
la sociedad, y el Planeta.
Marsha Linehan (1993) desarrolló un modelo de sabiduría llamado
mente sabia, la integración de la mente racional y la mente emocional.
La mente racional es aquella pensante, lógica. La que planea y evalúa
lógicamente. Es nuestra parte “fría.” La mente racional está focalizada en
la resolución de problemas, la eficiencia y velocidad, la organización y el
orden.
La mente emocional es aquella guiada por las emociones y cada
emoción nos da energía particular que influencia nuestros pensamientos
y conductas. La mente emocional puede ser una motivación importante
para alcanzar metas (con la energía del amor, odio, enojo, etc.). Ambos
estados mentales (mente racional y mente emocional) brindan
información muy importante para reaccionar, aprender e interpretar
acciones y eventos.
La mente sabia es la integración de la mente emocional y la mente
racional. La mente sabia agrega el conocimiento intuitivo a la
experiencia emocional y al análisis lógico. Se basa en la cooperación de
todas las vías de conocimiento: la observación, el análisis lógico, la
sensación cinética, la experiencia sensorial, el aprendizaje conductual y
la intuición.

64
Todos poseemos mente sabia, pero el estilo de vida occidental muchas
veces dificulta su ejercitación. Todas las prácticas de las habilidades
mindfulness desarrollan un camino para conectarse con la mente sabia –
la sabiduría interior universal que ya existe en cada uno–. Mindfulness es
observar y experimentar la realidad del momento presente para realizar y
ejercitar la sabiduría que ya poseemos.

Resumen

Mindfulness, o conciencia plena, puede practicarse en cualquier


momento, en cualquier lugar, mientras hacemos cualquier cosa. Todo lo
que necesitamos es prestar atención a este momento, con una actitud de
aceptación y sin juicios. Así cultivamos la paciencia y la sabiduría.

Habilidades de Mindfulness – ¿Qué se hace?


Observar lo que percibas a través de los sentidos: vista, audición, olfato,
tacto y gusto ojos, oídos, nariz, piel, lengua. Observar tus emociones.
Observar los pensamientos.
Describir el flujo de los eventos yendo y viniendo.
Participar plenamente en la vivencia y sumergirte en cada momento
presente.

Habilidades de Mindfulness – ¿Cómo se hace?

Con una actitud de no juzgar, aceptar radicalmente la realidad presente


tal cual es.
Con la mente en una sola cosa por vez estar completamente presente.
Efectivamente ser consciente de las consecuencias de tus acciones y
hacer lo necesario para lograr los objetivos.

65
El objetivo de la práctica de Mindfulness es desarrollar la Mente Sabia,
o sea, la sabiduría de reconocer la realidad, integrar la mente y el cuerpo,
y ver las causas y las consecuencias de la conducta.

Referencias

Linehan, M. M. (1993) Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline


Personality Disorder. New York: Guilford Press.
___(2015). DBT Skills Training Handouts and Worksheet, 2nd Edition.
New York: Guilford Press.

66
CAPÍTULO 4
SIENTO LUEGO EXISTO: LAS EMOCIONES COMO
EXPERIENCIAS UBICUAS

67
CAPÍTULO 4
Siento luego existo: las emociones como
experiencias ubicuas

Dra. Paula S. José Quintero

Usted ha tenido muchas y grandes tristezas, que han


pasado ya. Y dice que también este pasaje fue para usted
arduo y destemplado. Por favor, compruebe, más bien, si
aquellas grandes tristezas no atravesaron por lo profundo de
usted; si no cambiaron en usted muchas cosas; si usted, en
alguna parte, en cualquier lugar de su ser, no se transformó
mientras estaba triste. Solamente son peligrosas y malas
aquellas tristezas que se llevan a sofocar entre la gente (…).
Si nos fuese posible ver más allá del término a que alcanza
nuestro saber, y aun algo más allá de las avanzadas de
nuestros presentimientos, tal vez sobrellevaríamos nuestras
tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías. Pues
aquellos son momentos en que algo nuevo, algo desconocido
ha entrado en nosotros; nuestros sentidos enmudecen
sobrecogidos de temor; todo en nosotros se retrae; se produce
una tregua, y lo nuevo, lo que nadie conoce, se yergue en
medio y calla.
– Rainer María Rilke

68
No podemos imaginar la vida sin emociones. Tampoco podríamos
imaginarlas sin la capacidad de regular las emociones cuando es
necesario. Antes de que logremos regular nuestras emociones –y todos
necesitamos de eso en determinados contextos– necesitamos poder hacer
dos cosas: identificar nuestras emociones y entender lo que ellas hacen
por nosotros, es decir, entender su función. Nuestra intención en este
capítulo es ayudarles a pulir estas dos habilidades, es decir, a ser
expertos en sus propias emociones. Pero primero, lo primero.

¿Qué son las emociones?

Las emociones surgen cuando una transacción persona-situación toma


toda la atención, tiene un significado importante para la persona (implica
cierta valoración particular) y da origen a una respuesta multi-sistema
coordinada frente a esa transacción (Gross, Sheppes & Urry, 2011).
Podemos simplificarlo señalando que una emoción es una respuesta de
la persona frente a situaciones que le importan en algún sentido. Asuntos
que no nos son relevantes de alguna manera difícilmente nos provoquen
emociones.
Que sea una respuesta multi-sistema implica que varias cosas se
activan a la vez, como en una cascada, algunas de las cuales podemos
identificar en el momento (como sensaciones corporales particulares) y
otras no tanto (como cambios químicos en nuestro cerebro).
Una experiencia emocional es, en su sentido más básico, una
conducta, si consideramos que conducta es todo lo que hace un
organismo (Skinner, 1953). En este sentido, podemos considerarla como
una conducta privada, es decir que no necesariamente otras personas la
identificarán desde afuera; podemos sentir enojo sin que las personas a
nuestro alrededor lo noten.

69
Las emociones son ubicuas e impermanentes

Todas las personas nacemos con la capacidad de experimentar todas las


emociones. No podemos elegir qué sentir ya que la experiencia
emocional surge en respuesta a una determinada situación y esa
respuesta es involuntaria. Al emerger como resultado de determinada
situación trae, además, sabiduría. Parte de nuestro trabajo es lograr
identificar esa sabiduría. Llegaremos ahí en breve, pero por ahora
alcanza con saber que las emociones nos comunican cosas relevantes
sobre nosotros, sobre los demás y sobre el mundo.
Las experiencias emocionales son, además, impermanentes. No
podemos experimentar una misma emoción de forma continuada durante
todo el tiempo. Las emociones surgen debido a determinados estímulos,
desencadenan cambios particulares y luego desaparecen. La
investigación dice que la duración de una emoción, librada a su propio
suceder sin interferencias es de 90 segundos. ¿Cuán lejos está eso de lo
que solemos pensar sobre las emociones, cierto? “Estuve enojado todo el
día”, “estoy triste desde el mes pasado”. ¿Qué es lo que hace que
percibamos a las emociones como permanentes? En general lo que nos
sucede es que rara vez dejamos que la experiencia emocional fluya sin
más. Solemos alimentarla con rumiación (pensamientos repetitivos) que
funcionan como nuevos desencadenantes cada vez. También es posible
que estando en piloto automático, distraídos, confundamos la
reincidencia con permanencia. Si hubo diferentes cosas que me
provocaron diferentes experiencias de enojo durante el día es posible que
lo que note es cierta estabilidad de la emoción en lugar de ubicar los
momentos sin enojo del día.
La metáfora que solemos usar para describir la impermanencia de las
emociones es la de la ola de mar. Las olas surgen, crecen, alcanzan su
máxima altura y luego se desvanecen. Por eso hablamos de la ola

70
emocional, para imaginarnos el proceso de surgimiento y
desvanecimiento continuo de la experiencia.
Poder experimentar la impermanencia de las experiencias emocionales
es parte del resultado de la práctica de conciencia plena. Saber que son
impermanentes muchas veces suele ayudar a pasar mejor los momentos
en los que tenemos emociones difíciles. Pero estemos atentos.
Emociones difíciles no significa emociones negativas per se.

Las emociones no son buenas ni malas

Como no las elegimos, juzgar si son buenas o malas no suele ser de


ayuda. Simplemente son. Pensar que una emoción es “negativa” no hará
que esta se vaya. Pensar que una emoción es “positiva” no hará que esta
se quede.
Es posible que esto genere algo de sorpresa. Estamos acostumbrados a
vivir dentro de una cultura que juzga frecuentemente a las emociones y
las divide en positivas y negativas. Si tuviéramos que armar equipos con
nuestras emociones para jugar un partido, y nos pidiesen que agrupemos
a las emociones en el equipo “bueno” y el equipo “malo” cualquiera de
nosotros lo haríamos casi sin tener que pensar. Amor y alegría juegan
para el bueno, enojo y miedo para el malo, por ejemplo. Pero si nos
deslizamos un poquito y nos focalizamos en la dimensión de si algo es
útil o no lo es, en lugar de en si es bueno o malo, quizá las cosas se vean
realmente diferentes.

Todas las emociones tienen una función

Esto quiere decir que todas las emociones son útiles para algo. Sí, todas.
Y podemos dividir esas funciones en tres áreas principales: las funciones
para la persona (dimensión intrapersonal), las funciones en las relaciones

71
(dimensión interpersonal) y las funciones para la vida en sociedad
(dimensión social y cultural). Las emociones nos informan sobre quiénes
somos, cómo son nuestras relaciones y juegan un papel importante en el
funcionamiento de las sociedades para mantenernos a los humanos
viviendo juntos.
Claro está que compartimos con animales no humanos muchas
experiencias emocionales. Y gran parte de estas tienen la función de
permitirnos sobrevivir. No hubiera sido posible para nosotros llegar a
nuestros días prescindiendo del miedo, por ejemplo. El miedo nos
permitió huir del peligro y protegernos. Esto significa que las emociones
tienen funciones que permiten a las especies sobrevivir. Las emociones
son respuestas inmediatas y automáticas que constituyen modos
efectivos de resolver problemas fundamentales para la supervivencia.
Pero hay mucho más.

Las emociones son útiles para cada persona

La primera ventaja es que las emociones nos preparan para actuar. Las
emociones generan cambios en nuestro cuerpo para realizar
determinadas acciones y no otras. A esta preparación le llamamos
impulso de acción y es parte de cada experiencia emocional. Cuando
experimentamos una emoción, con ella vienen ganas de hacer algo
particular. Hay emociones cuyo impulso de acción es de acercamiento,
como el amor y el enojo, ambas nos impulsan a acercarnos. Hay
emociones cuyo impulso de acción es alejarse, como en el caso del asco
y el miedo. Esto no significa que cada vez que sintamos miedo nos
alejemos o que cada vez que sintamos enojo nos acerquemos. ¿Por qué
no? Porque si bien el impulso de acción de la emoción suele ser similar a
lo largo de nuestras experiencias, también las personas tenemos una
historia de aprendizaje que nos ha enseñado cómo comportarnos de

72
acuerdo a las consecuencias que hemos sufrido en el pasado luego de
determinadas respuestas emocionales. Puede suceder, por ejemplo, que
en casa no están permitidas las expresiones de enojo entonces hemos
aprendido que frente al enojo es mejor alejarse para no ser castigados. O
quizá llorar estaba muy mal visto, y entonces frente a la tristeza nos
expresamos menos abiertamente.
Esto nos permite distinguir dos cosas que suelen confundirse: el
impulso de acción de una emoción y la expresión emocional. La
expresión emocional está constituida por las cosas que hacemos o
decimos frente a una experiencia emocional, más allá del impulso de
acción que experimentemos. Habíamos mencionado antes que la
experiencia de una emoción puede ser algo privado, que otros no siempre
pueden ver. En este caso la expresión emocional es lo que los otros
pueden ver. Entonces puedo estar muy enojada, pero puedo responder
con amabilidad a pesar de que el impulso de acción de mi emoción
consista en incitar una respuesta de ataque. Ahí reside nuestro punto de
elección: no podemos elegir cómo sentir, pero sí como actuar. Sin
embargo, cuando decidimos actuar diferente a lo que el impulso de
acción de una emoción nos indica, esta decisión tiene que estar basada en
la efectividad, es decir, en qué es más conveniente para dicha situación.
Veamos dos ejemplos:
Anita vive en una zona del sur de Chile en donde los movimientos
sísmicos son frecuentes. Una noche mientras duerme escucha sonar la
sirena que avisa de un movimiento de gravedad. Posiblemente el
escuchar la sirena le despierte miedo y el impulso de acción del miedo
sea correr, salir de su cama hacia un lugar seguro. El miedo va a hacer
las cosas por ella, va a poder actuar sin tener que pensar demasiado.
¿Le conviene en este caso a Anita seguir el impulso de acción de su
emoción y correr? Por supuesto que sí.
Miguel tiene una reunión de trabajo concertada por su jefe a las 9 de
la mañana. Sale de su casa a horario, pero ve un anuncio de demora en

73
el subte. Decide tomarse un taxi que lo deja a 10 cuadras del trabajo
debido a que están arreglando las calles y no se permite el paso de
automóviles. Entonces Miguel se apura caminando rápido por las calles
para llegar a horario. Cuando entra a la oficina la secretaria le informa
que su jefe está retrasado. Miguel siente enojo, “todo este esfuerzo que
he hecho para llegar a horario fue en vano”. Su jefe llega a la oficina
una hora y media más tarde e inicia la reunión sin pedir disculpas por la
demora. Miguel siente más enojo. El impulso de acción del enojo en ese
momento lo incita a agredir a su jefe, a decirle todo lo que piensa. ¿Es
efectivo para Miguel en ese contexto seguir el impulso de acción de su
emoción? Pareciera que no. Entonces Miguel se dispone a estar presente
en esa reunión sin decir palabra en ese momento. Sin embargo, como
veremos más adelante, esa emoción le está comunicando algo importante
a Miguel. De modo que es posible a la vez no responder al impulso de
acción de la emoción cuando no es efectivo en el momento y notar qué
es importante de lo que esa emoción comunica.
Identificar cuál es el impulso de acción que sentimos nos puede
ayudar a nombrar la emoción cuando no nos es tan clara en el momento.
Poder poner nombre a nuestras emociones es en sí mismo un recurso
útil de regulación emocional (Liberman et al., 2007; Feldman et al.,
2009). Esto significa que cuando podemos identificar aquello que
estamos sintiendo y nombrarlo estamos mejor preparados para lidiar con
dicha experiencia emocional. No es lo mismo decir “me siento mal” que
decir “siento tristeza”. Sentirse bien o mal no dejan de ser juicios de
valor: me gusta o no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora. Pero esos
juicios de valor no son tan útiles para lidiar en el momento con las
emociones. Toda la información que trae consigo la emoción particular
se diluye tras el juicio de valor que hacemos. Perdemos información
relevante, esa es la clave.
Si conocemos sobre emociones y su preparación para actuar (Linehan,
2015) seremos mejores a la hora de identificar qué sentimos y qué

74
sienten las otras personas a nuestro alrededor. Veamos.
Miedo: surge de manera típica cuando percibimos una amenaza a nuestra
vida, a nuestra salud o a nuestra calidad de vida y nos prepara para huir
del peligro.
Enojo: surge de manera típica cuando percibimos que un objetivo está
siendo bloqueado (puede ser una meta o una actividad importante) o
cuando uno mismo o seres queridos están siendo atacados y nos prepara
para atacar, agredir o controlar la situación.
Asco: surge de manera típica frente a estímulos que percibimos como
contaminantes y nos prepara para alejarnos de ese objeto o situación
mediante el rechazo.
Tristeza: surge de manera típica cuando hay una pérdida de alguien o
algo importante y nos prepara para conservar los recursos (evitar seguir
perdiendo) y obtener ayuda de otras personas. Nos informa sobre lo que
es valioso para nosotros.
Vergüenza: surge de manera típica cuando evaluamos que alguna
característica personal o de nuestro comportamiento serán sancionadas
por nuestra comunidad y nos prepara para esconder estas transgresiones.
Culpa: surge de manera típica cuando hemos traicionado nuestros
valores y nos prepara para reparar el daño.
Celos: surge de manera típica frente a otros que amenazan quitarnos algo
o alguien que nos importa y nos prepara para proteger lo que tenemos.
Envidia: surge de manera típica cuando otros tienen cosas que
necesitamos o deseamos y no tenemos y nos prepara para trabajar duro
en obtener esas cosas.
Amor: surge de manera típica cuando una cosa o persona nos es
deseable y agradable y organiza respuestas en torno a la reproducción y
el cuidado de otros. Nos prepara para unirnos o apegarnos a otros.
Alegría: surge de manera típica cuando percibimos un funcionamiento
óptimo en nosotros, en nuestros seres queridos o en el grupo o

75
comunidad del que formamos parte y nos prepara para compartirlo con
otros y continuar en ese camino para mantener o aumentar el bienestar.

Si hablamos de respuestas “típicas” ¿significa que hay otras


maneras de responder?

Por supuesto que sí. No todas las personas respondemos con la misma
emoción frente a situaciones similares. Es posible que sintamos miedo
aun cuando no hay una amenaza concreta a nuestra vida. Es posible que
sintamos celos aun cuando nadie está activamente intentando quitarnos
algo valioso para nosotros. Por esto, porque los humanos somos
extremadamente complejos, porque hemos aprendido algunas respuestas
“no típicas” debemos considerar que podemos ser expertos en emociones
en general pero nunca lo seremos sobre las emociones particulares de
una persona. Podemos ayudar a identificar una emoción, por supuesto,
pero el experto es quien siente. Debemos siempre cultivar una actitud de
curiosidad hacia las emociones de los demás antes que asumir lo que
otros están sintiendo. Curiosidad aquí implica preguntar para entender.
Julieta se encuentra inquieta en su habitación. Su mamá la ve y le
pregunta qué le sucede. Julieta dice: “no sé qué me pasa… sólo quiero
taparme con las sábanas y desaparecer”. La madre le pregunta si pasó
algo puntual en estas horas y Julieta le cuenta que su mejor amiga le dijo
a José –el chico que le gusta– que ella querría ser su novia. Mientras lo
cuenta, Julieta se tapa la cara y se le enrojecen las mejillas. “No quería
que él lo supiera, mamá, mi amiga es una bocona”.
Una vez que conocemos sobre emociones y sobre sus impulsos de
acción podemos ayudar –y ayudarnos– a identificar emociones. ¿Qué
emoción puede estar sintiendo Julieta? Muy probablemente sea
vergüenza. Un secreto fue develado y se siente vulnerable. Entonces su
mamá puede, con curiosidad, preguntar: ¿Es posible que sea vergüenza

76
lo que estés sintiendo ahora? La respuesta de Julieta será la clave. Y ese
es un primer paso para lidiar con la vergüenza. Nombrarla, conocerla.

Las emociones nos ahorran tiempo

Otra de las ventajas que tienen es que nos permiten no tener que pensar
mucho para actuar en algunas situaciones. Nos permiten actuar muy
rápido cuando es requerido. Por esta misma razón las emociones son
difíciles de cambiar una vez que surgen. Porque son respuestas en parte
biológicas que no podemos elegir. Es posible que si entra un ladrón a tu
casa el miedo no disminuya hasta tanto hayas logrado escapar o el ladrón
se haya ido o de alguna manera percibas que el peligro disminuyó
considerablemente.

Las emociones nos comunican cosas importantes

Las emociones no sólo nos impulsan a actuar en lo inmediato. También


nos sirven como motivadores para el comportamiento futuro.
Tomaremos precauciones o elegiremos los caminos dependiendo
también de experiencias emocionales pasadas.
Las emociones nos comunican información sobre nosotros mismos.
Nos ayudan a conocernos. Cuando algo nos duele significa que nos
importa. Cuando algo nos alegra significa que nos importa. Así,
experimentando emociones podemos conocer más sobre nosotros y las
cosas que nos mueven y nuestros valores. Allí está la sabiduría que
mencionábamos antes. Prestar atención a aquello que nos comunican
nuestras emociones es una manera de aprender a respetarlas.

Las emociones son útiles para nuestras relaciones

77
Las emociones no sólo nos son útiles personalmente, sino que también
comunican cosas a los demás. Cuando algo de nuestra experiencia
emocional llega a otras personas esto tiene un efecto. Las expresiones
faciales de las distintas emociones pueden comunicar mucho más que las
palabras. Una expresión de enojo –ceño fruncido, boca apretada– puede
afectar de alguna manera el comportamiento de la persona con la que
interactuamos. De hecho, algunas expresiones emocionales pueden tener
un efecto automático en los otros. Si alguien expresa miedo con su rostro
y mira hacia un lado y otro de la calle es posible que eso afecte la
conducta de quienes están alrededor aumentando su nivel de alarma.
También es cierto que la expresión emocional provoca en los demás
respuestas bastante típicas: cuando uno muestra tristeza es muy posible
que provoque que otros se acerquen a consolar y ayudar; cuando uno
muestra ira es probable que los otros cambien su comportamiento o se
distancien en el momento (Marsh, Ambady, & Kleck, 2005). Nuestra
expresión emocional influye a los demás.
Martín está mirando su celular en clase de matemáticas. Su maestro
lo ve y lo reprende con firmeza. Martín, algo molesto, guarda el celular
en su mochila y abre su carpeta. Comunicar enojo es importante para el
maestro porque está señalando qué espera de la relación –de sus
alumnos– durante la clase. Es posible que si el maestro menciona el
asunto con una sonrisa de oreja a oreja y con baja intensidad el cambio
en la conducta de sus alumnos no suceda como lo espera.
Gonzalo espera a su pareja esa noche con su comida favorita. Cuando
llega su pareja esta expresa mucha alegría por tan linda sorpresa.
Comunicar alegría sería difícil de detener en esa situación y además es
importante porque comunica al otro qué cosas son de su agrado
particularmente.
Expresar emociones ayuda a las personas en nuestra vida a conocer
qué cosas nos gustan, cuáles no, cuáles son nuestros valores, nuestras

78
motivaciones, nuestros deseos y da la oportunidad al otro de ajustar su
comportamiento considerando estos factores cuando sea necesario.

Las emociones son útiles para la vida en sociedad

La comunidad verbal a la que pertenecemos necesita de una visión de


mundo compartida por sus miembros que aseguren la vida en sociedad
de manera más o menos estable. Esta visión del mundo también afecta a
las emociones. Las culturas proveen guías sobre qué emociones son
deseables para facilitar el cumplimiento de normas que regulan el
comportamiento individual y el interpersonal (Tsai, Knutson, & Fung,
2006) y también proveen guías sobre qué hacer con nuestras emociones
cuando surgen –cómo expresar las emociones, cambiarlas, ocultarlas,
etc.–. Esto significa que la cultura funciona como un “moderador” de
nuestras experiencias emocionales y de las formas que tenemos de
expresarlas.
Varias de nuestras experiencias emocionales son inminentemente
sociales y sirven para regular la vida en sociedad: culpa y vergüenza son
dos buenos ejemplos. La culpa y la vergüenza nos dan información útil
para ajustar nuestro comportamiento al comportamiento deseado para la
vida en sociedad.

Modelo para describir emociones

Vamos a aprovechar el envión de estar escribiendo un libro y ustedes de


estar leyéndolo y extendernos con algo bastante importante.
Cuando estamos experimentando una emoción podemos hacer muchas
cosas. Una de ellas es intentar describir la emoción que estamos
sintiendo. Eso permitirá que todas las cosas que compartimos hasta ahora
cobren sentido en la práctica.

79
A continuación, compartiremos un modelo para describir emociones
(Linehan, 2015) que está compuesto por seis pasos más algo de
información extra que puede ser de utilidad.
Para describir una experiencia emocional el primer paso es elegir
sobre qué episodio emocional vamos a basarnos. Esto significa que
necesitamos que sea una experiencia emocional puntual y concreta y no
generalidades sobre cómo experimentamos las emociones. No vamos a
decir “yo cuando me enojo suelo pensar que…” sino “ayer cuando me
enojé a la tarde pensé que…”. Entonces, primer paso: elegimos una
emoción que hayamos sentido recientemente. Más reciente mejor, si es
del día de hoy, mejor aún.
Una vez que tengamos identificado el momento emocional vamos a
intentar responder a las siguientes preguntas:

Desencadenante: se trata del suceso que hizo surgir la emoción.


Este suceso puede ser un evento externo (por ejemplo: Simón recibió
un mensaje de su amigo avisándole que cancela el plan que tenían para
esa noche) o puede tratarse de un evento interno (por ejemplo: Mariana
recordó cuando su pareja le dijo que estaba dudando de continuar en la
relación).
Entonces, la primera pregunta es: ¿qué evento provocó mi emoción?
La lección para aprender aquí es: toda emoción tiene un
desencadenante. Ninguna emoción surge “de la nada”. Es posible que no
logremos identificar un desencadenante concreto para las emociones de
las otras personas pero que no lo logremos identificar no significa que no
exista.

Pensamientos/Interpretaciones: son aquellas cosas que pensamos


respecto al evento que provocó la emoción.
En general, el desencadenante se acompaña de algunos pensamientos
en el momento. Por ejemplo, en el caso de Simón, en el que el

80
desencadenante fue recibir un mensaje de su amigo cancelando la cita,
los pensamientos que pueden haber surgido son “no le importa nuestra
amistad”, “siempre hace lo mismo”, “no es el amigo que era”. Señalamos
los pensamientos entre comillas para indicar que son eso, pensamientos.
¿Es posible que frente a un desencadenante no halla pensamientos y se
pase directo a la respuesta corporal de la emoción? Lo es, aunque no
sucede para la mayoría de los casos.
Entonces, la segunda pregunta es: ¿qué pensé en ese momento?

Cambios biológicos y sensaciones corporales: constituyen la


respuesta física de la emoción en el cuerpo.
Estos cambios suceden en nuestro cerebro –cambios químicos– y
también en nuestro cuerpo. Puede aumentar o disminuir la temperatura
corporal, el ritmo cardíaco, la tensión muscular en algunas zonas.
Podemos sentir calor o tensión o relajación o sensación de frío. Es
importante conocer cómo sentimos las emociones en el cuerpo. Es
debido a que las emociones nos provocan sensaciones corporales que a
veces son llamadas sentimientos. Porque las sentimos en el cuerpo. En
nuestro ejemplo anterior, Simón puede haber sentido tensión en la
mandíbula y en los brazos al leer, un poquito más acelerado el corazón y
calor en su rostro.
Entonces, la tercera pregunta es: ¿qué sentí en mi cuerpo?

Impulso de acción: es aquello que la emoción me incita a hacer.


La emoción prepara al cuerpo para actuar y podemos identificar qué
me da ganas de hacer en ese momento. Al impulso de acción no lo
podemos controlar –no lo elegimos– al igual que los cambios biológicos
y las sensaciones corporales, suceden fuera de nuestro control. En el
ejemplo de Simón, posiblemente lo que la emoción le incita a hacer es
llamar a su amigo y decirle todo lo que piensa en el momento, quizá
gritar, colgar el teléfono.

81
El impulso de acción no es necesariamente lo que vamos a hacer
debido a la emoción. Pero es importante identificarlo. En especial porque
en muchas oportunidades tenemos aquí la posibilidad de detenernos y
decidir qué sería más efectivo hacer. Sobre lo que hacemos con nuestra
emoción sí tenemos poder de elección.
Entonces, la cuarta pregunta es: ¿qué tenía ganas de hacer en ese
momento? ¿cuál era mi impulso de acción?
Este es un buen momento para intentar nombrar la emoción que
sentimos. Identificar el impulso de acción nos puede ayudar. Si el
impulso de acción es atacar o agredir, ¿qué emoción estaba posiblemente
sintiendo Simón? Sí, posiblemente estaba sintiendo enojo.

Expresión emocional: está constituida por el lenguaje corporal y


facial, palabras y acciones.
Aquí incluimos concretamente todo aquello que otros pueden ver
desde afuera. La posición de nuestro cuerpo y nuestra expresión en la
cara y también lo que decimos y hacemos frente a la experiencia
emocional. Aquí es donde podemos elegir como expresarnos. Aquí es
donde elegimos nuestras acciones y palabras. Podemos hacer
exactamente lo que nuestro impulso de acción nos dicta –Simón podría
llamar y gritar a su amigo– o bien podemos elegir otra cosa –esperar a
mañana para hablar o ser amable–. A veces lo mejor será seguir el
impulso de acción de la emoción y correr cuando hay alerta de
terremoto, como en el ejemplo de Anita. Otras, lo mejor será tener una
respuesta diferente. La clave es poder identificar qué es lo más efectivo
de hacer dada esa situación.
Entonces, la quinta pregunta es: ¿qué hice o dije en ese momento?

Consecuencias: son aquellos eventos que suceden como resultado


de la expresión emocional.

82
Y dentro de estos eventos incluimos experiencias internas y también
eventos en el ambiente. Aquello que hacemos y decimos tiene
consecuencias en nosotros mismos –podemos experimentar una nueva
emoción como resultado, o podemos experimentar alivio de la tensión, o
cansancio, por ejemplo– y en los demás –puede ocurrir que si estábamos
en una situación interpersonal la otra persona se calle, o se vaya, o nos
abrace, etc.–. Las consecuencias son importantes porque nos informan si
lo que logramos se acerca a los que queríamos o no y nos pueden ayudar
a volver a elegir esa misma expresión emocional en el futuro o a probar
otras formas de responder.
También las consecuencias importan porque pueden aumentar la
vulnerabilidad a emociones futuras, como cuando uno respondió con
enojo y luego queda sensible a los futuros eventos que puedan generar
enojo nuevamente. O cuando sentimos intenso miedo y luego quedamos
hiper-vigilantes al peligro alrededor. Ser consciente de estas
vulnerabilidades permitirá no responder de manera automática frente al
siguiente desencadenante, si es que lo hubiere.
Entonces, la sexta pregunta es: ¿cuáles fueron las consecuencias de
eso que dije o hice?
Las emociones son sumamente importantes en nuestra vida y
conocerlas y cultivar respeto hacia ellas es un primer paso importante
para poder afrontar mejor los desafíos de la desregulación emocional.

Resumiendo

Las emociones cumplen funciones importantes


Poder nombrarlas es útil para lidiar mejor con la experiencia
emocional
Conocer sobre emociones nos permite entender más nuestra
experiencia y la de los demás

83
Utilizar el modelo para describir emociones amplía nuestra
capacidad de elegir qué hacer en cada situación

Sugerencia de práctica

Elige un momento cercano en el tiempo en el que hayas experimentado


una emoción e intenta responder las seis preguntas del modelo para
describir emociones.

1. ¿Qué evento provocó mi emoción?


2. ¿Qué pensé en ese momento?
3. ¿Qué sentí en mi cuerpo?
4. ¿Cuál era mi impulso de acción? Y, si es posible: ¿Cuál es el
nombre de la emoción que estoy sintiendo?
5. ¿Qué hice o dije en ese momento?
6. ¿Cuáles fueron las consecuencias de eso que dije o hice?

¿Cuándo es el mejor momento para practicar?

Hay dos momentos que pueden ser útiles para practicar. Uno es
recordando una emoción reciente y tratando de identificar las seis
preguntas de cómo fueron las cosas en ese momento. El otro es practicar
en el mismo momento en que la experiencia emocional sucede para
poder elegir cómo responder a ella. Ambos tipos de prácticas son
bienvenidas y serán de utilidad para volverte un experto en tus
emociones y para aumentar la comprensión de las emociones de las
personas significativas en tu vida.

Referencias

84
Feldman, G., Harley, R., Kerrigan, M., Jacobo, M., & Fava, M. (2009).
“Change in emotional processing during a dialectical behavior
therapy-based skills group for major depressive disorder”. Behaviour
Research and Therapy, 47(4), pp. 316-321. Disponible en:
http://dx.doi.org/10.1016/j.brat.2009.01.005
Gross, J.J., Sheppes, G., & Urry, H.L. (2011). “Cognition and Emotion
Lecture at the 2010 SPSP Emotion Preconference”, Cognition and
Emotion, 25:5, pp. 765-781, Disponible en:
https://doi.org/10.1080/02699931.2011.555753
Lieberman, M. D., Eisenberger, N. I., Crockett, M. J., Tom, S. M.,
Pfeifer, J. H., & Way, B. M. (2007). “Putting Feelings Into Words”.
Psychological Science, 18(5), pp. 421–428. Disponible en:
https://doi.org/10.1111/j.1467-9280.2007.01916.x
Linehan, M. M. (2015). DBT® skills training manual (2nd ed.). New
York, NY, US: Guilford Press.
Marsh, A. A., Ambady, N., & Kleck, R. E. (2005). The effects of fear
and anger facial expressions on approach- and avoidance-related
behaviors. Emotion, 5(1), 119–124.
Rilke, R. M. (2004). Cartas a un joven poeta. Buenos Aires: Editorial
Losada.
Skinner, B. F. (1953). Science and human behavior. New York:
Macmillan.
Tsai, J. L., Knutson, B., & Fung, H. H. (2006). “Cultural variation in
affect valuation”. Journal of Personality and Social Psychology,
90(2), pp. 288–307.

85
CAPÍTULO 5
VALIDACIÓN: LA COMUNICACIÓN COMPASIVA

86
CAPÍTULO 5
Validación: la comunicación compasiva

Dra. Corrine Rhesa Stoewsand

Las palabras empáticas, administradas habilidosamente,


son la terapia más antigua en la historia del hombre.
– Louis Nizer

La validación genuina es una manera útil y efectiva de fortalecer todas


nuestras relaciones interpersonales, pero especialmente con personas
vulnerables, emocionalmente sensibles o emocionalmente volátiles. La
validación abre la comunicación, genera confianza, fortalece la conexión
humana y mantiene relaciones saludables. Aprender a validar ayuda a
profundizar nuestra compasión por los demás y por nosotros mismos y
reduce los conflictos en nuestras relaciones.
Entonces, ¿qué es exactamente la validación?
Si algo es válido, de acuerdo con la Real Academia Española, es
“firme, subsistente y que vale”, así como también que se trata de algo
“aceptable”, por ejemplo “que un argumento es aceptable”. Como
podemos ver, la validación no crea relevancia y significado. Es una
reflexión de la experiencia interna del otro. Afirma lo que ya está bien
fundamentado en relevancia y significado.

87
La validación afirma que una experiencia humana subjetiva es
auténtica, comprensible o que tiene sentido. Esto es más que sólo
encontrar las palabras adecuadas para afirmar la validez, aunque ese es
un aspecto importante que cubriremos. Podemos validar con palabras,
con el tono de voz, con expresiones faciales, con posturas y movimientos
y también con hechos. Incluso podemos validar con pensamientos, con
actitudes y con silencio. La validación genuina es sentida y sincera
(Stoewsand, 2019).
Para verificar la validez, es decir, para validar, debemos comenzar por
aprender a observar de una manera nueva. Uno tiene que aprender a ser
un científico, observando y aceptando la experiencia con curiosidad y sin
prejuzgar o interpretar la experiencia. La validación genuina requiere
presencia. Podemos cultivar nuevas formas de estar presentes y aceptar,
mientras practicamos nuevas formas de usar el lenguaje en nuestra forma
de pensar y hablar. Aprendemos a comunicar que los demás son
importantes para nosotros y que los aceptamos por lo que son. Cuando
comunicamos a los demás, a través de palabras o mediante expresiones
silenciosas, que nos importa cómo se sienten validamos que sus
sentimientos son normales, relevantes y significativos. Decirle a un ser
querido que no debe sentirse avergonzado en una situación dada es como
insistir en que la lluvia no debería caer. Validamos para ayudar a otros a
reducir efectivamente su sufrimiento y para reducir nuestro propio
sufrimiento y esto requiere una nueva flexibilidad y disciplina personal.
Tenemos que desaprender nuestras reacciones automáticas.
Validación es aceptación. Aceptamos al otro como él o ella está en el
momento presente. Esto no significa que aprobemos todo lo que el otro
hace. Los demás hacen muchas cosas que nos molestan. A pesar de eso,
también podemos reconocer que sus emociones son auténticas y que sus
deseos son legítimos. Podemos corroborar la importancia y la relevancia
de sus sentimientos. No estamos dando consejos; no le estamos pidiendo
al otro que cambie; no nos estamos resistiendo obstinadamente a ellos de

88
ninguna manera. Estamos aceptando, somos empáticos y estamos
abiertos a comprender y confirmar la importancia de su experiencia.
La validación es un acto de compasión. La comunicación compasiva
es calmante. Sentirse amado nos da una mayor sensación de seguridad,
calma nuestros miedos. Desde el nacimiento, estamos programados para
sentirnos tranquilos cuando escuchamos palabras amables, una voz suave
o el contacto con un ser querido. Al ser validados experimentamos un
sentido de seguridad que nos permite una apertura para más diálogo y
mayor comprensión. (Gilbert & Chöden, 2014)
¿Por qué no podemos aprender algunas palabras mágicas de
validación de inmediato? Bueno, debemos entender exactamente lo que
significa estar presente y plenamente consciente de la otra persona y de
nuestra propia experiencia interna. Entonces, nuestra comunicación debe
ser coherente y congruente para comunicar la aceptación y la compasión
que realmente sentimos. Nuestras palabras, tono de voz, gestos,
expresión facial y lenguaje corporal dicen todos juntos: me importas, tus
sentimientos son importantes para mí, me preocupo por ti y realmente
quiero entender tu experiencia lo mejor que pueda. Dicha validación es
algo que debemos aprender a pensar y sentir auténticamente. El solo
hecho de decir las palabras correctas probablemente fallará porque
nuestra expresión facial y tono de voz provienen del corazón y
comunican mucha más información que sólo las palabras.
Si estamos tratando de validar cuando estamos activados
emocionalmente, podemos estar tratando de comunicarnos en medio de
una tormenta emocional. Se necesita un corazón tranquilo y abierto para
ser compasivo y tolerante con los demás en lugar de criticar y condenar a
las personas. Es fácil reaccionar automáticamente a un compañero de
trabajo o familiar enojado, o ser cínicos y desconfiados de sus
“reacciones exageradas”. Como seres humanos, estamos programados
para defendernos cuando nos atacan, no para validar la ira de nuestro

89
atacante. Todos podemos caer en esa trampa, incluso después de años de
practicar la validación.
Cultivar la validación es un proceso. Tenemos que desarrollar la
atención plena y la aceptación, aplicar la empatía y la compasión,
aprender y practicar nuevas habilidades, y dejar de lado las viejas formas
de pensar y hacer. Tenemos que elevarnos por encima de nuestra propia
ira, miedo, vergüenza y culpa. No podemos preocuparnos por sentirnos
tontos o controlados por otros. Cuando estamos verdaderamente
presentes, somos completamente compasivos y verdaderamente
validantes, nos esforzamos por tratar a los demás no de una manera que
sea digna a ellos, sino de una manera que sea digna de nosotros mismos
y que esté alineada con nuestros propios valores. No tratamos a los
demás “maliciosamente” cuando son malos con nosotros, porque no
somos malos.
Por lo tanto, la práctica de la validación no sólo cambia nuestras
relaciones con nuestros seres queridos, sino también nuestra relación con
nosotros mismos. Validarnos a nosotros mismos es clave para tener un
sentido de seguridad interior y estabilidad emocional. Nos aceptamos
más a nosotros mismos tal como estamos en el presente y podemos dejar
de lado nuestros juicios internos y nuestras autocríticas. Practicamos la
autocompasión y el autocuidado al validarnos a nosotros mismos y a
nuestros sentimientos negativos, deseos y frustraciones, así como a
nuestras propias fortalezas y éxitos (Neff, 2015). Todos necesitamos ser
validados y nutridos, y sólo hay una persona siempre presente y
disponible para ese trabajo: uno mismo.

¿Qué validamos exactamente?

No podemos crear validez; sólo podemos confirmar lo que ya es


legítimo. Corroboramos lo que es real, observable, lógico, basado en

90
sólidos principios... o lo que simplemente tiene sentido. Podemos
comparar algo con una autoridad, con conocimientos generales o con
nuestra propia experiencia privada para verificar si es comprensible y
razonable. Entonces, ¿qué es exactamente lo que validamos?

Emociones. Nuestras emociones y sentimientos son siempre válidos


(Linehan, 1993; Fruzzetti, 2006). Las emociones son el producto del
desarrollo evolutivo, son respuestas biológicas que mejoran nuestra tasa
de supervivencia. No hay emociones “correctas” ni emociones
“incorrectas”. Los amigos, la familia, la sociedad y las religiones pueden
juzgar y etiquetar las emociones como “buenas” o “malas”, pero si
consideramos que estas son respuestas biológicas a eventos internos o
externos en combinación con interpretaciones mentales y pensamientos
sobre estos eventos, entonces podremos ver que la emoción en sí no es ni
buena ni mala, simplemente es. Por lo tanto, todas las respuestas
emocionales, incluidos los sentimientos de ira, envidia o incluso sentirse
malhumorado, son válidas. El comportamiento que resulta de una
emoción puede o no ser válido, pero la emoción en sí es ciertamente una
parte esencial y válida de nuestra experiencia como seres humanos.
Cuando validamos las emociones, confirmamos y corroboramos que la
emoción es normal, natural, causada y tal vez incluso dolorosa si ese es
el caso. Un par de ejemplos simples: “Te veo muy triste. ¿Qué pasó?” o
“Guau. ¡Qué frustrante!”

Necesidades y deseos. Las necesidades y los deseos humanos son


universales (Rosenberg, 2003). Por ejemplo, todos necesitamos y
queremos autonomía y elección sobre nuestras propias vidas, conexión e
interdependencia con los demás, recreación/juego y cuidado físico.
Queremos sentirnos bien con nosotros mismos, no queremos sufrir.
Todas estas necesidades y deseos son válidos. Si bien puede que no sea
válido o incluso posible satisfacer nuestros deseos infinitos o satisfacer

91
todas nuestras necesidades todo el tiempo, podemos reconocer y validar
las necesidades y deseos como legítimos. Soñamos con lo que queremos.
Incluso si no podemos tenerlo, podemos sentir el deseo en sí mismo o
podemos sentir la necesidad como una necesidad. Por ejemplo: “Me
imagino que estás soñando con tener un nuevo coche como tu amigo” o
“Te veo necesitando unas vacaciones”.

Opiniones y creencias. Cada persona tiene derecho a su opinión: gustos


y no gustos, el considerar si alguien es atractivo o poco atractivo, la
mejor manera de resolver un problema personal, etc. Cada persona tiene
derecho a sus propias creencias espirituales, religiosas, políticas y
sociales, códigos morales y creencias. Y nadie tiene el derecho de forzar
sus opiniones y creencias sobre los demás. Podemos validar opiniones y
creencias simplemente por lo que son en el momento presente. Las
opiniones son válidas como opiniones, ¡no como verdad! Por ejemplo:
“Me parece muy interesante tu perspectiva” o “No lo pensé así”.

Comportamiento1. Si bien podemos considerar todas las emociones,


todas las necesidades y deseos, y todas las opiniones como válidas,
auténticas y/o basadas en principios sólidos, no todas las conductas son
válidas (Linehan, 1993). Por ejemplo, cuando actuamos impulsivamente,
nuestro comportamiento puede no estar basado en una razón válida o en
un buen juicio. Podemos validar el sentimiento de ira (la emoción tiene
sentido dadas las circunstancias), pero generalmente no validaríamos un
comportamiento como lanzar cosas, amenazar a otros, atacar físicamente
a otros o incluso gritar insultos y blasfemias (el comportamiento no es
razonable ni efectivo). Por supuesto, esto no es universal, depende de la
situación. Si alguien realmente amenazara con matar a un ser querido,
por ejemplo, atacar físicamente a esa persona para evitar tal acción sería
un comportamiento válido. Considerar valido un comportamiento va a

92
depender del contexto, la historia y las metas. En general la conducta
valida es efectiva, responsable y considerada con los demás.

Pensamientos o razonamientos. No todos los pensamientos y


razonamientos son válidos. Sin entrar en el análisis de la lógica formal,
el razonamiento válido tiene premisas verdaderas, validez lógica y
conclusiones verdaderas. En el uso diario, esto significa que debemos ser
conscientes de nuestras interpretaciones y debemos separar las
observaciones de las interpretaciones. Por ejemplo, la declaración “Ella
siempre hace cosas para hacerme enojar” expresa una interpretación de
que la otra persona intencionalmente quiere que uno se sienta enojado.
Esto puede o no ser válido (verdadero): no tenemos evidencia que nos
permita saber si esa fue su intención o no. Por otro lado “Me sentí
enojada después de que ella hiciera eso” es una descripción válida de una
observación de los eventos si la persona, de hecho, se sintió enojada
después de que ella hiciera eso.

Entonces, para ser realmente claros aquí, cualquier experiencia


humana puede ser validada, aunque ¡queremos evitar validar lo inválido!
No sería muy efectivo corroborar los pensamientos, opiniones o
predicciones de alguien como hechos, por ejemplo: “Sí, es realmente
cierto que tu jefe siempre es injusto contigo y es imparcial con todos los
demás” o “Tenemos que aceptar que esta situación nunca va a cambiar”
o “Tienes razón, tienes la peor madre del mundo”. Los pensamientos
distorsionados, las generalizaciones y el echar culpas son tipos de
pensamientos que no son válidos. No queremos validar las opiniones
como si fueran hechos, ni un comportamiento ineficaz y perjudicial
como si valiera la pena repetirlo. A veces realmente tenemos que mirar
con mucho detenimiento para encontrar lo que es válido e ignorar
temporalmente el resto.

93
La validación genuina a veces se confunde con decir que sí, aceptar,
aprobar, ceder o hacer lo que los demás pidan. A veces se confunde con
elogios o halagos. No es ninguna de estas cosas. Podemos validar la
experiencia de alguien y a su vez decir que no.

Respuestas inválidas

Es útil aprender un poco más sobre lo que es la invalidación para


comprender mejor la validación. Una respuesta se experimenta como una
invalidación cuando uno comunica sus sentimientos y recibe una
respuesta que es errática, incoherente, inapropiada o extrema. Estas
pueden incluir respuestas que ignoran, juzgan o rechazan la experiencia
interna:

“Estás siendo demasiado dramático”


“No está tan mal”
“¡No es para tanto!”
“Deja de ser un bebé llorón”

También puede ser invalidante cuando las expectativas de alguien son


frustradas o cuando se minimizan o ignoran las buenas intenciones y los
esfuerzos:

“¿Preparaste una torta? ¿Sabes cuánto engorda eso? Yo no puedo


comerlo”
“¿Me preguntaste si estamos orgullosos de ti por tus altas
calificaciones y logros deportivos? Bueno, es lo mínimo que
esperábamos de ti”

94
Algunas veces este tipo de respuestas de invalidación pueden
ofrecerse con la intención de ayudar a otra persona a sentirse mejor,
trabajar más duro o ser más fuertes, pero sin darse cuenta desencadenan
una reacción negativa aún más fuerte.
Las respuestas invalidantes pueden ser reacciones impulsivas que
cualquiera de nosotros podríamos tener si nos enganchamos
repentinamente en una reacción emocional e impulsiva.
Independientemente de la intención, tales respuestas son inválidas y
pueden ser perjudiciales para cualquiera. Puede ser fácil subestimar el
sufrimiento de alguien que es emocionalmente sensible, vulnerable o
volátil. Muchas personas pueden trivializar, criticar o incluso intentar
castigar tales respuestas emocionales en lugar de validarlas.
Brenda, una estudiante de último año en la escuela secundaria, sabía
desde el principio que su novio Walter iba a regresar a su hogar en
Nueva Zelanda al final de su visita de seis meses. Nunca había fingido
que la relación podía durar más de seis meses, y creía que estaba
mentalmente preparada para su partida. Dos semanas después de su
partida, se encontró con problemas para levantarse de la cama por la
mañana, lloraba durante el día y faltaba a clases. Ni siquiera salía con sus
amigas. Su madre, que estaba preocupada y ansiosa por el
comportamiento de Brenda, trató de ayudar diciendo: “Brenda, sabías
que todo este tiempo estuvo aquí sólo temporalmente. Tienes que dejar
de deprimirte y salir adelante. No puedes deprimirte ahora que se ha ido.
Te sentirás mejor si solo te olvidas de él”.
Aunque con buenas intenciones, la mamá negó la experiencia de su
hija e hizo que Brenda se sintiera mucho peor. Sus comentarios
invalidantes surgieron de la ansiedad y la preocupación, no de un lugar
de bondad y compasión. Si Brenda pudiera “salir de eso” y olvidarse de
Walter, lo haría. Pero no puede, y los comentarios de su madre la
hicieron sentir avergonzada y enojada además de sentirse triste por
extrañar a Walter.

95
Las respuestas invalidantes no corroboran los deseos, opiniones,
comportamientos o ideas que experimentamos. Un ambiente de
invalidación rechaza nuestros sentimientos básicos de forma regular. En
este, se comunica una y otra vez que nuestras respuestas son
inapropiadas o incorrectas. Las respuestas de invalidación ignoran la
importancia de nuestra experiencia en lugar de intentar comprender o al
menos reconocer la autenticidad dentro del mensaje. Las respuestas
invalidantes no nos enseñan a etiquetar nuestras experiencias internas ni
a modular nuestras emociones. No nos enseñan a tolerar la angustia ni a
enfocarnos en objetivos realistas, los cuales son necesarios para la
resolución efectiva de problemas. Sin una validación suficiente a una
edad temprana, uno puede quedarse con pocas habilidades en estas áreas,
lo que puede exacerbar la vulnerabilidad emocional. La validación
genuina, por otro lado, puede reducir efectivamente esa vulnerabilidad y
enseñar aceptación y compasión.
La invalidación de las personas más cercanas a nosotros es la
invalidación que más duele. Necesitamos tener una estabilidad
emocional y un sentido de estabilidad interna o ecuanimidad para
enfrentar un entorno de invalidación, y estas cualidades se pueden
cultivar mediante la validación de quienes están más cerca. Las personas
emocionalmente sensibles y las personas temperamentales pueden
sentirse particularmente dolidos por la invalidación diaria que los rodea.
Esto puede ser sutil o profundo. Si otros no nos reconocen y respetan
como si mereciéramos el mismo respeto que ellos mismos o los demás,
si niegan o descartan nuestros sentimientos por no ser importantes o
incorrectos, si no nos permiten el derecho a tener nuestras propias
opiniones o creencias, todo esto puede ser una experiencia invalidante.
El mundo puede ser un lugar invalidante. Por otro lado, tal vez sobrevivir
en un entorno de invalidación valida que, de hecho, somos fuertes,
competentes y no tan frágiles. Ahí radica la sabiduría inherente a la
validación genuina.

96
¿Cómo podría la madre de Brenda haber validado los sentimientos de
su hija? Podría haberse sentado y sólo respirar por un minuto. O bien
preguntarse qué necesitaba ella en ese momento o indagar sobre sus
propios sentimientos. Luego, un poco más centrada y con fundamentos,
consciente de su deseo de ayudar a su hija a sentirse mejor, sería más
efectivo que le preguntara a Brenda si quería hablar y luego escucharla
completamente, sin interrumpir. Ella podría hacer algunas preguntas
adicionales. Podría reflejar que a menudo es doloroso cuando una
relación termina y comunicar el hecho de que tiene sentido que Brenda
extrañe a Walter y se sienta sola, incluso ya habiendo sabido desde antes
que él se iba a ir.
Entre nuestra familia, amigos o colegas, es probable que todos
conozcamos a alguien que parece generar muchos conflictos o que puede
ser demasiado reactivo, temperamental o en general malhumorado; en
otras palabras, alguien que es emocionalmente volátil. O quizás
conocemos a alguien retraído, tímido, triste o temeroso, que evita las
interacciones sociales o tiene miedo de algunos tipos de situaciones. La
validación será sorprendentemente efectiva para ayudarnos a manejar
nuestra relación y nuestra comunicación con ambos tipos de personas. Si
uno de estos tipos de persona describe a la persona que ves cuando te
miras en el espejo, ¡deberías convertirte en un experto en autovalidación!
En resumen, validar es reconocer cuando el otro tiene dificultades,
está estresado, dolido e incluso feliz ¡podemos validar la felicidad
también! Es corroborar los sentimientos, sueños y las opiniones como
experiencias auténticas y legitimas. Todos necesitamos validación,
especialmente los más sensibles. Vale la pena practicar. Mejora las
relaciones difíciles, profundiza las relaciones sanas y nos convierte en la
persona que queremos ser, siendo coherentes entre las palabras y los
valores propios.
El siguiente acróstico nos ayuda a practicar y recordar los
componentes de la comunicación validante.

97
V A L I D A R es:

V Ver y escuchar al otro

Mirar y escuchar todo lo que comunica el otro. Observar el cuerpo, los


gestos, la cara, el contexto ambiental del otro. Escuchar el tono de voz y
lo que dice. Intentar estar atento exclusivamente a lo que el otro expresa,
sin pensar en qué le responderás. Las personas extremamente sensibles
sentirán tu falta de atención como un rechazo.

A Aceptar con mente abierta todo lo que siente el otro

Aceptar completamente la condición emocional del otro –sea la


emoción que sea–. Es su emoción. Puede ser dolorosa, pero
experimentarla es una condición del ser humano.

L Limitar reacciones defensivas de uno mismo

Cuando el otro está expresando ira y uno se siente atacado, la


respuesta defensiva no sirve. El impulso de defenderse es muy fuerte,
pero no es efectivo. Es importante que entiendas que las acusaciones e
insultos de una persona con ira vienen de la ira. Imagina que es la ira que
habla a través de la persona. Recuerda que esta persona no diría lo
mismo estando calmada. Tratar la ira con la validación. Pasado un
tiempo prolongado y cuando la otra persona está más calmada, puedes
hablar de las acusaciones. Puede ser difícil, pero: ¿Prefieres tener razón
o prefieres ser efectivo?

98
I Identificar las emociones del otro

Aprender a identificar la emoción que la persona está sintiendo en ese


momento. Algunas personas no pueden reconocer o nombrar sus propias
emociones. Buscar identificar la emoción del otro y ponerle palabras a lo
que escuchas y ves en forma respetuosa y afectuosa.
“Veo que estás muy enojado ahora”
“Te veo triste. ¿Qué te puso así?”
“Me parece que estás muy preocupado”

D Dar una respuesta empática, sin aconsejar

Tratar al otro con respecto, cariño y agrado. Recordar que es tu ser


querido. Resistir la tentación de aconsejar –es el equivalente de decir que
el otro no tiene la capacidad de resolver su propio problema–. Casi
siempre el consejo es invalidante.

A Acompañar al otro

Tratar de imaginar qué es lo que la otra persona necesita en ese


momento. Ofrécele quedarte con ella durante su malestar. Si no estás
seguro que quiere el otro, pregúntale:
“¿Quisieras hablar de eso?”
“¿Hay algo que puedo hacer yo para ayudarte a sentirte mejor?”
“Me parece que eso es un tema muy importante. Estoy disponible para
que hablemos (ahora o en X hora) si quieres”.

R Reflejar lo que dice el otro

99
Ser un espejo. Reflejar lo que dice el otro y repetir lo entendido, con
tus propias palabras. Clarificar lo que escuchaste y lo que entendiste. Ser
respetuoso con el otro.
“Si entiendo bien, quieres decir…”
“Decime si te comprendo. Los chicos hicieron...”

Referencias

Fruzzetti, A. E. (2006). High-Conflict Couple: A Dialectical Behavior


Therapy Guide to Finding Peace, Intimacy and Validation. Oakland,
CA: New Harbinger Publications.
Gilbert, P., & Chöden (2014). Mindful Compassion: How the Science of
Compassion Can Help You Understand Your Emotions, Live in the
Present, and Connect Deeply with Others. Oakland, CA: New
Harbinger Press.
Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline
Personality Disorder. New York: Guilford Press.
___(1997). “Validation and Psychotherapy” en Empathy Reconsidered:
New Directions in Psychotherapy, edited by Arthur C. Bohart and
Leslie S. Greenberg, pp. 353–392. Washington, DC: American
Psychological Association.
Neff, K. (2015). Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to
Yourself. New York: HarperCollins Publishers.
Rosenberg, M. B. (2003). Nonviolent Communication: A Language of
Life. Encinitas: Puddle Dancer Press.
Stoewsand, C. R. (2019). Genuine Validation: Compassionate
communication that Transforms Difficult Relationships at Home and
Work. Carrboro, N.C: Amarse Press.

100
1 En este contexto, “comportamiento” se entiende como conducta observable; como gestos,
expresiones verbales y acciones.

101
CAPÍTULO 6
DESCRIBIR VS INTERPRETAR: LOS HECHOS COMO
SOBERANO

102
CAPÍTULO 6
Describir vs Interpretar: los hechos como
soberano

Dra. Paula S. José Quintero

Pregunta 1: ¿Cuál es el sonido de una sola mano


aplaudiendo?
Respuesta: El sonido de una sola mano aplaudiendo es el
sonido de una sola mano aplaudiendo
Pregunta 2: ¿Cuál es el sonido de un niño comportándose
mal?
Respuesta: El sonido de un niño comportándose mal es el
sonido de un niño comportándose mal
Pregunta 3: ¿Cuál es el sonido de mi niño comportándose
mal?
Respuesta: El sonido de “no puedo controlar a este niño”;
el sonido de “debería poder”; el sonido de “soy un mal
padre”; el sonido de “no sé qué hacer”; el sonido de “¡odio
a este niño!”; el sonido de “¡no debería sentir eso!”; el
sonido de mi fracaso.
– Koan zen adaptado para padres1

Los seres humanos, gracias al lenguaje, podemos realizar operaciones


extremadamente complejas. El lenguaje nos permite describir la realidad

103
a nuestro alrededor, pero no se limita a eso. Nos permite evaluar esa
realidad y tomar decisiones a partir de esas evaluaciones. Nos permite
interpretar esa realidad para lograr explicarla de alguna manera que
reduzca nuestra incertidumbre frente a los hechos.
El lenguaje, sobre todo, nos permite reducir la incertidumbre y eso es
bueno, al menos en un principio. Poder predecir a partir de la
interpretación de los hechos de la realidad nos es útil en varios sentidos y
lo hacemos de manera bastante automática.
Imaginemos que estamos dando una clase escribiendo en un pizarrón y
nos pega en la cabeza un bollito de papel. Entonces nos damos vuelta y
escaneamos al grupo de alumnos. Sobre los hechos en sí tenemos poca
información: alguien arrojó el bollito, es todo lo que sabemos, pero no
sabemos quién lo hizo. Vamos recorriendo el salón en busca de “señales”
del o de la culpable. Toda nuestra capacidad de interpretación está
despierta. Notamos que Laura está sonriendo a la vez que se tapa la cara
con las manos. ¡Ajá! Debe haber sido ella –pensamos–. Muestra todas
las señales de haberlo hecho. Entonces le pedimos que salga del salón y
se dirija a la Dirección.
El lenguaje vino en nuestra ayuda, nos permitió interpretar el
comportamiento del otro y darle un sentido, y nos permitió reducir la
duda y pasar a tener una respuesta. Hizo su trabajo. Pero… ¿lo hizo
bien?
Lo cierto es que el lenguaje no siempre hace bien su trabajo. Nuestras
interpretaciones de los hechos no siempre son ajustadas y eso tiene
también una explicación.

Sesgos y heurísticos del juicio

¿Son nuestras interpretaciones de la realidad siempre confiables?


¿Podemos confiar en nuestra mente como referente de la verdad? La

104
respuesta, lamentablemente, es no.
Sea porque no siempre disponemos de toda la información necesaria o
bien porque necesitamos rapidez en la toma de decisiones para que
incertidumbre se reduzca, nuestra mente toma lo que podríamos llamar
“atajos”, que en psicología son denominados “heurísticos”. Estos atajos
nos permiten simplificar las decisiones. Esta selección que realizamos
con atajos nos permite considerar cierta información e ignorar otra. Esto
funciona bien en muchas ocasiones, pero no sin errores. A estos errores
les llamamos “sesgos del juicio”.
Algunos autores, como Herbert Simon, hablan de nuestra racionalidad
como racionalidad limitada (Simon; 1955, 1957). Limitada por el
tiempo muchas veces, limitada por la información disponible y también
limitada por nuestros procesos cognitivos.
Otros investigadores se propusieron estudiar heurísticos específicos
(Kahneman & Tversky, 1974) para evaluar cómo las personas juzgamos
el mundo y las condiciones bajo las cuales estos juicios resultan poco
fiables.
¿Qué significa todo esto? Significa al menos dos cosas: 1) que no
podemos evitar los heurísticos y sesgos del juicio y 2) que debemos ser
conscientes de ellos en lugar de asumir que todo lo que pensamos es la
realidad.
La habilidad que queremos compartir en este capítulo tiene que ver
con el punto dos, especialmente. Y tiene que ver con aprender un modo
de asegurarnos de notar la diferencia para actuar con efectividad. ¿La
diferencia entre qué y qué? se preguntarán y si siguen leyendo pronto lo
averiguarán.
Sin embargo, antes vamos a compartirles algunos heurísticos del juicio
comunes para que tengan mejor idea de a qué nos estamos refiriendo y
sepan en dónde poner atención (Lilienfeld, 2014). La investigación en
esta área ha sido muy prolífica. Esto quiere decir que la lista de sesgos y

105
heurísticos es vasta. Aquí vamos a compartir sólo algunos que creemos
relevantes al tema en cuestión.
Realismo ingenuo: es la idea de que el mundo es exactamente como lo
vemos. Este heurístico nos lleva a focalizar en lo más evidente del
ambiente y a ignorar información más sutil.
Sesgo de confirmación: es la tendencia que tenemos a buscar
evidencia a favor de lo que pensamos y a desestimar la evidencia en
contra.
Causalidad ilusoria: es la tendencia que tenemos a percibir relaciones
causales entre los fenómenos aun cuando no las hay. Es posible que
suceda cuando una cosa sigue a otra: un error lógico frecuente conocido
como post hoc, ergo propter hoc –después de esto, por lo tanto, a
consecuencia de esto–. También tendemos a atribuir causalidad al
estímulo más vívido y saliente para nosotros y a otorgar menos poder
causal a lo que se encuentra en segundo plano.
Ilusión de control: es la tendencia que tenemos a sobreestimar nuestra
capacidad para influenciar los eventos. Es por esto que quizá prefieras
elegir tu boleto de lotería en lugar de que lo elija alguien más, aun
cuando eso no afectará las probabilidades de que ganes. Es por esto que
quizá te pongas la misma camiseta y te sientes en el mismo sillón que en
el partido de futbol anterior en el que tu equipo ganó, para ver el
próximo partido.
Sesgo de memoria: es la tendencia a considerar nuestros recuerdos
como si fueran registros exactos del pasado. Nuestros recuerdos se
encuentran sesgados: tendemos a recordar los hechos excepcionales más
que los cotidianos. Además, el sesgo de confirmación podría orientarnos
a recuperar sólo cierta información y no otra.

¿Qué hacemos con todo esto?

106
Lo primero es reconocerlo. Saber con lo que contamos.
Lamentablemente nuestra mente no es una máquina de producir
verdades. No fue creada para eso tampoco. Fue creada para asistirnos en
la supervivencia.
Lo que proponemos es aprender a distinguir, todas las veces que nos
sea posible, que nuestras conclusiones sobre el mundo y sobre las
personas del mundo (incluyéndonos) pueden estar sesgadas.
Lo segundo es practicar, cuando sea lo más efectivo, una forma de
referirnos a la realidad lo más descriptiva posible; esto es: lo más
apegada a los hechos posible.

La diferencia entre Describir y Evaluar

Podemos decir de las cosas del mundo que tienen, para los humanos, dos
tipos de propiedades: las directas y las simbólicas.
Las propiedades directas son las características observables de los
objetos y eventos. No dependen de nuestras experiencias particulares con
esos objetos o eventos. Dependen de lo que podamos notar con nuestros
cinco sentidos y en general sobre estas propiedades directas hay acuerdo,
no importa quién las note.
Pongamos como ejemplo a mi gata. Almendra (así se llama) pesa
4,100 kg, es gris y tiene ojos verdes. La parte posterior de sus patas es
negra y su nariz rosada.
Aquí nos referimos a las propiedades directas de Almendra. Esto
significa que cualquier otra persona que la describa estaría de acuerdo en
esos atributos. Aún si no hubiera nadie describiéndola, ella seguiría
teniendo esos atributos.
Cuando nos referimos a las propiedades directas de objetos o eventos
estamos describiendo. Describir es apegarse a estas propiedades directas
sin sumarle nada más.

107
Evaluar, por el contrario, implica sumar algo más. Evaluar involucra
nombrar las propiedades simbólicas del objeto o evento y estas sí que
son totalmente dependientes de nuestra experiencia particular, de tu
interacción con ese objeto u evento. Dicho de otra manera: las
propiedades simbólicas no están en el objeto en sí sino en nuestra
relación con el objeto. Si desapareciéramos, las propiedades simbólicas
desaparecerían con nosotros.
Pongamos como ejemplo nuevamente a mi gata Almendra. Almendra
es una gata rebelde. Es la gata más linda y suavecita del mundo. Es muy
juguetona y odia que le hagan upa.
Aquí entonces nos estamos refiriendo a evaluaciones (buena o mala,
rebelde u obediente, me gusta o no me gusta). Y esto depende de cada
quién. Mi amiga Amelia, por ejemplo, piensa que Almendra es muy
buena y para nada rebelde. Rebelde no está en Almendra, está en quien la
evalúa. Las evaluaciones están en cada quién, no en los objetos o eventos
en sí.
El problema es que muchas veces confundimos nuestras evaluaciones
con descripciones del mundo y eso trae aparejado sufrimiento. Pensamos
que nuestras evaluaciones de las cosas son las cosas en sí y podemos
mantenernos mucho tiempo en una discusión sobre cuál es la evaluación
verdadera. También las evaluaciones hacen de un caso algo cerrado que
bloquea la curiosidad.
En muchos contextos, evaluar es útil. En otros, puede ser una
actividad tan automática que nos hace perder del todo lo que en realidad
está ahí delante de nuestros ojos. Es decir, las evaluaciones de la realidad
nos bloquean poder describir y notar efectivamente qué está sucediendo
a nuestro alrededor y adentro nuestro. Porque lo cierto es que también
podemos describir y evaluar lo que nos sucede piel adentro. Yo puedo
describir mi ansiedad: mi corazón late más fuerte que antes y siento
sudor frío en el cuerpo. También puedo evaluar mi ansiedad: mi
ansiedad es mala.

108
La diferencia entre Describir e Interpretar

Interpretar es otra de esas cosas que nos sale sin mucho esfuerzo.
Interpretar es sacar conclusiones sobre los hechos que no están explicitas
en lo que observamos. Es darle sentido a algo que observamos más allá
de lo observado. Y los humanos somos muy buenos haciendo esto,
aunque no seamos muy buenos en obtener interpretaciones precisas. Los
sesgos del juicio nos asisten a la hora de interpretar y nos ahorran
tiempo. A la vez, si no consideramos estas interpretaciones como falibles
corremos el riesgo de equivocarnos y de estar perdiendo una mejor
explicación de los eventos.
Veamos de nuevo un ejemplo: Descripción: llego a casa luego de un
viaje de 7 días y mi gata cuando me ve se da la vuelta y se aleja de mí.
Interpretación: mi gata está enojada conmigo porque no estuve todos
estos días y ahora me ignora para mostrarme su descontento.
Aquí tenemos hechos concretos y una interpretación de los hechos que
es sólo mía. Mi interpretación de los eventos es una explicación más o
menos automática y poco confiable. En el mejor de los casos debería ser
tomada como hipótesis y nada más.
Volvamos al ejemplo del aula y la maestra que mencionamos al
comienzo: Descripción: Laura está sonriendo y se tapa la cara con las
manos. Interpretación: fue ella quién arrojó el bollito de papel.
¿Qué diferencia hace? Pues mucha. Cuando somos capaces de
identificar que estamos interpretando y que esa interpretación no
significa automáticamente que las cosas son así entonces podemos hacer
lugar a indagar otros factores que pueden constituir información útil. La
interpretación cuando se disfraza de realidad puede traernos muchos
dolores de cabeza. Puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas.
Puede llevarnos a actuar de maneras poco efectivas.

109
Distinguir como práctica

Por lo tanto, la primera práctica consiste en lograr identificar cuándo


estamos describiendo, cuándo estamos evaluando y cuándo estamos
interpretando.
Esta práctica es útil para no apegarnos a evaluaciones e
interpretaciones como si fueran los hechos en sí y abre un espacio, una
distancia con los productos de nuestra mente que nos permite rechequear
la situación para dar lugar a que información nueva aparezca.
La clave de esta práctica: cuando estoy describiendo saber que estoy
describiendo, cuando estoy evaluando saber que estoy evaluando, cuando
estoy interpretando saber que estoy interpretando. Es decir, distinguir de
qué fenómeno se trata.
Como sugerencia de práctica te dejamos aquí una lista de afirmaciones
para que puedas colocar al final una D para cuando se trate de una
descripción, una E para cuando se trate de una evaluación y una I para
cuando se trate de una interpretación.

Sugerencia de práctica

¿D, E o I?

Camila se durmió ayer a las dos de la mañana

Camila se duerme siempre tardísimo

Camila se duerme tarde porque quiere molestarme


y que yo me preocupe

Juan llegó 30 minutos más tarde del horario


acordado

Juan es un irresponsable

110
Juan llegó tarde porque no en realidad no quiere
trabajar

Describir como práctica

Las personas evaluamos e interpretamos situaciones de manera más o


menos automática. Describir y sólo apegarse a los hechos involucra
práctica. Describir implica poder nombrar aquello que sucede sin emitir
juicios de valor ni hacer interpretaciones sobre esos hechos. Pero ¡es una
práctica bien recompensada! En muchas ocasiones cuando logramos
describir sin juzgar nuestras emociones se regulan. Las interpretaciones
muchas veces aumentan nuestra intensidad emocional. Si logramos ser
descriptivos, además, tenemos más chances de poder comunicar lo que
queremos con más efectividad: ser escuchados sin defensividad. Cuando
nos comunicamos con otras personas asumiendo interpretaciones hay
posibilidades de obtener respuestas defensivas de la otra persona. No es
lo mismo decir “llegaste 30 minutos tardes y me siento enojada” a decir
“siempre llegas tarde y no te importa nada”. Describir también nos ayuda
a definir mejor los problemas ya que si somos capaces de describir de
manera precisa los hechos problemáticos tendremos más chances de
encontrar mejores soluciones. Por último, describir nos va a ayudar a
conocer mejor lo que nos pasa –lo que sentimos, lo que pensamos, lo que
nos duele–. No es lo mismo notar “siento tristeza” que decir “me siento
mal”. Mal o bien son juicios de valor y no especifican qué es
exactamente lo que siento y qué lo desencadenó.
Veamos el siguiente ejemplo:
Justo antes de salir a terapia Mica me dice que no quiere ir. Parece
que me lo hace a propósito, yo me apuré para llegar antes del trabajo y
viajé toda apretada para pasar a buscarla y ella no valora nada de lo

111
que hago. Claramente no quiere mejorar, lo que quiere es estar mal y
hacernos la vida imposible a todos nosotros.
Diez minutos antes de la hora de salir Mica me dice “no quiero ir a
terapia”. En ese momento sentí enojo y pensé “me lo hace a propósito”.
Yo había salido media hora antes del trabajo y me tomé un subte en el
que me costó entrar debido a la cantidad de gente que había adentro.
Cuando me dijo que no quería ir pensé “es que no quiere mejorar, quiere
seguir estando mal”.
El párrafo primero incluye juicios de valor e interpretaciones, en el
segundo párrafo lo que encontramos es simplemente descripciones de los
hechos. Como notarán, los que sentimos y pensamos también son hechos
a ser descriptos. Para asegurarnos de estar practicando bien lo que
hacemos es anteponer una oración que dé cuenta de que estamos
describiendo lo que sucede adentro nuestro:
Estoy teniendo el pensamiento de que…
Estoy sintiendo…

Sugerencia de práctica

Arma un relato de un episodio en donde hayas experimentado una


emoción basado sólo en descripción de los hechos sin incluir
evaluaciones ni interpretaciones:

Si logran practicar lo suficiente esta habilidad, será de mucha utilidad


para fortalecer la práctica, además, de otras habilidades como las que

112
veremos en los capítulos 7, 8 y 11. ¡La práctica hace al maestro!

Referencias

Kahneman, D. & Tversky, A. (1974). “Judgement under uncertainty:


heuristics and biases”. Science, vol. 185, no 4157, pp. 1124-1131.
Disponible en: https://doi.org/10.1126/science.185.4157.1124
Lilienfeld, S. O., Ritschel, L. A., Lynn, S. J., Cautin, R. L., & Latzman,
R. D. (2014). “Why ineffective psychotherapies appear to work: A
taxonomy of causes of spurious therapeutic effectiveness”.
Perspectives on Psychological Science, 9(4), pp. 355-387.
Simon, H. A. (1957). Models of man, social and rational: Mathematical
essays on rational human behavior in a social setting. New York, NY:
John Wiley & Sons.
Simon, H. A. (1955). “A Behavioral Model of Rational Choice”. The
Quarterly Journal of Economics. Vol 69, Issue 1, pp. 99-118.
Disponible en: https://doi.org/10.2307/1884852

1 Coyne, L., & Wilson, K. (2004). “The role of cognitive fusion in impaired parenting: an
RFT analysis”. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 4 (3), pp.
469-486.

113
CAPÍTULO 7
¿SOMOS CAPACES DE MEJORAR LA FORMA EN
QUE NOS COMUNICAMOS?

114
CAPÍTULO 7
¿Somos capaces de mejorar la forma en que nos
comunicamos?

Lic. Carola Pechon

Entre dos explicaciones, elige la más clara;


entre dos formas, la más sencilla;
entre dos expresiones, la más breve.
– Eugenio d´Ors.

Este capítulo es un gran Sí como respuesta. Vamos a recorrer juntos un


camino que es el resultado del esfuerzo y compromiso de muchos seres
que se han interesado en entender de qué se trata la comunicación entre
los seres humanos y cómo podemos aumentar nuestro entendimiento
mutuo.
La comunicación entre las personas es una de las acciones que
considero que más nos confrontan con el dilema de lo igual y lo diferente
entre cada uno de nosotros. Por un lado, con quien me estoy
comunicando lo reconozco como otro ser humano con capacidades
similares y, a la vez, el otro es un enigma dado que no estoy dentro de su
mente, no sé qué piensa, que siente, que desea. El lenguaje es el medio
que compartimos y nos permite traducir algo de lo que sucede en nuestro
fuero interno y expresarlo.

115
Los malos entendidos y la posibilidad de entendernos forman parte de
nuestra naturaleza humana.
Para entender podemos apoyarnos en quienes desarrollaron las leyes
de la comunicación humana. Comunicación y conducta pueden usarse
como sinónimos. Es decir, toda conducta, y no sólo el habla, es
comunicación (Watzlawick,1991). Cuando me quedo callada, algo
comunico, cuando doy la espalda algo comunico.
Además, toda comunicación afecta la conducta propia y ajena.
Estamos en un constante espiral de interacción con los otros, mis
acciones influyen en los otros, y viceversa, me veo influenciado por la
conducta de los otros.
En cada comunicación existe un aspecto de contenido que corresponde
a lo que transmitimos verbalmente y un aspecto relacional que se refiere
a cómo comunicamos ese mensaje. Nos referimos al tono de voz, la
expresión facial, los gestos. Siendo estos aspectos los que determinan e
influyen en el primero. Dependiendo de nuestro tono o expresión, el
mensaje será recibido de una forma u otra que aquella que recogen
estrictamente las palabras.
La comunicación es un proceso cíclico en el que cada parte contribuye
de manera singular a la moderación del intercambio (Watzlawick,1991).
El conflicto es un invitado frecuente en la comunicación entre las
personas, no es un accidente, no es algo que sólo pasa en algunas
familias.
Este capítulo desea ayudar a quienes lo lean a encontrar recursos en
los que apoyarse para aumentar su capacidad de transmitir con la mayor
claridad y precisión posible aquello que quieran comunicar y también
puedan desarrollar un modo de escuchar a sus seres queridos. Y así
conseguir, frecuentemente, los objetivos que se han propuesto y resolver
problemas que afectan su calidad de vida.
Uno de los conceptos que la psicología desarrolló para ayudarnos con
esto es el de asertividad.

116
Una conducta es asertiva cuando la persona logra ser clara y precisa al
comunicar sus deseos y preferencias y a la vez es respetuosa a la hora de
escuchar a su interlocutor y que “generalmente resuelve los problemas
inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros
problema” (Caballo, 1995). En la mayoría de las personas esto no es una
habilidad innata sino una conducta a desarrollar y requiere que le
prestemos atención, tiempo y mucha práctica. No lo logramos con sólo
tener la intención de serlo ni surge de un día para otro. Sí les tengo que
decir que ocuparnos de esto trae grandes beneficios para nuestras
relaciones y colabora con disminuir el estrés que llevan los conflictos
interpersonales.
Cuando nos comunicamos nos mueve una intención y lo que hacemos
o decimos tiene un efecto en el otro que a su vez lleva a una respuesta.
Solemos caer en el error de igualar efecto con intención. Es decir, si el
otro me dice algo y percibo el efecto que tuvo en mí, asumo que el otro
tuvo esa intención. Quienes se dedican a estudiar en profundidad la
complejidad de la comunicación humana nos dicen que no siempre
intención es igual a efecto. A la vez tenemos que asumir que si el efecto
que tuvo mi comunicación no es acorde a mi intención soy yo la
responsable de volver a intentar transmitir el mensaje de manea que
genere el efecto deseado.
¿Cuándo recomendamos usar estas habilidades de comunicación?
Cuando queremos pedir algo o responder a un pedido o hablar de un
tema difícil y hasta ahora no pudimos expresarnos o cuando lo hicimos
no logramos nuestra meta y llevó a peleas y más tensión familiar.
¿Qué situaciones están asociadas a que estemos evitando hablar?
Nos preocupa que el otro se enoje y esto lleve a una crisis.
Que el otro piense negativamente sobre nosotros.
Dudamos si tenemos que hacer o no este pedido o cómo responder a
algo que nos piden.

117
Cuando queremos decir no a un pedido y tememos la respuesta del
otro.
Cuando nos da ansiedad/miedo o vergüenza tocar un tema difícil con
alguien.
No tener experiencia previa respecto a cómo afrontar la situación.
¿Qué situaciones están asociadas a que la situación termine en una
escalada de violencia? (Rosenberg, 2006).
Cuando usamos términos juiciosos, críticos.
Cuando nuestro lenguaje corporal comunica violencia.
Cuando culpamos al otro o asumimos malas intenciones.
Cuando no escuchamos lo que el otro tiene para decir.
Cuando respondemos a una crítica a la defensiva justificándonos o
contraatacando.
¿Cómo me preparo para comunicar algo difícil para mí?
Tomate un tiempo. Te invito a tomar este capítulo como un proyecto
personal, donde vas a bucear por aguas internas y luego vas a salir a
superficie a expresarte de un modo que te haga sentir más efectivo y
compasivo a la vez.
Trae a tu mente alguna situación que involucre a otra persona y que
consideres que necesitas ser más efectiva para lograr tu meta.
Reconoce qué emociones surgen cuando imaginas la situación con la
otra persona.
Reconoce tus preocupaciones.
Imagina qué puede llegar a sentir la otra persona al escucharte.
Piensa en cuándo y dónde va a ser la conversación.
Imagina que vas a ser una persona capaz de escuchar incluso cuando
no acuerdes con lo que el otro expresa.
Cuando nos decidimos a hablar puede surgir la evitación, algo pasa o
nuestras emociones nos paralizan y no hablamos, quizás es buena idea
pedir ayuda.

118
Para otras personas puede ser un fastidio planificar tanto algo dado
que creen que no debería ser tan difícil y que solamente es cuestión de
que surja naturalmente la conversación. Si bien esto puede pasar,
también puede que no surja el momento y el tiempo pasa y el problema
crece.
Recordemos algunos derechos humanos básicos en relación a la
comunicación humana (Caballo, 1995):
1. El derecho a rechazar peticiones
2. El derecho a detenerse y pensar antes de actuar
3. El derecho a ser tratado con respeto y dignidad
4. El derecho a cambiar de opinión
5. El derecho a pedir lo que quieres (al mismo tiempo asumir que la
otra persona tiene el derecho a decir no)
6. El derecho a tener tus propias necesidades y que estas necesidades
sean tan importantes como las de los demás
7. El derecho a ser escuchado y tomado en serio.

Recordemos que estos derechos nos involucran a todos, sin importar la


edad, rol o parentesco.
Una experta en el tema de las habilidades de comunicación
interpersonal es Marsha Linehan PhD quien nos propone que antes de
afrontar una conversación difícil, nos detengamos en definir qué
deseamos comunicar, cómo queremos que quede la relación luego de
este diálogo y cómo nos queremos sentir con nosotros mismos
(Linehan,2003).
Vamos a ver estos puntos en más detalle.

¿Cómo lograr ser efectivos en nuestra meta?

119
En este punto vamos a precisar qué deseamos comunicar. Vamos a
centrarnos en clarificar cuál es la situación o hecho concreto que está
afectando nuestro bienestar.
Es muy frecuente que cometamos dos errores. Uno es hablar de varios
temas todos a la vez, esto es inefectivo y lleva a que después de hablar
quien recibió el mensaje no tenga ninguna claridad de qué hacer. Es
totalmente entendible que tengamos varios temas, la propuesta es que
seleccionemos el que más nos importa o el que consideremos que es más
posible que el otro responda según nuestro deseo. Esto va a aumentar
nuestra efectividad. Mantengamos en nuestra memoria los otros pedidos
y quizás más adelante tengamos que hacerlos o quizás con el resultado
positivo del primer pedido no son más un problema.
El segundo error es no ser claros, usar términos vagos, imprecisos.
Esto se resuelve respondiendo a la pregunta: ¿Qué tendría que notar que
la persona hace (un comportamiento observable) para saber que está
teniendo en cuenta lo hablado?
En general las metas en las situaciones interpersonales se pueden
englobar en:
Hacer un pedido, por ejemplo: que el otro baje el tono de voz.
Responder a un pedido, por ejemplo: expresar la negativa a prestar
dinero.
Dialogar sobre un tema difícil, por ejemplo: conversar sobre la
prevención del embarazo con un hijo adolescente.

¿Cómo ser efectivos en cuidar las relaciones?

Ahora es tiempo de que nos detengamos en definir cómo quiero que la


otra persona se sienta respecto a mí luego de terminar nuestra
interacción. En este punto vamos a incluir habilidades que aumentan, por
un lado, la motivación de los otros a escucharnos y, por otro, la

120
disposición a realizar los cambios que se les pide o a aceptar un NO
como respuesta. También es una forma de cuidar la relación al largo
plazo.
He escuchado a personas que al llegar a ese punto dicen “No me
importa cómo se va a sentir”, en el caso de que eso les pase los invito a
reflexionar sobre esto, quizás encuentren que es el enojo quien da esa
respuesta.
Ejemplo de posibles respuestas a la pregunta: ¿Cómo quiero que él o
ella se sienta en relación a mí cuando terminemos de hablar?
Que piense que el pedido es razonable y claro.
Que se sienta tenido en cuenta y tratado con respeto.
Que si bien le estoy diciendo parcialmente que no a su pedido deseo
que cuente conmigo.
Que luego de hablar un tema difícil, escuché su opinión con toda mi
atención a pesar de ser totalmente distinta a la mía.

¿Cómo ser efectivos en mantener o aumentar el autorrespeto?

Llegados a este punto vamos a pensar en nosotros mismos. La pregunta


que nos va a guiar es: ¿Cómo me quiero sentir conmigo misma luego de
hablar?
La propuesta es que definas qué conductas deseas tener durante la
interacción que aumenten tu sentido de autorrespeto y autoeficacia. Es
útil guiarnos en base a cuáles suelen ser las dificultades frecuentes que
tenemos a la hora de hablar sobre ese tema o con esa persona. Quizás
para alguien sea desarrollar autorrespeto si logra mantener su posición y
no ceder rápidamente. Para otra puede ser mantener a raya a el enojo y
nos subir el tono ni hacer críticas. O poder decir NO sin justificarme con
mentiras.
¡Ahora manos a la obra!

121
A partir de ahora es el momento en que dejes este libro y busques un
papel y un lápiz.
Elige una situación de complejidad moderada que está afectando tu
bienestar, esto es: vamos a imaginar un rango de 1 a 10 donde 1 es una
dificultad casi inexistente y 10 es de dificultad máxima. Te sugiero que
elijas una situación que esté en el rango entre 4 y 7. No la más compleja
de este momento de tu vida, ni una situación que no te motive.
Paso 1: escribe las respuestas a estas preguntas:
¿Con quién es la situación?
¿Qué paso exactamente? (En este punto hay que estar muy atentos a
hacer descripciones no juiciosas, describir hechos). Te puede ayudar
repasar la habilidad de No Juzgar del capítulo de Conciencia Plena.
¿Qué cosa de la situación es un problema para mí?
Resumen de paso 1: antes de continuar con el paso dos, vuelve a leer
si lo escrito en este punto es claro, imagina que lo lee alguien que no
sabe de la situación y tiene que entenderla.
Paso 2: en este paso nos vamos a focalizar en definir con claridad cuál
es tu meta en relación a esta situación que elegimos anteriormente.
Si es un pedido que deseo realizar: ¿Qué es exactamente lo que le
quiero pedir al otro?
El pedido tiene que ser lo suficientemente claro y preciso.
Por ejemplo: si un padre define su pedido a su hijo adolescente como
“Que lo trate con más respeto”.
Respeto es un concepto que engloba una gran cantidad de conductas
por ende no es lo suficientemente clara a la hora de realizar un pedido.
Si ese papá se concentra y define qué conductas relacionadas con
“respeto” desea que su hijo tenga, va a poder definir en este paso algo
como: “Que baje el tono de voz cuando hablamos de las materias que
reprobó.”
Entonces definir en términos claros y concretos cuál es tu pedido es la
tarea de este paso.

122
Ejemplos de pedidos Ejemplos de pedidos claros:
imprecisos:

“Que seas más cariñoso”. “Cuando llegues de la calle me


des un beso”.

“Que me tengas en cuenta”. “Antes de responder a la


invitación del fin de semana me
consultes”.

“Que no te burles de mí”. “Deja de usar el gesto


(mostrarlo)”.

“Que colabores con las tareas de “Que pongas la mesa a la


la casa”. noche”.

“Que seas más responsable”. “Que te comunique con tu


terapeuta cuando quieres
suspender o cambiar de horario”.

Quizás elegiste una situación donde alguien te hizo un pedido y


quieres decir no.
Clarifica si deseas decir no a la totalidad del pedido o a una parte.
Por ejemplo: a Mercedes su hermano le pidió que durante su viaje de
dos meses cuide a sus gatos. Ella se siente contrariada sobre que
responder a este pedido. Se concentra en este tema durante media hora y
define que le responderá a su hermano que ella puede ir tres veces por
semana que el resto de los días no puede. Al comunicárselo Mercedes se
siente más tranquila, considera que fue sincera y que tuvo en cuenta sus
necesidades/posibilidades y también tuvo en cuenta las necesidades de su
hermano.

123
En este ejemplo es una respuesta de No moderado, a una parte del
pedido le dice que sí y otra parte que NO. Como todos los ejemplos que
vemos en el libro las respuestas no son las únicas posibles ni las únicas
correctas.
Otro ejemplo: a Pedro su compañero de residencia le pide por tercera
vez que lo reemplace en una guardia del fin de semana. En esta
oportunidad Pedro se siente fastidiado y comienza a pensar que su
compañero se está excediendo en sus pedidos. Le cuesta decirle que NO.
Le pide ayuda a su pareja y juntos practican cómo sería darle un no como
respuesta. Pedro lo hace sin dar excusas ni razones falsas. Simplemente
su respuesta es que ese fin de semana no puede. Si bien experimentó
nervios y ansiedad al hacerlo, también notó una sensación de alivio y
satisfacción de ver que era alguien que podía decir que no.
Quizás la situación con la que desees trabajar no es un pedido ni es dar
respuesta a algo que te pidieron. Puede que la situación seleccionada sea
hablar de un tema difícil con alguien y que tengan tu opinión en cuenta.
En este caso define lo más claro posible cuál es tu opinión sobre dicho
tema.
Resumen del paso 2: para pasar al paso tres fíjate si ya tienes definido
con claridad cuál es tu meta.
Paso 3: como vimos anteriormente ahora es momento de clarificar
cómo quieres que la otra persona se sienta respecto a tu persona luego de
hablar.
Responde a estas dos preguntas:
1. ¿Cómo quiero que la otra persona se sienta respecto a mí luego de
finalizar nuestra conversación?
2. ¿Qué tengo que hacer para lograr eso (según la respuesta en la
pregunta 1)?
Los invito a no responder a la ligera estas preguntas, a detenerse y
responder con honestidad y teniendo en cuenta el panorama amplio de su

124
relación con esa persona (experiencias del pasado y deseos para el
futuro).
Resumen del paso 3: volver a leer las respuestas a las dos preguntas y
si se sienten conformes pasan al siguiente paso.
Paso 4: ahora el foco está sobre nosotros. Cada interacción con alguien
es una oportunidad de practicar habilidades de asertividad.
Responde a estas dos preguntas:
1. ¿Cómo me quiero sentir conmigo después de que finalice la
conversación?
2. ¿Qué tengo que hacer para sentirme de esa manera?
Como vimos antes, para responder ayuda imaginar la situación de
estar teniendo esta conversación y ver qué dificultad propia puede
aparecer que limite mi efectividad.
Resumen del paso 4: al leer las respuestas de las preguntas 1 y 2
tendrías que tener una imagen clara de una conducta propia deseas
desarrollar en esa situación.

¡A convertirnos en guionistas de nuestra propia vida!

Con lo hecho hasta ahora tenemos un material fundamental para elaborar


cuatro frases “sagradas” que van a ser la llave para iniciar un diálogo
centrado en el respeto y la compasión mutua (Linehan, 2003).
Este guion es breve y potente, nos permite iniciar la conversación de
un modo que previene las respuestas defensivas del otro y las respuestas
evitativas propias. Serán cuatro frases que describan con claridad de qué
queremos hablar, cómo nos sentimos al respecto y qué necesitamos del
otro.

Pasos para lograr nuestra meta: ¿De qué se tratan estas


cuatro frases?

125
1. Describir: en una frase expresa cuál es la situación de la que necesitas
hablar que está afectando tu bienestar. ¡Es clave ser descriptivo y no
juicioso!
Por ejemplo: “Quiero hablar de tu falta de motivación para ayudar con
las cosas de la casa” es juicioso. “Quisiera hablar de que en la última
semana cuando pedí que pongas y saques la mesa tu respuesta fue ‘ya
voy’ y pasaban los minutos y no lo hiciste” es más descriptivo.
Podemos agregar una expresión validante en la que expresemos que
podemos ponernos por un momento en los zapatos del otro, por ejemplo:
puedo imaginar que es difícil dejar de jugar a la Play.

2. Expresar emoción: en este punto expresamos cómo nos hace sentir la


situación antes mencionada. La clave está en ser sinceros (no exagerar) y
nombrar la emoción que más describa cómo nos sentimos. Junto a la
emoción podemos nombrar cuál es la necesidad no satisfecha que origina
dicha emoción.
Por ejemplo: “Cuando pasa eso me siento tensa y enojada dado que
necesito colaboración.”
Recuerden ser breves. Un mensaje breve y claro es más poderoso que
mil palabras.

3. Sé asertivo: en esta tercera frase expresa qué es lo que deseas (pedido,


decir que no o hablar de un tema difícil) con la mayor claridad posible.
Como vimos anteriormente es fundamental ser descriptivos en lugar de
hablar en termino vagos. (Ver qué pusieron en su meta).
Por ejemplo: “¿Puede ser que a la noche te ocupes de poner y sacar la
mesa al primer pedido?

4. Reforzar: acá les propongo que piensen que cosas buenas/positivas


van a pasarle al otro en caso que cumpla con el pedido. Siguiendo con el

126
ejemplo, el hijo adolescente va a ver a su mamá más relajada y con
gestos de cariño en lugar de recibir gritos y cara tensa.
Solemos caer en el error de nombrar las consecuencias negativas de no
cumplir con el pedido. En todo caso esto tendría que ser la última
opción. Primero pensemos en consecuencias que beneficien al otro. Esto
aumenta la motivación a llevar adelante el cambio de comportamiento.

¿Cómo quedarían estas cuatro frases integradas?

“Quiero que hablemos de lo siguiente, en la última semana cuando te


pedí que pongas y saques la mesa tu respuesta fue ‘ya voy’ y no lo
hiciste, imagino que debe ser difícil dejar la Play. Cuando esto pasa me
siento frustrada y tensa porque necesito ayuda. ¿Puede ser que a la noche
te ocupes de la mesa al primer pedido? Esto va a hacer que yo no grite y
voy a estar muy agradecida”.
A partir de estas cuatro frases tenemos que estar dispuestos a escuchar
al otro, dependiendo de su respuesta vamos a seguir con el diálogo.
Posibilidades: el otro responde expresando que entiende y que va a
realizar el cambio. En este caso se lo agradecemos y estaremos atentos,
al llegar la noche, en recordar el compromiso contraído en caso que sea
necesario.
Otra opción es que el otro traiga a colación otros temas o responde a la
defensiva. Necesitamos en este caso practicar lo siguiente:
Mantener nuestra posición: Una forma en que frecuentemente no
somos efectivos es cuando la conversación “se va por las ramas” y nos
enganchamos en hablar de otros temas que nuestro ser querido nos trae.
Tenemos que mantenernos en nuestra meta y aclararle que luego
hablaran de esos temas, pero ahora es momento de hablar de esto. ¡Se
llama “disco rayado” a esta estrategia!

127
También puede que el otro comience a criticarnos, en principio la
propuesta va a ser dejarlo pasar. Evitar defendernos o justificarnos. En
cambio, quizás es bueno asumir algo de la crítica y volver al pedido
“disco rayado”.
Mostrarnos seguros: como hablamos al inicio del capítulo, los
aspectos no verbales de la comunicación son claves en el efecto que tiene
lo que decimos al otro. Por esto mantén contacto visual, usa un tono de
voz firme y una actitud física segura. No tartamudees, no susurres, ni
mires al piso, ni digas “no sé”, etc.
Negocia: en muchas de las circunstancias familiares es inteligente que
estemos dispuestos a dar para recibir. Si el otro nos pide algo a cambio
que tiene cierta lógica para nosotros es bueno acceder. Quisiera aquí
recordar que mantener la autoridad de jefes del hogar no es igual a ser
autoritarios, la capacidad de negociar es una característica de un
liderazgo sabio.
También es útil recordar que el otro es un ser con autodeterminación
como todos y que solemos sentir rechazo cuando se nos quiere imponer
algo, estamos más dispuestos a realizar un cambio cuando nos sentimos
escuchados y somos parte de la solución encontrada entre ambas partes.

Pasos para cuidar la relación durante la conversación

Tengamos un acercamiento gentil, el otro es mi ser querido, no el


enemigo.
Evita criticarlo, juzgarlo, asumir malas intenciones. Compararlo, usar
palabras como “deberías”, dar órdenes, diagnosticar, culpar.
El planear cuándo hablar y sentirnos con recursos y claridad a la hora
de hacerlo disminuye fuertemente la posibilidad de caer en estos viejos
hábitos, solemos caer en esas expresiones cuando estamos en estado de

128
“mente emocional” y nos mueve el impulso de decir o hacer cosas que a
la larga son inefectivas y nos dejan cansados y más frustrados.
Escucha atentamente: evita estar pensando en qué le vas a contestar,
observa todo lo que tu ser querido expresa, no te quedes enganchado sólo
con sus palabras. Nota su expresión, sus gestos. Escucha incluso palabras
o puntos de vista con los que no acuerdes. Ya tendrás la oportunidad de
dar tu perspectiva.
Valida: practicar validación (ver capítulo V) en situaciones que
deseamos desarrollar asertividad es muy valioso. Cuando logramos
validar al otro disminuimos las respuestas defensivas y la escalada.
“Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus
ecos son realmente infinitos”. Madre Teresa.
Humor: si bien nos tomamos con seriedad la importancia de mejorar
nuestra forma de comunicarnos, no tenemos que ponernos “serios”.
Mantener el buen humor y dar señales de que la relación no está siendo
amenazada, ni nuestro afecto por el otro está en juego, ayuda a llevar la
situación con menos pesadez. Recordemos que cuando los seres
humanos detectamos una amenaza solemos tener una respuesta de ataque
o huida, que suele ser inefectiva en situaciones de intercambio entre
conocidos (familias, amigos, compañeros de trabajo). Hay múltiples
señales que podemos realizar que transmiten esto, por ejemplo, ofrecerle
al otro un té, sonreír, dar una caricia, hacer una broma. Lo importante es
que sea un gesto genuino, acorde a la situación y al tipo de relación que
tengo con la persona.

Pasos para cuidar el autorrespeto

Mantén tus valores y se consecuente con tus creencias.


Actúa de un modo que te haga sentir capaz y efectivo.

129
Para esto es clave volver al paso 4 (página 128) y ver qué contestaste a
las preguntas. Para algunos aumentar su autorrespeto es poder ser claros
sin caer en término agresivos o gritos, para otros será poder mantener su
posición y no ceder rápidamente.
No te disculpes en exceso.
Si sueles pedir perdón frecuentemente por pedir algo, por decir que
no, por tener una idea contraria a la del otro, deja de hacerlo.
Pidamos perdón sólo cuando alguna de nuestras acciones sea contraria
a nuestros valores o compromisos.
Que tus palabras sean honestas. Si has aprendido que una forma de
lograr tu objetivo es mintiendo, exagerando u omitiendo información (es
algo que suele pasarnos) quizás esta forma puede con el tiempo ir
carcomiendo tu autorrespeto. Podemos darnos la oportunidad de
aumentar el respeto por nosotros mismos siendo honestos, genuinos.

Diferentes intensidades para pedir o decir no

Frecuentemente observo que solemos caer en el dilema de pedir o no


pedir, decir que sí o decir no, frente a algo que nos piden como si fueran
dos opciones dicotómicas, sin opciones entre ellas. Marsha Linehan nos
brinda claridad y expande estas opciones al mostrarnos que según la
situación podemos elegir entre un pedido intenso pasando por un pedido
directo y negociar a un pedido de baja intensidad como una sugerencia.
Lo mismo para responder a un pedido que nos hacen. Según la
situación podemos responder con un no sostenido, o decir no, pero
reconsiderar, o con una respuesta de menor intensidad como expresar
desgano y ceder.
Esto no muestra que hay un espectro que va de respuestas muy
intensas, firmes y que sostienen la posición a respuestas de menor
intensidad, caracterizadas por la flexibilidad y la aceptación. Quizás se

130
están preguntando como elegimos la intensidad. La respuesta es:
depende de la situación. Les sugiero que antes de definir la intensidad se
toman el tiempo de pensar en la situación yo-el otro-contexto.
La intensidad efectiva es la que es acorde al contexto. Esto quiere
decir que si tenemos la tendencia a que en todo lugar y momento damos
órdenes es probable que no seamos efectivos y nuestras relaciones se
vean afectadas al igual que si siempre hacemos pedidos de baja
intensidad, como sugerencias, es probable que no podamos lograr
nuestras metas.
Nos puede ayudar a decidir con qué intensidad voy a expresarme y
cuánto voy a sostener mi pedido o mi respuesta a un pedido que me han
realizado, el tener en cuenta lo siguiente:
Capacidad: ¿Tiene la persona la capacidad de realizar aquello que le
estoy pidiendo? Esta pregunta en el ámbito familiar, cuando hay un ser
querido con intensa desregulación emocional, es central. En mi
experiencia al acompañar a padres, observé que es muy difícil
discriminar con claridad que es aquello realista que se les puede pedir y
que no.
Vamos a ver algunos ejemplos no realistas:
“Quiero pedirle que empiece a levantarse a las ocho, no puede ser que
siga en la cama hasta el mediodía”. Si bien es muy entendible este deseo,
también es muy poco probable que pueda cumplirse, esos cambios
suceden como resultado de progresos en la terapia donde la persona pudo
encontrar alguna actividad que lo motive y así comenzar a tener una
“agenda” más activa. Si bien entendemos que los padres sientan ansiedad
por ver a su ser querido más activo y con una vida “normal para alguien
de su edad”, difícilmente lo logren por insistencia, o por estar
proponiéndoles diferentes actividades, esto lleva a un espiral de
frustración mutua.
En el otro extremo también he acompañado a padres que ven tan
vulnerable y frágil a su ser querido que consideran que no es posible

131
pedirles ni lo más mínimo. Por ejemplo: “Al llegar a casa después del
trabajo, encuentro todos los ceniceros repletos de cigarrillos, si bien me
quejo y refunfuño, creo que no puede hacer otra cosa”. En este caso creo
que sí podemos pensar en pedirle un cambio de conducta. En general
sugiero a aquellos padres que no están realizando ni el más mínimo
pedido de cambio, que comiencen por algo de las tareas de la casa, sobre
todo de áreas comunes, como lavar los platos, guardar las cosas del
supermercado, sacar la ropa del lavarropa, etc.
Responder a la pregunta de si el otro tiene la capacidad de realizar
aquello que quiero pedirle puede ser difícil, vale la pena hacerla a
conciencia, hablarlo con alguien más e intentarlo. Si en cambio hay un
pedido que hace meses hago sin resultados la sugerencia va a ser dejar de
hacerlo y pensar en otro pedido posible.
Si el caso es que he recibido un pedido la pregunta sería: ¿Tengo la
capacidad de dar aquello que me está pidiendo? He tenido la oportunidad
de escuchar a padres que responden a pedidos de su ser querido,
endeudándose por el hecho de que tienen la esperanza de que si le dan
“eso” va a estar contento y va a recuperar sus ganas de vivir.
Lamentablemente esto no paso, la alegría de tener algo nuevo es pasajera
y no lleva a cambios profundos y sostenidos en el tiempo.
En el caso de que nos encontremos con serias dificultades para
negarnos a un pedido, es efectivo pedir ayuda para encontrar la forma de
sostener un NO frente a la insistencia o amenaza del otro. Recordemos
que no necesitamos justificar un no, ni necesitamos invalidar o juzgar el
pedido como un modo de sostener la negativa. El deseo del otro es válido
al igual que el derecho a negarnos.
Momento oportuno: una variable que frecuentemente no tenemos en
cuenta, quizás por la ansiedad por hablar o la urgencia por resolver algo,
nos lleva a realizar el pedido en un momento donde el otro no está en
condiciones de escucharnos. Por ejemplo, está ocupado, está cansado,

132
está de mal humor. Quizás mientras leen esto deben estar pensando
“siempre está así, entonces nunca va a ser el momento oportuno”.
Si ese es el caso y nos cuesta saber cuándo es el momento oportuno,
podemos expresar que necesitamos hablar y le preguntamos a nuestro ser
querido cuándo va a estar disponible. Puede ser útil pensar en el
momento “oportuno” y no en el momento “perfecto”.
Cuando la intensidad de un pedido o de una negativa a un pedido que
nos realizaron requiere de una alta intensidad, tenemos que estar
dispuestos no sólo a ser firmes sino también a tener esa conversación
más de una vez. Recordemos que firmeza no es juzgar, criticar, generar
culpa. Firmeza es ser claros, precisos y consistentes. Al mismo tiempo
podemos validar la dificultad y/o deseo del otro.
Llegamos al final de este capítulo, espero que los ayude a desarrollar
algunas habilidades que los acerquen a sus metas y que el clima en casa
se ajuste más a sus deseos. Hay belleza en el hecho de que este libro esté
en sus manos, habla del amor por sus seres queridos y del compromiso
de revisar las formas en que hasta ahora te has expresado, habla de tu
disposición a realizar algunos cambios.
¡Esta disposición sumada a las habilidades son un tándem muy valioso
que confío profundamente en que te ayudarán!

Referencias

Caballo, V. (Comp) (1995). Manual de técnicas de terapia y


modificación de conducta. Madrid: Siglo Veintiuno de España
Editores, S.A.
Linehan, M. (2003). Manual de tratamiento de los trastornos de
personalidad límite. Barcelona: Paidos.
Rosenberg, M. (2006). Comunicación no violenta, un lenguaje de vida.
Buenos aires: Gran Aldea Editores.

133
Watzlawick, P., Bavelas, J., Jackson, D. (1991). Teoría de la
comunicación humana. Barcelona: Editoriales Herder.

134
CAPÍTULO 8
COMPRENDIENDO LAS CONDUCTAS PARA PODER
CAMBIARLAS

135
CAPÍTULO 8
Comprendiendo las conductas para poder
cambiarlas

Dra. Paula S. José Quintero

Cuando una planta no florece, no culpamos a la planta;


intentamos modificar el ambiente en el que crece.
– Anónimo

Cuando una planta no florece, asumimos que algo no anda del todo bien;
pensamos que puede ser la calidad de la tierra de la maceta en la que está
la planta, o que está recibiendo poca luz o poca agua, o mucha agua.
Buscamos sitios en internet sobre el cuidado de plantas o le preguntamos
a una vecina que tiene manitas verdes. Es decir, intentamos conocer un
poco más qué condiciones están generando que no crezca y tratamos de
cambiar dichas condiciones.
Un ejemplo similar de nuestra vida cotidiana sucede cuando se corta la
luz en nuestra casa: ¿Qué solemos hacer en ese caso? En general lo que
hacemos es investigar un poco. Primero nos fijamos si se trata de algo
que ocurrió en nuestra casa en sí. Es posible que vayamos a revisar el
interruptor de luz primero para chequear que no haya habido un corto
circuito. Luego nos fijaremos si la luz se cortó sólo en casa o también en
casa de los vecinos. Quizá se cortó en toda la manzana o en todo el
barrio. Lo primero que hacemos entonces es descubrir la fuente del

136
evento. Una vez que tenemos cierta idea, procederemos a intentar
cambiar las cosas.
Imaginemos, por otro lado, que apenas se corta la luz lo que hacemos
es llamar a la compañía eléctrica. Sin haber indagado el problema, es
posible que malgastemos recursos no necesarios y que perdamos tiempo
en el proceso.
Imaginemos, además, que en lugar de evaluar concretamente lo que
sucede nos guiamos por interpretaciones más o menos automáticas,
como las que vimos en el capítulo 6. Tenemos un vecino que nos cae mal
y cuando se corta la luz inmediatamente interpretamos que él bajó al
sótano y nos cortó la luz a propósito. Tampoco las interpretaciones
ligeras nos permitirán saber exactamente lo que sucedió y también nos
pueden hacer perder tiempo y energía.
Para conocer un evento y comprenderlo se requiere curiosidad y algo
de disciplina. No hay manera de cambiar algo a menos que lo
conozcamos bien.
Lo que les vamos a proponer en este capítulo en una forma particular
de buscar información para conocer, para comprender los
comportamientos propios y los de los demás. Luego, les vamos a
compartir algunas formas de modificar comportamientos que se
desprenden directamente de estos modos de conocer.
Las teorías que sostenemos respecto a porqué las personas nos
comportamos de una u otra manera definen qué cosas intentaremos hacer
para cambiar dichos comportamientos. Y todos tenemos teorías sobre
porqué las personas hacemos lo que hacemos. Reflexionemos sobre el
caso en el que alguien piensa que lo que las personas hacen depende de
su fuerza de voluntad. Esto llevará a decir a otras personas “¡ponle
voluntad!” o a tratar de aumentar su voluntad de alguna manera. Y tiene
mucho sentido. Nuestra idea sobre qué es lo que provoca
comportamientos nos guiará en un tipo particular de intento de
modificación de ese comportamiento. Si yo creo que lo hace que las

137
personas se muevan es pensar en positivo, entonces intentaré que las
personas piensen en positivo.
Las mismas teorías se aplican a nuestros propios comportamientos, de
modo que no es raro encontrar personas que atribuyen sus propias
conductas a la falta de voluntad o a la presencia de pensamientos
negativos.
Aquí vamos a compartir una teoría diferente. Y la base de esa teoría es
que las conductas de las personas son el resultado de la influencia
ambiental. Las conductas no suceden en el vacío y son influidas por el
contexto en el que suceden. Otra forma de decirlo: no podemos
comprender un comportamiento como algo aislado del contexto en el
cual sucede. Cuando alguien nos dice “Ramiro se fue sin avisar”, esa
conducta suelta no nos dice nada útil. Esto quiere decir que necesitamos
mucha más información para entender dicha conducta.

Lo que hacemos. Lo que las personas hacen

Hay muchas formas de definir qué es una conducta. Podemos sostener


que conducta es todo lo que hace un organismo (Skinner, 1953) y en este
sentido podemos considerar que sentir y pensar también son conducta.
Sin embargo, durante este capítulo utilizaremos una definición más
restringida simplemente porque nos resultará más útil en este punto.
Vamos a definir conducta como algo que una persona hace o dice
(Martin & Pear, 1998). Gritar, correr, estudiar, abrazar son ejemplos del
tipo de conductas a las que nos vamos a estar refiriendo. Se trata de
conductas manifiestas y visibles que otros también pueden ver y referir
desde afuera. Un sinónimo posible es acción. Por supuesto hay muchas
acciones que realizamos en soledad. Aunque no haya nadie viendo,
diríamos que es una conducta manifiesta porque un observador potencial
podría notarla. Más específicamente, vamos a considerar conducta a una

138
acción que sigue a determinados estímulos y que resulta en una
consecuencia particular (Pierce & Cheney, 2004).
Conducta entonces es, al menos para este capítulo, una acción
manifiesta concreta. Y utilizaremos nuestras habilidades para describir
hechos para poder ser específicos. En lugar de decir “Carolina está
perdiendo el tiempo” vamos a definir específicamente su conducta:
“Carolina está acostada en su cama mirando el techo”. Ese es el primer
paso del proceso de entender las conductas: definirlas con precisión.

Todas las conductas son causadas

Las nuestras y las de los demás (y aquí incluimos por supuesto también a
las de los animales no humanos), todas, son causadas. ¿Qué significa
esto? Que hay una cadena de eventos (afuera y adentro de la piel) que
suceden antes y después de una conducta en particular que hacen que
ninguna otra conducta podría haber ocurrido salvo la que ocurrió.
Volvamos al ejemplo de “Ramiro se fue sin avisar” para entenderlo
mejor. Esto es: si en el futuro se repitieran todos los eventos que
sucedieron antes de que Ramiro se fuera sin avisar, y si se repitieran
todos los eventos que sucedieron después, entonces nuevamente Ramiro
se iría sin avisar. Por eso decimos que la conducta de Ramiro es perfecta.
Y no nos referimos a un juicio de valor (perfecto como “bueno”) ni a que
nos guste que se vaya sin avisar. Es perfecta en el sentido de que es la
única consecuencia posible dados esos determinados eventos.
Profundicemos en el ejemplo:
Ramiro está con sus amigos en un bar, son Gonzalo y Federico.
Salieron a distraerse y a conversar un rato. Gonzalo y Federico
comparten los mismos gustos musicales y ambos son arquitectos. Ramiro
es antropólogo. Durante la noche, Ramiro nota que Gonzalo y Federico
conversan sobre cosas de arquitectura muy entusiasmados. Nota que

139
hablan entre ellos y no le hacen comentarios a él. Comienza a sentir
algo de enojo e intenta hacerles un comentario sobre los tragos que
están tomando (dice: “me gusta este lugar, hacen unos tragos muy ricos,
nunca había probado algo así”). Gonzalo interrumpe su charla con
Federico sólo para mirarlo unos segundos y asentir con su cabeza, y
luego vuelve a su charla anterior. Ramiro siente más enojo aún. Piensa
en ese momento que sus amigos “no lo están considerando” y que él
“está de más en ese lugar”. Avisa a sus amigos que va al baño, pero
luego de su paso por el baño decide irse del bar sin avisarles. “Cuando
vean que me fui van a notar cuan mal han estado conmigo” piensa. Al
salir del bar su enojo disminuye y apenas pasados tres minutos sus
amigos comienzan a llamarlo a su celular con insistencia. Cuándo
hablan, Ramiro les explica lo que sintió en el bar. Sus amigos le piden
por favor que vuelva y cuando él regresa, ellos se muestran muy abiertos
hacia él, abandonan el tema de arquitectura, y comienzan a hablarle a él
de temas de su interés, lo incluyen en las conversaciones y le invitan otra
ronda de tragos. Pasadas unas horas Ramiro siente culpa por haberse
ido sin avisar, él quiere a sus amigos, piensa que no fue “el amigo
comprensivo que él quiere ser”.
Todo aquello que sucedió antes de que Ramiro se fuera (y nos
referimos a lo que hacían sus amigos y también a lo que él fue
experimentando piel adentro, sus emociones y pensamientos) y todo lo
que sucedió después, explica la conducta de Ramiro. Atención que
explica no significa justifica en términos morales. Explica significa que
podemos descubrir su sentido en el contexto. Sin conocer lo que sucedió
antes y lo que sucedió después, la conducta de Ramiro no tiene un
sentido claro. O, lo que es peor, puede ser interpretada de manera errónea
(“Ramiro enloqueció”, por ejemplo). Decimos entonces que la conducta
de Ramiro es causada. Esto quiere decir que hay eventos que se
sucedieron en el tiempo que hacen que la conducta de Ramiro tenga
sentido en esa situación particular. Y también quiere decir que si todos

140
esos eventos volvieran a suceder tal cual sucedieron, la conducta
volvería a tener lugar. Y en ese sentido es perfecta: lo que sucedió es lo
único que podría haber sucedido.

Los antecedentes importan

Llamamos antecedentes a los eventos que sucedieron antes de la


conducta que queremos comprender. Son las cosas que suceden antes de.
En el ejemplo de Ramiro, los antecedentes incluyen a sus amigos
hablando de arquitectura y no hablando con él directamente; también el
comentario que hizo Ramiro y la respuesta de Gonzalo. También son
antecedentes su enojo y los pensamientos que tuvo en ese momento.
Si se fijan, los antecedentes son cosas que pasan en la situación y
también cosas que pasan dentro de Ramiro (sus emociones y
pensamientos).
Dentro de los antecedentes muchas veces es útil encontrar lo que
llamamos el desencadenante. El desencadenante es un evento sin el cual
podemos pensar que la conducta no hubiera sucedido. En nuestro
ejemplo es posible que el desencadenante haya sido Gonzalo asintiendo
con la cabeza y volviendo a la conversación con Federico sin más. Si esa
conducta de Gonzalo no hubiera tenido lugar –imaginemos que Gonzalo
en lugar de sólo asentir le hubiera conversado a Ramiro sobre los tragos–
posiblemente la conducta de Ramiro no hubiera sucedido. Está claro que
no hacemos más que pensar en hipótesis aquí. Es una hipótesis posible.
También puede ser útil identificar lo que llamamos vulnerabilidades.
Las vulnerabilidades son aquellos factores que pueden aumentar nuestra
sensibilidad de alguna manera. Es posible que cuando estamos cansados,
con frío o con sueño, estemos más sensibles a los eventos que suceden a
nuestro alrededor y tengamos más chances de reaccionar de modos que
no nos gustan. Por lo general, intentamos identificar vulnerabilidades

141
que afecten nuestro estado o funcionamiento físico de alguna manera.
Dentro de la lista podemos incluir: dolor físico, sueño, hambre, frío o
calor, alteraciones debidas a medicación u otras condiciones. Sin
embargo también podemos considerar vulnerabilidades el estrés
psicológico o situaciones pasadas vividas –si fuera el caso, imaginemos
que esta situación entre los tres amigos se ha dado con frecuencia en el
pasado y Ramiro ha quedado “sensible” a esta configuración–. También
podemos incluir dentro de esta categoría aquello que llamamos
disponibilidad. Disponibilidad tiene que ver con la presencia de
determinados componentes en el ambiente que generan las condiciones
para que una determinada conducta suceda. Esto se suele denominar
“control de estímulos” y decimos que la disponibilidad (o no) de
determinados estímulos da la oportunidad (ocasiona) determinadas
conductas (Catania, 2012). Por ejemplo, no puedo tener la conducta de
tomar alcohol si no tengo la disponibilidad de alcohol en el momento.
No puedo tomar un ascensor si no hay ascensor en el edificio o el que
hay está roto. En el caso de Ramiro, la conducta no podría haber
sucedido si no tuviera amigos o si no hubiera salido con ellos esa noche.
Por lo general, tratamos de identificar aquellas vulnerabilidades sobre
las que podemos hacer algo en el futuro. Sobre la historia de estos tres
amigos y sobre si han discutido antes sobre un tema similar no hay
mucho que podamos hacer. Pero hay cosas por hacer cuando sentimos
sueño, hambre, dolor, etc. También podemos reducir la disponibilidad de
algunas cosas si quisiéramos. Sin embargo y por ahora, sólo nos
quedaremos con entender la conducta tal cual sucedió en contexto.
De esta forma, los antecedentes importan para poder entender la
conducta. Sin ellos la conducta puede parecer sin sentido.

Las consecuencias importan

142
Llamamos consecuencias a los eventos que sucedieron después de la
conducta que queremos comprender. Son las cosas que suceden después
de. En el ejemplo de Ramiro, las consecuencias de la conducta de
haberse ido sin avisar incluyen la disminución del enojo y el que sus
amigos lo incluyan en la charla y sean amables con él.
Cuando analizamos las consecuencias de una conducta, es muy
importante poder distinguir aquellas consecuencias inmediatas de las que
suceden tiempo después. Esto es relevante porque las consecuencias
inmediatas (lo que sucede enseguida de la conducta) suelen ser las más
potentes (las que más importan e influyen la conducta). En nuestro
ejemplo tenemos algunas consecuencias inmediatas como la disminución
del enojo y la calidez de los amigos. Y también hay unas consecuencias
a mediano plazo: la culpa y el pensamiento “no soy un buen amigo”.
Lo que ocurre luego de una conducta (propia o de otras personas) es
muy importante para establecer la probabilidad de que la conducta se
repita o aumente o de que la conducta disminuya y desaparezca. Lo que
sucede luego de que hacemos algo influye sobre las chances de que
volvamos a hacerlo o no.

Tipos de consecuencias

Algunas cosas que suceden luego de una conducta hacen que la conducta
tienda a repetirse o a aumentar en el futuro. A estas cosas que hacen que
la conducta se repita en el futuro, se mantenga o se incremente les
llamamos reforzadores. Los reforzadores son consecuencias agradables y
deseadas. Estas consecuencias pueden ser concretamente la aparición de
un resultado deseado (en nuestro ejemplo: la calidez de los amigos) o la
desaparición de un algo desagradable (en nuestro ejemplo: el enojo
disminuyó). Cuando el reforzamiento implica la aparición de algo
agradable le llamamos reforzamiento positivo (positivo no como algo

143
valorativo sino señalando que se “agrega” algo agradable a la situación).
Cuando el reforzamiento implica la desaparición de algo desagradable le
llamamos reforzamiento negativo (negativo no como algo valorativo sino
señalando que se “quita” algo desagradable de la situación). Las chances
de que la conducta de irse sin avisar se repita son altas porque esa
conducta fue reforzada por las consecuencias que tuvo. Irse tuvo
“buenos” resultados a corto plazo. Irse provocó que el enojo (que en
general es desagradable de experimentar) se vaya y que los amigos
aparezcan amables y conectados.
Algunas cosas que suceden luego de una conducta hacen que la
conducta disminuya o desaparezca en el futuro. A estas cosas que hacen
que la conducta disminuya en el futuro, les llamamos castigos. Los
castigos son consecuencias degradables e indeseadas. Tendemos a
asociar la palabra castigo con violencia física o verbal pero el concepto
está lejos de eso. Castigo es cualquier consecuencia que disminuya a
futuro una conducta. Incluso un pedido amable de disminución de una
conducta, si esta disminuye, constituiría un castigo desde la definición
que estamos utilizando. Estas consecuencias de castigo pueden ser
concretamente la aparición de un resultado indeseado (en nuestro
ejemplo: la aparición de la culpa y del pensamiento “no soy un buen
amigo”) o la desaparición de algo agradable. Cuando la consecuencia de
castigo implica la aparición de algo desagradable le llamamos castigo
positivo (positivo no como algo valorativo sino señalando que se
“agrega” algo desagradable a la situación). Cuando la consecuencia de
castigo implica la desaparición de algo agradable le llamamos castigo
negativo (negativo no como algo valorativo sino señalando que se
“quita” algo agradable de la situación). En nuestro ejemplo, sin embargo,
las consecuencias que más importan son las inmediatas y las inmediatas
fueron reforzantes aunque a mediano plazo aparecieron consecuencias
desagradables. En general, para todas las personas, la consecuencias que

144
más peso tienen son las inmediatas, es decir, son las que más van a
influenciar que la conducta vuelva a suceder o no.
Nótese que no nos estamos refiriendo a reforzar o castigar personas,
sino a reforzar o castigar conductas. Cuando nos comportamos, las
consecuencias de nuestras conductas afectan la probabilidad de que las
repitamos o no. También es posible que existan consecuencias neutrales,
es decir que no nos resulten particularmente agradables ni desagradables.
De esta forma, las consecuencias importan para poder entender la
conducta. Sin ellas la conducta puede parecer sin sentido. Sin embargo,
cuando entendemos la función de la conducta, podemos aumentar
también nuestra comprensión de la misma.

Las conductas tienen una función

¿Qué significa función de una conducta? Podemos definir función como


el efecto que tiene la conducta sobre quien la emite y el contexto. Decir
que una conducta tiene una función equivale a decir que la conducta
produce un cambio. Algo cambia después de determinada conducta.
Conocer de qué se trata ese cambio implica comprender la conducta.
Otra manera de decirlo es decir que la conducta hace algo por la
persona. Para comprender qué hace la conducta por la persona
necesitamos conocer los componentes de lo que llamamos el modelo
ABC, que no es ni más menos que lo venimos describiendo: A equivale a
los antecedentes de la conducta, B es la conducta en sí y C equivale a las
consecuencias. Conociendo los antecedentes y las consecuencias de una
determinada conducta podemos entender su función.
Volviendo al ejemplo de Ramiro, podríamos decir que la función de la
conducta de Ramiro fue acercar a sus amigos y disminuir su enojo, es
decir, este es el efecto que tuvo. Todo esto funciona lejos de la
conciencia, función es diferente de intención. Esto significa que la

145
intención de Ramiro puede no haber sido acercar a sus amigos a través
de su conducta de irse, y sin embargo, al ser ese el efecto, es posible que
la conducta de irse vuelva a repetirse, aun sin ser algo premeditado.
Muchas veces tendemos a confundir función con intención y debemos
ser cuidadosos con esto.
Veamos otro ejemplo:
La novia de Analía, en medio de una discusión, le ha dicho que quiere
terminar la relación. Analía experimenta una desesperación muy alta.
No cuenta en ese momento con habilidades para regular su emoción de
miedo. Se realiza dos cortes en la muñeca izquierda. Su miedo
disminuye: sus reacciones físicas de miedo cambian por otras nuevas
reacciones físicas, diferentes y más tolerables, por ejemplo, sentir dolor
físico debido al corte. A su vez su novia se entera del corte y corre a su
casa a estar con ella y le dice que seguirán juntas, que no se preocupe,
que la quiere.
Si bien el efecto de la conducta de auto-corte fue traer a la novia de
regreso, es posible que la intención de Analía haya sido aliviar su
emoción que experimentaba como intolerable. Sin embargo, es posible
que Analía haya aprendido algo de esta experiencia: cortarse es un
método efectivo para que su novia vuelva. Sin embargo gran parte de
este aprendizaje es inconsciente. Hay altas chances de que la próxima
vez que su novia quiera terminar la relación los cortes aparezcan, pero
eso no significa que eso sea intencional, es decir, que necesariamente
Analía piense: “voy a cortarme para que ella vuelva”. En el ejemplo de
Analía el hecho de que la novia vuelva puede constituir un refuerzo
positivo. La conducta de corte tuvo una función (un efecto) y si ese
efecto es deseado, es posible que se repita en el futuro, salvo que Analía
aprenda nuevas habilidades para lidiar con su malestar y pueda tener
conductas que no impliquen riesgo para ella misma. También va a ser
fundamental que Analía aprenda habilidades para regular su ambiente (es

146
decir, para poder lograr mantener su relación de pareja) cuidando su
autorrespeto sin ponerse en riesgo.
Sólo podemos conocer la función de una conducta explorando los
antecedentes y las consecuencias de dicha conducta. Interpretar la
función sin información precisa puede llevarnos a desconocer los
verdaderos factores que importan. Interpretar es sacar conclusiones sin
conocer, guiándonos por cómo nos sentimos en lugar de por los hechos
que se fueron sucediendo. Podemos interpretar que “Analía sólo quiere
llamar la atención” (lo cual de todos modos sería una intención legítima
ya que todos los seres humanos necesitamos atención) pero sin un
análisis funcional de la conducta no podríamos precisar que eso es así.
Es sólo una interpretación. Y guiarnos por esas interpretaciones puede
conducir a errores tanto a la hora de entender la conducta como de
intentar modificarla.

¿Podemos modificar la conducta?

Por supuesto que sí. ¿Todas las conductas? No, no todas. Tenemos más
influencia sobre nuestras propias conductas que sobre las conductas de
los otros. Y por influencia nos referimos a capacidad de cambiar algunas
condiciones que determinan las conductas. Si bien es cierto que tenemos
más capacidad de cambio para nuestras conductas que para las de los
otros, también vale decir que nuestras conductas afectan las conductas de
los otros y viceversa. Y pensándolo a la inversa, podríamos decir que no
tenemos manera de no influir sobre los otros cercanos, aunque
quisiéramos.
De hecho, nuestras interacciones habituales van modificando
conductas en otros y en nosotros aun sin que esto sea intencional.
Imaginemos la siguiente interacción: mi hija me dice que quiere hacerse
un tatuaje y mi respuesta es ¡estás loca! Mi respuesta va a afectar las

147
chances de que mi hija vuelva a decirme que quiere hacerse un tatuaje:
es posible que no vuelva a decírmelo (y hay chances de que no me lo
vuelva a decir pero se haga el tatuaje a escondidas de todos modos). Mi
respuesta funcionó como un castigo en ese caso. Quizá mi respuesta fue
espontánea, yo no estaba queriendo castigar su comunicación pero ese
puede ser el efecto, sin dudas. Es posible que tiempo más tarde yo me
queje de que mi hija no habla conmigo. Sin embargo, si yo castigo sus
comunicaciones es muy probable que su conducta de hablarme
disminuya. Yo, de alguna manera y sin quererlo, estoy influyendo en su
conducta de no hablarme.
De esta forma, no sólo es posible modificar la conducta sino que, de
alguna manera, esto es inevitable porque constituimos parte del contexto
que influye la conducta de otras personas cercanas. Lo que debemos
tener en cuenta es que si bien somos parte del contexto no somos el
único contexto y la conducta de otros puede a la vez ser influida por
eventos sobre los que no tenemos control (por ejemplo: las respuestas del
grupo de pares, de los docentes, etc.).
Cuando pensamos en cambiar conductas es importante tener en cuenta
que incluimos aquí dos tipos de cambio. Una conducta puede cambiar
porque aumenta, una conducta puede cambiar porque disminuye. Hay
algunas conductas que queremos que sucedan más en nosotros y en los
otros y otras conductas que queremos que sucedan menos. De esta
forma, cambiar una conducta puede implicar diseñar métodos para que
esta conducta aumente, cuando es una conducta deseada (por ejemplo:
estudiar, salir a pasear con el perro, hacer ejercicio) o diseñar métodos
para que una esta conducta disminuya, cuando se trata de una conducta
indeseada (por ejemplo: insultar, gritar, autolesionarse).
El primer paso, entonces, es tener claridad sobre qué conductas quiero
modificar en mí, en mis personas cercanas significativas. Este es un paso
desafiante, ya que requiere que podamos ser bien descriptivos sobre en
qué conductas concretas queremos enfocarnos. Lo que abordamos en el

148
capítulo 6 puede venir en nuestra ayuda aquí. Por ejemplo, incluir como
conducta a aumentar “ser ordenada” puede no ser de ayuda porque no es
muy descriptivo de las conductas concretas. En cambio puedo incluir
como conductas a aumentar aquellas que considero crean el orden, por
ejemplo “poner la ropa sucia en el cesto de ropa para lavar” o “tender la
cama en las mañanas”.

Sugerencia de práctica

Vamos a comenzar definiendo las conductas concretas que queremos


aumentar y las que queremos disminuir en nosotros mismos y en otras
personas cercanas llenando el siguiente cuadro (pueden agregar tantas
conductas como deseen):

Conductas a Conductas a
aumentar disminuir

Nuestras

De otras
personas

A continuación, les presentamos un ejemplo:

Conductas a Conductas a disminuir


aumentar

Nuestras Leer Gritar


Comer vegetales Mirar el celular
Ir al gimnasio

De otras Estudiar Faltar al colegio sin

149
personas Lavar los platos permiso
Dejar la ropa sucia en el
suelo

¿Cómo podemos modificar conductas?

Para modificar una conducta, podemos cambiar los antecedentes o


podemos cambiar las consecuencias (o ambos a la vez). Una vez que
logramos armar nuestra lista de conductas a modificar el primer paso es,
por supuesto, elegir una. Estos métodos que compartiremos funcionan
con una conducta a la vez (no podemos cambiar mucho todo junto). Y
funcionan para el cambio conductual en nosotros (nuestras propias
conductas) y las de los demás. Es decir que aplicamos los mismos
métodos para ambos casos.
Vamos a focalizarnos sobre el cambio conductual basado en modificar
las consecuencias de la conducta. Sin embargo, nos vamos a dar una
pequeña vuelta sobre cómo cambiar antecedentes también. Empezaremos
por ahí.

Podemos cambiar los antecedentes

Cambiar antecedentes puede implicar:


1. Modificar vulnerabilidades: si notamos que las conductas que
queremos disminuir surgen siempre que hay determinadas
vulnerabilidades, podemos intentar modificar esas vulnerabilidades
(dormir más horas, comer más ordenado, ir al médico si estoy
sufriendo dolor físico).
2. Modificar disponibilidad: esto podría incluirse dentro del ítem
anterior. Recordemos que disponibilidad tiene que ver con la
presencia de determinados componentes en el ambiente que generan

150
las condiciones para que una determinada conducta suceda. Si por
ejemplo, quiero disminuir mi ingesta de alcohol, puedo disminuir la
disponibilidad de alcohol en casa. Si lo que quiero es disminuir mi
uso del celular, puedo desconectar el wifi en ciertos horarios. Si lo
quiero es aumentar mi ingesta de vegetales, puedo asegurarme de
tener siempre en casa vegetales frescos y listos para comer. A esto
le llamamos “técnicas de control de estímulos”.
3. Modificar eventos desencadenantes: esto no siempre es posible. Sin
embargo en algunos casos podemos hacerlo. Si noto que mis
comentarios invalidantes suelen seguirse de conductas problema en
un ser querido, puedo intentar practicar habilidades para responder
de formas más validantes. Si, poniendo otro ejemplo, noto que un
disparador para mí es que la persona con la que hablo no me mira a
los ojos, puedo intentar hacer un pedido a esa persona para que me
mire a los ojos cuando hablamos (ver capítulo 7).
4. Modificar nuestra respuesta a las experiencias internas: como vimos
en el caso de Ramiro, dentro de los antecedentes hay también
algunas experiencias internas (enojo y el pensamiento “no me están
considerando”, por ejemplo). Parte de la modificación de
antecedentes podría incluir aprender habilidades para lidiar con el
enojo de una manera más efectiva o para poder distanciarse de
pensamientos a medida que surgen para elegir como actuar, por
ejemplo. En general estos cambios requieren de ayuda
especializada.

Podemos cambiar las consecuencias

A los métodos que cambian conductas a través de la administración de


determinadas consecuencias se les llama métodos operantes. Estos
métodos tienen su origen en los trabajos de dos grandes de la psicología

151
conductual: los trabajos de Thorndike (1898) sobre aprendizaje animal y
los trabajos sobre el condicionamiento operante de Skinner (1938, 1971)
con sus desarrollos sobre cómo las consecuencias de la conducta de los
organismos afectan la probabilidad de ocurrencia de dicha conducta en el
futuro. Los métodos operantes, de esta forma, son básicamente métodos
que señalan cómo administrar (cambiar) consecuencias para que la
conducta se modifique.

Cambiando las consecuencias para aumentar conductas


deseadas

Los métodos utilizados para aumentar conductas deseadas se basan en un


proceso que llamamos reforzamiento. Este procedimiento implica poder
administrar una consecuencia deseada agradable (apetitiva) luego de la
emisión de una conducta. A esa consecuencia le llamamos reforzador.
Un reforzador es una consecuencia que hace que la conducta aumente
(tienda a repetirse) en el futuro: es decir que aumenta su probabilidad de
aparición. Si luego de preparar la cena, mis invitados hacen comentarios
positivos sobre la comida, esos comentarios pueden funcionar como un
reforzador: esto es, aumentar las chances de que vuelva a cocinar en el
futuro. Este reforzamiento constituiría un reforzamiento positivo, como
vimos anteriormente. También podemos incrementar conductas
administrando reforzamiento negativo, es decir, a través de la quita de
algo desagradable (ya que cocinaste, yo hoy levanto la mesa y lavo los
platos –asumiendo que a mí no me gusta lavar los platos–).
De esta forma, los métodos para aumentar conductas se basan en
poder ofrecer como consecuencias de la conducta deseada, algo
agradable para la persona. Veamos un ejemplo, volviendo a nuestra tabla
de ejemplo:

152
Conductas a aumentar

Nuestras Leer
Comer vegetales
Ir al gimnasio

De otras personas Estudiar


Lavar los platos

Tomemos la conducta de estudiar, como una conducta que deseamos


aumentar (es decir, que queremos que suceda más) en nuestro ser
querido. Para lograr que esa conducta aumente deberíamos poder
reforzar esa conducta, es decir, ofrecer como consecuencia de la
conducta de estudiar algo agradable para esa persona.
Lo agradable –y lo desagradable– depende de cada quién; varía de
persona a persona. Recordemos: “la lluvia es agradable para los perros,
desagradable para los gatos y neutral para las vacas”. ¿Qué significa
esto? Que para poder realmente lograr que la conducta aumente, debo
poder identificar qué cosas son agradables para la persona que emite la
conducta. Debo conocerla bien, caso contrario, es posible que ofrezca
como consecuencia algo que no le interesa, le es indiferente o incluso
aversivo.
Volvamos a la conducta de estudiar. Podría reforzar esa conducta
ofreciendo una consecuencia agradable para la persona (“¡qué lindo verte
estudiando! Valoro mucho tu compromiso”, sonreír, ser cariñoso, “ahora
que te veo estudiando, voy a traerte un jugo de naranja que sé que tanto
te gusta”). También podría reforzar esa conducta quitándole a la persona
de encima algo que le resulta desagradable (“como te veo estudiando,
esta noche podés no lavar los platos”).
Hay una diferencia entre lo que llamamos reforzadores naturales y
reforzadores arbitrarios. Los reforzadores naturales son aquellas

153
consecuencias que se desprenden de manera espontánea y fluida de la
conducta deseada: cuando se trata de ver la conducta deseada en otros
pueden consistir en expresar alegría, cariño o atención; cuando se trata
de nuestra propia conducta pueden consistir en el bienestar de estar
haciendo aquellos que queríamos hacer (el bienestar que genera hacer
ejercicio en sí mismo, por ejemplo). Los reforzadores arbitrarios son
aquellos reforzadores que se planifican específicamente para determina
situación y que no surgen espontáneamente: puede significar planificar
dar algo concreto al otro cuando veo que está realizando la conducta que
quiero que realice (cuando lo vea estudiando voy a hacerle un jugo de
naranja que tanto le gusta). Cabe destacar que los reforzadores naturales
son más poderosos que los arbitrarios. El amor es un reforzador muy
poderoso. Cuando las relaciones están armónicas, mostrar alegría, dar
atención, elogios y cariño (esas cosas que surgen espontáneamente) es lo
mejor. Sin embargo, cuando las relaciones están algo dañadas, podría
pasar que los reforzadores naturales no funcionen como tales, es decir,
que la atención y el cariño no funcionen como verdaderos reforzadores
(no aumenten la conducta deseada). Si la relación con mi hija ha sido
dañada, es posible que mis felicitaciones o mi alegría no le importen
demasiado, por ejemplo. Si este es el caso, recurrir a reforzadores
arbitrarios puede ser útil (comprar entradas para un concierto que le
gusta, cocinar algo que quiere comer, etc.).
Algo importante sobre este método: el timing es fundamental, cuanto
más inmediata sea la llegada del refuerzo mayor poder de influenciar la
conducta tendrá –y lo mismo valdrá para los métodos que veremos para
disminuir conductas–. Si mi ser querido estudia para un examen y yo le
felicito un mes más tarde es posible que no tenga efecto. De la misma
forma, si la empresa para la cual trabajo me ofrece un bono extra por mi
desempeño cinco años más tarde, es probable que no funcione, es decir,
es probable que esa consecuencia no funcione para aumentar mi
conducta de trabajar debido a la distancia en el tiempo.

154
Moldeamiento

En principio, cuando una conducta deseada aparece debemos poder


reforzarla. ¿Pero qué ocurre cuando la conducta deseada no aparece? Lo
que funciona en estos casos es reforzar conductas que constituyen
aproximaciones a la conducta final deseada. Se trata de reforzar
pequeños pasos que llevan a la conducta que queremos aumentar. Si
quiero que mi hijo comience terapia, por ejemplo, puedo ofrecer un
refuerzo luego de la conducta de consultar por teléfono sobre terapeutas
disponibles, agendar una sesión e ir a una primera entrevista. Si quiero
que mi hija estudie, puedo ofrecer un refuerzo cuando la vea buscando
los apuntes que tenía guardados, cuando llama a una compañera para
pedir la lista de temas que se incluirán en el examen o cuando compra un
cuaderno y resaltadores para hacer resúmenes. El moldeamiento se
utiliza mucho también con niños pequeños y está involucrado en el
aprendizaje del lenguaje y de conductas básicas.

Economía de fichas

Es otro método en donde se utiliza el reforzamiento. La propuesta es


definir con claridad qué conductas deseadas se quiere ver ocurriendo y
otorgar fichas o puntos cuando esas conductas suceden. La suma de
determinada cantidad de fichas o puntos permite canjearlas por premios
que deben funcionar como reforzadores, es decir, permite cambiarlas por
cosas que la persona desea. Esto puede ser de mucha utilidad en casa,
para aumentar conductas relacionadas con las obligaciones de cada
miembro de la familia. Suele utilizarse también en los salones de clase.
Por último, podemos ver este método funcionando en nuestra sociedad
cuando sumamos puntos por gastar dinero con la tarjeta de crédito o por
comprar en determinado supermercado. Hay tres cosas que son
fundamentales para poner en práctica este método: 1) tiene que quedar

155
claro y explícito cuántos puntos o fichas se otorgarán por cada emisión
de la conducta deseada y eso debe estar en un espacio en donde todos
puedan verlo (puede ser en una pizarra en la cocina), 2) tiene que quedar
en claro cuál será el refuerzo concreto que será otorgado (por qué cosas
puedo canjear las fichas), y 3) tiene que haber una persona encargada de
registrar cuando las conductas deseadas suceden, que se suele llamar
monitor (nada peor para este método que realizar conductas deseadas que
no son reconocidas o que se pasan por alto).

Contrato de contingencias

Se trata de un acuerdo, en general escrito, en los cuales se establecen las


acciones que una persona está de acuerdo en realizar y las consecuencias
del cumplimiento o no cumplimiento de tal acuerdo. Como sucede con
todos los métodos operantes, los contratos de contingencias deben hacer
hincapié en las consecuencias positivas del cumplimiento más que en las
negativas del incumplimiento. Un ejemplo de contrato de contingencias
cuando deseamos que nuestro ser querido concurra a terapia –por
supuesto en aquellos casos que haya sido indicado– podría ser: si
concurres a terapia durante dos meses con un porcentaje de asistencia
mayor al 75% aumentará el dinero de tu mensualidad en $ (agregar un
monto concreto) y si tu porcentaje de asistencia a terapia es menor del
75% disminuirá el dinero de tu mensualidad en $ (agregar un monto
concreto). Por supuesto y como se trata de un contrato la otra persona
deberá acordar con los términos del mismo.

Últimas consideraciones

Por último, debemos considerar algunas cosas. La más importante es que


los cambios no son instantáneos. Cuando comenzamos a intentar

156
modificar conductas debemos ser pacientes y tener mucha constancia.
Hablamos de un programa de cambio conductual y no de un solo intento
por esta razón. Un programa es algo que aplicamos y mantenemos
durante determinado tiempo para empezar a ver resultados. Sin embargo,
puede ocurrir que los cambios se den más temprano que tarde y eso
siempre es bienvenido. En segundo lugar, es importante ir espaciando los
refuerzos otorgados: esto significa que al comienzo ofreceremos un
refuerzo por cada vez que veamos la conducta deseada sucediendo pero
luego, cuando la conducta va aumentando iremos espaciando ese
refuerzo (en lugar de dar refuerzo cada vez que aparece la conducta,
damos refuerzo cada dos o tres apariciones de conducta o más, en forma
gradual idealmente). A esto se le llama reforzamiento intermitente y es
útil considerarlo porque, por un lado, es efectivo para aumentar o
mantener la conducta deseada y, por otro, es costo-efectivo, es decir que
no requiere de tantos recursos como el reforzamiento continuo que se
utiliza al principio. Además, evita la saciación, es decir, que un estímulo
debido a su abundancia pierda su capacidad reforzante. Por ejemplo, si
cada vez que mi hija estudia le doy un abrazo y una felicitación durante
mucho tiempo, mi felicitación se puede volver pesada para ella y perder
su función de refuerzo.

Cambiando las consecuencias para disminuir conductas


indeseadas

Los métodos utilizados para disminuir conductas indeseadas se basan en


dos procesos que llamamos castigo y extinción. Se trata de dos procesos
diferentes, pero ambos apuntan a lo mismo: disminuir o eliminar una
conducta indeseada, es decir, una conducta que queremos que ocurra
menos. Recurrimos a estos métodos como último recurso. Esto significa
que lo primero que intentaremos será empezar por reforzar conductas

157
deseadas y sólo cuando estos métodos no den el resultado deseado
intentaremos aplicar los métodos que aquí describiremos. Puesto en un
ejemplo: priorizaremos reforzar cuando veamos a nuestro ser querido
estudiando más que castigar cuando realiza conductas que no son
estudiar (mirar tele, por ejemplo).

Extinción

Este procedimiento utilizado para disminuir conductas indeseadas


consiste básicamente en quitar el reforzador que hace que la conducta se
mantenga. Sabemos que las conductas que se repiten lo hacen debido a
que implican alguna consecuencia reforzante. Nadie mantiene una
conducta que sólo tiene consecuencias indeseadas. Por lo tanto, este
procedimiento implica algunos pasos:
1. Definir con claridad la conducta que deseo disminuir –conducta
propia o de otra persona–.
2. Identificar cuál es el refuerzo que la está manteniendo
3. Quitar (retirar) ese refuerzo.
Este procedimiento sólo es posible bajo una condición: podemos
manipular el reforzador. Por supuesto que si no tengo posibilidades de
quitar un reforzador no podré aplicar este método. ¿En qué casos está
claro que no puedo manipular el estímulo reforzador? Son básicamente
dos: a) cuando no soy quién aplica el refuerzo (imaginemos el caso en
donde el refuerzo proviene del grupo de pares de mi ser querido), b)
cuando el refuerzo es algo que no se puede cambiar voluntariamente, por
ejemplo, en todos los casos en que se trata de disminución de estímulos
aversivos que suceden piel adentro (alivio emocional). Está claro que si
no tengo acceso directo a alterar las sensaciones internas, no podré quitar
ese refuerzo, que en este caso es negativo o de alivio. Veamos esto
ilustrado en nuestros dos ejemplos:

158
Analía siente alivio del miedo luego de cortarse en las muñecas.
Pensado desde este método, podríamos decir que el refuerzo que está
manteniendo la conducta de corte es la disminución del miedo.
¿Podemos quitar este refuerzo? Es decir, ¿podemos hacer que Analía no
sienta alivio del miedo luego de cortarse? No, no es posible. No tenemos
acceso directo a las experiencias internas de otros, pero tampoco
accedemos directamente a nuestras propias experiencias internas. No
podemos directamente cambiar una respuesta interna.
Ramiro recibe atención por parte de sus amigos cuando se va sin
avisar. Pensado desde este método, podríamos decir que el refuerzo que
está manteniendo la conducta de irse sin avisar es el incremento de la
atención. ¿Podemos quitar este refuerzo? Es decir, ¿podemos hacer que
Ramiro no reciba atención luego de irse? No, no es posible, al menos en
tanto no somos nosotros quienes brindan esa atención. Se trata de un
refuerzo que proviene del grupo de pares y modificar estos intercambios
es sumamente difícil ya que no tenemos acceso directo a lo que otras
personas lejanas hacen.
Sin embargo, ¿qué pasaría si quienes brindamos atención luego de una
conducta problemática somos nosotros? La situación cambia
drásticamente, porque en ese caso sí tenemos influencia sobre lo que
hacemos –si somos nosotros quienes reforzamos la conducta, podemos
retirar el reforzador–. Una clave para poder utilizar el método de
extinción es poder definir aquellas conductas sobre las que sí tenemos
influencia, intercambios sobre los que somos una parte interviniente
directa. Veamos dos ejemplos:

Ejemplo 1

Cuando pulsamos el botón el ascensor, este en general viene. La


conducta de pulsar el botón está siendo reforzada porque aparece un

159
estímulo deseado: el ascensor. Pero ¿qué es lo que sucede cuando
pulsamos el botón y el ascensor no viene? Primero, vamos a insistir, es
decir pulsar varias veces seguidas ya que la conducta de pulsar el botón
ha servido en el paso para hacer que venga el ascensor. A este “pulsar
varias veces seguidas” le llamamos explosión conductual. La explosión
conductual es un incremento de la conducta apenas se retira el
reforzador. Pero ¿qué sucede al tiempo? Simplemente dejamos de pulsar
y tomamos las escaleras. A este proceso le llamamos extinción:
disminuye una conducta (pulsar el botón) porque le quitamos el
reforzador (que el ascensor aparezca).

Ejemplo 2

Mi amiga Telma suele pedirme dinero prestado. A mí esa conducta me


molesta bastante, sobre todo porque me pide casi todos los meses y rara
vez me devuelve el dinero luego. ¿Qué puede estar reforzando la
conducta de Telma de pedirme dinero? Posiblemente el hecho de que yo
le dé el dinero. ¿Cómo puedo extinguir esa conducta? Pues quitando el
reforzador, es decir, no prestándole más dinero. Es posible que, al
comienzo y como mencionamos en el ejemplo anterior, haya una
explosión conductual, es decir, que mi Telma me insista mucho para que
le dé dinero. Y esto tiene sentido, ya que en el pasado siempre le he
prestado dinero cuando me lo ha pedido. Pero si yo logro mantenerme
sin prestarle dinero, eventualmente su conducta de pedir se extinguirá.
Volvamos a nuestra tabla con ejemplos, esta vez con las conductas a
disminuir:

Conductas a disminuir

De otras personas Faltar al colegio sin permiso

160
Dejar la ropa sucia en el suelo

Tomemos el ejemplo de dejar la ropa sucia en el suelo. Imaginemos


que hace mucho tiempo venimos pidiéndole a nuestro hijo que ponga la
ropa sucia en el cesto de ropa sucia. Sin embargo, continúa dejándola en
el suelo. ¿Qué puede estar reforzando esta conducta? Una posibilidad es
que la consecuencia de que juntemos y lavemos nosotros la ropa, hace
que su conducta de dejar la ropa en el suelo sea reforzada. La ropa
aparece limpia y ordenada al día siguiente. ¿Cómo podríamos extinguir
esta conducta? Podríamos probar no juntar la ropa ni lavarla. Por
supuesto estas no son más que hipótesis. Pero estas hipótesis pueden ser
útiles para guiar los pasos de un proceso de cambio conductual. Lo que,
además, no deberíamos olvidar, es reforzar cuando la conducta deseada
aparece: poder reforzar la conducta de poner la ropa en el cesto cuando
él la realice.

Administrando consecuencias aversivas

En algunas ocasiones en las cuales no es posible utilizar extinción y los


otros métodos han fracasado, podemos recurrir a disminuir conductas
indeseadas a través de ofrecer consecuencias aversivas. La palabra que
suele utilizarse para esto es castigo. Sin embargo, como vimos
anteriormente, esto no significa violencia ni agresión. No
necesariamente. Y definitivamente eso está lejos de lo que aquí
sugeriremos.
Veamos nuestro cuadro de ejemplo nuevamente:

Conductas a disminuir

De otras personas Faltar al colegio sin permiso

161
Dejar la ropa sucia en el suelo

Tomemos, en primer lugar, la conducta de ausentarse del colegio sin


permiso. Si queremos que esto suceda menos, podemos implementar un
plan en el cual dicha conducta sea seguida de una consecuencia
desagradable para la persona: podría ser “lavar los platos esta noche” (si
es que no le gusta lavar los platos), podría ser “no hay wifi en casa por
hoy” (a casi todo el mundo le gusta el wifi y no tenerlo disponible suele
ser una consecuencia desagradable). El primero es un ejemplo de castigo
positivo, el otro de castigo negativo. Recordemos, como vimos antes,
que es importante conocer a la otra persona para saber qué cosas le
desagradan. Si la consecuencia que brindamos le da lo mismo, le es
indiferente, el procedimiento no funcionará.
Veamos este otro caso de nuestra tabla, pero esta vez enfocándonos en
una conducta propia:

Conductas a disminuir

Nuestras Gritar

Mirar el celular más de dos


horas por día

Tomemos el caso de mirar el celular más de dos horas diarias.


Imaginemos que queremos disminuir el tiempo que pasamos mirando el
celular. Nos instalamos una aplicación que nos avisa cuando hemos
pasado el límite establecido. Un buen plan de cambio conductual debería
incluir en este caso dos cosas: qué refuerzo me voy a dar cuando logre
mirar el celular no más de dos horas diarias y qué consecuencia aversiva
voy a aplicarme cuando me pase de ese límite. Podría, a modo de

162
ejemplo, no mirar mi serie favorita a la noche si usé mi celular más de
dos horas ese día.

Corrección y sobrecorrección

Este procedimiento se basa también en dar consecuencias aversivas y


consiste en que las consecuencias aversivas que se administran se
relacionan directamente con la conducta indeseada a la que siguen. Un
ejemplo de corrección podría ser: juntar las piezas rotas del suelo como
consecuencia de haber tirado un objeto al suelo intencionalmente.
Corrección implica, de este modo, que la persona que realizó la conducta
indeseada pueda reparar (corregir) el daño de alguna manera. Otro
ejemplo de corrección puede ser solicitar a alguien que pida disculpas
luego de decir algo que resultó hiriente a otra persona. Por supuesto
esperamos que esa consecuencia, sea pedir disculpas, sea limpiar el piso,
sea desagradable para la persona que emitió la conducta que queremos
disminuir. Esto es, esperamos que funcione como un castigo: que
disminuya esa conducta en el futuro.
Por otro lado, un ejemplo de sobrecorrección podría ser: no sólo juntar
las piezas rotas del suelo y limpiar sino ir a comprar un objeto similar
para reemplazar el que se ha roto. Sobrecorregir implica no sólo reparar
sino mejorar el estado de cosas previo a la conducta. Se espera que estas
consecuencias disminuyan la conducta indeseada, ya que implican de
alguna manera un esfuerzo extra que suele experimentarse como
desagradable. Otro ejemplo de sobrecorrección podría aplicarse a nuestro
ejemplo anterior de dejar la ropa tirada en el piso: la consecuencia podría
ser no sólo juntar la ropa y llevarla al cesto sino además lavar toda la
ropa que ya estaba en el cesto y doblarla luego.

Seis grandes enemigos de la modificación conductual

163
1) Apegarse a las reglas de cómo deberían ser las cosas

Los “debería” suelen ser enemigos del cambio conductual: “es su deber,
no voy a reforzarlo por eso”, “es lo que toda hija debería hacer”, “¿tengo
que darle un refuerzo por algo que no es más que su obligación?”. Pues,
mis queridos amigos y amigas, los debería no nos ayudan a modificar las
cosas, puesto que por más deberías que tengamos en nuestra mente, las
cosas son como son, no como deberían ser. Y la respuesta es sí:
aportemos consecuencias positivas para las conductas deseadas. Es lo
que funciona.

2) Pensar que estos métodos implican perder espontaneidad en las


relaciones

Lo cierto es que, como vimos más arriba, nuestras conductas influyen a


los demás, lo queramos o no. La propuesta es intentar aumentar
conductas deseadas y disminuir conductas indeseadas: no se trata de
reforzar o castigar personas, sino conductas. Y estos métodos parten de
la intención de ayudar a nosotros mismos y a otras personas a acercarse a
una mayor calidad de vida. No son utilizados para dañar, todo lo
contrario, la intención en mejorar.
Por otro lado, dejar menos lugar a la espontaneidad muchas veces es
beneficioso. Sobre todo cuando la espontaneidad nos lleva a aumentar
conductas de riesgo en nuestros seres queridos –aun cuando no sea esa
nuestra intención– o a tener respuestas poco efectivas que pueden dañar
la relación. De esta forma, la espontaneidad es muchas veces confundida
con la impulsividad: hacer lo primero que me surge hacer. Viéndolo de
este modo, no nos viene mal suspender las respuestas automáticas para
elegir mejor cómo actuar.
Por otro lado, cuando nuestras espontáneas constituyen verdaderos
reforzadores naturales para las conductas de los demás, podemos seguir

164
su fluir sin necesidad de coartarlas. El secreto está más bien en comenzar
a ser conscientes del efecto que tienen nuestras respuestas sobre los
demás y si ese efecto es un efecto deseado o no lo es.

3) Creer que lo que es reforzante para uno lo es para todas las personas

Este error podría llevarnos a ofrecer como consecuencias cosas que nos
resultan agradables a nosotros pero que para las otras personas pueden
ser neutrales o incluso aversivas. Pueden gustarme los abrazos, pero
debo aprender si a la otra persona le gustan o no. Puede gustarme salir a
comer fuera de casa, pero no siempre eso es agradable para el otro.
Recordar: para poder reforzar –y castigar– conductas, tengo que haberme
tomado el tiempo suficiente para conocer al otro realmente sin asumir
sus preferencias.

4) Armar un plan de modificación conductual cuando estamos activados


emocionalmente

Cuando nuestras emociones están muy intensas, no es momento de


diseñar castigos ni ningún otro plan de modificación conductual porque
es posible que la emoción intensa lo tiña todo y terminemos aplicando
consecuencias poco efectivas. Es necesario tomarnos un tiempo para
calmarnos primero. Estos procedimientos requieren de diseño y
planificación y estas no son cosas posibles cuando estamos en mente
emocional.

5) Intentar cambiar muchas conductas al mismo tiempo

Los procesos de cambio conductual requieren que vayamos de a una


conducta por vez para ser efectivos. Aquí vale el refrán “el que mucho
abarca poco aprieta”. Parte del proceso implica poder definir una
conducta concreta (lavar su plato), evaluar con qué frecuencia sucede y

165
diseñar un plan para reforzar esa conducta de modo que aumente dicha
frecuencia. Esto implica cierta dedicación. Hacerlo con muchas
conductas a la vez disminuirá nuestra efectividad. Lo mismo vale para
nuestras conductas. Es difícil cambiar todo a la vez: mañana empezar el
gimnasio, comer vegetales, leer un libro y dormir temprano. Más bien
elegimos una de esas conductas y nos armamos un plan para poder
sostenerla. Luego podemos pasar a la siguiente.

6) Comer el postre antes que la espinaca

Las consecuencias siempre deben venir luego de la conducta deseada. Si


adelantamos el estímulo deseado es posible que la conducta deseada ya
no aparezca. “Luego de estudiar, pediremos sushi” en lugar de
“comemos sushi y luego estudiamos”. Todo el sentido de estos métodos
es poder aportar consecuencias a las conductas que queremos modificar.
Si lo ofrecemos antes, dejan de ser consecuencias.

Cuando hacemos las cosas al revés

Hacer las cosas al revés, desde este punto de vista, implicaría reforzar
conductas indeseadas y no reforzar las conductas deseadas. Y eso sucede
más frecuentemente de lo deseable. Un ejemplo de esto es el siguiente:
Camila pide amablemente a su papá permiso para salir a un bar con
una amiga esta noche. El padre le dice que no. Luego Camila se siente
impotente y comienza a gritar, su emoción de enojo empieza a escalar.
Su papá entonces, para evitar más escalada emocional, le da permiso
para ir.
¿Qué sucedió en este ejemplo? Por un lado la conducta de Camila de
pedir con amabilidad no fue reforzada (no le dieron el permiso). Por otro,
la conducta de Camila de gritar fue reforzada (le dieron el permiso).
Ejemplos como este vemos muy seguido en familias en donde uno de sus

166
miembros, o más, tienen desregulación emocional: la conducta de
cortarse es seguida de atención y cariño –una atención y cariño que no
aparecen como consecuencias de conductas ligadas a la vida–.
¿Tiene que dar permiso siempre el padre cada vez que Camila pida
amablemente? Sí y no. Sí, en el caso de que padre quiera aumentar la
conducta de pedir amablemente (pero no es la única manera de reforzar
esa conducta, por cierto). No, en el sentido de que si el padre cree
realmente que no es buena idea ir, debe mantener ese no, mucho más
luego de la conducta de Camila de gritar. Caso contrario, Camila aprende
que debe gritar para obtener permisos.
La moraleja de todo esto es: reforzar conductas deseadas y no reforzar
conductas indeseadas. Ese es el desafío que les invitamos a practicar con
la siguiente sugerencia.

Sugerencia de práctica

Elige una conducta propia que quieres aumentar. Luego planifica qué
refuerzo vas a darte una vez que hayas realizado dicha conducta.
Recuerda: un refuerzo es una consecuencia, es algo que vendrá luego de
haber logrado la conducta deseada. Finalmente, pon en práctica el plan.

Conducta propia que quiero aumentar:

Refuerzo que voy a utilizar:

Elige una conducta de otra persona que quieres aumentar. Luego


planifica cómo vas a reforzar dicha conducta. Recuerda: un refuerzo es

167
una consecuencia, es algo que vendrá luego de ver suceder la conducta
deseada. Finalmente, pon en práctica el plan.

Conducta del otro que quiero aumentar:

Refuerzo que voy a utilizar:

Referencias

Catania, A. C. (2012). Learning. 5th Edition. Sloan Publishing.


Martin, G., & Pear, J. (1998). Modificación de conducta. Pearson
Prentice Hall.
Pierce, W. D., & Cheney, C. D. (2004). Behavior Analysis and Learning.
3th Edition. Psychology Press.
Skinner, B. F. (1938). The Behavior of Organisms: An Experimental
Analysis. New York: Appleton-Century.
___(1953). Science and human behavior. New York: Macmillan.
___(1971). “Operant conditioning”. The encyclopedia of education, 7,
pp. 29-33.
Thorndike, E. L. (1905). The elements of psychology. New York: A. G.
Seiler.

168
CAPÍTULO 9
CÓMO AYUDAR A ALGUIEN QUERIDO EN SU PEOR
MOMENTO

169
CAPÍTULO 9
Cómo ayudar a alguien querido en su peor
momento

Dr. Pablo Gagliesi

El suicidio tiene una tasa de entre 8 a 14 personas cada 100.000


habitantes en los países de habla hispana por año. A simple vista parece
algo que sucede esporádicamente. Pero si pensamos que por cada
suicidio efectivo hay más de 40 personas que lo están intentando y 200
que lo están pensando, el problema cobra una magnitud mayor. En
adolescentes el problema es más significativo porque por cada
adolescente que ha cometido suicidio hay 2000 que lo piensan.
Casi el 90% de las personas que mueren lo han intentado antes y han
tenido pensamientos de muerte. Por eso, la detección temprana y el
tratamiento son las estrategias preventivas más importantes.
Las tasas de suicidio están aumentando globalmente, y a expensas de
jóvenes, convirtiéndose en la segunda causa de muerte entre los 14 y los
25 años en el occidente. Mueren en el mundo más personas por suicidio
que por las guerras, aproximadamente un millón de personas anualmente
(WHO, Word Health Organization, 2019).
A pesar de estos datos, no hay intervenciones preventivas o
tratamientos que nos garanticen poder controlar el 100% de los casos.
Podemos diseñar estrategias sugeridas por expertos y algunas con

170
evidencia científica que tienen los mejores resultados, pero la conducta
suicida no tiene un tratamiento completamente efectivo y seguro.
Este capítulo está inspirado en la lectura de ese material y la
experiencia clínica, pero no pueden tomarse como norma definitiva y
requiere que siempre que exista comunicación de algún tipo de riesgo
suicida se solicite ayuda a un especialista en salud mental.
El suicidio está en todas partes. Abrimos un libro cualquiera de
nuestra biblioteca y estará ahí. Está en los diarios, revistas o en la tele
casi a diario. Está en la historia, cuando estudiamos y vemos personajes
que terminaron con su vida, en comunidades enteras como las de
Numancia en España que retrató Cervantes, o incluso en relatos bíblicos
como Mesada en Judea. Está en nuestros cotilleos sobre gente del barrio,
la escuela o de la comunidad, que lo ha intentado o lo ha hecho, está en
las películas y series. Está en nuestras vidas.

¿Por qué la gente piensa en quitarse la vida?

Pensar en quitarse la vida es parte angular de hacer una tentativa o un


suicidio efectivo. Muchas personas han pensado en esto alguna vez en
sus vidas, es tan habitual que algunos estudios reportan que casi un tercio
de la población lo ha pensado alguna vez.
Lo piensan en situaciones muy difíciles, cuando se da una fórmula
frecuente: un problema que ocasiona un enorme sufrimiento, sentir que
no hay salida para ese sufrimiento y predecir que nada funcionará.

¿Qué son los factores de riesgo?

Los factores de riesgo son características, rasgos, hechos que hacen más
probable que ocurra una conducta problemática. Hay numerosos estudios
que relacionan estos factores con el aumento del riesgo. Podemos

171
suponer que, en parte, resolver, disminuirlos, retirarlos, tratarlos sería
una forma de reducir la incidencia. Vamos a revisar algunos.
Simultáneamente, veremos cómo esa información nos ayuda a pensar
qué podemos hacer (Linehan, 1993, 2008, 2009).

Factores de riesgo

El aislamiento: las personas que tienen menos red social o están


aisladas. Pero el aislamiento puede ser generado por la comunidad, como
el matoneo, acoso o bulling en una escuela. Por ejemplo, los jóvenes que
son LGBTIQ+ tienen seis veces más riesgo que sus pares. Las
poblaciones aborígenes en América Latina con su pobreza, aislamiento y
ausencia de oportunidades también corren este destino. Nadie tiene duda
de que el prejuicio, el racismo y el estigma matan.
Si el aislamiento, real o percibido, es un problema, las intervenciones
para reducirlo son relevantes: intentar mantener conexión, hacerle saber
o notar que no se está solo o sola, aproximarse, promover la
comunicación, declarar clara y en voz alta que uno está disponible y con
voluntad de estar cerca podrían ser un salvavidas.
Otra forma es comprometerse con promover que el contexto no sea
expulsivo sino inclusivo. Por ejemplo, decir: “no estás solo, estoy aquí”,
podría no ser suficiente, si el adolescente está en la escuela donde lo
matonean o acosan, sino acompañarlo de acciones pertinentes (ir a la
escuela, hacer participar a otros padres, entre otras opciones).
El aislamiento es algo fabricado por el contexto. Todos nacemos con
un deseo, un impulso de conexión. Pero a veces, muchas, el contexto
castiga estos intentos, los penaliza o crea barreras inconmensurables,
especialmente para los niños y adolescentes. Vivimos en un mundo que
define quién puede entrar y quién debe, a su pesar, cambiar para ser
recibido en la comunidad. A veces ese cambio es sutil, otras veces es

172
dramático, porque le pedimos a alguien que traicione su propia
naturaleza, aunque suene un poco rimbombante, su propia esencia. Por
ejemplo, cánones como: “sólo te aceptaremos si te pareces a nosotros o a
lo que nosotros pensamos que es el ideal, si tienes tal preferencia sexual,
si eres delgado, si perteneces a cierta religión o sistema de creencias o si
eres excelente en los estudios”. Las reglas para pertenecer a un grupo
social, incluso a una familia, o a una escuela son fábricas de ladrillos
para esos muros altos y desafiantes. Y a veces esas reglas son sólo un
puñado de prejuicios.
Lo que estamos diciendo es que el contexto es responsable del
aislamiento y, por lo tanto, responsable del desarmado de ese
aislamiento.
No puedo decirle a alguien “no estás sólo, estoy aquí” y continuar la
frase con “pero” la condición es que seas diferente a quien eres.

Los medios disponibles: el acceso a métodos es una de las variables


centrales si el riesgo es inminente. Por ejemplo, en los hogares que
tienen acceso a armas de fuego por seguridad o deporte en su domicilio,
el riesgo de morir por dichas armas se incrementa una decena de veces,
bien por accidente o por suicidio. El acceso libre a medicamentos o
venenos aumenta el riesgo de tentativas de suicidio. El tema de las
pastillas es un problema creciente debido al acceso a veces poco
controlado de sustancias.
Si esto es así, reducir los medios que las personas consideran letales
podría ayudar. Preguntar abiertamente sobre plan o método a veces
puede sonar escabroso, pero nos acerca a evitar el riesgo y proteger a
tiempo.

Las enfermedades: si bien las enfermedades mentales no son la causa


del suicidio, sin duda es un factor que aumenta su riesgo. Tener
diagnóstico de Trastorno Límite de Personalidad, Esquizofrenia,

173
Trastorno Bipolar o Depresión puede aumentar hasta diez veces el
riesgo. Pero debemos aclarar que tener diagnósticos como estos NO
implica que ocurra un suicidio, son factores que aumentan el riesgo. No
todas las personas con igual diagnóstico tienen ideación o conductas
suicidas, y tampoco todas lo intentan sólo cuando están en algún
episodio agudo de esas enfermedades. El suicidio está presente en
muchos trastornos mentales y no es patognomónico de una enfermedad
en particular, o incluso se puede sufrir de trastornos leves como
trastornos de ansiedad, pero acompañarse de ideación suicida. Debemos
recordar que los problemas mentales suelen acompañarse de muchos
otros factores asociados como el estigma, el desempleo, el aislamiento,
las pérdidas de relaciones sociales.
En relación con las enfermedades no psicológicas, aquellas que son
crónicas o incapacitantes tienden a producir más riesgo. La estrategia
para mitigar este riesgo es asegurarse que las personas tengan acceso a
tratamientos efectivos disponibles y su seguimiento, y al mismo tiempo
tratamiento para malestar o estrés que la enfermedad causa.

Los factores sociales: hay muchos estudios que correlacionan el


desempleo con el suicidio, lo mismo sucede con la educación u otros
estresores. Sin embargo, en términos generales, el suicidio no reconoce
clases sociales.
Como vemos, algunos factores de riesgo son más de largo plazo
(como tener historia familiar de suicidio, o sufrir de aislamiento social) y
otras de corto plazo (perder el trabajo o una pareja, fracasar a nivel
académico). Y a veces esta combinación de antecedentes junto con un
factor inmediato disparador lo vuelve inminente.

Los factores a corto plazo: los factores de riesgo de largo plazo, que
aparecen en la vida tempranamente pueden agudizarse y volverse más
determinantes en un momento. A las personas que sufren, que han tenido

174
dificultades a lo largo de sus vidas, se les agregan más dificultades. De
alguna manera se genera un contexto de mala suerte. La mala suerte es
un contexto de mucha vulnerabilidad para que arrecien los problemas de
todo tipo. A veces una gota de desgracia en nuestras vidas es sólo una
gota, pero para otros puede ser una razón para que desborde el vaso.
Por ejemplo, en los medios de comunicación hay una discusión sobre
igualdad de oportunidades, pero resulta que no todos necesitamos las
mismas oportunidades. Hay un conocido dibujo de historieta en donde a
un grupo de niños se les da unos cajones para que coloquen en el suelo
para poder mirar por encima de un muro. Todos los cajones son de igual
tamaño. Pero resulta que todos tienen distintas alturas, y a un par de
niños ese cajón no les sirve para mirar por encima del muro, aunque
podría servir para quedar identificados como los petisos del paseo. La
equidad de oportunidades es ofrecer lo que se necesita, no la igualdad de
oportunidades.
Muchas personas que han crecido en ambientes desfavorecidos no
tuvieron acceso a la educación superior, han tenido que migrar para
conseguir un trabajo en un lugar donde no hablan su idioma materno,
han conseguido un trabajo inestable y un domicilio muy alejado, son
mirados en la calle como extranjeros porque tienen otra raza y una
cadena de sucesos sociales les hace perder el trabajo. Mientras que si yo
pierdo mi trabajo posiblemente tenga una red de relaciones sociales y
familiares que me sostengan durante un tiempo, una casa donde vivir,
algunos recursos cognitivos que me faciliten el camino. Perder el trabajo
no significa lo mismo para todos nosotros. Los factores agudos que
pueden aumentar la suicidabilidad no son comunes a todos, dependen de
cada persona, del contexto y de la mala suerte.
La lista puede ser, tener una pérdida importante, problemas con la ley
como la cárcel, las hospitalizaciones psiquiátricas y el alta, problemas
interpersonales entre otros.

175
¿Qué conductas se consideran suicidas?

Las conductas suicidas son pensar o imaginar matarse, hacer planes o


cartas de despedida, proveerse de medios para hacerlo, hacer tentativas
de distintas maneras y también se consideran de riesgo conductas de
autolaceración como cortarse, quemarse, lastimarse, entre otras. Hay un
acuerdo general en los profesionales de salud mental en llamar ideas o
acciones suicidas cuando la persona expresa claramente intencionalidad
o voluntad de morir.
En ocasiones el suicidio es un acto impulsivo, en el que la persona
habló poco al respecto o incluso no pensó demasiado. Pero en la gran
mayoría de los casos, las personas han pasado largo tiempo, con
momentos mejores o peores, donde la rumiación les ha ocupado la
cabeza. Por esto nos referimos a que dan cuenta de momentos de
recrudecimiento de ideas, imágenes, planes asociados a crisis. Pensar en
matarse puede ocupar mucho tiempo e incluso alejar a la persona de
intentar resolver los problemas asociados, pedir ayuda o simplemente
dirigirse hacia la aceptación y la calma (Comtois, Landes, 2017).
Las conductas suicidas (desde pensar, comunicar o hacer cosas en esa
dirección) cumplen funciones diferentes, y a veces varias, para cada
persona. Por un lado, cumplen funciones en las relaciones sociales, en el
ambiente, pueden comunicar algo, transmitir que se está mal, pedir
ayuda o,hacer que se disminuyan las exigencias y demandas que se le
hacen. Pueden hacerles conseguir habitación en una clínica psiquiátrica o
una llamada de emergencias médicas.
Por otro lado, pueden cumplir funciones más privadas, dentro de la
cabeza, o en el corazón. Las investigaciones sostienen que la conducta
suicida está en gran medida bajo control de estas últimas funciones.
Vamos a contar una historia para ejemplificar esto: Tomás, un niño de
once años, que viene de una familia muy exigente, ha tenido por primera
vez un traspié en la escuela. Este año ha empezado complicado, él ha

176
subido de peso, se ha vuelto un poco más tímido y elije los pupitres del
fondo de la clase para sentarse, ha dejado de jugar al fútbol y sus
compañeros han dejado de contar con él. Pero su rendimiento, siempre
óptimo ha decaído levemente. Si bien no es para alarmarse, su maestra
decide enviar una nota a su madre para informarle de este descenso.
Tomás camina a su casa, está asustado con la posibilidad de que sus
padres lo reprendan, se siente decepcionado de sí mismo, tiembla, suda,
tiene taquicardia, sus mejillas se encienden rojas y su andar es lento.
Imagina posibles escenarios, pero por alguna razón, como hemos dicho
está disponible esta idea en la vida cotidiana, piensa: “mejor me mato”.
De pronto se tranquiliza un poco, está triste pero el sudor y el temblor
ceden. Finalmente llega a su casa, después de esconder la carta un par de
días habla con sus padres. ¿Qué posibilidades hay de que, si Tomás
vuelve a sentir ese enorme malestar, la idea vuelva a aparecer en su
cabeza? Muchas, y cada vez que aparezca será reforzada por el mismo
alivio. Tomás empieza a tener en su cabeza una idea que vuelve: si estoy
mal y me mato, dejo de sufrir.
Muchos consultantes que piensan en matarse tienen esta ecuación en
sus mentes, a pesar de que nunca podrían confirmar que esto es así, la
idea del suicidio como un escape del sufrimiento se instala para no irse.
En esta historia vemos cómo las ideas hacen algo por Tomás. Le
permiten tolerar mejor el malestar, lo dejan triste, pero al menos le quitan
la inquietud y el miedo.
Mientras Tomás piensa que matarse es una forma de escapar de este
sufrimiento, pierde la oportunidad de hacer otras cosas. Él se encontró
con un problema: la nota de su maestra pesa mucho en su mochila de la
escuela, no sabe bien qué hacer con esa nota. Pensar en matarse ha
resuelto en parte su malestar, pero no la situación y él ha perdido la
oportunidad de intentar otras soluciones como hablar con sus padres o
¡incluso intentar cosas como romper la nota, o falsificar la firma de sus
padres!

177
Los adolescentes intentan muchas cosas, prueban, ensayan, a veces
mentiras de patas cortas, en aras de volverse más habilidosos de adultos
en la solución de problemas en la vida cotidiana. Tomás tiene un nuevo
problema, no sólo que la idea de suicidio volverá en el próximo escollo,
sino que tiene menos habilidades para resolver conflictos. Y cuando se
los encuentre, posiblemente él piense que no va a poder o alguna otra
cosa que, igualmente, prediga que va a fracasar. Es decir: a vivir con
desesperanza. ¿Qué es la desesperanza sino una predicción negativa
sobre el futuro?
Las personas que piensan mucho, imaginan o planean matarse
empezaron con una pequeña semilla. En su historia, cada vez que
estaban en situaciones de crisis, aparecían estas ideas, repetidas,
circulares, que dialogan entre ellas y, en un principio, sólo pensarlas
funcionaba para bajar del malestar a una tristeza un poco más soportable,
frente a una ilusión de escape. Es por eso por lo que algunas personas
refieren incluso no poder dejar de pensar en los peores momentos y otras
se tranquilizan al visualizar la muerte como una salida, siempre está ahí,
guardada en un futuro posible si nada funciona.
En resumen, las ideas de suicidio son en muchas ocasiones una forma
de manejar el malestar. El malestar está causado por la experiencia de
tener un problema de difícil solución, las personas con esta ideación
tienen déficits en la resolución de problemas como resultado de su propia
historia personal y el denominador común es la desesperanza (Boggiano
y Gagliesi, 2017).
En ocasiones tenemos creencias y mitos sobre el suicidio que pueden
condicionar negativamente nuestra ayuda. Vamos a repasar algunos y
discutirlos en cursiva a continuación.

1. Hablar de suicidio induce a las personas a hacerlo.


Todos los investigadores del mundo sobre suicidio coinciden en que
hablar reduce el riesgo.

178
2. Las personas que se quieren matar lo hacen. Una tentativa que
fracasa significa que no lo quiere hacer.
Casi el 80% de las personas que comenten suicidio han tenido
historia de tentativas previas. Las tentativas aumentan el riesgo de
que aparezca un intento efectivo.

3. Las personas suicidas son muy manipuladoras.


María, una adolescente, tiene muchas discusiones con su madre,
problemas en el colegio con su rendimiento y aislamiento social.
Está en tratamiento en psicoterapia y nutrición porque ha tenido
conductas alimentarias como vómitos y atracones. Ella y su madre
viven solas desde que su padre las abandonó hace muchos años. A
la madre le ha costado rearmar su vida y ha tenido que trabajar
arduamente. María y su madre se tienen mucho cariño y afecto, sin
embargo, las discusiones son muy intensas con gritos y han llegado
a romper objetos del hogar. María cuenta lo que pasó el viernes al
final de la tarde de este modo: “ayer viernes tenía ganas de
morirme. Nada está funcionando bien en mi vida. Llegué a casa y
en el Facebook vi que mis amigas estaban en el cine y no me habían
invitado. Nadie me quiere en la escuela y me dio mucha angustia.
Además, tenía que darle el reporte del colegio, con calificaciones
regulares, a mi mamá que tenía planeado salir esa noche. Lloré
horas y después no sé cómo terminamos discutiendo, ella me
empezó a seguir por la casa, no puedo contar con ella. Me corté en
el baño, muy superficialmente el brazo, un poco, y me calmé”.
El padre de María las abandonó cuando ella tenía unos pocos años,
su madre quiere que a ella no le falte nada, es exigente con el
rendimiento académico porque quiere que María devenga una
mujer independiente y exitosa. María comparte esta expectativa con
su madre, pero aún no ha podido superar sus problemas. Su madre
dice: “estoy muy enojada, ella hace siempre lo mismo, trae notas

179
muy bajas en la escuela. Me arruinó la salida con mis amigas, me
manipula para que me quede en la casa, o para que no le exija
tanto”.
María llegó a casa desolada, triste y llorosa. Le entregó los
resultados del semestre a su madre quien comenzó a recalcarle la
necesidad de mejorar sus notas. El llanto de María comenzó a subir
de tono y le respondió que ella no la comprendía. Su madre le dijo
que esa exigencia era por el bien de ella. Pronto los gritos de
ambas y el clima de la casa empeoraron.
Para María, las ideas de suicidio o lastimarse, funcionan como un
escape al enorme sufrimiento que siente, no parece que tenga
intenciones de conseguir que su madre no salga de la casa. Por
otro lado, su madre, quizás piense que ahora no es un buen
momento para salir con sus amigas y se siente presionada para
cambiar el plan y tener que lidiar con la crisis.
Cuando hablamos de manipulación suponemos que el otro tiene
ciertas intenciones de hacernos hacer algo que no deseamos, pero
en realidad se trata del efecto que tiene en nosotros, podría ser que
la intención del otro tenga otro objetivo (en este caso calmarse).
Asumir las intenciones de otro, a veces, nos hace sentir (enojarme),
pensar (cortarse me lo dedica a mí para que me quede) o hacer
cosas (gritar, imponer un castigo) que no encaja con la experiencia
que tiene el otro, sino que puede multiplicar la culpa, la vergüenza
(“mi madre sufre por mí”, “siempre arruino todo”) o incluso la
confrontación (“la odio, no me entiende”).
Es decir, a veces, percibimos que esa comunicación tiene un efecto
en nosotros, nos sentimos compelidos a hacer algo, o cambiar el
curso de nuestras acciones, le atribuimos una intencionalidad que
puede ser errada, y esto termina contribuyendo a empeorar las
cosas. Las personas que realmente son habilidosas manipulando,
consiguiendo que los demás hagan algo por ellas, suelen ser tan

180
efectivas que los demás no se dan cuenta. La mayoría de los
consultantes con ideación suicida muchas veces tienen justamente el
problema de no ser tan efectivos consiguiendo modificar su entorno.
Preguntar claramente y evaluar la situación, no asumir intenciones,
dar siempre el beneficio de la duda, comenzar asumiendo lo mejor
del otro y salirse de las discusiones centradas en averiguar quién
tiene razón (o más poder) podrían ser posturas que nos hacen salir
de la interpretación sobre la manipulación.

4. La persona dice que no tuvo intención, pero la severidad del


accidente indica otra cosa.
Es posible que las personas cercanas o incluso los profesionales de
la salud se enreden en discusiones detectivescas sobre la
intencionalidad suicida. Pero a veces ponerse en ese polo puede ser
contraproducente porque reduce la comunicación o comunica
desconfianza. La falta o exceso de confianza pueden causar
problemas y podemos movernos entre esos extremos. La confianza y
la desconfianza representan extremos de una línea continua,
oscilante, y puede cambiar con el tiempo y nada es perfecto. Sin
embargo, es siempre beneficioso tener una relación donde se espera
lo mejor del otro, y es crucial crear un ambiente de confianza en
donde todos le creen a todos.

5. Quienes hablan de eso tanto no tienen intención de hacerlo.


Las investigaciones muestran que la gran mayoría de las personas
que hicieron una tentativa habían dicho algo y pensado sobre el
suicidio antes. Quizás deberíamos comenzar a entender que hablar
es una forma de pedir ayuda.

6. Las personas que se matan son cobardes o, en su defecto, hay que


ser muy valiente para matarse y otras creencias sobre el suicidio.

181
La idea de valentía puede ser un concepto que nos llena de juicios
de valor y nos impide tomar decisiones sabias en momentos
difíciles. En nuestra cultura tenemos muchas maneras de referirnos
negativamente al suicidio o incluso por momentos positivamente,
como “descansa en paz” y “ha dejado de sufrir”, ambas frases son
sumamente complejas ya que nadie sabe a ciencia cierta si eso es
una consecuencia de morir (si efectivamente la gente muerta
descansa o ha dejado de sufrir).
Si nos detenemos a pensar, a veces nos adherimos a ideas que
pueden ser ambivalentes, extrañas o incluso equivocadas. Matarse
y la valentía no parecen muy relacionadas, especialmente si
hablamos de una conducta suicida que ocurre en un momento tan
emocional donde las acciones impulsivas están teñidas de procesos
mentales perturbados por las mismas emociones (es decir: nadie
toma una decisión así porque lo ha pensado bien, porque para
pensar bien uno debería no estar tan perturbado por las emociones
y problemas). La mayoría de las veces ocurre en momentos de una
tormenta emocional, donde estamos seguros de que ninguna
decisión podría ser valiente o cobarde, sino, en todo caso,
desesperada.
Esta discusión podría extenderse, por ejemplo, a que pareciera que
algunos suicidios son más justificables que otros, por ejemplo en
casos de enfermedades terminales o incluso por razones superiores
como la religión, una nación, o para salvar la vida de otra persona,
o para evitar un mal mayor (ser ajusticiado, violentado por otro).
Esto permite, a veces, conversaciones sobre la “razonabilidad” del
acto, cosa que no siempre es el camino efectivo en una charla con
alguien con ideación suicida.

7. Si dice tanto que se va a matar significa que no lo va a hacer.


Si bien hay suicidas que no lo han comunicado antes, la amplísima

182
mayoría de ellos han hablado de esta idea en otros momentos.
Comunicar el deseo de matarse es un factor que indica riesgo
inminente.

¿Qué hacer cuando alguien comunica directa o indirectamente


ideas de suicidio?

Vamos a dividir esta orientación entre efectivamente qué hacer y cómo


hacerlo. Debe quedar claro que el objetivo, las mejores intenciones, es
conseguir disuadir y encaminar una consulta con un especialista en salud
mental.
Veamos qué hacer (PEDRA):
1. Preguntar: No temas preguntar cosas, sobre la intensidad de las
ideas o el riesgo. Siempre es mejor preguntar que no hacerlo.
Preguntar claramente (“¿Estás pensando en matarte?”).
2. Escuchar: Prestar atención a lo que uno oye. Estar atento, dispuesto
y presente. A veces las personas quieren hablar de este tema, otras
veces es necesario mostrar disponibilidad a escuchar sin emitir
juicios de valor a personas que están menos comunicativas.
3. Disuadir: Cuando le preguntaron a una especialista en suicidio
llamada Marsha Linehan qué es lo primero que le diría a una
persona con ideas de suicidio ella respondió: que no es una buena
idea. Recuerda que no es tu tarea tratar la ideación, por eso es
importante el tercer paso, pero puedes intentar disuadir y continuar
hablando (Linehan, 2017).
4. Referir: El objetivo de la conversación es conseguir ayuda
especializada. Asegúrate de que esta conversación se dirija hacia
acompañar al familiar o la persona a un tratamiento adecuado.
Intenta que no termine en el aire (“no te preocupes, lo retomaremos

183
después”, “volveremos a hablarlo”). Consigue que la persona diga
en voz alta y clara que se compromete a recibir a ayuda profesional.
5. Acompañar: Muchas veces el acceso a recibir atención es
complicado, acompaña a la persona a pedir ayuda. Los obstáculos
aquí son varios: a veces es financiero, burocracia del sistema de
salud, miedo a las consecuencias de una consulta con ideación
suicida como una hospitalización, o al estigma. Debemos
acompañar a que la ayuda profesional se haga efectiva.

Veamos cómo tener esta conversación (13 consejos):


1. Estar atento, escuchar abiertamente, sin juicios, ser compasivo,
mostrar disponibilidad y cercanía.
2. Estar dispuesto a hablar de manera natural y abierta de la
muerte. La muerte es inevitable, es lo que define un poco a lo que
llamamos vida. Sin embargo, lo hemos convertido en un tema tabú,
nos da aprensión, temor, nos llena de pensamientos mágicos como
creer que si hablamos de algo eso ocurre. También tenemos ideas
sobre qué dejaría de suceder (por ejemplo, dejar de sufrir) o pasaría
después de la muerte (ir con Dios, ir al cielo, reencarnar). Mostrarse
dispuesto a hablar de la muerte puede ser vital.
3. Evitar comentarios peyorativos de la conducta de suicidio. No
confrontes directamente, especialmente al comienzo de la
conversación, quieres que fluya y pueda continuar, sin castigar que
se está hablando de un tema sensible.
4. Presentar la conducta suicida como una respuesta a un problema,
pero sostener que no es una buena idea, es inefectiva para
resolverlos y no muy adaptativa. Esto debe ser claro en la
conversación, puedes entender que con cierta emoción o en cierto
contexto aparezca esta idea, pero no validarás la idea como una
solución.

184
5. Implicar a los otros significativos, intenta que esta conversación no
quede en un acuerdo secreto o silencioso, no te quedes tú también
solo y sin apoyo. Aumenta el apoyo de otros miembros de la red
social y no olvides que esta conversación debe dirigirse a conseguir
ayuda profesional. La conversación debe extenderse a un
compromiso de poder hablar con otras personas relevantes
(maestros, padres, madres, hermanos, amigos).
6. Evita posturas omnipotentes o aceptar la responsabilidad por la
conducta suicida del otro, no eres responsable de la muerte ni el
guardián de la vida.
7. No entres en discusiones, nota la emoción que activa la discusión,
recuerda que esta conversación tiene como objetivo disuadir y
conseguir ayuda, no en saber quién tiene razón.
8. Está atento a la emoción del momento y reconócela (“entiendo que
estés triste”, “veo que estás con mucha vergüenza”, “entiendo que
esto te sobrepasa”). Pon atención al afecto, antes que al contenido.
Recuerda que el capítulo de validación de este libro te ayudará a
tener una conversación más fructífera. Las emociones que aparecen
asociadas al suicidio no son siempre las mismas, la tristeza por algo
que se ha perdido, el miedo a que nada cambie o al futuro, la
vergüenza por no cumplir con expectativas de los demás o propias,
los celos o la envidia, sentirse humillado. Pregunta abiertamente:
¿Qué estás sintiendo ahora?, o lee las expresiones del otro
(Fruzzetti, 2006; 2008).
9. Intenta identificar el problema a resolver, algo está pasando que
aparece como irresoluble (“Quiero entender qué es lo que está
pasando”). Orienta la conversación hacia la solución del problema.
Pueden ser muy variados, complejos o incluso parecer como
irresolubles, pero no pierdas la posibilidad de resolverlos si están en
tus manos. Por ejemplo, un adolescente comenzó a tener ideas de
suicidio posterior a un episodio de matoneo (bulling) en la escuela.

185
Su madre inmediatamente tomó cartas en el asunto, le dijo que él
era muy valioso y amado, que la situación era injusta y ese mismo
día se involucró con la escuela para resolver el problema. La
intencionalidad suicida desapareció completamente.
10. Connota positivamente que la persona está pidiendo ayuda al
hablarlo contigo, orienta y acompaña a que pida ayuda profesional
lo antes posible. Muchas personas con ideación suicida tienen
grandes problemas en poder pedir ayuda, es parte de la dificultad en
la resolución si lo miras en detalle. Pedir ayuda puede estar
impedido por la desesperanza, el aislamiento o la vergüenza. Pero
también puede haber ocurrido que cuando la pidieron algo sucedió
para que no lo intentase nuevamente, alguien invalidó algo, se los
criticó, se los aisló (por ejemplo, una hospitalización), o la ayuda
fue poco operativa.
11. Provee consejos y sugerencias directas “Creo que deberíamos hacer
una consulta”, “Creo que nos es una buena idea que te quedes solo”,
“Se me ocurre que podríamos intentar resolver este problema
juntos”. Recuerda cuando des consejos que se ajusten a las
posibilidades que tiene la persona de ponerlos en práctica, no hay
nada más desolador en una penosa subida que darse cuenta de que
la montaña es aún más alta, los consejos deben ajustarse a los
recursos disponibles.
12. Siempre mantiene una actitud esperanzada sin que suene
invalidante. Si bien puedes transmitir que entiendes el sufrimiento
del otro, encuentra una manera de generar esperanzas que no sea
superficial o insensible. Por ejemplo: “Entiendo que esta idea con
todo el malestar que estás sintiendo aparezca en tu cabeza, creo que
tenemos que pedir ayuda, vamos a buscarla y la encontraremos
juntos”, “Conozco a muchas personas que, a pesar del dolor,
lograron salir de este infierno”, “En este momento quizás parezca

186
imposible, pero hay tratamientos efectivos para lo que está
pasando”.
13. Recuerda que esta conversación tiene efectos también en ti. Y
cómo nos sentimos puede ir cambiando a lo largo de la
conversación. Las emociones pueden también hacernos meter la
pata, por eso es tan importante preguntarnos cómo nos vamos
sintiendo y estar conectados con nosotros mismos. Es razonable que
tenga miedo, pero si el miedo hace que me aleje no sería muy útil
(“No sé qué hacer”, “me da miedo que se mate”, “es demasiado
para mi”). Puede ser razonable enojarme (“por qué ahora”, “no
puedo controlarlo”, “es con un propósito”, “me lo hace a mí”) y
atacar a alguien que sufre. Puede darme mucha tristeza, tanta que
me den ganas de llorar sin parar, que no pueda pensar claramente,
me quede mudo y apagado (“No podría soportar perder esta
persona”). Puede darme vergüenza (“no puedo tener esta
conversación aquí”, “es demasiado íntimo”, “es demasiado para
mi”) y querer acabar ya mismo la conversación. Puede ser
entendible que me desespere y terminar haciendo cosas impulsivas
que no funcionen. Puede darme tanta pena o lástima que crea que
matarse es una buena idea. Aunque suene repetitivo: ¡todas estas
emociones son entendibles, razonables en ese contexto, debo estar
atento a no seguir sus indicaciones!

¿Qué hacer cuando un familiar o alguien significativo


comunica con frecuencia en ciertos contextos que quiere
matarse?

Es un tema complicado cuando la persona que queremos comunica con


frecuencia que tiene ganas de morir verbalmente o con una acción. No es

187
fácil tener una respuesta lineal a esa pregunta, porque depende de cada
caso.
Nos encontramos con un dilema: por un lado, siempre la
comunicación sobre el suicidio debe ser tenida en cuenta como un
aumento del riesgo de que la conducta ocurra, y por el otro, a veces
responder a la comunicación retirando una demanda o reduciendo alguna
exigencia pueda hacer que este tipo de comunicación aumente. Por
ejemplo, en una pareja con una intensa relación con crisis emocionales,
podría suceder que frente a la separación o al abandono de una de las
partes, el otro comunique, dentro de su sufrimiento, que vivir sin la otra
persona no tiene sentido y piensa en el suicidio. Si la parte que decide la
separación decide volver, promete no abandonar más, intentarlo
nuevamente sólo controlado por el temor u alguna otra emoción, podría
instalarse un circuito que puede repetirse muchas veces. Estas
situaciones pueden hacer que uno se sienta atrapado y vulnerable. Nadie
puede asegurar que si, en algún momento la separación está en firme, la
otra persona no intentará matarse, y por el otro lado, si no se promueve
una separación en firme, la situación podrá repetirse circularmente.
Una persona consultó una vez con la siguiente idea: “Temo que, si
tenemos una discusión, él termine matándose, no sé qué hacer”. Sin
duda, enunciar que uno tiene intenciones de matarse no representa nunca
que las cosas están bien, pero por el otro lado, ¿es posible tener una
relación en la que no se puede hablar? No hay una respuesta lineal. Y
como hemos visto, podría no ser una manipulación, sino una sincera
desazón donde la vida carezca de sentido sin el otro, y la idea de matarse
es genuina y válida para esa persona para lidiar con ese problema. Si
estás en esta situación, es el momento para que hagas una consulta, pidas
asistencia tú mismo para recibir ayuda y saber lidiar más efectivamente
con esta situación.
También podría ocurrir en situaciones donde habitualmente el nivel de
exigencia o demandas aumenta, la persona comunica su intención de

188
matarse en forma de amenaza y donde con frecuencia, en modo “a veces
sí, otras veces no” este tipo de comunicación hace reducir esas
exigencias o demandas. Por ejemplo, las exigencias académicas o
laborales. La persona que comunica ideación, inadvertidamente para él o
ella y su contexto, acaba de recibir un posible refuerzo, las demandas se
reducen cuando comunica que quiere quitarse la vida y por lo tanto
quizás si la demanda externa aumenta haya más posibilidades que la idea
aparezca.
Esta situación aparece con las ideas de suicidio, comunicadas o sólo
experimentadas internamente, las conductas de autodaño y las tentativas
de suicidio.
En este libro varios capítulos te proveerán de información sobre
validación, comprensión de la naturaleza de la relación y del sufrimiento
que permitirán que tengas mejor idea sobre cómo debes reaccionar
(Fruzetti, 2006; 2008).
Las investigaciones y la experiencia clínica demuestran que este tipo
de relación genera mucho desgaste y estrés, tanto en quien lo dice como
en quien recibe el mensaje. Escuchar la disposición a matarse de alguien
querido tiene efectos sobre la salud mental e incluso física. Es agotador,
las personas refieren oscilar entre la compasión y el enojo, sentirse
desorientados e incluso tener también ideas de desaparecer.
Si tienes alguien querido o de quien te sientes responsable que tenga
este estilo de comunicación, no caben dudas que debes consultar por ti
mismo, incluso con otros miembros de la familia o red social. Puedes
hacer una consulta con un profesional de salud mental que tenga
experiencia en este tema o participar de entrenamientos para familiares y
allegados específicos que tengan probada eficacia. Hay varios
programas, a menudo grupales, averigua si los hay disponibles cerca de
donde vives.
Las intervenciones de orientación a familiares y allegados para
consultantes suicidas reducen significativamente el burn out de las

189
familias y los allegados e incluso tienen efectos benéficos directos en el
tratamiento de los pacientes con problemas de salud mental. Consultar
por ti, ayuda a la persona que quieres.

¿Qué hacer si alguien está efectivamente haciendo una


tentativa o la ha hecho?

Inmediatamente pide ayuda al servicio de emergencias, bomberos o


policía según se estén organizadas las urgencias donde ha ocurrido el
evento.
Las escenas donde se habla de la muerte y en suicidio en la vida
cotidiana pueden ser muy variadas. A veces pensamos que alguien está
con ideas de quitarse la vida cuando vemos sufre demasiado o le pasan
demasiadas cosas negativas. Otras, es algo que nos dicen abiertamente.
Otras son después de que una tentativa ocurrió y estamos frente a los
hechos posteriores. Pero siempre, en todos los casos, nos desafía, nos
interpela. ¿Qué es de todos modos la vida?, ¿cuánto puedo cambiar la
suerte de un evento?, ¿tengo derecho a inmiscuirme?
Aquellos profesionales de la salud mental que trabajan con personas
que han hecho intentos, han tenido ideas o conductas problemáticas,
pueden testimoniar que la inmensa mayoría de las personas que han
pasado por esto, vuelven a agradecer haber sido rescatados. Incluso si
han tenido recaídas, incluso si la vida no ha sido fácil. Siempre dicen
que, para convencerse de ofrecer esta ayuda, de inmiscuirse, basta
escuchar a los sobrevivientes de esta historia.

Referencias

Boggiano, J. P., & Gagliesi, P. (2017). Terapia Dialéctico Conductual.


Buenos Aires: Ed. Tres Olas.

190
Comtois, K. A., & Landes, S. J. (2018). “Crisis Management and
Treating Suicidality from a Behavioral Perspective”. En S. C. Hayes &
S. G. Hofmann (Eds.), Process-Based CBT: The Science and Core
Clinical Competencies of Cognitive Behavioral Therapy, (pp. 415-
425). Oakland: New Harbinger Publications.
Fruzzetti, A. (2006). The High-Conflict Couple: A Dialectical Behavior
Therapy Guide to Finding Peace, Intimacy, and Validation. Oakland,
CA.: New Harbinger Publications.
___(2008). “Understanding Validation in Families”. Borderline
Personality Disorder: Research Across the Lifespan and Clinical
Applications for Treatment. October 18-19, Minneapolis. Conference.
Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline
Personality Disorder. New York, NY.: The Guilford Press.
___(1997). Validation and psychotherapy. En A. Bohart & L. Greenberg
(Eds.), Empathy reconsidered: New directions in psychotherapy (pp.
353–392). Washington, DC: American Psychiatric Association.
___(2008). “Suicide intervention research: a field in desperate need of
development”. Suicide and Life-Threatening Behavior, 38(5), pp. 483-
485.
___(2009) University of Washington Risk Assessment Action Protocol:
UWRAMP, University of WA. Trabajo no publicado.
World Health Organization, 2019. Global Report.
https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/suicide

191
CAPÍTULO 10
CURAR Y SER CURADOS: HABILIDADES PARA
SOBREVIVIR A LAS CRISIS

192
CAPÍTULO 10
Curar y ser curados: habilidades para sobrevivir
a las crisis

Lic. Soledad Álvarez Rivera

La helada
Quien fue dañado lleva consigo ese daño, como si su tarea
fuera propagarlo, hacerlo impactar sobre aquel que se
acerque demasiado. Somos inocentes ante esto, como es
inocente una helada cuando devasta la cosecha: estaba en
ella su frío, su necesidad de caer, había esperado -
formándose lentamente en el cielo, en el centro de un silencio
que no podemos concebir- su tiempo de brillar, de
desplegarse. ¿Cómo soportarías vivir con semejante peso sin
ansiar la descarga, aunque en ese rapto destroces la tierra,
las casas, las vidas que se sostienen, apacibles, en el trabajo
de mantener el mundo a salvo, durante largas estaciones en
las que el tiempo se divide entre los meses de siembra y los de
zafra? Pido por esa fuerza que resiste la catástrofe y rehace
lo que fue lastimado todas las veces que sea necesario, y
también por el daño que no puede evitarse, porque lo que nos
damos los unos a los otros, aún el terror o la tristeza, viene
del mismo deseo: curar y ser curados.
– Claudia Masin

193
El dolor es parte de la vida y la dificultad para aceptar esta condición nos
ubica en un lugar de mayor sufrimiento. Sin embargo, es posible
aprender a sobrellevarlo a través del aprendizaje y la práctica de algunas
habilidades. La capacidad de relacionarnos de otra manera con el dolor
abre una posibilidad, la de responder a los eventos externos e internos en
lugar de reaccionar de una manera automática e impulsiva. Esto permite
aumentar el repertorio de conductas y elegir con qué recursos atravesar
lo que la vida nos presenta. Nos parece interesante la reflexión de la
escritora Anne Morrow Lindbergh acerca de las condiciones que hacen
posible hacer del dolor una experiencia de aprendizaje:

Yo no creo que el sufrimiento por sí mismo enseñe. Si el


sufrimiento solo enseñase, todo el mundo sería sabio, puesto que
todo el mundo sufre. Al sufrimiento hay que añadir el duelo, la
comprensión, la paciencia, el amor, la apertura y la voluntad de
permanecer vulnerable. Todos estos y otros factores combinados,
si las circunstancias son adecuadas, pueden enseñarnos y llevarnos
a un renacimiento (1973; p. 3)1.

Y tal vez, ese renacimiento sea el de generar nuevas respuestas, siendo


más asertivos y lúcidos en los momentos difíciles. La capacidad de
atravesar las crisis sin empeorar la situación, es decir de tolerar el
malestar, es el primer paso en este aprendizaje. Se trata de hacer lo mejor
que podemos con lo que nos toca… Y “cuando hacemos lo mejor que
podemos, nunca sabemos qué milagro se puede forjar en nuestra vida o
en la vida de otros” (Keller, 2012).
Para poder tolerar el malestar es condición básica la aceptación de uno
mismo y de la situación que se está viviendo. Aceptar la realidad no
implica estar de acuerdo con ella, ni aprobar la situación que se vive,
sino observar lo que sucede y actuar de la manera más efectiva posible,
en lugar de pelearse con lo que acontece. Ser efectivo es hacer lo que

194
funciona y lo que nos acerca a nuestros objetivos (Linehan, 2003). Es
frecuente que los familiares de una persona que atraviesa situaciones de
crisis tengan pensamientos tales como: “Esto no debería estar pasando”,
“No puede ser que con x años haga esto”, “Debería ser distinto” y
muchos otros que dan cuenta de la no aceptación de la realidad.
Pelearnos y resistir lo que está sucediendo no lo cambia. Lo que está
pasando es un hecho, está pasando más allá de que nos guste o no. El
primer paso en este aprendizaje es la aceptación.
Este capítulo tiene el propósito de desarrollar las habilidades de
tolerancia al malestar –o de cómo sobrevivir a las crisis– y las de poder
anticiparse a ellas. Se presentarán algunas ideas sobre qué hacer cuando
la desregulación emocional llega a un punto máximo y no se puede, en
ese momento, solucionar un problema.
Anticiparse a esas situaciones difíciles, que sabemos van a ocurrir,
teniendo un plan a seguir para calmarse y no empeorar la situación, es
una manera habilidosa de afrontamiento. Muy distinto es anticipar
posibles catástrofes de manera ansiosa y sin un plan concreto, que solo
redunda en mayor malestar. La habilidad de anticiparse suele ser un
cambio fundamental para los familiares y para sus seres queridos y, con
frecuencia, la diferencia y la posibilidad de disminuir las crisis y el
desgaste que estas provocan.
Es importante aclarar cuáles son el alcance y las limitaciones de este
grupo de habilidades. Se trata de sobrevivir a una crisis sin empeorar el
momento y sin tener conductas problema que empeoren la situación. Es
frecuente que la conducta problema de los familiares sea reforzar un
comportamiento del ser querido que lo aleja de sus objetivos y de una
vida que merezca la pena ser vivida. Al mismo tiempo, es necesario
saber y recordar que no necesariamente nos vamos a sentir mejor al
practicar estas habilidades, ni se van a solucionar las cosas; sólo
esperamos que, al usarlas, no empeoremos la situación crítica en la que
estamos y evitemos conductas impulsivas que traerían más sufrimiento

195
del que ya se tiene en ese momento. En definitiva, son habilidades que
ayudan a atravesar y gestionar esa intensidad emocional extrema
(Linehan, 2003).
Antes de continuar, aclaremos ¿qué es una crisis? Una crisis es una
situación de tiempo limitado que genera mucho estrés e intenso malestar
y en la que hay una necesidad imperiosa de dejar de sentirse así
(Boggiano & Gagliesi, 2018). Por eso es frecuente que se tengan
conductas problema ante las crisis, buscando un alivio inmediato, pero
provocando el efecto contrario, al generar y perpetuar aún más los
conflictos. Por eso, nuestra propuesta es cambiar las conductas
problemáticas por otras más habilidosas.
Los familiares de personas con desregulación emocional suelen
sentirse agotadas y frecuentemente experimentan emociones muy
intensas. El miedo, el enojo y la vergüenza, por ejemplo, son emociones
con las que conviven a diario y, cuando se desregulan, generan más
sufrimiento, agotamiento y confusión (Mason & Kreger, 2003). Estas
habilidades son para que los familiares las practiquen cuando sea
necesario para ellos mismos, como así también para poder acompañar a
otra persona que se encuentra desregulada emocionalmente. El
conocimiento de este grupo de habilidades y el reconocimiento por la
propia experiencia de su gran utilidad pueden hacer que se acerque este
recurso al ser querido, al que muchas veces le cuesta usarlas y
practicarlas.
La importancia de estas habilidades reside fundamentalmente en que
permiten

1) Sobrevivir a las situaciones de crisis sin hacer cosas que


empeoren la situación. 2) Aceptar la realidad, reemplazar el
sufrimiento y la sensación de estar estancado por dolor ordinario y
la posibilidad de seguir adelante. 3) Ser libre de tener que
satisfacer las demandas de los otros o los propios deseos, los

196
impulsos y las emociones intensas (Boggiano & Gagliesi, 2018; p.
302).

Teniendo en cuenta que cada persona es diferente y que lo que a una la


calma a otra la puede activar aún más, se sugiere personalizar una lista
de estas habilidades para obtener mejores resultados. Cuando se escriba,
es importante pensar en los diferentes contextos donde pudiera ser
necesario usarla: en casa, en el trabajo, en la calle, de día, de noche, con
gente o solos. Además, toda nueva habilidad requiere de entrenamiento.
Es fundamental ponerla en práctica regularmente y tener la propia lista
antes de que ocurra una crisis. Esto se debe a que en ese momento
resultaría muy difícil ponerse a pensar qué hacer; la idea es poder
recurrir a un repertorio de opciones previamente armado y practicar lo
que resulte más útil para modular la intensidad y duración de esas
emociones. A continuación, haremos algunas propuestas de habilidades
para tolerar el malestar que podrían integrar dicha lista.
Cambiar la fisiología del cuerpo es un recurso rápido y efectivo,
especialmente cuando el malestar emocional es muy grande.
Experimentar sensaciones físicas intensas interfiere en el componente
fisiológico de la emoción negativa que se está sintiendo. También ayuda
a centrar la atención en algo distinto a lo que está provocando el
malestar. El cuerpo se tensa en situaciones de estrés, por lo que relajarse
es una manera de cambiar esta respuesta y de aceptar la realidad con el
cuerpo. Si estamos muy flojos y desanimados, podemos tensar y subir el
tono muscular, o ponernos derechos y activarnos. En cambio, si se siente
mucha tensión, lo indicado sería aflojar y relajar los músculos. Hay
muchas guías de relajaciones en internet, puede ser útil tener a mano una
que conozcamos y nos sirva. Tensar y relajar los distintos grupos
musculares –comenzando por los pies, piernas, manos, brazos, rostro y
luego todo el cuerpo– suele ser de gran ayuda; como así también aflojar
la cara y suavizar la expresión facial, haciendo una media sonrisa. Otras

197
ideas pueden ser sostener hielo en las manos, o mojarse la cara, nuca y
muñecas con agua fría. El agua en todos sus estados siempre es útil y
benéfica, entonces una ducha con agua fría o caliente puede colaborar.
También puede funcionar comer algo muy picante, hacer ejercicio
intenso, salir a correr o caminar. Al final del capítulo, en Sugerencias de
práctica, se puede consultar cómo hacer el Step Out, una técnica del
Método Alba Emoting2.
Es importante distraerse de lo que está siendo un disparador y
activador emocional. La capacidad de distraerse con pensamientos
distintos a los que producen malestar, hace que la memoria a corto plazo
esté ocupada y que la mente tenga algo que hacer. Tenemos millones de
pensamientos en el día. Muchas veces estos nos ayudan a solucionar
problemas; otras, en cambio, hacen que aumente el malestar. Reemplazar
esos pensamientos rumiativos y perturbadores puede darnos un respiro.
Para esto nos puede ayudar decirnos algún mantra u oración
significativa, o recitar algún poema o canción. Del mismo modo,
podemos llevar el foco de la atención a la respiración: inhalar contando
uno, exhalar dos, y así hasta llegar a diez. También conversar con un
amigo, pero no sobre el problema que nos aflige –recordar que el
objetivo es la distracción de aquello que nos produce malestar–. A
algunas personas les sirve realizar algún deporte, hacer alguna práctica
de yoga, estiramiento o bailar. Otras opciones para distraerse serían salir
a la calle o ir a una plaza, para detenerse a observar todo lo que hay allí:
animales, árboles, personas, sol y nubes, colores y perfumes. Arreglar las
plantas, remover la tierra y regar, o jugar con una mascota, también son
propuestas válidas. Pero las posibilidades son múltiples; serían buenas
ideas ir al cine o al teatro, mirar una serie o película, sacar fotos.
También, entrar a una librería y hojear los libros. Ir a tomar un té o un
café a un lugar que nos guste, o bien cocinar algo especial, ordenar y
limpiar, planear un viaje, pintar mandalas, etc. La sugerencia es conocer

198
cuáles de estas actividades nos distraen y ponerlas en práctica. Tal vez,
probar algunas nuevas e ir ampliando el repertorio.
Puede pasar que nos encontremos en circunstancias en donde la mejor
opción sea alejarse de la situación física y/o mentalmente. Si estamos
con alguien y notamos que las emociones nos están sobrepasando y que,
posiblemente, todo empeore si nos quedamos, podemos avisar que nos
estamos sintiendo desbordados y que nos vamos a alejar hasta
calmarnos. O si estamos rumiando mentalmente y esto aumenta nuestras
emociones displacenteras, disminuyendo nuestra capacidad de hacer lo
que es efectivo, proponernos unas vacaciones mentales de ese problema
sería lo más indicado. Luego nos vamos a ocupar de lo que sea
necesario.
Hacer una pausa es dejar de intentar solucionarlo todo activamente y
poder retirarnos al interior de nosotros mismos. Todos necesitamos un
recreo, descansar el cuerpo, la mente y el espíritu. Es frecuente que los
familiares tengan la creencia que, si dejaran de preocuparse, todo se
desmoronaría, como si se estuviera sosteniendo algo desde la
preocupación y el miedo. Esto no sucede así, lo que sí ocurre es lo
contrario. El extremo agotamiento aumenta la vulnerabilidad emocional,
la irritabilidad y causa estrés, disminuyendo así las posibilidades de
responder efectivamente cuando la situación lo requiera. Incluso pueden
sentir culpa o vergüenza de hacer algo para sí mismos. Pero, ¿cómo
puede uno cuidar a otros sin cuidarse a sí mismo?, ¿cuánto tiempo esto
se puede sostener? Entonces, cuando pensamos en tomarnos un descanso
tenemos que planificarlo, teniendo en cuenta dos cosas. La primera es
que si esta pausa no está agendada y no hemos clarificado cuándo y
dónde tendrá lugar, será difícil que suceda. Las contingencias de la vida
no parecen facilitar esta posibilidad. Hay que buscarla y llevarla a cabo
con intención y decisión. La otra, es que sea en un momento oportuno.
Tal vez sea necesario armar un plan acerca de quién quedará a cargo y
podrá estar atento y disponible, si fuera necesario.

199
Estos recreos pueden ser unas horas, una tarde, un fin de semana o
vacaciones. La invitación es a tratarse con tanta amabilidad como
tratamos a otros. Ser nuestros mejores amigos. Podemos empezar por
hacer algo que nos guste y hayamos estado aplazando por diversas
demandas y falta de tiempo. Puede ser un descanso necesario apagar el
celular por unas horas o quedarse una tarde y dormir la siesta. Tal vez
hacer cosas para nosotros que estuvimos postergando, como compras,
trámites o médicos. Darnos un baño de inmersión con agua caliente y
sales o aceite de lavanda, geranio o naranja que son relajantes.
Masajearse los pies con crema de lavanda. O simplemente no hacer nada.
Es interesante notar el efecto que tiene ayudar o colaborar con otras
personas. Reorientar la atención hacia los demás y su sufrimiento nos
libera de pensar en nosotros por un momento y nos proporciona una
perspectiva más amplia. Hasta es posible que nos muestre algún valor
importante que otorgue mayor sentido a la vida. El mundo está lleno de
gente que necesita ayuda, que también tiene problemas y sufre. Que lo
llevan peor que nosotros o con menos recursos. A veces sólo hace falta
observar alrededor para notar esto. Como decía Simone Weil (1994): “la
atención es la más rara y pura forma de generosidad”.
La posibilidad de calmarse a sí mismo mediante los cinco sentidos
hace que disminuya el estado de alerta constante y ayuda a que sea más
fácil pensar en mejores alternativas para afrontar los problemas. Implica
también la posibilidad de cuidarnos y de ser autocompasivos,
proporcionando estímulos positivos a través de la vista, oído, tacto, gusto
y olfato. Estas habilidades pueden traer algo de paz y bienestar. También
ayudan a enraizarse y a volver al momento presente.

Olfato

El olfato es un hechicero

200
poderoso que nos transporta
miles de kilómetros y hacia
todos los años que hayamos vivido.
Los olores de las frutas
me llevan de golpe a mi casa en
el sur, a mis juegos infantiles en
el huerto de durazneros. Otros
olores, instantáneos y fugaces
hacen que mi corazón se dilate
de alegría o se contraiga con el
recuerdo de un dolor. Con sólo
pensar en olores, mi nariz se
llena de aromas que despiertan
dulces recuerdos de veranos idos
y campos maduros a lo lejos.

Hellen Keller3

El olfato es el sentido que rápidamente puede activar recuerdos y


hacer que nos sintamos de una manera determinada, por lo que es
importante identificar cuáles son los olores que nos producen
sensaciones agradables. Puede ser encender velas perfumadas, incienso o
sahumerios, o hervir canela. Utilizar aceites esenciales, perfumes o
colonias. Cocinar algo cuyo olor nos guste sentir, como pan, tortas o
tostadas. Comprar flores que tengan perfume. Salir a la calle y prestar
atención a los olores que a veces nos encuentran, respirando
conscientemente: ¿Se huelen el tilo, los jazmines, la lluvia que se acerca?

Visión

Lo más grande que hace un

201
alma humana en este mundo es
ver algo. (…) Ver con claridad es
poesía, profecía y religión, todo
en uno.

John Ruskin4

Las imágenes son muy contundentes y pueden tener alto impacto en


nosotros. Por eso es importante estar atentos a qué imágenes nos aportan
calma y cuáles no. Algunas sugerencias son mirar revistas, libros de arte
o de fotografía. Encontrar un lugar cuya vista sea relajante, como un
parque o el río, observar las nubes y el atardecer. Comprar una linda flor
y tomarse un tiempo para observarla. Encender una vela o un fuego y
contemplar la llama. Armar un lindo rincón con elementos bellos e
inspiradores. Salir a la noche, observar las estrellas y la luna. Caminar
por una zona agradable. Mirar ballet o algún otro espectáculo de danza.
Ir a un museo. Mirar documentales sobre animales o naturaleza, o algún
programa de cocina.

Audición

Permanece aquí como persona,


permanece de pie junto al río e invoca
a los búhos. Invoca al invierno y luego a la primavera
y deja que se presente cualquier estación y hable con su propia voz,
y cuando el sonido se desvanezca, espera.

Una lenta burbuja se eleva sobre la tierra


y empieza a abarcarlo todo: el cielo, las estrellas y el espacio,
hasta el rápido y expansivo pensamiento.
Vuelve y escucha de nuevo el sonido.

202
Súbitamente tu sueño coincide con el sueño
de todos los demás y el resultado es el mundo.
Si escuchases una llamada diferente, ya no sería la llamada
del mundo, de ti, del río o del búho.

Es importante el modo en que estás aquí, el modo en que


escuchas las cosas que suceden, el modo en que respiras.

William Stafford5

Algunos sonidos nos traen calma. La idea es ser conscientes de todos


los sonidos que nos rodean, lejanos, cercanos y propios. Podemos prestar
atención a los de la naturaleza –el viento, las hojas moviéndose, los
pájaros, la lluvia, las olas–, y a los del exterior. Además, buscar qué tipo
de música y estilos nos ayudan en los distintos estados emocionales, para
lo cual podría ser buena idea armar una playlist. También, escuchar un
programa de radio o podcast, o buscar un audio de relajación. A veces
escuchar el agua cayendo resulta relajante, por lo que podríamos poner
una fuente de agua.

Gusto

En cada comida
veo claramente
la presencia de todo el universo
nutriendo mi existencia.

Este verso nos ayuda a ver que nuestra vida y la vida de todas las
especies están interconectadas. Comer es una práctica muy profunda.
Mira la comida y sonríele. Contiene el sol, las nubes, el cielo, la tierra,

203
la lluvia, al agricultor y al que la preparó. Agradece y come. Asegúrate
de masticar sólo la comida, no tus proyectos o tus preocupaciones.

Thich Nhat Hanh6

El gusto también puede activar recuerdos y sensaciones, por eso es


importante buscar sabores que resulten agradables. A veces comer es una
conducta problema o que genera más malestar. Si esto es así, la
sugerencia es usar otras habilidades. Pero si comer y beber ayuda a
calmarse, aquí hay algunas sugerencias. Elegir una comida favorita,
comer despacio y atentamente, saboreando cada bocado y prestando
mucha atención a todo lo que vamos sintiendo y notando con la vista, el
tacto, el olor y las sensaciones en la boca. Tomar una bebida relajante
como un té de hierbas o un chocolate caliente, beberla lentamente.
Comer algo suave, como un helado, chocolate o algún postre que nos
haga sentir bien; o una fruta madura y jugosa. Preparar un licuado de
frutas, etc.

Tacto

Me concedo el descanso. Desenlazo


Lo que se anuda al pecho desde niña.
Dejo ir las ideas que me suspenden.

Respiro lento, una suave corriente lleva


Cada reparo lejos de mí.

Apoyo la planta de los pies


como si descalza pudiera inaugurar la arena.

La materia se realiza completa en cada único acto.


Este soplo que llega desde el mar es todo el viento.

204
Ana Lafferranderie7

La piel es nuestro órgano más extenso, cubierto de nervios que llevan


información a nuestro cerebro. Es imposible tocar sin ser tocados. Si
tomamos conciencia de nuestra piel, notaremos el aire que rodea nuestro
cuerpo y la ropa sobre la piel. La piel es el límite, lo que nos separa y lo
que nos une al mundo. Es de gran utilidad usar el tacto para calmarnos,
una caricia o una textura suave pueden ayudar. Por ejemplo, tener a
mano algo aterciopelado o una piedra que podamos tocar con la
intención de calmarnos. Jugar y acariciar a una mascota. Usar ropa
cómoda y agradable al tacto o ponernos sábanas limpias en la cama.
Abrazarnos con cariño, ponernos crema en el cuerpo. Descalzarnos y
sentir nuestros pies en la tierra. La clave es experimentar con mucha
atención lo que se está tocando.

***

Cuando se está viviendo una crisis es importante centrarse en el


presente. Sólo en lo que está pasando en este espacio y tiempo. Al único
dolor al que hay que sobrevivir es al de este momento. Si recordamos
eventos dolorosos del pasado e imaginamos el sufrimiento y desastres
del futuro, sólo aumentará la angustia y el desasosiego. Por eso, todas las
prácticas de Conciencia Plena o Mindfulness nos acercan a vivir en el
aquí y ahora, como así también las habilidades referidas a los sentidos
que ya mencionamos antes. En las Sugerencias de práctica proponemos
hacer el siguiente ejercicio: ¿Dónde estás en este momento?
Otra habilidad a poner en práctica es encontrar un significado, que
puede hacer que nos sintamos conectados a un propósito superior. Suele
suceder que gran parte de nuestros días y nuestras vidas han estado
ocupadas en actividades y logros desconectados del sentido profundo y
vivo que tenía hacerlas. Los familiares muchas veces sienten que están

205
en una carrera de obstáculos, en la que la angustia y el apuro por resolver
situaciones complejas hace más difícil poder conectar con el sentido.
Tomarse un tiempo para poder clarificar cuáles son los valores que
orientan y determinan nuestras acciones y decisiones puede ayudarnos a
encontrar significado, especialmente cuando las circunstancias son
críticas y dolorosas. La búsqueda y el hallazgo de significado operan a
favor de transitar la dificultad de otra manera, con mayor aceptación y
calma. Puede ayudar el preguntarnos: ¿cómo es para mí una vida que
vale la pena ser vivida? Volver a pensar cada vez que sea necesario, ¿por
qué estoy haciendo esto que es difícil para mí? ¿Me acerca o me aleja de
la vida que quiero tener y de lo que es importante y valioso? ¿Qué tipo
de persona quiero ser?
Es de gran ayuda el poder alentarse a uno mismo. Hablarnos como le
hablaríamos a una persona que queremos y que está atravesando una
crisis. Necesitamos palabras de aliento, que nos ayuden a seguir
motivados para afrontar la situación de la mejor manera posible.
Alentarse y darse ánimo muchas veces es recordar que ya se ha pasado
por otras situaciones de crisis y que se pudieron superar. El diálogo
interno puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo. Mientras
que algunos pensamientos aumentan la sensación de malestar, otros
podrían traer ánimo. Por ejemplo: “Puedo con esto”, “No durará para
siempre”, “Estoy haciendo lo mejor que puedo”, “Esto también pasará”,
“He superado otras situaciones parecidas y también sobreviviré a ésta”,
“Siento miedo/vergüenza/culpa/enojo, y esto que siento también va a
pasar”. También sirve leer un ghata o poema:

Cuando sea que me encuentre desanimado


tomo el voto con todos los seres
de seguir el ejemplo del zorzal
que le canta aun al cielo más sombrío.

206
Roshi Robert Aitken8

También recordar que la imaginación usada a nuestro favor tiene la


cualidad y la maravilla de hacernos cambiar de estado. Podemos
imaginar con todos nuestros sentidos una situación distinta a la actual.
Esta capacidad nos permite alejarnos por un momento del malestar y
buscar intencionalmente algo de calma y bienestar. El cerebro no
distingue entre lo que sucede en realidad y lo que estamos imaginando.
Si podemos, con la imaginación, generar una escena de tranquilidad y
calma, el cuerpo casi siempre acompaña, relajándose y calmándose. Para
esto, como con todas las habilidades que se proponen, es fundamental la
práctica. Invitamos a tomarse un tiempo para realizar el lugar seguro o
calmo que se encuentra en Sugerencias de práctica.
La condición humana nos enfrenta inevitablemente al sufrimiento y a
la adversidad. A veces situaciones injustas, imprevistas y dolorosas nos
atraviesan a nosotros o a nuestros seres queridos. Todos necesitamos
fuerza para transitar esos momentos. Tener fe y descansar en algo
sagrado y superior, podría proporcionarnos calma, confianza y
seguridad. Puede que nos sintamos conectados a un poder superior
otorgándole un sentido más profundo a lo vivido, tanto si creemos en
Dios, en la divinidad de cada ser humano, o en la energía. Tal vez sea
necesario revisar y actualizar nuestra espiritualidad y creencias
religiosas, ya que estas suelen cambiar con el tiempo. A veces nuestra
crianza estuvo signada por una religión que en el presente no resulta viva
ni significativa. Es nuestra responsabilidad y tarea buscar y elegir qué
nos proporciona paz, coraje y sentido en esta etapa de la vida. A muchas
personas la oración y la meditación las conectan y abren al momento
presente. El orar, recitar un mantra o tener una plegaria personal con una
actitud de aceptación, fortalece la conexión con lo superior, el universo o
lo sagrado. También, si se pertenece a un grupo o institución religiosa, se
puede buscar relacionarse activamente. Participar en grupos de oración

207
y/o meditación. Escribir frases o pasajes que den fuerza, llevarlos en la
cartera o bolsillo, teniéndolos a mano como recordatorio. Como por
ejemplo “Dame, Señor, coraje y alegría para escalar la cumbre de este
día”9.
Podría suceder que lo que dé coraje y fuerza no sea Dios, sino alguna
persona que es un modelo para nosotros, que nos inspire y nos produzca
admiración, que nos haga sentir confiados para afrontar los desafíos.
¿Cuáles serían esas cualidades? ¿Que nos diría esa persona en este
momento?
Por último, queremos referirnos a una habilidad fundamental, que es la
de anticiparse. Muchas veces la vida nos sorprende, nos sacude y
quedamos sin saber qué hacer frente a la intensidad que impone. Otras, si
estamos observando con atención, podemos aumentar la posibilidad de
comenzar nuevos finales. Es frecuente que se repitan una y otra vez
situaciones que terminan en caos. La anticipación ansiosa genera
desgaste y dolor. Por el contrario, el poder anticiparse a los hechos,
planificando una forma de afrontamiento efectivo, abre otra opción. Por
ejemplo, una madre vivía casi a diario la misma situación. Le pedía a su
hijo que ponga la mesa para comer, el hijo comenzaba a murmurar
primero y luego, subiendo la voz, a decir que no era justo, que estaba
cansado, mientras ponía la mesa haciendo mucho ruido con los objetos.
La madre solía engancharse y responder con enojo, terminando esto en
una escalada de gritos y pelea. Finalmente, nadie comía. Cuando se
detuvo a observar la cadena de eventos que llevaba a este final, pensó de
qué otro modo podía actuar. Se propuso, luego de pedirle que pusiera la
mesa, alejarse física y mentalmente contando respiraciones mientras
lavaba las cosas de la cocina, sin responder a lo que decía su hijo. Esto
permitió que esta situación terminara de una manera distinta a la
habitual. Entonces, cuando pensamos en la habilidad de anticiparnos
podemos seguir los pasos que propuso Marsha Linehan (2003):

208
1. Describir específicamente la situación que está siendo disparador de
malestar. Nombrar qué emoción genera.
2. Después de leer la propia lista de tolerancia al malestar, elegir qué
habilidad de afrontamiento se va a usar en esa situación.
3. Cerrar los ojos e imaginar la situación lo más vívidamente posible.
4. Visualizarse realizando exactamente lo que se eligió hacer para
afrontar esa situación de una manera efectiva. Imaginar con mucho
detalle qué hacer, qué decir y cómo decirlo. Imaginar también cómo
solucionar los problemas que pudieran ir surgiendo.
***

A lo largo de estas líneas hemos revisado algunas habilidades de


tolerancia al malestar y de anticipación a situaciones difíciles. Para los
familiares, resulta complejo, doloroso y agotador acompañar a sus seres
queridos con un nivel tan alto de sufrimiento. Muchas veces, pueden
sentirse presos de la situación y de la tiranía de las emociones.
Anhelamos profundamente que la práctica de estas habilidades sea
beneficiosa y amplíe el repertorio de respuestas y la capacidad de elegir
con mayor sabiduría cómo transitar esas circunstancias haciendo lo
mejor posible, para aumentar así el margen de libertad. Porque,
finalmente:

El hombre es portador de la fuerza de lo posible: la voluntad;


cuando instaura alternativas.
Cuando anticipa futuros fundando comienzos.
Cuando inaugura palabras.
Cuando libera silencios.
Cuando no se ciñe a ser la herramienta de la razón operativa;
Cuando es hija de las bodas del deseo y la imaginación.
Cuando es el gesto de un sueño,
Cuando inaugura formas,

209
Cuando forma constelaciones.
Cuando abre lo cerrado.
Cuando obra en lo abierto.
Cuando expande semillas,
Cuando siembra desiertos.

Hugo Mujica10

Sugerencias de práctica

1. Step Out: significa “paso de salida”. Es una técnica del Método Alba
Emoting que permite salir de una emoción muy fuerte y alcanzar un
estado de neutralidad emocional (Bloch, 2002).
1. De pie, con la columna erguida, los pies paralelos, alineada con los
bordes externos de la cadera; la mirada fija al frente en un punto
lejano en el horizonte, con los ojos abiertos y los músculos de la
cara relajados. En esta postura se respira por la nariz en forma
tranquila, suave y relajada, sin forzar, manteniendo un ritmo en que
la inspiración tiene la misma duración que la espiración.
2. El ritmo respiratorio se sincroniza luego con un movimiento
continuo de los brazos: al inhalar estos se llevan estirados, desde
abajo, con las manos entrelazadas por delante del cuerpo, trazando
una suerte de “arco generoso” y luego doblando los codos hasta
llegar a tocar la nuca. Durante todo ese lapso se va inhalando por la
nariz. Luego se exhala el aire suavemente por entre los labios,
mientras los brazos vuelven a la posición inicial siguiendo el
trayecto inverso, siempre conservando las manos entrelazadas. Se
repite al menos tres veces, conscientemente la misma secuencia.
3. Luego se toca la cara con las dos manos, con movimientos como de
masaje suave con ligeros golpes con la yema de los dedos desde la
línea central hacia fuera.

210
4. Finalmente se cambia la postura, sacudiendo el cuerpo, las piernas y
la cabeza.

2. ¿Dónde estás en este momento? –Adaptación de McKay, Wood y


Brantley (2017)–
Estas peguntas son para hacerse ante una situación muy angustiante y
difícil:

¿Dónde estoy en este momento?


¿Estoy pensando en el futuro, preocupándome por algo que podría
suceder, o planeando algo que podría ocurrir?
¿Estoy pensando en el pasado, repasando errores, viviendo de
nuevo malas experiencias, o rumiando cómo podría haber sido mi
vida bajo otras circunstancias diferentes?
¿O estoy en el presente, prestando atención, realmente, a lo que
estoy haciendo, pensando y sintiendo?

Si no estás en el presente, vuelve a enfocar tu atención sobre lo que te


está sucediendo ahora, utilizando los siguientes pasos:
Date cuenta de lo que estás pensando y reconoce si estás viajando
en el tiempo. Vuelve a situar tu centro de atención en el momento
presente.
Observa cómo estás respirando. Practica respiraciones lentas,
profundas, para ayudarte a volver a centrarte en el presente.
Percibe cómo se siente tu cuerpo y observa cualquier tensión o
dolor que pudieras estar sintiendo. Reconoce cómo podrían estar
contribuyendo tus pensamientos a que te sientas del modo en que te
sientes. Utiliza la relajación para aflojar cualquier tensión.
Percibe cualquier emoción dolorosa que pudieras estar
experimentando como consecuencia de viajar en el tiempo y utiliza

211
alguna de estas técnicas de tolerancia al malestar como ayuda para
conseguir algún alivio de cualquier sufrimiento actual.

3. Lugar seguro o calmo –Adaptación de McKay, Wood y Brantley


(2017)–
Antes de comenzar con este ejercicio de imaginación, es importante
asegurarnos de que no haya interrupciones ni distracciones. Podemos
dejar el celular en otro cuarto. Tal vez podamos pedir, si hay alguien
cerca, que no nos interrumpan por 20 minutos.
Puede ser de ayuda grabar las instrucciones, especialmente cuando
empiezas a practicar este ejercicio.
Cierra los ojos y busca un lugar, real o imaginario, que te haga sentir
tranquilo, calmo y seguro. Puede ser un lugar exterior, que conozcas y
hayas visitado alguna vez, como la playa, la montaña, el campo. O un
lugar interno, como un templo, o una habitación… O tal vez, un lugar
completamente inventado por ti, como otro planeta, una nube, un lugar
exótico. Puede ser cualquier lugar… Si te resulta difícil imaginar un
lugar, piensa en un color que te haga sentir relajado, tal vez el rosa, verde
o azul claro. Podes ir probando exactamente cómo necesitas que sea ese
lugar, para proporcionarte paz y tranquilidad, agregando o quitando todo
lo que sea necesario.
Busca un lugar y posición cómoda pero donde no te duermas. Haz una
respiración profunda por la nariz, llevando el aire al abdomen mientras
cuentas cinco segundos: 1, 2, 3, 4,5. Luego vas soltando el aire lenta y
suavemente por la boca. Siente el abdomen como un globo que se infla y
de desinfla… Una vez más haz una respiración profunda notando el
estómago moviéndose, expandiéndose con la inhalación y soltando y
contrayéndose con la exhalación. Continúa respirando suavemente
durante el resto del ejercicio.
Ahora, con los ojos cerrados, imagina que entras a tu lugar seguro o
calmo, utilizando todos los sentidos… Mira a tu alrededor, ¿Qué ves?

212
¿Qué aspecto tiene el lugar? ¿Es de día o de noche? ¿Qué tipo de luz
hay? ¿Hay sol o está nublado? ¿Hay algún fuego o llama prendida? Si
estás en el interior, observa todos los detalles. ¿Qué objetos hay? ¿Qué
colores? Mira hacia arriba, hacia atrás, a un lado y al otro… ¿Cómo son
las paredes y el techo? Si estás en el exterior observa el cielo y todo lo
que te rodea. ¿Qué plantas hay, qué flores? ¿Hay pájaros o mariposas?
Mira el horizonte… y continúa observando todo lo que va apareciendo,
sabiendo que todo puede ser cambiado o quitado si no te resulta relajante
y calmo.
Y ahora presta atención a lo que escuchas… ¿Oyes el viento, a los
pájaros, o al mar? ¿Se escucha música? Elige algo relajante que escuchar
y detente un momento a descansar en ese sonido…
A continuación, lleva tu atención al olfato… si estás en una
habitación, ¿A qué huele? ¿Hay algún perfume? Si hay fuego, ¿sientes el
olor de la madera quemándose? Si estás afuera, ¿puedes percibir que olor
te trae el aire? Tal vez el perfume del pasto, las flores, la tierra mojada...
el olor del mar o de la lluvia.
Ahora nota en dónde estás sentado o acostado… ¿Cómo se siente el
cuerpo estando en esa posición? Busca que sea lo más confortable
posible. ¿Qué temperatura sientes? ¿Qué notas en tu piel? ¿Puedes
percibir la textura de lo que estás tocando? Busca tocar algo que te
resulte relajante… y tómate unos instantes para disfrutar ese contacto.
¿Estás comiendo o bebiendo algo en esta escena? Prueba con algo que
te resulte agradable y relajante, o tal vez no estés bebiendo ni
comiendo…
Explora un poco más tu lugar seguro y calmo… percibiendo y
disfrutando de todos los sentidos. Notando cómo se va sintiendo en el
cuerpo el bienestar, la tranquilidad y la calma…
Permanece un momento más con los ojos cerrados… centra tu
atención en la respiración, haz unas cuantas respiraciones profundas y
lentas, y sabiendo que puedes volver a tu lugar cada vez que lo necesites

213
y quieras, cuando quieras abres los ojos y vuelves a conectarte con lo que
te rodea.
Una vez hecho el ejercicio completa la frase:

Mi lugar seguro es
Mi lugar seguro me hace sentir
La palabra clave con la que asocio a mi lugar seguro

Referencias

Bloch, S. (2002). Al alba de las emociones. Santiago: Uqbar Editores.


Boggiano, J.P., & Gagliesi, P. (2018). Terapia Dialéctico Conductual. La
Plata: Tres Olas Ediciones.
Keller. H. (2012). El mundo en el que vivo. España: Ed. Atalanta.
Linehan, M. M. (2003). Manual de tratamiento de los trastornos de
personalidad límite. Madrid: Ed. Paidós.
Mason, P.T., & Kreger, R. (2003). Deja de Andar sobre Cáscaras de
huevo. Madrid: Ediciones Pléyades.
Mckay, M., Wood, J.C., & Brantley, J. (2007). Manual Práctico de
Terapia Dialéctico Conductual. Bilbao: Ed. Desclée De Brouwer.
Weil, S. (1994). La gravedad y la Gracia. Madrid: Editorial Trotta.

1 Traducción de Morrow Lindbergh, A. (1973). Hour of Gold, Hour of Lead: Diaries and
Letters of Anne Morrow Lindbergh, 1929-1932, p. 3.
2 Alba Emoting™ es un método científico de inducción, y modulación de las emociones
desde el cuerpo, que permite conectar físicamente con las emociones básicas a través de
cierta forma de respirar, de posturas corporales y gestos faciales. Este sistema nació en los
años setenta, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, donde, midiendo los

214
parámetros físicos de estados emocionales, Susana Bloch y Guy Santibáñez descubrieron la
existencia de un patrón fisiológico diferente para cada una de las emociones básicas del ser
humano, que resultaron ser seis: la alegría, la tristeza, la rabia, el miedo, la ternura y el
erotismo.
3 Keller, Hellen (2019). La historia de mi vida. España: Editorial Renacimiento.
4 Ruskin, Jhon (1956). Arte primitivo y Pintores modernos. Buenos Aires: Editorial El
Ateneo.
5 En Kabat-Zinn, Jon (2005). La práctica de la atención plena. Barcelona: Editorial
Kairos.
6 Nhat Hanh, Thich (2019). Cómo comer. Argentina, Editorial Kairós.
7 Lafferranderie, Ana (2012). Volcar la cuna. Buenos Aires: Ediciones del Dock.
8 Aitken, Robert (2009). El dragón que nunca duerme. Buenos Aires: Vientos del Sur
Ediciones.
9 Borges, Jorge Luis (2007). Obra Poética. Buenos Aires: Emecé Editores.
10 Mujica, Hugo (2002). Poéticas del Vacío. Madrid: Editorial Trotta.

215
CAPÍTULO 11
RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS O CÓMO
HACERNOS LA VIDA MÁS FÁCIL CUANDO SE
PUEDE

216
CAPÍTULO 11
Resolución de problemas o cómo hacernos la vida
más fácil cuando se puede

Dra. Paula S. José Quintero

Cierto día un hombre fue herido por una flecha


envenenada. Sus familiares lo querían ayudar buscando un
médico, pero el hombre se negaba diciendo que, antes que
cualquier otra cosa, quería saber el nombre del hombre que
lo había herido, de qué casta provenía y su lugar de origen.
Quería saber también si este hombre era alto o bajo, fuerte o
débil y si su tez era clara u oscura. También quería saber con
qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda de ese arco
estaba hecha de cáñamo, de bambú o de seda. Decía,
también, que quería saber de dónde provenía la pluma de la
flecha, si de un halcón o de un buitre. Y preguntándose
además si el arco que había sido usado era un arco común o
uno curvo, el hombre murió sin saber las respuestas1.

¿Qué es un problema?

Primero que nada, un problema es algo que no nos gusta, en general


provocado por la brecha entre lo que deseamos y lo que obtenemos. Un
problema es algo que desearíamos no esté sucediendo porque tiene
consecuencias que no queremos experimentar.

217
Aun así, necesitamos una definición más útil, porque de cosas o
eventos que no nos gustan está lleno el mundo y no podemos lidiar con
todo y, menos que menos, con todo eso a la vez.
De las varias acepciones de la palabra según la RAE (2014), nos
vamos a quedar con una combinación de dos: problema es un conjunto
de hechos que dificultan la consecución de un fin cuya resolución
(desconocida) debe obtenerse a través de un método determinado.
Sobre ese método y cómo aplicarlo se tratará este capítulo.

¿Por qué es importante aprender y practicar Resolución de


Problemas?

Ser bueno resolviendo problemas es una habilidad fundamental para


poder construir una vida que valga la pena, una vida valiosa. Con
problemas que se acumulan sin resolverse, y estamos hablando de esos
que pueden ser resueltos, el sufrimiento aumenta y se mantiene
impidiendo avanzar en áreas que consideramos importantes. Sufrir,
cuando podríamos resolver el problema, toma tiempo y energía que
podríamos emplear en otras cosas. No nos estamos refiriendo al dolor
que surge inevitablemente al vivir, ese dolor que es ubicuo y que
necesitamos apertura para hacerle lugar. Nos estamos refiriendo al
sufrimiento no inevitable que surge como consecuencia de no resolver
aquellos problemas que sí tienen solución. Cuando una emoción no
deseada se ajusta a los hechos, los hechos son entonces el problema y
utilizar resolución de problemas se vuelve fundamental.
El método que compartiremos aquí surge de la Terapia de Resolución
de Problemas (D’Zurilla & Goldfried, 1971) que consiste en una
intervención que entrena a las personas para que logren aplicar de
manera efectiva resolución de situaciones difíciles para ayudarlas a
enfrentar las exigencias de los eventos estresantes. Estos eventos pueden

218
ser eventos difíciles de cierta gravedad (por ejemplo, perder un trabajo o
la vivienda) o bien eventos estresantes de la vida cotidiana (por ejemplo,
dificultades en la relación con un compañero de trabajo o despertarse por
las noches debido a ruidos que hacen los vecinos). Se considera que
enseñarles a las personas a convertirse en buenas resolucionadoras de
problemas –inventamos una palabra, lo sabemos– lleva a disminuir el
sufrimiento mental y físico y a aumentar la resiliencia a futuros
estresores (Nezu, Maguth Nezu, & Greenfield, 2018). Resiliencia aquí se
refiere a fortaleza o capacidad de gestión.

¿Cómo distinguir aquellos problemas que podemos resolver


de los que no?

No hay una respuesta simple. Los problemas son específicos para cada
persona y situación. Esto quiere decir que determinada situación puede
ser un problema para una persona y no para otra. A su vez, los problemas
dependen del tiempo y las circunstancias. Esto quiere decir que algo que
es un problema en un momento de la vida puede no serlo en otro para la
misma persona. Por esto mismo, no podríamos armar una regla para
todas las situaciones posibles. Pero sí podemos sentar las bases de lo
mínimo: podemos resolver aquellas cosas que dependen de nosotros.
Pero no se trata sólo de eso: se trata de aquellas cosas que dependen de
nosotros en tanto dependen de lo que podamos hacer de manera directa e
intencional. Esta es la clave. ¿Podemos resolver el problema a través de
hacer algo concreto o cambiar alguna conducta –nuestra– concreta? Si
la respuesta es sí, estamos en terreno seguro.
Existen algunas situaciones que podríamos considerar adecuadas para
utilizar resolución de problemas, dependiendo por supuesto de lo que
referimos anteriormente. Cuando situaciones o personas nos despiertan
emociones dolorosas y evitarlas puede traer un costo muy alto a nuestra

219
vida. Situaciones problemáticas excepcionales y no habituales, como
tener síntomas de una enfermedad o tener que pagar un préstamo.
Situaciones problemáticas que se repiten, como reprobar exámenes o
llegar tarde a las citas. Situaciones problemáticas crónicas y que generan
mucho sufrimiento, como tener un trabajo que uno odia o vivir en una
relación de pareja violenta. Todas esas situaciones demandan utilizar
habilidades para resolver el problema. Pero no es una lista exhaustiva y
podríamos encontrarnos con otras situaciones que demandan un método
similar.

Pequeña digresión

Hemos considerado ya cómo todas nuestras emociones son válidas, es


decir, cómo todas tienen sentido dado un contexto particular y una
historia particular. Pero: ¿Cuándo decimos que las emociones se ajustan
a los hechos? Para cada emoción, hay hechos concretos que las provocan
que son coherentes con la experiencia emocional en el momento, es decir
que no dependen de otros factores como lo son nuestros aprendizajes
previos. Podríamos decir que el miedo a las cucarachas no se ajusta a los
hechos porque las cucarachas no representan una amenaza real a nuestra
vida. Podemos haber aprendido a tener miedo a las cucarachas, y esto es
válido. Pero cuando un ladrón entra con un arma a un lugar en el que
estamos, podríamos decir que el miedo se ajusta a los hechos debido a
que hay una amenaza real en el momento. No necesitamos haber tenido
experiencias previas similares para explicar la respuesta de miedo. De
este modo, podemos hacer cierto acuerdo respecto a aquellos hechos que
funcionan como desencadenantes emocionales que justifican la
experiencia emocional por sí mismos, como describiremos a
continuación (Linehan, 2015).

220
Miedo: se ajusta a los hechos cuando existe una amenaza a la vida o a la
salud de uno mismo o de personas queridas.
Enojo: se ajusta a los hechos cuando un objetivo es bloqueado o una
actividad importante es interrumpida o suspendida. También cuando uno
o personas queridas son atacadas.
Tristeza: se ajusta a los hechos cuando se ha perdido algo o alguien
importante.
Asco: se ajusta a los hechos cuando se toma contacto con algo
contaminado o venenoso.
Celos: se ajusta a los hechos cuando alguien amenaza con quitarte algo o
alguien importante.
Envidia: se ajusta a los hechos cuando alguien tiene algo que no tienes y
deseas o necesitas.
Culpa: se ajusta a los hechos cuando un comportamiento tuyo viola de
alguna manera tus valores.
Vergüenza: se ajusta a los hechos cuando características tuyas, si se
hacen públicas, provocarán el rechazo de una persona o de un grupo.
Amor: se ajusta a los hechos si aquello por lo que sientes amor mejora tu
calidad de vida y te ayuda a alcanzar metas personales.
Cuando la emoción se ajusta a los hechos, pero responder haciendo
exactamente lo que esa emoción nos dicta no es efectivo (insultar cuando
sientes enojo, quedarte en la cama todo el día cuando sientes tristeza,
etc.) es necesario utilizar habilidades de resolución de problemas.

Vayamos al grano

Esta habilidad consta de seguir seis pasos que vamos a ir conociendo


acompañados de un ejemplo. El procedimiento general implica definir
bien el problema, pensar varias soluciones, elegir la mejor e
implementarla. No descubrimos la pólvora pero se las vamos a explicar

221
detalladamente para aquellos casos en los que se nos hace difícil
resolver.
Imaginemos la siguiente situación: vivimos en un departamento en un
edificio de seis pisos hace cinco años. Hasta ahora todo marchaba bien,
el departamento era silencioso, podíamos dormir sin interrupciones. Pero
el mes pasado llegaron nuevos inquilinos: dos amigos encantadores. Se
mudaron al departamento de arriba del nuestro. No nos gustan mucho
las fiestas ni la música fuerte, pero podemos tolerarla un viernes o un
sábado, ya que al día siguiente no trabajamos temprano. Pero nuestros
vecinos organizan reuniones casi todos los días y el ruido de muebles
moviéndose (no sabemos en realidad qué son esos ruidos) y música
fuerte nos impide conciliar el sueño. Así noche tras noche. Sentimos
enojo (muchísimo) y nos quejamos entre nosotros de tal
desconsideración. El enojo se ajusta a los hechos (¡claro que sí!): un
objetivo importante –dormir– está siendo bloqueado. Recordamos
tiempos mejores, sufrimos por las mañanas cuando suena el despertador
y hemos dormido poco y mal. ¿Podríamos quedarnos sin hacer nada?
Por supuesto que sí. ¿Sería eso lo mejor que podríamos hacer por
nosotros? Claro que no. Todo indica que hay un problema que debe ser
resuelto.

Paso 1: Definir (bien) el problema


Cuánto tiempo nos vamos a ahorrar si evitamos definiciones del
problema que no nos llevan a ningún lado, por ejemplo, “el problema es
que los vecinos son unos desconsiderados”. Imaginemos que, así
planteado, es un problema casi sin solución, salvo que los vecinos
acepten concurrir a un curso sobre “Cómo ser una persona considerada”
–que además no existe–.
Definir el problema involucra poder mencionar los hechos
problemáticos de manera descriptiva (quizá pueden darse otra vuelta por
el capítulo 6). Necesitamos tener toda la información relevante sobre el

222
problema: necesitamos describir la situación y lo que nos resulta
problemático de ella, apegándonos a los hechos sin interpretar ni realizar
juicios de valor.
Durante al menos cuatro noches por semana nuestros vecinos ponen
música fuerte e invitan gente a su casa y el ruido nos impide conciliar el
sueño. Esto hace que las horas de sueño que tenemos sean menos de las
que necesitamos para poder trabajar al día siguiente y ser efectivos en
nuestros empleos.

Paso 2: Definir concretamente cuál es mi meta en la resolución del


problema
Este paso es fundamental para que después podamos saber si
funcionaron nuestras estrategias. Debemos tener en claro qué es lo que
queremos lograr. Esto que parece fácil no siempre lo es. Tenemos que
mantenerlo simple y en relación a lo que incluimos en el punto 1. En
definitiva, se trata de identificar con claridad qué tendría que pasar para
que consideremos que el problema está resuelto.
Necesitamos poder dormir al menos ocho horas diarias sin que ruidos
molestos nos despierten o nos dificulten conciliar el sueño. La meta es
que los ruidos molestos disminuyan para así poder descansar.

Paso 3: Pensar diferentes soluciones (¡todas cuentan!)


Aquí tiene lugar lo llamamos tormenta de ideas. La propuesta es sugerir
todas las posibles soluciones al problema sin juzgar o descartar de
antemano ninguna, aunque nos suenen alocadas, disparatadas o difíciles
de implementar. Incluiremos todas las soluciones en las que podamos
pensar y consultaremos por soluciones a personas de confianza para
sumarlas a la lista. No juzgaremos las soluciones en este punto,
simplemente las listaremos porque el objetivo aquí es sumar la mayor
cantidad de ideas posible. Más adelante podremos evaluar las ideas,

223
juzgar cuales son mejores de implementar y cuales no son posibles. Aquí
simplemente listamos todas las ideas que vengan a la mente.
Los tres principios (Nezu et al., 2018) que guían este proceso son: 1)
cantidad le gana a calidad (la mayor cantidad de ideas, mejor), 2)
posponer la evaluación (dejar la evaluación sobre si las ideas son buenas
o malas para luego) y 3) la variedad aumenta la creatividad (ideas
creativas pueden surgir cuando no las filtramos de antemano).
Veamos una posible lista de ideas para el ejemplo que venimos
trabajando.
Lista de soluciones posibles:
Mudarse a otro edificio
Ir a hablar con los vecinos en el momento en que ponen música
fuerte y solicitar que bajen la música
Ir a hablar con los vecinos fuera de esos momentos, por la mañana
de cualquier día y solicitar que bajen la música
Hablar con el encargado del edificio para que les llame la atención
Hablar con otros vecinos e ir juntos a plantear el problema en una
reunión de consorcio
Poner un cartel en el ascensor recordando las normas de
convivencia del edificio
Entregar a los vecinos una copia de las normas de convivencia
resaltada la parte de las fiestas y sus reglamentaciones
Quejarse al administrador del edificio para que hable con los
vecinos que hacen ruido
Usar tapones para los oídos todas las noches
Tomar pastillas para dormir que impidan despertarse
Irse a dormir a casa de otros amigos cuando haya ruido
Pedir cambiar el horario de trabajo para comenzar al mediodía
Llamar a la policía mientras las fiestas suceden para que vayan al
domicilio y asienten una denuncia

224
Hacer fiestas por la mañana con música fuerte para que los vecinos
sepan que se siente (vengarse)
Como verán, algunas son más disparatadas que otras. Pero en este
paso todas valen.

Paso 4: Elegir la mejor


Este es paso de toma de decisiones. Se trata de elegir la solución que es
más pertinente al problema y que tiene más chaces de funcionar. Para
empezar la selección nos tenemos que focalizar en dos aspectos: que sea
aparentemente buena para resolver al problema y que tenga buenas
condiciones de implementación, es decir, que veamos que es posible
practicarla. Si una de mis soluciones es irme a vivir a Rusia, evaluar la
implementación implicaría evaluar cuales son mis recursos para lograr
esto, por ejemplo.
Luego también debemos pensar en otros aspectos: el costo-beneficio
de implementar esa solución, las consecuencias que uno experimentará
personalmente y también socialmente (el impacto que tenga en otras
personas que nos importan) y las consecuencias a corto y largo plazo
(algo puede funcionar muy bien en el corto plazo, pero no así tiempo
después).
Tomemos una de las soluciones anteriormente listadas en el paso 3 y
evaluemos estos factores que acabamos de mencionar:
Solución: Mudarse a otro edificio.
Bondad de la solución: podría funcionar al menos en parte ya que nos
alejaríamos de los ruidos originales que nos perturban. Por otro lado,
nadie nos asegura que no tengamos en el nuevo domicilio una situación
similar.
Implementación: es una solución difícil de implementar ya que lleva
mucho trabajo (buscar departamentos), tiempo (podríamos tardar
bastante tiempo en encontrar lo que buscamos) y dinero (cuesta dinero
pagar un nuevo contrato).

225
Costo beneficio: aparentemente el costo es alto (en tiempo, trabajo y
dinero) y el beneficio incierto (podríamos terminar en una situación
similar).
Consecuencias personales: cambiar de barrio implica un momento de
estrés y de adaptación; podría suceder también que nos alejemos de
otros vecinos o comunidad a la que apreciamos.
Consecuencias sociales: personas que nos aprecian podrían verse
afectadas por la mudanza, sin embargo, estas consecuencias no son del
todo claras.
Consecuencias corto y largo plazo: son desconocidas, no podemos
anticiparlas con precisión, no sabemos siquiera si a corto plazo
funcionaría.
Veamos una más.
Solución: Tomar pastillas para dormir que impidan despertarse.
Bondad de la solución: podría funcionar para solucionar el problema
y dormir más horas sin interrupciones.
Implementación: es una solución relativamente fácil de implementar –
comparada con la solución anterior–, consistiría en visitar a un médico
y obtener un receta e indicaciones.
Costo beneficio: esta solución tendría un costo alto para salud
posiblemente ya que la medicación impacta en nuestro cuerpo y nuestra
funcionalidad en modos que desconocemos, quizá la salud estaría en
riesgo de alguna manera.
Consecuencias personales: posiblemente efectos secundarios de la
medicación que no podemos anticipar del todo.
Consecuencias sociales: parece no haber consecuencias sociales con
esta solución. Sin embargo, tener un sueño inducido por medicamentos
podría reducir nuestra capacidad de reacción durante las noches lo cual
podría remotamente afectar a seres queridos que necesitan contactarse
durante esas horas (emergencias).

226
Consecuencias corto y largo plazo: quizá a corto plazo sea efectiva la
solución, a largo plazo depender de medicamentos para dormir podría
ser un problema más grande que el que intentamos resolver.

Si logramos realizar este análisis, seremos capaces seleccionar dos


soluciones de la lista anterior teniendo en cuenta estos criterios de
bondad e implementación y luego realizar un pequeño ejercicio de pros y
contras para cada una de las dos soluciones. También podemos escoger
tres soluciones si estamos indecisos. Evaluar pros y contras nos ayudará
en la toma de decisión sobre cuál solución escoger e implementar
primero. Es decir que pasamos de una lista larga de soluciones a
quedarnos sólo con algunas que nos parecen las más efectivas para
comenzar. Esta práctica la podemos observar en el siguiente cuadro:

Ir a hablar con los Ir a hablar con Hablar con otros


vecinos en el los vecinos fuera vecinos e ir
momento en que de esos juntos a plantear
ponen música momentos el problema en
fuerte y solicitar una reunión de
que bajen la consorcio
música

Pros Altas chances de No Evitamos el


que bajen la interrumpimos enfrentamiento
música en el un momento de directo en el
momento diversión de los momento
vecinos y
evitamos enojos
en el momento

Contras * Puede repetirse Pueden Los vecinos

227
el problema otros comprometerse podrían
días en el momento y ofenderse por no
luego repetir la haber intentado
* Los vecinos acción durante primero hablar
pueden enojarse las noches. directamente con
con nosotros en el ellos
momento (dañar la
relación)

Luego de este pequeño ejercicio estaremos en mejores condiciones de


elegir la mejor opción para comenzar. En este caso elegiremos: Ir a
hablar con los vecinos fuera de esos momentos, por la mañana de
cualquier día y solicitar que bajen la música.
Nos interesa cuidar la relación, después de todo son personas con las
que convivimos a diario, de modo que una vez elegida la mejor opción
para comenzar pasaremos al siguiente paso.
Sin embargo, antes de avanzar es necesario detenerse unos momentos
para considerar si reconocemos barreras para la implementación. Esto
quiere decir si reconocemos algún obstáculo concreto para practicar la
solución. No siempre los hay pero vale la pena detenerse y considerarlo.
En este caso podríamos notar que una barrera para la implementación es
que sentimos vergüenza de hablar directamente con los vecinos, o que no
sabríamos bien qué decir concretamente. Otra posible barrera podría ser
que desconocemos los horarios en los cuales están en su departamento
para poder ir a hablarles. Lo que tiene de bueno identificar barreras es
que podemos trabajar sobre ellas antes de pasar al siguiente paso:
podemos armarnos una especie de guion escrito sobre lo que queremos
decir y practicarlo con alguien (como vimos en capítulo 7), podemos
preguntar al encargado en qué horarios nuestros vecinos suelen estar en
casa.

228
Paso 5: Manos a la obra
Este paso consiste en poner en acción la solución elegida. Definir
cuándo y dónde comenzaremos a implementarla y dividir en pasos si se
trata de una solución compleja y comenzar por el primer paso. En
nuestro ejemplo no necesitamos dividir en pasos ya que se trata de una
sola acción como un todo: subir al departamento de arriba, tocar el
timbre y desplegar todos nuestros encantos haciendo un pedido efectivo
(que ya planificamos con anterioridad).

Paso 6: Evaluar los resultados


Aquí nos preguntaremos si estamos satisfechos con los resultados.
¿Funcionó la solución en la dirección deseada? ¿Puedo considerar que el
problema está resuelto? ¿Alcancé la meta que me había propuesto en el
paso 2?
Si la respuesta es sí entonces nos damos una palmadita en el hombre
como reconocimiento (o cualquier otra cosa que nos resulte gratificante)
ya que es importante reconocer los propios logros cuando suceden.
Si la respuesta es no, porque las soluciones pueden no funcionar,
entonces lo que haremos es regresar al paso 4 y seleccionar otra
solución. ¡Para eso hemos generado tantas! Todo el esfuerzo que hemos
invertido en pensar varias opciones puede venir a asistirnos en este
momento, en el que volveremos a la lista e intentaremos aplicar otra de
las soluciones pensadas.
Y esto es frecuente. Cuando usamos estrategias de resolución de
problemas no siempre la primera solución implementada funciona. El
secreto es no dejarse vencer en el momento y continuar practicando
utilizando lo que vamos aprendiendo en el camino.

Ayudando a otras personas en resolución de problemas

229
Es posible ayudar a otras personas a resolver problemas siempre y
cuando tengamos en cuenta algunas cosas importantes.
Requiere paciencia: acompañar a otra persona en determinado proceso
incluye respetar los tiempos de esa persona.
Requiere autocontrol: de los propios impulsos de querer resolver por
la otra persona en lugar de que ella misma lo haga con tu ayuda.
Requiere aceptación: de que la otra persona es diferente a nosotros y
quizá no elija los mismos caminos que elegiríamos. Cada cual elige y
prioriza sus criterios.
Requiere asegurarnos que nuestro ser querido quiere recibir la ayuda.
Esto último es fundamental, no podemos ayudar a quién no está
pidiendo ayuda o no quiere aceptar nuevas soluciones ya que puede
resultar invalidante. Recibir un consejo o ayuda cuando pensamos que no
necesitamos eso puede ser invalidante de nuestras reales necesidades.
Cuando personas cercanas nos cuentan un problema eso no significa
automáticamente que nos están pidiendo soluciones. Muchas veces sólo
significa que quieren ser escuchadas. Por esta razón es de suma
importancia asegurarnos que el contexto sea el adecuado para ayudar al
otro en resolución de problemas.
¿Cuándo entonces?
Cuando tu ser querido te cuenta que tiene un problema que no sabe
resolver y te pide ayuda de manera directa.
Cuando tu ser querido te cuenta un problema y no pide ayuda de
manera directa pero acepta la ayuda cuando la ofreces. Esto sería algo
así: “veo que tienes un problema y creo que yo podría ayudarte a pensar
sobre cómo resolverlo, ¿estarías interesada en mi ayuda? ¿Quieres que te
comparta lo que creo podríamos hacer?”. Si la respuesta es sí, entonces
podemos avanzar. Avanzar no significa decirle al otro qué debe hacer, ni
dar consejos. Avanzar significa sentarse juntos y seguir los pasos que
compartimos en este capítulo. Avanzar es compartir la habilidad. Porque

230
en definitiva deseamos que nuestro ser querido aprenda a resolver
problemas por sí mismo.
Cuando piensas que tu ser querido está enfrentando un problema que
él o ella no ven como tal. Esto es más delicado y requiere mucha
validación y aceptación. Podemos tomar la chance de plantear que esa
situación nos preocupa y que quisiéramos compartir algunas ideas al
respecto. Si nuestro ser querido está abierto a escuchar, podemos ser
descriptivos respecto a aquello que nos preocupa y ofrecer ayuda. A
partir de aquí podemos practicar lo que mencionamos en el párrafo
anterior. Si nuestro ser querido no está abierto a escuchar, podemos
practicar validación en el momento y dejar en claro que estamos
disponibles para cuando quiera hablar al respecto. Es muy difícil, sino
imposible, ayudar en este proceso para un problema que para la persona
no es un problema.
¿Cómo lo hacemos? Compartimos los pasos y podemos ayudar sobre
todo en clarificar la meta en la resolución del problema (paso 2) y en la
tormenta de soluciones posibles (paso 3), aportando más ideas. Sólo si
fuera necesario, podemos ayudar a considerar más pros y contras de las
opciones elegidas por nuestro ser querido (paso 4). En menor medida,
podemos aportar recursos que ayuden a resolver las barreras, si es que
las hubiera.
No olvides que para ser buenos ayudando tenemos que ser buenos
practicantes. La mejor manera de empezar es practicando nosotros
mismos esta habilidad frente a los problemas que enfrentamos. Por esto
mismo les dejamos una sugerencia para practicar a continuación.

Sugerencia de práctica

Elige un problema con el que estés lidiando en este momento. También


puedes elegir un problema pasado si es que te cuesta encontrar un

231
problema actual, simplemente para practicar. Intenta completar los seis
pasos de resolución de problemas.

Paso 1: Definir el problema

Paso 2: Definir mi meta en la resolución del problema

Paso 3: Listar diferentes soluciones

Paso 4: Elegir una solución

Solución 1 Solución 2

Pros

Contras

232
¿Hay obstáculos?

¿Cómo puedo resolverlos?

Paso 5: Probar la solución


Paso 6: Evaluar los resultados

¿Necesito probar otra solución? ¿Cuál? (volver al paso 4)

Referencias

D’Zurilla, T. J. & Goldfried, M. R. (1971). “Problem solving and


behavior modification”. Journal of Abnormal Psychology, 78(1), pp.
107–126. Disponible en: https://doi.org/10.1037/h0031360
Linehan, M. M. (2015). DBT® skills training manual (2nd ed.). New
York, NY, US: Guilford Press.
Nezu, A. M., Maguth Nezu, C. & Greenfield, A. P. (2018). “Problem
Solving”. En S. C. Hayes & S. G. Hofmann (Eds.), Process-Based
CBT, (pp. 273-284). Oakland: Context Press.
Real Academia Española (2014). Diccionario de la lengua española (23ª
Edición). Consultado en http://www.rae.es/rae.html

233
1 Parábola de la flecha envenenada. Relato perteneciente al Majjhima Nikaya o “Colección
de Discursos Medianos” atribuidos a Buda.

234
CAPÍTULO 12
¿QUÉ SON LOS LÍMITES PERSONALES?

235
CAPÍTULO 12
¿Qué son los límites personales?

Lic. Carola Pechon y Dra. Corrine Rhesa Stoewsand

Cuando no somos capaces de poner límites y exigir


responsabilidades, nos sentimos utilizados y maltratados.
– Brené Brown

Todos tienen límites de lo que pueden tolerar de otros. Cuando alguien


supera nuestros límites personales, no estamos dispuestos a ayudarlo. El
límite personal es el punto en el que la empatía se reemplaza por
agotamiento o resentimiento. Es difícil saber dónde están los límites
personales hasta que ya se exceden.
En las relaciones familiares una persona puede necesitar ayuda, buscar
satisfacción propia o aun esperar la total disponibilidad de otras
familiares (Farmer & Chapman, 2008).
Algunas personas no reconocen, ni aceptan los límites de su familiar o
se sienten ofendidas si no reciben el acompañamiento o la ayuda que
esperan. También algunas no tienen la habilidad para reconocer las
señales que los otros comunican (tono de voz, gestos, y palabras) cuando
se están sobrepasando los límites. Por ejemplo, un adolescente sin
amigos y emocionalmente vulnerable puede depender mucho en el
acompañamiento de su madre y querer hablar horas cada día y enojarse
cuando la mamá no está disponible.

236
Cuando estas conductas son vistas con extrema compasión hacia la
persona con desregulación emocional, la familia termina por ampliar o
ignorar sus propios límites personales creyendo, generalmente, que si su
ser querido se “curase” esas conductas cesarían de manera automática.
Por el otro lado algún familiar puede tener una respuesta de extremo
rechazo y, por consecuencia, hacer sus límites personales más rígidos.
Esta respuesta es muy frecuente en los hermanos.
No es sencillo manejar los límites personales frente a las conductas
exigentes y/o demandantes. El sufrimiento de un ser querido puede ser
tan terrible que sus allegados piensan, a veces, que se sentirían mejor si
sus límites fuesen más amplios.
Con respecto a los límites personales, tendemos hacer tres tipos de
respuestas:

1. Intentar resolverle todos los problemas y permitir que


continuamente se sobrepasen nuestros límites (límites demasiado
blandos).
2. Decidir que esas necesidades del ser querido son patológicas y no
hay esperanza de cambio, y ponerse inflexible con los límites
personales (límites demasiado duros).
3. Observar y cuidar los límites personales y aceptar que no se puede
reducir el sufrimiento en ciertas condiciones. Esto lleva a tener
energía y compasión para ampliar los límites en situaciones
puntuales (límites flexibles) (Linehan, 1993).

Puede ser útil pausar y pensar, ¿en qué categoría estás? Piensa en otros
familiares y observa si puedes ubicar su manejo de los límites
personales. Todos son distintos. Podemos aprender de los demás.

Las pautas no son límites personales

237
Las personas con desregulación emocional suelen ser incapaces de
controlar su comportamiento de la manera en que ellas mismas y sus
familias desearían. El enfoque de respeto de límites ha sido desarrollado
para enfrentar de forma equitativa y efectiva problemas de esta índole.
Es distinto de los enfoques de establecimiento de límites (pautas) que se
usan en la crianza.
El término “establecimiento de pautas, reglas o límites” se usa como si
tuviese un significado absoluto. Una pauta, por ejemplo, “llegar a casa a
las 4:00 horas” es arbitrario porque se presenta como independiente de
las necesidades de los miembros de la familia. Los padres pueden
establecer esos límites como si fuesen normas universales. Sin embargo,
“el establecimiento de límites es una función social, por consiguiente, no
habría límites correctos fuera de contexto” (Linehan, 1993).
Una pauta: Una adolescente con 18 años llega habitualmente más
tarde de la hora fijada por los padres. Los padres dijeron que en los fines
de semana tiene que llegar antes de las 4:00 horas. La hija sigue llegando
tarde en un estado de malestar, con ansiedad y bronca por la pauta. Los
padres agregaban un castigo –que no pueda salir la noche siguiente si no
llegar a casa a tiempo–. Esto aumentó el malestar y la conducta
impulsiva de la hija. No la ayudó a llegar a tiempo. Sigue incumpliendo
aún más las pautas de los papás y entra en crisis durante la semana
peleando por su derecho de salir con sus amigas los fines de semana. La
pauta arbitraria o inflexible no funciona generando frustración en todos.
Un límite personal: Si los padres llegan a sufrir preocupaciones,
ansiedad y falta de sueño como resultado de las actividades nocturnas de
un hijo, el punto de enfoque se debe orientar hacia el cambio de conducta
que resuelva el problema de los padres.

Unos padres con muchas preocupaciones por la seguridad de su


hija, acordaban con ella que llame cuando no puede llegar a tiempo

238
–y cuando la hija llama, le agradecen por llamar antes de preguntar
cómo y cuándo va a llegar–.
Otros padres solucionaron su ansiedad, por llegar a un acuerdo en el
que su hija dejaría su celular en un bolsillo en modo de vibración
para que responda a los llamados de los padres cuando quieren
saber dónde está y con quién.
Unos padres que no pudieran dormir cuando su hijo llega tarde
solucionaron el problema pidiéndole que durmiese en el cuarto del
servicio para que no los despertase.
Otros padres acordaron buscar a su hija a determinada hora para
asegurarse que ella va a estar segura en el regreso a casa.

Los padres pudieron satisfacer sus preocupaciones, ansiedad y horas


de sueño, y evitar que eso afectase la relación con sus hijos
permitiéndoles centrarse en modificar otros problemas de su conducta.

Práctica del cumplimiento de límites

Alguien puede sentir que su ser querido “quiere ampliar los límites” de
sus familiares al argumentar la validez de sus necesidades, criticar a los
miembros de su familia por sus deficiencias o incluso amenazar con
escaparse, dejarlos o suicidarse. Pueden hablar de cortarse/lastimarse o
negarse a “cooperar” hasta que los otros no “cooperen con ellos”. Incluso
pueden llegar a recurrir a otros allegados a reclamar su ayuda quejándose
a gritos del trato injusto que reciben. Frente a la presión y el estrés de
vivir con tal conducta, observar y cumplir los límites personales es una
forma de cuidarse para poder seguir siendo eficaz en ayudar al otro
(Fruzzetti et al., 2007).
Un papá tocaba el violín y necesitaba practicar su instrumento tres
horas cada noche, era muy frecuente que su hija lo interrumpa por

239
diferentes razones. Comenzó a notar su fastidio y mal humor que
afectaba la relación con su hija. Logró clarificar que necesitaba ese
tiempo sin interrupciones. En forma clara y calmada usó un DEAR MAN
(ver capítulo 7) con su hija sumándole validación. Logró tener sus tres
horas y quedó con su hija de compartir un momento después de su
práctica.
Una mamá observó que la conducta de su hijo de sacar dinero de la
cartera y otros objetos personales de su cuarto estaba superando su
límite. Era tema de conflicto frecuente. Aceptó que su insistencia en que
deje de tener dicha conducta no estaba resultando y era necesario buscar
otra solución, decidió poner llave en su cuarto. Si bien le fue doloroso
tener que tener que tomar esta medida en su propia casa, fue evidente
que el conflicto disminuyó y su enojo también. Reconocemos que esto
no resuelve la conducta del hijo (robar) y es noble el deseo de la madre
de que su hijo logre controlar este impulso. Sin embargo, tomar
responsabilidad de los límites personales es lo más efectivo en este caso.
Cumplir con los límites significa a menudo poner la conducta alterada
de los seres queridos en un “plan de extinción.” La respuesta hacia la
persona con desregulación emocional que con reclamos exige una
ampliación de los límites es simple: “Soy quién soy” (Linehan, 1993). Es
decir que la persona a quien se enfrenta no tiene otra opción que cumplir
con sus propios límites.
Cuando se sufre una gran presión es muy tentador atacar al ser querido
dándole a entender que sus demandas son excesivas o inapropiadas. Se
debe resistir la tentación.
Cediendo y apaciguándolo cuando su comportamiento se desborda se
estaría reforzando la conducta misma que se está tratando de modificar.
Responder con castigos tiene efectos secundarios y consecuencias
adversas. La táctica en estos casos es usar una y otra vez la estrategia del
“disco rayado”, aclarando la postura con calma, clara y firmemente.
También puede ayudar el reafirmar con frecuencia que el cumplimiento

240
de esos límites será de gran ayuda para la relación, acatar los límites es
algo imprescindible para mantener en equilibrio el autocuidado y la
disponibilidad hacia él o los otros.
Desafortunadamente no existe ningún libro que indique cómo
reaccionar cuando una hija despierta a su madre por trigésimo quinta vez
en mitad de la noche. Cada miembro de la familia debe tomar la
responsabilidad de sus propios límites. Es una tarea ardua en especial
cuando se siente el intenso sufrimiento de esa persona tan querida y que
esos límites que se defienden añaden aún más sufrimiento.

Cómo aplicar límites personales

Los familiares deben aclarar sus límites en relación a: tiempo, duración y


frecuencia de la interacción verbal, de los llamados telefónicos, mensajes
de texto, violaciones de intimidad (por ejemplo, leer el celular, o la
computadora), transgresiones de la propiedad privada (robo, uso de ropa
o del auto sin permiso), ocupación de espacios privados (entrar al baño
sin permiso, interrumpir conversaciones, dejar cosas personales en áreas
privadas de otro familiar), conductas agresivas (insultos, gritos,
amenazas, rotura de objetos).

1. Monitorear los límites personales


Cada uno de los miembros de la familia debe monitorear sus propios
límites de forma continua y en cada circunstancia de forma
independiente. Una mamá y un papá pueden tener límites personales
distintos, esto no es un problema, no es necesario que acuerden.
Es difícil conocer los límites hasta que han sido sobrepasados. Las
señales de advertencia serían: sentimientos de enojo, ansiedad, desgano
crónico, agotamiento, sentimientos de rechazo, incomodidad o deseo de
evitar el contacto con tu ser querido. La idea es darse cuenta de la

241
situación antes de que se experimenten altos niveles de agotamiento
(desmotivado, con bajo nivel de energía vital) o resentimiento
(sobrecargado, irritable y sin paciencia).

2. Identificar cómo respetar los límites


Cuando la intensidad del agotamiento o resentimiento son leves, pero de
ocurrencia frecuente, proponemos detenernos a reflexionar y clarificar
qué estamos necesitando y pensar cuál sería la forma de satisfacer dicha
necesidad. Es más fácil satisfacer la necesidad cuando la estrategia no
implica un cambio de conducta de nuestro ser querido y solamente con
cambiar la conducta propia o algo en el ambiente, logramos satisfacerla.
En otros casos necesitamos pedir y reforzar un cambio de conducta de
nuestro ser querido. Para estar seguro de que se trata de límites
personales es útil ver si estamos dando de más o tolerando conductas de
los otros que nos alejan de cuidar nuestras necesidades. Somos
responsables de cuidar de nosotros mismos.
Los límites más fáciles de poner en práctica no requieren acuerdos ni
una negociación. Sin embargo, en muchas ocasiones necesitamos realizar
un pedido, decir no o negociar con el otro. Para esto los invitamos a
volver al capítulo 7 y usar dichas habilidades para comunicarse en forma
efectiva.

3. Comunicar los límites


Una vez que sabemos la forma en que dicha necesidad puede ser
satisfecha tenemos que comunicar esto a la otra persona. Es importante
planificar bien la comunicación de nuestros límites, de forma honesta y
directa, en términos de posibilidades realistas.
Es importante no culpar al otro por las emociones propias y tomar
responsabilidad sobre nuestras emociones y necesidades. Por ejemplo,
siguiendo el ejemplo del papá que no podía tener su práctica diaria de
violín, no sería conveniente decir “me siento muy frustrado porque no

242
me dejas tocar el violín”. Sería mejor decir “es importante para mí
practicar violín durante tres horas y necesito estar concentrado. Te pido
que durante esas horas no entres a la cocina. Cuando termine, tomamos
un té juntos y charlamos. ¡Gracias!”
La honestidad sobre los propios límites es una forma de respetar al ser
querido, de tratarlo como a un adulto. Aun si se llega a coincidir con él o
ella en que esos límites no son justos, debemos mantener nuestra
posición. Linehan nos recuerda usar la habilidad “disco rayado”,
repitiendo, “soy como soy.”
En general se debe ser consistentemente firme acerca de los límites
personales sobre todo cuando el ser querido no los acepta (insiste en que
son injustos o se burla).
Al comunicar los límites personales, podemos considerar el uso de
validación y DEAR MAN:
Validar –las necesidades, el sufrimiento, fortalezas y limitaciones
del otro–.
Describir la situación que excede los límites personales.
Expresar cómo me siento (sobrepasado, cansado, enojado, etc.) y
qué necesito.
Asertivamente comunicar qué cambio deseo.
Reforzar las consecuencias positivas que tendrá, para la relación,
respetar los límites.

Es útil combinar gestos cariñosos, validación y resolución de


problemas con el cumplimiento de límites. No tolerar una conducta no
significa que no se pueda consolar al ser querido. Se puede sugerir otras
formas para resolver el problema mientras se valida algún aspecto. La
invalidación rara vez es efectiva.
A veces los familiares deben ampliar los límites de forma temporal
cuando sea preciso y buscar ayuda profesional, apoyo y respaldo cuando
estén al borde de su resistencia y la otra persona les demande aún más

243
(ej. cuando se vislumbra el inicio de una crisis, puede ser mejor
flexibilizar los límites temporalmente aclarando al ser querido las
razones del cambio y que en el futuro próximo se volverá al límite
establecido).
Modos no efectivos de aplicar los límites personales:

Rechazar una ampliación de límites cuando el ser querido precisa de


sus parientes más de lo normal. A veces necesitamos pedir ayuda
para discriminar si la situación requiere sostener el límite o
ampliarlo temporalmente.
Cambiar de forma arbitraria y fluctuante los límites sin
comunicárselo al ser querido.
Presentar los límites para mejorar a la persona sin destacar las
propias necesidades.
Decir a la otra persona “lo hago por tu bien” o “lo hago porque
tienes que aprender” no es sincero ni efectivo. “Lo necesito yo”
comunica honestamente que es un límite que tiene que ver con uno
mismo.

Resumen
El límite personal es el punto en que la empatía se reemplaza por el
agotamiento o el resentimiento. Es difícil saber dónde están los límites
personales hasta que se exceden.
Algunos ejemplos de conductas de los otros que pueden cruzar los
límites personales:
La duración de la interacción verbal, la frecuencia de los mensajes de
texto, violaciones de intimidad (leer el celular o la computadora),
transgresiones de la propiedad privada (robo, uso de ropa o del auto sin
permiso), ocupación de espacios privados (el entrar al baño sin permiso),
interrupciones de conversaciones, conductas agresivas (insultos, gritos,
amenazas, rotura de objetos).

244
Reconocer y comunicar los límites personales:
1. Monitorear los límites propios: cada uno de los miembros de la
familia debe monitorear sus propios límites de forma continua y en
cada circunstancia de forma independiente.
2. Identificar cómo respetar los límites: cuando la intensidad del
agotamiento o resentimiento son leves, pero de ocurrencia
frecuente, proponemos detenernos a reflexionar y clarificar qué
estamos necesitando y pensar cuál sería la forma de satisfacer dicha
necesidad.
3. Comunicar los límites: una vez que sabemos la forma en que dicha
necesidad puede ser satisfecha tenemos que comunicar esto a la otra
persona. Es importante planificar bien la comunicación de nuestros
límites, de forma honesta y directa, en términos de posibilidades
realistas.

Puede ser necesario observar y cuidar los límites personales y aceptar


que no se puede reducir el sufrimiento de otros en ciertas condiciones.
Posiblemente tenemos que manejar nuestro miedo al enojo del otro. Es
útil anticipar una respuesta de desagrado ante la comunicación del límite.
Es normal.
El observar y comunicar nuestros límites personales es una habilidad
que va a ayudarnos con el autocuidado y el mantenimiento de una
relación basada en el respeto mutuo.

Referencias

Farmer, R. F. & Chapman, A. L. (2008). Behavioral Interventions in


Cognitive Behavioral Therapy: Practical Guidance for Putting Theory
into Action. Washington, D.C.: American Psychological Association.

245
Fruzzetti, A. F., Santisteban, D. A. & Hoffman, P. (2007). “Dialectical
Behavior Therapy with Families,” en Dimeff & Koerner. Dialectical
Behavior Therapy in Clinical Practice: Applications across Disorders
and Settings. Pp 222-244. New York: Guilford Press.
Linehan, M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline
Personality Disorder. New York: Guilford Press.

246
CAPÍTULO 13
ACOMPAÑANDO ADOLESCENTES CON
DESREGULACIÓN EMOCIONAL: UNA MISIÓN
POSIBLE

247
CAPÍTULO 13
Acompañando adolescentes con desregulación
emocional: una misión posible

Lic. Carolina Principi

Yo sé lo que quiero. Tengo un objetivo, una opinión, tengo


una religión y amor.
Déjame ser yo misma. Con eso me basta y me sobra.
– Anna Frank

Introducción

En este capítulo se abordará la temática de la adolescencia y las


particularidades que esta adquiere cuando se entrecruza con la
problemática de la desregulación emocional. ¿Qué desafíos afrontan los
adolescentes y los adultos que los acompañan en esa etapa? ¿Cómo
ayudar a los adolescentes que presentan desregulación emocional? ¿Qué
elementos deben tener en cuenta los adultos cercanos? También se
ofrecerán algunas herramientas útiles para padres o cuidadores de
jóvenes que atraviesan estos años de manera dificultosa.

SOS: ¡hay un adolescente en la familia!

248
Muchas emociones aparecen en los padres cuando los niños de la familia
entran en la adolescencia: nostalgia por la etapa que queda atrás, tal vez
emoción y entusiasmo por explorar lo que llega por vivir, muchas veces
miedo por todo lo que se sabe, se ha leído o se ha oído sobre la
adolescencia, y también por lo que cada uno recuerda de su propio paso
por esos años. Y, justamente por ello, también aparece cierta tendencia a
comparar la propia adolescencia vivida años atrás, con la que se observa
en los seres queridos que están ingresando a esa etapa. Todos esos
factores la transforman en un verdadero desafío para quienes la viven y
sus adultos importantes. En primer lugar, la adolescencia marca el
período durante el cual ocurren dramáticos cambios biológicos,
cognitivos, sociales y emocionales. Además, es de resaltar que, si bien
muchos psicólogos rechazan la idea de que la “tormenta y estrés”
adolescente es inevitable y universal, parece que aquellos jóvenes con
particulares vulnerabilidades –basadas en factores ambientales y
constitutivos– enfrentan riesgos aumentados cuando ingresan a la
adolescencia (Miller & Glinski, 2000, p. 1131), los cuales se explorarán
más adelante en el presente capítulo.
Más allá de lo que podemos saber desde las experiencias de vida y el
contacto con adolescentes, la bibliografía actual concuerda en que los
estresores que los adolescentes experimentan pueden ir desde leves a
severos, y es poco frecuente que un adolescente escape a esta etapa del
desarrollo sin sucesos vitales estresantes o luchas emocionales (Mazza et
al., 2016). Así, son varios los desafíos concretos que se abren para
quienes ingresan a esta etapa de la vida, y todos ellos podrían incluirse
en un desafío superior, que se trata justamente explorar cómo quieren ser,
en qué consiste ser “uno mismo”, y cómo lograr el reconocimiento y
validación del ambiente hacia esa versión de sí mismos que desarrollan.
Detallando cada aspecto de esta gran apuesta de la adolescencia, se
pueden encontrar las siguientes metas:

249
En el ámbito familiar: ser aceptado en esta nueva forma de ser,
obtener independencia al tiempo que se mantiene el apoyo de la familia,
ganarse la confianza de los adultos responsables.
En el área social: ser parte de los grupos sociales donde va intentando
incluirse, obtener aprobación y aceptación, incluso desplegar
condiciones de liderazgo en algunos casos.
En las cuestiones académicas y deportivas: tener éxitos, competir y
ponerse a prueba en distintas áreas, anticipar qué tan habilidosos serán
para triunfar o destacarse en el futuro. También es la etapa de decidir una
vocación hacia la cual volcarse, e intentar sostenerla con conductas que
permitan llegar a ciertas metas pensadas desde esa elección.
En el aspecto sexual y amoroso: interesarse o enamorarse de alguien,
ser elegidos como pareja y amados, decidir qué tipo de relaciones
amorosas o qué tipo de sexualidad quiere cada uno vivir.
En relación al cuerpo y la imagen: acomodarse a los cambios del
cuerpo, intentando satisfacer las exigencias propias y de la sociedad,
afrontar las nuevas demandas de gustar estéticamente, rendir
deportivamente, todo ello al tiempo que nuevas conductas tienen efecto
en el cuerpo (experimentación o uso de tabaco, alcohol, drogas).
En cuanto a las ideas y opiniones: empezar a formarse y expresar las
propias ideas sobre temas de actualidad, desarrollar una particular visión
del mundo, una determinada postura ante determinadas causas,
involucrarse en acciones comprometidas con esas causas y sostener y
defender el propio punto de vista sin que ello afecte las relaciones
importantes.
¿Qué emociones traen estos desafíos en los adolescentes? Miedo,
alegría y entusiasmo, envidia, celos, enojo, decepción, frustración,
vergüenza, felicidad, tristeza. Es decir, TODAS las emociones que
podamos imaginar, pero con una particularidad: sucediéndose unas a
otras de manera rápida, o superponiéndose y mezclándose de manera tal
que la experiencia emocional muchas veces se vuelve caótica para ellos,

250
e inentendible o indescifrable para los padres o cuidadores. El hecho de
que las emociones se comporten de esa manera no se debe únicamente a
la cantidad de situaciones que los adolescentes enfrentan y que pueden
constituirse en disparadores, sino también a la serie de cambios
químicos, estructurales y funcionales en el cuerpo y especialmente el
cerebro de los adolescentes que hace que la experiencia emocional, física
y mental sea un conjunto de estímulos difíciles de discriminar entre sí y
de manejar. Además, dichos desafíos ocurren en el marco de contextos
sociales que muchas veces son nuevos para los jóvenes, y que en algunos
casos pueden resultar invalidantes hacía ellos. Para recordar un poco esta
noción, un ambiente invalidante es aquel que a través de sus expresiones,
actitudes y conductas transmite (voluntaria o involuntariamente) la idea
de que las percepciones, opiniones y emociones de una persona (en este
caso, el adolescente) son erróneas, incorrectas o –por lo menos–
exageradas. De esta forma, el colegio, un grupo de pares, un equipo de
cualquier deporte que practique, puede operar como ambiente
invalidante sobre los adolescentes cuando no responde de manera
efectiva a las necesidades emocionales de estos y puede aumentar así el
malestar emocional de los jóvenes, especialmente aquellos con
dificultades para regular sus emociones.
Resulta de particular importancia el hecho de que muchas veces, desde
el mundo adulto, se puede pensar a los adolescentes como
despreocupados y ajenos al mundo externo, focalizados sólo en “su
propio mundo”, y tal vez hasta un poco egoístas. Es decir, se suele
pensar y decir que a los adolescentes “no les importa nada”.
Contrariamente a ello, a la mayoría de los adolescentes les importa
mucho casi todo lo que sucede a su alrededor, se trate del contexto
familiar, social, académico, comunitario, y hasta el mundial y del
planeta. Muchas sensaciones de frustración o desesperanza que vemos en
los jóvenes, se relacionan con eventos que no pertenecen estrictamente a
su mundo privado. Y muchas situaciones vinculadas al ámbito familiar y

251
social más amplio generan en los adolescentes pensamientos y
emociones asociados a vergüenza y autocrítica, toda vez que encuentran
dificultades para encajar en sociedad o se sienten rechazados, no
entendidos, juzgados, o ven sus opiniones o creencias e ideas
minimizadas o no tomadas en cuenta. De hecho, muchas de las
conductas que observamos en los jóvenes, tanto las orientadas al
aislamiento como las que podrían verse como de tipo desafiante, muchas
veces son disparadas por emociones intensas del orden de la vergüenza o
tristeza que genera en los adolescentes el fracasar en la misión de
integrarse a grupos sociales y de ser aceptados y entendidos por los
adultos tanto de la familia como de la escuela y la sociedad en general.
La adolescencia es una etapa de asunción de riesgos constantes. Pero
no en términos de los peligros acarreados por conductas consideras de
exceso o desborde, sino que hay un constante riesgo emocional al
exponerse a nuevos grupos, nuevas relaciones interpersonales, nuevos
desafíos y metas por alcanzar. Cada paso que un adolescente da en su
vida implica exponerse y mostrar algo de sí: un pensamiento, una
habilidad, una ideología, una elección... y eso conlleva un riesgo de no
ser aceptado, y la consiguiente frustración, tristeza, autocrítica,
vergüenza, enojo u otras. Muchas veces, cuando un adolescente se
encierra en su habitación o consume sustancias ilícitas o se alcoholiza en
un boliche, se está involucrando en conductas de riesgo real para su
salud o incluso su vida, pero que a la vez pueden estar al servicio de
evitar la exposición al riesgo emocional que traería aparejado el enfrentar
un mundo de pares y de adultos tal cual es, en el que se desea encajar, ser
incluido y respetado. En este sentido, resulta útil diferenciar por un lado
el riesgo adaptativo que los jóvenes asumen en la adolescencia y que –
sin poner en peligro la salud ni la vida del adolescente ni la de otras
personas– les permite explorar el mundo y ensayar distintos roles, y por
otro lado los patrones de conducta que pueden estar asociados a “riesgo
no adaptativo” o impulsividad (Hayes & Ciarrocchi, 2015). Mientras el

252
riesgo adaptativo requiere del desarrollo de ciertas fortalezas de parte de
los jóvenes, así como la puesta en práctica de habilidades sociales e
interpersonales, manejo de emociones y capacidad de resolución de
problemas, los comportamientos asociados a impulsividad y riesgo no
adaptativo pueden estar relacionados a una extrema intensidad de las
emociones y dificultades para regularlas de parte de los adolescentes,
disparando a su vez altos niveles de preocupación y miedo en los adultos
cercanos. En el próximo apartado se abordan precisamente las
complejidades que acarrea la alta intensidad emocional e impulsividad
extrema en los jóvenes.

Cuando creímos que teníamos todas las respuestas, de


pronto cambiaron todas las preguntas

Mucho se ha dicho y escrito sobre qué les pasa a los adolescentes y cómo
acompañar esa etapa de la vida de hijos, sobrinos, alumnos y cualquier
ser querido cercano. Sin embargo, algunas situaciones particulares
pueden hacer que esa información hasta ahora disponible no alcance, o
no encaje, con las necesidades de ciertos adolescentes. Algunas de esas
situaciones se deben a que temáticas nuevas se imponen en la agenda
como ejes de debate con los jóvenes tanto en el seno de la familia como
en la escuela. Temas como el feminismo, el aborto, la diversidad sexual
y de género, la participación en la sociedad política, el cuidado del
planeta y otros, son cuestiones que suelen revertir interés para los
jóvenes de esta época y esto puede ser al mismo tiempo interesante y
desafiante para muchos adultos a la hora de intercambiar o compartir
opiniones sobre estos temas con sus adolescentes. En estas
conversaciones, con frecuencia pueden aparecer posturas extremas,
invalidación de las posiciones divergentes y hasta discusiones acaloradas
donde pueden oponerse ideologías, cuestiones generacionales, morales

253
y/o religiosas, que hagan aumentar el conflicto entre padres e hijos,
alumnos y docentes, etc. Es ahí donde pueden ayudar las habilidades ya
presentadas en otros capítulos, como la validación y la búsqueda de una
postura dialéctica. Para recordar un poco y poder pensarlas en relación a
una interacción con adolescentes, en la parte de Sugerencias de
práctica, que se encuentra al final de este capítulo, se incluye una breve
guía que puede ser de utilidad.
En otro orden de desafíos que presentan los adolescentes en la
actualidad, cabe mencionar algunas problemáticas como el consumo de
sustancias, las dificultades en la conducta alimentaria y la incursión en
conductas de transgresión (ilegales o no) y otras conductas de riesgo para
la propia vida de los adolescentes o la vida o la salud de otros. Entre ellas
se pueden mencionar desde el mantenimiento de relaciones sexuales sin
protección hasta intentos de suicidio o ideación suicida, pasando por
exposición a situaciones sexuales de riesgo (por ejemplo, encuentros con
personas adultas desconocidas o intercambios de fotos o videos de
contenido sexual del que se pueda hacer un uso no consensuado por los
adolescentes), peleas con pares o entre bandas o grupos, fugas del hogar,
conducción temeraria, autolesiones, consumo de alcohol y/o drogas en
contextos inseguros (falta de conocimiento de los efectos, ausencia de
adultos responsables cerca al momento del consumo, combinación
potencialmente letal de distintas sustancias) y muchas otras conductas
que pueden atentar contra la salud o calidad de vida de los adolescentes,
contra la estabilidad de sus vínculos e incluso contra su vida. Muchas de
estas problemáticas suelen tener su inicio en la adolescencia haciendo de
esta etapa un desafío mayor para quienes la atraviesan y para aquellos
que acompañan. También existen casos en los que estas conductas surgen
en la infancia, en esas situaciones el ingreso a la adolescencia de estos
niños puede resultar más problemático o dificultoso de lo que
habitualmente se espera. Sea de inicio en la infancia o en la propia
adolescencia, siempre que un joven presente estas particularidades en su

254
conducta, los adultos responsables pueden experimentar frustración,
confusión y culpa, además de sentirse incomprendidos o incluso
juzgados o criticados por otros padres de adolescentes, por docentes y
por la comunidad de adultos en general, lo cual puede causar
aislamiento, vergüenza, sobrecarga de estrés, mayor frustración y enojo.
Ello a su vez puede generar mayor distancia afectiva respecto del ser
querido que está atravesando su adolescencia con estas dificultades y
hasta generar incomprensión, juicio o crítica hacia ese ser querido,
reproduciéndose aquello que se está recibiendo del entorno.
Nuevamente, es fundamental destacar que las problemáticas y conductas
mencionadas en este párrafo suelen estar asociadas no sólo a la
adolescencia en sí misma sino también a la presencia de un
funcionamiento emocional particular, que solemos llamar desregulación
emocional, concepto ya introducido en capítulos anteriores.

La desregulación emocional en la adolescencia: subiendo la


montaña rusa

Podríamos decir que ser adolescente complica el hecho de presentar


desregulación emocional y el presentar desregulación emocional hace
más difícil a la adolescencia. ¿De qué manera? Las emociones en la
adolescencia, como ya se mencionó anteriormente, se presentan de
manera más intensa y pueden cambiar con mayor rapidez que en otras
etapas de la vida, respondiendo a cambios neurológicos y endócrinos que
se suceden durante esos años, y relacionándose también con la presencia
de nuevas situaciones y desafíos a enfrentar por los jóvenes en esa etapa.
Esto hace que muchas veces resulte difícil, y hasta imposible, diferenciar
un adolescente que está viviendo su mundo emocional de una manera
adaptativa y sin riesgos, y otro que presenta una tendencia a funcionar
con emociones desreguladas, más allá de la etapa evolutiva, y entonces

255
se debe estar alerta. Muchos adolescentes pueden incluso expresar
malestar por notar emociones muy cambiantes y sentirse fuera de control
por ese motivo, lo cual suele ser un indicador que el nivel de intensidad
emocional presente es elevado y debe prestarse particular atención. Las
sensaciones de displacer que más frecuentemente reportan los
adolescentes que empiezan a experimentar desregulación emocional son
la inestabilidad de su estado de ánimo, la confusión y cansancio respecto
de cómo viven las emociones, o bien las sensaciones de vacío y soledad.
Cabe recordar aquí que para hablar de emociones desreguladas no
necesariamente debe haber un correlato de conductas explosivas,
ruidosas o visibles. La desregulación de emociones, como la tristeza o la
vergüenza, llevan a patrones de aislamiento e inacción que suelen pasar
desapercibidos mucho más tiempo que aquellas que esgrimen impulsos
asociados al enojo, por ejemplo.
Una pista importante para diferenciar el cambio emocional
típicamente adolescente y la desregulación emocional, se encuentra en
las conductas. Aun así, no existe una receta universal que pueda
garantizar qué conductas pertenecen a la adolescencia típica y cuáles
indican alguna problemática que es necesario atender y para la cual
resultaría útil buscar ayuda profesional, como una consulta psicológica o
psiquiátrica. No obstante, hay algunos parámetros que pueden ser tenidos
en cuenta para acercarse a saber si determinadas conductas son
esperables de cualquier adolescente o si deben ser objeto de atención
especializada. Uno de esos parámetros es la función que dicha conducta
cumple, otro es la frecuencia o intensidad de la conducta en cuestión y
otro es el impacto que tiene en la vida del adolescente, en cuanto a si
permite que se mantenga direccionado a los objetivos que tiene para su
vida o si resulta un obstáculo para la consecución de los mismos. Si se
toma como ejemplo el uso de sustancias psicoactivas en adolescentes,
podemos en principio evaluar la frecuencia y cantidad que consume, para
discriminar si se trata de una experimentación, un uso habitual o un

256
abuso de las mismas. Vinculado a ello están las consecuencias en la
salud, que serán de diferente nivel según la frecuencia y cantidad que se
consume, y también el nivel de obstaculización de los objetivos y
actividades del adolescente, según el tipo de consumo. Un consumo
habitual, incluso cuando no llegue a considerarse una adicción, y
dependiendo de la sustancia de que se trate, puede fácilmente
obstaculizar las actividades académicas o deportivas de cualquier
persona o incluso vulnerabilizar emocionalmente al adolescente y
aumentar las posibilidades de que aparezcan emociones intensas y
difíciles de manejar. Por último, por “función de la conducta” se entiende
el “para qué” de la misma. De esta forma, en el ejemplo planteado, se ve
que la conducta de consumir una sustancia psicoactiva puede responder a
un intento por evitar el contacto o reconocimiento de emociones
desagradables como tristeza o vergüenza, puede orientarse a generar una
imagen de sí mismo más aceptada en determinado grupo de pares, puede
orientarse a mostrar descontento con las normas o reglas familiares o
sociales o puede relacionarse simplemente con un intento de
experimentación de emociones diferentes, respondiendo a la mera
curiosidad.
A continuación, se presenta un cuadro en el que se describen algunas
conductas o actitudes típicamente encontradas en adolescentes y otras
que debieran considerarse motivo de preocupación. Es de especial
importancia tener en cuenta que no se trata de categorías estancas sino de
un continuo, en donde el límite entre lo que pertenece a la primera
columna y lo que está en la segunda puede no ser tan claro y mucho
menos debe establecerse de manera rígida. Pueden más bien pensarse
como gradientes y es aquí donde los parámetros antes mencionados,
como la frecuencia, intensidad, duración y función de la conducta,
pueden marcar la diferencia. Cabe aclarar que también es útil tener en
cuenta el tiempo que lleva presentándose la conducta que esté generando
preocupación, la cantidad de situaciones o contextos diferentes donde

257
esta se repite (por ejemplo, la conducta de reaccionar con enojo y hablar
levantando la voz puede presentarse únicamente en la relación padres-
hijo o puede darse en el ámbito familiar y también el colegio, además de
aparecer peleas con docentes y distanciamiento de grupos de amigos).

¿Qué es típico en los adolescentes y qué es motivo de


preocupación?

Típico de la adolescencia No típico: Motivo de


Preocupación

1. Aumento del “mal humor” o Estados de ánimo intensos,


poca predisposición a conversar dolorosos y duraderos; conducta
o compartir actividades en el completamente dependiente del
hogar o la vida familiar. estado de ánimo del momento,
depresión mayor o ataques de
pánico; pensamientos o
expresiones referentes al
autodaño o suicidio.

2. Mayor conciencia de sí Fobia o aislamiento social;


mismo, sensación de sentirse “en perfeccionismo o estándares no
el centro de la escena” la mayor realistas respecto de sí mismos;
parte del tiempo, aumento del atracones, purgas o restricción en
foco sobre la imagen corporal. la alimentación; obsesión
respecto de la imagen personal o,
al contrario, negligencia marcada
sobre la propia apariencia e
higiene.

3. Pérdida de tiempo aumentada, Múltiples distracciones al punto

258
pasar varias horas en un mismo de no ser capaz de completar
lugar (la habitación, por tareas o proyectos, falta de
ejemplo) y haciendo una única focalización que interfiere con el
actividad (mirar series, escuchar trabajo o tareas diarias, atrasos
música o estar en redes sociales). habituales a compromisos
académicos o sociales
agendados.

4. Conflicto padres-adolescente Agresión física o verbal hacia


aumentado. padres, fugas del hogar.

5. Experimentación con drogas, Abuso de sustancias, venta de


alcohol o cigarrillos. drogas, uso de sustancias de
forma cotidiana en el grupo de
pares.

6. Sensación de Invulnerabilidad Múltiples accidentes, manejo o


(puede llevar a un aumento en la búsqueda de armas de fuego,
búsqueda de sensaciones o toma de riesgos excesiva (ej.
involucrarse en conductas hacer skate en lugares peligrosos
potencialmente riesgosas para la como las vías, manejar ebrio o a
salud). velocidades excesivas),
involucrarse en conductas ilícitas
o transitar por zonas de alto nivel
de delincuencia. Riesgo de vida
o daño severo a la salud.

7. Estrés ante la transición desde Rechazo al colegio, ejercer o ser


un nivel de educación formal al víctima de bullying, falta de
siguiente (ejemplo: inicio o conexión con la escuela o pares;
finalización del secundario). ausentismo, fracaso o abandono
escolar.

259
8. Aumento en el idealismo y Cuestionamiento rebelde de las
criticismo, participación en reglas y convenciones sociales;
discusiones; postura obstinada o causando problemas con
terca en defensa de su propio miembros de la familia,
punto de vista. profesores u otros que revistan
autoridad sobre el adolescente.

9. Aumento en la madurez Promiscuidad sexual o múltiples


sexual; interés o parejas sin cuidado para el
experimentación sexual. propio cuerpo o la salud,
prácticas sexuales no seguras o
donde interviene la violencia,
embarazos no deseados.

10. Sentir elevado estrés ante la Sentirse paralizado por la


toma de decisiones cotidianas. indecisión, no avanzar en las
metas por inhibición de las
acciones necesarias.

11. Aumento en el deseo de Aislamiento de la familia;


privacidad. ruptura de la comunicación,
mentira habitual y ocultamiento
de información, situaciones u
objetos.

12. Gran interés en la tecnología Pasar demasiadas horas por día


y uso de redes sociales. en dispositivos electrónicos,
navegación en sitios web de alto
riesgo (ejemplo: “deepweb”);
conocer casualmente parejas en
redes sociales y revelar

260
información íntima o compartir
fotos o videos (“sexting”),
publicaciones demasiado
personales en las redes.

13. Habitación desordenada. Comida en mal estado; ropa


sucia cubriendo el suelo,
imposibilidad de encontrar lo
básico.

14. Ciclo de sueño retrasado Mantenerse despierto casi toda la


(mantenerse despierto hasta muy noche frecuentemente; dormir
tarde y dormir también hasta casi todo el día; estar
tarde los fines de semana o habitualmente retrasado (o
incluso en la semana). ausente) en actividades
obligatorias debido al esquema
de sueño.

En el cuadro precedente (Rathus & Miller, 2015) se muestran sólo


algunos ejemplos, existiendo muchas otras conductas que generan
confusión en relación a si son típicas o no típicas de la adolescencia.
Como línea general, conviene tener siempre en cuenta el contexto en el
que las conductas suceden, y apelar a la comunicación con el adolescente
como la herramienta más efectiva para saber si se trata de cuestiones
esperables de la etapa o se debe buscar ayuda. Cuando esto no sea claro
y la duda se mantenga, la recomendación es siempre hablar con adultos
que estén en contacto con el adolescente en otros ámbitos fuera de la
familia (la escuela, por ejemplo) y consultar a especialistas. Ampliar la
red de cuidadores del adolescente ayuda a disminuir el estrés de los

261
adultos que están en esa función y aumenta las chances de que el
adolescente reciba ayuda efectiva y rápida.

Acompañar una adolescencia con emociones intensas:


convirtiéndose en equilibrista

Continuando con los desafíos que la adolescencia presenta, merece


especial atención el hecho de que estos no se multiplican sólo para los
adolescentes sino también para los adultos que los acompañan en los
distintos contextos, principalmente para los padres. De forma didáctica y
para ordenarlos se citan en este apartado tres ejes en los que pueden
presentarse los mayores desafíos para las familias durante esta etapa.
Cada uno de estos ejes presenta dos tendencias opuestas en relación a un
punto difícil de la crianza de adolescentes, con sus correspondientes
posturas extremas posibles. A continuación, se presentan sintéticamente,
al tiempo que se ofrecen herramientas para pensar de qué manera esas
tendencias pueden equilibrarse para acercar esas posturas extremas a un
punto medio o postura dialéctica.

1. Patologizar conductas típicas vs. normalizar conductas patológicas

Tal como se describió recientemente, una de las tareas difíciles para los
adultos que acompañan a sus seres queridos en la transición de la
adolescencia a la adultez, es diferenciar qué conductas son esperables o
típicas de la etapa y cuáles pueden asociarse a una problemática
particular. Así, un primer dilema en el que debe ponerse atención, ante el
riesgo de caer en alguna de las posturas extremas, es el que alude a
patologizar conductas típicamente adolescentes, por un lado, y tomar a la
ligera conductas problemáticas, por el otro. Debido al caos y confusión
que implica ser cuidadores de adolescentes, es fácil encontrar ambas

262
tendencias extremas, así como también la oscilación constante entre un
polo y el otro.
Tanto el sobrereaccionar ante conductas que son esperables para la
adolescencia como el minimizar conductas potencialmente patológicas
pueden llevar a actuar de maneras que no sólo no ayuden al adolescente,
sino que además den origen a conflictos en la interacción padre o madre-
hijos o docente-alumnos, etc. El castigo o desaprobación de conductas
que son típicas de la etapa puede generar en los jóvenes la sensación de
no ser comprendidos y con ello emociones como enojo, frustración y
luego distanciamiento –emocional y real– respecto de aquellas figuras
adultas que en sus discursos o conductas evidencien esta postura crítica.
Por su parte, ignorar o considerar normales conductas que puedan estar
asociadas a una problemática de extremo sufrimiento emocional del
adolescente o a un riesgo real para la salud o vida de este puede
aumentar justamente el peligro, al permitir que dichas conductas
continúen o incluso se agraven o hagan más frecuentes. Asimismo, al
detectar esta escasa atención o preocupación de los adultos respecto de
sus actitudes o conductas, los jóvenes que atraviesan estas situaciones
pueden sentirse descuidados, poco queridos o pensar que no cuentan con
el mundo adulto para que los ayuden en sus problemas.

2. Control autoritario vs. permisividad

Es común que en la adolescencia de los hijos aparezcan conflictos


familiares que no estaban presentes durante la infancia y gran parte de
esos posibles desacuerdos se relacionan con el manejo de los permisos y
límites. Una vez atravesada la infancia, aparecen nuevas actividades de
las que los ahora adolescentes pueden querer participar, muchas de ellas
adaptativas y acordes a la edad. Algunas de ellas implican salir de noche,
pasar más tiempo con amigos o parejas, frecuentar lugares nuevos, asistir
a fiestas o recitales y muchas otras. La decisión sobre acceder o no a

263
cada pedido de un adolescente suele abarcar diferentes variables, como
el nivel de conocimiento que se tenga sobre el contexto o lugar al que el
adolescente concurrirá, la consideración que se tenga en relación a si lo
solicitado corresponde o no a la edad, los miedos o prejuicios de los
padres en relación a la actividad en cuestión o las ideas acerca de lo que
es indicado o no para los adolescentes en general.
Por un lado, la tendencia a la permisividad en los padres suele ser del
agrado de los adolescentes, ya que el carecer de límites estrictos facilita
para ellos el acceso a sus objetivos inmediatos, como realizar salidas con
amigos o parejas. Sin embargo, en contextos extremadamente
permisivos, los jóvenes no aprenden a negociar límites, a justificar sus
pedidos, a comprometerse con el cumplimiento de normas (por ejemplo,
horarios de llegada), ni a diferenciar cuáles actividades o conductas
pueden ser de riesgo o inapropiadas para su edad. Sumado a ello, en
algunos adolescentes la ausencia de límites en el ámbito familiar, puede
generar descontrol conductual que sólo puede ser acotado luego por
límites impuestos por instituciones externas a la familia, como la escuela
o incluso la justicia. Finalmente, los intentos tardíos de instalación de
límites, luego de años de estilo permisivo de crianza, suele resultar un
disparador de confusión y frustración en los adolescentes y convertirse
en una importante fuente de conflicto.
En el caso contrario, cuando el control es rígido y el adolescente lo
siente como autoritario y/o arbitrario, solemos encontrar constantes
conflictos y discusiones entre padres e hijos, mentiras u ocultamiento
desde los jóvenes para lograr hacer las cosas que desean aun no teniendo
el permiso para ello, llegando incluso a ocultar situaciones de riesgo en
las cuales podrían necesitar la ayuda o acompañamiento de los padres. Al
mismo tiempo, y al igual que ocurre en el caso de la patologización de
conductas típicas ante descripto, el control excesivo puede generar
sensaciones de incomprensión desde el mundo adulto, invalidación,
frustración y enojo hacia las figuras de las que proviene esta autoridad. A

264
nivel conductual, los adolescentes pueden ubicarse en dos posturas
respecto de esta tendencia parental hacia el exceso de control: o bien
orientarse hacia una escalada conductual en actitud de desafío de los
límites que sienten como rígidos o bien mantenerse en extrema
obediencia. Las conductas originadas por la escalada y la actitud
desafiante mencionada, pueden llevar a fugas del hogar por ejemplo,
mientras que en el polo del acatamiento de los límites, pueden aparecer
en el adolescente conductas de aislamiento respecto del grupo de pares y
actitudes críticas hacia los mismos, así como también sensaciones
vinculadas a sentirse diferente de sus amigos o compañeros de estudio u
otras actividades que tengan un mayor grado de libertad.

3. Fomentar autonomía vs. reforzar dependencia

Un desafío fundamental para padres de adolescentes es saber qué grado


de independencia otorgarles en cada momento y en qué áreas concederla.
En esta decisión influyen varios factores: la mayor o menor presión que
ejerce cada adolescente pidiendo permisos y libertades, las opiniones de
otros adultos de la familia o el entorno social, los miedos de cada padre o
madre, el contexto de pares en el que se mueve cada adolescente, las
costumbres de cada comunidad, algunos principios morales o religiosos
y muchas variables más que hacen sumamente difícil saber cuál sería la
postura más equilibrada en relación a este aspecto. Algunas veces
podemos encontrar falta de acuerdo entre los dos progenitores del
adolescente respecto de cuánta autonomía debería otorgárseles o
fomentarse, desacuerdo que genera aún mayores complicaciones cuando
aparece.
Dentro de las dos posturas extremas que los padres suelen transitar, el
fomentar excesiva autonomía se refiere a otorgar altos grados de libertad
pero también responsabilidad al adolescente, dejando en sus manos no
sólo la posibilidad de decidir sobre sus salidas y horarios sino también

265
las obligaciones vinculadas a asuntos como la organización de tiempos,
la administración del dinero a través de una suma fija semanal o
mensual, el manejo de los aspectos de la salud y educativos y resolución
de problemas vinculados a esos ámbitos (por ejemplo, decidir si tomar
clases de apoyo en alguna materia, conseguir profesores, organizar
turnos de las clases, pedir turnos médicos, etc.). También puede implicar
poner en ellos responsabilidades mayores como cuidado de hermanos,
salir a trabajar (colaborando o no económicamente en el hogar) o tener a
cargo tareas importantes del mantenimiento de la casa. Esta tendencia en
los adultos cuidadores puede generar en el adolescente la satisfacción de
no tener límites impuestos por los adultos y disfrutar de su libertad, al
tiempo que la responsabilidad que trae aparejada dicha autonomía puede
generar sobrecarga y estrés en algunos jóvenes.
En el extremo opuesto, el reforzar excesivamente la dependencia
puede verse en la tendencia a resolver por el adolescente cuestiones
sencillas, que por su nivel madurativo podría resolver por sí mismo de
forma efectiva, como por ejemplo el colaborar en tareas de la casa, el
trasladarse de un lugar a otro de la ciudad solo o con sus pares sin
presencia del adulto –aunque con sus indicaciones y consejos– o el
hablar con un docente para pedir un permiso, la revisión de un examen o
resolver un malentendido. Asimismo, la postura de mantener en los
adolescentes la dependencia respecto de la familia suele traer aparejado
límites a las salidas o actividades con amigos, horarios estrictos a
cumplir y mayor cantidad de tiempo en familia o en el hogar que
compartido con pares y en espacios de socialización externos. Para
jóvenes con tendencia a la inhibición y timidez, esto puede resultar
confortable y hasta reforzar la evitación de situaciones sociales o de
desafíos que impliquen habilidades interpersonales, lo cual a largo plazo
no resulta efectivo para el desarrollo saludable de los adolescentes. Por
otra parte, en adolescentes con características de extroversión o insertos
en círculos de pares que tienen mayor grado de independencia, puede

266
generar frustración y enojo, discusiones con los adultos responsables,
desafío a los límites, mentiras y aumento de la conflictividad
adolescente-padres.
¿Cómo se llega a una postura dialéctica? En primer lugar, es
importante dejar claro que no hay recetas universales en relación a
cuánta autonomía o dependencia debe tener cada adolescente en cada
etapa de su juventud. Es fundamental evaluar su nivel de madurez, su
entorno, sus conductas y su estilo de socialización. Siempre es
recomendable que la autonomía se otorgue de manera progresiva y se
avance cada vez hacia un mayor grado de la misma siempre que la
respuesta vaya siendo favorable, que el adolescente vaya pudiendo
manejar su libertad y responsabilidad sin ponerse en riesgo y que se
observe que va contando cada vez con mayor conocimiento y capacidad
para afrontar desafíos cotidianos en el camino hacia la adultez. La
recomendación para padres es ayudar al adolescente a ir dando esos
pasos hacia la autonomía, “empujándolo” suavemente cuando aparece la
evitación y al mismo tiempo estar presentes orientando y acompañando
en las nuevas tareas que el joven enfrente, sosteniéndolo en esos
desafíos. Al final de este capítulo se incluye una ficha de práctica para
que cada familiar adulto pueda identificar en qué punto de estos tres ejes
se encuentra en relación a su ser querido adolescente y para que intente
acercarse a una postura equilibrada.

Tener los hijos que siempre se soñó tener vs. ser los padres que
siempre se soñó ser

Finalmente, unas palabras sobre un concepto ya mencionado en otros


capítulos, pero que merece especial atención cuando se trata de
acompañar a adolescentes con desregulación emocional: la aceptación.
Precisamente el entrecruzamiento de la vulnerabilidad inherente a la

267
adolescencia con la desregulación de las emociones genera en los
familiares conductas orientadas al control sobre los adolescentes y
tendientes a evitar la aparición de situaciones de riesgo no sólo para estos
jóvenes sino también para la familia conviviente. Es entonces cuando se
torna más dificultoso el poner en práctica la aceptación y el dejar de lado
algunas estrategias de control, las cuales tal vez hasta han resultado
efectivas –al menos en el corto plazo– para prevenir situaciones de
peligro. Por ello, es imprescindible recordar que la actitud de aceptación
es hacia las propias emociones y las de los adolescentes que se está
acompañando, así como hacia el hecho de que durante la adolescencia
los hijos pueden diferenciarse de cómo se los imaginó o soñó. Entonces,
el desafío para los adultos que los rodean es aceptar que esos seres
queridos que están desarrollando su propia identidad pueden elegir ser de
una manera diferente a lo esperado y, junto con esa aceptación, practicar
la predisposición para ayudarlos a desarrollar su mayor potencial en la
vida que están construyendo. Es precisamente en esa tarea de
acompañarlos y ayudarlos a desplegar su mejor versión que se torna
necesario abandonar ciertos intentos de control que se presentarían como
imposiciones de aquello que padres o familiares quieren para ellos. De
esta forma, al mismo tiempo que se los ayuda a cambiar conductas no
efectivas a largo plazo, los adolescentes necesitan saber y sentir que sus
adultos importantes los aceptan a ellos y a sus elecciones y decisiones.
En esa tarea es central reconectar con el tipo de padres que se soñó ser e
intentar acercarse a la versión más deseada, por parte de sus hijos
adolescentes, de esos adultos acompañantes. Para este proceso, ayuda
alejarse de una postura juiciosa o evaluadora y dirigirse con compasión
tanto hacia los jóvenes como hacia sí mismos como familiares
atravesando un proceso difícil y a veces doloroso. En la sección
Sugerencias de práctica de este capítulo se incluyen algunas ideas para
practicar la compasión hacia los adolescentes de la familia. El camino
para dejar a los adolescentes ser lo que desean ser, tal como ellos

268
reclaman y a la vez sin descuidarlos, es enfocarse una y otra vez en ser
los padres que siempre se quiso ser, aceptando las adversidades y
manteniendo una actitud compasiva hacia quienes están intentando
superar obstáculos para convertirse en la mejor versión de sí.
Finalmente, recordar también los adolescentes que sufren de
desregulación emocional pueden construir una vida que valga la pena ser
vivida. Con subidas y bajadas más pronunciadas quizás, con un mayor
nivel de sensibilidad al cual deberán cuidar y a la vez desde el cual se
conectarán con otras personas y con el mundo de una manera particular y
única, pero ni mejor ni peor que la de aquellos que viven sus emociones
de forma menos intensa o revolucionada. Aun con ese modo especial de
vivir las experiencias emocionales, los jóvenes con desregulación
también pueden, con el apoyo de sus referentes adultos, desarrollar la
mejor versión de ellos mismos para construir esa vida que para ellos
tenga sentido ser vivida.

Sugerencias de práctica

Práctica 1: pasos para practicar validación al conversar con un ser


querido adolescente (con o sin desregulación emocional)
1. Escuchar atentamente la opinión del adolescente sobre el tema del
que se trate, sin interrumpir ni hacer gestos que puedan evidenciar
desacuerdo o desaprobación de lo que está expresando.
2. Intentar mostrar curiosidad e interés en su opinión. La clave para
lograrlo es genuinamente interesarse en qué piensa.
3. ¡Recordar que no es necesario estar de acuerdo!
4. Tener presente que la diferencia generacional brinda contextos muy
diferentes desde los que se enfocan muchos temas y desde los que
se construyen las opiniones. Ningún contexto es más adecuado o

269
correcto que el otro, ambos en conjunto pueden enriquecer la
mirada sobre tema.
5. Evitar respuestas que empiecen con las palabras “no” y “pero”, así
como también frases asociadas a que “entenderá cuando sea mayor”
o que insinúen que la postura del adolescente está únicamente al
servicio de contradecir a los adultos o autoridades.
6. Si aparecen pensamientos asociados a la falta de experiencia del
adolescente, el escaso conocimiento del mundo adulto o la poca
información que pueda tener sobre el tema de debate, dejar pasar
esos pensamientos y volver la atención a lo que está diciendo el
adolescente.
7. No dejar de expresar el propio punto de vista sobre el tema, aun si
es diferente o contrario, explicitando que esa es también una
opinión y está en igualdad de importancia que la que acaba de
manifestar tu ser querido.
8. Proponer lecturas o material audiovisual sobre el tema, asumir el
desafío de abordar el material juntos para nutrir ambas posiciones,
manteniendo el respeto mutuo.
9. No evitar el tema en posteriores charlas. Idealmente –y si es posible
y auténtico– terminar la charla mencionando la importancia que
tiene haberla mantenido y agradeciendo que el adolescente esté
dejando conocer sus posturas e ideas.
10. Tomar esos intercambios como una oportunidad para modelar en los
adolescentes la capacidad de dialogar respetuosamente y pensar de
manera flexible, considerando otras perspectivas.

Práctica 2: Desarrollando la compasión hacia los adolescentes


Pensando en tu ser querido adolescente con quien estás atravesando
dificultades en este momento, intenta responderte a estas preguntas:
a. ¿Qué es lo que más amas de él o ella? Busca alguna conducta,
gesto, frase o característica que te guste, te divierta, te genere

270
ternura o te enorgullezca y trata de recordar una situación concreta
del último tiempo en la que ese detalle se hizo evidente en tu
adolescente.
b. Recordando ese momento, ¿qué emoción te surge? ¿Qué tendrías
ganas de hacer si tuvieras nuevamente a tu adolescente enfrente
tuyo teniendo esa conducta o haciendo ese gesto o mostrando esa
particularidad?
c. ¿Qué cosas de tu adolescente te recuerdan a los años de su infancia
o a un momento anterior a que empiecen las dificultades? Busca
también alguna conducta, gesto, actitud o frase que repita y te
recuerde a su niñez. Puedes ayudarte buscando fotos o videos de
años anteriores.
d. Ahora intenta recordar una conducta reciente de tu adolescente que
te haya generado frustración, decepción o enojo. Trata de imaginar
qué emoción pudo haber estado sintiendo él o ella en ese momento.
e. Y detrás de esa emoción que observaste, ¿cuál otra pudo haber
estado sintiendo? Por ejemplo, si notaste enojo, ¿puedes inferir
tristeza, miedo o vergüenza detrás de ese enojo?
f. Tomando esta última emoción que encontraste en el punto e), trata
de recordar momentos de su infancia en que sentía eso mismo. ¿Qué
emoción te aparece ahora cuando recuerdas esos momentos de
vulnerabilidad de tu hijo o hija durante su niñez?
g. Por último, una invitación: cuando te aparezca enojo, frustración o
decepción ante las conductas o actitudes de tu adolescente vuelve
una y otra vez a practicar estos puntos.

Práctica 3: Ejes dilemáticos para padres u otros familiares de


adolescentes: ¿En qué punto te estás parando? ¿Estás haciendo
equilibrio?
En los siguientes tres casos, intenta responder las siguientes preguntas.

271
1. De patologizar conductas típicas a normalizar conductas patológicas
a. Marca en la siguiente línea el lugar donde crees que te ubicas en el
continuo, según si tu postura tiende hacia alguno de los dos extremos
o si se encuentra en el centro:

Patologizar conductas Normalizar conductas


típicas patológicas

b. Intenta pensar dos o tres ejemplos puntuales de conductas tuyas en


relación a tu ser querido adolescente que hagan que te ubiques en ese
punto del continuo que marcaste.
c. ¿En qué punto de ese mismo continuo crees que tu adolescente te
ubicaría? (Márcalo en la misma línea, con otro color).
d. ¿Dónde crees que te ubicarían los otros adultos de la familia (abuelos,
pareja, el otro progenitor)? Marca en la línea el punto en el que
supones que te ubicarían los adultos de la familia que para ti son
importantes y conocen de cerca la relación que mantienes con tu
adolescente.
e. ¿Qué acción concreta puedes llevar a cabo para acercarte un paso
hacia el centro de ese continuo?
f. ¿Qué emoción te genera imaginarte llevando a cabo esa acción
concreta?
g. ¿Puedes imaginarte dando igualmente ese paso y al mismo tiempo
sostener esa emoción?
h. ¿Qué consecuencias temes que tenga esa acción?
i. ¿Crees que esas consecuencias te afectarían negativamente a ti, a tu
adolescente o a la relación?
j. ¿Qué puede traer de efectivo o positivo, en el mediano o largo plazo, el
dar ese paso hacia el centro del continuo?

272
2. Del control autoritario a la permisividad
a. Marca en la siguiente línea el lugar donde crees que te ubicas en el
continuo, según si tu postura tiende hacia alguno de los dos extremos
o si se encuentra en el centro:

Control Autoritario Permisividad

b. Intenta pensar dos o tres ejemplos puntuales de conductas tuyas en


relación a tu ser querido adolescente que hagan que te ubiques en ese
punto del continuo que marcaste.
c. ¿En qué punto de ese mismo continuo crees que tu adolescente te
ubicaría? (Márcalo en la misma línea, con otro color).
d. ¿Dónde crees que te ubicarían los otros adultos de la familia (abuelos,
pareja, el otro progenitor)? Marca en la línea el punto en el que
supones que te ubicarían los adultos de la familia que para ti son
importantes y conocen de cerca la relación que mantienes con tu
adolescente.
e. ¿Qué acción concreta puedes llevar a cabo para acercarte un paso
hacia el centro de ese continuo?
f. ¿Qué emoción te genera imaginarte llevando a cabo esa acción
concreta?
g. ¿Puedes imaginarte dando igualmente ese paso y al mismo tiempo
sostener esa emoción?
h. ¿Qué consecuencias temes que tenga esa acción?
i. ¿Crees que esas consecuencias te afectarían negativamente a ti, a tu
adolescente o a la relación?
j. ¿Qué puede traer de efectivo o positivo, en el mediano o largo plazo, el
dar ese paso hacia el centro del continuo?

273
3. De fomentar autonomía a reforzar dependencia
a. Marca en la siguiente línea el lugar donde crees que te ubicas en el
continuo, según si tu postura tiende hacia alguno de los dos extremos
o si se encuentra en el centro:

Fomentar autonomía Reforzar dependencia

b. Intenta pensar dos o tres ejemplos puntuales de conductas tuyas en


relación a tu ser querido adolescente que hagan que te ubiques en ese
punto del continuo que marcaste.
c. ¿En qué punto de ese mismo continuo crees que tu adolescente te
ubicaría? (Márcalo en la misma línea, con otro color).
d. ¿Dónde crees que te ubicarían los otros adultos de la familia (abuelos,
pareja, el otro progenitor)? Marca en la línea el punto en el que
supones que te ubicarían los adultos de la familia que para ti son
importantes y conocen de cerca la relación que mantienes con tu
adolescente.
e. ¿Qué acción concreta puedes llevar a cabo para acercarte un paso
hacia el centro de ese continuo?
f. ¿Qué emoción te genera imaginarte llevando a cabo esa acción
concreta?
g. ¿Puedes imaginarte dando igualmente ese paso y al mismo tiempo
sostener esa emoción?
h. ¿Qué consecuencias temes que tenga esa acción?
i. ¿Crees que esas consecuencias te afectarían negativamente a ti, a tu
adolescente o a la relación?
j. ¿Qué puede traer de efectivo o positivo en el mediano o largo plazo, el
dar ese paso hacia el centro del continuo?

274
Referencias

Frank, A. (1947). El diario de Ana Frank. Berbera Ediciones (edición en


español).
Hayes, L. & Ciarrochi, J. (2015). The Thriving Adolescent. Context Press
– New Harbinger Publications, Inc.
Mazza J., Dexter-Mazza, E., Miller, A., Rathus, J. & Murphy, H. (2016).
DBT Skills in Schools: skill training for Emotional Problem Solving
for Adolescents (DBT STEPS-A). New York: The Guilford Press.
Miller, A. & Glinski, J. (2000). “Youth Suicidal Behavior: Assessment
and Intervention”. Journal of Clinical Psychology, Vol. 56(9), pp.
1131–1152. John Wiley & Sons, Inc.
Rathus, J. & Miller, J. (2015). DBT Skills Manual for Adolescents. New
York: The Guilford Press.

275
CAPÍTULO 14
DESREGULACIÓN EMOCIONAL Y PROBLEMAS DE
LA CONDUCTA ALIMENTARIA

276
CAPÍTULO 14
Desregulación emocional y problemas de la
conducta alimentaria

Mg. Florencia Duthu y Lic. Gabriela Rodríguez Rey

Las formas de comer determinan nuestro estilo y calidad de vida, y el


equilibrio entre lo que necesitamos como nutrientes y el lugar rápido o
sagrado que le damos a los alimentos. La frase acuñada por expertos en
nutrición “somos lo que comemos” ha intentado poner a la alimentación
en un lugar de espacio natural y al mismo tiempo presente y consciente,
apuntando a generar calidad de vida. Así es como cuando existe una
perturbación en relación a la comida, el impacto en el ambiente familiar
tiene alta relevancia, el hogar sufre, y altera su funcionamiento en el
espacio alimentario. La mesa ya no es la misma, la forma de ofrecer
alimentos cambia, comenzamos a sentir tensión en relación a lo que
nuestro ser querido expresa y muestra con su comida cotidiana. Este
impacto no sólo se da en los momentos y horarios de las comidas sino
también en las compras, preparación y cocción de las mismas. Tener a un
ser querido aquejado por un desorden alimentario implicara un desafío a
los recursos de que disponemos para lidiar con esto y poder ayudar de
forma efectiva. En principio poder comprender qué son los trastornos de
la conducta alimentaria y así mismo cómo se desarrollan es esencial para
luego comprender cuáles son las mejores estrategias a utilizar.

277
¿Qué son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)?

Los desórdenes alimentarios se caracterizan por perturbaciones


significativas en los hábitos alimentarios como la restricción extrema y
no saludable de la ingesta de alimentos y/o el comer excesivamente;
también puede incluir conductas que intentan compensar esas ingestas
(ayuno, vómitos, abuso de laxantes, ejercicio físico excesivo, etc.). Estos
desórdenes abarcan factores psicológicos, físicos y cuestiones del medio
ambiente en las causas para la aparición, el desarrollo y el
mantenimiento de los mismos. Estos trastornos presentan síntomas tales
como insatisfacción con la imagen corporal o una influencia anormal de
esta en la valoración personal, preocupación persistente por la comida, el
peso y/o la forma corporal y el uso de medidas no saludables para
controlar o reducir el peso, los cuales derivan en un deterioro
significativo del bienestar psicosocial y físico de quienes los sufren,
impactando fuertemente en toda la familia.
La complejidad en el abordaje de los TCA requiere trabajar en
regularizar la ingesta alimentaria ya que pasar por periodos de restricción
(más de cuatro horas sin comer, comer porciones reducidas o no
variabilidad de alimentos) vuelve al ser querido vulnerable a emociones
no deseadas y también a atracones. Por ello uno de los objetivos será
regularizar la ingesta alimentaria de modo que haya variabilidad por un
lapso no mayor a tres o cuatro horas. Del mismo modo, es importante
comprender que el comenzar con la restricción o tener un atracón
normalmente puede estar disparado por la experiencia de una emoción
intensa que no encuentra una manera efectiva de ser gestionada.
Es así como también a lo largo de un tratamiento nuestro ser querido
aprenderá nuevas maneras de identificar y gestionar sus emociones,
resolviendo problemas de forma que impacten adecuadamente en su
calidad de vida.

278
Estar atentos y observar

Existen unas primeras señales que podemos observar en un ser querido


que comienza a atravesar un TCA. La habilidad de estar atentos implica
el observar, notando esas señales, para poder dar cuenta de su frecuencia
y el modo en el que se dan dichos comportamientos, cómo aparece el
TCA, dónde lo observo, en qué momento empiezo a notar variantes en el
modo de comer de mi ser querido, su postura, sus reacciones
conductuales alrededor del momento de comer. Podemos observar:
1. Cambios de peso: los niños necesitan y deberían aumentar de peso
de una manera predecible y, si no aumentan de peso o, más
problemáticamente, lo pierden, esto podría ser una señal de
advertencia. En adolescentes y adultos a menudo se debe estar
atentos a fluctuaciones (perdidas y aumentos) de peso que podrían
reflejar cambios en los patrones de alimentación.
2. Evitar las comidas familiares: las comidas familiares fomentan
hábitos alimenticios saludables y una señal a tener en cuenta es si
las mismas tratan de ser evitadas. Puede que aparezca la insistencia
en que ya ha comido con amigos o que se niegue a comer frente a
otros miembros de la familia. Otras banderas rojas son una
preocupación excesiva sobre la forma en que se preparan los
alimentos (por ejemplo, fritos frente a horneados, con o sin
mantequilla), una obsesión con tamaños de porción (demasiada o
muy poca comida) y lectura repetitiva de etiquetas. Comidas que
antes eran preferidas se transforman en no saludables o las
rechazan.
3. Adoptar una dieta específica o plan de comidas: el ser querido que
muestra un repentino interés en una dieta de moda o un plan de
alimentación aparentemente “saludable” podría estar motivado por
buscar perder de peso y en estos casos se requiere estar alerta. La
rigidez con la que se siga este plan de alimentos o la intensidad de

279
la frustración cuando no logran seguirlo será un indicador en las
señales de alarma en relación al estar atravesando un TCA.
4. Falta comida en el hogar: en los TCA puede existir presencia de
atracones y, por consiguiente, que nuestro ser querido esconda
alimentos en sus habitaciones y los consuma en secreto cuando no
haya nadie cerca. Así es como puede ocurrir que la comida de
alacenas desaparezca y/o aparezcan paquetes vacíos de comida en
armarios del cuarto o debajo de su cama, etc.
5. Aumento de la actividad física: el ejercicio físico compulsivo puede
aparecer en los TCA. Así es como se tendrá que estar a atento a la
cantidad de veces y tiempo que se le otorga al mismo. Del mismo
modo en que se note la frecuencia también debe notarse la respuesta
emocional si por cualquier motivo su práctica de actividad física se
ve interrumpida.
6. Mayor enfoque en la apariencia: esto puede verse reflejado por un
aumento en la frecuencia con impacto emocional de estar frente al
espejo o el pesarse. Si bien no es inusual que los jóvenes se sientan
cohibidos o carezcan de confianza en el cuerpo, evitar la playa,
piscina, usar ropa holgada para ocultar su cuerpo podrían ser signos
de un problema mayor.
7. Cambio en el comportamiento: junto con los cambios anteriores
podremos notar también que si nuestro ser querido tiene cambios en
el rendimiento escolar/laboral o con sus vínculos sociales esto
puede dar cuenta de que está atravesando un problema.
8. Pico de interés en la cocina: puede parecer extraño que alguien con
un TCA quiera cocinar o preparar alimentos para otros, pero no es
raro. Esto puede relacionarse con una necesidad de control, o ser un
recordatorio del cerebro, diciéndole a una persona hambrienta que
necesita comer.

280
El modo y el momento de decir a nuestro ser querido que estamos
preocupados y observamos cambios que nos entristecen, debe ser
descriptivo, sin juicio ni críticas, sin acusaciones o tono de reto y
podemos usar la habilidad de te veo descripta más adelante.

Psicoeducación: ¿Cómo comenzó todo esto?

Los trastornos alimentarios no comienzan de un día para el otro,


intempestivamente. Una persona no se acuesta sana y se levanta con uno.
En general los trastornos alimentarios comienzan con un intento de dieta
autoimpuesta que luego va girando hacia un polo más estricto. Estos
trastornos no tienen una única causalidad, múltiples factores intervienen
para que se produzcan. Si bien impactan, en primera instancia, en la
población adolescente, no todo adolescente que realice una dieta va a
generar un trastorno alimentario. Estos trastornos tienen tres tipos de
factores que los determinan. Los primeros son los factores
predisponentes, en donde encontramos una ruta genética, de
vulnerabilidad biológica, historia de sobrepeso en niñez y tendencia a
comenzar con dietas restrictivas a temprana edad; estos son factores
predisponentes para posteriores problemas en hábitos alimentarios y/o
características individuales como un perfil más perfeccionista. Los
contextos en que uno habita también pueden predisponer en mayor
medida a un trastorno alimentario como, por ejemplo, el pertenecer a una
familia muy orientada a lo estético, la dieta y lo sano, o un estar rodeados
por personas con una tendencia al exceso en la alimentación y
sedentarismo. Otros contextos pueden ser la práctica de deportes de alto
rendimiento o la danza. Los segundos son los factores precipitantes, es
decir aquellos disparadores o sucesos y eventos históricos en la vida de
tu ser querido y la familia que provocan situaciones de vulnerabilidad
emocional en donde distintos trastornos, y entre esos el alimentario,

281
pueden funcionar como reguladores de ese conflicto. Los terceros son los
factores de mantenimiento: todas aquellas conductas que el ser querido
realiza al estar atravesado por la enfermedad y sostienen dicho trastorno.
El inicio en el vegetarianismo o en la alimentación vegana pueden
muchas veces ser la antesala de un trastorno alimentario. No implica que
una conducta exploratoria típicamente adolescente vaya a transformarse
en un trastorno alimentario o conducta patológica: como por ejemplo que
un adolescente haga dietas, busque en las redes trucos y fórmulas para
perder peso, tener una mayor observación de su cuerpo, tener
contradicciones con la elección de ropa y pasar un buen rato delante del
espejo antes de salir. Es típico que un adolescente pregunte a sus
familiares si lo ven más o menos excedido de peso y hasta que
manifieste tener cierto descontento con su aspecto físico.
Lo que no es típicamente adolescente, y constituye señales de alarma,
es por ejemplo la perdida de kilos semana tras semana, los ayunos
prolongados, el ausentarse en la mesa familiar, los atracones y vómitos.
Por otra parte, las conductas típicas pueden transformarse en problema si
la frecuencia y la intensidad en la que se dan va en aumento irrumpiendo
en el funcionamiento de la vida familiar e individual como, por ejemplo,
tener crisis y no salir con amigos luego de probarse gran parte del ropero
o comer distinto a toda la familia habitualmente.

¿Cómo ayudo a que mi ser querido cambie?

Cambiar conductas de un trastorno alimentario es un proceso complejo.


Lo que sabemos desde las investigaciones es que para moverse hacia el
cambio se requiere:
1. Cambiar por ellos mismos, notar que los beneficios de cambiar son
más altos que los costos de no cambiar.
2. Confiar en que pueden cambiar.

282
Es importante comprender qué parte de este proceso incluye el pasar
por una etapa en donde tercamente se rehúsan a cualquier posibilidad de
cambio. Esta etapa en la que se resiste al cambio, a pesar de las
preocupaciones que comparten amigos o familiares, se denomina
Precontemplación. Será importante aquí comenzar a pensar sobre la
importancia de cambiar. Lo que se buscara desde una postura de no
juicio y curiosidad es ampliar la perspectiva de la vida de nuestro ser
querido involucrando otras áreas y ampliar el foco tomando distancia del
comer/no comer, engordar/adelgazar. Es decir, lo que se busca tal y como
cuando se toma una foto es hacer un zoom out y por consiguiente esto
abarcara más aspectos. Requerirá mantener calma y paciencia pues es
posible que cuando la propuesta de hacer zoom out al ser querido se haga
de inmediato el/ella quiera hacer sólo un zoom in para focalizarse en el
trastorno. En este interjuego es importante mantener la calma puesto que
el objetivo es sólo mostrar por un momento otros aspectos de la vida. La
preocupación, si bien no es una emoción, viene de la familia del miedo y
puede escaparse en una reacción de enojo, preguntas insistentes y querer
convencer a nuestro ser querido con argumentos lógicos que está
poniendo su vida en peligro. Esta conducta de los familiares no suele
ayudar a la toma de conciencia de nuestro ser querido de la necesidad de
realizar cambios, sino que por el contrario suele producir una escalada
emocional, peleas, gritos, empeorando el momento presente. Mantener
abiertos los canales de comunicación con nuestro ser querido es lo que
ayudará al progreso, con lo cual, si se sienten sobrepasados o frustrados
será importante recurrir a estrategias propias para la autorregulación
como tiempo fuera, esto es salir a dar una vuelta tomar aire fresco y/o
cambiar la fisiología mediante ejercicio físico o quizás una ducha.
La Contemplación es otra etapa en el proceso de cambio. En esta etapa
se comienza a reflexionar sobre los pros y contras de cambiar y también
a pensar en si se siente la confianza para atravesar el cambio. Los

283
aspectos negativos del trastorno alimentario se hacen presentes y se
buscará explorar formas en las que los beneficios de dicho trastorno
puedan ser obtenidos sin tener conductas que repercutan tan
negativamente en la calidad de vida. El rol del cuidador aquí consiste en
prestar atención, dar calidez y mostrar respeto por las ideas que
impliquen moverse hacia el cambio. Por ejemplo: es el momento en que
nuestro ser querido nos puede expresar que quiere comer un alimento no
seguro, pero le da miedo, como pizza, helado, etc., sabe que es “normal”
comerlo, pero no puede. Es así como nuestros familiares en esta etapa
suelen expresarnos su ambivalencia. Es ahí donde tenemos la
oportunidad de escuchar, validar, no criticar y tener la oportunidad de
empezar a hablar de posibles consultas y soluciones. Se debe mostrar
mayor conexión con las emociones, pensamientos y valores que llevan al
cambio y, al mismo tiempo, ser respetuosos, no juiciosos y compasivos
de aquellas emociones y pensamientos que están del lado del no cambio.
Puede ser que este sea el momento indicado para ofrecer una consulta
con un equipo profesional, si es que no se ha realizado antes.
Ejemplo: Te escucho hablar sobre las ganas que tienes de dejar de
tener atracones para poder asistir a la facultad y que no se interrumpan
tus cosas, al mismo tiempo, se nota el miedo… es entendible y te
acompaño. Me preocupa que esto altere tu vida, tu posibilidad de
estudiar. ¿Te puedo ayudar? ¿Te serviría hacer una consulta? ¿Hay algo
que creas que te serviría que yo haga?
Cuando ya existe el compromiso al cambio, y nuestro ser querido está
en etapa de Preparación él podrá notar los distintos aspectos de hábitos
que requerirán de cambios para poder lograr su objetivo principal de
dejar de tener ayunos, atracones y/o vómitos. Este objetivo final
requerirá del rol del cuidador el estar atento a esta preparación, pedido de
ayuda y negociación respecto a cómo manejar las compras, la
elaboración y las comidas en sí mismas.

284
Llegar a la etapa de Acción consiste justamente en hacer estos cambios
y verlos como un proceso de aprendizaje en donde inevitablemente habrá
equivocaciones, de las cuales se aprenderá. Mantener el cambio implica
en sí mismo lidiar y aprender de los inevitables tropiezos y recaídas. A
pesar de estar en un proceso de cambio aparecerán, por ejemplo,
atracones, vómitos, restricciones, etc. Lo importante será cómo estas
conductas se toman como parte del proceso para usarlas como una
oportunidad efectiva de aprendizaje para la próxima vez.
Las personas tardamos varios años en incorporar conductas como
hábitos de vida, nuestro ser querido ha desarrollado dentro de su
conducta no deseada un hábito no saludable. Cambiarlo llevará un
tiempo y nuestro acompañamiento deberá tolerar los altos y bajos en el
proceso de reeducación.
Es importante en este proceso que, cuando ocurra una recaída, se
adopte una postura no juiciosa y compasiva que aliente a que el ser
querido comparta esto y ayude a que pueda pensar en cómo manejar la
situación en el futuro. Darle soluciones, ideas o consejos en ese
momento sólo hará que el ser querido se sienta incompetente. Será
importante legitimar su emoción y prestarnos para ser de ayuda.
Ejemplo: Imagino que sentís mucha frustración por haber tenido otro
atracón. Habrá otros cumpleaños. ¿En qué puedo serte de ayuda?, ¿se
te ocurren nuevas ideas para protegerte la próxima vez? o ¿quieres que
te ayude a pensar opciones de cómo lidiar en los cumpleaños?

Sugerencias de práctica

De acuerdo a las distintas etapas identifica en dónde crees que tu ser


querido está en este momento. Describe las conductas que te hacen
pensar en esa etapa. Describe de qué forma podrías acompañar ese
proceso de forma más efectiva.

285
¿Qué puedo hacer?

Cuando notes que tu ser querido está experimentado malestar por una
situación ayudarle a descifrar con curiosidad la emoción podría ser de
ayuda. Descifrar no es lo mismo que interrogar y acechar. Ahora bien,
estás preparado para este reto. Necesitarás hacer preguntas que
transmitan la aceptación de su experiencia y no sean juiciosas. Atención,
tus palabras no son las únicas que trasmiten juicios, también pueden
hacerlo tu tono de voz y tu lenguaje corporal. Las habilidades que
veremos a continuación podrán ser de gran ayuda: TE VEO, poniéndose
en los zapatos del otro y qué estilo de cuidador soy.

Habilidad 1: Validación: TE VEO

Tratar de estar atenta/o a los cambios repentinos de carácter, la


ausencia en las comidas familiares, la falta de alimentos en la alacena y
la heladera, la concurrencia al baño inmediatamente después de comer,
restos de comida en su habitación, manchas en lavatorios o inodoros de
posibles restos de vómitos, la presencia de tés diuréticos o laxantes o
medicamentos para adelgazar.
Escuchar sin juicios, comentarios sobre sus propio cuerpo y
comparaciones con compañeros o gente en las redes sociales, modelos o
influencers. Referir que sabes que es un tema difícil para ella/él y
cualquier comentario tuyo puede no ser atinado y que puedes notar cómo
el tema de su cuerpo le da miedo y la/lo atormenta.
Validar tu emoción y la de tu ser querido. Intenta pesquisar la emoción
que siente tu ser querido de acuerdo a lo que te relata y lo que ves en su
rostro. ¿Esta tensa/o? ¿Llora? ¿Se quiere esconder? Y de este modo nota
lo que esto a su vez produce en vos. Cuando ella/él siente X ¿qué me
pasa a mí?

286
Expresar la validación. Legitima y acepta su emoción. Las emociones
no se eligen, se tienen. La elección está en lo que hago con esa emoción.
Legitima también tu emoción, es esperable que sientas miedo, tristeza o
enojo cuando a un ser querido lo ves atrapado en un trastorno
alimentario.
Ofrecer ayuda para no empeorar la situación. Sé prudente y cauteloso
en ofrecer ayuda. La expectativa no debe estar en mejorar la situación
sino en no empeorarla. Ofrecer ayuda puede consistir en que te quedes
abrazándola/o sin hablar, trayendo unos pañuelitos o yendo a dar una
vuelta a caminar en silencio sintiendo el aire fresco.

Sugerencias de práctica

Tratar de estar atenta/o: describe sin juzgar las conductas que


observaste de tu ser querido. Atendé a los hechos sin interpretaciones
sobre intenciones y sin juicios de valor. (Ej. noté que había tres paquetes
de galletitas surtidas y ya no quedan más en la alacena; noté que anoche
había vomito en el baño).
Escuchar: describe la situación de escuchar sin juicios ni comentarios
sobre su propio cuerpo, focalizándote en su emoción.
Validar: describe cómo pensaste en validar tu emoción y la de tu ser
querido.
Expresar la validación: describe cómo lograste expresar esa
validación.
Ofrecer ayuda para no empeorar la situación: describe un ejemplo
en donde hayas podido poner en práctica el no invadir y al mismo tiempo
acompañar.

Habilidad 2: Poniéndose en los zapatos del otro sin pisar el palito


del TCA

287
A la mente de nuestro ser querido vienen un sinfín de pensamientos y
juicios en relación a su apariencia física denotando insatisfacción
corporal. Algunos de estos pensamientos pueden ser: “Te ves tan
gorda/o” “No te das cuenta de que estando así no llegarás a nada” “Es un
desastre cómo te ves” “A dónde vas a ir, mira lo que eres”.
Esta tormenta de pensamientos suele asechar a nuestro ser querido y
como respuesta a ello puede ser que se encuentre irritable, triste y/o con
miedo. En esos momentos intenta buscar confirmación y/o reaseguro
haciéndonos preguntas: “¿Estoy más gorda/o?” “¿Este pantalón no me
quedaba así antes no?”, etc.

Lo que NO Lo que SÍ

No responder racionalmente. Sí notar la emoción que el ser


querido tiene.
No intentar convencer al ser
querido de que no está en lo Sí ayudarla/o a atravesar esa
cierto. emoción acompañándola/o,
aunque no haya qué decir.
No comparar con otras personas.
Sí hacerle saber que entendemos
No ponerse como ejemplo. que es un momento difícil y
cualquier cosa que respondas no
No proponer ayuda que aumente será suficiente
la distorsión.

No pesarla/o o medirla/o.

Las conductas que buscan muchas veces aliviar este malestar respecto
a la insatisfacción corporal son las de chequeo corporal, como el

288
pesarse, medirse y compararse. Estas conductas aparecen como opción
porque funcionan a corto plazo como modo de alivio del malestar. Lo
cierto es que sólo en ocasiones traen un alivio, muy de corto plazo, y
mantienen el trastorno alimentario. Por ejemplo, si la balanza refiere un
peso menor del que tenía quizás me alivie, pero luego pensaré bueno es
oportunidad para seguir bajando y saltear comidas o, por el contrario,
puede ser disparador de un atracón. El circuito del TCA, restricción,
bajar de peso, sentir alivio, compulsión, atracón, y así podríamos seguir
enumerando, se va arraigando en la mente y determinando el estilo de
vida alrededor de un único tema, funcionando como modo exclusivo de
obtener alivio. La mente del ser querido está tomada, y apegada a ese
tema, y ese es el problema a resolver, no con el pensamiento sino con
acciones específicas que nos lleven a una salida como familia,
acompañando, tolerando, aumentando nuestra paciencia y capacidad de
aprendizaje en el ensayo y error.

Sugerencia de práctica: Poniéndose en los zapatos del otro sin


pisar el palito del TCA

Describe una situación en la que lograste identificar cómo tu ser querido


se encontraba acechado por el TCA.
¿Qué te preguntó o dijo? __________________________________
¿Cuál fue tu emoción? ____________________________________
¿De qué tuviste ganas? ____________________________________
¿Qué hiciste? Marca con una cruz lo que lograste hacer
Logré identificar mi propia emoción:
Logré identificar el impulso de acción de mi propia emoción:
Logré identificar la emoción de mi ser querido:
Logré validar la emoción de mi ser querido:
Logré mantenerme efectiva/o sin ser reactiva/o a la mente TCA:

289
Ejemplos y generalización de habilidades

Ayer me preocupé cuando te levantaste de la mesa y no quisiste cenar. Te


fuiste al cuarto y te quedaste ahí encerrada/o toda la noche. Sentí tristeza
y miedo. Imaginé que estarías sufriendo y no tenías ganas de estar con
nadie. Al mismo tiempo mi miedo aumentaba con cada hora que pasaba.
Resistí el impulso de abrir la puerta de tu cuarto y entendí que si
realmente querías hablar conmigo me lo harías saber. Te ayudaría que en
esos momentos yo:

¿Golpee tu puerta y te pregunte si necesitas algo?


¿Haga un té y te lo alcance a tu habitación?
¿Cómo te puedo ayudar en esos momentos?

Esta es una secuencia que nos muestra claramente un proceso de


validación y al mismo tiempo un proceso de tolerancia el malestar del
ser querido. Si el familiar responde que sí, que desearía nuestra ayuda,
es el momento de armar con él una lluvia de ideas para poder pasar a la
resolución de problemas en la próxima oportunidad.
Es importante en ese momento consultar a nuestro ser querido y que la
mencionada lluvia de ideas la lidere ella/él para posibles momentos de
desregulación emocional. También es importante compartirla para poder
aplicarla en el momento oportuno.
Logrando esto ayudaríamos al ser querido a aceptar las propuestas de
colaboración en esos momentos y aumentaría la regulación emocional
del familiar. Esto no aumentaría la pasividad activa del ser querido.
Llamamos pasividad activa aquella conducta de espera en la que quien
sufre el trastorno depende de las soluciones del familiar. Esperar que
resuelvan por el/ella.
Si el familiar respondió que SÍ, armar una lluvia de ideas con posibles
soluciones como quedarme a su lado, respirar juntos, tomar agua helada

290
juntos, ver juntas/os una serie o película o realizar cualquier actividad de
distracción puede ser un beneficio pactado y acordado para futuras
oportunidades.
También es posible que el familiar responda que NO desea nuestra
colaboración activa en ese momento. Puede ser que responda esto porque
continúa en estado emocional o bien porque ha encontrado su propia
manera de regularse aislándose temporalmente en su habitación. Ante
esto el miedo de los familiares suele aumentar al igual que su propia
desregulación emocional. Es conveniente aceptar el no y utilizar
habilidades de regulación emocional para uno mismo, por ejemplo,
aquellas habilidades de tolerancia el malestar que tienen que ver con
utilizar habilidades de crisis cambiando la temperatura corporal como
sucede al darse una ducha, utilizando hielos en un bol de agua fría
mojando su cara. Otras opciones pueden ser utilizar habilidades de
distancia poniendo un pie fuera del domicilio o bien habilidades de
distracción, recurriendo a un libro, serie o película o ejercicios de
mindfulness para redirigir la atención a la respiración y sacarla del
objetivo poco efectivo que es hablar con el ser querido en ese momento y
saber qué es lo que sucede.
Esta es una de las habilidades más difíciles de implementar para los
padres ya que observar el sufrimiento de un ser querido y no poder hacer
nada es uno de los principales actos de amor que se solicitan en el curso
del tratamiento o acompañamiento. Al mismo tiempo, es una de las
habilidades más efectivas para no escalar ni empeorar el momento y
posibilita dejar pasar el tiempo, que la regulación llegue y poder hablar
oportunamente una vez que la curva emocional descendió.

Habilidad 3: ¿Qué estilo de cuidador soy?

Tanto cuando nuestro ser querido se encuentra en la precontemplación


o cuando refiere no querer nuestra ayuda, es aquí donde debemos tomar

291
en cuenta distintos tipos de afrontamiento según la descripción de los
modelos parentales. Utilizar la metáfora de similitud con los
comportamientos animales puede favorecer nuestra identificación a
dichos momentos tal y como proponen Treasure et al. (2007).
Los padres que se comportan como el rinoceronte desean resolver el
problema en el instante. Están apegados al objetivo y suelen ser muy
efectivos para resolver conflictos de la vida cotidiana tomando en cuenta
un modo impulsivo y estricto. El rinoceronte cuando quiere alimentar a
su cría atropella cuanta cosa se le pone en su camino hasta que lo logra y
aunque su cría no quiera abrir la boca en ese momento el rinoceronte la
fuerza para que trague el alimento. Este ejemplo puede mostrarnos cómo
estar apegado al objetivo, alimentar una cría, puede cumplirse y, al
mismo tiempo, tener consecuencias en relación al haber atropellado y
arrasado con todo y hasta haber podido lastimar a su cría en pos de un
beneficio que, en este caso, es darle de comer.
Los papás identificados al modelo del canguro suelen poner a sus
crías dentro de su bolsa saco, llevarlas y transportarlas por la vida
cotidiana resolviendo todos sus problemas. Es un modelo parental que
resuelve situaciones de la vida cotidiana por nuestros seres queridos al
mismo tiempo que los fragiliza y no les da herramientas para que estas
crías aprendan a resolver por sí mismas.
El modelo parental aguaviva es un modelo identificado a una reacción
de susto, intempestiva. En donde el ser querido no recurre a nosotros por
temer sobre nuestras propias reacciones prefiriendo no pedir ayuda.
El modelo parental avestruz identifica la conducta del familiar a la
conducta de este animal que hunde su cabeza y no ve lo que está
sucediendo a su alrededor. De este modo no actúa y se vuelve cómplice
del TCA.
Los dos modelos parentales más efectivos propuestos como un
balance entre autonomía y cuidado son los de Delfín y el San Bernardo.

292
El Delfín, cuando uno de sus ejemplares se aparta del cardumen, suele
ir a buscarlo y también ayuda a nadadores a mantenerse a salvo con
pequeños topes de una manera firme y amable.
El modelo San Bernardo está identificado a un perro de montaña que
sabe observar el peligro. El perro puede pasar muchas horas alejado de
su dueño y, sin embargo, cuando observa peligro o avalancha de nieve se
le acerca con ladridos enérgicos y movimientos de su cuerpo que hacen
notar que el peligro se avecina.
Todos los padres deambulamos por los distintos modelos parentales en
ciertas oportunidades de nuestra vida. A pesar de eso, observar cuando
estamos volcados más a un polo, por ejemplo, rinoceronte o canguro y
observar la posibilidad de movernos hacia otro más tolerante, como San
Bernardo o Delfín, nos va a dar la posibilidad de poder tener un vínculo
más ecuánime y amable con nuestro ser querido logrando de esa manera
un modo efectivo de acompañamiento.
Estos modelos pueden servirnos para actuar o responder ante
situaciones típicas de nuestro ser querido con obsesiones sobre el cuerpo
y la comida o con emociones desreguladas por sentirse gorda/o o
incomoda/o con su cuerpo.

Ejemplos de estas preguntas:


¿Estoy más gorda/o?
Quiero ir a un médico y a otro y a otro y a una nutricionista, etc.
Quiero ser vegetariana/o.
Muchas veces ante esto los padres respondemos rápido y actuamos
intentando resolver el conflicto de ese momento lo cual aumenta el
problema de base y pasamos largo tiempo convenciendo a nuestra/o
hija/o de que su peso es normal o deambulamos por infinidad de
consultorios buscando que algo o alguien conforme a nuestro ser
querido.

293
Sugerencias de práctica

1. En la última semana nota dos situaciones en las que tu estilo


parental haya sido poco efectivo. Describe la situación y cómo fue
tu respuesta. Identifica con qué animal se asemejó tu respuesta
(incluyendo tono de voz y gestos corporales).
2. En la última semana nota una situación en la que hayas logrado
darte la pausa para responder como un Delfín o San Bernardo.
Describe la situación y tu respuesta de forma detallada (incluyendo
tono de voz y gestos corporales).
3. Observa el impulso de decir cosas o criticar a tu ser querido por
haber tenido un atracón o por observar faltante de alimentos en la
heladera. Respira. Toma unos minutos fuera de la casa. Pregúntate:
¿es este el momento? ¿Cómo le quiero decir que estoy preocupada/o
y ofrecer ayuda? ¿Decir esto ahora me acerca o me aleja de mi ser
querido? ¿Es mejor esperar y buscar un momento más calmo?
4. Mi ser querido me pregunta por su cuerpo, su peso. Observo mi
impulso de calmarla/o. Escribe frases validantes, sin respuesta de
solución, sólo de acompañamiento para poder decirle a tu ser
querido que lo entiendes, sin pisar nuevamente el palito del TCA y
conformarla/o.

Últimas reflexiones

A lo largo de este capítulo se han visto distintas estrategias que pueden


ser empleadas en la difícil tarea de acompañar a un ser querido en su
recuperación de un trastorno alimentario. Sin lugar a dudas el primer
paso es estar con ojos abiertos a lo que está sucediendo, sin que esto nos
paralice o alarme tanto que no sepamos de qué modo ayudar. Hemos
desarrollado estrategias que pueden ser empleadas, el foco va a estar
siempre en poder notar lo que está ocurriendo en el presente de forma

294
descriptiva para saber qué respuesta nuestra sería la más efectiva.
Nuestro rol, cuando un problema alimentario ocurre, es crucial para
potenciar la recuperación sin colaborar en mantener el problema. La
ayuda profesional es necesaria, sirve para guiarnos en el empleo de las
estrategias descriptas a fin de lograr acompañar el proceso de nuestro ser
querido.

Referencias

Safer, D. L., Telch, C. F. & Chen, E. Y. (2009). Dialectical Behavior


Therapy for Binge Eating Disorder. UK: Guilford.
Treasure, J.; Smith, G. & Crane, A. (2007). Skills-based Learning for
Caring for a Loved One with an Eating Disorder: The New Maudsley
Model. East Sussex, UK: Routledge.

295
CIERRE

296
CIERRE

Gracias por habernos acompañado en este camino.


Esperamos haber contribuido a mejorar la comprensión sobre la
experiencia de la desregulación emocional y a aumentar la conducta
efectiva con miras a la construcción de mejores relaciones, más cercanas,
profundas y transformadoras.
Queremos recordar que con buena disposición y práctica todo puede
mejorar. Lo que practicamos, crece. Hagamos crecer aquello que de
corazón es valioso para cada uno.

297
298
Índice
Portada 1
Créditos 2
Sobre los autores 5
Acerca de los editores 5
Acerca de los colaboradores 6
Agradecimientos 9
Prólogo, por Anthony P. DuBose, PsyD 17
Introducción, por Dra. Paula S. José Quintero y Dr.
21
Pablo Gagliesi
Capítulo 1. ¿Qué es DBT?, por Dra. Paula S. José
24
Quintero
Referencias 28
Capítulo 2. ¡¿Alguien que nos explique qué nos pasa?!:
Comprendiendo la desregulación emocional, por Dr. 30
Pablo Gagliesi
Vamos palabra por palabra: ¿Qué son las emociones? 33
¿Qué quiere decir la parte “bio” del modelo biosocial? 36
¿Cuál es la parte social del modelo biosocial? 39
Algunos puntos extra 54
Referencias 55
Capítulo 3. Mindfulness: experimentando la realidad tal
57
cual es, por Dra. Corrine Rhesa Stoewsa
Las Habilidades “Qué” 59
Las Habilidades “Cómo” 62
La sabiduría 64
Resumen 65
Referencias 66
Capítulo 4. Siento luego existo: las emociones como
67
experiencias ubicuas, por Dra. Paula S. José Quintero

299
¿Qué son las emociones? 69
Las emociones son ubicuas e impermanentes 70
Las emociones no son buenas ni malas 71
Todas las emociones tienen una función 71
Las emociones son útiles para cada persona 72
Si hablamos de respuestas “típicas” ¿significa que hay otras
76
maneras de responder?
Las emociones nos ahorran tiempo 77
Las emociones nos comunican cosas importantes 77
Las emociones son útiles para nuestras relaciones 77
Las emociones son útiles para la vida en sociedad 79
Modelo para describir emociones 79
Sugerencia de práctica 84
¿Cuándo es el mejor momento para practicar? 84
Referencias 84
Capítulo 5. Validación: la comunicación compasiva, por
86
Dra. Corrine Rhesa Stoewsand
¿Qué validamos exactamente? 90
Respuestas inválidas 94
V. Ver y escuchar al otro 98
A. Aceptar con mente abierta todo lo que siente el otro 98
L. Limitar reacciones defensivas de uno mismo 98
I. Identificar las emociones del otro 99
D. Dar una respuesta empática, sin aconsejar 99
A. Acompañar al otro 99
R. Reflejar lo que dice el otro 99
Referencias 100
Capítulo 6. Describir vs Interpretar: los hechos como
102
soberano, por Dra. Paula S. José Quintero
Sesgos y heurísticos del juicio 104
¿Qué hacemos con todo esto? 106
La diferencia entre Describir y Evaluar 107
La diferencia entre Describir e Interpretar 109
Distinguir como práctica 110

300
Sugerencia de práctica 110
Describir como práctica 111
Sugerencia de práctica 112
Referencias 113
Capítulo 7. ¿Somos capaces de mejorar la forma en que
114
nos comunicamos?, por Lic. Carola Pechon
¿Cómo lograr ser efectivos en nuestra meta? 119
¿Cómo ser efectivos en cuidar las relaciones? 120
¿Cómo ser efectivos en mantener o aumentar el autorrespeto? 121
¡A convertirnos en guionistas de nuestra propia vida! 125
Pasos para lograr nuestra meta: ¿De qué se tratan estas cuatro
125
frases?
¿Cómo quedarían estas cuatro frases integradas? 127
Pasos para cuidar la relación durante la conversación 128
Pasos para cuidar el autorrespeto 129
Diferentes intensidades para pedir o decir no 130
Referencias 133
Capítulo 8. Comprendiendo las conductas para poder
135
cambiarlas, por Dra. Paula S. José Quintero
Lo que hacemos. Lo que las personas hacen 138
Todas las conductas son causadas 139
Los antecedentes importan 141
Las consecuencias importan 142
Tipos de consecuencias 143
Las conductas tienen una función 145
¿Podemos modificar la conducta? 147
Sugerencia de práctica 149
¿Cómo podemos modificar conductas? 150
Podemos cambiar los antecedentes 150
Podemos cambiar las consecuencias 151
Cambiando las consecuencias para aumentar conductas deseadas 152
Moldeamiento 155
Economía de fichas 155
Contrato de contingencias 156

301
Últimas consideraciones 156
Cambiando las consecuencias para disminuir conductas
157
indeseadas
Extinción 158
Ejemplo 1 159
Ejemplo 2 160
Administrando consecuencias aversivas 161
Corrección y sobrecorrección 163
Seis grandes enemigos de la modificación conductual 163
Cuando hacemos las cosas al revés 166
Sugerencia de práctica 167
Referencias 168
Capítulo 9. Cómo ayudar a alguien querido en su peor
169
momento, por Dr. Pablo Gagliesi
¿Por qué la gente piensa en quitarse la vida? 171
¿Qué son los factores de riesgo? 171
Factores de riesgo 172
¿Qué conductas se consideran suicidas? 176
¿Qué hacer cuando alguien comunica directa o indirectamente
183
ideas de suicidio?
¿Qué hacer cuando un familiar o alguien significativo comunica
187
con frecuencia en ciertos contextos que quiere matarse?
¿Qué hacer si alguien está efectivamente haciendo una tentativa
190
o la ha hecho?
Referencias 190
Capítulo 10. Curar y ser curados: habilidades para
192
sobrevivir a las crisis, por Lic. Soledad Álvarez Rivera
Olfato 200
Visión 201
Audición 202
Gusto 203
Tacto 204
Sugerencias de práctica 210
Referencias 214

302
Capítulo 11. Resolución de problemas o cómo hacernos 216
la vida más fácil cuando se puede, por Dra. Paula S.
José Quintero
¿Qué es un problema? 217
¿Por qué es importante aprender y practicar Resolución de
218
Problemas?
¿Cómo distinguir aquellos problemas que podemos resolver de
219
los que no?
Pequeña digresión 220
Vayamos al grano 221
Ayudando a otras personas en resolución de problemas 229
Sugerencia de práctica 231
Referencias 233
Capítulo 12. ¿Qué son los límites personales?, por Lic.
235
Carola Pechon y Dra. Corrine Rhesa Stoewsand
Las pautas no son límites personales 237
Práctica del cumplimiento de límites 239
Cómo aplicar límites personales 241
Referencias 245
Capítulo 13. Acompañando adolescentes con
desregulación emocional: una misión posible, por Lic. 247
Carolina Principi
Introducción 248
SOS: ¡hay un adolescente en la familia! 248
Cuando creímos que teníamos todas las respuestas, de pronto
253
cambiaron todas las preguntas
La desregulación emocional en la adolescencia: subiendo la
255
montaña rusa
¿Qué es típico en los adolescentes y qué es motivo de
258
preocupación?
Acompañar una adolescencia con emociones intensas:
262
convirtiéndose en equilibrista
Tener los hijos que siempre se soñó tener vs. ser los padres que
267
siempre se soñó ser
Sugerencias de práctica 269

303
Referencias 275
Capítulo 14. Desregulación emocional y problemas de
la conducta alimentaria, por Mg. Florencia Duthu y Lic. 276
Gabriela Rodríguez Rey
¿Qué son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)? 278
Estar atentos y observar 279
Psicoeducación: ¿Cómo comenzó todo esto? 281
¿Cómo ayudo a que mi ser querido cambie? 282
Sugerencias de práctica 285
¿Qué puedo hacer? 286
Sugerencias de práctica 287
Sugerencia de práctica: Poniéndose en los zapatos del otro sin
289
pisar el palito del TCA
Ejemplos y generalización de habilidades 290
Sugerencias de práctica 294
Últimas reflexiones 294
Referencias 295
Cierre 296

304

También podría gustarte